Fundamentos antropológicos. Incesto y Parricidio. La eficiencia del discurso en términos institucionales.
Clase N°3 – Parte 1
GUIA DE LECTURA: Antropología estructutal (Levy Strauss)
BIBLIOGRAFÍA OBLIGATORIA:
Álvarez, L., & Auyero, J. (2014). La ropa en el balde. Nueva Sociedad,
251:17-30. Basaglia, F. (1987). La Ciencia de la Criminalización de la Necesidad. En: Los Crímenes de Paz. México: Siglo XXI. Davis, A. (2017). ¿Son obsoletas las prisiones? Córdoba: Bocavulvaria ediciones. Deleuze, G. (1991). Posdata sobre las sociedades de control. En: Christian Ferrer (comp.) El lenguaje literario. Montevideo: Ed. Nordan. Foucault, M (1987). El castigo generalizado. En: Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión. Madrid: Siglo XXI. Freud, S. (1930). El Malestar en la Cultura. Obras Completas. Bs. As.: Amorrortu. Gerez Ambertín, M. (2004). Vicisitudes del acto criminal. Acting-out y pasaje al acto. En: Culpa, Responsabilidad y Castigo. Vol. III. Bs. As: Letra Viva. Levi-Strauss, C. (1968). Antropología estructural. Bs. As.: Eudeba. (Cap. 9 y 10). Malinowski, B. (1973). La hechicería y el suicidio como influencias legales. En: Crimen y costumbre en la sociedad salvaje. Barcelona: Ariel. (parte 2, Cap. 2). Sarmiento, A., et al. (2005). Criminología y Violencia. En: La Psicología en el Campo Jurídico. Buenos Aires: ECUA. (pp.203-208). Capítulo IX: El hechicero y su magia. Conceptos básicos. La integridad física no resiste a la disolución de la personalidad social. La eficacia de la magia radica en la creencia en la magia; esta se presenta en tres aspectos complementarios: la creencia del hechicero en la eficacia de sus técnicas, la creencia del enfermo en el poder del hechicero y, por último, la confianza y las exigencias de la opinión colectiva, en cuyo seno se definen y sitúan las relaciones entre el brujo y aquellos que él hechiza. El consenso grupal es lo que eleva al hechicero a ese lugar. Estos tres aspectos conforman el “complejo shamanístico”. En el caso del muchacho acusado de enfermar a una chica: Los jueces no esperan que el acusado impugne una tesis, y menos aún, que refute los hechos; le solicitan que corrobore un sistema del cual solamente poseen un fragmento, y cuya totalidad quieren que el acusado reconstruya de una manera apropiada. Nuestro héroe se encuentra preso de un problema: dos sistemas, de los cuales se sabe que son ambos igualmente inadecuados, ofrecen sin embargo, uno con respecto al otro, un valor diferencial y esto a la vez desde un punto de vista lógica y desde un punto de vista experimental. ¿Con respecto a qué sistema de referencias se lo juzgará entonces? ¿El de los hechos, donde ambos se confunden, o el que les es propio, donde adquieren valores desiguales, teórica y prácticamente? En el caso de Quesalid: busca desenmascarar a los shamanes. ¿Lo logrará? Triple experiencia: la del shamán mismo que, si su vocación es real, experimenta ciertos estados específicos, de naturaleza psicosomática; la del enfermo, que logra o no una mejoría, la del público, en fin, que también participa de la curación, y para quien el entusiasmo que experimenta la satisfacción intelectual y afectiva que obtiene determinan una adhesión colectiva que inaugura a su vez un nuevo ciclo. Tres elementos indisociables del complejo shamanístico. Se organiza en torno de dos polos, uno formado por la experiencia íntima del shamán y el otro por el consenso colectivo (vean el poder de la sugestión y cómo opera en las personas formando opinión). Levy Strauss compara el accionar del shamán con la cura por abreaccion del psicoanálisis en su primera época, en estos dos casos la persona pasa por un estado violento, donde ser reviven con vivacidad aquellos acontecimientos relacionados con su enfermedad, para luego finalizada la sesión recobrar su estado normal. La función simbólica da cuenta de una condición intelectual del hombre: el universo no significa jamás lo bastante, y el pensamiento siempre dispone de un exceso de significaciones para la cantidad de objetos a los que pueden adherirlas. El hombre solicita del pensamiento mágico un nuevo sistema de referencia, en cuyo seno pueden integrarse datos hasta entonces contradictorios. Pero este sistema se edifica en perjuicio del progreso de conocimiento.
Capítulo X: La eficacia simbólica
En el caso de la parturienta que acompaña un shamán: El shamán proporciona a la enferma un lenguaje en el cual se pueden expresar inmediatamente estados que, para ella, resultan informulables por otro camino. Y es el pasaje a esta expresión verbal lo que provoca el desbloqueo del proceso fisiológico, es decir la reorganización, en un sentido favorable, de la secuencia cuyo desenvolvimiento sufre la enferma (el shamán pone palabras donde sólo hay dolor, dando sentido a todo el proceso). Tanto en la cura shamanica como en el psicoanálisis el propósito es llevar a la conciencia conflictos y resistencias que han permanecido hasta ese momento Icc, ya sea en razón de sus represión por obras de otras fuerzas psicológicas, ya sea – como en el caso del parto– a causa de su naturaleza propia que no es psíquica sino orgánica, o inclusive simplemente mecánica. En ambos casos los conflictos o resistencias se disuelven, no debido al conocimiento, real o supuesto, que la enferma adquiere progresivamente, sino porque este conocimiento hace posible una experiencia especifica en cuyo transcurso los conflictos se reactualizan en un orden y en un plano que permiten su libre desenvolvimiento y conducen a un desenlace. El shamán tiene el mismo doble papel que desempeña el psicoanalista: un primer papel –de oyente para el psicoanalista, de orador para el shamán– establece una relación inmediata con la conciencia (y mediata con el ICC) del enfermo. El shamán se encarna, como el psicoanalista objeto de la transferencia, para convertirse, gracias a las representaciones inducidas en el espíritu del enfermo, en el protagonista real del conflicto que este último experimenta a medio camino entre el mundo orgánico y el mundo psíquico. El enfermo neurótico acaba con un mito individual al oponerse a un psicoanalista real; la particularidad indígena vence un desorden orgánico verdadero, identificándose con un shamán míticamente transpuesto. El paralelismo entre la cura shamanica y el psicoanálisis no excluye diferencias. Ambas buscan provocar una experiencia, y ambas lo consiguen reconstruyendo un mito que el enfermo debe vivir o revivir. En el caso del PSA se trata de un mito individual que el enfermo elabora con la ayuda de elementos extraídos de su pasado, en la cura shamánica de un mito social que el enfermo recibe del exterior y que no corresponde a un estado personal antiguo. El psicoanalista escucha, mientras que el shamán habla. Mejor aún: cuando las transferencias se organizan, el enfermo hace hablar al psicoanalista atribuyéndole supuestos sentimientos e intenciones; por el contrario, en el encantamiento, el shamán habla por su enferma. La interroga y pone en su boca replicas correspondientes a la interpretación de su estado con la cual ella debe compenetrarse. La cura consistiría en volver pensable una situación dada al comienzo en términos afectivos, y hacer aceptables para el espíritu los dolores que el cuerpo se rehúsa a tolerar. Que la mitología del shamán no corresponde a una realidad colectiva carece de importancia: la enferma cree en esa realidad y es miembro de una sociedad que también cree en ella. Lo que no acepta son dolores incoherentes y arbitrarios que, ellos sí, constituyen un elemento extraño a su sistema, pero que gracias al mito el shamán va a reubicar en un conjunto donde todo tiene sustentación. La eficacia simbólica consistiría precisamente en esta propiedad inductora que poseerían, unas con respecto a otras, ciertas estructuras formalmente homólogas capaces de constituirse, con materiales diferentes en diferentes niveles del ser vivo; procesos orgánicos, psiquismo inconsciente, pensamiento reflexivo. El poder traumatizante de una situación cualquiera no puede resultar de sus caracteres intrínsecos, sino de la capacidad que poseen ciertos acontecimientos que surgen en un contexto psicológico, histórico y social apropiado, de inducir una cristalización afectiva que tiene lugar en el molde de una estructura preexistente. Para que haya eficacia simbólica debe haber una coherencia grupal que sostenga el sistema de significaciones. Hay eficacia simbólica porque el shamán le aporta a la enferma el lenguaje, le dice de qué se trata, le aporta un significante. Pero esto es efectivo en tanto el shamán está legitimado por la sociedad en la que se encuentra.