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En el Palacio de Cristal

Roberto Carlos Ábrego Manríquez, S.I.

En estas líneas pretendo comentar tres apartados del filósofo Peter


Sloterdijk en su libro En el mundo interior del capital, a saber, “Mundo interior
capitalista, Rainer Maria Rilke casi se encuentra con Adam Smith”; “Mutaciones en
el espacio de confort” y “Transvaloración de todos los valores: el principio
sobreabundancia”. En ellos, respectivamente, el autor describe el esqueleto de la
atmósfera actual; después enuncia las características concretas de ese espacio y
por último, muestra el valor imperante de la época, con ello nos da una mirada
crítica, completa, bien fundamentada de la situación actual.

Primeramente, el autor caracteriza a esa realidad generalizada como un Palacio


de cristal, una especie de invernadero donde el confort y el mimo son el pan
nuestro de cada día. Este Palacio de cristal tiene la particularidad de que, salvo en
algunos casos como la muralla de la frontera entre Estados Unidos y México, no
se materializa, sino que es una especie de éter aupado por las grandes medias
como el internet cuya principal arma de segregación es la discriminación mediante
el pobre acceso a fondos de dinero. Así mismo, la arquitectura de las ciudades en
este palacio invernadero son verdaderamente emblemas de aquello que se exalta,
la separación por zonas de bienestar y la segregación de los acomodados en
cotos donde se oculta la pobreza, “corredores de confort construidos como
compactos oasis de trabajo y consumo en puntos-nodos estratégica y
culturalmente vitales”1.

Sloterdijk critica fuertemente el concepto de globalización utilizado por unos pocos


como islas en medio del océano de la pobreza ya que los más, dada su
paupérrima capacidad adquisitiva no son viables ni capaces de acceder al Palacio

1
Peter Sloterdijk, En el mundo interior del capital, para una teoría filosófica de la globalización, Siruela, 2da
ed. 2010, Madrid, pág. 231.
de confort por lo que percibirán el concepto de globalización a lo más por sus
efectos secundarios y adversos. Todo ello pende de la cabeza de un alfiler 2, el
dinero viene a convertirse así en el dios dinero y en esa medida, como es lo que
vale, como la validez está ahí es que podemos hablar de una filosofía. El dinero se
convierte en el nuevo Uno-Todo de la modernidad.

Ahora bien, algo que impregna el aroma del ambiente es el concepto de descarga
aunado con la teoría del mimo3, ello se expresa en que podemos observar la
banalidad y el gusto como mayormente válidos, más que la necesidad o la
carencia; en el espacio enormemente ampliado de oportunidades existenciales y
la dificultar para escoger pues se cree que todo es posible; en que, tal vez
inconscientemente, se tiene una noción de que el sustento, la paz, la diversión,
etc. son duraderos. El autor señala a este vaivén entre la descarga (sin haber
luchado para conseguirla, sino que aparece) y la irritación (también sin
antecedente), entre el aburrimiento y el estrés inespecífico, es el ying y el yang
que lleva la existencia en el invernadero de cristal.

Me parece notable el esfuerzo del autor por delimitar y explicar el aroma de la


atmósfera y caracterizarlo como una descarga sans phrase, en ello veo la
tangibilidad de lo que muchas veces escuché de mis padres o de personas
mayores “trabajo por mis hijos para que ellos puedan tener lo que yo no tuve”, esa
descarga de las obligaciones, del trabajo, de la lucha, nos han llevado a dar por
sentado que así ha sido y deberá seguir siendo. Nos acostumbramos “a la
posesión inmerecida de dinero, en la que la conexión entre esfuerzo propio y
riqueza parece completamente deshecha…el sujeto-posesión, bien como
heredero, o como buscador de tesoros, como especulador con suerte en la bolsa
que se permite a sí mismo arreglos de abierto carácter saqueador, goza de una
descarga absolutamente desproporcionada, se tiene y no se sabe cómo”. En esa
misma dirección, vemos a ciudadanos distensionados que gozan de la seguridad
2
Aquí se hace mención del conocido Discurso del alfiler, pronunciado por Adam Smith en honor al primer
ministro británico Glasgo Toast, donde va describiendo su filosofía capitalista, argumentando porqué la
división del trabajo, la idea del libre mercado, de la competencia, etc. nos llevarán a un “desarrollo” o
“progreso”.
3
Entendemos por mimo aquello que “…designa los reflejos psicofísicos y semánticos del proceso de alivio o
descarga que resulta inherente al desarrollo de la civilización desde su origen”, ibídem p.254.
política sin disposición propia a la lucha, de ahí comentarios como los que
escuchamos a raíz de las marchas feministas recientemente, “está bien que se
manifiesten, pero no destrozando la ciudad” o “estoy de acuerdo pero no con sus
formas”, cierto tipo de luchas nos causan aberración mientras que hacemos caso
omiso a la violencia del mercado. Así mismo, observamos que sin presentar
aportación u obra alguna, ciertas personas se hacen famosas por el hecho de
aparecer, sin más o la capacidad de consumir un saber sin la necesidad de tener
cualquier tipo de experiencia, basta con dar un click para “aprender” algo, se
privilegia así al consumir y no al principio de experiencia, al proceso formativo,
lento, que va conformando el talante de la persona.

Evidentemente, esta descarga se vive así, no porque la carga haya desaparecido,


sino que ha sido trasladada a la tierra, la tierra-recurso es administrada, explotada
a gran escala y es en última instancia quien sostiene al Gran Palacio de cristal. El
carbón en un primer momento y luego el petróleo han sido las dos mercancías que
han movido a la Modernidad, con ello el valor se ha trasladado de las cosas a la
vivencia de liberación de la escasez, donde lo frugal se ve con recelo y el
derroche, a diferencia del medioevo, es considerado como el imperativo
categórico.

Por último, he de decir que no conocía a Sloterdijk pero su forma de tematizar y


destilar la validez de la época, me gustó. También me surgen algunas
interrogantes de las cuales, de pronto, no veo con nitidez cual pudiera ser su
respuesta, por ejemplo: ¿cuál y cómo fue el paso del proyecto Uno-Todo idealista
al Uno-Todo capitalista?, ¿Cuáles fueron las circunstancias o piezas clave para
trasladarse a ese lado?, ¿es posible una relectura de la Filosofía partiendo de una
perspectiva moderna, sin caer en subjetivismos propios de la época?

Sin duda me siento con el deseo de completar el hueco del estudio de la filosofía
idealista hasta llegar a nuestros días, donde la validez está en el poder adquisitivo
y no en la reflexión.

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