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AMOR Y GUERRA - Samantha Kane

(Compañeros de armas # 0,5)


AMOR Y GUERRA
El comienzo

por Samantha Kane

Una noche. Eso fue todo lo que hizo falta para cambiar sus vidas para siempre.
El capitán Jason Randal y Tony Richards han sobrevivido físicamente a la guerra en
la Península, pero por dentro se estaban consumiendo.
Hasta la noche en que descubrieron una razón para vivir: el uno por el otro.

Este es un relato corto, protagonizado por Jason y Tony, los héroes de El coraje
para amar, libro uno de la serie Compañeros de armas.

Capítulo uno

Portugal
28 de septiembre 1810

─¿Estás bien, teniente?─ Jason se paró al lado de Bertie Thorne. Ayer, el joven
había visto su primera acción en Busaco y lucía bastante descompuesto cuando
Jason lo había visto poco después de que la batalla hubo terminado. Habría dicho
que obtuvieron la victoria si no estuviesen sumergidos en medio de una carnicería.
Thorne puso de pie y saludó.
─Estoy bien, señor ─dijo. Su voz era áspera. Ya sea llorar o vomitar había producido
eso. Jason había vomitado después de su primera batalla. Tanto el miedo como la
excitación podían alterar la constitución de un hombre.
─Bien. ─Jason le dio unas palmaditas en la espalda e hizo contacto visual con el
amigo de Thorne, el teniente Haversham, que estaba sentado al lado del chico antes
del fuego. Ambos aún llevaban sus uniformes sucios, pero nada de cualquiera de
sus uniformes estaba fuera de lugar. El orden era de máxima importancia en la
guerra. Cuando un hombre estaba inmerso en el caos, las mismas cosas que
parecían tan pesadas en casa, como el buen mantenimiento del vestuario, la
puntualidad, el decoro, eran las mismas cosas que calmaban su alma y lo mantenían
cuerdo en la guerra. Digan lo que quieran sobre el ejército, era una bien vestida, bien
engrasada máquina.
Haversham parecía imperturbable, como siempre.
─Capitán Randal ─dijo a modo de saludo. Le hizo un guiño a Jason para indicarle
que se encargaría del otro muchacho, aunque él no era mucho mayor. Había estado
bien cuando Thorne se había presentado. Los dos hacían un par bastante extraño,
Thorne tan salvaje y bromista y Haversham tan serio y solemne. Haversham había

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estado con la Decimocuarta de los Dragones Ligeros desde antes de Talavera, hacía
ya más de un año.
Jason negó con la cabeza mientras se alejaba. El tiempo parecía estar deslizándose
entre sus dedos. Cada día lo sentía contraerse, como si cada minuto que pasaba
fuera una soga apretando alrededor de su cuello, ahogando su vida. Había tantas
cosas que quería hacer, mucho que quería ver, sin embargo, estaba encadenado a
esta sangrienta guerra como Prometeo a la roca, el bastardo francés corroía su
corazón como la mítica águila devoraba el hígado del pobre griego.
Mientras caminaba por el campo, Jason trató de sentir el horror, la indignación que
le había llenado al principio después de una batalla. Ahora sentía... nada. Sin ira, sin
dolor, incluso sin alivio. Sobrevivir sólo significaba un día más de vadear a través de
la suciedad de un campamento del ejército, revisar uniformes y llenar formularios
hasta que llegaran las próximas órdenes. Y luego la cabalgata, interminable, a través
de terreno hostil hasta encontrarse con el enemigo casi como por error. Tratarían de
matarse unos a otros, y luego se trasladarían al próximo campamento militar y
comenzaría todo el proceso de nuevo. Una soporífera monotonía rota por una
matanza desgarradora, si es que todavía tuviese un corazón que pudiera
desgarrarse.
Tuvo que detenerse y apoyarse en el soporte de la esquina de una tienda de
campaña que estaba cerca, cuando otra ola de esa estúpida disnea lo golpeó. Había
estado pasando más y más últimamente. No durante una batalla, gracias a Dios,
pero sí en momentos como este, cuando no tenía dónde ir ni nada que hacer y
dejaba que sus pensamientos taciturnos lo inundasen. No importaba lo mucho que
lo intentase, no podía recuperar el aliento, y el pánico comenzó a apoderarse de él
mientras unas manchas bailaban ante sus ojos. Se inclinó y apoyó las manos sobre
las rodillas, con la cabeza gacha, y se quedó así hasta que la sensación pasó y pudo
respirar de nuevo.
Se enderezó y tiró de su chaqueta para ajustarla y ponerla derecha. Después de
ajustar el chacó1 para que se asentase firmemente de nuevo en su cabeza, echó una
mirada a su alrededor, listo para hacer frente a cualquiera que hubiera visto su
debilidad. Por suerte no había nadie alrededor. Estaba frustrado y hambriento y
preguntándose dónde diablos estaba Tony, así que se marchó en busca de su mejor
amigo. Por lo general, Tony podía alejar sus demonios. Era realmente el único que
podía conseguir alguna reacción en él por esos días. Muy a menudo, la reacción era
una buena pelea verbal, pero era mejor que nada. Odiaba la nada. La odiaba.
Cuando se acercaba a la tienda que compartían, se sorprendió al ver que estaba a
oscuras. Había esperado que Tony hubiese vuelto de la reunión con Su Señoría para
esas horas. Se decepcionó por no encontrarlo allí. Estaba listo para una buena
discusión.

1 El chacó a veces escrito chakó o shakó, es una especie de morrión alto, cilíndrico y con visera.
Usualmente está adornado con alguna placa frontal y con una pluma o pompón en lo alto. La palabra
chacó proviene de la locución húngara csákós süveg (sombrero con visera) y formaba parte del uniforme
de los húsares húngaros del siglo XVIII. El chacó era un gorro pesado y protegía muy poco de los
enemigos y de las inclemencias del tiempo. Por ello muchos iban cubiertos por unos forros de hule, fieltro
o paño que los protegían. (Wikipedia)
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Justo al llegar a la puerta de la tienda, oyó el inconfundible sonido de una mujer
gimiendo desde el interior. Sonrió con tristeza. El método de Tony para combatir la
nada, involucraba follar mañana, tarde y noche. Entonces, algún impulso
incontrolable dominó a Jason. Algunos demonios dentro de él le hacían dar ganas
de alzar la lona y entrar en la tienda con la intención de algo, aunque no estaba
seguro de qué. Dejó de pensar y cedió al impulso.

Capítulo dos

Tony se sacudió de forma instintiva cuando la solapa se abrió bruscamente,


golpeando contra el interior de la tienda. Rodó a un lado para proteger a la mujer y
miró por encima del hombro sólo para ver a Jason de pie mirándolo extrañamente.
─Baja la lona ─fue lo único que se le ocurrió decir. Su culo desnudo probablemente
estaba brillando en la oscuridad de la tienda, pero no le importaba. Volvió a ponerse
sobre la prostituta que había recogido antes, cuando había cumplido con
Wellington. Era británica, una seguidora del campamento. Había estado merodeando
por la tienda de Su Señoría, con la esperanza de enganchar a un oficial para la
noche. Incluso se había bañado para ello. Así que Tony le había hecho valer el
esfuerzo por su tiempo. Con un gruñido de satisfacción, se deslizó dentro de ella.
No le importaba que trucos usara, se sentía caliente, húmeda, suave y todo lo que a
él le gustaba para una follada. Admitió que sus necesidades eran relativamente
básicas.
Le tomó un par de minutos darse cuenta de que Jason no se había movido. Miró por
encima del hombro y algo en la quietud de Jason le preocupó.
─Jason ─dijo, pero entonces las palabras le fallaron.
Era suficiente. Jason se quitó la capa y la arrojó sobre su catre. Entonces empezó a
desnudarse completamente y, sin palabras, Tony supo lo que se proponía. Un
estallido de alegría sorprendente lo recorrió. Quería que Jason se uniera a ellos.
Debería haber sido más impactante, pero había una sensación de inevitabilidad
acerca de todo ello. Las recientes peleas, su compartida sensación de vacío,
excepto cuando estaban juntos, todo había convergido hasta aquí, ¿no era así?
Habían compartido todo lo demás durante esa sangrienta guerra. ¿Por qué no una
mujer?
Tony se quedó inmóvil por tanto tiempo que la mujer bajo él finalmente se sacudió y
se apoyó sobre los codos. Miró a Jason calculadamente.
─¿Dos a la vez, querido? ─ronroneó─. Pero estoy de acuerdo con ello si pueden
pagar.
─Podemos pagar ─eran las primeras palabras que Jason había pronunciado desde
que entró. Se detuvo, desnuda y excitada, y esperó la respuesta de Tony.
─Podemos pagar ─coincidió Tony.
Ante las palabras de Tony, Jason se acercó al catre donde yacía con la puta.
Entonces dudó, y Tony se retorció en la cama, sin saber cómo hacer espacio para él.

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Desde luego, no estaba dispuesto a que Jason se subiera encima de él. Eso era tal
vez demasiado para el primer encuentro.
─¿Quién va primero? ─preguntó la puta─. ¿O los dos juntos?
Antes de que Tony pudiera contestar, Jason habló, y la desesperación en su voz
cortó a Tony.
─Por favor, Tony ─susurró─. Me hace mucha falta. En este momento lo necesito.
─Está bien ─dijo Tony en voz baja─. Muy bien, entonces.
Rodó fuera del catre y se puso al lado de Jason, con una extraña comodidad entre
ellos mientras estaban desnudos juntos. Saltó ligeramente cuando Jason lo agarró
del brazo.
─Acerca mi catre ─dijo con voz áspera─. Siéntate al lado de nosotros.
Tony no lo cuestionó. Jason había estado muy distante últimamente, tan frío con
sus hombres y con nada más que palabras duras para Tony. Este Jason vulnerable
era un alivio. Si esto era lo que necesitaba, entonces Tony se lo daría. Sin decir
palabra, se acercó y arrastró el catre de Jason junto al suyo. Retiró cuidadosamente
la capa de Jason y la dejó en el suelo.
Jason apretó el hombro de Tony, presionándolo hacia abajo hasta que se sentó
frente al otro catre. Luego se arrastró hacia el catre de Tony y levantó a la puta sobre
sus manos y rodillas delante de él. Tony olvidaba a veces lo fuerte que era Jason.
Era más alto que el hombre medio, al menos una cabeza por sobre la multitud, con
anchos hombros a juego. Subió detrás de la prostituta y embistió contra ella, y por
un momento Tony pensó que ya la había penetrado y su corazón empezó a latir más
rápido, la sangre latió en sus sienes cuando lo atravesó una oleada de pura lujuria.
─Hazlo ─susurró Tony, la anticipación lo hacía osado.
Jason sonrió, sus dientes brillaban claros en la oscura tienda. Se deslizó más cerca
de la puta, manteniéndola inmóvil con una mano en la cadera, se agarró la polla,
apuntó y arremetió hacia adelante. Tony apenas podía respirar mientras veía la polla
de Jason desaparecer en el coño de ella. Era una de las cosas más emocionantes
que jamás había visto. Sin piedad, cortó todo pensamiento sobre cuán inapropiado
era lo que estaban haciendo, y cómo su reacción a ello era, probablemente, lo más
inapropiado de todo.
Jason entraba y salía de ella y de repente, Tony estaba rodeado por ello, rodeado
por la visión, los olores y los sonidos de Jason follando. Trató de absorberlo todo,
todo. Cerró los ojos y respiró profundo, el fuerte olor de la excitación en el aire lo
excitaba como un afrodisíaco. Estaba más duro que nunca, lleno de deseo. Oía el
húmedo deslizamiento de la polla de Jason, dentro y fuera, más rápido cada vez, y
luego un suave grito de satisfacción de la puta. Sus ojos se abrieron de golpe y vio
que ahora Jason estaba sosteniendo ambas caderas de la mujer con fuerza,
empujando duro y profundo. Se balanceaba hacia delante con cada empuje, y el
catre se movía sobre el suelo. Sin pensarlo, Tony extendió la mano y agarró el brazo
de Jason para sostenerlo, envolviendo su mano alrededor de su tenso bíceps, que
se sentía sorprendentemente duro y caliente bajo su palma. Sacó su mano hacia
atrás, horrorizado por su comportamiento.

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Ante su contacto, Jason se detuvo, manteniéndose en el interior de la mujer, quien
gimió mientras abría más las piernas y bajaba la cabeza hacia el catre. Jason estaba
jadeando como si hubiera corrido una legua y acabase de llegar. La mirada que le
echó a Tony era caliente e intensa.
─Ponla de nuevo ─dijo con voz áspera.
─¿Qué? ─preguntó Tony, su corazón latía tan fuerte que pensó que iba a saltarse de
su pecho.
─Pon tu mano.
No hubo más palabras, ninguna explicación. Era una demanda tanto como una
súplica. En algún rincón de su mente, su yo racional trató de decirle todas las
razones por lo cual eso estaba mal. Pero ignoró la molesta, discordante voz. En
cambio, dejó que su instinto le guiara. Poco a poco, levantó la mano y envolvió el
brazo de Jason, manteniéndolo apretado, absorbiendo su calor y su fuerza.
─Así está bien ─dijo Jason con satisfacción. Y lo estaba.

Capítulo tres

Jason nunca se había sentido así. Estaba fuera de control. Primero interrumpir a
Tony y su ramera, y luego hacerse cargo de la follada sin pedir permiso. Y ahora
esto. Exigir a Tony que lo tocase, y deleitándose en ello. El calor de la mano de Tony
en su brazo era emocionante más allá de toda comparación. Estaba follando a una
mujer, mientras que Tony observaba. Tony está tocándome mientras me estoy
tirando a una mujer. Se convirtió en una letanía en su cabeza.
La mano de Tony se soltó y Jason fue presa del pánico.
─No me sueltes ─estalló él─. No lo hagas.
Inmediatamente Tony lo agarró con fuerza de nuevo.
─No voy a hacerlo. ─La presión sobre su brazo lo tranquilizó─. No te voy a soltar.
La voz de Tony sonó diferente. Era profunda, un gruñido bajo, excitado. Como todo
lo demás esa noche, elevó aún más la loca lujuria de Jason. Empezó a follar a la
mujer. Ella estaba caliente y húmeda, y él sentía temblar sus paredes internas
mientras empujaba. Había estado con putas antes, algunas disfrutaban de su trabajo
y algunas no. Esta lo hacía. Por lo menos esta noche lo hacía.
─¿Puedes correrte? ─le preguntó, pasándole la mano por la espalda, le gustaba la
forma en que la sentía, un poco húmeda por el sudor, las protuberancias de la
columna vertebral eran una agradable sensación bajo su palma.
Ella se rió sin aliento.
─Cuando dé la orden, capitán.
Miró a Tony. Era difícil discernir su pelo negro y los ojos azules en la oscuridad. Si
no supiera que era Tony, sería imposible determinar sus características. Pero eran
más que sus atributos físicos lo que lo hacían ser Tony. Juntos habían pasado por

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muchas cosas. Tantas batallas, tantas muertes. Y sin embargo, allí estaban, todavía
con vida los dos juntos, dedicados al más básico de los placeres de la vida.
─¿Debo decírselo? ─le preguntó a Tony, haciendo su relación aún más íntima.
Quería a Tony no sólo para ver, sino para ser parte de esa follada, de estar allí en el
momento mismo que Jason.
─¿Quieres que acabe? ─preguntó Tony en voz baja─. Dime lo que quieres.
─Quiero verte follarla después. ─Por un momento, Jason se quedó atónito de que
realmente lo hubiera dicho, de haber expresado su deseo más secreto.
─Está bien ─Tony estuvo de acuerdo, sin censura o sorpresa en su tono, como si
siempre hubieran estado haciendo este tipo de cosas─. Termina entonces. Quiero
verlo.
Y ahí estaba. Esa noche, Tony estaba siendo tan abierto y honesto como él. Incluso
no había horror en sus deseos, no había vergüenza. Compartir esto con él se sentía
natural. Tal vez mejor de lo que debería, pero Jason no había conocido tanto placer
en toda su vida. Mientras se movía dentro de la ramera, con la mano de Tony sobre
su brazo, se sentía vivo de nuevo. Sentía... todo. Cada muerte, cada momento
plagado de terror y el gozo pleno de la supervivencia, todo ello envuelto en esa
follada, esa intimidad compartida con un hombre que estaba más cerca de él que
cualquier otro ser humano que había conocido nunca.
No podría durar, no con Tony tocándolo, viéndolo, disfrutando de la actuación de
Jason para él. Y era para él. Empujó duro y profundo, y la mujer debajo de él gimió
su placer, pero fue la brusca inspiración de Tony, un leve tirón de conciencia
mientras su mano se cerraba sobre el brazo de Jason, que lo empujó a su liberación.
─Sí ─susurró Tony, y Jason se estremeció en la agonía de una pasión que no sabía
que residía en su interior.
Cuando todo terminó, cuando pudo ver y hablar de nuevo, salió de la quejosa puta.
─Gracias ─Jason le dijo con una sonrisa, sin aliento por el esfuerzo y por la
anticipación de lo que vendría después─. Y no tienes que preocuparte, querida.
Tony cuidará de hacerte acabar.

Tony no podía esperar para follar de nuevo a la mujer. La idea de deslizarse dentro
de ella mientras estaba todavía húmeda y locamente excitada de su acoplamiento
con Jason casi lo hizo caer de rodillas. Sus manos temblaban con la necesidad de
tomarla. Ahora mismo.
Cuando se levantó abruptamente, Jason lo miró con sorpresa. Pero su sorpresa se
convirtió a una sonrisa de complicidad.
─Ansioso, ¿verdad? ─dijo con una risita─. Bueno, te gusta follar.
─Jase ─dijo, sin ocultar la desesperación en su voz─, por favor.
Jason miró alrededor y Tony se acercó instintivamente, le dio la mano y lo ayudó a
levantarse de la cama. El contacto fue eléctrico. Involuntariamente, su mano se
apretó alrededor de la de Jason, y Jason respondió de la misma forma. El firme
apretón de sus manos lo tranquilizó y tomó una respiración profunda.

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─Dime ─susurró Jason mientras estaba parado al lado de Tony, apoyando su cabeza
más cerca─. Dime cómo se siente. Me gusta eso, ya sabes. Me gustan las palabras.
Tony disimuló un escalofrío de deseo con un giro de su cabeza, como si solo
estuviera estirando el cuello. Jason soltó su mano y dio un paso atrás.
─¿Puedo sentarme y observar, como lo hiciste tú? ─le preguntó a Tony.
─Sí. ─Era todo lo que Tony podría decir sin revelar la profundidad de su excitación.
Se sentía como una debilidad, esa desesperada necesidad de follar con y para
Jason. Lo que había comenzado como una manera de calmar a Jason se había
vuelto mucho más en el espacio de pocos minutos. Era como si las compuertas de
los deseos de Tony se hubiesen abierto y estaba abrumado por las emociones que
corrían a través de él. ¿Por qué estaba reaccionando de esa manera? ¿Era por
Jason? ¿Era sólo porque la situación era tan extraña para él, por lo prohibido? ¿Se
sentiría diferente si es que alguna vez lo hacían de nuevo? No podía responder a
esas preguntas en ese momento. Apenas podía pensar por el deseo que se había
apoderado de él.
Tomó a la puta del brazo, tirando de ella suavemente hasta que se acostó de
espaldas. De repente fue importante para él que ella fuera parte de lo que estaba
sucediendo. El mundo se había reducido a él y Jason, y todavía no podía
comprender el significado de eso. Ella sonrió de una manera muy femenina, como el
gato que se comió la crema.
─Anda, venga entonces ─susurró, extendiendo sus brazos mientras deslizaba los
pies hacia atrás, abriendo las piernas. Tony se colocó inmediatamente entre ellas,
no necesitaba más invitación. La penetró con un profundo sentimiento de alivio.
Esa noche no habría delicadezas. Bombeó en la puta como si fuera un perro
callejero. Lo único que quería era enterrarse dentro de ella hasta lo más que pudiera.
Ancló sus brazos, colocando los codos por encima de sus hombros, aferrándose al
borde de la cama, y luego se inclinó sobre ella, jadeando en su oído mientras la
follaba tan fuerte como podía. Trató de concentrarse en ella, en su calor y humedad,
su voluntad y su entrega, pero lo único que podía pensar era en Jason sentado en el
catre al lado de ellos, mirándolos. Mirándolo.
Jason no ayudaba a su concentración. Hacía un escrutinio obvio de ellos,
arrastrando el catre más cerca y haciéndolo chirriar contra el suelo, su aliento era
una brisa de conciencia, como si tocase el rostro de Tony.
─Dime ─exigió con dureza.
Tony volvió su cabeza hacia un lado, tratando de bloquear a Jason y negar sus
demandas. Pero de todos modos, sus palabras llegaron para Jason, prohibidas,
pero tal vez deseadas.
─Ella está tan húmeda ─susurró─. Nunca he tenido algo así. Su calor y suavidad…
No pudo continuar. La puta envolvió sus brazos alrededor de él y lo tenía apretado,
incapaz de hacer frente a las salvajes embestidas de él con movimientos propios.
Inesperadamente ella gritó, sus uñas se clavaron en su espalda y sintió temblar sus
paredes internas a su alrededor mientras se corría. Estaba abrumado con la
sensación, su clímax fluyendo a través de él en una loca carrera.

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Cuando todo terminó, la puta lo empujó y se levantó de la cama con un gemido.
─Me han agotado, los dos. ¡Me voy a mi propio catre para descansar! ─se rió
mientras se ponía su vestido por la cabeza.
Jason le entregó el pago acordado. Tony no tenía ni idea de dónde había venido.
¿Cuando se había levantado Jason?
─Aquí tienes ─dijo amablemente─. Gracias. He añadido un poco más. No hay
necesidad de que el resto del campamento sepa acerca de lo que hemos hecho,
¿verdad?
La puta le guiñó un ojo.
─No por mi parte, cariñito. Sólo asegúrense, los dos, de preguntar por Dora la
próxima vez que se pongan calientes, ¿si?
─Dora entonces ─dijo Jason con una sonrisa. Ella los saludó con elegancia y luego
desapareció de la tienda, dejándolos solos.

Tony estaba increíblemente avergonzado. Supuso que tendrían que hablar de eso
ahora.
─No lo hagas ─dijo Jason. Estaba acostado en su catre, con el brazo sobre los ojos.
Parecía cansado, pero no cansado del mundo como lo había estado tantas veces
últimamente─. No pienses tanto en eso.
─¿Cómo sabes lo que estoy pensando?
Jason bostezó ruidosamente.
─Porque te conozco ─fue su respuesta sencilla─. Ahora duérmete.
─Pero tenemos que hablar de ello ─dijo Tony en voz baja─. Hemos ido más allá de la
amistad esta noche, ¿no te parece?
No hubo respuesta y Tony lo miró. El brazo de Jason había resbalado y ahora se
encontraba sobre su cabeza en el catre. Dejó escapar un ronquido. Tony no podía
creerlo. Jason no había dormido así en meses. Normalmente se quedaba despierto
durante la mitad de la noche, y daba vueltas sin cesar la otra mitad. ¿Era
agotamiento? ¿O era el sueño de un hombre que había encontrado un refugio de la
guerra? De cualquier manera, Tony rezó una breve oración de agradecimiento y se
dispuso a dormir también.

Capítulo cuatro

Jason terminó de abrocharse la chaqueta azul claro y cogió su chacó, mirando


subrepticiamente a Tony mientras lo hacía. Tony también se estaba vistiendo para el
día, abotonándose la chaqueta idéntica a la de Jason. Hasta ahora, no se habían
dicho una palabra el uno al otro. Jason no sabía cómo abordar el tema de la noche
anterior. Temía terriblemente que esa mañana Tony lamentase lo que habían hecho.
Jason no. No, en absoluto.

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─¿Estás listo? ─preguntó Tony, se dirigió a la puerta de la tienda, como si fuera
cualquier otro día.
Jason no podía soportarlo más. Agarró el brazo de Tony y le impidió abrir la solapa.
─Deténte ─dijo, con la voz más dura de lo que había previsto. Tony se detuvo pero
no se volvió a mirar a Jason. Jason meneó la cabeza, frustrado por su incapacidad
para decir lo que sentía.
─¿Sí? ─preguntó Tony después de un momento de silencio. Sus hombros estaban
tensos, su cuerpo rígido junto a Jason.
Jason apretó la mandíbula. Se había enfrentado a franceses armados en el campo de
batalla con menos temor.
─Quiero hacerlo de nuevo.
─¿Qué? ─la voz de Tony sonó tan tensa como estaban sus hombros.
─Lo que hicimos anoche ─dijo Jason─. Quiero hacerlo de nuevo. ─Controló sus
nervios y se encaró directamente de Tony, encontrando su mirada─. Yo necesitaba
eso. Todavía lo necesito. No sé por qué. Sólo sé que me provocó una sensación que
no he tenido desde hace demasiado tiempo. Una paz que creía imposible de
encontrar aquí, hasta anoche.
Por un momento, Tony lo miró en estado de shock, con los ojos muy abiertos, y
luego dejó caer los hombros y escapar un profundo suspiro.
─Gracias a Dios ─dijo, sorprendiendo a Jason─. Tuve miedo de que fuera el único.
Jason se relajó, sus entrañas se desanudaron.
─Menos mal ─dijo arrastrando las palabras─. Fue tal vez el encuentro más sensual
de mi vida. Lo cual supongo que no es decir mucho, por mi vida. Pero aún así, debes
saber lo que quiero decir.
─Lo sé. ─Tony se puso su chacó, ajustándolo al ángulo correcto─. ¿Esta noche,
entonces? Dora, ¿no es así?
Jason no podía contener su enorme sonrisa. Se sentía casi... alegre. Era una
sensación embriagadora. Ajustó su propio chacó y alzó la lona que hacía de puerta
de la tienda, dejando que Tony saliera primero.
─Sí, Dora.
Tan pronto como salió de la tienda, Tony se detuvo inesperadamente. Jason tropezó
con él y se tambaleó hacia atrás. Tony se volvió y lo estabilizó con una expresión de
disculpa.
─Lo siento ─dijo rápidamente. Se dio la vuelta y miró hacia la línea de tiendas de
campaña a su derecha─. Ahí está ella.
Jason sabía a quién se refería. Se acercó al lado de Tony y miró en la misma
dirección. Y allí estaba ella, su claro cabello rubio se escapaba de las hebillas y se
agitaba en la brisa. Era tan alta que sobrepasaba por una cabeza a las otras mujeres
a su alrededor. Kate Collier. Ambos habían tomado cariño a la esposa de su colega
Harry Collier. Ella era hermosa, pero lo más importante, era inteligente, ingeniosa y
leal. Había estado allí con Harry durante meses, marchando a través de España y
Portugal con los Dragones. Tenía una fortaleza de mente y cuerpo. Y soñaba con
ella. Casi tropezó de nuevo mientras se imaginaba a él y a Tony compartiendo a

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Kate como habían hecho con Dora. Sería una experiencia mucho mejor si fuera con
Kate. Ella... los completaría.
─La quiero a ella ─dijo a Tony, no guardándose nada, teniendo en cuenta lo que
habían compartido ya─. La quiero a ella como estuvimos anoche.
─Está casada. ─La observación de Tony fue débil.
─No me importa ─dijo Jason, su determinación era firme de repente. Ayer por la
noche había descubierto que los riesgos de conseguir lo que uno quería, valían la
pena. Quería esto─. No me importa ─dijo de nuevo─. Es lo que quiero.
─Tal vez algún día ─dijo Tony─. Yo también he soñado con Kate en mis brazos.
─Nuestros brazos ─Jason le corrigió.
Tony se giró y Jason se encontró con su mirada, y en ese momento algo pasó entre
ellos, silencioso e indefinible, pero entendido en un nivel básico que no se podía
expresar con palabras.
─Nuestros brazos ─coincidió Tony. Sin decir una palabra caminaban en dirección de
Kate.

Fin… o comienzo.

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Brothers in Arms series

Love and War: The Beginning (Brothers in Arms #0.5)

The Courage to Love (Brothers in Arms, #1)

Love Under Siege (Brothers in Arms #2)

Love's Strategy (Brothers in Arms #3)

At Love's Command (Brothers in Arms, #4)

Retreat From Love (Brothers in Arms #5)

Love in Exile (Brothers in Arms, #6)

Love's Fortress (Brothers in Arms, #7)

Prisoner of Love (Brothers in Arms, #8)

Love's Surrender (Brothers in Arms, #9)

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