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L
El actor santo
Inês Castel-Branco

j
«El actor vuelve a nacer –no sólo como
actor sino como hombre– y, con él, yo vuel-
vo a nacer.»
Jerzy Grotowski (1965)

«Grotowski es único», escribía Peter Bro-


ok en el prefacio de Towards a Poor Thea-
tre (1968), porque desde Stanislavski nadie
ha investigado «la naturaleza de la actua-
ción, sus fenómenos, sus significados, la
naturaleza y la ciencia de sus procesos men-
tales, psíquicos y emocionales tan profunda
y tan completamente como Grotowski».
Esto lo decía a fi nales de los años sesenta,
cuando el director polaco empezaba a ser
conocido en Europa por sus espectáculos
impactantes, sagrados y blasfemos a la vez,
que dejaban a los espectadores sumergidos
en un silencio profundo, incapaces de aplau-
dir. ¿Se puede aplaudir una liturgia, aunque
sea laica? ¿Cómo reaccionar tras haber sido
testigo de la crueldad en estado puro, el do-
lor, el sacrificio, la entrega auténtica de un
actor?
Jerzy Grotowski, con su Teatro Labora-
torio, sólo dedicó una década (1959-1969)
Dosier: Grotowski 349

a la producción de espectáculos. En 1969 interna que le conduzca a un desbloqueo y


manifiesta sus dudas de que se pueda vivir le permita encontrar, en cada momento, las
un teatro litúrgico en la sociedad contem- fuentes internas de la donación y la expre-
poránea, desconocedora de los grandes mi- sividad (Grotowski, 1965 : 11):
tos y rituales de la humanidad. En 1970
La nuestra es una vía negativa, no una
comunica que ya no necesita espectadores,
colección de técnicas, sino la destrucción
que quiere ir más allá del teatro. Este pro-
de obstáculos. [...] El proceso mismo, aun-
ceso de desteatralización, de hecho, era
que depende en parte de la concentración,
consecuencia de lo que Grotowski había de la confianza, de la actitud extrema y casi
denominado vía negativa a mediados de los hasta de la desaparición del actor en su
años sesenta. Adoptaba esta expresión di- profesión, no es voluntario. El estado men-
rectamente del universo religioso: el sunya- tal necesario es una disposición pasiva para
ta o vía negativa era, según Nagarjuna, la realizar un papel activo, estado en el que
doctrina de la vacuidad universal, el vacia- no «se quiere hacer algo», sino más bien en
miento de uno mismo, el rechazo de las el que «uno se resigna a no hacerlo».
fórmulas verdaderas con el fin de conseguir
una actitud expectante y libre. Según Grotowski, el actor tiene que ser
La vía negativa de Grotowski le lleva a santo, debe realizar un sacrificio expiato-
un teatro pobre en recursos materiales, que rio. No se trata de complacer al espectador
renuncia en gran medida a las mediaciones o prostituirse delante de él, como hace el
escénicas: un teatro totalmente centrado en actor cortesano, sino de sacrificar todo su
lo esencial, aquel que sucede entre el espec- cuerpo. Este recurso a una terminología
tador y el actor. En contra de la cleptoma- religiosa nos invita a comparar el teatro con
nía artística de las vanguardias, Grotowski la experiencia sacrificial: el actor debe ocu-
se sitúa en la retaguardia teatral: rechaza par el lugar de la víctima expiatoria que se
las grandes salas, las escenografías, los efec- ofrece públicamente por el bien de la comu-
tos de luz y de sonido, el teatro total que nidad. Ya Artaud lo defi nía como una víc-
recurre a mecanismos importados de otros tima que se quema en la hoguera mientras
ámbitos artísticos, y se dedica a redescubrir realiza gestos desesperados en medio de las
los orígenes arcaicos del teatro, allí donde llamas (Artaud, 1938 : 16). Grotowski
las demás artes no pueden entrar. destaca continuamente este carácter ejem-
El actor grotowskiano es, pues, el núcleo plar del actor delante del espectador: los
de su teatro. Es todo lo que queda en el dos comparten una misma naturaleza hu-
campo de batalla después de haber elimi- mana; pero el actor, a diferencia del espec-
nado lo que era secundario. El actor expe- tador, ha sido iniciado anteriormente en la
rimenta intensamente el camino que le lleva exposición de sus impulsos más íntimos, en
a un estado desarmado de disponibilidad la transgresión de los mitos. Cada puesta
total, de presencia vigilante, de vacuidad en escena es una prueba, una pasión, una
pasiva y al mismo tiempo activa, libre e in- consumación del sacrificio (Barba, 1964 :
defensa, totalmente receptiva en lo que pue- 28):
da surgir a cada instante –una pasividad
No hay que malinterpretarme: hablo de
muy parecida al principio del wu-wei o la
«santidad» en tanto que no creyente. Si el
no-acción del taoísmo. El cuerpo del actor actor, al plantearse públicamente como un
deja entonces de ser visto como un organis- desafío, desafía a otros y, a través del ex-
mo atlético y se convierte en un canal por ceso, la profanación y el sacrilegio injurio-
donde circulan las fuerzas y las energías. so, se revela a sí mismo deshaciéndose de
No se trata ya de hacer, sino de resignarse su máscara cotidiana, hace posible que el
a no hacer; o resistirse a dirigir un proceso espectador lleve a cabo un proceso similar
estereotipado, y cultivar así una pasividad de autopenetración. Si no exhibe su cuerpo,
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y en cambio lo aniquila, lo quema, lo libe- El actor es la víctima humana que cana-


ra de cualquier resistencia que entorpece liza la violencia, esperando que el especta-
los impulsos psíquicos, entonces no vende dor –a Grotowski no le gusta hablar del
su cuerpo sino que lo sacrifica. Repite la público como masa anónima, sino del es-
expiación; se acerca a la santidad. pectador en singular– se purifique median-
te el acto total. Habiendo sido iniciado ri-
Los estudiosos del sacrificio lo defi nen tualmente, el actor tiene capacidad para
como un banquete común o sacramental, penetrar más a fondo en los mecanismos
en el que el acto mismo de dar (o darse) del dolor humano y al mismo tiempo trans-
permite crear vínculos estrechos con los gredirlos, superarlos. El actor realiza un
otros miembros de la comunidad. Van der acto total que Grotowski compara con el
Leeuw defiende que el don es el que permi- acto sexual: se trata de llegar a un clímax
te que «siga fluyendo la corriente de la que le confiere una especie de armonía in-
vida». (Van der Leeuw, 1933 : 340) René terior y paz mental. A semblanza de los
Girard habla del chivo expiatorio: la comu- místicos, recurre al lenguaje del amor hu-
nidad es sustituida por la víctima propicia- mano para evocar una experiencia inefable:
toria, y es esta víctima, parecida a todos los «Uno debe ofrecerse totalmente, con la más
otros miembros de la comunidad y al mis- profunda intimidad, con confianza, como
mo tiempo diferente, la que garantiza la cuando uno se entrega en amor» (Barba,
unanimidad, la transposición e inmolación 1964 : 32).
de la violencia (Girard, 1972 : 109-111). Ryszard Cielak, el actor polaco que en-
Podemos decir que Grotowski tiene una carnó El príncipe constante (1965), es quien
concepción sacrificial del teatro. En el cen- llevó más lejos este proceso psicofísico.
tro de su teatro está indudablemente el ac- Grotowski afi rma que su relación con él
tor. Él es la víctima, el chivo expiatorio que «llegó a una tal profundidad que a menudo
asume figuras arquetípicas de la sociedad era difícil saber si se trataba de dos seres
para transgredir los mitos y confrontarles humanos que trabajaban, o un doble ser
con el tiempo presente. Sin embargo, ¿esta humano» (Grotowski, 1992 : 14). Le ayu-
víctima es destruida? En un sacrificio, la dó a vivir el martirio del príncipe inflexible,
ofrenda o parte de la ofrenda debe ser des- el sacrificio del actor que se convierte en
trozada o aniquilada, para después volver víctima. Para hacerlo, y sin que se tratara
a nacer de una manera nueva, transforma- de construir un personaje, Cielak recurrió
dora, regeneradora –esta es la idea básica a diversas lecturas, entre ellas la del Cánti-
de los sacrificios de los dioses, de los cuales co espiritual de san Juan de la Cruz, y a su
el de Dionisio es un ejemplo (Maus & Hu- biografía: descubrió asociaciones persona-
bert, 1899 : 113-128). Es cierto que los les, concretamente el recuerdo de una ex-
personajes principales que aparecen en las periencia de amor durante la adolescencia.
obras del Teatro Laboratorio (Kordian, Con este recuerdo, portador de una gran
Fausto, el Príncipe constante, el Oscuro...) carga de sensualidad y al mismo tiempo de
conocen de cerca el dolor del rechazo y del espiritualidad, de plegaria profunda –una
martirio, pero esta muerte ocurre, princi- plegaria carnal, dirá Grotowski–, Cielak se
palmente, dentro del ser humano concreto dejó transformar totalmente. En sus manos,
que es el actor. Sin un desnudo interior, una Grotowski afi rma que era como un animal
penetración psíquica y una liberación de las salvaje que, en un determinado momento,
resistencias corporales no hay una ofrenda perdió el miedo y pudo confiar (Grotows-
verdadera por su parte. Debe revisarse en ki, 1992 : 16):
cada instante y buscar nuevas técnicas, ya
que los mecanismos de auto-revelación no Él ha sabido encontrar la conexión entre
se pueden fijar. el don y el rigor. Cuando ha tenido una
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partitura de la obra, ha sido hasta en los íntimos, existe siempre este elemento de
detalles más minúsculos. [...] Era el don a «dar y tomar». Por eso repite, pero siempre
algo bastante más alto, que nos sobrepasa, hic et nunc: es decir que nunca se repite.
que está bajo nuestro, y también, puede
decirse, era el don a su trabajo, o era el don Stanislavski había intuido este camino al
a nuestro trabajo, el don a nosotros dos. final de su vida. Se había planteado las mis-
[...] Es extremadamente raro estar en pre- mas preguntas que Grotowski y, de hecho,
sencia de un actor que consigue unir el don
éste lo consideraba su padre, un padre con-
y el rigor.
tra el cual había tenido que rebelarse para
encontrar su lugar. El método de las accio-
Para Grotowski no se trata de que el actor nes físicas de Stanislavski indagaba profun-
construya un personaje, que dé vida a un damente en la interioridad del actor –sus
papel, sino que se comprometa con todo procesos psicológicos y mentales– para
su ser, que se vuelva transparente, que ex- crear al personaje. El director ruso se pre-
ponga su humanidad. El papel es tan sólo guntaba qué debe sentir un actor en deter-
un trampolín, un instrumento que permite minada circunstancia, pero Grotowski cree
una autopenetración dolorosa sin la cual no que se debe preguntar qué debe hacer un
hay creación profunda, contacto con los actor. Porque las emociones no dependen
otros. de la voluntad, mientras que las acciones sí
El actor debe crear una secuencia de aso- (Grotowski, 1980 ; Vasil’ev, 1999 : 83).
ciaciones e impulsos personales que, cada Los dos defendían un entrenamiento rigu-
vez, generen unas mismas (re)acciones ver- roso e intenso del actor, una competencia
daderas: necesita una partitura. La partitu- física que posibilite la eliminación de los
ra es como el lecho de un río, dice Grotows- obstáculos y la donación de sí mismo. Sólo
ki; es la artificialidad que permite la orga- cuando, tras un gran esfuerzo, el actor rom-
nicidad, la composición que permite los pe las resistencias mentales, puede empezar
impulsos, la estructura que permite la es- a actuar con sinceridad. Grotowski critica
pontaneidad. Una estructura bien determi- todos aquellos grupos de teatro experimen-
nada libera y posibilita el proceso íntimo tal de los sesenta que, en nombre de la es-
de cada actor. Entonces sirve para evitar pontaneidad, adoptan el camino más fácil,
la mecanicidad de la interpretación, ya el camino del diletantismo, prescindiendo
que no se codifican los resultados sino las de todo esfuerzo.
condiciones que los originan (el dónde, Inicialmente, durante los primeros años
el qué). Cuando el actor es capaz de crear del Teatro Laboratorio (1959-1962), Gro-
una secuencia de asociaciones e impulsos towski desarrolla una técnica positiva, en
personales, sabe que cada vez puede volver la que los ejercicios pretenden equipar al
a hacerlo y tener las mismas (re)acciones actor con habilidades creativas. Durante los
verdaderas. No se trata, en definitiva, de años siguientes se produce un cambio im-
reproducir efectos, sino de conectar, cada portante que conduce a un gran despoja-
vez, con las experiencias vividas y entrar miento, y la técnica pasa a ser negativa: «El
en contacto con los otros (Bablet, 1967 : actor no debe preguntarse ya: ¿cómo debo
181): hacer esto?, sino saber lo que no debe hacer,
El teatro es un encuentro. La partitura lo que lo obstaculiza. Debe adaptarse per-
del actor consta de los elementos del con- sonalmente a los ejercicios para hallar una
tacto humano: «dar y tomar». Hay que solución que elimine los obstáculos que en
tomar otra gente, confrontarla con uno cada actor son distintos. Esto es lo que sig-
mismo, con la propia experiencia y los pen- nifica la expresión vía negativa: un proceso
samientos y ofrecer una respuesta. En estos de eliminación» (Grotowski, 1967 ; 94).
encuentros humanos, hasta cierta medida El entrenamiento cuenta con momentos ini-
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ciales de silencio y con múltiples ejercicios crecimiento común se convierte en revela-


físicos –un trabajo con los resonadores,1 la ción. Ésta no es la instrucción que se ofre-
columna y la musculatura, las posturas del ce a un alumno, sino una apertura total
hatha yoga o la danza–, ejercicios plásticos hacia otra persona en la que el fenómeno
–basados en diversos métodos europeos, en de «nacimiento doble o compartido» se
asociaciones e impulsos emocionales–, y vuelve posible. El actor vuelve a nacer, no
ejercicios con las máscaras faciales, la voz, sólo como actor sino como hombre y con
la respiración o la abertura de la laringe. él, yo vuelvo a nacer. Es una manera muy
torpe de expresarlo pero lo que se logra es
Pero la vía negativa del actor no se podría
la total aceptación de un ser humano por
llevar a cabo si no fuera acompañada por
una actitud parecida por parte del director. otro.
La relación de Jerzy Grotowski con los ac-
tores es muy particular: tras una aparente Recordemos que, según la concepción de
intolerancia se esconde, de hecho, una in- Grotowski, el actor santo es la víctima que
mensa delicadeza. Grotowski quiere vencer se ofrece al público en un acto total. En el
todos los bloqueos de los actores, abrir sus universo místico y religioso, todo sacrificio
resonadores, devolverles la libertad. «Está personal implica un renacimiento, una con-
bien. Si estás cansado, es porque verdade- versión, un cambio de vida (la llamada epis-
ramente te has entregado. Un gran actor», trophé en griego, metanoia en latín). En los
solía comentar a los participantes de sus sacrificios agrarios o de los dioses se pro-
talleres. duce la fragmentación de la víctima, nece-
La voluntad de Grotowski es que el actor saria para originar la prosperidad de los
se convierta en un instrumento, que se pon- campos (MAus & Hubert, 1899 : 116).2 De
ga en sus manos y acepte abandonar los los restos se reconstruye la totalidad, siendo
clichés y las máscaras superficiales. Enton- la víctima la condición de intercambio –el
ces él, con una dedicación extrema, lo lle- do ut des– para conseguir el favor divino.
vará a superar los límites aparentes de su Grotowski parece mencionar este principio
cuerpo. Le interesa la humanidad del actor, de la regeneración sacrificial cuando afirma
la posibilidad de un encuentro auténtico que, tanto el actor como él mismo (¿conver-
con él, de una comprensión mutua –y, por tido en sacrificador?), nacen de nuevo, se
extensión, la oportunidad también de com- transforman interiormente.
prenderse a sí mismo por medio de otro ser Grotowski define la relación entre el actor
humano. Grotowski no quiere domesticar y el director como un péndulo: el desafío
al actor, enseñarle recetas o hacerle repetir del director es un estímulo para el actor,
gestos banales o metodológicos. Lo que pero lo que hace éste último es también una
quiere, en cambio, es colaborar con el actor respuesta que interpela al director. Se trata
para poder disfrutar de un gesto de revela- de un intercambio esencial en el proceso
ción. Como dice Grotowski en un fragmen- creativo, de una obra común totalmente
to muy especial, quiere volver a nacer con subjetiva y pragmática: «Entre el actor y yo
el actor (Grotowski, 1965 : 20): se cumplía una especie de íntimo drama.
Buscábamos lo que es sinceridad y des-cu-
Hay algo incomparablemente íntimo y
productivo en el trabajo que realizo con el
brimiento y que no requiere que nos hable-
actor que se me ha confiado. Debe ser cui- mos. En el fondo esto es posible sólo en
dadoso, confiado y libre, porque nuestra presencia del otro. Para mí se volvió posible
labor significa explorar sus posibilidades en presencia del actor en cuanto hombre»
hasta el máximo; su crecimiento se logra (Grotowski, 1980 : 23).
por observación, sorpresa y deseo de ayu- Apocalypsis cum figures (1968) obliga a
dar; el conocimiento se proyecta hacia él, Grotowski a cambiar la manera de trabajar
o más bien, se encuentra en él y nuestro con los actores. La instrucción pasa a ser
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sustituida por la expectación, como descri- DF: Siglo Veintiuno, 2002 (1a. ed. inglesa
be Flaszen un tiempo más adelante: «Él es- 1968), pp. 94-138.
taba sentado silenciosamente, esperando, —(1980) : «Respuesta a Stanislavski» en
hora tras hora. Se trataba de un gran cam- Máscara, núm. 11-12 (1993) (editorial y
bio, porque previamente había sido real- ciudad) pp.18-26.
mente un dictador. En ese momento no —(1990): «Le Prince constant de Ryszard
existe más teatro, porque el teatro de algu- Cieslak» (encuentro Hommage à Ryszard
na manera necesita dictadura, manipula- Cieslak, 9/XII/1990), en Autores Diver-
sos, Ryszard Cieslak, acteur-emblème des
ción» (Forsythe, 1978 : 91). De hecho,
années soixante, obra colectiva realizada
Grotowski se había ido alejando progresi-
bajo la dirección de Georges Banu, Arles,
vamente de la imagen típica de un director,
Actes Sud, 1992, pp.13-21.
de una compañía de teatro, de una obra Mauss, Marcel y Hubert, Henri (1899): «V.
dramática. Su autoritarismo inicial había El sacrifici del déu», en Assaig sobre la na-
dado paso a un silencio expectante ante el turalesa i la funció del sacrifici, Barcelona:
actor, a una actitud parecida a la de los Icaria, 1995 (1a ed. francesa: 1899), pp.
maestros orientales. Del actor al actuante, 113-128.
del espectador al testigo, del director al tea- Van der Leeuw, Gerardus (1933): «50. Sa-
cher del performer. crificio», en Fenomenología de la religión,
Buenos Aires: Fondo de Cultura Económi-
ca, 1964 (1a ed. alemana: 1933), pp. 335-
346.
Referencias bibliográficas Vasil’ev, Anatolij (1999): «Cronaca del
quattordici», en Testimonianze e rifl essio-
Artaud, Antonin (1938): «Prefacio: El teatro ni sull’arte come veicolo (Opere e sentieri,
y la cultura», en El teatro y su doble, Bar- 3), a cargo de Antonio Attisani y Mario
celona: Edhasa, 2001 (1a ed. francesa: Biagini, Roma: Bulzoni Editore, 2008, pp.
1938), pp. 9-16. 75-96.
Bablet, Denis (1967): «La técnica del actor»,
entrevista realizada a Grotowski, en Gro-
towski, Jerzy: Hacia un teatro pobre, Mé-
Notas
jico DF: Siglo Veintiuno, 2002 (1a. ed. in-
glesa: 1968), pp. 174-184.
1. Los resonadores son uno de los grandes
Barba, Eugenio (1964): «El nuevo testamen- descubrimientos técnicos de Grotowski, a los
to del teatro», entrevista realizada a Gro- cuales atribuye la función de comprimir la co-
towski, en Grotowski, Jerzy: Hacia un lumna de aire y amplificar así la conducción del
teatro pobre, Méjico DF: Siglo Veintiuno, sonido. Los defi ne en diversos puntos del cuer-
2002 (1a. ed. inglesa 1968), pp. 21-48. po, por la impresión que le produce al actor de
Forsy the, Eric (1978): «Conversations activarse físicamente cuando habla con esa par-
with Ludwik Flaszen», citado por Jennifer te concreta del cuerpo (la cabeza, el pecho, la
Kumiega, The Theatre of Grotowski, nariz, el abdomen, etc.).
Londres: Methuen, 1987. 2. También en los Evangelios Jesucristo le
Girard, René (1972): «IV. La génesis de los dice a Nicodemo que necesita «nacer de nuevo»
mitos y de los rituales», en La violencia y o «nacer de arriba», según las traducciones del
lo sagrado, Barcelona: Anagrama, 1995 (1a griego (Jn 3, 1-8).
ed. francesa: 1972), pp. 97-126.
Grotowski, Jerzy (1965): «Hacia un teatro
pobre», en Hacia un teatro pobre, Méjico
DF: Siglo Veintiuno, 2002 (1a. ed. inglesa:
1968), pp- 9-20.
—(1967): «El entrenamiento del actor (1959-
1962)», en Hacia un teatro pobre, Méjico

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