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las mejores prácticas en la respuesta de salud psicosocial y mental a emergencias complejas. Después
de los ataques terroristas en Nueva York, Londres y Madrid, y el huracán Katrina en la costa del Golfo
de los Estados Unidos, se ha vuelto importante para muchos en el campo del trauma preguntarse si
los enfoques orientados al oeste son más adecuados incluso en contextos occidentales. Existen
marcos conceptuales emergentes que buscan integrar los enfoques individuales de salud mental
dentro de un marco de población más amplio para los desastres. Sin embargo, la implementación de
tales enfoques enfrenta enormes obstáculos. En este capítulo, presentamos las voces de Jack Saul,
que trabajó como profesional de salud mental, entrenador internacional en respuesta a traumas y
residente en el Bajo Manhattan después de los ataques del 9/11 del World Trade Center, y Saliha
Bava, que trabajó para brindar a la comunidad un compromiso servicios a la población desplazada del
huracán Katrina en Houston, Texas. Escriben sobre los desafíos en el terreno para implementar un
enfoque de “resiliencia comunitaria” luego de un trauma masivo. Destacan una serie de temas que
ven en común en sus respectivos contextos. Luego presentan un conjunto de principios al aplicar
enfoques colectivos al trauma / pérdida masiva en América del Norte, Europa y Australia.
Ha habido una serie de discusiones recientes sobre cómo proporcionar servicios de salud mental y
psicosociales durante y en la fase posterior a la guerra, los conflictos violentos, el terrorismo y los
desastres naturales. Entre las agencias gubernamentales internacionales y las organizaciones no
gubernamentales, parte de lo que ha estimulado esta discusión ha sido la necesidad de situar los
modelos biomédicos y psicológicos occidentales de salud mental y respuesta al trauma dentro de un
marco más amplio de respuesta humanitaria. Las conversaciones internacionales y los intentos de
alcanzar algunas pautas acordadas han enfatizado los métodos y las etapas de implementación. En
los Estados Unidos y en otros países occidentales, ha habido un aumento reciente de interés y
actividad en el área de respuestas comprometidas colectivas y comunitarias a traumas masivos y
desastres. Los intentos recientes de conceptualizar el papel de las intervenciones de salud mental en
la respuesta y preparación ante catástrofes han enfatizado el desarrollo de marcos conceptuales
basados en la investigación y la teoría del campo de la gestión de desastres. Esto está llevando a
nuevas ideas sobre estrategias para promover factores a nivel comunitario que promueven el
bienestar individual y de la población, así como también cómo evaluar dichos procesos. En la
siguiente sección, presentamos algunas de las discusiones sobre cómo se aborda la salud mental y el
bienestar en países no occidentales y occidentales.
Una de las críticas más fuertes de la implementación de enfoques occidentales para la recuperación
del trauma en contextos no occidentales es su suposición de que las experiencias extremadamente
estresantes de guerra y atrocidad no solo causan sufrimiento, sino la consecuente "traumatización".
reubica los fenómenos del ámbito social al biopsicológico. Esto puede distorsionar el conteo de los
costos humanos de la guerra, convirtiendo la miseria y la angustia resultantes en un problema
psicológico a resolver.
El trauma se ve dentro de una perspectiva biomédica como un evento centrado en la persona donde
el ser humano singular es la unidad básica de estudio y análisis. El énfasis de este punto de vista se
pone en la similitud más que en la diferencia y la diversidad.
Esta perspectiva es problemática ya que no tiene en cuenta las formas en que esta pandemia
impacta a las familias, las comunidades rurales o las poblaciones más grandes, sino también en la
forma en que privilegia los "recuerdos" de eventos singulares en lugar de en procesos que son
históricos y que evocan diferentes reacciones y respuestas a lo largo del tiempo (Summerfield, 1999).
Nuestro enfoque es específico y basado en la comunidad, a diferencia de las propuestas que tratan
de ser generalizables y técnicas, y consta de un marco de cuatro fases:
(1) una fase inicial en la que las intervenciones planificadas evitan alterar los factores de
protección intactos, como las estructuras, los significados y las redes de la comunidad;
(2) en la segunda fase, en la que los recursos sociales que se consideran demasiado débiles deben
restablecerse activamente: reunificación familiar, desarrollo comunitario, formación
profesional, etc;
(3) la tercera fase en la que los grupos particularmente vulnerables pueden necesitar apoyo
compensatorio;
(4) solo cuando se han implementado las otras fases, hay un lugar para una cuarta fase en la que
hay un soporte terapéutico dirigido.
Para la efectividad y sostenibilidad de este programa es crucial que las voces de aquellas personas,
grupos sociales y vecindarios a los que está destinado contribuyan al diseño, implementación y
evaluación de dicha asistencia (Ager, 1997).
Baron, Jensen y de Jong (2002) han propuesto la "pirámide invertida" que delineó niveles de salud
mental e intervención psicosocial que van desde medidas de seguridad que deben implementarse
para toda la población (la parte superior de la pirámide) hasta intervenciones de nivel medio que
apoyan redes familiares y comunitarias para abordar problemas, en la parte más baja y más estrecha
de la pirámide que incluye relativamente pocas personas que necesitarán servicios psicoterapéuticos
y psiquiátricos después de una catástrofe.
El trauma colectivo requiere una respuesta colectiva (Saul, 2006, 2007). "Una colusión entre los
terapeutas y los pacientes, la sociedad y los sobrevivientes, y entre los miembros de la familia para
evitar hablar sobre eventos traumáticos puede alterar el sentido de continuidad histórica y puede
aumentar la desconexión de las familias y las comunidades" (2006, p. 3). Una respuesta colectiva es
un cambio paradigmático, que promueve la resiliencia y el bienestar.
Para desarrollar esta iniciativa hemos realizado una extensa revisión de la literatura especializada y
construido un marco fundamentado en los trabajos de Norris, Stevens, Pfefferbaum, Wyche y
Pfefferbaum, (2008), Hobfoll, (1998), Landau y Saul (2004), Ungar (2008) y Walsh (1998, 2007) para
proporcionar resiliencia comunitaria.
la perspectiva familiar y relacional que es proporcionado por Walsh (2007) y Ungar (2007).
Walsh exige un enfoque multisistémico orientado a la resiliencia para la recuperación. Ella enfatiza
los factores contextuales en la práctica, situando el evento traumatizante en un contexto
comunitario mientras atiende las redes relacionales y la práctica enfocada en "fortalecer los recursos
familiares y comunitarios para una recuperación óptima" (p. 207). Identifica los sistemas de
creencias, los patrones organizacionales y la comunicación que impactan el proceso familiar y social
en el riesgo y la resiliencia (Walsh, 2003, 2007). Los procesos clave para facilitar la resiliencia
incluyen: sistemas de creencias: la capacidad de dar sentido a la experiencia de pérdida traumática;
perspectiva positiva y trascendencia y espiritualidad; patrones organizacionales: flexibilidad,
parentesco y conectividad comunitaria y recursos económicos e institucionales; y comunicación /
resolución de problemas, que incluye una expresión emocional clara y abierta y una resolución
colaborativa de problemas. Mientras Walsh aborda la resiliencia como un proceso sistémico desde
micro (familia) a macro (comunal), Norris et al. enfocarlo como un proceso macro sistémico. Otra
distinción entre los marcos de Walsh y Norris et al. Es que la primera es aplicable a la fase de
recuperación de la gestión de desastres, mientras que la segunda se limita a la fase de preparación.
Nuestra propuesta ha sido diseñada atendiendo a las 6 Ces que componen un sistema de
intervención: coordinación, recopilación de datos sistemáticos, enfoque de salud pública
comunitaria, desarrollo de servicios clínicos, desarrollo de capacidades, supervisión y atención para
las personas cuidadoras ”.
La iniciativa Cantueso sigue los cinco principios de resiliencia aplicados a la práctica que ha
desarrollado Ungar (2008), es decir:
Desde Lorategi asumimos la definición de resiliencia que propone Ungar, la cual responde a las
siguientes características:
Primero, la resiliencia es la capacidad de las personas para navegar hacia los recursos que
sostienen el bienestar.
En segundo lugar, la resiliencia es la capacidad de las ecologías físicas y sociales de las personas
para proporcionar estos recursos.
En tercer lugar, la capacidad de recuperación es la capacidad de las personas y sus familias y
comunidades para negociar formas culturalmente significativas para compartir los recursos (p.
22-23).
El objetivo de este enfoque es "involucrar los sistemas extendidos de apoyo social que pueden
ayudar a empoderar e inspirar a las personas, familias y comunidades a reconectarse e identificar
recursos para la curación" (Landau et al., 2008, p. 196). Identifica el componente central del enfoque
como 1. reclutar miembros de la familia y / o la comunidad como agentes de cambio, 2. evaluar
aspectos prácticos de la resiliencia utilizando genogramas de transición, mapas de campo, mapas de
niveles multisistémicos y mapas de polarización estratégicos (detallados en Landau et al., 2008); y 3.
implementar las intervenciones diseñadas.
Los principios del Modelo de Resiliencia Comunitaria LINC (Landau-Stanton, 1986; Landau, 1991;
Landau & Saul 2004) son:
Landau y Saul (2004) identifican factores que estuvieron en interacción durante el proceso de
recuperación de desastres en el proyecto Comunidades del Bajo Manhattan y el proyecto de Buenos
Aires. Estos factores pueden clasificarse en 1. interrupción (sistemas familiares y comunitarios:
proceso, función, estructura y organización); 2. estresores (transición, evento catastrófico, dolor sin
resolver y pérdida); 3. niveles de impacto multisistémicos (pérdida de capacidad de
contextualización, dinámica familiar, patrones de vinculación y patrones de comunicación, niveles
sociales y comunitarios) y 4. transiciones (aparición de resiliencia y vías de transición).
Común a todos estos marcos es la capacidad de respuesta relacional o "acción conjunta" (Shotter,
1984, 2007) a eventos traumáticos. Según Shotter, la acción conjunta se refiere a "relaciones
mutuamente receptivas y estructuradas dialógicamente con los demás y otras cosas que nos
rodean ... [entramos] en una dinámica interrelación con ellos" (2007). Esto promueve la conectividad
y la contextualización, que son los cimientos de los procesos de recuperación del trauma, desarrollo y
consolidación de la paz (ver Proyecto de Conversaciones Públicas; Weingartern, 2003). La
conectividad o la capacidad de respuesta relacional es crucial para los enfoques colectivos. Por
enfoques colectivos entendemos prácticas y procesos de resiliencia comunitaria y bienestar que
están conectados con las personas y el contexto local; promoción del bienestar cultural, social y
emocional; y respetuoso de los discursos históricos, culturales, sociales, comunales, familiares y de
identidad relacional. Dichos procesos, que encarnan la responsabilidad relacional (McNamee y
Gergen, 1999) están comprometidos con la comunidad y basados en la comunidad en la práctica. Las
prácticas comprometidas con la comunidad son actividades participativas diseñadas, entregadas,
evaluadas y sostenidas por y con la voz y la experiencia de la gente local. Dichas actividades no solo
se basan en los recursos y la capacidad de la población local, sino que también atraerán recursos
externos con el aporte local. Ungar identifica los recursos y la capacidad como sellos distintivos de los
procesos de construcción de resiliencia (comunicación personal, junio de 2008). Basado en la
comunidad se define como los servicios ubicados dentro del acceso a los miembros de la comunidad
(ver Boss et al., 2003; Pulleyblank-Coffey, Griffith y Ulaj, 2006). Los servicios basados en la comunidad
tienen más probabilidades de tener éxito si se basan en evaluaciones y participación de la
comunidad.
Dichos servicios pueden ser diseñados por recursos externos y ubicados dentro de una comunidad
geográfica. Típicamente en la práctica, los servicios basados en la comunidad y comprometidos con la
comunidad se usan indistintamente.
Los desastres son las interrupciones de las estructuras y la funcionalidad. La recuperación resiliente
ante desastres es el proceso de volver a algunos aspectos del funcionamiento que existían antes del
desastre y desarrollar nuevas formas de funcionamiento para adaptarse a las estructuras
emergentes. El desempeño de la recuperación ante desastres es el proceso de moverse a través de
los espacios de transformación y transición. Tales actuaciones transformacionales y de transición
ocurren en la "fase liminal" de lo que Turner, Abrahams y Harris (1995) llaman "anti-estructura". Es la
fase en la cual uno pasa de una etapa (pre-desastre) a otra (post desastre) a través de procesos
sociales de reflexión, diálogo y acción. Estos procesos de respuesta resiliente se realizan en
colaboración para crear estructuras colectivas que a su vez promueven procesos relacionales
sociales.
El desempeño es una perspectiva, proceso y enfoque que "puede proporcionar un espacio para que
las comunidades que han sufrido calamidades se reúnan para compartir experiencias y participar en
el discurso público" (Saul, 2006). El desempeño de las prácticas de trauma y curación puede
entenderse como representaciones que pueden ser simbólicas, una entidad y / o un ritual
(Schechner, 2002). Dichas representaciones dentro del espacio liminal permiten la creación de
espacios para la acción y la reflexión que promueven la transición. Estos procesos invitan a múltiples
colaboraciones para dar sentido al desastre y para crear estructuras colectivas posteriores al
desastre. Después de la realización de estas colaboraciones, dentro de los espacios liminales hay
acciones específicas o series de acciones que se inician y se logran. Y cada una de las acciones
performativas adquiere importancia en exceso del desempeño liminal de las acciones colaborativas
(Schechner, 2002).
Creamos diferentes formas de actuaciones colectivas receptivas al trauma colectivo. Estas respuestas
colectivas incluyen teatro, espacios públicos, acción comunitaria, diálogo comunitario, etc. Los
espacios públicos son espacios de convocatoria y conversación. La convocatoria permite que se
realicen valores e identidad. La conversación permite el respeto de las diferencias, la construcción
del significado y la acción comunitaria. Convocar a las personas para la conversación y el diálogo
implica invitación, inclusión, generar confianza, desarrollar formas de negociación y llevar a la acción
instrumental, el significado, la narrativa y la encarnación del nuevo proceso. Dichos espacios
liminales posteriores al desastre que permiten la construcción y acción de la comunidad se ilustran a
continuación en el desempeño de la "Iniciativa de Zona Cero", que condujo a la formación de foros
comunitarios que, en consecuencia, condujeron al desarrollo performativo del "Centro de Recursos
Comunitarios del Centro" (ver p. 17). El desempeño afirma agencia y encarnación. El rendimiento
puede ser improvisaciones y / o estructurado. El proyecto del Grupo de Archivo de Video del Centro
de Recursos Comunitarios del Centro es una acción narrativa y performativa de respuesta colectiva
que representa improvisaciones estructuradas. Una parte importante del proceso de curación
comunitaria es validar la propia historia y hacerla parte de la historia colectiva que surge después de
una tragedia compleja y horrible. Los que sobreviven a grandes desastres a menudo describen esta
afirmación de la comunidad en general como un paso crucial para recuperar su sensación de
bienestar. Como hemos visto en la ciudad de Nueva York después del 11 de septiembre, la historia
emergente después de tales eventos debe respetar y ser lo suficientemente amplia como para
abarcar las historias experimentadas por muchas personas diferentes: aquellos que han perdido
familiares y amigos, aquellos que han perdido sus hogares, esos quienes estaban lejos de la Zona
Cero pero aún estaban profundamente afectados, aquellos que estaban confundidos y aquellos que
sufrieron discriminación e injusticia como resultado de los eventos. Puede ser problemático cuando
la narrativa dominante es estrecha, rígida o margina a algunos segmentos de la población. Este ha
sido particularmente el caso de las comunidades de habla árabe y musulmana en las que muchos
miembros enfrentaron hostigamiento, detención y deportación. A menudo son las personas que no
tienen voz en la sociedad las que pueden ser víctimas o explotadas después de una tragedia colectiva
como lo ilustran Saul, Breindel, Margolies, et al. (2004) Hemos observado en nuestro trabajo a través
de culturas y comunidades que la noción occidental de la narrativa verbal lineal es una entre muchas
versiones de cómo los individuos y los grupos llegan a un sentido de significado y coherencia después
de la tragedia. Estas experiencias pueden tomar años para comprender a medida que las personas
recurren a historias pasadas de vulnerabilidad y / o fortaleza para enmarcar su experiencia actual.
Como resultado del trabajo con la narrativa comunitaria y las actuaciones liminales, nos ha
interesado la forma en que la creación de significado es un proceso activo y dialógico y se representa
en los dramas sociales de las familias y las comunidades. Las experiencias abrumadoras de estrés y
pérdida se transmiten como "conocimiento incorporado" (Taylor, 2003) y, por lo tanto, a través del
cuerpo y de la acción, los significados se realizan y se repiten con el tiempo. Este proceso colectivo de
creación de significado es importante especialmente, pero no solo, para las personas que han
experimentado una tragedia juntos. Recientemente ha habido una proliferación mundial de prácticas
teatrales, rituales y otras actuaciones comunitarias en respuesta a traumas masivos (Agger y Jensen,
1990; Fullilove, 2002; Reisner, 1998, 2003; Taylor, 2003; van der Kok, 2006).
Esta iniciativa también incorpora la dimensión de investigación para comprender mejor cómo estas
prácticas promueven la resiliencia y el bienestar individual y colectivo
La evaluación de necesidades a los tres meses para detectar las necesidades emergentes de los
miembros de la comunidad relacionadas con las inquietudes cambiantes sobre eventos y factores
estresantes particulares. (Enfoque en recuperar un sentido de agencia y toma de decisiones).
Nuestro enfoque de resiliencia comunitaria requiere un espacio público donde los miembros de la
comunidad puedan reunirse y compartir ideas, proyectos, recursos y su creatividad.
A través del Centro se pretende involucrar a otros residentes y trabajadores para desarrollar una
serie de proyectos activos. Uno d
Para que esta iniciativa pueda implementarse son necesarios recursos materiales y económicos que
permitan sostener la fase inicial del programa, mientras se trabaja en el desarrollo de un plan de
financiación que permita sostenerla el tiempo que se requiera.
Búsqueda de defensores. Por ejemplo, productores de documentales que hagan una pequeña pieza
de video que muestre vívidamente la utilidad de atraer a padres, maestros y personal escolar para
abordar las necesidades prácticas y emocionales de los niños y cuidadores (Saul y Ray, 2002).
Esta iniciativa cuenta con dos tipos de programas para los miembros de la comunidad: El centrado en
el apoyo de pares y familias y el de conversaciones públicas para narrar y organizar conversaciones
sobre la experiencia, las preocupaciones y el significado que la pandemia ha tenido para la
comunidad y sus maneras de experimentarlas.
Programas de apoyo entre pares.
Las imágenes creadas por esos artistas son cruciales para dar forma y reflejar la visión de nuestra
sociedad sobre esta crisis y sus consecuencias. Para alentar este discurso queremos patrocinar los
Artist Studio Tours de Lower Manhattan. Casi 200 artistas han participado en estas visitas al estudio,
muchos de ellos asistieron a toda la serie de giras. El proyecto fue un ejemplo de cómo se desarrolló
una red de apoyo entre pares en el idioma y las actividades preferidas de esta subcultura
ocupacional, y luego se abrió a la comunidad en general. Uno de los desafíos de la respuesta de salud
mental en Nueva York fue la diversidad de culturas: étnicas, de vecindario, organizacionales,
ocupacionales, etc. Al apoyar "vínculos comunitarios" o agentes de cambio dentro de estos grupos y
proporcionar cierto apoyo económico y administrativo, el grupo desarrolló su red de soporte ya
existente que se mantuvo muchos meses después de que el trabajo del DCRC terminara (Landau y
Saul, 2004). Otros grupos de apoyo de pares iniciados fueron con padres, maestros, grupos de artes
infantiles, periodistas que habían cubierto el 11 de septiembre y una organización de inquilinos que
documentó su experiencia respondiendo a las necesidades de los miembros discapacitados y
ancianos de su proyecto de vivienda (inquilinos de la Plaza de la Independencia 'Asociación, 2003).
Crear un archivo narrativo desde las calles y hogares de Rivas, hablar con sus vecinos, crear un
diálogo comunitario y compartir públicamente las historias de apego y resistencia de la comunidad.
Objetivo: promover la narración colectiva para fortalecer la recuperación de la comunidad. Los
miembros del grupo de archivo no eran expertos externos, sino personas locales que pasaron por la
misma progresión de experiencias que las personas entrevistadas. Al ser miembros de la comunidad,
tenían acceso a los entrevistados a través de sus redes sociales y una sensibilidad compartida a los
cambios en curso en el sentimiento y las preocupaciones de la comunidad.
Programa de teatro de testigos (seis meses). Formar un grupo de teatro, que entreviste a una
muestra representativa de los vecindarios del municipio, para crear escenas de las historias de las
personas, presentarlas posteriormente a las personas entrevistadas, quienes luego participarán en el
desarrollo de la pieza. La obra de teatro completa se realizó en el propio vecindario, seguida de
sesiones de conversación con los miembros de la comunidad y quienes vayan a ver la actuación, con
el propósito de facilitar nueva historias que puedan integrarse en actuaciones posteriores.
Proceso creativo de construir una obra de teatro. Reunir un conjunto de 8 actores que usarían los
sombreros de antropólogo, arqueólogo, psicólogo, intérprete, autor y filósofo, todos narradores de
cuentos. Como grupo, nuestro conjunto entrevistó a personas sobre sus experiencias en torno a la
pandemia. En cada entrevista se buscará lo que más resuene, repeticiones de temas y se trabajará
para destilar la verdad teatral. Las entrevistas que se utilicen serán transcritas textualmente de las
cintas, para usar el lenguaje intacto. Los actores y actrices también pueden utilizar sus propias
experiencias como supervivientes al contar las historias. El nervio de esta pieza de teatro estará en la
escritura de escenas, monólogos, poesía, segmentos seleccionados de entrevistas, etc.
Como obra, asume el desafío de lograr que el acto de testificar revele y desenrede los muchos
zarcillos de conexión. Es un día en el que muchos de los que hablamos inicialmente preferirían
ignorar, como si fuera parte del pasado. Pero a medida que se hicieron más preguntas, se hizo
evidente que incluso con todos los
Ambos proyectos tienen un enorme potencial para promover la acción y la cohesión de la comunidad
La forma de entender esta pandemia crea desafíos y posibilidades para comprender y responder al
trauma masivo que implica.
Pareciera que no se reconocen los problemas de ubicación social preexistentes y en curso, como la
familia, la raza, la geografía, la política regional y la economía.
Katrina Población. Los problemas psicosociales relacionados con la vida de estos desplazados
internos comenzaron con un trauma histórico y la falta de esfuerzos de rescate inmediatos, junto con
los esfuerzos de supervivencia a través de las crecientes aguas de las palomas desprendidas. El
proceso de transportarlos a Houston desde el Astrodome actuó como un desencadenante y un alivio
para los desplazados internos. Los problemas psicosociales se complicaron aún más no solo por el
parentesco roto y las redes sociales, sino también por adaptarse a la cultura de Houston.
12,000 hogares que recibían asistencia de alquiler (FEMA). Esta es una buena representación de la
comunidad a la que servimos. Son predominantemente afroamericanos (91.4%) y 57% con educación
secundaria o menos. El tamaño promedio del hogar es de tres personas, con un adulto y dos niños.
De este grupo, el 70% estaban empleados antes de la evacuación, y el 70% de ellos tenían ingresos
anuales inferiores a $ 15,000. En el momento de la encuesta, el 38% están empleados, pero solo dos
tercios tenían empleo a tiempo completo. El ingreso familiar de más del 60% del grupo encuestado
fue inferior a $ 12,000. A los encuestados se les preguntó sobre su perspectiva emocional general, en
ese momento, y el 37% informó que estaban "inusualmente deprimidos", en comparación con el 55%
que informó que eran "más positivos". Del mismo modo, solo el 37% de los encuestados indicaron
que confiaban en su capacidad de mantenerse a sí mismos y a sus familias en el futuro cercano.
El programa de Asociación Comunitaria para la Resiliencia de HGI, parte del Proyecto Resiliencia, fue
financiado para abordar el trauma colectivo al ayudar a las organizaciones con vínculos de salud
mental y la comprensión de la resiliencia comunitaria para fortalecer los apoyos sociales existentes y
crear otros nuevos. “Un principio operativo temprano de los socios del Proyecto Resiliencia fue
abordar la angustia y el dolor. Aunque había una cantidad de personas que padecían enfermedades
mentales, un porcentaje mucho mayor de las personas desplazadas se enfrentaban a
desestabilizaciones, penas y pérdidas de vida significativas a profundas ”(Project Resiliency Report,
2008, p. 10). El enfoque en la salud mental era una dimensión del bienestar, ya que tradicionalmente
las organizaciones activas durante el desastre se acercan a los servicios de salud mental desde un
examen de detección del TEPT y la perspectiva del modelo médico. El enfoque de la colaboración,
por otro lado, "consideró las experiencias personales para la respuesta y la recuperación como un
proceso que continuaría durante un período de meses y tal vez años ... La resiliencia y el crecimiento
postraumático fueron vistos como un aspecto importante del trabajo en todos
Quisiéramos realizar una presentación de prueba de nuestra propuesta y recibir su opinión y consejo
sobre la viabilidad e interés que pudiera tener para ustedes
Construcción del diseño (dos meses): Nuestra experiencia evidencia la necesidad de mantenernos
flexibles y adoptar la posición de "no saber" (Anderson, 1997), aprendiendo así con las personas
participantes y de cada vecindario.
Propuesta que expresa claramente la intención pero manteniendo flexibilidad con el proceso en la
implementación de la intención. Por mucho que me guiaran los principios de la respuesta a los
desastres, la flexibilidad y la improvisación,
Nuestra expectativa; asesorar sobre cómo pensamos que los servicios de trauma debían
conceptualizarse, diseñarse e implementarse para mejorar el bienestar emocional en lugar de utilizar
un enfoque de enfermedad para la salud mental ante desastres.
Presentar qué servicios ofreceríamos, siendo específicos con respecto a nuestra población objetivo.
los desafíos de la implementación, que van desde grupos comunitarios y de proveedores hasta
planes de programas. Los desafíos atribuidos a los grupos comunitarios y de proveedores incluyeron
fatiga de compasión y agotamiento entre los habitantes de Houston; el papel superpuesto de los
proveedores de servicios que también fueron receptores de servicios; educar a los proveedores
sobre la diferencia entre la enfermedad mental y la respuesta de duelo y pérdida; y los desafíos de la
población a la que servíamos, que experimentaron una interrupción continua “El enfoque principal
de todos los evacuados fue crear un medio de vida sostenible en un nuevo entorno mientras se
enfrentaban a circunstancias que incluían adaptarse a una nueva comunidad, un nuevo estilo de vida,
una nueva forma de obtener ingresos y un sistema de transporte público difícil ”(Project Resiliency,
p. 13). Los desafíos de los planes del programa fueron: la estructura interna de la Resiliencia del
Proyecto, la financiación del proyecto, la documentación de la necesidad de servicios de salud
mental, educación y capacitación, y la explicación del modelo. En retrospectiva, algunos de los
enfoques de la comunidad se basaron en la comunidad y no en servicios comprometidos con la
comunidad, dependiendo de la población objetivo
Crear conciencia sobre el bienestar psicológico y mejorar la resiliencia mediante la realización de las
siguientes actividades:
Nuestra suposición
el trauma colectivo es a menudo menos" visible "para los médicos de salud mental capacitados para
trabajar con individuos. Sin embargo, a las personas les resultaría difícil, si no imposible, curarse de
los efectos del trauma individual mientras la comunidad a su alrededor permanece en pedazos y no
existe un entorno comunitario de apoyo. Por lo tanto, las intervenciones basadas en la comunidad,
como la divulgación, los grupos de apoyo, la organización comunitaria, la consulta y la capacitación
de guardianes y cuidadores comunitarios son esenciales para reconstruir y fortalecer los lazos
sociales ”(Myers, 1994).
Proceso: reuniones con los diversos grupos identificados. HGI proporcionó vínculos para promover
recursos de resiliencia y salud del comportamiento a través de eventos comunitarios organizados por
otras organizaciones como: Ministerios Interreligiosos, Liga Urbana del Área de Houston y ferias de
salud de complejos de apartamentos locales. HGI y PIP colaboraron con el programa de atención
enfocada de la ciudad de Houston para diseñar planes comunitarios de aniversario para agosto de
Identificar contactos o puntos de entrada en las comunidades de investigación y educación superior
para trabajar juntos para recopilar información sobre las mejores prácticas. También trabajamos con
la Asociación de Houston para terapeutas matrimoniales y familiares (HAMFT) para llevar a cabo un
panel de discusión sobre las lecciones aprendidas de Katrina / Rita y los próximos pasos a seguir por
sus miembros. HAMFT también consultó sobre sus esfuerzos con respecto a la preparación y
respuesta ante desastres de salud del comportamiento. También fuimos invitados a una serie de
eventos comunitarios como consultores de recursos. A medida que proporcionamos vínculos con las
organizaciones, así como con los desplazados internos, realizamos un análisis de brechas de la
entrega actual del sistema de salud mental. Aprendimos que la mayoría de los servicios de salud
mental ofrecidos a las personas buscaban síntomas de trauma e información y referencias. Después
de reflexionar, también estábamos sirviendo en la capacidad de información y referencia, pero
nuestro enfoque estaba en los proveedores de servicios sociales. Consultamos sobre el diseño de
servicios de salud mental y cómo interactuar con el asesoramiento individual. Me encontré
respondiendo a las solicitudes de la organización sobre cómo proporcionar asesoramiento individual,
cómo referir, cuándo referir y a quién referir, pero me desafiaron cuando ofrecimos consultas sobre
los esfuerzos para promover iniciativas de resiliencia. El discurso cultural de los servicios de salud
mental estaba tan fuertemente arraigado que implicaba servicios cara a cara, uno a uno, que no
dejaba espacio para otros tipos de discurso de servicio. Aunque nuestra intención era crear una
acción comunitaria como resultado de la participación de la comunidad como servicios de salud
mental, nos encontramos respondiendo a nuestros socios, en un espíritu de colaboración, con los
servicios clínicos, que también eran necesarios. Por ejemplo, se creó un grupo de consulta de casos
difíciles dentro del equipo de Recuperación a Largo Plazo de Houston, en el cual nuestro rol debía
estar disponible para consultas sobre problemas de enfermedades mentales. Descubrimos que
nuestro papel era más de apoyo a los proveedores de servicios, quienes se tranquilizaron para tener
a mano un consultor de salud mental.
Evaluar la necesidad de servicios de salud mental para el tratamiento post-traumático (realizar una
seguimiento de las clínicas de salud del municipio para que informen de una mayor utilización de sus
servicios. A través de estas diversas interacciones, decidimos cambiar nuestro enfoque de tener una
mesa redonda en las comunidades como se propuso inicialmente, a tener
Diálogos públicos sobre qué es la salud mental. (mesas redondas para 30 personas de varias agencias
públicas y privadas que representan los servicios sociales para esta conversación. Creamos un grupo
asesor de proveedores de servicios de salud mental y sociales para planificar este evento. Diez días
antes del evento descubrimos que estábamos atrayendo a más personas interesadas en unirse al
diálogo. Declaramos nuestros objetivos como:
Llevar a la mesa a proveedores y ciudadanos para compartir sus ideas sobre lo que estaba
funcionando y lo que se necesitaba para abordar la salud mental. .
Se ofrecen servicios clínicos individualizados
Se incluye el proceso de participación comunitaria como parte del desarrollo del programa. Financiar
servicios comunitarios pero esperaban servicios clínicos. Como se mencionó anteriormente, esta
tensión entre los servicios basados en la comunidad o comprometidos con la comunidad y los
servicios clínicos fue un tema recurrente en todo nuestro proyecto.
Incrementar nuestra comprensión de las necesidades de salud mental y resiliencia y las formas más
efectivas de abordarlas para la recuperación a largo plazo
Nuestra iniciativa para promover las prácticas de construcción de resiliencia comunitaria en Rivas
tiene tres componentes.
Los proveedores de servicios también son parte de una comunidad afectada. La mayoría de estos
proveedores de servicios (algunos de los cuales también fueron afectados por la pandemia)
La falta de una integración de servicios de salud mental y otros servicios de apoyo social y de
recuperación ante desastres, hubo una brecha que se destrabó a pesar de que se proporcionaron
números de referencia. Como se indica en el informe del IASC "no separe los servicios de salud
mental o de apoyo psicosocial" (p. 14).
Los programas de asesoramiento de crisis típicos no están bien coordinados con otros servicios de
apoyo social. Es necesario mapear las brechas creadas por la falta de coordinación entre los servicios
de salud mental y la convocatoria de los diversos actores clave en el esfuerzo de recuperación, para
lograr aumentar la capacidad de la comunidad:
Uno de los temas comunes que ambos notamos en nuestro trabajo fue que continuamente teníamos
que explicar la perspectiva colectiva / comunitaria a los profesionales de la salud mental, las agencias
de la ciudad, las organizaciones de financiación y los medios de comunicación. Aunque en los años
posteriores al 11 de septiembre pareció haber una mayor aceptación de los enfoques comunitarios,
así como un énfasis en la promoción de fortalezas y recursos, los cambios parecían estar más en el
lenguaje que en la comprensión conceptual y el conocimiento de la implementación.
Favorecer la disposición a explorar cómo los enfoques clínicos individuales, orientados tanto a la
patología como a la resiliencia, se pueden implementar en el contexto de intervenciones sociales más
amplias que resaltan el compromiso y la resiliencia colectiva. Ahora estamos viendo una mayor
utilización de enfoques después de un trauma mayor y un desastre que abordan las necesidades de
salud mental en el contexto de intervenciones familiares y comunitarias (ver Walsh, 2007; Boss,
2004; y Fraenkel, 2007).
Nuestra iniciativa trata de evitar que las contribuciones locales a la salud mental y el apoyo
psicosocial se vean marginadas o socavadas por las grandes “programas” o “intervenciones” de las
multinacionales del asistencialismo.
Debido a la dislocación y otros factores de ubicación social como la raza, la economía, la política, etc.
Por lo tanto, plantea la cuestión del discurso del poder: ¿cómo se identifica la experiencia? ¿Quién lo
identifica? ¿Cómo se aprovecha esa capacidad antes de que haya una importación de experiencia?
Desde Lorategi percibimos que hay múltiples agendas en competencia y nos preguntamos, ¿quién se
posiciona para vigilar el panorama general de lo que necesita la comunidad afectada?
El marco de Landau proporciona una alternativa que no es una entidad, sino la comunidad en su
conjunto, que hace que la agenda política rinda cuentas a la gente. En su modelo, todas las partes de
la comunidad deben estar allí.
tiene como objetivo construir los recursos económicos de aquellos con medios, y no de aquellos que
carecen de esa influencia económica, aumentando así una serie de problemas de derechos humanos.
Sin embargo, incluso en comunidades con medios, como se describe sobre el Bajo Manhattan, una
comunidad con recursos sociales, políticos y económicos, las fuerzas externas pueden volverlo
invisible o sin voz.
3. Silencio cultural: ¿Cómo desarrollamos los diversos discursos desafiantes? A menudo en una
comunidad cuando se habla algo, otra cosa no se dice. Sin embargo, lo no hablado no es lo mismo
que silenciado. Sin embargo, algunos discursos promueven el silencio, mientras que otros
promueven la noción de transparencia. Por ejemplo, se creó una cultura del silencio con la retórica
de "antipatriótico" cuando la gente quería protestar contra la guerra en Irak. A nivel comunitario, las
organizaciones deben competir por fondos y posicionarse como si hubieran ejecutado programas
exitosos para adquirir más fondos crea un silencio cultural y, por lo tanto, no se pueden identificar las
lecciones aprendidas que puedan provocar un cambio sistémico. Por lo tanto, es probable que
mantengamos el status quo centrándonos en el servicio social en lugar del cambio social.
Entendemos que nuestra propuesta pueda generar incertidumbre sobre cómo implementar ideas
locales innovadoras que aún no se han "probado". La falta de transparencia hace que sea difícil
encontrar formas de desarrollar programas de participación comunitaria. Se necesitan diálogos para
abordar estos parámetros. Por ejemplo, no recibir fondos para procesos administrativos o para la
planificación (el espacio liminal de la participación de la comunidad) son factores económicos que no
reconocen los tipos de esfuerzos necesarios en la resiliencia comunitaria. Necesitamos más diálogo
entre los implementadores, receptores y financiadores desde el principio. En lugar de que la
economía domine la conversación en el proceso de planificación como el recurso principal, es crucial
reconocer los otros recursos comunitarios adaptativos en la mesa. Por lo tanto, los financiadores
tienen que unirse con los miembros de la comunidad para mitigar la jerarquía creada por los recursos
que aportan a la mesa.
El problema del liderazgo
La mayoría de los modelos de liderazgo provienen del sector empresarial y no del sector social. Tanto
el liderazgo corporativo como el emprendimiento social requieren nociones similares de liderazgo de
un equipo, pero este último está mucho más centrado en el valor. Tal modelo de liderazgo está al
servicio de una causa social más que al servicio de la ganancia económica. Uno de esos modelos de
liderazgo es el liderazgo de servicio (Greenleaf, 1991). Tal liderazgo requiere visión, metas, coraje y
humildad. Para implementar esto, uno necesita colaboración, participación comunitaria e
improvisación. El líder es un guardián, un constructor de la comunidad, un visionario, un facilitador
de procesos, un maestro de tareas, un mentor, un solucionador de problemas, un creador de
caminos, una persona que comete errores, un corrector de curso, una inspiración, un motivador, un
oyente , un guardián de la fe, un constructor de esperanza, un actor que aprovecha los recursos y
combina continuamente estos y muchos más roles.
La participación comunitaria invita a dos formas de liderazgo: individual y en equipo. Mi rol (SB) en el
proyecto de RCP ilustra la forma de liderazgo individual, mientras que el proyecto GRB de dirigir
servicios de salud mental ilustra el liderazgo del equipo. Hay más resistencia al modelo de liderazgo
de equipo, pero es más adecuado para las prácticas de colaboración. Los elementos que lo hacen
exitoso son el tiempo, la paciencia y los recursos relacionales. Sin embargo, si las relaciones están en
su lugar, es más fácil implementar un modelo como el experimentado en GRB. Aunque hay una
persona clave, la toma de decisiones es un proceso compartido (Walsh, 2007). Cada modelo de
liderazgo tiene diferentes implicaciones para la tarea, el ritmo, el proceso y el tiempo y, en
consecuencia, afecta la producción y la priorización de las tareas, lo que a su vez afecta las
expectativas de los demás. Es común para ambos modelos la asociación, ya que no hay líder sin un
equipo.
7. Colaboración y asociación: El IASC (2007) afirma que "la programación efectiva de salud mental y
apoyo psicosocial (MHPSS) requiere coordinación intersectorial entre diversos actores, ya que todos
los participantes en la respuesta humanitaria tienen la responsabilidad de promover la salud mental
y el bienestar psicosocial" (pág. 33). Además de la coordinación y colaboración, las asociaciones y
relaciones en cada nivel son las que hacen que la implementación sea exitosa. Una asociación
efectiva surge de las diversas personas involucradas en el diálogo para conectarse, colaborar y
construir un esfuerzo mutuo hacia la posibilidad (Anderson, 1997) de desarrollo, recuperación y
reconstrucción. Las conversaciones y las relaciones van de la mano. Harlene Anderson, creador de
Collaborative Therapy (1997, 2007), afirma que el tipo de conversaciones se forman e informan el
tipo de relaciones que formamos, y las relaciones que tenemos forman e informan las
conversaciones. Para una colaboración y asociaciones efectivas, las conversaciones (diálogo) y las
relaciones son fundamentales para la acción. Por ejemplo, en la conversación y en las relaciones, el
área del Bajo Manhattan desarrolló foros comunitarios. Los foros desarrollaron el Centro de Recursos
Comunitarios del Centro, que a su vez condujo a la acción de The Artist Studio Tours del Bajo
Manhattan. Así, a través de la colaboración y las relaciones, se creó un espacio de diálogo para las
reuniones que condujo a la acción colectiva y la construcción de la comunidad. Tal espacio dialógico
se convierte en una praxis que fomenta la resiliencia comunitaria a través de prácticas colectivas.
la resiliencia como metáfora de la física puede tener sus limitaciones cuando se aplica al proceso
relacional, pero ha sido un concepto que inspira esperanza y optimismo después de un trauma
masivo. Como hemos destacado en este artículo, este proceso por el cual las personas y los grupos
obtienen acceso a lo que necesitan para recuperarse de las crisis, se lleva a cabo en todos los niveles
sistémicos.
Las personas son resilientes en la medida en que son sostenidas por familias y comunidades
resilientes. Unger (2008) señala que el concepto de resiliencia es una construcción social (Anderson,
1997; Gergen, 1999) moldeada por la cultura y muchos contextos situacionales. Si la capacidad de
recuperación tiene que ver con el acceso a los recursos disponibles y potenciales, entonces lo que las
personas definen como recursos significativos es fundamental para el proceso. Muchos recursos
pueden estar disponibles pero no son significativos y se considera que vale la pena buscarlos. Como
afirma Ungar, la noción de significado también se negocia socialmente y, por lo tanto, la resiliencia es
metafórica, ya que variará según el sistema de creación de significado de cada comunidad. Las
colaboraciones destinadas a promover la resiliencia deben participar en un proceso que identificará
recursos significativos, tal vez descubra nuevos recursos sin explotar y desarrolle estrategias que los
alcancen.
Después de un trauma importante, una dislocación y una mayor victimización que a menudo
desentraña el tejido social y en el que los líderes culturales ya no pueden estar presentes, la base
para promover la resiliencia puede ser frágil. Como hemos visto en nuestro trabajo con las
comunidades de refugiados, la renovación de las conexiones sociales y la recuperación de los
recursos sociales y culturales, la continuidad histórica y la identidad, pueden ser un viaje muy largo.
El proceso de adaptación de las poblaciones que han sufrido un trauma masivo, como los
sobrevivientes del Holocausto nazi, lleva décadas e incluye muchas prácticas que promueven la
resiliencia que son bastante únicas y culturalmente específicas.
9. ¿Cómo y qué contar ?: Entonces, ¿cómo se miden las prácticas que promueven la resiliencia que
son bastante únicas y culturalmente específicas? Todavía se están identificando medidas de éxito
para la resiliencia de la comunidad, mientras que la necesidad de estadísticas y números como forma
de justificar las fuentes de financiación y la búsqueda de más fondos crea tensión. El primero es una
medida de impacto que no siempre se puede discernir de inmediato en un enfoque orientado a
procesos, como la construcción de resiliencia comunitaria. Este último es la medida de los resultados
que generalmente se informan en números. Usar la medida de los recuentos de cabezas es bueno
para contabilizar la cantidad pero no la calidad. El recuento de personal es una buena medida para
informar la participación en un evento comunitario, pero no debe confundirse con el impacto de la
resiliencia comunitaria. Por lo tanto, otro desafío es lo que cuenta como medidas de éxito. Aplicar
solo los recuentos de cabezas como medidas de éxito es volver a un modelo individualizado,
descontando así la capacidad de recuperación de la comunidad. La creciente noción occidental de
práctica efectiva impulsada por prácticas basadas en evidencia que no se prueban en el mundo real
sino que se guían por el conservadurismo metodológico (Kvale, 2008) aumenta el uso de modelos
clínicos bajo la apariencia de resiliencia comunitaria. Es posible que dichos modelos no tengan
aportes de la comunidad local en la que se aplicarán.
Cada trauma masivo es una nueva experiencia de aprendizaje debido a la cantidad de factores de
ubicación social, no solo un nuevo contexto para aplicar algún modelo probado en otros contextos.
Además, los traumas masivos son oportunidades para la transformación y el cambio social. Por lo
tanto, necesitamos medidas de cambio de transformación social y no solo medidas de servicio social.
No estamos reconociendo que todavía estamos aprendiendo lo que funciona dentro de un contexto
dinámico, mientras que los discursos de responsabilidad y las prácticas basadas en evidencia están en
aumento. Sin embargo, la cultura de la responsabilidad destinada a crear una práctica ética es crear
una cultura de informes reduccionista basada en principios de contabilidad económica. La noción de
responsabilidad es tanto social como económica. Es ético (hacer lo correcto) y gastar de la manera
correcta. Sin embargo, este último está al servicio del primero. "La rendición de cuentas proviene del
latín tardío consumado (a la cuenta), una forma prefijada de cálculo (a calcular), que a su vez deriva
de putare (a tener en cuenta)" (Oxford English Dictionary).
10. Compromiso y medición de la comunidad: a riesgo de crear una distinción artificial entre el
compromiso de la comunidad y la implementación del "programa", hablamos de los desafíos de la
medición en la acción comunitaria.
Nuestra iniciativa para el desarrollo de un programa de resiliencia comunitaria incluye las fases de:
• Diseño
• Implementación
• Evaluación del programa de aprendizaje
Aunque la participación de la comunidad está integrada en todas las fases, es especialmente crítica
en la fase inicial. Habitualmente, la mayoría de los fondos se destinan a la implementación del
programa, por lo que se descuenta la participación de la comunidad y se crea una distinción artificial
entre el "diseño" y la "implementación". En consecuencia, descontando los impactos de convocar a
las personas para la acción comunitaria, que a su vez es la construcción de resiliencia comunitaria.
Aquí las estadísticas deben incluir el número de reuniones, la apertura y los desafíos identificados, los
tipos de estrategias discutidas, el número de personas que asisten, los nuevos vínculos creados, la
perspectiva local adquirida, las redes aprovechadas o construidas, etc.
La participación de la comunidad es un concepto mucho más difícil de comprender dados los diversos
significados de comunidad (Norris et al., 2008). Además, dentro de una comunidad transitoria o una
comunidad reformadora, la noción de "comunidad" no está presente como una unidad geográfica,
sino que se ha transformado en un grupo virtual de personas que ahora se identifican como
desplazados internos, dislocados y / o una comunidad diaspórica como como la Katrina impactó a los
ciudadanos. Por lo tanto, la participación de dicha comunidad involucra diferentes estrategias de una
comunidad geográficamente "intacta" como Nueva York. El mapeo de los recursos de la comunidad
para involucrar a un geográficamente "intacto" puede incluir herramientas como las desarrolladas
por Landau et al. (2008), o mapeo de activos (Kretzmann & McKnight, 1993), o mapeo comunitario
(Kirschenbaum & Russ, 2002) etc. Sin embargo, el mapeo de comunidades virtuales es posible e
importante como se aprendió de las comunidades de Internet. Necesitamos aprender y avanzar
dichos métodos para aplicaciones prácticas a los desplazados internos afectados por traumas
masivos. La puesta en escena y el propósito de este mapeo para la participación de la comunidad es
crucial para que las personas tengan la experiencia de una participación genuina en lugar de que su
participación se experimente como la necesidad de acceder a sus números de identidad (ID) para que
los recuentos puedan asegurar o mantener subvenciones (comunicación personal con IDP , 2008).
Para hacerlo, una vez más reduce a las personas a números y se sienten sintiendo que su voz no
cuenta, pero su número de identificación cuenta. Necesitamos metodologías y procedimientos que
midan los factores comunales que promueven la resiliencia comunitaria. Necesitamos varios
indicadores de relación social y percepción para medir la participación de la comunidad en lugar de
medidas individuales de salud mental. Las medidas de bienestar emocional son más apropiadas que
las medidas actuales de salud mental, que suelen ser una perspectiva epidemiológica de los
trastornos mentales. No descartamos la aparición de trastornos mentales y TEPT después del
desastre. Más bien estamos hablando del tema de la validez. ¿Estamos midiendo lo que decimos que
será diferente cuando se promueva el compromiso y la resistencia de la comunidad? En lugar de
medir la tasa de incidentes de enfermedad, necesitamos tasas de incidentes de salud. Necesitamos
varias medidas de relaciones sociales y capital social para medir el compromiso de la comunidad.
"Las relaciones sociales se describen utilizando varios términos y medidas, entre ellos, relaciones y
conexiones con las personas, niveles de confianza interpersonal y ayuda mutua, cohesión social y
eficacia colectiva, apoyo social, pertenencia a grupos, respeto mutuo y poder social o la capacidad de
trabajar juntos para lograr los fines deseados ”(Policylink, 2008). El Instituto Greenlining define el
capital social como relaciones y conexiones entre personas que crean sentimientos de confianza,
reciprocidad y cooperación (2002). Norris y col. Identificar el capital social como uno de los conjuntos
principales de capacidades en red de resiliencia comunitaria. Identifican el capital social como que
abarca el apoyo social percibido y recibido, la integración social, los vínculos organizacionales, la
participación ciudadana, incluido el liderazgo, el sentido de comunidad y el apego a un lugar. Estos
componentes son posibles puntos de entrada para la participación comunitaria, pero también
pueden servir como medidas de participación comunitaria.
11. Derechos humanos: en Estados Unidos, la organización federal que se activa ante un evento que
causa un trauma masivo es la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA). "Coordina el
papel del gobierno federal en la preparación, prevención, mitigación de los efectos, respuesta y
recuperación de todos los desastres domésticos, ya sean naturales o provocados por el hombre,
incluidos los actos de terror" (FEMA, 2008, párr. 1). Una serie de actos del Congreso han dado forma
a la formación y función de FEMA. Una de las principales leyes que tiene implicaciones desde la
perspectiva de los derechos humanos es la Ley Robert T. Stafford de Ayuda para Desastres y
Asistencia de Emergencia, promulgada el 23 de noviembre de 1988. Esta ley constituye la autoridad
legal para la mayoría de las actividades federales de respuesta a desastres, especialmente porque
pertenecen a los programas FEMA y FEMA. The Advocates for Environmental Human Rights (AEHR),
una organización defensora de Nueva Orleans que revisó críticamente la Ley Stafford declara que
“durante años, el gobierno de los Estados Unidos ha reconocido los Principios Rectores sobre el
desplazamiento interno como una herramienta importante para lidiar con situaciones de
desplazamiento interno , y acogió con satisfacción el hecho de que un número cada vez mayor de
países los está aplicando como estándar ”(2008). Según AEHR (2008), "aunque el gobierno de EE. UU.
Promueve estándares de derechos humanos para las personas desplazadas en países extranjeros, no
ha aplicado estos estándares para proteger a los ciudadanos estadounidenses que luchan por
reconstruir sus vidas y comunidades en la costa del Golfo". La razón es que la recuperación ante
desastres está coordinada federalmente por FEMA, cuyas normas son diferentes de las pautas
anteriores. Afirman que estas normas no son un derecho, sino una promesa, por lo que se despoja a
la población local del derecho a la recuperación ante desastres. La forma en que los sistemas más
grandes están estructurados en su mandato de respuesta impacta la respuesta de la comunidad local
como se ha discutido. Desde nuestra perspectiva, no es suficiente ver el acceso a la salud mental
como derechos humanos; más bien es crítico ver que la protección de los derechos humanos de uno
es la promoción de la salud mental. Por lo tanto, la protección de los derechos humanos adquiere un
valor similar al de satisfacer las necesidades fisiológicas básicas. Satisfacer las necesidades básicas es
para la salud física, lo que para los derechos humanos es para la salud emocional o mental, la salud
comunitaria y la salud sociocultural. Tal posición está de acuerdo con las directrices del IASC para
"aplicar un marco de derechos humanos a través de la salud mental y el apoyo psicosocial" (p. 31).
Conclusión2
Cada vez existe un mayor consenso sobre el abordaje de la recuperación y reconstrucción de traumas
masivos desde una perspectiva de compromiso y resiliencia de la comunidad. A pesar de ello, todavía
quedan varios desafíos. Estos tienen que ver con los tipos de interrupciones vitales, transiciones y
desafíos para la reconstrucción después de un evento traumático masivo que enfrentan
comunidades particulares.
Sin embargo, la forma en que los esfuerzos de preparación y recuperación pueden ayudar con un
proceso de recuperación resiliente o podrían dañar u obstaculizar el proceso cultural local se basa en
cómo nosotros, como campo, damos forma a estos discursos.
A medida que se presentan modelos conceptuales de resiliencia comunitaria que honran las prácticas
y recursos locales y la promoción del bienestar, es igualmente importante comprender estos marcos
en el contexto de la práctica y la implementación. Basándonos en nuestras experiencias presentamos
los desafíos y los principios de los enfoques colectivos.
Los desafíos críticos en la implementación de enfoques colectivos en occidente están dominados por
un paradigma medicalizado que promueve enfoques clínicos (modelo de enfermedad) en lugar de
enfoques comunitarios que mejoran la salud y el bienestar. Esto se complica aún más por las agendas
competitivas introducidas por la experiencia interna y externa y los discursos políticos y económicos.
Durante este tipo de procesos tan complejos, existe una mayor posibilidad de crear una cultura de
silencio y limitar la flexibilidad y la improvisación (creatividad), que son fundamentales para
promover la resiliencia. Uno de los factores que potencialmente limita la creatividad es la interacción
de los discursos políticos y económicos en términos de "lo que cuenta" como práctica efectiva o
exitosa y responsable.
La respuesta a tales desafíos son los principios de acción para enfoques colectivos que incorporan
liderazgo, colaboración y asociación, y prácticas medibles de participación comunitaria que
promueven la resiliencia como metáfora y proceso utilizando narrativas locales y prácticas
performativas mientras se respetan nuestros derechos humanos universales. Algunas de las
implicaciones prácticas de este enfoque son: „Proteger el espacio físico y virtual para convocar
actividades comunales; „Prevenir la redirección de fondos de vecindarios pobres en recursos y
proteger a las comunidades post-desastre de la explotación política y económica; „Capacitar a
profesionales de la salud mental en pensamiento colectivo, relacional y contextual en situaciones de
desastre; „Mayor financiamiento para investigación para desarrollar metodologías comprometidas
con la comunidad; „La necesidad de desarrollar aún más el pensamiento sobre la respuesta de las
familias y las familias extendidas y cómo fortalecerlas, reducir el estrés y promover su bienestar;
„Aplicar enfoques colectivos a otros grupos que sufren los efectos a largo plazo de un trauma masivo,
por ejemplo, refugiados, otros grupos desplazados e inmigrantes; „Promover una perspectiva
relacional y de bienestar con las familias y las comunidades y comprender mejor y prevenir las
tensiones que pueden conducir a conflictos y pérdida de recursos; „Explorar cómo prevenir el
agotamiento y la fatiga con los miembros de la comunidad afectados para mantener el espíritu de
altruismo e interdependencia después de una catástrofe. Estas sugerencias plantean una serie de
preguntas que, como comunidad de profesionales de la salud mental y psicosociales, necesitamos
seguir dialogando para que desarrollemos prácticas reflexivas. Además, es importante reconocer que
la conceptualización, la financiación, el diseño de programas, la evaluación, la investigación y la
administración son formas de práctica. Sin esta visión crítica y reflexiva muy necesaria de todas
nuestras prácticas, corremos el riesgo de colonizar el mundo con modelos como la "enfermedad de
América". Un enfoque preventivo que es relacional y dialógico es más probable que promueva la paz
y el desarrollo