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El efecto de la temperatura sobre el rigor no es uniforme. En el caso del bacalao, las altas
temperaturas ocasionan un rápido comienzo del rigor y un rigor mortis bastante fuerte.
Esto debe ser evitado, dado que las fuertes tensiones producidas por el rigor pueden
causar "desgajamiento", es decir, debilitamiento del tejido conectivo y posterior ruptura del
filete.
Generalmente se acepta que el comienzo y la duración del rigor mortis resultan más
rápido a mayor temperatura, pero se ha observado en ciertas especies tropicales el efecto
opuesto de la temperatura, en relación con el comienzo del rigor. Resulta evidente que en
estas especies el inicio del rigor se acelera a la temperatura de 0 °C en comparación con
10 °C, lo cual muestra buena correlación con la estimulación de los cambios bioquímicos a
0 °C (Poulter et al., 1982; Iwamoto et al,. 1987). Sin embargo, una explicación para esto ha
sido sugerida por Abe y Okuma (1991), quienes han demostrado que el comienzo del rigor
mortis en la carpa (Cyprinus carpió) depende de la diferencia entre la temperatura del mar
y la temperatura de almacenamiento. Cuando esta diferencia es grande, el rigor se inicia a
menor tiempo y viceversa.
Cuadro 5.1 Comienzo y duración del rigor mortis en algunas especies de pescado
FUENTES: Hwang et al., 1991; Iwamoto et al., 1987; Korhonen et al., 1990; Nakayama et
al., 1992; Nazir y Magar, 1963; Partmann, 1965; Pawar y Magar, 1965; Stroud, 1969;
Trueco et al., 1982.
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21/2/2020 5. CAMBIOS POST-MORTEM EN EL PESCADO
De los pescados enteros y de los filetes congelados pre-rigor, pueden obtenerse buenos
productos si se descongelan cuidadosamente a baja temperatura. De esta forma, se da
tiempo para que pase el rigor mortis mientras el músculo continúa congelado.
Fase 2 Hay una pérdida del olor y del gusto característicos. La carne es
neutral pero no tiene olores extraños. La textura se mantiene agradable.
Criterio
Partes del Puntuación
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pescado 3 2 1 0
inspeccionadas Apariencia
Piel Pigmentación Pigmentación Pigmentación Pigmentación
brillante e brillante pero no en vías de mate¹
iridiscente, lustrosa descolorase y Mucus opaco
decoloraciones Mucus ligeramente empañarse.
ausentes, mucus opalescente Mucus lechoso
transparente y
acuoso
Ojos Convexos Convexos y Planos Cóncavo en el
(salientes) ligeramente centro1
hundidos
Córnea transparente Córnea ligeramente Córnea Córnea lechosa
opalescente opalescente
Pupila negra y Pupila negra y Pupila opaca Pupila gris
brillante apagada
Branquias Color brillante Menos coloreadas Descolorándose Amarillentas1
Mucus ausente Ligeros trazos de Mucus opaco Mucus lechoso
mucus
Carne (corte del Azulada, translúcida, Aterciopelada, Ligeramente Opaca1
abdomen) uniforme, brillante cerosa, empañada opaca
Sin cambios en el Ligeros cambios en
color original el color
Color (a lo largo No coloreada Ligeramente rosa Rosa Rojo1
de la columna
vertebral)
Organos Riñones y residuos Ríñones y residuos Ríñones, Ríñones, residuos
de otros órganos de otros órganos residuos de de otros órganos y
deben ser de color deben ser de color otros órganos y sangre presentan
rojo brillante, al igual rojo empañado; la sangre un color pardusco
que la sangre dentro sangre comienza a presentan un
de la aorta decolorarse color rojo pálido
Condición
Carne Firme y elástica Menos elástica Ligeramente Suave (flácida)1
blanda (flácida), Las escamas se
menos elástica desprenden
fácilmente de la
piel, la superficie
surcada tiende a
desmenuzarse
Superficie uniforme Cerosa
(aterciopelada)
y superficie
empañada
Columna Se quiebra en lugar Adherida Ligeramente No está adherida1
vertebral de separarse de la adherida
carne
Peritoneo Completamente Adherido Ligeramente No está adherido¹
adherido a la carne adherido
Olor
Branquias, piel, A algas marinas No hay olor a algas Ligeramente Acido¹
cavidad marinas, ni olores ácido
abdominal desagradables
1
O en un estado de deterioro más avanzado
Una escala numerada puede ser usada para la evaluación sensorial del pescado cocido
según se muestra en la Figura 5.1. La escala está numerada del 0 al 10, donde 10 indica
absoluta frescura, 8 buena calidad y 6 un pescado con sabor neutro (insípido). El nivel de
rechazo es 4. Usando la escala según la puntuación señalada, el gráfico adquiere forma
de "S" indicando una rápida degradación del pescado durante la primera fase, menor tasa
en las fases 2 y 3, y finalmente una alta variación cuando el pescado se descompone.
Figura 5.1 Cambios en la calidad comestible del bacalao en hielo (0°C) (Huss 1976)
Otras escalas también pueden ser empleadas y cambiar la forma del gráfico. Sin embargo,
es importante entender la clase de resultados deseados en el análisis sensorial, a fin de
efectuar las preguntas adecuadas a los evaluadores sensoriales.
el sistema circulatorio. La mayoría de los crustáceos son capaces de respirar fuera del
ambiente acuático por períodos limitados de tiempo, mediante absorción del oxígeno
atmosférico.
Para la mayoría de los peces teleósteos, la glucólisis es la única ruta posible para la
producción de energía en cuanto el corazón deja de latir. Este proceso, más ineficiente,
genera principalmente ácido láctico y ácido pirúvico como productos finales. Además,
mediante la glucólisis se producen dos moles de ATP por cada mol de glucosa, en
comparación con los 36 moles de ATP producidos por cada mol de glucosa si los
productos glucolíticos finales son oxidados aeróbicamente en la mitocondria del animal
vivo. Así, después de la muerte, el músculo anaeróbico no puede mantener su nivel
normal de ATP, y cuando el nivel intracelular declina de 7-10 m moles/g a £ 1,0 m moles/g
de tejido, el músculo entra en rigor mortis. La glucólisis post mortem resulta en la
acumulación de ácido láctico, con la concomitante disminución del pH en el músculo. En el
bacalao, el pH disminuye desde 6.8 hasta un pH extremo de 6.1-6.5. En algunas especies
de pescado, el pH final puede ser menor: en caballas grandes, el pH extremo en el rigor
puede llegar a ser tan bajo como 5.8-6.0, y en atunes e hipoglosos se han encontrado
valores tan bajos como 5.4-5.6. Sin embargo, estos niveles tan bajos de pH no son
frecuentes en teleósteos marinos. Estos pH rara vez son tan bajos como los observados
en el músculo post mortem de mamíferos. Por ejemplo, el pH del músculo de vacuno
generalmente disminuye a niveles de 5.1 durante el rigor mortis. La cantidad de ácido
láctico producido está relacionada con la cantidad de carbohidrato almacenado
(glucógeno) en el tejido vivo. En general, el músculo de pescado contiene un nivel
relativamente bajo de glucógeno, comparado con los mamíferos y por esta razón se
genera mucho menos ácido láctico después de la muerte. También el estado nutricional
del pez, la cantidad y grado de agotamiento al momento de la muerte, tienen un efecto
dramático en los niveles de glucógeno almacenado y consecuentemente en el pH post
mortem final. Como regla, el pescado bien descansado y bien alimentado contiene más
glucógeno que el pescado exhausto y hambriento. En un estudio reciente de la locha
japonesa (Chiba et al., 1991), se demostró que sólo minutos de agotamiento antes de la
captura, ocasionaban una disminución de 0.50 unidades de pH en 3 horas, en
comparación con peces no sometidos a agotamiento, en los cuales el pH disminuyó en
sólo 0,10 unidades durante el mismo período de tiempo. Además, los mismos autores
demostraron que el desangrado del pescado disminuye significativamente la producción
de ácido láctico post mortem.
Figura 5.3. Relación entre la textura del músculo de bacalao y el pH, adaptado de
Love (1975). Los puntos negros se refieren a pescado capturado en St. Kilda,
Océano Atlántico, mientras que los triángulos se refieren a pescado capturado en
Fyllas Bank, Estrecho de Davis.
La resolución del rigor es un proceso no del todo comprendido, pero siempre ocasiona el
reblandecimiento (relajación) posterior del tejido muscular y se cree está relacionado con
la activación de una o más enzimas musculares presentes en el pescado, las cuales
digieren ciertos componentes del complejo rigor mortis. El reblandecimiento del músculo
durante la resolución del rigor (y eventualmente el proceso de deterioro) coincide con los
cambios autolíticos. De estos cambios, el primero en ser reconocido de forma más o
menos predecible después de la muerte fue la degradación de los compuestos
relacionados con el ATP. La Figura 5.4 ilustra la degradación del ATP para formar
adenosina difosfato (ADP), adenosina monofosfato (AMP), inosina monofosfato (IMP),
inosina (Ino) e Hipoxantina (Hx). La degradación de los catabolitos del ATP procede de la
misma forma en la mayoría de los pescados, pero la velocidad de cada reacción (de un
catabolito a otro), varía enormemente entre una especie y otra, coincidentemente,
progresando generalmente con el nivel percibido de deterioro según determinaciones
efectuadas mediante un panel de analistas entrenados. Saito et al. (1959), fueron los
primeros en observar este patrón y desarrollaron una fórmula para la frescura del pescado
basada en estos cambios autolíticos:
Donde [ATP], [ADP], [AMP], [IMP], [Ino] e [Hx], representan las concentraciones relativas
de estos compuestos en el músculo de pescado, medidas en diferentes períodos de
tiempo durante el almacenamiento refrigerado.
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Figura 5.4 Degradación post mortem del ATP en el músculo de pescado. Enzimas: l.
ATP-asa; 2. miokinasa; 3. AMP-desaminasa; 4. IMP-fosfohidrolasa; 5a. nucleosida
fosforilasa; 5b. inosina nucleosidasa; 6,7. xantina oxidasa. Fuente: Gill (1992)
Surette et al. (1988) siguieron la autólisis de bacalao estéril y no estéril mediante los
catabolitos de ATP. La velocidad de formación y descomposición del IMP fue la misma
tanto en las muestras de tejido del bacalao estéril como en las del bacalao no estéril
(Figuras 5.5a y 5.5b), lo cual indica que la ruta catabólica para la degradación de ATP
hasta inosina es debida en su totalidad a enzimas autolíticas.
Figura 5.5a Cambios en IMP, Ino y Hx en filetes estériles de bacalao a 3°C, adaptado
de Gill (1990)
Existe poca duda en que la manipulación física acelera los cambios autolíticos en pescado
refrigerado. Surette et al. (1988) reportaron que la tasa de descomposición de los
nucleótidos era mayor en filetes estériles que en bacalao entero eviscerado no estéril. Esto
quizá no sea sorprendente, pues se ha demostrado que muchas de las enzimas autolíticas
se encuentran en discretos paquetes limitados por membranas, los cuales se rompen
cuando están sujetos a abuso físico, originando la mezcla entre enzimas y sustratos.
Aplastar el pescado contra el hielo o contra otros pescados puede afectar seriamente la
comestibilidad y el rendimiento en el fileteado, incluso para pescados con cargas
bacterianas relativamente bajas, lo cual demuestra la importancia de los procesos
autolíticos. A fin de minimizar la autólisis, el pescado en hielo nunca debe ser almacenado
en cajas cuya profundidad exceda los 30 cm y de igual forma es importante asegurar que
las cajas no vayan apretadas unas encima de la otras. Deben ser diseñados sistemas para
transportar y descargar el pescado de los barcos, que permitan evitar daño físico a los
delicados tejidos.
Más recientemente, Botta et al. (1992) encontraron que la autólisis de la cavidad visceral
(estallido de vientre) en el arenque estaba más relacionada con la manipulación física que
con factores biológicos como el tamaño del pescado, cantidad de alimento ("red feed") en
las vísceras o presencia de huevas. Particularmente se demostró que en arenque
congelado/descongelado, el tiempo de descongelado a 15 °C y el tiempo del
almacenamiento en hielo, tienen una influencia mucho mayor en el estallido de vientre que
los factores biológicos.
Catepsinas
Si bien han sido aisladas varias enzimas proteolíticas en el tejido del pescado, han sido las
catepsinas las que quizás se han descrito con mayor frecuencia. Las catepsinas son
proteasas "ácidas" que usualmente se encuentran empacadas en diminutos organelos
submicroscópicos llamados lisosomas. En el tejido vivo, las proteasas lisosomales se cree
son responsables de la degradación proteica en las áreas de daño. De esta forma, las
catepsinas están generalmente inactivas dentro del tejido vivo pero son liberadas dentro
de los fluidos celulares luego de abuso físico o congelación y descongelación post mortem
del músculo.
de sodio. Por consiguiente, resulta improbable que la enzima de Reddi permanezca activa
en productos salados.
Figura 5.7 Efecto del NaCl en la actividad de la catepsina. Adaptado de Reddi et al.
(1972)
Los tejidos del pescado infectado tienen poco valor comercial, pero actualmente se
desconoce si es el parásito o el huésped quien secreta las enzimas proteolíticas que
autolizan el músculo.
Calpainas
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Estudios han demostrado que en el músculo de crustáceos, las calpainas están asociadas
con los cambios textuales de licuefacción inducida al músculo y digestión inespecífica
generalizada de las proteínas miofibrilares. Sin embargo, las calpainas del músculo de
vertebrados han demostrado ser muy específicas, degradando principalmente tropinina-T,
desmina, titina y nebulina, atacando tanto actina como miosina en vertebrados
(Koohmaraie, 1992). Por el contrario, las calpainas de pescado degradan miosina
(específicamente la cadena pesada de la miosina) para formar un fragmento inicial con un
peso molecular de aproximadamente 150 000 Da (Muramoto et al., 1989). Los mismos
autores demostraron que las calpainas de pescado son mucho más activas a bajas
temperaturas que las calpainas de mamíferos y las tasas de escisión son específicas de la
especie, siendo más activas contra las miosinas menos estables al calor. De este modo,
las especies de peces adaptadas a bajas temperaturas ambientales son más susceptibles
a la autólisis por calpainas, que las especies de aguas tropicales. Aunque la calpaina ha
sido identificada en distintas especies de peces incluyendo la carpa (Toyohara et al.,
1985), tilapia y camarón (Wang et al., 1993), como también en atún, roncador, besugo rojo
y trucha (Muramoto et al., 1989) por nombrar algunos, pocos trabajos hasta ahora
demuestran una relación de "causa y efecto" entre la actividad de la calpaina y la medición
instrumental de la textura.
Colagenasas
Hasta este punto, todos los cambios autolíticos post mortem descritos involucran cambios
dentro de la célula muscular per se. Sin embargo, la carne de los peces teleósteos está
dividida en bloques de células musculares separadas en "escamas", o miotomas,
mediante tejido conectivo denominado miocomata (Figura 3.3). Cada célula muscular o
fibra está rodeada por tejido conectivo que se une a la miocomata al final de la célula
mediante finas fibrillas de colágeno. Durante el almacenamiento refrigerado, estas fibrillas
se deterioran (Bremner y Hallett, 1985). Más recientemente, se demostró que la medición
instrumental de la textura del músculo de trucha refrigerada decae a medida que se
solubilizan los niveles de colágeno tipo V, presumiblemente debido a la acción de las
enzimas colagenasas autolíticas (Sato et al., 1991). Son estas enzimas las que
presumiblemente causan "desgajamiento", o ruptura de los miotomas, durante el
almacenamiento prolongado en hielo o durante el almacenamiento por cortos períodos de
tiempo, pero a elevadas temperaturas. En el bacalao del Atlántico se ha demostrado que
al alcanzar los 17 °C, el desgajamiento es inevitable, debido presumiblemente a la
degradación del tejido conectivo y el rápido acortamiento del músculo por la elevada
temperatura durante el rigor.
La flora bacteriana en pescados recién capturados depende más del medio ambiente de
captura, que de la especie (Shewan, 1977). Los pescados capturados en aguas muy frías
y limpias contienen menor número de microorganismos, mientras que el pescado
capturado en aguas cálidas presenta recuentos ligeramente superiores. Números muy
elevados, por ejemplo 107 ufc/cm2, se encuentran en pescados capturados en aguas muy
contaminadas. Muchas especies diferentes de bacterias pueden ser encontradas en la
superficie de los peces. Las bacterias en peces de aguas templadas son clasificadas en
psicrotrófas y psicrófilas, de acuerdo al rango de su temperatura de crecimiento. Las
psicrotrófas (tolerantes al frío) son bacterias capaces de crecer a 0 °C pero su óptimo es
alrededor de los 25 °C. Las psicrófilas (amantes del frío) son bacterias con una
temperatura máxima de crecimiento alrededor de los 20 °C y su óptimo a 15 °C (Morita,
1975). En las aguas cálidas pueden aislarse un mayor número de mesófilos. La microflora
en peces de aguas templadas está dominada por bacterias psicrófilas Gram negativas con
forma de bastones, pertenecientes a los géneros Pseudomonas, Moraxella, Acinetobacter,
Shewanella y Flavobacterium. Miembros de las Vibrionáceas (Vibrio y Photobacterium) y
Aeromonadáceas (Aeromonas spp.) son también bacterias acuáticas comunes y típicas de
la flora bacteriana en pescado (Cuadro 5.4). Organismos Gram positivos como Bacillus,
Micrococcus, Clostridium, Lactobacillus y coryneformes también pueden ser encontrados
en distintas proporciones. Pero en general, las bacterias Gram-negativas dominan la
microflora. Shewan (1977) concluyó que las bacterias Gram-positivas Bacillus y
Micrococcus dominaban la microflora en pescados de aguas tropicales. Sin embargo, esta
conclusión fue confrontada posteriormente por varios estudios en los cuales se encontró
que la flora, en especies de peces tropicales, es muy similar a la flora en especies
templadas (Acuff et al., 1984; Gram et al., 1990; Lima dos Santos 1978; Surendran et al.,
1989). En algunos estudios realizados en la India se ha encontrado una microflora
compuesta por Pseudomonas, Acinetobacter, Moraxella y Vibrio en pescado recién
capturado (Surendran et al., 1989). Algunos autores, como Liston (1980), concluyen que la
microflora de los peces tropicales a menudo contiene una carga ligeramente mayor de
bacterias Gram-positivas y bacterias entéricas, pero por lo demás es similar a la flora de
los peces de aguas templadas.
Las Aeromonas spp. son típicas de los peces de agua dulce, mientras que otras bacterias
requieren sodio para su crecimiento y, por lo tanto, son típicas de aguas marinas. Este
grupo incluye Vibrio, Photobacterium y Shewanella. Sin embargo, a pesar de que
Shewanella putrefaciens se caracteriza como dependiente de sodio, también pueden
aislarse cepas de S. putrefaciens, a partir de ambientes de agua dulce (DiChristina y
DeLong, 1993; Gram et al; 1990; Spanggaard et al., 1993). A pesar de que S. putrefaciens
ha sido aislada de aguas dulces tropicales, no resulta de importancia en el deterioro del
pescado de agua dulce (Lima dos Santos, 1978; Gram, 1990).
Invasión microbiana
Ruskol y Bendsen (1992) mostraron mediante exámenes microscópicos que las bacterias
pueden ser detectadas en el músculo cuando el número de microorganismos en la
superficie de la piel incremente por encima de las 106 ufc/cm2 (Figura 5.6 b). Este
resultado fue observado tanto en el almacenamiento en hielo como en ambiente
refrigerado. No se encontró diferencia entre los patrones invasivos de las bacterias
específicas del deterioro (por ejemplo S. putrefaciens) y las bacterias no específicas del
deterioro.
Figura 5.8 Sección histológica de: (b) filetes de bacalao almacenado 12 días en
hielo. La sección fue tratada con tintura de Giemsa (Ruskol y Bendsen, 1992).
Debe efectuarse una clara distinción entre los términos flora del deterioro y bacterias
del deterioro, dado que el primero describe meramente las bacterias presente en el
pescado cuando está deteriorado, mientras que el último se refiere al grupo específico que
produce olores y sabores desagradables asociados con el deterioro. Una gran parte de las
bacterias presentes en el pescado deteriorado no desempeñan ningún papel en lo
absoluto en el deterioro (Figura 5.9). Cada producto pesquero posee sus propias bacterias
específicas del deterioro y es el número de estas bacterias, y no el número total de
microorganismos, lo que guarda relación con la duración en almacén del producto. En la
Figura 5.10, se muestra que el tiempo de vida útil remanente del bacalao en hielo puede
ser pronosticado mediante el tiempo de detección conductométrico (en caldo de OTMA), el
cual se correlaciona inversamente con el número de puentes de hidrógeno de sulfuro
producidos por la acción bacteriana.
No es una tarea fácil determinar, entre las bacterias aisladas del pescado deteriorado, las
verdaderas responsables del deterioro, pues se requieren extensos estudios sensoriales,
microbiológicos y químicos. En primer lugar deben ser estudiados y cuantificados los
cambios sensoriales, microbiológicos y químicos que ocurren durante el almacenamiento,
incluyendo la determinación del nivel de un determinado componente químico que se
correlacione con deterioro (indicador químico de deterioro). En segundo lugar, se aíslan
las bacterias presentes al momento del rechazo sensorial. Poblaciones de bacterias puras
y mezcladas se inoculan en sustratos estériles de pescado a fin de evaluar su potencial
de deterioro, es decir, su habilidad para producir cambios sensoriales (olores
desagradables) y químicos típicos del producto deteriorado. Finalmente, las cepas
seleccionadas son examinadas para evaluar su actividad de deterioro, es decir, si su
tasa de crecimiento y su producción cualitativa y cuantitativa de olores desagradables son
similares a las mediciones en el producto deteriorado (Dalgaard, 1993).
Figura 5.9 Cambios en el recuento total y en las bacterias específicas del deterioro
durante el almacenamiento (modificado según Dalgaard (1993))
También puede emplearse una prueba cualitativa para medir la habilidad de la bacteria en
producir H2S o reducir OTMA, cuando la flora del deterioro es tamizada en la búsqueda de
las bacterias potenciales del deterioro. Un medio donde la reducción del OTMA a TMA
puede observarse como el cambio de color de un indicador redox, y la formación de H2S
es evidente debido al precipitado negro de FeS desarrollado para este propósito (Gram et
al., 1987).
Shewanella putrefaciens ha sido identificada como la bacteria específica del deterioro del
pescado de aguas templadas almacenado aeróbicamente en hielo. Si este producto se
empaca al vacío, P. phosphoreum participa en el deterioro y pasa a ser la bacteria
específica del deterioro del pescado empacado en presencia de CO2 (véase Sección 6.3).
La flora del deterioro, del pescado tropical de mar almacenado en hielo, está compuesta
casi exclusivamente de Pseudomonas spp. y S. putrefaciens. Algunas Pseudomonas spp.
son específicas del deterioro del pescado tropical de agua dulce almacenado en hielo
(Lima dos Santos, 1978; Gram et al., 1990) y conjuntamente con S. putrefaciens, son
también las causantes del deterioro del pescado marino tropical almacenado en hielo
(Gillespie y MacRae, 1975; Gram, 1990).
A temperatura ambiente, las aeromonas móviles son específicas del deterioro del pescado
de agua dulce, almacenado aeróbicamente (Gorzyka y Pek Poh Len, 1985; Gram et al.,
1990). Barile et al. (1985), demostraron que una gran proporción de la flora en caballa
almacenada a temperatura ambiente, estaba constituida por S. putrefaciens, indicando
que esta bacteria quizá participa también en el deterioro.
El Cuadro 5.5 proporciona un panorama de las bacterias del deterioro específicas de los
productos pesqueros frescos almacenados en hielo y temperatura ambiente.
Referencias: 1) Barile et al. (1985); 2) Dalgaard et al. (1993); 3) Donald y Gibson (1992); 4)
Gorczyca y Pek Poh Len (1985); 5) Gram el al., (1987); 6) Gram et al., (1990); 7) Gram y
Dalgaard (comunicación personal); 8) Jorgensen y Huss (1989); 9) Lima dos Santos
(1978); 10) van Spreekens (1977)
Los sustratos para la producción de volátiles son los carbohidratos (como el lactado y la
ribosa), los nucleótidos (como la inosina monofosfato y la inosina) y otras moléculas de
nitrógeno no proteico (NNP). Los aminoácidos son sustratos particularmente importantes
para la formación de sulfitos y amoniaco.
Figura 5.11 Cambios en los compuestos extractables que contienen nitrógeno en (a)
el deterioro y (b) la autólisis de músculo de bacalao (Shewan, 1962)
La reducción del OTMA está generalmente asociada con géneros de bacterias típicos del
ambiente marino (Alteromonas, Photobacterium, Vibrio y S. putrefaciens), pero también es
llevada a cabo por Aeromonas y bacterias intestinales de las Enterobacteriáceas. La
reducción del OTMA ha sido estudiada en bacterias fermentativas, anaerobias facultativas,
como E. coli (Sakaguchi et al., 1980) y Proteus spp. (Stenberg et al., 1982) como también
en la bacteria no fermentativa S. putrefaciens (Easter et al., 1983; Ringo et al., 1984).
Durante el crecimiento aeróbico, S. putrefaciens emplea el ciclo de Krebs para producir los
electrones que posteriormente son canalizados a través de la cadena respiratoria. Ringo et
al. (1984) proponen que durante la respiración anaeróbica S. putrefaciens también utiliza
todo el ciclo de Krebs (Figura 5.12), mientras recientemente se ha demostrado que en la
respiración anaeróbica de S. putrefaciens, sólo utiliza una parte del ciclo de Krebs (Figura
5.13) y los electrones son generados también por otra ruta metabólica, denominada la ruta
de la serina (Scott y Nealson, 1994). S. putrefaciens puede emplear una variedad de
fuentes de carbono como sustrato en su respiración anaeróbica dependiente de OTMA,
incluyendo formato y lactato. Compuestos como acetato y succinato empleados en la
respiración del oxígeno no pueden ser empleados cuando el OTMA es el aceptor terminal
de electrones (DiChristina y DeLong, 1994), por el contrario, el acetato es uno de. los
productos del la reducción anaeróbica del OTMA (Ringo et al., 1984; Scott y Nealson,
1994).
Figura 5.13 Ruta del carbón durante la anaerobiosis propuesta para S. putrefaciens
(Scott y Nealson, 1994)
Por el contrario, los azúcares y el lactato son los principales sustratos generadores de
electrones cuando el OTMA es reducido por Proteus spp. La reducción está acompañada
por la producción de acetato como producto principal (Kjosbakken y Larsen, 1974).
Los compuestos sulfurados volátiles son componentes típicos del pescado deteriorado y la
mayoría de las bacterias identificadas como bacterias específicas del deterioro producen
uno o algunos sulfuros volátiles. S putrefaciens y algunas Vibrionaceae producen H2S a
partir del aminoácido sulfurado 1-cisteína (Stenstroem y Molin, 1990; Gram et al., 1987).
Por el contrario, ni Pseudomonas o P. phosphoreum producen cantidades significativas de
H2S. De esta forma el sulfuro de hidrógeno, compuesto típico del deterioro del bacalao
almacenado aeróbicamente en hielo, no se produce durante el deterioro del pescado
empacado en CO2 (Dalgaard et al., 1993). El metilmercaptano (CH3SH) y el dimetilsulfuro
((CH3)2S) son formados a partir del otro aminoácido sulfurado, la metionina. La taurina,
que también contiene sulfuro, se presenta como aminoácido libre en muy altas
concentraciones en el músculo del pescado. Este aminoácido desaparece del músculo del
pescado durante el almacenamiento (Figura 5.11), pero debido más al goteo que al ataque
bacteriano (Herbert y Shewan, 1975). En la Figura 5.15 se muestra la formación de
compuestos en el bacalao deteriorado naturalmente, comparado con el músculo estéril.
Los compuestos sulfurados volátiles tienen un olor muy desagradable y pueden ser
detectados hasta en niveles de ppb, incluso estas mínimas cantidades tienen un efecto
considerable en la calidad.
Ringo et al. (1984) han demostrado que la cisteína es utilizada como sustrato en el ciclo
de Krebs cuando los electrones son transferidos al OTMA, de este modo la formación de
H2S y TMA son hasta cierto punto reacciones vinculadas (Figura 5.12).
Cuadro 5.6 Compuestos típicos del deterioro, producidos durante el deterioro del
pescado fresco almacenado aeróbicamente, o empacado en hielo o a temperatura
ambiente
Algunos de los compuestos típicos formados por las bacterias durante el deterioro del
pescado se muestran en el Cuadro 5.7, conjuntamente con los sustratos empleados para
su formación.
Durante el almacenamiento en hielo del pescado graso fresco, los cambios en la fracción
lipídica son causados casi exclusivamente por la acción química, por ejemplo: la
oxidación, por cuanto el ataque bacteriano en la fracción lipídica contribuye muy poco al
perfil de deterioro. Durante el almacenamiento del pescado ligeramente preservado, la
hidrólisis lipídica causada por bacterias puede ser parte del perfil de deterioro.
· oxidación
· hidrólisis
Ellas dan como resultado la producción de una serie de sustancias, de las cuales algunas
tienen sabores y olores desagradables (rancio). Algunas pueden también contribuir a los
cambios de textura mediante uniones covalentes a las proteínas musculares. Las
reacciones pueden ser no enzimáticas o catalizadas por enzimas: microbianas,
intracelulares o digestivas del mismo pescado. Por lo tanto, el significado relativo de estas
Oxidación
La gran cantidad de ácidos grasos poliinsaturados presente en los lípidos del pescado
(véase sección 4.2) les hace altamente susceptibles a la oxidación mediante un
mecanismo autocatalítico (Figura 5.16). El proceso es iniciado, según se describe más
adelante, mediante la escisión de un átomo de hidrógeno del átomo de carbono central de
la estructura pentahédrica presente en la mayoría de las acilcadenas de los ácidos grasos
con más de un doble enlace:
Contrario a la molécula nativa, el radical lipídico (L·) reacciona muy rápidamente con el
oxígeno atmosférico formando un radical peróxido (LOO·), el cual puede nuevamente
escindir un hidrógeno de otra acilcadena produciendo un hidroperóxido (LOOH) y un
nuevo radical L·. Esta propagación continúa hasta que uno de los radicales es removido
mediante reacción con otro radical o con un antioxidante (AH) del cual resulta un radical
(A·) mucho menos reactivo. Los hidroperóxidos, producidos en cantidades relativamente
grandes durante la propagación, son insípidos y, por lo tanto, quizá no es una sorpresa
que el ampliamente usado "valor de peróxido" (Sección 8.2) generalmente guarda escasa
correlación con las propiedades sensoriales.
Los iones metálicos son de gran importancia en el primer paso de la autooxidación de los
lípidos - el proceso de iniciación - como catalizadores de la formación de especies
reactivas al oxígeno, como por ejemplo: el radical hidróxilo (OH·). Este radical reacciona
inmediatamente con los lípidos o cualquier otra molécula en el lugar donde ha sido
generado. La alta reactividad quizá explique el hecho de que los ácidos grasos libres sean
más susceptibles a la oxidación que los correspondientes ácidos grasos no libres, debido
a que la cantidad de hierro en la fase acuosa es probablemente mayor que la cantidad
enlazada a la superficie de las membranas celulares y a las gotas de lípidos.
Los hidroperóxidos de los ácidos grasos pueden también ser formados enzimáticamente,
catalizados por la enzima lipoxigenasa, la cual está presente en los diferentes tejidos del
pescado en cantidades variables. La enzima es inestable y probablemente tiene
importancia en la oxidación de los lípidos sólo en el pescado fresco. La cocción o las
operaciones de congelado/descongelado destruyen efectivamente la actividad de la
enzima.
La célula viva posee algunos mecanismos de protección dirigidos contra los productos de
la oxidación lipídica. Existe una enzima, la glutatión peroxidasa, que reduce los
hidroperóxidos en las membranas celulares al correspondiente compuesto hidroxílico. Esta
reacción requiere un suministro de glutatión reducido y por lo tanto cesa cuando el pez
muere y la sustancia se agota en la célula. Las membranas también contienen un
compuesto fenólico, a -tocoferol (Vitamina E), el cual es considerado como el más
importante antioxidante natural. El tocoferol puede donar átomos de hidrógeno a los
radicales L· o LOO · funcionando como la molécula AH en la Figura 5.16. Se asume que
el radical tocoferil resultante reacciona con el ácido ascórbico (Vitamina C) en la interfase
lípido/agua regenerándose la molécula de tocoferol. Otros compuestos, por ejemplo los
carotenoides, pueden también funcionar como antioxidantes. El humo de la madera
contiene fenoles los cuales pueden penetrar la superficie del pescado durante el ahumado
y proporcionar de esta forma alguna protección contra la oxidación lipídica.
Hidrólisis