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Durante la primera parte de la sesión pasada, la discusión se centró en tratar de entender

cuál es la relación que establece Soteriou entre (a) la tesis de acuerdo con la cual la
percepción visual normal incluye un registro de ausencias, esto es, la percepción de
regiones de espacio como vacías de objetos visibles (Cf. 116) y (b) la tesis según la cual
toda experiencia visual involucra un campo espacial visual, que constituye un rasgo
estructural de dicha experiencia. En el tratamiento de lo anterior, se sugirieron algunas
preguntas, cuyo efecto podría ser poner en cuestión algunos de los supuestos de Soteriou.
Reinterpretadas y reformuladas, estas preguntas son las siguientes: (1) ¿no podría
pensarse que en la experiencia visual normal no es tan clara la distinción entre espacios y
objetos y que se asemeja a la experiencia de percibir una fotografía como un todo? ¿Qué
pasaría para el punto de Soteriou si esto fuera así? (2) ¿Qué implicaciones podría tener
para el punto de Soteriou el hecho de que sea posible percibir objetos sin percibir un
espacio que los contiene? El propósito de este comentario consiste en explorar estas
preguntas.

Este texto está compuesto por dos partes. La primera está dedicada a pregunta (1). En
ella, primero, trato de sugerir que hay razones para pensar que la percepción normal no
involucra una distinción clara entre objetos y espacios (como sostiene Soteriou) y, luego,
abordo la pregunta de qué impacto tendría que esto fuera así para su punto. La segunda
parte está dedicada a la pregunta (2). Inicio caracterizando el síndrome de Balints y,
posteriormente, me centro en qué desafíos tiene la existencia de este síndrome para la
tesis de Soteriou.

1. Distinción entre percepción de objetos y espacios

1.1. Percepción por agrupación

En su texto, Soteriou suscribe la tesis de Martin de acuerdo con la cual en la experiencia


visual uno experimenta regiones del espacio donde nada es actualmente experimentado,
pero potencialmente podría serlo, esto es, que uno experimenta espacios vacíos de
objetos. Esto parece suponer que cuando uno tiene una percepción visual normal
distingue claramente entre objetos y espacios vacíos entre ellos. En mi opinión, no
obstante, es posible pensar que la experiencia perceptual normal no es así. Uno podría
pensar que, por el contrario, uno percibe regiones espaciales, que contienen tanto objetos
como espacios, como si fueran unidades perceptuales en las que no distinguimos los
objetos de los espacios (y que son concebidas como un objeto). Con unidad perceptual me
refiero a un agrupamiento de objetos y espacios que tenemos a concebir como un cluster.
Esto no implica que uno no sea capaz de atender a los elementos constitutivos de la
unidad perceptual percibida. Mi tesis es que esta disociación no hace parte de la
percepción normal, sino que es una tarea adicional (relevante particularmente para la
acción).

Quizá algunos ejemplos ayuden a entender mi punto.


Uno podría imaginarse las siguientes maneras de percibir el cuadro independientemente
de si hay otros elementos que percibimos a la vez:
1. Todo el cuadro podría percibirse como una unidad perceptual, esto es, toda la
escena representada podría percibirse como un solo objeto con ciertos rasgos,
pero no con subobjetos contenidos en espacios que están en el cuadro. Esta me
parece una manera implausible de caracterizar la percepción normal.
2. Todo el cuadro podría percibirse como compuesto por distintas unidades
perceptuales cuyas fronteras no están delimitadas por los límites de los objetos
dentro del cuadro, sino por los agrupamientos que uno hace. Estos contienen
tanto espacios como objetos. Así, por ejemplo, uno percibe la región que incluye al
hombre, a la mujer y a la sombrilla y el espacio que está detrás de ellos como una
unidad. Al percibir esta parte del cuadro como una unidad, el perceptor no separa
los objetos del espacio que los contiene, sino que amarra todos esos elementos en
una sola cosa. Esta, me parece, es la manera más adecuada de entender la
fenomenología de la percepción normal.
3. Finalmente, el cuadro podría percibirse como compuesto por varios objetos y los
espacios que hay entre ellos. Así, se percibiría que hay una sombrilla, un poste, una
mujer, un hombre, un edificio…, así como los espacios que los separan. Esta
manera de percibir el cuadro se distingue de la anterior, porque implica un
ejercicio de análisis y de disociación exhaustivo, y porque los espacios se perciben
como claramente distinguidos de los objetos. No creo que, en la percepción
normal, cuando nos enfrentamos al mundo, hagamos inmediatamente una
operación tal.

Esto demuestra que es posible percibir visualmente sin percibir espacios vacíos.

1.2. ¿Qué pasa con la tesis de Soteriou?

Para saber qué impacto tendría para Soteriou el hecho de que lo sugerido sea correcto,
hay que hacerse dos preguntas. Por un lado, si argumentativamente puede sostenerse la
idea de un campo visual sin necesidad de que nuestra experiencia visual involucre la
percepción de espacios vacíos. Por otro lado, si al sostener esto no se elimina uno de los
aspectos constitutivos del campo visual que a Soteriou le interesa postular.

En mi opinión, la respuesta a la primera pregunta es sí. Esto, porque tal y como yo


interpreto el movimiento de Soteriou la tesis de acuerdo con la cual la percepción visual
normal incluye un registro de ausencias es explicada por la tesis según la cual toda
experiencia visual involucra un campo espacial visual, que constituye un rasgo estructural
de dicha experiencia. Si esto es así, eliminado el explanandum, aún se puede sostener el
explanans. Es decir, aun si no percibimos espacios vacíos, podemos sostener que la
experiencia visual implica la existencia de un campo visual. La existencia del campo visual
no depende de la percepción de espacios vacíos, al menos argumentativamente. Para que
haya campo visual lo que hace falta es que haya límites sensoriales y esa posibilidad no se
ha eliminado. (Lo que ocurriría, no obstante, es que, si se puede percibir visualmente sin
registrar espacios vacíos, la experiencia de la ausencia espacial no es un aspecto
constitutivo de la visión).

Dejaré abierta la segunda pregunta, a saber, si al negar que toda percepción visual implica
la percepción de espacios vacíos se elimina una característica importante del campo visual
sostenido por Soteriou. Mi intuición es que sí.

2. Los desafíos del síndrome de Balints

2.1. El síndrome de Balints

Robertson ilustra el síndrome de Balints con base en la pintura Calle parisina en un día
lluvioso de Caillebotte de la siguiente manera. Un perceptor normal de este cuadro
tendría la posibilidad de percibir cada uno de los elementos retratados, así como las
relaciones que se establecen entre ellos y su posición en el espacio de la pintura. Una
persona con el síndrome de Balints, por el contrario, solamente podría ver un objeto a la
vez, por ejemplo, vería exclusivamente la sombrilla y nada más, y “esta sombrilla parecería
llenar todo tu mundo visual” (5). Luego de percibir la sombrilla, esta persona,
repentinamente, vería exclusivamente el arete de perla de la señora o cualquiera de los
otros objetos presentes. El campo visual estaría reducido, en cada caso, al objeto que se
percibe y la persona no podría advertir que hay algo además de él. Adicionalmente, quien
posee el desorden no sabe dónde está el objeto que percibe, si está a la izquierda o a la
derecha, si está lejos o está cerca, etc.

2.2. ¿Cómo impacta el síndrome de Balints la propuesta de Soteriou?

El síndrome de Balints constituye un problema para quienes sostienen el requerimiento de


la percepción espacial. Este requerimiento estipula que para poder percibir un objeto el
perceptor debe ser capaz de ver el objeto como localizado en un espacio (Cf, French 221).
Durante la sesión, se dijo que un posible problema para la tesis de Soteriou sería que el
desorden muestra que el campo espacial visual, o sea, la percepción de espacios vacíos no
es condición necesaria para la percepción de objetos. No obstante, no me parece claro
que Soteriou sostenga el requerimiento de la percepción espacial, es decir, que dentro de
sus tesis esté la afirmación de que para poder percibir objetos es necesario percibir
espacios. Si tengo razón, el síndrome no es un problema para Soteriou en el sentido
sugerido en clase.

Creo, sin embargo, que el desorden sí puede ser problemático para Soteriou, pero por
otra razón. Como se mencionó, los límites de la percepción de los pacientes que poseen el
síndrome mencionado no están dados por los límites sensoriales de estos, sino por los de
los objetos que en cada caso se perciben. Que esto sea así tiene como consecuencia que
el campo sensorial no es una característica estructural invariante de toda experiencia,
porque no está determinado por la manera como se establece la relación psicológica con
los objetos, sino por los objetos percibidos. En virtud de lo anterior, se desdibujaría la
diferencia que a Soteriou le interesa trazar entre la visión y la propiocepción. En ambos
casos el objeto percibido determinaría los límites de la percepción. Por supuesto, una
salida para Soteriou sería decir que este es un caso anormal de percepción y que en la
experiencia perceptiva normal los límites del campo visual no están determinados por los
objetos percibidos, sino por nuestros límites sensoriales.

Referencias

French, C. Bálint’s síndrome, object seeing, and spatial perception. Mind & Language, 33,
221-241. 2018.
Robertson, L. C. Space, Objects, Minds, and Brains. Nueva York: Psychology Press. 2004.
Soteriou, M. “Structural Features of Perceptual Acquaintance”. En The Mind’s
Construction: The Ontology of Mind and Mental Action.

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