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Indirani U. Mani
INTRODUCCIÓN
Una buena nutrición es vital para tener buena salud, crecimiento y desarrollo óptimos y
para la prevención de enfermedades. El reconocimiento de que los nutrientes tienen la
habilidad de interactuar con y modular los mecanismos moleculares subyacentes a las
funciones fisiológicas humanas, ha resultado en la revolución nutracéutica en el campo de
la nutrición. El cuerpo humano es perfectamente capaz de sanarse a sí mismo si sus
necesidades son satisfechas con la medida adecuada de vitaminas, minerales, enzimas y
otros nutrientes. Existen muchos alimentos que tienen cualidades terapéuticas y
preventivas, pero una tan poderosa, de tan amplio rango y con tan diversos grupos de
nutrientes, es la espirulina. En tanto la espirulina contiene un arreglo de químicos
bioactivos, existe un considerable potencial de usar la espirulina en distintas recetas, donde
su incorporación y suplementación pueden ayudar a promover el uso de las cualidades
nutricionales de ese alimento, así como en el manejo terapéutico de distintos trastornos.
Algunos de los trastornos relacionados a la alimentación que están ganando importancia
son enfermedades tales como la diabetes, la hipertensión y las enfermedades coronarias.
Una influencia primaria en la determinación de estas enfermedades es debido a los cambios
en el estilo de vida, esto es, en la abundancia de comida acoplada con bajos niveles de
actividad física. Ha sido reportado que en el 2001, las enfermedades crónicas contribuyeron
aproximadamente al 60 % de los 56.5 millones de muertes totales reportadas en el mundo y
46% de las enfermedades más presentes globalmente. La prevalencia de estas enfermedades
relacionadas con la dieta está incrementándose globalmente a una tasa sin precedente, por
lo que la gestión de tal problemática desde el punto de vista nutricional es de vital
importancia. Así, en distintas recetas que incorporan la espirulina deshidratada, el
magnífico alimento puede ser probado y las cualidades sensoriales del mismo evaluadas, de
modo de tener la habilidad de incorporarlo dentro de abordaje dietético de tales desórdenes.
ESPIRULINA E INMUNIDAD
Y M. Eric Gershwin
INTRODUCCIÓN
La función principal del sistema nervioso en los seres humanos y en los animales es
detectar y neutralizar o destruir los patógenos invasores, tales como virus, bacterias, hongos
y parásitos. Además de ello, es responsable de eliminar células debilitadas o anormales.
Para estos propósitos, dos tipos de respuesta inmune han evolucionado, clasificadas como
innatas y adaptativas. Las respuestas inmunes innatas son también llamadas no-específicas
porque pueden ser activadas por ciertos patrones moleculares comunes a clases enteras de
patógenos y no varían en subsecuentes encuentros con el mismo antígeno. Los principales
mecanismos de inmunidad innata incluyen la fagocitosis, la inflamación, la activación
complementaria y la inducción de la muerte celular. Las principales clases de fagocitos,
esto es, células capaces de envolver una bacteria entera o alguna materia particular, son los
neutrófilos y los macrófagos. Los mensajeros químicos que éstos y otros tipos de células
producen, juegan un rol importante en la activación de una respuesta inflamatoria. La
muerte de células infectadas por un virus y de células cancerígenas a través de la inducción
de una muerte celular programada o apoptosis es dirigida por las células NK (natural
killers).
Las respuestas inmunes adaptativas, son altamente específicos para un antígeno particular y
se vuelven más fuertes y rápidas en encuentros subsecuentes. Son la responsabilidad de las
células B y las células T. La principal función de las células B es producir anticuerpos, que
neutralizan los patógenos o estimulan su eliminación por otro tipo de células. Existen cinco
clases principales (isotipos) de anticuerpos: inmonuglobulina (Ig) A, IgD, IgE, IgG e IgM,
y además la IgA y la IgG teniendo 2 y 4 subclases, respectivamente. Células B en reposo
expresan la IgM y la IgD en su superficie celular como receptores de antígenos. Cuando
son activadas, las células B empiezan a secretar IgM. Es sólo más tarde dentro de la
respuesta inmune que ellas llevan a cabo un proceso llamado “conexión por isotipos” y
empiezan a producir otros tipos de Ig. Las células T son clasificadas en células T-helper y
células T-citotóxicas. Una subclase de células T-helper provee ayuda a los macrófagos en
matar microorganismos patogénicos que hayan envuelto. La otra subclase juega un rol vital
en inducir la producción de anticuerpos en las células B. Las células T citotóxicas eliminan
directamente a las células infectadas iniciando la apoptosis.
Todas las células inmunes son en última instancia derivadas del mismo precursor o célula
progenitora en la médula espinal, que eventualmente se diferencian en mieloide
(monocitos/macrófagos, neutrófilos, basófilos, eosinófilos y mastofitos) y células linfoides
(células B y T). La diferenciación ocurre bajo la influencia de una variedad de factores del
crecimiento y citoquinonas. La diferenciación de progenitores linfoides en linfocitos, toma
lugar en los órganos centrales linfoides, esto es, la médula espinal de los huesos en el caso
de las células B y en el timo en el caso de las células T. Después de su maduración en estos
órganos linfoides primarios, ambos tipos de linfocitos migran hacia los tejidos linfoides
periféricos, esto es, los nódulos linfoides, el bazo y los tejidos linfoides asociados con la
mucosa. Es en estos tejidos linfoides periféricos que la reacción de los linfocitos T y B
respecto a agentes externos toma lugar.
Durante las respuestas inmunes, las células del sistema inmunológico mismas y muchos
otros tipos de células empiezan a producir una gran variedad de moléculas mensajeras,
incluyendo quimiocinas y citoquinas. Las quimiocinas atraen células específicas del
sistema inmunológico, o conjunto de éstas hacia los tejidos dañados. Las citoquinas son
vitales en dar forma a la naturaleza exacta de la respuesta que se dará y en coordinar las
funciones de los distintos tipos de células involucrados. Estas lo logran en parte induciendo
la producción de numerosas proteínas y a través de la actividad de ciertas enzimas, algunas
de las cuales producen mensajeros químicos.
In vitro, el añadir Espirulina a los macrófagos obtenidos del pulmón de un gato, eleva
significativamente el porcentaje de macrófagos fagocitarios sin afectar el número de
partículas que cada uno de estos macrófagos envuelve. Similarmente, en pollos que han
recibido Espirulina como parte de su dieta (10-10,000 ppm) por 3 o 4 semanas, la
proporción de macrófagos fagocitarios fue significativamente incrementada comparada a
los controles sin consumir el suplemento. El número de partículas ingeridas por macrófago
fagocitario no fue afectado significativamente. En otro estudio, sin embargo, la
suplementación dietética de los pollos con 0.5%, 1.0% o 2.0% de Espirulina por 14, 35 o
42 días, significativamente promovió no sólo el porcentaje de macrófagos involucrados en
la fagocitosis, sino también el número de partículas fagocitadas por macrófago. Estos
macrófagos, también mostraron una inducción significativamente mayor producción de
nitritos inducida por lipopolisacáridos (LPS) que aquellas obtenidas en animales no
suplementados. La producción espontánea de nitritos (en ausencia de LPS o de otros
estímulos), fue también marcadamente superior en macrófagos de los muchos de los grupos
tratados con Espirulina comparado a los grupos control, sin embargo la diferencia no
siempre alcanzó significancia estadística. Los nitritos dan la medida de la síntesis de óxido
nítrico. Esta molécula, junto con otras especies reactivas nitrogenadas y oxigenadas, juega
un importante rol en matar a los patógenos que han sido envueltos a través de la fagocitosis.
Los resultados de otro estudio sugieren que la dieta con S. platensis también incrementa
significativamente la actividad fagocitaria de los macrófagos peritoneales en ratones. Es de
notarse que Espirulina constituyó el 10% o el 20% de la dieta en este experimento, y no
fueron hechos ajustes para el alto contenido de proteína y de otros nutrientes esenciales en
Espirulina. La toma de alimentos y el peso corporal ganado fueron prácticamente idénticos
en el grupo control y los dos grupos que recibieron distintos niveles en su dieta de esta alga.
Sin embargo, muchos de los nutrientes individuales de Espirulina son conocidos por
mejorar las funciones inmunológicas. Sin embargo, no puede ser establecido a partir de ello
que la mejora general de la composición de nutrientes en la dieta, en lugar de las sustancias
inmunomodulatorias en Espirulina fueran responsables de los efectos observados, que
incluyen la mejora en la producción de anticuerpos por las células B y la proliferación
incrementada de células T (discutido más arriba).
HEPATOPROTECTIVOS DE ESPIRULINA
Las algas pueden ser vistas como la primera forma de vida fotosintética. Hace tres mil
quinientos millones de años, microalgas verde-azules, llamadas cianobacterias, crearon
nuestra atmósfera de oxígeno, permitiendo a otras forma de vida evolucionar. Desde
entonces, tales seres han ayudado a regular la biósfera de nuestro planeta. Esta microalga
Espirulina tiene una estructura celular espiral, que es similar a la del procarionte simple.
Esta alga tiene una extraordinaria capacidad para sobrevivir bajo condiciones que son
demasiado duras para otras algas. Hábitats con extenso y gran crecimiento de Espirulina
incluyen el Océano Pacífico cerca de Japón y Hawaii, grandes lagos de agua fresca
incluyendo el lago Chad en África, lago Klamath de Norte América, Lago Texcoco en
México y el lago Titikaka en Sudamérica.
Más aun, del cromóforo de la ficocianobilina (PCB) de las cianobacterias (tal como la
espirulina) y muchos tipos de algas verde-azules, un metabolito de la biliverdina, se ha
visto que imita la actividad inhibitoria de la oxidasa NAPDH de la bilirrubina no
conjugada, debido tal vez a que es rápidamente convertida dentro de las células en
ficocianorubina, un compuesto muy similar en su estructura a la bilirrubina. Este fenómeno
explica muchos de los efectos profundamente antioxidantes y antiinflamatorios observados
cuando la espirulina, la ficocianina (la prominente proteína de la espirulina que incorpora
un PCB en tanto cromóforo), o el PCB en sí mismo han sido administrados recientemente
en modelos roedores de la patología humana. Por tanto, la ingestión de espirulina o de
extractos de espirulina enriquecidos en PCB puede tener un gran potencial para estimular la
respuesta del interferón tipo 1 en el contexto de una infección por virus RNA. Se ha
observado que la administración oral de un extracto de espirulina en agua fría, rica en
ficocianina, produce una disminución de la mortalidad en ratones infectados con el virus de
la influenza.
Otro mediador clave de la respuesta tipo 1 del interferón es la proteína mitocondrial con
señalización antiviral (MAVS por sus siglas en inglés), que oligomeriza en respuesta a la
activación de detectores citosólicos de virus ARN y subsecuentemente participa en la
activación del factor de transcripción, el factor 3 regulatorio del interferón (IRF3).
Duan y colaboradores, han recientemente mostrado que la infección por virus ARN
promueve la o-glicosilación de las proteínas mitocondriales (MAVS) en múltiples lugares;
lo cual las deja susceptibles a la ubiquitinización de la unión K63 que les permite activar la
respuesta del interferón (IRF3). Más aun, mostraron que entre más extensa sea la o-
glicosilación, con mayor efectividad son activadas las MAVS. Por tanto, fueron capaces de
demostrar que las medidas que suprimen o amplifican la cantidad celular de udp-n-acetil-
glucosamina – sustrato para la o-glicosilación – de forma correspondiente suprimen o
amplifican la activación de MAVS. Después ellos procedieron a demostrar que alimentar
ratones con una dieta enriquecida en glucosamina (2.5% del peso), de forma relevante
promueve la sobrevivencia de ratones infectados con el virus de la influenza, mientras que
esta medida no dio ninguna protección en ratones en los que MAVS, el tipo 1 del interferón
o la transferasa O-GlcNac (el mediador de la o-glicosilación), estaban genéticamente
ausentes.
Hacia una estrategia nutracéutica práctica para hacer frente a infecciones por virus
ARN.
En relación a los efectos prácticos para prevenir y controlar las infecciones por virus ARN,
las preparaciones nutracéuticas con la intención de proveer protección en este aspecto,
podrían razonablemente incluir betaglucano de la levadura de cerveza – que pueden
amplificar la activación celular dendrítica a través de la dectina-1 y los receptores CR3; este
último agente tiene efectos clínicos inmunoestimulantes documentados, y también ha
mostrado proteger a los roedores de la infección por el virus de la influenza (las
preparaciones de polisacáridos de pared celular de ciertos hongos y algas marinas tienen
actividad comparable). La ingesta de buenas cantidades de zinc, particularmente en los más
jóvenes y en los de mayor edad, se muestra también prudente, en tanto el zinc apoya la
función efectiva y la proliferación de varios tipos de células inmune. Este último efecto
puede ser determinante para la significativa reducción del 27% de mortalidad observada en
adultos mayores que recibieron un suplemento de zinc en el multicentro de entrenamiento
AREDS1. Y debe ser reconocido también, que ciertas preparaciones herbales han mostrado
potencial para controlar o mitigar los síntomas de infecciones por influenza y otros virus de
tipo ARN, por razones que aún permanecen oscuras. Los extractos de saúco, en particular,
han recibido evaluación clínica considerable, y se le ha encontrado benéfico para la
influenza y los síntomas del resfriado común. Dado que el saúco es una fuente rica de
antocianinas, existen razones para pensar que su impacto con los virus puede estar
mediado, en parte, por el ácido ferúlico, un metabolito prominente que aparece en el plasma
después de la ingestión de antocianinas. La investigación subsecuente y delicada de las más
prometedoras de estas preparaciones revelará los fitoquímicos específicos que pueden
influir en la letalidad de los virus dirigiendo nuestros esfuerzos hacia objetivos nuevos.
La siguiente tabla ofrece algunas sugerencias preliminares de las dosis adecuadas de los
agentes discutidos a lo largo del texto, que se espera sean efectivos para controlar las
infecciones por virus ARN.
ESPIRULINA 15 GRAMOS
Ácido ferúlico 500 - 1000 mg
Ácido lipoico 1200 – 1800 mg (en lugar de ácido ferúlico)
N-acetilcisteína 1200 – 1800 mg
Selenio 50 – 100 mcg
Glucosamina 3,000 mcg o más
Zinc 30 – 50 mg
Beta-glucano de levadura de cerveza 250 – 500 mg
Saúco 600 – 1500 mg
Nota:
Alimentos que contienen naturalmente ácido ferúlico: ajo, avena, arroz integral, piña.
¿Qué merece decirse de este organismo, alimento, en medio de tanto ruido, en medio de
tanta “preocupación”? Es importante evidentemente por sus propiedades nutricionales y
para el caso presente, terapéuticas y de prevención. Pero lo mismo cabe por todo aquello
que la naturaleza nos ofrece para nutrir especialmente nuestro sistema inmunológico.
Pero otra dimensión cobra relieve aquí y se relaciona muy de cerca también con eso de lo
que PONE A PENSAR. Llama a unirnos más allá de los límites establecidos para seguir
adelante como colectivo humano. Llama a vivir otra forma de responsabilidad con nuestra
propia salud, capacidad de darnos el sustento, la organización que deseamos, la forma de
vida. ¿Por qué? Primero porque se trata de un alimento, el TECUITLATL (ESPIRULINA),
originario de nuestra tierra y fundamental en la alimentación mexica (Ver libro: Los dioses
de la alimentación mexica), alimento para guerreros, alimento que nutre y sana. Pero queda
olvidado, no catalogado en la ciencia y cultura “occidentales” durante quinientos años. Su
uso también para la gran mayoría queda en un rincón muy pequeño de su historia. Como
por otro lado tantas cosas de nosotros mismos, tantas cosas explotadas, sometidas,
colonizadas.
Así pues desde su “re-descubrimiento”, en los años cincuenta a sesenta, pone a muchos a
investigar, con asombro, sobre este y otros seres semejantes, microalgas, cianobacterias;
todos ellos tan llenos de nutrientes y moléculas que las farmacéuticas saborean. Pero ¿cómo
los comeríamos si nadie los ha comido antes, o si muchos de ellos tienen nutrientes en
grandes cantidades, pero junto con otros componentes para nada saludables? Pero el
tecuitlatl, la espirulina mexicana, ya alimentaba a muchos y era comerciada en el mercado
de Tlatelolco.
Pero la cuestión importante, es que hay una investigación clínica de “alto nivel” que se ha
desarrollado a partir de entonces. Utilizando la espirulina más allá de su cualidad
alimenticia, más bien como lo que acostumbramos llamar “medicamento” desde una cierta
interpretación de la materia médica que es la contemporánea, tan inmediata a “curar” y
vivir de las enfermedades, en lugar de entender lo que enferma a lo humano como un todo,
y generar una práctica de vida desde ahí. Se ha utilizado a la espirulina en múltiples
experimentos, tanto humanos como animales, no en una sino en una gran diversidad de
investigaciones alrededor del mundo, desde ópticas y campos científicos distintos también,
pero respecto a la cuestión del funcionamiento del sistema inmunológico humano y su
modo de interactuar en presencia de patógenos como los virus, es preciso tomarlos en
cuenta y sacar este saber de donde se ha quedado, porque en la mayor parte se trata de
investigaciones muy precisas y de gran valor, pero que de ninguna manera llegan al público
en general, y menos aún al mexicano, y sobre el TECUITLATL, alimento ancestral.
(ESPIRULINA E INMUNIDAD / Andrea T. Borchers, Amha Belay, Carl L. Keen, y M. Eric Gershwin)
…La función principal del sistema nervioso en los seres humanos y en los animales es
detectar y neutralizar o destruir los patógenos invasores, tales como virus, bacterias, hongos
y parásitos. Además de ello, es responsable de eliminar células debilitadas o anormales.
Para estos propósitos, dos tipos de respuesta inmune han evolucionado, clasificadas como
innatas y adaptativas. Las respuestas inmunes innatas son también llamadas no-específicas
porque pueden ser activadas por ciertos patrones moleculares comunes a clases enteras de
patógenos y no varían en subsecuentes encuentros con el mismo antígeno. Los principales
mecanismos de inmunidad innata incluyen la fagocitosis, la inflamación, la activación
complementaria y la inducción de la muerte celular. Las principales clases de fagocitos,
esto es, células capaces de envolver una bacteria entera o alguna materia particular, son los
neutrófilos y los macrófagos. Los mensajeros químicos que éstos y otros tipos de células
producen, juegan un rol importante en la activación de una respuesta inflamatoria. La
muerte de células infectadas por un virus y de células cancerígenas a través de la inducción
de una muerte celular programada o apoptosis es dirigida por las células NK (natural
killers).
Las respuestas inmunes adaptativas, son altamente específicos para un antígeno particular y
se vuelven más fuertes y rápidas en encuentros subsecuentes. Son la responsabilidad de las
células B y las células T. La principal función de las células B es producir anticuerpos, que
neutralizan los patógenos o estimulan su eliminación por otro tipo de células. Existen cinco
clases principales (isotipos) de anticuerpos: inmonuglobulina (Ig) A, IgD, IgE, IgG e IgM,
y además la IgA y la IgG teniendo 2 y 4 subclases, respectivamente. Células B en reposo
expresan la IgM y la IgD en su superficie celular como receptores de antígenos. Cuando
son activadas, las células B empiezan a secretar IgM. Es sólo más tarde dentro de la
respuesta inmune que ellas llevan a cabo un proceso llamado “conexión por isotipos” y
empiezan a producir otros tipos de Ig. Las células T son clasificadas en células T-helper y
células T-citotóxicas. Una subclase de células T-helper provee ayuda a los macrófagos en
matar microorganismos patogénicos que hayan envuelto. La otra subclase juega un rol vital
en inducir la producción de anticuerpos en las células B. Las células T citotóxicas eliminan
directamente a las células infectadas iniciando la apoptosis.
Todas las células inmunes son en última instancia derivadas del mismo precursor o célula
progenitora en la médula espinal, que eventualmente se diferencian en mieloide
(monocitos/macrófagos, neutrófilos, basófilos, eosinófilos y mastofitos) y células linfoides
(células B y T). La diferenciación ocurre bajo la influencia de una variedad de factores del
crecimiento y citoquinonas. La diferenciación de progenitores linfoides en linfocitos, toma
lugar en los órganos centrales linfoides, esto es, la médula espinal de los huesos en el caso
de las células B y en el timo en el caso de las células T. Después de su maduración en estos
órganos linfoides primarios, ambos tipos de linfocitos migran hacia los tejidos linfoides
periféricos, esto es, los nódulos linfoides, el bazo y los tejidos linfoides asociados con la
mucosa. Es en estos tejidos linfoides periféricos que la reacción de los linfocitos T y B
respecto a agentes externos toma lugar.
Durante las respuestas inmunes, las células del sistema inmunológico mismas y muchos
otros tipos de células empiezan a producir una gran variedad de moléculas mensajeras,
incluyendo quimiocinas y citoquinas. Las quimiocinas atraen células específicas del
sistema inmunológico, o conjunto de éstas hacia los tejidos dañados. Las citoquinas son
vitales en dar forma a la naturaleza exacta de la respuesta que se dará y en coordinar las
funciones de los distintos tipos de células involucrados. Estas lo logran en parte induciendo
la producción de numerosas proteínas y a través de la actividad de ciertas enzimas, algunas
de las cuales producen mensajeros químicos.
Citamos:
La activación de receptores tipo Toll 7 (TLR7) por virus ARN monocatenarios dentro de
los endosomas, proporciona un estímulo clave para la inducción del interferón tipo 1 por
virus del tipo ARN. Selemidis y colaboradores, han recientemente demostrado que, dentro
de los endosomas de macrófagos alveolares humanos, tales virus evocan la producción de
superóxido por los complejos oxidasa NADPH NOX2-dependientes; la presencia de los
TLR7 son necesarios para este efecto. Este fenómeno fue demostrado para un amplio rango
de virus ARN, incluyendo el rinovirus, virus sincicial respiratorio, el virus parainfluenza
humano, el virus metapneumovirus humano, el virus sendai, el virus del dengue y el VIH.
Además, la generación subsecuente de peróxido de hidrógeno dentro de estos endosomas
lleva a la oxidación de Cys98 en TLR7 que bloquea la habilidad de este receptor de
trasmitir una señal de aumento de la producción del interferón tipo 1. En macrófagos
deficientes de actividad NOX2, ya sea genéticamente o debido a la administración de un
inhibidor NOX2 dirigido (gp91 ds-TAT), la producción del interferón tipo 1 fue
señaladamente elevada en respuesta a una infección por virus ARN. Cuando ratones
genéticamente normales o noqueados de NOX2, y fueron expuestos a una cepa inactiva del
virus de la influenza, la respuesta beta-interferón y la respuesta de anticuerpos evocada por
este virus fue señaladamente elevada en los ratones de NOX2 noqueados.
A pesar del lenguaje prácticamente sólo para “iniciados” de cada campo de saberes, hay
que tomar lo propio, lo que siempre ha sido nuestro. ¿Cuál es la práctica que resulta de
estos conocimientos? ¿Cómo nos comemos al TECUITLATL para que nos sean benéficos
sus nutrientes y componentes específicos para nuestro sistema inmunológico?
Espirulina 15 GRAMOS
Selenio 50 – 100 mcg
Glucosamina 3,000 mcg o más
Zinc 30 – 50 mg
Beta-glucanos de levadura 250 – 500 mg
Sauco 600 – 1500 mg
Fuentes:
ESPIRULINA E INMUNIDAD / Andrea T. Borchers, Amha Belay, Carl L. Keen, y M. Eric Gershwin) en
Spirulina in Human Nutrition and Health.