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TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
Coordinadores
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Toxicología Ambiental
ISBN 978-607-7745-26-6
Capítulo 2
Capítulo 3
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Capítulo 4
87 Contaminación del agua
D R. FRANCISCO J AVIER AVELAR GONZÁLEZ / DRA. ILIANA E. MEDINA R AMÍREZ
DR. FRANCISCO JOSÉ FLORES TENA
89 Introducción
91 Propiedades físico-químicas de las aguas naturales
93 El ciclo del agua
96 Contaminación del agua
Capítulo 5
119 Contaminación de los alimentos
D R. M ARIO O NOFRE CORTEZ R OCHA / D RA. M A. L OURDES ALDANA M ADRID DR.
ARTURO VALDIVIA F LORES / D R. TEÓDULO Q UEZADA T RISTÁN DR . R AÚL ORTIZ
M ARTÍNEZ
121 Introducción
122 Contaminación de alimentos con micotoxinas
123 Contaminación de alimentos con aflatoxinas (AFs)
129 Contaminación de alimentos con fumonisinas
131 Contaminación de alimentos con residuos de plaguicidas
Capítulo 6
143 Ecotoxicología general
D R. R OBERTO RICO MARTÍNEZ / DR . F ERNANDO M ARTÍNEZ JERÓNIMO
145 Introducción
147 Destino de los tóxicos en los ecosistemas
150 Evaluación de riesgo ecotoxicológico
151 Niveles de organización
151 Principales contaminantes y su destino en el ambiente
154 Efecto de los contaminantes en el organismo
157 Factores que modifican la toxicidad
160 Biomarcadores
163 Efecto de los contaminantes en las poblaciones
164 Efecto de los contaminantes en las comunidades y ecosistemas
166 Estado de la ecotoxicología en México
Capítulo 7
173 Ecotoxicología acuática
D R. R OBERTO RICO MARTÍNEZ / DR . F ERNANDO M ARTÍNEZ JERÓNIMO
175 Introducción
175 Propiedades físico-químicas del agua
177 El ciclo hidrológico
177 El agua como recurso
178 Capacidad de asimilación en los ecosistemas acuáticos
178 Contaminación acuática
190 Eutrofización
190 Toxicología acuática
196 Toxicología clásica, ecotoxicología y toxicología ambiental
198 Normatividad ambiental nacional, prevención
y control de la contaminación del agua
Capítulo 8
203 Cinética de xenobióticos en los mamíferos
DR. FERNANDO JARAMILI.O JUÁREZ / DR. FRANCISCO A. POSADAS DEL Rio
D R. SALVADOR ACEVEDO M ARTÍNEZ
205 Introducción
206 Exposición a los xenobióticos
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206 Ciclo general de los xenobióticos en el organismo
207 Absorción de los xenobióticos
213 Distribución de los xenobióticos
217 Biotransformación de los xenobióticos
222 Eliminación de los xenobióticos
Capítulo 9
235 Aspectos básicos de la toxicidad de los xenobióticos
DR . FERNANDO J ARAMILLO J UÁREZ / DR . F RANCISCO A. POSADAS DEL Rio
D R. GENARO GABRIEL O RTIZ
237 Introducción
237 Toxicidad no selectiva y selectiva de los xenobióticos
238 Actividad biológica de los xenobióticos
247 Daño celular producido por los xenobióticos
Capítulo 10
259 Toxicología de los metales
DRA. MARÍA MALDONADO VEGA / DR. JUAN DIEGO GONZÁLEZ RAMÍREZ DR.
FERNANDO JARAMILLO JUÁREZ
261 Introducción
263 Fuentes de exposición a los metales
264 Factores toxicocinéticos
265 Mecanismos de toxicidad
267 Cuadros clínicos
268 Tratamiento por quelación
269 Metales tóxicos
Capítulo 11
287 Toxicología de los plaguicidas
D R. FERNANDO J ARAMILLO J U AREZ / LCN MA. L UISA R ODRÍGUEZ VÁZQUEZ
DRA. MARÍA ESTELA MELÉNDEZ CAMARGO / DRA. MA. LOURDES ALDANA MADRID
289 Introducción
291 Propiedades físico-químicas y usos de los principales plaguicidas
297 Plaguicidas y Contaminación Ambiental
305 Exposición a los plaguicidas y daños a la salud
312 Toxicidad crónica de los plaguicidas
Capítulo 12
323 Carcinogénesis y teratogénesis química
DRA. MARÍA DEL CARMEN TERRONES SALDÍVAR / DR. ALEJANDRO ROSAS CABRAL
D RA. ALMA L ILIAN GUERRERO B ARRERA
325 Introducción
326 Contaminantes ambientales genotóxicos
331 Carcinogénesis química
339 Clasificación de los carcinógenos
341 Papel de los oncogenes y genes supresores de tumor en la carcinogénesis química
343 Teratogénesis química
344 Contaminantes ambientales y teratogénesis
349 Defectos del tubo neural
Capítulo 13
355 Epigenética y medio ambiente
DR. MIGUEL ARTURO REYES ROMERO / DRA. BRISSIA LAZALDE MEDINA
357 Introducción
357 Mecanismos epigenéticos celulares y moleculares
361 Epigenética y cáncer
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363 Ejemplos de tóxicos ambientales con efectos epigenéticos
365 Conclusiones
Capítulo 14
367 Educación ambiental
LCN M A. L UISA R ODRÍGUEZ VÁZQUEZ / DR . FERNANDO J ARAMILLO JUÁREZ
369 Introducción
370 Medio Ambiente
371 Antecedentes de la Educación Ambiental
375 La educación ambiental
377 Pedagogía de la educación ambiental
378 La realidad
378 La educación ambiental como formadora de sociedades responsables
379 La educación ambiental en el panorama nacional
Anexo-1
385 Glosario
DRA. ANA ROSA RINCÓN SÁNCHEZ / DRA. MARÍA CRISTINA ISLAS CARBAJAL D RA.
SELENE GUADALUPE HUERTA O LVERA
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Prólogo Como se describe en el primer capítulo de este libro, en el siglo XX,
el desarrollo tecnológico, el crecimiento demográfico y la industriali-
zación contribuyeron a que ingresaran a nuestro habitat cantidades
crecientes de muchas sustancias químicas, cuyas interacciones y
efectos adversos, sobre el ambiente y los seres vivos, aún no se cono-
cen adecuadamente. Al respecto, acertadamente, se ha afirmado que
la contaminación no respeta fronteras, ya que las sustancias tóxicas
son transportadas por el viento y las corrientes de ríos y mares hacia
todos los lugares de nuestro planeta. Por ello, los problemas toxico-
lógicos actualmente representan un grave desafío para el equilibrio
de los ecosistemas y la salud y sobrevivencia de los seres vivos. Rela-
cionado con lo anterior, en este libro se describen de manera clara y
ordenada los fundamentos y problemas contemporáneos de la toxi-
cología ambiental. Es pertinente señalar que los autores de esta obra
son profesores e investigadores de varias universidades e institutos
de investigación de nuestro país, todos ellos trabajando en los temas
que escribieron.
En el capítulo primero, Fundamentos de la toxicología ambien-
tal, se analizan los antecedentes de los problemas contemporáneos
de la contaminación y las áreas de estudio de la toxicología. El ca-
pítulo segundo, Contaminación del aire, describe la naturaleza quí-
mica y las fuentes antropogénicas de los contaminantes del aire, así
como sus efectos sobre la salud de los humanos. El capítulo tercero,
Toxicología de los compuestos orgánicos volátiles, clasifica un gru-
po de sustancias con distinto grado de volatilidad que se utilizan en
grandes cantidades para la industria y, además, describe los proble-
mas de la contaminación del aire generados por estos compuestos.
Luego, en los capítulos cuarto, Contaminación del agua, y quinto,
Contaminación de los alimentos, se analizan los agentes contami-
nantes y las fuentes de contaminación del agua y de los alimentos,
así como los graves problemas de escasez del agua tan indispensa-
ble para la sobrevivencia de los seres vivos de nuestro planeta. En
los capítulos sexto, Ecotoxicología general y séptimo, Ecotoxicología
acuática se abordan los problemas relacionados con la presencia de
los xenobióticos en el ambiente y su impacto sobre los organismos
vivos, es decir, se analizan los efectos adversos de las sustancias
químicas sobre la salud e integridad de los componentes de los eco-
sistemas.
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Posteriormente, en los capítulos octavo, Cinética de xenobióti-
cos en los mamíferos, y noveno, Aspectos básicos de la toxicidad
de los xenobióticos, los autores- describen las vías de ingreso, los
agentes contaminantes en el humano y los animales, su distribu-
ción tisular, las interacciones de los organismos receptores con
estas sustancias y los mecanismos generales de sus acciones tóxi-
cas. A su vez, los capítulos décimo, Toxicología de los metales, y
décimo primero, Toxicología de los plaguicidas, analizan las fuen-
tes antropogénicas, el uso indiscriminado y la exposición hacia
estos agentes tóxicos, así como los problemas de contaminación
generados por metales y plaguicidas, y su impacto sobre la salud
de los seres vivos. En el capítulo décimo segundo, Carcinogéne-
sis y teratogénesis química, se exponen, de manera general, los
mecanismos implicados en la generación del cáncer y las malfor-
maciones congénitas de los humanos por su exposición a los xe-
nobióticos. A su vez, el capítulo décimo tercero, Epigenética y me-
dio ambiente, analiza los factores ambientales que pueden alterar
mecanismos moleculares de las células y conducir a la aparición
de diversas enfermedades. En el capítulo décimo cuarto, Educa-
ción ambiental, se subraya la necesidad de que los humanos mo-
difiquemos nuestros hábitos y adquiramos conciencia del enorme
reto que tenemos para encontrar nuevas formas de convivencia y
sobrevivencia que preserven nuestro planeta. Finalmente, el libro
contiene un anexo, Glosario, que permite aclarar al lector sus du-
das sobre un buen número de conceptos toxicológicos.
El contenido de este libro muestra la magnitud y la diversidad de
los problemas relacionados con la contaminación de nuestro hábi-
tat. Por ello, es útil como libro de texto para los estudiantes de las
carreras de las áreas química, biológica y biomédica; además, puede
servir de consulta para los profesionales de la ingeniería ambien-
tal, toxicólogos, médicos y personas interesadas en tener un cono-
cimiento actualizado de la problemática ambiental contemporánea.
Para concluir, debo subrayar que este libro es un buen ejemplo de
colaboración académica entre las Instituciones de Educación Supe-
rior de nuestro país.
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FUNDAMENTOS DE
LA TOXICOLOGÍA AMBIENTAL 1
Dr. Fernando Jaramillo Juárez
LCN Ma. Luisa Rodríguez Vázquez
Dr. Eduardo de la Cerda González
Universidad Autónoma de Aguascalientes
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Introducción En la ciudad de Estocolmo (1972), la Conferencia de las Naciones Uni-
das sobre Medio Ambiente estableció la siguiente definición: "el medio
ambiente es el conjunto de componentes físicos, químicos, biológicos
y sociales capaces de causar efectos directos o indirectos sobre los se-
res vivos y las actividades humanas, en un plazo corto o largo". En este
contexto, se debe señalar que desde el siglo XIX nuestra civilización se
ha desarrollado en una sociedad industrializada compleja. En efecto,
en poco más de un siglo, ha pasado de la carreta tirada por caballos al
automóvil y del barco de vela al avión. Los avances científicos y tec-
nológicos en la agricultura, la medicina, la electrónica, la química, la
informática, etc., han sido espectaculares y han generado infinidad de
bienes y servicios útiles para la vida de los seres humanos.
Sin embargo, el uso inadecuado y el abuso de estos avances tam-
bién han ocasionado problemas graves para la supervivencia del
hombre y, en general, de los seres vivos, debido a la alteración del am-
biente de manera significativa y preocupante. Al respecto, conviene se-
ñalar que los seres vivos son sistemas complejos que establecen equi-
librios y un gran número de relaciones entre sí (ecosistemas), de tal
manera que cuando se altera alguna de estas relaciones es difícil
predecir las consecuencias para la vida. Por ello, en el estudio de
los problemas ambientales y sus posibles soluciones participan
diversas disciplinas científicas, entre ellas: biología, medicina, quí-
mica, física y, evidentemente, toxicología.
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Durante el siglo XIX, en el Reino Unido se implementaron cam-
bios profundos en las actividades agrícolas e industriales que la his-
toria registra como Revolución industrial, la cual incluyó diversas in-
novaciones técnicas como el cambio de los instrumentos de trabajo
de tipo artesanal por la máquina de vapor, movida por la energía del
carbón, así como transformaciones políticas y sociales que permitie-
ron el paso de una economía obsoleta (agrícola y feudal) a un proceso
de crecimiento autosostenido (economía industrial y capitalista). El
sector textil algodonero fue líder en el proceso de industrialización,
mientras que la aparición del ferrocarril y los barcos de vapor estimu-
laron el crecimiento de la siderurgia y de las minas de carbón. En la
agricultura, las nuevas tecnologías y formas de explotación de la tie-
rra aumentaron la producción de alimentos, aunque para ello desapa-
recieron las tierras de uso común y los pequeños propietarios en favor
de los grandes latifundistas. Es pertinente señalar que los cambios
innovadores de la Revolución industrial fueron adoptados por otros
países de Europa (Alemania, Francia, Italia) y los Estados Unidos de
Norteamérica.
En esta época, se encontraron también otras fuentes importan-
tes de energía como el petróleo y la electricidad; esta última fa-
cilitó la aparición de nuevos inventos que permitieron renovar las
comunicaciones (teléfono, telégrafo y radio). A su vez, la aparición
de los motores de combustión interna estableció nuevas aplicacio-
nes del petróleo: la gasolina empleada para mover automóviles y
camiones. Dentro de esta vorágine de cambios, los avances de la
medicina y el mejoramiento de las condiciones sanitarias permitie-
ron que la población aumentara de manera significativa y, con ello,
la demanda de alimentos y de otros satisfactores. Asimismo, en la
segunda mitad del siglo XIX, la industria química creció de manera
considerable y sus innovaciones permitieron la síntesis de muchos
y nuevos compuestos orgánicos. Sin embargo, el desarrollo de esta
industria, así como la refinación y el transporte del petróleo, entre
otros factores, tuvieron y tienen impactos ambientales muy serios
debido a que la mayoría de sus productos no son biodegradables, lo
que impide que se incorporen en el corto plazo al proceso de recicla-
je natural. En este contexto, cabe señalar que si bien es cierto que
la Revolución industrial proporcionó grandes beneficios a los seres
humanos, también generó problemas muy serios como: el éxodo de
la población rural a las ciudades industrializadas, las migraciones
internacionales de seres humanos marginados en búsqueda de tra-
bajo, la aparición de empresas transnacionales y los intercambios
económicos desiguales, así como la contaminación del ambiente.
Bajo estas circunstancias, en el siglo XX continuaron generán-
dose nuevos conocimientos que contribuyeron a mejorar la alimen-
tación, la salud y el bienestar de los seres humanos. En efecto, en la
década de 1940, la aparición del y otros compuestos organoclorados
condujo al uso masivo de los insecticidas para eliminarlas plagas que
destruían las cosechas y aumentar la producción de alimentos, así
como para combatir con éxito enfermedades graves transmitidas por
insectos. En 1948, Paul Müller recibió el premio Nobel de Medicina por
haber descubierto las propiedades insecticidas del DDT. Sin embargo,
en pocos años, los plaguicidas organoclorados produjeron problemas
de contaminación ambiental muy serios, ya que se dispersaron en to-
dos los ecosistemas y se acumularon en la grasa de los animales y del
hombre. Al respecto, en 1951, Laug y sus colaboradores describieron
la presencia del DDT en la leche de mujeres lactantes. Además, en
18 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
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esta década, se establecieron métodos experimentales para estudiar
la generación y el desarrollo del cáncer producido por las sustancias
químicas. En este contexto, los trabajos de Elizabeth y James Millar
identificaron la participación de los intermediarios reactivos y de las
oxidasas de función mixta (citocromo P450) en la carcinogenicidad
química.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el desarrollo tecnológico,
el crecimiento demográfico, la industrialización y la agricultura tecni-
ficada contribuyeron a que entraran al ambiente, de manera continua,
cantidades crecientes de muchas sustancias químicas, cuyas interac-
ciones y efectos adversos, tanto sobre el medio ambiente como sobre
los seres vivos, aún no se conocen adecuadamente. Para tener una idea
de la magnitud de estos problemas, en relación con la posibilidad de
resolverlos, la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos
(EPA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) señalaron que, en
1980, las sustancia químicas de uso cotidiano eran aproximadamente
63,000 de las cuales sólo 2,000 habían sido estudiadas a fondo, desde el
punto de vista toxicológico (interacciones y efectos a corto y largo pla-
zos sobre los seres vivos y el medio ambiente). Además, el Registro In-
ternacional de Productos Químicos Potencialmente Tóxicos señaló que
en 1987 existían ya en nuestro planeta alrededor de 100,000 sustan-
cias xenobióticas de uso común, calculando que se agregan cerca de
2,000 por año. Por ello, la toxicología creció y se diversificó con la pro-
ducción masiva de nuevos plaguicidas (organofosforados, carbamatos
y piretroides), derivados del petróleo, sustancias para uso industrial,
compuestos orgánicos volátiles, etc. La contaminación del ambiente,
generada por todos estos compuestos, estimuló el desarrollo de la toxi-
cología ambiental.
Ahora bien, como subproducto de las actividades de la industria
química surgieron los "desechos peligrosos" que representan un gran
riesgo para la salud de los seres vivos, pues con frecuencia se descono-
ce su perfil toxicológico. Al respecto, en los Estados Unidos de América
(década de 1950), la fábrica de productos químicos Hooker Electro-
Chemical confinó en barriles de fierro toneladas de residuos tóxicos,
los cuales fueron enterrados en campos de su propiedad; posterior-
mente, sobre estos terrenos se construyeron casas habitación para
los trabajadores y una escuela para sus hijos (canal del amor). Con
el transcurso de los años, el deterioro progresivo de los barriles liberó
los productos químicos que contenían, afectando seriamente la salud
de los habitantes de esas casas, particularmente la de los niños, en el
año de 1970. Tal accidente forzó la evacuación de aproximadamente
ochocientas familias de la zona contaminada y obligó al entonces Pre-
sidente de los Estados Unidos, Jimmy Cárter, a publicar (1978) el primer
decreto federal de estado de emergencia para un desastre ambiental.
Por otra parte, en Japón durante la década de 1960, otra industria
del área química (The Nippon Chisso Company) arrojó sus residuos
contaminados con mercurio en las aguas de la bahía de Minamata.
El mercurio inorgánico fue transformado en metil-mercurio en los
sedimentos, lo que permitió su incorporación en las cadenas tróficas:
el metal se acumuló en los moluscos y en los peces, los cuales fueron
ingeridos luego por los pescadores de dicha bahía. A causa de la in-
toxicación con mercurio murieron 115 personas, otras quedaron pa-
ralizadas de por vida y muchos niños nacieron con malformaciones
congénitas y trastornos neurológicos. Actualmente, los problemas
por resolver se relacionan con el manejo de los desechos peligrosos y
su degradación a sustancias de bajo riesgo o, por lo menos, la forma
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de almacenarlos sin que interaccionen con su entorno. Sin embargo,
aún no se han encontrado los mecanismos adecuados para lograr su
degradación o su confinación segura.
En este orden de ideas, la publicación del libro Primavera silenciosa
de Rachel Carson (1962) en el que se alertó a la humanidad sobre los
graves problemas ambientales derivados del uso masivo de los plagui-
cidas, como la destrucción de ecosistemas y la desaparición de especies
animales, estimuló las investigaciones para tratar de evitar o disminuir
los efectos nocivos de las sustancias químicas sobre el ambiente en su
conjunto (materia de trabajo de la ecotoxicología). Así, en el desarrollo
de la toxicología contemporánea, los estudios de valoración del riesgo
y del impacto ambiental son una aportación importante de las investi-
gaciones toxicológicas.
Es cierto que en las últimas décadas se ha trabajado mucho
en el área de la toxicología ambiental, pero también es cierto que
existen muchos y muy variados problemas por resolver; entre ellos,
la contaminación del agua y del aire. Al respecto, una de las causas
de contaminación de los mares son los derrames de petróleo, por
accidentes en las plataformas marinas que lo extraen o de los buques-
tanques que lo transportan. En 1979, la explosión y destrucción del
pozo petrolero Ixtoc derramó 400,000 toneladas de petróleo en el
Golfo de México. Por otra parte, en 1992, el encallamiento e incendio
del buque griego "Mar Egeo" liberó 79,300 toneladas del petróleo crudo
que transportaba, frente a las costas de La Coruña (España). Sumado a
estos problemas, actualmente la poca disponibilidad de agua apta para
el consumo humano y animal, así como su acelerada contaminación,
son motivo de preocupación a nivel mundial.
A su vez, la contaminación del aire es otro problema serio oca-
sionado por diversos factores como la cantidad y calidad de los
combustibles utilizados en los procesos industriales, las actividades
productivas y de la población en general que modifican la química
atmosférica. La importancia de controlarla contaminación del aire se
relaciona no sólo con los daños directos que causa a la salud de los
seres humanos, a la flora y a la fauna (alteraciones foliares, pérdida de
especies, reducción del crecimiento, etc.) o con las alteraciones al am-
biente (atenuación de la radiación solar, calentamiento global), sino
también con los costos originados por la aplicación de medidas para
controlar esta contaminación. Un ejemplo de la magnitud de este pro-
blema es el siguiente: en la zona metropolitana del Valle de México, a
finales de la década de 1990, anualmente se emitieron a la atmosfera
cerca de 2.5 millones de toneladas de contaminantes ambientales.
Por ello, desde hace décadas, la contaminación del aire ha gene-
rado serios problemas de salud para el humano, como los accesos de
tos recurrente y dificultades para respirar (asma o rinitis alérgica) y
el aumento en la incidencia de enfermedades coronarias. Conviene
subrayar que en áreas contaminadas, los pulmones son agredidos de
manera constante y en las personas frágiles (niños y ancianos); los
mecanismos de defensa son insuficientes para contrarrestar el estrés
celular, cuyas consecuencias médicas son cada vez mejor conocidas.
En efecto, se ha publicado que los habitantes de ciudades con elevado
índice de contaminación atmosférica tienen mayores probabilidades
de morir prematuramente.
Para concluir, los acontecimientos antes descritos (y otros que no
lo fueron) establecieron las bases de la toxicología ambiental contem-
poránea y estimularon su desarrollo. Se debe señalar que el estableci-
miento de medidas preventivas y correctivas orientadas a disminuir la
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contaminación del ambiente, la aplicación de las leyes expedidas para
tal efecto, la formación de recursos humanos a nivel de posgrado en
el área de la toxicología y de la ingeniería ambiental, pero sobre todo,
la toma de conciencia de la población son factores importantes que
pueden disminuir la magnitud de estos problemas.
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Debido a que cualquier agente químico es potencialmente capaz
de causar efectos nocivos a los seres vivos, el área de estudio de la
toxicología es muy amplia. De esta manera, en cuanto al objeto de su
estudio, la toxicología se puede dividir en:
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tóxicas hasta niveles que no representen un peligro para la salud. A
este proceso de limpieza ambiental se le conoce como restauración,
remediación o corrección ambiental. La restauración ambiental tiene
como propósito eliminar, reducir o controlar los riesgos para los seres
vivos y para el ambiente en los sitios contaminados. En los últimos
años, se ha avanzado en la atención a estos problemas utilizando
procesos de "biorremediación", en los cuales se utilizan bacterias,
hongos, algas y otros organismos vivos que capturan, digieren o de-
gradan los contaminantes ambientales (metales pesados, pesticidas,
hidrocarburos, etc.).
Finalmente, debido al gran número y a la magnitud de proble-
mas toxicológicos que en las últimas décadas han afectado a los seres
vivos y a su hábitat, la toxicología contemporánea ha fundamentado
su trabajo tanto en el área de las ciencias básicas como en el área de
las aplicaciones directas. Para ello, se relaciona con otras disciplinas
como: la química, bioquímica, farmacología, patología, inmunología,
salud pública, epidemiología, ecología, etcétera.
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la sustancia en estudio, durante periodos que oscilan entre 15 días
y 4 semanas. A su vez, la intoxicación crónica se genera por el con-
tacto reiterado con una sustancia química, durante largos periodos;
por ejemplo, los trabajadores de las fábricas pueden ser afectados por
las sustancias presentes en el ambiente laboral o por la exposición
reiterada a partículas finas suspendidas en el aire. Algunas de estas
partículas, como las fibras de sílice o asbesto, se depositan en los pul-
mones donde producen lesiones graves o irreversibles, tras varios años
de exposición y deposición sobre el tejido alveolar. Experimentalmen-
te, los estudios de toxicidad crónica determinan el daño producido por
los xenobióticos cuando éstos se administran diariamente, durante 6
meses o un año (10 a 100% del periodo de vida). Conviene señalar que
la carcinogenicidad química es una forma de toxicidad crónica.
De acuerdo con lo antes expuesto, lo que determina el tipo de in-
toxicación son las circunstancias bajo las cuales las personas o los ani-
males se ponen en contacto con los agentes potencialmente tóxicos.
24 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
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cias metabólicas que pueden estar determinadas por el estado fisio-
lógico o por la estructura genética del organismo expuesto.
Curvas dosis-efecto
Figura 1-1. Curva dosis-efecto gradual. Contracción in vitro del yeyuno del
conejo producida por la acetilcolina. El segmento del intestino se colocó
en cámara para órgano aislado con ringer Tyrode y oxígeno (Jaramillo y
Guerrero, 2006).
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De estas curvas se pueden obtener parámetros como la Dosis
Efectiva 50 (DE50), o sea, la dosis requerida para producir 50% del
efecto máximo en la curva gradual.
Curvas dosis-respuesta
26 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
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Figura 1-3. Gráficos obtenidos de un estudio hipotético de mortalidad
de ratas producida por una sustancia Z. Panel A: datos porcentuales de
respuesta vs la dosis administrada. Panel B: representación de los datos
en una curva semi-log. Panel C: conversión del porcentaje de respuesta a
unidades probits (Rodríguez y Llamas, 2006).
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elegir las sustancias que prioritariamente deben ser estudiadas. Al
respecto, todas las sustancias químicas nuevas deberían ser someti-
das a una evaluación de seguridad antes de ser producidas y distri-
buidas de manera masiva. Sin embargo, debido a la enorme cantidad
de sustancias que requieren ser estudiadas, se da prioridad a las que
son consumidas por el hombre y los animales domésticos (como los
fármacos y los aditivos de los alimentos), así como a las que se utili-
zan ampliamente (ejemplo, plaguicidas).
Las propiedades fisicoquímicas de los xenobióticos también
orientan las prioridades para realizar el estudio de su perfil toxicoló-
gico. Por ejemplo, la bioacumulación de los compuestos liposolubles
puede conducir a la contaminación del hombre y de los animales
ubicados en los niveles superiores de las cadenas alimentarias, lo
que, a su vez, puede generar problemas de toxicidad aguda o cró-
nica; asimismo, la presión de vapor y la densidad de las sustancias,
así como el tamaño de las partículas son factores importantes para
predecir su transporte en el aire y la distribución en el ambiente.
Además, las evaluaciones de riesgos contribuyen a clasificar las toxi-
cidades relativas de los contaminantes ambientales, con base en sus
efectos nocivos sobre la salud.
De manera resumida, para atender este problema y tomar de-
cisiones rápidas sobre el manejo de muchas sustancias, diversos
organismos internacionales y nacionales han establecido criterios y
parámetros que permiten definir el perfil de riesgo potencial de las
sustancias químicas. El número de estos parámetros varía de un país
a otro; aunque en general los más aceptados son: a) las tendencias
de producción y uso, b) la persistencia, bioconcentración y bioacu-
mulación, c) la tendencia a la dispersión, d) las transformaciones que
sufren los xenobióticos en el ambiente, e) los efectos biológicos cono-
cidos o calculados por extrapolación y f) la población o poblaciones
expuestas. Cuando una sustancia alcanza valores altos en todos es-
tos parámetros, o en la mayoría, se considera que debe ser estudiada
con mayor urgencia que otras.
28 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
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Tipos de contaminación
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peligro para la salud. Por lo tanto, si alguno de estos factores (peligro
o exposición) es igual a cero entonces no hay riesgo.
Ahora bien, el trabajo requerido para reducir los riesgos de las
sustancias tóxicas es grande y complejo, ya que los avances de la quí-
mica analítica en las últimas décadas han permitido detectar can-
tidades muy pequeñas de agentes contaminantes; ejemplo de ello
es la identificación y cuantificación de la 2,3,7,8-tetraclorodibenzo-p-
dioxina (TCDD) en el orden de ng/kg. Se debe considerar que en este
rango de concentraciones, algunas sustancias químicas con gran po-
tencia tóxica pueden generar efectos nocivos sobre los sistemas bio-
lógicos y/o ambientales. Así, los alimentos que consumíamos años
atrás y que parecían puros, ahora pueden no serlo; tal es el caso del
maíz, el trigo o la carne de pollo que pueden estar contaminados con
cantidades muy pequeñas de aflatoxinas (sustancias cancerígenas).
La evaluación de la exposición generalmente incluye las fuen-
tes y mecanismos de emisión de los agentes tóxicos, los medios de
retención y transporte (difusión en uno o más compartimientos am-
bientales), el sitio de contacto entre el área contaminada y los indi-
viduos, así como la vía de ingreso del tóxico al organismo. Por ello,
para caracterizar la conducta ambiental de una sustancia química
es necesario medir sus concentraciones en los diferentes compar-
timientos ambientales (aire, suelo, agua y sistemas biológicos). Con
ello, se puede entender la dinámica de la sustancia en éstos y entre
otros compartimientos, el almacenamiento y la degradación. Ejem-
plo de lo anterior es la acetona que se libera a la atmosfera durante
su producción o uso. En el aire, la luz solar degrada parte de este
compuesto, sin embargo, la acetona no degradada es arrastrada por
la lluvia hacia el suelo y el agua; en el suelo, también es transportada
por la lluvia hacia los mantos acuíferos (lagos, lagunas, ríos, etc.). En
este escenario, el hombre y los animales entran en contacto con la
acetona a través del agua contaminada o el aire que respiran. En re-
sumen, la evaluación de la exposición incluye las siguientes etapas:
30 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
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más alta que es razonable esperar que ocurra en un sitio. El propósito
de calcular la EMR es hacer una estimación de la exposición que esté
dentro de los niveles posibles y que permita hacer predicciones con-
servadoras de los efectos que puede causar el tóxico.
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Es importante subrayar que tanto los valores BLV como los TLV
no deben ser vistos como límites absolutos de seguridad: son las con-
centraciones máximas tolerables definidas por circunstancias toxi-
cológicas aceptables.
Marcadores biológicos
32 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
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a) Marcadores biológicos de exposición. Un elemento importante en
el proceso de valoración del riesgo para la salud es demostrar la
exposición de un individuo o de una población a sustancias
químicas peligrosas. Esto se realiza identificando y cuantifican-
do la presencia del tóxico en el organismo (carga corporal) que
proviene de la exposición. Por lo tanto, este tipo de marcadores
generalmente consisten en la determinación de la sustancia quí-
mica, o de un metabolito, en un fluido corporal, tejido o molécu-
la del individuo en estudio. Ejemplos de marcadores biológicos de
exposición son: la concentración de plomo en la sangre, la
concentración de arsénico o mercurio en la orina y la formación de
aductos de la sustancia química con proteínas.
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Dictiotopografía
36 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
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CONTAMINACIÓN DEL AIRE 2
Dra. Gloría María Martínez González
Instituto Tecnológico de Celaya
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Introducción En el siglo XII comenzaron los problemas de la contaminación del
ambiente por el uso del carbón. Por ello, el inglés John Evelyn (1661)
publicó por vez primera la presencia de contaminantes en el am-
biente, los problemas de salud derivados de ello y sus propuestas
de remediación. Dentro de esta problemática, dos siglos después
en la ciudad de Londres (1873) murieron 268 personas a causa de
una densa niebla con agentes contaminantes que cubrió la ciudad;
décadas posteriores, murieron cerca de 4,000 personas debido a un
problema semejante, ya que una capa de aire contaminado perma-
neció durante tres días en esa misma ciudad (diciembre de 1952);
por si esto fuera poco, en el año de 1956 murieron 1,000 personas
más a causa de la contaminación del ambiente. Debe señalarse que
la mayoría de los muertos tenían antecedentes clínicos de bron-
quitis, enfisema o trastornos cardíacos. En este contexto, durante
la década de 1950, en Bélgica, Estados Unidos de América y México
(Poza Rica, Veracruz) también se presentaron decesos por la conta-
minación del aire.
Ahora bien, la presencia excesiva de partículas y sustancias
contaminantes en el aire se debe principalmente a las actividades
humanas (contaminación antropogénica), aunque los fenómenos
naturales, los animales y los vegetales también contribuyen de ma-
nera importante a incrementar la contaminación atmosférica. Al
respecto, existen estudios que demuestran la participación de los
bosques, como los de Francia, Rusia y los Estados Unidos, en el pro-
blema de la contaminación del aire. Por lo anterior, generalmente
las concentraciones de los contaminantes atmosféricos exceden los
estándares de calidad del aire establecidos por las normas oficiales
de un gran número de países.
Las fuentes antropogénicas de los contaminantes del aire son
diversas porque provienen de una gran variedad de actividades hu-
manas, entre ellas, el uso de materiales de limpieza doméstica, la
refinación del petróleo, la agroindustria, los rellenos sanitarios y
los tiraderos de basura. A nivel mundial, el parque vehicular repre-
senta la mayor fuente de contaminantes ambientales (dióxidos de
azufre y nitrógeno, monóxido de carbono, plomo, etc.) porque sus
emisiones son las más elevadas. Este problema es más grave en los
países latinoamericanos, ya que los vehículos son muy antiguos y
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no tienen convertidor catalítico o simplemente porque su tiempo de
funcionamiento adecuado ha expirado.
Debe señalarse que la polución se debe en gran medida al au-
mento de la población humana, la cual paralelamente ha incremen-
tado el uso de las diversas formas de energía. En este contexto, la ge-
neración y el uso de la energía produce agentes contaminantes como:
partículas finas, material particulado (PST, PM10, PM25), compuestos
que contienen azufre (dióxido de azufre) o nitrógeno (dióxido de ni-
trógeno y óxido nitroso) y gases de efecto invernadero (monóxido de
carbono y metano). Otros contaminantes son los compuestos orgáni-
cos volátiles (COV), como el benceno, el tolueno y el xileno; los com-
puestos halogenados, los plaguicidas y las sustancias radiactivas.
También pueden encontrarse agregados en partículas de polvo o
líquido: fluoruros, arsénico, plomo, cadmio, mercurio, cromo y zinc.
Además, biopartículas, como las esporas de los mohos, bacterias y
virus, también contaminan el ambiente.
En las últimas décadas, los contaminantes del aire han impacta-
do de manera importante la salud de los humanos, lo que ha dismi-
nuido sus expectativas de vida al aumentar las afecciones en los sis-
temas respiratorio y cardiovascular, y al agravarse los padecimientos
crónicos; ejemplos, desde la década de 1990, la prevalencia y gravedad
del asma y la rinitis alérgica han aumentado a nivel mundial, además,
en las mujeres embarazadas inmersas en este medio contaminado
se presentan efectos adversos en el crecimiento fetal. Así, en muchas
ciudades de América Latina y del Caribe la contaminación del aire re-
presenta el principal problema de atención de salud pública. Por otra
parte, se han reportado efectos negativos en la agricultura, la salud de
los animales, el exterior de obras arquitectónicas y la economía.
40 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
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Cuadro 2-1. Composición química del aire limpio y contaminado.
Valores normados para la contaminación del aire en exposición
aguda 0 INE, 2008), (2 Kiely, 1997).
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General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (LGEEPA)
con su respectivo Reglamento. A partir de 1992, bajo los lineamien-
tos de la Ley Federal de Metrología y Normalización, la elaboración y
aprobación de normas oficiales ha representado un proceso complejo
que garantiza un nivel técnico elevado, la participación social en las
diferentes fases de su desarrollo y un análisis minucioso de sus efec-
tos económicos. Las Normas Oficiales Mexicanas (NOM) se emplean
para controlar los contaminantes orgánicos e inorgánicos emitidos
por fuentes fijas y móviles, y se pueden encontrar en el Diario Oficial
de la Federación y en la página web de la SEMARNAT (www. semarnat.
gob.mx/leyesynormas). En la Figura 2.1 se describe la aparición cro-
nológica de las leyes y normas de México.
42 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
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ejemplos de los efectos nocivos de la contaminación transfronteriza
del aire son: a) el ocurrido en Hiroshima y Nagasaki (1945) que causó
la evacuación de 135,000 personas de la Unión Soviética; b) el acci-
dente nuclear ocurrido en Chernobyl, Rusia (1986), del cual aún se
sienten sus estragos en los países de Europa septentrional y central;
y c) la contaminación transferida desde Estados Unidos hacia Onta-
rio, Canadá, con siete de sus plantas generadoras de electricidad, la
cual ocasiona aproximadamente 2,750 muertes prematuras y daños
ambientales y sanitarios por 5,000 millones de dólares anuales, de
acuerdo con un estudio del gobierno de Ontario del año 2005.
Además, en la frontera con México también se tienen proble-
mas de contaminación generada por los Estados Unidos de América,
ejemplos: los incendios forestales que anualmente se presentan y las
maquiladoras establecidas en los estados del norte de nuestro país.
Sin embargo, también existe contaminación en sentido inverso, es
decir, de México hacia los Estados Unidos debido a la presencia de
ladrilleras en Ciudad Juárez, Chihuahua.
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Contaminantes de acuerdo a su composición química
Materia en partículas
Gases
Los gases son fluidos que ocupan todo el sitio en donde se encuentran.
Desde el punto de vista toxicológico, se ha prestado poca atención a las
mezclas de los gases, fenómeno importante por los efectos sinérgicos
que pueden generar en la salud de los humanos y de los animales;
ejemplos de estas mezclas son: ozono-dióxido de nitrógeno, ozono-
oxígeno, ozono-dióxido de carbono, monóxido de carbono-otros
gases, óxido nítrico-hidrocarburos y compuestos azufrados-gases
oxidantes.
44 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
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Fuentes de contaminación biogénica
Figura 2-2. Emisiones por la erupción del volcán Monte Pinatubo, Filipinas.
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Fuentes de contaminación antropogénica
a) Materia en partículas
Fuentes de emisión
46 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
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La calidad del aire se evalúa de acuerdo a las Normas Oficia-
les Mexicanas (NOM). Para las partículas de PM25 y PM10 se aplica la
NOM-025-SSA1-1993 y para las PST la NOM-024-SSA1-1993.
Efectos tóxicos
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Fuentes de emisión
Efectos tóxicos
48 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
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El bióxido de nitrógeno (NO2) y las partículas suspendidas son
los responsables de la capa café-rojiza que se puede ver con frecuen-
cia sobre muchas áreas urbanas. El ácido nítrico (HNO3) se produce
en la atmosfera por la reacción entre óxidos de nitrógeno y el vapor
de agua.
Fuentes de emisión
Efectos tóxicos
d) Monóxido de carbono
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Fuentes de emisión
Efectos tóxicos
e) Oxidantes/otoquímicos
50 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
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Fuentes de emisión
Efectos tóxicos
f) Compuestos halogenados
Fuentes de emisión
Los CFC son emitidos por el uso de los aerosoles. El PVC es un plás-
tico que emite ácido clorhídrico al ser quemado. El cloruro de vinilo
es un gas utilizado en la producción de plásticos y puede ser emitido
hacia la atmosfera. La clorotiamida es un herbicida utilizado para
controlar la maleza en los huertos y eliminar plantas flotantes en
aguas tranquilas o de flujo lento, el cual puede ser emitido en forma
de pequeñas gotas hacia la atmosfera.
Efectos tóxicos
g) Hidrocarburos
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Los COVs (tema que será analizado con mayor amplitud en el ca-
pítulo correspondiente) son líquidos o sólidos con carbono enlazado a
carbono, hidrógeno, nitrógeno o azufre, ejemplos: el benceno, xileno, to-
lueno, propano, cetonas, alcoholes, aldehídos, etc. En general, son com-
puestos cuyas presiones de vapor, a temperatura ambiente, son mayo-
res a 0.0007 atm y cuyos puntos de ebullición atmosférica son hasta
aproximadamente 260 °C. Esto implica la mayor parte de los compues-
tos orgánicos con menos de 12 átomos de carbono. Estos compuestos al
vaporizarse se condensan en la atmosfera, formando parte del proble-
ma de las partículas finas.
Fuentes de emisión
Efectos tóxicos
h) Asbestos
Efectos tóxicos
52 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
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i) Contaminantes biológicos
Fuentes de emisión
Efectos tóxicos
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Categorías de la contaminación del aire
El aire ubicado fuera de los edificios o aire del ambiente exterior invo-
lucra arreglos complejos de emisiones y contaminantes, así como del
transporte de éstos hacia los receptores, por acciones meteorológicas.
Así, quienes trabajan en ambientes exteriores, o los niños que juegan
en ellos, pueden estar expuestos a concentraciones altas de contami-
nantes. De esta manera, aunque es importante caracterizar los nive-
les de contaminación del aire en ambientes exteriores, también lo es
cuantificar la magnitud de la exposición total de un individuo o de
una población.
En este contexto, casi la mitad de la población mundial (ubicada
en los países en vías de desarrollo) utiliza la biomasa como fuente
principal de energía. En México, este recurso es usado aproxima-
damente por 25% de la población en las zonas rurales de Chiapas,
Guanajuato, Guerrero, Hidalgo, Michoacán, Oaxaca, Puebla, Quinta-
na Roo, Tabasco, Veracruz y Yucatán. Debe señalarse que la bioma-
sa generalmente se quema en fogones abiertos, generando con ello
grandes emisiones de partículas y gases contaminantes (CO, NOx, hi-
drocarburos aromáticos, etc.), porque el proceso de combustión es
incompleto y no controlado. Esto puede provocar serios problemas
en la salud de la población expuesta, la agricultura, la ganadería, los
receptáculos de agua y en la economía.
La salud humana
54 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
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La agricultura
Los daños a la vegetación no sólo han ocurrido por las fuentes in-
dustriales, sino también por otras fuentes complejas como las ac-
tividades del la vida urbana. Así, la vegetación ha sido afectada por
diversos contaminantes como: el SO2, los fluoruros, el etileno, el mer-
curio, el cianuro de hidrógeno, los cloruros, el amoniaco y sulfuro de
hidrógeno. Se ha reportado que el SO2 puede afectar la vegetación a
una distancia de 6,000 m de la fuente. En general, las manifestacio-
nes del daño producido por los contaminantes del aire en las hojas
de las plantas se clasifican en tres categorías, no necesariamente ex-
cluyentes entre sí: 1) presencia de necrosis, 2) cambios en el color por
posible clorosis u otro daño y 3) alteraciones en el crecimiento.
En el Valle de San Joaquín de California-USA (2001), se calculó
que los costos anuales por la contaminación del aire ascendían a 150
millones de dólares, debido a que las hojas de los árboles se caen o se
dañan y por la disminución en el crecimiento. De acuerdo a la Agen-
cia de Protección del Ambiente (EPA-USA), las cosechas se pueden
reducir de 20 a 40% por la presencia de O3, a causa de la disminución
de la fotosíntesis. En los parques nacionales, como el Sequoia y el
Kings Canyon al oeste del río Mississipi, la altura de los árboles se ha
reducido hasta en 11%, además de que el hollín ha reducido la visibi-
lidad. En el Valle de Mexicali de Baja California (México), la principal
fuente de contaminación es la Comisión Federal de Electricidad (CFE)
que ha afectado notoriamente la agricultura.
Los animales
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interiores sobre la salud. En efecto, en el interior de los edificios pue-
de darse una gran exposición a contaminantes como el polvo, humos,
vapores ácidos y gases orgánicos e inorgánicos. Otros contaminantes
son: el humo del cigarro, monóxido de carbono, dióxido de azufre, pro-
ductos para eliminarla polilla (bolas de naftalina), cosméticos, produc-
tos de limpieza o de mantenimiento del suelo, los aparatos eléctricos,
las velas, el incienso, etc.. Existen también contaminantes biológicos
como los virus o los hongos que se reproducen en ambientes con nive-
les elevados de humedad.
El humo de los cigarros produce partículas finas y ultrafinas,
benceno y otros miles de contaminantes, de tal manera que en los
adultos causa irritación, empeora las enfermedades respiratorias y
del corazón (coronarias). Los compuestos organofosforados conteni-
dos en los insecticidas para plantas de ornato o uso interior afectan
el funcionamiento del sistema nervioso, particularmente en los ni-
ños, porque contaminan los juguetes y se acumulan en lugares su-
perficiales como muros, ventanas, etc. La exposición a los ftalatos se
relaciona con problemas de rinitis y asma.
Finalmente, se ha encontrado que la contaminación intramuros
por la quema de biomasa aumenta significativamente el riesgo de in-
fecciones respiratorias agudas en los niños, así como de enfermedad
pulmonar obstructiva crónica en los adultos. Otras enfermedades pue-
den ser la tuberculosis, la otitis media y el cáncer. En las cocinas donde
se quema biomasa en fogones abiertos, las concentraciones de partícu-
las suspendidas superan ampliamente las normas de calidad del aire
de ambientes exteriores; por ejemplo, las concentraciones típicas de
partículas suspendidas que pueden ser inhaladas (PM10) en cocinas que
usan biomasa, van de 300 a 3,000 μg/m3 en 24 horas (de 3 a 25 veces
mayores que la norma federal de 120 μg/m3 para el aire exterior). En el
año 2004, la colaboración del GIRA, la Universidad de Califomia-Irvine,
la UNAM y el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) evaluaron la
contaminación intramuros en hogares rurales del estado de Michoacán
y el impacto del uso de estufas mejoradas de leña. Se encontró que
las estufas Patsari reducen la contaminación intramuros por partículas
suspendidas (PM2 5) en 70 porciento.
56 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
ERRNVPHGLFRVRUJ
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60 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
ERRNVPHGLFRVRUJ
TOXICOLOGÍA DE LOS COMPUESTOS
ORGÁNICOS VOLÁTILES 3
Dra. Ana Rosa Rincón Sánchez
Dra. María Cristina Islas Carbajal
CUCS-Universidad de Guadalajara.
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ERRNVPHGLFRVRUJ
Introducción Los compuestos orgánicos volátiles —denominados COVs (por sus
siglas en español) o VOCs (por sus siglas en inglés, Volátil Organic
Compounds)— son sustancias con distinto grado de volatilidad y li-
posolubilidad que se utilizan en grandes cantidades en la industria,
el transporte, el hogar, etc. Estos compuestos incluyen muchos disol-
ventes (halogenados y no halogenados) con diversos usos. Los COVs
se originan de diversas fuentes como:
a) Fuentes naturales. Son ejemplos de ellas las emisiones volcáni-
cas y de la vegetación (actividad de los bosques, explotaciones
forestales, etc.), así como de hongos y bacterias. En los últimos
años, se ha puesto atención especial a las emisiones de com-
puestos orgánicos volátiles realizadas por las plantas, ya que la
presencia de estos compuestos en el aire afecta la química de la
atmosfera (reaccionan con radicales HO y óxidos de nitrógeno
para producir ozono, un agente oxidante de la troposfera).
b) Fuentes antropogénicas. Entre ellas se encuentran las refinerías
de petróleo, el uso de aparatos eléctricos y de calefacción, la in-
cineración de la basura, la producción y uso de carbón negro, la
combustión incompleta de motores, etc. De manera particular,
debe señalarse el empleo industrial de disolventes, compuestos
que ingresan al ambiente por la quema de combustibles (gaso-
lina, madera, carbón o gas natural) o al ser liberados de los pro-
ductos que los contienen (pinturas, pegamentos, etc.).
ERRNVPHGLFRVRUJ
acetaldehído, benceno, tetracloruro de carbono, cloroformo, formal-
dehído, tetracloroetileno, entre otros.
Clasificación
64 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
ERRNVPHGLFRVRUJ
Alcohol etílico, alcohol isopropílico,
Cosmética Dispersante.
cloroformo.
Materia prima para la síntesis de
Farmacéutica Varios.
productos de esta industria.
Pinturas Dilución. Tolueno, acetatos, cetonas.
Limpieza en seco Disolución de la materia orgánica. Percloroetileno.
Soluciones, limpieza de equipos y
Artes gráficas Alcohol isopropílico.
rodillos.
Contaminación ambiental
Fuentes puntuales
Fuentes de área
Fuentes naturales
Son emisiones producidas por los volcanes, los océanos, los vegetales,
así como por la digestión anaerobia y aerobia de sistemas naturales.
En particular, todo aquello que es emitido por la vegetación y la ac-
tividad microbiana en suelos y océanos (emisiones biogénicas), cuyo
papel es importante en la química de la troposfera por su participa-
ción en la formación de ozono. Las emisiones biogénicas incluyen:
óxidos de nitrógeno hidrocarburos (metano, dióxido y monóxido de
carbono, así como compuestos nitrogenados y azufrados).
ERRNVPHGLFRVRUJ
automóviles y los productos de la digestión de algunos animales tam-
bién los liberan. Muchos de estos compuestos son contaminantes peligro-
sos para la salud y en el aire forman parte del esmog. Como ya se señaló,
además de las emisiones de origen antropogénico, existen emisiones bio-
génicas que son de gran importancia para evaluar la calidad del aire debi-
do a que desarrollan un papel fundamental en la química de la troposfera
(son compuestos precursores de otros contaminantes secundarios).
El empleo de disolventes orgánicos produce emisiones de COVs que
pueden ser perjudiciales para la salud de los humanos y de los anima-
les, así como para el ambiente. De esta manera, hay compuestos que da-
ñan la capa de ozono, otros contaminan el aire, algunos son muy tóxicos
para los animales y otros pueden permanecer por mucho tiempo en el
ambiente sin degradarse (persistentes) o, incluso, se pueden acumular
en el organismo de los seres vivos presentándose el fenómeno de bio-
acumulación. Los COVs producen efectos nocivos sobre los ecosistemas
naturales, entre ellos: interfieren en la actividad fotosintética y en el cre-
cimiento y metabolismo de los vegetales, además, aumentan la sensibi-
lidad de los árboles a las heladas, al calor y la sequía.
Conviene señalar que actualmente las concentraciones excesi-
vas de gases que contaminan la atmosfera, aproximadamente 80%,
provienen de la quema indiscriminada de combustibles fósiles como
el carbón, el petróleo y el gas natural, utilizados para la generación
de energía. Las normas del Convenio Internacional sobre el Clima
(Protocolo de Kioto) han sido implementadas en algunos países para
regular la emisión de gases de efecto invernadero, como el bióxido
de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido de nitrógeno (N2O), así como
tres tipos de gases industriales fluorados: hidrofluorocarbonos (HFC),
perfluorocarbonos (PFC) y hexafluoruro de azufre (SF6).
A nivel mundial, la fuente más importante de óxidos de nitró-
geno se debe al ciclo natural del nitrógeno, en el que interviene la
dinámica microbiana del suelo a través de procesos de nitrificación y
desnitrificación. Al respecto, se estima que los suelos aportan 40% de
la producción total de óxidos de nitrógeno, incluyendo las emisiones
antropogénicas y naturales. Mediante procesos abióticos y bióticos
se emite óxido nitroso y óxido nítrico a la atmosfera, fenómeno de
gran importancia en la producción de oxidantes atmosféricos como
el ozono. Las emisiones de estos óxidos dependen además de la com-
posición y características del suelo, de factores como la humedad, la
temperatura del ambiente y la disponibilidad de compuestos nutriti-
vos para los microorganismos, entre otros.
Ozono
66 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
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movió la firma del Protocolo de Montreal (1987). El daño de la capa
de ozono puede provocar el aumento de casos de cáncer de piel y de
cataratas oculares, la supresión del sistema inmunitario en humanos
y en otras especies. También puede afectar a los vegetales sensibles
a la radiación ultravioleta. Para preservar la capa de ozono se debe
evitar el uso de compuestos químicos, como los clorofluorocarbonos
(refrigerantes industriales, propelentes) y los fungicidas agrícolas.
Contaminación acuática
Contaminación terrestre
ERRNVPHGLFRVRUJ
A su vez, la exposición ocupacional se presenta en algunas indus-
trias (gráfica, artesanías y tintorerías) que utilizan materiales como
pegamentos, marcadores, soluciones fotográficas y sustancias para
lavado en seco; también puede darse en las fábricas que producen
compuestos a base de petróleo o en las oficinas donde se usan copia-
doras, impresoras o líquidos correctores.
Efectos en la salud
Los efectos adversos de los COVs pueden variar desde un alto grado de
toxicidad hasta la ausencia de efectos nocivos. Para evaluar sus efectos
sobre la salud es pertinente subrayar que hay dos grupos principales:
a) compuestos orgánicos volátiles (COVs), emitidos principalmente a
través de la combustión parcial de carburantes y por la evaporación de
disolventes orgánicos. De ellos destacan el benceno y el 1,3-butadieno
por ser potencialmente cancerígenos; b) hidrocarburos aromáticos po-
licíclicos (HAPs) o compuestos aromáticos policíclicos (CAPs), grupo de
sustancias formadas también durante la incineración incompleta del
carbón, el petróleo, la basura, etc. Existen más de 100 clases de estas
sustancias y, generalmente, se encuentran en forma de mezclas com-
plejas y no como compuestos individuales. Se emiten en cantidades
pequeñas a la atmosfera y pueden producir cáncer.
Volatilidad
Propiedades liposolubles
68 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
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Propiedades tóxicas
Inflamabilidad
Plantas y microorganismos
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muy notable, la disminución del grado de colonización de hongos en
las raíces, necesarios para fijar nitrógeno en la planta.
Invertebrados
Peces
Son las especies más afectadas por los COVs, debido a que se expo-
nen a cantidades altas de estos compuestos, por el ingreso de agua
contaminada a través de las branquias y por consumir alimentos
contaminados (biomagnificación). Los efectos subletales de los CAPs
se presentan a concentraciones tan bajas como 0.5 ppm e incluyen:
alteraciones cardiorrespiratorias, defectos estructurales de las bran-
quias, hepatomegalia, reducción del crecimiento, erosión de las ale-
tas, inmunosupresión, alteraciones reproductivas, disminución de la
carga interna de parásitos y aumento de la carga externa, alteracio-
nes sanguíneas y del comportamiento. Los huevos y las larvas son
más sensibles que los animales jóvenes y los adultos porque su ex-
posición es más directa, ya que son depositados en la superficie o en
sitios poco profundos desde donde se evaporan los COVs.
Reptiles y anfibios
Aves
70 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
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crecimiento retardado y alteraciones reproductivas y del comporta-
miento.
Mamíferos
Los mamíferos acuáticos como las nutrias, las focas (Phoca uitulina),
los leones marinos y los osos polares son los animales más afectados,
al igual que los cetáceos (Orcinus orea, ballena jorobada y Megaptera
novaeangliae). Los CAPs generan reducción del peso corporal, hemo-
rragias gastrointestinales, anemia, insuficiencia renal, deshidrata-
ción, enfisema pulmonar, esteatosis y necrosis hepática centrolobuli-
llar. Durante la guerra del Golfo Pérsico (1990-1991), muchos cetáceos
murieron por el derrame de enormes cantidades de contaminantes,
entre ellos los CAPs.
Acetona
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por vía fotoquímica, degradan cerca de la mitad de este compuesto
(tiempo de vida media en el aire 71 a 80 días). La lluvia y la nieve pue-
den transportarla sin ser degradada hacia el suelo y el agua; el tiempo
de vida media por evaporación en ríos y lagos es de aproximadamente
38 y 330 horas, respectivamente. Cabe señalar que su arrastre del suelo
por la lluvia o las corrientes de agua conducen a este compuesto
hacia los cuerpos de agua, desde donde vuelve a evaporarse hacia la
atmosfera.
La tendencia de la acetona a adherirse a partículas orgánicas del
suelo y sedimentos de ríos y lagos es sumamente baja (Koc=1), su
movilidad es muy elevada debido a su alto grado de volatilidad. Este
hecho determina que la acetona no se acumule en las redes tróficas
acuáticas y terrestres. Sin embargo, es probable que ciertas cantidades
de acetona lleguen por el arrastre del suelo a los cuerpos de agua sub-
terráneos, contaminando así pozos de agua para el consumo huma-
no, o bien, que los cultivos sean regados con aguas contaminadas. La
acetona se degrada fácilmente en el agua mediante procesos aerobios
y anaerobios. A la fecha no existen referencias sobre desastres ecológi-
cos a causa de la presencia de la acetona en el ambiente. Sólo se han
reportado intoxicaciones de tipo laboral. Los valores establecidos por
la IRIS (Integrated Risk Information System) son: RfD = 0.9 mg/kg/día,
NOAEL = 900 mg/kg/día y LOAEL = 1700 mg/kg/día.
En los humanos, la acetona se absorbe rápidamente por inha-
lación e ingestión y más lentamente por la vía cutánea. Se distri-
buye en todos los tejidos corporales (en función de su contenido de
agua) y se elimina rápidamente por biotransformación y excreción.
El dióxido de carbono es su principal metabolito. La intoxicación agu-
da produce depresión del sistema nervioso central, insuficiencia car-
diorrespiratoria y muerte. Además, la acetona potencia los efectos
tóxicos inducidos por otros compuestos orgánicos volátiles, como el
tetracloruro de carbono. En el medio laboral se ha descrito irritación
ocular transitoria, por lo que, instituciones como la OSHA (Seguridad
Ocupacional y Administración en Salud, por sus siglas en inglés) y
NIOSH (Instituto Nacional para la Seguridad y Salud Ocupacional,
por sus siglas en inglés) han establecido límites de exposición laboral
para este compuesto: 1,000 ppm (8 h/día, 40 h a la semana) y 250
ppm (10 h/día, 40 h a la semana), respectivamente. La acetona no
está clasificada como agente cancerígeno en los humanos.
Metano
72 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
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Figura 3-2. Contaminación ambiental del metano producido por el ganado.
gradan la materia orgánica. Los sitios en los que actúan estos microbios
son muy variados: el estómago de un rumiante, el interior de un ester-
colero, un campo inundado para el cultivo de arroz o el fondo de una
marisma. El cultivo del arroz sobre enormes extensiones encharcadas
favorece la generación de metano en los barros de las tierras inunda-
das. Otras fuentes importantes que emiten metano son: la volatilización
de este compuesto desde los depósitos de hidratos de los sedimentos
marinos; la quema de la vegetación que se realiza en la agricultura,
especialmente la maleza de las sabanas tropicales, así como los in-
cendios forestales. Recientemente, se ha encontrado que las hojas
vivas de los vegetales también emiten metano. En relación con la
ganadería, se ha encontrado que las vacas contaminan cuatro veces
más que un auto a través de sus excrementos, ventosidades y eruc-
tos, lo que genera 150 kilos de gas metano al año (Figura 3-2).
El metano es uno de los principales gases de efecto invernadero
emitido por las fuentes naturales. En los últimos años, la concentra-
ción del CH4 en la atmosfera se ha incrementado de forma dramáti-
ca, ya que representa 16% de las emisiones globales de gases inver-
naderos, la mayoría de ellas de fuentes antropogénicas. Las burbujas
de aire atrapadas en el hielo de los polos proporcionan un registro
continuo de las concentraciones atmosféricas de CH4. En la troposfera,
la oxidación del CH4 por el hidroxilo (-OH) conduce a la formación de
formaldehído (CH2O) y monóxido de carbono (CO). Este proceso
reduce la concentración de iones -OH, lo que altera la capacidad de la
atmosfera para autodepurarse de contaminantes. En este contexto,
algunos estudios demuestran que el metano atrapa el calor 20 veces
más que el dióxido de carbono (CO2) y, por lo tanto, es considerado el
principal gas generador de efecto invernadero.
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Triclorometano
74 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
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Tetracloruro de carbono
Tricloroetileno
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Contaminación e impacto ambiental
Son varias las fuentes emisoras de tricloroetileno, sobre todo las in-
dustrias que lo producen o que lo emplean como desengrasante o
quitamanchas. Los vapores de tricloroetileno entran en el ambiente
y permanecen en el aire alrededor de una semana. Las reacciones
que sufre en este medio generan fosgeno (agente tóxico). En el medio
acuático, el tricloroetileno puede permanecer durante años, ya que
no se disuelve en el agua. Parte del compuesto se evapora desde la
superficie de los cuerpos de agua hacia el aire y otra porción del con-
taminante tiende a sedimentarse, al adherirse a partículas orgánicas
del medio. La evaporación desde el suelo ocurre con menor facilidad
que en el agua y, por ello, el contacto con la tierra contaminada re-
presenta otra fuente de exposición. El contaminante puede alcanzar
las aguas subterráneas, desde donde se evapora con menor facilidad
que en las aguas superficiales y, por lo tanto, aumenta su tiempo de
residencia. De esta manera, el riego de cultivos, los vapores de agua
caliente al bañarse y la ingesta de agua contaminada ponen en peli-
gro la salud del humano.
La acumulación del tricloroetileno en los organismos vivos es re-
lativamente baja; sin embargo, este compuesto es tóxico para el siste-
ma nervioso central, el hígado y los riñones. Durante la intoxicación
aguda del humano se presenta desvanecimiento, inconsciencia, pul-
so irregular y arritmia ventricular; además, puede causar cáncer de
hígado y pulmones en las intoxicaciones crónicas. Los valores límite
establecidos por EPA, ATSDR y OSHA son: a) concentración máxima
en agua potable = 0.005 mg/L (5 ppb) y b) en ambientes laborales,
la OSHA ha establecido 100 ppm como límite permitido, durante 8
horas/día, 40 horas semanales. Está clasificado en el grupo A2 como
probable agente carcinógeno en humanos.
Tetracloroetileno
76 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
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al agua o a la tierra, a través de la lluvia o la nieve. Este compuesto puede
contaminar también las aguas subterráneas (donde su degradación ocu-
rre lentamente, durante varios meses), sobre todo cuando hay derrames
del contaminante contenido en los tanques subterráneos industriales
(la liberación puede darse aun sin dañarse el tanque que lo contenga);
además, es posible que el contenedor emita vapores que contaminan los
suelos profundos y las aguas subterráneas.
Los microorganismos (bacterias) presentes en suelos y aguas, princi-
palmente en las subterráneas, lo degradan con cierta facilidad. En el aire
también acaece la degradación de este compuesto principalmente por la
vía fotocatalítica. Por otra parte, y debido a que la mayoría de los orga-
nismos expuestos a este compuesto —principalmente los de vida acuá-
tica— poseen la maquinaria enzimática requerida para transformarlo y
eliminarlo, su tendencia a bioacumularse y biomagnificarse a través de
las redes tróficas es baja. Su acumulación en la vegetación se ha estudia-
do poco, pero es posible que sea bioacumulado en estos organismos.
Este compuesto es tóxico para el sistema nervioso, el hígado y los ri-
ñones; además, es posible que también tenga efectos nocivos en el apa-
rato reproductor, sobre todo el femenino. Los valores límite estableci-
dos por EPA, ATSDR y OSHA son: a) concentración máxima permitida
en agua potable = 0.005 mg/L y b) en el medio laboral se establece un lí-
mite de exposición de 100 ppm durante 8 horas/día, 40 horas semanales.
Benceno
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Figura 3-8. Fuentes emisoras y movilidad del benceno. Este compuesto es
emitido a través del vapor de gasolina y el humo del cigarro. En el aire sufre
transformaciones fotocatalíticas y, en su fase de vapor, es transportado fácil-
mente hacia el suelo y cuerpos de agua por medio de la lluvia.
78 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
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penia y, en casos más graves, leucemia. Cuando es absorbido por vía
respiratoria, aproximadamente 50 a 60% del benceno, se exhala sin
metabolizar. En la piel ocasiona efectos nocivos como la formación
de eritema, vesículas y dermatitis. Actualmente, el límite de expo-
sición al benceno en el aire es de 1 ppm. En el ambiente laboral se
establece como valor límite de exposición 1 ppm durante 8 horas. En
el agua el límite de concentración máxima de este contaminante es
de 5 ppb (0.005 ppm). En el agua potable para consumo humano, se
ha establecido una concentración máxima de 0.1 ppb.
Los desastres ambientales producidos por el benceno son mu-
chos. Recientemente (2005) en China, una fábrica petroquímica de
Jilin vertió 100 toneladas de benceno y nitrobenceno a un río cercano:
la contaminación afectó 80 km del cauce del río. Allí, la Agencia Es-
tatal para la Protección del Medio Ambiente (EPA-USA) encontró que
la concentración de los contaminantes superó 108 veces su límite
permitido. Este accidente afectó la salud de las personas que vivían
cerca del río y ocasionó la pérdida casi total de la biota.
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Figura 3-9. Estructura química del benzo-a-pireno.
80 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
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Figura 3-10. Estructura general de los PCBs.
Figura 3-11. Movilidad de los PCBs. Existe un movimiento cíclico de estos con-
taminantes a través del suelo, agua y aire. La lluvia y la nieve los depositan
en el suelo y el agua desde donde pueden evaporarse o sedimentarse. Los
organismos acuáticos los ingieren (branquias) en grandes cantidades, lo que
hace peligroso su consumo por los humanos.
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Debido a que los PCBs no son degradados con facilidad, pueden
bioacumularse a través de la red trófica en peces y mamíferos (tejido
adiposo). Los peces son los más afectados por la toxicidad de estos
xenobióticos, ya que los absorben fácilmente a través de las membra-
nas respiratorias. En ellos, la concentración de PCBs puede ser miles
de veces mayor que la que se encuentra en el agua. Esto representa
un serio problema para las formas de vida acuática y para las per-
sonas que consumen pescados y mariscos de ríos contaminados por
estos compuestos. Por lo anterior, la EPA estableció un límite de expo-
sición de 0.170 ppt (partes por trillón) en cuerpos de agua destinados
a la pesca de peces y moluscos.
La mayoría de los casos de contaminación ambiental por PCBs han
ocurrido en cuerpos de agua. Sin embargo, las intoxicaciones huma-
nas más importantes se han presentado en Japón (1968) y en Taiwán
(1979), por consumir arroz contaminado con estos compuestos, lo que
generó cáncer hepático y alteraciones de la piel. Cabe señalar que en
los Estados Unidos de América se tienen serios problemas de contami-
nación por PCBs. En efecto, California es el estado con mayor conta-
minación por estos compuestos en el suelo y en el agua; además, en
el Gran Lago la biomagnificación a través de las redes tróficas es un
grave problema desde hace varios años, a pesar de haber disminuido
la liberación de estos contaminantes al agua.
Conviene señalar que antes de que la EPA-USA tomara medidas
para disminuir la contaminación ambiental por PCBs, la Compañía Ge-
neral Electric fue una de las industrias más contaminantes del mundo:
entre los años de 1947 a 1977 derramó más de 1.3 millones de tonela-
das de PBCs a las cataratas y al río Hudson. Para el humano, el hogar
fue otra fuente de exposición a los PCBs debido a que los transfor-
madores, refrigeradores y otros aparatos viejos (fabricados antes de la
década de 1970) al sobrecalentarse emitían estos compuestos y eran
absorbidos por la piel y los pulmones.
La presencia de PCBs como contaminantes de otros productos, su
generación accidental en diversas plantas químicas y en los procesos
de combustión han sido causas de la exposición de muchos obreros
y de la población en general. Por ello, las personas que habitan en
ciudades industrializadas tienen ciertas concentraciones de PCBs en su
organismo, principalmente en el tejido adiposo y en la leche materna. La
OSHA ha establecido una concentración máxima en el ambiente laboral
de 1 mg/m3 de aire, durante 8 horas/día y 5 días/semana, para 42% de los
PCBs y de 0.5 mg/m3 para 54% de ellos. Asimismo, el Instituto Nacional
para la Seguridad Ocupacional y la Salud (NIOSH, por sus siglas en in-
glés) estableció una concentración máxima de 1 μg/m3 de aire, durante
10 horas/día o 40 horas/semana. IRIS ha establecido valores de referen-
cia para: a) Aroclor 1016, el compuesto más estudiado en los humanos
y en los animales de laboratorio, RfD = 7x105 mg/kg/día, NOAEL = 0.007
mg/kg/día y LOAEL = 0.028 mg/kg/día. No se tienen datos para exposi-
ciones crónicas; b) Aroclor 1254, RfD = 2x105 mg/kg/día y LOAEL = 0.005
mg/kg/día.
Entre los efectos tóxicos producidos por los PCBs en los humanos se
encuentran: 1) a corto plazo, erupciones tipo acné y pigmentación de
la piel, problemas auditivos y visuales, así como espasmos (el cloracné
es el efecto tóxico más característico de la exposición aguda a estos
compuestos) y 2) las intoxicaciones crónicas se manifiestan por irri-
tación nasal y gastrointestinal, así como por alteraciones de la fun-
ción hepática. Actualmente, la IRIS clasifica a los PCBs en la categoría
B2 como probables agentes carcinógenos para los humanos (cáncer
82 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
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hepático), ya que en los animales de experimentación se han repor-
tado hepatocolangiomas, tumores del ducto biliar, adenomas de cé-
lulas foliculares y de la glándula tiroides. A su vez, la EPA considera a
los PCBs como un grupo de compuestos de alta peligrosidad para el
medio ambiente.
Fenantreno
ERRNVPHGLFRVRUJ
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84 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
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86 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
ERRNVPHGLFRVRUJ
CONTAMINACIÓN DEL AGUA 4
Dr. Francisco Javier Avelar González
Dr. Francisco José Flores Tena
Dra. Iliana Ernestina Medina Ramírez
Universidad Autónoma de Aguascalientes
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ERRNVPHGLFRVRUJ
Introducción En el transcurso de la evolución de las sociedades humanas, des-
de los primeros asentamientos hasta las enormes urbes de nuestros
días, el agua dulce ha representado una necesidad de vital impor-
tancia. Por ello, no es casual que los primeros grupos humanos que
abandonaron la vida nómada hayan establecido su residencia ñja en
las márgenes de ríos o lagos, para garantizar plenamente el abasto
de agua. En buena medida, el advenimiento de la civilización es el
resultado del uso consciente y racional del agua para incrementar la
producción social. Así, la invención y perfeccionamiento de la agri-
cultura de riego fue el sustento material que permitió el nacimiento
de grandes ciudades, la construcción de poderosos Estados y marcó
el inicio de una nueva ruta para el desarrollo de la humanidad.
En todos los casos en que los núcleos humanos alcanzaron de
manera independiente la civilización, lo hicieron al amparo de impor-
tantes cuerpos de agua: el río Nilo en el antiguo Egipto; los ríos Tigris
y Éufrates de la Mesopotamia; los ríos Indo y Ganges de los pueblos
de Harappa y Mohenjo-Daro; los ríos Hoang-Ho y Yang-Tsé-Kiang en
la antigua cultura China; la generosa cuenca hidrológica del estado de
Tabasco (cuna de la cultura Olmeca) en México y las ingeniosas terra-
zas de los pueblos Andinos, en Sudamérica.
El papel ineludible del agua, en la generación de la riqueza ma-
terial de la humanidad, convierte a este recurso en un factor econó-
mico por excelencia. Por ello, cualquier deterioro de la calidad del
agua repercute directamente en las actividades productivas, la cali-
dad de vida y la salud de la población. En este contexto, en 170 años
(1830 a 2000), la población mundial pasó de 1,000 a 6,000 millones
de habitantes y se estima que en 2050 rebasará los 10,000 millones.
En este mismo periodo, el uso del suelo, del agua y de los recursos
naturales por los humanos, en general, se incrementó más de 10 ve-
ces. Actualmente, de manera directa o indirecta, la humanidad se
ha apropiado de más de 35% de la producción primaria de toda la
superficie terrestre.
A escala global, entre 1940 y 1990 la extracción de agua se cua-
druplicó. Actualmente, los seres humanos extraen más de 4,000 km3
de agua al año. Cerca de 67% de la extracción se destina al riego de
230 millones de hectáreas (17% del total de las tierras de cultivo), las
cuales producen un tercio de la cosecha de alimentos en el mundo.
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22% se destina a las actividades industriales y menos de 10% al sec-
tor doméstico. Este nivel de explotación ha conducido al abatimiento
y contaminación de numerosos cuerpos de agua, ha agravado la es-
casez de este recurso en numerosas regiones del mundo, provocando
la pérdida de muchos de los hábitats acuáticos más productivos del
planeta, y ha exacerbado severos problemas de salud pública.
Hoy en día, más de una tercera parte de la población del planeta
vive en países que sufren escasez de agua y es muy probable que esta
cifra se incremente en las próximas décadas, debido a la contamina-
ción de los mantos acuíferos y al incremento de la población y del nivel
de vida de la misma. Es importante resaltar que la sobreexplotación de
los acuíferos ha generado serios temores sobre las provisiones futuras
de agua dulce y el hundimiento de terrenos alrededor de ellos, ya que
éstos tienden a reabastecerse muy lentamente. Desgraciadamente,
México es uno de los países con problemas de escasez de agua. En efec-
to, en nuestro país 67% del territorio es árido o semiárido y solamente
33% es húmedo o subhúmedo.
Actualmente, los problemas relacionados con la cantidad y la
calidad del agua del planeta se agravan dramáticamente, pues, a pe-
sar de contar con una gran cantidad de agua, la mayor parte de ella
es salada y, por lo tanto, su uso es limitado. En la Figura 4-1 se ilustra
la distribución del agua terrestre. Menos de 3% de ella es dulce y, de
esta proporción, 1.98% se encuentra en forma de hielo. Hace algunos
años, además del agua subterránea, la de lagos y ríos (0.6% del total
del agua del planeta) era considerada apta para el consumo humano.
Hoy en día, la cantidad de agua disponible para satisfacer las necesi-
dades humanas es mucho menor, debido a que gran parte se encuen-
tra contaminada.
Figura 4-1.- Distribución del agua sobre la Tierra. Casi toda el agua del pla-
neta se encuentra en los océanos (97.4%), menos de 3% es agua dulce y la
mayor parte se encuentra congelada en los polos; sólo una minúscula por-
ción está disponible para el consumo humano.
90 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
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Propiedades físico-químicas de las aguas naturales
Figura 4-2. (a) Modelo de enlaces de hidrógeno entre moléculas de agua, (b)
Tres modelos de la estructura molecular del agua. Izquierda, cada molécula
de H2O está unida a otras cuatro por medio de puentes de hidrógeno. Nuevas
investigaciones señalan que las moléculas de agua se enlazan únicamente
a otras dos moléculas vecinas formando clusters (anillos - centro, cadenas -
derecha), (c) Modelo del arreglo tridimensional ordenado del hielo.
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Al igual que ocurre con otros líquidos, el volumen del agua dis-
minuye al bajar la temperatura; no obstante, de manera excepcional,
al alcanzar los 4 °C ya no se contrae, sino que comienza a expandirse.
Al enfriarse un poco más, el agua se congela y se forma el hielo, el
cual es un sólido menos denso que el agua líquida de la cual se formó.
Gracias a esta propiedad, el hielo flota y se mantiene en la superficie.
Durante el invierno, el agua superficial de los ecosistemas acuáticos
se congela y forma una capa de hielo que aísla el agua subyacente del
frío, evitando que se congele, lo que asegura la supervivencia de los
organismos acuáticos.
Otra de las propiedades del agua con relevancia ambiental es su
elevado calor específico, lo que le permite almacenar grandes canti-
dades de calor sin variar significativamente su temperatura. Gracias
92 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
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a esta propiedad, la temperatura se mantiene estable tanto en los
seres vivos como en las regiones geográficas cercanas a la costa. Ade-
más, entre las sustancias líquidas, el agua tiene el valor de tensión
superficial más alto. Algunos organismos explotan esta propiedad y
habitan en la superficie de los cuerpos de agua; la formación de gotas
y la retención de agua en el suelo también se ven favorecidos por el
alto valor de la tensión superficial del agua.
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Figura 4-3.- Diagrama general del ciclo hidrológico.
94 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
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cualquier desecho que se deposite en ellas será introducido en el
ciclo del agua. De esta manera, los residuos arrojados a la atmos-
fera (humos, vapores, etc.) retornarán a la tierra en forma de lluvia
contaminada. Por otra parte, las substancias depositadas en el suelo
serán lixiviadas a los acuíferos o transportadas por las corrientes su-
perficiales. En efecto, los desechos que se entierran en el suelo (relle-
nos sanitarios) eventualmente pueden ser lixiviados hacia las aguas
subterráneas. Así, la contaminación de los acuíferos puede ocurrir
por la percolación de aguas residuales de origen doméstico (deter-
gentes, fosfatos, materia orgánica y fecal), industrial (centenares de
sustancias peligrosas), pecuario (fosfatos, sulfates, nitratos y nitritos)
y agrícola (nitratos, nitritos, herbicidas y pesticidas).
La explotación excesiva del agua de los ríos tiene un impacto
adverso sobre los organismos acuáticos. La vida silvestre que depen-
de del agua de los ríos o de las cadenas alimenticias que implican a
los organismos acuáticos también es afectada en forma adversa. Los
pantanos ubicados a lo largo de muchos ríos, antaño alimentados por
desbordamientos frecuentes, se están secando o ya se secaron, provo-
cando la hambruna de aves acuáticas y otras formas de vida silvestre
que dependen de estos importantes y ricos hábitats. Estos problemas
se extienden a los estuarios o bahías en donde el agua dulce de un río
se mezcla con el agua del mar. Debe señalarse que los estuarios son de
los ecosistemas más productivos de la tierra, ya que representan ricos
criaderos de muchas especies de peces, crustáceos y aves acuáticas.
La explotación excesiva de los ríos disminuye el caudal de agua dulce
que fluye a los estuarios, incrementando la proporción de agua de mar.
Esto genera, en consecuencia, un aumento en la concentración de sa-
les que afecta severamente la productividad del estuario y la calidad
de sus aguas.
La creciente demanda de agua dulce de alta calidad, aunado a los
desarrollos tecnológicos en la perforación de pozos y sistemas de bom-
beo, han hecho posible y económicamente adecuado la explotación
extensiva de las reservas de agua subterránea. Desafortunadamente,
aunque son muy grandes, estas reservas no son ilimitadas. La explota-
ción sustentable (aprovechamiento racional diseñado para preservar
indefinidamente los recursos) de las aguas subterráneas depende en
última instancia del balance entre extracción y recarga. En algunas
regiones secas (desérticas o semidesérticas), el agua subterránea en-
contrada es en realidad agua que se acumuló milenios atrás, cuando
el clima de la región era húmedo. En estas zonas, las tasas de recarga
son nulas. La explotación de estos antiguos recursos se conoce como
extracción de aguas fósiles, para enfatizar que las reservas serán ago-
tadas a la misma velocidad que la tasa de extracción. El simple hecho
de que la extracción exceda la recarga implica un descenso de los ni-
veles freáticos, una situación que es común en todo el mundo. Los paí-
ses y regiones con mayores problemas de sobreexplotación de mantos
acuíferos son: Estados Unidos, México, India, China, la antigua Unión
Soviética y el Medio Este asiático. En el caso de México, el déficit global
alcanza 66% de la recarga total.
Ahora bien, durante miles de años, el agua ha generado cavida-
des en el interior de la Tierra (principalmente por lixiviación). En los
sitios en donde los espacios son llenados con agua, el líquido ayuda
a soportar las capas superiores de rocas y suelo. Sin embargo, con-
forme descienden los niveles freáticos, este soporte se pierde. Como
consecuencia de esta situación, puede haber un asentamiento (con-
solidación) gradual o hundimiento de la tierra. En algunos sitios, la
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velocidad del hundimiento puede llegar a ser del orden de 10 a 15 cm
por año. El hundimiento de la tierra provoca daños a la infraestructura
urbana (fractura de edificios, carreteras, redes de abastecimiento de
agua, drenaje, etc.). En algunas zonas costeras, el hundimiento genera
inundaciones frecuentes por el mar. Este fenómeno es un problema
serio en muchos lugares y ciudades como: Houston (EUA), el Distrito
Federal y Aguascalientes (México).
Otro problema generado por el abatimiento de los niveles freá-
ticos es el ingreso de agua salada a los mantos acuíferos. En regiones
costeras, los manantiales de agua subterránea pueden desembocar
bajo el océano. En tanto que un alto nivel freático mantenga una
cabeza de presión suficientemente elevada en el acuífero, habrá un
flujo de agua dulce hacia el océano. De esta manera, los pozos cer-
canos al mar extraen agua dulce. Sin embargo, la disminución en el
nivel freático, o una tasa elevada de remoción de agua subterránea,
derivará en una disminución de la presión del acuífero, permitiendo
que el agua salada fluya hacia el interior y contamine las reservas
de agua subterránea. El ingreso de agua salada es un problema en
muchas zonas costeras.
96 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
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por lo general contienen una menor cantidad de contaminantes; no
obstante, son más difíciles de identificar y regular. Los efluentes conta-
minantes se dividen en cuatro tipos generales: domésticos, industria-
les, agrícolas y radiactivos.
A principios de los años sesenta del siglo XX, con la publicación del
libro Primavera silenciosa, la bióloga Rachel Carson alertó a la población
estadounidense sobre la persistencia de contaminantes químicos y sus
efectos en el ambiente. Episodios fatales derivados de la contaminación
—como el caso de la Bahía de Minamata en Japón, que causó la intoxi-
cación con mercurio de los pescadores de la bahía, así como la eutro-
fización y muerte de peces por anoxia en los grandes lagos (Michigan,
Ene y Ontario)—, llamaron la atención mundial respecto a la contami-
nación y al deterioro ambiental e impulsaron la realización de diversos
estudios sobre el origen, tipo de contaminantes y sus efectos sobre las
diferentes especies, incluyendo al hombre. Con base en estos estudios,
se establecieron medidas de control para evitar nuevas catástrofes eco-
lógicas e intoxicaciones masivas; sin embargo, debido al número cre-
ciente de xenobióticos, al desconocimiento de sus efectos sobre nume-
rosas especies y al efecto conjunto de los contaminantes presentes en
el ambiente (sinergia toxicológica), es mucho lo que falta por investigar
sobre los efectos adversos de los contaminantes ambientales.
A pesar de que las leyes de protección del medio ambiente son
cada vez más exigentes, hoy en día aún encaramos serios problemas
de contaminación. En los últimos años, se ha prestado gran atención a
los contaminantes primarios del agua (principalmente plaguicidas, hi-
drocarburos aromáticos y productos orgánicos clorados), ya que por su
cantidad o toxicidad pueden causar un gran impacto ambiental. Estu-
dios recientes han demostrado que numerosos productos de cuidado
personal (perfumes, bloqueadores solares, cosméticos, nutracéuticos,
etc.) y medicamentos (anticonvulsivos, estrógenos, analgésicos, anti-
bióticos, etc.) son introducidos en el medio ambiente en cantidades
crecientes, en particular en áreas urbanas sobrepobladas. Este "nuevo"
grupo de contaminantes son clasificados como PPCPs (por sus siglas
en inglés, pharmaceuticals and personal care products) y algunos de ellos
son persistentes y bioacumulables. El efecto a largo plazo de estos con-
taminantes sobre el ambiente y la salud humana apenas comienza a
investigarse y, por lo tanto, aún es incierto.
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gusanos parásitos, excretados por los humanos y animales, pueden
ser transmitidos fácilmente a un nuevo hospedero humano a través
del contacto con agua contaminada, o por medio de hospederos inter-
mediarios (animales domésticos, de granja, aves migratorias, etc.). Así,
muchas de las enfermedades caracterizadas por infecciones severas
son transmitidas comúnmente por el agua y entre ellas destacan: el
cólera, la tifoidea, la disentería y la hepatitis. Las características epide-
miológicas de los principales patógenos que se encuentran en el agua
y el tipo de enfermedad que producen se presentan en el Cuadro 4-1.
98 TOXICOLOGÍA AMBIENTAL
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Contaminación por agentes químicos
Metales pesados
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portante en las reacciones catalíticas de los seres vivos. Debido a ello,
dichos elementos son nutrientes esenciales a nivel de oligo y micro-
elementos. No obstante, arriba del nivel óptimo, las concentraciones
mayores de estos oligo y micronutrientes generan grados crecientes de
toxicidad.
Debido a su origen natural y a su uso milenario como materias
primas, los metales pesados no fueron considerados contaminantes
peligrosos sino hasta la segunda mitad del siglo XX. El trágico e his-
tórico accidente de contaminación con mercurio en la bahía de Mi-
namata, Japón, modificó radicalmente las ideas vigentes sobre las
repercusiones de la contaminación por metales pesados y sobre la
contaminación ambiental en general. De esta manera, en las últimas
cinco décadas, los metales pesados se han convertido en contaminan-
tes ambientales de primera importancia, principalmente por el incre-
mento y la diversificación de los procesos industriales, así como por
el uso masivo de combustibles fósiles y su incorporación en muchos
artículos domésticos. La Agencia de Protección del Medio Ambiente de
los Estados Unidos (EPA) y el Programa de las Naciones Unidas para el
Medio Ambiente (PNUMA) consideran a los metales pesados dentro
de los diez grupos de xenobióticos prioritarios para ser estudiados y
tomar acciones en su control y disposición.
Entre las actividades industriales que generan mayor contami-
nación por metales pesados se encuentran las siguientes: minería,
metal-mecánica, galvanoplastia, fundición, química, petroquímica,
producción de pigmentos y tintes, producción de baterías, impresión
de textiles, electrónica, industria del papel, fotografía, producción de
hule, cerámica, plaguicidas y fertilizantes, cementera, tenería y aca-
bado de pieles. Los contaminantes liberados al ambiente por estas ac-
tividades industriales eventualmente pueden llegar a los cuerpos de
agua, por escurrimiento a las fuentes superficiales y por infiltración a
los acuíferos. No obstante, en el caso de las fuentes de agua subterrá-
neas, el origen geológico de la contaminación por metales pesados es
muy frecuente. Debido a su infiltración y al contacto durante siglos,
e incluso milenios, con los estratos geológicos, las aguas subterrá-
neas disuelven diversos solutos, entre ellos los metales pesados. De
esta manera, el consumo crónico de agua subterránea contaminada
con metales pesados es un problema importante de salud pública
en diversas regiones del mundo. El hidroarsenisismo, producido por
el consumo crónico de arsénico en el agua de beber y que produce
desde lesiones cutáneas leves hasta cáncer de piel, se ha reportado
en la India, China, Indonesia y México (región de La Laguna y estados
de Guerrero, Zacatecas y Aguascalientes).
Entre los mecanismos más frecuentes de las acciones tóxicas de
los metales pesados están la inactivación de enzimas y la inhibición
en la replicación y trascripción del material genético. Los metales
pesados tienen mucha afinidad por ligandos biológicos como los gru-
pos sulfidrilos, fosfatos, purinas, pirimidinas y ácidos nucleicos. De-
bido a esta capacidad, que implica la interacción e interferencia con
la actividad normal de macromoléculas vitales (proteínas y ácidos
nucleicos), los metales pesados pueden afectar diversas funciones
biológicas. Destacan los efectos cancerígenos de metales como el
Cd, Cr, Ni, Pb, Be y As. Estos mismos metales, además del Hg, se han
relacionado con efectos teratógenos (malformaciones congénitas) y
abortivos. Algunos metales tienen graves efectos adversos sobre el
sistema nervioso; ejemplos, el Pb daña las funciones cognoscitivas y
el Hg las funciones neuromotoras. Además, el Cr, Cd, Hg y Pb tienen
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severos efectos nefrotóxicos. En general, dependiendo de la dosis y la
vía de administración, los metales pesados afectan a la mayoría de
los órganos y sistemas. Estos xenobióticos tienen una elevada toxici-
dad para las formas de vida acuática. Metales como el Zn, que para
el caso de los mamíferos tiene una toxicidad baja, presentan una
toxicidad muy elevada para muchos organismos acuáticos.
El grado de afectación producido por los metales pesados en
los cuerpos de agua depende no sólo de su concentración total, sino
particularmente de su biodisponibilidad, la cual depende a su vez
del estado químico y físico del metal pesado. Las formas químicas
solubles y en estado iónico están directamente disponibles para su
absorción e interacción con los organismos, de modo que la toxicidad
del metal se debe en gran parte a ellas. Las especies químicas no io-
nizadas suelen tener menor disponibilidad, la cual también está en
función del tipo de sal que esté formando el metal (tipo de anión con
el que está interactuando); por ejemplo, los cloruros suelen ser mu-
cho más solubles que los carbonates, fosfatos, hidróxidos y sulfuras.
Las especies químicas no solubles de los metales, como las que se en-
cuentran en estado coloidal, acomplejadas con la materia orgánica o
con las partículas suspendidas, y las encontradas en los sedimentos
del cuerpo de agua, en general no están biodisponibles y no ejercen
efectos tóxicos mientras permanezcan en ese estado. Estas formas
químicas no disponibles del metal pueden ser estables (se dice que el
metal está inmovilizado) o se comportan de forma dinámica pasan-
do de formas no disponibles a especies químicas biodisponibles, en
respuesta a cambios químicos y físicos del cuerpo de agua.
El estado de oxidación del metal también es un factor esencial
que afecta tanto la toxicidad intrínseca de la especie química como
su solubilidad y, en consecuencia, su biodisponibilidad; por ejemplo,
el Cr (VI) es mucho más tóxico que el Cr (III), el cual es una especie
menos soluble que el Cr (VI), lo que facilita su precipitación e inmo-
vilización. En consecuencia, la reducción del Cr (VI) a Cr (III) se con-
sidera un mecanismo de destoxificación.
Los cambios físicos y químicos del cuerpo de agua afectan el
equilibrio entre las formas biodisponibles y no disponibles de los me-
tales pesados. Al respecto, el pH ácido favorece la solubilidad y bio-
disponibilidad de los metales, por ello, la acidificación de los cuerpos
de agua causada por la degradación de la materia orgánica favorece
la biodisponibilidad de estos xenobióticos. El potencial redox, afec-
tado también por la contaminación orgánica, determina el estado
de oxidación de los metales y, en consecuencia, su toxicidad y bio-
disponibilidad. En este contexto, la concentración y tipo de sales del
cuerpo de agua pueden afectar el estado químico de los metales. Por
otra parte, la concentración, el tipo y el estado de agregación de la
materia orgánica (disuelta, suspendida y en los sedimentos del cuer-
po de agua) determinan las diversas formas de acomplejación de los
metales con estos sustratos. La presencia de surfactantes puede fa-
vorecer la solubilidad y la dispersión de las especies químicas poco
solubles y, por lo tanto, incrementar la biodisponibilidad del metal.
Además de este complejo entramado de interacciones y equili-
brios fisicoquímicos, recientemente se ha descubierto que la activi-
dad microbiana juega un papel muy relevante en la inmovilización
de los metales pesados. En efecto, durante las dos décadas pasadas
se realizaron adelantos significativos sobre el conocimiento del pa-
pel de los microorganismos en los ciclos biogeoquímicos de los me-
tales. Hasta hace pocos años, no se creía importante la aportación
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de la biosfera en la geoquímica de estos elementos. Por el contrario,
actualmente se reconoce la necesidad de contar con modelos que
tomen en cuenta los procesos bioquímicos, alejados del equilibrio
termodinámico, para comprender la geoquímica de los metales. En
este contexto, los procesos microbianos (como la bioprecipitación re-
ductiva, la biomineralización y la bioquimioadsorción) constituyen
ahora factores indispensables para explicar la dinámica de los meta-
les en el planeta. La formación de microfósiles y cúmulos minerales,
la deposición del hierro y el manganeso, además de la mineralización
del uranio y la plata, representan algunos de los procesos microbia-
nos de mayor importancia geoquímica.
Ahora bien, gran parte de la fuerza motriz, que ha potenciado
el avance en el conocimiento básico sobre las interacciones ambien-
tales entre los microorganismos y los metales, ha sido la necesidad
de remediar numerosos sitios contaminados con metales, principal-
mente suelo y ecosistemas acuáticos. Si bien los microorganismos
no pueden transmutar a los metales en elementos menos tóxicos, su
capacidad para inmovilizarlos les confiere múltiples potencialidades
para la depuración de sitios contaminados con metales. Al respecto,
los principales mecanismos microbianos que son útiles para reme-
diar ecosistemas contaminados con metales son los siguientes:
Bioadsorción
Bioacumulación
Biotransformación
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de los metales (aunque en el caso del Hg también incrementa su
toxicidad). Esto se ha documentado para el Hg, Cd, Pb, Sn, Se y Te.
La reducción microbiana del Hg (II) a Hg (0) también incrementa la
volatilidad del metal.
Biomineralización
Bioquimioadsorción
Fluoruros
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La contaminación por fluoruros puede ser de tipo natural o deriva-
da de la acción del hombre. El fluoruro forma parte de numerosos mine-
rales, los cuales son erosionados con la lluvia acida, lo que libera cantida-
des considerables de fluoruros tanto en las aguas subterráneas como en
las aguas superficiales. A su vez, las principales fuentes antropogénicas
de fluoruros se derivan del procesamiento de acero y aluminio, manufac-
tura de vidrio y semiconductores y procesos de electroplatinado.
Cianuros
Sulfatos
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gún sea el pH de la solución. De estas especies químicas, la forma no
ionizada (H2S) es la principal responsable de los malos olores de las
aguas residuales. Cuando el pH de la solución es básico (valores de 8
o superiores), la mayor parte del azufre reducido está en solución en
forma de iones HS- y S2, y la cantidad de H2S libre es tan pequeña que
no se generan problemas significativos de olor. A valores de pH por
debajo de 8, el equilibrio se desplaza rápidamente hacia la formación
de H2S no ionizado, de tal forma que a un pH de 7 la proporción de
H2S es aproximadamente de 80%. En estas condiciones, la presión
parcial del sulfuro de hidrógeno se hace tan grande que causa serios
problemas de malos olores. Se deben evitar concentraciones mayores
de 20 mg/l debido a su elevada toxicidad.
En los manantiales de agua caliente es común encontrar sulfu-
ras. En el agua residual su fuente principal es la materia orgánica y
la reducción de los sulfates por la actividad bacteriana. Su presencia
se detecta fácilmente por el olor, el cual se percibe a partir de 0.024
μg/l. El sulfuro se oxida rápidamente en ambientes aeróbicos y se
convierte en sulfitos y sulfates. El exceso de ion sulfito es perjudicial
debido a que baja el pH y provoca corrosión.
Compuestos nitrogenados
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Comp u esto Estado de Fuente Receptor Efectos
nitrogenado oxidación
Contaminantes orgánicos
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En esta descomposición bacteriana se consume el oxígeno disuelto
y se produce bióxido de carbono, agua y diversos iones inorgánicos
no degradables. La capacidad de remoción está íntimamente ligada
con la concentración de oxígeno disuelto en el cuerpo de agua. Así,
cuando se arroja un desecho biodegradable a un cuerpo de agua, la
concentración de oxígeno disuelto tiende a disminuir a medida que
la materia se descompone a causa de los microorganismos. Si la ve-
locidad con la cual se consume es mayor a su velocidad de disolu-
ción, la concentración de oxígeno baja, pudiendo alcanzarse enton-
ces condiciones anaerobias. Una concentración de oxígeno disuelto
menor a 5 mg/l puede ocasionar la muerte de peces y otros tipos de
vida acuática.
Otros contaminantes que preocupan mucho son los compues-
tos químicos sintéticos (antropogénicos). En la actualidad, se estima
que son unos 75,000-80,000 los productos orgánicos de origen sin-
tético presentes en el medio ambiente, en cantidades significativas.
Muchos de ellos aún no se han identificado en los cuerpos de agua y
no se dispone de información sobre sus efectos en el medio ambien-
te. La breve extensión de este capítulo limita el estudio exhaustivo
de los diferentes productos químicos orgánicos que contaminan los
sistemas acuáticos, por lo cual nos enfocaremos primordialmente al
estudio de sustancias cuya toxicidad elevada implica un riesgo para
la salud humana.
Compuestos halogenados
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el proceso de blanqueado del papel; además, son producidos natu-
ralmente en las erupciones volcánicas y en los incendios forestales.
Debido a su alta toxicidad, el compuesto 2,3,7,8-tetraclorodibenzo-
p-dioxina (2,3,7,8-TCDD) se utilizó en la preparación del gas naranja,
para ser usado como defoliante en la guerra de Vietnam. Se han repor-
tado numerosos incidentes de contaminación por dioxinas, entre ellos
destaca el de la explosión de una fábrica de insecticidas en Seveso,
Italia. La mayoría de los furanos encontrados en el medio ambiente
contienen un número intermedio de átomos de cloro, de 4 a 6, por lo
cual su estructura y toxicidad es muy parecida a la de la 2,3,7,8-TCDD.
Una gran proporción de las dioxinas ambientales están completamen-
te cloradas y tienen toxicidad baja, en consecuencia, la amenaza para
la salud humana de los furanos presentes en el medio ambiente supe-
ra incluso a la de las dioxinas. En la Figura 4-4 se muestran las estruc-
turas generales de algunos compuestos organoclorados.
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oxidante más poderoso que el oxígeno, por lo cual se puede utilizar
para eliminar bacterias, protozoarios y virus nocivos del agua de con-
sumo. La desinfección de agua por cloración se realiza generalmente
con el ácido hipocloroso o con el hipoclorito de sodio. Una desventaja
importante de la cloración para desinfectar el agua es la producción
concomitante de sustancias orgánicas cloradas (algunas de las cuales
son tóxicas), ya que el cloro no solamente es un agente oxidante, sino
también un agente clorante. El cloro reacciona con algunos compues-
tos orgánicos presentes en el agua, formando derivados halogenados
como: clorofenoles, ácidos orgánicos halogenados y cloraminas.
Un problema más general con la cloración del agua es la produc-
ción de THMs, cuya fórmula general es CHX3 (X es un halógeno), que
se producen cuando el ácido hipocloroso reacciona con la materia
orgánica (por ejemplo, ácidos húmicos) que está disuelta en el agua.
El cloroformo es el compuesto que se ha encontrado en mayor con-
centración (100 ppb). Los THMs son mutagénicos y tanto el clorofor-
mo como el tetracloruro de carbono producen cáncer en el tracto di-
gestivo. Un estudio epidemiológico reciente, realizado en los Estados
Unidos, muestra que las personas que en el pasado bebieron agua
superficial clorada, el riesgo de cáncer de vejiga y recto aumenta en
21 y 38%, respectivamente.
Grasas y aceites
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importante hacer notar que las sustancias liposolubles volátiles (por
ejemplo, alcoholes, cetonas e hidrocarburos de bajo peso molecular)
no son cuantificadas como grasas y aceites debido a que son volatili-
zados durante la etapa final del secado.
Las grasas son compuestos muy estables y difíciles de degra-
dar por los microorganismos; además, su baja solubilidad en el agua
implica también una biodisponibilidad baja. En este contexto, una
fracción importante de los hidrocarburos tiene también una biode-
gradabilidad baja. Debido a la enorme diversidad y heterogeneidad
química de este grupo de contaminantes, no es posible atribuirle
efectos tóxicos específicos. Algunos componentes, como los triacil-
gliceroles, básicamente son inocuos, mientras que otros tienen una
elevada toxicidad (ejemplo, los hidrocarburos halogenados). No obs-
tante, debido a sus propiedades físicas (hidrofobicidad y densidad
menor que el agua), las grasas y aceites tienden a formar películas
en la superficie de los cuerpos de agua, lo cual interfiere con el in-
tercambio de gases entre el cuerpo de agua y la atmosfera. Por ello,
reducen la transferencia de oxígeno atmosférico hacia el cuerpo de
agua y su presencia puede contribuir a generar condiciones anóxicas o
anaeróbicas. La formación de películas en la interfase agua-aire tam-
bién afecta las formas de vida que dependen de este tipo de hábitat. En
concentraciones elevadas, la adhesión de las grasas y aceites al cuerpo
y las branquias interfiere con la respiración de los organismos acuáti-
cos. Durante los derrames de petróleo, este efecto nocivo se extiende
incluso a las aves, cuyas plumas quedan inutilizadas por la adhesión
de estos compuestos.
Jabones y detergentes
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cocción de grasas y aceites de origen animal y vegetal, en presencia
de una solución concentrada de hidróxido de sodio (lejía). A fin de
otorgarles olor y color agradables, además de favorecer la formación
de espuma persistente, a los jabones se les adicionan sustancias
aromáticas (perfumes), resinas y colorantes. Los jabones fueron los
primeros surfactantes utilizados, sin embargo, presentan el inconve-
niente de ser inactivos en aguas duras, es decir, con concentraciones
altas de iones de Ca2+ y Mg2+. Estos iones divalentes reaccionan con los
jabones y forman sales insolubles de ácidos grasos, las cuales se
precipitan. Debido a la inactividad de los jabones en las aguas duras,
se desarrollaron los detergentes sintéticos, los cuales mantienen su
acción surfactante incluso en aguas de alta dureza. El grupo hidrofó-
bico de los detergentes es, por lo general, un radical hidrocarbonado
(R) que contiene entre 10 y 20 átomos de carbono. Existen tres tipos
principales de detergentes sintéticos: a) los aniónicos, cuyo grupo hi-
drofílico se ioniza negativamente en el agua; b) los catiónicos, carga-
dos positivamente; y c) los que no se ionizan en el agua.
Los detergentes amónicos son los más usados a nivel doméstico
e industrial y representan cerca de 60% de las descargas de sustan-
cias tensoactivas a las aguas residuales. Estos surfactantes son princi-
palmente compuestos de tipo sulfonato [RSO3]\Na+, esteres de sulfato
[ROSO3]Na+ y sulfates de cadenas hidrofílicas no-iónicas de polioxieti-
leno [R(OCH2CH2)nOSO3]-Na+. Los alquilbencen sulfonatos lineales (LAS)
son los detergentes aniónicos más usados y comprenden una mezcla
de 26 isómeros y homólogos con estructura química [R'C6H4SO3]Na+, en
donde R' es un grupo alquilo secundario lineal de 10 a 14 átomos de car-
bono de longitud. Los LAS son biodegradables pero, a concentraciones
elevadas (mayores a 25 mg/l), pueden inhibir el metabolismo microbia-
no, lo cual reduce la eficiencia de los sistemas biológicos de tratamiento
de las aguas residuales y altera el equilibrio en los cuerpos de agua. Las
algas son más sensibles que las bacterias y los hongos a los efectos ad-
versos de estas sustancias. Además de los LAS, existen los alquilbencen
sulfonatos de cadena (R') ramificada (ABS) que tienen una biodegrada-
bilidad muy baja y se consideran compuestos orgánicos persistentes en
el medio ambiente; por ello, sus efectos tóxicos son también mayores.
En los Estados Unidos se prohibió la comercialización de ABS (1965) y
sólo se permitió el uso de LAS.
Los detergentes no-iónicos representan aproximadamente 33%
de las descargas de surfactantes en las aguas residuales. Por lo ge-
neral, estas sustancias tensoactivas contienen un grupo hidrofílico
de polioxietileno R(OCH2CH2)nOH que en forma abreviada se expresa
como REn. Los detergentes comerciales van de RE7 a RE15. Los grupos
hidrofóbicos (R) empleados en los productos de uso doméstico son
principalmente alcoholes lineales primarios y secundarios, con lon-
gitudes de cadena entre 12 y 18 átomos de carbono. Los productos de
uso industrial manejan grupos hidrofóbicos basados en fenoles con
cadenas alquílicas ramificadas de 8 a 9 carbonos.
Los detergentes catiónicos representan apenas 7% de las descar-
gas de compuestos tensoactivos a las aguas residuales. Estos deter-
gentes son principalmente sales cuaternarias de amonio [RMe3N]+Cl-y
se emplean comúnmente en la fabricación de suavizantes y como
desinfectantes y cosméticos.
En términos generales, los detergentes tienen una toxicidad mo-
derada para las formas de vida acuáticas y, salvo los ABS, son ra-
zonablemente biodegradables. Sin embargo, a concentraciones altas
pueden reducir la eficiencia de los sistemas biológicos de tratamien-
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to de aguas residuales y afectar el equilibrio de los cuerpos de agua.
La formación de espuma y la interferencia con la transferencia de
oxígeno constituyen los principales problemas causados por estos
compuestos. Las concentraciones de surfactantes en las aguas resi-
duales domésticas normalmente son de 1 a 20 mg/l. En los cuerpos
de agua sanos existen concentraciones menores a 0.1 mg/l. La dis-
minución de la tensión superficial del agua afecta las formas de vida
que habitan en la interfase agua-aire. Los surfactantes se acumulan
en las interfases y, por lo tanto, en los sedimentos; los lodos prima-
rios suelen tener concentraciones de hasta 20 mg/kg de peso seco. El
uso de aguas residuales y lodos en la agricultura puede contaminar
los suelos; así, las concentraciones de ABS en el suelo de 10 mg/kg
inhiben el crecimiento de las plantas hasta en 70%.
Las sustancias tensoactivas dispersan y emulsifican los con-
taminantes liposolubles (grasas y aceites), dificultando con ello su
remoción de las aguas residuales. Por este mecanismo, los surfactan-
tes también incrementan la solubilidad y biodisponibilidad y, como
consecuencia, la toxicidad de los xenobióticos hidrofóbicos. Además
de las sustancias tensoactivas, los detergentes comerciales incluyen
aditivos que provocan efectos adversos a los ecosistemas acuáticos.
Los más importantes son: perfumes, sustancias blanqueadoras, abri-
llantadores ópticos, agentes espumantes y desinfectantes. De mane-
ra particular, estos últimos incrementan la acción bactericida y la
toxicidad de las presentaciones comerciales. Los llamados detergen-
tes biológicos incluyen enzimas, principalmente, proteasas (hidroli-
zan proteínas) y lipasas (hidrolizan lípidos) para aumentar su acción
limpiadora durante el lavado. Estas enzimas, al llegar a los cuerpos
de agua, provocan efectos adversos directos sobre los seres vivos o
alteran los componentes de su dieta.
El fosfato es el aditivo más abundante en los detergentes y pue-
de llegar a representar 50% del peso de la presentación comercial. El
tripolifosfato de sodio se emplea como "formador" y tiene tres fun-
ciones principales: 1) alcaliniza el agua de lavado, lo cual optimiza la
acción del detergente, 2) los fosfatos reaccionan con los iones Ca2+ y
Mg2+ del agua dura, manteniendo con ello la acción detergente de los
surfactantes y 3) ayuda a mantener las grasas en suspensión, facili-
tando su eliminación durante el lavado. El uso masivo de los fosfatos
como aditivos de los detergentes ha permitido su presencia elevada
en las aguas residuales (aproximadamente 50% del total). Los fosfa-
tos no son removidos eficientemente por los sistemas tradicionales
de tratamiento de las aguas residuales y son descargados en grandes
cantidades hacia los cuerpos de agua. Dado que los fosfatos son un
nutriente limitante para el crecimiento primario (organismos foto-
sintéticos) en los cuerpos de agua, su incremento puede derivar en
un crecimiento explosivo de algas y plantas acuáticas, conduciendo
al deterioro del cuerpo de agua mediante un proceso conocido como
eutroficación.
Plaguicidas
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de Rachel Carson, sobre los efectos del DDT en la vida silvestre y el
trabajo de Mount y Putniki sobre la muerte masiva de peces en el Río
Mississipi, llamaron la atención de la sociedad y forzaron al gobierno
de los Estados Unidos a interesarse por conocer los efectos tóxicos de
los pesticidas; por ello, a partir de la segunda mitad del siglo XX, se
empezaron a realizar diversos estudios sobre sus efectos en las dife-
rentes especies silvestres y domésticas, incluyendo al hombre.
Según la FAO (1986), un plaguicida es cualquier sustancia o mez-
cla de sustancias destinadas a prevenir, destruir o controlar alguna
plaga. Cualquier ser vivo que se desarrolle incontroladamente y ad-
quiera una densidad de organismos perjudicial para el hombre y su
medio, se considera una plaga. Los plaguicidas se pueden clasificar
de diversas maneras. Por su naturaleza química, en inorgánicos como
los arsenicales y los cloratos, y orgánicos que pueden ser naturales
(botánicos y microbianos) como las piretrinas y Bacillus thuringiensis; o
sintéticos, que son los más comunes y diversos, entre ellos se encuen-
tran los organoclorados como DDT, aldrín, dieldrín, lindano y clordano,
los organofosforados que incluyen malatión, paratión y diclorvos, los
carbamatos entre los que se encuentran aldicarb, carbarilo, carbofu-
rano y metiocarb; los herbicidas fenoxiácidos y sus derivados como
2,4-D, el 2,4,5-T; los fungicidas como el captan, zineb, thiram y otros
plaguicidas específicos para otros grupos biológicos.
Entre los plaguicidas destacan los insecticidas tanto por su volu-
men de producción, debido al número de plagas y de cultivos afecta-
dos, como por la diversidad química que presentan. Los hidrocarburos
organoclorados son los insecticidas sintéticos más antiguos y mejor
conocidos, incluyen al aldrín, dieldrín, DDE, DDT, endrín y toxafeno
que son considerados compuestos persistentes, ya que su degradación
requiere entre 2 y 11 años. Los plaguicidas contaminan los ambientes
terrestres y acuáticos, los más persistentes tienen mayor probabilidad
de interaccionar con otros elementos del sistema. Cuando la vida me-
dia y persistencia del plaguicida es mayor a la frecuencia con la que se
aplica, tiende a acumularse tanto en el medio como en la biota.
El agua se contamina con plaguicidas por aplicación directa, por
drenajes agrícolas o por precipitación atmosférica. Tanto los plagui-
cidas solubles en el agua como los insolubles interaccionan con la
biota acuática. Sin embargo, los hidrosolubles persisten en el me-
dio acuático, en tanto que los insolubles se adsorben a las partículas
suspendidas, a los sedimentos y se concentran en la biota acuática.
Entre los primeros se encuentran los carbamatos, los piretroides, los
herbicidas, numerosos fungicidas y los organofosforados, mientras
que los organoclorados son típicamente liposolubles. Como conse-
cuencia de la amplia distribución de los plaguicidas en el aire, suelo,
agua y biota, se produce una acumulación variable de ellos en los
elementos que constituyen la alimentación humana.
El envenenamiento por plaguicidas puede resultar de exposi-
ciones agudas y crónicas. Adicionalmente, los plaguicidas pueden
afectar a poblaciones humanas y animales mediante exposición se-
cundaria o a través de efectos indirectos. La toxicidad aguda por pla-
guicidas se debe a la exposición a dosis altas por periodos breves, que
generalmente causa la muerte; por ejemplo, la mortandad de peces
por residuos de plaguicidas o la muerte de aves por la ingestión de in-
sectos de áreas asperjadas con plaguicidas organoclorados, organo-
fosforados o carbamatos. La toxicidad crónica se debe a la exposición
a dosis bajas por periodos prolongados y generalmente no produce
efectos letales, pero provoca daños en diversas funciones biológicas.
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La toxicidad secundaria se presenta cuando un animal consume ali-
mentos o presas que contienen residuos de plaguicidas; por ejemplo,
aves que se enferman por consumir presas que estuvieron expuestas
a concentraciones agudas de un plaguicida, o la acumulación y el
movimiento de tóxicos persistentes en las cadenas troncas. Además
de la intoxicación directa y secundaria, los animales pueden ser afec-
tados de manera indirecta cuando su hábitat o su fuente de alimen-
tación son modificados. Los herbicidas pueden reducir la disponibili-
dad de alimento, la cobertura y los sitios necesarios para la anidación
de insectos, aves y peces.
Numerosos estudios documentan los efectos tóxicos de los pla-
guicidas en organismos acuáticos incluyendo algas, diversos inverte-
brados como rotíferos, cladóceros, moluscos, cangrejos y en muchos
vertebrados como peces y anfibios, principalmente. Los niveles de
toxicidad varían con la especie y el tipo de plaguicida. Generalmente,
los organoclorados son los más tóxicos y su concentración letal 50
(CL50) usualmente se encuentra entre 0.2 a 0.8 mg/l. Los herbicidas
son menos tóxicos y su CL50 se ubica entre los 10 y 100 mg/l. Los
estudios realizados en México sobre la distribución de plaguicidas
organoclorados en ecosistemas costeros, indican que gran parte de
nuestras costas, tanto del Golfo como del Pacífico, están contami-
nadas con este tipo de tóxicos; aunque afortunadamente los nive-
les detectados en los organismos se encuentran por debajo de los
límites de tolerancia establecidos. Los compuestos más comunes son
endrín, endosulfán, heptacloro y DDT. Con respecto a los otros tipos
de plaguicidas, debido a su degradación relativamente rápida, no se
han llevado a cabo estudios en el medio ni en los organismos. En el
Cuadro 4-3 se presenta información relacionada con la presencia de
plaguicidas organoclorados en ecosistemas costeros de México.
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ganismos pueden bioconcentrar estos plaguicidas de 10 a 1,000 veces
los niveles detectados en su hábitat.
Además de los efectos letales, existen los de carácter subletal,
que en los organismos acuáticos son muy variados, ya que alteran
la reproducción y la tasa de crecimiento, causan perturbaciones en
los procesos de osmorregulación y consumo de oxígeno, disminu-
yendo también los aminoácidos libres en la hemolinfa de crustáceos
y moluscos. En los peces, los efectos nocivos se presentan general-
mente durante el ciclo reproductivo; algunos organoclorados ocasio-
nan daños en diferentes órganos: hígado, riñón, cerebro, branquias,
músculo, intestino y gónadas. En las aves, el efecto principal es sobre
la reproducción, el DDE ocasiona el adelgazamiento de los cascaro-
nes de los huevos en varias especies como el halcón y el águila, así
como una disminución en la tasa reproductiva, dando por resultado
el declinamiento de la población. En los mamíferos marinos como
ballenas, delfines y focas, una gran proporción de la masa del cuerpo
es grasa, lo cual facilita la acumulación de organoclorados. Estos
compuestos pueden ser transferidos a las crías a través de la leche
materna, al igual que ocurre en los humanos, sin embargo, se desco-
nocen los efectos en las crías.
A pesar de todas las evidencias sobre los daños que producen
los plaguicidas al ambiente y a la salud humana, todavía se siguen
utilizando con pocas restricciones en los países subdesarrollados;
lo que trae como consecuencia un mayor deterioro ambiental y un
riesgo continuo en la salud. Para revertir estos efectos es necesario
que tanto los gobiernos como los diferentes sectores de la población
actúen juntos en el desarrollo de tecnologías acordes a sus necesida-
des, siendo el control biológico y el manejo integrado de plagas las
mejores alternativas.
Contaminación térmica
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CONTAMINACIÓN NATURAL Y
ACCIDENTAL DE LOS ALIMENTOS 5
Dr. Mario Onofre Cortez Rocha
Dra. Ma. Lourdes Aldana Madrid
Universidad de Sonora
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Introducción La contaminación del ambiente es un problema mundial que recla-
ma ser atendido de manera prioritaria por los efectos nocivos que
ocasiona en los seres vivos, particularmente en la salud humana,
así como por las pérdidas económicas y la necesidad de establecer
un desarrollo económico sustentable de la sociedad moderna. Este
problema involucra también los alimentos que no pueden ser con-
siderados al margen del contexto de la protección ambiental. Por
ello, uno de los principales retos contemporáneos es producir ali-
mentos libres de contaminantes y aptos para el consumo humano.
En términos generales, se sabe que los países en desarrollo depen-
den aproximadamente en 85% de los productos agrícolas, mientras
que los países desarrollados, solamente 40%. Por esta razón, la po-
blación de los países en desarrollo están más expuestos a consumir
alimentos contaminados que los habitantes de los países desarro-
llados, además de que estos últimos tienen sistemas de control y
normas de seguridad alimentaria que les permiten regular mejor
los productos destinados al consumo humano.
La contaminación de los alimentos puede provenir de varias
fuentes. Tienen especial importancia los compuestos naturales
como las micotoxinas, alcaloides, biotoxinas, ácido caféico, lemo-
nene, entre otros, los cuales llegan a la cadena alimenticia irreme-
diablemente y de forma continua; por ello, la exposición hacia estos
contaminantes a través de los alimentos adquiere casi siempre un
carácter crónico y rebasa incluso los efectos negativos de los con-
taminantes sintéticos y de los residuos de sustancias industriales.
Algunos compuestos se encuentran accidentalmente en los alimen-
tos y en general en el ambiente, como resultado del uso inadecuado
o de la degradación de ciertas sustancias que forman metabolitos
de mayor toxicidad y estabilidad, como es el caso del dicloro-dife-
nil-tricloroetano (DDT). Al respecto, algunos plaguicidas y metales
persisten en los alimentos aún después de ser lavados y/o procesa-
dos. La presencia de estos compuestos en el primer alimento que
reciben los mamíferos (líquido amniótico y leche materna), los han
hecho acreedores a ser llamados "el enemigo silencioso".
La presencia de compuestos potencialmente peligrosos para la
salud del hombre y de los animales ha aumentado con el uso y abu-
so de sustancias que intencionalmente se adicionan a los alimen-
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tos, a fin de lograr la aceptación de los consumidores, como son:
los colorantes, conservadores, antioxidantes, edulcorantes, sabori-
zantes, aromatizantes, etc. Otros compuestos permanecen en los
alimentos por descuido, negligencia o falta de control. Éstos pueden
denominarse como residuos (antibióticos, hormonas, etc.), contami-
nantes (metales, radionucleótidos, etc.) y productos del proceso de
transformación (imidazoquinolinas, nitrosaminas, etc.).
En este capítulo se describen los efectos nocivos de los conta-
minantes naturales, mediante la presencia de las micotoxinas (afla-
toxinas y fumonisinas) en los alimentos. También se analizan los
plaguicidas como ejemplo de contaminantes accidentales, enfati-
zando algunos estudios reveladores que fueron desarrollados en el
norte de México.
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de micotoxinas, las que han tenido una mayor atención por su
nivel de toxicidad, ocurrencia e importancia económica son: las
aflatoxinas (AFs), ocratoxina A (OTA), fumonisina B1 (FB1), deoxini-
valenol (DON), zearalelona (ZEA), ergot y patulina. La contamina-
ción con micotoxinas puede ocurrir también de forma indirecta, a
través de la acumulación de sus residuos en la carne, los huevos
y la leche, como consecuencia del consumo animal de alimentos
contaminados, o bien por la contaminación directa de las mate-
rias primas (cereales, productos de cereales, frutos secos, frutas y
otros) por hongos toxicogénicos capaces de producir micotoxinas.
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Figura 5-1. Interrelaciones entre inóculos primario y secundario en el ciclo
de vida de Aspergillus flavus (adaptado de Diener y Davis, 1987).
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Figura 5-2. Estructura química de las aflatoxinas primarias
(adaptado de Dshpande, 2002).
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Figura 5-3. Vías de biotransformación y eliminación de la aflatoxina B1 en
humanos y aves (elaborada con datos de Eaton y col., 2001; Wild y Turner
2002; Mykkänen y col., 2005; Johnson y col., 2008).
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La AFB1 por sí misma es relativamente inocua, sin embargo,
al ser ingerida es bioactivada en su forma tóxica por la acción de
enzimas del sistema de monooxigenasas de función mixta, forma-
do por varias isoformas del citocromo P450 (CYP-450), las cuales al
adicionar un grupo funcional a la AFB1 producen los compuestos hi-
droxilados denominados aflatoxina M1(AFM1), aflatoxina Q1(AFQ1) y el
metabolito desmetilado aflatoxina P1(AFP1), considerados de manera
general como productos de la desintoxicación. Las AFQ1 y AFP1 son
conjugadas con el ácido glucurónico y se eliminan por la orina y las
heces. Además, una parte de la AFM1 es eliminada sin modificaciones
por heces, orina, leche y en las aves por medio del huevo; o puede su-
frir una activación mayor y formar AFM1 -8, 9-epóxido, el cual forma
aductos con el ADN, y posteriormente ser excretado por la orina en
forma de AFM1-N7-guanina.
Por otra parte, la AFB1 puede ser transformada por metabolismo
oxidativo en un epóxido, entre los carbonos 8 y 9 en el anillo furano ter-
minal, denominándose AFB1-8,9 epóxido, el cual presenta dos formas
estereisoméricas: el exo y el endo-epóxido. Estos epóxidos, siguiendo
varias rutas metabólicas, pueden ser transformados en AFB1-dihidro-
diol y luego en AFB1-dialdehído, el cual reacciona con los grupos amino
de la lisina formando aductos con proteínas; o pueden ser parcialmente
reducidos a monoalcoholes o completamente reducido a dialcohol.
Cuando se conjuga con glutatión, el compuesto se elimina por la bilis,
pero si toma la ruta del ácido mercaptúrico (N-acetilcisteína) se eli-
mina por vía urinaria. Una tercera ruta de los epóxidos es reaccionar
con el ADN formando un aducto en la posición N7 de la guanina con
unión covalente en el C8 del epóxido de AFB1 A este aducto se le identi-
fica como trans-8,9-dihidro-8-(N7-guanil)-9-hidroxi-AFB1(AFB1-N7-Gua-
ADN) y da lugar a cualquiera de las dos reacciones siguientes: la ma-
yoría de los aductos se separan del ADN y son excretados por la orina;
o bien, mediante un rearreglo químico forman la estructura de AFB1
formamidopirimidina (AFB1-FAPY). Si no son reparados estos aductos
de ADN, los sitios apurínicos constituidos por la separación espontá-
nea del aducto AFB1-N7-Gua, se puede finalmente conducir a eventos
mutacionales. En síntesis, cuando el organismo ingiere alimento con-
taminado por AFs ocurre un proceso complejo de activación y daño
celular, así como una serie de acciones de destoxificación.
A nivel mundial, las AFs probablemente son las micotoxinas
más significativas, al estimarse como responsables de 20,000 muer-
tes relacionadas con el cáncer de hígado en Indonesia. Sin embargo,
la carcinogénesis en humanos es compleja debido al proceso de ini-
ciación, promoción y progresión de las etapas del cáncer. La expo-
sición a las AFs con dietas contaminadas es considerada un factor
de riesgo importante para el desarrollo del carcinoma hepatocelular
primario, particularmente en individuos que ya sufrieron hepatitis B.
Conviene señalar que la incidencia de cáncer varía ampliamente de
un país a otro, pero ha sido reportado con mayor frecuencia en China,
Filipinas, Tailandia, en el sudeste de Asia y África.
Además, existen evidencias considerables que asocian la afla-
toxina con la formación de neoplasias en tejidos extrahepáticos,
particularmente en pulmones, riñón, colon y glándulas lagrimales.
Otros efectos reportados de las AFs son el síndrome hemorrágico
hepatorrenal, la inmunosupresión y la muerte. La hepatitis aguda,
ictericia, fiebre, depresión, anorexia y los cambios degenerativos de
grasas hepáticas están asociadas con el síndrome de Kwashiorkor y
el síndrome de Reye. La dosis letal aguda (DLA) reportada para los
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adultos es de 10 a 20 mg de aflatoxina. Por otra parte, el consumo de
AFB1 por humanos o animales ocasiona la excreción en la leche de un
derivado denominado AFM1
Regulación
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edad, la concentración máxima permitida de AFB1 es de 0.10 μg/kg.
En 1997, el World Cáncer Research Found sugirió un máximo de 0.5
ng/L de AFM1 en la leche cruda, leche para la fabricación de produc-
tos lácteos y tratada térmicamente, mientras que la FDA y el Oficial
Journal of the European Union (2003; 2006) establecieron un rango de
0.05-0.5 μg.
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en inglés), hemorragia cerebral en conejos y edema pulmonar en cer-
dos; además, nefrotoxicidad y cáncer en el hígado de las ratas e in-
munosupresión en las aves, entre otros. En México (1998), se reportó
un brote de ELEM en burros ocasionado por las fumonisinas. En este
contexto, algunas evidencias sugieren que las fumonisinas afectan la
salud humana, entre ellas se encuentran: estudios epidemiológicos
realizados por la alta presencia natural de fumonisinas en el maíz
y por el gran consumo de alimentos derivados de éste, así como,
la alta incidencia de cáncer en el esófago y otras enfermedades en
China, África del Sur, Irán, Italia y Estados Unidos. Esto ha sugerido
que las fumonisinas también son un factor de riesgo para desarro-
llar cáncer de hígado. Por ello, la Agencia Internacional de Investi-
gación en Cáncer (IARC) ha clasificado las fumonisinas en la clase
2B (posibles carcinógenos para los humanos).
El mecanismo carcinogénico de las fumonisinas no ha sido
elucidado por completo. Sin embargo, existen evidencias de que la
fumonisina B1 no es genotóxica, que tiene una pobre actividad de
iniciación y que actúa de forma efectiva en la promoción del cáncer
de hígado en las ratas. La ingestión de fumonisinas altera la biosínte-
sis de esfingolípidos de suero y tejido porque presentan estructuras
similares (Figura 5-5). Debido a esta semejanza, se presenta una in-
hibición de la biosíntesis de esfingolípidos al interferir la fumonisina
con la enzima ceramida sintetasa (esfinganina N-aciltransferasa), la
cual es clave en la síntesis de novo de los esfingolípidos. Esta enzima
cataliza la conversión de esfinganina a dihidroceramida y posterior-
mente es convertida a ceramida, la cual produce complejos con es-
fingolípidos como glicoesfingolípidos y esfingomielina. A su vez, la
esfingosina es producida por la conversión de ceramida y otros es-
fingolípidos complejos, ocasionando la acumulación de esfinganina,
con una elevación consecuente de la relación esfinganina/esfingosi-
na (Sa/So) sérica en los animales expuestos, y el bloqueo posterior
de la síntesis de ceramidas y esfingolípidos complejos, efectos que
se han reportado como dosis-dependientes. Ésta puede ser una de
las causas de la toxicidad de la fumonisina, ya que los esfingolípidos
regulan el crecimiento, la diferenciación y la transformación celular.
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biológica. Debido a que los efectos de la FB1 sobre el metabolismo de
los esfingolípidos es considerado como uno de los primeros eventos
de los diferentes efectos tóxicos, según la especie animal de que se
trate, la relación Sa/So se ha propuesto como un parámetro bioquí-
mico indicador (bioindicador) de exposición a la FB1 Sin embargo,
recientemente se ha sugerido que la relación esfinganina-1-fosfato/
esfingosina-1-fosfato (SaP/SoP) urinaria es el biomarcador más sen-
sible de exposición a fumonisinas.
Las fumonisinas son escasamente absorbidas y se eliminan rá-
pidamente, por lo que se acumulan poco en el hígado y los riñones
de las ratas. Al respecto, en un estudio realizado en ratas con fu-
monisina radiomarcada (14C), 80% se recuperó en las heces antes de
las 48 horas y cerca de 3% en la orina, a las 96 horas después de su
ingestión oral. Con base en todos los estudios realizados, el Comité
Mixto FDA/OMS de Expertos en Aditivos Alimentarios (JECFA) esta-
bleció los límites máximos de fumonisinas (B1 B2 o B3) permitidos:
solas o en combinación el límite es de 2.0 μg/kg de peso corporal para
los humanos, mientras que para los animales la dosis máxima per-
mitida varía según la especie. Las fumonisinas siguen representando
un riesgo para la salud de los humanos y de los animales, por lo que
debe darse mayor énfasis a la inspección y evaluación de la materia
prima durante su recepción e implementar estrategias para reducir
su presencia en los alimentos, buscando garantizar la seguridad del
consumidor.
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destinados a la exportación han sido rechazados por los países desa-
rrollados debido a que contienen concentraciones altas de plaguicidas.
Por ello, en muchos países se realizan estudios para determinar los re-
siduos de plaguicidas en los alimentos; en décadas pasadas, su identi-
ficación fue frecuente al igual que la detección de sus concentraciones
por arriba de los límites de tolerancia recomendados por la FAO/OMS.
Una breve descripción de esta problemática en México puede
incluir diversos trabajos relacionados con la contaminación de los
alimentos. Al respecto, se debe señalar que la Comarca Lagunera es
una zona agrícola muy importante porque en ella se utilizan gran-
des extensiones de tierra para una amplia variedad de cultivos; por
ello, durante décadas se han aplicado en esta zona extensas canti-
dades de diferentes plaguicidas. En 1988, se estudió la presencia de
residuos de plaguicidas organoclorados en huevos de gallinas pro-
cedentes de esa región. En todas las muestras analizadas se encon-
traron residuos de estos agentes tóxicos. El número de compuestos
por muestra varió de 3 a 8 y los plaguicidas identificados con mayor
frecuencia fueron el DDT y sus productos de degradación, así como
un derivado del heptacloro.
Por otra parte, para estudiar el problema de la contaminación
por xenobióticos en peces de agua dulce, en 1985 se analizaron di-
versas especies de pescados del río Blanco, en el estado de Vera-
cruz, y se encontró el mayor número de contaminantes en la tilapia
(Oreochromis niloticus), mientras que en la trucha blanca (Cynoscium
arenarius) se detectó el menor número de sustancias tóxicas. En am-
bas especies fueron encontrados ftalatos y, además, en 8 de los or-
ganismos estudiados se identificó DDT.
Debido a su uso masivo en la agricultura, en el hogar y en el
control de plagas de los jardines, los plaguicidas organofosforados
han sido considerados como contaminantes ambientales. También
en este caso, la exposición de la población puede ocurrir a través del
consumo de alimentos contaminados con residuos de estos insec-
ticidas. En nuestro país, desde el año de 1979, se reportó la conta-
minación de alimentos (arroz, aguacate, jitomate, fresas y lechuga)
por plaguicidas organofosforados. Mediante técnicas cromatográfi-
cas, se hallaron residuos de estos compuestos en 82% de las mues-
tras analizadas. El número de plaguicidas por muestra varió, pero
el mínimo fue de dos y el máximo de cinco en los alimentos que
presentaron residuos. Los compuestos que se encontraron con más
frecuencia fueron paratión, malatión y gutión, también se localiza-
ron residuos de diazinón, etión y forate. En ese estudio se demostró
que las concentraciones de residuos de plaguicidas encontradas en
algunos alimentos excedieron los límites de tolerancia recomenda-
dos por la OMS. Además, en el año 2009, se publicó un trabajo en el
que se reporta la presencia de residuos de plaguicidas organofosfora-
dos en el brócoli, producido en 23 regiones agrícolas de nuestro país.
Los compuestos identificados con mayor frecuencia fueron: malatión
(70%), diazinón (65%) y clorfenvinfos (43%).
En este contexto, conviene señalar que en años recientes, en
la Universidad de Sonora (UNISÓN) se ha estudiado la presencia
de residuos de plaguicidas en granos almacenados y en nopal fres-
co y deshidratado, producidos en el estado de Sonora, además, se
han señalado sus implicaciones para el consumidor. En los granos,
se hallaron restos de p,p'-DDT (Figura 5-6), malatión, clorpirifos, del-
tametrina y cipermetrina. En casos aislados se encontraron concen-
traciones mayores a las permitidas, principalmente en el trigo y en
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menor concentración en el frijol, maíz y garbanzo. Sin embargo, no se
consideró que la presencia de estos insecticidas en los granos estu-
diados representara un riesgo de genotoxicidad para el consumidor.
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En ellas se identificaron los siguientes compuestos: p,p'-DDT y sus
productos de transformación p,p'-DDE y p,p'-DDD, así como HCH y
HCB. La concentración media para el DDT total fue de 0.27 μg/mL
(base volumen total), valor que excedió cinco veces al límite estable-
cido por la FAO/OMS. Por otra parte, en la zona periférica de la ciudad
de México (2001), se encontró p,p'-DDE en leche humana en concen-
traciones que alcanzaron hasta 2.3 mg/kg. También, en muestras de
leche materna de mujeres residentes de Pesqueira, Son., (2007), el
metabolito del DDT localizado con mayor frecuencia y concentración
fue el p,p'-DDE (9.0 μg/Kg).
Para concluir, en el año 2005, la Organización Panamericana de
la Salud publicó un estudio sobre los posibles efectos nocivos y los
riesgos para la salud humana asociados con el uso de plaguicidas, en
la región fronteriza México-Estados Unidos. Los resultados obtenidos
en seis estados de nuestro país (Nuevo León, Tamaulipas, Coahui-
la, Chihuahua, Sonora y Baja California) indican que "los datos re-
ferentes al empleo de los plaguicidas estaban limitados debido a la
falta de información disponible en la mayor parte de los lugares en
México". En el análisis y recomendaciones de este estudio también
se señala: "lo que se necesita con mayor urgencia es poder generar
registros que documenten cada vez que se han aplicado insecticidas
del lado mexicano. La mayoría de las áreas agrícolas no cuentan con
un sistema de control de los plaguicidas".
Por ello, en México se requiere integrar un grupo de trabajo in-
terdisciplinario para estudiar la problemática de residuos de plagui-
cidas en los alimentos y sus efectos en la salud, así como establecer
un sistema de monitoreo que permita documentar con exactitud el
uso de los plaguicidas.
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ECOTOXICOLOGÍA GENERAL 6
Dr. Roberto Rico-Martínez
Universidad Autónoma de Aguascalientes
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Introducción Definición y aspectos principales
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basada en los efectos causados por el estrés. El problema de esta
clasificación es que el estrés es un vocablo ambiguo, aunque todo
mundo entienda el concepto. Así, los efectos de los tóxicos en los eco-
sistemas se miden frecuentemente en términos de un espectro muy
amplio que va del nivel molecular (por ejemplo, inducción de proteí-
nas de estrés o heat shock proteins) al nivel del ecosistema completo
(cambios en los ciclos de los nutrientes o en el balance respiración/
producción).
En este contexto, y de acuerdo con Selye, el estrés es un "estado
caracterizado por un síndrome específico que consiste de todos los
cambios no específicos inducidos dentro de un sistema biológico". Es
decir, es un proceso bajo el cual un organismo confronta un agente
nocivo. Sin embargo, los ecotoxicólogos han empleado el concepto de
estrés en una forma más amplia, y las definiciones son muy variadas.
No obstante, todas las definiciones del estrés empleadas en ecotoxi-
cología sugieren que este término alude ya sea a una respuesta es-
pecífica, una característica, un efecto o bien a un factor externo que
causa un efecto o respuesta. Por lo tanto, y dentro de esta definición,
el factor externo sería el agente causante de estrés y la respuesta o
efecto es el estrés.
En el marco de la ecotoxicología, el estrés tiene cuatro cualida-
des básicas que son: 1) una respuesta o un efecto que causa un de-
trimento o desorganización, 2) el factor que causa la desorganización
es atípico, 3) el sistema responde modificando su ciclo de energía o su
estructura y 4) las cualidades temporales son esenciales al concepto
de estrés. Esto implica que el estrés es la respuesta a un agente que lo
causa de manera reciente. Tomando en cuenta estas cuatro cualida-
des, se puede dar una definición clara y general al concepto de estrés
en el contexto de la ecotoxicología: el estrés, en cualquier nivel de
organización ecológica, es una respuesta o efecto a un factor reciente
que causa un detrimento o desorganización.
Sin embargo, hay varios efectos de los tóxicos que no producen
estrés como se define en el concepto anterior, tal es el caso de:
a) Efectos horméticos. Son efectos estimulantes (benéficos incluso) ex-
hibidos por la exposición a concentraciones bajas de ciertos tóxi-
cos (metales principalmente) o a los agentes físicos como la tem-
peratura. La hormesis es un fenómeno de relación entre la dosis
y la respuesta, caracterizado por la estimulación a dosis bajas e
inhibición con dosis altas, que ha sido frecuentemente observado
en estudios bien diseñados.
b) Efectos neutrales. Son cambios que se pueden medir y que no tie-
nen ningún impacto aparente (adverso o benéfico) en las cuali-
dades generales de un sistema.
c) Efectos ambiguos. Es un efecto medible, de características no defi-
nidas relativas al grado de adversidad/beneficio, pasividad o pre-
adaptación. El conocimiento actual de la ecotoxicología necesita
de esta categoría, dado que muchos efectos que se han medido
en los grandes niveles de un ecosistema caen en esta categoría.
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Los efectos de los tóxicos en el medio ambiente también pueden
ser clasificados de otras maneras:
1.- Contexto temporal. Son efectos agudos que ocurren o se desarro-
llan rápidamente después de la administración de una sustancia
o como resultado de un evento intenso de exposición. En con-
traste, los efectos crónicos son aquellos que se manifiestan des-
pués de un cierto tiempo. Sin embargo, para algunos autores un
efecto tóxico es el resultado de una exposición a largo plazo.
2.- Letalidad. En ocasiones, distinguir entre efectos letales y subleta-
les es difícil. Desafortunadamente, en muchos casos es imposi-
ble decidir si un efecto subletal (como la disminución del com-
portamiento de escape de los depredadores) puede o no resultar
al mediano plazo en la muerte del individuo (efecto letal) dentro
de un ecosistema.
3.- Sitio de acción del tóxico. En Toxicología, la mayoría de los autores
reconocen los efectos de acuerdo con sus sitios de acción. Así se
habla de un efecto sistémico cuando actúa a nivel de sistemas,
como el nervioso central, inmune o cardiovascular. Un efecto
local ocurre en el primer sitio de daño (sitio de contacto) como
una lesión en las branquias causada por el contacto directo con
el tóxico.
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ecotoxicología, un microcosmo es definido como un sistema de labora-
torio con el que se intenta simular físicamente un ecosistema o un
subsistema mayor de un ecosistema. Los mesocosmos son sistemas
experimentales exteriores de un subsistema mayor o un ecosistema.
Estas unidades funcionales han permitido grandes avances en eco-
toxicología para obtener ciertas inferencias y diseñar experimentos
que muestran o evalúan los efectos de un tóxico en un ecosistema
específico. Se ha listado una serie de cambios anticipados en los eco-
sistemas que experimentan estrés (Cuadro 6-1). También han sido
detalladas las cualidades que contribuyen a la vulnerabilidad de los
ecosistemas naturales al estrés. Al respecto, la vulnerabilidad es defi-
nida como la susceptibilidad de un ecosistema a un daño irreversible
dentro de un lapso de décadas. Caims desarrolló los conceptos de
elasticidad (la habilidad de un ecosistema de regresar a su estado ori-
ginal o anterior al estrés) y de inercia (la habilidad de un ecosistema
de resistirse a un cambio en su función o estructura), así como una
serie de factores asociados a estos conceptos para estimar la vulne-
rabilidad de un ecosistema (Cuadros 6-2 y 6-3).
Cada unidad experimental tiene sus pros y sus contras. La ven-
taja clara de los microcosmos es la habilidad para permitir exa-
minar los procesos de la comunidad o del ecosistema bajo con-
diciones estrictamente controladas, o manipular fácilmente dichas
condiciones e incorporar verdaderas réplicas. Su desventaja obvia
es la pérdida de realismo comparado con las otras dos unidades.
Los mesocosmos ganan cierto realismo, pero este logro significa una
pérdida en el control, manipulación y replicación. Los mesocosmos
han sido usados muy efectivamente para estimar procesos a nivel
de comunidad o ecosistemas. Los estudios de los ecosistemas com-
pletos, o de parte de ellos, son caros, difíciles de manipular y fre-
cuentemente dependen de seudorreplicación. Sin embargo, el rea-
lismo asociado a ellos es invaluable.
Categoría Tendencia
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1.- Reducción en el reciclamiento interno y la entrada/salida del exterior del
ecosistema se hace más importante.
2.- Retroceso a una etapa de la sucesión biológica más temprana.
Ecosistema 3.- Reducción en la eficiencia con que se utilizan los recursos.
4.- Reducción en las interacciones positivas (ejemplo, mutualismo) y un incremento
en las interacciones negativas (ejemplo, parasitismo).
5.- Los procesos funcionales, como el metabolismo de la comunidad, tienden a ser
más robustos que la composición de las especies u otras propiedades estructurales.
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Evaluación del riesgo ecotoxicológico
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Si bien esto aplica para la producción de nuevas substancias,
no es válido para la Ley de Control de Substancias Tóxicas (TSCA
en inglés). En estos casos la USEPA tiene que demostrar en forma
inequívoca que una substancia es tóxica antes de poder hacer algo al
respecto. Usualmente la USEPA determina que la MATC para el uso y
dispersión de un producto debe dar una proporción de 10 entre su va-
lor de CL50 y su concentración de exposición. Muchos investigadores
estadounidenses cuestionan el uso de este valor de 10 por la USEPA
por las siguientes razones:
a) No toma en cuenta de manera adecuada los efectos de incre-
mentar la dosis.
b) No compensa las diferencias entre las poblaciones de laborato-
rio y las del campo.
c) No estima los efectos indirectos de los tóxicos (interacciones de
la cadena tronca que causa biomagnificación, competencia por
recursos, etcétera).
d) Este método tiene niveles de confianza desconocidos.
e) No cuantifica la toxicidad con certeza.
f) No cuantifica la falta de certeza en cuanto a otros factores que
modifican la toxicidad y otros aspectos.
g) No toma en cuenta los efectos sobre los ecosistemas.
Niveles de organización
a) Compuestos gaseosos
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portante al ambiente. El S02 es muy soluble en agua y puede formar
compuestos como el ácido sulfúrico y sulfates, que entran en los eco-
sistemas terrestres y acuáticos. Su inhalación afecta el tracto respi-
ratorio superior y los bronquios. El sulfito y bisulfito derivados del SO2
pueden reaccionar directamente con puentes disulfuro, compuestos
cíclicos y ADN, o en presencia de iones metálicos formar radicales
libres. En las plantas interfiere con la acción de los estomas.
El óxido de nitrógeno (NO) y el dióxido de nitrógeno (NO2) están
formados por la combustión de combustibles y la oxidación de nitró-
geno. Ambos son poco solubles en el agua y son contaminantes oxi-
dantes en el aire. El NO2 produce tos, dolores de cabeza, dolores de
pecho, inflamación de pulmones, edema pulmonar y eventualmente
la muerte. Si bien El ozono (O3) es indispensable para proteger la tierra
de la radiación ultravioleta en la estratosfera, su presencia en la
parte baja de la atmosfera (troposfera) puede producir efectos ad-
versos para los sistemas biológicos. En la atmósfera existe una gran
variedad de hidrocarburos resultantes de la combustión incomple-
ta de combustibles fósiles, la evaporación de solventes y las emisio-
nes de procesos industriales. El O3, al ser un poderoso agente oxidante,
produce severos efectos sobre epitelios y mucosas y en los pulmones
de los animales, además de los efectos sobre las enzimas, ADN y ARN.
En las plantas se reportan efectos sobre fotosíntesis con importantes
pérdidas en los cultivos.
Entre los principales hidrocarburos presentes en la atmosfera
destacan el etano, propano, butano, eteno, propeno, benceno y tolue-
no. Los hidrocarburos son importantes en la atmósfera como forma-
dores de ozono. El impacto producido por algunos de estos compues-
tos es analizado en el Capítulo 3 de este libro.
b) Metales
c) Detergentes
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tantes) aniónicos. Un agente tensoactivo es una mezcla de sustancias
homologas que difieren en la longitud de la cadena, grado de sustitu-
ción y otras características, además, las propiedades de sus componen-
tes usualmente son aditivas. En muchos países industrializados, los
agentes tensoactivos aniónicos son caracterizados con la metodología
descrita en los Standard Methods (APHA-AWWA-WPCF, 1989). Convie-
ne señalar que en las Normas Oficiales Mexicanas no existe mención
para el límite máximo de estas sustancias como contaminantes en las
descargas de aguas residuales (NOM-001-ECOL-1996).
La metodología antes señalada utiliza el azul de metileno (colo-
rante catiónico) para analizar la suma de las sustancias activas al mis-
mo. El límite de detección de esta técnica es de 0.02 mg/L. Este método
analítico permite cuantificar rápidamente, aunque de manera inespe-
cífica, compuestos como los sulfonatos lineales de alquinos (LAS, por
sus siglas en inglés), los sulfonatos secundarios de alcanos (SAS,
por sus siglas en inglés), los sulfonatos etóxicos de alcanos (AOS,
por sus siglas en inglés) y los sulfates aniónicos. Sin embargo, esta
técnica no detecta los surfactantes no iónicos y catiónicos, además
de otras sustancias como la zeolita, el perborato, los carboxilatos
y otros tipos de detergentes. En otros países se han desarrollado
métodos para detectar detergentes específicos utilizando la croma-
tografía de gases y la cromatografía líquida de alta presión.
Para las sustancias activas al azul de metileno (SAAM) se repor-
tan valores de 3-12 mg/L para descargas sin tratar, mientras que para
el agua de río el intervalo es de 0.005-6.9 mg/L. La mayoría de los
agentes tensoactivos aniónicos son removidos eficientemente por las
plantas de tratamiento que operen adecuadamente con lodos acti-
vados (más de 95% de remoción) e inclusive en agua de río se estima
que hay biodegradación del orden del 80-100% para estas sustancias.
Los valores de CL50, CE50 y CNOE están en el orden de 0.3 a 50 mg/L
para estas sustancias y han sido determinados en organismos tan
diversos como bacterias, algas, invertebrados acuáticos y peces. La
vida media en el ambiente para estas sustancias va de varias horas
a unos pocos días. También parece que los efectos letales y subleta-
les producidos por estas sustancias ocurren en concentraciones muy
por arriba de las reportadas en el ambiente. Lo mismo se ha reporta-
do para los agentes tensoactivos no iónicos, catiónicos y para otras
sustancias que componen los detergentes.
d) Plaguicidas
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e) Contaminación orgánica, DBO, DQO, aceites e hidrocarburos
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carlismos de interacción con el ambiente son el resultado de varios
millones de años de desarrollo evolutivo".
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un tóxico de referencia) y la determinación del Coeficiente de
Variación (CV), expresado como un porcentaje de variabilidad en
diferentes ensayos de toxicidad realizados con la misma cepa o
lote de organismos con el mismo tóxico de referencia. Este punto
es fundamental, pues de esto depende la confianza que se pueda
tener en el resultado obtenido con una prueba de toxicidad para
determinar los efectos de una muestra.
• Reproducibilidad. Cuando se utiliza este tipo de pruebas con
propósitos regúlatenos, se debe asegurar que sean lo suficien-
temente simples y estén estandarizadas para garantizar que
puedan ser ejecutadas por cualquier tipo de laboratorio con la
infraestructura y experiencias básicas (gubernamentales, uni-
versitarios o privados).
• Confiabilidad. Como ha sido abordado con anterioridad, la con-
fianza en los resultados obtenidos debe sustentarse en un adecua-
do control de calidad para permitir niveles de precisión consisten-
tes y aceptables, tanto inter como intralaboratorios. Los ejercicios
de intercalibración ayudan a cumplir con este requerimiento.
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Multiespecíficos. La evaluación se hace con representantes de
diferentes grupos taxonómicos, normalmente representantes
de comunidades importantes en los ambientes acuáticos: fito-
plancton, zooplancton, bentos y necton. Son pruebas que, si
bien incluyen diferentes taxa, se realizan de manera indepen-
diente para cada taxón seleccionado.
Microecosistemas (mesocosmos). Éste es el modelo de ensayo
básico para estudios en ecotoxicología. Son multiespecíficos,
por definición, pero no necesariamente se tiene control sobre
la diversidad y abundancia de los taxa presentes.
• Por el ámbito en el que se desarrollan y el grado de control:
Bioensayos de laboratorio. En éstos el control es pleno, pero
se puede perder en significancia y proyección hacia las
condiciones naturales.
Bioensayos in situ. Normalmente son los que se realizan en
microecosistemas o mesocosmos. En éstos se sacrifica grado
de control de múltiples variables ambientales, pero se gana en
realismo.
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complejos, en los que es posible identificar cambios drásticos en las
formas de vida; por ejemplo, en especies que presentan etapas de hue-
vos, larvarias, juveniles, preadultas y adultas, y en algunas de ellas hay
procesos de metamorfosis. Tal es el caso de los moluscos que cambian
de etapas de vida libre a etapas sésiles, o en muchos otros que presen-
tan etapas que se desarrollan como componentes del plancton para
después cambiar a hábitos bentónicos o nectónicos. Estos cambios en
las formas de vida se asocian a sensibilidades distintas, por lo que es
necesario poder diferenciarlas.
La calidad del agua es un componente ambiental que influye
también de manera determinante en la respuesta tóxica de los or-
ganismos de prueba, pues algunas características físico-químicas
modifican la biodisponibilidad de los materiales tóxicos. Entre éstos
cabe destacar el efecto del pH, de la dureza del agua y de la tempe-
ratura. También es importante la dinámica que se puede dar entre
los diferentes compuestos tóxicos en el agua, pues en muchos casos
se presentan interacciones complejas que aumentan o reducen la
toxicidad, entre ellas: las interacciones de tipo antagónico, sinérgicas,
aditivas o supra aditivas.
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El empleo de cualquiera de las opciones antes descritas tiene
pros y contras, algunos de los cuales se discuten a continuación:
a) Organismos silvestres
b) Organismos de cultivo
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gico y nutricional, 4) se tiene control y se elimina la presencia de
parásitos y enfermedades, 5) se conoce su historia química y bio-
lógica, por lo que se pueden descartar los efectos de exposiciones
previas, 6) son especies adaptadas a las condiciones de experi-
mentación y se logran valores de supervivencia adecuados en los
controles, 7) se puede contar con cepas o clones caracterizados
genética o fisiológicamente, 8) se tiene un mayor conocimiento
sobre su fisiología y metabolismo, así como sus principales res-
puestas ecofisiológicas, 9) se cuenta con información sobre su
biología en condiciones normales y 10) se tiene mayor constan-
cia en las respuestas obteniéndose con ello menores coeficientes
de variación en los resultados.
• Desventajas: 1) pueden no ser las especies más sensibles o repre-
sentativas de la biota local o regional, 2) se requiere determinar
previamente sus condiciones óptimas de cultivo para obtener or-
ganismos de prueba de manera confiables, 3) pueden presentarse
respuestas sesgadas por variabilidad genética reducida, 4) las con-
diciones de cultivo pueden ocasionalmente influir sobre las res-
puestas, como en el caso de las especies producidas masivamente,
5) el cultivo puede en algunos casos ser costoso y/o complicado, 6)
la disponibilidad de técnicas de cultivo puede ser reducida, 7) se
cuenta con un menor número de opciones de experimentación y
8) con frecuencia es difícil extrapolar la información obtenida.
c) Microecosistemas
Biomarcadores
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funcionamiento de los sistemas de destoxificación. Se necesita tam-
bién determinar la naturaleza de muchos tóxicos y el tiempo en que
han estado desarrollando su efecto adverso. Este efecto tiene que ser
cuantificado para determinar sus consecuencias. Por ello, los obje-
tivos finales que se han propuesto los toxicólogos ambientales son
prevenir el deterioro del ambiente y documentar la recuperación de
los sistemas afectados.
Para valorar los riesgos ecológicos es necesario llevar a cabo ac-
ciones como: 1) determinar las concentraciones de los xenobióticos
en el ambiente, 2) analizar los tejidos de los organismos afectados
para determinar la carga corporal de contaminantes en ellos (aunque
estos estudios son caros, nos dan una idea de la bioacumulación), 3)
realizar inventarios taxonómicos de fauna y flora porque la compo-
sición de especies de un determinado ecosistema ayuda a conocer
su grado de contaminación; sin embargo, la composición de especies
depende de factores muy complejos y en ocasiones las distribucio-
nes "sospechosas" pueden ser debidas a causas naturales, 4) realizar
pruebas de toxicidad crónica o aguda con organismos.
En la actualidad, gracias a las herramientas proporcionadas por
la biología celular y molecular, es posible detectar tempranamente
el impacto de los contaminantes en el crecimiento, reproducción o
supervivencia de una población. En este contexto, un "biomarcador"
es un cambio en los niveles celulares o moleculares que puede ser
usado para predecir efectos ecológicos adversos en un individuo o en
una población. Idealmente, los biomarcadores pueden servir como:
1) Centinelas. Demuestran la presencia de tóxicos biodisponibles y
la magnitud de la exposición.
2) Indicadores potenciales de la contaminación (surrogates). Seña
lan efectos potenciales de los tóxicos para la salud de los huma
nos, animales o plantas.
3) Herramientas de predicción. Ayudan a predecir los efectos a lar
go plazo en la salud de las poblaciones o de los ecosistemas.
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Tipos de biomarcadores
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e) Proteínas de estrés. Proteínas de choque térmico (heat shock pro-
teins). Cumplen diversas funciones en las células, como la repa-
ración o degradación de las proteínas anormales. Son inducidas
por varios contaminantes.
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Figura 6-3. Gráfica de las inedias de los valores de (r). Comparación de los va-
lores medios de la tasa intrínseca de crecimiento (r) del rotífero léame quadri-
dentata, cultivado con dos concentraciones de alga verde Nannochlorizs oculata
(1x105 y 1x106 células/ml) y dos concentraciones diferentes de hexacloroben-
ceno (HCB). Exposición crónica de 5 días. Las barras indican los límites de con-
fianza a 95%. (Hernández, 2006).
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contaminante como producto de un estado estable. Muchos de los
resultados obtenidos experimentalmente concuerdan con los resul-
tados predichos por las RCEA, sin embargo, en algunos casos se han
encontrado desviaciones de varios órdenes de magnitud.
En el caso de los metales, y sobre todo para los animales, la bio-
concentración se expresa con una ecuación sencilla:
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de América, 1989). Estudios recientes sugieren que hasta ahora el
petróleo ha estado presente en el ecosistema y que muchas pobla-
ciones aún resienten los efectos del derrame.
Además de los estudios de recuperación de ecosistemas después
de derrames de petróleo, también existen trabajos sobre el efecto de la
acidificación de lagos y ríos, sobre todo en Escandinavia, en donde un
tercio de los lagos de Noruega habían perdido sus poblaciones de pe-
ces salmónidos debido a la lluvia acida (afortunadamente estos ejem-
plos dramáticos son escasos). Por la complejidad de los problemas
de contaminación ambiental, los ecotoxicólogos requieren de otras
herramientas para medir los efectos nocivos de los xenobióticos en
los ecosistemas. Éstas están representadas por los microcosmos y
mesocosmos descritos en párrafos anteriores.
Un ejemplo de los efectos nocivos que una sustancia tóxica
puede producir en un ecosistema es el reportado por Rico-Martínez
et al. (1998). En este estudio de microcosmo, se colectaron 100 li-
tros de agua de la presa Presidente Calles (Aguascalientes, México)
en 4 estaciones de colecta diferentes; con el agua se llenaron diez
acuarios que corresponden a cinco tratamientos (dos réplicas por
tratamiento): control, cobre 0.05 mg/L, cobre adición continua de
0.05 mg/L hasta llegar a 0.45 mg/L, cobre 0.20 mg/L y cobre 0.45
mg/L (los tratamientos de 0.05, 0.20 y 0.45 corresponden a adiciones
iniciales y únicas). Al inicio del trabajo (día 0), cada acuario tenía
una densidad media de zooplancton que oscilaba entre los 142-238
organismos/L (no hubo diferencias significativas entre las medias
de todos los tratamientos); sin embargo, al día 3 se presentó un des-
censo dramático y significativo (p < 0.05) entre la media del control
(185 organismos/L) y las medias del resto de los tratamientos (30-
70 organismos/L). Durante el experimento, también se observaron
diferencias significativas en los índices de diversidad de Shannon-
Weaver, entre el control y los diferentes tratamientos.
Otro de los parámetros muy útiles para definir la salud de un
ecosistema es la relación entre la fotosíntesis y la tasa de respira-
ción (F/R). En efecto, la productividad primaria de un ecosistema
es la tasa de adición de energía que proveen los organismos foto-
sintéticos. En este contexto, la tasa de respiración de un ecosiste-
ma es la pérdida de energía que resulta de diversos procesos de los
organismos que lo habitan. Esto es particularmente cierto para los
ecosistemas dulceacuícolas como los arroyos, en donde la tasa de
respiración es el resultado de la oxidación de la materia orgánica
por organismos que habitan el arroyo o cuerpo de agua a estudiar.
Por ello, el balance F/R valora la función de un ecosistema dulce-
acuícola. Si la tasa F/R es menor a 1 (la respiración es mayor que la
fotosíntesis) ese ecosistema requerirá de energía para mantenerse;
por el contrario, un ecosistema con una tasa alta F/R tendrá energía
para exportar a otros ecosistemas o podrá sustentar una comuni-
dad más diversa. Algunos xenobióticos pueden alterar esta relación
y provocar efectos adversos en un ecosistema que se pueden moni-
torear mediante la tasa F/R.
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nes se ubican en el ámbito de la toxicología o a lo sumo de la toxico-
logia ambiental, ya que son incipientes y contadas las investigacio-
nes en las que el enfoque es realmente ecotoxicológico. Lo anterior
no demerita los esfuerzos ni la calidad de la información que se ha
generado sobre los efectos tóxicos de los contaminantes en ambien-
tes controlados, por el contrario, creemos que este antecedente es
necesario para dar el siguiente paso que se ubique plenamente en
el campo de la ecotoxicología.
b) Estudios e instituciones
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El incremento de la información sobre los efectos tóxicos en
un gran número de especies, principalmente zooplanctónicas
dulceacuícolas.
Estas investigaciones científicas se realizan en diferentes uni-
versidades y centros de investigación, entre ellos: la Universidad
Nacional Autónoma de México, el Instituto Politécnico Nacio-
nal, la Universidad Autónoma de Aguascalientes, La Beneméri-
ta Universidad Autónoma de Puebla, la Universidad Autónoma
del Estado de México, la Universidad Autónoma del Estado de
Morelos, el Centro de Investigación y Estudios Avanzados del
IPN (CINVESTAV), el Centro de Investigaciones Biológicas del
Noroeste. (Seguramente hay algunos más que trabajan sobre
este tema y que por desconocimiento no están incluidos en este
listado.)
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abordarán problemas torales de la ecotoxicología. En esta ruta, sin
embargo, no debe perderse de vista que éste es un proceso gradual y
que quizás la etapa inmediata sea la realización de ensayos multies-
pecíficos, incorporados en un esquema de batería, que proporcione
información sobre comunidades claves de diferentes ambientes.
También se deberá atender la carencia de opciones de organismos y
métodos de prueba para ambientes salobres y marinos.
Debido a la dinámica con que se atienden estos problemas de
investigación científica, es de esperarse que en una década nuestro
país cuente ya con propuestas de protocolos y que muchos de ellos
hayan sido incorporados, no como procedimientos discrecionales,
sino como pruebas obligatorias que estén incluidas formalmente en
el marco normativo ambiental. Para entonces, se tendrá un avance
cualitativo en el que muchos de los resultados de la investigación
científica serán convertidos en metodologías controladas y sistemati-
zadas, que podrán ser realizados por personal técnico especializado.
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cology. Taylor & Francis, Boca Ratón, Florida, USA, Tercera Edición,
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ECOTOXICOLOGÍA ACUÁTICA 7
Dr. Fernando Martínez-Jerónimo
Escuela Nacional de Ciencias Biológicas-IPN
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Introducción El agua es un recurso natural, limitado y renovable, indispensable para
el mantenimiento de la vida en el planeta Tierra. Aun cuando a nuestro
hábitat se le conoce como "planeta azul", ya que visto desde el espacio
exterior es la coloración dominante que muestra debido a las grandes
masas oceánicas; lo cierto es que, como parte de la hidrosfera, el agua
dulce constituye la minoría (menos de 2.5%) y la cantidad accesible
para consumo directo es aún menor (0.77%). El agua es una sustancia
química de comportamiento "anómalo" pues presenta propiedades y
características no esperadas, pero explicadas por su estructura química
molecular. Es el principal constituyente de la materia viva y el medio
que permite que se desarrollen todas las reacciones y procesos quími-
cos y bioquímicos que posibilitan la persistencia de la vida en la Tierra.
En este contexto, si consideramos que la ecotoxicología estudia los
efectos nocivos de las sustancias químicas sobre los ecosistemas; de
manera particular, la ecotoxicología acuática analiza los efectos adver-
sos de los xenobióticos sobre los ecosistemas acuáticos.
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caso del agua, los enlaces por puente de hidrógeno mantienen co-
hesionadas sus moléculas, por lo que se requiere aplicar una canti-
dad considerable de energía (4.2 J-1 g-1 °C-1) para lograr incrementar
su temperatura. El agua requiere asimismo una gran cantidad de
energía para lograr el cambio de estado, sea de sólido a líquido (calor
de fusión=335 -1 g-1 °C-1), o para pasar del estado líquido al gaseoso
(calor de vaporización=2,453 -1 g-1 °C-1). En ambos casos, nuevamente,
se puede explicar este comportamiento "anómalo" como una carac-
terística físico-química de esta sustancia excepcional, propiciada por
el diferencial de carga de la molécula y la dinámica formación de
enlaces por puente de hidrógeno.
La tensión superficial se debe a la atracción entre las moléculas
de agua (por los puentes de hidrógeno) que se propicia en el medio
acuoso en la interfase con la atmosfera, lo que permite la formación
de una barrera física que hace hasta cierto punto infranqueable su
penetración. Esta barrera permite el desarrollo de formas de vida que
exclusivamente persisten sobre esta película, como algunos insectos
y una comunidad acuática considerada como parte del plancton y
que es conocida como pleuston.
Todas las sustancias líquidas muestran una relación inversa en-
tre la temperatura y la densidad que presentan, de esta manera, a
medida que aumenta la temperatura disminuye la densidad y vice-
versa, es decir, conforme se reduce la temperatura la densidad del
líquido aumenta. Lo anterior es válido para el agua pura (hasta cier-
to punto), pues la máxima densidad se observa aproximadamente a
los 4 °C, pero a partir de este valor, conforme sigue reduciéndose la
temperatura, la densidad invierte su tendencia de cambio hasta que
a los 0 °C, cuando ocurre el cambio de estado, la densidad del agua
cae abruptamente hasta un valor inferior a 0.92 g ml-1, lo que permite
entender que el hielo flote sobre la masa de agua. Esta característica
evita que un cuerpo de agua natural se congele por completo, ya que
una vez que ocurre la solidificación, la barrera de hielo que se for-
ma evita que continúe disminuyendo la temperatura del agua con el
consecuente cambio de estado. Este fenómeno se explica en función
de la estructura laxa adquirida por la conformación tetraédrica entre
las moléculas de agua adyacentes, la cual deja espacios internos y
hace que también el volumen del líquido se incremente.
Las características del agua como solvente universal se deben a
su baja capacidad de ionización (a 20 °C hay una sola molécula ioniza-
da por cada 1x107 moléculas de agua) y a su fuerte dipolaridad, lo que
permite que se puedan solubilizar sustancias inorgánicas y orgánicas.
En el caso de las sales minerales, el dipolo del agua favorece la sepa-
ración de cationes y aniones, mantenidos en esa condición gracias a
que ambas formas iónicas son rodeadas por moléculas de agua, que se
asocian mediante las cargas positivas o negativas del dipolo.
El agua no sólo disuelve sales y otros compuestos químicos,
sino que también permite la solubilización de gases, como el oxíge-
no (O2) que es fundamental para la respiración de los organismos
aerobios. En este sentido, se debe recordar que la capacidad para
solubilizar los gases (ejemplo, el O2) mantiene una relación inversa-
mente proporcional con la temperatura, la concentración de solutos
en el agua y la presión barométrica; estas condiciones permiten que
se establezcan valores máximos de solubilidad, o valores de satu-
ración, que representan la concentración máxima de O2 que puede
encontrarse en una muestra de agua, dependiendo de los valores en
los factores antes mencionados.
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Otros gases como el bióxido de carbono (CO2) también se pueden
solubilizar pero, a diferencia del O2 que siempre se mantiene como
gas, el CO2 presenta una serie de reacciones con el agua que modifican
el valor del pH y establece una relación de equilibrio entre diferentes
formas químicas (CO2, HCO3-, CO3=). Esto también es importante para
la biota acuática, pues influye sobre las formas de carbono inorgánico
disponibles para su consumo por los productores primarios.
El ciclo hidrológico
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Capacidad de asimilación en los ecosistemas acuáticos
Contaminación acuática
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sistencia de poblaciones humanas en diferentes regiones del planeta,
principalmente en los países en vías de desarrollo. Conceptualmente,
la contaminación ambiental es el resultado de la actividad humana,
por lo que su origen es antropogénico. Sin embargo, en los sectores
académicos aún hay quienes piensan que también ocurren procesos
de "contaminación natural"; por ejemplo, la emisión de gases tóxi-
cos con una erupción volcánica. Al respecto, se debe considerar que
pese a los impactos directos que estos fenómenos naturales pudieran
ocasionar, o que pudieran contribuir al deterioro de una condición
ambiental local o regional, es incorrecto considerar a éstos como con-
taminación ambiental. Como soporte de este argumento se puede
señalar lo siguiente: "la normatividad ambiental en diferentes partes
del mundo, cuyo propósito es regular y/o disminuir los impactos de
la contaminación en el ambiente, tiene como tareas identificar las
fuentes generadoras de contaminantes ambientales, reconocer los ti-
pos y cuantificar las cantidades de contaminantes que aportan y, en
función de estándares de calidad ambiental, establecer límites que
normalmente se relacionan con procesos de depuración o tratamiento
de las emisiones, descargas o producción de residuos."
En este contexto, cuando no se cumplen los estándares o los lí-
mites establecidos en la normatividad, entonces procede la aplica-
ción de sanciones económicas o la prohibición total, parcial o defi-
nitiva para continuar operando. Esto obliga a la parte responsable a
aplicar mejoras en sus procesos, como reducir sus emisiones y pro-
ducción de desechos y aplicar sistemas de tratamiento y depuración,
a costos que se comparten o trasladan directamente a los usuarios/
consumidores. Cuando nos enfrentamos, por ejemplo, a una erup-
ción volcánica, a nadie se le ocurriría aplicar sanciones a la gene-
radora de esta "contingencia", que es la naturaleza; y aún sería más
descabellado pensar en "clausurar" la fuente generadora. Por lo tanto,
la caracterización de la contaminación ambiental como un proceso
antropogénico permite identificar los orígenes y orientar los recursos
y esfuerzos tecnológicos para lograr una disminución en los impactos
que pudieran generarse en el ambiente.
Definiciones y conceptos
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de producir efectos biológicos, mientras que los términos polutante
y polución son anglicismos, cuyos significados en nuestro idioma son
completamente distintos, particularmente el del segundo de ellos.
Por ello, ambos son incorrectos para referirse a la contaminación am-
biental.
Tomando en cuenta los aspectos antes señalados y de mane-
ra práctica, la contaminación ambiental puede ser definida de la
siguiente manera: "es la introducción en el ambiente, como resul-
tado de actividades antropogénicas, de cantidades significativas
de sustancias no naturales, o concentraciones anormalmente al-
tas de sustancias naturales o formas de energía (por ejemplo, la
energía calórica o nuclear), en niveles que afecten la salud y el
desarrollo de los seres vivos, alteren la estructura y función de los
sistemas ecológicos y las características del ambiente, o dificulten
el aprovechamiento de los recursos naturales".
En esta definición se incluyen los elementos principales que de-
terminan la contaminación ambiental: 1) su origen (antropogénico),
2) la posibilidad de que sea producida por materiales naturales o sin-
téticos (xenobióticos) e 3) implícitamente se asume que hay niveles/
umbrales para determinar la presencia de un efecto de contamina-
ción, además, 4) se incluye a la energía como un contaminante am-
biental. En esta definición también se ha eliminado el aspecto an-
tropocéntrico para definir a los efectos ambientales e incorporar los
daños sobre otras formas de vida y sistemas ecológicos. En este punto
también es conveniente distinguir la contaminación ambiental (cir-
cunscrita en este capítulo a los ambientes naturales) de otras formas
de contaminación, como la auditiva, la visual, de alimentos, etc., que
si bien no son menos importantes, son materia de estudio de otras
disciplinas. Por ello, en lo sucesivo, cuando se hable de contaminan-
tes o de contaminación, para simplificar, nos estaremos refiriendo a
los contaminantes químicos o a la contaminación ambiental.
La principal forma de contaminación de los ecosistemas acuáti-
cos y de los recursos hídricos se produce por las descargas de aguas
contaminadas de fuentes diversas. El agua usada con diferentes pro-
pósitos (hogares, industria, actividades agrícolas y ganaderas, etc.) se
transforma en agua residual, que se diferencia del agua de abasto por
la modificación de su calidad física y/o química, principalmente por la
adición de materiales de desecho que utilizan el agua como vehículo
de eliminación. Otras formas de contaminación del agua se dan por
arrastres del agua de lluvia (de manera directa por su escurrimiento
en cuencas de captación o por lixiviación hacia los mantos freáticos),
por actividades de transporte o como derrames accidentales.
Las fuentes de contaminación del agua se pueden agrupar de la
siguiente manera: 1) descargas de aguas residuales de origen diverso,
como el doméstico, industrial, urbano, agrícola y pecuario; 2) descar-
gas de aguas residuales de manejo diverso, como puntuales, difusas,
continuas e intermitentes; 3) precipitación de la atmosfera (líquida,
sólida y partículas); 4) arrastres y escorrentías en la cuenca; 5) trans-
porte marítimo de pasajeros y mercancías; 6) explotación y aprove-
chamiento de recursos; 7) accidentes relacionados con la industria
petrolera; 8) descargas de plantas de tratamiento, y 9) lixiviación y
percolación.
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Clasificación de los contaminantes
Contaminación orgánica
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Cuadro 7-1. Productos de degradación de la materia orgánica en diferentes
condiciones.
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menor tiempo; sin embargo, debe tomarse en cuenta que la DQO
no diferencia entre materia biodegradable y la que no lo es, ade-
más no suministra información sobre la posible velocidad de de-
gradación en condiciones naturales.
Contaminantes patógenos
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("scums"), que dificultan o imposibilitan su consumo (sin considerar
que muchas veces las especies dominantes no presentan un balance
nutricional adecuado).
Lo anterior trae como consecuencia que se acumule esta biomasa,
entrando en procesos de descomposición (principalmente en los sedi-
mentos), consumiendo el oxígeno disuelto y evitando así su oxidación
completa, acumulándose en el fondo de esos ambientes. Otras con-
secuencias del proceso de eutrofización son la producción de olores y
sabores desagradables en el agua, así como la liberación de sustancias
con actividad biológica, como las toxinas producidas por algunas cia-
nobacterias (cianotoxinas); por lo tanto, cuando los mamíferos consu-
men esa agua contaminada se producen en ellos efectos tóxicos en la
piel, el hígado y el sistema nervioso. Por lo antes descrito, se requiere
controlar la contaminación del agua por nutrientes vegetales, no sólo
por cuestiones estéticas, sino también por los riesgos asociados para
la salud humana y la biota de esos lugares y áreas de influencia de su
entorno.
Partículas
Ácidos y álcalis
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librio, lo que ocurre cuando el CO2 atmosférico a 350 atmósferas está
en contacto con agua pura.
La humedad atmosférica no representa agua pura. En algunas
áreas, debido a la acumulación en la atmosfera de sales de Mg+2 y Ca+2,
el pH del agua de lluvia puede ser mayor a 5.65. Sin embargo, en algu-
nos lugares remotos el pH es ácido en forma natural, como en la Isla
Ámsterdam del océano índico (pH 4.9), Poker Flats en Alaska Central
(5.0) y San Carlos en la Amazonia venezolana (4.8), entre otros.
En la atmosfera los cationes más abundantes son H+, NH4+, Ca+2,
Mg+ y Na+, mientras que los aniones que más proliferan son SO4-2, Cl- y
2
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Es importante señalar que la lluvia acida es un problema inter-
nacional, ya que algunos países (Suecia, Finlandia y Noruega) han
demandado a otros (Inglaterra y Alemania) por la emisión de con-
taminantes atmosféricos. Incluso, existen cuotas para restringir la
emisión de los contaminantes más nocivos.
Metales pesados
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sintéticos. Esta mezcla compleja de hidrocarburos es el resultado de
procesos complejos de transformación de materiales orgánicos, en
condiciones extremas de presión y temperatura; posteriormente, y du-
rante miles de años (tiempos geológicos), se acumuló en yacimientos
en las masas continentales y por debajo de las aguas de los océanos,
de donde es extraído para su aprovechamiento. Las actividades pe-
troleras (exploración, perforación, extracción, transporte y refinación)
aportan grandes cantidades de contaminantes que afectan principal-
mente al suelo y al agua. En este contexto, son de especial relevancia
los fuertes impactos ambientales que se han producido por derrames
debidos a accidentes en pozos petroleros o en embarcaciones durante
el transporte. Cuando ocurre un derrame en ambientes acuáticos (pri-
mordialmente marinos), se pueden dar algunos o todos los procesos
de movilización y transformación que se describen en la Figura 7-1.
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actividad muy dinámica que aporta constantemente nuevas sustan-
cias al enorme número de las que ya existen. El riesgo del empleo de
estos nuevos productos radica en que, con frecuencia, se desconoce
al detalle sus características tóxicas para el ambiente, ya que, por
ejemplo, en sus esquemas de evaluación normalmente no se agrega
la determinación de sus efectos nocivos sobre la biota acuática. Por
ello, frecuentemente, estos productos generan problemas ambienta-
les graves porque además son difíciles de degradar y, cuando ingresan
al ambiente acuático, pueden ser altamente reactivos con la materia
viva, en la que se pueden acumular y producir efectos tóxicos.
Con lo anterior, no se pretende concluir a priori que todo xeno-
biótico es tóxico, aunque para descartar o confirmar lo anterior es
necesario realizar estudios sobre su posible toxicidad, degradabili-
dad, reactividad y su potencial de bioacumulación. En este contexto,
entre los xenobióticos que pueden ser considerados como los más
importantes por los volúmenes en que se producen, la frecuencia
de su uso y por sus efectos sobre el ambiente, se pueden señalar los
siguientes.
Detergentes
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Pesticidas
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Eutrofización
Toxicología acuática
Definiciones y conceptos
La toxicología acuática está muy ligada a los efectos tóxicos que los
agentes contaminantes pueden generar. Conviene señalar que no to-
dos los contaminantes tienen características tóxicas, aunque se pue-
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de afirmar que todas las sustancias tóxicas que ingresan a los ecosis-
temas acuáticos están relacionadas con procesos de contaminación
del agua. También es preciso aclarar que algunas respuestas de mor-
talidad de los organismos acuáticos no necesariamente se relacionan
con sustancias tóxicas, y que no siempre los contaminantes tóxicos
generan respuestas letales. En el primer caso tenemos la contamina-
ción por materia orgánica, con valores altos de DBO, que al degradarse
en el agua puede agotar el oxígeno disuelto y propiciar indirecta-
mente la muerte por asfixia de los organismos aerobios; ejemplo del
segundo caso son las concentraciones bajas de las sustancias tóxicas
que pueden generar respuestas subletales con efectos en el desarro-
llo y desempeño de los organismos.
El control de la contaminación del agua se basa en la definición
de objetivos de calidad ambiental (como las características desea-
das del agua para un propósito o aplicación determinada), lo que
se logra mediante el establecimiento de estándares de calidad am-
biental (ECA). Para el cumplimiento de estos estándares, específica-
mente en lo concerniente a sustancias tóxicas, se pueden seguir dos
procedimientos: el enfoque químico específico (EQE) y la evaluación
directa de la toxicidad (EDT). En el primer procedimiento, se asume
que cuantificando compuestos químicos específicos, para los cuales
se establece un límite máximo permisible o "nivel seguro", se puede
cumplir con los objetivos de la calidad ambiental.
Con frecuencia, estos límites se establecen bajo condiciones y
con especies que no necesariamente pueden corresponder a las que
se tiene localmente o que se pretende proteger; además, con este cri-
terio no es posible incluir a todos los elementos tóxicos ni a los com-
puestos químicos naturales y sintéticos que pueden estar presentes
en una descarga contaminante compleja. Por otra parte, mediante la
evaluación directa de la toxicidad se determinan las características
tóxicas reales (no potenciales o supuestas) de un efluente o descar-
ga, además es posible obtener información biológica sobre el cum-
plimiento o incumplimiento de un estándar de calidad ambiental.
Por lo tanto, la EDT representa un parámetro integrador que permite
incluir información sobre los efectos tóxicos generados por los com-
puestos presentes en la muestra analizada.
Ahora bien, el EQE es adecuado para efluentes sencillos, de compo-
sición bien definida, que contengan sólo sustancias para las que exista
información toxicológica adecuada y suficiente para fundamentar un
ECA. Para estos efluentes, las condiciones de descarga son simples y
su cumplimiento se puede evaluar mediante análisis químicos direc-
tos de analitos específicos. Sin embargo, el EQE puede ser insuficiente
para controlar los riesgos ambientales debido a que la calidad del agua
afecta la toxicidad (pH, temperatura, dureza, etc.); de esta manera, los
compuestos químicos pueden tener efectos diferentes en forma indi-
vidual y cuando se presentan en mezclas, y algunos toxones pueden
producir efectos en concentraciones inferiores a la capacidad de detec-
ción de los equipos y técnicas empleadas. Por otra parte, pueden ocurrir
transformaciones de distinta naturaleza que aumenten o reduzcan la
toxicidad de un compuesto, además de que normalmente las sustan-
cias químicas se distribuyen en los compartimientos del ambiente, por
lo que al hacer las determinaciones en el compartimiento inadecuado
o sólo en uno de ellos se pueden obtener conclusiones erróneas. Adi-
cionalmente, debe tomarse en cuenta que las concentraciones de un
compuesto químico pueden tener variaciones temporales en el espa-
cio, de tal manera que sólo los organismos vivos tienen la capacidad
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de integrar los efectos tóxicos de exposiciones continuas y variantes,
lo que subraya la importancia de la EDT.
Abundando en las desventajas de basar los ECA solamente en el
EQE, se debe considerar que muchos efluentes contienen compuestos
químicos orgánicos que no son fácilmente identificables o cuantifi-
cables por las técnicas analíticas existentes y que, además, no existe
información toxicológica disponible para miles de xenobióticos de uso
cotidiano; desafortunadamente, cuando existe (pocos de los casos) no
es aplicable o extrapolable a las especies locales. Por lo tanto, la com-
posición compleja de muchos efluentes puede dificultar la aplicación
de los ECA, ya que éstos se establecen sobre la información toxicoló-
gica de compuestos aislados y no consideran las interacciones quími-
cas entre los componentes del efluente o con sustancias en las aguas
receptoras, ni las posibles interacciones sinérgicas o antagónicas entre
las sustancias en esas mismas descargas.
Considerando lo anterior, se puede afirmar que la EDT es indispen-
sable en la regulación y control de efluentes complejos, de composi-
ción indefinida y/o variable, que contengan sustancias poco conocidas
en sus efectos tóxicos y, además, es útil para descargas complejas que
incluyan sustancias para las cuales no exista información toxicológica.
Así, la EDT permite el control adecuado de las descargas de efluentes
de composición compleja, pues pondera los resultados de las interac-
ciones químicas y toxicológicas entre sus componentes, aun cuando
los contaminantes no puedan ser identificados o cuantificados por
técnicas químicas o instrumentales. Para su aplicación correcta, la
EDT requiere de protocolos estandarizados, y su inclusión en los ECA
no debe sustituir el proceso de adquisición programada de informa-
ción toxicológica de contaminantes específicos de alto riesgo, de pre-
sencia habitual o frecuente en las descargas contaminantes. Sin em-
bargo, no debe perderse de vista que la EDT es complementaria más
que sustitutiva del control químico específico y convencional.
Con base en lo anteriormente descrito, a continuación se des-
cribe la forma en la que se realiza la EDT, así como su importancia
y grado de desarrollo en nuestro país, aunque primero es necesario
hacer las siguientes precisiones:
Tóxico
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dos se producen en exposiciones de corta duración y son útiles para
determinar las concentraciones letales. Sin embargo, tienen relati-
vamente poca relevancia ecológica, pues de no ser en eventos catas-
tróficos o accidentes (como un derrame de petróleo) no representan
una situación que ocurra frecuentemente en condiciones naturales,
por lo que esta información es difícil extrapolarla e interpretarla en
un contexto ecológico.
En la evaluación de la toxicidad aguda, se determina la Concen-
tración Letal Media (CL50) que es un parámetro importante en el análisis
de la toxicidad. La CL50 se define como la concentración de un com-
puesto, mezcla o producto formulado que produce 50% de mortalidad
en los organismos de prueba, en el tiempo de exposición establecido.
Cuando es difícil establecer si un organismo está muerto o solamente
inmovilizado, se puede utilizar la Concentración Efectiva Media (CE50),
que se define como la concentración de un compuesto, mezcla o pro-
ducto formulado que produce un efecto de manera efectiva (en este
caso, la inmovilización de los organismos de prueba) en 50% de los or-
ganismos expuestos. La CE50 también se emplea para referirse a otros
efectos distintos a la muerte o inmovilización, que no necesariamen-
te corresponden a respuestas de intoxicación aguda, como cuando se
evalúan efectos sobre la tasa de crecimiento poblacional, la concen-
tración de una macromolécula (como la clorofila en microalgas), etc.
En este último caso, la CE50 se refiere a la concentración del xenobió-
tico (s) que reduce en 50% la respuesta evaluada.
La CL50 y la CE50 con frecuencia se determinan mediante el método
Probit que requiere la solución de un algoritmo complejo, pues la
lógica para su determinación estadística supone una inferencia indi-
recta (el cálculo de una variable independiente a partir de la variable
dependiente). De acuerdo al método Probit, la relación dosis-efecto
se hace lineal graneando la mortalidad (variable dependiente-eje Y)
en unidades probit contra el logaritmo de la concentración del com-
puesto tóxico (variable independiente-eje X). Esto permite calcular
la CLB0 y su correspondiente intervalo de confianza (que presenta lí-
mites asimétricos por tratarse de una inferencia inversa). Como se
mencionó, el procedimiento estadístico es complejo, por lo que nor-
malmente se emplean programas (software) para realizar este cálculo
de una manera más sencilla.
La CL50 y la CE50 también se pueden calcular mediante una re-
gresión lineal simple, empleando los probits empíricos que se pueden
obtener de tablas disponibles en algunos protocolos de prueba (como
el de la USEPA, 2002) o mediante su cálculo: un probit es el inverso
de la distribución normal para el valor de porcentaje de mortalidad
(que se puede determinar a su vez de tablas estadísticas o mediante
programas de estadística u hojas de cálculo de paquetería comercial),
a cuyo valor se suma 5 para tener siempre valores positivos. De esta
manera, es posible determinar la regresión lineal de los probits empí-
ricos us el logaritmo de la concentración. Mediante este procedimiento
se puede determinar la significancia de la regresión, el coeficiente de
determinación (r2) y calcular la CLS0 (que es la que corresponde a un
valor de unidades probit de 5), mediante inferencia inversa, aunque
no es posible determinar los límites de confianza ni la adecuancia de
los datos para ser evaluados mediante el método Probit. También hay
otros métodos que están disponibles en programas de cómputo aca-
démico y que utilizan otros procedimientos, como el Binomial, el Logit,
de los ángulos móviles promedio, el Lichfield-Wilcoxon, etcétera (USE-
PA, 2002). Siempre que sea posible, es conveniente aplicar más de un
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método y elegir el mejor en función de la significancia y la amplitud o
estrechez de los límites de confianza.
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• Concentración de seguridad. La concentración máxima de un
efluente o tóxico que permite la propagación normal de peces
y otros organismos acuáticos en los ecosistemas receptores de
descargas contaminantes.
• Concentración de Efectos no Observados (NOEC, No Observed
Effect Concentration). La concentración más alta de un tóxico a la
que se exponen los organismos en una prueba de ciclo de vida
completo o parcial, la cual no causa efectos adversos estadísti-
camente significativos sobre las respuestas evaluadas (eclosión,
supervivencia, crecimiento y/o reproducción).
• Mínima Concentración de Efectos Observados (LOEC, Lowest Ob-
served Effect Concentration). La mínima concentración de un tóxico
a la que son expuestos los organismos en una prueba de ciclo de
vida completo o parcial, que causa un efecto adverso estadísti-
camente significativo sobre los parámetros evaluados.
• Máxima Concentración Permisible del Tóxico (MATC, Maximum
Allowable Toxic Concentration). Una concentración indeterminada
de un tóxico, dentro del intervalo delimitado por la NOEC y la
LOEC.
• Valor de Seguridad en Exposiciones Crónicas. Un valor interme-
dio entre la NOEC y la LOEC, obtenido mediante el cálculo de la
media geométrica de estos dos valores. Este término sería equi-
valente a la MATC.
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el control y, a la vez, difieren entre sí (P<0.001). La prueba de Dunnett
demostró que sólo las fecundidades registradas en las primeras dos
concentraciones (Cuadro 7-3) no difirieron del valor de fecundidad
obtenido para el testigo, en tanto que las tres mayores concentracio-
nes de Cr (VI) redujeron significativamente la cantidad de neonatos
registrados durante los 21 días de duración de la prueba subcrónica
(P<0.01).
De acuerdo a los resultados mencionados anteriormente, se hi-
cieron las siguientes determinaciones:
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El efecto tóxico de los contaminantes ambientales sobre la fauna
silvestre empezó a ser también motivo de preocupación en algunos
países industrializados, durante la segunda mitad del siglo XIX. Así,
por ejemplo, en la Gran Bretaña se creó una comisión para examinar
los efectos sobre la fauna acuática de compuestos químicos tóxicos
contenidos en efluentes industriales, y aunque en este estudio se in-
cluyeron algunos ensayos de tipo agudo, éstos estaban muy lejos de
ser pruebas estandarizadas.
En 1924 se publicó el primero de una serie de artículos sobre los
efectos de efluentes de minería sobre los peces. En 1944, Anderson su-
girió el uso de Daphnia magna como organismo de prueba estandariza-
do. En 1951, Doudoroff y colaboradores establecieron el uso de prue-
bas estandarizadas con peces para evaluar la toxicidad de efluentes.
A mediados del siglo pasado surgen dos principios elementales de la
evaluación directa de la toxicidad, enfocados a los ensayos biológicos:
primero, reconocer su importancia como elementos insustituibles para
evaluar los efectos tóxicos de los contaminantes; segundo, asumir la
necesidad de estandarizar sus procedimientos y seleccionar los orga-
nismos de prueba.
El cambio de la focalización en la salud humana como elemento
de atención y objetivo de estudio y protección, característica defini-
toria de la toxicología clásica, implicó desechar un enfoque estricta-
mente antropocéntrico para poner atención en los efectos negativos
de la actividad humana, ocasionados por los contaminantes tóxicos
contenidos en las descargas de diferente origen. Este parteaguas mar-
có los inicios de una nueva disciplina conocida actualmente como
toxicología ambiental, la cual es una proyección de los ensayos toxi-
cológicos tradicionales con especies vicarias o sustitutas, en las que
se evalúan respuestas que pueden ir desde los niveles subcelulares
hasta los poblacionales, para inferir posibles efectos en niveles de or-
ganización superiores en ambientes naturales. De manera más sim-
ple, la toxicología ambiental estudia los efectos de los contaminantes
tóxicos sobre la biota silvestre, a partir de estudios de laboratorio con
especies estandarizadas, siguiendo procedimientos protocolizados o
al menos metodológicamente bien establecidos.
Por otra parte, la ecotoxicología es una ciencia de desarrollo aún
más reciente, que en ocasiones tiende a confundirse con la toxicolo-
gía ambiental, y con frecuencia se cae en el error de ubicar estudios
de sustancias tóxicas sobre poblaciones de laboratorio como investi-
gaciones de alcance ecotoxicológico. Para poder comprender mejor
los alcances de la ecotoxicología es necesario remontamos a las defi-
niciones de ambas disciplinas.
La ecología puede definirse como el estudio científico de las interac-
ciones que determinan la distribución y abundancia de los organismos.
Es una ciencia cuyo objetivo es establecer cómo modifican los organis-
mos su ambiente, cómo son a su vez afectados por éste y cómo estas
interacciones determinan los tipos y cantidades de organismos existen-
tes en un lugar y tiempo determinados. Lo anterior deja claro que esta
disciplina científica, en sentido estricto, poco o nada tiene que ver con
los problemas de contaminación, que si bien constituyen un factor an-
tropogénico que afecta la distribución y abundancia de los organismos,
no son elementos intrínsecos que históricamente hayan determinado
estas características en los ecosistemas, que a lo largo del tiempo han
dado lugar a los biomas (ecosistemas tipo) que hoy conocemos.
En este sentido, también resulta útil definir a los ecosistemas
como el conjunto total e integrado de organismos (poblaciones y co-
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munidades) que ocupan una unidad explícita espacio-temporal y que
interactúan dinámicamente entre sí mismos y con su ambiente, que
se caracterizan por su autopermanencia en función de flujos unidirec-
cionales de energía (proveniente de la radiación solar) y flujos cíclicos
de materiales (a través de los ciclos biogeoquímicos).
De esta manera, si consideramos que la toxicología es el estudio
científico de los efectos letales y subletales de las sustancias tóxicas
sobre los organismos, conjuntando entonces ambas disciplinas, se
puede arribar a una nueva que se conoce como ecotoxicología. Este
término fue usado por primera vez por Truhaut en 1969, para refe-
rirse a la ciencia que estudia los efectos tóxicos de los compuestos
químicos y las formas de energía contaminantes, sobre los niveles de
organización biológica desde individuos hasta comunidades, la cual
definió como "la rama de la toxicología relacionada con el estudio de
los efectos tóxicos causados por los contaminantes naturales o sinté-
ticos sobre los constituyentes de los ecosistemas, animales (incluyen-
do al humano), plantas y microorganismos, en un contexto integral".
Por lo tanto, se puede señalar que ecología + toxicología produjeron
la ecotoxicología.
En una forma más general, la ecotoxicología estudia los efectos
de los compuestos tóxicos sobre las poblaciones, las características
estructurales y funcionales de las comunidades y la estabilidad de
los ecosistemas y ciclos biogeoquímicos. Esta disciplina científica es-
tudia también la forma en que los toxones (y algunas formas de ener-
gía) contaminantes son liberados y se transportan en el ambiente,
así como la(s) ruta(s) de su transformación a través de las complejas
interacciones entre los organismos con el ambiente y entre sí.
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Paleártica y la Neártica), y que no se encuentra en la República mexica-
na en ningún cuerpo de agua natural. Este microcrustáceo es, sin lugar a
dudas, la especie más ampliamente utilizada como organismo de prue-
ba en estudios de toxicidad aguda y crónica. Anderson sugirió el uso de
Daphnia magna como organismo de prueba estándar desde 1944.
En la actualidad, este organismo se utiliza en un gran número
de protocolos de prueba en todo el mundo, incluyendo países que,
como México, se ubican en latitudes tropicales y subtropicales. La
información toxicológica que existe sobre este cladócero es vasta
y, por lo tanto, es posible discriminar con bastante frecuencia si las
respuestas observadas son anormales o no. La explicación para el
empleo de este organismo del zooplancton radica en sus característi-
cas biológicas que pueden reconocerse como muy adecuadas para la
toxicología acuática. Entre éstas cabe destacar las siguientes: 1) ciclo
de vida sencillo y relativamente corto, 2) reproducción asexual por par-
tenogénesis, 3) facilidad de manejo y propagación controlada en con-
diciones de laboratorio, 4) conocimiento de la biología en condiciones
"normales", 5) versatilidad ecológica y fisiológica, 6) representatividad
e importancia ecológica y 7) amplia distribución geográfica.
Por todo lo anterior, es entendible que uno de los tres protocolos
incluidos en la normatividad nacional incluya a esta especie, pese a
que en la actualidad hay esfuerzos de diferentes grupos de investi-
gación por seleccionar y proponer especies de cladóceros más ade-
cuadas para las condiciones de nuestro país. Como puede percibirse
con facilidad, la inclusión de este protocolo de prueba está dirigido a
evaluar efectos tóxicos en ambientes dulceacuícolas, aunque se limi-
ta exclusivamente a la detección de efectos agudos, en exposiciones
de corta duración (48 h).
Con respecto al protocolo con Artemia franciscana, ésta es una
especie del zooplancton en ambientes salinos e hipersalinos, por lo
que su utilidad se orienta hacia la evaluación de efectos tóxicos en
ambientes salobres y marinos, también a través de la detección de
la toxicidad aguda en exposiciones de corta duración (48 h); lo que
complementa el espectro de condiciones ambientales que no cubre
el protocolo de D. magna. Este microcrustáceo habita normalmente
en aguas hipersalinas, con un alto contenido de solutos cercanos a
la sobresaturación, en las que no encuentra competidores zooplanc-
tónicos, pues es una condición que limita y excluye a prácticamente
cualquier otro organismo de los grupos dominantes del zooplancton
(cladóceros, copépodos y rotíferos). Sin embargo, ésta es una especie
eurihalina que también puede desarrollarse satisfactoriamente en
condiciones de baja salinidad. Su alimentación se realiza por filtra-
ción de partículas, bacterias y microalgas. Artemia franciscana puede
presentar reproducción sexual y asexual, y la progenie se puede de-
sarrollar de manera ovípara, ovovivípara y vivípara.
En condiciones de hipersalinidad, este microcrustáceo produce
estructuras de resistencia conocidas como quistes, formas altamen-
te resistentes a las condiciones ambientales extremas, pero una vez
que han sido deshidratadas puede lograrse su eclosión de manera
sencilla para obtener la cantidad deseada de organismos de prueba
(nauplios en fases I y II), que pueden emplearse para la evaluación de
la toxicidad aguda en ambientes de salobres a marinos.
La posibilidad de contar comercialmente con quistes, que pue-
den ser incluso de cepas caracterizadas genéticamente, es una de las
principales ventajas de esta especie como organismo de prueba, pues
puede ahorrarse todo el proceso de cultivo para la obtención de los
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organismos de prueba. Sin embargo, ésta es una especie de relativa
baja sensibilidad, por lo que se ha cuestionado su utilidad para la
evaluación de efectos tóxicos cuando el propósito es contar con in-
formación que permita proteger a los ambientes salobres y marinos
del impacto de los contaminantes tóxicos. De cualquier forma, es un
organismo del que también se tiene una vasta cantidad de informa-
ción disponible sobre su biología, pues es una especie de importancia
comercial que es ampliamente utilizada en la acuicultura de espe-
cies de alto valor económico, por lo que, a reserva de contar con al-
ternativas de especies de prueba más adecuadas, es posible ponderar
las respuestas e interpretarlas tomando en cuenta sus limitaciones.
Con respecto a la prueba de toxicidad con la bacteria Photobacterium
phosphoreum (actualmente reconocida como Vibrio jischeri), se puede
decir que ésta es una bacteria marina que tiene como peculiaridad
ser bioluminiscente, y que esta característica se ve afectada cuando
la bacteria se desarrolla en la presencia de compuestos tóxicos,
habiendo una proporcionalidad en la intensidad de la respuesta
(disminución en la bioluminiscencia), conforme se aumenta la con-
centración del tóxico. Pese a ser una bacteria marina, este procarion-
te se emplea como organismo de prueba para evaluar muestras en
ambientes dulceacuícolas, aunque es necesario adecuar la muestra
incrementando la salinidad mediante la adición de una solución sali-
na. Este procedimiento de prueba actualmente se desarrolla a través
de un método comercial conocido como Microtox®, para el cual se
dispone de kits de bacterias liofilizadas y de un equipo acoplado que
mide directamente la luminiscencia y proporciona los resultados so-
bre la relación dosis-respuesta.
La gran ventaja de este procedimiento es que permite obtener un
resultado de toxicidad aguda en un tiempo muy corto (5 ó 15 minu-
tos), además de que es un procedimiento comercial estandarizado que
ha sido evaluado en múltiples ensayos de toxicidad, demostrándose
en muchos de ellos la estrecha correlación con otras pruebas. Sin em-
bargo, también existen reportes sobre lo inadecuado de este protocolo,
principalmente para evaluar efectos en ambientes de agua dulce, ade-
más de que al tratarse de un paquete tecnológico comercial con un solo
proveedor, se crea una dependencia absoluta de éste, lo que se traduce
en que no sea necesariamente un procedimiento de bajo costo.
La lógica en la determinación de los tres protocolos disponibles
en nuestro país es que con dos de ellos se evalúan efectos sobre orga-
nismos del zooplancton (que es una comunidad sensible), cubriendo
diferentes ambientes (de dulceacuícolas a marinos) y que, además,
se puede contar con información sobre efectos en la comunidad bac-
teriana (saprobiontes o degradadores) que es la responsable de los
procesos de degradación en el ambiente acuático, y que es muy im-
portante también para entender los efectos de los materiales tóxicos
en dos comunidades fundamentales de los ecosistemas acuáticos.
No obstante lo anterior, se debe subrayar que los protocolos exis-
tentes, además de que no son procedimientos exigibles, sólo cubren
de manera parcial las necesidades de evaluación de los efectos tóxi-
cos de los contaminantes químicos, pues omiten a tres comunidades
igualmente importantes en el medio acuático, que son: el fitoplanc-
ton (microalgas), el necton (peces) y el bentos. También es necesario
insistir en la necesidad de contar con una batería de procedimientos
que permita evaluar los efectos tóxicos en al menos un representante
de cada una de las comunidades señaladas, como habitualmente se
hace en muchos países del mundo desarrollado.
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Bibliografía
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CINÉTICA DE XENOBIÓTICOS
EN LOS MAMÍFEROS 8
Dr. Fernando Jaramillo Juárez
Dr. Francisco A. Posadas del Río
Dr. Salvador Acevedo Martínez
Universidad Autónoma de Aguascalientes
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Introducción Debido a que toda sustancia química es potencialmente capaz de
causar efectos nocivos a los seres vivos, el área de estudio de la toxi-
cología es muy extensa. Por ello, para comprender los aspectos bási-
cos relacionados con las interacciones entre xenobióticos y animales
son útiles los principios de la toxicocinética y la toxicodinamia. En
este contexto, se ha establecido que la magnitud del efecto nocivo
se relaciona con la concentración del agente tóxico en el sitio de ac-
ción. Esto, a su vez, depende de varios factores que incluyen: a) las
propiedades físico-químicas de las sustancias, b) la frecuencia y la
magnitud de la exposición a los contaminantes ambientales, c) las
vías de ingreso de los xenobióticos al organismo, d) los factores que
determinan el acceso de los xenobióticos hasta su sitio de acción y
e) las características de la interacción xenobiótico-receptor. La Figura
8-1 resume las fases de la acción tóxica de los xenobióticos.
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En este capítulo se analizan la cinética de las sustancias quími-
cas en los mamíferos y los aspectos básicos de las acciones y de los
efectos tóxicos producidos por los contaminantes ambientales.
Para que las sustancias químicas produzcan sus acciones nocivas so-
bre los seres vivos se requiere que entren en contacto con ellos. Cuan-
do esto sucede, como ya se describió, la acción de los xenobióticos se
puede realizar: a) en el sitio de contacto (tóxicos de acción local), o b)
en el interior del organismo (tóxicos de acción sistémica).
En el primer caso, las sustancias actúan de manera inmediata
sobre ciertas regiones del organismo, como la piel, las mucosas corpo-
rales, el aparato respiratorio, etc. En el sitio de contacto, pueden des-
truir a los tejidos (sustancias cáusticas o corrosivas) o producir daños
localizados, como bronquitis o conjuntivitis; o bien, al unirse con las
proteínas de la piel pueden generar problemas de dermatitis. A su vez,
los tóxicos de acción sistémica requieren ser absorbidos para alcanzar
luego su sitio de acción; ejemplo de ello son los plaguicidas órgano-
fosforados que se combinan con las colinesterasas localizadas en las
sinapsis nerviosas, provocando con ello una intoxicación colinérgica.
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Figura 8-2. Ciclo general de los xenobióticos en el organismo.
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(peso molecular, coeficiente de repartición lípido/agua, naturaleza
acida o alcalina y grado de ionización) y b) características del sitio de
la absorción (superficie y espesor de las membranas celulares, flujo
sanguíneo regional y, cuando la sustancia se absorbe en los intesti-
nos, pH del medio y motilidad del tubo digestivo).
En términos generales, las sustancias solubles en lípidos (lipo-
solubles), como los insecticidas organoclorados, atraviesan más fá-
cilmente las membranas celulares que las solubles en agua (hidro-
solubles), como los plaguicidas organofosforados; esencialmente
porque los componentes principales de la membrana plasmática de
las células son lípidos, que permiten que los compuestos liposolu-
bles puedan absorberse rápidamente a través de la piel, pulmones y
aparato digestivo. En resumen, los contaminantes ambientales que
se absorben con mayor rapidez son los que tienen menor peso mo-
lecular, mayor liposolubilidad (mayor coeficiente de partición lípido/
agua) y menor grado de ionización.
Difusión facilitada
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plasmática de la célula. El transporte se realiza a favor del gradiente
de concentración del xenobiótico, es saturable y no requiere de ener-
gía producida por la célula (Figura 8-4, B). La velocidad de transfe-
rencia de las sustancias está limitada por el número de proteínas
acarreadoras presentes en la membrana y por la saturación de los
sitios de unión de estas proteínas (ligandos).
Transporte activo
Vía pulmonar
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Figura 8-5. Aparato respiratorio humano.
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luego de ser depositadas en este sitio, las partículas pueden -ser di-
sueltas y absorbidas en el flujo sanguíneo pulmonar, alcanzando así
la circulación sistémica. La absorción de las partículas es un proceso
mucho más lento que la absorción de gases y vapores, y este proceso
parece ser controlado principalmente por la solubilidad de las sus-
tancias en la sangre, tal es el caso de la absorción pulmonar de las
sales de cromo (VI+) y de níquel.
Vía cutánea
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o dañan al estrato córneo, como la abrasión, las cortaduras, la expo-
sición a sustancias corrosivas, las lesiones producidas por quema-
duras, etc., favorecen el ingreso de los xenobióticos por la piel, inclu-
yendo las sustancias de naturaleza hidrofílica. Conviene señalar que
la fijación de algunos xenobióticos a las proteínas de la epidermis es
un factor de importancia en el desarrollo del eccema de contacto. Al
respecto, los alérgenos cutáneos son abundantes particularmente en
el medio industrial, por ejemplo, p-fenilendiamina, dinitrocloroben-
ceno, tolueno y algunos metales (Ni, Hg y Cr).
Finalmente, por vía cutánea, se ha demostrado la absorción de
xenobióticos sin que produzcan lesiones locales, como la anilina,
el dimetilsulfóxido y la dimetilformamida. Sin embargo, otras sus-
tancias que son absorbidas por esta vía generan daño sistémico, por
ejemplo, el hexano y otros hidrocarburos producen neurotoxicidad
periférica, mientras que los plaguicidas organofosforados afectan los
sistemas nerviosos central y periférico.
Vía oral
Cuando los xenobióticos son ingeridos por vía oral (por contamina-
ción de alimentos y agua, accidentes, intentos de suicidio, etc.), la ab-
sorción se puede realizar en los diferentes trayectos del tracto gastro-
intestinal, aunque las propiedades físico-químicas de las sustancias
determinan si se absorben en el medio fuertemente ácido del estó-
mago o en el medio casi neutro del intestino. La absorción se realiza
por difusión simple principalmente en el estómago o en el duodeno,
aunque en algunos casos puede haber transporte activo (Figura 8-7).
Además, la absorción intestinal es favorecida por la enorme superfi-
cie de las vellosidades intestinales y la gran irrigación sanguínea.
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Otras sustancias cuya estructura es muy semejante a la de com-
puestos endógenos (5-fluorouracilo y 5-bromouracilo) son transportadas
por el mismo mecanismo de transporte activo que estos compuestos.
Además, se ha demostrado que algunas moléculas (proteínas y partícu-
las de polímeros) pueden cruzar el epitelio intestinal por endocitosis.
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La barrera hematoencefálica
Capilares cerebrales
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Figura 8-8. Capilar cerebral y elementos de la barrera hematoencefálica.
(CE = célula del endotelio capilar, LC = lumen capilar, MB = membrana
basal, PE = pericito, AC = astrocito, PA = extensión membranal del
astrocito, UE = unión estrecha).
La barrera placentaria
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Hasta hace algunas décadas se creía que la placenta era una
barrera que protegía al feto de la acción de los fármacos ingeridos
por la madre, sin embargo, actualmente se sabe que muchos xeno-
bióticos pueden cruzar esta estructura y distribuirse en los tejidos
del producto. Debido a la posible toxicidad de estas sustancias sobre
el feto, es importante conocer los mecanismos que regulan el paso
de los fármacos a través de la placenta. Al respecto, mediante estu-
dios de perfusión in vitro, se han identificado dos grandes rutas para
el paso de las sustancias a través de la placenta: la transcelular y la
extracelular o paracelular.
El transporte transcelular permite la difusión pasiva de las sus-
tancias lipofílicas, a favor de un gradiente de concentración, entre la
sangre materna y fetal. Además, este transporte puede ser mediado
por sistemas acarreadores a los que se unen sustratos específicos en
la superficie de las microvellosidades o en la membrana basal del
trofoblasto, facilitando así el transporte a través de las capas de cé-
lulas placentarias. Se debe subrayar que el transporte transcelular
es de gran importancia para el aporte de nutrientes al feto (aminoá-
cidos, vitaminas hidrosolubles, glucosa, inmunoglobulinas G, etc.). A
su vez, la ruta extracelular está constituida por canales acuosos y su
importancia para la transferencia de moléculas hidrofílicas ha sido
ampliamente analizada. Al respecto, se ha encontrado para los com-
puestos hidrofílicos una correlación estrecha entre la permeabilidad
de la placenta humana y el tamaño de las moléculas.
La mayoría de las sustancias químicas pueden cruzar esta es-
tructura por difusión simple y la velocidad de paso depende de: a)
las propiedades físico-químicas de los xenobióticos, b) el área de la
transferencia y c) el espesor de la placenta. La velocidad de difusión
de las sustancias lipofílicas es mayor que para las sustancias hidro-
fílicas. En este contexto, el paso transplacentario de plaguicidas li-
posolubles (como el DDT y el Dieldrín) fue demostrado en perras y
ratas preñadas desde mediados del siglo XX. Además, también se ha
reportado el paso a través de esta estructura de diversos compues-
tos organoclorados y fluorocarbonados y su acumulación en tejidos
fetales de humanos o de animales. En el Cuadro 8-2 se presentan las
concentraciones de algunos plaguicidas organoclorados en suero y
tejidos de mujeres con embarazo de término.
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Volumen aparente de distribución
Rutas metabólicas
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Reacciones de fase I (no sintéticas)
3. Hidroxilación alifática:
Estireno.
4. Hidroxilación aromática:
Benceno, bis-Fenol A, p-Clorobifenilo, Tolueno.
6. Desulfuración:
Organofosforados (Paratión, Malatión).
7. Desclorinación:
Cloroformo, DDT, Tetracloruro de Carbono, Lindano.
8. Oxidación de azufre:
Aldicarb, Forato.
C. HIDRÓLISIS-Carboxilesterasas/Amidasas(microsomas).
1. Hidrólisis del grupo éster:
Carbaril, Ciflutrina, Diclorvos, Ftalatos, Malatión, Permetrina.
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Reacciones de fase II (conjugación)
1. Conjugación con Ácido glucurónico:
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La importancia de estas enzimas ha aumentado en los últi-
mos años debido a que la mayoría de las sustancias ambientales
(> 250,000) son sustratos potenciales de estas proteínas (fármacos,
solventes orgánicos, pesticidas, colorantes, hidrocarburos, agentes
carcinógenos, etc.). En años recientes, se ha determinado la secuen-
cia de aminoácidos de muchas enzimas del CYP450 mediante téc-
nicas de ADN recombinante. Estas secuencias forman la base para
clasificar y asignar nombres a las isoenzimas de esta familia. En el
Cuadro 8-4 se presentan algunos ejemplos de la familia del CYP450
de hígados de humanos.
En este contexto, la deshidrogenasa alcohólica cataliza la deshi-
drogenación del etanol y otros alcoholes (propanol al hexanol), y la
deshidrogenasa aldehídica participa en la deshidrogenación de con-
taminantes y aldehídos endógenos. Es pertinente resaltar que todas
estas enzimas son relativamente específicas en relación con los sus-
tratos que biotransforman.
Por otra parte, las reacciones de reducción de grupos nitroaro-
máticos (R-NO2) y azo (R-N=N-R) son catalizadas por nitrorreductasas
y azorreductasas, presentes principalmente en la flora bacteriana de
los intestinos de mamíferos. A su vez, las reacciones de hidrólisis son
catalizadas por las carboxiesterasas/amidasas (CE/A), isoenzimas de
localización celular y abundancia semejante al CYP450. Las CE/A tie-
nen la mayor eficiencia catalítica de las enzimas que participan en la
biotransformación de los xenobióticos. Otras reacciones de hidrólisis
son catalizadas por las hidratasas de epóxidos (HE) que se localizan
en los microsomas y en el citoplasma (Hem y Hec) y que, como su
nombre lo indica, añaden una molécula de agua a los epóxidos (com-
puestos muy reactivos).
Es importante señalar que durante la biotransformación oxida-
tiva de algunos xenobióticos se producen compuestos químicamente
inestables y muy reactivos (intermediarios reactivos o radicales li-
bres) que reaccionan con sitios nucleofílicos de algunos componen-
tes de las células, produciendo daño con ello. Para protegerse de estos
radicales, las células disponen de los procesos enzimáticos de conju-
gación (Fase II) mediante los cuales se introducen sustratos endóge-
nos en la estructura de los intermediarios reactivos, neutralizando
así su toxicidad.
En efecto, el metabolismo de Fase II incluye reacciones de con-
jugación (síntesis) que acoplan al xenobiótico con moléculas endó-
genas. Estas reacciones son catalizadas por transferasas de: a) ácido
glucurónico, b) glutatión, c) radicales sulfato, d) radicales acetilo, e)
grupos metilo y f) aminoácidos. Como ya se señaló, generalmente
complementan a las reacciones de Fase I, aunque algunos xenobió-
ticos pueden biotransformarse (inicialmente) por reacciones de Fase
II. Los metabolitos conjugados son atóxicos o inactivos, más solubles
en agua y tienen menor capacidad para difundirse a través de las
membranas celulares, por lo que son eliminados fácilmente por la
orina y la bilis. Ejemplos de sustancias que se biotransforman con
estas reacciones se ilustran en el Cuadro 8-3.
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ENZIMA- Izoenzima Contaminante ambiental Metabolito (Efecto) Referencia
CYP450 Organofosforados Oxones (Inhibidores de Jokanovic, 2001
esterasas y proteasas de
serina)
CYP450 N-4- aminobifenilo N-Hidroxi-4- Swaminathan y
aminobifenilo Hatcher, 2002
(Aductos-ADN)
CYP450 Oligómeros del estireno Hidroxilados Kitamura y col.,
(Estrogénicos) 2003
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Bioactivación de los xenobióticos
Inducción enzimática
Inhibición enzimática
Eliminación renal
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Filtración glomerular
Reabsorción tubular
Una vez que el nitrado glomerular ingresa en los túbulos renales se inicia
el proceso de reabsorción, mediante el cual el agua y algunas sustancias
disueltas en ella difunden pasivamente o son transportadas activamente
de la luz tubular a la sangre (capilares peritubulares), en los diferentes
segmentos de las nefronas. Así, a medida que las sustancias presentes
en el líquido tubular se concentran, se establecen gradientes de concen-
tración que facilitan la reabsorción de los xenobióticos liposolubles, pero
no de las sustancias hidrosolubles. En consecuencia, los compuestos no
polares y lipofílicos prolongan su tiempo de permanencia en el organis-
mo, mientras que las sustancias polares (solubles en agua) se eliminan
fácilmente con la orina.
Las diferencias de pH que existen entre la orina y el plasma san-
guíneo influyen de manera importante en la velocidad de elimina-
ción de muchos xenobióticos. Tal es el caso de los ácidos y las bases
débiles que modifican su equilibrio de disociación cuando cambia el
pH de la orina. En efecto, de acuerdo con la ecuación de Henderson-
Hasselbalch, la excreción urinaria de sustancias débilmente acidas
aumenta cuando la orina es alcalina y disminuye cuando la orina es
acida; inversamente, la excreción de sustancias débilmente básicas
aumenta cuando el pH urinario es ácido y disminuye cuando el pH es
alcalino.
Secreción tubular
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metabolitos conjugados con diversos sustratos endógenos, como la
glicina, el ácido glucurónico o el sulfato (biotransformación). Estos
metabolitos polares se reabsorben poco en los túbulos renales y se
excretan con mayor facilidad en la orina.
Eliminación pulmonar
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sustancias reabsorbidas pasan al hígado, a través de la vena porta,
para ser nuevamente eliminadas con la bilis hacia la luz intestinal
(circulación enterohepática).
Esta circulación es de importancia fisiológica porque permite
reutilizar a los compuestos endógenos presentes en la bilis. Sin em-
bargo, cuando un xenobiótico participa en este proceso, para ser eli-
minado del organismo debe ser trasladado a las heces fecales o a la
sangre periférica, de donde finalmente es excretado por los riñones.
Debido a la circulación enterohepática, los xenobióticos prolongan
su estancia en el organismo.
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ASPECTOS BÁSICOS DE LA TOXICIDAD
DE LOS XENOBIÓTICOS
9
Dr. Fernando Jaramillo Juárez
Dr. Francisco A. Posadas del Río
Universidad Autónoma de Aguascalientes
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Introducción Las sustancias químicas producen sus acciones nocivas sobre los se-
res vivos cuando entran en contacto con ellos. Cuando esto sucede,
la acción de los xenobióticos se puede realizar en el sitio de contacto
(tóxicos de acción local) o en el interior del organismo (tóxicos de ac-
ción sistémica). En el primer caso, las sustancias actúan de manera
inmediata sobre ciertas regiones del organismo, como la piel, las mu-
cosas corporales, el aparato respiratorio, etc. En el sitio de contacto,
los xenobióticos pueden destruir los tejidos (sustancias cáusticas o
corrosivas) o producir daños localizados como bronquitis o conjun-
tivitis, así como generar dermatitis al unirse con las proteínas de la
piel. A su vez, los tóxicos de acción sistémica requieren ser absorbi-
dos para alcanzar luego su sitio de acción, por ejemplo: los plaguici-
das organofosforados que se unen al sitio activo de las colinesterasas
localizadas en las sinapsis nerviosas, produciendo con ello una in-
toxicación colinérgica. Además, la acción sistémica de los xenobióti-
cos puede generar toxicidad selectiva o no selectiva.
Por lo tanto, "la toxicodinamia estudia las acciones y los me-
canismos de la toxicidad producida por los xenobióticos". Es decir,
analiza los eventos nocivos que se derivan de la interacción de un xe-
nobiótico con el humano o con los animales. Como consecuencia de
esta interacción se producen alteraciones bioquímicas en las células
que, dependiendo de su magnitud, pueden generar trastornos fun-
cionales, estructurales o la muerte. De esta manera, si se considera
que los contaminantes ambientales producen sus efectos nocivos en
las células por diferentes rutas (actuando como sustancias citotóxi-
cas, alterando mecanismos bioquímicos o fisiológicos y generando
lesiones proliferativas), se pueden analizarán a continuación algunos
mecanismos básicos que explican las acciones tóxicas de los xeno-
bióticos.
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enzimática necesaria para producir energía en las células, afectará
las enzimas involucradas en este proceso en cualquier célula del or-
ganismo a la que pueda llegar; por ejemplo, el efecto tóxico del cia-
nuro en los organismos aerobios se debe a su capacidad de inhibir
la respiración celular. Los xenobióticos que actúan de este modo se
llaman venenos citotóxicos y su acción biológica generalmente es muy
tóxica para las células.
Por otra parte, existen xenobióticos que actúan con selectividad
y especificidad relativas. Los plaguicidas organofosforados son un
ejemplo de estos tóxicos, ya que inhiben de manera irreversible las
enzimas que contienen el aminoácido serina en su sitio activo, entre
ellas: las colinesterasas, las esterasas y algunas de las proteasas de la
coagulación de la sangre.
La acción selectiva de las sustancias tóxicas puede manifestarse
como un efecto nocivo inmediato sobre un órgano o alguna función
determinada, o bien como una alteración patológica de aparición re-
tardada en uno o más órganos específicos. Por ejemplo, los efectos
inmediatos del tetra cloruro de carbono (CC14), luego de la ingestión
o la inhalación de cantidades relativamente altas, afectan el sistema
nervioso central, provocando vértigos, dolor de cabeza, convulsiones
y coma. En cambio, la toxicidad retardada del CC14 afecta las células
hepáticas o renales, o ambas. Los efectos retardados pueden aparecer
después de haberse superado el episodio de la intoxicación aguda o
como resultado de una exposición crónica, sin que haya aparecido
ningún síntoma neurológico de origen central. Bajo estas circunstan-
cias, la magnitud de la lesión tisular es un fenómeno que depende de
la dosis y la reversibilidad de las lesiones depende de la eficacia de los
mecanismos de reparación de los tejidos, cuando éstos no son supera-
dos por la agresión química.
La toxicidad selectiva de los xenobióticos puede explicarse por
varias razones: a) la combinación de sus moléculas con receptores
específicos localizados en el órgano blanco (HgCl2 en los riñones); b)
la distribución selectiva en el organismo intoxicado (paraquat en los
pulmones) y c) el metabolito tóxico se forma en el órgano afectado
(paracetamol en el hígado). Es pertinente señalar que el hígado y los
riñones son órganos especialmente vulnerables a la acción tóxica de
los xenobióticos porque muchas de estas sustancias se concentran
en ellos.
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señalar que el estado de oxidación de una sustancia se relaciona de
manera importante con su toxicidad, particularmente en los metales,
tal es el caso del As3+ que es mucho más tóxico que el As5+. También es
importante considerar las propiedades fisicoquímicas que establecen
el comportamiento de los contaminantes en el ambiente, ya que
éstas se relacionan con los niveles de exposición (volatilidad, presión
de vapor, densidad, velocidad de transformación, etcétera).
Por otra parte, experimentalmente se ha encontrado que la ac-
ción biológica derivada de la estructura de los fármacos es un fenó-
meno complejo que resulta de su interacción con moléculas blanco
del organismo. Es decir, estas sustancias deben acoplarse a la estruc-
tura de receptores celulares para formar un complejo con ellos, de
donde se genera su toxicidad. Ejemplos de estos compuestos son las
neurotoxinas como la botulínica y la tetrodotoxina. Así, la toxicodi-
namia explica la producción de los efectos nocivos en función de las
diferentes interacciones que se establecen entre los xenobióticos y
los receptores celulares. Dado que el mecanismo de acción suele ser
específico para cada sustancia o grupos de sustancias, es difícil esta-
blecer mecanismos generales que expliquen la acción tóxica de los
xenobióticos. Dentro de estas limitaciones, en general, la toxicidad
generada por las sustancias químicas incluye: los efectos nocivos
producidos por la estructura primaria de los xenobióticos (forma ac-
tiva); los efectos tóxicos debidos a los metabolitos activos derivados
de la biotransformación de los fármacos y los efectos tóxicos produ-
cidos por los radicales libres.
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ellos) pero son incapaces de generar una respuesta. Esto significa que
la estructura molecular de estas sustancias reúne los requisitos ne-
cesarios para combinarse con los receptores, pero son incapaces de
producir una respuesta porque carecen de eficacia; por lo tanto, su
acción se deriva del bloqueo que ejercen sobre los receptores, evitan-
do la activación de estas estructuras por las sustancias endógenas o
por los fármacos agonistas. En este contexto, la muscarina (sustancia
tóxica presente en los hongos de la familia Amonita muscaria) se une a
los receptores colinérgicos de los músculos liso y cardíaco, y produce,
como la acetilcolina, aumento del peristaltismo intestinal y disminu-
ción de la frecuencia cardíaca (bradicardia). Por el contrario, la atro-
pina (sustancia obtenida de la Atropa belladona) se une a estos mismos
receptores pero no los estimula, solamente los bloquea, evitando así
la acción estimulante de la muscarina y la acetilcolina.
Es importante señalar que el receptor no traduce por sí mismo la
señal recibida del agonista. Una ruta común para traducir esa señal
en un efecto biológico es la vía de las proteínas G, moléculas intra-
celulares llamadas así por su capacidad para unirse con nucleótidos
de guanina (difosfato de guanosina o GDP y trifosfato de guanosina o
GTP). Así, la unión del xenobiótico con el receptor activa la pro teína
G, la cual intercambia GDP por GTP y el complejo GTP-proteína ac-
tiva a otras proteínas en el interior de la célula. Cuando la proteína
activada es una enzima, se genera un cambio en la concentración
intracelular de una o más sustancias químicas denominadas segun-
dos mensajeros, los cuales ejercen sus efectos en el citoplasma o en la
parte interna de la membrana celular.
Los segundos mensajeros generan cambios de corto plazo en la
función celular mediante diversos mecanismos, como la modifica-
ción en la función de las enzimas, el desencadenamiento de la exoci-
tosis y la alteración de la transcripción de los genes. Entre los segundos
mensajeros producidos en las células, a causa de la unión de un ligando
externo con su receptor, se encuentran: el monofosfato cíclico de ade-
nosina (AMPc), el monofosfato cíclico de guanosina (GMPc), el trifosfato
de inositol (IP3), el trifosfato de diacilglicerol (DAG), el ácido araquidónico
y sus derivados (prostaglandinas), así como el óxido nítrico. Algunas de
las funciones intracelulares producidas o reguladas por los segundos
mensajeros incluyen: a) AMPc y CMPc (activación de cinasas y fosfo-
rilación de proteínas, regulación de canales iónicos y de la expresión
de genes) y b) IP3 y DAG (aumento de la concentración del Ca++ intrace-
lular, activación de cinasas de proteínas C y regulación de la función
de enzimas).
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por fosfatasas juegan un papel central en muchos procesos celulares
y en la transmisión de señales al interior de la célula para controlar
el crecimiento. La modificación de estos procesos por los xenobióticos
conduce, en algunos casos, a problemas tan serios como la pérdida
del control del crecimiento de las células, tal es el caso de la carci-
nogénesis.
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bioactivación se pueden citar las transformaciones de: a) el paratión
en paraoxón (inhibidor de las colinesterasas), b) el hidrato de cloral en
tricloroetanol (depresor del sistema nervioso central), c) los bromo-
bifenilos en metabolitos hidroxilados (compuestos estrogénicos) y
d) la N-arilhidroxilamina en acetil-N-arilhidroxilamina (compuesto
carcinógeno); además, algunos hidrocarburos como el benzopireno
también producen metabolitos activos que pueden incorporarse a la
estructura del ADN y producir cáncer.
En este contexto, se ha reportado que la exposición del humano
y de los animales silvestres a bifenilos halogenados genera metabo-
litos activos (el 2,2'-dibromobifenilo y el 4,4'-dibromobifenilo, ambos
producidos por el CYP450) que interfieren con el equilibrio endóge-
no de los estrógenos, lo que puede conducir a la disrupción endo-
crina (Figura 9-1). Estos compuestos pueden mimetizar (agonistas) o
bloquear (antagonistas) las acciones del estradiol; además, pueden
alterar las concentraciones endógenas de estradiol por inducción o
inhibición de las enzimas que metabolizan esta hormona.
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c) Toxicidad producida por los radicales libres
Los radicales libres son especies químicas con uno o más electrones
desapareados, lo que ocasiona que sean altamente reactivas. Esta si-
tuación es energéticamente inestable y logran su estabilidad remo-
viendo electrones de otras moléculas y, por lo tanto, oxidándolas. Las
interacciones anteriores pueden ser de tipo covalente y no covalente.
Los radicales libres que reaccionan de manera covalente son llama-
dos compuestos electrofílicos y forman aductos con macromoléculas de
las células como las proteínas. Las especies reactivas de oxígeno estable-
cen enlaces no covalentes con las estructuras celulares, lo que puede
originar reacciones en cadena de tipo redox que producen la oxida-
ción de lípidos, proteínas y ácidos nucleicos.
En este contexto, durante el metabolismo celular los organismos
aerobios producen radicales libres, como en la fosforilación oxida-
tiva, en la cual se forman sustancias potencialmente tóxicas para
las células (radicales libres de oxígeno) que son transformadas en
sustancias inocuas por el sistema enzimático mitocondrial de la oxi-
dasa de citocromo, en colaboración con las enzimas antioxidantes
dismutasa de superóxido, catalasa y peroxidasa. En la producción de
radicales libres participan diversas enzimas solubles y algunas uni-
das a las membranas. En el Cuadro 9-1 se esquematiza la formación
de radicales superóxido e hidroxilo.
Reacción general:
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COMPUESTO ALTERACIÓN
Lípidos Peroxidación de los ácidos grasos poliinsaturados de membranas de células y
de orgánulos.
Proteínas Inactivación de enzimas por oxidación de los grupos sulfidrilo. Lo mismo ocurre
en las proteínas estructurales.
Carbohidratos Despolimerización de polisacáridos.
Para neutralizar los radicales libres y evitar daño a las células, los
organismos aerobios han desarrollado mecanismos de protección
que funcionan como atrapadores de esas sustancias (mecanismos
antioxidantes). En efecto, en condiciones fisiológicas, los radicales
libres son destoxificados en las células a través de los mecanismos
antioxidantes, de tal forma que en condiciones normales existe un
equilibrio entre los fenómenos prooxidantes y los antioxidantes. Sin
embargo, bajo diversas circunstancias este equilibrio puede ser alte-
rado, por ejemplo, cuando se producen en exceso las especies reacti-
vas de oxígeno. Esta situación particular se denomina estrés oxidativo.
Así, la aparición del daño celular posiblemente se debe a que los sis-
temas de protección antioxidante son insuficientes o se encuentran
deteriorados.
Los mecanismos protectores contra los radicales libres del oxíge-
no incluyen: 1) antioxidantes preventivos (transferrina y ceruloplas-
mina), 2) enzimas antioxidantes (dismutasa de superóxido, catalasa y
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peroxidasa de glutatión) y 3) sustancias antioxidantes (glutatión, áci-
do ascórbico, grupos tioles, α-tocoferol, ácido úrico y β-caroteno). A su
vez, los mecanismos protectores contra los compuestos electrofílicos
incluyen: a) conjugación con el glutatión (reacción catalizada por las
transferasas de glutatión) y b) mecanismos reparadores (polimerasa
de ADN, proteasas y lipasas). Debe subrayarse que la prevención de
la oxidación es un proceso esencial en todos los organismos aerobios,
de tal manera que la disminución de la protección antioxidante puede
conducir a la citotoxicidad, mutagenicidad y/o carcinogenicidad. En el
Cuadro 9-3 se describen las enzimas antioxidantes de las células.
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Figura 9-4. Biotransformación del CC14 y generación de radicales libres
(McCay et al, 1984; Raucy et al., 1993; Gruebele et al, 1996).
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Daño celular producido por los xenobióticos
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b) Alteraciones funcionales de las células
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c) Alteración del sistema ADN-ARN
e) Reacciones de sensibilización
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prueba epicutánea abierta y la prueba de maximización en los coba-
yos. En el Cuadro 9-3 se presentan ejemplos de sustancias que produ-
cen alteraciones inmunológicas en los humanos.
Fabricación de cloruro de
Irritación de ojos, piel y vías respiratorias.
Cloruro de vinilo polivinilo (PVC), síntesis de
Daño en nervios y reacciones
(cloroeteno) polímeros e hidrocarburos
inmunológicas.
clorados.
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g) Daño estructural
Figura 9-5. Daño renal producido por el teracloruro de carbono (CC1J en ra-
tas Wistar. Panel A: riñón de rata control, nótese la ausencia de alteraciones
estructurales en glomérulo (*) y túbulos proximal y distal (flechas). Panel B:
riñón de rata expuesta al CCl4, existe retracción del glomérulo (*), pérdida
del borde en cepillo de células proximales y vacuolización severa de células
tubulares (flechas). (Jaramillo et al, 2008).
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TOXICOLOGÍA DE LOS METALES 10
Dra. María Maldonado Vega
CIATEC-León, Gto.
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Introducción El contenido de los metales en la corteza terrestre es inferior a 0.1% y,
en general, se encuentran en los minerales, rocas, suelo y agua, a con-
centraciones usualmente bajas. Sin embargo, las actividades antropo-
génicas han aumentado sus concentraciones en el ambiente, lo cual
tiene relevancia toxicológica por la exposición de los seres vivos. En
efecto, desde hace siglos, los metales han sido empleados por el hom-
bre para fabricar utensilios de cocina, armas, herramientas de trabajo,
medios de transporte, etcétera. Recientemente, su uso se ha ampliado
e incrementado de manera importante en actividades industriales,
agrícolas e incluso en la medicina. Todas estas actividades han con-
taminado el medio ambiente y han aumentado la exposición de los
seres vivos a los metales. La Figura 10-1 muestra la producción mundial
de cromita durante los años 1973 a 2000.
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Cuadro 10-1. Elementos esenciales para los humanos.
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síndrome tóxico y muchos quedaron lisiados, paralizados, perdieron
la vista, tuvieron alteraciones mentales o murieron.
Desde los inicios del siglo XX, el crecimiento industrial, los avances de
la agricultura tecnificada y el desarrollo tecnológico han impulsado
el uso excesivo de los metales, conduciendo al manejo inadecuado de
sus desechos y a su dispersión en el ambiente. Por ello, la exposición
de los seres vivos a los metales se ha identificado en el agua, el suelo,
el aire y los alimentos. Es conveniente señalar que el contacto del
hombre con los metales generalmente ocurre a dosis bajas y durante
tiempos largos (intoxicación crónica), aunque en ambientes indus-
triales se pueden presentar intoxicaciones agudas por la exposición a
concentraciones mayores en menor tiempo (horas o días).
En este contexto, existen muchas actividades que involucran el
manejo de los metales como: la minería, industrias de la transforma-
ción, cromadoras, fundidoras, metalurgia, producción de pigmentos
y de vasijas, entre otras. Estas actividades generan riesgos de expo-
sición a los metales, ejemplos: los obreros que fabrican baterías se
exponen al plomo; además, hasta hace poco tiempo los agricultores
tenían contacto con los compuestos mercuriales que eran usados
como fungicidas de granos. En los niños, la vía principal de exposición
a muchos metales son los alimentos; cabe señalar que en ellos la ab-
sorción gastrointestinal de metales es mayor que en los adultos, par-
ticularmente de plomo. El tabaquismo, además de dañar los pulmo-
nes, favorece la absorción de algunos metales tóxicos presentes en el
humo del cigarro como el cadmio. También existen diversos estudios
realizados en habitantes de la zona norte de México (Chihuahua y la
Laguna) y cuyos problemas se centran en la presencia del arsénico
en el agua para beber que proviene de pozos profundos. Finalmente,
los metales pesados pueden pasar del suelo a los vegetales y de allí
a los animales y al hombre. Por ello, y debido a la semejanza entre
muchos contaminantes metálicos y los elementos trazas esenciales,
las células pueden atrapar agentes tóxicos que se quedan en su inte-
rior o se incorporan en la membrana, lo que altera el funcionamiento
de diversos mecanismos bioquímicos y fisiológicos, e incluso puede
generarse daño mortal.
Para adoptar medidas preventivas, y evitar daños a la salud, se
deben conocer las concentraciones de las sustancias tóxicas a las
cuales están expuestos los humanos. Estas concentraciones están
reglamentadas detalladamente en muchos países para el ambiente
laboral (fábricas). Además, aunque las concentraciones ambientales
también están sujetas a normatividades son menos susceptibles de
ser controladas. En este contexto, si se quiere conocer la exposición
que sufre un grupo de individuos de una población, se debe conocer
primero la concentración a la cual están expuestos; esto es, conocer la
"dosis externa" o "dosis ambiental" en la que están inmersos y que
depende de varias características: cercanía a las fuentes emisoras de
contaminantes, condiciones geográficas, vientos dominantes, cuer-
pos de agua contaminados, etcétera.
Debe señalarse que, en el ambiente laboral, los obreros están
expuestos a concentraciones de sustancias tóxicas mayores que la
población en general; sin embargo, en muchas fábricas, los obreros
disponen de buenas medidas de protección que evitan daño a su sa-
lud. Al respecto, el uso de indicadores de exposición externa es muy
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importante para valorar la calidad del medio ambiente. Los indica-
dores de contacto temprano permiten hacer un diagnóstico preciso
de la exposición y, por lo tanto, conducen al establecimiento de una
terapia correcta.
Factores toxicocinéticos
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* Respiratoria: los metales pueden ser inhalados en forma de partículas, gases o vapor
(forma elemental o como compuestos orgánicos o inorgánicos). Esta vía de absorción es
importante en el área laboral.
Absorción
* Dérmica: los compuestos metálicos pueden absorberse a través de la piel o pueden
ser retenidos localmente.
* Oral: por la ingestión de bebidas o alimentos contaminados.
* Las principales vías de eliminación de los metales y sus compuestos son la renal y la
Eliminación
gastrointestinal (bilis). Otras rutas incluyen el sudor y la saliva.
Mecanismos de toxicidad
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Metales-toxicidad celular
Reacción de Fenton
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El radical OH0 es altamente reactivo y puede generar procesos
de oxidación en cascada, de tal forma que en las células se producen
interacciones que causan una fuerte descompensación electrónica,
principalmente por la acción de los radicales formados por el OH0, o
bien generando otros radicales, oxidando o reduciendo especies quí-
micas presentes en el medio. Se debe recordar que un radical libre
es una molécula o un fragmento molecular que contiene uno o más
electrones no apareados en su orbital externo. Los radicales libres se
forman al aceptar o perder un electrón o por fisión homolítica de una
unión covalente.
Reacción de Haber-Weiss
Cuadros clínicos
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de leve a suma gravedad y, en ocasiones, hasta la muerte. Los efectos
pueden observarse con daños en vía digestiva, cardiovascular, neu-
rológica o en hígado y riñones (hepatorrenal). Una situación clínica
más frecuente es el cuadro de fiebre de los metales, tras la exposición
respiratoria de humos metálicos en el medio laboral.
Las intoxicaciones subagudas o crónicas, predominantemente
de origen laboral, han disminuido en las empresas por el respeto a los
valores límite del medio ambiente laboral para los agentes químicos.
Las exposiciones crónicas por fuentes alimentarias o ambientales
pueden producir cuadros típicos de intoxicación, como ha sucedido
con el As, o manifestarse en forma de efectos aislados, como la dis-
minución del cociente intelectual en niños expuestos al Pb.
La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC,
por sus siglas en inglés) ha clasificado varios metales como posibles
carcinógenos a largo plazo en el humano; entre los del Grupo I se in-
cluyen el arsénico, berilio, cadmio, cromo (VI) y níquel. Otras circuns-
tancias de exposición están clasificadas en el mismo grupo como la
producción de aluminio y la fundición de hierro y acero.
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Metales tóxicos
Arsénico (As)
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rando varias rutas enzimáticas: el arsénico trivalente inhibe al com-
plejo piruvato deshidrogenasa, con disminución de la producción de
acetilcoenzima A y de la síntesis de ATP en el ciclo del ácido cítrico;
2) sustitución del fósforo en varias reacciones bioquímicas: el As pen-
tavalente compite con el fosfato en los sistemas de transporte intra-
celular y desacopla la fosforilación oxidativa llegando a formar ADP-
arseniato en lugar de ATP; 3) es un tóxico potente en los capilares, ya
que destruye la integridad microvascular y provoca un exudado de
plasma, edemas e hipovolemia y 4) inhibe otras enzimas, como: la
monoamino oxidasa, lipasa, fosfatasa acida, arginasa hepática, coli-
nesterasa y adenilciclasa, aunque tienen menos importancia clínica.
La sintomatología de intoxicación por arsénico es la misma para
derivados inorgánicos y orgánicos, aunque éstos son menos tóxicos
y requieren más dosis. La intoxicación aguda se caracteriza por la
aparición de un cuadro gastroenterítico grave con vómitos, dolor ab-
dominal y diarrea coleriforme, con sequedad y ardor en la boca y
garganta, así como disfagia. Produce un shock hipovolémico por des-
hidratación y vasodilatación generalizada. Además, por acción direc-
ta, se produce una disminución de la contractilidad miocárdica con
taquiarritmia. Los síntomas neurológicos comienzan con debilidad
y calambres musculares, depresión del SNC y coma. También puede
haber una insuficiencia hepática y renal y el fallecimiento se produ-
ce por fallo multiorgánico. Si el paciente no fallece puede aparecer
una polineuropatía mixta 1 ó 2 semanas después. Entonces aparecen
también lesiones cutáneas con eritema, hiperpigmentación e hiper-
queratosis.
La intoxicación crónica ha sido observada en el medio profesional,
laboral y por consumo habitual de agua de pozo con alta concentración
de arsénico. En lo clínico puede haber o no alteraciones gastrointesti-
nales, y una serie de trastornos inespecíficos, principalmente anorexia,
pérdida de peso, debilidad y malestar general. Otros síntomas pueden
hacerse más o menos evidentes, facilitando el diagnóstico: dermatitis,
estomatitis, neuropatía periférica con incoordinación, parálisis y alte-
raciones hematológicas. Los trastornos cutáneos son similares a los
descritos en la fase tardía de la intoxicación aguda. El As es un agente
carcinogénico para el humano (Grupo 1) causante de tumores epider-
moides en la piel y el pulmón. La polineuropatía puede terminar con
un cuadro de ataxia y parálisis. Hay anemia con leucopenia, fenóme-
nos de malabsorción e insuficiencia hepática con esteatosis, necrosis
centrolobulillar y cirrosis. También es frecuente la ictericia obstructiva
provocada por el incremento de tamaño del hígado. Puede aparecer una
miocardiopatía y una insuficiencia renal. Existe una arteriopatía gene-
ralizada con necrosis distales.
En los últimos años, las intoxicaciones crónicas por el consumo
de agua de pozos con concentraciones altas de As, en numerosos lu-
gares, se han convertido en un problema toxicológico muy preocu-
pante. En el estudio de estos pacientes se ha descrito un cuadro clíni-
co con tres estadios: 1) preclínico (fases hemática y tisular o estable);
2) cutáneo (queratosis, melanoqueratosis y discromías); y 3) sistémi-
co (encefalopatía, neuropatía, arteriopatía con gangrena, tumores
cutáneos y hepatotoxicidad). Por ello, es imprescindible el análisis
químico sistemático de las aguas en las regiones donde se sabe que
es frecuente encontrar arsénico en los mantos freáticos.
En intoxicaciones por vía oral hay que realizar lavado gástrico
seguido de la administración de carbón activado. El quelante de elec-
ción es el BAL a dosis de 3 mg/kg intramuscular, cada 4 horas durante
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5 días. Recientemente, el DMPS -administrado por vía oral- ha mos-
trado ser eficaz para eliminar arsénico por orina.
Cadmio (Cd)
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nes de hasta 100 mg producen síntomas gastrointestinales, mientras
que a partir de los 350 mg se considera que es potencialmente mor-
tal. Absorbido por vía respiratoria -concentraciones ambientales su-
periores a los 200 μg/m3- inducen la "fiebre de los metales"; además, a
partir de 500 μg/m3 genera neumonitis química y edema agudo de los
pulmones, y al aumentar las concentraciones se produce la muerte.
La intoxicación crónica por cadmio puede ocasionar pigmentación
amarilla del esmalte dental en forma de anillos semiconcéntricos,
alteraciones respiratorias que se confunden con rinitis, bronquitis y
enfisema. Este metal es considerado cancerígeno para los pulmones
y la próstata. A nivel renal, el cadmio produce daño en las células
de los túbulos proximales acompañado de proteinuria, la cual está
asociada a concentraciones sanguíneas que sobrepasan los 10 μg/
dL de este metal; también se pueden presentar alteraciones en los
glomérulos.
Las concentraciones de cadmio que usualmente se encuentran
en personas no fumadoras y no expuestas ocupacionalmente a este
metal son de 0.5 μg/dL en sangre y de 5 μg/g de creatinina en orina.
Algunos marcadores de daño renal son útiles para valorar la expo-
sición al cadmio, por ejemplo: la microproteinuria que puede pro-
gresar a franca albuminuria. En este contexto, las concentraciones
urinarias de albúmina no deben superar los 20 mg/L, mientras que
las concentraciones de beta-microglobulinas y de la proteína trans-
portadora del retinol deben ser inferiores a 300 μg/g de creatinina.
Los trabajadores expuestos a este metal deben ser vigilados para que
no alcancen concentraciones de cadmio de 1.5 μg/dL en sangre y de
10 ug/g de creatinina en la orina. El nivel para cadmio en el ambiente
laboral (OSHA, Occupational Safety and Health Administration) no
debe exceder de 5 μg/m3 de aire. El valor límite umbral ambiental
(TLV, Threshold Limit Value) recomendado por la ACGIH (American
Conference of Governmental Industrial Hygienists) es de 10 ug/m3.
Cromo (Cr)
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por lo que presentan una disminución de la supervivencia o del creci-
miento, cuando las concentraciones de Cr6* son superiores a 10 μg/L.
En este contexto, debe recordarse que en los primeros años del siglo
XXI, algunas presas del estado de Guanajuato, México, se convirtieron
en grandes cementerios de aves migratorias, por ejemplo: en el in-
vierno de 1994-1995 murieron más de 25,000 aves en la Presa de Silva
(municipio de San Francisco del Rincón). Este caso fue investigado
por la Comisión para la Cooperación Ambiental de América (CCA), la
cual relacionó algunos metales pesados (Cr, Pb y Hg) con la muerte de
estos animales.
El cromo tiene varios estados de oxidación pero únicamente las
formas trivalente (Cr3+) y hexavalente (Cr6+) tienen importancia bio-
lógica. En los humanos, los compuestos de cromo pueden absorberse
por las vías cutánea, oral y respiratoria. Sin embargo, las sales de Cr3+
se absorben poco por inhalación y a través de la piel intacta. Las sus-
tancias de cromo Cr6* se impregnan en mayor cantidad que los de-
rivados del Cr3+' y atraviesan las membranas biológicas con facilidad,
reduciéndose a Cr3+ en el interior de las células. El cromo es distribuido
por la sangre en el organismo y se almacena en todos los tejidos corpo-
rales. La excreción de compuestos de cromo se realiza principalmente
por los riñones y, en cantidades menores, por la bilis, la leche materna
y el pelo. Los riñones excretan aproximadamente 60% de la cantidad
ingerida de cromatos, durante las 8 horas posteriores a su ingestión; la
excreción urinaria puede tardar más de 14 días.
La toxicidad de los compuestos de cromo se relaciona con la ca-
pacidad oxidante del Cr6*, el cual es transformado in vivo en compues-
tos de Cr3+. Por lo tanto, los derivados del Cr6+ son sustancias capaces
de inducir daño tisular. Así, la exposición aguda a estos compues-
tos ocasiona alteraciones cardiovasculares y síndrome hepatorrenal
(SHR), con oliguria y muerte. Además, se ha reportado que los croma-
tos y los dicromatos producen toxicidad tubular renal en animales
de experimentación, así como necrosis tubular en los humanos. En la
Figura 10-2 se muestra el curso temporal de la osmolaridad de la ori-
na de ratas Wistar machos expuestos a una dosis baja de dicromato
de potasio.
Figura 10-2. Efecto del K2Cr207 (0.5 mg/kg) sobre la osmolaridad de la orina de
ratas (Rodríguez-Vázquez et al., 2003).
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se relaciona con la reducción del Cr5+ a Cr3+ y la generación de radicales
libres que conducen al cáncer de pulmón. El Cuadro 10-4 resume los
signos y síntomas de las intoxicaciones aguda y crónica producidas
por el cromo.
Mercurio (Hg)
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La absorción del mercurio se puede realizar por todas las vías,
aunque el Hg elemental se absorbe muy poco desde el tubo digestivo
(menos de 0. 01%). La vía principal de absorción es la inhalación del
vapor, lo cual se produce de forma espontánea a temperatura am-
biente, con una penetración a través de la membrana alveolo-capilar
de 75% de la dosis inhalada. La absorción por vía cutánea es baja. El
mercurio en la sangre difunde al interior de los eritrocitos, en donde
es oxidado a ion mercúrico (Hg++), al igual que en los tejidos mediante
una vía donde intervienen catalasas peroxisomales, en un proceso
que es reversible. El Hg no oxidado es capaz de cruzar la barrera he-
matoencefálica y la placenta. En el sistema nervioso central (SNC)
queda atrapado en forma de ion Hg++. La excreción de este metal se
realiza principalmente por la orina y la vía digestiva (en forma de ion
Hg++), aunque los pulmones también lo eliminan en forma de vapor.
En el organismo humano su vida media es de 60 días.
En este contexto, el cloruro mercúrico se distribuye en la sangre
entre los hematíes y el plasma. No atraviesa la barrera hematoence-
fálica y se elimina principalmente por vía renal, con una vida media
de 30-60 días. A su vez, los compuestos orgánicos del mercurio se
absorben por todas las vías (son más liposolubles); así, el metil-mer-
curio se distribuye ampliamente en los tejidos corporales, con prefe-
rencia por los más ricos en lípidos como el cerebro y el tejido adiposo;
se elimina fundamentalmente por las heces fecales, experimentando
el ciclo enterohepático que prolonga su vida media hasta 70 días.
La toxicidad del mercurio está determinada por su gran afini-
dad por los grupos -SH en donde reemplaza al hidrógeno. También
es capaz de reaccionar con grupos amida, carboxilo y fosforilo. Esto
produce graves alteraciones en las proteínas tisulares con actividad
enzimática, con funciones de transporte y estructurales. El cloruro
mercúrico tiene propiedades cáusticas que provocan lesiones pro-
fundas en la mucosa digestiva cuando es ingerido. En los riñones pro-
duce necrosis tubular y glomérulo nefritis membranosa, asociada a
un mecanismo inmune que explicaría también las lesiones cutáneas
del cuadro clínico conocido como acrodinia o pink disease.
La absorción digestiva del Hg inorgánico está implicada con ma-
yor frecuencia en las intoxicaciones agudas, aunque también existen
reportes de intoxicaciones relacionadas con la aplicación cutánea de
cremas o jabones que lo contienen. Además, se pueden producir in-
toxicaciones agudas por inhalación de Hg metálico en cuyo caso los
síntomas iniciales son: disnea, tos seca, fiebre y escalofríos. El cuadro
puede evolucionar hacia una neumonitis intersticial con atelectasias
y enfisema. Se acompaña de síntomas digestivos inespecíficos con
náuseas, vómitos y diarrea, sabor metálico, sialorrea y disfagia, aun-
que también puede haber alteraciones visuales. En seguida pueden
aparecer síntomas neurológicos, como temblor distal y facial, acom-
pañados de insuficiencia renal y gingivo-estomatitis como expresión
de la conversión tisular a ion mercúrico. El Hg inorgánico, sobre todo
en sus formas mercúricas, produce por vía oral un cuadro con necro-
sis cáustica de la mucosa oral, esófago y estómago, con gastroente-
ritis hemorrágica y pérdida masiva de líquidos, que puede producir
la muerte por shock hipovolémico. Durante su eliminación, produce
daño en los riñones que puede llegar a la insuficiencia renal aguda,
por necrosis tubular, y dejar como secuela una insuficiencia renal
crónica.
La intoxicación subaguda o crónica, más frecuente afecta en to-
dos los casos sobre todo el Sistema Nervioso Central. El Hg metálico
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y sus derivados inorgánicos y arilos se comportan de forma similar.
El cuadro clínico, que aparece a lo largo de semanas, meses o años,
se caracteriza por un temblor involuntario de extremidades y lengua
que aumenta con los movimientos voluntarios y desaparece durante
el sueño. Se acompaña de alteraciones en la conducta y el estado de
ánimo (ansiedad, irritabilidad y depresión), que se han descrito como
una mezcla de neurastenia y eretismo, así como de alteraciones en
las mucosas (estomatitis y gingivitis con pérdida de piezas dentarias).
Otros síntomas neurológicos son: polineuropatía mixta sensitivomo-
tora, anosmia, constricción del campo visual y ataxia. La intoxicación
crónica progresa cursando con alteración renal y los signos van des-
de la proteinuria al síndrome nefrótico. Los derivados mercuriales de
alquilo, como el metilmercurio, son potentes neurotóxicos centrales.
Producen encefalopatía severa que se desarrolla en semanas o meses
y comienza con parestesias perfórales y distales, ataxia intensa que
termina en parálisis, ceguera, sordera, coma y muerte. Los niños afec-
tados intraútero presentan un cuadro análogo a una parálisis cere-
bral grave, con un notorio retraso del desarrollo, ceguera y sordera.
En las intoxicaciones con compuestos del mercurio, el antídoto
más adecuado es el BAL, por vía intramuscular, a dosis de 3 mg/kg/4h
las primeras 48h, 3 mg/kg/6h las siguientes 48h y 3 mg/kg/12h du-
rante 6 días más. Recientemente se ha reportado la eficacia del DMPS
para facilitar la eliminación de calomel o mercurio en su estado mer-
curioso.
Se consideran concentraciones tolerables de Hg, las inferiores a
1 μg/dL en sangre y a 20 μg/L en orina. La dosis letal de cloruro mer-
cúrico (HgCl2) para el humano es de 30-50 mg/kg, vía oral. La OMS
considera aceptable una concentración en el agua de 1 μg/L y una
ingesta semanal tolerable de 5 μg/kg de Hg total y 3.3 μg/kg de metil-
mercurio.
Plomo (Pb)
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en la dieta, es decir, un alto contenido de calcio implica una absor-
ción menor del tóxico. Dado que la hormona 1,25-dihidrocolecalcife-
rol puede inducir la expresión de proteínas transportadoras de calcio,
éstas también podrían transportar plomo. Por otra parte, la absorción
cutánea tiene escasa importancia aunque pueden absorberse algu-
nas formas orgánicas.
Independientemente de la vía de ingreso, el plomo tiene una alta
afinidad por los eritrocitos, de tal manera que de 92-99% absorbido se
encuentra en el interior de estas células, y sólo de 1-8% en el plasma.
La sangre distribuye al plomo en los tejidos, alcanzándose las mayores
concentraciones en: hígado, pulmones, riñones, cerebro, bazo, huesos
y dientes. En el tejido óseo se acumula 95% de la carga corporal total
de Pb, principalmente por sustitución del Ca, y aunque aparentemen-
te no causa allí ningún problema, reactiva la toxicidad crónica por los
altos requerimientos de calcio. La eliminación se produce sobre todo
por orina y heces. Normalmente, la orina excreta aproximadamente
30 ug/día. Así, la vida media del plomo en la sangre es de 25 días en el
adulto, 10 meses en el niño (exposición natural), 90 días en el hueso
trabecular y 10-20 años en el hueso cortical.
La semejanza química del plomo con el calcio (ion divalente) le
permite interferir con diversas vías metabólicas en la mitocondria
y en sistemas de segundos mensajeros que regulan el metabolismo
energético; además, inhibe los canales de calcio dependientes de vol-
taje que intervienen en la neurotransmisión sináptica y activa las
proteína-quinasas dependientes de calcio. La interferencia con calcio
en las células endoteliales de los capilares cerebrales explica la en-
cefalopatía aguda, ya que produce una disrupción de la integridad de
las uniones intercelulares fuertes que caracterizan la barrera hema-
toencefálica y produce edema cerebral. Las alteraciones del desarrollo
psicomotor en los niños, relacionadas con exposiciones al Pb (aun a
concentraciones bajas), están condicionadas por la mayor permeabi-
lidad de los capilares inmaduros al tóxico junto con las alteraciones
en la neuro transmisión ya mencionadas, y son de mayor impacto en
las fases de desarrollo de la organización del SNC. Diversos sistemas
de neurotransmisión afectados por el Pb son regulados por la acetil-
colina, dopamina, norepinefrina, GABA (ácido gama-aminobutírico) y
glutamato.
Los principales blancos del plomo son las proteínas enzimáti-
cas con grupos tiol, sobre todo dependientes de zinc. Destacan dos
enzimas que intervienen en la síntesis del grupo hemo: la delta-ami-
nolevulínico deshidratasa (ALA-D) y la ferroquelatasa; su inhibición
por el Pb interfiere con la síntesis del hemo y se traduce en aumento
del ácido delta-aminolevulínico y de la protoporfirina eritrocitaria,
ambos utilizados como indicadores de contacto metabólico o de daño
temprano. Otros sistemas enzimáticos afectados se relacionan con
alteraciones en la integridad de las membranas celulares. Estos dos
tipos de efectos tienen como consecuencia una anemia normocró-
mica y normocítica que presenta un puntilleo basófilo característico
en los eritrocitos. Este punteado está constituido por agregados de
ARN degradado, normalmente eliminado por la enzima pirimidina-5-
nucleotidasa que se encuentra inhibida.
Los efectos nocivos son variados entre adultos, mujeres, niños
y personas de edad avanzada. Los controles hormonales juegan un
factor muy importante, ya que mujeres y niños resultan ser muy vul-
nerables a la intoxicación; de hecho, se especula que las hormonas
que controlan la homeostasis del calcio podrían estar afectadas en
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presencia de plomo, lo que a su vez vulnera la homeostasis del calcio
y pueden aparecer los efectos tóxicos. Se ha sugerido que el retardo
en el crecimiento corporal, la reducción del coeficiente intelectual,
los problemas en el comportamiento y la falta de atención se deben
a casos de exposición de la madre al plomo, durante el embarazo y la
lactancia.
Los síntomas de la intoxicación aguda son análogos a los del
saturnismo clásico (intoxicación crónica), pero se presentan con un
curso más rápido en relación con una exposición masiva inhalato-
ria, la ingestión de una dosis alta con intención suicida o, incluso, la
administración intravenosa de drogas de abuso contaminadas con
Pb. Se produce encefalopatía aguda con insuficiencia renal, síntomas
gastrointestinales graves y hemolisis.
La exposición crónica ocurre en el medio laboral o por exposi-
ción al aire, agua o alimentos contaminados. Por la expansión de la
tecnología y el amplio uso del plomo se postula que todas las perso-
nas tenemos cierta concentración de este metal; de esta manera, se
considera que el nivel de plomo tolerable en la sangre de las personas
expuestas de manera no ocupacional es de 10 μg/dL como máximo,
mientras que el nivel a partir del cual se deben tomar medidas preven-
tivas en los niños es de 10-14 μg/dL. La intoxicación crónica por plomo
tiene una sintomatología variada, lo que refleja su acción en diferentes
órganos:
a) Sistema Nervioso Central. Encefalopatía subaguda y crónica con
afectación cognitiva y del ánimo. La cefalea y astenia son sínto-
mas iniciales acompañados de insomnio, irritabilidad y pérdida
de la libido. También se puede producir una encefalopatía agu-
da si se alcanzan niveles de Pb sanguíneo suficientemente altos
(100 μg/dL) con ataxia, coma y convulsiones. Es la forma clínica
más grave en los niños, quienes pueden presentar una fase con
vómitos y letargía días antes de la crisis que puede ser terminal.
b) Sistema Nervioso Periférico. Polineuropatía periférica de predo-
minio motor sobre todo en extremidades superiores y en el lado
dominante. La afectación comienza con la destrucción de las cé-
lulas de Schwann, seguida de desmielinización y degeneración
axonal.
c) Sistema hematopoyético. Anemia con punteado basófilo en los
eritrocitos.
d) Sistema gastrointestinal. Dolor abdominal de tipo cólico, anorexia,
vómitos y crisis de estreñimiento alternando con diarrea. Puede
aparecer un ribete gris o azulado gingival (Ribete de Burton).
e) Riñones. El plomo se acumula en las células tubulares proxima-
les y produce insuficiencia renal. También se asocia con hiper-
tensión arterial y gota.
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Para el diagnóstico de la intoxicación por plomo, se emplean
dos tipos de procedimientos analíticos: 1) determinación directa de
plomo en sangre y en orina o tras la provocación por quelación con
EDTA, y 2) biomarcadores de efecto como la determinación de ALA,
protoporfirina IX eritrocitaria, hemoglobina, hematocrito y el puntea-
do basófilo de los eritrocitos.
En el tratamiento de las intoxicaciones agudas por ingestión de
sales solubles se practica el lavado gástrico, cuya eficacia puede com-
probarse mediante radiografías simples de abdomen, ya que el plomo
es radio-opaco. Los quelantes indicados en la intoxicación por plomo
son el BAL, empleado a dosis de 3 mg/kg por vía intramuscular, se-
guido por la administración de EDTA cálcico disódico iniciada 4 horas
después, a dosis no mayor de 50 mg/kg/día repartida en volúmenes de
250 o 500 mi de solución fisiológica apropiada. Al pasar de 4-6 horas,
repetir lo necesario sin pasar de la dosis indicada durante 5 días. En
cuanto sea posible, se debe proseguir el tratamiento con un quelante
oral (recientemente se ha recomendado el ácido dimercaptosuccínico
o Succimer). En las intoxicaciones crónicas, el tratamiento es seme-
jante o bien se puede administrar la D-penilcilamina por vía oral, a
dosis iniciales de 10 mg/kg/día en 4 tomas hasta alcanzar 40 mg/Kg/
día, durante 2 semanas. Recientemente, se ha señalado que es mejor
usar Succimer debido a los efectos indeseables de la penicilamina. Es
preciso evaluar la eficacia del tratamiento mediante la verificación de
la eliminación urinaria.
En los Cuadros 10-5 al 10-10 se establecen las normas que regulan las
concentraciones máximas de plomo.
Límite de Pb
Reglamenta
(mg/L)
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NTE-CCA-031/91 Aguas residuales, servicios de repa- Promedio diario 1.0
ración automotriz, gasolineras, tinto- Límite instantáneo 2.0
rerías, fotografía, aguas tratadas.
NTE-CCA-032/91 Aguas residuales de origen urbano mu- 0.50
nicipal para su disposición mediante
riego agrícola.
Cuadro 10-5. Criterios en agua.
Límite de Pb
Reglamento
en (mg/L)
Límite de Pb
Reglamento
(mg/Kg)
Reglamento de la Ley
Mantecas vegetales. 0.1
General de Salud.
Límite de Pb
Reglamento
(pg/m3)
En procesos reductivos.. 50
Reglamento Límite de Pb
(pg/dL)
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Límite de Pb desprendido en
Reglamento cerámina horneada a mas de
990°C (mg/L)
7.0 piezas planas.
Vidrios para preparar,
5.0 piezas huecas chicas.
NOM-Q-46-91 servir y/o almacenar
2.5 piezas huecas grandes.
alimentos.
2.5 piezas huecas chicas.
Cuadro 10-10. Convenios con artesanos de cerámica.
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TOXICOLOGÍA DE LOS PLAGUICIDAS
11
Dr. Fernando Jaramillo Juárez
LCN Ma. Luisa Rodríguez Vázquez
Universidad Autónoma de Aguascalientes
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Introducción Desde hace miles de años, el hombre ha utilizado diversas sustancias
para luchar contra las plagas que dañan sus cosechas como: cenizas,
azufre, compuestos arsenicales, tabaco molido, derivados de algunos
metales (mercurio, zinc y plomo) y, en años recientes, plaguicidas
sintéticos. En este contexto, un plaguicida es cualquier sustancia o
mezcla de sustancias destinadas a prevenir, destruir o controlar al-
guna plaga. Por ello, los plaguicidas desempeñan un papel importan-
te en el control de numerosos insectos, nematodos, hongos, malezas
y otros organismos que compiten con el hombre por productos agro-
pecuarios y forestales. Además, algunos plaguicidas son muy útiles
en el área de la salud pública, ya que controlan enfermedades trans-
misibles por vectores como el mosquito del paludismo.
Los plaguicidas se clasifican de diferentes maneras, entre ellas: a)
según el tipo de organismo nocivo que se desea controlar, b) la familia de
compuestos químicos a la que pertenecen y c) en relación con su toxicidad
aguda. De acuerdo con su función, existen los siguientes grupos: 1) insec-
ticidas y acaricidas, 2) fungicidas, 3) nematicidas, 4) ro-denticidas y 5)
herbicidas. Los principales agentes de intoxicación entre los plaguicidas
son los insecticidas, ya sean los empleados en la agricultura, los de uso
doméstico o los utilizados en lugares públicos. Químicamente, pue-
den ser clasificados en los siguientes grandes grupos: organoclorados,
organofosforados, carbamatos y piretroides. En el Cuadro 11-1 se pre-
sentan algunos ejemplos de plaguicidas.
Plaguicidas Ejemplos
I) Insecticidas:
DDT, Clordano, Lindano
- Organoclorados
Diazinón, Etión, Paratión
- Organofosforados
Carbarilo, Metomilo, Oxamil
- Carbamatos
Aletrina, Alfametrina, Ciflutrín
- Piretroides
II) Fungicidas Captafol, Dinocap, Triforine
III) Herbicidas Diquat, Paraquat, Merfos, Glifosato
IV) Rodenticidas Warfarina, Difacinona, Flocoumafen
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Otros grupos de compuestos químicos a los que pertenecen los
plaguicidas incluyen: dinitrofenoles, bipiridilos, triazinas, carboxa-
midas, ftalimidas, compuestos de cobre, guanidinas, naftoquinonas,
derivados del ácido fenoxiacético, del cloronitrofenol y de la urea.
En la década de los años noventa, la Organización Mundial de la
Salud (OMS) recomendó clasificar los plaguicidas según su grado de
peligrosidad; es decir, según su capacidad para producir daño agudo
a la salud a través de una o varias exposiciones en tiempos cortos. La
clasificación se basa en la Dosis Letal Media (DL50) administrada por
vía oral o dérmica en animales de experimentación (Cuadro 11-2).
Oral Dérmica
Clase
Sólidos Líquidos Sólidos Líquidos
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perficiales y subterráneas), la muerte de insectos útiles, la aparición y
proliferación de plagas resistentes, el riesgo de extinción de aves y de
otras especies, así como la contaminación de los alimentos. Además,
se ha demostrado que el uso continuo y a gran escala de los plaguici-
das ocasiona daños, a corto y largo plazos, en la salud de la población
expuesta de manera directa o indirecta.
Solubilidad en el agua
Presión de vapor
Constante de Henry
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Adsorción en suelos
Propiedades ácido-base
Degradación
Vida media
Plaguicida Grupo Químico Log Kow Koc (cmVg) Vida Media (días)
Clorotoluron Urea 2.41 175 135
Metolaclor Cloroacetanilida 3.13-3.28 175 101
Tridemorf Morfolina 4.2 2034 33
Trifluralín Dinitroanilina 3.97-5.1 6417 170
Terbutrín Triacina 3.53 657 66
Cuadro 11-3. Valores de propiedades fisicoquímicas de varios plaguicidas
(Kow = Coeficiente de partición octanol/agua y Koc = Coeficiente de sorción
en suelos), (pt7mdv.ceingebi.unam.mx/computo/canovas/plagui-l.ppt).
a) Compuestos organoclorados
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los hidrocarburos relacionados con el hexaclorociclohexano como el
lindano, toxafeno, mirex y clordecona.
Estos compuestos son solubles en lípidos y en solventes orgá-
nicos, pero no en el agua; además, su volatilidad es baja y tienen es-
tabilidad química alta. Una de sus propiedades más importantes es la
persistencia en el ambiente tanto biótico como abiótico. Se descompo-
nen muy lentamente en el suelo, lo que permite su incorporación en la
cadena tierra-planta-animal-hombre. El DDT, por ejemplo, es un sólido
a temperatura ambiente (punto de fusión, 108 °C) y su presión de va-
por a 25 °C es de 1.6x107 mm Hg, por lo que al ser introducido en
el medio ambiente puede existir en forma particulada y en fase de
vapor. Estos plaguicidas fueron utilizados ampliamente en las áreas:
agrícola, pecuaria, forestal y urbana. En la Figura 11-1 se muestran
las estructuras de algunos de estos plaguicidas.
b) Compuestos organofosforados
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Algunos de estos compuestos, como el paratión metílico, no deben ser
usados en el hogar por su alta toxicidad; sin embargo, otros de ellos
(por ejemplo, malatión y diazinón) se utilizan para controlar insectos
como cucarachas, mosquitos, piojos y ectoparásitos de animales. En la
Figura 11-2 se muestran las estructuras de algunos plaguicidas orga-
nofosforados.
c) Compuestos carbamatos
d) Piretrinas y Piretroides
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derivados sintéticos de las piretrinas, mezcla de compuestos orgá-
nicos obtenidos originalmente de las flores del crisantemo (Cryscm-
themun cinerariaefolium y Crysanthemun cineum). Los piretroides son
esteres del ácido 2,2-dimetilciclo-propancarboxílico o análogos del
ácido 2-aril-3-metilbutírico que carecen del anillo ciclopropano. Esta
familia de insecticidas se clasifica en dos grupos: Tipo I (aletrina, bio-
aletrina, permetrina, tetrametrina, cismetrina, etc.) y Tipo II (ciper-
metrina, deltametrina, cicloprotina, fenvalerato, etc.). Los piretroides
Tipo I carecen del grupo a-ciano en su molécula mientras que los del
Tipo II sí lo contienen.
Las piretrinas son poco solubles en agua, inestables en la luz y el
calor y son plaguicidas no persistentes. Los piretroides se disuelven
mejor en el agua y son más estables y persistentes. Ambos grupos de
plaguicidas se han utilizado en la agricultura y en el hogar debido a
su acción rápida y a su aparente inocuidad para los humanos. La baja
toxicidad aguda que presentan los piretroides en los mamíferos se
debe a su rápida biotransformación por hidrólisis y/o hidroxilación.
En la Figura 11-4, se muestran algunas estructuras de piretroides y
piretrinas.
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en programas de salud pública. En la actualidad, su venta representa
aproximadamente 20% de las ventas totales de los plaguicidas.
e) Sustancias Herbicidas
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f) Compuestos Cumarínicos
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Figura 11-7. Crecimiento de la población mundial y su proyección hasta el
año 2050 (ONU).
a) Interacción plaguicida-suelo
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nales por un periodo limitado después de su emisión. Los compues-
tos de mayor persistencia (como los insecticidas organoclorados) han
sido los más implicados en problemas de contaminación ambiental,
tanto en el lugar de la aplicación como en sitios alejados, por su mo-
vimiento a través del ambiente (Cuadro 11-5).
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fotolisis e hidrólisis y también son biodegradables. A su vez, los car-
bamatos son compuestos poco volátiles y no tienden a adsorberse
en suelos y sedimentos, mientras que los piretroides son sustancias
poco volátiles que se adsorben fuertemente en suelos y sedimentos
del agua, por lo que son poco móviles en estos sustratos.
Ahora bien, la aplicación de formulados granulares permite que
se alcancen concentraciones altas de plaguicidas en el suelo y dismi-
nuya su disposición en el medio ambiente. Sin embargo, el rociado
terrestre o aéreo de estos xenobióticos favorece su dispersión durante
la aplicación. Al respecto, se ha calculado que sólo 53% del total de
los plaguicidas aplicados por aspersión aérea se deposita en el área
agrícola blanca, mientras que 47% restante se deposita en los suelos
y aguas colindantes, o bien se dispersa en la atmósfera y se transpor-
ta hasta otros ecosistemas distantes (Figura 11-8).
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res, entre ellos: la descarga de residuos industriales contaminados, la
deposición atmosférica, su desplazamiento desde las zonas agrícolas
(arrastrados por las lluvias) hasta los cauces de los ríos y mantos
acuíferos, la aplicación directa al agua (larvicidas) y por aplicaciones
aéreas cercanas a lagos y ríos.
Dentro de esta problemática, en el año de 1964 las autoridades
sanitarias de los EEUU reportaron que el endrín, compuesto usado
para controlar las plagas que dañan los cultivos de caña de azúcar,
estuvo directamente implicado con la muerte de diez millones de pe-
ces en la cuenca del río Mississippi; además del daño ecológico, esto
generó olores nauseabundos en las aguas colindantes del Golfo de
México. En nuestro país, lamentablemente muchas de las cuencas
hidráulicas están contaminadas por concentraciones altas de xeno-
bióticos. Las aguas del río Lerma, por ejemplo, arrastran los desechos
industriales y los contaminantes agrícolas provenientes de los esta-
dos de México, Guanajuato, Michoacán y Jalisco. Esto ha conducido,
no sólo a la contaminación grave de este río, sino también a la con-
taminación elevada del lago de Chápala por plaguicidas, residuos in-
dustriales, metales (Cu, Cr, Pb, Zn, etc.) y microorganismos patógenos,
entre otros.
De manera semejante, la contaminación de los mares se origina
fundamentalmente como resultado de las actividades antropogéni-
cas: industriales, agrícolas, náuticas, turismo, descarga de aguas ne-
gras, etc. En las aguas de los océanos se han arrojado de manera de-
liberada o accidental una gran cantidad y variedad de xenobióticos:
metales pesados, petróleo y sus derivados, PCBs, plaguicidas, etcéte-
ra. Por ello, los problemas de contaminación de los mares han sido
reportados de manera frecuente desde la segunda mitad del siglo
XX. Debe señalarse que los plaguicidas como contaminantes de los
océanos son particularmente destructores de la vida marina y entre
ellos se han identificado compuestos organoclorados (DDT, dieldrín,
endrín, etc.) y herbicidas (atracina y simacina), entre otros. Al res-
pecto, en 1996 se reportó la contaminación de las aguas del mar de
Bering por clorpirifós (19-67 ng/L) y endosulfán (trazas); además, en
el hielo marino también se encontró clorpirifós (170 ng/L) y atrazina.
Por fortuna, en un estudio reciente (2009) se ha publicado que la con-
centración de algunos plaguicidas organoclorados (heclorobenceno y
hexaclorociclohexano) ha disminuido en las aguas de la Antártida.
Como ya se señaló, los plaguicidas y fertilizantes que contami-
nan los mares son arrastrados desde las áreas agrícolas por las llu-
vias y los ríos. En México, desde hace décadas el Golfo de California
ha recibido residuos de los plaguicidas que se emplean en la región
noroeste del país. Estos productos contaminan el agua y los organis-
mos que allí se desarrollan. Al respecto, se ha reportado que la Bahía
Ohuira, laguna costera del Golfo de California, recibe los efluentes
agrícolas e industriales de la región. En 1999, se identificaron plagui-
cidas de uso prohibido y restringido en muestras de agua, sedimentos
y camarones de esa laguna (aldrín, endrín, DDT, lindano y paratión
metílico); las concentraciones de estos plaguicidas correspondían a
las reportadas por generar daño bioquímico y fisiológico a los cama-
rones. Sin embargo, en otro estudio reciente (2009), se afirma que en
las aguas del Golfo de California y del suroeste del Océano Pacífi-
co (México) las concentraciones de plaguicidas organoclorados son
compatibles con la salud del ambiente marino.
En este contexto, los plaguicidas que contaminan el ambiente se
pueden acumular en el hombre y en los animales debido a algunas
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de sus propiedades como: la estabilidad, la liposolubilidad y la persis-
tencia. Esto explica la presencia de los plaguicidas organoclorados en
la grasa de los animales y su movimiento y acumulación progresivos
desde un nivel trófico a otro, a través de las cadenas alimentarias.
En efecto, la persistencia y la biomagnificación de estos compuestos
permitieron que se distribuyeran en toda la biosfera. Por ello, se han
identificado concentraciones relativamente altas de insecticidas or-
ganoclorados en el tejido adiposo de focas, morsas, ballenas y peces
capturados en el Polo Norte. En la Figura 11-9 se muestra un ejemplo
de bioconcentración del DDT.
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males, aumentando sus concentraciones en la carne y la leche. Re-
sumiendo, la aplicación frecuente y excesiva de plaguicidas aumenta
sus concentraciones en el suelo y en el agua, lo que permite que sus
residuos se acumulen en las cadenas alimentarias. Este fenómeno es
muy notorio en peces, aves y aun en los mamíferos (Figura 11-10).
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químicos descargados en los ecosistemas, a partir de los años sesen-
ta, fomentaron el interés de los científicos por el estudio de los efec-
tos de las descargas de contaminantes en los sistemas naturales. En
particular, la ecotoxicología fue la disciplina que enfrentó el desafío
de reconocer, entender e intentar predecir las consecuencias causa-
das por la presencia de contaminantes químicos en el ambiente.
Por ello, en los últimos años se han registrado y publicado los
efectos adversos de los plaguicidas en varios ecosistemas. De ma-
nera breve, conviene señalar que para valorar los efectos nocivos
de los plaguicidas se deben tomar en cuenta la susceptibilidad y la
vulnerabilidad de los elementos de un ecosistema. Dentro de cier-
tos límites, los sistemas más complejos son menos susceptibles y
entre ellos se encuentran los bosques y las praderas naturales. Los
más susceptibles son aquellos que no se regeneran fácilmente y que,
además, reciben de manera regular cantidades grandes de plaguici-
das como los campos de monocultivos, en especial, los de algodón,
maíz, legumbres, soya y frutales. En general, los plaguicidas afectan
los microorganismos de los suelos, disminuyen la descomposición de
la materia orgánica, modifican la estructura del suelo (por ejemplo,
el uso constante de herbicidas reduce la cubierta de vegetales), favo-
recen la erosión y afectan el percolado del agua.
Los lagos, las lagunas y los estuarios son también sistemas com-
plejos de una susceptibilidad intermedia. Tienen una fauna y una
flora muy rica con ciclos de nutrición y flujos de energía difíciles de
descifrar; además, presentan cierto grado de resistencia a las altera-
ciones provocadas por los contaminantes, aunque los herbicidas en
particular pueden destruir la flora acuática y el fitoplancton, alteran-
do los niveles de oxígeno disuelto y las características ecológicas del
sistema. Los efectos de los plaguicidas en el agua se relacionan con:
a) La toxicidad. Las respuestas o efectos tóxicos pueden ser agudos
(muerte) o crónicos (alteraciones reproductivas, inhibición del
crecimiento, etcétera).
b) La persistencia. Se mide en términos de la vida media del plagui-
cida y está determinada por procesos de degradación bióticos y
abióticos. Los primeros se relacionan con la biodegradación del
compuesto y los segundos incluyen fundamentalmente reaccio-
nes de hidrólisis, fotolisis y oxidación.
c) El destino ambiental. Afinidad del plaguicida por uno o más de
los compartimientos del medio: sólidos, partículas en suspen-
sión, líquido (solubilidad en aguas superficiales o profundas) y
biota.
En este contexto, los piretroides son muy tóxicos para los peces
y tienen efectos de amplio espectro en los invertebrados; además,
reducen el número de insectos que no son el blanco de su acción,
aunque existe una variación importante en la susceptibilidad de las
diferentes especies. Se ha reportado que la toxicidad aguda para pe-
ces y crustáceos de algunos plaguicidas (clorpirifós, deltametrina,
diazinón, malatión y metil-paratión), medida por la concentración
letal media (CL50), es inferior a 5 ug/L. Sin embargo, para el caso de la
anguila este valor puede diferir (Cuadro 11-6).
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Plaguicida CL50 (96 h) en pg/L
Endrín 0.05
DDT 0.4
Lindano 9
Malatión 27
Paratión-Metílico 6000
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DLS0 en ratas machos adultos (mg/kg)
a) Plaguicidas Organoclorados
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gradualmente. Además, los plaguicidas organoclorados cruzan la pla-
centa y se distribuyen en los tejidos fetales.
De manera semejante a otras especies animales, en los huma-
nos el proceso de biotransformación de xenobióticos desempeña un
papel importante en el tiempo de permanencia de los plaguicidas y
en la duración de su acción tóxica. Este mecanismo enzimático par-
ticipa de manera importante en la eliminación de los xenobióticos,
ya que transforma sustancias no polares en sustancias polares que
son eliminadas con mayor facilidad a través de la orina; por ejemplo,
durante la biotransformación del DDT se generan metabolitos como
DDD, DDA y DDE. La presencia de DDE en la sangre indica una expo-
sición prolongada al DDT.
Una propiedad importante de los plaguicidas organoclorados es
su capacidad de inducir la expresión de enzimas hepáticas que inter-
vienen en la biotransformación de sustratos endógenos y de xeno-
bióticos. Las oxidasas de función mixta (CYP450) y las transferasas
son algunas de las enzimas inducidas por estos compuestos. Este
fenómeno se caracteriza por un aumento en la síntesis de proteína
enzimática que se traduce en un aumento de la velocidad de bio-
transformación tanto para el agente inductor como para las sustan-
cias que se metabolizan a través de la ruta inducida. En el caso de
las sustancias que producen metabolitos tóxicos o radicales libres, la
inducción puede generar mayor toxicidad.
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Familia Intoxicación aguda Intoxicación crónica
a) Diclorodifeniletanos: - Aprensión, ataxia y confusión. - Irritabilidad y dolor de cabeza.
DDT, DMC, Dicofol, - Parestesias de la cara, labios y - Temblores de las manos y
Metoxiclor. lengua. lenguaje cercenado.
- Hiperreflexia. - Cambios en el EEG y
b) Hexaclorociclohexanos:
- Convulsiones. convulsiones epilépticas.
Lindano Hexaclorobenceno.
- Mareos, náuseas y vómitos. - Artralgias, anorexia y anemia.
- Pérdida de la memoria
c) Ciclodienos: Endrín, reciente, depresión e
- Depresión respiratoria.
Aldrín, Dieldrín, Endosulfán, insomnio.
- Coma y muerte.
Clordano, Toxafeno. - Deterioro de la
espermatogénesis.
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Intoxicación leve Intoxicación moderada Intoxicación grave
- Debilidad generalizada.
- Dolor de cabeza, vómito. - Temblor súbito.
- Debilidad, dolor de cabeza. - Trastornos visuales. - Convulsiones.
- Mareo, vómito. - Sudoración, temblores. - Trastornos mentales.
- Disminución del diámetro - Diarrea. - Secreciones en pulmones.
de la pupila. - Disminución del diámetro de la - Estado de coma.
- Dificultad para respirar. pupila. - Paro respiratorio o del corazón.
- Dificultad para respirar y dolor - Muerte.
en el pecho.
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como de citrulina, un marcador de la generación de óxido nítrico y de
especies reactivas nitrogenadas. Durante el curso de estos procesos
puede incrementarse el consumo de ATP e inhibirse la fosforilación
oxidativa, lo que compromete la capacidad de las células para man-
tener sus niveles energéticos.
Experimentalmente se ha identificado que el paratión-metílico
altera la estructura de la cromatina y el tamaño del ADN de los es-
permatozoides maduros de ratones machos adultos, expuestos a do-
sis variables de este plaguicida (3-20 mg/kg, vía intraperitoneal), a
los 7 o 28 días del tratamiento. Los autores del trabajo sugieren la
participación del estrés oxidativo en el daño anteriormente descrito
y un riesgo potencial para los descendientes de los animales expues-
tos al paratión-metílico. También ha sido reportado que la exposición
subaguda de ratas Wistar al malatión (100-1500 ppm, durante cuatro
semanas), aumenta las actividades de la catalasa y de la superóxido
dismutasa, así como la concentración de malondialdehido en el híga-
do y en los eritrocitos. Además, la exposición de ratas Wistar a dosis
crecientes de malatión (25-150 mg/kg, durante 28 días) genera daño
oxidativo en el sistema nervioso central al término del tratamiento.
c) Piretroides
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contacto y de alergia respiratoria. Las personas sensibles al polen son
especialmente propensas a estas reacciones. La toxicidad crónica de es-
tos compuestos es parcialmente conocida.
d) Herbicidas
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tratamientos existentes, ya que no se cuenta con un antídoto espe-
cífico para la intoxicación con este herbicida. Se ha demostrado que
el paraquat disminuye la capacidad bioenergética en las mitocon-
drias de células animales y vegetales, como resultado del estrés oxi-
dativo producido por este compuesto. La lipoperoxidación producida
por este herbicida se presenta de manera relativamente tardía en los
pulmones (entre 5 y 7 días), junto con el incremento del número de
macrófagos en estos órganos. Además, aumenta la enzima prolil-hi-
drolasa pulmonar favoreciendo la formación de colágeno y la fibrosis
pulmonar (el oxígeno potencia esta patología). En cobayos, se ha de-
mostrado que la vitamina C disminuye la lipoperoxidación inducida
por el paraquat; además, las vitaminas C y E, así como el glutatión,
disminuyen los efectos tóxicos de este herbicida en hígado, riñones y
pulmones de la rata.
El diquat es ligeramente menos tóxico que el paraquat, lo que
puede estar relacionado con su pobre absorción gastrointestinal;
aproximadamente 6% de la dosis ingerida se excreta por la orina. El
diquat forma radicales libres y produce necrosis tisular que se rela-
ciona con el mecanismo de peroxidación generado por el paraquat.
En intentos de suicidio con diquat existen ulceraciones de las muco-
sas, insuficiencia renal aguda, daño hepático y dificultades respirato-
rias; los efectos sobre SNC son severos y no hay evidencia de fibrosis
pulmonar.
Finalmente, el glifosato (N-fosfonometilglicina) es un plaguicida
organofosforado de amplio espectro, muy utilizado a nivel mundial.
Ejerce su acción herbicida inhibiendo la enzima enol-piruvil-shiki-
mato-3-fosfato-sintasa, impidiendo con ello que los vegetales elabo-
ren tres aminoácidos esenciales para su crecimiento y supervivencia.
Debido a que la ruta metabólica del ácido shikímico no existe en los
animales, se consideró que la toxicidad aguda del glifosato era baja.
En ratas Wistar, luego de la administración oral de 14C-Glifosato (5.6
mg/kg) la radioactividad derivada de este herbicida se localiza en la
sangre, orina y heces fecales; además, este plaguicida se metaboliza
poco y su consumo durante dos semanas (300 mg/kg, oral) disminuye
la concentración hepática de citocromo P-450.
El glifosato es un compuesto tóxico para las células de la placen-
ta humana, en las cuales afecta la actividad de la aromatasa (enzima
que participa en la síntesis de estrógenos) al interactuar con su sitio
activo. Por otra parte, en estudios de toxicidad subcrónica, la admi-
nistración de glifosato a ratas Wistar (48.7 mg/kg, durante 75 días)
aumenta la actividad sérica de la alanina-aminotransferasa (ALT) y
de la aspartato-aminotransferasa (AST), lo que indica daño hepático.
En años recientes, se ha encontrado que el glifosato daña las células
de los mamíferos alterando el sistema antioxidante y generando es-
trés oxidativo. Al respecto, la administración de glifosato (1%, oral) a
ratas Wistar preñadas aumenta la lipoperoxidación en el hígado de
las madres y de sus productos y, además, disminuye las concentra-
ciones celulares de glutatión.
Desde la segunda mitad del siglo XX, se han estudiado los posibles
efectos carcinógenos, mutágenos y teratógenos de los plaguicidas sin-
téticos. Expertos en este campo han señalado que algunos estudios
epidemiológicos sobre el cáncer, relacionados con el uso de plaguici-
das, adolecen de las siguientes fallas: falta de controles apropiados,
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exposición desconocida y exposición simultánea a varios plaguicidas.
A pesar de ello, en los trabajadores agrícolas, se ha encontrado que
al aumentar el tiempo de exposición a los plaguicidas se incrementa
significativamente la mortalidad por leucemia. Además, los efectos
de la exposición crónica a plaguicidas organofosforados, N-metilcar-
bamato, fungicidas y herbicidas han sido relacionados con diversos
tipos de cáncer: linfoma maligno, mieloma múltiple, cáncer: testicu-
lar, pulmonar, del tracto gastrointestinal y del cerebro.
Con el propósito de identificar factores de riesgo en la etiología
del mieloma múltiple, en un estudio se encontró que uno de estos
factores era la exposición antigua al ácido fenoxiacético y al DDT.
Asimismo, se han encontrado 18 compuestos organoclorados que
funcionan como agentes cancerígenos en animales de experimenta-
ción: clorobencilato (acaraben), dieldrín, endrín, clordecona (kepona),
metoxicloro, clorfenson (ovex), hexaclorobenceno (HBC), DDT, gam-
ma BCH (Lindano), quintozeno (pentacloronitrobenceno), pertano, al-
drín, clordano, dicloruro de etileno (dicloroetano), heptacloro, mirex,
terpenos policlorados (estrobano) y toxafeno. Además, ha sido repor-
tado que la frecuencia de aberraciones cromosómicas se incrementa
significativamente en los trabajadores agrícolas expuestos de manera
prolongada a los plaguicidas. Al respecto, en un estudio realizado con
61 trabajadores de campos de algodón que rociaban regularmente
compuestos como DDT, BCH, endosulfán, malatión, metil-paratión,
fosfamidón, dimetoate y cipermetrina, se identificaron alteraciones
significativas en los cromosomas de linfocitos periféricos.
Respecto a los herbicidas, se ha reportado que el alaclor (un de-
rivado de la acetanilida) aumenta la incidencia de adenocarcinomas
en el estómago de ratas y en los pulmones de ratones, cuando se les
administran dosis altas de este compuesto. Además, la toxicidad cró-
nica del glifosato técnico en ratones retrasa su crecimiento, genera
hipertrofia y necrosis de hepatocitos, así como hiperplasia del epitelio
de la vejiga.
En relación con el problema de la teratogénesis, existen muchas
variables que dificultan predecir con exactitud los riesgos relacio-
nados con la exposición materna a los plaguicidas. Sin embargo, al-
gunos factores relacionados con la susceptibilidad de los fetos a los
efectos de los plaguicidas incluyen: edad gestacional al momento de
la exposición, frecuencia y duración de las exposiciones, vía de ingre-
so del plaguicida, concentración en los líquidos corporales, presencia
de solventes orgánicos y hábitos personales de higiene.
En este contexto, estudios realizados con animales de laborato-
rio, a los cuales se les administraron dosis altas de plaguicidas orga-
nofosforados o carbamatos durante las etapas críticas de la gesta-
ción, sugieren que estos agentes son poco teratógenos. Por otra parte,
los datos relacionados con la exposición de los seres humanos a es-
tos compuestos, durante su vida intrauterina, son muy limitados. Sin
embargo, se han reportado anomalías congénitas en un niño cuya
madre estuvo expuesta a compuestos organofosforados (oxidemetón
y mevinfós) y a un carbamato (metomilo) a las cuatro semanas de
embarazo. Al nacer, el niño presentó múltiples anormalidades como
defectos en el corazón (ventrículo derecho hipertrofiado) y atrofia
difusa del cerebro y del cerebelo. Sin embargo, el número de niños
estudiados es pequeño e insuficiente para determinar si existe una
asociación entre la presencia de defectos al nacimiento y la exposi-
ción a estos plaguicidas.
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Finalmente, respecto al daño en el sistema nervioso, la exposi-
ción crónica a los plaguicidas organoclorados produce: temblores,
debilidad muscular, ataxia, balbuceo al hablar e incoordinación, así
como cambios cognitivos y de la personalidad. A su vez, los órgano-
fosforados generan daño cognitivo y cambios en la personalidad del
individuo.
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Dictiotopografía
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CARCINOGÉNESIS
Y TERATOGÉNESIS QUÍMICA 12
Ma. del Carmen Terrones Saldívar
Alejandro Rosas Cabral
Alma Lilian Guerrero Barrera
Universidad Autónoma de Aguascalientes
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Introducción A partir de la Revolución Industrial del siglo XVIII, se comenzaron
a producir en grandes cantidades diversos productos químicos, de
manera tal que actualmente se calcula que la industria ha generado
alrededor de 100,000 productos químicos de empleo generalizado y
que ingresan al mercado, cada año, cerca de 2,000 productos nuevos.
Muchas de estas sustancias tienen la capacidad potencial de produ-
cir daño a los seres vivos en general y al ser humano en particular.
Entre los daños vinculados a la exposición de los contaminantes am-
bientales está el incremento de las tumoraciones malignas (cáncer) y
las malformaciones congénitas.
El cáncer afecta a los humanos de todas las edades y a una gran
variedad de órganos. La frecuencia de muchos de los cánceres au-
menta con la edad, de modo que conforme la gente envejece, un nú-
mero mayor de individuos desarrollará la enfermedad. En nuestro
país, el cáncer está identificado como un problema creciente de salud,
que es consecuencia, entre otros factores, de la transición demográfi-
ca, el incremento en la esperanza de vida, la disminución de muertes
por enfermedades contagiosas, los estilos de vida poco saludables y la
contaminación ambiental. De acuerdo a datos obtenidos de la Secre-
taría de Salud, en Aguascalientes, la mortalidad general por cáncer ha
permanecido dentro de las tres primeras causas, entre los años 2000-
2007. El cáncer pulmonar es el más prevalente en el sexo masculino,
mientras que el cáncer de mama y el cervicouterino lo son para la
mujer. Es importante resaltar que en más de 70% de los casos de
cáncer, está involucrada la influencia del medio ambiente.
En algunos países desarrollados se ha logrado controlarlas enfer-
medades más frecuentes de la infancia, en particular las infecciosas
y nutricionales. En México, la disminución en la morbi-mortalidad
infantil por enfermedades diarreicas y prevenibles por vacunación,
ha dado lugar a que otras enfermedades aparezcan dentro de las
principales causas de muerte infantil, entre ellas, los defectos congé-
nitos al nacimiento. De tal manera que, actualmente, entre las mal-
formaciones congénitas, se considera a las del tubo neural como un
problema de salud pública, tanto por su alta morbi-mortalidad como
por las graves secuelas y discapacidad que ocasionan, sin dejar de
lado la carga emocional y económica que representan para la familia
y para la sociedad.
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En este capítulo se exponen, de manera general, los mecanismos
implicados en la carcinogénesis y la teratogénesis química y la forma
en que algunos de ellos afectan la salud de los humanos.
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Figura 12-1. Transducción de señales en la célula. La señal que llega puede
ser un factor de crecimiento (1), que es acoplado a un receptor específico
(2), esta señal es transmitida a proteínas postreceptoras (3), que pueden es-
timular un segundo mensajero (4), y éste a su vez estimula a las proteínas
citoplásmicas (5), cuya señal es llevada hacia las proteínas nucleares (6).
Todo esto finalmente puede afectar el ciclo celular (división celular).
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heredables o mutagénesis. Si las mutaciones se producen
en células somáticas, el individuo puede desarrollar enfer-
medades o iniciar el proceso canceroso (carcinogénesis). Los
cambios genéticos también pueden provocar durante el de-
sarrollo embrionario alteraciones en el embrión, proceso co-
nocido como teratogénesis. En la Figura 12-2 se ilustran los
efectos adversos que tienen las mutaciones sobre las células
somáticas y germinales.
Figura 12-2. Efectos adversos de las mutaciones sobre las células somáticas
y germinales del organismo.
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Figura 12-3. Orígenes de las malformaciones embrionarias.
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plaguicidas y fertilizantes y que, además, contaminan el ambiente.
Lo anterior subraya que en nuestra vida cotidiana podemos enfren-
tamos a factores potencialmente cancerígenos dentro o fuera de los
lugares donde desarrollamos nuestras actividades, en la ciudad o en
el campo, por motivos laborales, médicos, accidentales o como resul-
tado de nuestros hábitos.
Diversos compuestos orgánicos pueden generar cáncer, como
los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP), las dialquinitrosa-
minas, los nitritos, que se metabolizan a nitrosaminas o nitrosami-
das carcinógenas, y la aflatoxina B1. Además, numerosos elementos
inorgánicos y sus compuestos, incluidos los de cadmio, cromo, ní-
quel, plomo, berilio y arsénico son cancerígenos. Algunos cánceres
son secundarios a la producción endógena anormal de hormonas. La
producción excesiva o el deterioro de los mecanismos homeostáti-
cos del organismo originan una transformación neoplásica. El cáncer
también puede ser ocasionado por combinaciones ambientales de
carcinógenos químicos como el humo del tabaco y otros productos
de la combustión, tales como las emisiones de los tubos de escape de
los automóviles, la contaminación atmosférica y los alimentos pro-
cesados (ahumados, curados, con aditivos, etc.).
Se ha descrito que las células somáticas normales, al transfor-
marse en malignas, pasan por diferentes fases. La huella durade-
ra puede ser una mutación y la pérdida de la heterocigosis celular,
producto de la recombinación mitótica inducida, o los cambios en
el número y en la estructura de los cromosomas, son factores que
inician el proceso canceroso. Las células iniciadas permanecen en el
organismo en latencia durante tiempos variables y después crecen
y se desarrollan de manera autónoma, en presencia de compuestos
químicos promotores, generándose así la progresión tumoral o neo-
plasia. Una vez que un tumor se establece, se vasculariza, es decir, se
llena de vasos sanguíneos. La progresión tumoral está modulada por
una serie de factores, siendo el más importante el inmunológico.
Los carcinógenos químicos en relación con su acción sobre una
o más etapas de la carcinogénesis se han clasificado en: a) agentes
iniciadores, carcinógenos incompletos, que son las sustancias quí-
micas capaces de iniciar únicamente a las células; b) agentes activa-
dores, o sea, sustancias químicas capaces de causar la expansión de
clones de células iniciadas; c) agentes estimulantes de la progresión
que son sustancias químicas capaces de convertir una célula iniciada
o una célula en la etapa de activación en una célula potencialmente
maligna; y d) carcinógeno completo, aquella sustancia química que
tiene la capacidad de provocar cáncer a partir de células normales,
habitualmente con cualidades de agentes iniciadores, activadores y
estimulantes de la progresión. En la Figura 12-4 se muestra un esque-
ma del proceso.
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Figura 12-4. Resumen del proceso canceroso.
Carcinogénesis química
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En la década de 1940, Beremblum y Shubik emplearon hidro-
carburos aromáticos policíclicos y aceite de crotón para estudiar la
carcinogénesis en piel de ratón y demostraron que el desarrollo del
cáncer requiere de varias etapas. Entre 1980 y 1990, la descripción de
la biología molecular de los protooncogenes y de los genes supresores
de tumor, reforzó el concepto de que el cáncer es una enfermedad
genética y que el desarrollo de las neoplasias se fundamenta en la
presencia de varias mutaciones; aunque se desconoce con certeza el
número necesario de las mismas, se asume que, en la mayoría de los
casos, este número varía según el órgano o tejido afectado. Durante la
división celular se presentan errores genéticos espontáneos, los cua-
les se observan en una tasa de 106 a 10"8, y si el daño se presenta en
algún gen responsable del desarrollo neoplásico, la probabilidad de
desarrollar cáncer se incrementa.
Ahora bien, el cáncer no es una enfermedad única, sino un grupo
de más de 200 enfermedades distintas, cada una de ellas con sus pro-
pias causas, historia natural y tratamiento, las cuales se desarrollan
después de largos periodos de latencia y que son el resultado ñnal
de la interacción variable de dos determinantes: el genético (endóge-
no) y el ambiental (externo). En el 2007, la Sociedad Americana del
Cáncer (EUA) estimó que aproximadamente 1,444,920 personas reci-
bieron un diagnóstico nuevo de cáncer invasor y 559,659 murieron a
causa de la enfermedad. En nuestro país, las neoplasias constituyen
la tercera causa de mortalidad para cualquier grupo de edad, siendo
superadas únicamente por las enfermedades cardiovasculares y la
diabetes mellitus.
De manera general, se considera que los factores ambientales
probablemente son responsables de 80 a 90% de todos los cánceres.
Dentro de los factores medioambientales que contribuyen al desarro-
llo del cáncer, las sustancias químicas son reconocidas cada vez más
como importantes factores que desencadenan, promueven o favorecen
el desarrollo del mismo. En este contexto, la carcinogénesis química se
define como "un proceso de varias etapas que inicia con la exposición
a una mezcla compleja de sustancias químicas que se encuentran
en el ambiente del humano". Por lo tanto, un carcinógeno químico es
toda aquella sustancia que cuando es administrada a un animal de
laboratorio, induce una elevación estadísticamente significativa en la
incidencia de uno o más tipos histológicos de neoplasia, comparada
con los animales del grupo control que no fueron expuestos a dicha
sustancia. Una vez internalizados, los carcinógenos químicos frecuen-
temente son objeto de la acción de procesos metabólicos de activación
o de destoxificación, aunque algunos químicos ambientales pueden
también actuar de forma directa para producir cáncer. Las variacio-
nes interindividuales en el metabolismo de los carcinógenos, aunado
a diferencias en la capacidad de reparación del ácido desoxirribonu-
cleico (ADN), y en la respuesta a los promotores tumorales, establecen
el riesgo de cada individuo para padecer cáncer.
Un cáncer está formado por billones de células que se originan
de una célula inicial transformada, la cual se multiplica en forma
clonal, demuestra inhibición de apoptosis y acumula alteraciones
genéticas o epigenéticas que la convierten en una célula neoplásica.
Cabe comentar que la inhibición de la apoptosis, al permitirle a la cé-
lula neoplásica acumular mutaciones, puede ser un punto clave en la
patogénesis de las neoplasias. Las neoplasias pueden ser clasificadas
como benignas o malignas según sus características, en general, las
células neoplásicas proliferan de manera autónoma, no responden
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a las señales de inhibición del crecimiento de las células vecinas, se
diferencian poco, promueven angiogénesis, invaden tejidos adyacen-
tes y forman metástasis. Es indudable que el cáncer tiene un fuerte
impacto personal, familiar y social. Aunque en los últimos 30 años,
ha habido un incremento importante en la supervivencia del cáncer,
el progreso en el conocimiento de los factores de riesgo medioam-
bientales de esta enfermedad aún está en constante crecimiento.
En el siguiente apartado se describirán las diferentes etapas del
desarrollo del cáncer mediado por sustancias químicas y el papel que
algunas de éstas tienen en ciertos tipos específicos de cáncer.
Etapas de la carcinogénesis
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mencionar que las diferentes sustancias químicas a las que está ex-
puesto el humano alteran la frecuencia de las mutaciones, la veloci-
dad del crecimiento celular y la expresión de los genes alterados y,
por ende, la velocidad del proceso; esto también es influenciado por
la interacción con el sistema inmune del sujeto, todo lo cual induda-
blemente modifica la transición a través de las diferentes etapas de
progresión del tumor acorde a la susceptibilidad individual de cada
persona.
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Promoción del tumor
Progresión inmoral
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Metabolismo de los carcinógenos
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Figura 12-6. Activación metabólica de los compuestos químicos y genera-
ción de cáncer.
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posteriormente, la epóxido hidrolasa catalice la formación de
dihidrodioles formando benzo[a]pireno 7,8 dihidrodiol.
2) El benzo[a]pireno 7,8 dihidrodiol es metabolizado en el doble en-
lace por CYP1A1 y CYP3A4 para formar un diol-epóxido (Figura
12-7).
3) La formación de esta estructura desestabiliza al anillo de bence-
no el cual se abre en forma espontánea.
4) Estas especies son fuertemente electrofílicas por lo que pueden
formar un enlace covalente entre la posición 10 del hidrocarbu-
ro y el grupo amino de la deoxiguanosina. A este compuesto se
le llama en forma genérica aducto o adición (Figura 12-8).
Figura 12-8. Formación del aducto como efecto final del metabolismo de los
hidrocarburos policíclicos.
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Clasificación de los carcinógenos
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N-nitrosos, carbamatos, compuestos halogenados, carcinógenos na-
turales y metales y drogas antineoplásicas. El metabolismo de los
hidrocarburos aromáticos policíclicos es un proceso que involucra
varias etapas que conducen a la formación del aducto.
Las aminas aromáticas son responsables del cáncer de vejiga
entre los trabajadores de la industria del plástico, y un ejemplo de
ellas es el 4-aminobifenilo. La activación metabólica de las aminas
aromáticas es compleja y deben ser convertidas en amidas aromá-
ticas, mediante una reacción de acetilación en la que participa la
acetil-CoA. El fenotipo de acetilación varía en las diferentes pobla-
ciones humanas, de tal manera que las personas con un fenotipo
acetilador rápido tienen mayor riesgo de cáncer de colon, en tanto
que los acetiladores lentos tiene un mayor riesgo de cáncer de vejiga
al ser expuestos a estos carcinógenos.
La nitrooxidación es una vía competitiva para el metabolismo de
estas aminas y cuando están protonadas forman compuestos electro-
fílicos reactivos que se unen covalentemente con el ADN y lo dañan.
Una etapa de activación inicial depende de CYP1A2. Estos compues-
tos deben ser activados posteriormente por acetil-CoA, para formar
N-sulfonil-oxi-arilamidas, lo que resulta en la formación de dos tipos
de aductos: amidas (acetiladas) y aminas (no acetiladas). Las ami-
nas heterocíclicas resultan de la cocción de algunos alimentos. Ini-
cialmente la pirólisis (>180 °C) de aminoácidos, creatinina y glucosa,
forma aductos y puede causar tumores hepáticos. Requieren ser N-
hidroxiladas y ser activadas por CYP1A2, aunque a diferencia de las
aminas aromáticas, requieren de orto-esterificación enzimático de
los residuos N-hidroxilados, los cuales son buenos sustratos para las
acetilasas, por lo que en unión de un fenotipo acetilador lento tienen
un papel en la génesis del cáncer de colon.
Las aflatoxinas son metabolitos del Aspergillus flavus que con-
taminan los cereales y granos no almacenados en forma adecuada.
Existe correlación entre la exposición dietética a aflatoxinas y cáncer
de hígado en países en vías de desarrollo, donde la contaminación
de los granos es más frecuente. Son activadas por CYP2A3, CYP2A6 y
CYP3A4, las aflatoxinas B1 y G1 son más mutagénicas debido a que
tienen un doble puente olefínico en la posición 8,9.
Las nitrosaminas carcinogénicas son altamente ubicuas y se han
reportado en: alimentos, bebidas alcohólicas, cosméticos, líquidos hi-
dráulicos, plásticos y tabaco. Las nitrosaminas específicas del tabaco,
como la 4-(metünitrosamino)-1-3-(piridil)-1-butanona, es carcinogé-
nica en una gran variedad de animales y se relaciona con el cáncer
de cavidad oral. Las N-nitrosodimetilaminas pueden ser hidroxiladas
para formar alfa-hidroxinitrosaminas inestables. Los grupos alquilo
de estos compuestos, son potentes agentes metilantes que se pueden
unir a diferentes sitios del ADN.
En resumen, existen diversas formas por las que los carcinóge-
nos químicos pueden alterar el ADN: formación de aductos de gran
tamaño y de tipo aromático (nitrosaminas), formación de aductos
de tamaño pequeño (grupos alquil), oxidación, dimerización, desa-
nimación y cambios epigéneticos. Los hidrocarburos policíclicos aro-
máticos se unen a las guaninas del surco menor del DNA, los ben-
zopirenos se unen a las adeninas, las aminas aromáticas se unen
a los residuos guanina y adenina, predominantemente situadas en
el surco mayor del ADN, mientras que las aflatoxinas se unen a las
guaninas. La alquilación del ADN se puede presentar en muchos si-
tios del mismo. La oxidación forma aductos glicol con la timidina e
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hidroxi con la guanina. La deaminación de residuos citosina también
es potencialmente mutagénico y causa daño al ADN (produce transi-
ciones) C-T.
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lo que produce una función alterada de la proteína y esto da a la
célula una ventaja de crecimiento clonal. Raf, myc y neu también se
han reportado como sobreexpresados en modelos experimentales de
tumor.
El desarrollo neoplásico requiere de errores en los mecanismos
de control del ciclo celular, los cuales son controlados en los puntos
de chequeo del mismo, de tal manera que se puede impedir a las
células entrar a ciclo con un ADN dañado, antes de que ocurra la re-
paración del ADN (bloqueo en G1), o bien, cuando la célula va a divi-
sión (bloqueo en G2). Los productos de los genes supresores de tumor
p53, p21 y Rb juegan un papel crucial en la protección de las células
contra la transformación neoplásica, debido a que ellas favorecen el
bloqueo de las células en G1, la pérdida de la función de la proteína
Rb provoca un incremento en la proliferación celular y ausencia en
la diferenciación terminal; p53 puede interrumpir el ciclo celular en
Gl e ir a reparación del ADN celular dañado mediante la inducción
de apoptosis en la intención de mantener la estabilidad del genoma
celular. La pérdida de p53 durante la carcinogénesis predispone a
las células preneoplásicas a acumular mutaciones adicionales por el
bloqueo de la respuesta apoptótica normal al daño del ADN. La ac-
tividad biológica de p53 depende de su capacidad de unir elementos
reguladores de la transcripción del ADN, por ejemplo, p53 transactiva
a p21 en el cual actúa como un inhibidor de las cinasas dependientes
de ciclina cdk4, dando de esta manera un control a p53 en el punto
de chequeo de la transición a G1 (Figura 12-9).
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en cánceres de piel causados por una extrema sensibilidad a la ra-
diación ultravioleta. La vía de reparación del ADN de errores en el
apareamiento de éste, también es influida por p53, debido a que p53
y p73 inducen la expresión de p53R2 el cual es un gen homólogo con
la región R2 de la subunidad de la ribonucleótido reductasa. p53R2,
funciona de una manera no específica incrementando el "pool" de
dinucleótidos libres cuando surge la necesidad de reparación. Ade-
más, P53 regula también dos proteínas muy importantes de esta vía,
el gen homólogo humano de la mutante S de E Coli (hMSH2) y PCNA,
las mutaciones en hMSH2 resultan en cáncer colorrectal hereditario
no polipósico. Asimismo, p53 se ha encontrado mutado en el codón
249 en la mayoría de los carcinomas hepatocelulares relacionados
con aflatoxinas. Aunado a lo anterior, se debe señalar que la posibili-
dad actual de estudiar genomas completos, o la expresión de grandes
números de genes en un mismo tiempo mediante microarreglos, ha
permitido conocer que el genoma de las células tumorales presenta
un número de alteraciones genéticas y epigenéticas mucho mayor de
lo que se había sospechado y que, por lo tanto, este campo de estudio
en el futuro cercano proporcionará grandes avances.
Teratogénesis química
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estudia las anomalías congénitas; sin embargo, los defectos en el na-
cimiento han acompañado al hombre durante toda su historia. En
efecto, se tiene evidencia paleontológica y arqueológica de individuos
con defectos al nacimiento, los cuales en su momento fueron consi-
derados monstruos o dioses. Se atribuían como castigo de los dioses o
como resultado de uniones con demonios, brujas o animales, incluso
como resultado de una acción satánica.
En 1959, después de las epidemias de rubéola de 1950 y 1958, se
especificó que un agente sedante (la talidomida) fue la causa de de-
fectos en el crecimiento de las extremidades (focomelia) y ocasionó
que se replanteara el concepto de la barrera placentaria. Actualmen-
te, se acepta que la mujer que cursa con un embarazo normal, tiene
un riesgo considerable de sufrir diferentes alteraciones reproductivas
manifestadas como: pérdida fetal temprana; aborto espontáneo; par-
to pretérmino; retraso del crecimiento interauterino; malformacio-
nes congénitas; deficiencias conductuales, neurológicas, endocrinas
e inmunológicas; o muerte fetal intrauterina.
Los defectos congénitos son estados patológicos determinados
por factores causales que influyen previos al nacimiento, ya sea an-
tes, durante o después de la concepción. Sus expresiones clínicas
incluyen defectos de uno o varios órganos, que pueden ser estructu-
rales (malformaciones congénitas), funcionales (enfermedades o tras-
tomos del desarrollo físico o mental) o ambas cosas; pueden afectar a
recién nacidos de todas las regiones del mundo, independientemente
de sus características raciales y económicas.
Las malformaciones congénitas (MC) son causa de enfermedad,
secuelas y muerte neonatal e infantil y adquieren cada vez mayor
importancia como causa de morbilidad y mortalidad no sólo en paí-
ses desarrollados, sino también en América Latina. Las MC se en-
cuentran entre las primeras cinco causas de muerte en menores de
un año en varios países en vías de desarrollo y en los desarrollados
son la primera o segunda causa de muerte infantil. En Cuba y en Co-
lombia, las MC representan la segunda causa de muerte en el primer
año de vida. En otros países, como Honduras se reporta una frecuen-
cia entre 2 y 5% de los recién nacidos vivos (sin incluir las ocurridas
en los casos de recién nacidos muertos).
Se ha estimado que 47% de las malformaciones congénitas ocu-
rren por causas desconocidas, 25% por causas genéticas, 25% mul-
tifactoriales y 3% son causadas por agentes físicos, químicos o bio-
lógicos aproximadamente. El desarrollo ontogénico da inicio con la
fusión de dos células altamente especializadas: el ovocito y el esper-
matozoide. El huevo o cigoto es una célula indiferenciada pero pluri-
potencial y a partir de este momento el proceso tendrá su base en el
genotipo y su manifestación; el fenotipo, dependerá de la interacción
de los factores hereditarios y de las condiciones del medio ambien-
te. Durante la vida prenatal se considera ambiente a todo aquello
que queda fuera de la piel del embrión-feto: el líquido amniótico, las
membranas que lo rodean, la placenta, el útero, el cuerpo materno y
finalmente todos los factores a los cuales queda expuesta la madre.
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bientales. La magnitud de las alteraciones dependerá de la interre-
lación de varios factores, como la edad gestacional en que ocurra la
agresión, la intensidad y el tiempo de exposición, la susceptibilidad
genotípica del embrión y los mecanismos de respuesta del binomio
madre-producto de la concepción ante la agresión. El periodo em-
brionario, que abarca de la segunda a la octava semana intrauterina,
es la etapa de máxima susceptibilidad a los teratógenos, debido a que
existe una actividad de diferenciación celular intensa. En razón de
que la diferenciación celular no se da al mismo tiempo, el resultado
de la exposición a un teratógeno puede ser diverso.
En términos generales, se acepta que la mayoría de los xenobió-
ticos ambientales que producen defectos al nacimiento, utilizan más
de un mecanismo para dar inicio a la patogénesis de las malforma-
ciones congénitas. El mecanismo preciso de la teratogénesis química
se desconoce, pero la susceptibilidad a los teratógenos parece estar
determinada por el balance entre las rutas maternas de eliminación
de los xenobióticos, la bioactivación de los xenobióticos por el em-
brión, la destoxificación o inactivación de los metabolitos interme-
diarios reactivos, los mecanismos de citoprotección y la repercusión
de las lesiones a las macromoléculas de las células embrionarias. Se
ha postulado que la teratogenicidad de muchos xenobióticos se debe
a reacciones de oxidación que generan metabolitos intermediarios
altamente reactivos o electrofílicos.
Plaguicidas
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ocurre entre la tercera y octava semana de la gestación. Sin embar-
go, en otros estudios realizados durante la década de los noventa
se encontró sólo una débil asociación entre la exposición a plagui-
cidas y su capacidad teratogénica en humanos. Desde el punto de
vista toxicológico, es difícil establecer una relación causa-efecto por
la presencia de diferentes factores, como la exposición a la mezcla
de plaguicidas y de otros contaminantes ambientales, el estado de
nutrición y la susceptibilidad individual, entre otros.
HCB (Hexadorobenceno)
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son compuestos más dañinos que el original. Han sido clasificados
como sustancias de las que hay evidencias de efectos perturbadores
en el sistema endocrino en organismos intactos. Son persistentes en
el medio ambiente y su vida media abarca de meses a años, su vola-
tilización y biodegradación es lenta.
Los PCB se bioacumulan en la cadena alimenticia y se almace-
nan en hígado y tejido graso. Pueden atravesar la membrana pla-
centaria y también se han identificado en la leche materna. Existen
diferentes evidencias experimentales en animales que indican que
la exposición in útero de PCB, conduce a la alteración del desarrollo
fetal, del sistema inmunológico, reproductivo, de la función hepática
y disminución del peso corporal. En el ser humano, la exposición de
PCB durante la vida intrauterina no se asocia con malformaciones
congénitas, pero sí se ha reportado disminución del desarrollo fetal,
retraso del crecimiento, alteraciones neurológicas, disminución de la
capacidad de memoria y déficit de atención. Se ha encontrado tam-
bién una correlación positiva entre las concentraciones de PCB en
suero del cordón umbilical y el bajo peso al nacer, la disminución de
la circunferencia cefálica y mayor frecuencia de parto pretérmino.
Solventes orgánicos
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Metales pesados
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Defectos del tubo neural
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cia aunque en la mayoría de los casos los individuos tienen parálisis
o hidrocefalia y, en algunos casos, pueden tener retraso mental.
Diferentes estudios observacionales de intervención y ensayos
clínicos controlados han demostrado que el consumo de ácido fólico
en el periodo preconcepcional reduce el riesgo de embarazos afecta-
dos por DTN. El uso de este tipo de vitaminas resultó muy polémica,
hasta que en el año 1991 fue publicado en la revista Lancet un trabajo
en el que se demostraba la prevención de la recurrencia de tener des-
cendencia con defectos de cierre del tubo neural (DTN), en 72% de los
casos. Los datos que han aportado estos estudios nos permiten conocer
que la deficiencia de ácido fólico en la etapa periconcepcional puede
ocasionar defectos en el desarrollo durante las primeras semanas del
embarazo, cuyo periodo crítico (de la segunda a la octava semana)
genera los defectos de cierre o de reapertura en la formación del tubo
neural, la columna vertebral y/o el cráneo.
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cido estaban: el bajo nivel de educación, el embarazo no planeado, la
edad joven, el estado inmigrante y la ausencia de una pareja.
En nuestro estado, a través de los Centros de Salud dependien-
tes del Instituto de Salud del Estado de Aguascalientes (ISEA) se está
llevando a cabo una campaña de distribución de ácido fólico a toda
mujer en edad fértil (15 a 40 años) y a las mujeres embarazadas que
acuden al control prenatal, iniciada desde el año 2000 hasta la fecha.
La incidencia de defectos del tubo neural y labio y paladar hendidos
en el estado de Aguascalientes es de 357 (año 2000-2005), es decir,
2.28 por cada 1,000 recién nacidos vivos (RNV), siendo Cosío, el mu-
nicipio con la mayor tasa (4.8 por cada 1000 RNV) de recién nacidos
con estos defectos. Dentro de los defectos del tubo neural, el más fre-
cuente en el Estado es, en primer lugar, la anencefalia (231 casos de
2000 a 2005), seguido de la espina bífida y, finalmente, encefalocele y
mielomeningocele.
Con el progreso tecnológico continuo, seguirá la incorporación
de nuevos compuestos químicos al medio ambiente, por lo que des-
taca la importancia de entender las relaciones entre la exposición
in útero a los xenobióticos ambientales y el riesgo de mutagénesis,
carcinogénesis o teratogénesis química.
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EPIGENÉTICA
Y MEDIO AMBIENTE 13
Dra. Brissia Lazalde Medina
Dr. Miguel A. Reyes Romero
Universidad Juárez del Estado de Durango
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Introducción Muchas enfermedades humanas son causadas por factores ambien-
tales. Se acepta en la actualidad que una diversidad de sustancias
químicas que se encuentran en el ambiente pueden causar algunas
de estas enfermedades a través de cambios en el genoma, es decir, a
través de efectos genéticos. Sin embargo, los contaminantes quími-
cos en el ambiente también pueden causar efectos nocivos a través
de otras vías. Una de las áreas actuales con más rápido avance en
investigación en el área de toxicología corresponde al estudio de vías
epigenéticas que se encuentran vinculadas al desarrollo de altera-
ciones inducidas por sustancias químicas en los sistemas biológicos.
Así, una gran variedad de éstas tienen el potencial de producir efec-
tos adversos a través de mecanismos epigenéticos causando cambios
heredables en el genoma que dan lugar a alteraciones en el fenotipo.
La mutagénesis no es, pues, como usualmente se piensa, el único
mecanismo subyacente a las alteraciones inducidas por sustancias
químicas en el genoma que son heredables, ya que pueden tener una
base epigenética.
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de interferencia (RNAi) que mantienen el estado de transcripción gé-
nica en una forma heredable; modificaciones de histonas (cromatina)
que abarcan el mareaje postraduccional de histonas.
Las modificaciones epigenéticas ocurren debido a que el desarro-
llo tisular normal requiere la represión estable de genes cuya expre-
sión sea innecesaria de acuerdo con la especificidad de los distintos
tejidos. Este control de la expresión génica es una característica fun-
damental en el desarrollo de los mamíferos. Para mantener la repre-
sión estable de genes necesaria para el despliegue de programas de
desarrollo específicos de tejido, el estado epigenético debe heredarse
durante la división celular. La principal modificación epigenética en
mamíferos es la metilación de ADN, la cual provee el mecanismo epi-
genético más directo para el mantenimiento de la expresión contro-
lada de genes, en particular en humanos; otros niveles de regulación
epigenética son las modificaciones de las proteínas histonas, consti-
tuyentes de los nucleosomas y el ARN de interferencia.
Metilación de ADN
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La metilación del ADN juega múltiples papeles en los procesos
celulares entre los que se incluye la regulación de la expresión géni-
ca. La metilación del ADN es mantenida durante la división celular
en el dinucleotido CpG, esto ocurre debido a que durante la repli-
cación semiconservativa, el dinucleotido CpG metilado en la hebra
de ADN original, se asocia con otro dinucleotido nuevo no metilado
sintetizado en la hebra hija, el cual es metilado por la enzima me-
tiltransferasa. La hipermetilación de la posición 5 de la citosina en
los dinucleótidos CpG dentro de las regiones promotoras se asocia
a heterocromatinización y represión de la expresión génica debido a
la afinidad disminuida de los factores de transcripción por los sitios
de reconocimiento. Además, algunos represores transcripcionales se
unen específicamente a residuos CpG metilados.
Una conexión importante entre el ambiente y la epigenética es
que la fuente de grupos metilo en esta reacción es la metionina, un
aminoácido esencial que es convertido a un estado donador de meti-
los biológicamente activo a través de una vía que involucra al ácido
fólico. En la Figura 13-1 se describen los factores involucrados en la
relación salud-enfermedad.
Modificación de histonas
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La acetilación de los residuos de lisina catalizada por enzimas
acetilasas de historias en la región N-terminal de las histonas H4 y
presumiblemente en H3 en las partículas centrales del nucleosoma,
limita las interacciones entre estos extremos y los residuos ácidos en
las histonas H2A/B en las partículas nucleares vecinas, favoreciendo la
cromatina abierta. En contraste, la condensación de cromatina resulta
de la desacetilación de estos residuos por deacetilasas de histonas.
Hasta la fecha han sido descubiertas más de 100 modificaciones
específicas de cromatina, algunas de las cuales existen en asociación
con genes transcritos activamente y otras con genes silenciados. La
relajación de los nucleosomas condensados es importante para la ac-
tividad génica, así como las proteínas que cooperan con los factores
de transcripción en la activación o silenciamiento de los genes a tra-
vés de la acetilación y desacetilación de histonas, respectivamente.
En general, un nivel incrementado en la acetilación de histonas con-
tribuye a la formación de un estado de cromatina abierta y transcrip-
ción génica, mientras que la disminución de la acetilación de histonas
contribuye a una cromatina cerrada y a represión transcripcional.
ARN de interferencia
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Agente/exposición Mecanismo epigenético supuesto Gen blanco identificado
Ambiente
Epigenética y cáncer
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metilación de genes específicos en cáncer humano fue descubierta
por Andrew Feinberg y Bert Vogelstein en 1983.
De esta manera, a la vez que las islas CpG de sitios promotores
se hipermetilan, el genoma de las células cancerosas sufre una dra-
mática hipometilación global. Esta última contribuye a la carcinogé-
nesis a través de tres mecanismos: inestabilidad cromosómica, la cual
favorece la recombinación mitótica, la pérdida de la heterocigocidad
y rearreglos cariotípicamente detectables; reactivación de elementos
transponibles (transposones), los cuales reactivan ADN parásito in-
tragenómico que puede ser transcrito y transladado a otras regiones
alterando genes normales; pérdida de impronta, ya que la pérdida de
grupos metilo puede reactivar genes improntados, tales como H19/
IGF2, generando expresión bialélica. Los efectos biológicos de pérdida
de función de un gen son similares ya sea si son causados por hiper-
metilación de promotores o por mutación de regiones codificantes.
A la fecha, de los genes relacionados con cáncer, el número de
aquellos afectados por inactivación epigenética excede al número de
los inactivados por mutación. Muchos de los genes modificados por
hipermetilación de promotores tienen función de supresión de tumo-
res. De un modo operativo la diferencia entre mutación y alteración
epigenética es descomunal, la primera es irreversible, la segunda po-
tencialmente es reversible y la reactivación de su expresión pudiera
tener un profundo efecto antitumoral.
De este manera, la pérdida de la regulación epigenética de la
expresión génica juega un papel muy importante en la etiología del
cáncer. Los cambios epigenéticos más importantes incluyen la me-
tilación aberrante del ADN y alteraciones en las modificaciones de
histonas en la cromatina. Estos eventos epigenéticos pueden actuar
en conjunto para que se pierda la regulación en la expresión de genes
que tienen un papel importante en las funciones celulares normales.
La hipermetilación puede contribuir a la carcinogénesis por me-
dio del silenciamiento de genes supresores de tumor, mientras que la
hipometilación en los promotores de los oncogenes puede dar lugar
a su sobreexpresión. Asimismo, las citosinas metiladas pueden ser
puntos calientes mutacionales debido a que una deaminación espon-
tánea de la citosina metilada la convierte en timina, resultando una
transición citosina-timina.
Los sitios CpG metilados también pueden ser susceptibles de
ataque por algunos carcinógenos ambientales; por ejemplo, las gua-
ninas flanqueadas por citosinas metiladas en el gen p53 humano for-
man preferencialmente aductos con el diol-epóxido benzo[a]pireno.
Por otro parte, la hipometilación también puede dar lugar a un incre-
mento en las tasas de mutación, como se ha observado en las células
madre de embriones de ratón.
Los eventos epigenéticos juegan un papel muy importante en la
respuesta fisiológica normal a los estímulos ambientales que estable-
cen un patrón de expresión génica apropiada alterando el estado epi-
genético del genoma (Cuadro 13-1). En diferentes estudios clínicos y
epidemiológicos se ha evidenciado que los factores ambientales están
implicados en el desarrollo de una amplia variedad de enfermedades
crónico-degenerativas, y es muy probable que los cambios epigenéticos
contribuyan al desarrollo de este tipo de padecimientos inducidos por
sustancias en el ambiente, así como a defectos en el desarrollo, por
lo que los toxicólogos están dirigiendo su atención en la manera en
que los xenobióticos ambientales pueden ejercer su efecto tóxico por
medio de alteraciones epigenéticas. Las primeras evidencias molecu-
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lares acerca de alteraciones epigenéticas inducidas por contaminan-
tes ambientales y su asociación con el desarrollo de enfermedades
degenerativas se derivaron de estudios con diversos tipos de cáncer.
Dentro de los factores ambientales que tienen un papel importante
en el desarrollo de cáncer en el humano se encuentran los car-
cinógenos químicos, como los que se encuentran en el humo del ci-
garro, contaminantes de los alimentos como la aflatoxina B1 (AFB1),
y carcinógenos físicos, como la radiación Ultravioleta (UV). Los estilos
de vida, como el tabaquismo, el consumo de alcohol y la exposición a
luz solar en exceso, también pueden contribuir al desarrollo de cán-
cer a través de este tipo de mecanismos.
Arsénico
Níquel
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Los efectos epigenéticos del níquel fueron identificados por pri-
mera vez a través de una serie de experimentos en donde se obser-
vaba la influencia específica sobre la heterocromatina. Dentro del
núcleo, el níquel se une selectivamente a la heterocromatina. La pre-
ferencia del níquel por la heterocromatina surge de varios factores, se
ha propuesto que ésta forma un recubrimiento en la interfase del nú-
cleo y, por lo tanto, puede constituir el primer material que el níquel
encuentra al entrar al núcleo. La heterocromatina también exhibe
una relación alta proteína/ADN en comparación con la eucromatina,
por lo tanto, tiene un alto número de sitios de unión potenciales para
iones de níquel.
Los iones de magnesio son esenciales para el mantenimiento
de la heterocromatina en un estado condensado; los iones de níquel
pueden ser sustituidos por magnesio en los sistemas biológicos y, de
esta manera, alterar la estructura de la cromatina. En experimentos
conducidos in vitro, se ha demostrado que el níquel se une tanto a
proteínas histonas como a histonas dentro de la cromatina.
La unión del níquel a la heterocromatina puede jugar un pa-
pel importante en la transformación celular inducida por niquél. La
transformación de células CHO después de la exposición al níquel
es antagonizada por magnesio extracelular. Éste selectivamente su-
prime el daño inducido en la heterocromatina, lo que sugiere que el
daño heterocromático y la trasformación morfológica están asocia-
dos. La exposición al níquel resultó en descondensación de la cro-
matina y grandes deleciones en el brazo largo del cromosoma X en
células de embrión de hámster chino transformadas con níquel. La
restauración del cromosoma X tuvo como consecuencia que un alta
proporción de las células transformadas entraran a senescencia, lo
que sugiere que durante el proceso de transformación de las célu-
las inducido por níquel dio lugar a inactivación o deleción de genes
de senescencia. La senescencia en células transformadas con níquel
también se logró utilizando un inhibidor de la metilación de ADN 5-
azacitidina (5-AzaC). Este hecho fue la primera evidencia sugerente
del papel de la epigenética, en este caso hipermetilación de ADN, en
genes de senescencia en células transformadas con níquel. Posterior-
mente se propuso un modelo en donde la actividad carcinogénica del
níquel involucra la condensación de heterocromatina y la hipermeti-
lación del ADN, lo que resulta en silenciamiento epigenético de genes
supresores de tumores. Con relación a esto, se ha reportado que la
exposición al níquel está asociada a silenciamiento epigenético del
gen supresor de tumor pl6 y a tumorigénesis. El níquel también se
ha asociado a silenciamiento de la transcripción génica alterando los
patrones de acetilación de histonas.
Bisfenol A
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frecuencia de cáncer de mama y próstata, función reproductiva al-
terada y otros efectos crónicos. En modelos murinos, la exposición
materna al bisfenol A mediante la dieta altera el fenotipo de la des-
cendencia ocasionado por una hipometilación del epigenoma, la cual
puede heredarse transgeneracionalmente.
Humo de tabaco
Vinclozolín
Conclusiones
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Bibliografía
Brock M.V.; Hooker C.M.; Ota-Machida E.; Han Y.; Guo M.; Ames S.;
Glockner S.; Piantadosi S.; Gabrielson E.; Pridham G.; Pelosky K.;
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Watson R.E.; McKim J.M.; Cockerell G.L.; Goodman J.I.: The value of
DNA methylation analysis in basic, initial toxicity assessments.
Toxicol Sci, 79:178-188, 2004.
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EDUCACIÓN AMBIENTAL
14
LCN María Luisa Rodríguez Vázquez
Dr. Fernando Jaramillo Juárez
Universidad Autónoma de Aguascalientes
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Introducción Desde que los seres humanos aparecieron en la Tierra han obtenido
materias primas o materiales de la naturaleza para elaborar
productos útiles que resuelvan sus necesidades y mejoren su calidad
de vida; estos materiales son transformados según el uso requerido
y retoman a la naturaleza como residuos. En este contexto, durante
las últimas décadas, los procesos de producción y transformación
de las industrias, las actividades de la agricultura tecnificada, las
explotaciones pecuarias, la deforestación, los desechos de los hogares,
etc., han contribuido a producir cambios adversos en el ambiente y
en el clima de nuestro planeta. Relacionado con lo anterior, los seres
humanos hemos disminuido progresivamente los recursos naturales
disponibles en diversos ecosistemas como las selvas, los bosques y los
mares; incluso, hemos invadido las áreas destinadas a la producción
de alimentos con el crecimiento anárquico y desmesurado de la po-
blación. Por ello, es triste y preocupante señalar que términos como
agujero de ozono, especies en peligro de extinción, calentamiento global y
contaminación ambiental se han integrado a nuestro lenguaje cotidiano.
Como consecuencia de estos problemas, actualmente tenemos la
necesidad vital de mejorar los sistemas de producción (tecnologías
limpias), suprimir la tala inmoderada de árboles, disminuir las emi-
siones de gases de efecto invernadero, así como implementar medi-
das adecuadas para el manejo, reciclamiento y disposición final de
nuestros desechos. Sin embargo, esto no es suficiente, ya que también
es muy importante adquirir conciencia del enorme reto que tene-
mos para encontrar nuevas formas de convivencia y sobrevivencia
que respeten y preserven nuestro ambiente. Al respecto, la educa-
ción ambiental tiene mucho que aportar y ha sido definida como: "la
educación orientada a enseñar el funcionamiento de los ambientes
naturales y, en particular, la forma en que los seres humanos pueden
cuidar los ecosistemas para vivir de forma sostenible, minimizando
la degradación, la contaminación del aire, agua o suelo, y las amena-
zas a la supervivencia de otras especies de plantas y animales".
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Medio Ambiente
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Antecedentes de la Educación Ambiental
Desarrollo histórico
En el panorama internacional
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miento "Escuela Nueva", los centros educativos incorporaron en ma-
yor o menor medida elementos que pudieran ser los antecedentes de
la educación ambiental, debido a que buscaban favorecer la relación
entre el niño y la naturaleza. Sin embargo, la educación ambiental
como práctica pedagógica inicia a partir de la segunda mitad del si-
glo XX, en particular desde la década de 1960, cuando los problemas
ecológicos provocados por el aumento de la población y el desarrollo
industrial fueron más evidentes.
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conferencia fue el acontecimiento más significativo en la historia de
la educación ambiental, pues en ella se establecieron los criterios y
directrices que habrían de inspirar el desarrollo de este movimiento
educativo en las siguientes décadas. Asimismo, quedó establecido
que el propósito de la educación ambiental es "formar ciudadanos
conscientes de los problemas del medio ambiente, que posean cono-
cimientos, actitudes, deseos y aptitudes necesarios para trabajar de
manera individual y colectiva en la solución de los problemas actua-
les y en la prevención de los futuros". Para ello, la educación ambien-
tal se sustenta en los siguientes principios:
1. Considera al ambiente en su totalidad, tanto el natural como
aquél construido por el hombre, y en relación con este último,
los aspectos ecológicos, políticos, económicos, tecnológicos, so-
ciales y legislativos.
2. Constituye un proceso continuo que dura toda la vida.
3. Tiene un enfoque interdisciplinario y transversal.
4. Enfatiza la participación activa de la gente en la prevención y
solución de problemas ambientales.
5. Estudia las cuestiones ambientales a escala global y toma en
cuenta las diferencias regionales.
6. Analiza los procesos del desarrollo y crecimiento económico des-
de una perspectiva ambiental.
7. Promueve el valor de la cooperación en el ámbito local, nacional
e internacional.
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venio sobre Deforestación) y c) Agenda 21, programa de acción
que establece orientaciones precisas sobre política y estrategias
para la transición hacia modelos de desarrollo sustentable y co-
operación internacional.
2. Foro global o Cumbre Paralela (Sociedad Civil): a) Foros globales
y b) Tratado de Educación Ambiental para Sociedades Sustenta-
bles y Responsabilidad Global.
El Protocolo de Kyoto
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global: dióxido de carbono (CO2), metano (CH4), óxido nitroso (N2O), hi-
drofluorocarbonos (HFC), perfluorocarbonos (PFC) y hexafluoruro de azufre
(SF6). Este documento legal forma parte del Convenio Marco de las Na-
ciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), suscrito en 1992
dentro de lo que se conoció como la cumbre de la Tierra de Río de
Janeiro.
La Cumbre de Johannesburgo
La educación ambiental
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puede definir la educación ambiental como "el resultado de una re-
orientación y articulación de diversas disciplinas y experiencias edu-
cativas que faciliten la percepción integrada del medio ambiente". La
educación ambiental no se reduce ni se limita al ámbito escolar, sino
que constituye un espectro mucho más amplio en donde se incluye
la educación no formal. Por lo tanto, ésta tendrá como objetivo lograr
que el hombre, a partir de una mejor comprensión de su medio, se
incorpore al proceso de búsqueda y elaboración de nuevos modelos
de desarrollo social cuyo eje central sea el equilibrio y la relación ar-
mónica entre los sistemas social y natural.
Conociendo sus principios fundamentales, las distintas corrien-
tes y enfoques educativos permiten al profesional de la educación
ubicar su práctica docente, eligiendo la metodología más adecuada
para lograr los objetivos educativos. Dado que el propósito central de
la educación ambiental consiste en adquirir valores, actitudes y la
comprensión de los temas ambientales, es necesario tener un con-
cepto bien definido de este proceso intelectual.
Existen diferentes corrientes psicológicas que explican e investi-
gan la conducta de los individuos con el medio ambiente. En el con-
texto sociocultural de los años sesenta, se promovió la consolidación
progresiva de la psicología ambiental como rama de la psicología
social. La psicología ambiental estudia e investiga la naturaleza de
la interdependencia de los individuos y su entorno, en términos de
espacio personal y conducta territorial. Proshansky (1978) atribuye el
establecimiento de "relaciones empíricas y teóricas entre la experien-
cia y la conducta del individuo y su medio construido". Por su parte,
Holahan (1982) la entiende como "un área de la psicología cuyo foco
de investigaciones es la interrelación entre el medio ambiente físico y
la experiencia y conductas humanas".
La psicología ambiental no sólo maneja variables del ambiente
físico, sino que manipula o analiza el ambiente a través de formas
fundamentales como variables independiente y dependiente. Dentro
de la variable independiente, el ambiente es tratado con una triple
consideración: ambiente natural, construido o fabricado, y ambiente
social y cultural. El segundo modo de analizar el ambiente, como va-
riable dependiente, consiste en investigar los efectos de la conducta
humana sobre la calidad del ambiente: conservación de la energía,
comportamiento no contaminante, planificación familiar, etcétera.
En este contexto, las cuatro grandes orientaciones teóricas vi-
gentes de la psicología ambiental son: la cognitiva, la conductual, la
fenomenológica y la ecológica. La teoría cognitiva postula que el in-
dividuo construye su propio conocimiento, el cual se genera como
resultado de las interacciones de su estado de ánimo, su medio am-
biente y sus conocimientos previos. Esta construcción es el resultado
de la representación inicial de la información y de la actividad (ex-
tema o interna) que desarrollamos al respecto. Esto significa que el
aprendizaje no es un proceso sencillo de transmisión, internalización
y acumulación de conocimientos, sino un proceso activo por parte
del alumno que integra, extiende e interpreta, utilizando como re-
cursos la experiencia y la información recibida. La teoría conductual,
de inspiración naturalista, utiliza fundamentalmente los métodos de
observación y su interés principal se centra en el alcance, intensidad
y frecuencia de las interacciones organismo-ambiente en la vida co-
tidiana. La respuesta conductual es el principal medio de adaptación
al ambiente y cuestiona que las variables cognitivas y afectivas influ-
yan en la conducta de modo simple y unidireccional.
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La fenomenología, mediante la visión "empalica", describe cua-
litativamente las dimensiones de la conducta y la experiencia, bus-
cando lo esencial de los fenómenos. Es decir, si la fenomenología es
la descripción de lo evidente, entonces podemos ir de evidencia en
evidencia hasta redondear nuestros conocimientos del fenómeno hu-
mano. La fenomenología ha estudiado la naturaleza de la relación per-
sona-ambiente en términos de ser en el mundo. La psicología ecológica
considera que es posible hacer predicciones a partir de un ambiente
estable y ordenado. Sostiene también que el ambiente y la conducta
son interdependientes, formando lo que se denomina un escenario de
conducta; precisamente éste es el concepto clave de la teoría. El esce-
nario de conducta es un sistema limitado, autorregulado y ordenado,
compuesto de elementos humanos y no humanos, reemplazables, que
interactúan de modo sincronizado para ejecutar una secuencia orde-
nada de acontecimientos, llamada programa del escenario.
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cognitivo y del aprendizaje y, a nivel práctico, la demanda de la rela-
ción con el entorno.
En este contexto, la ecología ha establecido una nueva metodo-
logía científica que el biólogo Joel de Rosnay calificó como aproxima-
ción sistemática, ya que, a diferencia del método analítico, no aísla al
sujeto de estudio sino que intenta considerar las interacciones en
que se encuentra inmerso. Así, el enfoque de sistemas, o conjunto de
elementos relacionados entre sí, es una metodología útil para estu-
diar la realidad de nuestro entorno. Al mismo tiempo, este enfoque
permite solucionar problemas o, en todo caso, intervenir en una reali-
dad desde la óptica de la interdependencia de la acción. La aplicación
de este enfoque en los temas pedagógicos ya no es una novedad para
analizar situaciones reales y prácticas.
Por lo tanto, se puede decir que la pedagogía ambiental enfocada
hacia el conocimiento de la relación del medio ambiente y los pro-
cesos educativos, podría desembocar en procedimientos útiles para
modificar o influir en los procesos naturales, de acuerdo a objetivos
preestablecidos. En cambio, la educación ambiental es un plantea-
miento formativo que se asienta, fundamentalmente, en la protec-
ción y regeneración del medio ambiente.
La realidad
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llamada civismo), la acumulación de la riqueza en pocas manos, la
lucha por el poder político, la apatía de los individuos hacia el cuida-
do ambiental y su poca participación en la construcción de un futuro
menos adverso para las nuevas generaciones, entre otras. Por ello,
y sin caer en utopías, se considera que la educación ambiental debe
generar, con urgencia, cambios en la calidad de vida y mayor con-
ciencia ecológica en la conducta personal y colectiva. No debemos
olvidar que "la educación es un derecho universal" y que, por ello,
todos debemos ser educados y podemos ser educadores.
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a) El Sistema Educativo Nacional está regido por el Artículo 3° de la
Constitución Política de la Estados Unidos Mexicanos (1917), en
donde se describe el marco filosófico y político de la educación
que imparte el Estado mexicano y que textualmente señala: "La
educación que imparte el estado, tenderá a desarrollar armóni-
camente todas las facultades del ser humano..."; y en la fracción
II, inciso b: "atenderá a la comprensión de nuestros problemas
y al aprovechamiento de nuestros recursos naturales en forma
ordenada".
b) El documento llamado Resolución de Chetumal (1974: 18) indica
dentro de los objetivos de la Educación Media Básica: "1.15 in-
tensificarla formación del educando, en cuanto a la significación
auténtica de los problemas demográficos, a la urgente necesidad
de proteger y conservar los recursos naturales y de conservar el
equilibrio ecológico".
c) La Ley Federal de Educación (1974: 52) textualmente señala: "Si
bien a las disciplinas políticas, científicas y tecnológicas se les
puede señalar un valor universal, nuestra tendencia será usarlas
en medida de su validez. Por eso la preocupación de contribuir a
preservar el equilibrio ecológico que, además es obligación cons-
titucional. Necesitamos entender que la preservación del am-
biente en que vivimos, atañe a todos los habitantes del planeta,
pues comprendemos que forma parte de un todo relacionado, ya
que la explotación racional de los recursos naturales está ínti-
mamente ligada a una redistribución de los bienes materiales y
culturales".
d) El Plan Nacional de Desarrollo 1983-1988 plantea lo siguiente:
"en el aspecto social será necesario desarrollar programas de
educación ambiental a diferentes niveles y dirigidos a distintas
regiones del país, considerando que México es un mosaico de cul-
turas y condiciones ecológicas. Por lo que las soluciones de la pro-
blemática ecológica dependen en gran medida de la participación
activa y consciente de todos los sectores de la población, sien-
do necesario realizar acciones de educación ambiental a través
de un proceso continuo y permanente que inicie en el grado de
preescolar y siga a lo largo de las diferentes etapas del sistema
educativo formal".
e) En la primera mitad de la década de 1980, se creó la Subsecreta-
ría de Ecología (actualmente Secretaría de Medio Ambiente y Re-
cursos Naturales) y dentro de su estructura orgánica la Dirección
de Educación Ambiental. Ésta impulsa la educación ambiental
basándose en tres líneas de acción: la educación ambiental for-
mal (SEP), la educación ambiental no formal y la formación de
maestros promotores de la educación ambiental en distintos ni-
veles y escenarios.
f) En el Plan Nacional de Desarrollo de 1989-1994 se señala: "La
educación deberá incluir, cada vez más, contenidos orientados a
la creación de una nueva cultura ecológica que detenga la des-
trucción del medio ambiente y garantice la cooperación de la
población en las acciones del mejoramiento ambiental".
g) La Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente
(Artículo 39) establece: "Las autoridades competentes promo-
verán la incorporación de contenidos ecológicos en los diversos
ciclos educativos, especialmente en el nivel básico, así como la
formación cultural de la niñez y la juventud. Asimismo, propor-
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donará el fortalecimiento de la conciencia ecológica, a través de
los medios de comunicación masiva".
h) En el Plan Nacional de Desarrollo 2001-2006 se describe: "El Eje-
cutivo Federal reconoce el valor intrínseco de la medida a favor
del medio ambiente y la protección de los recursos naturales.
También, en el plano internacional, la importancia de la Agenda
21 como elemento rector de los compromisos de México con la
comunidad internacional y como referencia para la acción am-
biental en nuestro país".
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Bibliografía
Moreno Ceja F.; Zumaya Leal M.R.: Educación, Salud y Medio Ambiente.
Edit. Universidad de Guadalajara, México, pp. 197-207, 2003.
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Novo M.: Educación Ambiental, Bases Éticas, Conceptuales y Metodológicas.
Edit. Universitas, España, 3a Edición, pp. 21-82, 2003.
Dictiotopografía
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GLOSARIO
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A
GLOSARIO 387
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y el riesgo, por comparación con valores apropiados de referencia
basados en el conocimiento de las relaciones probables entre la ex-
posición ambiental y los efectos adversos resultantes.
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Biomarcador. Indicador que señala un acontecimiento o situación
en una muestra o sistema biológico y proporciona una medida de la
exposición, el efecto o la susceptibilidad hacia un tóxico.
GLOSARIO 389
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Cronotoxicología. Estudio de la influencia de los ritmos biológicos
sobre la toxicidad de las sustancias.
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Ensayo de toxicidad aguda. Estudio experimental para determinar
los efectos adversos que pueden aparecer en un tiempo corto (usual-
mente dos semanas) después de administrar una dosis única de una
sustancia, o de varias dosis administradas en un periodo de 24 h.
GLOSARIO 391
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Incertidumbre, factor de. Valor utilizado para extrapolar los datos
obtenidos con animales de experimentación al hombre o de un grupo
de individuos a la población general; por ejemplo, valor aplicado al
nivel sin efecto observable (NOEL) o al nivel sin efecto adverso obser-
vable (NOAEL) para deducir una ingesta diaria admisible o una dosis
de referencia.
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molécula de oxígeno se incorpora al compuesto y el otro se reduce a
agua. Estas enzimas están implicadas en el metabolismo de muchos
compuestos endógenos y extraños al organismo, y se forman tanto
productos inactivos como con actividad diferente o incrementada.
Son los principales catalizadores de las reacciones de fase I del meta-
bolismo de xenobióticos que se realizan en el retículo endoplásmico
o microsomas.
GLOSARIO 393
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Peligro, evaluación. Establecimiento de las relaciones cualitativas y
cuantitativas entre el peligro y el beneficio, mediante un complejo
proceso en el que se determine el significado del peligro identificado
y se enfrente al posible beneficio; puede posteriormente conducir a
una evaluación del riesgo.
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T
TLV. Valor límite umbral. Son valores guía preparados por la Con-
ferencia Americana de Higienistas Industriales Gubernamentales
(American Conference of Governmental Industrial Hygienists, AC-
GIH) para ayudar a los higienistas industriales a tomar decisiones
relacionadas con niveles seguros de exposición a diferentes peligros
que se encuentran en el lugar de trabajo. Un TLV refleja el nivel de
exposición que el trabajador típico puede experimentar sin un riesgo
razonable de enfermedad o daño.
GLOSARIO 395
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Toxicología Ambiental
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