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Qué es el estructuralismo?

Publicado por Daniel Basurto en Martes, febrero 12, 2013

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El estructuralismo es una categoría que hasta el día de hoy permanece difícil de


delinear, sobre todo porque cuando hablamos de estructuralismo tenemos la dificultad de
saber qué autores son estructuralistas y qué es lo que implica esta crítica -en el pleno
sentido de análisis y examen- dentro de los terrenos de la filosofía. Afortunadamente para
este asunto contamos con la ayuda de Guilles Deleuze.

Habría que empezar diciendo que, a juicio de Deleuze, cuando nos desenvolvemos en el
mundo, no sólo lo hacemos en función de los eventos y hechos fácticos -la realidad-,
también lo hacemos en función de hechos que no son necesariamente fácticos y efectivos,
sino que se distinguen por ser imaginarios, los cuales se desprenden de condiciones del
ánimo y el deseo. En este sentido, nuestro pensamiento podría resumirse como un juego
dialéctico o como un constante vaivén entre estos dos aspectos. Pero entre estos dos
elementos surge un nuevo y tercer elemento que se sitúa por debajo de lo real y lo
imaginario: lo simbólico.

Lo simbólico es, digamos, una estructura que mantiene -y sostiene- una relación específica,
con coherencia y lógica específica, el conjunto de nuestras consideraciones que tienen
efecto en el mundo real y el imaginario:”Lo simbólico como elemento de la estructura es el
principio de una génesis […] es el subsuelo de todas las tierras de la realidad y de todos los
cielos de la imaginación”. Para ponerlo en otras palabras, el espacio de lo simbólico es una
estructura a partir de la cual organizamos el conjunto de hechos (realidad) y nuestras
pretensiones, deseos, miedos, etc. (imaginario) dentro de un marco cuya performatividad
sigue cierta adecuación con los elementos que la constituyen.  La estructura que surge a
partir de la configuración simbólica no puede entenderse entonces como algo que esté dado
empíricamente, sino como una operación teórica y meramente conceptual que se encarga de
organizar sus múltiples elementos constitutivos. Para ponerlo en otros términos, lo
simbólico puede ser entendido como aquella estructura conceptual que une los eventos de
la realidad y los eventos de la imaginación.

¿Cómo es que funciona entonces esta estructura? Bueno, en principio de cuentas, si hay una
analogía con la que podemos entender a qué se está refiriendo la noción de estructura, esta
tiene que ser entonces la de organismo. En efecto, al igual que un organismo, la estructura
tiene elementos que interactúan entre sí y no pueden entenderse bajo un concepto que sea
ajeno o extrínseco a su constitución. La estructura será más bien una constante interacción
entre los diversos elementos dentro de las lógicas operativas, de tal suerte que si un
elemento modifica su operar, éste entonces afectará a los demás en la media en que se
encuentran conectados orgánicamente. Pero lo que da cuenta de la estructura misma no son
en sentido estricto los elementos, sino la posición que ocupan. La función de los elementos
no se da conforme a ellos mismos, sino que si el elemento tiene un valor es porque la
posición que tiene ya lo dota de cierta carga y lo condiciona para actuar de manera
particular. La estructura es, bajo estos términos, una red de relaciones y espacios que
otorgan, desde su fundación, leyes específicas del hacer y aparecer en función del
ordenamiento establecido. De ahí entonces que Deleuze haga referencia al modo en que
Foucault da cuenta de ciertos juegos de poder pues, en base a la metodología de éste, la
identificación de ciertas estructuras de poder no se distinguen por sus elementos en sí, sino

más bien por el lugar que ocupan en relación a los juegos de poder.

“Cuando Foucault define determinaciones como la muerte, el deseo, el trabajo, el juego, no


las considera como dimensiones de la existencia humana empírica, sino ante todo como la
cualificación de los lugares o posiciones que hacen de quienes vengan a ocuparlas [...]. Éste
es el motivo de que pueda Foucault proponer un nuevo reparto de la empírico y lo
trascendental en donde este último término se define mediante el orden de lugares
independientemente de aquellos que empíricamente los ocupan. El estructuralismo es
inseparable de una nueva filosofía trascendental en la que los lugares priman sobre quien
los ocupa”.

No sólo cabría pensar entonces en estructuras en sentido amplio, pues si habíamos hecho la
analogía con un organismo, podemos decir entonces que el propio sujeto es ya una
estructura, una “micro-estructura”. Como bien apunta Deleuze, la estructura y la lógica
performativa de sus símbolos adquiere actualidad al momento de encarnarse en los cuerpos,
cuando estos dan vida a las casillas simbólicas de la estructura. De ahí, pues, que en el
estructuralismo, cuando decimos sujeto, lo que queremos decir es sujetado.  El sujeto está
atado, inmerso en una operatividad que se hace efectiva al momento de instaurarse en la
estructura, relacionándose con los demás elementos simbólicos ocupados, a su vez, por
sujetos con cargas de función y poder específicas.

Bajo estos términos, los problemas son complejos en tanto que el estructuralismo no puede
dar cuenta de manera satisfactoria cómo es que existen modificaciones estructurales en los
espacios simbólicos, o cómo es que una estructura puede modificarse en otra; y esos son
problemas que precisamente el post-estructuralismo tratará de estudiar. En todo caso, el
gran descubrimiento -que sería, propiamente, en la forma de hacer crítica en los términos
anteriormente expuestos- consiste no en ver a los sujetos arrojados a un mundo caótico,
sino arrojado a un mundo cuyos espacios ya están determinados y deben de ser llenados
bajo la condición de cumplir lógicas performativas específicas.
Daniel Basurto

Sumamente incrédulo y fácilmente impresionable. Interesado en los procesos y


mecanismos que han formado al sujeto posmoderno occidental, así como sus adicciones y
contradicciones. Fiel creyente de la fuerza creadora del lenguaje.

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