Está en la página 1de 32

Cómo el glifosato envenena a la

Pampa húmeda

¿Inocuo? ¿El glifosato? Pregúnteselo a los argentinos. En

veinte años, la Pampa húmeda fue colonizada por cultivos

transgénicos de soja, trigo y maíz. Y bombardeada de

glifosato. Provocando un terrible daño a la salud de niños y

adultos.

Un mosquito fumiga herbicidas, a unos metros de la casa de Mariana Moyano,


de Carlos Miranda y de su hija Milagros, que padece varias enfermedades.
| DRAfficher le diaporama

Cánceres, malformaciones, trastornos de la tiroides, se multiplican.


Mientras que los suelos pierden vida pues dejan de absorber el
agua de lluvia, que termina inundando campos y pueblos y
transmiten los contaminantes al agua subterránea y a los ríos. El
colmo de los colmos: el herbicida que se supone que mata todas las
malezas no deseadas ha engendrado más de 30 variedades que
ahora son resistentes a ella. Viaje al país del « milagro glifosato »
que se convirtió en una pesadilla…
Un depósito salvaje de bidones de pesticidas tóxicas. Una imagen
característica de los pueblos pequeños de la Pampa Húmeda. | DR

    Cuando los “mosquitos” fumigan a ocho metros de la casa


Bienvenido a la familia de Mariana Moyano (la madre) Carlos
Marcelo Miranda (el padre) y sus cinco hijos. Su humilde casa
ubicada en la pequeña ciudad de Rojas, se encuentra a ocho
metros del alambrado de uno de los inmensos campos que
conforman la Pampa argentina.

A lo largo del pasillo de la casa, un « mosquito » recién lavado con


agua está esperando su carga de pesticidas. Los « mosquitos » son
máquinas grandes y altas que despliegan sus brazos largos de
rociadores y recorren las llanuras agrícolas para llevar a cabo las
“fumigaciones”, es decir la pulverización de productos fitosanitarios.
Hasta donde puede recordar, Mariana vio a los « mosquitos » al
menos dos veces por año, dispersando su nube de glifosato hasta
el borde de su jardín. “Cuando pasan, cerramos las ventanas y
calafateamos las puertas. Pero aun así el producto penetra”. En
la casa y en los organismos.

La abuela tuvo cáncer en ambos senos y la madre cáncer al útero.


Milagros de 4 años, nació prematura y con una malformación
cardiaca. Fue operada, pero ya no puede hacer ningún tipo de
esfuerzo, ni siquiera andar en bicicleta. También sufre de bronquitis
crónica purulenta, prurigo de Besnier y reflujo gastroesofágico. No
puede juntarse con otros niños porque no tiene las defensas
inmunitarias suficientes. Su maestra viene a darle clases a su casa
dos veces por semana. “Ella está acostumbrada”, suspira su
mamá con una mezcla de rabia y resignación.

Como en la mayoría de los casos hasta la fecha, el vínculo con las


fumigaciones no ha sido formalmente establecido. La familia no
recibió ningún tipo de compensación, excepto el transporte gratuito
necesario para el cuidado sanitario de Milagros, ofrecido por el
municipio.

No le cabe duda al padre. En su trabajo como conductor, vio a


algunos de sus colegas sucumbiendo a envenenamientos
sospechosamente relacionados con productos agrícolas cargados
en vehículos pesados. Él es uno de esos muchos argentinos que,
en el lugar equivocado y en el momento equivocado, fueron
“duchados” en sus vehículos con glifosato. Porque también se
fumiga desde el cielo, con aviones.
https://www.dailymotion.com/video/x68gktc

    "Que Monsanto se vaya de Argentina"


La pequeña Martina Costa también tiene cuatro años. Vive cerca de
Rojas con su madre, Maria Liz Robledo y su padre, Patricio Costa.
Justo después de haber nacido, tuvo que ser operada de una
atresia (estrechamiento) del esófago y de tráquea. La operación fue
compleja pero exitosa. Sin embargo, al día de hoy, Martina sigue
sufriendo afecciones regulares respiratorias. La atresia del esófago
es muy poco común: las estadísticas mundiales indican que esta
malformación sólo afecta a un niño sobre 3500. Pero en el pueblo
de Baigoritta (30 nacimientos al año, por 1900 habitantes) donde
vivía la familia de Martina cuando ella nació, otro niño se enfermó
solo 19 meses después. Una frecuencia muy inusual.

“Detrás del muro de nuestro patio, dice María Liz, madre de


Martina, había un depósito de herbicidas e insecticidas. Tarros,
bidones y máquinas que estaban lavadas allí con agua. Hay
glifosato en todas partes. Hasta vimos un depósito a 150
metros de un jardín de infantes. En enero del año pasado,
solíamos ver fumigaciones cerca de las casas, a pesar de que
una ordenanza lo prohibía a menos de 300 metros. Con 150
vecinos, hicimos una denuncia pero nunca tuvimos noticias”.

Pero la acción de María Liz se empezó a difundir en Facebook,


donde ella relató el drama de su hija y dio un nuevo impulso
después del “juicio ciudadano” organizado en La Haya contra
Monsanto. Las familias de las víctimas son cada vez más
numerosas, y se dan a conocer en las redes sociales. Formaron
incluso un movimiento con médicos y abogados: el MAVIDA (por
Madres de niños Víctimas de Agrotóxicos).

María Liz no quiere seguir así, “comiendo veneno”. Según ella, la


solución es simple: “hacer que las leyes existentes sobre las
distancias que se deben respetar durante la fumigación se
cumplan”; poniéndole fin al sistema agrícola tal como es en la
actualidad e incluyendo esta temática en la educación de los niños.
Y por supuesto “que Monsanto se vaya de Argentina”.

Su marido, Patricio es cocinero y ahora los dos están a punto de


abrir un puesto “gourmet” de verduras y pastas. Solo habrá que
encontrar unos buenos proveedores de fruta, verduras y trigo.
Orgánicos si se puede. Sin embargo, en Argentina esto no es tan
simple.
https://www.dailymotion.com/video/x68gkx9

   Una miel con sabor amargo…


Las abejas atestiguan, a su manera, el estado general de La
Pampa. Forrajean y producen más o menos miel, con más o menos
pesticidas. Leonardo Arismendi conoce bien el problema. “Leo” ha
sido apicultor por más de veinte años. En su barba siempre se nota
la sonrisa. Incluso cuando explica que ya ha perdido dos veces
unas cincuenta colmenas en un parque que varía entre año de 400
a 600 colmenas. En la zona donde está instalado con sus
colmenas, un campo cerca de Pergamino (lado bonaerense) “hubo
fumigaciones. Perdí 6.000 pesos por colmena (nota: 290 euros)
e.d el costo de las abejas, las colmenas y la pérdida de dinero
en miel y polinización pagada por los agricultores”. Los análisis
de laboratorio han establecido la presencia de permetrina, pirimifos-
metilo, clorpirifos-metilo y cialotrina en la miel, las abejas y las
larvas. “Demuestra que son estas moléculas las que mataron a
mis abejas. Preferí no persistir en los procedimientos".
L
eonardo Arismendi es uno de los muchos apicultores argentinos cuyas colonias de
abejas han muerto a causa de las fumigaciones. | ANDRÉ THOMAS

Todos sus colegas argentinos están más o menos en la misma.


Leonardo admite que “es muy difícil hacer este trabajo aquí”. El
rendimiento anual puede variar de 20 a 90 kg por colmena, “según
el impacto de la contaminación. Podemos ayudar a las abejas
un poco trayendoles agua dulce con azúcar, que es sustituto
del polen". Pero el impacto en su propia salud permanece. “La
Universidad de Buenos Aires - UBA- ha analizado nuestra agua,
nuestra sangre y nuestra orina. Han encontrado pesticidas,
glifosato e incluso endosulfán, un insecticida prohibido en
Argentina. Una vez, decidió mover sus colmenas a las
montañas. “El rendimiento fue mayor y no tuve problema de
salud”. Pero por ahora no quiere moverse. Se quiere quedar acá,
en el medio de las culturas donde simplemente pide que “paren de
fumigar”.
          La visión pesimista  de un médico pampeano
“El glifosato es peligroso. No hay ninguna duda al
respecto”. Quien, con calma, afirma esto, en su living lleno de
libros e imágenes de la naturaleza que ama fotografiar, es el Dr
Jorge Herce. Nacido en el pueblo mapuche de Los Toldos, trabaja
allí y en el pueblo vecino de Junín, donde vive ahora. Jorge Herce
lleva 35 años trabajando como médico y pediatra.

El
Dr. Jorge Herce practica la medicina desde 35 años en la Pampa. Según él, el
aumento vertiginoso de los casos de cáncer se debe al uso de pesticidas . | ANDRÉ
THOMAS

“El cáncer es la principal causa de muerte en la región,


mientras que en la ciudad son las enfermedades
cardiovasculares”. Aunque es “científicamente difícil demostrar
la causalidad entre cada caso de cáncer y plaguicidas" el Dr
Herce subraya el trabajo que demuestra la función disruptiva
endocrina del glifosato. Y observe usted la coincidencia “del mapa
de casos de cáncer, durante 15 años con el cultivo de la soja".

A estas patologías debemos añadir: “enfermedades respiratorias,


digestivas y malformaciones congénitas". Las cuales están
identificadas por “un grupo de maternidades públicas y
privadas, voluntarias, que cubren el 60% de los nacimientos en
la región".

Todo esto es, según el Dr Herce, la consecuencia de “un modelo


productivo que contamina hasta el agua potable, donde se
encuentran residuos de pesticidas de diferentes tipos”. Una
concejal encargada de seguridad y salud en una pequeña ciudad de
la Pampa Húmeda, confiesa que en el agua se encuentran niveles
preocupantes de arsénico, incluso cuando perforan a 60 metros de
profundidad.
          "No solo es un problema sanitario"
Si hablamos de la carne, que se consume muchísimo en Argentina,
está dentro de este modelo también, cuando se produce en los
“feed-lots” (corrales de engorde para el ganado, opuesto al modelo
de pasto para ganadería) debido a los antibióticos usados y los
pesticidas presentes en el alimento.

Jorge Herce explica también que “no solo es un problema


sanitario. Los agroquímicos son parte de un problema mucho
más grande, que es la forma de producción agrícola que hemos
asumido. La producción agro-industrial trae problemas que
trascienden mucho más de lo que tiene que ver con la
toxicidad de los agroquímicos: son formas de vida, de
sociedad, de trabajo, marginalidad, abandono de las áreas
rurales. La gente ya no vive en los campos. Todo una serie, una
sucesión de cosas que impactan fuertemente en lo que es la
determinación social de la salud”. En cuanto a la producción de
frutas y verduras en pequeñas huertas, casi ha desparecido. Lo cual
plantea un problema de soberanía alimentaria.

Pero ¿qué puede explicar este cuadro tan oscuro? Una “negación


general”, responde Herce, como resultado de varias causas.
“Primero, los beneficios generados por la soja. Y la influencia
de los grandes grupos químicos. Monsanto, por supuesto, es
un gran empleador en las fábricas del país. Pero también
Bayer, que produce a su vez, productos agropecuarios y
remedios para el cáncer. También existe una tradición en ese
país (dentro de los notables) de ser dueños de tierra, es decir;
terratenientes. La compra de campo es parte del progreso
económico de las personas influyentes y figuras políticas. Y de
los médicos también”.
https://www.dailymotion.com/video/x69jf2s

   Una tasa de cáncer dos veces más alta…


Resulta bastante difícil interesarse en las enfermedades causadas
por pesticidas en la Argentina, debido a la compleja producción de
estadísticas y a la organización federal del país.
Sin querer, el Dr. Damián Verzeñassi ha construido una importante
realidad estadística desde la práctica. El médico, especializado en
salud socio-ambiental, está a cargo también de los exámenes
finales de los estudiantes de medicina de la Universidad de Rosario
(UNR). Con sus “campamentos sanitarios”, logró establecer el lazo
estadístico entre agricultura intensiva y patologías específicas.

El profesor Damián Verzeñassi , de la Facultad de Medicina de Rosario, ha


demostrado gracias a sus campamentos sanitarios, el aumento de patologías
atribuibles a las pesticidas. | ANDRÉ THOMAS

Los médicos (y futuros médicos) gracias a los campamentos


sanitarios han recopilado datos de más de 100.000 habitantes, es
decir una muestra muy importante. Bajo el liderazgo de Damián
Verzeñassi, cada promoción de futuros médicos durante su último
año va a entrevistar, casa por casa, a cada habitante de pueblos de
menos de 10.000 habitantes, en las zonas donde el alcalde desea
que se instale un campamento y en las zonas donde
supuestamente los médicos van a llegar a trabajar después. Es
decir, las áreas agrícolas de la Pampa húmeda.
“El campamento sanitario es la evaluación final, la última
evaluación que tiene que aprobar un estudiante de medicina en
nuestra facultad para obtener su título. Como dispositivo
incluye que nuestro estudiante tiene que hacer una encuesta,
casa por casa en una localidad de menos de 10.000 habitantes,
para poder saber cuáles son los problemas de salud de los
vecinos que viven en ese pueblo.

Además, hacen un control de salud de los niños que están


escolarizados y talleres de promociones de salud y prevención
de enfermedades. Con todo esto, nosotros evaluamos a
nuestro estudiante después de nueve meses de haberlo
capacitado, de haberlo preparado para ese momento y si el
estudiante aprueba, se recibe de médico”.

Cada año durante seis años, en cinco a seis pueblos por año, la
situación de salud de cada uno se analiza a través de un
cuestionario, dando siempre el mismo resultado. "Quería que los
estudiantes practicarán la encuesta epidemiológica y
conocieran el contexto de salud de una región donde
probablemente practicarán próximamente", detalla
Verzeñassi. “Francamente, esperábamos encontrar en nuestros
resultados el mismo perfil de salud que en toda la Argentina.
Pero ese no fue el caso”.

Primera observación: “la incidencia de cáncer, es decir, la


cantidad nueva de cáncer que se diagnosticaron cada 100.000
habitantes- en el año 2012, fue de 217 en la Argentina, mientras
que el promedio de nuestros campamentos sanitarios, el
mismo año, fue de 397”. Casi el doble.

En segundo lugar, en el 60% de los casos de cánceres


diagnosticados, la causa supuesta por el paciente es el tratamiento
de cultivos. "Una tasa que necesariamente se reduce por el
hecho de que algunas casas no han sido investigadas porque
los habitantes ya están muertos".

No parece tampoco sorprendente que los pesticidas están en el


centro de la sospecha en estas pequeñas ciudades apenas
industrializada, dado que "el 90% de los encuestados vive a
menos de 1.000 metros de tierra tratada con agrotóxicos".
Son muchas las anécdotas sobre casos de fumigación que afectan
directamente a los habitantes. Un testigo incluso narra el caso de un
grupo de estudiantes que regresaban de una sesión deportiva al
aire libre y que recibieron una nube de glifosato, caída de un avión.

La legítima sospecha de los habitantes apunta a la misma dirección


que los estudios científicos: existen vínculos entre “la atrazina y el
cáncer de próstata” o “ glifosato con linfoma no Hodgkin,
cáncer pancreático o digestivo”.

También aumentaron mucho los casos de abortos


espontáneos, “de 50% a 100% en seis años. Según los pueblos,
desde el principio de los campamentos sanitarios”. La tasa de
malformaciones congénitas “también es mucho más alta que en
el resto del país”.

Otra particularidad del perfil epidemiológico de la zona estudiada: el


hipotiroidismo aparece “como segunda enfermedad crónica más
referida por la población, como segunda patología crónica,
mientras que aparece como tercera al nivel nacional”.
          "A reconquistar su soberanía sanitaria”
El profesor hace un listado deprimente de todas las tendencias de
estos pueblos, que no tienen nada que ver con el perfil
epidemiológico nacional: obesidad infantil, diabetes, esterilidad,
depresión, autismo. Más muchas malformaciones congénitas, y los
casos extremos de spina bifida, mielomeningocele, y los síndromes
del “niño-sirena”.

"Estas malformaciones son el resultado directo de la acción del


glifosato sobre el ácido retinoico, cuya función es permitir la
expresión de los genes asegurando la constitución de la
morfología"¿Quién puede discutir la amplitud del problema
sabiendo, que en 2008, el Hospital Pediátrico de Paraná tuvo que
crear un departamento especial de cirugía dedicado a la
reconstrucción del paladar, debido al aumento de los casos de labio
leporino? Las imágenes de anatomía patológica que el profesor
Verzeñassi examina, constituyen para el ojo común, una galería
aterradora.

Si el Dr. Verzeñassi no había previsto los resultados de los


campamentos sanitarios, hoy dice que se encuentra feliz de poder
llevar los informes y conclusiones a los habitantes de esos pueblos
de la Pampa. “Creo que eso les ayuda a reconquistar su
soberanía sanitaria”.
https://www.dailymotion.com/video/x68gld9

   Glifosato en "domos de polvo"


El profesor Damián Marino del depto. de química de la Universidad
de La Plata, es un especialista de la contaminación con agrotóxicos.
Ha participado en numerosos estudios publicados que denuncian a
los productos fitosanitarios. Uno de ellos muestra "la presencia de
glifosato en el algodón utilizado en productos de higiene
femenina" (toallas, tampones) Su último trabajo hace hincapié sobre
la presencia de pesticidas en los sedimentos del Río Paraná y Río
Paraguay, los cuales tienen cursos casi paralelos en la parte
noreste de Argentina. Conclusión no menor: "la tasa de
concentración de glifosato en los sedimentos de estos ríos es cuatro
veces mayor a la de un campo cultivado".

El profesor Damián J. Marino, de la Universidad de La Plata, ha realizado varios


estudios que demuestran la presencia masiva tanto como el peligro de las pesticidas. |
ANDRÉ THOMAS

Sumado a estas tasas, encontramos presencia de: cipermetrina,


chlorpyriphos-éthyl e endosulfán - todos insecticidas, el último está
prohibido- que “hacen explotar la tasa mínima de protección
biológica”.

Damián Marino tiene datos que demuestran que a diferencia de la


biodegradabilidad destacada por los fabricantes, el glifosato se
acumula en el suelo. Él estima que "una quinta parte de las
cantidades derramadas permanecen allí y se acumulan de un
año a otro". La concentración puede alcanzar 30 mg por kilogramo
de suelo. "Existen reglas de buenas prácticas. Pero nadie que
las controle”...

El profesor Marino finalmente insiste en el impacto del glifosato más


allá del suelo. “No solo se propaga por la dispersión del aire,
sino también gracias a su capacidad de incorporación de otras
moléculas, incluyendo el agua”.

Durante un evento de lluvia que cubre un área de 2,000 a 3,000


kilómetros cuadrados, teniendo en cuenta que las nubes liberan
varias decenas de millones de toneladas de agua, “se midió que
también cayeron desde el cielo alrededor de 6 toneladas de
glifosato y 1.5 toneladas de atrazina”. Y esto hasta a 10 km del
lugar de pulverización.

El glifosato se encuentra incluso en el aire de Buenos Aires, un


fenómeno llamado "domo de polvo" : cuando no hay viento, se
estanca en las ciudades debido al calor.

Las áreas de producción de frutas y vegetales se ven también


afectadas por el uso irrazonable de glifosato. “Incluso se difunde
alrededor de invernaderos y de parcelas cultivadas”. Las
muestras de frutas y verduras en el mercado han demostrado que 8
de cada 10 contienen glifosato o uno de los cinco productos
fitosanitarios más usados. Y para el 40% de ellos, a un ritmo
superior a la norma.

Según Damián Marino, “no hay necesidad de buscar una nueva


molécula de sustitución al glifosato. En cambio, debemos pasar
a un nuevo modelo, la agroecología.

“En el país de la agricultura intensiva, la agroecología está en


aumento, en varias escalas. Cuenta con la aprobación de la
primera hora pero empieza a convencer algunos terratenientes
también”.
          “El gobierno es consciente del problema”
Las autoridades argentinas ahora están "conscientes del
problema de salud pública que representan los productos
fitosanitarios en Argentina", dice la Dra. Ana Girardelli, directora
del hospital de toxicología y salud mental de La Plata y directora del
centro de toxicología de la provincia de Buenos Aires. Ella
observa "un aumento de los casos de intoxicación aguda, tanto
en el mundo agropecuario como en los individuos". Sobredosis
por contacto y accidentes en el trabajo debido a recetas
agronómicas no respetadas, pero también “muchos casos de
suicidios (o intentos) con estos productos, que son tóxicos y
fáciles de encontrar".

Un depósito de bidones vacíos que contenían glifosato, apilados sin precaución. |


ANDRÉ THOMAS

Las intoxicaciones crónicas también van en aumento y afectan a un


espectro muy amplio: el séquito de personas que hacen uso
profesional de pesticidas, transportadores, residentes,
consumidores, intoxicados por el agua o alimentos.
En las consultas del hospital que ella dirige, el Dr. Girardelli, al igual
que sus colegas, observó un aumento en la alteración del sistema
inmunitario, trastornos neurológicos, especialmente entre los niños,
disminución de la fertilidad, aumento de abortos espontáneos,
cánceres, malformaciones, etc.

“Es necesario conocer mejor todo lo que procede de la


intoxicación por pequeñas cantidades durante un largo tiempo.
Si se ha estudiado la toxicidad de productos como el glifosato,
2,4 D, triazinas", hay mucho que entender de la acción propia y
combinada de los 1.500 ingredientes activos, disponibles en el
mercado o que “dejaron de ser usados pero que permanecen en
el suelo y en el medio ambiente durante varias décadas”.

Esto se debe complementar con una mejor comprensión de cómo


estas moléculas son absorbidas por los suelos, los animales y las
plantas. Y en el otro extremo de la cadena, hay que saber cómo
reaccionan los pacientes, especialmente aquellos que padecen
patologías preexistentes que limitan su capacidad para evacuar
toxinas (enfermedades del hígado y de los riñones).

“El aumento en la intoxicación del paciente lleva a una toma de


conciencia del gobierno, que nos da a nosotros, los médicos y
toxicólogos, un impulso". Creando, por ejemplo, cursos para el
personal agrícola, agronomos y veterinarios sobre las precauciones
que deben tomarse en el uso de productos fitosanitarios. Hay que
alentar el trabajo del centro de toxicología y de los comités
científicos que realizan los estudios necesarios. Un "nuevo
campo" para el Dr. Girardelli, que parece enorme. Al igual que la
pampa.
          Guillermo, el poeta que ama a la electrónica
Guillermo Arejo Fischnaller tiene una cara de actor de cine y no
tiene nada que ver con el mundo agropecuario. Nació en Rojas y
volvió después de muchos años de vida y trabajo a Buenos Aires.
Volvió con rabia, por culpa del desastre sanitario y ecológico que
daña sus amadas tierras. Sin dejar de lado su pasión por los
poemas- que aún escribe- trabaja en su taller y trata, sin hacer
demasiado ruido y con mucha cortesía, de convencer a los demás
de cuestionarse sobre ese supuesto “milagro” de la soja. En este
país, donde la libertad de expresión es fundamental, organiza
reuniones, hace circular informes y documentos. Para “concientizar”
a los que viven en estos pueblos.
https://www.dailymotion.com/video/x69jfd7

  Juan, el abogado de la Pampa


Juan Ignacio Pereyra no se parece físicamente a Julia Roberts.
Pero este abogado incansable que recorre desde sus oficinas de
Rojas y Buenos Aires, todo el campo y sus casas, tiene algo de la
heroína de “Erin Brockovich”, quien en la película, logra conseguir
con su obstinación y su sentido del contacto humano una
compensación para las víctimas de una contaminación colectiva.

El abogado Juan Ignacio Pereyra, infatigable defensor de las víctimas de pesticidas. |


ANDRÉ THOMAS

La diferencia, en el caso de Juan, es que el área afectada y el


número de víctimas son mayores (muchos más) y los
contaminantes no provienen de una sola empresa sino de decenas
y los vínculos junto con las responsabilidades son infinitamente más
complejas de establecer.
Además de ser especialista en derecho ambiental, Pereyra participa
por convicción en la defensa de aquellos que él considera como
víctimas de un sistema agrícola global. Él estuvo, como abogado,
en La Haya, en octubre de 2016. De un caso al otro, de un pueblo al
otro, se hace complejo.

La percepción de las víctimas suele perderse dentro de los


meandros de las regulaciones específicas, de la ciudad, de la
provincia o del estado. Por ejemplo, en el caso de las distancias que
hay que respetar entre viviendas y áreas de pulverización…

Juan Ignacio Pereyra ataca en una línea más global, sosteniendo


que el "el modelo agrícola actual viola la constitución, la ley y
los Derechos Humanos". Y recordando que "la Constitución
argentina garantiza a todos el derecho a un medio ambiente
sano y propicio para el desarrollo sin dañar los derechos de las
generaciones futuras", así como el cese de daños cuando es
necesario, con compensación a las víctimas y restauración de lo
que debe ser.

En cuanto a las leyes de protección ambiental, declara


que “cualquier actividad que pueda dañar el medio ambiente
debe ser precedida de un estudio de impacto." Casi nunca
ocurre. Por suerte, empiezan a acumularse éxitos judiciales
alentadores.

Incluyendo el fallo “histórico” de la escuela N°44 de Santa Anita, en


la provincia de Entre Ríos, donde se fumigó a los maestros y
alumnos (que se enfermaron) sin el aviso legal. Después de tres
años de batalla judicial, el tribunal oral de Concepción del Uruguay
condenó en octubre pasado, a 1 año y 6 meses de prisión en
suspenso a los tres imputados: al presidente de la empresa
fumigadora, al dueño del campo y al piloto que manejaba la
aeronave por "lesiones leves culposas y contaminación
ambiental culposa”.

Para Juan, esta batalla legal cerca del campo, es una de las
palancas de acción contra un modelo agrícola peligroso. En el otro
extremo, dice que hay que desarrollar una conciencia internacional.
El abogado argentino también ha participado el 17 y el 18 de
noviembre, en un simposio internacional organizado en Francia, en
Caen con la asociación “Générations Futures”.
https://www.dailymotion.com/video/x6a7g70

  OGMs y glifosato, “el dúo ganador”


Cuando uno evoca el glifosato en Argentina, siempre hay una
reacción: una moza que empieza a hablar sin parar de trabajadores
(dockers) muertos, encontrados en un puerto donde se carga soja.
Otro colega, un mozo de Buenos Aires que desea que se acabe
todo esto lo más rápido posible. Un grupo de estudiantes en un bar
atacando a la agroquímica en general, y a Monsanto en particular.
Si el glifosato se hizo famoso hace poco en Francia, en Argentina,
todos parecen tener una opinión clara. Y nunca positiva.

El paisaje horizontal de la Pampa melancólica ahora está repleto de silos de grano y


plantas de semillas transgénicas. | ANDRÉ THOMAS

¿Cómo hemos llegado a esto? Por culpa de la soja transgénica y de


los “Roundup Ready” (RR) (resistentes al RoundUp, el herbicida
emblemático de Monsanto, con base de glifosato). Ya en la década
de los 70´, la "revolución verde" de los cultivos de cereales había
empezado a molestar a la agricultura extensiva tradicional. Pero la
llegada de la soja transgénica en 1996 fue una oleada.

La soja, así como lo son en menor medida, el maíz, el algodón o el


trigo, son suministrados por el grupo estadounidense Monsanto.
Quien, modificando su ADN, ha logrado hacerlos resistentes a su
herbicida universal: el glifosato. Que también fue inventado por
Monsanto. Esta pareja OGM-glifosato, parece ser, desde lejos, un
milagro agronómico.

El glifosato no mata el cultivo porque este ha sido genéticamente


modificado para resistirlo. Por otro lado, penetra a través de las
hojas de las malezas y las mata sin hacer daño al suelo ya que la
bacteria se degrada rápidamente. Esto es al menos lo que se
prometió en el lanzamiento.

Técnicamente, el sistema de glifosato y OMG es simple.


Sembramos en "directo" (siembra directa), sin arar. Es más
económico e incluso sería beneficioso para la biología del suelo si el
exceso de química no estropea todo.

Dekalb, una de las filiales de Monsanto que produce maíz transgénico, muy presente
en la Pampa. | ANDRÉ THOMAS
El uso masivo de la pareja OGM-glifosato en países como
Argentina, Brasil o Estados Unidos, difiere de lo que ocurre en
Francia o en la mayoría de los estados europeos en donde el cultivo
de OGMs no está permitido (pero sí la importación)

Mientras Francia usa 10.500 toneladas de glifosato por año (de las
cuales alrededor de 5.600 son para la agricultura) Argentina
dispersa más de 300.000 toneladas. El equivalente a un
superpetrolero. Esto en una superficie dedicada a la soja de 20
millones de hectáreas, equivalente a un tercio de la Francia
metropolitana (y equivalente a casi toda la superficie agrícola
hexagonal). Ocupaba solo 5 millones de hectáreas en 1990.
          La soja, “oro verde”...
Cultivar soja resulta bastante simple. De hecho, la mitad de los
terratenientes contratan equipos y agrónomos con maquinaria. Los
Grobo, uno de los productores más importantes del país, explotan
alrededor de un millón de hectáreas sin ser dueños de esas tierras.
Además, la soja ha sido más que rentable y un instrumento político
de primer nivel para Los Kirchner, ya que permitió constituir una
“caja chica” en la época de Néstor y financiar medidas populares.

La cotización de la soja, se mantiene o crece en el tiempo. Si bien


aumentó mucho (como todo hasta 2008) poco después colapsó
para luego recuperarse rápidamente y en 30 años ha ido
aumentando tendencialmente. Impulsada por la demanda mundial
de carne y soja para alimentar el ganado; la rentabilidad de los
campos argentinos elevó el precio de la tierra y aceleró su
concentración. 80% de la superficie agrícola del país pertenece a
unos 30% de los grandes propietarios.

Esto se debe al incremento de la saturación del mercado interno de


la carne, las restricciones a las exportaciones de carne (2006), el
aumento de las importaciones desde Brasil, Paraguay y Uruguay y
a una devastadora sequía en 2009. Así fue como se transformó el
paisaje melancólico de la Pampa. Para plantar más soja, se
arrancaron árboles de eucalipto…

La ganadería fue disminuyendo, relegada cada vez más lejos, junto


a sus elegantes jinetes; los gauchos reseros. Hoy este territorio
horizontal interminable se compone de silos de grano, plantas de
semillas transgénicas, plantas procesadoras de soja, ganadería
intensiva de aves y cerdos… Las vacas Aberdeen Angus y Hereford
se encuentran en feed-lots, en corrales o cobertizos fangosos, al
lado de montañas de maíz triturado.
          La soja, “alimento rey” de la ganadería mundial

Un feedlot, para ganado alimentado con maíz y soja transgénica. La producción


intensiva rompe con la agricultura extensiva tradicional de las inmensas praderas de la
Pampa. | ANDRÉ THOMAS
La cría tradicional de las pampas, Aberdeen Angus y Hereford, pastando en praderas
cuidadosamente cultivadas, alternando variedades de diferentes plantas, por una
mejor calidad de carne. | ANDRÉ THOMAS

La agricultura de este país de 43 millones de habitantes produce lo


suficiente para alimentar a 450 millones. Es el décimo exportador
mundial de productos agrícolas y agroalimentarios (Francia con sus
vinos, licores y queso es el sexto) La agricultura en Argentina
representa al 20% de su PIB y 63% de sus exportaciones. El sector
agroalimentario, como buen alumno de comercio exterior argentino,
muestra un saldo comercial positivo de 29 mil millones de euros
(diferencia entre importaciones débiles y exportaciones fuertes) Es
casi cinco veces más que Francia en el mismo sector.

La soja, en tortas, harinas y aceites, representa más de 4 mil


millones de euros. Todo esto convierte a Argentina (detrás de
Estados Unidos y Brasil) en el tercer exportador mundial de esta
leguminosa, usada por todos los criadores del mundo (cerdos, aves,
vacas, etc.) ya que la soja está incluida en la mayoría de los
suplementos alimenticios. Sobre todo en China, cuyo apetito por la
carne y por ende, por las materias primas para el ganado, parece
insaciable. China es el mayor cliente de Argentina.
          Macri, amigo de los productores
La llegada del presidente liberal Mauricio Macri al poder en 2015 ha
sido apoyada por los grandes terratenientes. Todavía no han
obtenido el levantamiento del impuesto a las exportaciones de soja
y sus derivados pero sí, una rebaja (30% en vez de 35% como lo
era bajo el gobierno de C. Kirchner) Pero muchos declaran que
confían en el nuevo gobierno y en la desaparición progresiva de
todos los frenos a las exportaciones. El tema es muy importante ya
que el proteccionismo de Donald Trump obliga a los argentinos a
encontrar nuevas oportunidades comerciales en la Unión Europea o
en Rusia.

No solo para la soja, sino también para la gama completa de


productos argentinos: maíz, trigo, centeno, cebada, girasol,
algodón, sorgo, leche, cerdo, pollo, vino, fruta, verduras. Por no
hablar de la carne de la Pampa, orgullo nacional, que pasó de ser la
segunda más exportada en 2005 a la décima hoy.

Sin embargo, los agricultores empiezan a cuestionar el modelo. La


siembra directa representa todavía el 92% de la superficie de tierra
utilizada para los seis principales cultivos del país. Pero hace tres
años por primera vez desde 1998, esta proporción disminuyó
ligeramente. Protestas, quejas y litigios ganan terreno. Y el modelo
parece encontrar sus límites. La rentabilidad disminuye, las
inundaciones se vuelven crónicas y hay muchas malezas que el
glifosato ya no logra matar porque se volvieron resistentes.
En
un lado de la carretera, en la Pampa Húmeda, una cría intensiva de aves… | ANDRÉ
THOMAS

… y del otro lado, la planta que transforma la soja y las cereales transgénicas en
alimentos para ganadería. | ANDRÉ THOMAS
          “No queda ni una parcela sana para los legumbres”
Jesús Omar Martínez de 51 años, con sus 400 metros cuadrados
de terreno, no es un terrateniente. Hablamos de un país, Argentina,
donde un campo promedio es de 560 hectáreas, es decir; diez
veces más grande que en Francia. Pero para vivir, no basta. Aparte
de su pequeña producción, Jesús trabaja en construcción. Él
conoce bien todas las marcas y los principios activos de los
herbicidas, insecticidas, fungicidas y fertilizantes esenciales para la
soja, que durante veinte años remodelaron la Pampa húmeda.

En la tierra de los “súper-campos”, Jesús Omar Martínez, 51 años,


cultiva 400 metros cuadrados de vegetales sin ningún químico. Y
lamenta que en la Pampa, casi no se encuentran más parcelas
sanas. | ANDRÉ THOMAS

“En unos pocos años, el precio de la tierra se ha disparado”,


explica Jesús. Las cooperativas de pequeños agricultores no
podían mantenerse al día. La tierra se ha concentrado. Los
grandes propietarios han vendido el sueño de las
producciones masivas. Pero con el exceso de pesticidas y
fertilizantes hemos matado la vida del suelo. Para hacer
vegetales ya no queda ni una parcela sana… ¡Excepto en la
ciudad!”.

Román Bouvier cría cerdos y representa a una generación joven


que quiso volver a la ganadería tradicional, extensiva y al aire libre.
Para criar a sus 500 cerdos produce los alimentos en sus tierras. La
carne es “de alta calidad, pero el rendimiento es bajo”. Para
obtener un kilo de carne debe aportar 5 kilos de alimentos; en
cambio son unos 3 kilos en la ganadería convencional. Agradece al
Gobierno por otorgar préstamos con tasa 0 para desarrollar su
ganado pero el mercado “alimentado por las importaciones que
se han desarrollado desde Brasil, Paraguay y Uruguay no
valora mucho el cerdo al aire libre como el nuestro”. Sin
embargo, no piensa en cambiar de modo de producción, es leal a la
elección que hizo su abuelo de 88 años - rechazar la soja- veinte
años atrás, en la misma zona.

R
oman Bouvier cría cerdos al aire libre, y rechaza, al igual que su abuelo, la cría
intensiva. Pero su carne aún no está completamente valorada. | ANDRÉ THOMAS

Luis Maria San Román se acuerda con un toque de emoción de la


época en la cual criaba vacas en el campo y producía leche. Los
campesinos andaban a caballo. Hoy Luis San Román forma parte
de la “Sociedad Rural” de Rosario, una de las 280 sociedades
rurales o entidades gremiales de productores. “Debemos
reconocer que lo que hizo Monsanto en su momento, fue muy
bueno al proporcionar un sistema de cultivo - con siembra
directa- que ha hecho posible “eliminar muchos labores y reducir
el consumo de combustible relacionado con el arado para
aumentar la productividad".

Por otro lado, su juicio es duro contra los gobiernos Kirchner "que


obligaron al productor a hacer monocultivo de soja y cerrar las
exportaciones de trigo y maíz”. Él admite también que lo que
Tomás Layus está practicando abre un camino "interesante".
https://www.dailymotion.com/video/x68gkmq

Maria Soledad Aramendi, dueña de tierras en la provincia de Santa


Fe, uno de los núcleos más productivos del país, denuncia también
al gobierno anterior. Ella conoció el antiguo sistema mixto
ganadería/cultivos. Pero la caída del precio de la carne, y el cierre
de las exportaciones de trigo la empujaron, como otros, hacia la
soja. Y hacia una pérdida de autonomía dice, porque no
pudo “invertir en la maquinaria necesaria”. Hoy le gustaría
mucho “volver al trigo y a la ganadería”, pero los préstamos
bancarios “siguen siendo difíciles de conseguir” y con
las “inundaciones es casi imposible”.
María Soledad Aramendi denuncia al gobierno anterior, que empujó a los productores
a la soja a orientarse hacia un cultivo que causa, entre otros daños, inundaciones de
las tierras y de los pueblos. | ANDRÉ THOMAS

La conversión completa de un campo grande es lo que logró hacer


Tomás Layus (de origen francés) hace unos años. Él tiene dos
campos, uno de 700 hectáreas y otro de 550. Nosotros visitamos
a La Marcela, en Urunga, cerca de Rosario, provincia de Santa Fe.
Su producción no tiene nada que ver con el monocultivo de soja, al
contrario. Con el agrónomo y veterinario Gonzalo Colomar, que le
aconseja, conocieron la época en la cual “había mucha ganadería
en esta parte de la Pampa Húmeda (hoy es solo un 3% y 80% es
de cultivos de soja)”.

El gaucho resero cuida a su ganado a caballo, en campos de cientos de hectáreas. El


trabajo tradicional se ve amenazado por la soja, pero algunos criadores lo rehabilitan
hoy. | ANDRÉ THOMAS

En el campo de Tomás, La Marcela, los cercados eléctricos y los


tanques funcionan con energía solar, mientras que el agua es
bombeada por turbinas eólicas. El campo retomó el antiguo sistema
“mixto” que mezcla ganadería y cultivos. Hay pocas huellas
humanas en el paisaje: un cobertizo para el equipo, una casa para
los que trabajan acá, una casa de campo para el dueño cuando
llega. Los animales se quedan afuera, al aire libre durante todo el
año y se pueden ver en todas partes. Entre ellos, un jinete se
mueve lentamente en el horizonte…

“Aquí el suelo es siempre verde. Hacemos una rotación entre


los cultivos - 70% de la superficie durante el verano- y las
manadas- 100% durante el invierno. Los animales se alimentan
y fertilizan los suelos al mismo tiempo, explican Tomás Layus y
Gonzalo Colomar. “No cultivamos ningún OGM, no usamos
herbicidas. El único aporte es un poco de fósforo, nada más.
Cultivamos - todo en siembra directa- según los años y las
temporadas: alfalfa, cebadilla, avena, sorgo, lotera, soja e
incluso maíz”, para el ganado de pastoreo directo…

“También tenemos pastos silvestres, cinco veces más


presentes que en tierras de monocultivo", dicen Tomás y
Gonzalo, quienes en La Marcela quieren “reconstruir la
biodiversidad". La belleza de estos prados contrasta con las tristes
extensiones de campos de soja recién cosechados que ahora están
inundados porque no pueden absorber la lluvia.

Tomás se felicita de sus elecciones agrícolas, porque dan un


resultado financiero también. La manada se compone de 500
Aberdeen Angus. Las madres son fertilizadas por un servicio natural
mediante la cría de toros cuando llegan a los 15 meses. Los
terneros son destetados a los 7 meses. Pasan 9 meses en el
césped y 90 días en el grano, antes de ser sacrificados cuando
alcanzan 346 k, por un precio de venta de 2 dólares por kilo. El
Aberdeen Angus y Hereford tienen la ventaja de proporcionar carne
madura, mientras que el animal solo alcanza la mitad del peso de
un Charolais frances.
E
n Buenos Aires (San Telmo),, carniceros tradicionales trabajan la carne criada en la
Pampa, una de las mejores carnes del mundo. | ANDRÉ THOMAS

“Si, es rentable. Más que la soja”. Tomás Layus cree que este
sistema abre un camino; “es un segmento chico pero que se va a
ir agrandando, porque hay mucho más conciencia por parte del
consumidor que quiere saber qué es lo que está comiendo. Esa
es la razón por la cual creemos que va a aumentar el consumo
de estas especialidades que son productos más sanos”. .
https://www.dailymotion.com/video/x68gl14

  Eduardo Cerda y la agroecología


Eduardo Cerda, ingeniero agrónomo, trabaja con cinco municipios,
productores y profesionales que quieren dejar el modelo intensivo
por una experiencia agroecológica. “Los establecimientos que
trabajan con nosotros, que hoy es un número significativo
(más de 50 productores, más de 20.000 hectáreas) mantuvieron
o mejoraron el rendimiento. En algunos casos hasta se
duplicó”, explica Cerda. Eduardo Cerda también enseña en La
Universidad de la Plata, es experto en la FAO (ONU) y miembro
fundador de Renama, la Red Nacional de Municipios y
Comunidades que fomentan la Agroecología.
El ingeniero agrónomo Eduardo Cerda, pionero de la agroecología en Argentina, ahora
supervisa 20.000 hectáreas libres de pesticidas; | ANDRÉ THOMAS

"La desgracia llegó en la década de los 90, cuando quisimos


separar el amor por la tierra y la búsqueda de las ganancias. El
mensaje entonces era: cosechas en las tierras buenas, ganado
en las malas. Perdimos la complementariedad del ganado con
los cultivos. La soja transgénica ha llevado al uso excesivo de
herbicidas y fertilizantes. Las malezas y los insectos se han
convertido en cosas que hay que matar.

Los agrónomos y los profesores de agricultura se han


enfocado en la química y el conocimiento de la biodiversidad
se fue perdiendo. Los suelos se han vuelto artificiales. Un
suelo tratado con glifosato se compacta, toma un 20% más de
densidad y se vuelve menos permeable al agua.

El suelo está demasiado seco en verano pero no absorbe agua


cuando llueve. Las plantas resistentes al glifosato se han
multiplicado. Había una sola especie al principio, luego dos,
luego cuatro y hoy existen treinta. Esto plantea un problema
real para las culturas.
"500 visitantes profesionales por año"
La dosis de herbicida se ha incrementado. De 2 litros de
glifosato por hectárea en la década de los 90, pasamos de 10 a
12 litros hoy, con un producto más concentrado. Para el
algodón, esto equivale a 40 litros por hectárea. Las cantidades
de herbicidas usados en Argentina se han cuadruplicado en 20
años.

Esto también aumenta el costo de producción, que hoy es de


300 a 400 dólares por hectárea para el trigo y la soja y de 500 a
600 para el maíz, contra 100 dólares en 1990. Tanto que hoy,
para alguien que desea comprar tierras, esta cosecha ya no es
rentable. "

“La artificialización de los suelos” es el otro problema. “Por un


lado, la soja toma muchos nutrientes y deja poco residuo
húmico. Por otro lado, el glifosato secuestra nutrientes y al
igual que los fertilizantes, mata las bacterias y los hongos que
hacen la vida del suelo. Estas son cosas que los productores
no sabían cuando empezamos a cultivar soja transgénica en el
país. Pero es indiscutible. En La Aurora, una finca de 650
hectáreas en la que he estado trabajando desde 1990, el suelo
incluye 4.000 kg de lombrices por hectárea. En el suelo de
nuestros vecinos, que hacen soja son 200 kg de lombrices por
hectárea. ". La lombriz suelta el suelo, produciendo un compost
valioso que a su vez promueve la vida bacteriana.

La Aurora, cuando se convirtió a la agroecología (no usan ningún


tipo de químico) no le interesaba a nadie. Pero hoy “recibimos
hasta 500 visitantes profesionales por año”.

Los grupos de productores le han encomendado gradualmente el


manejo de dominios que hoy suman 20,000 hectáreas. Cada vez
que se va a trabajar en una tierra dañada, se requieren de 3 a 4
años de cultivos, bajo cobertura vegetal permanente, antes de
poder reintroducir, sin aporte de productos químicos, ganado y
granos.

El resultado es al final: "menos insumos, rendimientos que se


conservan o aumentan y un precio de carne favorable". Un
campo convertido a agroecología se vuelve “más rentable - hasta
el doble- que sí producía soja. "

Hoy, Eduardo Cerda y sus colegas en agroecología "no enfrentan


la demanda". Veinte años después del inicio de un modelo
intensivo que muestra hoy sus límites, podría ser, para la Pampa y
Argentina, el inicio de una nueva primavera.
https://www.dailymotion.com/video/x68gl5u

NB : Contactados varias veces, ni los representantes de


Monsanto en Argentina ni los representantes de la CIAFA
- Cámara de la Industria Argentina de Fertilizantes y
Agroquímicos- han querido responder a las preguntas de
Ouest-France.
FUENTE: https://www.ouest-france.fr/economie/agriculture/como-el-glifosato-envenena-la-
pampa-humeda-5382816

También podría gustarte