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A través de la eternidad

La Belleza descubre Su forma exquisita


En la soledad de la nada;
coloca un espejo ante Su Rostro
y contempla Su propia belleza.
Él es el conocedor y lo conocido,
el observador y lo observado;
ningún ojo excepto el Suyo
ha observado este Universo.

Cada cualidad Suya encuentra una expresión:


la Eternidad se vuelve el verde campo de Tiempo y Espacio;
Amor, el jardín que da la vida, el jardín de este mundo.
Toda rama, hoja y fruto
revela un aspecto de su perfección:
los cipreses insinúan Su majestad,
las rosas dan nuevas de Su belleza.

Siempre que la Belleza mira,


el Amor también está allí;
siempre que la belleza muestre una mejilla sonrosada
el Amor enciende su fuego con esa llama.
Cuando la belleza mora en los oscuros vallecitos de la noche
el Amor viene y encuentra un corazón 
enredado en los cabellos.
La Belleza y el Amor son cuerpo y alma.
La Belleza es la mina, el Amor, el diamante.

Juntos han estado


desde el principio de los tiempos,
lado a lado, paso a paso.

Deja tus preocupaciones 


y ten un corazón completamente limpio, 
como la superficie de un espejo 
que no contiene imágenes. 
Si quieres un espejo claro, 
contémplate
y mira la verdad sin vergüenza, 
reflejada por el espejo. 
Si se puede pulir metal 
hasta asemejarlo a un espejo, 
¿qué pulido podría necesitar 
el espejo del corazón? 
entre el espejo y el corazón 
ésta es la única diferencia: 
el corazón oculta secretos, 
pero el espejo no.

Autor: Yalal Al-Din Rumi.

Me gusta cuando callas

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,


y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma


emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, 
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.


Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio


claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.


Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

Autor: Pablo Neruda.

Cañal en flor

Eran mares los cañales


que yo contemplaba un día

(mi barca de fantasía

bogaba sobre esos mares).

El cañal no se enguirnalda

como los mares, de espumas;

sus flores más bien son plumas

sobre espadas de esmeralda…

Los vientos -niños perversos-

bajan desde las montañas,

y se oyen entre las cañas

como deshojando versos…

Mientras el hombre es infiel,

tan buenos son los cañales,

porque teniendo puñales,

se dejan robar la miel…

Y qué triste la molienda

aunque vuela por la hacienda

de la alegría el tropel,

porque destrozan entrañas

los trapiches y las cañas…

¡Vierten lágrimas de miel!

Autor: Alfredo Espino.

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