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Oncenio de Augusto Leguía

Es interesante cómo un personaje fundamental de nuestra historia como lo fue


Augusto B. Leguía no mereció más el bautizo de avenidas, plazas, hospitales,
monumentos. Su figura se pierde en un silencio de letras e imágenes que no hacen sino
preguntarme qué fue lo que pasó y cómo para que su sepultura fuera tan profunda. El
futuro de Alberto Fujimori, protagonista, también, de una década en Palacio; me lleva
a vincular sus caídas y muertes, presos, luego enfermos, despojados del poder que por
tanto tiempo y sin tregua manejaron, algunos dirán que para bien, otros para mal.

Augusto Leguía gobernó el Perú, más que cualquier otro mandatario republicano.

El primer gobierno de Leguía, entre 1908 y 1912. El dólar creció 3.6% por año en ese
período. Pero el segundo gobierno de Leguía, entre 1919 y 1930, fue uno de
extraordinarios aciertos en el campo económico. En efecto, el oncenio fue una etapa
de rápido progreso y desarrollo. Según datos del BCR, la economía creció a una tasa
promedio anual de 6.5% entre 1922 y 1929. El ingreso per cápita y la productividad
del capital y del trabajo se expandieron 5% y 4% por año en el mismo período.

El veloz avance de la economía con Leguía es especialmente meritorio, pues ocurrió en


un entorno internacional poco favorable. En 1919, el país enfrentó la caída en los
precios de nuestras exportaciones como consecuencia del final de la primera guerra
mundial. Y en octubre de 1929, la estrepitosa caída de la bolsa de Nueva York
arrastró al mundo a la recesión. El PBI peruano se contrajo más de 10% en 1930. A
pesar de todo, Leguía dejó al Perú en 1930 con un PBI más de 50% superior al que
tenía en 1919. Además, el Perú creció 1% más que el resto de América Latina durante
el oncenio.

La obra pública de Leguía es monumental. Transformó Lima de una aldea decimonónica


a una urbe moderna. En el oncenio se construyeron las avenidas Arequipa, Nicolás de
Piérola, Argentina y Venezuela, el Palacio de Justicia y el Hotel Bolívar, y se
pavimentó gran parte de las vías de la ciudad. Se expandió la provisión de agua y
desagüe en Lima y en el interior, y se iniciaron numerosas obras de irrigación. Leguía
se esforzó por conectar e integrar al país construyendo más de 18 mil kilómetros de
carreteras, aunque a costa de empréstitos que comprometieron la hacienda pública.

Leguía cerró la frontera con Chile en 1929, cuando Tacna se reincorporó al seno de la
patria. También cerró la frontera con Colombia a través de un controvertido tratado
limítrofe.

Leguía fue un dictador que cambió la Constitución a su antojo para reelegirse dos
veces. El colapso de la economía mundial llevó a su caída en 1930. El ensañamiento
contra Leguía fue infame: se saqueó su residencia, se le encerró en una celda diminuta
y no se le brindó tratamiento adecuado para el cáncer que lo aquejaba.
Pero la mezquindad y el odio no sobreviven el paso del tiempo. Augusto Bernardino
Leguía es el fundador del Perú moderno.

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