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Incluido en: Sociedad (http://letraurbana.com/categorias/sociedad/) Edicion: 21
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El primer libro, Entre París y Buenos Aires: la invención del psicólogo (1942-1966),
editado en 2009 por Paidós, en Buenos Aires, da cuenta de cómo surge la figura del
psicólogo en la Argentina y cómo es que el psicoanálisis se vuelve hegemónico en
ese país. A la vez sitúa las condiciones de un proceso, durante la segunda post (http://poetasyescritoresm
guerra, que da lugar a que el pensamiento francés se tenga suprema influencia en el
campo “psi” de Argentina. Este libro fue recientemente reconocido en agosto de
2011, con el Primer Premio Nacional de la Secretaría de Cultura de la Nación.
El pasado mes de
octubre, en Francia,
acaba de publicarse su
H ubo otro tipo de factores, más
allá del campo académico y
último libro, profesional, que incidieron en este
Psychanalyse et proceso de difusión masiva del
psychologie. Paris- psicoanálisis.
Londres-Buenos Aires
(París, Campagne
Première), también prologado por Roudinesco. Este trabajo explica el nacimiento
de la psicología en Francia. Dagfal compara el pensamiento de autores de diversas
disciplinas para mostrar cómo el particular cruce que se produce entre filosofía,
psiquiatría y psicología propicia la entrada del psicoanálisis en la universidad
francesa. El libro también vuelve a enfocar el impacto de la “tradición psi” francesa
en Argentina, cuáles fueron los autores pioneros que contribuyeron a generar ese
fenómeno, que aunque la historia no los recuerde tanto, fueron quienes abrieron la
puerta al pensamiento de Lacan en Sudamérica.
En efecto. A partir de los años ’60, los primeros psicólogos argentinos se volcaron
masivamente al ejercicio de una psicología clínica de matriz psicoanalítica y
kleiniana. A partir de los años ’70, la recepción del lacanismo operó una disyunción
entre psicología y psicoanálisis. Es decir, los psicólogos siguieron dedicándose a la
clínica, pero dejaron de considerar que el psicoanálisis formaba parte de la
psicología, sino que lo tomaron como una instancia superadora. En consecuencia,
muchos de ellos comenzaron a referirse a sí mismos como psicoanalistas, en un
momento en que la asociación psicoanalítica oficial, hasta entonces dominada por
los médicos, empezaba a perder el monopolio de los “usos legítimos” del
psicoanálisis. Si se considera que los propios fundadores de las carreras, en su
mayoría, nunca habían pensado en favorecer el ejercicio del psicoanálisis y que todo
esto sucedió en un período en el que el ejercicio de cualquier cura por la palabra
estaba legalmente vedado a los psicólogos, hay que concluir que hubo otro tipo de
factores, más allá del campo académico y profesional, que incidieron en este
proceso de difusión masiva del psicoanálisis. Particularmente, creo que es necesario
seguir investigando sobre las condiciones sociales y culturales que marcaron la
especificidad del “fenómeno psi” en nuestro país.
Tu primer libro, ya desde su título, Entre París y Buenos Aires. La invención del
psicólogo…, sugiere que ese “fenómeno psi” que mencionas dependió de la
relación que hubo entre Francia y Argentina…
Es cierto. De alguna
Como decía, ese tema lo he abordado en mi segundo libro. Allí trato de mostrar el
rol particular que le cupo a Daniel Lagache a principios de los años ’40, período en el
que retomó un proyecto del filósofo Georges Politzer, según el cual la nueva
psicología, para ser verdaderamente “concreta” y separarse de la abstracción de las
ciencias naturales, debía basarse en las enseñanzas del psicoanálisis, la Gestalt y el
conductismo. Lagache reformuló ese programa, le agregó nociones del pensamiento
social norteamericano y postuló un proyecto de unidad de la psicología que se
apoyaba en los conceptos de conducta, definida al estilo janetiano, y personalidad,
según la singular interpretación realizada por Anna Freud a partir de la segunda
tópica. Con este bagaje conceptual, el proyecto de Lagache, a pesar de sus
concesiones teóricas y epistemológicas, se transformó en una suerte de manifiesto
para toda una generación de psicólogos franceses, en la medida en que su autor, en
1947, fue el primer psicoanalista que accedió a una cátedra de psicología en la
Sorbona, hasta entonces dominada por la tradición científica y experimental. Poco
tiempo después, en 1953, lideraría la escisión de la Sociedad Psicoanalítica de París
(SPP) y fundaría junto a Jacques Lacan y Françoise Dolto la Sociedad Francesa de
Psicoanálisis (SFP). Si bien esta cercanía entre Lagache y Lacan iba a terminar
abruptamente en 1963, esa década marcaría indudablemente el inicio de la
expansión de un psicoanálisis profano, vinculado a las carreras de psicología recién
creadas. Y algo similar iba a ocurrir en Argentina entre fines de los ’50 y mediados
de los ’60.
¿Cómo fue que la psicología toma un fuerte sesgo científico en el resto del mundo
mientras que en Argentina se torna una disciplina de la subjetividad y el
psicoanálisis se vuelve hegemónico?
Creo que eso se debe a una multiplicidad de factores que, que en parte mencioné.
Estimo que la relación con el pensamiento francés, en Argentina, sirvió de “barrera”
al ingreso de concepciones más objetivistas que, por razones filosóficas muy
arraigadas, nunca tuvieron fuerza en el Río de la Plata. Sin embargo, resulta
paradójico que, hoy en día, esas mismas concepciones cientificistas se expanden
cada vez más en el ámbito europeo, incluso en Francia, mientras que en Argentina
los cambios son mucho más lentos, por lo que el psicoanálisis sigue teniendo un
lugar de privilegio, tanto en la cultura como en la Universidad y en el sistema de
salud.
Hay una singularidad que se ha dado en la Argentina que es haber llevado el
psicoanálisis al ámbito educativo y social, a los hospitales públicos y al sistema
universitario ¿qué consecuencias tuvo esta popularización de la práctica?
Sería muy difícil resumir la importancia que ha tenido Jacques Lacan para el
psicoanálisis, tanto a nivel teórico como clínico. Por un lado, en un momento en el
que el freudismo tendía a biologizarse, a psicologizarse y, en definitiva, comenzaba
a perder el carácter contracultural que había tenido en sus inicios, Lacan logró darle
nuevos bríos. A partir de una obra singular –en la que se aliaban el surrealismo, el
existencialismo, la antropología y la fonología estructural, la topología y quién sabe
cuántos otros discursos, además del freudiano–, el psicoanalista francés elaboró
una producción original que, no obstante, fue aceptada como un verdadero
“retorno a Freud”. Por otra parte, su figura carismática y excéntrica y su pericia
clínica completaban un panorama que contribuía a resituar el psicoanálisis en el
marco de las vanguardias culturales e intelectuales, seduciendo a las nuevas
generaciones y dividiendo irreconciliablemente a las precedentes.
¿Por qué crees que hasta hoy el psicólogo y su práctica son objeto de polémicas?
En particular, ¿cuáles son los factores que se perfilan ahora y comienzan a
resquebrajar la hegemonía del psicoanálisis?
El psicólogo y su
¿Podríamos pensar que el discurso psi en general está declinando? ¿Cómo crees
que será la realidad del psicólogo o del psicoanalista, a partir del siglo XXI?
No sé si el discurso psi en general está declinando. Más bien diría que hay un
estallido de discursos psi, que tienden a multiplicarse de manera cada vez más
fragmentaria. Por ejemplo, en el dominio de las psicoterapias, conviven alternativas
de tipo clásico, como el psicoanálisis mismo, las terapias sistémicas, etc., junto con
una gran cantidad de psicoterapias new age, basadas en particularismos epocales y
regionales, que suelen enfocar al ser humano a través de su cuerpo y de la supuesta
necesidad de restablecer una cierta homeostasis guiada por el principio del placer.
En este mercado persa de la salud, dominado por el corto plazo y la eficacia
sintomática directa, las condiciones que el siglo XXI reserva al psicoanálisis y los
psicoanalistas no parecen ser las mejores. A mi entender, por más que los mismos
pacientes tiendan a definir al psicoanalista como a un mero “prestador de servicios”,
frente a estas nuevas formas de la demanda, el desafío reside en no rechazarlas de
antemano, sino en poder depurarlas para extraer de ellas la dosis de sufrimiento
que siempre existe en quien consulta a un psi. Y a partir de allí, siempre habrá
quienes apuesten por desplegar ese sufrimiento en un dispositivo de lenguaje. En
todo caso, la responsabilidad no es sólo de la época, sino que pasa también por lo
que los psicoanalistas sean capaces de hacer con los medios de que disponen, la
palabra, en los tiempos en los que nos toca vivir.
Artículo por:
Mónica Prandi
Fundadora y Directora de la revista digital Letra Urbana.
Psicoanalista. Lic. en Psicología, Argentina. Master of Science in
Psychology, USA. Licensed Mental Health Counselor, en el Estado de
la Florida. Se dedica a la práctica clínica privada en la ciudad de Miami.
Actualmente investiga y divulga las ideas y teorías que contribuyen a
entender las transformaciones que observamos en el hombre
contemporáneo, bajo los efectos de la globalización.
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