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Literatura Medieval

Pablo Molina Toro

José Andrés Quintero Restrepo

06/11/2018

Sobre las generalidades de la literatura medieval

La literatura medieval ha manifestado, después de la aparición del renacimiento, un

disgusto que comparten las demás ramas de las humanidades contra las formas en que

evolucionaba el carácter de lectura. Encontramos en Foucault, por ejemplo, que la sustancia

de la palabra en la antigua Grecia pertenecía, principalmente, a un asunto de enseñanza por

parte del maestro hacia el aprendiz. A medida que el tiempo se va caracterizando por un

asunto de la cristiandad, observamos que la palabra se convierte en una confesión de la cual

el empoderado no es el pedagogo sino el pecador. A esta suerte de cambio, que es

importante definirla para aclarar lo que significó contextualmente la permutación de

lectura, tiene por objetivo demostrar que en medio del imperio carolingio y la sucesiva

formación de la escolástica, la literatura cambió por completo su dirección del significado

del verso a la denuncia alegórica. El que determinaba las esferas de la lectura (a diferencia

de la filosofía que aún seguía remarcada por las dos esferas que constituían el idealismo

platónico y la inmanencia aristotélica representadas por San Agustín, Tomás de Aquino,

Abelardo, Duns Scoto, etc.) era primariamente la arbitrariedad y la diversidad de lo que

eran capaces los literatos de la época.


No hay que perder de vista que la tradición de leer de forma compartida, es decir, hablando

para todos, fue sembrando una negatividad por los monjes benedictinos por la necesidad de

contemplación y silencio para la concentración y comunicación con la divinidad. Este

proceso de comunicación y de lectura seguiría, específicamente, por unas ordenes concretas

que no sostendrían con éxito, hasta la consolidación en la baja edad media, de una

aceptación mayor a estas nuevas formas que pueden nominarse como modelos de

conservación de una tradición. La mayoría de los que pertenecieron a la formación poética

de la usanza oral, tales como los trovadores y los juglares que servirían con mayor cercanía

a los reyes de la época como una forma de entretenimiento, tendrán mayor facilidad para

sostener una reputación mucho más favorable entre los pueblos que ningún otro. Esto

afectaría a la dinamicidad literaria que les permitía burlarse o difamar haciendo uso de un

lenguaje satírico expresado en cantos. La escritura después de tener su énfasis pedagógico

en la escolástica principalmente fue moldeándose a tal punto que el significado determinaba

el punto de inflexión entre las creencias. Por ejemplo con Dante las iconografías del

infierno se volverían populares, tanto que dejarían de pronunciarse concretamente desde la

literatura y entrarían a formar parte de las leyendas religiosas. Sin embargo, el

protestantismo entrará fuertemente a criticar las imágenes y lo que alguna vez determinó

los nueve círculos del infierno. Lutero se centrará en la palabra misma de la biblia y la

reforma le dará un nuevo horizonte a la fidelidad de la palabra y no a las teorías o cantos

que surgían como una presunción teológica de explicar el mundo por medio de la razón.

La palabra como se ha visto sufre una diversidad bastante amplia sobre su función

específica, no sólo se concentra ahora en el contar de las jergas, sino que tendrá una función

determinante dentro de la verdad. Pero como antítesis necesaria, la ficción que por aquellos
tiempos se identificaba con la burla y con la enemistad de los excesos eclesiásticos, logrará

con bastante acierto denigrar absolutamente a todos los que descentralizaban la perspectiva

teológica verdadera convirtiendo el significado de la religión en una palabra carente de

sustancia, llena de contradicciones y debates banales. Gargantúa y pantagruel de Rabelais

es un excelente ejemplo de la visión medieval sobre los comportamientos mundanos que no

tienen otro motivo espiritual que la superficialidad. Lo grotesco, lo corpóreo, la obesidad, el

descontrol y la embriaguez colocan el tinte simbólico dentro de la inconformidad con la

iglesia desde una perspectiva exagerada que prioriza lo carnal y prescinde de todo

significado de interioridad. El humor juega una acción muy importante dentro de la obra, ya

que los motivos por los cuales se discutían ciertas terminologías dentro de la escolástica

suponían un interés que prohibía burlarse de todo lo dialogado. La religión como institución

eclesiástica, la política como un estado monárquico o la economía del feudo

(principalmente dentro de la importancia del trabajo estudiado por Max Weber dentro del

protestantismo) con las nociones de predestinación y las riquezas, establecen una sociedad

económica donde el principio de toda miseria humana es la superficialidad del ser y la

desigualdad entre los patrimonios, una función que da origen a la percepción primaria de un

estado que hace surgir al capitalismo.

Esta frivolidad de la época que comienza a denunciarse como se había dicho con

anterioridad de forma que, la integridad o no corriera peligro o sus palabras no fuesen

entendidas por sus semejantes, adquiere por la alegoría ese medio donde el papel del

significado juega más parte que del significante, es decir, lo que representa la palabra logra

una función más abundante que el sentido por el cual se entiende comúnmente. Dante en

La divina comedia logra de forma espectacular la caracterización simbólica de la época.


Sus figuras en un recurso del lenguaje trascienden la imaginación, siendo capaz por medio

del infierno, el purgatorio y el paraíso de crear una ciudad feudal en el macrocosmos. Los

que padecen el infierno son personas que no son ficticias, y que tienen por común el

comportamiento que va en contra de los mandamientos, concretamente de lo que profesan.

Su sentido se integra a todos los aspectos políticos de la medievalidad más que a los

religiosos, aunque de nuevo la iconografía jugará un papel determinante en las creencias

después de Dante, igual como lo harán desde un sentido más semántico los cantos goliardos

descubiertos en el siglo XIX. Lo pagano, la distorsión de las imágenes bíblicas, la reforma

poética donde el autor encabeza un lugar más importante dentro de la obra. En las

funciones dedicadas al público como la música, la danza, los juegos y las farsas estarán

encargados la producción de los estudiantes pobres que tenían como único fin pasar de

pueblo en pueblo intentando adquirir ingresos mediante otras representaciones. El problema

principal que corrían a su vez los hijos que pertenecían a la nobleza, se caracterizaba y se

intensificaba por la descripción de los jóvenes en la literatura medieval. Ruidosos,

estrambóticos, inquietos y bromistas, es la forma como se ganan la descripción las

juventudes por parte de los adultos más conservadores, sin embargo y aún más importante

era la cualidad de satíricos que era propio de un individuo inconforme. Junto a ellos

Boccaccio, Petrarca, Geoffrey Chaucer y Ockham tendrán en sus diferentes áreas los

mismos motivos para enaltecer al ser humano y denunciar los pecados eclesiásticos en

contra de la misma palabra divina.

La generalidad con lo que se ha escrito todo lo anterior tiene un vértice que no se puede

evitar por su magnitud, y es que debemos también enfatizar en que sólo la minoría hasta

pasado el siglo XVII lograría comprender el cambio que no fue en absoluto tajante entre la
distinción y preferencia entre lo teocéntrico y antropocéntrico. Otras formas de literatura

como Hildegarda se concentran en la descripción un poco más esotérica con la alquimia, la

medicina y en general todo lo que hace parte común con la astrología. Tenía una

preferencia también a los estudios teológicos de la época aunque su vida fue

sustancialmente más práctica dentro de los monasterios como el de San Ruperto. Su

manifestación de lo cognoscible trascendía incluso el plano terrenal, encontrando

significados valiosos dentro del mundo onírico. Además de conceptos que eran propio de

investigaciones sobre el Genesis y el evangelio de Juan como explicación cultural de lo que

se entendía en su época como creación, el amor, la amistad, la inteligencia o la

conformación filial entre lo celeste y lo mundano como elemento de la trinidad.

En conclusión, como un proceso que iba a continuar en una extensión de tiempo aún mayor

siendo una de las épocas más largas la medieval, el renacimiento ofrecerá una mayor

diversificación de los elementos literarios con la conformación del clasicismo y su

preocupación frente a las artes como la escultura, la pintura y la escritura y su enfoque

redirigido de nuevo a las investigaciones científicas que en su momento fueron censuradas

por la inquisición. Pero es de cuidado no confundir por completo la medievalidad

afirmando nociones tan carentes de razón, como son las reiteradas aseveraciones en nuestro

siglo de la época oscura, luego de descubrir que el folclor en los países europeos y asiáticos

tendrían muchas bases que van a constituir la estructura de muchas nociones que

conocemos hoy, como la universidad, los debates, las interpretaciones bíblicas del

catolicismo, las imágenes religiosas y ni hablar de los movimientos que se originarán como

la antítesis de todos los pensamientos antiguos y que traerán a su vez muchos avances en

materia política y en materia social, véase desde Feuerbach, Nietzsche, los existencialistas
franceses, Marx, Foucault, Vattimo y la generalidad del postmodernismo y su desconfianza

en las bases de la razón contemporánea, constituidas por este largo proceso de la

medievalidad hasta la modernidad.

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