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Cita: RC D570/2010
Autor
Sumario
Una aclaración previa y necesaria. I) El problema. II) Las alternativas judiciales posibles
contra el flagelo. III) Las alternativas de solución del flagelo desde otros ámbitos. IV) A
modo de conclusión.
Cita: RC D251/2010
Sumario
1. El caso "Ramos". 2. El caso "Sánchez". 3. Algunas consideraciones finales vinculadas a
los fallos anotados.
Fallos relacionados
Ramos, José Luis vs. Estado Nacional y otros s. Indemnización por despido /// Corte
Suprema de Justicia de la Nación ; 06-04-2010; RC J11148/10
Sánchez, Carlos Próspero vs. Auditoría General de la Nación s. Despido /// Corte Suprema
de Justicia de la Nación ; 06-04-2010; RC J13252/10
1. El caso “Ramos[1]”
(1.1) Los hechos: El actor demandó al Estado Nacional -Ministerio de Defensa - a fin de que se
le abone la indemnización prevista por el artículo 245 de la LCT, salarios caídos y preaviso, en
razón de que la Armada Argentina –luego de 21 años ininterrumpidos de trabajo, renovaciones
contractuales mediante- le rescindió su contrato de locación de servicios celebrado bajo el
régimen del Decreto 4381/73, con fundamento en las restricciones presupuestarias impuestas
por la Ley Nº 24938.
Adujo al demandar que la prolongación del vínculo contractual era contraria a la normativa que
fija un límite de cinco años a los contratos de esta índole y, al mismo tiempo, cercena la
garantía de estabilidad consagrada por la Constitución Nacional, afirmando que resultaba
aplicable la doctrina sentada por la Corte Suprema en el caso "Zacarías" (Fallos: 310:464),
destacando que se vulneraba la garantía constitucional de igualdad ante la ley y el derecho de
propiedad, pues se "lo priva de una elemental indemnización tras la intempestiva ruptura de
una relación laboral que se prolongó por más de veintiún años"; añadió que, ante la manifiesta
inconstitucionalidad de un régimen que impide al empleado acceder a indemnización alguna
frente a la rescisión contractual, procede aplicar las normas y principios generales del Derecho
del Trabajo, como así también las premisas impuestas por la Constitución Nacional y los
tratados internacionales.
Haciendo aplicación del principio de primacía de la realidad sobre las meras formas de los
contratos firmados por las partes, en el considerando 5°) la Corte enlaza aquellas
constataciones fácticas con la de la acreditada: “… violación de las normas que limitan la
posibilidad de renovación del contrato a un máximo de cinco años …” concluyendo en que: “… la
demandada utilizó figuras jurídicas autorizadas legalmente para casos excepcionales,
con una evidente desviación de poder que tuvo como objetivo encubrir una designación
permanente bajo la apariencia de un contrato por tiempo determinado” (el destacado en
negrita no corresponde al texto original).
Es interesante destacar que, en el considerando 6°) el Superior Tribunal Nacional considera que,
en las apuntadas circunstancias: “… el comportamiento del Estado Nacional tuvo aptitud
para generar en Ramos una legítima expectativa de permanencia laboral que merece la
protección que el artículo 14 bis de la Constitución Nacional otorga al trabajador contra el
"despido arbitrario", ya que con tal aseveración la Corte le asigna fuerza jurígena al
comportamiento (fáctico, por el mero hecho de la renovación sucesiva de los contratos en
violación a la ley) y sostenido por el Estado durante tantos años (21 en total), extrayendo de tal
obrar estatal el derecho a la tutela a la legítima expectativa de permanencia en su trabajo que
había generado en Ramos tan extenso comportamiento[4].
Esta aseveración difiere con la repudiable doctrina de la Corte (sostenida desde hace décadas
además por la mayoría de los Tribunales inferiores) de que el mero transcurso del tiempo en el
empleo no podía trastocar la situación jurídica de quien ingresó bajo un régimen contractual
signado por la inestabilidad, otorgándole alguna protección (sea la estabilidad absoluta, sea una
indemnización por cesantía), dejándose en un segundo plano la letra de los contratos firmados
por el agente (en los cuales siempre e invariablemente, las distintas A.P. se han cuidado de
incluir cláusulas de exclusión de la estabilidad) y privilegiándose el análisis del comportamiento
observado por la A.P. Mediante la doctrina judicial que cuestiono se soslayaba absolutamente el
principio de primacía de la realidad, ya que se hacían prevalecer las formas (la letra de los
contratos) y la “libre voluntad” de las partes contratantes por sobre la realidad de la relación
entablada, aún a sabiendas de la violación por la A.P. de las más elementales normas sobre
contratación pública, sobre empleo público y las garantías constitucionales por cuyo
cumplimiento debía velar.
En el párrafo final de este Considerando, la Corte remata con una frase propia de las condenas
a resarcir en base a la responsabilidad civil: “… cabe concluir que la demandada ha incurrido en
una conducta ilegítima, que genera su responsabilidad frente al actor y justifica la procedencia
del reclamo indemnizatorio”. Hay conducta ilícita, hay daño, debe haber reparación, y el Estado
no está exento de responder en tales condiciones.
En el considerando 7°), la Corte declara inaplicable al presente caso, la doctrina del voluntario
sometimiento a un régimen jurídico determinado (DVSRJ)[5] al afirmar que: “… no obsta a lo
expuesto lo sostenido por esta Corte en el precedente "Gil", según el cual el voluntario
sometimiento a un régimen, sin reservas expresas, comporta un inequívoco acatamiento que
determina la improcedencia de su impugnación ulterior (Fallos: 312:245). Esto es así, porque
en el caso la procedencia de la demanda no se funda primordialmente en el cuestionamiento del
régimen aprobado por el Decreto 4381/73, sino en el incumplimiento de los límites temporales
en él establecidos y la consiguiente obligación de responder que cabe al trasgresor, en el caso,
el Estado Nacional”. Esto es: Ramos no cuestionó al régimen de contratación en sí mismo (al
cual, siguiendo a la mayoría de la Corte, quedó sometido una vez firmado el contrato); lo que
cuestiona es el incumplimiento de la A.P. a dicho régimen normativo por medio de una
contratación efectuada por fuera de sus márgenes (en este caso temporales[6]). Es como si se
dijera: sometimiento al régimen normativo y al contrato firmado, pero en la medida de que se
cumplan sus extremos de hecho habilitantes; en cambio: no sometimiento a su uso desviado
e ilícito, fraudulento y dañoso, ya que ello afecta garantías constitucionales vinculadas a la
estabilidad (art. 14 bis CN) y permite cuestionar jurídicamente tal conducta. Lo que la Corte
deja a salvo, y esto es lo lamentable, es la doctrina misma, ya que deja en pie la doctrina
sentada en “Gil”, haciendo solo una excepción casuística a su aplicación.
En el considerando 8°) del fallo comentado se presenta uno de los aspectos tal vez más
complejos de esta problemática, vinculado al alcance de la tutela judicial; en su momento, en el
trabajo mencionado en la cita 1, he analizado las distintas alternativas de tutela de la
estabilidad del empleado público que es cesanteado luego de haber sido irregularmente
contratado [7], y ellas van desde el caso de sentencias que le han ordenado a la A.P. a
reincorporar y a designar al agente en planta permanente (existen muy pocos precedentes
judiciales), pasando por otros fallos que si bien no ordenan reincorporar, le imponen a la A.P. el
pago de una indemnización por cesantía (como ocurre en el fallo aquí analizado) y, finalmente,
el supuesto de otras sentencias que ordenan la reincorporación del trabajador al empleo pero
condicionan la obtención y goce del derecho a la estabilidad al concurso del cargo respectivo o
al cumplimiento de alguna otra exigencia o acreditación (mi postura, con escasos precedentes
nacionales).
Dicen los Ministros Lorenzetti, Highton de Nolasco, Petracchi y Argibay en este Considerando
que: “… la solución propuesta no significa que el mero transcurso del tiempo haya modificado la
situación irregular del actor, que tiene derecho a la reparación de los perjuicios derivados del
obrar ilícito de la demandada, pero no podría solicitar su reincorporación al empleo ni a la
aplicación de un régimen laboral específico para el cálculo de la indemnización que le
corresponde”. “En particular, no puede sostenerse que el actor tenga derecho a la
reincorporación en el cargo” (el destacado en negrita no corresponde al texto original). Estos
4 Ministros rechazan la solución del reintegro del trabajador al empleo por razones de orden
presupuestario y porque se alterarían las normas vigentes que regulan los requisitos de ingreso
a la carrera administrativa (concursos previos mediante u otras formas legales de selección de
personal).
Pero, más allá del tratamiento de esta cuestión en el Considerando en análisis y de la postura
adoptada al respecto, llama la atención que estos Ministros introduzcan su tratamiento siendo
que el actor no lo hizo al demandar (Ramos solo reclamó el pago de una indemnización por
despido en base a la aplicación del artículo 245 LCT, no su reincorporación al empleo y su
nombramiento como personal de planta permanente). Parecieran así estos 4 Magistrados haber
“marcado la cancha” para desalentar cualquier planteo judicial en tal sentido, máxime cuando al
finalizar el Considerando se cuidan de distinguir los antecedentes fácticos y jurídicos del
presente caso con el fallado en autos “MADORRÁN” en los cuales sí se ordenó la reincorporación
de la agente y el pago de los salarios caídos.
Se acude al régimen indemnizatorio previsto para los empleados de la A.P. por el artículo 11 de
la Ley Marco de Regulación de Empleo Público Nacional (Ley 25164), “… considerando que se
trata de la reparación por la conducta ilegítima de un organismo estatal, …”, por lo cual: “… la
solución debe buscarse en el ámbito del derecho público y administrativo” y atento a que: “…
resulta una medida equitativa para reparar los perjuicios demostrados por el actor en este
caso”, “…, a fin de establecer el importe, y a falta de previsiones legislativas específicas, debe
acudirse a una solución que, por analogía, repare debidamente los perjuicios sufridos por el
actor en este caso[8].”
(1.2.1) Los votos de los Ministros Fayt, Maqueda y Zaffaroni: Como dijera, si bien estos
Ministros votan en igual sentido que el resto de sus colegas, lo hacen por sus propios
fundamentos, en varios de cuyos pasajes se puede entrever la calificada influencia del
pensamiento del Dr. Rolando Gialdino (a cargo de las Secretarías Laboral y de DD.HH. de la
CSJN).
En el considerando 7°) afirman que: “… durante su desarrollo, el vínculo entre las partes
exhibió varias de las características típicas de una relación de dependencia de índole estable.
Empero, la relación fue sucesivamente renovada en claro exceso a las previsiones normativas
que la autorizaron. Mediante este procedimiento, la demandada se valió de una figura
legalmente permitida para cubrir necesidades que, conforme las circunstancias relatadas y el
tiempo transcurrido, no pueden ser calificadas como transitorias. De esta manera, en su
condición de contratado, el actor quedó al margen de toda protección contra la
ruptura discrecional del vínculo por parte de la Administración (artículo 14 bis de la
Constitución Nacional)” (el destacado en negrita y subrayado no corresponden al texto
original). La conclusión es clara: para la Corte ya no es admisible la exclusión de toda
tutela constitucional a un trabajador ante un despido o cesantía injustificados; más
allá de la intensidad o del nivel de protección, el piso mínimo será el del derecho a ser
indemnizado ante la ruptura arbitraria.
En el considerando 8°) los 3 Ministros votantes (“por su voto”) repasan principios fundantes del
Derecho del Trabajo y de los DD.HH. con cita de varios de sus precedentes, de normas del
Derecho Internacional y de fallos de tribunales supranacionales. Cita así al Principio Protectorio,
que abarca tanto a quien trabaja en relación de dependencia en la actividad privada como al
agente público; se cita el Derecho a Trabajar “… el cual debe ser considerado "inalienable de
todo ser humano". En efecto, el citado derecho a trabajar, así como "engloba todo tipo de
trabajos" e impone al Estado claras obligaciones de respetarlo y protegerlo, comprende
inequívocamente, entre otros aspectos, el "derecho del trabajador a no verse privado
arbitrariamente de su empleo" ("Vizzoti"). "En el marco de una relación laboral en la cual el
Estado se constituye en empleador -expresó la Corte Interamericana de Derechos Humanos-,
éste evidentemente debe garantizar y respetar los derechos humanos laborales de todos sus
funcionarios públicos, ya que la inobservancia de este deber genera la responsabilidad estatal
interna e internacionalmente".
Al destacar que: “La naturaleza jurídica de una institución, conviene recordarlo, debe ser
definida, fundamentalmente, por los elementos que la constituyen, con independencia del
nombre que el legislador -o los contratantes- le atribuyan (doctrina de Fallos: 303:1812 y su
cita); cualquier limitación constitucional que se pretendiese ignorar bajo el ropaje del nomen
iuris sería inconstitucional (Fallos: 329:3680)”, se quiere aventar toda pretensión de los
magistrados de hacer eje en las formas de las figuras contractuales utilizadas en fraude de los
derechos fundamentales que les asisten como tales a los trabajadores y a apelar a la
constatación de las circunstancias objetivas del caso antes que a las meras apariencias
formales.
En el considerando 9°) se establece que el principio general es el del derecho del trabajador
estatal a la permanencia en el empleo, por lo cual la contratación temporal o no permanente
solo será admisible: “… siempre y cuando, naturalmente, los requisitos y condiciones a las que
sean sometidos resulten, por su objetividad y razonabilidad, una excepción admisible a las
reglas del artículo 14 bis”.
Siguen estos 3 Ministros afirmando claramente en su voto que las conclusiones del fallo:
“Tampoco obstan a que los organismos estatales -entre ellos, las Fuerzas Armadas- puedan
cumplir determinados cometidos mediante la contratación de profesionales para la realización
de trabajos y proyectos de investigación y de desarrollo tecnológico en distintos campos de la
ciencia y la técnica. Lo que sí entrañan dichas conclusiones, es la invalidez de las
cláusulas contractuales y de las eventuales disposiciones legales que las sustentasen
que nieguen la configuración de una relación de empleo, cuando los términos de la
vinculación -o la ejecución de ésta en los hechos- muestren la presencia de los
elementos constitutivos de esa relación, dicho esto más allá del contenido y alcances
de los derechos, deberes y obligaciones que de ello deban seguirse. No es el nomen
iuris utilizado (vgr. "Régimen para el personal de investigación y desarrollos de las Fuerzas
Armadas") sino la realidad material, el dato en el que se ha centrado el Tribunal para
esclarecer el aspecto antedicho (v. Fallos: 311:2799, 2802). En igual línea se encuentra la
Recomendación N° 198 sobre la relación de trabajo (2006) de la Organización Internacional del
Trabajo, en cuanto para determinar "la existencia de una relación de trabajo", remite
principalmente al examen de los hechos, más allá "de la manera en que se caracterice la
relación en cualquier arreglo contrario, ya sea de carácter contractual o de otra naturaleza,
convenido por las partes" (el destacado en negrita no corresponde al texto original).
Rematando su afirmación con palabras que me eximen de cualquier comentario por su claridad
y contundencia: “De no ser así, se llegaría a un resultado inaceptable: que el Estado estaría
habilitado a contratar servicios personales tanto integrando al prestador en sus cuadros
permanentes, como en los no permanentes o transitorios, cuando no bajo modalidades como
las ahora controvertidas, todo ello sin razones serias y objetivas que justifiquen y expliquen el
uso de la modalidad elegida y su compatibilidad con la Constitución Nacional. "En cualquier
materia, inclusive en la laboral, la discrecionalidad de la administración tiene límites
infranqueables, siendo uno de ellos el respeto de los derechos humanos" (Corte Interamericana
de Derechos Humanos, Caso Baena Ricardo y otros vs. Panamá, fondo, reparaciones y costas,
sentencia del 2 de febrero de 2001, Serie C N1 72, párr. 126)”.
2. El caso “Sánchez[10]”
(2.1) Los hechos: El actor había sido contratado sucesivamente durante ocho años por la
Auditoría General de la Nación (entidad autárquica del Estado Nacional) y había cumplido tareas
propias de los empleados de planta permanente. La Cámara llegó a la conclusión que la A.G.N.
había utilizado la renovación de contratos para evitar incorporar a Sánchez a su planta
permanente y reconocerle la protección laboral contra el despido arbitrario que ello implicaba y
que, en tales condiciones, consideró que correspondía aplicar el precedente de la Corte dictado
en autos: "ZACARÍAS" (Fallos: 310:464), según el cual, cuando el Estado contrata particulares
con la intención de no incorporarlos a su planta permanente, debe acudirse a la normativa que
regula la actividad privada, más exactamente, al régimen de contrato de trabajo, para evitar
que los agentes queden sin ningún tipo de protección contra el despido arbitrario.
La A.G.N. adujo en su escrito recursivo que la contratación del actor se realizó válidamente bajo
un régimen que permitía pactar prestaciones de servicios personales en forma transitoria, sin
que eso implicara la creación de una relación laboral de dependencia, régimen por el cual estaba
autorizada a la incorporación de profesionales y técnicos para desempeñarse en programas de
trabajo o proyectos especiales; afirmando la Auditoría que los contratos celebrados en esas
condiciones establecían claramente que el vínculo era transitorio y que no importaban una
relación laboral con vocación de permanencia y que, por ese motivo, el actor no puede
invocar un derecho a permanecer en las tareas ni solicitar una indemnización por la no
renovación de su contrato.
En su considerando 5°), dijo la mayoría Corte que: “… la conclusión del a quo no tiene sustento
en la prueba producida en la causa, ni tampoco tiene en cuenta las normas específicas que
regulan el funcionamiento de la Auditoría General de la Nación. En particular, la cámara no se
hizo cargo del planteo de la demandada relativo a que la legislación nacional que regula el
funcionamiento de la Auditoría General de la Nación autoriza expresamente la celebración de
contratos como los suscriptos con Sánchez, ya que la actividad de este organismo de control
hace necesario contar con un cuerpo de auditores externos (ver, en este sentido, artículo 118,
inciso b, de la Ley 24156)” (el destacado en negrita no corresponde al texto original).
Siguió diciendo la Corte en este Considerando que: “… el hecho de que Sánchez realizara tareas
típicas de la actividad de la Auditoría General de la Nación no resulta suficiente, por sí solo, para
demostrar la existencia de una desviación de poder para encubrir, mediante la renovación de
sucesivos contratos a término, un vínculo de empleo permanente. Ello es así, porque la
legislación nacional autoriza a la Auditoría a contratar profesionales independientes
para desempeñar, precisamente, este tipo de funciones” y que: “Estos trabajos podrán
ser realizados directamente o mediante la contratación de profesionales independientes de
auditoría", por lo que: “En tales condiciones, la específica normativa que rige la Auditoría
General de la Nación impide considerar el tipo de tareas realizadas por los agentes contratados
como un indicador relevante para determinar si existía o no una relación de empleo
permanente, puesto que ese dato no pone de manifiesto una aplicación desviada de las normas
que habilitan la contratación de personal externo” (el destacado en negrita y subrayado no
corresponden al texto original).
(2.2.1) Los votos en disidencia de los Ministros Fayt, Maqueda y Zaffaroni (minoría):
La minoría, luego de efectuar el análisis de las normas que según la A.G.N. eran aplicables a la
(sucesiva) contratación del actor[13], expresa en su considerando 6°): “Que el recordado
artículo 15 de la Ley 24447 facultó al Poder Ejecutivo Nacional a disponer un régimen de
"contrataciones de servicios personales" ajeno a la relación de empleo. Empero, circunscribió
dichos servicios a los "destinados a desarrollar estudios, proyectos y/o programas
especiales en los términos que determine la reglamentación" (itálica agregada). A su turno,
esta última, instrumentada por el Decreto 92/1995, después de expresar que atendía "a la
necesidad de fortalecer y complementar la labor de la Administración Pública nacional a través
de la incorporación transitoria de profesionales y técnicos adscriptos a programas de trabajo
especiales" (considerandos, itálica agregada), reafirmó, en diversos artículos, los caracteres
que acaban de ser puestos de resalto (confr. artículos 1°, 3°, 4° y 6°). En suma, tanto de los
términos de la ley como de su reglamentación, se desprende con nitidez que la
posibilidad de acudir a contrataciones de servicios personales ajenas a un vínculo de
empleo, quedó subordinada a la observancia de, al menos, tres requisitos: (i) que su
objetivo fuese la realización de tareas complementarias a la labor propia de la
repartición, (ii) insertas en programas de trabajo o proyectos especiales, y (iii) que el
requerimiento resultara transitorio y por un plazo cierto”(el destacado en negrita no
corresponde al texto original). Lo expuesto, habla a las claras del carácter excepcional y
restrictivo que cabe asignar a este tipo de contrataciones no permanentes, en línea con lo
expresado por estos mismos Ministros en el considerando 9°) de “RAMOS”.
La minoría del Superior Tribunal nacional, en el considerando 7°), expresó que: “… sin
embargo, resulta del fallo del a quo que la prestación laboral del actor se desarrolló durante
ocho años y en tareas que concernían a la actividad permanente, normal y regular de la
demandada. Estas comprobaciones remiten a cuestiones fácticas y probatorias que, además de
no ser por regla revisables en la presente instancia extraordinaria, tampoco son refutadas por la
apelante de manera completa y circunstanciada y, menos aún, en términos que acrediten la
excepcional hipótesis de arbitrariedad. Sin perjuicio de ello, es preciso advertir que, no obstante
sus defensas fundadas en el Decreto 92/1995, la demandada no ha dado en el curso del
proceso indicación concreta alguna en relación con la tarea realmente desarrollada por el actor
y, en especial, acerca de: los específicos programas de trabajo o proyectos a los que fue
destinado, el carácter especial y complementario de aquéllos respecto de la labor ordinaria y
regular de la institución, las razones que aconsejaban su realización por el medio escogido, los
objetivos parciales y finales que se procuraban alcanzar, y el cronograma del programa y los
plazos estimados para su ejecución. Más aún; los textos de los contratos litigiosos obrantes en
la causa, corroboran la falta de todo esclarecimiento de los puntos indicados toda vez que
muestran una palmaria generalidad e insuficiencia si de lo que se trata es de responder a las
exigencias del citado decreto”, remarcando la exigencia a la A.P. demandada (ya expuesta en el
Considerando 9° del voto de estos Ministros en “RAMOS”), de invocar y acreditar las
excepcionales razones que justificaban objetivamente la contratación no permanente de tal o
cual personal.
Es que, para estos Ministros no bastan siquiera las meras alegaciones, esto es: “… el solo hecho
de que, como alega reiteradamente, el actor se hubiese integrado a programas o proyectos,
cuando no se especifica en qué consistían éstos y en qué diferían de los que
regularmente aquélla debía llevar a cabo” (el destacado en negrita no corresponde al texto
original), haciendo inclusive referencia expresa en su voto a las insustanciales alegaciones del
letrado de la A.G.N. en la audiencia pública celebrada oportunamente a instancias de la Corte.
Concluyen así estos 3 Ministros en la parte final de este considerando 9°) en que existieron las
notas típicas de una relación (de dependencia) laboral con visos de continuidad, en la
imposibilidad de inscribir los contratos litigiosos en Ley 24447 y en el Decreto 92/1995, lo cual:
“… revela que sólo incurriendo en una manifiesta contradicción en los términos, aquéllos
pudieron desconocer, tal como lo hicieron expresamente, la constitución de un vínculo de
empleo y, por ende e indiscriminadamente, todo derecho laboral derivable de éste en favor de
la persona prestadora del trabajo”.
(3.1) El criterio amplio de procedencia del R.E.: Si bien es notorio que las cuestiones
debatidas en la instancia extraordinaria referían, entre otras, a diversos aspectos fácticos y de
prueba (por lo cual bien pudo “ponerle la plancha” del art. 280 CPCCN), no obstante ello la
Corte igualmente abrió la vía recursiva mediante el fundamento, en su considerando 3°) (tanto
en “RAMOS” como en “SÁNCHEZ”), vinculado a que: “… la ponderación de los agravios
referentes a la valoración de determinados extremos fácticos de la causa se presenta
inescindiblemente unida a tal cuestión interpretativa (aclaro: la del alcance de normas de índole
federal y, en particular, la del artículo 14 bis de la Constitución Nacional, conf. art. 14 inc. 3 de
la Ley 48) por lo que corresponde que se examine en forma conjunta con la amplitud que exige
la garantía de la defensa en juicio…”.
En efecto, en “SÁNCHEZ” la mayoría afirmó que: “… las circunstancias de este caso difieren
sustancialmente de las discutidas y resueltas en la causa … ‘Ramos …‘, fallada en la fecha …”) ,
mientras que los Ministros que votaron por la minoría en el mismo fallo afirmaron (coherentes
con su postura adoptada en “RAMOS”) que: “En esas condiciones, la cuestión planteada en el
sub lite resulta análoga a la debatida en la causa … ‘RAMOS, …’ …, sentencia de la fecha, cuya
doctrina resulta aquí plenamente aplicable”.
Es más, en “SÁNCHEZ”, además del resultado final dividido de una votación de 4 magistrados
fallando en un sentido y de 3 en otro, es notoria en la mayoría la superficialidad en el análisis de
los hechos del caso, de la normativa legal aplicable y de la absoluta ausencia de mención del
bloque constitucional y convencional (supranacional) aplicable a la cuestión debatida, todo lo
cual le resta al fallo valor doctrinario como precedente judicial.
El vicio de “desviación de poder” forma parte del sistema de nulidades de los actos
administrativos y es aquel que afecta la finalidad del acto (recordando aquí que todo acto que
emite la Administración Pública, además de su finalidad genérica de satisfacer un interés
publico, debe servir a una finalidad específica que es aquella a la que el acto en concreto
apunta, debiendo en todo caso respetar el funcionario –y el acto que este emite- el principio de
legalidad, que informa a todo el obrar de la Administración). Dicho vicio se verifica cuando: “…
el acto administrativo es emitido con un fin distinto del previsto por las normas que habilitan su
dictado…”, por lo cual el acto así dictado: “… responde a un interés particular del agente o bien,
a una indebida gestión de un interés público diferente del que debe justificar el dictado del
acto”. “Asimismo la desviación de poder se produce cuando el acto, aunque presentando una
apariencia de legitimidad resulta emitido para favorecer fines extraños a los que él debe
responder concretamente” y, en tal caso: “La consecuencia jurídica de este vicio es la NULIDAD
ABSOLUTA DEL ACTO, cuando el fin legítimo es totalmente excluido” [conf. Ricardo González
(h), “EL SISTEMA DE NULIDADES DEL ACTO ADMINISTRATIVO”, publicado en fecha 04.11.05
en el N° 6 de la Revista del Equipo Federal del Trabajo, www.eft.org.ar].
Es decir que se configura este vicio, cuando en el marco de una contratación administrativa la
Administración se aparta de la finalidad en mira a la cual le fue atribuida la facultad respectiva,
que en el caso del agente Ramos y en el marco del régimen jurídico de contratación de personal
invocado (el del Decreto N° 4381/73) era la de poder contratarlo por un máximo de 5 años y
para el desempeño de tareas y/o requerimientos de carácter transitorio o no permanentes,
motivo por el cual la Corte valoró como irregular el contrato que portaba ese vicio.
Con esto quiero significar que, quien debió haber estado incorporado (como Ramos e inclusive
como Sánchez) a los planteles estables de la A.P. (teniendo garantizada su estabilidad
absoluta), en su lugar y por haber sido contratado irregularmente, debe contentarse –sentencia
judicial mediante- con el cobro de una indemnización sin poder pretender ser reincorporado al
empleo (con afectación de su Derecho Fundamental a Trabajar y, mediatamente, de su Derecho
a la Estabilidad)[15] al menos esto es lo que “avisan” por las dudas los Ministros Lorenzetti,
Highton de Nolasco, Petracchi y Argibay (ya que, como dije antes, la petición de reincorporación
no fue introducida en la causa); mientras que los Ministros Fayt, Maqueda y Zaffaroni nada
dicen al respecto en su voto (lo que es procesal y políticamente correcto, ya que no era parte
del “thema decidendum”).
(3.7) Algunos interrogantes finales (entre otros): En cuanto al fallo “RAMOS” me queda el
interrogante acerca de si solo por casualidad la Corte eligió este caso para expedirse sobre tan
espinosa cuestión o tuvo que ver en la elección su carácter emblemático, dado que el actor
venía prestando servicios en tales condiciones desde hacía muchísimos años (21, nada menos);
y uno se pregunta si el mismo criterio se observará cuando se trate de personal que, aún
contratado irregularmente, hubiese contado con poca antigüedad en la prestación de servicios.
(3.7.1) Otro aspecto que me genera profunda preocupación es que la Corte solo llega con su
cuestionamiento a los casos de ‘desencuadre’ entre un régimen jurídico-contractual determinado
y el incumplimiento en la práctica de los requisitos habilitantes de esa tipología contractual, sin
entrar a analizar el cuestionamiento constitucional (y en base a normas supranacionales) de
regímenes jurídico-contractuales habilitantes de la “contratación basura” por los cuales se
habilita la firma de contratos que degradan o desconocen derechos fundamentales del
trabajador.
Es que los regímenes legales y sus eventuales decretos o actos administrativos aplicativos que,
en muchos casos, han venido permitiendo la ‘contratación basura’ en la A.P. (cuyo crecimiento
hemos observado en particular a partir de los 90’ del siglo pasado), deben pasar el test de
constitucionalidad para dirimir (más aún cuando se arriba ante los Tribunales de Justicia) si se
tratan o no de reglamentaciones válidas del Derecho a la Estabilidad del empleado público
consagrado en el artículo 14 bis de la C.N. o, por el contrario, como viene sucediendo a
menudo, lo terminan desnaturalizando.
Para finalizar, lo que parecía un cambio de rumbo de la CSJN en la materia (al menos con
“RAMOS”, y así fue difundido por los medios de comunicación masivos y por la propia agencia
de noticias de la Corte, al titular en su página web: “La Corte consagra la estabilidad laboral
para empleados públicos contratados”), deja en pie interrogantes, temores e indefiniciones
jurídicas que avizoran un horizonte aún gris para los trabajadores irregularmente contratados
en la A.P.
1-
2-
La Cámara dijo que el actor fue contratado en el marco del régimen autorizado por el
artículo 17 del Decreto 4381/73, que permitía el ingreso de agentes mediante un contrato
de locación de servicios, por una duración máxima de cinco años, y que no les confería
estabilidad en el empleo; explicó además que el hecho de que las contrataciones hubieran
excedido el límite máximo de cinco años no tenía como consecuencia el nacimiento de un
derecho a favor del actor para ser indemnizado y que ello era así, porque el mero
transcurso del tiempo no podía trastocar la situación de revista de quien había ingresado
como personal no permanente, en un régimen de inestabilidad, y no había sido transferido
a otra categoría por acto expreso de la administración. Sobre tal base, la Cámara concluyó
que el actor no tenía derecho a indemnización alguna por la rescisión de su contrato.
3-
El fallo, unánime, es dictado por los Ministros Lorenzetti, Highton de Nolasco, Petracchi y
Argibay, y “según su voto” lo hacen respectivamente los Ministros Fayt, Maqueda y
Zaffaroni.
4-
Para un análisis crítico ‘in extenso’ de tal doctrina remito a la lectura del art. mencionado
en la cita 1, pto. I. 9. d).
6-
7-
A cuya lectura remito en honor a la brevedad de este comentario, ver el pto. II. 1. de dicho
trabajo.
8-
9-
10 -
Por Decreto del P.E.N. N° 191/89 del 12.07.89, que llevaba la firma del ex Presidente
Carlos Saúl Menem y de su Ministro de Obras y Servicios Públicos Roberto Dromi, se
declaró intervenida a la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (ENTel) y se designó
Interventora a la Ing. María Julia Alsogaray y Subinterventor al C.P.N. Carlos Próspero
Sánchez (el actor del fallo aquí comentado).
11 -
Previo al dictado de la sentencia, la Corte convocó a una audiencia pública que se celebró
el 01.04.09 con la participación de los letrados de las partes y, en carácter de “Amicus
Curiae”, lo hicieron la Asociación del Personal de los Organismos de Control y la
Asociación de Trabajadores del Estado, representada ésta última por el del Dr. Matías
Cremonte, quien expuso la posición de dicha central sindical sobre esta compleja
problemática.
12 -
13 -
14 -
Ver también los Considerandos 5°) y 7°) del voto de la mayoría de la Corte en
“SÁNCHEZ”.
15 -
Una solución alternativa ante este complejo problema, que entendí armónica entre
Derechos e Intereses en tensión en este tipo supuestos, la desarrollo en mi trabajo
mencionado en la cita 1 y es la que, en esencia, introdujo el S.T.J. de la C.A.B.A. in re:
“CORNE”, con cita del precedente del S.T.J. in re: “RÉBORA c. GCBA”, fallado el
19.04.00. En igual sentido lo he planteado y obtenido sentencia favorable de la Sala III de
la C.A.T. de Rosario, julio de 2008, en autos: “LEZCANO, Víctor y Otros c.
MUNICIPALIDAD DE SAN LORENZO s. AMPARO LEY 10456”, en donde el vocal
preopinante Dr. Ángel Félix Angelides –a cuyo voto adhirieron los dos restantes vocales-,
al confirmar el fallo de 1º Instancia de la Jueza Hebe García Borrás a cargo del Juzgado de
1º Instancia en lo Laboral de la ciudad de San Lorenzo, afirmó que: “…, lo resuelto por la
jueza de grado, al disponer el reintegro del personal en carácter transitorio y condicionado
a un futuro concurso, no constituye una nueva violación ni invasión de la zona de reserva
del Poder Ejecutivo, sino la implementación de medidas contemporizadoras de los
derechos de los trabajadores y de la Municipalidad en cuanto a la designación del personal,
apareciendo como un medio prudente y razonable, que tiene por finalidad poner coto –en
relación a los actores- a la situación de ilegalidad originada por culpa de la demandada “.
“Por su parte, el concurso al cual la ley alude directa o indirectamente en distintos artículos
… resulta un medio transparente, que descarta que a través de una sentencia emitida por el
Poder Judicial se convalide el ingreso a la administración pública por fuera de los cauces
legales, y si bien no se me escapa que por un lapso de tiempo la vinculación dispuesta por
la jueza de primera instancia, y que propicio confirmar, estará por fuera del estatuto, debo
reiterar que resulta en el caso la solución que más se adecua a la razonabilidad, para
reparar la violación sistemática del estatuto por parte de la demandada, en cuanto a la
contratación de personal ‘no permanente’ que no se adecuaba a las pautas brindadas por el
estatuto para su contratación”.
16 -
Ambesi, Leonardo J.
Cita: RC D125/2010
Sumario
1. Introducción. 2. Las líneas argumentales del caso "Madorrán". 2.1. Voto de los Dres.
Lorenzetti, Fayt y Petracchi. 2.2. Voto de los Dres. Highton y Maqueda. 2.3. Voto de la
Dra. Argibay. 3. La causa "Ruíz". 4. Proyección de los criterios reseñados. 4.1. La
estabilidad del empleado público y las atribuciones administrativas en materia de función
pública. 4.2. La declaración de inconstitucionalidad de los laudos arbitrales. 5. Conclusión.
Fallos relacionados
Ruiz vs. DGI s. Recurso extraordinario /// Corte Suprema de Justicia de la Nación ; 15-05-
2007; RC J7762/07
De manera similar a lo que ha sucedido con el tratamiento de temas esenciales del Derecho
del Trabajo y la Seguridad Social (ver los casos “Vizzoti” y “Aquino”), la Corte Suprema
de Justicia, por intermedio de los fallos que comentamos, ha efectuado una nueva
interpretación de la garantía de estabilidad del empleado público contenida en el art. 14 bis
de la Constitución Nacional.
Una de las controversias existentes se relacionaba con el artículo 7 del Convenio Colectivo
de Trabajo N° 56/92 “E”. En su evaluación, el árbitro estimó que “… conforme lo dispone
el art. 2 de la Ley 20744 a todos los dependientes de la Administración Pública Nacional,
Provincial o Municipal que se incluyan en el régimen de las convenciones colectivas de
trabajo le caben las disposiciones de esa ley de fondo”, por lo que, “… el régimen no es el
propio de la estabilidad del derecho administrativo, sino el de todo trabajador
convencionado”, ante lo cual, “… se hace necesario formular una redacción que concuerde
con la normativa a aplicar, evitando mediante algún mecanismo contractual, la
discrecionalidad de la decisión[1]”.
6) Los principios del Derecho Internacional de los Derechos Humanos: En este punto,
estimaron que sostener la estabilidad propia del empleado público en el caso es una
solución que concuerda con los principios y pautas de interpretación de esta fuente
jurídica, en buena medida implícitos en la Constitución histórica y que han sido
expresamente incorporados a la Ley Fundamental a través del art. 75, inciso 22, al darse
jerarquía constitucional a los mayores instrumentos internacionales en la materia. Se cita
en apoyo de esta tesis, el art. 6 del Pacto Internacional de Derechos Humanos, Sociales y
Culturales, el art. 23.1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el art. XIV
de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, el art. 5.e.i. de la
Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial y el art.
11.1.a. de la Convención sobre la Eliminación de las Formas de Discriminación contra la
Mujer.
3) La tesis de la desnaturalización: Según este voto, el cuestionado art. 7, inc. C, del C.C.T.
56/92 “E”, al consagrar la estabilidad impropia altera en el caso concreto la pautas del
régimen propio y lo desnaturaliza.
4) La remisión al caso concreto: Los ponentes dejan aclarado que lo resuelto no resulta
aplicable sin más a todos los empleados de la Administración Pública Nacional. La
solución en cada caso se encuentra condicionada por la naturaleza de la vinculación del
empleado con la Administración y requiere, a raíz de ello, el examen de la forma de
incorporación del agente, de la normativa aplicable y de la conducta desarrollada por las
partes durante la vinculación.
La magistrada recuerda, como lo hacen los votos anteriores, los fundamentos expuestos en
distintos precedentes de la Corte en cuanto al alcance del concepto de estabilidad del
empleado público contemplado en el art. 14 bis C.N. Sin perjuicio de ello, deseamos
destacar dos aspectos del voto:
3. La causa “Ruíz”
En este caso, los integrantes del tribunal se remitieron a sus respectivos votos, emitidos en
“Madorrán”. Cabe agregar aquí el voto del Dr. Zaffaroni, quien no interviniera en el fallo
anterior y que se remite a los fundamentos expuestos sobre la estabilidad del empleado
público a precedentes ya citados por los otros ministros.
Los otros votos, sin desconocer tales fundamentos, prefieren hacer hincapié en el carácter
relativo de los derechos constitucionales y su necesaria armonización en el diagrama del
texto supremo, y con ello, practicar un examen o test a los fines de establecer si la norma
inferior ha llegado a desvirtuar la operatividad de la cláusula de garantía.
Estas dos líneas directrices de los fallos que comentamos nos conducen a formular las
siguientes apreciaciones respecto a la proyección que el nuevo criterio de la Corte en
materia de empleo público y relaciones laborales.
El otro aspecto relevante de los fallos que comentamos es que se dirigen a revertir la
aplicación de disposiciones emanadas de laudos arbitrales. En el caso de “Madorrán”, el
laudo surgió como producto de un arbitraje voluntario en los términos de la ley 14.786; en
“Ruíz”, la Resolución N° 674/91 impuso el arbitraje en virtud del art. 44 de la Ley 23697
de emergencia económica y su reglamentación que impulsó la revisión de los regímenes de
empleo existentes en la Administración Pública.
En particular, respecto al primer caso, el laudo se emitió en los términos de la ley 14,786,
que no admite otro recurso contra la sentencia arbitral que el de nulidad, fundado en
haberse laudado sobre cuestiones no comprendidas o fuera del término convenido (art. 6).
Como lo afirma la doctrina, “el criterio restrictivo sentado por la norma deriva del
principio de que, quien acepta un juzgador investido legalmente de la potestad para laudar
o sentenciar, queda sometido a la decisión que aquél formula, la cual reviste, para el así
sometido, el valor de una cuestión definitiva[12]”.
A esto cabe agregar la previsión del art. 7 de la Ley 14786, según el cual el laudo tiene los
mismos efectos que las convenciones colectivas a que se refiere la Ley 14250. Esto implica
que a partir de adquirir firmeza, resulta obligatorio para los trabajadores y empleadores de
la actividad o sector profesional de que se trate.
En este marco, a partir de estos fallos descriptos, podemos inferir que el vicio de nulidad
que puede afectar la cláusula de un laudo arbitral, más allá del tiempo transcurrido, hace
ceder el supuesto carácter firme de éste o el diseño convencional que aquella cláusula
importe. Habrá que ver cómo opera esta hermenéutica en el marco de las relaciones
laborales que se desarrollen al amparo de la Ley 24185 de negociación colectiva para el
sector público, donde conviven subsistemas específicos de regulación.
5. Conclusión
La interpretación brindada por el Alto Tribunal en “Madorrán” y “Ruíz” sobre los alcances
de la garantía constitucional de la estabilidad del empleado público resulta auspiciosa, en
particular porque se ha privilegiado la esencia de un derecho que, con base en reformas
estatales, racionalizaciones y ajustes diversos, había quedado reducido al reconocimiento
indemnizatorio en algunos casos y, en otros, al mantenimiento de una notoria desigualdad
entre agentes de la Administración que se vinculan con ésta mediante una situación de
revista similar.
Sin perjuicio de ello, la complejidad del entramado que posee el sistema de relaciones
laborales en el Estado nos permite arriesgar que esta no será la última oportunidad en que
la Corte se exprese respecto de la citada garantía constitucional, teniendo en cuenta tanto
las diferentes formas en que se configuran la vinculaciones de los agentes públicos, su
desarrollo a través del tiempo, la conducta desplegada por las partes y las normas de
aplicación que se encuentran en juego.
1-
2-
3-
4-
Julio César Simon, “La incorporación del derecho internacional al derecho interno, la
jerarquía de las fuentes y el derecho del trabajo”, La Ley 2006-D, 1005.
5-
María Angélica Gelli, “Constitución de la Nación Argentina”, 3ª ed, L. L., Bs.As. 2006,
pág. 163.
6-
7-
Humberto Quiroga Lavié… ci.t, pág. 264. Al respecto se citan los casos “Enrique” (Fallos
261:336), “Tornese” y “Miranda Costa” (Fallos 272:99 y 120) y “Mustafá” (Fallos
274:28). En cuanto a la discrecionalidad administrativa se citan los Fallos 266:159 y
307:359; Gelli cita el caso “Castiñeira de Dios, Enrique c. INV
s/contenciosoadministrativo” del 1º de agosto de 1985 (ob.cit. pág. 164).
8-
9-
10 -
11 -
Por ejemplo el art. 38.3 de la ley 24.557 que establece la legislación laboral para el
personal de la S.R.T., el art. 64 que dispone la aplicación de la L.C.T. para el personal del
ENRE o el art. 60 que contiene similar disposición para el personal del ENARGAS, entre
otros.
12 -
Carlos Alberto Etala, “Derecho Colectivo del Trabajo”, 2ª ed. actualizada y ampliada, Ed.
Astrea, Bs. As., 2007, pág. 439.