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La Descarada y el Dominante

Shayla Black
Jenna Jacob
Isabella La Pearl

The Doms Of Her Life - 3

La Descarada
y el Dominante
(The Bold and the Dominant)

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La Descarada y el Dominante

Staff
Traducción

Corrección

Diseño

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La Descarada y el Dominante

Argumento

Después de pasar semanas tratando de llegar a Raine Kendall, Los


Dominantes Liam O'Neill y Macen Hammerman finalmente han roto más allá
de las paredes del corazón herido de su sumisa. Antes de que puedan
disfrutar de su cercanía recién descubierta, el pasado de Liam vuelve para
atormentarlo cuando su ex esposa se deja caer por allí con un secreto que
podría destruir su mundo.

Obligado a dejar Raine bajo el cuidado de Hammer, Liam se ha quedado


atascado en el exterior, hirviendo con frustración e inseguridad... y
preguntándose si Raine ya no le necesita o si Hammer la completa por sí solo.

Siempre pilar de fortaleza, Hammer intenta ayudar a Liam mientras


continua con la protección de su mujer. Pero Raine pronto descubre la verdad
que amenaza la oportunidad del trío de un 'felices-para-siempre'. Decidida a
mantenerlos juntos, los dos hombres cocinan un esquema para descubrir el
secreto de la ex.

Cuando una antigua némesis regresa y centra su objetivo en Raine,


¿pueden Liam y Hammer unirse para matar el peligro y salvar a la mujer que
tanto aman?

Portada original

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La Descarada y el Dominante

Capítulo Uno

5 de Diciembre, cuatro de la mañana… Cabaña de Liam.

—Hammer, despierta. —Una voz familiar le susurró al oído—. Tenemos


un problema.
Macen ―Hammer‖ Hammerman se sentó inmediatamente, disipando la
niebla del sueño. Liam O‘Neill estaba de pie sobre él, inclinado sobre la cama.
¿Por qué diablos su mejor amigo lo despertaba en medio de la noche? Con
la frente fruncida, Hammer se apoyó en un codo.
—¿Qué?
La mirada de Liam se posó sobre Raine Kendall en la cama arrugada que
los tres habían compartido la noche anterior. Hammer miró a la mujer que
ambos amaban. Por el cerebro de Hammer desfilaron las imágenes de ella
gimiendo, derritiéndose y retorciéndose entre ellos dos.
Afortunadamente, ella aún estaba dormida, sus oscuras pestañas flotaban
sobre sus mejillas sonrosadas. Pero el rostro de Liam estaba apartado, la
expresión tensa del hombre lo hizo realizar una pausa.
—Dime.
—Ella está agotada. No la despertemos. —Él señaló con la cabeza la puerta
abierta—. Baño.
Hammer frunció el ceño. ¿Había pasado algo luego de quedarse dormido?
¿Liam y Raine habían peleado? No, no hubiera permanecido dormido ante
algo así. Ella jamás se contenía cuando estaba molesta o terriblemente
excitada. ¿Y si Liam había reconsiderado su arreglo y ya no quería
compartirla? La idea golpeó con furia a Macen. Luego de años de negarse sus
caricias, no podía esperar a tenerla de nuevo.
Si su amigo irlandés pensaba que ella aún le pertenecía exclusivamente a
él solo porque alguna vez tuvo su collar, había perdido la puta cabeza.
Hammer había rescatado a la asustada niña fugitiva de un callejón y la había
cuidado por seis años. Eso malditamente bien valía algo.

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La Descarada y el Dominante

Además, Raine los necesitaba a ambos. Ella solo acababa de bajar esos
altos muros alrededor de su corazón en los últimos dos días, cuando
finalmente habían comenzado a trabajar juntos. Compartirla podría ser un
nuevo acuerdo, pero él y Liam ya habían recorrido ese camino juntos, aunque
no con ella… y sin éxito.
Aún así, Raine los hacía mejores hombres… y compañeros. Hammer sabía
que Liam había sentido la misma perfección cuando la abrazaron. ¿En serio
querría él arruinar esto?
Antes que Hammer pudiera decir algo, Liam tomó sus pantalones, se los
colocó y entró en el baño. Hammer besó la frente de Raine
—No dejaré que nada ni nadie se interponga entre nosotros, preciosa. Lo
prometo.
Sintiendo una punzada de dolor en la mandíbula donde Liam lo había
golpeado la noche anterior, Hammer se puso de pie y la movió de lado a lado.
Su pelea fue inevitable. Los celos y el resentimiento estaban acumulados por el
último mes, desde que Liam se había interesado en Raine. Ojala, la pelea haya
finalmente aclarado el ambiente entre los dos.
Suspirando, Hammer se colocó su pantalón y se reunió con Liam,
cerrando la puerta detrás de ellos. A la luz, Macen notó que la nariz de su
amigo estaba levemente hinchada, pero ninguno de los dos se veía peor.
—Te escucho. ¿Qué problema hay?
Liam suspiró.
—Gwyneth me acaba de llamar.
¿Qué quería la ex de Liam? La belleza británica lucía como el sueño
húmedo de cualquier hombre, pero bajo ese hermoso exterior, ella era la peor
pesadilla de alguien.
—¿Sigues en contacto con esa perra?
—Diablos, no. —Liam se echó hacia atrás—. Sabes que cambié mi número
luego del divorcio. Lo hice para que no pudiera llamarme.
—¿Entonces cómo te encontró?
—No tengo una maldita idea. —Pero no se veía emocionado.
—Así que… te llamó. ¿Por qué es eso un problema?
Liam vaciló.
—Está en Shadows.
—¿QUÉ?
Esa declaración eliminó cualquier vestigio de sueño. Se frotó el cabello
desordenado.

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La Descarada y el Dominante

—Pensé que Gwyneth vivía en Londres. ¿Por qué arrastró su culo de zorra
al otro lado del charco para aparcarlo en mi club?
—Dice que necesita verme. —Rodó los ojos.
Si su ex esposa simplemente quería remover mierdas… o incluso pedir
más dinero… no hubiera volado ocho mil kilómetros para hacerlo. Un
presentimiento golpeó las entrañas de Hammer.
—¿Tienes alguna idea de la razón?
—Dice que es de vida o muerte. —Liam lo miró secamente—. Ella
realmente estaba llorando.
Si Gwyneth hablaba de su muerte, sería una enorme tragedia.
Hammer cruzó los brazos sobre el pecho.
—¿Y eso en qué es de tu incumbencia?
—No me explicó, solo dijo que necesitaba verme de inmediato.
En otras palabras, Gwyneth estaba armando más drama. Hammer resopló.
—En serio no estás pensando en verla.
—Preferiría no hacerlo, pero dudo que se vaya por sus propios medios, y
no puedo pensar que te guste que se quede en tu club.
—Ni durante cinco minutos. Llamaré a Pike y le diré que la saque.
Liam apretó los dientes.
—Bien por mí. Es la última persona que Raine necesita conocer.
—Absolutamente.
Gwyneth tenía una lengua afilada como un cuchillo. De ninguna manera
él permitiría que Gwyneth destrozara a Raine.
Hammer buscó en su bolsillo y sacó su móvil para llamar al monitor de
calabozo que había dejado a cargo. Él esperaba que esto arreglara su
problema, pero conocía a Gwyneth. No estaría ahí si ella no pretendiera
revolver el caldero de la mierda. Y nadie tenía una cuchara más grande.
Gwyneth lo despreciaba, así que si había venido a su club y estaba
dispuesta a lidiar con él con tal de ver a Liam, quería algo con mucha
desesperación.
—Si quiere dinero, tiene muchas agallas para venir a pedírtelo. Te engañó
y aún le diste una cantidad generosa. —Hammer miró su teléfono. Dieciséis
llamadas perdidas y tres mensajes de texto.
—Mierda.
Liam se inclinó para ver la pantalla.
—Maldito infierno. Aquí vamos.

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La Descarada y el Dominante

Pike: Llámame LMPP (Lo Más Pronto Posible.)


Pike: La esposa de Liam está aquí. ¡Auxilio!
Pike: ¡Qué puta! PPG

—¿PPG? —Liam preguntó.


—Puto Problema Grande. —Él explicó—. Obviamente, no la ha sacado
porque piensa que ella es aún tu esposa. Lo voy a aclarar.
Pike contestó al primer timbre.
—Gracias a Dios eres tú, Hammer. ¿Qué debo hacer con esta… mujer?
—Acompáñala a la puerta. Gwyneth es la ex esposa de Liam. Ella no tiene
que hacer en mi club.
—He intentado hacerla irse, pero no cede.
—Llama a la policía. Es invasión.
El monitor de calabozo vaciló.
—Si hago eso, ¿qué hago con el bebé?
Hammer se congeló.
—¿El qué?
Él no pudo haber escuchado eso.
—¿Qué pasa? —Liam frunció el ceño.
Él puso una mano frente al rostro de su amigo y se concentró en Pike.
—Dilo de nuevo.
—Un bebé. Ella tiene un puto bebé. Supuse que es de Liam, así que los
ubiqué en tu oficina.
Oh, santa mierda.
No. Eso era imposible… ¿Cierto?
Hammer miró a su amigo, con la cabeza girándole como un ciclón. ¿Liam
era padre? Eso sería nuevo para todos… especialmente para el mismo Liam.
—Ya te llamo —Hammer ladró y colgó. Luego se giró hacia Liam y señaló
el retrete—. Tal vez deberías sentarte.
Liam frunció el ceño.
—¿Por qué? ¿Qué pasa?
Hammer esperaba haber solo sacado sus conclusiones. Pike solo había
supuesto. Liam y Gwyneth se habían separado hace más de dos años, así que
no debería ser remotamente posible. En teoría.
Él miró a Liam pesadamente. No había manera delicada de preguntar
esto.
—¿Cuándo fue la última vez que follaste a tu ex mujer?

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La Descarada y el Dominante

Él miró a Hammer con la boca abierta como si hubiera perdido la cabeza.


—¿Por qué diablos me preguntas eso?
—Porque Gwyneth llegó a Shadows con un bebé. Por favor dime que no hay
manera que sea tuyo.
Liam hizo una pausa larga, y se puso blanco como un fantasma y se
tambaleó hacia atrás, deslizándose sobre el retrete como si el aire hubiera
abandonado su cuerpo.
—Oh, joder.
Hammer rechinó los dientes.
—Tal parece que ella ya lo hizo.

Si este niño era de él, Hammer tenía razón, Gwyneth lo había jodido y
bien. Liam se frotó el rostro, sus pensamientos giraban.
¿Un bebé?
—La última vez que la vi fue en una gala de beneficencia una semana
después de que se finiquitara nuestro divorcio. Porque ayudé a un hospital
infantil local con una recaudación de fondos, recibí un premio de la
comunidad. Gwyneth entró y no pude irme. Así que me emborraché. Lo
siguiente que supe es que era de mañana. Estaba desnudo en su habitación de
hotel, y hablaba de cómo habíamos tenido la follada del siglo.
Hammer se estremeció.
—¿La tuvisteis?
—No. —Él hizo una pausa intentando mantenerse calmado y lógico—. Al
menos no lo creo.
—¿Tú no crees? O se la metiste o no.
—Estaba borracho, maldición. No lo recuerdo.
—¿Pero no lo sabes con seguridad? —Cuando él negó con la cabeza,
Hammer se vio como si quisiera golpear algo—. Joder. Joder. Joder. Joder.

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Liam comenzó a sudar frio.


—¿Exactamente hace cuánto fue esa gala?
Él deseaba poder olvidarlo.
—En octubre se cumplió un año.
Mentalmente, Liam contó los meses y vio a Hammer hacer lo mismo con
los dedos.
—O sea que este bebé debería tener que… ¿Cinco o seis meses? —
Hammer negó con la cabeza—. Espera. Tu ex no es la clase de mujer que
soporta nueve meses de embarazo y un minuto de maternidad soltera en
silencio.
—Tienes razón —Liam concordó, agradecido por el sentido común de
Hammer.
—Si este bebé es tuyo, ¿por qué esperó hasta ahora para decir algo?
—Buena pregunta. ¿Pike de casualidad mencionó cuánto tiene el bebé?
—Estaba en shock para preguntarle.
Liam negó con la cabeza.
—No creeré que el niño es mío hasta que Gwyneth lo pruebe porque es
demasiado manipuladora para no haber venido hasta aquí con algún plan
entre manos. Ella habrá estado muy ceñida a un calendario, como una maldita
araña decidida a atraparme en su red. —Él tragó el nudo de incomodidad
alojada en su garganta—. Cristo, necesito un trago.
—Suena como que también necesitas una prueba de paternidad y un
abogado malditamente bueno. Pero sabes… tal vez ella no está aquí para
afirmar que el niño es tuyo. Tal vez está aquí por algo más.
Hammer no sonaba convencido. Si el niño era suyo, sería un padre bueno
y amoroso. A pesar de sus diferencias con la madre, el bebé no sufriría. Pero si
era otra de las manipulaciones de Gwyneth, ella no sobreviviría a su ira.
Hammer lo palmeó en la espalda.
—Bajemos antes que Raine se despierte y nos escuche. Hablemos en la
cocina y consigamos un trago para ti.
Con un asentimiento, Liam se colocó de pie y salió del baño, deteniéndose
para mirar a Raine. Ella se veía hermosa dormida. En paz. Ella había tenido
tan poquito de eso en su vida, que se negó a permitir que Gwyneth lo
destruyera.
Anoche, él y Hammer habían tenido a Raine entre ellos por primera vez.
Él jamás sintió tanto placer como el que tuvo compartiendo a la mujer que
amaba con su mejor amigo. Finalmente, ellos habían logrado abrir su corazón,
y ella se abrió a ellos apasionadamente. Esos celos agobiantes lo habían

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llenado de nuevo después, pero los pudo aplacar. Él y Macen se equilibraban


uno al otro para ser exactamente lo que ella necesitaba.
Si solo pudieran hundirse en el suave cuerpo de Raine de nuevo, amarla y
protegerla, él trabajaría para solucionar este problema. Pero la aparición
repentina de su ex esposa… solo horas luego de que se comprometieran con
Raine… puso todo eso en espera.
Un momento malditamente terrible….- pensó.
Liam quiso gritar ante tal injusticia.
—Vamos, hombre. —Hammer lo urgió.
Con un reticente asentimiento, Liam se dio la vuelta y lo siguió hacia la
planta baja. Una vez llegaron a la cocina, se sentó en la mesa, intentando
forzar una calma que no sentía.
Hammer buscó entre el gabinete del licor en la sala, y levantó una botella.
—¿Whiskey?
Le encantaría beber hasta olvidar, pero, ¿no fue eso lo que lo metió en
problemas para empezar?
—Mejor no. Necesito mantener la cabeza fría.
—Especialmente si vas a lidiar con esa víbora.
Hammer dejó la botella y volvió a la cocina.
—De acuerdo —la rabia y el pánico amenazaban con apoderarse de él,
pero no podía sucumbir—. Bajaré de la montaña y manejaré este desastre que
Gwyneth está intentando echarme encima. Estaré de vuelta al anochecer.
—¿Estás loco? Si te vas para ver a tu ex, Raine estará devastada.
—¿Por qué? —Liam contestó—. Ella sabe que Gwyneth me engañó y que
no la amo.
—En su cabeza, sí. ¿Pero en su corazón? —Hammer negó con la cabeza.
—Si ese bebé es mío, fue concebido mucho antes de conocer a Raine. No es
como si me fuera a alejar.
—El bebé no la va a alterar. El que te vayas a ver a Gwyneth sí. Recuerda,
le quitaste el collar hace cinco días. Lo hiciste por las razones correctas, pero la
lastimó. Si Raine se despierta y no te encuentra, ¿qué crees que va a pensar?
Liam gruñó.
—Que la quiero dejar de nuevo, esta vez por mi ex y nuestra
confeccionada familia.
—Síp, y todos sus problemas de abandono volverán a la superficie.
Además, preferiría no dejarte lidiar con esa perra solo. Puede que haya
mantenido la distancia los últimos años, pero estamos en esto juntos. No te
voy a fallar de nuevo.

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La Descarada y el Dominante

Liam dio un pequeño suspiro de alivio al ver que Macen lo apoyaba otra
vez.
—Eso significa mucho para mí, pero no necesito que sostengas mi mano.
Gwyneth es mi ex esposa. Mi desastre. Lo voy a limpiar. No quiero que esto os
toque a ti o a Raine.
—Debe haber otra solución además de irte. Luego de abrirla física y
emocionalmente anoche, ella estará vulnerable durante días. A pesar de los
progresos que hicimos anoche, unas horas de dicha no son suficientes para
que ella cambie su modo de pensar. Ella se cerrará. Dios sabe lo difícil que será
abrirla de nuevo.
Maldito infierno, Hammer tenía razón.
Él se pellizcó el puente de la nariz para reprimir el dolor que se
desarrollaba detrás de sus ojos.
—Necesito averiguar si es mi hijo.
Macen frunció el ceño, con expresión implacable.
—Déjame ir al club. Lidiaré con Gwyneth y te tendré una respuesta.
—No creo que eso sea mejor. Si te vas ahora, ¿qué pensará Raine de eso?
Hammer hizo una pausa y maldijo.
—Que la conquista terminó y que seguí adelante para buscar a otra.
Maldita sea.
—Precisamente. Es por eso que quiero sentarme con ella y explicarle. Le
aseguraré que tengo toda la intención de volver esta noche.
—¿Explicarle qué? No tenemos ningún hecho comprobado además de que
tu ex esposa está en la ciudad, trajo un bebé y quiere verte.
Liam se pasó una mano por la dolorida frente.
—Tenemos que decirle algo a Raine. Será un problema ocultárselo. Luego
de dos días de reafirmarle la importancia de la honestidad y comunicación, le
prometimos lo mismo. Seguramente no has olvidado cómo nos agarró de las
pelotas porque no estábamos haciendo justamente eso.
—¿Cómo olvidarlo? —Él resopló—. No quiero ser deshonesto, pero es
nuestro deber como sus dominantes protegerla. La repentina aparición de
Gwyneth sacará las peores inseguridades de Raine.
—Tienes razón. Quiero darle más crédito y a nosotros también. Pero luego
de solo una noche juntos… la mayor parte teniendo sexo o durmiendo… no
hemos establecido una base solida de confianza.
—Exacto. Y seré honesto. Si Gwyneth se entera de Raine, me preocupa que
tu ex le haga algo malo. Sabemos que es capaz.
Lo fue una vez…

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La Descarada y el Dominante

—Si Gwyneth volvió a destrozarme la vida, quisiera que hubiera sido hace
un mes. Diablos, incluso hace una semana. Para entonces, nuestra relación con
Raine sería más fuerte. Pero Gwyneth encendió la mecha de esta bomba.
—No me gusta.
—Estoy decidido a mantener a Raine a salvo, igual que tú, pero el suicidio
de Juliet te sacudió. Eso te hace algo sobreprotector a veces.
—No me psicoanalices —Macen farfulló—. Solías ser más fácil de llevar.
Cuando compartimos en el pasado, me dejaste tomar mis decisiones.
Por ocho años, Hammer había cargado solo el lastre de fallarle a Juliet.
Ahora que Liam conocía las circunstancias, se dio cuenta que él también le
había fallado a la mujer.
—Era poco más que un niño entonces, y te dejé decidir con Juliet porque
ella era tu esposa.
Y Liam no la amaba de la manera en que amaba a Raine.
—Pero su muerte me enseñó que si ambos estamos involucrados, ambos
debemos ser responsables.
Hammer asintió.
—Tienes razón. Y esa es la lección más difícil de aprender, joder.
Liam se puso de pie y extendió la mano.
—Lo sé. Casi perdí a mi mejor amigo por eso.
Hammer lo atrajo hacia sí para chocar los hombros y darle un abrazo
masculino.
—Como si pudieras deshacerte de mi tan fácilmente.

Con una pequeña sonrisa, se sentó en su silla.


—¿Cómo preparamos a Raine para que no quede tan tomada por
sorpresa?
—No puedo creer que vosotros dos ya hayáis terminado con esa linda
niña. —Seth Cooper bajó por las escaleras y entró en la cocina—. Maricas. Yo
tengo más poder de duración que vosotros dos juntos.
—Ambos parece como que dejaron a Raine sola para comenzar entre ellos
—Beck, también conocido como el Dr. Kenneth Beckman, dijo sonriendo,
caminando detrás de Seth, sorprendentemente bañado y vestido.
—Vete a la mierda, imbécil —Liam gruñó y se sentó una vez más—.
Vuelve a la cama.
—Pero antes, haz algo de café —Macen se quejó.
Negando con la cabeza, Beck cruzó la estancia y comenzó a calentar una
jarra de cafeína líquida.

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—Aún no han aprendido cómo trabajar con maquinaria tan compleja, ¿no?
Hammer miró agradecido la cafetería.
—Estamos algo preocupados en el momento, intentando arreglar un
desastre.
—¿En qué se metieron esta vez? —Beck preguntó.
—¿Raine hizo sus maletas y los dejó otra vez? —Seth los miró como si
fueran idiotas.
—No —Liam contestó—. Ella está arriba durmiendo. Mi ex esposa es el
problema.
—Noticia de última hora: ella siempre ha sido un problema.
Hammer concordó, y le contó a los hombres sobre la visita inesperada de
Gwyneth y el extra bollito de felicidad que trajo con ella.
—¡Santa mierda! ¿Es tuyo? ¿Tuviste sexo de ex con Gwyneth?
Seth parecía como si fuera a vomitar ante la idea.
—No lo sé. —Liam sonó tan miserable como se sentía.
—O tal vez te tiraste a tu ex porque tu mano tenía una cita con otra polla.
—Beck se rio.
Liam le mostró el dedo medio.
—¿Al menos está buena? —Beck elevó las cejas.
Hammer rodó los ojos.
—Oh, está, buena, sí. Un buen desastre de desecho tóxico.
—Me puedo tirar algo toxico. —Beck se encogió de hombros—. ¿Le gusta
el dolor?
Liam negó con la cabeza
—Es mucho mejor infringiéndolo que recibiéndolo.
Seth solo se rió.
—Siempre es una maldita novela con vosotros dos.
—Lárgate si no vas a ayudar —Hammer gruñó.
—¡Escuchad! Dejé mi vida en Nueva York y enfrenté la falla de San
Andreas para ayudar. —Seth se defendió con una mueca, y se giró
preocupado a Liam—. ¿Te acuerdas de algo?
—Sí. Despertar junto a Gwyneth horrorizado. Salté de la cama, fui al baño,
y me largué de allí.
—Mierda. —Seth parecía asombrado—. ¿Cuánto tiene el niño?
—Necesitamos averiguarlo.
Hammer hizo una mueca y sacó su móvil del bolsillo. Marcó el número de
Pike, y activó el altavoz.
—Fue algo más largo que ―ya te llamo‖. Solo digo. —Pike gruñó.

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La Descarada y el Dominante

—¿Qué pasa allá?


—Nada. La madre y el bebé están en tu oficina —Pike contestó.
—¿Quién más aparte de ti los vio? —Liam preguntó ansioso.
—Nadie. Ya que un niño en un club de BDSM es malo para el negocio, los
puse fuera de la vista de todos rápidamente. Casi todos se habían ido para
entonces, de todos modos.
Liam dejó escapar un suspiro de alivio. Entre menos supieran de
Gwyneth, había menos oportunidad de que los chismes le llegaran a Raine
antes de que pudiera contarle él mismo.
—Bien —Hammer respondió—. Pero no la quiero en mi oficina. Cuando
colguemos, llévalos a una de las habitaciones que acabamos de remodelar.
Entre más atrás esté, mejor.
—Vale.
—Gracias. Ahora, ¿cuánto tiempo tiene este bebé? —Hammer exigió.
—Um… —Pike guardó silencio—. No lo sé.
—Trata de adivinar.
—Es pequeño.
—¿Qué tan pequeño? —Hammer exhaló fuertemente.
—Tiene tamaño de bebé. Es… no sé, tiene ropa pequeña y esa mierda.
—Todos los bebés tienen ropa pequeña. —Hammer rechinó los dientes—.
¿Es niño o niña?
—No me ofrecí a cambiarle el pañal, pero supongo que es un niño porque
ella lo llama Kyle y jura que se parece a su papá.
El corazón de Liam se paralizó.
—¿Se parece a mí? Joder.
—¿Cómo voy a saberlo? Todos los bebés se parecen… monstruos que
babean, chillan, apestan —Pike gruñó.
Hammer calló su teléfono.
—¿Por qué el Amo Donald y su esposa, Vivian, tenían que estar fuera de
la ciudad ahora?
Buena pregunta. No iban a llegar a ningún lado con Pike.
—¿Cuando vuelven ellos?
—Hoy en la noche, pero necesitamos actuar antes.
—Hammer —Pike gritó—. ¡Hammer!
Él activó de nuevo el altavoz.
—¿Qué?
—¿Cuándo vas a volver a encargarte de esto? No me pagan por
arriesgarme aquí, y tengo que decirte, O‘Neill, tu esposa es…

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La Descarada y el Dominante

—Ex esposa —Liam ladró.


—Estamos en ello —Hammer insistió—. Pero necesitamos cuánto tiempo
tiene el niño. Solo dame un estimado, Pike. ¿Un año? ¿Un mes?
—No tengo una maldita idea. —Él chilló—. Es pequeño y grita. Intento
ayudar, pero… mierda.
—Dios, los dos sois unos locos —Beck intervino, ahora serio—. Pike, ¿el
niño puede caminar?
—No sé. Ella lo carga mucho, pero ahora está sentado en una pequeña
jaulita, babeando.
—Se llama corral —Beck resopló—. Dime cómo lo sostiene la madre. ¿Es
en los brazos, o en la cadera?
—La mayor parte es en la cadera, pero cuando lo alimenta, lo acuna.
—¿Pecho o biberón?
—Biberón, maldita sea —Pike se quejó—. Pero me gustaría haberle podido
ver las tetas. Mujer bella. Buen escote.
Hammer rodó los ojos. Liam golpeó su cabeza sobre la mesa, deseando
poder tener una respuesta. O desaparecerla del todo.
—¿Él toma el biberón al comer? —Beck continuó.
—Sí —Pike contestó.
Liam estaba malditamente feliz de que Beck supiera qué preguntas hacer.
Él no tenía idea.
Beck asintió.
—Está bien. ¿Tiene dientes?
—Vi dos abajo cuando gritó hace rato. Ese niño tiene pulmones
saludables.
—Espera, Pike —Hammer miró expectante a Beck—. ¿Qué piensas?
El doctor se encogió de hombros.
—Basado en lo que he escuchado, yo diría que tiene entre cinco y siete
meses.
Eso cuadraba perfectamente en las cuentas de Gwyneth. El horror se
hundió en el vientre de Liam como una roca.
—Joder —Hammer susurró.
—Dios. ¿En realidad la preñé esa noche? —Liam gruñó, palmeándose el
rostro.
—Creo que ahora tenemos una mejor idea, Pike —Hammer dijo—.
Gracias. Estaremos en contacto.
—¡Espera! ¿Cuándo diablos van a volver? —Pike sonaba ansioso.

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La Descarada y el Dominante

Liam y Hammer compartieron una mirada silenciosa. La respuesta a eso


era algo que aún tenían que definir.
—Aún no lo sé. Te mantendré informado. —Hammer terminó la llamada.

La cabeza de Liam palpitaba como si alguien estuviera tocando batería


contra su cráneo.
—Tenemos que contarle a Raine algo cuando despierte.
El café terminó de prepararse, y Hammer se lanzó hacia él, casi
empujando a Beck a un lado para servirse una humeante taza. Tomó un sorbo
con un suspiro largo de satisfacción.
—Hasta que estemos seguros de que ese niño es tuyo, creo que nuestra
responsabilidad es protegerla de Gwyneth.
—Ocultar la verdad no es la respuesta —Liam intervino—. Además, Raine
es lista. Ella se enterará.
—Sí, lo hará. —Beck asintió con conocimiento—. Ella ha probado ser muy
capaz de manejar lo que la vida le lanza, incluso a vosotros dos, par de locos.
Solo tenéis que sentaros con ella y decirle sobre la inesperada visita de
Gwyneth ahora mismo.
—No hay modo correcto —Hammer afirmó—. No sin hechos.
—Estoy de acuerdo. —Seth agregó—. Si le dicen a Raine que Gwyneth
está aquí para echarte encima la paternidad, ella pensará que tu ex está aquí
por una razón totalmente diferente. La habréis alterado para nada.
Liam parpadeó incrédulo.
—¿Le ocultarías la verdad? Imagino que eso explica por qué jamás has
podido conservar una sumisa por algo más que una noche.
—Nunca quise más que eso —Seth contestó—. No le miento a la chica.
—Yo tampoco —Hammer insistió.
—Si os calláis, Raine lo averiguará mucho antes que le confeséis que algo
va mal —Beck los amonestó—. Queréis protegerla, Hammer, pero ¿cómo
puede ella sentirse segura si sabe que no estáis siendo honestos?
—Exacto —Liam asintió.
—Me preocupa. Le pedimos a Raine mucha confianza. No creo que le
hemos dado suficientes bases —Hammer lo miró amargamente.
—Bueno, por entretenido que sea veros a vosotras, señoritas, golpearos
con la cartera, no tengo tiempo. —Beck miró su reloj—. Me llamaron del
hospital y tengo que volver y ayudar en una cirugía de emergencia esta tarde.
Así que, Liam, puedo llevarme tu nuevo Escalade patea culos e irme, pero no
volveré al menos en cinco o seis días.

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La Descarada y el Dominante

Liam palideció.
—¿Tanto tiempo?
—Los pacientes de trasplante son de alto mantenimiento.
—No podemos dejar a Gwyneth y ese bebé en mi club —Hammer
señaló—. Ella necesita encontrar un hotel. O mejor, volver a Londres.
El teléfono de Liam zumbó en su bolsillo. Miró la pantalla, maldijo, y lo
regresó a su lugar.
—Maldita sea, no deja de llamar. Y no quiero esto colgando sobre mi
cabeza durante días. Prefiero averiguar qué quiere y dejarlo atrás. —Liam se
puso de pie—. ¿Y si me voy con Beck y oigo de lo que ella se está quejando
tanto, y traigo el coche para la noche?
—Ya hablamos de eso —Hammer le recordó.
—No solo eso, le estarás dando a ella exactamente lo que quiere —Seth
señaló—. Tú. Solo. Separado de todos los que podrían apoyarte, especialmente
Hammer y Raine.
Liam hizo una pausa. No lo había visto así. Ya que Gwyneth estaba en
Shadows, ya ella sabía que estaba con Hammer, cuyo estilo de vida aborrecía.
Posiblemente, ella sospechaba que Liam estaba involucrado también en lo
pervertido. Pero también sabía que ellos habían compartido a Juliet y podría
asumir que los dos habían encontrado una sumisa para desempeñar de nuevo
el papel. Conociendo la naturaleza maliciosa de Gwyneth, si venia por él,
pretendería sembrar el caos… y lo extendería con placer hacia otros en su
vida. Ella comenzaría a dividir y conquistar.
Al diablo con ella. Cualquier daño que Gwyneth hubiera pensado en
provocar, solo serviría para reafirmar su compromiso con Hammer y Raine.
—Sobre mi cadáver —Hammer dijo inmediatamente—. Digo que todos
volvamos. Le diremos a Raine que Beck tiene una emergencia. No es mentira.
Liam negó con la cabeza.
—Tampoco es la verdad.
—Bueno, a menos que os quedéis aquí, necesitáis estar listos para
marcharos en treinta minutos. —Beck dijo—. Si venís, más vale que decidáis
qué decirle a Raine mientras hacéis las maletas.
—¿Puedo solo decir que vosotros dos me haceis alegrarme de mi aburrida
vida? —Seth picó.
—Jódete —Liam y Hammer contestaron al unísono.
Luego de que Liam llenara una taza de café, siguió a Hammer a la
segunda planta. La ansiedad aún lo apretaba. Tenían que tomar decisiones
rápido. ¿Qué le dirían a Raine de su repentina partida? ¿Cómo reaccionaría?

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La Descarada y el Dominante

—Incluso si acordáramos que debemos contarle de Gwyneth, la


emergencia de Beck no nos da mucho espacio para explicarlo todo y
tranquilizarla. —Hammer dijo sobre su hombro—. Ella tendrá más de treinta
minutos de preguntas. Jamás saldremos a tiempo.
Por mucho que lo odiara, Liam tuvo que estar de acuerdo.
—Y no puedo verme contándole a Raine en el coche.
—¿Con Beck y Seth ahí? No. Ella estaría avergonzada si la ven alterada, y
prefiero que no presencien que ella nos rebane las pelotas con el filo de su
lengua.
—No me gusta —Liam respondió—. Tan pronto como lleguemos a
Shadows, nos sentamos con Raine y le decimos todo.
Mientras llegaban a la habitación, Hammer se giró con una mueca.
—Cuando lleguemos a Shadows, miramos qué haremos.
Antes de que Liam pudiera discutir, Hammer abrió la puerta y entró. La
suave luz de la luna se reflejaba sobre la nieve que salpicaba las cortinas. El
olor de su pasión compartida prevalecía en la habitación, y Liam deslizó su
mirada a las sabanas que cubrían las curvas femeninas. Su polla se hinchó de
inmediato detrás de su cierre. Hammer atravesó la habitación y encendió la
luz del baño, y comenzó a echar la ropa en las maletas. Liam recogió los
condones y efectos personales de la mesilla de noche y los echó en una
mochila. Una vez terminaron, él se sentó en el colchón junto a Raine y le rozó
un hombro con los nudillos. Su piel parecía terciopelo tibio.

Las visiones de todas las maneras en que ella los tomó continuamente
anoche, deshaciéndose una y otra vez alrededor de ellos, le llenaron el cerebro.
¿Cuánto más pasaría antes de que se pudieran perder en ese nirvana otra vez?
Él esperaba que Gwyneth no intentara separarlos.
Las posibilidades de que eso ocurriera… Liam se estremeció. Nada
buenas.
Macen cerró el equipaje, y se sentó junto a él. Liam encendió la lámpara.
Raine reculó y frunció el ceño. Sus ojos se abrieron, grandes lagos de azul,
antes de volverlos a cerrar, y tomó el borde de la almohada y lo dobló contra
su rostro.
—Es muy temprano.
—Lo sé, amor. —Liam la arrulló.
Ella suspiró, y se dio vuelta, haciendo caer la almohada. Hacía un puchero
adorable mientras se retiraba el cabello oscuro de su rostro.
—¿Qué hora es? —Raine preguntó con voz ronca.

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La Descarada y el Dominante

—Aún no amanece.
Hammer arrastró las mantas, exponiéndola al aire de la mañana. La piel se
le puso de gallina. Ninguno pudo resistir tocarla. Liam le acaricio la mejilla.
Hammer pasó una mano suave por su pantorrilla, con los dedos deslizándose
hasta la corva, antes de detenerse en sus pies.
A ella se le endurecieron los pezones. Su piel pálida se ruborizó. Liam
contuvo la necesidad de desnudarse y enterrarse en ella, para olvidar lo
demás. Él se contuvo, acunando en cambio su cabeza y pasando un pulgar
sobre la sien de ella.
—Es hora de despertar.
Ella se estiro, con la espalda arqueándose y empujando hacia arriba los
pezones a manera de invitación. Sus piernas se separaron levemente.
Junto a él, Hammer se tensó, su mirada se fijó en el paraíso desnudo y
resbaladizo que ambos querían de nuevo.
Ignorante, Raine gruñó y extendió la mano, dejando salir un suspiro feliz
mientras se derretía en el colchón.
Cuando abrió los ojos una vez más, el incentivo insinuante de su rostro
casi hizo que Liam decidiera que el plazo de Beck debería tener algo de
flexibilidad.
Incapaz de detenerse, Liam le acarició el hombro, se detuvo en un pecho, y
se extendió hacia su abdomen. Los dedos de Hammer llegaron a la parte de
arriba de su muslo. Ella tembló.
—¿No podemos quedarnos en la cama? —Susurró.
—No. —Liam deseó poder hacerlo mientras la tomaba de la cadera—. Pon
ese suculento trasero en movimiento.
Ella se apoyó en los codos para mirarlos. Su mirada aterrizó justo detrás
de Hammer, en la maleta ya hecha en la puerta del balcón. Ella miró la mesilla
de noche vacía. Su mohín se volvió un ceño fruncido, con la decepción y
confusión atravesando sus cejas.
—¿Nos vamos?
Hammer asintió brevemente.
—Desafortunadamente, tenemos que regresar al club.
Raine parpadeó.
—¿Ya? Pensé que nos íbamos a quedar unos días.
—Beck tiene una cirugía esta tarde —Liam explicó.
—Pues dale el coche y que vaya. Estoy segura que nosotros tres podemos
encontrar algo que hacer mientras no está. —Ella batió las pestañas.

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La Descarada y el Dominante

—Créeme, preciosa —Macen gruñó—. No hay nada que quisiéramos


hacer más que volver a la cama y hacerte gritar, pero Beck no volverá en días,
tal vez una semana. No podemos quedarnos tanto, sin importar cuánto lo
deseemos.
—Y lo haríamos. —Liam le acaricio la suave melena—. Ahora levántate.
Ten, toma café y vístete.
Cuando ella se sentó, Liam le entregó la taza. Ella arrugó la nariz ante el
olor.
—Es terrible, pero imagino así es la vida de un cirujano.
—Te lo compensaremos —Hammer le prometió con una sonrisa astuta.
—Trato hecho. —Bebió del café, e hizo una mueca al devolver la taza.
Liam la tomó.
—Ahora deja de distraernos. Arriba. Tenemos que salir.
Ella les frunció el ceño mientras salía de la cama.
—Déjame lavarme los dientes y usar el baño.
—Diez minutos. —Hammer se levantó y tomó la maleta.
Liam tomó la mochila.
—Estaremos abajo. No nos hagas esperar.

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La Descarada y el Dominante

Capítulo Dos

Raine parpadeó mientras los veía dejar la habitación.


—¿En serio?
Anoche, ella finalmente había logrado hacer realidad su sueño cuando
Liam y Hammer la habían tomado juntos. Nunca antes se había sentido tan
atesorada, rodeada y a salvo. Luego de todas las caricias sensuales y palabras
de amor que intercambiaron, esta mañana ellos la habían empujado de nuevo
a la vida real sin un solo beso. O un abrazo. No, ella no esperaba arcoíris o
paseos en carroza… o propuestas de matrimonio. Pero se habían comportado
como si nada particularmente especial hubiera ocurrido. De hecho, ella
percibió una extraña vibración zumbando entre ellos.
Con un suspiro, caminó al baño. Tal vez la necesidad de Beck de bajar de
la montaña había lanzado a los chicos por una curva. La vida de alguien
pendía de un hilo, y no era como si quisiera que el paciente de Beck muriera
para que ella pudiera tener una mañana entretenida con Liam y Hammer.
Pero sí, ella esperaba más.
Luego de vaciar su vejiga y buscar sus efectos personales, se dio cuenta
que ellos dejaron su cartera con su cepillo de dientes. Había una peinilla al
lado. Ella frunció el ceño. Nada de cremas, maquillaje o desodorante. Ella
quería bajar y señalar su descuido… excepto que pensaba que no era descuido
del todo. Raine resopló. Podía hacer más en diez minutos. Luego de años de
tenerla bajo su techo, Hammer especialmente debería saberlo.
En cambio, ellos no podían sacarla de la cabaña (donde todo lo hermoso
había sucedido) tan rápido. Simplemente por el horario apretado de Beck…
¿O querían ellos poner lo que ocurrió anoche en el pasado? Con la frente
arrugada, ella completó las partes de su rutina matutina que pudo e intentó
averiguar qué diablos pasaba. Nada se le ocurrió. No había pensado que ellos

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La Descarada y el Dominante

perderían el interés tan rápidamente, pero no estaba segura a qué otra


conclusión llegar. La intranquilidad se apoderó de ella.
Mientras Raine salió del baño con sus pocas pertenencias en la mano, notó
la pila de ropa perfectamente doblada sobre la silla de la esquina. Cuando
abrió las prendas, se dio cuenta que eran las mismas con las que había llegado
a la cabaña hace unos días. Esos dos no le habían empacado mucha ropa. ¿Eso
significaba que pretendían pasar gran parte de su tiempo con ella en la cama…
o que no habían planeado quedarse aquí por mucho tiempo?
Ahora con la frente arrugada, ella tomó la pequeña falda negra, su top, su
suéter y sus tacones. No había ropa interior. En el momento, ella no estaba
segura si eso la alegraba o la molestaba.
Sintiéndose perturbada, tomó sus artículos de aseo otra vez y bajó las
escaleras. Liam salió apresurado de la cocina y le brindó una taza.
—Hice un poco de ese té que te gusta.
Raine se suavizó un poco al ver que lo recordaba.
—Gracias.
Él bajo la cabeza, y ella se ubicó debajo de su calor. Pero cuando ella
separó los labios para besarlo, él apenas le plantó un beso en la mejilla y se
alejó.
—Todos están esperando en el coche.
Antes de que pudiera contestar, él la sacó al aire frio de la mañana de
invierno, ayudándola a pasar por la nieve hasta llegar al asiento de la tibia
camioneta. Ella se sentó en el medio, contra el gran cuerpo de Hammer,
mientras Liam volvía al pórtico para echar seguro en la puerta de la cabaña. Ni
Beck ni Seth voltearon la cabeza de sus asientos mientras Liam se deslizó
dentro del vehículo, dejándola en medio de los dos.
Desde la ventana, ella veía la cabaña mientras se alejaban, sintiéndose
despojada de algo al dejar este lugar… y la mágica noche que habían
compartido… atrás.
Mientras Seth miraba su teléfono, Beck miró impaciente por el espejo
retrovisor.
—¿Cómodos?
—Buenos días a ti también —Raine contestó.
—Buenos días. Lamento haberte presionado, princesa. —El tono de Beck
no mostraba arrepentimiento alguno.
—Entiendo perfectamente por qué tienes que volver —Raine contestó y
bebió su té y luego le sonrió forzadamente a Liam y Hammer—. Ellos
prometieron compensarme por esto.

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La Descarada y el Dominante

—Lo haremos. —Hammer le arqueó una ceja—. ¿No dormiste lo


suficiente?
Cuando él dejó caer una mano sobre su rodilla, ella recordó cada razón
por la que virtualmente no había descansado. Su aliento se detuvo luego de
solo una caricia.
—No mucho.
—No pareció importante anoche, ¿ahora sí, amor? —Liam preguntó.
Ella lo miró buscando algo. La mirada conocedora en sus ojos oscuros la
hizo encenderse y retorcerse. Los recuerdos volvieron hasta que sus pezones
se notaron bajo el suave algodón de su camisa. Su piel se sentía casi muy
apretada mientras ella recordaba estar envuelta entre Liam y Hammer
mientras ambos la llenaban, llevándola de un orgasmo a otro.
Él sabía malditamente bien que no le importó. La pregunta era, ¿a él le
importaba? Liam había luchado con los celos en el pasado, alguna parte de él
resentía que ella también amara a Hammer. ¿Eso tenía que ver algo con el
humor de él esta mañana?
Raine negó suavemente con la cabeza.
—No.
Por mucho que los hombres hubieran arreglado sus diferencias para
trabajar juntos para ayudarla a superar sus inseguridades, todo en esta
mañana los tenía agitados de nuevo. Raine odio admitir cuánto ella aún
necesitaba confirmación, pero apenas hace un mes, Hammer había estado
follándose a cada sumisa libre en el calabozo. Y apenas hace pocos días, Liam
había terminado su relación exclusiva y por admisión disfuncional. Creer que
ahora ambos la amaban no era fácil.

Ella cruzó los brazos sobre sus pechos libres sintiéndose de algún modo
desnuda, sentada entre ellos con tan poco puesto… y preguntándose si ellos
aún la deseaban… juntos… en su futuro.
—No creí. —Como si sintiera su ansiedad, Liam le tomó la mano, con
tranquilizante calidez.
—Además de cansada, ¿Cómo te sientes esta mañana? ¿Dolorida?
Raine estaba terriblemente consciente de cada dulce dolor de su cuerpo
bien usado, especialmente el delicioso ardor que prevalecía entre sus piernas.
Ella podía felizmente acostumbrarse a esa incomodidad. ¿La volvería a sentir?
O ¿solo era esto un confuso anhelo por la aparente devoción que le dieron
anoche?
—Un poco, pero bien —ella murmuró.

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La Descarada y el Dominante

—¿Estás segura? —Hammer preguntó a su derecha.


Ella se giró y asintió, sabiendo que la emoción nadaba en sus ojos.
Hammer finalmente le había hecho el amor, revelando todo lo que tenía en su
corazón… una revelación después de años de amor no correspondido. Él no la
dejaría afuera y se alejaría otra vez. ¿Verdad? Pero si no lo hacía, ¿Liam podría
manejarlo?
—Fue la mejor noche de mi vida. —Las palabras salieron repentinamente.
Tal vez fueron demasiado honestas para el lugar, para el ambiente dentro del
vehículo. Pero Raine no pudo detener esas palabras.

Él le sonrió perverso, y un temblor subió por la espalda de ella. Ella se giró


para ver la reacción de Liam pero lo encontró mirando por la ventana, con la
atención en otro lugar.
La duda se volvió ansiedad y se apoderó del vientre de Raine. Ella se
mordió el labio. ¿Y si él lamentaba lo de anoche? Pero… ambos habían
trabajado con tierno afecto. Eso debió haber aliviado sus inseguridades. Pero
el miedo solo no cedía. ¿Qué pasaba? ¿Él y Hammer pelearon? ¿O decidieron
que no podían soportar repetir lo de anoche?
Con la frente arrugada, ella tomó la mano de Liam.
—¿Estás bien?
Él dio un leve salto y se giró hacia ella con una mirada interrogante.
—Estoy bien. Perdóname. Estoy un poco preocupado con cosas que no
debería cuando tengo a una chica hermosa a mi lado.
—¿Pasa algo malo? —Raine le acarició los nudillos con su pulgar.
Él apretó su mano.
—Solo me distraje con las hadas. Es todo.
Sí, Liam no siempre era hablador, pero él normalmente la consentía y la
elogiaba. Algo definitivamente lo tenía preocupado ahora. Tal vez necesitaba
algo más de tiempo para asimilar todo lo que había sucedido. Después de
todo, ellos habían cambiado su dinámica de ser una pareja a un trió de la
noche a la mañana.
—Si hay algo de lo que quieras hablar, estoy aquí. —Ella le acarició la
mejilla e intentó consolarlo.
Él le sonrió débilmente y le besó la frente, y dirigió su atención de nuevo
hacia afuera, ignorándola. Mentalmente, él la abandonó de nuevo.
La alarma se disparó dentro de ella, se giró hacia Hammer, preguntándole
en silencio qué ocurría. Él puso un dedo en sus labios pidiéndole silencio,
luego le empuñó el cabello. Le jaló la cabeza para inclinarla hacia atrás antes

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La Descarada y el Dominante

de estrellar sus labios sobre los de ella. Una ola de deseo tronó a través de ella,
crepitando dentro de ella mucho más cuando él paseó su lengua sobre el
borde de los labios femeninos, exigiendo entrar. Raine se abrió para él, y
Macen exploró su boca, hundiéndose para un beso completo y abrasador.
Pero, ¿qué pasaría si el afecto de Macen molestaba mucho más a Liam?
Con un suave gemido, Raine se alejó y parpadeó en dirección a Hammer,
buscando respuestas. Él pasó sus labios por el cuello de ella, por su
mandíbula, y llegó a su oído.
—Todo está bien, preciosa.
—Él está molesto —susurró sacudiendo la cabeza.
—Ninguno de nosotros pudo dormir mucho anoche. —Él murmuró en
tono bajo—. Un humor no tan bueno no significa que te estemos alejando.
Dale un poco de tiempo.
Lo que Hammer dijo tenía sentido. A veces sus estados de ánimo no eran
los mejores, y eso no era reflejo de sus sentimientos por Hammer o Liam. Él
era un hombre, así que no todos sus pensamientos eran para ella, los tres, o el
futuro. Diablos, él tal vez estaría gruñón por qué no había desayunado algo
caliente todavía. Aunque Liam parecía estar bien cuando la despertaron, ella
tenía que confiar que Hammer no mentiría, especialmente si Liam tuviera
dudas sobre ellos.
Por la siguiente hora y media, los kilómetros pasaron. Una vez Raine
terminó su té en el silencio cómodo, colocó su taza en el portavasos en la parte
de atrás de la consola, y reclinó su cabeza para intentar dar una cabezada
mientras el rodar del coche zumbaba sobre la carretera.
Para su frustración, no podía dormir. El silencio la irritaba. Ella no
esperaba que todos estuvieran animados antes de las siete de la mañana. Pero
esta mañana el silencio no era para nada similar a la conversación divertida y
libidinosa que habían sostenido cuando iban hacia la montaña. En cambio,
Seth tenía la cabeza echada para atrás como si estuviera lanzando Zetas. Beck
probablemente estaba pensando en el trabajo ya que lo llamaron para que
volviera. Hammer normalmente no tenía mucho que decir en la mañana. Todo
cierto… pero la ausencia total de sonido, junto con el comportamiento extraño
de Liam tenía sus preocupaciones en estado de efervescencia.
Esperando una distracción, ella se inclinó hacia adelante ladeando la
cabeza en dirección a Beck.
—Entonces, ¿qué clase de cirugía es tu emergencia?
—Un trasplante de corazón —Beck ofreció—. Mi paciente ha estado
esperando más de un año en la lista de donantes.

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La Descarada y el Dominante

—Apuesto que él estará agradecido pero también asustado.


—Seguro. Pero he hablado con él más de una vez acerca de cómo funciona
el procedimiento. Él y su familia sabían que si un donante de corazón
aparecía, tendríamos que movernos rápido. —Beck la miró por el espejo
retrovisor—. Al donante le quitarán el soporte vital hacia el medio día, hora
del este. Esperamos que el órgano llegue unas horas después.
Raine asintió. De razón todos tenían tanto afán de volver.
—Es una cirugía complicada, ¿verdad?
—Lo es, pero tengo bastante experiencia con los trasplantes. Este paciente
lo necesita mucho. Su corazón parece un hígado.
Ella frunció el ceño.
—¿Cuánto demorará?
—Todo depende. Cada uno es diferente, pero la norma es cerca de cuatro
horas, salvo que surja alguna complicación. No lo sabré hasta que le abra el
pecho y deslice el separador…
—¿Ahora llevas los juguetes al trabajo? —Ella bromeó, pero se puso seria
de inmediato.
Beck tal vez fuera bastante perverso para llevar un implemento para
separar las piernas de una sumisa y usarlo en alguien que necesita un corazón
nuevo.
—Graciosa. Hablo de la clase de separador que uno usa para abrir la caja
torácica.
Ella lo sabía, pero era divertido tomarle del pelo.
—Me sorprende que la gente en realidad confíe que tú puedas arreglarlos
una vez la anestesia haga efecto. Todos están indefensos, a merced del Dr.
Sádico.
—No te pases de lista, ¿o te interesa tener otra ―charla‖ con mi paleta de
goma?
Raine se estremeció.
—No, ni un susurro siquiera.
Beck se rio.
—Una vez abra al paciente, me ocupo de verdad. Luego de asegurar el
bypass y cortar la aorta, necesito realizar una buena abrazadera en cruz. Pero
de vez en cuando, hay una fuga. Siempre es un desastre. Sangre por todos
lados.
La imagen mental de sus palabras, le revolvió a Raine el estomago vacío.
—Me alegra que puedas arreglarlo, pero por favor, no digas más.
—¿Qué? ¿No me vas a acompañar en la sala de operaciones? —Él bromeó.

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La Descarada y el Dominante

Raine lo miró amargamente, puso una mano sobre su estomago, y regresó


a su lugar entre Hammer y Liam.
—No a menos que quieras que vomite dentro del pecho del paciente.
—Detente, hombre. Ella no puede ni siquiera ver un episodio de The
Walking Dead. —Hammer se rió y rodeó los hombros de ella con un brazo,
acercándola a él—. Siempre has sido una cosita delicada.
Ella arrugó la nariz.
—No puedo evitarlo. Espero que no bromees sobre la cirugía de ese modo
con los pacientes y sus familias, Beck.
—Nop. Me coloco la máscara de doctor responsable.
—Apuesto que esa explicación aún es demasiado gráfica para mí. —Ella
hizo una mueca—. Me siento enferma.
—Avísame si vas a devolver el té. Te sostendré el cabello —Hammer
ofreció.
Raine resopló.
—Me tomarás del pelo, más bien.
—Cada vez que pueda —Hammer gruñó suavemente en su oído.
—Abstente de vomitar en el asiento de atrás. —Beck le dijo—. En unos
cuantos kilómetros me detento para llenar el deposito.
—Bien, necesito un baño. —Raine cruzó las piernas.
El té había pasado directo por su sistema. Seth se despertó y se pasó una
mano por la cara.
—¿Ah?
—Vamos a parar. —Beck le explicó.
Unos minutos después, el doctor entró en el estacionamiento de una
tienda de abarrotes. Luego de parar en una bomba de gasolina, Beck apagó el
motor.
—¿Pueden dejarme salir? —Le preguntó ella a Hammer.
Antes de que él pudiera contestar, el móvil de Liam vibró. A su lado, él se
tensó mientras buscaba en su bolsillo y miraba la pantalla. Una ira terrible le
cruzó por el rostro.
De repente, Macen salió del coche y tiro de Raine por el brazo.
—Espera —ella insistió—. No tienes que tirar de mí.
Hammer no se detuvo.
—Dijiste que tenías que ir.
Tan pronto como ella salió del coche, Raine retiró su brazo del agarre de
Hammer con una mueca. Liam no era el único que actuaba extraño hoy.
—No soy un bebé. Puedo aguantar hasta llegar al baño. Dios…

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La Descarada y el Dominante

Hammer miró detrás de ella. Raine miró sobre su hombro para ver a Liam
salir del otro lado del vehículo, con el móvil presionado en su oído mientras
caminaba agitado.
Raine frunció el ceño.
—Solo intento ayudar. —Hammer le tomó el brazo de nuevo—. Te llevo al
baño.
¿Llevarla?
—Yo puedo encontrarlo sola. El lugar no es tan grande.
Hammer estrechó la mirada y la llevó hacia la tienda.
—Entonces lleva tu sexy trasero adentro y ocúpate de tus cosas.
Raine se giró para irse. Entendía totalmente la urgencia de la situación de
Beck. Pero ¿que Hammer mirara el furioso intercambio que sostenía Liam? Eso
la preocupaba como el infierno.
—¿A quién le habla Liam? —Ella preguntó.
Hammer sacó su billetera del bolsillo trasero de su pantalón.
—No sé. Cuando termines en el baño, cómpranos unas botellas de agua.
—Odio cuando haces eso.
—¿Hacer qué?
—Ignorar mis preguntas. Obviamente algo está molestando a Liam.
—Si hubiera algo que necesitaras saber, te lo diría.
—¿Lo harías? —aine se enojó—. No creo que me estés dando toda la
historia. ¿No fue solo… oh, anoche, que los dos me prometisteis honestidad y
comunicación?
—Aleja tus inseguridades, preciosa. —Él le colocó un billete de veinte
dólares en la mano—. Ve al baño. Trae el agua. Te veo en el coche. Todo está
bien.
Nada estaba bien. Algo tenía alterado a Liam, y Hammer no quería que
ella supiera. Le habían jurado que si todos comunicaban sus pensares y
sentires, los tres podrían tener un buen futuro. Lo que ellos querían decir era,
que si ella se abría y les entregaba hasta las entrañas, ellos lo agradecerían
pero no verían la necesidad de corresponderle.
El dolor la abrasó. Se suponía que ella era lo suficientemente importante
para que ellos compartieran lo que tenían en el corazón.
¿Por qué ella no era lo suficientemente importante para conocer la verdad?
Sin mediar palabra, ella corrió hacia la tienda. Al entrar, se detuvo detrás
de una pila de postales y miró por la ventana de cristal. Beck llenaba el tanque.
Seth se paró fuera del asiento del pasajero, estirando los brazos sobre su
cabeza mientras bostezaba. Y Liam… él aún tenía el teléfono presionado en el

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La Descarada y el Dominante

oído mientras caminaba en el estacionamiento con pasos largos y deliberados


hacia ambos lados.
—Sí. Todo es magnífico. —Ella farfulló—. Imbéciles.
Liam había sido así de distante antes de quitarle el collar. Aunque las
situaciones no eran las mismas, por cualquier razón, Liam no la dejaba entrar.
Mucho peor, ella sospechaba que todos en el coche sabían por qué… menos
ella.
Su fe y confianza comenzaron a desfallecer.
Raine casi reaccionó por impulso y consideró hacer una maleta tan pronto
como llegaran a Shadows. Pero ellos habían atravesado tanto estos días,
trabajaron con tantos problemas, al menos ella lo creyó así. Le habían dicho
que la amaban. Dios sabía que ella los amaba.
Entre todas sus verdades a medias e incertidumbres, ellos habían estado
ahí y seguían derribando sus muros hasta que descubrieron su corazón. ¿No
les debía lo mismo? Tal vez le ocultaban algo por una buena razón.
Afuera, Hammer miró sobre su hombro hacia la tienda. Raine se agachó.
Ignorando la mirada confundida del cajero detrás del mostrador.
Un momento después, Macen corrió hacia Liam, quien había terminado la
llamada. Intercambiaron palabras. Ella no pudo leerles los labios y jamás
podría escuchar nada desde adentro. Maldita sea, ella realmente necesitaba un
baño.
Rápidamente, ella entró en el baño de damas. Luego de terminar y lavarse
las manos, Raine fue directamente hacia las neveras en la parte de atrás de la
tienda y tomó cinco botellas de agua.
Ella no sabía qué ocurría, pero estaba decidida a obtener respuestas, fuera
que Liam y Hammer quisieran dárselas o no.

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La Descarada y el Dominante

Macen corrió hacia Liam, quien había detenido su caminata, ondeando su


mano libre en un golpe recortado. Hammer no pudo escuchar las palabras
airadas de su amigo sobre el viento sonoro. Al cruzar el lote, Liam clavaba sus
dedos en la pantalla y terminaba la llamada, y echó el móvil de nuevo en su
pantalón.
Él soltó un suspiro fuerte y se paró con las manos en las caderas.
—Puto infierno.
—¿Qué quería? —Hammer le apretó un hombro tenso—. Hablaron del
bebé.
—No tuve oportunidad de preguntar. Ella es maliciosa. Pensé que habías
hecho que Pike la vigilara.
—Lo hice. ¿Qué pasó?
—Evidentemente, Gwyneth ha decidido que aún estamos casados y quiso
mover sus cosas a mi habitación. Husmeó por el club hasta que lo encontró.
—¿Qué? —Hammer sintió que se le elevaba la presión.
—Oh, y se pone mejor, amigo. Adentro, encontró la ropa, las joyas… todas
las cosas de Raine. Gwyneth sabe que estoy con alguien. Ella no sabe aún
quién, pero ¿Cuánto crees que le tomará averiguarlo?
—Hija de… —Hammer gruñó, sintiéndose con ganas de asesinar a
alguien—. Esa maldita perra. ¿Qué le da el derecho de irse metiendo a tu
habitación? ¿De andar por mi club? ¿Dónde diablos estaba Pike?
—Buena pregunta. Él debió haberla encerrado.
Hammer sacó su móvil del pantalón y llamó a su monitor de calabozo.
—Sí, ella aún está aquí —Pike dijo, sin molestarse en saludar.
—Lo sé, ya que anda husmeando por ahí —Hammer siseó—. Enciérrala
hasta que regresemos.
—¿Ella qué? —Pike sonaba asombrado—. ¿Cuándo?
—No lo sé. ¿La has dejado de vigilar?
—Bueno, tenía que ir a orinar. Luego, la encontré preparando un biberón
en la cocina.
Querrás decir la cocina de Raine.
—No más biberones. No más libertad. No más… —Hammer sintió como
si un taco de dinamita se hubiera encendido y estuviera listo para estallar—.
No la dejes fuera de tu vista de nuevo. A penas vamos a mitad de camino.
Danos otra hora o un poco más.
Hammer terminó la llamada y respiró varias veces.
—Dime lo que dijo Gwyneth.

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La Descarada y el Dominante

—Casi no pude oírlo todo. Ella se puso a llorar otra vez. Se estaba
quejando de que nuestro matrimonio no significó nada y que no entendía
cómo pude involucrarme con alguien tan rápidamente, como si ella no hubiera
existido, y toda esa estupidez.
La llamada de Gwyneth claramente había agregado más peso a la
preocupación de su amigo, y eso enfurecía más a Macen. Él pasó las últimas
horas intentando indagar las diferentes razones para la repentina visita de
Gwyneth… además del bebé. No llegó a ningún escenario plausible, solo logró
darle dolor de cabeza.
—Terminasteis hace dos putos años —Hammer señaló.
—Tenemos que decirle a Raine lo que pasa —Liam insistió—. Ya sospecha
algo. Luego de quitarle el collar, pasamos por un camino muy difícil para
llegar a este punto. No quiero que ella dude de mi compromiso y se sienta
insegura otra vez. Pero mi cabeza no está ahí ahora, y no creo que podamos
mantener ocultos a Gwyneth y al bebé por mucho tiempo.
Hammer negó con la cabeza.
—Ya acordamos no contarle a Raine en el coche. O sin todos los hechos.
Hasta entonces, saca la cabeza del culo y comienza a darle tu atención.
—No es tan simple. Estoy de muy mal humor, Macen. No he dormido. Tal
vez decirle ahora no es lo mejor, pero seguro como el infierno que eso me
quitaría un peso de encima.
—No es justo con ella —Hammer discutió.
—¿Y si Gwyneth y su lengua viperina están esperando en Shadows para
confrontar a Raine? ¿Y si estamos llevando a nuestra chica hacia una puta
trampa? —Liam rugió—. Será demasiado tarde para confesarle algo a Raine
allá, y menos para protegerla.
—La protegeremos —Hammer insistió—. Pero nada ha cambiado. Si le
contamos, y resulta que el bebé no es tuyo, lo único que habremos logrado es
sacudirla para siempre. Sigamos así. Es nuestra mejor opción.
—Si Raine se entera que Gwyneth está en Shadows antes de que podamos
contarle, pagaremos por eso —Liam tronó.
—Pues evitaremos que eso ocu…
—Escuchad —Seth gritó, llamando la atención de Hammer.
Sobre el hombro de Liam, él vio a Raine salir de la tienda. Ella los había
visto peleando, sin duda. Su expresión tensa lo golpeó como un puño en las
entrañas.
—Raine viene —Hammer advirtió en un susurro bajo.
Liam se giró y se tensó, obviamente al ver su expresión nada feliz.

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La Descarada y el Dominante

Raine caminó hacia ellos decidida.


—¿Qué ocurre? ¿Por qué están peleando?
Hammer miró a Liam con conocimiento, y se obligó a relajarse.
—No estábamos peleando, preciosa.
—Oh, ¿en serio? —Ella arqueó una ceja incrédula.
—No, solo teníamos una ligera discusión. —Macen le aseguró.
—¿Sobre qué?
Liam negó con la cabeza, la tomó de un brazo, y la guió hacia el coche.
—Hammer está siendo un poco terco.
Oh, eso fue suave.
Macen cerró los ojos brevemente y rechinó los dientes. Liam no pudo ver
el bosque por los arboles. Si quería evitar que Raine hiciera preguntas… oh,
eso; él no quería. Liam quería soltar toda la puta historia, menos unos hechos
clave, y enviarla por un precipicio. Raine se encogió del agarre de Liam.
Cambiando los roles, ella lo tomó del brazo.
—¿Sobre qué?
Liam la miró, considerando todo.
—Amor, no quise preocuparte, pero creo que deberías…
—Beck se va sin nosotros. Necesitamos apurarnos. —Hammer llevó a
Raine a su lado y fijó a Liam con una mirada fuerte.
—¿Están todos orinados, empacados y listos para irse? —Beck preguntó.
Seth sonrió.
—Maldición, y esto se estaba poniendo interesante.
—Nadie te preguntó —Hammer gruñó.
La tensión subyacente giraba entre Liam y él. Hammer sabía que Raine lo
sentía también. Ella estaba sospechando mucho, y la situación pronto se
saldría de control si no hacia algo… rápido.
Liam farfulló una maldición por lo bajo mientras se subía en el asiento de
atrás.
—Vámonos.
—Espera. ¿Qué es lo que debería… hacer? ¿Saber? —Raine colocó las
manos sobre sus caderas—. ¿Qué está ocurriendo?
Mierda.
—Nada. Al menos nada más importante que esto.
Hammer la tomó en sus brazos y estrelló sus labios contra los de ella,
fijándola contra la puerta. El aire abandonó los pulmones de ella mientras él
profundizaba el beso. Tomando total posesión, él le colocó una mano en la

32
La Descarada y el Dominante

nuca y filtró sus dedos a través del cabello de Raine, presionando cada
centímetro de su duro cuerpo sobre el de ella.
En cualquier segundo, él esperó que Raine le mordiera el labio como una
gata salvaje. Maldita sea, él quería redireccionar su atención, pero besarla a
plena luz del día con un camionero sonando la bocina al pasar por su lado no
era su estilo, y Raine lo sabía. Incluso dentro del club, con los ojos de los
miembros constantemente mirando, él mantenía su vida privada separada de
todo. Pero en privado, jamás se contenía. Incluso si Raine creía que este
repentino ataque de afecto, ella estaría cuestionando a Liam otra vez antes de
llegar a la autopista.
Ella lo empujó suavemente y lo miró sospechosa.
—¿Por qué fue eso?
—No puedo dejar de pensar en lo de anoche —le contestó con voz ronca y
hambrienta.
—¿Y no podías esperar?
—He esperado por años. No esperaré más. —Abrió la puerta de atrás y le
señaló el asiento con la cabeza—. Entra.
Inclinándose mientras Raine se doblaba para subir a la silla, él miró a Liam
extender su mano para ayudarla. Antes de que él pudiera distraer a Raine de
nuevo, ella se concentró en Liam.
—¿Qué me ibas a decir? ¿De qué no quieres que me preocupe?
Ella tenía una rodilla apoyada en la acolchada silla, con el trasero
arqueado al aire. Hammer deslizó sus manos hacia arriba de sus muslos y las
acomodó sobre su trasero, apretando su piel suave y desnuda. Raine le palmeó
la mano.
—Detente. No voy a permitir que me tomes aquí en la estación de
gasolina.
—Lo haré si quiero. —Hammer le palmeó el trasero.
Con un pequeño grito, ella se arrastró más cerca de Liam y miró irritada
sobre su hombro. Macen se sentó junto a ella y cerró la puerta.
—Háblame, Liam. —Raine le acunó el rostro con una mano—. ¿Qué te
tiene alterado?
Hammer miró a su amigo con advertencia, y apretó la mandíbula.
—Nada de lo que necesites preocuparte.
Raine lo miró airada.
—Sigues contestando por él. ¿En qué andan?
—En casi un metro.

33
La Descarada y el Dominante

Liam hizo una mueca mientras Beck se reía fuertemente antes de que ella
se girara hacia Liam. Hammer hizo lo mismo. Y maldita sea, él conocía esa
mirada. Liam estaba librando una feroz batalla interna. Afortunadamente, el
móvil del hombre sonó otra vez, desviando su atención.
Apretando los dientes, Liam lo sacó de su bolsillo e ignoró la llamada.
Liam casi nunca le mostraba su ira a Raine. Un Dominante siempre debería
estar en control de sus emociones, pero ahora la furia emanaba de su amigo en
olas agitadas.
Luego de apagar el aparato por completo, Liam lo colocó de nuevo en el
bolsillo.
—¿Quién era? —Al ver que Liam no contestaba, Raine suplicó—.
Háblame.
—Solo cosas con las que debo lidiar más tarde. —Liam sonaba tenso.
—¿Qué clase de cosas? —Su voz temblaba.
Hammer oyó la preocupación en su voz.
Oh, diablos…
Liam hizo una pausa y miró a Raine con calidez y resignación.
—Amor…
Joder, su amigo iba a ceder.
—Él tiene unos problemas con su empresa, preciosa. —Hammer
interrumpió—. Eso es todo.

Macen, hijo de perra. ¿Qué putas crees que haces?


A pesar de tener público, él estaba listo para contarle todo a Raine y dejar
que las piezas cayeran en su sitio. Pero Hammer le había arrebatado el control

34
La Descarada y el Dominante

de la situación… de nuevo… obligando a Liam o a refutarle frente a Raine o


unirse al subterfugio.
Liam sintió que la soba se apretaba. Si Hammer lograba dañar su relación
de modo definitivo… las manos de Liam se curvaron en puños.
El cretino tendría que morir.
Tragándose las maldiciones que le quemaban la lengua, Liam ignoró la
disculpa culpable que deformaba la expresión de Hammer y se concentró en
Raine. Ella parecía entre preocupada y aliviada.
—¿Por qué no me lo dijiste? —Le dijo con compasión—. Me preocupaba
que…
—Sé lo que te preocupaba. Créeme cuando te digo que no eres tú. Jamás
tú, amor. —Él la tomó de la barbilla y la besó. Toda la tensión abandonó su
cuerpo mientras ella se derretía bajo sus labios—. No quise decir nada que
dañara este tiempo entre nosotros, especialmente luego de todo lo que hemos
pasado. Lamento haberte preocupado.
Envolviéndola en un fuerte abrazo, Liam miró a Hammer con una ira que
prometía retribución. Puede que Macen lo haya involucrado en este engaño,
pero maldito fuera Liam si le mentía a Raine por su cuenta.
—Entiendo —ella dijo suavemente, alejándose un poco para tocarle la
mejilla—. Quiero ayudar.
¿No era esa Raine? La sumisión en su corazón saltó a la vida, grande,
valiente y hermoso. Era su naturaleza querer arreglar esto por él, tomar sus
preocupaciones, y calmar las aguas. Él la amaba más por eso.
—Solo tenme paciencia mientras arreglo este desastre. Como te dije, esto
es algo que necesito manejar. Pero te prometo, que lo arreglaré tan rápido
como pueda. Nada es más importante que tú.
—Nada en el mundo —Hammer hizo eco, pasando un nudillo por la
mejilla de Raine—. Estamos aquí para ti, preciosa.
Acunando su rostro, Macen desvió su atención hacia él. De algún modo,
Liam lo agradeció. Raine seguramente haría más preguntas, y no había
suficiente espacio en el coche para que él bailara alrededor de los detalles. Por
otro lado, hablarle lo hizo sentir bien, calmó algo en su pecho.
—Necesito tus labios otra vez —Macen la cortó, invitándola con voz ronca.
Liam vio su vacilación. Claramente ella quería asegurarse que él estaba
bien. Su actitud se suavizó y asintió. Si Hammer podía calmar a su chica con
un beso, a él no debería importarle. De hecho, debería alegrarse.
Raine sonrió, el gesto finalmente le llegó a sus ojos azules, antes de girarse
y mirar a Macen. Liam vio al otro hombre rozar los labios de Raine con los

35
La Descarada y el Dominante

suyos, haciendo que ella se derritiera y gimiera. Entonces Macen movió su


cabeza, cubriéndole la boca, yendo más profundo. Tomando el control.
Mientras él enredaba las manos en el cabello de Raine y comenzaba a
devorarla, Liam miraba. Hammer estaba haciendo con Raine exactamente lo
que él le había prohibido: distraer con sexo. Bastardo descarado.
Los suaves gemidos de gatita que ella hacia mientras Macen reclamaba su
boca hacían eco en los oídos de Liam. Los sonidos llenaban su cabeza y se
arrastraban por su espalda. Hammer sabía que él tenía mucho en la cabeza.
Liam no se oponía a un par de besos ligeros, pero deseaba que el hombre no
hubiera elegido meterle la lengua hasta la garganta y subírsele encima.
Lo miró molesto. Ninguno se dio cuenta. Hammer acaricio el exuberante
cuerpo femenino con caricias codiciosas y posesivas. Un tic pasmó la
mandíbula de Liam. Toda la mierda que tenía apilada se desbordó, y Hammer
pareció haber olvidado que Raine era la chica de ambos, no solo suya cuando
su mano cayó entre sus suaves muslos, separándolos. Y él no parecía como si
pretendiera detenerse en algún momento. ¿Hammer en verdad pretendía
follarla en el coche?
La sangre de Liam hirvió.
Macen le acaricio el sexo con una mano, y comenzó a acunar su pesado
pecho con la otra. Raine siguió gimiendo, ignorante de lo demás. Un temblor
sacudió su cuerpo cuando el pulgar del otro hombre rozó uno de los picos
turgentes. Luego de todas las maneras en que la había consumido la noche
anterior, el cuerpo de ella aún respondía en una entrega total y perfecta… al
menos para Hammer.
Porque ella siempre lo había amado. La miseria atravesó a Liam. ¿Dónde
lo dejaba esto a él?
No necesito tu amor, niña, solo tu confianza.
Liam se frotó el rostro. Él le había dicho esas palabras a Raine hace un
mes, antes de haberla tan siquiera besado por primera vez. En ese entonces
había sido verdad. Ahora él deseaba no haberlas dicho nunca. Tal vez ella
jamás sentiría por él lo que sentía por Hammer. Los muslos de Raine se
separaron más, acogiendo los dedos ocupados de Macen. El resentimiento
irritó a Liam mientras Macen le levantaba a ella la blusa y su pecho relleno se
acomodó en la palma del hombre como si perteneciera allí.
—Necesitas sentir esto —Hammer incitó a Liam—. Está tan
caliente…como terciopelo líquido. Tan increíble como anoche.
Sí, Liam recordaba su calidez húmeda y sedosa rodearlo, chuparlo… ella
lo había llevado al paraíso repetidamente. Pero su rabia por la maquinación de

36
La Descarada y el Dominante

Gwyneth, el miedo a la posibilidad de ser padre, y ahora Hammer pasándole


las manos a Raine por todo el cuerpo anularon esos momentos mágicos.
Ambos estaban tan perdidos en el placer.
No, sigue adelante. Ninguno de los dos me necesita si se tienen el uno al
otro.
Beck miró por el espejo retrovisor, enderezándose ligeramente y
levantando la barbilla, concentrándose en los dedos en movimiento de
Hammer. Seth de repente se tensó como si se hubiera fijado en el aire sexual
que giraba entre el coche. Moviéndose en su silla, el gran hombre rubio miró
sobre su hombro, su mirada se posó sobre los muslos abiertos de Raine apenas
cubiertos por su falda.
—Maldición. Eso es lindo. Huele bien.
Liam quiso golpear a su amigo en la boca.
—No es tuyo —Hammer gruñó.
Las entrañas de Liam se retorcieron. ¿A quién putas le hablaba Macen?
¿Solo a Seth? No parecía así. En el momento, Raine no se sentía para nada
suya.
Apretando los dientes, él se giró para mirar por la ventana. Su cuerpo
zumbaba de frustración y furia reprimida. Cada aliento que ella tomaba se le
clavaba en el alma. Ente el olor de su excitación caliente y femenina, los celos
le ardieron como ácido.
—Ábrete más para mi —Hammer farfulló con voz gruesa.
—Liam —Raine gimió casi en un susurro.
Él se giró y la vio retorcerse en su silla, lasciva y desesperada, desinhibida.
Raine se había abierto por completo para Macen, así que Liam no contestó.
¿Qué podría decir? Ella no lo necesitaba. Y él no necesitaba su lástima.
Hammer gruñó con aprobación mientras la besaba y se tragaba sus
gemidos. Liam miró cómo Macen plantó sus dedos más hondo en el sexo de
Raine. Ella extendió la mano para tomar la mano de Liam y colocarla sobre su
pecho como si le suplicara que la acariciara. El deseo se arrastró por sus venas.
Él no negaba que ella tenía bellos pechos, y él no quería nada más que meterse
de nuevo dentro de ella. Pero maldito fuera si él era el tercero. Una ocurrencia
tardía.
Liam dejó su mano deslizarse de regreso a su regazo y movió su cuerpo.
Separándose mucho más de los amantes. Él se concentró en la ventana una
vez.
—¿Estás lista para volar por mí, Raine? —Hammer la provocó.
No para nosotros, imbécil. Solo para ti.

37
La Descarada y el Dominante

Liam rechinó los dientes.


—Sí. Necesito… —ella jadeó, luchando por tomar aire. Claramente ella no
tendría problema con correrse sin él.
—Suplica con dulzura, y te lo daré —Hammer prometió.
—Por favor. Pero yo… ¿Liam? —Ella lo llamó de nuevo.
Él se removió, fingiendo no escuchar. ¿Por qué se molestaban ahora?
—Shh, él está bien. Súbete sobre mí, preciosa —Hammer murmuró, su voz
llena de lujuria.
—Espera, Macen. —Raine jadeó—. Solo…détente. ¡No!
—¿Qué? —Hammer sonaba como si estuviera luchando por recobrar el
aliento.
—¿Liam? —Ella lo llamó otra vez—. ¿Qué ocurre?
Oh, ¿así que ahora si te importa que esté aquí?
—No estoy de humor. —Intentó no decirlo con rabia.
Hammer suspiró pesadamente.
—Por el amor de Dios…
Liam oyó el suspiro de la tela, como si Raine se estuviera acomodando la
ropa. Aún así, él no se giró para mirarlos. No pudo. Lastimado, intentó
respirar, conservar la cordura. No tuvo suerte. La rabia siguió pulsando,
blanca, caliente e implacable.
Así que no habían follado en el coche. Pequeño maldito confort. ¿Cuánto
más pasaría antes que él pudiera salir de esta tortura rodante y poner algo de
distancia entre ellos? Las señales en la carretera le dijeron que sería más de lo
que a él le gustaría.
Conteniendo una maldición, miró sobre su hombro a Hammer para
encontrarlo mirándolo con algo que parecía furia. Liam abrió su boca para
dejar la ira volar, cuando desvió su mirada hacia Raine. Liam hizo lo mismo.
El rechazo de su postura… la manera en que curvó los hombros
protectoramente, la cabeza agachada, los brazos rodeando su parte media
fuertemente… le rompió el corazón.
El resentimiento sofocante que burbujeaba por sus venas se evaporó al
instante. Él la había rechazado, y ahora ella intentaba esconderse en su propia
piel y se protegía del dolor.
Maldito puto infierno.
Liam sintió como si alguien lo hubiera golpeado en el pecho con un ariete.
Él le había hecho esto. ¿Y por qué? ¿De dónde había salido toda esta fea
envidia? No era como si Raine estuviera engañándolo con Hammer.

38
La Descarada y el Dominante

Pero se regodeó en la traición, como la noche que él le colocó el collar… y


ella lo había dejado para estar en la cama de Hammer. La única diferencia es
que ahora Hammer pretendía follar a Raine frente a él en vez de a espaldas
suyas.
Él sabía lo que significaba compartir una sumisa, y Raine era el epitome de
todo lo que había deseado. ¿Entonces, por qué él necesitaba hacer acopio de
todo su control para no moler a Hammer a golpes y reprochárselo a ella?
¿Había en serio pensado que no le importaba a ellos? Cristo, él tenía mucho en
su cabeza. No necesitaba agregar más tormento a la lista, especialmente coche
infligido.
Todo lo que él deseaba en ese momento era abrazar a Raine, sentir el calor
y el confort de ella suave y segura en sus brazos. Con su orgullo tan herido, él
no supo cómo llegar a ella. Y luego de lastimarla, ¿tan siquiera lo merecía?
Hammer se aclaró la garganta. Liam miró a su amigo. La comprensión
titiló antes de que Macen arqueara las cejas y señalara a Raine con la cabeza. El
mensaje era claro: arreglar el daño que él le había hecho al frágil corazón de su
chica.
Verla tan completamente retraída lo consumió. Él no podía seguir
hundido en su fiesta de lástima. Él no era el único con sentimientos, problemas
y preocupaciones. Como su Dominante, su trabajo era darle a Raine lo que ella
necesitaba. Ahora, eso era confirmación. Liam la amaba demasiado para
dejarla creer que él no la deseaba.
Gruñendo, él tomó a Raine en sus brazos. Ella se tensó mientras él la
acunaba contra su pecho. Entonces ella parpadeó en su dirección con un dolor
que casi lo destruyó.
—Lamento ser un imbécil, amor —murmuró.
Con un grito, ella se lanzó contra él, envolviéndolo con sus brazos. Se
aferró a él. Sus sollozos la sacudían.
Pasando los dedos por el cabello de ella, Liam la abrazó más fuerte,
frotando su espalda y besando su rostro.
—Lo siento tanto. ¿Puedes perdonarme?
Raine sorbió y asintió, apretándolo como si temiera que él se fuera… o la
abandonara. El remordimiento lo apuñaló de nuevo.
Beck movió la camioneta a través del congestionado tráfico del sur de
California mientras Raine dormitaba en sus brazos. Sin sus gritos, el coche
quedó en total silencio. Liam sentía las olas de desaprobación que llegaban a él
desde todas las direcciones. Cerró los ojos, sabiendo que se lo había ganado.
¿Qué diablos le dio?

39
La Descarada y el Dominante

Cuando Shadows finalmente apareció en el panorama, la vista lo llenó de


horror. Él no quería dejar ir a Raine. No quería enfrentar a su ex esposa.
No tenía opción.
Beck apagó el coche.
—Bienvenido a casa.

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La Descarada y el Dominante

Capítulo Tres

Que comience el juego.

Hammer miró a Raine. Afortunadamente, ella aún estaba dormida


pacíficamente en los brazos de Liam. Él realmente quería estrellar a su amigo
contra la superficie dura más cercana. Evidentemente, Liam no había purgado
sus celos anoche. En cambio, dejó que su infiel ex esposa se le metiera por el
culo y encendiera su interruptor otra vez. Hammer no quería perturbar a
Raine hasta que Beck y Seth estuvieran listos para llevarla a salvo adentro.
Y entonces… comenzaban las apuestas.
—Espera. Ya regreso. Entonces la despertaremos juntos. —Él aplacó su
rabia para poder susurrarle a Liam antes de tocar el hombro de Beck y Seth.
Moviendo la cabeza, Hammer los invitó a unirse a él fuera del coche. Cada
uno abrió su puerta y salió, cerrándolas suavemente, y se reunieron detrás del
vehículo.
Hammer se giró hacia Beck.
—¿Tienes tiempo de traernos un kit de ADN antes de tu cirugía?
—Sí, puedo traerlo. Solo me demoraré una hora más o menos. Una vez el
laboratorio tenga el hisopo, lo haré analizar para que tengas los resultados en
menos de veinticuatro horas.
—Eso será maravilloso. Te la debo. Gracias.
Hammer mantuvo su voz baja, esperando que para esta hora mañana,
ellos tuvieran respuestas concretas.
Así sabrían si su futuro estaba jodido.
Suspirando, miró a Seth.
—Mientras veníamos en camino, Gwyneth espió y encontró la habitación
de Liam… y las cosas de Raine ahí.
—Sería un placer para mí lastimarla —Beck se ofreció alegremente.

41
La Descarada y el Dominante

Hammer sonrió, apreciando el comentario gracioso.


—Me encantaría mirar. Diablos, incluso podría ayudar. Tristemente, no
hay tiempo para divertirse. Liam va a retirar a la perra de mi club para que
pueda planear sacar a Raine por un rato hasta que no haya moros en la costa.
—Él miró de nuevo a Seth—. Por ahora, necesito que la acompañes a la
habitación de Liam para que pueda ducharse. Mientras tanto, él y yo
hablaremos con Pike para obtener información.
—No hay problema —Seth le aseguró—. Mientras no estáis, haré algunas
llamadas y veré si puedo averiguar acerca de las recientes actividades de
Gwyneth, intentaré averiguar quién más puede ser el padre de ese bebé y qué
ha estado haciendo.
Las habilidades de Seth como investigador privado serían un buen
recurso, y Macen estaba a favor de todo lo que la pudiera alejar de una puta
vez.
—Te lo agradezco mucho. —Hammer asintió—. Antes de entrar con
Raine, ¿entrarías para asegurarte que la bestia está enjaulada? No queremos
que lance alguna sorpresa desagradable sobre Raine.
Seth se rió.
—No hay problema. No estoy seguro si alguien pueda mantener a
Gwyneth a raya con un látigo y una silla, pero lo intentaré. Oh, tal vez ¿podría
más bien usar una pistola con tranquilizantes?
—Si tuviera una, Pike ya le hubiera descargada una —Hammer dijo
despacio.
—Descarguemos el coche y terminemos con esta pesadilla.
Beck sacó el equipaje mientras Seth se metía al club, y salió un minuto
después y le dio a Hammer dos pulgares arriba.
Con un pequeño suspiro de alivio, Hammer abrió la puerta del pasajero.
Liam lo saludó con una sombría mirada de determinación antes de despertar
suavemente a Raine. Ella se frotó los ojos mientras se bajaba del regazo de
Liam.
Hammer la ayudó a salir del coche.
—¿Por qué no entras y te das una ducha larga y caliente? —Le sugirio,
llevándola a través del estacionamiento—. Te voy a llevar a desayunar.
—Suena celestial —ella gimió, y miró a Liam, quien los seguía. Ella parecía
como si quisiera decir algo más, pero Beck se apareció con una maleta en la
mano.
Seth tomó su propia mochila y los siguió de cerca.
—Vamos, pequeña. Tenemos tus cosas. Llevémoslas a tu habitación.

42
La Descarada y el Dominante

Liam mantuvo la puerta abierta. Ella se acercó para tocarlo, mirándolo con
esperanza.
—¿También vienes a desayunar?
—Me encantaría, niña. Pero me temo que necesito ocuparme de unos
asuntos.
La decepción cayó pesada sobre sus hombros. La rabia que Hammer le
había atribuido a Gwyneth finalmente volvió a saltar a la vida.
—Arreglaré todo lo más rápido que pueda para poder pasar tiempo
contigo. —Liam sonrió como si su anterior ataque de celos jamás hubiera
ocurrido—. Te lo prometo.
—Espero que no tardes mucho. —Raine lo miró tan cruda y anhelante.
Dios, Hammer no quería nada más que arrastrarlos lejos, encontrar un
lugar donde pudieran bloquear al resto del mundo y solidificar su futuro.
Él sintió que todo se le iba entre los dedos.
—Yo también. Te amo, Raine. —Liam murmuró.
Hammer se les unió, retirándole a Raine un mechón de cabello de los
labios.
—Ambos te amamos, preciosa.
—Yo también los amo. —Ella sonrió trémulamente.
—Ve y arreglate —Hammer le ordenó. Raine miró sobre su hombro, casi
reticente a irse.
—La tenemos —Seth le aseguró antas de pasar por el lado de ellos, y la
puerta de madera se cerró detrás de él.
Tan pronto como desaparecieron adentro, Hammer se giró iracundo hacia
Liam.
—¿Qué diablos ocurrió en el coche?
Liam lanzó las manos al aire.
—Tengo mucho en la cabeza. Entonces le mentiste, lo cual no me alegra. Y
cuando empezaste a magrearla… perdí la calma.
¿Magrearla?
—En ese momento pensé que estaba salvando nuestros traseros.
—¿Casi follandola en el coche? —Liam dijo con desprecio—. Por favor…
era casi invisible para vosotros.
—¿Invisible? —Hammer quedó con la boca abierta—. Ambos te pedimos
que participaras. La misma Raine te lo pidió tres veces, y la rechazaste.
¿Querías que te rogara?
El rostro de Liam se cerró.
—Vosotros dos estabais bien solos.

43
La Descarada y el Dominante

El monstruo de ojos verdes aún lo ahogaba fuerte y apretado.


—Pensé que habíamos aclarado esa mierda anoche.
¿No fue por eso que Liam y él se habían golpeado hasta la madre en la
nieve? Si no había funcionado, él había arruinado un buen par de mocasines
de Vuitton y ganado unos buenos moretones para nada.
—¿Recuerdas lo bien que se sintió tener a Raine entre nosotros? En el
coche, intentaba recordártelo… y todo por lo que hemos trabajado tanto. No
querías tener nada que ver con nosotros.
—El sexo no era lo primero en mi mente.
—¿Y no podías tocarla? ¿Besarla? ¿Hacerle saber que le importabas un
poco? Le contestó—. Tú viste en su rostro el rechazo absoluto.
—No quería lastimarla. Pero había público en el coche, amigo.
—¿Beck y Seth?
Hammer se aguantó las ganas de recordarle que él había follado el culo de
Raine con varios espectadores… incluyéndolo a él… no hace mucho, pero ese
argumento serviría para nada sino para extender su pelea. En cambio, apretó
los dientes buscando los últimos vestigios de su paciencia.
En el lapso de unas cuantas horas, habían erosionado mucho del progreso
de Raine. Gwyneth ahora les respiraba en la nuca. Liam podría ser padre. Y
Hammer se dio cuenta que los celos de su amigo eran más profundos de lo
que imaginaba. Maldita sea, se suponía que trabajarían juntos. No podían
darse el lujo de dejar que el rencor se estableciera entre ellos.
—No te culpo —Hammer prometió.
—Bien. Tú también tienes algo de culpa en esto —Liam dijo—. Cuando
ella se dé cuenta que le mentiste, nos explotará en la cara. ¿Qué planeas
contarle?
—Que lo hice por protegerla —le contestó—. Tomaré toda la
responsabilidad de mi mentira. Pero tienes que responsabilizarte también de
tu parte.
—¿De qué diablos hablas? No soy el que le dijo que yo estaba estresado
por mis negocios —Liam le espetó.
—No fue hace mucho que usaste tu encanto irlandés y engañaste a Raine
para que pudieras motivarme a reclamarla. Si se entera, se le partirá el
corazón.
—Eso es historia. Además, mi intención era ayudarte. —Liam le golpeó el
pecho con un dedo—. Ella necesitaba algo de confianza y afecto. ¿Dónde
estaríamos todos si no hubiera puesto mi plan en marcha? Aún estarías
follando a Marlie con los ojos cerrados, fingiendo que era Raine.

44
La Descarada y el Dominante

Hammer se estremeció. Tal vez Liam tenía razón.


—¿Te haría sentir mejor si te dijera que estaba agradecido?
Liam lo miró exasperado.
—No seduje a Raine para lastimarla. Además, no estaba enamorado de
ella en ese entonces.
—Eso no haría una maldita diferencia para ella.
Liam se enfureció.
—Mis intenciones eran buenas.
—Las mías también. Mira, no vi cómo más evitar la verdad —Hammer
dijo—. Eres mi puto mejor amigo.
Él suspiró.
—Y tú el mío.
—Entonces metete en esa cabeza grande que intento compartir una chica
contigo, no apuñalarte por la espalda. No tengo intención alguna de llevarme
a Raine. Si lo hubieras pensado antes… —suspiró, y se frotó la nuca—. L… Lo
siento.
La sorpresa se extendió por su rostro.
—Dilo de nuevo.
Las disculpas no se le daban con facilidad, y todos lo sabían.
—Jódete.
Liam sonrió.
—Yo también lo siento, amigo.
Antes de que el momento se volviera totalmente incómodo y romántico
entre los amigos, un Pike sorprendentemente exhausto salió por la puerta.
—¿Por qué se demoraron? Santa mierda…
Macen le extendió la mano.
—Gracias por guardar el fuerte y manejar nuestro problemita.
—¿Problemita? —El monitor de calabozo resopló.
—Agradezco lo que has hecho —Liam ofreció—. De haber sabido que
Gwyneth tenía planes de presentarse, jamás me hubiera ido. Gracias por
mantener esta situación en secreto.
—No me pidan que vuelva a lidiar con ella a menos que pueda ponerle
una mordaza en la boca. —Pike sonrió sombríamente, y se giró a Hammer—.
Antes que se me olvide, también te vinieron a visitar.
Hammer frunció el ceño. No esperaba a nadie.
—¿Quien?
—Algún viejo con facha de borracho. Dijo que su nombre era Bill y que le
debías dinero.

45
La Descarada y el Dominante

El corazón de Hammer trastabilló, y apretó los puños.


—¿Grande? ¿Con panza cervecera? ¿Canoso?
—Sí, ese mismo. —Pike asintió.
El padre de Raine. Él y Liam compartieron una mirada airada. Por años,
Bill había sabido dónde encontrarla, y Hammer le había pagado al imbécil
para mantenerlo lejos de ella. Apenas dejó de pagarle, Bill oscureció su puerta.
—Puto infierno.
Su amigo parecía listo para estrellar su puño contra la puerta.
—Bill sabe que él no es bienvenido aquí. No necesitamos esta mierda
tampoco.
Pike pareció confuso.
—Le dije que volverías pronto. Lo siento, hombre. No sabía que él
representaba problemas.
—Lo es, pero nada que no podamos manejar. —Hammer le aseguró—. Ve
a casa y duerme.
Asintiendo, Pike sacó las llaves del bolsillo antes de ir hacia su
motocicleta. Lo miraron alejarse en silencio.
—Por qué Bill pensaría que tú le darías más dinero? —Liam preguntó.
Hammer notó una nueva línea de preocupación surcando el rostro de su
amigo—. Le dijiste que habías terminado.
—Se lo recordaré pronto. Pero el modo en que Raine se retrajo en el coche
es exactamente lo que temo que ocurrirá con ella si le contáramos de Gwyneth.
—No seas tonto. Ella estaba molesta porque pensó que la había rechazado.
—Eso es una parte, pero también sabe que le estamos ocultando algo. La
está destrozando, y yo no puedo soportarlo más. Así que he cambiado de
opinión. Necesitamos decirle lo que ocurre. Tenías razón.
—Mejor repítelo. —Liam arqueó una ceja—. No estoy muy seguro de
haberte escuchado.
—Revísate los oídos, cretino —Hammer gruñó—. Tenías razón. Ya. Lo
dije. Regodéate todo lo que quieras. Pero no importa si tenemos todos los
hechos, le debemos la verdad sobre Gwyneth, el bebé y su padre merodeando
por aquí… todo.
—Sí —Liam concordó, y miró su reloj—. Me encantaría decirle ahora pero
no me atrevo a hacer esperar más a Gwyneth. Ella puede volver a mi
habitación y encontrar a Raine en la ducha.
—Entonces tendría que enterrar a la perra —Hammer concordó—. Y
prometí alimentar a Raine. Podría explicarle la situación durante el desayuno,
pero considero que es algo que deberíamos hacer juntos.

46
La Descarada y el Dominante

Liam asintió.
—Sí. Gwyneth es mi ex esposa.
—Y la mentira de los problemas de trabajo es mía, así que debo
disculparme por eso.
Liam frunció el ceño.
—Cuando te lleves a Raine, hará más preguntas. Intenta ser honesto.
—Haré lo que pueda. —Pero Hammer no esperaba que fuera fácil—.
Antes de irnos, necesito ocuparme de Bill. Eso es algo que no podemos darnos
el lujo de postergar.
—Tienes razón. Mi primera prioridad necesita ser mantener a Gwyneth lo
suficientemente lejos de Raine para tomar una muestra de ese bebé y llevar la
muestra al hospital.
—Joder, sí. ¿Crees que ese bebé es tuyo? ¿En verdad?
Liam hizo una mueca.
—Me da miedo saberlo.
También a Hammer.
—También necesitas sacar a Gwyneth de Shadows e instalarla… en algún
lugar. Un hotel, una intersección, el paso inferior de una autopista… no me
importa. Siempre y cuando no está bajo mi techo y cerca de Raine.
—Tampoco puedo dejarla tirada en cualquier lugar. El chico puede ser mi
hijo. —Liam suspiró.
—Lo sé.
—Estaremos en contacto por mensajes de texto. Cuando tengamos todo
controlado, le explicaremos todo este desastre a nuestra chica.
—Tal vez llevemos a Raine a una cena linda y romántica. Asegurarnos de
que sepa que es importante.
—Creo que le gustaría —Liam concordó—. Una vez volvamos, la
sentamos y le explicaremos y que haga sus preguntas.
—Luego le haremos saber que la amamos —Hammer votó.
Liam sonrió.
—Lo haremos.
Tenían un plan. Llegó la hora de ejecutar. Ahora Hammer solo esperaba
que todo estuviera en su sitio.

47
La Descarada y el Dominante

¿Por qué no podían ella, Liam y Hammer solo ser felices por cinco
malditos minutos?
Raine atravesó el pasillo dentro de Shadows y se dirigió a la habitación que
había estado compartiendo con Liam, deseando poder disfrutar un futuro
brillante con los hombres que ella amaba.
En cambio, algo había salido terriblemente mal.
Si Liam tenía problemas de trabajo, ¿por qué Hammer la había manoseado
en el coche, casi restregándosela a Liam en la cara? Si lo hizo para distraerla, el
plan le falló miserablemente.
Su hermoso irlandés casi nunca rechazaba la oportunidad de tocarla. Esta
mañana, él no parecía interesado en lo absoluto. ¿Era el hecho de que él y
Hammer la compartieron la noche anterior un problema para Liam ahora? ¿O
algo más lo tenía molesto? Ella odiaba no tener respuestas.
Dado que Liam y Hammer pasaron días con ella para abrirla para que se
comunicara, promover la confianza y concentrarse en la honestidad, ella
realmente esperaba que ellos no le mintieran. Pero sospechaba que lo hacían.
A su lado, Seth la sostenía de un codo para guiarla por el pasillo.
Ansiando estar sola, intentó zafarse de su agarre.
—Conozco el camino.
—Por favor, demuéstrame que aprendiste algo en la cabaña. —No era
exactamente una petición, como se evidenciaba en lo cortante de su voz.
Justo detrás de él, Back llevaba su maleta y soltaba una risa.
—Eso es lo que tiene la princesa. Su temperamento a veces anula su
sentido común.
Sobre su hombro, ella miró suciamente a Beck.
—¿Desde cuándo es un problema basarse en los hechos?

48
La Descarada y el Dominante

—Todo está en tu tono —dijo el doctor, su voz llena de una suave


advertencia—. Si Hammer y Liam no lo han señalado, me aseguraré de que así
sea.
Seth apretó su agarre sobre el codo de ella, revisando tenso los pasillos,
como si esperara que apareciera un fantasma. ¿Qué les pasaba esta mañana a
todos estos hombres? Lo que fuera, no tenían intención de decírselo. Ella no
podía culpar a Beck o a Seth. Simplemente seguían las instrucciones de
Hammer y Liam.
Raine suspiró.
—Lamento estar de tan mal humor. Me sentiré mejor luego de comer algo.
—Hammer se ocupará de eso —Beck dijo—. Dúchate. Él debe ocuparse de
algunas cosas con Pike, y se arreglará para llevarte a desayunar.
¿Y qué estará haciendo Liam? Ella no soportaba no saberlo. Ya lo echaba
de menos y no tenía idea de cuándo… o si… él volvería. Sí, él le dijo que la
amaba, que nadie era más importante. ¿Por qué ella encontraba tan difícil
creerlo? Raine realmente odiaba estar tan quejumbrosa e insegura.
—¿Liam me va a dejar? La tensión se le anudó en el vientre—. Soy adulta.
Si él va a hacer su maleta, solo decídmelo. Puedo manejarlo.
Algo de la tensión se derritió del rostro de Seth. Él movió su brazo
alrededor de su cintura.
—No. He conocido a Liam por casi diez años. Estuve a su lado el día que
se casó. Jamás lo he visto tan completamente enamorado de una mujer como
lo está de ti.
Las palabras de Seth debieron hacerla sentir mejor. Ella quería que así
fuera.
Aunque Liam le había jurado que su humor de esta mañana no tenía nada
que ver con ella, no pudo olvidar que le quitó su collar hace menos de una
semana. Sí, lo había hecho para fomentar su crecimiento. Pero luego de ser
abandonada por su madre, sus hermanos… todos los que le importaban,
menos Hammer… creer que Liam simplemente tenía intención de quedarse no
era tan fácil.
Raine supo que Seth lo decía de verdad.
—Gracias.
Beck le tocó la nuca.
—Créeme, nadie podría despegar a esos dos de ti ni con una palanca.
Liam solo está solucionando algunas de sus cosas, princesa.
—¿Y son todos negocios? —Porque él parecía afectado a un nivel bastante
personal para que fuera un problema estrictamente profesional.

49
La Descarada y el Dominante

El doctor encogió sus enormes hombros.


—Tengo que prepararme para una cirugía, así que no hice muchas
preguntas.
Raine se giró para cuestionar a Seth, quien solo se encogió de hombros y
siguió guiándola hacia la habitación.
—No me despierto a una hora tan impía. Mentalmente, aún estoy
dormido.
Estos hombres se guardaban la espalda. Sabían algo y no se lo iban a
contar. Beck le sonrió para tranquilizarla.
—Te advertiría si intentaran sacudirte el suelo.
Este sádico podía ser un gran osito de peluche. Que gracioso que ella solía
temerle. En unas cuantas semanas, él se había convertido en un amigo
esencial.
—Gracias.
—Tengo que irme al hospital. Estás en buenas manos. —Beck le prometió,
asintiendo hacia Seth mientras le entregaba la maleta.
Raine se movió dentro del espacio personal de Beck, abriendo los brazos
hacia él. Él la apretó contra su pecho, como el abrazo de un protector hermano
mayor.
—No hubiera sobrevivido estos últimos días sin ti.
—Te dejare ensalzarme la próxima vez que encuentre una nueva sumisa
con la que quiera hacer una escena. —Le guiñó un ojo.
Ella le dio una pequeña risa.
—Lo haré.
Mientras Beck se iba de la habitación con un saludo, Seth cerró la puerta
detrás de ellos y la guió hacia el baño.
—Dúchate.
Su postura le dejó claro que no se iba a ir.
—¿Liam y Hammer te pidieron que fueras mi niñera?
Él se encogió de hombros.
—Ellos no quieren que estés sola cuando estás molesta.
—No voy a huir de nuevo.
Había sido muy miserable esos días sin ellos. Siempre y cuando ellos
tuvieran oportunidad de construir un futuro juntos, ella lo daría todo para
hacerlo posible.
—Que bueno saberlo. No te demores.
Ella suspiró y entro en el baño, cerrando la puerta detrás de ella. Seth
había visto cada centímetro de su cuerpo desnudo en la cabaña, y no le

50
La Descarada y el Dominante

avergonzaba su desnudez. Pero deseaba un momento a solas para intentar


juntar las piezas y ver qué estaba ocurriendo.
Un buen champú, una buena pasada de acondicionador, y una afeitada
más tarde, Raine no tenía nuevas teorías.
Cuando salió de la ducha, tomó la bata de Liam de detrás de la puerta
inhalando su olor profundamente familiar. Cerró los ojos, y un montón de
recuerdos la asaltaron.
La noche en que Hammer los presentó en medio de cervezas y mariscos…
y había sentido una sorprendente chispa de atracción. La mañana que hizo el
ridículo frente a Hammer luego de su desliz con Marlie, y Liam la había
consolado y… por primera vez… besado. La mirada de Liam en el espejo
cuando la reclamó en el calabozo en medio de una sala llena de gente… diez
minutos después cuando le hizo el amor de nuevo en privado. El día que le
colocó el collar en una bella ceremonia. La terrible mañana en que se lo quitó
por no confiar en él, no comunicarse con él o ser honesta sobre sus miedos. La
manera en que él y Hammer habían trabajando juntos estos días para construir
nuevas bases para su futuro. Y los asombrosos momentos de la noche anterior
cuando solidificaron todo en sus corazones.
Raine sintió como si ella y Liam se hubieran amado una década en vez de
apenas un mes, y la idea de que él tal vez se fuera a alejar ahora la destrozaba.
Atándose la bata en la cintura, se decidió a estar lista para cuando
Hammer llegara. Él tal vez no le contaría todo lo que ocurría, pero
seguramente ella merecía saber algo más que una idea vaga sobre el trabajo de
Liam. Raine pretendía convencerlo. De alguna manera.
Ella se aplicó humectante en el rostro y se colocó algo de brillo en los
labios, luego se secó el cabello con la toalla y buscó su cepillo. Al no
encontrarla en su cajón, abrió automáticamente el de Liam, preguntándose si
él lo había tomado prestado. Maldijo cuando recordó que tal vez estaba en su
maleta, afuera con Seth en la habitación.
Pero justo cuando iba a cerrar el cajón, algo le llamó la atención, y tiro del
pomo otra vez. Síp, ahí estaba el chupete. Azul con pequeños agujeros
rodeando la boquilla de goma. El frente plano decía BOTON MUDO con letra
infantil.
Raine lo tomó con intriga. ¿Por qué estaba esto en el baño que ella
compartía con Liam?

51
La Descarada y el Dominante

Capítulo Cuatro

Una vez Seth y Beck acompañaron a Raine a su habitación, Hammer se


dirigió rápidamente a su oficina y cerró la puerta de golpe. ¿Podía su maldito
día empeorar? Primero Gwyneth y su bebé, luego el colapso de Liam, el
retraimiento de Raine, y ahora Bill Kendall.
—¿Ahora, qué? —Hammer espetó.
Ojala hubiera alcanzado su cuota de mierda del día.
Luego de tomar su teléfono, marcó el número de Bill. La lastimera excusa
de padre de Raine respondió al tercer timbre.
—Ya era hora que me devolvieras la llamada, amo pervertido.
Así que el imbécil tenía identificador de llamadas. Lo que sorprendió a
Hammer era que la voz de Kendall carecía del acostumbrado arrastre de
cuando bebía. Macen miró su reloj. Aún no eran las ocho de la mañana. Pensó
que siempre era hora de cócteles en la casa Kendall.
—¿Qué putas crees que haces viniendo a mi club?
No necesitaba ser diplomático. De hecho, Hammer se maldijo a sí mismo
por no golpearlo hasta asustar a ese malviviente pedazo de mierda hace años.
En cambio, le pagaba al padre de Raine una cuota mensual para mantenerlo
alejado de ella. Y seguía pagándole mucho después que ella llegó a los
dieciocho años. Pero darle a ella un refugio seguro valía cada centavo. Él
habría gastado todo lo que tenía por mantenerla lejos de las manos abusivas
de Bill.
—Estás atrasado con mi pago —se quejó el anciano—. Quiero mi dinero.
—No te daré un centavo más —Hammer dijo rechinando los dientes—. Te
lo dejé claro en mi visita la semana pasada.
—¿Tienes alguna idea de lo que puedo hacerte? —Bill contestó con voz
fea.

52
La Descarada y el Dominante

—Sé que piensas que tienes poder sobre mí. No tienes nada, Bill. Vete a la
mierda.
—Si no pagas, le diré a la policía que secuestraste a mi hija menor de edad
y la violaste.
—Di lo que quieras. —Hammer fingió indiferencia—. No tienes pruebas, y
Raine insistirá que mientes.
Incluso si el hombre hiciera esas declaraciones tan ridículas y realmente
encontrara a alguien dispuesto a escuchar, Hammer se sentía seguro de que él
y Liam podrían mantener a Raine a salvo.
Además, él tenía su propia póliza de seguro.
—¿Honestamente crees que necesito pruebas? —Bill resopló—. Manejas
un antro de perdición. Para la comunidad eres el mismísimo Diablo. Atando
mujeres, golpeándolas, violándolas, y Dios sabe qué más. Harán fila para ver
cómo te fríes. Y yo solo me reiré.
Hammer apretó los dientes.
—Olvidas un hecho muy importante. Tengo un testigo que escuchó cómo
confesabas que intentaste violar a tu propia hija menor de edad.
Una ira asesina llenaba a Hammer cada vez que pensaba en Raine
luchando contra su repugnante padre.
—Liam estaría más que feliz de atestiguar bajo juramente exactamente lo
que dijiste —Hammer agregó.
Bill resopló.
—La palabra de otro conocido pervertido no significa nada.
—También tengo al doctor que la examinó la noche que la encontré
golpeada y amoratada para respaldarme.
—Le diré al juez y al jurado que a ambos les ofreciste a mi hija menor de
edad para convencerlos de decir todo eso.
Hammer apretó fuertemente el teléfono. Se aguantó las ganas de conducir
hasta la casa de Bill Kendall y golpearlo con una barra hasta que los sesos del
hombre untaran su asquerosa y maltrecha alfombra.
—Aún tengo las fotos que muestran todo lo que le hiciste, miserable
pedazo de mierda —Macen le recordó—. Métete conmigo, y todos tus vecinos
sabrán qué clase de monstruo fuiste con Raine cuando era niña. Verán cada
moretón y laceración que tu hija sufrió bajo las manos de su vecino pedófilo.
—Te demandaré por difamación, mojigato bastardo —Bill gritó—. Dame
mi dinero o lo lamentarás.
—No me amenaces, viejo. Vienes de nuevo a Shadows y te prometo que te
dejo una bala en la cabeza.

53
La Descarada y el Dominante

Con la furia zumbando en sus oídos, Hammer colgó y dejó salir un fuerte
suspiro, intentando no dejar que su temperamento se le saliera de las manos.
Una respiración no fue suficiente. Otra solo ayudó un poco. Necesitaba ir a ver
a Raine, pero no podía hacerlo hasta que contuviera su deseo de ir a matar a
su padre. Una mirada al rostro de Hammer y él sabía que ella vería la rabia…
y comenzaría a hacer más preguntas.
Golpeando su escritorio con un puño, Hammer maldijo bajo y largo, y
luego le envió a Liam un mensaje de texto contándole sobre Bill, quien
probablemente aún estaba ocupado con la víbora. No era que su amigo
necesitara una puta cosa más de la qué preocuparse.
Luego de enviar el mensaje, Hammer cerró los ojos y respiró
profundamente.
—¿Fue ese el padre de Raine? No sonó como si la charla hubiera estado
bien.
Hammer levantó la cabeza para ver a Seth, recostado en la puerta.
—Dios sabe que la única charla con Bill Kendal que saldrá bien es cuando
esté a tres metros bajo tierra. Quisiera haber grabado la conversación, maldita
sea. ¿Cómo está Raine?
—En la ducha. Está callada… por ahora. Sabes que eso está sujeto a
cambios una vez ella decida que está molesta por la manera en que los dos os
estáis portando.
Seth no había conocido a Raine mucho tiempo, pero se estaba poniendo
rápidamente al día.
Macen asintió.
—Espero que ella pueda dejar su dolor atrás pronto y se pueda ajustar.
—Sí. Se lo ha ganado. Los dos le prometisteis honestidad y comunicación
para que pudiera confiar en vosotros. Y ninguno está cumpliendo. Hablaré
con Liam sobre por qué ella está lamiendo sus heridas. Pero tú le estás
mintiendo peor que un vendedor de coches usados. ¿Ambos estáis intentando
ver lo rápido que podéis arruinar esto?
Seth no estaba tan desfasado.
—Gracias por tu opinión, Dr. Phil, pero Liam y yo ya hemos solucionado
esto. Tenemos un plan.
Seth rodó los ojos.
—Porque esos siempre les salen tan bien a vosotros dos.
Hammer lo miró con rabia.
—¿Viniste a algo? Si no es así, te agradecería que mantuvieras un ojo sobre
Raine. Ya estoy allá en un minuto.

54
La Descarada y el Dominante

Tan pronto como tuviera su preocupación por la seguridad de ella y su


necesidad de estrangular a Bill bajo control.
—Sí vine a algo. —Seth suspiró—. Tenle paciencia a Liam. Él está bajo
mucho estrés. Le llegan los problemas tan rápido que está haciendo malabares
con sierras eléctricas.
—Ambos lo estamos. Bill no es ningún pastelito.
—Eso imaginé. Pero Liam no estaba en buen estado cuando lo envié a Los
Ángeles para visitarte, así que este es el estrés extra que él no necesita.
—¿Qué quieres decir? Él vino aquí no más a evitar el invierno. Y tal vez
algunos de los lugares en Nueva York que le recordaban su matrimonio con
Gwyneth, pero…
—¿Eso fue lo que te dijo? —Seth resopló.
—Sí. —Hammer negó con la cabeza—. Espera. Devuélvete. ¿Tú lo enviaste
aquí? ¿Para qué?
Con una sonrisa jocosa, Seth se encogió de hombros.
—En ese momento, ambos teníamos la impresión de que habías
solucionado tu mierda. Pensé que tú podrías ayudar a arreglarlo.
Hammer se detuvo. Las palabras de Seth hicieron un vuelo de
reconocimiento en la cabeza de Hammer, pero no podía realmente captar la
idea.
—¿Arreglar qué? Él dijo que había hecho examen de conciencia luego de
su divorcio y estaba bien.
—A menos que hubiera buscado en su alma haciendo sangrar a
masoquistas con un látigo, pues no.
Él parpadeó, sintiendo que su mandíbula golpeaba el suelo.
—¿Liam? Él no es un sádico.
—Pues lo hizo por unos meses. Y convencía de miedo también.
Hammer buscó a tientas su silla y se hundió en ella. Eso no era Liam para
nada.
—¿Qué putas? ¿Gwyneth lo dejó así de mal?
—Luego de encontrarla engañándolo, él pareció tan molesto todo el
tiempo. Por supuesto, controlado. Tal vez demasiado. Pero bajo eso,
simplemente ardía.
Las piezas del rompecabezas comenzaron a caer en su sitio. Liam había
estado tan furioso con Beck por azotar a Raine con una paleta de goma la
noche que él le colocó el collar porque una vez él mismo infringió esa clase de
dolor sobre sumisas más dispuesto. Su furia cuando la bestia interna de
Hammer había salido también tuvo sentido.

55
La Descarada y el Dominante

Se necesita uno para conocer otro.


—¿Por qué? Él no amaba a Gwyneth. —Hammer señaló.
—No, pero eso seguro como la mierda que le hirió el orgullo.
Sí, y le marcó su capacidad de confiar. Maldita sea, ¿por qué Liam no
había tan siquiera insinuado que tenía un problema en Nueva York?
—No me lo imagino con un lado sádico. No lo he visto. No aquí. ¿Qué lo
hizo detenerse?
—Si tuviera que adivinar, tú.
De todo lo que Seth pudo haber dicho, eso lo impresionó más.
—¿Yo?
—Sí, una vez que llegó aquí, se dio cuenta que estabas enamorado de
Raine y no te permitías tocarla. Él…
—Se concentró en mis problemas, no en los suyos. —Hammer se pellizcó
el puente de la nariz.
—Bingo.
Hammer conocía bien a Liam. Eso era lo que su amigo haría, sacrificarse
para ayudar a un hermano.
—Mierda.
—¿Ya ves por qué me preocupa un poco que vosotros dos, ―ciegos‖ me
muestren el camino a Raine?
—Entiendo.
—Bien —Seth asintió—. Liam está mejor desde que vino aquí. Pienso que
Raine lo hace desear ser mejor en un modo que Gwyneth jamás pudo. Y de
algún modo también pudo Juliet.
Hammer cerró los ojos. Dios, así todo había cambiado desde que él y Liam
compartieron a Juliet hace una década… excepto el deseo de Macen por una
relación que se pareciera mucho a sus días en la cabaña. Juntos, se abrieron
paso al corazón de los problemas de Raine y premiaron su progreso con
placer. Liam había tenido el compañero correcto hace todos esos años, pero
Juliet nunca había podido ser la mujer correcta. No solo no tenía la calidez y el
corazón suave de Raine, sino que nunca había controlado su vida. Jamás
comunicó lo que la hacía sentir como una “muñeca inflable” hasta que quedó
embarazada y habló con un frasco de pastillas.
En contraste, si él y Liam hacían algo que hiciera a Raine sentirse menos
que amada, ella les apretaría las pelotas hasta que cambiaran el rumbo. Ella
escogió entregar su poder; no lo cedió porque pelear representaba demasiado
esfuerzo.

56
La Descarada y el Dominante

Hammer sabía que él aún lidiaba con los estragos del suicidio de Juliet,
pero no tenía idea de que Liam aún estaba impactado por la traición de
Gwyneth. Ahora que lo sabía, tenía que ser inteligente acerca de los
detonantes de Liam.
—Gracias por apoyarlo. Me has dado mucha información que necesito.
Seth se encogió de hombros.
—Él y yo somos cercanos, pero vosotros dos teneis un vínculo que
va…más allá. No podía ayudarlo más. Pienso que tú sí. Sé que Raine puede…
si te las arreglas para que sigan todos juntos.
Hammer se sintió un poco atorado.
—Lo haré. Haré lo necesario.

Afuera en la brillante luz del sol, Macen se colocó sus gafas de sol
mientras ayudaba a Raine a subir en el asiento del pasajero de su Audi. Luego
de trotar alrededor del vehículo, se deslizó detrás del volante y salió del
estacionamiento. Miró en el espejo retrovisor, esperando poder ver a Liam
acompañando a la reina del hielo y al niño fuera del club. No tuvo suerte.
Hammer no respiraría en paz hasta que la ex de Liam estuviera fuera de su
club… y de sus vidas.
La idea de su amigo siendo padre de un bebé de esa perra enfermó a
Macen. Liam no carecía de la capacidad de amar a un niño o mantenerlo.
Diablos, él sería un padre modelo. La idea de que él tuviera que lidiar con su
ex esposa por los próximos dieciocho años devoraba a Hammer vivo. Si el
bebé resultaba ser de Liam, la presión de ello estaba destinada a caer sobre
Raine. Hammer solo podía preguntarse qué pasaría después.

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La Descarada y el Dominante

Ya era bastante difícil unir dos vidas, más difícil unir tres. ¿Agregar a
Gwyneth a la mezcla? Una pesadilla. Él haría lo que fuera necesario para
ayudar a Liam y a Raine a manejar esto, pero, si él pasaba el resto de su vida
en la dicha que sintió anoche.
Raine encendió la radio y se mordió una uña mientras oía una triste
balada. Sí, ella sabía que algo iba mal. Lo tenía escrito en la cara.
—Sé que dijiste que Liam tenía problemas en el trabajo. Si esa es la causa,
¿por qué no lo intenta arreglar por teléfono mientras estamos en el coche? —
Ella preguntó—. Eso no es típico de él. Estoy preocupada.
A veces la chica era demasiado lista. Aunque él esperaba que ella hiciera
más preguntas, también prometió no mentirle.
—Liam está reunido con alguien ahora para tener detalles del problema.
Él debe tener más información luego de ello.
—Pero parecía molesto. ¿Alguien lo traicionó? ¿Le hizo daño?
Más de lo que te imaginas.
—Él sospecha que alguien intenta embaucarlo. Pero él es inteligente, así
que lo solucionará. Si nos necesita, nos avisará.
Raine asintió lentamente. Ella no se veía feliz, pero Macen esperaba que
ese fuera el final de su interrogatorio. Aunque él estaba más que
acostumbrado a protegerla de feas verdades, él y Liam tenían que ser sinceros.
Él estaba nervioso como el infierno por decírselo todo esta noche, pero se
negaba a perderla cuando unas palabras podrían mantenerla cerca. Hammer
intentó no pensar que esas mismas palabras podrían también ahuyentarla.
Tragando el gran nudo en su garganta, rezó porque antes de que el desayuno
terminara, Liam hubiera hecho que Gwyneth confesara la verdad y toda esta
tormenta de mierda hubiera cesado.
Se estacionaron en un restaurante local, y Hammer ayudó a Raine a salir
del coche. Una vez se sentaron en una cabina, él bebió su café y se fijó en la
adorable línea que apareció entre las cejas de Raine mientras bebía zumo y
miraba el menú.
—¿Qué suena bien para ti, preciosa?
—Todo luce sabroso —ella se encogió de hombros. Bajando el menú, lo
miró pensativa—. Pero hubiera sido mi placer cocinar para ti. ¿Por qué no me
lo permitiste? Liam también necesita comida.
La culpa le embadurnó las venas. Una confesión se posó en la punta de su
lengua, pero él y Liam habían acordado decirle juntos. Raine necesitaría
confirmaciones por parte de ambos.
Él tomó otro sorbo de café e intentó suavizar su expresión.

58
La Descarada y el Dominante

—Lo sé. Amo que quieras cocinar para ambos. Pero estás cansada.
—Estoy bien.
El camarero llegó con una libreta y lapiz antes de que él pudiera decir algo
más. Raine ordenó casi nada. Con el ceño fruncido, Hammer pidió su plato
favorito, junto con unas cuantas cosas más para compartir en caso que pudiera
convencer a Raine a comer más.
—La Navidad es en menos de tres semanas. —Él comenzó—. Estoy seguro
que querrás comenzar a decorar y planear el intercambio anual de regalos
para los miembros.
Ojala ese proyecto la tuviera pensando en otras cosas, al menos hasta esta
noche.
Raine frunció el ceño.
—¿Por cuánto tiempo has conocido a Liam?
No tuvo suerte. Él suspiró y se frotó la nuca.
—Casi una década. Él está bien. Todo va a estar bien.
—¿Alguna vez él se ha inclinado a jugar a ser un bebé?
Hammer estaba preparado para una pregunta acerca del humor de Liam,
sus problemas, su falta de honestidad, todo menos sus fetiches.
—¿Qué?
Ella se sonrojó. Aunque había crecido en un club BDSM, ella jamás había
participado hasta hace unas semanas. Ella entendía algunas cosas puramente
por observación.
—Tú sabes. Jugar al ―papá‖. Pañales, biberones, mecer al bebé, echarle
talcos. ¿A él le gusta esto?
Su pregunta dejaba claro que la idea no le gustaba para nada.
Hammer no pensó que tenía que mentir sobre ello… pero él tampoco sabía
que Liam hubiera sido un sádico por un tiempo.
—Él jamás ha expresado el más mínimo interés. ¿Por qué la pregunta?
Raine dejó salir un pequeño suspiro, pero esa línea de confusión aún
arrugaba su frente.
—Encontré esto después de bañarme.
Ella buscó en el bolsillo de su chaqueta y colocó algo en la mesa entre
ellos. Sonaba plástico cuando golpeó la superficie de madera falsa, pero nada
lo pudo sorprender más que ver el chupete entre ellos.
Al instante, supo que Gwyneth lo había dejado ahí para que Liam… o
Raine… lo encontrara.
Incluso antes de volver a Shadows, esa perra había plantado lo que
esperaba fueran semillas de destrucción. Él apretó los dientes y contuvo su ira.

59
La Descarada y el Dominante

Su maldita presión debió dispararse cincuenta puntos. Macen se sintió como


una olla a presión lista para explotar.
—Eso es definitivamente extraño —logró decir finalmente.
—¿No sabes nada de esto?
Él se encogió de hombros, intentando en verdad mantener su promesa con
Liam y no mentirle a Raine.
—Tal vez es de uno de los otros miembros del club que lo usan en sus
juegos. Tal vez se enredó entre la ropa limpia y…
—Lo encontré en el baño, en uno de los cajones de Liam con sus cosas.
Oh, esa perra.
Hammer realmente deseó poder matar a Gwyneth. Le estaría haciendo al
mundo un favor grande.
—No lo sé. Hablemos con Liam de eso esta noche. Dudo que él esté
interesado en hacerte su bebita, no en ese sentido.
—Bien. —Ella volvió a guardar el chupete en su bolsillo—. Luego de mi
terrible relación con mi propio padre, no me imagino teniendo placer jugando
con un hombre asumiendo ese rol.
Eso no sorprendió a Hammer en lo absoluto.
—Podemos ser pervertidos, pero jamás he tenido ningún interés en
chiquillas, o que finjan serlo. No te toqué por ¿cuántos años? No puedo
imaginarme a Liam sintiendo algo diferente. —Ante su sentido asentimiento
de cabeza, él le levantó la barbilla con un dedo—. Sonríe.
Raine lo intentó, pero su confusión era profunda. Hammer deseó poder
decir más para calmarla. El camarero regresó colocando numerosos platos
llenos de panqueques, tocino, huevos, croquetas y tostadas. El estomago vacío
de Hammer exigía atención. Jamás se había dado cuenta de cuántas calorías
consumía el sexo, y habían tenido mucho en las últimas doce horas.
El hombre de unos cuarenta y tantos volvió con un vaso de jugo de
naranja fresco para Raine. Cuando Macen dejó de comer para agradecerle, él
notó que ella casi no había tocado su comida. La preocupación se apoderó otra
vez de Hammer.
—Come —la animó.
Él se lo hubiera ordenado si pensara que le haría algún bien.
Unos dolorosos quince minutos después, ella apenas había comido un
huevo y un pedazo de tostada. Hammer había devorado casi toda su comida,
pero aún tenían una montaña de sobras.

60
La Descarada y el Dominante

Mientras el camarero despejaba la mesa, él se excusó y se dirigió al baño


de hombres. Cuando la puerta se cerró detrás de él, buscó su teléfono y le
escribió a Liam.

Hammer: ¿Cómo vas? Vamos a regresar al club. ¿Está


bien? A propósito, Raine encontró un chupete. Adivina
quién lo dejó…

Paseándose por el baño, esperó una respuesta. Los segundos se volvieron


minutos. Poniéndose más ansioso y molesto, Hammer apretó los dientes y le
escribió de nuevo a Liam.

Hammer: si no has sacado la basura, mantén la bolsa


adentro. Le diré a Raine que descanse. Te escribo cuando esté
dormida. Nos vemos en el bar.

—¡Joder! —Hammer gruñó.


Odiaba no saber qué ocurría. Luego de guardar el teléfono, respiró un par
de veces. Tenía que mantener su mierda en orden hasta que Liam estuviera
listo para sentarse con Raine y hablar con ella.
Con una sonrisa falsa, él volvió a la mesa. Raine se encorvó en la cabina,
recostando la cabeza contra la pared.
—Estás agotada —Hammer murmuró mientras le extendía la mano—.
Volvamos al club y te voy a meter en la cama.
—No discutiré contigo —ella contestó soñolienta mientras se levantaba.
—Eso sí que es nuevo.
Ella se levantó y lo fulminó con la mirada.
—Ja. Ja. Muy gracioso.
Una de sus sonrisas ácidas eran mejor que ninguna.
—Ven. Vamos a casa.
—¿Dormirás conmigo? —Ella preguntó mientras iban hacia el coche.
Él enlazó sus dedos con los de ella.
—Un rato. Pero aún tengo un club que manejar.
El sol brillando en su rostro la hizo resplandecer. Hammer no pudo resistir
rozar su mejilla con un nudillo o presionar sus labios sobre los de ella.
—Mmm —Raine ronroneó cuando él se alejó—. Me gustas así.
—¿Así, cómo?

61
La Descarada y el Dominante

—Afectivo. Amoroso. Suave.


—Créeme, preciosa. No estoy nada suave en este momento —él bromeó
mientras miraba la erección que se marcaba contra el cierre de su pantalón.
—Si podemos mantenernos despiertos lo suficiente, tal vez podríamos
arreglar eso. —Ella guiñó un ojo.
Por tantas veces que él había alejado a Raine en el pasado, Hammer no
pensaba que podría hacerlo de nuevo. Sus días de negar cuánto la amaba se
terminaron. Él solo esperaba que al final Gwyneth y sus maquinaciones no
pusieran a Raine en contra suya y de Liam.

62
La Descarada y el Dominante

Capítulo Cinco

Liam caminó por el corredor hacia las habitaciones remodeladas… y hacia


Gwyneth. Él había pasado las últimas cuatro horas evitando sus llamadas
mientras intentaba averiguar si Kyle era su hijo. Un bebé con Gwyneth…Oh,
Dios. Aunque el niño no pudo elegir quién sería su madre, Liam no se
deleitaba con lidiar con esa perra por los siguientes dieciocho años,
especialmente mientras él intentaba cimentar su precario trío con Raine y
Hammer. Esta mañana en el coche, él descargó sus frustraciones sobre la chica.
Los celos irracionales le torcieron los pensamientos, y nublaron su juicio. ¿Por
qué más la rechazaría? La manera en que ella se retrajo para protegerse del
dolor que le infringió aún le amargaba las entrañas con culpa cruda y
vergüenza.
Y a pesar de saber cuánto lo había arruinado, Liam se preguntaba ahora
qué estaba haciendo su mejor amigo con la mujer que amaban.
Joder.
Él intentó sacudir la visión y concentrarse en entrar a la batalla con
Gwyneth. Pero las noticias de la amenaza de Bill esperaban ahí mismo para
carcomerlo también.
Dios, el día ya era una catástrofe. La mentira de Hammer hacia Raine solo
era un valor agregado de mierda. Y Liam no se atrevía a preguntar qué más
podría salir mal. Ni podía permitir que su ex esposa lo viera agitado. Él
necesitaba colocarse bajo seguro… y rápido.
Al llegar al final del pasillo, Liam se colocó una máscara de indiferencia, y
abrió la puerta tras la que Pike había puesto a Gwyneth.
Desde el portal, él revisó la habitación. En un corral estaba sentado un
niño con unos incipientes rizos sobre una cabeza redonda y unos ojos grandes
y oscuros. Eso tenían en común. Él vio un sonajero azul en su pequeña mano y
gritaba fuertemente. Las lágrimas mojaban sus mejillas rojas.

63
La Descarada y el Dominante

¿Dónde está tu madre?


Liam escuchó el zumbido de un secador de cabello detrás de la puerta
cerrada del baño. El bebé estaba molesto, ¿Y Gwyneth pensaba que era un
buen momento para arreglarse el cabello? Con un suspiro, él miró de nuevo al
chiquillo. Ahora era un momento tan bueno como cualquiera para ver si podía
encontrar alguna semejanza entre ellos.
Con cuidado, él levantó al bebé y lo acercó a él. Diez dedos. Diez deditos
de los pies. Mejillas regordetas, una pancita prominente y una pequeña boca.
¿Podría este ser su hijo? Si fuera así, ¿no debería él reconocer su propia
progenie en algún nivel? Él frunció el ceño.
—Ella te nombró Kyle, ¿no?
Ante el sonido de su voz, él niño se calmó, esos grandes ojos siguiendo a
Liam mientras su labio inferior hacía pucheros y temblaba entre hipos
ocasionales. Liam suprimió una sonrisa. Entonces él sintió algo húmedo en su
muslo y se dio cuenta que el pañal del bebé estaba empapado.
Viendo una bolsa de pañales a medio abrir y una caja de pañitos húmedos
a su lado, él tomó uno de cada uno. Sosteniendo al bebé lejos de su camisa, él
acostó al niño en la cama. Kyle inmediatamente empezó a llorar de nuevo,
pero Liam le susurró en voz baja mientras examinaba el pañal, preguntándose
exactamente cómo colocárselo. Una cinta en cada cadera parecía asegurarlo.
Cuando Liam removió el pañal, un milagro ocurrió. Kyle… definitivamente
un niño… dejó de llorar. Los oídos de Liam dejaron de zumbar. Un minuto o
dos después, él tenía al niño limpio y envuelto en un pañal limpio. Nada mal
para un primer intento.
Liam acercó a Kyle hacia su pecho. Él y el niño se examinaron
mutuamente.
Este podría ser mi hijo.
Y tal vez no. Después de todo, durante su matrimonio, Gwyneth había
estado follando a su entrenador personal. Esos pequeños labios temblaron otra
vez, y Liam le dio un fingido ceño fruncido.
—Shh. No hay berreos en un club BDSM. Ahuyentarás a los miembros.
Una arruguita se generó entre esos ojitos marrones y brillantes… una
asombrosa similitud con los suyos… y un puñito regordete se metió en su
boca y Kyle comenzó a chupar.
—¿Tienes hambre? Parece que podrías comerte una buena carne asada.
—Tendrá que conformarse con formula y vegetales macerados —dijo una
voz familiar.

64
La Descarada y el Dominante

Liam se giró para encontrar a Gwyneth de pie en la puerta del baño, con
una pequeña sonrisa cerniéndose sobre su rostro.
Su ex esposa se veía notoriamente diferente desde la última vez que la vio.
Su cabello rubio platinado y largo aún era brillante y liso, pero su rostro estaba
casi limpio. Ella tenía un suéter negro sin forma y un par de vaqueros
desteñidos, sin zapatos. Liam frunció el ceño. Él no pudo recordar a Gwyneth
viéndose tan casual. Diablos, él no recordaba que ella tan siquiera tuviera un
par de vaqueros cuando estuvieron casados. De hecho, sin Prada, Vuitton, y
un maquillaje listo para ser fotografiado, él casi no la reconoció. La fría y
elegante esposa que él recordaba había sido reemplazada por una madre
aparentemente normal, tal vez cansada, simplemente intentando sortear la
vida.
Él casi sintió lástima por ella…pero no mucho.
Antes de hoy, él la había visto exactamente una vez desde su divorcio.
Para él, ese había sido demasiado. En cuanto a él le concernía, él siguió
adelante y encontró el amor verdadero. Que Gwyneth estuviera aquí podría
joder eso.
Con una sonrisa tentativa, ella se acercó, mostrándole una mejilla para que
la besara.
Liam le entregó el bebé y se retiró.
—Gwyneth.
Ella tomó al niño, la acogida en su rostro falló.
—Es bueno verte. ¿Cierto, Kyle?
—¿Por qué estás aquí?
El niño abrió la boquita, y su rostro se retorció en desagrado. Sus
pulmones se expandieron, y un chillido agudo le rompió la garganta.
Haciendo una mueca, Gwyneth miró a Liam con dolor. El bebé chillón le
tomó su rubio cabello mientras ella ansiosamente le palmeaba la espalda.
—El viaje ha sido difícil para él. Está fuera de su horario de dormir.
Mientras tomaba un pañuelo de su bolsillo y limpiaba las mejillas y la
nariz del niño, Liam seguía revisando esa carita.
Una vez el chiquillo se calmó, él miró a su ex con curiosidad.
—¿De quién es ese niño?
Ella respiró profundamente, preparándose, antes de caminar hacia él.
—Por favor siéntate, Liam. Yo… nosotros… hemos atravesado una gran
distancia porque hay algo importante que debo decirte. Veo que es repentino,
pero espero que me escuches.

65
La Descarada y el Dominante

Liam se tensó mientras ella se sentaba en el borde de la cama, y


acomodaba al bebé en su regazo, esperando a que él se sentara en una silla
cercana. No lo hizo.
—Tienes suerte que haya tan siquiera contestado a tus llamadas, y más
suerte que haya venido a verte. Contesta mi pregunta. ¿De quién es ese bebé?
Ella respiró profundamente.
—Este es Kyle. Es nuestro hijo.
Escuchar en voz alta su mayor miedo hizo que un helado terror se
deslizara por su espalda. La gravedad de la situación lo golpeó con fuerza.
Miró entre Gwyneth y el niño. ¿Era posible? Él deseó como un infierno poder
recordar la noche de la gala de beneficencia.
Liam cruzó sus brazos sobre el pecho, intentando descifrar la expresión de
ella. No vio nada excepto una mirada ansiosa y ligeramente inocente que él no
terminaba de creerse. Pero ¿por qué ella estaría aquí si no fuera él su hijo?
Gwyneth no necesitaba dinero.
No solo le había dado la mitad de su fortuna en el divorcio, ella era la hija
menor de un hombre muy rico. Ella no necesitaba un esposo que le ayudara a
criar a su hijo; ella solo podría contratar una niñera.
Cuando este niño fue concebido, ellos ya estaban divorciados, así que no
era como si ella necesitara embaucar a su confiado esposo para que creyera
que la semilla de otro hombre era suya. Y si ella había esperado todo este
tiempo para informarle que él era padre, no necesitó un apellido para el acta
de nacimiento.
¿Entonces, qué quería? ¿Y por qué había venido a él?
—¿Lo es? —Liam preguntó.
Ella lució un poco decaída.
—Sí. Sé que te he sorprendido. Pero… —Gwyneth lo miró suplicante—.
Ya no podía mantenerte más tiempo alejado de tu hijo, querido.
¿De verdad Gwyneth esperaba que él creyera que de repente sus
sentimientos le importaban? Eso no sonaba como la mujer que él recordaba.
Liam dio un resoplido despectivo.
—Cristo, mujer. Aclaremos una cosa antes de que digas una palabra más.
Yo ya no soy tu querido, tu cariño, tu esposo, o cualquier cosa parecida.
Ella tuvo la decencia de verse compungida.
—¿Por qué necesitaste seis meses para llegar a la conclusión de que
necesitaba conocer a mi supuesto hijo?
—En realidad, cinco meses y medio. —Ella aseguró.
Porque esas dos semanas hacen una enorme diferencia.

66
La Descarada y el Dominante

—¿Por qué no te molestaste en decirme que estabas malditamente


embarazada en primer lugar? Tuviste nueve meses para buscarme.
Liam estaba perdiendo rápidamente la paciencia. Miró a la única silla
cerca de ella… y permaneció de pie.
—Bueno, esa noche, luego de la gala, en mi habitación de hotel. Fue como
los viejos tiempos. Fuiste encantador y amoroso. Fue glorioso.
—Oh, por el amor de Dios. Estaba ebrio.
Los hombros de ella se tensaron.
—El amor que hicimos fue mágico. Estaba emocionada de que me
desearas de nuevo. Pensé que era un nuevo comienzo para nosotros, Liam.
Las nauseas le revolvieron el estomago a él. ¿Era posible que hubiera
estado lo suficientemente borracho para follarla? Si lo hubiera estado, dudaba
que hubiera pensado en algo tan práctico como el control de la natalidad.
—Pero cuando despertaste, estabas malhumorado y te fuiste rápidamente.
Apenas me había dado cuenta que aún estaba enamorada de ti, así que me
sentí devastada. —Ella comenzó a llorar—. Sí, cometí errores terribles durante
nuestro matrimonio…
—Eso ya no importa. ¿Por qué no me dijiste que estabas embarazada?
—Bueno, me fui a Londres a lamerme las heridas. Entonces mi padre
enfermó de gravedad. —Ella se detuvo como si esperara compasión. Cuando
él no la mostró, ella continuó—. Entre el cuidado de mi padre y mi instalación
en un apartamento nuevo, no me di cuenta que estaba embarazada. Una vez el
doctor lo confirmó, intenté buscarte. Pero cambiaste tu número. Supe que ya
no me querías, y eso me hirió. Lloré. Me decidí a criar a nuestro bebé por mi
cuenta para compensar el daño que te hice.
—O más bien, lo decidiste porque no era tu príncipe azul, y me castigarías
quitándome a mi hijo.
Ella tragó.
—No. No me diste manera de dar contigo.
—Por favor. Puede que haya cambiado mi número de teléfono, pero sabías
donde viví hasta hace unos meses. Pudiste haberme enviado una carta, o un
correo electrónico, o me hubieras llamado al trabajo.
—No pensé que un mensaje electrónico era la manera correcta de decirte
que pronto serías padre. No te busqué en tu trabajo porque viajas a menudo, y
tu secretaria lee todo primero. —Gwyneth hizo una mueca delicada—. Ahora
veo que fue muy malo de mi parte. Lo lamento.
¿No era típico de ella, barrer lo imperdonable bajo la alfombra en cada
giro? Antes del divorcio, Liam tuvo dificultades para perdonarle su

67
La Descarada y el Dominante

infidelidad. Él había intentado pero falló. ¿Perdonarla por ocultarle a su hijo…


si Kyle era suyo? Imposible.
Contando mentalmente hasta diez, Liam contuvo su ira.
—No te creo esta historia hasta que me haga una prueba de paternidad.
—Traje pruebas. Mira. —Moviéndose hasta el armario, tomó una pila de
documentos y se los entregó a Liam—. ¿Ves? Hay un acta de nacimiento, sus
registros de vacunas. Incluso tengo ecografías de mi embarazo.
Renuente, miró los papeles en su mano. Los detalles le saltaron encima,
como el apellido del niño.
O’Neill.
Casi ahogándose, él notó la fecha de nacimiento del niño y peso, revisó las
fotos del ultrasonido, que parecían una bruma extraña de formas y sombras.
Liam no se conmovió. Claro, ella tenía documentos para demostrar sus
reclamos, pero hasta que él tuviera la prueba innegable de su paternidad,
estaría escéptico.
—Puede que Kyle sea tu hijo, pero nada de esto prueba que es mío. Quiero
una prueba de paternidad.
—No he estado con nadie más desde que nos separamos —ella suplicó con
sus grandes ojos verdes.
Si, por algún milagro, ella decía la verdad, eso lo haría el padre de Kyle.
Pero la abstinencia de Gwyneth sería casi parecida a un milagro.
—No me importa.
—Liam, ¿qué clase de padres horribles seriamos si sometiéramos a nuestro
hijo a tal humillación?
—No seas ridícula. El niño no tiene edad de saber qué ocurre. No le
dolerá. No tenemos ni siquiera que sacarle sangre. Solo necesito pasar un
hisopo dentro de su mejilla.
Ella se dio la vuelta, acercando al bebé a su cuerpo como si lo estuviera
protegiendo.
—Eso es innecesario. Sé que en el pasado te hice daño, pero no mentiría
sobre algo tan importante como esto.
Él arqueó una ceja.
—Te encontré follando a dos hombres mientras tenías puesto mi anillo de
matrimonio. Creo que mentirías sobre cualquier cosa si te conviniera.
—No uses ese lenguaje frente al bebé. —Ella cubrió una orejita.
Liam rodó los ojos.
—Él ni siquiera puede hablar.

68
La Descarada y el Dominante

—Pero está empezando a formar sus habilidades lingüísticas. Esa no es la


clase de palabras que él debería escuchar. He estado leyendo…
—Tomaré su prueba de ADN esta mañana. Hasta que salgan los
resultados del laboratorio, no tenemos más que discutir.
—Pero él es nuestro hijo —ella suplicó.
—Eso lo veremos. Volveré con el hisopo. Espera aquí.
Cuando se giró para irse, ella le apretó el brazo.
—No te vayas. He traído a Kyle aquí para que vosotros dos podáis
relacionaros.
Ella se detuvo y miró con ternura la carita del niño, luego miró a Liam de
nuevo.
—Él necesita a su padre.
—Si es mío, entonces yo seré parte de su vida.
—¿Si? Míralo. No puedes negar esa cara.
—Puedo hasta que tenga pruebas.
—Por favor, no descargues tu ira por mis errores sobre Kyle. Lamento
haber arruinado todo. —Las lágrimas se acumularon—. De no haber sido tan
impulsiva, si me hubiera dado cuenta que estaba alejando a un esposo
amoroso… —ella se detuvo con la barbilla temblorosa—. Ser madre me ha
obligado a crecer. No soy la misma mujer con la que te casaste. Te lastimé
mucho, y jamás sabrás cuánto lo siento.
Sonaba arrepentida, pero él se preguntaba si ella en serio era capaz de
darle importancia a alguien más o tan siquiera sentir remordimiento.
Liam frunció los labios.
—No te creo, Gwyneth. No es normal en ti no acosarme por más… más
dinero, una casa más grande, pensión alimentaria, un puto guardarropa más
grande. ¿Por qué no lo has hecho?
—Yo… —ella pareció encogerse ante su mirada—. Tenía vergüenza.
—¿Disculpa?
—¿En serio vas a hacerme explicarlo? Tenía vergüenza por mis actos,
Liam. —Una dolorosa tristeza se extendió por el rostro de ella—. Sé que la
confianza que alguna vez tuvimos ya no existe, incluso si mis sentimientos por
ti prevalecen. Entiendo que estés bastante lastimado para encontrar en tu
corazón el poder perdonarme ahora. Pero no le des la espalda a nuestro hijo.
Liam frunció el ceño ante el chiquillo de ojos adormilados.
—Te lo dije, seré el padre de este niño, si es mío.
Ella le tocó el brazo con una mano temblorosa.

69
La Descarada y el Dominante

—Siempre fuiste un esposo tan maravilloso. Sé que serás un padre


asombroso. Él lo necesitará, especialmente ahora…
El bebé dio un gran bostezo, como si estuviera aburrido.
—¿Qué quieres decir?
Ella sorbió, tomándose un largo momento para controlarse.
—Por piedad, mujer. —Liam sacudió la cabeza.
Abre la boca así de fácil como abres las piernas.
—¿Qué intentas decirme?
—Kyle sufre de algunos…problemas que debes conocer.
Un pequeño nudo de preocupación se formó en sus entrañas.
—¿Está enfermo?
—No físicamente. Su psicólogo dice…
—¿Su qué?
¿Estaba ella loca? Liam miró al niño.
—No tiene ni siquiera seis meses. ¿Para qué necesitaría un psicólogo?
Ella acostó al niño en la cama, acunándolo entre almohadas y cubriéndolo
con una cobija de un azul borroso bordada con un tren.
—Te dije que era un asunto de vida o muerte, Liam. Kyle tiene serios
problemas emocionales.
—Cristo, ¿qué conversaciones profundas podría tener él con un loquero?
—Liam, estos son sus años formativos. —Su voz se elevó—. Kyle es
retraído y no es feliz. Según su doctor, no está relacionándose
apropiadamente. Esta clase de cosas podría arruinarle la vida.
Liam inspeccionó el comportamiento del bebé, ahora dormido.
—A mí me parece perfectamente normal.
—Lo que lo afecta no es visible en el exterior —ella protestó—. Pasa
tiempo con Kyle, y verás que su desarrollo emocional está frustrado por la
falta de una figura paterna en su vida. No podemos dejar que sufra, Liam.
—¿Es en serio?
—Intenta ponerte al día. —Ella puso una mano sobre sus labios
temblorosos—. Él necesita una familia, una madre amorosa y a su padre…
juntos… que le den un sentido de estabilidad y seguridad.
¿Así que es esto lo que ella quería, jugar a la familia feliz?
Liam se sintió enfermar.
—Déjame aclararte algo bien importante. Si la prueba de paternidad es
positiva, compartiremos la custodia. No una vida. Tú y yo jamás estaremos
juntos de nuevo. Hasta que tengamos los resultados, no tengo nada más que
decir.

70
La Descarada y el Dominante

Girándose hacia la puerta, Liam se tragó su asombro. Si tuviera que lidiar


con Gwyneth durante toda la infancia de Kyle, él es quien necesitaría terapia
psicológica. Deseó como el infierno poder despertar de esta pesadilla y
encontrarse acostado junto a Raine.
Raine.
La sola idea de ella hizo que algo se rompiera dentro de él. Sus planes, sus
esperanzas, y sueños de un futuro con ella y Hammer se veían precarios.
Habían trabajado tanto y pasado por tanto.
Ahora parecía como si los estuviera perdiendo. Ninguna relación…
especialmente una que llevaba menos de un día de duración… podría pasar
tal prueba.
Ante la comprensión, un puño gigante llegó al pecho de Liam y le apretó
el corazón.
Gwyneth lo tomó de la manga.
—No puedes darle la espalda a nuestro hijo, Liam.
Él se giró hacia ella.
—¿Cómo diablos esperas que reaccione? Vienes sin avisar, a decirme que
te embaracé, y el niño que afirmas que es mío de repente necesita a su papi.
¿Honestamente esperas que deje la vida que he hecho desde nuestro divorcio
para hacer de hombre de familia? ¿Sin pruebas?
—Esperaba que te alegraras —ella lloriqueó—. Eres demasiado noble para
descargar tu rabia sobre nuestro inocente bebé.
Él se negaba a empacar sus maletas para el viaje de culpa al que ella lo
pretendía llevar.
—Tan pronto como el niño se despierte, envíame un mensaje de texto. Le
pasaré el hisopo por la mejilla, y volverás a tu hotel. Te llamaré una vez tenga
los resultados.
—No tengo un hotel —ella confesó—. Esperaba que nos mudaríamos
contigo.
Él intentó no ahogarse.
—Sé ahora que tienes a alguien más… —Gwyneth sorbió—. ¿Es muy
bonita?
—No vivirás conmigo, y nadie que sea parte de mi vida es asunto tuyo. —
Su voz era tan crispada como el hielo—. Conseguiré un hotel para ti y el niño.
Escríbeme cuando despierte.
—¿El niño? —Ella jadeó—. Kyle es nuestro hijo.
—Eso está por verse.

71
La Descarada y el Dominante

Antes que ella pudiera decir otra palabra, Liam se fue sin mirar atrás.
Mientras caminaba por el pasillo, tomó su teléfono, leyendo rápidamente los
mensajes que había enviado Hammer.
¿Un chupete?
Perra calculadora.
Le envió un mensaje a Hammer.

Liam: Aviso: aún no he sacado la basura.


Búscame en el bar tan pronto como puedas.
Te contaré.

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La Descarada y el Dominante

Capítulo Seis

Encorvado sobre un vaso de whisky en el bar, Liam esperaba


ansiosamente por Hammer. El ardor de la malta le calentaba el vientre pero no
calmaba la agitación ni el dolor tras sus ojos. A pesar de su intención de ser
honestos con Raine en la cena, Liam se dio cuenta que liberarse de Gwyneth
no podría ser tan sencillo como esperaba. Él debió haberlo sabido. ¿Cuándo
algo había sido fácil con esa mujer?
Él miró su teléfono. ¿Qué diablos retenía a Hammer? Sin duda él aún
estaba en la cama con Raine. Liam se tensó con la ira construyéndose de
nuevo.
No puedo ir en esa dirección. Joder.
Tomando el vaso, él rodó el líquido ámbar, mirándolo girar dentro de su
prisión de cristal. Liam se sintió así de atrapado.
Perdido en los pensamientos, no se dio cuenta de que Hammer se le había
unido hasta que el hombre se desplomó sobre la banca a su lado…
—¿Por qué Gwyneth aún está en mi club? —Hammer se quejó.
—El bebé se durmió; le dije que me escribiera cuando él despierte.
Entonces los sacaré.
Hammer suspiró con resignación.
—Entre más pronto, mejor. Tener a Raine y a Gwyneth bajo el mismo
techo me tiene nervioso.
Liam asintió.
—Si Raine encuentra a mi ex, me temo que ella sacará la peor conclusión.
—No ayudaría mucho tener a Gwyneth con un bebé en su cadera. Y no
quiero que Raine hable con esa víbora manipuladora. Ella se la comería viva.
¿A menos que haya cambiado? —Hammer elevó una ceja preguntando.
—Ella intentó convencerme que ha cambiado. Pero aún es una perra
manipuladora. Solo que más sutil.

73
La Descarada y el Dominante

—¿Entonces la reunión con ella fue divertida?


—Hubiera disfrutado más meter la polla en una licuadora.
Hammer se estremeció, y tomó la botella abierta de whisky y bebió un
trago largo.
—¿Así de bien salió? Dime qué pasó.
—Nada sorprendente, Gwyneth afirma que el bebé es mío.
Hammer maldijo.
—¿Lo es? Digo… ¿Se nota?
—No al mirarlo. Tiene ojos marrones y cabello castaño, pero eso no
prueba nada
—¿Qué quiere de ti?
—A ella se metió en la cabeza que vamos a reunirnos y ser una familia. —
Liam se estremeció—. Aparentemente, Kyle tiene problemas emocionales
porque no tiene padre. Al menos según el psicólogo del niño.
—Por favor, joder. —Hammer rodó los ojos—. ¿Un loquero para un bebé?
¿Ella en serio piensa que te vas a creer esa mierda? ¿Qué más? Tal vez sería
mejor si comenzaras por el principio.
Liam compartió los detalles de su encuentro con Gwyneth, pero no iba ni
a mitad de la historia cuando pudo sentir la ira de Hammer.
—No me importa cuántas pruebas trajo. Todos los días se falsifican
documentos —Hammer explotó—. No te estarás creyendo su mierda,
¿verdad?
—Claro que no. Le dije que necesitaba una prueba de paternidad.
—Bien hecho.
Hammer pareció calmarse levemente, así que Liam le contó el resto.
—Lo único que me detiene de arrojarla a la calle es ese bebé —Hammer
gruñó—. No soy tan cretino.
—Ella siempre te llamó engendro del demonio.
Hammer se rio.
—Me alegraría complacerla y parecerlo.
—Hablando de complacerla, necesito encontrarle un hotel.
—Deja que ella busque donde quedarse. —Hammer frunció el ceño.
—Ella debió haber encontrado uno anoche pero no lo hizo. Eso me dice
que la única manera en que ella se vaya de Shadows es si la arrastro así chille
y patee.
—La buena noticia es…tenemos bastante soga y muchas mordazas. —Una
sonrisa malévola se extendió en la boca de Hammer—. Hazme un favor.

74
La Descarada y el Dominante

Encuéntrale a Gwyneth un hotel cerca dell aeropuerto para que se suba en su


escoba y vuele más rápido de regreso a Londres.
—Haré lo que pueda.
Hammer volvió a beber de la botella.
—Sabes que allá quiere más que un papi para su niño. ¿Cuánto dinero?
—Ella no pidió dinero, solo quiere que esté a su lado, ayudándola a criar
al atrofiado emocional de Kyle. Dios, voy a vomitar. Tengo que hablar de otra
cosa. Dime, ¿cómo está nuestra chica?
—Raine no desayunó mucho. Aún estoy preocupado por ella, y ese puto
chupete no ayudó. —Hammer gruñó—. No tienes idea de lo asombrado que
estaba cuando estrelló esa maldita cosa sobre la mesa y me preguntó si tú
tenías algún fetiche con juegos de papá y bebé.
Liam se ahogó.
—Espero que le hayas dicho que no.
Hammer sonrió.
—Sí. No te preocupes, lo hice. No era mentira, ¿verdad?
—Idiota. —Liam contestó con medio resoplido—. Mira, sobre esta
noche…luego de cenar, he estado pensando…mostrémosle la casa a Raine. El
hecho de que le compré un hogar debería hacerla sentirse más segura con
nuestro compromiso. Eso también le da un lugar seguro para vivir, uno que
Gwyneth desconoce, en caso de que mi ex permanezca cerca.
Hammer sonrió.
—Esa es una excelente idea. ¿Ya terminaron de remodelarla?
—No. Pero llamaré al capataz y le diré que limpie un poco cuando hayan
terminado por hoy. Le diremos a Raine que pretendemos mudarnos para la
Navidad y que comience a pensar en lo que ella quiere en su nueva cocina.
—De seguro dos hornos —Hammer asintió—. Va a estar muy
emocionada.
—También lo creo. ¿Dónde está ahora?
—Aún dormida en mi habitación.
Serpientes de celos se filtraron a través de él, siseando, tal como lo habían
hecho en el coche.
—¿Cómo que al final pudiste terminar lo que comenzaste en el coche de
camino hacia aquí? —Las palabras se zafaron de la lengua de Liam antes que
pudiera detenerlas.
Hammer se giró y lo miró. Liam no vio ni rabia ni culpa en los ojos color
avellana de Macen, solo lástima. Eso dolía mucho más. Liam deseó poderse
retractar de ese comentario malicioso.

75
La Descarada y el Dominante

—Detente ahí. —Hammer levantó una mano—. La llevé a desayunar.


Cuando volvimos, ambos nos subimos a la cama. Solo la abracé y le acaricié el
cabello hasta que se durmió. Incluso si hubiera tenido sexo con ella, ¿qué
importaría? La estamos compartiendo. Sabes que habrá momentos en que no
esté cerca y la vas a desear. Y viceversa. —Él sacudió la cabeza—. Creo que el
que Gwyneth esté aquí ha sacado a relucir mierda con la que no has lidiado.
Liam bebió lo que quedaba en su vaso.
—¿Ahora quién psicoanaliza a quién?
En el fondo, él sabía que no había resuelto su amargura por Gwyneth,
pero Liam no quería sentarse aquí y analizar sus emociones.
—¿Cómo te fue hablando con Bill?
Hammer se encogió de hombros.
—Me amenazó… lo amenacé. Al final, le dije que si se presentaba de
nuevo en Shadows, le pondría una bala en la cabeza.
—Suena como una maldita buena idea. Cargaré el arma. —Liam sonrió.
—Ya está cargada y esperando en el primer cajón de mi escritorio.
Tomó otro trago de whisky. Liam escuchó pasos detrás de él. ¿Raine
estaba despierta y escuchó su conversación?
La adrenalina le golpeó el cuerpo. Él y Hammer se giraron.
Beck caminó hacia ellos con una sonrisa, sosteniendo una bolsa blanca de
papel.
—¿Cómo vas, papi?
Tomando la bolsa que le ofrecía, Liam miró y revisó el kit de la prueba.
Eso lo alivió… y lo aterró.
Listo o no para ser padre, pronto sabría la verdad.
—Mejor, ahora que trajiste esto. Gracias.
Sacando el kit de la bolsa, Beck arqueó una ceja.
—Puedo tomar la muestra ya, si quieres.
—El bebé está dormido ahora —Liam contestó—. Dime lo que necesito
hacer, y me ocuparé de ello cuando despierte.
Beck asintió, y le explicó a Liam los pasos necesarios para recolectar el
ADN. También le dio el nombre y número de teléfono del laboratorista, Tom,
quien examinaría la muestra y le daría los resultados a Liam veinticuatro
horas después.
—Para mañana, sabrás si estás libre o si estarás haciendo cheques de
pensión alimentaria por los siguientes dieciocho años. —Beck se encogió de
hombros.
—Ni mierda. —Liam refunfuñó.

76
La Descarada y el Dominante

—A propósito, ¿dónde está tu esposa? Quiero verla. —Guiñó un ojo—.


Ver si en verdad es tan psicópata como ambos decís.
—La tenemos oculta en una de las habitaciones de atrás. —Liam movió la
cabeza en esa dirección—. Pero aún necesitamos un lugar donde ponerla.
—¿Ponerla? ¿O sea como… ocultar un cuerpo? —Beck parpadeó—. ¿Ya la
matasteis?
—No. Aún no hemos cumplido esa fantasía —Hammer resopló—.
Necesitamos encontrarle una habitación de hotel. Está convencida de que ella
y el bebé van a vivir con Liam.
Beck se puso lívido.
—Joder, no me digas que vas a tirar a Raine para apaciguar a tu ex esposa.
—Maldito infierno. ¡No! —Liam ladró.
—Bien. Así no tendré que matarte. —Beck metió una mano en el bolsillo
de su pantalón y sacó un llavero. Luego de sacar una llave se la dio a Liam—.
Toma. Esta llave es de mi apartamento. Tu ex esposa y el niño pueden
quedarse ahí por unos días en vista que probablemente estaré metido en el
hospital.
Liam parpadeó. Él y Beck no habían sido exactamente los mejores amigos,
pero agradecía el gesto.
—Yo… guau. Gracias.
—No me lo agradezcas. —Beck asintió—. Necesitas toda la ayuda que
puedas usar.
—En eso no te equivocas —Liam concordó sombrío.
—Si quieres que le provoque a tu ex algo de dolor, tengo una gran bolsa
con juguetes en el armario de mi habitación. —Él dijo malintencionadamente.
—Me imagino —resopló ante el sádico—. Si tengo que tocarla para usar
eso, pues no, gracias.
Beck se rió.
—Tengo que irme. Escríbeme si tienes alguna pregunta. Diablos,
escríbeme y me cuentas cómo está Raine.
—Lo haré. —Liam contestó, sorprendido por la emoción que lo atoraba—.
Te agradezco todo lo que has hecho, Beck.
—Me le agradeces cuando sepamos que el ADN de ese niño no es
compatible con el tuyo. —Saludó y se dio vuelta para salir por la puerta.
Se quedaron callados por varios minutos, Liam estaba digiriendo la
conversación. Luego se giró hacia Hammer.
—¿Hay algo que no me estés contando de Raine? ¿De Bill?

77
La Descarada y el Dominante

—Para nada —Hammer le aseguró—. Solo estaba pensando… sé que


dijiste que Gwyneth no pidió dinero, pero ella debe tener un precio.
—Ella tiene más dinero que Dios, Macen. Ella está aquí por mí. —Incluso
Liam pudo oír la derrota en su propia voz.
—Pues bien, supongo que por primera vez en su vida de contemplaciones,
Gwyneth no va a conseguir lo que desea.
—Me importa una mierda lo que ella desea. Me preocupa más Raine.
—Vamos a cuidarla esta noche. —Hammer aseguró.
—¿Y si resulta que tengo un hijo? ¿Ella me querrá igual?
—Claro. El corazón de Raine es enorme. Hay campo para ti, para mí y
Kyle. Si es tuyo, ella también lo amará, porque es parte de ti.
—Gracias. Necesitaba oír eso. —Liam suspiró—. Quiero que sepas que no
importa qué diga la prueba, estoy comprometido contigo y con Raine. Haré lo
que tenga que hacer, pero no dejaré que Gwyneth se interponga entre
nosotros.
—Eso es. —Hammer sonrió y bebió de la botella.
Hicieron un brindis, y por primera vez en todo el día, Liam sintió como si
tuviera un trozo de suelo firme bajo sus pies.
—Escucha, ¿por qué no vas a mi habitación y te metes en la cama con
Raine? —Hammer sugirió—. Ella te echa de menos. Le vendría bien algo de
confirmación.
—Me gustaría. —Liam estaba malditamente agradecido por la sugerencia.
Él necesitaba sentirla envuelta a su alrededor, respirar en su calidez—. No
estoy muy centrado en este momento. Puede que suene como una maldita
niña, pero estar cerca de ella me clama, Macen.
—Lo mismo me pasa a mí. —Hammer asintió, y la sombría determinación
le delineó el rostro—. En breve me les voy a unir. Primero, quiero hablar con
Gwyneth.
—No creo que eso sea sabio. —No era que Liam no agradeciera la ayuda
de su amigo, pero las cosas ya estaban bastante jodidas sin que Hammer
metiera su cuchara en la olla y revolviera todo un poco más—. Yo que tú, la
dejaría quieta.
—Lo sé, y entiendo el por qué. Pero ella ha puesto su mejor cara para ti.
Tal vez cometa un error conmigo, dar alguna pista de por qué de repente está
tan ansiosa por que vosotros tres seais una familia.
—Solo vas a enfadarla. Y si viene gritando por el pasillo…
—La esposaré a una cruz y le taparé la boca con cinta antes de permitir
que eso ocurra.

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La Descarada y el Dominante

Los labios de Hammer se curvaron perversamente.


—Y disfrutarías cada segundo de ello también, sin lugar a dudas. —Liam
se puso de pie—. Pondré este kit de ADN en mi coche para estar listo cuando
el bebé despierte y lo haya llevado lejos de Raine. Si de pronto no puedes vivir
sin quemar a Gwyneth, no te detendré. Pero por el bien de Raine, mantén las
muertes en la zona de guerra al mínimo, ¿por favor?
—Palabra de Boy Scout. —Hammer sonrió.
Liam rodó los ojos y se puso de pie, colocando la bolsa bajo su brazo.
—Los dos sabemos que jamás fuiste Boy Scout, amigo. Ya regreso.

Mientras Liam dejaba el bar, Hammer se puso de pie. Cuadrando los


hombros, caminó por el pasillo con la mandíbula apretada. El día había sido
un puto circo. Anisaba mantener a todos los animales en línea con su látigo,
pero las circunstancias no lo permitían. A él no le gustaba que las cosas se le
salieran de control.
La idea de esperar veinticuatro horas antes de saber si Liam había
embarazado a Gwyneth parecían tan interminables como una sentencia a
cadena perpetua en prisión. Donde Macen se encontraría si el padre de Raine
cumplía su promesa.
Aunque Hammer tenía abogados competentes e implacables, él sabía que
pagarle al padre de Raine lo hacía parecer culpable. Los hombres inocentes no
recurrían al soborno. Incluso si Raine testificara que Hammer jamás la tocó
sexualmente cuando era menor de edad, el fiscal afirmaría que Raine sufría de
síndrome de Estocolmo o alguna otra mierda para condenarlo.

79
La Descarada y el Dominante

Al menos Liam estaría ahí para cuidar a Raine si ocurriera lo peor… a


menos que Gwyneth le clavara las garras. Deteniéndose en la suite recién
renovada, Hammer contuvo su ira. No podía darse el lujo de mostrar grietas
en su armadura. Si Gwyneth veía una, iría en busca de sangre. La perra había
atravesado medio mundo esperando atrapar a su ex esposo. A ella le esperaba
un duro despertar.
Él levantó la mano para golpear.
A la mierda esto.
En cambio, giró el pomo y entro en la habitación.
Con sus cabellos rubios cayendo por su espalda, Gwyneth murmuraba
una suave melodía. Su postura relajada parecía arrogante. De hecho, el sucubo
tenía un aire sereno, como si creyera que su conquista fuera inminente. Si
Hammer dejaba que se le acercara a Liam, ella le arrancaría la vida a él.
Pero ella estaba en su territorio, y Hammer pretendía obtener respuestas y
colocarla en su sitio. Él aclaró su garganta y Gwyneth se giró sobresaltada.
Cuando su mirada cayó sobre él, su cálido saludo se desvaneció. Ah, esperaba
a Liam. Él le dio una fría sonrisa. Ella se colocó su máscara de educada sobre
su perfecta piel de marfil, ojos grandes y carnosos labios rosados. Pero él vio a
la puta calculadora acechando bajo la superficie.
—Macen, no te esperaba. Te diría que pases, pero ya que has… —ella se
encogió de hombros un poco—. Qué sorpresa.
Dirigiéndose a la cama, Hammer estudió al niño de cabello oscuro. Lindo,
pero no vio ninguna similitud en particular con Liam. Pero bueno, él no sabía
una mierda de bebés.
—También me sorprende verte. —Elevó una ceja—. Pero ya que has
viajado tanto para llegar a mi club para ver a Liam, ¿no pensaste que tendrías
que lidiar conmigo?
—No lo anticipé. Ahora veo que debí hacerlo —el tono de Gwyneth,
aunque pasivo, era de censura.
Hora de trazar las líneas de batalla.
—Mi lugar, mis reglas —él señaló.
—Ciertamente.
Su expresión parecía plácida y era acorde con su tono casual.
Hammer apostaba que ella estaba conteniendo lo que en verdad quería
decir. Hace un tiempo atrás, ella no se hubiera molestado, pero Liam tenía
razón. Esta versión 2.0 de Gwyneth parecía más sigilosa.
—Si viniste a hablar, lo siento. Este no es un buen momento. —Ella
sacudió una mano hacia el bebé dormido—. El Jet Lag ha tenido su efecto en

80
La Descarada y el Dominante

Kyle. Es justo como su padre. Ya sabes cómo Liam necesita dormir. En otro
momento.
Ella se movió hacia adelante para señalarle la puerta. Hammer la encontró
a mitad de camino y le envolvió el brazo con sus dedos.
—Prefiero ahora.
La llevó hacia el pequeño baño y cerró la puerta detrás de él, apoyándose
contra la superficie de madera para mantenerla atrapada adentro.
—Aquí estará bien. Así no despertaremos al bebé.
Los ojos de Gwyneth se estrecharon de modo casi imperceptible.
—Kyle estará nervioso si se despierta solo en un lugar extraño.
—Entonces lo haremos rápido, cariño. —Hammer deslizó su mirada
apreciativa y lenta por su cuerpo antes de posarse sobre sus pechos—. Veo que
gastaste la pensión de Liam en una buena causa.
El aire entre ellos se revolvió levemente, y él sintió que el temperamento
de ella se elevaba. Él sonrió de nuevo.
—Sé que eso no es de lo que viniste a hablar.
Macen se lamió los labios y la miró mientras tomaba unos mechones de su
cabello rubio, frotándolos entre su pulgar y su índice. La acercó, y el calor
emanó del cuerpo femenino.
Por mucho que odiara a la puta, la seduciría de ser necesario.
Cuando miró a su pecho de nuevo, ella tenía los pezones erectos. Un rubor
rosado brotó de las mejillas de Gwyneth. Él vio un tic casi imperceptible en su
brazo, como si luchara con la urgencia de cubrirse.
Bingo.
—¿Qué quieres exactamente? —Ella intentó alejarse.
Hammer no se lo permitió.
—¿Recuerdas la noche que intentaste seducirme? —Murmuró mientras
seguía acariciando su cabello—. ¿Aún piensas en eso? Me preguntaba qué…
—No tengo idea de lo que hablas. Lamento si malinterpretaste mi intento
de hacer sentir al mejor amigo de mi marido en casa.
—Sabes, el año que fui a visitar la tumba de Juliet luego de que tú y Liam
se casaran. Seguramente no has olvidado esa noche.
Gwyneth se negaba a mirarlo a los ojos. El pulso en la base de su cuello
estaba acelerado. El rubor de sus mejillas se oscureció. Hammer soltó su
cabello y le rozó la mandíbula con los nudillos. Él disfrutó la oportunidad de
hacerla retorcerse.
Ella se alejó de su toque.
—Me temo que lo olvidé.

81
La Descarada y el Dominante

—Liam y yo estábamos en el estudio, bebiendo mucho whisky. Tú te nos


uniste.
—No es correcto.
Curioso cómo sonaba ella casi sin poder respirar.
—Oh, pero lo hiciste, cariño. Liam se fue a la cama no mucho después de
eso. Y te subiste en mi regazo. ¿Te suena?
El rostro de ella se apretó por un momento y luego se suavizó.
—Recuerdo haberme tropezado con una pata de la mesita de café y caer
sobre ti. ¿Es de eso que hablas?
Hammer se rió largo y fuerte y totalmente a costa de ella.
—¿Entonces resulta que de casualidad te sentaste a horcajadas sobre mi?
¿Y frotaste tu coño sobre mi polla?
Ella echó la cabeza hacia atrás con remilgo.
—Apenas intenté levantarme de nuevo y se me hizo difícil encontrar mi
equilibrio.
—¿Por casi siete minutos? —Hammer resopló—. He tenido bailes
privados más cortos.
Otro rubor se le subió al rostro, esta vez de ira.
—Te crees mucho. Jamás intenté seducirte.
Sin advertencia, él le tomó los hombros y la giró contra la puerta. Al
presionar su cuerpo contra el de ella, ella jadeó. Metiendo la rodilla entre las
piernas de ella, la frotó contra su sexo. La respiración de Gwyneth de repente
se tornó rápida, diciéndole a Hammer que o estaba enfadada o… excitada. A
él no le importaba cuál. Cualquiera la pondría imprudente.
—Tal vez debiste. Aún te ves hermosa.
—Estás demasiado cerca.
Ella puso las manos sobre el pecho de él, como si quisiera empujarlo, pero
no lo hizo. Hammer miró a donde ella lo tocaba.
—¿Qué haces con tus manos ahí, cariño? ¿Me vas a quitar la camisa? ¿Para
sentirme mejor?
Ella quitó las manos de su camisa como si la quemara.
—No seas ridículo.
—¿Entonces solo me deseabas cuando estabas casada con mi mejor amigo?
—La miró con dolor fingido—. Supongo que no es tan divertido a menos que
estés traicionando a alguien a quien le profesas tu amor.
—Bastardo. —Ella apretó los dientes, y levantó la mano para golpearlo.
Hammer le tomó de la muñeca y sacudió la cabeza.

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La Descarada y el Dominante

—No seas mala, Gwyneth, o tendré que ponerte sobre mis rodillas y
azotarte.
Las fosas de Gwyneth se abrieron, igual que sus ojos.
—Yo no juego cosas depravadas. ¿Viniste solo a insultarme? Si no tienes
nada más que decir, déjame salir de aquí.
Definitivamente él la tenía acorralada. Hora de terminar con esto.
—Sabes que no obedezco órdenes. Yo las doy.
Liberó su muñeca, y la fulminó con la mirada.
—¿Cuánto?
Ella entendió exactamente lo que quiso decir, y el pequeño aire triunfal
que él había visto antes volvió. Ella batió las pestañas.
—¿Cuánto, qué?
—Deja de hacerte la inocente. No eres buena en eso —le contestó—.
¿Cuánto dinero cuesta que te lleves al niño, te vayas del país y te largues de la
vida de Liam para siempre?
De algún modo, ella logró verse asombrada.
—¿Piensas que esto se trata de dinero?
—Apuesta tu trasero a que sí.
Gwyneth frunció el ceño.
—Me decepciona que pienses que estaría satisfecha con algo tan vulgar.
Solo quiero a Liam. Después de todo, Kyle necesita un padre.
—Entonces te sugiero que te acerques a quien te preñó y le hables. Porque
ese bebé no es más de Liam que mío.
Gwyneth negó con la cabeza.
—Kyle es de él. No espero que me creas, pero traje pruebas.
—Trajiste documentos de un doctor.
—El bebé es de Liam —ella reiteró entre los dientes apretados—. He
estado casta desde la noche que pasamos juntos luego de la gala de
beneficencia.
Hammer no pudo evitar echar la cabeza hacia atrás y reírse.
—Por favor. Te follarías la palanca de cambios de tu Ferrari si creyeras que
eso te excitaría.
Ella le lanzó una mirada gélida antes de levantar la barbilla indignada.
Entonces su máscara volvió a su lugar.
—He cambiado, Macen. No soy la mujer que fui.
Hammer pudo probarlo en segundos. Aunque el hecho de que la puta
pretenciosa le mintiera lo enojaba, no dejaría que su ira se llevara lo mejor de
él.

83
La Descarada y el Dominante

Él deslizó su muslo una vez más contra el sexo de ella, aumentando el


placer. Ella se tensó, y lego se retorció levemente.
Hammer tomó sus caderas para ayudarla a moverse, empujándola contra
su pierna.
—Dime otra vez cuánto has cambiado.
Ella no pudo contener su jadeo mientras le miraba la boca a Hammer por
un largo momento. La hostilidad y la anticipación colgaban en el aire, afilados.
Torcidos. Él esperó. Finalmente Gwyneth lo empujó e intentó cerrar las
piernas.
—Aléjate de mi en este instante.
Él no cedió, solo siguió frotándole el coño con la pierna.
—Sigo esperando.
—¿Esperando a qué? —Ella chilló sordamente.
Él sintió un perverso placer viéndola luchar por controlarse. Su pulso aún
bombeaba visiblemente en su cuello. Él la sintió intentando controlarse.
—A que demuestres lo que has cambiado.
Él la miró, rozándole la clavícula con el pulgar y bajando la mirada hacia
sus pezones duros.
—Porque a mí me pareces bastante excitada.
Todo su comportamiento cambiaba como cuando un camaleón cambia de
color. Sus cejar perfectamente depiladas se unieron en una ensayada mirada
de angustia mientras lo empujaba.
—No me atormentes. No puedes imaginar todo lo que he pasado. Pero
espero, por el bien de Liam, que lo intentes.
Macen no la creyó por un segundo.
—¿Todo lo que has pasado? Querrás decir, todo lo que tú has causado.
Gwyneth dio un suspiro delicado, con los hombros esbeltos hundiéndose
como si necesitara aliviarse.
—No fui una buena esposa. Lo sé. Pero mi vida ha sido un infierno desde
que Liam y yo nos separamos. He aprendido.
—Oh, ¿En serio? —Hammer la apaciguó.
—Daría lo que fuera por poder regresar el tiempo y deshacer el daño que
he ocasionado. He vivido con la terrible culpa por destruir nuestro
matrimonio.
Hammer dudaba que ella pudiera sentir algo tan profundo como la culpa.
—Amo a nuestro hijo… pero cada día que lo miro, Kyle me hace dar
cuenta cuánto aún amo a Liam también. —Ella hizo una pausa para efectos de

84
La Descarada y el Dominante

dramatismo—. Siempre lo amaré. Así que vine esperando que pudiéramos


reunirnos y ser una familia con Kyle.
Aunque no era ninguna sorpresa que Gwyneth quisiera sonsacar a Liam
para que volviera con ella, ver los engranajes manipuladores girar en su
cabeza le revolvió el estomago a Hammer.
—Haré lo que sea para arreglarlo. —Ella confesó—. Solo que no estoy
segura qué debo hacer.
—¿Quieres mi consejo? —Vaya, qué descaro.
La barbilla de ella tembló.
—Estoy decidida a demostrarle a Liam que he cambiado.
Hammer dudaba que hubiera alguna esperanza al respecto.
—Él es la clase de hombre que será un padre para su hijo. Y por el bien de
Kyle, es fundamental que él construya una relación con el niño ahora.
—Crees que el niño lo necesita, ¿no?
—Tal vez pienses que soy tonta al creer que el bienestar emocional de Kyle
está en riesgo. —Ella sorbió delicadamente—. Pero sin su padre, mi pequeño
sufrirá de falta de conocimiento, de entendimiento, de vínculos amorosos que
solo Liam puede darle.
Hammer no dudó que Liam podría llenar ese papel sin excepción
alguna… si fuera el padre de Kyle.
—También yo. —Gwyneth alargó la mano y acunó su rostro,
sorprendiendo a Macen—. Tú y yo… bueno, siempre ha habido algo de
fricción entre nosotros. Lamento eso. Eres el mejor amigo de Liam. Soy su
esposa, así que…
—Ex esposa. —Hammer la cortó.
Ella sonrió apretadamente, como si desestimara ese tecnicismo.
—Ciertamente tú querrías conservarlo en tu vida, igual que yo. Entonces
dejemos a un lado nuestra hostilidad y hagamos las paces.
Joder, ¿hablaba en serio?
Gwyneth ciertamente quería que él pensara eso, basándose en la súplica
en su voz. Él intentó no resoplarle encima. La dejó pensar que lo tenía
enganchado… por ahora.
—En realidad, yo también quisiera hacer las paces.
Sí, en tu cabeza.
—¿Verdad? Oh, gracias, Macen. —Ella se acercó hacia él y lo abrazó
fuertemente—. Estoy tan aliviada. ¿Tal vez… me ayudes a convencer a Liam
que lo amo para que podamos ser una familia?

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La Descarada y el Dominante

Hammer se tuvo que tragar las ganas de vomitar, pero pudo mantener su
expresión bondadosa.
—Tendrás que hacerlo sola. Jamás levantaré un dedo para ayudarte a
lastimarlo otra vez.
Ella se alejó como si él la hubiera abofeteado.
—Aún eres un egoísta amargado, que solo piensa en sí mismo más que en
Liam. Qué lástima.
—Y tú eres una arpía manipuladora, así que nos entendemos.
La resignación le cubrió el rostro a ella.
—Sabes… esta mañana, estaba caminando dormida por ahí. Sin querer me
tropecé con la habitación de Liam.
Tropezar, mi trasero.
—Al despertar, estaba tan emocionada de ver rastros de Liam. Y luego
descubrí que una mujer está quedándose con él. También siento su perfume
sobre ti. ¿Asumo que la están… compartiendo? —Lo miró con compasión—.
Macen, ¿qué harás cuando ella sea tu próxima Juliet?
Ante su golpe bajo, una ola violenta de furia se elevó por su cuerpo y lo
golpeó directo en la cabeza. Hammer se tensó, apretó los puños. Si no lo hacía,
podía apretarle el cuello a ella hasta que toda gota de vida dejara su cuerpo.
Él la miró, obligándose a mantenerse inexpresivo.
—Tienes buen olfato.
Gwyneth sonrió, recordándole a un puto político: solo imagen, cero
sustancia. Pura mierda.
—Bueno, estoy seguro que tu amorío pasará antes de que la pobre chica
haga algo trágico. Pero el corazón de Liam es demasiado grande para
conformarse con tus sobras solo para ayudarte a recuperarte de tu horrible
error.
Hammer contuvo un gruñido.
—Pensé que terminábamos nuestras hostilidades, Gwyneth. Insultarme y
a mi difunta esposa no es para nada amigable.
—Oh, Macen.
De algún modo, ella pudo verse indecisa mientras extendía la mano y lo
tomaba del brazo.
—Me malinterpretas otra vez. Claro que no es mi intención. Lo que quiero
decir es que mi corazón llenará a Liam en todos los aspectos. Y por su bien, me
preocupo por ti. Creo que es hora que encuentres a una mujer que te ame por
siempre. ¿O no has podido encontrar a una?
Hammer jamás había golpeado a una mujer en estado de ira.

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La Descarada y el Dominante

Podría hacer una excepción por ti, maldita puta.


Aferrado al último rastro de su compostura, le sonrió falsamente.
—Ya que estamos en un nuevo comienzo, ¿supongo que estamos
hablando con honestidad?
—Claro —ella contestó con una mirada inocente.
—Le dije a Liam no mucho después de que se casaran que tú eras una
puta manipuladora. Odié haber tenido la razón, pero no me sorprendió en lo
absoluto.
Hammer vio cómo Gwyneth se debatía entre el falso asombro y su usual
comportamiento arrogante de reina del hielo. Su cuerpo se tensó con un
zumbido casi palpable.
—¿Disculpa?
—Tienes dos opciones —le dijo con voz calmada y baja—. Una, me dices
exactamente por qué estás aquí. Una vez lo hagas, te hago un gran cheque.
Luego envío tu trasero de regreso a Londres para que ni Liam ni yo podamos
verte, oírte o hablarte en la vida.
Ella estiró los labios en una sonrisa mordaz y sin humor.
—No tienes con qué pagarme.
—¿En serio me quieres poner a prueba? Dame un precio y veamos si lo
aceptamos.
Ella resopló.
—No. Estoy aquí por Liam.
—Bueno, entonces te vas a casa con las manos vacías, cariño. Él dejó de
quererte en el minuto en que te encontró tomando el pito de tu entrenador
personal por el culo mientras se la mamabas a su novio. Liam no te ama.
Jamás te amará. Y jamás en la vida, considerará ser parte de tu vida otra vez.
Me aseguraré de eso.
Su sonrisita le envió a Hammer un hormigueo por toda la espalda.
—Ya veremos.

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La Descarada y el Dominante

Capítulo Siete

Detrás de Raine, la cama se hundió. Mientras ella yacía en su lado, un


brazo se deslizó alrededor de su cintura. Un aliento húmedo sobre su cuello,
una barba incipiente rozando su nuca, un familiar olor amaderado la sacó de
entre las capas de la inconsciencia. Ella despertó para sentir un cuerpo
masculino duro, cálido y desnudo, acurrucado en cucharita contra ella.
Liam
Raine estaba íntimamente familiarizada con sus caricias. Su almizcle (igual
que el mismo hombre) era una seducción. Atractivo. Todo en él coqueteaba
con sus sentidos, la tentaba y la atraía. Hammer se sentía completamente
diferente. Agudo, agresivo, oscuramente masculino. Inflexible.
Liam presionó su erección ya lista contra su trasero mientras llenaba sus
manos con los pechos femeninos y gruñía.
—No quise despertarte…
—Me alegra que lo hicieras.
Ella levantó sus pesados párpados, esperando ver a Hammer acostado
junto a ella, donde había estado antes de desnudarla y meterla en la cama. En
cambio, solo vio los brillantes números de su reloj, notando que no eran
todavía ni las diez y media.
—Creo que me quedé dormida. ¿Dónde está Hammer?
—Tiene un club que manejar, ¿recuerdas? —Liam la acercó a él,
apretándola más fuerte—. Te eché de menos.
Ella se acomodó más contra él. Luego de su extraño ánimo en el coche esta
mañana y su hiriente rechazo en el coche, tenerlo aquí era una sorpresa
inesperada pero tranquilizadora.
—También te eché de menos.
—Te sientes bien. —Él le susurró al oído.

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La Descarada y el Dominante

Mientras hablaba, el olor del whisky golpeó la nariz de ella. ¿Había estado
bebiendo? Ella se giró en sus brazos.
—¿Está todo bien?
Su expresión seria la tomó por sorpresa. Los ojos oscuros de él ardían.
—Necesito que me beses, Raine.
Ella le sostuvo la mirada, sin parpadear. Normalmente, él la abrazaba y la
besaba si la urgencia lo movía. Pero ahora, la gravedad de su voz decía que la
necesitaba… y él a menudo no lo admitía en voz alta. ¿Se sentía culpable por
su rechazo de esta mañana? Tal vez, pero esto parecía algo más, como si él
buscara su amor.
La mujer dentro de ella respondió. Tal vez ella aún debería estar furiosa o
herida, pero Liam había sido su roca, desde el primer día juntos. Sintió que
ahora él necesitaba que ella fuera suya. Ansiaba saber por qué, pero no era el
momento para interrogarlo.
Raine acunó el rostro de él.
—Siempre.
Ella colocó sus labios sobre los de él en una suave caricia, probando su
acogida y el hambre de Liam. Él se tensó cuando ella se inclinó, y respiró a
través del roce inicial de su boca. Él la tomó de la cadera, le devolvió el beso,
pero no se movió ni hizo un sonido a través de la presión dolorosamente
suave de sus labios. Sus dedos se apretaron sobre ella. Largo y lento, él inhaló
como si la estuviera absorbiendo. Raine se preguntó qué lo atormentaba. Ella
se retiró lo suficiente para ver su rostro.
—¿Liam?
—Mi dulce amor —él susurró contra sus labios, y la rodó hasta quedar de
espaldas y cubrió su cuerpo con el suyo.
Él sabía al whisky amargo que había consumido… y a desesperación.
Apretando la nuca de ella, la mantuvo quieta para su placer y hurgó en la boca
femenina como si pudieran fundirse en uno. No probó ni se disculpó con su
beso. Mientras chocaba su boca bajo la de él, la reclamaba, gritando mía sin
decir una sola palabra.
Raine se sobresaltó. Desde el momento en que Liam la había tomado en
sus brazos como una niña perdida ansiando sentirse como una mujer, él la
acunó en sus manos seguras, siempre estable y fuerte, a su lado, apoyándola,
ayudándola a crecer, y jamás pidió algo a cambio… hasta ahora.
Carnal y detallista, él devoró la boca de Raine. Ella sintió su temblor,
saboreó su anhelo. Él no estaba pidiéndole ayuda. Obviamente, él no tenía
intenciones de decirle lo que lo afectaba. Pero en ese momento, no importaba.

89
La Descarada y el Dominante

Flotando alrededor y debajo de Liam, Raine se abrió y le dio todo. Ella


tenía un millón de preguntas, pero ahora no importaban, cuando todo en su
comportamiento le decía que ella era su salvavidas en un agitado océano. Él la
abrazó fuertemente.
El tiempo pasó, eterno y sin sentido, hasta que él le robó el aliento y ella se
sintió inquieta en su propia piel, hasta que el ansia de tenerlo dentro se
apoderó de ella, se aferró a Liam, abrió las piernas bajo él y gimió por su
siguiente caricia.
Su polla hinchada, dura y caliente, se deslizó contra su sexo. Raine se
deleitó en la intimidad mientras un calor líquido se acumulaba entre sus
muslos.
—Liam…
Como si se diera cuenta que casi la penetró, se alejó e intento sonreír.
—¿Descansaste bien?
La calidez de su cuerpo era acorde con la preocupación de su voz.
—Sí —ella le aseguró—. ¿Tú desayunaste?
—Almorzaré bien —le prometió.
Raine odiaba la idea de que él aguantara hambre.
—Puedo prepararte algo.
Cuando ella se movió para bajarse de la cama, él la fijó debajo de él.
—Quédate conmigo.
Era una orden, sin lugar a rechazo. A menudo ella no veía este lado de su
indulgente Liam. La única vez que ella lo había visto cerrado a negociar, él
estaba muy molesto.
Como si se diera cuenta de cómo se comportaba, él intentó sonreír.
—Cuéntame de tu desayuno con Hammer.
Eso disparó todas las alarmas en Raine.
—Estuvo bien. Lamento que no hayas podido venir con nosotros. ¿Te
ocupaste de tus asuntos?
Liam se tensó. Ella sintió la punzada de su ansiedad hasta sus huesos,
especialmente cuando él le rozó de nuevo el cuello con la nariz, cual si
necesitara el confort de su piel. Raine quería dárselo, pero necesitaba
respuestas desesperadamente.
—¿Qué ocurre? —Ella luchó por poner algo de espacio entre ellos para
poderse sentar.
Él usó su cuerpo para mantenerla acostada.

90
La Descarada y el Dominante

—El asunto que necesito atender es más complicado de lo que creí. No me


gusta que esto te haga dudar de mis sentimientos. Odio que esté ocupado, y
tal vez preocupado, por un día o dos. Ojala no pase de ahí.
Buscando en los ojos oscuros de Liam, ella sintió el miedo aletear en su
bajo vientre.
—Aún vendrás con nosotros esta noche, ¿verdad?
—Eso espero. Prometo hacer lo que pueda. Estoy despejando mi agenda
esta noche para que Hammer y yo podamos llevarte a una cena romántica. ¿Te
gustaría eso?
Normalmente a ella le gustaría, pero el espeso aire de tensión que
emanaba del cuerpo de Liam le anudaba el vientre. Algo le decía que esta
invitación era más una disculpa o el principio de malas noticias, en vez de solo
un gesto amoroso. A Raine no le gustó la preocupación haciendo mella dentro
de ella… pero parecía incapaz de matarla.
Ella unió los labios.
—¿Tendrás que volver a Nueva York?
Liam ladeó la cabeza, y luego rozó la mejilla con los dedos.
—No ensilles los caballos todavía, amor. Relájate, ¿quieres?
Liam quería que ella creyera que todo era maravilloso cuando no era así.
Porque él había llegado a ella, ella intentaba darle el beneficio de la duda.
Ciertamente estaba dispuesta a abrazarlo y amarlo si él la necesitaba. Pero se
rehusaba a aplacarse.
Raine empujó los hombros de él hasta que pudo hacer suficiente espacio
para rodar y sentarse.
—¿Qué está pasando contigo? ¿Con nosotros? Tengo miedo.
Él acunó la barbilla.
—No hay nada que temer. La última cosa en el mundo que Hammer y yo
queramos hacer es dejarte. No tengo ninguna razón por la que tenga que
volver a Nueva York, así que saca esa preocupación de tu mente. Como te
prometí, haré lo que pueda para estar contigo lo más que el mayor tiempo
posible. Créeme, no me siento completo cuando no estoy contigo.
Sus palabras la llenaron de calidez. Ella sentía lo mismo.
Raine se mordió el labio y asintió. Había dejado que sus inseguridades se
llevaran lo mejor de ella otra vez, aunque ambos intentaron tranquilizarla. Tal
vez debía dejar de esperar lo peor y creer que lo que estuviera pasando no
significaría el final de ellos tres. Tal vez intentaban protegerla de algo. Ni idea
qué, pero Dios sabía que ambos tenían el instinto.
—¿Hay algo que pueda hacer para ayudar? Me siento inútil.

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La Descarada y el Dominante

—No. Esta situación se resolverá sola, pero tendré que estar a mano para
conducirla en la dirección correcta. Créeme, no voy a dejarte. Jamás querré
hacerlo.
La sentida promesa la hizo suspirar antes de que él bebiera del sonido con
un beso ardiente. Él atrapó sus labios con los suyos como si nada en el mundo
importara más que hacerle el amor a su boca y guardar su corazón. Las
incertidumbres de ella comenzaron a derretirse.
Luego él la acostó boca arriba, cubriendo el cuerpo de ella con el suyo. Le
acaricio la cintura, moviéndose hacia la curva de su cadera con sus grandes
manos antes de subirlas otra vez para acariciar el peso relleno de sus pechos.
La respiración de ella se entrecortó. Su cuerpo se encendió de nuevo.
Él me ama. Ambos me aman. Todo va a estar bien.
Ella repitió en su cabeza esa letanía, deseando con desesperación que fuera
verdad. Raine tomó el rostro de él en sus manos, deteniendo su invasión
mientras ella lo miraba y se perdía en sus ojos oscuros y cautivadores.
La tensión apretó el rostro de Liam. Su expresión se tornó sombría.
—Nada me importa más que tú, Raine.
Ella intentó atesorar el momento, pero aún sentía esa inquietud agitando
el ambiente entre ellos. Dios, ¿por qué él seguía quitándole importancia a lo
que fuera que estaba ocurriendo cuando ella podía ver claramente cuánto eso
lo preocupaba? Pero preguntarle ahora no la llevaría a ningún lugar.
—¿Cuánto puedes quedarte? —Ella preguntó.
—Nunca es suficiente para saciarme de ti. Levanta las manos y agárrate al
cabecero.
Sí. Por favor…
Ella lo necesitaba (su tiempo, su afecto, su pasión) así que no vaciló.
Su respiración se detuvo cuando él se subió y se cernió sobre ella,
mirándola. Él inmovilizó las caderas de ella, la abrió con su enorme cuerpo, y
deslizó su erección dura y aterciopelada en su apertura, moviéndose hacia
adelante y atrás, empujando su ansioso clítoris. Raine intentó retorcerse bajo
él. Necesitando más contacto, más de él.
—Por favor, Liam. Por favor. Lléname. Te quiero dentro de mí.
—Aún no. Ten paciencia.
—Pero…
Su sexo se apretó fuerte mientras él aumentaba la fricción sobre ese nudo
de nervios, la mirada inquebrantable de él estaba sobre ella. Raine tembló.
Más que húmeda y lista, ella necesitaba sentirse cerca de él. Unirse a él por
completo.

92
La Descarada y el Dominante

—Dije que aún no. Aguanta, Raine. No te muevas y no te corras hasta que
te diga.
Él parecía todo lo dominante que era. Ella vio que él necesitaba más que
un dulce revolcón con ella. Él ansiaba tener el control de esta situación,
posiblemente porque no podía controlar lo que lo tenía mortificado. Y porque
necesitaba poseerla.
—Sí, Señor —ella dijo jadeante, dándole lo que él quería y entregándose
por completo.
Él inclinó la cabeza hacia los pechos femeninos, tomó un pezón entre sus
dientes, y mantuvo la dura punta entre sus dientes antes de chuparlo con su
cálida boca. El delicioso jalón a ella le llegó hasta el sexo, como un cordón
invisible. Liam la jaló de manera precisa y perfecta, en la misma manera que él
sabía que la haría derretirse de necesidad y querer rogarle por más placer.
Luego le dio al otro pezón el mismo tratamiento, sin detenerse hasta que
ella gimió por más. Dios, a ella le encantaba cuando él hacia eso. Raine se
aferró a él, hundiendo sus dedos desesperados en su cabello y rodando las
caderas en una silente súplica.
—Te dije que no te muevas. Aférrate al cabecero ahora.
Cuando ella obedeció, él movió un poco las caderas para abrir más sus
muslos. Entonces se sentó lo suficiente para abrir más las piernas femeninas,
exponiéndola por completo. Él miró la apertura resbaladiza, haciéndola
esperar por él, mientras frotaba el nudo de su clítoris.
Él la trabajó con paciencia, con su mano libre deslizándose por el cuerpo
de ella, jalándole de nuevo los pezones mientras rodeaba su necesitado botón
con los dedos hasta que la respiración de Raine se agitó, hasta que ella sintió
que un rubor la cubría por completo, hasta que el retumbe eléctrico de su
corazón rugía en sus oídos.
—Estás cerca. —Ni siquiera era una pregunta; él lo supo.
—Sí. —Ella se retorció debajo de él.
—Abre más las piernas. Pon los pies sobre el colchón.
Raine lo hizo con entusiasmo, lista para acogerlo en su interior. Hace
menos de ocho horas, él la había hecho gritar de placer. La manera en que ella
lo necesitaba ahora, se sentía como si lo hubiera esperado por una década. La
impaciencia de él por abrir el empaque del condón y deslizarlo sobre la cabeza
y hacia la suave y gruesa erección decía que él sentía lo mismo.
—Vamos a ponerte en control de natalidad mañana —él gruñó.
Ella amaba la idea de tener a Liam y Hammer espontáneamente, de
sentirlos piel con piel de manera íntima dentro de ella.

93
La Descarada y el Dominante

—No puedo esperar.


—Me tomarás por completo, amor.
Gruñó antes de guiarse entre su sexo empapado. Sin pausa, se metió
hondo dentro de ella. Raine agarró los travesaños del cabecero con toda su
fuerza. Su espalda se arqueó, y echó la cabeza hacia atrás con un gemido,
sintiendo cada centímetro delicioso de él deslizarse a su hogar.
Liam no le dio un segundo para recuperar el aliento cuando se retiró y se
empujó de regreso dentro de ella. Raine chilló mientras el éxtasis salpicaba sus
venas como sirope tibio. Él la mantuvo cautiva, tan abierta a él por completo
que todo lo que ella pudo hacer fue sentir cada embestida despojándola poco a
poco de su compostura.
Él se apuntaló sobre el cuerpo femenino, mirándola otra vez con esos ojos
de fuego, con la mandíbula apretada, y su respiración ondeando dentro y
fuera de su pecho. Sus caderas se sacudían mientras arremetía dentro de ella
con un ritmo vertiginoso. Cada embestida la elevaba más. Ella se sintió
desesperar por terminar pero deseó que ese final jamás llegara. Liam la apretó,
abriéndose paso fuerte, rápido. Repetidamente.
Él la agarró de la cadera, con sus labios chocando sobre los de ella, como si
fuera a morir de hambre sin ella. Cada caricia goteaba con una desesperación
que arrastraba a Raine hacia la cima junto con él, apresurándose hacia la
terrible belleza de una muerte alucinante. Él le dijo que no se podía mover,
que no podía correrse hasta que él le diera permiso, pero ella tembló con la
urgencia de empujar contra su asalto y liberación lanzándose de cabeza a la
brillante agonía que él le daba.
Justo cuando ella se sintió demasiado cerca, él se alejó, totalmente
controlado, y la dejó colgando de un despeñadero de anhelo tan profundo que
ella no pudo evitar rogarle.
—Por favor, Señor. Liam… —ella jadeó—. Oh… ¿Por favor? ¡Por favor!
—Aguanta. Aún no.
Ella maulló, apretando los travesaños con más fuerza, con el cuerpo
sacudiéndose, anhelante, necesitado. Ella amaba a este hombre… y todo lo que
él le hacía.
—Estoy cayendo. Oh, Dios, Liam. Estoy cayendo y no puedo…
—No —él ladró—. Te quedarás conmigo ahora. Espera.
Raine se sintió un barril de pólvora listo para estallar. Podía sentir cada
nudo y cada centímetro de él deslizándose contra su carne mientras él
atravesaba su sexo rítmicamente. La fricción la quemó. Ella jadeó. Cada roce
hacía que el fuerte pecho masculino raspara la tierna piel de sus senos.

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La Descarada y el Dominante

Ella gritó una vez, y otra, mientras él se enterraba más profundamente,


agarrándola de las caderas y elevándolas para su placer. Los músculos
poderosos de sus hombros, caderas y muslos se abultaban con el esfuerzo.
Las feromonas los rodearon, y el hambre animal en los ojos de él la
consumió. Todo en este momento, en este hombre, la encendía. El placer se
apoderó de ella, estrujando la necesidad de todo menos la agónica liberación
que Liam mantenía fuera de su alcance. Ella no sabía cómo sobrevivir cuando
su liberación llegara.
—Joder, Raine. Córrete para mí. ¡Ahora! —Él rugió mientras se elevó de
nuevo y enredó una mano en el cabello de ella, obligándola a mirarlo a los
ojos.
Un rayo encendió la sangre de Raine. La conflagración se agrupó, ardió,
centrándose justo donde ambos estaban unidos. Entonces él la empujó al
borde con su siguiente embestida, y ella se hizo pedazos, lanzándose de
cabeza en el abismo y gritando su nombre.
Pero ella no estaba sola. Nunca más porque Liam estaba justo ahí con ella
mientras vaciaba su semilla, su preocupación, su rabia y su dolor. A cambio,
ella lo envolvió con sus brazos y piernas, dándole todo su amor.
Sus cuerpos estaban unidos bajo una capa fina de sudor mientras el sonido
de sus respiraciones entrecortadas flotaba en la habitación. La dicha llenó cada
poro de Raine. La niebla de su éxtasis la dejó lánguida y blanda.
—Necesitaba esto, amor —admitió él entre suspiros roncos.
Lo sé.
—Yo también.
—Oh, Raine… —Liam se inclinó para besarla suavemente.
El sonido sordo de su móvil desde su pantalón hecho un charco en el
suelo lo hizo arrastrarse por la cama entre maldiciones, rompiendo el encanto.
Mientras Liam callaba el teléfono y lo guardaba otra vez, Hammer entró
en la habitación. El hecho de que él hubiera entrado no la sorprendió a ella. Lo
que la sorprendió fue la mirada furiosa de él. Hammer miró entre su cuerpo
desnudo y Liam, quien se quitaba el condón y se colocaba el pantalón.
Las olas de tensión que emanaba el cuerpo de Hammer mientras respiraba
roncamente la llenaron de ansiedad.
—Como que ambos os estabais divirtiendo —él dijo lentamente.
Ella se tragó el nudo en su garganta.
—Sí.
Se sentía incómodo admitírselo a un amante cuando acababa de estar
ocupada con el otro. ¿Ella y Liam habían hecho algo malo? Los tres no habían

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La Descarada y el Dominante

tenido tiempo para establecer reglas. Diablos, ellos se habían comprometido


solo a intentar hacer que este trío funcionara apenas anoche. Antes de ello,
solo habían tenido sexo de a dos… y los celos constantemente hervían. Si ella
dejaba de pensar en eso, tenía sentido que cada uno exigiera algún tiempo a
solas con ella. Ambos hombres habían jurado que si ella compartía su afecto
por igual, nada arruinaría su relación.
Luego de esta mañana en el coche, y ahora viendo el rostro de Hammer,
ella tuvo sus dudas. Hammer se sentó en la cama junto a ella, con la ceja a
medio levantar.
—¿Algún problema, preciosa?
Ella se tragó sus preguntas. No tenía sentido buscarse más problemas. Ya
tenían suficiente.
—No.
Excepto…Raine se dio cuenta que Liam en verdad no había respondido a
ninguna de las preguntas de ella antes de elevarla hasta el cielo.
Raine miró entre los dos hombres. Ellos compartieron una mirada, una
comunicación silente que ella tal vez nunca entendiera. Luego de años con
Hammer, ella desarrolló un sexto sentido cuando se trataba de sus cambios de
humor. Algo iba mal. Él había estado molesto desde antes de dejar la cabaña.
Ahora estaba rabioso. Y no quería que ella lo supiera.
Ella había tenido más que suficiente con su subterfugio. Pero Raine se
negaba a estar sentada y esperar. Necesitaba averiguar qué escondían.
Liam se acomodó en la cama otra vez y rodó al lado de ella para tomarle
un pecho.
Raine miró a Hammer mientras Liam le acariciaba el pezón con el pulgar.
Macen no dio ninguna muestra de que la caricia de Liam lo molestara. En
cambio, él enredó los dedos en el cabello de ella y la besó.
—¿Pasa algo malo? —Ella preguntó mientras miraba el rostro severo de
Hammer—. Estás… tenso.
Una leve sombra de sorpresa pasó por su mirada… o tal vez era culpa.
—Solo lidiando con mierda del club —desestimó el tema con un
movimiento de su mano—. No dejé mis frustraciones en la puerta cuando debí
hacerlo. ¿Descansaste algo?
—¿Es algo con lo que pueda ayudar? —Raine ignoró su pregunta.
—Te pregunté si descansaste —Hammer la presionó con la mirada llena
de censura. Ahora ambos estaban siendo evasivos.
—Sí, descansé. ¿Qué…?

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La Descarada y el Dominante

—Si Hammer necesitara tu ayuda, él te estaría enviando por la puerta con


alguna tarea —Liam dijo en tono suave y acerado que la advertía no refutarle.
—Lo haría —Hammer asintió—. Te mereces el día libre. No hay nada más
importante que no pueda esperar hasta mañana.
Si es verdad para mi, ¿por qué no puede serlo para ti?
—¿Por qué no abres la ducha para nosotros, Raine? —Hammer sugirio.
—Me duché antes de desayunar.
—Pero no conmigo.
Hammer bajó la mirada hacia su piel desnuda. Sus fosas se ensancharon,
absorbiendo el olor a sexo que permanecía en el aire. Liam tal vez haya
terminado con ella por ahora, pero Hammer no había ni siquiera comenzado.
Ella tragó y miró a Liam. Su expresión indescifrable no le dijo si la exigencia
de Hammer lo molestaba.
—De acuerdo.
Antes de que pudiera bajarse de la cama, Liam le rozó la mejilla con el
pulgar, y le besó la frente, la nariz, los labios.
—Gracias, amor. Disfruté este momento contigo. Te veré esta noche.
—No puedo esperar.
Dios, ella esperaba tener respuestas para entonces. La estaban
enloqueciendo.
Hammer la jaló hacia sus brazos, sobre su regazo, y la abrazó fuerte contra
su pecho. Su abrazo se sentía también casi desesperado.
Luego, él reclamó sus labios. Mientras ella se rendía a su potente beso,
Raine deseó que los tres hubieran podido quedarse en la cabaña, lejos del
estrés que ahora consumía a los hombres que amaba. Entonces ella no tendría
que lidiar con los miedos y la incertidumbre que se la estaban comiendo viva.
Momentos agridulces después, Hammer la ayudó a ponerse de pie, y le
dio una palmada juguetona en el trasero.
—Estoy contigo en un momento.
Raine sintió los ojos de ambos sobre ella mientras iba hacia el baño. Un
extraño presentimiento se apoderó de ella. La intuición le decía que la vida, tal
como ella la conocía, estaba a punto de cambiar.

97
La Descarada y el Dominante

Mientras Raine se alejaba, Liam se bajó de la cama y se puso la camisa. Ella


había cerrado la puerta del baño, pero él esperó hasta oír el agua caer antes de
girarse hacia Hammer.
—Raine te espera, y el bebé despertó, así que no tenemos mucho tiempo.
Dime qué pasó con Gwyneth. Parece que te va a dar un ataque, viejo.
—¿Por qué putas le diste el ―sí quiero‖ a esa perra vil?
—Estaba escuchando a mi polla en ese momento, no tanto a mi cabeza.
Hammer se frotó el cabello.
—Basado en lo que me dijiste, la mujer que acabo de ver no era la misma
mujer llorosa y contrita que te rogó que volvieras con ella. Ella intentó decirme
que cambió. Cuando no funcionó, me rogó para que terminara la fricción entre
nosotros y comenzar de nuevo para que la ayudara a recuperarte.
—Por el amor de Dios —Liam gimió—. Está loca.
—Y cuando eso no funcionó, básicamente me dijo que Raine sería mi
próxima Juliet, que te cansarías de mis descuidos algún día, y jamás
encontraría una mujer que me ame.
Liam apretó la mandíbula.
—Estoy listo para matar a esa perra con mis propias manos. Aún está viva,
¿cierto?
—Sí, lo cual no era mi primera opción.
—Mierda. ¿Así que debo cuidarme?
—Desde todos los frentes. Yo era su único posible aliado, pero al final de
nuestra conversación, ella quemó cualquier puente entre los dos. Ahora no
tiene otra opción que sacar su mejor juego contigo.
—Ella puede intentarlo, pero no jugaré con sus reglas —Liam espetó, pero
aún sentía un sabor amargo en la boca—. No puedo creer que tuviera las
agallas de echarte en cara a Juliet de ese modo.

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La Descarada y el Dominante

—Oh, yo sí lo creo —Hammer dijo con odio—. Tiempos desesperados


provocan medidas desesperadas; y por alguna razón, la cual dudo que tenga
algo que ver con ese bebé, Gwyneth está más que decidida a recuperarte.
Liam apretó la mandíbula.
—No te preocupes. Estoy aquí contigo y Raine, hombre.
Hammer asintió, y luego miró hacia el baño. La rabia seguía emanando de
su cuerpo, y Liam no pudo evitar preocuparse de que si Macen pudiera calmar
algo de su frustración con Raine.
—Empaca las mierdas de Gwyneth y sácala como la mierda de aquí. —
Hammer sonaba cruelmente enfadado—. Por favor.
Liam rara vez había escuchado tanta angustia en la voz de Macen.
Claramente el miedo de perder la cercanía que acababan de comenzar a
desarrollar con Raine, también consumía a Hammer.
—Lo haré. Cuida a Raine.
Cristo, él quería decirle a Hammer que la tratara suavemente, que fuera
amable y amoroso y que mantuviera a raya a la bestia dentro de él.
—La tendré ocupada en la habitación hasta que me avises que no hay
moros en la costa. —Hammer le palmeó un hombro, y luego entró en el baño,
desnudándose rápidamente.
Liam tuvo que buscar en el fondo y confiar que el hombre mantendría sus
emociones bajo control con su chica. Él se acercó a la puerta abierta del baño y
vio las sombras borrosas de piel desnuda moviéndose detrás de las puertas de
cristal. Él sostuvo el aliento, esperando a que Hammer empujara a Raine
contra la pared y la reclamara de un solo empellón. En cambio, Macen
simplemente envolvió en sus brazos a la mujer que ambos amaban y la
sostuvo bajo la cascada de agua como si nada más importara.
Con un suspiro, Liam se dio vuelta, se puso los zapatos y dejó la
habitación.
Mientras dejaba la habitación de Hammer y pasaba por la oficina del
hombre, intentó saborear la dicha que había encontrado cuando se perdió
dentro de Raine. Él buscó consuelo para sus preocupaciones y lo encontró
envuelto en los brazos femeninos, junto con un sentido de equilibrio,
hogar…amor.
Mientras se dirigía al pasillo, cuadró los hombros y respiró
profundamente, se armó de fuerza para batallar con Gwyneth. Sin duda, ella
estaría más que agitada cuando la arrastase fuera de Shadows, especialmente
luego de su lucha verbal con Hammer.

99
La Descarada y el Dominante

Macen había estado agitado, así que su altercado debió haber sido más
despiadado de lo que incluso él pudo mencionar. El suicidio de Juliet aún era
una herida abierta en la mente de Hammer. Él no se había liberado de la
culpa. Y maldita fuera Gwyneth por saber ese hecho y usarlo contra él. Por eso
era que Hammer se aferraba tanto a Raine, el por qué él la protegía
demasiado. Algún día, ellos tendrían que tratar con eso.
Ahora, suficiente era suficiente. Liam estaba listo para luchar con el
dragón.
Gwyneth parecía dispuesta a hacer o decir lo que fuera para recuperarlo.
¿Por qué? A ella no le había importado una mierda cuando estaban casados. Y
él no creía que ella simplemente quería expiarse. Tal vez quisiera una familia
para Kyle, pero ¿por qué la urgencia? Gwyneth había sabido que estaba
embarazada hace más de un año. ¿Por qué decidir que ahora era el momento
de venir para ser una familia? ¿Por qué llegar en medio de la noche y exigir
comenzar su dicha domestica en ese momento?
En lo que a él respectaba, una vez que tuviera el ADN de este niño en el
hisopo, estaría contando cada minuto de las próximas veinticuatro horas.
De repente, Gwyneth giró la esquina al final del pasillo. Él maldijo por lo
bajo. Ella parecía asombrada de verlo, y fingió una expresión de lánguido
alivio.
Liam frunció el ceño.
¿Dónde diablos estaba el niño? ¿Lo había dejado solo en la habitación?
—Oh, gracias a Dios eres tú. —Ella puso una mano sobre su pecho,
mientras caminaba hacia él.
—¿Por qué andas merodeando por los pasillos? Te dije que te mantuvieras
quieta. —Liam redujo la distancia entre ellos. De ninguna manera la tendría
cerca de la oficina de Hammer… y de Raine.
—Tenía que encontrarte. —Gwyneth parecía al borde de las lágrimas—.
Hammer me abordó, y las cosas que me dijo… jamás me habían insultado ni
humillado así en toda mi vida.
—Sé todo lo de su desacuerdo. —Liam la tomó del codo y la jaló hacia la
habitación que ocupaba.
—Solo la versión de Hammer. Te ruego que me escuches. —Ella respiró
profundamente, preparándose claramente para soltar una diatriba. Entonces
todo su cuerpo se tensó—. Liam, yo… ¿Cómo pudiste hacerme esto? —Ella
jadeó y se cubrió la nariz ofendida—. Apestas a sexo.

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La Descarada y el Dominante

—De hecho, sexo malditamente bueno —le contestó mientras la llevaba


por el pasillo y la entró en la habitación, apenas aguantando la urgencia de
cerrar de un portazo.
Mirando hacia la cama, él vio al bebé jugando sano y salvo con sus
juguetes de felpa, aún rodeado de almohadas. Por el amor de Dios, si Kyle era
carne de su carne y sangre de su sangre, él tendría que hacer algo para
proteger al chiquillo de su inepta madre.
—Empaca tus cosas —Liam ordenó.
Gwyneth se zafó de su agarre y se giró para mirarlo, arreglándoselas de
algún modo para parecer horrorizada y traicionada.
—Vine desde Londres para contarte de tu hijo y confesarte que aún te
amo. Y tú…tú solo… —ella se acercó a él, enroscando los dedos en sus
hombros, rogándole—. Liam, ella no es para ti. Yo me ocuparé de tus
necesidades.
Él se alejó de ella.
Prefiero volverme eunuco.
—Todo lo que desees. Cualquier cosa. Estoy aquí para ti. ¡No nos hagas
esto! —Ella sollozó—. Sé que si nos das otra oportunidad…
—Tuviste tu oportunidad. Deja de quejarte y muévete —Liam gruñó.
—Esa zorra que tú y Hammer se están fo… —ella vaciló antes de soltar la
palabra F—. Compartiendo. Tal vez es divertido jugar con ella, pero necesitas
amor. Una zorra inmoral no puede darte eso.
Con cada fibra de su ser, él quiso defender a su chica. Pero Liam conocía a
Gwyneth demasiado bien. Hacer eso solo pondría una diana más grande en la
espalda de Raine.
Liam no contestó, solo estrechó la mirada y ladeó la barbilla.
—Haz lo que te digo. Y asegúrate de que tengas todas tus cosas porque no
vas a regresar. Luego recoge al bebé. Ya no eres bienvenida aquí.
—¿A dónde iremos? —Gwyneth parpadeó, limpiándose las lágrimas.
—Conseguí un apartamento para ti y el niño por un par de días. —Él se
agachó para doblar el corral—. Incluso tienes vista al océano.
Gwyneth lo miró con aparente devastación.
—No nos eches como un equipaje olvidado. Quédate con nosotros.
—Tengo una vida, Gwyneth.
—Pero… —ella tartamudeó y miró sobre su hombro al bebé—. ¿No
quieres pasar tiempo con tu hijo? ¿Conocerlo?
—Si en verdad es mi hijo, lo haré. Ahora comienza a empacar o lo haré por
ti.

101
La Descarada y el Dominante

—Al menos deja que Kyle pueda jugar…


—No me pongas a prueba —Liam le advirtió.
—Esto es obra de Hammer, ¿verdad? —Ella unió los labios en una línea
fina—. Él está enfadado porque rechacé sus avances.
—¿Qué? —Liam la miró como si ella se hubiera vuelto loca.
—Sí, tu mejor amigo, el hombre con quien compartes esa mujer, él… me
tocó. —Ella se estremeció—. Eso es lo que he intentado contarte. Él me empujó
contra la puerta y… —ella se deshizo en lágrimas temblorosas—. Apenas
pude escapar.
Si Hammer tan siquiera la tocó, fue para jugar con su cabeza. Obviamente,
había funcionado. Liam quiso quitarse el sombrero ante su amigo.
—Bueno, vamos a ponerte lejos de Hammer. Él no podrá molestarte en el
apartamento.
—Estoy sacudida. Yo… no puedo controlarme. Necesito que me abraces.
—Empacarás y vendrás conmigo ahora. De lo contrario, me olvido del
apartamento y los llevo a los dos directo al aeropuerto. Y que nuestros
abogados se encarguen de este desastre.
—Liam, por favor. Escúchame. —Ella sacudió la cabeza implorante—.
Jamás he considerado poner abogados entre nosotros. No quiero dinero ni
documentos de derechos paternales. Quiero una vida completa para Kyle.
Quiero que mi hijo tenga a su padre. Quiero a mi esposo de regreso.
Tal vez las palabras de Gwyneth fueran diferentes, pero era la misma
canción. Él se había cansado de estas palabras.
—Te he dicho más de una vez que hasta que una prueba me diga que soy
el padre de ese niño, no te creo. Y no me importa lo que sientas por mí.
Las lágrimas de ella se deslizaron por sus mejillas.
—Traje aquí a nuestro hijo para demostrarte que te amo y que he
cambiado. ¿C…cuándo te volviste tan insensible? —Ella colocó las manos en
sus caderas—. Esto es influencia de Hammer. Él te está llevando por un
camino terrible de vacío y depravación. Mi amor puede salvarte.
Su ―amor‖ ya le jodió la vida una vez. La idea de darle la oportunidad de
embaucarlo de nuevo… no. Incluso estar cerca de ella le hacía ansiar tomarse
una ducha.
—Te doy sesenta segundos, Gwyneth. Controla tu mierda o te arrastro
afuera del club con las manos vacías.
Ella abrió la boca para discutir. Algo en el rostro de él debió haberla
convencido de que no era sabio. Ella volvió a cerrar la boca y comenzó a echar

102
La Descarada y el Dominante

sus cosas en una maleta de diseñador. Metió las cosas de Kyle en una
pañalera. Cuando alzó al bebé, él comenzó a patalear.
Gwyneth le dio a Liam una mirada gélida.
—Si te satisface, estoy lista.
Suprimiendo una sonrisa, él alzó el equipaje y el corral, y los guió por el
pasillo, hacia la puerta del frente. Mientras pasaban por el bar, Seth se giro,
quedando cara a cara con Gwyneth. Mientras continuaba su camino, él le
sonrió de manera cínica. Ella no se la devolvió.
—Debí saber que también estarías aquí. —Girándose hacia Liam, ella lo
miró con lástima—. Obviamente, has estado solo desde nuestra separación. No
me imagino otra razón por la que te rodearas con los amigos más depravados.
Mi pobre Liam…
Liam rodó los ojos. Seth solo se rio.
—Estoy bien. Gracias por preguntar, Gwyneth. Ojalá pudiera decir que me
alegra verte, pero me vendría bien pasar otros cien años sin ese privilegio. —Él
se giró hacia Liam—. ¿Finalmente la vas a sacar de aquí?
—Sí.
—Maldición. Haremos una fiesta. Por supuesto, luego del exorcismo.
Con una sonrisa, Seth pasó a Gwyneth y siguió por el pasillo, silbando
mientras se iban. Ella lo miró por un momento, y luego se giró de vuelta a
Liam y sacudió la cabeza con pesar.
—Oh, Liam. Jamás debí dejarte.
—Me alegra que lo hubieras hecho.
Él casi empujó a Gwyneth fuera de la puerta. Tenerla en un área común lo
preocupaba. Hammer debería tener a Raine ocupada ahora, lo cual lo
angustiaba por otras razones. Pero incluso si Macen no podía controlar a su
bestia, ella estaría más a salvo con él que con Gwyneth.
Una vez afuera, él levantó su llavero para quitar el seguro de su Escalade.
Luego de poner la maleta y el corral en el baúl, Liam cerró la puerta, y se giró
para encontrar a Gwyneth mirándolo con expresión dolida.
—Vaya, vaya. —Esa voz familiar lo dejó de piedra—. Es el escurridizo
irlandés que se folla a mi hija.
Liam se dio la vuelta para ver a Bill caminando hacia ellos a través del
estacionamiento.
—Sube al coche, Gwyneth —le exigió.
Su ex esposa se congeló y miró a Bill. ¿Por qué no se molestaba en
escuchar?

103
La Descarada y el Dominante

Liam no tuvo más tiempo de insistir otra vez antes que él se parara frente
a Gwyneth y a Kyle para mirar a Bill.
—¿Qué diablos haces aquí?
—Visitándolos a ti y al amo pervertido. —Bill se inclinó y posó su mirada
sobre Gwyneth, desvistiéndola con los ojos—. ¿Es esta otra puta pervertida
que atas y golpeas? Seguramente es linda.
Gwyneth abrió la boca indignada.
—¿Cómo se atreve…?
—Cállate —Liam la cortó, deseando sacarle los dientes a Bill para
hacérselos tragar luego.
Ninguna mujer debería haber soportado la naturaleza vil de Bill. Y su
instinto protector ahora se extendía a Kyle.
—Entra en el maldito coche.
—¿Preñaste a esta? —Bill guiñó un ojo—. Buen trabajo. Tal vez plantes
también una semilla en la panza de Raine pronto. Siempre he querido ser
abuelo. Pienso que sería uno muy bueno. ¿No te parece?
—¿Para que también puedas intentar violar a ese niño?
Bill desestimó el comentario.
—No me hagas ver como el villano. El amo pervertido le quitó la florecita
a Raine cuando era menor de edad.
Liam anduvo hacia adelante y se inclinó sobre el rostro de Bill.
—Hammer nunca tocó… ——no, él no le debía ninguna explicación al
padre de Raine.
Tampoco Bill creería la verdad. Con la sangre hirviendo, él movió un dedo
frente al rostro del anciano.
—Date la vuelta y vete mientras puedas, Kendall.
—¿Mi hija sabe que también te follas a esta rubia? Porque apuesto a que
Raine se enfadará si se entera que estás metiéndosela en el jugoso coño de esta
belleza. —Bill lo provocó con deleite, y luego se giró hacia Gwyneth—. Porque
es jugoso, ¿verdad, cariño?
Ella apretó a Kyle más fuerte contra su pecho y miró a Liam nerviosa.
—Metete en el maldito coche. —Liam gruñó—. ¡Ahora!
Finalmente, ella se escurrió en el asiento de atrás con el bebé y
rápidamente cerró con seguro la puerta.
Liam estrechó su mirada sobre Kendall. Por centésima vez, se preguntó
cómo ese lastimero pedazo de mierda había tenido alguna parte en la creación
de su hermosa Raine.

104
La Descarada y el Dominante

La violencia que Liam deseaba desatar sobre el hombre lo asustó. Él había


visto las fotos del abuso de este animal sobre ella. Lo enloquecía que Bill
siguiera respirando. Liam tenía que aguantar las ganas de arreglar eso.
—¿Pensaste que Hammer estaba bromeando cuando dijo que te pondría
una bala en la cabeza? Me encantaría hacerlo en su lugar. Date la puta vuelta y
lárgate. No habrá una próxima advertencia.
Bill sacó un palillo de dientes de detrás de su oreja, aparentemente
despreocupado, y lo metió entre sus dientes manchados de tabaco.
—No me voy a ningún lado sin mi dinero.
Una furia fría emanaba del cuerpo de Liam.
—Tu árbol de dinero se ha secado, anciano. Largo de aquí.
—No lo creo. Vosotros dos no se la vais a meter de gratis. Si vosotros,
degenerados, queréis seguir follándoos a Raine… bueno, Hammer ha pagado
por ese placer desde que ella tenía diecisiete. Los dos tenéis que seguir
pagando.
Con un rugido, Liam lo cortó y tomó a Bill del cuello de su mugrienta
camisa. Cuando estrelló al demonio contra la camioneta, el coche se meció.
Gwyneth chilló. La boca de Kendall se abrió en asombro, haciendo el palillo
caer de sus labios. Su rostro se puso rojo, haciendo que la cicatriz que Raine le
dejó en la mejilla se viera más blanca.
—Ella no es una puta —Liam espetó—. Y la idea de que tú intentes ser su
chulo es repulsiva. Si vuelves a hablar de la mujer que amo así, yo mismo te
mato.
Liam soltó a Kendall. El hombre le frunció el ceño furiosamente.
—Págame. O lo lamentareis.
Finalmente, la basura anduvo a través del estacionamiento, se subió a su
camión, y se alejó. El viento revolvió el cabello de Liam, y él agradeció un poco
el fresco. Caminó entre el aire, esperando que eso lo pudiera enfriar. No tuvo
suerte. Se enorgullecía de ser un hombre controlado. Bill Kendall lo hizo
querer despojarse de su civilidad y asesinar al sinvergüenza con sus propias
manos.
Mientras él rodaba fuera de su vista, Liam se frotó el rostro con una mano,
y sacó su teléfono del bolsillo. Le envió un texto a Hammer contándole la
visita de Bill, al igual que sus amenazas. También le avisó a Macen que
Gwyneth estaba fuera del club antes de guardar su teléfono.
Liam cerró los ojos.
¿Cuándo terminará este maldito día?

105
La Descarada y el Dominante

Obligándose a continuar, se subió al asiento del conductor. Al menos


llevar a su ex esposa al apartamento de Beck significaba un problema menos.
Miró por el espejo retrovisor, y vio el rostro pálido de Gwyneth. Sospechó
que ella escuchó cada palabra de su intercambio con Kendall, especialmente
dado que la ventana junto a ella estaba abierta un par de centímetros. Hammer
debió dejarla así. Liam maldijo para sí mismo.

Al girarse en su asiento, vio a su ex con el cinturón de seguridad puesto y


a Kyle aún apretado en sus brazos. Ella se veía honestamente agitada.
—¿Ambos estáis bien?
Por primera vez, Gwyneth permaneció callada
Liam frunció el ceño. Él no sabía mucho de bebés, pero había visto la
televisión.
—¿Tienes una silla para el niño?
Ella se congeló.
—No. Yo… la aerolínea la perdió. Prometieron llamarme cuando la
encontraran.
Él apretó los dientes.
—Entonces iremos a buscar una. De otro modo él no estará a salvo.
Luego de dos manzanas, Gwyneth se aclaró la garganta.
—¿Ese hombre horrible es realmente el padre de la mujer que tú y
Hammer comparten? ¿Se llama Raine?
—No hablaré de ella contigo… nunca. Ella no es asunto tuyo.
—Estoy de tu lado, Liam. Ese hombre es realmente aterrador.
—Déjalo. —La advirtió.
Ella lo ignoró.
—Espero que las tendencias psicópatas de ese hombre no las haya
heredado su hija.
Liam agarró el volante tan fuerte que sus dedos estaban blancos. Contuvo
un rugido feroz. Gwyneth le tocó el hombro.
—Ambos hemos cometido errores. ¿No? Estoy más que dispuesta a
perdonar los tuyos, querido.
Él se zafó de su toque.
—No te molestes. Y te lo dije, no soy tu querido.
Ella lo miró con un mohín.
—No entiendo. Estabas tan perturbado por mi desafortunada falta de
juicio, pero pareces perfectamente contento con permitir que Hammer profane
a Raine, a quien veo que quieres. ¿Por qué es eso? ¿Está ella ahora con él?

106
La Descarada y el Dominante

Él se tensó. Los celos rodaron por su vientre en una ola horripilante. Liam
sabía que tenía que controlar su urgencia irracional de conservar a Raine para
él solo o la perdería.
—Finalmente veo qué ocurre aquí. —Gwyneth parecía medir sus
palabras—. Estás buscando un consuelo o pertenencia en esta relación lasciva.
Pero no puedes posiblemente amar a una zorra que tú compartes con Hammer.
Afortunadamente, Kyle y yo estamos aquí para rescatarte. Te daremos la
verdadera felicidad que buscas.
Liam intentó fuertemente no dejar que su ira sobrepasara su sensatez. Pero
si ella llamaba a Raine zorra una vez más… solo unos cuantos kilómetros y se
desharía de ella.
—¿Me estás escuchando?
—Sí. —Liam la miró con rabia por el espejo retrovisor—. El problema es,
que tú no me estás escuchando a mí.
—Claro que te estoy escuchando. Pero confío en que harás la elección
correcta. —Ella le sonrió, con el rostro brillando con convicción—. Luego de
que hayas pasado tiempo con tu hijo, conmigo, y veas cómo he crecido como
esposa y madre, entenderás. Jamás renunciaré a ti, querido. Nunca.

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La Descarada y el Dominante

Capítulo Ocho

Raine caminó de puntillas por el pasillo. No estaba exactamente segura de


dónde se habían metido Liam o Hammer. Ninguno de los dos le dijo nada.
Ninguno era él mismo. Liam estuvo preocupado y angustiado todo el día.
Hammer lo había cubierto antes. Luego, algo había ocurrido que le arruinó el
humor también. Él no había querido que ella se enterara, pero por favor…
Ella realmente quiso poderles preguntar directamente y obtener
respuestas. Lo había intentado todo el día. No tuvo suerte. Evasiones, cosas
soslayadas, tal vez incluso, mentiras descaradas… cualquier cosa menos la
verdad. Irónico después de la manera en que fueron enfáticos sobre la
honestidad en particular con ella en la cabaña. Estaría increíblemente furiosa y
lastimada… excepto que ellos le habían seguido dando su amor y afecto.
Primero, Liam le hizo el amor como si ella fuera su único polo a tierra. Luego,
en la ducha, Hammer la tomó con la misma desesperación.
Algo estaba definitivamente mal entre su última unión increíble en la
cabaña y el momento en que la despertaron. Y todo solo había empeorado
durante el día. Raine estaba ahora más convencida que nunca que ellos solo
querían protegerla.
Y si no iba a obtener respuestas de ellos, había llegado el momento de
encontrar a alguien que quisiera hablar. Beck tal vez ahora se estuviera
preparando para la cirugía, pero Seth estaba al otro lado del pasillo. Por
supuesto, dada su lealtad hacia Liam, su jueguito de veinte preguntas tal vez
no sería bien recibido. Pero cualquier información que él pudiera darle sería
más de lo que ella tenía ahora.
Conteniendo la respiración, caminó hacia la puerta de Seth y golpeó,
oyéndolo ocupado en una conversación en voz baja detrás de la puerta.

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La Descarada y el Dominante

—Adelante —él gritó.


Mordiéndose el labio, Raine giró el pomo de la puerta y la abrió. Ella lo
encontró sentado detrás de un pequeño escritorio improvisado en la esquina
de su habitación que parecía demasiado pequeño para su alta estatura. Él se
giró en su silla con el teléfono presionado contra su oreja invitándola con un
gesto a entrar.
—Tengo que llamarte luego —le dijo a su interlocutor—. Sí. Eso sería
grandioso. Gracias. —Y colgó.
—¿Vine en mal momento? Puedo volver luego.
Ahora que ella vio su rubia ceja elevada y su mirada conocedora, él no era
ignorante sobre por qué ella vino a él.
Él le señaló el borde de la cama. La única suave superficie en la habitación
que quedaba.
—Siéntate.
Raine no pudo ignorar la orden de su voz. Ella fue al grano.
—Tú sabes por qué estoy aquí.
—Sí, tengo una idea. —Él cruzó los brazos sobre su pecho y cruzó un
tobillo sobre el otro—. Pero dime.
Ella se sentó en la esquina de la cama sin hacer y dobló las manos nerviosa
en su regazo. La mayor parte del tiempo, el rostro de él era tan amigable.
Cabellos dorados, corte de banquero, alegres ojos verdes, Seth siempre estaba
listo para apoyar a la gente o contar un chiste. Parecía como el amigo de
todos… hasta que se ponía en modo dominante. Él había hecho eso con ella
tan fácilmente, y le había tomado un poco más que un latido. Él no estaba en
modo dominante ni tenía puesto nada de cuero ni le decía que se arrodillara.
Aún así, ella sintió esa parte dominante de su naturaleza rodeándola. Él seria
algún día el maravilloso dominante de una mujer.
—Ellos me ocultan algo —ella murmuró.
—¿Y? —Él ni lo confirmó ni lo negó.
—Eso me está matando. Nos afecta.
Él hizo una pausa, midiendo sus palabras.
—Estás preocupada.
Ella asintió.
—Estoy trabajando en creer que me aman y me digo a mí misma que no
pretenden dejarme.
—Ya hemos tocado ese tema. Te aman y no se van a ir.
A pesar de haberlo escuchado antes, sus palabras calmaban los miedos de
ella un poco. Seth no conocía todos los matices de su relación, o los

109
La Descarada y el Dominante

sentimientos de Hammer y Liam, pero sabía lo importante. Él sabría si ellos se


habían cansado de ella o pretendían buscar la puerta.
—Mira… —Él levantó un dedo—. Sé lo que mueve a Liam y Hammer. No
fue fácil para ellos dos tragarse su orgullo y acordar una paz, pero lo hicieron
por ti. Entonces un respiro luego de su tregua, comenzaron a trabajar juntos
para derrumbar tus muros. ¿Por qué harían eso?
—Porque me aman —ella murmuró.
Él asintió.
—Están perdidamente enamorados, sí.
—¿Entonces por qué no me hablan? He intentado hacer preguntas. No me
dan respuestas.
—¿Entonces te vas a plantar en tu sitio y hacer exigencias?
—No —ella se defendió y luego suspiró—. Está bien, me enojé en la
gasolinera, pero una vez llegamos a casa, realmente lo pensé. Le dije a Liam
que tenía miedo.
Seth se puso de pie.
—Te hiciste vulnerable. ¿Entonces realmente sí aprendiste algo durante
estos últimos días?
Raine se encogió de hombros.
—Lo intenté.
Él la miró secamente.
—Sí, luego de que hacer exigencias no te funcionara. Pero es un progreso,
pequeña. Continúa.
—No sé qué más decir o hacer. Liam parece… cerrado un momento y al
siguiente desesperadamente aferrado a mí. Hammer pasó la mitad del viaje
intentando distraerme, pero luego desapareció por un rato y volvió
increíblemente molesto. Ellos normalmente no son tan variables. Siento que
todo va mal.
Él se encogió de hombros.
—¿Y piensas que ahora mismo mereces una respuesta?
Al él ponerlo de esa manera, ella sonaba quejumbrosa.
—Sería bueno si al menos dijeran algo para sacarme de mi miseria.
—Es natural querer lo que quieres cuando lo quieres. Pero, ¿les da a ellos
lo mejor de tu sumisión?
Él tenía un talento dominante para hacer preguntas hechas para quitarle la
rigidez de la espalda.
—Maldita sea.
—Liam te pondría el culo rojo por eso. —Seth sonrió.

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La Descarada y el Dominante

—Lo sé. Le gustan las damas —se las arregló para no suspirar con
desánimo.
—Sí, pero lo sabías, así como sabías que si preguntabas qué los molestaba
y ellos no te contestaban enseguida, es porque deben estarte protegiendo de
algo.
—Pero no necesito protección. Soy adulta. Puedo manejarlo.
—Ellos podrían necesitar protegerte. ¿No has pensado en eso? ¿Puedes
permitírselos?
—Sí, pero…
—No. O confías en que ellos tienen las mejores intenciones contigo o no. Y
si no lo haces entonces, ¿por qué estás con ellos?
Ella le dio lógica a eso, sonaba tan obvio y directo.
—Sí. Los amo a los dos. —Ella se mordió el labio por un momento e
intentó articular sus pensamientos—. Me siento segura con ellos. Sin ellos no
puedo respirar.
La mirada de él se suavizó mientras se le acercaba, posando una mano
sobre su hombro y agachándose hasta que estuvieron frente a frente.
—Raine, ellos no te van a dar todo lo que quieras. Hay una razón para
todo lo que hacen, pero aceptar eso es parte de ser sumisa.
Ella suspiró, con la mirada fija en el suelo. Él tenía razón.
—Está bien, no siempre me comporto como la sumisa que debería, pero
ellos no me permiten tampoco cumplir mi papel: consolarlos y ayudarlos. Me
siento inútil.
—¿No puedes darles tu amor y apoyo a menos que conozcas la situación?
Piensa en eso.
Diablos, Seth tenía razón otra vez. Si en verdad se estaba entregando a
ellos, ella confiaría en que ellos le contarían todo cuando llegara el momento
adecuado. Les estaría dando su corazón y alma durante el proceso. Su
naturaleza independiente no se lo ponía fácil.
—Tienes razón. —Ella suspiró, sintiéndose entre perdida y estúpida.
—Sigue por donde ellos te lleven. Suelta tu control. Ellos no te dejarán
caer. Han trabajado demasiado fuerte para que progreses.
—¿Por qué es tan difícil hacerlo?
Él se rió.
—Si fuera fácil, la sumisión no sería un viaje. Aún estás aprendiendo. No
es fácil tampoco ser dominante. Tienes que dejarlos hacer lo que están hechos
para hacer toda su vida: protegerte, comunicarse cuando lo necesitas, honrarte

111
La Descarada y el Dominante

y amarte. Caminarían sobre cien kilómetros de vidrio roto para mantenerte a


salvo. Pero tienes que recordar, será en su tiempo, no en el tuyo.
La respuesta de Seth hizo a Raine asentir miserablemente.
—Tienes razón. No puedo soportar verlos tan alterados, verlos luchar
contra lo que sea que esté ocurriendo y no hacer nada. Solo… mi cabeza sigue
volviendo a lugares que me asustan. —Ella cerró los ojos, recordando el
terrible rechazo en la mirada de Liam cuando vio cómo Hammer la
manoseaba en el coche—. Liam estaba tan celoso esta mañana.
—Sí, lo estaba, y eso es algo con lo que hay que trabajar. —Seth se puso de
pie y anduvo por la habitación—. He conocido a Liam por un largo tiempo.
Luego de que Hammer viniera aquí, pasé muchos fines de semana con él. Él
no entrega su corazón libremente. Diablos, nunca lo entrega. Él puede ser un
hombre muy privado y cerrado. Pero el hecho de que se haya enamorado de ti
tan rápidamente y por completo me dijo incluso antes de conocerte que debes
ser una mujer especial.
Raine no pensaba que hubiera algo particularmente especial sobre ella.
Simplemente era una mujer enamorada de dos hombres y lo bastante
afortunada de que la amaran y se amaran entre sí lo suficiente para aceptarlo.
—Pero dado el pasado de Liam, no es fácil confiar. Los celos sí. —Seth
señaló.
¿Su pasado?
—Oh, su ex esposa.
Aquella que había engañado a Liam tan horriblemente. A veces, Liam
parecía tan seguro de sí mismo que ella olvidaba que él era un hombre con sus
propias inseguridades.
Seth asintió.
—Gwyneth es parte de su problema. Su parte más grande eres tú. ¿Has
pensado que a Liam lo desanima saber que has estado enamorada de Hammer
por casi una eternidad?
Eso no se le había ocurrido a ella. Se había enamorado de Liam tan
rápidamente. Tan fácil como tomar su siguiente aliento. Un minuto habían
estado hablando en su cocina sobre las cortadas en sus dedos por la porcelana
rota. Y al siguiente ella le estaba entregando su corazón y esperando que él no
le diera más pepinillos para comer.
Y, de repente, ella tenía puesto su collar y…
¿Cómo no podría amar a Liam? Él la escuchó, la acogió, la trató como una
mujer deseable, e hizo lo que pudo para ayudarla a sanar. Saber que ella no
podría ver cómo podría consolarlo y amarlo más la avergonzaba. De hecho,

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La Descarada y el Dominante

ella había abarcado este día más como una mujer perdida en sus propias
inseguridades que como una sumisa que quería entregarse a sus dos amorosos
dominantes.
—Eso debe tenerlo pensando qué lugar ocupa en tu corazón, Raine.
¿Alguna vez lo amarás tanto como amas a Hammer?
—¡Claro! Si él lo está pensando entonces… oh, la cagué.
—Lenguaje, pequeña —él la miró con advertencia.
—Lo sé pero es la verdad. Cada vez que pienso que he aprendido algo, me
doy la vuelta y lo arruino otra vez. —Ella se golpeó la frente con el talón de la
mano—. Hoy no he sido la sumisa que ellos necesitan.
Él se rió.
—El día aún no termina. Aún puedes serlo. Considera lo que te he dicho.
Sigue tu corazón. Sé abierta, amorosa y, esto será difícil para ti, paciente.
Raine quería estar molesta con Seth, pero él ya la conocía demasiado bien.
Ella lo atravesó con la mirada, pero una sonrisa se asomó debajo de todo.
—Ugh.
Él la ayudó a ponerse de pie y le dio un fraternal abrazo. Ella se lo
devolvió.
—Gracias, Seth. Sé que no tenías que hacer esto.
—Sí tenía. Me hubieras pateado las pelotas si me negaba a ayudarte.
Ella se rió y rodó los ojos.
—Soy aterradora.
—Digamos que no me atravesaría en tu camino, pequeña. Ahora vete.
Necesito hacer algunas llamadas. Y tú tienes unos dominantes que aguantar.
Raine le dio una suave sonrisa de agradecimiento.
—Sí, Señor.

113
La Descarada y el Dominante

Con su revólver oculto debajo de su chaqueta, Hammer se cernía sobre un


panel de monitores en el cuarto de seguridad, viendo imágenes en vivo del
estacionamiento, al igual que las puertas exteriores. El mensaje de Liam sobre
Bill merodeando en el estacionamiento lo enfadó. Hammer no vio ninguna
señal del desdichado imbécil, pero no podía sacudirse de un mal
presentimiento.
Reclinado en su silla, cerró los ojos y se pellizcó el puente de la nariz. El
estrés y la falta de sueño le estaban haciendo efecto. Él se negó a tomar una
siesta por miedo a que surgiera otra crisis, como si ya no hubiera suficientes.
Afortunadamente, Liam se había llevado a Gwyneth del club, pero esa
pesadilla estaba lejos de acabarse, y con la reaparición de Bill, Macen sintió
una sofocante necesidad de proteger a Raine que no cedía.
Luego de ponerse de pie, él caminó por el pasillo, de regreso hacia su
oficina. Hizo una mueca cuando vio la pila de correspondencia esperando su
atención. Las llamadas que tenía que devolver no le llamaban tampoco la
atención.
No se había ni sentado en su silla cuando escuchó un golpe en la puerta.
Hammer levantó la barbilla para ver a Raine asomando la cabeza en la
estancia.
—¿Tienes un minuto? —Tenía una expresión solemne y eso le dijo que ella
tenía algo pesado en la cabeza.
Joder, ¿qué sabe ella?
Él asintió mientras se aclaraba la garganta.
—Tengo todo el tiempo del mundo para ti.
Cuando ella entró en la estancia, miró rápidamente a su alrededor.
—¿Dónde está Liam? Esperaba hablar también con él.
—Él no está, pero entra. Cierra y dime qué ocurre.
Hammer se puso de pie y rodeó el escritorio, incapaz de combatir la
urgencia de envolver a Raine en sus brazos y prometerle que todo estaría bien.
Ella cerró la puerta detrás de ella, viéndose extrañamente nerviosa
mientras caminaba hacia él, vestida de nuevo con los vaqueros y la camiseta
que tenía puestos a la hora del desayuno. Él intentó con todas sus malditas
fuerzas no fijarse en cómo la palabra TEMERARIA sobre el apretado algodón
rojo se estiraba a través de sus pechos.

114
La Descarada y el Dominante

Dio unos pasos hacia delante, y de repente Raine se detuvo y se colocó de


rodillas ante él y bajó la mirada al suelo, con las piernas abiertas y las manos
sobre los muslos con las palmas hacia arriba.
Hammer se quedó fascinado. El aire se quedó en sus pulmones. Un nudo
de orgullo se le atravesó en la base de su garganta y su polla rígida saltó a la
vida exigente detrás del cierre de su pantalón.
Ella no dijo nada, solo esperó por su reconocimiento. Él carecía de
palabras, así que optó por un minuto de silencio para saborear la increíble
vista. Sí, ella se había arrodillado ante él antes, pero siempre cuando él se lo
ordenaba. Ella simplemente jamás le ofreció su sumisión como un regalo.
Finalmente, él se paró entra las rodillas de ella, y le acarició la coronilla,
consintiendo su cabello oscuro y brillante. Un temblor se movió a través de
ella ante su caricia.
—Te ves impresionante, preciosa. ¿A qué le debo este honor?
Lentamente, Raine levantó la cabeza para mirarlo.
—Señor, quisiera hablar con Liam y contigo.
Cristo, incluso su suave voz sonaba sumisa. Su expresión abierta parecía
acogerlo dentro de su alma. Él quería envolverla en sus bazos, abrirle las
piernas y enterrar su polla dentro de ella, y follarla hasta jadear en medio del
clímax. Luego la llevaría a la cama y volvería a comenzar.
Hammer apretó su mandíbula y desenredó sus dedos de su cabello negro.
Necesitaba romper el contacto físico hasta que pudiera aplacar las fantasías
que ardían en su cerebro. Raine había venido a él con algo en la cabeza. Él
tenía que escucharla antes que nada. Luego, tal vez él la desnudaría y la
devoraría.
Parte de él odiaba el plan. De algún modo, Hammer había logrado
suprimir su bestia interna cuando se duchó antes con Raine. La había tenido
desnuda y para él solo exactamente una vez antes. El animal primitivo dentro
de él le recordó cada parte de esa noche en que la folló piel con piel y de modo
crudo. Hoy, mientras deslizaba las manos cubiertas de jabón sobre su piel
blanda, esos recuerdos no habían sido buenos para su control porque ese no
había sido el momento de saquearla. Y ahora tampoco lo era. La exigencia
rugiente y desgarradora de hacerla su esclava aún tronaba a través de él. Sin
Liam aquí para equilibrarlo, ¿cuánto podría mantener a raya esta necesidad?
—Estoy seguro que Liam lamentará perderse lo que quieras decir. Si
quieres hablarme, con gusto te escucho.
Ella parecía sopesar sus opciones.
—Puedo hablar con él al respecto después, creo.

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La Descarada y el Dominante

—O yo podría hablar con él —Hammer ofreció—. Como prefieras.


—Gracias.
Ella agachó la cabeza otra vez, y él no podía dejar de mirar. O desearla.
—Mírame, preciosa.
Raine obedeció de modo fácil y natural. Un millón de veces, en sus sueños,
él la había imaginado así, entregándole su poder. La realidad era tan
jodidamente intoxicante que él casi se tambaleó. Ella simplemente
resplandecía con una pureza innegable que irradiaba desde su corazón.
—No tienes idea de lo asombrosa que estás ahora, ¿cierto? —Mientras un
suave tono rosado se subía a sus mejillas, él la acarició con los nudillos.
Raine intentó mirar a otro lado y sonreír ante el cumplido, pero Hammer
colocó un dedo debajo de su barbilla y la obligó a concentrarse en él. Para su
alivio, ella no luchó contra ello o se giró.
—Tú me haces sentir así —ella murmuró.
Hammer le sonrió animándola.
—¿De qué quieres hablar?
Cruzando los brazos sobre el pecho, él esperó. Sin duda, ella había venido
a hacer más preguntas sobre los problemas recientes de Liam. Raine
posiblemente se había muerto de preocupación todo el día. Una ola de culpa
golpeó a Hammer. Él tenía más culpa que Liam por hacerla pasar por esta
confusión. Esta noche tenía que llegar pronto.
Ella vaciló un poco, como si no estuviera segura de sus palabras. Ella se
lamio los labios. Ante semejante vista, la bestia dentro de él se agitó contra sus
cadenas mentales de nuevo, gruñendo por hundir sus dientes en el arco de ese
suave montículo de la boca femenina y devorarla por completo. Él ciertamente
no quería esquivar las preguntas que no podía contestar.
—Sé que hay algo más que un problema en el trabajo de Liam. Sospecho
que tú estás cubriendo lo que esté ocurriendo con vosotros dos porque
intentáis protegerme.
Él sabía que ella era demasiado inteligente para ocultarle cosas por mucho
tiempo. Hammer arqueó una ceja.
—Protegerte es nuestro trabajo como dominantes.
—Lo sé. —Raine afirmó rápidamente—. Por mucho que no me guste la
sensación de que me dejan por fuera, también tengo que confiar en que tú y
Liam me dirán lo que necesito saber cuándo el momento adecuado llegue.
Ella se debatió entre los obstinados viejos hábitos y la sumisión
inexplorada que ahora entregaba. Aunque entregar su control seguramente

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La Descarada y el Dominante

irritaba a su lado independiente, Macen sabía que ella no lo entregaría


simplemente debido a su incomodidad. No su Raine. Él sonrió.
—Eso ya lo hemos decidido. —Él rozó las yemas de sus dedos por el
hueco de una mejilla—. Te explicaremos todo esta noche en la cena. Solo
necesitamos que seas paciente por un rato más, mientras aclaramos algunos
hechos y atamos unos cabos sueltos. ¿Harías eso por nosotros, Raine? —
Algo de peso dejó los hombros de Raine.
—Haré lo que pueda. Sabes que me estoy esforzando.
—Jamás me lo hubiera imaginado —él dijo lentamente y con cariño.
Ella le sonrió.
—Tú y Liam me enseñaron en la cabaña que tenía que ser honesta.
Lo habían hecho, y ahora él se sentía como un imbécil de primera por
convencer a Liam de ocultarle la verdad a Raine hasta lidiar con Gwyneth.
—Entonces… —ella continuó—. Luego de una charla motivacional con
Seth, vine a contarte cómo me siento.
Maldita sea, Liam había tenido razón todo el tiempo. Macen contuvo una
maldición. Él no le había dado a ella el suficiente crédito. En cambio, asumió
que ella no había tenido tiempo de asimilar las lecciones que le enseñaron
durante los últimos días. Mirándola ahora, con el corazón en los ojos mientras
confesaba sus preocupaciones, Hammer quería patear su propio trasero. Su
decisión de protegerla de la fea verdad venia de su propia incapacidad de
confiar en su nuevo compromiso, no el de ella.
Hammer se arrodilló y acunó su barbilla, mirándola fijamente a los ojos.
—Lamento que no haya llegado el momento correcto para decirte todo.
Jamás pretendimos ni lastimarte ni preocuparte.
—Eso lo sé lógicamente. Pero me siento confundida y ansiosa. Vosotros
me estáis volviendo loca.
El cambio radical en el comportamiento de Raine lo dejó pasmado. Ella
dejó salir sus emociones sin ira ni confrontación. Ni lanzando dildos ni,
gracias a Dios, huyendo.
Hammer sintió algo moverse dentro de él. Durante años, él había sido su
protector, cuidándola y proveyendo para ella. Luego la reclamó como amante,
tomando su cuerpo y dándole placer. Ahora, finalmente se sentía como su
dominante.
—Sé que ha sido un día difícil. Equilibrar nuestro instinto protector con tu
lado independiente es… un esfuerzo interesante.
—Dirás más bien que soy un dolor de trasero. —Ella sonrió antes de
ponerse seria de nuevo—. Admito que quiero respuestas. Acepto que aún no

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La Descarada y el Dominante

estéis listos para contarme y confío que lo haréis cuando sea el momento, pero
es tan difícil para mí no andar por el camino de la inseguridad y el miedo.
Las lágrimas inundaron su mirada, y ella intentó calmarlas. Dios, ella se
había vuelto tan vulnerable y era tan jodidamente hermosa.
—Sshhh —Macen murmuró mientras la tomaba en sus brazos y la
ayudaba a sentarse en el elegante sofá de cuero.
Al sentarse, él la acomodó sobre su regazo y movió sus dedos a través del
cabello de ella.
—Has llegado tan lejos, preciosa. Estoy realmente orgulloso.
Ella lo miró con una sonrisa tímida, como si él fuera su mundo. El pecho
de él se rompió con el peso de la emoción.
—Sé que venir a mí hoy con tus sentimientos te tomó un valor inmenso,
pero lo estás haciendo bien —continuó—. Siempre recuerda, haremos todo en
nuestro poder para mantenerte a salvo, Raine. Eres lo más importante en todo
nuestro mundo. Te amo.
Hammer se detuvo y tragó fuertemente.
—Siempre te he amado.
—También te amo —ella murmuró suavemente, mirándolo, con sus
grandes ojos azules brillando con fe y lágrimas.
Cuando una lágrima solitaria se deslizó por su mejilla, Hammer se inclinó
para enjugarla con un beso.
Liam le había dicho hace unos días en la cabaña que los primeros días de
su relación con ella habían sido una batalla de voluntades. Él había necesitado
mucho esfuerzo para atravesar sus muros. Hammer no se sorprendió de que
Raine le hubiera confesado que ella no sabía cómo llorar o sangrar frente a
nadie.
Ahora lo sabes, y es una vista gloriosa.
Hammer le besó la coronilla.
Más lágrimas salieron de sus ojos mientras ella levantaba la cabeza para
mirarlo. Él no pudo aguantar secarlas y tomar sus labios con los suyos. La
necesidad primitiva dentro de él merodeaba sin descanso pero le dejó tener su
momento. Y mientras Hammer se alimentaba de las lágrimas de ella, él
lamentó todos los años que se negó a darle lo que ella necesitaba. Él agradecía
a Dios cada día que Liam y las circunstancias conspiraron para que ella se
quedara.
Rodeando el cuello de él con sus brazos, Raine se presionó contra su
pecho. Hammer inhalaba el olor de su champú de cítricos y se deleitó en el
silencio reverente que compartían. Mientras él paseaba sus dedos por la

118
La Descarada y el Dominante

espalda de ella, Hammer la abrazaba. Liam se merecía más de la mitad del


crédito por la llegada de Raine a este momento, y Macen deseó que su amigo
pudiera estar aquí ahora para presenciar el progreso de su chica.
Raine sorbió, y se movió para mirarlo a los ojos. Hammer la besó en los
labios una vez más.
—¿Te sientes mejor ahora? —Él preguntó.
—Eso creo. Aún es extraño, ser abierta y todo.
Hammer asintió comprensivo.
—Lo será, al menos por un tiempo. Todo lo que vale la pena necesita
práctica.
—Bueno, eso suena genial. —Raine gruñó.
Él se rió.
—Te acostumbrarás a liberar tus emociones. Un día, te sentirás tan
incómoda guardándolas para ti misma como lo es ahora revelarlas. Aún hay
que ver si te irá la mitad de bien conteniendo tus sarcasmos.
Ella se rió.
—No gastes tus energías.
—Soy más sabio —él le aseguró—. Has crecido tanto… y tan rápido. No
minimices tus logros; celébralos.
Una sonrisita le curvó los labios. Ella casi se veía orgullosa de sí misma.
—Estoy trabajando en ello.
Raine estaba haciéndolo, y él estaba emocionado por ella. Pero esa parte
subversiva de él simplemente quería acostarla para reclamarla de nuevo.
Hammer respiró para calmarse, y la ayudó a ponerse de pie. Él no podía
dejar que ella confundiera progreso con sexo. Y él no necesitaba desviar los
pensamientos de ella con placer. Ojala, hubiera tiempo para eso esta noche.
Ella se levantó como si se le hubiera quitado un peso del tamaño del
mundo de sus hombros.
—Gracias, Macen.
—De nada. Tenemos toda la tarde antes de cenar. ¿Qué vas a hacer?
Que el cielo lo ayude si ella decía que quería pasar el tiempo entre las
sabanas con él. Él no creía poder mantener a raya su lado primitivo.
—En realidad, debo hacer varias diligencias. He dejado de comprar
víveres. Tengo un paquete que dejar en el correo. Luego a la farmacia… cosas
así.
La inquietud se filtró por las venas de Hammer. Bill estaba allí afuera, en
algún lugar. Macen miró la pila de papeleo en su escritorio. Él sintió el peso de

119
La Descarada y el Dominante

su teléfono callado metido en su bolsillo. ¿Quedarse y esperar el regreso de


Liam o ir con Raine y asegurarse de que se mantuviera a salvo?
—Iré contigo —él ofreció.
Ella frunció el ceño.
—¿Por qué? Odias hacer diligencias. Creo que la última vez que recogiste
tu ropa de la lavandería fue antes de que yo tuviera mi licencia de conducir.
Eso era probablemente cierto.
—Quiero pasar tiempo contigo.
—Y yo quisiera parar en algún lugar y comprar lencería sexy para esta
noche para que sea una sorpresa.
Ella batió las pestañas. Maldición, él odiaba discutir con eso. Además, Bill
ya había sido visto dos veces en Shadows. El maldito enfermo estaba molesto
con él. Él quería dinero, no a Raine. Ella probablemente estaría más a salvo, a
plena luz del día, en público.
—Mantén tu teléfono contigo —le sugirió—. Vamos a irnos cerca de las
cinco treinta, así que necesitarás regresar y estar lista antes de esa hora.
—No puedo esperar. —Ella lo besó una vez más.
Macen esperaba la oportunidad de contarle la verdad sobre Gwyneth, el
bebé, Bill… todo.
—Yo tampoco.
Con su mano en la suya, él llevó a Raine hasta su coche, revisando el
estacionamiento y el perímetro del edificio. No había señas de Bill o de algún
problema. La besó en los labios suavemente y vio cómo conducía hacia la
calle.
Dios, él esperaba que ese imbécil se presentara ahora que Raine se había
ido. Hammer sacó el arma de su espalda y la enfundó. Estaba listo.

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La Descarada y el Dominante

Capítulo Nueve

En el momento en que Liam se estacionó en el estacionamiento del


complejo de apartamentos de Beck, él se giró hacia Gwyneth. Finalmente,
podía tener control de la situación. Ella ya no lo iba a atacar por la espalda o
arremetería contra su mejor amigo. No tenía que proteger a Raine de su ex
esposa aquí. No más reacciones ni incendios que apagar. Ella estaría en su
territorio, siguiendo sus planes, jugando según sus reglas.
Veamos qué te traes, ¿bueno?
El portero los dejó seguir, y mientras entraban en el apartamento, la luz
del sol se filtraba a través de la pared de cristal que había en la parte de atrás
del lugar con increíbles vistas al océano azul hasta donde podía llegar la vista.
—Liam, esto es hermoso. Poco acogedor…
Miró alrededor del pequeño espacio mientras arrastraba su equipaje,
deslizando sus dedos sobre el respaldo del sofá de cuero. Ella rodeó el bar
hacia la cocina, tocando con el dedo la puerta hacia el balcón y miró hacia
afuera con deleite.
—Pero Kyle y yo estaremos felices aquí temporalmente hasta que los tres
encontremos algo juntos.
Llevando adentro bolsas con víveres, él se giró para fulminarla con la
mirada. Estaba cansado y malditamente hambriento y no tenía mucha
paciencia para que la maldita manipuladora fuera deliberadamente sofocante.
Pero él pretendía aclararle algunas cosas… de una vez por todas.
Liam colocó las compras en el mostrador de la cocina, junto con Kyle en su
nuevo cargador. Él guardó la comida y lo esencial, mirando a Gwyneth
suspirar como si un gato se hubiera comido un canario. Sin duda, ella tenía
algo planeado.

121
La Descarada y el Dominante

Finalmente, ella rodó su equipaje con el corral doblado sobre él hacia la


única habitación. Tomando una manzana y algunas galletas, Liam comió, feliz
de no estar en la misma estancia con su ex esposa, incluso si fuera por solo dos
minutos.
Apenas había terminado el último bocado cuando ella lo llamó.
—Oh, Liam…
—¿Qué? —Le contestó.
—¿Puedes armar el corral de Kyle en la habitación con nosotros?
La manzana que había sabido tan bien de repente supo amargo.
—Ya la armo, Gwyneth. Pero te dije que no me voy a quedar aquí.
La sonrisa de ella que le decía que encontraba ese delirio adorable.
—Gracias.
Cuando él se inclinó para armar la cama temporal de Kyle, el bebé
comenzó a lloriquear. Un gemido primero, luego unos fuertes gritos. Un
sorbido, un resoplido, y luego el niño comenzó a llorar.
Liam miró a Gwyneth expectante. Ella se deslizó cerca de él, ignorando el
llanto del bebé y pasando una uña por su hombro.
—Te lo agradezco.
—Te agradecería si pudieras atender a Kyle. Me duele la cabeza.
—Te masajearé el cuello como solía hacerlo —ella le ofreció, rozando su
cuerpo contra el de él.
Él intentó no estremecerse.
—No. Averigua qué le duele al chico. —Cuando ella aún vacilaba, él se
levantó y la detuvo con la mirada—. Ahora, Gwyneth.
Ella no se vio para nada contrita u obediente, recordándole que su ex
esposa no tenía un hueso sumiso en el cuerpo. En cambio, ella resopló y salió
de la habitación y gritó sobre su hombro.
—Ya hablaremos sobre nosotros, cariño.
Le había dicho en repetidas ocasiones que él no era su cariño ni le
interesaba remotamente, pero sin duda, jugar a la rubia era parte del juego de
ella.
Mientras Kyle seguía protestando, Liam miró alrededor de la esquina de
la habitación, hacia la cocina. Gwyneth había tomado al niño para arrullarlo en
su asiento e intentando callarlo. Además de no poseer huesos de sumisa,
también parecía no tenerlos maternales.
—¿El niño tiene hambre? —Él preguntó.
—No lo sé.
—¿No eres su madre?

122
La Descarada y el Dominante

Ella suspiró molesta.


—¿Terminaste con el corral? Tal vez él quiere dormir su siesta de Nuevo.
O tal vez es todo este babeo. Es un desastre.
—¿Le están saliendo los dientes?
—Eso parece.
¿Pero no lo sabes?
Liam hizo una mueca. Definitivamente era hora de hurgar más hondo y
averiguar qué juego tenía Gwyneth. Con el corral armado, Liam cubrió el
fondo con una manta de la cama, y se fue para encontrar a Gwyneth en el sofá.
Kyle aún sentado inquieto en su silla a los pies de ella mientras ella se limaba
una uña. El chiquillo se mordía las uñas, sorbiendo y gruñendo,
aparentemente hambriento. Gwyneth parecía más preocupada por sus
cutículas.
—El corral de Kyle ya está armado.
—Bien —Gwyneth lo miró con una sonrisa pequeña curvándole los
labios—. Ven, siéntate junto a mí. Tenemos que discutir todo nuestro futuro.
Cuando ella palmeó el sofá a su lado, él hizo una mueca.
—Apenas tenga la muestra del ADN de Kyle, hablaremos.
—¿Ahora? —Gwyneth palideció—. Seguramente necesitamos un doctor
para eso.
—No. —Liam se palmeó el bolsillo—. Tengo el kit aquí.
Ella abrió la boca para hablar, pero Kyle interrumpió con un aullido
saludable que exigía su atención.
—Creo que tiene hambre. —Liam señaló.
Con un suspiro perturbado, Gwyneth se levantó.
—Siempre tiene hambre.
Ella caminó junto al niño y entró en la cocina. Revisando entre las
alacenas, ella encontró lo que buscaba y sacó un biberón y una lata de formula.
Las protestas de Kyle se elevaron un decibel más.
Ella se giró a Liam con expresión suplicante.
—¿Puedes arrullarlo o algo mientras le preparo su biberón? Me comienzo
a preguntar si tiene fiebre. Está tan ruidoso. Esta prueba absurda puede
esperar unos días hasta que nuestro hijo se recupere.
Liam quiso preguntar por qué ella seguía oponiéndose a la prueba, pero
tenía sus sospechas. Él se negó a ser engañado otra vez. Hora de cambiar las
reglas.

123
La Descarada y el Dominante

—¿Fiebre? —Liam frunció el ceño—. ¿Por qué no me dijiste? Podemos


esperar un par de días. Termina de preparar su biberón. Yo lo cambio en el
sofá.
El rostro de ella se cubrió con sorpresa, y luego con alivio antes de que un
lado de su boca se curvara. Ella no podía casi contener el triunfo.
—Perfecto, cariño.
Gwyneth regresó a la estufa, para calentar la botella. Liam sacó a Kyle del
asiento y lo acostó en el sofá. Mientras cambiaba al bebé, un puño regordete le
apretó su dedo, apretándolo con sorprendente fuerza. Liam sonrió.
¿Eres mío, hombrecito? No hay mejor momento para averiguarlo que el
ahora…
Mirando para asegurarse de que Gwyneth estuviera fuera de su vista,
Liam tomó el kit de su bolsillo. Abrió el envoltorio de celofán, retiró el hisopo
y deslizó su pequeño dedo a través del rostro de Kyle. Cuando el niño abrió la
boca, Liam frotó la punta de algodón suavemente contra el interior de su
mejilla. Él solo gimió un poco.
Metiendo la muestra en un receptáculo de plástico, Liam guardó el kit de
nuevo en su bolsillo. Misión cumplida en menos de sesenta segundos… con
Gwyneth ignorante de todo.
Satisfecho, Liam llevó a Kyle con él hacia la ventana, palmeando su
espalda y murmurando suavemente al niño irritado para calmarlo.
Gwyneth regresó con el biberón. El segundo que Kyle lo vio, comenzó a
patear y llorar impacientemente.
—Toma —ella le entregó a Liam el biberón—. ¿Te molestaría alimentarlo?
Debo ocuparme de algunas cosas.
Él tomó la cálida botella e inclinó a Kyle en su brazo.
—Bien.
Ella rozó sus dedos a través del cabello de Liam.
—Eres un amor, cariño. Kyle no ha descansado mucho así que si no te
importa colocarlo en su corral luego de…
—Ve. —Entre más pronto dejara la sala, mejor—. Nos las arreglaremos.
Ella desapareció a través de la cocina y hacia el pasillo mientras Liam
volvía al sofá y se sentaba con Kyle. Él miraba, fascinado, cómo el bebé
tomaba su botella, buscando el chupo, y él solo lo ponía en su boca.
—Quieto, tigre —él se rió—. Dame un segundo y te ayudo.
Kyle tenía otras ideas mientras se aferró a la mamila y chupó con
voracidad, mirando a Liam con sus ojos grandes y oscuros mientras se
concentraba en cada chupada. El niño era lindo. Le concedía eso al chico.

124
La Descarada y el Dominante

Mientras Kyle sorbía, Liam oyó el ruido de la tubería de la ducha. ¿La


mujer se estaba acicalando de nuevo? Liam rodó los ojos. A él no le molestaría
ducharse y comer algo caliente, considerando que había estado despierto
desde las cuatro de la mañana y no había tenido ninguna de las dos cosas.
Se relajó en el blando sofá de cuero mientras los ojos de Kyle caían
pesadamente y sus chupadas se ralentizaron.
En poco tiempo, el chico chupaba solo aire de la botella vacía, así que
Liam retiró la botella de su pequeña boca con suavidad. El rostro de Kyle se
apretujó, como si fuera a llorar otra vez. Mientras separaba los labios, no era
un grito lo que salió de él sino un fuerte eructo. Kyle parpadeó, pareciendo
sorprendido. Liam se rió y se puso de pie, llevando al niño al corral y
colocando la mantita azul a su alrededor. Kyle se durmió en segundos.
Liam no estaba seguro de cuánto podría dormir el niño, pero esperaba
tener una buena hora para llegar al fondo de la estratagema de Gwyneth. Tan
pronto como encontrara algo más de comida. Dios, se moría de hambre.
Tomando un vaso de yogurt y una cuchara de la cocina, Liam comió y
miró alrededor del apartamento. Vio el bolso abierto de Gwyneth en el
mostrador de la cocina y comenzó a merodear entre el bolso hippie Versace.
No estaba exactamente seguro de lo que buscaba, pero esperaba encontrar una
pista sobre sus intenciones; notas, correspondencia, documentos, lo que fuera.
A parte de cosméticos y mentas, él lo encontró casi vacío… y
sorprendentemente carente de cosas de bebé.
Gwyneth había metido el móvil en uno de los bolsillos. Tomándolo, revisó
el aparato. No había aplicaciones que siguieran el desarrollo infantil o
programas diseñados para entretener a un chiquillo. Se metió en su Facebook
y revisó su muro. Nada de trabajo, familia o incluso Kyle. En cambio, vio fotos
de compras y viajes al spa. Por supuesto, alguna gente jamás publicaba sobre
su vida personal o los niños por motivos de seguridad. Comprensible, supuso.
Ella tenía una solicitud de amistad de algún tipo en Londres ansioso por
mostrar su pecho.
Liam frunció el ceño. Entonces se movió a sus mensajes. James, Colin,
Andrew, Ryan. La lista seguía… al final, un mensaje de su hermana. Gwyneth
había deseado a su hermana mayor unas buenas festividades. Él abrió el
mensaje del chico al principio de la lista y encontró mensajes sexuales y un
acercamiento de él masturbándose. Liam cerró la ventana rápidamente con
una mueca.

125
La Descarada y el Dominante

Luego de eso, solo pudo imaginar las horribles fotos que podría encontrar
en la cámara de su teléfono. Él esperaba como el infierno que ella no hubiera
tomado fotos de ella masturbándose y las hubiera enviado al hombre.
La ducha se cerró, y él sabía que no tenía mucho tiempo. Pero no podía ser
delicado ahora si quería alguna pista sobre las intenciones de su ex esposa.
Liam rápidamente movió la pantalla hasta que encontró la galería de fotos
de su cámara. Las imágenes eran cronológicas, listadas por mes y año. Las más
recientes databan de hace días.
Él escogió la última foto, un par de zapatos Prada, y comenzó a mirar las
de antes. Comida, spas, amigas, bares, y hombres. Muchos y muchos bares.
Incluso más hombres. Selfies de ella de fiesta en varios clubes de Londres,
cada uno con diferentes bebidas y diferente compañía. La semana pasada, la
semana anterior, el mes anterior… él frunció el ceño. ¿Ella había estado
bebiendo tres días antes del nacimiento de Kyle? ¿Y en algún lugar llamado el
bar Paramount dos días antes de tener al niño, cuando se supone que estaba
muy embarazada?
Maldiciendo por lo bajo, Liam guardó el teléfono. Entonces Gwyneth no
había sido la flor casta que afirmaba ser desde que la vio por última vez en esa
maldita gala de beneficencia. Lo que no había visto fue una sola foto de Kyle,
ni durmiendo ni haciendo caritas bonitas. ¿Qué madre no tenía una foto de su
niño? Por supuesto, Gwyneth no parecía el súper modelo de maternidad.
Pero, el hecho de que no tenía tan siquiera una foto del niño que había llevado
en su vientre y dado a luz hizo que las sospechas de Liam giraran.
Ella lo siguió para presentarle a su supuesto hijo y le rogó para que se
volvieran una familia. En ausencia de algún otro motivo, Liam le había
creído… de algún modo. Él había estado perturbado de que ella pareciera
haber visto al niño como una molestia más que una bendición. Claro, ella una
vez había visto a su esposo bajo la misma luz. Pero él había sido persuadido
de creer que ella había cambiado un poco, tal vez cambiado sus prioridades
desde que se convirtió en madre… hasta ahora. Todo en su teléfono solo
reforzó que ella era la misma chica fiestera de la que se había divorciado.
Él no solo se preguntaba si Kyle era su hijo, ahora Liam se preguntaba si el
niño tan siquiera era de Gwyneth. Tenía sus dudas, lo cual era un alivio
jodidamente enorme. Pero si el niño no era de ella, ¿a quién pertenecía? ¿Y por
qué ella había hecho pasar al niño como de ellos?
Como lo veía Liam, Gwyneth parecía casi desesperada por tenerlo de
nuevo en su vida, tal vez inventando imprudentemente un hijo.
¿Detrás de qué diablos estaba?

126
La Descarada y el Dominante

Liam no tenía una maldita idea. Hora de calentar las cosas.


Él apenas había guardado el teléfono de ella cuando su propio móvil
comenzó a vibrar en su bolsillo. Él lo sacó y revisó la pantalla mientras
caminaba hacia la ventana.
—Seth, háblame.
—Bueno, hola a ti también, imbécil. —Su amigo se rió.
—Lo siento. No tengo mucho tiempo. Gwyneth está por salir de la ducha.
—¿Fue que la ensuciaste?
—No. Joder. No. ¿Tú la tocarías?
Seth hizo el sonido de arcadas.
—La idea me hace vomitar un poco en mi boca.
Liam se frotó la nuca.
—A mí también.
—Resulta que su padre en realidad tiene una enfermedad terminal. —Seth
confirmó—. Cáncer. No le queda mucho tiempo de vida. Tal vez un mes a lo
sumo.
—Qué va.
Entonces su ex esposa ocasionalmente decía la verdad.
Liam se preguntó si ella había sido honesta con algo más. ¿Había mal
juzgado la paternidad de Kyle? ¿Era posible que él fuera el padre del niño
después de todo? Su instinto le decía que no, pero…
—Se especula mucho en la industria sobre lo que pasará con su imperio.
—Seth continuó.
—Gwyneth y su hermana jamás han estado interesadas en trabajar, así que
no me sorprende. ¿Algo más sobre el nacimiento de Kyle?
—Ahí es donde la cosa se pone rara. No tengo nada. No hay registros
recientes con el nombre de Kyle O‘Neill, lo cual ya es raro. También busqué
Kyle Sinclair, solo por ser meticuloso. No hay nada de los últimos seis meses.
Luego intenté cruzar la referencia del nombre de Gwyneth con el de su madre.
Tampoco hay rastro.
Lo cual significa que el certificado de nacimiento que ella le mostró hoy tal
vez era falso.
—Si Gwyneth dio a luz, ella debería aparecer en un documento como la
madre en el certificado de nacimiento de ese bebé —Seth explicó—. ¿Puedes
pensar en otro nombre que ella pudiera usar?
—No. Ella siempre usó el Sinclair. —Incluso cuando estaban casados.
—Liam… debo decirte, no estoy ni siquiera seguro de que el niño sea de
ella.

127
La Descarada y el Dominante

—Eso mismo pienso yo. —De hecho, Liam estaba casi convencido.
—Eso es lo que tengo hasta ahora. Seguiré buscando y te haré saber si
encuentro algo más, pero no espero mucho hoy. El Reino Unido está ocho
horas adelantado, así que las oficinas del gobierno están cerradas por la noche.
—Agradezco lo que has encontrado. —Liam colgó y suspiró. Necesitaba
un plan para hacer a Gwyneth hablar… y rápido.
El sonido de la puerta del baño abriéndose y un suave sonido lo hicieron
girarse. Y mirar. Gwyneth estaba de pie frente a él con casi nada puesto. Los
pequeños trozos de tela que ella tenía eran de un rojo sirena. El sostén, si así
podía llamarse, colgaba de sus hombros con delicadas tiras. Los cuartos de
copa acunaban la parte inferior de sus pechos aumentados, exponiendo sus
pezones rosados y apretados. Debajo de la línea esbelta de su abdomen que no
tenía una sola marca de estrías, un pequeño retazo de malla transparente que
se aferraba a sus caderas… y exponía su monte depilado.
Si ese cuerpo alguna vez estuvo embarazado y dio a luz, entonces yo soy
el maldito Papa. Me has tomado el pelo demasiado, mujer.
Ella asumió lo que pensó que era una pose seductora, deslizando una
mano entre su cabello suelto, ahora extendido en grandes rizos alrededor de
sus hombros, batiendo sus pestañas postizas y haciendo un puchero con sus
labios rojos.
Liam sintió que se le revolvió el estomago.
Gwyneth le sonrió como invitándolo a tocarla, y se giró lentamente para
revelar su trasero meneándose, adornada con un moño rojo de seda justo
sobre las nalgas redondas, separadas por la tanga de encaje. El conjunto
parecía algo sacado de un catalogo de Frederick de Hollywood, pero Gwyneth
no podía tan siquiera lograr que a él se le levantara algo.
Meneándose, ella lo miró una vez más, curvando sus labios tímidamente.
—Liam…
Ella se acercó con sus tacones rojos, caminando en tacones de quince
centímetros asegurados en los tobillos con correas, unidos con un lazo de seda
como un corset. Todo en ella se veía exagerado y ridículo. Estaba intentando
desesperadamente seducirlo.
Cuando estaban juntos, ella a menudo intentaba controlarlo con sexo. Ella
no parecía terriblemente interesada en el sexo como tal. Liam no imaginó por
un segundo que él solo accionó el interruptor en ella de alguna manera sin la
que ella no pudiera vivir. ¿Entonces qué diablos quería esa mujer? Él, se
imaginaba. O más posiblemente, algo de él.

128
La Descarada y el Dominante

De cualquier manera, su desesperación haría más fácil manipularla hasta


que él tuviera las respuestas que buscaba. Entonces su pesadilla se volvió más
real mientras ella se puso incómodamente de rodillas ante él, con la espalda
tensa, sus muslos separados como si intentara emular una posición sumisa
que había visto en Internet.
Desafortunadamente, en esa ropa interior, él pudo ver los desnudos labios
de su sexo. Él se estremeció. Era obvio que Gwyneth jamás había asumido esa
posición en su vida. ¿Qué. Putas?
—¿Qué piensas, cariño? —Gwyneth ronroneó mientras ella se acariciaba
los muslos, como si deseara exhibir sus tesoros para que él los tomara.
De algún modo, él logró fingir una sonrisa.
—Bueno, es inesperado.
—Te he echado de menos. Y quiero demostrarte todas las maneras en que
he cambiado y probar que he aprendido a aceptar tus necesidades.
Liam la miró, intentando no resoplar. Ella no sabía nada de sus
necesidades. Pero si ella quería entregar su control, él lo usaría para obtener
algunas respuestas y darle una experiencia que ella jamás olvidaría.
De pie sobre ella, tan inamovible como una montaña, con las piernas
separadas, los hombros cuadrados, Liam cruzó los brazos sobre su pecho.
—¿Mis necesidades?
Ella agachó la cabeza en una parodia de rendición antes de mirarlo por
debajo de sus pestañas postizas.
—Ahora lo entiendo. He leído sobre ellas y quiero darte mi sumisión.
Ella se lamió los labios.
—Hacer de esto lo mejor que jamás has tenido… Amo.
Gwyneth no tenía idea de lo que estaba hablando. Él miró su garganta y
luchó con la urgencia de sacudir a la perra ridícula hasta que le castañearan
los dientes.
—Quieres mi dominación, ¿cierto?
—Mmm Me gusta cómo suena —ella gimió.
—¿Estás segura? Yo también he cambiado. Mis gustos ahora son más
oscuros.
Ella hizo una pausa, y luego le brindó una sonrisa destellante.
—Sí. ¡Sí! Oscuro suena bien.
Eso piensas ahora. Solo espera…
—Por favor, dame la oportunidad… ya que ahora tenemos a Kyle, tú y yo
deberíamos comenzar una nueva vida juntos. Te entregaré todo para que
sepas que voy en serio. Intentémoslo, cariño. Hazlo por mí. Por Kyle…

129
La Descarada y el Dominante

¿Debería hacer una escena con ella por el bien del bebé? Lógica retorcida.
Liam sacudió la cabeza. Él no podía verse demasiado entusiasta, pero
pretendía divertirse con esto.
—Supongo.
—Maravilloso. —Ella se acunó los pechos con las manos para él y gimió—.
Te satisfaré tan completamente que no necesitarás a nadie más.
Liam intentó no hablar con desprecio.
—Necesitarás una palabra de seguridad, Gwyneth.
—Sé lo que es eso. —Ella asintió, como si se emocionara con su propia
habilidad de leer un sitio web—. Es una palabra que digo si las cosas se ponen
demasiado intensas. Luego paramos y hablamos.
—Normalmente es así, pero no es mi caso. Si dices tu palabra de
seguridad, sabré que mis necesidades son demasiado para ti y nos iría mejor
por separado. Si la dices, todo se acaba… para siempre.
—No la necesitaré. He esperado esto desde que te vi otra vez.
—Tu palabra de seguridad es… —infidelidad—. Abstinencia.
—¿Por qué esa? —Ella contestó.
—Porque jamás la dirías mientras tienes sexo, ¿cierto?
—NO. —Dijo casi sin voz—. No lo haría. Eres listo, Liam. Este es un juego
emocionante.
—Juego, sí.
Apenas pudo no rodar los ojos mientras le señalaba el otro lado de la sala.
—Ven a la sala.
Ella se movió a través de la cocina, moviendo las caderas con un meneo
exagerado, haciendo que el acolchado moño en la parte baja de su espalda
rebotara. Con una sonrisa gatuna, ella lo miró con descaro sobre su hombro.
Cuando ella llegó al sofá, se giró y se recostó. Desabrochando su casi
inexistente sostén. Sus pechos no se movieron mientras ella dejaba a un lado la
prenda.
Pellizcándose sus pezones, ella lo miró provocativamente.
—¿Te gusta lo que ves?
—Estoy a cargo, niña. No hables a menos que te dé permiso. No te dije que
te desnudaras.
—¿Pero no me quieres desnuda?
Se quitó la tanga, y los deslizó sobre su sexo con un gruñido. Liam intentó
no torcerse de dolor.
—Detente. No se te permite tocarte sin mi permiso.
—No lo hago, al menos no con mis manos. Tú puedes hacerlo por mí.

130
La Descarada y el Dominante

Ni en un millón de años.
—Suelta la tanga. Pon tus manos detrás de tu cabeza, niña. —Él retorció su
rostro con la expresión dominante más seria y esperó hasta que ella
obedeció—. Bien. Ahora quédate ahí. Necesito unos juguetes especiales para
nuestro… juego.
—¿Juguetes? —Ella sonaba tan emocionada como un niño en navidad.
—Te dije que no hablaras. ¿No estás preparada para lidiar conmigo?
¿Necesitamos detenernos aquí y ahora?
Ella negó frenéticamente con la cabeza y apretó los labios.
Afortunadamente, ella no dijo otra palabra. Girando sobre sus talones, Liam
giró a través del apartamento y volvió a la habitación. Seguro, en el fondo del
armario, encontró una mochila grande y oscura. Él se la colgó del hombro.
Era jodidamente más pesada. Liam sonrió por primera vez desde que
llegó aquí. Ahora podía divertirse un poco. Apostaba a que el buen doctor
tenía un arsenal de mierda muy interesante.
Cerrando la puerta de la habitación detrás de sí, volvió a la pequeña sala.
Gwyneth se había extendido en el respaldo del sofá, con sus largas piernas
totalmente abiertas.
—Sé que no debo hablar, pero quería mostrarte que me depilé solo para ti.
Él no pudo mirar.
—¡Silencio! Te dije que no hablaras. Vamos a comenzar con placer, pero
ahora… —él sacudió la cabeza con fingido pesar—. Bueno, para ti, hay castigo.
Ella jadeó.
—¿Dolerá?
—Lo hará ahora.
Liam casi agradeció los meses que había pasado como sádico después de
su divorcio. En esa época, él había pensado que infringir dolor en las sumisas
que lo ansiaban liberaría el resentimiento que sentía hacia Gwyneth por su
traición. Pero no fue así, y se dio cuenta que él no era la clase de hombre que
simplemente disfrutaba repartiendo torturas.
Por su ex esposa, haría una excepción. No fuera que la lastimaría
físicamente a largo plazo. Pero, ¿joder con su mente? No podía esperar.
—Date vuelta. Dóblate sobre el sofá. —Cuando ella dudó, él la miró con
advertencia—. Estás probando mi paciencia.
Finalmente, ella se dio vuelta, aún mirándolo sobre su hombro, como si no
confiara en su humor… o en él.
—Cabeza abajo. —Una vez ella obedeció, él se acercó y gruñó en su oído—
. Manos en la parte baja de tu espalda.

131
La Descarada y el Dominante

Ella se estremeció y se arqueó, colocando el culo al aire.


—Tan pronto como te muestre esto.
Gwyneth se agarró las nalgas y las separó. Distraídamente, él se dio
cuenta que ella incluso se había depilado y blanqueado ahí. Él se inclinó sobre
la espalda de ella para no tener que ver eso otra vez
—No te pedí que me mostraras nada. —Cuando ella no respondió, él
enroscó los dedos en el cabello de ella y jaló, sabiendo que le dolería un
poco—. ¿Te lo pedí?
—Oh, Liam… has cambiado. E-Eres tan emocionante.
—Excelente. Solo piensa, Gwyneth. Cada día será así para nosotros si
vuelvo a ti. ¿Te gustaría?
Ella asintió sonrojada.
—Estoy seguro que te gustaría. Te entregarás a mí y me rogarás que te use
como la sucia puta que eres.
Gwyneth se congeló. Jamás lo había oído hablar así. Probablemente jamás
se imaginó que podía. Liam le sonrió con frialdad.
—¿No lo harás?
Ella lo miró.
—Yo… em, sí.
—Cabeza abajo —le advirtió de nuevo.
Reticente, ella se giró y se concentró en los cojines del sofá otra vez.
—Dilo, ruégame que te use como una puta sucia.
Ella luchó debajo de él.
—Liam… ¿Por qué usas ese insulto horrible?
Porque llamaste así a Raine.
—Es un término de cariño para los dominantes. Dilo o di tu palabra de
seguridad.
Él la oyó tragar. Todo su cuerpo se tensó. Ella luchó consigo misma.
¿Negarse y arriesgarse a perderlo o decir algo que iba absolutamente en contra
de su naturaleza? Por un lado, si se rendía ahora, él podría terminar esta farsa,
iría a darse una ducha y comer algo caliente, luego abrazaría a Raine en sus
brazos. Por otro lado… jugar con Gwyneth sería más que solo un poco de
diversión.
—Liam, hazme tu puta sucia —ella dijo casi sin voz, sonando tan excitada
como un portador de desecho tóxico.
—¿Quién soy yo? —Le jaló más fuerte el cabello.
—Amo.

132
La Descarada y el Dominante

Liam hizo una mueca. Luego fue a buscar algo en la bolsa de juguetes de
Beck y escarbó en ella. Sin sorprenderse, él encontró exactamente lo que
necesitaba.
—Sí. Soy el Amo. Tú eres la puta. ¿Ves? —Él sacudió la paleta grabada de
cuero frente al rostro de Gwyneth—. ¿Qué dirá tu piel cuando te golpee el
trasero con esto?
Ella miró al implemento de cuero, y parpadeó, viéndose horrorizada.
—P-puta.
—¿No es eso perfecto? —Él siseó en su oído—. Mientras te castigo, te
marco. Todo el que vea este culo los próximos días sabrá quién y qué eres.
Tomando la parte baja de su espalda, él levantó el brazo y esperó. El
cuerpo de ella se tensó. Ella apretó las nalgas. Gwyneth no era una sumisa.
Seguramente, ella diría su palabra de seguridad para poderse alejar de sus
insinuaciones ―Románticas‖.
En veinticuatro horas, cuando el hisopo en su bolsillo diera prueba de que
Kyle no era su hijo, él jamás tendría que volverla a ver.
Pasaron casi diez segundos. Ella no dijo nada. Él miró su espalda mientras
ella contenía el aliento. ¿Ella no pretendía rendirse?
Que así sea…
Él sacudió su brazo hacia abajo, cortando con su muñeca. La paleta
encontró la piel con un resonante chasquido. Gwyneth gritó y enterró el rostro
en el cojín del sofá, ahogando el horrible sonido. La palabra puta floreció en
una marca roja a través de la piel blanca. Liam sonrió con satisfacción.
—¿Quieres más?
—¡No!
—Entonces ponte de pie.
Ella se puso de pie con incomodidad. Ella se giró hacia él con una mirada
acusatoria, con la humedad inundándole los ojos. Liam se preguntó si esas
eran las primeras lágrimas de verdad que ella lloró por él.
—Lo hiciste bien —él elogio con suavidad—. Tu culo será una adorable
marca roja por días.
Él se movió alrededor del sofá y se sentó, colocando la paleta en su mano
derecha y señaló el espacio a su izquierda.
—Siéntate aquí.
Gwyneth frunció el ceño y lo siguió con pasos suaves. Aparentemente, ella
ya se habría dado cuenta que sentarse sobre el cuero seria amargamente frio y
dolería mucho más.

133
La Descarada y el Dominante

Ahora junto a él, ella se hundió con cuidado en el sofá. Apenas su culo
hizo contacto, ella se puso de pie otra vez.
—No creo que pueda.
—Respira entre el dolor. Es mucho más fácil que el parto, y sobreviviste a
ello tan bien.
Ella lo miró otra vez con ira.
—¿O necesitas tu palabra de seguridad? Como dije, sé que lo que ahora
quiero puede ser demasiado para ti.
El rostro de ella se apretó con determinación, y se sentó sobre el sofá con
un siseo. Se removió, buscando una posición cómoda, apoyándose en la nalga
que no fue golpeada.
Él le rodeó los hombros con un brazo para acomodarla otra vez y colocó
sus labios contra su oído.
—Lucha por mí. Me gusta ver cómo aguantas.
Finalmente, ella se quedó quieta, con el cuerpo entero tenso, los ojos
cerrados, los hombros casi llegándole al cuello.
—¿Te gusta?
Cuando ella chilló la pregunta, Liam mordió el interior de su mejilla.
—Hmmm. Me gustaría ver un poco más.
Él buscó en su lado y arrastró la mochila a sus pies. Luego de una
búsqueda rápida, encontró algo más que ella seguramente odiaría. Él
desenvolvió los pequeños implementos de metal de su empaque de plástico y
se los entregó a ella.
—Póntelos, puta.
Ella se tensó y estrechó la mirada. Sin duda, odiaba esa palabra.
Finalmente, ella miró el objeto en su mano.
—¿Qué son?
—Pensé que habías investigado. —Él la miró con expresión
desaprobadora.
—Yo… lo hice. Solo… —ella negó con la cabeza—. No recuerdo. El Jet lag
me afectó un poco.
—Son pinzas de trébol japonesas. —La miró con una ceja elevada—. Para
tus pezones.
El shock atravesó el rostro de Gwyneth mientras miraba el metal
moldeado. Ella estudió el brillante par de pinzas, y luego las giró sobre su
mano con el ceño fruncido. Él las tomó y apretó los lados.
—Las abres así. Pon tu pezón entre estos bordes de goma, y los sueltas. Te
picarán un poquito.

134
La Descarada y el Dominante

—Oh —a ella se le apretó el rostro—. Está bien.


Ella parecía vacilante cuando las tomó de la mano de Liam.
Eso no va a durar mucho…
Él le sonrió con benignidad.
—Vas bien, puta.
Ella se irritó de nuevo por un momento antes de suavizar su expresión y
apretó los lados de las pinzas, intentando alinearlas con las puntas duras de
sus pechos. Entonces respiró profundo y lentamente soltó los lados.
A ella se le abrieron los ojos. Su respiración se contuvo. Lo miró como si él
hubiera enloquecido. Luego chilló de dolor. Sonaba un poco más como un
burro rebuznando.
—Ayúdame. No puedo… —Ella jadeó de nuevo y jaló el metal—. ¡Por
favor!
—¿No estás lista para esto? —Él le quitó la pinza con una mueca, y las
lanzó sobre la mesita de centro—. Gwyneth, debo decirte… no sé si
funcionaremos. Me gusta la lucha que una sumisa libra contra el dolor. Hasta
ahora, lo poco que has hecho ha sido quejarte.
—Mejoraré —ella prometió—. Necesito práctica. Tal vez… si compartimos
antes algo de placer, entonces podre hacerlo todo. —Ella buscó el cierre del
pantalón de él.
Antes que pudiera tocarlo, él le tomó la muñeca en un agarre fuerte y la
miró con una expresión atronadora.
—No tienes permiso de tocarme.
—¿Permiso? No puedo estar contigo si no te toco —ella le sonsacó—. Este
juego es confuso, Liam.
—Intenta abrir la mente. Tal vez podamos llegar a esas tareas pronto. Por
ahora, intentemos algo que no involucre dolor.
—Sí. —Ella se lanzó a ese ofrecimiento de inmediato—. Me gustaría.
Él le sonrió indulgente, sabiendo que ella odiaría mucho más lo que tenía
planeado.
—Espera aquí.
Liam se levantó y fue a la cocina. Le tomó solo un momento buscar un
tazón, pero encontró uno que funcionaria bastante bien, entonces lo llenó con
agua y lo colocó en el suelo frente al lavaplatos.
Reprimiendo su sonrisa de demoníaca alegría, él se asomó por la esquina.
—Ven a mí.

135
La Descarada y el Dominante

Con una mueca, ella hizo lo que pudo para levantarse del sofá de cuero.
Pero su dolorido trasero se pegó a la superficie. Ella gimió cuando se liberó y
rodeó el brazo del sofá.
—Detente —él le ordenó—. Me entendiste mal.
Ella lo miró a manera de pregunta.
—Voy hacia la cocina, como me lo pediste.
Él negó con la cabeza.
—Sobre tus manos y rodillas.
Gwyneth palideció.
—O sea… ¿Que me arrastre?
—Precisamente, puta. Y menea tu culo para mí como lo hiciste cuando
tenías puesto tu moño.
Sus ojos casi se le salen. Ella lo miró con la boca abierta.
—¿Eso te excita?
—Siempre y cuando seas la que se arrastra hacia mí.
Ella meditó por un momento largo las palabras de él, intentando
claramente si él las decía de verdad.
—Te he dado una orden —le dijo—. Conoces tus opciones. No me tengas
esperando o tomaré la paleta y me veré obligado a golpearte la otra nalga.
De inmediato, ella se colocó a cuatro patas. Su cabeza cayó. Sus hombros
se hundieron. Él así la tenía justo donde quería.
Ella se estremeció y siseó con cada movimiento sobre el suelo de madera.
Parecía tomarle una eternidad, pero finalmente llegó a los pies de él.
—Ahora sígueme a la cocina. Tengo un regalo para ti.
Gwyneth no parecía creerle. Liam ignoró su mirada escéptica y la llevó
hacia el tazón, tomándola por la nuca como si fuera su cogote. Ella miró el
tazón desconcertada.
—Bebe. —Le ordenó—. Muéstrame la dulce perrita que eres. Lame tu
agua, y luego dame un ladrido feliz.
—¿Un ladrido? ¿Cómo un perro? —Ella se puso de pie—. ¿Estás loco?
¡Esto es ridículo!
Él la miró con los ojos estrechos, con el pecho inflado y los puños en las
caderas.
—Esa no es tu palabra de seguridad.
—No puedo… no soy un perro. —Ella se estremeció—. Es demasiado
vulgar.
—¿No te gusta jugar a ser mascota? —Él frunció el ceño con fingida
decepción—. Supongo que es importante que yo conozca tus límites ahora.

136
La Descarada y el Dominante

Reconozco que ha sido un día duro para ti. Pero espero que estés en mejor
disposición mañana.
Ella le dio una sonrisa forzada que le dijo a él que el infierno primero se
congelaría, pero no dijo una palabra.
—¿Por qué no intentamos algo de placer por ahora? —Él sugirió—. No te
lo has ganado precisamente, pero veo algo de esfuerzo y lo voy a premiar.
Ella le sonrió aliviada.
—Sí, por favor. Kyle está en la habitación, así que supongo que no
podemos ir ahí, pero tenemos el sofá o la mesa o…
—Muéstrame lo preparada que estás primero.
Él tomó una silla. Para su deleite, la silla estaba hecha de madera fuerte y
sólida… no era acolchada.
Gwyneth miró la silla con fastidio.
—¿Puedo tener una toalla o una almohada?
Él negó con la cabeza de modo adusto.
—Si te sientas, podría haber un orgasmo en tu futuro.
Ante eso, ella se despabiló y se sentó lentamente. De inmediato, ella
lamentó su decisión y se encogió. Liam apretó los labios para evitar reírse.
—Espera aquí.
Él volvió a la bolsa de trucos y se tomó su tiempo buscando entre todos los
artilugios. No estaba exactamente seguro de qué estaba buscando pero
entonces… sí. Encontró los juguetes perfectos.
Tomando los implementos que necesitaba, Liam volvió a la cocina,
colocando uno a su lado en el mostrador de la cocina.
Esto tiene que acabarla…
—Abre las piernas y enreda los pies en cada una de las patas de la silla —
le dijo mientras se acercaba más—. Bien amplias. Justo así.
Ella lo hizo tan rápido, como si no pudiera esperar a mostrarle lo que tenía
entre las piernas. De hecho, parecía orgullosa de sí misma.
Sí, naciste con una vagina. Felicidades… ahora veras que esta no siempre
te da lo que quieres.
Liam se arrodilló a los pies de ella, colocándose con cuidado afuera de sus
muslos abiertos, luego esposó una pierna a la pata de la silla, uniéndolas y
asegurando el velcro.
Agachándose al otro lado del cuerpo femenino, él repitió el proceso.
Con ella atada a la silla, se puso de pie y tomó el otro elemento,
desenvolviéndolo con una sonrisa. Luego se giró hacia ella, con la mano
extendida.

137
La Descarada y el Dominante

—Chupa esto, puta. Humedécelo. Luego quiero que lo metas en tu coño,


hasta el fondo para mí.
Vacilante, ella tomó el dildo en su mano. De un color naranja chillón y del
tamaño de una peculiar estrella porno, ella miró al artilugio de silicona y se
congeló.
—Es tan grande.
—Exacto. ¿Te pone caliente? No puedo esperar a verte tomándolo por
completo.
—No me cabrá. —Ella discutió.
Él le hizo una mueca.
—Claro que cabrá. Ya tuviste un bebé. Esto es mucho más pequeño que la
cabeza de Kyle, así que no deberías tener problemas. Ahora deja de ser una
puta bocazas y haz lo que te digo.
La boca de ella se abrió, y luego se cerró, solo para abrirla otra vez.
Suspiró, y levantó la gran herramienta hacia sus labios. Ella se veía más como
si se preparara para chupar un limón que un falo.
Sin importar cuán grande abriera la boca, ella no podía envolver con sus
labios por completo el dildo. Ella se lamió los labios, suspiró con frustración, e
intentó lamer la silicona. Estremeciéndose con su sabor, ella finalmente
recurrió a acercárselo a la boca y escupir suavemente sobre él.
Liam tuvo que evitar reírse. Ella probablemente jamás había escupido en
la vida, posiblemente incluso se había negado a hacerlo en una cita con el
dentista. Bueno, escupía luego de una mamada. Él sonrió de modo retorcido.
—Vas bien. Sí… ahora póntelo en el coño.
Gwyneth se veía mucho más vacilante.
—Realmente, no creo…
—No te pedí que pensaras. Te pedí que follaras esa cosa. Para
complacerme. Todo lo que estás haciendo es chuparte las encías. ¿Cómo es
esto sumisión?
Ella tragó fuerte mientras bajaba el dildo a su apertura. Ella no estaba ni
siquiera húmeda para aunque fuera intentarlo. Por supuesto, Gwyneth no
estaba excitada. Lo que la ponía caliente era ser adorada. Ella disfrutaba eso
mucho más que el sexo como tal.
Cuando el falo de silicona tocó sus pliegues, la punta parecía eclipsar gran
parte de su coño. Una mirada le dijo que ella tendría que desafiar las leyes de
la física para hacer que esto cupiera. Con una mirada de concentración, ella
empujó un poco. Luego un poco más fuerte, removiéndose en su silla y
removiéndose, antes de hacer un gesto de dolor.

138
La Descarada y el Dominante

—Continúa. Mételo en tu pequeño agujero. Estíralo. Hazlo arder para mí


—la animó.
Ella dejó el dildo a su lado con un suspiro frustrado.
—Liam, cállate. Tú debes saber que no me va a caber.
—¿Qué me calle? Eso no suena para nada sumiso. —La regañó.
Ella lo miró con ira, y luego intentó arreglar su expresión.
—¿Qué tiene de malo el sexo normal? Reconectemos antes de intentar algo
sucio y desviado. Quiero tocar tu piel, abrazarte, sentirte dentro de mí. Tal vez
podamos hacer otro bebé.
Liam se encogió, y luego intentó recuperarse.
—¿Entonces dices tu palabra de seguridad?
Gwyneth resopló.
—Deja esos juegos ridículos. Honestamente, ¿ladrar como un perro?
¿Realmente encuentras eso excitante?
—No. —él sonrió—. Jamás me ha interesado esa clase de fetiche en la vida.
Pero verte intentarlo me entretuvo como un infierno. A propósito, ¿cómo
sientes el culo?
—¿Todo esto fue un… juego para ti? —Ella lo miró boquiabierta.
Él solo sonrió.
—Seguías buscando jugar así que…
El rostro de ella se puso rojo mientras apretaba y rechinaban los dientes.
—¡Bastardo! Cruel e insensible…
—Me has jodido todo el día. Considéralo quid pro quo.
—¡Yo no te humillé!
—Lo hiciste hace dos años. Hoy, has perturbado mi vida entera. Voy tras
de ti.
Él se inclinó sobre la silla y puso sus manos alrededor del espaldar,
mayormente para evitar estrangularla, y se cernió sobre el rostro de ella.
—No creo que Kyle sea hijo mío. Ni siquiera estoy convencido de que sea
tu hijo. No te ocupas de él como se debe, y no te importa una mierda su
bienestar. El hisopo con el ADN de él en mi bolsillo lo probará mañana.
—¿Tomaste una muestra sin mi permiso? —Su rostro se distorsionó con
horror.
—Tú me diste permiso. También me diste varias excusas por las cuales
debería esperar. Simplemente elegí no hacerlo.
Ella cerró los ojos y apretó la mandíbula, luego pareció tragarse su rabia.

139
La Descarada y el Dominante

—Olvídalo, cariño, tú y yo compartimos un amor más sofisticado que


estos tontos juegos. Encendámoslo de nuevo. Llévame al sofá, y haremos el
amor como solíamos hacerlo. Extraño…
—Cállate y escucha. —Él apretó los dientes—. Nosotros no compartimos
ningún amor ―sofisticado”. No compartimos nada. No me importa lo que
hagas, donde vayas, a quien folles, o cómo escojas vivir. No hay un tú y yo,
Gwyneth, y jamás lo habrá otra vez. —Él le jaló el cabello y la miró con odio—.
Y que conste, incluso si haya dejado de tener sexo durante un siglo y fueras la
última mujer sobre la tierra, no te volvería a tocar. Nunca.
Ella palideció por un momento antes de que sus ojos brillaran con
indignación y una terrible furia.
—¡Cómo te atreves! No puedes tratarme como si fuera menos importante
que tu puta miserable. ¡Maldita sea, soy una aristócrata! Catorce generaciones
de Sinclairs han reinado con reyes y se han casado con la realeza.
—¿Por qué viniste, Gwyneth? ¿Por qué te tomaste la molestia de tomar un
bebé prestado y volar al otro lado del mundo? ¿Por qué quieres volver
conmigo? Debe ser bien importante.
El rostro de ella se cerró.
—Te lo dije. Has escogido no creerme.
A Liam le hubiera gustado una respuesta de verdad a su pregunta, pero
no valía la pena pasar más tiempo en su compañía para averiguarlo.
—Y jamás lo haré.
Y se fue, sin mirar atrás.

140
La Descarada y el Dominante

Raine estacionó en el sitio de visitantes en el estacionamiento del edificio


de Beck y apagó el motor de su pequeño coche. Miró su teléfono e hizo una
mueca. La fila en la oficina del correo había estado estúpidamente larga y
lenta. En la lavandería se habían demorado veinte minutos para encontrar las
cosas de Liam y Hammer. Y ella había estado bastante indecisa sobre la
lencería de esta noche.
Ella le había estado escribiendo a Hammer toda la tarde. Él había
farfullado que no tenían su guarnición favorita para hacer sándwiches para el
almuerzo, así que había comprado en Subway para los hombres. Él y Liam,
quien se había saltado el desayuno, deberían estar muertos de hambre. Ella
tendría que cancelar la compra de víveres de su lista de hoy o llegaría tarde
para la cena. Solo ésta última parada y luego estaría con ellos para una
esperada velada en paz.
Raine le quitó el seguro a la gran canasta de frutas en el asiento de
adelante, y salió del coche y fue hacia el otro lado. Mientras levantaba la
canasta del coche del pasajero, ella la balanceó junto con su teléfono y las
llaves del coche, y se dirigió hacia la recepción del edificio de Beck. Ella
esperaba que a él le gustaran las frutas, pero, ¿qué más le podía dar a otro
dominante como un regalo para agradecerle su ayuda con su sumisión?
El portero la saludó con calidez, obviamente recordándola de su estadía
aquí la semana pasada, cuando ella se había estado escondiendo luego de huir
de Hammer y Liam.
Dejando de lado los feos recuerdos, ella le devolvió la sonrisa.
—¿Sería posible dejar esto en la nevera del Dr. Beckman?
El hombre en uniforme buscó entre los papeles de su planilla y asintió.
—Claro. Él la agregó a su lista para que pasar cuando quiera.
—No tengo llave.
—Yo la dejo entrar. O su invitada actual puede ayudarla también.
¿Invitada?
Ella se encogió de hombros. Tal vez él recibió una visita inesperada o
estaba dejando que otro doctor se quedara en su casa. Si ese era el caso, ella
tendría que hacerlo en silencio.
—Gracias.
—Por aquí.
Él la llevó a través de las puertas dobles, al otro lado de la recepción, hacia
un grupo de ascensores, y presionó el botón.
—¿Lista para las festividades, señorita?

141
La Descarada y el Dominante

Ella sonrió, optimista de que la Navidad fuera mucho mejor que su


desastroso día de Acción de Ggracias, el cual había comenzado con su
migraña y terminado con Hammer y Liam atacándose mutuamente.
—Mañana comenzaré los preparativos.
Tuvieron una charla ligera hasta que la puerta del ascensor de la derecha
se abrió. Mientras ella entraba y veía al portero presionar el botón hacia el
pent-house, Raine revisó la canasta de frutas para asegurarse de que no estaba
peor luego del paseo en coche.
Ella casi ignoró el timbre del otro ascensor y la sombra borrosa el hombre
familiar en traje gris salir rápido. Él salió por la puerta doble de la recepción y
la cerró detrás de él antes de que ella se diera cuenta que había acabado de ver
a Liam, pareciendo entre determinado y engreído. Un hormigueo de alarma se
arrastró por su espalda.
Raine frunció el ceño. ¿Qué carajo hacía él en casa de Beck? ¿Por qué
vendría cuando el doctor estaba en medio de una cirugía? ¿Y tenía una
invitada?
La puerta del elevador frente a ella comenzó a cerrarse. Raine puso la
pierna para evitar que se cerrara. Esperando mantener el balance, ella le
entregó la canasta al portero.
—¿Puede sostenerme esto? Ese era mi novio. Algo está obviamente mal.
Un minuto…
Ella no le dio al portero una oportunidad de objetar, solo salió del
elevador y corrió por el pasillo.
—¡Liam!
Él no la escuchó. Ya había salido por las otras puertas hacia el
estacionamiento y ahora presionaba el teléfono contra su oído. Él se detuvo,
con una sonrisa profundamente satisfecha agregando dimensión a su perfil
agudo. ¿Qué diablos le ocurría?
—¿Señorita?
Raine se giró. El ascensot comenzó a pitar. El portero, con una mirada
ligeramente impaciente, sostenía la canasta.
Cundo ella miró de nuevo hacia el estacionamiento, Liam subió a su
coche, aún hablando por teléfono.
Ella frunció el ceño ante su retroceso. El pito del elevador se volvió un
zumbido insistente. Con una pequeña maldición, Raine se alejó. Vería a Liam
en menos de un ahora. Le pediría una explicación.
—Lo siento.

142
La Descarada y el Dominante

Ella volvió al elevador y subió los más de veinte pisos, ignorando la


mirada interrogante del hombre.
Una vez se abrieron las puertas, ella caminó hacia la esquina del
apartamento. El guarda sacó un juego de llaves.
—Puede golpear. Si la invitada no contesta, la dejaré entrar.
Golpear en la puerta de Beck, y esperar que un extraño abriera era
incómodo, pero ella suponía que él solo no podía molestar a quien se quedara
con el doctor.
Raine golpeó suavemente con los nudillos sobre la madera solida y tomó
la canasta de nuevo.
—Gracias.
De repente la puerta se abrió.
—¿Con que volviste, Liam? ¿Qué pasa…? —La rubia de pie en la puerta
miró severamente a Raine—. ¿Quién eres?
Raine no podía respirar. Monumental, sexy y esbelta, la bomba sexy
británica parecía sacada de un catalogo de lencería, especialmente con las
atrevidas prendas de encaje rojo transparente. A pesar del cabello
desordenado, los labios rojos y el rubor de la mujer, lo más aterrador de todo
era su familiaridad.
Semanas atrás, ella había buscado por google a la ex esposa de Liam.
Ahora deseó no haberlo hecho. Ella se veía incluso más hermosa en persona.
La mujer desvió su atención al portero, quien tenía la boca abierta junto a
Raine, y le dio una mirada arrogante.
—Puede irse.
El portero se ruborizó profusamente, y se alejó, desapareciendo en el
elevador.
—Gwyneth.
El susurro asombrado salió de los labios de Raine. Ella casi no podía
sostener el pesado regalo que se deslizaba por sus dedos adormecidos.
—¿Quién diablos eres tú? Oh, has de ser la sirvienta. Eres impertinente.
Llámame señorita Sinclair. Vuelve en veinte minutos. Necesitaré sábanas y
toallas limpias y también…
El sonido de un bebé llorando desde adentro del apartamento asombró a
Raine. ¿Por qué la ex esposa de Liam estaría en el apartamento de Beck con un
bebé?
—Oh, por el amor del cielo. —La mujer rodó los ojos—. Olvídalo. Puedes
entrar ya y comenzar.

143
La Descarada y el Dominante

Ella abrió de par en par la puerta y se giró hacia la habitación. Su redondo


trasero se veía rojo y recién marcado. La palabra Puta estaba temporalmente
impresa en su nalga con alguna clase de paleta de impresión.
Como si de repente hubiera caído en cuenta, Gwyneth tomó una manta
del respaldo del sofá y comenzó a recoger los implementos de BDSM
esparcidos en la sala. Un dildo. Esposas con velcro. Muda y asombrada, Raine
parpadeó y entró.
La vista solo se puso más perturbadora. Pinzas de trébol en la mesita de
centro. La paleta de puta en el sofá cercano. Gwyneth recogió todo, mientras el
bebé aullaba en la habitación.
Beck era un sádico, y este era su apartamento. Gwyneth era su
invitada…excepto que él estaba en cirugía. La mujer parecía recién sonrojada
y Liam acababa de dejar el edificio, bastante satisfecho. Beck no había
conocido a la mujer lo suficiente para tener un hijo con ella. Pero Liam sí.
Oh, Dios. Ella iba a enfermar.
Gwyneth desapareció en la habitación. Raine apenas pudo dejar la canasta
de frutas en el mostrador que dividía la sala y la cocina. La otra mujer se había
puesto ya una bata y la ató a su figura casi descubierta y recogió el bebé. Rizos
oscuros y ojos oscuros. Raine podía fácilmente ver que se parecía a Liam.
¿Había él decidido volver con su ex esposa, la madre de su hijo? ¿El amor
que hicieron esta mañana había sido un adiós agridulce? ¿Él y Hammer
pretendían hoy sentarla por la noche en la cena y contarle que Liam tenía un
hijo y pretendía recibir de nuevo a esta perra?
—¿Por qué estas parada ahí? —Gwyneth resopló—. Puedes comenzar en
la habitación.
No había modo que Raine volviera allí. Ella quería desesperadamente
saber si encontraría más evidencia de su pasión con Liam. Por otro lado, ¿no
había visto ya suficiente?
Ver de primera mano que él había hecho una escena con ella era bastante
malo ya, pero enterarse que había llevado a la mujer a la cama y se había
hundido en su interior… Raine se tragó la idea, y la bilis resultante, mientras
los eventos del día volvían a ella. Liam había estado ansioso de dejar la cabaña
esta mañana.
¿Para volver con Gwyneth?
Bueno, por supuesto. ¿Por qué no querría a una mujer que había dado a
luz a su hijo y aún se veía como una súper modelo? Él no quiso tocarla en el
coche. Tal vez ella confundió su ira con indiferencia. Liam no le había
explicado su humor. Obviamente, Hammer le había mentido de que el

144
La Descarada y el Dominante

problema que concernía al negocio porque estaba cubriendo temporalmente a


su amigo. Liam la había follado como despedida, y Hammer estaba molesto
por ello. Ellos hablaron después, una vez que Macen le dijo que se fuera a la
ducha. Raine no había escuchado más que un murmullo en su conversación,
pero ellos intercambiaron un dialogo rápido y furioso. Entonces Liam
desapareció.
Aparentemente para pasar ―Tiempo de calidad con su ex esposa”.
El dolor atravesó el pecho de Raine, devastándola. El dolor la abrumó
hasta que no pudo respirar. Cada segundo parecía durar mil años mientras
ella veía a Gwyneth consentir al bebé y mirarla impaciente.
No era culpa de la mujer que Liam la deseara más. Pero luego de que
Gwyneth lo hubiera engañado, Raine hubiera pensado que Liam se alejaría.
Viendo a la zorra asombrosa, Raine vio por qué él no lo había hecho.
—Muévete —Gwyneth le exigió.
—No soy la sirvienta —ella finalmente murmuró
—¿Entonces quién diablos eres? —Gwyneth ladeó la cabeza y se acercó
aparentemente examinándola con sus agudos ojos verdes—. ¿Raine?
Ella levantó la cabeza y la miró. Así que Liam la mencionó. Raine no supo
si estar feliz de que valía que él reconociera su existencia o molestarse por qué
el hombre que ella creyó amar le había contado de su última amante a su una
vez ex y otra vez esposa.
—No tengo nada que decirte. —Raine dijo casi sin voz.
—Debes. Viniste a verme. —La mujer estrechó la mirada, mirándola otra
vez de modo escrutador—. ¿Viste a Liam mientras venias? ¿Qué te dijo de
nosotros?
¿Nosotros?
El estomago de Raine se revolvió otra vez.
—Nada.
Él no se había ni detenido para mirarla. Raine había imaginado que él
simplemente no la había oído… pero tal vez no se quiso molestar.
Finalmente, una sonrisa curvó los labios de Gwyneth.
—Tal vez estaba de prisa. Está tan emocionado de comenzar nuestras
vidas juntos, esta vez con su hijo. Este es Kyle.
Gwyneth tomó la muñeca del bebé y la movió para simular un saludo. Oír
a la mujer confirmar todos sus peores miedos tenía a Raine dando un paso
atrás.
La lástima cruzó el rostro de la otra mujer.

145
La Descarada y el Dominante

—En serio, Raine. ¿Qué pensaste que iba a ocurrir? Eres linda, y estoy
segura que tienes una gran personalidad, pero Liam necesita más de lo que
puedas darle. ¿Imaginaste que te elegiría sobre mí, especialmente cuando eso
significaba tomar las sobras de Hammer?
—Él me ama. —Ella intentó convencerse tanto como a Gwyneth.
La lástima se tornó más honda.
—¿Te lo dijo? Oh, pobrecita. Él tiene una lengua demoníaca. Claro que te
diría lo que querrías oír para meterte en su cama, pero ahora él y yo nos
reconciliamos y…
—Tú lo engañaste. —Raine frunció el ceño.
El hombre amable pero firme que le había contado sobre la dolorosa
disolución de su matrimonio no podía ser esta barracuda desoladora que
Gwyneth describió.
—Para llamar su atención. —Ella desestimó la preocupación de Raine—.
Pensé que él tenía un juguete al lado y… bueno, el malentendido ya está
resuelto. Y felizmente, por cierto.
El dolor agudo laceró a Raine. Ella dio otro paso atrás. Esto no podía estar
pasando. No podía. Liam jamás había parecido un mentiroso, un infiel o
engañoso.
Pero, ¿cómo más podía ella interpretar la vestimenta de Gwyneth, todos
los implementos de dolor, el impacto que ella vio… y por supuesto, el bebé?
—Pobrecita. Estás aplastada. —Gwyneth se las arregló para parecer
contrita—. En tu lugar, yo estaría totalmente humillada. No estoy segura de
hablarle de nuevo al bastardo. Liam es un hombre con gustos oscuros. Él
disfruta la cacería, el juego. Me temo que no has aguantado mucho. De mujer a
mujer, déjame darte un consejo: deshazte de él ahora mismo, y jamás tendrá el
poder de volverte a lastimar. Me aseguraré de que no te moleste más.
Gwyneth le dio a Raine lo que se supone que sería una sonrisa amable.
Pero parecía más un tiburón mostrando los dientes. O tal vez ella se sentía así
porque esta mujer hermosa la pisoteó de todas las maneras posibles. Raine
sabía que ella jamás recuperaría a Liam.
¿Ella realmente quería ser su follada de compasión o su proyecto de todos
modos?
La traición la cubrió con su helado manto. Raine no quiso creerle a
Gwyneth, pero con tantas pruebas, ¿cómo pensar lo contrario?
Un sollozo salió de las profundidades de su pecho. Todo su cuerpo se
sacudió. Su rostro se derrumbó. De ningún modo ella dejaría que esta perra la
viera llorar.

146
La Descarada y el Dominante

Raine se dio vuelta y corrió del apartamiento y del edificio, con las
lágrimas nublándole la visión mientras subía a su coche.
Su antiguo yo hubiera huido lejos y rápido para jamás mirar atrás. Ella no
estaba segura qué haría esta Raine mientras conducía lejos.

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La Descarada y el Dominante

Capítulo Diez

Hammer estaba de pie en la puerta principal de Shadows, esperando a


que Liam volviera. Esperaba que su amigo volviera antes que Raine, para
tener algo de tiempo para hablar, no solo de Gwyneth sino para discutir la
mejor manera de darle a Raine la noticia del retorno de esta mujer en la cena.
Cuando la familiar camioneta se estacionó, Hammer vio a Liam salir del
vehículo y apresurarse hacia la entrada. Al acercarse, Hammer abrió la puerta
de par en par y lo miró expectante.
—¿Y bien?
—¿Raine aún no vuelve de hacer diligencias? —Liam sonó preocupado.
—No, pero probablemente lo haga pronto. Está comprando algo sexy para
nosotros esta noche. —Él sonrió, y luego se puso serio una vez pasaron por el
bar—. ¿Qué me tienes que contar? Rápido antes que ella vuelva.
—Oh, es gracioso —Liam le aseguró—. Pero primero, necesito comer algo
antes de que me desmaye.
Él se dirigió a la cocina, tomó una botella de agua, y se preparó un
sándwich. Mientras los dos hombres se dirigían hacia la oficina de Hammer,
Liam comenzó a relatar los escabrosos detalles entre bocados, saboreando
cada palabra.
Hammer escuchó con horror y en shock.
—¿Encontraste entre sus mensajes la foto de un hombre masturbándose?
—Y se pone mejor. —Al comer el último bocado, se dirigió al baño—. Voy
a usar tu ducha, hombre, para poder seguir hablando. Espera a que oigas lo
que Gwyneth hizo luego de que hablé con Seth.
—No estoy seguro de querer oírlo. —Él hizo una mueca de dolor—.
¿Quiero?

148
La Descarada y el Dominante

Liam se rió.
—Casi hice que la perra ladrara.
Hammer parpadeó, y dejó salir una fuerte carcajada.
—Tengo que oír esto.
Siguiendo a Liam hasta el baño, Macen se apoyó en el borde del
mostrador, mirando por la ventana si Raine llegaba mientras su amigo se
duchaba y describía la ―sumisión‖ de Gwyneth.
Hammer hizo a Liam retroceder varias veces para que repitiera la
humillación que había desatado sobre la puta pretenciosa, riéndose hasta que
le dolió el estomago.
Liam salió y tomó una toalla mientras Hammer sacudía la cabeza.
—Hubiera pagado, y bastante bien, por haber podido verlo. ¿De
casualidad no lo grabaste con tu teléfono?
—Maldita sea, debí hacerlo, ¿verdad? —Liam se rió.
—Diablos, sí. Se hubiera vuelto viral en cuestión de segundos. —Hammer
resopló—. Así que ya dejaste la muestra de Kyle y la tuya. Ahora toca esperar.
—Tom, el del laboratorio, estaba esperándome y prometió apresurarse con
los resultados tanto como pudiera —Liam explicó—. Gracias a Dios por los
contactos de Beck. podría tener los resultados a primera hora mañana.
—Excelente. Pero luego de la mierda que encontraste en el teléfono de
Gwyneth, ¿crees que aún hay posibilidad de que el bebé sea tuyo?
—No puedo decirlo con seguridad hasta que tengamos los resultados,
pero tengo serias dudas de que él tan siquiera sea hijo de ella.
—Incluso luego de tal humillación por la que la hiciste pasar, aún no te
dijo qué putas trama, ¿no?
—Nop. —Liam negó con la cabeza—. Gwyneth dejó de hablar, así que me
fui.
—Bueno, ojalá para esta hora mañana, lo único que nos preocupe, sea
sacarla del apartamento de Beck.
—Tengo cuerda. —Liam sonrió—. Cuando sepamos que el bebé no es mío,
le agradeceré a Beck por el uso de su apartamento y su bolsa de juguetes, y
luego ataré a Gwyneth y la llevaré directo al aeropuerto. Ahí sí podremos
continuar con nuestra vida… con Raine.
—Hablando de…
—¿Cuándo dijo que volvería? —Liam miró a Hammer preocupado.
—No dijo con exactitud. —Ya pasaban de las cinco, y ella sabía que ellos
habían planeado irse a cenar a las cinco y media. Hammer frunció el ceño—.
Déjame ver dónde está. Tal vez ella se retrasó por la hora punta.

149
La Descarada y el Dominante

Con las cejas arrugadas, él sacó el teléfono y abrió una aplicación. Liam se
detuvo junto a Macen, mirando a la pantalla. Vieron un punto verde
parpadeando por un mapa de calles, viniendo de una parte bastante conocida
de la ciudad. Al unísono, ambos hombres levantaron la cabeza, compartiendo
una mirada de horror abyecto antes de que Macen tragara fuertemente.
—Maldito infierno —Liam gruñó—. ¿Por qué Raine está cerca del
apartamento de Beck? Ninguna de sus tiendas favoritas están en la zona.
Hammer sintió que la sangre se le helaba. No había una razón lógica para
que Raine estuviera en ese barrio, a menos que…
—Hijo de puta. Me pregunto si pasó por el apartamento.
—Espero que no. Luego de cómo dejé a Gwyneth, se comería viva a Raine.
Liam se frotó el cabello húmedo nerviosamente. Hammer intentó conectar
los hechos, temiendo las implicaciones.
—No tiene sentido. Ella sabía que Beck estaba en cirugía. A menos que ella
hubiera decidido preguntarle por qué nos fuimos de la cabaña tan
repentinamente.
—¿Crees que ella en verdad fue para confirmar nuestra historia?
—No lo pondría de ese modo. Mierda. Espera un segundo.
Hammer presionó otro botón en su teléfono. Una línea verde serpenteó
mostrando la ruta que Raine había tomado desde que se fue del club. Ella pasó
por el apartamento, bien. Hammer cerró los ojos. Sus entrañas se volvieron
líquido.
—Oh, joder, no. —Liam gimió.
—Más vale que nos preparemos.
—Para el huracán Raine —Liam contestó antes de apretar los labios en una
línea fina—. Esto va a ponerse feo.
—Feo es apenas la mitad —Hammer concordó—. Parece que entramos en
estado DEFCON uno, hermano.

150
La Descarada y el Dominante

Liam esperaba que Raine estuviera solo molesta. Él podría manejar su


rabia, pero si Gwyneth había aplastado sus frágiles sentimientos, esa bruja
miserable lamentaría el día en que lo conoció.
Juntos, miraron cómo el punto verde en el teléfono de Hammer se movía a
un ritmo uniforme cada vez más cerca de Shadows y decidieron interceptarla
en la entrada. Nadie necesitaba escuchar a hurtadillas lo que ella posiblemente
iría a gritar.
Liam no se hizo ilusiones. Él había visto a Raine arremeter contra
Hammer cuando ella se escabulló en su habitación hace un mes y él la había
rechazado por intentar seducirlo. Hoy, él y Hammer tendrían suerte si lo
único que tuvieran que hacer era esquivar dildos.
Al menos la verdad finalmente había salido a la luz, el engaño y la
distracción habían terminado. Ahora él tenía que lidiar con el agobiante estrés
provocado por Gwyneth, su tal-vez-no-hijo, y Bill Kendall. Pero, ¿el lado
amable? Cuando Raine descubrió su tapadera, ella simplemente no huyó,
como lo hubiera hecho en el pasado. Incluso si ella solo venia a Shadows para
confrontarlos, al menos estaba volviendo. Ellos tendrían la oportunidad de
convencerla de que su intención jamás fue lastimarla ni engañarla. Si él y
Hammer podían terminar la noche con su corazón aún en manos de ellos, él
estaría agradecido por siempre.
Pero le preocupaba que sus esperanzas fueran demasiadas.
Finalmente, Raine metió su coche en el estacionamiento y frenó de modo
que las llantas chillaron, tomando dos espacios. Liam le arqueó una ceja a
Hammer.
Esa es nuestra chica.
Mientras su amigo asentía sombríamente, Raine salió el coche y cerró
fuertemente la puerta, dirigiéndose furiosa hacia la entrada del club. Incluso
así de furiosa, ella se veía impresionantemente hermosa… pero ella podría no
tomarse el cumplido muy bien ahora mismo.
Ella abrió la puerta, con las mejillas rojas pero manchadas de surcos grises.
Un cuchillo atravesó el corazón de Liam y se torció adentro.
Desde el primer día, ella se deslizó bajo sus defensas y en su alma. Jamás
una mujer había creado tanto caos en su vida. O lo había hecho sentir tanta
alegría, pasión sin medida y amor… más de lo que él pensó que era capaz de
sentir.

151
La Descarada y el Dominante

¿Y cómo sería su vida si Raine no estaba más en ella?


Cuando ella los vio, su boca se arrugó. El fuego se disparó por sus ojos y
se veía lista para explotar como un volcán.
—Cómo putas te atreves…
Hammer puso una mano sobre su boca.
—No digas una sola palabra.
Ella chilló, luchando contra su firme agarre, lanzándose a sus muñecas
para alejarlas. Ella gritó detrás de su palma, aún haciendo suficiente ruido
para alertar a todo el club.
—Sabemos dónde estuviste. Sabemos a quién viste. Vamos a un lugar
privado para hablar de ello. —Hammer gruñó—. Cálmate a menos que
quieras que todos sepan nuestras cosas.
Si faltaba algo, los ojos de ella brillaron con más furia. Ella lo mordió y lo
miró con ira, pareciendo como si fuera a arrancarle el escroto con agua
hirviendo.
Liam se aguantó las ganas de cubrirse las bolas y se inclinó hacia el rostro
de Raine.
—Danos la oportunidad de hablarte, amor. Treinta segundos y estaremos
en la oficina de Hammer. Allá puedes descargarte todo lo que quieras.
Raine fijó en él su mirada letal, e intentó pisarlo. Él pudo esquivarla en el
último segundo.
Maldito infierno…
Esta muchachita se había puesto violenta.
Maldita sea, él debió haber seguido sus instintos y debió contarle de la
llamada de Gwyneth desde el principio. La retrospectiva era una perra. Si él
pudiera de algún modo hacerla escuchar, tal vez podría llegar a ella. En el
momento ella no estaba muy proclive a hacer nada más que arrancarle la
cabeza.
—Tienes una opción —Hammer gruñó en su rostro, con tonos bajos y
controlados—. Vienes con nosotros en calma o… —él sacó una mordaza de
bola de su bolsillo y la sacudió frente a ella—. Sé cuánto te gustan.
De inmediato, los ojos de ella se abrieron, con el shock y el azul brillando.
Luego se estrecharon de nuevo. Detrás de la mano de Hammer, ella jadeaba
fuerte, su aliento era caliente. Para medir apenas un metro con cincuenta, ella
no parecía ser una amenaza para ellos, pero su temperamento era de temer.
—¿Cómo va a ser, Raine? —Liam preguntó con calma—. Puedes caminar
con nosotros…
—O te amordazamos —Hammer terminó.

152
La Descarada y el Dominante

—De cualquier modo, vienes con nosotros. No habrá más mordiscos, ni


pisoteos ni gritos. Y no habrá palabrotas. ¿Entiendes? —Liam preguntó.
Sus pequeñas manos se curvaron en puños, y los miró de modo asesino.
Sin duda, si ella hubiera sido un hombre, hubiera lanzado un par de
puñetazos.
—Escondiste el arma, ¿verdad, amigo? —Le preguntó a Hammer.
—Sí. Ella tendrá que depender solo del combate verbal. ¿Raine?
Tentativamente, Hammer retiró la mano, dejándola justo sobre su boca.
Ella estaba ansiosa. Y echaba humo. Y al mirar la mordaza de nuevo, de
algún modo se las arregló para ponerse mucho más roja.
—Bien.
Liam sintió como si hubiera desactivado una bomba, al menos
temporalmente. Ella estaba aún propensa a estallar, pero al menos sería en
privado. Estaba agradecido de que él y Hammer hubieran hablado esto un
poco, y se giró hacia su amigo con mirada interrogante.
Macen se guardó en el bolsillo la mordaza y le respondió con un
asentimiento de cabeza. Juntos, habían tomado cada uno de sus brazos y la
levantaron, alejándola del área común y pasillo abajo.
—No me toquen —ella siseó.
El dominante interior de Liam rugió a la vida.
Claro que no.
Ambos aseguraron su agarre.
—Yo puedo caminar —ella insistió.
—Vamos a ayudarte. —Liam le dijo.
—Puedes meterte tu ayuda…
—¿Después de todo, necesitaremos la mordaza? —Hammer le dio una
suave advertencia mientras llegaban al pasillo, pasaron por la puerta de la
habitación de Seth, a pasos de distancia de su destino.
—No —ella espetó.
Liam apretó el brazo de Raine más fuerte al cruzar el umbral de la oficina
de Hammer, con Macen deslizándose primero y casi arrastrándola hacia
adentro. Tomando el pomo, Liam cerró la puerta, sabiendo que la explosión
era inminente en tres, dos, uno…
Tan pronto como la cerradura se cerró, ella jaló los brazos del agarre de
ambos y curvó de nuevo los puños.
—Ambos me mintieron, joder. Y no me importa una mierda mi lenguaje.
Los dos podéis joderos. Pero oh, verdad. Liam ya me jodió… y a su perfecta ex

153
La Descarada y el Dominante

esposa con cara de Barbie. ¿Estabas tomando notas? ¿Comparándonos? No


puedo creer que no hayas dicho una puta palabra de esa maldita perra.
—Así no fue como ocurrió —Hammer insistió—. Cálmate y te lo
explicaremos.
Ella se giró hacia él.
—No me hables como si fuera una puta niña. Aunque supongo que
vosotros dos decidisteis que soy así de ingenua. ¿Cuánto pensaron que iban a
seguirme ocultando toda esta mierda? ¿Y la mentira sobre el negocio de Liam?
—Ella rodó los ojos—. ¡Qué mediocres!
—¿Entonces quieres oír la verdad? —Hammer elevó una ceja.
—Pueden tomar su puta verdad y metérsela por el puto…
—Amor, escúchanos. Nosotros…
Raine se giró de nuevo hacia Liam.
—No solo no me contaste sobre tu puta ex esposa, linda lencería, por
cierto; estoy seguro que la disfrutaste, sino que también tienes un hijo del que
jamás te molestaste en contarme, joder. ¿Entonces van a empacar y se van con
él para vivir felices para siempre? Ella solo te va a joder otra vez, pero tal vez
te quedó gustando.
La traición impulsó la rabia de su discurso. Pero su chica desilusionada
creyó la maldita situación luego de solo una mirada, sin hacer una sola
pregunta. De alguna manera, eso cortaba de tajo a Liam… pero él se recordó
que hace apenas una semana, su relación con Raine parecía no tener esperanza
y él la había terminado abruptamente. Por supuesto a ella le preocupaba que
él intentara hacer lo mismo ahora. Ella estaba rindiéndose antes de que él la
pudiera lastimar de nuevo.
—Me divorcié de Gwyneth por una buena razón. Jamás la querría de
vuelta, y ciertamente no te abandonaría solo por capricho de ella. Esa es la
verdad más sincera.
—Oh, ¿así que ahora me dices la verdad? ¿Pero no esta mañana en el
coche? —Ella le batió un dedo en el rostro—. Ambos pasasteis los últimos días
dándome sermones hasta quedar azules acerca de la honestidad y la
comunicación y lo grandiosa que nuestra relación podría ser si pudiéramos
confiar los unos en los otros. Bla, bla, puto bla.
—Raine —Liam le aseguró suavemente porque decirle que se calmara no
resultaría bien—. Amor, no deseo a Gwyneth. No la toqué.
—¡Una mierda! Vi las pinzas, la paleta, y la marca que decía puta en su
culo… no es que lo dudara por un minuto. Oh, olvidé las esposas y el dildo

154
La Descarada y el Dominante

inmenso. Así que si no estabas jugando con ella, ¿qué hacías? ¿Recreando tus
buenos tiempos y recordándole lo que ella se había estado perdiendo?
Liam no desfalleció.
—No. Si dejas de torcer la maldita historia, te lo explicaré.
—¿Explicar qué? Ella me dijo que vosotros dos habéis solucionado su
―falta de juicio‖ que terminó con vuestro matrimonio. Vaya. Así que supongo
que marcarla fue mejor que una terapia de parejas, y ahora todo fue
perdonado. ¿Cuánto iba a pasar para que me dejaras para unirte a ella y
formar una familia? —Raine lo retó, como si esperara a que el otro zapato
cayera.
Por supuesto ella se enfocó en la peor de las posibilidades. En su caso, le
ocurría cada maldita vez.
—Oh, esa puta calculadora. —Hammer farfulló.
Exactamente. Gwyneth había engañado perfectamente a Raine. Como una
figura de domino, cada ficha cayó tras la otra en una inevitable reacción en
cadena. Pero Liam le había dado los medios a su ex esposa. Sus maniobras,
aunque bien intencionadas, se le habían revertido.
—¿Por qué pensarías que ella te dijo algo cercano a la verdad? ,Liam
preguntó.
—Porque ya sé que vosotros dos me mentisteis.

—Para protegerte, sí. Lamentamos si eso te molestó. Pero las mentiras de


ella solo pretendían confundirte y causarte dolor. —Hammer espetó—. No
dejes que la duda que ella plantó en tu cabeza crezca, preciosa. Y no le des
ningún poder. Ese nos pertenece a nosotros.
—Nada de lo que ella dijo es verdad. —Liam suspiró—. Todo lo que ella
quiere es separarme de ti. No se lo permitas.
—Dame una razón por la cual debería creerte —lo desafió.
—¿Crees que hubiéramos planeado llevarte a cenar esta noche para
explicarlo todo si no fuéramos a decirte la verdad? —Macen preguntó.
Ella lo miró escéptica.
—Tal vez necesitaban eso para cuadrar sus historias.
Liam se inclinó sobre su rostro, fundiéndose con su mirada.
—Porque te amo, Raine. Por eso debes creerme.
Liam tenía esa única oportunidad de convencerla de que la amaba con
cada célula de su ser. Si no era así, ella dejaría que la duda se apoderara de ella
y se iría. Pero mientras él estuviera respirando, seguiría peleando por ellos.

155
La Descarada y el Dominante

Desafortunadamente, no podía leer ahora a Raine. Ya que ella siempre


había llevado sus emociones a flor de piel, eso era peligroso. Ella no había
soltado una palabrota por varios minutos, así que él se lo tomó como una
buena señal pero aún percibía una tormenta desatándose bajo la superficie de
Raine.
A ella se le llenaron los ojos de lágrimas.
—Ni siquiera me contaste de tu hijo.
—No creo que sea mío —Liam contestó—. Dime qué más te dijo Gwyneth
para poderte explicar todo.
—Me trató con lástima. No, primero pensó que era la sirvienta. Luego me
dijo que yo era linda, pero no podía tenerte entretenido por mucho tiempo
porque te gusta la cacería, y jamás podría darte suficiente pelea.
Ella se cubrió el rostro, y su cuerpo se sacudió. El dolor cubría cada sollozo
mientras se secaba las mejillas y se alejaba.
—Lamento no haber sido lo suficientemente entretenida para ti.
Los peores miedos de él llegaron al final; Gwyneth la había cortado en
dos. El cuchillo en el pecho de Liam se torció más fuerte mientras veía a Raine
llorar, ansiando envolverla en sus brazos y secar con sus besos cada lágrima.
Feroz y orgullosa, ella se veía inolvidablemente adorable, incluso mientras
estaba ahí de pie, dañada y rota ante ellos.
Él contuvo una maldición. Si pudiera volver a vivir esta tarde,
simplemente no hubiera humillado a Gwyneth; la hubiera estrangulado.
Liam miró a Hammer, quien parecía como si deseara desatar su propia
forma de justicia sobre Gwyneth. Pero ahora, necesitaban mermar la rabia de
Raine y sanar la devastación que la perra había infringido… y rápido.
Hammer lo miró y asintió.
Sin mediar palabra, Liam abrazó a Raine.
Ella se tensó y se removió contra él.
—¡No me toques!
Él la ignoró porque ella obviamente necesitaba bastante la tranquilidad de
su abrazo. En cambio, él la movió contra la pared mientras Hammer tomaba
sus brazos débiles y los fijó sobre la cabeza de Raine.
Liam tomó las mejillas de ella con sus manos y la obligó a mirarlo.
—Escúchame, Raine, y escúchame bien. Dejaste que Gwyneth se arrastrara
en tu cabeza y sacara a la luz tus inseguridades. Escucha mi lado de la historia
antes de que decidas hacer algo radical, como echarnos.

156
La Descarada y el Dominante

Liam explicó todo desde esa maldita gala de beneficencia. Raine lo tomó
con calma, solo sacudiendo la cabeza. Claramente ella pensó que había sido un
idiota.
Toma un turno y haz fila…
Explicar los eventos de hoy, comenzando con la llamada de Gwyneth a las
cuatro de la mañana, probó ser mucho más complicado.
—No quería dejar la cabaña —él le juró—. Jamás me hubiera ido solo por
causa de Gwyneth. No me importa ella una mierda. Pero tenía la
responsabilidad de averiguar si Kyle era mío.
—¿Pero no crees que sea tuyo? —Raine preguntó.
—Estoy casi noventa y nueve por ciento seguro, pero tendré la prueba
mañana.
—¿Cómo? —Lo cortó con una mirada escéptica—. Espero que sea algo
más que ESP o solo decidiendo que tu ex esposa es una tonta.
Eso llevó a la explicación más difícil… él tomando el ADN de Kyle,
jodiendo con la cabeza de Gwyneth, y dejándola en el apartamento gritando y
atada a la silla de la cocina de Beck.
Ella rodó los ojos.
—Por favor… verla en esa lencería seductora no era nada difícil. Ningún
hombre vivo heterosexual podría rechazarla. Aún puedo oírte respirar. Sé que
eres heterosexual así que…
—Yo la rechacé —Hammer interrumpió—. Más de una vez. La rechacé
hace cuatro años, y lo hice otra vez esta mañana.
Los ojos de Raine se agrandaron.
—¿Se te insinuó?
—Más o menos. La detuve.
—Yo también —Liam agregó—. Ella me tomó por sorpresa cuando salió
del baño en esa ropa. Ciertamente yo no le pedí que se la pusiera.
—Pero oye, ya que ella llevaba hilo dental y tú solo resultaste teniendo
total acceso a los juguetes de Beck, ¿por qué no revivir las mejores partes de tu
matrimonio?
Liam ahogó una risa. Aún molesta, su chica descarada tenía un ingenio
rápido.
—No. Gwyneth y yo jamás nos involucramos en nada remotamente
cercano a un juego de BDSM cuando estuvimos casados. Hoy fue la primera
vez. Y lo que viste: los juguetes, las esposas, y la marca en su trasero… no fue
para ningún placer sexual o porque quería su sumisión.

157
La Descarada y el Dominante

—Él tenía que joderle la cabeza para obtener algunas respuestas porque te
las debemos, preciosa. —Hammer insistió.
—Exacto. Usé su desesperación y mi dominación para manipularla. Le
debía una humillación, y créeme cuando te digo que no lo disfruté.
—Ella parecía bastante satisfecha cuando la vi. —Raine luchó contra su
agarre de nuevo—. Déjenme ir.
Él y Hammer la sostuvieron firmemente, sabiendo que no podían darle
ningún respiro ahora.
—No. —Macen le apretó las muñecas más fuerte.
Liam le retiró el cabello del rostro.
—Nunca.
—En serio, Liam… —Raine apretó los dientes—. No te creo por un minuto
que hubieras dejado a un lado tu parte dominante cuando te casaste con ella.
Eso no es para nada parte de tu carácter.
Pero así había sido.
—Luego del suicidio de Juliet, hice lo que pude para negarme al estilo de
vida que la hizo querer terminar con todo. Enterré mis necesidades y juré que
haría lo correcto. Sabía que abstenerme no traería a Juliet de regreso, pero me
sentía obligado a hacer algo de penitencia. No fue sino hasta después de mi
divorcio que hice un examen de conciencia y me di cuenta que no podía negar
mi naturaleza por siempre. Necesito ser quien soy.
—Entonces viniste aquí —Raine afirmó planamente.
—Eventualmente, sí. Entonces te conocí, amor. Pero eso fue por lo que
Gwyneth y yo teníamos solo sexo vainilla. No creía que debía tener una vida
de dominante con mi esposa.
Raine no dijo nada por un momento largo, pero sus labios comenzaron a
temblar.
—¿Pero la dominación está bien para tu puta? Entiendo. —Ella luchó por
liberarse otra vez—. Conozco mi lugar. Pueden dejarme ir ahora.
Liam casi lo hizo. Maldita sea. No importa lo que él dijera, ella solo oía lo
peor. Él entendía que ella estuviera herida y molesta… pero lo hacía sentir
como si ella jamás creyera en su amor.
—¿Cuándo te he tratado como una puta, Raine?
Liam quiso decir más pero no estaba seguro de poderla convencer. Él miró
a Hammer pidiéndole ayuda en silencio.
—Jamás —el hombre gruñó—. Y ella lo sabe. Ella está pensando con sus
emociones, no con lógica. —Macen se giró hacia ella—. Escúchalo. Sabes
malditamente bien con quién está el corazón de Liam. El mío también. Ambos

158
La Descarada y el Dominante

estamos enamorados de ti o no estaríamos aquí peleando. Y nunca te vuelvas a


llamar puta.
Viéndose ligeramente desasosegada, ella dejó de intentar zafarse del
agarre de ambos. Liam no estaba seguro si estaban calmándola. De repente, él
supo qué sí la calmaría. Liam miró decidido a Macen.
—Creo que debemos mostrarle. Ahora mismo.
Hammer lo miró confundido por un momento, y luego lo entendió. Una
sonrisa lenta se extendió en su rostro.
—Oh, sí.
—¿Mostrarme qué? —Ella preguntó con sospecha—. ¿Sus penes? Ya eso lo
vi. Si los dos pensáis que me vais a distraer a mí con sexo y aplacar mi ira con
orgasmos, pensad de nuevo.
Liam negó con la cabeza.
—Me gustaría, pero no. Tenemos algo más en mente.
Hammer rió diabólicamente.
—Y si te llevamos a algún lugar, no puedes actuar como una caprichosa.
¿Puedes dejar de arañar, morder y gritar por quince minutos?
Ella miró a Hammer de modo seco y burlón.
—No lo sé. ¿Podéis dejar de ser unos imbéciles por ese tiempo? Tú
también estás en mi lista. Me mentiste en la cara.
El remordimiento se extendió por los rasgos de Hammer.
—Sí. Lo hice. Y lo siento. Sin consultar con Liam, decidi que en la estación
de gasolina en la carretera no era ni el momento ni el lugar de decirte que
Gwyneth de repente apareció con un bebé. Quise esperar hasta que los tres
pudiéramos sentaros para decírtelo en privado.
Ella suspiró. Al menos parecía estar meditando las palabras.
—Jamás me vuelvas a mentir, Macen.
—No lo haré. —Le prometió suavemente.
Ella se suavizó levemente, y luego levantó la barbilla para mirar a Liam.
—Eso también va para ti.
—Mentirte jamás fue una opción para mí —Liam le aseguró mientras se
inclinaba más cerca y rozó sus labios sobre los de ella.
Afortunadamente, ella no opuso resistencia.
—Entonces… ¿Vendrás con nosotros sin armar escándalo?
Hammer colocó sus labios contra el pulso en el cuello femenino. Raine
soltó una temblorosa exhalación, en parte de resignación… y solo un poco de
emoción.
—Está bien.

159
La Descarada y el Dominante

—Espera aquí. Ya regreso —Liam le ordenó cuando se fue hacia su


habitación.
Sacando su maleta de la parte de atrás del armario, él abrió un
compartimiento y sacó la caja de terciopelo azul. La abrió. Sí. La pequeña
gema aún estaba adentro.
Aunque habían pasado apenas dos semanas desde que Liam había
intentado sorprenderla, parecía que había sido una eternidad. Claro, el caos
había llegado, una tormenta de mierda cayendo desde todas las direcciones, y
él nunca había encontrado el momento correcto para darle este regalo. Tal vez
había sido para bien. Los tres habían pasado por tanto juntos. Liam sintió una
unidad y sentido de rectitud al sorprenderla con Hammer a su lado. El
momento era ahora.
Liam esperaba que esta fuera la clave para consolidar su futuro.
Cuando volvió, Raine se había puesto a un lado para poner algo de
distancia entre ella y Hammer. Ella se veía pensativa.
Él cruzó la habitación y le rodeó la cintura con un brazo. Hammer se le
unió e hizo lo mismo. Juntos salieron por la puerta.
Su postura era tensa mientras la llevaban por el pasillo, a través del
calabozo, pasando por el bar, y finalmente afuera. Ella no pronunció una
palabra mientras llegaban al Escalade. Discretamente, él revisó el
estacionamiento buscando alguna señal de Bill. Notó que Hammer hacía lo
mismo. Con Kendall presentándose para conseguir más dinero y haciendo
amenazas veladas, ellos no podían ocultárselo a Raine por mucho más tiempo.
Y Liam también sospechaba que su viejo amigo no había confesado el
soborno a su padre. Cristo, ellos tendrían que cruzar también ese puente,
pronto…
Una catástrofe a la vez.

160
La Descarada y el Dominante

Mientras Liam se sentaba al volante de su camioneta, Hammer sentaba a


Raine en la silla del pasajero, asegurándose de ponerle el cinturón de
seguridad. Luego dobló su más de metro ochenta en la silla de atrás.
—¿Lista? —Liam preguntó.
¿Cómo se supone que respondería a eso?
—¿A dónde exactamente me llevas?
Liam le sonrió con aire reservado y salió del estacionamiento.
—Ya verás.
Intentó no sentirse herida de que le ocultaran cosas. Después de todo, ellos
se comportaban como si lo que fueran a mostrarle la haría feliz. Ella no podía
imaginar qué sería eso.
Despedir a Gwyneth en el aeropuerto con un sayonara acompañado del
dedo medio, tal vez. Claro, Raine podría pensar en cien razones por las que
Liam y Hammer le mentirían sobre lo que realmente había pasado hoy, pero
solo una razón por la que le dijeron la verdad.
Porque la amaban.
Luego del conflicto por el que habían pasado, la cabeza de Raine le decía
que la amaban. Su corazón realmente quería creerlo. ¿Estaba tan rota que
simplemente no sabía cómo hacerlo?
La posibilidad la llenó con una desolación desgarradora.
Había estado tan segura de los sentimientos de ellos por ella en la cabaña.
Si alguien le hubiera preguntado la noche anterior, ella hubiera insistido en
que nada podría meterse entre los tres. Qué aterrador que ante la primera
señal de problemas, ella estuviera cuestionándolo todo. Raine deseó como el
infierno saber cómo detenerlo.
Mientras Liam se salió de Wilshire hacia el sur en Crenshaw, él alargó la
mano y la colocó alrededor de la de ella. Hammer acariciaba su hombro. Raine
no se retiró, pero por dentro se sentía congelada.
Odiaba ser esta niña asustada que no confiaba en nadie. Además de su
madre y abuelos, ya ninguno estaba aquí, nadie le había mostrado tanta
amabilidad, al menos hasta que Hammer la había acogido.
Y luego él la había cuidado como un padre protector… mientras la
rechazaba como amante. Liam fue el primer hombre que intentó llenar ambos
roles a la vez. En los últimos días, Hammer había atravesado las defensas que
él levantó luego del suicidio de Juliet y, como Liam, se convirtió en su

161
La Descarada y el Dominante

dominante en todo el sentido de la palabra. Ella quería confiar en ambos tanto,


ansiaba ser guardada entre su amor y tranquilidad.
Pero ella seguía viendo el rostro engreído de Gwyneth, sus pechos a
medio cubrir, y su trasero recién azotado.
¿En serio habían rechazado a esa mujer?
Perdida en un abismo entre la dolorosa esperanza y el miedo abrasador,
ella no sabía cuánto tiempo había pasado. De repente, Liam tiró hacia una
puerta de un elegante distrito residencial.
Cuando ella era niña, a veces se escapaba de su padre y venia aquí en su
bicicleta, imaginándose en una de esas casas grandes, llenas de carácter. En su
imaginación, cada una había estado llena con una pareja feliz que miraba con
afecto a sus niños jugar en un césped cuidado, y luego disfrutaban de una
comida caliente antes de que mami y papi los metiera en la cama con besos. La
vida era perfecta aquí.
Para sorpresa de Raine, la puerta se abrió inmediatamente para Liam.
—Estaremos ahí en dos minutos —él dijo de repente.
El corazón de ella tropezó.
—¿Dónde?
Raine ya sabía que no había tráfico en esta calle, solo más casas. ¿La
estaban llevando a una fiesta privada con gente rica y famosa? ¿A conocer
alguna celebridad? O…
Ella oyó alguna vez sobre casas que acogían a sumisas para ser
entrenadas. Seguramente Hammer y Liam no la dejarían como ropa sucia para
que algún extraño la entrenara… ¿Cierto? No. Ellos eran demasiado
malditamente controladores. Si ellos querían hablar, no se hubieran molestado
en llevarla a la cabaña.
—Es una sorpresa —le contestó con una voz baja y seductora.
—Una buena —Hammer agregó suavemente—. Relájate.
Ella no era buena en eso. Ellos podían estar con ella ahora, pero la parte de
Raine que sabía que jamás sería la mitad de bonita como las conquistas
usuales de Macen estaba petrificada porque la puta asquerosa de la ex esposa
de Liam se lo robaría.
Síguelos por donde te lleven. Deja ir tu control. No te van a dejar caer.
Las palabras de Seth hace poco rodaron por su cabeza. En vez de creerle,
Raine había llegado pisoteando a Shadows, buscando pelear porque eso era
fácil. De hecho, ella podía pelear todo el día. Había pasado gran parte de su
vida peleando: contra su padre abusivo, sus sentimientos por Hammer, y
ahora estas estúpidas inseguridades sobre Gwyneth. Incluso quiso pelear

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La Descarada y el Dominante

contra la herida sangrante dentro de ella luego del comentario de que él no


mancillo a su esposa con el BDSM.
Pero Raine no podía estar molesta con él porque su compromiso con ella
no era lo suficientemente fuerte para un matrimonio. Ella solo había sido
bastante tonta para pensar que tendrían un final de fábula. Sí, porque la
princesa de la torre siempre se acostaba con dos tipos.
Liam y Hammer la querían, absolutamente. Ellos apreciarían a la mujer
con la que compartían buenos momentos, algunas risas, y mucho sexo
alucinante. Era su culpa por desear que eso fuera para siempre.
Raine retiró su mano de la de Liam y miró por la ventana, parpadeando
para evitar llorar mientras intentaba controlarse. Solo un poco más. Ella vería
su sorpresa, luego aduciría un dolor de cabeza cuando volvieran al club,
cerraría la puerta del baño, y lloraría hasta sacar esta mierda sensiblera de su
sistema.
Luego simplemente disfrutaría con ellos un día a la vez, hasta el inevitable
final.
Liam dio otro giro a la izquierda, y las casas solo se volvían más y más
grandes… hasta que pasaron una con cancha de tenis en el patio. Ahí, dieron
otro giro a la izquierda, a una calle sin salida. Hacia la final de la calle, Liam se
estacionó en una vía en forma de U delineada por adorables setos con un
interior lleno por una franja de rico césped. Un camino de ladrillos, guardado
por dos estatuas de leones de mármol, dividía el follaje y llevaba hacia una
puerta principal, iluminada por luces cálidas y brillantes.
La casa era enorme, pero aún rezumaba encanto. Grandes y bellas
ventanas adornaban el frente de estuco gris pálido. Las puertas francesas en el
medio abrían hacia un balcón blanco, el cual, junto con un par de columnas de
flauta tradicionales, formaban el pórtico sobre la enorme puerta principal con
vidrio incrustado, lo cual le daba grandeza a la casa. Macetas de hierro forjado
salpicadas de flores coloridas enmarcaban las ventanas del frente. Le ayudaba
a bajarse, Liam llegó para tomarla del brazo, Raine miró.
—¿Por qué estamos aquí? —Les preguntó—. ¿Saben quién vive en esta
casa?
—Sí. ¿No es linda?
—Increíble.
Dios, ella daría lo que fuera por quedarse aquí aunque fuera una noche,
solo para imaginar que la casa era de ella.
La sonrisa de Liam se ensanchó.
—Entonces ven con nosotros.

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La Descarada y el Dominante

Raine se confundió más con cada paso que daban por la entrada de
ladrillo, hacia la puerta principal. ¿La habían alquilado por la noche, ya que la
cabaña estaba tan lejos? Cuando los tres llegaron al portal, Liam buscó en su
bolsillo.
—Extiende la mano, amor.
Con el ceño fruncido, lo hizo. Él colocó una cajita de terciopelo azul en su
mano, colocando su mano sobre la parte de arriba y envolviéndolos en la
mano de ella.
—Raine, a pesar de lo que piensas, tú significas todo para Hammer y para
mí. No planeamos quedarnos contigo por un día o un mes o incluso un año.
Estamos comprometidos para quedarnos a tu lado, en las buenas y las malas,
día y noche, compartiendo nuestras vidas contigo. Te amamos, ahora y
siempre.
Mientras sus palabras la derretían, Raine miró a sus manos unidas, y miró
el rostro solemne de Liam.
—No entiendo.
Hammer tenía una expresión similar, acunando su mano con la de él
desde abajo para tenerla completamente rodeada.
—Liam es mucho mejor que yo con las palabras, pero todo lo que él dijo es
verdad. Abre la caja, preciosa.
¿Por qué traerla a la puerta de un extraño para darle un regalo? Su
corazón comenzó a acelerares. Una peligrosa fantasía le cruzó la mente… pero
no. Ellos no podían darle un regalo así.
—¿Qué es este lugar?
—Sigue —Hammer susurró mientras ambos hombres alejaban sus manos.
Con cuidado, Raine tomó los lados de la caja y jaló con cuidado. Se abrió
sin un sonido. Adentro había una llave.
Raine dejó de respirar mientras miraba primero a Liam, luego a Hammer.
Más de esa esperanza insidiosa la llenó. Ella parpadeó para no llorar.
—T-tú… —ella negó con la cabeza. No era posible—. No puede ser.
Liam le acaricio la mejilla con un dedo y asintió.
—Jamás podía encontrar el momento correcto para darte esto, pero ahora
entiendo por qué. Esto es para los tres. Pon la llave en la cerradura, amor, y
abre la puerta de nuestro nuevo hogar.
El corazón de ella se saltó un latido, y el zumbido en sus oídos parecía un
enjambre de abejas apoderándose de su cabeza.
—¿Es en serio? Esto es… es…

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La Descarada y el Dominante

Raine no pudo terminar la frase a través del asalto del llanto. Ella se cubrió
la boca con las manos para contener un sollozo.
—Sí —Liam confirmó suavemente—. Sé cuánto has querido un hogar que
fuera tuyo, algo que nadie te pueda quitar. Así que la compré para ti. Sin
importar lo que pase entre nosotros, esta es tu casa. Siempre tendrás estas
cuatro paredes y un fuerte techo para refugiarte, Raine.
—Yo… no puedo aceptarlo. Es demasiado. Es…
—Demasiado tarde —Liam la cortó—. Ya está hecho. Las escrituras están a
nombre tuyo.
Sus palabras la dejaron en shock otra vez. Ella intentó comprender, pero
su cabeza daba vueltas. El tiempo pareció quedar atrapado en un pozo de miel
lento y espeso. Nada tenía sentido excepto la llave en su mano y las palabras
de Liam haciendo eco en su cerebro.
Suya. La casa era suya. Y Liam había hecho esto por ella.
—Oh, Dios mío. —Los sollozos sacudieron su cuerpo.
¿Había alguien hecho algo así de maravilloso por ella? ¿Por qué lo haría?
De repente, Hammer la abrazó desde atrás, envolviendo sus brazos en su
cintura y sosteniéndola cerca de su pecho. Su aliento cálido le rozó el oído
mientras Liam estaba congelado, estudiando atentamente su expresión.
—¿Estás feliz? —Macen preguntó.
Ella asintió.
—Estoy sin palabras. Es… asombroso.
Liam pareció aliviado. ¿En verdad había imaginado que ella no se
emocionaría?
—No la has visto por dentro —él le recordó.
—No importa. —Ella negó con la cabeza—. Lo que haya adentro es la cosa
más bella en el mundo para mí. ¿Por qué harías algo así?
Raine no estaba bajo ninguna ilusión. Esto no era una cabaña de una sola
habitación hecha de madera. Él le había comprado un palacio. Debió haber
costado muchísimo.
—Porque quería dártelo todo. —Liam murmuró—. Especialmente la
seguridad que debiste tener desde niña.
Él la estaba destruyendo una palabra a la vez de la mejor manera posible.
¿Había ella realmente estado preguntándose hace minutos si ellos podían
amarla?
—Siempre quise también dártelo, preciosa. —La voz de Macen se rompió,
llena de emoción—. Es por eso que te acogí… y por qué no pude dejarte ir.

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La Descarada y el Dominante

Debí haberte comprado hace años un lugar así pero no podía soportar la idea
de no tenerte cerca a mí cada día. Temía perderte.
Un grito lleno de una confusa mezcla de shock, pesar, arrepentimiento y
deleite salió de la garganta de ella. Raine se lanzó a los brazos de Liam,
llevando a Hammer con ella. Desde detrás de Raine, él la abrazó fuertemente.
Las lágrimas le bañaron el rostro mientras temblaba, con la realidad
finalmente grabándose en su mente.
—¿En verdad me compraste una casa?
—Sí.
Liam se alejó y le tomó el rostro, mirándola a los ojos con una fiereza que
ella jamás había visto.
—¿Cuándo?
Él vaciló.
—Antes de Acción de Gracias.
La culpa la cubrió. Él no se la había dado porque ella huyó, fue desafiante,
difícil, y problemática.
—Veo el autoeproche en tu rostro. No lo hagas. —Liam insistió—. Ha
funcionado para bien. Aquí viviremos todos juntos.
Las lágrimas fluyeron otra vez.
—Eso sería un sueño hecho realidad.
—Para mí también. —Hammer se inclinó para besar su mejilla.
—Entiéndenos, Raine. —Liam continuó—. No eres un capricho. No eres
un juego o una conquista para ninguno de los dos. Eres el centro de nuestra
vida.
Antes de que ella pudiera decir algo más, Liam reclamó sus labios en un
beso tierno y primitivo a la vez, lleno de un amor dolorosamente puro. Ella
envolvió su cuello con una mano y se abrió a él por completo. Él sintió tan
sólido presionándose contra el pecho de ella. Raine no imaginó amar más a
este hombre.
Cuando él se separó de ella, la pasión y el fuego aún brillaban en sus ojos.
—Para siempre, amor. No lo cuestiones nunca más.
¿Cómo podría?
—Gracias, Liam —ella susurró, con la voz temblorosa mientras más
lágrimas corrían por su rostro—. No solo por un regalo que es más que
asombroso. Gracias por entenderme a mí y lo que necesito.
—¿Lista para mirar adentro? —Liam sonrió.
—Sí. —Una sonrisa le brilló en el rostro—. Más que lista.

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La Descarada y el Dominante

—Una cosa más… —Hammer giró a Raine para mirarla—. Los antiguos
dueños vivieron aquí por más de treinta años. Puede que no esté decorada a tu
gusto. Pero tú puedes hacer lo que quieras con ella. Está vacía, así que sé que
necesitamos comprar muebles, pero si quieres redecorar la cocina o los baños
o lo que sea… hazlo. Ese es mi regalo para ti, preciosa.
Su corazón se abrió por segunda vez esta noche.
—Macen, no tienes que hacer eso. Estoy segura que es hermosa como es.
No necesito…
—Permíteme. Liam nos ha dado una asombrosa casa en la cual vivir.
Déjame hacer el interior tan hermoso como tú.
Eso puede que sea una de las cosas más lindas que él jamás le había dicho.
Ella comenzó a llorar otra vez y presionó sus labios sobre los de él en un beso
reverente antes de que se le empapara el rostro otra vez.
—Estoy abrumada. Ambos sois los hombres más maravillosos que me han
pasado en la vida. Los amo.
—Y nosotros a ti —Macen murmuró—. Ahora abre la puerta.

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La Descarada y el Dominante

Capítulo Once

Los dedos de ella temblaban cuando intentó alinear la llave con el cerrojo.
Luego del tercer intento, finalmente pudo y giró la manija. La impaciente
parte de ella quería abrir de golpe la puerta y correr a través de la casa. Otra
parte quería saborear cada momento de este sueño asombroso.
Raine dio a la puerta un pequeño empujón, y se abrió, revelando un
prometedor centímetro a la vez.
—Sé que no estamos casados, pero…
Liam la tomó en sus brazos, y la cargó a través del umbral. Ella se rió
mientras él la colocaba de nuevo en el suelo. Hammer entró y buscó con la
mano el interruptor de la luz junto a la puerta, inundando el extenso recibidor
de luz. Raine solo podía pensar en una palabra para describir el lugar.
Wow.
Los pisos de madera brillaban en un pálido cerezo y se extendía por el
largo corredor y hasta la gran escalera hacia el segundo piso. Un candelabro
de cristal colgaba sobre su cabeza, minimalista y elegante… perfecto para el
espacio.
Una apertura a su derecha reveló una sala de estar con paredes pintadas
en un tranquilo y pálido tono salvia y repisas incorporadas para libros de un
adorable gris paloma alrededor de la blanca chimenea de mármol. Liam
encendió las luces de la sala, y ella vio una brillante repisa de chimenea con
columnas intrincadas y moldes, haciéndola exclamar Ooh, y aah. En una pared
adyacente estaba el soporte de un gigantesco televisor plano. Raine pudo
imaginar sofás cómodos aquí, leyendo junto al fuego, acurrucada con Liam
haciendo un crucigrama dominical o viendo el futbol americano con Hammer.

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La Descarada y el Dominante

Tres puertas francesas delineaban el respaldo de la sala, que llevaban a un


acogedor invernadero que flanqueaba el patio y dejaba entrar bastante luz
natural.
Atraída como si fuera un faro, Raine caminó hacia el espacio con la boca
abierta. Ella no pudo imaginar una casa más hermosa por más que intentara.
—Mira a tu derecha —Liam murmuró.
Raine se giró y jadeó.
—Oh, Dios mío…
La sala se extendía unos siete metros. Las cornisas en los techos y en los
zócalos eran prístinas y sustanciales pero de algún modo perfectas para el
espacio. Tres ventanas campestres con parasoles de vidrio, dejaban entrar más
luz en la parte trasera de la sala. Dos cómodas incrustadas, arqueadas y
obviamente originales de la casa, habían sido adorablemente restauradas.
—Todo es… perfecto. ¿Cuándo fue construida esta casa?
—En mil novecientos cuarenta. —Liam sonrió mientras la guiaba
alrededor de la sala con una mano en la parte baja de su espalda—. Desde que
la compré, hice que le actualizaran la tubería y la electricidad. La casa estaba
en buen estado, pero hice completar las reparaciones menores. Hace poco, los
contratistas estuvieron pintando.
El leve olor de pintura prevalecía en al aire, y Raine asintió asombrada
ante todas sus elecciones.
—Es como si pudieras leer mi mente, Liam.
Hammer la miraba atentamente, aparentemente complacido con su
respuesta. Él se acercó más y la besó en la boca.
—Te queremos ver feliz.
—¿Cómo más estaría? —Ella rozó sus labios con los de él, y luego se giró
hacia Liam, y se hundió en su beso por un dulce momento.
Ellos siguieron su tour mirando en un baño de visita al final del recibidor
con enchapados de techo a piso y un gran espejo ovalado. Curioso que un
baño se viera tan majestuoso, pero este lo lograba. Al otro lado de la sala de
estar, había una sala formal, completa con un piano de cola negro. Esta sala
abría a un enorme comedor con más puertas francesas que llevaban a más
jardines. Cortinas de seda, paredes grises y moldes clásicos enmarcaban una
figura de ocho brazos hecha en una fascinante mezcla de madera blanca
rústica y cristal brillante.
Hacia la parte de atrás del comedor, una puerta de cristal emplomado
llamó la atención de Raine. Ella caminó de puntillas hacia ella. Su cabeza le

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La Descarada y el Dominante

decía que aquella no era su casa. Su shock le decía que no tocara o rompiera
algo que pertenecía a alguien más. Con cuidado, ella empujó la puerta.
Hammer le tomó el brazo.
—Prepárate.
Un pequeño gong de advertencia resonó a través de ella. Ella pudo
fácilmente ajustar sus expectativas dado que la casa ya había sobrepasado
todo lo que ella alguna vez imaginó.
Ella le sonrió, y luego a Liam.
—Lo que haya detrás de esta puerta será grandioso. Puedo hacer que
cualquier cosa funcione.
Asintiendo, Hammer tomó la curva de su cintura antes de que su palma se
deslizara hacia su trasero.
—Buena chica. Sigue.
Con el estomago apretado, Raine empujó a la puerta de vaivén. Cuando se
abrió, Liam encendió la luz. Ella entró en ese espacio, viendo una alacena
enorme inmediatamente a su izquierda. Luego el portal se abrió más, y vio la
cocina.
Se le cayó la mandíbula. No pudo hablar.
Pisos brillantes de mármol, gabinetes en nogal en tonos medios, cada
electrodoméstico conocido por el hombre.
Ella caminó alrededor de la estancia, mirando el refrigerador Sub-Zero
empotrado detrás de paneles falsos para encajar con el resto de la sala, la
convección y los hornos convencionales, la estufa a gas de seis hornillas…
Asombroso.
Este era el paraíso de todo cocinero, completado con dos lavaplatos, uno
en la enorme isla que tenía tres butacas en cuero negro. Un refrigerador de
vinos, un depósito para copas, y una adorable puerta que daba al patio. Esta
cocina seguía prometiendo.
—¿Hay algo que quieras cambiar?
No era muy adepta a los mostradores de granito negro, mayormente
porque ella sospechaba que serían difíciles de limpiar. Pero pasar tiempo aquí
sería una delicia.
—No.
Hammer la miró y se inclinó hasta que quedaron cara a cara.
—Olvidas lo bien que puedo leerte. Intentémoslo otra vez. ¿Hay algo que
quieras cambiar?
Raine no quiso parecer desagradecida, pero Hammer fue insistente.
—Los mostradores.

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La Descarada y el Dominante

Una amplia sonrisa se extendió por su rostro mientras caminaba hacia


Liam, quien parecía listo para estallar con su sonrisa. Ambos chocaron sus
palmas.
—¿Por qué eso? —Ella preguntó.
—Ambos supusimos que te sentirías así, amor. —Liam dijo—. Cuando
compré la casa, tuve presentimiento de que tu sitio favorito sería la cocina,
pero te vi deseando algo más brillante que encajara con tu personalidad.
El hecho de que él hubiera pensado en el diseño del interior con tanto
detalle la conmovió. De hecho, ambos parecían muy complacidos. Ella
también estaba muy feliz.
Al final de la cocina, un cuarto largo y estrecho albergaba una lavadora de
gran tamaño, una secadora, un gran mostrador para doblar y un lavabo de
acero inoxidable para limpieza industrial. Una bonita mesa de planchar salía
de la pared. Quien hubiera construido esta casa realmente pensó en todo.
La cocina llevaba a un rincón amarillo para desayunar rodeado de tres
paredes de ventanas que daban al patio. Cuando Liam encendió un
interruptor, el patio trasero se inundó de luz. Una piscina resplandeció afuera.
Raine no pudo esperar a salir para verla.
A través de una puerta trasera, los tres se dirigieron hacia la luz de la luna.
Raine parpadeó y miró su propio Shangri-La.
Irreal…
La piscina era como un oasis azul a través del patio, larga, curva y serena,
rodeada por un spa, fuentes, y urnas clásicas llenas de flores y helechos.
Palmeras gigantes se meneaban con la leve briza alrededor de la piscina como
centinelas sólidos, asegurando privacidad.
—¿Sabes lo que pensé cuando vi este patio por primera vez? —Liam
preguntó sonriente.
Raine revisó el espacio. Rodeada por la casa por un lado, y las plantas y
arbustos por el otro, y una estructura de dos pisos que ella no pudo identificar,
la piscina y el patio eran completamente privados. Incluso las miradas de
vecinos chismosos en sus grandes casas a cada lado no podrían penetrar el
muro verde. Solo alguien con un helicóptero podría verlos. Tal vez.
Su sonrisa se amplió y se giró demoniacamente mientras le acunaba un
pecho.
—Exacto. Pretendo follarte aquí afuera. Y mucho.
Hammer se acercó a ella desde atrás y le rodeó la cintura con un brazo.
Luego su mano deambuló hacia abajo para acunar su sexo.

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La Descarada y el Dominante

—Hmmm. Veo más que una superficie sobre la que puedo doblarte y
llenarte con mi polla.
Raine jadeó. Su cabeza rodó hacia el hombro de Hammer. Liam se movió y
trazó besos por su cuello. El viento apenas le acariciaba el pezón antes de que
él lo tomara con su boca. Cuando ella jadeó, Hammer levantó su falda, metió
los dedos bajo el material de sus pantis y comenzó a frotar su clítoris.
—Dios, eso es tan jodidamente sexy —Hammer gruñó mientras veía cómo
Liam chupaba el pezón de ella—. Estás tan húmeda.
El cuerpo de Raine se sintió abierto a ellos. E placer que jamás cesaban de
otorgarle hizo que su cabeza diera vueltas, y su cuerpo ansiara… su alma
rogaba por más.
—Abre las piernas. —Macen empujó los muslos femeninos con sus
dedos—. Y no más pantis.
—Este sostén me estorba —Liam gruñó—. Maldita sea, puedo olerla.
Ellos la estaban enloqueciendo, empapando su cuerpo con éxtasis,
inundando sus venas con un deseo intoxicante. Ella se removió contra los
dedos de Hammer para tener más fricción.
—¿Por qué no nos ayudamos mutuamente? —Hammer sugirio.
Liam no lo dudó.
—Hecho.
Antes de que Raine pudiera preguntarles qué significaba eso, Hammer
desabrochó el sostén de ella en la espalda y lo retiró de sus pechos, dejándolos
caer, mientras que Liam buscó bajo su falda y le bajó los pantis hasta los
tobillos.
—Sal —Hammer le ordenó.
Raine obedeció automáticamente. ¿Pretendían follarla justo aquí? ¿Ahora?
—Camiseta afuera —Liam insistió.
Ella lo tomó como un sí.
Tragando fuerte y con el corazón acelerado, ella siguió órdenes,
liberándose de su camisa. En el minuto que la prenda salió por su cabeza,
Liam tomó el sostén y lo lanzó al patio, junto con la blusa y los pantis. Dando
un paso atrás, Liam miró cómo Hammer la masturbaba bajo su corta falda
mientras la luz de la luna brillaba sobre sus pechos desnudos.
—Tan jodidamente adorable. Creo que será una imagen más linda sin la
falda, hombre.
Con un gruñido, Hammer zafó el botón en la parte baja de la espalda de
ella e intentó bajar el cierre. No fue fácil hacerlo con una mano y gruñó con
frustración.

172
La Descarada y el Dominante

—Un poco de ayuda, por favor.


Liam se volvió a acercar.
—Con gusto.
El corazón de Raine bombeaba furiosamente mientras él le rodeó la
cintura, encontrando el cierre mientras sus labios se sellaban contra los de ella.
Él volvió el beso más profundo y devastador. Ella tenía dificultad para
respirar mientras las sensaciones de sus aromas la abrumaban.
Luego de que el algodón bajara por sus muslos, ella estuvo
completamente desnuda entre los dos. Liam acunó sus pechos y acaricio sus
duros pezones con los pulgares, con la aprobación brillando en sus ojos
oscuros mientras Hammer seguía trabajando sobre su clítoris acercándola
peligrosamente hacia un orgasmo. Un rubor le cubrió el cuerpo. Gimió en una
pequeña súplica y se sintió derretirse.
—Jesús… —Hammer sonó impaciente—. Muero por estar dentro de su
caliente coño.
—Por mucho que ame sus suculentos pechos… —dijo Liam lentamente, y
luego encorvó la mano alrededor de su cintura para acariciarle el trasero—.
Me siento desesperado por enterrar mi polla en su culo.
Hammer le mordisqueó el cuello, la mordida era llena de una temeraria
impaciencia que solo incrementaba su deseo mucho más.
—Creo que no traje condón.
—Yo solo tengo uno. —Liam murmuró mientras le hacía chupones
alrededor de los doloridos pezones—. Y no tengo lubricante.
Esas eran malas noticias. Terrible. Las peores.
Con un gruñido, Hammer se tensó. Raine sintió su desagrado extendido
en el cese del ritmo de sus dedos.
Ella se lamentó largo y fuerte.
—Por favor…
—Preciosa. —Él barrió el punto sensible justo bajo su oreja con besos de
disculpa—. Tendremos que volver al club. La única puta vez que no estoy
preparado…
—¡Espera! Acabo de recordar que yo sí. —Liam le mordió las duras
puntas—. Vamos a ver la habitación.
—Joder, sí. —Hammer susurró.
Los chicos recogieron la ropa de Raine, nada de esas ridículas prendas
para ella. El sexo de Raine dolía, pero rezó por que pronto llegara su alivio. Y
en su nueva casa… ¿Qué podría ser más dulce?

173
La Descarada y el Dominante

Ellos no pudieron subir más rápido por las escaleras. Arriba, ella tuvo la
sensación de una planta elegante, hermosas incrustaciones, tres puertas
abiertas que daban a lo que estaba segura que eran habitaciones perfectamente
maravillosas, un enorme baño y un paso más hacia la habitación más grande.
La principal.
Al girar la esquina, Liam encendió algunas luces, las cuales brillaban sobre
el molde de corona que daba un ambiente suave a la habitación enorme. El
tamaño la asombró casi tanto como la acolchada cama en el medio, completa
con prístinas sábanas blancas. Una enorme mesa de noche estaba cerca en el
casi vacío cuarto.
Liam la acercó al colchón.
—Súbete a la cama, amor.
—Y abre las piernas —Hammer agregó.
Raine no se atrevió a desobedecer… y no quiso. Pero cuando se movió
hacia la cama, ella tenía tantas preguntas como para callarlas.
—¿Cuándo…?
—¿Preparé la habitación? Hace semanas, no mucho después de comprarla.
—Él se encogió de hombros—. Planeaba traerte aquí tan pronto como fuera el
momento adecuado y pasar la noche disfrutándote de todas las maneras
posibles. Pero creo que esto será mucho mejor.
Con una pequeña sonrisa, él abrió el primer cajón y buscó dentro de él.
—Toma. —Le lanzó un condón a Hammer.
Macen lo tomó con una mano, y le sonrió a ella de modo feroz.
—Estás perdiendo tiempo, niña.
Liam tomó otro condón y un tubo de lubricante del cajón y los colocó en la
brillante superficie.
—Un poco más rápido, si eres tan amable.
No era exactamente una petición. Su estomago se llenó de nudos de la
emoción.
Raine se subió a la cama, con las frías sábanas en su espalda.
Apoyada sobre los hombros, ella separó los muslos lo suficiente para
provocarlos y vio cómo llegaban a ella al tiempo.
Sí. Dios, sí.
Esto fue lo que necesitaba… las dos mitades de su corazón trabajando
juntos para completarla. Y ellos necesitaban que ella se abriera a ellos. Luego
de tener tantos eventos fuera de su control hoy, ellos querían ejercer su poder.
Ellos lo pedirían.

174
La Descarada y el Dominante

Los hombres intercambiaron una mirada que ella no pudo descifrar, pero
Raine no tuvo dudas de que ambos planeaban algo que eventualmente le
traerían placer. No podía esperar.
Al borde de la cama, Liam chasqueó la lengua y sacudió la cabeza.
—Eso no bastará.
—Para nada —Hammer concordó mientras le tomaba un muslo.
A la derecha, Liam hizo lo mismo. Luego, juntos, la abrieron ampliamente,
exponiendo su sexo a sus hambrientas miradas. Sus sonrisas salvajes la hacían
sonrojar.
—Ámenme —ella susurró.
Liam le acarició la cadera.
—Eso hacemos.
—Pero te lo diremos de nuevo si necesitas oírlo.
Hammer le levantó la pierna. La gravedad le dobló la rodilla, y él volvió a
bajar la pierna, plantando el pie en el colchón, y miró su coño.
—Lindo.
—Me gusta.
Liam colocó el otro pie femenino sobre la acolchada superficie, abriéndola
más de algún modo.
—Me están malentendiendo a propósito. Digo, que me hagan el amor —
Raine rogó—. Tómenme. Anoche sentí como si les perteneciera.
Antes de la cirugía de emergencia de Beck, la intrusión de Gwyneth, y el
susto secreto del bebé.
—Quiero eso otra vez.
—Tú no nos das órdenes ni ultimátum.
La sonrisa de Hammer desapareció, reemplazada por una pasión
imponente mordazmente cerca a donde ella necesitaba ser tocada. Un
estremecimiento se deslizó por su espalda.
—Ahora, es a nuestro modo.
—Lo es. —La voz de Liam sonó ronca—. Te ahogarás en el placer que te
demos. A cambio, nos darás cada uno de tus gritos, gemidos y lloriqueos.
Escucharemos exactamente lo que nuestro modo de hacerte el amor te
produzca, Raine. ¿Entendiste?
—Sí… —sus palabras y comportamientos la estaban aclarando—. Sí,
Señores.
La esquina de uno de los labios de Hammer se torció en una sonrisa.
—No te has comportado de modo muy sumiso desde que volviste
atacando a Shadows, llena de acusaciones. Eso cambia ahora.

175
La Descarada y el Dominante

Ahora mismo.
Raine lo escuchó fuerte y claro.
—Sí, Señor.
—Mejor. —Él le rozó la desnuda piel de su sexo con sus nudillos
Ella levantó sus caderas hacia él, temblando mientras recordaba la manera
en que la habían rasurado ayer.
Otra vez hoy en la ducha, Hammer se había dado a la tarea con un orgullo
de propiedad que probablemente debió haber disparado cada botón feminista
dentro de ella. En cambio, la excitó. Raine gimió. Él le dio una risa demoniaca
y alejó su mano. Ella se mordió la lengua.
Ni exigir ni quejarse la llevaría a ningún lado. Por mucho que lo odiara, él
la obligaría a ser paciente y esperar.
La idea apenas había acabado de pasar por su mente cuando sintió a Liam
deslizar sus hombros entre sus muslos y abrirse paso hacia su necesitado sexo.
Ella se tensó, contuvo la respiración… y se abrió mucho más para él.
—Esa es mi chica… —Liam susurró contra su húmeda carne.
Su primera perezosa pasada de lengua a través de sus empapados
pliegues la hicieron gruñir y buscarlo a ciegas. Ella no pudo reprimir la
urgencia de empujar su clítoris contra la lengua de Liam para alimentar el
dolor imposible mientras se removía contra su boca. Hammer tenía otros
planes.
Él rodeo la cama y le tomó las muñecas en una de sus grandes manos,
fijándolas contra el colchón mientras se paró detrás de ella. Él se inclinó y
capturó los labios de ella con los suyos mientras su mano libre envolvía un
pecho sensible.
Ella estaba ardiendo, cada terminación nerviosa estaba encendida y
gritaba con dicha agonizante. Otro gemido salió de sus labios, solo para ser
tragado por los labios de Hammer mientras Liam seguía atormentando su
sexo.
Liam agregó unos dedos, uno a la vez, hundiéndose entre los pliegues
hinchados mientras chupaba y provocaba su fruncido clítoris con su lengua
implacable.
Como si estuviera dispuesto a agregar algo al sufrimiento de Raine,
Hammer separó su boca de la de ella para morderle los duros pezones,
siguiendo tras un mordisco, un fuerte chupón. Ahora en llamas, Raine arqueó
la espalda y gimió para ellos, una súplica incoherente.
—Así es. Eso es lo que queremos escuchar —Hammer murmuró, con la
boca presionada contra sus pechos.

176
La Descarada y el Dominante

—Danos tus gritos.


Raine maulló de nuevo cuando Hammer hundió sus dientes en su tierno
pezón, justo lo suficiente para enviar un corrientazo de placentero dolor a
través de ella. Al mismo tiempo, Liam envolvió el clítoris con sus labios,
chupando con una atracción brutal y probando que él y Hammer
maniobraban juntos como un equipo perfecto.
Ambos estaban completamente vestidos, alimentándose de su cuerpo
desnudo con sus bocas, dientes, dedos y lenguas, empujándola hasta el borde.
Cada mordisco, caricia, chupada y prueba confirmaba que el hecho de que
estaban decididos a dominar no solo su mente y cuerpo, sino cada vestigio de
su control.
Liam hundió sus dedos más profundo, torciéndolos hasta que se posaron
sobre el escondido nudo de nervios dentro de ella antes de frotar el punto
sensible con una presión exacta. El rugido del orgasmo que se avecinaba
comenzó a palpitar en los oídos de ella.
—Por favor —ella jadeó, arqueando las caderas lejos del colchón otra vez,
ansiando rozar el borde de la liberación.
—¿Estás lista para correrte para nosotros? —Hammer la provocó.
—Sí. Oh, Dios, sí.
La boca de Liam jamás dejó su clítoris mientras levantaba la mirada y la
perforó con una expresión oscura, sus párpados velados estaban pesados de
lujuria. Viril y seductor, él trabajó para darle placer. La vista desenmarañó su
autocontrol.
Entonces Hammer jaló el pezón de ella, torciéndolo con suavidad mientras
colocaba la boca más cerca a su oído.
—Cuando volviste a Shadows y nos buscaste pelea, ¿pensaste en lo
absoluto que habría otra versión de la historia? ¿O simplemente creíste todo lo
que Gwyneth te dijo?
Raine gimió, con su creciente orgasmo ardiendo a fuego lento. Hammer
quería hablar de ello.
¿Ahora?
—Lo siento —ella soltó.
—No te pregunté si lo sentías; te pregunté si le creíste.
—Casi… —chilló Raine mientras Liam seguía su conquista implacable con
su lengua—. Las cosas horrible que ella dijo tuvieron sentido en su momento.
Liam levantó la boca, dándole a sus labios una lenta lamida que hizo que
el vientre de ella se apretara y goteara.
—Pues, amor…

177
La Descarada y el Dominante

¡No! No pares. ¿Podemos hablar después?


Ella lo miró suplicante, lo cual él ignoró.
—¿Simplemente supusiste que me follé a Gwyneth? —Él preguntó—.
Tengo curiosidad… ¿Soy el único en quien no confías o eso también va para
Hammer? ¿Tal vez tu falta de fe es también en el amor?
Eso no era cierto… no exactamente. Bien, tal vez un poco. Ella suspiró.
Jamás había sido buena con la confianza, no cuando casi todo el mundo la
había decepcionado.
—¿Qué más se supone que debería pensar? La evidencia de una escena
con ella estaba por todo el apartamento. Y el atuendo que decía ―fóllame” que
ella tenía puesto no me hizo sentir exactamente mejor. Junto con el hecho de
que pasaste prácticamente por mi lado en la recepción del edificio de Beck
luego de que te llamé… no sabía qué más pensar.
—No te vi ni te escuché. —Liam frunció el ceño—. ¿Cuándo te he
ignorado, Raine?
Hoy en la mañana en el coche.
Señalar eso no era sabio. O amable. Él estaba bajo circunstancias
extenuantes. Y normalmente, él la hizo sentir el centro de su mundo.
Ahora, Raine lamentaba haberlo acusado por follarse a la arpía antes de
haber hecho tan siquiera una sola pregunta.
Saber que Liam la trajo a esta asombrosa causa con la esperanza de
compartirla con ellos, la hizo sentir mucho más contrita.
—Casi nunca. —La culpa le enfrió el deseo—. Estoy trabajando en
aprender a confiar en ustedes dos. Pero tengo que pelear conmigo misma cada
día para creer que valgo la pena y que amar no me va a doler. Jamás he
experimentado un amor que no fuera doloroso.
—Veo.
Liam retomó el asalto a su clítoris con sus dedos mientras la miraba
fijamente. Raine se preocupó de que ellos tuvieran más preguntas en la punta
de la lengua.
—Déjame adivinar.
Hammer se acercó, con los labios apretados en una línea delgada.
—Era más fácil y más cómodo volver a viejas comportamiento que
implementar algo de lo que te enseñamos en la cabaña.
Ella evitó resoplar.
—No estaba siendo racional. No hice exactamente un esfuerzo consciente
de perder mi temperamento.
—No lo hiciste. Te cerrase. —Hammer amonestó.

178
La Descarada y el Dominante

—Y no lo harás de nuevo. —Liam le advirtió—. No puedes esconderte o


esconder tus sentimientos. Hammer y yo siempre derrumbaremos tus muros y
te abriremos, cruda y desnuda, como estás ahora. ¿Entiendes?
Raine sabía que lo decían en serio.
—Sí, Señores. —Murmuró, sintiéndose debidamente amonestada.
Inclinándose de regreso al sexo de Raine, él pasó su lengua por la carne de
ella. Raine saltó con renovadas sensaciones y gimió. En un instante, él la elevó
otra vez hasta que ella necesitó con desesperación que ellos la cubrieran, la
devoraran y la llenaran. En vez de eso, Liam se detuvo otra vez.
—A propósito, si quieres este clímax, tienes que jurar que jamás nos
dejarás fuera otra vez.
¿Qué?
Ellos la ordenaban, mandaban sobre sus deseos, y controlaban su cuerpo.
¿Ahora querían que ella prometiera algo que probablemente no cumpliría?
¿Ellos sabían que ella diría o haría casi cualquier cosa ahora por el ardiente
orgasmo que estaba a punto de conseguir?
Raine no creía que si ella dijera unas cuantas palabras fáciles, ellos la
cubrirían de dicha. No, señor. Ellos querrían más. Mucho más. Y cuando los
dedos de Liam se ocuparon de nuevo, ella en realidad no pudo encontrar la
paciencia para solucionarlo. En cambio, les dio un grito frenético.
—¿Eso es un sí o un no? —Liam preguntó mientras le daba una palmada
rápida a su coño.
Un ardor profundo le abrasó los pliegues. Raine siseó mientras el fuego se
extendía hacia afuera con un movimiento lento y picante.
—Convéncenos de que vas a comunicarte honestamente. —Hammer
arqueó una ceja oscura.
Liam bajó y le dio una lamida larga y tortuosa antes de volverse a alejar.
—¿O tendremos que turnarnos tu provocación durante el próximo mes?
Dios, eso sonaba horrible. Ella gruñó desesperada.
—Sí, me voy a comunicar.
—De modo racional y calmado —Hammer insistió.
Liam le mordió la parte interna del muslo, con los dedos jugando con su
clítoris con círculos enloquecedores.
—Sin gritar o sonando como si vinieras de una zanja. Sabes que no me
gusta ese vocabulario en ti, niña.
Ella lo sabía.
—Se me escapo. Lo lamento. No volverá a ocurrir.
—Más vale que no. —Liam le lamió lentamente el clítoris.

179
La Descarada y el Dominante

La fricción la tenían dolorida y necesitada. Raine no tenía idea si podía


cumplir su promesa, pero tendría que intentarlo malditamente fuerte porque
no podía durar otros treinta segundos sin este orgasmo.
—No —ella sacudió frenéticamente la cabeza—. Comunicación.
Honestidad. Confianza. Lo entiendo.
Hammer se inclinó hacia su rostro, con la expresión aguda, y precisa.
—Dime por qué deberíamos creerte.
—Los deseo —ella dijo entre jadeos.
Él le retorció de nuevo un pezón.
—Eso es evidente. Puedo ver el rubor que tiñe de rosa tu piel y el olor de
tu dulce coño.
Eso no le estaba ayudando conservar el hilo de sus pensamientos.
Jadeando, Raine cerró los ojos e intentó controlar sus impulsos.
—No, digo que deseo hacerlos felices, complacerlos, enorgullecerlos. Sé
que perdí la calma, pero en el fondo eso es todo lo que deseo. Por favor…
—Hmmm. Tus palabras me ponen más duro, preciosa.
Él le acarició la mejilla, y ella abrió los ojos batiendo las pestañas.
—Eso también va para mi —Liam concordó, y luego puso su boca sobre el
sexo de ella otra vez, la tortura lingual la encendía en una fiebre de
respiraciones entrecortadas y éxtasis colocado justo en el precipicio…
Abruptamente, él se retiró una vez más, y sus dedos perezosos
reemplazaron su lengua. Ella se retorció, con las piernas moviéndose mientras
gemía largo y bajo.
—Por favor…
—Aún no —Hammer murmuró mientras jugaba con su pezón, luego le
dio a Liam una sonrisa conocedora.
¿Ahora qué?
Ella hundió las uñas en las manos de Hammer, arqueándose, tratando
aferrarse a su cordura.
—¿Por qué piensas que no nos mereces, Raine? —Hammer demandó.
—¿Qué?
¿Cómo diablos se suponía que ella debía contestar a eso?
Liam le pellizcó el clítoris.
—Nos oíste. Estamos esperando.
Las caderas de Raine dejaron la cama. Ella conocía su juego y era pésimo.
Ellos no pararían hasta que ella hablara, así que apretó los ojos y respiró
profundamente, lo que no la ayudó a calmar el fuego voraz dentro de ella.
—No soy la clase de mujer que a vosotros os atrae.

180
La Descarada y el Dominante

—¿Clase? ¿Qué crees que nos atrae? —Hammer le exigió.


Barbies plásticas, cuyo cociente intelectual es más pequeño que su talla de
anillo.
—Vamos. Marlie era hermosa, pero Gwyneth la deja hecha polvo. Ambas
son hermosas, rubias y…
—Sin corazón ni alma. —Liam la interrumpió.
Hammer cruzó los brazos sobre el pecho.
—¿Entonces mides tu valía comparando tu apariencia física con la de
mujeres que no significan absolutamente nada para nosotros?
Aparentemente, esta respuesta interesó a Liam ya que volvió a suspender
su tortura. La frustración se posó sobre ella.
—Ellas claramente eran fáciles de comerse con los ojos y fo… um, tener
sexo con ellas.
Eso puso a Hammer ceñudo.
—Y mucho más fáciles de olvidar. Maldita sea, Raine. He estado
enmaromado de ti por seis jodidos años.
Hubiera sido lindo si me lo hubieras dicho, en vez de alejarme y hacerme
sentir fea.
—Y yo me enamoré de ti de una manera que jamás me había pasado.
Pero… —Liam se encogió de hombros y arqueó una ceja en dirección a
Hammer—. Eso complicó todo.
Macen sonrió con ironía.
—Complicado o no, aún me alegro por ello.
—Yo también. —Ella se mordió el labio y se dirigió a Hammer—. No es un
secreto lo que he sentido por ti. Pero te rodeaste de Marlies durante años.
Jamás iba a ser ni alta ni rubia ni me vería como si hubiera pasado horas en un
salón de belleza. Mi madre se fue cuando era joven, así que lo que sabía de
maquillaje cabria en un dedal. No podía competir. No sabía cómo intentarlo.
Ella cerró los ojos. Dios, odiaba desenterrar esta mierda tan desagradable.
Eso la hacía sentir débil y terriblemente inferior.
—Tu honestidad fue muy buena, preciosa. —Hammer la elogió,
soltándole las muñecas.
No. Fue embarazoso y daba muchísimo asco.
—Abre tus ojos —Hammer insistió—. No te escondas.
Raine sopesó los pros y los contras de obedecer. Pero no podía no darles la
cara nunca. Y si deseaba ese orgasmo que Liam le sacudía en la cara como una
dulce zanahoria, ella tendría que mantenerse en la raya.

181
La Descarada y el Dominante

Ella abrió los ojos y miró los moldes en forma de corona. Realmente eran
lindos y… ¿Por qué Hammer se estaba quitando el cinturón? Apenas se lo
preguntó cuando el aliento cálido de Liam se movió sobre su dolorido coño.
Entonces eso dejó de importarle.
—Estamos orgullosos de ti, amor.
Liam le sonrió con satisfacción, y bajó sus labios hacia el clítoris otra vez y
chupó con suavidad. Raine se derritió contra su boca.
Al fin…
¿Les había dicho lo que querían oír? Parecía que sí, y le agradeció a sus
estrellas de la fortuna que ellos quisieran sacarla de su miseria.
Ella se estiró, deleitándose en el aumento de su dicha otra vez, necesitando
y retorciéndose e intentando respirar.
Cuando agarró el cabello de Liam, Hammer le tomó las manos y las puso
sobre su cabeza otra vez. Ella abrió los ojos mientras movió el cuello para
verlo atarle las muñecas con el cinturón como si la estuviera esposando.
—Si necesitas cuerda, amigo, está en la mesa de noche —Liam murmuró
contra los pliegues suplicantes.
—Bien, hombre. —Luego Hammer la inmovilizó con una orden—. No te
muevas.
Raine sostuvo el aliento, sin tan siquiera atreverse a sacudir la cabeza. Oh,
ella amaba ser atada y ellos lo sabían. Ese persistente dolor detrás de su clítoris
aumentó otra vez, y ella lo miró suplicante, incluso cuando Liam abrió la boca
contra ella y la devoró con hambre voraz una vez más.
Macen volvió momentos después con una larga soga de seda blanca. Él la
ató al final de su cinturón y luego aseguró la soga en el cabezal de la cama y
dio un paso atrás para admirar su trabajo con una sonrisa satisfecha.
Como si ella no estuviera con una total angustia sensual, Hammer se
acomodó en la cama junto a ella y le rozó el cabello con los dedos. Ella levantó
la cabeza, pidiendo un beso en silencio.
Él miró lentamente su rostro y negó con la cabeza.
—¿Qué más te hizo pensar que no eras tan atractiva como Marlie o
Gwyneth?
—Macen… —ella gimió.
Deja de hablar. Deja que me corra.
Ante su gemido, Liam soltó el clítoris y la miró con advertencia.
—Contéstale.
Ella les dio un largo y sufrido suspiro. No iban a ceder hasta que hablara.

182
La Descarada y el Dominante

—Es probablemente estúpido… pero ninguno de los dominantes en


Shadows pareció jamás interesado en mí. Sé que sus opiniones no deberían
importarme. Es solo…siempre supuse que debería parecerles poco atractiva
dado que nadie tan siquiera quería jugar conmigo.
La expresión de Hammer se nubló de culpa.
—Yo soy el culpable de ello. Cuando llegaste, me declaré tu protector.
Todos respetaron el hecho de que una niña menor de edad estaba fuera de los
límites. Cuando cumpliste dieciocho años… —él hizo una mueca de dolor—.
Solo en tu fiesta me lo pidieron tres personas. Aún se me acercan con
regularidad. A todos los rechacé. No eres tú.
Sus palabras la golpearon en la psiquis como un bate. Se le cayó la
mandíbula.
—No tenía idea.
—Oculté la información por un par de razones. Necesitabas a alguien que
te cuidara y no quería que te mezclaras con ningún farsante que pudiera
dañarte la cabeza o lastimar tu tierno corazón.
Como Zack, quien se llevó su virginidad.
Macen podría ser un imbécil, pero era un defensor nato. De algún modo,
su territorialidad era conmovedora. Él parecía incómodo.
—Y… no creía que pudiera soportar ver a alguien más tocándote. Fui
egoísta y lo lamento si el acapararte te hizo cuestionar tu valía.
Liam sonrió, frotando sus dedos alrededor del clítoris de ella en círculos al
azar.
—Raine, te tomé bajo mi protección porque lo necesitabas. Y porque no
pude resistirme a ti. Eres adorable.
Ahora su atención la hizo sentir adorable. Ella sonrió… y tal vez incluso
resplandeció un poco.
—Gracias por tu honestidad. —Ella le murmuró a Hammer, y luego se
dirigió a Liam—. Y por ser tan amable.
—Haznos saber lo hermosa que creemos que eres —Liam murmuró antes
de sitiar su sexo una vez más, chupando y lamiendo mientras penetraba su
sexo vacío con dedos hábiles.
Raine gritó con deleite y curvó los dedos alrededor del cuero tenso del
cinturón, aferrándose fuertemente a él mientras soportaba este asombroso
asalto.
Entonces Hammer se unió al tormento, inclinándose sobre ella y lamiendo
su pezón. Ella dejó salir un largo gemido mientras él chupaba a profundidad y
se alimentaba de su pesado pecho.

183
La Descarada y el Dominante

El juego de la provocación que ellos tenían, llevándola al borde de la


liberación solo para negársela, la había despojado de su control. El placer
llovió sobre ella desde cada dirección a la vez. Ella no pudo contenerse o
controlarlo.
Raine simplemente se sujetó para el estremecedor y alucinante viaje.
Liam rasguñó el palpitante clítoris con sus dientes. Con un gruñido
agonizante, ella luchó contra el deseo en aumento porque ellos no le habían
dado permiso de correrse. Hammer siguió su doble asalto, devorando sus
labios, su cuello, sus pechos como un lobo hambriento. Juntos, la forzaron a
lanzarse de cabeza hasta el olvido.
Retorciéndose entre ellos, Raine gimió y suplicó mientras ellos le
arrancaban cada gota de placer. Consciente de que Hammer estaba inclinado
sobre ella, ella susurró con ronca desesperación.
—Por favor… Señores. Por favor.
Él se detuvo, y ella vio orgullo en la sonrisa masculina, junto con un
sádico gozo.
—Te has ganado este. Córrete fuerte. Dale a Liam tu placer.
Antes de que él terminara de hablar, la avalancha de sangre y deseo
estalló en una euforia retorcida que la elevó. Cuando su sexo se apretó, un
grito gutural le rompió la garganta. Liam chupó su clítoris y frotó sus puntos
más sensibles con dedos diestros. Él tomó su placer con precisión. No era nada
menos que una exquisita tortura. Gritos de éxtasis salieron de su garganta
mientras ella llamaba sus nombres.
—Joder —Hammer maldijo mientras tomaba el rostro de ella—. Me haces
desearte con tanta desesperación. Voy a llenar tu coño, preciosa.
Incluso mientras Liam pasaba su lengua suavemente sobre su palpitante
nudo, tomando la dulzura persistente del clímax y la bajaba, la promesa de
Hammer la disparó al firmamento de nuevo. Olas de shock tañieron a través
de su cuerpo.
Liam se alejó de su coño y se puso de pie.
—Le voy a hacer lo mismo a tu trasero, amor. Vamos a llenarte tan
completamente, que no sabrás donde terminas y donde comenzamos nosotros.
Oh, por favor, con azúcar encima…
—Más vale que estés lista para hundir tus uñas en mis hombros y gritar. Y
haremos todo lo que prometimos… —Hammer sonrió—. Tan pronto como
nos demuestres que ya no te esconderás detrás de las defensas de tu mente.
¿Demostrárselo, cómo?
—Estoy trabajando en mis problemas de confianza.

184
La Descarada y el Dominante

—Y la mejor manera de hacerlo es sometiéndote. —Liam se subió a la


cama junto a ella.
—¿No es eso lo que he estado haciendo?
—Cuando estás de ánimo —Hammer la puyó—. Todos sabemos que
cuando Liam te puso el collar, tú solo le diste partes de ti y en tus propios
términos.
Era cierto. Ella no le había dado a Liam toda su alma. Puede que él ya la
hubiera perdonado, pero ella aún luchaba para perdonarse.
Hammer pasó un nudillo por su mejilla. Liam le acarició el abdomen, y el
muslo.
—Si te concentras en someterte a nosotros, no serás tan rápida al escurrirte
tras tus muros otra vez porque dolerá dejarnos afuera. Tendrás un vacío que
solo nosotros podemos llenar.
—Tú sabes que quiero complacerlos. —Raine se lamió los labios
nerviosamente. Ella no sabía exactamente dónde pretendía él llevar la
conversación, pero estaba preocupada.
Liam le sonrió de modo demoniaco.
—De ti depende lo pronto que quieras que llenemos esos vacíos.
Hammer se inclinó en su lado para ver las manos de ella. Una vez él
masajeó los dedos y las muñecas, él se acomodó junto a ella con un
asentimiento de satisfacción.
—Todo lo que tienes que hacer es decirnos cinco cosas que amas de ti.
—Cinco cosas que…
¿Era en serio?
—¿Ahora? Estoy desnuda y atada a la cama y queréis jugar al sillón…
—Tocamos un punto sensible, ¿verdad, amor? —Liam arqueó las cejas
antes de que su expresión se volviera rotundamente insistente—. Dilas. Ahora.
Ella prefería estar en un naufragio.
—Mi opinión de mí misma no tiene nada que ver con nosotros.
—Equivocada. —Hammer negó con la cabeza—. El modo en que te
percibes a ti misma te afecta tanto que afecta nuestra relación.
—Estás filtrando otra vez, Raine —Liam señaló—. Estás decidiendo que tu
autoimagen no es importante. Esa no es tu decisión. No se te permite cerrar
partes de ti y solo darnos lo que es cómodo.
—Sal de tu zona de confort —Hammer le ordenó—. Por última vez, Raine.
Dinos cinco cosas que amas de ti.
—Me gusta trabajar en el calabozo y cocinar…

185
La Descarada y el Dominante

—Detente. —Hammer estrechó la mirada en advertencia—. No las cosas


que disfrutas. Pareces fijada por cómo se ven Marlie y Gwyneth. Dime cinco
de tus propios atributos físicos que tú aprecias.
¿No podían echarla entre aceite caliente? Dolería igual. Soñar con unas
cuantas características que a ella le gustaran de sí misma tomaría toda la
noche. Pero ella estaba desnuda, atada y a merced de ellos. Ella no tenía dónde
esconderse. Respiró profundamente.
—Me gustan mis pechos.
—¿Te gustan o los amas? —Liam preguntó.
Por ella fuera, no le importaba mucho, pero…
—Los amo.
—¿Por qué? —Liam preguntó.
—Porque les dan placer a ti y a Hammer.
—Si lo hacen. —Liam se rió—. Igual lo hace el resto de ti.
—Esto no se trata de nosotros —Hammer señaló—. Queremos sabes lo que
tú amas de ti.
Um…
—El color de mis ojos.
—Nosotros también lo amamos. Continúa. —Liam la animó.
—Mis piernas.
—Dinos por qué. —Hammer la urgió.
—Me gusta su forma, aunque siempre he querido que fueran más largas.
—Eres perfecta tal como estás. —Hammer le aseguró—. Siempre lo has
sido.
Raine se detuvo, pasando por una letanía de posibilidades adicionales. A
ella no le gustaba su cabello a mucho. Era tan oscuro, casi negro. Y no era tan
grueso como a ella le gustaría. ¿Su sonrisa? Millones de mujeres tenían una
parecida. Ella podía tener uñas bonitas, pero a los hombres no les importaba
mucho cosas así.
Su piel siempre había sido tan blanca, y ella quisiera poderse aunque sea
broncear un poquito, pero simplemente solía quemarse.
Su nariz y mejillas siempre habían sido normales. Su barbilla era un poco
cuadrada, su boca un poco ancha. Aparentemente, ella casi que redujo la lista
a tres cosas.
Ella miró nerviosamente entre Liam y Hammer, y se encogió de hombros.
—Es todo lo que se me ocurre.

186
La Descarada y el Dominante

Sin mediar palabra, Hammer deshizo las ataduras y soltó su cinturón,


liberando sus muñecas. Él frotó sus manos, haciendo que la sangre volviera a
sus dedos.
—Arrodíllate en el suelo. —Hammer le ordenó.
Ella quiso preguntar por qué, pero se mordió la lengua. Ninguno de los
dos parecía emocionado de que ella se hubiera quedado corta. ¿La irían a
castigar?
Luego de bajar de la cama, ella se puso de rodillas y abrió los muslos,
descansando las manos sobre estos.
Terminemos con esto.
—Ya que tienes problemas al pensar en más de tres aspectos de tu
apariencia que ames, intentemos otro ángulo. Hammer y yo te dimos algunas
afirmaciones en la cabaña, Raine. —Liam le recordó.
—Recítanoslas ahora.
Ella palideció y gritó dentro de sí.
—Preferiría hacer una lista de más cosas que amo de mí. Soy
razonablemente inteligente. Puedo ser divertida…
—Tuviste tu oportunidad. Las afirmaciones, por favor —Liam insistió.
Ugh.
Raine memorizó cada maldita palabra pero odiaba tener soltarlas otra vez.
—Me hacen sentir incómoda.
Realmente la irritaban. Liam y Hammer lo sabían.
—Porque aún no las crees. Dilas lo suficiente, y verás. —Hammer le sonrió
expectante.
Podemos terminar con esto ya…
Raine se aguantó las ganas de rodar los ojos.
—Me abriré y compartiré no solo mis necesidades sino mis emociones.
—Cada necesidad, desde tampones a besos —Hammer reiteró.
—Especialmente tus alegrías, miedos, logros y preocupaciones —Liam
agregó.
Lo sé. Lo sé. Intento averiguar cómo…
—Seré totalmente honesta todo el tiempo sin miedo a sentir vergüenza o a
represalias. Ni me contendré por miedo de lastimar los sentimientos de
alguien.
—Sabes que esperamos total honestidad. Sin falla. —Liam enfatizó.
—¿Está claro? —Hammer preguntó con esa maldita voz dura de
dominante que la excitaba.

187
La Descarada y el Dominante

—Sí, señores. —Raine tragó fuertemente. Ellos ya manejaron bastante ese


mantra en la cabaña.
—La que sigue. —Liam presionó, gesticulando con un dedo.
Ella suspiró.
—Nadie tiene control sobre ningún aspecto de mi vida a menos que elija
darles mi regalo.
Hammer asintió.
—Solo recuerda, puedes recuperar tu control en cualquier momento que
quieras, Raine. Pero no decidas lanzar la toalla porque las cosas se ponen
incómodas.
Ya lo había hecho. Ya había estado ahí. Ella odiaba la camiseta.
—Entiendo, Señores.
Liam frunció el ceño.
—Hoy le entregaste tu control a Gwyneth. Le diste el poder de lastimarte,
¿verdad?
—Sí.
No pretendía hacerlo, pero Raine ahora se daba cuenta de que dejo que la
cara de perra de la ex esposa de Liam se le metiera en la cabeza.
—La última —Hammer murmuró—. Vas muy bien, preciosa.
Raine asintió e intentó no doblarse del dolor. En la superficie, esta
declaración parecía como si debiera ser la más fácil. De algún modo, era la que
más le dolía.
—Merezco la felicidad y el amor.
Sin una palabra, ellos se arrodillaron junto a ella, rodeándola.
—Lo mereces.
Liam le retiró el cabello sobre el hombro y le tomó la barbilla antes de
presionar los labios en el pulso de su cuello.
—Esperamos que nos dejes llenarte de nuestro amor y felicidad, Raine.
—Cada día —Macen hizo eco.
Una lágrima se deslizó por su mejilla mientras levantaba las manos para
tomar una mejilla de cada uno.
—Siempre intentaré compartir mis emociones y miedos con vosotros dos...
sin gritar ni maldecir. No puedo prometer que jamás me esconderé detrás de
mis muros, pero si no soy consciente de que lo estoy haciendo, díganmelo.
Haré lo que pueda para salir… o dejarlos entrar.
Las enormes sonrisas que iluminaron sus rostros eran casi
enceguecedoras. Ellos la abrazaron, y Raine sintió que algo se movía dentro de

188
La Descarada y el Dominante

ella. No era la belleza de esta casa lo que la hacía un hogar porque su hogar
siempre estaría entre sus brazos.
—Creo que te estás poniendo al día —Hammer bromeó.
—Sí, sí. —Ella hizo un puchero juguetón.
—Estamos orgullosos de ti, amor. Mantén la fe en nosotros. No te
defraudaremos. —Liam la besó con tal suavidad que ella casi se derritió.
Hammer se puso de pie y extendió su mano.
—Creo que es hora de bautizar esta casa como se debe. ¿Qué dices?
—Estoy de acuerdo.
Liam también se puso de pie, y le extendió la mano. Ella las tomó.
—Me encantaría. Pero hay un problema.

189
La Descarada y el Dominante

Capítulo Doce

—¿Además de mis bolas azules? —Hammer contestó.


—Eso es algo que podemos arreglar. —Ella coqueteó con una pequeña
sonrisa—. Pero estáis muy vestidos para la ocasión. Aquí estoy, toda desnuda
y nadie se me ha unido.
Ambos se apresuraron a arrancarse la ropa, y Raine tuvo que reprimir otra
sonrisa. La conversación de hoy había sido difícil. Ella había cometido un
enorme error antes, pero Liam y Hammer la habían calmado, le hablaron y le
explicaron. El dialogo consecuente no fue fácil, pero fue fructífero. Ahora ella
sentía como si los tres estaban sobre bases más sólidas. Y ellos tenían una casa
absolutamente hermosa en la cual comenzar su para siempre.
Entonces las vistas alrededor de Raine completamente desviaron sus
pensamientos. Hammer se quitó la camisa, exponiendo un par de anchos
hombros y un pecho amplio y musculoso que jamás dejaba de ponerla
caliente. Junto a él, debajo de él, ella se sentía tan pequeña y femenina y
protegida. Entonces Liam se quitó los pantalones y a ella se le detuvo la
respiración. Debajo de sus hombros marcados y los músculos que se abultaban
en todo el tramo hacia su espalda, su cuerpo se reducía al trasero más digno
de suspiros que jamás haya visto en un hombre. Apretado, ligeramente
salpicado de vellos y lo suficientemente redondo para que ella lo quisiera
morder.
Ella dio un feliz suspiro tembloroso.
—Mírala, acechándonos como si fuéramos un par de pedazos de carne.
Raine sintió que se sonrojaba.
—No pueden culparme. Sois increíbles. Y solo a la vista.
—Por mucho que he disfrutado follandote cuando estás molesta,
suplicante o solemne, pienso que voy a disfrutar haciéndolo cuando estás feliz.

190
La Descarada y el Dominante

—Hammer la envolvió con un brazo y la guió hacia la cama, y luego miró a


Liam—. Date prisa, hombre. No sé cuánto pueda esperar antes de comenzar
sin ti.
Liam se rió, y se quitó la ropa interior antes de lanzarse hacia ella y tomar
su rostro. Él chocó su boca en la de ella. Los labios de Macen rozaron su cuello
antes de susurrar contra su piel.
—Vas a ser tan bien follada, preciosa.
El aliento de Raine se detuvo.
—¿Lo prometes?
Ellos apenas sonrieron y Liam asintió.
—Será una lástima si no puedes salir caminando de aquí. Pero te
llevaremos.
Ella jamás querría dejar esta dorada casa que representaba todos sus
mañanas, pero sabía que tenían que volver a sus labores en Shadows, al menos
hasta que pudieran amueblar el lugar y mudarse.
—Me gusta la idea de que me lleven. —Ella se acercó, rodeando sus pollas
con sus manos y dándoles a la vez una larga caricia—. Veamos si podemos
hacer que eso suceda.
Hammer siseó una maldición. Liam gruñó, con su rostro contorsionándose
de placer.
—Creo que mis bolas también están azules, amigo. —Su voz ya sonaba
ronca.
—Así es.
Macen miró el pequeño paquete de aluminio en su mano y abrió el
condón.
—¿Por qué diablos aún no hemos podido ponerte en control de natalidad?
—Me pregunté lo mismo esta mañana —Liam dijo mientras rodaba
lentamente el Delgado látex sobre su lista erección.
—Tengo cita la próxima semana.
Esperaba sorprenderlos en Navidad, pero parecía el momento perfecto
para decirles. Y ella no podía esperar a sentirlos piel con piel y profundos,
crudos, sin barreras, derramándose en su interior. Algún día, tal vez le dirían
que dejara de cuidarse y…
Un paso a la vez.
Por ahora. Raine se deleitó en la vista de los cuerpos masculinos y fuertes.
Ya, sus rostros estaban agudos y llenos de deseo. La sola vista de ellos le
aceleraba el corazón y su sexo lloraba de necesidad… Liam la miró con lujuria

191
La Descarada y el Dominante

mientras aplicaba lubricante sobre su orgulloso eje con largos toques. Ella
tembló con anticipación.
—Dóblate sobre la cama —Hammer exigió—. Deja que Liam te prepara
para que pueda llenar ese dulce culo tuyo.
Raine no vaciló. Se dobló, con las piernas ligeramente separadas, y
descansó la cabeza sobre el colchón. Ella no tuvo que esperar mucho antes de
sentirlo, olerlo, justo detrás de ella. Su cuerpo se tensó y sintió necesidad.
—Liam…
En respuesta, él palmeó la parte baja de su espalda, y rozó la longitud de
su espalda con un dedo, esa caricia de terciopelo se acercaba a su roseta. Ella
se arqueó con el movimiento, y luego se quedó quieta.
Dios, ella estaba más que ansiosa por sentirlo tomándola de la manera más
dominante posible. Ella ansiaba su posesión, esa tierna manera que él de algún
modo tenía para usarla por completo.
Él posó sus dedos lubricados por su tejido apretado, bordeándole,
incitándolo a abrirse. Raine echó la cabeza hacia atrás, aferrándose a la sabana
mientras los dedos masculinos probaban insistentes, urgiéndola en silencio a
ceder a él. A someterse.
Raine gruñó con una exhalación temblorosa. Cerrando los ojos, ella se
concentró en relajar cada musculo de su cuerpo. Comenzó con la arruga de su
frente, y luego se movió por los hombros, la espalda… poco a poco hasta que
soltó y se arqueó mucho más, ofreciéndose.
Liam le tomó las caderas.
—Tan hermosa. Amo tenerte abierta para mí.
Hammer se inclinó y retiró su cabello hacia detrás de su oreja.
—Puedo ver cómo intentas complacernos. Es asombroso…
Sus caricias y elogios casi la hicieron ronronear desde la base de su
garganta mientras ella giraba la cabeza y podía atrapar el pulgar de Liam con
los dientes y chuparlo con su boca. Hammer gruñó.
—Esa lengua…
Ella rodeó su dedo con la punta y le dio una mirada de invitación, hasta
que Liam metió otro dedo y la hizo jadear.
—Por favor, date prisa. —Ella meneó su trasero contra él.
—Zorra codiciosa —Liam la amonestó.
Hammer se inclinó de nuevo y la miró con el fuego ardiendo en sus ojos.
—Así es. Déjalo preparar tus paredes de terciopelo para que pueda
deslizarse dentro de ti hasta la empuñadura.

192
La Descarada y el Dominante

—Estoy ardiendo por hacerlo. —Liam dijo con respiración ronca—.


¿Cómo sientes eso, Raine?
—Tan bien… —ella gruñó—. Estoy lista. Los necesito. Por favor.
—Bien. No puedo esperar —Liam gruñó mientras la ayudaba a
enderezarse—. Cada vez contigo es… —sacudió la cabeza con un suspiro
ronco mientras la miraba—. Solo lo suficiente para hacerme desearte más.
El corazón de Raine se detuvo mientras él se acomodó detrás de ella para
sentarse en el borde del colchón. Él la llevó entre sus muslos masculinos
levemente abiertos. Su polla estaba levantada, como si la buscara. Ella lo rodeó
con los brazos y enredó los dedos en su cabello.
—Es lo mismo para mí, Liam.
Él no habló más, simplemente le pellizcó los pezones, y los lamió antes de
metérselos en la boca. Raine se sujetó fuerte mientras él se turnaba cada pecho,
frenético, una completa provocación.
Hammer se deslizó detrás de ella, con su calor vertiéndose sobre la piel
femenina. Él le palmeó el trasero y le mordió la oreja. Cuando ella giró el
rostro para besarlo, Liam arrastró sus labios por el estomago de ella, con
suaves y pequeños mordiscos con una llama de hormigueos que a ella le
despertaron la piel. Hammer poseyó su boca, acariciando su profundidad,
mientras Liam paseaba la punta de su lengua sobre cada uno de las duras
puntas. Ella estaba ahogándose felizmente en ellos y el deseo que giraba
dentro de ella. Liam se retiró.
—Ahora, Macen.
Antes de que ella pudiera procesar lo que él quiso decir, Hammer se retiró
y le mordió el labio inferior. El picor la excitó mucho más mientras él la
tomaba de las caderas y la giró para mirarlo, solo para encontrarlo acariciando
la dura polla. Su cuerpo tembló con anticipación.
Liam la tomó por la cintura y la bajó a su regazo. La punta de su dura
polla presionó contra su roseta sensible. El gemido de Raine pareció solo
urgirlo más, y él empujó contra su frágil borde. Ella se arqueó y se abrió. La
ardiente presión aumentó el placer brillante dentro de ella mientras él pasaba
la barrera. Mientras él lentamente se metía dentro de ella, estirándola y
llenándola con emoción y dolor, Raine se lanzó.

193
La Descarada y el Dominante

Mientras Liam trabajaba a Raine sobre su polla, las bolas de Hammer se


apretaron. Su cabeza se llenó de un recuerdo vívido de su inserción a través de
su pequeño y apretado anillo y entrando al Nirvana. Su sangre tronó. El
éxtasis se paseó por su rostro. Los ojos de ella se cerraron. Su cabeza se echó
para atrás, exponiendo el grácil arco de su cuello mientras Liam se metía hasta
el fondo. Su gemido suave de necesidad hizo que la polla de Macen saltara.
Maldición, él había enjaulado su deseo esta mañana cuando le dijo que se
desnudara y se metiera en la cama para hacer una siesta luego de desayunar.
La ducha que compartieron cuando Raine había venido a él oliendo a sexo
había sacudido su control, especialmente cuando él había puesto sus manos
por toda su húmeda piel. Hace apenas pocos minutos él había sudado,
viéndola deshacerse bajo la insistente boca de Liam. Aunque ansiaba una
probada, Hammer se estaba conteniendo.
Ahora, su autocontrol se fue al infierno.
Hammer le acunó el sexo a ella, arrastrando sus dedos sobre su pequeño y
duro clítoris. Ella jadeó.
—Oh, mierda. Ella acaba de apretarse alrededor de mí.
Liam puso sus dedos sobre las caderas femeninas mientras la colocaba
sobre su eje y se metía dentro de ella.
—Tan jodidamente caliente y apretada.
Hammer apretó los dientes, deseando sentirla también cerca de él.
Reclamar. Ahora. Joder, sí.
Liam lo miró, y detuvo sus voraces embestidas para recostarse en la cama.
Hammer supuso que su urgencia, o locura, era evidente, y agradeció que Liam
pudiera leerlo.
—Acuéstate sobre su pecho —Macen exigió, guiando a Raine hacia abajo.
Ella lo hizo, parpadeando con sus grandes ojos que no solo lo excitaban
sino que lo ponían de cabeza.

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La Descarada y el Dominante

Él tomó sus blancos muslos, abriéndolos y dejándolos fuera de los de


Liam. Su almizcle lo impregnó apenas ella subió las caderas. Él miró su sexo
desnudo, rosado, brillante, hinchado y fruncido… solo esperando a que él se
insertara ahí. Macen supo lo jodidamente perfecta que ella se sentiría.
—Ahí.
Se metió entre las piernas de ella y rozó con un dedo desde su ombligo
hacia abajo… hasta el ansioso clítoris. Él jugó con ella.
—Ahora estás abierta del modo en que te deseo, preciosa. Voy a meterme
dentro de ti y sentir tu coño apretarse a mí alrededor mientras te derrites entre
nosotros.
Él abrió la brillante carne con sus pulgares, abriéndola mucho más, y
metió su boca entre los empapados pliegues, comiéndose su clítoris y
bebiéndola por completo.
Luego de años de codiciar a Raine, él apenas la había tenido unas cuantas
veces, ciertamente no las suficientes para calmar su fiebre. De hecho, cada vez,
ella lo calentaba más. Ahora, ese ardor rugía dentro de él.
—Por favor, Macen —ella gimió, enredando los dedos entre su cabello—.
Oh… Dios, no puedo…
—¿Qué no puedes? —Hammer dijo con rabia por tener que sacar la lengua
del interior femenino.
—N… no puedo esperar.
La súplica de la voz de Raine lo hizo arder.
—¿A sentirnos entrar en tu suave y resbaladizo cuerpo al tiempo?
—Sí —gritó ella.
—¿Quieres que te follemos? —Él mordió la tierna piel de su muslo
interno, y lamio la marca de sus dientes y vio cómo se le formaban los
moretones.
Raine lanzó un grito alto.
—Macen…
—¿Es eso un sí?
Antes de que pudiera contestar, Liam le pellizcó los pezones. Al jadear
ella, él plantó sus pies sobre el colchón, abriéndole más las piernas. Él la
embistió larga y lentamente en su trasero con un gruñido.
—Suplícale a Hammer que te folle ese lindo coño apretado. Date prisa.
—Por favor, Macen. —Su súplica chillona sonaba bellamente
desesperada—. Por favor…también te necesito.
Algo dentro de él se rompió.

195
La Descarada y el Dominante

Tomando su polla, Hammer empujó su redonda cabeza contra su


hinchado coño. Él no esperó otro segundo antes de tomar las caderas de ella, y
se metió dentro, hasta la empuñadura en la primera y apretada embestida.
Jesús… como el cielo.
—Ya era tiempo, maldición… —Liam gimió—. Fóllala. Fuerte.
Con gusto.
Él entró de nuevo en ella. Su cuerpo frágil cedió, tomando cada centímetro
mientras él se hundía en ella. Ella envolvió sus piernas alrededor de él con un
grito. Su sexo se contrajo. Sus ojos azules se velaron con éxtasis mientras sus
dedos se aferraban a los hombros de él. Hammer gruñó.
Debajo de ellos, Liam entró en el trasero de Raine. La fricción de ambos
enterrados hasta el fondo ardió. Su espalda se arqueó. Macen frotó su clítoris
con el pulgar. Raine tembló frenéticamente, retorciéndose, apretándose tanto,
tan cerca de deshacerse.
Hammer palmeó su sexo.
—No. No lo hagas. No tienes mi permiso.
Raine maulló mientras se apretaba alrededor de la polla de Hammer,
luego respiró con dificultad. Demasiada cerca… con una maldición, Hammer se
retiró.
Ella chilló, retorciéndose e intentando forzarlo a entrar de nuevo.
—Por el amor de… no puedo soportarlo. ¡Fóllame!
—Cuando estemos listos —Liam insistió en su oído.
Hammer se retiró por completo y la miró con furia.
—Tú no das las órdenes. Te dije que te contuvieras.
Raine lo miró con el ceño fruncido. Antes de que él pudiera regañarla, su
expresión se disolvió. Ella gimió y enterró las uñas en los muslos de Liam.
El otro hombre siseó, le tomó las muñecas, y las cruzó sobre su cuerpo y
bajo los pechos.
—Deja eso, gata salvaje.
Hammer se dobló y mordió el carnoso monte sobre su clítoris.
El grito de Raine llenó la habitación. Él miró, viendo el momento en que su
dolor se volvió una dicha que le derritió los huesos, siendo testigo de las
marcas rojas en su sexo vulnerable y desnudo. Él acarició la linda marca.
Ella tembló, respirando entrecortadamente. Rápido. Sus febriles ojos
azules rogaron, diciéndole a Hammer que él se había vuelto el diablo y su
salvador, todo en uno. Él sonrió pecaminosamente.
—Por favor… —La voz de ella sonaba ronca, cruda.
Su bestia interna amaba reducirla a una masa pálida y suplicante.

196
La Descarada y el Dominante

Tómala. Ahora.
—Maldita sea, Macen —Liam maldijo impacientemente.
Macen apretó su puño. De ninguna manera esperaría ahora. Él necesitaba
terminar esto, aniquilar las defensas de ella, recordarle a quién pertenecía.
Polla en mano, Macen la empaló en una embestida larga. Ella quedó
aplastada entre ellos, fija, inmóvil, indefensa. Joder, y a él le encantaba.
—Ayuda. —Las lágrimas inundaron los ojos de ella—. Estoy ardiendo. El
ardor es… demasiado.
—Exactamente así es como te deseamos.
Hammer se retiró y volvió a hundirse, haciéndola empujar hacia arriba y
debajo de la polla de Liam.
—Ardiendo y elevada para nosotros.
—Lo estoy —ella jadeó—. Oh, Dios, lo estoy.
Con un gruñido, Hammer desató lo último de su control, hundiéndose en
ella en un ritmo ardiente. Sus pieles chocaban. El sudor salió de sus sienes,
entre sus hombros, todo su cuerpo se movió con necesidad. Raine cerró los
ojos con un grito animal, moviéndose entre ellos. La longitud de Liam rozaba
la de Hammer a través de la delgada barrera de su piel mientras se movían.
Hammer la tomó de las caderas, rugiendo se puso de rodillas y comenzó a
empujar más profundamente. Un grito bajo y gutural salió del pecho de ella, y
él se deleitó con el sonido.
Ahora.
Hammer se negó a la exigencia de su bestia interna.
Al meterse más rápido y más fuerte en el cuerpo de Raine, ella gritaba
mientras movía la cabeza de lado a lado. Hammer se cernió sobre ella,
colocando sus palmas sobre el colchón. Con cada empujón dentro de ella, sus
pechos rebotaban en su rostro. Él los mordió y los chupó.
Debajo de ellos, Liam movía a Raine arriba y debajo de su polla, con la
frente cada vez más arrugada. Los ojos de Raine estaban cerrados, pero su
boca totalmente abierta en un grito silente. Empujando dentro de ella, Macen
intentó meterse más hondo con su último empuje, más profundo que nunca,
plantarse dentro de ella para siempre.
Poseer.
Reclamar.
—¿A quién perteneces? —Hammer dijo entre dientes mientras la follaba
de nuevo.
—A ti, y a Liam, Señor —jadeó Raine moviendo sus caderas contra las de
los dos hombres.

197
La Descarada y el Dominante

—Sí.
Sus dedos apretaron su agarre sobre los muslos femeninos, y Macen supo
que dejaría moretones en su blanca piel. Le encantó la idea. Su siguiente
embestida se sintió imposiblemente más profunda.
—Monta a tus Amos. Siente nuestro poder y fuerza elevándose dentro de
ti.
—Lo siento. ¡Lo siento todo!
Hammer le volvió a morder los pechos. Los gritos de ella llenaron el aire.
Él rugió con satisfacción.
—Macen —le cortó Liam.
Hammer parpadeó y encontró a su amigo mirándolo con furia. Su mirada
se estrechó. Más valía que Liam no quisiera matar su momento.
—Un poco más suave, viejo —Liam insistió—. Asegurémonos de que
nuestra chica sepa que la amamos.
Mirando sobre la piel suave y retorcida de Raine mientras Liam se mecía
dentro de ella, Macen vio las marcas rojas de sus dientes plasmadas en ella. Él
vio mucho más de cerca el arco del monte de ella y dentro de su muslo. El
dominante dentro de él se llenó de orgullo, pero el hombre se encogió de
dolor. Joder, iban a bautizar su casa, cimentar su vínculo, no la iban a usar al
máximo. La tierna Raine era nueva en eso de compartir. Y como nueva sumisa,
ella no estaba preparada para ser nada cercano a una esclava a la cual podía
marcar a voluntad.
Jamás podría serlo.
Hammer apretó la cadena alrededor del cuello de su bestia interna y la
jaló fuertemente. Él se retiró, dejando solo la cresta palpitando dentro de ella
mientras intentaba recuperar el aliento, ralentizando sus pensamientos.
¿Qué tenía Raine que lo enviaba al borde de la locura? Él había marcado a
Juliet antes, varias veces, pero no de modo compulsivo. No con la intensidad
que Raine conjuraba dentro de él. ¿Qué diablos significaba eso?
—¡No! —Raine luchó por gritar—. No te atrevas a parar. Necesito más.
Los necesito a ambos ahora.
Macen quería darle a Raine lo que suplicaba, sintió la necesidad
respirándole en la nuca. Pero él también le había pedido a Liam que lo
mantuviera a raya y no lo dejara romperla.
El sudor bajó por su pecho a chorros. Él se metió en ella suavemente,
indeciso, jadeante. Él miró a Liam de manera interrogante.
—Está bien, hermano —Liam lo tranquilizó con un asentimiento de
cabeza—. Dejemos a nuestra chica volar. ¿Qué dices?

198
La Descarada y el Dominante

—¡Sí! —Raine se liberó del agarre de Liam y presionó sus manos sobre sus
pechos—. Los necesito a ambos. Me muero sin vosotros…
Liam le pellizcó los pezones. El suave gemido gatuno de Raine trajo a
Hammer de regreso al presente. Sí. Ellos necesitaban liberarla, y luego seguirla
hacia el éxtasis.
Concentrado en el placer de Raine, Hammer se meció dentro de ella,
encontrando un ritmo estable que alternó con el de Liam. Cuando él deslizó el
pulgar sobre su clítoris una vez más, Raine suspiró con felicidad. Con cada
caricia, él aumentó el ritmo. Los sonidos de sus pieles chochando
acompañados de los gruñidos de Liam y los gemidos de Raine hicieron eco en
la habitación. El olor almizclado a sexo los rodeaba.
Mientras ella apretaba y soltaba su polla hasta llegar al clímax, la espalda
le hormigueó. Él echó la cabeza hacia atrás, con la mandíbula apretada y rugió
ante el ardiente éxtasis que quemaba todo su torrente sanguíneo. Él puede que
no la estuviera marcando en ese momento, pero la cabeza se le llenó del
recuerdo de esas marcas que dejó ahora y la primera vez que la tomó. Nada
mejor que saber que Raine parecía como si le perteneciera… incluso la idea
diezmaba su autocontrol.
—Da la orden, hombre. —Hammer retumbó—. Estoy en el borde.
—Yo también —Liam le aseguró, con la voz baja y rota, mientras apretaba
los pechos de Raine y los empujaba—. Oh, amor… te sientes tan perfecta. No
quiero que esto termine. Pero nos has llevado al límite. ¿Estás lista?
Raine le enterró las uñas a Liam en los brazos.
—Más que lista.
—¿Lo deseas? —Hammer sabía que sí, pero ansiaba oírlo de nuevo.
—¡Sí! —Ella graznó.
Macen apretó los dientes y mantuvo a raya su necesidad de correrse un
momento más.
—Dinos cuánto.
Ella abrió los ojos. Sus lagunas de azul estaban oscuras. Su expresión lo
atravesó con un fuego que le llegó a las bolas.
—Joder, lo necesito. Déjame correrme para vosotros. Dios, déjenme…
—Hazlo. —Liam ladró—. Córrete. Queremos sentirte. Tengo que tenerlo.
Tan pronto como Raine llegó al clímax, ella lo arrastró al clímax con ella.
Más que ansioso por sentir la dolorosa y exquisita muerte de su ardiente
demanda, él aulló mientras se metía en ella de nuevo.
—¡Ahora! —Hammer le ordenó.

199
La Descarada y el Dominante

El cuerpo de ella apretó ambas pollas, estrangulándolas de modo tan


apretado que él no pudo ni moverse ni respirar.
Joder, sí.
La oscuridad nadó en su visión mientras intentaba hurgar más
profundamente en el agarre meloso de su coño. El éxtasis lo agarró por las
bolas, apretó su corazón y lo aplastó con una aplanadora de placer incluso
mientras él se elevaba en una euforia enceguecedora y aguda que jamás había
experimentado.
Oh, él jamás se cansaría de esto.
Liam dejó salir un rugido feroz mientras bombeaba en Raine desde atrás
mientras su cuerpo emitía espasmos alrededor de ellos, sus paredes
aterciopeladas temblaban y se apretaban, y aullaron su liberación en un eterno
grito ronco que hizo eco incluso luego de que a ella se le acabó la voz.
Mientras los tres estaban acostados, jadeando y sudando en un montón
enredado, Hammer flotaba de regreso a la tierra un miembro blando a la vez.
Él amaba la sensación del cuerpo de ella, humeante y suculento, presionado
contra él. Él se sintió morir pero más vivo de lo que jamás se había sentido en
la vida.
—Mierda —Raine jadeó, sonando aturdida.
Liam trató de recuperar el aliento.
—¿Qué diablos acaba de pasar? Solo pensé que esto me acaba de volar la
cabeza.
—No tengo idea qué fue eso —Macen agregó, pasando una mano por el
muslo de Raine—. Pero no puedo esperar a hacerlo de nuevo.
—Amen —Liam rió.
Igual que Raine.
—Me va a encantar jugar a la casita con vosotros, chicos.
Diciéndose a sí mismo que le recordara pronto a ella que él no era un chico
en lo absoluto, Hammer envolvió sus brazos por su cintura y la jaló con él,
cayendo en la cama de lado. Liam se giró al tiempo mientras Raine abría
lentamente los ojos. Solo reflejaban amor, puro e sin adulterar. Hammer sintió
el aliento caliente salpicar el hombro de ella mientras le tomaba el pecho.
—Te amamos, Raine —Liam le susurró al oído.
—Por siempre —Hammer agregó solemnemente.
Un suspiro suave y feliz salió de los labios de Raine mientras cerró los
ojos.
—También os amo.

200
La Descarada y el Dominante

Uno a la vez, salieron de Raine. Liam salió primero de la cama, volviendo


con una toalla húmeda. Hammer se puso de pie y vio por un momento a su
amigo limpiarla con una suave reverencia. Drogado de felicidad, Hammer se
dirigió al baño, se deshizo del condón y volvió para unirse a ellos en la cama.
Mientras sus cuerpos estaban juntos, Liam pasó una mano sobre su suave
piel. Raine sonrió suavemente.
Hammer tomó un mechón de cabello y vio cómo se obligaba a mantenerse
despierta, mirándolo bajo sus pestañas oscuras. Cristo, ella era hermosa.
—¿Sí? —Ella graznó.
—No hemos olvidado tu diatriba de hoy… —comenzó, conteniendo una
sonrisa—. Catorce joder, una maldición, una mierda, otra mierda normal, y me
llamaste imbécil.
—Tsk, tsk, Raine —Liam agregó.
Raine parpadeó.
—Pero yo estaba…
—Fuiste una chica muy mala —Liam la regañó al oído—. Tendremos que
ampliar tu vocabulario y trabajar más duro en tus habilidades comunicativas.
Ella arqueó una ceja mientras lo miraba sobre el hombro. Hammer
esperaba que ella les saliera con alguna respuesta mordaz, pero le jaló el
cabello, cortándola.
—No vayas por ahí.
Ella casi no pudo aguantar querer rodar los ojos. La vida con ella jamás
sería fácil, pero entonces… cualquiera podría con algo fácil. Hammer vivía por
los desafíos. Raine le daría uno cada día.
—Habrán repercusiones, niña —Liam le advirtió.
—Sí. —Él bostezó, sintiéndose de repente el doble de su edad—. Pero
ahora no. Esto se siente demasiado bien. Pero pronto. Muy pronto.
Raine dejó salir un gemido bajo justo cuando un móvil comenzó a timbrar.
Hammer sintió cómo Liam se tensó.
¿Ahora qué putas?
Si Gwyneth era quien llamaba para causar más mierda, Hammer volvería
al apartamento de Beck y enderezaría a la perra para siempre.
Raine se apoyó en un codo mientras Liam se bajaba de la cama. Macen
podía ver la ansiedad arrastrarse por el rostro de su amigo.
Él la acercó a su pecho y la besó en la mejilla.
—No te preocupes, preciosa. Si es Gwyneth, ella no tendrá oportunidad de
lastimarte de nuevo.

201
La Descarada y el Dominante

Ella se tensó cuando Liam tomó su móvil. La confusión arrugó la frente


del hombre cuando contestó la llamada.
—¿Beck?

Liam presionó el teléfono contra su oído y cerró los ojos, frotándoselos con
el pulgar y el índice. Cada vez que el maldito teléfono sonaba, algo jodido
estaba por pasar.
—¿Qué ocurre? Pensé que estabas en cirugía.
—Yo también. El hospital en Cleveland le quitó el soporte vital al donante,
pero aparentemente el paciente está aún vivo. Están anticipando unas ocho
horas más. Parece que la cirugía podría no ocurrir sino hasta mañana. Así que
volví a mi apartamento.
Eso agitó a Liam.
—Mi ex esposa está allí.
—Exacto. Estaba concentrado en dormir unas horas decentes, y me olvidé
de ello. —Beck vaciló—. Qué diabólica, palo en el culo…
—Lo sé. —Liam suspiró—. Ni Seth ni Hammer la soportan. Raine tuvo la
mala fortuna de encontrársela hoy. No salió bien. Hemos estado… hablando
del asunto desde ahí.
Beck se rió.
—Apuesto que con los pantalones puestos.
De hecho, Liam no tenía nada puesto ahora, pero no lo admitió.
—Ya tomé la muestra de ADN al bebé. Dudo que sea mío, pero cuando
pruebe eso mañana, sacaré a mi ex esposa de tu apartamento y la pondré en
un avión de regreso a Londres. Sé que es un inconveniente, pero con gusto te
consigo un hotel esta noche.

202
La Descarada y el Dominante

—No te preocupes. Tengo una casa para quedarme, hombre. El


apartamento es la conveniencia. Pero no es por eso que te llamo. Cuando
encontré a Gwyneth, ella estaba meciendo a Kyle y llorando. Y comportándose
como una arpía, pero estaba preocupada y yo estoy divagando… en fin, una
vez que mostré mis credenciales médicas, ella me dejó examinar al niño. No
soy pediatra, pero algo va definitivamente mal. Él tiene fiebre y vomitando
verde. Estamos en urgencias ahora. Odio pedirte esto, especialmente porque
tú no piensas que es tu hijo, pero tengo que dormir antes de esta cirugía, y ella
está desmoronándose.
—¿Y quieres que vaya hasta allá? —Liam lo desafió y rodó los ojos.
—Creo que es una buena idea.
Liam estaba tan malditamente exhausto. Una comida decente y una noche
en cama con Raine y Hammer era todo lo que él quería. Pero Gwyneth no
estaba familiarizada con los hospitales, rodeada de extraños en una ciudad
que ella jamás había visitado. Incluso si Kyle no era su hijo y ella no tenía
instintos maternales, ella aún parecía querer al niño en un básico nivel
humano… tal vez más.
¿Querría él estar solo en una sala de espera, caminando de un lado a otro,
anticipando noticias que podrían llegar en cinco minutos o cinco horas?
Eso sonaba como la peor tortura.
Sí, él quiso humillar a Gwyneth, pero eso no significaba que quería que
algo le pasara al niño. Y tal vez, si ella estaba realmente agitada, sus defensas
caerían y él finalmente tendría algunas respuestas.
—Estaré allá en menos de media hora.
—Gracias —Beck dijo.
—Gracias por cuidar de Kyle y avisarme.
Cuando colgaron, Hammer lo miró con ira, como si quisiera morder
polvo. Raine se mantuvo callada.
—Tienes que irte —ella murmuró, claramente esperando una explicación
y no preguntando.
¿Estaba ella tan decepcionada que ni siquiera preguntaba? ¿O estaba
intentando mostrarle su confianza? Liam deseó tener tiempo para averiguarlo
ahora. Nada era más importante para él que Raine, pero maldita sea, si la vida
no había evitado que él tuviera tiempo de asegurarse de que ella se sintiera
emocionalmente segura.
—Sí, y lamento lo de la cena —dijo con pesar, vistiéndose mientras
explicaba la situación.

203
La Descarada y el Dominante

Ella abrió la boca, pero la cerró. Él pensó que seguramente ella se cerraría
y lo obligaría a sacarle a rastras una respuesta, pero ella lo sorprendió.
—Kyle es un bebé. Seas el padre o no, necesita alguien que cuide de él.
—No voy porque quiera —Liam le juró.
—Lo sé —ella asintió solemnemente, y él le creyó.
Él la besó suavemente en los labios.
—No sé cuánto voy a demorar. La sala de emergencias jamás es rápida.
Hammer rodeó los hombros de Raine con un brazo.
—Yo la cuidaré. No te preocupes.
Eso lo tranquilizó… en su mayoría. Él se preocupó que Raine cayera en
otro agujero negro mental. Afortunadamente, ella no estaría sola, pero
entonces también se preocupó por las tendencias de Hammer.
—Haré lo que pueda por volver antes.
—Pero… —ella se mordió el labio—. No has ni dormido ni comido lo
suficiente. Me preocupas.
El corazón de Liam se suavizó ante sus palabras. La sumisión de Raine se
mostraba tan bien aquí. Ella quería cuidar a aquellos a quienes amaba:
alimentarlos, nutrirlos y asegurar su bienestar. Ella sería algún día una madre
asombrosa, y no pudo evitar compararla con Gwyneth. Él había estado
rezando que Kyle no fuera su hijo en parte porque él no tenía que compartir la
crianza con su ex esposa. Pero al ver el suave interés de Raine mientras
estaban en la casa que pronto compartirían, él esperaba algún día que él y
Hammer pudieran llenar su vientre y estas habitaciones de niños.
Se preguntó cómo se sentiría Macen acerca de ello luego de perder a Juliet
durante su embarazo…
—Ellos tienen una cafetería, amor. —Cuando ella intentó objetar, Liam
posó un dedo sobre sus labios.
—Estoy seguro que no tienen tu sazón, pero estaré bien por una noche.
Puedo dormitar en una silla si es necesario. No te preocupes por mí. Solo sigue
trabajando en las cosas que discutimos aquí. ¿Harás eso por mi?
Ella asintió lentamente.
—O podría ir contigo, ayudarte…
—No —él y Hammer contestaron al unísono.
Raine se detuvo, sintiéndose un poco herida. Liam le tomó las manos.
—No hay nada que puedas hacer allá sino preocuparte, y prefiero hacer
eso por todos nosotros.

204
La Descarada y el Dominante

—Además… —Hammer intervino—. Ya viste a Gwyneth. Ella es una puta


cruel y manipuladora. No quiero que le des la oportunidad de lastimarte otra
vez.
—Precisamente —Liam asintió.
—Ella me tomó por sorpresa. Eso fue todo. Puedo manejar…
—Pero no debiste hacerlo —Liam le contestó.
—Preciosa. —Hammer la giró para que lo mirara y le acarició la mejilla—.
Esa mujer tal vez está pensando en otras maneras de derribarte. No se lo hagas
más fácil. Es tentador decir que tú simplemente no le creerías, pero es una
maestra de la manipulación.
—Y tu corazón es demasiado delicado para tener que lidiar con sus
caprichos. —Liam le entregó a Raine su ropa—. Déjame que los deje en el club.
Hazle algo de cenar. Él se ve un poco alterado —intentó bromear—. Estaré de
regreso en un rato.
A ella claramente no le gustó pero asintió y se colocó la ropa. Hammer la
imitó. Minutos después, estaban todos saliendo por la puerta y cerrándola
detrás de ellos. Hammer le puso el cinturón de seguridad a ella en el asiento
de adelante, y esta vez Raine buscó la mano de Liam, mucho más diferente
que el camino de venida. Él y Hammer estaban abriéndole el alma. Tal vez no
tan rápido como ellos quisieran, pero él tenía que creer que algún día ella
sentiría dentro de su corazón lo que él sabía: los tres estaban destinados a estar
juntos.
—Te haré algo caliente de comer cuando llegues a casa —ella le
prometió—. Y te echaré de menos.
—También te echaré de menos, amor.
Hammer le palmeó el hombro.
—No te preocupes de nada aquí. Solo asegúrate de que Kyle esté bien y
maneja a la perra.

205
La Descarada y el Dominante

La música de “Evanescence” retumbaba por todo el pasillo, mientras


Raine miraba el reloj en la cocina. Aunque estaba trabajando en el calabozo,
ella se escapaba a la cocina para tener un instante de paz. Ella revolvió la masa
para los panecillos de manzana, favoritos de Hammer. Acababa de pasar la
media noche. Presionó el teléfono que estaba a su lado sobre el mostrador para
ver que no hubiera perdido de algún modo alguna llamada de Liam. Nada.
Ella había dejado dos mensajes de voz y media docena de mensajes de texto.
No obtuvo respuesta.
Su estomago se apretó. No era típico de él no responder en lo absoluto.
Mientras preparaba el molde de los panecillos y vertía la masa, Raine se
preguntó qué lo retenía luego de tanto tiempo. Sí, la sala de emergencia podría
estar llena y lenta, pero él ya llevaba afuera más de tres horas.
¿Eso significaba que el niño estaba gravemente enfermo? O… con el ceño
fruncido, Raine deslizó el recipiente en el horno, luego golpeó con nerviosismo
la mano sobre su muslo. ¿Y si Gwyneth de algún modo había manipulado o
mentido para hacer volver a Liam? Raine no pudo imaginar que él le creyera a
Gwyneth. Pero ella era lista.
¿Y si la mujer había hecho algo más siniestro que realmente engañar a
Liam? Gwyneth parecía terriblemente decidida a recuperar a su ex esposo, y
Raine no tenía idea de por qué. ¿Qué tan lejos estaría ella dispuesta a llegar?
Cuadrando el cronometro para los pastelillos, Raine se giró y sacó sus
galletas de dulce de la bandeja de refrigeración, y se dirigió a la alacena y el
refrigerador para ver qué otros ingredientes tenía. Y honestamente ella
realmente quisiera saber si solo tenía suficiente tiempo antes de que Liam
volviera para hacer brownies… o si debería comenzar a hacer algo más
complicado como un pastel de merengue de limón.
Ella arrugó la nariz, deseando que él solo pasara por la puerta y la sacara
de su miseria.
—¿Raine? —Hammer entró en la cocina y cerró la puerta detrás de él,
revisando todo lo que ella preparó con el ceño fruncido—. ¿Estás cocinando
vestida así?
A ella se le detuvo el corazón, e ignoró la pregunta.
—¿Has sabido de él?
—Aún no.

206
La Descarada y el Dominante

—¿Tampoco te ha llamado ni escrito? He intentado las últimas horas, pero


no me contesta para nada. Me estoy comenzando a preocupar.
Hammer se relajó un poco y sacó el teléfono de su bolsillo.
—Ninguno de los dos ha tenido oportunidad de cargar los teléfonos por
más de veinticuatro horas. El mío está casi muerto. Apuesto que el de él
también.
Eso tenía sentido pero de alguna manera no la tranquilizaba del todo.
—Cierto.
—Entonces… ¿Horneas?
Raine entendió su pregunta y odiaba preocupar a Macen, pero si le mentía
sobre esto, especialmente después de su tiempo juntos hace poco, él estaría
más que decepcionado y tendría todo el derecho de castigarla y bien. Además,
ya habían tenido suficiente drama por un día.
—Solo un poco.
Él olió
—¿Manzana?
Ante su pregunta casi llena de esperanza, ella logró sonreír.
—Para ti.
—Hmmm… —él se acercó y la besó en la coronilla—. Sabía que por algo te
amo.
Ella lo codeó con suavidad.
—Más vale que sea por más que mis habilidades culinarias.
—Tienes otras cualidades estelares. —Él le subió la mano debajo de la
falda y le acunó el sexo.
—¿Estás dolorida?
Discernir el punto de su pregunta no era difícil.
Ella se sonrojó.
—Nada que no me guste y que no haya disfrutado.
La lujuria encendió la mirada de él, y parecía listo para perseguir algo más
apropiado para la habitación que la cocina.
—Bueno, preciosa…
Pero Raine solo no podía concentrarse cuando estaba preocupada.
—Macen —ella se alejó y comenzó a caminar—. ¿Por qué demora tanto?
Él sacudió la cabeza.
—No lo sabemos todavía. Él nos lo dirá cuando vuelva.
—¿Y si no lo hace?
Hammer arrugó la frente.

207
La Descarada y el Dominante

—Te compró una casa para que los tres viviéramos ahí. ¿Qué parte de eso
dice que él te va a dejar? Tenemos que trabajar en tu confianza…
—No es eso lo que quiero decir. —Ella resoplo, y atravesó otra vez la
cocina—. Creo que él quiere estar conmigo, con nosotros. Es ella en quien no
confío.
A Hammer la mirada se le iluminó con entendimiento.
—No deberías. Pero Gwyneth no puede hacerle nada a Liam. Él está en un
sitio público y es más grande que ella. Ellos tienen seguridad en el hospital.
Estará bien.
—Se me hace difícil creer que ella de algún modo conseguiría un bebé que
se parece bastante a Liam y con la edad correcta, volar medio mundo para
revivir lo que fuera que ella pensó que tenían, solo para rendirse apenas él le
diga que no.
—Entiendes que él la humilló completamente, ¿verdad? Dudo que ella
siga persiguiéndolo luego de lo que pasó esta tarde.
—No creo que ella simplemente se sacuda y vaya a casa. Ella busca algo.
Hammer suspiró.
—Bueno, no es dinero. Le ofrecí un montón para que se fuera. Se negó.
Raine negó con la cabeza.
—Tampoco creo que se trate de dinero. Si Gwyneth jamás amó a Liam en
primer lugar, ¿por qué tomarse tantas molestias para atraparlo en una
relación? ¿Qué trama? ¿Vengarse? —Ella caminó otra vez—. No me gusta
nada de esto. Me da un mal presentimiento.
—Raine… —Él la tomó de los hombros e intentó acariciar sus brazos
suavemente.
Ella se negó a que él la calmara y se alejó.
—Es todo en lo que puedo pensar. Estoy preocupada. Si ella es la mitad de
horrible que tú dices, entonces tiene un as bajo la manga. Solo lo sé.
Antes de perder más el tiempo intentando calmarla cambiando de tema,
Raine cruzó hacia la alacena y tomó los ingredientes para comenzar a hacer la
corteza del pastel. Ella sospechaba que iba a ser una noche larga.
Hammer la tomó del brazo, ejerciendo suficiente presión para hacerla
detenerse. Ella lo miró sobre el hombro.
—No lo hagas. —Ella le contestó.
—Deja la harina. Ahora.
Ese tono bajo e imperativo le apretó el vientre. Él le había dado una orden
definitiva. Raine realmente quiso discutir que necesitaba la distracción que le
daba hornear, pero esa voz no se lo permitió.

208
La Descarada y el Dominante

Con un suspiro, ella dejó la harina en su puesto y se giró para mirarlo con
la cabeza agachada.
—Sí, Señor.
Él le levantó la barbilla con un dedo.
—Déjame quitarte tus preocupaciones. Ven conmigo.

209
La Descarada y el Dominante

Capítulo Trece

Luego de ver el estado de la cocina y la ansiedad saliendo del cuerpo de


Raine, Hammer supo que nada de lo que dijera haría eco en ella. Ella se
convenció de que Gwyneth había puesto a Liam en un peligro inminente y
nada evitaría que ella se preocupara.
Raine necesitaba un respiro de su intranquilidad, una manera de salir de
su propia cabeza. Hammer tenía la voluntad y los medios para dárselo.
La llevó de la mano por el pasillo. Ella se resistió.
—¿A dónde vamos?
—Al calabozo. Te pienso dar lo que necesitas.
Una línea de preocupación le arrugó la frente.
—Lo que necesito es que Liam regrese.
—Hasta que regrese, te sacaré las preocupaciones de la cabeza… y todo lo
demás.
Raine se tomó un momento para analizar sus palabras, y al final le dio un
asentimiento sin aliento. Mientras entraban al calabozo, los miembros los
miraron. Hammer la guió pasando por la mayoría del equipo de adentro, y la
hizo detenerse en la misma banca de azotes sobre la cual Liam había
reclamado su virgen trasero hace unas cuantas semanas. Luego él había visto a
su amigo tomar lo que Hammer siempre había esperado que fuera suyo, y una
ira cáustica rodó por sus venas. Sintiéndose engañado, él vio, casi sin
parpadear, hasta que el hecho fue consumado.
Ahora, Hammer tomó la banca de azotes y comenzó a arrastrarla al centro
del calabozo, más que ansioso. A su alrededor, los miembros del club le dieron
una segunda mirada. Sus miradas se deslizaban de Hammer para detenerse
abruptamente sobre Raine, esperando conscientemente junto a él.

210
La Descarada y el Dominante

Mientras él caminaba con la banca, la multitud se abrió como el mar rojo,


actuando como si estuvieran a punto de presenciar un milagro. Hammer sintió
el ODM colgando en el aire.
En seis años, jamás él había hecho una escena con Raine. Nadie lo había
hecho tampoco desde que él la declaró su protegida… excepto Liam luego del
desastroso castigo público que le había dado el mes pasado cuando ella
intentó seducirlo. Beck había liado, por supuesto, dándole a su amigo irlandés
la oportunidad de involucrarse y reclamar la chica. En cuanto a los miembros
del club, ella pertenecía a Liam… y solo a él.
Hammer pretendía aclararlo y nutrir el vínculo de amor que los tres
finalmente compartían. Además, declarar su reclamación sobre Raine usando
el mismo equipo que Liam utilizó tenía cierto grado de simetría poética.
Los sonidos de las paletas y látigos de las escenas cercanas cesaron. Los
dominantes se detuvieron, acercándose para acariciar a sus sumisas y mirar.
Algunos miembros antiguos simplemente sonrieron como si hubieran
esperando que Hammer sacara la cabeza del culo y reconociera sus
sentimientos por Raine.
Él apretó la mandíbula. Joder, él les daría algo para ver.
—Todos nos están mirando —ella murmuró.
Hammer se giró y elevó una ceja.
—Porque te ves asombrosa, preciosa.
—Estoy segura que es porque tú casi ya no juegas en público. Y para ellos,
jamás me has tocado.
—No importa por qué están mirando. Deja que lo hagan. —Él susurró,
notando el titileo de una nerviosa emoción en el rostro de ella—. Te gustaría,
¿cierto?
Raine revisó el grupo de gente.
—Tal vez. No sé. La vez que Liam me tomó frente a los demás, me tuvo
tan concentrada en él que la multitud se desvaneció. Casi ni recuerdo a nada
de esa vez. Solo él. Y tú.
Hammer supo de inmediato que a ella le iba a encantar. Él se acercó a su
oído.
—Ven, mi pequeña exhibicionista. Vamos a abrirte y esposarte para dar
paso a más especulaciones.
Raine le puso la mano en el pecho tentativamente. El modo en que su
mirada se aferró a él, incierta pero buscando confirmación, revolvió su
dominación.

211
La Descarada y el Dominante

—No estoy aquí para complacer a nadie sino a ti y a Liam. No me importa


un… nada lo que cualquiera piense siempre y cuando sepan que os pertenezco
a vosotros dos.
—Para cuando terminemos, no quedará duda alguna en la mente de
nadie.
Ella parpadeó y él sintió el pulso acelerándose en el cuello de ella.
—¿Qué estás exactamente…?
—¿Planeando hacerte? —Hammer interrumpió con una sonrisa lobuna.
—Sí. Estoy emocionada, pero no creo que pueda… Por favor, no me des
con un látigo. —Ella tembló—. Eso me asusta.
Porque hacía ruidos que la convencían que él le haría sufrir un dolor
enorme y la dejaría con marcas en la piel. Él podría, pero no con ella. Jamás.
Naturalmente, él respetaba su límite… por ahora. Era natural en un
dominante presionar, pero lo haría luego.
—Sé que el dolor no va a mejorar tu sumisión.
Raine se mordió el labio. La preocupación y los nervios aniquilaron su
compostura, pero ella asintió.
Hammer le tomó el rostro y la fijó con la mirada.
—Háblame. ¿Qué pasa por tu cabeza?
—Aún sigo preocupada por Liam —ella contestó en un susurro—. ¿Por
qué no ha llamado?
—Si algo malo hubiera pasado, él encontraría el modo de ponerse en
contacto.
—Pero… ¿No deberíamos esperar hasta que se nos una?
—Liam está contigo, preciosa. Justo aquí. —Hammer le tocó el corazón—.
Quiero que lo sientas a través de mí. ¿Entiendes?
Más lágrimas se formaron en sus ojos.
—Lo intentaré, Señor.
—Lo harás bien. Ahora enorgullécenos.
Macen le quitó una lágrima que se había escapado a través de sus espesas
pestañas. Ella sorbió, sorprendentemente tensa.
—¿Y si no puedo hacerlo, Macen? O sea, del modo correcto.
Ella luchó con sus palabras.
—Quiero esto. Dios, lo he querido desde que comencé a fantasear contigo.
Un tono rosado le cubrió las mejillas.
—¿Y cuándo exactamente comenzaste a hacer eso? —
Hammer pasó su pulgar sobre el labio de ella, desesperado por saber.
Raine lo miró con timidez.

212
La Descarada y el Dominante

—Desde que entendí qué era este lugar y por qué estaba tan atraída hacia
ti. Probablemente dos semanas luego de que me encontraras en el callejón.
Ella ocupó las fantasías de Hammer incluso antes de esos días. Una vez los
moretones y cortadas del abuso de su padre sanaron y Raine había dejado de
mirar a Macen como si fuera otro monstruo con la arrogante intención de
lastimarla, él comenzó a soñar con la hermosa chica que se le entregaba a él.
Algo más de dos mil trescientos días extraños, y el mismo número de
noches largas y vacías, él ardió por traerla a su calabozo y hacer su
reclamación.
—No fuiste la única —él confesó y luego frunció el ceño—. Pero desear a
una chica que no había llegado a la mayoría de edad me hizo sentir como un
puto enfermo.
Sus deseos solo habían aumentado mientras veía a la chica terminar de
convertirse en mujer. Por años, cada día había sido un ejercicio de control y
creatividad, conjurando nuevas maneras de negarse el placer de Raine.
—Eso no te hacía un pedófilo, Macen. Yo tenía diecisiete, no cinco años —
ella le recordó puntalmente—. Sabes que aún te ansío.
—Espero que siempre lo hagas, preciosa. Mis sentimientos jamás van a
cambiar.
—Entonces, por favor, ayúdame.
Levantando esos grandes ojos azules llenos de confianza hacia él, ella
curvó los dedos alrededor de la solapa de Hammer.
—Mi cabeza está girando con tantos ―Y si”. ¿Y si te fallo porque no puedo
apagar mi cerebro?
—Deja que yo me preocupe de ello.
El peso de él llevándola al sub espacio por primera vez movió
profundamente a Hammer. De ninguna manera la iba cagar.
—Te deseo, pero has hecho escenas con tantas sumisas durante estos años,
la mayoría de ellas más experimentadas. No sé qué esperar exactamente —ella
susurró.
Consciente de que todas las miradas estaban sobre él, Hammer la acercó
entre sus brazos y la besó en la frente, anhelando sacar el caos y la aprensión
de su mente y reemplazarlos con confianza y amor.
—El único modo en que me fallarás es no intentándolo. —Hammer le
aseguró—. ¿Confías en mí con tu cuerpo? ¿Me confías tu seguridad?
—Por completo.
Su respuesta lo llenó de orgullo masculino.
—Entonces deja que te guié. No te voy a fallar.

213
La Descarada y el Dominante

—Sí, Señor. —Ella susurró y cerró los ojos, intentando ya entregarse.


Besándola en el cuello, él lentamente le quitó el corset. Cuando este se
deslizó por los pechos de ella, él se alejó, mirando el material caer lentamente
alrededor de su cuerpo. La vista de la mordida de un rojo fuerte que le dejó en
su inmaculada piel hace unas horas encendió el deseo en sus venas,
agarrándolo con la urgencia de marcar cada centímetro de ella y mostrarle al
mundo que ella le pertenecía a él. Rozando un dedo sobre la marca, Hammer
se inclinó y pasó su lengua sobre la hinchada impresión.
—Voy a marcarte de nuevo, preciosa —Hammer murmuró contra sus
pechos.
Él la sintió temblar antes de que ella deslizara sus dedos en el cabello del
hombre—. Deseo eso.
Echando la cabeza a un lado, Raine expuso su cuello esbelto hacia él
invitándolo. Macen no se negó. Él trazó un camino de mordiscos hasta llegar a
su boca. Al detenerse, él se cernió sobre los labios de ella, saboreando su cálido
aliento mientras hábilmente terminaba de soltar el corset, dejándolo caer al
suelo.
—¿Cómo me dices? —La presionó contra sus labios.
—Señor. Quiero esto, Señor.
—Muy bien.
La tomó de la nuca y la acercó, atrapándola con su mirada. Luego
fundieron sus labios, él hundiéndose en ella, bebiendo de su intoxicante
poder, su exquisito control.
Un jadeo colectivo hizo eco en el calabozo, seguido por un zumbido de
susurros. Hammer no tuvo duda de que su acalorada posesión de la boca de
Raine, junto con su elección de compañera, tendría todas las lenguas
moviéndose por días.
Erase una vez en la que nadie movía una pestaña cuando él entraba en el
calabozo con una sumisa. Diablos, él había tenido a una diferente casi cada
maldita noche. Pero esta primavera pasada, Hammer había terminado una
sesión con una fusta, y luego había buscado el cierre de su pantalón y un
condón, solo para ver las lágrimas de agonía nadando en los ojos de Raine.
La vista fue una estaca dentada en su corazón.
Él ni siquiera recordaba el nombre de la otra mujer, pero jamás olvido el
dolor debilitador en el rostro de Raine. Luego de esa vez, él casi nunca se
presentaba a una escena en el calabozo. Y jamás, nunca, besó a una sumisa con
tanta pasión.

214
La Descarada y el Dominante

Ahora, él ignoraba los susurros de los otros y tomó de nuevo la boca de


Raine. Él había pasado casi demasiados años ardiendo por la oportunidad de
declararla suya en público. Al diablo el resto del mundo.
Hammer profundizó el beso y sintió que su acostumbrado
comportamiento se deslizaba lejos… y su dominación natural se apoderaba de
él. Sus hombros se cuadraron. Su pecho se expandió. Luego él tomó en un
puño la melena oscura de Raine mientras gruñía su posesión, tomaba su
lengua, y arrastraba a su pequeño cuerpo contra el suyo.
Mientras reclamaba la boca de ella más fuerte y más profundo, sus labios
picaron. Los dedos de Raine se hundieron en su cuero cabelludo. Sus pezones
se apretaron y Macen ansiaba arrancarse la camisa para sentirlos contra su
pecho desnudo.
Él arrastró las manos por la espalda de ella, alrededor de su cintura
mientras le comía la boca. Soltando el botón de la falda, Hammer lentamente
bajó el cierre y bajó la prenda. Esta cayó por sus piernas.
Cuando él liberó su boca, fijó su mirada con la de ella. Él expuso las
adorables marcas rojas, señales de su posesión, que dejó anteriormente en la
parte interna del níveo muslo y en el monte de su suave sexo. Esas marcas lo
llamaban, lo tentaban. Él no pudo resistir ese atractivo.
A su alrededor, el grupo murmuraba más fuerte, notando claramente
también las marcas. Sin duda estaban especulando incluso ahora que él había
dejado esas mordidas en su tierna piel. La nariz de Hammer se ensanchó.
Él se llenó de satisfacción.
Hammer se inclinó sobre el oído de Raine.
—Sal de la falda.
—Sí —Raine contestó—. Señor.
Ella finalmente lo llamaba señor en una voz lo suficientemente fuerte para
que todos la oyeran. Orgullo no era lo único que llenaba a Hammer cuando
ella afirmó a todos a su alrededor que ella le pertenecía. Y en medio de los
murmullos en aumento, él no pudo evitar la sonrisa agradecida que le curvaba
los labios.
Con una elegancia grácil, Raine salió del charco de ropa a sus pies, luego
miró al suelo. Dios, ella se había convertido en el epítome de la sumisión,
esforzándose claramente por representarlo, al igual que a ella misma, en una
luz tan positiva que era casi cegadora.
El mundo de Hammer se redujo a solo ella. Él siempre había sospechado
que ella sería totalmente asombrosa, pero verla ahora revolvía toda su
dominación hasta sus profundidades.

215
La Descarada y el Dominante

—Súbete en la banca.
Ella primero levantó la mirada, reflejando la fe y confianza total que le
tenía. Cuando ella extendió la mano, Macen la ayudó a arrodillarse sobre el
cuero, moviéndose cerca detrás de ella mientras se doblaba y colocaba su
cuerpo sobre la superficie acolchada. Él pasó sus dedos por la línea de la
espalda de ella en un leve toque. A ella se le puso la piel de gallina. Al girarse
para mirarlo, ella se concentró en su rostro mientras él trazaba patrones al azar
sobre su piel, luego suspiró suavemente y cerró los ojos.
—Eres como terciopelo —él murmuró, sintiendo que la tensión de ella
comenzaba a disminuir bajo sus dedos—. Suave. Sedosa. Cálida. ¿Estás lista
para tomar mi placer y mi dolor?
—Sí, Señor.
La respuesta de Raine fue tan suave que Hammer casi no la escuchó. Pero
notó la ansiedad en su tono.
Un pequeño corrientazo de tensión hizo que la piel de ella temblara
mientras esperaba. Hammer la estudió, considerando a la chica con el ceño
fruncido. Ella había salido tan valientemente por la puerta. Él se negó a dejarla
preocuparse o encogerse de miedo y se aferró a su poder.
Moviendo su mano en el aire, Macen la dejó bajar de golpe y aterrizó en
una fuerte palmada a través del trasero de ella.
Su palma se encendió mientras un pequeño grito salió de la garganta de
ella. Su polla, estrangulada en los confines de su pantalón, palpitó mientras él
se deleitaba con los gritos femeninos.
—No te oigo —Hammer ladró.
La cabeza de Raine se levantó. Ella tomó aire temblorosamente.
—Sí, Señor.
Pasando una mano sobre la marca floreciendo en un rojo furioso, Hammer
se inclinó para susurrarle al oído.
—Deja que mi fuego te llegue hasta los huesos. —Le ordenó—. Toma mi
dolor. Deja que te cubra y te lleve lejos.
Moviéndose para poder ver el rostro de Raine, Macen siguió acariciando
la parte dolorida mientras ella bajaba la cabeza una vez más y trabajaba por
normalizar su respiración. Pendiente de todos sus detalles, él notó que la
pequeña línea entre las cejas de ella que había visto a la hora del desayuno se
había tornado más fina y más profunda.
—Lo intento, señor.
—Vas bien, preciosa. No podría estar más orgulloso de ti.

216
La Descarada y el Dominante

Hammer se movió al lado de la banca y acaricio su torso antes de meter su


mano debajo de un pecho. Él jugó con su pezón entre los dedos. La respiración
de Raine se detuvo con un gemido. La línea de su frente comenzó a
desvanecerse. Hammer sonrió.
Ella había hecho un infierno más que intentarlo. Raine había procesado
esa palmada como si fuera una sumisa bien entrenada. A veces, como ahora,
ella lo asombraba por completo.
—Gracias, Señor. —Su voz temblaba.
Una nueva arruga se formó en las esquinas de su boca.
Una palmada bien dada no iba a calmar la preocupación de Raine por
Liam. Hammer sabía que necesitaba ayudar a Raine a vaciar su mente
sobrecargándola con sensaciones.
Trazando un camino de besos por sus hombros, espalda y trasero, él
enfatizaba cada beso con un fiero roce de los dientes. Él mordió su cadera y
chupó por un largo y satisfactorio segundo, luego jaló la piel mientras se
alejaba. Raine gritó y se removió, con las piernas sacudiéndose
involuntariamente y casi golpeando a Hammer en la mandíbula.
Él le tomó los tobillos y le presionó los pies de vuelta en la superficie
acolchada, y lamió la suave piel de su trasero.
—Lo siento, Señor.
—Sé que no fue a propósito. ¿Sigues conmigo?
—Sí, Señor.
—Esa es mi chica.
Porque él había intentado ponerse mucho más físico con ella, Hammer
apretó las esposas pegadas a la banca alrededor de los tobillos uno a la vez.
Mientras lo hacía, él acariciaba su piel, manteniendo una conexión física
constante de reconfirmación.
Él era su polo a tierra, y en más maneras que Hammer realmente podría
admitir, ella era el suyo.
—Qué vista tan adorable —él murmuró—. Abre tus piernas para mí.
Raine reajustó sus rodillas, abriéndose para él… y los ojos atentos de cada
miembro del club a su alrededor.
—Sí, así es. Tan bella y rosada. Tan húmeda e incitante. —Hammer la
elogió antes de acercarse a su oído—. Estás expuesta, Raine. Todos te admiran.
¿Puedes sentir sus miradas calientes? ¿Sientes el calor de la excitación de los
hombres que jamás pensaste que te miraban? Ellos te ven ahora… toda
indefensa y atada para mí.

217
La Descarada y el Dominante

Raine maulló mientras abría lentamente los ojos, vidriosos y no muy


enfocados. Hammer sonrió. Ella había comenzado a caer bajo la mano de él
tan fácilmente y con tanta confianza. No tomaría mucho para que ella
despegara hacia el sub espacio, donde él pretendía enviarla.
—Cierra los ojos. —Él le ordenó suavemente.
Sus párpados se cerraron, y Hammer besó tiernamente cada uno de ellos,
y luego se movió detrás de ella una vez más. La vista de ella atada, abierta y
húmeda para él dejó a Hammer pasmado. Él aguantó el deseo de
desabrocharse el pantalón y meter su polla en su suave coño. En cambio, él
rozó los labios de su sexo con el pulgar y dedo índice. El cuerpo de Raine se
ondeó. Ella gimió. Su sexo se apretó ante el aire vacío. Él se llevó a los labios
los dedos empapados y los lamió, saboreando el picante ácido.
Hammer sonrió mientras rodaba el marco de nuevo, jamás quitándole los
ojos de encima. Las delicadas líneas y los ángulos femeninos de su cuerpo
mientras ella esperaba su orden hizo que la polla le doliera y su sangre se
explotaba.
Doblándose cerca de la cabeza de ella, él esposó cada una de sus muñecas
de la misma manera relajada y tranquilizadora. Una vez ella estuvo
firmemente asegurada en la banca, Hammer torció los dedos dentro del
cabello de Raine y jaló, urgiéndola a levantar la cabeza de la superficie de
cuero. Mirando en sus ahumados ojos azules, él fijó su mirada sobre los labios
de ella, ligeramente separados y listos para ser besados.
Entre más se metía Raine en su lugar sumiso y se entregaba a él, más
poder Macen absorbía. A medida que descendía en su dominación, el tiempo
pasaba más lento. El club y los miembros retrocedieron y se volvieron
borrosos en el fondo. Pero cada detalle de Raine se agudizaba más, se definía
más. Él oyó cada una de sus respiraciones, catalogó, la pesadez de sus
párpados, analizó su leve sonrisa, absorbió la súplica sumisa en sus ojos
mientras ella en silencio suplicaba por más.
—Tu palabra de seguridad es París. Respira hondo y aclara tu mente,
preciosa. Concéntrate en mis palabras y en las sensaciones que estoy a punto
de darte.
Ella suspiró levemente y asintió.
—Buena chica —él susurró y besó sus labios rosados.
Quitándose la camisa, Hammer estudio el cúmulo de juguetes de impacto
que estaban alineados en la mesa junto a él.

218
La Descarada y el Dominante

Él escogió un flagelador grueso y pesado. Midiendo su peso en sus manos,


él frotó las anchas hebras de cuero entre sus dedos. Resbaloso. Suave.
Exactamente lo que él necesitaba para liberar su mente.
Hammer sintió los espectadores a su alrededor dando un paso atrás para
darle espacio para moverse. Los cantos de monjes mezclados con música tecno
se desvanecieron. En vez de eso, el calabozo sonaba bizarramente callado,
sirviendo esto para aumentar su concentración sobre Raine.
Tomando el mango frío de metal en su mano, Hammer levantó el
flagelador antes de hacer que las hebras cayeran sobre los omoplatos de Raine.
Ella saltó con un pequeño jadeo y se tensó.
—Te tengo. No sentirás dolor. Tu cuerpo está a salvo conmigo. Deja que tu
mente siga.
Su suave gemido de consentimiento resonó en la cabeza de él mientras
lentamente arrastraba las cintas largas de cuero por la espalda de femenina,
haciéndola acostumbrarse a la sensación. Mientras él la devoraba con la
mirada, ella tembló, dio un suspiro anhelante, luego se arqueó en súplica. Pero
el pesado subir y bajar de su pecho le dijo que ella aún estaba alerta y
procesando todavía demasiado.
—Relájate para mí, preciosa —Hammer murmuró mientras pasaba su
enorme mano sobre su espalda—. Concéntrate en mi voz, mi mano y el placer
que te doy… y nada más. Nada. ¿Entiendes?
—Sí, Señor —ella contestó casi sin voz.
Aunque Hammer la conocía muy bien como mujer, él aún estaba
aprendiendo de ella como sumisa. Pero él tuvo muchas razones para creer que
darle permiso de soltar sus preocupaciones la ayudarían a encontrar ese lindo
lugar en su cabeza donde sus problemas desaparecían.
—Déjate ir para mí, Raine. Déjame llevarte donde tú necesitas estar.
Hammer hundió la mano entre las piernas de ella y rozó su clítoris con su
pulgar. Todo el cuerpo de ella palpitó. Mientras él pasaba sus dedos a través
del caliente néctar, sus caderas rodaron en sintonía con cada movimiento de
sus dedos. Ella estaba haciendo exactamente lo que él le había pedido y se
entregó de manera hermosa.
—Estás húmeda y ansiosa por mí, ¿verdad?
Cuando ella gimió, Hammer sonrió.
Qué sonido tan satisfactorio…
—¿Te gustaría que metiera mi polla en tu apretado coño y te hiciera
correr, cierto?

219
La Descarada y el Dominante

—Sí… —Raine luchó contra sus ataduras y se empujó contra los hábiles
dedos de él.
—Lo haré a su tiempo. Nos perteneces a Liam y a mí, ahora y siempre.
Poseemos cada centímetro de ti y eso incluye tus gritos de éxtasis. Nadie los
oirá excepto nosotros.
La proclamación de Hammer generó una ráfaga de susurros sonoros que
fluyó por todo el calabozo.
Él los ignoró y dirigió toda su atención y energía al meneo rítmico de las
esbeltas caderas de Raine. Él se deleitó en guiar su placer.
Mientras Macen metía dos dedos dentro de su hinchado núcleo, ella dio
un grito agudo que le agarró la polla y palpitó en su cerebro. El resto del
mundo se disolvió.
—Así es, Raine. Entrégame tu control. No te pertenece.
Con cada momento que pasaba, los pliegues rosados de ella brillaban más.
Su aroma flotaba. El picante olor de su sexo casi hizo gruñir a Hammer. Él
retiró sus dedos de las paredes apretadas de la mujer, y se puso sobre una
rodilla detrás de ella. Inclinándose, pasó la lengua sobre sus brillantes
pliegues, golpeando el clítoris con la punta. Su sabor intoxicante explotó en
sus papilas.
Raine maulló largo y fuerte. Su nudo de nervios se endureció debajo de los
labios de él. Cristo, él quiso quedarse ahí por horas y lamerla mientras los
gritos de ella resonaran en su cerebro. Pero su escena no se trataba de lo que él
quería, sino de lo que ella necesitaba.
Luego de una deliciosamente larga lamida más, él la saboreó, luego
lentamente se puso de pie, suavizando su palma a través de su trasero en una
larga caricia. Raine le dio un gruñido suplicante. La profundidad de la
frustración de ella, se quedó grabada a fuego en su cerebro.
—Sí, preciosa. Eso es exactamente lo que deseo… a ti sufriendo bajo mi
mano —Macen la elogió—. Porque eres mía para que te provoque, te torture y
te disfrute.
Ante esas palabras, la columna de Raine se hundió. Ella levantó la firme
curva de su trasero en el aire, lista para las sensaciones que él tuviera
preparadas para ella, y se derritió en el marco cubierto de cuero.
Tan jodidamente perfecta…
Hammer levantó el flagelador y tomó firmemente el mango, sintiendo los
bíceps abultarse del peso de las generosas hebras. Moviendo su mano a un
lado, él aterrizó las gruesas bandas sobre el trasero de marfil de Raine con un
pesado golpe seco.

220
La Descarada y el Dominante

Raine soltó un aah, e hizo una mueca de dolor. Marcando cada detalle de
su respuesta en su cerebro, Hammer bajó el cuero otra vez mientras
memorizaba cada flexión de sus muslos, cada jadeo, cada tensión de su
trasero. Ella se puso rosada. Su respiración se aceleró. Macen sonrió. A ella no
le gustaba el dolor del todo, pero cuando él miró su rostro, el suave
fruncimiento de su frente le dijo que a ella le encantaba como una mierda este
pequeño picor.
Batiendo la muñeca más a menudo, forzando el cuero a aterrizar con dolor
extra, él vio cómo Raine procesaba todas las sensaciones agregadas con un
fruncimiento ocasional. Pero no pasó mucho antes de que ella luchara contra
sus esposas, arqueando más alto el trasero en una silente petición de más.
Hammer oyó una risa baja, bastante familiar, y miró a su izquierda para
ver que Seth había parado también su escena, y ahora miraba con interés. Él le
dio a Macen un asentimiento, y retomó su estudio del rostro de Raine una vez
más. El sosiego entre chasquidos claramente la frustraba mientras gritaba y
jalaba de las esposas que le apresaban las muñecas.
—Pide lo que quieres. —Hammer le ordenó.
A Raine le temblaron los brazos y las piernas. Mientras él miraba entre los
muslos de ella, notó lo resbaloso que ahora ella tenía el sexo entero. Ella estaba
hinchada de necesidad, que iba de rosado a rojo suave frunciendo el sexo
buscando atención.
A Macen se le hizo agua la boca.
—Sí, Señor —ella maulló—. Por favor. Más.
Agachándose detrás de ella, Hammer se inclinó y captó un poco más de su
sabor ácido y fuerte. Luego aplanó la lengua y la pasó sobre sus pliegues
exuberantes y hasta la parte baja de su espalda.
Raine chilló y se retorció, jadeó. Él la mantuvo en su lugar con una gran
palma extendida a través de la parte superior de su trasero para aquietar el
meneo de sus caderas.
Él rodeó la banca de azotes y se dobló hasta que quedaron cara a cara.
—¿Más qué?
—Todo.
—Eso puedo hacerlo, dulce sumisa —Hammer le aseguró antes de tomarla
del cabello y tomar sus labios en otro beso salvaje.
Él bebió cada gota de su rendición, dejándolo llenar todos los lugares
vacíos dentro de él que jamás había permitido que otra sumisa tocara.
Alejándose, él le liberó el cabello y se puso de pie. Ella ahora se relajó
sobre la banca. Su pecho se expandió, y una potente subida de poder ardió a

221
La Descarada y el Dominante

través de él. Joder, él quería su látigo… su juguete usual. Sabía que podía
besarla tan dulcemente con él y hacerla volar. Pero ella le pidió que no lo
usara, y él no traicionaría su confianza.
Apretando la mandíbula, él caminó de nuevo a la parte de atrás de la
banca. El olor de su almizcle femenino llenó sus sentidos y se fijó en su lengua
como una droga. Con amor, él rozó los dedos sobre la marca de su palma. La
marca aún era visible pero se fundía hermosamente con la cálida y enrojecida
piel de su trasero.
Dominación. Control. Paz.
Retirando de nuevo el flagelador, Hammer aterrizó las pesadas hebras
sobre su pálida piel en un ritmo estable y palpitante otra vez. Y otra vez. Y
otra vez. El tiempo perdió todo significado, medido solo por cada golpe
deliberado y el sutil movimiento de su cuerpo.
Los suaves gemidos de ella, hicieron eco alrededor de él, fusionándose en
su cerebro, y pulsó a través de su cuerpo. Cada segundo se agudizaba con
claridad cristalina, magnificando la creciente energía dentro de él. Nada más
importaba.
Nadie más existió. El tiempo se detuvo por este único momento.
—Dime dónde estás. —Hammer dijo, con la voz ronca y fuerte.
—En las nubes —Raine suspiró, con el tono cubierto con serenidad.
—Ve más allá, preciosa. Navega más allá de las estrellas —Hammer le
exigió suavemente—. Te traeré de vuelta cuando sea el momento.
A medida que seguía golpeando su trasero con las anchas hebras, él buscó
algún signo de angustia y no encontró ninguno. El trasero de ella estaba
bastante rojo. Ni sus manos ni pies se veían morados. Todo bien.
Los gemidos de ensueño de ella se amplificaron en sus sentidos. Hammer
revisaba la escena: lo que había hecho, cómo ella respondía mentalmente,
emocionalmente, físicamente. Aunque él aún estaba concentrado en ella con
una aguda consciencia, Raine ya no reaccionaba al golpe del flagelador en su
piel.
Jamás la había llevado al sub espacio, y el poder que ella voluntariamente
cedió encendió cada célula en el cuerpo de Hammer. Él se aferró a la
invaluable confianza que tenía en las manos y luchó con la urgencia de salir de
su propia cabeza para ir al domespacio. Una vez que él aprendiera de la
sumisa en ella lo suficientemente bien, luego de conocer cada reacción… Sí,
entonces él también se iría a su propio delicioso lugar y consumiría por
completo su poder mientras la enviaba a navegar más allá de las estrellas.
Ese día vendría. Pronto.

222
La Descarada y el Dominante

—¿Aún estás conmigo, preciosa? —Él murmuró, viendo los ojos de ella
abrirse suavemente.
—Sí —ella dijo casi sin voz.
—Esa es mi hermosa chica —él la elogió.
Colocando el flagelador sobre la piel ya ferozmente roja, él pudo sentirla
deslizarse lejos casi de manera tan intangible como si ella lentamente soltara
su mano.
—Ella se fue —Seth finalmente murmuró suavemente.
—Excelente —Hammer sonrió pero no se detuvo.
Fascinado por la rendición de su piel bajo las hebras y el profundo rojo de
su trasero, él sintió un peso levantarse de sus hombros. Él le había dado lo que
necesitaba, había creado un lugar tranquilo dentro de su mente donde ella
pudiera escapar del caos.
Manteniéndola suspendida en esa euforia pacifica durante el tiempo que
se atrevió, Macen finalmente soltó el flagelador. Mirando su enrojecida piel, él
se fijó en la crema resbaladiza que le cubría el coño. Raine invocó cada célula
primitiva en el cuerpo de él. Ella se había rendido en mente, cuerpo y alma…
y eso aún no fue suficiente. Él necesitaba más.
Poseer.
Tomar.
Reclamar.
Al inclinarse, él besó la piel caliente del trasero de ella, y sintió el palpitar
de éste bajo sus labios. La necesidad de sentir su suave sexo rodeando su polla
lo hizo apretar los dientes. No aquí. Ahora no. él disfrutaría el filo de la
necesidad un poco más. Cuando ella estuviera lista… oh, él se atiborraría de
ella.
Atormentándose un poco más, él le liberó los tobillos, y lamió las marcas
rojas de su piel. Él saboreó su calor, lo mordió con suavidad, antes de retirar a
regañadientes los labios de su piel ardiente.
Hammer se puso de pie y se movió al frente de la banca y rápidamente le
liberó las muñecas. Todavía Raine no se movía, ni se quejaba, incluso cuando
él le acarició la mejilla y el cabello con los dedos.
Plácida y libre, ella flotaba en el refugio seguro del subespacio, algún
lugar lejos de todos, especialmente de Gwyneth y los problemas que la perra
había causado.
El orgullo rodó sobre Hammer como una marea que lentamente se
elevaba. Él la había llevado allí, disolvió sus preocupaciones, sus miedos y le
dio el dulce regalo de la paz.

223
La Descarada y el Dominante

Su pecho se expandió. No pudo tomar el suficiente aire para lugar con su


urgencia de soltar un rugido primitivo. En cambio, apretó la mandíbula y
lentamente levantó a su belleza blanda de la banca.
Mientras él se giraba, estaba casi asombrado de ver a la gente aún reunida,
aún mirando, con la aprobación plasmada en todos los rostros.
Acunando a Raine cerca de su pecho, él la abrazó por un largo momento,
simplemente mirando la paz de su rostro. Entonces Hammer se dio vuelta y
salió del calabozo, intentando traerla de regreso con delicadeza y saciar
algunos antojos suyos.

Beck se encontró con Liam en el estacionamiento y lo llevó a través de la


entrada de los doctores que llevaba a la sala de emergencia. Mientras
caminaban por un laberinto de corredores, él informó a Liam sobre el progreso
de Kyle.
—No sé realmente más de lo que te dije por teléfono —Beck ofreció—.
Pero como te dije, le damos prioridad a los bebés, especialmente cuando
vomitan verde y no podemos encontrar ninguna causa evidente.
A Liam no le gustaba cómo sonaba eso.
—¿Entonces es serio?
—Podría ser muestra de un problema de hígado o el estomago revuelto —
Beck ofreció—. Ambos pueden ser mortales en los niños a los que no se les
diagnostica a tiempo. Por supuesto eso sería en el peor de los casos. Ojala sea
algo benigno, pero no lo sabremos hasta que se hagan más exámenes.
¿Mortal?
Liam quedó atónito ante la noticia.

224
La Descarada y el Dominante

—¿Dónde están Gwyneth y el bebé ahora?


—Kyle está con una enfermera que le está sacando sangre. Mamá estaba
agitada e interrumpiendo el procedimiento, así que seguridad la acompañó a
la sala de espera.
—¿Por qué no me sorprende? —Liam sacudió la cabeza.
Beck se frotó la barbilla.
—Para dejar constancia, no me he decidido todavía si tu ex es solo una
reina del drama o está jodidamente loca.
—Es una lunática, hombre. Estoy casi convencido que jamás la conocí de
verdad.
—Bueno, es bonita. Le doy ese crédito no más, pero no la follaría… y eso
es mucho decir. —Beck sonrió.
Lo era.
—¿Crees que Kyle estará bien?
—Honestamente —él se encogió de hombros—. No lo sé.
—Pobre chiquitín. Y pensar que yo estaba pasándolo mal. —Él se pasó una
mano por el cabello, sintiéndose como si hubiera repetido ese movimiento el
día entero.
—Y probablemente se ponga peor. Los doctores posiblemente insistirán
que Kyle tome una botella de bario para revisar el tracto gastrointestinal. No
será lindo, pero la prueba es vital si hay un bloqueo.
—¿Así que estaremos aquí un rato?
—Eso parece. He movido algunos contactos lo que he podido, pero están
ocupados y los laboratorios están cubiertos. Las pruebas toman un rato. Y es
aquí donde te dejo. Solo sigue hasta el final y gira a la derecha. Verás la sala de
espera. Gwyneth está ahí. Necesito irme y dormir, al menos unas horas —el
doctor lo palmeó en el hombro—. Te veo luego, hombre.
—Gracias, Beck. Estoy en deuda contigo.
Mientras él otro hombre se despedía y desaparecía en un ascensor, Liam
encontró la sala de espera. Él abrió la puerta y encontró a Gwyneth caminando
junto a la ventana y torciéndose las manos, obviamente angustiada.
Cuando ella se dio la vuelta otra vez y lo vio, se precipitó hacia él en una
camiseta sucia y vaqueros, y se lanzó a sus brazos. Olía terrible.
—Oh, Liam. Gracias a Dios estás aquí. Estoy tan preocupada y cansada.
No he tenido idea de qué hacer, el nombre del doctor. Te hubiera llamado,
pero luego de esta tarde, no pensé…luego ese hombre hosco vino… —ella
parecía a punto de llorar.

225
La Descarada y el Dominante

—Calma, Gwyneth. Siéntate y cuéntamelo todo —él la calmó mientras la


tomó de un codo y la llevó a una silla en la esquina.
Solo había una que otra persona en la sala, pero cero privacidad.
Liam esperó hasta que ella finalmente se acomodó en una silla antes de
arrastrar otra para quedar frente a ella. Se sentó.
—Me alegra que Beck pasara por su apartamento y pudiera ayudar.
—Sí, a mí también. No quise sonar tan desagradecida. —Gwyneth
comenzó a retorcerse de nuevo las manos—. Solo estoy tan preocupada.
Él puso una mano sobre las de ella y las apretó.
—Dime qué pasó con el niño.
Gwyneth sorbió.
—Luego de que te fuiste, Kyle empezó a tener fiebre. Él había estado
apático y quisquilloso la mayor parte de la tarde. Pero cuando despertó de su
siesta, su pañal estaba seco. Estaba caliente. Lo siguiente que pasó fue que
comenzó a vomitar verde por todo lado. Yo-yo no lo esperaba. Él no come
nada más que formula, así que no sabía… —las lágrimas comenzaron de
nuevo—. Intenté todo lo que se me ocurrió. Lo mecí, le canté, lo envolví en
mantas frías. Incluso le molí galletas y le di un poco. Había decidido llamar
una ambulancia cuando el doctor Beckman entró. Ya sabes el resto.
—¿Galletas? —Liam miró a su ex esposa como si ella finalmente hubiera
perdido la cabeza—. ¿Fue eso lo pensaste en darle a un bebé con vómito?
—Pensé que le reposaría el estomago. Me funciona a mí. No sabía qué más
intentar. ¿Qué sé yo de bebés?
Tal vez la verdad finalmente saldría a la luz…
—Tú eres su madre, ¿no?
Ella evadió su mirada inquisitiva, buscando una caja de pañuelos en la
mesa a su lado, y se sopló la nariz con delicadeza. Se enderezó en la butaca y
se levantó hacia el cubo de la basura. En vez de volver al asiento, ella volvió a
pasearse.
—¿Gwyneth? —Liam se negó a dejar que ella ignorara la pregunta.
—Yo— yo… —ella se volvió para mirarlo, con un rubor coloreándole las
mejillas.
Dio un suspiro cansado—. Liam…
Con solo una palabra, Gwyneth le pido la piedad que él no sentía. Él alzó
una ceja.
—Dime.
Con pasos lentos y reticentes, ella cruzó la sala hasta llegar de nuevo a él.
—Oh, a la mierda todo.

226
La Descarada y el Dominante

Él recordó oír exactamente ese tono de voz luego de haberla encontrado


engañándolo. Se le puso el pelo de punta.
—Siéntate. Explícame. Ahora.
Ella volvió a sentarse, retorciéndose con cautela para evitar sentarse sobre
la nalga donde él la había golpeado, y extendió la mano para palmear su
rodilla. Sus miradas se enredaron y ella debió haber visto que él había llegado
al límite de su paciencia.
Gwyneth retiró la mano.
—Quisiera comenzar diciéndote que jamás quise que esta situación se
saliera de control. Pero… Kyle no es tu hijo.
Liam contuvo una sonrisa triunfal.
—En realidad no tuvimos sexo luego de la maldita gala de beneficencia en
Nueva York, ¿verdad?
—Cuando sugerí que vinieras a mi habitación del hotel, dijiste que no.
Pero te desmayaste justo luego de que te quité el pantalón. —Y ella se veía
apagada al respecto.
El alivio lo golpeó justo en el pecho. Qué bien saber que no tuvo que
desinfectar su pito otra vez.
—Kyle tampoco es tu hijo, ¿verdad?
—No. —Ella se comenzó a retorcer las manos otra vez—. Es de Kitty y
George.
—¿Tu hermana?
Se había casado apenas él y Gwyneth se habían divorciado.
Las piezas del rompecabezas de su engaño comenzaron a caer en su lugar.
Ella desarrolló este elaborado ardid y lo manipuló. Y había destrozado la paz
mental de Raine. ¿Para qué? Aún Liam no podía entender su propósito.
¿Cómo pudo creer que él sintió alguna vez algo por esta perra egoísta y
miserable?
La ira que había aplacado hace poco ardió hasta convertirse en un
hervidero.
—¿Tienes tan poca conciencia que me engañaste diciéndome que tenía un
hijo? Sí que tienes agallas, joder. Luego de la manera en que te encontré
engañándome, supongo que no debería sorprenderme que carezcas del
entendimiento básico de lo que está bien o mal.
Él se puso de pie abruptamente, metiendo sus apretados puños en los
bolsillos. En otra esquina, la otra persona en la sala de espera se aclaró la
garganta y se retiró apresuradamente.

227
La Descarada y el Dominante

—Oh, Liam… —ella sorbió—. No te enfades. Dame la oportunidad de


explicar. Y ahí entenderás.
Liam se giró para mirarla y luchó por controlarse.
—No, no lo haré. ¿Qué diablos te pasa, Gwyneth?
—¿A mí? —Con la nariz roja, los ojos hinchados, ella le empujó un dedo
en el pecho—. ¿Y qué de ti? Dejaste que Hammer te corrompiera y te has
vuelto un vil pervertido.
Viniendo de ella, era casi un cumplido.
—Me importa una mierda lo que pienses de mi. Pero destruiste cada
rastro de algún sentimiento que alguna vez tuve por ti al tratar a la mujer que
amo con tal desprecio.
—¿Esa golfa mal conservada? Has caído bajo en el mundo. Ella es una…
—Ten mucho cuidado con las palabras que elijas. —Su voz se tornó gélida
de advertencia—. Un insulto más y no respondo de lo que ocurra.
Liam se alejó de ella para calmar sus pensamientos y sacó el teléfono para
darle a Raine y Hammer la buena noticia. Naturalmente, su batería estaba
muerta.
Joder.
Ella se acercó a él desde atrás.
—Lo siento. Estoy angustiada, no pienso con claridad. No tienes idea por
lo que he pasado.
—Ha sido por tu propia mano —le recordó en tono brusco.
Él quiso decir más, pero el hombre que había dejado la sala de espera,
secándose algo de agua de la boca y mirándolos de lado.
—No pretendía hacerte daño —ella insistió—. Solo necesito que te cases
otra vez conmigo por unas semanas.
Liam casi pudo no ahogarse.
—¿Casarme contigo? ¿Otra vez? Estás jodidamente loca. Ya aprendí mi
lección jodidamente bien la primera vez. —Él la tomó de la muñeca y la sentó
a la fuerza en su silla—. ¿Por qué pensaste que aceptaría?
—Bueno, no dije que fuera para siempre. —Ella le frunció el ceño de modo
petulante—. Pensé que si me quitaba la ropa y te seducía de nuevo, te
gustaría. Y heredaría una compañía que vale un billón de libras.
A él la mandíbula se le cayó. Ahora sí sabía que ella estaba loca.
—¿De qué estás ladrando?
—Mi padre está muriendo. Ha intentado decidir si dejarle la compañía a
Kitty o a mí. Por supuesto, ambas heredaríamos dinero, pero él dijo que aún
estaba eligiendo a cuál de las dos dejarle el negocio.

228
La Descarada y el Dominante

Liam aún no pudo definir dónde encajaba él dentro de este escenario, pero
una pregunta lo golpeó en la cara.
—¿Qué sabes tú de dirigir una compañía, especialmente de ese tamaño?
—Nada. —Ella se mordió el labio e hizo una pausa, como si se acabara de
dar cuenta de ese practicismo—. Pero ya tenía visto un inversionista. Kitty
tontamente piensa que ella debería dirigirla sola. Si ella va a ser tan ridícula,
entonces no merece nada.
Liam se mantuvo en el borde de la silla.
—¿Y qué tiene eso que ver conmigo?
—Bueno, papi pensó que tú me tenías con mano firme y estaba más que
un poco molesto por nuestro divorcio. Para heredar la compañía, tengo que
probar que soy responsable y menos impulsiva.
Ella dejó caer su voz, burlándose del anciano.
—Porque aparentemente zumbar unos votos a un idiota insípido y tener
un niño hace a Kitty confiable. En fin, mi padre dijo que él me dejaría el
control del negocio a mí si me volvía a casar contigo. Además del sexo, no
tenía idea de cómo iba a convencerte de recibirme de vuelta.
Esa era la lógica de Gwyneth. Nada de lo que ella hiciera lo sorprendería
más, pero esto lo asombró más.
—¿Entonces decidiste secuestrar a tu propio sobrino y usarlo para
obligarme?
—En realidad esto comenzó cuando acepté hacerle un favor a mi hermana.
Habíamos planeado un último viaje a Nueva York por mi padre. Él disfruta
tanto la ciudad. Pero en el último momento, sus doctores dijeron que él no
estaba lo suficientemente bien para viajar. Yo convencí a Kitty y a George que
siguiéramos con el viaje. Cuando llegamos, Kitty pasó los primeros dos días
llorando. Ella ha tenido una cosa post parto. —Gwyneth ondeó la mano en un
gesto desdeñoso—. En fin, George decidió que un crucero romántico la iba a
animar. Él me pidió que cuidara a Kyle.
Liam frunció el ceño. Había creído que su crítica hacia George había sido
más bien cruel… hasta ahora. ¿Qué clase de imbécil dejaría a su hijo con
Gwyneth?
—¿Y? ¿Tú pensaste, solo en caso de que seducirme no funcionara, que
mientras ellos estaban de vacaciones, utilizarías a su propio hijo para intentar
joderlos por un billón de libras?
—En serio, Liam… eso es injusto.
Él gruñó una maldición.
—Suena bastante preciso para mí.

229
La Descarada y el Dominante

—Ser responsable de Kyle cada día y cada noche ha sido tan difícil. ¿Sabes
lo imposible que es dormir con un bebé? Y ahora que él está tan terriblemente
enfermo… —ella comenzó a sollozar de nuevo—. Oh, es horrible. No puedo
recordar la última ducha que tuve en paz. Mis nervios están destrozados. No
sé por qué alguien querría reproducirse. —Ella tembló.
Liam había estado más feliz de que jamás hubiera embarazado a Gwyneth.
—¿Qué debo hacer? Él está seriamente enfermo. ¿Y si pasa lo peor? —Ella
sollozó.
—Tendrás que vivir con las consecuencias de tus actos. —Algo con lo que
ella no tenía experiencia—. ¿Por qué me estás confesando todo esto ahora?
—He estado muy preocupada hasta perder la cabeza. No puedo lidiar con
el estrés. Tú normalmente puedes arreglar cualquier situación, así que
esperaba que si te contaba todo, me ayudarías. No sé a dónde más ir… —ella
se deshizo en llanto una vez más.
Liam sacudió la cabeza.
—Los doctores le darán a Kyle toda la ayuda necesaria. Pero no te puedo
ayudar. No puedo creer lo que has hecho.
—Comenzó de modo inocente —ella protestó—. Una vez Kitty y George
se fueron, me encontré en Nueva York. Solo quería verte de nuevo. Intenté en
tu apartamento. Cuando no te encontré allí, me rebajé a visitar ese terrible club
al que pertenece Seth. Por supuesto, tampoco estabas allí.
—¿Y alguien allá te dijo dónde encontrarme? —Valiente confidencialidad
del club. Alguna cabeza tendría que rodar por eso.
—No fue su culpa. Cuando aparecí con Kyle en ese… lugar, todos
asumieron que Kyle era tuyo.
Ella hizo una mueca de dolor, mirándolo con ojos verdes, rogando su
perdón.
—Solo no aclaré la suposición. Luego todo se volvió una bola de nieve, y
me encontré teniendo que dar explicaciones mucho más grandes…
—Mentiras —él corrigió.
Ella arrugó la frente.
—Afirmaciones… no totalmente veraces, lo admito.
—Invenciones jodidas hechas para perturbar mi vida.
Ella suspiró.
—No te hagas el mártir…
Él la miró furiosamente, no confiando en sus propias palabras… o en no
estrangularla.
—¿Algo más, Gwyneth?

230
La Descarada y el Dominante

—Eso es todo.
Ella se secó con toques las lágrimas que humedecían sus mejillas.
—¿No puedes ver cómo sufro? Ayúdame.
Gwyneth jamás había sido buena en concentrarse en alguien más que ella
misma.
—¿Y qué de tu hermana? ¿Kitty tan siquiera sabe que su hijo está
enfermo?
Ella se puso de pie y comenzó a pasearse, retorciéndose de nuevo las
manos.
—Llamé a Kitty antes de que llegaras. Su barco llega a Galveston en la
mañana. Ya tienen un vuelo de las afueras de Houston que aterriza en LAX
después del medio día. Gracias a Dios. Estoy tan cansada de mantener esta
farsa. Y tú te has vuelto tan malhumorado.
Liam se sintió ridículamente aliviado ante esa afirmación. Pero una cosa
aún lo molestaba.
—¿Por qué simplemente no me pediste ayuda? Eso es lo que alguien
normal hubiera hecho.
Ella lo miró con la boca abierta.
—Estabas tan enfadado por mi pequeña aventura con el entrenador. Él era
lindo y no significaba nada para mí. Pero por alguna razón, tú perdiste el
juicio. ¿Por qué iba yo a creer que tú me ayudarías, especialmente cuando
necesitaba que te casaras otra vez conmigo?
Al menos Gwyneth había averiguado que él no quería nada más que ver
con ella. Ya que ella normalmente no podía soportar que un hombre no
estuviera enamorado de ella, eso era un progreso para su ex esposa.
—Jamás lo sabremos, ¿verdad?

231
La Descarada y el Dominante

Capítulo Catorce

El silencio llenó la cabeza de Raine. Sintió la presión de unos labios en su


frente, una caricia en su hombro. Estaba en una nube de calidez, rodeada por
una extraña paz. Nada le desordenaba la mente. Era un lindo cambio. Ella
respiró, sintiéndose demasiado letárgica para hacer algo más.
—¿Estás conmigo, preciosa?
Hammer.
Raine reconoció su voz, su apelativo. Él besó su cuello. Raine era
consciente de él, pero la sensación casi no penetraba la niebla en la que estaba.
Tal vez debió contestarle, pero cuando intentaba hacerlo, solo podía soltar un
suave gemido.
—Vuelve a mí ahora —él la incitó—. Abre los ojos. Mírame.
Raine no quería. Disfrutaba ese vacío pacifico. Casi nada penetraba en su
quietud excepto el afecto de él. Pero bajo esa nota convincente, la voz
masculina estaba cubierta de insistencia. Algo dentro de Raine no quería
decepcionarlo.
Lentamente, ella tomó más conciencia de su alrededor: sabanas suaves en
su tierno trasero, una manta tibia a su alrededor, el torso desnudo de Hammer
presionado contra el de ella mientras él se inclinaba sobre ella.
—Raine… te veías hermosa sometiéndote a mí. Todos en el club ahora
saben que nos perteneces a Liam y a mí, y nos enorgulleciste tanto. Hazme
saber que puedes oírme.
Parecía demasiado esfuerzo, pero ella se las arregló para asentir.
—Buena chica. Abre la boca.
Hammer le acaricio el labio inferior con el pulgar, y ella lentamente
obedeció.

232
La Descarada y el Dominante

Suavemente, él metió algo entre sus labios y se lo puso en la lengua.


Instintivamente, Raine cerró la boca alrededor del pequeño cuadrado. Ella olió
dulce de menta de chocolate antes de saborearlo. Rico, dulce, con una pizca
picante… ella gimió.
—Estuviste asombrosa. Todos te vieron en una luz hermosamente sumisa,
especialmente yo. No pude haberte pedido que te rindieras de modo más
perfecto. Tu confianza me hace más humilde.
Me hiciste sentir como si estuviera volando. Amé darte mi control.
Hagámoslo de nuevo.
—Macen… —Fue todo lo que ella pudo decir.
El chocolate se derritió y el sabor le cubrió la lengua. Su cabeza comenzó a
surgir a la superficie luego de lo que pareció una sumersión larga bajo su
manto de paz. El calentador emanaba aire cálido sobre su rostro.
Los vellos de las mejillas de Hammer le rasguñaron la mandíbula mientras
él le mordía suavemente el cuello, el lóbulo de su oreja. El aliento caliente de él
rozaba su piel.
—Te he imaginado entregándote a mí tan abiertamente un millón de
veces. Estuviste mejor que en todas mis fantasías. —La elogió mientras le
dejaba mordidas en el cuello.
—Tan bueno para mí también —ella susurró.
Por pura voluntad, ella abrió sus pesados párpados para ver a Hammer
cerniéndose sobre ella, con sus ojos color avellana, tan verde, los principios de
una barba oscura esparciéndose sobre su rostro.
Un golpe sonó en la puerta. Raine frunció el ceño.
—Adelante —Hammer dijo como si supiera exactamente quién iba a
entrar.
Seth abrió la puerta y entro, con una lata fría de refresco y las ropas que
ambos dejaron en el calabozo. Él colocó las prendas en la mesita de noche y le
entregó la lata a Hammer.
—Gracias, hombre.
Seth asintió.
—De nada. Diviértanse.
Con un guiño, Seth se retiró. A ella él le caía bien. Él parecía amable,
directo, sociable. Liam tenía buenos amigos.
—Bebe un poco de esto. —Hammer la ayudó a sentarse y abrió la lata.
La cabeza de Raine aún nadaba un poco cuando ella se sentó y revisó su
alrededor. La habitación de Hammer. Antes de hoy, la única vez que ella había
estado en esta cama, él la había follado hasta perder el sentido, como un

233
La Descarada y el Dominante

animal primitivo una y otra vez… ella pasó la mayor parte de su tiempo
últimamente en la habitación de Liam. En la cama de Liam. En los brazos de
Liam.
Ahora todo había cambiado.
Hammer la ayudó a beber del refresco. El picor del frío y la efervescencia
le golpearon la lengua y le hicieron cosquillear la nariz. La cafeína la despertó
en segundos. ¿O era solo su cerebro funcionando otra vez? Ella miró la lata.
Seth la había traído, no Liam, quien no había estado para la escena porque
estaba en el hospital con Gwyneth y el bebé enfermo. Así que Hammer tuvo
que hacer lo que pudo para desconectarle la cabeza y quitarle las
preocupaciones.
—¿Te ha llamado? —Raine soltó.
El pesar le apretó a él el rostro.
—No. Pero Liam está bien. Él va a volver. No te preocupes.
Ella realmente quiso creerle. Su relación no valdría nada si ella no tenía fe.
Hammer jamás había sido partidario de endulzar las palabras o evitar golpes.
Si pensaba que Liam podría ser engatusado, él no diría lo contrario. Y su
hermoso irlandés jamás les hubiera comprado una casa en la cual construir su
futuro si planeara irse.
—Sé que tienes razón. Solo que no me gusta —ella murmuró.
—Liam estará conmovido por tu preocupación, pero no le gustaría que te
preocuparas.
Raine sopesó sus palabras.
—Eso también lo sé.
Hammer le retiró el cabello de una mejilla.
—¿Cómo te sientes?
—Relajada. Bien.
En el cielo.
Él la tomó de la nuca, y sus labios subieron por su cuello.
—¿No estás muy dolorida?
Experimentalmente, ella se estiró y removió. El calor le azotó el trasero, la
parte superior de los muslos y la parte baja de la espalda. Pero un cómodo
calor se extendió por todo su cuerpo. Ella se acurrucó en la cama un poco más,
apenas resistiendo la urgencia de volver a cerrar los ojos y encontrar esa
seductora paz.
—Sensible. Pero está… —suspiró, y le dio a Hammer una pequeña
sonrisa—. Bien.

234
La Descarada y el Dominante

Una sonrisa perversa curvó los labios masculinos antes de bajar las cobijas,
desnudándola hasta la cintura. Él le acunó un pecho y se lanzó hacia su pezón,
dándole un chupón profundo y fuerte. Un inesperado corrientazo silbó a
través del cuerpo de ella, se disparó por sus venas y le golpeó el clítoris. Sus
ojos se abrieron por completo. Ella tomó un aliento. El tacto de Hammer
siempre se sentía locamente bien, pero Raine jamás había experimentado esta
hipersensibilidad. Hace diez segundos, ella no había pensado en sexo para
nada. ¿Ahora?
Cuando él alejó sus labios, ella se arqueó y envolvió el cuello masculino
con sus brazos con un gruñido implorante.
—Macen…
—¿Qué tal ahora? —La provocó, pellizcándole el pezón y llenándola con
otro estallido de sensaciones—. Puedo hacerte sentir mucho más que solo
bien, preciosa.

—Por favor…
La súplica susurrada de Raine fue directo a la polla de él.
Oh, diablos…
Hammer no esperaba darle nada excepto los cuidados posteriores, pero en
el instante en que ella se derritió en él y él saboreó su piel, él se fijó en solo una
cosa… una única cosa. De hecho, él lo haría mucho más que bueno. La follaría
hasta que ella se aferrara a su espalda, gritara hasta tener la garganta en carne
viva, y cayera sobre el colchón exhausta.
Él echó las mantas a un lado y se abrió el cierre del pantalón, bajándolo en
un susurro.
—¿Disfrutas la subida de las endorfinas?

235
La Descarada y el Dominante

Ella parpadeó con los ojos abiertos de par en par, lamiéndose los labios
mientras lo veía desvestirse.
—¿Es eso lo que siento?
Tan jodidamente inocente en cierto modo, y él no debería disfrutar
corromperla tanto.
—Apuesta a que sí. Voy a hacer todo lo que esté a mi alcance para
asegurarme que no te bajen pronto.
Hammer se rodó en la cama lo suficiente para dejar su pantalón en el
suelo. La vista de Raine en su cama, sobre sus sábanas, llevando las marcas de
sus dientes sobre sus pechos, su muslo, su sexo… que lo jodan si eso no lo
hacía perder la cabeza. Él ansiaba marcar su linda piel un poco más.
—¿Es esto lo que quieres, sí o no? —Él preguntó.
Cada célula de su cuerpo quería fundirse en ella, dejar claro sin términos
medios que él la poseía. Ella parpadeó en su dirección, con ojos azules fijos,
pezones rojos duros, y respiración entrecortada.
—Sabes qué te estoy preguntando, Raine. ¿Cuánto te pregunto? ¿Sí o no?
—Él enunció cada palabra con claridad.
Porque él no sabía cuánto iba a aguantar. Si ella estaba demasiado
cansada, dolorida o asustada, él tendría que tocarse y esperar como el infierno
que eso lo saciara lo suficiente para dejarla en paz. Pero de ninguna manera
desencadenaría este lado de él sin su consentimiento.
En algún lugar de su cabeza, la razón le gritó. Esta no era una idea
fabulosa. Liam no estaba aquí para atajarlo si se salía de control, y le juró
mantenerse bajo control. Hammer maldijo, frotándose el cabello con una
mano.
Él era fuerte, maldita sea. En control. No necesitaba una puta niñera. Raine
era preciosa para él y jamás la dañaría. Disfrutaría un poco, y luego se alejaría.
Sin daño, no hay culpa. No habría problema, ¿verdad? Raine se mordió el
labio, mirándolo con timidez, casi de la manera en que lo había hecho antes de
que alguna vez la tocara… tal como lo había hecho cuando ella albergaba esa
locura de adoración al héroe que lo había llevado al borde de la locura porque
no podría saciar su deseo por ella.
Seguro como la mierda que él hacia algo al respecto.
—¿Raine? Contéstame.
Una sonrisa tímida le iluminó el rostro mientras ella levantó sus manos de
la cama. Ellas se movieron a su alrededor, frotando un lado de su cabello,
extendiendo la masa oscura de rizos sobre la almohada blanca de Hammer,
antes de que ella pusiera las palmas sobre las crestas de sus pechos.

236
La Descarada y el Dominante

Y comenzó a explorar rumbo al sur.


Hammer casi le sostuvo las muñecas para detenerla. Nadie iba a apagar el
fuego que él despertó excepto él.
Pero Raine apenas se acunó los pechos, apenas se rozó los pezones con los
pulgares antes de deslizar sus manos por su estomago. La piel se le puso de
gallina. Sus pezones se apretaron más. Ella jadeó un poco y lo miró indefensa.
Entonces ella dobló las piernas y rozó la parte interna de sus muslos con los
dedos hasta posar las manos sobre las rodillas. Lentamente, ella apartó las
piernas, abriéndolas por completo para él.
Una vez su sexo estuvo totalmente abierto y húmedo, ella dejó las manos a
los lados. Hammer miró el carnoso monte y tragó un creciente nudo de lujuria.
—Siempre —ella susurró de modo suave e incitante.
Una ola de posesión primitiva barrió con el cuerpo de Hammer, un
tsunami de exigencia gruesa y visceral. Todo crepitó sobre su piel, le ardió en
las venas, le sacudió el corazón y le golpeó por completo la polla.
Antes de que su cordura se evaporara, Hammer se las arregló para tomar
un condón de la mesita de noche y abrirlo con manos temblorosas. Mientras lo
enrollaba sobre su dolorida longitud, él se preguntó por qué diablos no podía
aprovechar esta puta urgencia de conquistarla en todas las maneras posibles.
La fuerza no era totalmente nueva, él sentía con Juliet agitaciones así, pero la
necesidad jamás había sido tan abrumadora e instintiva como lo era con Raine.
—Oh, preciosa. —El hambre le puso la voz ronca—. No tienes idea de lo
que te voy a hacer.
Los ojos de Raine se abrieron.
—Puedo tomar todo lo que quieras darme, Señor.
Hammer se subió en la cama, acomodándose en sus muslos abiertos.
—Eso lo veremos.
Él no le dio tiempo de responder antes de hundir la cabeza y morderle la
suculenta piel del muslo, dejando su marca frente a la que le había dejado en
la casa. Ella se tensó bajo los labios de él, con el cuerpo ondeándose con un
jadeo… un suspiro de pasión y dolor.
Raine se arqueó sobre las sabanas.
Si ella quería tentarlo, joder, lo había logrado.
El olor almizclado que emanaba del coño de Raine le hizo a Hammer agua
la boca, pero la urgencia de presionarle la piel entre los dientes le dio una
necesidad más potente que su deseo por saborearla. Hammer quería
consumirla, lamer sus marcas, y escuchar sus gritos desenfrenados.

237
La Descarada y el Dominante

Arrastrando su lengua sobre la cresta de las caderas de ella, él le rodeó el


hueso como un tiburón. Luego con un gruñido carnal, le apretó la tierna piel
con los dientes. Raine saltó, chilló y luego contuvo el aliento por un momento
largo antes de liberar un grito desgarrador.
—Sí, preciosa. Deja que mi ardor te llegue —Hammer la alabó mientras
arrastraba su lengua sobre la piel marcada con lametazos calmantes.
El poder, crepitante y salvaje, lo encendió, rompiendo su control
autoimpuesto. Mientras él tomaba a Raine en un agarre brutal, halos blancos
aparecieron alrededor de cada uno de sus dedos. Ella tendría cinco moretones
en cada cadera para mañana. Hammer tomó nota mental de desnudarla y
revisar sus marcas, besarlas… y marcarla más.
Estrechando la mirada, se trepó sobre el cuerpo femenino con mirada
depredadora. Mientras se acomodaba entre los muslos de ella, el fantasma de
una sonrisa se curvó en las esquinas de la boca de Raine. Ella se congeló,
mirándolo, esperándolo, sin aliento.
Con un rugido atronador, Hammer se metió entre los húmedos pliegues y
hasta el fondo de ella y hasta la empuñadura, con un movimiento fuerte.
Él bombeó entre ella, una, dos veces, una y otra vez mientras las furiosas
marcas que había dejado sobre los pechos de Raine antes le abrasaron la
mirada. Ella necesitaba marcas que le hicieran juego. De hecho, ella siempre
debería llevar los símbolos de su posesión sobre su blanca piel. Incluso la idea
le cargó las venas con una lujuria ardiente.
Su necesidad de marcarla competía con su necesidad de follarla. Él se
metió dentro de ella de nuevo, rechinando los dientes, y luego salió del suave
sexo de Raine con un rugido. Ella lloró ante la pérdida, gimiendo en protesta
cuando también él le soltó las caderas.
—Aún no termino contigo —Hammer la provocó mientras estiraba su
cuerpo sobre el de ella—. Joder, no he ni siquiera empezado.
Lanzando su boca sobre el suculento pecho, él le besó la inmaculada piel,
y luego hundió los dientes en ella justo sobre el pezón con un gruñido bajo de
dicha.
—Macen… —Raine jadeó—. Sí. Oh, Dios. Sí.
Levantando la cabeza levemente, Hammer vio la marca rojiza oscurecerse
sobre la piel blanca como la nieve. Rozando la impresión con el pulgar, él se
incorporó y reclamó los suaves y separados labios de ella con un beso fuerte.
Raine se abrió más a él. Hammer le mordió el labio inferior, dando un
jalón agudo, antes de soltarlo. Él puso sus labios contra el esbelto cuello y lo
rozó con los dientes centímetro a centímetro, dejando un rastro de marcas

238
La Descarada y el Dominante

color carmesí. Ella lloriqueó, gimió. Los sonidos solo alimentaron la hirviente
demanda de Hammer.
Él se movió hacia abajo, buscando piel suave que necesitara su posesión.
Sus clavículas. Dulces. Delicadas. Suyas…
Mientras él mordía el delgado hueso, los gritos de Raine hicieron eco en
las paredes, reverberando en sus oídos. El vago sabor a metal se escabulló por
la lengua de Hammer. Él se retiró, estudiando su trabajo. Un par de gotas de
carmesí adornaban la nívea piel.
La respiración de ella se aceleró. Sus pezones se endurecieron más. Ella lo
miraba como si él fuera un jodido dios que le daría el mundo entero.
Oh, sí. Joder, sí.
Ella miraría esa herida durante días y la recordaría. Él también.
—Dime lo que deseas, Raine —Hammer le exigió antes de chupar la
pequeña punción.
—A ti, Macen. Todo de ti. —Raine gruñó mientras se retorcía, rodando las
caderas debajo de él, provocándolo—. Fóllame. Duro. Por favor.
Moviéndose sobre sus rodillas, él colocó su polla contra su rosado coño,
apoyando la cresta contra los húmedos pliegues. Y esperó. Ella se revolvió,
pero él la detuvo con un implacable agarre sobre sus muslos. Él miró la
apertura de ella palpitar alrededor de él como si intentara tragarlo y hundirlo
en sus profundidades.
Hammer sonrió mientras se metió en ella con un solo empujón
inmisericorde.
Raine jadeó y gruñó.
—Más fuerte, Macen. Más hondo… ¡Sí!
Mientras él empujaba de nuevo en su interior, Raine se mordió el labio.
Cristo, ella era asombrosa, su puto sueño hecho realidad.
La primera vez que él la había devastado parecía ahora una memoria
lejana. Claro, la cantidad de alcohol que había consumido esa vez había
adormecido la mayor parte del resplandor que lo asombraba ahora.
Justo como lo hizo en el calabozo, Hammer se concentró en cada
movimiento del cuerpo de Raine: la arruga de su ceja, los jadeos que
expandían sus pulmones y le elevaba los pechos hacia el firmamento antes de
sacudirse y rebotar mientras él se hundía en su cuerpo pequeño y suave.
La sangre en su clavícula salió a la superficie de nuevo. Mientras él se
deslizaba una vez más sobre ella, Hammer colocó los brazos debajo de ella y
enganchó las manos sobre los hombros de ella. Él bombeó su coño y se fijó en

239
La Descarada y el Dominante

su clavícula inmaculada. Él se inclinó, abrió la boca, hambriento por otra


probada.
Algo en la base de la cabeza de Hammer lo pateó. Él no era un maldito
vampiro. Él jamás se excitaba con la sangre. ¿Por qué estaba ahora
obsesionado? No importaba. Él tenía que retirarse, enjaular la feroz necesidad
que lo montaba tan fuertemente.
Se detuvo dentro de ella. Hammer respiró profundo. Vergüenza.
Remordimiento. Culpa. Todos lo aplanaron como un tren desbocado.
—Cristo, Raine, lo siento. No era mi intención…
—No —ella jadeó mientras le tomaba los brazos y le hundía las uñas—.
No te detengas. Por favor. Por favor. Lo necesito… necesito que me hagas esto.
A él le gusto demasiado la idea de que ella ansiara ese límite fuerte de su
tacto. Pero él no podía usarla tan bruscamente… no dado lo pequeña que era,
no con el día que ella había tenido.
—No, preciosa. Lo que necesitas es que te mime y te ame.
—Si lo haces ahora, voy a matarte —Raine gritó—. Cuando te dejas ir, me
siento necesitada. Tú y Liam me dan un propósito, me hacen sentir adorada.
Algo en mí moriría si no pudiera darte lo que anhelas. Dámelo todo de ti.
Déjame atender tus necesidades, Macen.
Sumisa hasta la medula.
Raine había mostrado ese lado vulnerable que ella desesperadamente
escondía de todos… menos de él y Liam.
—Úsame —ella le urgió—. Haz lo que necesites. Soy tuya.
Su tono suplicante le clavó sus garras al precario control de él. Ella
necesitaba que él llenara todos los vacíos oscuros dentro de ella, así como ella
necesitaba llenar los de él.
—¿Lo quieres todo? —Se metió dentro de ella de nuevo.
—Sí. —Ella empujó las caderas hacia él.
—¿Hasta la última gota?
—Sí. Por favor… te lo ruego.
Sí, ella estaba rogando, y sonaba tan dulce.
—¡Joder! —Rugió mientras se salía del interior de ella, luego la tomó de la
cintura y la volteó hasta dejarla boca abajo—. Ponte sobre tus manos y rodillas.
Ahora.
Raine se puso en cuatro patas, presentándole a él su estrecha espalda y su
trasero ferozmente rojo. Ella se veía tan indefensa, pálida y pequeña, con la
cabeza agachada y callada. Hammer sintió romperse dentro de él toda lógica.

240
La Descarada y el Dominante

Acariciando su cálido trasero con las manos, él aterrizó una palmada feroz
a través del trasero de ella y vio la piel rosada arder en rojo de inmediato.
Raine aulló. Sus gritos hurgaron en el alma de Hammer, vertiendo vida entre
las grietas dormidas e insensibles dentro de él.
Aún insatisfecho, Hammer se inclinó para lamer la marca. Mientras su
lengua le rozaba la piel, Raine se retorció y gimió, elevándose con el ardor que
él le había infringido.
Apretándole las caderas y deteniendo su meneo, él se dobló y hundió los
dientes en la acalorada piel de su trasero. Y de nuevo él sintió su compartida
perfección descendiendo en sus profundidades.
Hammer le palmeó los muslos.
—Abre. Grande. Tómame, Raine. Toma todo de mi.
Ella se abrió de inmediato mientras Hammer hundía los dedos
implacablemente en sus lados.
Él se hundió en su coño y empujó las acaloradas y enrojecidas nalgas
contra él por un largo momento. Ella le apretó la polla con ansiosa suavidad y
un grito sensual. Los ojos de él rodaron hasta la parte de atrás de su cabeza.
El cielo, puro e intoxicante.
—Baja la cabeza, mi dulce sumisa —Hammer le ordenó, con el tono
inflexible—. Mantén ese hermoso trasero bien alto al aire.
Mientras Raine obedecía, el pecho de Hammer se expandió. Él deslizó sus
manos hacia arriba de la espalda femenina y dobló los dedos alrededor de los
hombros, hundiéndolos en el hueco de las clavículas. El pulso de Raine
palpitaba bajo sus dedos.
Todo de esa sirena había acosado sus fantasías por lo que pareció una
eternidad. Y ahora, él supo exactamente por qué.

Ella fue hecha para tomarlo. Él se convenció la primera vez que la folló
que ella no podía con él. Ahora… Joder, Raine era todo lo que él alguna vez
buscó.
Con la cabeza abajo, ella presionó su mejilla contra el colchón. Todo su
cabello de ébano se extendió en sedosas madejas sobre sus sábanas. La larga
línea de su esbelta columna cubierta de piel suave y pálida se llevó lo último
de su control.
—Grita para mí, preciosa. Lléname de tu sumisión. De tu amor.
Mientras Hammer se hundía dentro de ella como poseso, él le mordió la
espalda, le chupó la piel. Los gritos de éxtasis de Raine hacían eco en su
cabeza, urgiéndolo a ser más rápido, más duro, ir más alto.

241
La Descarada y el Dominante

Dios, la follaba en una de las posiciones más sumisas que él había


pensado… y aún no era suficiente. Más. Lo necesitaba. Ahora.
Macen le tomó las manos detrás de la espalda, capturando las muñecas
con una mano en la parte baja de su espalda antes de tomarle por el cabello.
Un arco de puro poder zumbó a través de él.
Con cada una de sus embestidas, Hammer empujaba sus caderas hacia
arriba, intentando abrirse camino hacia más adentro de ella.
—¡Macen! —Raine gritó—. Por favor. Necesito…
—Sé exactamente lo que necesitas —él dijo entre su respiración
entrecortada mientras el sudor caía pro su rostro—. Y no puedo esperar a
sentirte deshaciéndote a mi alrededor. Aprieta mi polla y chúpala dentro de ti
más.
—Sí —ella gritó—. No puedo… aguantar…
—¡No! —Él tronó—. Aún no.
Tras soltarle el cabello, él se echó hacia atrás y le palmeó el trasero. El
sonido del chasquido resonó en la cabeza de él haciéndole apretar las bolas.
Todo en ella lo encendía. Las llamas le lamieron la columna, corriendo a
través de él en una corriente sofocante. Metiendo la mano entre sus caderas,
Hammer colocó dos dedos alrededor de su clítoris. Mientras él frotaba el nudo
fuerte, ella se meció contra la fricción y se movió contra él con un gemido
incoherente. Su sexo se apretó y tembló alrededor de él.
La corriente de la liberación lo rompió a él.
—Ahora —él le ordenó—. Córrete para mí, Raine. ¡Fuerte! Lo quiero todo.
Hammer le sostuvo las muñecas en un agarre mortal mientras frotaba el
nudo sensible con su pulgar una y otra vez. Raine tomó aire profundamente.
Todo su cuerpo se tensó. Entonces ella se dobló, levantando la cabeza de la
cama, arqueándose e hinchándose alrededor de Hammer. Los músculos de su
fiero sexo se contrajeron en espasmos fuertes. Raine gritó su nombre. Hammer
se hundió de nuevo en su cuerpo tembloroso y lanzó un rugido salvaje,
corriéndose en la barrera de látex con una fuerza avasalladora que lo devastó.
Aunque él era su dominante, ella lo desnudaba por completo. Nunca
imaginó que una mujer pudiera diezmarlo por completo del modo en que
Raine lo hacía porque ella era la mitad que le faltaba a su corazón. Ella
completaba su alma.
Mientras ella se estremecía y se apretaba alrededor de él con las réplicas
de su placer, la polla de él saltó. Jadeando, y sudando, Hammer le rodeó la
cintura con un brazo y se tumbó de lado, llevándola consigo sobre la cama.

242
La Descarada y el Dominante

Aún unidos, él la abrazó mientras sus respiraciones se normalizaban


lentamente. Quitándole a ella el cabello de la nuca, él presionó sus labios sobre
la piel sudada. Deslizando su lengua sobre la piel de ella, él sintió sal e inhaló
el olor a almizcle y lirios de Raine.
—Te amo, preciosa, con cada célula de mi ser.
—Mmm —ella gimió, y giró la cabeza para besarlo.
Él se inclinó sobre el suave y cálido cuerpo, deslizando su lengua en la
boca de ella. Mientras hundía su lengua más dentro de la boca de Raine, ella lo
rodeó por completo y él gruñó.
—Yo también te amo. —Ella murmuró con la mirada fija en la de él.
Repleta y totalmente satisfecha, él la acercó y la abrazó fuertemente. La
paz se posó sobre él. Con un suspiro, él cerró los ojos.

Ya era la una de la mañana y para entonces Kyle ya había consumido el


biberón con bario que Beck le había dicho a Liam. Luego le hicieron al chico
unas placas de rayos X y más pruebas. Liam llevaba en el hospital casi cinco
horas cuando el pediatra de turno finalmente declaró que Kyle no sufría de
ninguna enfermedad mortal, sino un simple virus.
Gracias a Dios.
Liam intercambió unas palabras con Gwyneth cuando finalmente los dejó
a ella y Kyle en el apartamento de Beck. Luego de acompañarla y ayudarla a
acostar a Kyle, él ignoró el hecho de que su ex esposa lo miraba como si ella
tuviera algo que decir y salió casi corriendo por la puerta.
A pesar de su agotamiento, Liam tuvo la energía para sonreír. Las tretas
de Gwyneth estaban en el pasado. Kyle se reuniría con sus padres en unas

243
La Descarada y el Dominante

horas, y Liam esperaba que el chico en serio no necesitara un psiquiatra luego


de la jugarreta de su tía.
Y lo mejor, jamás tendría que ver a su demoniaca ex esposa.
Camino de regreso a Shadows, el cansancio lo golpeó como si se hubiera
dado de frente con un muro de ladrillos. Se mantuvo despierto por el frío del
aire acondicionado en el coche, a pesar del fresco de diciembre y contando los
momentos para poder volver a Raine y Hammer. Entonces se desnudaría, se
ducharía y se metería en la cama a dormir por una semana.
Tan pronto como compartiera la feliz verdad sobre Kyle.
Hasta entonces, Liam reflexionó sobre las últimas veinticuatro horas. ¿Qué
tenía el dinero que movía a la gente a realizar actos tan sin sentido por pura
malicia y creando caos? Por más que intentaba comprender, las intrigas de
Gwyneth aún lo tenían atónito. ¿Qué imaginaba ella que haría con él si lo
convencía de casarse otra vez con ella? Divorciarse luego de que cumpliera su
cometido, Liam supuso. Luego de que ella hubiera arruinado por completo su
vida, por supuesto.
Decidiendo que él jamás entendería a esa mujer, Liam dejó a un lado la
idea y se concentró en mejores cosas, como Raine y Hammer.
Qué afortunado era de tener a su mejor a migo y a la mujer que amaba en
su vida. Su unión en la cabaña había sido increíble, pero el placer
intercambiado en la nueva casa antes había trascendido cualquier experiencia
corpórea y cimentó la promesa de su futuro. Por supuesto, lo que
compartieron fue mucho más que sexo. Su trío alimentó su mente, espíritu,
corazón y alma dominante. Ellos aún tenían problemas que enfrentar, Liam no
se engañó. Pero los tres eran un equipo. Ellos se equilibraban mutuamente. Si
todos lo recordaban, de algún modo siempre encontrarían el camino juntos.
La casa sería una base para su nueva vida. La reacción asombrosa de
Raine lo había calentado y convencido que había hecho lo correcto al comprar
la casa. Y nada pudo haberlo sorprendido, o emocionado, más que cuando
Hammer se había ofrecido a amueblar la casa y realizar los cambios que Raine
quisiera. Ahora no sería solo el techo que Liam pondría sobre la cabeza para
ayudarla a sentirse segura sino el hogar donde todos pondrían su futuro.
El alivio llenó a Liam cuando entro en el estacionamiento y vio el aviso de
Shadows en la puerta roja. Incluso a semejantes horas, el sitio aún estaba
medio lleno con los coches de los miembros. Él encontró sitio y se aparcó.
Parecía que Hammer y Raine no estaban trabajando en el calabozo, pero el
golpe rítmico de la música le llenó los oídos. Los sonidos primitivos de gritos
y gemidos tanto de placer como de dolor propiciaron un vigor renovado en

244
La Descarada y el Dominante

sus venas. El olor espeso a cuerpo caliente y excitación sexual se filtró por sus
sentidos, tan intoxicante, que casi podía saborearlo.
Seth estaba curvado sobre uno de los enormes sillones, dándole cuidados
a una linda sumisa pelirroja a quien tenía arropada con una cobija y acunada
en sus brazos. En el segundo en que lo vio, él besó la frente de la chica y la
envió a su lugar.
Mientras Liam cruzaba el sitio, él oyó alguna murmuración alrededor del
cuarto cavernoso. Solo unas palabras se filtraron. Los miembros hablaban
emocionados sobre lo intenso de la escena de antes. Pero mientras él pasaba,
esas conversaciones se detuvieron abruptamente. Algunos dominantes
simplemente lo miraron.
Jesús, ¿ya se habían enterado de Gwyneth y su “hijo”?
Cuando Liam llegó a Seth, asintió hacia su amigo de Nueva York.
—Veo que te estás adaptando bien a Los Ángeles.
—No voy a mentirte. Las chicas son lindas, y el clima está malditamente
bien.
Liam medio esperaba que Seth lo molestara otra vez sobre su vida con
pinta de novela entretenida, pero el hombre no lo hizo.
—Me alegra. ¿Has visto a Raine y Hammer?
Seth se detuvo, y todos los instintos de Liam se dispararon.
—Hicieron una escena en el calabozo hace poco.
Los dos solos. Liam oyó el mensaje implícito de Seth. Algo entre ansiedad
y molestia se aferró a él. Pero Hammer también era el dominante de Raine. A
veces él necesitaría o desearía estar con ella. Al menos eso es lo que su lado
razonable le dijo. El otro lado ardía con un golpe cegador de celos.
—¿Y? —Él se las arregló para preguntar.
Otra pausa, esta vez, más larga.
—Fue… intenso.
A Liam no le gustó mucho como sonaba eso.
—¿Qué quieres decir?
—Raine voló duro y rápido. Creo que ella estaba necesitándolo.
Luego del día que tuvo Raine, seguramente sí. Las evasiones y las
mentiras, su ex esposa y el bebé, su discusión… todo eso combinado tuvo que
haberla desestabilizado. Ella hubiera querido que alguien se llevara todo eso,
aunque sea temporalmente, y centrarla.
Pero maldita sea, su día había sido malditamente peor. Cada maldito
evento lo había tomado por sorpresa. Se las arregló para prepararse para un
choque de trenes tras otro, ninguno era producto suyo. ¿Raine o Hammer

245
La Descarada y el Dominante

habían pensado por un momento que él podría necesitar la oportunidad de


controlar algo hoy?
—Te ves molesto —Seth observó—. Pero siempre has estado de acuerdo
con que las necesidades de Raine vienen primero. Estoy seguro que ella no
puede esperar a estar contigo otra vez. No estés celoso.
Eso fue como si le dijeran que no respirara más, y batalló consigo mismo.
Si Hammer hubiera estado fuera y Raine hubiera necesitado a Liam y su
apoyo, su dominación, o afecto, Hammer le hubiera insistido absolutamente a
Liam que le diera lo que ella necesitara… sin preguntas. ¿Entonces por qué,
Liam se sentía traicionado? Él se giró a su amigo.
—No te pedí tu opinión sobre lo que debería pensar.
Seth levantó las manos para evitar cualquier discusión.
—Solo te digo cómo vi las cosas.
A él no le importó. En cambio, luchó por calmarse.
—¿Cuándo terminaron Raine y Hammer?
—Hace un poco más de una hora, creo.
Bastante tiempo para que Hammer se hubiera aprovechado por completo
de Raine. No, dándole cuidados. Ella probablemente también necesitaría eso.
—¿A dónde fueron?
—A la habitación de él.
Seth parecía renuente a admitir eso. Él se corrió hacia el borde del sillón y
miró a Liam a la cara.
—Sé que no me preguntaste, pero en serio, tienes que manejar esto. Estás
haciéndote el tranquilo, pero veo que te está comiendo vivo. Vosotros la
compartís. Igual tiempo, igual rendición.
Era verdad, y si Liam sentía como si él hubiera recibido el mismo afecto y
devoción de Raine que Hammer, tal vez estaría de acuerdo con el hecho de
que su mejor amigo había hecho Dios sabe qué a su chica al darles la espalda.
Liam asintió, sin confiar mucho en sí mismo.
—Te hablaré después.
Seth lo tomó del brazo.
—No entres allí sin estar listo. Estás exhausto, y has tenido mucho en la
cabeza. Tómate un trago. Relájate. Recuerda lo que es importante.
El hombre no se equivocaba sobre su cansancio, Liam reflexionó. Tal vez
él necesitaba dar un paso atrás y aclararse la cabeza. Lo último que quería
ahora era otro drama, especialmente uno que él mismo creara.
Con un asentimiento vacilante, Liam dejó que Seth lo llevara hacia el bar.
—¿Qué será amigo? ¿Malta pura, verdad?

246
La Descarada y el Dominante

Nick el barman, se puso de pie ante él con una puta sonrisa alegre que
Liam no pudo igualar.
—Sí, eso mismo.
—Yo tomaré agua —Seth agregó.
En el minuto en que Nick puso el vaso frente a él, Liam lo levantó. Y sus
manos temblaron mientras se bebía el líquido. El ardor se abrió paso en su
garganta y no hizo nada para derretir el hielo que le congelaba el pecho.
—¿Otro? —El barman le preguntó.
—No.
El licor solo lo cansaría más, y él aún tenía que encontrar a Hammer y a
Raine, explicar su noche en el hospital con Gwyneth. Pero tenía que dejar de
lado su ira irracional primero, recordar que Raine no era solamente suya.
—Te perdiste a Raine y Hammer hace un rato en el escenario central —
Nick dijo—. Hicieron una escena bastante larga. Una de las conexiones más
asombrosas entre un dominante y una sumisa que jamás he visto.
Una ola de rabia saltó en Liam donde estaba mientras intentaba procesar
las palabras de Nick. Liam se aguantó las ganas de golpearle sus australianos
dientes de niño bonito y hacérselos tragar. En cambio, golpeó la barra.
—He cambiado de parecer. Otro.
—Seguro. —El barman le sirvió otra vez y frunció el ceño—. Oye, ¿estás
bien?
Él ignoró a Nick y bebió su trago para luego dar la vuelta.
—¿Viste a Hammer tomar a Raine en medio del calabozo antes?
Él oyó a un dominante preguntarle a otro.
—No, pero lo oí apenas entré. —El otro contestó—. Joder, ya era hora, si
me lo preguntas. Han estado calientes el uno por el otro durante años.
—Sí, y se notó. Esa escena era un acto de dominación pura. Ella se sometió
él así no mas. —El extraño chasqueó los dedos—. Como si ella hubiera estado
enamorada de él por años.
Qué novedad.
Liam se dijo a sí mismo.
—Hammer declaró que él y Liam la poseían —el primer dominante dijo—.
Pero, ¿quién sabe?
En serio. ¿Quién?
Liam estrelló su vaso vacío sobre la barra con la frente arrugada. Uno de
los dominantes miró y lo notó. Luego codeó a su amigo. Ambos hombres se
mezclaron entre la gente con rapidez. Con el corazón bombeándole en la
cabeza, Liam no podía respirar. Sus celos volvieron en forma de palas para

247
La Descarada y el Dominante

enterrarlo justo donde estaba, de algún modo lo asombraron… aunque tal vez
no debería estarlo.
—No saques conclusiones —Seth le advirtió—. Esos dos están hablando
con el culo.
—En realidad, creo que tienen razón, Seth. Ahora si no te molesta, lárgate.

Liam se alejó del bar y dejó el calabozo. Era hora de encontrarlos y
confrontar lo que fuera que estuviera ocurriendo.

248
La Descarada y el Dominante

Capítulo Quince

La pequeña parte de Liam aún capaz de pensar racionalmente entendió


que él había perdido los papeles. Pero Hammer haciendo una escena con
Raine, sin él, se sentía como una roca rompiéndole la espalda. De repente, la
lógica había salido por la puerta. Y no le importaba una mierda.
¿Sería su relación siempre así, con él sintiéndose como el tercero en su
dúo? Sí, Raine afirmó que lo amaba también. ¿Por qué no se lo terminaba de
creer? Probablemente porque él no podía pensar en qué diablos le daría a
Raine que Hammer no le diera. Liam no pudo pensar en una sola cosa. Ahora
parecía como si ellos hubieran esperado a que se fuera para poder follar sin él.
Pero habían hecho más que follar. Hammer la reclamó con los miembros
del club como sus testigos, y Raine tal vez había estado bastante entusiasmada
de arrodillarse para Hammer frente a todos para que lo supieran. Liam
maldijo. Sonaba como un mariquita llorón. Era hora de guardar su dolor del
corazón y asumirlo.
Mientras caminaba por el pasillo, intentó aclarar su cabeza, pero todo lo
que imaginaba eran los sonidos de los gemidos de Raine y sus súplicas porque
Hammer la tomara en todas las maneras posibles. Los celos ardieron más
calientes que en un horno.
¿Se estarían riendo de él? ¿Rodando los ojos ante lo jodidamente
predecible e ingenuo que era? Después de todo, tal vez lo sería. ¿Cómo más
podría Gwyneth haber tenido éxito al engañarlo por casi dos años? Raine no lo
necesitaba. Ella tenía ahora su casa.. y el único hombre que ella siempre había
amado.
Pero también te necesita.
¿Y su puto mejor amigo?
Hammer te ama. Él aún es tu amigo.

249
La Descarada y el Dominante

Que resulta que quiere a tu chica.


¿Pero para él solo? Hace horas, Hammer había insistido en que Liam
pasara algo de tiempo con Raine, que lo necesitaba. ¿Había Macen tenido una
rabieta cuando se dio cuenta que él le hizo el amor a Raine?
Para nada.
Liam ya no supo qué pensar mientras llegaba a las habitaciones privadas
de Hammer.
Cuando llegó a la puerta de la oficina, la abrió y entró. El suave brillo de
una tenue lámpara iluminaba el lugar. Él quedó congelado mientras intentaba
oír los sonidos de sexo desde la habitación adjunta. Cuando sonó solo el tic de
un reloj, él cruzó la sala y con cuidado abrió la puerta del cuarto de Hammer.
El pesado aroma a sexo le llenó la nariz y le golpeó el cerebro. La última
vez que tocó a Raine, había encontrado ese olor tan erótico como el infierno.
Ahora, lo ahogaba, empalagoso y espeso.
Mientras se obligaba a entrar en la habitación, vio que la mitad de la cama
de Hammer estaba vacía. La luz se escapaba bajo la puerta del baño mientras
él se acercó a donde Raine estaba dormida. Ella se había quitado las cobijas y
estaba desnuda boca abajo. La pálida luz de la mesa de noche le iluminaba el
cuerpo. Al principio, Liam no pudo asimilar los numerosos moretones en
forma de dedos y palmas, las muchas mordidas impresas en su piel por todos
lados y el trasero de un tono rojo brillante.
Raine parecía bastante como aquella primera vez en que Hammer la llevó
a la cama y la usó tan brutalmente, justo antes de que Liam se la llevara de
Shadows para protegerla en la cabaña. Esta vez, Macen la había marcado
mucho más.
Hijo de puta…
Una niebla roja le salpicó la cabeza. Sus manos se curvaron en puños de la
rabia, con las uñas enterrándose en sus palmas. La puerta del baño se abrió, y
Hammer caminó hacia él. Liam no le puso mucha atención hasta que el
hombre estuvo frente a él y puso una mano sobre su hombro.
Liam se alejó bruscamente.
—Joder, no me toques, bastardo.
—Yo… —Hammer frunció el ceño y suspiró—. Oh, diablos. No aquí. Deja
a Raine dormir. Vamos…
—No me voy a esconder de nuevo en el maldito baño —le interrumpió,
luchando por mantener su voz baja—. Necesito espacio para molerte a golpes.
—Bien, déjame ponerme el pantalón. Te veré en mi oficina.
Incluso ahora, Hammer pensó en darle órdenes.

250
La Descarada y el Dominante

No me parece, maldición.
En cambio, Liam miró a Raine, completamente cubierta de las marcas de
posesión de Hammer, irritándose con las marcas de las esposas en las
muñecas y tobillos de Raine. Ella parecía como si una bestia la hubiera
atacado.
Liam negó con la cabeza. Todas esas marcas, y ninguna era suya. Justo
como si ella jamás lo fuera…
Esa realidad lo golpeó en pleno rostro con la fuerza de un camión.
Él salió de la habitación, atravesó la oficina de Hammer y salió al corredor
de afuera. Liam cerró la puerta de un golpe y se apoyó en la pared, luchando
contra las ganas de estrellar su puño a través del muro.
Hammer no había estado satisfecho con solo reclamar a Raine frente a
todos cuando Liam no había estado presente para mostrarle también a ella, o
cualquier otro, su dominación. Claro que no. El imbécil la había arrastrado a
su habitación y la folló como un animal, marcándola salvajemente por todos
lados.
La puerta junto a él se abrió y Hammer sacó la cabeza.
—¿Qué haces ahí afuera? Ven donde podamos tener privacidad.
—Me cansé de oírte, podrido bastardo —Liam lo maldijo—. ¿Cómo
pudiste?
—Cálmate. —Hammer lo urgió—. Vamos a hablarlo.
—Ahórratelo. Ya sé de tu reclamación pública a Raine. Todo el maldito
calabozo no habla más sino de lo increíble que fue. No podías esperar a que yo
me fuera, ¿Cierto?
Hammer resopló.
—¿Qué? Comencé la escena en el calabozo porque ella lo necesitaba.
—¿Lo necesitaba? ¡Ja! Más bien, tú lo necesitabas. Te conozco, Macen. No
pudiste esperar a desatar a tu bestia interna sobre ella.
Él le dio un puño a la pared con un crujido satisfactorio. La agonía explotó
en sus nudillos… y no le importó.
—Me parece que no terminaste, amigo. Dejaste varias partes sin marcar.
¿Te las dejo?
Un tic en la mandíbula de Hammer era el único indicio que tenía Liam de
que él sentía algo.
—Oh, maldita sea. Tuviste tu oportunidad de marcarla esta mañana pero
tú…
—No la ataqué como un puto animal.
—¿Qué pasa?

251
La Descarada y el Dominante

Raine sacó la cabeza por la puerta, atándose una bata en su pequeña


cintura.
—¡Liam! Oh, gracias a Dios has vuelto.
Ella suspiró de alivio y caminó hacia él con los brazos abiertos. Liam la
detuvo con una mirada de rabia que le advirtió que no lo tocara. Ella se
detuvo abruptamente y miró entre él y Hammer.
—¿Qué pasa?
—¿Por qué te importa? Puedo ver claramente que prefieres estar con él. —
Liam la acusó—. No te preocupes por mí. Me volveré invisible.
—No te atrevas a hacerme sentir culpable porque no puedes superar tu
mierda —Hammer rugió.
Liam miró de nuevo a Macen.
—¿Mi mierda? ¿Y tú has superado la tuya? Estás haciendo la misma
tontería que hiciste con Juliet, pero ahora has ido putamente lejos.
Él tomó a Raine y le abrió la bata, mirando toda la piel marcada. La
impresión de los dientes de Hammer sobre el suave cojín de su coño lo hizo
querer golpear otra vez… y no precisamente la pared.
—Mírala. Maldito infierno…
Raine tomó los lados de su bata y la ató de nuevo, escondiéndose de él.
Ella se veía humillada, culpable y furiosa al mismo tiempo.
Bonita hora en que te importa que me hayas apuñalado el corazón.
Hammer caminó delante de ella de modo protector.
—No te atrevas a hacerla sentir poca cosa o lamentar lo que ella necesita.
Con la boca abierta, Liam los miró, y luego dio un paso atrás. Él había
señalado cuán infamemente Hammer había tratado a Raine, pero el hombre
actuaba como si ella necesitaba protección de él. Liam jamás le levantaría una
mano a ella. Jamás la lastimaría. Pero Macen ya lo había hecho.
Raine miró alrededor del hombro de Macen. La mirada en sus ojos decía
que él le había herido su tierno corazón.
¿Cómo diablos se había convertido en el malo?
—Liam. —Ella comenzó—. Jamás pretendimos molestarte.
Él se dio cuenta de ello. Él agachó la cabeza y la sacudió como si la fría
realidad se hubiera deslizado sobre él.
—Porque no pensasteis en mí para nada. He sido un tonto, creyendo
realmente que yo era una parte importante de nuestro trío. Ahora veo que sois
una pareja, y yo solo estoy estorbando.
Miró su mano sangrante, símbolo de su corazón roto.

252
La Descarada y el Dominante

—No puedo ser tu segunda opción, Raine. O tu tercero, Hammer.


Vosotros tenéis lo que queríais: os tenéis el uno al otro. Yo he terminado.
Él les dio la espalda y caminó por el oscuro pasillo. No quería nada más
que cerrar el resto del mundo. Si este terrible tormento era amor, podían
tenerlo.
—¡Liam, espera! Por favor escucha… —dijo Raine.
Oyó sus pasos precipitarse tras de él. Él solo siguió caminando.
—Por el amor de Dios —Hammer gritó—. Saca tu cabeza del culo.
Necesitamos hablar de esto.
Liam no contestó, solo cerró la puerta entre ellos. Una vez solo, echó el
seguro y se hundió en la cama. No podía respirar. Sentía como si se hubiera
estrellado contra un duro muro de dolor. Su pecho estaba apretado. En pánico,
Liam se arrancó la camisa, convencido de que tendría un ataque al corazón.
Apoyando sus codos sobre las rodillas, agachó la cabeza y respiró
roncamente. Tal vez estaba reaccionando exageradamente ante Raine y
Hammer. Pero sin importar de quien fuera el collar que ella llevara o quien la
hubiera llevado primero a la cama, ella siempre sería la chica de Macen. Ese
conocimiento implosionó en su pecho. Pero, ¿ella no se lo dijo desde un
principio?
Él tembló. El sudor le empapó la frente. ¿Qué putas haría ahora?
Hammer comenzó a golpear la puerta.
—No llores como una perra. Sal y háblale a nuestra mujer como un
hombre.
Es tu mujer.
—Vete a la mierda.
—Jesús, me dijiste imbécil la semana pasada. Si te queda, amigo…
¿Y ahora Hammer quería encima insultarlo?
Qué amigo.
—Vas a despertar mañana sintiéndote como un imbécil.
Macen seguía dirigiéndose a su silencio.
Ya sabrías eso…
Hammer suspiró impaciente.
—¿Necesitas tiempo? Bien. Sabes dónde encontrarnos. Cuidaré el corazón
roto de Raine, cretino. Gracias por eso.
Pasos pesados se alejaron por el pasillo. Una puerta se cerró de golpe. Por
supuesto, su mejor amigo estaba dejándolo llevándose a la chica. Él esperaba
eso de todos modos.

253
La Descarada y el Dominante

El silencio se cernió sobre Liam. ¿Ahora, qué putas se hizo a sí mismo? Se


suponía que tomaría la ducha que quería al conducir a casa. Solo. Se subiría a
la cama solo, también.
Y despertaría solo. Tal vez era mejor así.
Pero se sentía putamente terrible.
Liam miró a la blanca pared en la habitación oscura. Nada ahí era suyo.
¿El colchón y las sábanas? De Hammer. ¿Los muebles? También de Hammer.
Incluso las cuatro paredes le pertenecían al hombre. De repente, Liam sintió
como si ese no fuera su lugar para nada. Conduciría a la casa que
compró…pero esa tampoco era suya. Él le había dado las llaves a Raine. Se
sentía demasiado cansado para volver a la cabaña. Además, el fantasma de
ella estaría en cada habitación. La cabaña de todos modos sería algo temporal.
¿Dónde viviría? Él había cerrado el apartamento en Nueva York.
No tenía idea de cuánto había estado ahí, mirando al vacío. Lo siguiente
que supo, fue que Raine entró en la habitación y se sentó a su lado. Puto
Hammer. El bastardo debió darle su llave.
Él no podía lidiar con ella ahora, no podía soportar que ella lo viera tan
desgarrado.
—Raine, solo vuelve con Hammer. Él te cuidará. Siempre lo ha hecho.
Liam quiso hacer lo correcto con ella. Incluso ahora, cuando su corazón se
rompía, él intentaba encontrar el valor de dejarla ir para que fuera feliz.
Después de todo, no era su culpa que ella estuviera enamorada de alguien
más. Ella se lo dijo mucho antes de su primer beso. Él había sido un estúpido
para esperar que pudiera estar en su corazón también. No podía culpar a
nadie salvo a sí mismo.
—Te necesito cada momento de cada día, Liam. Me he vuelto loca de
preocupación por ti. Por favor. Escucha. Lo siento. Todo esto es mi culpa…
—Cada vez que doy la vuelta lo estás follando, entregándote de un modo
que jamás te entregarás a mí.
La acusación se salió, impulsada por una mezcla de furia, celos feos y
fatiga.
—Eso no es verdad —ella protestó.
—Ambos sabemos que lo es. Lo que sientas, jamás me amarás ni la mitad
de lo que amas a Hammer.
Raine lo miró horrorizada, y lo abrazó.
—Si he hecho algo para hacerte sentir así, lo siento. No es verdad. ¿Solo
me escucharías?

254
La Descarada y el Dominante

Liam no contestó. Tal vez ella se sentiría mejor diciendo lo que necesitaba
decir. O tal vez ella finalmente se daría cuenta que él tenía razón. Prefería
arrancarse los ojos a oír esto, pero se encogió de hombros.
—Estaba enferma de preocupación por ti con Gwyneth. No sabía qué
podía hacer para lastimarte más, pero estoy segura que ella podía pensar en
algo. No podía estar contigo y no podía hacer nada por ti. Así que me sentí
indefensa. Así que comencé a hornear y… Hammer me encontró. Él se dio
cuenta que estaba trabajando de más. Él me ayudó a salir de mi cabeza y…
—¿Qué horneaste? —Liam no estaba seguro de por qué preguntó.
—Galletas de dulce. Y pastelitos.
—¿De cuáles?
Ella vaciló.
—Especia de manzana.
El favorito de Hammer. Por supuesto. Eso lo enojó más.
—¿Alguna vez preguntaste lo que me gusta? No. Hojaldres, Raine. No es
que importe ya.
—Siempre comías lo que hiciera y yo pensé… —ella cerró la boca y respiró
profundamente—. Tienes razón. Jamás pregunté. Lo siento, Liam. Te haré
hojaldres.
—No te molestes.
¿Por qué se molestaría?
Ella odiaba sentirse así de vulnerable. Y furiosa. Cristo, él la cortaba por
actuar conforme a sus sentimientos. Liam cerró la boca. Mejor parar ahora.
—No es molestia. Horneo los favoritos de Hammer porque quiero
complacerlo. Con gusto haría lo mismo por ti porque te amo.
Ahora ella sentía lástima por él. Se puso de pie.
—No importa. Solo vete. Necesito una ducha y…
—Algo de comer, alguien que te cuide. —Ella se levantó junto a él y lo
abrazó—. Es por eso que estoy aquí. Te daré lo que necesitas.
Liam no pudo ignorar la persuasión en su voz.
Él se soltó y se frotó el rostro.
—Hammer es a quien quieres. Mírate, Raine. Cristo, estás en maldito celo
por él. ¿Tan siquiera te importa lo que él te hace?
—Estoy bien —Ella le aseguró—. Él no me…
—Casi me acusas de tratarte antes como una puta. Hammer es el que te
trata así. Apenas hay una parte de tu cuerpo que él no ha marcado. Ahora me
dirás que te gustó.
—Me gustó.

255
La Descarada y el Dominante

Esas dos palabras explotaron como una bomba dentro de él. Ella amaba a
Hammer tanto que ella llevaría con gusto los símbolos de su toque. Liam negó
con la cabeza. Él había tratado a Raine con tanta suavidad, como una puta
princesa, y se había contenido por tanto tiempo porque ella parecía delicada.
Sus sentimientos eran mucho más frágiles. Él había tenido miedo de
lastimarla.
Qué idiota fui.
—No te voy a mentir. —Ella bajó la barbilla y lo dijo con voz tan suave
que él casi no la oía—. Lo necesitaba.
De Hammer. No de él.
—Y lo conseguiste.
—Necesitaba lo que él me dio, Liam. Y él necesitaba dármelo. —Ella
levantó la cabeza para mirarlo—. Lo tomaré del modo que él quiera, suave,
dulce, fuerte, apasionado, rudo, sucio, porque él me toca el alma.
—Bueno, entonces deberías irte. —Él le señaló la puerta—. Hammer es
más que capaz de satisfacer cada antojo y deseo tuyo.
—Tú haces lo mismo por mí. Estaría orgullosa de llevar también tus
marcas, Liam.
Él no pudo soportar sus palabras apaciguadas mientras la miraba con
tristeza.
—Ya te he dado todo mi corazón, Raine. Obviamente no es suficiente.
—¿No es suficiente? —Ella le preguntó incrédula y al borde de las
lágrimas—. Liam, lo eres todo para mí. Te amo con cada latido de mi corazón.
Te necesito más que mi próximo aliento.
El impacto de cada palabra reverberó como un estallido a través de él.
Dios él también la necesitaba.
—Y sabes lo difícil que es para mí decirlo —ella sollozó.
Liam lo sabía. Él contuvo sus propias lágrimas.
Incluso cuando se sentía abandonado y traicionado, él temió romperle el
corazón. Él la amaba más de lo que amó a Gwyneth o a alguien más. Raine
podría ser la sumisa en su relación, pero tenía tanto poder. Ella podría
aniquilarlo.
En cambio, ella le sonrió temblorosamente.
—Amo a Hammer. Lo admito. Pero también te amo, Liam… tanto como a
él.
Él quiso creerle y no sabía si podría. Y estaba demasiado jodidamente
alterado para manejarlo ahora.
—No se siente así, Raine.

256
La Descarada y el Dominante

—Entonces déjame probártelo —ella insistió—. No me digas que no


porque pelearé por ti, del modo en que peleaste por mí.
—Cristo… détente.
—Castígame si quieres. Tomaré lo que tú me des. Pero necesito que
entiendas una cosa. —Ella tomó el rostro de él en sus manos y lo miró a los
ojos—. Cada vez que tú o Hammer me deseen, juntos o por separado, me
someteré a mis Amos porque les pertenezco a ambos. Vosotros sois las dos
mitades de mi corazón.
Él luchó por poner distancia entre ellos, alejarse de esa mirada insistente
que se metía dentro de él, viendo todas sus inseguridades sangrantes. Incluso
mientras él tropezaba hacia la ducha, Liam sintió la apremiante necesidad de
Raine de abrazarlo y amarlo del mismo modo en que amaba a Hammer.
Raine lo siguió.
—Dime lo que necesitas, Liam.
—Estoy bien.
¿Alguna vez ella le daría el mismo cuerpo, corazón y alma de modo tan
abierto como se lo daba a su amigo? Si él se lo permitiera, ¿ella podría hacerlo?
—No lo estás, y no me iré cuando estás medio muerto de hambre,
exhausto y dolido. Jamás me dejaste ahogarme en mis propias
preocupaciones, incluso cuando sentiste como si te hubiera traicionado,
incluso cuando no te estaba dando mi sumisión. Incluso cuando me quitaste el
collar, intentaste lo mejor que pudiste quedarte a mi lado. No haré menos por
ti. ¿Quieres saber qué me das? ¿Por qué te amo? Porque me escuchaste, me
entendiste y me amaste sin importar nada. Jamás tuve eso una vez en mi vida.
Nadie jamás me abrazó y me aceptó como soy. Aprendí del amor contigo.
Puede que no haya sido buena demostrándotelo, pero me has enseñado la
clase de persona que quiero ser. No me voy y no te voy a dejar ir.
Sus palabras lo tocaron en lugares que él no quería que ella tocara ahora
mismo. Su primer instinto fue tomarla y aferrarse a ella como una línea de
vida, consolarse en su cercanía. Pero ella se mantuvo de pie ante él amoratada,
llena de lágrimas y desafiante. Él no supo qué hacer. Él ni siquiera supo qué
pensar. Hace unas semanas, ante la primera señal de rechazo por parte de él,
ella hubiera huido. Ahora, ella era una mujer, manteniéndose en su punto,
rehusándose a renunciar a él. Eso tenía que significar que ella sentía algo.
—Raine…
—¿Quieres seguir discutiendo o dejarme ayudarte a desvestirte y darte
una ducha? Haré lo que te complazca, Señor.

257
La Descarada y el Dominante

Contra su voluntad, su preocupación por él se metió bajo su piel. Ahí


estaba la chica de la que se había enamorado por primera vez hasta perder la
razón.
—He cuidado de mí mismo por años, Raine. Aún puedo arreglármelas.
—Claro que puedes. Pero no tienes que hacerlo —ella le contestó
suavemente—. No estoy aquí solo para satisfacer las necesidades de Hammer.
Tú también tienes necesidades. ¿Tienes alguna otra objeción antes de que te
cuide?
Él no tuvo la energía para discutir. Y a decir verdad, no quería hacerlo.
—Bien. Prepárame un baño, sumisa. Mientras me baño, quisiera un
sándwich de queso fundido y un vaso de cerveza negra.
Ella le dio una sonrisa radiante.
—Estaré feliz de hacerlo, Señor. Mientras no estoy, piensa en cómo más
puedo servirte.
Sus palabras lo barrieron. Jamás había esperado que la fiera le diera esta
clase de total devoción sumisa, especialmente luego de que él le hubiera
soltado una pelea de celos furiosos. Ahora, Liam no podía encontrar una sola
palabra. Él pudo haberle dado una casa, pero Raine le había acabado de
entregar su alma. Y él sabía malditamente bien que ella no daba una gota de sí
misma con facilidad. Nada pudo decirle más elocuentemente que ella lo
entendía, confiaba en él… y lo amaba.
El remordimiento le ardió a través de las venas. Aún así, ella estuvo frente
a él, irradiando su voluntad de entregarle cualquier cosa, todo. Su lado
dominante se emocionó con un millón de posibilidades. Si él no estuviera tan
cansado, saborearía cada maldita cosa. Ahora, él simplemente quería tocarla.
—Raine… —él le tomó el rostro, con el pulgar acariciándole la mejilla—.
Amor.
Ella cerró los ojos y se unió más a su mano. El alivio visible del rostro de
ella lo asombró y lo dejó humilde.
¿Qué diablos había hecho para merecerla?
Cuando él dejó caer la mano, Raine le sonrió temblorosamente, y se fue a
la bañera para abrir el grifo. Mientras ella esperaba a que el agua se calentara,
se acercó a él con pasos suaves. Su bata de seda rosada le acariciaba los pechos
libres, atada a su pequeña cintura, le rozaba los muslos. Las solapas y los
puños de la bata eran de encaje. Suave, femenina…tan como la mujer que era.
A pesar de estar agotado en todos los modos posibles, él ansiaba hundirse en
ella otra vez.

258
La Descarada y el Dominante

Sin quitarle la mirada de encima, Raine se detuvo frente a él y tocó el


primer botón de su camisa.
—¿Puedo desvestirte, Señor?
Liam tragó.
—Puedes.
Ella le acarició el pecho con las manos, hasta los hombros, antes de
desabotonar su camisa. Uno a uno, ella los liberó de los ojales, no tan lento
para que él considerara sus actos como seductores… pero no tan clínico para
que tampoco los considerara estériles.
La gravedad en la mirada de ella, lo llamó más profundo hacia ella
mientras soltaba el segundo botón, el tercero… luego él perdió la cuenta,
deleitándose en la atención de Raine.
Mientras soltó el último botón, ella rozó sus palmas contra el pecho
desnudo de él, empujando la camisa por sus hombros. Él se movió para
liberarse de la camisa, dejándola caer en el suelo. Liam sintió que su
respiración se le aceleraba, su corazón comenzó a bombear. Raine se alejó lo
suficiente para revisar la temperatura del agua y puso el tapón en el sifón. Ella
escarbó en el gabinete y encontró unas perlas de baño de vainilla y una especie
de aceite. Luego de colocarlas ambas en el agua, ella las dejó ahí y regresó su
atención sobre Liam.
Él sintió la mirada de ella, mientras se le acercaba otra vez, para luego
verla caer de rodillas. Él palpitar de su corazón se volvió una serie de golpes
secos, fuertes, rápidos, insistentes. Ella agachó la cabeza, y él no pudo
resistirse a pasar sus dedos a través del cabello sedoso en la corona de la
cabeza de ella mientras desataba los cordones de sus zapatos y se los quitaba.
Luego le quitó los calcetines.
Y entonces ella buscó el cierre del pantalón.
Hace quince minutos, él habría pensado que estaba demasiado exhausto
para esto. Pero ella casi ni lo había tocado y ya estaba duro como un poste.
Maldito infierno.
Raine arrastró la lengüeta hacia abajo. Liam contuvo el aliento mientras
los dientes del cierre siseaban en el silencio, mirándola mientras ella lo
observaba, con sus ojos como grandes lagunas azules de rendición.
El pecho de él se expandió mientras respiraba roncamente y curvaba sus
manos en puños mientras ella bajaba su pantalón por sus piernas, y sus pies
hasta dejarlo desnudo. Ordenadamente, ella dobló cada prenda y las colocó
sobre el mostrador detrás de ella, y luego se meció de nuevo sobre sus talones
para darle otra mirada sumisa.

259
La Descarada y el Dominante

—Déjame revisar el agua para ver si debo ajustarla —ella murmuró.


Él no quería en realidad dejarla sola. De hecho, estaba listo para desechar
el maldito baño y darle a ella toda su atención. Pero su expresión le dijo que
ella no solo quería entregarse ahora, lo necesitaba. Dios sabía que él quería
recibir esa entrega.
Él dejó caer su mano sobre la corona de ella y la acarició.
—Adelante.
Raine le dio una pequeña sonrisa antes de meter la mano en la bañera.
Luego de haber tomado algunas duchas juntos, ella sabía qué temperatura
prefería él. El hecho de que ella se encargara de su placer, hasta este nivel de
detallismo lo calentó.
Ella movió los grifos, aumentando la temperatura. Liam la vio afanada y
diligente en asegurar su comodidad. ¿Por qué eso lo excitaba tanto? Él jamás
había notado si Juliet había cocinado para él o ajetreada por él. Gwyneth no
poseía en su cuerpo un solo hueso de entrega y cuidado, y él jamás lo había
echado de menos. Porque durante el tiempo en que había conocido a Raine,
verla a ella haciendo cualquier cosa domestica por él había encendido alguna
llama en su interior. Tal vez porque ella siempre había demostrado sus
sentimientos hacia Hammer cuidándolo y quería eso mismo para él. Tal vez
porque, a pesar de lo que se hubiera dicho a sí mismo al principio, él desearía
a Raine por siempre.
Esa comprensión lo regresó a su realidad. Ella se giró hacia él.
—Creo que está lista. Te haré tu sándwich.
Mientras Raine caminaba por su lado para salir del baño, él la tomó por la
muñeca y la acercó a él. Su polla dura se agitó entre ellos, rozando contra la
bata de seda mientras la tomaba de la cintura y metía otra mano en su cabello,
y le tomaba los labios con los suyos.
Ella cedió a él de inmediato, aferrándose a los hombros masculinos e
inclinando la cabeza para acomodarse a las caricias de su boca. Él jaló la bata y
el cabello de ella mientras la devoraba, hambriento por saborearla. Él le
mordió el labio inferior y se aferró a ella, atiborrándose del dulce y generoso
sabor de sus besos una vez más.
Raine gimió, tembló en sus brazos, y se abrió para él. Él casi pudo sentirla
trabajando para mantener bajas sus defensas. Liam no podía recordar alguna
vez en que ella se esforzara tanto o le metiera tanto corazón a su sumisión.
Jadeando, él se separó de ella y la miró a la cara, sus mejillas sonrosadas y
labios hinchados. Además de ser tan hermosa que lo cegaba, ella estaba tan

260
La Descarada y el Dominante

abierta a él en todos los modos. Eso le detuvo el corazón. Con cada


movimiento y toque, ella avivaba su necesidad dominante.
Las últimas veinticuatro horas habían sido un sorpresivo shock tras otro.
Esto tenía que ser el más asombroso de todos. Ella no se movió ni dijo nada,
solo parpadeó como si esperara sus órdenes.
Casi malditamente conmovido hasta el silencio, él se aclaró la garganta.
—Me gustaría ahora una cerveza. Y el sándwich.
Raine asintió.
—Ya regreso. Si quieres comenzar tu baño, estaré aquí pronto para
ayudarte.
¿Ayudarlo?
Liam no estaba seguro de lo que eso implicaba, pero sonaba malditamente
bien. Él podía pensar en un par de cosas con las que necesitaba
ayuda…mientras miraba a su polla hinchada, pensó que podría ser una
excelente idea comenzar ahí.
Sacudiendo su cabeza, entro en la bañera con un suspiro.
Perfecto.
Raine lo conocía bien y él se reconfortaba con eso.
Se recostó, con los ojos cerrados, y dejó que su espalda se fundiera contra
el respaldo de la bañera. No estaba seguro de que había tenido sus ojos
cerrados por dos minutos o diez cuando oyó el agua cerrarse. Raine estaba
cerca de él con un humeante sándwich rezumando queso y bien tostado, tal
como le gustaba. En la otra mano, tenía un vaso escarchado de cerveza negra.
Con una sonrisa, ella colocó ambas cosas en el ancho borde de la bañera.
—¿Algo más?
—Quédate conmigo.
Tal vez no era una petición justa casi a las tres de la mañana, pero Liam no
quería que ella se fuera, no podía imaginarse pasar la noche sin ella.
—Claro. —Ella no vaciló—. ¿Te puedo lavar el cabello?
Él casi suspiró de dicha.
—Me gustaría.
—Entonces me gustaría hacerlo.
Mientras él mordía el viscoso sándwich con un toque de masa tostada y lo
bajaba con un trago de cerveza, él la vio revoloteando en el gabinete para
encontrar su champú favorito, luego desapareció. Él devoró casi todo el
sándwich y se bebió la cerveza para cuando ella volvió con una gran taza de
plástico y se arrodilló junto a él otra vez al lado de la bañera.

261
La Descarada y el Dominante

Sin decir una palabra, ella abrió el grifo una vez más y llenó la taza de
agua. Liam la miró mientras ella se levantaba y le protegía los ojos con una
mano, le inclinaba la cabeza y le mojaba el cabello con agua tibia. Él gruñó
ante ese pedacito de cielo.
Raine le enjabonó el cabello, masajeándole el cuero cabelludo,
deteniéndose en sus sienes, zafando los nudos en la base de su cuello. Todo lo
que ella hacía lo calmaba y lo revigorizaba al mismo tiempo. Él se había
sentido barrido al llegar al Shadows, pero entre más lo tocaba ella, menos
interesado estaba en dormir.
Luego de largos minutos de su lujoso cuidado, ella enjuagó la espuma de
su cabello, y dejó el vaso y el plato vacíos sobre el mostrador. Ella se puso de
puntillas, buscando una toalla fresca en el armario sobre el inodoro. Él sonrió.
Una cosita tan pequeña, y tan dispuesta a complacerlo.
Cuando Raine volvió a él, ella sostuvo la toalla abierta, invitándolo a
entrar en ella.
—Si estás listo…
Más que listo.
Liam se puso de pie, moviendo el agua en la bañera con un poderoso
sonido. Él salió hacia sus brazos abiertos, con cada parte de él suavizándose
con el toque de ella, menos una. Ella le secó con toquecitos el agua de los
hombros, el pecho y la espalda antes de agacharse para que ella pudiera retirar
el exceso de agua de su cabello. Haciendo círculos alrededor de él, le secó la
espalda, las nalgas, las piernas, incluso dándole toques a sus pies antes de
arrastrarse a su parte delantera y arrastrar la toalla por su abdomen, por sus
pantorrillas y muslos, rodeando su impaciente polla.
En el momento en que ella pasó la toalla por su rabioso eje, él gimió. Jesús,
la mujer le activaba cada uno de sus botones. Él quería la oportunidad de
activar los de ella.
Raine colocó la toalla a un lado, luego se dirigió otra vez al gabinete. Su
pequeña bata susurraba en la parte de atrás de sus muslos, apenas cubriendo
su exuberante trasero.
—¿Loción de almendras o madreselva? —Ella preguntó sobre su hombro.
—A la mierda la loción, niña. Te quiero en mi cama.
Ella se sonrojó en un tono rosado.
—Como me quieras tener.
Liam la tomó de la mano. Él no pudo sacarla más rápido del baño. Incluso
eso parecía demasiado lento, así que él se giró y la levantó contra su pecho,
fundiendo sus labios.

262
La Descarada y el Dominante

Automáticamente, ella abrió las piernas y las envolvió alrededor de la


cintura de él mientras se abría a su hambriento asalto. Dios, ella era una cosita
tan pequeñita contra él pero tan llena de pasión.
Él resintió los doce pasos que dio para llegar a la cama antes de dejarla
frente al colchón. Él se tomó la cabeza en una mano y se acarició la polla con la
otra.
Él la oyó respirar agitadamente y sonrió.
—¿Raine?
Al lado de la cama, ella se puso de rodillas y bajó la cabeza.
—Sí, Señor.
Ahí estaba, activándole los botones otra vez. Ella jamás se había inclinado
ante él de manera voluntaria, y ahí estaba ella, ofreciéndole todo de ella tan
bellamente. Él la miró, tocando su polla un poco más rápido, intentando
asimilar todos sus pensamientos y anhelos en una frase coherente.
Maldito infierno.
—¿Dices que me amas?
Ella levantó la cabeza lo suficiente para mirarlo… y lo vio tocándose la
polla. Entonces bajó la cabeza de nuevo.
—Sí.
La respiración de él se agitó, y su corazón latió tan fuerte que ya Liam se
preguntaba si este se sacudiría dentro de su pecho.
—Demuéstramelo. Hazme el amor. Dime con tu cuerpo todo lo que
sientes.

263
La Descarada y el Dominante

Capítulo Dieciséis

La luz se filtraba desde el baño, iluminando a Raine mientras se levantaba.


Ella tembló y se mordió el labio, viéndose vulnerable mientras lo miraba
estirarse ante ella. La pequeña arruga apareció entre sus cejas. Él le había dado
una orden que no era fácil, y la anticipación apretaba el pecho de Liam
mientras esperaba a ver lo que ella haría.
Ella se deslizó sobre la cama junto a él, y él soltó su polla. Él no podía
hacerle nada que ella no pudiera… y hacerlo sentir mucho mejor. Pero Raine
no comenzó ahí; ella solo se agarró de su pecho y lo miró a los ojos.
—Haré lo que pueda —ella murmuró—. Porque te amo.
Liam absorbió su promesa mientras ella le dejaba un beso en el pecho, la
mandíbula, una mejilla, luego la otra. Un beso breve en cada punto lo hicieron
cerrar los ojos…él apenas tuvo tiempo de procesar lo conmovedor que
encontraba cada toque antes de que ella diera un beso en otro lado.
Raine se subió más por su cuerpo hasta que tuvo su rostro frente al de él.
La oscuridad le ensombreció la expresión. Liam odiaba no poder ver lo que los
ojos de ella le decían.
—Enciende la lámpara —él insistió.
Ella no vaciló en obedecer. La suave luz salió de la lámpara de la mesita de
noche, iluminando la cama.
—¿Mejor? —Ella preguntó.
Él asintió.
—Vuelve a dónde estabas.
Cuando él le extendió el brazo, ella se acomodó en el hueco de éste
inmediatamente. Ahora él podía ver todas las curvas y líneas delicadas de su
rostro. La expresión de ella no guardaba nada. Raine no estaba segura de

264
La Descarada y el Dominante

cómo darle lo que él pedía, pero esa barbilla obstinada y su comportamiento


decidido le dijeron que ella haría por él su mejor intento.
Ese solo esfuerzo le calentó el corazón. Ella quería complacerlo. Diablos,
ya lo hacía. Pero la dejó continuar porque él necesitaba sentir su amor en la
manera más visceral y tangible.
Raine se acercó, y su cálido aliento le salpicó sus labios.
—Porque te amo.
Él casi no pudo comprender su susurro antes de que ella chocara su boca
contra la de él. Liam saboreó su solemne promesa cuando ella abrió los labios
y se subió más. Sí, le pidió que se entregara a él, pero se sintió impaciente por
más… por todo de ella. Afortunadamente, a ella no parecía importarle, solo
obedecía las silentes órdenes de él, rozando la lengua masculina con la suya y
acunando su rostro con su pequeña mano.
Liam no pudo mantener las manos quietas. Sus dedos llegaron al cabello
de ella, jalando suavemente para cambiar el ángulo de su beso. La otra mano
se curvó entre los dos para desatar el cinturón de la bata para abrirla. Mientras
él buscaba bajo la prenda de seda y pasaba su mano sobre la cadera femenina,
ella se alejó con una pequeña sonrisa.
—Porque te amo.
Luego Raine bajó por su cuerpo, quedando a medias sobre él, y bajó la
cabeza para tomar uno de sus pezones en la boca, pasándole la lengua por
encima y tentándolo. Una corriente de deseo lo agitó. Él jamás había pensado
en sus nudos como algo particularmente sensible, pero estaba malditamente
equivocado. La zorra le había demostrado lo equivocado que estaba. Ella
metió un muslo entre los de él, y él sintió la rodilla de Raine rozarle levemente
las bolas. El calor de su sexo desnudo le quemó la cadera. Ella presionó sus
suaves pechos en su lado y meció sus pliegues empapados contra él con un
pequeño gemido. Una ráfaga de necesidad ardió dentro de él, y Liam tomó la
bata de ella para arrancársela del cuerpo y montarla. Dejarla amarlo a su
manera estaba poniendo a prueba su control dolorosamente. Con un siseo, él
la tomó de la nuca y presionó la cabeza de ella contra su pecho. Ella lo tomó
más hondo, lamiendo su piel sensible. Liam gruñó roncamente. Ya estaba
duro. Ahora, Raine lo tenía dolorido por su toque y la aguda y divina
liberación que solo ella podría darle.
En brazos de Liam, ella se retorció hasta que él la soltó un poco para
poderse mover hacia el otro pezón. Mientras ella lo trabajaba con la boca, otra
corriente de sensaciones lo golpeó. El deseo se acumuló en su vientre, le
revolucionó la sangre. Dios, la mujer lo enloquecía.

265
La Descarada y el Dominante

Con otro paso de su lengua, ella se alejó. Él quiso protestar. El dominante


dentro de él ansió tomar el mando y apoderarse de su piel satinada para su
placer. Pero necesitaba saber cómo más ella pretendía hacerle el amor.
Raine le sonrió tímidamente, y bajó la mirada hacia el pecho de él y
comenzó a rozar sus labios contra el esternón, su abdomen, y mucho más
abajo…
Ella mordió y lamió la piel alrededor del ombligo de Liam, evitando su
polla que palpitaba por su atención. Cada musculo en el cuerpo de Liam se
tensaba mientras ella provocaba la piel de su estomago, hundía la lengua en su
ombligo y respiraba sobre la sensible cabeza.
Santo jodido infierno, ¿cuánto esperaba ella que él estuviera acostado sin
hacer nada? ¿Estaba ella probando su amor o simplemente lo estaba
atormentando? Parecía una línea fina. Él comenzó a sudar.
Apoyándose sobre sus manos y rodillas, Raine se contoneó hacia más
abajo. Él tuvo una simple vista de las mordidas en sus pechos, y vio algunas
en su cuello. Estas enfurecieron a Liam cuando estaba convencido que ella
nunca lo amaría de la manera en que amaba a Hammer. Pero ahora que ella lo
había invitado a dejarse a sí mismo, Liam se encontró revisando la piel de ella
para ver dónde podía marcarla también como suya.
Luego ella desechó todo pensamiento de su cabeza cuando le acarició un
muslo y agachó la cabeza para rozarle el otro con los dientes. Ella lo chupó,
dándole una pequeña marca de amor. Luego otra más arriba. Otra hacia una
parte más interna. Y otra justo bajo sus bolas.
Incapaz de detenerse, Liam enredó los dedos en el cabello de ella.
—La cantidad de provocación que tomaré tiene su límite, amor. Recuerda
la expresión ―retribución”
Ella levantó la barbilla, descansándola sobre el vientre de él. Si ella giraba
la boca, estaría justo sobre su polla.
Maldita sea, mujer…
En cambio, ella simplemente sonrió.
—Lo tendré en cuenta, Señor.
De repente, la puerta se abrió. Una sombra ensombreció el portal. Liam
hubiera reconocido esa forma en cualquier lugar.
Hammer arrastró una silla dentro de la habitación, al lado de la cama, y
miró a Raine sobre él, poniendo su pequeña boca sobre todo su cuerpo.
—Haz tu magia, preciosa. Tráelo de regreso a nosotros.
Liam no pudo ignorar la aprobación en el rostro de Hammer. Su
aceptación y la amplitud de Raine lo tocaron. Luego del anterior fallo, en vez

266
La Descarada y el Dominante

de restregárselo en la nariz, ellos simplemente se preocupaban lo suficiente


para entenderlo, perdonarlo y amarlo.
La emoción le atascó la garganta, atorándolo. Él los amaba a los dos. Las
dos personas más importantes en su mundo. Liam asintió agradecido hacia
Hammer, y el hombre se sentó en la silla con un guiño.
—Le pedí a Hammer que se nos uniera porque eres parte de nosotros —
Raine murmuró—. No hay nada mío que le pertenezca solo a él, especialmente
mi corazón.
—Puedo sentirlo en tu toque —él pudo decir.
—Bien. Toma lo que necesites de mi, Liam. —Ella tenía todas las
emociones en sus grandes ojos azules—. Porque te amo.
Hace unos días, ella no le había dicho lo que tenía en el corazón. Ahora
ella no podía decirlo bastante, y eso lo conmovía más de lo que podía
expresar.
Y luego él no pensó en nada porque ella le tomó la polla con la mano. Sus
ojos se cerraron mientras ella cerraba los labios alrededor de él con un gemido.
Su lengua giró. Liam sintió su devoción mientras ella lo adoraba con la boca.
Toda la sangre dejó su cabeza, apresurándose hacia el sur, justo al centro
del placer que ella le otorgaba. Su cabeza se movía mientras lo lamia hacia
arriba y abajo, chupándolo más hondo con cada movimiento, luego
acariciando su cresta con el plano de su lengua, solo para alejarse para trabajar
el pequeño punto justo debajo antes de comenzar de nuevo su ciclo. Liam
apretó los dientes y metió las manos entre el cabello de ella una vez más, tan
jodidamente listo para acostarla de espaldas.
—Raine… —él gruñó, desesperado para urgirla a ir más rápido.
Ella le contestó arañándole la cabeza sensible con los dientes tan
suavemente, acunándole las bolas… y retirándose.
—¿Te estoy demostrando mi amor? —Ella preguntó con voz ronca.
Él le tomó el cabello en dos puñados y respiró profundamente.
—Me estás demostrando lo bien que puedes poner a prueba mi control.
—Tal vez. Pero es solo porque te amo. No quiero que jamás vuelvas a
dudar de ello.
Todo lo que pudo hacer fue contener un gruñido.
—Nuestra pequeña chica se ha vuelto una provocadora, Hammer.
Su mejor amigo se rió.
—Ella me provoca hasta joderme. Solo puedo imaginarme cómo te sientes.
Buena suerte con eso, hombre.
—Tendría mejor suerte si se quitara la bata.

267
La Descarada y el Dominante

—Con gusto.
Raine se la retiró de los hombros con una caricia lenta, y la lanzó al suelo.
Liam gruñó. Hammer hizo lo mismo. Entonces Liam sintió el sonido de un
cierre y vio a Hammer liberando su propia polla para acariciar su longitud.
Luego Raine liberó un muslo de su cuerpo, sentándose a horcajadas sobre él, y
se inclinó hasta que la punta de su polla le rozaba la hendidura. Él se detuvo a
pensar. Dios, él daría lo que fuera por tomarla piel con piel.
Pero ella se inclinó hacia adelante, agarrando sus hombros, doblándose
hasta que sus pechos generosos se mecieran sobre su cara. La boca de Liam se
hizo agua. Él amaba sus pezones de modo feroz, grandes y duros y dulces. Él
capturó uno en sus labios, y le dio un poderoso chupón. Raine jadeó y echó la
cabeza hacia atrás. Liam vio cómo aumentaba la excitación de ella,
transfigurado. Sus labios y mejillas se tornaron rosados. Ella se suavizó en
todos los lados. Él no pudo esperar para estar dentro de ella.
Pero la mordida delatora de Hammer lo provocó, un faro rojo a pocos
centímetros de su boca. Él se encontró mordiendo la piel justo al lado de la
marca.
—Sí —ella jadeó—. Sí. Por favor déjame sentir tus dientes, señor.
Todo dentro de él se sacudió por plantar su marca sobre ella. Él la tomó de
los brazos mientras su boca se cernía sobre la prístina parte que él quería
proclamar como suya, el territorio que él quería mirar mañana y saber con
orgullo que ella llevaba una parte de él.
—¿No te duele, amor? No quiero lastimarte.
—Me lastimarás más si no lo haces. Por favor…
Joder, ¿cómo decirle que no? ¿Y por qué molestarse?
Liam hundió los dientes en la firme carne del pecho femenino, justo al
lado de la marca de Hammer. Él chupó fuerte, mordió profundo… y sintió la
necesidad apretarlo en las bolas sin piedad. Raine gimió y le hundió las uñas
en el cuero cabelludo. Todo su pecho se movió mientras respiraba con él, sus
dientes aún hundidos en su piel.
Joder. Él no quería soltarla, pero se retiró para asegurarse de que no la
estuviera lastimando. El éxtasis en el rostro de ella hizo desaparecer todo su
control.
Raine quería sus marcas, no solo las de Hammer. Liam no pudo esperar
para darle más.
—Muévete hacia adelante y acércate más —le exigió.
Ella lo hizo sin vacilar. Liam le tomó las caderas y mordió la parte inferior
de sus pechos, le mordió las costillas, arrastró la lengua por su vientre.

268
La Descarada y el Dominante

Entonces vio la marca de los dientes de Hammer en su sexo. En vez de sentir


celos de que otro hombre hubiera marcado a su chica, Liam imaginó lo erótico
que tuvo que ser el momento en que Hammer sintió la piel más tierna
entregarse a su inflexible necesidad. Liam quiso eso para sí mismo y casi le
agradeció a Hammer por la excelente noción.
—Más cerca —le ladró a Raine—. Dame tu coño.
Ella se apresuró a obedecer.
—Gracias, Señor.
La sentida respuesta de ella y su total apreciación por incluso la idea de
sus dientes sobre su tierno coño le disparó el ansia a él mucho más. Él no pudo
poner su boca sobre ella lo suficientemente rápido.
Rozar el clítoris con la lengua por un momento largo y oír la respiración
de Raine detenerse envió un intoxicante corrientazo a través de la sangre de
Liam. Ella era una maldita droga, y él se había convertido en un jodido adicto.
No le importó. El momento en que su sabor le llegó a la lengua, algo en él
saltó. La parte más primitiva de su naturaleza rugió.
Al retirarse, él dejó sus dientes de abajo apenas rasguñarle el clítoris. Él la
mantuvo ahí, balanceándose en el filo de un cuchillo. Los muslos de ella se
tensaron. La humedad manó a borbotones. Sus gemidos suplicantes zumbaron
en los oídos de él.
—Necesito esto —ella gimió—. Te necesito. Liam…
Él plantó sus dientes en el carnoso cojín sobre su clítoris y mordió sin
compasión. Ella gimió. El cuerpo de ella se sacudió como si él la hubiera
enganchado a un cable de alta tensión. Por un momento, él se preocupó de
poderla lastimar. Entonces ella buscó sus pezones y los pellizcó fuerte,
jalando, torciendo, apretando.
La vista lo tuvo chupando el monte, y probando el carnoso cojín con su
mordida una vez más.
—Sí. ¡Sí! —Ella gritó—. Quiero verte ahí mañana. Porque te amo.
—También te amo, Raine. Necesito estar dentro de ti. —Él sonó ronco,
impaciente.
A ella no le importó. Se deslizó por el torso masculino. Liam vio las
marcas frescas de un rojo furioso directamente sobre la parte más vulnerable
de su cuerpo.
Eso casi lo hizo perder la maldita cabeza.
Él apretó los labios de ella, anticipando ese momento en que pudiera
hundirse y perderse dentro de allá. Todo lo que necesitaba era un maldito
condón y…

269
La Descarada y el Dominante

Pero Raine seguía moviéndose hacia abajo, y luego se arqueó, colocando


certeramente su coño hinchado contra su polla desnuda. Él hundió sus dedos
más hondos, resistiendo la urgencia de hundirse y mandar las consecuencias a
la mierda.
En la base de su cabeza, Liam supo que esa era la parte más primitiva de él
deseando marcarla en la manera más humana llenando su vientre con su
semilla. Ella había permitido que Hammer lo hiciera una vez, pero esto no era
un concurso de meadas. Raine no le había dado el libre gobierno sobre su
cuerpo así. Francamente, él esperaba que Hammer tuviera también algo que
decir.
El mes pasado, cuando ella estaba preocupada de que Hammer la hubiera
embarazado, Liam había estado dispuesto a criar ese bebé como suyo. Pero la
noción de su vientre hinchado con su bebé… él apretó los dientes, deseando
nada más. Lo sorprendió de que tan pronto, después de que Gwyneth lo había
asustado hasta la mierda con un ―hijo‖ él estaría tan ansioso de concebir de
verdad un niño. No solo un niño, uno con Raine. Eso hacía todo diferente.
Algún día…
—Déjame buscar un condón, amor —él buscó el cajón de la mesita de
noche.
Entonces Raine empujó sus caderas hacia atrás, y su polla se abrió paso en
su apertura, en las profundidades de su núcleo sin ninguna protección. La
fricción ardió a través de él, casi tan caliente como la realidad de la confianza
que ella le estaba dando y las profundidades de su amor.
—¡Jesús, Raine!
Mientras ella lo tomaba hasta la empuñadura, ella maulló.
—Si no lo quieres, dímelo ahora.
La voz de ella temblaba. Su sexo se apretaba. Ella ya estaba cerca. Maldito
infierno, también lo estaba él.
—Te deseo así —él confesó—. Más que a nada. Te amo tanto. ¿No estás en
mitad de tu ciclo, amor?
—Bastante —ella susurró.
Y aún así, ella quería estar con él de ese modo.
Diablos, Liam no iba a durar, no sentir el cielo a su alrededor, no ver sus
marcas sobre ella. No saber que con este clímax, ellos podrían cimentar su
futuro juntos en más de una forma.
Pero él tenía un problema…
—Hammer —él intentó recobrar el aliento—. Viejo, no la tomaré piel con
piel si no estás listo para esto.

270
La Descarada y el Dominante

—Oh, no dejes que te prive de la mejor puta sensación de la vida —la voz
de Macen se había convertido en un gruñido ronco.
Sin duda, él también estaba cerca. Eso fue todo lo que Liam necesitó.
—Dame tu cuerpo y tu amor —él le exigió a Raine—. Móntame fuerte.
Ella gimió en respuesta, y hundió sus caderas y lo metió más profundo,
tomándolo desde la empuñadura hasta la cabeza y de nuevo con cada meneo
de sus caderas. Liam apretó la mandíbula y buscó dentro de sí algo de control.
Tras una media docena de embestidas, el sexo de ella casi lo estrangulaba.
Ella hundió las uñas en sus hombros.
—¿Señor, puedo correrme?
—No —él gruñó—. Espérame, amor. Vamos a sentir esto juntos.
Su grito de ansiedad le llenó los oídos. La respiración ronca de Hammer le
siguió. Liam escuchó su propio gruñido bajo. Él deslizó el pulgar sobre el
clítoris de Raine. Duro, preparado, listo. Maldita sea, él quería que esto durara,
pero cada roce de sus paredes sobre su eje desnudo lo llevaban
peligrosamente más cerca al borde.
Desde abajo, intentó embestirla mientras empujaba las caderas de ella
hacia abajo contra él. En la base de su cabeza, Liam se dio cuenta que él la
estaba follando sin delicadeza. Ella estaría más que magullada para mañana.
Él vería esas decoloraciones, recordatorio de este intoxicante placer, que le
cambiaría la vida y…
Lo que lo había enfurecido hace una hora ahora despertaba su deseo como
si alguien hubiera encendido la mecha a la bomba dentro de él.
Liam volteó a Raine para dejarla boca arriba y se metió de nuevo en ella
con una embestida implacable. Ella lo miró como si estuviera perdida y solo él
pudiera salvarla. El orgasmo estaba a segundos de distancia. Él sintió un
cosquilleo en su espalda, sus bolas apretarse, su respiración cambiar y el dolor
agudizarse.
—Última oportunidad —él se las arregló para decir—. Me puedo salir.
Raine negó con la cabeza.
—Porque te amo.
Esas palabras apagaron el interruptor del autocontrol de Liam.
—¡Córrete! —Gritó, metiéndose furiosamente en ella, entrando y saliendo
de su cuerpo a un ritmo vertiginoso.
Casi de inmediato, Raine se apretó y gimió, con todo el cuerpo tenso para
chuparlo más.
—Joder… —Hammer gruñó bajo y ronco.

271
La Descarada y el Dominante

Liam sintió todo dentro de él ceder mientras su polla saltaba y el éxtasis se


disparaba por su sistema y derramaba cada parte de sí dentro de ella.
Espasmo tras espasmo de placer se disparó a través de su cuerpo, dándole el
combustible para bombearla hasta quedar cansado y seco… y tan desesperada
y jodidamente enamorado, él supo que jamás terminaría.

Luego de un lujoso baño, Raine estaba acostada boca arriba, felizmente


acunada entre Liam y Hammer.
Ambos habían rodado a sus lados y apoyaron sus cabezas sobre sus
manos. Ella se aguantó las ganas de pellizcarse. Con todo lo terrible que había
ocurrido el que hubieran terminado en la misma cama, compartiendo una
conversación suave, todos con la misma expresión satisfecha, decía mucho de
su compromiso entre ellos.
Liam le agregó una dosis extra a su felicidad cuando le contó todo lo
ocurrido con su ex esposa en el hospital mientras esperaban a saber de la
enfermedad de Kyle.
—¿O sea, que después de toda la mierda de Gwyneth sobre que ese niño
era tu ―hijo bastardo” no solo no es tuyo sino tampoco de ella? —Hammer
parecía listo para estrangular a la mujer.
Liam le dio a su amigo una sonrisa cansada.
—Exacto. Supongo que pensó que me casaría con ella solo porque ella
quería o por la bondad de mi corazón. ¿Quién sabe? Ella quería algo y
esperaba que el universo encajara en su sitio. Me alegra ver que eso es agua

272
La Descarada y el Dominante

pasada. Ahora que la verdad está afuera, ella devolverá a Kyle a su hermana,
volverá a Londres y… no espero saber de ella jamás.
Aunque Raine no podía estar más feliz de que Gwyneth hubiera
confesado, una cosa la preocupaba
—¿Y qué la hizo decidir contar la verdad?
Liam se detuvo. El agotamiento le tenía los ojos pesados y le tenía la boca
firme.
—Ella estaba bastante agitada por la enfermedad de Kyle que no podía
molestarse en mantener la farsa por más tiempo. —Él se inclinó y la besó
brevemente—. No te ves convencida, mi niña sospechosa.
Raine no quería parecer sospechosa, pero algo sonaba mal.
—¿Entonces ella solo iba a rendirse? Secuestró a un bebé, falsificó
documentos, vino con una mentira enorme, y…
Ella sacudió con la cabeza.
—No la veo rindiéndose. Es una gran fortuna.
—Bueno, los resultados de ADN llegan en unas horas, de todos modos, y
todo terminaría. Ella lo sabía.
Cierto, Raine solo había visto una vez a Gwyneth, pero eso no sonaba tan
Gwyneth. Hammer le palmeó el abdomen con el ceño fruncido.
—Entiendo lo que dices, pero ¿qué más podría hacerle a Liam?
—No lo sé, pero algunas personas harían mucha más mierda por mucho
menos dinero.
—Cierto —Hammer concordó—. Pero en este caso, pienso que Gwyneth
está acabada. Ella no tiene más movidas.
Tal vez no muy obvias, no. Pero todo el plan de la mujer había sido
bastante inesperado y desequilibrado. Raine no se sorprendería si la ex de
Liam tuviera un as bajo la manga. Y otra vez, la niñez con Bill Kendall la había
vuelto cautelosa por naturaleza.
—No creo que pueda seguir despierto más, amor.
Liam se acostó y cerró los ojos.
Gran parte de este día había sido realmente horrible para él. Como, el peor
día. Ella entendió por qué él llegó al final de su energía y la agotó.
Ella se inclinó y lo besó en los labios.
—Te amo. No puedo esperar a vivir juntos en nuestra nueva casa. Gracias.
—Te amo… —él murmuró.
Al siguiente aliento, él comenzó a roncar.
Ella sonrió con cariño, y se giró para mirar a Hammer.
—Está aniquilado.

273
La Descarada y el Dominante

Macen frunció el ceño y se frotó los ojos con el pulgar e índice.


—Me temo que yo también. Qué día tan infernal.
—Sí —ella suspiró—. No despertemos más tarde para tanto drama.
—Entendido, preciosa.
Él la abrazó. Y de un aliento al otro, también él cayó en un sueño
profundo.
Y a pesar del hecho de que las temperaturas decembrinas habían caído
esta noche, estar metida entre Hammer y Liam, era como estar metida en un
horno. Y los tres definitivamente necesitaban algo más grande que una cama
extra doble.
Ese fue su último pensamiento antes de sucumbir también ante la fatiga.
Ella despertó asustada por el ruido parecido al de una motosierra. Con el
corazón acelerado, ella se sentó en el cuarto oscuro, preguntándose qué sonido
era ese. Luego se dio cuenta que no era una herramienta para nada, sino Liam
y Hammer en un duelo de ronquidos que jamás ella había presenciado. Miró
el reloj y vio que solo llevaba dormida una hora.
Suspirando, ella intentó acostarse y cerrar un poco los ojos. Liam rodó a su
lado e intentó quitar al tercero en la cama del medio. Con su boca cerca de su
oído, solo aumentaba el nivel de decibeles de sus ronquidos. Hammer decidió
pelear contra alguien dormido, y Raine terminó con rodillas y codos en su
espalda. Mientras se cerraban sobre ella, la temperatura de su cuerpo se elevó
de tostada a asada.
No habría paz esta noche en esta cama… o lo que quedaba de ella.
Negando con la cabeza, ella se salió de en medio de los dos y se puso la
bata que se había quitado mientras le hacía el amor a Liam hace poco. Él
estaba desnudo junto a Hammer, quien solo llevaba sus pantaloncillos.
Ambos se veían lindos juntos en la cama. Qué lástima que no tuviera su
teléfono para tomarles una foto. Aunque si lo hacía, ellos le azotarían el culo a
discreción.
Raine los arropó con una sábana. Ella podía encontrar su propia cama,
suponía pero se encontró increíblemente emocionada por la promesa de su
futuro. La casa, el amor, la manera que ambos habían trabajado con sus
problemas… ella no quería dormir ahora; quería vivir.
Ellos no despertarían en horas, pero ella podía hacer de su mañana algo
mucho mejor de lo que ya iba a ser. Hammer tenía sus pastelillos de manzana
pero ella pretendía hacer hojaldres para Liam. Tomando su computadora, se
apresuró a la cocina mientras buscaba la receta. Naranja y dátiles, no. ¿Tocino
y hojaldres de dátiles? Oh, diablos, no. Finalmente, ella encontró una receta

274
La Descarada y el Dominante

que sonaba comestible. Si a él no le gustaba esta versión, ella intentaría otra la


próxima vez hasta que encontrara la receta perfecta.
Ella rebuscó por la cocina y tomó los ingredientes. Levadura, polvo de
hornear, sal, azúcar, huevos, mantequilla, leche… listo. Dátiles… no. Ella miró
la hora en su computador y se debatió. ¿Ir a la tienda o esperar a que
amanezca? Raine suspiró. Estaba despierta y quería hornear, probar uno
primero antes de dárselo a Liam, solo en caso de que salieran feos y tuviera
que comenzar otra vez.
Con una pequeña maldición, ella volvió de puntillas a la habitación de
Liam, se puso unos pantalones de yoga, una camiseta y unas sandalias. Buscó
por el club hasta que dio con su bolso, teléfono y llaves del coche. Se había
convertido un viejo habito informarle a Hammer a donde iba, pero se veía tan
en paz dormido. Ella iría al mercado de 24 horas a la vuelta de la esquina y
volvería en menos de media hora. Jamás verían que se fue.
Buscando la salida del club, ella la oyó hacer clic al cerrarse detrás de ella.
El estacionamiento estaba bien iluminado y casi vacío. Claro, su pequeño
coche estaba ahí, junto en el Escalade de Liam. Hammer tenía su Audi en el
garaje de atrás. Ella no reconoció algunos de los otros vehículos, excepto el
Mercedes de Beck. ¿Cuándo había llegado?
Encogiéndose de hombros, vio lo que parecía el coche alquilado de Seth y
una camioneta que jamás había visto, y caminó hacia su coche.
Apenas ella presionó el botón para quitarle el seguro y abrió la puerta,
alguien gruñó detrás de ella, puso una mano brutal sobre su boca, y hundió
algo duro contra sus costillas.

275
La Descarada y el Dominante

Capítulo Diecisiete

Hammer rodó sobre la cama, no totalmente despierto, sino flotando


dentro y fuera del sueño. Mientras respiraba, el olor de Raine, sexo y algo
desconocido le llenó los sentidos. Abriendo un poco un ojo, vio que no estaba
en su habitación sino en la de Liam.
Él recordó exactamente por qué. Raine se había subido sobre su amigo y
para montarlo como una diosa hasta que el dolor de Liam y su inseguridad
parecieron desvanecerse. Ver y oír su fusión erótica, Hammer se había
acariciado su polla y se les unió a su orgasmo compartido corriéndose sobre su
estomago en una ráfaga caliente y cosquilleante.
Ahora al rodar hacia su lado, él movió su brazo para abrazar a Raine y
acurrucarse. Pero cuando intentó tocarle el pecho, en cambio acarició la
extensión de un pecho plano y velludo. Saltando despierto, Hammer se
despabiló.
Cristo, él había estado acurrucado con Liam.
Su polla se desinfló de inmediato. Qué bueno que no había intentado nada
más.
Él sacudió la cabeza. Qué despertar hubiera sido ese.
Mirando el cuarto en penumbras, Hammer buscó a Raine pero no la
encontró. Él miró hacia el baño. La luz estaba apagada. La puerta estaba
abierta. ¿A dónde diablos había ido apenas a las cinco de la mañana?
Gruñendo, Hammer se bajó de la cama y tomó su pantalón. Mientras salía
de la habitación, se subió el cierre y dejó a Liam extendido sobre la cama,
roncando como un leñador.
Mientras Hammer caminaba por el pasillo, vio que había luz en la cocina.
Frunció el ceño. Raine jamás comía tan temprano. Diablos, ella apenas
permanecía despierta a esta hora. ¿Estaba horneando porque algo la tenía

276
La Descarada y el Dominante

alterada? No podía imaginar qué. Hace unas horas ella cubrió a Liam de amor
y exorcizó el demonio de los celos dentro de él. Raine debería estarse
deleitando en su logro, no enterrando sus penas en masa.
Ahora las cosas iban bien entre los tres. Al menos eso creía Hammer.
Sí, y tú pensaste que Juliet estaba en la misma página que vosotros
durante años. Aprendiste a las malas jamás suponer nada.
Si algo estaba preocupando a Raine, Macen juró presionarla hasta que
llegara al fondo de su angustia y arreglarlo. Al cruzar la puerta, encontró la
cocina vacía, excepto los mostradores llenos de boles, tazas medidoras, y
varios ingredientes para hornear, todo rodeando el computador de ella.
Hammer deslizó un dedo por la almohadilla táctil hasta que la pantalla se
iluminó. ¿Una receta para hojaldres de dátil? Él se meció el cabello. ¿Alguna
vez ella había hecho algo con dátiles? No que él recordara, y especialmente no
a estas horas de mierda de la madrugada. Revisando los ingredientes sobre el
mostrador, él frunció el ceño. Parecía como si todo estuviera listo, esperando
por el mágico horneado de Raine… pero ella simplemente se fue.
Hammer sintió el vello de su nuca ponerse de punta. Seguramente ella no
habría huido otra vez. ¿Verdad? Con una sensación de angustia en la boca del
estomago, Hammer se giró y corrió por el pasillo. Al entrar en la habitación de
Raine, él encendió la luz y abrió la puerta del armario. Su ropa estaba colgada
en orden, tal como la había dejado. Él supo que ella no había sacado ninguna
de las cosas que tenía en el armario de Liam; la hubiera escuchado. Una ola de
bendito alivio lo atravesó.
Pero al apagar la luz, él no pudo sacudirse la intranquilidad que emanaba
de sus huesos.
—Maldita sea, ¿Dónde estás, Raine? —Él susurró.
Su cabeza seguía sujeta al estado de la cocina. Ella jamás la dejaba
desordenada ni sucia, mucho menos abandonaba una receta así. Él volvió al
desorden, y comparó la receta con los elementos del mostrador.
—Ella no tenía dátiles.
Él frunció el ceño y salió hacia la puerta de atrás, con las llaves tintineando
en el bolsillo con cada paso que daba. Si Raine hubiera ido a la tienda en la
maldita oscuridad sin decirle a él o a Liam… Hammer sacudió la cabeza. Él le
pondría el culo más rojo de lo que ya estaba.
Al abrir la pesada puerta de metal, él salió al frío aire de la noche. El coche
de Raine estaba bajo un faro. Pero la puerta del conductor estaba abierta. Su
bolso tirado en el suelo golpeó a Hammer con un helado miedo.

277
La Descarada y el Dominante

Corriendo hacia el coche, encontró sus pertenencias esparcidas al azar por


el pavimento. Sus llaves brillaban en el asiento, y su móvil estaba boca abajo
en el suelo del coche. El corazón comenzó a tronarle en los oídos.
Raine jamás dejaría sus cosas voluntariamente. Hammer miró alrededor
por algo que le dijera qué pasó.
¿Qué pudo ocurrir en el pequeño estacionamiento de Shadows?
¿Un ladrón? ¿Un violador?
¿Bill?
Hijo de puta.
—¡Raine! —Hammer gritó, con la esperanza de que ella estuviera cerca y
lo oyera, y gritara para ser oída. Nada excepto silencio.
El pánico corrió por sus venas.
—Oh, Dios. ¡Raine! No, nena. No.
Corriendo hacia el club, Hammer sacó sus llaves del bolsillo. En la puerta,
él tembló mientras intentaba abrir la cerradura. El terror se arrastró por su
espalda y le apretó la garganta, ahogándolo hasta no dejarlo respirar.
—Si la tienes, malnacido chupapollas, te voy a matar. —Hammer
prometió mientras abría la puerta—. ¡Liam! —Gritó irrumpiendo en el
pasillo—. ¡Liam!
Las puertas de las habitaciones de Beck y Seth se abrieron al tiempo
mientras ambos hombres se pararon a parpadear en dirección de Hammer.
Aturdidos por el sueño, se veían asombrados y confundidos.
—¿Por qué diablos estás gritando? —Seth preguntó con la frente arrugada.
—Por el amor de Dios. ¿Vosotros, par de idiotas estáis discutiendo otra
vez?‖ Beck sacudió la cabeza con desagrado—. Baja la voz antes de que Raine
os agarre las pelotas para colgarlas de la ventana de la cocina como un móvil.
Hammer ignoró los comentarios.
—¡Liam!
Mientras corría por el pasillo, su amigo salió con sus pantalones a medio
cerrar y con expresión desorientada.
—Qué mierda… ¿Qué ocurre, Macen?
—Ella no está. —Hammer se ahogó, intentando tragarse el miedo y la ira
atascados en su garganta—. Me preocupa que Bill la tenga. El coche de ella
está en el estacionamiento. La puerta del conductor está abierta, y sus cosas
tiradas por todos lados. Ella no se hubiera ido y dejado su billetera, su
teléfono, su…
Todo el cuerpo de Macen tembló mientras tomaba a Liam por los
hombros, necesitando agarrarse a algo sólido.

278
La Descarada y el Dominante

—No. No puede ser.


El mismo horror que Hammer sentía llenó la voz y la mirada de Liam.
—No sé por cuánto tiempo ha estado desaparecida —Hammer ladró,
intentando contener su pánico—. Desperté hace cinco o diez minutos y vi que
no estaba.
—Oh, joder. Si es Bill… —gruñó Beck, dándole a Hammer una mirada
conocedora.
El doctor sabía exactamente lo que Bill Kendall era capaz de hacer ya que
Hammer lo había llamado la noche que él encontró a Raine en el callejón. Los
dos habían echado un sedante a su refresco para que Beck la pudiera
examinar. Hammer había tomado fotos para documentar el horrendo abuso
que ella soportó a manos de su amoroso padre. Liam había visto las fotos hace
apenas una semana. También tuvo el desagrado de conocer a Bill, así que
entendía bien la urgencia de encontrar a Raine.
Tragando fuertemente, Liam apretó el brazo de Macen.
—El cuarto de seguridad, viejo. Las cameras nos dirán si ese pedazo de
mierda tiene a nuestra chica.
Mientras los cuatro hombres corrían por el pasillo, un terrible déjà vu
aumentó dentro de Hammer. Él se aguantó las ganas de vomitar.
—¿Qué estaba haciendo Raine en el estacionamiento sola a estas horas? —
Liam preguntó.
—Creo que intentaba hornear algo. —Hammer abrió la puerta, encendió
las luces y entró de prisa en la estancia—. Hay harina, azúcar y otra mierda
sobre los mostradores, pero pienso que ella necesitaba un ingrediente que no
tenía. —Él se frotó el rostro mientras se sentaba frente al amplio banco de
monitores—. No puedo creer que no nos hubiera despertado para ir con ella.
Liam palideció.
—¿Qué estaba horneando?
—Algo que jamás había hecho. Hojaldre de dátiles, creo. —Hammer
gruñó.
¿Por qué le importaba eso a Liam? Bill bien podría haberse llevado a la
mujer que amaban. Macen no quiso concentrarse demasiado en las
brutalidades que ella podría sufrir en este mismo momento. Él solo la quería
de regreso.
—Dios, no. —La voz de Liam se rompió—. Oh, amor… no los hojaldres.
—¿Por qué no? —Preguntó Seth.
Sus cejas se unieron mientras miraba a Liam, quien se veía más agitado
que nunca.

279
La Descarada y el Dominante

—Ella quería hacerlos para mí.


La culpa y el remordimiento le rasparon la voz a Liam. Luchando por
mantener bajo control sus propias emociones, Hammer devolvió la cinta de
seguridad del estacionamiento.
—Nunca tuvimos la oportunidad de decirle que Bill había estado
merodeando. Ella salió a ese estacionamiento, sin imaginarse…
Dios, ahora él deseó haber tenido tiempo. Liam curvó sus manos hasta
volverlas puños.
—Pensé que la podríamos proteger.
También Hammer. Ambos estaban equivocados.
Cuando encontró el archivo correcto y le dio reproducir, el vídeo mostraba
que eran las cuatro y cuarenta y seis de la mañana. Hammer miró su reloj. Las
cinco y cuarto. Sus entrañas se apretaron ante la idea de todas las cosas terrible
que podrían ocurrirle en casi treinta tormentosos minutos.
En el monitor, ella se dirigió a su coche. Una figura alta vestida de negro y
con una gorra de béisbol entró en escena, escabulléndose detrás de ella. El
estomago de Hammer se hundió mientras veía cómo el hombre la agarraba.
Raine luchó, lanzó un codazo, pisoteó, luchando como loca, usando cada truco
aprendido en las clases de defensa personal a las que él la inscribió. Cuando
ella se giró hacia el hombre, aún peleando, ella intentó darle un rodillazo en la
entrepierna, pero él la esquivó. Raine intentó lanzarle un manotazo a la nariz,
pero solo pudo darle a la gorra haciéndola caer.
Un asombro de reconocimiento le hizo a ella abrir la boca y los ojos de par
en par.
El rostro y los brillantes ojos azules que Hammer esperaba no volver a ver
llenaron la pantalla.
—Lo sabía —él rugió, girándose hacia Liam—. Ese malnacido la tiene.
Liam asintió sombrío.
—Devuelve el vídeo.
Hammer devolvió una vez más su atención a la pantalla. Sin la gorra para
ocultar la expresión de Bill, una sonrisa demoniaca consumó su rostro. El frío
le congeló los músculos a Macen, rodando a través de él en una ola
debilitadora.
Liam presionó el botón de rebobinar y se fijó en Raine. Ella le quitó la
gorra a Bill de un golpe. Hammer pudo ver claramente la nariz bulbosa y la
larga cicatriz blanca que le dividía la mejilla, resultado de una herida que
Raine le había propinado al hijo de perra hace más de seis años, cuando ella
luchó por última vez para que su padre no le quitara la inocencia y la vida.

280
La Descarada y el Dominante

La imagen continuó, y Raine miró aterrada a la cámara de seguridad


montada en el poste más cercano.
—Ella sabía que vendríamos aquí. Nuestra pequeña valiente… —La voz
de Liam se rompió.
La furia fría llenó a Hammer con un propósito mucho más frío. Él y Liam
conocían al enemigo y no tenía duda de las cosas que Bill era capaz de hacer.
Él haría lo necesario para rescatar a Raine. Y si la cabeza de su padre era
demasiado grande para superar… Macen apretó su mandíbula. Él mataría al
maldito tan lenta y dolorosamente que Bill se postraría por su fin.
—Claramente su pequeña y valiente sumisa quería que las cámaras
captaran al atacante —concluyó Seth mientras miraban a Bill empujar algo
parecido a un móvil contra las costillas de Raine.
Hammer se inclinó hacia adelante, intentando descifrar el objeto
misterioso en la mano de Bill. El hombre de repente rodeó el brazo de Raine
con su mano, torciéndolo detrás de su espalda. La boca de ella se abrió como si
jadeara de dolor.
La ira tronó a través de Hammer mientras Bill la jalaba fuerte contra su
vientre redondeado, con la otra mano sobre el artefacto cuadrado a unos
centímetros bajo la oreja de Raine. Una pistola paralizante. Él podría matarla
con eso.
Oh, querido Dios.
Incapaz de mirar hacia otro lado, aún sabiendo lo que pasaría a
continuación, Hammer rechinó los dientes cuando Bill presionó la sonda
contra el cuello de Raine. El cuerpo de ella convulsionó, y cayó suelto en los
brazos de su padre. Él la llevó hacia una van oscura, subió y salió del
estacionamiento.
—¡No! —Liam gritó, con el rostro distorsionado de agonía—. Oh, Raine.
Hammer se perdió. Saltando de la silla, un rugido feroz le rompió la
garganta antes de estrellar su puño sobre el escritorio de metal. Cada célula de
su ser pareció detonar como una bomba atómica. Su cuerpo temblaba con una
ira incontrolable.
—¿Cómo la encontramos? —Beck preguntó.
—¿Nosotros? —Hammer arqueó una ceja.
—Sí. —Beck insistió—. Si ella necesita un doctor…
—Bill Kendall es hombre muerto —Liam prometió.
—Joder, sí. Lo es. Esto termina ahora. —Hammer concordó.

281
La Descarada y el Dominante

—Chicos, necesitamos llamar a la policía —Seth intervino—. Tienen


evidencias en vídeo de que Bill la secuestró. Si intervenimos, podríamos
incluso conseguir el número de placa de la van.

Macen todavía no quería involucrar a las autoridades. Cuando la policía


encontrara a Bill, apenas arrestarían al cretino y lo llevarían a un tribunal
durante el cual Raine tendría que relatar todo lo que su padre le había hecho,
al igual que la violencia con la que ahora la trataba. Liam tenía razón; Bill
Kendall necesitaba morir. Hammer quería terminar su miserable existencia. El
fin más que justificaba los medios si significaba poder traer a Raine de regreso
a casa. Pero de ninguna manera se quedaría sentado en el club con su pulgar
metido entre el trasero, respondiendo la carga de preguntas mientras las
ruedas del sistema judicial se quebraban a paso de tortuga.
—No —Hammer ladró—. Sé exactamente dónde está Bill. Él está sentado
en casa, esperando por mí porque él quiere su pago y está usando a Raine de
carnada. Vamos a visitarlo. Quédate aquí pendiente. Te llamamos si
necesitamos mostrarle el vídeo a la policía.
El entendimiento le curvó a Seth los labios en una sonrisa gélida.
—Entiendo. Fuera de aquí. Solo asegúrense de llevar guantes. Luchar
contra la evidencia de una huella en la corte no es fácil.
—Tengo guantes en mi maletín médico. —Beck aseguró—. La consigo y
regreso.
—Me voy a terminar de vestir y a buscar mi arma —anunció Hammer
mientras los tres hombres salían de la sala, dejando a Seth esperando por su
llamado.
Él se vistió frenéticamente. Liam y Beck debieron hacer lo mismo porque
se encontraron a la vez en el pasillo dos minutos después. Finalmente, con su
pistola escondida en la pequeña funda a su costado, él corrió con los otros dos
hacia el coche de Hammer. Al subir, Macen se giró hacia ellos.
—Sacamos a Raine. Lo que pase luego de eso es defensa propia. ¿De
acuerdo?
—Por supuesto que sí, joder. —Liam gruñó.
Beck asintió sombrío.
—Bill te atacó cuando intentaste llamar a la policía, Hammer. Ambos lo
vimos.
Asintiendo, Hammer salió del estacionamiento. La urgencia le respiraba
en la nuca. Él quería presionar el acelerador, pero su mente le peleaba. Si los
detenían por exceso de velocidad, eso le daría a Bill más oportunidad para…

282
La Descarada y el Dominante

No. Joder, no vayas por ahí. Ya le fallaste a una mujer que amaste y la
enterraste. No lo lograrías otra vez si Bill va demasiado lejos y pierdes
también a Raine.
Rozando el máximo nivel permitido de velocidad, Hammer maldijo. Él no
podía sacarse de la cabeza la imagen del cuerpo flácido de Raine contra Bill o
la expresión demencialmente triunfal del bastardo mientras la alzaba en sus
brazos y se iba. El lamentable estado de magullamiento en que encontró a
Raine en el callejón hace años también acosaba a Hammer. Las imágenes se
mezclaban, destellando dentro de su cabeza en un ciclo sin fin.
La culpa lo golpeó. ¿Por qué le había cortado el pago a Bill? Hammer no
necesitaba el puto dinero. Él había heredado un fideicomiso que no podía
gastar ni en tres vidas. En comparación, la suma irrisoria que le daba a Bill
eran centavos. Pero su paz mental no habría tenido precio. Ahora, Hammer
con gusto daría cada centavo por tener de nuevo esa paz mental. Pero la
confesión de Bill la semana pasada de que de hecho sí intentó violar a Raine
cuando era una adolescente lo había enviado a la parte más profunda. Si
Hammer no hubiera dejado de pagar para mantener a ese animal a raya, ella
estaría a salvo, segura y horneando felizmente en Shadows.
Él apretó más fuerte el volante.
—Jamás debí perder la calma y dejar de pagarle. Es mi culpa.

—No te culpes, Macen —Liam insistió—. Yo tengo la culpa. Si no hubiera


comparado el amor que me daba, Raine no se hubiera ido del club.
—¿Comparar? ¿De qué diablos hablas? —Las cejas de Hammer se unieron.

283
La Descarada y el Dominante

—Cuando volví del hospital y perdí los malditos papeles, acusé a Raine de
amarte más de lo que me ama a mí —Liam confesó, golpeando la puerta del
coche con su puño.
¿Y no querría ahora no haberlo dicho? ¿Que no hubiera dejado que el
agotamiento y la frustración se apoderaran de su lengua? Él debió apenas
haberle preguntado a Raine sobre sus sentimientos. Si algo innombrable le
pasara a ella porque él exigió que le demostrara su amor con todo desde sexo
hasta hojaldres, él jamás se perdonaría.
La mandíbula de Hammer se abrió.
—¿Esa era la razón de tus celos?
—Te ha amado por años, Macen. —Liam se trago su pesar—. No pensé
que ella podría… —él negó con la cabeza—. Entonces me demostró lo
equivocado que estaba.
Beck se inclinó y metió la cabeza entre las sillas.
—Raine te ama tanto como ama a Hammer. Ella no hubiera estado tan
dividida este tiempo si no lo hiciera.
—Eso lo sé ahora, y deseo no haber dudado nunca de ella. Ella me mostró
todo en su corazón. —Liam colgó la cabeza, y se giró hacia Hammer—. Tú
también la viste hacerlo.
—Sí lo vi, pero ¿tú le crees? ¿No tienes dudas? —Macen contraatacó.
—Ninguna —Liam contestó—. Me convencí que la media docena de años
que ella pasó contigo significaban más que las cinco semanas que hemos
estado juntos. Me temía que siempre sería el segundo. Estaba equivocado.
—No es la cantidad; es la calidad. —Hammer apretó el timón más fuerte—
. Además, yo no le dije cómo me sentía hasta que tú forzaste el asunto… lo
cual tenías razón en hacer. Le has dado tantas cosas que yo no. Aún le das
cosas que yo no puedo. Lo ves, ¿verdad?
Él asintió miserablemente.
—Quisiera que me hubieras golpeado antes y me hubieras dicho que
estaba fuera de línea, hombre.
—Nada de lo que dijera te hubiera convencido. Raine tenía que abrirte los
ojos. —Hammer le dio a Liam un fraternal apretón en el hombro.
—Ella también hizo un trabajo fan– putamente– tástico.
—Ella está completa solo cuando está con los dos. —Beck intervino—. Ella
jamás amaría a uno más que al otro. En la cabaña, les dijo que los tendría a
ambos o a ninguno porque prefería tener una vida vacía que medio llena.

284
La Descarada y el Dominante

Liam recordó. Beck casi tenía la misma percepción de la psiquis de Raine


que él y Hammer. El doctor probablemente tenía una maldita visión más
objetiva también.
Dios, él desperdició tanta energía con unos celos que no tenía razón de
sentir. Liam no sabía si él podía soportar el pesar.
En su bolsillo, su móvil zumbó. Lo liberó, esperando que Raine se las
hubiera arreglado para contactarlo o incluso que Seth llamara con buenas
noticias. En cambio, el nombre de Gwyneth salió en la pantalla. ¿Por qué
diablos estaría llamando antes de las seis de la mañana? Kyle habría
enfermado más, supuso, y lo lamentaría si ese fuera el caso. Pero ahora, él
tenía que concentrarse en encontrar a Raine. Él regresó su teléfono al bolsillo.
Entre más se acercaban a la casa de Bill, más agudas se volvían los
recuerdos de su última visita aquí. Y más se le erizaba la piel. El deterioro que
permeó en cada centímetro de la casa de la infancia de Raine envió un temblor
por la espalda de Liam. ¿Cómo podría alguien vivir en semejante suciedad? ¿Y
en qué estado estaría la habitación en la que Bill tendría encerrada a Raine
ahora mismo?
El miedo bombeó a través de las venas de Liam como ácido. Él encontró
un leve consuelo en saber que él y Hammer se asegurarían de que Bill estaría
muerto al amanecer. En cambio, Liam no pudo dejar de pensar en qué
depravación estaría obligada Raine a soportar antes de que la rescataran. O si
llegarían demasiado tarde.
—Si Bill quiere dinero, ¿por qué no ha llamado a pedirlo? —Beck se
preguntó.
—Porque sabe que llegaré a buscarlo. Estoy seguro que él quiere tener un
momento con Raine para poder terminar lo que comenzó cuando era una niña.
Hammer se veía listo para golpear algo otra vez.
—La va a violar, ¿verdad?
Liam se ahogó con la pregunta… pero él ya conocía la respuesta. Él y
Hammer habían pensado lo mismo, pero darle voz a este miedo lo hacía más
real. Sus entrañas se retorcieron.
—Sí, pero ella es una sobreviviente. Me da más miedo de que él haga algo
más. —La mandíbula de Hammer se apretó—. Ese imbécil borracho tiene una
vena violenta. Si ha estado bebiendo esta mañana, él podría hacer más que
violarla. No me imagino qué.
El miedo de no volver a tocar o abrazar a Raine hizo sentir a Liam como si
él hubiera sido arrastrado por un tornado y estrellado sobre el suelo. Tener su
alma amorosa y compasiva lejos sería su peor pesadilla. El terror, espeso y

285
La Descarada y el Dominante

ardiente lo llenó. El peso del terror lo pasmó. Liam no quería solo matar al
progenitor de Raine; él quería hacer que el bastardo sufriera
interminablemente.
—A la mierda los semáforos, Hammer. Ve más rápido. —Liam gruñó.
—No puedo arriesgarme a que me detengan por exceso de velocidad
cuando estamos tan malditamente cerca.
Liam lo sabía, pero la lógica era fastidiosa.
—No entiendo por qué tuvo que usar el puto paralizador con ella. Ella es
una chica tan pequeña.
—Bill sabía que Raine no iría por su propia voluntad. Ella peleó con él una
vez y ganó. La cicatriz que le hizo es un recordatorio diario. —Hammer
maldijo—. No puedo dejar de pensar en la manera en que cayó como una
piedra en brazos del hijo de perra.
Mientras giraban la esquina en la esquina de Kendall, Liam intentó
controlarse porque el pánico no le haría a ella ningún bien.
Beck les entregó a ambos hombres un par de guantes de látex, y se puso
los suyos. Hammer condujo lentamente lejos de la casa, mientras Liam giraba
el cuello. Él no vio ninguna luz encendida, ni adentro ni afuera.
Estacionándose en el andén cerca de la mitad de la cuadra, Hammer apagó
el motor. Luego de colocarse sus guantes, los tres salieron del vehículo,
cerrando cuidadosamente las puertas con nada más que un sonido breve. Al
caminar por el andén, un perro ladró desde algún lugar detrás de ellos. Otro
perro ladró, pero ningún animal estaba lo suficientemente cerca para atraer
atención indeseada.
Hammer se dirigió a la entrada, sacando su arma cuando entro en la
sombra entre la casa de Bill y la del vecino. Liam y Beck lo siguieron, ambos
deteniéndose para mirar a través de las ventanas sucias. Liam no pudo ver
nada excepto oscuridad. Ningún sonido venia desde adentro. El lugar se
sentía como muerto. Un estremecimiento helado se deslizó por su espalda.
Tomando una linterna de su bolsillo, Liam se abrió camino hacia el garaje.
Brillando la pequeña luz a través de una de las sombrías ventanas frente a la
puerta, él no vio ninguna señal de Raine. Incluso el camión de Bill no estaba.
—¿Algo? —Hammer susurró.
—No —Liam contestó con el mismo tono furtivo.
Callado como un gato, Beck se escurrió hacia la puerta de atrás. Tomando
el pomo con mano firme, la giró lentamente. Dándole un silbido bajo para
llamar la atención de Hammer, Beck sonrió triunfante y abrió la puerta.
No tenía seguro. Esto fue un regalo… o iban directo hacia una trampa.

286
La Descarada y el Dominante

Hammer entró primero con prisa, con la pistola en la mano. Liam lo siguió
de cerca mientras Beck cerraba con cuidado la puerta para después seguirlos.
El hedor de basura podrida, ginebra amarga y colillas de cigarrillos golpeó
los sentidos de Liam como el gancho derecho de un boxeador.
—Jesús —Beck farfulló por lo bajo, y presionó una mano sobre su nariz.
Liam quería vomitar pero se obligó a respirar por la boca. Ocultando el
rayo de la linterna, Macen levantó la mano y los tres hombres se congelaron
como estatuas, luchando por escuchar el sonido más leve.
Silencio.
Mientras Hammer se movió a través de la habitación otra vez, se veía
furioso y frustrado.
—A la mierda. No le temo a ese chupapollas. —Macen encendió la luz de
la cocina—. Kendall, malnacido cobarde, ¡sal y dame la cara!
Cucarachas corrían en todas las direcciones. Pilas de comida enmohecida
yacían pegadas a platos diferentes que ensuciaban los mostradores. Liam se
quedó mirando las rayas negras de suciedad en el suelo de linóleo amarillento
mientras sus ojos se ajustaban a la tenue luz.
Beck maldijo otra vez. La repugnancia se veía plasmada en su rostro.
—¡Raine! —Liam gritó, e inclinó la cabeza para escuchar atentamente.
Hammer y Beck se detuvieron también. No hubo respuesta.
—Vamos, miserable pedazo de mierda —Hammer provocó—. ¿Quieres
dinero? Lo tengo aquí.
El silencio los envolvió una vez más.
—Danos a Raine, y vivirás el resto de tus días con estilo —Liam ofreció—.
Los cinco segundos que te quedan —él murmuró, con la voz baja y mortal.
—¡Raine! —Hammer gritó otra vez—. Haz ruido por nosotros. Patea, grita.
Haz algo.
Ni un crujido sonó en esa casa miserable. El silencio opresivo los envolvió.
La expresión de Hammer parecía desolada. Beck abrió un cajón cerca al
lavaplatos y sacó dos cuchillos largos y le dio uno a Liam.
—Revisemos el resto de la casa para estar seguros.
—Si encuentras primero a Bill, córtale las bolas y méteselas en la garganta
por mí, por favor. —Liam dijo con desprecio.
—Y lo liquido con un giro en la cabeza… eventualmente.
La voz helada de Hammer no dejó duda de que pretendía hacer sufrir al
cretino.
Liam no pudo estar más de acuerdo con ese plan.

287
La Descarada y el Dominante

—Yo también quiero lastimarlo —Beck dijo cínicamente—. Tengo eso


como una forma de arte.
Atravesando la casa, Liam la encontró considerablemente más repulsiva
que la primera vez que estuvo ahí. El hedor asqueroso de basura podrida y
deterioro fétido flotaban como una grasosa capa oscura.
Latas de cerveza y botellas baratas de ginebra cubrían el suelo mientras se
abrían paso por el pasillo, buscando a Raine. Explorando cada armario y
cuchitril, la llamaron, parando para oír el mínimo indicio de un gemido. Con
cada habitación que resultaba vacía, los vestigios de esperanza a los que Liam
se había aferrado se volvían más oscuros hasta que el rojo que él veía se volvió
negro.
Afuera de la habitación de Raine, Liam sintió que su mano temblaba sobre
el pomo. Él no quería ver los posters de sus ídolos de adolescencia en sus
paredes otra vez o recordar que su chica de cabello de ébano alguna vez tuvo
una vez estuvo en esa cama para que el monstruo que ella llamaba padre la
despojara de sus inocentes sueños.
Beck pareció leerle la mente.
—Sigue. Yo reviso esta habitación.
Las cejas de Hammer se arrugaron con preocupación mientras caminaba
detrás de Beck. Un rugido retumbó de la garganta de Macen mientras salía y
caminaba hacia la habitación de Bill.
Beck salió menos de un minuto después, pálido y visiblemente agitado. Él
negó con la cabeza.
—¡Hijo de puta!‖ Hammer gritó.
Liam y Beck corrieron por el pasillo, y entraron a la habitación principal
para encontrar a Hammer caminando de lado a lado y maldiciendo. El
armario estaba vacío. Macen jaló varios ganchos del armario estéril antes de
lanzarlos hacia el otro lado de la habitación con una ira violenta.
Bill se había ido, y Liam tenía pocas esperanzas de que el bastardo tuviera
intención de regresar. La gravedad del peligro de Raine lo golpeó. Encontrarla
ahora sería difícil, si no imposible. Una aguja en un puto pajar.
—Llamaré a Seth para que se ponga en contacto con la policía —Beck dijo
en un tono lúgubre.
—Maldita sea, pensé que ella estaría aquí. —Hammer sonaba asombrado,
agitado—. Que él solo quería dinero y la oportunidad de joderme. ¿Dónde
putas está?
Liam se preguntaba lo mismo. ¿Y si haber perdido tiempo en esta absurda
búsqueda en vez de llamar la policía, le costaba la vida a Raine?

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La Descarada y el Dominante

—Vamos —Beck urgió—. Necesitamos salir de aquí.


Hammer asintió, y salieron corriendo. Liam los siguió, cerrando la puerta
detrás de ellos. El clic del pomo lo dejó sintiéndose como si hubiera
abandonado a Raine.
Liam se tragó el miedo en la garganta y siguió a los otros hombres a través
del patio. Un nuevo nivel de pánico lo tenía atrapado. El tiempo estaba
acabándose si querían encontrar viva a Raine. Él podría casi sentir el burlón
tic-tac en su cabeza.
Una vez en el coche, Beck llamó a Seth. Oír al doctor decir que no habían
encontrado a Raine ahogó a Liam con desesperanza. Pero él pelearía
malditamente bien para recuperarla… a menos que supiera a ciencia cierta que
no quedaba más por qué pelear.
—Antes de volver al club, el investigador que contraté para chequear
periódicamente a Bill me envió los nombres de un par de lugares que el
imbécil frecuenta. Revisémoslos —Hammer sugirio.
—¿Qué clase de lugares? ¿Piensas que él estaría en alguno de ellos? —
Liam preguntó, casi odiando su maltrecha esperanza necesitándola tanto.
—En su mayoría bares y restaurantes, si que dudo que él estaría por allí.
Espero que alguien sepa dónde encontrarlo o si lo han visto recientemente. —
Hammer se frotó el cabello—. No sé qué más hacer.
—Vamos —Liam urgió.
Hammer se alejó del andén y aceleró por la calle. Liam notó que su amigo
ya no estaba preocupado de que lo detuvieran.
Al dirigirse hacia la autopista, él recordó las fotos que Hammer le había
mostrado de la última paliza que Raine había sufrido a manos de Bill antes de
huir. Liam intentó aclarar su mente, sin fijarse en los horrores que Raine
estaría experimentando mientras ampliaban su búsqueda desesperada.
El primer bar en el que Hammer se detuvo estaba cerrado. El segundo,
aunque abierto, solo tenía dos clientes comiendo huevos. Nadie había visto a
Bill recientemente. Igual con el tercero.
—¿Ahora a dónde? —Él preguntó con la frustración elevada.
—Ese era el último lugar de mi lista. ¡Joder! —Dijo Hammer, con los
efectos de la ansiedad—. Me convencí de que ella estaría en casa de Bill
esperando su dinero. Ahora no tengo una maldita pista.
—Deberíamos volver al club —Beck sugirió—. Estoy seguro que el lugar
está lleno de policías. Tal vez podemos ayudarlos de algún modo.
Liam quiso creerlo. Desafortunadamente, no lo hizo. Él tenía que rezar que
su chica fuerte y astuta, quien había escapado de su padre antes, de algún

289
La Descarada y el Dominante

modo lo hiciera de nuevo. Si no, él y Hammer perderían otra mujer que


compartían, solo que esta había sido una dichosa sorpresa que también le robó
el corazón. La enferma ironía era, que ellos también compartirían juntos el
debilitante dolor de perder a Raine, como debieron hacer luego de la muerte
de Juliet.
Jesús, ¿cómo vivió Macen solo esta devastación?
Maldito Bill Kendall hasta el infierno y de regreso. El bastardo lo había
obligado a él y a Hammer a jugar con reglas diferentes y no tener el control en
sus manos llenó a Liam con una sensación de desesperación. Aún así, él haría,
daría o diría lo que fuera por recuperar a Raine.

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La Descarada y el Dominante

Capítulo Dieciocho

Amanecía sobre las montañas de San Gabriel en la distancia mientras


Hammer se detenía en el estacionamiento de Shadows, ahora lleno de
patrullas policiacas. Uniformados reunían evidencia. El constante flash de las
cámaras destellaba sobre el pequeño coche de Raine como estroboscopios. La
puerta del conductor aún estaba abierta, un agudo recordatorio de que había
fallado al protegerla de Bill luego de todos estos años.
Hammer recordó el día que él le había dado las llaves del coche. Aún
podía oír el chillido de emoción, ver el brillo de deleite en sus ojos azules. El
recuerdo solo ahondó su culpa. La desesperación le arrancó el corazón del
pecho. El miedo hizo que cada ansioso segundo pareciera un siglo porque él
supo que si Bill no esperaba su dinero, había escogido terminar su juego del
gato y el ratón. Él querría tener el máximo placer del dolor que le daría, tanto a
Hammer como a Raine.
Bill probablemente la torturaría hasta lo indecible y la mataría.
Hammer arrastró un respiro tembloroso para controlarse y aferrarse a la
esperanza de que de algún modo, de alguna manera, encontraría a Raine viva.
—Maldito infierno —Liam se quejó—. El estacionamiento es un circo. No
tenemos tiempo para esto.
Beck resopló.
—Solo espera a que los periodistas se presenten.
Con una maldición, Hammer detuvo el coche y lo apagó.
—A los periodistas no les importa una mierda el anonimato. Si necesitas
salir de aquí, ve.
Beck se encogió de hombros.

291
La Descarada y el Dominante

—Me cansé de que me importa si me muestran. Si mis pacientes vainilla


no quieren un doctor pervertido, que se jodan. No me voy hasta que
encontremos a Raine.
—Pensé que tenías cirugía. ¿No es por eso que nos fuimos de la cabaña? —
Liam preguntó intrigado.
Hammer no pensó en preguntar. Había estado demasiado ocupado
preocupándose por Raine.
—Luego de que te dejé en la sala de emergencia, me llamaron del equipo
recolector. El donante murió, pero cuando retiraron el corazón, ya no servía.
Así que mi paciente volvió a la lista de espera. —Beck explicó—. Seguro como
la mierda que no me iba a quedar en el apartamento con tu ex. El Shadows me
quedaba más cerca que mi casa, así que vine aquí a dormir.
Un golpe seco en la ventana hizo a Hammer saltar de su silla. Un ceñudo
oficial se inclinó para mirar dentro del coche.
—Tienen que irse. Esta es una escena del crimen.
Hammer no estaba de humor para lidiar con burocracia. Abrió la puerta y
salió. Instintivamente, el policía dio un paso atrás y puso una mano sobre su
revólver.
—Calma —Hammer lo calmó—. Soy el propietario de este club. Estos
hombres están conmigo.
Liam y Beck se bajaron del coche y lo flanquearon cada uno a cada lado.
El oficial los observó de pie, hombro a hombro.
—Necesito ver la identificación de todos ustedes. ¿Dónde han estado?
Ahora no estoy para calmarte, idiota.
—Desayuno de negocios —él contestó con cortesía, buscando en su
billetera.
—Sr. Hammerman —una voz familiar en uniforme lo llamó mientras se
acercaba al grupo.
Macen contuvo una sonrisa cuando vio a Dean Gorman, un amigo
dominante y miembro de Shadows.
—Hola, no te he visto desde el baile de la policía.
Dean extendió su mano, y Hammer la estrechó, sintiendo algo de alivio.
—Me alegra que estés aquí, sargento. Estaba explicándole a tu cohorte que
soy el dueño del club.
—Yo me encargo —Dean despidió al otro oficial, quien gruñó al alejarse.
El sargento se giró para asegurarse de que su compañero no pudiera
escucharlo.
—Lamento lo de Raine. ¿Bill Kendall es su padre?

292
La Descarada y el Dominante

—Eso me temo —Hammer contestó—. ¿Tienes pistas de él?


—No. —Dean suspiró—. Un par de unidades dejaron hace unos minutos
la casa Kendall. Ellos dijeron que el lugar es un chiquero y debería ser
declarado en ruinas.
Él lo sabía pero se hizo el tonto para no poner a Dean en la posición
incómoda de guardar sus secretos.
—¿Y no encontraron a nadie?
—La ropa de Kendall no está, así que se supone que se ha ido de la ciudad
y se ha llevado a Raine con él.
—Tal vez, pero ese monstruo ha deseado llevársela durante años. No creo
que él haya pospuesto sus propósitos para dejar la ciudad. Yo creería que él la
retendrá en algún lugar cercano pero aislado donde pueda lastimarla o…
Joder.
Decir las palabras apuñalaba a Hammer con terror.
—Tal vez incluso asesinarla. Luego tendrá que irse.
Dean hizo una mueca.
—Le dije a los detectives que Raine es una amiga de la familia. Han
expedido un boletín para Kendall, su camión, la van, y Raine. Ya que todos en
mi precinto ahora saben que esto es personal para mí, no están perdiendo el
tiempo.
Hammer supo que con cada segundo que pasaba, las posibilidades de
encontrar una víctima de secuestro caían exponencialmente. Un nudo grueso
se atoró en su garganta. Él no podía esperar. Todo lo que pudo hacer fue
asentir en agradecimiento por la ayuda de Dean.
—Gracias. —Liam apretó el hombro del oficial con agradecimiento.
—No hay problema. —Dean miró entre Hammer y Liam como si se
estuviera preguntado a cuál de los dos le pertenecía ella—. Ella es
irremplazable para todos nosotros. Shadows no es nuestro hogar pervertido
sin ella. Tengan paciencia. Estamos haciendo todo lo que podemos.
Por favor. Que esté viva. No puedo perderla ahora.
Luchando por mantener la compostura, Hammer miró a los policías aún
examinando la escena del crimen. Quiso gritarles para que encontraran más
rápido a Raine.
Luego Macen vio dos grandes van de televisión aparcarse en la acera y
apretó la mandíbula.
—Ya llegaron los buitres. Entremos.

293
La Descarada y el Dominante

Cuando entraron al club, los pocos miembros que se habían quedado a


dormir en las nuevas habitaciones al otro lado del club estaban despiertos y
con expresión de shock mientras rendían declaración a un par de detectives.
Hammer tomó nota mental de hacer énfasis sobre el anonimato de los
miembros.
Frotándose el cabello, vio a Seth en el bar, con una botella de agua,
viéndose desolado. Antes de que Hammer se acercara, Dean y uno de los
detectives lo interceptaron.
Hammer los llevó a su oficina, y pasó los siguientes treinta minutos
respondiendo preguntas sobre Raine y Bill. Él no ahondó en el hecho de que
sobornó a Kendall para que se alejara de ella. Para demostrar la urgencia del
caso, Hammer les mostró a los hombres fotografías de una Raine golpeada y
amoratada cuando era adolescente. Luego de eso, el detective irradió furia.
Después Hammer se unió a Liam, Beck y Seth en el bar, esperando por
Dios que algo resultara pronto.
—¿Qué tal la inquisición? —Preguntó Liam, golpeteando nerviosamente
sus dedos.
—Fue tediosa pero necesaria. —Hammer se sentó junto a él.
Liam lo miró compasivo.
—¿Qué le dijiste?
—Todo lo que pude sin explicar el ―contacto” que Bill y yo tuvimos todos
estos años —Hammer contestó amargamente—. No quiero darles ninguna
razón para que me vean como sospechoso. Solo perdería tiempo.
A su derecha, una pareja que se había unido hace unos meses al club luego
de llegar a vivir a Los Ángeles se detuvo junto a él. La sumisa Vivian puso
varias humeantes tazas de café sobre la barra bajo la mirada atenta de su
dominante.
—Se nos rompe el corazón por lo que ha pasado con Raine, Señores. —
Ofreció Vivian—. Si hay algo que el Amo Donald y yo podamos hacer por
ustedes, por favor, no duden en pedirlo.
Hammer forzó una tierna sonrisa para la pareja mayor. Eran una pareja
genuinamente adorable cuyos hijos ya habían crecido y hecho su vida. Donald
a veces tomaba el rol de monitor de calabozo cuando Hammer quedaba corto
de personal, y Vivian cuidaba a las sumisas sin reclamar como una mamá
gallina.
—Gracias, lo apreciamos. —Liam contestó.
—Si quieren ir a buscar a Raine, yo puedo hacerme cargo aqu. —ofreció
Donald.

294
La Descarada y el Dominante

—Gracias, hombre. —Hammer palmeó el hombro del dominante—.


Honestamente, si tuviera un puto indicio de dónde buscar, aceptaría tu oferta.
Hammer tomó un respiro profundo, y tomó un sorbo de café. Sabía
bien…pero definitivamente no era el de Raine. Ante la idea, él luchó con otra
ola de desesperanza que amenazaba con tragárselo entero.
De repente, Dean asomó la cabeza en la esquina.
—O‘Neill, ¿tu esposa está aquí?
Hammer oyó más que un poco de hierro en esa pregunta, como si el
dominante se preguntara cómo Liam podría estar casado y con Raine al
mismo tiempo.
Junto a él, Liam gruñó.
—Ex esposa. Y no la quiero aquí.
Pero era demasiado tarde. Gwyneth luchaba por entrar por la puerta,
rodando su maleta y balanceando el corral sobre ella con una mano. Ella
balanceaba a Kyle con incomodidad en la silla del coche con la otra. Una
pañalera pesaba en su hombro izquierdo, y su bolso en el derecho. Hammer
estaba bastante seguro que la perra jamás había cargado un equipaje en su
vida.
—Maldito puto infierno —Liam se quejó al ponerse de pie.
Hammer también se puso de pie, estrechando la mirada sobre la víbora
mientras Liam tomó la silla de Kyle y se dirigió a su butaca, colocando al bebé
junto a él. Gwyneth se escurrió, sonrojada y ansiosa.
De inmediato, Vivian sonrió y comenzó a jugar con Kyle. El pequeño niño
respondió, pateando mientras una gran sonrisa babeante se extendía por ese
rostro angelical.
Gwyneth soltó el corral, bolso, pañalera en el suelo, y se inclinó sobre su
maleta con un suspiro cansado. Liam le tomó el codo y la llevó a una quieta
esquina en la parte de atrás del bar.
Hammer lo siguió, con el temperamento elevándose con cada paso.
—No tengo tiempo para ti, Gwyneth —Liam insistió—. Como puedes ver,
tenemos una situación aquí…
—Y-yo necesito hablar contigo. —Ella miró nerviosa a Hammer, y se
concentró en Liam otra vez—. Es urgente. Sobre Raine. —Ella susurró como si
intentara evitar que Hammer la oyera.
—¿Qué con Raine? —Liam sonaba al borde.
Las entrañas de Macen se apretaron. La preocupación que Raine tenía en
la voz antes de que se durmieran en la cama de Liam hace unas horas gritó en
la cabeza de Hammer.

295
La Descarada y el Dominante

¿Entonces se va a rendir? Secuestró a un bebé, falsificó documentos, vino


con una enorme mentira y… no la veo rindiéndose. Es una fortuna enorme.
Si Raine tenía razón, era posible que Gwyneth hubiera venido al club para
jugar su última y desesperada carta. Ya que él no pudo pensar en ninguna
manera activa de ayudar ahora a Raine, Hammer tuvo toda la intención de
hacer que la ex esposa de Liam destapara su juego.
—Suéltalo —Macen siseó.
—Esto es entre Liam y yo. —Gwyneth lo miró con ira—. Y no te hablo a ti.
No te he perdonado por lo que me hiciste.
—Querrás decir lo que no te hice —Hammer dijo con desprecio.
—¿Podemos hablar en privado?
Su tono altanero hizo que Macen quisiera golpear algo, preferiblemente la
cara de ella. Ignorándolo por completo, Gwyneth miró suplicante a su ex
esposo.
—La oficina de Hammer —Liam ladró.
Sin esperar que ella respondiera, él se dio vuelta y la arrastró por el bar y
por el pasillo.
—Vivian. —Hammer miró sobre su hombro—. ¿Por favor, cuidarías al
bebé? Su nombre es Kyle.
Al menos así creo que se llama.
—¿En verdad, Señor? Oh, me encantaría. Amo a los bebés. —Ella sonrió
antes de regresar su atención al niño que gritaba, haciéndole ruidos tontos.
Que mal que no hubieran estado en la ciudad cuando Pike se estaba
arrancando el cabello.
Hammer vio a Liam arrastrar a Gwyneth a la oficina. De pie detrás de
ellos, Macen cerró la puerta, bloqueándole a ella la única salida mientras
cruzaba los brazos sobre el pecho.
—Dime lo que tengas que decir. —Liam espetó—. Y sé rápida. No toleraré
más juegos tuyos. —Cuando ella miró a Hammer de lado, Liam agregó—.
Todo lo que vayas a decirme sobre Raine, puedes decírselo a Hammer.
Macen no pensó poder sentir mucha alegría hoy, pero Liam puso a
Gwyneth en su lugar, seguramente eso ayudaría a intentarlo.
La boca de ella se abrió, y se cerró como la de una trucha.
—Vine a decirte algo horrible.
—¿Estás embarazada de mellizos esta vez? —Hammer preguntó con
cautela.
Gwyneth lo miró con frialdad, y fijó a Liam con una mirada de angustia.

296
La Descarada y el Dominante

—Mi padre murió justo luego del mediodía en Londres. Recibí la llamada
poco después de dejar el hospital esta mañana.
—Lamento tu pérdida —Liam contestó sin una gota de emoción.
—Gracias, pero esa no es la razón por la cual vine a ti. Cometí un error.
Liam suspiró sonoramente, y la perforó con una mirada rabiosa.
—Has cometido muchos.
Hammer casi la agarró para sacarle las palabras a la fuerza.
—¿Qué tiene eso que ver con Raine?
—Bill Kendall la tiene. — Ella soltó.
Tan pronto como las palabras de Gwyneth se registraron en su cerebro,
Hammer supo que la perra estaba involucrada. El hielo congelándole las venas
desde que descubrió que Raine no estaba ahora ardía como lava.
Él se retiró de la puerta y se acercó hacia Gwyneth, pero Liam ya la tenía
pegada contra la pared. Su rostro ardía de ira, pero sus ojos parecían
totalmente árticos.
—¿Cómo lo sabes? ¿Tuviste algo que ver con la desaparición de Raine?
Hammer se acercó más, con la mirada más dura.
—Más te vale que comiences a hablar. ¿Sabes dónde la tiene Bill?
Gwyneth dio un pequeño grito de miedo.
—No planeé que las cosas salieran de esta manera. Tienes que creerme.
Liam desestimó sus súplicas.
—¿Dónde está?
—Luego de que me humillaras, estaba tan indignada de que me pudieras
tratar tan cruelmente. Era tu esposa. —Ella tragó—. Así que busqué al hombre
y le ofrecí dinero.
—¿Querías a Raine muerta porque herí tus sentimientos?
Liam se vio sorprendido, como si él jamás hubiera odiado a nadie más en
su vida.
Hammer apoyó la emoción.
—¡Dinos dónde encontrarla!
Ella miró a Liam con la boca abierta.
—¿Muerta? Solo le pedí que la mantuviera lejos de ti por unos días hasta
que hubiéramos volado a Las Vegas y nos hubiéramos casado. Pero ahora que
mi padre está muerto, no tiene sentido. —Ella se retorció las manos—. No
pensé que el propio padre de Raine realmente la lastimaría.
—Me escuchaste insultando al hombre en el estacionamiento porque la
golpeó cuando era una niña e intentó violarla —le espetó Liam con una furia

297
La Descarada y el Dominante

incrédula—. ¿Creíste que él solo quería jugar cartas con ella? ¿Llevarla al puto
cine?
—Estaba enojada. Fui impulsiva. Lo siento. —Ella gritó—. He pasado toda
la mañana llamando a Bill, intentando detenerlo. Dejé mensajes diciéndole que
cancelara todo el plan.
—¡Puta estúpida! Un mensaje no va a detener al malnacido —tronó
Hammer mientras luchaba con la urgencia de poner sus manos alrededor del
cuello de Gwyneth.
—Bueno, lo llamé hace más de una hora e intenté convencerlo de liberar a
Raine. Él estaba arrastrando las palabras. Casi no pude entenderle.
—Porque es un violento borracho —Hammer dijo furioso—. ¿Entendiste
algo de lo que dijo?
El remordimiento apretó los rasgos de Gwyneth.
—Vine a ti porque no sabía qué más hacer. Ya le pagué a Kendal cincuenta
mil dólares. Él amenazó con lastimarme si no le pagaba los otros cincuenta
mil, que no obtendría hasta que volviéramos de Las Vegas.
—Raine hubiera estado muerta incluso antes de dejar Los Ángeles —Liam
siseó—. Hay una buena posibilidad de que ya él la haya matado.
—Le ofrecí el doble por dejarla ir. —Ella gritó—. Pero dijo que ya que la
tenía, él planeaba darse un festín. —Gwyneth lo miró con ojos suplicantes—.
Intenté llamarte hace un rato para contártelo, Liam. No contestaste. Dejé un
mensaje y vine corriendo aquí… jamás quise hacerle daño.
Hammer rugió, e hizo un hoyo con su puño en la pared. Fragmentos de
polvo y yeso cayeron sobre el suelo mientras enredaba su puño en el cabello
de Gwyneth, apretando hasta que ella gritó.
—Dinos dónde está Raine. Ahora.
Ante su tono letal, más lágrimas cayeron de los ojos de Gwyneth.
—Creo que en una bodega cerca al aeropuerto. Él y yo nos encontramos
ayer en la mañana allí. —Ella temblaba de miedo—. Lo siento, Liam. Yo…
—Cállate —le ordenó, con tono frío—. ¿La dirección?
—La escribí en un pedazo de papel. Está en mi bolso en el bar.
Hammer la soltó, y sacó su móvil. Le envió un mensaje de texto a Beck,
ordenándole a él y a Seth que estuvieran listos para salir.
—La quiero ahora. —Liam la tomó del brazo y la sacó de la oficina—. Y si
Bill ha lastimado un cabello de la cabeza de Raine, el puto universo no será lo
suficientemente grande para que te escondas de mi.
Gwyneth sollozó a cada paso. Hammer no sentía una gota de compasión
por ella, solo una ira ardiente.

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La Descarada y el Dominante

Cuando llegaron al bar, Vivian y Donald habían sacado a Kyle de su silla y


estaban jugando felices con él en la parte de atrás. Beck y Seth se pusieron de
pie, esperando tensos. Nadie miró a Gwyneth, quien calladamente se
desmoronaba mientras buscaba en el bolso. El segundo en el que ella le
entregó el papel a Liam, él anotó la dirección en su teléfono.
—A menos de diez minutos de aquí, tal vez más con el tráfico.
Al menos ya había una pista. Una nueva esperanza emanó de Hammer. Él
se acercó a Beck y Seth con cuidado de mantener la voz baja.
—Puede que Gwyneth sepa dónde encontrar a Raine. Si está ahí, vamos a
rescatarla. ¿Están listos?
—¿N-no vas a contarle a la policía? —Gwyneth preguntó.
—Aún no.
Liam sabía que él y Hammer pretendían silenciar a Bill, de una vez por
todas.
—Y tú vienes con nosotros para mostrarnos exactamente dónde está
escondiendo a Raine.
—Pero suena peligroso —ella tembló.
Beck la miró burlón.
—Oh, bu hu.
Seth puso las manos arriba.
—Necesitamos dejar a alguien aquí para coordinar con la policía en caso
de que tengan más preguntas.
Hammer y Liam se miraron, y miraron a Seth.
—¿Lo harías? ¿Y le pedirías a Vivian que cuide al bebé mientras no
estamos?
—Claro. —Seth asintió—. Vayan.
—Pero… Kitty y George esperan encontrarse con Kyle y conmigo en el
aeropuerto en dos horas —Gwyneth protestó.
Hammer tomó un papel y pluma del bar, y se los lanzó a Gwyneth.
—Escribe el teléfono de tu hermana. Seth puede llamarla y decirle dónde
recoger al niño. Tú vienes con nosotros. No es negociable.
Hammer vio los dedos de ella temblar mientras escribía. Cada segundo
que pasaban en Shadows dejaba a Raine a merced de Bill.
Cuando Gwyneth terminó, ella colocó en la barra el papel y la pluma.
Hammer le entregó el papel a Seth.
—Nos vamos.
—¿Qué harán con Bill si lo encuentran? —Seth levantó una ceja.
—Conoces la respuesta —Hammer dijo rabioso.

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La Descarada y el Dominante

Seth lo miró largo.


—Liam, ¿por qué no llevan tú y Beck a Gwyneth al coche?
—Vamos en mi camioneta. —Liam arrastró a su ex esposa hacia la
puerta—. Vamos. No más teatro, ¿me entiendes? O te entrego a la policía
ahora mismo. Iras a la cárcel.
—Y te tocará comer coño en vez de polla por el resto de tu vida —Beck
dijo con sarcasmo.
Las fosas de Gwyneth se abrieron mientras apretaba los labios. Hammer le
lanzó a Beck las llaves de su coche.
—Saca tu maletín médico de mi maletero y tráelo.
—Vale. —Beck le aseguró, ayudando a Liam a sacar a Gwyneth del club.
Una vez solos, Seth miró a Hammer.
—Mira, he pensado en esto. Lo que sugieres los pone a todos como
candidatos a la pena de muerte. O cadena perpetua, si tienen suerte.
—Solo si un testigo habla. —Hammer apretó los dientes—. Y si Raine no
está, no me importa.
Seth maldijo.
—Llámame cuando termine. Si necesitas una coartada, te ayudaré con una
porque fui policía. Si es posible, necesitamos que todos coincidan con la
versión final antes de llamar al 911.
Hammer lo palmeó en los hombros.
—Gracias.
Respirando hondo, él corrió por el pasillo hacia la salida, pasando por el
lado del detective que lo había interrogado antes. Corrió hacia la camioneta de
Liam, y se subió en el asiento del copiloto. En la parte de atrás, Beck miraba
con ira a Gwyneth, quien se veía pálida y castigada.
Los reporteros rodearon el vehículo mientras intentaban dejar el
estacionamiento del club. Afortunadamente, los policías los mantuvieron a
raya. Liam aceleró.
Al alejarse, Hammer cerró los ojos. Una imagen de Juliet, sin vida y
lánguida, pasó por su mente. Su rostro se volvió el de Raine, y Hammer apretó
la mandíbula para contener su desesperación.
Ella no podía estar muerta también. Él rezó por poder llegar a tiempo a la
bodega para salvar a su preciosa Raine. Si no lo hacían… Hammer estaría
agradecido por tener esta vez a Liam a su lado. Pero no estaba seguro de
poder pasar el resto de su vida sin ella.

300
La Descarada y el Dominante

—Despierta, puta.
La voz penetró la niebla de Raine, pero no podía ubicarla. Un dolor agudo
en sus costillas la sacó de las capas de inconsciencia. Jadeando para absorber la
agonía, intentó rodarse para proteger su lado. En cambio, Raine se encontró
fija e incapaz de moverse.
El agotamiento pesó en cada uno de sus músculos. Ella gruñó y se forzó a
abrir los ojos. Un techo de metal corrugado se cernía sobre ella, oscuro y
oxidado. La luz tenue que se filtraba a través de las vigas transversales, era un
rayo débil que caía sobre las paredes amarillas. Ella se estremeció.
¿Dónde estaba? ¿Por qué hacía frío? ¿Por qué no se podía mover?
—Ya era hora que despertaras —arrastró una voz que Raine esperaba no
volver oír de nuevo. Ella se las arregló para girar la cabeza y encontró a Bill de
pie sobre ella, con una botella de ginebra. Él levantó su pie amenazantemente
como si anticipara la oportunidad de patearle las costillas con su bota de
nuevo.
Cuando Raine vio su rostro, se le congeló la sangre. Ella luchó por
sentarse, levantarse, cualquier cosa para huir de él. Su padre tomó un trago de
su botella.
—No vas a ningún lado. Te tengo abierta y lista. Incluso te até
apropiadamente, así como el amo pervertido. He esperado un largo tiempo
para esto.
Mirando su propio cuerpo, Raine observó su ropa sucia, el catre
enmarcado en metal sobre el cual yacía a unos centímetros del suelo y la
gruesa y rasposa soga con la que le ató las muñecas y tobillos en las esquinas.
A su alrededor, una bodega vacía parecía desnuda y sin vida. Más allá de
sus pies, ella pudo ver el camión rojo de Bill. Más allá del vehículo, ella vio dos

301
La Descarada y el Dominante

puertas. No había ventanas, solo un par de claraboyas que filtraban la luz en


un matiz naranja que le dijo que estaba amaneciendo.
Un avión voló sobre ellos, sus motores gritando en un rugido
ensordecedor, como si acabara de despegar cerca de ahí.
Oh, Dios… ¿Dónde estaba? ¿Por qué Bill la había traído ahí?
Para devolverle el que lo hubiera frustrado, huido, golpeado… y cualquier
otra razón que él considerara que merecía su ira. Y ella no se hizo ilusiones. Él
no la dejaría vivir para contarle a la policía.
Quiso tener la esperanza de que alguien pudiera encontrarla, pero si ella
no tenía idea de dónde Bill la había traído, ¿cómo lo haría alguien más?
Además, luego de ese día infernal que Liam atravesó, posiblemente él aún
dormiría profundamente. Dudaba que la echara de menos todavía. Las horas
de Hammer también habían sido largas. Él aún estaría roncando.
Era más que seguro que estaba sola.
Raine comenzó a temblar e intentó obligarse a respirar, a usar la cabeza. Si
ella no podía pelear físicamente, entonces tendría que hacerlo hablar. Ni por
un segundo pensó que podía razonar con él, pero su botella parecía medio
vacía. Si podía distraerlo, él seguiría bebiendo y finalmente se desmayaría.
Clandestinamente, ella jaló de sus muñecas. Liberarse de estas ataduras sería
difícil. Él la ató tan fuertemente que sus dedos parecían un poco adormecidos.
—¿Qué es lo que quieres? —Ella finalmente preguntó—. Tengo dinero. Te
lo daré.
Bill dio un ebrio resoplido.
—Ya no bastará el dinero. Es hora de devolverles el favor a ti y al amo
pervertido. Verás, él pensó que podía dejar de pagarme esa cómoda
mensualidad, y yo…
—¿Qué quieres decir? —Raine lo corto.
Ella supo que Bill había averiguado a dónde ella fue luego de huir de casa
tantos años atrás. Siendo un completo imbécil, su padre por supuesto, buscaría
a Hammer para amenazarlo. Pero…
—¿Mensualidad?
—¿Por qué más crees que no fui hacia allá y no arrastré tu culo escuálido
de regreso a casa hace años? ¿Por qué más crees que no llamé a la policía para
decirles que él estaba albergando a una menor en un club de sexo? Viví con
dos mil al mes, sin impuestos por los pasados seis años.
Hammer jamás había dicho una palabra. Jamás lo mencionó, ni lo insinuó,
jamás le dio incluso la más leve indicación de que él y su padre habían llegado

302
La Descarada y el Dominante

a un acuerdo. Las matemáticas no eran lo suyo, pero ella hizo un cálculo


rápido. El monto que él había pagado para mantenerla a salvo la asombró.
—No lo sabías, ¿cierto?
Bill pareció complacido de haberle lanzado una bola curva antes de que su
expresión se oscureciera de nuevo.
—Pero tuviste que llegar a mi puerta y joderlo todo, como siempre haces
todo. Claro, tuviste este castigo pendiente desde hace un tiempo largo. —
Bebió otro trago de la botella, y rozó la cicatriz en su mejilla con el cuello de la
botella y la miró amenazante—. Te debo esto, Raine. Tu papi piensa cobrarse
su libra de carne.
Ella intentó no encogerse o llorar o entrar en pánico. En el pasado, ella
había tenido armas a su disposición, como el cuchillo con el que lo atacó la
noche que huyó, Beck y su arma la última vez que ella llegó a su puerta y lo
golpeó en la cara. Ahora, solo tuvo sus palabras.
Tal vez una disculpa lo haría suavizarse, pero Raine no pudo intentar
decirle al puto enfermo que lo lamentaba.
—Haré que te pague otra vez —ella ofreció desesperada—. Llámalo y lo
arreglaré. Él tiene mucho dinero.
Ella lo sospechaba. Diablos, ella jamás preguntó.
—¿Quieres el doble? ¿El triple? ¿Un millón de dólares? Él te los dará.
—¿Tienes el coño tan dulce? —Él pareció dudoso—. No puedo pensar que
una puta valga tanto.
Entonces una gran sonrisa diabólica se estiró por su rostro. Él bebió otro
trago de ginebra, y se tambaleó al doblarse para colocar la botella en el suelo.
Cuando se enderezó de nuevo, él tuvo su mano en la pretina de su pantalón,
con los dedos trabajando en el botón.
—Pero estoy listo para averiguarlo.
Raine intentó encogerse, pero no tuvo dónde retirarse. Su risa maniaca le
llenó los oídos.
—Comencemos esta fiesta. Oh, casi me olvido… —él se viró a lo largo del
catre, y levantó la botella otra vez, y desapareció sobre su cabeza.
Raine estiró el cuello para ver en qué estaba Bill. Todo lo que vio fueron
las patas de una mesa. Él se detuvo frente a ella y se meció, recogiendo y
soltando cosas con un tañido metálico que le hizo acelerar el corazón.
Querido Dios, ¿qué tenía planeado?
—¿El amo pervertido no te llama ‗preciosa’?
A ella se le detuvo el corazón.
—¿C-cómo lo …?

303
La Descarada y el Dominante

Él se rió.
—Cuando me enteré que él tenía a mi niña, te seguí para saber qué te
estaba haciendo él. Te oí en una cena unas semanas luego de que fuiste a vivir
con él. Cuando no estabas mirando, él te miró como si quisiera arrancarte la
ropa y follarte. ¿Para ese entonces le estabas ya dando tu coño?
—No.
—No me mientas, niña. Él te quitó esa florecita, lo sé. Por eso es que te
llama ―preciosa‖. ¿El irlandés también te tiene un nombre cariñoso? Debería
llamarte puta por dárselo a ambos. ¿Cuál de ellos te dio todas esas mordidas
en el cuello?
—Cuando era niña Hammer jamás me puso una mano encima.
A diferencia de ti. Él jamás violaría a nadie, mucho menos a una niña
menor de edad.
Su padre rugió, y regresó a la mesa.
—Lo siguiente que me dirás es que es un puto santo. Niña, él es solo un
hombre con una polla que quiere meterla en algún lado. Tus huecos no son tan
especiales. Los de ninguna puta lo son. —Él resopló—. Los de tu hermana
ciertamente no lo eran.
—¿Tú… violaste a Rowan? —Ella se ahogó.
—Oh, yo no la violé; la desfloré. Me aseguré que su cumpleaños número
trece fuera inolvidable.
Raine se mordió el labio para contener su helado terror. Él estaba más que
divertido. Ella agradeció que otro avión despegara, dándole unos segundos
para organizar sus ideas. Pero nada le vino a la cabeza excepto que ella
debería estar cerca del LAX. A ella le encantaría estar en uno de esos aviones…
hacia cualquier lado. No, donde ella realmente quería estar era de regreso a
Shadows, acurrucada entre Liam y Hammer, a salvo en brazos de ellos.
—No tenía…
… no tenía idea.
Pero tal vez la tenía. A veces, tarde en la noche, ella oía gruñidos y el
golpeteo del cabecero de la cama de Rowan contra la pared. Ella había
supuesto que su hermana mayor había entrado algún novio a escondidas. En
retrospectiva, ella se dio cuenta que Bill había sido demasiado atento para
permitirlo.
Su madre los había abandonado dos años atrás de que Bill hubiera
comenzado a abusar de Rowan. Su hermana no tuvo cómo protegerse o
detener a su padre. Su hermano, River, aunque era el mayor, rara vez estaba
en casa.

304
La Descarada y el Dominante

De hecho, ahora que ella realmente lo pensaba, Bill a menudo llevaba a


Rowan de compras. Siempre volvían con ropa tímidamente indecente,
especialmente batas de dormir, sostenes y pantis.
—¿No tenías idea? —Bill se rió—. ¿Ella nunca te contó de cuántos ―favores”
me hizo para que no tuvieras también un decimotercer cumpleaños
inolvidable? Disfruté cada momento que ella pasaba siendo mi puta sucia. —
Él se meció sobre sus talones—. Excepto cuando la perra estúpida se
embarazó… dos veces.
El shock le robó el aliento a Raine. Ella sintió como si le hubieran golpeado
el pecho con una palanca de acero.
Su hermana siempre había sido tan callada, amable… Bill a menudo le
recalcaba que debía ser más obediente, como Rowan. Lo que la chica había
soportado le hizo cortar la sangre.
Su padre era un depredador sexual, un desviado sin alma. Pero pues ella
supo eso por años.
—¿Dos veces? —Finalmente soltó ahogada.
En algún lugar de la cabeza de ella, Raine se dio cuenta que no estaba
diciendo nada que pudiera persuadir a Bill de reconsiderar lo que había
planeado o la liberara. Pero ella estaba bastante segura de que no habían
palabras para eso. Ella también temió que si decía algo realmente que
estuviera en su cabeza, desataría su lado violento más rápido.
Su cabeza rodó; su terror se elevó.
—Se me hizo difícil encontrar un doctor que le hiciera un aborto a una
niña de menos de catorce años, pero lo hice. Él fue útil dos años después.
Luego del primer descuido, puse a Rowan a tomar la píldora, pero la puta
estúpida tomó antibióticos para una jodida enfermedad y ¡Bam! Pero me
aseguré de que entendiera que no podía descuidarse otra vez.
Raine no quiso saber lo que Bill había hecho. Cuando ella comenzó a
rechazar las miradas lascivas de su padre y caricias ―accidentales‖ luego de la
ida de Rowan a la universidad, ella a veces resentía a su hermana. Ni un
mensaje, ni una carta, ni unas vacaciones en casa. Nada. Ahora Raine entendió
la decisión de la chica por completo.
—Entonces… —ella susurró—. ¿Es por eso que Rowan jamás volvió para
verme?
—Bueno, no exactamente.
Bill se rió como si estuviera disfrutando demasiado esto.
Raine se congeló. El miedo casi se le comió la lengua antes de poder hacer
su siguiente pregunta.

305
La Descarada y el Dominante

—¿Qué quieres decir?


Bill no contestó. Solo comenzó a tararear una tonada vagamente familiar
que su padre utilizaba para jugar.
—Esta es la noche. Va a estar bien.
Niña, voy a follarte.
Nadie va a detenernos ahora.
Bill gimió, y luego resopló.
—Rod Stewart tenía su modo de cantar la canción, y yo tengo el mío.
Sabes, esa era mi canción especial con Rowan. Se la canté la primera vez.
—No digas nada, mi niña virgen…
Las pistas encajaron. La verdad la golpeó en la cabeza. Cada vez que su
padre tocaba esa canción, Rowan comenzaba a sollozar. Luego Raine oía
gemidos y gruñidos provenientes desde la habitación de su hermana en la
noche. Las lágrimas se escaparon de los ojos de Raine.
Pobre Rowan…
—Pero tu hermana se puso engreída, pensó que era mejor que yo. Ella se
presentó a todas esas putas universidades y fue aceptada. Decidió dejarme.
Raine oyó el movimiento del licor en la botella, y luego él la golpeó sobre
la mesa. Ella comenzó a contener un jadeo.
Al menos Rowan pudo salir. Ella había tenido cinco años
indescriptiblemente horribles con su padre, pero Raine lo contaba como una
victoria que su hermana hubiera huido para mejorar su vida.
—Así que me encargué de ella.
Sus pasos sonaron, y Bill serpenteó de regreso hacia ella, llenando su línea
de visión mientras se agachaba, con un brillante cuchillo aserrado en la mano.
—Justo como me voy a encargar de ti.

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La Descarada y el Dominante

Capítulo Diecinueve

Raine entendió de inmediato lo que le ocurrió a su hermana. Rowan


decidió simplemente dejar atrás su infancia y buscar una mejor vida. Su
retorcido padre la había terminado.
—Ella empacó para ir a la universidad, y tú la llevaste al aeropuerto para
que pudiera irse a Londres y…
Una mueca le curvó un labio.
—La llevé al desierto. Tuvimos una despedida obscena. Luego… la envié
lejos.
Él sostuvo el cuchillo con un encogimiento de hombros. El terrible deleite
brillaba en sus ojos. Él había disfrutado cada minuto de ello.
—De hecho, esa misma pala está en la parte de atrás de mi camión.
Más terror frío rodó a través de ella. Sabía que su padre no era capaz de
sentir amor o compasión. Había sabido que él era un violador y pedófilo al
que no le importaba si les causaba dolor a otros.
Ella no sabía que era un asesino oculto.
—¿Porque ella planeó dejarte? ¿Por eso?
—Nadie me deja. Ni siquiera tú.
Él bajó el cuchillo hacia ella, presionando la punta contra el hueco de su
cuello.
—¡Espera! —Ella gritó en pánico.
¿Cómo lo convencía de dejar esto?
—Y-yo haré lo que quieras.
—Sé que lo harás. Y te gustará.
La piel de Raine se erizó, y antes de que pudiera decir algo más, Bill cortó
a través de su camiseta y su sostén con el gran cuchillo, haciendo jirones su

307
La Descarada y el Dominante

camisa… y dejando un largo rasguño de su garganta hasta su cintura. Solo un


poco más hondo y le hubiera sacado sangre.
La sonrisa en sus labios le dijo a Raine que él disfrutaba fastidiándole la
cabeza. Él la había asustado, enseñoreándose de su dominio de la moral de
ella… antes de que finalmente perdiera interés en su nuevo juguete y la
terminara también. Él había matado a Rowan cuando ella decidió que su
abuso fue suficiente y eligió alejarse. ¿Y si su hermana no hubiera sido la
única?
—¿Qué pasó con River?
—Ese estúpido buscapleitos se metió en tantos problemas que para él era
ir a la cárcel o al ejercito. Me alegró ver su culo salir por mi puerta. Él era muy
bocón para tolerar y demasiado grande para golpear.
—¿Y mamá? ¿Ella te dejó? —Ella preguntó en un susurro bajo.
Los labios de Bill se curvaron en una sonrisa orgullosa.
—Lo intentó. La detuve.
Raine no pudo contener su jadeo de horror. Él también había matado a su
madre.
Oh, Dios. Oh, Dios. Oh, Dios.
Todo el cuerpo de Raine se adormeció. Todo este tiempo, ella pensó que
su madre simplemente se fue, se alejó. Saber lo contrario le quitó el aire de los
pulmones. Toda calidez se fue de su cuerpo. Ella se mordió el labio para no
llorar.
Jamás vería a su madre o le diría que entendía su decisión de escapar.
Raine jamás podría expresarle su amor a la mujer que le dio la vida. No había
visto a su madre en casi quince años, pero siempre había creído que algún
día…
Raine se mordió el labio para no gritar, y Bill siguió hablando.
—Tu madre fue una puta. Estoy convencido que se folló a mi hermano
durante años. Siempre le sonreía. También le ostentaba su cuerpo. Diablos, no
me sorprendería si la hubiera embarazado de vosotros tres. —Bill miró a Raine
con desdén—. Para cuando naciste, casi la tenía dominada. Entonces de
repente pensó que tendría el valor de llévaros. La mostré quién era el jefe. No
me sorprendió cuando tú y Rowan resultaron ser unas putas también. Lo
llevaban en la sangre, después de todo.
Con cada palabra, Bill sonaba más enfadado. Su expresión le mostró a
Raine que ella tenía la culpa de cada ligereza que su madre y su hermana
hubieran tenido con él. Ella estaba segura que él ya tenía la cuenta de los
pecados cometidos contra él. Una mirada a sus ojos brillantes y Raine supo

308
La Descarada y el Dominante

que si ella no hacía algo rápido, pronto se iría de este mundo. Él la mataría, y
le encantaría hacerlo.
Mentalmente, comenzó a revisar todas las opciones. Bill no quería dinero;
él la quería a ella.
Él no podía esperar a castigarla por ser mujer y no desearlo. Por dejarlo.
Por en últimas odiarlo, tal como mamá y Rowan. O él la violaba varias veces,
luego la cortaría o perdería la cabeza y lo haría en grande una vez antes de
cortarle la garganta. Raine juró que ninguna posibilidad se llevaría a cabo…
no sin dar la pelea. Si ella quería vivir, debía tomar el control.
Ella tembló. Solo tenía una cosa a su favor: Bill estaba más que un poco
ebrio. Él casi no podía permanecer de pie, y seguía bebiendo de la botella. Por
otro lado, él estaba jodidamente loco. De algún modo, ella tenía que averiguar
qué quería oír su desquiciada mente y obligarse a decirla.
Luego haría lo necesario.
Ella no pudo pensar en los detalles ahora o perdería el valor.
—Ahora, es hora de mostrarle a tu papi el buen polvo que eres.
Él blandió el cuchillo otra vez y le cortó las mangas, recordándole con
cada pasada de la cuchilla quién tenía el poder. Luego jaló las prendas de su
torso y se retiró a mirarla. Una media sonrisa llena de lujuria le torció el rostro.
—Bueno, mira esas mordidas y moretones. Hmmm… —Bill se ajustó la
polla en sus jeans—. Veo que esos chicos tuyos te han entrenado para que te
guste rudo. Bien. Puedo darme gusto. Pero esta vez tendrás un hombre de
verdad.
Raine sintió la bilis elevarse en su garganta. Aplacando la subida, intentó
no encogerse mientras Bill se inclinaba y trazaba un grueso dedo sobre las
marcas que surcaban sus pechos. El hedor de ginebra le robó el aliento.
—Dale un beso a papi, nena —él murmuró mientras chocaba a la fuerza
sus labios contra los de ella.
Ella apretó fuertemente los labios, obligándose a no vomitar, pero Bill le
apretó la mandíbula hasta que ella abrió. Su aliento fétido le llenó la boca
mientras su lengua se hundía en ella como una anguila resbalosa. Ella gimió
con desagrado e intentó voltear la cabeza.
Él se retiró, intentando concentrar su mirada nublada sobre ella.
—Vamos a quitarte esos pantalones para que le puedas mostrar a papi lo
que se ha estado perdiendo todos estos años.
Otro avión voló sobre la bodega mientras metía el cuchillo bajo la cintura
del pantalón de Raine. Ella gruñó de terror. Todo su cuerpo se volvió de
piedra.

309
La Descarada y el Dominante

Bill le guiñó un ojo y comenzó a cantar de nuevo.

—Vamos ángel. Mi polla está que arde.


No te niegues al deseo de tu papi.
Vas a disfrutarlo, así que no te hagas la tonta.
Abre las piernas y déjame llenarte de mi semen.
Esta es la noche…
Bill resopló y se rió, obviamente complacido por su sentido talento.
—También sorprendí a tu hermana con esa letra.
Dios, esto no podía estar sucediendo. Hace no mucho, ella estaba envuelta
en los brazos de Liam y Hammer. Si ella quería estar de nuevo a salvo y
rodeada de ellos, tenía que encontrar una manera de sobrevivir a esta
pesadilla.
Pensar en ellos la llenó de agonía. Ella quería su para siempre con los
hombres que amaba.
Ella no podía dejarlos así… no a manos de este demente sociópata.
Mientras Bill deslizaba el cuchillo a través de la tela de sus pantalones, él
hizo un trabajo rápido con el spandex, rompiendo el material sobre ambas
piernas, luego lanzando la prenda desgarrada sobre su hombro.
El frío de diciembre le mordió la piel. Ella se estremeció mientras estaba
acostada y expuesta. Cada célula en el cuerpo de Raine le imploraba que
peleara. Pero indefensa y a merced de Bill, tenía que jugar su juego mientras el
miedo y la furia rodaban a través de ella.
Él se arrodilló junto al catre, con la mirada hambrienta rodando por el
cuerpo de su hija. Sus ojos se ampliaron, y él se movió, lamiéndose los labios
mientras estudiaba las marcas en su sexo desnudo.
Él silbó largo y bajo.
—Oh, te comieron bien. Y te gustó. ¿Cierto?
Cuando Bill la fijó con la mirada que le advirtió que él esperaba una
respuesta, ella le dijo lo que él quería escuchar.
—Sí —Raine susurró.
—Me imaginé que eras una puta pervertida. Pero te va a gustar mucho
más conmigo. ¿Verdad?
Intentó no avergonzarse, especialmente cuando Bill le miraba el monte
nuevamente.
—¿Verdad? —Él insistió, jugando con el cuchillo en su mano izquierda.

310
La Descarada y el Dominante

Raine se obligó a mirarlo con compasión.


—Mamá y Rowan te hicieron vivir un tormento. No lo sabía. Lo siento.
Bill parpadeó, y estrechó la mirada.
—No. No lo sientes. Tú también me dejaste, joder.
—Solo tenía miedo. No sabía lo que querías. Era una niña asustada. Pero
ya no lo soy, papi. —Raine intentó no hacer arcadas al pronunciar esas
palabras—. Ahora veo que tú y yo pudimos tener lo que queríamos o
necesitábamos.
Ella se detuvo, mirando cómo la expresión de Bill se suavizaba con
melancolía y por el alcohol.
—¿Lo ves?
Él la miró indagando y le acunó la cadera con una mano brusca. Raine no
intentó encogerse. Cuando lo hizo, la ira llenó el rostro de él de inmediato.
—Estás jodiendo conmigo, ¿cierto, puta? Bueno, yo no lo voy a aguantar.
Él se inclinó sobre ella y levantó una mano amenazante. Raine supo qué
venía pero no había cómo evitar que la abofeteara con toda su fuerza. El dolor
estalló con un fuego caliente y blanco a través de su mejilla, extendiéndose por
su cuero cabelludo y había su cuello.
Raine apretó la mandíbula, negándose a gritar. Si no podía pelear, ella
tenía que soportar. Tomando un respiro, ella intentó ralentizar su corazón
desbocado, sus ideas maniáticas. Todo en su cabeza casi se revolvió cuando él
levantó la mano otra vez. Ella se obligó a aplacar el pánico.
—No, papi. Por favor. Seré buena. Lo prometo —Raine suplicó, mientras
su mejilla palpitaba y su estomago se hundía—. Me sorprendiste cuando me
tocaste. Se sintió tan bien, que me asombró. Hasta ahora, jamás entendí lo bien
que se podía sentir un hombre. Pero ahora lo sé. Todo lo que has querido
hacer es amarme. Muéstrame…
No vomites. No puedes vomitar. Tienes que convencerlo de que hablas en
serio.
Serpenteando un poco, Bill bajó su mano y sonrió.
—Así me gusta más.
—Haré lo que quieras —Raine susurró, luchando con la urgencia de cerrar
los ojos y bloquearlo.
—Esa es mi niña. Has aprendido realmente rápido quién es el jefe. Por tu
bien, espero que la chupes mejor que Rowan. Ella daba lástima. Te aviso,
guárdate tus dientes, o te mataré y terminaré dentro de tu cuerpo muerto y
frío.

311
La Descarada y el Dominante

Bill se puso de pie y bajó el cierre impacientemente. Sus jeans cayeron al


suelo, mostrando su pene semierecto bajo un calzoncillo raído y amarillento.
Raine se aguantó las ganas de vomitar. Mientras bajaba la tela deshilachada
por sus caderas, ella ocultó su repulsión ante la vista de su arrugada polla.
Con un gruñido, Bill escupió en su mano y se tomó el apéndice medio
flácido bombeándolo furiosamente con el puño.
Él se meció sobre sus pies. Su polla se negaba a cobrar vida. Entre más
largo y fuerte se acariciaba, más Raine sabía que no se le pondría dura.
Bill tropezó y gruñó, con una creciente frustración. Luego sin aviso, soltó
la polla y levantó la mano.
—¿Qué pasa contigo, niña?
Su puño chocó con el rostro de Raine, sus nudillos se plantaron en la
cuenca del ojo. El dolor explotó dentro de su cabeza. Las luces comenzaron a
atenuarse hasta que solo libélulas blancas bailaron en su visión. Aún así, Raine
contuvo un grito.
—Todo esto es tu culpa, maldita puta —él le espetó—. No eres lo
suficientemente excitante para mí.
—Lo siento, papi —Raine lloró.
Estas eran lágrimas reales, y si no quería caer víctima de la ira de su padre,
ella tendría que hacer algo drástico.
—Déjame ayudarte. Puedo hacerlo. Desátame las manos. Lo haré mejor.
Por favor, papi…
—No necesito tus manos, puta. Necesito tu boca. —Bill se arrodilló junto
al catre.
Raine hizo acopio de todo lo que tenía para mantener la repulsión fuera de
su rostro.
—Pero quiero tocarte. Acariciarte. Sentir tu gran polla en mi mano.
—Quieres liberarte para poderme hacer otra cicatriz. —Él señaló con el
dedo la que tenía en la mejilla—. No me jodas la cabeza, niñita.
—No. No. —Raine negó con la cabeza—. Puedes sostener el cuchillo. Tú
tienes el poder. Pero no puedes tentarme así y no dejarme sentir tu piel contra
mi mano, deslizándose hacia arriba y abajo mientras te la chupo hasta el
fondo.
Una chispa de deseo danzó en sus ojos vidriosos. Raine quiso cerrar los
suyos y gritar, pero ella le sostuvo la mirada e intentó como el infierno mirarlo
de manera incitante.

312
La Descarada y el Dominante

Bill la estudió por largos momentos. Finalmente, él se levantó y tomó la


botella de ginebra de la mesa. Tomó un trago largo, y se limpió la boca con el
dorso de la mano.
—Intentas algo, y te rajo de lado a lado. ¿Entendiste?
—Sí, oh, sí. —Su corazón saltó en su pecho—. Seré buena. Lo juro.
Lo suficientemente buena para irme.
Bill lentamente desató la soga de su mano derecha. Ella forzó una suave
sonrisa mientras él la miraba con sospecha.
Cuando el brazo quedó libre, ella rodó la muñeca, intentando hacer que la
sangre fluyera de regreso a sus hombros y sus dedos. Él se inclinó más sobre el
catre.
—Tócame, bebé. Ponme en tu boca y chúpame fuerte.
Raine intentó obligarse a extender la mano y tocarlo, pero ella vaciló.
Conteniendo un grito, ella cerró los ojos por un precioso momento y se
concentró en controlar su mierda. Todo lo que tenía que hacer era envolver
sus dedos alrededor de la carne masculina y pretender que no estaba ahí… lo
necesario para soportarlo.
De repente, Bill dejó salir un salvaje rugido, estrellando un puño contra
sus labios. Más dolor la encegueció. La sangre le llenó la boca. Raine intentó
no llorar ni perder la esperanza.
Liam y Hammer. Ella tenía que vivir por ellos y encontrar una manera de
escapar. Si ella dejaba que Bill la matara, Liam estaría devastado. Hammer se
culparía a sí mismo el resto de su vida y se cerraría otra vez.
Ella no podía dejar que eso le ocurriera a ninguno de los dos.
—Me engañaste, maldita puta. Puedo verlo en tus ojos. No me deseas.
Con un gruñido, él soltó el cuchillo. Este chocó contra el cemento antes de
que él saltara sobre ella, quedando a horcajadas sobre su cuerpo con el suyo
que era mucho más grande, y le tomó la garganta fuertemente con ambas
manos. Como si su rostro se contrajera de ira, él apretó. Sus ojos azules
ardieron con un brillo asesino mientras él le cortaba el suministro de aire.
¿Dónde está el cuchillo? Encuentra el puto cuchillo.
Luchando, ella se retorció y removió, intentando desequilibrarlo de su
cuerpo. Bill gruñó y le tomó el cuello con más amenaza. Lo sintió aplastar su
vía aérea y ella gorgoteó mientras buscaba más aire. Puntos negros bailaron en
su visión. Si se desmayaba… todo terminaba.
La adrenalina se elevó en su sistema mientras tanteaba en el suelo
buscando el cuchillo, sus dedos rasguñando el frío cemento. Luego rozó el frío
metal. Raine supo que tenía solo segundos antes de que la oscuridad la tomara

313
La Descarada y el Dominante

cuando tropezó con el pesado fondo de la hoja. Finalmente, ella pudo tomar el
suave mango.
Usando lo último de su fuerza, enterró la punta de la hoja en el costado.
La punta afilada se deslizó sobre el hueso, así que ella siguió buscando. Los
bordes aserrados encontraron la carne entre sus costillas. Ella hundió
fuertemente el cuchillo.
La sangre caliente explotó sobre ella y cayó a borbotones sobre su brazo. El
mango de repente se sintió húmedo y difícil de agarrar.
De inmediato, Bill la soltó con un rugido agudo. Raine respiró hondo,
jadeando por aire, agradecida de poder respirar de nuevo. Su visión se
agudizó. Una nueva ola de adrenalina se disparó a través de su sangre
mientras Bill se alejaba de su codo, mirando el cuchillo saliendo de su costado
con ojos bien abiertos.
—¡Perra! —Arremetió contra ella de nuevo.
Raine sacó el cuchillo, y lo apuñaló en el pecho mientras él intentaba
alcanzarle de nuevo la garganta.
Ella encontró el hueso del esternón, y retorció la hoja hasta que los bordes
aserrados cortaran a través de la carne de él como mantequilla, deteniéndose
en la empuñadura. Sobre su grito de agonía, ella se movió hacia abajo.
Más sangre. Su grito se volvió un gorgoteo. Bill intentó levantarse pero
solo pudo rodar a medias sobre el suelo junto al catre, directamente a la
izquierda de Raine. Él la miró, con los ojos abiertos del shock mientras
intentaba respirar pero solo podía escupir. La sangre saltaba hacia todos los
lados.
Él extendió la mano y enredó su puño en el cabello de ella en un agarre
sorprendentemente fuerte. Él jaló fuerte, arrastrando el rostro de ella hacia el
suyo. Raine gritó e intentó alejarse. Bill se estaba debilitando, pero el agarre
mortal que tenía sobre ella se sentía absoluto.
Con un sollozo, ella hizo lo que pudo para moverse hacia él, rodando a
medias sobre su lado. Aún apretando la cuchilla, Raine lo apuñaló de nuevo,
esta vez en el corazón.
Ella lo vio moverse, vio su expresión desvanecerse, pero sus terribles ojos
azules seguían mirándola, así que Raine no se detuvo. Lo apuñaló una y otra
vez mientras gritos hacían eco en sus oídos. Finalmente, se dio cuenta que Bill
había muerto… y que los gritos de terror eran de ella.

314
La Descarada y el Dominante

—¡Joder, que te muevas, maldita sea!


Liam golpeó la bocina, arremetió contra los frenos y revisó los espejos
mientras serpenteaba alrededor de un vehículo lento, luego aceleró.
Él se negaba a pensar en nada excepto en llegar a Raine. Era demasiado
fácil de visualizar qué torturas horribles ese psicópata, Bill, podía estarle
infringiendo a su chica.
Liam se reprendió a sí mismo por no hacer algo respecto de Kendall
cuando tuvo la oportunidad. En cambio, empeoró las cosas ayer amenazando
al hombre. Si algo le pasara a Raine, Liam sabía que no se lo perdonaría a sí
mismo.
Concéntrate. Concéntrate en el tráfico. Mantente bajo control. Raine te
necesita.
—Lo siento, Liam. Realmente, no pensé que él la lastimaría de verdad —
Gwyneth ofreció.
Hammer gruñó.
—Perra, por favor…
Liam no podía ni siquiera mirarla sin querer hacer algo que jamás había
hecho por rabia a una mujer en la vida.
—Porque no pensaste las cosas y porque no te importa nada más si no tú
misma. Lanzaste a una mujer inocente a su propia muerte. Usaste a tu propio
sobrino como peón en tu treta. —Liam la acusó—. ¿Hay algo que no harías
para salirte con la tuya?
—No lastimé a Kyle. Lo llevé a una aventura.
Cuando él la miró incrédulo, ella suspiró.
—La compañía de mi padre valía un billón de libras. Tenía que hacer algo,
pero ahora todo va a manos de Kitty y…
El teléfono de Liam sonó. Él lo sacó del bolsillo, esperando que fueran
noticias de Raine. Él miró el número. Local. Desconocido. Con el corazón
acelerado, él presionó el botón para contestar la llamada y enlazarla con el
manos libres.

315
La Descarada y el Dominante

—O‘Neill —contestó.
—Hola. Te habla Tom del laboratorio Accudata en el hospital. El doctor
Beckman dijo que necesitabas los resultados de la prueba de paternidad
rápido. Solo llamaba para avisarte que… no eres el padre. Realicé la prueba
dos veces. No están emparentados en lo absoluto.
Esa información hubiera sido bastante bienvenida hace veinticuatro horas.
Ahora, apenas lo alegraba.
—Gracias, Tom.
—Te debo una —Beck gritó desde el asiento de atrás.
Sin paciencia para nada que no fuera rescatar a Raine, Liam terminó la
llamada.
—¿T-Te dieron los resultados del ADN de Kyle en menos de veinticuatro
horas?
Gwyneth sonaba en shock. Claramente, ella había pensado que tendría
más tiempo. Él la miró con cinismo por el espejo retrovisor.
—No soy tan crédulo como lo fui una vez. Y luego de todo lo que has
hecho, jamás te creería una palabra más.
Beck tomó a Gwyneth por la nuca mientras se inclinaba cerca de ella para
susurrarle al oído.
—Sabes, rubia, soy un sádico. Y por ti, me olvidaría de mi juramento
hipocrático.
Ante su amenaza falsamente educada, ella gimió con miedo e intentó
zafarse. Pero Beck sabía cómo inmovilizar a una mujer, y ella no podía
eludirse de su agarre.
—¿Sabes cuántos receptores de dolor hay en el cuerpo humano? —Él
preguntó.
Los ojos de ella se abrieron de par en par. Su boca se cayó de un jadeo.
Liam vio a Beck joderle la cabeza y una perversa satisfacción lo llenó.
—Yo sí —el doctor continuó—. De hecho, he hecho mi misión personal
estudiar cuánto puedo balancear a la perfección a alguien justo en el borde,
manteniendo las sensaciones tan intensas que nada más se registre. Puedo
brindar agonía total.
Gwyneth comenzó a luchar de nuevo.
—Liam, quítame este lunático de encima.
Cuando él no respondió a su demanda, ella continuó en un tono de
pánico.
—Seguramente no puedes hacerme responsable de lo que el padre de
Raine le haga. Jamás se la entregué al maniático.

316
La Descarada y el Dominante

—Eres muy responsable, Gwyneth —Hammer gruñó—. Si Kendall la


mata, te sugiero que te encuentres un policía y le ruegues que te lleve a la
cárcel. Estarías mucho mejor. Y antes de que apeles a Liam para te salve de
nuevo… no pierdas el tiempo. No lo hará.
—Espero que te guste el color naranja —Beck agregó.
—Intenté que Kendal se detuviera —ella protestó—. Incluso vine a ti con
todo lo que sabía. No es mi culpa.
—Claro que lo es, perra calculadora y mercenaria.
La voz de Hammer cayó a un nivel de amenaza.
—Ninguno de nosotros le pagó a Kendal para que secuestrara a Raine. En
algún nivel, sabías exactamente lo que él era. Por eso lo contrataste. Incluso la
posibilidad de que él la violara o la matara no te detuvo. Así que a menos que
te hagamos una pregunta directamente, cállate la boca. O te juro que te la
callo, joder.
Liam miró en el espejo retrovisor. Gwyneth retrocedió como si la hubieran
abofeteado, su rostro sonrojado en carmesí. Sus labios se apretaron en una
línea fina. Ella intentó encoger en una esquina del asiento trasero lo más lejos
de Hammer como fuera posible, pero Beck la sostuvo firmemente.
—¡Liam! —Ella gritó.
—A nadie aquí le importas una mierda, al menos a mí no. Solo me
contaste de tu papel en el secuestro de Raine porque tu padre murió y Bill te
amenazó. Si no fuera por eso, te hubieras subido en un avión esta mañana y te
hubieras ido, sin importarte lo que le hubiera pasado a ella. Eres como una
bomba, explotando donde te diera la gana y desatando una destrucción
masiva a dónde vas. Y peor, eres incapaz de comprender la miseria que dejas a
tu paso, mucho menos te importa. —Liam gruñó.
Ella lo miró con la boca abierta.
—Pero eso no es cierto. ¿Cómo iba yo a…?
—Cállate —Liam la cortó—. ¿Sabes cuál es la diferencia entre tú y Raine?
¿Por qué la amo? Cuando te pedí que te casaras conmigo, tu primera pregunta
era el tamaño del diamante y si brillaría lo suficiente en tu dedo. —Él
resopló—. La primera vez que le pedí a Raine que fuera mía, ella vaciló
porque le preocupaban mis sentimientos y si podría amarme lo suficiente para
hacerme feliz. —Él miró a Gwyneth con un meneo de cabeza—. Tú y yo
estuvimos casados por dos años, y jamás supiste o te importó cómo me sentía.
En cinco semanas, Raine ha hecho su mejor esfuerzo para superar una vida de
abuso y dolor para ser lo que necesito porque le importo mucho.
—Liam, tú me importabas. Aún me importas.

317
La Descarada y el Dominante

—No sabes cómo hacer que alguien te importe una mierda. No eres ni
siquiera lo suficientemente buena para que Raine se limpie los pies sobre ti. —
Liam arrastró una respiración—. He terminado contigo.
Gwyneth pareció marchitarse. Siguieron el camino por unos minutos
tensos y ásperos en total silencio, tan solo roto por la voz robótica del GPS.
Mientras Liam giraba en la carretera imperial, una fila de edificios
industriales y bodegas aparecieron a su derecha.
—Allí. ¡Allí! —Gwyneth gritó—. Al frente. El edificio de puertas negras.
Creo que ese es.
—Más te vale que así sea. —Liam oyó la amenaza en su propia voz.
Los ojos de Gwyneth se abrieron de horror cuando sus miradas se
conectaron en el espejo retrovisor. Ella finalmente se veía como si entendiera
la gran mierda en la que se había metido.
—Desacelera un poco, Liam. —Hammer le interrumpió—. Está muy solo
aquí. Si Bill oye un coche acercándose, puede asustarse. Ese avión que despega
puede pasar y darnos algo de margen para movernos.
Liam se giró a un lado de la calle, y se estacionó en el andén, estudiando la
bodega preguntándose. No había ventanas. Liam confiaba que Bill no los
estaría mirando. Unas puertas dobles corredizas pintadas de un negro viejo se
estiraban en gran parte del frente del edificio, lo suficientemente altas para
que cuando abrieran, un camión pudiera entrar al lugar. Se veía más viejo que
la mayoría de los edificios a su alrededor, sin un muelle apropiado. Penachos
de grama crecían a través de las ranuras del asfalto.
El abandono colgaba en el aire. Parecía como si hubiera sido abandonado
hace mucho tiempo… pero las apariencias engañan.
—Beck, cuando paremos en el edificio, mantén a mi ex esposa en el coche
contigo, por favor. Si necesitas inmovilizarla o herirla, hazlo. —Ante la sonrisa
perversa del hombre, Liam agregó—. Volveremos.
—Con gusto. —Beck dijo con desdén—. La rubia y yo tenemos mucho de
qué hablar. ¿Verdad?
Ella parpadeó en su dirección.
—¿Qué? No. No puedes dejarme con él.
Liam la ignoró mientras el avión volaba justo sobre ellos. Él aceleró el
coche, y se detuvo junto a la bodega, dándole un vistazo más cercano a la
entrada.
Con la urgencia bombeando a través de él, estacionó el coche en el lote
amplio y vacío y apagó el motor.

318
La Descarada y el Dominante

En el instante en que el vehículo se detuvo, Hammer saltó de la camioneta,


sacando su arma y manteniéndola cerca de su pierna. Liam lo siguió. Juntos,
anduvieron hacia adelante. Macen lo miró claramente preguntándole si estaba
listo. Liam asintió sombrío. Hammer rodeó la esquina, deteniéndose para
examinar las puertas. No estaban cerradas. De hecho, había una pequeña
brecha que evidenciaba el hecho de que Bill no las había cerrado por completo.
Hammer intentó mirar a través de la brecha, y negó con la cabeza.
—Haremos ruido si abrimos.
Eso alertaría a Bill. Liam miró a las vías oxidadas.
—Sí. Hay una puerta más pequeña a la izquierda.
Cuando movió la cabeza en esa dirección, Macen lo siguió. Liam llegó
primero y envolvió con su mano el pomo, y le dio un pequeño giro, rezando
por una oportunidad.
Afortunadamente pudo. La perta abrió con un pequeño crujido.
La abrió más, esperando que las bisagras no chillaran. Él se las arregló
para empujarla lo suficiente para poder entrar.
Hammer se deslizó detrás de él.
El espacio adentro era enorme y horrendo ante la luz tenue. Justo detrás
de las puertas estaba el viejo camión rojo de Kendall cubierto de mugre. La
van en la que secuestró a Raine no estaba por ningún lado, y Liam sospechó
que él la había dejado abandonada en otro lado.
Conteniendo el aliento, se movió alrededor del vehículo, con Hammer
justo detrás de él. Entonces ambos vieron a Raine.
Hammer se congeló. El corazón de Liam se detuvo.
Oh, querido Dios…

319
La Descarada y el Dominante

Capítulo Veinte

Raine estaba desnuda y sentada sobre el suelo. En una mano, ella apretaba
el cuchillo goteando sangre. Con la otra se cubría las rodillas y se mecía,
mirando a Bill junto a ella, quieto y rodeado de un charco de sus propios
fluidos.
Su ojo derecho hinchado y la herida sangrante en su labio inferior les dijo
que Bill la había golpeado. Mientras se aferraba a la cuchilla aserrada, un
carmesí le cubría los dedos, el rostro, y el cuerpo. Liam sintió que su corazón
se apretaba. Su pobre y pequeña chica había luchado contra su demonio otra
vez, y eso tuvo efecto sobre ella.
Pero gracias a Dios estaba viva.
Hammer se acercó a Bill, apuntándole con el arma. Inclinándose
lentamente, él presionó dos dedos contra la carótida.
—Está muerto.
A Liam se le soltó el cuerpo de alivio. Gracias a las putas estrellas que Bill
Kendall jamás podría volver a herir a su chica. Ella había peleado y ganado…
por última vez.
—Raine —Liam susurró, temeroso de acercarse a ella demasiado
repentinamente y arriesgarse a asustarla más.
Ella no respondió, simplemente miró fijamente al cuerpo cerca del catre
con marco de metal. Bill la había atado a él, a juzgar por la soga que colgaba
todavía de las esquinas.
Hammer colocó su arma en la funda. Antes de que Liam pudiera llamarlo,
Macen corrió hacia Raine, arrodillándose junto a ella. Él intentó llegar a ella,
pero se detuvo, apretando sus dedos en un puño como si temiera hacer saltar
a la aterrada chica.

320
La Descarada y el Dominante

La mirada de él se movió entre el rostro de ella y el cuchillo, aún apretado


fuertemente en la mano de Raine.
—Oh, nena. Dulce Raine. Estamos aquí, preciosa. —La voz de Hammer se
quebró—. ¿Puedes oírme, cariño? Mírame. Suelta el cuchillo. Estás a salvo. Bill
ya no te lastimará de nuevo. Él está muerto.
Ante la mención del nombre de su padre, Raine apretó más el cuchillo,
negándose a levantar la mirada del cuerpo postrado. De repente, ella gritó, un
sonido que helaba la sangre que reverberó a través de la caverna vacía de la
bodega, congelando las venas de Liam. La piel se le puso de gallina.
Hammer se alejó y se puso de pie. Miró a Liam con expresión de terror e
indefensión.
—Está en shock, hombre —Liam murmuró—. No levantes la voz. Eso la
asustará.
Hammer gruñó.
—Maldita sea…
Liam colocó una mano sobre su hombre y se tragó su ansiedad.
—Está desnuda, armada y no responde. Está cubierta de sangre, lo cual
puede estar ocultando posibles heridas. Y hace mucho frío aquí. Ella necesita a
Beck. Ve por él. Yo me encargo aquí.
—No puedo dejarla ahora —él respondió, con el rostro contraído con
devastación y shock, con remordimiento, culpa y terror.
Liam no podía ayudarles a ambos a la vez. Luchando con su propio
pánico, él aplacó su urgencia de correr hacia Raine.
—Déjame encargarme de ella.
Hammer se frotó su rostro con enfado, luchando por conservar su
compostura, claramente indeciso. Finalmente, asintió.
—Tráela de vuelta a nosotros.
Liam recordo Hammer decir casi las mismas palabras a Raine justo antes
de que le hiciera el amor hace apenas unas pocas horas. Ahora sonaba como
un eco espeluznante.
—Llama al 911 y trae a Beck. Dile que traiga su maletín.
—Enseguida.
Cuando Hammer corrió hacia la entrada, Liam se acercó más,
examinándola visualmente en busca de otras heridas. Él no podía ver con
todas las manchas de sangre que le cubrían la piel.
—¿Raine, puedes oírme? —Él mantuvo su voz deliberadamente baja, sin
dejar de mirarla.

321
La Descarada y el Dominante

No quería ver sus ropas destrozadas esparcidas alrededor del catre de


metal o los instrumentos de tortura, un pesado bate de beisbol, un taladro,
destornilladores, martillos, tenazas, alineados en una improvisada mesa
cercana.
¿Qué le había hecho Bill?
Joder.
En el suelo había una botella vacía de ginebra. El aire alrededor de ellos
apestaba con el hedor de cobre, junto con los contenidos de su vejiga e
intestinos, los cuales él vació hasta morir. Basándose en la piel cenicienta del
hombre, severamente blanco en la penumbra, Liam supuso que Bill se había
desangrado. Él estaba acostado de espalda, con los ojos abiertos como en
expresión de sorpresa, las pupilas dilatadas y fijas. En algún punto del
sufrimiento de Raine, Bill se había quitado el pantalón. Su miembro flácido
estaba expuesto.
Liam quiso matar al bastardo otra vez.
La voz de Raine se elevó una vez más en un perturbador grito de angustia.
Acercándose más, evitando el charco de sangre que rodeaba a Bill para no
contaminar la evidencia, Liam se quitó la chaqueta mientras le hablaba
suavemente a ella. La distancia entre ellos lo irritaba.
—Toma, amor. Él no puede herirte ahora. Nunca más.
Esta vez ella gimió como si lo hubiera oído y se hubiera roto por dentro.
Pero ella jamás le quitó la mirada de encima a Bill, como si temiera que el
animal se levantara para asesinarla.
Liam se acercó mucho más, agachándose ante ella y colocándose entre ella
y el cuerpo de su némesis.
Finalmente, Raine parpadeó, y gimió en voz baja mientras intentaba mirar
alrededor de Liam, aún apretando el sangriento cuchillo con todas sus fuerzas.
Sus pupilas estaban dilatadas. El shock nadaba en sus ojos. Liam odió lo
obsesionada que se veía e intentó no pensar en lo que esa bestia le pudo haber
hecho para tenerla en semejante estado de retraimiento.
Concéntrate. Derrúmbate lo que quieras después, pero no te atrevas a
perder la calma ahora, joder.
—Oh, mi dulce Raine —él le canturreó—. Hammer y yo estamos aquí.
Suelta el cuchillo por nosotros.
No podía asustarla quitándole el cuchillo cuando se sentía amenazada. Y
no podía arriesgarse a arruinar la evidencia colocando sus huellas en la
cuchilla.
—Vuelve a mí, amor…

322
La Descarada y el Dominante

En vez de contestar, ella tembló e intentó mirar alrededor de él. Sus labios
estaban azules, casi del mismo color de sus ojos atormentados.
Liam se movió para bloquear a Bill de su campo de visión otra vez. Él oyó
el sonido de las puertas de la bodega abrirse, pasos corriendo hacia ellos. Sin
mirar atrás, él levantó una mano para evitar que se acercaran y concentrarse
en Raine. Ya que hablarle suave no estaba funcionando, él necesitaba intentar
algo más.
—Sumisa, suelta el cuchillo —Liam le exigió, esperando que su voz
familiar de dominante pudiera llegar a ella.
Al principio, ella no respondió, excepto parpadear. Ella no había hecho eso
ni siquiera desde que él la encontró hecha un ovillo y gritando. Liam contó el
leve cambio como un triunfo.
—No me obligues a darte pepinillos —le advirtió con solemnidad, y dejó
luego caer su voz a un tono suave—. Prefiero amarte. Suelta el cuchillo, y te
haré sentir a salvo otra vez.
Una arruga se armó en las esquinas de la boca de ella antes de disolverse
en un sollozo silente. Ella respiró profundo, parpadeó de nuevo, y finalmente
lo miró. Lentamente ella soltó su agarre sobre el cuchillo y este se deslizó de
sus dedos para caer ruidosamente sobre el concreto.
El alivio se apoderó de él en una ola alucinante mientras se ponía de pie,
evitando el charco de sangre.
—Buena chica. Un amor tan maravilloso y dulce. Levántate y ven ahora a
mí. Tienes frío. Déjame calentarte.
Liam miró su rostro. El estupor se levantó lentamente, como una neblina
disipándose. Raine se concentró en él, con el rostro derrumbándosele al
reconocerlo. El horror de su expresión casi lo puso de rodillas.
Ella no se movió.
—Liam…
—Yo te voy a ayudar, amor.
Le extendió una mano, rezando porque ella la tomara y le permitiera
abrazarla. Cada momento que ella seguía alejada de él era como otra eternidad
de muerte.
—Ven aquí.
—E-Él me lastimó.
Esas pequeñas palabras rompieron todo dentro de él mientras llegaba a
ella.
—Lo sé. Lo lamento tanto. Aquí estamos, y nada más te va a pasar. Toma
mi mano.

323
La Descarada y el Dominante

Mientras ella intentaba levantarse con sus inestables piernas, ella flaqueó.
Cuando ella pudo caerse, Liam la atrapó, envolviéndola en su chaqueta, y la
levantó en sus brazos, lejos de los restos de Bill Kendall.
Hammer y Beck llegaron corriendo, encontrándolo a mitad de camino.
—¡Dámela!
Hammer abrió los brazos y la tomó de los de Liam mientras Beck la
revisaba someramente en busca de heridas abiertas, huesos rotos y trauma
craneal.
—Está magullada y obviamente en shock —murmuró Beck de manera
monótona y suave, claramente intentando no alterar a Raine—. ¿Estas
mordidas?
—Nuestras —Hammer admitió.
Beck solo asintió.
—No veo heridas nuevas, pero no sabremos qué ha pasado hasta que
lleguemos a Urgencias.
Ahora sollozando, ella apretó a Hammer, quien cayó de rodillas con ella y
la apretó más fuerte en su abrazo, presionando su frente contra la de ella y
respirando agitadamente.
—Eso es, preciosa. —Hammer susurró—. Estás de regreso con nosotros
ahora. Todo va a estar bien. Te amamos, Raine.
Liam se arrodilló junto a ellos y envolvió su mano con la de él. Él pudo
sentir que la presa dentro de él se rompía mientras el miedo y la ira que tenía
contenida finalmente escapaba. Él presionó un puño untado de sangre contra
su pecho, intentando contener sus lágrimas. Ahora eran inútiles. Su chica
necesitaba ayuda.
Beck se arrodilló junto a Hammer, con la expresión compasiva pero
insistente.
—¿Raine? ¿Estás conmigo?
Ella asintió antes que otro sollozo la atravesara.
—Bien. Escúchame, princesa. Esto es importante. Vital.
Beck le revisó las pupilas de nuevo, y luego le acunó el rostro para que lo
mirara.
—La policía viene. Van a hacerte muchas preguntas. Igual los doctores. No
importa qué pase, debes decirles que cada marca en tu cuerpo te la hizo tu
padre. ¿Me entiendes?
—Pero Hammer y Liam me las…
—Lo sé. Pero si le dices eso a la policía, podrían arrestarlos. Y entonces no
podrán ayudarte. O consolarte. Tienes que hacerlo. ¿Está bien?

324
La Descarada y el Dominante

—Sí —ella pudo susurrar—. Lo haré.


—Perfecto. —Beck la elogió—. Cuando te pregunten, solo diles que
Kendall te hizo cada mordida, moretón, cortada, rasguño, marca de soga…no
lo olvides.
Cuando Beck soltó el rostro de ella, Raine los miró a los tres, aferrada a la
mano de Liam mientras se aferraba a Hammer con la otra.
—No lo haré. Quiero ir a casa.
—Lo sé, preciosa. —Hammer le tomó la barbilla—. Pronto. Lamento que él
te atrapara.
—Necesitaremos que te revisen primero en el hospital —Beck explicó—.
Pero antes que los paramédicos lleguen, necesito tener más detalles de ti. ¿Eres
alérgica a algo?
—Solo a los antibióticos basados en azufre —Hammer dijo—. Es lo único
que sé.
Raine asintió en acuerdo.
—¿Tomas algún medicamento regularmente? —Beck preguntó.
—Solo el analgésico ocasional para su migraña —Liam contestó.
Beck asintió.
—Tomas la píldora, ¿verdad?
Raine negó con la cabeza, y Beck miró incrédulo a Liam y Hammer.
—¿Cuándo se supone que encontraríamos tiempo entre las festividades,
huir y psicópatas? —Hammer gruñó.
—Entendido —Beck contestó con la voz calmada—. Esas son preguntas
que el médico de Urgencias tendrá que hacer. Si puedo responderlas, eso
acelerará el tratamiento de Raine.
—Podemos decírselo —Liam insistió.
Beck negó con la cabeza.
—A los dos no os van a dejar entrar con ella para el examen inicial. Esta es
una escena del crimen, y vosotros no sois familia.
—Mierda. Somos la única familia que tiene.
Hammer claramente luchaba por mantener la compostura.
—Los ayudaré a entrar a verla tan pronto como sea posible. Solo unas
preguntas más antes de que la caballería aparezca… —Beck concentró su
atención en Raine una vez más—. Entonces, ¿Entiendo que no has tenido
recientemente sexo sin protección voluntariamente?
Liam oyó el subtexto y se estremeció.
¿Qué la presencia de semen deba ser de Bill?
—Ella y yo hicimos el amor esta mañana —Liam susurró—. Piel con piel.

325
La Descarada y el Dominante

Cristo, parecía una eternidad desde que ella lo había rodeado con su
cuerpo cálido. El shock se extendió en el rostro de Beck, arqueando una ceja
agudamente.
En la distancia, el sonido de las sirenas se acercaba. Un movimiento cerca
a la puerta atrapó la atención de Liam.
Gwyneth.
Ella miró a Raine temblando en los brazos de Hammer. De algún modo, su
ex se las arregló para parecer completamente en shock de que Raine en serio
no hubiera sido lastimada más.
La ira rugió dentro de Liam. Batallando con su ira, él soltó suavemente la
mano de Raine y se colocó de pie lentamente.
Una vez fuera de la vista de Raine, él corrió directamente hacia Gwyneth.
Cuando ella lo vio corriendo en su dirección, ella se alejó, definitivamente
decidiendo si sería buena idea huir.
Con un grito, ella huyó. Liam la persiguió. Ella no se alejó mucho. Los
vehículos de emergencia llegaron en masa al estacionamiento. Una patrulla se
detuvo abruptamente frente a ella.
Elevando las manos al aire, ella asombró a los oficiales, incluso al Sargento
Gorman, con su súplica.
—¡Arréstenme, por favor!

Hammer gastaba la alfombra en la sala de emergencia. Trece pasos. A un


lado y a otro. De nuevo. Y otra vez. Desde que llegaron, habían pasado
cuarenta y ocho minutos de acuerdo con el reloj sobre el escritorio de triage.

326
La Descarada y el Dominante

Parecía una eternidad. ¿Cuánto más pasaría hasta que tuvieran alguna
puta información sobre la condición de Raine? ¿Hasta que averiguaran cómo
diablos había sobrevivido? ¿Cuánto más pasaría antes que él y Liam pudieran
verla, tocarla, asegurarse que ella iba a estar bien? Diablos, ya habían
acompañado a su abogado hasta donde Raine y la vería antes que él. Que
injusticia tan estúpida.
La imagen de ella apretando el cuchillo ensangrentado, meciéndose en
estado de shock, se había grabado en su cerebro. Jamás desaparecería. Él jamás
olvidaría. Y jamás dejaría de revivir este terrible día. ¿También perseguiría a
Raine toda su vida?
Joder, él casi la perdió. Cerró los ojos para dormir, y cuando despertó, ella
no estaba. Casi se la quitan; puf, en un suspiro, un instante; para siempre.
Macen aumentó su ritmo mientras se paseaba a través de la sala una vez
más, como si pudiera escapar de esa realidad. Él vio a Liam sentado al borde
de una silla, mirando fijamente a la pared entre en shock y demasiado furioso
para hablar. Él no había dicho casi nada desde que la ambulancia se llevó a
Raine. Dean Gorman había puesto a los detectives a tomar su declaración, y
Liam había dado respuestas apropiadas, si no es que cortas a sus preguntas.
¿Desde ahí? Nada.
En una esquina de la sala vacía, una televisión pequeña lo irritó con la risa
de un talk show regular. Una noticia de última hora interrumpió, y una
reportera alegre apareció para decir que Raine Kendall, una trabajadora sexual
en un club de BDSM local, había sido secuestrada en un estacionamiento por
su alejado padre. Ella había sido encontrada viva y la estaban tratando en un
hospital local. Se desconocía su condición. También mostraron la foto de Raine
en la pantalla.
La cabeza de Liam se levantó. Hammer dejó salir una muy fea maldición.
El presentador cortó la escena a un reportero que estaba justo afuera de la
sala de emergencia, parado frente a la cámara, vomitando los detalles
esbozados del sufrimiento de Raine.
—Voy a matarlos a todos.
Hammer caminó hacia la puerta, listo para meterle el micrófono del joven
por el culo y asegurarse de que le llegara al director del canal.
Liam saltó de su silla y tomó el brazo de Macen.
—Y yo quisiera ayudarte. Pero no podemos ir ahora allá afuera. Tenemos
que esperar noticias sobre Raine. ¿Qué tal nos necesite? Además, tu abogado
está con ella para que sus derechos sean protegidos cuando la policía la
interrogue. No puedes hacerte arrestar ahora.

327
La Descarada y el Dominante

Hammer aún luchaba por respirar sin pensar en asesinar a alguien, pero la
lógica de Liam finalmente permeó en él.
—Ella no es una puta trabajadora sexual.
—Lo sé. —Liam le jaló el brazo y lo acomodó en una silla—. Pero tienes
que calmarte. Lo importante aquí es que está viva y…
—Sí pero, ¿qué más putas sabemos?
Hizo nota mental de llamar al canal de televisión y taladrarlos tan pronto
como viera a Raine y se asegurase por sí mismo de que ella estaba bien.
Liam suspiró cansado.
—Muy poco, te lo garantizo. Pero ya que estaba aquí anoche con Kyle y la
cara de coño, puedo decirte que nada pasa rápido aquí. Beck está allá con
nuestra chica, haciendo lo posible y cuidándola. Cuando haya noticias, sabes
que nos las dirá.
Vagamente, Hammer se dio cuenta de que, en algún lugar en la niebla de
toda esa mierda que habían soportado, Liam había aprendido a confiar en
Beck. Ellos no habían sido exactamente los mejores amigos desde que se
conocieron hace más de un mes, pero Liam finalmente decidió no odiar más al
tipo. Una victoria pequeña pero bienvenida.
Ahora, Hammer arrojaría todo solo por ver a Raine. Se puso de pie otra
vez, a punto de salirse de su propia piel.
—No soporto esto.
—¿Tú crees que yo sí? —Liam preguntó—. Estoy tan preocupado como tú,
Macen. Pero tu pasear de un lado a otro, abriéndole un camino a la alfimbra,
no hará que nada ocurra más rápido.
Dios, él necesitaba la voz de la razón de Liam… pero a veces la odiaba. Al
menos él tenía a su mejor amigo a su lado. Eso evitaba que rompiera el lugar.
Ahora si él solo pudiera atravesar el televisor y matar al reportero…
—Me siento como una mierda —él admitió.
—Te ves como una mierda —Liam le contestó con una pequeña sonrisa—.
Pero no creo que me veo mejor.
Con la ropa de ayer puesta y cubierto de sangre, no. Hammer se miró a sí
mismo, y luego a Liam.
—No mucho.
Su amigo se hundió en la silla junto a él.
—Apenas puedo respirar, viejo. Mientras ella estuvo desaparecida, seguía
preguntándome cómo iba a sobrevivir sin ella.
Liam se miró las manos, encogiéndose ante los restos de sangre en sus
cutículas, bajo sus uñas, a pesar de las veinte veces que se lavó las manos.

328
La Descarada y el Dominante

—Ella es mi vida ahora. Fue bastante malo cuando me convencí de que


ella no me amaba. Pero un mundo sin ella en lo absoluto es uno en el que no
quiero vivir.
—Sí. De haber perdido a Raine… —él se tragó el nudo en su garganta—.
No podría pasar por esta mierda otra vez. Sería un billón de veces peor de lo
que pasé con Juliet.
—Finalmente entiendo cómo te debes haber sentido cuando murió. No
puedo cambiar el pasado, y lamento más de lo que pueda expresar no haber
estado ahí para ti. Pero ahora estoy aquí. —Él dejó salir una ronca
exhalación—. Eso significa más de lo que imaginas.
Las puertas dobles de vidrio se abrieron. Seth entró, con una bolsa plástica
en la mano, junto a Dean Gorman.
—¿Qué han sabido de Raine? —Seth preguntó.
Hammer sacudió la cabeza.
—Nada. No tenemos ni puta idea.
—Puedo darles noticias sobre la investigación —ofreció Dean, retirándose
la chaqeta de sus amplios hombros—. Gwyneth fue arrestada por conspiración
para cometer secuestro, también por complicidad. El hecho de que le dejara al
asaltante un mensaje de voz con un margen de tiempo anterior a la hora del
secuestro de Raine y que se haya retractado del plan puede convencer al juez
de darle una pequeña indulgencia, pero… —Dean se frotó el cuello—. Su
brillante personalidad no ayudará con eso. Veo al juez abofeteándola con
desprecio en la corte a los cinco minutos. Ella tuvo las agallas de quejarse del
olor de la patrulla e insistió en aplicarle un ambientador.
Liam gruñó.
—Eso suena a ella. ¿Qué es lo que posiblemente le pase?
—Ya tiene un abogado, y probablemente llegue a un acuerdo. Pero con los
mensajes de voz en tu teléfono, Liam, y el que dejó en el de Bill Kendall, diría
que la tendrán tras las rejas por un tiempo largo.
—Hay un Dios —Seth farfulló.
—Y está sonriéndonos para variar. —Hammer palmeó a Liam en la
espalda.
—Siempre y cuando no tenga que ver la cara de esa perra, no me importa.
—Liam dijo.
—Por otro lado, están procesando la escena del crimen en la bodega.
Necesito fotos de su ropa. —Dean tomó una cámara y sacó unas fotos.
—Diablos, te doy la ropa —Liam juró—. No la voy a usar nunca más.
Hammer miró su propia ropa manchada y mugrienta.

329
La Descarada y el Dominante

—Yo tampoco.
—Imaginé que querrían ropa limpia. —Seth les entregó la bolsa que traía
en la mano—. Hay una muda para cada uno.
Macen miró adentro, emocionado de encontrar un cambio completo de
ropa, incluso zapatos.
—Gracias, hombre. Esto me hará sentir mucho mejor.
Liam asintió.
—Te agradezco por no tener que ver a Raine aún cubierto de sangre.
Gracias, Seth.
Verlo así la alteraría, sin duda. Hammer hizo una mueca.
—Eso pensé.
Seth les sonrió débilmente mientras su teléfono sonaba. Él lo sacó de su
bolsillo y miró la pantalla.
—Vivian acaba de escribir. Habló por teléfono con Gwyneth hace unos
minutos. Kitty y su esposo están subiendo a un avión hacia Los Ángeles en
este momento. Estarán recogiendo a Kyle tan pronto como lleguen a la ciudad.
Naturalmente, están frenéticos. Y en shock.
Más efectos del tifón Gwyneth. Hammer no podía alegrarse más de que
esa arpía psicópata estuviera por siempre fuera de sus vidas.
—Al menos el niño volverá pronto con sus padres —Liam murmuró.
Seth guardó su teléfono.
—Y hasta entonces, Vivian está feliz.
Dean se aclaró la garganta.
—Espero que tengáis una explicación malditamente buena por la cual
llegasteis a la bodega antes que la policía.
—Te diré lo que le dije al otro detective: habla con mi abogado.
Gorman suspiró, dándose cuenta que había dado con un muro de
ladrillos.
—Bien. Entonces necesito prepararte para algunas otras cosas antes de que
te llamen para ver a Raine.
Un pensamiento terrible se le ocurrió a Hammer.
—¿El fiscal la quiere acusar por el asesinato de Bill? Ella actuó en pura
defensa propia. Cualquier puto idiota…
—¿Puede verlo? Sí —lo cortó Dean, con la voz suave y baja, y Hammer vio
que él había estado gritando.
—Lo siento.
Gorman solo sacudió la cabeza.

330
La Descarada y el Dominante

—No es necesario disculparse. Ha sido una mañana jodidamente terrible


para vosotros. Pero tienes razón. Dudo que el fiscal presente cargos contra
Raine. Es obvio que ella hizo lo que tenía que hacer para luchar por su vida.
Tranquilízate con eso.
Hammer dejó salir una exhalación que no sabía que estaba conteniendo.
Junto a él, Liam hizo lo mismo.
—Gracias a Dios nuestra chica volverá a casa —murmuró.
Sí. Pero, ¿sería ella la misma chica que dejó sus brazos hace unas horas?
Hammer dejó ese pensamiento a un lado. Ellos tendrían que atravesar este
día antes de preocuparse del mañana.
—Necesito informarles lo que pasará a continuación —Dean continuó, y
respiró profundo—. En casos como este, la víctima siempre será interrogada
por una detective. Seth me dio copias de las fotos que tú tomaste de Raine
luego del ataque del padre, justo antes de venir a vivir contigo. Así que la
detective Bates, quien la va a interrogar, ya vio las imágenes y conoce la
historia.
Eso fue un alivio, pero ¿cómo supo Seth?
—Le dije donde encontrar las fotos, viejo —Liam farfulló—. Luego de que
la policía le leyera los derechos a Gwyneth y la esposara, llamé a Seth para
informarle lo sucedido y le dije que buscara las fotos.
De nuevo, Hammer se sintió bendecido de tener a su mejor amigo a su
lado.
—Bien pensado. Ojala eso haga el interrogatorio un poco más suave.
Dean vaciló.
—Quisiera que así fuera. Necesitas prepararte para el hecho de que como
una mujer que vive y trabaja en lo que algunos ven como un ambiente
pornográfico o abusivo, Raine será acorralada.
Cuando Macen debió objetar, Gorman le cortó.
—Es una perspectiva maleducada, y Bates es un poco dura. Ella querrá
estar un cien por ciento segura de que Raine no tiene miedo o que no está
siendo abusada en casa. Independientemente de la investigación criminal, la
cual no será fácil, Bates hará preguntas fuertes. Puede que éstas agiten a Raine.
Hammer apretó los dientes. Maldita sea, su trabajo era protegerla, y se
sentía tan jodidamente impotente. Liam tendría que estar librando la misma
lucha.
—¿Por qué diablos no pueden esperar a que esté más calmada?
Dean negó con la cabeza.

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La Descarada y el Dominante

—Como dominante, entiendo completamente por que querrían eso y por


qué les irrita no estar ahí, tomando su mano. Como policía, ellos necesitan su
historia pura tan pronto como sea posible, antes de que los detalles se enfríen.
—No nos gusta —Liam dijo, viéndose sombrío y exhausto—. Pero
entendemos.
—¿Señor Hammerman? ¿Señor O‘Neill? —Una suave voz femenina los
llamó desde una puerta abierta que daba hacia el interior de la sala de
emergencia.
Hammer se giró para ver a una rubia muy joven con rizos dorados
recogidos en una mezcla complicada entre una trenza y un moño. Cuando él y
Liam caminaron hacia ella y la fijaron con su atención, ella bajó la cabeza, con
las mejillas sonrojadas.
—Sí —Macen ladró cuando se detuvieron frente a ella.
—¿Tiene noticias? —Liam preguntó.
Ella levantó sus ojos azules hacia ellos, llenos de gentil inteligencia.
—El doctor Beckman me envió para decirles que la señorita Kendall no
tiene heridas profundas. Está alerta y hablando. Él ha estado con ella desde
que llegó. Se está asegurando personalmente de que esté cómoda.
Liam dejó salir un enorme aliento de alivio.
—¿Nuestra chica está bien?
La enfermera asintió.
—Ella estará bien.
—¿Cuándo podemos verla? —Hammer exigió.
—¿Ninguno de ustedes son familia? —La pequeña rubia preguntó.
—Técnicamente no, pero… —Él apretó los dientes y miró a Liam—. ¿Por
qué ninguno de los dos se ha casado todavía con ella? Eso hubiera resuelto
esto.
—Buena idea.
Liam asintió como si probara la idea y le gustaría. Luego miró a Macen
una mirada cautelosa.
—Debemos hacerlo. ¿Luchamos a pulso por ello?
—Tal vez deberías lanzar una moneda. —Seth sugirió junto a él, mirando
a la pequeña enfermera como un hombre hambriento miraría un buffet.
Él le extendió la mano a ella.
—Soy Seth Cooper.
Ella lo miró confundida mientras colocaba sus dedos en la mano de él.
—Soy Heavenly.
Sí, lo eres.

332
La Descarada y el Dominante

Hammer leyó la respuesta silente de Seth escrita en todo su rostro.


—¿Son familia de la paciente? —Ella preguntó.
—Solo un amigo —Seth le aseguró.
—Ella no tiene a nadie más. Somos como su familia —Hammer insistió.
—¿Pero no están emparentados o casados? —Ella confirmó.
—Uno de nosotros se casará con ella en los próximos diez minutos si nos
dejan verla. Diablos, ambos lo haríamos si fuera legal —Liam se quejó
sonando exasperado.
La pequeña sumisa inocente en uniforme se mordió el labio, viéndose
como si ella jamás hubiera oído de ello, o mucho menos considerado un trío.
Heavenly sacudió la cabeza.
—Lo siento. Yo no hago las reglas.
Hammer codeó a Seth.
—¿Qué más podrías contarnos de la condición de Raine?
—Solo soy estudiante de enfermería. Solo he estado ahí para darle agua y
algunas mantas.
—¿Sabes cuánto más pasará antes que podamos verla? —Liam preguntó.
Haven negó con la cabeza apesadumbrada.
—La policía no ha ni terminado con ella, así que sospecho que será un rato
más. Mientras tanto, el doctor Beckman me ha pedido que los acompañe a una
sala cercana. Ahí podrán ducharse. Solo háganme saber cuando estén listos.
Luego de intercambiar una mirada con Liam, Hammer supo que estaban
en la misma página.
—Hagámoslo ahora, solo en caso de poderla ver más antes que tarde.
—Síganme.
Ella dejó que la puerta de la sala de emergencia se cerrara detrás de ella y
los guió por otra puerta cerrada, accesible solo con su tarjeta electrónica.
—Gracias, Heavenly —Seth le dijo.
Ella se giró hacia él con una sonrisa tímida, sin mirarlo a los ojos.
—De nada.
En quince minutos, él y Liam se habían duchado y cambiado de ropa. El
chorro caliente de agua había hecho bastante al resucitarlo. Liam también
parecía un poco más vivo.
Cuando salieron, Heavenly estaba ahí con dos platos de comida caliente.
—Seth les encontró algo de desayuno en la cafetería. Hay una pequeña
sala a la vuelta con café.
Heavenly señaló a su derecha. Ellos sonrieron, le agradecieron, tomaron
unas tazas calientes, y volvieron a la sala de espera para hacer malabares con

333
La Descarada y el Dominante

sus platos sobre sus regazos, comieron algo, y esperaron por noticias sobre
Raine.
Para entonces, Seth estaba hablando con varios miembros del club que
habían pasado por allí, informándoles sobre lo poco que sabían de la
condición de Raine. Hammer estaba agradecido por el interés de ellos. Él se
limpió la boca con una servilleta, terminó lo último de su café y saludó a los
miembros, agradeciéndoles. Liam se le unió.
En la esquina vieron a un joven detrás de una revista con hombros
amplios, manos grandes y ojos penetrantes. Él no parecía familiar, pero en lo
concerniente a Hammer, la sala de emergencia no estaba atareada con otros
casos en el momento.
Él frunció el ceño. Si el imbécil era un periodista buscando una primicia…
Otro dominante se le acercó antes de que pudiera terminar ese
pensamiento y abordar al extraño. Hammer y Liam hablaron a ese y otros
miembros del club, arreglándoselas para pasar los siguientes veinte minutos
en mediana agonía.
La espera aún lo irritaba, pero estar rodeado de amigos preocupados
definitivamente era un bálsamo. Raine estaría conmovida por el número de
personas que habían venido a mostrarle su apoyo.
Finalmente la puerta del fondo de la sala de emergencia se abrió, y Beck
caminó hacia ellos. Hammer y Liam cortaron sus conversaciones y se
apresuraron hacia él.
—¿Qué puedes decirnos? —Liam insistió, como si no pudiera decirlo más
rápido.
—¿Algo? —Hammer agregó.
—Cálmense. Está agitada. Llorando. Asustada, pero en su mayoría, bien.
La limpiamos, le cosimos el labio, y revisamos el resto de los traumas.
—¿Qué significa eso? —Hammer ladró.
Beck levantó una mano.
—Kendall le dio un puñetazo en el ojo. Pudimos reducir la hinchazón. La
cuenca del ojo no está rota, afortunadamente. Pero está amoratada. Habrá más
contusiones alrededor del cuello donde él intentó estrangularla.
La sangre de Hammer se congeló. Un frío se posó en sus huesos mientras
enterraba el rostro en sus manos. ¿Por qué putas no pudo protegerla? Sí, él
sabía que la noticia era en parte buena. Él podía estar en la sala de emergencia
otra vez oyendo el discurso de cómo intentaron pero no había nada que los
doctores pudieran hacer para salvarla… se negó a caer en ese agujero negro
mental ahora.

334
La Descarada y el Dominante

—¿Estrangularla? —Liam susurró las palabras en shock—. Oh, Raine


debió haber estado aterrada.
—Pero es una sobreviviente.
Macen siguió recordándoselo a sí mismo una y otra vez. Si no lo hacía, se
volvería putamente loco.
—No hicimos examen de violación. Raine jura que Bill no la penetró.
Aparentemente, no se le puso dura.
A parte de encontrar a Raine con vida, esa era una de las mejores noticias
que había oído en todo el día.
—Qué alivio. —Liam dijo, dándole voz a sus pensamientos otra vez.
—Está hablando ahora con una detective. Apenas la mujer termine, podéis
ver a Raine. Pero deberíais saber, que la policía trató el cuerpo de Raine como
una escena del crimen porque lo es. Es… honestamente, para ella, esto no ha
sido menos que una pesadilla. Está frágil y os va a necesitar.
—Estamos listos. Solo llévanos a ella. —Hammer quería pasar por encima
de Beck.
—Por favor. No podemos hacer nada por ella aquí afuera. —Liam sonaba
casi al final de su paciencia.
—Apenas termine el interrogatorio, haré que Heavenly los acompañe.
Pero durante esta entrevista, nadie puede estar con Raine excepto su abogado.
Solo tenemos que esperar a que el interrogatorio termine.
Hammer sabía eso. Una parte distante de su mente aceptaba ese hecho. El
hombre dentro de él protestó. El dominante dentro de él rugió.
¿Por qué putas les estaba tomando tanto tiempo para dejarlos ver a la
mujer de ambos? ¿Cuán más jodidamente loco tendría que volverse antes de
poder verla?
Beck volvió junto a Raine. Macen volvió a su caminata. Liam no podía
decidirse entre sentarse o estar de pie. Luego de lo que pareció una eternidad,
Heavenly apareció otra vez sonriente.
—Pueden ver a Raine ahora.
Ninguno de los dos pudo moverse lo suficientemente rápido. Él y Liam
entraron por la puerta y la siguieron por el pasillo.
A unos pasos de llegar, Macen se encontró con su abogado, un abuelo de
unos cincuenta y tantos que ejercía la ley como un tiburón. Se estrecharon la
mano.
—Te llamo después para que me informes —le dijo, dirigiéndose a la
habitación de Raine.

335
La Descarada y el Dominante

—Llámame. —Él hombre en el traje impecable ondeó la mano—. Pero ella


estuvo genial. Es una chica dura. No deberías tener preocupaciones legales.
Absorbiendo ese alivio, Hammer corrió al lado de Liam, y giraron la
esquina. Ahí encontraron a Raine acunada en brazos de Beck. El doctor le
acariciaba el cabello mientras sus hombros se sacudían en sollozos silentes.
La vista le destrozó el alma a Hammer. La expresión de Liam le dijo a
Macen que sentía lo mismo.
—He estado preguntando por Liam y Hammer —Raine gritó—. He hecho
todo lo que la policía y los doctores necesitaban. ¿Por qué no puedo verlos?
—Aquí estamos, amor. —Liam entró en la habitación.
Macen lo siguió, muriendo por tenerla ahora en sus brazos… y hasta el fin
del tiempo.
—Vinimos a verte tan pronto nos lo permitieron, preciosa.
Beck se alejó y se giró hacia ellos. Finalmente, Hammer y Liam pudieron
mirar a su chica. El corazón de Hammer se apretó. Aunque ya no estaba
cubierta de sangre, la brutalidad con la que Bill había tratado a Raine, lo
enfureció y le rompió el corazón.
Pero bajo las puntadas y moretones había una mujer fuerte y resistente. La
mujer de ambos. Y jamás se había visto más hermosa.
—Liam… Hammer. —Raine abrió los brazos hacia ellos, a pesar de la vía
venosa y unas cuantas vendas.
Las lágrimas le bañaron el rostro.
Beck dio un paso atrás mientras Hammer corría hacia ella. Liam hizo lo
mismo, flanqueando el otro lado de la cama. Hammer se inclinó y frotó su
rostro contra el cuello de ella, inhalando su olor familiar con debilitante
gratitud. Él besó suavemente su mejilla. Las lágrimas le ardían detrás de sus
ojos mientras la absorbía.
Lentamente, él levantó la cabeza. Ella le tomó la mano. Liam le tomó la
otra mano mientras se inclinaba y le besaba la frente con reverencia, cerrando
los ojos y deleitándose en el dulce momento.
Heavenly entró, llevando una manta blanca sobre el brazo, y se detuvo
ante la vista de los dos dándole su afecto a Raine. La linda enfermera se
sonrojó furiosamente y miró a Beck con curiosidad antes de bajar de nuevo la
mirada. El doctor se tensó y fulminó a la chica con la mirada. ¿No podía el
maldito sádico salir por la puta puerta sin atraer a sumisas como un maldito
imán?
—Tengo una cobija más caliente para usted, señorita Kendall.

336
La Descarada y el Dominante

—Por favor, no me digas así —Raine la cortó y frunció el ceño—. Yo… lo


siento. Solo llámame Raine. ¿De acuerdo?
—Claro.
Heavenly colocó rápidamente la manta alrededor de Raine antes de
escurrirse fuera de la habitación. Los ojos de Beck se estrecharon en el meneo
del trasero de la mujer mientras se iba.
Raine intentó sonreír pero hizo una mueca cuando los puntos en su labio
se estiraron.
—Honestamente, Beck. Has estado desvistiendo a esa pobre enfermera
mentalmente desde que llegamos aquí. No puedes ir en serio. Ella es como
caperucita roja para tu gran lobo malo. Apenas termines de quitarle la carne
de los huesos, te escarbarás los dientes con ellos.
Hammer estaba aliviado de que su descarada Raine estuviera ahí, pero
ella claramente forzaba la levedad.
Beck frunció el ceño.
—No voy a lastimarla.
—Dijo el sádico —Hammer gruñó por lo bajo.
La arruga de la frente de Beck se profundizó más.
—¿Qué esperas? —Liam le preguntó—. Se está alejando, viejo.
—Puedo captar la indirecta. —Beck sonrió—. Les daré algo de privacidad.
Vuelvo en un rato.
—Trata de dejarla entera —Hammer gritó tras él.
Luego de darle una sucia mirada, el doctor salió por la puerta, llevándose
la levedad del momento con él. La culpa y el dolor que había roto a Hammer
desde el momento en que descubrió que Raine había desaparecido volvió.
Finalmente a solas con las dos personas que amaba más, Hammer
envolvió sus brazos alrededor de Raine, agradecido de que Liam estuviera en
la misma página, abrazándole como si ella fuera su todo.
—Déjalo salir, preciosa. Danos tu dolor.
Su tranquilidad pareció romper la presa que contenía las emociones de
Raine. Ella sollozó por momentos interminables. Ni él ni Liam la soltaron. En
cambio, susurraban lo felices que estaban de que ella estuviera a salvo, que
ella hubiera encontrado una manera de sobrevivir, que la amaban.
Varios minutos después, Hammer besó las lágrimas de sus mejillas, y
Liam colocaba un pañuelo bajo su nariz. Ella miró a su compañero con esos
hermosos ojos azules.
—Sopla, Raine —Liam le ordenó.

337
La Descarada y el Dominante

Ella no protestó ni discutió que podía hacerlo sola. Simplemente dejó que
Liam la consintiera, sin hacer preguntas, porque ambos lo necesitaban.
Hammer le sonrió con aprobación.
—¿Cómo te sientes, amor? ¿Hay algo que podamos conseguirte? —Liam
preguntó en esa voz tan tierna que siempre hacía que Raine resplandeciera.
—Estoy bien.
Ella puso cara de valiente, pero Hammer vio a través de ella.
—Dime la verdad —él presionó.
Raine enlazó sus dedos con los de él.
—Verdad. Honestidad. Comunicación. —Ella soltó una exhalación—. Me
duele todo. Pero el dolor me dice que estoy viva. Y estoy tan agradecida de
estar fuera de ese horrible lugar y lejos de ese monstruo para siempre.
Hammer apretó los dientes mientras tomaba aire.
—Nosotros también.
—Dios, sí. —Liam lo secundó—. ¿Quieres hablarnos de eso, amor? ¿O es
muy pronto?
—Te ayudaremos a atravesar esto sin importar nada —Hammer le
aseguró—. Apóyate en nosotros. Te juro por Dios que no te vamos a
decepcionar de nuevo.
—Ninguno de los dos lo hizo. Me fui corriendo del club en vez de
despertaros. No pensé que algo tan horrible me… —la barbilla de Raine
tembló.
—Shh.
Hammer se inclinó y con cuidado la besó en los labios, cuidando de no
lastimar sus puntos.
—Está bien. Dinos cómo ayudarte.
Raine parpadeó como si no estuviera segura de qué necesitaba, y luego
tragó.
—No sé dónde comenzar. Cada minuto parecía más y más aterrador.
Tenía tanto miedo. —Su voz se quebró pero siguió—. É-él me dijo que había
estado violando a mi hermana durante años, y ella lo dejó hacerlo para
protegerme.
Hammer agradeció en silencio a la mujer por su trágico sacrificio. Pero no
podía decir que estuviera del todo sorprendido por el sufrimiento de la
hermana de Raine a manos de su padre.
—Oh, amor —Liam gimió—. Debió ser horrible.
—Luego, en vez de llevarla al aeropuerto para que fuera a la universidad,
él l-la mató. Él solo tomó un cuchillo y… —Raine sollozó con un grito

338
La Descarada y el Dominante

desgarrador—. Él no podía esperar a decirme que también había matado a mi


m-madre.
Tragándose su ira y deseando poder matar al muerto otra vez, Hammer se
sentó en la cama junto a ella. Liam hizo lo mismo. Juntos, la envolvieron en
sus brazos y la abrazaron hasta que ella lentamente recobró la suficiente
compostura para continuar.
—Ni siquiera sé dónde están sus cuerpos. —Ella sorbió—. El único que en
verdad pudo escapar fue mi hermano, pero no sé dónde está River o qué pasó
con él.
Entonces cualquier vestigio de entereza que manejaba se disolvió.
—Una vez que vosotros dos me encontrasteis pensé que todo lo malo
había terminado, pero Dios, los paramédicos vinieron y…
Raine los empujó como si se estuviera sofocando. Él y Liam se alejaron,
intercambiando una mirada preocupada. Hammer de repente se dio cuenta
que ella no necesitaba el consuelo físico de los dos tanto como ella necesitaba
soltar el tormento atrapado dentro de ella.
—Me pusieron bolsas en las manos. No podía tocar nada hasta que llegara
la policía. Ellos me quitaron las bolsas pero rasgaron debajo de mis uñas para
―preservar la evidencia”. Luego examinaron todas mis marcas con tanta lástima
en sus ojos que quise gritar. Tomaron fotos de cada centímetro de mi cuerpo,
pinchándome y haciéndome posar para ellos como si fuera alguna clase de
fenómeno. Cuando terminaron de escudriñar cada hendidura y curva, me
sentía como si las marcas de amor que dejasteis sobre mí fueran sucias y
desagradables. No podía ni siquiera decir una palabra en nuestra defensa para
hacerlos entender.
Hammer le tomó la mano mientras las palabras dejaban sus labios. Él tuvo
que apretar la mandíbula para no estallar en ira. La expresión de Liam
exudaba autoreproche y rabia mientras le acariciaba el brazo. Ninguno de los
dos supo qué hacer, excepto escuchar y ofrecer consuelo.
—Pero recuerdo lo que dijo Beck en… —su aliento tembló—. Lo que tenía
que hacer. Así que le dije a la detective y tu abogado que Bill me hizo todo.
Dios, las preguntas que ella hizo… y no parecía terminar. La policía no dejó
que Beck se quedara conmigo mientras ella me interrogaba. Esa mujer seguía
preguntándome si yo tenía mido o era abusada porque vivía en un club de
sexo. Intenté explicarle que Shadows no era un club sexual para gente que
quería tener sexo al azar, pero ella no escuchó nada de lo que dije, solo seguía
haciendo preguntas.

339
La Descarada y el Dominante

Más lágrimas se deslizaban por sus mejillas. Joder, Hammer no pudo


soportar que él no pudiera borrar la injusticia que ella tuvo que soportar luego
de las atrocidades en la bodega.
—Tuve que contarle a un completo desconocido todo lo de mi familia,
recordando todo lo que podía. Pero ella no se detuvo ahí. También quiso saber
las cosas odiosas, degradantes y viles que mi padre me dijo toda mi vida.
Quería decirle que cuando le enterré el cuchillo a Bill y lo vi morir, no sentí
una maldita cosa excepto alivio porque él puto se lo merecía.
Raine agachó la cabeza y estalló en llanto. Sollozos largos y bajos llenaron
el cuarto y le llegaron al corazón a Hammer.
Hammer y Liam la rodearon una vez más, abrazándola, animandola a
liberar su tristeza e ira, repitiendo que la amaban, asegurándole que todo
estaría bien.
Macen no tuvo modo de saber si él podía cumplir esa última promesa
porque ya no tenía que preguntarse si los eventos del día de hoy la
perseguirían el resto de su vida. Él supo que lo harían. En cambio, tenía que
ayudarla a encontrar un modo de salir adelante. Algo en lo que él
particularmente nunca fue bueno.
—Estamos orgullosos de ti por ser tan valiente, amor. —Liam le dijo.
—Estás viva, Raine. Tienes tantos mañanas que esperar —murmuró
Hammer—. Si quieres, nos vamos a la nueva casa antes de Navidad. Solo los
tres…juntos.
—Eso es —Liam agregó—. Nada nos va a detener ahora, amor. De ahora
en adelante somos tú, Hammer y yo. Tendrás tus manos ocupadas haciendo
de esa casa nuestro hogar. Comenzar tu vida nueva con nosotros. La
llenaremos de tanto amor que no podrás asimilarlo todo.
Raine respiró temblorosamente antes de levantar la barbilla y limpiarse los
ojos. Ahí estaba su Raine, audaz y hermosa y decidida a combatir la
oscuridad, al menos por este precioso momento.
—Estoy más que lista —ella prometió.
Hammer no pudo evitar que los ojos se le llenaran de lágrimas de orgullo.
Si él y Liam nutrieran y animaran a esta chica valiente, ella podría conquistar
el mundo.
De repente, Seth y Beck entraron en la habitación. Seth le sonrió
suavemente a Raine. Justo al abrir la boca para decir algo, Heavenly se
escurrió en la estancia con un vaso lleno de cubitos de hielo.
—Bueno, hola otra vez. —Seth le sonrió a la rubia de rostro dulce.
Ella no pudo mirarlo a los ojos.

340
La Descarada y el Dominante

—Hola.
Beck y Seth se acercaron, mirando cada movimiento de la mujer mientras
ella colocaba el vaso de plástico en la bandeja cerca de la cama de Raine, y se
apresuró hacia la puerta con una sonrisa nerviosa hacia ellos dos.
Beck la detuvo con una mano sobre su hombro, y Hammer no pensó que
alguna vez había visto al doctor tocar a una sumisa con tanta ternura.
—Gracias por tu ayuda.
—Con gusto. Me gusta ayudar a otros.
Sin duda la chica inocente no tenía idea de cómo sus palabras encendían
las entrañas dominantes de Beck. En cambio, ella salió de la habitación.
Cuando Beck se dio cuenta que Seth miraba el meneo de sus caderas mientras
ella se alejaba, él gruñó con advertencia.
—¿Qué? —Seth preguntó, arqueando una ceja.
Hammer sonrió mientras el inicio de un plan se gestaba en su cabeza. Él y
Liam habían soportado mucha mierda arrojada por estos dos. Finalmente, la
oportunidad de una revancha parecía prometedora.
—¿Tu también? —Raine miró sospechosamente a Seth.
—No hice nada —él insistió con aire demasiado inocente.
—Asegúrate de mantenerlo así. —Beck sonaba más que molesto.
Seth rodó los ojos, y se acercó a la cama junto a Liam y le acaricio el
cabello oscuro a Raine.
—¿Estás bien, pequeña?
—Sí. —Ella hizo lo que pudo por sonreírle—. Gracias.
Antes de poder decir más, el doctor de urgencias entró en la habitación,
mirando molesto a tanta gente adentro.
Beck le señaló la puerta a Seth.
—Démosles algo de privacidad, Capitán América. —Miró a Raine—.
Volvemos dentro de poco.
—Gracias, chicos. Por todo.
Luego de que se fueran, el doctor se presentó a Liam y Hammer, y luego
volvió toda su atención a Raine.

—Vamos a tenerte esta noche aquí para poderte observar y darte algunos
antibióticos intravenosos para las mordidas, solo por precaución. No creo que
necesites quedarte más de eso.
Raine suspiró.
—¿No puedo solo irme a casa?
—Si él te dice que te quedes, te quedas —Hammer le ordenó.

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La Descarada y el Dominante

—Pero no te preocupes, amor. Estaremos contigo. —Liam le aseguró.


—¿Cómo te sientes ahora? —El doctor preguntó, con tabla y pluma en
mano.
—Mucho mejor ahora.
La mirada que le dio a él y a Liam le dijo a Hammer lo aliviada y
agradecida que estaba de tenerlos a su lado. El corazón de Macen se abrió
mucho más a ella. ¿Cómo se pudo negar un momento de su amor?
—Bien. —El doctor de treinta y tantos y casi calvo le sonrió—. Tengo los
resultados de tus exámenes. ¿Quieres que los revisemos en privado?
—Lo que me tenga que decir, nos lo puede decir a los tres. —Ella buscó las
manos de ambos.
—Bien —él tomó con calma su relación inusual, como un profesional que
había visto y hecho de todo. Luego miró de nuevo a su tabla—. Casi todo salió
normal. Tengo unas pocas preguntas. ¿Sientes adormecimiento en los pies o
las manos?
—No. Los siento bien. —Contestó mientras sostenía las manos en alto y
movía los dedos de los pies.
Las marcas de la soga de Bill en sus muñecas estaban rojas y con piel
suelta. Hammer no podía esperar el día en que desaparecieran, igual que las
heridas de su rostro, para que jamás tuviera que recordar a Bill Kendall o su
brutalidad.
—Bien. —El doctor asintió—. ¿Algunas chispas de luz en los ojos?
Raine negó con la cabeza.
—¿Incomodidad en la mandíbula cuando hablas?
—Un poco, pero ya es menor —ella le aseguró.
—¿Tienes otro dolor? ¿Algo que el Tylenol no pueda aliviar? —El doctor
miró a las marcas en su cuello pero no las mencionó.
—Mis hombros están tensos de estar atada… de hecho, me duele todo.
El doctor asintió.
—Te daré un gramo de acetaminofén. Veo que tu ultimo período comenzó
el veintidós de noviembre, ¿correcto?
—Sí.
—¿Fue normal?
—No realmente. Me atrasé un poco, pero estaba bajo mucho estrés.
Ella miró a Liam disculpándose. Él solo le estrechó la mano. El doctor
asintió.
—Eso ocurre a veces, pero no es nada por lo que preocuparse. Pero no veo
problemas respecto a eso con lo que te ocurrió hoy. Aún así, te recomiendo

342
La Descarada y el Dominante

que vayas en una semana o dos con tu ginecólogo para que te revise más a
fondo.
—¿Por qué? —Liam preguntó alarmado y vio que Hammer también lo
estaba.
¿Después de todo ese puto de Bill la había violado?
El doctor ignoró a Liam y ladeó la cabeza hacia Raine.
—¿No lo sabías? Estás embarazada.

FIN

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La Descarada y el Dominante

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