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SAMANTHA KANE

Prisioneros del Amor


8° de la Serie Compañeros de Armas

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SAMANTHA KANE
Prisioneros del Amor
8° de la Serie Compañeros de Armas

SAMANTHA KANE
Prisioneros del Amor
8° de la Serie Compañeros de Armas
Prisoner of Love (2011)

ARGUMENTO:

Verónica Thomas ha estado enamorada de dos hombres desde que tenía diecisiete
años. Uno la introdujo en la pasión. El otro la mostró como satisfacerlo. Ahora que es más
adulta, aún les quiere a ambos.
Wolf Tarrant estaba más que dispuesto a compartir a Very con su mejor amigo y
amante, Lord Michael Kensington. Pero hace dos años, Michael huyó de esa relación
poco convencional que estaba creciendo entre los tres.
Cuando Michael regresa de América, las cosas han cambiado drásticamente para
todos ellos. Precipitarse ciegamente en una apasionada y ardiente unión puede ser una
mala idea. Los secretos de Michael tienen el poder de separarlos para siempre… pero
Very y Wolf también tienen los suyos.
Los tres son prisioneros de sus propios miedos. Deberán luchar para vencer las
mentiras y desconfianzas y así conseguir la libertad que siempre han deseado para
amarse unos a otros.

SOBRE LA AUTORA:

Samantha Kane vive en Carolina del Norte, Estados Unidos con


su esposo (Casada hace más de una década) y sus tres hijos:
dos varones y una niña.
Tiene una maestría en Historia americana, y enseñó historia en
la escuela secundaria durante siete años antes de convertirse
en madre y escritora a tiempo completo. Como una madre
trabajadora con tres hijos pequeños, a Sam le gusta su tiempo
de inactividad.
Con frecuencia, la encontraremos en la playa (incluso en
invierno) cuando le sobran unos días de vacaciones. Como era de esperar, su pasatiempo
favorito es la lectura.
Escribe principalmente libros eróticos para la Cueva de Ellora, muchos de ellos contienen
menages.

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SAMANTHA KANE
Prisioneros del Amor
8° de la Serie Compañeros de Armas

CRÉDITOS
ÍNDICE TRADUCIDO POR: CORREGIDO POR:

Capítulo 1 Roxana Marian

Capítulo 2 Roxana Eme

Capítulo 3 María Mª José

Capítulo 4 Érika Cristina

Capítulo 5 Mona Rosaleda

Capítulo 6 Carmen Rosaleda

Capítulo 7 Moka Marian

Capítulo 8 Roxana Rosaleda

Capítulo 9 Carmen Lara

Capítulo 10 Flor Elisa Picor

Capítulo 11 Roxana Mª José

Capítulo 12 Karin Tea

Capítulo 13 Claudia Tea

Capítulo 14 Claudia Tea

Capítulo 15 Érika Marian

Capítulo 16 Claudia Vanesa

Epílogo Carmen_H Tea

Coordinación: Son&aM • Corrección General: María • Lectura Final: Sonia


Edición: Mara Adilén

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SAMANTHA KANE
Prisioneros del Amor
8° de la Serie Compañeros de Armas

CAPÍTULO 01

Verónica deslizó su mano a través del agua mientras se desplazaba por el lago en una
pequeña barca. El agua estaba tan quieta que parecía un espejo. Miró atrás y vio las
ondas de su mano y las del barco fusionándose detrás de ellos.
Se permitió el lujo de mirar al hombre que impulsaba la barca con un largo palo. Wolf
era muy atractivo. Pelo rubio oscuro que brillaba con destellos rojos en el sol, ojos azul
helado y un rostro delgado y estéticamente agradable, interesante, no demasiado guapo.
Él era su Wolf, un predador que desesperadamente quería devorarla.
―¿Por qué sonríes? ―preguntó Wolf. Sonaba divertido. A ella le gustaba que se
divirtiera con ella en lugar de exasperarse. Todos los demás parecían inclinarse a la
exasperación. Ella no era mala, ¿qué era?
―Es necesario regañar a tu sastre ―dijo Very―. Tu abrigo es muy pequeño en tus
hombros. ―El material se estiraba y arrugaba con cada suave tirón del palo. Era alto y
delgado, con el cuerpo de un tirador o un maestro de baile. Pero estaba sin duda más
musculoso de lo que estaba hace unos meses.
Wolf enarcó una ceja hacia ella.
―¿Así que ahora me vas a costar un nuevo guardarropa?
―¿Yo? ―preguntó Very con asombro―. ¿Qué tengo yo que ver con el tamaño de tus
abrigos?
―Me has tenido sobre este maldito lago por lo menos tres veces por semana durante
todo el verano. ¿Te das cuenta que es un trabajo bastante regular? El tamaño de mis
hombros esta en correlación directa con la cantidad de ejercicio.
―Mmm ―dijo fingiendo confusión―. ¿Estás tratando de confundirme con la ciencia,
señor Tarrant?
―Estoy tratando de decirte, señorita Thomas, que la próxima vez que pasemos tiempo
juntos me gustaría hacerlo en tierra firme.
La respuesta de Wolf fue expresada en un tono tan seco y sentido que tuvo que
morderse la mejilla para no reírse. Miró a la orilla donde un pequeño grupo de gente
descansaba a la sombra, esperando. Su tía Kate estaba sentada en un banco con
Anthony Richards. Tony era el amante de su tía y su tío, y había vivido con ellos desde
que se casaron hace tres años, cuando Very tenía dieciséis años. Lo era tanto de su tía
como del esposo de su tía, Lord Jason Randall.
Jason se apoyó en un árbol no muy lejos de la tía Kate y Tony, su aguda mirada nunca
la dejaba fuera de su vista. Su tío era más vigilante que cualquier padre jamás podía ser.
Parecía pensar que Wolf no tenía otra cosa en mente, que quitarle su virginidad. Lo cual,
cuando pensaba en ello, y lo hacía a menudo, parecía una idea muy buena.
―Estas sonriendo de nuevo ―señaló Wolf.
Very señaló a la orilla, y saludo a Kate.
―Por eso insisto en estar en el lago, Wolf cariño. Sin nuestras expediciones acuáticas
nunca tendríamos un momento a solas.
―¿Llamas a esto a solas? ―pregunto Wolf―. ¿Cuándo estamos a la vista de todos en
mitad del lago, en medio de Hyde Park? Tal vez tendría que explicarte el significado de a
solas.

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8° de la Serie Compañeros de Armas

Very le dirigió lo que esperaba fuera una mirada seductora.


―Oh me gustaría. Con ejemplos ilustrados.
Wolf cerró los ojos con una expresión de dolor.
―Te gusta atormentarme, ¿no? ―Cuando abrió los ojos, su expresión era intensa y no
dejaba duda de que le gustaría renunciar a las ilustraciones, y usar una técnica de
demostración más personal―. ¿Sabes que cada noche me acuesto en mi cama
imaginando toda las cosas malas que te voy a hacer cuando consiga que estemos solos?.
―¿Cómo qué? ―Very lo desafió―. Apostaría que puedo imaginarme cosas mucho
peores que tú. ―Esto era lo que le gustaba de su tiempo en el lago. Delante de todo el
mundo, ellos se atormentaban entre sí con las deliciosas travesuras y fantasías prohibidas
de Wolf, y nadie se daba cuenta. A ella le encantaba. Le encantaba volverlo loco de
deseo. Pero odiaba no poder hacer nada más. Porque lo amaba y quería
desesperadamente estar con él. Sin embargo, Jason, la tía Kate y Tony eran demasiado
listos para ella. Había admitido su derrota. Simplemente no había forma de que ella y Wolf
se escaparan y disfrutaran el uno del otro. Era una verdadera prisionera.
―Anoche me imaginé que te tendría en mis manos, Very. Me distrajiste el otro día,
restregándote contra mí, dejando caer tu bolso… no cuatro sino cinco veces y
agachándote para recogerlo, agitando tu bien formado trasero en mi dirección. Así que
ayer por la noche en mis sueños te di lo que tanto merecías. Una buena y dura nalgada.
Very se echó a reír.
―No lo suficientemente fuerte, te conozco. Tienes tanto miedo de que me rompa Wolf.
No voy a romperme ya lo sabes. Me puedes pegar más duro.
Wolf inclinó la cabeza hacia un lado y la observó con una pequeña sonrisa que hizo
que su corazón dejara de latir.
―Es curioso, fue lo que dijiste en mi sueño. Golpéame más duro, Wolf.
―¿En serio? ―preguntó Very casualmente, aunque su corazón estaba disparado.
Nunca le había contado antes esta fantasía―. ¿Y lo hiciste?
Wolf asintió con la cabeza.
―Sí, lo hice. Lo hice hasta que gritaste, extendida sobre mi regazo, con ese
maravilloso trasero blanco regordete al alcance de la palma de mi mano. Tu piel era rosa
brillante, ardiente al tacto, y estabas tan húmeda Very. Cada parte de ti estaba rogando
por ello.
Very estaba respirando pesadamente.
―Yo no ruego.
―Rogarás por mí cuando llegue el momento ―prometió Wolf en voz baja―. Y te va
encantar cada segundo de ello.
Very observó la erección de Wolf que presionaba contra la parte de sus pantalones
apretados y luego dejó que sus ojos recorrieran su esbelta figura hasta que la caliente
mirada de él la capturó.
―No lo dudo ―susurró―. Rogaría por más si me das lo que quiero.
―¿Qué quieres Very? ―preguntó, su voz tan baja que solo sabía lo que decía porque
habían jugado a este juego muchas veces antes.

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―Te quiero, Wolf ―le dijo ella. Era lo que siempre le decía. Y lo decía en serio. En
todo momento. Ella lo quería en todos los sentidos, no solo físicamente. Quería estar con
él para siempre. Él sonrió en señal de triunfo y estuvo a punto de desmayarse. Dios le
encantaba cuando él la miraba de esa manera, como si fuera un tesoro para que un pirata
lo saqueara.
―¿Solo a mí? ―preguntó.
Very se mordió el labio. Luego movió lentamente la cabeza. Era casi imposible pero la
mirada de Wolf se hizo más caliente, lo suficiente como para chamuscar los dedos como
si los sumergiera en las llamas del infierno. Mucha gente le decía que eso era lo que
estaba haciendo. Y le importaba un comino lo que ellos pensaran. Le encantaba lo
prohibido, hacer lo que decían que no podía, no debía hacer. Haría lo que quería, y lo
haría con Wolf. Y con Kensington.
―Quiero estar contigo y con Kensington ―susurró―. Os quiero a ambos en mi cama.
El recuerdo de la última vez que los tres estuvieron juntos volvió como lo hacía cada
vez que ella y Wolf hablaban del Sr. Michael Kensington. Fue hace un año, el día que su
amiga Sophie se había casado con Ian Witherspoon, y Very se enteró de que Sophie
había sufrido abusos cuando era niña. Sin darse cuenta de la incomodidad de Sophie, se
burló de ella por la noche de bodas, sin saber que Sophie estaba aterrorizada de tener
intimidad con su nuevo esposo. Very había puesto en marcha una cadena de eventos con
sus comentarios, que habían dado lugar a que Sophie saliera corriendo de su banquete
de bodas llorando, Ian persiguiéndola. Very se había sentido culpable y por tanto, muy
enojada. Enfadada con el mundo por lo que Sophie había sufrido, y enojada consigo
misma por haber arruinado el día de la boda de Sophie.
Michael la había encontrado esa noche en la biblioteca de su tío Jason, rompiendo un
cojín con enojo y frustración. Y él hizo lo mejor. Tenía una habilidad especial para hacer
eso, para calmar el temperamento de Very, ardiente e impulsivo. Pero esta vez, no fueron
las palabras lo que la habían calmado, aunque recordaba cada palabra que había dicho.

Dos años antes…

Very estaba en la biblioteca y miró por la ventana al jardín de atrás. La habitación tras
ella estaba solo iluminada por el pequeño fuego en la chimenea. Podía ver la pequeña
escultura griega en la esquina del jardín, una forma oscura bajo la luz de la luna. Le
encantaba sentarse allí en los días cálidos y leer o charlar con los amigos. ¿Había podido
Sophie hacer eso, relajarse con amigos? Ella parecía estar muy incómoda y Very lo había
atribuido a su horrible padre. Pero al parecer, había habido más, como Very había
sospechado. Se apartó un mechón de pelo de los ojos y observó que su mano temblaba.
Dios, estaba tan llena de ira. Quería gritarle a tía Kate por no decírselo, y luego quería dar
caza al padre de Sophie y cortarle la polla. La tía Kate dijo que Sophie había negado que
fuera él, pero ¿quién más podía ser? Pero Very, por encima de todo, quería cortarse su
propia lengua. ¿Cómo podía haber molestado a Sophie de esa manera? Dios, ¿cómo
podía Sophie haberlo aguantado? No podía soportarse a sí misma.
Se giro de repente y agarró un cojín de la silla cerca de la ventana. Lo golpeó contra el
sillón con todas sus fuerzas, gritando de rabia, hasta que su voz salió como un gruñido.

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Tomó el cojín y lo alzó, golpeando contra la silla, hasta que finalmente se rompió y las
plumas volaron alrededor de su cabeza. Se detuvo, jadeando por el esfuerzo, frustrada
porque a pesar de la violencia todavía había ira en su interior.
―Bueno, me alegro de no ser el cojín ―escuchó la voz de Kensington arrastrando las
palabras detrás de ella.
Se volvió para mirarlo.
―Cállate. No soy una agradable compañía esta noche. No tengo paciencia para
aguantar tu ingenio.
Kensington suspiró y se acercó a ella con cautela. Alzó la mano y con ternura retiró una
pluma de su cabello
―Sé que voy a lamentarlo, pero ¿cuál es el problema, mi pequeña amazona?
Very lo miró con incredulidad.
―¿Qué pasa? ¿Qué pasa? Me acabo de enterar de que mi nueva amiga fue violada
cuando era niña, he arruinado el día de su boda y ¿me preguntas que sucede?
Tentativamente Kensington se acercó y la rodeó con sus brazos, sujetándola. De
repente, él era todo lo que tenía en la mente. Le agarró desesperadamente y él respondió
envolviéndola con más fuerza en sus brazos. ¡Dios, como había deseado esto! Apenas la
había tocado en casi un año, no desde aquella primera vez inolvidable en que se
conocieron, cuando él la había arrastrado a un callejón y dado su primer placer de mujer.
Hundió la nariz en su cabello y respiró hondo de su amada esencia. Picante y exótica,
hacia que su sangre se espesara y ardiera.
―Very ―dijo, y ella se emocionó al escuchar la aspereza de deseo en su voz. Él
respiró hondo varias veces y volvió a hablar, su tono casi normal―. Tú no arruinaste la
boda de Sophie. No puedes culparte a ti misma por su violación. En cierto modo es triste y
natural que los recuerdos volvieran a la superficie el día de su boda. Se espera que
comparta la cama esta noche con Ian. Solo puedo imaginar los temores que tiene sobre
eso.
Very volvió la cabeza para apoyarla en su hombro.
―Exactamente, y yo agravé todo con mis bromas. Estaba bien hasta que bromeé
sobre estar demasiado borracha para disfrutar de su noche de bodas. ¡Si solo la tía Kate
hubiera confiado en mí antes! Nunca habría dicho eso.
Kensington pasó la mano por su espalda, en lo que se suponía era un movimiento
suave. En su lugar, puso sus nervios en llamas. Su sexo palpitaba de deseo por él,
cuando sus manos se posaron en la parte inferior de su espalda. No pudo controlar que
un pequeño y leve jadeo saliera de ella. Kensington se congeló y luego trato de apartarse.
―¡No Kensington, por favor! ―Very sabía que estaba suplicando, pero su orgullo no
estaba por ningún lado. Lo necesitaba está noche. Lo necesitaba para volver a mostrar el
amor que sentía, para ayudar a acabar con la imagen de Sophie violada que estaba
atrapada en su cabeza.
―Very, no puedo. ―Su voz era dura, puso las manos sobre sus hombros y trato de
empujarla.
―Puedes, puedes ―le dijo, presionándose más cerca, envolviendo sus brazos
alrededor de su cuello en un fuerte abrazo. Depositó besos a lo largo de su mandíbula y
mordisqueó su mentón con cuidado, provocando que él gimiera―. Ves, tú me quieres. No

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lo puedes negar, puedo oír cuánto. Puedo sentir lo duro que estas por mí. ―Ella giró sus
caderas, sintiendo su dura longitud presionando contra su estomago. Le dio un beso con
la boca abierta en el cuello, lo chupó suavemente y de repente sus manos estaban
alrededor de ella, moliéndola contra él. Ella se rio triunfante y Kensington gimió.
―Maldita sea, Very. Me prometí que te dejaría sola. Eres tan joven, tan inocente. Dime
que me detenga, que te deje en paz. ―La besaba salvajemente, sus labios sobre los de
ella por un momento y luego recorriendo su cara y cuello. Lamió un camino hacia arriba
en su hombro, hasta ese sensible punto detrás de la oreja y luego le mordió el lóbulo.
Very se estremeció con un deseo inocultable ante el mordisco.
―No te detengas, ni se te ocurra parar Kensington. Quiero sentirlo otra vez, la caída
salvaje por un acantilado, haciendo que mi corazón se acelere y pierda el aliento.
Muéstrame lo que significa amar a un hombre. Hazme olvidar por un rato lo que pasó con
Sophie. Muéstrame lo que se siente al ser deseada, desear a un hombre y que él te haga
suya.
Kensington gruñó en voz alta ante sus palabras y la arrastró al suelo.
―Me haces tirar todos mis principios al viento, Very. No tengo resistencia a ti, no hay
manera de luchar cuando me dices lo mucho que me quieres. Eres mí ruina. ―Cayó
encima de ella y Very nunca había sentido ese peso delicioso. Envolvió una mano en su
cabeza y tiro de él hacia ella por un beso, mientras su pierna rodeaba su cintura y dirigía
su erección hasta su húmedo montículo. Aunque separados por capas de tejido, el
contacto era exquisito y ella gritó en su boca. El hizo lo mismo, ella se mordió los labios
fuertemente. El sabor de la sangre le hizo echar la cabeza hacia atrás.
―Oh Dios, Kensington, lo siento. Estoy loca, como si tuviera un tipo de fiebre cerebral.
Todo lo que puedo pensar es en lo maravilloso que se siente. Está tan dura y pesada, y
es mía. Quiero saborearla, comerla. ¿Esto es normal, estar hambrienta de ti? ―Su voz
sonaba sin aliento y ansiosa, ella sonrió para sus adentros al escucharse de esa manera.
Era la gloria, todo acerca de esto era glorioso.
Kensington estaba lamiendo la sangre de sus labios mientras tiraba violentamente del
corpiño de Very.
―No sé y no me importa. El hecho de saber que te mueres por mi me está volviendo
loco. Me has infectado la fiebre. ―Oyó abrir su corpiño y luego sintió el aire fresco en sus
pechos sobrecalentados―. Sí ―siseó Kensington. Se zambulló en sus pechos como un
hombre hambriento, lamiendo y chupando, mordiéndola mientras ella se retorcía debajo
de él. Colocó un brazo en su espalda y alzó su pecho, amamantándose de un pezón sin
piedad, mientras Very empujaba sus caderas hacia él. Su polla se frotaba contra ella de
tal manera que sintió un estremecimiento de excitación a través de todo su cuerpo.
La realidad se tornó inconexa, como si el tiempo y el lugar no tuvieran significado para
ellos. El calor y la aspereza de su tacto, la sensación de sus músculos flexionados encima
de ella, la lengua sobre su piel humedeciéndola, deslizándose suavemente, se sentía tan
natural como si toda la vida hubiera conducido a Very a esta unión.
―Tócame, Kensington, como lo hacías antes. ―Era una mujer poseída, envolviendo
sus brazos y piernas alrededor de él y besándole como si fuera a tragárselo todo.
―Michael ―le dijo entrecortadamente, separándose brevemente de ella. La agarró por
los hombros y la sacudió―. Llámame Michael. Quiero escuchar mi nombre en tus labios
cuando te estoy amando Very. Dilo.

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―Michael ―dijo ella, y la intimidad de su nombre hizo que su corazón latiera más
rápido y su respiración se hiciera más irregular―. Michael, me encanta, por favor. Te
necesito tanto. ―Su pelo rubio se había convertido en oro fundido en la luz del fuego,
mientras sus ojos oscuros e insondables permanecían en las sombras. Se estremeció
ante el temor fugaz que se apoderó de ella al ver su expresión inescrutable. Por un
momento interminable quedaron congelados así, ella yaciendo delante de él como una
ofrenda a su conquistador. El dramatismo de la imagen que se formó en la mente de Very
rompió el hechizo―. Michael ―susurró, arqueándose hacia él. Las manos de Michael se
situaron en su cintura, agarrándola casi dolorosamente mientras la abrazaba.
―No soy fuerte, Very, no el sentido que te preocupa. No he confiado en mí mismo para
estar a solas contigo en estos últimos meses. He tratado de alejarme, pero soy débil, muy
débil. ―Se inclinó y la besó fuerte y posesivamente. Cuando se alejó, Very sin aliento,
empujó sus caderas hacia él, estirándose y tocando suavemente la curva de su pecho con
la punta del dedo―. Anhelo esto como un consumidor de opio anhela la droga, Very. Te
necesito. ―Se puso sobre sus codos para mirar su rostro. Cerró los ojos peligrosamente
mientras retiraba su dedo, y cerraba sus manos en un puño―. Dime que pare, Very.
―Nunca ―susurró―. Nunca te diré que te detengas.
Cuando la puerta de la biblioteca se abrió, la grieta de luz del pasillo dividió el suelo
como una flecha que terminaba a los pies de Michael. Very jadeó mientras Michael trató
de protegerla de los intrusos.
La puerta se cerró silenciosamente con un clic.
―Lo siento. ¿Interrumpo? ―La voz de Wolf ronroneó de sorprendido placer, Very
liberó el aire que había estado conteniendo.
―Wolf ―susurró. Sin pensarlo ella extendió la mano hacia él, y él vino como si fuera
arrastrado por unos hilos invisibles. Cuando llegó a su lado se dejó caer pesadamente
sobre sus rodillas.
Wolf Tarrant no era un hombre grande. Era alto, delgado, con los músculos de un
practicante de esgrima y una enorme elegancia. Su rostro se parecía a sus homónimos
los lobos en los agudos ángulos de su cara, su nariz larga y su mandíbula cuadrada. La
luz del fuego dotaba a su espeso y salvaje cabello rubio oscuro, con los colores del fuego:
rojo, dorado, naranja y negro. El siempre parecía muy controlado, y sin embargo, ella
sospechaba que había una gran cantidad de fuego dentro de él, debajo de esa fachada.
Deseaba verle quemarse por ella. Nunca había pensado en Wolf en términos sexuales.
Había aceptado que él venía con Kensington. Pero aquí, ahora, se dio cuenta con alivio y
emoción, que ella lo quería. Quería tocarle y ser tocada por él, y la felicidad de este hecho
le llegó vertiginosamente. Recorrió su fuerte pómulo con las yemas de los dedos, mientras
con el dedo pulgar acariciaba su labio inferior.
―Wolf ―dijo otra vez, una nueva conexión sexual con él, clara en su voz y su tacto.
Wolf cerró los ojos y bajó la cabeza ante su caricia.
―Very ―dijo en voz quebrada―, Very. ―Se inclinó para besarla y ella se incorporó del
suelo para encontrarle a mitad de camino. El beso fue una tierna exploración, su primer
beso de esa manera. Paso por alto el hecho de que estaba desnuda en mitad del suelo,
atrapada en las garras de la pasión de otro hombre. En ese beso estaban solo Wolf y
Very, y la maravilla del descubrimiento del uno del otro. Él pasó sus brazos suavemente a
su alrededor, hasta que quedó apoyada en él, hasta que quedó apretada fuertemente

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contra su pecho, sus corazones latiendo juntos. Ella tenía los brazos alrededor de su
cuello, una mano en el hombro, la otra enterrada en su indomable cabello.
La lengua de Wolf se metió en su boca con tanta suavidad que Very gimió ante la dulce
sensación. Él era tan diferente de Michael, quien la devoraba como un hombre
hambriento. Wolf la saboreo suavemente hasta que ella no pudo aguantar más tanta
ternura. Ella rompió el beso con un sollozo.
―Por favor, por favor ―rogó, con el cuerpo en llamas. Sus pezones estaban tan
afilados que dolían de anhelo de ser tocados y podía sentir el calor de su sexo, bañado en
su propia crema. Se aferró al brazo de Wolf, arrastrándolo hacia ella y él se vio obligado a
colocarla en el suelo. Tomó su mano entre las suyas y la guio hacia su pecho,
apretándola contra el punto que allí dolía―. Sí ―gritó ella, con la espalda arqueada―.
Michael ―susurró, deseando que compartiera ese sentimiento. Wolf amasaba su pecho
mientras ella le acariciaba el cuello.
―No. ―La respuesta fue dura y angustiada. Wolf se congeló contra ella y Very miro
por encima de su hombro a Michael. Todavía estaba de rodillas entre sus piernas, pero de
alguna manera parecía apartado, separado de ella de una manera que no estaba antes.
Era muy cuidadoso, no la tocaba. Estaba mirando a Wolf con terror, a su mano sobre el
pecho de Very, a su cara pegada a su cuello. Very no sabía qué hacer. Le dolía y le
quemaba, le resultaba difícil pensar en otra cosa que no fuera el éxtasis que estaba a su
alcance.
―Por favor, Michael ―rogó, arqueándose en la mano de Wolf, que había reanudado
sus placenteras caricias. Ella gimió cuando Wolf chupó suavemente su cuello―. Oh Dios,
por favor.
―Yo… no puedo ― susurró con voz entrecortada y Very observó a través de la niebla
como se arrastraba hacia atrás alejándose de ella y Wolf―. ¿Qué he hecho? ―La
pregunta no parecía estar dirigida a ella por lo que Very no respondió.
Wolf se estremeció cuando Very apretó su mano más duramente contra su pecho. Se
acostó junto a ella, su calor presionando deliciosamente contra su costado.
―Michael ―dijo Wolf con voz áspera mientras besaba la delicada piel por encima de la
clavícula de Very―. No, no lo estropees, Michael. ―Y se le rompió la voz. Se aclaró la
garganta―. No huyas de esto.
―No puedo ―dijo Michael de nuevo―. ¿Qué estamos haciendo, Wolf? Es una niña.
―Volvió la cabeza y se cubrió los ojos como si no pudiera soportar verlos―. No puedo
hacerle esto a ella.
―No soy una niña ―dijo Very, y Wolf se apartó para mirarla. Ella lo miró a la cara y no
vio nada de la culpa que parecía atacar a Michael cuando la tocaba. Wolf la miraba como
a una mujer, una mujer deseable. Su mirada era posesiva y arrogante, orgullosa. Very
quería ronronear y rodar sobre él hasta que la cubriera con su olor―. Yo quiero esto
―susurró ella, y no reconoció esa voz pecadora como suya―. Yo quiero tocar y ser
tocada, quiero ir y que un hombre venga por mí. ―Miró a Michael―. Quiero ser una mujer
y no una niña. Quiero ser querida por un hombre sin ver la culpa y la vergüenza después
en su cara.
―No puedo, Very ―dijo Michael con voz entrecortada―, no puedo.
―Yo puedo ―dijo Wolf con firmeza en su oído.

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Very miró a Wolf y con deliberada lentitud separó su cabeza de la suya y lo besó. Ella
expresó todo lo que deseaba en ese beso, trató de decirle todo lo que quería y necesitaba
con sus labios, la lengua y los dientes, y él la escucho y entendió. Se acercó a ella y
deslizó un brazo hasta que apoyarse en su cuello. Deslizó una mano por su vientre hasta
que descansó entre sus piernas. Very gimió y se empujó contra ella.
―¿Qué quieres? ―preguntó Wolf contra su boca―. ¿Lo sabes?
―Te quiero dentro de mí ―pidió lascivamente―, quiero que me lleves al límite Wolf.
¿Me llevaras?
―Oh, Very ―dijo con malicia―, voy a tomarte en cualquier forma que desees.
―Apretó los labios contra los suyos una vez más y su lengua bailó en su boca
deliciosamente. Very se quedó sin respiración y tuvo que romper el beso. Jadeaba, pero
no había vergüenza en su excitación. Lo que sentía con Wolf era elemental, como si
hubiera sido reducida a lo esencial y no importara más que respirar, el deseo y el toque
de su cuerpo contra el suyo, el latido de su corazón contra el suyo.
Él se alejó del beso lentamente.
―Eres tan maravillosa Very. ¿Sabes lo valiosa que eres para mí? ―susurró y volvió a
besarla tiernamente
―Wolf, oh Dios, Wolf ―dijo ella, de repente al borde de las lágrimas. Nunca se había
tomado la molestia de verlo realmente antes, solo aceptaba su presencia cuando era
necesario para tener a Michael con ella. ¿Cuánto tiempo se había sentido él así por ella?
¿Le había hecho daño con su indiferencia? Era tan tonta y ciega. Hoy había abierto los
ojos de muchas maneras. Estaba mareada con tantos altibajos emocionales.
―¿Cómo has podido? ―La voz de Michael salió de la oscuridad―. ¿Qué estás
haciendo con ella, haciéndole a ella?
Wolf suspiró y apoyó la frente contra la de Very. Le paso la mano suavemente sobre el
pelo.
―Quiero dar placer a mi mujer, Michael. Yo no soy el tipo de hombre que se burla de
ella y deja de desearla por un falso sentido de rectitud moral ofendida. ―La voz de Wolf
sonaba tan enojada como la de Michael.
―No importa lo que ella diga, es todavía una niña Wolf. No entiende lo que vas a
demandar de ella. ―La voz de Michael estaba llena de acusación
―No voy a obligarla a hacer nada. ―Wolf enojado se puso de pie, su estado de ánimo
claramente arruinado―. Pero no voy a negarla lo que quiere. ―Se inclinó para ayudar a
Very a ponerse de pie. Ella todavía estaba un poco inestable y se aferró a él―. Y no
trates de echarme la culpa. Nunca te he obligado a nada tampoco.
―Dejad de hablar como si no estuviera aquí ―dijo molesta. Señaló a Michael―. Y deja
de hablar como si fuera una idiota. Sé muy bien en lo que me estoy metiendo.
―¿Sí? ―preguntó Michael arrogantemente―. ¿Realmente sabes lo que Wolf y yo
somos el uno del otro?
Very estaba ocupada en enderezar su ropa. Hubo un ligero desgarro en la tela de su
blusa y tuvo miedo de que no se pudiera ocultar. Suspiró. Realmente no quería tener es
conversación esta noche, pero no era de las que huyen de un desafío.

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―Por supuesto. Sois amantes. Mira, lo he dicho y no he salido corriendo gritando en la


noche. ―Ni siquiera trató de mantener el sarcasmo en su voz. Wolf se echó a reír a su
lado y ella le sonrió.
―¿Y entiendes lo que significa?―Michael no dejó el asunto―. ¿Te has fijado en eso?
Very se movió incomoda. Oh, había considerado todos los ángulos. Casi todas las
noches, en su solitaria cama, pensaba exactamente lo que eso significaba.
―Eso significa que los dos vendréis a mi cama al mismo tiempo. ―Ella estaba
bastante orgullosa de sonar firme.
Michael soltó un bufido.
―Sí. Pero también significa jodernos el uno al otro Very. Eso significa que cuando Wolf
me mira en la forma en que te ha mirado a ti esta noche, y, si él me mira de esa manera,
no puedo dejar caer mis pantalones y doblarme lo suficientemente rápido. La polla que
esta dura aun por ti, Very ―señaló Michael crudamente a la erección de Wolf―, estará
enterrada en mi culo en cada oportunidad, y yo estoy dispuesto a devolverle el favor con
la misma frecuencia. ¿Eso es lo que quieres?
―Ya basta, Michael ―dijo Wolf.
Very se sintió palidecer ante su crudeza. Ella había tenido una vaga idea sobre como
los hombres se hacían el amor uno al otro, pero gracias a Michael su estudio sobre el
tema se había completado. Enderezó los hombros.
―No, está bien, Wolf. ―Miró a Michael―. Si eso es lo que quieres, entonces, si, yo
también lo quiero.
Michael gruñó de frustración y se mesó los cabellos mientras se apartaba de ella
―¿Qué debo hacer para salvarte de ti misma, Very? ¡Te metes en problemas a cada
paso y yo soy el catalizador! Esto… ―hizo un movimiento entre ellos tres―, esto no es
natural, ¿me entiendes? Ya sé que tu tía disfruta de la misma relación pero no, no es
natural ni es aceptado. ―Se alejó―. Tú eres joven y tienes la oportunidad de vivir una
vida normal. ―Sacudió la cabeza―. Pero no conmigo. No con nosotros. ―Caminó
rápidamente hacia la puerta.
Wolf dio dos pasos hacia él.
―No, Michael. No huyas de nuevo. ―Michael se detuvo, pero no se giró.
―Adiós, Wolf. Adiós, Very. Yo… ―Se interrumpió y abrió la puerta―. Adiós. ―Se
marchó cerrando la puerta tras él.

A pesar de los ruegos de Wolf, Michael se había ido. Esa noche atormentaba a Very.
Le había presionado demasiado. Si hubiera frenado su lengua, si hubiese visto como él
entraba en conflicto por la relación que se estaba desarrollando entre ellos tres, podían
haberlo tomado poco a poco. Pero Very no se había contentado con ir despacio. Había
querido saltar de cabeza en la tempestad de su deseo por el otro sin pensar en las
consecuencias.
Seguía mirando los ojos de Wolf, cuando los recuerdos se precipitaron en su cerebro
una vez más. Era la única cosa buena que había venido de su impaciencia. Esa noche
había sido el comienzo de su historia de amor. Porque era amor, había sido amor desde
ese momento y solo se había hecho más fuerte cada día. Más allá de algunos besos

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robados apenas se habían tocado el uno al otro desde esa noche, pero el deseo era una
constante entre ellos.
Wolf suspiró y miro a otro lado, rompiendo la intensidad del momento.
―No hemos sabido nada de él en meses, Very. ―La miró de nuevo, sus ojos llenos de
resignada desesperación―. Está en Estados Unidos. Está muy lejos de nosotros y de los
pocos momentos íntimos que compartimos. Es fácil olvidar con el tiempo y la distancia.
―Dio un impulso particularmente fuerte al palo que sacudió un poco la barca―. Huyó de
nosotros, de la idea de los tres juntos ―suspiró―. No sé si Michael volverá.
Very se concentró en sumergir la mano de nuevo en el agua y observar las olas.
―Va a volver. Sé que lo hará.
―¿Y si no lo hace? ―preguntó Wolf en voz baja.
Very parpadeo rápidamente para esconder las lágrimas no deseadas, antes de
finalmente mirar a Wolf. Tiene que volver, pensó. Pero lo que fijo fue;
―Entonces nos tenemos uno al otro, ¿no es cierto? Tú y yo haremos todo lo malvado y
maravilloso que hemos hablado.
La sonrisa de Wolf fue agridulce.
―Si Jason y Tony alguna vez nos dejan solos. ¿Cuánto tiempo crees que tardarán en
creer que te amo y no te estoy persiguiendo porque estoy languideciendo por Michael?
Very no tenía respuesta para eso. Sus tíos se negaban a ver que ella y Wolf se
amaban, no solo por sus sentimientos mutuos hacía Michael, sino por sus intereses
compartidos y su temperamentos complementarios. Había discutido con ellos hasta que
su garganta estaba dolorida. Pero su respuesta fue lanzarla al mercado matrimonial con la
esperanza de que tuviera ojos para otro hombre.
Wolf suspiró ante su silencio.
―¿Cómo va el cortejo? ―preguntó finalmente.
Ese era un tema muy delicado para Very. Se cruzo de brazos, irritada con Wolf por
sacar el tema. Sus tíos y sus formas de entrometerse la volvían loca
―Jason ha atraído a casa otro vagabundo del Ejército. Un capitán o algo así que
declaró en menos de una hora su amor eterno por mí. ―Soltó un bufido―. El amor al
dinero de Jason, sin duda. ―Movió las manos con agitación―. Honestamente, ¿por qué
no lo ven? Los hombres elegibles desfilan delante de mí como si yo fuera Wellington
revisando las tropas, y soy la única que se da cuenta que no tienen interés en mí. Ven
una chica guapa que sería una esposa tolerable, sobre todo porque trae unos ingresos
considerables ―gruñó ferozmente y Wolf se rio.
―”Mi cabello castaño es como la tierra fecunda de la primavera”―citó con sarcasmo.
Ante la mirada incrédula de Wolf, asintió con la cabeza―. Oh sí, he oído que es un hecho.
Y mis ojos azules brillan como, bueno, como se quiera. Estrellas, el sol, la luna, la llama
de una vela, la luz solar sobre una hoja afilada. ―Rodó sus ojos―. Mi figura es
comparada con Afrodita...
―Espera ―interrumpió Wolf inmediatamente―. ¿Quién dijo eso último?
Very resopló.
―No te preocupes, Jason le hizo salir de la casa a toda prisa. ―Hizo un gesto con el
pulgar―. Estúpido idiota. ―Puso su codo en la rodilla y apoyó el mentón en el puño, sin
importarle que fuera impropio de una dama―. Ayer quería golpear al estúpido hombre en

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la espinilla cuando dijo que después de casarnos tendría que corregir mis “tendencias
reformistas”. ¿Y se supone que eso me hará caer a sus pies?
Wolf la miró con recelo.
―¿Qué causa defendías ayer?
Very resopló con fastidio.
―No empieces ―señaló―. Si no te puedo tener, tengo que hacer algo para distraer mi
frustración. Trabajar por una buena causa, no me puede generar la misma emoción que
tú, pero me mantiene ocupada y así no me volveré completamente loca.
Wolf se echo a reír y Very arrugó la nariz remilgadamente.
―El sufragio universal no es cosa de risa.
El comportamiento de Wolf cambió en un abrir y cerrar de ojos.
―Tú no va a ir a Manchester ―declaró rotundamente. Su tono de voz decía con toda
claridad que no discutiría sobre eso. Very como siempre, hizo caso omiso de su
advertencia.
―¡Tengo que ir a Manchester! He estado en contacto con la Sra. Fildes, la líder del
grupo de damas reformistas de Manchester, desde hace meses. ¡La situación en
Lancashire, de hecho en toda la nación, es terrible! ¡Son tantos los que no tiene trabajo y
no están representados, Wolf! Ellas no tienen derecho a voto. Ningún recurso para hacer
frente a su sufrimiento. Ninguno. La injusticia de esta situación denigra a una nación de
hombres ilustrados. ―Very estaba tan indignada por todo eso que apenas podía juntar las
palabras para expresarse―. ¡Y la Ley del Maíz, impulsando el precio de los alimentos
cada vez más alto, cuando la mitad de la población se muere de hambre!
―¿Cómo puedo no ayudar a su causa? Ingleses que han luchado y muerto por el rey y
el país se merecen el derecho al voto, Wolf, sean terratenientes o no. Por eso se marcha.
¡Tengo que marchar!
Él la miró con recelo.
―¿Seguro que no marchas en apoyo del voto para las mujeres?
Very negó con la cabeza.
―Por supuesto que no. Sería absurdo siquiera pensarlo. Ellos nunca lo permitirían.
Esta marcha es solo por el voto de los hombres.
―Yo no tengo derecho a votar ―observó Wolf―. ¿No debería tener la cortesía de
decidir por mi mismo si estoy indignado al respecto?
―Por eso exactamente es por lo que apoyo sin reservas la causa del sufragio
universal, Wolf ―dijo con serenidad―. Muchos de los hombres que amo y admiro no
pueden votar. Por una parte tú, por otra Tony. Tú luchaste por tu país, Wolf, muchos
hombres lo hicieron, hombres que ahora no tienen absolutamente nada que decir sobre
las leyes de esta nación. ¿Dónde está la justicia? Luchar por defender a un gobierno que
te ignora y te maltrata.
―Está bien, está bien. Apoyo la idea, Very. Pero eso no quiere decir que crea que la
mujer que amo deba ir al norte de Inglaterra y marchar en una protesta con algunos locos,
que lo más probable es que traigan consigo una gran cantidad de problemas. ¿No puedes
defender mi derecho al voto desde Londres? ―Ladeó la cabeza―. ¿No tenía que
haberse producido ya esa marcha? ¿Acaso no fue programada para los últimos días de
agosto?

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―Ha sido reprogramada. Los magistrados locales están haciendo las cosas mucho
más difíciles de lo que deberían. Se trata simplemente de una reunión, Wolf. El Sr. Henry
Hunt estará allí para hablar con la gente. ―Ella junto las manos emocionada―. Va a ser
maravilloso. Haremos historia. Seguramente con un orador como Henry Hunt de nuestro
lado triunfaremos.
―Una reunión sediciosa en la que los organizadores del plan van a tratar de elegir a su
propio representante en el parlamento de formar ilegal, Very. Un encuentro peligroso para
estar. Los ánimos están exacerbados en ambos lados. No hay lugar allí para una mujer
joven.
―Oh eres tan… ¡Tan difícil! ―estalló Very―. Es exactamente el lugar para las mujeres
jóvenes. No, la presencia de las mujeres aligerará los ánimos. Los hombres no se
amenazan con violencia uno al otro cuando hay mujeres presentes. Todas las mujeres de
Manchester marcharán.
El gesto de Wolf fue de incredulidad.
―No conoces bien a los hombres, mi amor. No solo amenazan, también actúan y las
mujeres pueden resultar heridas.
―No soy una niña, Wolf. Lo necesito. Tengo que hacer algo… ―No podía poner en
palabras la impotencia que sentía acerca de su vida, sobre la ausencia de Michael y su
incapacidad para estar con Wolf como ella quería. Antes de que pudiera argumentar, Very
dijo lenta y claramente, para que no pudiera haber malentendidos―: Voy a ir
―No lo harás. ―Wolf realmente sonaba irritado, algo tan inusual que sucedía en pocas
ocasiones.
―El Capitán Macintosh cree que la marcha en Manchester es lo mejor que podía pasar
en Inglaterra desde que el rey Juan firmó la Carta Magna ―le dijo con una gran
satisfacción.
―El Capitán Macintosh es un loco. ¿Y quién diablos es el Capitán Macintosh?
―preguntó Wolf, esta vez su ira era inconfundible.
Habían llegado de vuelta al muelle. Very se puso en pie y salió del bote, saltando por
su cuenta.
―Es uno de los pretendientes que Jason trajo a casa para mí.
Wolf casi se cayó de la barca, que se sacudió violentamente ante el movimiento de
Very.
―Parece un mono amaestrado ―dijo Wolf.
―Macintosh es un buen hombre con un distinguido historial de servicio en el ejército
―ladró Jason. Very se dio la vuelta para verlo de pie tras ella, los brazos cruzados
mientras miraba a Wolf.
―Lo que es aún peor ―murmuró Wolf. Las mejillas de Jason se pusieron rojas de ira.
Wolf le sonrió―. ¿El Capitán Macintosh piensa que es una buena que Very vaya a
Manchester? A hacer historia. ¿No es así, Very?
―Sí ―dijo Very y luego se estremeció por dentro. Ella lo sabía. Sabía que Wolf tenía
un motivo ulterior o nunca hubiera dicho palabra alguna sobre los bobos que Jason había
traído para ella―. Adiós Capitán Macintosh, pensó, y adiós Manchester.
―Entonces iremos a Manchester ―declaró Jason.

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―¿Qué? ―Very prácticamente gritó. Miró a su alrededor para asegurarse de que


había oído bien. Kate se había puesto pálida y Tony estaba sacudiendo la cabeza con
disgusto.
―Oh, Dios, Very ―dijo Kate. Jason estaba farfullando.
―No te puedes echar atrás ―dijo Very apresuradamente―. Lo has dicho. Todo el
mundo lo ha oído. ―Ella salió del camino y agarró la mano de Kate, arrastrándola desde
el banco hacia el carruaje―. ¡Vamos! ―dijo Very en voz alta―. ¡Tenemos que
prepararnos! Tenemos pocos días para llegar allí.
―Bueno, Jason, felicitaciones ―oyó decir a Wolf, su voz temblando de ira.
Very corrió más rápido, no estaba segura si estaba huyendo de Wolf o hacia
Manchester. Y en absoluto estaba segura de si era la dirección correcta.

―¡Qué maravilloso es esto! ―Very extendió la mano y agarró el brazo del capitán
Macintosh―. Todo el mundo, hombres, mujeres y niños, marchando por el sufragio, por
una voz. ―Señaló las ventanas de la posada―. Esta es su voz, ¿no? ¡Serán escuchados
el día de hoy! La historia registrará el dieciséis de agosto, del año del Señor 1819, como
un punto de inflexión en Inglaterra.
―Puesto que todo el mundo está aquí ―dijo Jason con tristeza detrás de ella―, no
veo porque tenías que venir. Las personas sensatas no se colocan a sí mismas en medio
de una tormenta.
Very arrugó su nariz hacia él.
―Oh, bah. Honestamente, Jason, estáis cinco para protegerme. ―Hizo un gesto en
torno a la pequeña sala privada en la que los señores tomaban su desayuno. Además de
Jason y Tony, que estaba sentado a su lado en la mesa, su amigo Daniel Steingerg
tomaba un sorbo de té tranquilamente, en una silla junto a la puerta. Simón Gantry, otro
viejo amigo de sus tíos estaba a su lado poniéndose entre él y el capitán Macintosh―. Me
atrevería a decir que nada puede ocurrirme en Manchester. Ni siquiera darme una brisa
fuerte.
Simon miró hacia el cielo azul claro.
―No, no hay brisa querida. Hace calor como en el infierno. Es un día perfecto para un
motín.
Daniel resopló en su taza de té
―¡Oh, que divertido señor Gantry! ―dijo Very sarcásticamente―. Nadie te pidió que
vinieras.
Simon se volvió hacia ella con una expresión de asombro horrorizado.
―¡Como si yo hubiera dicho que no! ―Saludó a Jason con una sonrisa y un
asentimiento―. En realidad Jason me preguntó si vendría. Con frecuencia me invita a las
mejores cosas, ya sabes.
―No habrá disturbios hoy señor ―dijo el capitán Macintosh con seriedad―. Los
comuneros han sido avisados para asegurar un proceso pacífico. No habrá armas, ni
violencia.
―Mi querido muchacho ―le dijo Simon tristemente―, siempre hay un motín. Uno
simplemente no puede reunir a tanta gente en un solo lugar sin incitar los ánimos febriles.

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―No estoy de acuerdo señor ―dijo el Capitán Macintosh incondicionalmente―. He


estado siguiendo los acontecimientos que condujeron a la reunión de hoy y creo que el
comportamiento de la gente va a estar por encima de cualquier reproche.
En verdad le gustaba, pensó Very sorprendida. Lo había utilizado abominablemente
para venir aquí y seguramente él lo sabía. Pero no parecía importarle. Parecía disfrutar de
hablar de ella con sobre una amplia variedad de temas. Tal vez sus ingresos en el
momento del matrimonio eran una atracción para él. ¿Cómo podía no serlo? Very podía
ver que podía tener un matrimonio tranquilo con él. Era amable, generoso, inteligente y no
poco atractivo. Alto, con una mata de pelo castaño que le recordaba a Mr. Jefferson en los
Estados Unidos, basándose en las descripciones que tenía de él y en el hecho de que
citaba a Mr. Jefferson sin parar. Solo había un problema con él. Bueno en realidad dos.
No era Wolf.
Y no era Kensington.
En ese momento Very se dio cuenta de que un grupo de mujeres vestidas de blanco
con sus brazos entrelazados, caminaban por él centro de la calle Kennedy frente a la
posada.
―¡Son las mujeres! ―exclamó.
―Más te valdría estar preparada ―observó Simón, mirando marchar a las mujeres.
Very le hizo caso y se volvió a coger su bolso y un chal. Estaba vestida de blanco
también, y ansiosa por unirse a los amigos solo pensaba en eso, pero nunca se reunió.
―Oh, ¡date prisa Jason! Se están yendo. ―Corrió hacia la puerta.
―Alto ahí Verónica ―le ordenó Jason ―. Cuando Tony y yo terminemos la comida,
vamos a caminar a St. Perter`s Field. Todavía tenemos un montón de tiempo antes de
que el Sr. Hunt hable en la asamblea.
Very no pudo disimular su disgusto.
―¡Pero Jason! He venido aquí para marchar con mis amigos. Por favor, date prisa.
―Puedo acompañar a la Srta. Thomas, señor ―se ofreció el Capitán Macintosh. Very
podría haberlo besado. Ella le sonrió desde el otro lado de la habitación y se ruborizó―.
No habrá ningún problema, la protegeré de cualquier daño hasta que puedan unirse a
nosotros.
Jason ya estaba sacudiendo la cabeza.
―No hemos venido hasta aquí para enviarla contigo Macintosh pero gracias.
―Voy a ir con ellos, Jason ―dijo Daniel. Se puso de pie―. He terminado de tomar el té
y me aburro estando aquí.
―Y yo ―dijo Simón―. Quiero ver la muchedumbre de intachables campeones de
Macintosh. ―Miró fijamente el plato lleno de salchichas de Jason―. Y además, todos
sabemos el tiempo que necesitas para comer, Jason. Parece que estás hueco.
Tony se echo a reír.
―Oh, vamos Jason. Hemos estado aquí durante dos días, y a pesar de los rumores,
todavía no se ha visto ninguna señal de disturbios. Podemos unirnos a ellos en breve.
¿Nos encontramos con vosotros en la iglesia, al final de la calle Peter? El campo se
encuentra a pocos pasos de allí.
―No Tony, por favor, en St. Peter`s Field. La entrada está allí mismo, en la calle
Peters. ¿Por favor? ―Very rogó.

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―Tony, Jason ―dijo Daniel razonablemente―. ¿No creéis que pueda proteger a Very
tan bien como vosotros?
Very vio como los dos hombres dudaban antes responder. Ella no sabía mucho sobre
el servicio de guerra de Daniel, pero había oído rumores de que había sido un oficial muy
peligroso y había matado a muchos hombres. A Very le resultaba difícil creer que el
pequeño y atildado Daniel pudiera matar una mosca, pero la reacción de Tony y Jason a
su pregunta le hizo asombrarse.
―Muy bien ―dijo Jason irritado. Movió un dedo a Very―. Pero cuidado señorita.
Ningún problema. Brotan a tu alrededor como la mala hierba en el campo.
―Que no brote en St. Peter`s Field ―murmuró Simón cuando la siguió a la puerta. Se
dio media vuelta y le sacó la lengua, lo que solo le hizo reír, por supuesto.

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CAPÍTULO 02

Wolf vio a Very salir de la posada, con la mano en el brazo de Macintosh, y con Daniel
y Simón detrás de ellos. Estaba escondido entre las sombras de un toldo, medio oculto
por unas escaleras, pero podría decir que Daniel tardó dos o tres segundos en verlo.
Sonrió a Wolf e hizo un pequeño gesto indicando que los siguiera. Wolf resopló molesto.
Por supuesto que iba a seguirlos. ¿Qué demonios pensaba Daniel que estaba haciendo
aquí, sino seguir a Very de cerca?
Ella estaba preciosa, vestida totalmente de blanco. Verla del brazo de otro hombre
mientras ella le miraba de esa forma era mortificante.
Las calles estaban bastante llenas. Eran un día perfecto a finales de verano, soleado y
cálido. Había casi un aire feliz en Manchester, como si fueran a asistir a una feria
callejera, en lugar de a un mitin político. Todo el mundo vestía sus mejores galas. Sin
embargo, Wolf no pudo evitar la sensación de que los problemas estaban esperando a la
vuelta de la esquina. Tal vez era porque no estaba cerca para proteger a Very. No le
gustaba nada y tenía la intención de echar un rapapolvo tanto a Jason como a Tony a su
regreso a Londres. Hasta ahora había soportado los intentos de ambos por impedir que
cortejara a Very. Su paciencia se estaba agotando.
Después de unos minutos, Daniel y Simon se separaron de Very y del capitán para
acercarse a Wolf.
―¿Qué haces aquí? ―preguntó Simon burlonamente. Giró el bastón y silbó una
melodía mientras marchaba detrás del contingente de mujeres vestidas de blanco.
―Tuve la tentación de visitar Manchester ―contestó Wolf con indiferencia―. He
escuchado cuentos brillantes de la ciudad.
―No seas idiota ―dijo Daniel secamente―. Contábamos totalmente con que nos
seguirías, incluidos Jason y Tony. Jason se preguntaba dónde estabas esta mañana,
aunque no delante de Very. ―Miró a Wolf por el rabillo del ojo―. ¿Por qué no insististe en
venir con nosotros?
Wolf suspiró.
―No sé. Very parecía muy ansiosa por venir con Macintosh. ―Negó con la cabeza―.
No, eso no es todo. Estoy cansado de ser el último. ―Se rio―. ¡Dios mío, estoy tan lleno
de autocompasión que estoy a punto de reventar!
―Realmente creo que Very tiene sentimientos muy fuertes por ti ―le aseguró Daniel.
Wolf estaba asombrado de que Daniel creyera que cuestionaba los sentimientos de
Very.
―Sé que ella lo hace, que me ama. Pero también a Kate, Jason y Tony. Por razones
comprensibles ellos vacilan en alentar un compromiso entre nosotros. Very espera que
debido a la constancia de sus sentimientos hacia mí, se ganará su aprobación. No puedo
discutir con ella. También yo preferiría empezar nuestra vida juntos con su bendición.
Pero todavía es joven.
―¿Demasiado joven para tomar una decisión? ―preguntó Simon. Se quitó el
sombrero ante una señora joven con un niño pequeño que sonreía coquetamente hacia
él.

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―No, me refería a que aun es lo suficientemente joven como para no correr hacia el
altar. No, hay tiempo para hacerlo bien. ―Wolf se esforzaba por mantener la vista puesta
en Very. La multitud se condensaba cada vez más y lo empujaba.
―¿Por qué crees que Jason y Tony, particularmente, dudan en aprobar un
compromiso entre vosotros? ―preguntó Daniel. Escrutaba continuamente a la multitud, y
su conducta tranquila ayudó a Wolf a mantener la calma aun cuando ya no podía ver a
Very a través de la muchedumbre.
―Supongo que es a causa de Kensington. Ellos saben que estábamos unidos, y que
Very sintió algo por él primero. Creen que nuestro cariño deriva de nuestro afecto por
Michael más que por el amor entre nosotros. ―Hizo una pausa―. Y, por supuesto, por lo
que hice en la guerra.
―Lo que hicimos en la guerra ―dijo Daniel con firmeza―. Luchamos juntos. Y no
tienen ningún problema conmigo.
―Bueno, eso no es del todo cierto, viejo ―dijo Simon―. Se oponen mucho a lo que
haces, y por el hecho de que podrías estar haciéndolo de nuevo. Caballeros mirando mal
el espionaje y el trabajo de los asesinos, ya sabes. Apuesto que si de repente desarrollas
una relación romántica por Very te podrían objeciones.
―Dado que la posibilidad de que desarrolle sentimientos románticos por Very tiene la
misma probabilidad de que me establezca con una piadosa viuda, creo que esto es
irrelevante ―dijo Daniel con aspereza―. Y desde luego no me ayuda a convencer a Wolf
para que deje de bailar alrededor y vaya al grano con Very. Tanto si Kensington vuelve
como si no, no es la cuestión. La cuestión es que una Very soltera causando estragos
entre los solteros elegibles de Londres, me da un dolor de cabeza permanente. Estoy
cansado de jugar a la niñera y de ser su señorita de compañía, y quiero que te cases con
ella, Wolf, y la alejes de mis manos.
Wolf lanzó una fuerte carcajada.
―Casi me lo creería si no supiera lo mucho que disfrutas jugando a la niñera con todos
sus conocidos. Pero sí, estoy de acuerdo contigo. Quiero casarme con ella y quitártela de
las manos también.
Eso hizo que Simón dejara de coquetear y se quedara con la boca abierta.
―¿En serio?
―¿Debería estar ofendido en nombre de Very? ―preguntó Wolf.
Simon negó con la cabeza.
―No, no quise decirlo de esa manera. Adoro a Very. ―Levantó las manos a la
defensiva―. Al igual que una hermanita o un primo lejano. Es solo que, bueno…
Kensington. Quiero decir, todos asumimos que ella se casaría con él. ―Hizo una
mueca―. Tal vez no salió bien.
Wolf se encogió de hombros.
―Creo que yo también lo asumí una vez. Pero él se ha ido demasiado lejos. No puedo
esperar hasta que se decida a volver, con el rabo entre las piernas, como siempre. Quiero
a Very ahora. Cuando regrese aun estaremos aquí. ―Vio como Daniel y Simon
intercambiaban una mirada―. No vamos a precipitarnos. Como ya he dicho, tenemos
tiempo. Pero voy a ser un poco más enérgico con Jason y Tony ante la seriedad de mis
intensiones.

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Daniel le dio una palmada en la espalda.


―Eso es, hijo mío. No muestres misericordia.
Simon se detuvo y ladeó la cabeza.
―¿Has oído eso?
Wolf había estado en muchas misiones con Simon durante la guerra como para no
pararse y mirar inmediatamente a su alrededor para ver si había peligro. Estaban casi en
St. Peter`s Field.
―¿Qué? ¿Qué oyes? ―El sexto sentido de Simon era legendario. Sus escalofríos y
temblores de premonición habían salvado sus vidas más de una vez.
Simon dio la vuelta y la gente que caminaba tras él se quejó, ya que tuvo que pasar por
su lado para esquivarlo. Daniel y Wolf de inmediato hicieron lo mismo, examinando las
calles a su alrededor. Simon señaló de repente.
―¡Ahí está! ¡Maldita sea! Tenía miedo de que hubiera problemas pero no tan pronto.
―Agarró el brazo de Wolf y lo empujó hacia atrás―. ¡Vete, busca a Very y llévala de
vuelta a la posada!
Fue entonces cuando el trueno de los cascos se oyó. Wolf echó un rápido vistazo a la
sombra de la caballería que venía por una calle lateral hacia la calle Peters. La gente
gritaba cuando los caballos salieron de la vía entre la multitud. Una mujer intentó cruzar la
calle con un niño y la golpeó un caballo que pasaba. El niño voló de sus brazos y cayó
bajo los cascos de los caballos de carga de la brigada. Ninguno de los hombres se detuvo
o aminoró el paso, continuaron cargando por la calle, con los sables desenvainados. En
un abrir y cerrar de ojos tanto Simon como Daniel se habían sumergido entre la multitud,
quitando a los hombres y las mujeres fuera del camino de los jinetes.
―Cristo ―susurró Wolf. Se dio la vuelta y se zambulló en la histérica multitud que
chillaba. Se dirigió a St. Peter´s Field, mientras que la mayoría de la gente había girado y
huía hacia él. ¿Dónde demonios estaba Very?

Very estaba tan sorprendida por lo que estaba pasando que no protestó en absoluto
cuando el capitán Macintosh la cogió de la mano y comenzó a arrastrarla fuera del campo.
Por todas direcciones venían hombres a caballo. Tenían las espadas desenvainadas, y
acuchillaban a la multitud desarmada. Cuando vio que un hombre era atravesado por una
espada mientras trataba de proteger a una mujer vestida de blanco, Very gritó.
―¿Qué está pasando? ―le gritó a Macintosh. Hacía un momento Henry Hunt y otros
oradores habían subido los escalones hasta la plataforma improvisada en el campo. No
había habido ningún aviso antes de la llegada de los soldados, no había disturbios ni
violencia―. ¿Por qué atacan a la multitud?
―No lo sé ―gritó de nuevo. Miraba a su alrededor frenéticamente, arrastrándola entre
la gente que se había caído aplastada bajo la multitud que intentaba escapar.
Una mujer gritó y Very miró hacia atrás para ver un vestido blanco manchado de rojo
mientras una figura caía al suelo.
―¡Dios mío, Simon tenía razón! Se dirigen a por las mujeres ―gritó Very. Macintosh
no respondió, solo corrió más rápido. Very perdió el chal y el bolso mientras trataba de
salir del campo.

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El cabello se le había caído sobre los hombros y de repente detuvieron a Very mientras
alguien la agarraba del pelo y tiraba de ella para que se parara.
―¡Tú! ―gritó una voz .
Very trató de tirar del pelo con pánico para liberarlo, demasiado asustada como para
dar la vuelta y ver de quién se trataba. Macintosh dio la vuelta y con un grito de ira le soltó
la mano y golpeó a quien estaba detrás de ella. Very se cayó al suelo cuando el cabello
se liberó de repente. Se dio la vuelta y vio a Macintosh luchar con un soldado.
―¡Qué vergüenza! ―escuchó Very a un hombre gritar. Miró a su izquierda y había un
oficial sobre un caballo, protegiendo a algunas personas y amonestando a sus propios
hombres―. ¡Qué vergüenza señores! ¡La gente no puede escapar!
Un ladrillo aterrizó en el suelo al lado de Very y ésta se cubrió la cabeza. Pronto una
lluvia de rocas y piedras llovía a su alrededor. La golpearon en la espalda y los brazos, e
intentó hacerse un ovillo para evitar los fuertes golpes, aterrorizada, otro soldado apareció
y sacó el sable. Oyó gritar a Macintosh y se asomó por debajo del brazo.
¡Estaba en el suelo! El soldado con el que había estado luchando había sido arrastrado
por una pequeña multitud. Very se arrastró hacia Macintosh. Estaba de lado, medio
tumbado en el suelo.
―Macintosh ―gritó para hacerse oír por encima de la multitud. Lo alcanzó y lo agarró
por el hombro. Los ojos que se giraron hacia ella estaban vidriosos y se dio cuenta de que
estaba sangrando copiosamente del pecho.
―Sostenme… ―susurró. La sangre le brotaba de la comisura de los labios mientras se
derrumbaba en los brazos de Very.
―Oh, Dios mío ―exclamó, mirando frenéticamente alrededor. No podía pensar. ¡Eso
no debería estar pasando!―. ¡Wolf! ―Gritó, aunque sabía que había alguna razón por la
que no debería estar llamándolo. Pero era todo en lo que podía pensar―. ¡Wolf! ―Gritó
más fuerte, cerrando los ojos al caos de su alrededor. Alguien tropezó y cayó sobre ella,
se acurrucó alrededor de Macintosh, tratando de protegerlo―. ¡Wolf! ―Gritó otra vez
sabiendo que sería inútil.
―¡Very!
El grito ahogado salió de la multitud detrás de ella. ¡Wolf! sonaba como Wolf.
―¡Aquí! ¡Aquí estoy! ―gritó tan fuerte como pudo―. ¡Estoy aquí! ¡Ayúdame!― Very
abrazó a Macintosh lo mejor que pudo y se alarmó al no sentir su respiración. Se sintió
desesperada durante un instante, mientras su mano se deslizaba por la sangre que le
cubría el torso. Entonces lo vio, una herida amplia en el pecho. Había una herida. Arrancó
un trozo de su vestido y taponó la sangrienta herida.
―Macintosh ―gritó ella―. ¿Puedes oírme? La ayuda está en camino. ―Ella se
sorprendió por el sollozo que se desprendió de su garganta obstruida. ¿Lloraba?
―Very ―Wolf cayó de rodillas junto a ella―. ¿Estás herida? ―Recorría con las manos
sus brazos arriba y abajo, alrededor de las costillas―. ¿Dónde?
―No, no ―dijo ella, sacudiendo la cabeza―. Es Macintosh. ¡Está sangrando, Wolf!
Debes ayudarle. Tienes que hacerlo.
Wolf volvió su atención a Macintosh inmediatamente.
―¿Dónde?

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―En el pecho, a la izquierda ―le dijo Very, con la voz irritantemente temblorosa.
Alrededor de ellos el ruido y la violencia disminuyeron ya que la mayoría de la gente se
había escapado del campo.
Wolf se inclinó y puso la oreja en la boca de Macintosh. Después de un momento miro
a Very y lo supo antes de que lo dijera.
―Ha muerto, Very.
Very negó con la cabeza.
―No, no puede ser. ¡Simplemente no puede ser! Me estaba protegiendo, Wolf. Esto no
tenía que suceder. Dijo que no iba a suceder.
Simon llegó corriendo hasta ellos, sin aliento y despeinado, le faltaba el sombrero, el
abrigo y el bastón.
―¡Vámonos! ―les recomendó―. Van a detener a los rezagados pronto y es muy
probable que os encontréis en la cárcel si no nos movemos de aquí. Daniel nos está
esperando al borde de la plaza.
―Macintosh está muerto ―le dijo Wolf. Su voz sonaba tranquila.
―Maldita sea ―gritó Simon. Very volvió su mirada asustada hacia él. Simon nunca
gritaba. Llevaba el pelo despeinado y maldecía mientras se paseaba. Se detuvo y respiro
hondo―. Yo lo llevaré. Prepara a Very. Tenemos que irnos. ¡Ahora!.
Wolf tiró suavemente de los brazos de Very lejos de Macintosh. No se había dado
cuenta de que todavía lo sostenía.
―Vamos, vamos, querida. Simon se hará cargo de Macintosh. ¿Puedes caminar?
Very asintió con la cabeza, incapaz de hablar. Estaba llorando. Very nuca lloraba. Lloró
y cuando se levantó las rodillas no la sostuvieron.
Wolf la tomó en sus brazos.
―Te tengo, querida ―susurró.
Fue la última cosa que Very escuchó. Cuando vio a Simon ponerse sobre el hombro el
cuerpo inerte de Macintosh, hubo un sonido en sus oídos, y de repente no pudo respirar.
El mundo se redujo a un pinchazo y luego se volvió negro.

Very despertó desorientada. Durante un segundo o dos, se preguntó qué demonios le


había pasado a la silla de damasco dorada que estaba junto a la ventana de su cuarto, y
¿quién había puesto esas horribles cortinas? Entonces se acordó que estaba en
Manchester. Cuando recordó al capitán Macintosh y la huida, se sentó rápidamente en la
cama con un suspiro. El movimiento repentino la hizo tambalearse. Antes de que pudiera
enderezarse, unos brazos fuertes la rodearon y la cama se movió cuando alguien se
sentó a su lado.
―Very, querida. ¿Te encuentras bien? ―le dijo Tony en silencio.
Era tan querido para ella como un tío, una roca, una presencia constante y amorosa en
su vida durante los últimos años. Había traído seguridad, seguridad a su vida cuando él y
Jason tomaron a su tía Kate como su esposa y amante. Pero no era la persona que
necesitaba en ese momento.
―Quiero ver a Wolf. Lo necesito.

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Se sorprendió de lo áspero de su voz. ¿Había gritado y llorado mucho entonces? Había


muchas cosas de las que no se acordaba, aunque sospechaba que aquello cambiaría. Su
cabeza comenzó a latirle con fuerza y ella apretó con firmeza los dedos contra el centro
de la frente, luchando contra el dolor de cabeza.
―Tienes que descansar ―dijo Tony con suavidad―. Habrá tiempo para ver a la gente
después.
―No es “la gente” ―respondió secamente―. Wolf. Quiero ver a Wolf, ¿puedes traerlo
por favor?
―Very ―dijo Tony, con la voz suave pero firme. Ella lo interrumpió.
―Se acabó, Tony. ―Ella lo empujó lejos y lo miró a los ojos―. Ya he terminado de
hacer esto a tu manera. ―La mirada de Tony le decía que no estaba de acuerdo. Ella
levantó la mano para detenerlo―. Simplemente… No lo hagas. ¿Podrías por favor,
simplemente buscar a Wolf por mi? Estoy muy cansada, asustada y con dolor de cabeza
como para sucumbir a la lujuria en este momento. Solo quiero hablar con él. ―Tony
parecía escéptico―. ¿Por favor? ―suplicó.
Tony suspiró, pero se puso de pie.
―Está bien. ―Dudó un momento y luego volvió a suspirar―. No es que no me guste
Tarrant, Very. Me gusta. ―Se acarició la parte de atrás del cuello con un gesto de
frustración―. Solo queremos lo mejor para ti, eso es todo.
―Creo que debería ser yo la que lo juzgase ―Ella trató de ser firme, pero empezó a
temblar y le castañeaban los dientes―. ¿Podemos por favor hablar sobre esto más
adelante? ―Estaba alarmada por el tono alto de su voz―. Solo necesito a Wolf.
Tony se acercó a ella, y ella se apartó asustada.
―Lo siento ―dijo―. Es solo… ―no sabía cómo terminar la frase. Ella lo miró sin poder
hacer nada―. Tony, Wolf.
―Very.
Ella se volvió y él estaba allí, en la puerta. Very tuvo que taparse la boca con la mano
para mantener los sonidos ahogados dentro de ella. En un instante estaba allí a su lado,
sentado en el lugar que Tony había estado, y se hallaba entre sus brazos.
Con un suspiro, ella se apretó contra él y cerró los ojos
No estuvo segura de cuánto tiempo permaneció así. No estaba segura de nada. Al
menos de otra cosa que no fuera Wolf.
―Siempre estás ahí cuando te necesito ―le susurró sobre su corbata. Olía a
naturaleza y ropa húmeda. No le importaba. Estaba tan caliente. Ella empezó a temblar
de nuevo.
Sin decir una palabra, Wolf se recostó en la cama. Apoyando su espalda contra la
cabecera se volvió a Very hasta colocarla en su regazo. Se cubrió con las mantas y ella
fue muy consciente de que solo llevaba una camisa de dormir. Cuando se acomodaron a
su satisfacción le acarició el brazo con dulzura y le dijo:
―Sí.
Very no pudo evitar reírse un poco.
―Por lo tanto seré breve. Sí. ―Afirmó con voz profunda―. ¿No hay reproches? ¿No
hay confesiones?

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―No.
―Te amo ―confesó Very, entonces se sintió ridícula. No era el momento para lanzarse
sobre él―. Y soy insoportable ―se apresuró a añadir―. Lo sé.
Wolf no contestó durante un largo tiempo, solo continuó acariciándola con los dedos
hacia arriba y abajo del brazo. Apoyó la cabeza en el pecho y escuchó los latidos de su
corazón. En poco tiempo sus dedos se habían trasladado hasta acariciarle el pelo. Le
dolía la cabeza.
―Háblame de Macintosh ―le preguntó en voz baja cuando estaba casi dormida.
Sus manos instintivamente agarraron la chaqueta cuando el recuerdo se precipitó en su
mente.
―Alguien me agarró del pelo. Era un soldado. Macintosh le apartó de mí y después
lucharon. ―Tenía problemas para contener el aliento―. Me caí y entonces alguien lanzó
ladrillos y piedras, y me tapé la cabeza. ―Se detuvo. De repente podía sentir los golpes y
los arañazos de las rocas que le habían pegado. Le dolía desde la cabeza a los dedos de
los pies.
Después de un minuto en silencio, Wolf le preguntó:
―¿Cómo lo hirieron?
Very negó con la cabeza enérgicamente, mordiéndose el labio.
―Cuéntamelo ―dijo Wolf―. Tenemos que explicárselo a su familia, ya lo sabes.
Podría haber problemas por todo esto, Very. Necesito saberlo.
Ella tomo una respiración profunda.
―No sé. Le oí gritar y cuando levanté la vista estaban arrastrando al soldado lejos de
él. Corrí y me dijo… dijo… ―se tragó varias veces las lagrimas, pero no se iban―. Él dijo,
“sostenme” y luego se desplomo en mis brazos. ―Se secó las mejillas y se pasó la mano
bajo la nariz. Estaba tan mocosa como un bebé.
Wolf le colocó el pañuelo en la mano.
―Toma esto.
Se incorporó y se secó la cara, pero las lágrimas caían más rápido.
―Yo… ―Hipó―. No me di cuenta de que lo habían herido, al menos no al principio.
Solo cuando traté de oír sus latidos… y había sangre cuando mi mano se deslizó… y yo
me arranqué el vestido, pero no dejaba de…
Wolf apretó a Very contra su pecho una vez más y su ternura destruyó su moderación.
Lloró a lágrima viva por toda la chaqueta, odiando cada minuto de debilidad. Pero cuando
pasó la tormenta se sentía infinitamente mejor, no tenía ningún sentido, pero parecía
apropiado en un mundo que se había vuelto loco.
―Supongo que deberíamos casarnos pronto ―fue la respuesta calmada de Wolf a su
colapso total―. Mi nombre te ofrecerá algún tipo de protección en el caso que hay una
investigación sobre el desenlace fatal de hoy. Tengo conexiones.
La reacción inmediata de Very fue de alegría porque finalmente se casarían. Pero fue
rápidamente seguida de la desesperación.
―Te arrepentirías más bien pronto que tarde ―le contestó con desaliento―. Soy difícil.
―Sacudió la cabeza―. No, no lo niegues.
Wolf sonrió y sintió su diversión en la mejilla, donde se apoyaba su pecho.

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―No iba a hacerlo ―dijo―. Eres imprudente, terca y malcriada.


Very se apartó de él y se sentó con el ceño fruncido.
―Bueno yo no iría tan lejos ―murmuró ella, cruzando los brazos.
Wolf la arrastró de nuevo a sus brazos.
―Very ―dijo en voz baja―, esas son las cosas que me gustan de ti. ―Very lo miró
con sorpresa y él asintió―. Sí, es verdad. ―Le besó el pelo y la abrazó con fuerza―.
Eres tan vivaz, mi amor ―susurró―. Vives cada momento con tanta emoción, con
absoluto abandono, codiciosa. Yo no soy así, Very. Soy serio y desconfiado. Cuando te
conocí estaba desilusionando con la vida, esperaba la traición en cada esquina. ―Hizo
una pausa y suspiró, Very trató de retirarse pero él la retuvo. Puso su mejilla contra el
costado de su cabeza―. Me enseñaste a vivir de nuevo. ―La voz se le quebró y se
presionó más cerca de Very, envolviendo los brazos alrededor de su cuello―. Casi te
pierdo hoy ―susurró―. Nunca quise odiar o tratar con violencia a cualquier otro que te
quisiera tocar. Quería que creyeras que eras la dueña del mundo, quería colocarte entre
algodones y traer lo mejor del mundo para ti. Lo siento, lo siento, no estaba aquí para
protegerte.
―Pero lo estabas ―le gritó Very. Se las arregló para retirarse lo suficiente y ahuecar
las mejillas de Wolf entre las palmas de sus manos. Deslizó el pulgar a través de las
lágrimas que encontró allí―. Tú me salvaste, Wolf. Si no hubieras llegado… ―ella se
estremeció―. No quiero pensar en eso. Cuando tuve miedo en lo único en lo que podía
pensar era en ti. Grité tu nombre, aunque no sabía que estabas allí. Una parte de mi sabía
que podía contar contigo. Tú eres mi roca, Wolf. Mi héroe, mis cimientos. ―Él cerró los
ojos y girando el rostro la besó en la palma de la mano―. Cuando todo el mundo se
estaba volviendo loco, sabía que serías la calma en el centro de la tormenta. Tú eres mi
centro, mi amor.
―Nunca me miraste ―dijo en voz baja, mirando hacia la ventana―. Solo tenías ojos
para Michael. ―Se giró y le sostuvo la mirada―. Nunca me miraste hasta aquella noche
en la biblioteca, la noche en la que Michael se fue.
Ella le ahuecó la cara con ambas manos y le sostuvo la mirada.
―Ahora eres todo lo que veo.
―¿Y Michael? ―preguntó.
Very negó con la cabeza.
―Él no está aquí ―Empezó a decir algo, pero Very le presionó los labios con los
dedos―. Shh. Hablaremos de Michael más tarde. ―Dejó escapar una risita―. Vamos a
hablar de él sin cesar. Pero no ahora.
Wolf movió la cabeza y liberó su boca.
―¿Y cuando regrese?
―¿Si vuelve? ―corrigió Very. Se encogió de hombros―. Se va a encontrar a una
mujer casada, y le voy a hacer pagar un alto precio por sus pecados.
Wolf sonrió débilmente.
―¿Qué haré yo?
―Ayudar a tu esposa a torturarlo, por supuesto ―respondió ella.
Wolf se echó a reír.

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―Por supuesto. ―Se inclinó para besarla y ella contuvo el aliento, pero se detuvo tan
cerca que podía sentir el calor de su boca en los labios―. Vamos a casarnos tan pronto
como volvamos a Londres ―le dijo.
―Tan pronto como sea posible ―estuvo de acuerdo en un susurro entrecortado.
―Gracias a Dios ―dijo una voz arrastrando las palabras desde la puerta. Very y Wolf
se giraron bruscamente, mirando a la puerta. Tony estaba apoyado en el marco de la
puerta con una sonrisa en el rostro. Jason estaba detrás de él con el ceño fruncido―.
Estoy terriblemente cansado de tratar de manteneros separados mientras decidíais si lo
ibais a hacer apropiadamente o no ―dijo Tony―. Nos volvisteis locos el año pasado.
Maldita sea, estuve a punto de pedir un pastor tanto si estabais listos como si no.
Very lo miró con incredulidad.
―Oh, vamos a hacerlo, ¿vale? Pedid el pastor y dejadnos en paz.
Tony cortó cualquier respuesta de Jason tirando de la puerta cerrada con un pequeño
saludo.
―Tan pronto como lleguemos a Londres ―dijo Jason a través de la puerta cerrada.
Very apenas le escuchó cuando los labios de Wolf por fin encontraron los suyos. El
beso era demasiado suave y demasiado lejano. Pero, oh, tan delicioso. Quería más, pero
podía ver en la mirada de Wolf que no iba a conseguirlo.
―Ahora no es el momento ―susurró, besándole la frente―. ¿Pero después de que
nos casemos? Bueno entonces conseguirás todo lo que has pedido. Será mi turno de
echarte a perder. ―Very se estremeció con anticipación.

―Lamentarás encadenarte a mí ―le susurró Very a Wolf mientras el reverendo


Stephen Matthews continuaba hablando en un tono piadoso sobre la gloria del
matrimonio. Wolf no estaba seguro, pero pensó que podía ser el mismo discurso que les
dio a sus amigos, Sophie e Ian en su boda.
Parecía como si la pesadilla de Manchester y St. Peter´s Field fuera un sueño lejano
para Wolf, aunque solo habían pasado dos semanas. Gracias a Dios las autoridades les
habían interrogado una sola vez y los despidieron como algo sin importancia.
―Creo que la frase es, lamentarás este día ―susurró él.
Alguien se aclaró la garganta de forma crítica. Wolf estaba bastante seguro de que era
Jason, y en consecuencia no le hizo caso. Se paró frente a su familia y amigos en el salón
Randall. La familia de Wolf no estuvo presente. Probablemente ni siquiera supieran aun
que se casaba. Su padre pertenecía al cuerpo diplomático y estaba en algún lugar de
Europa. Wolf estaba bastante seguro de que sentiría un gran alivio cuando recibiera su
carta. Habían estado preocupados por él demasiado tiempo.
―Lamentarás este día ―dijo Very en voz baja―. Recuerda mis palabras.
―Creo que fueron mis palabras ―no pudo resistir señalar.
―¿Interrumpo? ―preguntó Stephen con cortesía.
―En absoluto ―dijo Very completamente distraída―. No voy a hacerlo.
Antes de que Stephen pudiera volver a su discurso, Wolf le dijo:
―Cásanos. Ahora.

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―Repetid después de mí ―dijo Stephen a Very―. Yo, Verónica Marie Thomas, te


acepto a ti, Wolfang Marchand Tarrant, para ser mí legitimo esposo.
―Te acepto ―dijo Very a Wolf. Se echó a reír.
―Te acepto, también ―dijo.
―Pero yo te acepto primero ―contestó ella.
―Ya veremos ―murmuró Wolf.
Stephen suspiró.
―Muy bien. Estáis casados. Firmad los papeles.
―Bueno, eso es indudablemente poco romántico. ―Oyó Wolf quejarse a Simon.
―Hemos esperado bastante tiempo. ¿No podrías haberlo hecho más decente por
nosotros?

Wolf observaba a Very en la sala. El almuerzo de boda parecía interminable. ¡Dios


mío!, ¿Cuánto podían comer sus amigos? Y la charla sin sentido lo estaba volviendo loco.
¿No podían ver que quería acostarse con su nueva esposa? ¿Había un acuerdo tácito
para hacerlos esperar el mayor tiempo posible? Como si los últimos tres interminables
años de lujuria insatisfecha no fueran suficientes. Pero le habían dicho que no podía
llevarse a Very a la nueva casa hasta que los invitados se fueran. Una costumbre tonta, si
le preguntaban.
Era tan hermosa que se vio en apuros para no abrir las puertas y gritar a los
transeúntes de la calle que era suya por fin, por fin, hasta que ninguno de ellos pudiera
caminar en línea recta.
Ella llamó su atención y sonrió. Entonces deliberadamente dejó caer algo en el suelo y
se inclinó a recogerlo de un modo muy impropio para una dama. Su vestido era
pecaminoso. Una suave seda tornasolada de color crema que se aferraba a sus curvas
indecentemente. De un corte recatado, ocultaba lo suficiente de su deliciosa piel, pero
perverso, ya que se arremolinaba a su alrededor, formando una cadera curvilínea y una
nalga rellenita durante un momento, y al siguiente la larga línea de la pierna. Wolf se sintió
hipnotizado por ella. La forma en la que las mejillas de su generosa parte inferior se
inclinaron casi le provocó una apoplejía. Tuvo la audacia de mirar hacia atrás de él,
mofándose de su culo a veinte metros de distancia y el gruñó. Dios, era glorioso.
―Los dos sois una vergüenza ―observó Simon junto a él―. Una vergüenza para las
novias inglesas bien educadas y los novios de toda la nación.
―Y ni siquiera hemos tenido aun noche de bodas ―respondió Wolf con calma―.
Imagínate mañana, la protesta nacional.
―¿Cómo está? ―preguntó Daniel. Había estado bastante tranquilo ese día. Por la
experiencia de Wolf, no era un buen presagio.
―Está bien ―respondió Wolf. Cuando Daniel no respondió, Wolf observó al otro
mirándole intencionadamente―. Muy bien ―dijo con un suspiro―. La verdad es que está
teniendo pesadillas. Jason, Tony y Kate están muy preocupados por ella. Ella ha estado…
desolada después de esos sueños.
―¿Qué dice ella? ―preguntó Simon.

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―Dice que todo es normal, teniendo encuentra lo que pasó. Trata de no pensar en ello.
―Tienes que darle tiempo ―dijo Daniel―. Ha estado muy protegida, ya lo sabes.
―Antes de que Wolf o Simon pudieran hablar, Daniel continúo―: Sí, lo sé. En la
compañía de un grupo como este, la mayoría se consideraría protegido. ―Hizo un gesto
a la sala, a los diversos tríos allí, incluyendo a Jason, Kate y Tony; Sophie, Ian
Witherspoon y su amante Derek Knightly; y Philip, Maggie Neville y su amante, Jonathan
Overton―. Pero no la hemos protegido de la violencia, de las duras realidades de la vida.
Todos la hemos mimado y tratado como una princesa, tal vez le hicimos un flaco favor.
―Te olvidas lo que fue su vida cuando Jason y Tony la encontraron a ella y Kate ―dijo
Wolf aproximándose―. Kensington le impidió pagar la cuenta de la verdulería con su
virginidad, por amor a Cristo. Sabe que el mundo no es un lugar agradable. No necesitaba
ir a St. Peter´s para enseñarle eso.
―Por supuesto que no ―dijo Daniel bruscamente―. Pero no lo había visto antes,
Wolf. No había tenido a un hombre moribundo en sus brazos antes.
―Ella lo verá otra vez esta noche ―dijo Simón sin problemas―. ¿O me equivoco?
―Eso, señor ―dijo Wolf fríamente―, es mi mujer de la que estás hablando. Por favor
hazlo de una manera respetuosa, o me veré obligado a usar la violencia.
―Simón ―criticó Daniel. Eso fue muy inapropiado.
―Oh, dejadlo ya los dos ―dijo Simón con irritación―. Si no puedes molestar a un
novio el día de su boda, ¿entonces cuándo, me pregunto? Y discutir los encantos es muy
obvio, es mejor que discutir sobre si ella esta tan loca como una cabra, ahora que ha visto
la muerte violenta de primera mano. Todos sobrevivieron, ¿no? Es más de lo que puedo
decir del muchacho que murió pisoteado por el carro. Deberíais dar gracias a Dios de que
Very no lo vio.
Wolf tomó aliento y forzó su mente a ponerse en blanco. No quería revivir el recuerdo
de ver a los caballos pisoteando ese niño pequeño. No en el día de su boda.
―Tienes razón, Simón ―coincidió―. Estoy muy agradecido. Y tienes razón sobre los
encantos de Very. Todos los cuales son míos para disfrutar en mi tiempo libre, durante los
próximos cincuenta años. ―Se miró el reloj de bolsillo―. Tan pronto como todos os
larguéis de aquí.

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CAPÍTULO 03

Very se giró, comprobando su vestido en el espejo. Había dudado sobre cambiarse


antes de irse, pero a Wolf parecía que le encantaba. A decir verdad, tenía un aspecto
fantástico con él, se dijo a sí misma.
Detrás de ella, su tía Kate y Kitty Markham, la mejor amiga de su tía, se desvivían con
su baúl de ropa. Habían subido con ella para refrescarse antes de que Wolf y ella salieran
hacia su nueva casa. Se giró bruscamente.
—¡Oh, tía Kate! ¡No puedo creerme lo maravilloso que es todo! Estoy ansiosa de
cambiarme a nuestra nueva casa en el pueblo. —En un impulso, corrió y abrazó a Kate—.
Soy tan feliz —susurró.
—¿Lo eres? —preguntó Kate. Su voz sonaba preocupada.
Very se apartó un poco y le dirigió una sonrisa tranquilizadora.
—Sí, realmente soy.
Kate la dejó ir y se alisó nerviosamente con las manos la parte delantera de su vestido.
Era una mujer alta y delgada con el pelo tan rubio que era casi blanco. Parecía una
hermosa princesa nórdica, eso era, más o menos, lo que había pensado desde el primer
momento que la vio, cuando su difunto tío Harry la había llevado a su casa.
—Sé que no soy tu verdadera madre, Verónica —dijo con cierta vacilación— pero
quiero que sepas que estoy aquí si me necesitas.
—Kate —exclamó Very, tomando las manos de su tía—. Tú eres la madre de mi
corazón. —Tiró de ella y la abrazó de nuevo—. Me recogiste cuando mis padres murieron
y te convertiste en mi madre en todos los sentidos. Te estaré por siempre agradecida.
Kate suspiró y, conscientemente, se liberó de los brazos de Very para buscar un
pañuelo. Very sacó el suyo y se lo entregó a Kate. Kate negó con la cabeza.
—No creas que no te he visto dejarlo caer por todo el salón, para que lo recogiera tu
novio. —Kate se sonó la nariz.
Kitty se echó a reír.
—He perdido cinco peniques con Knightly por él. Realmente pensé que dejarías de
hacerlo después de tres veces. Sin embargo, él dijo que lo harías cinco.
Very se ruborizó.
—A Wolf le gusta que hago eso.
—Oh Señor —suspiró Sophie desde su asiento frente a la ventana. Tras la noticia de
que Very y Wolf se casarían, Sophie le había ganado cien libras a Derek. Pero la verdad
era que había estado en éxtasis ante su inminente boda, y cuando las dos estaban solas
había llorado lágrimas de alegría con Very. Sophie estaba ojeando las páginas de un libro
de poesía que Very había dejado sobre la mesa hacia unas semanas. No lo había vuelto
a tomar desde que regresó de Manchester. Había pasado muy poco tiempo en su
habitación, en realidad. Se había pasado cada minuto libre preparándose para la boda, y
no había estado durmiendo bien. Estaba tan ansiosa por irse. Echaba de menos su nueva
casa con Wolf con un fervor entusiasta que la sorprendió. Siempre había sido feliz aquí
con Kate y sus tíos. Pero todo parecía tan extraño ahora, como si fuera una persona
diferente a la chica que solía ponerse de mal humor y soñar despierta aquí.

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—No seas indulgente con él, Very —aconsejó Sophie—. O lo siguiente que puedes
encontrarte es que él deja caer su pañuelo y te exige que lo recojas para divertirse.
—¡Sophia Witherspoon! —Exclamó Kitty—. ¿Hace Derek eso?
Sophie frunció la nariz.
—Ian se lo hace a Derek. Pero no les digas que te lo dije.
—Ya vale —dijo Kate con firmeza. Se retorcía las manos, y Very de pronto se dio
cuenta de que Kate estaba muy nerviosa.
—¿Qué sucede, tía Kate? —preguntó con desconfianza.
Sophie le sonrió desde la ventana y enarcó las cejas.
—Yo debería haber hablado contigo antes de ahora, por supuesto —dijo la tía Kate—,
pero nunca parecía el momento adecuado. —Respiró profundamente y enderezó la
espalda—. ¿Tienes alguna pregunta sobre la noche de bodas?
—Oh, Dios mío —dijo Very—, por un momento me había preocupado. —Agitó una
mano con desdén—. Kitty me lo contó todo sobre eso hace años.
—¿Qué? —preguntó Tía Kate en estado de shock. Se volvió hacia Kitty—. ¿Qué le
contaste?
Kitty se encogió de hombros.
—Lo que me gustaría que alguien me hubiese dicho antes de irme a la cama con mi
primer hombre.
Kate puso dramáticamente una mano en su frente y movió la otra detrás de ella,
buscando el borde de la cama. Cuando lo encontró, se dejó caer para sentarse allí.
—Creo que me voy a desmayar.
—Y no es que Sophie y yo no hayamos hablado de sus relaciones matrimoniales con
detalle —agregó Very, para sorpresa de su tía. Kate no la decepcionó. Se volvió para
dirigir una airada mirada a Sophie.
Sophie levantó ambas manos y la miró con un gesto de inocencia. Very sabía qué
hacía mucho tiempo que había dejado de ser inocente.
—Vamos, Kate —dijo Sophie nerviosamente—, Kitty tiene razón. No hay ninguna razón
para mantener a una mujer en la oscuridad hasta el día de su boda. Y no es que Very
haya estado alguna vez en la oscuridad. —El último comentario lo dijo en un murmullo,
pero como Sophie había vuelto la cabeza, llegó al oído de Very con claridad.
—No es que quisiera mantenerla en la oscuridad —se defendió Kate—. Es solo que...
era tan joven... y yo... yo no quería influenciarla.
Very resopló.
—Sí, puedo entender que hablarme sobre el coito habría tenido más influencia que el
hecho de que estuvieras casada con dos hombres al mismo tiempo. Protegida e inocente,
esa soy yo. —Parpadeó rápidamente, fingiendo un inocente asombro.
Kate la miró.
—Es completamente diferente. Kitty, díselo. —Hizo un gesto a su mejor amiga.
—Ya, ya veo —dijo Kitty, con las manos en las caderas—. Por eso exactamente es por
lo que le dije dónde y cómo poder sentirse bien cuando era más joven.
—Me voy a sentir increíble —suspiró Very soñadora—. Absolutamente increíble.

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Sophie se inclinó hacia delante en su silla con una enorme sonrisa.


—Absolutamente.
Kitty asintió con la cabeza.
—Completamente.
Kate se dejó caer sobre la cama.
—Totalmente, completamente y absolutamente increíble —estuvo de acuerdo, dijo
moviendo sus brazos con abandono.
En ese momento, las cuatro mujeres se echaron a reír.
Después de unos minutos de risa y de embalar algunas cosas de última hora, Kitty y
Sophie le dieron un beso a Very en la mejilla, le desearon suerte y la dejaron sola con
Kate.
—Very, ven aquí —dijo Kate en voz baja, dando unas palmaditas a su lado en la cama.
Very se sentó junto a ella y Kate la tomó la mano—. ¿Cómo te sientes por la ausencia de
Kensington hoy?
Y allí estaba.
—Nadie ha mencionado su nombre hoy. Ni una sola vez. —Se puso bruscamente en
pie y se acercó a la ventana. Apartó a un lado la cortina y miró el carruaje, estacionado en
la calle, esperando por Wolf y ella. Se le puso la piel de gallina, emocionada por irse y
temiéndolo extrañamente al mismo tiempo. Se había sentido así durante las últimas dos
semanas. Había tenido que esforzarse para salir de la casa, y se había sentido como una
completa boba todo el tiempo que estaba fuera. Se volvió hacia Kate—. No voy a mentir.
Ojala hubiera estado aquí. Debería haber estado aquí.
Kate parecía preocupada.
—Entonces, ¿todavía le amas? ¿Qué pasa con Wolf?
Very comprobó su pelo en el espejo.
—Nuestros sentimientos hacia Michael no han cambiado, tía Kate. —Se volvió de
nuevo hacia la mujer de más edad—. Ambos estamos aún muy enamorados de él. Y
cuando vuelva, tras el suficiente tiempo de sufrimiento, se lo diremos. Pero no tenía
sentido esperar separados, cuando podríamos esperarle juntos. No había ninguna razón
para seguir separados. Amo a Wolf. No puedo pensar en nada, —hizo una pausa—, nada
—repitió para dar énfasis—, que quiera más en este momento. Nunca me arrepentiré de
haberme casado con él. Yo le quiero, tía Kate. De verdad.
Kate se levantó y tomó a Very en sus brazos. Very lo aceptó de buena gana, buscando
la calidez y seguridad que siempre había encontrado en los brazos de su tía.
—Lo sé, cariño. Y eso es lo que me asusta mortalmente.
Very apretó su abrazo sobre su tía.
—Oh, Kate. Wolf me ama —susurró—. Lo hace. Me trata muy bien, y sé que le importo.
Más que nada, creo, que nunca se irá, tía Kate. Él nunca me dejará. —Se echó hacia
atrás, colocando sus manos sobre los hombros de su tía y luego mirando a la mujer
mayor a los ojos—. Debes dejar de preocuparte por mí. Voy a estar bien. Mejor que bien.
—Kate logró una débil sonrisa ante esas palabras. Eran palabras que se habían
convertido en una especie de promesa entre ellas, de cuando las cosas parecían tan
oscuras, hasta que Jason y Tony habían llegado y trajeron el sol con ellos.

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Kate suspiró.
—¿Y si Kensington no vuelve?
—Regresará —dijo Very, sabiendo en su corazón que era verdad. Creyéndolo con
todas sus fuerzas.
Kate se levantó y la besó en la mejilla.
—Vamos. Hemos tenido a tu novio esperando el tiempo suficiente. Si se parece algo a
tus tíos, estará aquí buscándote muy pronto.
Very se echó a reír.
—Sí, lo es y lo será. —Tiró de la mano de su tía—. Vamos. No puedo esperar ni un
segundo más.
Fingió no darse cuenta de que su tía aún se veía preocupada.

—¿Estás bien? —Wolf estaba preocupado. Solo habían estado en el coche durante
unos minutos y, sin embargo, Very parecía incómoda. No, más que eso. Enferma de
verdad. Como si el movimiento del carruaje la estuviera haciendo enfermar.
Very apretó los labios y asintió con la cabeza. Wolf había puesto un poco de distancia
entre ellos, no estaba seguro de que acercarse a Very en este momento fuera una buena
idea. Realmente no quería que su primera vez juntos fuese un rápido encuentro en el
carruaje, inmediatamente después de su boda, lo que era una posibilidad real en cuanto
la tocara. Sin embargo, se sentó a su lado, tomando su mano en la suya. Inmediatamente
su postura se relajó y respiró profundamente. Su mano se aferró a él, como si estuviera
aterrorizada.
—¿Qué ocurre, querida? —preguntó Wolf con cuidado, sin estar muy seguro de cómo
tratar con Very en este estado de ánimo. Ella nunca estaba enferma, y rara vez se
asustaba—. No debes temer esta noche, querida, —trató de tranquilizarla—. Ni siquiera
necesitamos... —No sabía que palabra utilizar, que eufemismo, cualquier cosa. Durante
meses habían estado atormentándose el uno al otro con las palabras, usando un lenguaje
totalmente explícito. Ahora, de repente, era muy consciente de sí mismo y no se atrevía a
usar las mismas palabras.
Very le miró con ojos incrédulos.
—¿No follar? —dijo con un tono horrorizado—. ¿Después de todo este tiempo? Wolf
Tarrant, es mejor que me lleves a la cama tan pronto como lleguemos a casa, o temo por
tu seguridad.
Wolf se echó a reír, divertido y aliviado. Aquí estaba su Very. No estaba seguro de lo
que la había trastornado, pero excepto por la palidez de su rostro, parecía estar de vuelta
a la normalidad.
—Gracias a Dios. Si tengo que estar sin follarte un día más, temo por mi salud mental.
Very, de pronto, se echó en sus brazos. Wolf la arrastró a su regazo, y después bajó
las persianas de las dos ventanas del carruaje. Cuando sus brazos la rodearon se dio
cuenta que parecía más delgada. Había perdido peso en las semanas anteriores. Hundió
la cara en la suave y fragante curva de su cuello. No sabía cómo iba a ser capaz de
dejarla fuera de su vista ahora que ella era suya. Esos pocos minutos en Manchester,
cuando había visto la carnicería a su alrededor, había oído los gritos, y no sabía si aún

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vivía, habían sido los más largos, los más aterradores minutos de su vida. Nada de lo que
había experimentado, ni siquiera durante la guerra, le había llenado de tanto terror como
el pensamiento de la vida de Very cortada por una espada brutal, o una multitud en
estampida.
Acunó la parte posterior de su cabeza, ladeando su sombrero. No le importaba. Quería
sentir la seda de su cabello en los dedos, el pulso de su corazón, allí, en el hueco detrás
de la delicada oreja. Sus labios se posaron en su mejilla y respiró su aroma como si
quisiera volver a recodar su sabor.
—Wolf —murmuró, inclinando la cabeza hacia atrás, invitando a sus labios a que se
pasearan por su mejilla y pellizcaran su mandíbula. Hubo un ruido fuera y ella se tensó —.
¿Llegaremos pronto a casa? —preguntó con voz quejumbrosa.
Wolf sabía que algo no estaba bien en su voz, pero su cerebro estaba empañado por
la sensación de tenerla en sus brazos de esta manera, por el conocimiento de que no
tenían que parar si no querían.
—Sí —dijo deslizando los labios por los suyos—. Pero no demasiado pronto.
No hubo duda ni miedo en el beso de Very. Wolf debía haberlo imaginado en su voz.
Ella se introdujo en el beso con abandono, abriendo la boca e invitándole a su calor, al
mismo tiempo que introducía su delicada lengua en su boca como si él fuera suyo. Y ella
suya. Ambos lo sabían.
Very rompió el beso.
—Tócame —exigió, sin aliento. Agarró sus brazos y los arrastró a su alrededor, luego
colocó sus manos sobre sus pechos. Ambos gimieron—. Oh, Dios —dijo Very—. No tenía
ni idea. —Ella se río un poco salvajemente—. Se siente... diferente. Sabiendo que no
tenemos que parar. Que no pararemos. Que nadie nos puede detener.
Ella se inclinó hacia él y comenzó a besar a su mandíbula. Sus labios encontraron el
mismo lugar detrás de la oreja que tanto le fascinaba a él de ella. Se estremeció y apretó
sus pechos. Very gimió en voz alta, y Wolf sonrió. No era una delicada flor. Ella quería
saber que estaban haciendo el amor, lo quería rudo y real. Él lo sabía. Desde el momento
en que la conoció, había sabido que ella no querría hacerlo suave y limpio. Era una de las
razones por las que la deseaba más que a cualquier otra mujer que hubiese conocido.
El carruaje empezó a detenerse y Wolf sintió el movimiento, mientras se paraba a la
derecha. Hubo un grito del conductor, después una llamada de respuesta y supo que
habían llegado a su nuevo hogar. Deslizó sus manos y frotó suavemente, arriba y abajo,
la espalda de Very.
—Cariño, estamos en casa. Ponte derecha, vamos a seguir esto tan pronto como sea
posible.
Very le miró con ojos soñolientos, sus pupilas parecían grandes piscinas negras con
bordes de azul brillante. Iba a ahogarse en esos ojos más tarde. Alzó la mano y se
enderezó el sombrero.
—Será mejor que te bajes de mi regazo antes de abrir la puerta. Pueden saber lo que
hemos estado haciendo, pero no tenemos que enseñárselo.
Very se echó a reír. Miró a la puerta mientras el coche se detenía y se mordió los
labios, un poco nerviosa. Sin embargo, se deslizó para sentarse en el asiento de al lado, y
se alisó la falda.

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—Tan pronto como nos sea posible nos escapamos arriba —le dijo—. Lo digo en serio.
Nada de largos saludos al personal, o de jugar al señor de la casa dando instrucciones y
esas tonterías. Voy a fingir un desmayo si te atreves a tratar de prolongar esto. Te quiero
arriba conmigo, haciéndome el amor dentro de media hora.
Wolf enarcó una ceja ante su imperioso tono.
—Oh, ¿de verdad? —preguntó con frialdad—. Voy a follarla mucho y bien, señora
Tarrant, cuando desee hacerlo. Y esperaras a mis deseos como una buena esposa debe
hacer. —Trató de mantener una cara seria, pero se reía con Very cuando llegó al final de
la frase.
—Oh, eso estuvo bien —dijo Very, secándose los ojos—. Como una buena esposa
debe hacer —lo imitó, provocando que los dos estallaran de nuevo en carcajadas.
Cuando el lacayo abrió la puerta estaban sentados correctamente en el asiento, pero
su risa hizo que el joven criado sonriera. Tan pronto como bajaron los escalones del
carruaje Very se aferró a su brazo como si su vida dependiera de ello. Una mirada en su
dirección le mostró que su rostro estaba pálido otra vez, con la boca plana y apretada.
—¿Very? —preguntó en voz baja, poniendo, en su brazo, su mano sobre la de ella. No
quería llamar la atención sobre su angustia.
—Estoy bien —dijo lentamente. Él observó cómo su mandíbula se tensaba cuando
apretó los dientes brevemente—. ¿Podemos entrar, por favor?
—Por supuesto —dijo Wolf, repentinamente consciente de que había estado de pie en
la acera con la mirada fija. La llevó hasta el corto tramo de escalones de la imponente
puerta negra de la casa. Tenía un aldabón, adornos y lámparas de bronce enmarcando el
dintel. No parecía el tipo de casa en la que a Very o a él les gustaría vivir. Era demasiado
seria. Sonrió tontamente. Sí, Very y él eran buenos juntos. No muy serios, ni sombríos. No
como él solía ser antes de Very. Lo primero que haría sería cambiar la puerta.
—Roja, ¿qué te parece? —preguntó.
Very permanecía cerca de él mientras la puerta se abría súbitamente.
—¿Qué? —preguntó ella bruscamente.
Wolf se dio cuenta de que había hablado en voz alta como si Very estuviese al tanto
de sus pensamientos.
—La puerta. Creo que deberíamos pintarla.
—¿Roja? —preguntó Very. Prácticamente corrió dentro de la casa—. Lo que quieras —
respondió vagamente, mientras lo arrastraba tras ella.
—Buenas tardes, señora —dijo Jenkins—. Señor.
—¿Jenkins? —Wolf se sorprendió al ver mayordomo de Jason a su puerta—. ¿Qué
estás haciendo aquí?
Very sonrió, todos los signos de sufrimiento habían pasado cuando se dio la vuelta
para abrazar el mayordomo.
—¡Jenkins! ¡Has venido!
El mayordomo se aclaró la garganta y Very dio un paso atrás, enderezando la espalda
y recomponiendo el gesto, adoptan una expresión más moderada como correspondía a la
esposa de un caballero. Wolf estuvo tentado de echarse a reír otra vez.

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—Sí, señora. Lady Randall y yo acordamos que lo mejor sería que estuviera empleado
aquí para ayudarla a adecuar su nuevo hogar.
La sonrisa de Very se desvaneció.
—¿No te vas a quedar?
—Por supuesto que sí —respondió Wolf por él. Si a Very le hacía feliz tenerlo aquí, él
se quedaba.
—Ya veremos —dijo Jenkins, sin mirar a Wolf mientras tomaba el bolso y el sombrero
de Very.
—¿Sabe Randall que te hemos robado? —preguntó Wolf mientras el lacayo venía a
tomar su sombrero y sus guantes.
—Sí, señor —respondió Jenkins—. Lord Randall fue persuadido para que... Lady
Randall se ocupara de los asuntos del personal.
Wolf río mientras miraba a Very, que estaba allí de pie con las manos unidas
inocentemente delante de ella mientras miraba a todas partes, menos a Wolf.
—Apuesto a que lo fue.
—¿Vamos a servir la cena en el comedor esta noche? —preguntó Jenkins—. ¿O
prefieren una cena íntima en su sala de estar, señora?
Very parpadeó con asombro por un momento.
—Oh, bien. Puedo hacer eso, ¿no? —preguntó con una sonrisa enorme—. Sí, Jenkins,
sería muy agradable. En la sala de estar, por favor. Algo de luz. Con champán. ¿Podemos
tener champan? —preguntó a Wolf con el ceño un poco fruncido.
Wolf se acercó y colocó su mano en su brazo de nuevo. Le gustaba allí.
—Puedes tener barriles de champan si lo deseas, querida mía.
Very apretó su brazo contra ella.
—El barril de champagne entonces, Jenkins, por favor.
—Si no tenemos barriles en la bodega, señora —dijo el mayordomo con cara seria—,
traeré una botella. —Wolf le miró por encima del hombro. El mayordomo suspiró—. ¿Dos
botellas? —se corrigió. Wolf sonrió.
Very estaba en medio de un dilema. Si no conseguía subir con Wolf y tenerlo sin ropa
en los próximos diez minutos se iba a derretir en un charco de deseo allí mismo, en el
vestíbulo. Por otra parte, Jenkins estaba allí mirándoles expectante. Era una especie de
abuelo bondadoso más que un mayordomo, y ella lo adoraba. Simplemente no podía
avergonzarle subiendo corriendo las escaleras con su novio un minuto después de haber
llegado a su casa. Era... indecoroso. Estaría muy decepcionado con ella. En los últimos
años había trabajado tan duro para convertirla en una dama. Había fracasado
estrepitosamente, por supuesto, pero no le gustaba la idea de restregárselo en las
narices.
Miró a Wolf. Él la miraba como si ella fuera su cena y estuviera muerto de hambre. Lo
que provocaba que sintiera hambre por él. Y sin embargo, estaba aquí hablando de la
cena. Algún día podría reírse de ello. Ahora quería llorar. De repente estaba cansada e
irritada, y para su sorpresa, en realidad sentía que las lágrimas anegaban sus ojos.
Jenkins suspiró.

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—Realmente, debería descansar, señora Tarrant. —Hizo un gesto cortés a Wolf y a


ella, señalando hacia las escaleras—. Este ha sido un día difícil, después de un mes
igualmente difícil. Debería descansar. Durante toda la tarde.
—Gracias, Jenkins —dijo Wolf mientras conducía calmadamente a Very hacia el primer
tramo de escaleras—. La Sra. Tarrant está cansada. Llamaremos al timbre para la cena,
cuando estamos listos.
—Por supuesto, señor —dijo Jenkins con una pequeña reverencia en su dirección—.
No deben ser molestados. —Se giró y desapareció en la parte trasera de la casa, con una
expresión serena.
Very se quedó atónita.
—¿Nos acaba de ordenar que subamos y vayamos a la cama juntos?
Wolf sonrió maliciosamente.
—Sabía que me gustaba.
Very le devolvió la sonrisa.
—Te echo una carrera —dijo en voz baja. Wolf no estaba preparado cuando se subió la
falda y echó a correr por la escalera. Se río cuando él la llamó por su nombre desde
abajo. Cuando llegó al segundo piso, ya la había superado. Una doncella asustada se
apoyó de espaldas contra la pared, cuando corrieron junto a ella. Wolf llegó al dormitorio
principal en primer lugar, Very unos pocos pasos detrás. Se giró para encararla, su
sonrisa victoriosa, mientras Very corría dentro. Apenas había dado un paso, cuando ella
cerró la puerta y se lanzó a sus brazos. No estaba preparado para cogerla y se tambaleó
hacia atrás unos pasos, mientras la estrechaba contra su pecho.
—Señora Tarrant —dijo sin aliento cuando recuperó el equilibrio y la levantó,
poniéndola de puntillas, con los brazos alrededor de su cintura—. Que sorpresa
encontrarte aquí.
La besó duramente y ella le echó los brazos al cuello y se aferró a él. Se adaptaban a
la perfección. Eran prácticamente de la misma altura. Cuando ella estaba de puntillas
como ahora, sus bocas encajaban. Él sabía deliciosamente, a la sidra que habían bebido
en el almuerzo. Su boca era sorprendentemente caliente y resbaladiza, y Very gimió
apreciándolo. Soltó su boca para trazar un sendero de besos por su mejilla y luego a lo
largo de su mandíbula.
—Sorpréndeme —dijo Very, casi sin aliento.
Wolf se echó a reír, con la boca pegada al acelerado pulso en el cuello. Ella se
estremeció cuando su aliento le acarició la piel. Frotó su cuerpo contra el suyo, y pudo
sentir su duro miembro contra su estómago. Envolvió su pierna alrededor de él, y estuvo a
punto de caer cuando su falda se interpuso en el camino.
—Maldita sea —murmuró, tratando de liberarse ella.
Su movimiento apartó a Wolf que dejó de besar su cuello.
—¿Quieres saber lo que estoy pensando? —inquirió, desmintiendo la calmada
pregunta por su falta de aliento.
—¿Que estas prendas son completamente innecesarias, y de hecho son la pesadilla de
mi existencia? —dijo Very.

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El estallido de risa de Wolf rápidamente se convirtió en una risa suave. Le colocó un


mechón de pelo, que se le había soltado de una horquilla, detrás de la oreja. Very se
sorprendió porque no parecía tener ningún problema para sostenerla con un brazo.
—No. Estaba pensando que no parece real tenerte aquí conmigo ahora mismo.
Very se sentía indudablemente poco romántica en ese momento, porque,
definitivamente, no era eso lo que estaba pensando. Estaba pensando en cosas
sumamente terrenales, como por ejemplo, en cómo se sentiría su piel desnuda
presionando contra la suya en el calor de la pasión. Comenzó a sospechar cuando
observó que deliberadamente estaba tratando de poner espacio entre ellos, mientras su
respiración se volvía más entrecortada por momentos. Su polla, sin duda, pensaba lo
mismo que ella y presionaba dura y larga contra su estómago.
—Wolf, cariño, ¿qué estás haciendo? —Trató de no parecer demasiado impaciente.
Un ligero rubor enrojeció sus mejillas.
—No quiero apresurar nuestra primera vez —admitió—. Estoy tratando de hacerlo
bueno para ti.
Very resopló exasperada.
—Oh, por amor de Dios. Hemos esperado meses, Wolf. Años. Ir despacio no es
necesario. Lo quiero rápido. Quiero amor rudo, loco, apasionado. Quiero que me tomes
como un salvaje. —Con cada palabra su mandíbula y sus brazos se apretaban un poco
más alrededor de ella—. Ahora. Vamos a intentarlo de nuevo. ¿Estás pensando lo que
estoy pensando? Que estas prendas no son necesarias… etc., etc.
Wolf contuvo una sonrisa y luego, por un segundo, fingió una mirada pensativa.
—Suficientemente directo, —estuvo de acuerdo, dejándola apoyada sobre sus pies—.
Fuera con ellas. —Tenía un brillo perverso en sus ojos—. ¿No dijiste una vez que la ropa
era esencial para tu existencia?
—Eso era cuando no podía quitarme la ropa para ti —le dijo Very abiertamente—. Así
que no dejes que nos suponga un problema.
Very trataba de alcanzar su espalda para deshacer los lazos de su vestido pero no
podía llegar a ellos. Sus ojos se abrieron con consternación.
—¡Esta es la razón por la que Kitty me preguntó si estaba segura de querer este
vestido! ¡Ah, caramba! ¿Por qué no me dijo algo? —Giró en inútiles círculos, tratando en
vano de llegar a los lazos.
Wolf la detuvo antes de que se mareara.
—Realmente necesitas superar tu timidez, —bromeó—. Ciertamente espero no tener
que trabajar tan duramente para persuadirte de que te quites la ropa en el futuro. —Very
sintió que los hábiles dedos de Wolf aflojaban los lazos.
—Muy divertido, señor Tarrant. —Very puso las manos en las caderas—. Por ese
comentario tan ingenioso no me quitaré la ropa la próxima vez.
—Eso no va a ser un problema, así que no dejes que te preocupe, —susurró Wolf
detrás de ella y la besó en la nuca—. Puedo trabajar con ropa.
Very se volvió hacia él, sujetando su vestido con una mano contra el esternón.
—Tú también —dijo, señalando con la otra mano la chaqueta de Wolf. Él empezó a
desabrocharse los botones, necesitando un tiempo enervantemente largo para soltar solo
dos de ellos. Very se impacientó y encogió los hombros, con lo que su vestido se deslizó.

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Cayó hasta la cintura, y Wolf dio un paso atrás, mirándola de arriba abajo, con las manos
congeladas en el siguiente botón que se estaba desabrochando. Alentada por la ardiente
mirada de los ojos que se encontraron con los suyos, empujó el vestido sostenido por sus
caderas y éste cayó al suelo.
—Dios mío —susurró Wolf—. ¿Esto es lo que usas normalmente bajo de la ropa? Si es
así, probablemente es una buena cosa que no lo supiera. —Sus dedos se movieron
torpemente con los botones de su chaqueta, hasta que por fin los soltó. Se quitó la
chaqueta de un tirón, volviéndola del revés, e indiferente a su cuidado, la tiró al suelo.
Very movió sus manos por la parte delantera de la diáfana camisa que llevaba. Tenía
un escote muy bajo, apenas le cubría los pezones, y cuando tiró de ella hacia abajo, pudo
sentir la tela aferrándose a las duras puntas, que se alzaban de pura excitación. El rubor
en las mejillas de Wolf se acrecentó y su respiración se volvió más errática mientras su
mirada seguía el movimiento descendente de sus manos. Ella deslizó sus manos hacia
abajo, sobre sus caderas y sus muslos, ciñendo más apretadamente la camisa contra su
cuerpo. Sabía que el material era tan fino que él podía ver claramente el triángulo de
oscuros rizos entre sus piernas.
—Quizás esta es un poco más reveladora que mi atuendo normal —admitió con voz
ronca. La devoradora mirada de Wolf hacía que su pulso se acelerara allí donde sus ojos
se detenían, en sus pechos, en su cuello, en su sexo. Agradecía que, al menos con esta
prenda, Kitty hubiese acertado.
—¿Puede Kitty hacerte otra? —preguntó Wolf finalmente. Su voz sonaba como si la
estuvieran forzando a salir de su garganta.
Very asintió con la cabeza. Kitty era la dueña de una tienda de ropa.
—Sí, puede hacerme tantas como le pida.
—Bien. —Con esa única palabra, Wolf se acercó al mismo tiempo que sus manos
agarraban el cuello de su camisa. Very quedó sin aliento cuando la desgarró justo por el
centro. Él la desafió con una ardiente mirada—. ¿Es lo bastante apasionado?
El brazo de Wolf serpenteó alrededor de la cintura, por debajo de la tela rota, y la
apretó contra él. La sensación de la piel desnuda de su pecho y estómago contra el suave
material de su camisa y pantalones era tan erótica que Very sintió que su sexo se
apretaba con fuerza y un estremecimiento de placer la recorría. Cerró los ojos y se
estremeció en los brazos de Wolf. Cuando deslizó sus manos por el frente de la camisa
de fina muselina, comprobó con gran placer que sus músculos ondulaban bajo su caricia.
La apretó contra él, por lo que su pene presionó su monte de Venus. Very puso sus
brazos alrededor de su cuello y agarró su camisa, mientras abría las piernas y empujaba
sus caderas contra las suyas.
—Pon tu pierna alrededor de mí —le ordenó Wolf. Ella no protestó ante su prepotente
expresión. Los dos estaban pensando lo mismo ahora y no tenía ningún deseo de
desviarse del camino en el que estaban. En lugar de eso, hizo lo que le dijo. Wolf agarró
su muslo y lo alzó, de forma que su pierna rodeara su cadera. Eso hizo que Very perdiera
el equilibrio, pero el control Wolf sobre ella era tan fuerte que no temía caer. Dio un grito
de sorpresa cuando él la levantó con un brazo y dio dos pasos hacia adelante. Entonces
apoyó la bota en la madera de los pies de la cama, por lo que la elevada pierna de Very
pudo apoyarse en él, mientras que su otro pie quedaba en el suelo. La nueva posición los
estabilizó a los dos y se sumergieron en otro beso abrasador.

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Era tan diferente de sus últimos besos y caricias. Entonces sus encuentros habían sido
apresurados y furtivos, dejándola insatisfecha. Ahora no había ningún aguijón de
previsible decepción tiñendo su excitación, solo la anticipación. Y la anticipación era un
dolor dulce, un dolor desesperado. Se estremeció cuando su sexo rozó el duro muslo de
Wolf. Quería sentir más de él.
Frenéticamente llegó a la corbata, tirando de ella hasta que la soltó. Wolf hizo un
sonido que podía indicar su excitación, su aprobación, o tal vez que le estaba ahogando.
A ella realmente no le importaba ya que por fin le había quitado la miserable pieza de tela.
Sus manos se adentraron por el cuello abierto de su camisa. Wolf finalmente rompió el
beso con un suspiro, y Very absorbió aire en sus pulmones, sin darse cuenta hasta ese
momento que lo necesitaba para respirar. Había estado aferrándose a ese beso como si
con solo él pudiera sostenerse.
Depositó una lluvia de besos en el pecho de Wolf. Era duro, musculoso y el calor de su
piel hizo que sus labios hormiguearan. Tenía pelo en el pecho, una pesada capa de pelo
claro en el centro y frotó la nariz y la mejilla contra él. Era tan suave. Dejó que sus manos
se deslizaran por debajo de la tela de la camisa y Wolf saltó cuando sus palmas se
encontraron con sus pequeños y duros pezones. Apoyó la frente en el triángulo de pecho
desnudo que dejaba ver su camisa mientras frotaba las manos en círculos sobre sus
pezones. Wolf gimió. Puso una mano entre ellos y tiró de la camisa, sacando los faldones
de los pantalones.
—Very, tira de ella. —Empujó suavemente contra sus hombros—. Quiero quitármela.
Very se echó hacia atrás.
—Sí. Fuera. —Alcanzó la parte inferior de su camisa y tiró hacia arriba en el mismo
momento que Wolf cogía la parte trasera para quitársela por la cabeza. Los dos se rieron
ante sus esfuerzos, trabajando el uno contra el otro.
—Yo —dijo Wolf.
—Tú —estuvo de acuerdo Very y dejó que sus manos recorrieran el estómago Wolf,
mientras éste alzaba la camisa sobre su cabeza y se la quitaba.
Very solo podía mirar. Era como una de las estatuas griegas del Museo Británico.
Pasó las manos sobre la suave piel de su torso. Sus pulgares se encontraron con la
delgada línea de pelo que descendía como una flecha por su estómago hacia la parte
superior de sus pantalones. Recorrió ese camino, con las manos abiertas a través de su
estómago. Sintió que sus músculos temblaban, lo oyó aspirar profundamente una
bocanada de aire. No era tan musculoso como algunas de las estatuas. Sin embargo, era
elegante, tan elegante como cuando vestía su chaqueta. Sus músculos se marcaban en
su pecho, sus hombros, sus brazos, de una manera agradable, del modo que dice “aquí
está un hombre fuerte y en forma”, listo para hacer el amor. Sin pensarlo Very se inclinó y
besó su pecho mientras la mano de Wolf se ahuecada en la parte posterior de su cabeza.
—Aquí —dijo, dirigiendo su boca a su pezón—. Dame un beso aquí. —Su voz era un
susurro áspero y Very sabía que era el deseo quien había provocado ese desesperado
gruñido. Con un hambre que le sorprendió a ella misma, besó la roseta de su pezón,
luego lo lamió—. S —dijo entre dientes, apretando la mano en su pelo. Rodeó el pezón
con la punta de la lengua, jugando con él, chupándolo, y Wolf gruñó. Le encantaba que él
hiciera ese sonido. Lo había hecho en sus paseos en barco por el lago cuando ella le
decía algo particularmente escandaloso, cuando sus eróticas conversaciones llegaban
demasiado lejos.

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Wolf tiró de ella hacia arriba y la besó de nuevo. Había pensado que él había
despertado un punto febril en ella antes, pero esto era mejor, mucho mejor. Su boca
estaba abierta, caliente, húmeda y devoradora. Sus brazos, alrededor de su cintura, la
apretaron con fuerza y casi lloró cuando sintió el peso de su pecho desnudo contra ella.
Se frotó contra él como un gato, y de nuevo sintió que su sexo pulsaba de necesidad.
Estaba al borde del éxtasis solo con esto, con poder darse finalmente a sí misma, en
cuerpo y alma a Wolf, por estar tan cerca de hacer todo lo que habían prometido, soñado
y hablado.
Sintió la sedosa caricia de la mano de Wolf a lo largo del pliegue que se formaba entre
su pierna levantada y la cadera, y arqueó sus caderas para acercarse buscando su toque.
Él no se lo negó. Su mano se situó entre sus piernas y cubrió su montículo. Ella dio un
grito que se ahogó en la hambrienta boca de Wolf.
Wolf estaba casi jadeando cuando depositó un fuerte beso en su pómulo.
—Así mojado —gruñó—. Tan caliente. —Sus dedos se estaban deslizando a lo largo
de su sexo, en busca de su hendidura, extendiendo su humedad.
—Wolf, por favor —rogó. Sus caderas empujaban, esperando más.
—Te dije que rogarías —dijo, su voz llena de satisfacción masculina. En cualquier otro
momento Very se habría ofendido, pero no aquí. No ahora. Él estaba en lo cierto.
—Te dije que lo haría. —Podía oír la sumisión en su voz. Oír lo mucho que le quería y
que haría cualquier cosa por él. Y se sentía como algo correcto, bueno.
—Una vez más —exigió en un áspero susurro en su oído. Ella se estremeció y él
mordió el lóbulo de su oreja suavemente.
—Wolf, por favor —rogó una vez más—. Por favor. —Pensó que podía echarse a llorar
si él no hacía algo.
Su dedo se deslizó dentro de su canal con firmeza, hasta que su mano descansó en el
sensible punto situado en la parte superior de su hendidura.
—Wolf. —Fue un grito trémulo de rendición. Podría asegurar que Wolf disfrutaba de su
reacción. Ella no trataba de ocultar lo bien que se sentía, no trataba de parecer mundana
o indiferente. Dijo su nombre con todo su asombro, su anhelo, su amor. Se lo daba todo a
él, y confiaba que cumpliría completamente sus promesas.
—Sí —le respondió, como si hubiera habido alguna duda—. Dios, Very, te sientes
mucho mejor de lo que imaginaba durante todas esas noches solitarias en mi cama. Más
mojada. —Deslizó su dedo hacia fuera y luego lo introdujo de nuevo. Very gimió—. Más
caliente. —Su perversa voz era caliente y húmeda en su oído. Una vez más deslizó su
dedo dentro y fuera, la palma de su mano presionando en el punto que concentraba el
paquete de nervios. Ella gritó de placer—. Más apretada. —Dentro y fuera otra vez—.
Mía.
La sensación era exquisita. Tortura. Éxtasis. Por tener a Wolf dentro de ella, incluso de
esa pequeña forma. Sentía cada pedacito de ese dedo follándola. Sentía todas esas
cosas que él había dicho, humedad, calor, estrechez. El placer era indescriptible. Sus
caderas se movían, queriéndolo, deseando ser follada.
—Tan bueno —exclamó con voz temblorosa, cuando su dedo se retiró y luego entró en
ella.
—Fóllame, Very —susurró, como había hecho todas esas veces en el lago, cuando no
podía, cuando era solo una fantasía—. Fóllame como siempre has querido.

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—Sí, sí, sí, —gimió ella, haciendo como lo que él le había pedido, follando su dedo
mientras se aferraba a sus hombros y a su voz en su oído.
—Quiero que llegues, Very —le dijo—. Quiero sentir ese pequeño coño llegar en mi
mano, y luego te voy a follar correctamente. Voy a reclamar por fin lo que es mío.
—Oh Dios. —Le encantaba cuando le hablaba así. Tan lasciva y ásperamente, como si
tuviera el derecho de hablar con ella de esa manera, porque sabía que ella quería lo
mismo. Le había dicho cosas parecidas antes y la dejaba dolorida después, hasta el punto
de que sus propias manos y dedos no eran suficientes para satisfacerla—. Quiero que me
folles. Lo quiero. —Lo último lo dijo en un grito mientras el orgasmo la golpeaba, dura y
salvajemente. Wolf apoyó la palma de su mano contra su pubis mientras frotaba los dedos
dentro de ella y golpeaba un punto en su interior que la hizo gritar ante la aguda punzada
de placer. Wolf cubrió su boca con la suya, la mano en la nuca, inclinó su cabeza en un
ángulo agudo para facilitar su beso. También se trataba de una reclamación, de una
declaración de propiedad mientras ahogaba sus gritos y se aferraba a su sexo.
Cuando su clímax disminuyó, Wolf retiró lentamente su mano y la acarició entre las
piernas. A ella le gustaba, le gustaba sentir lo mojada que estaba, y cómo él claramente
disfrutaba de las sensaciones de ella.
—¿Cómo te sientes? —preguntó. Sonaba impaciente, lo que hizo a Very sonreír
—Me siento bien.
—¿No tienes más cardenales? ¿No te duele?
Comprendió que estaba hablando de las heridas de Manchester. Se apartó de él con
un escalofrío, tropezando un poco mientras bajaba la pierna de su cintura, que de repente
se sentía fría y húmeda.
—No. Estoy bien. —No la creyó. Podía verlo en su rostro.
—Date la vuelta. —No esperó a que le obedeciera. La agarró del brazo y la giró, tirando
de una manga de su camisa desgarrada para exponer su espalda. Pasó la mano por su
espalda como si fuera un médico.
—Ya basta —dijo, dando un tirón y girándose para mirarle.
Estaba desabrochando sus pantalones.
—Bien —dijo—. No quiero hacerte daño. Voy a tratar de ser suave, pero por Dios,
Very, he esperado mucho tiempo para esto y no sé si podré.
Sus palabras eliminaron su enojo y malestar.
—No lo seas. Te dije que no lo quiero suave. Quiero que me folles así, como si
hubieras esperado demasiado tiempo y no pudieras esperar ni un segundo más.
Wolf deslizó los pantalones por debajo de las caderas y Very miró ávidamente, por
primera vez, su polla. Era maravillosa. La punta se veía gorda y suave, y la gota de
humedad que la coronaba le hizo la boca agua. Tenía un color rosa oscuro, el mismo
color que sus pezones. Su eje estaba firme, lo suficientemente duro como para
satisfacerla con una buena follada. Pensó que su pene era del tamaño perfecto para
llenarla, para hacerla gemir y gritar de placer, para follarla como su dedo había hecho.
Quería que eso sucediera, quería ir más allá de las palabras o las atenciones mientras se
deslizara dentro y fuera de ella duramente. En ese momento quería su polla más de lo
que había deseado cualquier cosa en su vida. Suspiraba por ella, realmente sentía que su
canal se apretaba y palpitaba de anticipación por ella.

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—Cristo —susurró Wolf. Su mirada voló para reunirse con él. Su deseo era evidente,
no solo en su erguida polla, también en sus duros pezones, en sus mejillas enrojecidas y
en sus ojos brillantes—. Nunca he visto una mujer a la que desee tanto como a ti ahora.
Very retrocedió lentamente, hasta que la parte posterior de sus rodillas golpearon el
colchón. Wolf la siguió paso a paso, poco a poco, cazándola. Sus fosas nasales
aleteaban, como si pudiera oler su excitación. Sin apartar los ojos de él Very subió a la
cama. No se quitó la camisa desgarrada. Algo le decía que la prenda colgando
irregularmente de un hombro era parte de lo que él quería en ese momento. Aún llevaba
sus medias y zapatos. Se los dejó, también. Se acostó con cuidado, y levantó los brazos
por encima de su cabeza para que descansaran en la cama, empujando sus pechos hacia
fuera, invitándole a disfrutar de ella.
—Quiero hacerlo —susurró ella, mirándolo y esperando.
—Abre las piernas y levanta las rodillas —ordenó a Wolf—. Mantén los brazos justo
como están. —Su voz era tan dura y áspera. A Very le encantó. Le encantó que le dijera
qué hacer. Le encantó entregarse a él como él quería. Haría cualquier cosa por él, con él.
Abrió las piernas y luego deslizó sus pies a lo largo de la colcha hasta que sus rodillas
quedaron en alto. Estaba completamente expuesta. Su sexo pulsaba y arqueó la espalda
de placer.
Wolf se arrastró sobre la cama. Hizo una pausa entre sus piernas y bajo los
pantalones un poco más abajo de sus muslos. Tampoco había perdido el tiempo
quitándose el resto de la ropa. Iba a follarla con las botas puestas. Por alguna razón, eso
la emocionaba. Se inclinó sobre ella, colocando cuidadosamente sus manos cerradas a
ambos lados de sus hombros. Luego apoyó su pene contra su centro caliente y ella gimió,
frotándose contra su longitud.
—Dentro —rogó.
—Sabes que va a doler —gruñó.
—Solo un poco —jadeó Very—. Solo al principio. Me lo dijeron.
—Dímelo. —Otra orden—. Dime si es demasiado.
Asintió con la cabeza. Antes de que su cabeza hubiese dejado de moverse él empujó
dentro. No había mentido. No fue suave y le dolió. Pero el dolor era insignificante en
comparación con la absoluta alegría que sentía al estar finalmente con él así. De
pertenecerle de esta manera. Estaba totalmente estirada en torno a su dura longitud, y
luchó por no resistirse a su posesión. Todo estaba consumado, el acto de amor, la
conquista. Y fue una conquista. Él tomó su vacío y lo llenó, se llevó su soledad y el miedo
y, en poco tiempo, incluso el dolor de su entrada, hasta que todo lo que sentía era a él. En
todas partes, a su alrededor, dentro de ella, solo él.
Se le escapó un pequeño sonido y él se congeló. Era extraño. No se había movido,
había empujado su longitud totalmente dentro de ella y luego se había detenido, como si
quisiera darle tiempo para adaptarse. Sin embargo, cuando hizo aquel pequeño ruido, se
quedó inmóvil, con los músculos bloqueados, de forma muy diferente a su relajada
quietud de un momento antes.
—¿Very? —dijo, y sonaba como si las palabras estuvieran obligadas a salir a través de
sus dientes apretados.
En respuesta movió los brazos, llegó hasta su trasero y acunando sus nalgas tiró de él
para introducirle más profundamente. Ambos gimieron.

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—Se siente tan bien. Te sientes tan bien.


Ante sus palabras, bajó su torso hasta que sus senos quedaron apretados contra su
pecho y la besó. Su beso fue duro otra vez, un poco salvaje. Estaba claro que el beso no
era para ella. Que era para él, porque necesitaba su sabor en su lengua, y así se lo dio.
Envolvió sus brazos alrededor de su espalda y abrió la boca, solo abriéndola, dejando que
él la llevara donde quisiera ir. No había dejado de besarla cuando comenzó a moverse.
Sus dos primeros golpes fueron lentos y suaves, de prueba. Ella salió a su encuentro
alzando sus caderas, abriendo más ampliamente sus muslos para poder estar más cerca,
más profundo y envolviendo sus piernas alrededor de él. Esto fue suficiente para
convencerlo. Empezó a empujar dentro de ella, golpeando su montículo, enviando olas de
placer a través de ella con cada embestida. Estaba un poco dolorida, pero el dolor solo
intensificaba el placer.
—Sí —gimió—. Fóllame, Wolf. Oh Dios, por fin. —Se aferró a su espalda, clavó las
uñas y salió a su encuentro, follándole.
—Maldita sea —gruñó—, se siente tan bien. No puedo durar. —Comenzó a ir más
despacio y Very arañó su espalda.
—No te atrevas. —Apenas podía hablar de lo fuerte que jadeaba. Quería sentir su
liberación dentro de ella, ya. Su calor caliente y húmedo llenándola. Ella gritó al pensarlo.
Su grito le había puesto de nuevo en movimiento, chocando contra ella. El orgasmo la
tomó por sorpresa. No fue tan intenso como el primero, pero que estaba allí y pulsó contra
él, apretándole. Wolf enterró las manos en su pelo, tirando de él inconscientemente, y
pegando su boca a su cuello mientras se estremecía encima de ella. Y entonces lo sintió.
Sintió su polla increíblemente dura en su interior, sintió el calor que provocó otro rayo de
placer que la hizo apretarse contra su eje. Era un círculo, el placer de él intensificaba el
suyo, su placer le conducía a él aún más alto.
Cuando todo terminó, cuando se dejó caer encima de ella y ella liberó su espalda con
un gemido, él rodó sobre la cama, y la abrazó contra su pecho. Su camisa desgarrada se
le clavó en el hombro.
—Ay. —No tenía la energía suficiente para hacer algo al respecto. Bostezó. De repente
estaba tan cansada que apenas podía mantener los ojos abiertos. Maulló una queja
cuando Wolf se deslizó de debajo de ella.
—Estas cosas fuera —dijo Wolf en voz baja. Sacó la camisa de debajo de ella y la
deslizó por su brazo. Luego sintió que le quitaba los zapatos. Ni siquiera abrió los ojos.
Cuando puso una manta alrededor de ella, cubriéndola, se dio por vencida y dejó que el
sueño se apoderara de ella.

Wolf se despertó con un sobresalto. Very estaba junto a él, golpeando y dando patadas
a las mantas. Puso una mano sobre su brazo y ella gritó, sentándose muy erguida en la
cama, casi golpeando su cabeza con la suya.
—¡Very! —gritó. La agarró del brazo y la sacudió. Tenía frío, con la carne de gallina y
cubierta por la transpiración. Ella arrancó su brazo de su agarre y salió de la cama,
cayendo a cuatro patas. Se arrojó detrás de ella, aterrorizado ante la idea de que se
hiciera daño. Al verle saltar de la cama, Very trató de huir hacia atrás, sobre sus manos y
pies, negando con la cabeza.

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—¡No! —dijo. Apoyó la espalda contra la pared y se acurrucó allí, con una mano
tendida, como si quisiera protegerse de él
Wolf se quedó helado. Se tomó un momento para respirar profundamente y calmarse.
Ella estaba bien. Era solo una pesadilla, y que él la persiguiera en la oscuridad no estaba
ayudando. Se volvió hacia la mesita de noche y encendió la vela que estaba allí. Entonces
se puso en cuclillas al lado de la cama, de modo que su cara quedara a la altura de la
suya.
—¿Very? Very, soy yo, Wolf.
—Wolf —dijo. Por un momento no hubo nada allí, ni entendimiento ni sentimiento.
Entonces ella parpadeó y fue como si entonces se despertara, a pesar de que le había
visto los ojos abiertos—. Wolf —dijo una vez más, su voz débil y asustada. Corrió a su
lado cuando ella alzó los brazos hacia él.
—¿Señor Tarrant? —Dieron un golpe en la puerta—. ¿Está la señora Tarrant bien? —
Era Jenkins.
—No dejes que entre —dijo Very, apretando fuertemente su brazo—. No dejes que me
vea así.
—Ella está bien, Jenkins —dijo Wolf—. Simplemente tropezó en la oscuridad.
—¿Debo traer la cena? —preguntó a través de la puerta.
Very asintió con la cabeza.
—Sí —respondió Wolf—. Pero danos unos pocos minutos.
—Por supuesto, señor. —Se quedaron mirándose el uno al otro mientras sus pasos se
desvanecían.
—¿Estás bien? —preguntó en voz baja.
Very le soltó y se miró las manos, luego comenzó a restregar una contra otra, como si
las estuviera lavando. Pero sus movimientos se hicieron cada vez más bruscos y
angustiosos. Finalmente Wolf le sujetó las manos.
—¿Qué estás haciendo?
—Tengo sangre sobre ellas —dijo.
Con horror Wolf tiró de sus manos para acercarlas a la luz, dándoles la vuelta para
examinarlas. Estaban bien. No había nada allí. Su corazón estuvo a punto de golpear en
su pecho. Ella trató de liberar sus manos.
—No están manchadas, Very —dijo lentamente—. Estás perfectamente bien.
—Yo lo maté. —Su voz era débil, sin vida.
Wolf no podía evitar tirar de ella y abrazarla. Ella no respondió, simplemente puso su
cabeza sobre su pecho mientras él la sostenía.
—No, no lo hiciste. Tienes que creerme. Es solo una pesadilla. Pasará. Ya lo verás.
Se sentó en el suelo con la espalda contra la pared y la abrazó como si fuera una niña,
acariciando su cabello y espalda.
—Mañana iremos a ver a Kate. ¿Te gustaría eso?
Los brazos de Very volaron hacia sus hombros y se aferraron a él.
—Mañana no. No quiero ir. —Estaba temblando—. Podemos quedarnos aquí juntos
por unos días. —Sorbió por la nariz y le soltó, luego, se limpió las mejillas con las manos y
le dirigió sonrisa aguada—. Tienes razón. Estoy bien. —Acunó brevemente su mejilla y

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luego se levantó y empezó a recoger su ropa del suelo, como si nada hubiera pasado.
Wolf sintió que su estómago daba un vuelco—. Además —continuó—, nos invitó a todos a
tomar el té el jueves. Quiere ver cómo nos va, ¿no es cierto? —Su sonrisa era demasiado
brillante—. No tenemos que salir antes de esa fecha. Iremos a verlos el jueves. Luego
vendrán ellos. —Se giró hacia él, sujetando la ropa contra su pecho—. ¿Vale?
Después de dudar un momento Wolf estuvo de acuerdo.
—Sí. —El instinto le decía que era la respuesta equivocada, pero enterró sus reservas
y le dijo a Very lo que quería.

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CAPÍTULO 04

Siete meses después, Abril 1820

—Vamos de compras mañana por la tarde. Very, ¿te gustaría ir?


Con las palabras de Kate toda la habitación se congeló. Todos sus amigos estaban allí,
tal como habían estado todos los jueves por la tarde durante los últimos siete meses. Los
jueves de té con Very, decían todos en broma. Pero no había nada divertido en ello. No
para Wolf.
El acomodó sus rasgos en una agradable y desinteresada mascara, a fin de que
cuando Very lo mirase ansiosamente ella no viera el desdichado miedo y la ira que
apretaba sus entrañas con la pregunta aparentemente inocente de Kate. No era inocente,
por supuesto. Todo el mundo sabía que era deliberada, como cada jueves. Tal vez incluso
Very lo sabía.
No estaba seguro. Ellos nunca lo discutían.
Ella lo miró y luego se volvió bruscamente, sacudiendo la taza en su plato con
nerviosismo.
—No creo, tía Kate. No mañana. ¿Tal vez la próxima semana?
La misma respuesta que había dado todos los jueves desde que Kate empezó a
preguntar. Wolf había perdido la cuenta de cuantos meses hacia que había sido.
Un silencio incómodo siguió a su rechazo. Very colocó su taza sobre la mesa con un
ruido audible. Miró a Wolf y señaló la puerta con un pequeño giro de la cabeza. Wolf
obedientemente dio un paso adelante.
—Querida, nos excusas. Pero estoy seguro que a los señores les gustaría
acompañarme a mi estudio durante un rato.
No era algo fuera de lo común. De vez en cuando ellos hacían eso. Cuando Wolf
estaba necesitado de algo más fuerte que el té.
Very le sonrió abiertamente.
—¡Por supuesto, querido! Ve. —Esbozó una sonrisa y le tendió una mano a Sophie,
quien amablemente se la tomó—. Estoy segura de que las damas tienen una gran
cantidad de chismes y otras cosas para compartir conmigo.
Wolf hizo una leve reverencia a las señoras y los caballeros salieron de la habitación
murmurando excusas. Todos parecían tan ansiosos de salir de la sala como Wolf. Tantas
corrientes ocultas moviéndose allí. Demasiadas. Se estaba ahogando en ellas.
Cuando llegaron a su estudio no se molestó en sostener la puerta. Fue directo hacia
una mesa en la esquina y se sirvió un whisky. Que iba a necesitar. Dio media vuelta y
detrás de él había una fila de hombres que esperaban su bebida. Hizo un gesto con la
mano hacia las botellas reunidas.
—Señores, sírvanse ustedes mismos.
Examinaba a sus amigos, mientras vertían sus bebidas. Tantos en pareja. Estaba más
allá de la envidia ahora. Hace unos meses había sido incapaz incluso de ver a cualquiera
de sus viejos amigos que habían encontrado la felicidad junto sus esposas compartidas
por dos hombres. Ese había sido su propio sueño con Very y Michael. Sus amigos iban

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mucho por allí ahora, alguno de ellos venía cada día para acompañar a Very y ver como
estaban. Wolf estaba agradecido. Se había odiado por los celos. Ahora solo sentía...
vacío. Nada.
—Fuimos despedidos sumariamente. —Observó Jason—. Te importaría decirnos ¿Por
qué? —Se instaló cómodamente en el sofá junto a la puerta mientras esperaba respuesta
de Wolf. Wolf tuvo un momento extraño en el que vio destellos de imágenes de Jason en
su mente. Momentos en que Jason había ocupado ese mismo lugar durante los últimos
siete meses, diferentes prendas de vestir, diferentes días, pero el mismo sofá verde oliva,
la misma posición, una pierna casualmente cruzada sobre la otra, un brazo a lo largo del
respaldo, mientras tomaba su bebida.
—Very está embarazada —dijo—. Él quería decirlo poco a poco con cuidado, en honor
de Ian y Derek. Sin embargo, algo duro en su interior le hizo decirlo así. Estaba cansado
de retrasar su propio gozo por la comodidad de los demás. Lo que debería haber sido uno
de los momentos más felices de su vida estaba teñido de amargura. Ese sabor ácido le
hizo tomar un sorbo de whisky para lavar su boca de él.
Derek se dio la vuelta para mirarlo de frente.
—¿Qué? —Su rostro se había vuelto de una palidez gris. Él era un hombre alto, fuerte
y musculoso, sin embargo, esa simple palabra lo hicieron pequeño. Bajó su copa y se
movió hacia la puerta.
Wolf lo interceptó.
—No.
Derek retiró el brazo del apretón de Wolf.
—¿Qué quiere decir, 'no'? Sophie... —Se interrumpió y miró hacia otro lado durante un
momento. Su mandíbula se contrajo con ira—. Sophie me necesitará.
Ian se acercó y se detuvo al lado de Derek. Discretamente se apoderó del antebrazo
de Derek entre ellos. Él fue directo a la oscuridad de Derek, a calmar su tormenta.
—No, Wolf tiene razón. Very necesita decírselo, y no nos necesita allí para complicarlo.
—Suspiró, y luego se volvió y se acercó a la silla más cercana, sentándose
cansadamente—. Nuestra presencia solo empeoraría las cosas. Sophie se siente lo
suficientemente culpable acerca de su incapacidad para concebir, sin nuestra
preocupación para agravarla. —Empezó a tomar su copa, pero se detuvo con el vaso a
medio camino de su boca. Casi como una idea de último minuto inclinó su vaso en
dirección a Wolf.
—Felicidades.
Wolf asintió con la cabeza en reconocimiento.
—Sí —dijo Derek. Estaba tratando con dificultad no estar huraño o enojado. Eso fue
siempre una lucha para él, y hoy la batalla debía haber sido doblemente difícil—.
Felicidades.
Wolf miró a Tony. El hombre mayor lo observaba de cerca.
—¿Qué dice el Dr. Peters? ¿Habrá problemas? —le preguntó, la tensión en su voz era
evidente. Adoraba a Very como si fuera su propia hija.
Wolf se echó a reír con amargura.
—¿Problemas? No. En realidad, el hecho de que nunca salga de esta casa es
probablemente lo mejor que podría hacer para protegerse a sí misma y al bebé de

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cualquier daño. —Se apoyó contra la mesa, medio sentado, y dejó la copa a su lado—.
Está muy sana, Tony, al menos físicamente.
―No hay nada malo en ella. —Gruñó Jason. Se puso de pie y se enfrentó a Tony, que
estaba al otro lado de la habitación―. Ella solo está asustada por lo ocurrido en
Manchester. Nunca debimos dejar que fuera.
—Han pasado siete meses, Jason —dijo Tony en tono áspero—. Esto es más que el
miedo normal. Ninguna persona sana y cuerda se niega a salir de su casa durante siete
meses.
—Ella no está loca. —Daniel habló finalmente desde su puesto de pie contra la pared
cerca de la mesa con el whisky. Simon se apoyaba en la pared a su lado. Simón se negó
a mirar a nadie en la habitación, en su lugar fijó la vista en las profundidades color ámbar
de su vaso.
—Su reacción es extrema, por supuesto, pero no muy diferente a algunas que vi en la
guerra —continuó Daniel—. Los sucesos traumáticos afectan a las personas de maneras
diferentes.
Wolf había escuchado eso antes. Miró por la ventana. El cielo se había oscurecido, y
las primeras gotas de una fría lluvia de primavera daban golpecitos en el cristal.
—Ella salió de la casa hace varios meses —dijo Jason secamente.
Wolf no pudo contener una explosión de risa incrédula.
—No llamaría a lo que ocurrió, salir de casa.
Wolf podía sentir la mirada acusadora de Jason entre los omóplatos.
—Lo manejaste mal.
—Lo manejé de la manera que acordamos —dijo Wolf con los dientes apretados—.
Hice lo que todos pensamos era mejor. Y podría señalar que soy el único aquí que lo hizo,
con las consecuencias.
—No nos querías aquí —disparó de nuevo Jason—. Absurdamente pensaste que
podrías hacerlo solo.
—Si hubieras estado aquí para ver su abyecta humillación y miseria, habría sido peor
para ella. —Wolf tomó su bebida y miró de mal humor por la ventana. ¡Que llueva!, pensó.
Alégrense los cielos por derramar sus penas. Ellos no saldrían.
—Se hizo daño físicamente, Jason, cuando Wolf trató de forzarla a salir por las puertas.
Vomitó en la acera y se desmayó. Ella no pudo vernos hasta dos semanas después. ¿De
verdad quieres hacerla pasar por eso otra vez? —sostuvo Tony.
—Cristo, Wolf —dijo Derek, su voz estaba llena de la disculpa que no había sido capaz
de decir antes.
Wolf quería golpearlo. En su lugar, se quedó mirando a la lluvia, como si fuera a
decirle algo. Cualquier cosa.
—¿Ella se ocupará del niño? —preguntó Daniel.
Eso hizo que Wolf se diera la vuelta finalmente.
—¿Qué quieres decir?
Daniel se encogió de hombros.
—¿Si ella es deficiente, ya sea su capacidad amar, preocuparse, o físicamente cuidar
de él?

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—Eres un maldito cabrón —dijo Wolf en estado de shock—. ¡Ella no es diferente de lo


que era antes! Por supuesto que puede cuidar de él. Ella quiere a este bebé tanto que es
aterrador. Si algo llegara a suceder... —No terminó el pensamiento. Él no tenía que
hacerlo—. ¿Crees que habría… —Se interrumpió al ver la expresión tormentosa de Jason
—… tenido relaciones —añadió con cautela—, con ella si fuera deficiente de alguna
manera?
—No. —Daniel tomó un sorbo de la bebida—. Yo solo quería asegurarme de que tú y
todos los demás aquí, lo supieran.
La declaración de Daniel pareció aliviar la tensión en la sala. Wolf se dio cuenta de la
verdad de sus propias palabras.
Very era la misma en casi todos los sentidos. Incluso las pesadillas se habían detenido.
La última fue hace meses. La única manifestación de las consecuencias duraderas de
Manchester era su incapacidad para salir de casa. Y ella era incapaz, no por una elección
de su parte, no lo creía. Algo en su mente se lo impedía. Y eso era lo que hacía imposible
que la ayudara. Sus temores estaban encerrados dentro, y él no tenía la llave.
Él miró a la delgada capa de whisky que apenas cubría el fondo de su vaso. No podía
dejar de preguntarse si Michael hubiera sabido cómo ayudar. Él siempre había sabido
cómo tratarla cuando sus emociones la afectaban. Wolf solo sabía cómo amarla. Con el
pensamiento se llevó el vaso y lanzó lo último del líquido de fuego a su garganta.
—¿Está lloviendo otra vez? —preguntó Simon en tono de conversación.
—Sí, respondió Wolf automáticamente. —Volviendo a su vigilia en la ventana—.
Parece que llueve constantemente en estos días.

—Sophie, querida, ¿Me odias? —Very preguntó en voz baja. Había temido darle a su
amiga la noticia tanto como se había regocijado en finalmente ser capaz de decírselo a
todo el mundo. Sophie se había sentado a su lado en el pequeño sofá en congelado y
sorprendido silencio mientras las otras damas la felicitaban.
Sophie se sorprendió con la pregunta de Very como si despertara de un trance.
—¿Odiarte? —Su horror ante la pregunta de Very calmó sus nervios que estaban en
punta. Puso los brazos alrededor de Very y la abrazó con fuerza—. ¡Nunca podría odiarte!
Eres la mejor amiga que he tenido. Estoy verdaderamente tan... muy, muy emocionada
por ti —dijo con una sonrisa. Era una pequeña broma entre ellas, por las veces que
Sophie se había visto obligada a hacer una pausa en las conversaciones y decir: “Very...
no, no tú, querida.” Todo era para Sophie muy, muy emocionante, muy agradable, muy
divertido, muy triste1.
La broma hizo reír a Very, y luego, por alguna razón inexplicable, llorar. Ella y Sophie
se apartaron del abrazo, las dos lloriqueando.
—Serás una madre maravillosa, Very —dijo Sophie, sonándose la nariz con delicadeza
—. Simplemente maravillosa.
—Tú también lo serías —dijo Very, su voz ahogada por la tristeza—. Si solo…

1
Very: Palabra del inglés que significa muy. En el inglés original en la frase: Very exciting, very pleasing,
very funny, very sad así pues se forma un juego de palabras con el nombre de nuestra protagonista Very

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—Tonterías —dijo Sophie suavemente. Puso su mano sobre la de Very y la acarició


con dulzura—. Esto no es sobre mí, ¿verdad? Se trata de ti, y lo feliz que nos has hecho a
todo con tus noticias.
—Sophie —Very se aventuró a decir, después de que ella hubiera conseguido controlar
sus lágrimas—, me gustaría que las cosas fueran diferentes. Sé lo mucho que quieres un
bebé.
—Y voy a tener uno, ¿no es cierto? —dijo Sophie con una sonrisa forzada—. El tuyo. Y
voy a consentirlo extremadamente.
—No es lo mismo. —Very estrechó su mano—. Te mereces un bebé propio que amar.
—Si Dios quisiera que tuviera un bebé, supongo que lo tendría —reflexionó Sophie,
frotando los nudillos de Very con su pulgar—. No debes preocuparte por eso, Very.
—Dios no tuvo nada que ver con eso —dijo Very amargamente.
La sonrisa de Sophie fue igual de amarga.
—No, supongo que no. Mi querido hermano…
—Que se pudra en el infierno —Very intervino en voz baja.
—Sí, bueno, uno puede esperar eso —coincidió Sophie fervientemente—. Hay algunas
cicatrices —dijo Sophie en voz baja, poniendo su mano sobre su estómago—, en el
interior. O es lo que el Dr. Peters especula. —Ella sacudió la cabeza—. No importa. —
Con una determinada, y distante sonrisa, cambió de tema—. ¿Tienes ya un nombre?
Very dejó la conversación, ya que era evidente que se sentía incómoda al hablar
acerca de su fracaso para quedarse embarazada. Era un punto delicado para la pobre
Sophie, como un moretón que no sanaba.
—No, no hemos pensado mucho acerca de los nombres todavía. Todavía es
demasiado pronto. —Mantuvo sus brazos en los costados y miró su estómago que seguía
siendo plano. Solo cuando estaba desnuda la ligera hinchazón era perceptible—. Ni
siquiera puedes decir que estoy encinta todavía.
—¿Qué pasa con...? —La voz de Sophie se fue apagando. Miró hacia otro lado y el
estómago de Very se sacudió No lo digas, suplicó en silencio. No lo plantees. Hoy, no.
Sophie respiró hondo y miró directamente a sus ojos y Very se preparó para ello—.
Querida —comenzó Sophie, tomando la mano de Very una vez más—, Peterloo2 fue hace
meses.
—No lo llames así —dijo Very severamente, tirando su mano. Odiaba ese nombre
espantoso que le habían dado los diarios a la masacre de St. Peter´s Field. Era una burla
a Waterloo, y la guerra que había marcado a Wolf y a sus amigos tan profundamente. Ella
tomó un estabilizador respiro—. Por favor.
—Muy bien —dijo Sophie—. Está bien. —Se detuvo un instante, pero ella no iba a
desistir—. Por el bebé, ¿No crees que deberías superar esta... esta resistencia... para
salir de casa?
—Sophie —dijo Kate sin aliento. Very levantó una mano para detener su protesta.
2
La Masacre de Peterloo o Batalla de Peterloo ocurrió en el St. Peter's Field, en Manchester (Inglaterra),
el 16 de agosto de 1819, cuando la caballería cargó contra una multitud de unos 60.000 a 80.000 personas,
dirigida por el conocido orador radical Henry Hunt, reunidas en una manifestación para solicitar la reforma
de la representación parlamentaria. El fin de las Guerras Napoleónicas resultó en períodos de hambruna y
desempleo crónicos que aumentaron el interés en el radicalismo. Fueron asesinadas 15 personas, y entre
400 a 700 resultaron heridas.

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—No, tía Kate. Ella tiene razón. Pero no hay prisa, ¿verdad? —Ella les sonrió a todos.
¿No se sentían mejor todos con sus sonrisas? Esa sonrisa que había mantenido a raya
las preguntas, hasta ahora—. Tenemos meses antes de que sea la fecha. Hay un montón
de tiempo para eso. —Miró por las puertas francesas a la abundante lluvia―. Después de
que esta lluvia interminable se detenga. Sinceramente, estoy empezando a pensar que
vamos a tener que construir un arca, si queremos escapar de ella.
—Sí, sí, por supuesto. —Sophie estuvo de acuerdo con entusiasmo—. Después de la
lluvia. Seguro que lo permitirá en breve. Todos hemos de mantenernos en el interior, ¿no?
Las otras damas coincidieron en murmullos, mientras Very observaba la lluvia fuera de
sus ventanas.

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CAPÍTULO 05

Más tarde esa noche Very fue en la búsqueda de Wolf. Había estado muy callado
después de que todos se fueran, tan preocupado en la cena que apenas había hablado.
Cuando se ponía así sabía dónde encontrarlo, en la habitación que había convertido en
una especie de gimnasio, instalado para sus ejercicios de esgrima. Él siempre iba cuando
estaba frustrado o necesitaba pensar. Había estado allí mucho tiempo los últimos meses.
Era por su culpa, por supuesto.
Fiel a su naturaleza, cuando buscaba consuelo ahí no podía dejarlo solo. Tenía que
invadir su santuario privado. No se hacía ilusiones acerca de si misma. No quería que
tuviera un lugar que no la incluyera. Y había querido tan desesperadamente algo que
pudieran compartir en aquellos aterradores primeros meses de su matrimonio.
Abrió la puerta con cautela, su inquietud causada más por la incertidumbre sobre su
estado de ánimo que por la preocupación de que pudiera accidentalmente herirla. Estaba
al otro lado de la habitación, atravesando brutalmente a un maniquí en una parodia de un
ejercicio de ataque. Su espada estaba doblada casi a la mitad con cada embestida y
estocada.
—Vas a arruinar esa arma si no eres cuidadoso —observó ligeramente, cerrando la
puerta detrás de ella.
Se dio vuelta rápidamente para afrontarla, la sorpresa era evidente en su rostro.
—No te oí entrar. —Respiraba pesadamente, y sus hombros y pecho sin camisa
brillaban con sudor a la luz de las velas. Se veía delgado y peligroso y quería escapar de
él casi tanto como quería correr hacia él. Se acercó a una silla cercana, cogió una toalla
que estaba ahí y se limpió su cara y cuello. Cuando comenzó a pasar el paño por su
pecho Very lo detuvo.
—No. Déjalo. Me gusta cómo te ves, sudoroso y duro y peligroso.
Se rio.
—¿Loco, malo y demasiado peligroso para conocerme? 3 Ese sería Byron, amor. —Le
sonrió—. Siempre has estado atraída al lado duro.
Sí, se sentía atraída. La tenía allí. Primero Kensington y luego él. Ambos peligrosos a
su manera. Caminó acercándose a él, mirando por la ventana mientras caminaba. Hizo
una mueca.
—Todavía está lloviendo.
—¿Está todo bien? —preguntó Wolf mientras tiraba la toalla de vuelta a la silla con un
lanzamiento despreocupado y oblicuo. Fue un gesto tan viril, tan físico y descuidado. Very
le envidiaba a esa libertad.
—Sí —dijo, manteniendo su voz suave—. Solo aburrida.
Su sonrisa se volvió diabólica.
—¿Te animas a un combate?
Very le devolvió la sonrisa.

3
Lady Caroline Lamb describió a Lord Byron con esta frase, Mad, bad and dangerous to know.

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—Oh, sí. Eso sería espléndido. —Desató el cinturón de su bata y la dejó deslizarse por
sus brazos. No llevaba nada debajo de ella salvo una camisola. Arrojó su bata a la silla
con la camisa de Wolf y se quitó las zapatillas.
—Sí, espléndido —dijo Wolf apreciativamente mientras la miraba de la cabeza a los
pies. Se calentó bajo su mirada. Mientras elegía una espada de su colección en la pared,
Wolf suspiró con satisfacción detrás de ella—. Sé que llevabas eso con el fin de
distraerme durante nuestro combate, y sin embargo no puedo estar molesto por eso.
Very eligió su florete favorito, y caminó al centro de la habitación, la madera desnuda
del frio suelo contra sus pies. Agarró la falda de su camisola en una mano, manteniéndola
contra su cadera, exponiendo su pierna desde su tobillo hasta su muslo.
—Lo que me dé una ventaja, ya que eres el espadachín más experimentado.
Wolf cambió su espada por un florete más ligero. No le permitiría usar armas más
pesadas, no todavía, y la verdad era que le gustaba el florete. Le gustaba la manera que
se sentía en su mano, como si fuera una extensión de su brazo, liviano y rápido y mortal.
Quería ser mortal. Cuando saliera por la puerta, y lo haría en un día, quería estar lista
para eso. Quería ser el lobo con piel de oveja.
Balanceó su florete dramáticamente antes de hacerle un gesto con la punta roma del
arma a Wolf para que se acercara. Su sonrisa de respuesta fue un desafío. Ya podía ver
su cautela derritiéndose, igual que la suya. Aquí ambos olvidaban todo salvo el fragor de
la batalla, la competición apasionada que requería más estrategia que fuerza bruta. Aquí
eran iguales, o lo serían una vez que sus habilidades se asemejaran a las Wolf.
Wolf tomó su postura frente a ella y la saludó con su florete.
—Tú, mi querida, no eres una espadachín en absoluto. Pero eres muy mujer, lo que te
convierte en un enemigo formidable.
Very se rio y subió su falda más arriba. Al destello de la pierna desnuda, Wolf frunció
ligeramente el ceño.
—¿Estás segura que no te gustaría ponerte la chaqueta y los pantalones que te
compré para la esgrima?
—Confío en que no me lastimarás. —Lo rodeó, y le presentó su espada—. Y también
procuraré mantenerte entero.
—Vamos a mantenerlo suave, entonces —le advirtió—. Solo unos ejercicios simples.
Nada peligroso.
Very hizo un mohín.
—Me gusta peligroso.
De repente, Wolf atacó, haciéndola retroceder con una serie rápida de golpes. La
última embestida del ataque no la alcanzó.
—Passé,4 —se burló ella. Su respuesta fue rápida y lo llevó a echarse para atrás.
—Muy bien —dijo con aprobación—. Pero separa más tus movimientos. Todavía estas
teniendo dificultades ejecutándolo todo en una embestida.
—¿No te dije lo mismo anoche? —Very lo provocó.
Wolf la miró sin comprender por un momento. Luego la comprensión surgió y él se rio.

4
En esgrima passé es un ataque que pasa el objetivo sin golpearlo.

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—No tienes vergüenza, señora Tarrant. —Movió sus cejas—. Y nunca me privaría de
las embestidas, te lo aseguro. —Una vez más tomó su posición y la saludó con su
espada. Very lo enfrentó en guardia.
—Embistes excesivamente, señor. Tarrant, me ofendería. Pero el exceso se mide por
cuanto uno puede tomar, y la medida de un hombre aún más. El exceso debería ser tu
medida, entonces, y esa medida se interpondrá entre nosotros. —Very pensó que era
bastante inteligente, jugar con la palabra medida, que en esgrima significa la distancia
entre los esgrimistas.
—Has estado leyendo demasiado a Shakespeare nuevamente, —suspiró Wolf. Él
inmediatamente se lanzó al ataque, y nuevamente ella apenas esquivó sus estocadas,
haciéndola retroceder en retirada a la pared. Gritó con indignación fingida.
—Te tomaré, medida a medida —ella gruñó.
Wolf gimió.
—Me gustaría atravesar al Bardo. ¿No tenemos otros libros en esta casa?
Very se rio y agitó su falda y cuando la atención de Wolf fue atrapada por el destello de
su sexo desnudo atacó. Y entonces la conversación iba adelante y atrás, burlándose tanto
como luchando, hasta que ambos estaban sudados y respirando pesadamente.
Se rodearon uno al otro, cada uno buscando una invitación y una oportunidad para un
toque para finalizar la lucha. Wolf fintó y atrapó a Very con un passata-sotto5.
El músculo en su brazo brillaba bajo la luz de las velas, torcido como una cuerda
gruesa y tensa bajo su piel mientras apoyó una mano en el piso y atacó hacia abajo,
tocando la punta roma de su espada al pecho izquierdo. Ella apenas lo sintió, el toque de
Wolf era tan cuidadoso.
—Touché —dijo, su voz suave. Estaba jadeando por el esfuerzo y tuvo que respirar
entre las silabas.
—Touché —coincidió Wolf. Estaba sonriendo en señal de triunfo—. Pero me hiciste
trabajar por ello. —Se levantó lentamente, sin remover su punta del pecho. La pasó
ligeramente alrededor de su pezón y ella tembló mientras se fruncía con un tirón agudo.
Movió la punta contra el pezón ligeramente y Very dejó caer su cabeza por un segundo
mientras tomaba una respiración profunda. Cuando volvió a mirarlo, su brazo caía su
costado, su arma sostenida sin apretar. Su mirada viajó a su entrepierna y vio que estaba
duro. Sabía que lo estaría. Siempre lo estaba cuando terminaban la lucha.
—¿Por qué, señor Tarrant, luchar con tu esposa te excita?
—Desmedidamente, señora Tarrant —fue su ladina respuesta.
Very se rio, encantada que él se hubiera unido a su juego de palabras. Pero tenía otro
tipo de juego en su mente ahora.
—¿La misma multa?
Los ojos azules pálidos de Wolf brillaron mientras asentía lentamente.
—Sí, creo que es justo.
—Estoy segura que lo piensas —murmuró mientras tomó el florete de él y lo llevó con
el suyo a la pared y los puso en sus soportes. Se volvió lentamente y se recostó contra la
5
En esgrima un passato-sotto es una acción evasiva que se inicia al dejar caer una mano al suelo y
bajar el cuerpo por debajo de la espada del oponente. A menudo acompañado con el enderezamiento del
brazo con la espada para intentar golpear al adversario.

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pared a lado de la fila de espadas colgadas allí, sus manos detrás de su espalda, las
palmas planas contra el tapiz frío. Su respiración había vuelto a la normalidad, pero
mientras observaba a Wolf caminando a través de la habitación, su ritmo lento y
constante, liviano sobre sus pies como un gato elegante listo para saltar, se encontró así
misma teniendo problemas para respirar profundamente otra vez.
Se detuvo frente a ella y solo se miraron el uno al otro por un momento. Su mirada era
concentrada, como si tratara de ver directamente su mente a través de sus ojos. Lo que
vio debió haberlo tranquilizado, puesto que deliberadamente colocó primero un puño y
luego el otro en la pared a cada lado de su cabeza, inclinándose hacia ella. Se detuvo a
unos escasos centímetros antes de que sus labios se encontraran. Very sabía que ese no
era el beso que él buscaba.
Ella se deslizó por la pared, su descenso lento, prolongando el momento para ambos.
Ella mantuvo sus manos en la pared para el equilibrio, extendiendo sus dedos. La
sensación de la áspera seda del tapiz bajo sus palmas era tan parte del trato sensual del
momento como lo era la sensación de su pelo atrapado en el papel, el tirón ligero de las
hebras que se estaban soltando de sus horquillas mientras iba hacia abajo, abajo, abajo,
hasta que dejó que sus rodillas finalmente descansaran en el suelo. Wolf simplemente se
apoyó en la pared, rodeándola, enjaulándola, diciendo y haciendo nada, solo mirándola
con esa mirada concentrada inmovilizándola a la pared y haciendo que su sangre
palpitara entre sus piernas. Sacó su falda de debajo de sus rodillas, y las separó, de ese
modo su cara estaba a la altura de su entrepierna. Entonces se recostó y se tomó tiempo
para disfrutar de la vista.
Los pantalones de Wolf estaban bajos en sus caderas. Incluso a través del ajuste
holgado podía ver su polla dura. No era un hombre grande, pero pensaba que su polla era
grande. Se sentía de esa manera para ella. Era gruesa y pesada cuando estaba excitado,
una vena latiendo a lo largo de su lado. Se burló de sí misma con el pensamiento de ella,
el recuerdo de sujetarla, probarla, follarla. Se humedeció y acaloró y tuvo que luchar
contra la necesidad de mover sus caderas, empujó los recuerdos de eso.
—¿Vas a desear que de alguna manera se abran solos? —preguntó Wolf, diversión y
lujuria disputaban el control de su voz—. ¿O piensas que solo debes usar los botones,
como todos los demás?
Very se veía malditamente erótica arrodillada allí a sus pies. Estaba la exótica con sus
ojos grandes y separados y sus labios llenos y sensuales. Había algo en la forma su
rostro que le recordaba a una leona, una cierta llanura en su nariz, mejillas y frente que
era leonina. Sus rodillas estaban abiertas, sus faldas subidas, así que podía ver la sombra
de su sexo. Sintió que su polla se sacudía a la vista de ella abierta y esperando por él,
había visto la pequeñísima sacudida de sus caderas que no podía controlar porque quería
desesperadamente ser follada.
Pero primero tenía que pagar su apuesta. Que, por la mirada hambrienta de sus ojos,
no pensaba que sería gravoso para ella. Ella se estiró y desabrochó los botones de su
pantalón, trabajando más lento de lo que él querría, pero la dejó jugar su pequeño juego.
La detuvo cuando fue a meter la mano en su pantalón y sacar su polla. No necesitaba
molestarse. Estaba tan duro y se alzaba en su cadera. Él tomó su polla en su mano, pasó
su puño hacia arriba y abajo lentamente, tirando de la piel tensa, frotando su pulgar sobre
la hendidura húmeda al final. Very gimió, y él sintió un regodeo que no pudo controlar.
—¿Estás lista? —Very asintió con la cabeza.

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—No tienes que hacerlo —él dijo, dándole la opción.


Otro juego que ellos jugaban. Le gustaba oírla pedirlo. Le gustaba saber que ella lo
quería tanto como él.
—Quiero hacerlo. —Su voz tenía esa nota particular que hacía que el cabello en su
nuca se le pusiera de punta con anticipación. Una nota hambrienta, sensual, un poco
sumisa, y sin embargo, agresiva también, como si le dejara hacer cualquier cosa que
quisiera con ella, pero lo mataría si no lo hiciera inmediatamente. Siguió mirando su polla,
recompensada con la vista de la polla poniéndose más dura bajo su propia ayuda, la vara
cada vez más roja, oscura, con cada latido fuerte de su corazón—. Por favor.
El último fue un susurro lastimero que no podía ignorar. Dirigió la punta hacia su boca y
ella se levantó sobre sus rodillas, abriendo ampliamente hasta tragó la cabeza y cerró los
labios alrededor de ella.
Wolf gimió ante la sensación de su boca caliente y mojada. Sus manos se deslizaron
hacia arriba de sus muslos mientras su boca bajó, hasta que tuvo toda su polla en la
boca, hasta que él pudo sentir la parte posterior de su garganta. Lo hizo como un juego,
practicando por meses hasta que pudo hacerlo. Movió su boca sobre él, chupando y
tragando, pero sin liberar una pulgada de su abrazo. Wolf tuvo que concentrarse en no
correrse en ese mismo momento. Esto era su cosa favorita, aparte de follarla. Tenerla a
su servicio así.
Con manos temblorosas comenzó a tirar las horquillas de su cabello. Le gustaba suelto
cuando hacía esto, cuando la follaba. Ella amaba cuando él la acariciaba el pelo, cuando
agarraba un puñado de su cabello oscuro y brillante mientras se corría. Cuando sacó la
última horquilla, gentilmente masajeó su cabeza y pasó sus dedos por su pelo. Ella gimió
alrededor de su polla con gratitud y él agarró ese puñado, temeroso de correrse,
queriéndolo, pero desesperado por follarla, también. Dejándose llevar por el momento,
reprimiendo su propio clímax despiadadamente.
Cuando pudo respirar nuevamente abrió su puño y tomó la parte posterior de su
cabeza, moviéndola sobre su polla, follando su boca. Sus manos se deslizaron por las
caderas y empujó los pantalones hacia abajo, el aire helado en su culo haciéndolo
temblar. Ella tomó sus nalgas, amasándolas, deslizando un dedo por el punto sensible en
la parte superior de su ano. Mientras masajeaba su culo se creó un roce erótico en su
ano, al mismo tiempo estaba chupando y lamiendo su polla. Él apretó los dientes y dejó
escapar un suspiro, apretando para juntar los cachetes de su culo para disminuir la
sensación. Había aprendido muy bien durante los últimos meses lo que le gustaba. Utilizó
su pelo para despegarla de su polla.
Ella estaba jadeando mientras lamía sus labios.
—¿No quieres que termine? —preguntó tímidamente, inclinando su cabeza hacia un
lado mientras frotaba ese dedo más dentro de su ano, tan cerca de darle ese placer
oscuro que ambos amaban.
Pero no esta noche. Esta noche necesitaba perderse a sí mismo en ella. Para follarla y
amarla, para sentirla rodearlo.
—Quiero follarte —habló con voz áspera. Gracias a Dios Very no necesitaba sutilezas
en este punto. Perdía la cordura con ella, sin excepción. Se convertía en una bestia en
celo, el salvaje por el que rogó la primera vez que estuvieron juntos.
—Sí —dijo con un suspiro profundo—. Sí.

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Era todo lo que Wolf necesitó. Cayó de rodillas y tiró de ella a horcajadas sobre su
regazo. Estaba tan ansiosa como él y agarró su polla, luego se bajó a si misma sobre él.
La sensación de su coño húmedo deslizándose sobre su polla súper sensibilizada era un
verdadero paraíso.
Se estremeció e inmediatamente comenzó a empujar. Casi la hizo caer de su regazo y
ella se agarró de sus hombros al mismo tiempo que él agarró sus caderas. Se follaron uno
al otro con fuerza, de la forma que a ambos les gustaba. Rudo, rápido y profundo. Wolf
podía oír cuan húmeda estaba, el sonido de succión que su coño hizo cuando se retiró y
ella trató desesperadamente de mantenerlo allí.
En minutos sus uñas se clavaban en sus hombros.
—¿Vas a correrte para mí? —él preguntó, su voz un latigazo rudo cortando a través del
sonido irregular de sus respiraciones y el golpe de carne sobre carne.
—Sí —gritó—. Espérame. No te corras hasta que yo lo haga.
Él esperaría. Ella tenía el delicioso hábito de correrse dos veces, por lo menos. Una
vez cuando la estimulaba a su clímax, y nuevamente cuando se corría en su interior. Ella
amaba la sensación de su liberación en su interior, amaba la sensación mojada y caliente.
Se lo dijo mientras se estaba corriéndose, en cada ocasión, porque sabía que le
encantaba escucharlo.
Lo estaba montando duro, se dejaba caer con violencia en él, su cara roja, sus labios
separados, sus ojos cerrados. Entonces él sintió la primera palpitación de su liberación
que al momento se convirtió en una marea apasionante y emocionante que lo atraía y lo
mantenía profundamente mientras ella gemía y sus uñas se clavaban en él. El dolor
impidió que la siguiera inmediatamente en su clímax. En su lugar, impulsó sus caderas en
pequeñas sacudidas duras y cortas que empujó su polla contra un punto que la hacía
sentir viva con placer. Dios, amaba follarla.
Cuando ella terminó estaba débil, jadeando.
—Hazlo. Fóllame más y córrete dentro de mí.
Ella era exigente, y él agarró su cabello y tiró su cabeza hacia atrás mientras se deslizó
hacia afuera y se estrelló contra ella.
—¿Así? —preguntó con brusquedad—. ¿Quieres que te folle así?
—Sí —dijo entre dientes, dando tan bien como recibía. Temblaba en sus brazos y
sabía que era suficiente para ella esta noche. Ella era un manojo de sensaciones, sus
caderas ondearon y follaron y él gritó mientras empezaba a correrse, el primer chorro de
su liberación fue casi doloroso en su intensidad. A continuación, el placer se apoderó de
él y solo pudo aferrarse a ella y se estremeció y se sacudió mientras ella gritaba.
—Oh, sí —dijo, dándole lo que quería—. ¡Wolf! —El último fue un grito estrangulado
mientras se agarró a él en el orgasmo nuevamente.
Cuando terminó se aferraron el uno al otro, jadeando y sudando y oliendo a sexo, y
Wolf sintió una paz venir sobre él que no había sentido en todo el día. Esto era de ellos.
Esto era lo importante. La cabeza de Very en su hombro, sus brazos y piernas envueltas
alrededor de él, su polla anidada en sus rizos húmedos y calientes.
Después de varios minutos el silencio de Very se hizo insoportable. Rara vez hablaba
después de hacer el amor, solamente se acurrucaba y dormía a su lado. Pero estaba
cansado de su silencio. No sintió resistencia a su abrazo, no sintió ningún indicio que ella

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no compartía sus sentimientos de satisfacción después de que hicieron el amor. Así que
finalmente preguntó lo que se había estado preguntando por meses.
—¿Qué estás pensando?
La voz de Wolf irrumpió en su ensoñación. Hocicó su cuello, probando el olor salado de
su sudor y sonrió.
—¿No te das cuenta?
Wolf no respondió inmediatamente, y hubo algo sobre su silencio que la hizo mirar
hacia arriba. Él tenía fruncido ligeramente el ceño.
—No —respondió finalmente—. Solía ser capaz de darme cuenta, o eso creía. Pero ya
no.
Su respuesta la sorprendió, y la asustó un poco, también.
—¿Qué quieres decir?
Wolf suspiró y los acomodó a ambos, desenredando sus piernas por lo que podía
apoyar su espalda contra la pared. Acercó a Very así que se sentó entre sus rodillas
frente a él, su trasero en el piso, sus piernas sobre sus piernas separadas. La posición era
increíblemente próxima a como habían estado momentos antes. Él entrelazó sus manos.
—Solías llevar tus emociones a flor de piel para que todo el mundo las viera. Solías
proclamarlas en voz alta, por todos, para cualquiera que quisiera escucharlo. Ahora, —
negó con la cabeza—, eres un enigma. Veo tus emociones en tus ojos, pero guardas
silencio acerca de ellas. Sonríes y dices todas las cosas correctas, por supuesto. Pero no
sé qué estás pensando realmente.
—Oh, Wolf —susurró. Envolvió sus brazos alrededor de su cuello y lo abrazó fuerte. Su
abrazo era incluso más fuerte, un poco desesperado y tan necesario que se llevó su
miedo—. Es cierto, solía mostrar mis emociones como un nuevo vestido, lucirlas para
todos. Era una niña. —Él comenzó a protestar y lo hizo callar—. No, es cierto, con todas
mis proclamaciones de lo contrario. Era una niña que no entendía la emoción verdadera,
así que cada pequeña emoción se convirtió en una tragedia shakesperiana. —Se rio de
su comentario, como ella había querido, necesitaba que lo hiciera. Se apartó un poco para
mirarlo a los ojos, manteniendo sus brazos alrededor de su cuello—. Pero ahora entiendo
lo que es una emoción verdadera. Entendiendo el miedo y el amor de una manera que no
lo hacía hace solo unos meses. Y esa clase de emociones no las muestras al mundo.
Esas deben ser compartidas solo con unos pocos.
—Very —susurró, descansando su frente en la de ella. Ella se frotó contra la caricia
como una gatita.
—No hemos hablado de eso —ella susurró, el miedo una cosa muy real. Obstruyendo
su garganta.
—No tenemos que hacerlo —se apresuró a decirle.
Very continuó como si no lo hubiera escuchado.
—Sophie dijo hoy que con la llegada inminente del bebé necesito superar mi
“renuencia a dejar la casa”. —Very se rio, pero era un sonido hueco, haciendo eco en la
habitación—. No entiende. Nadie lo hace. —Entonces lo miró, al dolor y compasión en sus
ojos—. Nadie excepto tú.
Negó con la cabeza lentamente, tristemente.

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—No, no lo hago. Quiero hacerlo, pero no te entiendo. —Y pudo ver como la admisión
lo destrozó. Otro remordimiento que añadir a su lista cuando se trataba de todas las
maneras en que había herido a Wolf.
Acarició su mejilla con su palma, y tomó su mandíbula.
—Eso hace que tu apoyo durante los últimos meses sea incluso más precioso para mí.
Los labios de Wolf se apretaron, se formaron arrugas profundas a los lados de su boca.
Tiró de sus manos y las mantuvo en las suyas, apretándolas casi dolorosamente.
—No te he apoyado. No como debería. Nunca debería haber tratado de forzar el tema
en diciembre pasado. Eso era hacer lo incorrecto.
Very encogió los hombros, aunque su estómago se anudó mientras recordaba su
reacción incontrolable y violenta. No había sido capaz de detenerse a sí misma de caer
enferma, había sentido como si no pudiera respirar, no podía moverse, no podía hablar o
gritar por ayuda. Indefensa, había estado totalmente indefensa. Semanas después estuvo
segura que se iba a volver loca. Había estado tan asustada, y Wolf la había sostenido a
través de todo, amándola y regresándola desde el abismo.
—Si hubiera funcionado, diríamos que hicimos lo correcto. —Se ahogó los recuerdos
—. No sé qué hacer, o, que es la cosa más aterradora de todas.
Wolf la bajó para que su cabeza descansara en su pecho. Cerró sus ojos y respiró su
aroma profundamente, puso su mano en su pecho cerca de su mejilla y se concentró en
el latido de su corazón. Esto es amor, pensó, el sentimiento que cada momento con él
hace mi vida más rica y me da fuerzas.
—Sé por qué escapó —dijo finalmente, cuando sus ojos se habían puesto soñolientos y
la lluvia había convertido en una manta de sonido bienvenida en el silencio de la
habitación, encerrando sus confesiones en el interior.
—¿Qué? —dijo Wolf tranquilamente, cepilló su pelo sobre el hombro.
—Michael. Sé por qué huyó. —Los músculos en el brazo de Wolf se pusieron rígidos,
pero fue la única señal de su agitación.
—¿Por qué?
—Porque entendía el amor. Sabía que significaría si amara así, tal vez ya lo sabía. Es
terriblemente aterrador, ¿verdad? —Aplanó una mano sobre su pecho, calmándolo—. No
lo puedo culpar más. Pero duele saber que él no tuvo la oportunidad de conocer lo que
conocemos ahora. —Miró hacia arriba a Wolf, su mejilla todavía en su pecho, y él estaba
mirando hacia abajo a ella, con una pregunta en su expresión—. Que si bien el amor es
quizás el mayor miedo, también es la mayor alegría, lo que te puede sostener cuando ya
no puedes caminar solo.
—Te amo tan malditamente mucho que duele —dijo Wolf solemnemente.
—Lo que más o menos demuestra mi punto —dijo Very con una sonrisa irónica. Wolf
rio—. No respondió a nuestra carta en la que le dijimos que nos habíamos casado.
Eso borró la sonrisa de su cara.
—No, no lo hizo.
Una parte de Very se relajó con la verdad que escuchó en sus palabras. Esa parte, solo
una pequeña parte eso sí, se había preguntado si él había guardado en secreto la
respuesta de Michael.

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—Entonces tenemos que intentar otra cosa. —Se mordió los labios por un momento,
esperando que Wolf no estuviera enojado—. Le pedí a Daniel que nos ayudara a
encontrar a alguien, una especie de investigador, o quizás solo un antiguo protegé6 que
podría ayudarnos a encontrarlo. Estoy preocupada.
Los brazos de Wolf se apretaron en un abrazo breve mientras miraba por la ventana.
Very siguió su mirada, pero todo lo que pudo ver fue su reflejo mirándola.
—Sí, yo también lo estoy —admitió por fin. Tiró de ella para que lo mirara con una
mano en su mejilla—. Pero lo encontraremos, Very. Porque creo que tienes razón,
Michael sí entendía el amor. Y el amor que lo alejó lo traerá de vuelta.

6
Está en francés, y en español significa protegido.

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CAPÍTULO 06

Ella estaba allí en la ventana otra vez. Dios mío, se la veía tan hermosa. Mientras la
observaba, ella presionó su mano sobre el cristal, como si estuviera encerrada en el
interior, desesperada por salir. Pero sabía que no era cierto. No había salido de la casa en
toda la semana. Lo sabía, por supuesto, porque había estado de pie bajo la condenada
lluvia todas las noches durante varios días, esperando tener algún vislumbre de ella o de
Wolf. Hambriento ante la vista de ellos.
Era tres veces tonto. Solo tenía que ir y llamar a la puerta. Tal vez esta noche podría.
En los últimos días estuvo demasiado ocupado tratando de poner en orden sus asuntos.
Las cosas importantes que tuvieron que hacerse antes de poder ocuparse de esto.
Porque sabía que esto no sería rápido, o fácil. No lo esperaba, de todos modos. Confiaba
no haber leído en su carta más de lo que querían decir. Quizás, realmente era lo que
parecía en la superficie, una carta a un amigo, un conocido, anunciando su matrimonio.
Pero leyendo entre líneas, se percató que sufrían el mismo anhelo desesperado que
sentía, el dolor de la separación que fue por su culpa.
No estaba sorprendido por su matrimonio. Tendría que haber sido él, pensó. Aunque
había reconocido sus sentimientos esa noche hace mucho tiempo en la biblioteca, la
primera vez que Very y Wolf se besaron. La última vez que los había visto. Ellos se
enamoraron. Y cuando se alejó, pues bien, no quedó ningún obstáculo para detener su
caída. Pasó casi dos años preguntándose si fue por eso por lo que se marchó. Porque
pensó que estarían mejor juntos que con él.
Agarró el ramo de flores que sujetaba en la mano. El mismo que había comprado, un
manojo de flores pálidas de invierno, de la misma mujer en la misma esquina cerca de
Covent Garden todas las tardes los últimos cinco días. Y que tiraba en la cuneta cuando
llegaba el amanecer sin haber encontrado el valor para verlos. Para decirles que había
regresado. A mendigar su perdón.
De repente, Wolf estaba allí en la ventana al lado de ella. Puso las manos sobre sus
hombros y acarició con la nariz su cuello, muy sonriente dijo algo que los tuvo a los dos
riendo. Michael dio un paso adelante en señal de protesta cuando Wolf la alejó de la
ventana y de su vista.
A medida que desaparecieron un dolor muy real en su pecho le robó el aliento. Se frotó
por unos minutos interminables, pero sabía que era inútil. Era un dolor que le
acompañaba desde el día que zarpó de las costas de Inglaterra. Y, posiblemente, la
costilla rota por ese problema que tuvo en Nueva Orleans. Pero no quería sentir lástima
de sí mismo, por lo que se convenció de que era el corazón roto. Miró de nuevo las flores
y, contra su voluntad, contra su mejor juicio, sus pies se movieron, primero un pasó luego
otro, y en poco tiempo estuvieron parados en el primer escalón. Solo unos cuantos pasos
separándolo del calor, del refugio, de ellos.
Subió el primer peldaño. ¿Le darían la bienvenida? Infierno, ¿lo reconocerían? El
siguiente paso era vacilante. ¿Qué pasaría si no lo hacían? Pues bien, al menos lo habría
intentado. Al menos sería capaz de verlos. Subió los siguientes dos escalones más rápido
que los dos primeros, sintiéndose como si lo arrastraran. No podría haberse detenido
ahora por ningún motivo. Corrió el resto de los peldaños. Y luego, estaba allí de pie
clavando los ojos en la puerta roja brillante, sin aliento y aterrorizado. Reconoció su casa
de inmediato. Lo sabía por esa puerta. Alcanzó la aldaba con su mano temblorosa. La

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presionó contra la fría y mojada puerta de madera. Parecía viva, superando el latido de su
propio corazón. Agarró las flores con más fuerza y llamó.

―¿Oíste eso? —preguntó Very a Wolf. Estaba sentada en su tocador, cepillando su


cabello. Preparada para la cama, vestida solamente con un camisón y bata. Miró el reflejo
de Wolf en el espejo, al otro lado del cuarto en una silla sacándose las botas. Él no solía
utilizar su ayuda de cámara muy a menudo por la noche, o ella a su doncella. Les gustaba
la intimidad de prepararse solos para la cama, solo los dos, como un viejo matrimonio.
Ella le sonrió cuando la contempló en el espejo.
―Oír, ¿qué?
Ahí estaba otra vez. Más fuerte. Hubo una urgencia en el sonido que por alguna razón
inquietó a Very. Otro golpe en la puerta. Se puso de pie y el cepillo cayó de su mano.
—¿Very? —Wolf se sentó sujetando la bota, mirándola preocupado.
—Dime que tú lo oyes. El golpe. ―Dios, no lo estaba imaginando ¿verdad? ¿Este no
era un tonto miedo que tan solo vivía en su cabeza? Se escuchó otra vez, y esta vez oyó
abrirse la puerta, unas voces se podían escuchar. Una voz. Fue hasta la puerta del
dormitorio y la abrió, no respondiendo la llamada de Wolf, sin ponerse las zapatillas o
atarse el cinturón de la bata.
Su corazón latía con fuerza mientras corría. Por favor, que sea real, rogó en silencio,
por favor, por favor, por favor.
Escuchó a Wolf gritando su nombre pero no podía detenerse, tenía que saber, ver. Las
voces abajo estaban ahora silenciosas. Dios, ¿las había imaginado? Voló por las
escaleras, y el pasillo, hasta llegar a la barandilla que daba al vestíbulo, agarrándose con
ambas manos, sin apartar la vista de la puerta, con esperanza.
Él alzó la vista. Su pelo estaba más largo, su rostro más delgado. Pero era él.
—Michael —dijo su nombre entre un sollozo. Su nombre rompió el extraño silencio que
sujetaba su control, mientras se mantuvo allí de pie, congelado, mirándola. Se dirigió
hacia la escalera con pasos lentos, sin parar, sus ojos nunca se apartaron de ella. Él
llegó. Se volvió entonces y tropezando en la escalera, desesperada por sostenerle, no
segura si esto fuese un sueño. Necesitaba tocarlo para asegurarse que era real. Tuvo que
aferrarse a la barandilla mientras bajaba. No podía ver los escalones. Estaba llorando, y
eso no era lo que quería que viera. Pero no podía parar.
—Very ―dijo, y su voz era poco más que un graznido desigual, como si también fuera
a llorar, y se apresuró, ella podía ver que, lo sabía.
Se reunieron en la escalera, y Very cayó en sus brazos. Él la cogió, la abrazó tan fuerte
que no podía respirar. No le importaba no volver nunca a respirar si lo guardara aquí.
Sentía la humedad de su ropa empapada. Ella simplemente envolvió sus brazos más
apretados alrededor de sus hombros, sus dedos escarbando por la tela mojada del abrigo
en su espalda.
―Very, Very ―continuaba diciendo, una y otra vez, su voz llena de asombro, dolor,
conmoción y alegría. Ella ni siquiera podía hablar sin sollozar. Comenzó a deslizarse
hacia abajo, con sus brazos envueltos alrededor, hasta arrodillarse en el peldaño por
debajo de ella, la mejilla presionada contra su estómago, los brazos alrededor de su
cintura, sus ojos cerrados. Estaba llorando, grandes sollozos que lo sacudían.

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Ella no podía romper su abrazo para levantarle o deslizarse abajo con él, por lo que
esperó. Pasó la mano sobre su cabeza, su cabello mojado resbaladizo fresco en su mano.
Ahuecó la parte posterior de la cabeza y presionó su mejilla contra su pecho. En cierta
forma parecía correcto, tenerlo acomodado allí, como un bebé.
En pocos minutos se calmó, frotando la cara contra ella, abrazándola.
—Vamos —susurró—. Ven. Debes ver a Wolf.
La miró entonces. Él era un lío hermoso, sus ojos rojos, las mejillas húmedas. Las
limpió con sus manos.
―Wolf. —Fue todo lo que dijo, pero podía oír lo que dejó sin decir, deseo.
—Estoy aquí. ―Se oyó la tranquila voz de Wolf por encima de ellos, en el rellano.
Michael se separó de ella, y fue todo lo que podría hacer para no agarrarlo y tirarlo hacia
atrás. Tambaleándose subió las escaleras hasta Wolf. Cuando lo alcanzó, simplemente se
quedaron allí mirándose el uno al otro, el aire alrededor cargado. Finalmente, Michael dio
un paso que lo llevó contra Wolf y bajó la cabeza hasta que su frente se apoyó en su
hombro. Eso fue todo. Solo un toque.
Las manos de Wolf colgaban flojas a los lados, pero tras el gesto de Michael las colocó
en sus hombros. Después de un minuto, pasó las manos por el cabello de Michael, se
apoderó de la cabeza con firmeza y presionando la mejilla a la sien. Sus ojos cerrados,
como si estuviera tratando de sujetar todo en su interior.
Very no se movió. Les dio ese momento, igual que Wolf le había dado el tiempo que
necesitó con Michael. El saludo de los hombres fue tan sometido, tan lleno de emociones
tácitas que rompía su corazón. Y luego Wolf abrió los ojos mirándola. La quería ahora, la
quería con ellos, y fue hacia ellos.
Sin palabras agarraron cada uno de los brazos de Michael y lo llevaron por el pasillo,
hasta las escaleras, por el mismo camino que acababan de tomar. Pero su urgencia ahora
fue de una clase diferente. Very tenía que besarlo, saborearlo, tenerle. Había esperado
tanto, tanto tiempo. Las palabras vendría más tarde, ahora no, necesitaba poner su
reclamación sobre Michael. Marcarlo así nunca los abandonaría otra vez.
Michael no se resistió en absoluto. Parecía como si estuviera en trance, con los ojos
saltando de Very a Wolf, dejando que lo llevaran donde quisieran. Al llegar al dormitorio
Wolf lo arrastró mientras Very lo empujaba por detrás.
 Entonces cerró la puerta, recostando la espalda contra ella, para prevenir su fuga.
Ella respiraba tan fuerte que se podría pensar que acababa de correr por todo Mayfair. No
podía creer que estaba aquí. Aquí mismo. En su dormitorio. No a medio mundo de
distancia, sino aquí.
―¿Son para mí? —preguntó, señalando al mustio y desaliñado ramillete de flores
marchitas en su mano.
Él las levantó y las miró con sorpresa, como si nunca las hubiera visto antes.
―Ah, sí —por fin respondió, y entonces él estaba sonriendo con sus magníficos ojos
azules brillantes, las mejillas rugosas y sus hoyuelos que salieron de improviso. Very le
sonrió y se quedaron así, él sosteniendo las flores, ella de pie como una idiota.
—Estás mojado. ―Wolf parecía tranquilo, pero Very, escuchó el temblor en su voz—.
Vamos a quitar esto. ―Alcanzó el cuello de la chaqueta de Michael.

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—Todavía está abrochada ―dijo, mirando a su alrededor buscando un lugar para dejar
las flores.
Very se echó a reír.
―Aquí. ―Las cogió, cuidadosa de no tocar su mano. Si lo hiciera, si tocara su piel,
estaría perdida. No se iba apresurar. Bien, no mucho de todos modos. Dando los pasos
necesarios para llegar al lavabo lanzó el ramo en la jarra de agua allí. Luego se volvió y
apresurándose a regresar con sus hombres. Wolf estaba bajando el abrigo de Michael por
sus brazos.
Había perdido peso, pero no músculos.
—¡Dios mío!, ¿qué has estado haciendo? ―preguntó Wolf al pasar la mano hacia
abajo por el brazo de Michael, una caricia lenta, apreciativa de sus bíceps a través de su
camisa mojada que lo hizo temblar.
―Nada. Todo. Ahora no. —La respuesta de Michael fue casi incoherente. Levantó los
dedos temblorosos a su camisa y tratando de tirar de las cintas de sus pantalones.
Very apartó las manos.
—Yo ―dijo con entusiasmo. Dejó caer las manos y ella le arrancó la camisa sacándola
por encima de su cabeza. Tropezando por la fuerza de su acción. Ella se rio
tímidamente―. Lo siento.
Él devolvió la sonrisa y apartó el pelo de los ojos.
—Todo está bien.
Parecía tan infantilmente encantador, tanto como su Michael que formó un nudo en la
garganta. Se acercó y pasó los dedos por los rebeldes mechones que seguían cayendo
sobre su rostro.
―Es tan largo. —Lo suficiente para cubrir su rostro por debajo de la nariz, y hasta la
mitad de su cuello en la espalda. Empujó el húmedo pelo detrás de la oreja.
—Nadie para cortarlo adecuadamente ―susurró—. Y nadie para preocuparse si lo
hacía o no.
A continuación ella puso las manos en su pecho. Las pasó sobre los músculos y la
estera de vello áspero que los cubría. Entonces dejó que sus manos resbalaran en torno a
él y abrazó su torso desnudo mientras lo besaba sobre su corazón.
―Me gusta mucho.
—Very. ―Su estómago apretado por todo lo que deseaba oír su nombre en sus labios,
tal como imaginó.
―Te quiero. ―Lo dijo incluso aunque fuera obvio. Pero había estado fuera tanto
tiempo. No la había visto desde que era una niña, demasiado joven para lo que ellos
querían hacer. Ahora había hecho todas esas cosas y más con Wolf, con su marido.
Inhaló un profundo aliento de su perfume, y parpadeó para contener las lágrimas—. ¿Has
recibido nuestra carta? ―preguntó sin levantar la vista, mirando atentamente su oscuro
pezón. El pequeño brote erecto en el centro. El círculo oscuro que lo rodeaba cubierto de
piel de gallina. Lo abrazó con más fuerza, tratando de calentarle. Luego lanzó un soplo de
aire caliente en el pezón y un estremecimiento atormentó todo su cuerpo mientras
enterraba una mano en su pelo.
—Sí —dijo con voz ronca. Se aclaró la garganta―. La recibí.

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Very frotó la nariz contra el pico tieso de su pezón. Él gimió, y ella levantó la mirada con
el rabillo de sus ojos y vio las manos de Wolf sobre los hombros de Michael,
amasándolos. Wolf era más bajo que Michael. No podía ver su rostro. Michael se
estremeció de nuevo y Very se preguntó qué estaba haciendo Wolf que no podía ver.
—¿Por qué te tomó tanto tiempo volver a casa? ¿Por qué no respondiste? ―Quiso
retractarse de las preguntas tan pronto como las realizó. No quería respuestas ahora
mismo. Solo quería a Michael. Las respuestas eran para más tarde—. No importa.
―Empezó a besar el tentador pezón, pero Michael apartó su pelo con cuidado entonces
no tuvo ninguna otra opción que mirarlo.
—Tomó un tiempo para que la carta me encontrara. Y luego... surgieron
complicaciones cuando intenté llegar a casa. Debes creer que regresé a Inglaterra tan
pronto como pude.
Parecía tan sincero y desesperadamente quería creerlo. Se odiaba por no confiar ahora
en él. Por eso no quería hacer preguntas. Ella sacudió la cabeza. Michael empezó a decir
algo pero la mano de Wolf se deslizó de su hombro para ahuecar su rostro y girar la
cabeza hacia un lado. Wolf salió de detrás y lo besó. Ninguna palabra, ni advertencia, no
pidió permiso o concedió. Solo lo besó.
Very sabía que habían sido amantes. Michael lo admitió justo antes de marcharse la
última vez, había dibujado un cuadro muy vívido de qué exactamente significaba eso. Una
imagen que Wolf había embellecido, para ella, el último año con absoluto detalle. Habían
fantaseado juntos sobre este momento, y Very sabía que Wolf deseaba a Michael tanto
como ella, que había echado terriblemente de menos a su amante. Sin embargo, no
estaba preparada para verlos besándose como los amantes que habían sido, y serían de
nuevo. Era fascinante... Erótico. Emocionante. Por un momento se olvidó de sus propios
deseos y se concentró en los suyos, esto hizo la anticipación mucho más emocionante.
No era un beso suave. Pudo haber comenzado de esa manera por una fracción de
segundo, pero solo se necesitó un instante para que los dos hombres se besaran con
absoluto abandono. Devorándose el uno al otro, con la boca abierta. Degustando sus
lenguas, mezclando sus alientos. Wolf se apoderó de los lados de la cabeza de Michael y
lo mantuvo en el lugar. Very podía ver lo ajustado de su control por los nudillos blancos de
su mano. La mano de Michael apretó su cabeza en respuesta, la tiró contra su pecho
hasta que su corazón palpitara debajo de su mejilla. Ella se acercó, insertando una pierna
entre las suyas al mismo tiempo, se metió entre las piernas ella y tiró de sus caderas con
su mano libre. Estaba duro, y donde Very se sentía despertada antes, ahora estaba febril
de deseo, húmeda y dolorida. Michael empujó aquella polla dura contra ella mientras
gemía en la boca de Wolf, Very no podía esperar ni un segundo más.
Bajo las manos y anduvo a tientas en los botones del pantalón de Michael, casi
rasgándolos. Metió las manos dentro y comenzó a empujarlos hacia abajo.
Michael agarró sus muñecas y la detuvo. Arrancó su boca fuera de Wolf con un jadeo.
—Very, no lo hagas —dijo con voz áspera—. Hablar. Tenemos que hablar primero.
Very sacudió la cabeza.
—No. Hablaremos más tarde. Ahora amar. —Michael parecía querer discutir, pero
también estaba claramente listo para hacer el amor. Very puso sus dedos sobre sus
labios. Tenía la intención de hacerlo callar, pero la suavidad de sus labios, la humedad de
su beso con Wolf la hizo cambiar de dirección―. Bésame ―susurró―, dame un beso,

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como ese. ―Sabía lo que quería decir, sabía que quería lo que le había dado a Wolf. Él
se quitó la mano de encima. Ella temía que iba a decir que no y exigir que hablaran. En su
lugar, se inclinó y le dio el beso que anhelaba.
Fue suave, como había comenzado a ser su beso con Wolf y no fue. Michael tomó un
sorbo de su boca, saboreándola como si fuera un manjar. Very lo permitió porque era
perfecto. Él era perfecto. Tenía miedo de esto, se percató. Asustada de que su sabor
fuera diferente, o actuar de manera diferente, que no sería lo mismo, que no sería el
mismo. Y no lo fue. Pero no de la manera que imaginaba. Tenía miedo de lastimarla.
Comprendió eso ahora, como ella lo tuvo hace dos años. Rompió el beso, alejándose
poco a poco, de modo que sus labios húmedos se aferrasen por un instante antes de
separarse.
―Solías besarme con la misma pasión que justamente diste Wolf. No tienes que tener
miedo, Michael. No me harás daño, no con esto. ―La miró a los ojos y la ternura y alegría
que vio mezclada con amor borraron todos sus miedos. Puso la verdad en su cara, en sus
ojos―. Ya no soy una niña. Soy una mujer, y sé lo que esto significa, y lo que quiero.
Confía en mí, por favor.
Él luchaba contra su cautela, y le dio tiempo para adaptarse a quién era ella ahora.
―Very ―dijo, obviamente, buscando las palabras. Sacudió la cabeza, incapaz de
expresar sus pensamientos. Apartando la mirada por un momento y apretando los labios
al cerrar con fuerza la mandíbula―. Lo siento ―dijo finalmente. La miró―. ¿Podrás
perdonarme?
―¿Por marcharte? Sí.
Negó con la cabeza otra vez, con rudeza.
—No. Por obligarte a crecer demasiado rápido.
Very se agarró de su cuello, estrujando con irritación.
―No seas idiota. No lo hiciste. Dios mío, cuando me casé con Wolf todavía era una
niña. ―Aspiró profundamente. No quería hablar de eso esta noche. Ella había caminado
por ese camino anoche con Wolf, y fue suficiente por un tiempo, gracias. Cerró los ojos,
admitiendo para sí misma que no quería ver la decepción en sus ojos cuando aprendiera
acerca de... acerca de ella. Abrió los ojos y con su mirada enojada se aferró al cuello de
nuevo y bajo su frente hasta tocar la suya, su otra mano sobre su corazón―. Tienes que
confiar en mí ahora, Michael. No soy esa niña. Soy una mujer adulta, y te quiero. Quiero
llevarte a nuestra cama y quiero mostrarte cuánto te he extrañado, y lo mucho que aún te
amo.
―¿Has tenido que casarte con él? ―la pregunta de Michael fue brusca e infeliz.
Wolf saltó desde donde observaba en silencio al lado de Michael. Se volvió caminó
unos metros y se detuvo, de espaldas a ellos con las manos en sus caderas. Su espalda
estaba rígida como un palo, los músculos tirantes de rabia. Se giró para afrontar a
Michael.
―¿Es eso lo que piensas de mí? Me acusas de arruinarla esa noche en la biblioteca,
porque me atreví a tocarla. Me atreví a quererla, cuando tratabas tan condenadamente
difícil de mantenerla pura y perfecta para un caballero blanco. Y yo soy el malvado
hombre que llegó para robar la virtud de la princesa. ¿Es lo que piensas que hice en el
minuto que te marchaste?

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―No ―gimió Michael. Se tambaleó hacia atrás y se sentó en el extremo de la cama


con su cabeza entre las manos―. ¿Estoy estropeando esto? ―miró a Wolf suplicante―.
Lo siento. No quise decir eso, no lo creo. Y no es eso lo que pensaba entonces. ―Aspiró
profundamente―. He tenido dos años muy largos para pensar por qué me fui.
Very esperaba con impaciencia para que él continuara, pero se quedó en silencio.
―¿Eso es todo? ―exclamó, echándole los brazos―. ¿En dos años todavía no lo has
descubierto? ―Saltó enojada. Cruzó de brazos y lo miró―. Es por eso que no quería
hablar.
Michael agachó la cabeza.
―Tenemos que hablar. Si hacemos primero el amor, más tarde puedes no ser feliz.
El miedo se apoderó de su pecho alejando su cólera. Corrió hacia él y se arrodilló
delante, sus manos sobre los muslos.
―Entonces no, no lo hagas. No hables nunca. No me importa por qué te fuiste. Solo
me importa que has regresado a nosotros. Por favor, Michael.
―Very ―dijo, cubriendo sus manos, sabía que iba a tratar de apaciguarla, como una
yegua asustadiza. Estaba cansada de ser tranquilizada.
—No lo hagas. —Su voz era dura y enojada—. No me trates así. —Se levantó,
disfrutando del hecho que él tuvo que alzar la vista ahora—. ¿Crees que no te he odiado
los últimos dos años? ¿Crees que no hubo veces que maldije tu nombre llorando hasta
quedarme dormida? —Giró en torno a un remolino de ropa y anduvo majestuosamente
alrededor de la habitación—. He estado andando en círculos sobre ti, Michael, y también
lo ha hecho Wolf. Esa noche, cuando nos abordaste, descubrimos algo hermoso entre
nosotros que intentaste manchar con tus acusaciones. Excepto que no podías, porque era
demasiado fuerte. —Se encaró con él, con las manos en las caderas—. Wolf ha sido mi
roca los últimos dos años. Mi campeón. Es la razón por la que no me he acurrucado en
una pequeña pelota y consumido. Le rogué que me tomara un centenar de veces, y cada
vez me dijo que no. Primero, porque te estaba esperando. Esperando por nosotros. —
Gesticuló entre los tres de ellos—. Quería comenzar como era su intención continuar, los
tres juntos. Pero tú ausencia, tú silencio nos cansaron, Michael. Y entonces... —no podía
proseguir.
Wolf se acercó lentamente envolviéndola con sus brazos desde atrás, así, ambos
afrontaron a Michael.
—Y luego nos percatamos que mientras todavía te amábamos y esperábamos tu
regreso, lo que teníamos era suficientemente fuerte como para mantenernos unidos y
construir un futuro sin ti —terminó por ella.
Michael lloraba. Se secó la nariz con el dorso de la mano, parecía un niño pequeño y
solitario abandonado fuera en el frío.
—Cuando me fui. Tenía la esperanza de que eso fuera lo que ibas hacer. Es por eso
que me marche. —Bajó la cabeza y miró su regazo—. Porque pensé que no era bueno
para ninguno de los dos. Quería esto —señaló débilmente igual que Very había hecho—,
y pensé que estaba equivocado. Pensaba que al alejarme podría darle a Very lo que
merecía, y estaba seguro que eras tú, Wolf.
—¿Qué? —Wolf tan asombrado como ella.
Michael inclinó la cabeza.

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—Y luego, tan pronto como subí a ese barco, comencé a cuestionar mi lógica. —Con
una sonrisa torcida—. He viajado un poco, alternando entre maldecir mi estúpido
comportamiento infantil y convencerme que tenía razón, y luego una cosa condujo a otra y
había estado fuera casi un año. Pero, pensaba en vosotros cada día y me preguntaba
dónde estabais, esperando que estuvierais juntos. Cuando me di cuenta del tiempo había
transcurrido... También me percate que era un tonto. Esto —señaló de nuevo y Very
sonrió—, es lo correcto. ¿No? ¿Todavía? —parecía tan esperanzador.
Very empezó a dirigirse hacia él, pero Wolf la retuvo.
—No sé. ¿Es así? —preguntó—. Tú eres el único que escapó de estar los tres juntos.
Ni Very. Ni yo. Aquí mismo, ahora, te queremos. ¿Te atreves a venir a nuestra cama o
no?
Michael se echó a reír.
—Creo que fue evidente hace unos minutos. Sí, definitivamente me atrevo a hacerlo.
Muy feliz. Pero, ¿todavía me quieres? Después de lo estúpido e irreflexivo he sido.
Wolf la dejó ir.
—Sí —le dijo. Cogió un pañuelo de su tocador y se lo llevó a Michael—. Aquí —recurrió
a Wolf—. Ven aquí y ayúdame a sacar sus botas. Uno de vosotros follándome por primera
vez con sus botas puestas fue suficiente. Las suyas están mojadas y sucias y me
preocupan las sábanas blancas.

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CAPÍTULO 07

Michael se echó a reír mientras se limpiaba la cara.


―Buen Dios. ¿De verdad estáis casados? ―Entonces recordó las palabras de ella―.
¿Wolf te folló con las botas puestas la primera vez?
Wolf se acercó y movió la mano para decirle a Michael que levantara el pie. Lo hizo y
Wolf tiró de su bota.
―Sí. Estamos muy casados. Y sí, en nuestra boda por la tarde no podía ni siquiera
esperar a sacarme las botas antes de que me enterrara dentro de ella.
Very divertida, dejó que su bata se deslizara por sus brazos al suelo. Estaba
prácticamente desnuda. Para todos sus besos y caricias antes de irse, él nunca la había
visto así. Ella estaba en lo cierto. Era toda una mujer.
―Mi pequeña amazona ―susurró―. Dios mío, eres hermosa. ―Y ella era, era el
sueño de todo hombre hecho realidad. Alta, esbelta, con senos llenos y los pezones de un
color delicado rosa que podía ver a través de la fina muselina de su camisón. Y sus
piernas. Eran interminables. Tuvo que cerrar los ojos y tragar con las imágenes en su
cabeza de todas las maneras que quería esas piernas envueltas alrededor de él. Había
pensado que sus recuerdos habían sido exagerados. Ahora se dio cuenta de que no le
habían hecho justicia.
―Ella es una amazona en la cama, también ―dijo Wolf, su voz oscura y seductora―.
Le gusta que sea duro y un poco áspero. Puede tomar lo que tienes que dar. Me toma así,
y me vuelve loco.
―Dios mío ―dijo Michael, volviendo sobre los codos para que Wolf le quitase la otra
bota. El pensamiento de Very y Wolf jodiendo duro y áspero, Wolf con sus botas en pie,
hizo palpitar su polla. Quería verlo. Tendría que haberlo visto. Debería haber estado aquí.
Habría llegado antes si hubiera podido.
Había sido sincero con ellos, hasta cierto punto. Pero él no les podía decir todo. Había
demasiado en juego. No había mentido cuando les dijo que había pensado en ellos todos
los días. Y él no había mentido cuando dijo que quería estar en su cama. Lo quería más
que nada. Abrió los ojos para ver a Very y Wolf que le observaban. El hambre en sus
miradas atrapó su respiración.
―Arriba ―dijo Very. Ella tomó su mano y tiró de él hasta su sitio. Luego puso sus
palmas de la mano en sus caderas y comenzó a empujar hacia abajo sus pantalones
mojados. Hizo una pausa con los dedos apenas tocando la cuerva de su culo―. ¿Estás
seguro? ―preguntó. Su voz era grave y sensual, la voz de una mujer. No había oído eso
en su voz antes. Fue… emocionante. Que suscitó que él supiera que ella tenía
experiencia ahora, que no era necesario ir con cuidado.
―Sí. ―Él agarró sus brazos y tiró de ella hacia él―. ¿Y tú?
Ella asintió, mordiéndose el labio, con la anticipación quemando en sus ojos. Michael
miró a Wolf.
―¿Y tú? ―Wolf sonrió. Esa sonrisa en particular, que reservaba para el dormitorio. La
que decía sin palabras que a él le gustaría comerle a la vez que le lamía―. Entonces, yo
soy tuyo. ―Empujó los pantalones hasta las rodillas y cayó de espaldas sobre la cama,
tirando de Very con él por lo que cayó encima de él y ella gritó en broma, aunque no lo

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suficientemente fuerte como para llamar a los sirviente―. Haced conmigo lo que queráis
―les dijo Michael, y lo decía en serio. Levantó la cabeza para capturar la boca de Very y
ella lo encontró a la mitad. Esta vez no se contuvo. La besó como había soñado besarla,
como debería haberla besado, cuando él había perdido tanto tiempo tratando de no darle
un beso. Cómo hubiera querido darle un beso cuando se quedó atascado en los Estados
Unidos.
Ella sabía divina. Caliente y húmeda y dulce, como menta. Ella sabía cómo besar.
Michael reconoció a Wolf en su beso. Ellos besaban igual. ¿Follarían igual? La idea le
hizo temblar. Quería que Very lo montara como Wolf lo hacía, rudo y duro. De pronto
sintió manos tirando de sus pantalones y levantó los pies de la cama para ayudar. A pesar
de que estaba desnudo, todo lo que podía sentir era la ropa de dormir de Very.
―Desnúdate ―dijo en medio de los besos―. Quiero sentirte en mí.
Very gimió. Se incorporó, a caballo entre sus muslos, y Wolf estaba allí detrás de ella,
ayudando a sacar su camisón sobre su cabeza. Lo hizo poco a poco, sus manos
empezaron en sus muslos y viajaron de sus caderas hasta las costillas y entonces sus
pechos eran visibles, desnudos al fin. Ella puso sus brazos sobre su cabeza y Wolf tiró del
vestido. Very bajó los brazos y apoyó las manos sobre el estómago de Michael mientras
sacudía la cabeza para sacar el pelo de sus ojos. Se dio cuenta de que estaba
conteniendo la respiración viendo su presentación y respiró profundamente, poniendo sus
manos sobre las de ella, frotándose las manos sobre su piel febril.
―Debería mirar, tocar, adorar, sé que debería. Pero, maldita sea, he esperado lo que
parece por siempre para estar dentro de ti y no estoy para pensar con claridad en este
momento ―admitió. Deslizó sus manos hasta el pecho, la obligó a tumbarse en él. Ella se
estiró, una viva, deliciosa manta lujuriosa de mujer, y Michael suspiró con una satisfacción
que nunca había conocido. Entonces ella se acurrucó contra él y su sexo húmedo
frotando sobre su polla y sacudió sus caderas, en busca de más.
Very asentó su boca en su cuello y lo besó. Él sintió su lengua pasando contra su pulso
acelerado y luego lo chupaba, duro. Él gimió y le agarró con sus dos manos llenas su
lujurioso trasero, moliéndose sobre él. Estuvo a punto de venirse en ese momento. Very
rompió el beso y gimió su nombre. La cama crujió y Michael miró con ojos aturdidos a
Wolf junto a él. Estaba desnudo también, y esto casi rompió a Michael. Wolf era más
delgado también, sus hombros gruesos con músculos que Michael no recordaba. Pero él
se acordaba de la fina capa de pelo rubio oscuro en su pecho, sus pezones rosados y sus
brazos elegantes. Era todas las fantasías que había tenido durante dos años, no, más que
eso, había admitido tanto para sí mismo y para ellos, y la realidad era que casi más de lo
que sus sentidos sobrecargados podían soportar. Había venido esperando
recriminaciones y rechazo y sin embargo, menos de una hora después de reunir el valor
para llamar a su puerta por fin estaba a punto de recibir el regalo que él pensó que había
tirado, el derecho a compartir la cama con estas dos personas, las dos personas que más
amaba en el mundo.
―¿Vas a estar ahí tumbado mirándome fijamente? ―preguntó Wolf, la diversión en su
voz subyacía con algo más, algo infinitamente tierno y precioso―. ¿O vas a follar
finalmente a mi esposa?
Very por encima de él se rio, el calor húmedo de su aliento de ruptura contra su cuello
mientras se sacudía encima de él. Se sentía su risa en cada centímetro de su cuerpo que
tocaba. Fue tan íntimo como el sexo. ¿Se habían reído antes? No podía recordar. No así.

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Siempre había sido tan grave entre ellos, la agonía de la emoción. Enterró sus manos en
el cabello de Very y la besó en el cuello, la mandíbula, los labios, incluso cuando se echó
a reír. Todos eran mayores ahora, más sabios. El amor no tiene que ser una agonía. En
su lugar, podría ser un bálsamo para todos los otros males que le aquejaban. Fue refugio
y seguridad, y el calor, y, sí, la risa.
Se dio cuenta de su mano acariciando su cabello, su esfuerzo por otro lado a lo largo
de su brazo. Quería cogerle la mano. Él se la dio, y entrelazó sus dedos con fuerza.
―Sí ―dijo sobre sus labios―. ¿Vas finalmente a follar conmigo? ―Él abrió los ojos
para verla parpadear encima de él.
―No ―negó con la cabeza y luego palideció con incertidumbre y el miedo que estaba
detrás de la risa de su rostro. Le tomó la mejilla y pasó el pulgar por encima de su labio
inferior―. Voy hacerte el amor al fin.
Very cerró los ojos y besó su pulgar y Michael se dio la vuelta, hacia Wolf, hasta que
Very yació debajo de él. Wolf se presionó en contra de sus lados. Very era un ángel con
un halo de pelo oscuro contra la ropa de cama blanca, su ángel, y él se inclinó y besó con
reverencia su pecho. Ella hizo un sonido alentador con un pequeño meneo que arqueó su
espalda ligeramente, ofreciéndose más, así que la tomó. Le chupó ligeramente el pezón,
pero tenía hambre de ella y chupó más fuerte, más profundo, envolviendo sus brazos
alrededor de ella, debajo de la espalda, tirando de ella hasta la cama, tomando y
tomando, chupando y degustando. Ella era sal y sudor y lavanda con un toque de canela,
y sabía a ambrosía para él.
Le tomó unos minutos escuchar por fin la voz de Wolf llamarlo por su nombre en voz
baja. Las manos de Very alrededor de la cabeza lo sujetaron a ella cuando ella gritó y
empujó debajo de él. Pero ella no quería desalojarlo. Ella lo quería dentro de ella. Él lo
sabía, con un instinto que pensaba que había perdido, una conexión que no había tenido
con nadie más, aparte de las dos personas en esta sala.
―Michael ―dijo Wolf. Estaba pasando la mano por la espalda de Michael desde los
omóplatos hasta la curva de sus nalgas, sus dedos apenas rozaron el pliegue allí. Luego
empezó otra vez. Michael encorvó su espalda, buscando ese toque a la vez que empujó
sus caderas en Very, metiendo su polla en el valle cálido y acogedor de su sexo. Ella
estaba caliente y húmeda, y lo quería a él. Soltó el pecho de Very y se quedó mirando la
punta hinchada, de color rosa con asombro. Él pasó la lengua una, dos, tratando de
calmarla y aun saboreándola. El maullar de placer que se le escapó fue como la chispa de
una llama.
Wolf introdujo poco a poco su mano entre Michael y Very y luego agarró la polla de
Michael en su puño, con firmeza, de la manera en que a Michael le gustaba que lo
cogiera, lo acarició.
―Wolf ―alcanzó a gritar con voz ahogada, sacudiéndose en el puño.
―Esto, Michael, ella quiere esto ―le dijo Wolf, apretando su longitud duro, deslizando
la mano por el hueco hasta que pudo frotar un dedo sobre la humedad de la punta,
extendiendo la prueba del deseo de Michael. Michael gimió y Wolf le mordió el hombro,
duro. Michael dio la bienvenida al dolor, recordó todas las veces que Wolf lo había hecho
en el pasado para lanzar a Michael al borde demasiado pronto, cuando él sabía que había
más y no quería que Michael se lo perdiera.

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―Sí ―exclamó Michael. Se fue en el agarre de Wolf otra vez―. Llévame allí, ―le
rogó.
Very arrastró su boca a la suya, evitando cualquier conversación más, y luego Michael
sintió a Wolf colocar su pene contra la apertura de Very y empujó dentro, tan desesperado
por tenerla que no lo hizo con delicadeza. Él era todo dolor de necesidad, buscando a
tientas y jadeando y dispuesto a confesarlo todo, nada, haciendo nada, solo no tener que
dejarla nunca. Apretó más profundo, jadeando con el aire cuando las calientes, húmedas
y ajustadas paredes de su pasaje lo apretaron y sintió la onda expansiva de su excitación,
sintiendo lo cerca que ella estaba, tan cerca como él. No estaba seguro de nada, excepto
la sensación de ella bajo él, rodeándolo, Wolf lo acariciaba y murmurando palabras que
Michael no podía oír ni entender, pero sentía en lo profundo. Empujó violentamente luego,
con miedo de dejarla, de empujar demasiado lejos, pero también entrando en el placer de
evitar que se moviera. Tenía que moverse, tenía que demostrar lo que sentía. Se estrelló
contra ella suficientemente rudo para mecer la cama hasta que chocó contra la pared, una
y otra vez.
Very sollozó una vez debajo de él y apretó cada músculo de su cuerpo, haciendo un
esfuerzo para detenerse, pero ella clavó las uñas en su espalda.
―No te detengas ―susurró―. Por favor, por favor, Michael. —Era suave y lleno de la
intensidad dolorosa de la unión y le hizo saber que no estaba solo en esto. Ella envolvió
sus piernas alrededor de sus caderas y sus brazos alrededor de su cuello y Michael supo
que no había nada en la tierra que pudiera apartarla de él. Pensó que ella podía estar
llegando, pero no podía parar, no podía elegir su placer separado del propio.
—Very —dijo, con voz temblorosa por la emoción. La besó. La besó y la besó hasta
que los dos estuvieron sin aliento y sintió las lágrimas en sus mejillas. Se sentía
demasiado bien. Él no podía durar—. Very, lo siento. —Él perdió su voz cuando su saco
creció ajustado y un fuego fuerte se inició en el coxis y se disparó a la raíz de su polla y
luego hacia fuera, y echó la cabeza hacia atrás y lanzó un grito de éxtasis mientras
llenaba a Very por fin.
No estaba seguro de cuánto tiempo se quedó tendido encima de ella. Cuando su
cabeza dejó de dar vueltas se alzó sobre los codos y se pasó una mano temblorosa por la
cara.
—¿Estoy respirando todavía? —Rodó fuera de Very tumbándose sobre su espalda.
Cuando pudo abrir los ojos otra vez, la barbilla de Very estaba apoyada en la mano que
tenía sobre su pecho y lo miraba con una sonrisa soñadora.
—Eso fue maravilloso. ¿Podemos hacerlo de nuevo?
Michael se rio débilmente y rodó sobre los dos, de modo que Very estaba contra Wolf y
Michael estaba escondido detrás de ella. Se enredó con la pierna de Very entre las
sábanas. Very empezó a frotar su pie en la pantorrilla de Michael y acariciaba el
estómago de Wolf. Vio que Wolf se extendía con placer.
—Necesito un poco de tiempo para recuperarme, mi amor —dijo Michael. Se inclinó y
besó el hombro de Wolf, le dio un pequeño mordisco, y envolvió su brazo por encima de
Very colocando su mano sobre el pecho de Wolf. En unos minutos se quedó dormido.
—Honestamente, no sé cómo lo hacéis —comentó Wolf con ironía—. Unos pocos
juegos de amor y estáis fuera como una llama apagada.
Very bostezó y apoyó la mejilla en su pecho desnudo.

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—Mmm, esto solo hace que mis huesos se sientan como la melaza. —Ya sonaba
medio dormida. Se acurrucó en el abrazo de Wolf con un suspiro de satisfacción y, así se
quedó dormida, también.
Él no durmió. Lo necesitaba, pero no pudo. Él simplemente estaba allí viendo a Very y
Michael dormir. En realidad sabían que ninguno de los dos iba a salir durante la noche.
Pero saberlo y creerlo eran dos cosas muy distintas. Trató de mantenerlos a ambos bajo
sus manos. Si los tocaba los sentiría levantarse, ¿no? Así fue como supo en qué
momento Michael se despertó. Solo había dormido una hora o dos, quizá tres. Era difícil
saber, ya que yacía en la penumbra, cuánto tiempo había pasado. Cuando Michael se
despertó se puso tenso bajo la mano de Wolf en su brazo. Él comenzó a sacudir el brazo
hacia atrás, golpeando algo era esa la impresión de Wolf. No estaba seguro de por qué
creía eso, pero lo hizo.
—Michael —dijo. Mantuvo su voz calmada, e incluso porque no quería despertar a Very
o alarmar a Michael. Funcionó.
Michael se relajó en el colchón con un suspiro de alivio. Luego se frotó la cara.
—¿Qué hora es? —susurró. Besó el hombro de Very, pero ella no respondió de
ninguna manera. Ella estaba demasiado cansada. Había sido simplemente demasiado
trastorno emocional en los últimos dos días. Mierda, los últimos siete u ocho meses.
—No sé —respondió Wolf—. La mitad de la noche, creo.
Very permanecía dormida, no movía ni siquiera una pestaña mientras hablaban sobre
ella.
—¿Ella siempre duerme de esa manera? —le preguntó Michael.
—Mmm-mmm —respondió Wolf. Se distrajo por el pelo de Very, que él cepillaba con
sus dedos, con cuidado deshaciendo cada enredo—. Especialmente ahora.
—Mira tu cara —le susurró Michael—. Dios mío, la amas.
Wolf lo miró sorprendido.
—Por supuesto que sí.
Michael negó con la cabeza.
—Lo siento, no quise decir nada con eso. Es solo que cuando me fui… —Él dejó el
rastro de pensamiento, pero Wolf comprendió lo que quería decir. Él y Very acababan de
descubrirse el uno al otro como amantes cuando Michael salió corriendo. Michael se dio
cuenta de que Wolf la amaba de una manera Michael no entendía todavía. Debía ser
desconcertante para él. Siempre había estado en medio, era el que los vinculaba a todos.
Pero ese no era el caso ahora. Wolf frunció el ceño. ¿Podría Michael aceptar este cambio
bastante fundamental en su relación?
Michael estaba viéndolo peinar el pelo de Very.
—Me gusta cuidarla así. Y a ti también —dijo Michael con suavidad. Se acercó y rozó
su mano sobre la parte superior de la cabeza de Wolf—. Te cortaste el pelo tan corto. Me
gusta.
Wolf lo miró y sonrió con alivio. Michael no parecía molesto.
—Me gusta el tuyo largo. No te lo cortes.
Los dos se rieron. Los brazos de Wolf fueron alrededor de Very y Michael cogió su
mano donde se apoyaba la espalda de Very. Se enroscó sus dedos y besó la palma de
Wolf.

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—Te extrañé. Demasiado.


La mano de Wolf cerrada en un puño y Michael lo dejó ir. Volvió a acariciar la espalda
de Very.
—También te extrañé.
Michael ladeó la cabeza.
—¿En serio?
Wolf se dio cuenta de que no había dicho demasiado esa noche. Había estado tan
absortos en sus propias emociones, y en las de Very, que él no había notado que Michael
no podía decirle lo que estaba sintiendo. Michael nunca había sido capaz de leerlo así.
Wolf suspiró y besó la sien de Very. Él apoyó la cabeza y miró a Michael con cautela.
—Sí, lo hice. Más de lo que sabrás. Y no quiero pasar por eso otra vez. Very no puede.
Ella no puede pasar por esto de nuevo. Especialmente ahora. —Wolf miró la mueca de
dolor de Michael con sus palabras. No le importaba. Había decidido no bailar alrededor de
los sentimientos de Michael nunca más.
—Lo has dicho antes, “especialmente ahora”. ¿Qué quieres decir? —Michael pasó la
mano por los lados de Very y ella se estremeció en sueño. Sonrió.
—Ella está embarazada.
Michael echó su mano hacia atrás.
—¿Qué? ¿Por qué no me lo dijiste? —Su sorpresa se convirtió en horror—. Dios mío,
¡yo fui tan duro! ¿le hice daño? ¿es por eso que ella está inconsciente?
Wolf sonrió de mala gana.
—Ella no está inconsciente, no en la forma que quieres decir. Ella acaba de dormirse,
lo cual es común en esta etapa del embarazo. Se ha estado quedando dormida
últimamente a todas horas del día. —Él le besó el pelo. Olía a Michael. Fue una sacudida
de la conciencia de él. Ella probablemente olería a Michael todo el tiempo. Él había
cambiado, pero su olor era el mismo. ¿Cómo era posible? Wolf sintió como si le hubiera
dado un puñetazo en el estómago por el maravilloso perfume de Michael y Very y el sexo
mezclados. Podía emborracharse con ese olor.
Michael todavía se veía sorprendido.
—Very. Embarazada. —Floreció una sonrisa en su rostro―. Very, embarazada. Con tu
bebé, Wolf.
―Sí, lo sé ―dijo, divertido, a pesar de sí mismo.
La mano de Michael fue suave, ya que se deslizó entre Wolf y Very ahuecando su
estómago.
―Creo que hay algo pequeñito aquí ―dijo con una mirada pensativa.
Wolf trató de no reírse demasiado alto.
―Dios, no dejes que Very te oiga decir eso.
Michael sonrió.
―Al parecer, he perdido mi capacidad de encantar a las damas.
―¿Seguro? ―Wolf hizo que las palabras fueran más una respuesta divertida en lugar
de buscar la pregunta que estaba tentado a hacer. No quería saber con quién había
intimado Michael en los dos años que estuvo lejos de ellos.

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―De todos modos, tú eres con el que va estar enojado ―advirtió Michael―. Tengo la
sensación de que quería ser ella la que me contara lo del bebé.
Lobo hizo una mueca.
―Tienes razón en eso. Pero no he perdido mi capacidad de encanto. Y ahora que
estás en casa, creo que pasará algún tiempo antes de que ella pueda enfadarse con
alguien.
Michael se acostó en su espalda para que Wolf solo pudiera ver su perfil. Era una hábil
maniobra que Wolf le había enseñado. Solo revelar un poco, ocultar el resto. Él no podía
haber escogido un mejor movimiento para poner en alerta a Wolf. Pero todo lo que dijo
fue:
―Estoy en casa, y no me iré de nuevo, si puedo evitarlo. ―Puso un brazo sobre los
ojos―. Estoy exhausto. No he dormido bien en las últimas semanas y no puedo expresar
una oración coherente. Por favor, Wolf. ¿Podemos hablar más mañana? ―Se dio la
vuelta y envolvió como una cuchara a Very, su brazo alrededor de ella, con la mano en el
lado de Wolf.
Wolf estuvo a punto de decir no, decidido a no proteger a Michael y el delicado
equilibrio de sus sentimientos nunca más. Sin embargo, se oyó decir:
―Por supuesto. Duerme. ―Supo que los viejos hábitos eran difíciles de abandonar.
Michael tiró de Very hacia él un poco, se inclinó y la besó en la ligera sacudida de su
estómago.
―Oh ―dijo Very adormilada, sorprendiendo a los dos―. Él te dijo.
Michael se acomodó tras ella, su mano en su estómago posesivamente. Ese toque
hizo que Wolf cerrara los ojos frente a un abrumador flujo de emoción.
―Él me dijo. ―La voz soñolienta de Michael llegó hasta él por detrás de Very―. Ahora
vamos a dormir, todos.

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CAPÍTULO 08

―¡Espera! ¿Qué estás haciendo? ―Michael se sentó en la cama tan rápido que se
sintió un poco mareado.
Very cerró la puerta del dormitorio y se apoyó en ella, con sus manos sosteniendo con
fuerza el pomo de la puerta.
―Acabo de poner la ropa en el pasillo. Necesita ser lavada.
Michael se pasó la mano por la parte superior de su cabeza, tratando de despertar. Se
podría decir que lo único que logró fue enredar más su pelo.
―No la pusiste en el pasillo. La tiraste. ¿Qué se supone que voy a usar? ―Miró por la
ventana. Seguía lloviendo, estaba claro que era tarde, por la luz grisácea que se filtraba
por las nubes y los sonidos de la calle.
―Nada ―le dijo Very. Lentamente giró su rostro hacia ella y la mirada que vio en sus
ojos hizo que su ingle se apretara, un destello de placer intenso mezclado con la
anticipación. Echó hacia atrás sus manos y la sonrió. La sonrisa que le dio a cambio
estaba cargada de deseo.
―¿Tienes alguna que ir a algún lado?
Él negó con la cabeza.
―No. Hablé con mi padre… ―Sacudió la cabeza otra vez, sin querer pensar en lo que
le esperaba fuera de estas puertas―. No.
Very frunció el ceño.
―¿Fuiste a ver a tus padres primero? ―Se mordió el labio―. Por supuesto que lo
hiciste. Lo siento. ―Ella sonrió superficialmente―. Hiciste lo correcto.
―Tuve que hacerlo, Very ―dijo en voz baja―. Ellos han estado tan preocupados como
vosotros. ―No mencionó otras razones más apremiantes por las que había tenía que
verlos en primer lugar.
Ella no respondió. No con palabras. En su lugar, lentamente se desató la bata y la dejó
caer al suelo.
Él la había visto desnuda la noche anterior, había sentido su cuerpo debajo de él, la
había sostenido mientras dormían. Sin embargo, eso no le había preparado para lo
gloriosa que estaba Very a la luz del día. Era alta, tan alta como Wolf. Cuando ambos
habían estado de pie junto a él la noche anterior lo había notado de pasada. No se
acordaba de eso. ¿Qué más había olvidado? No esto, no el exquisito cuerpo de Very.
Desnuda era una diosa, una pequeña amazona como siempre la había llamado. Sus
curvas eran generosas, quizá debido al bebé. Los senos y las caderas llenos, los grandes
pezones rosados, y un triangulo de pelo que ocultaba su sexo. No sabía por dónde
empezar a amarla primero, quería tocar y probarlo todo.
― ¿Será demasiado? ―le preguntó, tratando de ser un caballero, aunque era difícil—.
Si estas irritada o muy cansada de anoche, podemos esperar.
Desde la cama junto a él, Wolf se rio entre dientes. Era un sonido áspero, como si
estuviera todavía medio dormido.
—Para Very nada es demasiado. Acaba conmigo. —No sonaba como si se quejara.
Presumía más bien.

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Very caminó hacia la cama y se desvió hacia el lado de Wolf en el último minuto,
girando alrededor de la esquina con una mano en el adornado poste de la cama.
—Tal vez Michael no está a la altura para dejarme satisfecha —musitó. Wolf movió el
brazo que estaba sobre sus ojos y la mirada que la lanzó fue ardiente. Very se deslizó en
la cama y se arrastró hasta el cuerpo de Wolf, como un gato sinuoso. Situada sobre él,
apoyada sobre sus manos y rodillas, se agachó y humedeció sus labios—. Pero sé quien
lo hace. ¿No es así marido?
Wolf pasó una mano por su brazo, apartándola el pelo por encima del hombro.
—Bueno me costó un juramento —dijo suavemente.
Michael disfrutó de su juego. Él nunca los había visto así. Las palabras, el cortejo,
habían sido para Michael y Very. Wolf había sido siempre un observador silencioso y
estoico, su propio y privado público. Ahora Michael se encontró a sí mismo en esa
posición. Era desconcertante pero, de un modo extraño, también un alivio. No habría sido
capaz de soportar la carga de estar en el centro. Esa comprensión no era nueva. Lo había
averiguado mientras deambulaba por el Mississippi el año pasado. Apenas había salido
de las costas de Estados Unidos antes de que se diera cuenta de que no estaba huyendo
de ellos, sino de su propio miedo a no ser lo suficientemente fuerte para mantenerlos
juntos. Su tiempo alejado no había sido en vano. Había comprendido muchas cosas, la
más importante, que los amaba más de lo que había creído posible y que haría cualquier
cosa para ganar su perdón por haber huido.
Se dio la vuelta sobre su costado, apoyando la mejilla en su brazo doblado, para verlos
mejor. Quería verlos follando. Un escalofrío de emoción bajo por su espina dorsal ante el
pensamiento. Very besó a Wolf, lenta y sensualmente, los labios se deslizaron sobre los
de él antes de abrir su boca y lamer su interior. Michael podía ver todo desde donde
estaba, cada toque de lengua contra lengua. Prácticamente podía sentir sus suspiros de
placer en los labios.
Wolf frotaba los brazos de Very, pero se detuvo e introduciendo las manos entre ellos
acunó sus pechos. Cuando frotó el dedo sobre sus hinchados pezones haciéndola gemir,
Michael tuvo que refrenar su propia respuesta. Wolf besó a Very a lo largo de su
mandíbula mientras ella arqueó su cuello, los ojos cerrados, obviamente disfrutando de su
toque.
—¿Te gustaría que la jodiera para ti, Michael? —le pregunto Wolf en voz baja en medio
de sus besos. En respuesta, Very apretó sus caderas, frotando su coño sobre Wolf como
una gata en celo. Michael no se molestó en contener un gemido de placer ante la vista.
—Si —dijo ásperamente—. Quiero verlo. —Deslizó la mano sobre la espalda de Very
pero ella rehuyó su toque.
—Oh no —ronroneó ella mirándolo con los ojos entrecerrados—. Tú solamente
observa. Mira lo que hemos estado haciendo mientras estabas escondiéndote en los
Estados Unidos. —Ella rodó de la cama de repente y dio un tirón al abrir un cajón en la
mesilla de al lado de la cama. Sacó una corbata, larga y de color blanco brillante. Su
sonrisa era depredadora—. Allí —señaló ella—. Al lado de la cama.
—¿Qué? —preguntó confuso. Miró hacia donde ella señalaba y no vio nada allí.
—Ve de pie allí —le ordenó—, y agarra el poste de la cama por encima de tu cabeza.
Michael se quedó mirándola sorprendido. Seguramente no quiso decir lo que pensaba
que había dicho.

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—¿Vas a atarme? —le preguntó. Estaba sorprendido tanto de su propia reacción como
de sus intenciones. Estaba prácticamente temblando de emoción ante la perspectiva.
Una sonrisa malvada fue la única respuesta que obtuvo. Ella hizo un gesto hacia el
lado de la cama otra vez. Lentamente salió fuera de la cama y agarró el poste de la cama.
Very se deslizó sobre la cama y se puso frente a él.
—Más alto. —Ella empujó sus manos hasta que estuvieron sobre su cabeza, los codos
ligeramente doblados. Lo bastante alto como para inmovilizarlo, pero no lo suficiente
como para causar demasiadas molestias.
—Has hecho esto antes —comentó en voz baja.
Very le dirigió una pícara sonrisa.
—De una forma u otra —respondió de refilón.
Michael tuvo visiones de Very atando también a Wolf, o de ser ella misma atada
mientras Wolf hacia toda clase de cosas deliciosas con ella. Respiró hondo para controlar
su reacción, pero no pudo calmar su polla. Era difícil, y no sería feliz con solo ver nunca
más. Cuando Very terminó de atar sus manos, deslizó una uña hacia abajo desde el
centro de su pecho hasta el nido del pelo alrededor de su polla. Pero no le tocó de otra
manera y él sacudió sus caderas, tratando de empujarse en su mano.
Very retrocedió, moviendo su dedo hacia él como si fuera un niño travieso.
—Ah, ah —dijo—. Nada de eso.
—Very ven aquí —ordenó Wolf llamando la atención de Michael. Wolf había estado
sentado en la cama, con una pierna doblada, y el brazo envuelto en su rodilla mientras
observaba a Very atarlo. Ahora estaba apuntando a la cama entre él y Michael. Very
obedeció de inmediato, apartándose de Michael con impaciencia para sentarse donde
Wolf la decía. Michael no la culpó. Quería ver lo que Wolf iba a hacerle también.
—¿Vas a follar conmigo? —preguntó ella en broma—. ¿Por favor?
Michael se quejó en voz alta.
—Sí, por favor.
Wolf se echo a reír, un ruido sordo que hizo erizarse el pelo en la nuca de Michael.
Había tratado de imaginar que se reían en los últimos dos años, la risa le dijo que Wolf iba
a follarla duro y que le iba a encantar. Michael se había perdido esa risa.
—Sobre tus manos y rodillas otra vez —dijo Wolf a Very—. Frente a Michael.
Cuando Very se echó a reír, Michael no se sorprendió de encontrar que sonaba igual a
Wolf ahora. Y tenía el mismo efecto en él.
Very hizo lo que Wolf la dijo, colocándose frente a Michael con una sonrisa en su rostro
que no podía ocultar. Esto iba a ser tan divertido, atormentarle así. Y le encantaría cada
minuto de ello. Estaba tan duro que su polla estaba en pie, hacia arriba. O estaría si no
tuviera una pequeña curva deliciosa, de modo que la punta mojada señalaba un poco a su
cadera derecha. Y estaba mojado, tentador. Estaba tan excitado que Very quería subir y
empujarse sobre él, llenándose a sí misma con su hermosa polla.
—¿Qué sucedió? —Wolf alcanzó por encima del hombro y trazó la línea roja de un lado
de Michael.
Very había estado tan centrada en su polla que no lo había visto. Se movió adelante y
tocó la cicatriz con cautela. Michael se apartó y contuvo el aliento.

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—Solo una pelea en New Orleans, eso es todo —respondió demasiado casualmente—.
Estoy bien ahora.
Very apretó las manos. Él les estaba ocultando algo a ellos. No le importaba. No quería
saber. Todo lo que necesitaba saber es que estaba aquí ahora. Wolf empezó a decir algo,
a pedir a Michael más información probablemente, pero ella lo interrumpió.
—Pobrecito —murmuró ella, besando la cicatriz—. Me alegro de que estés mejor. —
Movió su boca hacia abajo y colocó un beso con la boca abierta a un lado de su polla y
Michael gritó, mientras empujaba contra su boca. Ella aspiró suavemente, y luego la mano
de Wolf estaba sobre su hombro, alejándola.
—Ahora querida —dijo pacientemente—, ¿creía que no habría contacto? —. El
chasqueó la lengua, y Very pensó que había una insinuación de castigo en la voz de Wolf.
A él le gustaba darle nalgadas, y ella siempre se venía cuando lo hacía. Le encantaba. Le
encantaba cuando la colocaba sobre sus rodillas y la palmeaba como a una niña traviesa,
follándola por detrás con uno de sus juguetes. Ella se estremeció y Wolf se rio—. ¿Vamos
a mostrarle a Michael como follamos, cariño? —murmuró en su oído, lo suficientemente
fuerte como para que Michael lo escuchara—. ¿Vamos a mostrarle todas las cosas que
quieres que te haga?
Very asintió con la cabeza, la boca seca, como si toda la humedad de su cuerpo
estuviera entre sus piernas. Como si la leyera el pensamiento, Wolf golpeó su muslo con
el suyo.
—Abre las piernas. —Ella hizo lo que le dijo, extendiéndose lo suficientemente amplio
como para que pudiera hacer lo que quisiera con ella. Lo deseaba todo, todo, mientras
que Michael miraba y quería estar con ellos. Wolf empujó suavemente entre sus
omoplatos—. Manos abajo —dijo en voz baja. Very obedeció, agachándose y colocando
sus manos con mucha precisión justo delante de Michael. Wolf mordió su trasero y puso
besos como plumas trazando el camino hasta su coxis, mojando con su lengua el sensible
hueco de la parte superior de su raja. Very estaba jadeando. Quería más. Quería que
fuera perverso, hacer cosas depravadas y decadentes con Wolf y Michael, todas esas
cosas que había fantaseado durante años.
—Wolf. —La voz de Michael, sonó estrangulada, suplicante. Como si fuera él quien
estuviera atormentando Wolf con su boca, cuando lo que realmente quería era su polla.
—¿Si, Michael? —preguntó Wolf masajeando más a fondo, tirando de sus nalgas y
dirigiendo su pulgar al valle entre ellas. Su dedo desaceleró y se frotó delicadamente
contra la estrecha abertura, inconscientemente, Very se abrió para él, el calor y el deseo
revoloteando con las sensaciones. Ella gimió.
—Wolf. —Esta vez la voz de Michael era más fuerte, gritando estrangulado su nombre,
como si fuera doloroso.
Los dedos de Wolf se deslizaron más abajo, sumergiéndose entre sus piernas. Le tocó
el montículo, su palma moliendo contra su apertura, mientras jugaba con su clítoris con el
dedo. Very gritó y se apretó contra su mano.
—Estás muy húmeda —murmuró—. ¿Te gusta esto? ¿Te gusta mostrarle a Michael lo
buena que eres? ¿Cuánto te gusta follar? —Antes de terminar de hablar le insertó un
dedo y Very se sacudió.
—Sí —gimió ella—. Enséñale. Fóllame. —Casi no podía pensar, estaba tan excitada.
Mas excitada de lo que nunca había estado. Michael había pensado que era una niña

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cuando se fue, pero ahora podía ver a la mujer en que se había convertido, una mujer a la
que le gustaba un hombre entre sus muslos, en sus labios y en su culo. Le gustaba joder,
todo lo que les daba placer. Se pregunto qué pensaría Michael y alzó la vista para ver su
reacción.
Él los miraba fijamente, con el rostro apretado de lujuria. Sus pómulos se destacaban
claramente, la barba matinal rubia oscura los enfatizaba. Sus labios eran delgados, y sin
embargo el arco en su labio superior se veía claramente definido. Quería trazar ese arco
con la punta de la lengua.
—Very —dijo con urgencia. Empujó sus caderas y ella se dio cuenta de que estaba a la
altura perfecta para su boca. Solo tenía que avanzar una pulgada o dos, inclinarse y
chupar fuerte. Él tensó la corbata que ataba sus manos, sus caderas tratando de disminuir
la distancia.
—No conseguirás aflojarla —dijo, las palabras lentas y espesas en la boca, su lengua
torpe por el deseo. Ella folló de nuevo el dedo de Wolf cuando lo clavó en su interior,
profundo y duro. Ella gimió. Sabía que no debía pedir a Wolf por su polla. Él solo se la
negaría y se burlaría de ella hasta que llorara de necesidad. Cuando estaba así él no
perdía el control.
—Wolf —rogó Michael. —Mírame, Wolf. Permite que me de lo que ambos deseamos.
—Se esforzó mas, tirando de la ya tensa corbata. Se deslizó una fracción, pero solo
apretó el nudo. Wolf la había enseñado como atar nudos. Michael gruñó con frustración.
—Inclínate hacia adelante un poco más —le dijo Wolf, acariciando su espalda mientras
seguía follándola con su dedo. Very hizo lo que la pidió, pero no más. Por un momento, la
cara de Michael brilló de triunfo, pero cuando ella se detuvo, sin llevarlo a su boca,
maldijo.
—¿Este es mi castigo? —preguntó bruscamente—. ¿Ser obligado a veros follar y no
permitirme ser parte de ello?
—Sí —respondió simplemente Wolf. Sacó su dedo lentamente y la respiración de Very
se atascó. En un momento, su polla estaba allí, y ella abrió aun mas las piernas,
presentándose a él como una perra en celo. Y no le importaba. Lo quería dentro de ella
en estos momentos. Él no la decepcionó. Se deslizó en ella, largo y lento, hasta que no
podía ir más lejos, enterrándose hasta la empuñadura. Very escuchó su respiración
pesada tras ella, en contrapunto con la de Michael, por encima de ella. Wolf agarró sus
caderas y se retiró, luego empujó de nuevo, obligándola a moverse hacia adelante.
Esbozó una sonrisa débil al darse cuenta de lo que estaba haciendo. Con cada
embestida, su boca se acercaba a la polla de Michael, pero luego se apartaba cuando
Wolf se deslizaba.
Michael se tensó hacia adelante, los músculos de sus brazos saltaban, sus caderas se
inclinaban con torpeza y sus labios le tocaron en el siguiente impulso de Wolf. El gimió.
—Está bien —dijo con los dientes apretados—. Pero creo que debes saber que esto no
es un castigo. Solo viéndoos a los dos joder me voy a correr.
—Mmm —fue todo lo que Wolf dijo mientras follaba a Very, manteniendo un ritmo
pausado que la llenaba y se sentía bien, pero que la mantenía al borde del clímax.
Michael se concentró en llegar a la boca de Very, extendiéndose hasta el límite, y ella lo
ayudó un poco. Se balanceaba hacia adelante un poco más con cada embestida y utilizó

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varias veces la lengua, lamiendo la polla de Michael. Él se estremeció en su atadura, cada


vez que lo sentía.
Wolf se detuvo dentro de ella, ya no empujaba, acababa de acomodarse
profundamente en ella, besándole la parte de atrás del cuello, acariciando su cabello.
Luego se inclinó y buscó en el cajón abierto de la mesa al lado de la cama. Saco una
botella pequeña y Very casi lloró de alivio.
—¿Síi? —susurró mientras le besaba la oreja. Ella asintió con la cabeza.
Michael se había dado cuenta finalmente de que Wolf no la estaba follando más.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó con voz ronca.
Wolf no respondió. En lugar de eso volvió a empujar y se retiró de ella. Michael se
enfrascó con la boca de Very de nuevo, hasta que Wolf abrió la botella y vertió una
pequeña cantidad entre las nalgas de Very. Michael se quedó helado. Wolf descansó un
dedo contra su entrada trasera, capturando el aceite y deslizando el pulgar dentro de ella.
Mientras ella gemía en el placer oscuro de esa penetración, Michael gritó, en estado de
shock o del deseo que no podía contener. Wolf empujó su dedo pulgar hasta el fondo y
empezó a follarla con la polla y el pulgar, deslizándose hacia afuera con uno mientras el
otro se deslizaba dentro, Very se sacudió ante el intenso placer que la doble penetración
le causaba.
Michael se puso frenético, tirando de la corbata. Finalmente tiró duro varias veces,
arrastrando el nudo por el poste de la cama hasta que un gran círculo en madera tallada
impidió que se deslizara más. Pero se había dado suficiente espacio como para subirse
en la cama, los brazos estirados por encima de su cabeza. Sus caderas estaban
directamente enfrente de Very, su polla, irresistiblemente atractiva frente a su boca. Very
no podía tocarlo, no salvo que Wolf se lo dijera. Ella dejó de moverse con Wolf, solo se
arrodilló allí, temblando, esperando a los dos dentro de ella.
—Hazlo Very —dijo Wolf—. Se lo ha ganado. —Sacó su pene y su dedo de ella,
mientras ella se inclinó y finalmente llevó a Michael a su boca.
Él sabía divinamente, a desesperación y depravación. Very había cogido ese gusto en
los últimos meses. Chupó profundamente en su boca y luego hizo una pausa, respiró
hondo y dejo que se deslizara abajo en su garganta.
—Very —exclamó Michael. Estaba tratando de verla, tan estirado que no podía mover
sus caderas para follarle la boca. Todo lo que podía hacer era inclinarse hacia ella y
dejarla hacer.
Wolf se quedo silencioso tras ellos, pero Very sentía su mirada, sentía su deseo en las
manos, que temblaban. Su respiración era entrecortada. Very lloraba para que se
moviera, la follara, pero no podía sin soltar a Michael y ella no haría eso. Estaba tratando
de tragarlo, pero su necesidad la estaba haciendo inepta y ella respiró fuertemente y con
dificultad. Y entonces la mano de Wolf estaba allí, en la parte posterior de su cabeza,
moviéndola en Michael a un ritmo lento y constante.
—Hazlo así —susurró—, como si lo hicieras para mí. Me encanta cuando haces esto
por mí.
—Quiero ver eso —gruñó Michael—. Quiero veros a los dos hacer todo lo que habéis
hecho juntos. —Cortó con un sonido ahogado la última palabra cuando Very se deslizó
hacia abajo y se lo tragó de nuevo—. Maldita sea. Maldita sea —susurró.

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Wolf vertió más aceite en ella, y ella esperó que deslizase su dedo nuevamente en su
entrada, pero en lugar de eso él empujo su polla contra ella, y ella hizo lo que él le había
enseñado, se relajó y empujó contra él, deslizándolo profundamente dentro de su
estrecho pasaje. Se quedó inmóvil en la polla de Michael cuando Wolf entró en ella, y
sintió que la polla en su boca se hinchaba ante lo que estaba viendo..
—Dios mío —susurró él.
Wolf se deslizó dentro y fuera y Very no podía dejar de temblar. Amaba esto, le
gustaba tanto. Era oscuro y prohibido, sensual y depravado, le encantaba. Cada
centímetro de él la follaba. Trató de seguir chupando a Michael, pero el placer era
demasiado intenso y todo lo que pudo hacer fue arrodillarse allí, con Michael en la boca y
Wolf en su culo.
Ella gimió, no lo podía evitar. Necesitaba más. Le encantaba la forma en que Wolf la
estaba follando, pero quería a Michael también. Los deseaba tanto en su interior, no en la
boca, sino en su coño y en su culo. Había soñado con ello y Wolf la había preparado. No
quería esperar más. Wolf lo sabía. Sabía lo que ella anhelaba. Pero quería oírselo decir.
Quería que Michael supiera, conociera y aceptara lo que ella siempre había querido, a los
dos dentro de ella, malditamente juntos.
—Dinos lo que quieres Very —dijo en voz baja. Él sintió un destello de satisfacción
cuando ella soltó a Michael, como si solo hubiera estado esperando su permiso. Él la
amaba, cuando jugaba así, tan sumisa, a sus órdenes. Él no la quería así todo el tiempo,
pero a veces se sentía tan correcto, como hoy.
—Os quiero a ambos —susurró, su voz áspera por la polla de Michael y sus propios
gritos. Un escalofrío le recorrió la espalda. Él había estado tratando duramente de
mantener el control, ya que finalmente tenían a Michael con ellos, viviendo una fantasía
que habían compartido en el pasado.
Very jugaba a estar bajo su control, pero Michael lo estaba, podía hacer lo que quisiera
con él ahora mismo, estaba tan indefenso y despierto. Si, Wolf quisiera salirse de Very y
follar duramente a Michael, probablemente le dejaría.
—Nos tienes —le dijo a Very, acariciando la curva de su espalda con el dorso de los
dedos.
Ella sacudió la cabeza.
—No, en mi interior. Quiero follar con ambos.
―Lo haces. —Wolf la presionó, haciendo que ella lo dijera. No era una niña. Sabía
pedir lo que quería.
—Te quiero donde estas —dijo con impaciencia—. Pero no quiero a Michael en mi
boca. Lo quiero en mi coño.
—Sí —dijo Michael, con el aliento entrecortado—. Hazlo, desátame. Me tienes, por el
amor de Dios, Wolf, por favor.
Wolf lo miró. Lo había estado evitando porque no era capaz de resistir la desesperación
de Michael. Era tan condenadamente irresistible cuando suplicaba, lo deseaba tanto que
haría cualquier cosa por él. Él y Very eran similares en muchos aspectos y este era uno
de ellos. Ambos podían ser reducidos a la mendicidad, si él lo quería.
Michael estaba desesperado, pero su desesperación convenció a Wolf. Había pasado
tanto tiempo, había esperado tanto para esto, para estar los tres juntos. No podía hacer

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esperar a ninguno de ellos un momento más. Se deslizó fuera de Very tan suavemente
como pudo.
—Wolf —se quejó ella, aferrándose a él, tratando de mantenerlo dentro—. No lo hagas.
No me dejes.
Wolf envolvió sus brazos alrededor de ella y el la besó en el hombro.
—Regresaré. Tengo que desatarlo.
—Debería haber pensado en eso antes de atarle de esa manera —murmuró ella.
—Lección aprendida —jadeó Michael. Deslizó sus rodillas hacia atrás hasta que pudo
conseguir equilibrarse de nuevo y luego se bajó de la cama. Wolf se arrodilló delante de él
y cogió el nudo. Michael no perdió el tiempo. Se inclinó y se pegó a los pezones de Wolf,
chupando y mordiendo.
Wolf se sacudió, y luego se apretó contra su boca.
—No sé si puedo conseguir deshacerlo mientras haces eso —dijo con un suspiro
tembloroso.
Michael se retiró.
—Necesitaba probar a alguien —dijo en tono de disculpa—. Mi boca ha estado muy
sola aquí.
Cuando el nudo fue desatado los brazos de Michael cayeron pesadamente a sus
costados e hizo una mueca.
—Voy a tener esta sensación por un rato.
Wolf le frotó los brazos con fuerza.
—Vamos, no los necesitas en este momento de todos modos. Solo necesitamos tu
polla.
Michael soltó un bufido de risa.
—Estoy demasiado dolorido como para ofenderme por eso. Mi polla es tuya. —Se puso
sobre la cama, solo que cayó sobre su cara, cuando sus brazos se negaron a apoyarlo.
Se dio la vuelta sobre la espalda y trató de arrastrar a Very sobre él. Ella le apartó las
manos y se subió encima por sus propios medios. Luego, apoyó su mejilla en su hombro,
su trasero en el aire. Su entrada estaba brillante, a la espera de ser llenada por Wolf otra
vez. Ella lo quería desesperadamente. Recordó la primera vez que la había tomado ahí,
no mucho tiempo después de casarse.
Lo había amado desde el principio. Siempre había querido lo prohibido. Había perdido
la cuenta de las veces que habían follado de esa manera, con un consolador en el coño y
Wolf en su culo.
—Oh si, cariño, lo sé —susurró Michael. Pasó una mano por sus muslos y sus nalgas,
apretando—. Puedo decir que me encanta. Me encanta. Él se siente bien, ¿verdad?
Wolf le miró con asombro, Michael nunca había querido hablar de lo que pasó entre
ellos con Very. La última noche antes de irse a América, él le había dicho a ella en
términos muy crudos como follaban, pero esto era diferente. Él admitía lo mucho que le
gustaba ser follado por Wolf. Los ojos de Michael se encontraron con él.
—Lo quiero otra vez —susurró—. Quiero sentirlo de nuevo. —Apartó la mirada y besó
a Very en la sien—. Pero primero tú. Quiero llenarte por delante y sentir el movimiento de

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Wolf por detrás dentro de ti. Quiero ser parte de ambos, parte de esto, al fin. Los tres
juntos como en el pasado.
Very hipó, y Wolf se dio cuenta de que estaba llorando. Había hecho eso últimamente.
Todo el mundo le aseguró que era por el bebe. Pero sus ojos estaban empañados
también. Porque era lo que todos estaban pensando, por fin, por fin juntos.
Very asintió con la cabeza, secándose los ojos con los dedos.
—Sí —dijo finalmente.
Eso fue suficiente. Wolf se movió detrás de ella y se deslizo en el interior sin más
preámbulos. Very jadeó y luego se movió, empujando hacia atrás contra él. Se tensó
alrededor de él, sujetándole. No iba a ninguna parte. Él se inclinó y enganchó sus manos
bajo sus brazos, tirando de ella hasta que apoyó la espalda contra su pecho.
—Ahora abajo —le dijo. Empujó una mano en los rizos entre sus piernas hasta que
sintió la entrada de su coño y luego sintió la punta de la polla de Michael en la palma de
su mano. La guío hacia abajo, sintió deslizarse la polla de Michael en ella a través de sus
dedos. El cuello de Michael se arqueó y cerró los ojos con una mueca de placer intenso.
Cuando Very empujo más abajo, Wolf tuvo que respirar profundamente al sentir la polla
de Michael deslizarse en ella a lo largo de su propia longitud ya enterrada.
Cuando él y Michael estuvieron plenamente en su interior, Very tembló tanto que no
podía mantenerse derecha. Wolf la bajó de nuevo, descansando sobre el hombro de
Michael y él enterró su mano en su pelo, besando su frente, sus mejillas, donde podía
llegar. Inclinó la cara de Very y la besó en la boca, devastándola, obligándola a salir de su
estupor de amor, haciéndola retorcerse sobre sus pollas. Se apartó del beso de Michael,
apoyándose con las manos en su pecho y empezó a joderlos.
—Very, Very —gritaba Michael suavemente, conteniéndose, dejándola dirigir.
Wolf estaba abrumado. Había tenido a Very para sí mismo hasta el momento, y sin
embargo, no podía lamentar compartirla con Michael. Era inevitable, la forma en que
estaba destinado a ser y siempre lo había sabido.
Había pensado que sería más frenético cuando finalmente llegaran a esa etapa. Pero
en cambio fue lento, un vaivén sensual de las caderas de Very que los llevaba más y más
alto. Sus movimientos presionaron y frotaron juntas las pollas de Michael y Wolf en su
interior. Sus nalgas rollizas abrazaban a Wolf en su interior mientras ella gemía al
sentirlos, y Wolf tuvo que morderse el labio para no venirse demasiado pronto.
—Sí —dijo Michael con voz estrangulada—. Vamos, Very. Llega con nosotros. Quiero
que te corras primero.
Wolf apretó su pecho contra su espalda, empujó las caderas hacia abajo un poco, para
alterar el ángulo de las dos pollas dentro de ella y Very lanzó un grito entrecortado desde
la parte posterior de su garganta. Él la agarró por las caderas y la apretó más aun cuando
se hizo cargo y la folló, frotándose sobre Michael. Solo tomó unos pocos golpes fuertes
para que se pusiera rígida entre ellos y lanzara un grito de entrega, su cuerpo tembloroso
cuando llegó al clímax. Su pasaje se apretó firmemente, ondulando sobre su polla, y le
tomó toda su fuerza para no llegar todavía.
—No te corras —ordenó a Michael—. No te corras todavía.
—Tengo que… —exclamó Michael.

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—No —ordenó Wolf. El agarró la mano de Michael y la apretó tan fuerte como pudo.
Michael golpeó la cabeza contra el colchón unos pocos momentos y tomo la mano de
Wolf, tan duramente que tenía miedo que se rompiera.
Cuando su punto culminante terminó, Very se relajó entre ambos, su respiración rápida
y difícil.
—Ahora —dijo ella—. Vamos, dádmelo.
—¿Qué? —preguntó Michael con voz torturada.
—Ella va a correrse de nuevo —le dijo Wolf, soltando su mano—. Ella siempre se corre
cuando llego.
—Ah, Dios —se quejó Michael. Puso sus manos sobre las de Wolf en su cintura y
comenzó a follarla con golpes más fuertes y constantes coincidiendo con Wolf.
Very quedo sin aliento.
—Sí —gritó ella.
Wolf supo el momento en que Michael se corrió. Podía sentirlo dentro de ella, cada
tirón de la dura longitud de Michael, el calor de su liberación. Con un último golpe, se
reunió con el, estremeciéndose en éxtasis cuando su propia liberación se apoderó de él. Y
justo como él había sabido que haría, Very se vino otra vez. Sollozó su nombre, se agarró
a los hombros de Michael y dejó que el placer se la llevara.

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CAPÍTULO 09

Michael se estaba muriendo de hambre. Estaba sentado allí con la bata demasiado
pequeña de Wolf, devorando el desayuno que un lacayo muy curioso le había servido.
Estaba relativamente seguro de que toda la casa se moría de curiosidad. Un tipo extraño,
desaliñado, aparece una noche de lluvia y luego el amo de la casa y su esposa le roban
sus ropas y desaparecen con él en su dormitorio durante dos días. A estas alturas las
lenguas se agitaban por debajo de las escaleras a través de Londres, pronto llegarían
escaleras arriba. Una vez que los ayudas de cámara y doncellas de las señoras tuvieran
tiempo para llenar las orejas de sus patrones con el cuento. Suspiró. Cuando se marchó
esa fue una de las razones por las que salió huyendo, las malas lenguas. Ahora todavía
se preocupaba por ello, pero era lo suficiente hombre para hacerles frente.
Se metió el último bocado de tostada en la boca y miró a Wolf a través de la pequeña
mesa. Estaba sentado con una bata de su talla, leyendo el periódico y bebiendo café.
Cristo, verlo haciendo algo tan mundano casi le hizo llorar de felicidad. Había tenido
demasiados desayunos solo, preguntándose lo qué Wolf y Very estarían comiendo,
haciendo, diciendo. Y aquí estaba él, tomando tostadas con ellos. Cerró los ojos por un
minuto, simplemente para saborear los sonidos del crujido del periódico de Wolf y de Very
tarareando por la habitación mientras bebía té y miraba la lluvia por la ventana.
Gracias a Dios por la lluvia. Los había mantenido dentro de casa los dos últimos días.
Sin visitantes, también. Fuera estaba demasiado oscuro y triste para pensar incluso en
aventurarse a salir de casa. Very tenía una mirada triste en su rostro mientras observaba
la calle. Era tan hermosa que hacía que a Michael le doliera el pecho. La recordaba como
la chica que había conocido años atrás, con su cara regordeta y el cuerpo floreciente. Le
había intrigado entonces, y en retrospectiva, Michael pensó que era porque él sabía que
se convertiría en la mujer de la ventana. Fuerte, hermosa, sensual, inteligente, todo lo que
cualquier hombre podría desear. Su pelo negro brillaba incluso con la débil luz que
traspasaba la lluvia, pero su rostro estaba en sombras. Se la veía misteriosa y sensual allí
de pie, la forma de su cuerpo una silueta bajo su diáfana bata, un retrato en distintos
tonos de gris.
Wolf hizo un ruido y Michael vio que él también estaba mirando a Very. Ella se volvió
hacia ellos y sonrió. Dejó su taza de té en el alféizar de la ventana y se estiró, sus brazos
por encima de la cabeza, mientras arqueaba la espalda y se ponía de puntillas, su cuerpo
una larga línea de mujer deseable y disponible. A pesar de que habían hecho poco más
que comer y follar durante dos días, Michael sintió que aún reaccionaba a la vista.
Wolf le tendió la mano y ella fue hacia él. Sin una sola palabra la empujo entre sus
piernas. Ella puso las manos en sus hombros y Wolf la acarició entre sus pechos con la
nariz, sus manos deslizándose por sus piernas subiendo su bata con ellas, exponiéndola.
Very se derritió con su toque. Wolf se detuvo cuando sus manos descansaron sobre su
espalda, justo por encima de ese delicioso trasero que Michael había estado adorando
durante dos días. Podía ver los mordiscos de amor estropeando la carne pálida, delicada
y eso enardecía su sangre al recordar cómo llegaron allí.
Wolf la giró hacia la mesa y se puso de pie detrás de ella. Miró sobre su hombro a
Michael y el aliento de Michael quedo atrapado en su garganta. Sí, pensó. Jódela para mí.
Aquí mismo. Aliméntame de su deseo y lujuria para el desayuno. Me muero por ello.

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Wolf deslizó sus manos por los brazos de Very y colocó las palmas de ella sobre la
mesa. Very respiraba con dificultad, todos lo hacían. Todavía no habían dicho ni una
palabra. No necesitaban hacerlo. Todos sabían lo que iba a suceder. Lo que querían que
pasara. Wolf se abrió la bata, pero no se la quitó. Era de terciopelo color burdeos, tan
sensual como Wolf, enmarcando su delgado y duro cuerpo perfectamente. Tiró
suavemente de las caderas de Very hacia atrás y ella contuvo la respiración, y Michael
sabía, solo sabía, que Wolf tenía un dedo dentro de ella, asegurándose de que ella
estuviese lo suficiente húmeda para tomarlo. Podía ser dominante en la cama, un poco
exigente, pero nunca era descuidado. Nunca le haría daño, no si podía evitarlo.
Wolf miró hacia abajo mientras flexionaba ligeramente sus rodillas, luego sus caderas
se sacudieron hacia arriba y Very gritó. El estómago de Michael bajó a su polla. Sintió una
gota de líquido escapar de la punta, caliente y mojada, e insuficiente. Con un gruñido de
satisfacción Wolf comenzó a follarla, lento y duro. Very se agarró al borde de la mesa y
apuntaló sus piernas, sus ojos cerrados mientras encontraba cada embestida con una
propia. Very no era follada. Ella follaba. Michael no se había percatado de que había una
diferencia hasta los últimos dos días. Ella lo adoraba, de cualquier manera que ellos
pudieran hacerlo, ella lo quería, una y otra vez. Wolf había estado en lo cierto, no había tal
cosa como demasiado con Very. Siempre estaba preparada, siempre dispuesta.
Esto era follar en su forma más elemental. Se trataba de la polla de Wolf en su coño y
lo bien que se sentía. Very se mordió el labio y sus mejillas se sonrojaron cuando los
empujes de Wolf se hicieron más duros, empujándola contra la mesa. Sus manos
resbalaron y Wolf se detuvo, su respiración como un pequeño fuelle. Deslizó una mano
por el cuello de la bata de Very, ahuecando su pecho en un asimiento apretado. Very se
estremeció. Entonces la otra mano se deslizo bajo la parte delantera de la bata, entre sus
piernas. Michael no podía ver su mano, pero su brazo se movía ligeramente y Very
gemía. Estaba claro que había encontrando el pequeño nudo de carne que hacía que
Very explotara como los fuegos artificiales.
Una vez que la tenía bien agarrada, empezó a follarla otra vez, su ángulo ligeramente
diferente. Very hacía pequeños sonidos eróticos en su garganta, un ronroneo gutural que
Michael había llegado a reconocer. Ella iba a correrse. Sus caderas ondulaban en el
agarre de Wolf, y la cabeza de Wolf se mecía hacia atrás sobre sus hombros, sus ojos
cerrados mientras la follaba más duro y más rápido. De repente se puso rígida, sus uñas
tratando de arañar la madera de la mesa. Cuando su orgasmo se desvaneció, sus ojos se
abrieron, soñolientos y sensuales. Miró a Michael cuando ella asintió con la cabeza. Él
sabía lo que quería. Quería que Wolf se corriera dentro de ella, para darle lo que ella
amaba, llenando su coño y hacerla correrse otra vez.
A Michael le dolía la polla, estaba tan excitado por lo que estaban haciendo. Por la
anticipación. Porque en cuanto hubieran terminado iba a follar a alguien. Tenía la
sensación que Wolf había organizado a quien antes de comenzar esta sesión de
desayuno. Michael amaba eso de él.
Cuando Very gritó, Michael sabía que Wolf se iba a correr. Wolf trató de mantenerse
jodiéndola, con un profundo gruñido en su garganta, hasta que tuvo que parar, envolvió su
brazo alrededor de su cintura y solo se agarró mientras se estremeció. Very tenía los ojos
cerrados de nuevo y parecía como si estuviera conteniendo el aliento, estaba tan
concentrada en el placer de su segunda liberación.

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Cuando ambos terminaron, se derrumbaron como marionetas a las que han cortado
sus cuerdas. Los brazos de Very temblaban y Wolf tuvo que levantarla de la mesa. Se
reían en voz baja, la cabeza de Very vuelta hacia Wolf cuando él la besó en la sien.
—Te amo ―le susurró él.
—Bien ―respondió ella sin aliento—, porque estoy locamente enamorada de ti.
―Bien —Wolf sonaba satisfecho. No, más que eso. Completo, como si las palabras de
Very fueran suficiente para él, suficiente para construir su vida. Michael comprendió que
era lo que él quería.
Tuvo que apartar la mirada. Esta fuera probablemente su última vez con Very y Wolf
antes de que tuviera que irse. Les había pedido dos días. Este era el tercer día. Vendrían
a buscarlo pronto, por miedo a que algo hubiera pasado. Él no iba a desaparecer. Lo
había hecho demasiadas veces en el pasado. No huiría de nuevo de sus
responsabilidades. Pero temía la reacción de Very y Wolf cuando les dijera que tenía que
irse. Regresaría tan pronto como le fuera posible, pero no tenía ni idea de cuánto tiempo
necesitaría para limpiar el lío que había traído con él de América. ¿Otros dos días? ¿Dos
semanas? ¿Dos años? Cerró los ojos, echándoles ya de menos.
Escucho el crujir de la ropa y miró para ver a Wolf guiando a Very hacia él con las
manos sobre sus hombros. La detuvo junto a la silla de Michael. Luego se trasladó detrás
de Michael.
—Levántate ―dijo suavemente.
Michael se levantó de su silla y Wolf se movió a su alrededor. Luego guió a Michael
como lo había hecho con Very, haciendo que volviera a sentarse en la silla de modo que
afrontara la habitación en vez de la mesa. Esto lo puso directamente delante de Very.
Sonrió a Wolf, alentándolo para todo lo que tuviera en mente. Disfrutaba de los juegos de
amor de Wolf, pero este era nuevo. Los movía como piezas de ajedrez, como creando
una pequeña viñeta para su propio placer.
Wolf se acercó a Michael y lo besó, una suave prensión de bocas, un rápido golpe de
lengua cálida y húmeda por sus labios, luego se fue. Desató el cinturón de la bata de
Michael y dejó los lados abiertos, dejando al descubierto su dura polla. Se retiró con una
caricia lenta en el pecho de Michael. Durante los últimos dos días, las burlas de pequeñas
caricias, y besos demasiado breves, eran todo lo que se le había permitido a Michael con
Wolf. Habían estado demasiado centrados en Very, y en estar juntos, los tres.
Wolf giró a Very de espaldas a él y abrió su bata como había hecho antes,
exponiéndola a la mirada de Michael. Sabía que no debía extender la mano y tocarla.
Wolf entonces se la llevaría. Esto era parte del placer, parte de la alegría de estos juegos.
Manteniéndose a la espera, esperando el placer de Wolf. Tenía la impresión por Very que
no era siempre así entre ellos. Sabía que no había sido así entre Wolf y él, antes de que
se fuera a América. Pensó que tal vez orquestando su rencuentro sexual era la manera
que Wolf tenía de tratar con el regreso de Michael y los cambios que esto traería a sus
vidas. Michael deliberadamente cerró esa línea de pensamientos. Solo pensaría en el
ahora, no en el futuro, ni siquiera en una hora a partir de ahora. Solo esto. Solo Wolf y
Very y en lo que ellos iban a hacer.
Wolf bajó lentamente a Very hacia el regazo de Michael. Antes de hacerla descender
extendió la mano y agarró la polla de Michael, con el objetivo de que entrara en Very
mientras se sentaba en su regazo. Tanto él como Very jadearon cuando Wolf sonrió.

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—Lo tenemos ―murmuró―, esto es perfecto. ―Se inclinó hacia atrás mirándolos,
como si estuviera examinando un cuadro que acabara de finalizar.
—¿Puedo tocar? ―preguntó Michael. Su voz era un poco irregular y se aclaró la
garganta―. ¿Por favor?
La sonrisa de Wolf se profundizó.
—Por supuesto.
Los músculos tensos de Michael se relajaron cuando sujetó las caderas de Very y tiró
de ella con más fuerza mientras apretaba profundamente. Ella se sentía tan bien, tan
caliente y húmeda con la liberación de Wolf todavía en su interior, cubriendo a Michael. La
levantó ligeramente, su polla deslizándose y sintió lo mojada que estaba, lo mojado que
estaba de ella, y empujo sus caderas, con ganas de más.
Very gemía, se retorcía en su regazo.
―Se siente tan bien —dijo ella con fervor―. Todavía estoy tan mojada por ti, Wolf.
Wolf miró hacia abajo su suave polla y la mirada de Michael también fue atraída hacia
ella. Wolf tenía un montón de pelo rubio oscuro alrededor de su polla, extendiéndose
hasta su estómago firme, sus pesadas pelotas colgando entre sus piernas. Incluso flácido
era impresionante. Michael podía oler el sexo en él, el semen mezclado con la crema de
Very, y su boca se hizo agua. Wolf dio un paso más cerca, como si presintiera lo que
Michael quería. Michael inclinó la cabeza hacia abajo y lamió el final de la polla de Wolf y
luego se las arregló para chupar la punta en su boca sin usar las manos. Le sabía tan
bien a Michael, como en casa. Wolf respiró profundamente.
—¿Es esto lo que querías, Michael? ―preguntó suavemente―. ¿Chupármela y follar a
mi mujer?
Michael no podía contestar. Las palabras se le atascaron en la garganta, porque, sí,
eso era lo que quería. Lo quería más que respirar o comer o el sol. Solo Very y Wolf, en
él, sobre él, de esta manera. Envolvió su brazo alrededor del muslo de Wolf,
manteniéndolo cerca, y deslizo la lengua alrededor de la punta de su polla, saboreando el
sabor de Wolf y Very juntos, mostrándoles lo que quería.
Wolf pasó lentamente la mano por el pelo de Michael. La caída del cabello sensual a su
paso hizo hormiguear la piel sensible de Michael.
—Muy bien, Michael ―dijo suavemente.
Very comenzó a moverse en él, sus manos en sus rodillas dándole el impulso que
necesitaba. Y así su baile continuó, hasta que Wolf se endureció en la boca de Michael y
Very tembló en su regazo, cabalgándolo frenéticamente. Y Michael estaba totalmente allí,
en ese momento, bloqueando todo excepto el gusto, el tacto y el sonido de ellos.
Very comenzó a convulsionarse y Michael tuvo que dejar a Wolf para aspirar aire,
luchando contra su propia liberación dentro del apretado coño de Very. Cuando ella dejó
escapar un suspiro de finalización, Wolf pasó los dedos por el pelo de Michael otra vez,
tirando de su cabeza hacia atrás.
―Me has puesto duro otra vez, Michael. ¿Qué vas hacer al respecto?
Como si fuera a dejar a Wolf de esta manera, como si no se muriese por el sabor de su
semen en su boca. Michael tomó con impaciencia la polla que Wolf metiéndosela en los
labios, chupándole hasta el fondo de su garganta.

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—Mmm, ―ronroneó Very, su cabeza se giró para mirarlos—. Me encanta mirarte hacer
eso. Es tan erótico y depravado.
Mordió la barbilla de Michael y acarició el pelo púbico de Wolf.
―Me encantan los depravados —murmuró ella, la voz amortiguada contra la piel de
Wolf.
Michael se rio entre dientes alrededor de la polla de Wolf en su boca y Wolf gimió.
―Sí, querida —dijo casi sin aliento—, nos hemos dado cuenta de eso.
Very se rio, el sonido bajo y sensual.
―No es un gran misterio. Ahora solo queda torturarlo y correrse. Se muere por ello. Y
yo también.
Era como si Wolf hubiera estado esperando su orden. Empujo una vez, dos veces,
follando la boca de Michael y luego enterró su polla en la garganta y se corrió con un grito
estrangulado. Sabia tan bien, tan caliente y salado, y como Wolf, Michael casi lloró
cuando se tragó todo lo que Wolf le dio. Y se corrió, se corrió con una intensidad que le
sorprendió y le cegó, hasta que vio las estrellas detrás de sus párpados y tuvo que luchar
por recuperar el aliento. Y cuando Very se corrió con él se rio con deleite.

—¿Me estás dando mi ropa? —preguntó Michael perplejo con el ceño fruncido.
Acababan de terminar la limpieza después del desayuno. Wolf ya se había vestido,
pero él y Very no lo habían hecho durante los últimos dos días, haciendo desfilar a
Michael desnudo para su disfrute. Personalmente, Wolf quería quedarse aquí en su
dormitorio otro día. Y luego quizás otro.
Vio que Very se mordía el labio indecisa.
—Bueno, es jueves.
―¿Por qué puedo tener mi ropa el jueves, cuando no podía tenerla el martes o el
miércoles? ―preguntó Michael, encogiéndose de hombros dentro de su camisa―. ¿Me
estáis echando?
Su voz tenía un sonido extraño, y Wolf lo miró fijamente. Pero Michael miraba hacia
abajo mientras se ponía los pantalones, su expresión oculta.
Very estaba delante alisando con la mano su abrigo que había colocado sobre un
brazo.
—Tenía miedo que te fueras otra vez ―dijo en voz baja.
Michael se quedó inmóvil, una bota en la mano. La dejó caer y abrazó a Very.
Ella se quedó allí abrazando a su abrigo, sus brazos cruzados defensivamente en su
cintura, presionando su cara contra la camisa de Michael.
—Querida ―susurró. Le tomó el rostro entre sus manos y la hizo mirarle. —No fue mi
falta de ropa que me mantuvo aquí. Eras tú. Tú y Wolf. Incluso con la ropa, me habría
quedado. ―Sonrió como un muchacho—. A pesar de que probablemente no las hubiera
usado.
Very cedió un poco y envolvió un brazo alrededor de su cuello. Sus dedos jugaron con
su pelo.
—¿De verdad? —preguntó en voz baja.

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Michael apoyó su mejilla contra la parte superior de su cabeza.


—De verdad.
Wolf comprobó su reloj.
―Os veré abajo. Very , será mejor que te vistas.
Rompió el abrazo de Michael, puso su abrigo sobre la cama y se acercó al armario.
―Lo haré. No te preocupes.
—¿Qué está pasando? ¿Vamos a alguna parte? —Michael se estaba poniendo una
bota por lo que se perdió la aguda mirada que intercambiaron Wolf y Very, la de él
interrogativa y la de ella alarmada.
—No —dijo Very rápidamente―. Solo abajo.
Michael se echó a reír mientras se sentaba. Inclinó la cabeza a un lado para apartar el
pelo de sus ojos. Había hecho ese gesto mil veces en los últimos dos días. Por alguna
razón Wolf lo encontró terriblemente erótico. Michael siempre había llevado el pelo corto.
Wolf nunca hubiera imaginado que le gustara así de largo. Había tenido dificultades para
mantener sus manos alejadas de su pelo los últimos dos días.
—No te cortes el pelo ―dijo de repente, sonando como una orden. Inmediatamente se
sintió avergonzado. Michael lo miró desconcertado y Very claramente se sorprendió por
su arrebato.
—De acuerdo —coincidió Michael amablemente―. No lo haré.
Wolf se limitó a asentir y luego se volvió y abrió la puerta. No miró hacia atrás cuando
dejó la habitación. Estaba preocupado. Very no quería que Michael se enterara de sus
temores, o incluso sobre Manchester. Ella no se lo había dicho, pero se lo había
imaginado, tanto por su comportamiento y las señales silenciosas como por la
oportunidad que surgió en la conversación para decírselo a Michael. Pero todos venían
hoy. Era jueves. ¿Cómo iban a reaccionar ante el regreso de Michael? ¿Le contarían ellos
los problemas de Very? Wolf no estaba seguro de lo que era lo mejor en esta situación.
Se lo tenían que decir a Michael, pero ¿tenía el derecho de hacerlo? ¿No debería ser
Very quien se lo dijera?
Las preguntas seguían arremolinándose por su mente cuando oyó a Very y Michael
bajando las escaleras juntos. Estaban charlando y riendo y los podía oír a través de la
puerta de salón abierta. La gente empezaría a llegar pronto. Estaba francamente
sorprendido de que ni Kate ni Sophie estuvieran ya aquí, pero el tiempo era terrible hoy.
¿Tal vez no viniera nadie? Suspiró mientras miraba fuera a la abundante lluvia. No, ellos
vendrían. Venían para traer vida a la auto-impuesta prisión de Very. Y ella quería que
vinieran hoy. Quería sorprenderlos a todos y lucir a Michael. Quería que vieran lo
equivocados que habían estado al creer que Michael no regresaría a ellos.
Wolf estaba preocupado por ello, también. No habían hablado absolutamente de nada
en los últimos dos días. Ni una sola palabra sobre lo que Michael había hecho en
América, por lo que se había mantenido alejado, o por qué finalmente regresó. Había
dicho que había recibido su carta, pero no había dicho que ese era el motivo por el que
había vuelto. Very no había querido hablar de ello tampoco. Y así, tanto él como Michael
habían permitido poner fin a esas conversaciones antes de que pudieran empezar.
Michael parecía aliviado por no tener que hablar de ello, y aquello solo aumento la
ansiedad de Wolf.

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Cristo, si algo llegará a suceder ahora, si Michael no hubiera venido para quedarse,
Wolf no creía que Very fuera capaz de soportar ese tipo de traición de nuevo.
Se volvió hacia la puerta con una sonrisa ensayada cuando ambos entraron juntos. El
brazo de Very entrelazado con el de Michael, las cabezas juntas mientras bromeaban y se
reían. Él la amaba. Wolf podía verlo. Podía ver cuán devoto era Michael hacia ella, lo feliz
que era por estar con ellos de nuevo. Lo sabía, cómo sabía su propio nombre. Michael
simplemente no podía fingir muy bien. No había cambiado mucho en dos años.
Michael se detuvo y miró a su alrededor con el ceño fruncido. Wolf lo vio tomar nota de
la bandeja de pasteles y sillas suplementarias en la habitación.
—¿Qué está pasando? ―preguntó con cautela.
Wolf tuvo que forzarse a sí mismo a no preguntar a Michael por su cautela. Tenía
derecho a ella. Lo habían mantenido en la oscuridad, no le habían dicho lo que
significaban los jueves. Su desconfianza era natural. Esto no ocultaba nada. Él no estaba
ocultando nada.
Very brillaba positivamente de placer. Solo la visión de ella, el brillo travieso en sus
ojos, que él no había visto en mucho tiempo, hizo a Wolf respirar más tranquilo. Había
estado en lo cierto. Michael había sido lo que ella necesitaba. Se lo dirían, pronto, esta
noche, insistiría en ello si Michael no se enteraba de ello hoy. Y entonces él podría
ayudarles a encontrar la manera de lidiar con los miedos de Very. Mirándola ahora era
difícil de recordar que ella se paralizaba de miedo ante la idea de salir de casa. Wolf tenía
la extraña sensación de retroceder en el tiempo, tres años atrás, antes de que Michael se
marchara, antes de Manchester, cuando estaba de pie como ahora mirando a Very y a
Michael bromear y atormentarse el uno al otro, día tras día
Very no respondió a la pregunta de Michael. En cambio miró a Wolf.
—¿Qué hora es?
Wolf sonrió de su entusiasmo.
—Realmente se están retrasando. El tiempo tiene la culpa, estoy seguro.
Very asintió y soltó el brazo de Michael para acomodarse en el sofá. Extendió su falda
a su alrededor, las manos cruzadas con recato en su regazo. Llevaba un vestido amarillo
dorado con cuello alto, que hacía que su cuello pareciera largo y delicado, como el de un
cisne. El color de su pelo oscuro y su piel luminosa hacía juego perfectamente. Sus labios
como bayas rojas y ligeramente hinchados de los besos de los últimos dos días. ¿Lo
notaría alguien más? se preguntó. Los diamantes en el anillo que le había dado como
regalo de bodas atraparon la luz cuando acarició su pelo, asegurándose de que estaba
perfecto. Ella era perfecta. Ella era todo lo que él había deseado y pensó que nunca
tendría.
Miró sobre su hombro y vio que Michael también la miraba. Atrapó una expresión
desesperada en el rostro de Michael antes de que se diera cuenta de que Wolf lo estaba
mirando y su rostro se quedó en blanco. El estómago de Wolf se anudo. Antes de que
pudiera preguntar lo que estaba mal, alguien llamó a la puerta principal. Michael se
sorprendió, y luego se giró hacia la puerta, asustado. Very no le vio. Solo se echó a reír
felizmente al escuchar a Jenkins abrir la puerta. Un aluvión de voces estallaron por toda la
casa, masculinas y femeninas, muchas de ellas quejándose en voz alta de la lluvia.
En lugar de aumentar el pánico de Michael las voces parecieron tranquilizarle. Sus
hombros cayeron con alivio y cerró sus ojos mientras exhalaba pesadamente, ¿un suspiro

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de alivio? Wolf se ponía más nervioso con cada momento que pasaba. Michael había
estado esperando a alguien más. Cada línea de su cuerpo, su expresión y acciones lo
indicaron. ¿A quién?
Kate entró primero, secándose la cara con un pañuelo.
—Estábamos muy cerca de dar la vuelta, querida —decía ella―. Los caminos están
inundados por este torrente. —Bajó el pañuelo, una sonrisa en su rostro, y luego vio a
Michael. Ella se heló, su cara casi cómica de incredulidad.
Jasón y Tony la seguían, discutiendo como de costumbre. Siempre estaban
discutiendo. Wolf sabía por qué. Estaban muy preocupados por Very, y se sentían
completamente indefensos, un sentimiento que odiaban, como Wolf. Cada vez que tenían
que venir aquí discutían. Jasón casi tropezó con Kate, que se quedó parada directamente
en su camino.
—¿Kate, qué demonios? —farfulló. Él miró alrededor y su rostro palideció.
—Kensington ―dijo rotundamente.
—Maldita sea. —Wolf miró hacia la puerta para ver a Derek Knightly parado ahí,
contemplando a Michael como si hubiera visto un fantasma.
―Has vuelto. —Junto a él Sophie e Ian Witherspoon tenían idénticas miradas de
sospecha.
Very se echó a reír, ajena a las corrientes subterráneas en la habitación.
—¿No estáis todos sorprendidos? —Saltó del sofá y fue hacia Michael, envolviendo su
brazo con el suyo y sonriéndole, perdidamente enamorada. Era tan vulnerable que hizo
doler el corazón de Wolf. Él amaba a Michael, parecía que siempre lo había amado. Pero
reconocía las debilidades de Michael. Very nunca pudo. Para ella siempre había sido
perfecto. Pero Wolf sabía de su capacidad de romper un corazón, el egoísmo
inconsciente de sus sentimientos. Y eso era lo que le había estado preocupando a Wolf
desde que miro hacia abajo y vio a Michael parado en la puerta hace dos días. Quería
creer que había cambiado. Quería creer que había vuelto para quedarse, para finalmente
aceptar lo que todos querían. Para estar con él y Very y hacer una vida juntos. Pero el
deseo de creer no lo hacía cierto.
Michael sonrió a Very, y la mirada en su rostro hizo mucho para relajar la tensión en la
sala. Parecía un hombre que había encontrado el santo grial, el final del camino, el
sentido de su vida. Parecía como si nunca dejaría su lado a menos que fuera arrastrado
con cadenas.
―Estoy sorprendido, aun si ellos no lo están. ¿Por qué no me has dicho que venían?
¿Cuándo organizaste esto?
—Sobre todo quería darte una sorpresa ―dijo ella. Besó su mejilla y luego apartó la
vista, mirando el suelo―. Ellos vienen todos los jueves, llueva o truene. —Ella miró
suplicante alrededor a sus amigos y familiares―. ¿No vais a decir hola a Michael?
Wolf sintió que sus miradas se deslizaban hacia él, pero se negó a encontrar cualquiera
de ellas, en cambio enfocó sus ojos en Very y Michael. Esto es lo que ellos querían. Los
demás tendrían que aceptarlo. Todos habían arremetido contra Michael durante dos años,
maldiciéndolo y condenándolo, pero solo delante de Wolf, nunca ante Very. Y durante dos
años Wolf había repetido lo mismo, que Michael volvería, a pesar de que en los últimos
meses había dejado de creer en ello. Y ahora, aquí estaba. Wolf deseó sentirse más
triunfante, deseó poder celebrarlo como Very lo hacía. Pero era un bastardo desconfiado,

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y el amor no negaba eso. Y sus amigos lo conocían bastante bien como para verlo si se lo
permitía.
—Por supuesto ―dijo efusivamente Kate con una sonrisa enorme―. ¡Kensington! —
Ella se precipitó hacia él y le presentó la mejilla, que Michael diligentemente beso—. Te
hemos echado terriblemente de menos, chico travieso. Y quiero oír todo sobre América.
¿Encontraste algún salvaje?
Michael se echó a reír.
―Solo desde que regresé a Inglaterra ―bromeó, echando un vistazo detrás de ella al
semblante sombrío de Jasón.
Kate soltó un bufido y azotó el brazo de Jasón con su pañuelo.
—Dile hola, Jasón.
―Hola, Jasón —dijo obediente. Sonrió abiertamente cuando Kate le golpeó de nuevo.
Todos se rieron, y la tensión pareció que se desvanecía de la habitación. De repente
todo el mundo estaba allí estrechándose las manos y riendo. Very miró a Wolf y la
felicidad en su cara fue casi su perdición.
Michael se sentía como si nunca se hubiera marchado. Todos estaban allí, todos sus
viejos amigos. Era un regalo precioso y no lo desperdiciaría. No estaba seguro de cuando
los vería de nuevo, por lo que hizo un recorrido por la sala y disfruto de su acogida. Pero a
su lado siempre estaban Very o Wolf. No estaba seguro de si fue su decisión o la de ellos,
y no le importaba.
Después de un rato se encontró solo en una esquina con Daniel Steinberg, Ian
Witherspoon y Wolf. Very estaba sentada en el sofá con Sophie Witherspoon a un lado y
Derek Knightly al otro. Very y Derek habían sido buenos amigos antes de que Michael se
marchara, y los tres parecían como si hubieran pasado muchas horas juntos como si
nada. En realidad, todos parecían cómodos, como si hubieran estado aquí muchas,
muchas veces. Se servían ellos mismos, y Simón y Jonathan habían sacado un juego de
ajedrez del gabinete y estaban concentrados en el juego.
Pensó que no habría mejor momento para sacar un tema delicado.
―Vi a Harry Ashbury ―le dijo a Daniel sin preámbulos.
Daniel apenas se estremeció.
―¿Lo viste? ―preguntó Daniel con calma. Ninguna pregunta adicional, no reveló nada
de sus sentimientos por su antiguo amante. Tomó un sorbo de su té. Su respuesta fue tan
de Daniel.
―En realidad, él y yo pasamos un poco de tiempo juntos ―dijo Michael, mirando a
Daniel buscando pistas sobre si debía continuar o no.
Daniel miró ligeramente interesado, lo que probablemente significaba que se moría por
saber más
―Lo encontré por casualidad, en Nueva Orleans. Acabamos pasando un invierno en
San Louis, bloqueados por el mal tiempo. Luego viajamos de vuelta a Nueva Orleans
juntos. —Había mucho más en esa historia, sobre todo después de que llegaron a Nueva
Orleans, pero ahora no era el momento para eso. Se detuvo, esperando alguna reacción.
Después de un minuto Daniel preguntó.
―¿Y cómo está?

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Michael no estaba seguro de cómo responder a eso, así que se quedó cerca de la
verdad.
—Ha cambiado mucho. Es mucho más duro ahora, y es bien conocido en Louisiana
como un comerciante y aventurero. Es socio en una empresa comercial con un salvaje
irlandés llamado Alec McCain. ―Michael hizo una pausa—. Ha perdido un ojo, que le
hace muy reconocible. Tuvo una pelea con un salvaje Pawnee hace varios años y apenas
salió con vida.
Daniel no dijo nada, solo se dio la vuelta y dejo su té a medio terminar.
―¿Realmente? Entonces debe ser una figura bastante romántica estos días.
—Preguntó por ti. ―Michael no dio más detalles. Le había prometido a Harry que no le
diría a Daniel las cosas que le confesó cuando estaba borracho. Estuvo muy borracho ese
invierno en San Louis. Ambos lo estuvieron.
—¿Está su esposa con él? ―preguntó Daniel con ironía.
―Sabes que no —contestó Michael bruscamente. Moderó su tono―. Pero Nigel
Hawthorne sí.
Daniel apretó los labios.
―¿Con Harry?
—No, más bien con McCain.
Esto claramente sorprendió a Daniel, e Ian también, que dijo:
―¿En serio? Entonces, ¿habla a Hawthorne de nuevo?
Michael asintió con la cabeza.
—Sí, aunque se guarde sus propios consejos tanto como McCain comparte los suyos.
—Sonrió con ironía―. Los dos están por lo general fuera de caza. América es un lugar
extraño estos días. Donde nadie piensa dos veces sobre un señor con título que se pasa
meses encerrado en una cabaña en la selva con un plebeyo, cazando castores.
Michael había estado tan concentrado en su conversación que había dejado de prestar
atención al resto de la habitación. Pero el silencio repentino llamó su atención y miró a
Wolf.
El otro hombre estaba mirando a la puerta, una expresión extraña en su rostro. A
Michael el corazón le dio un vuelco y se giró para ver que su pasado reciente le había
alcanzado.
—Lady Kensington está aquí, señora Tarrant —dijo el mayordomo con el ceño fruncido
—, buscando a su marido, Lord Michael Kensington.

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CAPÍTULO 10

La primera reacción de Michael fue a agarrar a Wolf del brazo y tratar de justificarse.
—Wolf, iba a decírtelo. Te lo juro.
Una explicación más detallada murió en su garganta, mientras Wolf le daba la espalda.
Había una mirada de resignación en su rostro, como si Michael hubiera cumplido sus
expectativas. No había shock, ni negación. Solo aceptada resignación de una traición más
de su parte. Eso cortó a Michael de raíz. Se volvió hacia Very, rogándola, pero por qué,
no estaba seguro. ¿Pidiendo su perdón? ¿Una oportunidad para justificarse? Pero,
¿cómo podía hacerlo? No aquí. No frente a todas esa gente. Simplemente, no podía
hacerlo.
De repente, Aurelie comenzó a balbucear en francés, asustada, fuera de sí, ante toda
esa gente, con ira en casi todos sus rostros, dirigida a él, y a ella. Ella no sabía que no la
harían daño. Ella no entendía nada. Ella se encogió contra la puerta, su mano extendida
hacia Michael. Había esperado demasiado tiempo. ¿Se había dicho a si mismo esa
mañana que tenía que regresar? Por supuesto, ella estaba preocupada y había pensado
lo peor. Apenas habían esquivado la captura en Nueva Orleans. Y luego la había dejado
en casa de su padre, en un país extraño, entre extraños, y desaparecido durante tres
días. Cristo, todos tenían razón. Era un bastardo egoísta.
Pero Very se limitó a mirarle curiosa, como si no entendiera lo que estaba pasando.
Michael se concentró en ella.
—Very, espera que te explique. Ahora no puedo. Pero tienes que entenderlo. —En
lugar de tranquilizarla, la súplica de Michael pareció hacerle llegar lo que estaba
sucediendo. Sus ojos se abrieron de par en par, y se puso en pie, tirando al suelo las
tazas que había en la mesa. Sophie y Derek se pusieron de pie, tratando de cogerla de un
brazo cada uno, pero ella se sacudió, soltándose. Michael dio un paso hacia ella, y ella
huyó, empujando a Sophie fuera de su camino, corriendo hacia la puerta. Pero Aurelie
estaba allí, observándolo todo, llorando, y mirando a Michael, implorante. Ella lo sentía.
Podía ver que ella lo sentía. Pero era por su propia culpa. Había sido culpa suya, por
quedarse allí demasiado tiempo.
Mientras Very se acercaba a la puerta, supo el momento exacto en que se dio cuenta.
Aurelie estaba bastante lejos, pero el bebé debía llegar en uno o dos meses. Very se
desvió de la puerta, deteniéndose en la esquina, con la espalda apoyada contra la
estantería, respirando con dificultad, como si le faltara la respiración, con las manos
protectoramente sobre su vientre. Michael se giró hacia Wolf, pero ya era demasiado
tarde. Wolf no tenía tiempo para él ahora. En vez de eso, se fue corriendo tras Very,
gritando su nombre.
Entonces Jason se plantó delante de Michael.
—Tú, pequeño bastardo —gruñó, justo antes de darle un puñetazo en la cara a
Michael.

Wolf cerró suavemente la puerta del dormitorio. Le había costado horas conseguir
calmar a Very. Una pequeña dosis de láudano había sido necesaria, finalmente, para
conseguir que se durmiera.

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Kate, Jason y Tony se paseaban por el pasillo. Wolf agradecía que se hubieran
quedado tanto tiempo. Necesitaba irse, pero solo un rato. No había tenido un momento
para asimilar lo que había sucedido. Había estado tan preocupado por Very. Pero ahora
que estaba dormida, tenía un dolor en el pecho que le dificultaba respirar. Miró a Kate.
—¿Podrías? —Indicó la puerta a su espalda.
Kate se acercó y le cogió de la mano, su rostro triste.
—Lo siento tanto —susurró, apretándole la mano. Suspiró y lo dejó ir—. ¿Está bien?
—Está durmiendo. Pero me temo que si se despierta, no estará mejor que antes.
—Si Kensington estuviera todavía aquí —gruñó Jason.
Wolf sacudió la cabeza.
—No. —Tomó aliento—. No en este momento. Cristo, no ahora. —Parpadeó, porque
las lágrimas comenzaban a brotar. Se dio la vuelta, dirigiéndose hacia las escaleras —.
Solo necesito algo de tiempo. Por favor. —No esperó respuesta. En vez de eso, aceleró el
paso, y prácticamente, corrió por la escalera.
Cuando llegó al final, se encontró a Sophie, estática en la puerta del salón, con el
ánimo por los suelos. Él le señalo las escaleras por encima del hombro.
—Sí, ve a verla. Por favor.
Ella no esperó más explicaciones, simplemente corrió hacia las escaleras. Se giró
hacia Wolf en el último segundo, y le echó los brazos alrededor del cuello.
—Oh, Wolf —le dijo entre lágrimas.
Él la apartó.
—Ve. —Ella subió las escaleras corriendo. El miró hacia arriba, y vio a Derek e Ian,
hombro con hombro, donde Sophie había estado un momento antes. No quería verlos en
ese momento, no quería ver a su complicidad, lo inseparables que eran. Agitó la mano en
su dirección, volviéndose, a ciegas hacia la parte trasera de la casa—. Tengo que... sí,
quedaros. Voy a... —Se alejó rápidamente, sin importarle si sonaba como un idiota.
Ni siquiera llego a su estudio. Se detuvo y se recostó contra la pared, en medio del
pasillo. Se deslizó por la pared, se dejó caer sin miramientos, sentándose en el suelo, y se
cubrió el rostro con una mano mientras las lágrimas ganaban Eso era todo. El fin de todos
sus sueños. Él los había tenido, y también Very. Sueños de que Michael regresaría, y
vivirían felices para siempre, como todos sus amigos. Por fin juntos. Soltó un bufido de
risa amarga, entre lágrimas. Los tontos cuentos de hadas eran para niños. Él era un
hombre adulto, y la verdad era que siempre lo había sabido, pero se había negado a creer
que esa clase de felicidad no era posible, no para la mayoría.
Ahogó un sollozo en la garganta, y se preguntó por qué se molestaba. No había
secretos en esa casa. Ya no, no ahora que Michael se había marchado. Y Very, ¿qué
podía hacer por ella? Esto era más duro para ella que para él. Nunca había entendido lo
que Michael era capaz de hacer. Ella no había querido escuchar, cuando la gente le decía
que no podía amarla de la manera que ella quería. Ella creía que él era el héroe de sus
sueños, y Wolf se lo había dejado creer. Sabía que ella podría destruirse a sí misma por
esta traición. Él no la había protegido. Debería haberlo hecho. Pero solo había pensado
en sus sueños y esperanzas, y tenía fe de que Michael lo convertiría en realidad. Nunca
había sido capaz de amar a Michael como ella, sin reserva alguna, con absoluta
confianza. Siempre se había frenado, incluso antes de que Very llegara a sus vidas.

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Porque Michael se había alejado de él. Había corrido todo el tiempo, durante la guerra, y
luego allí en Inglaterra. Había corrido y luego regresado arrastrándose. Y Wolf había
aceptado su regreso, por qué razón, no estaba seguro. Solo sabía que le quería y
necesitaba, y Michael le había dado lo que anhelaba, había llenado esos espacios vacíos.
Y Wolf creía haber hecho lo mismo por Michael. Hasta que se marchó otra vez.
Y ahora eran solamente Very y Wolf, y ella llenaba esos espacios vacíos. Él se lo daría
todo. Todo lo que tenía. La amaba de la misma forma en que ella siempre había amado a
Michael. Sin reservas, con confianza absoluta. La fuerza de su amor por Very le hacía
levantarse cada mañana, y apoyar la cabeza en la almohada cada noche con sueños para
el mañana. Ella era más fuerte de lo que creía. Conseguirían superarlo. Conseguirían
superar cualquier cosa. ¿O no? Como si no tuvieran ya suficiente, con el bebé y Very esta
imposibilitada para salir de la casa.
Lloró por todo lo que habían soñado juntos. Lloró por Michael, también, porque
realmente había creído que Michael quería ahora las mismas cosas que ellos. Pero nunca
había sido lo suficientemente fuerte como para hacer frente a esa clase de amor, a esa
clase de vida. Michael estaba atrapado en sus temores. Temor al qué dirán, el temor a
que fuera incorrecto amar a Wolf, quererle, quererlos a los dos, Wolf y Very. Temía
defraudarles y hacerles daño, y eso es lo que había hecho al salir corriendo. Y ahora
estaba atrapado en la miseria que se había buscado, casado con una mujer que no
amaba, y exiliado lejos de Wolf y Very. Su esposa era una víctima inocente del amor que
los tres compartían. Habían compartido. Nunca volverían a compartir.
—¿Wolf? ¿Hijo?
Wolf levantó la cabeza al oír la voz de Jason. Se acercó a unos metros, con Tony tras
él. De alguna manera verlos tan preocupados por él, no solo por Very, lo calmó. Reunió
cada pizca de orgullo que le quedaba, levantó la cabeza, y se sentó con la espalda recta,
con la espalda apoyada firmemente en la pared. Miró hacia el techo.
—Estoy bien.
Jason se acercó lentamente y luego se sentó en el suelo junto a él, colocando una
mano sobre su hombro, dándole un apretón.
—Todo va a arreglarse —murmuró—. Vas a superarlo. Nosotros ayudaremos.
Estaremos aquí.
Wolf se limpió la cara con las manos, y repentinamente, tuvo un vaso de whisky
delante. Levantó la mirada hacia Tony que se lo ofrecía, con el rostro ensombrecido por la
preocupación. Pasillo abajo, Ian y Derek se apoyaban en la pared, sin mirarle, con sus
bebidas en las manos.
―Algunas veces, Wolf, la vida es jodidamente dura —dijo Derek sombrío. Tomó un
trago.
Wolf dejó escapar una risa aguada, y se llevó el vaso a la boca.
—Sí —dijo con ímpetu, con la voz quebrada por las lágrimas. —Tan jodidamente dura.
—Se bebió el condenado vaso de un trago. Pero no consiguió ahogar las preguntas. ¿Por
qué? ¿Por qué se había casado Michael con esa mujer? ¿Y por qué no se lo había
contado a Very y a Wolf?

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―¿Dónde está, Daniel?


Wolf ni siquiera saludó a Daniel antes de pedirle información. Había estado pensando
un montón de cosas la noche anterior. Dormir había sido imposible. Very había dormido a
ratos y llorado en silencio, lo que asustó Wolf, más que nada antes. Quería despotricar
contra Michael y maldecirle, aunque perdiera la discusión. Pero no más silencio. Y con
cada hora que pasaba, su enojo hacia Michael crecía hasta sofocarle.
Había oído a Jason decirle en voz baja a Tony que Daniel no había dicho palabra sobre
lo sucedido ayer con Michael. No iba a pedirle a Jason los detalles. No quería que Jason
insistiera en ir con él, y lo haría. Y entonces le daría un puñetazo a Michael otra vez, y
Wolf nunca tendría respuesta a sus preguntas. Así que Wolf salió de la casa esa mañana,
cuando Very cayó en un sueño exhausto, y había ido allí, con Daniel.
Daniel coloco el periódico al lado de su té. Todavía estaba desayunando.
—Estás goteando en mi suelo —le dijo con calma a Wolf.
Wolf sacudió su sombrero, y las gotas de lluvia volaron. No se había quitado el abrigo
antes de entrar en el comedor, para consternación del mayordomo de Daniel, que incluso
ahora le miraba desde la puerta.
—Dímelo.
Daniel suspiró mientras se levantaba.
—Vamos. Te llevaré hasta allí.
Era una lluvia torrencial. No una suave lluvia de primavera. Un diluvio, con la lluvia
cayendo con fuerza, empapando a un hombre hasta la piel. El cielo estaba gris,
pintándolo todo con la misma luz de miseria. Se adaptaba perfectamente el estado de
ánimo del Wolf.
Caminó por la calle con un propósito. Necesitaba respuestas. Very necesitaba
respuestas. Tendría que haber insistido en que hablaran. Michael lo había intentado un
par de veces, pero Very le había cortado, y Wolf la había dejado hacerlo. Hoy iba a
conseguir respuestas.
―Tranquilo —dijo Daniel—, no va ir a ninguna parte.
―Bueno, no podemos estar seguros de eso, ¿no? Con su pasado es difícil pensar otra
cosa.
Daniel le agarró del brazo con fuerza suficiente para detenerle, y encararse al hombre
más bajo.
—No hagas juicios rápidos —dijo lentamente—. No tienes todos los datos.
Y en ese momento Wolf supo que Daniel lo sabía. Daniel lo sabía y él no. Y eso lo
enojó aún más.
—No, no los tengo. Porque al parecer Michael pensó que yo era lo bastante bueno
para follar, y lo bastante bueno para dejarlo follar a mi esposa, pero no lo bastante bueno
para compartir la verdad conmigo. —Retiró su brazo de las garras de Daniel—. ¿Vas a
contármelo? Porque está claro que él no lo hizo. —Daniel apretó los labios, pero
permaneció en silencio. Wolf se echó a reír con ironía—. Sí, eso creía. ¿Así que ahora
también le guardas secretos? —Él negó—. ¿Cómo has podido? Estuviste ahí. Viste lo que
pasamos, lo que todavía estamos pasando, y sin embargo, estas de su lado. —Dio un
paso amenazador hacia Daniel—. ¿Se lo contaste? ¿Le contaste todos nuestros
secretos?

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Daniel no retrocedió.
—Si te refieres a Very, no, no se lo conté. Pero tú deberías hacerlo.
—Tienes toda la razón, yo debería hacerlo —gruñó Wolf—. Porque él debería saber lo
que ha hecho. Ella está hecha una mierda por eso. ¿Crees que va a mejorar ahora?
Pueden pasar años antes de que salga de la casa. —Se mordió los labios y se volvió
bruscamente alejándose, caminando de nuevo. Su ira se fue abruptamente, dejando una
profunda herida en su lugar. Michael se había marchado. Otra vez. Y había dejado Wolf
para recoger los pedazos. Otra vez.
Daniel llegó a su altura, y caminaron en silencio varias manzanas, antes de que Wolf se
diera cuenta hacia de adónde se dirigían.
—¿A casa de su padre? —preguntó con asombro. Miró a Daniel—. ¿Por qué no me lo
dijiste? Sé donde es.
―Porque no creí que fuera necesario que estuvieras solo en tu paseo —respondió
Daniel, y Wolf se sintió como un bastardo desagradecido.
―Gracias —dijo con brusquedad.
Daniel estiró del cuello de su abrigo, apretándolo contra su garganta. La lluvia goteaba
desde el ala de su sombrero de copa alta, y en el de Wolf.
—Sin embargo, esta sanguinaria lluvia me ha hecho cambiar de opinión. Esperaré
aquí. —Se detuvo junto a una puerta medio oculta.
Wolf sabía que era una excusa. Daniel se había asegurado de que podía controlarse al
ver a Michael, e iba a esperar a que Wolf volviera de la casa. Lo que significaba que
esperaba graves daños de la reunión. Wolf casi se echó atrás, pero un vistazo a la
expresión conocedora de Daniel le bastó, respiró profundamente y cuadró los hombros.
—Sí, deberías hacerlo. También hay mucha humedad.
De repente, Simon salió de las sombras de la puerta de entrada. Wolf dio un paso
atrás, sorprendido.
—¿Qué diablos estás haciendo aquí?
Simon se limitó a sonreír.
—Pensé que podían estar sucediendo cosas aquí hoy, y vine.
Wolf frunció el ceño.
—Eso no parece una buena excusa. ¿No se te ha ocurrido algo mejor? —Se volvió, y
miró hacia la casa del padre de Michael—. ¿Por qué estás observando la casa?
Simon se desvaneció en las sombras, y Daniel lo siguió.
—Esperaremos aquí —dijo Daniel.
Wolf sabía que no iba a conseguir nada más de ellos. Los dos podrían ser tan
reservados como monjas cuando tenían en mente cualquier idea. Por lo tanto, se volvió, y
siguió caminando. El porche de la casa Marqués de Cheveton era visible bajo la lluvia,
unas cuantas puertas más abajo. Era difícil creer que Michael tendría ese título un día. En
todos sus planes, él y Very rara vez habían hablado sobre eso, de las obligaciones que
venían con un antiguo título como ese. La familia apenas tenía un penique a su nombre,
pero el nombre era suficiente. Se esperaba que Michael se casara bien, con una chica
con una buena dote, que llenara las arcas de la familia. Había sentido el peso de eso

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como un plomo alrededor de su cuello. Pero todos lo habían ignorado, como una vaga
molestia para ser tratada en algún momento, en un futuro indeterminado.
Cada paso se sentía como un pesado plomo sobre sus hombros, un paseo hacia la
horca. Él continuó más y más lento, hasta que se detuvo, al pie de los escalones de la
puerta del marqués. Era demasiado. No podía dar el primer paso. No podía llamar a la
puerta. Porque no quería enfrentarse a él. Las preguntas que se había estado haciendo,
de repente, ya no quiso conocer las respuestas. Se quedó allí, como un tonto, con el agua
cayendo sobre él, empapándolo hasta que se estremeció de frío, mirando hacia la
sombría puerta negra, sabiendo que Michael estaba tras ella.

Michael vio a Wolf a través de la ventana. Temía salir y hablar con él. Pero se veía tan
desolado, de pie bajo la lluvia. Y le habría costado armarse de valor venir hasta aquí. Él
nunca había venido por Michael antes. Él siempre había esperado. Esperado que Michael
regresara con él. Si hubiera esperado un poco más, Michael hubiera regresado esta vez,
también.
―No —advirtió su padre. Se acercó a Michael y cerró la cortina—. No puedes, no
todavía.
Cuando la cortina bloqueó la visión de Wolf, Michael sintió una irracional explosión de
miedo, como si Wolf hubiera desaparecido realmente. Dio media vuelta y caminó
rápidamente hacia la puerta.
—Tengo que hacerlo. Le debo demasiado.
―Michael —suplicó Aurelie desde la esquina donde estaba sentada, retorciéndose las
manos.
Michael no quería ver a su angustia en estos momentos. No quería tener que tener
cuidado con lo que hacía. Pero lo hizo. Se detuvo y la miró amablemente.
—No te preocupes. No voy a decirle nada. Todavía. Hay demasiado en juego. Pero
tengo que ir con él, Aurie, ¿no lo ves?
Ella asintió tristemente.
—Oui —susurró—. Esto no es por su culpa, o por la tuya. Ve.
Michael apretó el puente de su nariz.
—Aurie —dijo, pero no tenía nada que agregar. Ella estaba en lo cierto. Él no había
hecho cosas malas. En vez de eso, tal vez por segunda o tercera vez en su vida, había
hecho lo correcto. Pero nunca había creído que con su regreso lastimaría a Wolf o a Very.
Había sido torpe. Si hubiera esperado a verlos hasta que el trabajo acabara, entonces...
entonces tal vez le habrían perdonado y no habrían sido heridos. O tal vez no.
―Nos pondrás a todos en peligro —advirtió su padre, aunque su voz sonaba cansada,
y la reprimenda era poco entusiasta en el mejor de los casos.
Michael no le hizo caso, caminó con presteza, y abrió la puerta principal. Habían dejado
a los criados en el campo. Con poca gente allí había menos oportunidades de ser
encontrados. Sabía que era un riesgo salir a la calle. Pero no había visto a nadie vigilando
la casa durante más de una semana. Muy pocas personas sabían que habían dejado la
propiedad de Somerset, por lo que estaban a salvo en Londres, por el momento. Esa
seguridad fue lo que le impulsó a ir a ver Very y Wolf en primer lugar.

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Wolf le miró fijamente mientras bajaba las escaleras. Llovía otra vez. Lo había olvidado
en su prisa por ir hasta Wolf. No llevaba sombrero ni abrigo. Pero no le importaba. No le
importaba nada más que mirar a Wolf.
Cuando llegó a la calle, se detuvo frente a Wolf, y se miraron uno al otro. Michael
quería decir mil cosas, pero estaban encerradas en su interior. Algunas no podía decirlas,
y algunas no tenía derecho a decirlas, todavía no. Finalmente se las arregló para
encontrar el valor para susurrar.
—Lo siento.
Wolf no dijo nada. No tenía que hacerlo. El pesar estaba escrito en su rostro, e incluso
a través de la lluvia, Michael podía verlo con claridad. Los ojos de Wolf entrecerrados por
la tristeza y el cansancio. No había dormido la noche anterior. La lluvia caía por el ala de
su sombrero, casi oscureciéndole. Wolf se quitó el sombrero, sosteniéndolo a un lado,
mientras la lluvia empapaba su pelo corto, aplastándolo contra su cabeza. Michael se dio
cuenta de que su propio pelo, pegado a sus mejillas y frente, le goteaba en los ojos. Trató
de apartarlo, pero permanecía tercamente sobre su rostro.
Wolf se acercó y cogió con ternura los mechones de cabello sobre su mejilla
amoratada, y los apartó de sus ojos. Michael se inclinó hacia su toque.
—¿Very? —preguntó en voz baja.
―No —susurró Wolf. Dio un paso, alejándose de Michael—. No regreses otra vez.
Sus palabras fueron como un cuchillo en el pecho de Michael.
—Wolf, por favor, no —le rogó—. No digas eso.
Wolf negó, y estaba a punto de decir algo más, cuando una conmoción a su espalda
hizo que ambos se giraran para mirar calle abajo. Daniel y Simon estaban gritando, y el
grito de una mujer hizo eco bajo la lluvia.
—Very. —Wolf echó a correr antes de que Michael supiera qué estaba sucediendo. Le
costó un momento darse cuenta de que Wolf había dicho que la mujer que había oído era
Very. Se había caído en medio de la calle, y Simon estaba ayudándola a levantase. Ella
lloraba por Wolf. Michael corrió tras él. No se le permitió llegar hasta ella. Daniel lo agarró
y se lo llevó. Solo podía mirar como Wolf la sostenía entre sus brazos y la apretaba con
firmeza.
―No me dejes —le decía una y otra vez entre lágrimas—. Por favor, no me dejes. —
Tenía los brazos alrededor de Wolf, y se aferraba a su espalda con tanta fuerza, que
Michael pudo ver el blanco de sus nudillos. Ella estaba temblando y le castañeteaban los
dientes con tanta fuerza que era difícil entenderla.
Wolf había enterrado la cara entre su pelo y sus hombros temblaban. Estaba llorando.
—No lo haré —le dijo—. Yo nunca te dejaré.
Ella estaba empapada hasta los huesos. Cómo Michael, no tenía abrigo ni sombrero.
Su largo, oscuro cabello colgaba, empapándole la espalda, y húmedos mechones
tapaban la mitad de su cara. Su falda estaba empapada, negra de mugre por donde había
arrastrado por el suelo. Tenía los ojos cerrados, como si deliberadamente bloqueara a
Michael fuera de su vista.
Simon parecía tan afectado como Michael ante los signos evidentes de la angustia de
Very. ¿Había corrido todo el camino de su casa así?

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―Lo hiciste —dijo Wolf con lágrimas en los ojos—. Sabía que podías hacerlo. —Se
agachó y levantó a Very en brazos—. ¿Estás bien? Dios mío, Very, viniste. Viniste por mí.
—Él no miró atrás, a Michael, solo se giró hacia la casa con Very en brazos—. Sabía que
podías —dijo otra vez empezando a caminar—. Te amo. Estoy tan orgulloso de ti. —
Sonaba... feliz. Michael no entendía nada de lo que estaba sucediendo.
—Vamos —dijo Daniel en voz baja. Empujó a Michael, con una mano en su brazo,
hacia la casa de su padre—. Voy a explicártelo. —Michael no discutió, solo le miró
fijamente, intentando ver a Wolf y a Very todo el tiempo que pudiera. Daniel negó—.
Honestamente, vosotros tres sois peores que los franceses con todos sus secretos.
Michael se volvió y observó a Wolf y a Very alejarse, con la fuerte lluvia atenuando su
visión. Daniel tiraba de él, alejándole más y más de ellos. No podía escapar de su control,
y Simon montaba guardia a unos metros de distancia, observando a Michael y a las
figuras en retirada de sus amantes. Después ya no los pudo ver más, y volvió, con el
corazón dolorido, a la casa de su padre, y a Aurelie.

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CAPÍTULO 11

—¿Ella qué? —preguntó Michael con incredulidad. Seguramente había oído mal a
Daniel.
—No ha salido de casa hasta hoy desde el día en que se casaron ella y Wolf. —No
había entendido mal entonces. Llegó tras él y poco a poco se hundió en la silla a su lado.
—¿Por qué?
Daniel se encogió de hombros.
—El miedo, supongo. Después de la masacre en St. Peter´s Field en agosto, comenzó
a tener pesadillas. Todos asumimos que se le iba a pasar, pero no lo ha hecho.
—¿Masacre? —ahondó Michael.
Daniel suspiró.
—Siempre me olvida que no sabes nada al respecto —dijo casi para sí mismo. Se
sentó al lado de Michael—. Fuimos allí para una manifestación en pro del voto para todos
los hombres. Very es una firme partidaria del sufragio.
Michael afirmó con la cabeza.
—Si ya lo veo. Siempre fue defensora de los débiles o agraviados. —Se acordó de lo
enojada que había estado con la infancia dolorosa e injusta de su amiga Sophie. Había
estado a punto de matar a la terrible familia de Sophie. Siempre había sido tan feroz, tan
valiente. Pero había una nueva fragilidad en ella. Michael lo había atribuido al embarazo.
Pero eso no era todo. No lo era en absoluto.
Agarró del brazo a Daniel con un pánico repentino.
—¿Estaba herida? —Trató de recordar haber visto cicatrices y marcas en su cuerpo,
pero no pudo. Daniel negó con la cabeza y Michael fue capaz de respirar de nuevo.
—No pero el caballero que iba con ella, el capitán Macintosh fue asesinado. Murió en
sus brazos, tratando de protegerla.
Michael se paso las manos por el pelo empapado.
—Dios mío —susurró. Había visto el daño que un sable puede hacer a un hombre—.
¿Dónde estaba Wolf?
—Allí, conmigo y con Simón, en realidad. —La voz de Daniel era fuerte—. Fuimos unos
tontos en ceder y dejar que Very y Macintosh fueran más lejos y se adelantaran a
nosotros. Cuando la milicia cargó contra la multitud nos tomó por sorpresa. Wolf se
adelantó para encontrar a Very, y Simón y yo tratamos de rescatar a la gente que era
pisoteada.
Michael se estremeció y se envolvió a si mismo entre sus brazos. Sentía la fría lluvia
ahora.
—¿Qué tan cerca estuvo?
Daniel entendió la pregunta.
—Muy cerca. Tuvimos la suerte de que Macintosh estuviera ahí para defenderla, o
estaría muerta.
Michael se inclinó, con una sensación de malestar.

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—Wolf todavía se culpa. —No fue una pregunta. Podía verlo ahora. De manera sutil
Wolf había intentado proteger a Very durante el tiempo que estaban juntos. Debía haber
llevado la conversación más lejos, Michael debía haberle dicho las cosas, debería haber
insistido en hablar. Ahora era demasiado tarde.
—Sí.
Michael se sentó, una idea se le ocurrió.
—Me dijeron que todos os reunís los jueves. Es por Very, ¿no?
—Sí. —La respuesta de Daniel fue corta.
—Porque vosotros os culpáis también —dijo Michael con suavidad. Daniel simplemente
desvió la mirada y asintió con la cabeza.
—¿Qué he hecho? —susurró Michael con voz entrecortada.
Daniel se echo a reír, y estaba tan fuera de lugar que sobresaltó a Michael que estaba
al borde de la desesperación.
—Parece que la has conmocionado lo suficiente como para olvidar su miedo de salir
de la casa —dijo con una sonrisa irónica—. Algo que ninguno de nosotros ha sido capaz
de hacer. Tu aparente traición la empujó más allá del miedo y directamente a otro, a Wolf.
Michael se echó hacia atrás y apoyó la cabeza contra el respaldo del sofá, abatido.
—Wolf nunca la dejaría, al igual que ella nunca lo dejaría. Se aman demasiado. Mucho
más de lo que cualquiera de ellos ha sentido alguna vez por mí.
—Dios mío —Daniel arrastró las palabras—, yo pensaba que América iba a curarte del
melodrama, pero al parece que no.
Michael lo miro.
—Sabes que digo la verdad
—¿Qué nunca se dejarán el uno al otro? Sí, es verdad. —Daniel ajustó los faldones de
su abrigo y se movió en su asiento para hacer frente a Michael directamente—. Están
casados, Michael, en todos los sentidos de la palabra. Son mucho más adecuados que
cualquiera de nosotros. Sin Wolf, Very se hubiera hundido mucho más que con un simple
temor de salir de casa. Y ella es la única razón para la existencia de Wolf.
Cada palabra era como un cuchillo en el corazón de Michael. Había querido que fueran
felices, amándose unos a otros. Pero él no quería darles amor a las personas en su vida.
—Sin embargo, Michael —continuó Daniel en tono muy serio—, no te dejes engañar.
Han sobrevivido estos meses, es más, años, juntos con un pensamiento en la mente, que
volvieras a ellos un día. No se oía una palabra en tu contra durante tu ausencia. No
escucharon a sus amigos y familiares que les dijeron que nunca regresarías, que no
querías una vida con ellos. Apenas unos días antes de tu llegada a Londres Very me pidió
que contratara a alguien para ir en tu busca. Ya que no había oído hablar de ti después de
que enviaron la carta en que te informaron de su matrimonio, estaban convencidos de que
estabas en peligro. Nunca, ni por un día, dejaron de pensar en ti, o amarte.
—Hasta hoy —le susurró Michael, juntando las manos en la rodilla, bajando la cabeza
—. Wolf me dijo que no volviera de nuevo.
Daniel hizo un sonido de burla.
—No tiene todos los hechos. No ve más que un matrimonio que mantuviste en secreto
mientras te metías en su cama. —Michael miró a Daniel con el ceño fruncido—. Lo qué

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era, en el mejor de los casos, imprudente o en el peor de los casos, una falta de
escrúpulos. —Michael asintió con la cabeza, abatido—. Una vez que se revelen las
circunstancias de tu matrimonio y tu situación actual, todo estará bien.
—Me gustaría tener tu confianza. —Michael se levantó—. Tengo que cambiarme. No
estoy seguro de si la verdad será suficiente para ganar su perdón. —Dio unos pasos y se
detuvo, volviéndose hacia Daniel—. ¿Me has perdonado? —Era algo que le había
perseguido desde el día anterior. ¿Y si hubiera tirado por la borda no solo el amor de Wolf
y Very, sino la relación con sus amigos a causa de un malentendido sentido del honor?
Daniel quitó una pelusa de su chaqueta.
—¿Yo? No te he perdonado por derramar vino sobre mi chaqueta en Portugal hace
ocho años, difícilmente se puede tolerar ese delito, semejante atropello. —Michael sonrió
débilmente y Daniel continuó—. Estoy aquí ¿no? Y si me dejaras comunicarme con ellos,
los otros también vendrían. Estoy seguro de ello. Podríamos usar su ayuda.
Michael negó con la cabeza.
—No. No voy a ponerlos en peligro. He aceptado tu ayuda y la de Simón, estoy
agradecido por ello, pero nadie más.
—Bien —suspiró Daniel—. Yo te ayudaré a mantener a Aurelie y la seguridad del bebé.
No tengas miedo. Vamos a averiguar qué hacer. Y cuanto antes quede listo, mas pronto
podrás explicárselo a Wolf y a Very.
Michael sintió que las lágrimas pinchaban sus ojos, su alivio era tan profundo. Gracias
a Dios por la vigilancia incesante de Daniel y su insistencia para que le dejara ayudarle.
Con sus conexiones, Daniel podría hacer de Aurelie una princesa de Hasburgo si lo
deseaba, olvidando sus orígenes humildes.
—Yo simplemente no podía esperar —le dijo a Daniel—. Es egoísta y estúpido pero
tenía que verlos.
—Y eso es probablemente lo que hará que te perdonen —dijo Daniel con la mayor
naturalidad—. Si hubieras esperado hasta que las cosas estuvieran en orden, su amor
habría sido cuestionado. Pero debido a esa estupidez posiblemente has hecho que te
puedan comprender.

Very se miró en el espejo. Era un desastre. Su pelo deshecho y enredado y los círculos
oscuros bajo sus ojos parecían como si se hubiera delineado los ojos de negro. Estaba
muy pálida también. ¿No se suponía que las mujeres embarazadas debían rebosar de
salud? A menos que estuviera enferma como su amiga Maggie Neville lo estuvo. Había
estado de color verde durante varios meses. Very se detuvo y observó el estado de su
estomago. No, no tenía ganas de vomitar. De hecho, tenía hambre. Así debía ser. Apenas
había comido ayer después de que se fue bajo la lluvia a buscar a Wolf a su casa,
llorando y chillando como la esposa rebelde de un vendedor de pescado.
Suspiró y tomó el cepillo. Era muy práctica para hacer un melodrama extendiendo su
dolor. Era demasiado malo, ya que no quería revolcarse en él por largo tiempo. ¿Pero qué
ventaja tenía? No importaba cuanto tiempo se quedara encerrada aquí llorando, la gente
tenía el corazón roto y seguía con su vida. Tomó una respiración profunda,
estremeciéndose. Sus días de esconderse habían terminado. Puso el cepillo hacia abajo,
con una mano temblorosa antes de haber tocado una hebra de su cabello enredado.

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Sus manos frías se apretaban en su regazo mientras se miraba con tristeza en el


espejo. Estaba aquí entonces. El día que tanto temía. El día que arrastraría su patético
culo y reclamaría un poco de vida. Debía estar haciendo una gran cantidad de disculpas y
promesas de eterna gratitud por un rato, ¿no es así? Así que mucha gente se pondría de
su lado debido a su reciente comportamiento idiota.
Con un profundo suspiro, se levantó y se acercó a la mesita cerca de la ventana. Sacó
el papel y sumergió su pluma, apresurando dos notas antes de que pudiera cambiar de
opinión. Entonces llamo a su doncella.
Resueltamente volvió y se sentó frente al espejo, de nuevo. Recogió el cepillo y
comenzó a cepillar su pelo. Llamaron a la puerta y saltó.
—¿Sí? —dijo en voz alta. Sacó la lengua al mirarse en el espejo. Que tonta, pensó.
—Soy Betty, señora Tarrant —dijo la doncella en la puerta.
—Adelante —respondió, lanzando el cepillo con disgusto. Betty se asomó a la puerta,
nerviosa. Very señaló el escritorio—. ¿Podrías por favor pedirle a un lacayo que entregue
eso? Y luego vuelve y ayúdame a vestirme. No puedo hacer nada con este pelo. —
Frunció el ceño con fiereza ante el espejo.
La sonrisa de Betty era tan grande que casi eclipsa el alivio en sus ojos.
—Sí, señora. —Afanada agarró las cartas. Lanzó un vistazo a Very mientras corría
hacia la puerta—. Ya vuelvo, señora, haré lo que desea en un momento.
Very casi sonrió en el espejo. Bueno, eso sería un milagro, ya que no estaba segura de
lo que deseaba. Agarró el cepillo y trató de peinarse de nuevo. No había mejor momento
que el presente para averiguarlo, supuso.
Una hora más tarde bajo las escaleras, vestida, perfumada y preparada para hacer
frente a las tareas de enormes proporciones que tenía por delante. Oyó el tranquilo
tintineo de la plata y porcelana en la sala de desayuno y echó un vistazo al lacayo de
turno de la sala. Él asintió con la cabeza educadamente.
—El Sr. Tarrant está desayunando, señora —respondió a su pregunta silenciosa.
—Gracias —murmuró. Ante las palabras del lacayo el ruido en la otra habitación se
detuvo un momento, y entonces oyó el chirrido de una silla.
Wolf apareció en la puerta abierta, su rostro demacrado por la preocupación. Very
estaba inundada por la culpa. ¿Cuándo iba a dejar él de preocuparse? Probablemente
nunca, supuso pragmáticamente. Wolf se angustiaba por naturaleza.
—¿Very?
Ella sonrió y se sintió oxidada, como si la boca estuviera desacostumbrada a hablar
después de solo dos días.
—Buenos días, esposo —dijo alegremente—. Me muero de hambre.
Wolf parpadeó en estado de shock ante su tono de voz agradable, pero se recuperó
rápidamente. Extendió la mano y la llevó a la habitación.
—Pues bien, come. Eso es para lo que están los alimentos.
Very rio un poco.
—Sí, ya había oído ese rumor.
Wolf se sentó y ella le sonrió a Jenkins, que la miraba de cerca como una gallina vieja.
—Un poco de todo Jenkins, por favor ―le dijo―. Este bebé exige ser alimentado.

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Jenkins se sonrojó. Era muy fácil descolocarlo con la mención de temas tan privados
como los bebes y la crianza. Iba a disfrutar de ello en los próximos meses.
—Sí, señora —respondió él, y se dedicó a conseguir un plato para ella.
Cuando colocó el plato frente a ella, tocó suavemente su brazo.
—Lo siento Jenkins, por la forma en que corrí ayer. No fue mi intención asustarte.
Jenkins le acarició la mano torpemente.
—Eso está bien absolutamente, señora. —Su voz era dura—. Estoy seguro de que no
volverá a suceder.
Very rio.
—No, no, no. Te lo prometo.
—Bueno —dijo Wolf que estaba en silencio a su lado. Very comenzó a disculparse,
pero Wolf la detuvo con su dedo índice levantado en el aire—. No. Come primero.
Hablaremos más tarde —le dijo empujando la cuchara cerca de ella.
—Sí señor —le respondió humildemente.
Se aplicó con toda su mente en terminar su plato. Antes de que se diera cuenta se lo
había comido todo.
—Dios mío —dijo con un suspiro satisfecho—. Estaba delicioso.
Wolf había estado bebiendo su te, observando cada bocado que iba a su boca. Él
sonrió.
—Estoy seguro de que el cocinero puede hacer su mejor pan y salchichas después.
Very rio e indicó que quería más té. Jenkins le trajo una nueva taza.
—Gracias, Jenkins. ¿Nos disculpas unos minutos?— El mayordomo no lo dudó. Movió
los pies y cerró la puerta tras ellos. Cuando estuvieron solos Very se volvió a Wolf.
—Gracias.
Wolf parecía confundido.
—¿Por el desayuno?
Very negó con la cabeza, las lagrimas amenazándola. No quería hacer esto con
lágrimas, pero se habían convertido en su inclinación natural de la tarde.
—No… por todo.
—No tienes que darme las gracias. —Wolf deslizó su silla junto a la suya y puso su
mano sobre la de ella en la mesa—. Te amo.
Very estiró la mano para poder tomar con fuerza la de Wolf.
—Lo sé. —Ella se humedeció los labios—. Pero tienes que dejarme caer.
—¿Qué? —La mirada de Wolf era inconfundible. Él entendía perfectamente. Y no
quería hacerlo.
—¿No te das cuenta? —Very intentó no ser demasiado brusca—. Has trabajado muy
duro protegiéndome los últimos meses, por lo que has hecho innecesario para mí ser
fuerte.
—Very, yo…
Ella lo interrumpió.

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—Sé que no era lo que pretendías, pero fue lo que pasó. Lo que dejé que pasara. —
Suspiró—. Tengo que ser fuerte otra vez. Lo quiero. Tengo que aprender a estar por mi
cuenta, sin tu apoyo constante.
Wolf se llevó su mano a los labios y la besó en la parte posterior de la misma.
—Eres fuerte, nunca has dejado de ser fuerte. Solo necesitas darte cuenta de eso.
Ella negó con la cabeza suavemente.
—No, estás equivocado. Yo era débil. Estaba tan débil que no pensé en ti. Estaba
demasiado débil para estar ahí para ti.
—Este fue mi turno —dijo rápidamente—. Algún día me levantarás cuando caiga.
—Sí —dijo Very con vehemencia—. Es lo que quiero. Necesito saber que puedo
sostenerte. Tengo que ser lo suficientemente fuerte para apoyarte. No quiero que te
suceda nada, pero si lo hace, quiero estar preparada. Pero no puedo hacer eso si no
aprendo a asumir mi propia carga en primer lugar.
—Nunca dejé de creer en ti. —Wolf estaba tan serio—. Siempre he confiado en que si
es necesario, tú me sujetarás.
Esta vez Very besó su mano.
—Gracias.
—Viniste a mi ayer.
Very respiró hondo, estremeciéndose.
—Sí.
—¿Por qué?
Very miró hacia otro lado.
—¿Te arrepientes?
La risa de Wolf no era feliz.
—¿Sobre qué? Vas a tener que ser mas especifica.
—Oh, idiota —dijo Very entre dientes. Se obligó a mirarlo de frente. Aun se podía
contar con él—. Estás casado, sí, pero aun puedes estar con él. Y su nueva esposa. —
Ella ni siquiera sabía su nombre, y esperaba no saberlo nunca—. No te detendría.
Wolf levantó las cejas, con una expresión fría.
—¿No?
Very negó con la cabeza.
—Lo has amado a él primero.
Wolf se reclinó en su silla y miró hacia el cielo triste y nublado enmarcando la ventana.
—Como tú. —Volvió los ojos tristes hacia ella—. Esto no es lo que tú querías.
—Peor que idiota —se corrigió. Él le dirigió esa sonrisa ladeada, guiñándole un ojo,
haciéndola derretirse en el interior—. Eres un tonto si piensas que esto no es lo que
quiero.
—Entonces estamos igualados, porque eres una gran tonta si crees que sacrificaría
esto por nada, ni por nadie.
—Sí —agregó Very—, dos grandes tontos. —Apoyó el codo sobre la mesa y la barbilla
en su mano mientras contemplaba el día sombrío que había acaparado la atención de
Wolf hacía un momento—. Tenía que haberle permitido hablar.

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—Él debería haber insistido. Yo debería haber insistido.


Wolf sonaba tan culpable, Very forzó una sonrisa para él.
—Sí, asume la culpa. Me niego a que la asumas tú solo, aunque todos sabemos que él
es único para evitar la verdad.
—Vamos a echarle la culpa a él. No está aquí para defenderse.
Como chiste era un poco malo, pero rio de todos modos. Era mejor que llorar.
―O preocuparse.
—Él se preocupa.
Very escuchó el dolor de Wolf en esas dos palabras. Porque a él también le
preocupaba. Y por eso Very había bajado decidida a enfrentar sus miedos y vencerlos
hoy. Porque Wolf la necesitaba. No la había necesitado así siempre, cuando se habían
conocido. Pero su corazón estaba sangrando por todo el dolor que estaba tratando de
esconder, y solo ella podía detener el flujo y comenzar la curación.
Asegurarse de que no tuviera que preocuparse por ella nunca más era el comienzo.
—Todavía lo amo —dijo ella. Lo tenía que decir. En la oscuridad de la noche anterior
se había dado cuenta de que eso nunca iba a cambiar.
Se oyó un fuerte golpe en la puerta de entrada que se pudo escuchar incluso a través
de la puerta cerrada de la sala de desayunos. Wolf comenzó a levantarse alarmado, pero
Very lo detuvo poniendo una mano en su muslo.
—No te preocupes —lo tranquilizó—. Los estaba esperando.
—¿A ellos? ¿Quién? —Wolf lentamente volvió a sentarse.
—Tengo un montón de agradecimientos que hacer —dijo con una sonrisa irónica. Ella
lo señaló—. Fuiste el primero. Estos son los segundos.
La puerta se abrió y Sophie se precipitó dentro.
—¡Dios mío, Very! ¿Estás bien?
—Estoy bien —dijo Very con voz risueña—. ¿Por qué no iba a estarlo?
Derek e Ian entraron tras Sophie, Jenkins mirando a sus espaldas. Cuando vio la calma
asentada ahí, Derek se apoyó contra la pared con la mano sobre su corazón.
—Envejecí diez años en la última media hora —declaró. Señaló a Very frunciendo el
ceño—. No nos hagas esto de nuevo. Podría retorcerte el cuello.
Very alzó las manos en el aire.
—La nota decía que si podíais venir esta mañana, si os venía bien ¿Qué hay de grave
en el mensaje?
—Nada —declaró Ian—. Pero me ha tocado vivir con los dos bobos más grandes de la
tierra, que estaban convencidos de que estabas en la repisa, escribiendo notas de
despedida antes de saltar.
Very nunca había amado más la naturaleza pragmática de Ian que en ese momento.
—Nunca pondría en peligro este vestido de visita para bañarlo de sangre. Gracias a
Dios, el vestido de ayer fue una mala elección de color y estilo, y por lo tanto, no fue una
gran pérdida.
Sophie de pronto se echó a llorar.

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Wolf se puso en pie e hizo sentarse a la angustiada Sophie. Very estaba casi
avergonzada de su risa, pero realmente no podía parar.
—¿Cómo puedes reírte de mí? —exigió saber Sophie con lagrimas en sus ojos.
—Me rio debido a que es refrescante que alguien más esté teniendo una crisis nerviosa
y no sea solo yo. —Sonrió a Sophie y la llevó a sus brazos para un fuerte abrazo—. Te
quiero, estúpida boba.
Sophie le devolvió el abrazo.
—Es solo que… pareces tan normal. —Ella se hizo hacia atrás, una expresión de
horror en su rostro—. No es que no fueras normal antes. Pero no has sido molesta o
sarcástica durante meses. —Ella puso una mano en su boca.
Derek se estaba riendo ahora también.
—Exactamente. Hemos perdido a nuestra Very de agria disposición.
—No soy agria —declaró Very—. Simplemente un poco amarga ante la proliferación de
idiotas entre mis amigos íntimos. —Miró fijamente a Derek, quien simplemente se encogió
de hombros.
—Oh, yo lo he echado de menos —le susurró Sophie.
—¿Puedo tomar su abrigo, señora Witherspoon? —preguntó Jenkins desde la puerta.
Sophie comenzó a quitárselo con aire de culpabilidad y luego se levantó mirando a su
abrigo que goteaba con consternación.
—Oh, Jenkins, me disculpo. —Empezó a desabrochárselo y Jenkins se deslizó tras ella
para ayudarla a sacárselo. De repente, los lacayos estaban allí, tomando abrigos y
sombreros, y para reponer la mesa de té.
Cuando estaban todos sentados de nuevo, Sophie se volvió a Very.
—¿Para qué es que nos necesitas, querida?
—No, a todos vosotros. Solo a ti. —Very tomó un sorbo de té para fortalecerse—.
Vamos a salir.
El silencio que siguió a su declaración fue interrumpido por la rotura de un plato. Very
miro fijamente a Jenkins, que trató de ocultar su conmoción mientras se apresuraba a
limpiar el plato roto, que uno de los lacayos había dejado caer.
—¿Dónde? —preguntó Wolf, su voz engañosamente suave—. ¿No te parece que es
demasiado pronto?
—No. —Very se aseguro de hablar con firmeza y confianza—. He dejado algunas
cosas sin hacer recientemente. Creo que es hora de retomarlo donde lo dejé.
—¿Qué significa eso exactamente? —preguntó Ian. Su tono era tan uniforme como el
de Wolf. Very se preguntaba si los dos hombres se daban cuenta de lo parecidos que
eran.
—Está bien. Te llevaremos donde quieras ir —dijo Derek. Sonaba decidido, en vez de
entusiasmado con la perspectiva.
—No. —Very emparejó la determinación de Derek—. No necesitamos una escolta.
Los tres hombres trataron de hablar a la vez. Very los ignoró. Sophie estaba sonriendo
suavemente hacia ella.
—Iré a cualquier parte contigo Very. Ya lo sabes.

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8° de la Serie Compañeros de Armas

Ahora los hombres estaban discutiendo entre sí. Very envió una oración de
agradecimiento por su naturaleza predecible. Tomó la mano de Sophie.
—Necesito que sepas que estoy muy agradecida por todo lo que has hecho durante
los últimos meses. Fuiste una de mis anclas cuando mi vida estaba al revés. No podría
haberlo hecho sin ti.
Sophie le apretó la mano.
—Para eso son los amigos, corazón.
—Exactamente. —Very se echó hacia atrás, satisfecha, estaba haciendo lo correcto—.
Y ahora me toca a mí.
En ese momento sonó otro golpe y Jenkins se apresuró a salir con una expresión
molesta.
Wolf la miró, le gusto su sonrisa indulgente, divertida.
—¿Cuál era el número de personas que esperabas esta mañana?
—El último, lo prometo —dijo poniéndose de pie.
Jenkins apareció en la puerta entonces y anuncio.
—Lady Vanessa Carlton-Smythe, señora Tarrant.
Una joven muy elegante entró por la puerta abierta. Dirigió una mirada sobre el
conjunto de los hombres que estaban levantándose de la mesa.
—¿Espero no estar molestando? —preguntó ella amablemente—. Su nota indicó que
debería venir en el momento que considerara conveniente esta mañana.
—Buenos días, Lady Vanessa —dijo Very, estrechándole la mano—. Es bueno verla de
nuevo. —Se habían conocido antes de su matrimonio con Wolf. Freddy, el Duque de
Ashland les había presentado. Habían entablado una amistad por su interés mutuo en las
obras de caridad. Durante los últimos meses Lady Vanessa había escrito pidiéndole su
ayuda en varios eventos de caridad, y Very amablemente los había rechazado. Había
estado un poco preocupada esta mañana de que Lady Vanessa no quisiera responder su
nota, y mucho menos aparecer con tanta rapidez.
Very recorrió excitada el resto de la habitación.
—¿Recuerdas la reunión con lady Vanessa, señor Tarrant? —preguntó con formalidad.
—Por supuesto —respondió Wolf sin problemas. Se acercó a la mesa para tomar su
mano en señal de saludo—. ¿Cómo está usted Lady Vanessa?
—Muy bien, gracias —respondió ella, con tono muy formal. Very se puso un poco
nerviosa, pero recordaba que lady Vanessa era así, fría y muy formal en todo momento.
No era muy vieja pero parecía una mujer mayor y era de una familia muy distinguida. Su
porte le hacía aparentar más años que su verdadera edad.
—¿Le puedo presentar al Sr. y la Sra. Witherspoon, y al Sr. Derek Knightly?
Lady Vanessa hizo una leve reverencia como saludo.
—¿Cómo están? —Se volvió a Sophie—. Nos conocimos en el baile en honor del
Conde de Wilchester.
Sophie se ruborizó.
—Lo siento, no recuerdo. Estaba muy nerviosa esa noche.
Lady. Vanessa rio y se transformó en una mujer joven.

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—Me lo puedo imaginar. Es muy desconcertante tener que cumplir con tanta gente
nueva en esas situaciones. —Ella miró alrededor—. Creo que en su nota decía que quería
ver las instalaciones hoy, pero podemos hacerlo en otro momento —le dijo a Very.
―Sí, quería ir hoy. Es un día perfecto. —Se volvió hacia Wolf.
—Sí lo es —estuvo de acuerdo—. Perfecto.
No fue hasta que se dirigieron al carruaje de Lady Vanessa, imponiendo a dos criados
para acompañarlas que Derek e Ian se relajaron. Las tres mujeres estaban casi en la
puerta antes de que Wolf se acordara de preguntar dónde iban. Very arrugó la nariz.
Había esperado no tener que revelarlo hasta que tuviera a Sophie en el carruaje. Lady
Vanessa respondió por ella.
—Vamos al orfanato de Londres para niñas —dijo con evidente sorpresa—. En Betunar
Green. Lo siento. Creí que lo sabía.
Sophie palideció y Derek dio un paso hacia Very, con ira en su rostro. Sin embargo, Ian
se lo impidió. Estaba viendo a Sophie.
—Eso es bueno —fue todo lo que dijo.
El aspecto de Wolf le preguntaba sin palabras a Very si pensaba que esto era una
buena idea. Se puso los guantes con firmeza.
—La familia de Lady Vanessa es parte del patronato del orfanato, al igual que el
Duque de Wellington. Me ha pedido varias veces en los últimos meses que me atreviera a
ayudar con algunos de los aspectos del día a día del trabajo de caridad en cuestión. —Su
coraje comenzó a flaquear y miro suplicante a Wolf—. Pensé que era una buena manera
de empezar…
Sophie se olvidó de sus propias preocupaciones y se apresuró al lado de Very.
—Es un lugar excelente para comenzar —estuvo de acuerdo incondicionalmente—. He
estado buscando una causa benéfica para mí misma. ¿Estará todo bien si las acompaño?
—preguntó a Lady Vanessa tardíamente.
—Por supuesto —dijo Lady Vanessa, viendo el trasfondo con interés disimulado—.
Damos la bienvenida a su participación también.
A continuación, Jenkins estaba abriendo la puerta y dos de los lacayos se acercaron
con paraguas para ayudar a las damas con la escalera del carruaje. Sophie y Vanessa
salieron y esperaron en el escalón superior a Very.
Se detuvo en la puerta. Tenía problemas para respirar. ¿Y si ella no lo podía hacer
hoy? Sus nervios se tensaron. Wolf salió tras ella y puso la mano sobre su hombro.
—Te amo —susurro—. No importa lo que pase.
—Lo sé —susurro ella. Dio ese primer paso, rompiendo el contacto con Wolf. Luego
otro y a su derecha Sophie enlazó un brazo con el de Very.
—Lo estás haciendo maravillosamente —dijo en voz baja.
Very tomó aire, y parecía como si la constricción de su pecho se aliviara un poco. De
repente a su izquierda Lady Vanessa metió el brazo a través del de Very.
Very se volvió hacia ella con sorpresa. Lady Vanessa sonrió alentadora.
—Lo puedes hacer. No te detengas ahora.
Aferrándose a los viejos y nuevos amigos por igual, Very caminó por la escalera y entró
en el carruaje.

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CAPÍTULO 12

Very apretó la mano de Sophie en el carruaje. Probablemente demasiado fuerte, pero


Sophie no se quejó. Ella nunca lo haría. El carruaje pasó por un bache y Very jadeó.
—¿Está bien, señora Tarrant? —preguntó Lady Vanessa preocupada.
—Está bien. Estoy bien. —Sus palabras fueron cortantes y apenas bordearon la
cortesía, pero fue lo mejor que pudo hacer en el momento. Sophie presionó la mano de
Very entre las suyas en su regazo, y Very se dio cuenta que estaba temblando.
—No es tan malo como pensé que iba a ser —le dijo a Sophie con alivio. Ella no se
había desmayado ni vomitado, gracias a Dios. Había esperado algo mucho peor que unas
cuantas sacudidas y el puro terror.
—No, lo estás haciendo muy bien. —La elogió Sophie con una sonrisa sincera.
—Lo siento, Sophie —estalló de repente después de un minuto de silencio. Tenía que
hablar, para mantener su mente fuera de lo que estaba haciendo—. Lo siento, no he
estado allí para ti los últimos meses. Sé que han estado intentándolo por ti. Y luego con
mi difícil situación en su punto máximo, bien, no puede haber sido fácil.
Sophie se ruborizó y miró a Lady Vanessa, que se esforzaba por mirar por la ventanilla
del coche y hacer caso omiso de la conversación.
—No, Very —dijo Sophie en voz baja—. No tienes la culpa de mi situación ni de la tuya.
Very se echó a reír, y su risa fue demasiado amarga para su gusto.
—Oh, definitivamente soy culpable de mi situación.
Sophie resopló con fastidio.
—Muy bien, el bebé al menos es la mitad culpa tuya. Pero no eres responsable de lo
que mi cuerpo hace o no hace.
—Es muy injusto —dijo Very fervientemente. Ella se estremeció al escuchar el relincho
de los caballos asustados afuera cuando el conductor gritó con ira—. Nadie se merece un
bebé más que tú, Sophie. Nadie.
—Estoy segura de que hay alguien, en algún lugar, que merece un bebé más que yo —
dijo Sophie secamente—. Pero gracias por el sentimiento. —Se volvió de lado en el
asiento para enfrentarla de lleno y dirigirle una severa mirada—. Es mejor que no andes
en algo raro, Verónica Tarrant. Vamos al orfanato porque Lady Vanessa quiere ayuda con
la caridad, ¿no?
Very asintió con la cabeza, aliviada de que ella pudiera decir la verdad.
—Sí, vamos allá. Pero Sophie, por favor, no te cierres a las posibilidades. Mantén la
mente abierta, eso es todo lo que pido.
El carruaje se sacudió un poco y alguien gritó otra vez, sus palabras ininteligibles. Very
agarró las dos manos de Sophie entre las suyas.
—No estoy muy segura de lo que quieres decir con mantener la mente abierta —dijo
Sophie con los dientes apretados mientras hacía una mueca de dolor. Very aflojó la
presión de sus manos que sujetaban las de Sophie.
—Quiero decir, si ves a una niña que te gusta, simplemente, pasa un rato con ella y ve.
—Very se humedeció los labios resecos y miró nerviosamente por la ventana por un
segundo, antes de cerrar sus ojos de golpe.

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—Dios mío, no vamos a Almack —bromeó Sophie. Very no pudo evitarlo, ella se echó
a reír y Lady Vanessa ocultó una risita con una tos propia de una dama.
—Sophie. —Very le dio una mirada severa.
Sophie suspiró.
—Prometo que voy a mantener la mente abierta. ¿Mejor?
—Mejor. —Very se estremeció cuando algo golpeó la puerta del coche. Es solo una
roca o algo así, se dijo.
—¿Va a estar bien, señora Tarrant? —preguntó Lady Vanessa—. Podemos dar la
vuelta, si prefiere hacerlo otro día.
—No. —Very intentó sonar firme y segura. Fracasó completamente, pero Lady
Vanessa fue demasiado cortés como para señalarlo—. No me gustan mucho los viajes en
carruaje —añadió sin convicción.
Lady Vanessa le dirigió una franca mirada.
—No estoy al tanto de sus circunstancias, señora Tarrant. Aunque tiene mi simpatía, no
quiero causarle una angustia excesiva, particularmente en su condición.
Very podía sentir lo caliente que estaba su cara por el rubor que la inundaba.
—¿Lo sabía usted, antes de que llegara a mi casa esta mañana?
Lady Vanessa ajustó su falda, alisándola.
—Sí —dijo de una manera directa—. La mayoría de la sociedad sabe de su peculiar
situación.
Very gimió y se cubrió los ojos.
—Dios bendito.
—¿Usted ayer corrió o no por Marmot Street bajo la lluvia, sin abrigo o sombrero? ¿Y el
Sr. Tarrant tuvo que llevarla a casa?
Very se hundió en el asiento. Sophie puso un brazo alrededor de ella defensivamente.
—Mire… —comenzó a decir, pero Very hizo un gesto para interrumpirla.
—Sí. —Ella decidió ser tan directa como Lady Vanessa—. Estaba angustiada por un
conflicto personal. Sin embargo, fue una bendición disfrazada. Esa fue la primera vez que
había salido de mi casa en más de siete meses.
—Y ahora, hoy, vamos a un orfanato.
—Sí —respondió Very.
—Bien por usted —dijo Lady Vanessa con una sonrisa—. Y tengan ambas la
seguridad, que todo lo discutido en este carruaje hoy, no va a salir de aquí. —Miró por la
ventana—. Llegamos.
Very miró hacia afuera con sorpresa. No se había percatado que el coche se había
detenido. Antes de que pudiera responder a la declaración de Lady Vanessa, el conductor
abrió la puerta.
El recorrido por el asilo de huérfanos tomó más de una hora porque los niños se
congregaron a su alrededor, como polillas a una llama. Very dejó que Sophie y Lady
Vanessa hicieran las preguntas a la directora de la institución, la Sra. Osphrey. Very
estaba haciendo todo lo posible para simplemente caminar tranquilamente y fingir que no
era un polvorín de nervios. Los niños en realidad la hacían sentir mejor. A pesar de su
situación, estaban alegres y emocionados con la nueva compañía, que rompía la

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monotonía de sus días. Y Very no podía dejar de responder igualmente a sus sonrisas y
risas. El orfanato estaba abarrotado, y Lady Vanessa les dijo que habían comprado un
terreno para construir nuevas instalaciones.
Sophie se veía complacida y nostálgica. Era tan buena con los niños. Si todo iba bien
aquí, entonces, Very esperaba que ella adoptara una de estas pequeñas niñas. ¿Cómo
podía no estar afectada por sus situaciones, sin casa o una familia propia? Pero Very no
insistiría. Si había aprendido algo durante los últimos meses en su auto-impuesta prisión,
fue que se le podría decir alguien qué era lo mejor para ellos, pero eso no significaba que
iban a hacerlo. Así que había traído a Sophie aquí para que tomara la decisión por su
cuenta. Si todo lo que terminaba haciendo era ayudar a estos niños con Lady Vanessa,
entonces estaba bien también.
—¿Qué hay allí? —preguntó Sophie, señalando un conjunto de puertas cerradas.
—Oh, esa es el ala de los niños que están enfermos —les dijo la Sra. Osphrey. Ella
sacudió la cabeza tristemente—. La enfermería, pero también niños que fueron objeto de
malos tratos, o ya no pueden relacionarse con otros niños. —Ella se golpeó la sien—.
Muchos de ellos son lerdos, o tienen sus mentes dañadas por lo que les pasó antes llegar
a nosotros.
Very contuvo el aliento. Sophie había palidecido considerablemente y los labios de
Lady Vanessa se afinaron con desaprobación o enojo, no estaba muy segura de cuál.
—¿Podemos entrar? —preguntó Sophie.
El rostro de la mujer mostró su sorpresa.
—¿Está segura? —Ella miró nerviosamente a Lady Vanessa.
—Sí, por favor —respondió Lady Vanessa. Fue más una orden que una pregunta.
—Por supuesto, milady. —Las puertas no estaban cerradas con llave, lo que
sorprendió a Very. De modo que no estaban tratando de mantener a los niños en el
interior, solo protegiéndolos de los otros niños.
El pasillo estaba en silencio. Era oscuro, pero Very vio unas ventanas al final, y las
puertas de varias habitaciones estaban abiertas, y todas ellas tenían ventanas también.
Era solo el día gris y triste infectando el orfanato. En esta sección se olía a jabón fuerte.
Visitaron la enfermería, que solo tenía dos ocupantes, ambos sufriendo de congestión
nasal.
Cuando se acercaban a una habitación al final del pasillo, la Sra. Osphrey las detuvo.
—Esta es la habitación en la que los niños que son… diferentes son traídos por el día
—dijo en voz baja—. Muchos de ellos son muy temerosos. No les gusta que los toquen
demasiado, temen a los extraños, a los ruidos fuertes, a ese tipo de cosas.
—¿Han sido abusados? —preguntó Sophie en un susurro.
—Oh, no —dijo la Sra. Osphrey —. Algunos, sí. Pero la mayoría han nacido de esta
manera. Lo he visto muchas veces, los pobres pequeños no estaban destinados a llevar
una vida normal. Creo que son un regalo de Dios para recordar al resto de nosotros la
bendición que son nuestras propias vidas.
Very no estaba muy segura de esa evaluación, pero ella se guardó su opinión para sí
misma. Ella no trabajaba con estos niños todos los días como la Sra. Osphrey . Si esa
actitud le ayudaba a lidiar con la situación de ellos, entonces que así sea.

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Tan pronto como entraron en la sala, varios niños gritaron y gimieron angustiados y
salieron corriendo, si tenían la posibilidad. Estaba claro que muchos de esos niños eran
como los había descrito la Sra. Osphrey , nacidos deficientes de alguna manera. Very
había oído hablar de niños así, pero nunca los había visto. Su corazón se rompió ante las
expresiones de incomprensión en sus caras y ante la bondad de la mujer a cargo de la
sala, que trató de calmar a los niños que estaban más angustiados. Los más pequeños se
acurrucaron en sus faldas y buscaron consuelo en ella. Very puso su mano sobre su
estómago, sintió la pequeña protuberancia de la vida allí, la pequeña persona que ya
amaba.
—Tal vez deberíamos irnos —dijo Lady Vanessa con incertidumbre—. No quiero
causarles angustia. —Very asintió en silencio. Pero una mirada a Sophie y ella supo que
se iban a quedar por un tiempo.
La atención de Sophie estaba en una niña de pelo negro apoyaba contra la pared en
una esquina. Las estaba mirando con recelo, pero sus ojos eran claros e inteligentes.
—¿Por qué está aquí? —preguntó Sophie señalándola—. La niña en el rincón.
—¿Margaret? —La Sra. Osphrey chasqueó la lengua—. No ha dicho una palabra
desde que llegó con nosotros. Ha estado aquí casi un año. El doctor dice que no hay nada
malo con ella. Ella debe hablar. Pero no podemos conseguir que emita ni un sonido.
Ayuda a la Sra. Clamp con los niños de aquí, aunque creo que ella tiene solo cinco años.
—¿Su familia? —Sophie dio un paso hacia la muchacha, y Margaret pegó las manos
contra la pared detrás de ella, sus ojos enormes.
—No pudimos a encontrar a nadie de su familia —dijo la Sra. Osphrey —. Fue
encontrada a punto de morir de hambre en un cuarto abandonado. Nadie recordaba que
vivía allí, ni siquiera haberla visto antes. Tuvimos que darle un nombre nosotros mismos,
ya que no nos podía decir su nombre.
Sophie rompió el contacto visual con la pequeña Margaret, quien se desplomó de alivio
sobre la pared.
Sophie se volvió hacia Very con una sonrisa tranquila.
—Me quedaré aquí un rato, si eso está bien.
Very se volvió hacia la Sra. Osphrey .
—¿Podría traernos algunas sillas, por favor?
La Sra. Osphrey parpadeó con incredulidad varias veces. Lady Vanessa dio un paso
adelante.
—Sí, eso se apreciaría mucho. La Sra. Tarrant se encuentra en un delicado estado de
salud, y estoy segura de que requiere un descanso.
Eso fue todo lo que se necesitó para que la Sra. Osphrey saliera corriendo a buscar
las sillas. Sophie no esperó. Sin mirar a Margaret se acercó a la pared del fondo y se
sentó en el suelo a pocos metros de la niña. Sophie no le dirigió una mirada, simplemente
se sentó, se ajustó la falda, levantó la mano y se quitó el sombrero, poniéndolo en el suelo
junto a ella. Margaret se quedó fascinada al instante con el pelo rojo bruñido de Sophie,
reluciendo en el apagado brillo de una lámpara de aceite.
Very y Lady Vanessa y se sentaron en silencio durante algún tiempo, viendo a
Margaret moverse lentamente en dirección cada vez más cerca de Sophie, que la
ignoraba por completo. Algunos de los otros niños se acercaron a Sophie y Margaret les

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ahuyentó. Very dio un suspiro de alivio cuando Margaret finalmente recogió el sombrero
de Sophie y se sentó junto a ella, jugando con las cintas.
—No puedo creer que fuera así de sencillo —comentó Lady Vanessa al lado de Very—.
Ni siquiera habló con ella.
—¿Por qué iba a hacerlo? —Very vio a Sophie tirar las horquillas de su pelo para que
Margaret pudiera tocarlo. La niña pasó los dedos suavemente a través de las onduladas
guedejas cobrizas—. ¿Por qué hablar con alguien que no quiere hablar de nuevo? Estoy
segura de que la gente ha estado hablando con ella sin parar, tratando de hacerla decir
algo. La magia de Sophie es que ella no espera que Margaret sea otra cosa que lo que
es.
—Parece como si usted hablara por experiencia.
Very esbozó una sonrisa irónica.
—Creo que es seguro asumir que usted sabe que es así.
Lady Vanessa asintió con la cabeza.
—Sí. Como ya he dicho, estoy familiarizada con la historia de la Loca de Manchester.
Very cerró los ojos avergonzada.
—¿De ese modo me llaman? —Ella miró a Sophie, que no le estaba prestando
atención—. Hasta ahí llegaron mis amigos y su honestidad.
La otra mujer se rio suavemente.
—No se enoje con ella. Fue su firme defensora mientras que usted sufría de su... —ella
dejó que la frase se fuera apagando.
—Sí, mi situación peculiar —dijo Very usando las palabras de Lady Vanessa en el
carruaje. Ella frunció el ceño—. Pensé que usted y Sophie se había visto solo en el baile
de Wilchester.
—Oh, eso es cierto —dijo Lady Vanessa—. Estoy en la envidiable posición de tener a
la mayor parte de Londres desfilando por mi salón en un momento u otro. Sé casi todo lo
que hay que saber acerca de todo el mundo.
—Debe ser muy tentador usar su conocimiento para su ventaja. —Very se preguntó si
ella sabía absolutamente todo sobre todos.
El brillo en los ojos de Lady Vanessa respondió a su pregunta no formulada.
—Sí, bueno, yo realmente no necesito ese tipo de ventaja, ¿verdad?
—No, no la necesita —aceptó. Lady Vanessa era joven, atractiva, rica y de una de las
familias más antiguas y distinguidas de Inglaterra. Sus ventajas eran demasiado
numerosas para contar.
Observaron a Sophie por un minuto mientras ella ponía su sombrero sobre una seria
Margaret, quien dio unas palmaditas reverentes a las cintas de raso. Lady Vanessa
rompió el silencio.
—Me gusta mucho más su apodo al mío.
Eso atrajo la atención de Very.
—¿Tiene un apodo?
Lady Vanessa arrugó la nariz, estropeando la perfección de su rostro.
—Bueno, no un apodo, supongo. Sé que me llaman, a mis espaldas eso sí, Esa Chica
que fue echada a un lado por Ashland en Favor de la Hija de un Vicario sin dinero.

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Very hizo una mueca.


—Sí. Mi apodo es por lo menos aliterado. Y mucho más corto. La loca de Manchester
—entonó ominosamente.
Lady Vanessa se rio.
—Muy cierto.
—Ashland y la duquesa la adoran —dijo muy sinceramente.
Lady Vanessa levantó una ceja imperiosa.
—¿Y el Sr. Haversham?
Very resopló.
—Así que lo sabe todo.
—Bueno —admitió—, eso lo vi con mis propios ojos. —Suspiró—. Sé que Ashland
piensa que está ayudando al mostrarme un favoritismo, pero me gustaría que ya no lo
hiciera. Simplemente les recuerda a todos que me iba a casar con él y él eligió otra.
—Tiene buenas intenciones.
—Por supuesto que sí —concordó Lady Vanessa—. Él es un hombre amable. Creo que
me hubiera gustado estar casada con él. Oh, a excepción de la parte donde él estaba
enamorado de otra persona.
Dos personas, corrigió Very en la cabeza.
—¿Cree que está mal de mi parte querer casarme con alguien que me ame? —
preguntó Lady Vanessa con nostalgia.
Very se sintió mal por ella, porque a las damas de su condición no se les permitía
casarse por amor.
—No. Eso es lo que hice, y es la cosa más maravillosa del mundo. —Y lo era. Lo era.
Lady Vanessa le dirigió una sonrisa de medio lado.
—Podría haber mentido para hacerme sentir mejor.
—El matrimonio con alguien que la ama es un aburrimiento terrible. Peor, si usted le
ama, también. Realmente. Simplemente horrible. —Ella trató de sonar sincera, pero ella
no podía restarle importancia a lo que ella y Wolf tenían juntos. Ahora no.
—Tiene razón —dijo Lady Vanessa con otra risa—, no suena creíble en absoluto.
—¿Con quién se casará? —Very tenía curiosidad. Nadie había compartido ningún
chisme sobre un compromiso o un romance que involucrara a Lady Vanessa.
—Realmente no lo sé. Me criaron para ser una duquesa. —Ella esbozó una sonrisa
maliciosa—. No hay que muchos duques en el mercado, ya sabe, para gran disgusto de
mi querido papá.
—No —dijo Very con una sonrisa—. No es como si usted pudiera elegir uno de la
pescadería.
Lady Vanessa se quedó pensativa.
—No hay muchos nobles adecuados para contraer matrimonio, en realidad. Me temo
que estoy un poco a la deriva. —Esta vez, cuando se volvió hacia Very, su sonrisa
parecía un poco forzada—. Pero papá está buscando a alguien. Tal vez un perdido
príncipe europeo o algún conde. O incluso un rico caballero, sin título, de buena familia.
—¿Es eso lo que quiere?

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Lady Vanessa pareció completamente desconcertada por la pregunta.


—Eso es irrelevante. Es lo que va a suceder. Yo no controlo mi propio destino y nunca
lo he hecho. Fue solo por una cuestión de orgullo que mi padre estuvo de acuerdo con mi
decisión de no hacer responsable a Ashland por romper nuestro compromiso.
Very no podía imaginar ser privada del poder de decidir tu propio destino.
Intelectualmente, por supuesto, comprendía las leyes e incluso que eso sucedía todos los
días. Emitió un silencioso agradecimiento a Kate y a Jason y a Tony, que le habían
permitido tomar sus propias decisiones, buenas o malas. Decidió dejó el asunto por ahora
porque no quería molestar a Lady Vanessa.
—Supongo que el duque y la duquesa y sus modos entrometidos son las razones de
por qué insistió en ponerse en contacto conmigo para unirme a sus obras de caridad. No
es que me queje, por supuesto —añadió rápidamente.
—Sí. Me pidieron que siguiera intentándolo. Estaban preocupados por usted, y con los
niños simplemente no podían venir a la ciudad y ocuparse ellos mismos.
Como les habría gustado. Incluso ausentes, se las arreglaban para encontrar a alguien
que interfiriera en los asuntos de otras personas.
—Podría haber mentido para salvar mi orgullo.
—No. Fue su excelente reputación y reconocida como una gran filántropa. —Lady
Vanessa no la estaba mirando cuando dijo la obvia mentira en un tono monótono.
Very rió. Descubrió que le gustaba demasiado Lady Vanessa Carlton-Smythe como
para sentirse ofendida.
Lady Vanessa estaba mirando por la ventana.
—Esta lluvia es bíblica. ¿Será capaz de parar?
Very sonrió.
—No importa. No voy a dejar que me detenga.
Lady Vanessa le devolvió la sonrisa.
—Bien. Voy a enviar un informe favorable a Sus Gracias.
—Milady —interrumpió la Sra. Osphrey —. El Sr. Tarrant está aquí con el Sr.
Witherspoon. Están esperando por usted y las damas en mi sala privada.
—Oh, bien —dijo Very, poniéndose de pie rápidamente. Ella tuvo un pequeño mareo y
tanto Lady Vanessa como la Sra. Osphrey la agarraron por los brazos mientras se
tambaleaba.
Lady Vanessa parecía alarmada, pero la Sra. Osphrey se limitó a asentir sabiamente.
—Es el bebé, señora Tarrant. Las señoras en su condición no deberían moverse
demasiado rápido.
Era la primera vez que se veía afectada de esa manera por el bebé. Las lágrimas
brotaron de sus ojos cuando ella puso su mano sobre su estómago. Ella volvió a mirar a
los niños en la sala, la mayoría de ellos tranquilos ahora, después de haberse
acostumbrado a ellas durante la última hora o algo así. Estaba ferozmente feliz de haber
venido hoy. Había puesto tantas cosas en perspectiva.
Sophie estaba tratando de mirarla a los ojos. Cuando Very se centró en ella, señaló a
Margaret. Very entendió el sentido de que quería quedarse un poco más.

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—Señora Osphrey —dijo cortésmente—, creo que la señora Witherspoon quiere


quedarse un rato más. ¿Está bien?
La Sra. Osphrey contempló a Sophie y a Margaret por un minuto.
—Sí, señora —respondió ella lentamente—. Creo que estaría bien.
Cuando salieron de la habitación, Very tuvo frío y se puso nerviosa. Se dio cuenta con
un sobresalto que se había sentido perfectamente bien en una habitación cerrada. Ella
apretó la mandíbula con determinación. No vacilaría ahora. Ella lo había hecho, y lo
volvería a hacer. Pero cuando vio a Wolf de pie esperándola, quiso desplomarse de alivio.
—¿Sophie? —preguntó Ian, mirando detrás de ella. Derek estaba de pie con las manos
detrás de la espalda, mirándola con el ceño fruncido desde el otro lado de la salita.
—Ella ha hecho amistad con una niña pequeña —le dijo Very, deslizando su brazo por
el de Wolf. Agarró su mano con la suya—. Quiso quedarse un poco más. Margaret, la
niña, ella... —Very miró a Lady Vanessa.
—Ella ha sido objeto de abusos y no habla. —Lady Vanessa no se anduvo con rodeos
porque no sabía del pasado de Sophie. Ian palideció y retrocedió un paso, mientras que el
ceño de Derek se intensificó—. La Sra. Witherspoon parece haber llegado a la niña de
alguna manera, y están sentadas juntas.
—Entonces esperaremos hasta que esté preparada para salir —gruñó Derek.
Lady Vanessa lo miró a él y a Ian y luego se volvió hacia la Sra. Osphrey .
—¿Eso está bien? Me temo que tengo que irme, ya que tengo un compromiso esta
noche.
—Podría quedarme. —Se ofreció Very, aunque sonaba tan insincero como se sentía.
Ella no quería quedarse. De pronto, estaba agotada y no quería saber de nada más salvo
irse a casa con Wolf.
—No —dijo Wolf—. Tienes que ir a casa y descansar.
—Los caballeros son bienvenidos a esperar aquí —dijo la Sra. Osphrey , echando
miradas curiosas alrededor de la habitación, sintiendo las corrientes subterráneas, pero
no entendiéndolas.
—Gracias —dijo Ian con una sonrisa y una reverencia, y la Sra. Osphrey se ruborizó
como una colegiala. Con su apuesto rostro y sus modales corteses, Ian podía encantar a
cualquiera. Se volvió hacia Very—. Y gracias —dijo en voz baja.
Very sonrió y apoyó la cabeza sobre el hombro de Wolf.
—No, no debes. No lo hice por ti.
Ian se echó a reír.
—Aun así.
Wolf se puso su sombrero y guió a Very a la puerta. La mantuvo abierta para Lady
Vanessa y luego llevó a Very al exterior.
—¿Cómo te sientes? —preguntó en voz baja para que nadie oyera. Caminaban juntos
bajo un paraguas mientras seguían a Lady Vanessa y a su lacayo.
—Agotada y triunfante —dijo.
Le dedicaron una amable despedida a Lady Vanessa después ver su carruaje.
—Tiene que venir a tomar el té el próximo jueves —dijo Very. A ella le encantaría ver a
Lady Vanessa entre sus amigos. Iba a abrir un nuevo mundo a esta joven. La reforma

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social, relaciones poco convencionales... Very estuvo a punto de echarse a reír de placer,
cuando pensó en la muy correcta Lady Vanessa tomando el té con Derek.
—Me encantaría —contestó Lady Vanessa con una sonrisa—. Voy a ser la heroína de
Londres, después de enfrentarme a la Loca de Manchester en su guarida.
La cabeza de Wolf se movió bruscamente y se tensó con alarma. Very le dio un ligero
un puñetazo en el brazo.
—Sí, ¿qué pasa con eso? Nunca me dijiste como me llamaba la gente. Podría haberme
convertido en una correcta villana con un apelativo como ese.
—Yo... yo... —tartamudeó Wolf.
Lady Vanessa rió.
—Hasta el próximo jueves entones —dijo mientras subía a su carruaje.

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CAPÍTULO 13

Había parado de llover. Fue evento suficiente para tener a todo el mundo hablando de
ello. Por una vez, el clima no era solo una cómoda vía de conversación. Su salón había
estado lleno de visitantes durante los últimos tres días, desde que Very había salido de la
casa y había ido al orfanato. No solo queridos y viejos amigos, sino que conocidos de
varias sociedades de reforma y damas auxiliares. Al parecer se había difundido la noticia
de que Very estaba activa una vez más. Solo unos pocos aludían a Manchester y a los
últimos meses que pasó atrapada dentro de su propia casa.
La actividad y la compañía eran buenas para ella. La ayudaban a mantener su mente
lejos de Michael. No del todo, por supuesto. Ella todavía se preguntaba cada mañana
donde estaba y que estaba haciendo. Se preguntaba si él había dejado Londres o si
todavía estaba en la casa de su padre en la ciudad. Se preguntaba acerca de su esposa y
su bebé, y donde la había conocido, y si la amaba. Pero de una extraña manera, los días
que habían pasado juntos apartados del mundo ahora parecían un sueño. Casi podía
imaginar que él nunca había regresado de América si no fuera por el dolor en su corazón
y la pena en los ojos de Wolf.
Hoy, ella y Wolf estaban disfrutando el placer de su mutua compañía, pasando juntos
un día tranquilo. Le habían informado a Jenkins que no recibirían visitantes, a excepción
de la familia y amigos, desde luego, pero nadie había llegado aún. Era antes de almuerzo,
demasiado temprano para visitas.
—Había olvidado cómo se veía el sol —dijo Very mientras apoyaba su cabeza en el
sofá y observaba como la brisa agitaba el manto de las verdes hojas nuevas de los
árboles en el jardín. Tenían las puertas francesas abiertas y podía oler la tierra mojada
mezclada con el humo de las chimeneas. Un mes atrás ella ni siquiera podría haber
hecho esto, sentarse aquí, cerca de las puertas abiertas mirando su jardín. ¿Tendría que
agradecerle a Michael por esto? De un modo doloroso, sí. Porque él le había mostrado
que no había forma de protegerse a sí mismo del dolor, ni siquiera encerrado en una
prisión de comodidad y seguridad. Algunas cosas podían herir tanto como un sable, pero
el sangrado era invisible, el daño todo interior.
Wolf parecía perdido en sus pensamientos, tal como ella lo había estado con
frecuencia en los últimos días. Ellos no habían hablado mucho sobre Michael realmente.
¿Qué había que decir? Ambos sabían que el sueño había terminado. Pero ella no estaba
preparada para hablar sobre ello y claramente tampoco Wolf. Con el tiempo continuarían
con la vida que habían construido juntos en los últimos dos años. Y pronto serían tres.
Cerró sus ojos con una sonrisa y frotó sus manos sobre su barriga que crecía.
—¿Te sientes bien? —Wolf sonó alarmado.
Very rió y abrió sus ojos.
—Me siento maravillosamente. Debes dejar de preocuparte.
—Lo estoy intentando —dijo él con pesar—, pero tú sabes que es mi pasatiempo
favorito.
—Sí, lo sé. —Dio unas palmaditas en el asiento junto a ella—. Ven y siéntate a mi lado.
Wolf se levantó de inmediato y se acercó, arrellanándose junto a ella y sosteniendo su
mano. Ella apoyó su cabeza en su hombro y lo sintió relajarse. No hablaron. No era
necesario.

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Very debió haber dormitado. Se despertó abruptamente por un golpe en la puerta. Wolf
la tranquilizó palmoteándole la rodilla y ella volvió a acomodarse en su hombro.
—Adelante —dijo él.
Jenkins entró en la habitación y cerró la puerta detrás de él. Se veía extremadamente
infeliz y Very se sentó alarmada.
—¿Qué sucede, Jenkins?
Él se aclaró la garganta.
—Tienen visitas. Traté de decirles que hoy no estaban recibiendo, pero ellos
insistieron.
Very se relajó aliviada.
—Oh, está bien, entonces. ¿Quién es? —Se enderezó tocándose el cabello, tratando
de ver si estaba hecho un lío por su pequeña siesta. Miró a través de las puertas
francesas cuando una fuerte brisa agitó unos papeles sobre un pequeño escritorio en la
esquina. Las nubes estaban moviéndose otra vez. Vaya con este clima. Tendrían que
cerrar las puertas. Se levantó del sofá con la intención de hacer precisamente eso. Wolf le
tendió una mano desde donde se quedó descansando cómodamente en los cojines. La
respuesta de Jenkins la detuvo en seco.
—El Sr. Steinberg está aquí con Lord y Lady Kensington.
Very dio media vuelta para enfrentar al mayordomo con una expresión de asombro en
su cara. Su estómago se sintió como si hubiera caído al piso junto con su mandíbula.
—Perdón, ¿cómo dices? —preguntó Wolf en voz baja.
Jenkins tragó visiblemente.
—Lo siento, señor. Pero no quise tomarme la libertad de indicarles la salida. El Sr.
Steinberg siempre ha sido bienvenido aquí.
—¿Qué dijo el Sr. Steinberg exactamente? —Wolf se levantó mientras hacía la
pregunta y se ponía al lado de Very, tomándola suavemente del codo. Ella se inclinó
apoyándose en él, atónita.
—Él dijo que era de suma importancia que escucharan lo que tenían que decir.
—Diles…
Very lo interrumpió.
—Hazlos pasar.
—¿Qué? —Wolf estaba incrédulo.
Ella respiró hondo y se sentó. Se había sorprendido de sí misma también. Pero
necesitaba verlos. Necesitaba escuchar lo que tenían que decir. Dudaba que las cosas
fueran a cambiar. El puente había sido quemado sin posibilidad de reparación. Pero
habían quedado cosas sin decir. Ella había pensado que podría avanzar hacia el futuro,
pero ahora se daba cuenta de que habían permanecido inmóviles durante los últimos
días, como si esperaran esta reunión.
—Por favor Wolf —le pidió ella—. Tengo que verlo. —Una extraña clase de excitación
la recorrió ante la idea de verlos.
Wolf parecía indeciso, y Very debería haberse pateado. No había pensado en sus
sentimientos. ¿Tal vez era demasiado pronto para Wolf?
—Si tú prefieres que no, lo entiendo. —Ella se apresuró a asegurarle.

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—No —dijo él, sacudiendo la cabeza—. Tienes razón, por supuesto. —Él caminó y
cerró las puertas francesas cuando la lluvia comenzó a caer. Se quedó parado ahí de
espaldas a la puerta—. Hazlos pasar, Jenkins.
—Si está usted seguro, señor. —Jenkins parecía más descontento con su decisión de
lo que había estado acerca de la aparición de Michael.
Very se arregló la falda y de repente se acordó de su cabello.
—¡Oh! ¿Está bien? —le preguntó a Wolf, alisándolo hacia abajo.
Él le sonrió apenas.
—Está perfecto. Estás hermosa.
Su sinceridad calmó los nervios de Very.
—Adulador —murmuró.
Wolf se rió, pero el sonido se cortó cuando la puerta se abrió.
—Lord y Lady Kensington y el Sr. Steinberg —entonó Jenkins desde la entrada. Él fue
capaz de infundir un tono de desaprobación en el inocuo anuncio.
Very miró a Daniel por varios segundos, tratando de leer en su cara de que se trataba
esta reunión, pero como siempre él era irritantemente enigmático. La puerta se cerró y
ella se obligó a mirar más allá de Daniel, a Michael y su esposa.
Michael estaba pálido, con ojeras bajo sus ojos. Tenía un gran moretón
desvaneciéndose en su mejilla. Very recordó entonces que Jason lo había golpeado el
otro día. Tenía los hombros caídos y la mandíbula apretada. O sea que esta reunión no
fue idea suya. No miró a Very a los ojos, ni a Wolf. Ella pasó su mirada por su nueva
esposa, solo lo suficiente para ver sus delicadas facciones, su colorido exótico y su
curvilínea figura, bien avanzada en el embarazo. Se aferraba del brazo de Michael como
si fuera a caerse sin él.
—Buenos días, Very, Wolf —dijo Daniel cortésmente—. Lamentamos la intromisión,
pero necesitamos un momento de vuestro tiempo.
Que Michael se rehusara a mirarlos a los ojos y el hecho de que dejara que Daniel
hablara hizo que a Very le hirviera la sangre.
—¿Por qué? —preguntó ella con rudeza. Los ojos de Daniel se agrandaron con
sorpresa. Por su tono de voz, supuso ella. Pero ¿qué pensaba que harían ellos cuando él
se aparecía en su puerta, forzando su amistad al traer a Michael y esa mujer aquí?
—Tenemos un favor que pediros.
Los ojos de Very casi bizquearon mientras un torrente de rabia la llevó a ponerse de
pie.
—¿Tienes la osadía de traer a ese mentiroso a mi casa? ¿Con esa… su… y pedir un
favor?
Por el rabillo del ojo vio a Wolf sentarse cansadamente en una silla de respaldo recto
en un rincón, tan lejos de Michael como le fuera posible. No había dicho ni una palabra.
Finalmente Michael habló.
—Soy yo quien está pidiendo el favor. —Su voz era áspera, y ella podía decir que le
era difícil hablar.

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—No, no lo estás haciendo. —No le importaba cuán enojada sonaba—. Tú estás


dejando que Daniel lo pida. Estás dejando que Daniel hable por ti. Deberías estar
avergonzado. Demasiado avergonzado para mostrar tu cara aquí.
—Está bien. —Michael no le respondió con la misma ira, lo que la enfureció—. Hablaré
por mí mismo. Sí, estoy avergonzado. Y sí, estoy pidiendo un favor. ¿Piensas que esto es
por elección?
—Ya no sé qué pensar. —Very movió su falda hacia atrás mientras marchaba por la
habitación y regresaba—. Fuiste capaz de entrar en esta casa y conseguiste meterte en
nuestra cama. —Vio que su esposa se estremecía. Bien. Dejémosle que se haga una idea
de que esperar de su nuevo y mentiroso marido—. No tuviste problemas para hacer esa
elección.
—No tienes idea lo difícil que fue esa elección —dijo él en voz baja.
Very gruñó y se volvió.
—Eres un cabrón mentiroso. —Dio dos pasos y lo abofeteó tan fuerte como pudo. Ni
siquiera le importó que fuera la misma mejilla que Jason había golpeado.
Su esposa jadeó y se echó para atrás, y Daniel rápidamente dio un paso hacia ellos.
Michael levantó una mano para detenerlo. Giró su cara para mostrarle a Very la mejilla sin
marca.
—¿Pongo la otra mejilla? —preguntó con frialdad.
—No. —Ante la escueta respuesta de Very, se volvió para enfrentarla, y ella le
abofeteó una vez más la mejilla magullada—. Golpeo mejor con mi mano derecha.
Ella se dio la vuelta y se alejó, sin esperar una respuesta de él. Su corazón palpitaba
con fuerza, y podía sentir el pulso de cada latido en su sien. Le dolía la mano por haberlo
golpeado tan duro. No había tenido idea de cuanta rabia se había encerrado dentro de
ella por su traición. Gracias a Dios que Michael había venido hoy. Gracias a Dios que
finalmente era capaz de decirle lo que pensaba de él. Estaba respirando tan fuerte que
sonaba como si hubiera corrido una carrera.
—No puedo creer que pensara que te amaba —dijo ella en una voz baja que temblaba
de rabia cuando se volvió lentamente para confrontarlo—. Años. Años que perdí
pensando que eras alguien que no eres. Las lágrimas que he llorado por ti. La
preocupación, la angustia. Debería haberlo sabido. Desde la primera vez que me negaste,
tratándome como un sucio secretillo. ¡La vergüenza! —Ella se llevó las manos a la cara y
luego las bajó de golpe otra vez—. ¡Qué avergonzado estabas porque esa joven y virginal
Verónica Thomas te había obligado a abandonar tus principios mientras tú pasabas tus
manos debajo de sus faldas. ¡Argh! —Ella hizo un puño y lo agitó delante de él—. Y el
sufrimiento por el que has hecho pasar al pobre Wolf. Yo podría matarte. Y ahora has
vuelto. Porque mentir y hacernos pasar por tontos una y otra vez no fue suficiente. No. ¿Y
ahora se supone que debemos ayudarte? —Ella se rió ásperamente—. De ninguna
manera.
—Very — Wolf habló en voz baja, pero atravesó su histeria—. Déjalos hablar, por favor.
Cuanto antes los escuchemos antes podrán marcharse.
Ella sufría por él. Él sonaba… derrotado. Quebrado.
—¿No tienes nada que decirme? —preguntó Michael. Su tono era neutro, pero sus
puños estaban apretados a los costados.
—No. —Wolf no lo miró—. Very ha hablado por los dos, creo.

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Michael apretó los dientes ante la observación de Wolf, pero no dijo nada. Very
entonces se apartó de él y se acercó a Wolf. Se sentó en el brazo de su silla y él puso un
brazo alrededor de ella. Ella estaba temblando.
—¿Qué quieres, Michael? —preguntó él.
—Creo que ya no necesitamos preguntar —dijo Michael con frialdad—. La respuesta es
obviamente no.
—Diles. —Era la primera vez que su esposa hablaba desde que entraron en la
habitación. Sus palabras tenían un acento único. Very vagamente la recordó hablando
francés la última vez que estuvo aquí.
—No. —Michael comenzó a guiarla hacia la puerta, pero Daniel lo detuvo con una
mano en su hombro.
—¿La pondrás en un peligro mayor a causa de tu orgullo? —Michael rápidamente
dirigió su mirada hacia Very y Wolf y luego miró a Daniel—. ¿Por el orgullo de ellos
entonces? Diles.
Michael miró hacia adelante, a la pared.
—Vinimos aquí buscando refugio. Aurelie está en peligro y necesitamos un lugar para
ocultarnos hasta que resolvamos que hacer.
Very se burló. Una historia probable.
—¿Por qué? Ella difícilmente parece del tipo malvado.
Michael no respondió. En cambio, su pequeña esposa dio un paso adelante.
—Porque soy una esclava fugitiva, y ellos me persiguen aquí en Londres ahora.
Very jadeó al lado de Wolf mientras él simplemente se quedó mirando a la esposa de
Michael. ¿Podría ser cierto? Su piel, hace un momento tan clara como la porcelana para
él, ahora parecía tener un toque de color. Su cabello oscuro estaba escondido bajo un
sombrero, pero se habían escapado algunos mechones y se posaban en su cuello en
apretados rizos. Pero sus facciones, su porte, su manera de hablar, nada hablaban de
esclavitud.
¿Era solo otra mentira?
Su nombre era Aurelie. Wolf lo probó en su cabeza. Lady Aurelie Kensington. Sonaba a
algo, tuvo que admitir. Pero si era una esclava, entonces no tenía dinero. Así que Michael
debió haberse casado con ella porque la amaba o porque la había dejado embarazada. A
Wolf no le gustaba ninguna de las dos opciones.
—Ella dice la verdad. —Michael tenía su mano en el brazo de su esposa, y Wolf podía
ver que su asimiento le impedía decir más. Ella se mordió el labio nerviosamente mientras
miraba a Michael insegura. ¿Se suponía que no tenía que contarles?
—Logramos escapar de Nueva Orleans antes de que nos atraparan. Esperábamos que
no la persiguieran hasta Inglaterra.
—No estoy muy versada en la ley concerniente a estos casos —aventuró Very—, pero
sí sé que de acuerdo a la decisión Mansfield, tan pronto como ella puso un pie en
Inglaterra, fue libre.
Michael la miró con sorpresa.
—Entonces eres más experta que yo. Daniel buscó hoy asesoría y fue informado de
esto.

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Very se encogió de hombros, aunque Wolf notó que se sonrojaba. Se le rompía el


corazón ver que ella todavía se alegraba por los elogios de Michael.
—Conozco a varias personas que están trabajando por la abolición de la esclavitud y el
detestable comercio que la promueve. El caso ha salido varias veces en las
conversaciones.
La esposa de Michael comenzó a llorar, y él solícitamente la llevó al sofá,
proporcionándole un pañuelo. Sus atenciones eran consideradas y atentas, pero no las de
un marido. Wolf se puso en el lugar de Michael. Si Lady Kensington fuera Very él la
tomaría en sus brazos y la consolaría. Michael simplemente estaba de pie junto a ella, con
sus manos entrelazadas a su espalda. Y ella parecía contenta con eso.
—Yo no sabía —dijo ella, sorbiendo delicadamente—. Ustedes no pueden entender lo
que esto significa para mí, esta noticia. —Se golpeó el pecho con un puño—. Ahora
respiro como una mujer libre. Nunca lo había hecho en mi vida. —Se secó los ojos, no era
un movimiento delicado, sino una pasada firme por cada ojo, como si estuviera tratando
de detener el flujo de lágrimas—. Ma bebé nacerá libre. —Ella miró a lo lejos, triunfante, y
Michael puso una mano en su hombro. Ella lo palmoteó con afecto.
Ellos eran… amigos. Wolf cayó en la cuenta con un nivel de alivio que lo avergonzó. Ya
no debería importarle. No debería importarle si Michael estaba feliz, o satisfecho con este
matrimonio que había hecho. Pero le importaba.
—Su libertad no está en discusión —dijo Michael—. No ahora, al menos. Pero su
seguridad sí. Hay una recompensa por ella si es devuelta a su ex… a América. —Su
vacilación hizo a Wolf pensar mejor de él. Que difícil debía ser esto para ella—.
Anteanoche apenas logramos escapar de unos bandidos que entraron en la casa de mi
padre tratando de llevársela. Mi padre fue herido.
Very comenzó a levantarse de la silla, pero se sentó de nuevo.
—¿Él está bien? —preguntó. Wolf podía sentir lo tensa que estaba a su lado.
Michael asintió.
—Se marchó hoy a Somerset. Simon viajó con él vistiendo mi sombrero y mi abrigo.
Llevaban a la pequeña bailarina de ópera que Simon ha estado viendo, vestida como
Aurie. Con suerte alejarán de nosotros a otros cazadores, al menos por unos pocos días.
—¿Cómo te encontraron? —preguntó Wolf.
—No lo sé. —Michael se volvió, ocultando su rostro—. Ellos sabían en que barco
estábamos, supongo. Deben haber descubierto mi identidad por la lista de pasajeros y me
rastrearon hasta la casa de mi padre.
Wolf reunió las piezas del rompecabezas.
—Ellos no sabían que estabas ahí. Ahora lo recuerdo. La aldaba no estaba en la
puerta. Deben haber pensado que la casa estaba vacía. Hasta que fui allá el otro día.
Michael suspiró.
—No podemos saber eso. Hay una infinidad de posibles explicaciones.
—¿Dónde os habéis estado quedando?
—Conmigo. —Daniel entró en la conversación otra vez—. Huyeron a mi casa después
del ataque.
Wolf presionó sus dedos contra su frente.

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—Por supuesto. Por eso es que tú y Simon estabais vigilando la casa de su padre.
—Sí. No estábamos seguros que hubieran escapado de la persecución, y resulta que
teníamos razón.
—¿Pero por qué? —Very preguntó con una expresión perpleja—. Una vez más, no
estoy demasiado familiarizada con la esclavitud o con aquellos que la sufren, pero una
recompensa lo suficientemente grande como para atraer una persecución a través del
océano por ella parece excesivo. Mis disculpas —dijo secamente a la esposa de Michael.
La expresión de la otra mujer cuando miró a Michael lo decía todo. Ella estaba muy
asustada de algo. Wolf tenía una idea de por qué su antiguo amo la estaba cazando con
tanta obsesión, pero no se aventuraría a decirlo aquí. No deseaba humillarla aún más.
—Hay circunstancias justificadas. —La respuesta de Michael fue dada rápidamente, y
estaba claro que no quería continuar con esta conversación. Por una vez Very no
presionó—. No podemos seguir quedándonos donde Daniel. El suyo es un alojamiento de
soltero. Alguien se dará cuenta de nuestra presencia allí si no lo han hecho ya.
—No solo eso, sino que no es muy seguro —agregó Daniel—. Nunca pensé que
albergaría a alguien que requiere protección. Apenas he dormido en dos días. Está
causando estragos en mi aspecto por lo general impecable.
Wolf simplemente le dio una mirada exasperada a Daniel. Estaba perfectamente
arreglado, como de costumbre.
—¿Por qué aquí? —preguntó Very. Se cruzó de brazos testarudamente—. Daniel, esto
apesta a una de tus maquinaciones entrometidas.
—Nada de eso —se defendió él cuando caminaba hacia la puerta, revisando los puños
de su elegante chaqueta mientras lo hacía—. Este es el escondite perfecto. Nadie
esperará que ellos estén aquí. Si nadie sale de esta casa y tú tienes numerosos visitantes
en los próximos días, nadie pensará que es extraño. Y Wolf ha convertido esta modesta
casa en una verdadera fortaleza en estos últimos meses para hacerte sentir segura,
querida mía. Así que, sin saberlo, han creado —él hizo un ademán con sus manos,
señalando la casa en torno a ellos—, el refugio perfecto.
—¿A dónde vas? —preguntó Very bruscamente cuando Daniel alcanzó el picaporte.
Ella se levantó de la silla y dio varios pasos amenazantes en su dirección.
—Voy a buscar refuerzos. Me tomó dos días convencer a Michael de venir aquí y estar
de acuerdo con traer a unos amigos para ayudar a vigilar la situación. —Deliberadamente
evitó mirar a Wolf cuando agregó en forma casual—. Y voy a visitar a Barnabas James.
Wolf se paró de un salto.
—Por ningún motivo. —Solo de oír el nombre de James le puso la piel de gallina.
Daniel entonces se dio vuelta y sonrió amablemente.
—Sí, ciertamente lo haré. Él puede ayudar. Y a diferencia de ti, yo no tengo una
aversión hacia él.
—¿Quién es Barnabas James? —le preguntó Very.
—Él fue nuestro superior durante la guerra —respondió Wolf. Recordó las frías
sonrisas de James y las órdenes despiadadas. Él no tenía escrúpulos y mucho menos
honor. Todos ellos habían estado subyugados a él. Los había tenido creyendo que el sol
no podía salir ni ponerse sin su permiso. Habían matado para él. Y él les había hecho

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creer que era por una causa, una noble. Y al final la causa había sido la carrera de
James.
—Siempre has culpado a James por cosas que estaban fuera de su control —dijo
Daniel con los labios apretados—. Y las decisiones que tomé fueron mías y solo mías.
—No sé lo que eso significa, pero sé que no me gusta —declaró Very—. Si Wolf piensa
que no deberías ir a ver a esa persona, entonces no deberías ir.
—Muy leal de tu parte, querida mía —dijo Daniel con desdén—, pero mal informada e
irrelevante. James tiene el poder de hacer la cacería de Aurelie muy difícil y desagradable
para cualquiera que lo intente.
—¿Cómo? ¿Quién es él? —Very no era fácil de disuadir. Daniel debería saberlo.
—Él está ahora a cargo de algún oscuro y sin duda cuestionable departamento en el
Ministerio del Interior. —Wolf no ocultó su disgusto.
—Tú no lo has visto ni hablado con él en casi cinco años —dijo Daniel con impaciencia
—. No es el mismo hombre que conocimos en la guerra. Ninguno de nosotros lo es.
—Tú lo eres. Y eso es su culpa. —Wolf sabía que se estaba pasando de la raya, pero
era por el bien de Daniel. Porque cualquier ayuda que James ofreciera requeriría un pago.
Y había solo una cosa que James quería más que el poder, y eso era Daniel.
La espalda de Daniel se puso rígida ante el velado insulto.
—Hubo un tiempo en que tú orgullosamente te contabas entre sus, y mis,
subordinados. —Le dirigió una mirada a Wolf—. La respetabilidad te ha hecho intolerante
y bastante, bastante grosero.
Michael suspiró.
—Solo conozco a James por su reputación. Pero, Daniel, si Wolf piensa que es
peligroso pedir su ayuda, entonces quizás no deberíamos hacerlo.
—Podemos ir donde O’Shaughnessy. —Wolf rápidamente se acercó al escritorio y
recogió algunos papeles del suelo. Tomó una pluma—. Le escribiré ahora. Si alguien
puede detener un secuestro, este es un criminal. O’Shaughnessy tiene un gran peso entre
la clase de hombres que se encargan de este tipo de trabajos.
—¿Quién es O’Shaughnessy? —preguntó Michael.
—Él es... amigo de Kitty —dijo Very de refilón—. Se rumorea que está involucrado con
algunos de los negocios menos respetables de Londres.
Daniel bufó.
—¿Involucrado? El hombre es el dueño de ellos.
—Tal vez —dijo Wolf, sintiéndose un poco defensivo del hombre que se había
convertido, si no en un amigo, en un conocido estimado—. Pero él nos ayudó a encontrar
a Sophie cuando fue secuestrada, lo que probablemente le salvó la vida. Y Kitty lo adora.
Michael se sentó.
—¿Qué diablos ha estado sucediendo durante mi ausencia? —Su ira estaba dirigida a
Wolf—. La has presentado a un elemento criminal, la has llevado a revueltas y casi has
conseguido que la maten. ¿Has perdido todo tu sentido común?
Wolf tiró la pluma sobre el escritorio mientras miraba a Michael.
—¿Tienes la desfachatez de criticarme por la forma en que Very y yo vivimos mientras
tú estabas escondido en América? ¡Cómo te atreves!

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Prisioneros del Amor
8° de la Serie Compañeros de Armas

—No, yo critico tu fracaso en mantenerla a salvo —respondió Michael amargamente—.


Y me atrevo porque confiaba en ti. La dejé a tu cuidado entendiendo que la vigilarías.
—No era una niña que necesitara una niñera —le espetó Very—. Era una mujer que
necesitaba un hombre, y eso es precisamente lo que recibí de Wolf. Así que ahora
puedes dejar de preocuparte y volver a América.
Lady Kensington jadeó.
—¡Non!
Very hizo una mueca.
—No, no quise decir eso. —Resopló con fastidio y se cruzó de brazos otra vez—.
Regresa con tu padre. Cuando sea seguro. ¡Argh! Estoy tratando de decir que ya no te
necesitamos.
Michael se paró bruscamente.
—Has dejado eso perfectamente claro. —Hizo una reverencia, puntillosamente cortés
—. Mis disculpas. —Se volvió hacia Daniel—. ¿Te acompaño a ver a James?
Daniel suspiró, y era claro que estaba molesto con todos ellos.
—No. Mientras menos te vean, mejor.
—Entonces iré a por nuestras cosas. —Michael empezó a seguir a Daniel a la puerta,
pero entonces se detuvo y se giró hacia su esposa, obviamente aturdido porque se había
olvidado completamente de ella.
—Vete —dijo Very disgustada—. Llevaré a tu mujercita a tu cuarto. —Michael parecía
cauteloso, y Very se echó a reír, aunque no con mucho humor—. No la morderé. —Le dijo
chasqueando los dientes.
Michael apretó la mandíbula y con un giro brusco abandonó la habitación, cerrando la
puerta detrás de él.
—Necesitaremos dos habitaciones.
Wolf se sorprendió un poco al oír hablar a Aurelie. No, Lady Kensington. No era como
si fueran íntimos. Ni siquiera eran conocidos, en realidad. Michael nunca los había
presentado. El genio de Wolf se disparó. Él realmente se había convertido en un
sinvergüenza y un canalla.
—Oh —dijo Very educadamente—. ¿Le preocupan sus ronquidos?
Lady Kensington se recostó en el sofá viéndose cansada, delicada y etérea. Wolf
estaba seguro de que Very estaba apretando los dientes.
—¿Él ronca? No lo sabía. —Miró a Very directamente a los ojos—. Nunca hemos
compartido una cama.
Very se llevó las manos a sus caderas.
—¿Es así? —la desafió. Gesticuló hacia Lady Kensington—. ¿Otra inmaculada
concepción?
—Por favor, siéntese. —Lady Kensington señaló el asiento frente a ella—. Y señor
Tarrant, ¿podría unírsenos?
Wolf sentía curiosidad. Si ella y Michael nunca habían compartido una cama, entonces
eso ciertamente cambiaba el tenor de sus acciones recientes. ¿De quién era el bebé que
esperaba Lady Kensington? Wolf tenía un nudo en la tripa.
Very se sentó con cautela, la incredulidad escrita en su cara. Wolf se unió a ellas.

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Prisioneros del Amor
8° de la Serie Compañeros de Armas

—Conocí a Kensington en Nueva Orleans hace aproximadamente tres meses. —Ella


colocó su mano sobre su estómago—. Ma bebé nacerá el próximo mes.
—No entiendo lo que nos está diciendo. —Wolf la miró directamente como lo hacía ella
—. Si tiene algo que decir, entonces dígalo.
Lady Kensington agitó su mano, como espantando sus palabras.
—Fue justo después del levantamiento en Nueva Orleans. Aproveché la confusión y
escapé de la casa de mi amo.
—¿Levantamiento? —preguntó él, acomodándose en la silla. Ella claramente tenía su
propia agenda en la narración de su historia.
—Oui, los esclavos en una plantación estaban sublevados, y se extendió a la ciudad.
Very jadeó al lado de él.
—No hemos escuchado nada de eso aquí en Londres.
Lady Kensington se encogió de hombros de una manera muy francesa.
—¿Por qué lo harían? Han pasado solo unos pocos meses, y la revuelta fue
brutalmente reprimida. Las cabezas descompuestas de los esclavos cuelgan ahora a lo
largo del camino de la plantación.
—Oh Dios —dijo Very débilmente. Buscó a ciegas la mano de Wolf, y él la tomó en un
agarre de hierro.
—Yo escapé con la ayuda de mi querida Marguerite —dijo ella suavemente. Miró a la
distancia, y luego sacó un pañuelo de su pequeño bolso y se secó los ojos—. Ella murió
poco después, capturada por los cazadores de esclavos.
—¿Ella era una esclava también? —preguntó Very en voz baja.
Lady Kensington negó con la cabeza.
—Non. —Ella reunió su compostura por un momento—. Ella era la esposa de mi amo.
—Ella sorbió por la nariz y miró su regazo—. Y mi amante.

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8° de la Serie Compañeros de Armas

CAPÍTULO 14

Very colapsó contra el respaldo de su asiento y Wolf habría hecho lo mismo si no


hubiera estado ya apoyado contra el suyo.
Lady Kensington los miró suplicante.
—Kensington me encontró entonces, justo después de que capturaran a Marguerite.
Me sacó de contrabando de Nueva Orleans. Él y Monsieur Ashbury.
—¿Harry? —preguntó Wolf, aún en estado de shock.
Ella asintió.
—Oui. Él es un hombre importante en Nueva Orleans. Es dueño de un negocio de
comercio con mucho éxito allí. —Se ruborizó—. Y me conocía, antes de que mi último
amo me comprara. —Los miró directamente otra vez—. Me compró de un burdel en
Nueva Orleans, ya saben, donde había crecido y luego trabajado.
—Ya veo —murmuró Wolf. Very estaba aplastándole los dedos, pero él no protestó.
—Su ex... —Very se detuvo—. Es decir, el marido de Marguerite, el bebé es de él. —
Very hizo una afirmación, no una pregunta.
—Non —negó Lady Kensington con vehemencia—. Ma bebé es mío y de Marguerite.
No de él. Nunca de él.
Very estaba mordiéndose el labio inferior.
—¿Por qué se casó con usted? —Finalmente hizo la pregunta que había estado
atormentándolos a ella y Wolf, con una voz muy bajita.
—El capitán del barco, no me permitiría embarcarme a menos que estuviéramos
casados. Él pensaba que era una puta en el mejor de los casos, una esclava en el peor.
—Se retorció en su asiento, tratando de ponerse cómoda. Se sentó hacia adelante y se
frotó la parte baja de la espalda—. Monsieur Ashbury tenía un pasaje para regresar aquí
con Kensington. Pero me lo dio, ¿oui? Así que Kensington se casó conmigo para subirme
al barco, y Monsieur Ashbury se quedó. Nuestro matrimonio no es realmente un
matrimonio.
Wolf apoyó su barbilla sobre su puño cerrado mientras se giraba y miraba a ciegas por
la ventana. No era para nada lo que habían pensado, ¿no?
—Cuando protesté, él me dijo, “ella ya está casada, así que bien puedes tomar mi
nombre, de lo contrario no se utilizará.” —Miró a Very—. Creo que estaba hablando de
usted. —Respiró temblorosa—. Yo todavía estoy de duelo por Marguerite. —Ella sacudió
la cabeza—. Y no puedo sentir lo mismo por un hombre. Se lo dije a él antes de aceptar
su acuerdo. Y él me habló de ustedes dos.
Y no había terminado de enterrar el cuchillo, tampoco.
—Él casi muere en el viaje hasta aquí. Fuimos atacados justo antes de dejar Nueva
Orleans. Fue herido, una cuchillada. Contrajo una fiebre, y estuvo enfermo la mayor parte
del viaje de regreso. Nos alojamos en la casa de su padre en el campo hasta que estuvo
lo suficientemente bien como para venir a Londres.
Very estaba extremadamente tranquila al lado de Wolf.
—¿Por qué vinieron a Londres? —preguntó Wolf.

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8° de la Serie Compañeros de Armas

—Para verlos a ustedes, creo —dijo ella con una pequeña sonrisa—. Pero también
para asegurarnos que yo estaba a salvo. Kensington dijo que necesitábamos la ley para
hacer eso, y la ayuda de sus amigos. —Ella sacudió la cabeza con una expresión de
asombro—. Él conoce al Duque.
Wolf se echó a reír.
—Sí, todos conocemos al Duque.
—¿Pero por qué simplemente no nos contó todo esto? —exclamó Very mientras se
levantaba de su silla y comenzaba a caminar delante de Aurelie—. Su historia es
conmovedora, pero aún queda el hecho de que él nos mintió al no contarnos acerca de
usted. Él vino a nuestra cama bajo falsos pretextos. No puedo perdonarlo.
—Eso fue mi culpa —dijo Aurelie con tristeza—, y ahora lo lamento. —Se deslizó hacia
adelante para sentarse en el borde del sofá—. Yo no los conocía, no conocía a nadie aquí
en Londres, y he aprendido de la manera difícil a no confiar en nadie. Así que le rogué
que no se lo contara. Yo tenía miedo. Miedo de que ustedes me delataran por la
recompensa y me enviaran de vuelta a América. Le hice jurar que no se lo diría a nadie.
Él quería decírselo, pero no podía faltar a su palabra.
—Aun así podría habérnoslo dicho —argumentó Very—. Él nos conoce. Sabe que le
habríamos ayudado. Nunca los habríamos traicionado.
—¿Y usted querría que él rompiera un juramento así? —Aurelie estaba incrédula—.
¿Quiere a un hombre que haría esto?
Very simplemente negó con la cabeza. Miró a Wolf, cómo si él tuviera las respuestas.
Él no las tenía. Se sentía como Very, pero entendía las razones de Michael. No sabía qué
hacer. Sin embargo, sí tenía una respuesta a la pregunta de Aurelie. No, él no querría a
un hombre que pudiera romper un juramento como ese.
Aurelie suspiró y le hizo un gesto para que la ayudara.
—Y ahora debo descansar. La bebé, ella me cansa.
Wolf se levantó obedientemente y le extendió una mano cuando se levantó con
torpeza.
—Déjeme llamar a Jenkins para que le muestre su habitación.
Su sonrisa era forzada.
—Merci. Y mientras yo descanso, ustedes tres deben resolver esto, sin importar cuál
sea la decisión. Él se está matando por esto.

Very oyó a Wolf volver al salón después de dejar a Lady Kensington en las capaces
manos de Jenkins. Ella no se apartó de la ventana.
—Odio que la lluvia venga y nos obligue a cerrar las puertas.
—No quiero hablar más de la maldita lluvia.
La irritación de Wolf picó el orgullo herido de Very.
—Entonces puedes abstenerte de hacer comentarios.
—¿Quieres dejar de mirar por la maldita ventana y hablar conmigo? —Wolf la tomó del
brazo para que lo encarara.
Ella se desprendió de su agarre.

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—Dijiste que no querías hablar.


Wolf se puso una mano en la cadera y se pasó la otra por el pelo, irritado.
—Por favor, Very. Necesito hablar de ello. No puedo seguir fingiendo. Esto es, este es
el momento en que tenemos que tomar algunas decisiones.
La ira de Very se disipó y la desesperación tomó su lugar.
—¡No puedo! No sé qué hacer. ¿Cómo voy a tomar decisiones o hablar de ello cuando
no sé cómo me siento?
Wolf puso sus manos sobre sus hombros y ella le devolvió la mirada. Él se veía tan en
conflicto como se sentía ella.
—Creo que sabes cómo te sientes. Ese no es el problema.
Ella se envolvió con los brazos.
—Entonces dime. Dime cuál es el problema.
Wolf le soltó los hombros y le frotó los brazos, calentándola de adentro hacia afuera.
—¿Sabes por qué amamos a alguien?
—¿Qué? —Eso no era lo que ella esperaba que él dijera.
Él se sentó en el brazo del sofá, y por una vez pareció poco elegante. Se dejó caer allí,
con los codos sobre sus rodillas, sus manos entrelazadas. Miró por la ventana que había
hecho abandonar a Very, pero ella sabía que él no veía. Él estaba mirando hacia el
interior.
—¿Por qué una persona ama a otra? ¿Qué te hace amar a alguien en particular, y no a
otra persona?
—Bueno —dijo Very tentativamente, no muy segura de que él realmente quisiera una
respuesta—. No lo sé.
Wolf se rio suavemente.
—Yo tampoco. —Él se mordió el labio por un momento—. Puedes decir, “Oh, me
encanta su ingenio, o su fuerza, o su ternura. Quizás su bondad o su inteligencia.” Pero la
verdad es que él puede ser no más ingenioso, ni más fuerte, ni más tierno o inteligente o
amable que cualquier otro hombre. Menos que muchos de ellos, en realidad. Y aun así lo
amarás.
Very entonces lo supo. Supo que decir y hacer. Y la asustó de muerte.
—Tal vez él es de ese modo solo contigo. —Ella fue hacia Wolf y lo rodeó con los
brazos, apoyando la mejilla en la parte superior de su cabeza—. Sé que tú me muestras
esa ternura a mí, y no al mundo. Tu fuerza es mía para que yo me apoye, tu amabilidad e
ingenio son regalos para mí. —Ella se movió delante de él y él levantó la mirada hacia
Very—. Y aun así también sé, como siempre lo he sabido, que no son solo míos. —Se
agachó frente a él y le estrechó las manos entre las suyas—. Nosotros siempre lo
amaremos, ¿no es cierto? —susurró ella—. Porque para nosotros él es todas estas cosas
y más, a pesar de que la lógica dicta que no lo es. El resto del mundo no necesita
entenderlo.
—Sí —dijo él, con una finalidad que hacía que la decisión no fuera decisión alguna,
realmente. Simplemente era.
—Entonces lo perdonaremos, y encontraremos la manera de hacer que esto funcione.

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Ella se puso de pie, pero Wolf no soltó sus manos. En cambio la mantuvo en el lugar y
le dio una mirada inquisitiva.
—¿Estás segura?
Ella asintió, en paz con su decisión.
—Sí. Una de las razones por la que estaba tan enojada con él hoy fue que cuando lo vi,
todavía quería eso. Todavía quería el sueño que compartimos todos estos años. Todavía
quería que estuviera con nosotros. Y pensé que no podríamos tenerlo. —Ella lo levantó
del sofá—. Pero también sé que tenemos que establecer algunas reglas esta vez.
Honestidad, fidelidad, convivencia, espero todas esas cosas de él. No toleraré más
mentiras, o más huidas. Puede que nunca deje de amarlo, pero no seré la tonta de nadie.

Michael miraba sin ver las hileras de libros en las estanterías de Wolf. Él no debería
estar aquí. Sí, Jenkins le había indicado el cuarto cuando le preguntó dónde podría
encontrar un libro para leer, pero eso no significaba que Wolf le daría la bienvenida a su
presencia en su estudio. Michael se negó a mirar a ninguna parte salvo los libros. No
llenaría su mirada hambrienta con la imagen de la silla de Wolf, dónde él estaría sentado
por horas, o los sofás y las sillas, donde pudiera sostener a Very en sus brazos. Con su
visión periférica alcanzaba a ver la mesa llena de licores, y era una tentación. Pero la
evitó. Sabía Dios lo que haría en esta casa si se emborrachara. Algo indeseable e
indigno, estaba seguro.
La puerta se cerró detrás de él y se dio vuelta para ver a Very y a Wolf parados ahí
mirándolo expectantes.
Comenzó a caminar hacia la puerta de inmediato.
—Lo siento. No fue mi intensión invadir. Solo estaba buscando un libro para pasar el
tiempo. —Se detuvo y respiró profundo—. Dejadme aseguraros que no seremos un
inconveniente. Si todo va bien con James, puede que nos marchemos incluso mañana. —
Iba a reanudar su paso hacia la puerta pero Very se interpuso en su camino. Ella tomó su
rostro, y él se encogió, esperando otro golpe. En lugar de eso ella le acarició su mejilla
magullada. Había hecho un buen trabajo oscureciendo el moretón del puño de Jason que
ya estaba desvaneciéndose. La mejilla se sentía un poco hinchada otra vez.
—Lo siento —dijo ella en voz baja. Michael se quedó ahí, sorprendido, mientras los
brazos de Very se deslizaban sobre sus hombros y lo abrazaba con fuerza, presionando
su mejilla contra su pecho. Tuvo miedo de devolver su abrazo. ¿Qué esperaba ella que él
hiciera?
—Eres un cobarde mentiroso —susurró ella—, y te amo entrañablemente.
—¿Qué? —Él se sentía como un idiota, pero no tenía idea de que se trataba esto.
—¿Por qué no nos dijiste? —dijo ella, empujándolo para atrás—. No harás juramentos
de secretos a nadie salvo a nosotros nunca más.
—Ella os lo contó. —No podía creer el alivio que lo recorría al saber que ya no tenía
que esconder nada a Very y Wolf.
—Sí —respondió Wolf. Estaba observando a Michael con una mirada tan hambrienta y
desesperada que Michael comenzó a sudar. Ni siquiera cuando estuvieron encerrados
juntos arriba, por días en su prolongada reunión, Wolf lo había mirado de ese modo. Era

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una mirada que él no había visto desde antes que él huyera—. Te perdonamos por eso.
Un juramento es algo que nosotros entendemos muy bien. Y ya que claramente lo haces
tan bien, es lo que exigimos de ti ahora.
—No lo entiendo. —No podía comprender lo que Wolf estaba diciendo, no después de
escuchar la gloriosa palabra “perdonar”.
—No puedo hacer esto de nuevo, Michael —dijo Very. Su voz se quebró y se alejó.
Caminó hasta el escritorio de Wolf y se volvió hacia él con los brazos cruzados con
fuerza, casi protegiéndose. Se veía tan vulnerable—. No puedo dejar que vuelvas solo
para dar la vuelta un día y encontrar que te has ido, huyendo por algún desaire o un
malentendido. Este matrimonio —ella estiró su mano a Wolf y él se acercó a su lado—,
me ha enseñado muchas cosas. —Respiró profundo—. Antes de ir donde tu padre el otro
día, yo no había salido de esta casa por casi siete meses.
—Lo sé. Daniel me lo dijo, justo después de que os fuerais. —Su pecho se contrajo.
Ella había sufrido tanto, tan asustada, y él no había estado ahí para protegerla. Nunca se
lo perdonaría, sin importar lo que ellos dijeran.
—Entonces sabes que Wolf se quedó a mi lado durante todo eso —le dijo Very
solemne—. Hubo momentos en que pensé que estaba loca, y estoy segura de que otros
le dijeron que lo estaba. Pero él nunca vaciló, o huyó. Él fue mi roca. Necesito saber que
puedo contar contigo de la misma manera, Michael.
—Sí, puedes —dijo él ahogado.
—Nosotros te amábamos y tú lo sabías. Y te marchaste de todos modos. —El tono de
Wolf era acusatorio. Bueno, tenía todo el derecho de ser así, ¿no?
—Me temo que mi cabeza estaba tratando de llevar la carga, en lugar de mi corazón. Y
mi cabeza me decía que tratar de tenerlo todo contigo y Very iba a causar sufrimiento y
dolor para todos. —Él supo que lo que dijo estuvo mal cuando las mejillas de Wolf se
pusieron rojas de ira.
—Tu partida causó sufrimiento y dolor. Ella estuvo muy enojada por un tiempo, pero
cuando no regresaste, y luego recibí tu carta de América, ella lloró. —Él cerró los ojos—.
No le mostró esas lágrimas a nadie más que a mí. Tú la trajiste a mis brazos al irte. No
puedo arrepentirme de eso. —Él se echó a reír pero había más dolor que diversión en ello
—. Nos enamoramos debido a tu deserción. Irónico, ¿no?
Michael apretó la mandíbula.
—No, no fue así. Os enamorasteis antes de que me fuera. Lo vi en vuestros rostros esa
noche.
—¿Es por eso que te fuiste? ¿Por celos? —le disparó Wolf—. Una emoción tan
estúpida. Nosotros estábamos más allá de eso.
—Tal vez yo no. —La ira de Michael se derritió casi de inmediato—. No quiero pelear
—dijo en voz baja—. No sé porque sigo haciendo eso. Me he vuelto estúpido y terco,
cuando en su lugar debería estar diciéndoos lo que siento. Tenéis que tener paciencia
conmigo.
—Entonces dinos —le pidió Very, con sus manos en súplica—. Dinos lo que sientes, la
verdad. ¿Por qué te marchaste? ¿Por qué te mantuviste alejado por tanto tiempo?
¿Volviste solo a causa de la grave situación de Aurelie?
—¡No! ¿Acaso no os dijo que íbamos a regresar? ¿Harry y yo? Por eso es que la traje
aquí, porque no iba a permitir que ni una sola cosa más me mantuviera lejos.

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—¿Qué te mantuvo alejado? —preguntó Wolf.


Michael se sentó cansadamente en la silla más cercana.
—Todo, al parecer, estaba conspirando para evitar que regresara con vosotros. —Él
sacudió la cabeza—. No. Honestidad, ¿cierto? —Se inclinó hacia atrás y dejó escapar un
suspiro—. Yo debería haber regresado en el mismo momento que llegué a Nueva York.
Yo quería, pero fue ese mismo deseo el que me convenció de que necesitaba quedarme
por un tiempo. Pensé que todos necesitábamos tiempo para calmarnos y pensar sobre lo
que estábamos haciendo. Cuando estoy cerca de vosotros dos no puedo pensar
desapasionadamente. En lo único que puedo pensar es en vosotros, y lo mucho que os
deseo. Así que pensé que si no estaba con vosotros, podría pensar de manera lógica
acerca de a dónde nos dirigíamos.
—¿Y a dónde nos dirigíamos? —Ante la trémula pregunta de Very, Wolf se movió
detrás de ella y deslizó sus brazos alrededor de su cintura. Ella se apoyó en él como si
fuera la cosa más natural del mundo, frotando los brazos de Wolf con sus manos. Todavía
lo sacudía verlos así. Saber que se perdía de las intimidades que conducían a esta clase
de unión, la necesidad instintiva de buscar y ofrecer consuelo el uno al otro.
—Aquí. —Su voz estaba ronca por la emoción—. A hacer un compromiso con el otro, a
hacer votos de honestidad, lealtad y fidelidad que será puesta a prueba a cada paso en
un mundo que no acepta esta clase de amor, un amor entre tres personas. —Miró
directamente a Wolf—. Votos de amor entre dos hombres.
—Y tú tuviste miedo de eso.
Las palabras de Wolf eran una afirmación, no una pregunta. Sin embargo, Michael
respondió de todos modos.
—Sí. Tuve miedo de no ser lo suficientemente fuerte para cumplir con el compromiso.
Tuve miedo de la censura de la sociedad y de mis pares, de mi familia. Tuve miedo por
Very y lo que significaría para ella, una mujer íntimamente involucrada con dos hombres.
—Y entonces no regresaste. ¿A dónde fuiste? —preguntó Very.
—Pensé simplemente visitar Washington. Quería ver el diseño de L’Enfant, y la
reconstrucción de los alojamientos de su presidente, la Casa Blanca. Nosotros la
incendiamos durante la guerra. —Michael no pudo evitar hablarles excitado acerca de sus
viajes—. Allí conocí al presidente Monroe. Simplemente me acerqué y me presenté a un
tipo ahí en la puerta, y lo siguiente que supe fue que estaba tomando el té con el
presidente.
—¡No! —exclamó Very—. ¿De verdad lo hiciste?
Michael se echó a reír.
—Lo hice. Él quería un “Inglés que se hiciera cargo de todo este asunto de la
esclavitud” ―citó con su mejor acento de Virginia. No era muy bueno, pero los hizo reír.
Sin embargo el tema lo hizo ponerse serio—. Yo realmente no sabía nada sobre eso, por
aquel entonces. Me gustaría poder sentarme con él ahora. Están teniendo un gran debate
sobre territorios que quieren convertirse en estados, y si la esclavitud será o no permitida
ahí.
—Pero tú conociste a Aurelie en Nueva Orleans —dijo Very—. ¿Cómo fue que llegaste
desde Washington a Nueva Orleans?
—Me encontré con un grupo de jóvenes ingleses que viajaban por América. ¿Te
imaginas? Como si fuera el continente. —Él se rió—. De alguna manera terminé en un

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barco con ellos y fuimos bebiendo de puerto en puerto hasta que terminé en Nueva
Orleans. —Los miró con timidez—. Desearía tener una mejor historia que contar. Pero me
sentía miserable y no podía decidir si debía regresar, y estar ebrio era mucho más fácil
que pensar en ello.
—Pero seguramente no estuviste borracho por dos años —dijo Very con horror.
—No, no todo el tiempo, pero una buena parte de él. Harry Ashbury me encontró en
Nueva Orleans. Me sacó a rastras y me convenció de ir a St. Luis con él. Viajamos en un
barco de vapor por el río Mississipi. Nunca he visto nada igual. —Sacudió su cabeza,
incapaz de describir con las palabras adecuadas las imágenes, los sonidos y la
majestuosidad de ese gran río—. Tenéis que verlo algún día. Es magnífico. Que tierra
hemos perdido.
—¿Y entonces? —lo apuró Wolf.
—Era de verdad muy tarde en la temporada para viajar al norte. El invierno nos golpeó.
La nieve se apilaba hasta el techo.
Very se burló.
—Oh, por favor. —Él sacudió la cabeza, y por su expresión los ojos de Very se
agrandaron—. ¿De verdad? ¿Tanta nieve? ¡Vaya! ¡Eso es suficiente para matar a un
hombre!
Él se echó a reír.
—Ellos se han adaptado. Pero Harry tenía negocios en St. Luis. Él tiene un negocio de
comercio con mucho éxito ahora. ¿Podéis creerlo?
—Nos lo dijiste el otro día —murmuró Wolf.
Michael se sonrojó.
—Así es, lo hice. De todos modos, nos quedamos con Chouteau y su esposa. Él es el
ciudadano más importante de allí, fundó la ciudad, construida con sus propias manos. —
Michael agitó la cabeza, todavía asombrado ante la idea misma—. Hizo una maldita
fortuna en el comercio de pieles con los nativos. Lo habrían hecho rey si hubieran podido.
—Él miró hacia abajo, temiendo que ellos no creyeran lo que diría a continuación—. Todo
lo que yo podía pensar era en volver con vosotros para ese entonces. Acosé al pobre
Harry hasta el cansancio hasta que él finalmente estuvo de acuerdo en regresar cuando
se derritiera la nieve. —Los miró a través de sus pestañas y se sintió aliviado de ver que
ellos parecían comprensivos—. Durante ese tiempo, pasamos mucho tiempo hablando de
ustedes dos, y de Daniel.
—¿Daniel? —dijo Wolf sorprendido—. Yo pensé que era asunto de un solo lado.
Michael negó con la cabeza.
—A riesgo de traer la ira de Very sobre mi cabeza, prometí no contarle a nadie las
cosas que Harry me dijo durante ese ebrio invierno en St. Luis. —Very pareció
descontenta ante eso, por lo que él lo enmendó—. Pero estoy seguro de que puedo
confiar en que vosotros no revelareis nada esto a Daniel. —Eso pareció dejarla
satisfecha, pero no presionó por la información—. El resultado fue que él decidió regresar
conmigo. Hicimos los arreglos, y entonces se desató el caos en Nueva Orleans. Hubo una
revuelta de esclavos y la ciudad se tornó violenta. En medio de todo ese infierno,
encontramos a Aurelie, herida, devastada y temerosa por su vida. Así que nos hicimos
cargo de ella. Y aquí estamos.

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—¿De verdad le dijiste que podía bien tomar tu apellido porque yo no podía? —
preguntó Very en voz baja.
Michael se aclaró la garganta, avergonzado de que Aurelie hubiera revelado tanto.
—Sí. Verás, yo acababa de recibir tu carta. La tenían en la oficina de Harry para
cuando regresáramos. Al no saber cuándo lo haríamos, no quisieron reenviarla y que yo
posiblemente la perdiera. Así que me acababa de enterar de que os habíais casado. Yo
no estaba triste, de verdad. Sabía que hacíais una buena pareja. Vi eso con mis propios
ojos antes de irme. Pero también sabía que yo quería esto. —Hizo un gesto entre los tres
—. Yo sabía que no me casaría con nadie más.
—Oh Michael —dijo Very sin aliento. Ella se desprendió suavemente de los brazos de
Wolf y él la dejó ir. Ella se acercó y se arrodilló a sus pies—. Nosotros también queremos
esto. —Le tocó la mejilla de nuevo—. ¿Podrás perdonarme? Estaba tan enojada y
desdichada pensando que te había perdido para siempre.
Él tomó su rostro.
—Debería habértelo dicho antes. Pero el momento nunca parecía ser el correcto. —
Sacudió su cabeza—. Honestidad, Michael, honestidad —dijo él en voz baja, y Very se rió
—. Tenía miedo de contarte. Tenía miedo de que me sacaras a patadas y no volvieras a
hablarme nunca. La verdad es que yo había planeado decirte esa mañana porque le
había prometido a Aurie estar de vuelta para entonces. Pero luego llegó todo el mundo y
no fue el momento adecuado.
—Y entonces se te acabó el tiempo —Wolf habló de donde todavía estaba parado junto
a su escritorio.
Michael asintió con frialdad.
—No estabas sorprendido. —Miró a Wolf con tristeza—. Esa fue la parte más difícil.
Estabas mirándome como si lo hubieras esperado, esperado la traición. Y yo pensé que
nunca me lo perdonarías, no solo por Aurie, sino por todo. Porque no confiabas en mí.
—Tenías razón —Wolf suspiró y miró al suelo—. Me contuve. No confiaba en ti. Debes
entender lo dolorosa que fue tu partida para mí.
—Wolf..
—No —dijo él, no sin amabilidad—. Déjame terminar. Yo lo sabía, ya ves. Yo sabía que
tú tenías miedo de lo que teníamos. Y sabía que yo era la causa de ello.
—No. La culpa fue mía, no tuya. —Michael habló con firmeza mientras levantaba a
Very. Ella se deslizó sobre su regazo y él nunca había sentido un peso más bienvenido.
La apretó con fuerza, frotando su mejilla contra su pelo—. Fui un tonto, huyendo del cielo
porque tenía miedo del infierno.
—Si yo no hubiera estado ahí, si solo hubierais sido tú y Very y tu amor por ella, tú
nunca habrías huido. Os habríais casado y habríais vivido felices como Lord y Lady
Kensington. No me mientas, Michael, ni a ti.
—Pero tú estabas ahí, y desde mucho antes de que yo conociera a Very. La verdad es
que yo te amo. Te amo y te necesito de la misma forma, con la misma intensidad que amo
y necesito a Very. Si tú simplemente te hubieras alejado no habría cambiado
absolutamente nada. Yo habría sentido lo mismo.
—Exactamente.
Michael tomó aire sorprendido.

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—No me di cuenta… Nunca lo pensé de esa manera. Nunca te puse en mi lugar.


Very le besó la mejilla.
—Sí, sabemos que fuiste un idiota. —Eso le valió una sonrisa de Wolf—. Pero siempre
has sido nuestro idiota. Si alguien debió haberse alejado, debí ser yo. Yo era el inocente
instrumento de ruina en nuestra desafortunada historia de amor.
—¿Tú qué? —Wolf se rió abiertamente—. Maldición. El dramatismo.
—Cállate —dijo Very bruscamente. Ella se centró en Michael e ignoró el resoplido de
incredulidad de Wolf—. Si yo no me hubiera lanzado sobre ti, tú y Wolf habríais
continuado como estabais, contentos el uno con el otro.
—Tú no te lanzaste sobre mí. Fui yo el agresor. Y nunca estuvimos contentos. —
Michael le dio una sonrisa de medio lado y luego hizo una mueca. Su mejilla lo estaba
matando—. Estábamos desesperados, dolidos y solitarios, nunca contentos. Estábamos
encerrados en un ciclo de avance y retroceso, unidos para siempre, a pesar de que
luchamos contra ello.
—Tú luchabas —lo corrigió Wolf—. Yo estaba contento de estar ligado a ti. Pero tienes
razón. Nunca fue una unión fácil porque tú no la querías.
—No, no la quería. —No estaba para mentir y evitar esta conversación—. Mi amor por
ti siempre me ha preocupado. No es como las cosas deberían ser, y lo sabes, sin importar
lo que vemos a nuestro alrededor en la pequeña esfera de nuestros conocidos íntimos. Y
soy demasiado hijo de la sociedad como para pasar por alto ese tipo de actos impropios.
No puedo pedir disculpas por eso. Es la forma en que me criaron.
Wolf lo miraba incrédulo.
—Creo que es la primera vez que has compartido el modo en que realmente te sientes.
—Se aclaró la garganta—. ¿Y ahora?
—Y ahora, diablos, he pasado por demasiadas cosas, visto demasiado, herido
demasiado. Este mundo no es lo suficientemente grande como para dejar atrás mi amor
por ti. Y me he dado cuenta de que la única felicidad que he encontrado ha sido con
vosotros dos. No solo contigo. —Él beso la boca de Very—. Y no solo contigo —dijo
asintiendo en dirección a Wolf—. Sino con ambos. No soy un filósofo. No soy, ya que
estamos siendo totalmente sinceros, ni siquiera un hombre de conocimientos avanzados.
Pero tampoco soy estúpido. Por alguna razón, el Destino decretó que yo debía amaros a
ambos y por alguna inexplicable razón debíais amarme de vuelta. Un hombre no puede
luchar contra el poder del Destino.
—Seamos real y verdaderamente honestos —dijo Very astutamente. Ella lo besó a lo
largo del cuello y le mordió el lóbulo de la oreja y él casi gimió ante la inesperada
excitación de eso—. Un hombre no puede luchar contra el poder de Very.
—Solo un tonto querría —respondió él riéndose—, y nunca seré un tonto otra vez.
—¿Qué hay del poder de Wolf? —Wolf se acercó a ellos, con el andar elegante de un
depredador—. ¿Quieres luchar conmigo más tarde, cuando finalmente reclame lo que tú
dices es mío? —Puso una mano en la parte posterior del cuello de Michael y apretó
ligeramente hasta que Michael lo miró. Wolf se inclinó y besó la magulladura de su mejilla
y luego lamió su labio inferior.
—No tengo un pelo de tonto. —Ante su respuesta jadeante, sintió los labios de Wolf
curvándose en una sonrisa.

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CAPÍTULO 15

―¿Estás seguro de que Aurie va a estar bien por sí misma? ―Very se inquietó. Se
mordió las uñas con indecisión―. Aunque me resisto a perder la oportunidad de
finalmente veros a los dos follar, una de mis fantasías favorita, por cierto, estoy
preocupada por ella.
―Oh Dios ―Michael gimió.
Very acababa de escoltar a Aurie a su habitación y la dejó al cuidado de una dulce
doncella llamada Mary.
―Ella va estar bien, Very ―le aseguró Wolf. Iban caminando a su habitación y Wolf
señaló directamente a través del pasillo hasta la habitación de Aurie―. Ella está ahí.
Vamos a saber si necesita algo.
―Me gusta. ―Very no podía creer que estaba diciendo eso. Esta misma mañana
había querido arrancarle el pelo a puñados―. Estoy tan contenta de que su inglés sea
mejor que mi francés. Honestamente, mi francés es horrible.
Wolf asintió con la cabeza.
―Realmente lo es. Lo que hace que sea tan difícil jugar al duque y la doncella francesa
contigo. ―Michael explotó de risa y Very golpeó a Wolf en el hombro.
―Calla. Además, te gusta mucho más mi variado dialecto de Yorkshire cuando
jugamos a la lechera y el señor de la mansión.
―Mmm ―Wolf tarareaba con aprecio―. Pero mi favorito sigue siendo el mozo de
cuadra y la princesa húngara.
―¿Hablas húngaro?―preguntó Michael a Very.
Very rio.
―No, pero él tampoco lo hace así que no sabe la diferencia.
―Basta ―dijo Michael, riendo.
―Es verdad ―dijo Very, volviendo a lo que estaba diciendo antes de que Wolf la
interrumpiera―. Después de todo lo que Aurie ha pasado, todavía tiene sentido del humor
y compasión.
―Sí. ―Michael se detuvo mientras Wolf abría la puerta―. Ella tiene esa especie de
curioso fatalismo francés, combinado con un enfoque de esclavo en el presente.
―¿Qué quieres decir? ―Very preguntó, lista para ofenderse en nombre de Aurie. Ella
no podía imaginar a la otra mujer como una esclava. No le quedaba para nada.
―Ella dice que los esclavos aprenden a una temprana edad a apreciar el presente, el
momento por así decirlo, porque no tienen control sobre el futuro o el pasado. Creo que le
ha servido bien en estos últimos meses. Espero que una vez que las cosas vuelvan a la
normalidad ella no se aflija por sus desgracias.
―Velaremos que no lo haga ―Very declaró enfáticamente.
Wolf agarró del brazo de Michael y lo arrastró hasta el dormitorio.
―Vamos todos a centrarnos en el presente, ¿de acuerdo?
Very lo siguió a la habitación y no bien pasó a través de la puerta Wolf la cerró de golpe
y empujó a Michael contra ella. Michael no tuvo tiempo de reaccionar antes de que la
boca de Wolf estuviera en la suya, dura, áspera y desesperada. El espectáculo debilitó

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sus rodillas. Ella iba, finalmente, a verlos follar. Había disfrutado de sus tres días juntos, y
ser el centro de atención durante la mayor parte del tiempo, pero estaba preparada para
este momento. Dispuesta a compartir este último, prohibido, erótico placer que los uniría a
todos juntos.
Ese beso se vio tan bien que Very quiso algo de él. Ella caminó lentamente y tomó un
puñado del cabello de Wolf y tiró de él hacia atrás una fracción de una pulgada, lo
suficiente para adaptarse a su boca cerca de la de ellos y deslizar su lengua dentro de la
maraña de labios. Ambos hombres hicieron sonidos desesperados de manera
satisfactoria, el de Michael era más bien un quejido mientras Wolf gruñó y dio un tirón a su
cabeza para liberar su cabello. Ella deslizó sus manos hacia abajo sobre sus nalgas
firmes y directo al acogedor, caliente espacio entre sus piernas. Ahuecó con sus manos
los pesados sacos y esta vez ambos hombres rugieron. Se rio y se frotó al lado de
Michael.
―Very―exclamó Michael.
―Lo siento ―dijo con falsa sinceridad―, ¿creías que solo iba a mirar?
Wolf se echó a reír. El corazón de Very dio un vuelco con el sonido, tan oscuro y
sensual y sin preocupaciones de una manera que no había estado en mucho tiempo.
―De veras te gusta mirar, querida, pero solo cuando te conviene.
―¿Ha habido otros hombres con quiénes ella te vio? ―preguntó Michael, y aunque
trató de no demostrarlo podía oír el dolor en su voz.
Wolf se apretó muy cerca de Michael, sus caderas metidas ceñidamente entre las
piernas de Michael. El brazo de Very quedó atrapado entre Michael y la puerta, pero a ella
no le importaba. Le gustaba el leve tirón del cuerpo de Michael al moverse, la forma en
que el ritmo de su respiración se quebraba y comenzaba de nuevo en jadeos rápidos y
agudos.
―No ―dijo Wolf―. A ella le gusta verme cuando me doy placer.
―Maldita sea ―exclamó Michael―, me gustaría ver eso también. Empujó contra Wolf,
frotando su muslo entre las piernas de Very. Se sentía tan bien que ronroneaba como un
gato.
―Lo harás ―prometió Wolf con esa voz suya rica y oscura―. Y tú lo harás para
nosotros.
―¿Lo harás Very? ―Michael estaba jadeando con solo mencionarlo.
―Si eres un niño muy, muy bueno ―respondió Very, poniéndose de puntillas para
morder su mandíbula―. Puede ser que te deje mirar. ¿Te gustaría eso?
―Sí, sí, sí ―gritaba Michael con una pequeña sonrisa devastadora. La sonrisa se
mantuvo mientras apoyaba la cabeza contra la puerta y cerraba los ojos, como si
estuviera imaginándola acariciándose.
Wolf estaba acariciando la barbilla de Michael y él volvió su rostro hacia ella. Sus ojos
estaban abiertos ahora, y vidriosos con deseo. Very le dio una sonrisa malvada.
―Vamos ―dijo, tirando de su mano―. Yo quiero jugar.

La idea de jugar de Very lo estaba matando. Por lo que Michael podría decir consistía
en ella y Wolf lo atormentaban con sus bocas y manos sin cesar. Habían besado, lamido,

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succionado y acariciado cada centímetro de él. Había perdido la noción del tiempo.
Estaba desesperado con la necesidad, y no habían terminado todavía. Los dos estaban
chupando sus pezones juntos, y cada uno tenía una mano envuelta alrededor de su polla,
la de Wolf abajo, la de Very arriba. Wolf le había dicho que mantuviera los brazos
clavados en la cama encima de su cabeza. Si movía sus brazos, ellos se detendrían. Él
no movía sus brazos. Very recorría con el dedo pulgar su raja goteante y se estremecía
con cada pasada. No podía aguantar mucho más. Pero él sabía lo que venía y solo quería
contenerse hasta que él pudiera correrse con Wolf en su interior. Su cuello se arqueó
hacia atrás, mientras Very mordía su pezón fuertemente. Un pequeño grito se escapó, y
sus dos amantes se alejaron con suaves besos. El deslizamiento de seda del cabello de
Very a través de su estómago hizo que sus hombros despegaran de la cama.
―Tu cabello se siente tan bien —dijo. Su voz era una ronca sombra de sí misma, se
había hecho áspera con sus gemidos y el esfuerzo que había hecho para someterlos
cuando sea posible.
—Arriba —dijo Wolf. Se sentó en sus rodillas y sacó a Michael de la cama después de
él. Very estaba indolentemente recostada sobre su lado mirándolos con los ojos
entornados, su peso en su codo. Estaba simplemente magnífica, como una reina pagana
con su largo cabello oscuro y senos voluptuosos con sus puntas de color rosa, excitadas.
La curva de su estómago le daba ganas de adorarla a ella y a la nueva vida que sostenía.
Cuando Wolf se inclinó sobre él en sus manos y rodillas en la cama podría haber
llorado de alivio. Pero entonces Wolf se echó debajo de él y le apretó las rodillas hacia
afuera, tirando de sus caderas hacia abajo para que pudiera tomar su polla en la boca.
—Wolf —gritó. No obtuvo respuesta. Wolf recordó cómo le gustaba, que la hábil lengua
se deslizase alrededor de su eje y una succión suave en la punta sensible. Fue perfecto.
Sus brazos temblaban de placer pulsando a través de él y pensó que podría derrumbarse.
Entonces Very estaba detrás de él, besando hacia abajo su espalda, su pelo dejando una
estela de estremecimientos, a su paso, acariciando su espalda y costados. Sus dedos
ligeros como plumas contra la parte trasera de sus muslos, arriba y abajo, volviéndolo
loco. Tuvo que obligarse a sí mismo a no meter en la traviesa boca de Wolf para escapar
de ese toque provocador. Ella suavemente ahuecó la cuerva inferior de sus nalgas, donde
se encontraba con sus muslos, y las levantó, como si se sacudieran para su placer. Y
entonces ella ronroneó. Dios, él amaba ese sonido. Nunca había oído nada igual hasta
hace unos días, días idílicos, cuando lo único que importaba era que los tres estuvieran
finalmente juntos. Era un sonido sensual que había llegado a desear de ella. Eso
significaba que estaba complacida, no solo físicamente sino en todos los sentidos. No lo
había entendido en un primer momento, que era un ronroneo de satisfacción.
Éste sonó como un ronroneó de posesión, y quería darse la vuelta y pedirle que lo
tomara. Su reacción le sorprendió. Antes, siempre había dirigido sus encuentros sexuales.
Very había sido una participante activa y con ganas, pero demasiado inocente para saber
mucho de nada. No fue su habilidad lo que lo había atraído, sino su esencia, su
independencia y orgullo. Ella le había rogado por años, aunque él entendía ahora que ella
no sabía lo que estaba pidiendo. Ahora sabía lo que quería y ella no rogaba. El papel dócil
que había jugado solo hace unos días era solo eso: Un papel. Este era el corazón de ella,
una mujer que tenía lo que quería, que no estaba satisfecho con menos de la posesión
total de un hombre.

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Los labios de Very se movieron de su espalda baja hacia su trasero. Mordió su mejilla y
el dolor le hizo dar un tirón a sus caderas, metiendo su polla profundamente en la boca
codiciosa de Wolf.
—Cuidado —gruñó Wolf—. No quiero hacerte daño.
Very lamió donde lo había mordido y otro escalofrío lo recorrió. Estaba sudando. Podía
sentir el aire fresco contra su piel húmeda, sobrecalentada. El arco de su espalda, su
frente, cuello, entre sus piernas, esos lugares estaban resbaladizos por el sudor. Su pelo
estaba tan húmedo que se aferraba a sus sienes, y cuando pasó la lengua por el labio
superior, probó su propia sal.
—Wolf quiere que jodas su boca —declaró sin rodeos Very con una pequeña bofetada
a sus abusadas posaderas—. Si no quisiera no estaría ahí abajo ofreciéndose.
Wolf gimió alrededor de su polla y Michael le hizo el favor. No jodió duro y rápido, que
no era lo que Michael quería. En su lugar, mantuvo un golpe firme, estable, dentro y fuera,
atormentándolos a los dos con su moderación. Sus brazos temblaban por el esfuerzo.
Luego, Very absorbió su saco por la espalda y él gritó de sorpresa. Solo podía arrodillarse
allí mordiéndose el labio, sin moverse, mientras ella besaba y mordisqueaba ese punto
sensible entre sus bolas y su extremo posterior.
Wolf deslizó lentamente su boca fuera de su polla. Michael ya no estaba en control de
la reacciones de su cuerpo. Él sacudió y sudó y tiró de sus caderas, en busca de su
contacto tanto como tratando de escapar de él.
—Para —dijo Wolf—, está demasiado cerca. ―Michael gimió en agradecimiento por su
compasión.
—Yo también —dijo Very desesperada cerca del borde en su voz. Ella se deslizó a su
alrededor delante de Michael.
—Oh Dios —susurró Michael. Cerró los ojos a su tentadora figura desnuda, con miedo
a verla tan ansiosa y excitada que lo encendería antes de que ellos terminaran con él.
Sintió las manos de Very en sus mejillas, subiendo por su cara hasta un momento
antes de que ella lo besara apasionadamente. Recorrió con sus manos a través de su
cabello la parte posterior de su cabeza y le dio uno de los besos más carnales que
hubiera tenido el privilegio de ser parte. Cuando rompió el beso lo mordió en el labio
inferior lo suficiente para hacerlo gruñir en señal de protesta, luego lo dejó ir con un
pequeño sonido y una risa.
—Eres tan delicioso —le susurró al oído—. Yo solo podría comerte entero.
Mientras que ella lo había estado besando, Wolf se había escurrido de entre sus
piernas. Justo mientras Michael sentía la fría, mancha de aceite deslizándose en su
pliegue, Very mordisqueó su oreja y le susurró:
—Pero primero Wolf va a joderte. Él ha esperado tanto tiempo.
—Finalmente —dijo Michael con una aliviada exhalación. Tanto Wolf como Very
echaron a reír—. He esperado tanto tiempo, también —les dijo Michael. No podía unirse a
su risa. Se sentía salvaje de necesidad—. No he tenido a nadie desde que me fui, ya
sabes. Cuando regresé, aquí con vosotros dos, era la primera vez desde la última contigo,
Wolf.
Tanto Very como Wolf, callaron con su admisión.
—Oh, Michael —Very susurró con voz temblorosa.

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Wolf ahuecó su culo, un dedo largo y elegante se acurrucó en su pliegue.


—Entonces seré bueno contigo, te lo prometo. —Besó la curva interna de la espalda de
Michael y luego golpeó suavemente su agujero con un dedo—. ¿Estás listo?
Michael asintió con la cabeza.
—Más que listo. Dispuesto a matar por ello.
—¿Te molesta si miro? —Very preguntó tentativamente. Su vacilación estaba tan fuera
de su personaje que Michael la miró con sorpresa.
—Antes de que te fueras no parecías muy dispuesta solo a ver, sino a ser parte de
esto.
Michael soltó un bufido de risa y luego respiró hondo, mientras Wolf empujaba su dedo
dentro de él.
—Sí —dijo con los dientes apretados—. Yo quiero que mires. Siempre he querido que
veas.
Estiró el cuello de lado a lado, tratando de aliviar la tensión apretándose dentro de él,
mientras Wolf abría un túnel más profundo en él. Su erección fue decayendo ligeramente,
pero por experiencia sabía que estaría furiosamente dura en el momento que Wolf
deslizara su polla dentro de él. Wolf era tan condenadamente bueno en esto.
Trató de explicar, y seguir hablando para distraerse de lo que Wolf estaba haciendo.
—Eso fue una de las cosas que más me molestó, las cosas que quería hacer contigo y
quería que vieras a Wolf y a mí hacer. Yo pensaba, —movió con la cabeza en un intento
de negar el placer rayando a través de él cuando un dedo de Wolf se retiró y luego
avanzó aún más, haciendo difícil hablar. Su respiración era trabajosa—. Pensé que era un
error, todas las cosas que yo quería, ¿no lo ves? Pero ahora, ¡Cristo! —gritó fuertemente.
Wolf había añadido otro dedo, en el fondo y sin piedad. La quemazón inicial se
desvaneció después de unas cuantas respiraciones profundas, convirtiéndose en un
placer erótico que pocos entendían. Pero ellos entendían, Very y Wolf. Ellos lo conocían.
Very le dio una pequeña sonrisa conocedora, luego se deslizó justo en frente de él y
tomó su mejilla para poner la cabeza de él contra su pecho. Su corazón latía tan rápido y
tan duro como el suyo. Le frotó la espalda con la otra mano, de un extremo a otro de los
hombros y hasta la curva superior de sus nalgas, y luego de vuelta otra vez. En vez de
calmarlo se inflamaron sus sentidos y sintió que su polla se endurecía, y alargaba con la
idea de lo que estaba viendo a Wolf hacerle a él. Giró ligeramente la cabeza y capturó su
duro pezón en la boca. Very chilló por la sorpresa y luego cogió un puñado de su cabello
mientras lo presionaba con más fuerza contra ella, arqueando la espalda mientras gemía.
—Entiendo totalmente por qué os gusta tanto veros entre sí cuando me amáis, —dijo
Very maravillada. Un temblor la sacudió mientras Michael utilizaba sus dientes en su
pezón. Se obligó a ser suave cuando Wolf lo cogía con los dedos. Cada nueva gota de
aceite, cada dedo adicional, lo llevaba más cerca de perder el control otra vez.
—Tómame —chirrió con los dientes apretados—. Tómame ahora. No puedo durar y
quiero correrme contigo dentro de mí. Lo siento. Simplemente no tengo la resistencia para
mantenerlo a raya. Ha sido demasiado tiempo.
—Sí —Very estuvo de acuerdo con fervor—. Oh, sí, por favor.
—Siéntate en frente de mí y separa las piernas.

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—¿Qué? —Very estaba recostada lejos de la espalda de él mirando a Wolf trabajarlo.


Michael empujó su hombro hacia adelante, moviendo su espalda solo un poco.
—Siéntate para que pueda poner mi boca en ti —exigió—. Quiero el gusto, el sabor de
tu placer al ver a Wolf follarme para ti.
Very se levantó a hacer lo que le pidió mientras Wolf reía bajo y profundo detrás de él.
—¿Es por eso que lo estoy haciendo? ¿Por Very? —él sacó sus dedos de Michael y
Michael escuchó un sonido que solo podía ser Wolf recubriéndose a sí mismo con el
aceite.
—Está es posiblemente la cosa más decadente que hemos hecho —dijo Very, abriendo
las piernas y doblando las rodillas, presentándose ante Michael.
—Espero que lo disfrutéis —dijo Michael—, porque tengo la intención de hacerlo
muchas, muchas veces.
Bajó su torso a sus antebrazos y lamió un camino desde un extremo a otro de su sexo
expuesto, gimiendo en voz alta con el sabor de ella. Su gusto era familiar, pero la
experiencia de ser capaz de hacerle esto a ella después de tantos años de negación
todavía era nueva y emocionante. Sus dedos rozaron su pelo. Le encantaba esa
sensación, le encantó lo mucho que tanto ella como Wolf les gustaba hacer eso.
Very empujó sus caderas hacia arriba.
—Oh, lo hago, lo hago ―dijo sin aliento.
La polla de Wolf lo tocó, en busca de la entrada. Apretó y apretó hasta que Michael se
relajó y empujó hacia atrás contra él. Wolf se deslizó más allá de la estrecha abertura y en
su paso enganchó el aliento de Michael. Él gimió cuando Wolf se deslizó hasta el fondo.
―Él te llena tan perfectamente ―dijo Very. Hubo una calidad de ensueño en su voz,
como si estuviera perdida en este momento.
Tenía que probarla de nuevo. Cuando él bajó la cabeza cambió el ángulo del pene de
Wolf y Michael se levantó contra él, con ganas de más. Wolf se echó a reír sin aliento y
empezó a moverse, los pequeños empujes que crecieron a cada paso de entrada y salida.
Michael se perdió en la bruma de un placer que solo había soñado. Very contra su boca,
su sabor en su lengua, sus suspiros en sus oídos, su olor que lo rodeaba, mientras Wolf lo
tomaba. Ella iba a ver cómo Wolf lo poseía, cómo tener la polla de Wolf dentro de él lo
emocionaba. Gimió y se movió en contrapunto con Wolf, aumentando la potencia de cada
embestida. Él estaba comiendo a Very, devorando su crema, saboreando el beso de sus
labios menores sedosos contra los suyos, el roce de sus rizos húmedos contra su barbilla.
Metió un dedo en su calor acogedor y su vaina lo abrazó, rogándole que imitara los
movimientos de Wolf en su interior. Mantener ese ritmo era difícil cuando lo único que
quería hacer era parar y ahogarse en una ola de placer.
De repente Very gritó. La vio apretar sus manos empuñando las sábanas y
estremecerse, su sexo apretó su dedo con tanta fuerza todo lo que podía hacer era
moverse de lado a lado mientras la veía acabar más duro de lo que jamás la había visto
hacer antes. Le tocó con la punta de la lengua el pequeño nudo en la parte superior de su
vagina y sacó y metió la lengua en varias ocasiones. Con cada lamida un grito de
angustia era arrancado de ella, hasta que se derrumbó de espalda contra la cama.
Fue solo después de que terminó su clímax que Michael se dio cuenta de que Wolf
había dejado de moverse durante su cúspide. Su respiración era tan desigual como la de
Michael. Los dedos de Wolf apretaban las caderas lo suficiente para herir y Michael

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esperaba que no lo aflojara. Quería ser marcado allí. Quería mirar hacia abajo y ver la
prueba de la propiedad de Wolf en su piel de nuevo.
―Me encanta ver que ella haga eso ―dijo Wolf, su voz tan áspera como su
respiración―. No me había dado cuenta de lo mucho que me gusta ver que la haces
correrse cuando estábamos así. Maldita sea, maldita sea, maldita sea. ―Con cada
maldición de Wolf golpeaba a Michael, duro en pequeñas ráfagas de énfasis―. Quiero
follarte tan duro en este momento ―susurró―. Quiero darte eso a ti por complacer a Very
también.
Y era cierto. Quería follar a Michael, pero Michael tuvo razón antes. Sus razones eran
mucho más complejas hoy de lo que habían sido hace dos años. Ahora quería joderlo
porque era Michael, porque él lo deseaba, porque Very lo deseaba, y porque Michael
podría llevarla al orgasmo tan perfectamente, para Wolf. Para que Wolf pudiera verlo y
disfrutarlo. Eran suyos. Al final, eso era todo. Que eran suyos, para follarlos y verlos y
amarlos como sea que él quisiera. Por eso los hacía felices, y porque ellos querían
complacerlo. Porque lo amaban.
―Hazlo ―el ronco susurro de Michael raspó por encima de su sensible piel y se
estremeció―. Fóllame, Wolf, ―rogó Michael―. Necesito que me jodas otra vez. He
soñado con eso.
Wolf cayó de rodillas, empujando a Michael más lejos. Puso una mano sobre el pecho
de Michael y lo levantó, de manera que sus brazos se estiraron hasta el límite que lo
sostenía contra Wolf.
―No me puedo mover ―protestó Michael. Eso era precisamente lo que Wolf quería.
Desde su punto de vista Michael estaba perfecto así. Sus rodillas dobladas estaban
abiertas ampliamente, su culo perfecto, redondo inclinado para que Wolf lo saquease. Los
hombros y brazos con músculos abultados con esfuerzo para retenerlo como Wolf
deseaba. Tan grande y duro y todo suyo. Su hombre para joderlo a su antojo.
Empujó sus caderas y su polla entró profundamente en Michael, quien abrió la boca y
arqueó su espalda.
―Lo sé. Eso es acerca de mí follándote. No al revés. ―Él sabía que no iba a ser una
follada áspera y dura. Esta iba a ser lenta y suave y profunda. El tipo de sexo que rara vez
habían tenido antes, porque siempre se había tratado de desesperación y necesidad en
aquel entonces. Algo contra lo que Michael luchó hasta que no pudo mantenerse alejado
más. Esta vez se trataba de aceptación y amor, y Wolf quería, necesitaba expresarlo a
través del acto físico. Wolf sabía, de alguna manera, que Michael daría la bienvenida a la
ternura en una jodida mucho mejor que escuchar las palabras.
Wolf deslizó sus manos alrededor de las caderas de Michael, al frente de sus piernas,
donde se reunía el muslo con la cadera. Era una parte deliciosa del cuerpo de Michael,
esa grieta suave y cálida. Wolf empujó las caderas de Michael con ese agarre, volvía de
nuevo a los empujes superficiales de la verga de Wolf. Fue duro e intenso, y con cada
encuentro del dulce culo de Michael contra la cuna de sus caderas, Michael tomaba una
respiración corta, fuerte, exhalando un gemido que Wolf no estaba seguro de que él fuera
consciente. Very se arrastró sobre sus manos y rodillas y besó a Michael. Ella no lo tocó
en otro sitio, solo sus labios aferrándose el uno al otro. Casi podía sentir lo delicioso que
era tragar los pequeños gemidos, las respiraciones cortas y fuertes de Michael soplando
en su boca. Ella no hizo que sea fácil para él. Tuvo que esforzarse para mantener su boca

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sobre la de ella mientras que lo seguía follando Wolf. Pero lo hizo. Sus gemidos se
convirtieron en gritos, y Wolf sabía que estaba cerca. También lo sabía Very.
―¿Puedo compartir esto? ―preguntó a Michael en un susurró contra su boca―.
¿Quieres compartir cómo es de bueno lo que Wolf te hace sentir?
―Sí ―gritó Michael mientras Wolf se conducía duro dentro de él. Wolf se contuvo allí
mientras Very se daba la vuelta y se recostaba bajo Michael. Sus piernas subieron y se
envolvieron alrededor de los muslos de Michael, en la parte superior de las manos de
Wolf, sus talones sobre las caderas de Wolf. Luego guío la polla de Michael en su vaina.
Los tres gimieron, Wolf porque sentía apretarse el pasaje de Michael, en reacción a su
entrada. Very agarró la cintura de Michael y se empujó más arriba, tomando a Michael
más profundo.
Michael estaba temblando, dejando que ellos hicieran el trabajo. A Wolf le gustaba de
esa manera. A él le gustaba que él y Very se entregaran así.
―Por favor, jódelo ―Very rogó a Wolf―. Él lo necesita tanto, cariño. Y yo lo deseo,
quiero sentirlo.
Wolf se retiró un poco y luego sacudió a Michael de nuevo a su pene. El cuello de
Michael se arqueaba, su cabeza volvía a caer mientras gritaba con voz débil. Wolf no
cedió. Lo hizo una y otra vez, y Michael se estremeció con placer debajo de él.
―Hemos soñado con esto ―le dijo Very, frotando sus manos en su pecho y hombros,
así como se sostenía en sus brazos musculosos mientras la cogía―. Habló acerca de
todas las maneras en que quería que folláramos juntos.
―¿En serio? ―exclamó Michael―. Cuéntame.
―Yo le rogué a Wolf que lo describiera para mí ―susurró, como si se tratara de un
secreto―. Y él me decía lo bueno que era, lo dulce que es follarte.
―No solo se lo conté ―agregó Wolf, su voz tan baja que era casi un gruñido―. Se lo
mostré. Me la tiré igual que yo solía joderte.
―No puedo durar ―confesó Michael―. Me voy a correr. Córrete conmigo, Wolf. No me
dejes, Very. Déjame hacerte venir de nuevo.
―Sí ―le dijo, sus manos estaban en constante movimiento sobre él, sus caderas se
movían de acuerdo con las de Wolf. Ella se quedó sin aliento por la excitación, se podía
oír en su voz. Su Very. Ella era tan carnal y sensual, y de ellos. No de él, de ellos, suya.
Siempre había sido suya, y se sentía tan bien. En ese momento, Wolf no podía pensar en
algo más perfecto que esto, los dos follando a Michael así.
Los músculos de Michael se apretaron y se reprimió sobre la polla de Wolf cuando él
gimoteó. Very gemía y las caderas de Michael se sacudieron sin control y Wolf sabía que
Michael le daba lo que ella anhelaba. Y así, Wolf le dio a Michael lo que había suplicado.
Se vino con ellos, llenando a Michael y sentía como si todos estuvieran en su hogar al fin.

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CAPÍTULO 16

Un estruendo y el ruido de cristales rotos despertaron a Very. Se quedó desorientada


por un momento, mientras Wolf y Michael se sentaban, uno a cada lado de ella.
—¿Qué fue eso? —ladró Wolf. Tiró las cubiertas y se levantó de la cama.
—Vino de abajo —dijo Michael. Agarró a Very por los hombros—. Quédate aquí. ¿Me
oyes? Cierra las puertas detrás de nosotros y no las abras a menos que estemos Wolf o
yo del otro lado.
—No seas ridículo —dijo Very—. Hay muchas personas a quienes les abriría la puerta.
De verdad, Michael, no seas tan dramático.
Wolf resopló desde el otro lado de la cama.
—En efecto. Uno de los criados está probablemente ebrio y chocó por ahí. —Ya tenía
los pantalones puestos y se dirigía a la puerta.
Michael agarró sus pantalones del suelo y se los enfundó a toda prisa.
—No lo entendéis. Esta no es la primera vez en los últimos meses que he sido
despertado por un ruido en la noche. Y cada vez terminó conmigo y Aurie corriendo por
nuestras vidas.
—Aurie —dijo Very en estado de pánico. Comenzó a levantarse.
—¡No! —Tanto Wolf como Michael exclamaron en voz baja—. Michael tiene razón. Sé
sensata y quédate aquí hasta que sepamos que no hay nada de qué preocuparse.
Estaremos más tranquilos si no tenemos que preocuparnos por ti también —agregó Wolf.
Volvió a la cama y la besó en la mejilla—. ¿Por favor?
Very cruzó los brazos y resopló con fastidio.
—Está bien. Pero daros prisa. Eso sonó como un estruendo bastante grande.
Comprobad que fue antes de que algo más se destruya en la casa. Oh, y si es Joseph —
gritó detrás de ellos, refiriéndose al criado que ya estaba en su lista por episodios de
borracheras anteriores—, decidle que se acabó. Que tendré que despedirlo.
Michael la agarró y la besó rápido y con fuerza en los labios.
—Está bien. Ahora quédate aquí y compórtate. —Salió por la puerta detrás de Wolf—.
Cierra esto —le ordenó.
Very se levantó de la cama y cerró la puerta tan pronto como él salió. Se sintió estúpida
haciéndolo, pero viniendo de él, no le extrañaría que se volviera a comprobarlo. Encontró
su camisola tirada en el respaldo de una silla y se la puso. Su vestido estaba debajo, y se
lo puso por la cabeza también, a pesar de que parecía tonto que se vistiera.
Probablemente estarían de vuelta en la cama en cuestión de minutos. Ella sonrió. Ya que
estaban despiertos, tal vez podría convencer a sus hombres de jugar un poco más.
Estaba tratando infructuosamente de abrocharse los botones de la parte de atrás de su
vestido cuando el grito de Aurie la paró en seco. Sin pensarlo dos veces, abrió la puerta y
corrió por el pasillo.
Aurie estaba luchando junto a la cama con un hombre alto que estaba detrás de ella
sosteniéndole ambos brazos por los codos mientras ella trataba de liberarse. Su gran
barriga la entorpecía, y era tan pequeña comparada con el hombre que la lucha era
decididamente desigual. Very agarró un florero vacío de la mesa junto a la puerta, corrió

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detrás de él y lo estrelló contra la parte posterior de su cabeza. Él soltó a Aurie y cayó de


rodillas, cubriéndose la cabeza con las manos.
—Vamos —gritó Very. Agarró la mano de Aurie y la arrastró fuera de la habitación.
Corrió hacia las escaleras, donde escuchó a Wolf y Michael abajo gritando. Ellas llegaron
al rellano, Aurie jadeaba a su lado agarrándose la barriga—. ¿Estás bien? —preguntó
Very.
Aurie asintió con la cabeza.
—Oui. Solo asustada.
Las dos miraron por sobre la baranda y el corazón de Very se le cayó a los pies. Wolf
estaba abajo en el pasillo luchando con un rufián y no se veía a Michael por ninguna
parte. El criado de la noche yacía en una posición extraña junto a la puerta abierta del
salón. No había forma de que pudieran bajar hasta allí. Very se giró para llevar a Aurie a
su dormitorio, pero el hombre al que había golpeado en la cabeza estaba apoyado en la
entrada de la habitación de Aurie. Cuando las vio, salió a trompicones al pasillo.
—Perra —gruñó—. Me las pagarás por esto.
—No si puedo evitarlo —dijo Very. Arrastró a Aurie a las escaleras y comenzó a
subirlas, tirando a Aurie con ella.
—¿A dónde vamos? —preguntó Aurie. Su voz temblaba de terror, lo que solo fortalecía
la resolución de Very. Nadie, absolutamente nadie, dejaría la casa con Aurie esa noche.
—Sígueme —dijo, jadeando con una buena dosis de miedo—. Pero apúrate, Aurie. Ya
viene.
Su urgencia atravesó el miedo de Aurie, y la pequeña mujer, pesadamente
embarazada, anduvo un poco más rápido. Podían oír las pisadas fuertes y desiguales de
su perseguidor pisándoles los talones. Cuándo alcanzaron la planta superior, Very corrió
al cuarto más seguro en que podía pensar, el gimnasio de esgrima. La puerta tenía una
cerradura fuerte, y estaba equipado para la batalla.
Very entró corriendo y se volvió, esperando a Aurie que atravesara la puerta. Fue a
cerrarla y poner el cerrojo, pero un peso pesado chocó contra la puerta abriéndola y
haciendo retroceder a Very varios pasos. Su perseguidor entró en la habitación, mirándola
con furia. Su cuello y la camisa estaban empapados de sangre, al igual que sus manos,
que claramente estaba tratando de limpiar en su camisa. Era un espectáculo sangriento.
Su mirada se centró en Aurie.
—Ven aquí, muchacha. Ellos te quieren viva, pero no dijeron nada de todavía
hablando. —Dio un paso hacia ella y Very se tiró delante de Aurie, extendiendo los brazos
para protegerla.
—¡No te atrevas! Tendré tu hígado para el desayuno, tú... tú... monstruo. —Se sintió
orgullosa de sí misma. Eso sonó bastante vil y dramático.
—Te golpearé tan duro que vas a ver estrellas, perra, y estaré feliz haciéndolo —dijo él,
sin alterarse ni un poco por su viciosa amenaza—. Me debes una, y me la pagarás antes
de que me lleve a la esclava.
Eso le dio a Very un pequeño escalofrío. Él era mucho mejor amenazando.
—¡Very! —gritó Michael.
—¡Aquí! ¡Aquí estamos! —gritó ella contestando—. En el gimnasio.

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Prisioneros del Amor
8° de la Serie Compañeros de Armas

—¿Dónde diablos está eso? —gritó él. Su voz sonaba más cerca, en la parte de arriba
de las escaleras, el secuestrador de Aurie reconoció lo cerca que estaba, también. Se giró
hacia la puerta y la cerró de golpe, encerrándolos adentro. Se volvió con una sonrisa—.
Solo hay una entrada.
Very se puso las manos en las caderas.
—Solo hay una salida, idiota.
El hombre señaló a la ventana, su amenazante sonrisa cada vez mayor.
—No es así. Te tiraré por ahí, y creo que despejaré el camino para sacar a esta por la
puerta. —Caminó hacia la ventana y la abrió de par en par. Ella definitivamente cabría por
ahí. La lluvia entró por la ventana con un viento frío, y Very se estremeció.
Very tragó audiblemente mientras Aurie jadeaba detrás de ella y la agarraba del brazo.
La tiró y le susurró:
—Les épées. Atraviésalo.
Very se habría reído por su tono sanguinario si no hubiera temido por su vida. El
canalla oyó a Aurie también, y sus ojos apuntaron hacia la pared detrás de Very. Ella se
giró y agarró la primera espada que pudo alcanzar, un sable. Cuando se dio la vuelta, él
estaba a dos pasos de Aurie, que se alejó tan rápido como pudo. Very blandió la espada
contra él, moviéndola tan cerca que por un momento pensó que podría haberle cortado la
nariz. Él tiró la cabeza hacia atrás y dio un salto fuera del camino.
—Tranquila —dijo, alejándose de ella mientras lo seguía con la punta—. No te
precipites.
Michael estaba golpeando la puerta.
—¡Very! ¡Very abre la puerta!
—Aurie, abre ―dijo Very, mirando al hombre. Michael golpeó de nuevo y Very miró a
Aurie de reojo. Fue toda la oportunidad que necesitó el secuestrador. Se lanzó, no por
Very sino por Aurie. Aurie gritó y corrió de vuelta al rincón más apartado. Very tuvo que
correr para ponerse entre el atacante y Aurie, y el hombre se volvió y se dirigió a la pared
de las armas. Su movimiento hacia Aurie había sido claramente un engaño. Había estado
planeando armarse.
Agarró un sable de la pared y el corazón de Very se hundió. Su respiración se aceleró y
el sudor le corrió por la espalda.
—No es tan valiente ahora, ¿eh, señorita? —se burló. Agitó la hoja de aquí para allá
salvajemente, y Very casi suspiro de alivio. Él no tenía idea de lo que estaba haciendo.
—¿Quién fue ese? —gritó Michael frenético. Golpeó y golpeó la puerta.
—Michael, sé que estás ahí —dijo Very en voz alta frustrada—. ¡Puedes dejar de
golpear!
El silencio fue abrupto.
—Lo siento —dijo él a través de la puerta—. Abre.
—Hay un hombre muy grande blandiendo un sable entre nosotras y la puerta, —
informó.
—Dile que terminaré su maldita puta vida si se atreve a tocaros a cualquiera de
vosotras —gritó Michael con furia por la puerta. El siguiente ruido no fue un puño, fue una

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Prisioneros del Amor
8° de la Serie Compañeros de Armas

fuerte patada golpeando la puerta que hizo temblar los goznes. Los ojos de Very volaron
hacia la puerta por el ruido.
Aurie gritó y Very se volvió a concentrar en el hombre a tiempo para verlo arremeter
contra ella. Ella paró su envión inexperto, pero hubo suficiente fuerza en el golpe para
hacerla retroceder varios pasos. Aurie corrió para quedarse detrás de ella.
—¡Very! —gritó Michael a través de la puerta. Estaba frenético, podía oírlo en su voz,
pero necesitaba concentrarse en la amenaza frente a ella y no en calmar sus temores.
Él vino hacia ella otra vez, cortando el aire al oscilar poderosamente sus brazos. Very
se echó para atrás, agitando su mano por detrás para mantener a Aurie moviéndose con
ella.
—¡Very, la ventana! —chilló Aurie—. Para, te está llevando a la ventana.
El corazón de Very le subió a la garganta y se apresuró a evitar su sable mientras
cambiaba de dirección.
—No la sacarás de allí —exclamó Wolf a través de la puerta. Sonaba mucho más
tranquilo que Michael—. Hemos sometido a tus compatriotas, y te superamos en número.
No hay escape con las mujeres.
—No las necesito a las dos —respondió el secuestrador—. Solo esta. La otra se irá por
la ventana.
Aurie dejó escapar un sollozo detrás de ella.
—¡Deja que me lleve! No puedo dejar que te mate.
—Oh, por amor de Dios —dijo Very, entrecerrando los ojos ante el malhechor—. Él no
me va a matar. Es un idiota incompetente.
Él rugió y fue hacia ella. Very estaba preparada. Paró sus embistes y entonces atacó.
El sable era difícil de manejar en sus manos, pero logró dar algunos golpes efectivos. No
estaba tratando de matarlo, la idea de cortarlo con la afilada hoja hizo que se le revolviera
el estómago. Ella estaba teniendo visiones desagradables de la masacre en Manchester.
Y entonces lo golpeó fuerte en el brazo con el lado de la pesada hoja.
Él gritó y se agarró el brazo, alejándose de ella. Su cara tenía una mueca aterradora.
—No te iba a matar, pero por Dios, perra, te lo mereces. —Cuándo él atacó de nuevo
Very vio que la hoja resbalaba en sus manos. Habían estado ensangrentadas cuando
entró en la habitación, y suponía que ahora estaban húmedas de sudor también. Era difícil
sostener un sable así.
Un crujido fuerte vino de la puerta. Very no estaba segura de qué había hecho ese
ruido, pero se oían maldiciones desde el otro lado.
—Te estoy diciendo que no la cortará —dijo Michael—. Es demasiado gruesa.
—La ventana —gritó Very—. ¡Entra por la ventana!
Hubo un silencio en la puerta por un momento y entonces el sonido de pies que
corrían.
Su atacante se veía bien enojado ahora.
—Si me cuestas esta recompensa, regresaré a romper tú jodido cuello —gruñó. Jodido
le salió más como algo sexual que como una palabrota, y por alguna razón eso asustó a
Very más que cualquier otra cosa.

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En el segundo siguiente Aurie los sorprendió a ambos. Se coló por detrás de él y lo


golpeó con una silla en la parte posterior de las piernas. Él se vino abajo como un árbol
caído, gritando. Very se quedó mirando a Aurie con los ojos muy abiertos. Realmente no
había sabido que la mujercita se las traía. Aurie se encogió de hombros en un gesto muy
francés.
—Michael está llegando —gritó Wolf por la puerta—. Trepará por la ventana.
Very agarró a Aurie de nuevo y la tiró detrás de ella mientras se alejaba del hombre
que se estaba levantando con gran dificultad. Pateó el sable caído lejos de su alcance y
retrocedió. No había necesidad de desafiarlo ahora, no si Michael estaba llegando. Es
posible que hubiera perdido su sable, pero no era tonta. Solo tenía que mantenerlo
alejado por algunos minutos más. Entonces, desde atrás Aurie gimió y maldijo en voz
baja.
—¿Qué? ¿Qué es? —preguntó Very.
—El bebé va a nacer —dijo Aurie sin aliento.
—Tienes que estar bromeando —dijo. No estaba contenta, por decir lo menos—. Tu
momento es terrible.
Aurie soltó una sarta de francés que Very no pudo entender, y probablemente tampoco
lo quería. Sonaba un poquito enojada.
El oponente de Very se quedó ahí balanceándose y mirándolas por un momento, luego
se giró y se fue cojeando hacia la ventana. ¡Maldita sea! Very no había pensado en eso,
de que podía enfrentarse a Michael cuando viniera por la ventana. Estaba a punto de
gritar cuando él hizo la cosa más extravagante. Trató de arrastrarse por la ventana él
mismo.
—¿Qué estás haciendo, tonto? —gritó. Sin equilibrio, y ahora al parecer con una pierna
mala, realmente no pensaba bajar por ahí, ¿no?
Él se volvió hacia ella, a medio camino en la ventana, pero lo que fuera a decir se
perdió cuando su agarre se resbaló del marco mojado de la ventana. Very se sintió
horrorizada cuando los ojos de él se agrandaron y se cayó de cabeza al jardín, tres pisos
más abajo. El grito de Aurie resonó en sus oídos.
El escalofriante golpe sordo apenas se escuchó sobre el sonido de la lluvia, pero Very
aun así lo escuchó y se estremeció.
—Mon Dieu —susurró Aurie detrás de ella.
De pronto un grito casi inhumano desgarró el aire afuera.
—¡Very! —gritó Michael.
Ella corrió a la ventana para verlo arrodillado en el centro del jardín, mirando con horror
el cuerpo destrozado en el suelo. Estaba diluviando, y apenas podía distinguirlo. Y
entonces se dio cuenta que había pensado que era ella. El hombre había amenazado con
tirarla por la ventana.
—Michael —gritó—. ¡Michael, estoy bien! ¡Estoy aquí! —agitó su mano frenéticamente
desde la ventana. Hasta ese momento no se había percatado de que todavía sostenía el
sable.
La mirada de Michael se disparó hacia ella y se cubrió la boca con el dorso de la mano
por un segundo. Luego se puso de pie y corrió directamente bajo la ventana.
—¿Estás bien? —le gritó hacia arriba—. ¿Qué hay de Aurie?

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Prisioneros del Amor
8° de la Serie Compañeros de Armas

—Estamos bien. Pero, Michael, el bebé está por llegar. Tienes que mandar llamar al
médico.
Wolf golpeaba la puerta otra vez y Very estaba a punto de ir a abrirla cuando un
hombre salió del amparo de los arbustos. Era mucho más siniestro que el pobre
secuestrador que yacía en el suelo de lo que se habría esperado. Very podría haberse
alarmado si Daniel no hubiera estado parado a su lado. El extraño caminó tranquilamente
hacia el cuerpo y lo empujó con su bota. Luego miró a Very.
—¿La señora Tarrant, supongo? —Se sacó el sombrero e hizo una reverencia, como si
no estuviera de pie junto a un muerto en la lluvia—. Sir Barnabas James, señora, a su
servicio. —Se volvió a poner el sombrero y luego agregó, como por si acaso—. Sin
embargo, no asisto partos. —Luego miró a Michael y Very lo oyó decir con bastante
sarcasmo—. Tenía la ilusión de que subieras a su balcón, Romeo. —Un movimiento de su
mano en dirección a los arbustos produjo un pequeño enjambre de hombres que
recogieron el cuerpo y desaparecieron en la lluvia.

—Permitirme resumir, ¿puedo? —pidió Sir Barnabas cortésmente una hora más tarde
en el salón. Su voz suave acariciaba la piel de Very como la lengua de una serpiente. Ella
se estremeció. Había algo en él que era tan convincente como aterrador. Era de tez
morena, con ojos tan oscuros que se veían tan negros como su pelo corto y grueso. Su
color lo hacía parecer bastante, bastante siniestro. Las miradas que le dirigía a Daniel
eran absolutamente carnívoras. El hombre no tenía vergüenza.
Era fastidiosamente condescendiente. No tenía un pelo fuera de lugar, mientras que
todos ellos parecían ratas mojadas. ¿Cómo era eso posible? Ella ni siquiera había estado
afuera en la lluvia. Le frunció el ceño y él sonrió, como si pudiera leer sus pensamientos y
la encontrara divertida. Simplemente no le gustaba, a pesar de su aspecto atractivo y de
su inherente poder.
—Lady Kensington está siendo perseguida por la recompensa que su antiguo dueño ha
puesto sobre su cabeza, aunque al parecer el dinero será entregado solo si ella está
todavía está viva, ¿correcto? —preguntó a Very.
Ella asintió con frialdad.
—Sí. Eso es lo que dijo.
—Así entonces —dijo Sir Barnabas, como si ella fuera un mono de desempeño
particularmente grato. Ella frunció más el ceño—, el problema no es su libertad, que no
está en discusión, desde luego. Sino que, ¿usted desea que sus antiguas circunstancias
no lleguen a ser de conocimiento público? Y garantizar su seguridad, por supuesto.
—Sí —dijo Michael beligerante. Very no lo culpaba. Sir Barnabas lo había hecho
parecer como si fuera un gusano por no querer que la gente supiera que Aurie había sido
una esclava.
—Lady Kensington quiere mantener sus antiguas circunstancias en privado —reclamó
Very—. No puedo culparla. Ha pasado suficiente sin tener que sufrir la humillación de una
protesta pública acerca de su situación. Y ahora el bebé está por nacer. ¿Qué diría la
gente sobre eso?
Sir Barnabas solo alzó una arrogante ceja ante su arrebato.
—Ciertamente —murmuró.

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Prisioneros del Amor
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Oh, ella lo odiaba.


Él estaba sentado en una silla delante del fuego, como si fuera él quien necesitara el
calor. Los dientes del pobre Michael estaban prácticamente castañeteando luego de
correr bajo la lluvia sin nada puesto salvo un par de pantalones. Se había puesto una
camisa y una chaqueta, pero todavía se veía helado.
—¿Por qué?
Por un momento nadie respondió.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Michael.
—Quiero decir —respondió Sir Barnabas, hablando lento como a un niño—. ¿Por qué
su ex dueño está ofreciendo una recompensa tan grande por ella?
La boca de Michael se abrió y cerró varias veces. Finalmente dijo:
—Es el padre de su hijo.
Sir Barnabas apuntó directamente hacia arriba.
—¿El que está dando a luz ahora? —Michael asintió a regañadientes. Sir Barnabas se
encogió de hombros—. ¿El hijo bastardo de una esclava? ¿Qué es para él?
Michael empuñó las manos.
—Aurie escapó con la ayuda de su esposa. Él tenía la intención de pasar al bebé de
Aurie como su hijo legítimo. Su esposa no podía tener hijos.
—Y ¿ahora su esposa quiere el niño?
—Ella está muerta. Él la mató.
Los ojos de Sir Barnabas se agrandaron.
—¿Y Lady Kensington vio esto?
Michael negó con la cabeza otra vez.
—No. Lo dije mal. Él la hizo matar por sus cazadores de esclavos. Aurie los reconoció.
Ella y Aurie estaban llevándose al hijo de él.
—Ah. Así que él quiere hacerla callar. Ella sabe demasiado. —Aparentemente esta era
una razón satisfactoria. Sir Barnabas juntó sus dedos y se tocó los labios con los dedos
índices mientras los observaba a todos. Finalmente habló—. Me temo que es muy poco lo
que puedo hacer. No es un caso legal, como ya hemos establecido. Y ella no entra en mi
ámbito de competencia, o de alguien que yo conozca. Vosotros despachasteis una
pandilla de bandidos esta noche. Estoy seguro de que sois más que capaces de volver a
hacerlo en caso de necesidad.
—Seguramente hay algo más que puedas hacer —dijo Wolf con rigidez. No había
hablado desde la llegada de Sir Barnabas. Apenas se habían saludado el uno al otro con
una rígida inclinación de cabeza y apartando la mirada.
—¿Por qué debería? —preguntó Sir Barnabas con calma—. ¿Qué has hecho para
merecer un servicio de mi parte, Tarrant? —Hizo un gesto hacia Very y Michael—. ¿Por
qué debería proteger tu zoológico de amantes?
Wolf apretó los labios y flexionó su mandíbula, pero se quedó callado.
—Justo lo que pensé —dijo Sir Barnabas con disgusto—. Pones en entredicho mi
nombre, manchas mi reputación, y actúas como un niño petulante acerca de
circunstancias que ninguno de nosotros, incluido yo mismo, tenía el control, y aun así
esperas que yo me encargue de tus líos, como siempre lo he hecho.

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Prisioneros del Amor
8° de la Serie Compañeros de Armas

Wolf se puso pálido ante el pequeño discurso de Sir Barnabas.


—Yo no he hecho tal cosa.
—¿En serio? ¿Creíste que tus acusaciones no llegarían a mis oídos? ¿Qué yo no
sabía que me culpaste por tu habilidad con un rifle y un buen y afilado cuchillo? —Sir
Barnabas se puso de pie—. Fuiste un espía excelente, Tarrant, y un asesino aún mejor.
Pero no tengo necesidad de ti ahora. Ya no tienes nada que ofrecerme.
Very se quedó muda de asombro ante sus despreocupadas revelaciones acerca de las
actividades de Wolf durante la guerra. Nadie más en la habitación parecía sorprendido en
absoluto.
—Basta. —Daniel dio un paso adelante desde su lugar junto a la puerta—. Serás
debidamente compensado por este favor. Tienes conexiones importantes debido a tu
posición en el Ministerio del Interior, por no hablar de los favores que te deben. Úsalos
para garantizar la seguridad de Lady Kensington.
Al oír hablar a Daniel de compensación, la ira de Sir Barnabas aumentó.
—Por supuesto. Enviaron al mártir a buscarme. Ya he probado tu mercancía, Daniel.
¿Qué tienes para ofrecer ahora que no haya probado antes?
Daniel no exteriorizó ninguna emoción por el crudo y denigrante arrebato.
—Solo les estás demostrando que la baja opinión que tienen de ti es correcta, Sir
Barnabas, con comentarios como ese. —Sacudió una gota de lluvia de la manga de su
abrigo—. Y sabes malditamente bien que la cosa no es así.
—¿Quiere que le ruegue? —preguntó Very amablemente. Había más de una manera
de pelar un gato. Se puso delante de él y cayó de rodillas.
—Honestamente —dijo él con disgusto—. ¿Es esto realmente necesario?
—Estoy rogando —dijo Very—. Estoy de rodillas rogándole por favor que nos ayude.
—Very, no —dijo Wolf bruscamente.
Very no apartó los ojos de Sir Barnabas. Él la observaba de cerca.
—Esto es lo que él quiere, Wolf. Quiere humillarte de la forma en que tú lo has
humillado en los últimos años. ¿No es eso correcto? Usted quiere vengarse porque todos
ellos han herido sus sentimientos con sus críticas. Pobre Sir Barnabas. Solo está
haciendo su trabajo. Y vosotros ingratos miserables tenéis la osadía de hacerle sentir mal
por ello. —Sonrió tristemente—. Si se lo pido, ellos se arrodillarán y le rogarán también —
Michael inmediatamente se colocó junto a ella—. ¿Tendrán que hacer eso, o esto es
suficiente?
—Usted, señora Tarrant —dijo Sir Barnabas en voz baja—, se expone al desastre con
la indiferencia despreocupada de la juventud y la inexperiencia. Y una mujer como usted
de rodillas ante mí, vale más que el mismo gesto hecho por cualquiera de los hombres
aquí. —Rompió el contacto visual con ella y se dirigió hacia la puerta del salón—. Veré lo
que puedo hacer —dijo con desdén. Abrió la puerta y salió—. Daniel —dijo sin darse
vuelta. Era una convocatoria.
Daniel hizo rodar sus ojos y siguió a Sir Barnabas por la puerta. Se giró apoyándose en
el marco de la puerta con una sonrisa para Very.
—Eso significa que va a ayudar. Estaré de regreso mañana para ver cómo le fue a
Lady Kensington —dijo—. Creo que le gustas. —Entonces desapareció de nuevo.

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Prisioneros del Amor
8° de la Serie Compañeros de Armas

Oyeron a Daniel saludar a alguien en el pasillo y entonces el Dr. Peters apareció en la


puerta. Miró curioso a Very que estaba arrodillada delante de la chimenea. Ella se sonrojó
y se puso de pie.
—¿Vosotros no tenéis nunca un día normal? Ya sabéis, levantarse, tomar desayuno,
hablar del maldito aburrido clima, ¿esa clase de cosas? —se quejó el Dr. Peters. Entró en
la habitación y se dejó caer en una silla. Parecía exhausto, mucho más de lo que debería.
Desde luego el sol no había salido todavía, pero Very no creía que fuera la falta de sueño
lo que lo hacía verse tan delgado y frágil. Siempre había tenido debilidad por él después
de que casi lo golpeara en la cabeza la primera vez que se conocieron. Y una vez había
salvado la vida de Jason. Pero sus ojos atormentados hacían alusión a historias que ella
no quería escuchar.
—¿Cómo está ella? —preguntó Michael.
El Dr. Peters se burló.
—Ella está bien. Sabe más sobre este negocio que yo, espero. Dice que le faltan horas
antes que llegue el bebé, y creo que tiene razón. Pero debido a las circunstancias de su
parto, creo que me gustaría quedarme, si me lo permitís. No quisiera marcharme solo
para que surjan complicaciones inesperadas. Mejor quedarse y parecer una tonta
solterona preocupada. —Sonrió para eliminar cualquier tono de preocupación de sus
palabras.
—Por supuesto —Very se apresuró en asegurarle—. Prepararemos la habitación
contigua a la de ella para ti. —Levantó la vista y estuvo feliz de ver a Jenkins en la
entrada. Él y los otros sirvientes habían sido encerrados abajo durante la reyerta. El
querido hombre casi había tenido una apoplejía tratando de salir para ayudarlos.
—Me encargaré de ello —dijo con una ligera reverencia y desapareció.
—Así que has vuelto —dijo el Dr. Peters a Michael. Su tono era agradablemente libre
de censura.
—Sí —dijo Michael, un poco aturdido por el giro de la conversación.
—Siempre supe que regresarías —dijo el médico con una sonrisa—. Nunca fuiste tan
estúpido. No pude pensar en nada que pudiera mantenerte alejado. Nada mejor que esto,
de todos modos. —Hizo un gesto entre Very y Wolf.
Michael le devolvió la sonrisa.
—No, nada mejor que esto. —No había un ápice de vergüenza en su voz.
—¿Es tuyo el bebé? —Una vez más no hubo censura en la voz del doctor.
Michael sacudió la cabeza.
—No.
—¿Vas a reclamarlo?
—Sí.
El doctor asintió.
—Bien. Haré una nota de que es tuyo, entonces. —Se paró y luego se detuvo, dándole
a Michael una mirada dura—. ¿Sin importar qué?
Very se mordió el labio. Era la única cosa que no habían discutido, las implicaciones de
la apariencia del bebé. Aunque cómo era que lo sabía el Dr. Peters, ella no tenía idea.
—Sin importar qué —dijo Michael sin dudar.

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El Dr. Peters asintió y caminó hacia la puerta.


—Iré a ver a mi paciente y a dormir un poco. Recomiendo que todos hagáis lo mismo.
Una vez que su trabajo de parto se intensifique, nadie va a dormir, lo garantizo. ¿Te
unirás a mí para el parto, señora Tarrant? —preguntó sin dejar de caminar—. Algunos no
lo recomiendan para las jóvenes futuras madres. ¿Yo? Yo creo que bajo advertencia no
hay engaño.
—Sí, estaré ahí —dijo Very. No tenía miedo de eso en absoluto. Estaba emocionada
ante la perspectiva.
—Bien, bien —murmuró el doctor y salió.
Los tres se quedaron mirando el uno al otro durante un minuto. Very comenzó a reír
primero.
—No estoy segura de que hacer ahora. ¡Vaya noche!
Wolf y Michael se unieron a ella. Wolf enganchó a Michael por el brazo mientras él se
acercaba a Very. La besó tiernamente.
—No podría estar más orgulloso de ti. Gracias. Debería haber sido yo.
—Por supuesto que no —respondió ella—. Porque eso es lo que Sir Barnabas en
realidad quería. De esta manera nosotros ganamos y él lo sabe. Eso es mucho mejor.
Michael se echó a reír.
—Has aprendido a conspirar y desarrollar estrategias casi tan bien como Wolf.
—Mejor que Wolf. —Wolf tomó su mano y la besó galantemente—. Dejé de tratar de
superar en astucia a nuestra Very hace mucho tiempo.
El corazón de Very dio un vuelco cuando dijo “nuestra Very”. Ella lo era, ¿cierto?
Finalmente de ellos. Por fin.
—No puedo creer que hayas dominado a ese bruto con un sable —dijo Michael con
asombro. La abrazó con fuerza—. Estaba tan asustado. Y no podía llegar a ti, ninguno de
los dos pudo. Estabas encerrada en ese maldito cuarto que era una prisión, luchando por
tu vida y nosotros estábamos impotentes.
Very rió.
—No estaba asustada. Bueno, un poco asustada. Pero no como pensé que estaría. —
Se echó hacia atrás y miró a sus dos hombres—. Hace unas semanas yo no podría
haberlo hecho. Pero sé que soy más fuerte que eso ahora.
—Tuviste que luchar para salir —susurró Wolf con una sonrisa de orgullo. Ella sabía
que él estaba hablando de mucho más que lo que había pasado esa noche.
Ella tomó su mano.
—Sí, sí lo hice —dijo—. Y nunca volveré a ser cautiva de mis miedos.
Michael miró a Very y a Wolf.
—Tampoco yo —susurró.
Su recompensa fue un beso de ambos.

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8° de la Serie Compañeros de Armas

EPÍLOGO

Very hundió su mano en el agua por un lado del bote. Inclinó su cabeza hacia atrás
para sentir el sol en la cara. El tiempo era excepcionalmente caluroso incluso para ser
agosto. Sabía que debería estar incomoda. A las mujeres al final del embarazo, como ella,
generalmente se suponía que no les gustaba el calor. A ella en cambio le encantaba.
―Aquí, pon la cabeza en mi hombro ―dijo Michael tranquilamente. Se acercó más ella
para que pudiera apoyarse.
Con un suspiro, se inclinó sobre él y él la frotó la espalda. El chillido estridente de un
niño sonó detrás de ellos y Very vio la mueca que hizo Wolf ante ese grito. Se rió.
―Pronto tendrás dos en casa.
El movió el papel que estaba leyendo.
―Estoy estudiando los movimientos y cambios de mis inversiones. El número de
individuos en la familia va a incrementarse, necesitaré triplicar mi riqueza.
Very vio a Aurie en la orilla que mecía de aquí para allá a su bebé, Stephan, mientras
hablaba con tía Kate. Su acompañante, una mujer rubia de unos treinta años, estaba
cerca, manteniendo un ojo en ella.
―No creo que Agatha realmente se mude, cariño. Ella está casada después de todo.
―Ahora que Aurie finalmente cedió y dejó a Agatha entrar en su cama, nada la sacará
de la casa. Aurie, el bebé, comida y alojamiento gratis. ¿Qué más quiere que respeto por
sí mismo un defensor del abolicionismo? ―dijo Wolf con sequedad―. Me atrevo a decir
que Grimshaw estará encantado de librarse de ella para que poder continuar con sus
excesos sin el obstáculo de una mujer de principios.
―Me gusta Agatha ―dijo Michael en su defensa―. Es muy práctica para ser una
mujer, y tiene una buena cabeza sobre sus hombros.
―Y ella camina con el bebé en medio de la noche, así que tú no tienes que hacerlo
―añadió Very.
―Amen ―murmuró Michael.
Derek se rió entre dientes desde el muelle al lado de ellos.
―¿Realmente vais a tomar el bote para ir al lago?
―No ―dijo Wolf, girando otra página del documento.
―¿Por qué no? ―preguntó Derek. Enganchó una página del documento y Wolf le
frunció el ceño.
―¿Qué pasa si Very se pone de parto en medio del lago? ―preguntó Michael con
horror.
Derek se encogió de hombros.
―Deberéis remar a la orilla.
―Eso es lo que yo digo ―le dijo Very―. Pero no me escuchan.
Derek la miró.
―Bueno, estás bastante grande en estos días. Se necesitaría un equipo en fila en la
orilla.
Very palmeó su barriga.

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―Creo que hay más de uno, pero el Dr. Peters no está de acuerdo.
En ese momento, Margaret corrió hacia su padre gritando de alegría mientras el
pequeño Anthony la perseguía por el muelle.
―Ayuda papá ―gritó, riendo a carcajadas. Derek la agarró y tiró de ella hacia su
regazo, haciéndole cosquillas. Era difícil reconocer a la silenciosa niña atormentada que
habían visto por primera vez escondida en un oscuro rincón del orfanato hace meses.
―¿Por qué lleva un sombrero de hombre? ―preguntó Wolf.
Margaret se colocó el diminuto sombrero de castor que llevaba en su cabeza.
―A ella le gusta ―dijo Derek como si fuese la cosa más razonable del mundo.
―¿Y las botas de montar? ―preguntó Wolf con risa insinuándose en su voz.
―Las lleva hasta en la cama ―dijo Derek con una sonrisa. El hombre grande y la
pequeña niña extendieron sus pies con botas idénticas.
―Mmm ―respondió Wolf―. Pienso que es una mala imitación de la moda.
Margaret arañó sus brazos y su cara.
―Ooo oo ooo ―dijo, imitando a un mono.
Wolf la agarró el pie y ella se revolvió girando sobre Derek con otro grito y fue corriendo
hacía Ian que la acogió en sus brazos. Sophie se giró y movió su dedo a Wolf en
advertencia, pero él sonrió.
―¿Así que, para cuando son ese par de niños? ―preguntó Derek
―Oh, espero que estén aquí mañana a primera hora ―dijo Very
―¿Qué? ―gritó Wolf. Tiró el periódico a un lado y cayó en el lago. Michael la alejó de
su hombro con manos temblorosas. Estaba tan blanco como un fantasma. Él comenzó a
tocar su estómago, pero retiró su mano hacia atrás como si tuviera miedo de hacerle
daño. Very rió y volvió a colocar su mano en su vientre justo cuando llegaba otra
contracción. Él sintió un nudo en el estómago y por un momento Very pensó que podría
caer inconsciente en el lago y flotar, como el periódico.
Wolf fue poco elegante tropezando en el muelle, cerca de volcar el barco. Por ahora
tenía la atención de todos.
―¿Estás segura? ―preguntó Wolf en estado de pánico. Se la quedó mirando fijamente
con los ojos abiertos. Ella asintió con la cabeza.
―Sí.
Margaret corrió de vuelta, Sophie no lejos detrás.
―Vamos a tener otro bebe ―gritó Margaret, batiendo palmas.
Wolf llegó a ella y le cogió la mano, y la quitó el apoyo de Michael en la espalda y la
empujó hacia el muelle.
―¿Por qué no me dijiste nada? ―dijo Wolf con exasperación―. Deberías estar en
casa.
―Yo no quería estar sentada todo el día ―dijo―. Quería tomar el sol y el aire fresco.
Wolf se detuvo y Michael también.
―No tenemos que ir a casa ―dijo Wolf comprensivo.
Michael asintió.
―Puedes tener el bebé aquí.

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SAMANTHA KANE
Prisioneros del Amor
8° de la Serie Compañeros de Armas

Very rió.
―Bueno, yo no quiero hacer eso. ―Ahuecó la mejilla primero en Wolf y luego en
Michael―. No tengo miedo de estar en la casa. Solo quería estar aquí hoy.
―¿Y ahora? ―preguntó Wolf.
―Llévame a casa ―dijo ella con un suspiro de satisfacción―. Ahora estoy lista.
Wolf cogió su mano y le besó la palma de la mano.
―Yo también ―Michael la abrazó.
―Yo también ―le susurró al oído. Eran las palabras más dulces que jamás había oído.

FIN

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