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El desplazamiento del civilismo en nuestro Perú marcaría el inicio de una nueva etapa
a la cual se le denominaría “el Oncenio de Leguía”, esta nueva época estuvo sumergida
en un sin fin de mentiras de campaña, como es de costumbre en la política peruana.
Augusto B. Leguía pintaba una “Nueva Patria”, en la que con el trascurrir de su
gobierno se fue degradando poco a poco, debido a que se promovían leyes a favor del
pueblo que como trasfondo tenía el someter de la población bajo el poder del
ejecutivo. En este sentido, se puede decir que la verdadera intención de este gobierno
fue proclamar la autoridad del presidente en el país. Toda acción legal debía pasar
obligatoriamente por él para su aprobación y en muchos casos solo quedaba en un
papel escrito sin valides, ya que para Leguía era necesario tener todo bajo control.
Asimismo, es evidente que Augusto B. Leguía tenía una gran tendencia a poseer el
poder y manejarlo como él creía conveniente, controlando la prensa, la opinión
pública, la iglesia e incluso las fuerzas armadas.
Ahora bien, el autoritarismo en general tiene tantos pros como contras y es aplaudido
por algunos, como detestados por otros. Aquellos que aprobaban el ingenio del
dictador Leguía eran mayormente la clase media, ya que era un nuevo sector de la
población que empezaba a surgir. A pesar de ello, la clase oligárquica no deseaba
ceder al poder, por lo que ante cualquier revelación se promulgo la “Ley de
aguas”, al ser el poder de este recurso indispensable para la subsistencia de las
personas y demás actividades, de esta manera tuvo controlados a sus adversarios.
En relación con la clase media esta se vio favorecida puesto que, durante la gestión de
Leguía, muchas familias de este fragmento accedieron a la administración pública
alcanzando su estabilización económica. Los que pertenecieron a la clase media, eran
los profesionales, escritores, periodistas, pequeños emprendedores, entre otros. Estos
se llegan a consolidar en las ciudades, especialmente en las de la costa, que son las que
ofrecieron mayores perspectivas de desarrollo, tanto económico como social y
cultural. La clase media llegó a convertirse en una clase pensante y dominante, ya que
cada vez los jóvenes tenían mayores posibilidades de acceder a una educación
universitaria, fue así como se convirtieron en un grupo muy crítico y no fue, en su
mayoría, extremista de derecha ni de izquierda.