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Anatomía de una decisión

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Hoy quiero hablarles acerca de la “Anatomía de una Decisión”. Quiero que analicemos un momento en la vida de la Iglesia
en los comienzos mismos del Evangelio. En el primer capítulo del Libro de los Hechos. Y este incidente, este momento en la
vida de la Iglesia tiene mucho que comunicarnos a nosotros acerca de que hacer cuando nos encontramos en situaciones
similares.

Yo les decía a los hermanos esta mañana que por un momento casi iba a olvidarme de ese texto y pasar al capítulo 2 del
Libro de los Hechos. Como ustedes saben, estamos estudiando el Libro de los Hechos y mi deseo a través de este estudio
–vuelvo y les reitero el propósito- es que nuestros hermanos al examinar estos pasajes de la Escritura que nos muestran
como era la vida de esos primeros cristianos que conquistaron el mundo, que estaban disfrutando de la unción del Espíritu
Santo.

Que al nosotros ver como ellos vivían la vida cristiana nosotros también seamos inspirados, que podamos imitarlos a ellos,
que podamos aprender de esto que constituye una vida llena del poder del Espíritu Santo y como se llega a ese estado. Al
nosotros analizar esos pasajes –por eso el Espíritu Santo lo dejo allí- nosotros concebimos un deseo de integrar esos
elementos a nuestras propias vidas.

Dios quiere un pueblo ungido. Dios quiere hacer los mismos milagros que Él hizo en el Siglo I quiere hacerlos en el Siglo
XXI y simplemente lo que Él está esperando es un pueblo que pague el precio. Yo creo que un momento como el que
experimentamos esta mañana durante el servicio adorando al Señor con esa intensidad, muy parecido, quizás a lo que
podemos ver uno de los pasajes aquí de la Escritura.

Vamos a ver, aquí, por ejemplo –a ver si no les parece familiar- en el capítulo 4 del Libro de los Hechos estaban reunidos
los discípulos en un salón orando y adorando al Señor y ellos comienzan a orar y alabar a Dios y en el versículo 28 están
orando al Señor. Dice: “Para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera. Y ahora Señor
mira sus amenazas. Concede a tus siervos que todo denuedo hablen tu Palabra mientras extiendes tu mano para que se
hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu Santo Hijo Jesús”.

Yo me imagino a esta gente encerrados ahí en ese espacio, adorando y clamando al Señor y orando y todo el mundo
alabando a la misma vez. Yo no creo que sea esto una cuestión allí de una oración suavecita, cada uno allí esperando. ¡No!
Cada uno estaba allí como estamos nosotros aquí. Algunos quizás tirados con los rostros postrados ante el suelo, otros con
las manos levantadas, de pie, otros circulando alrededor del salón. Todos clamando al Señor.

Dice el 31 que: “Cuando hubieron orado el lugar en que estaban congregados tembló y todos fueron llenos del Espíritu
Santo y hablaban con denuedo la Palabra de Dios”. Es decir, esa visitación, en ese momento al ellos orar y clamar fueron
llenos de un ánimo nuevo, una unción fresca, un propósito nuevo de predicar el Evangelio y Dios les dio convicción y les dio
intensidad. Y salieron allí fortalecidos.

Eso es lo que crea una Iglesia guerra, eso es lo que crea una Iglesia agresiva. Es en momentos como esos donde dejamos
que el Espíritu fluya y el Señor hace lo que tiene que hacer y viene la unción. Y quizás hay gente que de afuera está
mirando eso. Vienen a visitar o lo que sea. No entienden esa cosa. Dice: “¡No! Esta gente están locos”. Somos unos
Pentecostales arrebatados allí que necesitan terapia psicológica. Porque la gente que no está en eso no entiende esas
cosas. Creen que eso es emocionalismo y que es simplemente extremismo.
Pero nosotros sabemos que esa es la unción de Dios que se está moviendo, nos está fortaleciendo. Estamos llenándonos
de esa unción fresca y podemos salir fortalecidos. Hay que permitir que esos momentos… al nosotros ver esas cosas: “yo
quiero eso, yo quiero esa actitud, esa postura radical, ese desenfado ante Dios, ese adorarlo sin barreras, adorarlo sin
cadenas ni nada, adorarlo sin miramientos, soltar esa alabanza delante de Dios” y en ese momento la unción de Dios
desciende. Amén.

Entonces, eso es lo que nosotros queremos. Por eso nosotros servimos al Señor. Hay alguien que casi le da un ataque al
corazón, el que estaba sentando al lado de ese hermano. Gloria a Dios. Amén. Hay que adorar al Señor, hay que adorarlo
con libertad. Ahora bien, vamos a ver uno de esos momentos y vamos a ver que provecho le podemos sacar. Allí en el
Capítulo 1 Versículo 12. Por eso les digo, este evento yo casi lo paso por alto porque no parecía que tenía mucho que
enseñar.

Bueno, un evento interesante y todo pero no parecía que tenía tanta carne comparado con el Capítulo 2: el bautismo del
Espíritu Santo. Lenguas de fuego que caen sobre los hermanos, hablar en lenguas. Una multitud de miles de personas que
se conviertan al Señor. Ahí está la enseñanza. Pero después el Señor me habló acerca de este pasaje y he estado
pensando en él mucho tiempo.

Porque es un momento en que los primeros cristianos regresan de una experiencia poderosísima. Como vimos el domingo
pasado, vieron a Cristo resucitado, levantarse, ascender al Cielo, desaparecer cubierto por una nube y como dijimos entrar
a la presencia del Padre. Sentarse a la diestra de Dios. Un evento espectacular. Y de momento tienen que regresar otra vez
a Jerusalén después que los ángeles les hablan y les prometen que Él mismo que vieron subir vendrá de igual manera.

Ahora llega el momento de regresar a Jerusalén y vamos a ver aquí, dice en el versículo 12: “Entonces volvieron a
Jerusalén desde el Monte que se llama del Olivar el cual está cerca de Jerusalén camino de un día de reposo. Allí vieron al
Señor ascender al Cielo”. Yo me imagino que ya los últimos destellos de su presencia se veían, ellos estaban asombrados.
Pero ¿qué pasa? Uno no se puede quedar todo el tiempo en el Monte del Olivar. Hay momentos en que uno tiene que
regresar a Jerusalén.

Volver a la vida cotidiana, volver a la vida del lunes por la mañana. ¡Qué bueno cuando uno está en la iglesia! Uno se siente
un general ahí adorando al Señor y todo. Pero llega el lunes a las 5 de la mañana y está ese despertador cruel que lo
levanta. Usted tiene que hacer el desayuno y ponerse la ropa y salir a ese frío cortante a trabajar. Ahí es donde de verdad
usted tiene que saber si es salvo o no porque a veces hasta uno duda de su salvación.

Yo pienso en los discípulos en el Monte de la transfiguración viendo a Jesucristo en toda su gloria, se transfiguró, brilló
como el sol y ahí se les aparece Moisés y se les aparece Elías, también. ¡Qué tremenda parranda tuvieron esa gente allí
arriba en el Monte de la transfiguración! Pedro dijo: “Señor, vamos a ser tres tiendas y vamos a quedarnos aquí, vamos a
comprar refrescos y vamos a estar todo el día aquí. Nos quedamos aquí en esta gloria”.

¿Quién quiere bajar de esa gloria? Pero abajo había un padre con un hijo endemoniado que necesitaba ministración. No se
podían quedar todo el tiempo allí arriba. La iglesia no se hizo para estar siempre celebrando. Se hizo para meterle manos a
la vida, la paternidad y el trabajo, el matrimonio, estudio, meterse en la Ruta 93 con ese tapón que hay a veces a las 8 de la
mañana o siete y media. Y ahí es donde verdaderamente tenemos que coger la gloria que hemos experimentado y
comenzar a transferirla poquito a poquito, cucharita a cucharita para llevar a cabo las tareas de la vida.
Y eso les pasó a estos discípulos. Ellos descendieron del Monte del Olivar, entran a Jerusalén. Dice que: “Entrados
subieron al aposento alto donde moraban Pedro y Jacob, Juan” –estos eran todos los apóstoles, estaban allí en este lugar.
Era un salón grande. Quizás era un salón alquilado, inclusive y ahí estaban 120 de ellos. Y Pedro y los demás regresan y se
encuentran allí con los demás hermanos.

Dice que “Todos estos perseveraban unánimes en oración y ruego”. Esta gente no estaba allí escuchando el juego de
beisbol, estaban orando, estaban clamando al Señor. ¿Qué estaban haciendo allí? Esperando la visitación del Espíritu
Santo. El Señor les dijo: ‘No salgan de Jerusalén hasta que no reciban la unción’. Hermanos, la oración. La oración es clave
en la vida de la Iglesia.

Yo le doy gracias al Señor porque más y más hermanos cada día están sumándose a las filas de la gente que ora. Yo le
animo en el nombre de Jesús a ser una mujer, un hombre de oración. La oración cuesta, la oración es trabajo. A veces uno
no quiere orar pero sabe que esa es la gasolina del hijo de Dios, la hija de Dios. La oración ablanda las piedras de la vida, la
oración da sabiduría, la oración da convicción, nos renueva, fortalece. La oración es el canal, el hilo a través del cual la
unción de Dios desciende sobre nuestras vidas.

Y vienen las respuestas a las cosas que necesitamos. Y esta gente estaba clamando. Yo no creo que una iglesia puede ser
poderosa si no ora. Una iglesia es poderosa cuando hay reuniones de oración, cuando hay gente siempre buscando la
unción fresca del Espíritu Santo, cuando hay grupos de diferentes personas orando en las casas, orando de mañana,
viniendo a las reuniones de oración. Buscando ese poder del Espíritu Santo.

Esta gente estaba orando. La iglesia primitiva, la iglesia que Dios usó y visitó era una iglesia que oraba y clamaba al Señor.
Y eso lo vemos aquí cuando los demás regresan del Monte del Olivar, encuentran allí a todos perseverando unánimes en
oración dice “con las mujeres y con María la madre de Jesús y con sus hermanos”. Me impactó eso que decía ‘con María la
madre de Jesús y con sus hermanos’. ¿Por qué eso es importante?

Bueno, esta es la última vez que se menciona a María en toda la Escritura. Después de eso María desaparece de las
páginas de la Escritura. Y yo creo que es importante. Fíjese. Señalan a María y le dan cierto nivel de importancia porque era
la madre de Jesús y porque Dios la usó para un propósito pero tampoco la exaltan más de la cuenta. Su presencia es
importante pero tampoco se detiene uno mucho sobre su persona.

Y yo creo que ese es el balance que nosotros le damos a María la madre de Jesús. Reconocemos su importancia pero
sabemos también que era simplemente una persona especial, digna de señalamiento pero más de ahí no requiere.
Interesante también que dice ‘y con sus hermanos’. ¿Qué hermanos? No eran los hermanos de María, los hermanos de
Jesús. María tuvo otros hijos. Jesús tuvo otros hermanos.

María una vida matrimonial normal y concibió otros hijos y esta no es la única referencia en la Escritura que habla de los
hermanos de Jesús. Entonces se describe esta escena aquí ¿no? Están orando, están clamando a Dios, están buscando
oración del Señor. Ahí está María, ahí están los hermanos de Jesús y entonces Pedro se levanta en medio de estos
hermanos. Y esto es interesante aquí porque nos señala algo acerca de Pedro.

La figura de Pedro comienza a tomar importancia en la vida de la iglesia. El Señor le había dicho a Pedro que ‘él sería una
columna de su iglesia’. Sería un pilar de apoyo para la iglesia primitiva. Y Pedro comienza a ganar autoridad. Pedro, en
realidad era como el mayor de todos los apóstoles y lo vemos varias veces ganando ascendencia en la vida de la iglesia. Y
ahora Pedro se pone de pie delante de los hermanos.
Y les dice “Varones, hermanos, era necesario que se cumpliese la Escritura en que el Espíritu Santo habló antes por boca
de David acerca de Judas que fue guía de los prendieron a Jesús. Y era contado con nosotros y tenía parte en este
ministerio”. ¿Qué está haciendo Pedro aquí?

Les está señalando algo importante a los discípulos y es que Jesús dio instrucciones de que hubiera doce apóstoles. Judas
tentado por el enemigo traicionó al Señor y fue separado de los doce.

Dice la Palabra aquí mismo que terminó suicidándose, terminó tomando el dinero que le dieron, rechazándolo, se suicida y
desaparece del mapa. Hay aquí algo interesante. Fíjese. La versión que da Pedro de la muerte de Judas y todo lo que
sucedió es un poquito diferente a la que da Mateo en el Capítulo 27 de su Evangelio. Sin embargo, hay suficiente parecido
en las dos versiones para sugerir que más bien se trata de una perspectiva diferente de lo que sucedió. En realidad es la
misma cosa.

Judas se llenó de arrepentimiento tardío y no quiso aceptar el dinero que le ofrecieron por entregar a Jesús y simplemente
fue y se suicidó. Pero Pedro sabía que el Señor había declarado que eran 12 apóstoles que tenían que ministrar en esos
principios de la iglesia y Pedro quiso seguir al pie de la letra las instrucciones de Jesús y les dice: “Tenemos que escoger a
una persona que reemplace a Judas”.

Entonces dice aquí en el versículo 21 “Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo
el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía de entre nosotros comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que
de entre nosotros fue recibido arriba. Uno se ha hecho testigo con nosotros de su resurrección”. En otras palabras, Pedro
está diciendo ‘tenemos que encontrar a otra persona que sustituya a Judas para que llene ese lugar’.

Yo veo aquí algo interesante, hermanos. Pedro no recibió una palabra directa de Jesucristo acerca de que tenía que hacerlo
así pero él estaba razonando bíblicamente. Pedro conocía las Escrituras y en el Salmo 69 había algunas profecías que se
sabía eran profecías dirigidas a la vida del Mesías. Y allí en ese capitulo, en el Salmo 69, dice que Pedro lee y dice “sea
hecha desierta su habitación no haya quien more en ella –hablando de Judas- y tome otro su oficio”.

Pedro quiso ser fiel a esa Palabra y entendió ‘tenemos que reemplazar a ese apóstol que falta y buscar un sustituto’. Lo que
a mi me impacta acerca de Pedro es su deseo de ser fiel a las instrucciones del Señor. Pedro no tenía una palabra directa
de parte del Espíritu Santo o de Jesucristo pero conocía la Palabra, conocía los propósitos de Jesucristo de que hubiera
doce. Doce quizás como interpretación de las doce tribus de Israel y él quiso obedecer al Señor y establecer la elección de
ese apóstol número 12.

Yo creo que lo que a mi más me ha impactado de todo esto –y por eso este pasaje lo escogí así para comentar un
momento sobre ello-es este cambio que está dando la iglesia. De ser una iglesia dirigida directamente por Jesucristo quien
les decía lo que tenían que hacer, a quien tenían que escoger; ya el Señor se ha ido. Ahora están ellos en la realidad de ser
la iglesia de Jesucristo en la Tierra, ahora tienen el llamado del Señor, el envío del Señor y ahora lo único que pueden hacer
es depender de la Palabra.

Depender de los recuerdos de lo que el Señor dijo y hacer la vida de la iglesia día a día.

Vemos aquí, como el comienzo de la iglesia institucional. La iglesia que iba a convertirse en lo que es la iglesia de
Jesucristo dos mil años después. Por eso es que para mi es interesante este hecho de que ellos dejan a Jesús quien se ha
ido, y ahora están simplemente trabajando. Comenzando a hacer decisiones, a establecer nuevos oficiales en la iglesia, a
descubrir como se hacen las cosas en esta nueva dispensación que ya no tienen a Cristo directamente con ellos.

Y yo creo que para nosotros es importante ver eso porque nosotros tenemos que hacer decisiones en la vida
continuamente. Tenemos que depender, como dependió Pedro, simplemente de la Palabra de Dios, depender del Espíritu
Santo, depender de las instrucciones que Cristo nos ha dejado y tratar de resolver los problemas de la vida con las
herramientas que Dios nos ha dado. ¿Cómo decidieron ellos quien iba a ser el apóstol número 12?

Bueno, dice aquí “primero Pedro habla con ellos” y es interesante que uno de los requisitos para ese nuevo apóstol es que
‘comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día que de entre nosotros fue recibido arriba uno sea hecho testigo con
nosotros de su resurrección’. En otras palabras, esta persona que escogieran tenía que haber caminado con Jesús, haberlo
visto a través de su carrera aquí en la Tierra y haberlo acompañado hasta su muerte, hasta su Resurrección y hasta su
levantamiento en los Cielos.

Eso iba a determinar que esa persona pudiera ser. Había varios candidatos dentro de eso y finalmente ellos escogieron dos
hombres que llenaban ese requisito. Y dice aquí algo que a muchos de nosotros nos puede causar un poquito como de
extrañeza: ‘echaron suertes’. No tenían dados como tenemos hoy en día pero echaron suertes. No sabemos exactamente si
fue que escribieron los dos nombres. Algunos creen que en el tiempo de los judíos se escribían unas piedrecitas con los
nombres de las personas.

Se metían en una botella o en lo que fuera y se sacaba uno de los dos nombres. Algo así fue o quizás cogieron dos palitos
uno más largo y uno más corto y entonces el más largo fue el de Matías o el del otro discípulo. Como fuera. El caso es que
ellos usaron un método un poquito extraño ¿no? Ahora dice que ‘habiendo orado, primero’. Oraron primero. Dijeron ‘Tú,
Señor que conoces los corazones de todos muestra cual de estos dos has escogido’. Oraron y entonces echaron suertes.

Y de esa manera fue que decidieron quien iba a ser la persona que iba a reemplazar a Judas. Así salió Matías. Ahora no
me cojan ustedes ideas de cómo entonces resolver los problemas en sus vidas, echando suertes. Esa no es la cosa. Yo
creo que para mi lo más importante es que esta gente tenían que hacer una decisión, tenían que escoger a una persona. Y
yo creo que aquí vemos algo de esa iglesia que está con un pie todavía en el judaísmo haciendo las cosas quizás como se
hacían dentro del judaísmo.

Y una iglesia que está buscando, también, la dirección del Señor para hacer sus decisiones, para comenzar a ser la iglesia
en toda su plenitud; que tenía que escoger diáconos y obispos y pastores y plantar iglesias y hacer decisiones misioneras y
determinar como distribuir el dinero. Para todas esas cosas la iglesia necesitaba sabiduría y van a tener que construir de la
maquinaria de la iglesia. Y yo creo que es importante hermanos que nosotros seamos gente que sepa hacer decisiones en
la vida

Tenemos que pedirle al Señor sabiduría. Tenemos que pedirle al Señor entendimiento sobre como hacer las decisiones que
nosotros tenemos que hacer en nuestras propias vidas. Yo no creo que esta gente hizo las cosas totalmente de la mejor
manera. Yo creo que, más adelante cuando tienen que escoger a los diáconos, en el capítulo 6, ellos deciden tener una
reunión y que sean elegidas las personas y dan descripciones de trabajo, dan descripciones del carácter.

Tienen que ser gente llena del Espíritu Santo, tienen que ser gente que tengan buen testimonio, gente de oración y ya como
que las cosas se van poniendo un poco más sofisticadas. Pero al inicio ellos hicieron una decisión con lo poco que tenían
disponible y no dejaron que su falta de experiencia les impidiera hacer una decisión e ir adelante en la obra, en el trabajo de
la iglesia.

Hermanos, tú también tienes que hacer decisiones en tu vida. Tú tienes cosas que Dios quiere que tú hagas y tú también
necesitas buscar esa sabiduría que viene de Dios. Pedirle al Señor que te de entendimiento, que te de su consejo, su
guianza para tú hacer decisiones también sabias y poder tú manejar los asuntos de tu vida. La palabra del Señor dice en
Santiago “Si alguno tiene falta de sabiduría pídala a Dios”. Si tú tienes alguna decisión en tu vida de algo que tienes que
hacer en este tiempo, ve delante del Señor, ora. Busca sabiduría de parte de Dios.

Hay otra cosa, también. Mucha gente se pregunta ‘Bueno, ¿cómo puedo yo hacer decisiones sabias?’ ‘Tengo una gran
decisión que tengo que hacer y ¿cómo aprendo yo, como decido yo, como se yo lo que Dios quiere? Tengo esta opción,
tengo esta otra y no tengo claridad acerca de cómo debo hacer’. Bueno, yo creo que aquí hay varias cosas. Primero yo creo
que esta gente, las decisiones que hicieron las hicieron en un ambiente de oración.

Estaban continuamente orando, estaban continuamente buscando la presencia de Dios. No esperes al momento en que
tienes que hacer una decisión para entonces empezar a orar. Yo creo que el hijo de Dios tiene que estar continuamente
orando, continuamente buscando la presencia de Dios. Y cuando tú estás en esa presencia de Dios tu mente está abierta,
está porosa, es penetrable y entonces Dios te puede hablar.

Cuando tienes una decisión que hacer estás preparado ya por lo menos para la parte principal. De ahí tú le pides al Señor
sabiduría. [Hermanas si necesitan por aquí hay asiento, por aquí adelante hay espacio. Si usted tiene un asiento vacío
levante su mano para que alguna hermana pueda saber]. Entonces hermanos, ¿cómo crea uno sabiduría para hacer
decisiones?

Número 1: una vida continuamente orando y recibiendo dirección, gozando de la presencia de Dios y entonces cuando
tienes que hacer una decisión específica como esta tú también le oras al Señor específicamente por esa decisión. Yo creo
que no se puede cultivar sabiduría si no hay oración. En Segundo lugar, la palabra de Dios. ¿Sabes qué? Cuando tú lees la
Biblia continuamente, cuando tú estudias la Biblia, la Biblia es un libro de sabiduría, la Biblia es un libro vivo.

Cuando tú estudias la palabra y estudias los patrones de la palabra tú comienzas a adquirir sabiduría, prudencia para las
decisiones de la vida. La Biblia tiene cantidad de enseñanzas con respecto a esto. La persona que quiera ser sabia estudia
la palabra de Dios, estudia la Biblia. Yo pensaba en uno de los versículos, por ejemplo en Proverbios –no tengo ahora el
pasaje, déjenme ver si por casualidad lo marqué aquí- no lo tengo. Dice: ‘Si alguno sale fiador [creo que es] de su amigo…
Proverbios 6 parece que es. Parece que tú tuviste experiencia con eso, o ¿qué? ¿No recuerdas el versículo específico?
Proverbios 6:1.

Mire por ejemplo el Libro Proverbios 6:1 dice: “Hijo mío si salieres fiador por tu amigo, si has empeñado tu palabra a un
extraño te has enlazado con las palabras de tu boca y has quedado preso en los dichos de tus labios. Haz esto ahora, hijo
mío, y líbrate ya que has caído en la mano de tu prójimo. Ve, humíllate y asegúrate de tu amigo”. ¿Qué quiere decir eso?

Mira, a veces la gente viene ‘Oye me podría firmar aquí. Yo tengo un préstamo y necesito tu firma’ y a veces uno se deja…
y ¿sabe qué? Muchas veces salimos mal. No levanten su mano pero yo se que aquí hay dos o tres que han estado en esa,
¿verdad? Miren como la Biblia le da sabiduría. Al usted estudiar la Biblia le dice ‘Mira no te metas en esa situación. Dile
“hermano lo siento mucho pero no puedo” o hazle un cuento o lo que sea pero no te dejes enlazar de esa manera’.
Hay sabiduría. Cuando yo leo las narrativas de la Escritura yo veo donde quiera cosas que me ayudan a mí que me dan
sabiduría y conocimiento preventivo para las decisiones que yo tengo que hacer en la vida. Por ejemplo, yo veo cuando
Jacob y Esaú que la mamá de esos dos muchachos se presta para un engaño y Jacob engaña a su padre para que le de la
bendición a él y le quita la bendición –en un sentido- a su hermano Esaú.

Claro que la voluntad de Dios era, porque Esaú era un hombre que no apreciaba lo que tenía. Pero esta madre se prestó a
favoritismo y desató una enemistad entre esos dos hermanos que uno casi mata al otro. Y de ahí se desataron unas
dinámicas espirituales que duran hasta nuestros tiempos todavía. Entonces uno aprende allí. ¿Sabes qué? Como padre,
como madre yo tengo que tener cuidado como trato a mis hijos. No mostrar favoritismo.

Amarlos igualmente, una cantidad de cosas ¿no? La manipulación a veces en la familias que hay, los secreteos, las
maniobras de los padres para ganarse al hijo y usan a los hijos uno contra otros. Entonces uno aprende acerca de la vida
familiar. Como evitar esas cosas. La Biblia es un libro de gran sabiduría y cuando nosotros lo estudiamos devocionalmente
para extraerles sus conocimientos –nunca lea la Biblia por curiosidad o simplemente para almacenar información- lea la
Biblia para recibir instrucción práctica para la vida.

Para recibir consejo, para ganar experiencia. Al usted estudiar todos estos eventos de tanta gente a través de la historia y
como Dios obró con ellos y como ellos relacionaron los errores que cometieron usted va ganando sabiduría para hacer
decisiones que tiene que hacer en la vida. Entonces la oración le da sabiduría, le da unción de Dios. La Palabra es un
estudio de casos, continuamente que le enseñan muchas cosas importantes y usted también va ganando sabiduría.

La Biblia, la lectura de la Biblia dice que alumbra el entendimiento, alumbra el rostro. ‘Lámpara es a mis pies tu Palabra y
lumbrera a mi camino’. Lea la Palabra. Eso le va a dar sabiduría para hacer decisiones en su vida. En tercer lugar, yo creo
que una cosa que ayuda mucho es el consejo de gente madura y de gente sabia. Péguese a gente de experiencia en las
cosas del Señor. Cuando usted tiene una decisión que hacer, consulte. No haga la decisión usted solo.

Si tiene que hacer una decisión seria consulte con su esposa o con su esposo, es más consulte a veces con sus hijos.
Consulte con su Pastor o con una persona madura en la Congregación, una hermana o un hermano que usted sabe que es
una persona que tiene sabiduría. No vaya donde la persona que siempre está hablando por teléfono, chismeando y
diciendo… no, no. Vaya donde una persona que tenga experiencia en la Palabra. Péguese a ellos, consulte con ellos.

Hay veces que yo tengo que hacer decisiones bien serias concernientes a la iglesia por ejemplo, y ¿sabe qué? Yo escojo a
las personas que conocen de ese tema o conocen de esa situación. Les pregunto, consulto con ellos, busco sabiduría y no
pienso solamente en lo que yo quiero hacer sino que primero… dice la Biblia que “en la multitud de consejeros hay
sabiduría”, ¿ven? No sean llaneros solitarios. Hay mucha gente que por su mala cabeza siempre anda con los ojos
amoratados y con chichones en la cabeza por todas partes.

Porque ellos creen que ellos son los únicos y ellos hacen sus decisiones y no consultan con nadie. Consulte. Use la gente,
los recursos alrededor de usted. Sea humilde y llévese de consejos. Es muy importante. Siempre tenga dos o tres personas
sabias alrededor de usted que le ayuden a hacer decisiones serias. Esa es otra cosa bien importante. Otra cosa que yo he
aprendido para uno hacer decisiones sabias: no salte inmediatamente. No decida impulsivamente.

Una hermana me decía acerca de esto que le vino muy bien el sermón esta mañana porque quiere comprar un carro y
como que de momento el mensaje le dijo ‘Aguántate, espérate un momentito, suave’. ¿Qué pasa? Algunas veces usted va
al salón donde venden carros y ¡olvídese! Usted ve ese carro brilloso que le dice “Ven, ven, ven te necesito” ¿no? Y todo le
parece tan fácil, ¿no? Cómpralo y no no hay downpayment y los primeros seis meses gratis.

Después olvídate que tiene que pagar los seis meses y los otros seis más mas adelante, ¿no? Y tú no tienes dinero quizás
en el Banco pero todo parece tan fácil y el carro se ve tan brilloso y esas gomas están tan llenas de aire, ¿sabes? Usted
dice “No, este es mío. Este me lo llevo yo de aquí” Y cuando vende a ver firma, no sabe lo que está haciendo y ¡pum! Se va
con su carro pero entonces comienza ‘¿Pero qué he hecho?’

Ya no puede ir para atrás. Viste a esa muchacha que es la cosa más bella del mundo y ya te enamoraste de ella y vamos a
casarnos. Vamos a buscar al Pastor Miranda para que nos case mañana. Después resulta que ella es una neurótica
tremenda y ya ha vuelto locos a cuatro diferentes novios antes que tú y te metiste en tremendo lío. Espera. Date un viaje, ve
a Europa, visita. Estate unos días por allá, vuelve otra vez. Si es para ti se van a dar. Pero no saltes de momento.

Hay que pensar las cosas, hay que meditar. No todo lo que brilla es oro, dicen por allí, ¿no? Yo he aprendido que a veces
hay cosas que parecen definitivamente “esto es”. No hay nada, absolutamente nada de malo con esta decisión, pero
cuando tengo tiempo de pensarlo un poquito voy y respiro y cuento hasta 10, duermo sobre el asunto y al otro día como que
las cosas se ven diferentes ¿sabe?. Usted ve factores que no vio en el momento del calor de la decisión. Y el esperar a
veces…

Hay veces que hay que hacer una decisión y hay que hacerlo rápido porque si no se te pasa el momento. Pero yo he
aprendido que en la mayoría de los casos cuando tú sientes ese fuego y esa cosa, mejor espera. Medita y haz la decisión
con más tiempo habiendo pensado más seriamente, más detenidamente las cosas. Muchas veces vas a descubrir que no
era tan necesario ni tan urgente hacer las cosas.

Así que, también eso de esperar. Y yo diría que junto con eso también es madurar las cosas a largo plazo. Hay decisiones
que tienes que hacer que hay como que bañarlas en oración, hay que ablandarlas en oración. Y dejar que poco a poco el
Señor vaya preparando el ambiente y llevándote a través del proceso porque son decisiones grandes y serias y tú tienes
que orar mucho y todos los días irlas ablandando porque tú sabes que hay un proceso largo por delante y que tienes que ir
poco a poco, comiéndote ese elefante mordida a mordida. Poco a poco.

Yo recuerdo la primera vez –yo se si ya compartí eso con ustedes- que yo tuve en mi mente la imagen de ese nuevo
Santuario fue en el año 1996-97. Tiene que haber sido como en el 96 porque nosotros compramos el edificio, concluimos en
el 94 la compra de este edificio. Lo vimos en el 93, en le 94 como para marzo, por ahí concluimos el papeleo y entonces,
comenzamos el proceso. Y como a los dos años, más o menos, quizás sí como en el 94 ó 95.

Yo estaba sentado en el segundo piso en el salón de la esquina, el 208, sentado sobre una caja de leche de madera
mirando a través –no creo que ni siquiera estaba la ventana que está ahí- mirando al estacionamiento que era un pedazo de
tierra baldía con un poquito de pavimento que quedaba de sabe Dios cuando. Y todavía esto estaba hecho escombros aquí
adentro. Y ahí el Señor me implantó la idea de que cuando esta iglesia tuviera dos servicios los domingos, que se llenaran
los dos servicios.

Yo dije ¿sabes qué? Cuando esta iglesia tenga dos servicios llenos los domingos, va a ser tiempo para construir ya el
nuevo Santuario. Tendremos suficientes recursos probablemente. Y yo lo vi claramente en mi mente. Vi un Santuario sobre
pilotes sobre el estacionamiento con un auditorio y un piso encima de él. Cuente desde el 96, digamos que fue en el 96
hasta el 2010, ¿Cuántos años van? 14 años. Y yo comencé a madurar eso desde entonces.
No habíamos bien comenzado prácticamente aquí estamos a una cuarta parte del proceso. El Señor ya tenía un plan.
Ahora desde ese momento, hermanos, yo he estado trabajando en muchas diferentes cosas. Yo creo que algo así pasa
cuando tú haces una decisión. Entonces tú lo que haces tú sientes un pequeño germen. Es como la mujer cuando concibe
que lo que hay es una cosita que ni se puede ver con el ojo humano.

Pero es una chispa de vida que está depositada dentro de ti. Con el tiempo esa decisión, esa impresión, ese sueño, esa
visión, lo que sea, que está dentro de ti, tú lo vas desarrollando poco a poco y tú vas orando y bañando eso en oración y tú
lo vas dejando allí en remojo. Si es de Dios se va a confirmar. Si no es de Dios, Dios te lo va a arrancar. Una vez que tú
concibes eso tú dices: ‘Padre, Okay, creo que escuché algo. Creo que vi algo ahí, un fuselaje que me pasó enfrente’.

‘Si es de ti, tráemelo otra vez. Confírmalo. Y entonces muéstrame lo que Tú deseas’. Yo lo dejé así y dije ‘Bueno. Amén’.
Según fue pasando el tiempo, hace, quizás unos siete años, unos seis, siete años después de eso yo comencé a ver que la
iglesia estaba creciendo. Y dije ¿sabes qué? No podemos esperar a que estemos ya ahogados con gente para entonces
comenzar a planificar. Yo sabía que nos iba a tomar mucho tiempo. Estoy describiendo esto para que ustedes vean la
anatomía de una decisión. Como se toman las decisiones en la vida.

Entonces yo le pedí al Señor que lo primero que yo necesitaba era un arquitecto. Le dije ‘Señor si esto es de ti, un
arquitecto’. El Señor me guió a ese arquitecto. Una persona que yo había conocido años atrás y me lo puso enfrente. Yo
dije ‘Si esto es de Dios, este hombre va a acceder porque yo no le puedo pagar gran cosa. Pero si es de Dios esto’. Y este
hombre captó la visión y es el arquitecto que ha diseñado el edificio y que está ahora con nosotros aquí.

Dios fue poco a poco y esto fue, hermanos, objeto de oración, de mucha búsqueda, de mucho clamor al Señor, muchos
titubeos, decisiones, batallas, buscar en la Palabra de Dios, explorarme a mi mismo, consultar con mucha gente. Todas
estas cosas han estado ahí unidas. Observar el medio ambiente. Cuando tenga que hacer una decisión observa tu medio
ambiente. ¿Cómo encaja lo que tú estás tratando de decidir con el estado donde está tu familia en ese momento?

Tu propio estado personal, tus capacidades en ese instante. Uno tiene que ser sabio, tiene que ser prudente. Uno también
tiene que mirar el ambiente, ver que resonancia tienen las cosas en general ¿Qué está pasando alrededor? Si yo hubiera
visto que la iglesia iba decayendo en su crecimiento, que había problema, que el ánimo de la iglesia estaba subiendo y
bajando, etc., pues yo hubiera dicho ¿sabes qué? No nos vamos a meter en eso.

Ahora si yo veo una iglesia que está creciendo, que su unción está aumentando, que numéricamente está creciendo, que
tiene potencial eso me da ánimo a mí. Entonces yo digo ‘Okay, la visión, la oración, lo que yo sentí, las cosas que estoy
viendo todo concuerda’ y eso me da a mi empuje para seguir adelante. Así pasa en la vida con las decisiones que tú tienes
que hacer también.

Examina tu medio ambiente. ¿Qué te dice tu medio ambiente? No es que eso va a ser la única cosa pero uno lanza
diferentes coordenadas y de todas esas cosas uno va ganando inteligencia y sabiduría para hacer la decisión que uno tiene
que hacer. Uno tiene que darle tiempo a las cosas. Hay decisiones que se toman, y si es de Dios, Dios te la va a confirmar y
Él te va a ir abriendo camino.

Lo otro que tenemos que hacer también es mira, después que tu has orado, ayunado, buscado consejo, dado tiempo a que
las cosas se maduren, consultado con gente sabia y entendida. Examinándote a ti mismo, esa es otra cosa importante.
Examínate a ti mismo y se honesto entre paréntesis contigo mismo. Porque muchas veces lo que tú crees que estas
haciendo para gloria de Dios o para beneficio de tu familia o para avance para tu carrera puede que sea simplemente
orgullo, vanidad dentro de ti, temores que tú quieres sanar cubriéndolo con algo artificial.

Tú tienes que tener la sabiduría y el discernimiento personal para examinarte a ti mismo y decir ‘¿Sabes? Ese carro ¿por
qué yo lo quiero? ¿Lo quiero porque verdaderamente necesito un carro nuevo y porque es importante que yo tenga un carro
nuevo? O lo quiero simplemente para impresionar a mis amigos o porque yo tengo una compulsión de comprar, como pasa
muchas veces, ¿no?

Nuestro carro está perfectamente bueno, está funcionando bien pero ¡no! yo quiero otro del año porque eso es lo que tienen
mis amigos en el trabajo. Entonces uno tiene que examinarse a si mismo y tiene que tomarse dos aspirinas y decir ¿sabes
qué? ¿Por qué estoy yo decidiendo hacer esto? ¿Es por qué verdaderamente es de Dios, lo necesito? O ¿por qué
verdaderamente eso es lo que Dios quiere? Examínate a ti mismo y hazte tu propio psicoanálisis y asegúrate que lo que
estás haciendo lo estás haciendo porque verdaderamente es algo que tiene una justificación, un propósito en si.

Ya hasta se me pasó lo último que iba a decir porque tuve ese paréntesis. Así que el caso es que cuando tú decides,
habiendo visto todas esas cosas, una vez que tú haz hecho toda tu parte. Tú le has sometido al Señor todo esto y haz
hecho tu parte, mira, entonces lánzate en el nombre del Señor. Sal de la barca y comienza a caminar en fe y cree que Dios
estará contigo. Y no mires hacia atrás. Porque muchas veces nosotros aún haciendo todas esas cosas podemos todavía
equivocarnos.

Pero ¿sabes qué? Dios dice: “No, yo quiero que tú camines en fe. Yo ya estoy en el Cielo, mi Hijo está sentado a mi diestra,
yo he dejado el Espíritu Santo. Yo te he dado mi Palabra, yo te he dado la sabiduría colectiva de mi iglesia”. Tú tienes todos
esos instrumentos. No andes por ahí buscando que una palabra profética, que un profeta que te diga lo que tienes que
hacer. Hay gente que anda por ahí buscando una palabra.

Dios dice: “Tú tienes en tus manos las herramientas para hacer decisiones en tu vida. Decide con lo que yo he puesto en
tus manos. Y cuando tú decidas, lánzate que yo estaré contigo donde quieras que tú vayas. Yo te he entregado la tierra”.
Confía en el Señor. Uno no puede dejar que el temor domine a uno. Hay mucha gente que cuando llega el momento de
hacer decisiones serias ¡uff! Uno comienza a pensar: ‘y si no se da esto’, ‘si no pasa lo otro’, ‘si me equivoqué’, ‘si esto’.

Llega un momento que tú tienes que decidir. Esta gente, yo estoy seguro que, cuando tuvieron que decir ‘¿Cuál de estos
dos hombres escogemos? ¿Cómo hacemos la decisión? El Señor no nos dejó un manual aquí de cómo sustituir a Judas’.
Ellos hicieron lo que pudieron y en el proceso fueron aprendiendo como hacer mejores decisiones como iglesia hasta que
llega el momento ya en que son mucho más sofisticados.

Y así nosotros tenemos que hacer en la vida. No podemos ser como el siervo infiel en la parábola de Jesucristo que cuando
el Señor le dio un talento y le dijo ‘negocien hasta que yo venga’, ¿recuerdan la parábola? Los demás invirtieron y cuando
vino el Señor le dijeron ‘Señor tu mina ganó tanto’ y el otro tanto. Y el Señor les dijo “Amén, ¡que bueno! Bien hecho”.

Mire, fíjese, algunos ganaron mucho, otros ganaron menos pero todos recibieron la misma bendición de parte del Señor.
Sólo uno fue reprendido y ¿cuál fue ese? El que dijo ‘Señor yo se que Tú eres un hombre que hay que tenerle miedo. Y yo
tuve miedo de perder la cantidad de dinero que Tú me dabas y lo que cogí fue que la envolví en un pañuelo y la metí debajo
del colchón. Así que aquí tienes tu mina’.
Dejó que el miedo lo congelara y no hizo nada y entonces el Señor lo reprendió y le dijo: ‘Siervo infiel, tú bien sabes que yo
soy un hombre exigente. Porque al menos no cogiste la mina y la metiste en el Banco para que hubiera los intereses
aunque fuera’. Hermanos no permitas que el temor te impida hacer decisiones en tu vida. Usas las herramientas básicas
que Dios te da. Pídele al Señor, sabiduría y después que tú has hecho tu parte entonces camina en fe.

Dios te irá abriendo el camino delante de ti. Mejorarás. El perfeccionismo nunca llevó a nadie a nada bueno, ¿sabes?
Comienza a caminar. Si Dios tiene un llamado para tu vida. Dios te ha dicho: ‘Yo quiero que tú me sirvas. Yo quiero que tú
prediques mi palabra’. Quizás el primer día que comiences a predicar eres un fracaso total, pero la segunda vez habrás
aprendido algo. Sigue adelante confía, cree que el Señor te ha llamado y sigue, sigue, sigue hasta que tú veas la Gloria de
Dios manifestarse.

Dios quiere un pueblo que hace decisiones y un pueblo que usa las herramientas de la Palabra de Dios [aplausos] y que
camina en fe. Y el Señor estará contigo. Yo se que el Señor tiene esta Palabra para muchos de ustedes. Yo creo que
mucha gente en este tiempo tiene que hacer decisiones serias de diferentes maneras. Y el Señor les está diciendo ‘Mis
hijos, yo quizás no estoy visiblemente, corporalmente con ustedes, pero mi Espíritu Santo está con ustedes, mi Palabra está
con ustedes. La sabiduría que yo doy está con ustedes. Pídanme sabiduría’.

La Palabra del Señor dice “Si alguno de ustedes tiene falta de sabiduría, pídale a Dios el cual da abundantemente y sin
reproche. Y le será dada”. ¿Saben mis hermanos que Dios quiere derramar sabiduría sobre su pueblo? Yo creo que la
sabiduría es como una esencia. Es algo casi como tangible y cuando una persona tiene hambre de sabiduría y la busca y la
escudriña como el oro, como la plata, Dios le da a esa persona sabiduría.

Dios le da entendimiento para resolver los problemas de la vida, para atender a las situaciones de la vida. Dios quiere un
pueblo sabio. Y si tú te dedicas a ser un hombre, mujer de sabiduría, Dios te va a dar esa sabiduría. Usa la sabiduría que
Dios da y yo te prometo que tú vas a ver. Pídele a Dios. Hazte una persona con hambre y con sed de sabiduría y ponte a
buscarla y Dios te dará esa sabiduría para que tú puedas hacer decisiones seria en la vida.

Les dejo con unos versículos de la Escritura. Mire lo que dice Proverbios 1:20, dice: “La sabiduría clama en las calles. Alza
su voz en las plazas. Clama en los principales lugares de reunión. ¡Hasta cuando, oh, simples amaréis la simpleza! y los
burladores desearán el burlar y los insensatos aborrecerán la ciencia. Volveos a mi reprensión. He aquí que yo derramaré
mi espíritu sobre vosotros y os haré saber mis palabras”.

Miren más adelante, en el Capítulo 2: “Hijo mío –versículo 1- si recibieres mis Palabras y mandamiento guardares dentro de
ti haciendo estar tu oído a la sabiduría. Si inclinares tu corazón a la prudencia, si clamares a la inteligencia y a la prudencia
dieres tu voz, si como a la plata la buscares y la escudriñares como a tesoros, entonces entenderás el temor de Jehová y
hallarás el conocimiento de Dios. Porque Jehová da la sabiduría y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia. Él
provee de sana sabiduría a los rectos”.

¡Qué hermosa promesa para nosotros! Mire lo que dice el 3:5: “Fíjate de Jehová de todo tu corazón. No te apoyes en tu
propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos y Él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión. Teme
a Jehová y apártate del mal porque será medicina a tu cuerpo y refrigerio para tus huesos”.

Y con esto termino 3:13:”Bienaventurado el hombre que haya la sabiduría, que obtiene la inteligencia porque su ganancia
es mejor que la ganancia de la plata y sus frutos más que el oro fino”. 19: “Jehová con sabiduría fundó la Tierra, afirmó los
Cielos con inteligencia. Hijo mío no se aparten estas cosas de tus ojos. Guarda la ley y el consejo y serán vida a tu alma y
gracia a tu cuello. Entonces andarás por tu camino confiadamente y tu pie no tropezará. Cuando te acuestes no tendrás
temor sino que te acostarás y tu sueño será grato. “

Léase esos primeros capítulos de Proverbios. El Señor está deseoso de darle sabiduría sus hijos. Lo que pasa es que
nosotros no lo hemos tomado en serio. Y Dios quiere sabiduría para hacer decisiones, sabiduría para desempeñar tu
profesión de la mejor manera. Sabiduría para administrar los asuntos de tu casa, sabiduría para crecer en conocimiento de
ti mismo y del conocimiento la Palabra de Dios.

Hermanos, Dios está deseoso allá arriba buscando gente que le diga “Padre, dame sabiduría para hacer decisiones” y Él te
dará esa sabiduría. Vamos a ponernos de pie. Vamos a pedirle al Señor que nos inunde con su entendimiento. Estos
discípulos tenían que hacer decisiones. Ya era el tiempo. Ya el Maestro no estaba con ellos físicamente pero había otras
maneras, había otros recursos que ellos podían usar y así también nosotros tenemos otros recursos que nosotros podemos
usar.

Mañana cuando tú salgas al mundo del trabajo o cuando estés en tu casa limpiando la casa o meditando, o cuando estés
en la escuela y tengas que comenzar a manejar los asuntos de tus estudios, sabe que no estás solo en las decisiones que
tienes que hacer. Tú tienes el Espíritu Santo dentro de ti. Cualquier cosa encomiéndasela al Señor inmediatamente y ora.
Ora, ora, baña cada problema en oración, ablándalo en oración, recibe la sabiduría que viene de Dios.

Lánzate decididamente y camina en fe porque Dios está contigo. Así que Padre por esta Palabra pedimos Señor que tú nos
llenes de una fresca unción de tu sabiduría. Queremos ser un pueblo sabio. Gracias por lo que tú prometes a tu hijo en
estos tiempos en que mucha gente está confundida y no saben a donde ir para su pan diario. Si se quedan en una ciudad,
si se van a otra, si escogen un trabajo; como administrar su dinero, si van a la escuela. Si siguen trabajando. Necesitamos
sabiduría, Padre.

Y yo declaro una unción especial en esta tarde sobre tu pueblo por esta Palabra, Señor. Yo declaro conocimiento y
prudencia sobre tus hijos. Declaramos, Señor que no serán avergonzados cuando estén en las plazas y en las calles. Tú les
vas a dar entendimiento y no les faltará lo que necesitan. Bendecimos, Señor a tu pueblo. Declaramos unción y éxito en
todo lo que ellos emprendan. Que el temor no nos robe la paz, Señor. Que nuestro sueño sea apacible porque sabemos
que Tú estás con nosotros en toda situación.

Gracias, Señor. Bendice a tu pueblo. Gracias por tu promesa. El Señor te está diciendo: ‘yo estoy contigo. Yo voy contigo.
No vas a ser avergonzado, no vas a ser avergonzada. Pase lo que pase yo te voy a respaldar y yo voy a enderezar tus
caminos. Si hiciste una decisión inadecuada yo voy a enderezar esa dirección. Pero busca mi consejo, busca mi rostro. Yo
te enseñaré como salir adelante. Yo estoy contigo’, dice el Señor

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