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La fotografía o la
posibilidad del texto
{Abstract} {Resumo}
This article analyzes the problem regarding the es- Este artigo analisa a problemática da essência da fo-
sence of photography in Roland Barthes’ book “La tografia no livro de Roland Barthes A câmara clara.
Cámara Lúcida”. Based on the reflections of Jacques A partir das reflexões de Jacques Derrida, verificamos
Derrida, we find that concepts such as “nature” or que conceitos como “natureza” ou “essência”, com
“essence”, used consistently throughout Barthes’ text, frequência utilizados no texto de Barthes, são mais
are more complex than they seem and appear to be complexos do que poderiam parecer e demonstram
relative rather than definitive or univocal. Thus, by estar mais de um lado relativo que de um definitivo e
comparing the work of Maurice Blanchot with other unívoco. Dessa maneira e graças à comparação com a
texts by Barthes himself, we discover that the opposi- obra de Maurice Blanchot e a outros textos do próprio
tion between photograph and text found in “La Cámara Barthes, descobrimos que a oposição entre foto e texto
Lúcida” is not an absolute and that the experience of presente em A câmara clara não é absoluta e que a
the writing, as conceived by our author, also includes experiência da escritura, tal como a concebe nosso
photography. autor, delimita também a fotografia.
For the true writer, he had once declared, to write is an intransitive verb:
one does not write something, one simply writes. Now, he
presents his own work in these terms: his vocation is not
analysing particular sort of phenomena but writing.
Por otro lado, La cámara lúcida (1989) se trata, entre otras cosas,
de la elucidación de la relación entre la fotografía y el sujeto desde
la fenomenología, que es la manera en la que opta Barthes por
acercarse a la foto, pero de una manera algo particular, «cínica».1
Dramáticamente, casi performáticamente, vemos cómo el sujeto
uno por otro, en una composición personales) y al final termina por desaparecer
metonímica. (pp. 49-50) en la experiencia del tiempo (¿la muerte?). Si
efectivamente hay una sola escritura, como
Si nos atenemos a la propuesta derridiana, Barthes había anunciado en Crítica y verdad
podemos notar que esa idea de esencia/hipós- («no hay ya poetas, ni novelistas [ni críticos]:
tasis está cuestionada y señalada como tal por no hay más que una escritura», p. 47), en-
medio, precisamente, de las mayúsculas. Esa tonces La cámara lúcida es un inmejorable
idea es compatible con la de este ensayo, que ejemplo: lo que podría esperarse como teoría
propone pensar «uno por otro» los conceptos de la fotografía, rápidamente se convierte en
de texto y foto. una ciencia del sujeto, en autobiografía, en
poesía y, finalmente y desde el principio, en
Más allá de afirmar aquí que hay un primer literatura. Esta desviación de la escritura
Barthes netamente literario y teórico (el de me permite pensar que algo similar podría
Crítica y verdad) y uno segundo que se aba- ocurrir entre las oposiciones de la foto y el
lanza a todos los elementos culturales sin texto.2 ¿Están estas experiencias realmente
tener experiencia en ellos y desde un punto separadas irremediablemente? ¿Hay manera
subjetivo; más allá de señalar que La cámara de entablar alguna relación entre la natura-
lúcida es un ejercicio de un crítico literario leza («así se dice») de la fotografía y la de
perdido en la fotografía, quisiera enfatizar en la literatura?3
una escritura en la que Barthes se inscribe
(o mejor, en la que se abandona) y donde los
2 Esta marcada oposición no es común en Barthes. En
conceptos o los temas propuestos son víc- las siguientes páginas encontraremos varios frag-
timas de una concepción del mundo como mentos de textos en los que se refiere a la fotografía
de una manera muy cercana a la del texto y la lec-
texto posible, es decir, como posible lectura.
tura, pues lo habitual en su escritura era hacer esto
con diferentes prácticas. En un artículo de 1976,
La constante ambivalencia de La cámara por ejemplo, sobre el dibujante Saul Steinberg, Bar-
thes finalizaba diciendo: «Ahora sé lo que la obra
lúcida es bastante conocida: el texto va de de Steinberg es para mí: un texto» (Barthes, 2001,
un drama del sujeto que comienza intelec- p. 142).
tual (acercamiento fenomenológico, deseo 3 Un reparto de naturalezas y correspondencias es
lo que en la modernidad trató de buscar cada arte;
ontológico), luego se hace demasiado huma-
de acuerdo a su especificidad y su técnica, las ar-
no (la madre, la infancia, las experiencias tes buscaron su definición y su qué hacer. Esta idea
Se trata simplemente de una de las posibi- Parece que hay varias posibilidades de expe-
lidades de experiencia frente a la cámara. riencia desde la fotografía, y no parecen ser
Barthes sabía muy bien que, por otro lado, tan fáciles de encasillar y definir claramente.
para los demás él se convertía en alguien, o El pequeño capítulo sobre la fenomenología
todavía más preciso, en algo: «los otros —el es sumamente diciente al respecto. Barthes
Otro— me despojan de mí mismo, hacen de anuncia que para continuar su estudio de
mí, ferozmente, un objeto, me tienen a su la fotografía desde su ciencia del sujeto, se
merced, a su disposición, clasificado en un valdrá de esta teoría. Sin embargo, no pue-
fichero, preparado para todos los sutiles tru- de ser la teoría clásica la apropiada para el
cajes» (Barthes, 1989, p. 35). ¿Cómo no ser análisis de la fotografía: «se trataba de una
alguien?, ¿cómo ser parte de la experiencia fenomenología vaga, desenvuelta, incluso cí-
del punctum del tiempo?, ¿cómo experimentar nica» (Barthes, 1989, p. 40). La desviación
la muerte en la fotografía? «Por desgracia, de los famosos conceptos (studium, punctum)
estoy condenado por la fotografía [por esa que Barthes va a proponer para el estudio de
experiencia de la fotografía] que cree obrar la fotografía ya estaba anunciada desde la
bien, a tener siempre un aspecto: mi cuerpo metodología que utilizaría para enunciarlos:
jamás encuentra su grado cero, nadie se lo
da» (Barthes, 1989, p. 33). Pareciera que la no me libraba ni tan solo intentaba
mirada que exige la otra experiencia de la librarme de una paradoja: por una
fotografía es una muy parecida al amor: parte las ganas de poder nombrar
al fin una esencia de la fotografía
¿quizá tan solo mi madre? Pues no es y esbozar así el movimiento de una
la indiferencia lo que quita peso a la ciencia eidética de la foto; y por otra
imagen —no hay nada como una foto parte el sentimiento irreductible de
«objetiva», del tipo «Photomaton», que la fotografía, esencialmente, si
para hacer de usted un individuo así puede decirse (contradicción en
penal, acechado por la policía—, es los términos), no es más que contin-
el amor, el amor extremo. (Barthes, gencia, singularidad, aventura. (Bar-
1989, p. 33) thes, 1989, p. 40)
Y, por último, con el final de la cita de la rese- Entonces, ¿cuál herida?, ¿cuál «punzada»?,
ña de 1961, ¿no estaría Barthes cuestionando ¿cuál experiencia del amor, del desgarro, del
su búsqueda por lo esencial de la fotografía? pinchazo, del pequeño corte?, ¿cuál goce/do-
Esto no podría estar en juego, sino apenas lo lor? Y, además, lo peligroso de la foto, ¿es su
que la define, es decir la manera en que dice, herida, su herir? «Estos mitos tienden eviden-
no «lo que dice» («esto ha sido»). temente (el mito sirve para esto) a reconciliar
la fotografía y la sociedad (¿es necesario?
Una facilidad cronológica podría hacernos Pues bien, sí: la foto es peligrosa), dotándola
pensar que se trata de la distancia entre dos de funciones, que son para el fotógrafo otras
Barthes diferentes. Sin embargo, en un ar- coartadas» (Barthes, 1989, p. 47). Esta es la
tículo de 1977 (año en el que ya La cámara pregunta principal porque es la que implica
lúcida estaba siendo pensada y el año de la directamente al sujeto, ¿la foto es peligrosa
muerte de su madre), Barthes afirma: «La foto para mí? En nuestra ecuación principal de
es como la palabra: una forma que ensegui- Crítica y verdad, hemos encontrado que Bar-
da quiere decir algo» (p. 148). En el mismo thes ha equiparado la literatura al sujeto; si
lugar, Barthes reconoce además un trabajo la fotografía hiere e implica de tal forma al
común para esas dos formas: sujeto, ¿qué ecuación podemos sugerir para
esta relación?
por lo tanto, para estos dos órdenes
significantes (literatura y fotografía), Volvamos al orden del libro. Barthes inicia
el trabajo moderno es más o menos su propuesta de acercamiento a lo fotográfico
el mismo (digo “más o menos” por con la presentación de los dos ya famosos
lo flagrantes que son las diferen- elementos. El primero, el studium, es posi-
cias históricas): se trata de producir ble solo a partir de lo contingente: «como la
—mediante una búsqueda difícil— fotografía es contingencia pura y no puede
un significante que sea a la vez extra- ser otra cosa (siempre hay algo representa-
ño al “arte” (como forma codificada do) (…), revela enseguida esos “detalles”
de la cultura) y a los “natural” ilu- que constituyen el propio material del saber
sorio del referente. (Barthes, 2001, etnológico» (Barthes, 1989, p. 47); es decir,
p. 148) informa. De igual manera, significa: «puesto
que toda foto es contingente (y por ello fuera
6 Sin embargo, al señalar la máscara que la fotogra- Quisiera hacer un paréntesis aquí [«El parén-
fía debe adoptar, Barthes reconoce que existe una
problemática del significado. Ya en otro artículo de
tesis no encierra algo incidental o una idea
1977 («Tales»), donde comenta unas fotografías de secundaria, como con frecuencia pasa; no es
Richard Avedon, Barthes no solo confirmaba que lo dicho en voz baja en el recodo de un pudor»
había en la foto una reflexión sobre el sentido, sino
que además la equiparaba con el texto: «Pero la fo- (Derrida, 1999, p. 54)] para recordar que los
tografía no es ni una pintura ni… una fotografía; es conceptos de studium y punctum han sido
un texto, es decir, una meditación compleja, extre-
largamente estudiados y adoptados por una
madamente compleja, sobre el sentido» (Barthes,
2001, p. 145). importante parte de la crítica, pero que de
igual manera han sido objeto de sospecha:7 «rigurosos», sino que hagan parte del juego:
«su interpretación puede parecer en principio «aquí, el rigor conceptual de un artefacto se
un poco artificiosa, ingeniosa, elegante pero mantiene flexible y juguetón, dura el tiempo
especiosa, por ejemplo, en el pasaje que lleva de un libro» (Derrida, 1999, pp. 55-56). El
del punctum al me punza y a lo punzante: mismo concepto de punctum, por ejemplo,
pero impone poco a poco su necesidad, sin tiene una genealogía errante, que no perte-
disimular el artefacto bajo ninguna preten- nece únicamente a la fotografía sino al cine,
dida naturaleza» (Derrida, 1999, p. 54). El al cual Barthes también opone lo específico
ensayo de Derrida profundiza en la manera y de la foto. En Lo obvio y lo obtuso (1986),
las formas de Barthes que no pretenden sentar su ensayo sobre Eisenstein, el concepto que
una teoría última o unívoca —y de ese modo Barthes desarrolla es el del tercer sentido,
natural o esencial—, sino que pone en jue- que es prácticamente intercambiable por el
go una interpretación que siempre se devela de punctum. Badmington (2012) ha analiza-
como tal y así siempre es flexible: do igualmente, a partir del diario de Barthes
publicado póstumamente, cómo este concepto
Barthes dará a entender, en pocas estaba relacionado con el cine inclusive antes
palabras, con un movimiento ambi- de la escritura de La cámara y Lo obvio y lo
guo de modestia y de desafío, que no obtuso.8 Estos ejemplos donde los conceptos
tratará el par de conceptos S y P como aparecen en el libro como unívocos pero, al
esencias venidas de un más allá del ser revisados, se presentan como contingen-
texto que está por escribirse y que tes; son los que hacen sospechosa la insisten-
autoriza cierta pertinencia filosófica cia de La cámara por separar la foto del texto.
general. (Derrida, 1999, p. 58)
Esto permite, al igual que habíamos visto 8 «I wish, rather, to examine how the photographic
con los conceptos de Historia y Naturaleza, punctum of Camera Lucida has clearly cinematic roots
que studium y punctum no tengan sus límites in the diary’s ‘fragments d’un discours douloureux’,
and how Barthes leaves this filmic conception,
this punctum saliens, out of the frame when he
publishes the book on photography» (Badmington,
7 En El espectador emancipado (2010), Rancière devela 2012, p. 304). La errancia del origen del concepto
cómo lo supuestamente propio del studium aparece concuerda con la lectura de Derrida y el juego que
cuando Barthes habla del punctum y viceversa. ve en el tiempo del libro.
Sorpresivamente, la segunda parte del libro finalmente a su madre —la foto esencial, la
abre con el encuentro de Barthes con una foto última y única—, consiste en que la esen-
fotografía de su madre (¿nada más personal, cia de la fotografía (pero Barthes dice ahora
nada más subjetivo?). Descrito de una manera «el eidós», «lo evidente») habría que buscarla
poética y personal, Barthes relata la expe- «en relación con lo que llamaríamos román-
riencia que vive al revisar fotografías de su ticamente el amor y la muerte» (Barthes,
madre recientemente muerta. Es importante 1989, p. 88). Es decir, a pesar de que se nos
resaltar la necesidad de utilizar estos verbos había anunciado que la aventura individual
—relatar, narrar— para describir con exac- había terminado y empezaba la búsqueda de
titud lo que el autor hace constantemente en la esencia, continuamos inmersos en el relato
el libro. Ya Derrida (1999) hacía énfasis en personal donde se nos anunciará el éidos. Es
las formas que emplea Barthes constante- allí entonces donde Barthes parece llegar a
mente: «su manera, el modo con que exhibe, lo que toda fotografía tiene necesariamente
pone en juego, interpreta la pareja studium/ y que la diferencia de los otros sistemas de
punctum, relatando al mismo tiempo lo que representación, y que ya nos había anunciado
hace, entregándonos sus notas; escuchamos en las primeras páginas del libro:
de inmediato la música. Esa es precisamente
su manera» (p. 54-55); y «como hacía con fre- Llamo «referente fotográfico» no a
cuencia, Barthes va a describir su camino, a la cosa facultativamente real a que
entregarnos también el relato de lo que hace, remite una imagen o un signo, sino
haciéndolo (lo que he llamado sus notas)» a la cosa necesariamente real que ha
(p. 58). Somos el spectator del desarrollo de su sido colocada ante el objetivo y sin la
fenomenología, asistimos a su propia entrega, cual no habría fotografía. (…) Nunca
participamos de su escritura. puedo negar en la fotografía que la
cosa haya estado ahí. (Barthes, 1989,
La revelación teórica que surge a partir del pp. 90-91)
encuentro con la foto en la que él reconoce
A continuación, Barthes sentencia: «el nom-
bre del noema de la fotografía será pues: “Esto
que lo obliga a continuar la búsqueda de la fotogra-
ha sido”, o también: lo Intratable» (Barthes,
fía en discursos donde el texto cuestiona los límites
de la idea de la foto. 1989, p. 91). Para no dejar dudas que esto
cámara, por ejemplo: «la fecha forma parte La foto es literalmente una emanación
de la foto: no tanto porque denota un esti- del referente. De un cuerpo real, que
lo (ello no me concierne), sino porque hace se encontraba allí, han salido unas ra-
pensar, obliga a sopesar la vida, la muerte, diaciones que vienen a impresionar-
la inexorable extinción de las generacio- me a mí, que me encuentro aquí; (…)
nes» (Barthes, 1989, p. 96). ¿Cómo es esto la foto del ser desaparecido viene a
posible? impresionarme al igual que los rayos
diferidos de una estrella. Una especie
Sin embargo, antes de buscar esta respuesta de cordón umbilical une el cuerpo de
—o mejor, para poder encontrarla— es ne- la cosa fotografiada a mi mirada: la
cesario indagar cómo es posible ese noema luz, aunque impalpable, es aquí un
de la fotografía: medio carnal, una piel que compar-
to con aquel o aquella que han sido
Suele decirse que fueron los pintores fotografiados. (Barthes, 1989, p. 94)
quienes inventaron la fotografía (…).
Yo afirmo: no, fueron los químicos. Ya Ese «impresionarme» es lo que constituye la
que el noema «Esto ha sido» solo fue experiencia de la fotografía, a eso responde
posible el día en que una circunstan- el sujeto frente a la foto, frente a esa certeza
cia científica (el descubrimiento de la el sujeto se pone en juego, es de ese cordón
sensibilidad a la luz de los haluros umbilical del que no puede desatar su mirada,
de plata) permitió captar e imprimir porque lo implica inevitablemente (implica
directamente los rayos luminosos la misma piel). Por esa razón la foto debe
emitidos por un objeto iluminado de ser en blanco y negro: «puesto que lo que
modo diverso. (Barthes, 1989, p. 94) me importa no es la “vida” de la foto (noción
puramente ideológica), sino la certeza de que
El encadenamiento de Barthes es brillante: el cuerpo fotografiado me toca con sus pro-
el origen del noema de la fotografía es lo que pios rayos, y no con una luz sobreañadida»
desarrolla la experiencia del sujeto frente a (Barthes, 1989, p. 95).
la foto:
Sin embargo, la obra —la obra de encuentro. Pero, ¿qué ocurre cuando
arte, la obra literaria— no es ni lo que se ve, aunque sea a distan-
acabada ni inconclusa: es. Lo úni- cia, parece tocarnos por un contacto
co que dice es eso: que es. Y nada asombroso, cuando la manera de ver
más. Fuera de eso no es nada. Quien es una especie de toque cuando ver
quiere hacerle expresar algo más, es un contacto a distancia, cuando lo
no encuentra nada; encuentra que que es visto se impone a la mirada,
no expresa nada. Quien vive depen- como si la mirada estuviese tomada,
diendo de la obra, porque la escribe o tocada, puesta en contacto con la apa-
porque la lee, pertenece a la soledad riencia? No un contacto activo, lo que
de lo que solo expresa la palabra ser: aún hay de iniciativa y de acción en
palabra que el lenguaje protege disi- un tocar verdadero, sino que la mi-
mulándola, o a la que hace aparecer rada es arrastrada, absorbida en un
desapareciendo en el vacío silencioso movimiento inmóvil y en un fondo sin
de la obra. (…) Es tan inútil como in- profundidad. Lo que nos es dado por
demostrable; no se verifica, la verdad un contacto a distancia es la imagen,
puede aprehenderla, la fama puede y la fascinación es la pasión de la
iluminarla, pero esa existencia no le imagen. (p. 26)
concierne, esa evidencia no la hace
ni segura ni real, no la vuelve mani- ¿No es eso la misma herida de Barthes?,
fiesta. (p. 16) ¿no es esto «ser salvaje, inculto»? Blanchot
(1969) continúa:
Por otro lado, en otro fragmento de la intro-
ducción de El espacio literario (1969), Blan- lo que nos fascina nos quita nuestro
chot titula un pequeño aparte «La imagen»: poder de dar sentido, abandona su
naturaleza «sensible», abandona el
Ver supone la distancia, la decisión mundo, se retira hacia esta parte del
que separa, el poder de no estar en mundo y hacia allí nos atrae, ya no se
contacto y de evitar la confusión en nos revela y sin embargo se afirma en
el contacto. Ver significa que, sin em- una presencia extraña al presente del
bargo, esa separación se convirtió en
contingencia («así, sin más»). (Bar- preguntas últimas que exigen al sujeto que se
thes, 1989, p. 99) ha permitido la experiencia de la soledad (en
la obra literaria), del tiempo (en la fotografía).
Y más adelante: «ni imagen ni algo real, un Barthes lo dice claramente:
ser nuevo, auténticamente nuevo: algo real
que ya no se puede tocar» (p. 100). Ambas soy el punto de referencia de toda fo-
imágenes, la de la fotografía y la de la obra tografía, y es por ello por lo que esta
literaria, luchan contra el sentido: «Así es la me induce al asombro dirigiéndome la
foto: no sabe decir lo que da a ver» (Barthes, pregunta fundamental: ¿por qué razón
1989, p. 112); el texto también nos vuelve vivo yo aquí y ahora? Desde luego,
salvajes: «lo que nos fascina nos quita nuestro más que todo otro arte, la fotografía
poder de dar sentido, abandona su naturaleza establece una presencia inmediata
“sensible”, abandona el mundo» (Blanchot, en el mundo —una copresencia—;
1969, p. 26). pero tal presencia no es tan solo de
orden político (“participar a través de
De la misma manera, lo tautológico de ambas la imagen en los acontecimientos con-
experiencias, las consecuencias parecidas temporáneos”), sino que es también
(el amor, la soledad esencial, la muerte,11 el de orden metafísico. (1989, p. 98)
tiempo), tienden un puente a partir de las
Estas son las mismas cuestiones que la obra
11 La posible relación entre texto y fotografía a través analizada en El espacio literario pone en juego
de la muerte es el tema principal del ensayo de De-
ante el sujeto de la experiencia.
rrida (1999), donde se evidencia que Barthes se re-
firió a esta problemática indiferentemente desde la
fotografía y la literatura: «Y finalmente, sus muertes, A lo largo de La cámara lúcida, Blanchot
esos textos sobre la muerte, todo lo que escribió, mar-
cando tan enfáticamente el desplazamiento, sobre la
aparece una única vez, pero en un capítulo
muerte, sobre el tema que, si se quiere, podría ser fundamental: el que le da título al libro. Bar-
el de la Muerte, si es que existe. De la Novela a la thes cita (aunque no especifica de qué libro)
fotografía (…), cierto pensamiento sobre la muerte
puso todo en movimiento, o más bien lo lanzó a un un fragmento de un capítulo de El libro que
viaje» (p. 74). Lo que tendríamos que pensar aquí vendrá (1959) dedicado al autor que Barthes
es que esa ausencia que el sujeto experimenta (ante
ha citado constantemente en su libro: Proust.
la foto, ante el texto) es precisamente una de las for-
mas de la muerte. Es decir, en el capítulo donde se explica la
como hay que escoger entre el libro del mun- Barthes, R. (2004). Criticism and truth. Nueva
do y la obra del otro mundo? No nos dejemos York: Continuum.
engañar creyendo que la elección sea libre y Blanchot, M. (1959). El libro que vendrá. Ca-
corresponda a la voluntad; tampoco creamos racas: Monte Ávila Editores.
que se trate de un tipo de fotos y textos es- Blanchot, M. (1969). El espacio literario. Bue-
pecíficos, con características únicas los que nos Aires: Paidós.
constituyen el peligro; como hemos visto, esa Culler, J. (2002). Barthes: A very short intro-
posibilidad está en la lectura. Habría más duction. Oxford: Oxford University Press.
bien que preguntarse: ¿hay que abandonarse Derrida, J. (1999). Las muertes de Roland
a cierta experiencia del sujeto a la que nos Barthes. México: Taurus.
instiga la fotografía y el texto? Pero, sobre Fried, M. (2008). El punctum de Roland Bar-
todo, ¿hay que elegir entre foto y texto? thes. Murcia: Cendeac.
Marty, É. (2007). Roland Barthes: el oficio de
escribir. Buenos Aires: Manantial.
Referencias Prosser, J. (2004). Buddha Barthes: What
Barthes Saw in Photography (That He
Badmington, N. (2002). Punctum Saliens: Didn’t See in Literature). Literature &
Barthes, mourning, film, photography. Theology: An International Journal of
Paragraph: A Journal of Modern Critical Religion, Theory and Culture, 18(2),
Theory, 35(3), 303-319. 211-222.
Barthes, R. (1989). La cámara lúcida: nota Ranciére, J. (2002). La división de lo sensible:
sobre la fotografía. Barcelona: Paidós. estética y política. Salamanca: Consorcio
Barthes, R. (1986). Lo obvio y lo obtuso: imá- Salamanca.
genes, gestos, voces. Barcelona: Paidós. Ranciére, J. (2010). El espectador emancipa-
Barthes, R. (1996). Crítica y verdad. México: do. Castellón: Ellago.
Siglo XXI.
Barthes, R. (2001). La Torre Eiffel: textos sobre
la imagen. Barcelona: Paidós.