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Código: 18597
Plan 1107
Año 2020
BIBLIOGRAFÍA OBLIGATORIA:
Introducción
La práctica de la Psicología en el campo del Derecho es, en la actualidad,
cada vez más requerida no sólo en los procesos jurídicos sino también en
aquellas temáticas en las cuales nuestro ejercicio profesional se entrecruza con la
ley. Sabido es que somos sujetos sociales y, como tales, estamos atravesados por
el discurso organizativo de la ley.
La Psicología Jurídica y Forense nace como consecuencia de un
entrecruzamiento discursivo: el psicológico y el jurídico. Sus inicios están en
estrecha relación con los de la Criminología, como estudio multidisciplinario que
se ocupa de explicitar las razones del fenómeno delictivo. Desde 1907, cuando
José Ingenieros introduce el método psicoanalítico en Argentina y trata de
utilizarlo para el estudio de las personalidades delincuentes, se produce el
encuentro entre ambas ciencias a partir de observar el fenómeno de la
delincuencia desde la óptica psicopatológica.
Estamos ante una especialidad que si bien adquiere su madurez a
mediados del siglo XX, encuentra sus raíces en tiempos remotos, desde discursos
religiosos de tradición oral que más tarde fueron retomados de forma escrita por
el discurso jurídico en el Código de Hammurabi. Se advierte, entonces, que el
desarrollo de la Psicología Jurídica y Forense se funda en bases históricas
sólidas.
Por ello, es importante el estudio de la evolución histórica de esta
disciplina, los ámbitos de inserción del psicólogo jurídico y su rol en cada uno de
ellos.
Haciendo historia
Podemos señalar, entonces, los inicios de la Psicología Jurídica en
Argentina aproximadamente a comienzos del siglo XX, bajo la influencia –
además del mencionado método psicoanalítico, especialmente con la publicación
en 1905 de La interpretación de los sueños, de S.Freud- de las escuelas
antropométrica inglesa y antropológica italiana, las que fueron acogidas
entusiastamente por Piñeiro, Ramos Mejía y Loudet, reconocidos médicos de la
época.
Respecto de la formación universitaria, se destaca como antecedente
valioso la creación en 1957 de la primera cátedra denominada “Psicología
Criminológica” en la Universidad Nacional de San Luis, la cual estaba a cargo del
Prof. Plácido Horas. Sus contenidos brindaban aportes psicológicos al estudio de
las llamadas personalidades delincuentes, pero incluyendo a las técnicas
proyectivas como métodos científicamente válidos para aportar probanza en los
estudios solicitados por los jueces.
A partir de 1959, con la aparición de los primeros graduados en Psicología,
comenzó la inserción profesional en el área, destacándose los aportes realizados
por la Sra. Castelli Perkins trabajando en su calidad de testista (título intermedio
en esa época) en el Cuerpo Médico Forense.
De esta manera se estaba frente a un quehacer científico nuevo, con una
óptica diferente, como era el ingreso de los aportes psicológicos en el terreno
jurídico, que hasta ese momento sólo había aceptado el ingreso de la medicina
como ciencia auxiliar; y en menor grado -y con menor prestigio- al trabajador
social como observador de la dinámica familiar y social de los sujetos en estudio.
La década de 1970 se inicia en pleno auge y crecimiento de las ciencias
humanas; sin embargo, los hechos políticos en Argentina truncan ese desarrollo,
que se recupera a comienzos de los años 80 junto con el retorno de la democracia
como forma de gobierno. Durante este período, se intentó el “desguace” de la
carrera de Psicología, tratando de quitarle su estatuto de carrera universitaria y
relegándola a una disciplina auxiliar de la medicina. Con la puesta en vigencia de
la ley 17.132, más conocida como Ley de los Profesionales del Arte de curar y
Profesiones Auxiliares afines, se limita el campo de acción del psicólogo a la
aplicación de tests psicológicos para tareas diagnósticas (art. 9) prohibiendo
expresamente la aplicación de cualquier método terapéutico, puntualmente el
Psicoanálisis, que quedaba reservado exclusivamente para los médicos (art. 91).
Un claro ejemplo de esto es la inclusión de la materia “Psicología Médica”
en la currícula de la carrera de Medicina, la cual subsiste en nuestros días, que
ilustra el intento de esta suerte de “vasallaje” o sujeción a fin de mantener la
hegemonía del discurso médico por sobre cualquier otro del área de la salud.
Durante el gobierno democrático del Dr. Alfonsín, su Ministro de
Educación Dr. Alconada Aramburu dictó en 1985 una resolución ministerial
sobre las incumbencias del título profesional, en la cual enunciaba los ámbitos en
los cuales el psicólogo puede realizar su práctica. Los puntos 16 y 17 son los que
específicamente se refieren al área jurídica y dieron lugar no sólo al desarrollo de
la especialidad, sino que ocuparon un lugar taxativo en la Ley 23.277 del
Ejercicio Profesional de la Psicología, promulgada en 1987 (art. 2°).
A partir de este hecho, la Facultad de Psicología de la Universidad de
Buenos Aires incluyó la materia “Psicología Forense” en la currícula de la
carrera, que comenzó a funcionar en el segundo cuatrimestre bajo la titularidad
del Profesor Dr. Mariano Castex. Al siguiente año se habilitó una segunda
cátedra a cargo del Profesor Dr. Osvaldo Varela, cuya titularidad continúa
ejerciendo en la actualidad.
Luego, paulatinamente la materia fue incluida en los contenidos
curriculares de todas las universidades del país, tanto públicas como privadas, en
la carrera de grado y también en cursos de posgrado dado el interés creciente de
los colegas en este nuevo espacio de práctica profesional que brindaba un amplio
campo de inserción laboral.
Asimismo, este crecimiento dio lugar a la formación de asociaciones y
entidades que nuclean a profesionales de la especialidad, a fin de brindar cursos
de formación específica a cargo de expertos que brindan tanto sus conocimientos
como su experiencia profesional para la formación de nuevas camadas de
especialistas.