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I

LA LITERATURA COMPARADA
EN EL MARCO DE LOS
ESTUDIOS LITERARIOS
Susana Gil-Albarellos
Universidad de Valladolid

La literatura comparada es una disciplina científica de carácter académico, vinculada a la creación


de estudios, cátedras y departamentos universitarios, que se incorpora desde su nacimiento a la Ciencia
de la Literatura. Es por tanto tarea imprescindible en esta materia delimitar su puesto preciso en el
marco de los estudios literarios, ya que complementa por un lado, y amplía por otro, dicha Ciencia de
la Literatura. Además, la literatura comparada obtiene su consistencia disciplinaria a través de
múltiples disciplinas, no sólo de aquellas relacionadas directamente con la literatura o con el
fenómeno literario, sino también con otras procedentes de diversas ramas del saber científico.
Nuestro estudio comienza con un objetivo claro centrado en la descripción de los conceptos, bases
y métodos en los que se han basado las diferentes definiciones que a lo largo de su historia ha tenido la
literatura comparada, y con la presentación, de forma sucinta, de los nuevos caminos por los que
puede discurre esta materia. El hecho de ser una disciplina reciente en los planes de estudio de
diversas universidades españolas, hasta llegar a constituir una licenciatura independiente en alguna de
ellas, ha hecho que en los últimos años se publiquen una serie de manuales y artículos que intentan
sacar a la luz, en forma de traducciones y comentarios, la doctrina de los principales representantes y
verdaderos artífices de la literatura comparada. A esta tarea nos sumamos, si bien enfocamos este
trabajo como punto de partida del desarrollo de los estudios críticos comparatísticos y como un primer
acercamiento para todos aquellos interesados en la literatura comparada.
Hasta la irrupción de la literatura comparada en los diversos departamentos universitarios
europeos –especialmente franceses- y norteamericanos, las posibilidades de estudio de la literatura han
sido tradicionalmente llevadas a cabo mediante el material y la metodología suministrados a través de
disciplinas complementarias como son la historia de la literatura y la crítica literaria. La teoría de la
literatura añadía a la condición concreta de las anteriores su carácter más abstracto al tratar los
problemas generales relacionados con lo literario. Quedaría en mera repetición definir aquí de nuevo
el significado de la tríada que compone la ciencia de la literatura sino precisamos que las tres, de una u
otra forma y al igual que hacen otras muchas disciplinas del saber humano, utilizan la comparación
como uno de los métodos para lograr sus objetivos.
La historia de la literatura coteja las diversas manifestaciones formales del discurrir artístico, no
sólo desde el punto de vista de la creación, sino, y de forma muy representativa, desde el punto de
vista de la recepción, ya que no existe lector, dentro de la generalidad de los que podríamos considerar
lectores cultos, cuya formación literaria se reduzca a una sola literatura nacional. Todos somos lectores
de manifestaciones literarias de otras tradiciones culturales que, la mayor parte de las veces a través de
traducciones, han entrado a formar parte de nuestra cultura literaria. Este hecho es especialmente
significativo a la hora de reformular la definición de literatura comparada como comparación,
precisamente y como en numerosas ocasiones se ha dicho, porque la literatura comparada no compara:
"literatura comparada nada tiene que ver con la comparación literaria", afirma Adrian Marino1,
siguiendo en este caso a otros como Marius-François Guyard, quien años antes había afirmado que
“literatura comparada no es comparación2”. Incluso cuando la literatura comparada se ciñe a un mero
reflejo de influencias puntuales entre autores y obras, esta disciplina va mucho más allá. La historia de
la literatura se presenta como un primer grado o nivel en los estudios de literatura comparada; es la
materia base.

1
A. Marino, "Replantearse la literatura comparada", en D. Romero (ed.), Orientaciones en Literatura
comparada, Madrid, Arco/Libros, 1998, p. 41.
2
M.-F. Guyard, La literatura comparada, Barcelona, Vergara, 1957, p. 11.
Desde el ámbito de la crítica literaria tampoco es posible restringir el análisis puntual de
determinadas obras a casos aislados de práctica crítica, ya que de forma subyacente o de manera más
explícita se trata del cotejo de la metodología utilizada en cada ocasión. Y como no hay metodología
de análisis propia de cada obra si no es la percepción personal y a veces personalista de la experiencia
literaria, la crítica literaria también ha utilizado la comparación como base de su objetivo. A pesar de
ello, es indudable la deuda que la disciplina comparativa aplicada a la literatura tiene con la crítica
literaria, ya que ésta ha permitido que el conocimiento del hecho literario tenga un carácter de ciencia,
con una metodología precisa que se ha codificado a través del tiempo mediante diversas maneras de
acometer el análisis de obras concretas.
Por parte de la teoría de la literatura, constantemente atiende a la preceptiva dada, puesta siempre
de nuevo en tela de juicio. En muchas ocasiones remite a lo que se podría denominar poetica recepta,
que continuamente discutida vuelve en ocasiones a los orígenes. No es la herencia clásica, por poner
un ejemplo conocido, la base teórica de toda nueva escuela o concepción teórica de la literatura, pero
es incuestionable que en los albores del siglo XXI aportaciones substanciales como la aristotélica, la
horaciana o la hegeliana vuelven una y otra vez a ser centro de reelaboración para el hallazgo de
nuevas perspectivas del hecho literario, que sí es cambiante, mediante el análisis y el cotejo de su
funcionalidad adaptada a los nuevos caminos por los que discurre la praxis literaria.
Es importante recalcar el hecho de que la literatura está continuamente rescribiéndose,
circunstancia especialmente favorable al desarrollo de una literatura comparada. Como afirman René
Wellek y Austin Warren:

Hemos de poder referir una obra de arte a los valores de su época y de todos los periodos que le
han sucedido. Una obra de arte tiene tanto de “eterna” (es decir, conserva una cierta identidad) como
de “histórica” (o sea, varía con arreglo a un proceso que puede seguirse) 3.

Sin embargo, desde no hace mucho más de un siglo, aparecen estudios literarios que bajo un
novedoso enfoque se engloban en una nueva disciplina denominada en nuestro país literatura
comparada. La primera pregunta es obligada tanto para el estudioso de la literatura como para el lector
y a la que hemos de responder es qué tiene de específico la literatura comparada frente a las otras
disciplinas que comprenden la ciencia de la literatura.
Es evidente que si se la considera disciplina independiente, gracias principalmente a las
instituciones académicas, es porque su definición, objeto de estudio y finalidad son también o deben
ser específicos de la literatura comparada y por tanto diferentes a la definición, objeto de estudio y
finalidad de otras disciplinas insertas en lo que se ha denominado ciencia de la literatura. Es en este
hecho en el que tiene que sustentarse la defensa de la existencia, no por todos compartida, de la
literatura comparada como ciencia o disciplina que se basa principalmente en el análisis de la literatura
desde un punto de vista amplio, es decir, con perspectiva multidisciplinar, supranacional y sobre todo
paracultural, si es que se nos permite el uso de tal término para referirnos a un campo de estudio que
partiendo de la literatura abarca todas las manifestaciones de la cultura.
Es sabido que los estudios acerca de la literatura han sido en su mayor parte tratados con un
marcado carácter histórico mediante el cual la historia de la literatura constata la existencia de una
serie de autores y obras, seleccionados dentro del ámbito de una literatura nacional y explicados dentro
de una perspectiva diacrónica. De esta forma, el análisis sintético de la literatura ha tenido y tiene un
fuerte componente positivista que constata el devenir en el tiempo de una sucesión de épocas, periodos
y generaciones literarias en las que se sitúan los principales escritores y las obras. Y ese es también su
error, ya que una mirada a los índices de la mayoría de las historias de la literatura nacionales basta
para apreciar que generalmente sólo se reseñan aquellos autores y obras considerados fundamentales,
“canónicos”, olvidando que en toda literatura nacional existen otros que, bien por menos importantes o
estudiados o bien por menos influyentes, con o sin razón, no son incorporados a dichos manuales.
Debido a este hecho, la literatura comparada ha incorporado a su ámbito de estudio dos cuestiones: el
canon como concepto teórico y la canonización de obras y autores por un lado, y el análisis de la
literatura menor o géneros menores, por otro.

3
R. Wellek y A. Warren, Teoría literaria, Madrid, Gredos, 1993, p. 53
Junto a este tipo de estudios literarios, quizá superados en la actualidad pero muy necesarios para
el desarrollo de una ciencia literaria, podemos afirmar que uno de los grandes avances de la
investigación literaria actual tiene su razón de ser en la literatura comparada que, partiendo de
premisas decimonónicas ha desplegado todo un sistema, en muchos casos inédito, de conocimiento del
fenómeno literario. Es su mayor virtud en estos momentos y a nuestro juicio, la perspectiva
multidisciplinar, gracias a la cual la literatura comparada muestra logros difíciles de conseguir desde la
historia, la crítica y la teoría literarias por un lado, y desde la historia de las ideas y de otras facetas
humanas desde otro, consideradas de manera aislada. Es por todo ello por lo que se hace
imprescindible replantearse qué es y por dónde discurre la literatura comparada presentando sus
dificultades, que no son pocas, así como sus virtudes, desde planteamientos básicos de conocimiento
general de la disciplina.
Definir lo que es la literatura comparada no es tarea fácil, en primer lugar porque no posee una
definición unívoca y, en segundo lugar, porque en ocasiones comparte metodología con otras ramas
del saber humano, comenzando en el propio hecho de la comparación, ni mucho menos exclusivo de
esta disciplina, como anteriormente expusimos. Hablar de la existencia de una disciplina cuya
peculiaridad es la comparación frente a otras aproximaciones al fenómeno literario o al hecho cultural
es no especificar nada, puesto que todas las disciplinas y manifestaciones culturales, incluyendo en
lugar preferente la literatura, se han valido de la comparación.
Tal dificultad comienza de forma secundaria con un problema terminológico. Entre las muchas
opciones presentadas se ha propuesto hablar mejor que de literatura comparada, de "estudio cotejado
de las literaturas", que tampoco convence. Así pues, la imprecisión de la disciplina no hace sino
comenzar con el asunto del término. De hecho, y por poner un ejemplo, la revista Comparative
Literature afirma que la literatura comparada es un órgano de expresión de estudio de la literatura
desde un punto de vista internacional. Entiende la disciplina de manera amplia, de forma que se
aceptan trabajos de muchas y muy diferentes ramas de la investigación literaria, como son la
interrelación entre una o varias literaturas, la teoría de la literatura y la crítica literaria, los problemas
generales o específicos de géneros, periodos literarios, temas, autores y obras desde los primeros
tiempos hasta la actualidad. Ante este panorama es fácil comprender la enorme dificultad que entraña
la delimitación de una materia que en uno de sus órganos de expresión más significativos acepta
colaboraciones de tantos y tan variados temas relacionados con el hecho literario.
Conviene, pues, exponer en este punto de inicio alguna premisa sobre la que posteriormente
trabajar. Una de ellas atañe a la especificación de la disciplina, que consideramos que es un método de
análisis que transciende lo particular de los productos artísticos literarios -enlaza en este punto
directamente con una nueva formulación de la cuestión de la literariedad-, y se ocupa de la relación
que éstos guardan con otras facetas artísticas del hombre como son la pintura, la escultura, la música,
etc., y últimamente el cine 4.

4
Para un panorama general de las concepciones sobre la literatura comparada y sus objetivos, ver D. Villanueva, A.
Monegal y E. Bou (coords.), Sin fronteras. Ensayos de literatura comparada en homenaje a Claudio Guillén, Madrid, Santiago,
Barcelona, Castalia, Universidade de Santiago de Compostela, Universitat Pompeu Fabra, 1999; M. Schmeling, “Introducción:
Literatura general y comparada. Aspectos de una metodología comparatista”, en M. Schmeling (ed.), Teoría y praxis de la
literatura comparada, Barcelona-Caracas, Alfa, 1984, pp. 5-38; A. Nivelle, “¿Para qué sirve la literatura comparada?”, en M.
Schmeling (ed.), Teoría y praxis de la literatura comparada, cit., pp. 195-211; J. C. Poulet, “Histoire littéraire et littérature
comparée”, en M. Delcroix y F. Hallyn (eds.), Introduction aux études littéraires, París, Duculot, 1990. 2ª ed., pp. 228-240; C.
Pichois y A.-M. Rousseau, C. Pichois y A.-M. Rousseau, La littérature comparée, París, Armand Colin, 1967 (trad. esp., La
Literatura Comparada, Madrid, Gredos, 1969); J. Fletcher, “La crítica comparada. El acceso a través de la literatura comparada
y de la historia intelectual”, en M. Bradbury y D. Palmer (eds.), Crítica contemporánea, Madrid, Cátedra, 1974, pp. 127-155; C.
P. Brunel, C. Pichois y A.-M. Rousseau, Qu'est-ce que la littératura comparée, París, Armand Colin, 1983; F. Strich, “Literatura
universal e historia comparada de la literatura”, en VV. AA., Filosofía de la ciencia literaria, Madrid, Fondo de Cultura
Económica, 1984, pp. 453-474; C. Guillén, Literature as System. Essays towards the theory of literary history, Princeton,
Princeton University Press, 1971; C. Guillén, Entre lo uno y lo diverso. Introducción a la literatura comparada, Barcelona,
Crítica, 1985; C. Guillén, Teorías de la historia literaria, Madrid, Espasa-Calpe, 1989; C. Guillén, Múltiples moradas,
Barcelona, Tusquets, 1998; D. Villanueva, El polen de ideas, Barcelona, PPU, 1991, pp. 15-46, 271-364; D. Villanueva,
“Literatura comparada y Teoría de la literatura”, en D. Villanueva (coord.), Curso de Teoría de la Literatura, Madrid, Taurus,
1994, pp. 99-127; P. Brunel, “Introducción” a P. Brunel e Y. Chrevrel, Compendio de literatura comparada, Madrid, Siglo XXI,
1994, pp. 3-20; P. Brunel, “El hecho comparatista”, en P. Brunel e Y. Chrevrel, Compendio de literatura comparada, cit., pp.
21-50 y J.-L. Backès, “Poética comparada”, en P. Brunel e Y. Chrevrel, Compendio de literatura comparada, cit., pp. 51-70. El
manual de P. Brunel e Y. Chevrel incluye un apéndice bibliográfico relacionado con algunos de los aspectos más importantes de
la disciplina y es muy útil la obra de M. J. Vega Ramos y N. Carbonell, La literatura comparada: principios y métodos, Madrid,
Esta definición de la que partimos, exige precisar, por un lado, que entendemos la disciplina más
como un método de análisis que como una teoría, aunque en este trabajo nos centremos más en el
aspecto teórico de las cuestiones que deben ser tenidas en cuenta a la hora de desarrollar el método
comparatista. La literatura comparada no debe elaborar teorías, o convertirse en teoría, sino que
partiendo de unos principios teóricos básicos y necesarios, propone métodos de análisis de los
fenómenos literarios y culturales, formas en definitiva de aprender a valorar la literatura desde nuevas
perspectivas. Por otro lado, también conviene señalar que no es válido en literatura comparada
cualquier método de análisis, sino aquellos que, siguiendo las aportaciones clásicas y primeras de la
disciplina, operan traspasando fronteras lingüísticas, nacionales, temporales o espaciales para dar
cuenta de la universalidad de las manifestaciones y fenómenos literarios y sus artífices.
En este sentido se expresan algunos estudiosos de la materia al afirmar que no se puede ser
comparatista a no ser que el estudio se ocupe de más de una cultura nacional5. De acuerdo con esta
premisa, habría que eliminar del concepto de literatura comparada la supuesta internacionalidad de sus
enfoques y sustituirla, como ya hizo Claudio Guillén, por una supranacionalidad o incluso
universalidad, como más abajo analizamos.
Los orígenes teóricos de la literatura comparada se sitúan en el siglo XIX en Francia y Estados Unidos. La tardía
teorización del método comparativo con respecto a la literatura no ha impedido que a lo largo de toda la historia y crítica
literarias se haya procedido a establecer comparaciones entre las distintas manifestaciones literarias como método de análisis
y sobre todo como método de comprensión literaria. Dentro de la historia literaria, el cotejo entre los autores es práctica
común desde la Antigüedad: Homero y Virgilio o Terencio y Plauto, por poner dos ejemplos conocidos. También la crítica
literaria ha procedido desde sus orígenes a establecer comparaciones, especialmente en época romana y las interpretaciones
que se hicieron de los antecedentes griegos.
Además, la literatura comparada incluye en su estudio cuestiones que han sido y son básicas en
los manuales de historia de la literatura de un país como son las influencias y fuentes, la periodización
de la propia literatura e incluso la fortuna de una obra dentro y fuera de sus fronteras de recepción.
Dichas cuestiones y otras muchas, que han sido abordadas desde la historia y la crítica literarias, son
ahora objeto de estudio de una reciente disciplina, la literatura comparada, desde un punto de vista
internacional, general, supranacional o universal.
Una de las cuestiones más espinosas de estudio es precisamente el dilucidar qué es y qué no es la
literatura comparada, asunto en el que no hay unanimidad de criterios entre los distintos estudiosos de
la misma. Por una parte, existe una relación directa entre la literatura comparada y la Teoría de la
Literatura, ya que ésta última presta su instrumental teórico a una materia cuyo objetivo trasciende del
plano teórico para proceder a la comparación propiamente dicha.
Sin embargo, para realizar la comparación de dos o más elementos puestos frente a frente hace
falta una metodología de análisis que en la mayoría de los casos va a ser proporcionada por la Teoría y
la Crítica literarias. Son por tanto un primer punto de apoyo para la literatura comparada la teoría, la
crítica y la historia literarias en las que se basa. A pesar de ello, la literatura comparada ha creado en
ocasiones su propia metodología o la recibida la ha utilizado para objetivos nuevos y muy novedosos
que no han hecho sino contribuir al conocimiento de la literatura y en general del hecho literario.
Por otra parte, los dos países que inauguran la disciplina, Francia y Estados Unidos, consideran la
literatura comparada de diferente manera. La escuela francesa, con Paul Van Tieghem, Jean-Marie
Carré y Marius-François Guyard a la cabeza, opina que la literatura comparada es el estudio de las
relaciones espirituales internacionales, y la considera una rama de la historia de la literatura.
Entiende que el estudio de las relaciones espirituales internacionales de que se encarga la
literatura se manifiesta a través de "rapports de fait", relaciones de hecho o analogías. Considera,
además, la literatura comparada como una rama de la historia literaria que refiere "las
transformaciones que cada nación y cada autor han operado sobre sus préstamos" 6. Para la escuela
francesa, la literatura comparada no consiste en comparar, ya que "yuxtaponer o comparar dos o quizá
tres obras pertenecientes a literaturas distintas, no basta para acreditarse como comparatista. Hacer el
paralelo inevitable, de 1820 a 1830, entre Shakespeare y Racine, es cultivar la crítica o bien la
elocuencia; buscar lo que el dramaturgo inglés conoció de Montaigne y aquello que de Montaigne hizo

Gredos, 1998.
5
S.S. Prawer, "¿Qué es la literatura comparada?", en D. Romero (ed.), Orientaciones en Literatura comparada,
cit., p. 30.
6
J.-M. Carré, "Introducción", en M.-F. Guyard, La literatura comparada, cit., p. 8.
pasar a sus dramas, eso es literatura comparada" 7. Marius-François Guyard observa entonces la
literatura comparada como "la historia de las relaciones literarias internacionales". Para él, el
comparatista contempla y analiza los cambios de temas, de ideas, de libros o de sentimientos entre dos
o más literaturas y para ello se detiene en las fronteras, lingüísticas o nacionales.
Claude Pichois y André.-M. Rousseau apuntan también hacia una definición de literatura
comparada cuando interrogan: "¿De qué trata la literatura comparada? ¿De las relaciones literarias
entre dos, tres, cuatro dominios culturales, entre todas las literaturas del globo? Sin disputa alguna, tal
es hoy su terreno natural, su feudo" 8.
Las definiciones anteriores de comparatistas franceses mantienen en común la condición, sine qua
non, de traspasar las fronteras nacionales o lingüísticas para acometer el estudio comparativo de la
literatura, mientras que el comparatismo americano, con René Wellek a la cabeza, admite que la
literatura comparada puede ser también ejercida dentro de una misma literatura nacional.
Así, de diferente talante se presenta la comparatística americana, que entiende que la literatura
comparada es un paso previo para la literatura mundial. La escuela americana relaciona y asocia
inevitablemente la literatura comparada con la literatura general, ya que criticado y superado el
positivismo de la llamada hora francesa y su planteamiento de la literatura comparada basada en el
cotejo de obras o autores de dos o tres literaturas nacionales, tiende a desarrollar una literatura general
que abarque las literaturas existentes dentro de un planteamiento supranacional del ámbito literario:
"La demarcación artificial entre literatura comparada y la general debe abandonarse. Para cualquier
estudio de la literatura que trascienda los límites de una literatura nacional, el término literatura
comparada se ha convertido en término aceptado" 9.
En este sentido se manifiesta Claudio Guillén para el que la literatura comparada es "cierta
tendencia o rama de la investigación literaria que se ocupa del estudio sistemático de conjuntos
supranacionales […] Y digo supranacional, mejor que internacional, para subrayar que el punto de
arranque no lo constituyen las literaturas nacionales, ni las interpelaciones que hubo entre ellas" 10.
Dentro de las muchas definiciones que se han ofrecido de literatura comparada está la de Henry
H. Remak de 1979, para quien se trata de

un objeto de estudio de la literatura más allá de los confines de un solo país, y el estudio de las
relaciones entre la literatura y otras áreas de conocimiento y creencias, como las artes (por ejemplo, la
pintura, escultura, arquitectura, música), la filosofía, la historia, las ciencias sociales (verbigracia,
ciencia política, económica, sociológica), las ciencias experimentales, la religión, etc. En suma, es la
comparación de una literatura con otra u otras, y la comparación de la literatura con otras esferas de la
expresión humana 11.

La definición anterior, aunque muy difundida, es puesta en entredicho por críticos que consideran
que el punto de partida de la literatura comparada no lo constituyen las distintas literaturas nacionales,
sino la literatura misma con relación a un idioma y frente a las producciones en otros 12.
Dos planteamientos diferentes que no dejan de evidenciar la problemática a la hora de establecer
los límites de la materia que nos ocupa. La insistencia en las relaciones literarias basadas en las
"relaciones de hecho" que propugnan los representantes principales de la comparatística francesa
enlaza directamente con el tema de las influencias literarias y con el de la recepción. ¿Hasta qué punto
la influencia puede ser la base de estudio de toda una disciplina, la literatura comparada, cuando desde
la historia de la literatura se ha procedido desde siempre a establecer dichas influencias? Y por otro

7
M.-F. Guyard, La literatura comparada, cit., p. 11.
8
C. Pichois y A.-M. Rousseau, La literatura comparada, cit., p. 197.
9
R. Wellek, Conceptos de crítica literaria, Ediciones de la Biblioteca de la Universidad Central de Venezuela,
1968, p. 217.
10
C. Guillén, Entre lo uno y lo diverso. Introducción a la literatura comparada, Barcelona, Crítica 1985, pp. 13-
14.
11
H. Remak, "Literatura comparada: definición y función", en en Mª J. Vega y N. Carbonell (eds.), Literatura
comparada. Principios y métodos, Madrid, Gredos, 1998, p. 89.
12
D. Villanueva, "Literatura comparada y Teoría de la Literatura", en D. Villanueva (coord.), Curso de Teoría de
la Literatura, Madrid, Taurus, 1994, p. 106.
lado habría que señalar exactamente a qué nos referimos cuando hablamos de hechos en literatura
comparada.
Si bien es cierto que estos estudios se han localizado por lo general dentro de una literatura
nacional, no creemos que el análisis de las influencias pueda por sí sólo constituir el método y hasta el
objetivo de la literatura comparada. Por otro lado, la constatación de fenómenos de influencia literaria
en dos o más textos o autores añade poco o nada al conocimiento cotejado de la literatura, máxime
cuando en muchos casos la aparición de iguales o parecidos hechos literarios habría que atribuirlos a
similitud de contextos, a semejante sentir, e incluso en determinadas ocasiones, a la casualidad.
Además, la suma de fuentes e influencias no constituye la esencia de la obra literaria y por tanto
tampoco su núcleo. En este sentido se manifiesta Benedetto Croce, para el que los estudios de
literatura comparada basados en el rastreo de fuentes e influencias no sólo no ayudan a la comprensión
literaria, sino que son profundamente áridos 13. También René Wellek critica el estudio de los hechos
en literatura cuando advierte la similitud entre la historia y la crítica literaria: "Pero la verdadera
investigación literaria no se interesa por los hechos inertes, sino por los valores y las calidades. Es por
eso que no hay distinción alguna entre la historia y la crítica literaria. Hasta el problema más sencillo
de la historia literaria requiere un acto de crítica"14.
Por otra parte, y siguiendo con la problemática que presenta la delimitación de la literatura
comparada, los mismos elementos que propician los estudios comparativos de carácter supranacional
pueden evidenciar la necesidad de establecer una literatura general e incluso universal. Se hace por
ello un intento de definición y delimitación de la literatura nacional, literatura comparada, literatura
general y literatura universal -así enumeradas en orden ascendente-, con el objeto de aclarar la
confusión que se ha producido dentro de la literatura comparada al abarcar tanto estudios puntuales
como el intento de establecer una historia de la literatura de carácter supranacional.

La literatura nacional

La literatura nacional, base para la literatura comparada, tiene la problemática de establecer sus
límites. En principio y de acuerdo con autores como Ulrich Weisstein, es preferible la utilización de
límites lingüísticos que geográficos y/o político-históricos, ya que estos son excesivamente
cambiantes 15. Por otro lado, es un hecho la existencia de autores que escriben en dos lenguas
(Nabokov en ruso e inglés), en cuyo caso habría que decidirse por un criterio de lengua. Asimismo,
puede suceder que una lengua sea compartida por varias naciones (francocanadienses, o el grupo de
países cuya lengua es el inglés o el francés) o incluso que un país delimitado políticamente comparta
en su territorio más de una lengua (tres códigos lingüísticos en Suiza).
Lo más adecuado sería conjugar los criterios geográficos y políticos con los lingüísticos. A pesar
de ello, la característica principal, por ser primera de un texto, es la lengua en la que está escrita, por lo
que parece evidente la primacía del criterio lingüístico sobre el político. Independientemente de las
variaciones geopolíticas que sufra un determinado país, la lengua en la que está escrita una
determinada obra literaria no cambia. Diferente es la tradición cultural en la que se inserta
determinado escritor u obra, ya que junto al criterio de lengua habría que estudiar el cultural en cada
caso, máxime tratándose de escritores que por diversas circunstancias han desarrollado su actividad
creadora en más de un país o continente y, en ocasiones, en más de un código lingüístico 16.

Literatura general

De acuerdo con Paul Van Tieghem estaríamos ante investigación de literatura general cuando un
fenómeno literario sea observado en tres o más literaturas nacionales para dar una visión de conjunto
de tales fenómenos desde una perspectiva más abstracta, dejando para la literatura comparada las

13
B. Croce, " La literatura comparada", en Mª J. Vega y N. Carbonell (eds.), Literatura comparada. Principios y
métodos, cit., p. 33.
14
R. Wellek, Conceptos de crítica literaria, cit., p. 218.
15
U. Weisstein, Introducción a la literatura comparada, Barcelona, Planeta, 1975, p. 37.
16
C Guillén, Múltiples moradas. Ensayo de literatura comparada, Barcelona, Tusquets, 1998, pp. 299 y ss.
relaciones bipartitas o a lo máximo tripartitas 17. No compartimos dicha afirmación porque no es la
cuantificación resultado de la suma de literaturas nacionales en las que un mismo fenómeno es
observado lo que transforma los estudios de literatura comparada en literatura general; además si tres o
más literaturas se convierten en literatura general nos preguntamos en cuántas haría falta el
descubrimiento de un fenómeno literario para introducirnos en el terreno de la literatura universal.
Así pues, la literatura general en poco o nada se diferencia de la literatura comparada. Como
afirma René Wellek:

¿Por qué debía considerarse, pongamos por caso, la influencia de Walter Scott en Francia como
interés específico de la literatura comparada mientras que el estudio de la novela histórica durante la
época romántica se considera tema propio de la literatura general? ¿Por qué debemos establecer
distinciones entre un estudio de la influencia de Byron sobre Heine y un estudio del byronismo en
Alemania? El intento por reducir la literatura comparada al estudio del comercio exterior de las
literatura es, sin duda, infausto18.

La literatura general estudia aquellos elementos que, como la novela histórica a través de Walter
Scott o el análisis del petrarquismo (tanto si está centrado en el estudio del soneto en Europa desde
Petrarca, como si está planteado como comparación entre un soneto de Petrarca y otro de
Shakespeare), transcienden el ámbito de lo nacional, sin que exista una diferencia clara entre este tipo
de estudios literarios y los que en potencia pueda establecer la literatura comparada, ni siquiera en la
metodología utilizada para abordar cada uno de ellos.
En origen, la denominación de literatura general fue empleada en el sentido de poética o teoría de
la literatura, apuntando con ello su carácter teórico. Con Paul Van Tieghem se establece la
diferenciación entre literatura comparada y literatura general antes apuntada y con la comparatística
americana se rompe dicha diferenciación y se equiparan ambas tendencias de la investigación literaria.
Una distinción clara entre la literatura comparada y la general es la expuesta por R. A. Sayce,
quien define la literatura general como "el estudio de la literatura que no presta atención a las fronteras
lingüísticas", mientras que la literatura comparada es "el estudio de las relaciones entre las literaturas
nacionales" 19. A pesar de la diferenciación entre los distintos enfoques de investigación literaria, estas
definiciones nos llevarían de nuevo a replantearnos qué es una literatura nacional y qué límites la
definen, volviendo al punto de partida.

La literatura universal

En cuanto a la literatura universal, así enunciada y sin más explicaciones, es excesivamente


amplia para poder definirla unívocamente. La expresión literatura universal parte de Goethe cuando en
1827 y con motivo de una reseña elaborada para la adaptación francesa de su Tasso, apuntó el término
Weltliteratur (literatura mundial, universal): "Está cercana la época de una literatura universal y cada
uno de nosotros debe contribuir a formarla". Con esta definición Goethe no pensaba en una literatura
universal suma de todas las existentes en el mundo, sino en la posibilidad de una época en la que todas
las literaturas se fundieran en una. Sin embargo Meltzl, húngaro discípulo de Goethe, hablaba de
Weltliteratur para acomodarlo a un compendio de lenguas de civilización: alemán, inglés, español,
holandés, húngaro, islandés, italiano, portugués, sueco y francés.
Sin embargo, esta gran síntesis sería de todo punto imposible de realizar porque implicaría en
cierto modo renunciar a la individualidad que poseen cada una de las literaturas nacionales y porque
sería un trabajo hiperbólico. Se trataría entonces de intentar conocer tradiciones literarias diferentes a

17
P. Van Tieghem, "La literatura general", en Mª J. Vega y N. Carbonell (eds.), Literatura comparada. Principios
y métodos, cit., pp. 63-67.
18
R. Wellek, Conceptos de crítica literaria, cit., p. 212. Véase también R. Wellek y A. Warren, Teoría literaria,
Madrid, Gredos, 1993, p. 61: "La literatura "comparada" y la literatura "general" se funden inevitablemente.
Acaso lo mejor fuera hablar simplemente de literatura".
19
R. A. Sayce, Yerboork of Comparative and General Literature, XV, 1966, p. 63.
la propia, de la apertura a obras escritas en otros países y en otras lenguas, mirando cada vez más
fuera de Europa 20.
Es importante señalar la formación de Goethe desde su juventud para entender su propuesta de
Weltliteratur. Nacido en Frankfurt en una familia de la alta burguesía, pronto tiene contacto con la
lengua y cultura francesas, al alojarse en su casa, en 1759, un oficial francés de ocupación. En 1765 va
a estudiar leyes a Leipzig, y en 1770 continúa sus estudios en Estrasburgo, donde descubre a
Shakespeare. En 1775 va a vivir en Weimar y en 1786 emprende durante dos años un viaje por Italia.
Este contacto con más de un país es vivido por muchos de los representantes del primer
comparativismo. De formación plurinacional son, por ejemplo, Betz, Baldensperger, Curtius, Farinelli
y Carré. Estos contactos y viajes proporcionan al escritor una formación cultural amplia y
plurilingüísta que le lleva a proponer la idea de una espiritualidad común a través de la manifestación
literaria. Se interesa por las condiciones en las que surge el cosmopolitismo en literatura, por los
intermediarios entre los libros e ideas: viajeros, traductores, exiliados, círculos literarios, etc.
Para Goethe, la poesía es un patrimonio de la humanidad que se manifiesta en todas las partes y
lugares. El inicio sería una literatura nacional pero no nacionalista, que se vería favorecida por el
incremento de las relaciones internacionales. Está especialmente interesado en las traducciones (la de
Schiller al inglés o las versiones francesas de Fausto) porque ayudan a un diálogo de literaturas, todo
ello favorecido por los avances técnicos y las relaciones económicas.
Posteriormente, la literatura universal se ha interpretado de diferentes maneras. Una de las más
extendidas es aquella que entiende la literatura universal como el conjunto de las obras más
destacables (Great Books), aquellas que han ampliado su fama por el mundo y en las que dicha fortuna
está todavía hoy vigente; se trataría en definitiva de los grandes clásicos.
Sin embargo, hay que advertir que Dante, Shakespeare o Cervantes, aunque hoy sean de acceso
mayoritario incluso a través de muy bajo precio (colecciones de quiosco de las grandes obras de la
literatura universal a dos euros el volumen), no han sido considerados clásicos hasta bien entrado en
siglo XIX. Además, no hay que olvidar que hasta hace no muchas décadas era imposible encontrar un
número significativo de italianos que hubiera leído la Divina comedia 21, o que están ausentes en esta
lista de grandes clásicos obras pertenecientes a autores holandeses o nórdicos, por poner un ejemplo, y
mucho menos asiáticos o africanos. Por otro lado, y con relación a estos grandes clásicos, hay que
preguntarse quién y mediante qué criterios establece que una determinada obra merece la
denominación de clásico, sobre todo cuando es posible comprobar que para los lectores de algunos
países es clásico un texto literario que no lo es para los de otros.
Más recientemente se han hecho otras propuestas. Para Claudio Guillén la Weltliteratur o
literatura del mundo tiene tres significaciones o hace alusión a tres cuestiones diferentes. En primer
lugar, trataría de la disponibilidad de unos poetas y de unas poesías que pueden ser del mundo, para
todo el mundo, que están a disposición de un número creciente de lectores en todo el mundo sin
atender a la limitación de las literaturas nacionales; en segundo lugar, aludiría a aquellas obras que han
ido y han venido por el mundo a través de las traducciones o de los estudios de recepción que han
facilitado su tránsito. Este grupo se acerca a los estudios franceses de literatura comparada. Y
finalmente, se referiría a poemas que reflejan el mundo, que hablan de lo más profundo de la
experiencia humana. Esta tercera acepción, de carácter supranacional frente al internacional de las dos
primeras, se centra en obras que reflejan mejor que otras los sentimientos o experiencias comunes a
todos los hombres. En este sentido nos parece muy interesante el constatar que los sentimientos
expresados en determinadas obras literarias son o pueden ser universales sin que por ello se pierda el
carácter original en la expresión de ese sentimiento o vivencia común; se trata, en definitiva, de situar
el texto entre lo uno y lo diverso.
Al hablar de literatura universal otros proponen en primer lugar cambiar la expresión por la de
"Historia literaria universal" o "Ciencia literaria universal". Sin embargo, enseguida admite la
confusión del contenido y del significado que se pueda esconder tras el enunciado literatura universal

20
S. S. Prawer, "¿Qué es la literatura comparada?, en Dolores Romero (coord.), Orientaciones en literatura
comparada, cit., pp. 24-25.
21
C. Guillén, Entre lo uno y lo diverso, cit., pp. 56-57.
porque no tiene igual sentido para cada persona que lo utiliza 22. Parece incluir todas y cada una de las
literaturas nacionales existentes en el mundo, para lo cual habría que definir qué es literatura y qué es
mundo.
Por literatura cabría entender "todo lo que aparece redactado bajo una forma artística y requiere
como algo intrínsecamente necesario la forma del lenguaje artístico”23. No vamos a detenernos en el
carácter parcial, ya ampliamente superado, de esta definición de literatura. Nos interesa sobre todo el
término universal aplicado a la literatura, pues piensa generalmente en Europa y confunde lo universal
con lo europeo, ya que Europa representa una unidad cultural coherente y cerrada a pesar de las
muchas diferencias existentes, basada en paralelismos y principios supranacionales. Por ejemplo, El
estilo del renacimiento, al igual que el del Barroco, clasicismo o romanticismo se dan prácticamente
en todos los países europeos, sin ser exclusivos de ninguna literatura nacional europea.
Sin embargo, y si queremos ser honestos a la hora de delimitar esta disciplina, estaríamos ante lo
universal cuando conscientemente se trasciende del ámbito europeo para abarcar otras literaturas no
pertenecientes a la literatura europea24. En este sentido se trataría de un estudio cuyo objeto es la
literatura en su totalidad, no focalizado en unas cuantas literaturas nacionales, y que utilice un amplio
ángulo de visión.

La literatura comparada

Carlos García Gual con gran acierto ve en la literatura comparada "más un método de enfocar lo
literario y una actividad que un conjunto bien esquematizado de reglas" 25. Y hemos resaltado nuestra
afinidad con él porque entendemos la literatura comparada como un método de análisis literario que en
principio no posee diferente metodología expuesta en reglas, sino, y en todo caso, diferente y más
amplio objetivo, hecho que no lleva sino a un mejor y más extenso conocimiento del fenómeno
literario.
La literatura comparada mantiene una relación cercana y amplía la ciencia de la literatura. Ésta,
como se sabe, está formada por tres elementos: historia de la literatura, que estudia el origen y
evolución de la literatura (estudio diacrónico, histórico); crítica literaria, que estudia la valoración de
la historia literaria (estudio sincrónico); y, teoría de la literatura, que abarca el estudio de los principios
de lo literario 26.
La historia literaria se yergue como disciplina en los últimos años del siglo XVIII y se consolida
en el siglo XIX con el positivismo y el surgimiento de la periodización, del estudio de las corrientes,
influencias, etc. La valoración de las obras y la selección de las mismas es tarea de la crítica literaria,
que se desarrolla desde los griegos (que la denominaron "Kriticós"), y que aparecía fundida con la
gramática. Y la teoría de la literatura estudia los principios y criterios de la literatura de manera
abstracta y general, y por supuesto teórica.
Basándose en la distinción entre historia, crítica y teoría literarias establecida por René Wellek,
Ulrich Weisstein propone dividir la literatura comparada en tres sectores: historia de la literatura
comparada, crítica literaria comparada y teoría de la literatura comparada; es decir, propone la
ampliación a una ciencia de la literatura comparada. De esta forma, no sólo sería válido establecer la
comparación entre autores y obras estudiados en la historia de la literatura (Edipo rey frente a Hamlet),
sino también las establecidas por críticos y teóricos literarios. Este enfoque comparado de la crítica y

22
F. Strich, "Literatura universal e historia comparada de la literatura", en Filosofía de la ciencia literaria,
Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1984
23
Ibid., p. 455.
24
F. Strich, "Literatura universal e historia comparada de la literatura", en Filosofía de la ciencia literaria, cit.,
pp. 454-455.
25
C. García Gual, "Breve presentación", en 1616. Revista de la Sociedad Española de Literatura General y
Comparada, IX, 1995, pp. 7-8.
26
R. Wellek y A. Warren, Teoría literaria, cit. pp. 48-49.
de la teoría literarias ha sido practicado desde siempre, con las continuas reelaboraciones que de la
preceptiva clásica han tenido lugar, por ejemplo, durante el Renacimiento27.
Esta última ampliación es la que resulta más operativa en las aportaciones diversas de
investigación literaria, especialmente en el campo de la crítica y teoría literarias comparadas, ya que a
la vez que complementa a éstas, es más esclarecedora en el conocimiento y análisis de la obra literaria.
El descubrimiento de los valores de una obra de literatura pasa por el análisis individual de la misma,
pero también por las sucesivas generaciones de críticos que se han enfrentado a ella y han desvelado
sus diferentes posibilidades.
Desde el ámbito de la poética, nos parece sumamente útil el someter a comparación la diferente
asimilación que han tenido y tienen los principios y criterios que rigen lo literario para una más
completa visión de los mismos, así como de los teóricos y movimientos que los han acometido. El
enfoque supranacional o el hablar simplemente de literatura, como preconiza Claudio Guillén, liga
inevitablemente la literatura comparada a la Teoría de la Literatura.
Aparte de la dificultad que estamos viendo a la hora de definir literatura nacional, comparada,
general y universal, ya desde sus orígenes en el siglo XIX la literatura comparada ha tenido un serio
problema terminológico. La comparación ha sido practicada por todas las ciencias y en todo momento,
además el participio "comparada" añadido al sustantivo literatura no aclara nada de la individualidad
del método y objeto de la disciplina frente a otras. También la literatura nacional se vale forzosamente
de la comparación, aunque necesite de otros métodos de análisis como el filológico y el histórico; toda
explicación y exposición de una literatura nacional se basa en una parte importante en el cotejo 28.
La expresión literatura comparada lleva a pensar rápidamente con qué se compara la literatura, ya
que bajo este enunciado han tenido y tienen cabida estudios de muy diversa índole: relaciones entre
dos o más literaturas, estudio de las literaturas orales, relación de la literatura con las demás artes, etc.
El término pasivo "comparada" es el que se designa a la disciplina en los idiomas románicos: francés
(littérature comparée), italiano (litteratura comparata), portugués (literatura comparada), español
(literatura comparada) 29.
Hemos visto que la definición, la delimitación y la terminología de la literatura comparada frente
a la nacional, general y universal es verdaderamente difusa. No obstante, ello no nos lleva en ningún
caso a negar la existencia de la literatura comparada como disciplina de reciente creación, que tiene
inmensas posibilidades de realización y que, sin lugar a dudas, ayuda a un mayor conocimiento de las
obras concretas que poco a poco han sido abandonadas en los estudios de crítica y teoría de la
literatura a favor de una mayor abstracción en la investigación literaria.
Aun admitiendo la imposibilidad actual de dotar a la literatura comparada de una metodología
propia en todos y cada uno de los campos de investigación en los que interviene, sí atiende a
cuestiones relativas a la influencia, las fuentes, los temas, los géneros, la periodización y la relación de
la literatura y las demás artes como objetivos fundamentales de su campo de estudio, desde una
perspectiva que si bien en muchos casos no es nueva, sí lo es al menos en su utilización y objetivos.
Dentro de las posibilidades de análisis de la literatura, abiertas a partir de las teorías expuestas, en
la actualidad se está produciendo una ampliación del objeto y metodología de estudio en el campo de
la literatura comparada verdaderamente interesantes. En primer lugar, la aplicación del nuevo
paradigma en los métodos de literatura comparada y por otro lado, aunque unido a éste, la ampliación
del campo de estudio a la reformulación del concepto de literariedad.
El nuevo paradigma surge de la necesidad de dotar a la literatura comparada de una nueva
metodología diferente de la propiciada por los representantes de la escuela francesa y su énfasis en las
relaciones binarias basadas en el estudio de las "relaciones de hecho", incapaces de dar cuenta del
componente estético de la obra literaria. Este nuevo paradigma está estrechamente relacionado con las

27
U. Weisstein, Introducción a la literatura comparada, cit., pp. 35-36.
28
F. Strich, "Literatura universal e historia comparada de la literatura", en Filosofía de la ciencia literaria, cit., p.
453.
29
No apuntamos aquí los estudios acerca del problema terminológico de la acepción literatura comparada
porque prácticamente todos los estudiosos de disciplina aluden a dicho problema; sólo remitimos al estudio
del concepto de comparatismo apuntado por J. García Gabalón, por ser reciente y novedoso:
"Comparatismo/Comparado: Marbete disciplinario", en Estudios de Lingüística, Universidad de Alicante, 1996-
1997, pp.149-161.
aportaciones inmanentistas al estudio de la literatura surgidas en las primeras décadas de este siglo
como el Formalismo ruso y el estructuralismo del Círculo lingüístico de Praga, y con las teorías de
Durísin y su establecimiento de una tipología sistemática de las relaciones literarias en la que las
relaciones tipológicas eliminan la noción de influencia30.
El nuevo paradigma se basa en las relaciones meta-textuales a través de las transformaciones de
los textos dentro de sistemas literarios. Con ello se pasa del análisis de las relaciones entre obras y
autores concretos –base del modelo antiguo-, al análisis de las relaciones entre sistemas y subsistemas
literarios y las normas que los rigen. A partir de aquí se podría decidir y analizar la existencia de
desarrollos de sistemas literarios análogos pero independientes. De este modo, la literatura comparada
centraría su metodología en el estudio de las estructuras con el objetivo no sólo de describir, sino
también de interpretar y valorar los objetos estéticos que constituyen la literatura31.
Además, la aplicación de nuevo paradigma une la literatura comparada a la Teoría de la Literatura
y reactiva el concepto de literariedad. El reconocimiento por parte de un grupo de lectores de la
existencia de un texto cuya principal característica es estar dotado de especificidad estética, es decir,
un texto que posee la característica de literariedad frente a otros que no son reconocidos como tales,
constituye el primer ejercicio de la labor comparatística. La literariedad enlaza la esencia del texto con
su constitución formal y ficcional, con todos aquellos elementos que propician el reconocimiento de la
especificidad literaria frente a otros tipos de productos artísticos y frente aquellos carentes de dicha
especificidad.
Consideramos que en este entorno tiene sentido la ampliación de la literatura comparada hacia
una posible poética comparada, hacia el cotejo mediante diferenciación o analogía de las bases teóricas
sobre las que se asientan la creación y producción literarias. Esta ampliación no olvida el componente
histórico de la literatura, puesto que la aproximación a los textos implica siempre un proceso histórico
que no se puede obviar, pero tiene la ventaja de superar las fronteras nacionales, internacionales,
supranacionales para aproximarse a los sistemas literarios y a las bases que los rigen con la idea
repetida aunque muchas veces olvidada, de que la literatura comparada no sólo es comparada, sino que
también es literatura.
Otros autores han venido insistiendo en nuestro país en la necesidad de consolidar los estudios de
Literatura Comparada. En opinión de Darío Villanueva, como ya hemos visto, los estudios literarios
resultan de la convivencia y la colaboración de cuatro disciplinas: la Poética o Teoría de la literatura, la
Crítica literaria, la Historia literaria y la Literatura comparada32. Darío Villanueva, haciendo suyos los
planteamientos de Claudio Guillén, más que una Literatura universal o general, defiende un método
comparativo supranacional capaz de explicar las tensiones entre lo particular y lo general.
En cuanto a las características que ha de cumplir el comparatista, Darío Villanueva advierte que no
deja de presentar ciertos componentes utópicos, debidos a la vastedad del campo que abarca y las
limitaciones humanas. Claude Pichois y André-M. Rousseau habían considerado en su Literatura
comparada, de 1967, que el comparatista poseyera un marcado sentido histórico general y literario,
amplios conocimientos sobre la literatura de distintos países, la capacidad de leer diferentes lenguas y
conocimiento de las fuentes bibliográficas, siendo además preferible que tuviera estudios en el extranjero
y una familia cosmopolita33. Algunas personas, por su procedencia y circunstancias familiares, están
especialmente dotadas para el comparatismo, y lo mismo ocurre con ciertas comunidades, como Suiza, en
las que conviven hasta cuatro culturas diferenciadas (retorrománica, italiana, francesa y alemana)34. En

30
P. Swiggers, "Innovación metodológica en el estudio comparativo de la literatura", en Dolores Romero
(coord.), Orientaciones en literatura comparada, cit., pp. 139-148. Para la explicación del nuevo paradigma
véase D.W. Fokkema, "La literatura comparada y el nuevo paradigma", en Mª J. Vega y N. Carbonell (eds.),
Literatura comparada. Principios y métodos, cit., pp. 100-113.
31
A. Marino, "Replantearse la literatura comparada", en Dolores Romero (coord.), Orientaciones en literatura
comparada, cit., pp. 37-85.
32
D. Villanueva, “Literatura comparada y Teoría de la Literatura”, cit., pp. 99-100.
33
C. Pichois y A.-M. Rousseau, La littérature comparée, cit., p. 203.
34
Algo parecido sucede en España, donde la existencia de cuatro lenguas vernáculas, a juicio de Villanueva, “no deja de
ser un elemento favorecedor de que el comparatismo cobre entre nosostros una presencia no sólo institucional, sino también
arraigada en el humus intelectual del que las universidades y los centros de investigación se nutren. Ello no quiere decir, sin
embargo, que la tarea de esta disciplina se reduzca entre nosotros a comparar las literaturas en euskera, catalán, gallego y
castellano entre sí, prescindiendo de esa dimensión transnacional sin la que no cabe un auténtico comparatismo” (D. Villanueva,
relación con este tema se encuentra el propio multilingüismo de ciertos autores literarios que han escrito su
obra en dos o más idiomas, como Ramón Llull (catalán, latín, árabe y provenzal), Fernando Pessoa
(portugués -”a minha patria é a lingua portuguesa”- e inglés) o muchos de los autores hispanoamericanos
que escriben o escribieron prácticamente toda su producción literaria fuera de su país, como Borges,
Cortázar, Fuentes o Cabrera Infante, que llegan a adoptar no sólo la lengua sino la cultura de otros países.
En definitiva, lo ideal sería que el comparatista conociera distintas lenguas y literaturas, aunque, en su
defecto, las traducciones pueden sustituir en parte dicho conocimiento, como ha ocurrido a lo largo de la
historia a tantos lectores y autores literarios.

“Literatura Comparada y Teoría de la Literatura”, cit., p. 109).


Textos

Si la comparación es un método universal, conocido desde tiempo atrás, común a todas las ciencias,
etc., ¿por qué definir y bautizar incluso a la "nueva" disciplina con un término tan viejo, tan gastado,
tan poco específico? […] La literatura comparada nada tiene que ver con la comparación literaria, lo
cual constituye aparentemente una paradoja en toda regla. […] O se encuentra otro término mejor (se
ha apuntado, por ejemplo, el de "análisis cotejado de las literaturas"), o habrá que dotar de otro
contenido –más exacto y, en cualquier caso, más preciso- al viejo término obsoleto, pero acuñado por
el uso.
La tradición historicista se hace notar en ella con toda fuerza. Ya desde sus comienzos, la
literatura comparada se planteaba como disciplina histórica, como rama de la historia de la literatura.
[…] Esta formulación vuelve a aparecer casi palabra por palabra: "La literatura comparada es una
rama de la historia de la literatura". Apresurémonos a dejar claro que, en esta acepción, la "historia de
la literatura" sólo significa el estudio genético, factual, estrictamente documental, de la literatura como
institución cultural; no el estudio de las estructuras y los valores, sino sólo el de los hechos: biografía,
circulación de los temas, influencias, fortuna, etc.
No nos cabe la menor duda de que la razón de ser de la literatura comparada es esencialmente el
estudio de las obras de las distintas literaturas "en cuanto a sus relaciones recíprocas". Se trata de las
relaciones por contacto, por interferencia, por circulación, causales en cualquier caso, entre dos o más
literaturas nacionales. Ya tenemos lo que buscábamos: la literatura comparada "es el estudio de las
relaciones espirituales internacionales, de las relaciones de hecho que existieron entre Byron y Puskin,
Goethe y Carlyle, etc." Definición indiscutible y obligadamente necesaria, desde luego, y que tiene
todavía muchos adeptos.

(Adrian Marino, "Replantearse la literatura comparada", en D. Romero (ed.), Orientaciones en Literatura Comparada).

En los últimos años ha emergido con fuerza el “nuevo paradigma” de la literatura comparada. Se
trata, en síntesis, de un intento por abandonar la relación genética causal para justificar cualquier
prospección comparatista, y de atenerse a lo dado, a los hechos en sí. Siempre que en dos literaturas
distintas, o en una literatura y otro orden artístico, ya sea plástico o musical, sin que haya mediado una
relación de dependencia de una de las partes hacia la otra, aparezca un mismo fenómeno en cualquier
plano en el que nos situemos, entonces siempre asonará un elemento teórico fundamental, es decir, una
invariante de la literatura. La inmediata consecuencia de tal enfoque es la vinculación, si no exclusiva
al menos preferente, de la literatura comparada con la teoría de la literatura, sobre el supuesto, tal y
como destaca D. W. Fokkema, de que sus objetos de estudio son idénticos. Más aun, el marchamo
comparatista puede corregir los excesos inmanentistas, ahistoricistas, en que incurrieron ciertas
escuelas teóricas, mientras que éstas, articuladas en un sentido pluralista e integrador, contribuirán a
paliar lo endeble de las bases metodológicas de comparatismo.

(Dario Villanueva, “Literatura comparada y Teoría de la Literatura”, en Curso de Teoría de la Literatura, Madrid, Taurus,
1994, p. 113).

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