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Interpretación y Construcción Juridica - Riccardo Guastini PDF
Interpretación y Construcción Juridica - Riccardo Guastini PDF
JURÍDICA
Legal Interpretation and Legal Construction
Riccardo Guastini
Resumen
Este trabajo bosqueja una teoría analítica y realista de la interpretación jurídica.
Analítica, en el sentido que su método es el análisis lógico del lenguaje de los ju-
ristas. Realista, en el sentido que, por un lado, sostiene que el derecho es indeter-
minado y, por otro lado, representa la interpretación desarrollada por los jueces
como una actividad intrínsecamente discrecional. En la primera parte, se intro-
ducen las distinciones fundamentales entre: interpretación “in abstracto” e inter-
pretación “in concreto”; interpretación cognoscitiva, decisoria, y creativa; inter-
pretación en sentido estricto y construcción jurídica. Esta última distinción tiene
una importancia especial: la interpretación en sentido estricto consiste en atribuir
significado a un texto normativo, mientras que la construcción jurídica consis-
te (esencialmente) en formular normas nuevas, que se pretenden implícitas en el
sistema jurídico. En la segunda parte, se analizan, en su estructura lógica, las más
difundidas técnicas argumentativas por las cuales los juristas suelen justificar sus
operaciones interpretativas y constructivas.
Palabras clave
interpretación, indeterminación del derecho, construcción jurídica, argumenta-
ción, reglas positivas sobre la interpretación
Abstract
This article spells out an analytical and realistic theory of legal interpretation.
Analytical, since its method is the logical analysis of jurists’ and judges’ language.
Realistic, since it assumes, first, that law is indeterminate and, second, that judi-
cial interpretation is intrinsically discretionary. In the first part, some fundamental
distinctions are introduced, namely: “in abstracto” and “in concreto” interpreta-
tion; cognitive, adjudicative, and creative interpretation; interpretation strictly un-
derstood and juristic construction. The last mentioned distinction, in particular,
takes on a special importance. Interpretation properly understood amounts to as-
cribing meaning to normative texts, whereas juristic construction mainly consists
Riccardo Guastini, Università di Genova, Dipartimento di Giurisprudenza, Istituto Tarello per la Filosofia
del diritto. Correspondencia: Via Balbi, 30, 5° piso, 16126, Genova (GE), Italia. guastini@unige.it
in formulating new norms, supposedly implicit in the legal system. The second
part is devoted to the logical analysis of the arguments most commonly used by
jurists to justify their interpretive and constructive operations.
Keywords
interpretation, legal indeterminacy, legal construction, interpretive arguments, le-
gal rules on interpretation
I. Introducción
II. Interpretación
1
Sin embargo, en la literatura se encuentra también un concepto más estricto de interpretación. Varios
autores distinguen la interpretación propiamente dicha, entendida como solución de dudas sobre el signifi-
cado, de la (mera) comprensión. Es decir, según esta definición, se interpreta solo cuando no se comprende,
y en cambio cuando se comprende no se interpreta (“in claris non fit interpretatio”). Cfr., e.g., Wróblewski,
1983 y 1989; Marmor, 1992; Diciotti, 1999; Lifante, 1999 y 2010. Esta manera de ver (comprometida con
una teoría ingenua de la interpretación) suena problemática por varias razones. Entre otras, la siguiente: la
comprensión inmediata de un texto parece ser nada más que una forma de interpretación –la interpretación
prima facie– distinta, en cuanto tal, de otras formas (distinta, en particular, de la interpretación “all things
considered”). Cfr. Diciotti, 1999, cap. IV.
Eco, 2003, cap. 10. Sin embargo, la analogía entre interpretación y traducción es puesta en discusión
4
5
Conviene advertir que el “enunciado completo”, que es el objeto de la interpretación en abstracto, no
necesariamente es una precisa disposición de las fuentes normativas (el apartado tal del artículo tal de la ley
tal): puede ser también, y frecuentemente es, un fragmento de disposición, o bien el fruto de la recomposi-
ción, por parte del intérprete, de varios fragmentos de disposiciones, a veces dispersas en una pluralidad de
documentos normativos.
6
Se llaman “predicados” todos los términos que denotan no un individuo (“el señor X”, “el acusado”, “el
Tribunal constitucional”, etc.) sino una clase (como “contrato”, “tratado”, “empresa”, “asociación”, “tribu-
nal”, etc.). Una clase es un conjunto de entidades individuales que comparten un mismo atributo o un mismo
conjunto de atributos (que pueden ser propiedades o relaciones). Por lo general, el significado de los predica-
dos puede ser analizado en dos componentes: el sentido (o intensión: “¿qué quiere decir?”) y la referencia se-
mántica (o extensión: “¿a qué se refiere?”). El sentido es el conjunto de atributos (propiedades o relaciones)
que un objeto debe tener para que el predicado se le pueda aplicar. La referencia es la clase de objetos a los
que el predicado es aplicable. Así, por ejemplo, el sentido de “planeta” es (grosso modo) cuerpo celeste opa-
co que gira alrededor de una estrella; su referencia es a todos los cuerpos celestes opacos que giran alrededor
de una estrella (Venus, Marte, Tierra, etc., pero no Luna). Evidentemente, la referencia depende del sentido:
cuanto menos sea preciso el sentido, tanto más extensa es la referencia y viceversa. Cuanto más se precisa el
sentido de un predicado –es decir cuantos más atributos se incluyen– disminuye la referencia; cuanto menos
se precisa el sentido –cuantos menos atributos se incluyen– aumenta la referencia. Si, por ejemplo, definiése-
mos “planeta” como un cuerpo celeste opaco (sin precisar: que rueda alrededor de una estrella) la referencia
del predicado sería más amplia e incluiría también a la Luna.
7
La terminología “subsunción genérica” vs. “subsunción individual” ha sido propuesta por Alchourrón
y Bulygin, 1991, pp. 303 y ss.
8
Escribe Kelsen: “The task of a scientific commentary is first of all to find, by critical analysis, the pos-
sible meanings of the legal norm undergoing interpretation; and then to show their consequences, leaving it
to the competent legal authorities to choose from among the various possible interpretations the one which
they, for political reasons, consider to be preferable, and which they alone are entitled to select. A scientific
interpretation has to avoid giving countenance to the fiction that there is always but a single ‘correct’ inter-
pretation of the norms to be applied to concrete cases” (Kelsen, 1950, p. xvi). Y también: “If ‘interpretation’
is understood as discovering the meaning of the norms to be applied, its result can only be the discovery of
the frame that the norm to be interpreted represents and, within this frame, the cognition of various possibili-
ties for application” (Kelsen, 1992, p. 80).
9
De ahora en adelante la llamaré “interpretación decisoria” sin ulteriores especificaciones.
10
Por ejemplo: ninguna duda que las leyes electorales regulan una materia constitucional, pero ¿la mate-
ria “ejercicio del derecho de huelga” es, o no, materia constitucional? Probablemente muy pocos lo sosten-
drían. Pero, estando el derecho de huelga previsto en la constitución, se podría perfectamente argumentar que
sí: también el ejercicio del derecho de huelga es “materia constitucional”.
11
Corte costituzionale, 168/1963.
13
Guastini, 2011, parte i, cap. iii; Guastini, 2012. Véanse sin embargo los análisis pioneros de Ross,
1958, cap. iv, y Tarello, 1980, cap. iii. La equivocidad, de la que se habla aquí, incluye la ambigüedad en sen-
tido estricto, pero –como surgirá de los ejemplos– no se reduce a ésta.
14
Para no sobrecargar el discurso, omito aquí cualquier referencia a los problemas, incluso más compli-
cados, que pueden nacer de la sucesión de normas en el tiempo, de los conflictos entre normas, de las lagu-
nas, etc.; problemas cuya solución, por lo demás, pertenece más bien al dominio de la “construcción jurídica”
que al de la interpretación en sentido estricto.
debemos entender que no puede ser depositada en los 365 días anteriores
a dicho término?
(b) Complejidad. A veces, se acuerda que el texto normativo T expresa
la norma N1, pero nos preguntamos si dicha disposición expresa también
la norma N2.
Por ejemplo. El artículo 32 de la constitución española dispone: “El
hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio con plena igual-
dad jurídica”. No cabe duda de que cada hombre y cada mujer tienen el
derecho de contraer matrimonio el uno con la otra (N1); pero ¿esa disposi-
ción expresa también la norma (N2) según la cual cada hombre y cada mu-
jer tienen derecho a contraer matrimonio con cualquiera (es decir también
con personas del mismo sexo)?
Otro ejemplo (italiano): el art. 38, ley 352/1970, dispone que “en el
caso que el resultado del referéndum sea contrario a la derogación […] no
puede proponerse la solicitud de referéndum para la derogación de la mis-
ma ley”. Ahora bien, el resultado del referéndum puede ser “contrario a la
derogación” –o, mejor dicho, no surtir efecto derogatorio– por dos razones
o en dos circunstancias diversas: no solo cuando la mayoría de los votan-
tes vote “no” (como es obvio), sino también cuando la mayoría de los que
tienen derecho a hacerlo no vote en absoluto (art. 75, apartado 4, Consti-
tución italiana). Pues bien, no cabe duda de que, de la disposición men-
cionada, está excluida la solicitud de un referéndum cuando la precedente
demanda de referéndum haya sido rechazada por la mayoría de los votos
válidos (N1). Pero cabe la duda de si esta misma disposición impide una
nueva solicitud incluso cuando el referéndum precedente haya tenido un
resultado negativo por el hecho de no haber participado en la votación la
mayoría de los que tienen derecho a hacerlo (N2).
(c) Implicación. A veces, se acuerda que el texto normativo T expresa
la norma N1, pero nos preguntamos si N1, a su vez, implica, o no, la nor-
ma N2.
Dos ejemplos más, sacados del derecho constitucional italiano. El art.
94 de la Constitución, apartados 2 y 5, prevé que una de las Cámaras pue-
da votar la desconfianza al Gobierno. ¿Tal norma implica, o no, que una
de las Cámaras pueda votar la desconfianza también respecto de un solo
ministro? El poder del Jefe de Estado de reenviar una ley a las Cámaras
pidiendo una nueva deliberación (art. 74, apartado 1) implica, o no, el po-
der de reenviar (solo) parte de una ley (es decir, no la ley en su conjunto)
promulgando la parte restante?
15
Sobre el concepto de “derrotabilidad” en el derecho, el texto fundamental es Alchourrón, 1996. Pero
véase también Redondo, 1997; Navarro y Rodríguez, 2000; Rodríguez, 2002; Bayón y Rodríguez, 2003; Al-
chourrón, 2010; Ferrer Beltrán y Ratti, 2012; Ratti, 2013, cap. viii.
16
Es importante comprender lo siguiente. A veces, un enunciado normativo es ambiguo, o sea, admite
dos interpretaciones alternativas: del mismo enunciado se pueden obtener, por interpretación, dos normas al-
ternativas. En estas circunstancias, por cierto no se puede afirmar la existencia en el sistema jurídico ni de
una ni de la otra norma, hasta cuando una de las dos interpretaciones sea generalmente compartida y adquiera
estabilidad. Sin embargo, la ambigüedad en sentido estricto es bastante rara. La mayoría de las controversias
interpretativas son distintas: el objeto de la controversia interpretativa, para así decirlo, no es el significado
del enunciado en su integridad, sino sólo una parte de dicho significado. En efecto, casi siempre el significa-
do de un enunciado normativo puede ser descompuesto en dos partes: un núcleo no controvertido y un halo
controvertido, en el sentido que no tenemos dudas sobre el hecho que el enunciado E expresa la norma N1;
sólo discutimos sobre si el mismo enunciado expresa (o implica) también la norma N2, o si la norma N1 tie-
ne excepciones implícitas, etcétera.
17
Las construcciones dogmáticas condicionan la interpretación: algunas veces sugiriendo que una deci-
sión interpretativa determinada es preferible a otras, y otras veces excluyendo ciertas decisiones interpretati-
vas que de otro modo serían posibles. Por otra parte, cada construcción dogmática, además de orientar la in-
terpretación, es una matriz de normas “implícitas”.
18
En la extensa literatura se puede ver: Hart, 1961; Carrió, 1994; Luzzati, 1990; Coté, 1999, especial-
mente pp. 353 y ss.; Diciotti, 1999, especialmente pp. 367 y ss.; Endicott, 2000.
19
Para simplificar, omito distinguir entre vaguedad sin ulteriores especificaciones y open texture o va-
guedad “potencial” (trama abierta).
23
Sobre la interpretación literal, véase: Vernengo, 1994; Velluzzi , 2000; Poggi, 2007.
24
Piénsese a la Constitución de los Estados Unidos (1787).
25
Términos valorativos se encuentran, típicamente, en las así llamadas “cláusulas generales” y en
muchos principios constitucionales.
26
Una defensa de la interpretación originalista se encuentra, e.g., en Scalia, 1996; una defensa de la evo-
lutiva se encuentra, e.g., en Eskridge, 1994.
27
No existe, sin embargo, una clara distinción entre la interpretación intencional y la interpretación te-
leológica.
(b) sea con normas del mismo nivel jerárquico (por ejemplo, entre
una regla y un principio general: interpretación “sistemática horizontal”)
(Coté, 1999, p. 388).
(vi) La razonabilidad. En sexto lugar, se puede sostener que una de las
dos interpretaciones en competición no es “razonable”, ya que produce
resultados “absurdos”.30 Este argumento –que normalmente supone una
conjetura sobre la ratio legis– puede ser utilizado sobre todo para descar-
tar la interpretación literal.
Pero, como ya se ha dicho en otro lugar, la “razonabilidad” de una nor-
ma, o del efecto que una norma puede producir en la sociedad, depende
enteramente de juicios de valor de los intérpretes. Los juicios de “razona-
bilidad” son juicios de justicia disfrazados.
30
Se asume entonces que las autoridades normativas sean agentes “racionales”. Cfr. Bobbio, 1971.
31
Dos clases de casos son entre sí complementarias cuando su conjunción agota el entero universo de ca-
sos. Dada una clase C de entes cualesquiera, la clase complementaria de la misma es aquella que incluye a to-
dos los entes que no pertenecen a C. Véase, sobre este punto, Chiassoni, 2007, pp. 222 ss.
32
Cfr. G. Carcaterra, 1994. Más en general: dada una disposición cualquiera con estructura condicional
(“Si H, entonces J”), es dudoso si el antecedente estatuye una condición solo suficiente o en cambio necesa-
ria y suficiente.
34
En efecto, existen también lagunas de un tercer tipo: las lagunas llamadas “técnicas”. Una laguna téc-
nica es la falta de una norma que sería condición necesaria de eficacia de otra norma. Por ejemplo, una ley
(o una constitución) instituye un órgano electivo, pero no determina ningún sistema electoral, de tal forma
que el órgano en cuestión no puede ser elegido hasta que uno u otro sistema electoral no sea determinado por
normas ulteriores.
35
Dicho de otra forma, las normas explícitas son el resultado de una determinada interpretación.
36
Piénsese, e.g., al ejemplo del “derrumbe de un balcón”. Si se interpreta la disposición sobre la ruina de
edificios en el sentido que sí se aplica también al derrumbe de un balcón, el supuesto de hecho en cuestión re-
sulta regulado; si en cambio se interpreta en el sentido que no, la disposición no se aplica al derrumbe de un
balcón, así que este supuesto de hecho resulta no regulado por el derecho.
37
A veces, incluso la simple interpretación literal puede crear una laguna normativa, mientras que una in-
terpretación extensiva la evitaría.
38
Cfr. Conte, 1968. El conjunto de hechos no regulados por el derecho sería el así llamado “espacio vacío
de derecho”: Bergbohm, 1892; Romano, 1925.
39
Y entonces, se podría sostener, cae dentro del “espacio vacío de derecho”.
Una manera típica para crear una jerarquía tal entre dos normas es con-
siderar una de ellas como “principio” y la otra como mera “regla”. Se su-
pone que los principios son más importantes que las reglas, ya que ca-
racterizan la fisonomía del sistema jurídico, y cada uno de ellos ofrece
fundamento axiológico (justificación) a una multiplicidad de reglas.
Las jerarquías axiológicas orientan la interpretación, en particular la
elección entre dos significados igualmente admisibles de una cierta dis-
posición normativa. Supongamos que tenemos una disposición que admi-
te dos interpretaciones N1 y N2; supongamos además que N1 es conforme
a una norma axiológicamente superior (por ejemplo, un principio gene-
ral del derecho), mientras que N2 está en conflicto con ella; pues bien, la
existencia de una jerarquía axiológica es un argumento (bastante persuasi-
vo) para elegir N1. Por ejemplo, si una ley puede ser entendida sea como
retroactiva, sea como no-retroactiva, se entenderá preferiblemente co-
mo no-retroactiva para “conformarla” al principio general de no-retroacti-
vidad de las leyes.40
Por otra parte, se encuentran ejemplos muy importantes de jerarquías
de este tipo en la jurisprudencia de los tribunales constitucionales.
(a) Algunos tribunales constitucionales (el italiano, por ejemplo) asu-
men que las normas constitucionales no tienen todas el mismo valor, en el
sentido que algunas entre ellas (que pueden ser explícitas así como implí-
citas) están “más arriba” de las otras. La consecuencia es que dichas nor-
mas no pueden ser modificadas, derrotadas, o derogadas en forma alguna:
tampoco por medio del procedimiento de revisión constitucional. En otras
palabras, este tipo de jerarquía axiológica se vuelve un límite totalmente
implícito (una norma implícita por lo tanto) a la revisión constitucional.
(b) Todos los tribunales constitucionales a menudo tienen que resolver
conflictos entre principios, ya que los principios constitucionales poseen
la censurable tendencia a entrar en conflicto unos con otros. Un ejemplo
clásico, común a muchas constituciones, es el conflicto entre la libertad de
prensa y algunos derechos de la personalidad (el derecho al honor, el de-
recho a la intimidad, el derecho a la identidad personal, etc.). Otro buen
ejemplo es el conflicto entre el derecho de huelga en los servicios públicos
y los derechos constitucionales de los usuarios.
Tales conflictos no pueden ser resueltos utilizando los criterios estándar
para la solución de conflictos entre normas. No es posible emplear el cri-
terio “lex posterior”, ya que dichos principios son coevos. No es posible
40
En muchos sistemas jurídicos, el principio de no-retroactividad es un principio constitucional inderro-
table (solo) para las leyes penales, pero es un principio (aunque general) derrotable en otras materias.
Pues bien, la estructura lógica de la norma originaria era: (N1) “Si vehícu-
lo, entonces prohibido ingresar”. Ahora, en cambio, tenemos una norma
con la estructura siguiente: (N2) “Si vehículo y no ambulancia, entonces
prohibido ingresar”. Como se ve, se trata de dos normas con contenido di-
ferente. De esta forma la norma N1 ha sido derrotada, y esto quiere decir
que N1 ha sido substituida por N2, que es claramente una norma distinta.43
43
En cambio, la mera interpretación restrictiva no sustituye la norma: se limita a restringir su “área de
penumbra”.
tema jurídico unificado y, por otro lado, que el derecho europeo es supe-
rior al derecho estatal. Sobre esta base concluye que la legislación estatal
es inválida (o, en todo caso, no aplicable) cuando sea incompatible con el
derecho de la Unión.44 Queda claro que ninguna de estas asunciones posee
una contraparte textual en el tratado de la Unión.
Según la teoría constitucionalista “clásica”, surgida de la Ilustración, la
función de cualquier constitución es limitar el poder político.45 Este modo
de ver implica que las reglas constitucionales están dirigidas (solo) a los
órganos supremos del Estado y que de ningún modo están sujetas a apli-
cación por parte de los tribunales. Hoy en día, sin embargo, la mayoría de
los constitucionalistas piensan que la función de la constitución es (tam-
bién o incluso esencialmente) la de modelar las relaciones sociales entre
los ciudadanos. A partir de esto concluyen que las reglas constitucionales
deben ser aplicadas directamente por cualquier juez en cualquier contro-
versia (lo que en la dogmática alemana se denomina “Drittwirkung”).46
44
Corte Europea de Justicia, 15 de julio de 1964, Caso 6/64, Costa. Véase también Corte Europea de Jus-
ticia, 9 de marzo de 1978, Caso 106/77, Simmenthal.
45
Véase el artículo 16 de la Déclaration des droits de l’homme et du citoyen: “Toute société dans laquelle
la garantie des droits n’est pas assurée, ni la séparation des pouvoirs déterminée, n’a point de constitution”.
46
Véase, e.g., Zagrebelsky, 1992.
47
La literatura sobre la analogía es muy extensa. Una obra fundamental es Bobbio, 2006. Pero véase
también Atienza, 1986; Gianformaggio, 1987; Carcaterra, 1988.
48
En cambio, la mera interpretación extensiva no produce un norma implícita: se limita a extender la
“zona de penumbra” de la norma en cuestión.
(d) Por lo tanto –conclusión– existe una norma implícita N2 que atri-
buye al caso x la misma consecuencia jurídica que y: “Si x, entonces z”.
Como se ve, el hueso del argumento es la expresión “con mayor razón”,
que supone evidentemente una conjetura (valorativa, como ya sabemos)
sobre la “razón”, la ratio, de la norma explícita que se usa como premisa.
Este argumento también, como el analógico, sobreentiende un enunciado
contrafáctico del tipo: “El legislador no ha regulado de ninguna manera el
caso x. Sin embargo, si hubiera previsto el caso x, lo habría regulado de la
misma manera que el caso y”.49
Por otra parte, las normas implícitas sirven no solo para llenar lagunas,
sino también para concretar principios.
Los principios, por ser altamente indeterminados (condiciones de apli-
cación “abiertas”, contenido genérico, derrotabilidad, etc.), no son aptos
para la solución “directa” de controversias (Dworkin, 1978; Carrió, 1994,
pp. 197 y ss.; Alexy, 1993; Prieto Sanchís, 1992; Atienza y Ruiz Manero,
1996; Ratti, 2009, cap. iii; Pino, 2010, cap. iii). En el sentido que no son
aptos como premisas de razonamientos deductivos –“Todos los asesinos
deben ser castigados. Fulano es un asesino. Por lo tanto, Fulano debe ser
castigado”– cuya conclusión sea una prescripción individual y concreta.
Para contribuir a la solución de casos, los principios tienen que ser “con-
cretados”.
Concretar un principio consiste en usarlo como premisa –dentro de un
razonamiento normalmente no deductivo– para la construcción de una
regla implícita, ella sí apta para la solución de una controversia.
Por ejemplo: “La defensa es un derecho inviolable en cada estado y
grado del procedimiento (principio). El interrogatorio del imputado cons-
tituye parte del procedimiento. No existe verdadera defensa sin la presen-
cia del defensor. Por lo tanto el defensor debe estar presente en el inte-
rrogatorio del imputado (regla implícita)”. Otro ejemplo: “La soberanía
nacional pertenece al pueblo (principio). La soberanía se expresa por me-
49
Existen dos variantes del argumento a fortiori. (i) A minori ad majus: e. g., si está prohibido introducir
en el parque gatos, a fortiori –con mayor razón– está prohibido introducir tigres (que son más peligrosos).
(ii) A majori ad minus: e.g., si la ley no tiene efecto retroactivo, a fortiori –es decir, con mayor razón– no
puede tener efecto retroactivo el reglamento (que es fuente subordinada a la ley).
dio del voto. El pueblo es el conjunto de los ciudadanos. Por lo tanto, los
extranjeros no tienen derecho de voto”.
Las conclusiones de razonamientos de este tipo son precisamente reglas
implícitas que “concretan” –o “especifican”– el principio en cuestión.
1. Métodos interpretativos
50
Pero casi siempre en materia penal existen reglas de interpretación distintas de las que rigen la materia
civil: e.g., está prohibida la analogía in malam partem.
51
Tarello, 1980, cap. vi. Según algunos autores, las normas sobre la aplicación son normas “material-
mente constitucionales”: Cfr., e. g., Sorrentino, 2004, pp. 22 y ss.
letra, es decir, según “el sentido propio (o común) de las palabras”, según
su sentido “natural y obvio” de acuerdo con el “uso general” de las pala-
bras, teniendo en cuenta el contexto. Por supuesto, dicha regla de interpre-
tación –algunos códigos (el colombiano entre otros) lo dicen expresamen-
te– no se aplica frente a términos técnicos de una u otra ciencia o arte, así
como frente a términos expresamente definidos por el propio legislador.52
Una excepción se encuentra en el código portugués, que exige al juez
no quedarse a la letra del texto, sino de reconstruir “el pensamiento” del
legislador, pero precisando al mismo tiempo que el intérprete debe presu-
mir que exista correspondencia entre texto e intención, y de todas formas
no le está permitido atribuir al legislador una intención que no encuentre
ninguna correspondencia en el texto.
Casi todos los códigos, sin embargo, prevén también otros métodos de
interpretación. Muchos de ellos –por ejemplo, el italiano, el austriaco, el
español, etc.– establecen que las leyes deben ser interpretadas también se-
gún la intención o los fines del legislador. No queda clara, sin embargo, la
relación de preferencia entre los dos métodos, que claramente pueden con-
ducir a conclusiones diferentes: cada vez que el significado literal y el in-
tencional son (o parecen) distintos, ambos resultan admisibles, y no existe
ningún criterio establecido para elegir entre los dos (Ross, 1958, pp. 152 y
ss.; Chiassoni, 1999, pp. 496 y ss.; Chiassoni, 2007, pp. 147 y ss.
El código colombiano, en cambio, establece que, cuando el sentido de
la ley es claro, no se puede desatender su tenor literal a pretexto de consul-
tar “su espíritu”, y solo se puede recurrir a la intención del legislador para
interpretar expresiones oscuras. El mismo código, por otra parte, admite
también el uso del “espíritu general de la legislación” y de la “equidad na-
tural” en tanto métodos subsidiarios de interpretación.
De modo análogo, el código de la Louisiana prohíbe la búsqueda de
la intención cuando el texto es claro,53 pero admite la interpretación tele-
ológica (según el fin de la ley) para resolver las oscuridades del texto.
Es muy distinto el código brasileiro que, sin mencionar en modo alguno
la letra de la ley, prescribe al juez que considere “los fines sociales” de la
ley y “las exigencias del bien común”. Lo que es, más o menos, como de-
cir que los jueces pueden hacer lo que quieran.
52
Sobre los problemas teóricos planteados por las definiciones legislativas, cfr. Belvedere, 1977.
53
Evidentemente, una disposición de este tenor supone (ingenuamente) que claridad y oscuridad sean
propiedades “objetivas” de los textos normativos, antecedentes cualquier interpretación (“interpretatio ces-
sat in claris”).
2. Métodos constructivos
54
Tal prohibición actúa como una causa de lagunas axiológicas del primer tipo: un cierto supuesto de he-
cho no está regulado por el derecho, pero, desde el punto de vista el juez, “debería serlo”, porque él está obli-
gado, aun así, a resolverlo.
55
Así establece expresamente (entre otros) el Code Napoléon, art. 5.
56
Así pensaba el propio Portalis, el autor principal del Code Napoléon: Portalis, 1989, pp. 26 y ss.; Porta-
lis, 1998, pp. 75 y ss.; Ewald, 1989, p. 119. Cfr. también Ghestin y Goubeaux, 1977, p. 326.
57
Según Kelsen, sin embargo, las lagunas siendo meras “ficciones”, tal autorización tiene más bien un
efecto psicológico (paradójicamente) inhibitorio sobre los jueces, que normalmente no desean asumir una
responsabilidad tan grande como la de crear lagunas y resolverlas actuando “como legisladores” (Kelsen
1966, pp. 279 y ss.).
Referencias bibliograficas
Zagrebelsky, Gustavo, 1992: Il diritto mite. Legge, diritti, giustizia. Turín, Ein-
audi.
Recepción: 12/11/2014
Revisión: 29/04/2015
Aceptación: 20/05/2015