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REDEFINICIÓN DEL LIDERAZGO EN EL CONTEXTO SOCIAL DEL SIGLO

XXI.

En el siglo XX durante los años 1900 hasta 1964, el liderazgo se


caracterizaba por ser demasiado autócrata, muy directivo, donde la autoridad
no podía ser cuestionada por nadie y donde tampoco se esperaba un trato
humano. Para los años comprendidos entre 1965 y 1980, comienzan
cambios en esta forma de liderar motivado a la frescura de todo lo que la
tecnología empezó a generar, con ello empezaron a cambiar las formas de
trabajo hasta nuestros días.

Uno de los mayores cambios en la forma de trabajar y liderar, ha sido


realizado por la generación de los nacidos entre 1981 y 1995, quienes
además de utilizar los recursos tecnológicos para mejorar sus procesos
laborales, han cuestionado muchos de los paradigmas del liderazgo y
han redefinido el concepto en un sentido más humano manejando un
concepto de liderazgo donde se respeten las garantías individuales, donde
se admire al líder y se pueda confiar en él, entre otras cosas.

Para el siglo XXI el concepto de líder considera a quien es participativo,


orientativo, comprensivo, donde la persona consuela, escucha y aconseja.
Se espera un liderazgo mucho más cercano a la gente, donde ya no existen
los gritos, el maltrato a la gente, sino la relación interpersonal. La principal
diferencia del liderazgo del siglo XX y del siglo XXI es que uno tiende a la
autoridad y el otro a la participación.

La clave para ser un buen líder en la actualidad está en la forma de pedir. Al


establecer un objetivo, hay que tomarse un minuto para reflexionar por qué y
para qué se hace y cómo eso alimenta a la sociedad, y sobre todo al equipo
de trabajo.
Hay que destacar, que el líder del siglo XXI se encontrará con un escenario
altamente competitivo, que cambia de forma constante y en el que es preciso
el manejo de las nuevas tecnologías y la aplicación de modelos directivos
que promuevan espacios de participación entre sus colaboradores, por tal
razón es importante que posea las siguientes habilidades:

1) Innovación. Quien no innova es porque no ha aprendido nada de los


tiempos que corren. Las ideas fijas ya no tienen cabida en un escenario
como el de ahora, donde las tendencias son breves, momentáneas y lo único
seguro es el cambio. Quien innova, sobrevive; innovar es ser creativo,
adaptarse y renovarse.

2) Conectividad y comunicación: Si quiere mantener una buena relación con


sus colaboradores, el líder del siglo XXI no puede ignorar las herramientas y
los recursos que existen para tal fin. Deberá saber que las conexiones ya no
son sólo físicas, sino también (y sobre todo) virtuales, y que tanto la
interacción como la comunicación también ocurren en lo digital.

3) Inteligencia colectiva: Se deja fluir el talento colectivo y se fomenta la


participación y los modelos democráticos.

4) Aprendizaje permanente: el mundo cambia a menudo, y como tal hay que


aprender cada día lo que ayer dábamos por sentado. Hasta los retos se
renuevan.

5) Inteligencia emocional: Muchos liderazgos del siglo XX fueron


excesivamente racionales. El siglo XXI requiere líderes que dejen de
depender de ese esquema y escuchen sus emociones y las de los demás. El
buen líder es el que usa tanto la razón como el corazón, ya sea para sí
mismo como para quienes le rodean.
6) Influencia social: pese al enorme protagonismo de la esfera social, el líder
no debe olvidar su rol de agente social. Y no sólo hablamos a nivel interno,
sino también externo. Los líderes del siglo XXI son carismáticos y gozan de
prestigio y reputación en sus sectores. De hecho, muchos se convierten en
ejemplos a seguir.

7) Empatía: Su labor es en el fondo social, el líder del siglo XXI no debe


olvidar el aspecto humano de su función. Debe tener conciencia del beneficio
social y el carácter solidario y altruistas de su labor.

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