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Hacia Una Historia de La Literatura Latinoamericana PDF
Hacia Una Historia de La Literatura Latinoamericana PDF
o 1
Ana Pizarro
Coordinadora
Comisión asesora:
PREFACIO 7
INTRODUCCIÓN 9
l. DELIMITACIÓN DEL ÁREA, Ana Pizarra 21
Discusión, 26
5
6 INDIC:E;_
A.P.
7
INTRODUCCIÓN
9
10 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICANJ/ INTRODUCCIÓN 11
tan grande complejidad. Para esto fuimos adelantando consultas, primeros e époque ou un laps de temps plus large. Une telle zone littéraire
tanteos. Así fuimos definiendo, como temas a discutir, los que abrimos al ~nanifeste, tres souvent, la meme tradition culturelle.3
juicio riguroso de quienes compusieron la reunión que damos hoy a cono.
cer al público. Nos parece importante entregar este material dado que la En el caso de América Latina, ni los criterios lingüísticos, ni los geográ-
discusión y los planteamientos con que se encontrará el lector pertenecen, ru· Jos políticos dan cuenta por sí solos del espacio específico de lo
f.
como decíamos, a una perspectiva no trabajada como elaboración colectiva n1~S rio: dan cuenta de él los parametros
• .
culturales que articulan, en su
en los estudios de literatura latinoamericana. Más allá de la existencia de eraergencia como en su contradicción la estratificada complejidad de las
importantes -y escasos- aportes individuales,2la reflexión en historiografía conv . d · d. d ¡ · ¡
manifestaciones literarias. En ese sentido, ~o po e_mos ~resc~ rr e _mve
literaria es un campo abierto al estudio y fundamental para encauzar la' cultural al buscar un eje organizador del discurso hterano latmoamencano
comprensión de la dinámica de los fenómenos literarios continentales. Pero
si la reflexión historiográfica ha tenido escasa voz entre los latinoamerica._ oo=- , . . .
o;stema que si bien se afinca fundamentalmente en tres lenguas euro-
eas -español, portugués y francés- mtegra tambien a los creoles en sus
nistas, la historiografía comparativa ha sido prácticamente inexistente en el p ;ontes como también a las lenguas indígenas. Es, pues, este sustrato
continente. Éstas son las vías de reflexión que aporta el presente trabajo, var~ • · ¡ ¡
económico-social, histórico, común, el que gener~ espacio~ c_u tura es que
La necesidad de desarrollar una labor en este sentido, en función del cono-- -aunque posibles de regionalizar también~ constituyen asimismo_ un·ca~-
cimiento de la literatura latinoamericana y de su ubicación dentro de la
0 común al condicionar tal vez no las mismas respuestas, pero SI cuestw-
literatura general -"verdaderamente" general, como diría Etiemble- es: pamientos similares en el discurso literario. De acuerdo con 1a d"Iscus1on ..
una tarea que surge de esta lectura. ~ue presentamos a lo largo del presente texto, lo ~ue d:Iimit~ el_ á_rea ~om
El primer problema que aborda el texto que presentamos tiene que ver prensiva de una literatura latinoamericana es la eXIstencia de Sig~f¡cacmnes
con la delimitación del área de lo que constituye la literatura latinoameri- culturales comunes. Este criterio se establece frente a la precariedad de los
cana. En efecto, la historiografía literaria del continente ha utilizado crite- criterios lingüísticos, geográficos o políticos instrumentados aisladamente.
rios no siempre justificados de inclusión y exclusión. Como se verá en el El siguiente planteamiento puesto e.l) discusión en el trabajo que pre-
primer capítulo, el concepto de literatura latinoamericana ha tenido, desde sentamos es respecto de la perspectiva comparatista. Habría que preguntar-
luego, relación directa con el concepto de Latinoamérica, noción ésta que se primeramente por qué un comparatismo, q~é es y qu~ ha ~ido en el
ha sido bastante dinámica por cuanto ha ido incluyendo paulatinamente continente en donde ha tenido escasa trayectona, y en que medida puede
unidades culturales y geográficas diversas. Pero además, la literatura plantea
sernas útil. ,
problemas adicionales: por ejemplo, si se debe entender por literatura lati- La carencia de una denominación única para el comparatismo en Ame-
noamericana la de los pueblos indígenas, o la del viajero, el conquistador, rica Latina nos entrega tal vez el primer signo de su situación en los estudios
el colonizador -extranjero al continente, europeo las más de las veces- continentales. En efecto, en función de un mismo objeto se habla por una
que escribió sobre América o a partir de una experiencia de ella. Si se debe parte de "literatura comparada", por otra de "comparatis~~,, _de_ "crítica
entender por tal la publicada fuera y en otras lenguas, por los emigrados o comparada" o de "métodos comparativos".4 Se apunta as1, mdistmtamen-
exiliados. Si se debe entender por literatura latinoamericana la de los chica- te a un campo de investigación, al tipo de actividad que se desarrolla sobre
nos, la de los hispanos, etc. Todos estos problemas son los relativos a la ese campo, y a la forma de aproximación al mismo. El primer problema pues,
delimitación de una zona literaria.
:S
INTRODUCCIÓN 17
utilizada como- noción desde hace tiempo: la literatura del mundo andinci% rno espacio el profesor Kenneth Ramchand nos ofrece la perspectiva de las
También las literaturas del Caribe en todas sus diferenciaciones parece~:: literaturas del Caribe inglés_
constituir una unidad de discurso relativamente común, y como ha sid~i La crítica de la labor historiográfica ocupa el capítulo III. Allí se abre
estudiado en relación con la anterior, con sistemas literarios diferenciadoi1; la discusión para hacer la crítica de aquellos esfuerzos gigantescos, que sig-
internamente. Ángel Rama ha hablado de otra región específica al plante~ nificaron siempre un aporte en la aprehensión del proceso que intentamos
el problema de la "cultura suratlántica", que comprendería parte de la Ati; abordar nosotros como trabajo colectivo. Surgieron en general como esfuer-
gentina, el Uruguay y las provincias del sur de Brasil, de S:io Paulo a Rio:;' zos individuales, pecaron de diferentes reduccionismos y no tuvieron los
Grande do Sul, "de dominante pampeana, urbanizada, agrícola-ganader~Y ínstrumentos que el desarrollo del conocimiento sobre el continente entre-
inmigratoria e industrializada, dentro de cánones modernizadores". s~: ga hoy para abordar el problema. Las proposiciones son polémicas, y la dis-
apropiación de las culturas europeas implica un descentramiento en relá~; cusión da cuenta de ello. De ambas se podrá extraer, sin duda lecciones po-
ción con su significación iniciaL Dice Rama: sitivas, y su aporte a la discusión historiográfica, como podrá apreciar el
lector, es indudable.
Una cultura de la modernidad no es como se ha tendido a pensar res:' Los problemas propios de la periodización, que se desprenden del tema
pecto a su presencia en América, una mera imitación desvaída de cultUi anterior, así cómo las nociones de "periodo" y "movimiento", constituyen
ras foráneas, un amasijo de influencias importadas, trasplantadas tat materia de las intervenciones durante la discusión en general. En ella, la no-
cual, sino una cultura que, liberada de pesadas amarras al pasado r~: ción de "periodo" fue referida a la serie histórica, en tanto que "movimien-
moto y a su tradición gracias a azares históricos, consigue organizarse:: to" a la propiamente literaria. Una de las líneas de trabajo futuro deberá
coherentemente a partir de los elementos de que dispone y evolucioni; ser justamente el develamiento del carácter, del ritmo de desarrollo, de las
hacia un punto focal que está situado en el futuro y no en el pasado~
Adquiere entonces, tal como creo visible en la Argentina, las caracteX' articulaciones internas y externas de los movimientos literarios de América
rísticas de una cultura de vanguardia, cuya potencialidad deriva de que Latina, de sus recepciones, sus reformulaciones, así como de su constitu-
explora territorios desconocidos, los inventa con audacia, los sueña 1'~ ción a partir de un específico condicionamiento histórico. Es aquí justa-
aún planifica y los convierte progresivamente en su propia realidad.lr mente donde el "comparatismo contrastivo" como instrumento adquiere
su plena función.
El discurso literario del continente aprehende, en tanto que espaciá' El capítulo V del presente texto aborda un problema enorme, el de
simbólico, estas diferenciaciones regionales, sus superposiciones, las contra,-- literatura e historia. Está desarrollado también por dos grandes críticos,
dicciones de la histórica pugna entre "modernidad" y "retraso". Recom:' Antonio Cándido y Jacques Leenhardt. El aporte de ambos trabajos a la
truye como discurso las rupturas y las tensiones, el pasado y el presenté historiografía literaria del continente es de una riqueza muy grande. Ambos
que se asumen con ritmos disímiles y en forma fraccionada, y que senV visualizan una perspectiva comparativa del discurso literario en relación con
necesario aprehender conceptuahnente en un modelo organizativo de b Europa, en donde los modelos explicativos deben constituirse a partir de la
historia literaria en donde sea posible tanto el diálogo de los grandes proce· especificidad de un proceso literario que, en el caso de Antonio Cándido,
sos con aquellos que se aproximan al status de los acontecimientos, comó asume una función histórica de doble referencia ("ambigüedad", señala él
quería Braudel, así como el diálogo de la globalidad conceptual de nuestra en un comienzo), lo que apunta a un nexo orgánico con las metrópolis de
literatura con su existencia en tanto que manifestación concreta. vinculación-liberación, que sería una caracterización fundamental de nues-
En el ámbito de las literaturas nacionales, el trabajo de Antonio Cor· tra forma de relación periférica con las metrópolis en el discurso literario.
nejo Polar proporciona la incitante dialéctica de los procesos nacionales, Nos parece que ambas proposiciones -J. Leenhardt señala el carácter de
regionales y latinoamericanos, proponiendo un modelo sin exclusiones en desarticulación fundamental de lo sociopolítico, lo cultural y lo económi·
donde la noción de literatura latinoamericana no es ya la serie erudita o co en todo el coritinente- aluden a las condiciones de producción literaria
"alta literatura", sino que es la configuración de los distintos sistemas lite· en un espacio cuyo ritmo y dinámica histórica imposibilitan, como ya lo
rarios que surgen de la heterogéne·a realidad latinoamericana. En este mis· notó Mariátegui a comienzos de siglo, la utilización de modelos explicati·
vos que no sutjan como una necesidad de la particular configuración de su
desarrollo. En este sentido, la línea general de la discusión implica la con·
13 Ángel Rama, "Argentina: crisis de una cultura sistemática", INTI, núm. cspe- cepción de una historia literaria no acumulativa de autores y obras, sino de
ciallO~ll,Julio Cortázar en Barnard, otoño, 1979, primavera, 1980, pp. 51-52. una historia de los procesos a través de los cuales el imaginario de América
20 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICAN
23
l
24 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA p&:LIMITACIÓN DEL ÁREA 25
La América Hispánica, que conscientemente se designa con el nc,mlbril las literaturas en lenguas metropolitanas como en los créole, pidgin eng-
de América Latina, abarca hoy diez y nueve naciones; una es de ~i~h, el papiamento o su equivalente de Surinam, en los términos en que se
portuguesa, el Brasil, la de mayor extensión territorial. Diez y ocho asumen en la literatura latinoamericana.
de lengua española. 2 Esta incorporación de la literatura caribeña al ámbito de la literatura
latinoamericana se ha materializado de hecho con la incorporación de la re-
Debe haber avanzado el siglo XX cuando empezamos a incluir el gión en el premio anual de Casa de las Américas, en Cuba.
del Caribe de lengua latina en el concepto de literatura latinoamericana. y es que el concepto de literatura latinoamericana tiene que ver direc-
literatura haitiana, sin embargo, pareció percibir antes que el continente tamente con el de Latinoamérica, recién oficializado por organismos inter-
pertenencia. En 1927 aparece en Haití la Revue Indigéne, órgano del nacionales a mediados de nuestro siglo -la regionalización de Naciones
miento del mismo nombre que daría lugar posteriormente a cm,tron;ictoif; Unidas es posterior a la Segunda Guerra Mundial y da lugar a la creación de
rias proposiciones. Allí, precede a una larga exposición introductoria de organismos como CEPAL en 1948, luego ILPE, CELADE, CLACSO, etc.- y
historia de la literatura continental, el siguiente propósito: constituido por un área en evolución hecha de incorporaciones sucesivas
y marcada por intentos aglutinantes y centrípetos. Han entrado así a configu-
Nous devons connaitre la littérature et l'<ime de l'Amérique rar lo que Ardao ha llamado los territorios latinoamericanos "'por accesión'':
( ... ). Les peuples ont vécu d'une vie aussi difficile que la nótre,
connu les memes tátonnements, des vicissitudes semblables, l'ere Autoconcebida como expresión de una comunidad histórico-cultural
caudillos et des pronunciamientos, la période ou s'affrontent les en complejo desarrollo, pero una, la literatura latinoamericana ensaya
d'anarchie et les forces de cohésion et d'ordre, les temps pé11ibles un sorprendente paso. No completada a cabalidad la integración de las
puberté des jeunes nationalités. (. .. ) Nous sommes coupables letras americanas de lenguas latinas -española, portuguesa, francesa-
rer l'Amérique Latine paree que les origines sont semblables et de las que saca su nombre, persigue la incorporación de las letras ame-
grand danger commun nous menace. 3 ricanas de otras lenguas correspondientes a su área: autóctonas hacia
un extremo, de procedencia europea no latina hacia otro. Estamos ante
Integrada la zona francófona del Caribe, es recién en los últimos un cuarto nivel, o nivel supernumerario, de la integración literaria y
que el concepto de "literatura latinoamericana" empieza a incorporar culturallatinoamericana.4
mucha timidez a las literaturas del Caribe no latino -que han sido pr;íctica·i
mente desconocidas hasta hace poco en el continente- en función de El planteamiento en torno a qué es literatura latinoamericana tiene,
articulación que no siendo siempre evidente, se asienta en todo caso en pues, implicaciones de diverso orden, que proponemos a la discusión: por
neas estructurales de desarrollo. Primeramente existe una historia comútC-- una parte su relación con el concepto de América Latina cuyo todo hete-
del Caribe insular como conjunto, a pesar de la vinculación colonial a m~ rogéneo apunta, sin embargo, a una estructura globalabarcante que de hecho
trópolis distintas, una estructura económico-social similar sustentada en Ji ha ido integrando históricamente diversos elementos. Por otra, la catego·
economía de plantación, la trata de esclavos y su evolución posterior en:: ría "literatura latinoamericana'' implica también un acuerdo sobre la noción
toda una historia de cirnarronaje, cultura de resistencia, incomunicaciónf de "literatura" en nuestro continente. En efecto, la percepción social en
entre las islas y lucha entre las metrópolis, piratería, procesos independen,:: América Latina ha ido asignando el carácter de "literariedad" a textos de
listas, etc. En esta medida hay la posibilidad de incorporación del Carib< diversa índole, así como lo asigna de hecho a expresiones de la oralidad que
al concepto de América Latina por las relaciones históricas comunes cott: en otros continentes se remiten al folklore, entendido éste como cultura
importantes regiones del continente, por formas de desarrollo cultural siJ popular tradicional en desuso.
milares, y en el caso de la literatura, por la evidencia de temas, problemas~-' Quiero apuntar pues, con el planteamiento de estos problemas a la dis-
como de articulaciones que son asumidas tanto en el caso de las literatura~ cusión en torno a la delimitación del área de una historia de la literatura
del Caribe inglés y holandés como en el caso del francés y el espaftol, tanto' latinoamericana.
Discusión
1
p;
Para esto dejo la palabra a los participantes. Por lo demás, tenemos
quí una representación bastante amplia de lo que podría pensarse
lean Franco: i~- ~ue es América Latina tanto del sector hispano como del sector brasi-
Me sorprende un poco el que la presentación no aborde el tópico de 1~~ leño, representación del Caribe e incluso de Canadá.
crítica feminista y la marginalización de la mujer de la alta cultura. v¿!,
creo que en ciert~ forma t~ene algún paralelo con lo que pasa c~n lo' Franco Meregalli: . . . ,
otros grupos margmados. Prenso que debemos abordar eso como tapie~ No por casualidad este problema ha srdo propuesto por Mano Valdes,
además que en estos momentos hay aportes teóricos nuevos, sobrei; que va a hablar de la perspectiva comparatista, porque la delimitación
todo de antropólogos. Hay muchísimas mujeres trabajando sobre est~ del área está relacionada intrínsecamente con la perspectiva compara-
cuestión, descubriendo formas de literatura o haciendo otro trabajo\i tista. Creo que hay que hacer una observación fundamental: la litera-
que es justamente lo que tú mencionabas, un trabajo sobre lo imagina::í- tura se expresa en una lengua, lo que caracteriza el instrumento con
r~o latinoamericano, pero en relación con la construcción de lo que h~ que actúa es la lengua, no es la nación, no es el áxea geográfica, por eso
s1do lo femenino. No sé si eso interesa en cuestiones históricas a lo~ yo creo que eltérmino latinoamericano es bastante ambiguo. Quebecno
demás, pero si este grupo se olvida de este problema, yo creo que etf' forma parte de la literatura latinoamericana como se entiende en gene-
trabajo en muy pocos años va a parecer anacrónico. ral, aunque desde un punto de vista lingüístico es indudable que Que-
bec es americano y es latino, tan latino como el español o el portugués.
Ana Pizarra: Yo preferiría el término iberoamericano. En ese término se compren-
A mí me parece que no está olvidado el problema. Dentro de la noción$ den dos lenguas -el español y el portugués- y las demás zonas geográ-
de het~rogeneidad está el problema general de las literaturas margina!§ ficas, el Caribe, donde no se habla español ni portugués, pueden formar
das. Tal vez eJ problema de la literatura femenina podría tener ud~ objeto de la perspectiva comparatista. El mundo iberoamericano, o si
status de marginación a discutir en la órbita de la marginación qué{ queremos llamarlo impropiamente, latinoamericano, está formado no
también tienen las literaturas populares. por diecinueve naciones, una de lengua portuguesa y dieciocho de len-
gua española, sino por dos partes: el mundo hispanoamericano y el
lean Franco: mundo de lengua portuguesa. Desde luego, también el elemento geo-
Sí, Josefina Ludmer tiene una frase que a mí me parece genial, que es::- gráfico y el mismo elemento nacional es algo extrínseco a la literatura.
el estudio de las tretas de los débiles, y yo creo que se trata de eso; te-~ Intrínseco a la literatura es la expresión, es la lengua.
nemas que tener por lo menos una sección que trate de las tretas, la~f
estrategias de los débiles, de los que no tienen la palabra, porque noT Enrique Oteiza:
tienen acceso en cierta forma a la cultura elaborada, formal. Yo pido excusas por provenir del campo de las ciencias sociales, ade-
más de no ser participante pleno y efectivo de la reunión y atreverme
Mario Valdés: a dar mi opinión. Pero como ésta es una discusión que en las ciencias
Tengo una pregunta en cuanto a la relación con la literatura del Quebec! sociales hemos tenido en América Latina durante décadas -en relación
en francés, la literatura en inglés del Caribe, donde hay vínculos inte· con el comparatismo también- me siento estimulado a decir algo. Su
lectuales, pero no hay una relación cultural lograda, donde la literatura aplicación naturalmente será parcial a este campo específico de la lite-
no responde a las mismas preocupaciones. Especialmente, si hablamos,. ratura. Yo tiendo a pensar en una relación inversa a la que fue plantea-
del siglo XIX y buscamos incluir la literatura franco-canadiense del· da recién: es a partir de la definición de un área cultural e histórica
Quebec, la literatura del Caribe inglés, me pregunto yo ¿cómo pode~ determinada que se define la perspectiva comparatista y no al revés,
mos excluir a la literatura de Estados Unidos? Intelectualmente no es es decir que a partir de la perspectiva comparatista se defina la región.
lícito decir que incluimos a Quebec, pero excluimos a la literatura de Sobre la existencia de América Latina creo que no vale la pena discu-
Estados Unidos, o incluimos a la literatura de Jamaica, pero excluimos tir. En términos históricos, culturales, es.una noción suficientemente
a la literatura en inglés del Canadá. asentada sobre la cual, además, dentro de la región hay consenso. Hay
problemas de definiciones marginales, periféricas -que hasta dónde
Ana Pizarra: abarca, por ejemplo- pero el cuerpo central de esa definición me pare-
Creo que Mario Valdés ha entrado directamente en el tema de la deli- ce que está planteada en términos culturales, históricos, sociales y de
mitación del área que nosotros proponíamos en la presentación. Quiero relación de autopertenencia consensual de las poblaciones que confor-
señalar que frente a esto hemos intentado apuntar a los problemas, no, man el grueso de la región. Éste sería el comentario, un poco desde otra
dar una respuesta. perspectiva y pido excusas.
28 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICA
ITACIÓN DEL ÁREA 29
o-ELI1\I
Domingo Miliani: , ara cubrir los vacíos que haya podido dejar. En su comentario
Bien quiero hablar de los aspectos técnicos de las minorías !iterar graf ¡a P indicar cuáles
, · t emas, t ext os y movrrmen · · t os
t de son los escntores,
Yo ~reo que nosotros estamos cayendo en una regresión metodol' trat,•t. más relevantes. Esto puede hacerse en la historia de la litera-
que.. me preocupa. Es como cuando uno estudia la famosa climatol eseiC 08. oamericana sin necesidad de conflicto. · Pero 1os pro b1emas
de América y se ciñe por las famosas isotermas o cuando hablamo 1atm
tura cuando él no trata de ser obJetivo . . o neutral. E'1 v1ve · en un t'~ero-
las geografías políticas o sociopolíticas de Hispanoamérica y establ surgen ticular está sujeto a influencias · y condiciOnes
·· de 1a f ormac10n ..
mas los conflictos de líneas fronterizas. Por ejemplo, me pongo a p po ·pa1r De manera
' · ·
que sus premisas -no Importa cuan o Jehvas ra t eb' · t
sar en el caso de nuestra Guajira venezolana, que ni es colombiana soc1a . ·
de hacerlas- están planteadas desde una cierta su b'J~tlvi
· ·d ~ d '.y su se 1ec-
es venezolana, es Guajira. Yo me imagino que cuando Mario habla
caso de Estados Unidos habla de unos Estados Unidos de litera c1'6 n de autores • textos • movimientos. y temas esta parc1ahzada. . Esta
arcialización se muestra en su ~r~baJo, _en su comentano a pesar _de
de expresión inglesa. ¿Y la chicana? Cuando el profesor Meregalli h~ p tar protegido de ello por su bibliografla. E~-lte problema se agudiza
bla enfáticamente de la literatura expresada en una lengua, caem~
en ~n sofisma lingÜístico: confundir lengua con escritura, es decir lit~
~~ando él trata de relacionar la literatura con la sociedad, el país o la
región donde ésta se produce.
ratura es igual a grafemización lingüística de un discurso, y el discur~_ Yo no sé como puede resolverse este problema, tal vez puede ha-
fonemizado de las literaturas orales queda afuera. La noción de un dli
cerse señalando en la particular historia literaria ~u e por una parte_ está
curso llevado nada más al plano de una lengua entendida por abstr~
la documentación, señalar -por otra parte- cuál es el co~ent~10 y,
ción grafémica nos crea problemas. El concepto de heterogeneidad, nll
por último, señalar el intento de relaci~nar al texto con la h~stor~a cul-
parece que es una de las cuestiones metodológicas interesantes quj;
tural y social. Esta última puede ser lillportante para el histonador,
viene planteando el grupo estoniano de Tartu: Lotman, Uspensky. Ef~
uede ayudarlo a determinar el tipo de literatura que se produce. ~or
el postulado de ver la literatura como un texto abierto inserto en tt
fo tanto no se trata de hacer historia social y cultural completa smo
contexto cultural que a su vez está ligado a un modo de producci6[*
de tratar' aquellos aspectos que afectan el desarrollo de la literatura.
ideológico, conceptual El caso de Canadá, por ejemplo, con la liter~
tura de habla francesa y de habla inglesa, o de Estados Unidos con~
hispano-filipina, la hispano-chicana, la norteamericana del Norte, la su1.: lean Franco: . t t h' t . .tera ·a
· · ·
reño-africana etc., o delcreolehmhano comparado con una ¡·Iteratutf~-;;., A mi· me parece que es muy d lillportan
hit . d e no . ornar. 1· a tomaren
IS ona 11 cuelar1
europea, o del' slang trmltano,
· · · nos van a crear la neceSidad
· de partu· d""{) como ~n acto . individual
. ., e un. s ona or 1I1erariO , •. smo
un principio, de aceptar también dentro del proceso de la literatura e!f !a ~stit_ucmnahzaci?n de la hter~tura c~modpr:~t~~~;:n so~~e s~~~~c~~
grado de heterogeneidad del discurso. No solamente con el caso de 1~: mshtucmnes de P~I~es metr?po Itanos on e Y
lenguas indígenas, sino exactamente con el problema de las dialectizáf;· nan los textos canomcos de Cierta manera.
ciones múltiples, las subestratificaciones lingüísticas, de lo contrari~
vamos a caer en el viejo problema del .t:'arámetro, ~el paradigma lin*' K. Ramchand:
güístico: las lenguas europeas. Ahora bien, ~1 espanol es ~na leng~~l No quise decir que no fuera un problema sino qu_e era un probl~~a
europea. Y si fuéramos a tocar el tema de la literatura espanola perun'~-- diferente. Estaba tomando el punto de vista de algmen desde 1~ regmn,
sular, ¿de cuál habla española se trataría?, ¿la catalana;, ¿l~ gallegai~ porque si estamos tratando de escribir nuestra historia, necesanamente
Entonces tenemos un problema de sustrato, en donde mas alla del pro;: reaccionamos a lo que se ha hecho en otros países, puesto que nos sen-
blema lexicográfico, del proble~a lingüístico inclusive, hay una semán·: timos atrapados en un diálogo que nosotros no empezamos y cuyos
tica cultural expresada en ese diScurso que es donde se puede recuperat:: términos fueron establecidos en otra parte.
un poquito una información cultural integra! d~ un país .t;tás allá deL No quise decir que debemos detenernos en la documentación sino
problema lingüístico. Eso era lo que quería anadtr, nada mas. que podríamos registrar como en una computadora todo lo qu~ se ~a
escrito de manera tal que sirviera de base ·para fundamentar la h1stona
Kenneth Ramchand: de la región. Las dos tareas deben ser simultáneas. Debe haber un Cl_ler-
Uno de los asuntos que más me interesa de los que han discutido et:~
po de datos. Por ejemplo, si el trabajo de una computadora ~ubtera
qué es la historia literaria. Yo veo la función principal del historiador:'
registrado todo no tendríamos que haber esperado hasta el siglo XX
de la literatura como el proveedor de una documentación tan completa:;
para haber considerado una literatura femenin~. ~sto s~ de~e a_ la p~
como sea posible sobre lo que ha sido escrito en un determinado paí~~ cialización que hemos tenido por siglos al escnbu la histona hterana
o región. Su trabajo podría dividirse en dos partes: en la primera él_, y al hacer selecciones y exclusiones de este tipo. La documentación
entrega un comentario sobre lo que ha sido escrito y provee una biblia~; sería algo permanente, que daría continuidad al proceso a lo largo de
30 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICA
lean Franco:
Yo estoy de acuerdo. No estoy abogando por una sección aparte, coníi
en los manuales donde dice "Poetisas". Estoy refiriéndome a otra ce
sa, en realidad es la misma cuestión de cómo se institucionalizan ciert~:
textos en determinados momentos.
U. LA PERSPECTIVA COMPARATISTA
HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA
HISPANOAMERICANA:
LA PERSPECTIVA COMPARATISTA
Mario Valdés
35
36 HACIA UN A HISTORIA DE LA LITERATURA :LA pERSPECTIVA COMP ARATIST A 37
periodos porque las formas prevalecientes en Europa han sido ha desechado en Europa y en Estados Unidos: me refiero a los estudios de
corno criterios de exclusión o de inclusión dentro del estudio de un influencia. Es notable que los estudiosos de Hispanoamérica continúen
do literario. trabajando en proyectos tales como Faulkner y la novela hispanoamericana,
Puede argumentarse que no debe ponerse a los movimientos llt<"ario:ti 0
Walt Whitman y la poesía hispanoamericana, o más recientemente Octavio
en la misma categoría en la que caben los periodos literarios, ya que Paz y la poesía norteamericana. A pesar de que la influencia de un autor y
lo demuestra el modernismo los movimientos pueden salir de sus ongerler'Í su obra sobre la obra de otros es un hecho casi imposible de asegurar, pienso
culturales y ser trasplantados para originar un fenómeno literario vrgoro:ro'í que hay muy buenas y sensatas razones para hablar de este fenómeno. Pri-
en otro contexto cultural. Este es un argumento plausible. Es notatlle meramente, lo que se destaca no son los detalles incidentales de la biografía
la sección de poética comparada del reciente congreso internacional de de un autor sino más bien su uso particular de una temática y forma litera-
ratura comparada tuvo una jornada dedicada a "el modernismo ee:n:.;:~~·~~::l ria. En segundo término, la literatura que se yuxtapone permanece anclada
con otros movimientos literarios" y otra sección titulada "el s1 a su base cultural. En tercer lugar, en el mejor de los casos, surge un acuerdo
en un contexto internacional". No deseo disputar la validez de las de factores diacrónicos y sincrónicos cuando una intuición crítica de la
taciones de nuestros colegas, en estas secciones, sino sólo señalar forma literaria se pone dentro del contexto histórico de un desarrollo aná-
ellos hacen es de poca importancia para las investigaciones sobre Hisp:moczy logo en la otra literatura. Existe, por supuesto, una falla fundamental en
américa, aun cuando sus presentaciones tratan de textos en lengua es¡Jafíol:d los estudios de influencia, y es la suposición que el objetivo de los estudios
tales como las obras de Rubén Daría y de sus contemporáneos y las literarios puede alcanzarse a través de la elucidación del proceso de produc-
de Octavio Paz dentro del surrealismo. Esta forma de estudios cv'"l'"""'* ción, de la composición realizada por autores diversos. Al enfrentarnos con
vos son de poca utilidad en Hispanoamérica, dada la paradoja es<mc:ial lo que es seguramente la evidencia más incierta, hecha difusa por la incapa-
mina la labor de estos colegas, Debido al hecho de que lm: moviimientosJitera;j cidad empírica de conocer lo que ha ocurrido en la mente de otro hombre,
rios como modelos conceptuales, son exclusivamente diacrónicos, no el resultado puede llegar a ser no sólo especulativo e idiosincrático sino
manera de encontrar el fundamento común de la poesía estudiada, a también arbitrario y de interés egoísta. En otras palabras, no trato de resu-
que sea en una forma aislada de su matriz culturaL Por ejemplo, si uno citar los estudios de influencia sino sólo señalar que fue en parte una bús~
tudia las formas de versificación modernistas, conjuntamente con queda seria de un modo de estudios comparativos en Hispanoamérica.
de versificación del simbolismo francés, la designación de modernista El modelo que propongo se basa en la hermenéutica fenomenológica
todo significado a la luz del desarrollo histórico de la forma poética, y, -al aplicarlo a la literatura comparada restructura y corrige la dirección y
otra parte, si los estudiosos insisten en las conexiones temáticas del mcJdc:t·i el modo de la investigación comparatista en lo que toca a Hispanoamérica.
nismo con la actitud decadente de Europa de principios de siglo, ""'"'"' Este modelo propuesto puede describirse gráficamente como si constara de
hacerlo sólo si suprimen los fundamentos culturales de los esc:ritonlS tres círculos concéntricos. El círculo interior corresponde al fenómeno
dernistas. Mientras más penetre uno en la naturaleza del fenómeno li'ter,ari:o! del texto literario. El siguiente círculo, más amplio, representa la dialéctica
más inadecuado aparecerá el concepto de movimiento literario. de los factores diacrónicos y sincrónicos de la historia literaria hispanoame-
Si nos ocupamos ahora del modelo de una literatura universal, no ricana, y como esto, son generalizaciones heurísticas. El círculo exterior
contraremos mucho que nos ayude. Una táxonomía de la literatura señala el encuentro comparativo dentro del cual las bases semióticas de los
dial no es de mucha utilidad para los estudios comparativos y en es1Jecial! textos producidos dentro de la matriz de una cultura se trasplantan al te-
para Hispanoamérica. Su único interés incidental es el darle a los curiosorj ~eno de la literatura hispanoamericana. Trataré, en orden, de cada uno de
un directorio internacional del mundo de las letras. Este modelo ir'rcc:ro:oro! estos círculos del modelo.
todos los defectos de la historia literaria del siglo XIX sin incluir n.~~~~;;¡
de los logros que alcanzaron los estudiosos que buscaban describir e
rísticas nacionales de la literatura. Una lista taxonómica en ordenn~·~~~~~~~ El círculo interior. El texto literario
gico no puede ponerse en lugar de una descripción razonada del d
y la interrelación de los autores y su obra. Empecemos con el entendimiento tácito que aunque el texto literario sea
Antes de ocuparnos del modelo que presento como alternativa, también cualquier otra cosa, en un nivel empírico es un sistema cerrado de
tanme destacar, a manera de introducción, en que existe un enfoque signos que se derivan del sistema lingüístico mismo. Este sistema de signos
parativo que ha continuado vigente en Hispanoamérica después que se es el producto del trabajo de un escritor, y como artefacto nos es accesible
38 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA :LA. pERSPECTIVA COMPARATISTA 39
a través del análisis de sus características fonnales. Sin embargo, un la tarea de asignar un significado, debemos apresurarnos a agregar que la
que se considere soló a partir de sus aspectos formales no puede tener relación entre texto y lector surge de la habilidad para utilizar las estructu-
gún sentido y, por lo tanto, puede describírsele ahistóricamente como ras formales que hemos descrito y también depende del encuentro histórico
secuencia fija. Un texto con significado implícito siempre estará que hemos bosquejado.
en el mundo de la acción. La inteligibilidad específica de la escritura Nada sería más ingenuo que tratar de enlazar el_significado con una
fundamentada en el entendimiento previo del lenguaje como acción ftgura abstracta e intemporal del lector. También mencionemos de inme-
Es así que la escritura como comunicación siempre es histórica. El eS<:ritnri diato que exactamente en la misma forma en la que hay una falacia de la
el medio del lenguaje, el lector y el grupo social que provee los~ ~~,~~i~: j¡¡tencionalidad que afirma el sentido del autor como un absoluto dado,
la escritura, son todos fenómenos históricos. Por lo tanto, u también existe la falacia de\ texto absoluto la cual apareció con el New
constantemente debemos hacernos conscientes de que la mediación Criticism en Norteamérica. Esta es la falacia de tratar de considerar el tex-
lica debe entenderse como mediación social. Si hemos de comprender to como una entidad sin autor. Si la falacia de la intenc:ionalidad cierra sus
página escrita debemos primero situar la página dentro de un ojos a la autonomía semántica del texto, la falacia del texto aislado también
escritura, y después situar esta escritura dentro de una práctica parti•ouh¡J está ciega: no quiere ver la historicidad esencial del texto. El texto fue escrito
de escritura tal como los periódicos, conferencias, poemas, etc. por alguien, acerca de algo, para que alguien lo lea. Es imposible cancelar la
ces, corno en una rápida secuencia en la experiencia de la~~~·~:~~~~;~!~!
historicidad del texto sin reducirlo a un fenómeno físico. En el discurso
trataremos de situar la página dentro de la red completa de hablado la situación dialógica suministra todo un contexto de identidad,
la escritura, de convicciones y de compromisos con estas pero un texto escrito se dirige a lectores desconocidos y potenciahnente a
de instituciones, y de la configuración total de la constitución histórica innumerables lectores del futuro, todos los cuales tendrán la capacidad y el
la cultura tal como la entendemos. Lo que quiero indicar es algo muy interés para leerlo. Esta universalización del auditorio sólo puede llevarnos
cilla y no quiero insistir demasiado en ello: la esencia de un texto a una conclusión: la de que el significado de un texto nunca puede estar
historicidad. Si a un texto se le privara de su historia también se le completamente fijo; el significado cambiará porque es la respuesta del pre-
de su sentido. sente y el futuro y porque cada una hace al texto importante o no impor-
Por supuesto, un texto no adquiere sentido dentro de sus propios tante y continuará haciéndolo. Esta potencialidad de lectores múltiples es
tes formales, sino sólo cuando cruza el umbral de la potencialidad al la contraparte dialéctica de la autonomía semántica del texto. Por lo tanto,
de la experiencia de un lector. Que un texto literario es una forma de hay la consecuencia drástica de que la apropiación del texto es una lucha
municación, es la presuposición más fundamental de un texto literario. que genera la dinámica total de la interpretación y concluye con una sensa-
una página escrita alguien ha escrito algo con un contenido sigJni"ificali'¡¡j ción temporal de interpretación.
acerca de algo, para que alguien lo lea y, por lo tanto, lo actualice. Por Mi argumento es que un comentario lúcido del texto depende de la inte-
siguiente, la estructura formal del texto lleva consigo la suposición de racción de fres factores generados independientemente: a) la secuencia for-
lo que está escrito fue escrito sobre algo, dirigido a alguien más que mal de palabras escritas que se establece; b} la historia de esta secuencia, la
critor mismo. Por esto, los requisitos básicos del texto son: un escritor, cual incluye aspectos de producción, valor y función, así como de catego-
referente y un receptor. El uso del lenguaje por el escritor se observa a rías asignadas de clasificación; y e) la experiencia de la lectura como con-
vés de las características formales del texto; también la historicidad cretización potencial. Este argumento se basa en las suposiciones de un en-
escritor y del medio lingüístico deben examinarse; después nos ocupan1m11~ foque fenomenológico de la filosofía del lenguaje.
del receptor, en nuestro caso el lector. Las suposiciones de ret:OilO<:inlieJnt~
y, por lo tanto, de que surja la comunicación son un componente
mental del significado del escritor, tal como lo han mostrado Wolfang El segundo círculo. Perspectivas histórico-estéticas
y otros autores. Es así que podemos hablar del lector implícito como
del proceso de significado, e insistir en la autonomía semántica del texto El modelo que propongo correlaciona el concepto fenomenológico del tex-
terario. La autonomía semántica significa que la intención del autor y to literario con las principales perspectivas histórico-estéticas de Hispano-
significado del texto ya no coinciden. Lo que el texto significa para sus américa. Este modelo, en cuyo segundo c-írculo concéntrico estarnos ahora,
tares importa más ahora que lo que el autor quiso decir cuando lo es<:ril>iól debe entenderse como un todo con partes fundamentahnente interrelacio-
Si la relación entre texto y lector se reconoce ahora como el encargado nadas. La definición más amplia con la cual podemos trabajar es la de un
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desplazamiento de enfoque dentro de un sistema de posibilidades. Concep; 1 marco de referencia para elaborar un nuevo concepto de la historia literaria
tos clasificatorios que se deriven de factores no lingüísticos, tales como hispanoamericana.
Revolución mexicana, no pueden servir en nuestro modelo ya que tal El siguiente paso, que es crucial, es relacionar las perspectivas estéticas
signación ignora los aspectos formales de los textos en cuestión. La validez: con las estructuras sociológicas y la historia política de Hispanoamérica, ya
de una designación de grupo tal como: la novela de la revolución no ""'JV'"•l que el objetivo final es ofrecer una matriz cultural integrada para la litera·
la situación porque aunque el término novela puede elaborarse en un wra. Es así que si tomamos en consideración una vez más la Revolución
de análisis formal, y el periodo histórico de la Revolución mexicana de mexicana, podemos reconocer que el periodo de 1910 a 1928 no es sino la
a 1928 puede quedar establecido como un periodo en el cual la novela designación arbitraria para un movimiento social masivo. Podemos argu-
México se desarrolló siguiendo líneas específicas en el sentido de mentar que los años que precedieron inmediatamente al derrocamiento de
narrativa; esto no nos ayudaría aún a relacionar estos textos con el resto de Porfirio Díaz son también parte del periodo revolucionario, tanto como el
Hispanoamérica. La falla básica es que este modo de clasificación se basa ep!1ogo del movimiento cristero de 1928; pero es innegable que la historia
en un contenido literario que se superpone a periodos hi,;tórico-loollítico:s..l política de México se encontró en un estado de conflicto armado durante
Examinemos otro ejemp:o: el término de "novela indigenista" hace referen. unos veinte años. Si agregamos ahora la información sociológica sobre los
cia, en el mejor de los casos, a asuntos temáticos comunes, pero aún está campesinos, los hacendados y las inversiones de capital extranjero en Mé-
muy lejos de establecer un verdadero desarrollo histórico del arte literario :xjco, tenemos los instrumentos con los cuales podemos darle consistencia
de Hispanoamérica. Lo que propongo es que tomemos la determinación a las perspectivas estéticas que he descrito antes. Lo que encontramos du-
fenomenológica de un texto literario y asignamos su cambio a lo largo de rante estos años es que hay un aumento marcado en el uso de realidades
la historia de Hispanoamérica. Esto puede lograrse si modificamos nuestro paralelas y orden moral y una disminución del de la expansión de la reali-
concepto de la historia literaria y en vez de derivar nuestros conceptos de dad y de la estética de la participación. Estas generalizaciones sólo pueden
periodo de la historia política en una forma servil, logramos una interrela. sernas útiles si el concepto de texto literario que hemos delineado antes lo
ción de las perspectivas estéticas que están en la matriz de lo sociológico ponemos a funcionar ahora como dato informativo de la expresión literaria.
tanto corno en el desarrollo político de este continente.
Con el fin de elaborar este nuevo concepto de historia literaria, regre.
sernas a algunas observaciones básicas sobre la recepción que un grupo hace El tercer círculo. Estudio comparativo
de la literatura. Las relaciones de la voz literaria enunciante (o sea la voz
narrativa, la voz lírica o el intercambio dramático) ha estado cambiando El tercero y más amplio círculo de nuestro modelo se basa en la premisa de
desde las épocas m~s antiguas en las que un relator adoptaba un cierto pa· que existen formas literarias universales, pero no hay interpretaciones uni-
pel frente a su auditorio, o cuando un trovador tomaba una actitud con· versales. La actualización que cada lector hace de un texto de otra cultura,
vencional al ejecutar su canción para sus receptores. ya sea en el lenguaje original o en una traducción será un trasplante cultu-
Sin embargo, las manifestaciones históricas de estas actitudes cambian· ral que descubrirá facetas del texto inesperadas y a veces extraordinarias.
tes pueden percibirse como perspectivas. Quisiera describir éstas como ge~ Ésta esj en suma, una nueva vida cultural para el texto y cualquier estudio
neralizaciones heurísticas. Supongamos primero que los receptores son un comparativo que ignore este hecho corre el riesgo de hacer una representa-
auditorio bien dispuesto y que reacciona. La primera opción es que la voz ción completamente errónea de la recepción. En este punto será provechoso
puede dirigir al auditorio a través de un desarrollo que esté en gran parte recordar que el análisis semiótico de los textos desde hace mucho ha soste-
de acuerdo con la visión propia que ellos tienen de la realidad. El segundo nido una distinción entre discurso e ideas temáticas· o, como algunos dirían,
caso es cuando la voz indica un conjunto de imágenes que intentan trans- entre discurso e historia. La mayor parte de los enfoques semióticos se
formar la visión que el auditorio tiene de la realidad. En tercer lugar, tene- concentran en el estudio del discurso a trayés de diagramas y modelos ana-
rnos a la voz o voces que pueden estar ocupadas primordialmente con una líticos y lo fundamental de este enfoque es que los eventos que presentan
expansión de la percepción consciente del auditorio. Por último, la voz 1a idea central o las imágenes del texto se ven solamente como productos
puede invitar al auditorio a unirse a ella para participar en la redescripción del discurso estructurado. Por lo tanto, el enfoque semiótico presupone un
del mundo que la obra de arte está desplegando. Por brevedad me referiré a receptor del sistema de signos pero limita rigurosamente su indagación al
estas perspectivas estéticas con los términos de: realidades paralelas, orden sistema mismo.
moral, más allá de la realidad, e integración de la realidad, y los usaré como Mi propósito al introducir el análisis semiótico en esta discusión es muy
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sencillo. No sólo estoy de acuerdo con los semiólogos en que los Por lo tanto, discrepo al nivel más fundamental con toda teoría que
universales posibles para el estudio literario pueden obtenerse a través Jitnite al texto literario y lo reduzca al mismo nivel de un objeto material.
descripción de las relaciones formales sino que también sostengo que La obra literaria tiene su materialidad desde luego, pero también tiene su
la organización formal de un texto la que se transmite de una cultura a correlación cultural como fenómeno estético. Estos estados corresponden
Por esto es que propongo que el análisis semiótico del discurso es el a esa esfera del proceso histórico que hemos denominado esfera de lo esté-
con el cual podemos aprehender ese aspecto de la literatura que permane,eii tico. Estos fenómenos culturales constituyen :p-na región del sentido huma-
inalterado cuando el grupo receptor cambia. no irreductible a una economía política y a.'una política: desde luego la
El control que se obtiene por medio del análisis semiótico del UUiCUJ'sitl toma de conciencia no está limitada a las relaciones del yo con lo mío, en
de escritores tales como Faulkner, Kafka o Proust es precisamente lo relaciones de apropiación. También hay relaciones de expropiación mutua,
nos dará acceso a ese aspecto de los textos literarios que será la base eventualmente de intercambio, participación y donación, y no hay duda
recepción en una nueva matriz cultural. que la toma de conciencia también incluye las relaciones de dominación y
El proceso que hemos descrito en el primer círculo concéntrico servidumbre, las cuales son relaciones sociopolíticas que eventualmente
ahora repetirse cuando el texto externo entra a la matriz cultural de tienen su expresión económica de jerarquía y reparto de bienes e influen-
noamérica. Por lo tanto, en un sentido muy drástico Faulkner se cias. Pero sería un error fundamental tomar en cuenta sólo una parte del
en un autor hispanoamericano y lo que enlaza a este escritor con el fenómeno y negar lo demás.
conocen los lectores angloparlantes de Norteamérica es que ambos ¿A dónde nos lleva este enfoque teórico sobre la obra literaria en cuan·
nan la misma organización formal de textos específicos. to al proyecto de una historia literaria de Hispanoamérica? Espero por lo
Los intentos brevemente reseñados de construir un modelo brindan menos poder argumentar que la historia literaria de Hispanoamérica es un
terés considerable si los ligamos a una teoría de la cultura y vemos el ínstrumento de investigación sobre la cultura de Hispanoamérica, la cual
yecto de una historia literaria como el primer paso de una empresa demanda el reconocimiento de una base teórica del proceso historiográfico
que es la de desarrollar el conocimiento de la historia cultural de un que no reduzca la realidad cultural que entiendo como proceso dinámico
Sin embargo, mis comentarios sobre la literatura y el proyecto de una de hacer el mundo.
toria literaria de Hispanoamérica tienden a fomentar una oposición Para resumir mi primera tesis sobre la identidad de la obra literaria re-
minada por colegas que se ocupan de un quehacer mucho más IJ"imi"tadlo gresaré a mi punto de partida en la filosofía fenomenológica. Mi existencia
orientación que sólo responde a las necesidades institucionales y p<,da.gó:~-l para mí mismo en este enfoque se vuelve tributaria de una constitución en
cas de nuestras universidades. Este quehacer -basado en una la opinión de otro; y es así como recibimos el sí-mismo de quien lo consa-
cha del texto literario y, desde luego, completamente distanciado de gra, que es la opinión del otro. Pues bien, esa mutua constitución median-
consideración de una teoría de la cultura- señala numerosos obstáculos te la opinión sigue siendo dirigida por los objetos, pero por objetos que no
tratar de implantarse el modelo fenomenológico. No siendo mi lmten,ciónl son ya cosas como lo son los bienes, las mercancías y los servicios en la
en este lugar analizar nuestras instituciones de investigación y en:señian:"l esfera económica, ni tampoco corresponden a instituciones como en la es-
como merecen, me limitaré a algunas sugerencias acerca de las cues1:io1ae•! fera política. Tales objetos culturales son las obras del arte, la literatura, la
de mi modelo que son más debatidas por mis colegas. filosofía y aún del derecho. Por lo tanto, las posibilidades de poder elabo-
La mayoría de los sistemas implícitos o explícitos que están en rar una historia literaria de Hispanoamérica desde una perspectiva compa-
para el estudio del texto literario parten de una ontología de carácter rada prosigue en gran parte del modo en que se concibe de los objetos cul-
pírico-nominalista y resultan en una serie de reducciones de la obra de turales propiamente dichos; las obras pintadas, esculpidas o, en nuestro
puesto que el estudioso trata de agotar el significado del texto aunq11e caso, escritas, otorgan la densidad de la cosa, la dureza de lo real a esas
que logra producir es una versión más reducida, pobre e inútil imágenes del hombre que es la literatura. Es a través de estas propiedades
de arte. Estos sistemas de estudio de la obra literaria hace~~;·~~~~~:~~~ que el objeto cultural existe en los hombres y entre los hombres. Es por la
conocimiento del texto como fenómeno cultural o como mediación de los objetos culturales como se constituye una dignidad hu-
comportamiento que se puede describir mediante un lenguaje mana que sigue siendo instrumento y huella de un proceso de conciencia
vo. Tales sistemas no se r.efieren a la supervivencia de ese núcleo peJrsoJaal! duplicada de reconocimiento de sí-mismo en otro sí-mismo. Por lo tanto,
que es la dinámica de la lectura que llamamos según los casos "la voz la aplicación del primer círculo concéntrico que he presentado aquí consiste
ca", "la voz narrativa", o "el interlocutor del diálogo". en el rechazo categórico de todo concepto de reducción de la obra literaria
44 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LP.TINC>Al\fERICA><JI LA PERSPECTIVA COMPARATISTA 45
y la elaboración del entendimiento del texto como una mediación entre ·emplo, en el contexto ~e l.a ~ifu~ión de las tr~~~ccione~ de esta obra en
individuo y la colectividad cultural. ~ispanoamérica se podra d1stmgmr la compostcmn particular que se ha
En nuestro segundo círculo concéntrico hemos expuesto un cone<lpt(~1 transmitido a través de los cambios .notab~~s de lengua y ~u_ltura.
de la historia pero no como un proceso hegeliano absoluto, ni talnp>o~¡¡¡ La literatura comparada de onentacwn fenomenologlCa puede lograr
como un catálogo de acontecimientos sociales, sino como una ausencia a perspectiva perfectamente compatible con una perspectiva sociológica
reconstruirnos a través de documentos textuales. Por encima de todo, ;re la obra literaria. A mi juicio, únicamente la ~ob_re~eterminación. de .l~s
quiera que sea nuestro entendimiento del pasado, ese entendimiento 'mbolos permite disponer de una verdadera d1alect1ca que haga JUsticia
está haciendo a nosotros los historiadores. ~~nto a una sociología de la cultura como a un entendimiento de la expe-
Si se rechazan, pura y simplemente, ambos tipos de prueba -el ríencia de la obra literaria. Propongo, en consecuencia, que el proyecto de
liana y el empírico sociológico- los resultados son meramenttt~e~~:~: ~i~:~~~
1
scribir una historia literaria de Hispanoamérica consista en interpretar el
Pero si al poner en duda un tipo de prueba se abre una cierta e ~enómeno de la cultura en Hispanoamérica como el medio objetivo en que
para otro tipo y viceversa, se obtiene un modo de pensar que marcha viene a sedimentarse la experiencia colectiva de sublimación que es la lite-
cesar de un polo al otro, ensayando integrarlos. La realidad a la cual se ratura con su doble violencia de encubrir el ego del autor y descubrir el
fieren las experiencias del lector no puede entenderse si no se sitúan alter ego del lector.
experiencias en una filosofía del ser en el mundo; una filosofía en la cual Para concluir quiero indicar, aunque sea en modo esquemático, los
modo de acontecer y comportarse es comprensible como la colectividad medíos de operación del modelo que he descrito. El campo de investiga-
grupo social. La perspectiva designada por una sociología tampoco ción de que me ocupo es el de la creación artística, si bien aquí me he limi-
comprender la realidad si no sale del marco de nociones puramente err¡pJrvi tado a la obra de arte literaria. El modelo presentado parte de la premisa
cas de simpliCidad y sustancialidad o si no se considera el modo de ser que la obra de arte existe estéticamente como experiencia y no como obje-
experiencia humana. Cada una de las pruebas remite a la contraria to físico. El modelo de investigación que he propuesto se describe en tres
de un proceso dialéctico que más puede estimarse como abierto y pn,gresi. ¡ círculos concéntricos o, si se quiere, en tres esferas de operación. La prime-
vo que meramente circular. ra e interior es la fundamental ya que considera el fenómeno del texto lite-
He descrito la tercera esfera concéntrica como la perspectiva compara- rario. Esta esfera de operación se ha expuesto en términos d·eunadialéctica
tiva con la suposición básica que la obra literaria no se limita a fronteras po- entre la expresión y la experiencia. La segunda es la esfera de la historia y
líticas ni aun a Ias de tiempo y espacio. Pero tomando en cuenta que la obra aquí la dialéctica se realiza entre la interpretación basada en dato.s ~incró
literaria es ante todo un objeto cultural que se realiza como experiencia nícos y la colectividad cultural diacrónica en que todo lector partlctpa. La
personal, es necesario aislar los rasgos distintivos que tienen vigencia a tra- tercera esfera de operaciones es la del enfoque comparativo que reconoce
vés de un movimiento transnacional y transcultural. He destacado los. el proceso transnacional y transcultural de la literatura y, por lo tanto, ela·
rasgos formales para trazar la trayectoria de literaturas de diversas lenguas bora medios para responder a este proceso. Comprende esta esfera una
y culturas en la determinación de la literatura de Hispanoamérica. No dialéctica amplia entre el estudio de la obra en su historia cultural y la rea-
obstante, es de mayor importancia reconocer que la obra literaria en s.u lidad vital de un proceso de transmisión que niega la matriz cultural de la
vigor de objeto cultural no se deja reducir a una simple dicotomía que se- obra sólo para darle vida nueva en otra cultura.
parara al proceso creador del texto y la lona afectiva en que se trabaja y se El proyecto que nos ocupa es el de lograr una historia de la literatura
hace el tapiz que llamamos historia cultural. La obra literaria no se puede hispanoamericana y mi parte en este proyecto ha sido la de delinear el en·
dividir en dos partes: forma y contenido. El concepto heurístico de la for- foque comparativo. Para cumplir con esta responsabilidad me corresponde
ma literaria no se debe confundir con la obra literaria misma. Este concepto comentar directamente sobre el quehacer mismo del proyecto. La tarea de
no es nada más que un medio del estudioso para poder reconocer mejor el escribir una historia de literatura que no pro¡)onga una reducción depende
proceso histórico. del reconocimiento de la dinámica cultural elaborada en un marco históri-
Podemos sugerir que el uso del artificio de la forma literaria es análogo co sociológico, e informada por un conocimiento de la obra literaria como
al procedimiento del patólogo que analiza una muestra de sangre por me- experiencia.
dio de la introducción de reactivos que causan un cambio notable de color A mi parecer, es imprescindible para lograr esta historia literaria que
Y así registran una composición particular. Si logramos identificar las carac- toda referencia directa a los textos literarios mantenga abiertas las posibili-
terísticas de la forma narrativa de una obra como Absalom, Absalom, por dades interpretativas de la obra y no busque clausurar la sobredetermina-
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ción de la creación artística. Pero también, y con igual rigor, tenemos se rechace no tiene que ver con el que es una corriente estética válida
obligación de construir un marco histórico y sociológico que se preste dentro de las posibilidades de expresión literaria. En cierto momento,
estudio transnacional de las literaturas; es decir, a una perspectiva cuJ:np;¡c;~ se hace hincapié en crear una estética de parábolas, especialmente en
rativa. Del mismo modo que enérgicamente rechazamos una historia la novela o en la poesía. La cuestión es que el lector se reconozca den-
ria que no tenga en cuenta la matriz cultural de la obra, debemos rec:hazar·~ tro del mundo narrativo o poético elaborado y pueda compartir esas
una historia que pretenda describir una literatura en aislamiento. experiencias.
En este modelo de investigación la historia literaria está situada en En cuanto al lector, se tiene que distinguir claramente entre el
lector contemporáneo y el lector implícito en el texto literario, éste es
encrucijada de la crítica literaria y el estudio comparativo. Por consiguien. el que me interesa. ¿CómO vamos a tratar al lector del siglo XVIII? Al
e!
te,_ éxito del proyecto de una historia literaria en lengua castellana y lector implícito lo vamos a sacar del texto y del estilo del texto en su
qmza portuguesa del continente americano, depende en gran parte de la historia, en su marco histórico. Podemos construir la estrategia del tex-
validez de la materia crítica que la informe y de la dimensión coJmr1rensiv, to que se dirige a un lector, ver las vinculaciones, tipos de voces, modos
del marco histórico que la relacione con otras culturas y otras tradiciones. de apelar, ciertas debilidades del momento, ciertas ideologías del mo-
Del lado de la crítica literaria se recoge el comentario de los textos, un mento dentro del texto. Para una historia literaria es importante el
mentario que incorpore el análisis con la interpretación. La perspectiva texto en un marco histórico porque se trata no del lector implícito de
comparativa se incorpora no solamente al estudio de las traducciones sino una obra, sino del lector implícito como una colectividad. Es impres-
también al concepto heurístico de la forma literaria que facilitará el cono. cindible que tengamos datos, a fin de que nos den la información de a
cimiento de la transmisión transcultural de la literatura. quién se dirige el texto, cuáles son los argumentos que usa para ga:gar-
se a ese público, cómo se distancia a una parte del público lector. Esta
No solamente creo que es posible elaborar una orientación nueva de la es una reconstrucción histórica que va a ligar el estudio detenido del
historia literaria sino que creo que ya está en marcha en diversas empresas texto literario con una estrategia y su marco histórico.
individuales y lo que exige la investigación ahora es un centro de trabajo
que, por su ejemplo, nos dé un sentido de dirección y de futura coordina- Jacques Leenhardt:
ción. Espero que éste sea uno de los resultados del presente proyecto que En relación con lo que dice Mario del lector, me parece que para noso-
nos ha traído a esta reunión en Caracas. tros, que queremos hacer una historia, hay que considerar también el
otro concepto de lector. Quiero decir el funcionamiento social del tex-
to en el marco de los seres reales. Evidentemente es muy difícil conocer
Discusión de manera completa ese tipo de lector porque siempre faltan datos. Es
siempre la noción de considerar una estrategia en donde habría que tra~
Beatriz Garza: tar en el marco histórico el funcionamiento de la estética.
Creo que debemos concretar, lo más posible, las líneas de trabajo. En
ese sentido valdría la pena explicar el concepto de "perspectivas esté- Mario Valdés:
ticas", así como, en relación con la llamada teoría de la recepción, que Yo lo veo como una dialéctica de la estrategia del texto y de una repo-
es muy válida, ¿cómo, en concreto, considerar al lector? sición histórica del público lector que acepta, rechaza, trastorna o cam-
bia al texto literario. Estoy completamente de acuerdo.
Mario Va/dés:
Bueno, primero ¿qué entiendo por perspectiva estética? Es importante lean Franco:
entender que éste es un artificio, un concepto creado para poder deli- Creo que se está pasando por alto en este estudio de la estrategia, la
near históricamente ciertas tendencias un tanto priviligiadas del texto cuestión de la enunciación. Porque lo que pasa es que en este marco
literario. Podemos notar que hay textos que en ciertas épocas se mar· histórico, el enunciante o la forma de enunciación -porque no necesa-
ginan, porque pasan de boga en la preocupación estética de ese mo· riamente es una persona- es la clave de la subjetividad. Es el problema
mento. Si queremos entender por qué un poema que describe la flora y de cómo se forma el sujeto en un cierto momento histórico, y además
fauna de América en un momento entra como alta literatura y en otro como se autoriza la obra literaria. Yo estoy trabajando, en estos mo-
corno reliquia del pasado, tenemos que entender que hay una función mentos, en Fernández de Lizardi y él tiene un gran problema en sus
estética que podemos poner dentro de una trayectoria histórica. Una obras que se puede enfocar de la siguiente manera: cómo se autoriza
de las funciones estéticas, por ejemplo, que yo veo a través de la litera· como persona que puede hablar en ese momento, porque no es cura,
tura es la didáctica. El hecho de que en cierto momento, lo didáctico no es erudito, no ha ido a la universidad. Cómo se autorizan, por lo
48 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA ¡.A PERSPECTIVA COMPARATISTA 49
tanto, estos nuevos tipos de textos, cómo demuestran un poder Domingo Miliani:
hablar. ·Me gusta mucho su forma, pero me ha parecido que eil La ponencia del doctor Mario Valdés me parece de una gran validez, y
mento toca usted el problema de la enunciación, que no se de>Sartc•ull lo que quiero simplemente es precisar algunas cuestiones que más que
de tipo metodológico serían de tipo terminológico. Cuando él habla de
Hugo Achugar: los tres círculos concéntricos, tengo la impresión de que se trata de tres
Yo creo que está implícito, en parte del texto leído, pero me niveles abstractivos de la textualidad.
si podría ahondar en lo siguiente. Es obvio que la descripción de El primer nivel, el del texto como objeto verbal integrado, esta-
lector es necesaria, en función de un marco histórico y de una mos de acuerdo en que no sería una concepción remitida nada más al
tiva de en:unciación. Pero esa enunciación no sólo se realiza en significante, sino a la totalidad del texto, entendida en el sentido de
cia a un marco histórico, a un determinado proceso s~c~::t~~~~~~c~~;~~1 Lotman, de una integración.
a un sistema estético. Y a mí me parece que es una En el segundo nivel, veo que sería el modo de la codificación trans-
mental para la descripción de un determinado momento. Es verbal y literaria propiamente dicha. En este segundo caso lo que ob-
en relación con un determinado acontecer histórico, pero <affif)Ieneal servo es que él combina aspectos que tienen remisión directa al procem
diálogo y exclusión con otras perspectivas de enunciación, no de so del concepto histórico con lo que podría ser la codificación literaria.
texto sino de sistemas de textos. Entonces se tratará de sistemas Con tbdo respeto, yo disiento del profesor Meregalli en que el soporte
tico-ideológicos en referencia a situaciones histórico-sociales. lingüístico sea determinante. Es el soporte material del discurso, pero
no el determinante de la literatura; creo que el determinante diferen-
Mario Valdés: cial de la literatura está no en la famosa literariedad de los formalistas,
pero sí en la necesidad de establecer una semiología diferencial que
Sé perfectamente que un novelista, por ejemplo, tratando con un
nos permita, por ejemplo, hablar de una novela independientemente
tan difícil como la guerra civil española, tiene en su tradición cullliral~ de la lengua en que esté escrita, de una obra trágica independientemen-
literaria muchos sistemas que comparte. Sistemas no en uso en su
te de la lengua en que esté escrita, de un ensayo independientemente
lo inmediato, sino sistemas empleados anteriormente en su propia
de la lengua que esté escrito. A partir de ese segundo nivel, desde la
tura y tradición, y también, importados de otras culturas que han
recuperación ideológico-histórica del texto, se va a tener un tercer
ruado parte de su desarrollo cultural. Entonces, estoy com]pletatnentoll nivel que sería transígnico, en el sentido verbal, que sería transemióti-
de acuerdo: no podemos olvidarnos que el texto literario
co, desde el punto de vista de la codificación literaria, para insertarlo
te está en relación dialéctica con el público, sino que es en una teoría general de la cultura. Allí el texto se vuelve un macrosig-
tradición de uso de sistemas estéticos, y éstos son los que yo Hamttba~ no cultural, comparable con una serie sígnica análoga, literaria, pero
para contestar a Beatriz, perspectivas estéticas.
con una serie transliteraria de tipo estético, que es donde se puede lle-
gar entonces a implantar la literatura: en una teoría de la cultura. Ésa
Franco Meregalli: sería mi primera observación.
Quisiera preguntar ¿en qué sentido dice "no sólo en lengua ca.sl<,lltma! Mi segunda observación es que el texto del profesor Valdés dice
y portuguesa"? tácitamente que la literatura está entendida como un proceso equipa-
rable a una teoría de la comunicación literaria. Esto es absolutamente
Mario Valdés: válido, y permitiría, cuando se habla de alguien que ha escrito algo,
En el sentido de que no nos podemos olvidar que dentro de la hablar clara y llanamente del emisor literario, o del hablante literario.
hispanoamericana hay elementos literarios que no se expresan en A mí la palabra "hablante" no me gusta, porque volvemos al problema
tellano ni en portugués. Hay, por ejemplo, una tradición de de lo grafémico y lo fonémico. Los personajes hablan, pero el narrador
oral en México, que es en náhuatl o en zapoteca. Entonces, primario o secundario lleva a un proceso de codificación literaria, que
enfoque mayor se tiene que dar a la literatura en castellano y sería el aspecto que yo noto como vacío. Se habla de una codificación
gués, pero no con esa rigidez de negar que hay otros elementos en el nivel del lector, pero no se habla de una codificación en el nivel
existen dentro de la cultura hispanoamericana. del emisor literario.
Esto tiene muchísima pertinencia cuando usted se plantea el pro-
Franco Meregalli: blema del lector implícito o del lector explícito. Es decir, ¿cómo des-
El elemento fundamental y determinante es la lengua. Otras expr,esi11Jj codifica diacrónicarnente cada comunidad de lectores un mensaje
nes en otras lenguas, desde luego que hay que tomarlas en cuenta, codificado en un texto? Sólo esta observación haría para este punto.
ya como elemento comparatista. Lo otro que observo es que maneja una categoría lingüística saus-
50 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LJlTliN<OA.MleRICA>!A pERSPECTIVA COMP ARATIST A
51
suriana como la sincronía Y la diacronía. Yo sé que el profesor 'm · ca social etc. y por otra estamos reduciendo la literatura a
está perfectame-nte e~ con?cimiento del modelo dialectológico econo 1 , ' ', . . · b. ·
una esp ecie de expresion puramente
,
subJet1va o mtersu Jetlva, que
. y h b ·
Flydall que es extendido pnmero por Coseriu. Se habla no soian1 e,, ;;1 f ncionaría en un plano mas o menos Ideal. o creo que a na que
1
del adspe ?t~ s~cró nico y d~a.crónico sino que también de las variacio.
1 1
n~s ra op1c~s. e romantici~I?o europeo, .u~ romanticismo inglés
0
hu cer un esfuerzo por no confundir los términos, evidentemente, pero
t:mbién, por encontrar alguna _forma de.mutua r~lación más e~trecha.
hiSpanoamencano, pero tamb1en un romantlctsrno argentino seJrrti·m,,n.il Debo poner el ejemplo que senalo en m1 ponencm: ¿hasta que p_unto
tal o socialista utópico. Y no solamente diatópicas sino que cua d 1 proceso de formación de la nacionalidad argentina es independiente
do~ el eje~pl~ ~el lector se puede hablar perfecta Yclaramente d~ 1~ ~e la obra de ese momento?, ¿hasta qué punto los textos de ~armien·
vanante d1astrat~ca, y no solamente del lector sino del emisor. Cuand to, de Alberdi y de Echeverría no son el proceso de formacwn de la
usted habla precisamente de la literatura indígena o inct¡g· en 1·sta yo 0
1 t eo: ¿ca d1·r·~e~ o _co~ceptua?,
P_?n
, ¿produce conceptualmente con , rela-
me nacionalidad argentina? .
Por otTa parte, me preocupa la insistencia del prof~sor Mereg~h
CIO~ a una tematlca md¡genista del mismo modo un positivista como , en aquello de que el lenguaje, la lengua, el idioma es el caracter esenctal,
~lc1des Arguedas que un antropólogo que adopta una posición diastrá- definitivo y fundamental que nos permite. d.esli?dar el ca!llpo. Sobre
tlca desde la post~ra del indio como Jesús Lara, como José María todo porque si esto se asocia al hecho de pnv~eg~ar el espanol Y el por-
Arguedas, o un escntor del realismo social como Icaza? tugués, yo tendría la impresión que estamos hqmdandC: el proyecto._
Los tres serían indigenistas, pero la variación es de tipo diastrático En ese caso deberíamos estudiar la literatura espanola, de Espana,
~n la cuar~a c_ategoría, qu~ sería la variación de oficio, tendríamos un~ dentro de este Proyecto, como literatura española de Hispa.J!oaméric~.
hteratura mdtgena narrativa, y ésa sería una variación diafásica. Entre Si el idioma es lo más importante, entonces ¿para qué estudiamos la li-
narradores tendríamos una sinfasía del discurso, pero tenemos una r. teratura hispanoamericana? Si el idioma es lo más importante, entonces
te~atura dramática del indígena, o una poetización del indígena y h:. ¿para qué distinguimos la literatura portuguesa de la brasile~a? Y o creo
bna que tocar un poco la categoría diafásica también. que hay que darle un peso grande a la lengua, pero que de mnguna m a·
Yo no sé si usted considera que esos aspectos pudieran ser incor- nera es un criterio determinante. Con respecto a esto, otra preocup~
porables. dentro de un trabajo metodólogico, que a mí me parece de ción: yo me doy cuenta, que en términos prácticos, el proyec~o podna
enorme rmportancia en realidad. paralizarse si es que incluimos a las litera!u~as en lengua.s .nahv~s, por·
que eso nos crearía un problema metodolog1camente cas11mpoSl?le de
Mario Valdés: resolver. En términos prácticos sería extraordinariamente comphcado,
Sí, claro que sí. Casi todos sus comentarios parten de plantearse uno sin embargo no creo que pueda hablarse que esas lenguas forman una
~n que~a.cer de crítica literaria. Aquí yo traté de dar un esquema teó. especie de s~strato y sean ajenas además a la literat_ura latn:oameric~
n.c~ suflcientement~ amplio para poder defender los cambios que estoy na. Al pensar, por ejemplo, en cualquiera de los paises andmos: Pe~u,
Pidie~do, los cambios que son mayores, y a la vez indicar las diversas Bolivia o Ecuador, no se puede sostener que la literatura sea la escnta
especies de operaciones. en español. Me parece negar la evidencia de que la población de eso.s
países no se reconoce en la literatura, sino fundamentalment.e en la li-
Antonio Cornejo Polar: teratura oral en quechua o en aimara. Que no podamos estudiarlo, que
Yo quiero. hacer cuatro obse~aciones. Previamente quisiera decir que eso nos cree un problema metodológico terriblemente complicado, no
la ponencia me parece muy Interesante, y que requeriría tal vez una significa que no tengamos una muy clara conciencia de esto. En ese
lectura muc~o más deten~da para poder calibrar las perspectivas que se sentido el proyecto tendría que llamarse: "Hacia una historia de la
abren a partrr de ella. Mis observaciones son un poco más concretas literatura latinoamericana en español y portugués", pero de ninguna
Una primera, que me está preocupando, no sólo en la ponencia, sin; manera es la literatura latinoamericana completa.
e~ general en el debate, es que me da la impresión de que se está ha·
ciendo una separación demasiado tajante entre literatura por un lado Mario Valdés:
Y algo que llamamos historia, por otro. De alguna mane;a -no es as/ Bueno, primero, en ningún momento quise designar a un cuerpo l~a
pero simplificando- estaríamos volviendo al viejo concepto de texto ~ mado literatura de textos privilegiados, como un canon que se mantle·
contexto com? dos cosas a?solutamente independientes, o ligadas de ne sino que me refería dentro de los libros establecidos, también a la
una fo~ma mas o menos crrcunstancial y aleatoria. Yo creo que en fil~sofía y aun al derecho. Creo que es el objeto cultural lo que impor-
cualqm~; caso, p.ero sobre todo en América Latina, significaría una ta, y algo que no es literatura hoy en día, p~e~e se~ literatura p~a otra
separacwn demasmdo aguda, una doble reducción. generación y viceversa. Pero tenemos que d1stmgmr entre el fenomeno
Por una parte, estamos reduciendo la historia a la serie política, como un hecho histórico y el procedimiento metodológico que vamos
a seguir nosotros. Sería absurdo excluir el ensayo, la prédica, la histo~
ria, el ensayo filosófico, el de derecho, etc. Ahora la base de selección
de los textos tiene que ser su valor como el objeto cultural y no la per~
tenencia a una categoría preestablecida o canon.
En el segundo punto hay quizás un malentendido. Yo no me refie~
ro a la lengua como un sistema de comunicación desprovisto de la co.
m unidad, por el contrario, a esa lengua como la expresión de un pue.
blo, como la manifestación cultural de una colectividad de gente, del
pasado y del presente.
Ahora, en cuanto al tercer punto. Yo no voy a tomar ninguna pose LA PERSPECTIVA COMPARATISTA
hipócrita: yo no conozco nada, no podría empezar a leer un poema
aimara. Pero no se trata de que nosotros podamos elaborar un estudio
de las lenguas nativas de América, sino que se tienen que reconocer a]_ Franco Meregalli
delimitar el terreno, no como un estorbo, sino como una parte del sus-
trato cultural que es importantísimo.
Ana Pizarra:
A mí me parece que es importante en este punto de la discusión, con-
siderar los procesos transculturales. Porque pareciera que estamos ha- Los organizadores de la Reunión que tiene la tarea de discutir los criterios
ciendo una separación muy tajante entre lo que son las literaturas en metodológicos y los procedimientos operativos que deben dirigir la realiza-
lenguas metropolitanas y las literaturas en lenguas nativas. Justamente, ción de la Historia comparada de la literatura latinoamericana han conside-
me parece que el carácter de una literatura latinoamericana, y el mis- rado_ oportuno abrir los trabajos con relaciones sobre la "delimitación del
mo interés comparativo de ella, es ver cómo las estructuras del lengua- , campo". El primer problema que se nos presenta es: ¿Qué entendemos por
je y las estructuras míticas de esas literaturas y de esas lenguas nativas América Latina? Quebec es un territorio sin duda americano, y en él se
vienen a distorsionar las estructuras del lenguaje de las lenguas metro-
politanas, llegando a caracterizar un discurso específico. El problema habla una lengua que es tan "latina" corno el español o el porgugués. Ha-
sería -en la medida en que no somos capaces y no tenemos los medios blando de América Latina ¿se incluye o no se incluye Quebec? Yo creo
de hacer un estudio de las literaturas en lenguas nativas- establecer la que en general no pensamos en él, cuando hablamos de América Latina,
delimitación. Es decir, tomamos en cuenta los procesos transculturales aunque si pensamos en Haití, en la Martinica y en la Guadalupe. Hay por
y llegamos allí hasta donde podemos, y luego mostramos nuestra inca- lo tanto un conflicto entre el criterio lingüístico y el geográfico. Desde un
pacidad de ir hacia lo demás, que también forma parte, y tal vez ma- punto de vista metodológico, debería prevalecer un criterio lingüístico, por-
yoritariamente, de la literatura latinoamericana. que la relación entre la lengua y la literatura es intrínseca, mientras no lo
es la relación entre la colocación geográfica y la literatura. Es indudable que
lean Franco: la literatura que se hace en Nueva Zelanda tiene mucho más que ver con la
Creo que valdría la pena que discutiéramos un poco la necesidad de defi- ínglesa que con las literaturas asiáticas, que sin embargo se desarrollan mu-
nir en forma muy diferente la trasmisión oral y la escritura. La cultura
de trasmisión oral bnplica también a la cultura de trasmisión hispánica. cho más cerca de Nueva Zelanda. Pero desde un punto de vista histórico la
Tenemos que estudiar esa zona muy particular de creatividad porque colocación geográfica es esencial. Ahora que, si damos la prioridad al fac-
en ella se destacan otras normas de creación, como la presencia de un tor geográfico, se nos pone otro problema: ¿podemos incluir en el área de
auditorio, la necesidad de una comunidad, por ejemplo, y creo que te- nuestra historia la literatura hecha en inglés~ en Jamaica y Trinidad o en el
nemos que hacer notar la diferencia. papiamento de Curayao? ¿Es el Caribe una realidad que hay que privilegiar
Además, las formas de transmisión entre lo oral y la literatura, por en nuestro proyecto incluso forzando el término "latino-americano" para
ejemplo, los estudios de literatura de cordel en el Brasil, son muy im- íncluir zonas de lengua no "latina"? Personalmente prefiero la expresión
portantes y hay que notar una cosa, para mí muy significativa, es que "iberoamericana" a la "latin0americana": se trata de una expresión más
son los antropólogos, muchos norteamericanos, los que ya están trans- rigurosa, que dejaría fuera del objeto directo de la empresa las literaturas
cribiendo esa cultura oral para nosotros. francófonas de América, y naturalmente las anglófonas, que sin embargo
habría que tener en cuenta en la "perspectiva comparatista".
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54 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA LA PERSPECTIVA COMP ARATIST A 55
A propósito de esta preferencia mía por el término iberoamericano época que nuestra Asociación Internacional de Literatura Comparada pla-
quiero hacer algunas observaciones. Da la casualidad, que no es del todo neó su ambicioso proyecto de una Histoire des littératures en langues
una casualidad, que yo soy italiano; se sabe qué importancia tiene la pobla. européennes. Ahora resulta que se ha redescubierto al autor por un lado y
ción de origen italiano en algunas zonas de Ibero -o, si queremos, Latino- al receptor por el otro, y con ellos se ha redescubierto la historia, pero tam-
américa. Como italiano, tendría que preferir la expresión "latinoamerica- bién como relación entre texto y referente extralingüístico. A una semiolo-
na", que parece aludir también a dicho elemento italiano. Por otro lado, en gía literaria que se limitaba a estudiar el signo literario en sus dos polos de
los siglos XIX y XX la presencia de la cultura fraricesa en América Latina significante y significado, es decir, estrictamente como hecho lingüístico,
ha sido un factor, acaso el mayor, de unificación o al menos de atenuación se ha sustituido una semiótica pragmática, que no ignora la relación entre
de las diferencias culturales entre los pueblos iberoamericanos; por esto emisor, texto y receptor, y por lo tanto el contexto literario y la circuns-
también se podría justificar de alguna manera, históricamente, el término tancia extraliteraria. Cualquier texto tiene, además que una autorreferencia-
"latinoamericano". Sin embargo, "América Latina" es un término que me lidad, una heterorreferencialidad, más todavía es heterorreferencialla co-
parece más utilizado fuera que dentro del territorio interesado o de todas municación literaria en que el texto se coloca. La literatura es un momento
formas implica una óptica exterior. La discusión sobre el término puede de la vida.
parecer un poco ociosa; pero creo que la claridad en este caso, alcanzada Todo esto nos dice que metodológicamente se justifica plenamente una
después de una adecuada discusión, puede ayudar a aclararnos las ideas historia literaria, y se justifica no sólo como historia de las formas sino co-
también a propósito de la articulación de la obra de que nos ocupamos. mo historia del hecho literario dentro de la vida. Dentro de la vida social,
Otra serie de consideraciones preliminares que quiero hacer antes de dentro de la vida psicológica individual, dentro de la reflexión en todos
llegar explícitamente a lo comparatista (pero ya hemos visto que analizan- sus aspectos, desde el estudio de lo económico a la filosofía y la mística.
do conceptos generales se ilumina también el aspecto comparatista) se re- Ya estas afirmaciones implican una determinada manera de concebir la
fiere a los términos "historia" y "literatura". ¿Qué es literatura? Me he articulación de una historia literaria.
ocupado específicamente de este problema y tengo ideas personales al pro- ¿Cómo debemos articular nuestra historia de la literatura latinoameri-
pósito, que obviamente no puedo expresar de una manera adecuada en esta cana o iberoamericana, o como queramos llamarla? Podríamos pensar en
sede. De todas formas, tliré que considero necesario dar una significación una articulación que fundamentalmente privilegie los géneros literarios.
muy amplia a este término: "literatura", la entiendo no sólo pensando en Sería una articulación que se acerca a una concepción formalista de la his-
los géneros de escritura más cargados de elementos estéticos: narrativa de toria literaria, concepción que tiene su parte de legitimidad y aun de nece-
invención y lírica, sino incluyendo la prosa de reflexión, la narrativa no sidad. Pero pienso también que las formas literarias introducidas en un
de invención; el t~atro, la producción historiográfica, por ejemplo, debe contexto diferente adquieren un significado diferente, sirven a propósitos
considerarse producción literaria, y no sólo por lo que puede tener de valor diferentes. El romanticismo por ejemplo, ha preferido determinadas for-
estético (no existe una escritura que no tenga, mucho o poco, elemento mas literarias a otras; formas literarias precedentes a la difusión del roman-
"estético"), sino en sí. La herencia simbolista y la idea decimonónica del ticismo pervivieron durante el predominio de éste, que en ninguna parte fue
"arte por el arte" nos han llevado a privilegiar el elemento estético en la li- absoluto. En general, puede afirmarse que movimientos histórico-culturales
teratura: la verdad de esta afirmación puede constar, por ejemplo, al estudiar no han destruido nunca completamente el pasado, que a veces pareció re-
los criterios con que se han atribuido los premios Nobel por la literatura en surgir después de ellos. En otras palabras, un movimiento es una cosa y un
eStas últimas décadas, comparados con los criterios que prevalecían a co- periodo es otra. En un periodo cronológico viven muchos movimientos en
mienzos del siglo. Pero esta tendencia lleva a un aislamiento esterilizante distintas fases de su desarrollo. El romanticismo convive con el neoclasicis-
del mismo "elemento estético". Viene luego lo de "historia". Hace sólo mo, y no sólo en el sentido de que éste sobrevive como forma rezagada
unos quince años, hacía falta valor para hablar de historia a propósito de la durante el dominio del romanticismo. El neoclasicismo, por ejemplo, do-
literatura. Durante el dominio del estructuralismo ahistórico, cierto terro- mina en arquitectura y escultura en las mismas décadas en que el teatro o
rismo pretendía que la historia Hteraria había acabado, que la única mane- la narrativa de invención domina lo que llamamos romanticismo. Por otro
ra legítima de estudiar la literatura era ocuparse del texto, y del texto en lado, los movimientos literarios no suelen ser sólo literarios. Cabe incluso
su superficie significante; parecía entonces que cualquier referencia a algo decir que los ismos cambian la literatura como forma porque introducen en
que fuera exterior al texto fuera una impuridad rechazable, y no sólo recha- ella tendencias, gustos, valoraciones, temas diferentes: si la literatura puede
zada por personas al tanto de las cosas. Fue poco más o menos en aquella cambiar un poco la vida, más la vida cambia la literatura.
56 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA ti,,.Al'~R.SPECTIVA COMP ARATIST A 57
De estas premisas parece bastante lógico deducir que, sin negar las di- ción parecida a la de la Introdurao a Literatura no Brasil de Afránio
námicas inmanentes en las formas literarias, hay que destacar en la misma ~utinho, que se inspira en los escritos por el autor mismo definidos "in-
historia literaria el referente extraliterario, digamos la realidad histórica vi- l~~;~;:~:~:,:e definitivos" de René Wellek. Podrá parecer incongruente que
tal. Hay que hacerlo en distintos sentidos: en un sentido diacrónico y en -% en un caso la necesidad de escoger para la periodización un
un sentido sincrónico-espacial. La periodización de la historia literaria debe extraliterario, en otros la de privilegiar hechos literarios. Una obje-
hacerse, según yo, si es necesario, en función de hechos no literarios: de 'Ófl parecida procede de una mentalidad logicista o racionalista, que supo-
hechos, obviamente, que tengan un alcance tan enOrme que lleguen a cam- ele que para un tipo de decisiones hay un tipo de soluciones al que hay que
11
biar la vida literaria, que es una de las muchas facetas de la vida en genetal. fiel. Creo al contrario que la verdadera coherencia está en la
La verdad es que hechos tan macroscópicos suceden raramente, y menos 'la<lll!""" incoherencia. El dentista tiene muchas tenazas; sería curioso que,
suceden con relación a un dominio espacial tan inmenso como es el territo- de esto, y por coherencia se empeñase siempre en utilizar la misma
rio en que se desarrollan las literaturas latinoamericanas, o el poco menos telíaza en distintas circunstancias.
inmenso en que se desarrollan las literaturas iberoamericanas. El hecho es que para la época independiente de América Latina no po-
Cuando hablamos de "literatura latinoamericana" habíamos por defi- demos sino escoger criterios de periodización fundados en ismos culturales
nición de un conjunto de literaturas que se expresan en un idioma románi- flt:ult<Jiales, no siempre específicamente literarios). Estos ismos son, por lo
co. Hay, por lo tanto, un hecho macroscópico en los orígenes de la "litera- durante el siglo pasado, de procedencia evidentemente europea,
tura latinoamericana": la introducción de las lenguas románicas en América, hay un proceso de adaptación a las circunstancias locales; pero
que empieza a comienzos del siglo XVI y no ha acabado todavía. El otro ore<lonnirtanteJnente son de origen francés, o llegan filtrados por la cultura
fenómeno macroscópico, que cambió la vida latinoamericana, es la inde- el mismo romanticismo, que históricamente es una reacción al pre-
pendencia. En realidad se trata de un fenómeno que se manifiesta de ma- 1dtJminio del cosmopolitismo racionalista y clasicista francés, llega a Ibero-
nera profundamente diferente en las dos partes de Iberoamérica. Dos son américa, directamente o por mediación de las culturas peninsulares, predo-
los acontecimientos que causan u ocasionan dicha independencia: el ejem- minantemente de Francia, aunque no de origen francés.
plo de Estados Unidos y la revolución francesa con sus consecuencias psi- De alguna manera, el romanticismo no ha acabado todavía. Pervive en
cológicas y la ocupación napoleónica de la península ibérica. Ambos ele- e! realismo, resurge en el simbolismo y en el decadentismo. El naturalismo
mentos fueron determinantes lo mismo en Hispanoamérica que en Brasil, en cierto sentido continúa el popularismo romántico, aunque es todo lo
aunque las relaciones entrfl: los territorios americanos y la llamada madre contrario que una inclinación a una temática "romántica" en el sentido
patria se desarrollaron en _ellos de una manera muy diferente. Podemos de- divulgado, y diría vulgar, del término. El decadentismo elitista reacciona al
cir que la historia latip_oamericana cambia sustanciahnente en 1821. Cam- , naturalismo y continúa cierto tipo de romanticismo. Todas estas reaccio-
biando radicahnente la situación general, debió cambiar sustancialmente nes e imbricaciones crean un paisaje cultural y específicamente literario
también la literatura. Por ejemplo, se puede decir que la narrativa de inven- que dificulta muchísimo la necesaria periodización. La conclusión es: no
ción empieza en Hispanoamérica inmediatamente después de la independen- tengo una propuesta clara de periodización de la literatura latinoamericana
cia y en relación con ella. Por esto, creo que una historia de la literatura después de la independencia.
latinoamericana o iberoamericana hay que dividirla en dos grandes épocas, Me he acercado a la perspectiva comparatista, a la cual sin embargo no
con un criterio extraliterario: antes y después de la independencia. , he dejado de referirme, al decir que los ismos presentes en Latinoamérica,
Dentro de estas dos grandes épocas debemos necesariamente realizar por lo menos en el siglo XIX, son de procedencia europea, predominante-
otros cortes cronológicos. No es que queramos, es que no nos queda más mente francesa. A este propósito tengo que aclarar cuál es mi concepto de
remedio que hacerlo. Pero aquí se complican las cosas. No hay aconteci- comparatismo literario.
mientos extraliterarios de carácter tan enorme que nos permitan establecer Las relaciones entre la lengua y la literatura son intrínsecas, puesto
un corte en el continuum histórico-literario en función de ellos. Hay movi- que la literatura se escribe, en general, en una determinada lengua. Las rela-
mientos literarios, o en general culturales, que vienen desde fuera y coloran ciones entre la literatura y una nación, al contrario, son extrínsecas. A veces
de una manera groseramente sincrónica, muchos o todos los ambientes litera- sucede que uno no escribe en la lengua de su nación: lo que escribe perte-
rios iberoamericanos. No podemos sino acudir a ellos para individuar perio- nece a la literatura de la lengua en que lo escribe, no a la literatura de su
dos o subperiodos. No se trata, por parte nuestra, de una postura ideológica nación (Joseph Conrad no era inglés, pero sus "Obras pertenecen a la literatu-
en favor de lo específico literario; no se trata, para entenderse, de una afir- ra inglesa). Además, ¿qué significa "nación"? ¿Es nación cualquier forma-
58 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LA,TINC>Al"E!tl()A 59
ción estatal? ¿Es nación Suiza que se expresa en diferentes lenguas? .¡, s añal" y lo "portugué_s" fo~rnan un s~bgrupo dent_ro de las len?uas y
duda cabe de que Rousseau pertenece a la literatura francesa, no a la e P románicas. La m1sma unportanc1a que se atnbuye a la diferen-
tura suiza". Uruguay ¿es nación o provincia? Nadie piensa que Rio demuestra la esencialidad de la relación.
do Sul es una nación. Uruguay ¿es una nación sólo porque forma Análogamente, Brasil se define co~o n? ~spanoaiJ_I~ricano. ~n efecto,
dad estatal? ¿O es una parte de la nación rioplatense? De todas diferencias macroscópicas en un mvel histonco-po~~-~Ico: Brasil no ~uva
lo que se escribe en español forma evidentemente una unidad a rra de independencia; el libertador fue paradoJicamente el mismo
expresión, indudablemente, de distintas naciones Pues bien' las gue . durante casi todo el siglo XIX constituyó un imperio, cosa que
entre literaturas de distintas naciones que se exp~esan en la' misma 'historia brasileña algo esenciahnente distinto de la historia de las
no interesan directamente lo que se suele llamar "literatura ,.pítOll""' hispanoamericanas. .
La literatura comparada se ocupa de relaciones entre literaturas Por lo que se refiere a la historia lit_eraria, _no me _atrevo a expresar opl-
lenguas diferentes. La relación entre la literatura portuguesa y la , s específicas. Sin duda hay conspicuas diferencms; pero creo que hay
brasileña no es objeto del estudio comparatista (como lo entiendo OJG~\n analogías debidas lo mismo a la análoga colocación frente a las li-
berando un empleo lingüístico de la expresión "literatura rarnt~ras europeas, especiahnente la francesa, como a las analogías de cons-
una manera obviamente convencional, enseña Ferdinand de Saussure teta "n etnológica de los pueblos El descubrimiento de un sustrato de
d , tRUClD . · d ¡
esde lu ego no arbitraria y caprichosa, puesto que éste es el sentido cimiento "mágico", de origen indio o negro, por eJemplo, pue e re su -
da en genera l a la expres10n
· · "literatura comparada"). Por lo tanto cono n elemento común, otro, ¡a exp1os1on .. d emogra·r·1ca d e mega¡·opo ¡·IS en
cesario estudiar en la Historia comparada de la literatura · ' :~timas décadas (un fenómeno que es mucho más reciente_~ mucho_ más
acentuado que el análogo fenómeno en Europa), que se ~enücadlo m 1sm_o
la relación.de continuidad y contigüidad entre la literatura
literatura hispanoamericana, pero este estudio no constituye un Brasil que en Hispanoamérica, y causa un desp 1azam1ento e m1eres 1
comparatista de dicha obra. :cia las masas urbanas que puede reflejarse en la literatura.
Diferente es la cosa tratándose de las literaturas hi:;pamc>anae1"icitna¡¡jj De todas formas, me parece absolutamente claro que la costumbre _de
la literatura brasileña. En general, se piensa en ésta como algo locar sin más a Brasil entre las repúblicas "latinoamericanas", ~ lo meJor
a la literatura argentina o a la peruana. Pero no es así: la :roo elemento en una enumeración alfabética ("Boliv~a, Brasll,, ~o 1om-
evidente es entre la literatura brasileña por un lado y la tJ-ia, .. ") es de rechazar. Brasil se puede comparar con H1spanoame_nca, no
(o hispanoamericanas) por el otro, puesto que entre la literatura con cada una de las repúblicas hispanoamericanas, aunque se ex~lica muy
Y la mexicana, geográficamente muy alejadas, existe un vínculo bien, desde un punto de vista geográfico como desde un punto ~e vista et~o·
que no existe entre la literatura brasileña y la argentina lógico e histórico (de historia "evénementielle": que ~ien~ su ~porta~c~a,
más cercanas: el vínculo de la lengua. La relación entre la' literatura aunque no la tiene tan exclusiva como pretend1a la h1s~onografla tra~IClo-
ña Y la hispanoamericana (o hispanoamericanas) es intrínsecamente nal). que las Indias portuguesas hayan conservado ~u umdad, y las es~anolas
de la llamada "literatura comparada", puesto que se trata de · la hayan perdido a pesar de los esfuerzos de su libertador. Las Indias por-
se expresa en lenguas diferentes. Y diría que estas relaciones son el tuguesas eran algo mucho más compacto. Los portugueses no e~contraron
más caracterizador de nuestra empresa. Nuestra empresa se justifica en los territorios que conquistaron formaciones estatales o nacionales de-
todo en función de la presunción que estas relaciones sean tan estrechas sarro liadas que individualizasen partes de dichos territorios, como les suce-
reúnan ambos elementos de una superior unidad, que existe aunque no dió a los españoles. La fragmentación hispanoamericana no sólo se explica,
cluye unidades subordinadas: la literatura latino o iberoamericana ..0 Es sino que se justifica, dentro de ciertos límites. A propósito de esta fragmen-
tificada esta presunción? Éste, repito, es el terna central de nuestro tación, se impone aquí uno de los problemas más importantes de _nuestro
. Las relaciones entre la literatura brasileña y la hispanoamericana proyecto, también por lo que se refiere a la perspectiva com~~r~!Ista. Me
Jan e~ buena medida, aunque de manera desigual en las distintas épocas, parece necesario articular en grandes regiones, superando la d1V1~1on actual
relac10nes entre las dos naciones europeas que han dado la lengua a en estados (que puede ser, sin embargo, tenida en cuenta en un mvel subor·
una de ellas, Y cuyas literaturas son el antecedente necesario de cada dinado ), Hispanoamérica y su literatura, teniendo en cuenta por un lado,
de ellas. Se ha dicho que lo característico del portugués es no · hechos geográficos, étnicos, sociales, por el otro, hechos lingüísticos que en
apéndice de España, que Portugal se define en cuanto se diferencia de realidad están estrechamente relacionados con ellos.
paña. Sin embargo, es evidente que lo mismo lingüística que Los españoles dividieron originariamente las Indias en dos virreinatos,.
60 6!
la Nueva España y Perú. Se trata de una división que ponía de inmigración, tienen un tipo de autoidentificación en que el elemen-
importancia que ellos daban a precedentes formaciones políticas, Jos es más presente que en Chile y Venezuela, donde la inmigración
rios de los aztecas y de los incas: los españoles colocaron sus más importante. Todo esto crea dificultades en la individualización
territorios ya políticamente organizados, confirmando la de naciones o estados dentro de la unidad hispanoamericana. Por
chos territorios: México y Perú tienen en estos hechos una doble · aspectos los estados que están en, o se asoman al Caribe tienen ca-
cación como naciones. No sucede lo mismo en otros casos. -Se sabe en común, por ejemplo, la necesidad más urgente de reaccionar a
la primera mitad del siglo XVIII los Barbones crearon un nuevo t.l,¡e:;encw norteamericana que se nota incluso en la vida cotidiana; pero
el de la Nueva Granada; y que en 1776 instituyeron un cuarto, el de] ,¡;laJil<nou evidente que el petróleo ha alejado la sociedad venezolana de la
de la Plata. Las dos capitales de dichos virreinatos constituyen ahora a pesar de que la contigüidad demográfica, y no sólo geográfi~
centros de dos naciones, Colombia y Argentina, que sin embargo, a estas dos repúblicas. En resumidas cuentas, la necesidad de una
prenden sólo una parte de los dos virreinatos borbónicos. De todas '"'··~,.-- de Hispanoamérica en regiones más grandes, con agrupaciones de
Buenos Aires y Bogotá no representan centros políticos importantes contrasta con la dificultad de realizar dicha división. La distin~
riores a los españoles, de manera que en este aspecto Colombia y más clara se puede hacer entre el Río de la Plata, nación casi exclusi~
son menos "naciones" que México y Perú. Lo son, sin embargo, blanca, y el resto, la Hispanoamérica mestiza; sin embargo, el ele~
otras regiones, que son el fruto de un proceso de fragmentación de mestizo, objetiva y subjetivamente, es decir, en la conciencia nacio~
dades administrativas españolas, que se verificó durante e tiene una importancia diferente en las distintas zonas y en las distintas
después de la independencia, y que ha quedado irreversible hasta . Volviendo ahora a la perspectiva comparatista de nuestro proyecto,
Bolivia dejó de ser el Alto Perú; la Gran Colombia se dividió en tres ,;~~~~;::~~~:~~.qué alcance tiene este elemento mestizo en la literatura
Paraguay y UrUguay se separaron de Buenos Aires. El caso extremo h; Tendrá evidentemente, un alcance inferior donde el
proceso de fragmentación lo encontramos en América Central, .elruner1to mestizo es menos presente, como en la Argentina actual, y mayor
antigua capitanía general de Guatemala, a pesar de sus modestas el alcance mestizo de la población es testimonio de un pasado de
nes, se fragmentó en nada menos que cinco estados, expuestos por su cMlizacié'n autónoma frente a la de origen español: en México, en Perú, en
pequeñez a interferencias determinantes de potencias,_ e incluso de en Guatemala, en Paraguay, y en medida menor en otros estados.
zaciones privadas, extranjeras. Es evidente que estas nuevas una tradición de cultura india que influye en la producción literaria.
estatales corresponden menos al concepto de "nación" que de las Jl'odennos decir que existe una presencia literaria de las civilizaciones indias
m os hablado antes. Sin embargo, no hay que dar una importancia literatura (o las literaturas) hispanoamericanas? Ninguna de las grandes
nante a las divisiones administrativas españolas. Es, por ejemn~p,~lo~;'~s~~~~:l:::~~c~~~e: precolombinas, ni siquiera la maya, tenía "letras", en el sen-
la razón de la existencia de un estado llamado Paraguay, que e que no tenía alfabeto; tampoco tenía ideogramas con un claro valor
una población acentuadamente mestiza, que todavía hoy habla y utilizados para una producción literaria. En este sentido no
indígena y continúa las fundaciones jesuitas de la época española. hablar de comparatismo, a propósito de la sin embargo indispen~
do entre Argentina y Brasil, Uruguay se hizo autónomo. ínvestigación sobre las relaciones entre la literatura hispanoamericana
La historia posterior a la independencia, como es natural, ha · herencia indígena. Se trata más bien de una presencia del folklore, de
cido nuevos elementos de identificación nacional en las nuevas oral y en general de tradiciones indias, una presencia que a veces es
estatales, que llegan a veces a individualizar de una manera localizar en el tiempo y no se puede considerar automáticamente
regiones diferentes en América Latina. El mayor de estos a la época española. La misma manera de conocer del indio, el
inmigración europea. Esta inmigración cambió tan profundamente "mágico", se ha introducido en la literat~ra hispanoamericana
de determinados territorios que podemos distinguir dentro de estímulo de reflexiones europeas, como puede demostrar, por ejemplo,
rica dos grupos esenciales: Argentina y Uruguay, blancos; y personal de Miguel Ángel Asturias, el "gran lengua" de los mayas.
que tiene un porcentaje importante de población mestiza. formas, esta presencia mestiza acerca la Hispanoamérica mestiza a
este hecho étnico se refleja de maneras diferentes en la conciencia parte del Brasil, más que al Río de la Plata. Ahora, sin embargo, la
tintos países, en función de la importancia de la tradición indígena de megalópolis tiende a reducir la importancia de este elemento,
da con la importancia de la inmigración europea. Es evidente que a transformar los conflictos raciales en conflictos sociales.
Perú, pero también Paraguay, Ecuador, Bolivia, Colombia, que han Hasta ahora hemos hablado de lo inmanente en la realidad de la Amé-
62 HACIA UN A HISTORIA DE LA LITERATURA 63
rica al sur del Río Bravo. Hay también en ella elementos que son aquí una observación sobre un tema que ya se discutió a propósito de
específico de la investigación comparatista, como hemos visto, y proyecto. No cabe duda de que la literatura se hace también por
ciales. Ahora nos queda por hablar de las relaciones literarias del personalidades, y que estas grandes personalidades deben ser estu~
iberoamericano con literaturas externas al mismo. También en este no sólo como autores de determinadas obras, sino en su unidad;creo
podernos individualizar una oposición binaria esencial: por un lado hay que reaccionar a una concepción del texto como algo independien-
laciones con literaturas que se expresan en las mismas lenguas del autor. El conocido manual de Wellek considera "exterior" una críti-
Latinoamérica, por el otro hay todas las demás relaciones. Es que se ocupe del autor más que de los textos. Yo creo al contrario que,
se trata de dos grupos profundamente diferenciados. Las puede haber un interés por el autor, de carácter biográfico en el
entre las literaturas hispanoamericanas y la española constituyen puramente documental extratextual, puede haber también una
to unificador y son esenciales. En sí no son objeto de examen biowafía que coloque la obra como manifestación de la vida del autor en
pero lo son indirectamente, en cuanto España ejerció y sigue det:errnirtado momento y sea decisiva para la comprensión de la misma.
una función mediadora entre la cultura europea e Hispanoamérica Sín embargo, nuestro proyecto debe considerar más los fenómenos colecti-
del Index translationum de la UNESCO que en 1976 se publicaron 4 vos que los textos y los autores en sí; debe hablar de textos y autores sólo
ducciones de idiomas extranjeros en España, contra 395 en la en función de dichos fenómenos. Análogamente, pienso que lo local debe
apenas 19 en Venezuela. Distinta es la relación entre Portugal y }e! Objeto de la Historia comparada sólo en función de la visión de conjun-
tiene una función de trámite entre las culturas aloglotasy Portugal). ¡0 , Será necesario, como hemos dicho, individualizar regiones dentro del
laciones culturales con el mundo exterior al dominio de las lenguas mundo hispanoamericano, más allá de la contraposición binaria propuesta
y portuguesa, el objeto más obvio de la dimensión comparatista de de Hispanoamérica mestiza e Hispanoamérica blanca, pero el objeto especí-
proyecto, en el conjunto constituyen un elemento unificador de fico de la empresa no debe ser lo distintivo regional, sino lo que por encima
Latina, aunque de forma y en medida diferente. Diría que el element éste puede significar carácter general. A este propósito, hay que hacer
unificador lo constituye la presencia francesa y también la imagen observación importante: las relaciones con literaturas exteriores, he-
Arnérica Latina tiene Francia. dicho, pueden considerarse, en general, un elemento de unificación:
No creo que exista ni una tentativa sumaria de una visión citado el caso de las relaciones con la literatura francesa; pero pue-
de dichas relaciones, de su importancia cuantitativa y su revelarse con caracteres específicos en determinadas regiones, y contri-
naL El citado libro de Afránio Coutinho tiene una breve sección a identificar dichas regiones. Por ejemplo, se puede deducir de la Storia
las "Influencias estrangeiras" en la literatura brasileña tratándose de Relazioni letterarie tra 11talia e l'America di lingua spagnola de Giu-
vestigador tan autorizado, podernos dar por cierto que dichas páginas retj(¡eJ'P' Bellini, que es, que yo sepa, ejemplo único de una visión de conjunto
jan el estado de la investigación en 1959, y concluir que en realidad relaciones literarias entre Hispanoamérica y una literatura europea,
poco se sabía en 1959 al propósito. Queda evidentemente casi todo lo que era fácil conjeturar: que, después de la independencia, y en conco-
cer. Se pueden hacer investigaciones bibliográficas que lleguen a ' con el desarrollo de la emigración italiana al Río de la Plata, la
nes incluso de carácter estadístico. Se sabe que la literatura es de la literatura italiana tiene una importancia particular en esta
que cantidad, pero la literatura es un fenómeno social, y sus aspectos y la caracteriza frente a otras. Es también de suponer, y lo hace su-
titativos tienen su importancia. Yo creo que nuestra Literatura la obra de Fernando Alegría sobre Whitman en Hispanoamérica, que
de América Latina debe tomar en cuenta todo el acontecer presencia de la literatura angloamericana es particularmente importante
sólo algunas expresiones minoritarias consideradas elitistamente la zona del Caribe y contribuye a caracterizarla.
dignas de atención. Debe haber una dialéctica a este propósito: el De todas formas, a propósito de las relaciones entre _la literatura ibero-
no minoritario considerado valioso debe colocarse en relación histórica y las no ibéricas (así como, por lo demás, a propósito de las rela~
la literatura mayoritaria, que fue mayoritaria porque evidentemente con las literaturas ibéricas peninsulares), observamos que, si la presen-
pondía a exigencias profundas. Sucede además que productos · de las literaturas de la América Ibérica fuera de ella no es objeto directo
vulgares por la cultura de una época llegan a ser consagrados más la Historia, sin embargo hay que tenerla en cuenta, puesto que la ima-
la misma cultura oficial como patrimonio de todo un pueblo: se que el resto del mundo pudo tener de América se reflejó en la que
nuestra mente el caso de Martín Fierro, que nadie ahora se atrevería a tuvn de sí misma: nosotros reflejamos, en la imagen que tenemos de
siderar con suficiencia, como se hizo cuando salió. Creo oportuno · mismos, también nuestra conciencia de la imagen que los otros
M
1
tienen de nosotros. En este aspecto, la historia de los exiliados en de los colaboradores es en estos casos particularmente difícil, y es de
aloglotas es un momento muy importante y particularmente e-sumir que más acentuadamente será necesario dirigirse al mundo exterior
pl ..
la investigación comparatista. Piénsese, por ejemplo, en la presencia aLatinoamenca.
drés Bello en Londres o, antes, en la presencia de los jesuitas
de las Indias en la Italia de fines del siglo XVIII.
Muchas más observaciones podría hacer a propósito de temas
indirectamente relacionados con dimensión comparatista de la
pero debido a las limitaciones de espacio y tiempo, prefiero
J)omingo Miliani:
memoria hablando de la concreta forma de inserción de esta dunensil Quisiera primero confesar que leí la ponencia del profesor Franco Me-
la arquitectura de la otra. Alguien recordará que en Nueva York regalli con mucha atención, con un gran cuidado y preocupación. Mi
el proyecto de un tomo sobre Les réceptions littéraires en Amerique preocupación estriba en lo siguiente: el profesor Meregalli desde el co-
esquisse historique. Pensaba entonces en un libro aparte; pero la mienzo de la reunión de ayer ha insistido en el concepto inmanentista
comparatista se puede insertar en una distinta arquitectura, que lingüístico del enfoque de la literatura comparada. Yo quiero llamar la
obra como dividida según una periodización y no según géneros o atención sobre la evolución y las transformaciones metodológicas de
de manera que conserve, sin embargo, cierta autonomía. Preveía en lo que se ha llamado la "revolución lingüística" en el siglo XX. Si se
proyecto dos primeros capítulos, sobre la herencia indígena y sobre llega a considerar una concepción lingüística posvossleriana o una con-
rencia de las literaturas española en territorio americano de lengua cepción lingüística como la de Daniel Devoto en Italia, como la de
y de la literatura portuguesa en territorio americano -de lengua
Charles Bally en Francia, que proponían explicar todo el proceso de la
cultura a través de la lengua, es una manera de desvirtuar anacrónica-
Creo que tales capítulos tienen una relación tan estrecha con el mente lo que está ocurriendo en el campo de la lingüística contempo-
interior de las literaturas interesadas que sus objetos pueden confluir ránea. Desde 1949 se produce una transformación radical: de un lado
parte dedicada a las literaturas iberoamericanas vistas, por así decirlo, el transformacionalismo chomskiano y de otro lado las tendencias
dentro. La parte más comparatísta, que se refiere a la presencia de bloonfeldianas de un conductismo lingüístico. Pero estoy seguro que
ras "extranjeras", es decir expresadas en lengua diferente, creo el profesor Meregalli, como especialista en lingüística conoce todo lo
tratarse en una serie de capítulos identificados cada uno de ellos en que ha sido la sociología del lenguaje y de la socio lingüística contem-
de la periodización general de la obra, de manera que esta serie de poránea. Ya ni siquiera la lengua se puede estudiar fuera de una rela-
los tenga un mínimo de continuidad y autonomía. Cada uno de los ción con el contexto social, con los códigos socialmente compartidos
tulos debería abrirse con una introducción y cerrarse con una dentro de una cultura. La lengua ya no es sino un código y no el deter-
minante de una cultura ni siquiera de una historia. Entonces, me ma-
conjunto, pero debería también articularse en subcapítulos ucu"'"''"
nifiesto en primer lugar -con todo respeto- en un desacuerdo radical
recepción de específicas literaturas: 1) literaturas clásicas y Biblia; 2 de posiciones, en lo de comprender la literatura como un fenómeno
ratura francófona; 3) literaturas anglófonas (subcapítulo ur•orw1nan lingüístico inmanente en que se llegue a plantear que un método com-
dividido en párrafos dedicados a la literatura inglesa y a lanorte.americ paratista de la literatura lleve a una reflexión inmanente dentro del
4) literatura italiana; 5) literaturas germánicas; 6) literatura españo campo de la lingüística, porque no hay pertinencia de la reflexión ex-
Brasil); 7) literatura portuguesa (en Hispanoamérica); 8) otras tralingüística. Me parece una contradicción cuando él propone, por
(eslavas, etc.). Naturahnente, estas secciones deberían tener una ejemplo, hacer un estudio comparativo de la literatura italiana y la
muy diferente según las literaturas y según las épocas. argentina, que responden lingüísticamente a dos códigos opuestos. El
La manera más segura de caracterizar nuestra empresa como hecho de establecer una dicotomia casi maniquea entre literatura his-
panoamericana mestiza y no mestiza me parece que es un desconoci-
comparada, garantizando cierta autonomía a su perspectiva e~:~~::.:!;, miento drástico de la cultura latinoamericana, de las etnoculturas, y
está en confiar a específicos colaboradores las articulaciones desconocer un principio de la sociología del lenguaje contemporáneo,
carácter comparatista: por un lado, el estudio fundamental en la que es lo que se llama las comunidades diglósicas. No se podría enten-
tura de la obra, de las relaciones entre la literatura brasileña y la der la literatura chicana, por ejemplo, porque ¿a qué código va a res-
americana; por el otro, el estudio de las relaciones de dichas lit•oratunJ: ponder?, ¿al inglés o al español? Una novela como Clayville y sus alre-
(consideradas esta vez como unidad, aunque corno unidad articulada) dedores de Orlando Hinojosa, mitad de la cual está escrita en un slang
las literaturas expresadas en otras lenguas: francesa, inglesa, etc. La inglés y mitad de la cual está escrita en un spanglish ¿a qué código res-
66 ¡,A PERSPECTIVA COMP ARATIST A 67
ponde? El hecho de hablar de una cultura mestiza y de una cultura nt:l A mí me resulta extraño que se me acuse de racismo: no tengo la
mestiza me suena a aquel viejo concepto de Sarmiento de los años menor intención de racismo. Sólo quiero decir que el Cono Sur y sobre
ochenta: había que terminar con los valores indígenas, siguiendo todo el Río de la Plata tiene una composición étnica diferente, que el
Fenimore Cooper para llegar a la razas puras de América Latina. elemento mestizo tiene menos importancia que en otros sitios. En Pa-
tonces creo que más que un criterio lingüístico hay un criterio racista raguay, por ejemplo, es mucho más importante el elemento mestizo,
dentro del concepto del profesor Meregalli y quiero dejarlo como cona. pero no hay valoración alguna en esto, absolutamente. Usted dice que
tancia de mi oposición como latinoamericano. recientes estudios demuestran que los ideogramas deben tener un sig-
Él habla de que no se opone a la inserción de una literatura de ha. nificado lingüístico. Perfectamente, yo no estaba informado y le acep-
bla oral, pero remite al romancero español. En su ponencia, el profesor to esta crítica. Pero yo no quisiera que fuera una reacción un poco
Meregalli declara históricamente inexistentes en el campo de la litera. nacionalista. Mi idea no er-a absolutamente la de afirmar la superioridad
tura a las culturas indígenas, como declarara Guillermo Morón, histó. de una raza sobre otra, no sé siquiera si se puede hablar de razas; es
ricamente extinguidos el millón quinientos mil indígenas venezolanos:~ sólo un elemento puramente descriptivo.
no existen para la historia de Venezuela. En verdad, la Guardia Nacio- Antes he dicho que no hay que concebir el elemento comparativo
nal va a terminar de resolver el problema de nuestra doble etnia. únicamente como recepción de la cultura occidental de parte de Lati-
Las culturas africanas se ignoran drásticamente. Yo quisiera saber noamérica, Sino también en el otro sentido. Desde luego, la lengua no
si en la literatura norteamericana, para poder entender a William Faulk. es todo, la lengua es también cultura. Si hay una reacción tan violenta
ner se puede ignorar el sustrato etnoafricano. O hablar de una literatu. en cierto sentido es un elemento positivo, porque el sentido de la reu-
ra latinoamericana que excluye a una literatura de lengua francesa nión es de una comparación y también de un choque de puntos de vista.
como la haitiana o al créole haitiano. Pero lo más grave es cuando él Ahora, yo estoy perfectamente dispuesto a cambiar de opiniones por-
dice "¿Existe una tradición de cultura india que- influye en la produc. que no hay opinión definitiva.
ción literaria?, ¿podemos decir que existe una presencia literaria de las
civilizaciones indias en la literatura (o las literaturas) hispanoamerica. Hugo Achugar:
nas? Ninguna de las grandes civilizaciones precolombinas, ni siquiera la Yo soy rioplatense, y en la ponencia se dice que el Uruguay, o sea mi
maya, tenía 'letras', en el sentido de que no tenía alfabeto". Esto me país de origen, no se sabe si es provincia o nación. Yo quería señalar
confirma mi posición de ayer: confundir la literatura con un criterio algunas cosas: creo que la distinción no es que sea simplemente moles-
grafémico, y aquí hay un criterio fonémico. ta para la sensibilidad latinoamericana, la distinción es un error porque
Yo quiero recordarle al profesor Meregalli que el doctor Yuri No- generaliza la autoconciencia de un sector de la Argentina, precisamen-
rossov, de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética, desde hace te la provincia de Buenos Aires, históricamente autoconsciente de ser
más de treinta años viene haciendo una investigación rigurosa sobre los. el poder en toda la zona, y mistifica la realidad argentina~ el norte ar-
jeroglíficos y las estelas mayas. Y precisamente me refiero a una grafé. gentino y el sur argentino son tan distintos como el resto de Latino-
mica de la lengua maya. De manera que, lingüísticamente, y por vía de américa. Entonces, es la clase oligárquica y la clase de la pequeña bur-
la más moderna y actualizada lingüística, hay comprobaciones de que guesía que ideologizaron todo el proceso rioplatense ya que se erigen
sí existe una escritura de la lengua maya. Entonces, él dice que en como una autoconciencia pura. Pero eso es falso para el conjunto de la
ese sentido no podemos hablar de comparatismo, a propósito de la Argentina, es falso para el Uruguay, donde si bien la matanza de 1830
indispensable investigación entre las relaciones de la literatura hispa· de los indígenas fue un exterminio, en el interior de la República, ha-
noamericana y la herencia indígena. Creo que difícilmente hay un cia la parte de Río Grande do Su!, la parte de conexión con Corrientes
pueblo de América Latina que se pueda considerar racialmente puro. y con la presencia guaraní por el lado del Paraguay, hace que Uruguay
Seria una monstruosidad considerarlo así y, por lo tanto, cultural- -aparte de la cultura africana que también tiene- sea mestizo.
mente, y por consiguiente literariamente es así. Una historia de la
literatura comparada que parta de estos criterios sería un genocidio Antonio Cornejo Polar:
cultural para América Latina. Sería una historia comparada de las Yo tengo una pregunta que se refiere al proyecto mismo. Yo no estoy
razas puras en América Latina, no una historia de la literatura. Y con muy informado -y eso quiero dejarlo en claro- sobre las nuevas ten-
eso voy a concluir. dencias del comparatismo y reconozco que los planteamientos del pro-
fesor Meregalli aluden a una cierta concepción del comparatismo. Pero
Franco Meregal/i: al mismo tiempo, me da la impresión que, en este caso, si esta concep-
Bueno, yo creo que las palabras están hechas para entendernos, pero a ción del comparatismo es la que va a funcionar, en el fondo estaríamos
veces se prefieren las palabras que no nos permiten entendernos. frente a dos proyectos distintos. Porque, en cierto sentido, hasta aquí
68 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA,
JJAPERSPECTIVA COMPARATISTA 69
veníamos hablando fundamentalmente de algo que podríamos llamar
una historia social de la literatura latinoamericana en la cual hay un dentro de su aislamiento, que ella es parte del mundo. Esto debemos
conjunto de problemas básicos que se han venido mencionando a tra~ tomarlo en cuenta como un dato histórico como un hecho histórico
vés de las otras comunicaciones. Pero si optamos por esta visión del el que ciertos autores en determinados mom'entos tienen éxito interna-
proyecto, enmarcado dentro de esta visión del comparatismo, resulta cional y otros quedan marginados a la provincia.
que la mayoría de los problemas que nos preocupaban hasta este mo~ Otro aspecto es que en ningún momento se ha sugerido una forma
mento no tienen mayor importancia, y que más bien el proyecto debe. hecha de literatura comparada sobre el proyecto. La idea es establecer
un~ ~istoria de la ~iteratura vinculada a la matriz cultural de Hispano-
ría centrarse, por ejemplo, en las relaciones que hay entre la literatura
ame~ca. ~o se esta hablando del modelo de literatura comparada que
brasileña y la literatura hispanoamericana. Creo que dentro de la otra
visión -que estoy llamando "historia social de la literatura latinoame. muna el Siglo pasado: Voltaire en Inglaterra o Shakespeare en Alemania.
ricana"- este problema es importante, pero de ningún modo medular No hay prejuicio de parte de los comparatistas que venimos a
compartir abiertamente.
Entonces, creo que sería prudente, en este momento -porque se no;
ha presentado la ocasión de discutir esto- aclarar un poco por qué un
proyecto comparatístico, en primer lugar, y en segundo lugar, dentro JeiJ/1 Franco:
de qué versión del comparatismo va a producirse el proyecto. Creo que hablar de la literatura comparada en el contexto de Latino-
américa es como hablar de imperialismo. A mí me parece que no ten-
Ana Pizarra: dría que hacerse una comparación entre literaturas desarrolladas en
Quisiera aclarar que me responsabilicé de impulsar el proyecto dentro circunstancias iguales~ sino entre un sistema que ha sido muy domi-
del Programa de la Asociación Internacional de Literatura Comparada nante, sobre todo en el siglo XIX y en donde la cultura, hasta hace
por una determinada concepción de la literatura latinoamericana. ' poco, ha tenido una distinción mayor que la literatura hispanoameri-
A mí me parece que la historia de la literatura latinoamericana ne- c.ana y en do~de la relación no es tanto de comparación o de analogía,
cesita una percepción comparativa, por una parte, porque su mismo smo de parodia, de contraste y asociación.
concepto implica un vínculo de las literaturas latinoamericanas entre sí
y, por otra parte, por su vinculación transcultural, tanto interna como Antonio Cándido:
con Europa. En la medida en que la conformación de nuestras literatu- L~ ponencia del profesor Franco Meregalli me interesó por aspectos
ras -y Antonio bien lo sabe- es fundamentalmente heterogénea, a mí difer~ntes y as~ectos que me parecen positivos. Yo no soy comparatista
me parece que el método comparativo, que en Europa considera haber prop1a:nente d1cho. Hay muchas cosas que no entiendo de los aspectos
superado el criterio de lo nacional, en nuestros países es incluso necesa- de la literatura comparada, por lo tanto estoy tratando de instruirme
rio para comprender la dinámica de las literaturas nacionales, porque se respecto a lo que es una historia de las literaturas latinoamericanas des-
trata de literaturas en donde hay, por lo menos, dos sistemas cultural- de el pu~to de vista comparatista. Yo pienso, un poco empíricamente,
mente diferenciados. Entonces, esto es un poco la razón por la cual el que el Simple hecho de enunciar la necesidad de una historia de las
proyecto está concebido como comparativo. Luego, ¿qué entendemos literaturas latinoamericanas, ya implica en sí misma un presupuesto de
por comparatismo nosotros, latinoamericanistas? Eso creo que es lo que comparación diferente de lo que se ha hecho normalmente en las aso-
tenemos que decidir, yo creo que no se trata de importar el compara- c~aciones oficiales, y hasta en los trabajos universitarios. Acepté parti-
tísmo que se utilizó en Europa, o el que se está utilizando en Estados cipar en esta empresa debido principalmente a mi ignorancia, pues
Unidos, sino de formular las líneas de un comparatismo latinoame- entendí que allí había una posibilidad curiosa de aventura intelectual
ricano. para todos nosotros. En efecto, estamos en presencia de los otros So-
mos literaturas de un continente que ahora está desarrollando un d~seo
Franco Meregal/i: no literario: un deseo político o ideológico de unidad. Y para comple-
tar esto está la perspectiva literaria, ante lo cual mi posición es básica-
Naturalmente, el elemento social es indispensable, pero yo he venido
en tanto que comparatista. mente política, esto puedo decirlo con toda sinceridad. Aparte de esta
posición política, me interesa mucho el diálogo que se puede estable-
Mario Valdés: cer en:r~ repre~entantes de diversos países de ese todo complejo que
Yo quiero poner en claro los puntos que comparto con mi colega Fran· es AJ?enca Latma. Y desde este punto de vista me parece que la po-
co Meregalli y los puntos que se distancian del comparatismo, tal como nencia del profesor Meregalli trae elementos interesantes. Trae elemen-
tos con los cuales estoy de acuerdo porque ellos representan otras for-
se practica en Europa y en América del Norte. Estoy totalmente de
m~s de~ problema, otras fonnas de indagación. Pero a pesar de esas
acuerdo con que la literatura latinoamericana no se puede considerar
afrrmacmnes, a veces un poco extrañas, que deben entenderse como
70 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICAWA úft. pERSPECTIVA COMPARATISTA 71
un poco de humor del profesor Meregalli, yo veo allí una serie de pro~ das a la mesa Y todos estaban peleando; Asturias propuso resolver el
blemas muy positivos y fecundos para nuestro interés. El primero de asunto en otra reunión y quiso convocarme como presidente de esa
ellos se refiere a la posición que tiene Brasil en relación con los demás sesión. Yo no quería, entonces Asturias en uno de esos gestos que no-
países. sotros llamamos "español", dijo: "Acepte por Brasil"; entonces yo,
Él plantea, aunque no de la manera como a mí me gustaría que por Brasil, asumí la presidencia. En la sesión siguiente dije que no ha-
fuera planteado, el problema del Brasil como una unidad que no cabe bían nueve proposiciones sino que se podían reducir a dos. La propo-
en una lista de países latinoamericanos. Yo creo que sí cabe: caben Ar~ sición A era de los argentinos y la proposición B era de los peruanos.
gentina, Bolivia, Brasil, me parece normal. Pero también entiendo la Plantee que los peruanos y argentinos se reunieran y transformaran A
duda del profesor Meregalli, ya que más allá de mis sentimientos afee. y B en una sola. Muy bien, se reunieron y volvieron a la sesión, la cual
tivos, existe una realidad: es esa masa de lengua portuguesa frente a presidía un brasileño. Ernesto Sábato hizo la lectura -estaban José
esa masa de lengua española. Dentro de esa masa de lengua española Luis Romero, José María Arguedas, Matos Mar y Ciro Alegría- y dije-
existen fenómenos culturales que no existen en Brasil. Es el caso de ron más o menos así: "La unidad cultural de América es algo induda-
fénomenos corno Bolivia, Eduador, Perú, México o Guatemala, que ble, nuestras costumbres son las mismas, nuestra lengua es la -misma.
poseen tradiciones literarias autóctonas. Este problema no existe en Nuestra unidad empezó el día en que el primer español pisó el suelo
Brasil, ya que tenía organizaciones autóctonas muy primitivas, que no de América". Yo miré a Silvia Castro y éste me miró, pero él corno
produjeron nada que se haya mantenido, pero Brasil tuvo el aporte de presidente no podía hablar. Cuando terminó la sesión dijo preocupado:
pueblos africanos. Nosotros somos, en gran parte, de origen africano; "Pero ... hay un problema: debería caber también Brasil". Se suspen-
compartimos ese rasgo con Cuba, sobre todo, que es el país de Améri- dió la sesión y nuevamente se reunieron Matos Mar, Ciro Alegría, José
ca Latina que más se parece a Brasil: por su formación racial, por el María Arguedas, José Luis Romero, y dijeron: "Nuestra unidad cultu-
aspecto de la gente, por los tipos físicos, y hasta por el modo de ser y ral es un hecho indiscutible. Nuestras tradiciones son las mismas etc
el modo de abrazar nos parecemos mucho. Esto empezó el día en que el primer español y el primerportugué;, . _,;
También compartimos esto con esta misma Venezuela, con Pana. Yo siempre cuento esto con mucho cariño, para mostrar como
má, con otros países del Caribe, etc. Entonces, existe un mundo afro- nosotros nos olvidarnos de Brasil; todos estuvieron de acuerdo en redac-
americano tal como existe un mundo indoamericano. Sin duda alguna, tar un documento y sin embargo, Brasil fue completamente olvidado.
cuando el profesor Meregalli da una visión un tanto porteña de la reali- La ponencia del profesor Meregalli me parece importante en la
dad de Argentina, no hay que olvidar que Argentina, Uruguay y parte de medida en que él propone una teoría de las diferencias inobjetables y
Brasil son los segmentos de América más euroamericanos. Pero el aspec- plantea observaciones fundamentales, según creo respecto de lo que
to racial no interesa para nada. Como dijo nuestro colega uruguayo, nos interesa. Domingo Miliani, según mi parecer, planteó un punto
Argentina es mucho más mestiza de lo que se suele decir: en la guerra que para mí es el eje de este asunto y es el problema de lo comparati-
de las Malvinas, todos los soldados eran mestizos. Por eso el profesor vo y lo contrastivo. Esto es fundamental, para mí ése es el proyecto.
Meregalli tiene razón, en la medida en que me recuerda que hay secto- Ahora bien, la ponencia del profesor Meregalli era una contribución
res de mayor predominancia europea, tal como hay sectores con una para una teoría de lo contrastivo, teoría del contraste dentro de la
presencia autóctona mayor y sectores en que la presencia africana es unidad. Por eso yo no veo cómo darle importancia a los aspectos nega-
más considerable. tivos sin hacer resaltar los positivos, América española y América por-
Yo creo, pues, que esos elementos deben ser recuperados de lapo- tuguesa significan un problema gravísimo para nuestro proyecto no un
nencia del profesor Meregalli. Ésta me colocó ante el problema princi- problema afectivo, no un problema que implica nuestro deseo de uni-
pal: exactamente la presencia de Brasil frente a América Latina. Brasil dad -que vamos a lograr- sino porque es un problema objetivo. De la
es un hecho curiosamente excluido de América Hispánica. Este pro- misma manera como es un problema el hecho de que haya un compo-
blema es mucho más profundo de lo que se cree; si puedo extenderme nente europeo. mayor o un componente . indígena mayor , o un com-
más, quisiera contar una anécdota histórica. En 1965 hubo en Génova ponente afncano mayor: tener la piel banca o menos blanca, ser de
un notable congreso. Allí por primera vez nos encontramos intelectua· origen europeo o de origen mestizo, etc., y éste es un problema que no
les europeos, latinoamericanos y africanos. Había una comisión presi· debe ser visto a través de los enfoques ideológicos eventuales, sino a
dida por Miguel Ángel Asturias; yo llegué un poco atrasado al congre· través de las consecuencias literarias posibles.
so y también estaba presente otro brasileño, Silvia Castro. El tema se Por lo tanto, ya que la comunicación del profesor Meregalli des-
denominaba "Unidad cultural de América Latina" y se pretendía fun· pertó un poco de pasión, yo también planteo el problema un tanto apa-
dar una revista de literatura latinoamericana, con vistas a realizar nue· sionadamente aunque en otro sentido: pensando en los pueblos de
vos congresos latinoamericanos. Habían nueve proposiciones presenta· América, en las diferencias de América, y la convicción profunda que
72 COMPARATISTA 73
culturas africanas tienp.e a generalizar en un sincretismo éoncep(u,,1 , de la literatura de América. ¿Por qué no estudiar también la literatura
decir: la cultura del Africa, como si fuese una sola. Cutando rteamericana vinculada a este proyecto?
perspectiva latinoamericana miramos las culturas europeas no Hay una literatura afronorteamericana como la de Langs~on
las diferencias lingüísticas, nosotros hablamos de la cultura de flughes que tiene mayor influencia en la litera~ura cubana y ~n la hte-
como si fuera una homogeneidad. También ocurre con resp 1,cto tura caribeña que la que puede tener postenormente Hemmgway o
perspectiva latinoamericana cuando se toma esa perspectiva F ulkner. Si hablamos, como J ean Franco de una ¡·Iteratura m o de¡·l-
ra
ropa: se tiende a una generalización sincrética. El maestro a te encontraríamos para Nicolás Guillén el modelo en Langston. En
señ.ala en su introducción a la Formación de la literatura b~~~~~~~~~ ~~m~mo terreno, Sor Juana Inés de la Cruz en los fines del siglo XVI,
éste es un fenómeno de puntos de vista. Yo comparto el . en sU P oesía popular tiene elementos náhuatl y elementos de . lo , que
¡·
la coherencia histórica, es un problema de puntos de vista; si no,sotr<>,21 podría llamarse esa poesía negroide, mezclada con una expre_swn m-
miramos a América Latina basándonos en concepciones de güística en español. Entonces, no vamos a entend~r nuestr~ hteratura
lingüísticos solamente, no vamos a entender el fenómeno. El ;nuole<i y no nos vamos a entender metodológicamente: ~~ no partu_no~. de. la
ma demográfico y migratorio no es un elemento determinante base de que la coherencia está dada como la umctdad translmguíshca
· ¡o caneen• tneo
"dM
creo que hay que buscar contrativamente las diferencias de Lati~o. e se recupera en ese tercer nivel o tercer cucu ~ .
mérica, más allá de las ta~onomí~s de tipo étnico, de tipo etnocuJt~. qu
Valdés. Desde entonces la literatura entra en d"ál
1 ogo como macrostgno
ral, para enc~ntrar otro tipo de mstrumental que nos defina, porque complejo con un sistema universal de la cultur~. . ,
hay un resabiO de una metodología positivista que crea el problema y nosotros debemos poseer un pensamtento yo no dtna sola-
de fondo. mente cosmopolita sino universalista o humanista para term~a:. de
Yo creo que la diferencia cultural de América Latina es una dife. eliminar el problema por el cual en una época ~n Euro_pa no ex1s~10 ~a
renda aparente de las barreras lingüísticas, y que por debajo de esa& literatura hebraica porque tampoco e~taba esc~ta; la literatura hmdu,
~arreras. subyace una relación de identidad que se da hasta en signos la literatura japonesa, la literatura chma no extsttan_ porque ~o e~tra
smgulanzados. Nosotros estamos aquí en este sitio que se llama preci- ban en los parámetros cartesianos de un eurocentnsmo racton?l.tsta.
samente "Sebucán". Hace una semana en Brasil, en casa de un amigo Si el profesor Meregalli se sintió incómodo, yo lo lamento muchtstmo,
había un cuadro de pintura mineira, que representaba desde la per; no fue mi intención ofenderlo, sino rectificar a fondo una ~etod~logía
pectiva de la pintura ingenua, la danza de las cintas que aquí lleva el y una perspectiva del problema que a nivel ~e su ponenct~, da pte a 1?
nombre de "sebucán" y en Brasil "danza de las cintas". En Cuba, los que hemos planteado. De manera que no es smo un~ cuestwn de recti-
esclavos negros de las plantaciones de café de Haití llevaron esa tradi· ficaciones metodológicas, en el fondo de las cuales se que perfectamen-
ción a la Sierra Maestra cubana. En Haití se baila normalmente; en Trí- te bien nosotros dos podemos llegar a un acuerdo.
nidad, en la zona periférica de Puerto España, junto con el parrang
qu~ no es sino la parranda navideña de Hispanoamérica; se canta, s~
baila Y se construye el texto poético del parrang navideño, que es una
manifestación que identifica a la cultura musical de Trinidad con ins·
trumentos musicales y ritmos que tienen que ver con el folklore de
nuestra región venezolana. Nosotros tenemos un calipso en el Callao 1
que es tomado y puede ser una variante del trinitario. Entonces cuan·
do yo insistía en la idea de una metodología contrastiva y al decir que
no se podía seguir planteando el método de la literatura comparada
con un criterio inmanentista lingüístico cerrado, yo lo que quería era
llamar a una reflexión en ese sentido: que no podemos establecer dico-
tomías ni generalizaciones en el terreno de lo latinoamericano. Nadie
en literatura puede establecer una escisión dicotómica entre mestizo y
no mestizo, porque somos mestizos, somos "mixturados" como dirían
en Brasil. ¿Qué cultura no lo es? La cultura húngara es zíngara, es ger-
mánica, es eslava, tiene elementos hispánicos ... entonces, si es así y
si partimos nosotros refiriéndonos a las literaturas de habla hisp~a
y portuguesa solamente, es un criterio de exclusión. Yo soy partidario,
desde un punto de vista de un estudio global comparativo, de hablar
IH. LA HISTORIOGRAFÍA LITERARIA
LATINOAMERICANA
REVISIÓN DE LA HISTORIOGRAFÍA
LITERARIA LATINOAMERICANA
79
80 ¡,.A HISTORIOGRAFÍA LITERARIA LATINOAMERICANA 81
asible- adquiere en Menéndez y Pelayo el carácter de lo nebuloso. Hay un la "argentinidad", la "colombianidad", la "peruanidad", la "m~xicanidad",
"espíritu español" que flota sobre la Península y que considera que Séneca es decir, esos monumentos vagos y muy frecuentemente cursis que se ha
es español porque nació allí. Pero hay una excepción a esa determinación_ elevado a sí misma la miopía de la reacción política para encubrir no pocas
geográfica de lo español: los semitas nacidos en la Península no son espafio. veces su visceral beatería xenoft1ica y a la vez xenófoba (Jorge Juan y An-
les, según el polígrafo montañés. Por su raza, su lengua y su religión éstos tonio de Ulloa la caracterizaron ejemplarmente en sus Noticias secretas
se diferencian radicalmente de la población "cristiana y latina de la Penín. de América, 1826, cap. VI, 11 parte) que los enriquecidos de las colonias
sula", cuya idea de unidad es la base del "ingenio espafiol", o estilo, como heredaron de la madre patria. Parece que, en este aspecto, no ha habido nin-
lo llama en otro lugar, que ha "gallardeado en los tres dialectos, castellano, gún cambio hasta hoy. Uno de esos "discípulos" de Menéndez y Pelayo fue
catalán y Portugués'' y en la "lengua extraña ... madre de todos los roman. Ricardo Rojas. A su exuberancia y engolamiento rioplatenses y decimonó-
ces: en la latina". Y aunque Menéndez y Pe layo asegura que la literatura es nicos debe la historiografía literaria de las nuevas repúblicas la primera
autónoma y que no ha de considerarse "encerrada ... en una unidad pan. historia literaria monumental de una de las "Republiquetas" -para decirlo
teística, llámese Estado, genio nacional, índole de raza, etc.", lo cierto e~ con Mitre~ latinoamericanas. Lo único modesto en esta obra farragosamen-
que su programa de una historia literaria de España parte de la "idea de unj. te nacionalista, es el título: La literatura argentina. En cinco tomos la recoge
dad peninsular" y del "estilo'' español que ha surgido en la Península. De la edición de sus Obras (2a. ed. 1924, Buenos Aires, naturalmente, en la
ahí el que la realización fragmentaria, aunque monumental, de su primitivo librería "La Facultad"). El subtítulo es, como el contenido de los abundan-
programa se convirtió en una glorificación del "estilo" español, esto es, de tes volúmenes, menos modesto: '¡Ensayo filosófico sobre la evolución de la
la historia nacional del "territorio-nación" de la Península. Las Historias[¡~ cultura en el Plata." En el prólogo anunciaba que había concebido un
terarias de Gervinus y de De Sanctis surgieron en un momento histórico de ''sistema crítico para estudiar la literatura argentina como una función de
Alemania y de Italia, esto es, la época en que los dos países buscaban su uru. Ia sociedad argentina". Y aunque en esto se diferenciaba de Menéndez y
dad nacional. La de Menéndez y Pelayo, en cambio, acompañó el derrum- Pelayo, de quien decía no deberle nada, lo cierto es que coincidía con él
bamiento definitivo del imperio español y constituye con su fanatismo reli. sustancialmente. Al definir la literatura nacional como "fruto de inteligen-
gioso (Historia de los heterodoxos españoles), un desesperado intento de cias individuales", que "son actividades de la conciencia colectiva de un
mantener la unidad perdida, esto es, de imponer el lazo de esa unidad im- pueblo, cuyos órganos históricos son -el territorio, la raza, el idioma, la
perial española, el catolicismo. tradición", concluía que la "tónica resultante de esos cuatro- -elementos
Aunque Latinoamérica no compartía con España el problema de la de. se traduce en un modo de comprender, de sentir y de practicar la vida, o
cadencia, sino que se hallaba más bien, como Alemania e Italia, en busca sea en el alma de la nación, cuyo documento es su literatura" no hacía otra
de su "nacionalidad", de la difícil afirmación de la unidad continental pos· cosa que describir con más palabras lo que Menéndez y Pelayo había llama-
tulada por Bolívar y Martí, entre muchos más, la veneración conque beata. do "estilo" o "ingenio espafiol" propio de la "unidad ibérica". Menos am-
mente se acató a Menéndez y Pelayo llenó a la América independiente, he- plio en la visión que su silenciado maestro, Ricardo Rojas tropieza con el
rida ya por los nacionalismos reaccionarios y por los nostálgicos del pasado problema de ''la conciencia nacional", esto es, que ella se mueve en una
español, de "discípulos" del polígrafo montañés, quienes aceptaron un dualidad "entre un territorio que nos pertenece exclusivamente y un idio-
modelo de historiografía y crítica literarias ideológicamente contrarias a la ma que nos pertenece en común con otras naciones donde se lo habla con
realidad continental. Las Historias de Gervinus y De Sanctis ~Francía no igual derecho y por iguales causas que entre nosotros mismos". Pero Rojas
tiene nada semejante~ pensaban en la unidad de sus naciones con propósi- no soluciona el problema que, de haberlo planteado suficientemente, lo
to de afirmación presente y de 'perspectiva futura. Menéndez y Pelayo re· hubiera llevado a poner en tela de juicio como elementos especificas de la
chazaba el presente y soñaba en el pasado. Y cada uno de sus "discípulos'~ "literatura argentina" y de su "alma nacional", además de la lengua, la ra-
latinoamericanos adoptó esa óptica miope (no precisamente la de su Histo· za y la tradición. Las contradicciones a que conduce la concepción histo-
ria de las ideas estéticas en España) y, consiguientemente, en vez de traducir riográfico-literaria de Menéndez y Pelayo se multiplican y ahondan en su
la "idea de la unidad" peninsular a la de la "unidad continental" y poten· "discípulo" Ricardo Rojas. Éste asegura, por ejemplo, que uno de los ele-
ciarla políticamente con los postulados de Bolívar y Martí, prefirió ence- mentos del "alma nacional argentina" es el lenguaje, pero apunta que en
rrarse en los límites geográficos y administrativos virreinales y creer que- comparación con Europa, "nosotros escribimos en un idioma de trasplan-
dentro de ellos también dominaba esa nebulosidad llamada "estilo" o "in· te ...". Con ese criterio, la única lengua autóctona de la península sería
genio" peculiares, semejante al "español" de su maestro. De allí provienen la vasca. Si ese elemento del "ahna nacional" que es el idioma no es nacio-
82 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LA.Til~OAM'ER¡Q) LITERARIA LATINOAMERICANA 83
nal, sino de trasplante, ¿qué es entonces el "abna nacional" argentin ? de la historiografía literaria nacionalista europea, la latinoamerica-
un alma autóctona, pero trasplantada? Con todo, sería injusto a. :~~cre:trunenl<e, la de cada literatura "nacional" desconoce el problema
a estos historiadores de la literatura el que se hayan enredado en Ricardo Rojas, esto es, que está escrita en un idioma que no
dones. Ellas no fueron "privilegio" de los latinoamericanos y de los exclusivamente a cada una de las gloriosas "naciones" -o "Re-
ñoles, corno suelen suponer silenciosamente en toda la cultura como las llamó Mitre con razón- y de esa manera ha oculta~
cana los europeos y los españoles. Pues la "cartesiana" y el m~nto de la justificada emancipación los más fervorosos patrio~
Francia, por ejemplo, legó al mundo de entonces la obra y las más cursis manifestaciones de una perspectiva puramente
literaria de Ferdinand Brunetiére, que era más Un ejemplo de ello, entre los muchos de este tipo que puebla~
nario Y nacionalista que Menéndez y Pelayo e infinitamente más hisltoriog;raltla literaria latinoamericana, es la alabada obra de Gonzalo PI-
contradicciones que Ricardo Rojas. En ninguno de los dos La literatura venezolana en el siglo diez y nueve (aparecida en
una tendencia de la ciencia, como el "positivismo", para Eiin-~eu,doeo,dicada al "Benemérito señor general Cipriano Castro, Restaura-
miopía pacata que caracteriza los dictámenes furiosos de Brunetiére de ~enezuela. __ "). Al "juzgar'' la novela Mimi de Rafael Cabrera Malo,
Goethe o sobre Flaubert. Pero lo que sí cabe reprochar es el hecho ejemplo, asegura el patriota Picón-Febres que para que esta obra sea
los historiadores de la literatura de los países de lengua española . . para que ciertas digresiones no hagan que la novela aparez-
y siguieron dogmáticamente los modelos nacionalistas de Menéndez ''rompida", es preciso "darles forma con los recurso~ naturales de este
Y de Ricardo Rojas, esto es, que no reflexionaron sobre sus de literatura", de la que para Picón~Febres son eJemplos y modelos
tradicciones, que no trataron de ponerlas en claro y que por esa fe¡ u,,ñeces de Luis Coloma y El sabor de la tierruca de José María de P~re~
ocasionaron un retroceso en la concepción de lo que es historia de 7 decir de obras "ro m pidas" por sus cursis intenciones sermonanas,
es , . . p
tura, tal como surgió, junto con la crítica en Voltaire Lessing sus propósitos de prédica reaccionaria, por su perspectiva m10pe. ¿ ~r
-por sólo citar unos ejemplos conocidos- ~ se articuló ~n Fr. ' é 0 citó como modelos a Galdós y a "Clarín" o a la Pardo Bazán, mas
en De Sanctis, entre otros, y tal como llegó a sedimentarse de qun en su tiempo que Colorna y Pereda? El"nacmna
:famosos · lismo " -que en
potencia~a en Menéndez y Pelayo y en su discípulo Ricardo Rojas. -Picón-Febres, como en Coloma y en Pereda era un anti~odernidad Y u~
todo, quten examine la canónica Historia de la literatura francesa de :protradición muerta- lejos de hacer ju~ticia a sus preten~10nes -¿~o: que
Lanson (aparecida en 1894, reeditada ycoJ11¡>lem<:ntadapennanenl<,mente:.f precisamente un "patriota" tiene que citar ~o~e~os esp~noles?- m1rum1za
una de las últimas ediciones es de 1955) o la igualmente canónica de la precisamente a los autores de quienes por prmc1p1o deb.Ia ~~org~_llecerse, Y
toria de la literatura inglesa escrita por los franceses Émile Legouis y ~'maximiza", si así cabe decir, a aquellos autores cuya s1gmflcacwn se debe
Cazamian (aparecida en 1926/1927 y reeditada y complementada 12 al "minimizado". Esta relación entre "minimizado" y "maximizado" ca-
hasta 1957) no podrá menos de comprobar que en estas dos obras rresponde, entre otras más, a la habitual y rutinaria entre "precursor'_', Y
res por su erudición no se percibe una concepción · uprecorrido", para usar la palabra de Borge~ en este cont~xto. Tal relac10n
Y que ésta ha sido sustituida por un esquema ordenador que estrecha, máa ha determinado considerablemente el estud1o delmodermsmo, q~e h~_dado
que el "nacionalismo", el horizonte del desarroiio literario, lo fragmenta ocasión a que se vierta tinta y se pierda ingenio en la d:termm_acwn. de
con subdivisiones de subdivisiones y etiquetas y lo priva del contexto euro· quién fue 0 quiénes fueron los precursores de Rubén Dan o. ~Que h~b:era
peo, es decir, de la comunicación extranacional específica de la vida litera· sido de los precursores sin Daría? A estos esfuerzos de determmar pnon~a~
ria de esos países. El defecto de la historiografía literaria que podría lla- des y que sólo pueden ser realizados coherentemente desde la perspectiVa
marse "tradicional" no es propio y exclusivo de la historiografía literaria y ;on los instrumentos de una filología ahistórica y ateórica, subyacen
hispánica, sino la consecuencia del nacionalismo que subyace a sus propósi· nacionalismos inconfesos pero patentes en el fervor con el que un Schulman
tos. Es preciso agregar que este nacionalismo se hallaba latente en las con· 0 un M. Pedro González quieren demostrar que un hecho de la vida litera~
cepciones historiográfico-literarias de un Gervinus, de un Hettner, de un ria como fue la "jefatura" -horribile dictu- de Daría fue una usurpación
De Sanctis, quienes iniciaron el proceso de "desuniversalización" de la con· indebida naturalmente del pobre hombre de Metapa. Por ese camino, no es
cepción del padre -o de los padres- de la historiografía literaria moderna difícil llegar al ejemplo máximo de una historiografía literaria municipal-
es decir, de Friedrich Schlegel principalmente y de su hermano AugusÍ nacionalista como el libro de Guillermo Díaz Plaja Modernismo frente a
Wilhelm. 98 (1952), quien considera que el modernismo latinoamerü;ano es "femí-
La historiografía literaria latinoamericana es "nacionalista". Pero a di· neo" en tanto que el98 español es masculino. El hbro de D1az PlaJa es ma-
84 85
nÍfestación de una conciencia colonialista frustrada e irrealizable propia del ambiente chileno", la "virilidad" o la "femineidad",
mente. El libro de este "catalán universal" oculta tras la conh·'n""'· si se deja de lado el problema del deslinde entre crítica literaria valo-
femenino-masculino, tras la "sexualización" de las estéticas llt<,rarias. e historia literaria descriptiva o, como hoy suele decirse, pragmática,
aspiración reivindicativa múltiplemente arcana que supone preguntar: ¿cómo se define un valor, quién lo define, de qué modo se
social positiva de lo masculino como dominador y la de lo femenino lo define y qué lo legitima para esa definición? La cuestión de
lo débil, extemporáneo y sustancialmente dominable y dominado. forma parte de una vieja: disputa de la filosofía, especialmente
dicativo es- también el Panorama literario de Chile d-e Raúl Silva afios 30, que ha conducido a que se la relegue al depósito de los seudo-
(aparecido en 1961), aunque su afán no lo lleva a los excesos de donde la rescatan los militares y demás clientes de los valores
Díaz Plaja. El Panorama pretende demostrar que es falsa la "c<mf'abulaci, etétnos, auténticos, nacionales, occidentales, etcétera.
del odio" contra Chile, surgida de la Guerra del Pacífico, según la eual Si se resumen estas observaciones sobre la historiografía literaria nacio-
le "era terreno ingrato para el espíritu". "De hoy en adelante -dice ' _naüsta con la fórmula de que ésta "valora", es decir, establece prioridades
Castro- no se podrá decir que el país del cobre carezca de escritores. wn un criterio científicamente indefinible, entonces cabe concluir que
El propósito -que recuerda al de Menéndez y Pelayo al escribir su atlrtque esta historiografía literaria nacionalista calme la sed patriótica de
sobre La ciencia española- es enumerativo, es decir, arguye autores en jo& corazones y compense las frustraciones nacionales y sociales, y contri~
de argumentos. Y por eso resulta evidente que sus-juicios estéticos buye a satisfacer las vanidades, en realidad nada tiene que ver ni con historia
tienen que ver con el proceso y la significación literaria dentro del oi con literatura. Estas historias literarias nacionales -''nacionalistas"- se
to hispano que tiene la literatura que él reivindica. Frente a la obra puede citar el ejemplo de la de Félix Lizaso, Historia de la literatura hispa-
de un Gonzalo Rojas, por ejemplo, Silva Castro apunta con la ineficaz rttJ-americana, 2 ts., 1965-1967, entre muchas más, cuyos defectos resume
nía del ignorante que en La miseria del hombre, Rojas "para solaz de ésta, constituyen un género peculiar, compuesto de elementos heterogé-
lectores maneja vísceras y recuerda, a lo largo de varios poemas, neos: biobibliografía, devocionario nacional, sucinto juicio literario funda-
corporales y hechos físicos de que hasta ayer no se hizo habitual do- vagamente, y una pertinaz imprecisión en los datos. No tienen que ver
en la poesía", sin percatarse, por lo menos, de que en 1911 apareció con historia, porque reducen el acontecer histórico a la cronología escueta,
de los libros de poesía más decisivos de la literatura alemana; Y. no tienen que ver con literatura porque la valoración de lo que para di-
Gottfried Benn en el que confluía un aspecto del romanticismo ph_as historias merece tal nombre, es extraliteraria, es decir, considera a la
del proceso de la literatura que le siguió y que puede reswnirse muy literatura como pretexto de algo vago y generaL Esta crítica a .la historio-
riamente con el título de la obra de un discípulo de Hegel, KatrlRo•seJilkJCOJ grafía literaria nacionalista no significa que se postule la autonomía de la
La estética de lo feo (1853). Por otra parte, el nacionalismo de Silva literatura. Lo que Ricardo Rojas llama la "función" de la literatura y que
tro, quien comparte su miopía con todos los "peruanistas", "rrtexic,mist para los historiadores literarios nacionalistas es expresión de la "cubanía",
"argentinistas", "hondureñistas", es decir, con los seguidores latim>an del "alma argentina", del sexo viril español de esas letras, de la "peruani-
canos de los "expertos" norteamericanos en la peruana región de Avac¡¡chltf dad", etc., sólo puede definirse empíricamente si se parte del texto literario
o en el gobierno de Perón en dos años o en el "periodo de Sonora" para buscar en él las referencias a los demás contextos culturales y sociales.
Revolución mexicana, etc., le impidió posiblemente cerciorarse de que Pero entonces, todas estas "almas nacionales" se difuminan y dejan el cam-
lo menos desde la aparición de la edición española (1949) de Las ¡ID para divisar una red compleja de relaciones sociales, jurídicas, filosófi·
literarias en la América hispana de Pedro Henríquez Ureña era cas, extranacionales, es decir, propiamente históricas. Y la "cubanía", el
y superfluo hablar de la "confabulación del odio" contra Chile. 1
f¡¡)ma argentina", el "ingenio español", su sexo masculino, etc., adquirirán
Es precisamente el "municipalismo" de la historiografía su sentido como expresiones históricas de determinados momentos y deter-
cionalista el que plantea un problema central de la historiografía ntinadas aspiraciones de determinados estratos sociales. Y aunque estas his~
esto es, el de la valoración o, si se quiere, el de .Jos criterios de valor con torias nacionales nacionalistas aseguren que pretenden poner de relieve a la
ha de juzgarse una obra literaria para ser considerada digna de entrar en, literatura como "función" de la sociedad, su examen mostrará que ellas
monumental historia de la literatura de cada "Republiqueta". En este son testimonio de la función que un determinado estrato dio a la literatura.
po reina la más absoluta arbitrariedad y confusión. Para todos los Junto con los programas de "veladas literarias", de "lecturas poéticas",
listas, el supremo valor es un criterio indefinible e incaptable con el análisis de las preferencias de lectura que se inculcan en los colegios
el "ingenio" o "estilo" español, el "ahna argentina", la "peruanidad", secundarios y determinan hábitos de lectura, etc., estas historias literarias
86 :HISTORIOGRAFÍA LITERARIA LATINOAMERICANA 87
fonnarán parte del material para estudiar la "función" que en una ta en Hispanoamérica no contó con un Karl Korsch o con una obra como
determinada una sociedad determinada dio a la literatura. Estas lllilto1rfu,>! la del joven Lukács (Historia y conciencia de clases). La obra de Mariátegui,
literarias nacionalistas podrán servir como material auxiliar para explicar -en la que hubieran podido desarrollarse los impulsos de la "línea italiana",
cómo y por qué se formaron en Latinoamérica los llamados "Estados nacio. quedó realmente trunca. Su ensayo sobre "El proceso de la literatura" en
nales", y cómo precisamente fueron estos nacionalistas los que al seguir el Jos Siete ensayos de interpretación de la realidad pemana (1928) utilizó el
proceso europeo de la formación de los Estados nacionales justificaron esquema, y supo matizarlo de una manera que se acercaba en algunas posi-
ideológicamente los intereses miopes de las "altas clases", que al hacer caS\J ciones a las sobrias de Pedro Henríquez Ureña en su ensayo "El descontento
omiso de los postulados de Bolívar y Martí, aniquilaron la posibilidad poU. y la promesa" de sus Seis ensayos en busca de nuestra expresión (1928),
ti ca de una América hispana emancipada y encubrieron sus rencores y ren. sabre todo en lo que se refiere a la función del "cosmopolitismo" en rela-
cillas con los nombres de "ahna argentina", "cubanía", "peruanidad.", etc, ción con lo "propio". Pero su apreciación del "indigenismo" lo acercó a la
Los '"Estados nacionales'' hispanoamericanos constituyen la legalización historiografía literaria tradicional o nacionalista, si bien de tal manera que
solemne de los intereses de las parroquias de las llamadas "altas clases'\ y concretó lo que en é~ta era vago: en vez del "ahna nacional", de la "cuba-
las historias literarias nacionales no son otra cosa que el intento de legiti~ nía", del "estilo" o "ingenio", Mariátegui colocó a la "raza". Ésta era una
mar sentirnentahnente esa cursi legalización. valoración tan extraliteraria corno la de la virilidad de la literatura española
A diferencia de esta historiografía literaria de tipo ''tradicional'', la de 0 la del "alma nacional argentina". Era un a pn·ori, que 1 aunque más con-
cuño marxista tiene, por causa de su inspiración, una concepción histórica creto que el de sus vecinos nacionalistas, resultaba empíricamente indemos-
y un marco unitario de ordenación precisos. Más exactamente: debería tenet-- trable. Con esto, Mariátegui -y los demás indigenistas que invocaban al
los. Con muy pocas excepciones, como la de Juan B. Justo en Argentina 1 el marxismo-leninismo- sacrificaron un elemento esencial del pensailliento
marxismo llegó a Hispanoamérica de segunda mano y más generahnente de de Marx en aras del esquema, esto es, el de la seudoproblematicidad de la
tercera mano. José CarlosMariátegui, por ejemplo, lo tuvo de segunda mano 1 ~<taza", que éste había dilucidado con su peculiar y genial penetración en
a través de una exposición antimarxista del pensamiento marxista, esto es1 Sobre la cuestión judía (1843). No es preciso aducir en detalle los diversos
del libro de Benedetto Croce Materialismo storico ed economia marxistica indigenismos -como el de Alcides Arguedas, el de !caza, el de Jaime Men-
(1899). La obra, dedicada a Antonio Labriola, a un marxista extraordina- doza o el de quien rechazó de manera dubiosa la presencia de Ernesto
riamente lúcido, no leninista, era reflejo de las discusiones que en Italia Guevara en Bolivia, esto es, "Tristán Maroff', entre muchos más- para
había provocado la difusión del pensamiento de Hegel, cuya interpretación comprobar que el "indigenismo" es un "racismo", y que, aunque sea el de
por Croce, en su famoso libro de 1906, Ció che e vivo e ció che morto e Jos oprimidos, no deja de ser irracionaL Es tan irracional como la beatería
del/a filosofia di Hegel, podía compartir con la interpretación de Marx por de la supuesta generación del 98 ante el paisaje castellano, como la ideolo-
Lenin en su Materialismo y empiriocriticismo y con la de Hegel por éste en gía alemana de la "sangre y el terruño", como los "regionalismos" franceses,
sus llamados Cuaaernos filosóficos (apuntes y resúmenes hechos entre 1914 esto es 1 como las sentimentalidades que coadyuvaron ideológicamente al
y 1916) un rasgo esencial: el de un esquematismo irritantemente clasifica· advenimiento de los fascismos. En la irracionalidad y en el dogmatismo se
dar y dogmático, que en los dos casos, y aunque de signo político diferente1 tocan la historiografía literaria tradicional y la de pretensión marxista, o
condujo a una desdialectización de la dialéctica. El camino a Marx que siguió más exactamente la leninista.
Mariátegui no contaba con obstáculo alguno: iba del esquemático Croce al Dentro de la numerosa literatura historiográfica de cuño leninista, la
esquemático Lenin, y en todo caso dejaba de lado a Marx. Lo importante obra de Fran9oise Perus Literatura y sociedad en América Latina (1976),
era el esquema y su aplicación, es decir, el dogma. Su pontífice y guardián constituye un ejemplo de cómo el esquema -esta vez ornamentado con la
fue el partido. Y para éste era indeseable toda discusión con Marx. Por estos_ terminología francesa- le impide captar la complejidad de los problemas
dos hechos, la recepción de Marx en Hispanoamérica no fue productiva¡ del modernismo y su consideración en un horizonte histórico-social global,
sino repetitiva y pasiva; no se enfrentó a problemas del pensamiento mar· '~universal". Aparte de que los materiales histórico-sociales en que se basa
xista, sino acató una imagen estática de la versión leniniana de Marx. Y lo su trabajo y su interpretación del desarrollo del capitalismo en Latinoamé-
que hubiera podido conduc:ir a una continuación, rectificación y enriqueci· rica por ejemplo son demasiado precarios y de muy reducidas perspectivas,
miento del pensamiento y de la concepción históricos de Marx, fue sofocado la insuficiencia del método -sólo exteriormente marxista; basta comparar
por un esquema pétreo, que condujo a lo "vago y a lo grande" (W. Benjamin) sus análisis con los de El capital de Marx- la hace ciega para comprender
o a sutiles bizantinismos escolásticos. La recepción del pensamiento marxis· desde un punto de vista histórico-social el fenómeno de los intelectuales. Su
88 89
afirmación -para citar otro ejemplo- de que "resulta imposible realizar inttiograJia literaria latinoamericana. Consecuencia de su nacionalismo o de
interpretación de la literatura con prescindencia de la estructura y la -según el caso- es su provincianismo, es decir ,Ja conside~
de clases en un momento dado, y de los efectos que esto tiene en la de los fenómenos literarios sin ninguna relación con fenómenos con-
estructura ideológica de la sociedad en su conjunto", constituye una temPoráneos de otras literaturas. El-recurso a las "influencias", que es un
ma simplificación de la noción diferenciada de la relación entre la éancepto muy problemático y sustancialmente estéril, no rompe este pro-
"base" y la "superestructura" tal como la expuso Marx en su i¡bicianismo. Un segundo aspecto, que desde la revelación de la teoría de las
fragmentado prólogo a la Crítica de la economía política teneraciones de Ortega se ha generalizado, es el de la ordenación del mate-
Como para F. Perus lá crítica literaria "no es otra cosa que la rial según esta teoría mecánica, que reduce considerablemente el horizonte
de la lucha de clases en torno a la literatura", resulta evidente que un ñjst6rico y no proporciona ningún criterio para la interpretación de los tex-
rniento como el modernismo, que es "parte integrante del contexto..pligár. tos y para su periodización en un marco histórico-social. Así como mada-
quico", tiene que ser objeto de combate. Para la historiografía literaria ,¡ne Perus ha sido impermeable a las suscitaciones de los marxistas como
nacionalista, todo lo que no es nacional es objeto de rechazo y reproche, \Veúnann -se pueden agregar Claus Trager o Reirnar Müller-, los partida-
La historiografía literaria leninista ha sustituido el "ahna nacional"~ la tíos y hasta devotos de la teoría de las generaciones, entre ellos no pocos
"cubanía", etc., por la lucha de clases, ha reducido, como aquélla, ~~marxistas", han pasado por alto las investigaciones de la historiografía
complejidad a un elemento histórico-social. Y al cabo resultará francesa de los "Annales" y más concretamente las de F. Braudel sobre el
flua cuando haya concluido la lucha de clases y cuando en tal problema del "tiempo en la historia" y su duración. Tal teoría cierra las
sociedad revolucionada busque su legitimación histórica en el pasado y pt¡.ertas a la consideración de cuestiones fundamentales para la descripción
encuentre que la "lucha de clases" que llevó a cabo la crítica no sólo no de la historia de la literatura, como son los de la llamada vida literaria (re-
contribuyó en nada al triunfo de la clase proletaria, sino que dejó en heren~ vistas, editoriales, bibliotecas, formas de la crítica literaria en los periódi~
cia un cementerio en el que yacen todos los que contribuyeron a ros, etc.), y hace caso omiso de los contenidos contradictorios de las obras
nar sobre la sociedad. Y entonces, la crítica literaria de la sociedad de. un lapso. Reduce insosteniblemente la complejidad de los contextos y
cionada comenzará a redescubrir, primero, temas literarios que la :fragmenta. Fragmentación es también el resultado de la ordenación del ma~
luchadora había condenado, y la nueva crítica comenzará a rescatar a 'ferial según criterios geográficos o genéricos, tal como lo hace E. Anderson
difuntos. Tal es el caso de la crítica -para seguir cxo;:n:~e~stt~a~~~~;~~~:~~~~··>~ rmbert en innecesario beneficio de la didá~tica expositiva en su conocida
indiferenciada de la madame Perus- en la República I Historia de la literatura hispanoamericana. Esta quiere continuar y comple-
cuyo tema central es el de la "apropiación del legado ..." de la mentar Las corrientes literarias en la América Hispánica de Pedro Henríquez
del pensamiento burgueses. No es necesario esperar a que triunfe el proleta~ (frefia, pero pone el acento en lo más exterior de esta historia ejemplar,
riada para descubrir y rescatar ese legado burgués, sin el cual no hubiera si~. esto es, en las clasificaciones, y pasa por alto lo que hace que esta obra sea
do posible la revolución proletaria. Y menos aún en Hispanoamérica, modelo: la concisa descripción de un proceso y la consideración de las le-
"aquellas tierras invadidas de cizaña", como observó Pedro Henríquez tras del Nuevo Mundo como una totalidad.
ña, en donde la acción de la inteligencia ha constituido hasta ahora el Una historia de la literatura hispanoamericana que quiera hacer justicia
vínculo de unidad de la magna patria. El libro de la combativa madame a sus esfuerzos deberá evitar todo fraccionamiento, abandonar todo crite-
rus apareció cuatro años después de la publicación de los trabajos del anglis· río reduccionista, y colocar la literatura hispanoamericana como totalidad
ta de Leipzig, Robert Weimann, Literaturgeschichte und Mythologie, en en el contexto de la literatura europea, a la que pertenece por sus mismos
el que plantea el problema de la relación entre el pasado y el presente, elementos y el aparato conceptual de que se sirve ... hasta para descu-
la "apropiación del legado", que él considera como el problema brir lo autóctono indígena en ella. La totalidad exige que en su análisis
gico decisivo de una historia literaria materialista. Ni dicha obra ni la ¡ii:imen la contemporaneidad y no la nacionalidad de los autores, la sirnul-
Lukács, La peculiaridad de lo estético (1963), en la que se realizan taneidad de los géneros y la presencia de obras escritas que, como la litera-
modificaciones del estéril esquema leninista -la de Weimann es túra rosa, o trivial, han sido descuidadas totahnente por la historiografía
tuvieron cabida en la finísima, penetrante, matizada y renovadora · literaria, aunque forman parte de la vida literaria entendida sociológicamen-
gación de madarne Perus. Sucumbió al esquema y al dogmatismo. te y aunque muy frecuentemente invaden el terreno de la llamada alta o
Aparte de los fundamentos teóricos de los dos tipos de gran literatura. Pero la colocación de la literatura hispanoamericana en el
literaria, cabe contemplar brevemente algunos aspectos concretos de la contexto europeo exige, aparte de numerosos estudios previos comparati-
90 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA 91
cuando se ve el resultado para la historia literaria, se ve que los dos son glo XIX, vemos que la famosa Generación del 98 y todo el proceso del
selectivos y reduccionistas. siglo XIX no se puede entender sin considerar 1 en primer lugar, lo que
significó el krausismo español como un pensamiento secularizador, lo
Mario Valdés: que sigllificaron los intentos de reforma jurídica, o sea la introducción
No puedo estar más de acuerdo que hasta ahora que el marxismo que del código civil -muy tarde en comparación con América Latina-
hemos visto en Hispanoamérica es de una reducción total, y es un mar. como un intento de racionalización de la sociedad. Lo que significaron
xismo de segunda mano. Si se conociera, por ejemplo, aquí el pensa~ las artes, que son fenómenos que se ligan todos para posibilitar la res-
miento de Robert Weimann, crítico marxista de Alemania en teoría de puesta que da la literatura del 98 a todos los fenómenqs de la época,
la recepción donde el texto literario es una vinculación, una dialéctica uno de los cuales es también la reacción precisamente en contra de es-
de apropiar una cultura, ello nos llevaría mucho más a combatir la tos intentos de modernidad. De manera que si se toma como ejemplo
reducción. El programa que le ha llevado a desarrollar una teol"ía de este periodo se podrá ver muy claramente que lo que Marx llama la
la historia en los últimos diez años es precisamente una reelaboración superestructura no es otra cosa que la red de lo que se llama cultura en
de los principios marxistas tratando de establecer los medios por los general y que no es solamente una red estática sino que tiene su propia
cuales el texto literario está vinculado a la cultura y señalando que es dialéctica o dinámica, y al mismo tiempo que provoca: modernización
la base sociocultural la que permite la recepción del texto. provoca reacción contra la modernización.
tal, no se dan solamente en Francia, sino que el Código otras cosas que intervienen en una definición de lo que es literatura.
también se da en Alemania. Las resistencias que este Pienso que para adelantar el trabajo habría que ponerse de acuerdo
se dan también en América Latina con la adaptación del sobre esto.
Napoleón por Andrés Bello en 1854, que fue un fenómeno que
mente o casi, sin mucho escándalo, transformó a la sociedad '"'ma.i& ti' Gutiérrez Girardot:
americana. Bueno, yo soy enemigo de las definiciones, porque la definición, según
, Por otradparhteb, con estudios comp.arativos de este tipo se en contra~ la fórmula escolástica, es la limitación del género próximo en la dife-
ra que cuan o a 1amos de Europa siempre pensamos en las capital rencia específica, y cuando se da el género próximo, la diferencia espe-
Y no en las zonas periféricas de esos países. Un estudio cornparati:s. cífica se queda más de la mitad fuera.
con los países latinoamericanos llevará a comprobaciones sorprende o. Prefiero, más bien, partir de un hecho pragmático, concreto, que
tes de semejanzas estructurales y sociales. Es el caso de lo que ~n
mán se llama los medio-cultos, que es una especie de clase media coe-
at· es la literatura, por lo menos desde el punto de vista material. Después
de haber elaborado el material se puede llegar a una definición, o a una
una concepción precisa de lo que es la literatura, comparable al cas~ descripción, si se quiere, de lo que es literatura. Nosotros tenemos un
español o latinoamericano. De allí que si nosotros hacemos esos estu~ considerable material acumulado, podríamos partir, antes de decidir,
dios comparativos sociales para dar una base más amplia al comparatig. de lo que ha recogido Henríquez Ureña en Las corrientes literarias.
~o lit_erario se ~e que hay ~na nec~sidad de que para cualquier nueva Para explicarles lo que yo quiero decir con amplitud para conside-
hlstona de la literatura latmoamencana haya el comparatismo como rar la literatura voy a dar un ejemplo. Durante los años 40 más o menos,
un elemento fundamental. se leyó en América Latina, no solamente por un público muy general
sino inclusive por las niñas de los colegios de monjas, las novelas llama-
Franco Meregalli: das triviales de Rafael Pérez y Pérez. Se difundió por toda América
Otra observación a propósito del romanticismo. Efectivamente la con. Latina una versión mutilada de la Amalia de José Mármol, que le qui-
cepción nacionalista de la historia literaria es una herencia romántica taba todo lo político y dejaba solamente el romance de Amalia y
Pero ¿de qué romanticismo? De un romanticismo degradado, porqu~ Eduardo. Había una selección de poesías en cuadernitos de todos los
el espíritu del romanticismo, el de los hermanos Schlegel es completa. poetas de lengua española, no hechas con un criterio estético, sino con
mente diferente, es el espíritu de la "belle littérature", es completamen~ un criterio de recitabilidad. Entonces todas las criadas conocían los
te diferente, se trata de la superación del aislamiento de las naciones y Veinte poemas de amor de Pablo Neruda. Al mismo tiempo circulaba
en ese espíritu entiendo yo al comparatismo. una novela que se difundió mucho en los países andinos, Rosalba, de
Arturo Suárez, un coloro biano, que repetía un poco aMada de Jorge
R. Gutiérrez Girardot: Isaacs. Esa literatura, que se llama trivial era la que se leía en aquella
Yo quiero hacer una precisión cuando me refiero al romanticismo. Co- época en que aparecieron las Ficciones de Borges, en que estaban apa-
mo usted dice, nosotros conocemos la palabra romanticismo en sentido reciendo las novelas de Mallea, en fin, todo lo que se ha llamado reno-
degradado. Yo me refiero al romanticismo de Friedrich Schlegel que vación de la literatura del "boom". Pero esa literatura de renovación
es el padre de la moderna historiografía literaria y la consideración no tuvo ningún eco en la sociedad lectora, lo que tenía eco sobre ella
corno en Gervinus, de la historia literaria como una manifestación Y eran esos cuadernitos de poesía, Rosalba, Pérez y Pérez y una cantidad
glorificación de la nación. En este sentido me refiero a la historiografía de cosas. Entonces al querer hacer una historia de la literatura, antes de
literaria romántica, que es, por ejemplo, la de Menéndez Pelayo con· definirla hay que tener en cuenta este material y no valorarle, sino te-
cretamente. nerlo en cuenta, porque eso era lo que se leía, eso era lo que se enten-
día por literatura.
Jacques Leenhardt: Además hay otros aspectos: la función de la literatura. No se tra-
Bueno, yo pienso que es hora de elaborar una definición de lo que es taba de una literatura escrita para edificar a la gente, como la otra lite-
para nosotros la literatura para un trabajo de conjunto. Me interesó ratura que sí era edificante, en cierto modo. Entonces cuando se quiere
mucho la definición bastante amplia que Gutiérrez Girardot nos dio contemplar esos años, además de lo que se leía hay que tener en cuen-
de literatura, es decir, no únicamente los textos clasificados por los ta la función no solamente edificante sino, sobre todo, ornamental. La
manuales de escuela en la categoría de literatura, sino más bien, corno literatura tuvo durante mucho tiempo, especialmente a fines del siglo
decía Alfonso Reyes, en una definición que me gusta mucho, literatu· pasado y a comienzos del presente en las sociedades latinoamericanas
ra es historia con aderezo retórico, ciencia en forma amena, filosofía una función ornamental, que no solamente se puede ver en la manera
en bombonera, sermón u homilía religiosa. Está también el derecho y como se utilizaban los poemas y determinadas prosas en sesiones que no
96 gl'ST<JR.IOGRAFÍA LITERARIA LATINOAMERICANA 97
eran literarias, como sesiones de colegios o sesiones de grupos, narrativa no de invención, por ejemplo, la historiografía, la biografía,
también ornamental aun en la retórica parlamentaria. De la autobiografía.
quien quiera conocer lo que fue la literatura en una época,
ner en cuenta todo este mundo: la oratoria parlamentaria, la Achugar:
sagrada, etc. Es decir, se va encontrando una cantidad de ffillterialo.~ queda una duda: si uno de los criterios es el de la recepción en el
hasta ahora no ha contemplado la historia literaria y que tiene que momento en los distintos estratos sociales y también su recepción en
templarse si se quiere comprender en qué consiste-la literatura de el tiempo, yo siento que hay un problema de límites. Evidentemente
época. en el pasado hay discursos de tipo científico, de las ciencias exactas, la
mecánica o la matemática -pienso en D'Alembert, por ejemplo- que
Mario Va/dés: en cierto modo son recibidos hoy como literatura, pero ¿cómo proce-
sar eso con el discurso de un matemático? En Venezuela circulan aho-
Estoy completamente de acuerdo, pero el problema es cómo... se
ra los textos de Henri Laborit, con sus experiencias en biología, y está
dona !!las obras de renovación con esa base cultural.
funcionando en un consumo de tipo literario. Es decir, ¿no hay que
establecer un cierto límite?
J ean Franco:
Yo creo que lo que está planteado es el problema de la deJnomtti''"" Gutiérrez Girardot:
de la cultura y, por lo tanto, qué se ha hecho de toda esta cultura Bueno, yo ·pienso que hay que diferenciar entre recepción y validez.
pular de siglos. Hay muchos trabajos que están progresando en Cuando usted habla de que el concepto de recepción es considerable-
sentido -Ángel .Rama, Josefina Ludmer, Beatriz Sarlo, yo ffilLSIIla-. v~· mente amplio, sólo puede referirse al presente. Cuando yo hablo de
convendría tomarlos en cuenta. validez y doy el ejemplo de antologías, el concepto se refiere solamen-
te a ese tiempo, lo que se leía o entendía por literatura. En el caso de
R. Gutiérrez Girardot: Ia literatura de reflexión, depende de la función que tenga, si tiene in-
Yo podría dar un ejemplo y haría la división. Lo que nosotros fluencia o no. El caso de Ortega y Gasset sobre escritores puristas como
demos en castellano por literatura popular es muy diferente de Ayala, por ejemplo. Si no tiene una función así, sería ampliar excesi-
se entiende por literatura trivial en la lit_eratu~,r~;•:,:s;o~~c~i~~o;)lo~·;gl;·:c~a:.~'~¡;~~;~:~;11 ;:
vamente el concepto con el que se está trabajando y que tiene más o
lo que nosotros llamamos literatura rosa. Son-~ menos un consenso. Eso depende, entonces, de la función que tenga
el límite entre la literatura trivial y la llamada literatura es tanto la oratoria sagrada como los otros documentos escritos que se
tuante. El caso más ejemplar ~porque es precisamente el menos pueden considerar parte de la literatura de un momento determinado.
rada- es el de Rubén Daría. No solamente porque hay en
río líneas que delatan alguna huella de la literatura trivial, sino
él mismo escribió, en compañía de alguien, una novela llamada Si entiendo bien, en términos prácticos, sería establecer un marco so-
que es el prototipo de la novela trivial, es decir, que la '~'~::~;;~ ~':;
0
ciocultural y relacionar a los textos literarios escogidos dentro de ese
es el humus de donde sale la alta literatura, no hace falta marco sociocultural, para llevar esto a un terreno práctico.
caso de Borges, si se recuerda El hombre de la esquina rosada,
poemas de Evaristo Carriego. Es decir que hay una relación en ¡J(I¿r;u,tié;rre•z Girardot:
autor entre literatura trivial y alta literatura. El problema de la;·,'"''"'"! "Bueno, yo pienso que se trataría de, como siempre, no de establecer
ción en los autores de la alta literatura es ya otro ~ ..nhto.~o un marco sociocultural, sino una hipótesis. Ahora, ésa es una hipótesis
lo que se refiere a la conexión entre literatura trivial y alta lit<,raturi:l previa, pero mucho más importante que una hipótesis -para no hablar
hay que decir que hay un límite fluctuante entre las dos y que por de método- es lo que se llama la conciencia del problema. Sin preven-
camino llega el tema, el material al hombre. ción alguna se va al material, se trabaja el material con hipótesis, por-
que -por eso soy enemigo de las definiciones- el texto o los textos
Franco Meregalli: mismos van pidiendo que se esclarezcan las referencias que ellos con-
A propósito de la distinción entre alta literatura y literatura trivial, tienen, sean a la sociedad, a la religión, a la reflexión. Es decir, en el
parece importante que no tenemos que limitar el concepto de li'iter:atu::f<: texto -dice el fenomenólogo- están las respuestas a las preguntas, la
ra a la llamada alta literatura, también porque hay expresiones mitad por lo menos. Entonces, para actuar prácticamente con el mate-
se consideran cuando salen y que los siglos posteriores consideran rial existente, se trataría de establecer una hipótesis, o más bien, de
literatura. También debemos considerar la literatura de reflexión hacer preguntas para que los textos mismos vayan dando las respuestas
98 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA 99
R Gutiérrez Girardot:
HISTORIOGRAFÍA LITERARIA
Bueno, dos puntos para responderle. Cuando se trabaja con LATINOAMERICANA.
social para la periodización, uno se encuentra con sorp:;r;e~s:;a¡s,,;:~'~'i':tt: (¡ ·
4 MÁS ALLÁ DEL INVENTARIO
no solamente son los acontecimientos políticos ni las LJ 2 Y DE LA ANÉCDOTA.
nes sociales los que influyen en los periodos breves y los peJ'ÍO<los
gos de los que habla Braudel, sino que son muchos otros teJlÓine110,,, .:1 ¡ LA HISTORIA POSIBLE
que están fuera del control de }os políticos y de las sociedad'es: las;
pe~tes, l~s m~as c~sechas, etc. Ese es un campo muy amplio que tra.
ba!a l~,histonogr~fla francesa muy ejemplarmente. Entonces, la deno. Domingo Miliani
mmac10n del penado sobre la base de un acontecimiento como la in~
?ependencia resulta de todas maneras un poco parcial, aunque sea muy
unportante. Ahora, en segundo lugar, yo he hecho la crítica de la his:-
t~riografía li~eraria latinoamericana -que es el nombre que se le da ala
h1s~anoamencana en general- para hacer una destrucción de esta his:.
tonografía_ que dé c~po a una hispanoamericana en ese sentido, por
eso me refiero tamb1en a Las corrientes literarias de Henríquez Ureña _Quiero aclarar, ante todo, que la_ petición que me hizo la compañera Ana
que hace constantes referencias a fenómenos semejantes brasileños. !
l!izarro fue la de trabajar una especie de inventario, balance crítico, de lo
(Íite es la producción historiográfica hispanoamericana. Debo advertir que
Preferí trabajar fundamentahnente aquellas historias literarias hispanoame-
ricanas escritas en América Latina. Esto explica la omisión de libros corno
el de Jean Franco, como el proyecto reciente que está coordinando Luis
f¡¡¡go Madrigal en Ediciones Cátedra de Madrid, como algunos estudios de
historia literaria publicada en América Latina, pero por autores norteame-
ricanos, como el de Willy Knapp Jones.
Lo que voy a leer es una tentativa de ubicar lo que han sido los gran-
des momentos de lo que pudiéramo~ llamar una ideología de la historiogra-
fía literaria.
l. Balance general
Puede afirmarse que la historiografía literaria latinoamericana comienza
G'<m el surgimiento de las nacionalidades, una vez concluida la independen-
cia. Después del neoclasicismo, signado por las retóricas normativas de Boi-
leau y Luzán, aparecen los primeros intentos por sistematizar la historia,
dentro de una concepción íluminista y romántica.
Si la historia de los hechos políticos generados por la emancipación
se gestó como una galería épica de los próceres conceptuados con una ópti-
ca mesiánica, donde el héroe hacía la historia, 'la historia hacía el mito, el
mito devenía en religión y el pueblo no figuraba en el recuento de los pro-
cesos, la historiografía literaria no escapó a tales conceptuacionLos. Se habló
de emancipadores intelectuales. Algunos lo fueron, en efecto. Así ocurre
101
102 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA 103
en relación con Olmedo, Bello, Heredia, Hidalgo y otros. Los primeros actuó marcadamente en la tendencia de nuestra crítica intelectual, al
tudios fueron biografías cargadas de adjetivos que exaltaban a los "prínci.-- · toda la obra de un autor dentro de una codificación única de co-
pes de las letras", a los "fundadores de la patria literaria". o escuela, a tiempo que predispuso favorablemente la recepción
Tanto los románticos sentimentales como los socialistasutópicclS fueroo ,<<Jsten<Jt del método generacional. 1
escritores compromeiidos a fondo con las luchas de los primeros P'"u'aos,,•~,, A partir de 1870, la historiografía literaria hispanoamericana encabalga
políticos. Militaron indistintamente en las oligarquías liberal y conservadora proposiciones entre la lección de Sainte-Beuve y la redundante tríada
Se enfrascaron en las polémicas sobre las formas de gobierno: federaiJcen: deterrninü':ta de Hipolite Taine, cuyaPhi/osophie de l'Art (1865) devino en
tral. Hicieron periodismo y, dentro de él, crítica biográfica, himno o necro. escritura de críticos e historiadores, hasta comienzos del siglo XX.
logía de otros escritores. En el juicio privó la empatía política, la coinci- América Latina se inicia la simbiosis entre positivistas y modernistas,
dencia u oposición de bando, corno método. Así ocurre con José'"Ma.n'a enfrentados a un romanticismo escolástico, oficializado en las aca-
Heredia en Cuba, con Andrés Bello en Londres y Chile, con Juan Vicente
González en Venezuela y Juan María Gutiérrez en Argentina_ Entre la bis. Críticos del modernismo, tan notables como José Enrique Rodó, Blanco
toria política y la historia literaria apenas si hubo deslindes. Tampoco los Fo1nbcma o Pedro Emilio Col!, continuamente aluden a los tres conceptos
hubo entre el discurso literario y el político. que soportan la metodología de Taine: medio, raza, momento. En nuestro
La reflexión en torno a una literatura nacional, como base ideológica ccaso, la aparición de un Bosquejo histórico de la literatura venezolana, es-
de la historiografía, fue producto del romanticismo. La formularon Eche. crito por don Julio Calcaño,2 romántico, escolástico y académico, dio lugar,
venía, Sarmiento, Lastarria, Juan Vicente González, entre otros. por contraste indignado, al mayor inventario cultural del país, realizado por
La querella entre clásicos y románticos se tiñó del debate ~a veces más un brillante equipo de intelectuales positivistas: el Primer libro venezolano
encendido~ por la filiación de liberales o conservadores, federales o unita. de literatura, ciencias y bellas artes (1895), ambicioso intento de ordenar y
rios (éstos llamados centralistas en algunos países} Las ideas de Mm e. Stael valorar con perspectiva sociológica, nuestra heredad cultural.
sobre literaturas nacionales, desde 1813 (De l'Allemagne), habían mostra. La inclinación historicista y sociológica, respaldada por el positivismo,
do la línea de meditación literaria en Europa, especialmente en Francia vigente hasta los años 30 de nuestro siglo, recibió nuevo impulso con las
granero intelectual de Hispanoamérica emancipada de España. Esteb~ tentativas marxistas de José Carlos Mariátegui y la revista Amauta. La his-
Echeverría es uno de los primeros en regresar nutrido de las nuevas ideas, toria del regionalismo literario -positivista- y de las vanguardias de los
Llega de París en 1830, anima en Buenos Aires la tertulia de Marcos Sastre) afios 20, escindieron el campo.
luego Salón Literario de Mayo. Juan María Gutiérrez también está en el Las décadas de 1930 a 1960 asisten al ingreso de la filología española,
secreto. Produce los primeros textos crítico-biográficos. Entre Chile y Ar- regida por Ramón Menéndez Pidal, trasegada por la emigración que disemi-
gentina no demora la polémica, centrada en el maduro Bello y el joven nó la guerra civil. Con ella, el inicio de la segunda guerra mundial arroja
Sarmiento, exiliado en Santiago. La generación chilena de 1842, será unnú· por América a los discípulos alemanes de Karl Vossler y las enseñanzas de
cleo esencial en el proceso. En Venezuela será El Liceo Venezolano, que la estilística románica. Esta última alcanz~ prestigiosa difusión hispano-
agrupa políticos, científicos, historiadores y costumbristas. La norma del americana con maestros como Pedro Henríquez Ureña, Amado Alonso y
bien escribir y buen gustar fue desplazada por el anecdotario épico y el jui·
cio, más personal que literario.
1 René Wellek, a este propósito, emite el siguiente juicio: "Diríase que Sainte-
La situación anterior de la crítica y la historia literarias presenta esca·
sos cambios hasta mediados del siglo XIX. Resulta curioso observar cómo Beuve interpretara la caracterología cultivada en Francia por Le Senne y otros desde
esa época. O los tipos de concepción del mundo definidos después por Dilthey, Jas-
los socialistas utópicos, asiduos lectores de Leroux y Saint-Simon, para pers, Spranger y aun Jung, como un nebuloso ideal futuro al que darían comproba-
efectos políticos, no llegaron a aplicar de manera relevante las ideas críti· ción empírica los estudios literarios." Historia de la crítica moderna, Madrid, Gredos,
ca-históricas de aquellos innovadores europeos. 1972; voL III, p, 63,
A partir de 1850, la dictadura intelectual de Charles-Augustine Sainte- 2 El título exacto es "Estado actual de la literatura venezolana"_ Calcaño lo
publicó en el Diario de Caracas, en febrero de 1894_ José Gil Fortoul, positivista rele-
Beuve (1804-1869) invade el territorio historiográfico y su Imposición vante, radicado en París, lo ironizó ese mismo año en una apostilla que tituló "Peque·
alcanza nuestro siglo, cuando incluso la crítica de identificación francesa lo ñeces académicas." Un año después, aparecía el Primer libro venezolano de literatura,
exhuma. Su célebre proposición de organizar la literatura por "familias del ciencias y bellas artes. Existe reedición facsimilar: Caracas, Eds. del Consejo Munici-
espíritu", a partir de las obras para llegar a una caracterología de los escri· pal del Distrito Federal, 1974.
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un insigne alemán que enseñó en Venezuela, Cuba y Canadá: Ulrich Volpe.4 En la Unión Soviética, la escuela estoniana de Tartu, con las
Ellos cambian, no sin resistencia, la visión historiográfica del positivism~_--; de Lotmann y Uspenski, han iniciado la línea aglutínante
Plantean el estudio ínmanente del texto desde una perspectiva lingüística' m<itodo·s. Se procura el enfoque de conjunto más que los antípodas
pero los resultados se perfilan más en el ensayo interpretativo que en 'x.t·jif¡:oliigl,OOS de las metodologías. En esas formulaciones más actuales puede
tratado de historia literaria. Coetáneamente, al menos en Venezuela, apa. una nueva visión de la historiografía literaria, un deslínde concep-
rece la estética literaria de Benedetto Croce, que el profesor Edoardo Cre. y metodológico entre teoría, crítica e historia literarias.
mase propuso superar con su teoría relacionista.
Desde esa época, la crítica y la historia literaria se polarizan en el modo-
de conceptuar el proceso de la literatura. De un lado, la estilística -no-
exenta de impresionismo en el juicio~, centra la atención en el di"3curso -El patrimonio acumulado por nuestra historiografía a lo largo de su tránsito
mismo. Del otro, los epígonos de Mariátegui y Aníbal Porree, buscan conti- p_or las líneas ideológicas, someramente apuntadas en el Balance, permiten
nuidad al historicismo. Sin renunciar a Taine, procuran adoptar, un tanto álJotar algunos rasgos comunes, legibles en la mayoría de las historias líte-
dogmáticamente, la tendencia marxista que concibe la obra como rejlejá !Hrias. No todo es negativo ni desechable. Tampoco están cubiertas las ex-
de las condiciones materiales de la sociedad. Arque les Vela en México, Béc- eectativas para un lector de hoy. No hace falta un listado de historias lite--
tor Pablo Agosti en Argentína, Juan Marinello en Cuba, serán los teóricos tárias para comprobarlo. s Esos rasgos podrían ser enumerados, entre otras,
más relevantes del momento. Pero la historia literaria no queda escrita esta de la siguiente manera:
vez, tampoco. En el caso cubano, la vertiente estilística tiene arraigo en los
primeros trabajos teóricos de Cíntio Vitíer, Roberto Fernández Retamar y
Zl. Aportes
1osé Antonio Portuondo. Sólo después de la revolución socialista y, en es-
pecial en los últimos años, nuevas orientaciones dentro de una semiótica- ta producción de historias literarias hispanoamericanas a lo largo de un
dialéctica, afloran por vía de difusión en las tareas emprendidas por Desi- :~enterrio, aproximadamente, ha legado hasta ahora:
derio Navarro y otros jóvenes investigadores. 2J.l. Un registro más o menos coherente de textos y autores funda-
La bifurcación y el enfrentamiento entre estilística románica y mands. -jnentales, como material de base para la documentación de cualquier em-
mo dogmático, después de la segunda guerra mundial, adquiere significa. -presa historiográfica posterior.
ción particular, cuando los ínstrumentos críticos se perfeccionan. La ten. En los casos de historias continentales, las omisiones son cuantiosas,
dencia inrnanentísta recibe el refuerzo de la nueva crítica norteamericana, 1os errores de filiación o datación, abundantes. Las historias m.cionales rea-
donde se asimila con originalidad la innovación institucional aportada por lizan a veces un registro más confiable. Entre ellas hay algunas reahnente
el formalismo ruso y el estructuralismo checo, llevados al norte, especial· éXcepcionales por su rigor. Casi todas representan esfuerzos ímprobos de
mente por Roman Jakobson y René Wellek. '! J[JUJlVJtJU<» que dedicaron una vida a compilar informaciones, aunque a ve-
La tendencia historicista se remoza con la sociología de la literatura, les fallase el método, o el instrumental bibliográfico indispensable hu-
asimilada en Lukacs y en Goldmann. La producción teórica es hoy copiosa.- de afínarse sobre la misma marcha de la actividad historiográfica. Sea
La búsqueda de nuevas perspectivas metodológicas es estimulante. Congre- éomo fuere, este conjunto ha servido de cimiento a muchos trabajos mono-
sos y reuniones, ensayos publicados en revistas y libros, dan cuenta de esta gráficos que, o refutan y amplían, o en numerosas ocasiones repiten juicios
afanosa búsqueda por íntegrar instrumentos de análisis. La escuela sentióti~_ _y prejuicios críticos, a falta de una lectura directa de las obras.
ca italiana, fincada en el marxismo a través de Gramsci y en la glosemática 2.1.2. Algunas de estas historias, por su exuberancia de anécdotas o
de Hjelmslev, abre nuevas posibilidades en trabajos como los de Galvano
su expansión discursiva sobre los contextos sociohístóricos de los países,
3 Ulrich Leo recogió en libro sus estudios estilísticos sobre literatura venezola· 4 Cf Crítica del gusto, Barcelona, Seix-Barral (Biblioteca Breve), 1966. Y tam-
na de la vanguardia, bajo el título Interpretaciones hispanoamericanas. Apareció en 'bién Ignazio Ambrogio~ "Hacia una teoría literaria marxista: Galvano della Volpe",
Santiago de Cuba, Universidad de Oriente, 1960. Fue reeditado con el título Interpre- _en Ideologías y técnicas literarias, Madrid, Akal Editor, 1975.
taciones estilisticas, Caracas, Eds. de la Presidencia de la República (Fuentes para la 5 Existen numerosos repertorios bibliográficos sobre el tema. Se obvian por co-
historia de la literatura venezolana). 1972. riocidos.
106 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICA}{A, l!ISTORIOGRAFÍA LITERARIA LATINOAMERICANA 107
más que historias literarias son prontuarios de la vida intelectual o cultu l reparan en la dialéctica de los "estilos de época", en sus variantes o
de las naciones latinoamericanas. ra 'f.¡¡allecltalJizacicones. Tal vez por eso mismo omiten buena parte de la produc-
2.1.3. Las historias comprensivas, en oportunidades relacionan mov¡. emergente o aquella que responde a concepciones donde se opera la
~entos y corrientes co~ referentes europeos. En literaturas de habla espa. [:tra~1 sgresión renovadora de normas institucionalizadas.
nola, el panorama es mas completo, pero excluye, con criterio elitista la Otras veces minimizan la importancia de escritores no insertos en los
literaturas de otras lenguas habladas en el continente, o asumen posÍu/ principios de "consagración" protocolizados dentro de enfoques casi siem·
discriminatoria frente a las literaturas indígenas por no estar grafemizadaa e arbitrarios o eurocéntricos. Con frecuencia ha ocurrido que esa con·
en una escritura latina. s :gración debe operarse en Europa, donde se construye e inventa la imagen
2.1.4. Existen algunas historias que rompen el modelo biográfico-anec- de nuestra cultura, para luego reconocer méritos en el propio país donde
dótico -o lo abrevian- para ocuparse de la producción literaria deS'de la ha crecido el escritor y fructificado la obra.
perspectiva de las corrientes intelectuales. Es el caso de Las corrientes llte~ No es extraña la omisión de obras y figuras, inadvertidas en su momen-
rarias en la América Hispánica, de Pedro Henríquez Ureña. Otros han ensa. to por los historiadores literarios, descubiertos después por investigadores
yado una periodización referida al método generacional, introducido en la 0 académicos, en ensayos, monografías, tesis universitarias. Cuando la pro-
cultura hispánica por Ortega y Gasset, aplicado a la literatura española yección posterior prueba una trascendencia capaz de rebasar los silencios y
por Pedro Salinas y Juan Chabás. Es el caso del Esquema generacional de los olvidos involuntan·os, entonces vuelve a abrise la puerta de acceso
las letras hispanoamericanas, de José Juan Arrom. que permite a esa figura o esa obra, el pasar a la historia, como ocurre con
2.1.5. Las historias discriminadas por géneros literarios, especialmente los neologismos en los diccionarios de las academias de la lengua, dos siglos
las de la puesía, la novela y el cuento, entran en el análisis o el comentario después de haber ingresado en el habla.
de las obras, con reducción del aparato biográfico, más propio de los diccio- Sería muy larga la lista de estos omitidos excepcionales. Tanto, que
narios. Se aproximan así a las historias críticas de la producción por géne- irónicamente podría originar una obra virtual titulable Historia de la otra
ros. En este sentido, guardando las distancias metodológicas o ideológicas, literatura hispanoamericana.
fue notable pionera la Historia de la poesía hispanoamericana, de Marcelino Caso inverso es el manual onomástico que incluye, sin explicar por qué,
Menéndez y Pelayo. Entre las más modernas resaltan la Breve historia de la cuanto autor haya boceteado alguna producción. Es el caso de un filologis-
novela hispanoamericana, de Fernando Alegría y, por su innovación meto- mo enunciativo y oportunista, cuya lectura exige un reordenamiento a pos-
dológica, la Historia de la novela hispanoamericana, de Cedomil Goié. teriori para comprender esa suerte de enumeración caótica.
2.1.6. Entre las historias sociales de la literatura, con metodologías 2.2.2. De valoración. Los códigos literarios e ideológicos dominantes
modernas, adquiere relevancia particular la Forma9áo da literatura brasilei· en una épo,ca, valen tanto para los textos directos, como para las historias
ra, de Antonio Cándido y, muy controvertido, el intento de Alejandro literarias. Estas imponen una corriente, niegan sus opuestas. Por ello el jui-
Losada sobre los modos de producción social y literaria en el Perú. cio axiológico no siempre está referido a la literatura misma. Más fácil es
En síntesis, estos aportes de las historias literarias se muestran de modo calificar que analizar.
aislado en diferentes obras, labor individual de esforzados estudiosos. La La adjetivación magnificadora o peyorativa, aplicada a productores y
complejidad cada vez mayor, la importancia y el reconocimiento alcanzados productos literarios, es a veces la mejor salida de emergencia para e~adir el
por nuestra literatura en los últimos años, justifica emprender un trabajo análisis. De manera semejante el anecdotario suplanta, en buena cantidad de
historiográfico de grandes equipos, donde puedan converger interdiscipli- casos, el abordaje significativo de textos y autores. A veces el resultado es un
nariamente los hallazgos metodológicos más actuales. relato incidental que mira hacia un contexto generalizador, resultado de la
imaginación de un no especialista de la historia, quien .termina haciendo li·
teratura histórica, pero no historia literaria. Es una historia pretextual, pero
2.2. Limitaciones no textual, en el sentido abarcador del término, como lo plantea Lotman.6
Las simpatías y las diferencias, tan del gusto de don Alfonso Reyes,
2.2.1. De ordenamiento. La mayor parte de las historias literarias bis·
panoamericanas al registrar y ordenar obras o autores, parten de una selec-
ción basada en los códigos ideológico·estéticos dominantes en un determi· 6 Cf Estrnctura del texto artz'stico, Madrid, Eds. Istmo (Col. Fundamentos),
nado periodo y cuya conceptuación remite a paradigmas europeos. Pocas 1978.
108 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERIC m,ST<ORIOGR.Al'ÍA LITERARIA LATINOAMERICANA 109
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condicionan en este aspecto la epopeya o el escarnio de escritores y ob iA~nl:rar·ro, el juicio por omisión de un historiador termina de escribirse en
· ¡ · · ·
s?met.d~ as a ~na aXIo og1a nnpreCisa, donde hermetismo y ateísmo, Po;
ras · cárcel o el exilio, en caso de supervivencia.
eJemp o, pue en negar un poeta como Pablo Neruda, porque su poesía 2.2.5. De conceptuación y método. Algunas historias continentales o
tanto pecaminosa, no se entiende. 'en :JJádonales, cuando abordan la periodización por la vía de corrientes, escue-
t t E~ frecu~nt.e hallar, pudes, casos de incomprensión negadora cuando se tas o generaciones, no adoptan un método comparativo que permita reco-
ra a e movimientos que espuntan, a los cuales se les considera no rt :iiocer las variables nacionales ( diatópicas) con respecto a un sistema o
. 'dl/' . lera. ·corriente universal, más allá del soporte lingüístico.
n_os o J_uera e a zteratura, :specie de forajidos intelectuales. En la histo-
no~r~Ia vene.zol~na fueron cele?res lo~ casos de excomunión literaria bajo
Hasta hace pocos años era común establecer tales correlaciones bajo el
e~ JlilCio de ,VI~anos de un~ cornente vigente, como ocurrió con el romantj. 'íiombre de "influencias", comprobadas o conjeturales, de un determinado
c1smo escolashco, defendido hasta los estertores por don Julio Calcaftb áutor o autores extranjeros sobre uno nacional, quien muchas veces ignora-
la Presidencia de la Academia de la Lengua, quien exorcizó 0 simplem 'etn ba a aquel abuelo de ultramar con el cual guardaba tantas semejanzas. Con
cll'l d .. li ..
a o a pro uc.ct?n va ostsnna. de l?s escritores positivistas. Igual sucedió
ene él nombre ambiguo de investigación de fuentes surgieron monografías y
con Gonzalo Ptcon Febres, reg10nahsta a ultranza, quien escribe su arrate. ·ensayos históricos de esta índole, algunos emparentados con la filología de
ma contra el modernismo en su Literatura venezolana del siglo XIX m raigambre hispánica, otros con las "familias espirituales" de Sainte-Beuve.
u'ti!~ por ot ros respectos. y ya en el siglo XX, un crítico legendario 'como uy M:uchos fueron verdaderas filigranas de analogías y parentescos, otras que-
Jesus Semprum, desahogó sus conjuros indignados contra las vanguardias: ilaron en la simple coincidencia temática.
en el momento de aparecer la revista válvula. Aquella minúscula del títul'0 Por un procedimiento similar, las agrupaciones generacionales, como
le resultó incorporable a su ortografía apolínea. exponentes de una escuela o corriente, encarcelaron a un autor en un solo
. 2.2.3. De extrapolación. Más exacto sería hablar de superpob/ación, si código y generalizaron el juicio a toda su obra, como si los cambios y trans-
extstiese la posibilidad de una demografía literaria opuesta a la mitolog' 'fonnaciones existenciales de cualquier individuo, dentro de un contexto,
de las cons~gr~ciones. Se trata de una inversión cuantitativa de 2.2.L p~! no se operasen en el escritor, quien así resultaría exiliado de la dialéctica de
este procedumento, ciertas historias incluyen un contrabando de "autoresu las ideologías literarias. Se olvida en estos casos que, en una misma época,
Y t~xtos cuya significación está en las circunstancias no precisamente lite- _pueden coexistir corrientes y tendencias ideológicas contrapuestas, respecto
r~r~as de ~n dete~~inad~ momento político: el procerato, la relevancia
4e las cuales un autor puede adoptar la aceptación o el rechazo, o transgre-
CIVtca, la .~molac10n soctal o el entorno oportunista de intelectuales que dir y negar en una obra posterior lo que fue su filiación intelectual de antes.
rod~~n mmtsterial o diplomáticamente a un gobernante, el fracaso 0 la ex-
Esto tiene poco que ver con las coincidencias cronológicas de una aproxi-
pulsiOn de la otra historia, menos literaria y más implacable. mación en las fechas de nacimiento o con su participación en publicaciones
El periodismo, la oratoria religiosa, forense, mitinesca; el panfleto leído comunes a las mentadas generaciones. Otras veces ocurre que la afinidad se
como ensayo, dan origen a divertidos sofismas que el historiador desarrolla produce en un escritor "insociable", no integrado en un grupo generacio-
para justificar la inserción en una literariedad resbaladiza, generadora de un nal, con cuya mala conducta se arriesga a ser excluido de la historia, no im-
humorismo involuntario. En estos extremos de compromiso, el adjetivo se porta que su producción, para lectores posteriores, resulte más significativa
transforma en epíteto homérico y tenemos, en lugar de historia, cantares de esa corriente que la producción codificada del resto de la generación.
de gest~ literaria, c?n lo~ cu~les se promu_eve un "valor" reahnente "impar"; 2.2.6. De temática pintoresca. La llamada crítica "contenidista" o
se fabnca con raptdez musitada un procer-poeta, un novelista-mártir un cierta crítica temática, ha aportado graciosas piezas a la historiografía lite-
primer-magistrado que deviene en primer prosista de la nación, un estilista raria de Hispanoamérica. Algunas son inolvidables por su ingenuidad. Son
de los gol~es de estado, o al menos un copartícipe que aconseja oportuna- historias que agrupan las obras en una suerte de "topografía" literaria, con
ment~ a .ctert~s ~andatarios. Es la historia de los cultos locales, liturgia bajo
lo cual se aproximan más a las ciencias geográficas. A Veces la buena inten-
especie hterana, literatura como sacralizadora mitológica. En periodos re- ción es la de hallar originalidades o alejamientos de un europeísmo erigido
presivos:' crónicos por lo demás en nuestros países, abundan las apologías en modelo, razón que no le resta mérito al candor de los ordenamientos.
de ~n d1~ta~or o .algunos de sus ministros y embajadores que se refugian en Un caso memorable eS el de don Arturo Torres Rioseco y su singular
la ~stona hterana con alguna antología de discursos. Basta un epistolario taxonomía aplicada a nuestra narrativa, a partir de la cual la novela hispa-
sentnn~ntal, u~ florilegio de ruedas de prensa, para consagrar a un represor noamericana puede estudiarse como de los rios, de la sie"a, de la pampa,
travestido de mtelectual destacado, para llevarlo a la academia o, en caso de la selva. Fue una verdadera lástima que no incluyera las del banano
110 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICAN~t giSTORIOGRAFÍA LITERARIA LATINOAMERICANA 111
(acreedoras a un Premio Nobel), las de los mares del Caribe, etc. El aprieto lirenLWLS de un pasado colonial común y una voluntad de liberación unen
quizá habría sido ubicar El recurso del método en esa "loca geografía". sociales, nutren la textualidad transverbal, están presentes y son
Otros historiadores, por la misma ruta geográfica más humana, se en. hecu.peratHe> en el plano semántico de la literatura.
cargarían de agrupar las del negro, del indio o, los inclinados a la economía
literaria aglutinaron las del petróleo, del café, del hierro, etc., saqueados Una historia social
transnacionalmente, nacionalizados literariamente.
La exhumación reciente de los trabajos de Mijail Bajtín y los rigurosos estu-
díos de Yuri M. Lotman y Boris A. Uspenski, parecen abrir la perspectiva
3. La historia posible
que resuelva en un plan~ cie~tífico social_ 1~ pugna ideol~gica y maniquea
entre inmanentismojsocmlog1smo deterrnuusta de los metodos para estu-
Cien años después, ya adulta, la historiografía literaria hispanoamericana se diar no sólo la literatura, sino la cultura, de la cual el proceso literario es
presenta hoy como un reto y una tarea a cumplir, por parte de grandes equi. función y no sistema.
pos interdisciplinarios, para acceder a lo que podría llamarse la historia po~ La teoría de la cultura como texto abierto, propuesta por Lotman, 7
sible o, sencillamente, como tantas cosas en nuestra América, la historia entiende el proceso literario como un modo de producción ideológica de
por hacer. signos culturales verbales, cuya historicidad es recuperable en el sistema so-
Más allá de las escisiones metodológicas y conceptuales, con el aprove. cial heterogéneo de las culturas, con sus diferencias regionales o nacionales.
chamiento de una abrumadora teorización que prolifera en revistas pero no Donde el escritor ya no es más un secretario privado de los dioses, ungido
llega a la praxis historiográfica, creemos que en América Latina, justamente del verbo mítico, sino un trabajador social que aplica fuerzas intelectuales
por motivos de vacío, existen hoy condiciones propicias para emprender a un medio de producción -el lenguaje- y produce un objeto heterogéneo
un nuevo proyecto de historiar nuestra literatura en forma global. proyectado sobre una sociedad en la cual el autor es signo de época y el
mensaje, signo que rebasa su historicidad inmediata, aunque ambos estén
3.1. Una historia verbal indisolublemente vinculados por un contexto.
Con los afinados instrumentos que viene aportando la moderna lingüística 3.4. Una historia conceptual no ideologizadora
ya puede estudiarse el discurso literario de manera diferenciada respecto a
una historia general de los discursos. Y podría superarse el esquema clasista La historia literaria posible sería una historia de la producción de conceptos
de la historia literaria donde sólo ingresa la literatura escrita (grafémica}, ligados por una visión del mundo, compartida socialmente, estratificada
entendida unilateralmente como literatura culta, por tanto excluyente de la por las contradicciones de clase, singularizada por las abstracciones idiolec-
literatura hablada (fonémica), subvalorada como "folklórica" o "popular", tales de los autores, regida por leyes específicas, como vislumbró Marx en
es decir, analfabeta y marginada, pero cuya riqueza se explota en la otra li· l844. Sería una producción de conceptos expresados en signos literarios y
teratura culta, como materia prima. transliterados, de textos correlacionados a un contexto artístico más am·
plio referido al sistema cultural en su conjunto.
3.2. Una historia transverbal
3.5. Una historia de la lectura literaria
Con el desarrollo de las ciencias de los signos (semiología y/o semiótica),
es posible una historia diegética de la literatura, donde el expediente de las Los planteamientos, aún incipientes de una sociología .de la recepción del
"barreras lingüísticas", erigidas como fronteras postizas, quede abolido y mensaje, permiten pensar que esa historia posible recupere la idea enuncia-
no manipulado para ignorar y discriminar de la historia las literaturas de da hace tiempo por Galvano della Volpe, en cuanto a que el texto, por su
habla no hispánica. carácter polisenso, es susceptible de muchas lecturas, tanto axiológicas -por
La analogía cultural de América Latina es historiable, así, en los signos
que rebasan el nivel de lengua, no importa que la literatura sea escrita en
español, portugués, créole haitiano, inglés jamaiquino, slang trinitario; o 7 Cf. op. cit. nota 6 y además: Semiótica de la cultura, Madrid, Eds. Cátedra,
hablada y transmitida en quechua, náhuatl, maya, guaraní, etc. Las recu- 1979.
112 l{ISTORIOGRAFÍA LITERARIA LATINOAMERICANA 113
allá y se evidencia la necesidad de especialistas en ese campo. esos dos intereses, porque en buena medida son antagónicos, y creo
parece también importante la construcción de este marco. que vale la pena discutir eso un poco.
cia, no tenerlo como dato presente, que de alguna manera ramtJié:n ,,; incorpora aquello. Yo concuerdo con usted que la solución más fácil
a determinar el ritmo del proceso que vayamos diseñando. la que me parece más accesible, aquella para la cual yo vine preparad~
es ésta.
Antonio Cándido:
El concepto de "historia posible" para Miliani no es lo que en francéa- Franco:
se expresa como un pis aller: no podemos, entonces hacemos lo que Sí, creo que hay muchos trabajos, pero sigo insistiendo en que el marco
es posible; el concepto de la "historia posible" de Miliani es una histo~ teórico es fundamentaL Creo que hay que pensar en el Estado y creo
ria virtual, es un proyecto grandioso, es el proyecto de no renunciar. que el estado, en el siglo XIX, trata de imponer, por ejemplo un idioma
nacional en ciertos países, que se preocupa por crear una 'cultura na-
Roberto Schwarz: cional Y entonces ~one límites entre lo que es literatura nacional y lo
Yo creo que el problema reside en afirmar que somos lo que '"no SO· que no es. Es muy Importante saberlo, porque ése es el poder que auto-
mas, lo que no somos socialmente. Desde ese punto de vista ésa es la riza a que ciertas prácticas sean prácticas literarias y ciertas prácticas
historia de un continente que no es e1 nuestro; en ese sentido, nuestra no sean prácticas literarias. En segundo lugar, creo que es muy impar-
colaboración y contribución a un continente que no es el nuestro, tarn. tanteen nuestro enfoque observar quenosotrossiemprehemosvincula-
poco va a ser grande. Es peligroso fabricar un continente latinoam~rica. do fenómenos que no siempre van unidos.
no del cual no formamos orgánicamente parte, corremos el peligro de Siempre se vincula automáticamente capitalismo y democracia
fabricar algo sumamente esquemático y, en alguna medida, vacío. Es había muchos pensadores, en el siglo XIX, que pensaban que con 1~
evidente que por convicción democrática, genérica, todos somos de la importación, el capitalismo iba a democratizar al país poco a poco a
opinión que todas las culturas tienen igual peso, derechos, etc.; ahora través de la alfabetización, por ejemplo; era entonces culpa de los mar-
debemos observar -es cruel, pero es así- que el futuro previsible de ginados si no adquirían la educación y por eso no fonnaban parte de
esa dinámica obliga a esajerarquización. Mi visión del problema es que la alta cultura. Lo que se comprueba es algo que a mí me parece inte-
la objetividad, por ejemplo, del capitalismo o de la centralización socia~ resante: que el capitalismo en América Latina ha sido un proceso vio-
lista, destrozan gran parte de esas culturas. La convicción de:mc•criitíca'j!~Z lento, que nunca o casi nunca ha ido vinculado con la democracia sino
no basta para abrir el mismo futuro, para todas esas culturas. Yo creo al contrario, por lo tanto, tenemos que pensar de nuevo en tod~s los
que hay un elemento de ilusión en el democratismo indiferenciado, y-. modos de resistencia a la importación, que el capitalismo no es una es-
creo que es peligroso llevar adelante una empresa historiográfica a par~ pecie de futuro inevitable, que en América Latina siempre ha sido una
tir de una noción así. cosa impuesta desde afuera y que la forma de resistencia ha sido la
cultura popul~. Yo veo que esto puede ser algo muy ambiguo, pero
Antonio Cándido: las grandes resistencias populares campesinas, en el siglo XIX, en Canu-
Usted tiene razón, Roberto, pero estoy pensando en un tipo de trab~o dos, en Brasil o en México, son importantísimas. ¿Cómo se difundían
que, precisamente, ya existe. Miliani ha dicho, sin especificar, que ya_ estos movimientos? Se difundían a través de la transmisión oral a
existen en América muchas tentativas en tal sentido. Los trabajos d'e través de la cultura tradicional. Creo que hay importantísimas cuesÚo-
Marise Mayer, los estudios de literatura de cordel, de literatura follefi; n.es en todo eso que están vinculadas con un mensaje histórico y polí-
nesca en Brasil, por ejemplo, tratan de incorporar producciones popu• tico que tenemos que aclarar.
lares a la literatura oficiaL Ya hay material, entonces no es prw•iaJnOJl•
te, como dice usted, una especie de fariseísmo crítico. Está dentro
nuestros orígenes, de nuestra formación universitaria: hay estudios de· me preocupa lo que el maestro Cándido plantea. Es cierto, naso-
ese tipo de literatura pero nosotros los consideramos fuera de los hemos venido trabajando en una orientación, en una metodología
des proyectos. Una historia de la literatura brasileña hecha ahora en el sentido de la literatura, en las universidades en los
de Bossi, por ejemplo, que es la mejor historia que hay- no m<cw.y<> manuales. Por ejemplo, Anderson Imbert, un caso típico, dice:'la lite-
la literatura de cordel, no incluye a la literatura folletinesca, entorlCOlf¡ j::j ratura indígena prehispánica no existe porque no está escrita. Esto plan-
pienso que si usted acepta el punto de vista de Domingo Miliani, tea en su introducción a la Antología de la literatura hispanoamericana.
ya tendrá material. Hay sí un material que no está, cuando él ""''"''•• Sin embargo, por ejemplo, José Alsina Franchi en España compila una
el problema de lo transverbal, pero se podrían recorrer los estudios Floresta literaria de la América Indígena que es un muestreo de litera-
folklore. No se trata propiamente de que usted no pueda hacer el tura transcrita al español, traducida, de Ángel Garibay, de León-Portilla,
bajo: ya existen esos trabajos. La cuestión -como la señala de Jesús Lara, de una enorme cantidad de gente. Han incorporado la
es querer o no asumir una actitud metodológica que incorpora o literatura de Adrián Recinos sobre el Popal- Vuh, los cientos de cosas
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sobre los indios mexicanos, el trabajo d.e Carlos. Horaci? ~a~is, campa. gancia legitima, comprensible, pero desdichada de lo característico. Me
rativo, entre la poesía, lusitano-argentmo-mex1cano-h1spamca. Está la parece un desliz desdichado el buscar lo característico de una nación.
literatura del cordel y la tradición romancera galaico-portuguesa
Romancero. Creo que es un trabajo perfectamente viable de realizar Miliani:
existe documentación, existe apoyo. Jesús Lara tiene una historiad~ Yo no hablo de identidad nacional, hablo de signos diferenciales, de
la literatura quechua, León-Portilla tiene una historia de l.as literaturas variables contrastivas dentro de los sistemas universales de la literatu-
precolombinas, y esas historias están historiadas pero no mcorporadaa ra. La metodología del formalismo ruso arranca del estudio de los
a la historiografía general. Ahí es donde veo que hay, entonces una cuentos populares; el problema está en no seguir dejando de lado por-
cont:iadicción. Para el aspecto de literatura oral, necesitamos de un que es folklore y no es literario.
método, como el de Osear Lewis, los trabajos de Eugenia Meyer de Yo insisto: vamos a estudiar esos fenómenos desde el punto de
literatura oral. Esto se está dando también en la historia-histotia, se vista de la perspectiva de la literatura, porque allí hay una codificación.
está viendo la realidad latinoamericana desde una perspectiva -como Cuando Shakespeare toma un novellino italiano, veronés, de los aman-
diría Unamuno de la intrahistoria- no protocolizada ni oficializada tes de Verona y hace Romeo y Julieta, bueno, hay una relación inter-
A mí me paree~ que es un cambio de actitud frente al problema. Cre~ textual y transnacional, hay una relación de código transverbal inclusive
que el maestro Cándido, y perdóneme usted, pero con todo cariño se pero hay que conocerlo y comprenderlo, y así está llena la literatura:
lo digo, es quien menos está fuera de contexto, y quien mejor está y al revés, un elemento culto, como la décima de don Vicente Espine!
P.reparado en este terreno para asumir una tarea de esta envergadura, termina en la improvisación de los decimistas cubanos. Y nosotros lo
Él tiene la preparación y formación de sociólogo, en primer lugar, des. estamos estudiando desde el punto de vista de las transposiciones dia-
de donde llega a la literatura, luego ha desarrollado uno de los modelos críticas. Hacer literatura comparada e ignorar esos elementos instru-
historiográficos fuera del común de los modelos de la historiografía li- mentales, creo que sería quedarnos a medio camino.
teraria. La formación de la literatura brasileña, por primera vez, deja
de ser un inventario biográfico-incidental para hacer la exposición de ~:$,berta Schwarz:
los argumentos para una interpretación de lo que él llama muy bien, Existe otra manera de enfocar el problema: estamos entre hacer una
del sistema literario de la producción intelectual en el Brasil. Entiende historia general del imaginario verbalizado de nuestros países, y de
la tradición en un Sentido revolucionario: la tradición no es simplemen- una historia de la literatura entendida como arte culto. Son cosas muy
te la memoria archivada de un pueblo, es la producción viva dentro de diferentes.
unos modos de producción conceptual de la literatura. De manera que,
desde este punto de vista, no veo que se salga del modelo de la conte:<· iA,nfo,nio Cándido:
tualidad. Pienso que la comunicación de Domingo coloca un problema como
Otro aspecto sería el de la comprensión de la literatura protocoli· opción. Estimula a la reunión a tomar una posición frente a opciones
zada en verdadero estudio de la comprensión de la novelística de Mi· que son difíciles, entonces, tal vez, nosotros lleguemos a hacer la op-
guel Ángel Asturias desvinculada de la tradición de las Tablillas que ción siguiente: lo que Domingo propone es la primera hipótesis, es
cantan -como ya nos ha llegado la leyenda de los pueblos quiché-ca· ideal, pero no lo podemos hacer, tenemos que hacer lo segundo. Pero
chiqueles o de la tradición del Popal Vuh, deja el setenta por ciento de él señala una opción que no podemos ignorar.
los signos de impresión temática en el sistema cultural de los quiché-,
Entender a Juan Rulfo comparándolo con el barroco occidental es Valdés:
entenderlo. A Pedro Páramo hay que entenderlo desde el punto Habría que pensar en las respuestas que dio Gutiérrez Girardot, cuan-
de la tradición náhuatl. Es el caso de Arguedas; entender,inclusive, do se planteó la pregunta de la relación del texto literario de la llama-
novela como Ecue- Yamba-0 de Alejo Carpentier sin tomar en cuenta da alta literatura y el de la literatura triviaL Su respuesta a mí me hizo
la tradición afrocubana con referencia africana, o entender Corone[ pensar, no se trata de negar la literatura trivial ni de menospreciar la
de barranco de Arauja Lima, ejemplo de la literatura amazónica, igno- llamada alta literatura sino de describir la relación, uno como fondo
rando el continente guaraní, lo veo muy difícil. Hay una manera de del otro.
integrar e incorporar, que forme parte de una ciencia más allá del mo·
delo contrastivo de nuestra literatura; eso es lo que quería señalar.
Franco Meregalli:
Yo voy a actuar como abogado del diablo. No quisiera llegar a la arra·
IV. LITERATURA NACIONAL,
REGIONAL, LATINOAMERICANA
LA LITERATURA LATINOAMERICANA Y SUS
LITERATURAS REGIONALES Y
NACIONALES COMO TOTALIDADES
CONTRADICTORIAS
l
je~,~~t:c:e;~~;~~ literaturas regionales y literaturas nacionales es un poco
. Esto debe entenderse como un esquema, y por otra parte, debe
!ente,nd.en;e también en un tono hipotético de proposición, de tentativa:
La reflexión sobre nuestras literaturas nacionales y regionales y sobre
literatura latinoamericana íntegra es tarea difícil, compleja y riesgosa;lo
un poco menos, sin embargo, si desde el comienzo se evitan algunos
lt>lartteamtieJ1tc>S tradicionales que han demostrado ser, _pese a la evidencia
que a veces se revisten, totalmente improductivos. Interesa anotar al
lrespe:cta
123
124 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LP<TINC>AI~ERI<OAJ~.tié3 NACIONAL, REGIONAL, LATINOAMERICANA 125
de situar nuestra literatura dentro de la historia social de América Latin ormula otros cuya legitimidad es fundamentalmente teórica. 4 En este
como parte constitutiva de ella.2 at 1 de cosas, la reflexión sobre la literatura latinoamericana no puede
Probablemente el primer malentendido proviene de la aplicación d ¡ el hecho decisivo de que esa misma reflexión está produciendo, de
concepto europeo3 de literatura nacional y de su extensión a los espaci~ manera, su propio objeto. Bien pudiera suceder, entonces, que la
regionales y latinoamericano, especialmente en lo que toca al requerimien~ is~::~:~~·~t: de una literatura tenga que ver más con las limitaciones del
to de unidad, homogeneidad o sistematicidad como condiciones de exis- 161 crítico que con su desarticulación o que con el carácter des-
tencia de una nacionalidad y de su literatura, aunque debe reconocers ¡emtu«•uu de su base histórico-social.
que aquí se intentó aplicar esas categorías con extremo rigor: después d: ~utpuco'w lo anterior, conviene detenerse en una primera evidencia: en
todo ~y se trata sólo de un ejemplo- el Cantar de mio Cid es ubicado sin Latina, y· en cada una de sus regiones y países, se producen varias
conflictos dentro de la literatura española y de la épica europea, pese a lten1turas. Esta multiplicidad de literaturas no es (o no es únicamente) la
que para entonces ni Europa ni España tenían el grado de coherencia que proviene de la periodización, de la :egionaliza_ción o ~e la correlaci~n
se exige a América Latina para concederle la aptitud de producir una lite- ambas, aunque está fuera de dudas la 1mportancta que tiene este desplie~
ratura efectivamente latinoamericana. temporal y espacial para la comprensión de nuestras liter~turas: gracias
Asimismo, la interpretación de la literatura como expresión de la se pueden trazar las articulaciones procesales y contrashvas que orga-
realidad, impide ver lo que es esencial: que la literatura es también realidad el vasto campo de la literatura latinoamericana.
y que actúa como factor de su dinámica histórica, tal como lo prueba el Sucede sin embargo, que tal como habitualmente se realiza, este esfuer-
proceso formativo de la nacionalidad argentina (y otra vez se trata sólo de configurador supone la reducción de la literatura latinoamericana exc1u-
un ejemplQ) que no es previo ni independiente de la producción literaria l~iva1nente a la escrita en lenguas europeas y bajo normas estéticas propias
de sus románticos. De aquí que cualquier reflexión sobre la literatura lati- rleriv:ad:1sde Occidente.s En algunas ocasiones la serie histórica comienza
noamericana, o sobre las literaturas regionales y nacionales que la constitu- periodo de otra filiación, el de las literaturas prehispánicas, pero su
yen, tenga que referirse sustancialmente al proceso histórico-social del que l/!rat:1miertto suele tener algo de arqueológico, como si esas literaturas estu-
forman parte. En última instancia, si no se quiere reincidir en la metafísica clausuradas desde la conquista, aunque a veces se las vuelve amen-
de la identidad de nuestros pueblos y de sus producciones culturales, sólo en otras coordenadas cronológicas, sólo que en estos pocos casos se
cabe remitir tal concepto a la especificidad de ese proceso. juzga más como manifestaciones folklóricas que literarias.6 El caso de
Por estas razones, en las páginas que siguen, no aparece 'la agenda clási- literaturas en lenguas americanas es, por cierto, extremo; sin embargo
ca del asunto: ni la "cuestión previa" relativa a la existencia efectiva de es único: sucede algo similar, aunque en diversos grados, con las litera-
América Latina, sus regiones y naciones; ni el problema de su disgregada populares.
índole corno obstáculo insalvable para la producción de verdaderos siste- Es claro que la marginación de ambas literaturas permite construir un
mas literarios; ni -en fin- el examen y diagnóstico de la identidad latinea- ¡ .•c,om•us relativamente hemogéneo y resueltve problemas de metodología
americana, o de su proceso formativo, y su expresión por medio de la litera· de otra manera serían (y lo son) gravísirnos; empero, aun si se prescinde
tura. En todo caso, si aparecen, es dentro de una perspectiva distinta y contenido ideológico que subyace en ese recorte, parece evidente que
opuesta a la usual. costo de la operación es demasiado alto: por resolver un asunto meto do-
Naturalmente esta perspectiva está elaborada bajo la conciencia de que
la organicidad de una literatura depende más de la crítica que de la propia
literatura. Es obvio que los textos dialogan entre sí y que sus sistemas de 4 Ángel Rama ha insistido recientemente en este punto; "La crítica no constru-
producción tienen convergencias efectivas y verificables, pero es el pensa· las obras [pero 1sí construye la literatura." La novela latinoamericana: 1920-1980,
miento crítico el que descubre esos vínculos, los interpreta, y hasta propone Fltogota,' Instituto Colombiano de Cultura, 1982, p. 15.
recorte metodológico explícito, éste es el corpus sobre el que trabaja
i);~;;•~~~~~,~~~:?:a~p=ara proponer una sistematización (y regionalizac_ión) de la li~era·
ff Los artículos más importantes de Losada han stdo reproductdos
2 El pensamiento de Gramsci podría ser de gran utilidad para definir mejor de la Universidad de Aarhus (Dinamarca), núm. 30, octubre, 1981.
este asunto. Cf Francis Guibal, Gramsci: filosofía, politica, cultura, Lima, Tarea, debate sobre arte y artesanía en América Latina podría ilustrar este tema
1981, p. 80.
3 Aludimos en lo esencial a la fórmula positivista que condiciona la existencia de (litceratura/f·olklore) . Cf. Néstor García Canclini: Las culturas populares en el cap ita-
La Habana, Casa de las Américas, 1981; y Mirko Lauer: Crítica de la artesanía,
una literatura nacional a la consolidación de la unidad de la nación respectiva. Deseo, 1982.
126 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA NACIONAL, REGIONAL, LATINOAMERICANA 127
lógico se termina por cambiar el objeto mismo de la reflexión. En efe t caso, al de unídad, aunque no fuera más que por el modo discrimina-
ese sistema literario no cubre la dimensión íntegra de la literatura lat~ 01 con que se obtiene esa imagen: marginando, como se ha dicho, todas
americana, ni de sus literaturas regionales y nacionales. No es sensato ins~~· literaturas que no coinciden con la normatividad de la dominante. Por
~n que la literatura de Bol~via, Perú o Ecuador es ú~ica y exclusivament :~r
1
, si se opta por trabajar con la categoría de pluralidad, el término lite-
literatura culta que se escnbe en español en esos patses. a latinoamericana designaría a un espacio neutro, en el que coexistí-
Se puede dis~utir, por cierto, la representatividad de la literatura cult varias y distintas literaturas, o tendría que perder su forma singular:
esto es, su capactdad de representar a la totalidad social, incluyendo a al que hablar, entonces, de las literaturas latinoamericanas. El peso em-
1
grupos cuyas literaturas son marginadas. Hay algo de cierto: la gauches os de este plural desenmascara el contenido ideológico de las imágenes
el negrismo o el indigenism? ~fectivamente tr~~ladaron a la literatura asp~~: siendo parciales y discriminadoras se ofrecen como portadoras del
tos de las clases·castas oprumdas, pero tambwn es cierto que, corno cfec' !.'cta1racter unitario que permite el uso del singular; al mismo tiempo, permite
1osé Carla~ ~ariátegu~, una co~a e~ la literatura indigenista y otra, compl~~ reivindicación de las literaturas subordinadas, ahora instaladas, al igual
tamente d1stmta, la literatura mdigena.7 El conflicto es aún más hond la dominante, en ese espacio neutro que acoge a todos los sistemas que
Después de todo, si en Europa la revolución burguesa y la expansión d~j se producen en América Latina. Sin embargo, pese a estos
capitalismo produjeron sociedades más o menos homogéneas y articuladas servicios, la categoría de pluralidad es insatisfactoria, como
en América Latina la debilidad y falta de autonomía de esa clase y la per: lo demás suelen serlo, en distinto grado, todas las que repiten los datos
sistencia de modos de producción precapitalistas determinaron una aguda observación empírica.
destintegración social. 8 Dicho en términos más cercanos a la pro blernática Por lo pronto, la aceptación de la pluralidad contraviene el sentido de
de la cultura: la_ racionalidad burguesa moderna no impregnó la totalidad experiencia histórica que es, precisamente, la que la constituye como
del cuerpo social latinoamericano y jamás pudo consensualizarse, con el en última instancia, si la pluralidad existe no es por otra razón que por
agravante de que su vehículo primero y más eficaz de formalización y difu. razón de la historia. En su obviedad, este dato permite fundar en la his-
sión -~la escritura- quedó limitado a un sector que en muchos casos y du. una categoría que niegue la de unidadll y supere la de pluralidad, En
rante largo tiempo ha sido o es minoritario. Naturalmente, el analfabetis· fundamental se trata de lo siguiente: los más diversos grupos étnico-
mo debilita y deteriora insubsanablemente la institucionalidad literaria 9 nK"""' que producen literatura en América Latina están inmersos dentro
pero más que eso, sobre todo aunque no sólo en lo que Ribeiro lla~a un sólo curso histórico, lo que implica que sus sistemas literarios tanto
"pueblos testimonio", lO fija límites tajantes entre los sistemas literarios ¡ nosp<Jrn>ou a los requerimientos de ese proceso, cuanto, a su manera, lo
que coexisten en América Latina y en sus espacios regionales y nacionales. 1com;tituyen. Ciertamente, cada grupo étnico y cada clase social experimen-
La polaridad extrema confronta dos lenguas, dos procesos de formaliza. ta historia de manera distinta y hasta opuesta, pero en todo caso la
ción incompatibles (la escritura y la oralidad) y dos racionalidades en mu- [Pertmen<:ia a esa misma historia instaura una red articulatoiia cuya natura-
chos aspectos anatagónícas. Supuesto lo anterior, es obvio que ningún --basada en una aguda disparidad-·- es la contradicción. No deberla
sistema puede ser representativo de América Latina ni cubrir por sí mismo l s•orr•reJnd•or que sea así: después de todo una sociedad está hecha de las
el vasto y heteróclito campo de las literaturas latinoamericanas. 1con·tradlc:cl<}n<os entre sus clases.
El concepto de pluralidad parecería, pues, imponerse. Es preferible, en Tal vez una breve referencia a la literatura de la conquista ilustre las
ideas anteriores. En este campo la categoría de unidad, que ya se sabe que
7 Sobre estas literaturas interr.:ulturales o heterogéneas, cf Ángel Rama: "Los está elaborada mediante la exclusión de las disidencias, privilegia un solo
procesos de transculturación en la narrativa latinoamericana", en: Revista de Litera- sistema: el de la literatura española, para todo el ámbito de Hispanoame-
tura Hispanoamericana, 5, Maracaibo, 1974 y Antonio Cornejo Polar: "Las literatu- rica; la categoría de pluralidad, sin negar por cierto la existencia de aquel
ras heterogéneas: su doble estatuto socio-cultural", en: Revista de Crítica Literaria sistema, añade el de las literaturas en lenguas nativas y las reivindica social
Latinoamericana, 7-8, Lima, 1978. El planteamiento de Mariátegui, en: Siete ensayos y estéticamente, pero en general preserva su independencia y, por consi-
de interpretación de la realidad peruana, Lima, Amauta, 1.963, p. 292. guiente, propone una imagen doble de la literatura de la conquista, como si
8 Cf Agustín Cueva: El desarrollo del capitalismo en América Latina, México,
FCE, 1978. estuviera constituida por la yuxtaposición de los dos sistemas. Mucho más
9
Cf Antonio Cándido: "Literatura y subdesarrollo", en: César Fernández Mo-
reno (ed.): América Latina en su literatura, México, UNESCO-Siglo XXI, 1972.
10 Las Américas y la civilización, México, Extemporáneos, 1977. 11 Unidad artificial, produ¿ida por la exclusión de las literaturas subordinadas.
128 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAJ'VIERICA.NA 129
correcto es definir la literatura de la conquista como una relación entr el caso de la literatura latinoamericana, la crítica debe habituarse a tra-
uno y otro y privilegiar el examen de sus contradicciones. e sobre objetos cuya materia misma, por así decirlo, es la contradicción.
A está tercera categoría podría denominársele totalidad contradicto. perspectiva implica un reto casi abrumador en el orden de la metodo-
ria. Proviene básicamente de la historización de la pluralidad, esto es d en algunas ocasiones, en efecto, el itinerario de las investigaciones
la inmersión de las varias literaturas que se producen en América LaÍine que ir desde la oralidad hasta la escritura y frecuentar racionalida-
dentro del proceso histórico de nuestra sociedad y del examen de los co; vez incompatibles, para mencionar sólo algunos aspectos de la difi-
flictos concretos que las separan y unen como factores de una totalidad del proyecto.
también concreta e histórica. Paradójicamente es la índole contradictoria advertir que el planteamiento y desarrollo de la categoría de
del vínculo la mejor garantía de la solidez de la estructura resultante: a contradictoria, aunque obviamente tiene relaciones con el pensa-
fin de cuentas sólo la contradicción otorga necesidad a la acción y existe'hcia de Hegel, Marx y Lukacs, surge del examen de la literatura latinoa-
de los términos que la componen. De esta suerte, sin fingir una homoge. o más concretamente, de la necesidad de dar razón de las muchas
neidad a todas luces inexistente, se recobra la posibilidad de comprender que se producen en América Latina y de reafirmar el carácter
globalmente, como un todo, a la literatura latinoamericana. hec:ífica;mente latinoamericano de todas ellas. En cierto sentido este
Un segundo ejemplo, más preciso que el anterior, pude ser útil en este que es escuetamente histórico, representa la unidad de la diversi-
momento. El proceso de expansión del capitalismo hacia la Amazonia, con que la observación empírica pone de manifiesto.I3
sus etapas relativas a la explotación del caucho, la madera y el petróleo, es Desde otra perspectiva, insistir en el singular para mencionar América
un proceso histórico único que, sin embargo, afecta de distintas maneras y literatura latinoamericana, pero al mismo tiempo reivindicar la
a los diversos grupos regionales y a los que promueven esta expansión desde irteJoen.cia latinoamericana de las variantes más dispares, corresponde a
los centros metropolitanos. Tal proceso genera -y en parte está consti- decisión primaria: la de no renunciar al derecho de ser distintas ni a la
tuido por una intensa producción ideológica y simbólica, una de cuyaStna· · de ser uno dentro del curso de una historia que a todos compete.
nifestaciones más directas es la literatura. A este respecto, y para marcar El establecimiento de la historia corno eje de la reflexión sobre la lite-
sólo algunos puntos de interés, habría que rastrear la ligazón conflictiva latinoamericana y sobre sus literaturas regionales y nacionales deter-
que se establece entre la época oficial, celebratoria de la conquista de la que todos estos términos pierdan el significado esencialista, normal-
selva por los pioneros que heroicamente afirman la nacionalidad y difunden referido al concepto de identidad, y las connotaciones valorativas
el progreso; las varias opciones recorridas por los grupos no indígenas asen~ tergiversan aún más el asunto; y que adquieran, en cambio, una cons-
tados desde antiguo en esa región, que van desde la elegía que lamenta el movilidad y una no menos fluida capacidad de relación: son procesos
fm de la "vida natural" hasta el relato de denuncia que eventualmente abiertos, no excluyentes, que pueden articularse entre sí de mu-
incluye la defensa de los grupos étnicos nativos; la revitalización en las rnaneras distintas. No está de más recordar que hay obras que son a la
sociedades tribales de la producción y difusión de mitos mesiánicos, corno y sin conflicto alguno, nacionales, regionales y latinoamericanas, según
imágenes de una vindicta más o menos cercana, etc. Se obtendría así un con Pedro Páramo, Gran sertón: veredas o Yo el supremo, para roen-
tramado muy complejo que ciertamente no se agota en el cruce de intere- apenas tres casos obvios en los que no sobraría, en modo alguno, el
ses e ideologías contrapuestos: son todas las instancias de los procesos de de su universalidad. De todas maneras, cada uno de los tér-
producción literaria y todos los estratos de la objetividad textual los que en cuestión necesita algunas precisiones específicas.
intervienen en el diseño de esta totalidad.12 En lo que toca a las literaturas nacionales habría que anotar:
Las reflexiones anteriores conducen a precisar que la posibilidad de primero: que la evidente arbitrariedad del mapa político latinoameri-
comprender una literatura (y comprender una literatura es también consti· no debe oscurecer el hecho decisivo de que cada uno de nuestros
tuirla) no depende en absoluto de su homogeneidad ni de la homogeneidad desde su constitución como estados independientes, ha experirnen-
de su base real. Probablemente en cualquier literatura, pero con toda nitidez una historia peculiar cuyos rasgos específicos se acumulan e intensifi-
can el correr del tiempo;
12 He establecido algunas precisiones sobre el concepto de totalidad contradic·
toria en mi artículo "Para una agenda problemática de la crítica literaria latinoameri·
cana: diseño preliminar", en: Casa de las Américas, XXI, 126, La habana, mayo-junió, l3 Evidentemente subyace en estos juicios el debate sobre empiria y teoría, im-
1981. de desarrollar aquí.
130 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA 131
segundo: que el concepto clásico de nación no se aplíca a casi ningu. El estudio de las literaturas regionales tiene, metodológicamente, una
no de nuestros países, pero que la historia que les es propia permite enten~ función: si por una parte integra varias literaturas nacionales, como
dedos como tales en la medida en que es capaz -corno está dicho antes- Bolivia, Ecuador y Perú, en un sistema mayor, andino;por otra parte,
de articular sus contradicciones internas, y im 1¡d~:mte un movimiento inverso, hace posible discernir variantes interiores
tercero: que la experiencia histórica moderna de las naciones latino. aso,cum'" significativamente con otras similares de naciones o regiones
americanas no está desligada de experiencias históricas anteriores, en algu. lo que la categoría regional afina y perfecciona la imagen
nos casos previas a la conquista, que representan parte legítima de una tra. '"'~li'" del uso exclusivo de la categoría nacional. En este sentido no
dición que, aunque común a varias naciones, es asumida de distinta manera de tener interés examinar a la vez, por ejemplo, la novela del nor-
por cada una de ellas. brasileño y la novela indigenista andina.
Es correcto, pues, hablar de literaturas nacionales en América Latina; En lo concerniente a América Latina sería necesario señalar:
son procesos históricos que surgen con la ruptura del orden colonial, pero primero: como proceso histórico abierto, América Latina va configu-
que al consolidarse recapturan, y hacen propia, la experiencia anterior. En al ritmo de esa misma historia y extendiéndose a nuevos espacios
este sentido la profundidad temporal de las historias literarias nacionales si bien pueden poner en cuestión el nombre (ahora se prefiere hablar
es mucho mayor que la que tiene la nación misma corno estado indepen. "América Latina y el Caribe") no por ello impiden pensar en el conjun-
diente. Por cierto, en todo este largo curso se reforrnulan constantemente ií~como una vasta y heteróclita suprarregión;
las contradicciones que la hacen inteligible como un todo. Más todavía; segundo: dada su magnitud y diversidad, el proceso histórico común a
es en el ámbito más breve de las literaturas nacionales donde esas contra- · Latina es difuso y más o menos genérico y resulta verificable sólo
dicciones se hacen más agudas y donde adquieren, por eso mismo, mayor con situaciones de máximo relieve, como el paso del orden
capacidad de relación.14 al neocolonial, lo que significa que sus relaciones de conformación
En lo que respecta a las literaturas regionales habría que precisar: más bien referenciales;
primero: en un sentido inmediato, región implica la continuidad espa- tercero: en las últimas décadas, conforme se extiende y moderniza el
cial y la globalización de varias naciones, como sucede en la región andina, J~¡lita!iSJno dependiente en América Latina, se han producido ciertos fenó-
la caribeña o la rioplatense; sin embargo, en otras circunstancias, una sola de homogeneización y se han vigorizado los canales de comunica-
nación puede participar de dos regiones, como sería el caso de Colombia, o dentro del área, y
constituirse por sí misma en una región, que sería el caso de Brasil; cuarto: no puede desapercibirse que la ideología de la integración la ti-
segundo: por extensión, indirectamente, cabría establecer "regiones" desde Bolívar hasta el presente, es también una fuente de
en términos de una tipología histórico-antropológica, corno la que propone l!íl•-ciones y forma parte de la realidad de América Latina.
Darcy Ribeiro,ls o en función de homologías de índole social, que permi- En términos generales, el sistema literario latinoamericano tiene una
tirían captar como un todo la "región" metropolitana de las grandes ciuda· menos firme que los sistemas regionales o nacionales; sin embargo,
des latinoamericanas, por ejemplo, y reciente, la internacionalización de la producción literaria ha ge-
tercero: en uno u otro caso, pero sobre todo en el primero, la región la intensificación de sus relaciones conformadoras, como lo demues-
participa de un cierto proceso histórico, aunque obviamente esta comuni· por ejemplo, el paso de las audiencias literarias nacionales, o en algunos
dad de experiencia sea menos concreta que en el campo de las naciones. regionales, a la audiencia literaria latinoamericana. En este sentido,
Las literaturas regionales corresponden a un segundo nivel de articu· ~~~sistema literario latinoamericano no sólo obedece a la trama de sus con-
lación, con respecto a los sistemas literarios nacionales, pero en sí mismas f)á<lict:iones interiores, sino, también, a una contradicción mayor entre las
tienen también naturaleza orgánica y se instauran igualmente mediante un que conducen a la integración y las que, al revés, tienden a desmem-
tramado de contradicciones. En las regiones más integradas sus literaturas Tiene por esto ciertas fluctuaciones que dependen 'de la hegemonía
no representan más que una escala mayor de la problemática propia de las pueda adquirir en determinado momento una de esas dos fuerzas.l6
literaturas nacionales. Se desprende de todo lo anterior que, desde la perspectiva propuesta,
14 Cf mi artículo "El problema nacional en la literatura peruana", en: Queha· 16 Esto se manifiesta en ciertos momentos especialmente integrados, según lo
cer, 4, Lima, abril, 1980. Roberto Femández Retamar, "Intercomunicación y nueva literatura", en:
15 Cf nota 10. Latina en su literatura, ed. cit.
132 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA_
,¡Tl<RATU,<ANACIONAL, REGIONAL, LATINOAMERICANA 133
la literatura latinoamericana está formada por varios sistemas literarios que punto de vista delante de la burocracia. Este coraje es, digamos, fun~
son parte de la heterogeneidad étnico-social de América Latina, pero estos damental para el desarrollo del movimiento socialista. Entonces, quiere
sistemas no son independientes: producidos dentro de un proceso histórico mostrarnos cómo Soljenitsyn, en un punto capital del desarrollo de la
común, se relacionan entre sí mediante vínculos de contradicción, que esa historia mundial, es un hombre importante. Adorno, en su ensayo
misma historia explica, y constituyen, como conjunto, una totalidad asimis. sobre Beckett, muestra que él usa el vocabulario de la filosofía exis-
m o contradictoria. Es atributo del pensamiento crítico determinar el Nvel tencialista en un clima como después de la explosión de la bomba de
de abstracción que empleará para fijar los límites de esa totalidad, que pue~ hidrógeno, y ésta es la singularidad de Beckett. Para mostrar que es un
den ser los de una nación, una región o los de América Latina íntegra, esta- gran escritor lo hace a través de la interpretación de la novedad histó~
bleciendo en cada caso la red de contradicciones concretas que definen ese rica, el sentido fuerte del gran escritor tiene que ver con que ahí surgió
un nuevo momento de la historia mundial.
objeto y el modo como se transforman históricamente. ...
Estoy seguro que esto sucede en América Latina también, porque
Pensar así la literatura latinoamericana significa negar validez de lo& tenemos grandes escritores y seguro que revelarían que la historia m un~
planteamientos que al privilegiar a un solo sistema -el c_ulto- de alguna dial pasa por América Latina también, que aquí pasan cosas reveladoras
manera convalidan el orden social latinoamericano y reaftrman sus condi~ de la historia mundial. Incluso un crítico de izquierda podría hacer
ciones de opresión y discriminación; significa también superar el empiris. algo de este tipo en relación con los escritores latinoamericanos. Pero
mo de una concepción pluralista, que atomiza la realidad y cultura latino~ acá nos encerramos en la cuestión de la identidad, lo que tiene mucho
americanas y en cierto modo las debilita; y significa, por último, reafirmar fundamento porque son literaturas que están en estado de formación.
con sentido de plenitud, las muchas formas históricas en que es posible Hay sin embargo, un problema: es que esta tentativa de interpretar
vivir en América Latina: una y diversa, total y desgarrada. con máxima energía conceptual, imaginativa, la actualidad, tiene su
lugar real en la literatura culta. Esto no se puede esperar de los otros
sectores del imaginario social -lo que no los disminuye en absoluto-
pero no viven bajo el signo de la historicidad. Una de las característi-
Discusión cas de la literatura culta de los tiempos modernos, es que vive bajo el
signo de la historicidad, es que busca la nueva interpretación, lo que
los otros sectores del imaginario social no hacen. Lo que no los dismi-
Roberto Schwarz: nuye en nada, solamente no hacen eso. Pero nosotros vivimos en este
Pienso que es cierto, en un sentido, que se privilegió lo culto Y se con· mundo histórico y entonces existe el riesgo de que por democratismo
sideró lo otro inferior, retrasado. Es claro que con eso uno está dando renunciemos a esto y nos confinemos, nuevamente, bajo otros signos y
fuerza a un prejuicio que consolida el orden, la dominación social. Por otras ideologías, a una posición secundaria por eso.
otro lado, si uno suprime la preeminencia de lo culto esto puede ser
discutido crítiCamente, claro -en realidad, uno está cerrando los ojos:
f!)¡tonio Cornejo Polar:
a la realidad de la dominación social. Hay un riesgo de que el demo~
cratismo cierre los ojos a la realidad de la opresión, y yo creo que eso Sí, me parece muy interesante la observación de Roberto, pero creo
es una cosa que vale la pena discutir. que de la ponencia no se desprende -no hay ninguna especie de inten-
Quiero decir una cosa más. Es interesante comparar a los marxis- ción- de valorar menos la literatura culta que los otros sistemas litera-
tas o a la izquierda latinoamericana con los marxistas europeos en su rios, ni mucho menos. Lo único que dice la ponencia es que la literatura
trabajo de crítica literaria. Si uno toma, por ejemplo, el análísis de culta no es el único sistema, pero evidentemente, hay que estudiarla,
Walter Benjamin sobre los surrealistas, Benjamin va a decir que el SU· no sólo porque allí se da con más intensidad eso que se ha llamado la
rrealismo es importante porque a través de lo que él llama la ilumina- modernidad -y uno de los primeros críticos marxistas de América La-
ción profana descubrió o intenta liberar las fuerzas del inconsciente Y tina, José Carlos Mariátegui lo entendía muy bien, y por eso defendía
las fuerzas presentes en el tipo de convivencia que la ciudad grande crea tan interesantemente la vanguardia y el surrealismo- sino también
en la inminencia de la revolución. Entonces el surrealismo es impor~ porque es en el nivel de la literatura culta donde se produce nuestra
tan te por eso, porque encarna un momento nuevo de la histori~ mun· única relación con la literatura internacional. Bueno, hay muchas ra~
dial. Así da una especie de paráfrasis sociológico~marxista de la unpor· zones para no descuidarla y no es ése el planteamiento, pero creo que
tancia del surrealismo. Georg Lukacs, en su librito sobre Soljenitsyn por más importante que sea la literatura culta, no puede ser represen-
procura decir por qué éste es un gran escritor: porque,porprimeravez, tativa de la totalidad de América Latina. Es decir, también debemos
se prueba la importancia de la autonomía ética, del coraje de tener su atender a los otros sistemas literarios que se dan en nuestro suelo, en
algunos de ellos -y ahí si hay un cambio de país a país- esa literatura
134 135
popular, esa literatura nativa, es realmente, por lo menos en término agregaría además, un punto: a veces se piensa que no hay una respues-
5
cuantitativos, más representativa que la literatura culta. ta popular a esto, y diría que es un fenómeno estrictamente dialéctico.
Por último, yo no planteo una especie de compet~ncia entre estas Es decir, efectivamente se producen vastos movimientos, movilización
literaturas. Creo, simplem~nte, que no podem?s .segutt pensando que de grandes sectores que antes tenían diferencias muy marcadas entre
esta literatura es toda la hteratura nuestra. Asumsmo, no creo que et si, pero al mismo tiempo, se van construyendo formas de respuestas,
establecer una reflexión sobre la literatura popular o las literaturas en que pueden ser, por ejemplo, la reelaboración de ciertos mensajes reci-
lenguas nativas implique cerrar los ojos al hecho de que. esas literaturas: bidos Y que terminan portando un significado distinto del que había
subsisten porque hay un sistema social opresor. Es obv1o que si subsjs.- sido emitido desde arriba. Es decir, que nunca un proceso se da en una
te es porque ese sistema opresor las ha subordinado y, por ejemplo, no sola dirección, sino que también hay formas de resistencia. El proble-
les ha permitido el acceso a la escritura. No creo que haya la posibij¡. ma es que tal como va la historia de América Latina, estas culturas son
dad de una especie de romanticismo que encuentre una virtud eñ esas culturas de resistencia y no son culturas emergentes, son culturas que
condiciones de subordinación, personalmente pienso que esas literatu-- realmente están subsistiendo en condiciones de precariedad y de peli-
ras son literaturas de resistencia, que surgen a través de un conju.nto de gro, y eso también hay que tenerlo presente.
circunstancias extraordinariamente desfavorables Y que, evidente~
mente son en sí mismas un testimonio de esa opresión Y de esa dis.~ Garza:
criminación. El problema de los pasos concretos para trabajar en una historia de la
literatura latinoamericana es que van a ser muy irregulares. ¿Cómo se
J ean Franco: incluirá este punto?, ¿se debe tomar lo que está consignado gráfica-
Sería interesante ir más allá, porque creo que usted, al igual que Gutié-. mente y lo oral no? Lo planteo como problema.
rrez Girardot, plantearon el proceso de la integración de esos sectores:
al capitalismo, por un proceso de homogeneización, de la racionaliza. Cornejo Polar:
ción, como dijo Gutiérrez Girardot. Creo que eso se ha agudizado mu~ Yo decía antes, que en un nivel práctico, posiblemente esto sea irrea-
cho durante los últimos diez años, de forma que estamos ahora, en un lizable todavía con un grado suficiente de seriedad, de confiabilidad,
proceso de gran cambio. Estas culturas están en proceso, o bien de de una relativa efectividad. Yo no creo que esto se pueda hacer de
perder las tradiciones, o bien de integrarse por medio de la cultura inmediato -esto viéndolo en términos prácticos-, pero lo que me pa-
de masas en la civilización urbana y yo creo que aquí hay otro punto recería grave es que no tengamos conciencia de que hemos hecho esa
que registra la literatura culta -que tampoco me gusta mucho como supresión. Si adoptamos íntegramente esta linea, realmente sería una
nombre-: que no hay casi ningún novelista en los últimos veinte años cosa tan extensa y tan complicada que nos llevaría años en poderla re-
que no haya registrado, de una forma u otra, la influencia de la cultura visar, pero lo que sí me interesa fundamentalmente es que haya una
de masas, d:Uecta o indirectamente. Inclusive casi todos los escritores conciencia muy clara de que no estarnos trabajando todavía sobre la
se aproximan allí, hacen cine, por ejemplo, con objeto de conquistar este literatura de América Latina, que estamos trabajando sobre sectores
público de "analfabetos" que no leía su literatura. También es direc- de esa literatura y que en un futuro tenemos finalmente que dar razón
tamente obserrable esta influencia en la novela. La novela cambia de del conjunto de nuestra literatura en una globalidad efectiva.
forma en ciertos momentos. Es toda la influencia del cine, de la radio· Lo importante sería que el proyecto realizara su autocrítica per-
novela, de la telenovela, de la cultura de masas. Creo que todo esto manente, en el sentido de ir produciendo un conjunto de materiales
parte de ese proceso de racionalización, que en realidad empezó en el para la segunda versión de la historia. Que estuviera constantemente se-
siglo XIX y que estamos viendo en los últimos veinte años como una ñalándose a sí mismo sus limitaciones, recopilando material, compro ban-
verdadera revolución industrial, un poco como sucedió en Europa en do hipótesis, viendo posibilidades de trabajo, tal vez en subproyectos
el siglo XIX. más modestos relativos a este tipo de problemática que, por una parte,
significaran la posibilidad de una segunda versión, y por otra parte, sig-
Antonio Cornejo Polar: nifica una especie de autocontrol de nuestras propias limitaciones.
Estoy totalmente de acuerdo, incluso en alguna parte de la ponencia
digo que en los últimos años se está produciendo un proceso muy rá~ ~~)m,ingo Miliani:
pido de racionalización como condición, precisamente, de la implan· Yo quería decirle a mi amigo, que tenemos una coincidencia más allá
tación cada vez más feroz, si se quiere, del capitalismo en América de la forma del discurso. Solamente quería señalar un detalle: cuando
Latina. Evidentemente esto tiene una relación muy estrecha con lo que: nosotros adoptamoo; el estatuto de la literatura culta de Europa, para
estamos discutiendo, y estamos totalmente de acuerdo con Jean, pero llegar a ese grado de jerarquización y búsqueda de acceso a la univer-
salidad de la cultura nuestra, entramos de hecho en el solo nivel d-,
trabajo de lo que ha sido también el proceso historiográfico de é
Antonio señala el caso del Poema del Cid: éste es insertable en una
dición literaria europea en la medida en que un "escribano", no
escritor, lo fija graférnicamente, y se vuelve, yo no sé si literatura
o popular. Es literatura española, en todo caso; seria culta si se ve
de el ángulo de toda la tradición épica europea, si forma parte de 1 PROBLEMAS PARA LA HISTORIA
serie del discurso épico, sería popular si adopta toda la querella de loa DE LA LITERATURA
Antiguos y los Modernos sobre el genio de los pueblos anónimos etca EN LAS INDIAS OCCIDENTALES
Todorov, por el contrario, niega el concepto de narración primiÍiva;
de épica primitiva. Cuando a América Latina viene el RomancerO qne
también está recogido por escribanos en los cancioneros, pero no_ Kenneth Ramchand
escrito por los escribanos, sino que forma parte de la tradición literaria
popular hispánica, entonces en América es donde se vuelve popular
anónimo, se vuelve canción, se vuelve tango, se vuelve corrido, se VUef.
ve galerón venezolano, se vuelve copla, se vuelve redondilla, se vuelv~
cordeL Menos Martl·n Fierro, donde la misma estructura métrica la
misma conceptuación de lo popular entra inmediatamente a la lit~ra· pr<Jp<Jn¡;o hablarles en términos generales acerca de los problemas que
tura culta. Al revés de lo que pasa con aquel poema épico apócrifo,_t~l nfr,ont:arrlos al querer construir una historia de la literatura de las Indias
Beowulf en la tradición europea, que es un engendro, pero que _
:cidlental'" de habla inglesa, pues no es mi intención cansarles con deta-
a influir en la literatura culta, siendo genio de los pueblos, im·ent>d.o,
por alguien. Yo quiero volver a llamar la atención, en ese sobre lo que debe ser para ustedes un territorio desconocido.
eso coincido con Antonio: hay aspectos de nuestra lil<era.tura ""mo!b.···· Esta exposición tiene su origen en dos motivos:
mericana donde es relevante la presencia de una producción lll<>rarla.e Primeramente el examen de los problemas con que nosotros nos encon-
popular importante, pero donde hay eso que León-Portilla y sus respuestas pueden dar luz sobre problemas similares que sur·
turas en peligro." El caso de la tradición literaria de México, de quienes construyen una historia de la literatura latinoamericana.
de Guatemala, de Ecuador, de Bolivia no se puede llegar a una tiempo ellos pueden esclarecer el modo como la literatura de las
prensión de la literatura culta si se ignora el otro sustrato. Occidentales se podría insertar en un proyecto latinoamericano. Es
es claro que no podemos hacer una historia utópica de la precisar que la expresión "literatura de las Indias Occidentales"
latinoamericana, pero no podemos partir de un patrón de Jtilizamc>S en el sentido de literatura del Caribe de habla inglesa. El tér-
porque entonces, qué es lo que vamos a comparar. ¿Vamos a Caribe lo empleamos para referirnos al área geográfica que incluye
rar o vamos a homologar miméticamente y vamos a volver a
territorios franceses, españoles y de habla inglesa que en otros tiern-
una tradición metodológica también ya protocolizada y
Ahí es donde tendrá que venir un poco el problema de cómo , rormarcm parte de los respectivos imperios.
salida al dilema expresivo de una literatura que no es El segundo motivo es que el examinar estos PJ9blemas fuera de su con-
lingüe sino también pluricodificada en su conceptuación del propio e incluso en contextos muy diferentés dentro del debate lati-
Distinto al caso de Europa. Los propios críticos europeos buscan la me:rican-o, podría dar a nuestra reflexión conjunta un cariz de frescura
sagración y canonización de la literatura hispanoamericana, por el
rácter de su exotismo. Lo que se llamaría, en el caso brasileño, "lo La primera parte de nuestro trabajo es una observación de los intentos
sito" de lo hispanoamericano, que no es sino una reversión de integrar a la literatura de las Indias Occidentales en unidades mayores
románticos que desde Chateaubriand toma la concepción del la abarcan. En su mayoría estos intentos han sido rechazados por no
vaje para volverla código romántico, sentimental, de lo in~~:~~~~~~ satisfactorios y cuando se mantienen lo hacen como construcciones in-
de lo indígena. Hasta qué punto tenemos que revisar ese e
'ctual.es que intentan contener y ordenar el movimiento de nuestra con-
bién de literatura culta. ¿El salvajismo, el himno del paisaje
nos tipifica y nos diferencia también en la literatura culta, o la · Sin embargo, a pesar del rechazo estas aproximaciones no dejan
es mucho más profunda, como la que plantea Antonio? Es una tener alguna validez: expresan diferencias y similitudes, relaciones y co·
cia por una contradicción dialéctica permanente en nuestra que pueden no ser aspectos principales pero sí elementos que
137
138 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERIC 139
""'
no pueden ser ~ej~dos .de lado por ning_una contribución honesta sobre !iiOfishcacio, y la mayoría de los individuos cultos tienen este espectro para
nuestra compleJa rdentldad y sobre el Igualmente complejo irnagin . . El inglés del Caribe puede parecer similar al inglés de Inglaterra a la
de nuestra literatura. ano pero al oído es otra lengua. La diferencia fundamental, el sistema fo-
La literatura existe en el lenguaje y es por ello que no sorprende q oló,gic:o, surge de las lenguas africanas y la preservación de estos sonidos
~os tentativas de l~s que ~ablarernos estén basadas en_ el hecho de que~~ encuentra en la lengua hablada del común de la gente de la región.
literatura de las Indias OcCidentales aparezca como escnta en inglés. A partir de estas cuestiones podemos formularnos algunas preguntas
conciernen a los problemas que nos ocupan aquí: ¿Tendría una histo-
1. La primera consideración tiene que ver con la literatura de las Jnd' de la literatura latinoamerjcana que asumir o probar que el españollati-
Occidenta~es, como. una extensión o en relación de subordinación resp~~ )anlericano difiere del español de España' ¿Cuál es la relación entre lo
to de la literatura mglesa.
. Como un cuerpo de escritura que le da sañgre latinoamericano y lo normativo del continente? ¿Es posible des-
nueva a 1a ¡¡teratura mg1esa. los "criollismos" como "dialectos" y postular una conexión orgánica
A comienzos de los años cincuenta los habitantes de las Indias Occi- los dialectos y la normativídad? En el caso de no observar espacios
dentales, del Caribe anglófono, viajaron a Londres y durante los quince de lo "criollo" ¿puede acaso el investigador comenzar por lo que
años siguientes por lo menos Londres se convirtió en la capital literaria de seguridad existe, esto es el habla y la escritura individual?
las Indias Occidentales. Sus libros eran impresos en Inglaterra para ser ven-
didos a un público de habla inglesa, a un precio que guardaba relación con La segunda cuestión dice relación con la consideración de la literatura
la economía inglesa. Los escritores del Caribe fueron lanzados como escri- las Indias Occidentales como parte de la literatura mundial escrita en
tores ingleses, diferentes e incluso exóticos. Fueron vistos como un viento
fresco que llegaba a la lengua y a la escritura inglesas. En este caso nuestra literatura no es considerada en términos de sub-
Sin embargo esta identificación o vía de identificación fue instintiva.· ordinaciém sino en forma de asociación con las otras literaturas de lengua
mente cuestionada y esto contribuyó a esclarecer ciertas cuestiones de im- Ella tiene el mérito de acoplar las diferencias entre las literaturas
portancia: primeramente se observó que una simple mirada sobre los temas constituyen el objeto de análisis y estimula de este modo la aproxima-
los personajes, y el mundo social invocados en esta escritura, así como ~~ comparatista. En esta aproximación las literaturas se exploran en su
ld~:t ~~~:c:~~'c':·~n~~t~er:;n~a:¿;,y al mismo tiempo en una inteligibilidad recíproca.
1
consideración del punto de vista desde el cual ella era elaborada dejaba al
margen la proposición de que pudiese ser de alguna manera literatura in· El comparatista beneficia a la literatura de las Indias
glesa. En segundo lugar esta consideración guió más bien a la observación f;:'()ccid<m1al<>S en el reconocimiento de las diferencias y las similitudes con
fundamental de carácter técnico en el sentido de una descripción sistemá- literaturas.
tica de los modos en que el inglés de las Indias Occidentales se apartaba del Podemos entonces hacer la siguiente especulación: así como la litera-
inglés de Inglaterra. La observación puede simplificarse en los siguientes de las Indias se beneficia al ser considerada en términos paralelos con
términos: el sistema sonoro del dialecto es el rasgo más diferenciador, y literaturas de lengua inglesa, podría tal vez también la literatura la-
procede de los lenguajes africanos que constituyeron a los pidgins, patois ¡¡';1;im>anne!cic:ma beneficiarse de las comparaciones y contrastes por lo menos
(lenguas que son puente de comunicación rudimentaria derivados de ele- primera instancia con las demás literaturas en español.
mentos yuxtapuestos procedentes de dos idiomas) y posteriormente al
créole. Este se ha mantenido vivo oralmente. La tercera cuestión tiene que ver con la consideración de la literatura
Cuando la escritura nuestra comenzó a dejar de ser una mera imitación las Indias Occidentales como literatura de la Mancomunidad inglesa.
de la escritura inglesa de Inglaterra, es decir cuando la llamada "gente edu- Desde luego hay que considerar que Mancomunidad es el término para
cada" del Caribe vio que no había necesidad de ser (y ninguna posibilidad) ~:,jescríbir a todos los países que formaron parte del imperio británico. En
gracias a Dios) un inglés negro, la naturaleza tomó su curso. Entonces la caso el enfoque se establece sobre la conexión imperial y las dificulta-
lengua inglesa del Caribe, con toda naturalidad y sin sentir vergüenza algu· surgen por las siguientes razones:
na entró en contacto con el inglés hablado en las Indias Occidentales, en a) La Mancomunidad incluye una serie de países separados por gran-
el Caribe anglófono. Lo que había sido visto como dos lenguajes se reveló distancias, países cuyo clima, vegetación, vida animal, etc., varía tanto
así como uno solo. El inglés de las Indias Occidentales es una especie de para incluir desde la isla de Barbados hasta los helados deshechos
espectro que fluye desde el dialecto más remoto hasta el uso formal más Canadá. Con estos elementos vemos que la unidad no prueba ser tan
140 NACIONAL, REGIONAL, LATINOAMERICANA 141
viable si pensamos en la especificidad local y en la re y el color. Ha habido discusiones acaloradas sobre nuestra herencia
·t f t l · · Al 1 spuesta sensibl• • Algunos opinan que nuestra sociedad es esencialmente africana, otros
escn or. ren e ad patSaJe. eer una obra de las Indias Occidental
tor nativo ¡
pue1 e compenetrarse sensualmente , sentirearraigoe. es su pluralismo y se pronuncian a favor de él, otros ven a las Indias
.. de11taJes como el encuentro de pueblos y culturas argumentando que
re l ac10n con e texto que no le es posible cuando lee p · ' n
africana o india. or ejemplo una mestizos culturales aún cuando no se nota en nuestra apariencia.
A partir de este fenómeno podemos especu11ar en re 1acmn
·· con ¡ discusión ha sido necesaria y liberadora. La historia de la literatura
. . , . .
ra t ura"f'1at moamencana en los termmos siguientes· aribe anglófono no podría haber sido escrita de no haber sido empren-
· · ¿, caso 1as
. A a . ··
geogra 1cas existentes entre los países latinoamericano · · esta discusión.
d t l s ongman uu· lCUlt.... del problema que nos ocupa podemos formulamos los si-
es que en orpecen e establecimiento del concepto de un lit
noamericana? a eratura 1-!ltí~ interrogantes:
De lo que se trata es de la participación sensible junto con el ¿Se deberá la gran diferencia entre latinoamericanos y caribeños al
del solaz y consuelo de leer una literatura que se sitúa en un . . autor~ de relativa escasez en el primer caso y de abundancia en el segundo
N t t l t d paJsa¡e íntim e1em<:nto poblacional de origen africano? ¿En qué medida la conside-
o se ra a por ~ anta e la comprensión meramente intelectu o:
temas, que es un mvel mucho más asequible. al de los del origen africano afecta los casos de Cuba y Brasil? ¿Hasta dónde
. b) .L~ Mancomunidad británica incluye países en los que el in , que tomar en cuenta la presencia de los pueblos indígenas en
pnmer IdiOma y otros en donde éste es aprendido como gles es países de América Latina?
p . 1 una segunda len La aproximación a la idea de mancomunidad ha forzado la conside-
gua. as~re por ~ to este punto porque no es relevante respecto d ¡ ·
yecto latmoamencano. e pro. de una multiplicidad de factores que han demostrado diferencias y
e) La Mancomunidad ha sido establecida 0 integrada po · militw1es entre los llamados países mancomunados. Pero aún cuando re-
. t l . . . r paJses que el criterio de aproximación existe algo más, y que es tal vez ab-
Pasaron b·aJO con. ro
. nnpenal en diferentes períodos y d d"f
e I erentes ma
neras. E 1 a lo cual nuestra literatura apunta. La literatura de las Indias Occi-
. ) 1 XIste a VIeJa Mancomunidad
. (Indias
• Occidentales y peno · do escla·•
no ha sido capaz de evadir, incluso en sus primeros estadios el ser
VIsta ' 'a nu~va Mancomumdad (India y Africa, Nueva Zelandia, Austr r
Cana~a): deJando fuera a América del Norte que rompió sus atad a Ia, durante el periodo de relación colonial y luego el ser analítica
antenondad. uras con esta conexión formativa.
Estas diferencias han operado en contra del acercamient d 1 M Un extraordinario desarrollo en cuanto a tener conciencia sobre el
m "d d 1 rt t d 1 o e a anco- y en la respuesta a la conciencia del otro acerca de nosotros se hace
um a '. Y a_ I era ura e Caribe anglófono ha tenido un sentido d fi101·.
do de su Identidad y de su filiación al considerar tal acercamiento. e en la obra de V .S. Naipaul, quien logra representar a los coloniza-
Respecto de los países latinoamericanos podríamos tal vez forrn 1 como víctimas de sus propias ilusiones. Para Naipaulla colonia es un
nos la p~egunt~ sigu ie~te: ¿C~áles son las diferencias entre los imper~a~~: !'símb,olo de desarraigo. En ella todos se encuentran alejados del hogar. Es
forma de resistencia que encontramos en la escritura de Naipaul, y al-
mosten hi?s p~tses 1atm~amer~canos que digan relación con distintos ma-
men os stoncos y con mcursmnes de distinta finalidad? veces surge de la fuerza de su pesimismo el hecho de considerar al
d) Aliado de las diferencias entre las colonias más ant 1"guas y¡ · ¡Jiarrraclo nuevo mundo -al cual convincentemente representa mientras le
"t · di. asmas !"leernos- como aquel universo en el cual el hombre es tan sólo un huér-
recien
d h es extste una ferencta esencial basada en Ja pobl · · G
acwn. rosso mo-
o ay_ una mancomunidad negra y otra blanca. A los escritores de laman-
comumda?. negra los v~mo_s _reaccionar en sus obras a teorías racistas que En relación a esto y respecto de la literatura latinoamericana podría-
fueron utiliZadas _para JUstificar la esclavitud y otras formas de opresión. hacer las siguientes especulaciones: ¿Será acaso la exploración de las
En la mancomumdad negra el término identidad es a menudo sm· · · relaciones coloniales -para exorcizadas o para universalizarlas- uno de los
d f ·· . . onnno elementos a considerar en la literatura latinoamericana? ¿Cuán obsesiona-
e_ a mnacwn racta1. El estigma de haber sido presidiarios 0 criminales de-
portados nun~a tuvo que ser removido de una manera tan apasionada en dos están los escritores latinoamericanos con la idea de Europa o del colo-
1~ mancomu:udad blanca: el australiano o el neozelandés nunca han sen- nizador?
tido la necesidad de probar su humanidad.
la literatura de las Indias Occidentales com O SUS Cfl"t"ICOS y¡O 4. La cuarta consideración dice relación con la literatura de las Indias Oc-
hi Tanto·
stonadores han tenido que enfrentarse con el espinoso problema de la cidentales como parte de la literatura del Caribe.
142 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICAMft NACIONAL, REGIONAL, LATINOAMERICANA 143
Contrariamente a los enfoques previamente descritos éste busca r Occidentales, a impulsar la identidad de ellas. Por una parte en el te-
grupar todo más cerca "de casa" con el fin de conseguir una mayor cr ~~ académico la existencia de la Universidad de West Indies y por otra
bilidad geográfica. Los argumentos que hablan en favor de este enfo e l· dimensión deportiva: el equipo de cricket de las Indias Occidentales.
son generalmente los siguientes: que En relación a esto podemos hacer las siguientes especulaciones: ¿Qué
a) Población de origen africano en su mayoría. juega el deporte en la conciencia de América Latina? ¿Qué esperanza
b) Predominancia de temas relacionados con la esclavitud y problemas de crear una federación, aunque fuese muy flexible, de los países lati-
de raza y color. ¿Crea la literatura latinoamericana conciencia latinoame-
e) Una experiencia común de esclavitud y colonialismo en el crisol del ¿Cuál es el propósito de reconocer o de construir una literatura
Caribe. (Véase a este propósito el análisis ejemplar de G.R. Coulthard lla.
mado Race and Co/our in Caribbean Literature.) , Los problemas de la crítica en las Indias Occidentales son complejos.
El ~ntento de ign_orar las diferencias lingüísticas no ha tenido éxito, y observado que los intentos de construir un marco conceptual para
era posrble que estuviese condenado a fracasar a causa de la simple y llana literatura de las Indias Occidentales han sido frustrados por las excep·
ignorancia por parte de las poblaciones del Caribe de las demás islas y sus: y reservas y que mientras más se trata de encontrar similitudes, más
costumbres. Por otra parte hay un fuerte paralelismo entre las literaturas descubren diferencias. La historia de nuestra literatura se ha beneficiado
a nivel documental, pero nadie sabe hasta qué punto esto corresponde a embargo con esto y no hay razón para que no suceda lo mismo con La-
una realidad social. Las aguas que nos separan, las diferentes lenguas, las
orientaciones metropolitanas respectivas y los sistemas educacionales rasgo de la historia de la crítica es que ciertos elementos han pa-
de las distintas islas han convertido a la literatura del Caribe en una por momentos más significativos que otros, por eso las obras han
abstracción que desde fuera se percibe a menudo mejor. Nosotros en el i;óscil,1do en su valoración en la medida en que ha cambiado nuestra percep·
Caribe solemos hablar de los europeos, pero habría que saber si los que de ellas.
designamos con ese nombre se ven a sí mismos como tales. Me es fácil La historia de la literatura de las Indias Occidentales ha tenido que re·
hablar de Jos latinoamericanos, puesto que tengo la ignorancia suficiente ~~~~r~~~~sque tiene carácter temporal y que parte de la magia de las obras
pero en el caso de ellos un latinoamericano puede ignorar los matices ; ¡;¡ consiste en que la interpretación o la historia crítica deben escri·
enfatizar su pertenencia a Latinoamérica de un modo razonablemente una y otra vez en el tiempo en nuevos términos, reconociendo obras·
convincente. ~~'~d:C~,;i:";;;,~~~~ se han rechazado y aceptando otras nuevas. No se puede
Puedo elaborar a partir de estos problemas la especulación siguiente: f; una historia definitiva y para todos los tiempos. El crítico litera-
¿Están los países latinoamericanos aislados uno del otro a pesar de un idio· vale para su momento, la obra literaria es para siempre. Personalmen-
ma común? ¿Los hay que son más desarrollados como naciones que otros? no creo que por 3.hora mi propio libro West Indian Novel and its Rack-
¿Hasta qué punto las nociones de Latinoamérica y de literatura latinoame~ sea inútil, pero estoy trabajando en una nueva publicación llamada
ricana seguirán estando a la merced de las maniobras políticas o del desa- History of West Indian Literature que recibe ese nombre justamen-
rrollo nacional separado de los países? para sugerir cómo la propia percepción cambia constantemente.
Está suficiente comprobado que tenemos dificultades y que debemos
5. La quinta cuestión tiene que ver con la literatura de las Indias Occiden- ~~~~:!~~s múltiples contradicciones cuando tratamos de formular nuestras
tales propiamente tal. 't\ sobre la realidad social y cultural y que es una tarea realmente in-
Al respecto hay que confesar desgraciadamente que esto es tam- k!Jllll!LlartLe tratar de relacionar el arte y la literatura con la realidad que la-
bién una construcción intelectual. Las islas desarrollaron sus literaturas se- j,it>rio,sarne:nte hemos definido. Pero el historiador de la literatura no debe
paradamente y reconocieron sus afinidades en los años cincuenta. Los dos: su responsabilidad. Por mucho tiempo la subjetiva verdad del otro
factores principales que las llevaron a hacerlo fueron por una parte la reu- ha sido impuesta en nombre de "lo universal" y "lo objetivo", y nues-
nión de los escritores en Londres y por otra la idea de federación y la crea- intentos de encontrar qué es la verdad para nosotros han sido etique·
ción efectiva de una federación de territorios de habla inglesa al final de como subjetivos. Como reconocemos que es cierto -incluso en las
los años cincuenta durante más de dos años. fiCí<mcias- que la verdad es lo que el cuerpo pensante de hombres y muje·
Con la desaparición de la federación y la independencia separada de de una sociedad y de un tiempo determinado creen, la crítica subjeti-
las islas sólo dos elementos ayudan ahora, junto con la literatura de las rn- del historiador de la la literatura no es considerada como verdad sin la
144 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICA:N'A. f¡,tTE:RJ,TlJRA NACIONAL, REGIONAL, LATINOAMERICANA 145
contradictoria de relaciones, que establecía internamente que las isl do, al leer esa obra, siento que comparto de alguna manera una con-
no tuviesen relaciones entre ellas. Sin embargo, en una mirada m:s ciencia latinoamericana. Si escribimos una historia literaria pensando
8
estructural de los periodos históricos que viven estas islas y su relaci' que cada obra debe expresar lo que ya sabemos, entonces, obviamen-
con América Latina, pareciera que existe una -si no identidad- Por~n te, las Indias Occidentales deben quedar afuera, pero si nos acercamos
menos, similaridad ~e articu_laciones y ~e periodos, desde las relacione~ a las literaturas de unos y de otros, encontraríamos que esta literatura,
que establece el pnmer penado colomaL La base de esta articulaci' producida en condiciones evidentemente diversas, apunta hacia una
es una forma de desarrollo económico y social -la economía de plao~ conciencia común, una conciencia del Nuevo Mundo que integra ambas
tación con la trata de esclavos como fuerza de trabajo- que va gen~~ esferas. El viaje de los conquistadores, los esclavos, los inmigrantes, ese
randa una forma de percepción del mundo propio del Caribe. Es decir viaje que ha sido identificado como elemento esencial de nuestra lite-
hay formas de articulación de la sociedad y percepciones del mund~ ratura, en el siglo XX se hace en sentido inverso, en busca de raíces
comunes que están de alguna manera expresadas en la literatura can,.. de solución económica o en escape de las duras realidades. Cuando le~
beña. Los trabajos al respecto hablan de una unid;:td temática y de las literaturas de las Indias Occidentales, siento que todos esos viajes,
percepción frente al mundo. Ahora, en cuanto a problemas de enun~ todas esas búsquedas se hacen una sol¡l, un tema central, un mito fun-
ciación, pareciera ser que estas literaturas se organizan en sistemas simi- damental. Nosotros, hombres del Nuevo Mundo, estamos buscando
lares entre ellas y parecidos a la existencia de sistemas diferenciados en El DoradQ en una forma u otra, ésta es una verdad común y unificado-
la literatura latinoamericana. Hay un sistema literario ligado a la me- ra, la imaginación literaria puede ir así más allá de los periodos y los
trópoli, otro sistema literario en créole, papiamento o su correspon· países.
diente anglófono y a veces incluso un sistema multilingüe. Es decir
hay una creación literaria de dislocación de las estructuras lingüística; Meregalli:
metropolitanas, como en América Latina. Por otra parte, la conciencia A mí, en realidad, me parece que no hay contradicción. Es evidente
del concepto de América Latina ha ido incluyendo cada vez más -y que en este proyecto de historia de la literatura latinoamericana no
esto se expresa en los diferentes organismos internacionales-la perte~ entra directamente la literatura de las Indias Occidentales, sin embar-
nencia del Caribe a un concepto de América Latina un poco más am- go, desde un punto de vista comparativo es necesario y debe ser toma-
plio. En esto tenemos, por ejemplo, la proposición nominal que hace da en cuenta la situación -lo mismo social que literaria- de las Indias
la UNESCO, de América Latina y el Caribe, en tanto que unidad que, Occidentales. Debemos tener en cuenta también la perspectiva diacró-
siendo unidad, no es inseparable de América Latina. nica: a lo mejor la situación actual de las Indias Occidentales no es
la situación actual de Latinoamérica, y sin embargo, se parece a una
Mario Valdés: situación de otro tiempo, entonces, en ese sentido habría que consi-
Estoy de acuerdo contigo en que la politica colonial era de mantener derarlo.
las colonias en aislamiento unas con otras. Que esto sigue como un
efecto poscolonial, también lo reconozco. Lo que me hubiera gusta~ 'fffa<:ques Leenhardt:
do oír es el último punto sobre las coincidencias que son más que una A mí me parece que es muy importante, como dijo Ana, integrar unos
herencia colonial, las coincidencias de toma de conciencia, porque po" niveles de sistematización de la construcción cultural, es decir, cómo
demos decir que la búsqueda de identidad de los colegas del Caribe se se organiza el bilingüismo, el trilingüismo, la existencia de una temáti-
parece a la búsqueda de identidad de las personas de todo el mundo. ca común regional y no sé si se podría entender en esto a toda Améri-
El hecho es que la u N ESCO pone ese término de Latinoamérica y el ca Latina. Ahora, esta integración me parece más bien situarla en el
Caribe, y creo que ahí reconoce cierta realidad política, que el Caribe no sistema de la literatura que en lo que concierne a la lengua propiamente.
debe de separarse del continente.
Garza:
K. Ramchand: En relación con el marco de la lengua y con el marco de la literatura,
Puedo dar uno o dos ejemplos; cuando leo Cien años de soledad estoy creo que en el caso de Latinoamérica, los países hispanoparlantes,
consciente de algunos procesos sociales e históricos que reconozco tam- por un lado, y Brasil, por otro, no son comparables con el caso de las
bién como propios. Además Macando, sus gentes, tipos, son realidades Indias Occidentales. Aquí no hay un fenómeno de disglosia, no se ha
que identifico con mi aldea y gente. Quiero hablar desde allí del status creado una lengua nueva, no ha evolucionado el español ni el portugués
de la obra literaria, pienso que la obra literaria puede proyectar la rea- como en el caso del créole y el inglés británico. Desde luego que hay
lidad social y política inmediata, pero además, ir más allá y proyectar diferencias lingüísticas en Hispanoamérica, en relación con estratos
una verdad más honda, común a seres de otras latitudes. En ese senti- sociales y con un territorio tan inmenso. Hay bilingüismo, hay influen-
148 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LPmNClAl~ERI!]AJ~A •
Mario Valdés:
Yo quiero proponer a mis colegas una posición acerca de este proble~
ma: primero, que al elaborar el marco histórico se tome en cuenta al
Caribe completo, como una parte integral de la realidad latinoamerica..
na. Segundo, que el papel específico de las obras literarias del Catibe
de habla inglesa se determine en un futuro al elaborar más el trabajo
porque puede haber -no quiero proyectar lo que no sé- casos en don:
de tienen un papel mayor algunos autores y obras de las islas, y otros V. LITERATURA E HISTORIA
donde se constituyen más bien en un fondo, pero es imposible proyec~
tar sobre una literatura desconcocida. EN AMÉRICA LATINA
Roberto Schwarz:
Creo que un libro, como el que se está proponiendo, apunta a la for~
mación de una conciencia y de una identidad que no existe aún. y
cuando se quiere formar una identidad hay una parte efectiva y una
parte de deseo cultural, de deseo político. Escuchando la exposición
de Kenneth Ramchand, todo brasileño se reconoce ahí, se reconoce de
una manera extraordinaria, tanto desde el punto de vista objetivot
como de lo que podemos imaginar. Creo que al componer este libro
podemos imaginar un capítulo en que esté tratada esta materia, que
hablará mucho a la imaginación de la gente, y efectivamente contri-
buirá a una eJCtensión de la identidad. No es una cuestión científica;
sino más bien de imaginación histórica, pero creo que sería muy ÍJn..
portante.
Jacques Leenhardt:
Respecto de la cuestión del francés, pienso que tal vez hay dos niveles.
Un nivel para las islas de lengua sajona y otro nivel para el francés y
las lenguas latinas, que ya están vinculados en el Caribe a través de
varios movimientos culturales. Lo que pasa es que las literaturas de
lengua inglesa, francesa y española no necesariamente tienen el mismo
tipo de vinculación.
Ana Pizarra:
Creo que se siente el peligro de que nosotros emitiéramos juicios sobre
una literatura que en general no conocemos. Yo creo que no se trata de
eso, sino de integrar a especialistas del Caribe a un diálogo que permita
ampliar los puntos de vista.
LITERATURA E HISTORIA
Jacques Leenhardt
151
!52 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICA.NA 153
blema de la doble historicidad: la de la literatura y la de lo que 1 el lenguaje, la difusión, carrera de los autores, instituciones escolares,
exterior. e es ;adémica.s, etcétera.
Desde este punto de vista, el volumen de la UNESCO América Latina
¿Una historia de la literatura? literatura ofrece una serie de aportes. Al colocar el acento sobre la
nstitLLCl<)n de una cultura, esta empresa no rechaza necesariamente la di-
Nuestra reunión ha sido colocada bajo el signo prospectivo: Para una hist ~ histórica, pero sólo la explota en el marco de estmcturas (menta-
ri~ de_ la literatura latinoamericana. ¿Cuál es el proyecto de semejan~e lingüísticas, axiológicas, estéticas).
h1stona? Del mismo modo, la historia literaria se propone analizar procesos
Se trata de enfrentarse a la atomización de las obras singulares tal tructttralles . En la trama de las producciones, la historia literaria efectúa
c~mo s~ e~cuentr~n colocadas por orden alfabético del catálogo. Una 't:~ ,1in1itaciones, dando origen a tantas estructuras (llamadas escuelas, moví-
d1scontmmdad es msoportable desde el punto de vista del hombre, el qu etc.), como hay puntos de vista.
siente vivir en él a la humanidad y tiene el sentimiento de su propia conti~ Aquí, un peligro la acecha en permanencia: el que reside en el punto
nuidad genérica. Hace falta pues, de toda necesidad, que esta serialidad de vista a partir del cual la delimitación ha sido efectuada. En la medida en
las obras se transforme en una cadena que represente la continuidad de la la delimitación sólo considera unidades de tipo literario, es decir pro-
especie y, por ende, la particularidad de la cultura. 1/~íwoiones, está condenada a descansar sobre unas bases no falsas, cierta-
La primera tarea de una historia de la literatura consistiría pues en sus. !;n1ertte, sino abstractas. Así notamos a menudo cómo una historia literaria
tituir una serie de obras, la cual no es a priori susceptible de ser constituida transforma en una especie de cuadro clasificador con entradas contrasta-
en historia, por otra serie análoga -pero no idéntica- de la que se piensa Ahí, la historia se reduce a una suerte de rítmica de elementos contra-
que ella sí será hlstorizable: la serie de los autores. fundada en oposiciones tales como lítote vs. lirismo, razón vs. sueño,
Al pasar de las obras a los autores, se logra, a través del ol;>jeto nuevo real vs. lo mágico, etc. Esta dinámica de contrastes estilísticos no cons-
de la biografía, un primer acceso a la historia. Aparece claramente, sin em- sin embargo, una historia en sí sola. Desde el punto de vista de la sig-
bargo, que si la biografía de los autores constituye ella misma la sustancia liaificacJión histórica de la actividad literaria, dos grupos o escuelas pueden
de la historia humana, este primer enfoque no responde adecuadamente a ¡;;¡;com:tltUirun mismo objeto y no dos. El punto de vista de los actores no
la pregunta de cuál es el sitio de la literatura dentro de esta misma historia. pues, un determinante suficiente como para delimitar una uní-
Así pues, la historia de la literatura resulta ser una no-historia por significativa, una estructura significativa.
dos razones: Así sucede con la historia de la literatura la cual, o bien no es historia
a} No es historia porque la cadena de los autores y de sus biografías se considera a la literatura desde el punto de vista de sus procedimientos
no constituye un objeto pertinente desde el punto de vista de un enfoque j¡if,orrnalles, O bien no concierne a la literatura si se la considera a través de
histórico. La perspectiva histórica no puede asirse de un flujo, según He- escritores. Se nos remite a la idea de una historia literaria en la cual, las
ráclito, de entidades discretas. La historia implica una organización en ¡1;eiStructm:as de significación a todos los niveles (lingüístico, retórico, ideoló-
totalidades relativas y significativas e implica la constitución de un objeto etc.), puedan ser constituidas en su historicidad. Es aquí donde encon-
mientras que, desde el punto de vista de la epistemología, la serie de las V'""'v' la necesidad de una periodización que, por lo que a América Latina
biografías no constituye un objeto para el enfoque histórico. jconciernoe, se plantea en unos términos muy específicos que están relacio-
ll,,rino con el carácter particular de la historia del continente.
b) La historia de la literatura que no es pues una historia, tampoco
tiene por objeto a la literatura ya que, como se acaba de ver, su principio
de organización se refiere a los autores y no a la literatura. Pr<Jbl'errw teórico de la periodización en un proyecto
historia literaria latinoamericana
¿Hacia una historia literaria?
un modo general, quiero decir, para la literatura de todos los países, la
Será preciso pues, regresar a lo que Lanson llamaba la historia literaria, la ¡ periodmtCl<Jn es una empresa temible. ¿Hablaremos en términos de siglos
cual concibe a la literatura como un fenómeno social e histórico totat en o, como los ingleses, de la época de Chaucer o de la de Shakespeare?
su historicidad (entendiendo por esto que se trata de la literatura conside· ¿Hablaremos siempre como los ingleses de los autores isabelinos o victo-
rada en todas sus instancias: el texto, claro está, pero también la intervención rianos? Estas categorías, modeladas sobre la persona de un maestro o de un
!54 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA !55
príncipe, no existen en Francia ni en Alemania, ni tampoco en México como concepto englobante, como el concepto de la homogeneidad
0
en Venezuela en donde se prefiere delimitaciones por grupos o escuelas un periodo.
una parte, o bien cortes dentro de la trama sociopolítica. por Si el periodo ideal puede definirse como la articulación coherente y
. Pero si toda peri~dización es peligro~a, quisiera ahora desarrollar la de los movimientos estéticos, ideológicos y socioeconómico-
rdea de que lo es particularmente para la literatura latinoamericana por l ¡U1C1C<JS, esto significa que un periodo, en el sentido ideal que le busco
razones que a continuación intentaré explicar. as dar, descansa sobre la existencia de un acuerdo entre un público, un
A !in de medir ~sta d~ficultad, quisiera partir. de una definición ideal y una creatividad. Un tal acuerdo, cuando existe, produce en particu-
del penado. ¿En que consiste esta estructura particular de lo histórico Ha. fuera de las obras de imaginación que constituyen la literatura, lo que
ruada periodo? Al insistir en que se trata de una estructura de lo histórico 1hm'd' discursos filosóficos corno formulación más o menos sistemati·
hay que subrayar dos aspectos: ' del equilibrio de las tendencias propias a las tres instancias que acabo
l. Un periodo no es un objeto natural (razón por la cual las delimita- mencionar: el público, el poder y los creadores.
ciones del calendario resultan tan ineficaces). Es lo que se podría llamar Una época clásica, por cuanto brinda una formulación a la tendencia
un objeto construido, un artefacto conceptual. Un periodo se presenta a los diferentes actores sociales y culturales hacia el universalismo,
pues, como una estructura de carácter histórico ( ¡se dan cuenta cómo esto; época "clásica" representa el tipo ideal, para retomar la expresión de
términos contradictorios se confunden aquí!), cuyos elementos están junta- Weber, del periodo.
dos por el que la delimita. Ahora que poseemos una noción de aquello hacia lo cual tendemos
2. Un periodo es, pues, el resultado de un proceso, de una interven- ~~ct!anLdo procuramos delimitar la líteratura y la historia en periodos, pode-
ción y es s:l'n duda por esta razón que Carlos .Rama ha preferido la noción interrogarnos sobre la situación específica de América Latina.
de periodificación a la de periodización. Algo del sujeto conociente se in-
filtra por consiguiente en la organización de este objeto de conocimiento. periodización en el área latinoamericana
Una vez puestas las condiciones epistemológicas del proceso de perio-
dización, examinemos cuáles son los elementos que entran en juego. En breve mirada sobre la literatura crítica en América Latina muestra la
qué consiste, de un modo ideal, pues, un periodo. ~~~:~~~g~~~'~ extraordinaria de textos consagrados a la periodización. Se han
Para saber dónde buscar la respuesta a esta pregunta, hay que regresar l: artículos incontables y hasta tesis a esta pregunta. Antes que
al enunciado inicial de esta comunicación: literatura e historia. Sabemos de ello una solución del problema planteado, esta proliferación
ahora que el problema reside en esta unión que la conjunción plantea, pero parece sintomática de una dificultad radical: si en efecto, el ideal de
no explicita. El problema está pues en la articulación de niveles de realidad periodización lo constituye lo que he llamado un clasicismo, entonces,
diferentes que se conciben corno heterogéneos sólo en apariencia. Se trata, ¡;ning,un.a periodización satisfactoria es concebible en el área latinoamericana.
pues, de mostrar una homogeneidad, de reunir lo aparentemente separado. Esta tesis merece algunas aclaraciones. El examen de la realidad lati-
La finalidad de esta "periodificación" es la producción de una unidad signi· f~;~~~~~:;~~~~~ muestra en efecto, desde el periodo de la Colonia, una desar·
ficativa más allá de la diversidad. Para concluir, un periodo es el encuentro 1; fundamental de lo sociopolítico, lo cultural y lo económico en
coherente de lo literario, lo social, lo político, lo económico; en resumen, el continente. Como lo dice en efecto Touraine:
de la literatura y de la historia.
¿Podrá existir semejante encuentro coherente? Cada intento verda· On ne peut se contenter de dire que la conquete [ ... ] aboutit a l'in·
deramente histórico de periodización se esfuerza por demostrar su existen- corporation du territoire conquis dans l'économie dominan ~e, car la
cia. Un poco por paradoja, pero sobre todo para apoyar mi argumenta· conquéte produit la désarticulation de l'économique et du soc1al.l
ción, diré que ha habido tal vez semejante periodo ideal, es decir un
momento en que esta coherencia ha existido verdaderamente. Sería entre Sociológicamente, la desarticulación de las instancias se vuelve uno de los
!660 y 1685 en Francia bajo Luis XIV. No es mi intención demostrar , rasgos distintivos de las sociedades dependientes, cuya manifestación, en lo
si esta hipótesis es acertada, sino visualizar la particularidad de este periodo que aquí nos concierne, se marca por la.
tan breve y tan singular en la literatura y la cultura de Francia y tal vez
del mundo. Este breve periodo presenta uno de los rarísimos casos de 1 A. Touraine, Les sociétés dépendantes, Paris/Gembloux, Ed. Duculot, 1976,
clasicismo, no en el sentido limitativo del concepto estético, sino justa· p. 75.
156 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINO 157
AMERICA.~A
nar los diferentes elementos de la cultura de acuerdo con su lógica. Cl géneros y que son en sí mismos, quizás condensaciones de nuevos
está que esta lógica tiene las mismas limitaciones que la subjetividad del aro periodos.
sayista, ~ero 1~ _dornes_ticación de la mult~plicidad contradictoria impue~~ Otro asunto para principios del siglo XIX que creo que debemos
por la dislocac10n soctal representa por SI sola una etapa importante g tomar en cuenta, es que es el momento utópico posindependentista de
cias al ensayo, en la constitución de una identidad cultural. • ra- la sociedad latinoamericana en ciernes, en que se propone la literatura
como modelo social, la literatura como modelo de las costumbres, y
Par fin, acordaremos una importancia a este fenómeno sin olvidar qu creo que este periodo utópico llega hasta mitad de siglo cuando, como
la novela latinoamericana, más que ninguna otra y por razones que se d ~ dice Gutiérrez Girardot, empieza el establecimiento del Estado oligár-
jan fácilmente deducir de lo que acabo de decir ha integrado espontáne!. quico-autoritario. Esto me conduce a decir que para cualquier periodi-
mente la forma y la disposición discursiva del ensayo a falta de dialog zación debemos tener por lo menos una teoría del Estado. Creo que
con la filosofía, del mismo modo que se ha hecho paródica y barroca a f~ realmente no podemos hacer la periodización cultural sin una teoría
ta de hacerse afirmativa y clásica. del Estado, y de las distintas formas del Estado, desde la Colonia hasta
En conclusión, cada vez que emprendamos una periodización imper- ahora. ¿Por qué? Porque, en cierta forma, es el Estado el que crea o
fecta, ya que uno no puede prescindir totalmente de ella, so pena de remi- que apoya o que deja espacio e instituciones en que las prácticas cul-
tirnos al flujo de los autores o de las obras, el cual carece de significación turales se llevan a cabo.
-nuestra historia literaria de la América Latina integrará, por una reflexión
adecuada, la causa misma de su imposible perfección.
en primer lugar, el problema del concepto de periodo ideal,
que es provisional, se refiere a la dificultad misma de la periodización.
Discusión Más que provisional es operacional. A lo mejor existe algo así como
una coherencia en el periodo aludido de 1660 a 1685 -en realidad en
lean Franco: todo el mundo hay incoherencia entre los niveles-, pero me pareció
Creo que desde este trabajo surgen algunas preguntas, más bien mu- importante usar esta estrategia del mito de la coherencia en un perio-
chas preguntas y problemas también. En primer lugar, me pregunto si do, no para encerrarnos en una discusión hegeliana sobre la sociedad
cuando se concibe el tipo ideal de periodización no se está haciendo cerrada del tercer mundo, sino para ver lo específicamente latinoame-
hincapié en dos categorías: la coherencia y lo orgánico, que en reali- ricano como es la desvinculación de los niveles. En este sentido, lo
dad tenemos que rechazar porque ¿cómo sabemos la coherencia? Esto considero concepto operacional. Luego, respecto al ensayo y los géne-
tiene que ser estudiado desde un recorte sincrético. Yo no sé cómo se ros literarios, evidentemente no son estructuras dadas. Para mí la no-
puede construir o cómo se puede entender la coherencia o la concor- vela no existe, el ensayo no existe y no los entiendo como géneros en
dancia entre distintas ramas como lo social, lo politice, etc. Yo creo sí. Lo que me interesa apuntar es a rasgos ensayísticos, a rasgos racio-
que hay que explicar más lo que es esta concordancia en el tipo ideal nalizantes en el ensayo, en la literatura en general y en particular en la
de periodización. En segundo lugar, a mí me preocupa este supuesto constitución de un tipo de producción que se dedica especialmente a
desarrollo orgánico, creo que en ningún país del mundo hay un desa- estos rasgos racionalizan tes. En otro texto, traté de explicar el papel
rrollo orgánico realmente, creo que lo orgánico es una excepción del del ensayo dentro de la novela, y evidentemente la homogeneidad de
siglo XIX y pienso que todos los países tienen desarticulaciones, saltos los géneros no aparece cuando uno trabaja y lo hace concretamente
cualitativos, cosas Hwesperadas, etc. Ahora, lo que sí es importante, es con textos. Lo que me parece importante en el ensayo y en los géne-
que tratemos de encontrar una periodización y un marco histórico ros racionalizantes es la constitución del público como un destinatario,
en que se puedan incluir los factores y las pulsiones, eso me parece esto es la inclusión del otro en la perspectiva que se construye en esos
importante. géneros racionalizantes. Me parece -y Sarmiento es un ejemplo claro-
Quiero, para iniciar la discusión, sugerir otro problema: se ha ha- que existe en ellos la búsqueda de la constitución de un acuerdo con el
blado de los géneros literarios como si fueran géneros dados, creo que otro. En este sentido, la palabra diálogo me parece importante.
hemos sido ofuscados por el predominio de la novela, y si uno exami- Respecto a la necesidad de una teoría del Estado evidentemente
na cuidadosamente la época de la independencia, descubrirnos que el la constitución de lo cultural, de las lenguas donde se puede o no se
género más importante es el diálogo; es importante en ese momento puede escribir, todo pertenece a una definición general de la estructu-
ese diálogo que nunca se estudia. Además del diálogo hay todo un ma- ra social, del espacio cultural en la estructura general, y la forma del
terial de lo que se puede llamar géneros racionales. Pienso que existen Estado tiene importancia respecto de la existencia misma de esos luga-
momentos en que hay desarrollos interiores, la aparición de nuevos res culturales. Estoy de acuerdo contigo.
160 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICAJ.:rA, E HISTORIA EN AMÉRICA LATINA 161
nación racial con el indio y con ~1 ne.gro, inch~so con el pardo. Toda~ para superar_ el hecho de que los conceptos europeos hayan sido nues-
vía los pardos para entrar a las umvers1dades latmoamericanas a m ct· tra refe~enc1a no hay que perder esta referencia, hay que criticar la
dos del siglo XIX tenían problemas. Sabemos que éste es un fenóme la- r~ferenCla y c~mprender en qué sentido fue referencia, o en qué sen-
. •ct e natura1m ente en el consumo intelectual de la literatura -p
que mc1 tido fue negativa, pero no sólo negativa, porque permitió pensar mu-
otra parte, buscar una coherencia o una homogeneidad cultural es. or chas cosas. Entonces, creo que ahí hay algo que hay que tomar sin
·
Cisamente uno de l os puntos en los cuales yo estoy en desacuerdo Pre- prejuici?~ y no negar simplemente. Creo que es una cuestión que se
la metodología del trabajo, parto del principio de Lotman de def~o~ debe cntlcar y comprender de manera política, que debe ser compren-
de que toda cultura es heterogénea y de que hay una dialéctica d n;ll' dida políticamente.
cultura qu.e ~stá continua~ente negando códigos y esa dialécticaed:
la contradicción de los cód¡gos culturales es una dialéctica a la cuall Valdés:
literatura no puede escapar. Entonces, la coherencia apunta al sistema Creo que Jacques se estaba refiriendo al procedimiento de trabajo
d.?m~ante _de la co~ceptuación cultural y estaríamos haciendo tn: nuestro, y tenemos que distinguir, por ejemplo, entre el concepto de
h1stona soc1al de la hteratura desde el punto de vista de los sistemas d barroco que tuvieron escritores en Hispanoamérica como movimiento
conceptuación dominantes. Me parece una contradicción de métodoe importado, y la metodología que vamos a desarrollar nosotros. Creo
Yo preferiría gue habláramos no de un método comparativo así absa: que es ,importante mantener esa diferencia, Jacques rechaza los perio-
luto en un nivel de paradigmas europeos, sino de un método co~trasti dos hechos y los géneros hechos, conceptualmente hechos. Creo que
vo, es decir, ¿cuál es la diferencia, el efecto de contraste que se produce se puede desarrollar perfectamente una metodología amplia que tenga
en el caso de la cultura latinoamericana, no corno analogía o coheren- en cuenta la recepción y que ponga en su lugar el concepto importado
cia con respecto a los códigos de Europa? que se heredó dentro de una época.
tismo contrastivo, quiero llamar la atenciGn sobre algunos temas de y por razones que se dejan fácilmente deducir de lo que acabo de ex-
la comunicación de Jacques que me parecen fundamentales. La comu~ plicar, ha integrado espontáneamente la forma y la disposición discur-
nicación tiene muchos elementos importantes para nosotros aquí. siva del ensayo a falta de dialogar con la filosofía, del mismo modo
Creo que es algo muy importante entre otras cosas, definir los aspec~ que se ha hecho paródica y barroca a falta de hacerse afirmativa y
tos contrastivos que nos permiten delimitar nuestra área de ambos clásica."
lados. De un lado, sabemos que nuestras literaturas están integradas a Aquí hay otro elemento de importancia, y es que nuestra novela
las literaturas del occidente europeo. Forzando un poco nuestro nacio~ es mucho más que lo que es el género literario en Francia, en Inglate-
nalismo, podríamos decir que ellas pertenecen a las literaturas del rra. Son interpretaciones de la realidad, son visiones del mundo, son
occidente europeo. Por otro lado, ellas no pertenecen :! las literaturas formas de acción, de tal manera que un país, una nación latinoameri-
del occidente europeo por causa de los elementos contrastivos. Un cana se reconoce a veces sustancialmente en sus novelistas, ellos la
gran escritor brasileño dijo que nosotros, los latinoamericanos, tene- expresan. Y no siempre sus novelistas son tan buenos. Pienso, por
mos la ideología del ocupante y del ocupado. Nosotros somos ocupa- ejemplo en los venezolanos, en Rómulo Gallegos y su famosa Doña
dos culturalmente y recibimos cultura del ocupante, del imperialista, Bárbara. El libro hoy no me parece una novela de primerísima grande-
pero somos nosotros mismos los que representamos también las cultu- za, pero es una novela fundamental para América, porque es una visión.
ras imperialistas. Entonces nosotros, latinoamericanos, somos al mismo Ella hace aquí lo que haría el historiador, lo que un geógrafo haría, y
tiempo ocupantes y ocupados, porque cuando combatimos la ideolo- lo hace bajo la forma específica de la novela. Lo mismo se podría de-
gía del ocupante, más tenernos la sensibilidad del ocupado, Y muchas cir de La Vorágine de José Eustasio Rivera, que me parece un libro
veces los instrumentos culturales que tomamos para ello son los del insuperable, y que hace lo mismo: mostrar la realidad.
ocupante. Entonces somos agentes del ocupante. En ese sentido desta- Entonces, me parece que podríamos ir haciendo un catálogo de
caría los siguientes puntos de la comunicación de Jacques, dice: proposiciones constructivas para este análisis, que más que compara-
"Aquí la importancia del papel social desempeñado por el escritor tisrno es contrastivo; lo que nos interesa aquí es el contraste, la
sólo es tan grande porque se le percibe a la vez como un poeta y un comparación a través del contraste.
pensador, como un hombre de lo imaginario y de lo reaL"
En ese momento creo que él está dando una de las características Franco:
propias, específicas del intelectual en América Latina: ~a de la multi- Bueno, algo referente a periodizaciones...
plicidad de tareas que él está llamado a desempeñar. El es al mismo
tiempo periodista, hombre de Estado, novelista, conferencista, poeta, l'Antonio Cándido:
y los latinoamericanos aprendemos a venerar mucho a los grandes hom- Personalmente me siento un poco inmaduro para llegar a esa etapa,
bres de Estado porque son intelectuales. Entonces el intelectual, en tengo algunas ideas, pero ya que apareció el tema, diría lo siguiente:
América Latina, es venerado de una manera extremadamente ambigua. considerando lo que dice nuestro colega Girardot, pienso que una pe-
Creo que e·sto gue señala Leenhardt debe ser considerado por nosotros. riodización para ser menos riesgosa no debe basarse en categorías esté-
Por otra parte, señala Jacques Leenhardt: ticas, para que, dentro de ella lo estético pueda aparecer mucho más.
"El ensayo pertenece tanto más a la literatura, por cuanto es la En segundo lugar, pienso que cuanto más genérico sea el cuadro, más ri-
única forma de orientación conceptual que haya podido desarrollarse en co será el contenido. Si elaboramos cuadros que no comprometan de-
América Latina." masiado podremos ser más libres estéticamente. Si hago la periodiza-
Bien, creo que aquí se presenta otro problema. Cuando hay con- ción más brillante, más rigurosa desde el punto de vista marxista, por
gresos internacionales, de filosofia, por ejemplo, los latinoamericanos ejemplo, corto la posibilidad de que una persona que no tenga ese
llegan en una posición de calamitosa inferioridad, porque los ingleses, punto de vista la comparta. Si hago una periodización brillante desde
los alemanes muestran grandes pensadores: Hegel, Jean Paul Sartre, el punto de vista fenomenológico, corto al marxista esa posibilidad. Es
etc. Ahora bien, el pensamiento filosófico en América Latina toma por eso que yo pienso que en principio, la periodización es buena, no
muchas veces la forma de ensayo y Leenhardt señala que la importan- en si, pero hay que desarrollar mucho trabajo entre los cuadros crea-
cia específica que tiene el ensayo en América Latina va a darle una dos. La riqueza de las partes es la que va a reflejar el todo. Yo estoy
pluralidad de funciones, que no tiene en Europa. El ensayista en Eu_ro- pensando menos en el todo, en este momento. A él debemos llegar más
pa es muy estricto, aquí el ensayo desempeña inclusive la func1ón adelante.
de orientación conceptuaL
Luego, más adelante, apunta: l!erme.th Ramchand:
"Sin olvidar que la novela latinoamericana, más que ninguna otra,
Me doy cuenta de lo diferente que es este debate en las Indias Occiden-
166 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA,
i\1fiTERA 1'UitA E HISTORIA EN AMÉRICA LATINA 167
tales. Voy a hacer un conjunto de observaciones desde ese punto de tanto una visión diacrónica como sincrónica. Pienso que esto es muy
vista. importante.
_ . Lo primero tiene que ver con_ la noción de periodización. El si _ En ~uanto a la segunda afirma_ción, sobre si la disyunción no es algo
mflcado ~or~al- de esta palabra tlene _qu~ ver co,n el tiempo, con u; malo, ptenso que no estamos aqm para evaluar determinados hechos
proceso dracromco, pero el profesor Candrdo, esta proponiendo un e sino para establecerlos. Sobre su afirmación de que la disyunción e~
quema sincrónico, no cronológico sino horizontal, que incluye tod: caracterizadora de nuestra literatura, estoy de acuerdo: pienso que por
Me satisface mucho poder pensar la periodización de esta manera· definición es la forma que predomina en nuestro producto cultural
Pienso que necesitaríamos, desde nuestro punto de vista tanto ctei complejo, mestizo, múltiple.
enfoque diacrónico como sincrónico.
Acerca de la idea de disociación entre forma artística y proceso
social, deseo proponer varios aspectos. En primer lugar, debo decir La periodización es un mal necesario, es un objeto construido, pero
que no estoy seguro que eso sea algo malo. En segundo término no debemos llegar absolutamente a una periodización. Ella debe tener un
pienso que sea un fenómeno restringido a Hispanoamérica o al á~bi~ aspecto extraliterario, en función de una situación social, de aconteci-·
to literario. Pienso que este tipo de ironía parece ser una característica mientas políticos, y un aspecto intraliterario. El concepto de periodo
de toda nuestra vida: esa separación entre las cosas que nos condicio~ debería ser fundamentalmente extraliterario y el concepto de movi-
nan y nos determinan aparentemente y lo que realmente somos y ha~ miento, en cambio, intraliterario. En cuanto a la comparación contras-
cemos. La forma artística no sólo está determinada por el proceso tiva, es natural porque hemos abandonado el concepto de influencia
social, de la misma forma que nuestra vida no está únicamente deter~ de influencia del emisor hacia el receptor. Con ce bid o como algo pasiv~
minada por nuestras convicciones. En tercer término, no es que haya lo importante no es la influencia, que también existe, lo importante es
realmente una disyunción, sino que a veces lo que ocurre es que el la reacción, que puede ser no necesariamente negativa, puede ser una
vínculo entre proceso social y forma artística está oscurecido, oculto, forma de aceptación.
es indirecto. El historiador de la literatura debe ayudar a descubrir, a
hacer manifiesta esa conexión, ésta es parte de su trabajo. En cuarto Mrea¡rnz Garza:
lugar, es posible que debamos revisar la idea de disyunción y pensarla Respecto de lo de Leenhardt, no creo que haya ausencia de una con-
tal vez como una forma peculiar de conexión. Los autores que real~ ceptualidad de referencia, sino que hay que buscarla en las formas mis~
mente importan en un determinado momento son aquellos que traba~ mas de la literatura, entendiendo por ésta algo muy amplio. También
jan para lograr una ¡elación orgánica, y por eso tenemos la noción de quería decir que hay rasgos esencialmente latinoamericanos, pero
"escritores comprometidos". Ellos perciben la desconexión y tratan habría que observar con cuidado, porque la importación de formas
de establecer una relación. La disyunción puede verse entonces como estéticas constituye en sí misma una forma de operación de carácter
parte de un prOceso de "desfamiliarización". Cierta literatura nos hace más o menos universal.
ver un mundo diferente de nuestra cotidianeidad: lo hace extraño, no
familiar. Esta disyunción, esta falta de armonía, esta sensación de ex~ !A11to¡"io Cándido:
trañeza que nos plantea la literatura puede ser un punto de partida Sólo quería señalar, brevemente, algunas ideas importantes que han
invaluable en el surgimiento de una conciencia nuestra, diferente de la surgido a propósito de la periodización. Gutiérrez Girardot ha propues-
habitual aceptación de lo dado por la cultura europea. to que la nomenclatura de periodo sea de carácter más histórico-social.
Finalmente, quiero decir que en ocasiones debemos reconocer Franco Meregalli hace una distinción fundamental: él ve la nomencla-
que la obra de arte existe aparentemente sin relación con el proceso tura de periodo como histórico-social y dentro de los periodos estarían
social. Esto debe ser continuamente recordado por quienes trabajan los movimientos y las características. Mihani da al comparatismo
sobre el fenómeno literario: que el espíritu creativo subsiste en medio de la perspectiva el carácter contrastivo y, finalmente, la comunica-
de circunstancias muy adversas y no siempre está determinado de ma~ ción de Jacques Leenhardt aporta también a la noción de periodo.
nera rigurosa por el hecho social. Es un hecho que olvidamos a veces al Creo que todo esto debemos tomarlo en cuenta.
interpretar la realidad y la obra de arte.
Antonio Cándido:
Pienso que estamos de acuerdo en los aspectos básicos. Sólo destaca~
ría que la idea de periodo a la que me referí se propone asumir
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170 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA :LITERATURA E HISTORIA EN AMÉRICA LATINA 171
culta, refinada, aparentemente muy artificial. Entonces, en estas literaturas ~,c,elebr:rción de las autoridades, de los virreyes, de los capitanes generales.
es posible situarnos en dos ángulos opuestos: esto es considerar las litera. manifestaciones curiosísimas en Brasil, que están siendo reunidas
turas como prolongación de las literaturas metropolitanas, o lo contrario el p1ofesor Castelo en 17 volúmenes. Y las del siglo XVIII, son en
considerarlas como ruptura en relación con ellas. Nosotros sabemos que la~ ¡,',.m<:ral así: "Conmemoración en las solemnes exequias de la serenísima in·
dos cosas son verdad. Fue un proceso dialéctico, pero hay que mencionarlo Dorotea, desgraciadamente fallecida en la ciudad de Lisboa." Es un
para no caer en las exageraciones de las concepciones nacionalistas, qu~ manuscrito magnífico que está hecho en el pueblecito de Paracatú, en el
por nacionalismo y patriotismo llegan a imaginar que nuestras literaturas siglo XVIII, con una caligrafía perfecta y secada con polvo de oro. En la
están aisladas de las metropolitanas. aldea donde se escribió ese manuscrito se hicieron elegías, discursos, en el
En Brasil, hubo, efectivamente, críticos que decían que nuestra litera- faustísimo.evento. Es una literatura evidentemente de imposición violentí-
tura viene de los indios. Decía un crítico del romanticismo que había una sima de los valores sociales de la colonización, de la religión, de los valores
producción poética indígena de alta calidad que consta que había sido conser~ morales, estéticos, etc. Nosotros, en la capitanía de Sao Paulo, éramos
vada y transcrita en documentos que estaban en conventos de los siglos XVI bilingües hasta la segunda mitad del siglo XVIII. La lengua fue prohibida
y XVII, pero después los portugueses las destruyeron por maldad y ya no por orden real, y la literatura comparecía para eso. En la correspondencia
tenemos más. Así que es muy relativo esto de las influencias de los indíge- de los capitanes generales, he leído que el capitán de Sao Paulo dice al
nas en Brasil, creo que sabemos que nuestras literaturas son también ruptu- capitán mayor, que se llamaba alcalde de una aldea: "el 15 de junio es la
ras, son rupturas porque lo importante es que procedieron a una búsqueda faustísima data del cumpleafios de su alteza serenísima el Príncipe Regente
de originalidad que terminó por hacerlos diferentes de las literaturas euro. de Portugal. Espero que en esta aldea los profesores, maestres regios, letra·
peas. Esto se dio por su maduración interna y también gracias al esfuerzo dos y otros hagan fastos poéticos, sonetos, discursos y composiciones. Y
de modificat la herencia metropolitana para ajustarla a las nuevas necesida- estoy seguro que su ahínco será todavía mayor que mi deseo." Entonces,
des expresivas. El caso, por ejemplo, de un género literario muy artificial, por eso digo que la literatura compareció con fuerza de dominación. Ahora
que viene directamente de Ovidio: en el siglo XVIII y comienzos del siglo bien, veamos la otra parte. Al mismo tiempo que la literatura era esta
XIX, la metamorfosis fue muy cultivada en Brasil. No hay nada más artifi- fuerza de dominación, simultáneamente iba incorporándose en la literatura
cial, menos brasileño que eso. Decir, por ejemplo, que la montaña que está la realidad local, como a través de la metamorfosis, manifestando senti-
cerca de Ouro Preto era un titán que se transformó en monte, que tal plan- mientos nuevos, con el nativismo, que después se volvió nacionalismo y en
ta era una ninfa que se puso a llorar. Pero lo curioso es que a través de la nuestros días en la conciencia de los problemas sociales. Esto marcó pro-
metamorfosis se pudo justamente dar nombre a la naturaleza física y se fundamente a la literatura y esto fue la reacción interna de esta subordina·
pudo justamente acentuar la diferencia en relación con Europa. Por eso digo ción externa. Así por ejemplo, nace el hijo del capitán general de Minas
que los géneros más aparentemente artificiales, que pueden indicar y que Gerais, el conde de Caballeros, entonces el poeta Alvarenga Peixoto, que
indican en parte una subordinación servil a modelos externos, son también es un árcade importante hace un famoso canto épico al nacimiento del hijo
una posibilidad de independizarse en relación con estos modelos. Por eso el del general y dice: "Mire Sefior Capitán, hijo que nace ahora, es brasileño,
nacionalismo en la crítica es siempre muy peligroso porque es válido como nació en Brasil" -y todo esto en una forma clásica perfecta en decast1abos
una tendencia para descubrir la famosa identidad, pero es muy nocivo cuan- ~amonianos. "Señor Capitán, cuando este nifio llegue a ser hombre quizás es
do lleva a la noción de la insularidad. él quien lo dirá, no yo: mire, yo soy de un país donde hay tanto sufrimien-
Y o creo que el carácter comprometido de la literatura en Brasil y segu- to, donde hay razas diferentes, las riquezas están hechas por el negro, por
ramente también en América Latina, es muy evidente cuando estudiamos el indio que están completamente privados de los bienes de la sociedad.
las funciones históricas de la literatura y yo haría hincapié en este enfoque: la Hay que ver a estos hombres. El oro que las metrópolis sacan de ~ste país
literatura a través de sus funciones. Por ejemplo, una de estas funciones para su gloria, para la grandeza de su reino, sin duda es una maravtlla, p_ero
que desgraciadamente refuerza el carácter un poco odioso de nuestra litera- este oro, quizás pudiera quedar en su mayor parte acá." Entonces, le dtce:
tura es que la literatura fue en Brasil y creo que en América, más que en "Mire, Señor Capitán General, es posible que esto diga su hijo cuando sea
Europa, un instrumento muy específico de dominación. Por ejemplo, gra- hombre y se haga una celebración más por la riqueza del reino." Yo digo,
cias a la literatura portuguesa, se forzó el predominio de la lengua portu· e_ntonces: esos mismos instrumentos que reforzaban la dominación empe·
guesa. Ésta se volvió un criterio de clasificación social, de ingreso a la vida zaban a crear un proceso contra la dominación, y por eso, creo que en el
social, política y administrativa del país. La literatura se volvió hacia la estudio de la literatura latinoamericana hay una categoría fundamental que
172 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA,
1
~:11TERATURA E HISTORIA EN AMÉRICA LATINA 173
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*'-'
debe ser considerada, que es la categoría de la ambigüedad. En la literatura l:él bautizó a la india, y le dio el nombre de Catalina, por Catalina de Mé-
brasileña hubo casos muy curiosos de conflicto entre la intención explícita t1:dicis, su esposa.
y la estructura profunda, que llegaban a crear un doble significado. Voy a ~{ En el poema portugués, Diego Álvarez Correa, Caramurú, narra a los
citar el caso de dos poemas épicos brasileños del siglo XVIII, el Uraguay fJranceses la belleza del mundo brasileño y la organización perfecta de la
-el nombre de un país que el poeta desconocía- de 1769, y el Caramurú lvida de los indios, como si dijera que no son salvajes y que tienen una
-que es un nombre indígena- de José de Santa Rita Durao, de 178], Los korganización natural equivalente a la de ellos. Mientras, la historia de la
dos tienen por finalidad celebrar la conquista del Uruguay, la conquista de i···conquista, los hechos de armas portugueses, es narrada por la india. Hay un
las siete misiones y parte de Argentina. También a glorificar el conde deBo. l:'cruce, en que el europeo se identifica con el local y la india con el europeo.
badela, que es el capitán general y después virrey para la conquista del sur. }> Esto solamente para decir que yo creo que la utilización aparentemen-
Atacará a los jesuitas porque el marqués de Pombal, déspota ilustrado de %,·te mecánica y servil de los modelos europeos fue nuestra manera de crear
Portugal era enemigo de los jesuitas. Los pobres indios, pobres diablos i:·a nuestra literatura y de transformarla en una expresión propia. De talma-
primitivos eran burlados por los jesuitas y encontrarían en el-paternal conde rnera que del indianismo, por ejemplo, tendencia romántica brasileña de los
Bobadela y el marqués de Pamba!, y de Portugal, finalmente el estado que ~;años !830-1860 copiada en gran parte de Chateaubriand, un comparatista
los sacaría de la miseria en que vivían en la naturaleza. Este es el tema j podría decir que es una copia de Chateaubriand, pero la verdad es que aun-
pero el resultado es diferente, porque en la descripción el poeta adhiere' *. que en el Brasil hubiera una especie de Chateaubriand, el indianismo sería
profundamente a la realidad natural del indígena. De allí que resulta una ;.:completamente diferente, porque el indianismo no funcionó en Francia
especie de honor ante la razón de estado que lleva a los ejércitos a des- Í. como apoyo para desarrollar la conciencia nacionaL En realidad, el india-
truir a esta pobre gente. Esto, estructuralmente, se ve de una manera muy j,nismo, no en la apariencia estética sino en la función histórica es algo com-
curiosa. En el Canto Il él describe el desfile de las tropas luso-brasileñas, Z.:pletamente diferente, y es una creación nuestra, no europea.
portuguesas; los uniformes de los dragones, de los granaderos, el oro y el Í:·: Y yo creo que esto de la función histórica deja claro el compromiso
azul, el rojo y el negro, el verde y el blanco, el cañón que es arrastrado, el ~;con la historia. Hay que decir, como una parte complementaria que estas
"rauco sol de la airada artillería" que se va. En el Canto III él describe el tendencias nos llevaron a excesos de nacionalismo y ahora estamos intere-
desfile de los indios en su aldea: el blanco y el verde de los indios, el azul, Lsados en otra etapa, que es construir otras visiones globales que no sean las
el dorado, el negro y el rojo ... Cuando pasa la caballería portuguesa dice: t: visiones globales nacionales, sino las visiones continentales. Por eso estamos
"el tropel de los velocísimos caballos". Cuando describe la caballería india y- acá. Ahora -y esto es sobre todo autocrítica- yo temo que nuestra ten·
dice; "tropel confuso de caballería que combate desordenadamente". La t dencia globalizadora lleve a un desinterés simultáneo por el análisis particu-
caballería organizada y la caballería desorganizada; el tropel confuso de ;- lar de los textos. Nosotros estamos desarrollando cada vez más teorías lite-
caballería que combate desordenadamente y el tropel de los velocísimos harias de América Latina -y hay ejemplos brillantes- que son visiones de
caballos. Entonces resulta que de la oposición, del tratamiento de las dos }-conjunto que nos ponen en el estado en que están Brasil y las historias
realidades, estructuralmente el mundo indígena está valorizado contra el 1; nacionales de literaturas en el siglo pasado. Así, como estas historias, quizás
mundo luso-brasileño. La belleza de los uniformes es compensada por la J:'este esfuerzo nos lleve a escribir y a esclarecer lo esencial que es el análisis
belleza de las plumas. El caso más curioso es el de Caramurú, un poema 1específico de los textos, a superar las clásicas dicotomías de formalismo
muy largo que tiene trozos magníficos, allí el portugués -Caramurú- 1:'- y contenidismo y en América Latina las de nacional y cosmopolita.
que fue el descubridor de la capitanía de Bahía se casó con una india, i Finalmente, diría que quizás no tengamos todavía los elementos para
Paraguazú. En este casamiento se basó el rey de Portugal para decir que {':organizar una historia literaria global latinoamericana, como decíamos,
tenía derechos porque Paraguazú, como princesa indígena, había hecho _,pero esto es un esfuerzo de parte de nuestra voluntad. Hay un voluntaris-
donación al portugués de las tierras. Allí el caso está profundamente an- mo muy grande en la creación de un punto de vista a propósito de una lite-
clado en la estructura. Toda la glorificación es de la conquista portuguesa. ratura. Creo que también el pasado de nuestras literaturas nos puede ayudar.
Toda la organización del poema es la valorización de la naturaleza local Porque los poetas de los siglos XVIII y XIX decían: nosotros queremos crear
del indio. Lo más curioso es que cuando este matrimonio se va a Francia, una literatura de nuestros países, y la crearon; querernos que exprese a
lo que es un hecho -son los indios que estuvieron con Montaigne y de los nuestro país,. y lo consiguieron, con instrumentos importados, lo que no
que habla en el capítulo XXX del primer libro de los Ensayos, "Des Can· quita originalidad. Nosotros podemos, quizás, hacer lo mismo. Yo les
nibales", el ensayo famoso- fueron recibidos por Enrique li de Francia, y pido disculpa por haber excedido en el tiempo y por el español.
1
S:
!'.LITERATURA E HISTORIA EN AMÉRICA LATINA 175
174
176 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA, LITERATURA E HISTORIA EN AMÉRICA LATINA 177
no movimento contraditório de um processo e oeso a expressao ambígua Mas ern todos estes juízos de valor, talvez o estudioso se deixe levar
capaz de expressar a ambígua realidade. De tal maneira que em muito~ ~or ilus6es, devido ao fato de nao analisar devidamente a funy:io histórica.
casos a literatura celebrativa e conformista deslizou para a literatura reivi- E claro que as preferencias estéticas sao legítimas, mas devem ser associa-
dincatória, e o preito ao colonizador se tonnou rebeldia do colonizado. das a esta análise, a fim de se chegar a um resultado mais objetivo. A afir-
O mais interessante é que isto ocorreu as vezes na mesrna obra, -que mayao costumeira que este ou aquele "momento" possue maoir ou menor
podia apresentar um plano ostensivo de !ouvor da colonizayao e, nos planos autenticidade nacional pode trazer no subsolo o pressuposto (super-idea·
profundos, a presen¡;:a virtual do ponto de vista "americano" contra a im- lista) de urna espécie de "alma nacional", mais patente em dado ·momento
posiyáo política. É o que aparece, por exernplo, em dais poemas épicos literário (o latinoamericano senda "barroco", o u "lírico", o u "melancóli·
brasileiros, o Uraguai, de José Basí1io da Gama (1769), e o Caramuru, de co", ou "primitivo"). E acaba-se nurna busca de esséncias ...
José de Santa Rita Dunio (1781), nos quais se percebe o conflito latente Exemplo: as tendencias arcádicas e neoclássicas da literatura brasilei-
entre enunciado e estrutura. ra, na segunda metade do século XVIII e corneyo do XIX, foram e ainda
5. Assim, o movimento de reforyo das posiy6es de domínio podia sao muitas vezes encaradas como manifestayóes de artificia:lisrno alienador,
suscitar, como contrário, um fermento que as rejeitava. Daí, nas literaturas expressóes da situaya:o colonial, subserviéncia :i Metrópole. O corretivo
da América Latina, a alienayao aparente ser por vezes ingrediente de liber- teria vindo com o Rornantismo, que exprimiu valores locais e revelo u a
tayao. Fon;ando urn verso famoso, poderíamos dizer -"Sur des pensers paisagem e o homem do Brasil. No entanto, ambos os períodos sao igual-
nouveaux faisons des vers antiques", para sugerir como o ernprego de for- mente tributários dos modelos europeus, e a poesia bucólica é tao artificial
mas européias estabilizadas pOde servir com éxito para exprimir sociedades na América quanto na Franya ou na Espanha. Adatar esta convenyáo, era
novas. instalar aqui um tipo de manifestayao cultural que elevava a ColOnia ao
Uni. dos trayos próprios do nosso processo literário é este vínculo entre universo da Metrópole; e grayas aforyas de arnbigüidade já referidas, perrni-
modelos estéticos impostas e a preocupayao de exprimir o "sentimento tiu exprimir urna situay<io político-cultural igualmente arnbígua. Vistas as
nacional", configurando um processo bem diferente do que ocorreu na coisas deste modo, Arcadismo e Romantismo formam um contínuo, no
Europa. Mesmo quando a nossa literatura nao era essencialmente diversa qual a ruptura estética coexiste com a unidad e do projeto histórico-cultural,
das metropolitanas na aparencia estética, era-o na funyao histórica. Por que era construir na ColOnia, e depois na jovem Nayao, urna literatura que
exemplo: a descriy:io da paisagem foi aqui reivindicayao de identidade provasse a sua capacidade de integrar-se no concerto dos países civilizados.
nacional, afirmayao de urna peculiaridade que se desejava ressaltar, mesmo 7. Assim, o "compromisso coma história", por parte dos estudiosos,
quando encarnada ern recursos expressivos iguais aos europeus. Um dos é devido a consciencia do caráter "comprometido" das literaturas latino-
poemas mais populares do Brasil, a "Canyáo do exílio" do poeta rom3nti- americanas, que leva a encará-las do angula da sua "funy:io" _Daí derivam
co Gonyalves Dias, manifesta esse desejo de dizer algo novo corn recursos alguns perigos, para os quais o estudioso deve estar atento, mas que é difícil
herdados; e isto o tornou urna espécie de hino nacional do sentimentalis- evitar no estado atual dos nossos trabalhos e conhecimentos: a hipertrofia
mo patriótico. do político e o descaso pela análise do texto. Na verdade, reconhecer a im-
6. Literaturas como estas, profundamente "comprometidas" (no sen; portancia do ponto de vista histórico, para ver a literatura como elemento
tido amplo de contruyao de urna cultura), deven ser encaradas no seu mo- do processo de construyao da cultura e da sociedade na América Latina,
vimento dialético, essencialmente integrador, para poderse avahar a sua náo deve levar a desconhecer que os pontos de vista formais (nao formalis·
funyáo histórica nas diferentes etapas. Neste nivel surge o problema dos tas) compóem com ele a atitude integradora, que permite estudar a litera-
periodos, os "momentos" ao longo dos quais elas se constituem e dlleren- tura sem mutilar a sua realidade, que é estética.
ciam. Problema que tem sido um terreno fértil de debates, pois cada época 8. Quanto a hipertrofia do político, lembremos que a posiy.io nacio-
e cada crítico costumam selecionar os que llies parecem "mais", o u "menos" nalista pode ser devida a um intuito mais ideológico do que estético. Preso
nacionais; "mais", o u "menos" alienados; "mais", o u "menos" caracterís- anecessidade de afirmar e reafirmar a independencia, neste continente sem-
ticos do país. Assim, para alguns o Barroco seria congenia! :i América Lati· pre dominado por interesses e froyas estranhs, o estudioso procura ressal-
na; ou o Romantismo, que selou a libertaya:o política; ou os regionalismos, tar os conteúdos locais, o animo de rebeldia, a rejeiy.io dos imperialismos.
manifestayóes "tipicamente" nacionais; ou as correntes modernas de E esta atitute justa o faz muitas vezes desinteressar-se da performance
vanguarda, que teriam pela primeira vez produzido obras capazes de pro· propriamente literária.
jey:io universal. 9. De maiores consequéncias talvez seja urna tendencia que estáse
LITERATURA E HISTO~'UA EN AMÉRICA LATINA 179
178 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA
acentuando entre estudiosos latinoamericanos, i medida que se procura ajudam a en~ender a importancia de se pesquisar a funy:io dos movirnentos,
pensar as literaturas do continente como um conjunto: refiro-me :lsvisóes das tendencias e das obras, e nos levam a perceber que nos estudos literá-
rios d~ve ha ver um s:nt~ent~ de oportunidade histórica: quando podere-
g1oba1izadoras.
É notório atualmente o esforgo para elaborar urna teoria literária da mos d1spensar a ~~~myao ma1s ou n:enos ~tensa das culturas estrangeiras,
América Latina. Senda um trac;o importante do nosso pensamento crítico sem perder a pos1bilidade de construrr a visao do mundo?
isto pode nao obstante favorecer outro trayo, este, bastante negativo: a falt~ 1 L Na fase atual, talvez ainda n:io tenhamos um sistema organizado
de interesse simultáneo pela análise particular dos textos, de maneira con- de conhecimentos para elaborar urna história global das literautras latino-
dizente com o ángulo das visóes teóricas e históricas globais. O que ternos americanas, que seja esteticamente satisfatória e atenda aos requisitos da
visto quase sempre sao, de um lado, as interpretayóes gerais; de outro, as visii.o histórico-sociaL Por isso fazemos tentativas, que no fundo sáo mais per-
análises particulares de cunho formalista, desvinculadas delas. tinentes do ponto de vista político (digamos assim em sentido bem amplo).
Assirn, constituem-se duas fam11ias de estudiosos: os interesados pelo Trata-se de um momento inicial que suscita urna modalidade peculiar de
ángulo histórico-social, que tendem as vis6es globais ou as análises particu- literatura comparada, porque o seu objeto é um conjunto de países que de-
lares esteticamente insatisfatórias; e os interessados na economía dos tex- sejam salientar os seus pontos de afinidade. Niio devemos descurar a pesquisa
tos, que tendem as soluy6es formalistas. N:io sei bem quais seriam as so- desta unidade, por mais relativa que seja e por mais Hmitayóes que tenha.
luyóes adequadas, e apenas vejo aqui e ali indícios de interesse por análises Talvez haja nisto o risco (fecundo) de "inventar" de modo meio arbi-
particularizadas do texto que procurem investigar a estrutura literária por trário urna vis:io integrada que nii.o se justifique plenamente de maneira
objetiva, dada a importancia das diferenyas. Mas esta "invenqii.o" é huma-
meio de categorias interpretativas que levem em canta a sua face socio-
namente mais válida do que a capitulayii.o céptica, que, ao acentuar exces-
cultural.
sivamente a diversidade, transforma a diferenya em incompatibilidade. Ora,
Tais estudos pertenceriam a um tipo integrador, capaz de correspon-
a unidade depende também da vontade consciente; no caso, dos escritores
der a natureza do processo literário na América Latina, como se procurou
e estudiosos. Assim, os nossos rom:lnticos quiseram criar urna literatura na-
caracteriza-lo nestas notas. Eles permitiriam levar em conta a ambigüidade
cional e afirmaram te-lo feito. Descontando a quota de ilusáo, foi um pro-
dos textos, n:io apenas no nivel das tensóes do discurso (tiio ressaltadas
gresso, náo apenas histórico, mas estético, porque desenvolveu a atitude
pela crítica anglo-norteamericana dos anos 30 e 40), mas das tensóes de
estrutura, gerando- significados complexos que só podem ser entendidos se de pesquisa e liberdade.
Assim como as jovens nayóes latino-americanas lutaram no tempo da
levarmos em conta os elementos da personalidade e da sociedade, transfor-
Independencia para afirmar a sua identidade, hojeé todo o continente que
mados em substáncia "específica" da obra. Isto talvez ajudasse a superar as
dicotomías do tipo "formalismo" x "conteudismo" no tocante aos textos, procura definir a sua. Inclusive no terreno literário. O melhor esforyo deve
como ajudaria, nas visóes globais, a superar as dicotomias do tipo "nacio- ser neste sentido, avaliando o peso do político no estético (dadas as pecu-
nal" x "cosmopolita", que seriam vistas integradamente no funcionarnen- liaridades do continente) e tecendo uma teoría literária da América Latina,
que reflita o movimento da sua história, · -luta constante e contraditória,
to do processo.
primeiro para se diferenciar internamente em nayóes; depois, para construir
10. O "cosmopolitismo" pode ser perigoso quando corresponde a urna
urna unidade continental que respeite a forya criadora da diversidade.
atitude alienadora, que nos afasta do nosso país, fazendo desconhecer os
seus valores e a sua realidade; e em consequencia, niio perceber quais siio os
seus problemas. Mas será construtivo se for urna penetrayiio em profundi-
dade nas obras universais que ajudam a sermos "cidadii.os do mundo".
Ángel Rama mostrou como, no Uruguai, a "geray:io crítica" desenvolveu Discusión
a sua consciencia pela assimilay:io das obras estrangeiras e descobriu a Amé-
rica Latina como dimensiio intermédia, acima da nacional, mas abaixo da Franco Meregalli:
universal, o que lhe permitiu ao mesmo tempo rejeitar a acusayáo de estran- Otra observación respecto del voluntarismo. Yo creo que hay una vo-
geirisrno e tomar conhecimento da realidade do continente. luntad política. Es perfectamente comprensible, inevitable y positivo.
Ahora hay problemas en compaginar la voluntad política con la obje-
Recíprocamente, o regionalismo náo é grave quando leva a procurar Os
tividad científica. Claro, la objetividad científica es una utopía porque
trayos peculiares do país, para definir a nossa identidade; mas será perigoso cada persona, cada empresa se realiza desde una óptica y en una dete.r-
se gerar um provincianismo que compromete a visáo universaL Estes casos
180 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA LITERATURA E HISTORIA EN AMÉRICA LATINA 181
minada situación histórica. Sin embargo, creo que tenemos la oblig ~ y que se desempeña, y que está basada en la ambigüedad. A fines del
ción de aspirar a una objetividad científica. ¿Cómo? Con una actitu~ siglo XVIII fue considerado un logro de la colonización y cuando llegó
epistemológica muy crítica. Desde luego la objetividad científica 5 el nacionalismo fue considerado como el precursor de la idea de pa-
puede realizar más específicamente en las ciencias experimentales. E~ tria. Fue considerado legítimamente las dos cosas: cuando se era colo-
hecho de tener una voluntad política puede ser peligroso, puede llevar- nia, socialmente el lector de la colonia fijaba un aspecto del poema, y
nos a una imagen falsificada de la realidad histórica. Por lo tanto cuando las condiciones del país cambian, y a medida que se torna
tenemos que volver, en cierto modo, a un método positivo. ' independiente, cambiaron las lecturas del texto. Pero esto fue posible
porque esto estaba latente en la estructura profunda del texto. La
Mario Valdés: estructura se lo permitió, porque hay otros poemas donde eso no era
El profesor Cándido empieza señalando el carácter comprometido de posible.
la literatura en América Latina y señala que esto se puede apreciar al Luego, cuando los románticos dijeron: éste es nuestro precursor
estudiar sus funciones históricas. Estoy totalmente de acuerdo. Aquí porque hablaba de los indios, el critico moderno dice: éste es nuestro
tenemos claramente expuesto un punto de partida para el trabajo. La precursor, no porque habla de los indios, sino porque creó una estruc-
función histórica es una forma de entrar al trabajo, al que hacer de la tura ambigua que refleja, de cierta manera, la ambigüedad del mundo
historia literaria. Y como dice el profesor Cándido, el punto de partida colonial y q1,1e hace que el verbo castizo de Europa -separado de la to-
tiene que ser el estudio del texto literario, a partir del cual el texto se talidad de la nación, funcionando como instrumento de dominación
puede generalizar. Yo queria preguntarle al profesor Cándido, ¿cómo de una pequeña clase todavía en la medida que es un texto literario
se pudiera elaborar brevemente lo que él entiende por la función válido- recoja posibilidades de revelación de la realidad, que se van
histórica? manifestando según las posibilidades de lectura que se van desarrollan~
do en el suceder de la historia.
Antonio Cándido:
No sé si seré capaz. Aquí por función histórica estoy interesado en Achugar:
crear una eventual discrepancia entre la apariencia estética y la función ¿Sería válido como descripción de la noción de la función histórica, el
que la obra desarrolla o ejerce. Así, por ejemplo, en el caso extremo decir que es el modo como la situación de enunciación organiza el dis-
resulta curioso cómo a veces en América Latina hay que estudiar obras curso, es decir, como la organización del discurso está conformada,
que son artísticamente poco valiosas, pero que sonhistóricamentemuy en parte, por la situación desde la que se enuncia la obra?
respetables. En Europa no creo que sea el caso. Un escritor francés
como Proust, por ejemplo, no está pensando que está contribuyend~ ]A;ntonio Cándido:
al progreso de su país al escribir. Mallarmé no piensa que ahora con él Quizás sea posible. Es una manera muy eficiente de decirlo. La situa~
Francia va a entrar a un nivel superior de civilización. Mientras que un ción ofrece al escritor un conjunto de estímulos que lo llevan a escoger
escritor brasileño, por ejemplo, siente que tiene explícita o implícita~ un asUnto, un tema, pero al mismo tiempo, su hacer recoge en profun-
mente la idea que su obra posee una función específica. En este caso didad la verdad que allí está. Debo decir que es muy difícil.
estaba pensando, sobre todo, en las fases formativas, donde la litera- Desgraciadamente, como señaló el amigo Miliani, soy sociólogo de
tura tiene la función de crear la nación porque está haciendo su aporte formación y, por lo tanto, tengo una ignorancia lingüística increíble.
en el sector de la cultura. Esto puede extenderse mucho más, la fun~ Creo, sinceramente, que sin una buena formación lingüística es impo-
ción depende de un análisis más profundo de la estructura de la obra. sible hacer el tipo de análisis que preconizo. Un estudiante me dijo
Por ejemplo, si yo tomo el poema que cité, Caramurú, este poema fue hace varios años: "Profesor, antes que usted empiece, quería decir que
siempre considerado un logro de la colonización portuguesa, con el considero su curso en este año, 1975, como un completo fracaso, por-
nativismo normal que todos los escritores americanos tenían y tienen, que usted no fue capaz de realizar nada de lo que se propuso. Usted
hay una referencia a la tierra, a la naturaleza, pero la estructura pro~ quiso mostrar de qué manera las condiciones de situación interesan en
funda de organización muestra un dilaceramiento de la personalidad la medida en que se forman estructuras diferentes, no presencias paraJe~
literaria. Esto se revela en el análisis de las estructuras profundas del las entre literatura y sociedad". Que aquello que situaciona la creación
texto, cuando se ven las contradicciones entre el papel de Portugal y la del texto, se vuelve texto mismo. "El texto -cabe la distinción entre
visión de un americano, donde se ve la función que el indio ejerce lo estético, documental, etc.-, es una singularidad donde la realidad
expresado en Europa y la función que ejerce el portugués expresado es transformada en algo completamente diferente, que ya no es la rea~
en América. Este estudio estructural demuestra que además del nivel lidad, pero que expresa esta realidad". Entonces, digo, aquello que es
semántico ostensivo del texto hay una función que puede desempeñar, externo, ya no es más externo, es interno. Mi curso era de literatura e
LITERATURA E HISTORIA EN AMÉRICA LATINA !83
182 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA
Antonio Cándido:
Ayer había aclarado lo que entiendo por politica. Porque yo creo sin-
ceramente que nosotros podemos hacer dos cosas. Así como podemos K. Ramchand:
Deseo hablar sobre la relación metrópoli-colonia en las Indias Occi-
estudiar las literaturas brasileña, uruguaya, argentina, etc., como conti- dentales, relación que, sin ser idéntica, se asemaja a la de los países
nuidad en relación con Europa y como ruptura, así también podemos latinoamericanos. Por siglos leímos la literatura inglesa. Hoy reconoce~
escribir una historia de las literaturas latinoamericanas acentuando su mos que ella y todo el sistema educacional funcionaron como elemen-
universalidad. E~to es posible. Entonces un peruano diría por ejemplo: tos colonizadores y factores de control político. Hoy vemos también
la literatura peruana no tiene nada que ver con la brasileña, mire las el poder descolonizador de la literatura de las Indias Occidentales.
diferencias. Allí hay una actitud voluntarista que es política. Es claro Pienso que el profesor Cándido estaba refiriéndose a ese proceso
que hay diferencias, y a nosotros nos gusta cultivar las diferencias de descolonización. Evidentemente no se trata de una tarea guiada por
pero acá, nuestro proyecto es político en el sentido de que vamos -n~ una linea de objetividad científica o por parámetros universales. Sin
a inventar- pero a acentuar las afinidades. Lo que sí vamos a inventar embargo, sentimos que había una realidad que nos era necesaria y de~
es la interpretación general. bíamos buscar a toda costa. Un libro sobre la subjetividad de la crítica
Hay una verificación. Yo creo, por ejemplo, que el hecho de que me ayudó a resolver este complejo de subjetividad que pesa sobre no-
la literatura sea un factor de dominación es evidente para toda Améri- sotros. Al leerlo, advertí que lo que había sido impuesto sobre nosotros
ca Latina._ El hecho que en América Latina la literatura funcione de como objetivo universal y clásico era tan subjetivo para otras personas.
una manera comprometida es un hecho real y concreto. El hecho de que ¿Existe entonces una verdad científica absoluta? La "objetividad"
la parafernalia clásica del arcadismo se transformó, en América Latina,
tiene algo que ver con un consenso cultural que valida premisas que
en un nacionalismo es curioso para un europeo, porque en Europa sim- tienen algo subjetivo. Consecuentemente, el interés de nuestra litera-
plemente el arcadismo se terminó, mientras que en Brasil el indio tura en una revaluación de nuestro mundo, no es un proceso que
fue, de cierto modo, la continuación brasileña del pastor bucólico. En puede ser descalificado por subjetivo. El consenso del grupo pensante
Europa no hubo el aprovechamiento de lo artificial clásico para trans- de nuestros países valida este proyecto. Podemos tomarlo como una
formarlo en lo nacional americano. Entonces, vamos a descubrir esos
hipótesis científica.
rasgos. Por eso estoy muy interesado en lo que dice el profesor Leen-
184 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA
1
~
Por otra parte, veo una preocupación por una critica formal, un para nosotros una noción de base para la descripción de la literatura.
crítica que preste atención al lenguaje y a la estructuración de la obraa Me parece, a propósito de esto, que habría que distinguir la ambigüe-
es un interés que creo debe ser absolutamente respetado. ' dad o.:...que se produce en el proceso de producción estética- de la
ambivalencia, de la polisemia, que se refiere al proceso histórico de
Antonio Cándido: la lectura.
J:
Es una observación personal muy interesante. Creo que usted está
planteando el problema de cómo ve usted esta especie de correlación ~~ntonio Cándido:
entre enfoque a través de la forma para llegar a lo importante, diga~ - Me permito una aclaración, además, sobre el problema de la función.
mos, de los significados. En la primera parte, cuando usted dice que {_ Cuando se me preguntó por la ponencia, olvidé mencionar lo que res-
reconoció muchas afinidades entre el proceso que yo describí y el que pecta a los periodos. Yo hablo de un caso que trabajé personalmente:
describió usted, si, sin duda, pero, también me llamó la atención lo el estudio de la función permite rectificar el estudio meramente esté-
contrario: cómo el proceso que yo describí para la fonnación de las ticoMformal. Por ejemplo tradicionalmente en la literatura brasileña
literaturas en el siglo XVIII es lo contrario de lo que describió usted hay una gran ruptura que es la literatura colonial y la literatura inde-
para las Indias Occidentales. Ahora, en las Indias Occidentales -y eso pendiente. La literatura colonial marcada por algo artificial, importa-
es muy importante- los escritores, los hombres conscientes están crean- do, europeo, portugúes, que es el arcadismo, el bucolismo, el neocla-
do estructuras significativas, están de cierta manera creando una len- sicismo. La literatura nacional, marcada por el romanticismo. Ahora
gua diferente de la inglesa, están incorporando, dando dignidad, status bien, si apunto no al aspecto puramente estéticoMformal, sino a la fun-
a las formas dialectales, al patois, pidgin english, todas esas cosas, de ción histórica, veo que el romanticismo se opone estéticamente al
manera que la literatura que se crea, me parece, es una literatura muy neoclasicismo, pero históricamente lo continúa. Digo más, el neocla-
anclada en la vida de la totalidad de la población. Mientras que el pro- sicismo,-gracias a la ilustración, llevó a los románticos la visión ilustra-
ceso que yo describí en Brasil fue lo contrario. El proceso en Brasil da, que los románticos continuaron. Ello les permitió incluso reforzar el
fue obra de una élite que rechazó lo más posible las formas populares, proceso político de la independencia que fue en el fondo independen-
rechazó los aportes indígenas y se creó un lenguaje culto, ese famoso cia política, manteniendo la oligarquía tradicional. Así que las mino-
casticismo que todos nosotros tenemos y que llega al ridículo: las for- rías ilustradas que saben los doctores y hombres de leyes, formaron
mas de la correspondencia, del discurso, del trato personal es muy aquello que la ilustración decía que era normal, es Federico 11, es
solemne en América Latina. Por supuesto en Brasil, hasta la vanguardia Catalina de Rusia, toda esa gente. Como dice en un romance portugués
de los años veinte -lo que nosotros llamamos modernismo- imperaba un señor que está hablando con un hombre pobre: "cállese usted, yo
en toda la literatura. Es lo contrario. Entonces, me parece mucho más soy doctor de Coimbra; yo sé, usted no sabe nada. Hablo yo, usted se
simpático el proceso de las Indias Occidentales. El proceso es actual calla". Y él se calla. Ésta es un poco, caricaturizando, la posición de la
-en el siglo XX, en donde hay una conciencia democrática mucho más ilustración, una élite que sabe. Esta posición que fue muy fuertemente
desarrollada- y la literatura se hace incorporando lo popular, mientras definida en América, servía muchísimo a la oligarquía y se transmitió
que nuestras literaturas lo conquistaron posteriormente con una lucha independientemente del romanticismo. Los románticos continuaron
terrible que todavía sigue, porque son literaturas tremendamente aris- con la misma tarea ilustrada, la misma tarea de la cultura para las
tocráticas, ésa es la verdad. élites, de lenta difusión de la cultura popular. Entonces, en la función
histórica de los periodos, veo en el caso del Brasil que más profunda-
mente hay una continuidad funcional sobre la ruptura estética. Así
Jacques Leenhardt: que la cuestión de la función, para América, me parece fundamentaL
Quisiera agradecer al profesor Cándido por haber desarrollado lo que
nosotros necesitábamos, esto es, por desarrollar la voluntad política Domingo Miliani:
en una voluntad teórica y metodológica. Por eso me parece importan- Agradezco al profesor Cándido la tarea de clarificación metodológica
te tomar uno de esos conceptos que él nos propone para leer a la lite- de la crítica y de la historiografía, que me parece muy fecunda, sobre
ratura latinoamericana en el marco de lo que se ha llamado aquí el todo, cuando en el caso de América Latina se han ido dando, no sólo
comparatismo contrastivo. Por eso me parece que habría que apuntar una concepción nacionalista, sino que hemos hablado hasta de un au-
a esas funciones históricas de la literatura. Mi alusión al ensayo parece toctonismo, de un amerindianismo de la crítica literaria muchas veces,
entrar totalmente en este tipo de tratamiento de la materia literaria en una lectura evidentemente literal del texto. Creo que es un aspecto de
el marco de América Latina. En segundo lugar, me parece que el con- coincidencias metodológicas interesantes las que se dan entre -el plan·
cepto de discrepancia entre lo estético y la función social también es teamiento del maestro Cándido y muchas de las cosas que se han ido
1
186 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA l¡,JTERATURA E HISTORIA EN AMÉRICA LATINA 187
:f>
§:
debatiendo a nivel tentativo en el grupo de Ruffinelli en Veracruz d ii' conozco las ·prolongaciones neoclásicas. Arcadismo, por lo tanto, no
Cornejo. en su revista, etc_. Y otra concl_usión interesante desde el Pun~ 2' compromete.
to de v1sta del comparatlsmo contrastlvo. En los planteamientos d Creo que lo que usted dice comprueba que es posible extrapolar
fijación conceptual que hace el profesor Cándido, en cuanto a ciertoe un poco de esto que tengo miedo de extrapolar. Una cosa que a no so·
periodos literarios brasileños, tengo la impresión de que hay casi má: tras, los brasileños, nos deja en inferioridad en estas circunstancias es
bien una variación terminológica en cuanto a la designación de los pro~ que los críticos latinoamericanos de habla española conocen muy bien
cesas, que en cuanto al proceso mismo de producción literaria. Por toda la literatura de habla española, de Perú, de Cuba, de su país, mien-
ejemplo, cuando habla del arcadismo, neoclásico por la época, barroco tras que nosotros conocemos sólo al Brasil. Ustedes conocen más a
por su discurso y connotati~o por la estructura subyacente, aquí hay Brasil que nosotros al resto de América Latina.
una conceptualización lingüística clara y precisa. Es la conceptualiza~ En toda la poesía bucólica de los países, uno no puede olvidarse
ci6n metodologizante de la naturaleza, de la utilización de estructuras de las circunstancias. Creo que eso en particular es la intensidad del
métricas clásicas italianas como la égloga, que se da en las églogasjuve~ proceso en América, por eso, cuando los críticos románticos decían
níles de Bello, que se da en El Carnero colombiano, que se da en Velasco "el arcadismo las expresiones bucólicas son artificiales", se suponía
en Ecuador. El cortesanismo de los autores se da en los virreinatos que en Franci~ eran naturales, como si hubiera pastores con ovejas y
-México y Perú- con Lunarejo, con Sor Juana, con Sigüenza y Gón~ pastoras en Chateau~sur-Marne y Versalles. El artificio es el mismo,
gora, y con todo ese grupo de escritores de epitalamios, de sonetos pero yo creo que la cuota de funcionalidad social era mayor acá.
barrocos, pero que connotan la realidad. Ahí veo un modelo interesan~
te de estudio por efecto de contraste de un periodo literario preciso: ABeatriz Garza: . . .
el caso del romanticismo lírico sentimental de Chateaubriand. Usted 1 Para caracterizar el comportamiento de la hteratura la,:moa~~ncan,~
lo designa como un indianismo en el caso de la literatura brasileña y · que desarrolló el profesor Cándido, la categoría de la amb¡_guedad
. t "?
que se da en toda América a través de una traducción de A tala, que se ¿no podría llamarse "de doble comportam1en o .
hace el mismo año en que se publica la edición en francés en 1801. La
realizan dos hispanoamericanos radicados en un arrabal de París: un ]Antonio Oíndido: . .
mexicano, Fray Servando Teresa de Mier, y un venezolano, Simón Ro~ J:- En muchos casos ni siquiera se puede decir que son actitudes ~onsCien~
dríguez. Esa A tala termina por convertirse en un paradigma literario , tes. El papel inconsciente es innegable. Yo creo que se podna hablar
de imitación europea, pero donde hay una connotación de la realidad de doble referencia.
latinoamericana. Incluso una denotación, en cuanto a un idilio que se
expresa en un estado de inocencia y en un paisajismo que va a ser ras-
go caracterizado! del romanticismo. El caso de La Cautiva de Esteban
Echeverrfa, de los mismos años treinta, el caso de Cumandá, de Juan
León Mera, el caso de El solitario de las catacumbas, de Fermín Toro, el
caso de una novela indianista cubana muy curiosa de Gertrudis Gómez
de Avellaneda, el caso de Anaida e lguaraya, de un romántico venezo·
lana, José Ramón Yepes. Entonces, eso nos indica cómo hay efectiva-
mente una relación serial de tipos literarios que, más allá de la diferen~
cia lingüística, se corresponde analógicamente y es comparable, desde
el punto de vista de la diégesis. Sólo quería señalar estos detalles que
me llaman la atención.
Antonio Oíndido:
Me parece muy interesante, y aprovecho la oportunidad para decir que
usted tiene razón con la terminología. Cuando hablo del barroco, ro~
manticismo, está todo señalado sin ningún rigor. Prefiero para Brasil
la definición "arcadismo", justamente porque arcadismo no compro~
mete, porque conserva lo barroco y también acoge lo neoclásico. Si yo
hablo de neoclasicismo, desconozco lo que_hay de mejor en el arcadis~
mo brasileño, que es la supervivencia barroca; si yo digo barroco, des-
APÉNDICE
INFORME FINAL
189
190 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA f: APÉNDICE 191
6. Literatura e historia