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EL GRAN DEBATE

“The Great Debaters”, la erudición de la frase como mecanismo de


cotejo.

Cinelogía y cinericia
Antes de empezar con el post debo de informar a los lectores que esta segunda
película que dirige Denzel Washington no fue estrenada en nuestro país. Ignoro las
razones, pero las imagino. Junto al grupo de amigos más cercano se decidió que
se hiciera este comentario casi articular. Pamela Rizo Patrón y Marco Antonio
Berckemeyer se encargaron de sacarle 50 copias al DVD original y repartirlas.
Lamentamos no hacerlo con todos. Ojala que este film se estrene en Lima y
provincias aunque es poco probable. Agradezco a Pame y Marco Antonio. Pues
bien, se han hecho muchísimas versiones de films que están referidos a la
segregación racial contra los negros, en las cuales el factor predominante es la
presencia de la violencia extrema que acorrala a la legítima protesta, y busca
destruirla. Esa infecta palabra, llamada discriminación, la podemos relacionar con
muchas otras impropias como asesinato, crueldad, frialdad, indiferencia, odio,
irracionalidad etc. Las minorías son discriminadas por ser pequeñas en cantidad.
¿¿Que pasaría si, por ejemplo, la mayoría de las personas fueran negras y el resto
blancos?? Obviamente los roles cambiarían, lo que indica claramente que los
negros son discriminados sólo por ser una minoría, y no por ser inferiores. Hemos
registrado muchos casos de organizaciones formadas para luchar contra personas
de otras razas. Conocido es el caso del “Ku Klux Klan”, organización terrorista
secreta creada en los estados sureños de los EEUU en 1865, por seis antiguos
oficiales del ejército confederado. Los miembros del “Klan” creían en la inferioridad
innata de los negros, y por tanto estaban resentidos por ver a antiguos esclavos en
condiciones de igualdad social, a menudo accediendo a cargos de importancia
política, por lo que se convirtió en una organización ilegal comprometida a luchar
contra los derechos más elementales de los negros afro-americanos. Vestidos con
prominentes túnicas y ocultando sus rostros con capirotes blancos, los hombres del
“Klan” actuaron sin control alguno contra los negros en general. Eran capaces de
azotar, mutilar y asesinar a sus víctimas. Las revelaciones en la prensa de los
crímenes y coacciones cometidas por el “Klan” condujeron a una investigación por
parte del congreso de los EEUU en 1921. Desde ese año, el “Klan” experimentó un
rápido incremento de sus miembros, su influencia política abarcó todo el país,
alcanzando la cifra de tres millones de miembros en 1924. Con la entrada de los
EEUU en la II Guerra Mundial, redujo sus actividades. Ya no solo los negros tenían
que ir a morir por la patria sino que los blancos gozaban también tenían que hacer
lo mismo. En 1944 se disolvieron formalmente, cuando no pudieron pagar los
impuestos que debían al gobierno federal. Es decir, se auto discriminaron
financieramente, hecho por demás curioso. El resurgimiento de sus actividades
después de la guerra despertó un sentimiento público masivo de rechazo y el “Klan”
se concentró en algunos grupúsculos.Dentro de este acápite histórico, también surge el
“apartheid” sudafricano. El término significa “separación” y describe la división racial entre la
minoría blanca gobernante y la mayoría no blanca. La legislación del “apartheid” clasificaba a la
población en tres grupos raciales: blancos, bantúes o negros y mestizos. Posteriormente se
añadieron los indios y paquistaníes como una cuarta categoría. Se fijaban los lugares de
asentamiento de cada grupo, los trabajos que podían realizar y el tipo de educación que podían
recibir. También prohibía casi cualquier tipo de contacto social entre las diferentes razas,
autorizaba las instalaciones públicas separadas, como limitar determinadas playas al uso de
blancos, y se prohibía la participación de los no blancos en el gobierno del Estado. Las personas
que se oponían al “apartheid” eran consideradas comunistas. Nelson Mandela –como
observamos en el film Invictus- fue el verdadero propulsor de la lucha antirracista contra el
gobierno, y pagó con muchos años de cautiverio su atrevimiento. Salió de la cárcel y fue
presidente electo de Sudáfrica. Aunque en la actualidad aún persisten mínimamente estos
defectos cerebrales de los hombres, podemos afirmar que la humanidad se mueve en otra
dirección, no menos violenta como la globalización, pero que afirma la libre competencia, el libre
pensamiento y la libre expresión como parte de su filosofía.

Es este complejo concepto el que desarrolla Washington como mensaje de fondo


de su película. Nos expone con firmeza que la perspicacia se impone sobre la
violencia, que el aplicado discurso apaga por siempre el fuego envolvente del odio
y del rencor, que lo superior y lo inferior se acopien en el mismo nivel donde siempre
debieron estar, a través del dialogo, la tolerancia y la sabiduría más plena,
antagónica de una descarnada lucha por la igualdad de oportunidades de los negros
de ése entonces no resuelta con el poderío de las armas convencionales sino por
aquellas que destruye cualquier tipo de conflicto, vale decir, con ideales y axiomas
profundos como la frase o palabra culta. Por eso, The Great Debaters es una
película modelo, en donde la enseñanza vence con holgura a la trama y al plano
secuencia, el inspirador ejemplo se alza majestuoso ante lo bello y pudiente de la
fotografía y donde la fértil moraleja perdura sobre la dirección, musicalización y el
egotismo interpretativo. Un toque mágico, personalísimo, y muy estilizado que le
imprime Washington y que se separa del relato sobre la discriminación manchadas
con sangre. Casi siete años después de haber dirigido su ópera prima Antwone
Fisher, Denzel Washington regresa a situarse detrás de cámaras. Este film, escrito
por Robert Eisele, está basado en un drama de la vida real, y nos narra la historia
del poeta negro Melvin B. Tolson, profesor de inglés, literatura e historia afro-
americana de la Universidad de Wiley, una pequeña casa de estudios para negros
que, en 1935, convenció a un grupo de estudiantes a formar el primer equipo de
debate, el cual se enfrentó a otras universidades afro-americanas derrotándolas sin
atenuantes, pero que tuvo la virtud de ser la primera en medirse con el destacado
grupo de polemistas anglosajones pertenecientes a la famosa Universidad del Sur
de California, por el campeonato nacional estatal. Washington no solo dirige el film
sino que también interpreta a Tolson, acompañado en el reparto junto a Forest
Wihtaker, su pequeño hijo Denzel Whitaker, la bellísima Jurnee Smolleh, y los
actores Nate Parker y Jermaine Williams. El actor ganador de dos Oscares, uno
por Glory de Edward Zwicky y el otro en una formidable interpretación en Training
Days de Antoine Fuqua, firmó el contrato para actuar en esta película no por
expreso pedido de la co-productora y lideresa televisiva Oprah Winfrey, ni de los
famosos hermanos Wainstein, productores generales. Lennis, la madre de Denzel,
así como Miriam, la madre de los Weinstein, fueron quienes pudieron convencerlo
para que actuase. Washington accedió ya que la compañía productora aumentó el
presupuesto, y mejoró las condiciones para una mejor realización. La anterior
experiencia de Washington como director donde también terminó actuando no tuvo
los resultados esperados. Esta vez Washington dosificó adecuadamente los
tiempos, y logró un film emotivo, de gran contenido educativo y entretenido. Fue un
homenaje a un verdadero intelectual de la cultura norteamericana y nadie mejor que
los dos más renombrados y reconocidos actores negros de Hollywood, Washington
y Whitaker, tenían que estar en ella. Al final del post se hace una semblanza de
Melvin Beaunorus Tolson. Tolson llegó a Marshall, Texas en 1924 para enseñar inglés en
la Universidad de Wiley. Pensaba que la administración de Wiley iba a ser grata con él por su
contribución y logros en el desarrollo de la misma, no estando en sus planes abandonarla, pero
como todo hombre de bien se equivocó. Luego de casi 20 años de intenso trabajo, renunció a
Wiley para integrarse a un puesto similar en la Universidad de Langston en Oklahoma. Al
margen de su obra literaria y poética, el hecho que Tolson logró ser elegido alcalde de la ciudad
de Langston entre 1954 y 1960, pudo haber pasado a la historia como su gran logro en el
ejercicio público, de no haber sido por la afro-americana más famosa de los EEUU, Oprah
Winfrey, el productor Harvey Weinstein y Denzel Washington. Con el estreno del film, el
mismísimo 25 de Diciembre de 2007, Tolson es ahora inmortalizado para siempre como uno de
los más prestigiosos impulsores de los más grandes debates inter-universitarios en la historia
académica norteamericana, luego de las competiciones deportivas. Debido a su padre y a la
relación de éste con la comunidad negra de la Iglesia metodista episcopal, Tolson fue capaz de
obtener un puesto como docente en la Universidad de Wiley. Pero esa no fue la única razón
para establecerse en Wiley. El motivo principal, que fue explicado en un documento de
investigación del historiador Gail K. Beil: Melvin Tolson hijo, señala que su padre fue atraído por
Wiley ya que éste era un centro de estudios reconocido en Texas, gracias a que los profesores
gozaban de plena libertad académica. Tolson era un tipo popular por ser un convencido
propulsor de ideas socialistas o revolucionarias basadas en la justa repartición de la riqueza y
en la lucha contra la discriminación racial de los negros norteamericanos, quienes eran
humillados por su capacidad intelectual. Este hecho, sumado a su afán de promover los
debates a gran escala y así lograr fama para la cultura negra, justificó su presencia en Wiley. El
9 de abril de 1999, en una entrevista con Gail Beil, Mildred Mason, alumno apreciado por Tolson,
describió a su ex-profesor de esta manera: “Los estudiantes que lo apreciábamos lo veíamos
llegar al campus universitario muchas veces descalzo y andrajoso, casi como un
granjero, sin demostrar vergüenza alguna. Cuando se colocaba alrededor de nosotros
nos repetía con soberana seguridad que amaba el hecho de argumentar con solidez y
verdad sus convicciones acerca de una sociedad justa y que reditúe en el desarrollo de
sus integrantes. Nos decía que las ideas que podían forjar todos los estudiantes a través
de la lectura, el conocimiento y el debate se sostendrían a lo largo del tiempo como lo
hace un árbol viejo que permanece inamovible y majestuoso con el transcurrir de los
años”. Tolson estiró la búsqueda de su sueño de libertad académica tocando el límite de la
paciencia del director de Wiley, M. W. Dogan. Luego de una acalorada discusión estudiantil,
Tolson intervino enérgicamente realizando un brillantísimo discurso -casi poético- tanto a los
alumnos como a la junta de profesores de la universidad que se reunieron en las escalinatas de
la Biblioteca Carnegie del centro de estudios. Dogan presente en el lugar dijo sin inmutarse que
el profesor Tolson no hablaba de manera alguna por el consejo administrativo de la universidad
sino a nombre propio. Su naturaleza abierta había causado numerosos bretes no solo en la
universidad sino en parte de la ciudad también. Aunque los detalles no se conocen, Tolson dijo
que fue muchas veces amenazado de linchamiento si no abandonaba la ciudad. Las amenazas
contra Tolson fueron detenidas por una llamada que hizo Dogan al banquero Hobart Key quien
tenía mucha ascendencia sobre el periodismo del pequeño poblado. James Gather, periodista
del Wiley Journal, señaló en una ocasión que el amor que Tolson sentía por los grandes debates
académicos no solo le dio popularidad sino que logró implementarlos como una obligatoria
materia curricular que aportó mucho al desarrollo de Wiley. Los grandes debates fueron tan
populares que paralizaban las actividades propias de la ciudad y no solo fueron materia de los
estudiantes, sino que se trasladaban a las comunidades de amigos, feligreses y incluso a los
hogares mismos. Tolson construyó un notable equipo de debate, durante su estadía entre 1935
y 1942, que compitió contra la universidad del Sur de California y no contra la universidad de
Harvard, como se asegura en el film de Washington. Tolson fue el mentor de estudiantes
modelo. Él invitaba a sus alumnos a su casa no sólo para inculcarles el conocimiento, el valor y
el coraje que predicaba sino para darles el entrenamiento así como rodearlos de las personas
más cultas y progresistas de ese entonces, lo que inclinaba a los estudiantes a defender sus
derechos básicos como personas de bien, una posición polémica en el Sur de los EEUU de
principios y mediados de siglo XX. Bajo la tutela de Tolson, en 1935, tres jóvenes polemistas,
incluido el hijo del mayor activista de los derechos civiles afro-americanos, James Farmer,
Jimmy Farmer Jr, que tenía 15 años de edad en el momento, Samantha Booke y Henry Lowe,
obtuvieron una impensada y contundente victoria sobre los campeones nacionales de ese año,
los anglosajones integrantes de la Universidad del Sur de California en Los Ángeles. Esa victoria
es el plot argumental de la película de Washington. Oprah Winfrey, le concedió a la universidad
de Wiley la suma de dos millónes de dólares para reactivar el programa y curso de debates de
la universidad. Sin lugar a dudas un ejemplo a imitar. Los grandes polemistas no nacen, se
hacen en merito a su amor por el conocimiento y la palabra.

¿¿Qué es aquello tan importante que hace que un film pueda ser calificado por
rutilante, sobrio y excelso?? En primer lugar, a través de una historia que sea
atractiva, aleccionadora, novedosa y nos convenza. También si llegamos a
identificarnos con el mensaje principista que emana de la propuesta poniendo total
atención en su misión y objetivos. Pero, principalmente si nuestra capacidad para
emocionarnos brota por si sola sin ningún tipo de esfuerzo por controlarla, me refiero
a la espontaneidad del sentimiento de lo que se ve y escucha. Pues bien, The Great
Debaters es de esas películas que amalgama en dosis adecuada todos estos
componentes cinematográficos, y que la hacen conmovedora, responsable,
comedida, polémica. Nos relata una historia invadida de enseñanzas y ejemplos
sobre el sacrificio de una raza incomprendida, mutilada y brutalmente explotada.
Por eso escribí al inicio sobre la discriminación y/o la segregación racial, porque es
un tema que duele, que incomoda, que quema por dentro, que uno no se explica
como a la humanidad se le puede seguir llamando de esa manera, cuando se
despojó de la careta de la tolerancia para disfrazarse de oprobio, venganza y
salvajismo. Que habría dentro de esas nocivas mentes obnubiladas por la ambición
y el deshonor, por la cobardía y la intransigencia, por la insanía y la demencia, al no
distinguir entre el color y la textura de una piel con el color y la textura de una casaca
de cuero. Qué se escondía en el interior de aquellos seres miserables que por una
arrogante estupidez le robaron miles de años de desarrollo a la civilidad. De que
cloaca provenían esas mentalidades tan prolíficas y brillantes que usaron hasta la
incierta y demagógica religión para desnudar sus más irracionales instintos y
pasiones. Por qué tuvo que existir una guerra para que la condolencia y el
sufrimiento tuvieran que ser el verdadero sentimiento sobre el prójimo. Creo que
nadie podría justificar lo que el mundo se sustrajo a sí mismo por creer que existía
un destino bien sea blanco o negro, dentro de un absolutismo estúpido y devastador.
Washington contesta toda esta batería de incógnitas y por eso su proposición
está sólidamente argumentada, no se excede en facilismos propios de una trama
compleja que se prestaría para seguir ahondando en el revanchismo y en una
venganza maquillada. Es ahí donde Washington se viste de gala y se trepa al
pedestal de la clemencia y la tolerancia para demostrar el significado de la
grandeza, y el perdón por tanta injuria y tanta desolación. Nos entrega escenas
intensísimas, dotadas de diálogos paralizantes, cuyas enseñanzas deberían quedar
grabadas en la memoria de todos los que apreciamos que una frase bien dicha o un
intercambio de palabras ilustradas nos alimenta el alma y nos afina los oídos. The
Great Debaters arranca con una secuencia llamativa y armoniosa. Son cuatro
escenas desarrolladas en paralelo, delicadamente envueltas por una musicalización
rítmica y efusiva. Se mezclan homogéneamente, el personaje de Washington -
vestido como campesino caminando por los bosques oscuros del condado de Wiley-
enmarcado en un plano secuencia de paisajes muy bien realizado, en declive de
mayor a menor composición, el conmovedor predicamento que va entre lo religioso
y lo académico del personaje de Whitaker en la sede de la universidad -incluyendo
la admiración de su hijo- la gresca a puño limpio entre el personaje de Nate Parker
con un marido celoso en una desmedida fiesta afro-americana y la llegada en un
ómnibus al condado de Wiley del personaje de Jurnee Smolleh. Todo correctamente
ensamblado tanto narrativa, musical como visualmente. Una pequeña muestra de
dirección y montaje que nos entrega Washington para empezar la historia de una
forma rutilante. Habría que rescatar además de la impronta técnica de este
comienzo, el significado que se percibe con facilidad. Cuando Tolson ingresa
intempestivamente en el salón de clases, se sube descaradamente en la silla y
luego queda parado encima del pupitre, diciendo lo siguiente; “Yo soy, el hermano
más oscuro, me mandan a comer a la cocina cuando llegan los dueños, pero
me río, me alimento muy bien y crezco saludablemente. Mañana me sentaré
en la mesa cuando lleguen los dueños, nadie se atreverá a decirme que me
vaya a comer a la cocina. Además verán lo hermoso que soy y se
avergonzarán, Yo también soy un norteamericano”. Luego pregunta, ¿Quién
escribió eso?... un alumno le responde rápidamente, Martín Hughes 1924, Tolson
replica de inmediato, 1925, y va escribiendo en la pizarra la palabra “Revolución”,
mientras dice: “Odiar debe ser un juego, que se hace con las manos frías, la
memoria pondrá sus manos en tu pecho y comprenderás mi odio”. Gwendolin
Bennet, escribió esto. “Ella, nació en 1902, en los registros no oficiales, porque en
la mayoría de los estados se les negaba a los negros hacía 23 años el certificado
de nacimiento, por lo que yo puedo negar mi edad el resto de mi vida. En el Norte,
las cosas están cambiando por personas negras como Hughes, Collin, Bennet y
Zora Neale Hurston”... Tolson muestra inequívocamente en estas líneas su justa
inclinación por la defensa de los derechos civiles de los negros y la inquietud que lo
domina, lo hace con un convencimiento pleno poniendo en aprietos a sus alumnos
pero siempre mostrándose respetuoso. Tolson conformó un brillante equipo de
estudiantes polemistas cuyo entrenamiento consistía en ponerles un argumento
determinado -propuesto en términos positivos o negativos- siempre ligado a un tema
social, luego los llamaba uno por uno y los colocaba en frente de todos los demás
en un lugar al que llamaba “la zona roja” y le pedía que refutaran el planteamiento
hecho por él. Así probó a 222 del total de 365 estudiantes que conformaban la
universidad, para quedarse con solo 45 a quienes los llevaba a debatir a su propia
casa. Al final escogió solamente a cuatro dentro de los cuales se encontraba
Samantha Booke, que fue la primera mujer que formaba parte de un grupo de
polemistas. Tolson utilizaba los debates para poder introducir su posición que, por
supuesto, era muy bien recibida por algunos y no por otros. Llegó a ser perseguido
y encarcelado por algunas horas. Uno de los que no pensaba como él era
justamente James Farmer padre, representado por Whitaker. Farmer fue el primer
negro afro-americano en conseguir el título universitario de PhD. Era toda una
celebridad intelectual. A Whitaker lo recuerdo en dos escenas memorables. La
primera, viajando un día de franco en su automóvil con su mujer y sus tres hijos,
cuando de repente atropella un cerdo que se le cruza en el camino. Farmer baja del
coche, observa al animal que yace muerto y justo se encuentra cara a cara con dos
granjeros blancos -dueños del porcino- que le increpan lo sucedido. Farmer tiene
que pagar nada menos que 25 dólares por el animal sin derecho a quedárselo,
aceptando su culpa pero con la cabeza gacha. Para esto utiliza un cheque de 17
dólares que era el total de su salario mensual por las labores de académico que
desarrollaba. Acá hay un momento muy sugerente de la burla que hace el granjero
blanco de la luminaria negra. Cuando Farmer le entrega el cheque al granjero, éste
lo suelta para que Farmer lo recoja delante de su familia, y se sienta humillada por
la supuesta raza superior. Se logra apreciar la rabia contenida de los Farmer
sobretodo de su hijo júnior quien hace una interpretación gestual imperdible ante la
humillación perpetrada a su padre. Y la otra escena, que para mí es una de las más
espectaculares que he visto en los últimos años, es cuando en una fiesta en la casa
de los Tolson, se juntan tanto Whitaker como Washington para hablar de diversos
temas relacionados a la formación de su hijo y del éxito de los polemistas. El
diálogo es insuperable, ya sea por el contenido como por la interpretación en
conjunto que hacen ambos actores. Hay una cadencia natural que emana de
cada uno que no hace sino conmovernos y hasta sonreírnos por el grado de
perfección logrados. Incluso Washington le cuestiona a Whitaker la existencia
de Jesucristo lo que hace reaccionar a Whitaker de una forma imprevista pero
afable, a lo que renglón seguido lo llama radical y comunista. Washington le
retruca diciéndole: “Si un negro hambriento se roba una gallina lo llevan a la
cárcel pero si un negociador rico roba una granja lo llevan al Congreso”. En
fin, son una serie de diálogos apetecibles y aleccionadores que bien valen
observarlos y no contarlos del todo. Hay otras escenas en el film que son tratadas
con minuciosidad y temple por Washington. Hay una en especial en donde existen
planos cortados alejándose y acercándose al punto de referencia del objeto que
vendría a ser el mismo Washington, dentro de un bote y entrenando a sus cuatro
polemistas simulando en estos la correcta pronunciación con una nuez blanca entre
los dientes. La cámara toma hasta 12 planos diferentes de la misma secuencia lo
que hace del paisaje un registro espectacular y con un grado de definición muy
acorde. También se podría comentar con acierto la musicalización del film, ya que
para cada escena se introduce un tema diferente, muy bien editado sobre la fase
visual. Quisiera recordar un dialogo sumamente curioso y que la moraleja no
la conocía y la aprendí del film. Tolson tenía una especial consideración por
quien definiría como su mejor polemista. Me refiero a Henry Lowe. Aunque no
era una relación amistosa ni profunda, Tolson admiraba el arrojo, la soltura y
el atrevimiento de Lowe. En un momento en que cruzan una serie de adjetivos,
Washington le señala a cara pelada lo siguiente: “Tomen al negro más
malvado y desnúdenlo ante otros negros. Échenle alquitrán y plumas y
amárrenle cada una de sus piernas a un caballo que vaya en dirección
opuesta. Préndale fuego y péguenle en el lomo al caballo hasta que lo parta
por la mitad. Siempre háganlo ante la presencia y mirada de otros negros sean
hombres, mujeres o niños. Denle latigazos y fuertes golpes a los hombres
negros que queden, pero no los maten, liberen toda su incontrolable furia
sobre ellos, porque ellos pueden ser útiles para domarlos después.” ¿Quién
dijo esto? ¿Alguien lo sabe? Pues bien, este personaje era un malvado dueño
de esclavos en el Oeste de Virginia, continúa relatando Tolson... los capataces
de las colonias tenían demasiados problemas en controlar a los negros
esclavos. Así que buscaron a un sujeto de apellido Lynch para que les enseñe
sus métodos. La palabra “linchamiento” proviene del apellido de éste señor.
Sus métodos eran simples pero diabólicos, mantener a los esclavos
físicamente fuertes pero psicológicamente débiles y dependientes del dueño.
“Mantengan el cuerpo y quítenle la mente”. “Yo, Melvin Tolson, estoy aquí,
Henry Lowe, para ayudarte a encontrar, recuperar y mantener tu mente porque
genéticamente la has perdido”. Fuertísimo pero magistral. Por eso les aseguro
que la profundidad de los diálogos son muy sugerentes, no existen medias tintas, ni
el descanso del intelecto, son una serie de emociones entremezcladas que a uno lo
conmueven. Es descarnado este segundo largometraje de Washington, en las
palabras, pero no en las imágenes. Se cuida mucho la estética del film porque
justamente de eso se trata, de no cometer los errores de graficar con descaro lo que
fue la segregación racial en el sur de los Estados Unidos entre 1922 y 1945. Una
película de mucho contenido, bien construida por Washington al plantearla y llevarla
a cabo sobre una temática tan morbosa y peligrosa. Como actor, Washington está
notable. No es un auto sino un camión fórmula uno. En cuanto a Forest Whitaker no
exagero al mencionar que está a la altura de Washington, sino es medio peldaño
más arriba. Como decía el recordado periodista uruguayo "El Veco", "oído a la
música". En ese extraordinario dialogo relatado anteriormente y en donde hay un
enfrentamiento amical, no sé si Whitaker lo llega a envolver a Washington. Si no lo
hizo estuvo bastante cerca. Un duelo interpretativo sin desperdicio... De los
secundarios destacan tres de los cuatro polemistas, tanto Nate Parker, Jurnee
Smolleh y Denzel Whitaker. Los tres son actores desconocidos lo que también llega
a ser de cierto modo un logro del Washington cineasta. Todos llegan a realizar
interpretaciones correctas. Llama la atención la increíble cara del hijo de Forest
Whitaker, Denzel Whitaker, quien gesticula tan bien como el padre. Realmente
impresionante. Si le sumamos la sangre y los genes, Forest tendría que ser
superado por el hijo. El tiempo lo dirá. Hay una escena en que está frente al espejo
mirándose y echándose perfume para ir a la casa de Tolson e impresionar a
Samantha, que es realmente imperdible. No habla mucho, su fuerte es la capacidad
expresiva del rostro y ahí uno nota que el chico tiene el recurso del gesto. Las
actuaciones de las esposas tanto de Tolson como de Farmer son coherentes
acompañando con justeza y propiedad. En cuanto a la producción cinematográfica
me quedé gratamente sorprendido por la composición de los cuadros, la dirección
de los artistas, la fotografía, la musicalización, el vestuario de la época así como la
edición de sonido y su mezcla. No se olviden que es una película premiada en varios
festivales internacionales. Finalmente les diría que traten de conseguirla porque
tiene muchas más escenas magnéticas de las que les he manifestado y es mi deber
recomendarla porque van a pasar un momento emotivo e inolvidable.
MELVIN BEAUNORUS TOLSON (1898-1966)
Fue un reconocido poeta y escritor modernista de origen liberiano, educador
y periodista. Su obra intelectual se centró especialmente en las vivencias de
los afro-americanos instalados en los Estados Unidos e incluye varias
historias literarias pero sobretodo poéticas. Tolson fue contemporáneo al
renacimiento de Harlem. Para mayor ilustración, el renacimiento de Harlem
representó un notable incremento en la producción creativa, principalmente
la literatura, el arte, y la música liderada por la comunidad afro-americana que
vivía en el guetto de Harlem, Nueva York, después de la segunda guerra
mundial y la gran depresión. Aunque Tolson no era un participante o activista
del mismo, su obra refleja acertadamente sus influencias de Mrs. Zora Neale
Hurston (1891-1960), quien fue una antropóloga y escritora folklorista afro-
americana, la figura más emblemática del renacimiento de Harlem. Su obra
literaria, no fue apreciada mientras estuvo viva. Zora Hurston murió en la
pobreza. Su obra más conocida es “Their Eyes Where Watching God” (Sus
ojos miraban a Dios, 1937), obra de contenidos semibiográficos. Es
importante que podamos situarnos en la época en donde ambos fueron
contemporáneos ya que detrás de toda esta argumentación se encontraba la
discriminación que sufrían los negros en los Estados Unidos. Pues bien,
Liberia, país africano, declaró a Tolson como su ilustre poeta y novelista
condecorándolo en 1947 con la gran cruz de las Artes y las Letras. Tolson,
nacido en Moberly, Missouri, fue el hijo de un ministro metodista y una madre
misionera y predicadora de la religión adventista. Su familia se trasladó entre
diversas iglesias existentes en el territorio de Iowa y Missouri hasta instalarse
definitivamente en Kansas City. Tolson se graduó en 1919 en el Lincoln High
School en Kansas City, matriculándose en la Universidad de Fisk. Al año
siguiente se transfirió por razones financieras a la Universidad de Lincoln, la
primera Universidad históricamente para negros en los EEUU. Tolson se
graduó con honores en 1924, luego logró conseguir una beca para la
consecución de un Master en filosofía y ciencias políticas en la universidad
de Columbia en 1930 que logró desarrollar pero que no terminó hasta 1940 por
sus múltiples labores académicas en la Universidad de Wiley. Uno de sus
alumnos más prominentes fue Nathan Hare, el pionero de los estudios negros,
que más tarde se convirtió en el editor fundador del diario “El negro
académico”. “Melvin era un hombre de una inteligencia grandiosa, ingenioso,
humorístico, bromista e incluso muchas veces grosero, cruel, amargo e
hilarante", según Karl Shapiro, administrador de la famosa galería de Harlem
y amigo personal del poeta. Tolson fue un genial dramaturgo y director del
Teatro en la universidad de Langston. Karl Hughes, uno de los profesores
eméritos de la universidad señalaba que Tolson, al margen de otros atributos,
era dueño de una exquisita conversación y prolífico contador de historias. En
1965, Tolson fue nombrado para un mandato de dos años en el Instituto
Tuskegee, en la que se desempeñó como maestro de poesía. Murió en medio
de su labor académica luego de una cirugía por cáncer pancreático en Dallas,
Texas en agosto de 1966. Sus restos están enterrados en Guthrie, Oklahoma.
Sobre su obra literaria habría que mencionar que desde 1930, Tolson comenzó
a escribir poesía, y en 1941, su poemario “Oscura sinfonía” considerada su
mayor obra de éste genero, fue publicada por partes en el Atlantic Monthly.
“Oscura sinfonía” compara y contrasta magistralmente la cultura afro-
americana de la europea y de la norteamericana. En 1944 publicó su primera
colección de poemas que fue exhibida con gran suceso en la galería de
Harlem, Fue contratado por el Washington Tribune para escribir una columna
semanal llamada “El repollo y el caviar”, provocador y llamativo título que
levantó una feroz polvareda de crítica y polémica ya que comparaba la
sabiduría de los blancos con la de los negros. A pesar de todo esto fue un
éxito mediático y económico sobretodo para los dueños del diario. Luego
escribe en homenaje a sus orígenes africanos el libro “Liberia” (1953), otro
memorable trabajo en forma de poesía épico. En 1965, Tolson publicó su
trabajo final, el extenso poema “Mis amadas repúblicas”, estando ya muy
enfermo. El poema consta de varias secciones, todas novedosas, ya que cada
una comienza con una letra del alfabeto griego. Esta obra se centra en la vida
de África y de Norteamérica y es un digno y a la vez duro compendio de sus
primeros trabajos. Los poemas que Melvin Tolson escribió fueron publicados
póstumamente en 1979 en la Galería de Harlem. Es una mezcla de varios
estilos pero donde predomina el verso libre. Es racialmente diversa y rica
culturalmente. La comunidad en general reconoció el trabajo de Tolson como
uno de los mejores y más logrados en la historia de la defensa de los derechos
civiles y de la cultura afro-americana.
Hasta la próxima...

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