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Decir que Caleb había tenido una vida dura, sería una

subestimación. Había sido abandonado en un orfanato cuando era un


bebé, y ni siquiera tenía apellido. Siendo amigo de los hermanos
guerreros Marius y sus compañeros, Caleb aprendió lo que quería en
una familia. Sólo que primero tenía que encontrar a su compañero.
Tras ser enviado a Irlanda para ayudar en la búsqueda de unos
vampiros perdidos, Caleb se sorprende al encontrar que no sólo tiene
uno, sino dos compañeros.

Cuando los gemelos Liam y Lorcan O'Hagan encuentran a su


compañero, Caleb, no quieren nada más que tocarlo y consolidar su
unión. No pueden imaginar por qué el gran guerrero tiembla y se
esconde detrás de otros, con miedo a mirarlos. ¿Podrán ellos dos
mostrarle a Caleb que le pueden dar la familia que tan
desesperadamente desea, o los temores de Caleb lo alejarán antes de
que puedan reclamarlo?
—Siento llegar tarde —dijo Caleb, sonriendo mientras
dejaba caer las bolsas que tenía en sus manos—. Vuestros
padres envían su amor y regalos para Brighid, Manus, y
Michan. Junto con sus felicitaciones y regalos para los
nuevos y felices compañeros.

—Ella no te permitió irte hasta que te abasteció con los


regalos, ¿verdad? —preguntó Stefan riendo, obviamente
refiriéndose a su madre—. Esa mujer es un pasote.

De repente, un olor dulce golpeó la nariz de Caleb e


hizo que se congelara en el acto. Sacudió su cabeza,
levantándola y mirando hacia los dos hombres que eran sus
compañeros. En un abrir y cerrar de ojos, Caleb estaba de
pie detrás de Micah, agarrando la parte de atrás de su
camisa, sin poder dejar de temblar.

—Mira, está escondiéndose de nosotros —dijo uno de


sus compañeros, poniéndose en pie al mismo tiempo que su
hermano gemelo—. Quién diría que un tipo tan fuerte sería
tan silencioso.

—Puede que sea divertido —respondió el otro gemelo,


dando algunos pasos hacia Micah, detrás de quien se había
escondido Caleb. Lo cual por supuesto era casi divertido, ya
que Caleb tenía unos cuatro centímetros más que Micah—.
Vamos, sal, compañero, todavía no vamos a morderte.

Cuando el segundo gemelo se acercó demasiado, Caleb


movió a Micah en su camino, aferrándole tan fuerte de la
camisa, que apenas registró el sonido de desgarro. Entonces
el primer gemelo trató de llegar hasta él por el otro lado, y
Caleb movió a Micah como si fuera un escudo, mientras
trataba de ir hacia la puerta.

—¿Qué coño te pasa, Caleb? —gruñó Micah—.


¡Suéltame, maldita sea!

Como si su lengua se hubiera secado, Caleb se limitó a


mover la cabeza y caminar hacia la puerta. No importaba lo
duro que trataba de hablar, no podía.

—No te vayas todavía, aun no nos hemos presentado.


—El primer gemelo ronroneó mientras trataba de tocarlo—.
Sabemos que somos tus compañeros.

Una vez más, Caleb no dijo ni una palabra, asintiendo


a lo que el hombrecillo le había dicho. No podía luchar
contra su deseo de tocar a los gemelos, lo que lo sacudía aun
más. Ellos eran una preciosidad. Mucho más bajos que él,
con no más de 1.79 cm y 68 kilos, pelo rizado de color rojo
brillante y relucientes ojos de color plata. Sus cuerpos eran
delgados pero duros, y Caleb babearía sobre ellos si su
temor no fuera tan fuerte.

—Liam, Lorcan, creo que tenéis que darle al muchacho


un poco de espacio —dijo la mujer que debía ser Brighid
mientras agarraba a cada uno de sus hijos por los brazos—.
Obviamente, tiene miedo. Dadle unos minutos, ¿de
acuerdo?

—No puede tener miedo de nosotros, somos sus


compañeros —se burló el primer gemelo mientras trataba
de alejarse de su madre. Caleb no estaba realmente seguro
de cuál de los gemelos era, pero al menos sabía que sus
nombres eran Liam y Lorcan—. Lo queremos.

—Oh, sí, lo queremos ferozmente. —El segundo gemelo


silbó mientras trataba de soltarse.

—Chicos, conozco a Caleb desde hace años —dijo


Remus, de pie entre ellos y Micah, que todavía tenía a Caleb
pegado a su espalda—. Nunca lo he visto así, ¿de acuerdo?
Dadle unos minutos para reponerse. Sólo vamos a llevarlo
fuera para charlar. No se va a ir de la granja ni de Irlanda.
Sólo vamos a hablar con él, por favor.

—Está bien, supongo que estará bien —respondió el


primero, aunque parecía que su cuerpo tiraba
involuntariamente hacia Caleb. Como si todos ellos
hubieran salido de su asombro, Dillon fue hacia él y Micah,
mientras Manus y Michan ayudaban a Brighid con sus hijos.

Una vez fuera, Micah, Remus, Stefan, Dillon, Noah,


Patrick, y Riley, se quedaron mirando a Caleb. Odiaba que
todos lo estuvieran haciendo. Estaba en shock, sentía que
sus ojos iban a salirse de su cabeza, y casi le dolía el pecho
de lo acelerado que estaba su corazón. Casi esperaba que se
saliera de su pecho.

—Caleb, ¿puedes decirnos cuál es el problema? —


preguntó Remus, que siempre había sido el más sensible de
los hermanos Marius—. ¿Por qué te ha dado tanto miedo
encontrar a tus compañeros?

Caleb abrió y cerró la boca varias veces, sin decir nada,


antes de sacudir la cabeza como respuesta. ¿Por qué parecía
que no podía hablar?
—Nunca te he visto así, amigo —dijo Micah,
acariciando de nuevo a Caleb—. Siempre has tenido
preparada una broma o un comentario de listillo para todo.
Esto no debería ser diferente. ¡Has encontrado a tus
compañeros, hombre! Eso es magnífico, lo que todos
queremos.

—¿Alguien quiere decirnos qué coño está pasando? —


gritó uno de los padres de los jóvenes, cuando su gemelo,
Brighid y él salieron al porche—. ¿Qué tienen de malo mis
hijos para que no los quieras?

—Manus O'Hagan, cierra tu bocaza y saca tu cabeza de


tu culo —dijo Brighid golpeando a su marido en la nuca.
Hizo un gesto hacia Caleb—. El muchacho no está
disgustado por nuestros hijos. Tiene miedo, y que le grites
como un enorme gilipollas no ayudará.

—¡Ay! —fue la única respuesta de Manus cuando su


esposa atravesó el porche pisando fuerte y se acercó a Caleb.
La eludió durante un momento, hasta que ella le puso
suavemente una mano sobre su brazo.

Brighid se puso de puntillas y le susurró al oído: —


¿Quieres dar un paseo conmigo para que podamos hablar?
No tienes nada que temer, Caleb. Nadie va a hacerte daño.

Algo en su suave voz hizo que Caleb se relajara un


poco. La miró y asintió vigorosamente. Ella le sonrió y se
colgó de su brazo, alejándolo de todos los ojos que estaban
fijos en él. Pasearon de la mano durante varios minutos
mientras Caleb se centraba exclusivamente en su
respiración y lo magnífico que era todo a su alrededor. La
tierra y las vistas eran maravillosas.
—Gracias, Brighid —dijo en voz baja cuando
finalmente encontró su voz—. No sé qué habría hecho si no
me hubieras ayudado antes.

—Deja de preocuparte por eso, muchacho —respondió


ella acariciándole el brazo—. ¿Me quieres decir qué pasó?

—No estoy muy seguro —respondió Caleb con un


suspiro—. En un minuto estaba bien, hablando con Stefan y
el resto, y al minuto siguiente olí su dulce olor y me congelé.
Cuando vi que tus hijos me miraban, supe que eran mis
compañeros. Y simplemente... no lo... me asusté y me
escondí detrás de Micah. Nunca he estado tan asustado en
mi vida.

—¿Pero sabes que es lo que te asustó? —preguntó ella


con suavidad mientras se sentaba en un banco donde no
había nadie alrededor—. Piensa, Caleb, ¿por qué tuviste
miedo?

—No quiero hacerles daño —susurró Caleb finalmente


después de unos momentos de reflexión—. Soy tan grande y
corpulento, y ellos son mucho más pequeños, frágiles, y
hermosos. Soy un guerrero, probablemente uno de los más
grandes. No sé cómo ser amable y cariñoso. No me criaron
de ese modo.

—¿Cómo creciste, muchacho? —preguntó Brighid


animándolo a que siguiera hablando, pero todavía confusa—
. ¿Por qué fue tu infancia diferente a la de los otros
guerreros?

—Fui criado por los seres humanos —respondió Caleb,


mirando hacia abajo a sus manos, y entrelazándolas—. No
sé la historia completa, pero era sólo un bebé cuando me
dejaron en la puerta de un orfanato con una nota que decía
que mi nombre era Caleb. Ni siquiera dejaron un apellido.

—Oh, muchacho, puedo entender tu miedo, si nunca


conociste a tus padres y sus compañeros —respondió
Brighid, asintiendo mientras apretaba el brazo de Caleb—.
Pero el destino ha elegido a mis hijos para ti por una razón.
¿No crees que deberías confiar en el destino y darles una
oportunidad?

—¿Cómo cuando el destino me dejó en la puerta de ese


orfanato? —gruñó Caleb levantándose y se quitándose la
camisa para mostrarle a Brighid su espalda—. ¿Cómo que el
destino me haya dado estas marcas en la espalda y unos
ojos de color violeta que destacan tanto? Las monjas
pensaban que eran las marcas del diablo, e hicieron todo lo
posible para quitármelas. Eso incluyó azotarme, cortarme,
rociarme con ácido, y casi cualquier otra cosa que se les
ocurrió probar. Incluso realizaron algunos exorcismos.

—Oh, Caleb —dijo en voz baja, poniéndose de pie para


tocar las cicatrices de su espalda—. Muchacho, veo que te
han herido, pero el destino no te dejó allí con las monjas. Lo
hizo una persona, y por qué lo haría, puede que nunca lo
sepamos. Pero no puedes culpar al destino debido a las
acciones de las personas. Quién sabe si tal vez el destino te
ha dado dos compañeros por la vida tan dura que has tenido
hasta ahora.

—¿De verdad crees eso? —preguntó Caleb mientras se


ponía la camisa y se daba la vuelta—. ¿Crees que esta es la
manera en la que el destino me está compensando por una
infancia de mierda?

—No lo sé, Caleb —respondió sacudiendo la cabeza—.


Pero sí sé que hay una razón por la que te ha bendecido con
dos compañeros. Obviamente te han herido más allá de la
imaginación, pero eres fuerte y tranquilo. Mis chicos Liam y
Lorcan, conocen lo que es el amor, y saben demostrarlo
como no te puedas imaginar. Y son fuertes y divertidos. No
pueden soportar que alguien esté triste, son capaces de
correr desnudos y hacer jodidamente el tonto, para
conseguir que alguien sonría.

—Suenan muy bien —respondió Caleb, y se sentó en el


suelo a sus pies—. Siento haberte gritado antes. Sé que sólo
quieres ayudarme. Realmente nunca he hablado con nadie
acerca de esto antes. Quiero decir, Riley sabe algo, porque
es mi médico y tenía que explicar las cicatrices. Pero aparte
de él, no estoy seguro de que nadie sepa lo que me ha
pasado.

—¿Cuántos años tienes, muchacho?

—Cincuenta y tres desde hace unos meses, en abril—


respondió Caleb jugando con las hojas de hierba a sus pies—
. Nunca he sabido la fecha exacta de mi nacimiento, por lo
que las monjas me inscribieron como si hubiera nacido el
Día de los Inocentes. Creo que es la única señal que vi de
que tuvieran sentido del humor.

—¿Cómo lograste pasar del orfanato a ser un guerrero,


Caleb?

—No estoy muy seguro —dijo encogiéndose de


hombros, todavía sin mirarla—. Estaba en la mitad de mi
transición, que me dijeron que se había retrasado. Una
vampira del aquelarre local oyó hablar de mi extraña
enfermedad y que las monjas no me podían ayudar. Vino a
investigar y se dio cuenta de lo que era. Me llevó ante el
Consejo, y me ayudó a sobrevivir. Después de eso, me
explicaron las cosas y empecé mi formación como guerrero.

—Ya sabes que no eres un agente del diablo, ¿verdad?


—preguntó en voz baja—. Nosotros realmente sólo somos
otra especie distinta a la de humanos.

—Sí, ahora lo sé. —Caleb echó a reír y finalmente la


miró—. Pero estar alrededor de todos esos vampiros,
después de años de estar solamente con las monjas, fue todo
un viaje. Las monjas que administraban el orfanato ni
siquiera me permitían estar cerca de los otros niños. Me
dijeron que podría mancharlos, así que crecí aislado.

—No hay nada malo contigo, muchacho —dijo


arrodillándose delante de él y tomando su rostro entre las
manos—. Simplemente no sabían lo que eras. E incluso para
los vampiros, nacer con marcas en la espalda como las tuyas
no es cualquier cosa, aunque nunca he escuchado de
ninguna como esas. Eso te hace especial, Caleb. No hay una
jodida cosa equivocada o mal con eso.

—Gracias —dijo Caleb en voz baja antes de levantarse.


Le tendió una mano a Brighid, quien la tomó y dejó que la
ayudara a levantarse—. Vamos a ver si puedo conseguir que
mi boca funcione lo suficiente como para hablar con mis
compañeros.

—Sí, creo que sería una gran idea. —Ella chasqueó la


lengua y comenzó a caminar de regreso a la casa. En su
mente todavía tenía miedo de amarlos, no quería hacerles
daño, pero se dio cuenta de que podría estar dañándolos
emocionalmente en ese momento por no haberles explicado
la situación.
—¿Qué está pasando ahora? —preguntó Brighid
cuando Caleb y ella alcanzaron al grupo—. Me voy solo
quince minutos y todo el mundo se enfada. Y Dillon parece
como si alguien le hubiera disparado a su cachorro.

—Dillon ha recibido la documentación de su traslado —


respondió Noah—, además de su herencia, pero parece que
algo de lo que ha leído lo ha molestado. Nunca lo he visto
así antes. No creo que mi hermano haya llorado hasta
ahora.

—¿Qué decían esos papeles? —preguntó Brighid,


volviéndose hacia sus maridos.

—En un principio, Dillon debía recibir 341 millones de


euros como herencia —dijo Manus—, ya que había
solicitado su transferencia aquí para estar con nuestros
hijos y renunciado a ser el heredero Dragos.

—¿Has dicho lo que creo que has dicho? —Brighid le


preguntó, alzando las cejas tan alto por la sorpresa que le
llegaron a la línea del cabello. Caleb casi sintió que su
quijada cayó al suelo.

—Sí, lo habéis oído bien —respondió Sean—. A


vosotros no os lo había dicho, pero a Shane y a mí sí. Dijo
que ahora era nuestro, que todo lo que es suyo es nuestro y
viceversa, porque eso es lo que significa ser compañeros.

—Eso suena como Dillon —dijo Patrick sonriendo—.


También se ofreció a dividirlo en tres partes, para darnos
una a Noah y otra a mí, pero dijimos que no, no
necesitamos el dinero.

—Muy bien, ¿entonces qué ha cambiado en esos


papeles? —preguntó Brighid, asintiendo hacia los
documentos que estaban en las manos de Sean.

—¿Qué papeles? —preguntó Micah mientras volvía al


el grupo con Riley en sus brazos—. ¿Esos dos documentos
son del Consejo y de mi padre?

—Sí, esos son algunos —respondió Manus sacudiendo


la cabeza—. Parece ser que Dillon encontró algo acerca de su
acoplamiento con dos hombres.

—Oh mierda, ¿qué ha hecho ahora Abraham?—


preguntó Noah, sus manos en puños—. Ese hijo de puta.

—Sí, eso lo dice todo —respondió Michan asintiendo—.


Desmond ha escrito una carta explicándolo. Abraham se ha
ofrecido a darle a Dillon 482 millones de euros, pero sólo si
renuncia no sólo a ser el heredero de su familia, sino al
apellido Dragos. Nunca podrá volver al Complejo Dragos ni
reconocer a Abraham o Isaac como familia. Básicamente,
Abraham no sólo ha repudiado al muchacho, sino que está
pagando generosamente para hacerlo legalmente.

—Pobre Dillon —dijo Patrick, las lágrimas corrían por


su rostro—. Abraham es un hombre horrible, pero aun así,
es su padre.

—¿Ahora lo veis? —Sean gruñó mientras se volvía de


nuevo hacia sus padres—. ¿Ahora entendéis por qué quería
comprar todos los nuevos equipos para la granja? ¡Así es
como ha crecido! Pero cuando ha llegado aquí, ha visto
como es una familia de verdad. Y lo primero que ha querido
hacer con el dinero es compartirlo con sus hermanos y
comprar un lugar para que nosotros pudiéramos seguir al
lado de nuestra familia. Sólo quería ayudarnos, no ofrecía
caridad.

—Dillon me dijo cómo estaba su madre incluso antes


de su muerte —Shane gritó, de pie junto a Sean. Caleb se
sorprendió de que estuviera hablándoles a sus padres de esa
manera, aunque realmente no tenía mucha experiencia con
las interacciones familiares. Pero aun así, parecía fuera de lo
normal para él—. Siempre estuvo bajo el pulgar de
Abraham, que nunca le mostró amor o afecto. Entonces
llega aquí, y Ma trabaja su magia en él. Fui a hablar con él,
preocupado porque si renunciaba a ser el heredero más
adelante se resintiera con Sean y conmigo.

»¿Y sabes lo que me dijo? —gruñó Shane con un gesto


salvaje—. Que todo lo que le importaba era mantenernos a
Sean y a mí felices. Entonces yo le dije que podríamos
necesitar un tractor nuevo, ya que el viejo se está muriendo,
y tal vez construir un nuevo pozo. Dijo que no era lo
suficientemente bueno, qué podíamos hacer más para
ayudar a ‘nuestra familia’ —finalizó Shane dejando en el
aire claramente el ‘nuestra familia’—. No me dijo ‘podemos
hacerlo para ayudar a tu familia, Shane’ sino a ‘nuestra
familia’.

—Y eso es lo que él es —dijo Sean, asintiendo—. Ahora


es nuestro compañero y parte de esta familia. ¿Si Banning y
Brian llegaran diciendo que han descubierto una manera de
comprar un nuevo tractor, los acusarías de estar dándonos
caridad? No, porque son parte de esta familia. Bueno, pues
Dillon también lo es. Después de todo lo que ha pasado,
todo en lo que piensa es en ayudar y compartir el dinero con
su familia.

—Así que esto es lo que vamos a hacer ahora —dijo


Shane, caminando hacia sus padres—. Os vais a disculpar
por insultarlo cuando solo quería ayudar, y acusarlo de que
nos quería dar caridad. A continuación, aceptaréis su ayuda
y compraréis lo que se necesite para hacer que la granja
funcione mejor. Está haciendo esto para ayudar, y porque
está tratando de amar y dar, como hace una familia.

—Y entonces le ofreceréis que tome el apellido


O'Hagan —continuó Sean, todos los ojos se volvieron hacia
él en estado de shock por sus palabras—. Es nuestro
compañero, y su padre lo trata como un desconocido. Tiene
derecho a llevar nuestro nombre, pero sabes que no lo hará
a menos que le sea ofrecido por los jefes de la familia. Así
que vais a ofrecerlo, y a decirle que estáis orgullosos de que
sea vuestro hijo. ¿Ha quedado claro, papás?

—Si ambos no tuvierais razón, ya os estaría golpeando


por hablarnos de esa manera —dijo Manus, mirándolos—.
Pero estáis en los cierto. No deberíamos habernos vueltos
locos y decirle que nos estaba dando caridad. Ahora es otro
miembro de nuestra familia, y estaremos orgullosos de que
tome nuestro apellido y sea nuestro hijo.

—Y podemos estar orgullosos de como os habéis


levantado en su defensa —Michan continuó por su gemelo—
. No os estoy perdonando porque nos hayáis gritado, pero
dadas las circunstancias, puedo ver por qué lo hicisteis.
Ahora, id a ayudar a vuestro compañero a lidiar con todo
esto, porque sabéis que su corazón se está rompiendo.
Hablaremos con él y le ofreceremos el apellido O'Hagan tan
pronto como volváis.

—Gracias —dijo Sean suavemente, su cólera parecía


que había disminuido. Sean abrazó a Manus mientras
Shane abrazaba a Michan antes de intercambiarse. Luego
ambos abrazaron a su mamá y se fueron a buscar a Dillon
corriendo tan rápido como podían.

—Ellos lo han dicho todo —se rio entre dientes Brighid


al lado de Caleb. Realmente le gustaba esta pequeña mujer,
que en realidad era todo un pase—. Y tenían todo el
derecho, ya que acusasteis a Dillon de querer darnos
caridad. Yo sí que voy a patear vuestros culos, maridos.

—En realidad no parecía eso, Brighid —dijo Manus


levantando las manos tratando de protegerse de un ataque
de su esposa—. Fue un shock cuando Sean llegó aquí y
anunció que Dillon iba a comprar todos los equipos nuevos
e instalar un sistema de riego.

—No quiso que sonara de esa forma —lanzó Michan,


asintiendo—. Solo tenía que sacar la cabeza de su culo.

—Gracias, Michan —respondió Manus, rodando los


ojos hacía su hermano gemelo. A Caleb le entraron ganas de
reír por la rapidez con la que Brighid tenía estos dos
hombres mayores y respetables luchando por pedir
disculpas.

—Está bien, pero será mejor que os disculpéis con


Dillon cuando Shane y Sean logren levantarle el ánimo —les
respondió Brighid. Se dio cuenta de cómo había sonaba tan
pronto como oyó las risas alrededor y se ruborizó—. Ya sé lo
que estáis pensando.

—Lo sabemos, mi amor —dijo Michan, sonriendo


mientras se acercaba a abrazarla—. Eso no significa que
estemos diciendo que seas la chica lasciva que eres.
—Sí, eso es verdad. —Ella se rio, cuando Manus
envolvió sus brazos a su alrededor. Caleb no podía dejar de
mirarlos con envidia. Siempre había querido eso. Se volvió y
miró a la casa donde estaban sus compañeros y tragó con
fuerza. ¿Podría alguna vez hacerlos tan felices como Brighid
lo era, o terminaría perjudicándolos?

—Puedes hacerlo, muchacho —dijo Brighid, mirándolo


desde los brazos de sus maridos como si le leyera los
pensamientos—. Te aman como los compañeros deben
hacerlo. No importa de dónde vienes o lo que has pasado.

—Espero que tengas razón —respondió Caleb en voz


baja. Se dio cuenta de que todo el mundo estaba mirándolo
una vez más ahora que parecía haber encontrado su voz.

—Caleb, encontraste tu voz —se rio Micah—. Pensé que


estaba perdida entre tu masa de músculos.

—Oh, jódete, Micah —respondió Caleb rodando los


ojos—. Cuando conociste a Riley pensaste era una chica,
¿recuerdas? Yo estaba allí. Y te di una patada en el culo por
herir los sentimientos de Riley, y logré que sacaras la cabeza
de tu culo.

—¿Cuando lo conociste pensaste que era una chica?—


preguntó Manus, sus ojos ampliándose mientras miraba a
Riley—. ¿Cómo exactamente pudiste cometer ese error,
muchacho?

—En su defensa, Micah estaba fuertemente drogado en


ese momento —Riley fue capaz de decirlo en medio de su
ataque de risa—. Llegaron al hospital donde yo trabajaba,
porque era el centro más cercano, y estaba en muy mal
estado.

—Me desperté cuando Riley me estaba cosiendo —


continuó Micah mientras abrazaba a Riley—. Llevaba su
equipo de cirugía y gorro, y todo lo que pude ver fue su cara.
Vi sus hermosos ojos y largas pestañas y eso fue todo.
Nunca me había sentido atraído por un hombre antes, así
que supuse que era una mujer.

—La mejor parte fue cuando se despertó más tarde y


me preguntó si el doc tenía una hermana. —Caleb se rio,
contento de que la atención no estuviera en él—. Tuve que
explicarle varias veces que no había visto una sola mujer en
la instalación, que la única persona que había estado allí era
Riley. Debía haber tenido un golpe muy malo en la cabeza,
porque no admitía que lo había besado.

—Sí, sí, todos tenemos nuestras anécdotas acerca de


cómo nos reunimos con nuestros compañeros —dijo Micah,
rodando los ojos antes de concentrarse en Caleb—. Parece
que es tu turno, amigo mío.

—No es lo mismo —respondió Caleb en voz baja—. Soy


demasiado grande para estar acoplado con dos hombres tan
pequeños, si les toco les haré daño.

—Caleb —dijo Patrick con suavidad, saliendo de los


brazos de Stefan—. Puedo ver por qué piensas eso, pero
mira lo grande que es Stefan en comparación conmigo, y yo
era mitad humano cuando nos conocimos. Hay un instinto
dentro de ti que nunca permitirá que lastimes a tus
compañeros. Está programado de alguna manera.

—Creo que las monjas del orfanato lo desprogramaron


todo en mí —susurró Caleb, sabiendo que todos podían
oírlo. Miró a Brighid en busca de ayuda.

—Es tiempo de decírselo a tus amigos, muchacho —


respondió ella, sonriendo suavemente y acercándose para
tomarle la mano—. Manus y Michan, id por Liam y Lorcan y
podremos hablar todos. No será distinto a como me lo
contaste antes, te lo prometo. Estos muchachos son tus
amigos y te quieren.

Caleb se limitó a asentir antes de mirar alrededor para


ver las reacciones de sus amigos. Efectivamente, todos
estaban asintiendo y le sonreían. Brighid lo abrazó
brevemente mientras Manus y Michan entraron un
momento en la casa. Volvieron con sus compañeros, y por
instinto, Caleb empezó a temblar.

—¿Quieres que se lo cuente yo? —susurró Brighid para


que solamente Caleb la escuchara. Miró a la pequeña mujer
y comenzó a asentir vigorosamente—. Pero tienes que
mostrarles tu espalda.

—Si me das permiso, Caleb —dijo Riley, dando un paso


hacia él—, puedo ayudar a llenar los espacios en blanco.
Pero soy tu médico, por lo no puedo decir nada a menos que
me autorices.

—Sí —fue lo único que logró dejar salir. Parecía que no


podía apartar los ojos de sus compañeros por mucho
tiempo. Eran demasiado hermosos. Los dos parecían muy
nerviosos cuando todos comenzaron a ubicarse en las sillas
del porche. Brighid se sentó junto a Caleb en el columpio,
sujetando su mano con fuerza.

—Cuando Caleb era sólo un niño, lo abandonaron en


las escaleras de un orfanato de humanos con una nota en la
que decía que su nombre era Caleb —comenzó a decir
Brighid. Caleb no podía mirar a las caras de todos ellos, así
que se centró principalmente en la mano que Brighid le
sostenía—. Ellos sabían que él era diferente, con sus ojos de
color violeta y algunas marcas en su espalda con las que
nació. No lo entendían, así que pensaron que estaba influido
por el diablo y trataron de sacárselo.

—Oh, Dios —Caleb escuchó llorar a alguien mientras


los demás susurraban. Miró hacia arriba desde debajo de
sus pestañas para ver que el que estaba llorando era uno de
sus compañeros. Sintió que las lágrimas se acumulaban en
sus ojos y empezó a limpiárselas con la mano libre.

—Ya que solo estaba en la pretransición, su cuerpo


sanaba como el de un ser humano —continuó Brighid antes
de empujarlo. Caleb respiró hondo, se puso de pie y tiró
hacia arriba de su camisa antes de darse la vuelta para que
todos pudieran ver su espalda. Sabía cómo se veían sus
cicatrices, feas líneas rojas que cruzaban su espalda, con
bordes elevados que mostraban que más de un látigo había
pasado por ella.

—Joder, Caleb —dijo Micah, el dolor evidente en su


voz—. ¿Por qué no me lo dijiste, hombre? Soy tu mejor
amigo.

No pudiendo encontrar de nuevo la voz, se bajó la


camisa y se volvió a mirar a Micah. Quería que su mejor
amigo lo entendiera a través de sus ojos cuando las
primeras lágrimas se derramaron y corrieron por sus
mejillas.

—Oh, Caleb —asintió Micah entendiéndolo y


acercándose para abrazarlo. Caleb se sorprendió al
principio, ya que nunca se habían abrazado. Pero después
de un momento, se relajó y lo abrazó de nuevo—. No nos
importa dónde has crecido, Caleb. Tú eres nuestro amigo y
uno de los mejores guerreros que he conocido, hombre.

Caleb se limitó a asentir e intentó poner una débil


sonrisa cuando fue a sentarse junto Brighid.

—Caleb, espera —dijo Manus de pie y acercándose a


él—. Sé que esto es difícil para ti muchacho, pero, ¿puedo
verlas otra vez? Algo me intriga.

Tomó otra respiración profunda, y queriendo


complacer al que pronto sería su suegro, se volvió y levantó
su camisa.

—Michan, ven a ver esto de cerca —dijo Manus


tocando la parte posterior de Caleb suavemente—. Dime
una cosa, ¿no te parecen familiares? Sé que están
deformadas por las cicatrices, pero vaya si no las he visto
antes.

—Estás en lo cierto, sé que también las he visto antes


—respondió Michan—. Pero no puedo ubicar donde. Caleb,
¿cuántos años tienes, muchacho?

—Cincuenta y tres —dijo en voz baja, agradecido de


que el vampiro lo hubiera oído, ya que apenas podía formar
palabras en ese momento.

—Vamos a tener que buscar dónde, porque sé que las


he visto antes —dijo Manus, tirando hacia abajo la camisa
de Caleb y dándole palmaditas en la espalda—.
Simplemente no puedo averiguar dónde, porque no se ven
muy bien debido al daño que te hicieron.
—Lo siento —susurró Caleb, las lágrimas formándose
de nuevo cuando Brighid agarró su mano y tiró de él hacia
abajo para que se sentara a su lado.

—Nada que lamentar, muchacho —dijo Brighid en


silencio mientras frotaba la mano de Caleb con la suya—.
Tal vez mis maridos puedan ser de alguna utilidad para
resolver tu misterio.

—Caleb vino a verme hace unas semanas cuando se


enteró de que había sido capaz de determinar que Patrick
era un Dragos a través de su sangre —dijo Riley, todos los
ojos se volvieron hacia él—. Por desgracia, su sangre no
coincide con ninguna de las familias conocidas que tengo en
mi base de datos. Pero, en realidad, sólo tengo a algunas de
las familias guerreras de los EE.UU. Si es de ascendencia
europea, no tendría acceso a nada para comparar su sangre.

—Una mujer vampiro oyó a las monjas hablar de un


muchacho que tenía una enfermedad extraña —dijo Brighid,
continuando donde lo había dejado—. Ella pensó que
sonaba como uno de los nuestros pasando la transición, que
era exactamente lo que le estaba ocurriendo a Caleb. Les
dijo a las monjas que podía ayudarlo y lo llevó al Consejo de
los Estados Unidos. Lo ayudaron a pasar a través de su
transición, y por su gran estatura, lo enviaron para que
fuera entrenado como un guerrero.

—¿Recuerdas algo de eso? —preguntó Manus,


inclinándose hacia delante, apoyando las manos en sus
rodillas—. ¿O algo acerca de dónde te encontrabas?

—No, estaba bastante ido en ese momento —respondió


Caleb en voz baja—. Mi transición duró mucho más tiempo
de lo normal, debido a que habían estado haciendo todo lo
posible para detenerla. Y ni siquiera había pasado una
semana cuando se presentó en la puerta del orfanato.

—¿Ahora comprendéis su reacción al encontrar a sus


compañeros? —preguntó Brighid—. No sabe de dónde
viene, y teniendo en cuenta la forma en la que fue criado, no
estaba seguro de que jamás pudiera tener pareja. Además,
los chicos son mucho más pequeños que él, y le preocupa
herirlos si los toca. Incluso si es simplemente un abrazo.

—Caleb —dijo uno de los gemelos, y levantó la cabeza


para mirarlos. —¿Podrías dar un paseo con nosotros para
que podamos hablar? Nos comprometemos a solo hablar.
Realmente nos gustaría conocerte.

Casi en pánico se dio la vuelta hacia Brighid, que


simplemente sonrió y asintió. Se volvió hacia sus
compañeros y sin decir ni una palabra, se levantó y se
acercó a ellos. Cuando lo miraron, simplemente asintió y
comenzó a caminar por el porche. Caleb estaba tan asustado
que apenas podía obligar a sus piernas a moverse, pero
había visto lo felices que eran sus amigos con sus
compañeros. Después de todo el dolor que había tenido en
su vida, no se iba a alejar de los suyos sin siquiera
intentarlo.
Liam miró a su hermano gemelo mientras ambos
caminaban junto a Caleb, pasando el granero hacia el
pequeño lago que había en la granja. Lorcan asintió, lo que
significaba que estaba de acuerdo con que tomara la
iniciativa en este caso. De los dos, Liam era el más gentil, el
que mejor entendía y al que más costaba enfadar.

—Caleb, no te estamos llamando mentiroso, porque


sabemos que no lo eres —dijo Liam con suavidad cuando se
pudo delante del magnífico guerrero. Respiró hondo antes
de continuar—. Pero pensamos que hay más en esa historia.
Para nosotros, está bien que no quieras decírselo a nuestra
mamá ni frente al grupo, lo comprendemos. Pero si estás
dispuesto a hablar de ello, nos gustaría saberlo.

—Sí, hay más —dijo Caleb en voz baja, y Liam tuvo que
detener la respuesta natural de su cuerpo. Su compañero
tenía la voz más profunda y sexi que había oído nunca—. He
estado con algunas mujeres, no muchas, sólo unas pocas.

—¿Quieres decir sexualmente? —preguntó Lorcan


mientras se sentaban en la hierba junto al lago—. Eso está
bien para nosotros, también hemos estado con otros antes
de conocerte.

—No, sé que eso es justo —comenzó Caleb, que parecía


luchar con lo que quería decir. Sin siquiera pensar en ello,
Liam se acercó y tomó la gran mano de Caleb entre las
suyas. Caleb se estremeció al principio y luego miró sus
manos unidas. Se volvió para mirar a Liam con los ojos
desorbitados por el shock.

—Está bien, Caleb —respondió Liam con suavidad,


sonriéndole al caliente guerrero—. Solo queremos
entenderlo, eso es todo.

—Un par de mujeres dijeron que estoy demasiado bien


dotado para tener sexo como un hombre normal —dijo
Caleb en voz tan baja que fue casi un susurro. La polla de
Liam se contrajo ante la imagen que le llegó. Debido a su
vínculo de gemelos, Lorcan también sintió las oleadas de
lujuria que lo atravesaban—. Se enfadaron mucho conmigo.
Dijeron que las follaba como putas, y no como mujeres.

—¿Acaso te dijeron durante el sexo, que fueras más


lento o más gentil? —preguntó Lorcan, inclinando la cabeza
hacia un lado como si estuviera tratando de procesar lo que
Caleb estaba diciendo—. Porque si no te dijeron que lo
hicieras de otra forma o te detuvieras, no es culpa tuya. Si
no estaban disfrutando, deberían habértelo dicho.

—No dijeron nada, lo juro —respondió Caleb


rápidamente, mirando aterrorizado. Liam sintió que su
corazón se rompía por su compañero y la forma en la que
había sido tratado—. Una de ellas dijo que la violé. Que era
tan duro y contundente que no la follé, sino que la violé.

—Eso es mentira —gruñó Lorcan poniéndose en pie—.


Si no te dijo que no le gustaba o que te detuvieras, no puede
decir que la has violado. ¿La obligaste a desnudarse o la
lanzaste a tu cama en contra de su voluntad?

Caleb negó rápidamente, mirando tan perdido que hizo


que las lágrimas afloran a los ojos de Liam. Apretó la mano
de Caleb para mostrarle su apoyo. Este se giró hacia él y se
quedó boquiabierto.

—¿Crees que estoy mintiendo? —dijo Caleb tratando de


soltar su mano—. No estoy mintiendo. ¡Ella vino a mí! Me
llevó a su habitación del hotel y me dijo que le gustaban los
hombres grandes y las pollas incluso más grandes.

—Te juro que no pienso que estés mintiendo —dijo


Liam firmemente volviendo a tomar la mano de Caleb entre
las suyas. —No lo he pensando en absoluto, Caleb. Es solo
que se me acaba de romper el corazón al escuchar cómo te
han tratado, al ver el dolor en tu rostro.

—Está diciendo la verdad, Caleb —dijo Lorcan, en


cuclillas delante de su compañero—. Puedo sentir las
emociones de Liam a través de nuestra unión como
gemelos. Los dos podemos. Él puede sentir mi enojo por la
forma en la que te han tratado, y yo puedo sentir su dolor
por lo mismo.

—¿Me creéis? —preguntó Caleb en un susurro,


mirando de un gemelo al otro con sorpresa—. Nunca lo he
contado, porque pensé que nadie me creería. Simplemente
dejé de tener relaciones sexuales.

—¿Las mujeres con las que tuviste sexo eran humanas?


—preguntó Liam con suavidad—. Porque si Lorcan o yo,
tuviéramos relaciones sexuales con una mujer humana,
también podrían pensar que éramos demasiado duros con
ellas.

—Sí, eran humanas —respondió Caleb mientras las


lágrimas se formaban en sus ojos—. Entonces es verdad, fui
una bestia.

—Hey para, eso no es lo que Liam está diciendo —dijo


Lorcan sosteniendo la cara de Caleb en sus manos—. No es
culpa tuya si no te dijeron que te detuvieras o redujeras la
velocidad. No te está diciendo que haya nada malo en tu
tamaño, sólo que eso es normal, ya que eres un vampiro. Lo
que ocurre es que nosotros somos mucho más fuertes que
los seres humanos. ¿Nunca te ha dicho nadie nada de esto?

—No, me crié con los seres humanos —dijo Caleb,


sacudiendo la cabeza—. Quiero decir, después de mi
transición sabía que era más fuerte que cualquiera, pero
nadie me advirtió que no tuviera relaciones sexuales con los
humanos.

—Bueno, al menos ahora ya sabes que es diferente a


tener relaciones sexuales con otros vampiros —dijo Liam—.
Aunque por supuesto, de ahora en adelante no tendrás
relaciones sexuales con nadie más que nosotros.

—¿Todavía me permitiríais tocaros? —preguntó Caleb,


sus ojos abiertos como platos—. ¿Incluso después de todo lo
que os he contado y lo que contó vuestra mamá?

—Sí, ahora te deseamos incluso más —respondió


Lorcan con firmeza mientras se arrodillaba frente a Caleb—.
Estamos deseando mostrarte lo que es ser amado
realmente. Disfrutarás de eso tanto como nosotros, y
puedes ser todo lo duro que quieras con nosotros, no nos
harás daño en absoluto, Caleb.

—Me encanta la forma en la que habláis —dijo Caleb,


su cara sonrojándose brillantemente. Liam gimió de lo sexi
que se veía su compañero en ese momento—. Vuestro
acento es muy sexi. Hace que todo lo que decís suene muy
exótico.

—Nunca me habían dicho que sonaba exótico. —Liam


se rio entre dientes mientras se acercaba al lado de Caleb—.
Me gusta oírtelo decir.

—Y a mí —ronroneó Lorcan cuando empezó a frotar


sus manos sobre el pecho de Caleb—. Pensamos que eres la
cosa más caliente que hemos visto, Caleb. Todos tus fuertes,
grandes y firmes músculos, gritan que los toquemos.

—No quiero haceros daño —susurró Caleb que ya


empezaba a retorcerse las manos—. No podría soportar
lastimar a mis compañeros.

—¿Qué tal si nos tomamos las cosas con calma? —


preguntó Liam haciendo caso omiso de la airada mirada que
recibió de Lorcan por sus palabras—. De todos modos, si su
polla es tan grande como dice, necesitamos tiempo para
prepararnos.

—¿Qué quieres decir con que nos tomemos las cosas


con calma? —preguntó Caleb mirando a Liam, sus hermosos
ojos de color violeta suplicándole que se explicara—.
¿Quieres decir sólo reclamarnos unos a otros?

—¿Quieres reclamarnos? —preguntó Lorcan con


sorpresa. Liam sentía lo mismo, pero trató de mantener la
sorpresa de su cara.

—Si queréis, sí —susurró Caleb mientras miraba hacia


abajo a su regazo—. Quiero decir, me he sentido lo
suficientemente seguro para contaros todo mi horrible
pasado, y parece que me queréis a pesar de eso, no estoy
seguro de porqué, pero sé que lo hacéis, y no soy tan
estúpido como para alejarme de eso. Y Dios, a la vez sois tan
jodidamente sexis, que me pongo duro simplemente con
miraros.

—¿Estás duro ahora? —preguntó Liam mientras se


movía para mordisquear la oreja de Caleb. El gemido que le
dio en respuesta, le indicó no solo que lo estaba, sino que
había pasado un tiempo muy largo para él. Se dio cuenta de
que Lorcan estaba haciendo lo mismo en el otro lado.
Alcanzando el dobladillo de la camisa de Caleb, se acercaron
poco a poco y se la quitaron.

—Mira todos estos duros músculos, Liam —dijo Lorcan


comenzando a lamer a lo largo de la clavícula y el cuello de
Caleb. Liam cuidadosamente hizo lo mismo en su parte, y
los dos empezaron a frotar las manos sobre su musculoso
pecho—. Caleb, eres nuestro mejor sueño húmedo, en vivo y
en directo.

—Está bien —susurró Caleb mientras ellos bajaban


para succionar sus pezones en sus bocas, chupándoselos.
Liam levantó la cabeza y besó a su pareja, mientras Lorcan
seguía chupándolo. En un primer momento, Caleb estaba
indeciso, manteniendo el beso muy suave, pero cuando
Liam le mordió ligeramente en el labio, abrió la boca y dejó
que la lengua lo golpeara. Después de varios minutos de
explorar cada centímetro de la boca de Caleb, Liam se echó
hacia atrás y Lorcan tuvo su turno.

Liam regresó al cuello de Caleb, lamiendo un sendero


hasta su oreja. Tan pronto como Liam pasó la lengua por la
parte exterior de la oreja de Caleb, este comenzó a gemir y
retorcerse bajo el amoroso cuidado combinado.
Definitivamente, parecía que las orejas de Caleb eran un
lugar erógeno para él. Mientras su compañero aún estaba
besando a su gemelo, Liam se echó hacia atrás y se quitó su
propia ropa.

Una vez que lo hubo hecho, pasó la mano por los


perfectos abdominales de Caleb y le desabrochó los
pantalones. Con cuidado, tirando hacia abajo de la
cremallera, llegó y liberó su polla, sin poder contener su
sorpresa ante lo que vio.

—Lorcan, mira —susurró Liam, que seguía centrado en


la enorme polla delante de él—. Nuestro compañero no
bromeaba, está bien dotado.

—Joder —exclamó Lorcan mientras también miraba.

—Lo siento —dijo Caleb, cubriéndose—. No puedo


evitarlo.

—No nos estamos quejando, Caleb —respondió Liam


mientras sostenía una de las manos de Caleb para que
dejara de cubrir la hermosa vista—. Estamos pensando en
cómo se sentirá esa enorme polla en nuestros culos.

—Ni siquiera puedo esperar. —Lorcan ronroneó


cuando se agachó y cubrió con su mano alrededor de la gran
polla de Caleb. Liam seguía mirando estúpidamente. Ahora
que estaba empalmada, tenía que ser de por lo menos 35
cm, y tan gruesa, que Lorcan no podía envolverla
completamente con su mano—. Oh sí, te divertirás
preparándonos para esta polla.

—Y nosotros vamos a amar cada minuto de ello —dijo


Liam, mirando hacia atrás a los ojos de Caleb. El rostro de
su compañero aún estaba rojo vivo por la vergüenza—.
Somos los hombres más afortunados por tener un
compañero con una polla monstruosa.

—¿En serio? —preguntó Caleb, buscando en la cara de


Liam como si estuviera esperando que le dijera la verdad—.
¿No estás apagado por eso?

—¿Bromeas? —preguntó Lorcan, mirando hacia atrás a


la cara de Caleb—. Todo en lo que puedo pensar es en
cuanto podré tragar.

—Oh Dios —se quejó Caleb, cerrando los ojos. Liam


miró a su gemelo y asintió, decidiendo que había llegado el
momento.

—¿Estás seguro de que esto es lo que quieres, Caleb? —


le preguntó con suavidad, mientras ambos lamían su cuello,
y cada uno ponía una mano en la polla de su pareja—. Una
vez que nos reclamemos, no hay vuelta atrás.

—Lo quiero, os quiero a los dos más de lo que necesito


aire. —Caleb gemía, moviendo sus caderas contra sus
manos—. Todo lo que quiero es a vosotros.

—Ya nos tienes, compañero —dijo Lorcan en voz baja


un momento antes de que ambos hundieran sus colmillos
en los lados opuestos de su cuello.

—Joder, sí —rugió Caleb mientras sostenía sus cabezas


con suavidad contra su cuello. Liam sintió como la polla de
su compañero daba un tirón cuando se corrió. Liam bebió
profundamente del cuello de su compañero, amando el
dulce sabor de su sangre. Además, sentía el flujo del semen
que soltaba por su polla, cubriendo sus manos y el estómago
de Caleb.

Liam levantó la cabeza, lamió las marcas de su


acoplamiento y vio a Lorcan hacer lo mismo por la esquina
de uno de sus ojos. Ambos pasaron un brazo alrededor de la
espalda de Caleb, sosteniéndolo mientras se hundía en ellos.
Con cuidado, lo bajaron de nuevo a la tierra, y sólo entonces
Liam se dio cuenta de que su compañero se había
desmayado. Levantó la vista al rostro de su gemelo, que
sonrió cuando se percató del asunto.

—Creo que desgastamos a nuestro compañero, Liam.


—Lorcan se rio mientras levantaba la vista para encontrarse
con la mirada de Liam.

—Sí, lo hicimos —Liam también rio mientras utilizaba


la camisa para limpiarse el semen de Caleb de su mano—.
Pero creo que lo disfrutó.

—Creo que tienes razón, hermano —respondió Lorcan


tomando la camisa de Liam y limpiándose su propia mano.
—¿Alguna vez pensaste que conseguiríamos un compañero
tan hermoso como Caleb?

—No, nunca soñé que nuestra pareja sería tan caliente


—respondió Liam apartando un largo mechón de pelo negro
de la frente de Caleb—. Es muy grande y fuerte, Lorcan,
pero su corazón es frágil. No podemos rompérselo.

—No lo haremos, Liam —contestó metiendo de nuevo


la polla de Caleb en sus pantalones, después de haberlo
limpiado—. Le daremos todo el amor que tenemos en
nuestros corazones. Nunca dudará de lo que sentimos por
él, y tal vez podamos curar su corazón por el camino.
Liam envió una silenciosa oración a los poderes para
poder sanar el corazón del gran guerrero. Caleb había sido
muy herido en su corta vida. Liam y Lorcan había vivido
mucho más tiempo y sólo conocían el amor. Ahora, todo lo
que querían, era compartir ese amor con su pareja.

—Esta es la historia que hemos elegido, Dillon —dijo


Micah cuando se detuvieron frente a la instalación—.
Anoche, esas siete personas hicieron sus experimentos y se
dieron cuenta que estaban equivocados, que los hombres
que habían secuestrado eran humanos. Luego, los
repartieron en diferentes hospitales, ya que no querían
convertirse en unos asesinos. También decidieron volar la
instalación para disipar cualquier evidencia del secuestro,
en el caso de las autoridades vinieran a husmear.

—¿Y entonces qué? —preguntó Dillon mientras Caleb


miraba la interacción—. ¿Les decimos que suban a sus
coches y se vayan a casa a dormir?

—Exactamente —respondió Stefan—. Caleb, te


quedarás con Dillon, mientras limpia la mente de los
humanos. —Nosotros liberaremos a los vampiros y los
llevaremos a los coches. Remus está en el otro coche para
ayudar a transportarlos.

—Lo tengo —respondieron Dillon y Caleb al mismo


tiempo. Caleb estaba haciendo todo lo posible para no
distraerse con los eventos que había compartido
anteriormente con sus compañeros. Compañeros... tenía
compañeros. La idea era tan nueva y extraña para él, que
tenía problemas para envolver su mente alrededor de ella.
Sacudiendo la cabeza, se centró en el trabajo.

Salieron de la camioneta y se dirigieron a la puerta de


carga del muelle. Efectivamente, estaba abierta. De uno en
uno, se deslizaron al interior y se dirigieron hacia las
escaleras por las que llevarían a los vampiros que estaban
detenidos, de acuerdo a la secuencia prevista.

Una vez dentro, se pusieron a trabajar


instantáneamente. Caleb tomó a varios de los seres
humanos al mismo tiempo y los amarró con rapidez. Tuvo
cuidado de mantener un ojo en Dillon, a sabiendas de que
tenía que utilizar mucho su don, y eso lo drenaría. Cuando
hubo acabado con el primer ser humano, lo dejó ir. El
hombre estuvo fuera de allí tan rápido como pudo.

Asintió hacia Caleb, que soltó a otro humano y se lo


entregó a Dillon. Repitiendo el proceso, Dillon dejó ir al
segundo hombre cuando terminó. Le tomó un tiempo
borrar la memoria de los otros cinco hombres, Caleb
cuidándole las espaldas mientras trabajaba.

—Ese era el último —dijo Dillon en voz baja cuando


terminó, mirando como si hubiera sido atropellado por un
autobús y tambaleándose sobre sus pies. Caleb le pasó un
brazo por los hombros rápidamente, y lo ayudó a subir a la
camioneta.

Una vez allí, Caleb ayudó a Dillon a entrar en el coche,


subiendo detrás de él.

—¿Estás bien, tío? —preguntó Caleb, mirándolo—.


¿Necesitas algo?

—No, estoy bien —respondió Dillon pasándose una


mano por la cara—. Sólo que se lleva mucho de mí.

—Lo sé —dijo Caleb, asintiendo. Se sentaron en


silencio un poco más. Justo en ese momento, Micah se
metió en el asiento del conductor. Stefan estaba en la parte
trasera cargando al último vampiro.

—¿Listos para los fuegos artificiales? —preguntó


Micah, dándose la vuelta para mirarlos, sonriendo
ampliamente—. Va a ser un buen espectáculo.

—Deja de hacer el tonto y sal de aquí, Micah —gruñó


Stefan mientras se metía en el asiento delantero—.
Llevamos un retraso de dos minutos, así que vámonos.

—No eres divertido —se quejó Micah cuando accionó el


interruptor del dispositivo a distancia—. Se supone que
estar acoplado y follar con regularidad te hace más
divertido.

—Lo hace —Stefan espetó—. Sólo que no durante las


misiones en que las que tenemos a varios vampiros heridos
a nuestras espaldas. Ahora muévete.

Caleb sonrió y volvió la cara, sabiendo muy bien con


qué frecuencia Stefan había metido la pata durante las
misiones. Calculó que ahora tenía las mismas ganas de
regañar que él. Todo lo que Caleb quería, era llegar a casa
con sus compañeros lo más rápido posible. Como si Micah
hubiera escuchado sus pensamientos, dio marcha atrás con
la camioneta y salió.

Mirando por la ventana, mientras se movían, Caleb no


podía superar los acontecimientos del día. No sólo que
había conocido a sus compañeros, sino que finalmente le
había dicho a alguien lo que había pasado cuando era un
niño. Por supuesto no había entrado en detalles, pero aun
así se sentía bien haberlo dejado salir. Luego, cuando se fue
con Liam y Lorcan, y les habló de sus experiencias sexuales,
fue lo que lo empujó sobre el borde más allá de su miedo.
¡Ellos lo habían creído! Pensó que nadie lo creería nunca.

La camioneta se detuvo y Micah la metió en el


aparcamiento, sacando a Caleb de sus pensamientos.
Rápidamente volvió al trabajo, saltó del coche y bajó a uno
de los vampiros que habían rescatado. Liam y Lorcan
estaban de pie en el porche mirándolo fijamente. Y para
hacerles saber que estaba bien, les envió una gran y tonta
sonrisa, y fue hacia la casa pasando por delante de ellos.

Pasó al vampiro gentilmente de sus brazos al sofá, y


Riley se puso a trabajar en él inmediatamente. Caleb se dio
la vuelta y regresó por la puerta principal a los coches para
sacar a otro. Habían llegado antes de que los seres humanos
comenzaran los experimentos, pero los vampiros habían
estado fuera de combate demasiado tiempo.

—¿Estás bien, compañero? —preguntó Liam,


agarrándolo del brazo. Lo único por lo que Caleb sabía que
hablaba con Liam, era porque llevaba la misma camisa que
antes—. ¿No estás herido?

—No, es sólo un rasguño, Liam —respondió cuando se


inclinó para besar con suavidad los labios de Liam antes de
volverse y besar a Lorcan. Luego regresó a la camioneta que
había conducido Remus, y sacó en sus brazos suavemente a
otro sobreviviente. Justo cuando llegó al porche, el hombre
en sus brazos abrió los ojos y contuvo el aliento.

—Mi Señor Nicolás, estás vivo —susurró el hombre,


levantó su mano y le tocó la mejilla—. ¿Cómo pudiste
sobrevivir?

—Te equivocas de persona —dijo Caleb con suavidad


mientras llevaba al hombre a la casa—. Nosotros te
rescatamos de los seres humanos, has sido drogado y
probablemente por eso estás confundido. Mi nombre es
Caleb.

—Sí, mi Señor, fuimos capaces de sacar a Caleb a


tiempo —respondió el hombre, cuando sus ojos comenzaron
a cerrarse—. Cuando estalló el conflicto y la familia Dard
trató de matarlos a todos, nosotros pudimos alejar al bebé.
Caleb está seguro, mi Señor.

—¿Qué bebé? —preguntó Caleb en voz baja. Casi


tropezó y dejó caer al hombre. Micah estuvo allí para
ayudarlo y tomó al vampiro de sus brazos. Vio como Micah
lo pasaba a uno de los otros antes de volverse hacia él.

—Caleb, ¿estás bien, hombre? —preguntó Micah. Caleb


lo ignoró, fue hacia el otro hombre y lo sacudió.

—¿Qué bebé? —preguntó más fuerte esta vez, las


lágrimas corrían por su rostro. No sirvió de nada, el hombre
estaba fuera de nuevo, pero Caleb tenía que preguntarlo de
todos modos—. ¿Quién es Nicolás?

—Caleb, ¿qué ha pasado? —dijo Stefan, ayudando a


Micah a alejarlo del hombre—. ¿Qué te pasa?

Caleb se dejó apartar antes de girarse y salir por la


puerta. Golpeó la tela metálica tan duramente que salió
volando de las bisagras y aterrizó en el porche. Apenas
registró que todo el mundo lo miraba y siguió caminando
unos metros más. Ese hombre lo había reconocido, o a al
menos creyó reconocer a alguien de su familia. Dijo que
habían puesto al bebé, a Caleb, a buen recaudo. ¿Sería a él?

Esa era la primera pista que había tenido acerca de


quién era, y venía de un sobreviviente que estaba drogado,
confundido, y se había desmayado, por lo que no tenía ni
idea de qué había querido decir, o si en realidad sabía algo.
Caleb cayó de rodillas y gritó su frustración y su dolor. No
paraba de gritar cuando los pensamientos invadieron su
cabeza. ¿Estaba muerta toda su familia? ¿Era por eso por lo
que había estado siempre solo?

Caleb dejó de gritar cuando sintió que dos pares de


brazos lo rodeaban y notó que eran sus compañeros.
Agarrándose con fuerza a ellos, lloró.

—Todo estará bien, Caleb —dijo Liam acariciando su


cabello—. Independientemente de lo que pase, nosotros lo
entenderemos. Estamos aquí para ti.

—No vamos a dejarte, Caleb —susurró Lorcan,


obviamente tratando de calmarlo. Caleb casi tenía ganas de
reír por la confusión de sus compañeros, si la situación no
hubiera sido tan perturbadora. No tenían ni idea de por qué
estaba reaccionando de esta manera, pero aun así lo
sostenían.

—Caleb, Caleb, mírame, muchacho —dijo Brighid con


voz suave. Cuando sus sollozos se calmaron, alzó la vista—.
¿Qué te dijo Jacob, muchacho? ¿Qué te ha molestado tanto?

—Dijo… —empezó a decir, pero tuvo que parar y tomar


un par de respiraciones primero. Se aclaró la garganta y
continuó—: Me llamó ‘mi Señor Nicolás’. Me preguntó cómo
es que estaba vivo, cómo había sobrevivido. Le dije que mi
nombre era Caleb, pero contestó que habían sacado a Caleb,
el bebé, antes de que la familia Dard llegara y empezaran los
combates. Me reconoció, o a alguien que se parece a mí.

Vio a Brighid llevarse una mano a su boca y abrir sus


ojos preocupada, así como los gritos de asombro que
vinieron de su derecha. Miró por encima y vio a Manus y
Michan correr hacia la casa.

—¿Qué? ¿Qué significa esto, Brighid? —preguntó


Caleb, saliendo del abrazo de sus compañeros y agarrando a
la mujer por los brazos—. ¿Ese hombre sabe quién soy?
¿Quiénes somos en realidad mi familia o yo?

—No puede ser, muchacho —susurró Brighid mientras


miraba su rostro—. Pero tienes los ojos de color violeta.

—Por favor, dímelo —exclamó Caleb, sacudiéndola—.


Si sabes algo, dímelo, por favor.

—Caleb, suelta a Ma —dijo Liam con suavidad—. Está


en estado de shock. Sólo dale un minuto.

Caleb la soltó inmediatamente y se cubrió el rostro con


las manos mientras gritaba de nuevo. Esto era muy
frustrante. Sabía algo, como Jacob, y no se lo decían.

—¿Caleb? —preguntó Manus mientras ponía una mano


sobre su hombro. Se volvió, miró a Manus y se dio cuenta
que estaba sosteniendo un libro para que lo viera—. ¿Estas
eran las marcas de tu espalda antes de que las cicatrices las
distorsionaran?

Miró el dibujo de cerca antes de asentir. La silueta de


un gran árbol del dibujo, era la misma que estaba en su
espalda. Caleb siempre lo había comparado con un roble
desnudo en el que en vez de hojas, había vides intrincadas
que corrían por las ramas y el tronco. Eso era exactamente
lo que estaba sobre su espalda. ¿Por qué estaba en un libro?

—Mi Señor Caleb —dijo Michan, al mismo tiempo que


Manus y él se arrodillaban.

—¿Qué? —preguntó Caleb en voz baja al ver por el


rabillo de su ojo que Liam tomaba el libro de la mano de su
padre—. ¿Por qué me llamas así? ¿De qué estás hablando?
Dímelo, por favor.

—¿Manus, Michan, estáis seguros? —Brighid les


preguntó a sus maridos, y Caleb vio como los hombres
asintieron volviéndose hacia Brighid—. Caleb, eres de la
realeza. Eres el último de una larga lista de miembros de la
realeza griega que gobernaron nuestra raza. Eres algo
similar a la reina de Inglaterra.

—Eso no es gracioso —espetó Caleb cuando se puso de


pie y los miró—. Os pido ayuda y que me expliquéis las
cosas, y os burláis. Pensé que ahora eráis mi familia.

—Caleb, no es ninguna broma —dijo Liam en voz baja


mientras le entregaba el libro a Caleb—. Lee lo que
significan las marcas.

Miró a los ojos de Liam, dándose cuenta de que su


compañero tenía miedo. Caleb tomó el libro con manos
temblorosas y empezó a leer la información que estaba
debajo de la imagen de las marcas.

«Las marcas anteriores sólo aparecerán en el


hijo primogénito de la familia Kyros, quien,
finalmente, se hará cargo de liderazgo de Europa del
Este. Mientras que el Consejo de Europa del Este
actúa como Parlamento para el actual Kyros
gobernante, ellos esperan al rey o la reina del
territorio. Una de las últimas familias reales de la
raza vampírica, el nombre de Kyros en sí mismo
significa líder o maestro. Pueden ser fácilmente
identificados por sus ojos violetas, el pelo negro como
el azabache y gran estatura. En la actualidad, se rigen
bajo las reglas de Nicolás Kyros y su compañera,
Athena Kyros».

—¿Mis padres... están vivos? —preguntó Caleb en voz


baja mientras se hundía hasta las rodillas. Tenía miedo de la
respuesta, pero tenía que preguntar.

—Lo siento, muchacho —dijo Brighid mientras se


movía para mantener la cara de Caleb en sus manos—.
Entremos y hablemos.

Caleb se limitó a asentir. Sintiendo como si hubiera


recibido un disparo en el pecho, se puso de pie y dejó que
Brighid lo llevara al interior. Riley, Micah, y algunos de los
O'Hagan estaban ocupados ayudando a los supervivientes
en la sala de estar, cuando el resto de ellos entraron al
comedor. Brighid lo ayudó a sentarse en una de las sillas,
Liam y Lorcan sentados a cada lado de él.

—Hace alrededor de cincuenta y tres años —comenzó a


decir Manus mirando directamente a Caleb—, una familia
emparentada con los Kyros, los Dard, decidieron derrocar a
los Jefes de la Europa del Este de ese momento. Ellos
pensaron que si mataban a toda la familia Kyros, los Dard
gobernarían. No conozco todos los detalles, pero se dice que
asaltaron el palacio, dejaron a la mayor parte de los
guardias inconscientes, y asesinaron a todo el mundo.

—El Consejo lo vio como un acto directo no sólo contra


la familia reinante —dijo Michan continuando con la
historia—, sino también en contra de nuestra forma de vida,
y el Consejo les negó a los Dard el liderazgo y los condenó a
todos a muerte. Desde entonces, el Consejo de Europa del
Este ha gobernado como lo hace el Consejo de la Costa Este
y el Consejo en Estados Unidos, mientras que los Consejos
de Europa Central y Occidental aún tienen a las familias
reales gobernando y tienen sus Consejos de Legisladores.
Como Brighid te dijo antes, es como la Reina de Inglaterra
con respecto a su Parlamento.

—¿Mi familia, todos están muertos? —preguntó Caleb


mientras las lágrimas seguían rodando por su rostro—.
¿Nadie sobrevivió?

—No, muchacho —respondió Manus, sacudiendo la


cabeza—. Nadie sobrevivió. Por eso nunca cruzó esto por mi
mente, ni siquiera cuando vi tus ojos de color violeta.
Sucedió hace décadas, y nunca había conocido a un Kyros
antes. Sólo recuerdo la noticia de cuando sucedió.

—Siento interrumpir —dijo Riley caminando por la


habitación y mirando a su alrededor a todas las caras
serias—. Pero uno de ellos, Jacob, sigue preguntando por el
Señor Caleb. ¿Alguien quiere explicármelo?
Caleb se levantó de su silla tan rápido que cayó al suelo
cuando corrió hacia el hombre que tenía las respuestas que
necesitaba. Al darse cuenta de que iba a chocar con Riley,
agarró al compañero de su mejor amigo y lo tiró encima de
su hombro.

—¿Qué coño te pasa, Caleb? —gruñó Riley cuando


Caleb entró en la sala de estar. Una vez frente a Jacob, puso
a Riley sobre sus pies y se acercó al hombre en el sofá que
parecía como si hubiera visto un fantasma.

—¿Es verdad? ¿Realmente soy un Kyros? —preguntó


Caleb en voz baja, haciendo caso omiso de los gritos de
asombro que recibió de Micah y Stefan a su derecha, cuando
se puso de rodillas—. Dime lo que sepas, Jacob, por favor.

—Te pareces a tu padre, mi Señor —susurró Jacob con


lágrimas en sus ojos cuando se acercó a tocar el rostro de
Caleb—. Eres un poco más alto, y tienes la nariz de Athena,
pero no hay ninguna duda en mi mente.

—Dijiste que rescataste al bebé, Caleb. ¿Qué pasó?


¿Cómo terminé en un orfanato americano?

—Los Dard asaltaron el palacio y mataron a todo el


mundo —dijo Jacob, y Caleb sintió que sus compañeros y
más gente se reunían en la sala de estar—. Ellos eran
primos, por lo que nadie se lo pensó dos veces antes de
dejarlos entrar por las puertas principales. Pero entonces
llegó más gente con ellos y empezaron a matar a los
guardias.

—¿Cómo lograste escapar, Jacob? —preguntó Brighid


mientras se sentaba al lado del hombre de aspecto frágil—.
¿Alguien más sobrevivió?

—Tu padre y yo estábamos en una reunión cuando


comenzó. —Jacob resopló, obviamente los recuerdos eran
dolorosos—. Yo llevaba su agenda y era su conductor, pero
también éramos amigos. Mi esposa, Wendy, era amiga de tu
madre y su dama de honor, a falta de un término mejor.
Cuando los guardias nos informaron de lo que estaba
pasando, el Señor Nicolas y yo corrimos a las suites reales.
Llegamos allí, y Athena ya estaba preparando una pequeña
bolsa para ti. Exigió que te tomara y huyera contigo por los
pasadizos secretos antes de que los Dard llegaran a tus
habitaciones.

—¿Por qué no fueron contigo? ¿Por qué no escaparon


todos? —preguntó Caleb, todo su cuerpo estremecido por el
dolor. Por mucho que le doliera el corazón y perdiera su
cordura por conocer los hechos, necesitaba saberlo.

—Athena era una mujer muy inteligente, Señor Caleb


—contestó Jacob en voz baja—. Sabía que si huían todos, los
Dard les darían caza. Tu padre estuvo de acuerdo, te besó
diciéndote adiós con lágrimas en los ojos, y luego se fue a
por su espada. Tenían la esperanza de darnos el tiempo
suficiente para salir y que nadie se diera cuenta de tu
ausencia con la confusión. Los Dard sabían de tu
nacimiento, por supuesto, y querían al único heredero
también muerto.

—Athena nos dijo cómo salir y dónde buscar refugio.


También envió a su prima, María, con nosotros, sabiendo
que tenía las conexiones y nos ponía ayudar. Tu madre
lloraba mientras te entregaba a mi Wendy, y nos hizo jurar
sobre nuestras vidas que haríamos todo lo que fuera
necesario para mantenerte a salvo. Cuando abrimos los
pasadizos, los Dard y sus seguidores ya venían de camino a
las habitaciones reales.

—Vi a tu madre, a quien amaba como a una hija, tomar


una espada que estaba encima de la repisa de la chimenea y
apresurarse a unirse a tu padre y sus guardias. Podían haber
huido con nosotros, pero no estaban dispuestos a correr ese
riesgo con tu vida. Se sacrificaron para darnos tiempo para
salvarte, Señor Caleb.

Caleb abrió la boca varias veces, y la volvió a cerrar


tratando de procesarlo todo y preguntar a la vez. Brighid se
debió dar cuenta, porque ella se hizo cargo.

—¿Cómo llegó Caleb a los Estados Unidos? —le


preguntó mirándolo, y Caleb asintió indicando que era lo
que estaba tratando de preguntar.

—Habíamos estado corriendo durante unas pocas


horas antes de llegar al lugar que Athena nos había dicho —
respondió Jacob, mirándose las manos.

—Tan pronto como llegamos al coche escondido, en el


que había documentos, dinero, y qué sé yo, salimos a la
carretera para llegar al Complejo del Consejo. En la ruta,
nos dimos cuenta de que nos estaban persiguiendo. Los
Dard finalmente habían descubierto que el Señor Caleb no
estaba en el palacio y se dieron cuenta de que nos habíamos
ido.
—Decidimos dividirnos, Wendy y yo a pie, y María en
el coche contigo. Acordamos con María que como no
sabíamos hasta que punto llegaba la traición, existía la
posibilidad de ir derechos a una trampa sin darnos cuenta.
Ella pasaría a la clandestinidad contigo y se pondría en
contacto con nosotros en un par de semanas para ver si era
seguro llevarte al Complejo del Consejo.

—Wendy y yo apenas pudimos llegar al Complejo antes


de que los Dard aparecieran. Realmente el Consejo no tenía
ni idea de lo que estaba pasando. Los Dard que estaban a las
puertas fueron puestos bajo custodia, mientras que a los
otros se les dio caza. El Consejo envió guardias detrás de
María para lograr ponerte a salvo. La hallaron muerta en el
coche a un lado de la carretera, y tú no estabas.

—¿Así que nadie sabe lo que me pasó después de eso o


si aún estaba con vida? —siempre se había preguntado las
razones por las que lo dejaron con las monjas en los Estados
Unidos, pero ahora todo tenía más sentido, sabiendo que
había gente que lo quería muerto.

—El Consejo recibió un críptico mensaje de una


llamada anónima diciendo que estabas a salvo —contestó
Jacob, sacudiendo la cabeza—. María había sido seguida y te
entregó a una pareja de vampiros que encontró, diciendo
que estabas en peligro y que te dejaran en un lugar seguro
donde nadie supiera quién eras. El mensaje decía que
estabas a salvo en San Miguel, eso era todo.

—Ese fue el orfanato en el que crecí —susurró Caleb


mientras las lágrimas seguían cayendo—. ¿Por qué nadie
vino a por mí? ¿Por qué me dejaron crecer con los seres
humanos?
—El Consejo te buscó, mi Señor —respondió Jacob
mientras todo el cuerpo de Caleb empezaba a temblar—.
Wendy y yo ayudamos a buscarte por todo el continente, en
cualquier lugar que se llamara San Miguel que pudimos
encontrar. Nunca cruzó por nuestras mentes buscarte en
América. Pero al menos estabas a salvo y fuera de peligro.
Me sorprende que nadie se lo imaginara antes. Pero si eres
un guerrero, entonces, algunos del Consejo han tenido que
verte y deberían haberlo sabido.

—¿A salvo? ¿Llamas a lo que me pasó estar a salvo? —


gruñó Caleb, poniéndose en pie, dándose la vuelta y
arrancándose la camisa—. ¿A esta mierda le llamas estar a
salvo?

—¡Dios mío! —exclamó Jacob, levantándose y tocando


de nuevo a Caleb—. Mi Señor, ¿qué pasó?

—Creían que era la semilla del diablo —gritó cuando se


dio la vuelta y golpeó la mano de Jacob alejándola—. Me
dejaron en la puerta de un orfanato con una nota que decía
que mi nombre era Caleb. ¡No tienes ni puta idea de lo que
me hicieron! Tenía unos ojos de color violeta que no
parecían humanos, y marcas en la espalda que no eran
tatuajes. Trataron de sacarme el mal.

»Cuando tenía diez años, las monjas llamaron a varios


especialistas que intentaron de todo, desde exorcismos a
ácido. Me azotaron y trataron de cortar las marcas. Una de
ellas quería que mataran al ‘engendro de Satanás’, pero la
madre superiora puso fin a eso. Pasé por mi transición solo
y asustado, mientras las monjas hicieron todo lo posible
para detenerla. Pensaban que el diablo estaba finalmente
tratando de llegar a mí.
—No lo sabíamos, mi Señor —sollozó Jacob cayendo de
rodillas—. Juro por mi vida que tratamos de encontrarte.
Nunca dejamos de intentarlo, incluso después de mudarnos
a Irlanda y tratar olvidar los horrores del pasado.

—Dios mío, es realmente cierto —exclamó una mujer


desde la puerta principal—. Dillon llamó para decirme que
Jacob fue rescatado, pero estaba divagando sobre un Señor
Nicolas, y pensé que algo podría estar mal con él. Le
pregunté a quién estaba llamando Nicolás, y me dijo que a
uno de los guerreros de los Estados Unidos.

—Caleb ha sido encontrado, Wendy —gritó Jacob


poniéndose en pie y dirigiéndose a su esposa. Caleb se
estremeció con la confusión emocional. Estas eran personas
buenas, que obviamente habían intentado con todas sus
fuerzas mantenerlo a salvo, y parecía que realmente habían
amado a sus padres. Pero eso no borraba los recuerdos y las
pesadillas que todavía tenía. Tampoco lo ayudaba a lidiar
con lo que acababan de contarle.

—Mi Señor Caleb, nos pondremos inmediatamente en


contacto con el Consejo para decirles que te han encontrado
—dijo Wendy con una sonrisa arrodillándose delante de él—
. Es un gran día para nuestra especie, este en que el legítimo
gobernante ha vuelto.

—¿Qué? —preguntó Caleb, mirando a Wendy como si


le hubiera crecido una segunda cabeza—. No soy un
gobernante. No puedo liderar a la gente o pertenecer al
Consejo.

—No estarás en el Consejo, Mi Señor —dijo Jacob


mientras sostenía a su esposa y se trasladaba al sofá—.
Serás el Jefe, como lo fue tu padre.

—No puedo hacer eso —balbuceó apartándose, ya que


todos lo miraban fijamente—. No soy nadie. Ni siquiera
tengo apellido.

—Ahora sí, muchacho —dijo Brighid suavemente, se


puso de pie y se dirigió hacia él. Caleb levantó las manos
como si quisiera alejarse, sintiendo como si la casa se
cerrara sobre él.

—Voy a informar al Consejo —dijo Manus saliendo de


la habitación, y la cabeza de Caleb empezó a girar.

—No pensé que estarían muertos —murmuró Caleb, y


se centró en Brighid. Ella había sido muy amable con él. Lo
entendería—. Pensé que no me querían. Quiero decir, los
vampiros no tienen orfanatos, así que simplemente pensé
que no me querían y por eso me dejaron con los seres
humanos.

—Pero ahora sabes la verdad, muchacho —dijo Brighid


lentamente a medida que daba un paso hacia él—. Ahora es
el momento de ser lo que realmente eres, Caleb.

—Quiero irme a casa —respondió Caleb, mirándolos de


uno a uno, ya que sus rostros comenzaban a mezclarse.
Encontró a Micah entre el mar de gente y se dirigió a él—.
Llama a Desmond. Él sabrá qué hacer y regresaré a casa.
Necesito a Desmond y a Elena.

—¿Ya nos quieres dejar? —jadeó Liam, y comenzó a


llorar. Lorcan comenzó a caminar hacia Caleb, el dolor se
reflejaba en su rostro—. Pensé que nos querías para
siempre.
—Os quiero —respondió Caleb, un paso más lejos. Ni
siquiera había pensado en meter a sus nuevos compañeros
en la ecuación, con todo lo que estaba sucediendo—. No
puedo manejar todo esto. Sólo quería respuestas, ahora
estoy acoplado y se supone que tengo que gobernar. No
puedo hacer eso. Sólo quiero irme a casa con mis
compañeros.

—¿Quieres irte a los Estados Unidos? —preguntó


Lorcan pasando un brazo por los hombros de su hermano
gemelo—. ¿No a Grecia?

—No, sí, no lo… —Caleb empezó a responder, pero


perdió su habilidad para hablar y su cabeza le estallaba. Se
volvió para mirar a Micah en busca de ayuda.

—Caleb, no le puedes dar la espalda a esto, amigo —


dijo Micah suavemente mientras se movía hacia él. Sintió
cómo sus ojos se ampliaban por lo que había dicho su
amigo. Si alguien debería haber estado en el lado de Caleb,
ese debería haber sido Micah.

—Acabo de contactar con nuestro Consejo y les he


hecho saber lo de Caleb —dijo Manus mientras entraba en
la sala de estar—. Ellos están deseando que vuele a Grecia
inmediatamente.

Eso fue todo lo que se necesitó para impulsar a Caleb


sobre el borde. Se saturó, sacudiendo la cabeza mientras la
gente seguía haciéndole preguntas para las que no tenía
respuestas. Caleb sintió que la pared golpeaba su espalda
mientras sus compañeros trataban de tocarlo, no era capaz
de oír lo que decían sobre sangre corriendo por su cabeza.
Pensó que podría estar teniendo un ataque al corazón, ya
que el pecho comenzó a dolerle, y se agarró el pectoral
izquierdo.

—¡Que todo el mundo deje de gritar, tiene una crisis! —


Riley gritó tan fuerte que incluso Caleb registró sus
palabras. Cuando todo el mundo se centró en el doc, Caleb
respiró. Corrió hacia la puerta principal y a tres pasos del
porche sus piernas cedieron. Aterrizando a cuatro patas,
empezó a vomitar sin control hasta que las luces destellaron
detrás de sus ojos. Y entonces todo quedó a oscuras al caer a
un lado hecho un ovillo.

—¡Caleb! —Lorcan gritó mientras miraba a su


compañero caer y comenzar a vomitar. Liam y él salieron
corriendo por la puerta hasta el porche donde estaba su
compañero. Lo atraparon justo antes de que su cabeza
golpeara el suelo—. Caleb, necesitamos que te calmes, bebé.

—Está fuera —dijo Riley mientras se arrodillaba frente


a él, poniendo los dedos en su cuello—. Se ha desmayado,
probablemente tenía un ataque de pánico y se asustó aún
más.

—¿Va a estar bien? —preguntó Liam, las lágrimas


corrían por su rostro mientras tomaba la mano de Caleb en
las suyas—. ¿Cómo podemos ayudarlo?

—Debería estar bien. Su pulso es rápido, pero más


calmado ahora —respondió Riley mientras se frotaba las
manos por la cara—. Esto es demasiado para que cualquiera
lo maneje, y después de todo lo que Caleb ha pasado, se
rompió. Lo siento, estaba ocupado con los otros
sobrevivientes y no lo vi venir hasta que fue demasiado
tarde. Me sorprendí al escuchar todo eso, y no estaba
enfocado.

—Él despertará y no estará ido, ¿no? —Lorcan le


preguntó mientras movía la cabeza de Caleb a su regazo y
pasaba los dedos por el cabello de su pareja—. Quiero decir,
¿esto no es permanente?

—No, despertará cuando su cuerpo se calme —


respondió el doctor, dándoles una débil sonrisa—. Caleb
necesita procesar todo lo que está pasando, más los
añadidos, ¿de acuerdo? Sé que tenéis preguntas para él,
sobre todo porque sois sus compañeros, pero tendréis que
controlarlas. Permitidle que se enfrente a esto, y entonces
podrá decidir lo que hará después.

—Se supone que debe estar de camino a Grecia —dijo


Manus cuando todos los demás se unieron a ellos—. No
tiene tiempo para decaer.

—Pues está todo jodidamente mal, porque lo acaba de


hacer. —Riley gruñó y le hizo un gesto a su compañero—.
Que todos retrocedan. Vuelve a llamar al Consejo y diles que
todavía no va a ninguna parte.

—Cuidado con cómo me hablas, doc —respondió


Manus, y Lorcan vio la ira en los ojos de su padre—. Sé que
eres amigo del muchacho, pero ahora tiene
responsabilidades.

—No doy el culo de una rata por lo que tu Consejo crea


que Caleb debería hacer —gritó Riley poniéndose en pie y
delante de la cara de Manus—. No tienes idea de lo que
Caleb ha pasado. Ni siquiera yo lo sé todo, pero sí sé que les
dio a tus hijos una versión abreviada, además de algunas
otras cosas.

—¿No nos lo contó todo? —preguntó Manus, abriendo


mucho los ojos mientras su rostro palidecía.

—Todavía tiene pesadillas, pesadillas violentas que no


ha podido olvidar, y se despierta empapado, pidiendo ayuda
a gritos —dijo Riley. Lorcan vio al compañero del doc,
Micah, llegar y rodear con sus brazos a su compañero más
pequeño—. Y después de todos estos años, finalmente se
entera de quién es para descubrir que toda su familia está
muerta. Entonces va todo el mundo y le exige que deje toda
su vida, todo lo que ha conocido, y que tome el liderazgo del
Consejo de la Europa del Este. Agregando que también hoy
acaba de encontrar a sus compañeros.

—Sí, es demasiado para que un muchacho lo maneje —


asintió su esposa mientras ponía su mano sobre el brazo de
Manus—. Tenemos que darle tiempo al muchacho. Llama al
Consejo y cuéntaselo. Es el compañero de tus hijos, mi
amor.

—Tienes razón, como siempre, mi ángel —dijo Manus


mientras la abrazaba. Lorcan sintió reducirse un poco la
tensión que Liam y él habían estado conteniendo para
proteger a Caleb.

—¿Le has dicho al Consejo que Caleb está acoplado? —


preguntó Lorcan suavemente mientras tomaba la mano de
Liam en busca de apoyo—. ¿Vamos a perderlo?

—No, muchacho, vosotros también iréis a Grecia —


respondió Manus sonriéndoles—. Vuestro compañero os
necesitará ahora más que nunca. Va a necesitaros a cada
paso del camino.

—No vamos a fallarle —susurró Liam apretando la


mano de Lorcan con fuerza—. Iremos donde Caleb quiera
que vayamos.

—Sí mamá, papá y tú tenéis que subiros a un avión —


dijo Stefan por teléfono mientras salía al porche con
Patrick—. Un sobreviviente reconoció a Caleb como el
heredero de Nicolas Kyros.

Lorcan casi se echa a reír al oír la exclamación de la


madre de los hermanos Marius cuando Stefan se apartó el
móvil de la oreja. El guerrero negó antes de volver a
ponérselo al oído.

—No, no vamos a dejar que le pase nada, mamá —


respondió Stefan mientras Micah se reía—. Te lo prometo.
Sí, lo saben y han contactado con el Consejo. Bueno, te
pondré con él. ¿Riley? A mamá le gustaría hablar contigo.

—¿Sí, Elena? —dijo Riley con una sonrisa después de


tomar el teléfono—.Tuvo una crisis, probablemente un
ataque de pánico. Sí, no voy a dejar que nadie lo obligue a ir
a ninguna parte, ordenes del doctor. Elena, cálmate, te
prometo que Caleb está bien. Simplemente se desmayó
después de lanzar toda la emoción. Lo vigilaré hasta que
llegues.

—Nuestra madre es como una mamá osa con Caleb —


explicó Micah mientras sonreía ampliamente—. Por eso
Stefan hizo la llamada.

—Sí, gracias por eso, cabrón —murmuró Stefan


haciéndole un gesto a Riley para que siguiera hablando con
su madre—. Me estaba volviendo loco. Ni siquiera le dio el
teléfono a papá. Todo lo que podía oír era como ladraba sus
órdenes, y exigía que Caleb no subiera al avión. Incluso
soltó varios juramentos.

—¿Dijo palabrotas? —Micah se reía, sus ojos


ampliándose.

—Es Caleb. —Stefan se encogió de hombros cuando


Riley finalmente terminó la llamada—. Sabes que es familia,
incluso si no es de sangre.

—Amo a tu madre —Riley se rio mientras le entregaba


a Stefan el teléfono—, pero, maldita sea, esa mujer muerde
cuando no le gusta una respuesta.

—Mirad, esto es divertido y todo, pero ¿podríais


frenaros al menos hasta que dejemos a Caleb en una cama?
—gruñó Lorcan, que ya había soportado suficiente cantidad
de bromas a su alrededor. Su control pendía de un hilo y
podía sentir el miedo de su gemelo por que pudieran perder
a su pareja.

—Oh, mierda, lo siento —dijo Micah, que tuvo la


decencia de mirar avergonzado—. Lo siento, todavía estoy
recuperándome de que mi mejor amigo sea el ‘Gran Premio’
de Europa.

—Lo comprendemos —dijo Liam con suavidad, cuando


Stefan y Micah levantaron a su compañero—. Sólo quiero
que no nos deje o no nos desee.

—Caleb ha sido mi mejor amigo durante más de treinta


años, Liam —respondió Micah suavemente—. Nunca lo he
visto mirar a nadie de la forma que os mira a vosotros. No
hará nada sin antes hablarlo con los dos. Dadle un poco de
tiempo, ¿de acuerdo?

—Sí, podemos hacer eso —suspiró Lorcan mientras


ayudaba a su gemelo a levantarse—. Es que nos sentimos
inútiles por no poder ayudarlo.

—Todos nos sentimos así, Lorcan —dijo Riley mientras


seguía a los guerreros que llevaban a su compañero a la
casa. Lorcan sabía que Liam haría cualquier cosa por Caleb,
pero ¿cómo coño puedes ayudar a tu pareja cuando todo su
mundo se ha puesto patas arriba?
Caleb gimió al sentir dos suaves lenguas lamiendo su
polla mientras alguien masajeaba su saco. Abrió los ojos
para ver la atención que Liam y Lorcan le prodigaban a su
cuerpo desnudo. Suavemente, se agachó y pasó los dedos
por sus hermosos cabellos rojos.

—Te dije que era una buena manera de despertarlo. —


Liam se rio y le dio un guiño a Caleb.

—¿Tenéis una marca en el hombro? —preguntó Caleb


con el aliento que le quedaba después de jadear por el
intenso placer que le estaban dando.

—Solamente uno de nosotros —dijo Liam con una


sonrisa—. Es la única manera de que quien sea pueda
distinguirnos.

—Oh, fóllame —exclamó Caleb cuando Lorcan ingirió


la mitad de su polla.

—Todavía no, compañero. —Liam se rio mientras se


movía en la cama. Caleb agarró a su compañero por detrás
de la cabeza y lo arrastró hasta sus labios. Liam se fundió
con él mientras se besaban apasionadamente. Cuanto más
lo chupaba Lorcan, más desesperadamente metía Caleb la
lengua en las profundidades de la dulce boca de su
compañero—. Bueno, esto es un infierno de buenos días.

—Estaba pensando lo mismo. —Gimió cuando sintió


que sus huevos se contraían—. Lorcan, voy a correrme,
bebé.

—Eso es lo que queremos. —Liam ronroneó mientras


lamía la marca de acoplamiento en el cuello de Caleb—.
Queremos darle a nuestro caliente compañero un poco de
diversión.

—Entonces muérdeme, mi amor —susurró Caleb


mientras miraba a los ojos plata de Liam—. Reclámame de
nuevo. Necesito sentirte.

—Con mucho gusto —se quejó Liam antes de hundir


los colmillos en su piel.

—Sí —susurró mientras sentía a su compañero beber


de él. Su polla explotó en la boca de Lorcan, mientras
sostenía a su otro compañero en su lugar. Caleb gimió, ya
que cada movimiento de su orgasmo lo golpeaba más y más
duro. Cuando finalmente terminó, Lorcan seguía lamiendo
la ablandada polla, limpiándola. Liam levantó la cabeza y
lamió la mordedura, cerrándola—. Yo también quiero darles
placer a mis compañeros.

—He cuidado de mí mismo —se rio Lorcan mientras


sostenía la mano que estaba cubierta con su propia semilla.
Caleb se sentó para atraer a su compañero a su lado. Tan
pronto como Lorcan estuvo en el otro lado, Caleb llevó la
mano a su cara y lamió su semen. Caleb se quejó con el
sabor a tarta de moras y miel que traspasaba sus papilas
gustativas—. Me estoy poniendo duro otra vez, compañero.

—No estábamos seguros de si estarías listo para


nosotros, pero a pesar de todo lo que había ocurrido, te
queríamos —dijo Liam en voz baja, y Caleb sintió que se
congelaba. El día de ayer lo golpeó como una tonelada de
ladrillos, y de repente no estaba pensando en el sexo.

—No puedo respirar —exclamó Caleb, cuando su


corazón empezó a correr de nuevo. Trató de sentarse y
levantarse de la cama, pero se enredó en las sábanas.

—Shhh, Caleb, todo va a estar bien —le susurró Lorcan


mientras le pasaba las manos por la espalda—. Quédate con
nosotros, compañero.

—Concéntrate en respirar —dijo Liam dulcemente


mientras le acariciaba el pecho.

—Me falta el aire —dijo Caleb mientras se desenredaba


y se arrastraba de la cama—. Sé que estáis tratando de
ayudarme, pero no dejo de sentir claustrofobia, y estar
rodeado no me ayuda.

—Lo sentimos —susurró Liam mientras sus ojos se


llenaban de lágrimas—. Solo queríamos hacerte sentir bien.

—Lo sé, y os lo agradezco. —Caleb asintió cuando


encontró sus pantalones y se los puso. Se quedó helado
cuando vio a sus dos compañeros magníficos, desnudos, y
abrazados, que lo miraban con tanta tristeza en sus ojos. Se
inclinó y les dio un beso a cada uno suavemente—. Lo
siento. Os juro que no estoy tratando de ser un hijo de puta
y alejaros. No dejo de entrar en pánico, y las paredes se
cierran a mí alrededor.

—¿Cómo podemos ayudarte? —preguntó Lorcan


quedamente, quedándose muy quieto—. Dinos lo que hacer,
Caleb, y lo haremos.

—¿Tener paciencia conmigo? —preguntó Caleb, no


muy seguro de lo que realmente necesitaba—. ¿No me
dejareis porque no estoy manejando todo esto muy bien?

—No nos vamos a ningún lado, Caleb —respondió


Liam mientras se acercaba lentamente al borde de la cama.
Se arrodilló frente a Caleb y tomó su cabeza entre sus
manos—. Seremos tan pacientes como necesites, ¿de
acuerdo? Eso sí, no nos dejes fuera.

—Nunca le he permitido a nadie entrar, no sé cómo


hacerlo —dijo Caleb mientras sentía que sus propias
lágrimas ardían en sus ojos—. Estaríais mucho mejor sin mí.

—No, Caleb —jadeó Lorcan, pero Caleb de repente no


podía seguir allí. Echó un vistazo entre los dos, sintiendo el
horrible dolor que les causaba, antes de darse la vuelta y
abandonar la habitación—. ¡Caleb!

Su corazón se rompió al oír el dolor en la voz de Lorcan


cuando lo llamó, pero no sabía cómo arreglar eso. En
cambio, corrió hacia la puerta principal.

—¿Caleb, estás bien, muchacho? —preguntó Brighid,


agarrándolo del brazo cuando iba a pasar de largo.

—No, no, no estoy bien, Brighid —se rio Caleb, pero no


en el buen sentido—. Estoy tan jodidamente perdido que ni
siquiera es gracioso. Soy un desastre de hombre, y ellos no
se merecen eso.

—Eso lo decidirán ellos, ¿no te parece? —contestó ella,


levantando una ceja—. Permíteles ayudarte, muchacho.

—No creo que haya ningún tipo de ayuda para mí —


dijo mientras se alejaba suavemente. Antes de que ella
pudiera decir nada más, Caleb salió por la puerta principal
al aire fresco. Por fin sentía que podía respirar. Se inclinó y
apoyó las manos sobre sus muslos mientras respiraba
profundamente varias veces. No podía conseguir que su
corazón dejara de correr ni llevar suficiente aire a sus
pulmones.

—Más despacio, Caleb —ordenó Riley agachándose


delante de él. Caleb miró a su amigo y médico a sus
brillantes ojos azules haciendo lo que le había ordenado—.
Respiraciones lentas y profundas. Eso es todo en lo que
tienes que enfocarte. Aquí no hay nada ni nadie. Imagínate
tu pecho subiendo y bajando con el aire.

—Gracias —susurró Caleb varios minutos más tarde,


cuando sintió el latido de su corazón normalizarse—. ¿Qué
me está pasando, Riley?

—Aunque no lo parezca, has sufrido un trauma —dijo


Riley con cuidado, mientras ambos se ponían de pie
lentamente—. La mente solo puede aceptar cosas hasta
cierto punto, Caleb. Has tenido un exceso de noticias
traumáticas. Tu mente se está volviendo loca, junto con tus
emociones, tratando de ponerse al día.

—¿Qué debo hacer?

—Seguir respirando —contestó Riley mientras señalaba


a la granja—. Da un paseo y despeja tu cabeza. Permítele a
tu sique aceptar lo que ha ocurrido, y luego sigue a partir de
ahí, ¿vale?

—¿Sólo pasear? —preguntó Caleb, no estaba seguro de


lograr nada con eso.

—Tu cerebro necesita descomprimirse después de toda


la información y las emociones que experimentaste ayer por
la noche. Date tiempo para adaptarte y pasar a través de lo
que has descubierto. Luego da el siguiente paso.

—Haces que parezca tan fácil —susurró Caleb mientras


veía a la gente saliendo al porche delantero—. Todo el
mundo quiere de mí respuestas o decisiones que no puedo
darles.

—Deja que Micah y yo nos preocupemos por eso —dijo


Riley, dándole un pequeño empujón para alejarlo de la
casa—. Desmond y Elena estarán aquí pronto. Despeja tu
cabeza y procésalo todo antes de que Elena llegue hasta su
bebé, tú.

—Buen punto —rio Caleb entre dientes mientras le


sonreía a Riley—. Estoy muy feliz de que Micah y tú os
hayáis encontrado el uno al otro. Eres un compañero
maravilloso para él.

—Él cuida de mí —respondió Riley con un guiño, y


luego se dirigió hacia la casa.

Caleb se dirigió a los campos, de forma deliberada no


miró a la casa donde se sentía atrapado. Mientras caminaba
alrededor y se empapaba del hermoso paisaje, empezó a
relajarse. Sabía que no había manera de que pudiera hacer
frente a la idea de liderar a todos los vampiros de Europa
del Este, por lo que se enfocó en lo que Jacob le había dicho.

Se sentía tan bloqueado por todo. Había pasado toda


su vida preguntándose por qué sus padres no lo habían
querido, y ahora encontraba que se habían sacrificado para
salvarlo. Eso era suficiente para fundir su cerebro. Se abrió
camino a través de este nuevo descubrimiento, mientras
caminaba durante mucho tiempo. Una parte de él estaba
muy contento de saber que había sido amado, y otra parte
estaba dolida por la familia que podría haber tenido, pero
que le fue arrebatada.

Y eso lo llevó a sus compañeros. Ellos querían ser su


familia y lo amaban. Pero no tenía ni puta idea de cómo ser
una familia. ¿Qué sabía acerca de las relaciones amorosas?
Como si los poderes le estuvieran dando una señal,
Desmond y Elena se detuvieron a un lado de la carretera,
tocando el claxon para llamar su atención. Y Caleb se dio
cuenta de que tenía un ejemplo exacto de cómo debían
amarse los compañeros unos a otros.

—Caleb, ¿qué estás haciendo aquí? —preguntó Elena


mientras saltaba del asiento del pasajero y corría hacia él—.
¿Qué pasó? ¿Estás bien?

—Estoy mejor ahora —respondió Caleb mientras la


abrazaba con fuerza—. Gracias por venir.

—Caleb, eres de la familia, por supuesto que


vendríamos —respondió con suavidad, poniéndose de
puntillas para besarle la mejilla. Bueno, no lo habría
conseguido sola, pero Caleb sabía lo que quería y se había
inclinado hacia abajo. Elena Marius era una mujer feroz, a
pesar de su engañosa estatura—. Puede que no seas de
nuestra sangre, pero siempre has sido un hijo en nuestros
corazones.

—¿Cómo lo llevas? —preguntó suavemente Desmond


acercándose—. Stefan le contó todo a Elena, y ella me puso
al tanto.

—Es demasiado —susurró Caleb mientras sentía las


lágrimas otra vez—. Tengo compañeros, y ahí hay
problemas con mi tamaño, son tan pequeños… Y entonces
estoy tratando de solucionar eso, cuando me entero de que
soy una especie de Rey, y que mis padres murieron
luchando para darme la oportunidad de escapar. Quiero
decir, ¿cómo proceso todo eso?

—Vamos a averiguarlo, hijo —respondió Desmond


mientras sostenía a Caleb en un abrazo—. Iremos paso a
paso, ¿de acuerdo? Eso es lo que vamos a hacer, avanzar de
paso en paso.

—¿Cómo? Hay tantas cosas, que tengo problemas para


saber por dónde empezar —admitió Caleb mientras
abrazaba al único padre que jamás había tenido realmente—
. Y tienen tantas preguntas para mí. Y el Consejo me quería
en Grecia ayer, para que gobernara. No puedo hacer eso,
Desmond.

—Hey, no te vayas a poner histérico ahora —dijo Elena


con firmeza mientras ponía su brazo en el de Caleb—. En
primer lugar, vamos a la casa y conozcamos a esta familia.
Me muero por ver a los hombres que te ha dado el destino.

—Pero ellos quieren respuestas —dijo Caleb,


sacudiendo la cabeza—. Cuando estoy allí, es como si las
paredes se cerraran sobre mí.

—Eso fue antes de que yo estuviera aquí. —Elena


sonrió brillantemente y Caleb se dirigió hacia el coche—.
Ahora estoy aquí, y tú sabes que nunca permitiría que nadie
te hiciera daño o te forzara, ¿no?

—Sí, lo sé —respondió Caleb deteniéndose junto al


coche—. Eres la madre que nunca tuve. Quiero decir, que
nunca supe que tenía o...

—Caleb, para —susurró ella, interrumpiéndolo—. No


vamos a tratar con nada de eso todavía, ¿de acuerdo? En
este momento, me vas a presentar a tus compañeros y a su
familia. Eso es una sola cosa. Después de eso, pasaremos a
la siguiente. Puedes manejar esto, ¿verdad?

—Puedo hacerlo —respondió, tomando una respiración


profunda—. Quiero que conozcas a Liam y Lorcan. Son muy
hermosos y llenos de vida, Elena. No sé cómo dejarlos
entrar o ser un buen compañero.

—No vamos a preocuparnos por eso todavía —dijo


Elena con firmeza mientras ponía su mano sobre la boca de
Caleb—. Desmond y yo sólo vamos a su conocerlos.

—Sabía que todo estaría bien una vez que estuvierais


aquí —dijo Caleb con una risita, la mano aún en su boca.

—Por supuesto que sí, todo lo que necesitabas es a


gente de confianza para ayudarte. —Ella le sonrió mientras
él sostenía la puerta del coche abierta para que ella entrara
en el asiento trasero. Elena se acercó por su espalda y le
tomó de la mano durante unos minutos hasta que se
detuvieron en el camino de entrada. Salieron del coche y al
instante Elena estaba allí rodeándolo con su brazo.

—Gracias —dijo suavemente mientras la miraba.

—Gracias por confiar en nosotros para ayudarte y


hacer que nuestros chicos nos llamaran —respondió ella con
un guiño. Caleb se volvió hacia la casa y todas las personas
de pie en el porche se quedaron inmóviles. Elena debió
sentir su aprehensión, ya que frotó sus manos por su
brazo—. Nosotros sólo vamos a conocer a tus compañeros,
¿verdad?

—Correcto —respondió, forzándose a poner un pie


delante del otro—. ¿No podemos simplemente quedarnos
aquí? Dentro me siento atrapado.

—Brighid —gritó Elena a la mujer mientras le daba un


guiño a Caleb—. ¿Tienes un porche en la parte de atrás,
donde todo el mundo pueda hablar y estar al aire libre?

—Por supuesto —sonrió Brighid pillándolo, antes de


girarse hacia los demás—. Muy bien, muchachos, todo el
mundo que de la vuelta y vaya atrás.

Caleb empezó a relajarse cuando Elena le llevó


alrededor de la casa, Desmond a su derecha. Brighid estaba
en el borde del porche trasero en las escaleras, y les sonreía.
Siguió recordándose a sí mismo que todo lo que iba a hacer
era presentar a todo el mundo.

—Bienvenido de nuevo, muchacho —le susurró Brighid


y lo besó en la mejilla antes de volverse a abrazar a Elena—.
Me alegro de conocer a la madre de estos muchachos tan
educados.

—Es bueno saber que se han estado comportando. —


Elena se rio y todo el mundo la saludó, Caleb parado en los
escalones—. Ahora, quienes son los niños afortunados que
se han acoplado con nuestro Caleb?

—Esos somos nosotros, señora —dijo Liam mientras


daba un paso hacia delante con Lorcan, sus ojos nunca
dejaron a Caleb.

—Tenías razón, Caleb, son muy guapos —dijo Elena


antes de abrazarlos y susurrarles algo al oído. No estaba
seguro de querer saberlo en ese momento, pero lo que ella
les había dicho, hizo que ambos sonrieran y se relajaran.

—Hemos llamado a nuestro Consejo —comenzó a decir


Manus, pero Elena lo interrumpió.

—No estamos hablando de eso todavía —Elena le


informó con firmeza—. Estamos haciendo las
presentaciones y conociendo a los compañeros de nuestro
hijo.

—Sí, ella es la versión americana de nuestra


compañera. —Se rio entre dientes Michan dándole un
codazo a su hermano gemelo.

—Puedo verlo —respondió Manus mientras le sonreía a


Elena. Luego se volvió al resto del grupo—. A ver, como no
estáis involucrados en esto, es mejor que nos dejéis,
muchachos.

—¿Pueden quedarse Liam y Lorcan? —preguntó Caleb,


porque no quería que sus compañeros se quedaran fuera de
la conversación que les afectaba.

—¿Nos quieres aquí? —Liam respondió, sus cejas se


alzaron hasta la línea de su cabello. Sin un pensamiento en
su cabeza, Caleb se movió y envolvió sus brazos alrededor
de ellos.

—Lo siento —susurró, abrazándolos con fuerza—. Sí,


quiero que estéis aquí conmigo, aunque no sé si puedo
daros lo que necesitáis.

—Nada de eso, Caleb —dijo Elena suavemente, pero al


mismo tiempo con firmeza —. Nos hemos reunido todos, y
de momento sólo vamos a hablar acerca de tu paseo, ¿de
acuerdo?

—Sí, Elena —Caleb rio sintiendo que su corazón se


ralentizaba. Sus compañeros lo llevaron a uno de los
asientos que había en el porche y se sentaron cada uno a un
lado de él. Caleb sintió que su ritmo cardíaco se aceleraba
cuando miró a su alrededor y vi que todos lo miraban
fijamente.

—Oye, céntrate en mí, hijo —dijo Desmond en voz baja


mientras ponía una silla cerca de ellos—. Aquí nadie te está
juzgando ni quiere nada de ti. Queremos ayudarte, Caleb.

—Sí, Desmond está en lo cierto. —Brighid sonrió


mientras se sentaba entre sus compañeros. Caleb asintió,
respiró profundamente y miró a su alrededor. Micah, Riley,
Stefan, Patrick, Remus, y Noah estaban allí, y eran sus
amigos. Dillon y sus compañeros, y el resto de los gemelos
habían vuelto a entrar.

—Ahora, ¿en qué pensaste mientras caminabas? —le


preguntó Elena mientras se sentaba en el regazo de
Desmond.

—En que me sentía en conflicto —respondió


lentamente, sus ojos danzando alrededor hasta que Elena lo
saludó con la mano. Caleb se centró en ella mientras le
indicaba que solo le prestara atención a ella. Tomando
profundas respiraciones, apretó las manos de sus
compañeros y habló con Elena—. Toda mi vida, pensé que
mi familia no me quería y por eso me habían dejado en el
orfanato. Y ahora sé que no es cierto, pero no estoy seguro
de qué hacer con esa información.
—Estás feliz de saber que te querían, pero triste porque
tus padres están muertos, mientras que antes, era algo que
no sabías —dijo Elena, más como una afirmación que como
una pregunta.

—Sí, así es como me siento —respondió, mirando hacia


abajo a sus manos en su regazo que se cada aferraban a las
de sus compañeros—. ¿Está mal hacer duelo por la familia
que podría haber tenido? Siento la pérdida, pero ni siquiera
los conocía.

—¿Me permites? —le preguntó Riley a Elena, que miró


a Caleb buscando su aprobación. Asintió, sabiendo que
Riley podría ser capaz de ayudarlo—. Me hablaste de
algunas de tus pesadillas, Caleb. Recuerdo una en la que tus
padres finalmente llegaron a rescatarte de las monjas, pero
luego terminaron haciendo lo mismo, ya que pensaban que
eras el diablo.

—Si —le susurró Caleb, y sus ojos empezaron a


empañarse de lágrimas. No podía creer lo jodidas que
estaban sus emociones desparramándose por todo el lugar.
¿Por qué no terminaba de ponerlas bajo control?

—Estás llorando porque ahora sabes que si tus padres


hubieran estado vivos, nunca hubieran dejado que eso
sucediera —dijo Riley con suavidad, y Caleb vio a Elena
asentir—. Probablemente estabas enojado con ellos por tu
infancia, hasta que te enteraste que no fue culpa suya, que
dieron su vida para mantenerte a salvo, por lo que tus
emociones se están descontrolando dentro de ti.

—Sí, más o menos lo resume todo. —Caleb rio mientras


se limpiaba los ojos con el antebrazo—. Pero entonces
estaba pensando en la oportunidad que tengo ahora de
tener una familia con mis compañeros. Y me quedé
pensando qué diablos sabía yo de ser miembro de una
familia, o de acoplamientos.

—Caleb —susurró Elena, pero siguió hablando,


mirándola fijamente.

—Y como si me hubieran dado una bofetada, Desmond


y tú os detuvisteis —concluyó, sonriendo—. Me di cuenta
que sí sé lo que es ser parte de una familia y he sido testigo
de lo que es estar acoplado. Pero entonces pensé que tal vez
algo fallaba en mi interior. Estoy tan asustado de dañar a
Liam y a Lorcan, y ni siquiera estoy hablando físicamente.
Pero Desmond y tú estáis juntos con tanta facilidad, que me
pregunto si yo estoy roto.

Caleb se sorprendió cuando Elena miró a Desmond y


se echó a reír histéricamente. Entonces se dio cuenta de que
todo el mundo, además de sus compañeros, también estaba
riendo.

—No estás roto, hijo. —Desmond se rio entre dientes


mientras trataba de controlar su risa y abrazaba a Elena—.
Encontrar a tu pareja no significa que todo se coloque en su
lugar.

—Eres un maravilloso, cariñoso y divertido hombre,


Caleb —dijo Elena mientras se deslizaba de las rodillas de
Desmond y se acercaba a él, sosteniendo la cara de Caleb en
sus manos—. Pero eres un estúpido, mi querido muchacho.

—Esa es una buena manera de decirlo. —Se rio Remus,


y Noah le dio un codazo en las costillas—. Todos nosotros
hemos tenido que trabajar en nuestras relaciones, Caleb. No
hay un interruptor que accionar cuando conoces a tu pareja,
que haga que todo se coloque. Noah y yo tuvimos problemas
que trabajar, como lo hace todo el mundo.

—Lo que estamos diciendo, es que lo que estás


sintiendo es completamente normal. —Elena le sonrió antes
de besarlo en la frente—. Yo hice pasar a Desmond un
infierno cuando nos conocimos.

—Yo pensé que Riley era una mujer, y tú estabas allí


cuando pasó, Caleb. —Micah se rio cuando Elena se sentó
en el regazo de Desmond.

—Patrick era mitad humano, y pensé que mientras


dormía me podía mover en sueños y aplastarlo —dijo
Stefan.

—Tú acaparas la cama. —Patrick se rio y apretó los


labios para un beso. Stefan le devolvió el beso a su
compañero mientras le apretaba el culo.

—Sí, y mis compañeros, no querían compartirme —dijo


Brighid, asintiendo en acuerdo con las historias—. Alguien
pensó que solo era suya.

—Eres demasiado linda para no desearte solo para mí,


muchacha —dijo Michan con una sonrisa mientras besaba
la mejilla de Brighid—. Pero todos ellos están en lo cierto,
Caleb. Mis muchachos están asustados de hacerte daño.

—¿En serio? —exclamó Caleb, mirando de Liam a


Lorcan y luego de vuelta otra vez.

—Por supuesto —dijo Liam acariciando la mejilla de


Caleb—. Mira todo lo que ya has pasado. No sabemos cómo
ayudarte con nada de esto. No eres el único que está
asustado, Caleb.

—No lo sabía —susurró Caleb, mientras sus dos


compañeros se subieron a su regazo y lo abrazaron. Se
sentía en paz con ellos en sus brazos, no quería dejarlos ir
jamás.

—¿Ahora te sientes mejor? —preguntó Elena, y Caleb


asintió—. ¿Ya tienes un par de cosas fuera de tu pecho?

—¿Qué viene ahora? —preguntó en voz alta tragándose


el nudo en la garganta ante la idea de hablar de Grecia.

—A continuación, vete a jugar con tus compañeros —


respondió ella con suavidad, rodando los ojos cuando
algunas personas se rieron—. No lo quise decir así.

—Sí, mi chica sucia —dijo Desmond con un acento


grueso.

—Oh, ¿vas a hablar irlandés para mí? —Ella se rio y lo


besó antes de volverse hacia Caleb—. Ve a pasar algún
tiempo con tus compañeros y conócelos. Id a caminar y
hablar, Caleb. Desmond y yo vamos a hablar con sus padres
y ponernos al día, ¿de acuerdo?

—Puedo hacer eso —sonrió ampliamente bajando a sus


compañeros de su regazo y poniéndose todos de pie.

—Puedo necesitar algo primero —dijo Liam, besando la


mano de Caleb antes de soltarla y correr hacia la casa. Caleb
se preguntó qué necesitaba su compañero para ir a caminar,
pero compartió una mirada con Elena y sintió que sus
mejillas se calentaban con la comprensión. Para ser
honestos, Caleb estaba agradecido de que su compañero
pensara en el futuro.
Liam metió un pequeño tuvo de lubricante en su
bolsillo antes de regresar de nuevo con su hermano gemelo
y su compañero. Habían decidido asegurarse de estar
preparados para Caleb. Con todo lo que estaba sucediendo,
su compañero necesitaba algún tipo de distracción. Saludó a
todos los que estaban en el porche mientras pasaba por
delante de ellos para reunirse con Caleb y Lorcan, que ya
estaban a unos cien metros de distancia.

—Creo que sé lo que lo que has ido a buscar —le


susurró Caleb al oído mientras lo abrazaba y lo levantaba en
sus grandes brazos—. Y me tienes más duro que las rocas,
bebé.

—No trataba de presuponer las cosas —jadeó Liam,


tratando de mantener el control después de escuchar a
Caleb decir que estaba duro—, pero me pareció más
inteligente no salir de casa sin él.

—Sucio, compañero de mente sucia —se rio Caleb, y


comenzó a caminar hacia el establo, Liam todavía envuelto
alrededor de él—. ¿Qué más has estado pensando, Liam?

—Lorcan y yo llevamos puestos tapones anales para


que nuestros culos estén estirados para ti —respondió Liam
lamiéndole el cuello. Su compañero quedó sin aliento y se
tambaleó cuando las palabras de Liam lo calentaron—. Nos
pusimos los más grandes, compañero. Eso significa que
nuestros agujeros están preparados para ser follados.

—Joder, Liam —gimió Caleb, cuando llegaron a un


lateral de la granja, fuera de la vista de todos los demás.
Antes de que pudiera decir nada más, Caleb lo apretó contra
el granero y metió su lengua en la boca de Liam. Cuando
Caleb se separó, estaban realmente calientes—. Júrame que
si alguna vez soy demasiado duro, me lo dirás. Me moriría si
alguna vez os hago daño.

—Lo juro —jadeó Liam, pero cuando iba a tirar de la


cabeza de Caleb hacia abajo, su compañero ya se había
vuelto para mirar a su hermano gemelo.

—También te lo prometo, Caleb —juró Lorcan mientras


se movía para abrazar a Caleb por detrás—. Nos
comprometemos a ser honestos contigo, incluso si es algo
que no nos guste.

—Gracias, muchas gracias. —Caleb suspiró mientras


apoyaba la frente contra la de Liam y sostenía a Lorcan
pegado a él.

—A ti también podría no gustarte todo lo que nosotros


hagamos, Caleb —susurró Liam contra los labios de su
pareja—, por lo que todos necesitamos comunicarnos y
decir si hay algo que no queremos, ¿de acuerdo?

—Está bien, bebé —respondió Caleb, y volvió a besarlo.


Liam se sentía como si todo su cuerpo estuviera
quemándose de la necesidad. Empezó a tirar de su camisa,
deseando sentir el pecho desnudo de Caleb contra el suyo—.
Impaciente, ¿verdad?

—Fóllame —exclamó Liam cuando lo logró—. Desde


que probé tu sabor esta mañana, he estado deseando más,
mucho más.

—Bueno, no puedo dejar a mi compañero con sus


necesidades insatisfechas. —Caleb ronroneó mientras lamía
la mandíbula de Liam. Su polla se puso tan dura con el
toque que Liam, que se sintió como un adolescente a punto
de correrse en los pantalones.

—Yo no estoy recibiendo nada —dijo Lorcan detrás de


Caleb. Liam gimió cuando se dio cuenta que no podía
acaparar toda la atención de ese momento.

—Tenemos el resto de nuestras vidas, compañero —le


susurró Caleb al oído como si hubiera adivinado la angustia
de Liam. Dejó que Liam se deslizara sobre su cuerpo antes
de girarse hacia Lorcan y hacerle un puchero con sus labios.
Ahora que su compañero estaba distraído, Liam no iba a
dejar que se le escapara esta oportunidad. Alcanzando
alrededor de Caleb, abrió sus pantalones vaqueros—. Sucio,
pequeño y sucio compañero.

—Solo estoy ayudando. —Liam se rio entre dientes


mientras bajaba los pantalones vaqueros de Caleb por sus
caderas. Gimió cuando consiguió por primera vez una
buena mirada de los globos musculares del culo de Caleb.
Inclinándose hacia delante, pasó la lengua por ellos
mientras los masajeaba en sus manos. Todo el cuerpo de
Caleb se estremeció bajo su contacto, y Liam se sintió como
un Dios por conseguir esa reacción del magnífico guerrero.

—Dulce infierno, bebé —Caleb gruñó cuando Lorcan y


él cayeron sobre sus rodillas. Liam sacó el bote de su bolsillo
mientras su compañero se inclinaba hacia delante y rodeaba
a Lorcan con su cuerpo. Vertió un poco en sus dedos y los
frotó sobre el pequeño agujero rosa de Caleb. Su compañero
gimió y trató de extender más las piernas, pero se vio
obstaculizado por los pantalones vaqueros que todavía
estaban en sus muslos—. ¡La ropa fuera, ahora!

—Me estaba muriendo por escuchar esas palabras —


ronroneó Lorcan mientras todo el mundo se movía para
desnudarse lo más rápidamente posible. Antes de que Liam
consiguiera sacarse sus pantalones vaqueros y zapatillas de
deporte, sintió una lengua rastreando la parte posterior de
sus hombros.

—Sagrado infierno, compañero —exclamó Liam


cuando toda la sangre salió corriendo de su cerebro. De
alguna manera terminó de desnudarse mientras se apoyaba
contra Caleb con el culo en la hierba—. ¿Puedo ser el
primero, Lorcan?

—Sí, tu primero, mientras yo follo su culo —se rio


Lorcan entre dientes, sabiendo muy bien que de ellos dos,
era a Liam a quien más le gustaba estar en la parte inferior.

—¿Qué estáis tramando? —preguntó Caleb mientras


movía a Liam a su regazo y arrastraba a Lorcan delante de
él—. ¿Tengo algo que decir sobre cómo va a ir esto?

—No —se rieron, y atacaron a su compañero y lo


empujaron hacia atrás sobre la hierba.

—Entonces está bien —gimió Caleb, ya cada uno estaba


pegado a uno de sus pezones—. Es posible que necesitemos
pasar por alto alguno de los juegos previos, porque siento
que ya estoy a punto de estallar.

—Oh, no, te correrás en mi culo —silbó Liam mientras


rodaba sobre su espalda. Caleb lo siguió y él movió sus
piernas para darle cabida al gran tamaño de su compañero.
Bajó a Caleb para otro beso mientras este alcanzaba y
jugaba con el tapón en su culo.

—Me encanta que estés preparado para mí de esta


manera —gimió Caleb contra sus labios, y entonces su
cuerpo se estremeció y jadeó. Liam echó un vistazo sobre el
hombro de Caleb, y vio a su hermano gemelo
preparándole—. Nadie ha jugado nunca con mi culo.

—Dulce infierno, ¿seré el primero en estar dentro de


ti? —preguntó Lorcan con un gemido.

—Sólo he estado con algunas mujeres. —Caleb se


encogió de hombros mientras seguía torturando a Liam,
jugando con el tapón.

—Date prisa, gemelo —exclamó Liam, agarrándose de


los gruesos bíceps de Caleb mientras lo miraba fijamente a
los ojos—. Necesito que me llenes ya.

—Dame más, mi amor —le rogó Caleb, moviendo sus


caderas de manera que estuviera más disponible para la
preparación de Lorcan—. Oh mierda, nunca pensé que sería
tan bueno.

—Y solo son los dedos —rio Lorcan—. Solo espera.

—Joder —exclamó Caleb, y Liam vio que su gemelo


había usado su otra mano para acariciar y lubricar la
enorme polla de Caleb. Sintió que la emoción lo arrasaba, ya
que la polla de su compañero pronto estaría dentro de él y
finalmente lo reclamaría.

—¿Me vas a morder, compañero? —Liam ronroneó


mientras pasaba las manos por los brazos y los hombros de
Caleb—. Quiero que hundas tus colmillos en mí mientras
empujas ese gran pedazo de carne dentro de mi culo.

—Sucio, sucio compañero —jadeó Caleb mientras


sacaba el tapón de Liam lentamente. Liam se volvió loco,
echando la cabeza hacia atrás y gritando cuando el juguete
pasó a través de su próstata—. Oh, a mi bebé le gusta jugar
con juguetes, ¿verdad?

—Sí —susurró Liam, cuando su agujero se quedó


vacío—. Por favor, compañero, fóllame. Te necesito tan
jodidamente mal.

—Si insistes —dijo Caleb mientras empujaba las


piernas del hombre contra su pecho. Liam observó como
Caleb alineaba su polla y empezaba a empujar en él.

—Dulce Madre de la Misericordia —gimió Liam cuando


su culo se llenó más que nunca—. Más, Caleb, quiero más de
ti.

—¿No te hago daño? —preguntó Caleb, su rostro


contenido—. No quiero ir demasiado rápido.

—No, estoy preparado para ti. —Liam jadeó mientras


envolvía sus piernas alrededor de las caderas de Caleb y
tiraba de su compañero hacia él. Ambos gimieron cuando
Caleb por fin recorrió todo el camino dentro de él—. Joder
estoy tan lleno, es increíble, compañero.

—Mi turno —gruñó Lorcan detrás de Caleb.

—Respira, Caleb —dijo Liam dulcemente mientras le


pasaba las manos por el pecho, sabiendo que la primera vez
podía ser dolorosa—. La quemazón pasará tan pronto como
lo aceptes y empieces a moverse.

—Me gusta la quemazón. —Caleb jadeó mientras


miraba de nuevo a Lorcan—. Dame más, mi amor.

—Sí —siseó Lorcan mientras se empujaba hacia


adelante, y Liam quedó sin aliento cuando Caleb entró aún
más profundo en él. Cuando comenzaron a moverse
lentamente, bajó las piernas para no darle sin querer una
patada a su hermano gemelo en la cara.

—Oh, joder, oh joder —gritaba Caleb dejando que


Lorcan tomara la iniciativa—. Creo que me va a encantar
estar en medio.

—Bien —se rio entre dientes Liam mientras señalaba a


su gemelo—. Porque siempre que tenemos un tampón, no
pensamos en otras cosas.

—Gracias a Dios por eso —Caleb ronroneó bajando la


cabeza y pasando la lengua por los labios de Liam. Este le
mordió el labio inferior mientras apretaba sus pezones, y
eso desbordó a su gran compañero, que gruñó y comenzó a
empujarse duramente en Liam—. Necesito más, joder, tengo
que ir más rápido.

—Hazlo —dijeron Liam y Lorcan, ambos necesitaban lo


mismo.

—Oh, infiernos, esto es mucho mejor que estar con


mujeres —gimió cuando Lorcan y él se movieron más
duramente.

—Eso será porque eres gay, compañero. —Liam jadeó


mientras se sostenía de los hombros de Caleb.
—Es bueno saberlo —gruñó Caleb sosteniendo las
caderas de Liam apretadamente. Sintiendo que su
compañero se acercaba, Liam ladeó la cabeza, dejando al
descubierto su cuello—. ¿Estás seguro, bebé?

—Sí, muérdeme, por favor —rogó Liam con ganas de


completar el apareamiento—. Te necesito en mí en todos los
sentidos, Caleb.

—Te voy a amar para siempre, Liam —susurró Caleb


inclinándose y pasando la lengua por su cuello, moviendo
sus manos bajo sus hombros. Liam sintió un escalofrío
pasar por él ante las palabras de su gran guerrero—. Pase lo
que pase, nunca te dejaré ir, bebé.

—Yo tampoco, compañero —dijo Liam antes de gritar


al sentir los colmillos de Caleb perforar su piel. Su polla
explotó, disparando su semen en el espacio entre sus
cuerpos. Cada trago que Caleb tomaba de alguna manera
estaba conectado directamente con cada movimiento de su
orgasmo. Liam sobrevolaba, sujetando a su compañero
mientras hacía ruiditos debido al intenso placer que el
hombre sentía.

De repente, Caleb empujó sus colmillos más


profundamente y su polla comenzó a golpear el punto dulce
de Liam. El segundo clímax de Liam lo golpeó como un tren
de carga, y gritó. Nunca había pensado que fuera posible
tener orgasmos múltiples, pero allí estaba, disfrutándolos.

Caleb levantó la cabeza y rugió su liberación,


empujando duro en Liam, quien vio luces estallando detrás
de sus ojos mientras su compañero lo follaba más fuerte y
rápido, llevando su orgasmo a extremos inimaginables. Y
entonces la oscuridad nadó por encima de él cuando se
desmayó.

—¡Más fuerte, mi amor! —rogó Caleb, deseando que su


felicidad continuara. Todavía estaba corriéndose cuando vio
que Liam giraba sus ojos y se desmayaba. Si no hubiera
estado montando su propio orgasmo, podría haberse reído
de la sonrisa tranquila que había en el rostro de su bebé—.
Oh, Dios mío, Lorcan, se siente increíble.

—Tu culo es como un vicio —gimió Lorcan antes de


darse rienda suelta, empujándose con más fuerza contra
Caleb. Gimió ante las sensaciones de su compañero
llenándolo con su esencia. Era el paraíso, y no podía esperar
para devolvérselo. Pasaron varios momentos, mientras
Lorcan montaba su orgasmo antes de derrumbarse en la
parte superior de Caleb—. Gracias, compañero.

—¿Por qué, cariño? —preguntó Caleb, mientras


sostenía a Lorcan en su espalda para que su compañero no
se cayera. Bajó a Lorcan a la hierba mientras salía
suavemente de Liam.

—Por darte a nosotros por completo, por permitirme


ser el primero en follarte. —Lorcan jadeó mientras se
quedaba mirando a Caleb—. Por prometer amar a mi
gemelo para siempre.

—Te prometo lo mismo, Lorcan —dijo Caleb con


suavidad, sintiendo lástima de habérselo jurado solamente
a Liam—. Sólo quería esperar hasta que te reclamara para
decírtelo. ¿Estás enfadado?

—No, en absoluto —respondió Lorcan mientras le


besaba la palma de la mano—. Sabía que lo harías, sólo
quería que supieras que me calienta el corazón saber que
siempre amarás a mi gemelo. Eres nuestro compañero, y
quiero que ambos seamos felices contigo.

—Espero que siempre lo seáis —respondió Caleb


inclinándose y besando a Lorcan. Podrían ser exactamente
iguales, pero seguro como el infierno que no besaban de la
misma forma. Caleb amaba como besaban, sintiendo como
si él fuera el único hombre en el mundo para ellos.

—Es mejor que volvamos —dijo Lorcan cuando se


separaron—. Se supone que solo estamos dando un paseo.

—Un largo paseo. —Caleb se rio entre dientes, y besó a


su dulce compañero otra vez. Luego usó la camisa de Liam
para limpiarse él y a Liam, antes de entregársela a Lorcan.
Miró como su compañero se limpiaba, y sintió que su propia
polla tomaba nota. Wow, dos días con sus compañeros y se
estaba convirtiendo en un perro caliente. El pensamiento
tenía a Caleb sonriendo mientras vestía a Liam, que todavía
estaba fuera.

—¿Que estás pensando? —preguntó Lorcan, con la


cabeza inclinada mientras se ponía los pantalones.

—Que me estaba poniendo duro mientras veía como te


limpiabas —respondió Caleb, ruborizándose, pero deseando
ser siempre honesto—. Estaba pensando en que solo llevo
acoplado durante dos días y ya tengo un apetito sin fin por
mis compañeros.

—Eso es una buena cosa —se rio Lorcan observando


con lujuria a Caleb mientras este se vestía—. Porque estoy
seguro que nunca hemos sentido lo mismo hasta que te
hemos encontrado.

—Me alegro —se rio Caleb mientras levantaba en sus


brazos a Liam antes de inclinarse hacia Lorcan y besarlo
otra vez—. Gracias por hacer que mi primera vez fuera tan
perfecta, Lorcan.

—¿En serio? —susurró mientras sus ojos se


agrandaban—. ¿Crees que fue perfecta?

—Sí, fue todo lo que había esperado de mi compañero,


o compañeros ahora —dijo sonriendo como un idiota.
Estaba completamente lleno de amor y alegría por haberlos
encontrado y estar junto a alguien a quienes pudiera darles
todo lo que tenía, sin que lo volvieran en su contra.

—Sólo para que conste —respondió Lorcan en un


murmullo mientras miraba a sus pies—. Si esto es lo que les
hiciste a esas muchachas, nunca las trataste como a putas,
Caleb.

—Estaba pensando en lo maravilloso que era estar con


unos compañeros que quieren que les de todo lo que tengo
—dijo Caleb cuando sintió su corazón dolorido—. Estoy muy
feliz de haberos encontrado, y no es sólo por el sexo.

—Sé lo que quieres decir —se rio Lorcan, dándole un


guiño mientras se dirigían a la casa—. Pero el sexo es
increíble, ¿verdad?

—Oh sí —gruñó, y le mordió el hombro a su pareja.


Lorcan se reía mientras caminaban, sonriéndose uno al
otro.

—¿Cómo ha ido vuestro paseo? —resopló Brighid,


señalando a su hijo desmayado en los brazos de Caleb.

—Lo reclamé —tartamudeó Caleb, sintiendo que sus


mejillas se calentaban ante la mirada de complicidad de su
suegra.

—Liam estaba en la parte inferior del sándwich. —


Lorcan se rio mientras corría escaleras arriba.

—¡Lorcan! —exclamó Caleb, con ganas de castigar a su


compañero.

—Por favor, he visto a Caleb desnudo —Micah arrastró


las palabras sonriendo con picardía—. Es más como el
periscopio de un submarino, que un sándwich.

—¡Micah! —Caleb, Brighid, Elena, y Riley, el


compañero de Micah, se sostenían el pecho de la risa.
Lorcan asintió mientras Brighid y Elena se tapaban los
oídos.

—¿En serio? —Brian, uno de los hermanos de Liam y


Lorcan, ronroneó mientras miraba a Caleb como un filete.

—Nosotros no compartimos —gruñó Lorcan,


poniéndose delante de su compañero. Caleb se quedó
boquiabierto ante la reacción de su pequeño amor—.
Encuentra tu propio compañero.

—Nos encantaría —gruñó Banning antes de que ambos


gemelos corrieran hacia la casa.

—¡Joder! —juró Lorcan pasándose los dedos por el


pelo. Se volvió para mirar a Brighid y suspiró—. No quería
que sonara así, mamá.
—Lo sé, muchacho —dijo, se levantó y lo besó en la
mejilla—. La espera de un compañero puede ser dolorosa,
como bien sabes.

—Lo sé —respondió Lorcan mientras miraba por


encima de su hombro a Caleb, y Brighid entraba en la casa.
Caleb no podía dejar de sentirse confundido por la triste
mirada en los ojos de su compañero. Quería abrazar a
Lorcan, pero aún tenía en sus brazos a Liam—. Brian y
Banning tienen seiscientos cuarenta y tres años. Llevan
esperando a su compañero mucho tiempo.

—¿Cuántos años tenéis Liam y tú? —preguntó Caleb,


tropezando con sus palabras debido a la vergüenza de no
haberlo preguntado todavía.

—Un poquito más viejos que tu, compañero. —Lorcan


se rio inclinándose y besándolo, ya que Caleb seguía de pie
en la parte inferior de las escaleras, quedando a la misma
altura que él—. ¿Tienes problemas con los hombres
mayores?

—En realidad no —respondió Caleb mientras miraba a


sus compañeros. Lorcan y Liam parecían dos jóvenes
sueños húmedos, pero por otra parte, Caleb sabía que él
parecía tener treinta años en lugar de cincuenta y tres.

—Cuatrocientos cincuenta y nueve del mes pasado —


dijo Lorcan en voz baja mientras buscaba los ojos de Caleb.

—Bueno, supongo que tendré que ceder ante ti a


menudo. —Caleb se echó a reír al ver a Lorcan levantar una
ceja—. Pienso que habrás aprendido una o dos cosas
después de todos esos siglos.
—¿No te molesta? —preguntó Lorcan con ojos
suplicantes, esperando que el hombre dijera que no.

—No, en lo más mínimo —respondió Caleb


inclinándose y besando a su compañero.

—Mi turno —dijo Liam, despertando en sus brazos—.


Quiero mi beso mañanero.

—Ya ha pasado hasta la hora del almuerzo. —Caleb se


rio, pero se inclinó y besó a su bebé—. Tal vez debería
comerte como almuerzo.

—Caleb —Elena se rio sintiendo su cara calentarse—.


¡Estimado señor, muchacho! ¿Qué le han hecho estos
irlandeses a mi dulce e inocente Caleb?

—Sí, ese es el verdadero Caleb, madre —se rio Stefan


chocando sus puños con Micah—. Es bueno ver al listillo de
vuelta, amigo. Echábamos de meno tu lado fiero.

—De hecho, me siento más como yo —respondió Caleb


con una inclinación de cabeza. Se trasladó al banco en el
que se había sentado antes, sosteniendo a Liam con él
mientras su otro compañero fue a sentarse junto a ellos—.
¿Te gusta estar en mi regazo, bebé?

—Me gusta cuando me llamas bebé —dijo Liam en voz


baja, sus mejillas rojo brillante. Caleb no quería que se
sintiera avergonzado y se aseguró de que Liam notara lo
duro que lo habían puesto sus palabras—. Me alegra que te
guste y te haga esto.

—¿Qué te gusta? —preguntó Brighid, que salía de la


casa con una enorme bandeja de sándwiches.
—¡Nada! —contestaron Liam, Lorcan, y Caleb antes de
estallar en carcajadas.

—Me alegro de no perdernos la diversión —dijo


Desmond saliendo con Michan y Manus, todos
transportando más alimentos y bebidas—. Mientras
comemos, es hora de que abordemos el siguiente tema.

—Puedo hacerlo —respondió Caleb con una inclinación


mientras le sonreía a Lorcan, cuando este le pasó el brazo
sobre los hombros—. Podemos hacerlo.

—Sí, podemos hacerlo muy bien, compañero —dijo


Liam en voz baja mientras se inclinaba hacia atrás y
acariciaba el cuello de Caleb—. Daremos un paso detrás de
otro.

—Pero, primero, tu compañero tiene hambre. —Caleb


se rio mientras besaba a Liam. Todos comenzaron a
levantarse y a amontonar comida en sus platos. Oyó a
Lorcan disculparse con sus hermanos, Brian y Banning, por
su comentario y abrazarlos. Lo desecharon con la mano y
juraron que estaban felices por sus hermanos menores, pero
aun así no podían dejar de sentirse celosos.

—Sé que Liam y Lorcan te reclamaron antes de que


supieran quien eres en realidad —dijo Manus lentamente
entre bocado y bocado de su sándwich cuando todo el
mundo se volvió a sentar y tenían sus bocas llenas—. Pero
todos nosotros necesitamos discutir lo de Grecia. Sé que
esto es un shock, pero realmente eres de la realeza,
muchacho.

—Todo depende de ellos —dijo Caleb con un


encogimiento de hombros—. No me importa si soy ‘El Gran
Premio’, como mi amigo Micah me llamó.

—Micah —Desmond y Elena, lo amonestaron, y Caleb


le sacó la lengua a su amigo, devolviéndole el golpe, después
de todo. Elena se dirigió a él, sin ni siquiera mirarlo—.
Guarda esa lengua, Caleb, se supone que debemos
comportarnos como adultos.

—Sí, Elena —respondió Caleb mordiéndose el labio.

—Ni siquiera pienses en ello, Micah —le ordenó Elena


a su hijo, señalándolo con el dedo antes de que este pudiera
hacer lo mismo—. Te lo juro, hombres con siglos de
antigüedad y se comportan como adolescentes.

—Sí, y tu solo tienes siete de ellos —se rio Brighid—. Yo


tengo cinco pares de gemelos. Imagínate las bromas que le
han hecho a su pobre Ma, ya que la mitad del tiempo sólo
puedo distinguirlos por sus marcas de nacimiento.

—Me inclino ante ti, querida —dijo Elena, dándole un


guiño a Brighid—. Nunca he conocido a nadie que haya
tenido más niños que Desmond y yo, y puedo decir que lo
mío es un caso aparte.

—Sí, pero sus transiciones son bastante histéricas con


dos de ellos cada la vez. —Manus rio mientras miraba
específicamente a Rian y Ronan—. Estaban tan calientes
que corrían por ahí sin ropa y tomaban largas duchas
durante horas y horas.

—Eso no es nada, comparado con Patrick cuando Riley


forzó su transición. —Se rio Micah—. Trata de llevar a tu
hermano y su compañero a su casa, mientras están
calentándose en el asiento de atrás.
—¿Nadie te ha dicho que controles tu boca cuando hay
padres cerca? —preguntó Riley, dándole a su compañero un
revés en la cabeza.

—Dije calentándose, no follando como conejos —


respondió Micah, sacando el labio inferior en un puchero.
Todo el mundo se echó a reír ante el patético gesto.

—He escuchado eso antes, pero no conozco toda la


historia. —Brighid se volvió hacia Riley—. ¿Forzaste su
transición?

—Patrick era mitad humano, y me di cuenta que había


una manera de reactivar su transición y convertirlo en uno
de nosotros. —Riley se encogió de hombros con humildad.
Caleb estaba en una misión en ese momento, pero todavía
lo asustaba lo que Riley era capaz de hacer—. Pero sí, los
efectos secundarios de un hombre en plena transición y a la
vez acoplado, eran um... bien.

—Yo era un perro caliente sediento de sangre. —


Patrick se rio, perdido en sus pensamientos cuando le hizo
un guiño a Riley—. Me sentí mal por Stefan. Su familia dijo
que parecía un muerto caliente.

—¿Cuánto comiste esa mañana? —resopló Desmond


cuando Stefan se ruborizó—. Creo que se bebió como veinte
litros de sangre y se comió unos cuantos animales él solo.

—Entré a la cocina con Gabriel para hablar con Stefan,


y empecé a gritarle porque estaba bebiendo del cartón, y
entonces lo vi —continuó Elena, sacudiendo la cabeza—.
Estaba tan pálido que era casi gris, y tenía decenas de
marcas de mordeduras por todo el cuerpo. Eso terminó
siendo divertido después que nos diéramos cuenta de que
estaría muy bien. Pero la transición de Stefan fue una de las
que más miedo me dio.

—¿Cómo es eso? —preguntó Manus, y Caleb se inclinó


hacia adelante para escuchar. Nunca había oído hablar a
otros vampiros de sus transiciones, y estaba fascinado.

—Stefan tenía la piel hipersensible después de su


transición —dijo Elena cuando le tomó la mano a
Desmond—. Hemos bromeado sobre ello en el pasado, pero
honestamente, pensé que íbamos a terminar perdiéndolo.

—Esa parte fue horrible. —Desmond suspiró mientras


se inclinaba para besar a Elena—. Recuerdo lo mucho que tu
madre lloró. No podíamos ni siquiera tocarlo, porque se
ponía a gritar de dolor. Por supuesto, tampoco podía
vestirse. Así que tuvimos a ese adulto, y gran guerrero,
corriendo por la casa completamente desnudo, rompiendo
las bolsas de sangre para abrirlas y desorganizándolo todo.

—Desmond trató de conseguir que se diera una ducha


fría, pero Stefan atravesó el cristal rompiéndolo —dijo
Elena, continuando con la historia—. No podía abrir las
bolsas de sangre sin que le doliera. Finalmente, Desmond
puso varios litros en una jarra grande y le puso una pajita.
Stefan estaba en la cocina desnudo y se inclinaba y bebía
trago a trago.

—Sigo pensando que las de Micah y Damian fueron las


mejores. —Se rio entre dientes, Stefan dándole un guiño a
su madre, dejando saber que conocía su dolor—. Micah se
convirtió en un cleptómano, exigiendo que todo era suyo y
lo acumulaba todo en su habitación.

—Ah, ya recuerdo la de Damián. —Remus se rio tan


fuerte que se agarró un costado—. Juro que pensé que
madre iba a criarlo con un biberón de sangre.

—Sí, eso fue lo mejor —dijo Stefan, inclinándose para


aporrear con sus puños a su hermano menor—. La garganta
de Damián estaba tan seca debido a la sed, que no pudo
hablar durante dos días. Solamente se sentaba y se quejaba
de cuando quería sangre. Ni siquiera se entendía a sí
mismo, solo se sentaba allí, ponía morritos y hacía ruiditos
de cachorro hasta que alguien le daba de comer.

—Sí, bueno, Remus apenas podía caminar. —Se rio


Micah, entrecerrando los ojos hacia su hermano—. Las
transiciones de los guerreros pueden ser mucho más duras
que las de los vampiros normales. Nosotros no solo
pasamos la transición, sino que crecemos enormemente en
pocas horas. Lo admito, recuerdo que mis piernas se sentían
como gelatina, pero Remus estaba histérico. No pudo lograr
que sus piernas lo sostuvieran durante unos días, cayéndose
por todo el lugar.

—Aunque nuestros hijos no son guerreros no lo


tuvimos más fácil, muchacho —dijo Michan mientras
miraba a Brighid—. Los nuestros estaban especialmente
calientes, con excepción de Liam y Lorcan.

—Lo recuerdo —susurró Brighid mientras miraba a los


compañeros de Caleb con lágrimas en los ojos—. No éramos
capaces de conseguir que bebieran sangre. Nos la escupían
encima. Era como si fueran niños con intolerancia a la
lactosa. Eso nos asustó mucho a sus padres y a mí.

—¿Así que todo el mundo tiene una transición difícil?


—preguntó Caleb mientras miraba alrededor a toda la gente
que se preocupaba por él, jóvenes y viejos—. Pensé que
había sido sólo yo.

—Nunca he visto nada como tu transición, hijo —le


susurró Desmond, mientras las lágrimas llenaban sus ojos.
Caleb sacudió su cerebro y no pudo recordar haber visto
nunca al fuerte Desmond Marius romperse. En realidad, lo
hizo sentirse mejor en cuanto a cómo había sido su reacción
de los últimos días. Pero entonces las palabras de Desmond
le llegaron.

—¿Estabas allí?

—No cuando comenzó, pero si el día que fuiste traído


al Complejo del Consejo —respondió Desmond mientras sus
lágrimas comenzaban a caer—. En el momento en el que vi
el dolor que habías pasado y oí como te encontraron, supe
que te adoptaría si fuese necesario. Estabas tan asustado, y
tu cuerpo… ¡Dios mío! Llamé a Elena y la hice venir para
que pudiera entender por qué me llevaba a casa a un
vampiro extraño.

—Nunca sacaste a colación tu transición, así que pensé


que no querías hablar de ella con nosotros. —Elena sollozó
mientras se apoyaba en el hombro de Desmond cuando él
envolvió su brazo alrededor de su esposa. Caleb se quedó
mirándolos como si les hubieran salido alas—. Así que
cuando hablaste de lo que las monjas te hicieron, lo
sabíamos, Caleb. Dios mío, lo vimos, y hay algunas cosas
que no puedo poner en palabras.

—¿Puedo preguntarte algo? —interrumpió Riley,


mirándolo fijamente. Caleb asintió, temiendo la
conversación que pensó que se avecinaba—. ¿Me permites
que sane tu espalda ahora que sabes lo que significan las
marcas y hemos demostrado que no eres el engendro del
diablo?
—¿Qué? —exclamaron Liam, y Lorcan compartiendo el
mismo sentimiento mientras miraban a su compañero.
¿Realmente era eso lo que su maravilloso compañero
guerrero pensaba de sí mismo, que era el engendro de
Satanás?—. ¿Podías haberlo sanado, y dijo que no?

—No —dijo Caleb con firmeza, alzando una mano al


doc cuando éste iba a hablar de nuevo—. Te revoco tu
derecho a hablar como mi médico.

—No te lo permitiré —gruñó Lorcan, saltando de pie


delante de su compañero—. Quiero saber por qué no le
permitiste al doc curarte.

—No hagas esto, Lorcan, te lo ruego —le susurró Caleb,


sacudiendo la cabeza mientras miraba su plato vacío—. Hay
algunas cosas que la gente no necesita saber.

—Joder —gritó Liam, saltando de pie junto a su


gemelo. Lorcan sintió la indignación de Liam, lo mismo que
la suya. —Nosotros no somos el resto de la gente,
compañero. Merecemos saber qué te está jodiendo.

—Está bien. ¿Realmente queréis saber la jodida mierda


que soy? —les gruñó poniéndose de pie—. ¿Quieres oír que
quería encontrar a mis padres y mostrarles la prueba de la
mierda por la que había pasado? Riley os lo puede contar,
pero me parece un punto discutible, ahora que nos hemos
enterado de que toda mi familia ha muerto para intentar
salvarme. Así que el imbécil soy yo, no ellos.

La mandíbula de Lorcan casi tocó el suelo cuando su


compañero agarró la barandilla y saltó. Aterrizó en el suelo
debajo del porche y salió en dirección al lago. Cuando Liam
se puso a llorar, Lorcan envolvió un brazo alrededor de su
hermano, sintiéndose como un hijo de puta. Nadie habló
mientras los minutos pasaban, probablemente, tan
sorprendidos como ellos.

—Ese no era realmente el punto que estaba tratando de


tocar —suspiró Riley, llamando la atención de todos—. Sí,
Caleb me contó eso, pero dadas las circunstancias, puedo
ver su punto de querer conservar las pruebas. Le dije que
podíamos tomar fotos y que me dejara ayudarlo. Pero me
dijo que hasta que supiera que las marcas no querían decir
lo que las monjas pensaban, no sabía si no se merecía el
maltrato que había recibido.

—Qué mierda —se quejó Lorcan mientras miraba a su


hermano gemelo, que tuvo su misma reacción—. Supongo
que deberíamos haberle hablado a nuestro compañero de
nuestro don, ¿verdad, gemelo?

—Sí, este parece el caso —dijo Liam mientras se


limpiaba los ojos.

—¿Cada par de gemelos tiene el mismo don?—


preguntó Riley, mirándolos como médico y no como
amigo—. Absolutamente fascinante. Me gustaría saber más,
si eso es posible.

—Sí, nosotros podemos responder a tus preguntas


médicas. —Manus se rio cuando asintió para permitirles ir
tras su compañero. Lorcan sonrió mientras tomaba la mano
de su hermano gemelo y salían corriendo del porche. No
pasó mucho tiempo hasta que encontraron a Caleb sentado
a la orilla del lago, sus rodillas dobladas sobre el pecho
mientras descansaba la barbilla en ellas.

—Lo siento —dijo Caleb en voz baja cuando se sentaron


a ambos lados—. No debí haberos gritado de esa manera.
No fui justo. No es culpa vuestra, es mi propia confusión
procesando las noticias acerca de mi familia.

—Te comprendemos, Caleb —respondió Lorcan,


cabeceando cuando tomó la mano de su pareja. Vio por la
esquina de un ojo como Liam hacía lo mismo—. Cuando nos
dejaste, Riley nos contó de lo que estaba hablando. Él nos
dijo que querías mantener las cicatrices hasta que supieras
que no eras el engendro del diablo. ¿Es eso correcto?

—¡Oh, se refería a esa parte! —Caleb se rio mientras


echaba un brazo por encima de cada uno de sus hombros—.
Y yo lanzando toda es mierda sarcástica. Quiero decir, es
raro, incluso en nuestro mundo, las marcas de ese tipo en la
espalda son raras. Sólo quería que dejara de sacar el tema,
así que me salí de mis casillas. Sé que no soy el diablo.

—Por el amor de Dios, compañero. —Liam se rio


después de unos momentos de silencio—. El médico piensa
que realmente es así como te has sentido durante este
tiempo. Tienes que contarle la verdad.

—Cuando volvamos —respondió Caleb mientras se


inclinaba para besar a cada uno de ellos—. ¿Qué me ibais a
decir cuando os sentasteis? Me di cuenta de que teníais algo
entre manos.

—Pensamos que deberías conocer nuestro don, ya que


podemos ayudarte. —Lorcan se rio dando un codazo a
Caleb de broma—. Liam y yo somos capaces de ver las auras
de las personas. Tenemos que concentrarnos para hacerlo,
no es que veamos colores extraños todo el tiempo. Es como
cualquier otro don, algo que puedes encender y apagar.

—En realidad yo no tengo ningún don —admitió Caleb


poniéndose en pie, tendiéndoles una mano a cada uno de
ellos mientras los miraba—. ¿Todavía me queréis como
pareja aunque no lo tenga?

—Siempre, eso no nos importa —dijo Lorcan mientras


se levantaba—. Probablemente no tengas un don porque
Dios te ha bendecido con una tercera pierna.

—Oh, estás en un gran problema, mi amor —se rio


Caleb, mientras tomaba a uno de sus compañeros y luego al
otro y los tiraba por encima de sus hombros. Se miraron el
uno al otro sobre la espalda de Caleb y metieron sus manos
por sus pantalones vaqueros. Caleb les golpeó el culo
duramente en respuesta—. Comportaos, o tendré que
castigar a mis compañeros.

—¿Lo prometes? —jadeó Lorcan, después de haber


degustado la sensación del chasquido de la gran mano de su
compañero en su culo—. Creo que podría aceptar eso.

—Sí, no eres el único —se quejó Liam.

—Eso es algo que tendremos que explorar más a fondo


en otro momento. —Caleb se echó a reír mientras frotaba
las manos sobre sus nalgas. Ambos se quejaron en voz alta,
ya que su posición sobre los hombros, tenía a sus pollas
frotándose contra su pecho.
—¿Dejarás que el doc te sane? —preguntó Lorcan, no
dejando de lado el tema.

—¿Por qué es importante para ti? ¿Crees que las


cicatrices son feas? —Caleb susurró, y casi tropezó mientras
caminaba con ellos. Lorcan le dio unas palmaditas en el
hombro a su compañero para indicarle que lo bajara. Caleb
lo hizo, pero una vez que estuvieron sobre sus pies, no se
reunió con ninguna de sus miradas—. Cuando estábamos
follando, me pregunté acerca de eso. Quiero decir, estabas a
mi espalda, me sorprende que fueras capaz de mantener la
erección.

—Ahora escúchame claramente, compañero —dijo


Lorcan con firmeza mientras empujaba su dedo en el pecho
de Caleb. Liam se había quedado sin aliento por la sorpresa
ante sus palabras—. Tus cicatrices no son feas, y no nos
importan en lo más mínimo. Te pregunté, porque pareces
pensar que las cicatrices son lo que tú eres, en lugar de lo
que son, cicatrices. Ya que pueden ser curadas, Caleb, pensé
que es lo que es mejor para ti emocionalmente, que tal vez
así podrías dejar atrás algo del dolor.

Caleb miró el dedo presionando su pecho antes de


mirar hacia Lorcan, con los ojos muy abiertos. Echó un
vistazo a Liam, que asentía de acuerdo con su hermano
gemelo.

—¿Está mal que esté duro y totalmente encendido


porque te estás poniendo todo dominante conmigo? —Caleb
le preguntó después de unos minutos, sonrojándose—.
Quiero decir, maldita sea, ¿quién hubiera dicho que mi
pequeño compañero tenía huevos de hierro? Es caliente,
cuando te pones todo exigente y mandón.
—Caleb —exclamó Lorcan, lanzando sus manos al aire
mientras trataba de no sonreír—. ¿Has escuchado alguna
palabra de lo que he dicho?

—Sí, dejaré que Riley me sane. —Caleb se encogió de


hombros mientras agarraba la mano de Lorcan y la
trasladaba a su ingle—. Sólo quería saber si queríais que me
sanara, porque pensabais que eran feas.

—Maldita sea, compañero, realmente te gusta que te


grite —Lorcan casi ronroneó mientras sentía a Caleb que
estaba duro como el acero—. Me pondré en plan jefe en
cualquier momento que quieras.

—Yo no, soy demasiado pasivo. —Liam se rio cuando


alcanzó y tanteó a Caleb—. Pero todavía quiero tener mi
culo rojo por esas manos grandes.

—¡Oh, vosotros dos me vais a matar! —Caleb gimió


mientras empujaba sus caderas hacia delante, empujando la
polla contra sus manos—. Volvamos antes de que crean que
os follé en el campo otra vez.

—En una casa con trece vampiros, es la única manera


de conseguir algo de privacidad. —Lorcan se rio mientras
abría el camino hacia el porche. Una vez allí, todo el mundo
lo miró fijamente preguntándose qué había sucedido.
Lorcan señaló a Riley—. Dile al doc lo que nos has dicho,
compañero.

—¿Con todo el mundo delante? —preguntó Caleb,


sacando el labio inferior. Lorcan no se rio, señalando a Riley
de nuevo.

—Él nos contó a todos lo que le habías dicho cuando


nos dejaste. Así que ya puedes aclarárselo a todo el mundo
de una vez —dijo Lorcan con más fuerza esta vez. No pudo
contener su sonrisa cuando Caleb suspiró dramáticamente y
giró su cuello, por lo que quedó mirando a Riley.

—Realmente nunca pensé que fuera el engendro de


Satanás —dijo Caleb seriamente mientras se frotaba las
manos por sus muslos—. Te dije eso, simplemente porque
no quería que me siguieras presionando sobre las cicatrices
o tratando de curármelas. Fue una estupidez, y lo siento, no
me di cuenta hasta que Lorcan me dijo que realmente creías
que lo pensaba. Me imaginé que sabías que estaba siendo
un gilipollas.

—Tú, y yo —Riley tartamudeó poniéndose en pie y


caminando hacia ellos. Ambos se miraron durante unos
instantes antes de que el Riley echara el brazo hacia atrás y
golpeara al otro hombre en la cara. Caleb estaba todavía de
pie al final de las escaleras del porche, por lo que Riley
estaba casi a la misma altura que sus 2.10 metros, pero
sorprendió jodidamente a los gemelos.

—Riley —Micah y Elena gritaron cuando Liam y


Lorcan se colocaron delante de su compañero, sus manos
convertidas en garras.

—Yo no haría eso de nuevo, doc —gruñó Liam,


superando a Lorcan en amenazas.

—No lo haré —se rio Riley cuando sacudió su mano—.


Esa mierda me dolió.

—Sí, probablemente no tanto como a mi cara —resopló


Caleb, y luego hizo una mueca de dolor—. Te dije que lo
sentía.

—Ya te he oído, pero sigues siendo un gilipollas —se


quejó Riley mientras caminaba a los brazos de Micah. Su
enorme compañero se inclinó y besó primero la mano con la
que lo había golpeado antes de besarlo a él—. ¿Tienes
alguna idea de lo difícil que era para mí no contárselo a mi
compañero y tu mejor amigo, Caleb? Me estaba matando
pensar que te sentías de esa manera y no podía ayudarte. Y
encima de ello, no podía decírselo a nadie porque soy tu
médico.

—Se merecía el golpe —dijo Lorcan honestamente,


retrayendo sus garras—. Pero sólo uno, doc, ¿de acuerdo?

—Sí, no creo que vaya a boxear a corto plazo. —Riley


soltó una risita, mientras sostenía contra su mano la fría
lata de refresco que Desmond le había entregado—. Hasta
ahora no había sentido la necesidad de golpear a otro
vampiro. Bueno, aparte de las azotainas juguetonas a
Micah.

—Normalmente me las merezco —se rio Micah


levantando las manos en señal de rendición.

—Um… ¿alguien va a preocuparse de que estoy


sangrando? —preguntó Caleb mientras sostenía su nariz en
el aire—. Después de todo, Riley me golpeó.

—Awww, mi pobre compañero —ronroneó Liam


mientras dirigía a Caleb más cerca del borde de las
escaleras. Lorcan se rio entre dientes, cuando su hermano
gemelo se inclinó y lamió la sangre de los labios y nariz de
Caleb—. ¿Eso está mejor, mi pobre e indefenso compañero?
—Tal vez —respondió Caleb, como si no estuviera
seguro—. Sin embargo creo que deberías seguir adelante,
centrarte principalmente en los labios.

—Más tarde, compañero —se rio Liam antes de


susurrarle al oído algo que los demás no pudieron oír.

—Cariño, no estás jugando limpio —Caleb gimió


mientras miraba a sus compañeros, ahora que su nariz
había dejado de sangrar.

—No, no estoy jugando en absoluto —dijo Liam con


firmeza, mirando a Lorcan y guiñándole un ojo—. Haz las
paces con el doctor y pídele su ayuda.

—Lo habría hecho de todos modos, no tienes que


amenazarme con retirarme el sexo —murmuró Caleb
caminando hacia Riley. Lorcan miró a su gemelo con los
ojos muy abiertos por el choque cuando Liam se encogió de
hombros y siguió a Caleb.

—Yo puedo no ser prepotente y mandón, como tú,


gemelo —se rio Liam—, pero eso no significa que no sea
capaz de conseguir lo que quiera a mi manera.

—Funciona muy bien para mí, hermano —se rio Lorcan


poniendo su brazo sobre los hombros de su gemelo y fueron
a apoyar a su pareja mientras pedía ayuda.

Caleb estaba boca abajo sobre la cama, deseando que


Riley empezara el proceso de curación. Le había explicado
que casi sentiría como si estuviera quemando sus cicatrices
para después sacarlas de su cuerpo. Por poco agradable que
sonara, Caleb sólo quería que lo hiciera de una vez. Estaba
enamorándose de sus pequeños y calientes compañeros y
listo para seguir adelante con su vida.

—Sólo trata de relajarte, Caleb —dijo Riley cuando


puso cuidadosamente sus manos sobre la espalda del
hombre. «¡Sí, claro!» Sintió el calor y pensó que no era tan
malo, más bien como una especie de almohadilla demasiado
caliente.

—¡Mierda! —jadeó cuando pasó de caliente a ardiendo.

—Estamos aquí, compañero —le susurró al oído


Lorcan, mientras ambos sostenían su mano. Caleb se quejó
ante el dolor en el hombro, que empeoraba.

«Esto tiene que parar», pensó Caleb, y de repente lo


hizo.

—¿Q… qué hiciste, Caleb? —jadeó Riley, y Caleb miró


sobre su hombro al doc—. ¿C… Cómo has hecho eso?

—¿Hacer qué? —preguntó completamente confundido.

—Me desconectaste. Necesito a Micah.

—¡Mierda! —gruñó, dándose la vuelta y gritando el


nombre de su amigo.

—¿Qué? —preguntó Micah cuando irrumpió a través


de la sala, Desmond, Manus, y Michan a sus talones—. ¿Qué
le hiciste a Riley?

—Nada, te lo juro —respondió Caleb, sus ojos


ampliándose.

—Me bloqueó mientras estaba usando mi don —


tartamudeó Riley con el miedo en sus ojos—. Su don es
controlar los dones de otras personas.

—No tengo ningún don —dijo Caleb, sorprendido por


la declaración.

—Sí, lo tienes, muchacho —dijo Manus cuando entró


en la habitación. Caleb lo miró como si le hubiera crecido
una segunda cabeza, se dio la vuelta y se sentó en la cama—.
Hemos estado leyendo sobre la familia Kyros. Como
pertenecientes al linaje de sangre real, todos tenéis el
mismo don. Podéis bloquear a los demás vampiros cuando
usan sus dones.

—¿Puedo? —preguntó Caleb cuando el choque lo


traspasó—. ¡Jodida mierda! No lo sabía, te lo juro, Riley.

—Todo está bien, le advertí a Micah que lo necesitaría


—dijo Riley cuando Micah se sentó en una de las sillas. Miró
al doctor montarse a horcajadas en el regazo de su mejor
amigo y morderlo, para beber profundamente a
continuación. Caleb pilló a sus compañeros mirando por las
esquinas de sus ojos, probablemente pensando lo mismo
que él: que no podían esperar hasta que todos estuvieran
tan cómodos unos con los otros como para anticipar sus
necesidades.

—¿En que estabas pensando antes de que bloquearas a


Riley? —preguntó Michan, apoyado en el respaldo de la
silla.

—Que necesitaba detener el dolor —respondió con una


mirada pensativa—. ¿Así que todo lo que tengo que hacer es
pensar que alguien debería dejar de usar su don y lo harán?
—No estoy seguro, muchacho —se encogió de hombros
Michan—. Pero solo ten cuidado con lo que necesitas.

—Sí, lo tendré en cuenta —respondió Caleb


tímidamente mientras miraba a Riley.

—Me debes una más tarde, doc. —Micah ronroneó


cuando Riley terminó de beber de él—. Durante mucho
tiempo.

—Sí, sí, estás abusando. —Riley se rio poniéndose de


pie y volviendo hacia ellos—. Vamos a intentarlo otra vez,
¿de acuerdo?

—Lo siento, Riley, sabes que nunca te haría daño,


¿verdad?

—Sí, todo está bien, Caleb. —Le guiñó un ojo y le hizo


señas con la mano para que se diera la vuelta—. Salid todos
los demás. Ya es bastante difícil concentrarse.

—Sí, doctor —todos se rieron, y se fueron. Caleb rodó


sobre su estómago de nuevo, pensando en el hecho de que
tenía un don. Era mucho mejor que la idea de que una vez
más, algo andaba mal con él.

—No te va a gustar lo que descubrí antes de que me


bloquearas, Caleb.

—No puedes curarlas así, ¿no? —suspiró Caleb, que


tenía más o menos una idea de lo que era—. Entonces, ¿vas
a tener que abrirlas para sanarlas?

—Lo siento, amigo —respondió Riley suavemente—.


¿Quieres que lo deje?
—No, sólo acaba de una vez.

—¿No hay nada que podamos hacer para ayudarlo,


doc? —preguntó Liam con suavidad, apretando la mano de
Caleb.

—Distráelo si puedes —contestó Riley, y Caleb escuchó


como abría alguna de sus bolsas esterilizadas. No estaba
seguro de querer ver lo que Riley estaba sacando para abrir
sus cicatrices. Momentos más tarde, tuvo idea de lo que era
al sentir en su piel un bisturí que rajó la carne.

—¡No me jodas! —exclamó Caleb cuando el dolor le


atravesó el hombro.

—¿No puedes darle algo para el dolor? —Lorcan gruñó


mientras besaba la cabeza de Caleb.

—No, lo siento, me gustaría poder hacerlo, Lorcan.

—Empújate hacia arriba, compañero —dijo Liam


después de unos momentos. Caleb lo miró divertido por un
momento, pensando en cuando su bebé golpeó sus brazos.
Levantó la parte superior de su cuerpo fuera de la cama,
viendo como Liam se metía debajo de él. Caleb instaló su
peso sobre su compañero más pequeño por lo que quedaron
cara a cara—. Supuse que esta era una buena manera de
llamar tu atención.

—No estoy seguro de que esté realmente con el estado


de ánimo necesario en este momento —se quejó Caleb
cuando el calor de las manos de Riley comenzó a ser
obscenamente doloroso—. Demasiado dolor como para ser
capaz de concentrarme en tu pequeño y caliente cuerpo,
bebé.
—Nada de sexo mientras estoy trabajando. —Riley
gruñó mientras tomaba un descanso momentáneo—. A
Micah le daría un jodido ataque si se entera de que vosotros
follabais mientras yo trabajaba.

—Sólo quiero que mi compañero me muerda, doc. —


Liam se rio, girando sus ojos—. A nosotros nos gustas y todo
eso, doc, pero no lo suficiente como para desear que veas a
nuestra pareja desnuda.

—Soy su médico, ya lo he visto —dijo Riley, y sonó


como si no tuviera aliento mientras seguía trabajando—.
Pero sí, muerde a tu pareja, Caleb. Te dará un subidón de
endorfinas que te ayudará con el dolor.

—¿Estás seguro, bebé?

—No tienes que preguntar si puedes, lo estoy


deseando, muérdeme, compañero —susurró Liam, dándole
un beso rápido—. Siempre te quiero en mí.

—¿En serio? —Arrastró las palabras lamiéndole el


cuello a su compañero, aceptando el doble sentido—. Hmm,
eso me da ideas, cariño.

—Voy a beber para que me pueda morder a mí el


siguiente —dijo Lorcan saliendo de la habitación.

—Tienes que reclamarlo pronto, compañero —le


susurró Liam para que Riley no lo oyera—. Puedo sentir su
tristeza porque no ha ocurrido todavía.

—Yo quiero, Liam —respondió Caleb, sintiéndose de la


misma manera—. No ha habido tiempo. Quiero decir,
infiernos, sólo te reclamé hace unas horas.
—Lo sé, sólo pensé que debía decírtelo —dijo Liam,
dándole otro suave beso—. Ahora hunde tus colmillos en mí,
Caleb.

—Con mucho gusto —gruñó, amaba que Liam se


estremeciera bajo el sonido de sus órdenes. Suavemente
mordió a su pequeño y caliente prestó atención a la
curación. Tuvo cuidado con la cantidad que tomaba, pero
Riley había estado en lo cierto. Eso había ayudado mucho.

Riley se tomó un descanso cuando estaban a mitad del


proceso. Micah volvió a alimentarlo mientras los gemelos
hacían todo lo posible por distraer a su compañero. Cuando
el doc estuvo listo, volvió a trabajar, mientras Caleb bebía
de Lorcan. Su caliente compañero se retorcía debajo de él, y
poco a poco empezó a olvidar todo el dolor. En su lugar,
estaba ocupado pensando en hundir su dura polla en su
magnífico compañero.

—Riley —Micah gritó irrumpiendo en la habitación—.


Tenemos que irnos ahora. Victor ha encontrado a su pareja.

—Estoy un poco ocupado aquí —se quejó Riley cuando


Caleb sintió el calor en la última de sus cicatrices.

—Ya lo sé, mi amor —dijo Micah más suavemente


mientras se dirigía hacia ellos—. Lo siento, yo solo… es solo
que… es malo, bebé.

—Está bien, dame unos minutos, estoy terminando.

—Id donde seáis necesarios, Riley —dijo Caleb en voz


baja, sintiendo que su fuerza lo dejaba—. Estoy bien, ¿de
acuerdo?

—Ahora sí, hemos terminado —contestó Riley al bajar


de Caleb—. La hinchazón bajará en un rato, y necesitas
beber más sangre.

—¡Qué alegría! —dijo Caleb saliendo de la cama con


cuidado. Pasó un brazo por cada uno de los hombros de su
compañeros mientras observaba a Micah y Riley en un
acalorado intercambio de palabras que no podía oír. De
repente, ambos salieron corriendo de la habitación—. Eso
no podía ser bueno.
Liam ayudó a su dolorido compañero a bajar cojeando
por las escaleras para que volviera a alimentarse, aunque en
su mente, sabía que lo que tenía a Caleb moviéndose tan
rápido después de lidiar con el dolor, era el deseo de
descubrir lo que estaba pasando.

—No sé qué hacer. —Elena sollozó mientras miraba


entre Desmond y Micah—. No podemos dejar a Caleb, pero
Victor nos necesita ahora más que nunca.

—Elena, ve con Victor, yo no estoy solo —dijo Caleb


con suavidad mientras se arrodillaba junto a ella. Liam
estaba orgulloso de su compañero. Alguien a quien Elena
amaba estaba en conflicto, y aunque quería que ella se
quedase, la puso delante de sus propias necesidades—.
Victor tiene un problema, y os ha llamado. Yo ahora tengo
familia aquí, no tenéis que preocuparos por mí.

—Siempre nos preocuparemos por ti, Caleb —contestó


ella, dándole un rápido beso en la mejilla—. Desmond irá a
Grecia contigo, tus compañeros, Michan, y Manus.

—¿Es eso lo que vamos a hacer? —preguntó Caleb,


mirando a Liam y Lorcan.

—Sí, creemos que es lo mejor, ¿verdad gemelo? —


respondió Liam, su corazón pesado ante la idea de dejar
Irlanda. Pero, de nuevo, no era como si no pudieran volver
de visita.

—No tienes que asumir el poder si no quieres, pero


creo que por lo menos deberías visitar el lugar de dónde
eres —respondió Lorcan lentamente—. Pienso que a partir
de ahora puede ser nuestro hogar. O cualquiera que tú
quieras, compañero, nosotros te apoyaremos.

—No importa qué, lo decidiremos juntos, ¿vale?

—Sí, eso suena como un plan para mí —respondió


Liam, y su hermano gemelo asintió. Entraron en los grandes
brazos de Caleb y los abrazó con suavidad. No importaba lo
que sucediera, ya no tenía miedo de perder a los hombres de
los que estaba enamorado.

—Está bien, mi amor, te lo prometo —dijo Caleb


mientras observaba a Lorcan aferrarse a los brazos del
asiento con tanta fuerza que sus nudillos estaban blancos.
Habían terminado de embalar y salido esa misma noche,
porque sabían que Desmond quería volver con su familia
tan pronto como se establecieran.

—Nunca había viajado en avión antes, creo que no me


gusta —respondió Lorcan a través de sus dientes. Caleb
miró a Liam, quien sonrió y asintió antes de volver a su
libro. Le encantaba la forma en la que sus compañeros
estaban aprendiendo a leerlo tan bien como él a ellos.

—En un avión se puede tener mucha diversión, Lorcan


—ronroneó Caleb mientras le lamía la oreja y desabrochaba
sus cinturones de seguridad. Ya había reclamado
oficialmente a Lorcan antes de irse, pero su nueva intimidad
en las relaciones sexuales, no parecía que lo hubiera
apaciguado, ya que su compañero estaba preocupado.

—¿Eso es un hecho, compañero? —preguntó Lorcan,


volviendo la cabeza para lamer los labios de Caleb. Antes de
que pudiera responder, Caleb tenía a su caliente compañero
encima del hombro—. ¿A dónde me llevas?

—A todas partes y por todas partes donde pueda


tenerte a solas o simplemente con Liam alrededor —
respondió, con doble sentido. Caleb no podía creer lo
divertidos y listillos que eran sus compañeros, lo que era
perfecto, ya que él también lo era. Se agachó para entrar en
el cuarto de baño sin hacerle daño a su dulce compañero,
asegurándose de cerrar la puerta detrás de ellos—. Esto va a
ser rápido y sucio, Lorcan.

—Cómo me gusta —ronroneó cuando Caleb lo bajó de


su hombro. La boca de Lorcan babeaba cuando lo empujó
contra la pared. Se quejó y se fundió en el beso mientras
Caleb se movía rápido como un rayo para desnudarlos.

—¡Oh, dulce infierno, llevas un tapón! —Caleb gimió


cuando llegó a la espalda baja de su compañero y fue a
estirarlo—. ¿Ya estás lubricado con esto dentro?

—Por supuesto —se rio entre dientes Lorcan cuando


Caleb lo sacó—. Fóllame, compañero. Dámelo duro y rápido.

—Con mucho gusto —gruñó mientras lanzaba el tapón


al lavamanos y lo remplazaba con su polla. Lorcan gimió en
voz alta, estimulando a Caleb mientras se empujaba hasta
sumergirse más profundamente en su pequeño y caliente
compañero—. ¿Te gusta mi gran polla, Lorcan?
—Sí, dámela, Caleb —rogó Lorcan, envolviendo sus
brazos y piernas más estrictamente en torno a Caleb—.
Hazme gritar de placer, compañero.

—Oh mierda, eres tan condenadamente caliente —


gimió Caleb mientras lo golpeaba duramente. Lorcan se
volvió loco, succionando profundamente la clavícula de
Caleb—. Se siente como el cielo, compañero.

—Sí, sí, más rápido, Caleb —gritó Lorcan cuando


comenzó a contraerse apretándolo con un férreo control—.
Sí, joder, mierda, es bueno.

—Mi pequeño y sucio compañero.

—Sí, mejor que creas eso —jadeó Lorcan mientras


empujaba sus caderas hacia abajo tanto como podía en los
estrechos confines del baño del avión—. Duro, Caleb, quiero
que marques mi interior como tuyo.

—Jesús, Lorcan —gimió cuando le llegaron imágenes a


su cabeza marcando a sus compañeros como suyos
interiormente. Sus caderas parecían moverse por su cuenta
después de eso. Folló a Lorcan como nunca lo había hecho
antes, ignorando por completo el tamaño de su pene. Nunca
había pensado que estaría con alguien que pudiera tomarlo
todo y no tener que estar constantemente preocupado de
herir a su pareja.

—Caleb, te necesito malamente, compañero —gimió


mientras lamía su cuello.

—Hazlo, mi amor —se quejó Caleb, deseoso de sentir la


dicha de darle a Lorcan lo que necesitaba. En el segundo
que Lorcan le mordió, Caleb hundió sus colmillos
fuertemente en el cuello de su compañero y se empujó más
duramente en su apretado agujero, completamente
inconsciente de donde estaban.

Lorcan levantó la cabeza, gritando mientras se corría,


llenando el espacio entre ellos con su esencia. Caleb se
derritió cuando su caliente y pequeño compañero se aferró a
sus hombros y lo miró a los ojos mientras salía de su
orgasmo. Esa visión lo llevó a su propio clímax segundos
después.

—Te amo, Lorcan —gritó mientras su polla explotaba


en su interior. Caleb gruñó mientras los músculos del culo
de su compañero se cerraban sobre su polla, pero siguió
empujando hacia arriba, arrastrándolos con su orgasmo.

—También te amo, Caleb —susurró Lorcan, las


lágrimas corrían por sus mejillas mientras Caleb regresaba
al mundo a su alrededor. Jadeaba mientras apoyaba la
frente contra la de su compañero, tratando de calmarse y
entender por qué el otro hombre estaba llorando—. Te amo
tan jodidamente tanto que me asusta.

—Oh, cariño —exclamó Caleb, las piezas colocándose


en su lugar—. Estamos todos asustados, mi amor. Sé que yo
lo estoy, pero ya os quiero tanto, que no puedo ver nada
más que a nuestro amor crecer.

—¿Qué pasa si nos dejas de querer tan pronto como


asumas el cargo y seas ‘El Gran Premio’?

—Eso no sucederá, Lorcan —dijo con firmeza,


sosteniendo la cara de su compañero en sus manos,
quedando así nariz con nariz—. Eso no significa nada para
mí comparado con Liam y contigo. Me alejaré de ello en
menos de un latido del corazón si no somos felices como
familia, ¿me sigues? Los dos seréis siempre, y quiero decir
siempre, lo más importante para mí.

—Gracias, compañero mío —le susurró mientras lo


besaba—. Tenía mucho miedo, pero no estaba seguro de
cómo decírtelo. Simplemente todo salió cuando me estabas
montando. Y no es solo el sexo, es la conexión, los
sentimientos que tengo por ti.

—Puedes contarme cualquier cosa, compañero —dijo


suavemente ahuecando la mejilla de Lorcan. Su compañero
sonrió y asintió antes de soltarse de él. Los dos gimieron
cuando su polla se deslizó, dejándolo libre. Se volvió para
tomar algunas toallitas y limpiar a Lorcan, sólo para ser
detenido por este.

—Quiero mantener tu semilla dentro de mí. —Lorcan


se sonrojó, mirando a sus pies—. Me gusta que esa parte
tuya se encuentre todavía en mi interior.

—¡Oh mierda, eso es caliente!

—¿En serio? ¿No te da asco? —preguntó Lorcan,


levantando su cabeza para mirarlo.

—Por supuesto que no —ronroneó Caleb cuando


recuperó el tapón anal y lo puso en el culo de Lorcan de
nuevo—. El hecho de saber que mi semen está en ese
pequeño culo caliente, esperando a que lo folle una vez más,
me está poniendo duro, mi amor.

—Está bien —jadeó Lorcan cuando Caleb empujó el


tapón—. Me puedes follar en cualquier lugar que quieras,
frente a quien desees, siempre y cuando no se trate de
nuestra familia.

—¿Somos un poco exhibicionistas, Lorcan?

—Sí, pienso que así es —admitió su compañero,


todavía ruborizado—. Puede ser que me gusta la idea de que
los demás sepan que eres mío y me das lo que necesito. La
idea de arrodillarme y chuparte mientras estás sentado en
tu trono de gran jefe me vuelve loco.

—Eso es algo en lo que hay que pensar —gimió Caleb


mientras se limpiaba y se cerraba los pantalones. Una vez
que los dos estuvieron vestidos, abrió la puerta y fueron a
sus asientos.

—¿Tan necesitados estabais como para permitir que


todos supiéramos lo que hacíais ahí dentro? —preguntó
Manus con una ceja levantada.

—Lorcan estaba nervioso por estar en un avión por


primera vez —respondió Caleb tímidamente, con el rostro
sonrojado. Todo el mundo se echó a reír cuando se inclinó y
le dio un beso rápido a Liam—. Te amo, Liam.

—Y yo te amo a ti, compañero —dijo este con una


sonrisa brillante que calentó el corazón de Caleb—. Por
mucho que ame a mi doble, nunca olvides eso, mi gran jefe.

—Nunca, bebé, te lo prometo —respondió, dándose


cuenta de que sus compañeros estaban tan asustados por su
futuro como él. Caleb se juró a sí mismo en ese momento
que no importaba lo que Grecia tuviera para ellos, siempre
se aseguraría de que Liam y Lorcan supieran que eran lo
primero en su vida y su corazón.
Liam quedó sin aliento cuando bajó del avión unas
horas más tarde. Había tantos coches, limusinas y SUV, que
parecía un pequeño ejército el que tenían allí para hacerles
frente. Echando un vistazo detrás de él, Liam vio la misma
expresión de asombro en Lorcan y Caleb. Bueno, al menos
no era el único que se sentía estúpido por no haber previsto
este tipo de recepción.

—Mi Señor, Caleb —dijo un hombre mientras


caminaban hacia el grupo y la gente empezó a arrodillarse.

—Sólo Caleb, ¿de acuerdo? Tampoco tienen que


arrodillarse —dijo su compañero, sonando tan nervioso
como Liam se sentía. Tendió la mano, tomó la de Caleb y la
apretó suavemente para mostrarle su apoyo.

—¿El concejal Stukel? —preguntó Manus, y el hombre


asintió mientras se ponía en pie de nuevo—. Soy Manus
O'Hagan, hablamos por teléfono. Estos son mi gemelo
Michan, y Desmond Marius.

—Es un placer conocerlos a los dos —dijo el concejal


Stukel mientras todos se daban la mano. Liam estaba
asombrado por ese acento suave que nunca había oído
antes—. Y no estoy seguro de quien es el Señor Liam y quien
el Señor Lorcan.

—¿Señor? —chirrió Liam, mirando a sus padres—.


¿Ahora somos señores?

—Sí, muchacho, estás acoplado a Caleb, y eso va con el


paquete —dijo Manus con una sonrisa—. Supongo que
Michan y yo deberíamos haberte explicado esa parte. Con
todo lo que estaba pasando, me olvidé.

—Está bien, Pa —dijo Liam rápidamente, no quería que


sus padres se sintieran mal—. Solo es que todo está
ocurriendo muy rápido.

—¿Salimos para su casa, Señor, Caleb? —preguntó el


concejal Stukel haciendo un gesto hacia la limusina. Liam
miró otra vez, nunca había montado en una antes, y parte
de él se moría por hacerlo.

—Nunca he estado en una limusina —murmuró Caleb,


que ya seguía al concejal.

—Yo tampoco —dijeron Liam y Lorcan al mismo


tiempo. Todos ellos se rieron en voz baja, y se miraron
mientras subían.

—Alguien traerá sus maletas, Señor Caleb —dijo el


concejal Stukel, y Liam supuso que Caleb se lo había
peguntado mientras él estaba distraído con todo lo que
sucedía. Condujeron por un corto tiempo, no más de cinco
minutos, antes de que el coche se detuviera. Fue a abrir la
puerta, pero el concejal se lo impidió—. Espere, siempre es
Mav quien abre la puerta. Es su jefe de seguridad, y no le
permitirá salir hasta que sepa que la zona es segura.

—¿Desmond? —preguntó Caleb, mirando al hombre


que había sido un padre para él. Liam sintió que su corazón
se rompía mientras sentía que su compañero empezaba a
temblar. Esto era muy duro para Caleb después de todo lo
que había pasado.

—No veo ningún problema por ahora, pero vamos a


conocer a ese hombre de inmediato —respondió Desmond
mientras miraba al concejal para mostrarle que no era tema
de debate—. Pero sí, necesitas comenzar a tener en cuenta
tu propia protección, Caleb.

—Señor Caleb —espetó el concejal y luego pareció


darse cuenta—. Lo siento, Desmond. Me olvido de que lo
conoces como si fuera tu propio hijo, no quería faltarte al
respeto. Pero he estado esperando este día desde hace
décadas. No hay nada que me haga más feliz que ver que el
hijo de mi amigo regresa al lugar que le corresponde.

—¿Conocías a mi padre? —preguntó Caleb quedándose


inmóvil—. ¿Dónde estaban sus amigos cuando sucedió? Allí
no.

—Yo estaba en el Complejo del Consejo, mi Señor —


respondió Stukel mirando hacia otro lado—. Me enteré
cuando Jacob y Wendy se presentaron en la puerta. Lloro la
pérdida de tus padres todos los días.

—Lo siento, concejal de Stukel —dijo Caleb en voz baja


mientras la puerta se abría, interrumpiéndolos a todos.

—Todo despejado, mi Señor —dijo un hombre grande


haciendo un gesto para que salieran. Lorcan salió, a
continuación, Caleb y Liam, y fue muy consciente de cómo
el hombre miró a su hermano gemelo. Haciendo uso de su
don, vio que el aura del hombre estaba limpia, pero había
una gran lujuria detrás.

—¿Eres Mav? —le preguntó, tirando de la mano de


Caleb para que dejara de caminar.

—Sí, mi señor —respondió Mav, sin ni siquiera ocultar


su mirada de lujuria. Liam oyó más que vio el gruñido de
Caleb y se dio cuenta de que su compañero también se había
dado cuenta.

—Es un buen hombre, Caleb —dijo Liam con suavidad


cuando su compañero lo empujó detrás de él—. Solo anhela
lo que nosotros tenemos.

—¿C… cómo sabes eso? —tartamudeó Mav, mirándolos


a los tres.

—Lo sé, porque vi que mirabas a mis compañeros


como si estuvieras a punto de follártelos en la superficie
plana más cercana. —Caleb gruñó mientras agarraba a Mav
por la camiseta—. Y eso no va a pasar jodidamente, nunca.
¿Quedó claro?

—Sí, mi Señor Caleb, le pido disculpas —dijo Mav de


inmediato, con el rostro sonrojado por el calentamiento—.
No quise faltarle al respeto, se lo juro. No me di cuenta que
no había controlado mis emociones, pero no puedo dejar de
ver que son impresionantes, mi Señor. Pero nunca
intentaría nada con ellos o degradaría la santidad de su
acoplamiento.

—Está diciendo la verdad, compañero —dijo Lorcan


mientras con cuidado, se acercó y tocó el brazo de Caleb—.
No hizo nada malo, Caleb. Suéltalo, somos tuyos, y él lo
sabe.

—Bien, bien, sí —murmuró Caleb dándose cuenta de


que todavía sostenía a Mav—. No estoy acostumbrado a que
la gente tenga celos de mi familia o tener a alguien a quien
proteger. Va a llevarme algún tiempo acostumbrarme.

—Calienta nuestros corazones que saltaras así


inmediatamente, compañero —dijo Liam mientras inclinaba
a Caleb para un beso—. No has hecho nada malo, y amamos
que quieras asegurarte que todos aquí sepan que somos
tuyos.

—¿En serio? —preguntó Caleb, no estaba seguro de sus


palabras. Liam sonrió y asintió, y Lorcan hizo lo mismo. Eso
puso una sonrisa en él, e hizo que se concentrarse en algo
distinto de Mav. Liam quedó sin aliento ante la visión de la
casa, el castillo, o tal vez palacio que estaba delante de ellos.
No estaba seguro de lo que era, pero era el edificio más
grande que jamás había visto de cerca.

No había manera de ver ni siquiera la parte superior


del mismo, y eso que estaban a diez metros de la puerta
principal. Liam alzó la vista hacia las columnas de dos pisos
de altura en el frente, la alta puerta en forma de arco, y
luego trató de medir sus dimensiones en términos de
campos de fútbol.

—¿Aquí es donde tú piensas que debemos vivir? —


Lorcan le preguntó a Mav mientras agarraba la mano de
Caleb como Liam lo estaba haciendo—. Creo que me
perderé aquí sin un mapa, compañero.

—Sí, yo también, mi amor —respondió Caleb, mientras


caminaban por la puerta principal. El vestíbulo era más
grande que el centro comunitario que había en la ciudad en
la que vivían en Irlanda, solo que allí no tenían arañas de
cristal y suelos de mármol. También había dos escalinatas
que se dividían en diferentes partes que conducirían a quién
sabe dónde—. Mierda, esto es más grande que cualquiera de
los Complejos del Consejo de los Guerreros que haya visto.

—Se acostumbrará a él, mi Señor —dijo Mav mientras


abría camino por una de las escalinatas—. Por cierto, soy
Danker Maverick, jefe de su seguridad, pero todo el mundo
me llama Mav.

—Encantado de conocerte oficialmente, Mav —


respondió Caleb mientras todos ellos miraban a su
alrededor el enorme edificio. Liam intercambió una mirada
con su padre, Manus, quien le dio una débil sonrisa—. ¿A
dónde nos lleva?

—Hemos reunido al Consejo en una de las salas de


reunión —dijo el concejal Stukel. Llegaron a un gran
conjunto de puertas que fueron abiertas por otros hombres
cuyos nombres no sabían aún si alguien hubiera podido
decir algo. Liam se maldijo por sentirse como un niño
pequeño que era llevado a la consulta del médico por
primera vez, hasta que se dio cuenta que su gemelo estaba
sintiéndose de la misma manera.

—Mi Señor Caleb —dijo uno de los hombres al frente


del grupo cuando todos se volvieron hacia ellos. Liam
observó con una mezcla de asombro y horror como por lo
menos un centenar de hombres y mujeres se arrodillaban
delante de ellos.

—No puedo hacer esto —le susurró Caleb, buscando a


Desmond en busca de ayuda. Liam se sentía de la misma
manera, mirando a sus padres.

—Todo el mundo, por favor levántese —anunció el


concejal Stukel mientras miraba a Caleb—. Creo que vamos
ser informales por ahora.

—Sí, hay mucho que discutir —dijo Michan dándole a


Caleb una sonrisa tranquilizadora—. Empezando por dónde
ha estado Caleb todo este tiempo.

—¿Estás seguro que necesitamos empezar por esa


parte, Pa? —preguntó Liam, sintiendo que su compañero
empezaba a temblar.

—Sí, no hay forma de librarse de eso, muchacho —


respondió Manus dándole unas palmaditas en el hombro.
Tragó saliva con fuerza mientras miraba a su compañero y a
su gemelo con miedo. Bueno, esto era algo para lo que no
estaban preparados.
Pasó una semana antes de que Desmond, Michan, y
Manus los dejaran para volver a casa. Caleb se frotaba las
manos sobre su cara mientras estaba sentado ante su nuevo
escritorio en su nuevo estudio mientras pensaba en la
semana anterior. La única cosa que realmente había
querido hacer, era pasar tiempo con sus compañeros, pero
apenas había podido con todas las distracciones y
compromisos. Por lo menos, Mav estaba funcionando bien,
y ahora que había conseguido que su atracción por sus
compañeros pasara, se estaba convirtiendo en un asesor de
confianza.

Sentado en su estudio, pensaba en todo lo que había


pasado, mientras contemplaba la belleza de la habitación.
Había enormes estanterías que iban desde el suelo hasta el
techo llenas de todo tipo de libros, desde los clásicos, a los
libros de historia sobre su raza, sus leyes y normas de vida.
Fue bastante intimidante cuando se dio cuenta de lo poco
que sabía. Decidiendo que no era el momento de centrarse
en eso, se volvió para estudiar la magnífica repisa de la
chimenea. No estaba seguro de lo fría que podía ser Grecia,
pero siempre había querido tener una chimenea.

Más que eso, siempre había querido tener a alguien


que quisiera compartir el calor del fuego con él. Y ahora
tenía dos hombres a quienes amó apenas los vio. Sacudió la
cabeza, tratando de no añadir más problemas a su plato, y
echó un vistazo a la zona de asientos de estilo informal y al
bar. Todo era precioso, de primerísima calidad, y muy caro.
Los dos sofás y el sillón de cuero, eran los más suaves que
jamás había tocado.

Y de nuevo, pensó en sus compañeros y lo que sería


hacer el amor con ellos en uno de los sofás. ¿O ellos
preferirían cabalgarlo mientras tenía su culo sobre el cuero?
Esperaba que le permitieran sostenerlos frente del fuego,
mientras exploraba sus cuerpos poco a poco y los follaba
durante toda la noche. Por supuesto, eso sería mejor en la
chimenea de su sala de estar personal.

La suite real era más grande que una planta entera del
Ritz, o eso suponía Caleb. Tenían su propia y ricamente
decorada con buen gusto sala de estar, oficina, biblioteca,
cocina, comedor, sala de AV1, y por supuesto, dormitorio. La
suite tenía tres cuartos de baño propios, uno fuera de la sala
de estar principal, otro en la habitación de invitados, y
después su baño principal, que era enorme. Tenía su propia
sauna, bañera de hidromasaje grande, dos lavabos con un
tocador y una ducha grande en la que el agua brotaba de la
parte superior, lo que era como entrar en una cascada
artificial.

Y además había dos servicios2 y algo que disparaba el


agua hacia arriba. Caleb todavía no había descubierto como.
Tenía algunas conjeturas, pero cada vez que lo veía o
pensaba en ello, volvía a sentir que estaba fuera de su liga y
de su clase. Era una sensación que tenía cada vez más y más
a menudo mientras se reunía con todas esas personas que
hablaban en distintas lenguas.

1
Sala de audiovisuales. Cine, televisión…

2
Supongo que se refiere a los nuevos váteres modernos de tecnología japonesa.
Caleb se había reunido con cada miembro del Consejo,
después de que fueron informados de su pasado y les había
mostrado las marcas en la espalda. En todas esas reuniones,
no habían participado sus compañeros, y apenas si podía
arrastrarse para meterse en la cama, cuando ellos ya
estaban dormidos. No es que a Caleb le importara el trabajo
duro y las largas jornadas, sólo los echaba de menos.

Y eso de que siempre había alguien ahí, y la mayoría de


veces ni siquiera lo sabía. Era desconcertante estar siempre
acompañado, pero sentirse solo. Demonios, en los dos
últimos días ni siquiera había podido besar a sus
compañeros cuando estaban despiertos. Por no hablar de la
falta de relaciones sexuales desde su llegada, o incluso
hablar a solas con ellos. Y lo peor era que a nadie parecía
importarle que él fuera miserable.

Había tratado de ponerle buena cara a Desmond y a los


papás de sus compañeros, ya que a ellos les gustaba que él
asumiera el liderazgo. Pero la verdad era que quería tomar a
sus compañeros y volver a casa. Ya fuera a la casa en Irlanda
o Estados Unidos, cualquier lugar parecería más una casa
que esta prisión.

Y no había ninguna interrupción en el ejercicio de sus


funciones. El Consejo había acordado mantener sus actuales
procedimientos hasta que Caleb pudiera ponerse al día con
todo. Y cuando dijeron todo, era todo. Pasaba los días y las
noches leyendo informes, teniendo reuniones con diferentes
miembros de la zona y los líderes del Consejo del aquelarre.
Los siguientes días, se reunió con los jefes de todos los
Complejos de los Guerreros en el este de Europa.

Caleb estaba llegando a su límite rápidamente. No


sabía si iba a llorar, gritar, hiperventilar, o simplemente
perder la cabeza. Todo parecía una opción viable con la
cantidad de presión bajo la que estaba. Por el momento, en
la intimidad de su estudio, optó por gritar.

—No quiero nada de esto. Nunca lo quise —gritó


mientras agarraba varios libros, y los arrojaba por la
habitación—. Sólo quería saber de dónde venía. ¡Que se joda
el resto!

—Mi Señor Caleb, ¿va todo bien ahí dentro? —


preguntó Mav asomando la cabeza en la habitación—.
Escuché gritos.

—¡Por supuesto que sí, porque no tengo un segundo de


mierda para estar solo! —gruñó Caleb tomando por asalto al
hombre—. ¡No veo a mis compañeros, no puedo conseguir
un momento de paz, joder, y todavía me pierdo en torno a
este mausoleo!

—Ya veo —dijo Mav mientras su mirada se precipitaba


alrededor—. Lo siento, mi Señor.

—Di lo que tengas en mente, Mav. —Caleb suspiró


mientras trataba de calmarse. Esto no era culpa de su nuevo
amigo, pero Caleb vio la señal de que tenía información o
ideas—. No te estoy gritando a ti, sólo en tu dirección.

—Entiendo, mi Señor —respondió inmediatamente


Mav. Y eso era otra cosa que cabreaba a Caleb. Era como si
no fuera una persona, y hubiera una regla según la cual todo
el mundo estaba inmediatamente de acuerdo con él y nunca
le hablaban como a un hombre—. ¿Me estás pidiendo
consejo?
—Sí, por favor, aquí no tengo a nadie que me ayude —
exclamó Caleb, a punto de romperse por completo.

—Pero lo tienes, Caleb —susurró Mav mientras cerraba


la puerta y le hacía señas para que salieran a la terraza.
Caleb lo siguió, intrigado por la forma en la que Mav utilizó
su nombre, si no otra cosa—. Caleb, eres el jefe, hombre.
¿Quieres ver a tus compañeros? Joder, vete a verlos. Deja de
permitirle a todo el mundo que te diga lo que tienes que
hacer, amigo mío. Tú eres el ‘Gran Premio’, como Liam y
Lorcan dicen. Y por cierto, ellos son igual de miserables.
Pero creen que esto es lo que quieres en lugar de pasar
tiempo con ellos.

—Eso no es cierto, Mav, los amo. Los extraño mucho, y


no sé qué hacer, sólo sé que esto es horrible. No quiero esto,
nunca lo quise, ¿sabes? Sólo quería respuestas a quién era y
por qué fui abandonado. No quería volver y gobernar, o
vivir este infierno de mierda constante.

—Caleb, sólo respira, hombre.

—¿Por qué de repente usas mi nombre en lugar de esa


mierda de Señor? —preguntó Caleb, mirando al hombre
curiosamente—. Te he pedido muchas veces que me
llamaras Caleb. ¿Por qué empezar ahora?

—Porque ahora sé que lo dices en serio. —Mav se


encogió de hombros mientras se sonrojaba un poco—. Eso,
y que no quiero que tengas una crisis. Liam y Lorcan se
encuentran igual, y no quiero que ninguno de vosotros sea
infeliz.

—Sólo quería hacer que se sintieran orgullosos —


susurró, sintiendo que las lágrimas empezaban a arder en
sus ojos—. Quiero ser un compañero al que ellos puedan
llamar felizmente suyo.

—Voy a llamar al concejal Stukel y decirle que has


reprogramado tu día, Caleb —dijo Mav con un guiño—. Ve a
hablar con tus compañeros. Diles cómo te sientes.

—Gracias —respondió Caleb, acercándose y apretando


el hombro de Mav. Entonces salió corriendo de la terraza,
atravesó su oficina, fue hasta final del pasillo, subió las
escaleras, y entró a la suite real. Y se quedó helado. Sus
compañeros estaban sentados en la sala de estar en un
acalorado debate que se detuvo tan pronto como entró. Lo
miraron con tanta cólera en sus ojos, que Caleb supo que
estaba en arenas movedizas.

—Siéntate —ordenó Lorcan, mientras señalaba al sofá


frente a ellos. Caleb lo hizo inmediatamente, inclinándose
hacia adelante para descansar los antebrazos en sus
rodillas—. Necesitamos cambiar algunas cosas, compañero.

—No volverás a llegar a horas de mierda —dijo Liam,


cruzando los brazos sobre el pecho mientras le lanzaba
dagas con la mirada—. Y además, cuando nos despertamos
ya te has ido. Eso no me gusta, compañero.

—No has estado cuidando de ti mismo —Lorcan


continuó, levantando una mano cuando Caleb fue a hablar.
Cerró la boca, trató de concentrarse en lo que estaban
diciendo, y no en el hecho de que estaban siendo tan
contundentes con él—. No has estado en las comidas, y
cuando hablamos con el cocinero nos enteramos que nunca
te comes todo lo que hay en tu plato. Tampoco has estado
bebiendo de nosotros, así que además necesitas sangre.
—Y si vienes a la cama después de que nos acostemos y
te vas antes de que nos despertemos —dijo Liam, mirando
por encima a Caleb, como si tratara de ver los signos de que
había estado maltratando su cuerpo—, tú no estás
durmiendo lo suficiente. Vives entre tu oficina y tus
reuniones, lo que significa que no estás haciendo ejercicio y
no estás pasando tiempo con tus compañeros.

—Estoy de acuerdo, estoy de acuerdo con todo ello.


Tiene que haber cambios —susurró, sintiendo que las
lágrimas comenzaban a caer mientras miraba a los hombres
que tanto amaba—. Os he extrañado tanto, tanto. No quiero
esto, nunca lo quise, sólo quería que estuvieseis orgullosos
de mí.

—Bueno, mierda, a tomar viento nuestra bronca —dijo


Liam mientras miraba a su hermano gemelo. Asintieron y se
movieron alrededor de la mesa para sentarse a ambos lados
de Caleb. Lo envolvieron con sus brazos, y él a ellos—.
Nosotros te echábamos de menos, Caleb. Hemos estado
tratando de darte espacio para que te ajustaras a tu nueva
vida, pero esta no es forma de vivir, compañero. Permítenos
ayudarte.

—¿Cómo?

—No somos idiotas, Caleb, podemos ayudarte —se


quejó Lorcan, y Caleb se puso rígido.

—No quise decir eso en absoluto, mi amor —contestó


inclinándose y besando a su mimoso compañero—. Sé que
ambos sois increíblemente inteligentes. Lo que quise decir,
es que yo no tengo ni idea de lo que estoy haciendo la mitad
del tiempo, así que no sé cómo alguien podría ayudarme.
—Oh, por favor.

—Hemos estado hablando, y pensamos que deberías


nombrarnos tus asesores —dijo Liam con suavidad después
de unos momentos—. Darnos ciertas tareas, como tratar con
los líderes del aquelarre y revisar las leyes vigentes que
pudieran estar obsoletas.

—Bueno, puedo hacer eso —asintió Caleb, dispuesto a


hacer lo que quisieran con tal de conseguir que dejaran de
estar enojados con él—. Por favor no me dejéis. Sólo quería
haceros sentir orgullosos y ser el hombre que os merecéis.

—Estamos orgullosos de ti, Caleb —respondió Liam,


girando la cabeza hacia él—. Eres un gran hombre, más de
lo que esperamos que fuera nuestro compañero. Pero
podemos hacer esto juntos, y tienes que dejarnos entrar.

—También necesitarás algunos asistentes —dijo Lorcan


con firmeza mientras tomaba la mano de Caleb—.
Establecerán tu calendario y lo manejaran, no más estar
siempre diciendo que sí a todo el mundo que requiera tu
tiempo. Nosotros podemos buscar a las personas adecuadas
para eso, si tú quieres.

—Y tienes que permitir que Mav maneje todo lo


relacionado con los guerreros —añadió Liam mientras
pasaba las manos sobre el muslo de Caleb.

—Eso sería maravilloso —suspiró Caleb—. Estoy


demasiado asustado para decir que no a cualquier persona y
alterar el equilibrio de las cosas.

—Y necesitamos tener sexo otra vez —le susurró Liam


al oído mientras lo besaba en el cuello—. Me siento muy
solo, compañero.

—Mav iba a llamar al concejal Stukel y anular el resto


de mis compromisos. —Caleb gimió cuando sus compañeros
comenzaron a quitarle la camisa—. Se dio cuenta de que yo
era infeliz y me dijo que vosotros también lo erais. Me dijo
que yo soy el jefe, y que empezara a decirle a la gente lo que
tenían que hacer en lugar de permitir que me lo dijeran a
mí.

—Mav será un buen consejero —respondió Lorcan


mientras se quitaba su propia camisa. Tan pronto como
Caleb vio esa gran parte de la carne desnuda de su
compañero, se levantó del sofá con los dos en sus brazos, y
corrió a la cama.

—Os necesito tanto —les dijo cuando aterrizaron en la


cama en un montón. Hubo una loca carrera para conseguir
sacarse sus ropas, y momentos más tarde, todo el mundo
estaba desnudo. Liam se acercó y agarró el lubricante antes
de verter un poco en los dedos de Lorcan.

—Folla a nuestra pareja mientras yo lo cabalgo —


ordenó Liam arrojándole el lubricante desde la cabecera de
la cama. Caleb gimió y extendió sus piernas cuando sintió
los dedos Lorcan frotando su agujero—.Te gusta esto, ¿no,
compañero?

—Sí —dijo entre dientes, cuando Liam comenzó a


torturar su cuello y pezones—. Bebé, tengo que prepararte.

—Siempre llevamos puestos nuestros tapones en caso


de que nuestra pareja sea díscola y decida pasarse por
nuestra cama —dijo Liam con suavidad. Caleb gimió cuando
Lorcan empujó dos dedos dentro de él, para empezar. Liam
se tragó su gemido aplastando su boca sobre la de Caleb.

—Hazlo deliciosamente y termina, hermano. —Lorcan


ronroneó mientras trabajaba con los dedos dentro y fuera
de Caleb rápidamente—. Esta será una primera ronda
rápida.

—¿Vamos a tener varias rondas?

—Oh sí, te necesitamos mucho para compensar la


última semana. —Liam se rio mientras se movía para que
Caleb pudiera chuparle la polla. Él aceptó gustoso la
sugerencia, succionándolo. Enrollando la lengua alrededor
de la cabeza, dejó que su compañero tomara las riendas y se
metiera hasta su garganta. Gimió alrededor de la polla de su
bebé cuando Lorcan empujó un tercer dedo—. Sí, esto es un
buen comienzo, compañero.

—Está listo, Liam —dijo Lorcan mientras sacaba sus


dedos. Caleb gimió por la sensación de pérdida que tanto
amaba, y Liam se salió de su boca. Lorcan le separó más las
piernas y comenzó a empujarse dentro de él. Caleb gritó
cuando su compañero se metió tan duramente, que la
quemadura le dio tal placer que casi se corrió.

—Bebé, sube —jadeó Caleb mientras se acercaba y


sacaba el tapón del culo de Liam, que estaba lo
suficientemente lubricado, por lo que no se preocupó en
añadir más—. Oh mierda, Lorcan.

—Tu culo es el cielo, compañero —se quejó Lorcan


tocando fondo en el interior de Caleb. Liam se sentó a
horcajadas en el regazo de Caleb mientras este sostenía la
base de su polla para que Liam se sentara en ella.
—Tan hermosos, los dos sois tan hermosos, que es
como si estuviera mirando una obra de arte —susurró Caleb
cuando Liam estuvo completamente sentado en su polla.
Podía ver por encima del hombro a Lorcan, su gemelo, el
amor que desprendía de sus brillantes ojos verdes centrados
en él—. Os quiero tanto.

—Sí, y nosotros te amamos a ti —dijo Liam


inclinándose y apoyando las manos sobre el pecho de Caleb
que gritó cuando Liam se levantó y cayó sobre él, a la vez
que Lorcan se impulsaba, creando un ritmo que hacía que
sus sentidos se sobrecargaran. A continuación, Liam
empujó sus caderas hacia abajo más rápido mientras Lorcan
se salía, hasta que solo la cabeza de su polla estaba dentro
de Caleb.

—Oh mierda, no voy a durar mucho tiempo —Caleb


jadeó mientras se agachaba y comenzaba a acariciar la polla
con fugas de Liam—. Córrete para mí, bebé.

—Todavía no, se siente muy bien —se quejó Liam en


voz alta, mientras aceleraba el ritmo. Caleb hizo todo lo
posible para contenerse, pero las sensaciones duales de sus
compañeros eran más de lo que podía manejar. Extendió su
mano y lo masturbó a un ritmo enloquecedor para lograr
que Liam se viniera primero. Funcionó, porque minutos
más tarde, estaba gritando el nombre de Caleb mientras
lanzaba cuerdas de semilla de color blanco nacarado por
todo su pecho.

—Oh joder, oh joder —jadeó Caleb mientras miraba a


su hermoso compañero en medio de su orgasmo. No podía
aguantar más, y gritando los nombres de sus compañeros su
polla explotó dentro de Liam.
—Mierda, tu culo aprisiona mi polla —dijo Lorcan sin
aliento antes de vociferar su liberación. Caleb casi llegó de
nuevo ante el sentimiento de su compañero llenándolo con
su esencia. Sin embargo, aún no había sido suficiente.
Seguía estando duro y listo para correrse otra vez.
Simplemente no era capaz de obtener lo suficiente de sus
compañeros.

—Todavía estás duro, compañero. —Liam ronroneó


cuando se dejó caer sobre el pecho de Caleb y se fundió en
él—. Creo que es el turno de Lorcan de sentir tu polla.

—Con mucho gusto —exclamó Lorcan mientras salía


del culo de Caleb. Se trasladó al otro lado de Caleb mientras
Liam se movía para tumbarse en la cama. Caleb estaba
entre las piernas de Lorcan en un instante, machacando su
boca sobre la de su compañero.

—Os quiero tanto, tan jodidamente tanto —susurró


Caleb contra los labios de Lorcan, tratando de mantener sus
emociones bajo control. Su compañero le sonrió antes de
alejarse y bajarse de la cama—. ¿Qué haces, mi amor?

—Cumplir mi fantasía —respondió Lorcan mientras


caminaba hacia las ventanas, dando un golpe adicional a sus
caderas—. Desde que vi estas ventanas, supe que quería que
me follaras contra ellas.

Caleb sonrió como un lobo cuando saltó de la cama


después de darle a Liam un beso rápido. Su habitación tenía
unas ventanas fantásticas que se alineaban contra una
pared entera. Llegaban hasta el techo, y estaban tintadas
para que la gente no pudiera ver el interior. Lorcan apoyó
las manos en el cristal, levantando su culo, pero separando
poco las piernas, por lo que sería un viaje muy apretado.

—No puedo permitir que las fantasías de mi pareja no


se cumplan —dijo mientras caminaba hacia su compañero.
Lorcan lo miró por encima del hombro, sus ojos muy
abiertos por la expresión en el rostro de Caleb. Conocía esa
gran sonrisa salvaje, y su dura polla abofeteaba su estómago
a cada paso. Los ojos de Lorcan seguían los movimientos de
la polla de Caleb mientras se movía. Cuando llegó hasta su
posición, la polla de Caleb golpeó contra el culo de Lorcan,
pidiendo entrar en su cuerpo caliente.

—Te he estado extrañando, Caleb —susurró Lorcan,


volviendo la cabeza. Pero Caleb lo paró a tiempo,
sosteniendo la cara de Lorcan entre sus manos para que su
compañero no pudiera apartar la mirada—. Y no estoy
hablando de sexo. Hemos estado sintiéndonos ferozmente
perdidos al pensar que ya no nos querías, ahora que eres el
‘Gran Jefe’.

—Lo siento, nunca dudes de lo mucho que os quiero —


respondió Caleb suavemente mientras se inclinaba para
besarlo—. Te quiero, y te necesito, ahora, incluso más que
cuando nos acoplamos por primera vez, Lorcan. Espero no
darte nunca más, razones para que dudes otra vez de mí.

Ese beso no fue suficiente para Caleb. Le dio la vuelta y


lo empujó contra las ventanas como si fuera un puré,
demoliendo su boca. Su compañero gimió y se abrió para él.
Tomó la ventaja, lamiendo todo el interior de los dulces
labios de Lorcan, antes de pasar su lengua arriba y abajo
por sus colmillos.

—Ahhhh —se quejó Lorcan por el afecto que Caleb le


prodigaba en sus sensibles colmillos antes de pasar a jugar
con su lengua. Cuando su compañero atacó, Caleb le chupó
la lengua duramente mientras pasaba sus dedos
suavemente por su espalda. Se sintió fortalecido cuando el
cuerpo de Lorcan se estremeció bajo su tacto, y utilizó sus
colmillos para cortar el labio inferior de su pareja. Lorcan lo
miró con sus grandes ojos llenos de lujuria mientras su
pecho se hinchaba y jadeaba.

—Te amo, compañero mío —susurró Caleb una y otra


vez mientras lo besaba a lo largo de la mandíbula y la oreja
antes de pasar al otro lado. Una vez que descubrió que las
orejas eran un punto caliente para su compañero, les dio
amplia atención. Después trabajó hacia abajo a lo largo de
su clavícula. A partir de ahí, se inclinó y utilizó la lengua
para trazar el contorno de los pectorales de Lorcan antes de
tomarse su tiempo derrochando cariño en sus pezones.

—Por favor, muérdeme, compañero —gimió Lorcan


mientras se sostenía de los hombros de Caleb—. Bebe de mi
corazón. Todo lo que tengo es tuyo.

—Eres tan increíble —dijo Caleb, arrodillándose y


mirando a los ojos de su pareja. Tirando suavemente de sus
brazos para que se inclinara, Caleb hundió sus colmillos en
la dura carne del corazón de su hombrecito. Gimió, cuando
la dulce sangre de su compañero fluyó sobre su lengua y
garganta.

—Por favor, tócame, Caleb —rogó Lorcan y luego soltó


otro gemido cuando Caleb lo chupó más fuerte. Se agachó y
pasó los dedos por sus huevos, antes de continuar y agitar el
extremo del tapón. Levantó la cabeza lo suficiente para
dejar de beber de su dulce compañero, y pasó la lengua por
la mordedura cerrándola mientras seguía calentando a su
hombre.

Lorcan se echó hacia atrás con fuerza contra las


ventanas y se quedó mirando como Caleb lamía todos los
músculos de su estómago con la lengua. Se entretuvo más
con el botón de su vientre, antes de pasar a dejarle
chupones en cada uno de los huesos de la cadera.

—No puedo aguantar más, Caleb —Lorcan gimió


mientras intentaba tirar de los hombros de Caleb.

—¿Crees que te amo, que te quiero, y que siempre te


daré lo que necesites, Lorcan?

—Sí —se quejó su compañero cuando Caleb pasó la


lengua por la cabeza de su polla—. Ahora fóllame duro y
rápido, compañero, porque estoy a punto de explotar.

—Si eso es lo que necesita mi compañero —ronroneó


Caleb mientras se ponía lentamente de pie y giraba a Lorcan
hasta su posición original. Tan pronto como su compañero
se inclinó y apoyó las manos en el cristal, Caleb sacó su
tapón.

—Sí, dámelo —gritó Lorcan cuando alineó la polla


contra su agujero. Estaba más que suficientemente
lubricado, por lo que Caleb no perdió más tiempo. Se
empujó hacia adelante lo suficiente como para hundir de
inmediato una tercera parte de su enorme polla en su
bebé—. Tan lleno, Caleb. Sí, lléname.

—Y amas cada segundo de ello —le susurró al oído


mientras se salía y metía con fuerza un poco más de su polla
en el estrecho agujero de Lorcan—. ¿Quieres más, mi amor?

—Sí, por favor, Caleb, no pares —rogó mientras movía


sus caderas hacia atrás, tomando más de la polla de Caleb
dentro de él.

—¿Me darás este culo perfecto en cualquier momento


que lo quiera? —preguntó Caleb, amando que su compañero
le suplicara—. ¿Puedo follarte en cualquier momento que lo
necesite, Lorcan?

—Sí, sí, en cualquier momento que lo quieras y lo


necesites.

—¿Y si quiero atarte a la cama y mantenerte así


durante todo el día para satisfacer mis necesidades? —
continuó, saliéndose hasta que solo la cabeza de su polla
estaba aún dentro de su compañero.

—¡Sí, lo que sea que quieras, Caleb!

—Buen compañero —susurró, inclinándose para


lamerle el hombro mientras se estrellaba en su culo,
tocando fondo. Lorcan gritó moviendo sus caderas contra
las de Caleb—. ¿Qué tal en la bañera de hidromasaje,
Lorcan? ¿Me permitirás follarte allí? Me encantaría follarte
con el agua corriendo por todo tu voluptuoso cuerpo.

Lorcan asintió y gimió como respuesta cuando Caleb


empezó a golpearlo. Caleb agarró sus caderas duramente,
entrando y saliendo de él a un ritmo rápido.

—¿Es esta la fantasía que querías, Lorcan?

—Sí, sí, pero es aún mejor. —Lorcan gimió echando la


cabeza hacia atrás para ponerla sobre el hombro de Caleb—.
Es más caliente en la realidad.

—Me siento de la misma manera. —Caleb siseó


mientras golpeaba el culo perfecto de Lorcan. Se quedaron
en silencio por un rato, escuchando los sonidos de su
acoplamiento como si fuera una sinfonía. Caleb disfrutó de
la sensación de estar dentro de su compañero mientras lo
envolvía con sus brazos. Su deseo fue conducido a un nuevo
nivel mientras los sonidos de los golpes de las pieles
sudorosas se hicieron más fuertes.

—Caleb —Lorcan gritó lanzando su semen por toda la


ventana. Caleb levantó un poco a su compañero mientras
seguía introduciéndose en su culo, que ahora era como un
torno apretando su polla. Segundos más tarde, fue
demasiado como para aguantar. Rugió su puesta en libertad
mientras su cuerpo se estremecía con el violento orgasmo.

—Puede que necesite tener mis propias fantasías —


Liam se quejó en la cama. Lorcan y Caleb se rieron entre
dientes mientras se deslizaban por el suelo, envueltos uno
alrededor del otro. Lo que había comenzado como un día
abrumador, no parecía tan malo ahora que tenía a sus
compañeros a su lado.
Un par de días más tarde, Liam fue capaz de
escabullirse de su constante sombra después de una de sus
reuniones con el jefe de los aquelarres de Polonia. Era uno
de los hombres Mav, y aunque Liam entendía la necesidad
de seguridad, tenía un plan que estaba supeditado a la
sorpresa.

Caminó hasta la oficina de Caleb mientras revisaba


para asegurarse de que no había nadie alrededor. Su
compañero estaba en su propia reunión, que debía terminar
pronto. Liam se coló en la oficina, cerrando la puerta detrás
de él y empezó a quitarse la ropa. Asegurándose de
mantener todas las prendas con él, una vez que estuvo
desnudo, se escondió debajo de la mesa, empujando su ropa
detrás de él.

Liam había pensado en su propia fantasía y no podía


esperar más para ponerla en práctica. Negó por la emoción
y la anticipación mientras los segundos pasaban y
permanecía sentado a la espera de su gran compañero.
Pasaron unos diez minutos antes de que la puerta se abriera
de nuevo y oyera a Caleb hablando con Mav mientras
entraban en la oficina.

—Sí, creo que la reunión fue muy bien, Mav —dijo


Caleb, y Liam se dio cuenta de que su compañero se
acercaba a la mesa. Quiso golpearse por no haber pensado
en la posibilidad de que Caleb no viniera solo—. Liam está
en una reunión con el jefe de los aquelarres de Polonia para
encontrar un administrador para ellos. Creo que fue una
idea fantástica tener corresponsales en lo que a nuestros
aliados se refiere.

—Estoy de acuerdo, ahora tendremos diferentes


enlaces con cada país —estuvo de acuerdo Mav cuando
Liam le oyó dejarse caer en una de las sillas al otro lado del
escritorio. Era algo bueno que la zona para que Caleb
metiera sus piernas debajo de la mesa no estuviera abierta
por el otro lado, porque si no, el culo desnudo de Liam
estaría asomándose—. Tus compañeros son un recurso
increíble. Son lo suficientemente mayores para señalar con
su experiencia y conocimiento a otros aquelarres cómo
pueden manejar las cosas.

—Sí, ambos son realmente fuertes, ¿no? —Caleb se rio


entre dientes mientras sacaba la silla de su escritorio.
Conteniendo el aliento, Liam esperaba que Caleb no se
volviera loco porque estuviera oyendo todo esto—. Liam es
un diplomático increíble, creo que eso está claro. Y Lorcan,
parece ser capaz de fotografiar en su mente cada página de
cada libro de la ley que lee.

—Voy a ir a buscar a Liam para ver cómo estuvo la


reunión —dijo Mav. Liam cruzó los dedos por haberse
quedado en este lado de la mesa.

—Suena bien, nos veremos en el almuerzo —respondió


Caleb, sentándose y acomodándose en su silla. Tan pronto
como Liam oyó la puerta de la oficina abrirse y luego volver
a cerrarse, pasó sus manos sobre las rodillas de su pareja.
Caleb dio un salto y se golpeó la pierna con la parte inferior
del escritorio. —¿Qué coño?
—Quiero mi fantasía, compañero. —Liam ronroneó a
medida que avanzaba hacia Caleb cuando este echó la silla
hacia atrás.

—Jesús, bebé, ¿estás desnudo debajo de mi escritorio?

—Sí, quiero que mi gran compañero me complazca


mientras está trabajando —admitió Liam, sintiendo que sus
mejillas se calentaban mirando a Caleb—. ¿Eso te parece
bien?

—¿Me veo tan estúpido como para decir que no a una


oferta así? —Se rio entre dientes, se agachó y le acarició la
mejilla—. Solo me sorprendiste, bebé. A partir de ahora
miraré siempre debajo de mi escritorio.

—Y no encontrarás a nadie aquí abajo que no seamos


Lorcan o yo, y será mejor que lo hayas entendido bien,
compañero. —Liam se burló, aunque vio rojo ante la idea de
alguien más se ofreciera a su compañero.

—Nadie más es bienvenido aquí —dijo Caleb con


firmeza, inclinándose para besar a Liam—. Patearía fuera de
esta casa a cualquiera que lo intentara tan rápido que no le
daría tiempo ni a girar la cabeza.

—Sí, eres un buen compañero. —Liam se rio


adelantándose y pasando las manos poco a poco sobre los
firmes y musculosos muslos. Los ojos de Caleb estaban
llenos de lujuria al ver a Liam desabrocharle lentamente el
botón y la cremallera de los pantalones su traje. Se quitó la
chaqueta del traje él mismo, algo que habría sido un enorme
esfuerzo para su pequeño compañero.

Él nunca se había puesto un traje antes de llegar a


Grecia, ya que ese no era exactamente el código de
vestimenta de un guerrero de combate. Liam y Lorcan se
habían reído como idiotas, cuando ayudaron a su
compañero de gran tamaño a conseguir varios trajes. Caleb
había soltado varias combinaciones de palabrotas que Liam
nunca había oído antes.

Pero se habían sentido especiales, porque siempre les


pedía su opinión sobre los colores y estilos. Todos los trajes
fueron escogidos en color carbón negro, o gris claro, que
eran los que mejor le quedaban, ya que hacían que sus ojos
de color lavanda brillaran y destacaran.

Liam tiró de los pantalones y de los bóxers de su


compañero. Caleb pilló la idea, levantando las caderas para
que Liam pudiera sacarlos mientras él se quitaba la corbata.
Liam pasó los dedos suavemente por la muy dura polla de
Caleb, mientras este se desabrochaba los botones de su
camisa de vestir y se la quitaba.

—¿Puedes deslizarte un poco hacia adelante? —


preguntó Caleb, mirándolo vacilante, y Liam supo que no
quería hacer nada que pudiera arruinar su fantasía—. No
puedo ver tu maravilloso y muy desnudo cuerpo si estás tan
escondido debajo de la mesa, cariño.

—Sí, puedo hacer eso. —Liam se rio mientras se


arrastraba hacia adelante y entre las piernas de Caleb
cuando su compañero empujó la silla hacia atrás. Antes de
que Caleb pudiera decir algo más, o incluso sentarse más
cómodamente, Liam lo pilló fuera de guardia mientras se
metía la cabeza de su polla en la boca. Funcionó, porque
Caleb se quedó sin aliento y luego pasó los dedos por el
cabello de Liam.
—Esta es la mejor sorpresa que he tenido después de
una reunión. —Caleb gimió mientras deslizaba más la silla y
abría los muslos ampliamente para Liam—. Dios, me
encanta tu dulce boca, bebé.

—Mmmm —dijo Liam como respuesta, dejándole saber


que a él le encantaba envolver la boca alrededor de su polla.
Pero no salió de esa manera, ya que estaba tratando de
tragarse la enorme polla de 35 cm de su compañero en la
medida que podía. Le encantaba el sonido que Caleb hacía
por el placer que le daba mientras la metía más en su boca
hasta que golpeó la parte trasera de su garganta.

—Joder, bebé, eres capaz de tomarme casi entero. —


Caleb gimió, y Liam sabía que solo había tomado la mitad,
pero su compañero estaba siendo un poco más que
generoso en su valoración. Una de las cosas que Liam
adorada de Caleb, era lo humilde y cortés que siempre era
con su vida sexual. Caleb siempre se controlaba cuando le
daban una mamada, nunca se forzaba en sus bocas, dejando
que ellos marcaran el ritmo.

—Mi Señor Caleb, Liam está perdido —gritó Mav


irrumpiendo a través de las puertas de la oficina—.
¡Después de la reunión, le dijo a su guardia que tenía que
trabajar en algo, pero cuando este llamó a la puerta y entró,
Liam se había ido!

—Hmm… eh… —dijo Liam alrededor de la polla de


Caleb cuando Mav patinó hasta detenerse junto al
escritorio. Al darse cuenta de que no había manera de salir
graciosamente de esta, se apartó de la polla de Caleb y miró
a su nuevo amigo—. No estoy extraviado, Mav. Pero tú
debes dejar de mirar fijamente la polla de mi compañero.
—Ah, sí, umm… lo siento —tartamudeó Mav a medida
que apartaba la mirada de la ingle de Caleb.
Desafortunadamente, la desvió hacia el cuerpo desnudo de
Liam, lo que causó que Caleb comenzara a gruñir—. Sí, me
voy, mierda, lo siento.

—¿Ya has conseguido una buena vista, Mav? —Caleb le


preguntó cuando Liam vio la sonrisa de su compañero
porque su jefe de seguridad se había cubierto los ojos con
las manos.

—Es solo que… eres enorme, Caleb… mi Señor… una


mierda. Y Liam desnudo y… joder, me voy. Lo siento otra
vez, sí… me voy ahora —divagó Mav golpeándose el muslo
en el escritorio—. ¡Joder!

—Descubre tus ojos, Mav —Liam se rio entre dientes


por la vergüenza de su amigo—, pero no nos mires a mi
compañero ni a mí.

—Lo que necesito es conseguir follar —se quejó Mav


mientras se quitaba la mano y salía de la habitación. Liam y
Caleb se quedaron mirando la puerta que se cerraba, antes
de mirarse el uno al otro y reventar de risa.

—Oh, mierda, eso fue muy divertido. —Caleb se echó al


mismo tiempo que se agachaba y levantaba a Liam. Abrió
las piernas cuando su compañero se montó a horcajadas
sobre su regazo. Caleb le dio un beso profundo y Liam se
fundió con él—. ¿Esto era parte de tu fantasía, bebé? ¿Ser
atrapado con tu caliente boca alrededor de mi polla?

—No, esa no era la idea, compañero —Liam rio


negando—. Me escapé de mi guardia porque sabía que de lo
contrario no podría sorprenderte con la guardia baja. Tú
sabes que si el hombre de Mav supiera que yo estaba aquí,
estaría esperando en tu puerta. Aunque que Mav me pillara
aquí me ha dado una idea.

—¿Y cuál es? —gruñó Caleb en voz alta, mirándolo


completamente cabreado, y Liam se dio cuenta de su error.

—No es lo que piensas, compañero —respondió Liam


rodando sus ojos—. ¿A quienes conocemos que sean
gemelos como Lorcan y yo, pero que todavía no estén
acoplados?

—Ah, sí, lo siento, bebé —dijo Caleb en voz baja


mientras lo besaba suavemente en los labios—. Creo que
una visita de tus hermanos sería una gran idea, y no sólo
para enganchar a Mav. Sería bueno que la gente que se
preocupa por nosotros venga a ver nuestra nueva casa.

—Eres el mejor compañero —dijo Liam, abrazándolo


con fuerza antes de inclinarse hacia atrás—. Pero siento que
mi idea de divertirme se ha arruinado.

—Bueno, ¿cómo podríamos salvar tu fantasía, bebé?—


preguntó Caleb meneando sus cejas, la lujuria todavía en
sus ojos. Su mirada corrió lentamente sobre el cuerpo de
Liam, que se sintió endurecerse de nuevo ante la atención
de Caleb—. Quizás yo también tenga una.

—Ah, ¿y cuál sería, compañero?

—Tengo algunas ideas de cómo hacerles el amor a mis


compañeros frente a la chimenea —contestó con un
ronroneo mientras pasaba las manos sobre el pecho de
Liam—. Los sofás de cuero son en realidad muy blandos. Y
siempre podría doblar a mi bebé sobre el escritorio y
follármelo.

—¿Y cuándo se te ha ocurrido todo eso? —Liam sonrió


con una ceja levantada.

—Siempre estoy pensando en nuevas y creativas


formas para hacer a mis compañeros felices. Entonces, ¿qué
piensas?

—Me gusta la idea de hacer el amor en el sofá y


bautizar tu oficina.

—Tus deseos son órdenes para mí, bebé —dijo Caleb


mientras lo levantaba y lo sentaba en la mesa. Se puso de
pie y terminó de desnudarse poco a poco sin dejar nunca los
ojos de Liam. En el momento que terminó, Liam estaba
temblando de necesidad. Saltó de la mesa y corrió hacia el
sofá más grande, dejándose caer sobre su espalda—. Alguien
está listo.

—Sí, compañero, ya hemos tenido bastantes juegos


previos e interrupciones suficientes —dijo Liam con un
gesto pasando una pierna sobre el respaldo del sofá. Movió
el tapón de su culo con una mano mientras acariciaba su
polla con fugas con la otra y miraba a Caleb intensamente.

—Toda esta fiesta es para mí. —Caleb ronroneó


mientras se dirigía a reunirse con Liam—. No sé por dónde
empezar, bebé.

—No más juegos, compañero. Necesito que me folles


ahora. No puedes burlarte, ya que es mi fantasía.

—Como mi bebé quiera. —Caleb asintió, poniéndose de


rodillas entre las piernas de Liam. Pasó las manos por los
muslos de Liam subiendo antes de extraer el tapón anal
lentamente. Caleb se agachó y puso a prueba su preparación
antes de frotar un poco de la lubricación extra que tenía el
juguete sobre su polla—. Te amo, Liam.

—También te amo, Caleb —dijo cuando empezó a


penetrarlo poco a poco. Liam tiró de sus piernas más cerca
de su pecho mientras su compañero metía su enorme polla
en su apretado agujero—. Oh mierda, compañero, estoy en
el cielo.

—Estaba pensando lo mismo, bebé —replicó Caleb con


los dientes apretados, mostrando a Liam el control que
estaba usando. Se miraron a los ojos, haciendo de ese
acoplamiento uno de los momentos más íntimos de la vida
de Liam. Su compañero era todo el placer que Liam
deseaba, por lo que lentamente sacudió sus caderas. Le
tomó unos minutos más a Caleb antes de meterse entero
dentro de él.

—Ven aquí, compañero —jadeó Liam mientras sostenía


los brazos abiertos, con ganas de sentir el peso de su
compañero. Caleb le sonrió mientras envolvía las piernas de
Liam alrededor de su baja espalda antes de inclinarse y
besarlo con suavidad. Era difícil para ellos estar en la
posición del misionero, ya que Caleb era mucho más alto,
pero habían elaborado su sistema.

Caleb movió los brazos debajo de los hombros de


Liam, rodeando su espalda para que este pudiera inclinar la
cabeza y mirarlo a los ojos. Pero luego se inclinó aún más, y
hundió el rostro en el cuello de Liam mientras se movían
lentamente juntos.

—Eres más de lo que esperaba, bebé —le susurró Caleb


salpicando un beso en su cuello—. Hacer el amor contigo es
como completar mi alma. Cada vez que estoy con Lorcan o
contigo, es como si aliviarais todo el dolor de mi pasado.

—Y ha valido la pena, Caleb —respondió Liam,


abrazándolo estrictamente mientras empujaba sus talones
en la parte superior del culo de Caleb—. Amarte es la cosa
más fácil que nunca he hecho en mi vida.

—Me siento de la misma manera. —Caleb se quedó sin


aliento cuando Liam apretó los músculos de su culo
alrededor de su polla—. Oh, mierda, bebé, por favor, hazlo
de nuevo. Eso es un nuevo truco que no sabía que podías
hacer.

—¿Qué quieres decir, compañero? —preguntó


inocentemente pasando las manos sobre la espalda de
Caleb. Antes de que este pudiera pedir más, apretó los
músculos, consiguiendo un gemido del gran hombre por sus
esfuerzos. Sintió un escalofrío arrasarlo porque algo tan
simple y básico significara tanto para el gran hombre—.
¿Hablabas de eso?

—Sí, cariño —ronroneó Caleb mientras raspaba sus


colmillos sobre la clavícula de Liam—. ¿Te gusta el suave
cuero en tu espalda? Mejor que sobre la alfombra, que
rasparía este perfecto culo si lo hiciésemos frente a la
chimenea, ¿no?

—Valdría la pena con tal de estar contigo —respondió


Liam, moviendo sus caderas más rápido, con la esperanza
de que Caleb recibiera el mensaje. Lo hizo, y presionó en el
agujero de Liam con fuerza, pero no tanta como para
romper el hechizo en el que estaban—. Yo amaría que lo
hiciéramos. No estoy contra la idea de andar por ahí con la
alfombra grabada en mi piel durante un día o dos, porque
me hayas amado.

—Sucio, sucio bebé —se quejó Caleb mientras se movía


un poco más rápido—. Creo que necesito estar siempre en el
interior de uno de mis compañeros.

—Sí, estoy de acuerdo con eso —Liam ronroneó


frotando su polla contra el musculoso estómago de Caleb,
goteando aun más. Esa fricción envió deliciosos escalofríos
por su espina dorsal.

—Sí, no eres el único, hermano —dijo Lorcan,


consiguiendo que le prestaran atención. Liam inclinó su
cuello y le sonrió a su hermano, de pie en el extremo del
sofá—. Continua, yo no quiero a interrumpir, pero Caleb
dijo algo sobre que necesitaba el afecto de los dos.

—Sí, lo dijo —dijo Liam cuando Caleb le sonrió. Su


gemelo se sentó en la otra silla mientras Caleb se centraba
de nuevo en Liam. Se perdieron uno en el otro a medida que
se movían juntos, como una danza—. Te necesito,
compañero.

—Bebe de mí, bebé —se quejó Caleb en voz alta.


Habían aprendido desde el principio que a Caleb le
encantaba ser mordido durante el sexo, por lo que sus
compañeros bebían de él, conectándose de todas las formas
posibles—. Te amo, Liam.

—Y yo a ti, compañero —ronroneó Liam lamiéndole el


cuello. Tuvo que estirarse y girar el cuello de una manera
incómoda para alcanzarlo, pero Caleb valía cualquier
sacrificio. Liam mordió con fuerza, sabiendo que a Caleb le
gustaba la línea entre el dolor y el placer.
—Joder, Liam, tan jodidamente bueno —gruñó Caleb, y
empezó a follarlo duramente. Movió sus caderas al ritmo de
su compañero mientras bebía profundamente. Caleb gruñó
y mordió a Liam de vuelta. Su orgasmo golpeó a Liam tan
rápido como si fuera un tren de carga que no hubiera oído.
Gritó el nombre de su compañero mientras llenaba el
espacio entre ellos con su esencia.

—Caleb, es demasiado —Liam gritó cuando su orgasmo


se hizo más fuerte con cada ola que lo arrasaba hasta que las
luces destellaron detrás de sus ojos—. Y… yo, sobrecarga.

—Te tengo, bebé, déjate ir —dijo Caleb después de


retirar sus colmillos del cuello de Liam. Pasó la lengua por
la mordida cerrándola, y luego se movió lo suficiente como
para mirar a los ojos de Liam, que se aferraba a él como si
fuera lo único que lo mantenía en la tierra. Haciendo lo que
su compañero le había dicho, montó las olas de su clímax, a
sabiendas de que Caleb estaría ahí para atraparlo.

—Dios mío, compañero —jadeó Liam cuando su


orgasmo empezó por fin a bajar. Se sentía como si hubiera
durado horas en lugar de probablemente unos pocos
minutos. Era como si Caleb estuviera esperando para
asegurarse de que Liam estaba bien, ya que en el segundo
que Liam comenzó a relajarse de su resplandor post-
orgásmico, Caleb rugió su nombre y lo llenó con su semilla.

Liam miraba con asombro la felicidad escrita en todo


el rostro de su compañero, dándose cuenta que era él quien
le había hecho eso. Su compañero era caliente, pero cuando
estaba así de abierto, sin esconder sus emociones en lo más
mínimo, Liam podía ver su alma. Caleb se contuvo para no
desplomarse agotado sobre Liam. En lugar de dejar que su
compañero lo hiciera, Liam tiró de él hacia abajo,
permitiendo que todo el peso de Caleb le cayera encima.

—¿Te hago daño, cariño? —jadeó Caleb, y Liam sonrió


considerando como su compañero se preocupaba aun
cuando estaba tratando de recuperarse de su follada.

—Es perfecto, compañero —respondió Liam, pasando


sus manos por los costados de Caleb suavemente—. Eres
maravilloso, y esta es una fantasía increíble.

—Me alegro de haber podido prestarte el servicio. —


Caleb se echó a reír mientras se inclinaba hacia atrás,
sosteniendo a Liam en su contra. Enrollados uno en el otro,
Caleb se sentó sobre su trasero, asegurándose de que Liam
estaba allí con él. Liam estaba a caballo en su regazo, con la
polla aún en su culo, derretidos juntos contra el sofá.

—Ahora que habéis terminado… —Lorcan, no sonaba


feliz. Liam miró a su hermano gemelo por encima del
hombro y, por supuesto, Lorcan lo miró enojado. ¿Qué
coño? Habían estado con Caleb antes. El hecho de que
ambos estuvieran acoplados con él, no significaba que
siempre tuvieran que estar juntos cuando de sexo se
trataba.

—¿Por qué estás enojado, hermano?

—Podría ser porque Mav me pasó por el pasillo,


gruñendo sobre la polla más grande que había visto.
Además de sobre que había visto a un jovencito caliente que
no le estaba permitido tocar. ¿Os estabais exhibiendo? No
me gusta que Mav os viera desnudos.

—No fue culpa nuestra —se rio Caleb, y Liam sintió las
vibraciones en su pecho—. Liam estaba desnudo debajo de
la mesa porque quería sorprenderme. Habíamos empezado
a tocarnos cuando Mav entró corriendo porque Liam había
desaparecido, cuando en realidad se había escapado de su
guardia para sorprenderme.

—Él me pilló chupando duramente a nuestro


compañero. —Liam rio, moviendo la cabeza con
incredulidad por lo que había sucedido—. Por lo que hablé
con Caleb sobre la necesidad de que unos pelirrojos que
parecen ser del tipo de Mav, nos visiten.

—Entonces no estabais buscando público, ¿no? —


preguntó Lorcan lentamente, mirándolos. Liam sonrió
suavemente y sacudió la cabeza cuando Caleb lo sacó de su
polla—. Y podría ser una buena idea presentar a nuestros
hermanos a Mav. Que se sienta tan atraído por nosotros,
podría ser un indicio.

—No, mi pequeño y caliente compañero —rio Caleb—.


Mav fue una intrusión no deseada. Liam no estaba contento,
y yo empecé a gruñir. No comparto a mis compañeros, y eso
incluye que nadie os vea desnudos. Y creo, que con lo sexis
que son mis hombres, es buena idea invitar a tus hermanos.

—Sí, puedo estar de acuerdo con eso —dijo Lorcan


asintiendo—. Puedo llamar a Finn y Fergus más tarde.

—¿Entonces, ya no estás enojado? —le preguntó Liam


mirándolo.

—No, no lo estoy —Lorcan rio cuando Liam se dio la


vuelta sentándose a un lado de Caleb y le indicó que se
sentara en el otro lado del sofá. Su gemelo sonrió, se acercó
a ellos, y Caleb pasó un brazo alrededor de Lorcan—. Y no
estaba molesto, sino más bien confuso. Tal vez necesitaba
refunfuñar un poco.

—Gruñe todo lo que quieres, mi amor —dijo Caleb


mientras lo besaba suavemente—. Siempre y cuando sepas
que estamos diciendo la verdad.

—Sí, no dudo de que me estéis diciendo la verdad —


dijo Lorcan suavemente mientras miraba entre los dos—.
Sois las personas más importantes en mi vida, por lo que la
confianza viene implícitamente.

—Siento lo mismo, hermano —dijo Liam mientras


tomaba la mano de Lorcan y la apretaba—. Esta es nuestra
propia familia.

—Y no podría estar más feliz con lo que tenemos juntos


—dijo Caleb mientras los miraba, abrazándolos más cerca
de él. Liam no podría haberlo dicho mejor, pero planeo
seguir demostrándoos como me siento en los años
venideros.
Joyee Flyn creció en Chicago y vivió en la misma casa hasta que
fue a la universidad. A pesar de tener una gran vida, ama perderse en
la fantasía que solo encuentra en los libros.

Ha escrito cuentos, romance, mística, y por supuesto añade


vaqueros calientes en cualquier momento que puede. Su gran interés
en la lectura se refleja en sus libros. Actualmente vive con su perro,
Marius, llamado así por ‘Entrevista con el Vampiro’ de Ann Rice.
Sueña con vivir un día en Montana, y tener la suficiente tierra para
tener unos cuantos caballos, y encontrar un par de vaqueros para ella.

Amante de los hombres, Joyee los adapta de cualquier manera en


sus libros. Vampiros, hombres lobo, militares, no le importa de qué
manera, siempre y cuando sean calientes, duros y demonios del sexo.

www.joyeeflyn.com
Lleu

Mai

Gaby

¡Y no olvides comprar a los autores, sin ellos no


podríamos disfrutar de todas estas historias!

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