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Niños criando niños: el embarazo en la adolecencia

El embarazo adolescente es un problema de salud pública que tiene graves repercusiones médicas,
psicológicas y sociales que hacen que se convierta en una larga condena moral para la joven embarazada.
Rechazo, depresión, soledad, vergüenza, abandono, incluso violencia obstétrica, son solo algunos de los
aspectos que puede experimentar una adolescente que está atravesando por esta condición.La mayoría de
los embarazos en adolescentes son producto de un descuido, de impulsos que se tienen en esta etapa de la
vida durante la que los jóvenes empiezan a experimentar distintos cambios biológicos. A la par, transitan por
la vida sin un acompañamiento de la familia o la escuela para que los guíen sobre cómo deben comportarse
ante las transformaciones físicas y sociales que viven a diario.Los adolescentes, considerados por la
Organización Mundial de la Salud personas entre los 10 y 19 años de edad, viven constantemente cambios
que van formando su propia personalidad y autoestima. Buscan ser aceptados por sus pares y entre las
principales preocupaciones que tienen en esa etapa de su vida es la búsqueda de qué estudiarán, pues esto
será parte de su futuro profesional.Sin embargo, estos planes generalmente se ven truncados ante un
embarazo vivido en esa etapa, pues aún no terminan de crecer cuando ya tienen que hacerse cargo de otro
ser humano que va a demandarles de toda su atención y cuidados.
Adiós niñez
Cuando alguien está en la pubertad y la adolescencia sufre varios cambios biológicos, además de que sus
intereses, gustos, amistades y deseos se transforman. En esta etapa se presentan dos eventos biológicos
importantes: la aparición de la menstruación en las adolescentes y la eyaculación con semen en los jóvenes.
Ambos son evidencia de que ya dejaron de ser biológicamente niños y que su cuerpo cambiará.La maestra
Ena Niño Calixto, académica del Programa de Sexualidad Humana de la Facultad de Psicología de la UNAM,
explicó que a los adolescentes es muy difícil que se les dé información sobre las reacciones biológicas que
experimentarán en su cuerpo como producto del proceso normal de crecimiento: no se les dice que si son
mujeres, sentirán lubricaciones vaginales y que si son hombres, tendrán erecciones.Esta falta de información
es la que a veces los lleva a descubrir su propio cuerpo a través de la autoexploración y a buscar ejercicios
amorosos con otros adolescentes de su misma edad.Niño Calixto explicó que no preparamos a los
adolescentes para el coito, por el contrario, se les niega la información, creyendo que si lo prohíben no va a
suceder. Sin embargo, advierte, en esta exploración de su cuerpo y del otro terminan teniendo relaciones
sexuales.En México, el debut sexual para las mujeres es a los 14 años y para los hombres a los 12, sobre
todo en zonas urbanas como el D.F., Guadalajara y Monterrey. Sin embargo, en algunos sitios del interior de
la República la edad disminuye y es de 12 años para ambos sexos.

Complicaciones biológicas
Generalmente, los adolescentes cuando tienen su primera relación sexual no utilizan anticonceptivos, ya sea
por desconocimiento de los mismos, por no saber usarlos o por presión de la pareja. Finalmente, tener
relaciones sexuales sin protección ocasiona contagios de enfermedades de transmisión sexual o embarazos
no planeados.
Los embarazos en las adolescentes son de alto riesgo para la joven y el bebé. Físicamente el cuerpo humano
de una mujer después de los 16 años estaría mejor preparado que una joven por debajo de esta edad para
recibir al embrión y posteriormente al feto, explicó el doctor Luis Armando Martínez Gil, de la Facultad de
Medicina de la UNAM.
Entre las principales complicaciones que pueden presentarse se encuentran la preclampsia, la eclampsia, la
anemia, infecciones en las vías urinarias o de transmisión sexual, así como el aborto. En el bebé los
problemas principales serían bajo peso, prematurez, retardo en el desarrollo cognitivo y en el crecimiento
físico, además de que puede ser más propenso a infecciones.
Los mayores riesgos y complicaciones se presentan en los embarazos de adolescentes de entre 10 a 15
años, cuando la anatomía de la mujer aún sufrirá diferentes cambios y en ese momento de su vida aún no
está preparada para soportar un embarazo.
Martínez Gil dijo que la pelvis de estas jóvenes aún no está desarrollada para aguantar el peso de un feto,
además de que es más estrecha y hay cambios anatómicos que aún no se han dado por completo tanto en la
vagina y el cuello uterino, lo cual puede condicionar a que el bebé no se desarrolle de forma adecuada.
“Las niñas a esta edad no tienen una nutrición adecuada y eso nos condiciona a que no haya un desarrollo
adecuado del bebé, haya bajo peso al nacer, además de tener complicaciones respiratorias”.
Aún con todas estas complicaciones biológicas de las adolescentes, si llevan un adecuado control natal no se
impactaría tanto sobre su salud ni del bebé y llegaría a buen término el embarazo ya sea por parto o cesárea.
Explicó que si es por parto natural algunas complicaciones que se presentan son fractura de clavícula del
bebé o de cadera, precisamente por la estrechez de la pelvis de la madre, así como sufrimiento fetal.
De acuerdo con el INEGI, al año nacen más de 2 millones de niños en México y de esta cifra más de 450 mil
niños nacen de una joven de entre 15 y 19 años de edad, además de que alrededor de 11 mil partos son de
niñas entre 10 y 14 años. Asimismo en 2012 se reportaron un millón de abortos, práctica que de no realizarse
en las condiciones adecuadas puede traer repercusiones físicas y psicológicas para la adolescente.
Por María Luisa Santillán, DGDC-UNAM
Factores Psicológicos Asociados a la Maternidad Adolescente en Menores de 15 años.
Introducción Si bien el embarazo adolescente ha sido estudiado desde una perspectiva
biopsicosocial desde hace décadas, llama la atención la escasa literatura existente en torno al
segmento etáreo correspondiente a las menores de 15 años; ya que si bien en términos generales, la
adolescencia es una etapa compleja del desarrollo, donde se consolidan gran parte de las
características personales, y además, donde existe una cierta vulnerabilidad para la aparición de
trastornos psicológicos y problemas psicosociales. (Vives y col., 1992), el período comprendido entre
los 10 y los 14, denominado adolescencia inicial (Florenzano, 1997) presenta características
específicas de consolidación de las estructuras cognitivas y 87 afectivas que lo vuelven clave para el
desarrollo de una vida adulta normal. En este período, son incipientes aún las estrategias de
autodefinición que la niña o el niño toman para conformar la propia identidad, lo que los vuelve aún
más vulnerables a un desarrollo alterado. Asociado al cambio físico emergente en esta etapa viene
un despertar sexual, que implica un creciente e intenso impulso e interés en esta área (Jaskiewicz &
McAnarney, 1994; Montenegro & Guajardo, 1994). A pesar de que este tránsito de acercamiento a la
sexualidad es gradual y parece ser más lento en las mujeres que en los hombres (Hoffman et al.,
1997), existe un porcentaje de menores que adelantan este proceso iniciándose sexualmente antes
de los 15 años de edad, como se observó en esta investigación. En el área cognitiva se inicia el
avance desde un razonamiento concreto a un pensamiento lógico abstracto, el que se caracteriza
por ser hipotético deductivo, integrando mejor lo que se ha aprendido en el pasado con los
problemas presentes y su planeación en el futuro, además permitiendo prevenir posibles
consecuencias antes que éstas sucedan o en situaciones que no han ocurrido nunca, ya que no se
limita a la experiencia (Hoffman et al., 1996; Papalia& Wendkos, 1998). No obstante, en una
investigación realizada en Chile por Alamo et al. (1981), se mostró que a la edad de dieciséis y
diecisiete años, aún existía un predominio del pensamiento concreto (citado en Florenzano, 1997).
Esta relatividad en el avance en las etapas del desarrollo cognoscitivo es coherente con algunas de
las líneas de critica al pensamiento Piagetano. Una de las más importantes viene desde autores
como Vigotsky, Ausubel y muchos otros, quienes señalan que la socialización y la instrucción juegan
un rol fundamental en el desarrollo del pensamiento (Pozo, 1997). Esto implica que es altamente
probable que las jóvenes de 15 años o menores, especialmente de niveles socioeconómicos
deprivados y/o con un menor nivel instruccional, no hayan desarrollado a cabalidad (o tal vez nunca
lo hagan) un tipo de pensamiento que les ayude a planificar el futuro de una manera más realista y
flexible; integrando sus experiencias previas y sabiendo cuales serán las consecuencias de sus
acciones. Otra particularidad del razonamiento, sería el egocentrismo, el que se caracterizaría en
esta etapa según Elkind (1985), por la creencia de una audiencia imaginaria, es decir el pensar que
las otras personas están constantemente preocupadas de ellos, lo que los hace muy conscientes de
si mismos; y la fábula personal que se refiere a un sentimiento típico del adolescente de ser especial
y único, y no estar sujeto a las normas que rigen el resto del mundo. Estas formas de pensamiento
parecen predominar según lo que plantea Elkind en la primera fase de la adolescencia (citado en
Hoffman et al., 1996). Si consideramos la fábula personal y añadimos la conducta exploratoria propia
de la adolescencia, que está relacionada con la búsqueda de la identidad como se verá más
adelante, no es extraño que los adolescentes se expongan a riesgos que a juicio de los adultos son
innecesarios (Rice, 1997). Asociando esto último con el tema del embarazo adolescente, se
entendería cómo estas menores se exponen a tener relaciones sexuales desprotegidamente.
Siguiendo en esta línea, se encuentran los hallazgos de Corona y Tidwell (1999), que observaron
que las adolescentes madres, pensaban que criar a un hijo iba a ser mucho más fácil y entretenido
de lo que realmente es. Si cruzamos esta información con aquella relacionada con la prevalencia y
magnitud del problema, llegaremos a conclusiones preocupantes. En nuestro país, según el INE, en
casi dos décadas, la tasa de fecundidad en mujeFactores Psicológicos Asociados a la Maternidad...,
Vol. XII, Nº 2: Pág. 85-109. 2003 88 Revista de Psicología de la Universidad de Chile res entre 15 y
19 años ha aumentado levemente de 69.7 a 70.2 nacidos vivos por mil adolescentes. En Chile,
nacen cada año alrededor de 40.300 niños cuyas madres tienen entre 15 y 19 años. A esta cifra se
agregan otros 1.175 nacimientos en menores de 15 años. De esta forma, en nuestro país la
incidencia de embarazo en la adolescencia es alrededor de 16.16%, cifra muy similar a la de la
octava región de 16.20% (INE, 2000). Específicamente, en el segmento de menores de 15 años, se
observa el incremento en países como México (Lartigue et al., 1992) y Estados Unidos (Jaskiewicz &
McAnarney, 1994). En Chile, las cifras muestran un aumento en el embarazo de niñas menores de
17 años. Así, a pesar de que la tasa de fecundidad global en nuestro país, para las mujeres de 20
años y menos ha disminuido entre 1980 y 1998, para el grupo de mujeres menores de 15 años la
tasa específica de fecundidad por mil ha aumentado de un 1.6 en 1980 a un 2.2 en 1998. En la
octava región esta tasa es mayor que la tasa nacional, alcanzando 2.4 puntos (INE, 2000). A pesar
de la complejidad descrita, son más bien pocas las investigaciones centradas en el embarazo
adolescente en esta época. Probablemente esta escasez se debe más que nada a la dificultad para
acceder a muestras correspondientes a este rango de edad. La presente investigación, y el proyecto
más amplio en el cuál se inserta, busca responder a esta necesidad, y profundizar el conocimiento
existente al respecto. Consecuencias psicosociales2 La adolescente madre debe asumir una
multiplicidad de roles, que son aquellos que conlleva una tarea de adultos como es la maternidad,
para los cuales no está psicológicamente madura, como se explicó en el apartado anterior, ya que,
sigue siendo niña cognitiva, afectiva y económicamente (Muñoz et al., 2001; Restrepo, 1991; Vera,
Gallegos & Varela, 1999), agudizándose esto aún más en el caso de la primera adolescencia. Si lo
habitual es que todo el grupo familiar se debe adaptar para recibir a un nuevo miembro (Hernández,
Kimelman & Montino, 2000), esto es mucho más evidente en la adolescencia (Vives et al., 1992), ya
que las familias de las adolescentes suelen ser más complejas, ya que incluyen a sujetos en
diversas etapas del desarrollo; los que probablemente no están esperando la llegada de un nuevo
integrante, que de alguna manera va a modificar sus vidas. En Chile, el 95% de los hijos de mujeres
menores de 15 años nacen fuera del matrimonio, mientras que en la población general el porcentaje
alcanza el 45% (INE, 2000). A esto se agrega que entre los años 1980 y 1998, el porcentaje de hijos
nacidos fuera del vínculo matrimonial en las menores de 15 ha aumentado de 66, 6% a 95.1% (INE,
2000).
Embarazo en la adolescencia: cómo ocurre en la
sociedad actual
Introducción

Actualmente, la población mundial estimada es de 7,200 millones de personas, de las cuales el


17.5% tiene entre 15 y 24 años, y el 10.0% de estos jóvenes presenta un embarazo, lo que equivale
al 10% de todos los nacimientos del mundo. Esto quiere decir que aproximadamente 15 millones de
mujeres de 15 a 19 años tienen un parto cada año, por lo que reciben la denominación de embarazo
en la adolescencia. Por lo que se refiere a México, por término medio entre 2003 y 2012 ocurrieron
2.59 millones de nacimientos anuales, lo que representa un promedio anual de 448,000 nacimientos
anuales en madres que tenían menos de 19 años en el momento del parto, lo que constituye el 20%
de los nacimientos anuales a esta edad1,2.

Durante las últimas décadas, la educación sexual formal que se proporcionaba de manera individual
estaba circunscrita al entorno familiar, que utilizaba el silencio o la represión como método para no
dar información sobre el tema a sus hijos e hijas. Con el transcurso del tiempo y atendiendo las
demandas de la sociedad, se inició la difusión de forma colectiva, que se ha extendido con rapidez a
las instituciones educativas y a las comunidades bajo la responsabilidad de los sectores
gubernamentales correspondientes. Las estadísticas de la década de 1950 en relación con la
actividad sexual juvenil, los embarazos no deseados, las relaciones no matrimoniales y otros temas
constituyeron la principal preocupación de la educación sexual y fueron la base fundamental para
proporcionar información respecto a la sexualidad y el valor que ésta representa ante la sociedad.
Hacia 1960 hubo una nueva tendencia en la educación sexual y fue considerada como la simiente
para un desarrollo integral de la personalidad y para el mejor establecimiento de las relaciones
interpersonales3,4.

Problemas sociales asociados con el embarazo en la adolescente

Para la adolescente, el embarazo está asociado con una desventaja escolar importante, con
empleos menos remunerados e insatisfactorios. Cuanto más joven sea la adolescente cuando nace
el primer hijo, mayor será la probabilidad del número de hijos posteriores, por lo que las
consecuencias socioeconómicas serán más drásticas. A nivel psicosocial, también pueden existir
consecuencias negativas, en términos de una reducción de alternativas de vida, de conflictos
familiares e insatisfacción personal. En el caso de la adolescente que se une con la pareja a raíz del
embarazo, existe mayor riesgo de problemas maritales y de divorcio que en parejas más maduras 16.

Las múltiples formas de expresión de la cultura mexicana en diferentes estratos socioeconómicos


matizan de manera especial las repercusiones que el embarazo y la maternidad conllevan para la
adolescente. No se puede describir un solo perfil de personalidad en la adolescente y tampoco se
encuentra una alta frecuencia de inestabilidad emocional en la adolescente embarazada. Se reporta
que suelen poseer características psicosociales que las ponen en desventaja para enfrentarse a los
retos implícitos de la maternidad y que probablemente determinarán en gran medida la forma en que
ellas evolucionen después del parto 17.

La adolescencia en sí misma implica retos y conflictos según la cultura y el estrato sociocultural. La


búsqueda de identidad tan común entre algunas sociedades y subculturas puede ser menor en
grupos donde los modelos sociales están más definidos y las alternativas son relativamente
limitadas. A pesar de las posibles diferencias culturales, cabe resaltar que, cuando la mujer inicia su
maternidad en la adolescencia, esta etapa tendrá un impacto aún más determinante en su desarrollo
psicosocial posterior. Se han encontrado características personales de adolescentes embarazadas
que distinguen a éstas de otras que no se quedan embarazadas y que utilizan anticonceptivos
adecuadamente. Por lo general, después del primer embarazo se aumenta el conocimiento y el uso
de anticonceptivos, pero diversas actitudes al respecto probablemente contribuyen a la eficacia de su
utilización o no18.

Tendencias hacia el embarazo en la adolescente

Los adolescentes en México representan el 25% de la población total y entre sus principales
problemas de salud destacan los accidentes, la farmacodependencia, el embarazo no deseado y los
suicidios. El incremento demográfico, los cambios en el estilo de vida y los desequilibrios
socioeconómicos han facilitado la presencia de algunas entidades, como problemas de crecimiento y
desarrollo, trastornos de conducta, afecciones emocionales, problemas de aprendizaje, embarazo
adolescente y crianza de hijos a temprana edad.

A pesar de la disminución de la fertilidad en general, la tasa de embarazos en el grupo de


adolescentes permanece estable, lo que se traduce en un aumento relativo del porcentaje de
mujeres embarazadas menores de 20 años (tabla 1). Junto con lo anterior, parece que el número de
abortos, de divorcios y de madres solteras se incrementa. La tercera parte de los embarazos
atendidos en instituciones de salud del país es de mujeres menores de 24 años y el 13%, de
menores de 19 años.

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