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DERECHOS FUNDAMENTALES – TEMA 4

Profesora. Rosario Tur Ausina

DERECHOS FUNDAMENTALES

Tema 4.-
a) El sistema de garantías: rasgos generales
b) Las garantías genéricas
c) Las garantías extrajudiciales: especial referencia a las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad

a) EL SISTEMA DE GARANTÍAS: RASGOS GENERALES

“Los derechos no valen sino lo que valen sus garantías” (DRAN). Por ello, no
es suficiente el reconocimiento de los primeros, sino que se necesita una eficaz
protección para su viabilidad y existencia real. El sistema de garantías implica para
posibilidad de exigir la efectividad de los derechos, con el recurso a la sanción o a su
obligatorio cumplimiento, llegado el caso.
El Cap. IV del Título I de la Constitución Española recoge el sistema de
garantías de los derechos, que pueden clasificarse del siguiente modo (las dos
primeras son objeto de estudio en el presente tema; la última es objeto de estudio en
el tema siguiente).
a) Garantías genéricas
b) Garantías extrajudiciales o institucionales
c) Garantías judiciales
Este sistema de garantías es completo, amplio y, en general, exhaustivo. La
Constitución acoge las garantías imprescindibles y en el resto del ordenamiento están
articulados los procedimientos y facultades concretas.

b) LAS GARANTÍAS GENÉRICAS

Previstas en el art. 53 de la Constitución. Son las siguientes


- Aplicabilidad directa de los derechos (art. 53 CE). Los derechos se
aplican y se llevan a la práctica sin necesidad de un desarrollo por
ley. Los derechos no son simples principios políticos sino auténticas
normas jurídicas que generan, en este caso concreto, derechos y
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obligaciones. Ello se deduce de la consideración de la Constitución


como norma jurídica de eficacia inmediata (art. 9.1 CE). El objetivo
es evitar la llamada ”legislación negativa”. Es decir, que una falta de
desarrollo de los derechos por parte del legislador provoque que los
preceptos de la Constitución queden vaciados de contenido. La
aplicabilidad, no obstante, es distinta según el tipo de derechos:
• Los derechos del Cap. II, Tít. I CE (art. 53.1) tienen una
aplicación inmediata.
• Los derechos del Cap. III, Tít. I CE (art. 53.3) vinculan de
forma indirecta, puesto que se limitan a informar la
legislación positiva, la práctica judicial y la actuación de los
poderes públicos. Su alegación ante los Tribunales sólo
puede ejercerse a través de las leyes que los desarrollan.
Aunque el art. 53 sólo se refiere a la vinculación respecto a poderes públicos,
se entiende que dicha vinculación opera también respecto a la ciudadanía: los
derechos tienen hoy también eficacia frente a terceros (no sólo respecto a los
poderes públicos) (Sentencia del Tribunal Constitucional de 13 de febrero de
1981).
- Reserva de ley: que los derechos no necesiten desarrollo legal para
poder aplicarse no significa que éste esté impedido; es más, en caso
de procederse a su regulación, ésta habrá de efectuarse por ley. En
concreto, se trata de excluir al Poder Ejecutivo de esta facultad de
desarrollo directo de los derechos, atribuyendo esta posibilidad al
órgano público representante del pueblo: el Parlamento. La reserva
es de ley ordinaria, para los derechos de la Sección 2ª, Cap. II,
Título I (arts. 30 a 38), y de ley orgánica para la Sección 1ª, Cap. II,
Tít. I (arts. 15 a 29), y su tutela procede, desde este punto de vista, a
través del control de constitucionalidad que ejerce el TC, según el
art. 161.1.a CE (art. 53.1 CE).
Además, esta reserva de ley también el objetivo de obligar al legislador, pues
éste –como se verá a continuación-, no puede desarrollar el derecho
“alterando” el contenido esencial del mismo. Dicho contenido esencial que se
deduce de la misma Constitución ha de ser respetado, en definitiva, por el
propio legislador.
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- Garantía del contenido esencial: para que el legislador no pueda


regular los derechos sin límites, la Constitución (art. 53.1) establece
que su regulación respetará su contenido. Dicha esencia se extrae
de la propia Constitución (en concreto y en último término el Tribunal
Constitucional, que es el máximo intérprete de la Constitución). El
contenido esencial es, en definitiva, un límite al propio legislador
pues se trata de quitarle la disponibilidad del núcleo duro del
derecho.
Para definir el contenido esencial el Tribunal Constitucional ha recurrido a una
doble vía que se puede utilizar simultáneamente (STC 11/1981):
- Teoría de la naturaleza jurídica del derecho. El contenido esencial está
formado por aquella parte del contenido de un derecho sin la cual éste pierde su
peculiaridad, su identidad. Dicho contenido Dicho contenido comprendería las
facultades de actuación necesarias para que el derecho pueda ser reconocido como
tal. La regulación legislativa ha de mantener, en consecuencia, la identidad del
derecho.
- Teoría de los intereses jurídicamente protegidos. El contenido esencial
comprendería los bienes e intereses que se quieren proteger, la parte absolutamente
necesaria para que los intereses jurídicamente protegidos que dan vida al derecho
resulten real, concreta y efectivamente protegidos.
Ejemplo de delimitación del contenido esencial: legislación antiterrorista que
privó del derecho a la libre elección de abogado a los terroristas (STC 199/1987). Se
plantea que la restricción pueda afectar al derecho a asistencia letrada (del art. 17.3
CE). Para el Tribunal Constitucional “la libre elección de abogado/a” NO forma parte
del contenido esencial del derecho y, en consecuencia, es un elemento legislable. Es
suficiente con la simple previsión en la ley de la protección especializada de un
abogado/a (de oficio). Con esta previsión, la defensa letrada que la legislación
antiterrorista sí garantiza, se cumple con el contenido esencial del derecho a la
asistencia letrada; la libertad de elección no se integra en el contenido esencial del
derecho y, por lo tanto, puede ser modulada por el legislador.

c) LAS GARANTÍAS EXTRAJUDICIALES: ESPECIAL REFERENCIA A LAS


FUERZAS Y CUERPOS DE SEGURIDAD
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Integradas por toda una serie de órganos o instituciones que de forma directa o
indirecta, tutelan los derechos de los ciudadanos, y que no poseen naturaleza
jurisdiccional. La principal institución de defensa es el Defensor del Pueblo (art. 54
CE), aunque otros órganos como el Monarca (art. 61.1), las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad del Estado (art. 104), o el Ministerio Fiscal (art. 124), tienen encomendada
una obligación de respeto y salvaguarda de los derechos.

1. El Ministerio Fiscal

Art. 124 CE: órgano no integrado en el Poder Judicial, y que tiene por misión
principal actuar ante la Administración de Justicia para cumplir los fines asignados por
la Constitución y las Leyes. En particular, le corresponde al MF:
- promover la acción de la Justicia en defensa de la legalidad,
- defender los derechos y libertades de los ciudadanos,
- defender el interés público tutelado por la ley y la satisfacción del interés
social,
- y velar por la independencia de los tribunales.
En lo que respecta a su organización, el MF es una institución que actúa a
través de un conjunto de órganos propios ordenados de forma jerárquica –y en cuya
cúspide está el Fiscal General del Estado, nombrado por el Rey a propuesta del
Gobierno y una vez oído al respecto el Consejo General del Poder Judicial-, y regido
por los principios de unidad de actuación –a través de las Juntas Periódicas que se
celebran en cada Fiscalía-, legalidad, e imparcialidad.

2. La Monarquía

El art. 61.1 impone al Monarca la obligación de juramento de guardar y hacer


guardar las leyes y respetar los derechos de la ciudadanía. Se trata de una obligación
genérica que el Rey concreta a través de sus funciones de arbitraje y moderación de
las instituciones del Estado.

3. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad


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El art. 104 CE les atribuye la misión de proteger el libre ejercicio de los


derechos y la garantía de la seguridad ciudadana. A través de esta función se ejerce
un auténtico servicio público cuya titularidad recae en el Estado, lo que no impide que
las Comunidades Autónomas contribuyan al ejercicio efectivo de esta misión a través
de la posibilidad de crear policías propias (art. 149.1.29ª CE). Asimismo, el art.
148.1.22ª otorga a las Comunidades Autónomas competencia respecto a la vigilancia
y protección de edificios e instalaciones, así como coordinación y demás facultades en
relación con las policías locales y en los términos en que se disponga en una Ley
Orgánica.
Su regulación se encuentra en la LO 2/1986, de 13 de marzo, de Fuerzas y
Cuerpos de Seguridad; norma en la que se dispone que la seguridad pública es
competencia exclusiva del Estado, pudiendo participar las Comunidades Autónomas y
las Corporaciones Locales en el mantenimiento de la seguridad pública en los
términos que se establezcan en sus Estatutos de Autonomía y en la Ley Reguladora
de las Bases de Régimen Local, siempre en el marco de lo dispuesto en la propia Ley
Orgánica 2/1986. Por su parte, ha sido la STC 175/1999 la que ha delimitado los
ámbitos competenciales respectivos.
En este ámbito resulta especialmente importante el principio de coordinación
en la Administración Pública a que se refiere el art. 103.1 CE, pues se trata de
favorecer el intercambio de información, el auxilio mutuo y la actuación coordinada al
objeto de garantizar y mantener la seguridad ciudadana y, con ello, el libre ejercicio de
los derechos y libertades a que se refiere el art. 104 CE. En tal sentido se
pronunciaron las SSTC 196/1987 y 325/1994, al sostener que la persecución y castigo
de delitos, la paz social y la seguridad ciudadana son bienes que se encuentran
recogidos en los arts. 10.1 y 104.1, entendiéndose que estamos ante bienes
colectivos, y no individuales, cuya garantía se deposita en el Estado.

4. El Defensor del Pueblo

Su regulación se encuentra en el art. 54 CE y en la LO 3/1981, de 3 de abril. Se


trata de una institución unipersonal extrajurisdiccional –no judicial- de garantía de los
derechos de los ciudadanos. Se configura como Alto Comisionado de las Cortes
Generales, nombrado por éstas por mayoría cualificada (3/5), por un mandato de 5
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años, para la defensa de los derechos del Título I, pudiendo para ello, supervisar la
actividad de la Administración Pública.
El Defensor del Pueblo recibe quejas de cualquier persona natural o jurídica, e
investiga las actuaciones de la Administración que puedan ser lesivas de derechos,
pudiendo dirigir a los funcionarios públicos las recomendaciones y advertencias
pertinentes a fin de que cesen las vulneraciones de derechos. De la actividad
desarrollada el Defensor presentará anualmente una Memoria a las Cortes Generales.
Por otra parte, como garante de los derechos, el Defensor está facultado para
presentar recursos de inconstitucionalidad y de amparo ante el Tribunal Constitucional.
Asimismo, está habilitado para dar traslado al Ministerio Fiscal de los hechos
constitutivos de delito.
La Constitución remite a una Ley Orgánica la regulación de esta institución (LO
3/1981, de 6 de abril).
El Defensor del Pueblo es una institución que no tiene “potestas” en tanto no
puede anular ni modificar un acto de las Administraciones Públicas, ni obligar a éstas
al cumplimiento de sus obligaciones, pero que goza de notable “auctoritas”,
concibiéndose como una Magistratura de persuasión e influencia.

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