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Una noche. Eso fue todo lo que hizo falta para cambiar sus vidas para siempre.
El capitán Jason Randal y Tony Richards han sobrevivido físicamente a la guerra en
la Península, pero por dentro se estaban consumiendo.
Hasta la noche en que descubrieron una razón para vivir: el uno por el otro.
Este es un relato corto, protagonizado por Jason y Tony, los héroes de El coraje
para amar, libro uno de la serie Compañeros de armas.
Capítulo uno
Portugal
28 de septiembre 1810
─¿Estás bien, teniente?─ Jason se paró al lado de Bertie Thorne. Ayer, el joven
había visto su primera acción en Busaco y lucía bastante descompuesto cuando
Jason lo había visto poco después de que la batalla hubo terminado. Habría dicho
que obtuvieron la victoria si no estuviesen sumergidos en medio de una carnicería.
Thorne puso de pie y saludó.
─Estoy bien, señor ─dijo. Su voz era áspera. Ya sea llorar o vomitar había producido
eso. Jason había vomitado después de su primera batalla. Tanto el miedo como la
excitación podían alterar la constitución de un hombre.
─Bien. ─Jason le dio unas palmaditas en la espalda e hizo contacto visual con el
amigo de Thorne, el teniente Haversham, que estaba sentado al lado del chico antes
del fuego. Ambos aún llevaban sus uniformes sucios, pero nada de cualquiera de
sus uniformes estaba fuera de lugar. El orden era de máxima importancia en la
guerra. Cuando un hombre estaba inmerso en el caos, las mismas cosas que
parecían tan pesadas en casa, como el buen mantenimiento del vestuario, la
puntualidad, el decoro, eran las mismas cosas que calmaban su alma y lo mantenían
cuerdo en la guerra. Digan lo que quieran sobre el ejército, era una bien vestida, bien
engrasada máquina.
Haversham parecía imperturbable, como siempre.
─Capitán Randal ─dijo a modo de saludo. Le hizo un guiño a Jason para indicarle
que se encargaría del otro muchacho, aunque él no era mucho mayor. Había estado
bien cuando Thorne se había presentado. Los dos hacían un par bastante extraño,
Thorne tan salvaje y bromista y Haversham tan serio y solemne. Haversham había
1 El chacó a veces escrito chakó o shakó, es una especie de morrión alto, cilíndrico y con visera.
Usualmente está adornado con alguna placa frontal y con una pluma o pompón en lo alto. La palabra
chacó proviene de la locución húngara csákós süveg (sombrero con visera) y formaba parte del uniforme
de los húsares húngaros del siglo XVIII. El chacó era un gorro pesado y protegía muy poco de los
enemigos y de las inclemencias del tiempo. Por ello muchos iban cubiertos por unos forros de hule, fieltro
o paño que los protegían. (Wikipedia)
AMOR Y GUERRA - Samantha Kane
(Compañeros de armas # 0,5)
Justo al llegar a la puerta de la tienda, oyó el inconfundible sonido de una mujer
gimiendo desde el interior. Sonrió con tristeza. El método de Tony para combatir la
nada, involucraba follar mañana, tarde y noche. Entonces, algún impulso
incontrolable dominó a Jason. Algunos demonios dentro de él le hacían dar ganas
de alzar la lona y entrar en la tienda con la intención de algo, aunque no estaba
seguro de qué. Dejó de pensar y cedió al impulso.
Capítulo dos
Capítulo tres
Jason nunca se había sentido así. Estaba fuera de control. Primero interrumpir a
Tony y su ramera, y luego hacerse cargo de la follada sin pedir permiso. Y ahora
esto. Exigir a Tony que lo tocase, y deleitándose en ello. El calor de la mano de Tony
en su brazo era emocionante más allá de toda comparación. Estaba follando a una
mujer, mientras que Tony observaba. Tony está tocándome mientras me estoy
tirando a una mujer. Se convirtió en una letanía en su cabeza.
La mano de Tony se soltó y Jason fue presa del pánico.
─No me sueltes ─estalló él─. No lo hagas.
Inmediatamente Tony lo agarró con fuerza de nuevo.
─No voy a hacerlo. ─La presión sobre su brazo lo tranquilizó─. No te voy a soltar.
La voz de Tony sonó diferente. Era profunda, un gruñido bajo, excitado. Como todo
lo demás esa noche, elevó aún más la loca lujuria de Jason. Empezó a follar a la
mujer. Ella estaba caliente y húmeda, y él sentía temblar sus paredes internas
mientras empujaba. Había estado con putas antes, algunas disfrutaban de su trabajo
y algunas no. Esta lo hacía. Por lo menos esta noche lo hacía.
─¿Puedes correrte? ─le preguntó, pasándole la mano por la espalda, le gustaba la
forma en que la sentía, un poco húmeda por el sudor, las protuberancias de la
columna vertebral eran una agradable sensación bajo su palma.
Ella se rió sin aliento.
─Cuando dé la orden, capitán.
Miró a Tony. Era difícil discernir su pelo negro y los ojos azules en la oscuridad. Si
no supiera que era Tony, sería imposible determinar sus características. Pero eran
más que sus atributos físicos lo que lo hacían ser Tony. Juntos habían pasado por
Tony no podía esperar para follar de nuevo a la mujer. La idea de deslizarse dentro
de ella mientras estaba todavía húmeda y locamente excitada de su acoplamiento
con Jason casi lo hizo caer de rodillas. Sus manos temblaban con la necesidad de
tomarla. Ahora mismo.
Cuando se levantó abruptamente, Jason lo miró con sorpresa. Pero su sorpresa se
convirtió a una sonrisa de complicidad.
─Ansioso, ¿verdad? ─dijo con una risita─. Bueno, te gusta follar.
─Jase ─dijo, sin ocultar la desesperación en su voz─, por favor.
Jason miró alrededor y Tony se acercó instintivamente, le dio la mano y lo ayudó a
levantarse de la cama. El contacto fue eléctrico. Involuntariamente, su mano se
apretó alrededor de la de Jason, y Jason respondió de la misma forma. El firme
apretón de sus manos lo tranquilizó y tomó una respiración profunda.
Tony estaba increíblemente avergonzado. Supuso que tendrían que hablar de eso
ahora.
─No lo hagas ─dijo Jason. Estaba acostado en su catre, con el brazo sobre los ojos.
Parecía cansado, pero no cansado del mundo como lo había estado tantas veces
últimamente─. No pienses tanto en eso.
─¿Cómo sabes lo que estoy pensando?
Jason bostezó ruidosamente.
─Porque te conozco ─fue su respuesta sencilla─. Ahora duérmete.
─Pero tenemos que hablar de ello ─dijo Tony en voz baja─. Hemos ido más allá de la
amistad esta noche, ¿no te parece?
No hubo respuesta y Tony lo miró. El brazo de Jason había resbalado y ahora se
encontraba sobre su cabeza en el catre. Dejó escapar un ronquido. Tony no podía
creerlo. Jason no había dormido así en meses. Normalmente se quedaba despierto
durante la mitad de la noche, y daba vueltas sin cesar la otra mitad. ¿Era
agotamiento? ¿O era el sueño de un hombre que había encontrado un refugio de la
guerra? De cualquier manera, Tony rezó una breve oración de agradecimiento y se
dispuso a dormir también.
Capítulo cuatro
Fin… o comienzo.