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Pero Kelsen no concibe las normas aisladamente, sino integrando un todo, que
no es sino la idea de sistema jurídico: el Derecho está integrado por un sistema
de normas validas que guardan entre sí unas determinadas relaciones
conformando el Ordenamiento jurídico.
La tara de la interpretación está integrada para Kelsen por dos fases distintas,
cada una de las cuales constituye una operación interpretativa diferente. Una,
el proceso de conocimiento objetivo de la norma, que es una actividad científica
y objetiva, esta actividad consiste en el proceso de conocimiento objetivo de las
posibilidades interpretativas de la norma desde el punto de vista científico,
científico-jurídico. En pocas palabras, una actividad puramente formal
encaminada a descubrir y delimitar los sentidos de significado que abarca la
voluntad objetiva del legislador y, por consiguiente, se trata de un proceso de
conocimiento objetivo de dicha voluntad.
Y otra, la decisión interpretativa, que es una actividad subjetiva y discrecional.
En esta segunda fase de la interpretación jurídica el intérprete ya no sigue los
criterios de la Ciencia jurídica, ni actúa como un técnico-jurídico. Aquí el
intérprete elige a una de entre todas las opciones de sentido que objetivamente
admite la norma y que posibilitan interpretaciones de la misma de acuerdo a
Derecho. Los criterios por los que se rige esta elección ya no son científico-
jurídicos sino de política jurídica, y de la que forman parte los intereses y
valoraciones personales del intérprete, el cual desde su voluntad escoge,
abandonando, por tanto, el terreno aséptico y objetivo anterior.