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El Modelo Policiaco - Charles S. Peirce y Edgar Allan Poe
El Modelo Policiaco - Charles S. Peirce y Edgar Allan Poe
Editorial Lumen
CAPITULO IX
Nancy Harrowitz
Los historiadores del relato policíaco se dividen entre los que sostie
nen que no podía existir un género policíaco antes de la existencia
de fuerzas de policía organizadas y detectives, y los que encuentran
muestras de deducción racional en fuentes tan variadas como la Bi
blia y Voltaire, y mantienen que en ellas aparecen los primeros enig
mas de la investigación policíaca ... El punto decisivo es que hay que
hablar de literatura criminal, mientras que quienes ven muestras de
investigación policíaca en la Biblia y en Herodoto buscan sólo enig
mas. El enigma es vital para el relato policíaco, pero no es un relato
policíaco en sí, y su lugar en la literatura criminal es por lo general
comparativamente pequeño ... [un] ejercicio interesante se encuentra
en Zadig de Voltaire (1747). Sin haber visto la perra de la reina ni
el caballo del rey, ambos desaparecidos, Zadig está capacitado para
decir que la perra ha tenido cachorros recientemente, que cojea de
la pata izquierda y que tiene las orejas largas ... y cuando insiste en
que no ha visto jamás a los animales, lo condenan a ser azotado. Su
explicación, una vez encontrados los animales, es un ejemplo de autén
tica deducción. Es el caso de la perra, las huellas de las ubres colgan
tes y de las orejas en la arena, así como la de una pata más marcada
que las demás, han proporcionado las pistas. (Symons, 1972:24-25)
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La presunción, o más precisamente la abducción, proporciona al ra
zonador la teoría problemática que la inducción verifica. Al encon
trarse ante un fenómeno distinto del esperado en las circunstancias
dadas, examina sus características y advierte algún carácter o rela
ción especial entre ellas, que de inmediato reconoce como caracterís
tico de un concepto que ya está almacenado en su mente, de manera
que se avanza una teoría que explique (es decir, que haga necesario)
lo que resulta sorprendente en el fenómeno. (2:776)
Deducción
Regla Todas las judías de este saco son blancas.
Caso Estas judías son de este saco.
Resultado Estas judías son blancas.
Inducción
Caso Estas judías son de este saco.
Resultado Estas judías son blancas.
Regla Todas las judías de este saco son blancas.
Abducción
Regla Todas las judías de este saco son blancas.
Resultado Estas judías son blancas.
Caso Estas judías son de este saco.
El paradigma indiciarlo
m
manera en que éstos caracterizaban habitualmente los peque
ños detalles «insignificantes» del cuerpo, como orejas, uñas,
dedos de los pies. Basándose en una familiaridad enciclopé
dica con estos detalles, Morelli estaba en condiciones de iden
tificar sin dificultad las imitaciones y las atribuciones inco
rrectas, dado que los imitadores se interesaban más por las
características más específicas y convencionalmente estiliza
das de una escuela o artista en particular. Durante su carre
ra, Morelli realizó muchas atribuciones nuevas en las pina
cotecas más importantes de Europa. Después, su método cayó
en descrédito y fue en gran parte olvidado. Más tarde, el his
toriador del arte Edgar Wind (citado por Ginzburg) resucitó
los métodos de Morelli e hizo estos comentarios sobre ellos:
Los libros de Morelli tienen un aspecto diferente de los de cualquier
otro historiador del arte. Están llenos de ilustraciones de dedos y de
orejas, de meticulosas descripciones de las características triviales que
descubren a un artista, del mismo modo que las huellas digitales des
cubren a un delincuente ... cualquier galería de arte estudiada por
Morelli acaba pareciendo una galería de bribones. ...
247
<v
El raciocinio y Poe
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ellas cilindrica y la otra de cualquier forma, la primera era absorbida
con mayor lentitud. ... Había además un detalle sorprendente, que
contribuía en gran medida a reforzar estas observaciones y me llena
ba de deseos de verificarlas: a cada revolución de nuestra barca so
brepasábamos algún objeto, como un barril, una verga o un mástil.
Ahora bien, mucjios de aquellos restos que, al abrir yo por primera
vez los ojos para contemplar la maravilla del remolino, se encontra
ban a nuestro nivel, estaban ahora mucho más arriba y daban la
impresión de haberse movido muy poco de su posición inicial. (Poe
1970, vól. 1:155-156)
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injustamente y tan sólo a causa de sus operaciones retrógradas, se
denomina análisis, como si se tratara del análisis par excellence. Cal
cular, sin embargo, no es en sí mismo analizar. (Poe 1970, vol. 1:419)
l
definición de análisis que Poe nos ofrece, y sirve de ilustra
ción del método. El narrador nos describe su vida en París
con un tal C. Auguste Dupin. Los dós dan un paseo al ano
checer. Se han mantenido en silencio durante por lo menos
quince minutos, cuando Dupin lo interrumpe y dice: «Sí, es
un hombrecillo muy pequeño, y estaría mejor en el Théátre
des Varietés.» El narrador replica: «No cabe duda», pero des
pués, atónito y sin comprender, insiste para saber cómo Du
pin se ha dado cuenta de que en ese momento estaba pensan
do en el actor Chantilly. Dupin reconstruye sus pasos en este
pasaje: \
Si no me equivoco, habíamos estado hablando de caballos justamen
te al abandonar la Rué C... Este fue nuestro último tema de conver
sación. Cuando cruzábamos hacia esta calle, un frutero que traía una
gran canasta en la cabeza pasó rápidamente a nuestro lado y le em
pujó a usted contra una pila de adoquines correspondiente a un pe
dazo de la calle en reparación. Usted pisó una de las piedras sueltas,
resbaló y se torció ligeramente el tobillo; mostró enojo o malhumor,
murmuró algunas palabras, se volvió para mirar la pila de adoquines
y siguió andando en silencio. Yo no estaba especialmente atento a sus
actos, pero en los últimos tiempos la observación se ha convertido
para mí en una necesidad.
Mantuvo usted los ojos clavados en el suelo, observando con aire
quisquilloso los agujeros y los surcos del pavimento (por lo cual com
prendí que seguía pensando en las piedras), hasta que llegamos al
pequeño pasaje llamado Lamartine, que con fines experimentales ha
sido pavimentado con bloques ensamblados y remachados. Aquí su
rostro se animó y, al notar que sus labios se movían, no tuve dudas
de que murmuraba la palabra «estereotomía», término que se ha apli
cado pretenciosamente a esta clase de pavimento. Sabía que para us
ted sería imposible decir «estereotomía^ sin verse llevado a pensar
en átomos y pasar de ahí a las teorías de Epicuro; ahora bien, cuan
do discutimos no hace mucho este tema, recuerdo haberle hecho no
tar de qué curiosa manera —por lo demás desconocida— las vagas
conjeturas de aquel noble griego se han visto confirmadas en la re
ciente cosmogonía de las nebulosas; comprendí, por tanto, que usted
no dejaría de alzar los ojos hacia la gran nebulosa de Orion, y estaba
seguro de que lo haría. Efectivamente, miró usted hacia lo alto y me
sentí seguro de haber seguido correctamente sus pasos hasta ese mo
mento. Pero en la amarga crítica a £hantilly que apareció en el Mu-
sée de ayer, el escritor satírico hace algunas penosas alusiones al cam
bio de nombre del remendón antes de calzar los coturnos, y cita un
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\ verso latino sobre el cual hemos hablado muchas veces. Me refiero
al verso: Perdidit antiquum litera prima sonum. Le dije a usted que
se refería a Orion, que en un tiempo se escribió Urión; y dada cierta
acritud que se mezcló en aquella discusión, estaba seguro de que us
ted no la había olvidado. Era claro, pues, que no dejaría de combi
nar las dos ideas de Orion y Chantilly. Que así lo hizo, lo supe por
la sonrisa que pasó por sus labios. Pensaba usted en la inmolación
del pobre zapatero. Hasta ese momento había caminado algo encor^
vado, pero de pronto le vi erguirse en toda su estatura. Me sentí segu
ro de que estaba pensando en la diminuta figura de Chantilly. Y en
ese punto interrumpí sus meditaciones para hacerle notar que, en efec
to, el tal Chantilly era muy pequeño y que estaría mejor en el Théá-
tre des Variétés. (Poe 1970, vol. 1:425-427)
/
El primer párrafo de este pasaje describe los acontecimien
tos físicos reales de la escena, es decir, el choque con el frute
ro, que genera la secuencia de acontecimientos que sigue, las
reacciones del narrador al choque. El segundo párrafo, sin
embargo, introduce un cambio en la narración, en cuanto que
es una descripción de los acontecimientos subsiguientes se
gún la lectura que Dupin hace de ellos. El diagrama siguien
te es un intento de adaptar las categorías de Peirce de hecho
observado, regla y caso a la lectura de Dupin, al objeto de ver
si la noción de abducción es operante en el análisis de Dupin
y cómo.
y
de que muchas de las reglas están tomadas de un bagaje de
experiencia personal. No es todavía un método completamente
logrado para la resolución de los problemas policíacos, dado
que no hay crimen. Este pasaje proporciona un prólogo me
todológico ante el cual comienza, inmediatamente después,
la auténtica historia. Como nos informa Poe: «El relato si
guiente representará para el lector algo así como un comen
tario de las afirmaciones que anteceden» (Poe 1970, Vol. 1:
442). La exposición de Poe del método analítico consta de
tres fases: la primera es una definición del ánáüsis; la segun
da, un ejemplo de análisis en un contexto no policíaco; la ter
cera, la resolución de los crímenes de la calle Morgue.
Una mujer y su hija son encontradas muertas, brutalmente
asesinadas, en su vivienda. Hay diversos elementos en el caso
que desconciertan por completo a la policía. Ambas mujeres
han sufrido mutilaciones, una de ellas ha sido metida por el
tubo de la chimenea, hecho que requiere una fuerza extraor
dinaria. No se veía por dónde podía haber entrado o salido
el asesino, puesto que las puertas y las ventanas se encontra
ron bien cerradas y aseguradas por dentro después de come
tido el crimen. Todos los testigos auditivos habían afirmado
que la voz que habían oído procedente del apartamento jus
to antes de los asesinatos era la voz de un extranjero.
Dupin, al resolver este su primer crimen, establece una me
todología y una filosofía precisa de la investigación criminal
que se hizo famosa y que todavía es utilizada hoy en el géne
ro policíaco. De hecho, la mayoría de los principios del mé
todo de Dupin fueron utilizados por Conan Doyle e inmor
talizados en el personaje de Sherlock Holmes.
La base de estos principios es, por supuesto, el método
abductivo. El resto de los principios son en cierto sentido una
refinación de la abducción, un plan magistral para el uso más
fructífero de la noción. He aquí los comentarios de Dupin
acerca de su método, observaciones que revelan su modus ope-
randi:
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Jourdain, que pedía su robe de chambre, pour mieux entendre la mu-
sique. (Poe 1970, Vbl. 1:435)
NOTAS
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