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Instituto de Estudios Ambientales
-Manizales 2005-
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres
PRÓLOGO
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres
ÍNDICE
1. CONCEPTOS FUNDAMENTALES 3
2. DESASTRES Y SOSTENIBILIDAD 21 29
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
Apéndice VI: Estimación holística del riesgo sísmico de un centro urbano 339
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PARTE 1:
TEORÍA DEL RIESGO Y DESASTRES
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CAPÍTULO 1
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
quizás, el año 1000 d. C., cuando reapareció en los puertos Italianos, y con certeza en
los siglos XII a XIV, de lo cual hay referencia en las Leyes de Wisby (1300) y la
Ordenanza de Barcelona (1435). La Lloyd’s se estableció en 1688 como núcleo del
mercado del seguro marítimo global y posteriormente se extendió a otras áreas (Grier
1988). Por esta época se establecieron los seguros de incendio y emergieron los seguros
de vida en Inglaterra, aunque políticas de seguros de vida ya habían existido en España
alrededor del año 1100 d. C., evocando las antiguas prácticas que existieron entre los
años 1800 a 1200 a. C. Durante los siglos 16 y 17 las sociedades de amigos estimularon
el desarrollo de los seguros de vida en Inglaterra, pero fracasaron por la falta de un
soporte estadístico y matemático adecuado. Por otra parte, debido a los
cuestionamientos morales realizados por la Iglesia, el seguro de vida fue prohibido en
Francia hasta 1820.
Sin duda, el análisis de riesgos también tuvo orígenes en las antiguas ideas
religiosas relacionadas con la posibilidad de algo después de la vida. Empezando con el
Fedón de Platón, en el siglo IV a. C. y otros escritos que trataron sobre la inmortalidad
del alma y lo que le podría ocurrir después de la vida; según cómo cada persona
conduce su aquí y ahora (Covello y Mumpower 1985). En el Fedón, Platón narra el
diálogo de Sócrates con sus amigos antes de beber el veneno, en el cual plantea la
inmortalidad del alma y describe el mito de lo que le puede suceder al alma después de
la muerte. Allí Sócrates, haciendo la salvedad de la posible inexactitud de su
exposición, señala que dada la inmortalidad del alma él estima que es conveniente creer
en el mito y que vale la pena correr el riesgo de creer que es así. Arnobius El Viejo, que
vivió en el siglo IV d. C., para demostrar su auténtica conversión al Cristianismo, en su
monografía Contra los Paganos, argumentó mediante una matriz de 2 x 2 la ventaja de
ser Cristiano sobre ser pagano. Planteaba que hay dos alternativas: aceptar el
Cristianismo o mantenerse pagano. Decía también que hay dos posibilidades, aunque
inciertas: Dios existe o Dios no existe. Si Dios no existe no hay diferencia entre las dos
alternativas, pero si Dios existe ser un Cristiano es ampliamente mejor para el alma que
ser un pagano. Estos planteamientos se sirven del principio de la dominancia; un
soporte heurístico para la toma de decisiones bajo condiciones de riesgo e
incertidumbre. El argumento de Arnobius no sólo fue utilizado posteriormente por San
Agustín sino por Pascal, cuando introdujo la teoría de la probabilidad en 1657, quien al
ampliar su matriz concluyó que: Dada la distribución de probabilidades para la
existencia de Dios, el valor esperado de ser Cristiano excede en mucho el valor
esperado del ateísmo (Covello y Mumpower 1985).
Después de Pascal y Fermat, a finales del siglo XVII y durante el siglo XVIII, se
realizaron importantes aportes a la teoría de las probabilidades. En 1692 Arbuthnot
argumentó que podían ser calculadas las probabilidades de las diferentes causas
potenciales de un suceso, Halley (conocido por el cometa que lleva su nombre) en 1693
mejoró las tablas de esperanza de vida propuestas por Graunt en 1662 y matemáticos
como Hutchinson, Cramer y Bernoulli realizaron trabajos valiosos a la naciente teoría.
Sin embargo, fue Laplace quien en 1792 desarrolló un verdadero modelo de estimación
de riesgo en términos modernos, al calcular la probabilidad de morir con y sin la
vacuna contra la viruela. Sorprende que sólo después de Pascal varios aplicarán las
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Rt = E . Rs = E . H .V [1.1]
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Esto significa que una vez conocida la amenaza o peligro Ai, entendida como la
probabilidad de que se presente un suceso con una intensidad mayor o igual a i durante
un período de exposición t, y conocida la vulnerabilidad Ve, entendida como la
predisposición intrínseca de un elemento expuesto e a ser afectado o de ser susceptible a
sufrir un daño ante la ocurrencia de un suceso con una intensidad i, el riesgo Rie se
expresa como la probabilidad de que se presente una pérdida sobre el elemento e, como
resultado de la ocurrencia de un suceso con una intensidad mayor o igual a i. Es decir, el
riesgo en general puede entenderse como la probabilidad de pérdida durante un período
de tiempo t dado (Cardona 1985/86a).
Teniendo en cuenta lo anterior, el autor en 1986 propuso un glosario de términos
relativos a la temática de la gestión del riesgo. Aunque existían términos y conceptos
desarrollados para cada disciplina, en parte basados en los acordados en la reunión de
expertos promovida por UNDRO en julio de 1979 –como por ejemplo los términos
propuestos por el EERI (1984/90)– para ese momento las definiciones no se habían
generalizado. El Apéndice A contiene algunos de los términos originalmente
propuestos por el autor (Cardona 1986b/90) y posteriormente depurados por él mismo
en forma paulatina. Estos términos son consistentes a luz del marco conceptual de este
trabajo.
Aunque hazard se refiere en inglés a peligro, a estar propenso de sufrir la acción de
algo, a azar, el autor escogió el término amenaza como equivalente a hazard, por el
concepto de presagio, advertencia o potencial ocurrencia que significa la palabra en
castellano. El término amenaza en inglés se expresa más directamente mediante la
palabra threat, la que también utilizan algunos autores de habla inglesa con el mismo
significado de hazard. Aquí, por tanto, se utilizará el término amenaza para referirse a
lo que otros autores denominan peligro o peligrosidad. Estas palabras pueden
considerarse como sinónimos para efectos de este enfoque conceptual.
En general, hoy se acepta que el concepto de amenaza se refiere a un peligro latente
o factor de riesgo externo de un sistema o de un sujeto expuesto, que se puede expresar
como la probabilidad de exceder un nivel de ocurrencia de un suceso con una cierta
intensidad, en un sitio específico y durante un tiempo de exposición determinado. Por
otra parte, la vulnerabilidad se entiende, en general, como un factor de riesgo interno
que está expresado como la factibilidad de que el sujeto o sistema expuesto sea
afectado por el fenómeno que caracteriza la amenaza. De esta manera, el riesgo
corresponde al potencial de pérdidas que pueden ocurrirle al sujeto o sistema expuesto,
resultado de la convolución de la amenaza y la vulnerabilidad. Así, el riesgo puede
expresarse, incluso en forma matemática, como la probabilidad de exceder un nivel de
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riesgo que supone que los beneficios y riesgos son conmensurables, la agregación de
utilidades individuales, la existencia de preferencias individuales, el problema de
encontrar una apropiada inversión para la reducción de las consecuencias en el futuro,
los efectos de las transacciones sobre terceros y la confiabilidad en el modelo del actor
racional y la ética de la utilidad impiden la aplicación sin serias objeciones de este
oncepto en las políticas de gestión de riesgos. Situación que se hace más difícil por el
hecho de que las utilidades son a menudo medidas en unidades monetarias, las cuales
son percibidas como inconmensurables con el riesgo sobre la salud o la vida.
En general, los análisis técnicos proveen a la sociedad de una reducida o estrecha
definición de efectos indeseables y confinan las posibilidades a probabilidades
numéricas basadas en frecuencias relativas. Infortunadamente, dicho objetivismo que
desde cierto ángulo puede ser visto como una virtud, también es un problema si se le ve
desde otras perspectivas.
Por otra parte, el enfoque psicológico aboga porque los individuos responden de
acuerdo con su percepción del riesgo y no de acuerdo con un nivel de riesgo objetivo o
una valoración científica. Se plantea que dicha valoración es parte de la respuesta de las
personas sólo en la medida en que ella este integrada a las percepciones individuales.
Las frecuencias u otras formas científicas de definición de las probabilidades se
sustituyen por la fuerza de las creencias que la gente tiene acerca de la factibilidad de
que un efecto indeseable se presente. Sin embargo, al respecto surge el cuestionamiento
que si las percepciones de riesgo se basan en sesgos o ignorancia, no muy parece
sensato utilizar dichas percepciones como criterios para la reducción del riesgo. Ahora
bien, desde el punto de vista de los antropólogos y sociólogos culturales han sugerido
que las respuestas sociales a los riesgos están determinadas por prototipos o patrones
culturales, es decir clusters de convicciones relacionadas con las percepciones de la
realidad. Desde estas perspectivas los riesgos ambientales se perciben como
construcciones sociales exclusivamente.
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que las personas tienen, las comunidades expuestas y las autoridades gubernamentales
encargadas de la gestión y de la toma decisiones para la reducción o mitigación del
riesgo. Por esta razón hoy se acepta que es necesario profundizar, también, el
conocimiento acerca de la percepción individual y colectiva del riesgo e investigar las
características culturales, de desarrollo y de organización de las sociedades que
favorecen o impiden la prevención y la mitigación; aspectos de fundamental
importancia para poder encontrar medios eficientes y efectivos que logren reducir el
impacto de los desastres en el mundo (Maskrey, 1989/94).
La gestión del riesgo colectivo involucra tres políticas públicas distintas: la
identificación del riesgo (percepción individual, representación social y estimación
objetiva), la reducción del riesgo (prevención-mitigación) y el manejo de desastres
(respuesta y recuperación). Incluso podría considerarse una adicional que es la
transferencia del riesgo (seguros y protección financiera), pero prácticamente sólo en
medios desarrollados se ha logrado un avance en este sentido. Estas políticas cubren
diferentes enfoques disciplinarios, valores, intereses y estrategias, donde
necesariamente están involucrados diversos actores sociales. La efectividad de estas
políticas públicas sólo puede favorecerse si existe interdisciplinariedad y un enfoque
integral.
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Desde la perspectiva de las ciencias sociales el tema de los desastres tuvo especial
atención en los Estados Unidos a mediados del Siglo XX, como resultado del interés del
gobierno en el comportamiento de la población en caso de guerra (Quarantelli,
1988/95/98). A partir de esa época podría decirse que se desarrolló una teoría social de
los desastres. Este enfoque involucra estudios principalmente sobre las reacciones y la
percepción individual (Fischhoff, Slovic y Lichtenstein, 1979; Slovic 1992) y colectiva
(Drabek, 1986; Dynes y Drabek 1994; Mileti, 1996). En general, en los Estados
Unidos, los estudios e investigaciones de los científicos sociales se ha dirigido hacia la
reacción o respuesta de la población ante las emergencias y no hacia el estudio del
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riesgo propiamente dicho. Sin embargo, los aportes desde el ámbito de la geografía y de
la llamada “escuela ecologista” desde los años 30 (Dewey 1929; White 1945; Burton,
Kates y White, 1978), podrían también considerarse concepciones desde una
perspectiva socio-ambiental (Mitchell 1992; Mileti, 1999), que inspiraron el enfoque de
las ciencias aplicadas posteriormente. Su énfasis en que desastre no es sinónimo de
evento natural y sus aportes en relación con la necesidad de considerar la capacidad de
adaptación o de ajuste de una comunidad ante la acción de eventos naturales o
tecnológicos fue, sin duda, la base conceptual del concepto de vulnerabilidad
(incapacidad de ajustarse).
También puede considerarse como una visión socio-cultural los planteamientos
teóricos antropológicos y culturales de Douglas y Wildasky (1982) o de Rayner (1992)
y la teoría de la amplificación del riesgo promovida por Kasperson (1988) y sus
colaboradores, que ha tenido una amplia aceptación y se le ha considerado una delas
teorías más completas.
Por otra parte, en Europa y en algunos países en desarrollo, tanto en América Latina
como en Asia, investigadores de las ciencias sociales han debatido en forma crítica,
desde los años 80 y particularmente en los 90, los enfoques de las ciencias naturales y
aplicadas (Maskrey 1984/93a; Maskrey y Romero 1986; Cardona y Sarmiento 1988;
Jordán y Sabatini 1988). En general, su enfoque plantea que la vulnerabilidad tiene un
carácter social y que no solamente está referida al daño físico potencial o a
determinantes demográficas. Se postula que un desastre en realidad ocurre sólo cuando
las pérdidas producidas por un suceso superan la capacidad de la población de
soportarlas o cuando los efectos impiden que pueda recuperarse fácilmente. Es decir,
que la vulnerabilidad no se puede definir o medir sin hacer referencia a la capacidad de
la población de absorber, responder y recuperarse del impacto del suceso (Westgate y
O’Keefe 1976). Así, para los expertos en ciencias políticas, pérdidas o efectos físicos
similares en dos países con diferente salud económica e institucional pueden tener
implicaciones muy distintas. Un suceso que puede pasar desapercibido en un país
grande podría significar una catástrofe en un país pequeño, debido a la capacidad de
cada uno de los sistemas sociales involucrados (Hewitt 1983/97). Daños similares en
países ricos y pobres, por ejemplo, tienen implicaciones sociales más graves en los
países pobres, donde usualmente los grupos sociales marginados son los más afectados
(Wijkman y Timberlake 1984). De acuerdo con Susman et al. (1984) la vulnerabilidad
“es el grado en que las diferentes clases sociales están diferencialmente en riesgo”.
Desde este punto de vista la vulnerabilidad esta establecida de acuerdo con las
condiciones políticas, sociales y económicas de la población. Se propone, desde esta
perspectiva, que las condiciones que caracterizan el subdesarrollo (marginalidad social,
expropiación, explotación, opresión política y otros procesos asociados con el
colonialismo y el capitalismo) han hecho, particularmente que las comunidades pobres
sean más vulnerables a los desastres y hayan sido forzadas a degradar su ambiente.
Ahora bien, otros investigadores, como los que constituyeron la Red de Estudios
Sociales en Prevención de Desastres en América Latina, La RED, han planteado que la
vulnerabilidad se configura socialmente y es el resultado de procesos económicos,
sociales y políticos (La RED 1992). Por lo tanto, para modelar la vulnerabilidad es
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necesario tener en cuenta, aparte de los aspectos físicos, factores sociales como la
fragilidad de las economías familiares y colectivas; la ausencia de servicios sociales
básicos; la falta de acceso a la propiedad y al crédito; la presencia de discriminación
étnica, política o de otro tipo; la convivencia con recursos de aire y agua contaminados;
altos índices de analfabetismo y la ausencia de oportunidades de educación, entre otros
(Maskrey 1989; Wilches 1989; Lavell 1992; Cardona 1993; Maskrey 1994; Lavell
1996; Mansilla 1996; Cardona 1996a/96b). En este sentido, se han propuesto modelos
conceptuales del riesgo desde el ámbito de la economía política o neo-Marxismo, como
el modelo de “presión-liberación” en el cual se postula que el riesgo es el resultado de
la concurrencia de unas condiciones de vulnerabilidad y de unas posibles amenazas. La
vulnerabilidad se obtiene de identificar las presiones y relaciones sociales desde lo
global hacia lo local. En el nivel global se les denomina: “causas de fondo”, como las
estructuras sociales, políticas y económicas; en un nivel intermedio se les llama:
“presiones dinámicas”, como el crecimiento de la población, la urbanización y
densificación, la degradación ambiental, la falta de ética, etc.; y el nivel local se les
denomina: “condiciones de inseguridad”, como la fragilidad social, el daño potencial, la
pobreza, entre otras. En este enfoque la prevención-mitigación debe ser concebida para
“relajar” la presión de lo global a lo local de estos factores sociales y por lo tanto la
reducción del riesgo deben dirigirse a intervenir en cada nivel las condiciones de
inseguridad, las presiones dinámicas y las causas de fondo (Davis y Wall 1992; Wisner
1993; Cannon 1994; Blaikie et al. 1994/96).
Existen otros modelos conceptuales, como el “modelo de acceso” en el que, a
diferencia del anterior, se propone que el riesgo se genera, desde lo local hacia lo
global, como resultado de las dificultades que algunos grupos sociales o familias tienen
para acceder a ciertos recursos a lo largo del tiempo. Se intenta identificar las
limitaciones y las facilidades a través de los cuales se logra la acumulación o la
disminución de capacidades importantes ante el potencial de un desastre (Wisner et al.
1976; Pelanda 1981; Sen 1981; Chambers 1989; Parker 91; Winchester 1992; Saavedra
1996). Su argumento se fundamenta en el hecho de que ante una igual amenaza o ante
el mismo potencial de daño físico, el riesgo de las familias puede ser diferente
dependiendo de la capacidad de cada una de absorber el impacto. Aunque algunos
consideran que la vulnerabilidad, vista así, es un sinónimo de pobreza, quienes postulan
el modelo indican que la pobreza se refiere a necesidades básicas insatisfechas y
restricciones de acceso a los recursos, mientras que esta manera de ver la vulnerabilidad
se refiere más bien a una falta de capacidad de defenderse y de superar una calamidad
(Chambers 1989). Como derivación de estos planteamientos se ha llegado a argumentar
que los conceptos de tropicalidad, desarrollo y vulnerabilidad –respectivamente desde
el siglo XVII y hasta principios del XX, durante la posguerra y a finales del siglo XX–
forman parte de un mismo discurso cultural de occidente, que se ha referido a amplias
regiones del mundo de una misma forma generalizante y denigrante, como regiones
dominadas por las enfermedades, golpeadas por la pobreza y propensas a desastres
respectivamente (Bankoff 2001). Por otra parte, desde el punto de vista de la
comunicación, considerando los procesos a través de los cuales se construye individual
o colectivamente el significado de los conceptos, otros autores han asumido una
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posición crítica frente a los diferentes enfoques anteriores. Señalan que, en general,
existe un carácter positivista y conductista en las diferentes propuestas conceptuales,
debido a que en cualquier caso los conceptos formulados son descripciones
estructuralistas o constructivistas de expertos con fines de intervención o manipulación.
La mayoría de estos planteamientos hacen énfasis en el rol activo que las personas
tienen en la construcción del significado del riesgo y en el papel de la comunicación
como poder de transformación, indicando que al ser el riesgo una apreciación, lectura o
“imaginario” y no algo externo a las personas, es fundamental considerar las
percepciones, actitudes y motivaciones individuales y colectivas, las cuales pueden
variar de manera notable de un contexto a otro, si se desea comprender mejor el tema
(Johnson y Covello (1987); Slovic 1992; Luhmann 1993; Maskrey 1993b/94; Adams
1995; Muñoz-Carmona 1997).
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El enfoque aquí llamado de las ciencias aplicadas difiere del enfoque de las ciencias
naturales en que su interés está dirigido hacia los efectos del suceso sobre un elemento
expuesto y no hacia el suceso mismo. Sin duda, el aporte de la ingeniería desde la
perspectiva de la confiabilidad, la seguridad y el análisis de riesgo, al estudiar la
capacidad de un sistema de mantener su función o aptitud, significa un salto o un
cambio de paradigma en lo que atañe al entendimiento del problema. Sin embargo,
aunque mediante esta concepción se propone un concepto de riesgo más completo, de
todas maneras este enfoque sigue siendo parcial y fisicalísta. El análisis de riesgo
cambia notablemente si el sistema en vez de ser una estructura (una planta nuclear o
una industria química, etc.) es una comunidad o la sociedad misma. La extrapolación
metodológica y el uso de conceptos como “probabilidad”, “consecuencias” y
“contexto” debe realizarse con extremo cuidado. La aceptabilidad o el análisis
beneficio/costo son aspectos notablemente diferentes cuando el sistema expuesto es la
sociedad o un subconjunto de ella o cuando en el proceso de análisis se deben tener en
cuenta variables sociales, culturales, institucionales y/o políticas. En general, las
metodologías desarrolladas bajo este enfoque, cuando se trata de desastres, no son
suficientes para ofrecer estimaciones del riesgo completas. En la práctica, tienden a ser,
más bien, evaluaciones de vulnerabilidad física que suplantan la evaluación del riesgo,
el cual se deja a la postre como un resultado secundario. Mediante estas técnicas es
usual que el riesgo se valore en términos económicos, como el producto de estimar el
costo de reposición de la fracción deteriorada del sistema vulnerable afectado y, en el
mejor de los casos, otros costos asociados como el lucro cesante. Incluso, es común
encontrar, en el caso de escenarios futuros de pérdidas, que se le denomine “impacto
social” a la estimación global de posibles víctimas, en términos de muertos y heridos.
Aunque esta información es un dato importante, por ejemplo para la atención de
emergencias, confirma la visión restringida y el desconocimiento que tiene el enfoque
de las ciencias aplicadas de los aspectos sociales, culturales, económicos y políticos que
deben reflejarse en la estimación de la vulnerabilidad y el riesgo desde la perspectiva de
los desastres. No sobra mencionar que, excepto en el caso sísmico, la vulnerabilidad
planteada por este enfoque, en relación con la planificación territorial, ha tenido la
tendencia a ser considerada como una constante por el hecho de que el elemento esté
expuesto o ubicado en el área de influencia del fenómeno peligroso. Muchos mapas de
amenaza se han convertido por esta vía, sin mayor dificultad, en mapas de riesgo,
donde la vulnerabilidad es invariante por estar los elementos físicamente expuestos. Por
lo tanto, este enfoque le sigue dando una especial importancia a la amenaza y la sigue
considerando tácitamente como el origen o la causa única del desastre. El uso de
sistemas de información geográfica SIG ha favorecido esta circunstancia y la visión un
tanto “fotográfica” o “congelada” del riesgo. En el mejor de los casos, el iluminante
concepto de vulnerabilidad, propuesto a la luz de este enfoque, se utiliza al final de
cuentas sólo para explicar el daño físico y otros efectos colaterales directos. Riesgo,
desde esta perspectiva, en general se ha interpretado como un potencial de pérdidas
según los daños factibles. El desastre –es decir, la materialización del riesgo– se ha
visualizado, de manera restringida, a las pérdidas que representan los daños ocurridos y
no, de manera amplia y por derivación, a las consecuencias o al impacto que se causa
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
sobre la sociedad que sufre dichos daños o pérdidas. Sin duda, a esta interpretación ha
contribuido el percibir la vulnerabilidad sólo como “exposición” o, en el mejor de los
casos, como susceptibilidad a sufrir daños, sin hacer prácticamente ninguna referencia a
la resiliencia; que está relacionada con las implicaciones que pueden tener los daños o
pérdidas.
En cuanto al aquí llamado enfoque de las ciencias sociales, se puede afirmar que,
desde la perspectiva de los desastres, su aporte a la concepción del riesgo fue
inicialmente tímido, debido a la marcada tendencia que se tuvo a estudiar el
comportamiento y la respuesta de la población en situaciones de emergencia o en caso
de su inminencia. En los países desarrollados, los científicos sociales, le han dado un
notable énfasis al estudio del riesgo desde el punto de vista de lo cotidiano y de
seguridad de las personas ante hechos tecnológicos que puedan afectar su salud. En
pocos casos se ha demostrado un interés especial en la percepción de individuos o
colectividades sobre posibles desastres, con excepción de eventos bélicos, y aún menos
a las implicaciones o a los procesos que contribuyen a la incubación social de los
mismos. Algunos trabajos, no obstante, han hecho algún énfasis en la capacidad de las
comunidades de absorber el impacto o de recuperarse después de un suceso. Estos
trabajos han tenido el mérito de cuestionar la visión restringida de las ciencias
aplicadas, al indicar que la vulnerabilidad no debe ser considerada exclusivamente
como la posibilidad de un daño físico. Sólo en los últimos años del siglo XX han
surgido con mayor frecuencia planteamientos que abordan el tema del riesgo
considerando que la vulnerabilidad e incluso que la amenaza, en ocasiones, puede ser el
resultado de procesos sociales, económicos y políticos. Si bien este tipo de enfoque
parece ser el más completo, en muchos casos le ha dado un énfasis tal a la lectura y
modelización social de la vulnerabilidad que ha llegado a omitir o inadvertir que el
impacto ambiental y los daños físicos potenciales son fundamentales a la hora de tener
una concepción y una estimación del riesgo. La vulnerabilidad, desde esta perspectiva,
ha tenido la tendencia a interpretarse como una “característica” y no como una
condición o predisposición, resultado de una susceptibilidad, unas fragilidades y una
falta de capacidad para recuperarse. Incluso, algunos autores llegan a perder de vista la
amenaza, que de todas maneras se requiere para establecer la noción de riesgo. No
sobra mencionar, que el concepto riesgo esta asociado a decisión, lo que implica
dimensionarlo en función del tiempo; esto es lo que determina si hay algo por hacer o
no. Pero sin amenaza, sin fenómeno detonante factible, y con una vulnerabilidad
interpretada como si ella fuese una característica, aunque la vulnerabilidad
permaneciera “eternamente”, no habría riesgo ni desastre. No es extraño que algunos
autores del enfoque de las ciencias sociales tengan la tendencia o el sesgo a considerar
la pobreza como la vulnerabilidad misma y no como un factor de vulnerabilidad.
Algunos, que intentan alejarse de esta concepción, precisan que la pobreza la
determinan procesos históricos que restringen el acceso de las personas a los recursos y
que la vulnerabilidad está determinada por procesos históricos que restringen que las
personas tengan medios para enfrentar las amenazas o el acceso a la protección o a la
seguridad. Sin embargo, en general, pocos trabajos se refieren al riesgo o se limitan a
tratar la vulnerabilidad como su sinónimo, pero quizás su mayor carencia está en que,
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Conceptos Fundamentales.
con el argumento de que el riesgo es algo más bien subjetivo, no se intenta estimarlo o
se utilizan técnicas poco consistentes para hacerlo.
Es necesario trascender el antagonismo entre “objetivismo” y “constructivismo” y
confiar más en métodos de evaluación del riesgo tanto cualitativos como cuantitativos.
La acción o decisión implícita que el concepto de riesgo tiene asociada hace necesario
precisar la relación entre la percepción subjetiva del riesgo y la obligatoriedad científica
de su objetivización. Conceptualmente y pragmáticamente es insatisfactorio dejar el
asunto como una simple situación relativa y decir que subjetivamente cada persona
define y asume el riesgo a su manera. Esta posición es totalmente inoperante cuando
ineludiblemente se tiene que intervenir el riesgo desde el punto de vista de la política
pública
De lo anterior se deduce que no obstante los notables avances en la concepción del
riesgo, debido a los enfoques de las diferentes disciplinas relacionadas, existe una alta
fragmentación que no ha permitido concluir una teoría consistente y coherente del riesgo
desde la perspectiva de los desastres. Es de esperarse que siempre existirán diferentes
enfoques y aunque se podría argumentar que dicha circunstancia puede ser irrelevante,
el autor considera que parte de las dificultades para lograr una gestión efectiva del
riesgo ha sido la falta de una concepción integral del riesgo que facilite su estimación e
intervención desde una perspectiva multidisciplinar. En otras palabras, la ausencia de
una teoría holística del riesgo, desde el punto de vista de los desastres, ha favorecido o
contribuido en parte a que el problema crezca a una velocidad mayor que la velocidad
de sus soluciones.
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CAPÍTULO 2
DESASTRES Y SOSTENIBILIDAD
Los sucesos ambientales pueden considerarse de tres tipos: Los que nunca han
ocurrido y cuya ocurrencia es demasiado remota, como la aparición de un "hueco" en la
capa de ozono en el Antártico; los que nunca han ocurrido pero cuya ocurrencia es
probable; como el calentamiento por el efecto invernadero; y los que por analogía
histórica o por su razonable entendimiento pueden ser previsibles, como los terremotos,
las erupciones volcánicas, los huracanes, o el deterioro de cuencas hidrográficas y sus
eventos colaterales, tales como inundaciones, avalanchas o deslizamientos, o procesos de
contaminación y eventos tecnológicos, que en general son fenómenos de origen natural o
antrópico o una combinación de ambos.
En el primer caso, por la falta de antecedentes históricos y por el desconocimiento
del proceso generador no se han llevado a cabo acciones anticipadas; en el segundo
caso, aunque es posible llevar a cabo medidas preventivas, debido a la incertidumbre
acerca de las causas, dichas medidas no se han aplicado en forma decidida; y en el
tercer caso, por el cada vez mayor conocimiento de los fenómenos y por la posibilidad
de pronóstico, a través de la gestión de riesgos es posible reducir sus efectos; en el caso
de amenazas naturales inmodificables, mediante la intervención de la vulnerabilidad y
resiliencia de los elementos expuestos, y en el caso de amenazas socio-naturales o
tecnológicas, previniendo su generación, mediante la modificación de los procesos de
deterioro ambiental y mediante el mejoramiento de los niveles de seguridad de las
tecnologías peligrosas.
Internacionalmente es aceptado que durante las próximas décadas, debido a la inercia
biogeoquímica y de los sistemas socioeconómicos, algunas tendencias ambientales no
van a cambiar, a menos que ocurran eventos inesperados y lo suficientemente intensos
para modificarlas. Tales tendencias son, en general, el incremento del calentamiento
global por el efecto invernadero; la contaminación endémica del agua; el aumento
relativo de la producción agrícola y del consumo de energía por el aumento de la
población (aunque su incremento per capita sea menor); el deterioro mayor de la calidad
ambiental en los países en desarrollo; y el incremento en la ocurrencia de desastres de
origen natural y antrópico (Biswas 1987).
El interés mundial por el medio ambiente y por su acelerado deterioro se ha
intensificado en los últimos decenios, pues el agotamiento de los recursos naturales
renovables y no renovables, el aumento y concentración de la población, la atención de
las necesidades urgentes que demanda la existencia de las especies y la ocurrencia cada
vez mayor de desastres, son situaciones preocupantes cuya velocidad supera el alcance
actual de sus soluciones.
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Los postulados del Desarrollo Sostenible propuestos por la Unión Internacional para
la Conservación de la Naturaleza (UICN), acogidos por el Programa de las Naciones
Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), plantean la interrelación de una serie de
factores que implican el replanteamiento de sistemas políticos, económicos, sociales,
productivos, tecnológicos, administrativos, y un nuevo orden en la relaciones
internacionales (Blanco-Alarcón et al, 1989). De otra parte, como consecuencia de esta
situación, que ha venido afectando con mayor severidad a los países en desarrollo, la
Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó declarar los años 90 como el
"Decenio Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales" (DIRDN), con el
fin de promover la mitigación de los riesgos mediante la incorporación de la prevención
de los desastres en el desarrollo económico y social en todas las naciones del mundo.
Un concepto de medio ambiente donde la gestión se limita exclusivamente a su
protección y preservación y donde al ser humano se le reconoce como algo externo que
puede causarle acciones nocivas, necesariamente es limitado y no corresponde a la
realidad (Hermelin, 1991). Esta tendencia ha conducido a una definición incompleta de lo
que puede entenderse como impacto ambiental, excluyéndose eventos de origen natural y
antrópico que pueden afectar intensamente no sólo al ser humano sino, también, a
recursos renovables y no-renovables.
El término amenaza es usado para describir el peligro latente que representa una
amplia variedad de fenómenos; desde aquellos cuya ocurrencia se considera
exclusivamente de origen natural, como terremotos, huracanes, erupciones volcánicas,
etc., hasta aquellos cuyo origen se considera exclusivamente humano, tales como las
guerras y los accidentes industriales. Entre estos dos extremos, hay un amplio espectro de
fenómenos, como por ejemplo hambrunas, inundaciones y deslizamientos, los cuales son
provocados por la combinación de factores naturales y humanos.
Los desastres son situaciones o procesos sociales que se desencadenan como
resultado de dos factores concomitantes y mutuamente condicionantes. Por una parte, de
la inminencia o efectiva ocurrencia de un agente detonante que caracteriza a una amenaza
y, por otra parte, de la vulnerabilidad ante dicho agente de los elementos expuestos; que
no es otra cosa diferente que aquellas condiciones que favorecen o facilitan que una vez
materializada la amenaza se cause efectos severos sobre el contexto urbano, ambiental y
social. Aceptando que lo urbano y lo social son, también, componentes de los
ecosistemas, en todos los casos una crisis, más que generar un desastre, es un desastre y
por lo tanto la estimación de la posible ocurrencia de futuras crisis o desastres, de origen
natural, social o socio-natural, debe ser un aspecto a tener en cuenta en la planificación
del desarrollo.
22
Desastres y Sostenibilidad
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
favorecen o facilitan que se desencadene la crisis ante la ocurrencia del evento detonante
o del sobrepaso de un umbral crítico del proceso de deterioro. Las condiciones sociales y
ambientales que caracterizan la vulnerabilidad o fragilidad de un asentamiento humano,
por ejemplo, son en general el resultado de los estilos de desarrollo aplicados y de la
deuda que se ha generado con la naturaleza, lo cual obedece a un proceso de gestación o
incubación. En otras palabras, las situaciones de crisis e incluso los desastres son
problemas del desarrollo aun no resueltos que deben analizarse desde el ángulo de la
economía política y no solamente como simples hechos explicados de una manera
exclusivamente tecnocrática. La vulnerabilidad en sus diferentes modalidades no es otra
cosa que un déficit de desarrollo y una cuenta ambiental negativa hacia la cual se deben
dirigir los esfuerzos de la gestión preventiva desde el punto de vista del planeamiento,
con el fin de reducir o evitar las consecuencias sociales, económicas y ambientales.
Metodológicamente, el potencial de una situación de crisis de un sistema podría
expresarse en función de la posibilidad de que se presente un agente detonante externo o
interno al sistema y unas condiciones de inestabilidad en el mismo, así:
24
Desastres y Sostenibilidad
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
Aun cuando desde el punto de vista urbano ha sido habitual reconocer que el
proceso de degradación ambiental se puede convertir en un detonante de procesos
supuestamente naturales que afectan el hábitat de los asentamientos humanos, debido a
la poca atención que los expertos en temas ambientales le han dado al tema de los
desastres, no se ha asociado de manera explícita dichos temas con la prevención y
mitigación de riesgos. Algunos especialistas ven en el tema hábitat aspectos artificiales
del medio ambiente y no integran a la concepción de los ecosistemas a los
asentamientos humanos, que bien pueden entenderse de una manera más holística como
socio-ecosistemas y que podrían permitir una síntesis y una visión más integral de la
26
Desastres y Sostenibilidad
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
años, se efectúa en los países en desarrollo en un lapso de tiempo mucho más corto, con
características completamente diferentes. Este proceso comienza a darse en forma
notoria a partir de los años treinta y se acentúa en la décadas de los años cincuenta y
sesenta siendo su fenómeno más marcado el acelerado crecimiento demográfico y
urbano, el cual se generó por el proceso de industrialización incrementado a partir de la
crisis mundial de los años treinta y la migración de las zonas rurales hacia los centros
urbanos. Las consecuencias de este proceso, tanto en el orden social y económico con
sus características de marginalidad, disgregación urbana y deterioro ambiental, son bien
conocidas: desempleo, alto déficit de vivienda, carencia de servicios públicos y
sociales, economía informal, hacinamiento, violencia social, aumento de la
vulnerabilidad ante los fenómenos naturales y disminución de la calidad de vida.
La relación de la distribución de la población y su tendencia a una mayor
concentración en las ciudades, está exigiendo una pronta y eficaz solución de los
problemas ambientales urbanos, por ser allí donde está ubicada la mayor parte de la
población y donde se producen graves impactos al medio ambiente, que trascienden los
límites mismos de la ciudad.
La situación ambiental de muchas ciudades en América Latina y el Caribe se refiere
a problemas de salud y bienestar originados por diversos tipos de contaminación,
saneamiento ambiental en amplias capas de la población (hacinamiento, carencia y baja
calidad del agua potable, alcantarillado, basuras, convivencia con animales domésticos,
afectación por roedores y otras plagas), deterioro e invasión del espacio público,
contaminación visual, deficiencia en el servicio de transporte y congestión vehícular,
degradación del entorno, ubicación en barrios en zonas de peligro y marginalidad.
Por la concentración de personas, de empresas, de todos sus desechos y de
vehículos motorizados, las ciudades a menudo son lugares peligrosos para vivir y
trabajar. Pero esta concentración brinda oportunidades. Hay considerables economías
en la reducción de riesgos por inundación, terremotos o ciclones y en la respuesta
rápida y eficaz a los desastres. Generalmente hay una mayor capacidad entre los
habitantes de la ciudad para ayudar a pagar tales medidas, si los costos están
controlados y los riesgos bien informados. Las soluciones conducidas por la comunidad
pueden ser posibles aún si las autoridades locales o nacionales son indiferentes o
débiles.
Las altas densidades de población significan menores costos por hogar y por
empresas para el suministro de agua potable de cañería, recolección de basura, drenajes
para aguas superficiales, casi todas las formas de atención a la salud y la educación y
servicios de emergencia. La concentración de la industria reduce los costos unitarios
para el control de la contaminación, el manejo de los desechos peligrosos y el control
de plantas, equipos, salud y seguridad ocupacional.
La demanda de tierras relativas a la población podrían reducirse por la
concentración poblacional. Esto permitiría a los hogares y al comercio eludir los sitios
más peligrosos, tales como laderas propensas a deslizamientos de tierra o mezclar en
estos sitios la mitigación de riesgos. Aún en ciudades donde cientos de miles de
personas viven en lugares de riesgo de inundación o deslizamientos de tierra, el
problema no es tanto la falta de tierras sino que los hogares de bajos ingresos no pueden
28
Desastres y Sostenibilidad
costearse sitios más seguros y los gobiernos les dan poca ayuda para encontrar otras
alternativas.
El incremento urbanístico refleja tanto cambios económicos como políticos. El
principal cambio económico es el aumento de la economía mundial en más de cuatro
veces su volumen desde 1950, en el que el crecimiento de las actividades económicas
de base urbana es más rápido que el de la agricultura y otras actividades rurales. Los
cambios políticos también han ayudado a apuntalar la urbanización, especialmente la
descolonización y el creciente papel del Estado.
Una creciente proporción de personas vive en las grandes ciudades. Por el año 1990,
una sexta parte de la población mundial vivía en ciudades de un millón de habitantes o
más. Había 12 ciudades de más de 10 millones. El tamaño promedio de las 100
ciudades más grandes ha crecido de cerca de 700,000 en 1900 a 2.1 millones en 1950 y
5.1 millones en 1990. Circunstancias excepcionales -conflictos civiles o sequías-
pueden causar un rápido crecimiento de las ciudades sin un crecimiento económico,
pero el incremento urbanístico usualmente es un signo positivo de cambio, asociado
con una economía más diversificada y fuerte y un mayor ingreso nacional per cápita.
En las ciudades más grandes del mundo se concentran las mayores economías.
Muchos gobiernos han tratado de presentar los problemas de la administración del
cambio urbano como si estuvieran relacionados principalmente con la tasa de
crecimiento. Más que las tasas de crecimiento, los problemas de ciudades en la mayoría
de los países de ingresos bajos o medios -rápida expansión de asentamientos
informales, superpoblación en distritos con multifamiliares decadentes, fallas de las
autoridades de la ciudad en el suministro de agua, saneamiento, recolección de basura,
cuidado de la salud y más- están más relacionados con la incapacidad de los gobiernos
para cambiar su base institucional para poder manejar una sociedad urbana creciente.
En la evaluación de los riesgos urbanos, está claro que muchas ciudades están
construidas sobre, o contienen, sitios propensos a desastres debido a tres razones
principales. Primero, las ciudades se fundaron en lugares peligrosos porque en esa
época las ventajas del sitio valían más que los riesgos. El desarrollo inicial de muchas
ciudades en valles con ríos o deltas propensos a inundarse se vinculaba a la
disponibilidad de agua fresca o tierra fértil. Muchas ciudades también se establecieron
en las costas o cerca de los ríos debido a la importancia económica, política y militar de
los puertos y el transporte acuático. Segundo, el desarrollo de las ciudades no estaba
conducido por una cultura de prevención de desastres. La construcción de cualquier
ciudad involucra modificaciones masivas del sitio natural, usualmente sin medidas que
minimicen el riesgo. La explotación de los bosques y suelos para alimentos, leña y
otros materiales, con frecuencia trastornan el régimen de las cuencas. La exposición de
los suelos para la construcción ocasiona la erosión, incrementando las cargas de arena
que bloquean los drenajes, levantan el fondo de los ríos y aumentan las inundaciones.
La extracción de agua subterránea puede causar serios hundimientos e interfiere con los
sistemas de drenaje, lo cual incrementa el riesgo de inundaciones. La expansión de
29
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
áreas para construir incrementa los deslizamientos. A menudo, las medidas capaces de
reducir todos estos riesgos se ejecutan de manera inadecuada o no se llevan a cabo.
Tercero, las ciudades traspasaron lo que originalmente fueron sitios relativamente
seguros. Muchas de las ciudades más grandes del mundo se fundaron siglos atrás, en
sitios que originalmente eran seguros y convenientes. Cuando estas ciudades eran
relativamente pequeñas, no había necesidad de un desarrollo urbano en sitios
peligrosos. Conforme éstas crecieron, la población no pudo ser ubicada en áreas
seguras, o bien todos los sitios seguros y bien ubicados se volvieron muy caros para los
grupos de bajos ingresos.
¿Por qué una ciudad que está en un lugar peligroso -o una que rebasa su sitio
seguro- no deja de crecer y permite que las nuevas inversiones urbanísticas se vayan a
otras partes? Una de las razones es el monto de las inversiones existentes y la
multiplicidad de intereses creados, que propician la inercia contraria al traslado de una
nueva localidad o al enfoque que tome medidas para disminuir los riesgos en un sitio.
La opción de los conceptos de sostenibilidad y desarrollo sostenible, implican una
redefinición de los enfoques tradicionales para abordar los problemas ambientales
urbanos. Su reciente formulación demanda un esfuerzo definitorio como categorías
interpretativas y operativas idóneas. Las ciudades pueden favorecer o impedir procesos
de sostenibilidad a partir de sus relaciones con el medio y dependiendo de su forma y
estructura, ya que a su vez son ordenadoras del territorio, generan procesos de
producción, son consumidoras y productoras de desechos.
La aplicación del concepto de “sostenibilidad” urbana debe necesariamente referirse
a formas de ocupar, producir y consumir el espacio edificado para garantizar la
permanente regeneración de sus sistemas sociales y económicos lo cual solo se logra
mediante la adopción de patrones de ordenamiento y ocupación del suelo que
garanticen dicha regeneración. Estos patrones de ordenamiento de materializan en
diversos “atributos” que distinguen una ciudad sostenible de una que no lo es,
independiente de su tamaño, localización o papel regional. Un sistema urbano
sostenible se caracteriza por su “capacidad portante” definida como aquella que permite
la regeneración permanente de los sistemas de soporte de la vida y la actividad
económica mediante patrones específicos de ocupar y utilizar el territorio.
Las zonas de peligro en los centros urbanos, en general, coinciden con las áreas que
presentan condiciones de subnormalidad o marginalidad; sus habitantes tienen niveles de
ingresos familiares que les imposibilita el acceso al crédito de vivienda institucional,
cuando ésta existe. Los costos de las reubicaciones y, en general, la insuficiencia de
recursos técnicos y financieros por parte de los municipios y la limitada capacidad
económica de la población potencialmente beneficiada, implican la necesidad de contar
con el apoyo técnico y financiero por parte de entidades gubernamentales y
organizaciones no gubernamentales (ONGs) del orden provincial y nacional (Ramírez,
1991).
En consecuencia, el desarrollo de nuevos proyectos de vivienda, de reubicación de
asentamientos humanos y de mejoramiento de vivienda y entorno requiere que las
entidades del estado y las ONGs además de su apoyo financiero, aporten asesoría técnica,
la cual debe realizarse promoviendo tecnologías constructivas adecuadas que permitan
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Desastres y Sostenibilidad
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
32
CAPÍTULO 3
33
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
amenaza se confunde con el episodio que puede generar o con el suceso que la
caracteriza y en otras se le trata como equivalente a riesgo. Por esta razón, el autor se
refiere a la amenaza como un sinónimo de peligro latente que representa la posible
manifestación dentro de un período de tiempo de un fenómeno peligroso de origen
natural, tecnológico o provocado por el hombre, que puede producir efectos adversos en
las personas, los bienes y servicios y el ambiente.
Así, desde el punto de vista conceptual, la amenaza se entiende como un factor de
riesgo externo de un elemento o grupo de elementos expuestos, que se expresa como la
probabilidad de que un suceso se presente con una cierta intensidad, en un sitio especifico
y en dentro de un periodo de tiempo definido. De la misma manera como la
vulnerabilidad, se puede entender como un factor de riesgo interno que se puede
expresar como la probabilidad de que el sistema o el sujeto expuesto sea afectado por el
suceso o fenómeno que caracteriza la amenaza.
De forma general las amenazas se pueden diferenciar en dos grandes grupos de
acuerdo con su origen: amenazas naturales y amenazas antrópicas.
Algunas amenazas se les clasifica como de origen natural porque están asociadas
con la posible ocurrencia de fenómenos de la naturaleza como expresión de su
dinámica o funcionamiento. En muchos casos no pueden ser neutralizadas debido a que
su mecanismo de origen difícilmente puede ser intervenido, aun cuando en algunas
ocasiones puede existir algún tipo de control. Como ejemplos de fenómenos naturales
que pueden convertirse en amenaza para una comunidad expuesta a su influencia se
pueden mencionar la actividad volcánica, los terremotos, los tsunamis, los huracanes, el
fenómeno de El Niño, entre otros. La mayoría de estos sucesos que caracterizan las
amenazas naturales se producen de manera súbita o repentina, aunque en algunos casos
su ocurrencia también puede ser lenta. Las amenazas de origen natural en muchas
ocasiones se encuentran interrelacionadas unas con otras, es decir, que la ocurrencia de
un fenómeno natural puede generar o desencadenar la ocurrencia de otros. Es así como
la ocurrencia de sismos puede generar deslizamientos, los huracanes pueden generar
inundaciones y las sequías pueden provocar el agotamiento de acuíferos.
Una amenaza corresponde a la posible ocurrencia de un suceso o fenómeno con una
severidad suficiente para afectar a un sistema o unos elementos expuestos. Existen
especialidades de las ciencias naturales, como la Meteorología, la Hidrología, la
Oceanografía, la Sismología, la Geología, la Geotécnia, entre otras ciencias de la tierra,
que estudian fenómenos que, en general, se reconocen como de origen natural (National
Geographic 1997). Incluso algunos sucesos muy poco frecuentes son también objeto
del estudio de especialistas; uno de ellos es la posible colisión de cuerpos celestes
contra el planeta, que sin duda también representa una amenaza de origen natural. Por
esta razón, se podría decir que existen muchos fenómenos potencialmente peligrosos,
sin embargo los más comunes y frecuentes son los que se tienen en cuenta para su
descripción y clasificación normalmente. Desde la perspectiva de las ciencias naturales
estos eventos se pueden clasificar de diversas formas y existe mucha literatura dedicada
34
Amenazas Naturales y Antrópicas
a su descripción (Smith 1992; Alexander 1993; Siegel 1996). Una de las diferentes
maneras de clasificar los fenómenos o eventos naturales generadores de amenaza puede
ser la siguiente de acuerdo con su origen o causa principal:
a) Fenómenos geodinámicos: Son sucesos que pueden ser endógenos o exógenos
dependiendo si son eventos generados por la geodinámica interna o externa de la
tierra. A este tipo de fenómenos corresponden los sucesos de origen tectónico como
los sismos, las erupciones volcánicas, los tsunami o maremotos y las grandes
deformaciones del suelo causadas por licuefacción o el movimiento de fallas
geológicas. También se clasifican dentro de esta tipología los fenómenos de
remoción en masa, donde se pueden mencionar la caída o volcamiento de rocas, los
deslizamientos, reptaciones, flujos de escombros o deslaves y avalanchas, y la
subsidencia o hundimientos.
b) Fenómenos hidrológicos: Son eventos relacionados con la dinámica del agua en la
superficie y al interior de la corteza terrestre. Pertenecen a este tipo de fenómenos,
las inundaciones lentas en planicie y las inundaciones súbitas de alta pendiente o de
régimen torrencial; los desbordamientos de ríos y lagos y el anegamiento de zonas
bajas por el aumento inusitado de volúmenes de agua o caudal; también se pueden
clasificar sucesos tales como la erosión terrestre y costera, la sedimentación, la
salinización, el agotamiento de acuíferos, la desertificación y las sequías.
c) Fenómenos atmosféricos: Pertenecen a este tipo sucesos de origen meteorológico
como los tornados y vendavales; las lluvias torrenciales y tormentas; fenómenos
climáticos tales como las heladas, las granizadas, cambios fuertes de temperatura e
incendios forestales; y eventos de interacción oceánico-atmosférica como los
huracanes (ciclones o tifones) y el fenómeno de El Niño. Estos últimos son a su vez
generadores de eventos hidrológicos y geodinámicos extremos, exacerbados por la
intensidad de sus efectos o por cambios climáticos globales.
d) Fenómenos biológicos: Básicamente se refiere a epidemias y plagas que pueden
afectar al ser humano, a animales productivos o cultivos. Entre los primeros se
pueden mencionar enfermedades causadas por virus, como el cólera, el sarampión,
la gripe y el SIDA, entre otras. Algunos casos representativos de los segundos son
las nubes de langostas, las abejas africanas y la reproducción excesiva de roedores.
3.2.1.1. Sismos
35
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
Para medir la intensidad se han desarrollado varias escalas. Las más conocidas en el
hemisferio occidental son la Escala Mercalli Modificada (MM) y la Escala Medvédev,
Sponheuer y Karnik (MSK), con las cuales se evalúa la intensidad con base en la
descripción de los daños y la percepción del movimiento. Estas escalas, que califican el
movimiento en doce categorías (de I a XII), han sido ampliamente utilizadas y han
servido para hacer estimaciones de eventos descritos cuidadosamente en la historia o para
evaluar la severidad de las sacudidas del suelo en sitios donde no se cuenta con sensores
o registradores de movimiento, tales como sismógrafos o acelerógrafos.
Para medir la magnitud la escala más conocida aunque cada vez menos utilizada por
los sismólogos, es la escala de Richter, que mide la magnitud en forma logarítmica con
base en la cantidad de energía liberada por el movimiento telúrico; estimación que se
realiza con base en instrumentos. Otras magnitudes, obtenidas de acuerdo con
mecanismo de liberación de energía o el tipo de ondas estudiadas, como la magnitud por
momento o la magnitud basada en ondas de cuerpo u ondas superficiales son cada vez
más utilizadas. Un terremoto tiene, entonces, sólo una magnitud, dado que es una medida
de la energía liberada por el evento, y su intensidad en cada sitio de valoración varía de
acuerdo con la distancia o la atenuación de la energía desde el foco o hipocentro al sitio
considerado. La atenuación depende del tipo de material y estructuras a través de las
cuales se propaga la onda, es decir el medio de transmisión, sin embargo en ocasiones,
debido a las características o propiedades del suelo subyacente, tales como la profundidad
de la capa del suelo, su contenido de humedad y su naturaleza geológica (material no
consolidado o roca firme) el movimiento se puede amplificar; fenómeno que se le
denomina efecto de sitio y por lo cual es necesario realizar procesos de microzonificación
sísmica. La predicción de los terremotos es una actividad que se encuentra todavía en una
fase experimental. La predicción involucra el monitoreo u observación sistemática de
muchos aspectos de la tierra, incluyendo pequeños desplazamientos del terreno, cambios
en los niveles del agua, emisiones de gas de la corteza, etc. Sólo en casos muy
excepcionales ha sido posible tener éxito en este tipo de análisis, si se entiende como
predicción el anuncio anticipado del lugar, fecha, hora y magnitud de un evento. No
obstante, los estudios de amenaza sísmica son, de alguna manera, un pronóstico de la
posibilidad de ocurrencia de eventos futuros, en ventanas de tiempo mayores. Con base
en la teoría de la brecha sísmica, el U.S Geological Survey ha preparado mapas de
probabilidad de sismos severos, por ejemplo, en las costas del Pacífico, adaptando los
estudios de Stuart Nishenko de 1985. Trabajos similares han sido realizados por Borok y
Kosovokov en 1990. Según el tamaño y su ubicación, un terremoto puede causar eventos
geodinámicos asociados tales como la vibración o sacudimiento del terreno, ruptura en
superficie de una falla, eventos de remoción en masa, licuación del suelo y el fenómeno
del tsunami en algunas áreas costeras.
36
Amenazas Naturales y Antrópicas
superficiales). La primera onda que llega es la onda P u onda de presión (presure wave),
que causa movimiento de compresión en el mismo sentido de su propagación.
Posteriormente, llegan las ondas de corte (shear waves), u ondas S, que causan que la
tierra se mueva perpendicularmente a la dirección de su propagación. Un tercer grupo de
ondas son las ondas superficiales, como la onda Love y la onda Rayleigh, cuya velocidad
de propagación es menor que las ondas de cuerpo pero que contribuyen igualmente a los
movimientos o vibraciones fuertes del suelo. En realidad, un movimiento sísmico es una
combinación de este tipo de ondas de manera caótica o desordenada.
Fallamiento en superficie
El fallamiento en superficie es el desplazamiento o la ruptura del terreno debido al
movimiento diferencial a lo largo de la traza de la falla en la cual se presenta el
terremoto. La roca es elástica y puede acumular deformación en sitios donde porciones
de roca adyacentes están siendo sometidas a fuerzas. Cuando los esfuerzos exceden la
resistencia o la capacidad de la roca, ocurre un deslizamiento a lo largo de un plano de
fractura nuevo o preexistente al cual se le conoce como falla. El hipocentro o foco del
sismo es el punto de origen a partir del cual se inicia el desplazamiento a lo largo del
plano de falla. El epicentro es el punto de proyección del hipocentro en la superficie de la
tierra. Las rupturas usualmente no son uniformes y su desarrollo es normalmente
irregular. La ruptura continua hasta alcanzar lugares en los cuales la roca no esta
suficientemente sometida a esfuerzo y donde ya no se propaga más la fractura. Si la
ruptura alcanza la superficie se produce un rompimiento visible al cual usualmente se le
denomina fallamiento en superficie. Este fenómeno está asociado generalmente con
sismos de magnitudes mayores y está restringido a determinadas áreas propensas. Los
desplazamientos del terreno van desde unos pocos milímetros hasta varios metros y
generalmente el daño aumenta con el mayor desplazamiento.
Licuación
La vibración del terreno puede causar que depósitos de suelos de material fino
granular, sin arcilla o cohesión, como arenas saturadas pierdan su resistencia cortante
temporalmente y se comporten como un líquido viscoso más que como un sólido. La
ocurrencia de la licuación está restringida a ciertos ambientes geológicos e hidrológicos,
especialmente en áreas con arenas recientemente depositadas y limos con niveles altos de
las aguas subterráneas. La licuación se presenta particularmente en arenas y gravas
saturadas, en el cual las ondas sísmicas producen un incremento grande y rápido en las
presiones de poro, de tal magnitud que se anulan los esfuerzos efectivos y la masa del
suelo se comporta como un fluido viscosos que no puede suministrar soporte a las
estructuras allí ubicadas que se ladean o se hunden y se pueden derrumbar.
37
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
disparar como consecuencia de un sismo. Estos eventos ocurren bajo una amplia gama de
condiciones: en terrenos con pendiente pronunciada, en roca firme, en sedimentos no
consolidados, en rellenos y acumulaciones de residuos, etc. Estos eventos se describen
más adelante.
3.2.1.2. Tsunami
Uno de los eventos más famosos de este tipo fue el sismo Sanriku (Japón) en 1986,
donde olas entre 24 y 30 metros de altura ocasionaron destrucción y muerte
especialmente en las costas de Ryori y Yoshihama con un saldo de 21.953 muertos. Los
tsunami de energía inicial extraordinaria pueden atravesar grandes distancias. Por
ejemplo, los originados en aguas de Chile en mayo de 1960 y de Alaska en marzo de
1964, que cruzaron el Océano Pacífico, arribaron varias horas después a litorales de
México, Japón y Hawai, causando daños.
En la gran mayoría de los casos, el movimiento inicial que provoca la generación
del tsunami es una dislocación vertical de la corteza terrestre en el fondo del océano,
38
Amenazas Naturales y Antrópicas
ocasionada por un sismo. En el transcurso del siglo actual, éste ha sido el origen de
aproximadamente el 94% de los 450 tsunami ocurridos en el Pacífico. Otros agentes
causales menos frecuentes han sido: erupciones de volcanes sumergidos, impacto de
meteoritos, deslizamientos submarinos, explosiones nucleares.
En su zona de generación, mientras se desplazan por aguas profundas mar afuera,
las olas del tsunami son de gran longitud (cientos de kilómetros) y de baja altura
(centímetros). No obstante que se propagan a gran velocidad (cientos de km/hora),
visualmente ésto los hace indetectables desde embarcaciones y aviones. Sus períodos
(lapso de tiempo entre el paso de dos olas sucesivas) son de 15 a 60 minutos. No se les
debe confundir con las olas cortas de tormentas generadas por el viento, que
comúnmente llegan a las costas, ni con las ondas más extensas de las mareas, que una a
dos veces arriban todos los días.
Para que un sismo genere un tsunami, es necesario que: el hipocentro del sismo, o
una parte mayoritaria de su área de ruptura, esté bajo el lecho marino, a una
profundidad menor a 60 Km (sismo superficial); que ocurra en una zona de
hundimiento de borde de placas tectónicas; es decir que la falla tenga movimiento
vertical, que no sea solamente de desgarre con movimiento lateral; y que en cierto lapso
de tiempo el sismo libere suficiente energía, y que ésta se transmita eficientemente.
Aún no existe algún modelo teórico ni método operacional totalmente satisfactorio
que permita determinar si un sismo es tsunamigénico. Como indicador de certeza de
generación de maremotos tradicionalmente se aceptó por algún tiempo que a partir de
una magnitud (Ms) de 7.5 se generaba el tsunami; sin embargo, para terremotos muy
grandes o de gran duración (mayor que 20 seg.), este indicador no es confiable. En
efecto, movimientos telúricos de Ms menor que 7 y de gran duración han provocado
tsunami grandes respecto de lo esperable; un ejemplo fue el evento ocurrido en la Fosa
Mesoamericana frente a Nicaragua en septiembre de 1992.
Estos eventos se clasifican en el lugar de arribo a la costa, según la distancia (o el
tiempo de desplazamiento) desde su lugar de origen, en:
a) Tsunami local: Cuando el lugar de arribo a la costa está muy cercano o dentro de la
zona de generación (delimitada por el área de dislocación del fondo marino) del
maremoto; o por tiempo de desplazamiento a menos de una hora.
b) Tsunami regional: Cuando el litoral invadido está a no más de 1,000 Km o a pocas
horas de la zona de generación.
c) Tsunami lejano (o remotos, transpacíficos o teletsunami): Cuando el sitio de arribo
está muy alejado, a más de 1,000 Km de distancia de la zona de generación, y su
tiempo de arribo supera medio día o más.
Debe tenerse en cuenta que al considerar la operación de un sistema de alerta de
tsunami, las diferencias que establece esta clasificación son muy importantes: en el
primer caso (locales), después del sismo, para avisar a la población de la llegada del
maremoto no hay tiempo o son pocos los minutos en que es necesario reaccionar; en el
segundo (regionales) hay algunas horas, y en el tercero (lejanos) se dispone de
39
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
aproximadamente medio día o un poco más para responder adecuadamente en las zonas
costeras.
Al acercarse las olas de un tsunami a la costa, a medida que disminuye la
profundidad del fondo marino, también se desaceleran, y la longitud de onda se acorta.
En consecuencia, su energía se concentra, aumenta la altura de la ola, y al arribar al
litoral puede llegar a tener características destructivas. En la costa la altura del tsunami
depende de las características de las olas en mar abierto; la batimetría; la pendiente del
fondo marino; la configuración del contorno de la costa; la refracción y la reflexión de
las olas; y el atrapamiento de las olas en las diversas formaciones fisiográficas costeras:
(bahías, golfos, penínsulas, islas, cabos, deltas fluviales, lagunas costeras, etc.). Un
tsunami no es una sola ola, sino una secuencia o tren de olas que cada 10 a 40 minutos
se suceden una tras otra durante un lapso de medio día, un día o más. Comúnmente, la
ola de mayor altura y potencial destructiva no es la primera ni la segunda, sino las
siguientes.
En las costas opuestas de bahías semicerradas (con forma semejante a una
herradura), en el interior de las olas del maremoto ocurren reflexiones múltiples
sucesivas, que al invadir las costas amplifican su oscilación y la altura. Este fenómeno
se denomina amplificación resonante por formación de ondas estacionarias. Se genera
en olas de tsunami cuya longitud sea igual o múltiplo de las dimensiones horizontales
(longitud y anchura) de la bahía.
Las olas de los tsunami pueden penetrar por ríos, esteros, arroyos, y/o lagunas
costeras, y viajar a gran velocidad hasta varios kilómetros tierra adentro; se les
denominan bores; por lo tanto al ocurrir un tsunami es necesario alejarse de estos sitios.
40
Amenazas Naturales y Antrópicas
41
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
También conocidos como movimientos en masa del suelo, estos fenómenos pueden
tener diversas causas, una de las cuales puede ser un terremoto. Estos fenómenos
42
Amenazas Naturales y Antrópicas
Caídas
Se producen cuando una masa rocosa de cualquier tamaño se desprende de un talud
empinado o un acantilado, a lo largo de una superficie sobre la cual prácticamente no se
presenta ningún desplazamiento cortante, y el material desprendido desciende en caída
libre, dando saltos o rodando. En general se trata del desprendimiento de materiales, los
cuales se desplazan la mayor parte de su trayectoria por el aire. Se consideran tres
casos:
a) Caída libre, que se presenta si la inclinación de taludes o laderas de los cuales se
desprende la masa, excede los 76°.
b) Si este ángulo es menor, el material desprendido desciende en brincos
c) En el caso de taludes con inclinaciones menores o iguales a 45°, los materiales
desalojados descienden predominantemente rodando.
Volcamiento
Este tipo de movimiento consiste en la rotación hacia delante de una o varias
unidades de roca alrededor de algún punto de giro en su parte inferior. Este movimiento
se sucede por acción de la gravedad o por fuerzas ejercidas por unidades adyacentes. Se
refiere al desplazamiento de masas hacia adelante desde la cara de un talud natural o
artificial, que rotan alrededor de un punto o un eje, situado abajo del centro de gravedad
de la masa desplazada. El movimiento puede deberse a la presión ejercida por el
material situado encima de la masa afectada, o a la acción del agua o del hielo en las
grietas. Ocurrido el volcamiento la masa puede caer o deslizar dependiendo de su
forma, de la geometría de la superficie de separación y de la orientación y extensión de
las discontinuidades cinemáticamente activas. En este tipo de movimientos las masas
puede desplazarse a velocidades muy variadas. Se reconocen cuatro tipos principales de
volcamiento:
a) Volcamiento por flexión, que se presenta en rocas con un sistema preferencial de
discontinuidades, que presentan taludes con formación de vigas en voladizo. Está
precedido de agrietamientos de tracción en la parte superior, que van separando el
material del talud. En este caso los bloques se vuelcan y caen.
b) Volcamiento en chevrón, en el cual el buzamiento de las capas que se voltean es
constante, y éstas se aislan del macizo rocoso a lo largo de una superficie de
debilidad.
43
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
Deslizamientos
Este movimiento se produce por la deformación por corte y desplazamiento de una
masa de roca o suelo a lo largo de una o varias superficies de falla (o rotura). Es un
desplazamiento descendente, con una componente horizontal apreciable, a lo largo de
una o varias superficies de falla o zonas de corte relativamente delgadas, que pueden
coincidir con superficies preexistentes (planos estructurales o superficies antiguas de
falla), o generarse durante el movimiento.
El deslizamiento puede ser rotacional, con superficie de falla curvada cóncava; o
translacional, con superficie de falla planar.
El deslizamiento de cuñas, constituye un caso especial de deslizamiento
translacional, en el cual la masa que se desplaza, se apoya sobre la intersección de dos o
más discontinuidades estructurales.
Flujos
Son movimientos lentos o rápidos de la parte superficial del terreno, ya sea en suelo
residual o en depósitos de detritos. Aunque se presentan excepciones, estos
movimientos normalmente involucran un contenido de humedad considerable, y su
efecto prolongado puede generar la ocurrencia de deslizamientos. Este tipo de
movimiento llega a evidenciarse en el terreno debido a la deformación del mismo,
especialmente en forma de arrugas y escalones.
Una subdivisión de los flujos es la siguiente:
a) Flujos de detritos y flujos de tierra, que por lo general son movimientos de
velocidad variable entre rápidos o muy rápidos de detritos y lentos de carácter
viscoso (flujos de tierra). Se forman en materiales provenientes de la meteorización
de las rocas, que pierden su estabilidad estructural por efecto del agua, originando
desplazamientos con formas alargadas, lobuladas en su extremo inferior. También
se pueden desarrollar a partir del cuerpo de otros tipos de deslizamiento para formar
movimientos complejos.
b) Flujos de lodo, que comúnmente se forman cuando una masa de detritos se ablanda
por acción del agua hasta tener una consistencia blanda y fluida, poniéndose en
movimiento y alcanzando velocidades altas dependiendo de la intensidad y
duración de las lluvias y de la pendiente del terreno. Estos flujos tienen forma de
lengüeta e inclinación que varía entre 5 y 15 grados en la superficie de los cuerpos
de acumulación.
44
Amenazas Naturales y Antrópicas
c) Avalanchas, aunque algunos autores reservan este título para movimiento de nieve
o hielo, se ha popularizado para describir el movimiento muy rápido de masas de
materiales gruesos, tales como grandes bloques de roca, cascajo y arena, con ciertas
cantidades de materiales más finos como limo y arcilla, mezclados con agua y aire
atrapado. Son crecidas instantáneas producidas bajo las mismas razones de la
inundación pero estas ocurren con más frecuencia en los ríos de montaña, teniendo
como agravante su comienzo súbito, su alta velocidad de flujo y contenido es
escombros. Las avalanchas pueden mirarse como eventos de tercer o cuarto orden,
pues usualmente se presentan como consecuencia de deslizamientos o rotura de
represamientos de corrientes creados también normalmente por obstrucciones de
movimientos en masa.
En algunas regiones o países estos eventos tienen nombres locales. Es el caso de los
huaicos y los deslaves, sin embargo son básicamente flujos de escombros como los
mencionados anteriormente.
Propagación lateral
Se define como una expansión o desplazamiento lateral de un suelo cohesivo o una
masa rocosa fracturada, acompañada del hundimiento de los fragmentos de roca o del
suelo firme algo disgregado, en material subyacente más blando, sin que se llegue a
formar una superficie de rotura con intenso desplazamiento de corte. Se pueden
presentar dos casos generales:
a) Propagación lateral en bloque, cuando una masa rocosa sub-horizontal que cubre
material más blando, se fragmenta en bloques grandes, provocando la extrusión del
material blando por entre las fracturas, las cuales pueden llenarse a presión por el
material más disgregado. El movimiento en este caso es muy lento.
b) Propagación lateral por licuación. Cuando un suelo blando, húmedo y/o sensitivo,
cubierto por suelo firme, experimenta licuación o fluye plásticamente, debido a
pérdida de resistencia a causa de alguna perturbación que destruye su estructura.
Este movimiento es más rápido que el anterior.
Reptamiento
En 1950 Terzaghi indicó que este término se refiere a movimientos de laderas que
ocurren a una tasa imperceptible. Por su parte Varnes (1978/84) lo define como un
movimiento continuo con una tasa de desplazamiento inferior a un pie por década. Se
reconocen dos casos de reptamiento:
a) Reptamiento estacional, que se refiere a un caso que afecta de manera intermitente
la masa de suelo sometida a cambios estacionales de humedad y temperatura, o por
congelamiento y descongelamiento. La masa movilizada es delgada, afecta
generalmente áreas extensas y lateralmente presenta una transición muy gradual a
terreno estable. No poseen superficies de falla.
b) Reptamiento continuo, caracterizado por un movimiento relativamente lento que
experimenta desplazamiento de manera más o menos en forma ininterrumpida.
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
Movimientos complejos
Es posible que ocurra una combinación de los tipos básicos de movimiento de falla
de taludes. Se considera que los más frecuentes son:
a) Hundimiento - flujo de tierras, que se presentan casi siempre en deslizamientos
rotacionales que adquieren una componente translacional en la cual la masa
abarcada se deforma y disgrega bastante por el corrimiento. En presencia de agua
los detritos se ablandan y dan lugar al flujo de tierras o eventualmente al de lodos.
b) Caída de rocas - avalancha de detritos, que se origina al desprenderse de laderas
muy empinadas grupos de lajas y bloques de roca, cuya forma y tamaño están
controlados por las discontinuidades de la masa rocosa (fracturas, diaclasas, fallas).
Los bloques pueden volcarse y caer por acción del agua o de sismos
desintegrándose en parte y arrastrando a su paso material alterado y vegetación,
evolucionando hacia avalanchas debido a su alta energía cinética y a la pendiente
del terreno. Estas avalanchas pueden engrosarse al incorporar más adelante otros
materiales sueltos.
En los botaderos de materiales sobrantes de excavaciones de ingeniería o de minería
(desechos térreos) son muy comunes los casos de hundimiento y flujo de tierras y de
lodos. El alto volumen acumulado, la alteración de los materiales que lo forman, la
pluviosidad y la pendiente hacen que no pueda descartarse la posibilidad de movimientos
rápidos y de tipo catastrófico ante la ocurrencia de un temblor a pesar de la función de
contención que prestan los diques.
3.2.3.1. Inundaciones
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Amenazas Naturales y Antrópicas
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
3.2.3.3. Sequías
Así como existen fenómenos estacionarios en los que se genera gran cantidad de
agua en ciertos lugares, se pueden presentar ausencia total de precipitaciones o déficits
de lluvias, que producen efectos directos sobre la capacidad productiva del terreno.
Estas estaciones pueden ser valoradas mediante la meteorología y se poseen
indicadores para estimar el grado de afectación, como por ejemplo: áreas en que la
precipitación sea inferior a 100 mm/año son consideradas como desérticas. El término
sequía se aplica a un periodo de tiempo en el que la escasez de lluvia produce un
desequilibrio hidrológico grave: los pantanos y los pozos se secan y las cosechas sufren
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Amenazas Naturales y Antrópicas
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
3.2.4.1. Huracanes
La palabra huracán se deriva de las lenguas que hablaban las diferentes tribus de
indígenas en el Caribe. Por ejemplo los Mayas denominaban Hunraken o “corazón del
cielo”, al Dios de las tormentas. Esta misma palabra para los indios Taínos de las
Bahamas significaba espíritu maligno. Curiosamente algunas tribus nativas de las costas
de las Guyanas francesa y holandesa la palabra Hyoracan significaba este mismo sistema
meteorológico y en otros sitios de las antillas se le denominaba de manera similar como
Aracán, Urican y Huiranvucan. Lo cierto es que todos trataban de dar una denominación
a este evento intenso de la naturaleza que todos los años los castigaba sin explicación en
esa época.
La temporada de huracanes comienza en Junio y termina en Noviembre, con una
intensificación en los meses de agosto, septiembre y octubre. El promedio de vida de un
huracán es de 9 días, pero algunos llegan a tener una duración de 12 días.
Hasta principios del siglo pasado no era posible monitorear los huracanes hasta que
causaban sus estragos. Con el lanzamiento al espacio del primer satélite meteorológico, el
TIROS I, en abril de 1960 se dio un gran paso para la identificación, observación y
seguimiento de los huracanes, con el fin de dar aviso a las localidades costeras,
embarcaciones en alta mar y líneas aéreas sobre el avance de éstos sistemas
meteorológicos.
El primer huracán que se fotografió desde satélite en el Atlántico fue el Betsy y luego
el Carla, Debbie y Esther, en 1961 por el TIROS II. Esta técnica perdura hoy en día
complementada por la observación que de ellos se hace con radares, barcos y aviones
caza huracanes.
Ciclón Tropical es el término científico para una circulación meteorológica cerrada,
que se desarrolla sobre aguas tropicales. Estos sistemas a gran escala, no frontales y de
baja presión, ocurren en todo el mundo sobre zonas que según la NOAA se conocen
como “cuencas tropicales de ciclones”.
De todas las ocurrencias de ciclones tropicales, el 75% se desarrolla en el hemisferio
norte, y de este número solo uno de cada tres son huracanes en el Pacífico Nororiental, o
el Atlántico noroccidental. Las tormentas en el hemisferio norte se desplazan hacia el
oeste; las del hemisferio sur de desplazan hacia el este.
En la cuenca tropical de ciclones del Atlántico, que incluye el Océano Atlántico, el
Mar Caribe y el Golfo de México, Los huracanes se originan en Atlántico Norte
principalmente. Las áreas que están en mayor riesgo son las islas del Caribe, México y el
sureste de los Estados Unidos, Centro América al norte de Panamá y en grado limitado la
costa norte de América del sur. Los huracanes también se originan en el noreste del
Pacífico donde pueden afectar la costa occidental de México. En el Asia se les denomina
tifones y ciclones.
Los huracanes son generados en las latitudes de 8 a 15 grados al norte y sur del
Ecuador como resultado de una liberación normal de calor y humedad en la superficie de
los océanos tropicales. Debe tenerse en cuenta que éstos ayudan a mantener el calor
atmosférico y el balance de humedad entre las áreas tropicales y no tropicales. Si no
50
Amenazas Naturales y Antrópicas
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
hacia arriba, en una espiral con dirección contraria a la del reloj en el hemisferio norte, y
en la dirección del reloj en el hemisferio sur. El ciclo se perpetúa a sí mismo y la
tormenta organizada inicia un movimiento de translación con velocidades del orden de 32
Km por hora durante su formación y hasta 90 Km por hora durante su vida extratropical.
Las categorías de los huracanes, según Saffir-Simpson son las siguientes:
CLASIFICACION DE HURACANES
CATEGORIA VELOCIDAD CARACTERÍSTICAS
Km
1 117 - 152 Ocasiona daños en arboles, casas móviles no fijas, no hay
daños en otras estructuras, destruye parcialmente señales de
trafico en vías y ciudades, inunda vías costeras ocasiona daños
menores en embarcaderos y puertos.
2 153 - 176 Ocasiona daños considerables en bosques y cultivos, destruye
casas móviles, arranca techos, rompe vidrios, tumba puertas
pero no se presentan daños estructurales a edificios, ocasiona
destrucción en vías costeras y los daños en puertos y
embarcaderos son considerables. Exige la evacuación de
residentes en las zonas costeras.
3 177 - 208 Ocasiona la caída de arboles, arranca techos, rompe vidrios,
tumba puertas, ocasiona daños estructurales a edificios,
destruye totalmente casas móviles no fijas, ocasiona
inundación en zonas costeras, generalmente corta las vías
costeras unas 4 horas antes de la llegada del centro del huracán
y los terrenos planos de un metro sobre el nivel del mar se
inundan hasta unas 8 millas o más tierra adentro. Exige la
evacuación de residentes, las primeras 4 cuadras adentro.
4 209 - 249 Ocasiona la caída de arboles y todas las señalizaciones de
tráfico incluyendo los semáforos. Danos extensos de techos,
ventanas puertas y paredes de casas sólidas, arrasa totalmente
las viviendas móviles fijas o no. Inunda terrenos planos de 3
metros o menos sobre el nivel de mar hasta unos 9 Km tierra
adentro. Se presenta erosión en las playas y debe evacuase
masivamente a los residentes en unos 500 metros de playa y a
aquellos en terrenos bajos hasta un 3 Km tierra adentro.
5 > 250 Se caen los arboles, hay daño total de techos, señalizaciones,
puertas y ventanas. Debilitamiento casi total de las estructuras
de algunas edificaciones, las casas móviles desaparecen,
ocasiona destrucción a las estructuras que se encuentren a
menos de 4.5 metros sobre el nivel del mar y que se encuentren
ubicadas en los 500 metros desde la playa y se debe evacuar a
los habitantes en una zona de 16 Km tierra adentro.
La zona de más alta precipitación, de vientos más violentos, y mayor aumento del
nivel del mar es la adyacente a la pared exterior del “ojo”. La dirección de los vientos,
sin embargo no es hacia el ojo sino tangencial a la pared del ojo a unos 50 Km de su
centro geométrico. Las paredes de nubes organizadas están compuestas de bandas
adyacentes que típicamente pueden llegar a tener un diámetro total de 450 km. El ojo
central, a diferencia del resto de la tormenta, está caracterizado como una zona de
velocidades de viento relativamente bajas y sin ninguna cobertura de nubes; El
diámetro promedio es de 50-80 Km y la circulación vertical es hasta de 15 Km
La determinación del nivel de categoría depende principalmente de la presión
52
Amenazas Naturales y Antrópicas
Vientos
Las velocidades de los vientos de los huracanes pueden alcanzar hasta los 250 Km
por hora en la pared del huracán y ráfagas que exceden los 369 Km por hora. El poder
destructivo del viento aumenta con el cuadrado de la velocidad. La topografía es un
aspecto importante pues la velocidad del viento disminuye a baja elevación por los
obstáculos físicos y áreas protegidas, y aumenta al pasar sobre las cimas de los cerros.
Otro agente que se debe tener en cuenta en la destrucción es la fuerza vertical hacia
arriba, que acompaña a los huracanes. Cuando mayor es la dirección vertical de un
huracán, es mayor el efecto de la fuerza vertical hacia arriba.
La destrucción es causada tanto por el impacto directo del viento como por el
material que acarrea el aire El viento mismo daña principalmente los cultivos. Bosques
enteros han sido arrasados por fuerzas que han arrancado de la tierra a los árboles desde
sus raíces. Las estructuras fijas construidas por el hombre también son vulnerables. Los
edificios altos se pueden sacudir o aún colapsar. Fuertes diferencias en presión
barométrica en un huracán pueden hacer que las estructuras cerradas explosionen y que
la succión levante los techos o aún edificios enteros. La mayor destrucción, número de
víctimas y daños se debe a objetos acarreados por los vientos.
Se han adoptado normas de construcción para resistir las altas velocidades de los
vientos en los países que estén expuestos a una amenaza alta. Los códigos de
construcción recomiendan que las estructuras mantengan una capacidad de resistencia a
la presión de la velocidad del viento medio local, calculada promediando la presión del
viento durante diez minutos para la velocidad más alta esperada en 50 años.
Precipitaciones
Las lluvias que acompañan a los huracanes son extremadamente variables y difíciles
de predecir. Pueden ser muy fuertes y durar varios días o se pueden disipar en horas. En
la incidencia de la precipitación se reconocen como importantes la topografía local, la
humedad, y la velocidad de avance de un huracán, pero los intentos para determinar una
conexión directa han sido estériles hasta ahora. La fuerte precipitación causa dos tipos de
destrucción. El primero se debe a la infiltración del agua en los edificios causando daños
estructurales. El segundo, más generalizado, común, y mucho más dañino, es la
inundación sobre tierra, que pone en peligro todos los valles junto con sus estructuras e
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
Mareas de tormentas
Una marea de tormenta es la elevación temporal del nivel del mar causada por el agua
impulsada sobre la tierra, principalmente por la fuerza de los vientos del huracán hacia la
costa y, de manera secundaria, por la reducción de la presión barométrica a nivel del mar
entre el ojo de la tormenta y la región externa. La magnitud de la marea en un
determinado lugar también es función del radio de los vientos máximos del huracán, la
velocidad de avance del sistema y la batimetría frente a la costa. Es aquí donde surge la
dificultad para pronosticar los niveles de marea de tormenta. Los registros históricos
indican que un aumento en el nivel promedio del mar puede ser insignificante o puede ser
hasta de unos 7.5 m. Las zonas costeras más vulnerables son aquellas con las mayores
frecuencias históricas de impactos a tierra. Sea cual fuere su altura, el gran domo de agua
frecuentemente tiene un ancho de 150 Km y avanza hacia la costa donde aterriza el ojo
del huracán. Las mareas de tormentas representan la mayor amenaza a las comunidades
costeras.
Tornados
El tornado es un torbellino de viento fuerte, acompañado por una nube característica
en forma de chimenea que desciende desde una nube de características especiales,
denominada cúmulo nimbo. Un tornado puede tener un ancho variable en la zona de
contacto con el suelo, con un promedio de algunos pocos cientos de metros. Puede
penetrar poco en tierra o recorrer muchos kilómetros, causando grandes daños allí
donde desciende. La chimenea es visible por el polvo aspirado hacia arriba y por la
condensación de gotitas de agua en el centro. El mismo proceso de condensación hace
visibles los tornados marinos, en general más débiles, llamados trombas marinas, que
ocurren con mayor frecuencia en las aguas tropicales. La mayoría de los tornados giran
en el sentido de las agujas del reloj en el hemisferio sur, y al revés en el hemisferio
norte pero, en ocasiones, los tornados pueden invertir esta conducta.
Estos fenómenos crecen desde las nubes de la tormenta hacia el suelo para
desplazarse después con gran velocidad a través de extensos recorridos. Nacen en
fuertes perturbaciones tormentosas si el aire seco y frío de regiones polares se desplaza
por encima de la capa de aire cálido y húmedo de las latitudes subtropicales. Durante
este proceso, el aire frío desciende varios kilómetros hacia abajo obligando al aire
cálido a ascender súbitamente, lo que trae por consecuencia la formación de nubes y
tormentas.
Los tornados generalmente se presentan en latitudes geográficas de 20 a 60 grados,
siendo el occidente medio de los Estados Unidos la zona de mayor frecuencia de
tornados en el mundo. En ese sector se presentan unos 800 tornados al año siendo la
principal temporada en los meses de abril a mayo, generándose en algunos casos hasta
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Amenazas Naturales y Antrópicas
Incendios forestales
Eventos caracterizados por fuego que se extiende sin control sobre los terrenos de
aptitud forestal, afectando vegetación que no estaba destinada a arder. Aunque las
quemas controladas realizadas para la preparación de terrenos con fines agrícolas,
forestales o ganaderos, o para eliminar desechos producto de estas actividades no se
consideran incendios forestales, el mal manejo del fuego en dichas prácticas
comúnmente son causa de gran numero de incendios.
Para que el fuego comience o se mantenga es condición indispensable que
concurran en el mismo sitio y al mismo tiempo tres elementos básicos: calor, oxigeno
(aire) y combustible (materia vegetal).
Los incendios forestales son causados por el hombre, por la naturaleza o por la
interacción entre estos dos. Dentro de las causas de incendios forestales producidos por
la naturaleza se encuentran:
a) La radiación solar, cuando por la alta radiación solar se produce combustión
espontanea de material vegetal;
b) Tormentas eléctricas, cuando rayos caen sobre el bosque o la cobertura vegetal;
c) Erupciones volcánicas, por caída de piroclástos o rocas encendidas;
d) Sismos, cuando se presentan como consecuencia de efectos indirectos, como por
ejemplo los incendios estructurales o caída de redes eléctricas,
Los incendios causados por la interacción de la naturaleza con el hombre ocurren
por rayos solares reflejados en vidrios que hacen el efecto de lupa, concentrando los
rayos solares y produciendo calentamiento del material vegetal y fuego.
Dentro de los tipos de incendios forestales se encuentran los siguientes:
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
Fenómeno de El Niño
Se conoce con el nombre de “El Niño” u Oscilación del Sur ENOS a la aparición de
corrientes oceánicas cálidas en las costas del Océano Pacifico de América del sur,
durante el verano del hemisferio sur. La aparición de estas aguas cálidas fue identificada
por los pescadores de las costas Peruanas, quienes le dieron el nombre de fenómeno de El
Niño porque se observaba a finales del mes de diciembre, en la época de Navidad.
56
Amenazas Naturales y Antrópicas
Este fenómeno cíclico, que se presenta con intervalos de dos a siete años, se
caracteriza porque la superficie del mar y la atmósfera sobre él presentan una condición
anormal durante un periodo que va de doce a dieciocho meses.
El fenómeno se inicia en el Océano Pacifico tropical, cerca de Australia e Indonesia,
en donde la temperatura de las aguas superficiales se eleva unos algunos grados por
encima de lo normal. Gradualmente este fenómeno de temperatura se desplaza hacia el
Este y, alrededor de seis meses después, alcanza la costa de América del Sur, en el
extremo Este del Pacifico. El desplazamiento del máximo va acompañado de un
enfriamiento relativo en él Pacifico Occidental, es decir cerca de Asia.
Mientras esto sucede en el océano, en la atmósfera se produce una alteración del
patrón de la presión atmosférica, que baja en el lado Este del Pacifico y sube en el Oeste.
A la aparición y desplazamiento del máximo de temperatura se le ha nombrado
recientemente como “episodio cálido” y al sube -y- baja de la presión; “oscilación del
sur” (OS). La diferencia de presión a nivel del mar (Tahití menos Darwin) se usa como
un índice que está relacionado directamente con El Niño, de manera que en la fase
negativa del IOS (disminución del índice) aumenta la temperatura del Pacífico en Sur
América y se desarrolla un evento El Niño, y en la fase positiva del IOS (aumento del
índice), las temperaturas del océano disminuyen, ocurre un enfriamiento de las aguas del
Pacífico ecuatorial y se desarrolla un evento totalmente inverso al El Niño, conocido
como La Niña.
La relación entre El Niño y la Oscilación del Sur es la que ha llevado a la comunidad
científica mundial a referirse al evento como ENOS. Se habla entonces de que el ENOS
tiene dos fases, la fase cálida o El Niño y la fase fría o La Niña. No siempre el fin de un
evento cálido está seguido de un evento frío, pero La Niña ocurre posteriormente a un El
Niño.
Durante la fase cálida del fenómeno ENOS se altera la presión atmosférica en zonas
muy distantes entre sí, se producen cambios en la dirección y velocidad de los vientos
alisios y se desplazan las zonas de lluvia de la región tropical, en el océano. La
contracorriente ecuatorial que desplaza las aguas frías de la corriente del Perú hacia el
Oeste, se debilita, favoreciendo el transporte de aguas cálidas hacia la costa de América
del sur.
Los cambios en la temperatura influyen en la salinidad de las aguas, cambiándose,
por lo tanto, las condiciones ambientales para los ecosistemas marinos. Estos cambios a
su vez, afectan las poblaciones de peces, especialmente en las áreas del Pacífico
americano y por ende, la actividad pesquera en ellas. Los cambios en la circulación
atmosférica alteran el clima global, con lo que se afectan la agricultura, los recursos
hídricos y otras actividades económicas importantes en extensas áreas del planeta.
En síntesis, el fenómeno de El Niño afecta directamente la pesca y a quienes
dependen de ella; también a los productores agrarios, por exceso de lluvias en algunos
sitios y déficit de lluvias y calor en otros; a los campesinos y agricultores de la región
montañosa, por la sequía y los incendios forestales que se propician; a habitantes de las
ciudades inundadas por las lluvias; y aísla a regiones por la destrucción de la
infraestructura vial y favorece la difusión de enfermedades.
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
3.2.4.1. Epidemias
La humanidad a través de la historia ha sido afectada por enfermedades que han
causado pérdidas de vida significativas. Algunas de esas enfermedades han sido
erradicadas o controladas, aunque puede esperarse que se presenten nuevamente en
algunos casos. Otras continúan en muchos lugares y deben ser objeto de monitoreo e
investigación. Ejemplos de este tipo de enfermedades son las siguientes:
Cólera
El cólera es una enfermedad diarreica que puede producir una deshidratación
profunda y en forma rápida y progresiva, con fallecimiento final del enfermo. El cólera
procede de delta del Río Ganges, en el subcontinente Indio. Desde 1817 se han
producido siete pandemias mundiales. Este tipo de enfermedad se transmite por la
ingestión de agua contaminada por las eses humanas, también por el consumo de
alimentos contaminados en el domicilio, restaurantes y puestos ambulantes.
En enero de 1991 el Cólera epidémico sacudió a Iberoamérica, comenzando por
Perú. Esta enfermedad fue llevada por los pescadores hasta Ecuador y Colombia luego
por los turistas a casi toda América del Sur y Central, incluido México y finalmente
Estados Unidos. Durante el primer año de epidemia se describieron aproximadamente
400,000 casos, cifra muy superior a la notificada por la Organización Mundial de la
Salud (OMS) en todo el mundo en los años anteriores.
Sarampión
Es una enfermedad infecciosa, eruptiva muy contagiosa, aguda, que afecta
principalmente a los niños. Se caracteriza por la erupción cutánea borrosa, con manchas
azules - rojizas, fiebre, catarro conjuntival, y catarro de las vías respiratorias superiores.
En casos graves pueden presentarse complicaciones, como inflamación del oído medio
e inflamación pulmonar. El virus se transmite a través de infecciones nasofaringeas. En
Estados Unidos el número de casos de sarampión registrados alcanzó su cifra más baja,
de sólo 1942 en 1983. Sin embargo, los contagios han aumentado sustancialmente,
sobretodo en 1990 año en los que se produjeron 28,000 casos. El sarampión presenta
una etapa de erupción que dura aproximadamente cuatro días, después comienza a
ceder y se pasa la fase de descamación.
SIDA
SIDA significa Síndrome de Inmunodeficiencia adquirida. Es una enfermedad en el
que el sistema inmune del cuerpo se destruye en forma paulatina. Normalmente, este
58
Amenazas Naturales y Antrópicas
Las amenazas antrópicas son en su origen causadas por el ser humano o están
relacionadas con la tecnología. Las caracteriza la factibilidad de ocurrencia de sucesos
provocados intencionalmente o accidentalmente por el hombre o por el fallo en la
operación de un sistema que puede desencadenar en serie efectos considerables. Como
ejemplo de acciones que pueden generar este tipo de amenazas se encuentra el
terrorismo, las guerras, los accidentes industriales y nucleares, el fallo de represas, las
explosiones, los incendios, la contaminación química y radiactiva, entre otros. Los
lugares de gran concentración de población e infraestructura en la actualidad presentan
una alta susceptibilidad a que se presenten este tipo de eventos, los cuales pueden
causar consecuencias desastrosas a todo nivel.
59
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
Al igual que los fenómenos generadores de las amenazas naturales los eventos que
caracterizan las amenazas antrópicas se pueden clasificar de diversas formas (Siegel
1996). Existe también mucha literatura dedicada a la descripción de este tipo de
sucesos. Una de las muchas formas de clasificar los fenómenos o sucesos de origen
antrópico que pueden significar o generar amenaza puede ser la siguiente según su
clase:
a) Sucesos tecnológicos: Pertenecen a este tipo los eventos relacionados con fallos de
sistemas por descuido, falta de mantenimiento, errores de operación, fatiga de
materiales o mal funcionamiento mecánico. Algunos ejemplos son los accidentes
aéreos y de embarcaciones, accidentes ferroviarios, rompimiento de represas,
sobrepresión de tuberías, explosiones, incendios industriales, entre otros. La
amenaza que reviste este tipo de sucesos está relacionado con los asentamientos
urbanos que se generan alrededor o muy cerca de las zonas industriales, bien sea
por los escasos recursos económicos de los pobladores de la zona, bien por las
“oportunidades de trabajo” directo o indirecto que se generan alrededor de las
industrias o bien por la falta de implementación de controles y la ausencia de
zonificación o de regulaciones sobre el uso del suelo. La amenaza también se
traduce en el deterioro ambiental que se puede causar por el manejo inadecuado de
tecnologías peligrosas.
b) Sucesos contaminantes: A este tipo de sucesos pertenecen los relacionados con la
acción de agentes tóxicos o peligrosos en términos bióticos para el ser humano y el
medio ambiente. Ejemplos de eventos de este tipo son los escapes de sustancias
químicas peligrosas, líquidas o gasosas; los derrames de petróleo o de otros
hidrocarburos, las emisiones o escapes de radiación nuclear, la disposición
inadecuada de residuos o desechos líquidos y sólidos domésticos o industriales, etc.
La contaminación biótica del aire, los suelos o el agua puede generar la
proliferación de epidemias y por lo tanto afectar la salud de la población,
especialmente de niños y ancianos. Estos eventos son el resultado de la negligencia
o falta de control de las autoridades correspondientes sobre procesos industriales,
tanto de producción como de distribución de productos. A manera de ejemplo, se
pueden mencionar eventos tales como las crisis causadas por escapes radioactivos
ocurridos en Chernobyl, Three Mile Island y Japón (plantas nucleares); el escape
gases de Bhopal (planta química); la explosión e incendios en la planta de gas de
PEMEX, en la ciudad de México y las de los ductos con gasolina, en Guadalajara.
c) Sucesos antropogénicos y conflictos: También se pueden clasificar sucesos que
pueden ser provocados accidental o intencionalmente por el ser humano.
Accidentes en zonas de afluencia masiva de personas o situaciones de pánico son
ejemplos de sucesos antropogénicos. Eventos tales como guerras, acciones
terroristas, vandalismo y en general conflictos civiles y militares violentos son
también sucesos que significan una amenaza o peligro para la población expuesta.
Las guerras han puesto de manifiesto las múltiples formas y grados de violencia
humana a través de la historia. En las últimas décadas, también, las acciones
60
Amenazas Naturales y Antrópicas
Entre los dos grupos de sucesos, de origen natural y antrópico que caracterizan las
amenazas, hay un amplio espectro de fenómenos tales como las hambrunas, las
inundaciones, los incendios forestales, los fenómenos de remoción en masa
(deslizamientos), entre otros, los cuales pueden ser causados por la combinación de
factores naturales y humanos o por la exacerbación o influencia negativa del hombre
sobre la naturaleza. A este tipo de amenazas se les puede clasificar como de origen
“socio-natural”. De igual forma, se pueden tener situaciones en las cuales los sucesos
generadores de amenaza se pueden presentar en forma encadenada; un sismo o un
huracán, por ejemplo, pueden causar escapes de gases tóxicos, contaminaciones, e
incendios, o disparar múltiples deslizamientos en una cuenca deforestada, que a su vez
pueden dar origen a represamientos y posteriores flujos de escombros e inundaciones.
A este tipo de amenazas se les puede clasificar como de origen “complejo” o
concatenado. Un fenómeno ilustrativo de un suceso combinado o asociado es el
tsunami o maremoto, el cual se genera casi siempre por un sismo, por la actividad
severa de un volcán o la ocurrencia de un deslizamiento de grandes proporciones en el
lecho marino.
Dada la relevancia de este tipo de amenazas, causadas por múltiples factores, que
por su complejidad son más difíciles de estimar, sin que esto signifique que sean menos
comunes, es importante referirse más ampliamente a ellas. En el caso de las amenazas
socio-naturales existen verdaderos ejemplos de procesos, más que de posibles sucesos,
que caracterizan la amenaza. Es el caso de la inestabilidad de suelos de ladera que se
origina por la pérdida de la cobertura vegetal, incendios forestales, sobrepastoreo,
explotación minera, etc., lo que puede generar erosión, deslizamientos, flujos o
avalanchas y avenidas torrenciales. Situación que no siempre significa que el espacio
correspondiente al origen de la amenaza corresponda al área de mayor potencial de
afectación. La degradación de las cuencas altas de ríos o quebradas, por ejemplo, por
deforestación o extracción de minerales, puede provocar un incremento en los niveles
de escorrentía, sedimentos y capacidad de transporte de material que favorecen las
inundaciones en las partes bajas de la cuenca. También en áreas urbanas, la ocupación
inadecuada del territorio por asentamientos marginales ubicados en los cauces de los
ríos, o que cambian las condiciones del entorno natural y desestabilizan el suelo, son la
causa de procesos de exacerbación de fenómenos o sucesos peligrosos. Este tipo de
amenazas, en general, son el resultado de acumulación de factores como la búsqueda de
ganancia (urbanismo no planificado), sobrevivencia (corte de manglares o de leña), la
densificación urbana, la ausencia de servicios públicos, etc. lo que significa, por
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
ejemplo, la descarga de basura en los cauces de ríos con todos los problemas que esto
conlleva. (Lavell 1996).
Por otra parte, globalmente se vienen presentando cambios importantes como
resultado del aumento en los niveles de contaminación. A nivel del cambio global se
reconocen situaciones tales como el aumento de la temperatura, el crecimiento del
hueco en la capa de ozono, el incremento del efecto invernadero, la lluvia ácida, etc.;
fenómenos que acentuarán las amenazas socio-naturales, incrementarán posiblemente
la severidad y recurrencia de huracanes, el fenómeno de El Niño, y causarán
probablemente cambios en el nivel del mar y las condiciones de severidad del invierno
y el verano. Este tipo de amenazas representa un problema particular por las diversas
interpretaciones que pueden darse en cuanto a sus orígenes, la responsabilidad por su
ocurrencia y las opciones de control que existen. Los sucesos que las caracterizan son
interpretados, generalmente, como actos de la naturaleza o actos de Dios, reduciendo
así las posibilidades de incentivar una gestión adecuada o preventiva (Lavell 1996).
No obstante lo anterior, desde una perspectiva integral, en un contexto urbano, la
distinción entre amenazas naturales y antrópicas puede carecer de importancia. Los
terremotos, por ejemplo, pueden desatar incendios y los huracanes pueden romper
tanques de almacenamiento de químicos tóxicos, tal como se mencionó previamente.
La mayor parte de las víctimas y de los daños se deben a la falta de prevención y
mitigación, desde deficiencias en la planificación urbana, la falta de control en la
construcción, la carencia de sistemas de alerta temprana, etc. Las consecuencias de las
inundaciones, de los deslizamientos, los incendios y las pérdidas causadas por ciclones
tropicales o terremotos, podrían y deberían ser evitadas, al igual que los efectos
causados por accidentes industriales. La diferencia entre amenazas naturales y
antrópicas y otros peligros ambientales se hace menos clara en la medida que estos
últimos se vuelven particularmente severos. Por ejemplo, se puede considerar como una
amenaza el gradual aumento de la contaminación atmosférica hasta ciertos niveles, lo
que conduce a la necesaria aplicación de medidas especiales de urgencia. La
integración y comprensión de las amenazas en el marco de otros peligros ambientales,
pone de presente la relación hombre-naturaleza, enfatiza la vulnerabilidad e ilustra en
qué medida la intervención humana puede reducir los riesgos. Muchas de las
enfermedades y las muertes prematuras en las ciudades de los países en desarrollo son
causadas por enfermedades infecciosas o por parásitos, fácilmente previsibles o
curables. También hay importantes traslapes entre la acción preventiva para enfrentar
los peligros cotidianos y la prevención de desastres. Una ciudad con un buen sistema de
drenaje, alcantarillas y recolección de basura también está mejor capacitada para
enfrentar inundaciones. En otras palabras, aunque es importante el tipo de amenaza ante
la cual una comunidad está sometida, su relevancia puede ser menor si se tiene en
cuenta que fundamentalmente el riesgo siempre dependerá del grado de vulnerabilidad
que tenga dicha comunidad. La vulnerabilidad, desde un punto de vista amplio,
usualmente es la misma ante las diferentes amenazas y está íntimamente ligada al nivel
de desarrollo y calidad de vida de la comunidad expuesta.
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CAPÍTULO 4
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colectivo en caso de desastre son aspectos que hacen que una comunidad sea más
vulnerable. Una educación deficiente o que no tiene una buena cobertura en una
comunidad propensa y la falta de socialización de la información aumentan la
vulnerabilidad.
e) Dimensión política. Se expresa en el nivel de autonomía que tiene una comunidad
con respecto a sus recursos y para la toma de decisiones que la afectan. La
comunidad se hace más vulnerable bajo esquemas centralistas en la toma de
decisiones y en la organización gubernamental. La debilidad en los niveles de
autonomía para decidir regional o localmente impide una mayor adecuación de las
acciones a los problemas sentidos en estos niveles territoriales. En la medida que la
comunidad participa más en las decisiones que le atañen es menos vulnerable.
f) Dimensión institucional. Esta relacionada con las dificultades que tienen las
instituciones para hacer la gestión del riesgo. Situación que se refleja en la falta de
preparación para responder ante un suceso, o cuando aún sabiendo que existe el
riesgo no llevan a cabo acciones eficientes y efectivas para reducirlo o mitigarlo. Se
expresa en la falta de flexibilidad de las instituciones, en el exceso de burocracia, en
el hecho de que prevalecen la decisión política y el protagonismo.
g) Dimensión cultural. Esta dimensión de la vulnerabilidad está referida a la forma en
que los individuos se ven a sí mismos en la sociedad y como colectividad, lo que
influye en ocasiones de manera negativa debido a estereotipos perniciosos que no se
cuestionan y que se consolidan. Al respecto juegan un papel crucial los medios de
comunicación, puesto que contribuyen a la utilización sesgada de imágenes o a la
transmisión de información ligera o imprecisa sobre el medio ambiente, la misma
sociedad y los desastres.
h) Dimensión ambiental. Hay un aumento de la vulnerabilidad cuando el modelo de
desarrollo no esta basado en la convivencia sino en la explotación inadecuada y la
destrucción de los recursos naturales. Esta circunstancia necesariamente conduce al
deterioro de los ecosistemas y a aumentar la vulnerabilidad debido a la incapacidad
de auto ajustarse para compensar los efectos directos o indirectos de la acción
humana o de sucesos de la misma naturaleza.
i) Dimensión ideológica. Esta relacionada con las ideas o creencias que tienen las
personas sobre el devenir y los hechos del mundo. Se expresa en actitudes pasivas,
fatalistas y creencias religiosas que limitan la capacidad de actuar de los individuos
en ciertas circunstancias. La percepción dogmática de las cosas puede generar
confusión acerca de un propósito, falta de reacción y muchas veces pérdida de la
motivación, que debilitan una acción transformadora.
El planteamiento de una vulnerabilidad global resultado de estas y otras
dimensiones de la vulnerabilidad, que Wilches-Chaux (1989) describe como
vulnerabilidades individuales, es muy útil para visualizar la vulnerabilidad desde
múltiples facetas y desde diversas perspectivas del conocimiento. Este planteamiento
facilita el entendimiento de la vulnerabilidad como una condición o circunstancia
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1
Los efectos indirectos pueden ser definidos como las consecuencias de la desarticulación de las
estructuras social y económica debido a las pérdidas físicas en las unidades de base y los canales de
intermediación. Esta desarticulación es el resultado de la obstrucción de los flujos de distribución y de la
interrupción y retardos en los procesos productivos. Esto no es el resultado directo del impacto de un
suceso, pero sí son efectos colaterales.
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Vulnerabilidad, Riesgo y Desastre
esta forma de medición son claras, ya que si para estos casos se aplicara el esquema de
dicha metodología, el resultado sería un conjunto de desastres con un coste económico
positivo pero con un impacto igual cero.
En otro sentido, el establecer correlaciones entre el coste del desastre y el efecto que
éste tuvo sobre las variables macroeconómicas presenta otras limitaciones. En primer
lugar, se encuentra el hecho de que las variables que se toman como punto de
referencia (PIB, balanza comercial, finanzas públicas, empleo, etc.), son generalmente
inestables en los países subdesarrollados por ser altamente dependientes del
comportamiento de la economía mundial. En consecuencia, suele ser difícil establecer
la diferencia entre los efectos que pueden atribuírsele al desastre y otros que pueden
estarse dando por la inestabilidad de la economía en general o por periodos de crisis
prolongados. Por otra parte, al momento de estimar los efectos que el coste del desastre
tendrá sobre la economía de los años siguientes a su ocurrencia, la CEPAL toma como
información base las estimaciones proyectadas por los países afectados. Generalmente
esto también resulta engañoso, dado que las proyecciones de variables tales como la
tasa de crecimiento económico, el déficit público o la balanza comercial, son casi
siempre optimistas por basarse en indicadores que suponen que la economía
permanecerá estable.
De lo anterior, se deriva una consideración importante: el problema de la
determinación del impacto global, va más allá de criterios puramente económicos
reflejados sólo en cifras monetarias que se correlacionan con variables
macroeconómicas altamente agregadas como el PIB. En consecuencia, también va más
allá de la determinación del coste económico puro.
Pero, en términos reales ¿cuál es la diferencia entre impacto y coste de un desastre y
por qué es importante establecer esta distinción?
Como se ha mencionado, el coste de un desastre se mide para establecer el monto
total de pérdidas económicas causadas por destrucción, interrupción de servicios y
actividades diversas de la economía, etc. además de establecer los efectos negativos
que el desastre pudo tener sobre el funcionamiento global de la economía. Bajo esta
lógica, los desastres son vistos como un fenómeno estático y aislado y cuya única
derivación posible son daños y pérdidas. Sin embargo, esta visión refleja solamente una
cara del problema: la de los efectos negativos. No considera que con la ocurrencia de
desastres con altos niveles de destrucción existen también sectores de la economía que
se benefician y obtienen ingresos extraordinarios por un incremento en la demanda de
mercancías o la prestación de servicios. Tal es el caso, por ejemplo, de la industria de la
construcción que generalmente se beneficia de las necesidades de reconstrucción de
viviendas e infraestructura o rehabilitación de puentes, caminos, etc.; el sector
comercial también puede ver incrementada la demanda de productos tales como
alimentos, ropa, enseres domésticos, etc.; y, también, los gobiernos que reciben
recursos frescos, bajo la modalidad de préstamos o donaciones, que en muchos casos
han servido para reactivar economías deprimidas previas a la ocurrencia del desastre,
mediante la captación de divisas, la generación de empleos o a través de la inversión en
obra pública que de no haber ocurrido el desastre, muy probablemente no se hubieran
realizado.
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determina el nivel de severidad con que puede manifestarse una amenaza o ser causa de
ella. Por lo tanto, también es un aspecto nodal que debe ser considerado en la
valoración global de los efectos causados por el desastre. Pero, adicionalmente, bajo la
idea de “efectos negativos” y “efectos positivos”, tendría que descontarse del coste total
del suceso, los beneficios económicos o sociales que eventualmente pudieron obtenerse
por la degradación ambiental generada.3
Finalmente, se agrega la necesidad de establecer el impacto no sólo de los grandes
sucesos, sino también de aquellos cuya magnitud oscila entre un nivel medio y pequeño
de daños, con periodos de recurrencia mucho más cortos y donde las pérdidas se
producen a lo largo del tiempo y con efectos acumulativos sobre el patrimonio de las
poblaciones que los sufren. Asimismo, la consideración de este tipo de sucesos también
se vuelve una parte sustancial en la determinación de los niveles de impacto de los
desastres mayores, debido a que normalmente la ocurrencia de un suceso de magnitud
es antecedida por una serie de pequeños y medianos desastres que comúnmente son
ignorados.
Lo anterior, ilustra otra perspectiva distinta a la que puede conducir la exclusiva y
convencional cuantificación del coste económico y también es importante mencionar
que, bajo los criterios de las metodologías más utilizadas, la estimación del impacto de
un fenómeno peligroso no es suficiente, debido a que usualmente no se incluyen las
diferentes etapas de la construcción del riesgo, previas al impacto del fenómeno
peligroso. Tampoco se incluyen otro tipo de variables cualitativas o carentes de
indicadores que en muchos casos no es posible reducir a una medición de tipo
exclusivamente cuantitativa.
3 En este caso nos referimos, por ejemplo, a las ganancias que pudieron haberse obtenido por la
aplicación de procesos productivos altamente depredadores o contaminantes, la extracción de materias
primas, la explotación irracional de los recursos naturales, la transformación del uso del suelo o la
ocupación irracional del territorio.
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Vulnerabilidad, Riesgo y Desastre
reducidas pérdidas económicas que generan estos sucesos, han hecho que este tipo de
desastres sean prácticamente ignorados aunque sí tengan un impacto local considerable,
por la acumulación de pérdidas y daños a lo largo del tiempo.
De aquí se deriva una diferencia sustancial que equivale a afirmar que los desastres
no deben ser entendidos únicamente como aquellos grandes sucesos que producen una
destrucción masiva en un lugar determinado, sino que su magnitud es relativa en cuanto
a que también existen desastres pequeños y medianos cuyo impacto no debe ser
soslayado. Esto quiere decir que cada comunidad, ciudad, región o país vive su propio
desastre a partir de sus propias condiciones de riesgo y mecanismos para enfrentarlo.
Ningún desastre es igual o se vive de manera similar en los distintos lugares donde
ocurre.
En este caso los desastres varían dependiendo del contexto, tanto físico como social,
donde los fenómenos impactan. Lo que para una región, comunidad o país puede
representar un gran desastre, para otros puede ser un desastre de pequeña o mediana
magnitud. Por ejemplo, un desastre como el producido por el huracán George, estimado
en poco más de 2 mil millones de dólares puede ser de enormes proporciones para un
país como República Dominicana (Crowards 2000); significativo para países como
México, Colombia o Brasil; pero pequeño o insignificante para países como Estados
Unidos o Japón (Lavell 1998). De igual manera, al interior de los propios países el
mismo desastre tendrá un impacto diferenciado: i.e. lo que para un grupo social de altos
ingresos puede representar un pequeño desastre, para un grupo marginal o desprotegido
el mismo desastre puede ser de gran magnitud.
A diferencia de los criterios anteriores, generalmente las mediciones de impacto de
las metodologías convencionales, tienden a concentrarse en:
a) Los efectos causados por grandes desastres e ignoran a los pequeños e incluso, en
muchos casos, a los desastres de mediana magnitud cuando éstos no tienen un
elevado coste que impacte directamente en las principales variables de tipo
macroeconómico.
b) Atender la medición de los efectos causados a sectores consolidados de la economía
o estructuras formales, pero ignoran a los sectores informales, marginales o incluso
ilegales de subsistencia.
Es una hipótesis bastante aceptada que normalmente el impacto de los fenómenos
peligrosos -aunque no necesariamente su número- es mayor en los países con menores
niveles de desarrollo y dentro de estos países tiende a concentrarse en los sectores con
menor capacidad económica. Efectivamente, entre la literatura sobre desastres es
posible encontrar casos de estudio que si bien no permiten realizar un análisis
comparativo con base en la unificación de criterios, han demostrado que en contextos
distintos los desastres afectan en forma desigual a los sectores sociales y, en general,
impactan en mayor medida a los sectores con menores recursos.
Pero ¿cuándo un desastre es costoso y cuándo no?. ¿Cuándo un desastre es grande y
cuándo no?. Y, fundamentalmente, ¿para quién es el desastre?.
Naturalmente, para medir esto no existen indicadores reales que contemplen la gran
variedad de situaciones que pueden presentarse, dado que esto depende de criterios
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
tanto individuales como colectivos y de elementos tanto objetivos como subjetivos. Por
tanto, el coste, el tamaño, y aún más el impacto de un fenómeno peligroso es relativo y
depende de quién vive el desastre y de la valoración que hagan los individuos, las
familias, las comunidades, los grupos sociales, los sectores económicos, etc. También,
de cómo se hayan visto afectados en sus intereses más inmediatos o en sus propiedades.
En consecuencia, la medición del impacto global de un suceso requiere ser realizada a
partir de la visión de los actores directamente involucrados, i.e. a nivel de criterios
locales e incluso sectoriales, y no sólo a partir de criterios totalizadores como puede ser
la visión nacional.
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Vulnerabilidad, Riesgo y Desastre
4 La información contenida en la base de datos DesInventar (Mansilla 2001), no considera los sucesos
producidos por los huracanes David y Federico y George.
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Vulnerabilidad, Riesgo y Desastre
Entre los elementos básicos para llevar a cabo una estimación adecuada, tanto del
coste económico del desastre como de su impacto, se encuentra el contar con
información lo más precisa posible de las condiciones pre-desastre. Ocurre con
frecuencia, sobre todo cuando se trata de desastres que impactan asentamientos rurales
de baja densidad poblacional y alejados de los centros urbanos importantes, que quien
realiza la estimación de daños (e incluso los organismos de atención de emergencias)
desconocen completamente la región, su composición social, actividades básicas y
secundarias, formas de subsistencia (formales e informales), mecanismos de abasto,
relaciones o vínculos económicos inter e intra-regionales e incluso en ocasiones se
desconoce el total de población.
Este desconocimiento limita enormemente la posibilidad de realizar una medición
adecuada del impacto de un desastre, ya que cuando se trata de zonas marginadas
(como frecuentemente ocurre, por ejemplo, en los distintos países de América Latina y
El Caribe), donde no existen los elementos cuantificables para las metodologías
convencionales, el desastre prácticamente desaparece al no poderse establecer una
diferencia real entre condiciones de pobreza pre-desastre y los daños causados por el
mismo. Es importante considerar que en estos casos, el coste de las pérdidas o daños no
necesariamente puede estar referido a factores monetarios, ya que en los bienes
perdidos suele ser más significativo el valor de uso que el eventual coste de reposición.
De tal suerte que más allá del coste que puede representar reponer una vivienda
marginal o la reapertura de caminos bloqueados y el reestablecimiento de servicios
básicos (cuando éstos existen), lo importante en estos casos sería conocer cómo se
vieron afectadas y qué impacto sufrieron las formas de subsistencia de estas
poblaciones.
Otro problema similar se presenta con las deficiencias de la información sobre
daños posterior al desastre. En desastres de gran magnitud que producen una
destrucción masiva, y aún en los pequeños y medianos sucesos, resulta prácticamente
imposible incorporar a la estimación el total de elementos dañados. En buena medida
esto tiene que ver con la carencia de información pre-desastre o con las deficiencias de
la información existente, así como también puede estar relacionado con la extensión de
los daños causados por el mismo.
Un tercer problema surge de las fuentes de información disponibles. Es común que
cuando los gobiernos locales no tienen la capacidad de generar información oficial
acerca de los daños, o el proceso de estimación se demora, se recurra a otros referentes
como los gastos de rehabilitación, las aportaciones de los gobiernos centrales o el
monto de la ayuda proporcionada a través de organismos internacionales.
Las limitaciones de este tipo de información son evidentes, ya que no siempre estos
referentes pueden servir como indicador, ni siquiera aproximado de las pérdidas totales
generadas por un desastre. Por otra parte, diversos estudios han demostrado que la
ayuda que proporcionan organismos internaciones en casos de desastres, es equivalente
al 4% de las pérdidas totales, aproximadamente. Todo esto sólo para los grandes
83
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
Los daños causados durante un desastre pueden tener un impacto local, regional,
nacional e incluso internacional, dependiendo de una serie de elementos. Entre éstos
destacan los siguientes:
a) La extensión espacial y severidad del fenómeno.
b) Los elementos humanos, materiales y naturales dañados.
c) La importancia económica de la zona y los sectores estratégicos afectados.
d) Las formas locales de reproducción material.
e) Las relaciones económicas inter e intra-regionales.
f) El monto y la forma de distribución de los recursos para reconstrucción.
También en estos aspectos, las metodologías existentes -y particularmente la
aplicada por la CEPAL- presentan diversas limitaciones que se pueden ubicar en dos
planos distintos.
Primero, es claro que para entender el coste económico (así como el impacto)
ocasionado por un suceso hay que examinar en detalle el rango total de pérdidas y
efectos colaterales, mientras que las metodologías existentes se limitan a cuantificar
sólo algunas de las variables más indicativas. Así, en el caso de los macro desastres no
se consideran las ramificaciones económicas de los daños que pueden ser muy grandes,
e incluso tener un impacto mucho mayor para regiones donde no se manifestó la
amenaza. Por ejemplo, el terremoto de Kobe en 1995 provocó grandes disrupciones en
el comercio asiático debido al importante rol que juega la ciudad como centro portuario
industrial; consecuentemente muchas industrias (incluyendo algunas que manufacturan
componentes para computadora) se vieron afectadas en todo el mundo. El impacto del
desastre, en este caso, traspasó las fronteras de la zona directamente afectadas por el
terremoto y las metodologías existentes no pudieron dar cuenta del coste económico
real que esto significó.
De alguna manera, la consideración de los efectos secundarios -incorporados en la
metodología de la CEPAL- deberían cubrir este tipo de aspectos. Sin embargo, en la
práctica no se hace debido a las dificultades para su estimación y al poco conocimiento
disponible sobre las formas de articulación de la economía global. El diseño de la
estimación de los efectos secundarios, no considera los que pueden producirse fuera del
ámbito nacional a excepción de los desequilibrios en la balanza comercial como
consecuencia de las importaciones de bienes para rehabilitación, reconstrucción y
productos necesarios para el consumo o la producción nacional y de la reducción en las
84
Vulnerabilidad, Riesgo y Desastre
5
Las metodologías existentes incorporan la variable temporal mediante la consideración de los efectos
secundarios, aunque se ha mencionado que no existen indicadores que permitan medir con mayor
precisión el impacto real, así como tampoco el coste económico.
6 Por ejemplo, en el caso de las misiones de estimación de daños que efectúan los equipos de la CEPAL,
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
cinco días después las estimaciones no oficiales se habían reducido a 10,000, mientras
que las oficiales reportaron un total de 5,000. Suponiendo que fueron entre 5 y 10 mil,
esto representa entre el 25 y 50% de las primeras estimaciones. En el terremoto de
Armenia en diciembre de 1988 las primeras estimaciones fueron de 100,000 muertos y
en enero de 1989 las cifras oficiales arrojaron un total de 25,000; es decir, el 25% de las
primeras (Tobin y Montz, 1995). Sobre esto, podría ser comprensible que las
estimaciones del coste económico varíen, pero lo que no resulta comprensible, en todo
caso, es que los muertos y heridos desaparezcan aparentemente sin explicación alguna.
En lo que se refiere a la medición del impacto, la variable temporal es
particularmente importante, debido a que éste se intensifica una vez que ha sido
superada la etapa de la emergencia y sus efectos serán sentidos en el mediano y largo
plazo, sin contar que en el “inter” aparezca un nuevo desastre.
En este sentido, la estimación del impacto se vuelve particularmente compleja, ya
que lo deseable sería establecer una especie de seguimiento al desastre desde las
condiciones de construcción del riesgo mismo, la etapa crítica y las fases posteriores,
hasta llegar a sus últimas secuelas.
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Vulnerabilidad, Riesgo y Desastre
• Migración.
• Alteraciones en el mercado inmobiliario y del suelo.
• Impacto en actividades de subsistencia.
• Impacto en actividades productivas o comerciales informales.
• Interrupción de la vida cotidiana local (económica y social).
• Estrés.
• Pérdidas o daños en sitios y edificios históricos.
• Pérdidas o daños en obras de arte.
• Pérdidas en patrimonio científico.
• Efectos sobre el medio ambiente y su impacto en las economías o formas de vida
locales.
• Conflictos políticos.
• Desarticulación de la base social local.
• Desarticulación de la base familiar por pérdida o impedimento de alguno de sus
miembros.
• Impacto local generado por asistencia externa (cuando ésta existe).
• El coste de no hacer y el coste de oportunidad.
Otro efecto intangible importante continúa siendo el efecto (o coste) causado por la
muerte o incapacidad de miembros de la comunidad. El tema ha sido debatido en la
literatura sobre desastres, aunque no con la amplitud que se requiere. Entre las
estimaciones más aceptadas, se encuentran la incluida en la metodología de la CEPAL,
que considera que el valor de una vida humana -sin contar el coste por trabajos de
rescate y tratamiento que reciben los afectados cuando quedan incapacitados-
representa en promedio de 7-10 veces el PIB de un país por habitante por año,
proyectando este valor de la actividad productiva de esas personas en años futuros
(CEPAL, 1991). Sin embargo, esta estimación -además de otras- continúa en debate sin
que exista un criterio estándar para estimar el coste económico de una vida humana, ni
el coste por daños físicos o incapacidad producidos por un desastre. Esto, obviamente,
sin contar el coste moral y sentimental de las familias que evidentemente no puede ser
medido en dólares.
Por otra parte, en diversas ocasiones y en diferentes lugares, con motivo de la
reunión de expertos para realizar acuerdos de terminología en materia de riesgo y
desastres, se ha tratado el tema y se ha acordado no tener en cuenta la valoración de la
vida humana en unidades económicas. Estos acuerdo explícitos o implícitos en
diferentes reuniones se debe a la situación incómoda dentro de las relaciones
internacionales de valorar de manera diferente un ser humano de un país a otro o de una
región a otra dentro de un mismo país. En el caso de los seguros esta situación es de
alguna manera diferente, dado que hay un acuerdo previo del coste de una prima que
establece necesariamente el alcance del pago del siniestro.
Algunos autores han sugerido que los desastres pueden ser una oportunidad para
establecer nuevas bases para el desarrollo cuando se introducen mejoras en la
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
reconstrucción y medidas de reducción del riesgo. Pero los desastres, en particular los
pequeños o medianos que pasan desapercibidos, no siempre significan recursos
adicionales para el beneficio de las comunidades afectadas, sino que en la mayoría de
los casos significan la ausencia de éstos y la inversión de recursos propios. Esto, puede
traducirse en mecanismos inadecuados de reconstrucción o insuficientes para reducir
las condiciones de riesgo y con ello generar la posibilidad de ocurrencia de desastres
futuros. Por otra parte, puede ignorarse que desastres pequeños y recurrentes pueden
llegar a convertirse en sucesos de gran magnitud.
Algunas de las metodologías convencionales sostienen como hipótesis que a mayor
desarrollo económico mayor coste de los desastres, ignorando que muchos pequeños
desastres acumulados en países subdesarrollados, pueden tener un mayor impacto que
un solo suceso de magnitud. Sin embargo, el manejo de desastres y la gestión del riesgo
en zonas poco desarrolladas donde cotidianamente se reproducen las desigualdades
políticas, económicas y sociales, continúan resultando en acciones, programas y
proyectos que a menudo tienden a no favorecer las zonas y grupos sociales más
vulnerables. Estos procesos de gestión, producen y reproducen un imaginario o lectura
derivada de la gestión de las grandes catástrofes, desarrollando así acciones que a
menudo no corresponden con las necesidades y capacidades locales de las regiones
afectadas.
Para hacer “visibles” los sucesos de pequeña y mediana magnitud que ocurren en
ámbitos territoriales circunscritos al nivel local, se requiere desarrollar metodologías a
partir de indicadores que se construyan sobre la base de las características de las zonas
y poblaciones donde los desastres ocurren. No es útil para esto, tomar referencias
nacionales o regionales que pueden encubrir o distorsionar el impacto de los desastres
sobre la base local.
Por lo anterior, es importante explorar nuevos posibles indicadores que permitan
acercarse a una estimación más objetiva y real del impacto generado por los sucesos
peligrosos y que contribuyan a:
a) Realizar la medición no sólo del coste económico del desastre, sino
fundamentalmente de su impacto, ya que esto permitiría definir medidas adecuadas
para la reducción del riesgo y evitar desastres futuros.
b) Considerar desastres de distintas magnitudes y niveles de impacto para determinar
qué sectores de la población están siendo los más afectados, con base en una
perspectiva más amplia. En esto, se incluye la posibilidad de determinar el coste de
oportunidad y el beneficio que eventualmente se podría obtener con una política
adecuada de gestión de riesgos.
c) Permitir que las estimaciones puedan ser realizadas con la participación de los
propios actores involucrados en los desastres y considerando las condiciones reales
de cada región.
d) Definir parámetros de comparación o correlaciones adicionales y objetivas, que
claramente tendrían que realizarse en y para el ámbito local.
88
Vulnerabilidad, Riesgo y Desastre
7 Es importante destacar que para niveles territoriales más amplios que el municipio o para el nivel
nacional, esta metodología no es susceptible de ser aplicada.
89
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
efectos (positivos y negativos) y las modificaciones que éstos pueden haber causado al
desarrollo de la población donde sea aplicado.
Una ventaja adicional de la aplicación de un índice como unidad de medida, es que
en cada caso el valor de 100 que se le asigne a las condiciones iniciales, se basa en las
características propias de cada población específica, sin partir de variables o
indicadores agregados que toman como referencia el nivel nacional o regional. De tal
modo que, por ejemplo, un municipio con bajo nivel de ingreso, escasa actividad
económica y poca o deficiente infraestructura, tomará estos parámetros como punto de
partida para ser comparados con el efecto producido por un eventual desastre. Por otro
lado, las condiciones sobre las que se considera el valor inicial de 100 de este
municipio, serán distintas de aquellas que se establezcan para poblaciones con mayor
nivel de ingresos, actividad económica importante o un inventario de infraestructura
mayor y en mejores condiciones. Esto es importante en un doble sentido: primero, que
permite establecer formas de correlación más objetivas; y, segundo, posibilita
diferenciar claramente lo que pueden ser considerados como efectos producidos por un
suceso y lo que son las condiciones reales de cada población en situaciones de
normalidad.
Para la integración del ISI, se considera la estimación de una serie de variables que
se han denominado como “variables integradoras” por tener un doble carácter: dar
cuenta de los principales elementos característicos de cada municipio en cuanto a los
rasgos esenciales de la población, los sectores económicos predominantes, el nivel y
tipo de infraestructura con la que cuenta el municipio, las condiciones de la gestión
local y, eventualmente, el estado general y condiciones de los recursos naturales de la
zona. Por otra parte, es en estas mismas variables, donde generalmente se concentran
los daños y pérdidas más significativas que pueden darse por la ocurrencia de un
desastre. En la figura 4.1, se presenta la estructura lógica de la estimación, las
principales variables que deben ser consideradas y los elementos que contiene cada una
de ellas.
90
Figura 4.1. ÍNDICE SIMPLE DE IMPACTO DE LOS DESASTRES A NIVEL LOCAL
CONDICIONES DE RIESGO O PRE-DESASTRE CONDICIONES DE DESASTRE
POBLACIÓN POBLACIÓN
- No. de habitantes por edades. - No. muertos.
- Nivel de ingreso (por estratos). - No. de heridos.
- Nivel educativo. - Modificación del ingreso familiar.
INFRAESTRUCTURA INFRAESTRUCTURA
M O M E N T O D E
I M P A C T O
DAÑOS Y
MEDIO AMBIENTE PERDIDAS MEDIO AMBIENTE
- Recursos naturales existentes.
- En estado natural.
DERIVADAS - Recursos naturales existentes.
- En estado natural.
- En condiciones modificadas. - En condiciones modificadas
INDICE DE IMPACTO
(condiciones de desastre ÷ condiciones de riesgo o pre-desastre)
91
Vulnerabilidad, Riesgo y Desastre
93
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
94
Tabla 4.1
MATRIZ BÁSICA DE INFORMACIÓN PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UN ÍNDICE SIMPLE DE IMPACTO DE LOS
DESASTRES A NIVEL LOCAL
I. POBLACIÓN.
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
a. Rama de actividad. Determinar las distintas ramas de a. Sectores afectados. Determinar el nivel de pérdidas en la a. Impacto del suceso sobre sectores económicos
los sectores económicos predominantes que operan producción y los principales efectos causados por el estratégicos dentro del municipio.
en el municipio (industrial, agrícola, ganadera, desastre, entre los sectores económicos preponderantes
servicios, turismo, etc.), así como el peso que tienen (p.e. daños, monto y tipo de pérdidas en cosechas, b. Identificación de sectores económicos más
cada una de ellas en la economía local, regional o mercancías, equipo, etc.) causadas en forma directa por el vulnerables.
nacional. desastre, o por interrupción temporal de actividades. Esto
debe incluir el tiempo estimado de interrupción o c. Identificación de sectores económicos que se
b. Tipo de actividad y nivel de desarrollo. Establecer recuperación de las condiciones pre-desastre. benefician con el desastre.
el tipo y nivel de desarrollo de cada una de las ramas
de actividad económica preponderantes en el b. Sectores beneficiados. Determinar aquellos sectores d. Incremento en el nivel de dependencia del municipio
municipio, así como el nivel y formas de producción económicos que pudieron verse beneficiados por el con respecto a otros sectores económicos nacionales
de cada una. desastre, tales como la industria de la construcción, los o internacionales.
expendios de abarrotes y otras mercancías, etc.
c. Nivel de ocupación. Determinar el número de e. Podrá estimarse un índice de impacto global sobre el
empleos que generaba cada una de las ramas c. Nivel de ocupación. Determinar el número de empleos sector económico a partir de la correlación entre
productivas y el nivel de ocupación antes del desastre. que se perdieron por efecto del desastre, así como aquellos sectores afectados y sectores beneficiados,
que se pudieron generar en sectores beneficiados y que considerando que los efectos de los desastres se
requirieron incrementar la mano de obra (p.e. el sector de la dejan sentir entre los sectores más vulnerables, pero
construcción). existen mecanismos de regulación económica que
permite que otros sectores se vean beneficiados por la
INFORMALES: INFORMALES: demanda no prevista de determinados productos o
servicios.
a. Rama de actividad. Determinar las ramas de a. Sectores afectados. Determinar el nivel de pérdidas en la
actividad económica donde se genera el empleo producción y los principales efectos causados por el f. En el caso de desastres con destrucción severa que
informal. En esta variable deberán ser consideradas, desastre, entre los sectores económicos informales más impliquen el envío de ayuda humanitaria (ya sea
además de las actividades convencionales relevantes (p.e. daños, monto y tipo de pérdidas en nacional o internacional), se podrá estimar también el
(ambulantaje, venta de comida, confección de ropa, cosechas, mercancías, equipo, etc.), causadas en forma impacto que la aceptación de dicha ayuda tuvo sobre
etc.) aquellas actividades ilegales que tienen un fuerte directa por el desastre o por interrupción temporal de los sectores productivos y el mercado local.
impacto sobre las economías locales, tales como la actividades. Esto debe incluir el tiempo estimado de
tala clandestina y el comercio ilegal de maderas interrupción o recuperación de las condiciones pre-
preciosas, la caza y venta de especies protegidas, la desastre.
siembra de estupefacientes y el tráfico de drogas, etc.
b. Sectores beneficiados. Determinar aquellos sectores
b. Tipo de actividad. Establecer el nivel de desarrollo económicos que pudieron verse beneficiados por el
de cada una de las ramas de actividad económica desastre, tales como la construcción, los expendios de
informal en el municipio (artesanal, tecnificada, auto- abarrotes y otras mercancías, etc.
consumo, mercado nacional, mercado de exportación,
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etc.).
c. Nivel de ocupación. Determinar los cambios en el empleo
c. Nivel de ocupación. Determinar el número de del sector informal, ya sea que se hayan reducido por
empleos que generaba cada una de las ramas pérdida de mercancías, equipo, herramientas, etc., o que
productivas y el nivel de ocupación antes del desastre. se hayan incrementado por un eventual desempleo
generado en los sectores económicos formales.
a. Nivel y peso de intercambio con sectores a. Nivel y peso de intercambio con sectores externos,
externos, tanto en lo que refiere a la oferta de tanto en lo que refiere a: i) la oferta de productos y servicios
productos y servicios que se generan al interior de que se generan al interior de municipio y que por efectos
municipio y que encuentran una demanda en los del desastre no pudieron ser colocados en los mercados
mercados nacionales e internacionales, como a los nacionales o internacionales; ii) los productos y servicios
productos y servicios que el municipio demanda de que el municipio tuvo que demandar en forma
sectores externos (nacionales e internacionales) para extraordinaria por reducción de la oferta local.
satisfacer las necesidades de la población y los
procesos productivos. En general, esta variable se
refiere al nivel de dependencia o autonomía que tiene
el municipio con respecto a otras regiones del país o
fuera de él.
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
III. INFRAESTRUCTURA.
a. Tipo de infraestructura. Incluye aquella a. Dañada. Aquella infraestructura que haya sufrido daños a. Impacto del suceso sobre infraestructura básica y
infraestructura que tienen como función, permitir el susceptibles de ser reparados y cuyo coste de reparación vivienda, estimada no sólo en función del coste de
desarrollo de las actividades productivas y de la vida no supere el coste de reposición. reposición, sino fundamentalmente en términos del
comunitaria, así como la integración del municipio con valor de uso para los distintos sectores de la sociedad.
otras regiones (p.e. carreteras, puentes, presas, vías b. Perdida totalmente. Aquella infraestructura que haya
ferroviarias, puertos, aeropuertos, etc.). En este caso, sufrido destrucción total. b. Identificación de áreas de atención prioritaria y
es sumamente importante considerar también el valor definición de eventuales proyectos de reconstrucción
de uso que la infraestructura representa para el c. Nivel de cobertura. Reducción en el nivel de cobertura o tanto para infraestructura como para vivienda.
desarrollo de la actividad económica y las actividades eficiencia por efectos del desastre, así como un posible
generales de la población. incremento en la cobertura o eficiencia por reposición de c. Impacto por daños y pérdidas derivadas para sectores
infraestructura que se perdió totalmente o reparación de económicos estratégicos (p.e. por la afectación al
b. Condiciones generales. Se refiere a las condiciones infraestructura dañada. trasporte de mercancías y personas).
generales y estado de mantenimiento que en
condiciones normales recibe este tipo de d. Impacto producido por la desarticulación de sectores
infraestructura. productivos tanto al interior del municipio, como del
municipio con respecto a otras regiones del país.
c. Cobertura. Se refiere tanto al nivel de cobertura y
suficiencia de la infraestructura existente, así como al
déficit que no haya sido cubierto por el municipio
antes del desastre.
SERVICIOS: SERVICIOS:
a. Tipo de infraestructura. Incluye aquella infraestructura a. Dañada. Aquella infraestructura que haya sufrido daños
que tiene como función prestar servicios básicos a la susceptibles de ser reparados y cuyo coste de reparación
población y sectores productivos (agua, drenaje, no supere el coste de reposición.
electricidad, teléfono, etc.).
b. Perdida totalmente. Aquella infraestructura que haya
b. Condiciones Generales. Se refiere a las condiciones sufrido destrucción total o daños severos cuyo coste de
generales y estado de mantenimiento que en reparación sea igual o supere el coste de reposición.
condiciones normales recibe este tipo de
infraestructura, así como a la calidad de los servicios c. Nivel de cobertura. Reducción en el nivel de cobertura o
que se prestan. Por ejemplo, en el caso del eficiencia en la prestación de servicios por efectos del
abastecimiento de agua potable, es importante desastre, así como un posible incremento en la cobertura o
conocer si las deficiencias en el suministro se eficiencia de los servicios por reposición de infraestructura
debieron al desastre o si es una condición normal en que se perdió totalmente o reparación de infraestructura
la prestación del servicio. dañada.
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c. Cobertura. Se refiere tanto al nivel de cobertura de la
infraestructura existente, así como al déficit que no
haya sido cubierto por el municipio antes del desastre.
VIVIENDA: VIVIENDA:
a. Tipo de vivienda. Se refiere a las características a. Dañada. Aquellas viviendas que hayan sufrido daños
generales de la vivienda y el tipo de uso que se le susceptibles de ser reparados y cuyo coste de reparación
asigna (unifamiliar, multifamiliar, el tamaño, el uso, no supere el coste de reposición.
etc.).
b. Perdida totalmente. Aquellas viviendas que hayan sufrido
b. Calidad de construcción. Principalmente en lo que destrucción total.
se refiere al tipo de materiales utilizados en su
construcción, así como a las técnicas constructivas c. Nivel de cobertura. Reducción en el nivel de cobertura o
empleadas. calidad de la vivienda por efectos del suceso, así como un
posible incremento en la cobertura o calidad de la vivienda
c. Cobertura. Se refiere al nivel y modalidad de por reconstrucción o reparación de viviendas dañadas.
satisfacción de la demanda de vivienda dentro del
municipio. También será importante para la
estimación de esta variable, tener detectado el déficit
de vivienda existente en el municipio, previo a la
ocurrencia del desastre.
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
V. GESTIÓN LOCAL.
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IV. MEDIO AMBIENTE.
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CAPÍTULO 5
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
se empieza a concluir que la ausencia de una concepción holística del riesgo, es decir,
de una valoración integral y multidisciplinar que permita desagregarlo en sus
componentes, ha contribuido a la falta de efectividad de su gestión desde la perspectiva
de la protección civil.
Para la integralidad y la multidisciplinariedad es necesario, por una parte, encontrar
un lenguaje común, pues debido a la especialización científica, la noción de riesgo ha
tenido un carácter polisémico (múltiples significados), y por otra, transcender el
antagonismo entre “objetivismo” y “constructivismo” y confiar más en métodos tanto
cualitativos como cuantitativos. La acción o decisión implícita que el concepto de riesgo
tiene asociada hace necesario precisar la relación entre la percepción subjetiva del riesgo
y la obligatoriedad científica de su objetivización. Conceptualmente y pragmáticamente
es insatisfactorio dejar el asunto como una simple situación relativa y decir que
subjetivamente cada persona define y asume el riesgo a su manera. Esta posición, es
totalmente inoperante cuando ineludiblemente se tiene que intervenir el riesgo desde el
punto de vista de la política pública.
Desde la perspectiva que aquí se propone, para estimar el riesgo de acuerdo con su
definición es necesario tener en cuenta, desde un punto de vista multidisciplinar, no
solamente el daño físico esperado, las víctimas o pérdidas económicas equivalentes, sino
también factores sociales, organizacionales e institucionales, relacionados con el
desarrollo de las comunidades. En la escala urbana, por ejemplo, la vulnerabilidad como
factor interno de riesgo, debe relacionarse no solamente con la exposición del contexto
material o la susceptibilidad física de los elementos expuestos ha ser afectados, sino
también con las fragilidades sociales y la falta de resiliencia de la comunidad propensa,
que están asociadas con las capacidades de respuesta y recuperación. La deficiente
información, comunicación y conocimiento entre los actores sociales, la ausencia de
organización institucional y comunitaria, las debilidades en la preparación para la
atención de emergencias, la inestabilidad política y la falta de salud económica en un área
geográfica contribuyen a tener un mayor riesgo. Por lo tanto, de acuerdo con la tesis que
aquí se presenta, las consecuencias potenciales no sólo están relacionadas con el impacto
del suceso, sino también con la capacidad para soportar el impacto y las implicaciones
del impacto en el área geográfica considerada.
Este documento presenta los fundamentos teóricos de una concepción holística del
riesgo, desde la perspectiva de los sistemas dinámicos complejos y las ciencias del
ambiente, que plantea el riesgo como una situación consustancial a la interacción
permanente entre sistemas. Su aplicación práctica mediante técnicas multicriterio (que
es objeto de otro documento que se cita al final), tiene en cuenta no sólo variables
geofísicas y estructurales, sino también variables económicas, sociales, políticas,
culturales o de otro tipo. Es un enfoque que facilita y orienta la toma de decisiones,
contribuye a mejorar la efectividad de la gestión y a identificar y priorizar medidas
factibles y eficientes de prevención-mitigación para la reducción del riesgo.
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Teoría Holística del Riesgo
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
Para muchos, un fenómeno aleatorio es todo aquél que se resiste a ser descrito por
un formalismo, que no permite ser reducido por un proceso algorítmico conocido. El
azar entendido como un concepto complementario del conocimiento. La palabra “azar”
deriva del árabe al-zahr que significa “juego de dados”. Sin embargo, aquí, cuando se
habla de riesgo como en muchas otras situaciones de los sistemas complejos, azar no es
ontológico sino epistemológico, es decir desde la perspectiva del conocimiento.
La capacidad de obtener un conocimiento detallado de un sistema ha experimentado
un decidido avance en los últimos años, pero la de integrar ese conocimiento se ha visto
frenada por la falta de un marco conceptual apropiado para describir de manera
cualitativa el comportamiento. La interacción entre los componentes en una escala
puede llevar a un comportamiento global muy complejo en otra escala mayor, que, en
general, no puede deducirse del conocimiento de los componentes individuales.
La mayoría en el debate asume que hay solamente una ciencia y sólo un método
científico. La propuesta que aquí se presenta desafía este supuesto monológico y
argumenta que un solo método no puede ser apropiado para el entendimiento de la
complejidad. Aquí se argumenta que los científicos tienen una pluralidad de métodos de
los cuales pueden escoger cuando investigan un sujeto y su responsabilidad es
seleccionar el método que mejor se ajuste al contorno ontológico del problema que se
estudia. Lo que hay que preguntarse, primero, es si el fenómeno físico o social que el
científico escoge investigar impone limites ontológicos en el método que puede emplear.
Uniendo la ontología y epistemología realista del “naturalismo crítico” del filósofo
británico Bhaskar (1989), sensitivo a las diferencias estructurales que existen en el
mundo, con el enfoque de los “sistemas disipativos”, se puede elevar a una nueva
visión científica, fundamentada en los axiomas del caos determinista, y en la cual se
reconocen las profundas diferencias que separan el mundo social del de la naturaleza.
Tal realismo dinámico es capaz de sustentar la particularidad y pluralidad del mundo
social preservando simultáneamente los cánones del entendimiento científico.
El naturalismo del que aquí se habla demanda el empleo de un pluralismo
metodológico cuando se estudian organizaciones complejas, como una población o
comunidad humana, desde la perspectiva de sistemas disipativos, teniendo en cuenta dos
supuestos: Primero, con la notable excepción de la que parece ser una adecuada
aplicación en áreas tales como la demografía, la ecología y la conformación espacial
urbana, la simple incorporación del paradigma del caos determinista en la investigación
científica social y al análisis del riesgo no tiene mayor relevancia. Segundo, si los
actuales modelos matemáticos del caos determinista y sus resultados concretos en las
ciencias físicas tienen un valor limitado en su aplicación a las ciencias sociales y al
análisis del riesgo, ellos si proveen una heurística básica vigorosa desde la cual los
científicos e investigadores del riesgo pueden trabajar en el futuro.
De la crítica de Bhaskar se concluye que la ciencia y sus resultados, a pesar de la
insistencia de algunos de sus apologistas, es un producto humano y se soporta
igualmente en indelebles marcas como todas las demás que produce el ser humano. La
ciencia es una actividad transitiva condicionada históricamente. Si el conocimiento
tiene una estructura acumulativa entonces también la tiene la realidad en sí misma.
Bhaskar argumenta que debe organizarse de la misma forma. La estratificación
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Teoría Holística del Riesgo
ontológica forma una jerarquía de estructuras abiertas y anidadas así que, en la medida
en que la ciencia penetra cada nuevo estrato descubre la base ontológica de esas
entidades y estructuras que previamente no tenía cubiertas. Existe una división
científica del trabajo en una estratificación ontológica del universo desde las partículas
elementales hasta las estructuras sociales. Anderson (1972) sugiere que cada estrato de
la realidad es estructuralmente único y opera de acuerdo con sus propias leyes, y
demanda sus propios protocolos de investigación. Los mecanismos de rompimiento de
simetría proveen los fundamentos ontológicos para la emergencia de nuevos niveles de
realidad de los niveles establecidos. El rompimiento de simetría permite que cada
nuevo nivel ontológico se organice el mismo alrededor de su propia serie de principios
irreductibles. Puesto que diferentes principios regulan las actividades de cada nivel,
ningún nivel es reducible a aquellos de los cuales ha emergido. La pirámide resultante
de complejidades producida por la geometría de simetrías rotas es la fuente, por lo
tanto, de nuestra división moderna de profundización de la labor científica.
Harvey y Reed (1999) proponen que siguiendo la lógica de Bhaskar lo que se necesita
es una visión científica del mundo para llenar los vacíos filosóficos, y que esa visión es la
ciencia de la termodinámica del no equilibrio. Esta nueva ciencia estudia los
mencionados “sistemas disipativos”, que involucran una amplia variedad de sistemas
caóticos: procesos químicos catalíticos que a menudo parecen imitar la vida misma;
sistemas evolutivos constituidos física y biológicamente; y los sistemas sociales. Estos
autores proponen una matriz en la cual se definen seis estrategias de modelación o
niveles de abstracción, en los cuales jerárquicamente los supuestos deterministas
decrecen, para enfrentar doce diferentes niveles de complejidad ontológica. Dichas
estrategias son las modelaciones predictiva, estadística, iconográfica, estructural,
simulativa, y la narrativa histórica; y los niveles de complejidad van desde las
regularidades determinantes del universo físico, la evolución biológica, la organización
ecológica biótica, la organización ecológica institucional, la estructura de sistemas socio-
técnicos, y sucesivamente en orden de jerarquía hasta la cultura hegemónica y sus
procesos de conflicto de clases y evolución social.
Según este paradigma los modelos predictivo, estadístico e iconográfico deben
restringirse a niveles ontológicos en los cuales el fenómeno puede ser legítimamente
tratado como un agregado estadístico; es decir, como un compuesto aditivo, numerable
e intercambiable de unidades individuales. Los modelos estructural, simulativo o
narrativo pueden ser usados donde no son adecuados los tres primeros y, por lo tanto,
son útiles en niveles ontológicos en los cuales procesos poblacionales, productos
culturales y sucesos históricos son la regla. Un uso inadecuado de los modelos o
abstracciones en contextos con los cuales no son consistentes conduce a falacias: como
intentar modelar los desarrollos culturales como objetos gobernados por leyes básicas
de la naturaleza, ignorando el rol de la intencionalidad humana, o a considerar los
hechos de la naturaleza como puras y discrecionales construcciones humanas.
Así las abstracciones de la realidad resultan coherentes según sea el contexto o nivel
ontológico correspondiente. Los patrones explotados por la física pueden ser
imperfectos, meras aproximaciones; pero son buenas aproximaciones y eso no puede
ser justamente una coincidencia. La lógica del reduccionismo es la más precisa en las
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Para saber cómo evoluciona un sistema desde un estado inicial dado, se recurre a la
dinámica (las ecuaciones del movimiento) que explica el movimiento, por incrementos,
a lo largo de la secuencia cronológica de estados. Las herramientas matemáticas para
estudiar los sistemas dinámicos son las ecuaciones diferenciales, que equivalen a un
conjunto de formulas que conjuntamente expresan las tasas de cambio de las variables
en función de los valores actuales de esas variables. Una solución completa contendrá
expresiones que darán los valores de las variables en cualquier instante dado en función
de los valores que tuvieran en cualquier instante anterior.
En el caso de sistemas simples y lineales, puede ocurrir que las ecuaciones admitan
una solución explícita, o sea, una fórmula que exprese cualquier estado futuro en
función del inicial. Una solución explícita proporciona un atajo, un algoritmo simple
que precisa sólo el estado inicial y el tiempo final para predecir el futuro sin pasar por
los estados intermedios. La utilidad de la solución o de la imagen que así se obtiene
reside en la posibilidad de representar el comportamiento del sistema en forma
geométrica. Un espacio hipotético que tiene tantas dimensiones como el número de
variables necesarias para especificar un estado de un sistema dinámico dado. Algo así
como el espacio de lo posible. No son exactamente los estados que ocurren, son
también los que podrían haber ocurrido. Un péndulo con rozamiento, por ejemplo,
termina por detenerse, lo que significa que la órbita o trayectoria se aproxima a un
punto en el espacio de configuraciones o también llamado espacio de fase. Dicho punto
no se mueve: está fijo; por atraer a las órbitas próximas, recibe el nombre de atractor.
Algunos sistemas no tienden al reposo a largo plazo, sino que recorren periódicamente
una sucesión de estados. Un atractor es, grosso modo, a lo que tiende, a lo que es
atraído, el comportamiento de un sistema. Un sistema puede tener varios atractores. Si
así ocurre, diferentes condiciones iniciales pueden llevar a diferentes atractores. En el
caso de los asentamientos humanos o los centros urbanos, considerando la dinámica de
la interrelación social-espacial, las ciudades son atractores de la actividad (Dendrinos
1999).
Los éxitos en la obtención de soluciones explícitas en el caso de muchos sistemas
simples suscitaron la esperanza de que tales soluciones existieran para cualquier
sistema mecánico. Desgraciadamente, se sabe ahora que esto no es así, en general. El
comportamiento impredecible de los sistemas dinámicos “irregulares”, como los llamó
originalmente Edward Lorenz (1995) a los sistemas caóticos, no puede expresarse
mediante una solución explícita. Consecuentemente no hay atajos para predecir su
comportamiento. El espacio de configuraciones proporciona, no obstante, una
herramienta poderosa para describir el comportamiento de estos sistemas. El conjunto
de puntos que evoluciona hacia un atractor se llama su cuenca de atracción. Los
atractores caóticos actúan como multiplicadores que elevan las fluctuaciones
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Por otra parte, en contextos donde la dimensión fractal del riesgo es alta, se requiere
una mayor resolución de observación para poder apreciar la compleja variabilidad del
riesgo a nivel local. Estos son los contextos caracterizados por numerosos desastres
pequeños altamente diferenciados, aún cuando éstos sean provocados por un solo
suceso, como un gran terremoto. La diferenciación visible del riesgo aumenta según se
aumenta la resolución de observación, sobre todo en contextos donde la dimensión
fractal es muy alta (Maskrey 1998). Esto significa que no existe una respuesta adecuada
a la pregunta de qué efectos suceden en un contexto determinado, sin especificar la
resolución de observación y la dimensión fractal del riesgo.
Una estimación del riesgo en forma global sólo permite diferenciar niveles de riesgo
entre grandes regiones o países, por ejemplo. Según se aumente la resolución, es
posible visualizar mayores niveles de complejidad, pudiendo identificar las
diferenciaciones entre provincias, asentamientos humanos o ciudades, comunidades y
eventualmente entre hogares e individuos. En aquellos contextos donde el riesgo tiene
mayor dimensión fractal, mediante aumentos en la resolución se podría apreciar cada
vez más diferenciación. En aquellos contextos donde el riesgo tiene baja dimensión
fractal, existirá un limite donde al aumentar la resolución no se obtiene una mayor
diferenciación del riesgo de los componentes.
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
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Teoría Holística del Riesgo
que se produce más lo que se intercambia. Sólo el término producción tiene un signo
bien definido. Si se acepta la entropía como una medida del desorden, esta claro que los
sistemas aislados tienen una evolución condenada hacia el máximo caos, pero en
sistemas abiertos existe la posibilidad de una estructuración interior si la competencia
entre los términos del balance (producción y flujo) se resuelve favorablemente.
Por lo tanto, para desarrollarse o evolucionar, un sistema disipativo debe buscar
constantemente nuevos estados organizacionales y mantenerse en estados alejados del
equilibrio, lo que le permite transformarse en una entidad más compleja. Ambas
propiedades son fuentes de inestabilidad y por lo tanto de cambio potencial. La fuente
interna de la inestabilidad de un sistema disipativo reside en su capacidad o
propensividad de hacer detecciones de frontera. Los sistemas disipativos están
constantemente tratando de trasformarse, moviéndose de su estado actual de equilibrio
hacia algún estado alternativo. A menudo no reciben la energía del ambiente para
sostener su transformación evolutiva, pero cuando la detección coincide con un
repentino y sostenido incremento de energía, debido a su condición o estado alejado del
equilibro, pueden desestabilizarse. Una perturbación puede forzar el sistema a
abandonar su estado previo de referencia e iniciar su desarrollo hacia una nueva
configuración. En esta aproximación dada por Pregogine (1996), la racionalidad ya no
puede seguir siendo identificada con la “certeza”, ni tampoco la probabilidad con la
“ignorancia”.
La diferenciación de los seres vivos se consigue disipando más entropía de la que se
produce. Los sistemas vivos roban orden a su ambiente por medio de un flujo de
neguentropía. La misma termodinámica de los procesos irreversibles ofrece, entonces la
alternativa del orden por fluctuaciones y el concepto de estructura disipativa. Cuando
los sistemas se alejan mucho del equilibrio, la situación deja de describirse como una
prolongación lógica de dicho estado. Los sistemas dejan el llamado régimen lineal de la
termodinámica para entrar en el no lineal. En este régimen aparecen discontinuidades e
inestabilidades, el estado estacionario compatible con las condiciones que impone el
ambiente ya no es único y las fluctuaciones espontáneas –antes siempre condenadas a
regresar– pueden amplificarse y arrastrar los sistemas hacia nuevos e imprevistos
estados estables. Resulta pues muy interesante resaltar aquí la reconciliación entre azar
y determinismo. La descripción de un sistema con bifurcaciones implica la coexistencia
de ambos: entre dos bifurcaciones reinan las leyes deterministas, pero en su inmediata
vecindad de tales puntos críticos reina el azar. Esta rara colaboración entre el azar y
determinismo es un nuevo concepto de historia que propone la termodinámica
moderna: la esencia del cambio.
Este proceso evolucionario empieza con la apariencia de comportamiento
bifurcacional, que es un comportamiento fluctuante que envía el sistema a un
movimiento oscilatorio entre dos o más nuevos puntos de equilibrio posible. Estas
oscilaciones cíclicas indican que el sistema disipativo en cuestión se ha sea
desestabilizado y ha entrado en fase caótica. En este punto dos cosas pueden suceder: el
sistema se mantiene caótico, oscila siempre más rápidamente, y eventualmente se
destruye el mismo, o la fluctuación se amortigua tanto como el sistema se asienta en
una nueva configuración. Cuando esto ocurre el sistema se ha desarrollado, se ha
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matemático francés René Thom desarrolló una teoría sobre las singularidades
especiales, o catástrofes, de determinadas familias de funciones (Carreras et al. 1990).
Dominio Dominio No
Lineal Lineal
Su teoría, que cuenta con tantos adeptos como detractores, resulta ser una
herramienta útil en el estudio cualitativo de sistemas. La teoría de las catástrofes, o
teoría de la bifurcación, da la impresión de ser la teoría del caos. Sin embargo, la
primera es acerca de cómo cambian sistemas dinámicos estables cuando se altera el
sistema un poco y la segunda es acerca de sistemas más complicados donde a los
sistemas no es necesario alterarlos sino dejar que se desarrollen. Las dos ideas se
pueden combinar y pensar acerca de qué pasa con estados caóticos cuando el sistema ha
sido alterado un poco. Esta síntesis es la utilizada aquí para representar el proceso de
riesgo y desastre de un sistema socio-técnico que es el asentamiento humano bajo la
influencia de retroalimentaciones generadas con el ambiente natural. La teoría de las
catástrofes en el lenguaje de hoy ofrece el estudio del comportamiento de sistemas
dinámicos, que pueden tener uno o varios atractores. Cuando tienen varios,
dependiendo de las condiciones iniciales es posible terminar en un comportamiento
diferente. Una bifurcación puede conducir a un cambio de atractor, a uno desconocido,
o a ninguno. El límite del caos se encuentra donde la información llega al umbral del
mundo físico, donde consigue ventaja sobre la energía. La habilidad de reconocer la
presencia de caos presenta una ventaja estratégica en el comportamiento “adaptativo”
ante ese caos. En cada caso, será crítico identificar el grado de caos, distinguiendo entre
el “borde del caos” y el caos total.
La ciencia de la complejidad trata de la estructura y el orden. Orden surgiendo de un
sistema dinámico complejo; como por ejemplo: las propiedades globales que fluyen del
comportamiento general de la sociedad. La estabilidad, es decir la defensa de un
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
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Teoría Holística del Riesgo
Superada una distancia crítica del equilibrio, es decir cuando se tiene un alto grado
de vulnerabilidad, las ecuaciones cinéticas y fenomenológicas se hacen no lineales.
Hay más de una solución. Las soluciones se bifurcan, pero sólo una es la verdadera,
sólo una representa la realidad del sistema. La pregunta es ¿cuál? El azar decide.
Incluso una mínima fluctuación (antes irrelevante) decide ahora el futuro del sistema
macroscópico. Es la situación de alto riesgo, los sistemas dejan de adaptarse y tienden a
nuevos e imprevisibles estados por su alejamiento del equilibrio. El atractor en este
momento vigente caracteriza el riesgo, es decir, la posibilidad de cambio o mutación,
que en el sistema socio-técnico podría significar el desastre.
Para reducir la entropía, o el desorden, que se produce en los sistemas sociales es
necesario conseguir negentropía que intente reducir o al menos neutralizar el proceso.
Desde un punto de vista global, esto se traduce en un esfuerzo y un “coste” que debe
asumir la sociedad con el fin de evitar el aumento y la acumulación paulatina de la
vulnerabilidad. Actualmente la velocidad de los procesos de aumento de vulnerabilidad
supera la velocidad de los procesos de solución o intervención de la misma, y un cambio
de dirección significaría una “bifurcación” (Cardona 1999) o un nuevo paradigma cuyo
coste social seria relativamente igual o más alto al que causó la revolución industrial o la
revolución sanitaria en siglos anteriores. Infortunadamente, el coste social de no cambiar
la situación actual es también enorme y será cada vez mayor. Al respecto, miembros del
Club de Roma han planteado desde los años 1970 que el pago no equitativo del coste
social del proceso continuo de deterioro ambiental, que bien puede asimilarse al
planteamiento anterior, y los límites del crecimiento que se establecen en términos
ambientales, permiten proyectar escenarios factibles (estados del mundo) de colapso
global para este siglo que se inicia (Meadows et al. 1994).
Elegir un sistema significa definir la frontera que le separa de su entorno. Se trata de
una superficie real o ficticia, pero permeable en principio al paso de la información
(influencias) en sus dos sentidos: el sistema al entorno y del entorno al sistema. La
cantidad de información contenida en la fuente depende de su diversidad potencial de
comportamiento. Es la “complejidad del sistema”; primera cantidad fundamental. La
complejidad del entorno, es la “incertidumbre” del mismo; segunda cantidad
fundamental. La tercera cantidad fundamental es la “capacidad de anticipación” del
sistema que está relacionada con qué parte de la información emitida es recibida, es
decir de qué tan menor es el error: Esto significa que el sistema conoce bien su entorno.
El error inverso, cuanto menor sea, mayor influencia hay del sistema en el entorno; es
decir, se ve más afectado. Es la “sensibilidad del entorno”; cuarta cantidad fundamental
(Wagensberg 1998). Se trata de las mutuas influencias entre el asentamiento humano
(el sistema socio-técnico) y el ambiente natural. La complejidad del ambiente se
caracteriza por la incertidumbre que hay en la dinámica de sus influencias o sucesos
que pueden causar efectos en el sistema. Estos son flujos (recursos naturales) o
descargas de energía (terremotos, erupciones volcánicas, huracanes, etc.) que siguen
una ley potencial, ante los cuales el sistema debe anticiparse para beneficiarse,
mejorando su estructura y aumentando su complejidad (desarrollo social, urbano, etc.),
y adaptándose en forma preventiva para que la influencia de los sucesos naturales no le
sea nociva, mediante procesos de gestión del riesgo.
125
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
Ss – Ps = Ies [5.2]
Ue – He = Ise [5.3]
Ss – Ps ~ Ue – He [5.5]
126
Teoría Holística del Riesgo
Ps + Vs = 1 [5.6]
Ps = 1 – Vs [5.7]
He + Se = 1 [5.8]
He = 1 – Se [5.9]
Ss – 1+ Vs ~ Ue – 1 + Se [5.10]
Ss + Vs ~ Ue + Se [5.11]
los dos términos de la izquierda dela Ecuación 5.11 expresan la susceptibilidad interna
o intrínseca del sistema socio-técnico y su vulnerabilidad ante acciones externas. Es
decir, las condiciones de inestabilidad que determinan el potencial de crisis o desastre.
Es lo que aquí se le ha denominado: riesgo; el cual es función de los dos términos de la
derecha de la Ecuación 5.11, que expresan la incertidumbre interna o propia de
procesos dentro del ambiente y su sensibilidad ante las acciones externas que lo
afectan. Es decir, el potencial de sucesos o de agentes detonantes, que se le ha
denominado amenazas.
Cuando en el antagonismo del sistema-entorno se sortean todas las dificultades y se
consigue no violar la ley fundamental, entonces se dice que hay “adaptación”. El
sistema socio-técnico adecua su estructura para seguir siendo compatible con su
ambiente. El sistema se adapta. Cuando esto no es posible, cuando una perturbación
(fluctuación) en uno de los términos no puede ser absorbida por una respuesta de los
otros tres, la adaptación se rompe y el sistema entra en crisis: se presenta el desastre. El
sistema entonces, o bien se destruye, o bien cambia a otra nueva estructura; es decir, se
auto-organiza o se reconstruye con una mayor capacidad o defensa de su ambiente.
Sobreviene una bifurcación en cualquier caso.
El éxito del sistema socio-técnico se observa claramente en la historia a través de
estos conceptos: la sociedad y su unidad humana son cada vez más complejas. La ciencia
le provee de un poder de anticipación cada vez mayor –la prevención– y su tecnología le
asegura cada vez más independencia frente a los caprichos ambientales o fenómenos
peligrosos. Los sistemas disipativos son buscadores de pautas. Interaccionan con el
entorno, aprenden de la experiencia y, como resultado, se adaptan. Así, las adaptaciones
son un comportamiento determinista y las autoorganizaciones son comportamientos
indeterministas, como resultados positivos posteriores a una crisis. Los sistemas
disipativos, como los asentamientos humanos, pueden hacer compatible consigo mismos
127
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
128
Teoría Holística del Riesgo
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
representa un ajuste ante el desastre, que no es más que la respuesta ante el mismo. El
grado de coherencia alcanzado en dicha respuesta refleja la amplitud con que la
comunidad ha sido capaz de llevar a cabo las tareas para enfrentar las demandas urgentes
causadas por el impacto del fenómeno. La coherencia, según Comfort (1999) se puede
medir con el número, densidad y tipo de transacciones o interacciones realizadas entre las
instituciones involucradas durante las operaciones de respuesta. Según Priesmayer (1994)
dicha coherencia se puede estimar evaluando las diferentes funciones de respuesta ante
un desastre, lo que se puede estimar con el análisis de regresión logística no lineal
desarrollado por el mencionado investigador. Las figuras 5.2 y 5.3 ilustran dos casos en
los cuales hay y no hay un comportamiento caótico en funciones como la recuperación y
reconstrucción por entidades del sector privado y la evaluación de daños por parte de
instituciones públicas (durante un lapso de 21 días) en el desastre causado por el sismo de
1987 en el Ecuador.
VAR=recrcns
X Best k: 3.9550
Best x: 0.9000
k= 4.00
1.0 Last x: 0.6534
x= 0.37
.90
SSR= 1.089 .80
.70
Best k= 3.96 .60
Best x= 0.90 .50
SSTO= 20.00 .40
R2= 0.37 .30
F= 11.05 .20
SSR= 7.35 .10
Order = 1 of 1 0.0
Df= 1/19 k
SSE= 12.65 1.0 1.5 2.0 2.5 3.0 3.5 4.0
130
Teoría Holística del Riesgo
131
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
132
Teoría Holística del Riesgo
133
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
utilizando índices relativos, conjuntos difusos –fuzzy sets- y redes neuronales -neural
networks-. Este tipo de enfoque integral y multidisciplinar tiene en cuenta de manera
más consistente las relaciones no lineales de los parámetros del contexto, la
complejidad y dinámica de los sistemas sociales y ambientales y contribuye a la gestión
efectiva del riesgo por parte de las autoridades de protección civil y las comunidades;
actores fundamentales para lograr una actitud preventiva ante los desastres. Dicha
modelación (que se sale del alcance de estas notas) puede suscitar alguna controversia
desde una perspectiva reduccionista. Sin embargo, ante la complejidad del sistema
socio-técnico que se desea representar para modelizar el riesgo se prefiere una
respuesta “aproximada” a la correcta formulación del problema desde una perspectiva
holística –que necesariamente se tiene que hacer con cierta vaguedad– que una
respuesta exacta a la formulación “incorrecta” del problema, que de manera
reduccionista y fragmentada podría realizarse con cierta precisión.
134
PARTE 2:
GESTIÓN DEL RIESGO COLECTIVO
135
136
CAPÍTULO 6
Hasta principios del decenio de los 90 la práctica en el ámbito de los desastres fue
dominada por las actividades relacionadas con la preparación y la respuesta
humanitaria. La prevención-mitigación no fue la prioridad en la política pública y ni en
la acción social. Sin embargo, ante evidencia del notable aumento de las pérdidas
asociadas a los desastres y el inevitable incremento de la movilización de recursos para
la respuesta y la reconstrucción, se ha reconocido paulatinamente la importancia de
promover actividades de prevención-mitigación, entendidas éstas, en general, como la
reducción de riesgos. Desafortunadamente, en muchas ocasiones se ha tergiversado este
concepto promovido con mayor fuerza a partir de los principios de los años 90, debido
a la resistencia y al sesgo asistencial de algunas organizaciones. No es extraño, que aún
ahora, para referirse a la preparación y respuesta en caso de emergencia se emplee la
denominación mitigación o prevención de desastres. Esta ambigüedad se debe,
aparentemente, a la preponderancia que siguió teniendo el concepto de desastre y no el
de prevención en el sentido de reducir el riesgo. Hoy, no obstante, ya existe una
controversia y para algunos la reducción o mitigación de un desastre exige de la
existencia del desastre, al igual que cuando se habla de la ¡reducción de peso! En
efecto, con razón podría aceptarse que prevenir un hecho, como lo es un desastre,
podría ser contradictorio e incluso podría interpretarse como algo pretencioso; a parte
que puede seguir perpetuando la connotación de fenómeno natural con la que muchos
se confunden. Por esta razón, cada vez más se acepta como más conveniente el referirse
a riesgo que a desastre, dado que una vez entendido el concepto es más claro y efectivo
para efectos del objetivo de lo que se ha querido promover como prevención y
mitigación: la reducción del riesgo.
Paulatinamente se ha llegado a la conclusión de que el riesgo mismo es el problema
fundamental y que el desastre es un problema derivado. El riesgo y los factores de
riesgo se han convertido en conceptos y nociones fundamentales en el estudio y la
práctica en torno a la problemática de los desastres. Dicha transformación en las bases
paradigmáticas del problema ha sido acompañada por un creciente énfasis en la
relación que los riesgos y los desastres guardan con los procesos y la planificación del
desarrollo y, en consecuencia, con la problemática ambiental y la sostenibilidad del
desarrollo (Cuny 1994). Riesgos y desastres ya se visualizan como componentes de la
problemática del desarrollo y no como condiciones autónomas generadas por fuerzas
exteriores a la sociedad (Lavell 2000).
A raíz del cambio en el énfasis conceptual y la creciente importancia concedida al
riesgo a diferencia del desastre (a proceso y no a producto), el tema de la intervención
137
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
138
Política y organización para la Gestión
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
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Política y organización para la Gestión
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
Para mejorar la acción del Estado y la sociedad con fines de gestión de riesgos es
indispensable profundizar en el conocimiento de las amenazas naturales y de aquellas
causadas accidentalmente por el hombre, analizar el grado de vulnerabilidad de los
asentamientos humanos y determinar las áreas de riesgo, con el fin de identificar los
escenarios potenciales de desastre y formular las medidas para prevenir o mitigar sus
efectos mediante el fortalecimiento institucional y a través de las acciones de mediano y
corto plazo que se establecen en los procesos de planificación del desarrollo a nivel
sectorial, territorial y de ordenamiento a nivel municipal.
Para efectos de incorporar una actitud preventiva en la cultura y una aceptación de las
acciones de prevención del Estado por parte de la comunidad se deben desarrollar
programas de educación, capacitación e información pública, promovidos por las
entidades del sector educativo en coordinación con las entidades territoriales y las
entidades que promueven el desarrollo institucional. Se debe apoyar a los municipios en
la preparación de la población, mediante simulacros y otras actividades comunitarias. Así
mismo, es preciso suministrar información periódica a las autoridades municipales y
departamentales en relación con aspectos legales, técnicos y de motivación. Se debe
consolidar el programa de impulso a la adecuación curricular de la educación, asociando
los temas relativos a la prevención-mitigación de desastres con los de la educación
ambiental, teniendo en cuenta la identificación de los riesgos naturales y tecnológicos a
los cuales es vulnerable la población.
142
Política y organización para la Gestión
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
Esta política o estrategia de Estado involucra, desde una perspectiva moderna, cuatro
políticas públicas específicas distintas:
a) La identificación del riesgo (que comprende la percepción individual, la
representación social y la estimación objetiva);
b) La reducción del riesgo (que involucra propiamente a la prevención-
mitigación);
c) El manejo de desastres (que corresponde a la respuesta y la reconstrucción); y
d) La transferencia del riesgo (que tiene que ver con la protección financiera).
De lo anterior es fácil deducir, que ineludiblemente la gestión de riesgos es
transversal al desarrollo y que diversos actores sociales están necesariamente
involucrados en el proceso. En este sentido, la gestión del riesgo debe contar con unos
instrumentos que permitan lograr cumplir con sus objetivos. De acuerdo con la
experiencia de diversos procesos en diferentes países, se puede plantear que dichos
instrumentos a un nivel nacional podrían ser:
a) El Sistema Nacional de Gestión de Riesgos,
b) El Plan Nacional de Gestión de Riesgos,
c) El Plan Nacional de Emergencias,
d) El Sistema Nacional de Información para la Gestión de Riesgos,
e) El Fondo Nacional para la Gestión de Riesgos.
Cada instrumento de política tiene una función primordial que facilita conseguir los
objetivos de la misma. Estos instrumentos son indicativos y varían según las
características de cada país, provincia o municipio.
144
Política y organización para la Gestión
Aun cuando se formule un Plan de Gestión de Riesgos que incorpore los programas y
proyectos relativos a la prevención, mitigación y respuesta del Sistema, es fundamental
diferenciar mediante un Plan de Emergencias los procedimientos institucionales de
preparación, reacción y atención en caso de una crisis causada por un desastre. El Plan de
Emergencias se refiere a los aspectos operativos (protocolos y procedimientos) que deben
preverse y activarse por las instituciones en forma individual y colectiva, e indica las
particularidades de manejo de información, alertas y recursos desde los sitios de escena o
desde un Centro de Operaciones de Emergencia, sea este de orden municipal, provincial
o nacional. Un plan nacional de emergencias de un país pequeño puede ser similar a un
145
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
plan municipal de emergencias de una ciudad grande, sin embargo en general los planes
de emergencia tienen alcances diferentes a nivel de país, provincia o municipio. El
Apéndice IV ilustra un ejemplo de la estructura y los elementos del plan básico y los
anexos (tareas por grupos institucionales y procesos) de un plan de emergencia municipal
en una ciudad de Sudamérica.
146
Política y organización para la Gestión
147
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
148
Política y organización para la Gestión
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
En algunos países se han creado, en los últimos años, organizaciones de este tipo
cuyo propósito ha sido mejorar la coordinación entre el nivel nacional, provincial y
municipal, y entre los sectores no solo comprometidos con la preparación y respuesta en
caso de emergencia sino también con la prevención y la reducción del riesgo. A este tipo
de organización se le ha denominado “sistema” y, a diferencia de los modelos
tradicionales centralizados y basados en una entidad rectora, su estructura corresponde a
una red de instituciones que son coordinadas por entes focales en cada nivel (nacional,
provincial o departamental, municipal), orientando las actividades para la prevención y
atención de desastres en cada nivel territorial. En términos generales para que una
organización interinstitucional sea realmente un "sistema" es necesario que su estructura
corresponda a un modelo de entidades que para efectos de la prevención, la atención y
recuperación sean interdependientes, no obstante que conserven su autonomía en relación
con sus competencias y responsabilidades individuales sectoriales y territoriales. Sus
actividades y resultados deben ser sinérgicos, dado que en conjunto son más que la suma
de las acciones separadas de cada una de las entidades. Los niveles provincial,
departamental o municipal deben ser réplicas o versiones de la organización nacional, y
deben actuar en forma integrada, con el fin de garantizar flujos de información
coherentes y la ejecución de programas y proyectos, en forma vertical entre los niveles
territoriales y en forma horizontal entre los componentes de cada nivel, siendo éstos entes
gubernamentales, del sector privado u organizaciones de la sociedad civil. En otras
palabras, un Sistema de Gestión de Riesgos es la relación organizada de entidades
públicas y privadas que en razón de sus competencias o de sus actividades tienen que ver
con los diferentes campos relacionados con las labores de prevención y reducción de
riesgos y respuesta en caso de desastre. En este sentido es necesario conformar una red
institucional, coordinada por una instancia nacional con réplicas en las unidades
territoriales (Cardona 1994/96c).
Un sistema de esta naturaleza debe ser no sólo una organización abierta, dinámica y
funcional de instituciones sino el conjunto de orientaciones, normas, recursos, programas
y actividades de carácter técnico-científico, de planificación, de preparación para
emergencias y de participación de la comunidad; y su objetivo general debe ser la
incorporación de la gestión de riesgos en la cultura y en el desarrollo económico y social
de las comunidades. En lo posible, un sistema de gestión de riesgos debe ser instituido
con entidades del Estado ya existentes, en todos los niveles, y concebido para que sus
acciones se realicen en forma descentralizada. Este sistema debe llevar a cabo sus
actividades de gestión de riesgos de acuerdo con la orientación de un plan nacional, el
cual debe definir sobre diferentes ámbitos institucionales la formulación de programas,
subprogramas, actividades e instrumentos de gestión a nivel nacional, regional y local
mediante la concertación interinstitucional.
Al promover una organización descentralizada que respete la autonomía de los
componentes descentralizados, debe tenerse en cuenta que el nivel "gestor" por
excelencia es el local o municipal, que caracteriza al municipio o ayuntamiento como
entidad fundamental de la división político-administrativa. En contraste con la posición
preeminente y de primera línea que ostenta el municipio, las provincias (en algunos
países departamentos o estados) y las instancias nacionales deben reservarse para
150
Política y organización para la Gestión
aquellas situaciones, en las que por la naturaleza de la tarea, deban acudir en apoyo de los
niveles locales en ejercicio de los principios de concurrencia y subsidiariedad. Esta
configuración permite la democracia directa y participativa y una respuesta adecuada a
las condiciones concretas del actuar administrativo.
Es importante destacar que, si bien en cada estrato territorial (nación, departamentos,
municipios) están presentes las cinco funciones o “sistemas” funcionales que predica
Stafford Beer (Beer 1979/1981; Jackson 1990) para su Modelo del Sistema Viable, MSV,
(decisión, planeación, control, coordinación y ejecución), en algunos países donde el
proceso de descentralización ha sido mayor los municipios o ayuntamientos deben
asumir el mayor peso de la ejecución, no sólo en materias de gestión de riesgos, sino en
general en la gestión pública. Ahora bien, si los municipios son el nivel territorial con un
mayor contenido de competencias de ejecución (S.1 en la terminología de Beer), las
administraciones provinciales (departamentos o estados) se destacan como la instancia
coordinadora por excelencia (S.2) que deberán concurrir y apoyar a sus municipios si la
situación lo requiere. Igualmente sirven de puente entre las administraciones municipales
de su territorio y las instancias nacionales. Por último, la Nación, con sus diferentes
manifestaciones administrativas (Presidencia, Sector Central, entidades descentralizadas,
entidades de control externo), debe abstenerse, en lo posible, de ejecutar las tareas que
pueden afrontar los municipios en primer término y en un segundo plano las provincias.
Sus recursos deben canalizarse por el contrario hacia aquellas funciones que mejor
desarrolla un Gobierno central a saber: establecer políticas generales y tomar decisiones
atinentes a todo el sistema (en otros términos, dirigir, que corresponde a S.5 en la
nomenclatura de Beer); planificar para todo el sistema e integrar los esfuerzos de
planeación que suben desde las entidades territoriales, auscultando el entorno y el futuro
y estableciendo lazos con el suprasistema internacional (función S.4) y finalmente,
monitorear la pluralidad de administraciones seccionales y locales, manteniendo un
equilibrio entre los intereses limitados de esas administraciones, al tiempo que les
comunica las directrices generales y los resultados de la planeación (función S.3), como
ha sido identificada por Beer.
Aunque una organización de este tipo sólo puede darse dependiendo de las
circunstancias históricas y de democratización de cada país, el autor ha recomendado en
diferentes ocasiones a los organismos de cooperación técnica internacional, de crédito
para el desarrollo y algunos gobiernos, la creación o el impulso de sistemas de gestión de
riesgos que cumplan con principios fundamentales como la descentralización,
desconcentración, concurrencia, complementariedad y subsidiaridad institucional. Estos
sistemas deben estar conformados por entidades del sector público y privado relacionadas
con el tema, que lleven a cabo en forma organizada y descentralizada, a través de comités
regionales y locales, las actividades de la gestión no solamente desde el punto de vista
operativo sino también desde el punto de vista técnico, científico y de planificación de
acuerdo con el ámbito de su competencia. Un sistema interinstitucional para la gestión de
riesgos (prevención y atención de desastres), en que todas las instituciones tengan
definidas sus funciones y responsabilidades a nivel nacional, provincial y local. Uno de
los aspectos fundamentales de un sistema de estas características, como se mencionó, es
la clara función de las instituciones nacionales y provinciales como agentes
151
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
coordinadores y asesores de los niveles locales, donde juegan un papel primordial los
sistemas nacionales de planeación de cada país, como estructuras que le dan coherencia a
la política, y los municipios como entes ejecutores de la gestión. La figura 6.1 presenta
un esquema del Sistema Nacional propuesto para la República Dominicana en un
proyecto financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo BID.
Figura 6.1: Organigrama básico del sistema nacional de gestión de riesgos (prevención,
mitigación y respuesta – PMR) propuesto para la República Dominicana (Cardona, 2001), el cual
el Secretariado Técnico de la Presidencia STP juega el papel de coordinador nacional.
152
Política y organización para la Gestión
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
154
Política y organización para la Gestión
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
156
Política y organización para la Gestión
inversión tanto para el desarrollo técnico como organizacional es fundamental para lograr
que la base de conocimiento llegue a ser el foco que facilite el aprendizaje organizacional
continuo y la capacidad de la comunidad de monitorear su propio riesgo.
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
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Política y organización para la Gestión
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
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CAPÍTULO 7
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Identificación del Riesgo
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
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Identificación del Riesgo
En síntesis, para realizar un análisis de riesgo se deben seguir tres pasos: estimar la
amenaza o peligro, evaluar la vulnerabilidad y llevar a cabo la estimación del riesgo
como resultado de relacionar los dos parámetros anteriores (Taylor et al. 1998). Cambios
en uno o los dos parámetros modifican el riesgo en sí mismo.
Ahora bien, una vez valorado el riesgo y teniendo en cuenta que no es posible
reducirlo en su totalidad, para efectos de planificación, protección y diseño de obras de
infraestructura ha sido común que se defina un nivel de “riesgo aceptable”. El riesgo
aceptable, en general, son las posibles consecuencias sociales, económicas y
ambientales que, implícita o explícitamente, una sociedad o un segmento de la misma
asume o tolera, por considerar que son poco factibles y, usualmente, a cambio de un
beneficio inmediato. Desde el punto de vista técnico, corresponde a un valor de
probabilidad de unas consecuencias dentro de un período de tiempo, que se considera
admisible para determinar las mínimas exigencias o requisitos seguridad, con fines de
protección y planificación ante posibles fenómenos peligrosos.
Algunos autores distinguen entre riesgo “aceptable” y “tolerable”, indicando que un
riesgo que es tolerable podría no ser aceptable. Un riesgo puede ser tolerable cuando el
beneficio de convivir con él parece que excede el perjuicio que representa o porque
existe la confianza de que puede ser controlado apropiadamente. Tolerar un riesgo no
significa que este sea despreciable o que se pueda ignorar, sino más bien que es algo
que se debe estar revisando y se debe reducir en la medida de las posibilidades. Para
evitar confusiones en la terminología, en general, se asume que la definición de riesgo
aceptable incluye la definición de riesgo tolerable, es decir que un riesgo aceptable
también es tolerable. Es importante subrayar que una “evaluación” o estimación del
riesgo tiene implícito que el análisis del mismo se realiza teniendo como referente un
criterio de aceptabilidad, es decir tiene implícito que el análisis se realiza cotejando sus
resultados con respecto a un valor definido. En definitiva, una análisis de riesgo se
realiza solamente si se percibe que existe la necesidad de hacerlo.
Al igual que la amenaza, el riesgo también puede plasmarse en mapas. Estos mapas
pueden ser, dependiendo de la naturaleza de la amenaza, probabilistas o deterministas. En
este último caso, los mapas de riesgo representan un “escenario”, o sea la distribución
espacial de los efectos potenciales que puede causar un suceso de una intensidad definida
sobre un área geográfica, de acuerdo con el grado de vulnerabilidad de los elementos que
componen el medio expuesto. Estos mapas, no sólo son de fundamental importancia para
la planificación de la intervención de la amenaza o la vulnerabilidad, sino también para la
elaboración de los planes de contingencia que los organismos operativos de respuesta
deben realizar durante la etapa de preparativos para emergencias. Es importante observar
que un plan operativo elaborado con base en un mapa de riesgo puede ser mucho más
eficiente que si se realiza sin conocer dicho escenario, dado que un mapa de riesgo
permite definir procedimientos de respuesta más precisos para atender a la población en
caso de desastre.
Evaluar pérdidas futuras es algo incierto, razón por la cual ha sido usual que se
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
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Identificación del Riesgo
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
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Identificación del Riesgo
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
de los mismos. En ocasiones, las soluciones son rechazadas por las poblaciones debido a
que no corresponden a su propia lectura del riesgo o a su imaginario acerca de los
desastres.
Los llamados desastres naturales deberían ser entendidos como problemas aún no
resueltos del desarrollo, en el sentido de que no son sucesos de la naturaleza per se sino
más bien situaciones que resultan de la relación entre lo natural y la organización y
estructura de la sociedad. Las políticas de desarrollo urbano y regional, además de las
políticas económicas y sociales sectoriales en general no tienen en cuenta la problemática
del riesgo y en ocasiones están agudizando la vulnerabilidad. En pocos casos los
conceptos de prevención y mitigación han sido debidamente considerados en la
planificación del desarrollo de los países pobres.
Numerosos países han establecido organismos o sistemas gubernamentales para la
reducción de riesgos y preparativos para desastres que no han logrado resultados
efectivos, debido a la falta de voluntad política y a que su enfoque se ha dirigido
fundamentalmente hacia la respuesta y socorro en caso de emergencia y no hacia
ejecución en forma sistemática y orgánica de acciones de prevención y mitigación. Estos
organismos, en su mayoría, obedecen a modelos centralizados que no incorporan en
forma adecuada los niveles locales del poder, como son los gobiernos municipales, ni las
organizaciones comunitarias u otras manifestaciones de la sociedad civil.
Dentro del contexto del Decenio Internacional para la Reducción de los Desastres
DIRDN, durante los años 90, se promovió de manera explícita, que la prevención de
desastres debe ser una estrategia fundamental para el desarrollo sostenible (Kreimer y
Munasinghe 1991/92; Fundación Alemana para el Desarrollo Internacional 94). Sin
embargo, a pesar de los esfuerzos, subsisten notables vacíos en la gestión preventiva y en
la debida articulación entre las actividades de prevención y mitigación de riesgos con las
de la gestión y protección del medio ambiente; aunque sea evidente que para
compatibilizar el ecosistema natural y la sociedad que lo ocupa y explota, es necesario
dosificar y orientar la acción del hombre sobre el medio ambiente y viceversa.
La iniciativa del DIRDN tuvo la virtud, no obstante, de despertar la atención y el
interés de un amplio número de países, organismos internacionales y agencias donantes
en la temática de los desastres. Como producto de esta iniciativa, diversos gobiernos,
organizaciones e instituciones en el mundo impulsaron proyectos y programas que han
empezado a dar algunos resultados positivos en campos como el de la salud y la
educación y en la reducción de la vulnerabilidad de la infraestructura productiva; así
como en la formación de instituciones de carácter nacional y subregional y en la
producción y difusión de información técnico-científica. Queda la preocupación de lo que
está por venir, pues estos avances son tímidos y exiguos frente al empeoramiento de las
condiciones y factores que favorecen la ocurrencia cada vez más frecuente y más severa
de posibles desastres.
174
CAPÍTULO 8
175
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
176
Percepción del Riesgo
177
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
aunque en muchos casos puede intuirse, por problemas de tenencia de la tierra no existe
la posibilidad de que las comunidades involucradas tomen adecuadamente este tipo de
decisiones. La realidad indica que por falta de alternativas las comunidades más pobres
asumen consciente o inconscientemente en forma total el peligro y se ubican en las
zonas de mayor amenaza no sólo para explotar el suelo sino incluso para vivir allí. Por
esta razón, desde la perspectiva social se cuestiona el concepto de riesgo aceptable y se
plantea que más bien debería existir un nivel de “riesgo inaceptable”, que oriente las
prioridades de intervención y reducción del mismo por parte del Estado.
178
Percepción del Riesgo
deben ofrecer ciertas infraestructuras, como las presas, ante las amenazas a las que están
expuestas.
Diversos investigadores han mejorado los métodos estadísticos usados con el fin de
determinar el nivel de seguridad y confiabilidad en los códigos de construcción
(Cornell 1969; Hasofer y Lind 1974; Galambos y Ellingwood 1986; Galambos 1992).
Estos autores han definido el margen de seguridad, Y, como la diferencia entre la
resistencia (capacidad) de un elemento y la carga aplicada sobre el (demanda). A la
relación del valor medio de Y y su desviación estándar le han denominado el índice de
confiabilidad, β (o el inverso del coeficiente de variación de Y). De esta manera, la
probabilidad de que cualquier elemento particular de una estructura sea sobreesforzado
durante su vida útil es una función de β y de la distribución de Y. La forma de esa
distribución es típicamente difícil de determinar, sin embargo, si al menos se conoce β
ya se tiene una medida relativa de seguridad. Galambos y Ellingwood encontraron que
β en edificios existentes para cargas en condiciones no sísmicas varía entre 3.0 y 4.0. Si
Y obedeciera a una distribución normal, estos valores podrían corresponder a las
probabilidades de fallo entre 1.3*10-3 y 3.2*10-5 por elemento estructural durante una
vida de diseño de 50 años. Ellos recomiendan para cargas sísmicas un β de 1.75,
equivalente (asumiendo una distribución normal) a una probabilidad del orden de 0.04
de que el elemento sea sobreesforzado por el sismo de diseño. Este índice de
confiabilidad β se refiere al fallo típicamente definido en el contexto de las cargas
sísmicas como una fractura, más que una plastificación o cedencia. El sobreesfuerzo de
un componente individual es considerado como un daño peligroso para la vida, pero no
es equivalente a la probabilidad de víctimas per se. Hay otras formas de estimar el
riesgo de muerte, el cual después de todo es el punto de interés. El bajo valor de β para
cargas sísmicas se debe al alto costo relativo que, en relación con otras cargas, significa
llevar a cabo el diseño de un edificio para resistir terremotos sin daño y a que es posible
conseguir un mayor factor seguridad contra el colapso usando un detallado dúctil
(Porter et al. 1998).
Las normas NEHRP de los Estados Unidos (BSSC, 1991) toleran los siguientes
niveles de riesgo en un edificio, dado el sismo de diseño: 1% de probabilidad de daño
peligroso para la vida, 0.1% de probabilidad de colapso y 0.01% de probabilidad que
cualquier ocupante pierda la vida por el daño estructural ocurrido. El riesgo anual para
una persona de morir por un terremoto equivale aproximadamente a una probabilidad
de 1.0*10-6. Para un ocupante de un edificio de oficinas, es decir expuesto 45 horas a la
semana, o sea el 27% del tiempo, el riesgo es 0.28*10-6 por año. Este riesgo es asociado
sólo al colapso estructural y no tiene en cuenta otras causas de peligro que se puede
presentar por un sismo; como incendios por ejemplo.
Es importante destacar que en regiones de baja sismicidad algunos códigos han
empezado a considerar intervalos de retorno más largos que 475 año para el sismo de
diseño. Este período es muy corto para capturar el alto potencial de víctimas en
regiones de baja o moderada sismicidad, pero donde existe un potencial importante de
que se presenten terremotos catastróficos. Como resultado, el criterio de diseño basado
179
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
Figura 8.1 : Riesgo tolerable como una función de la severidad (Helm, 1996)
Con base en esta observación se propone que el riesgo se divida en cuatro regiones:
a) Intolerable. Corresponde a la región donde la alta frecuencia de sucesos y severidad
de sus consecuencias exceden la aceptabilidad local del número de muertos por
180
Percepción del Riesgo
accidentes industriales u eventos similares. En esta región, “el riesgo no puede ser
justificado excepto en circunstancias extraordinarias”
b) Posiblemente injustificable. El riesgo es “tolerable sólo si su reducción no es
práctica o si su costo es desproporcionado en relación con el mejoramiento
logrado”. Esta región es la parte alta de una franja a la cual se le denomina ALARP
(as low as rasonably posible), que significa que el riesgo es tolerado en la medida
que se toman medidas prácticas razonables para reducirlo.
c) Región baja de ALARP. En esta región el riesgo no es despreciable, pero es
“tolerable si el costo de su reducción puede exceder en mucho el mejoramiento
obtenido mediante medidas de mitigación”.
d) Ampliamente aceptable. En esta región por debajo de la línea de “despreciable”, los
valores de frecuencia y severidad son lo suficientemente bajos para ser
considerados despreciables.
Gráficos similares ya habían sido propuestos previamente por Starr (1969, 1972) en
sus discusiones del método de “preferencia revelada” para determinar el riesgo
aceptable. Starr postuló que el riesgo aceptable decrece con el incremento del número
de personas expuestas; aspecto que algunos códigos de construcción lo tienen en cuenta
definiendo restricciones adicionales o complementarias en el caso de edificios que
alojan un amplio número de personas pero, usualmente, sin cambiar los niveles de
demanda sísmica.
El enfoque del costo óptimo para riesgo mínimo requiere de la valoración
económica explícita de la vida. Al respecto no hay un acuerdo general y por el contrario
ha existido una amplia discusión por la subjetividad de dicha valoración e inclusive se
han hecho acuerdos institucionales para abstenerse de realizar este tipo de valoraciones.
Otros enfoques se han orientado, más bien, a utilizar un valor construido en términos
del costo que significa evitar la pérdida de una vida. Howard (1980/89) presentó una
elegante alternativa para intentar valorar la vida. Propuso, en vez de valorar las
pequeñas probabilidades de morir, usar un método que, según este investigador, todas
las personas comparten. En su trabajo sobre “microriesgos”, en análisis de decisión
médica, Howard propone dos unidades de medida del riesgo de morir: el
“micromuerto” (µmt), o una probabilidad de 10-6 de morir; y la “microamenaza” (µhz),
como una probabilidad anual de 10-6 de morir a causa de un peligro continuo.
Argumenta, que para el riesgo de morir por un incidente individual hasta de 0.1%, las
personas ubican un valor más o menos constante. La figura 8.2 ilustra este punto e
indica el pago que una persona hipotética podría requerir para aceptar el riesgo de morir
p, como también el pago que estaría dispuesta a realizar para evitar el riesgo de morir p.
La primera se refiere al pago que un individuo requeriría para aceptar un riesgo
adicional por encima del que comúnmente enfrenta, por ejemplo, para aceptar un
trabajo inusualmente peligroso. La segunda, se refiere al dinero que un individuo
voluntariamente pagaría para eliminar el riesgo que ya está integrado a su vida. Un
ejemplo, podría ser el pago que se realiza por un airbag opcional en un nuevo coche.
181
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
Figura 8.2 : Pago para aceptar o evitar el riesgo de morir p (Howard, 1989)
Las curvas divergen cerca de 1 000 a 10 000 µmt. Por encima de este nivel, se
pierde la habilidad de pagar más para evitar riesgo adicional y ninguna cantidad de
dinero puede inducir a las personas a aceptar un mayor riesgo de morir. Sin embargo,
por debajo de aproximadamente 10 000 µmt, como es el caso de la seguridad sísmica,
las curvas coinciden y son lineales.
182
Percepción del Riesgo
Figura 8.4 : Valor en dólares de Microamenaza por US$ 10,000 de consumo anual
como una función de la edad y el sexo.
183
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
184
Percepción del Riesgo
que es necesario combinar los resultados de los análisis probabilistas con apreciaciones u
otras valoraciones cualitativas que dependen en la mayoría de los casos de la percepción
del riesgo, teniendo el cuidado de identificar la heurística y los sesgos que puedan estar
asociados a las apreciaciones individuales y colectivas de la población. En realidad el
nivel de riesgo aceptable no es constante; depende de muchos factores. Incluido, qué tan
controlable es el riesgo y la distribución de los costos y beneficios asociados a dicho
control.
La sociedad, la gran masa de gente, toma sus propias decisiones con base en
información fragmentada y proveniente de muchos puntos de vista diferentes. La gente,
tanto de manera individual como colectiva, simplemente no percibe la amenaza o el
riesgo de una manera cuantitativa: la sociedad esta fuertemente influenciada por
dirigentes a quienes se les puede creer. Si los dirigentes pueden ser influenciados por
estudios técnicos, la sociedad también se verá influenciada por ellos indirectamente
(ATC 1978). Este es el fundamento sobre el cual descansan la mayoría de las normas de
construcción sismorresistente y el argumento de las ciencias aplicadas, en cuento a que el
nivel riesgo aceptable debe ser definido por expertos en el estudio de las amenazas y el
comportamiento de los sistemas sometidos a la acción de los fenómenos que las
caracteriza. Sin embargo, con frecuencia los tribunales se convierten en los jueces finales
de sí una acción propuesta para reducir el riesgo es aceptable o no. La lección que se ha
aprendido es que hay que equiparar la severidad de los reglamentos con la severidad del
riesgo. Los tribunales se ciñen al principio de la persona que intenta racionalmente lograr
este equilibrio y utiliza información para respaldar el hallazgo del equilibrio apropiado.
La definición de fuerza mayor o caso fortuito se ha utilizado en las legislaciones para
exonerar responsabilidades o eximir de culpabilidad. En términos legales, un acto fortuito
o de fuerza mayor es un suceso sobre el cual no se tiene control. Se supone que es una
causa ajena que obligatoriamente rompe el nexo causal y por lo tanto puede aceptarse
como un factor de exoneración de responsabilidad. Se da cuando el daño no es imputable
físicamente al presunto responsable, tampoco lo es a un tercero y menos a la propia
víctima. Ocurre por un hecho de nadie, por azar, por un hecho de la naturaleza. Se
plantea como un imprevisto que no es posible resistir y por lo tanto es un suceso
liberatorio de responsabilidad.
Sin embargo, aunque en cierto sentido algunos fenómenos no puedan ser controlados,
el estado del conocimiento actualmente permite que muchos de ellos puedan ser
pronosticados y que sus efectos, bajo ciertas circunstancias, puedan ser mitigados o
prevenidos parcialmente. Por esta razón, dentro de la legislación de algunos países, este
argumento ya no es aceptado para la defensa en casos de desastres, incluidos los
terremotos (AIS 1998). De hecho, para que exista la figura jurídica de fuerza mayor o
caso fortuito, son necesarios comúnmente dos requisitos:
185
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
a) Que el suceso sea irresistible, lo que no significa que pueda admitirse como tal la
circunstancia de que sea difícil superar esa irresistibilidad o que sea muy oneroso
lograrlo.
b) Que el suceso sea imprevisible, lo que implica total imposibilidad de pronóstico.
Indicios o previsiones imprecisas ya significan cierto grado de previsibilidad.
En muchas legislaciones se dan como ejemplos de este tipo de hechos a sucesos de la
naturaleza, por lo cual no es extraño que la definición de desastre natural haya sido
acomodada a la definición de fuerza mayor. Se reconoce, bajo esta figura, que obran
circunstancias no atribuibles al actuar humano y por lo tanto que no existe posibilidad de
culpa. Se argumenta que sin voluntad no hay culpa, la cual es y sigue siendo la piedra
angular del sistema de responsabilidad. Dicha responsabilidad se inicia con la
constatación de la existencia de un daño y de un nexo causal entre ese daño y un hecho
generador del mismo, que prosigue con la atribución de ese hecho generador a un agente
(encontrando culpa). Se cierra este circuito de la responsabilidad con el reconocimiento
de la responsabilidad en cabeza del culpable, cuya responsabilidad conducirá a un
resarcimiento. Este planteamiento se funda en el principio rector de que no existe
responsabilidad sin culpa, que fue aceptado hasta el siglo XIX (Wiesner 1991).Sin
embargo, en el último siglo, la ocurrencia de “accidentes mayores” aceptados como
estadísticamente inevitables, derivados de la concurrencia de nuevos factores, como la
tecnología y por la exacerbación de factores existentes, como la urbanización acelerada, y
la acción del hombre han conducido a las figuras de:
a) Negligencia o culpa negativa, que implica que existe la posibilidad de daño tanto por
omisión como por acción.
b) Presunción de culpa, que se establece por daños inferidos, por acción de personas a
cargo o por cosas inanimadas o energías.
Estos planteamientos de manera implícita involucran la vulnerabilidad, que muchas
veces ha sido creada, acumulada o estimulada, incluso, por agentes que deben garantizar
la seguridad o protección. Visto de esta forma, habría circunstancias atribuibles al actuar
humano o nexos de culpabilidad y responsabilidad. En ese sentido ¿qué tan responsable
es el Estado por los desastres? La respuesta depende de la previsibilidad de tales
situaciones y sobre todo de la posibilidad del Estado de evitarle daños a sus súbditos. La
posición durante años ha sido y sigue siendo en muchos lugares –por conveniencia de
muchos gobernantes– que la prevención de desastres está más allá de las funciones y
responsabilidades del Estado. Es la razón por la cual se sigue relacionando también
intencionalmente el concepto de desastre con la figura jurídica de la fuerza mayor o el
caso fortuito.
Tradicionalmente, las instituciones del Estado han sido protegidas por una inmunidad
derivada del principio inglés de que “El rey hace, no se equivoca” y de que el hacedor de
las leyes no puede ser procesado por las leyes creadas por él. Sin embargo, dicha
inmunidad en la mayoría de los países se ha disminuido en forma significativa. En
Estados Unidos, la ley explícitamente acepta inmunidad para las entidades del Estado y
sus funcionarios sólo durante situaciones de emergencia declaradas. Los actos fortuitos o
186
Percepción del Riesgo
de fuerza mayor, denominados “Actos de Dios” sólo pueden ser utilizados para la
defensa en dos situaciones muy limitadas:
a) Si el suceso fue de tal tipo o magnitud que pueda demostrarse que no era posible
preverlo o pronosticarlo y que no se obró en forma negligente en relación con la
manera como se debe actuar en caso de un suceso previsible; o
b) Si siendo el suceso previsible se demuestra que se tomaron todas las medidas
consideradas como “razonables” para prevenir sus efectos, a pesar de que se
hayan producido daños.
Un proceso judicial de responsabilidades por negligencia u omisión de esta naturaleza
usualmente involucra tres pasos:
a) El análisis de decisiones previas o juicios que hayan tratado casos similares, o
jurisprudencia, con el fin de conocer como la sociedad expresó su actitud en el
pasado;
b) La evaluación de varios puntos de vista acerca de las pruebas que soportan la
evidencia, que puede ser doctrina, lo cual pretende encontrar posibles argumentos que
desacrediten o fortalezcan la demanda; y
c) El juicio de los valores comparativos mediante el peso de las evidencias presentadas
por las partes, lo que debe permitir, de acuerdo con la preponderancia de la evidencia
o con la versión más probable de los hechos, la decisión final del proceso.
Ahora bien, la paulatina migración de la visión “atencionista” o de respuesta a los
desastres hacia el enfoque de la prevención-mitigación o gestión del riesgo, que no sólo
involucra la preparación para emergencias sino la reducción de la vulnerabilidad, ha
respaldado la necesidad de hacer ajustes a la legislación para armonizarla con las nuevas
concepciones. La “responsabilidad por riesgo”, sin duda, favorece la discusión de nuevas
teorías como las del “riesgo creado” que se alejan de la culpa. Desde la perspectiva del
riesgo tecnológico, por ejemplo, es fácil visualizar que se corre con la responsabilidad
por daños causados en ejercicio de un riesgo. Se trata de la responsabilidad sobre alguien
que no ha cometido falta. Se responde por lo que sucedió, no por lo que se hizo o se dejó
de hacer. A este tipo de enfoque se le ha denominado recientemente: responsabilidad
objetiva.
Las experiencias en varios países y la responsabilidad que usualmente establece la ley
deben ser motivo de reflexión acerca del tipo de estudios que se realizan para estimar la
amenaza, la vulnerabilidad y el riesgo. Afirmaciones de orden técnico como “evento
máximo probable” o “sismo de diseño”, por ejemplo, y el papel de los evaluadores del
riesgo, los funcionarios y por lo tanto de las instituciones encargadas de la prevención y
mitigación deben revisarse. Algunos interrogantes, por ejemplo, para la discusión podrían
ser los siguientes:
¿Qué significa alto, medio y bajo en términos de amenaza y riesgo y quién debe
decidir dichos calificativos y su respectiva asignación a una zona?
¿Qué responsabilidades se asumen cuando se traza una línea divisoria entre dos zonas
de amenaza o riesgo consideradas como diferentes para efectos de reglamentación?
187
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
¿Cómo se debe pesar la posibilidad de una falsa alarma con la posibilidad de exponer
a una comunidad cuando existen elementos de predicción?
¿Qué implica no informar a la población acerca del grado de amenaza o riesgo al cual
ella está sometida o simplemente informarle y no proporcionarle las medidas de
prevención?
¿Qué implica desestimar o sobreestimar una amenaza no por deficiencia en la
información sino como consecuencia de la falta de conocimiento o actualización
académica?
Acciones u omisiones en relación con estos y otros interrogantes tienen implicaciones
jurídicas. Podrían significar responsabilidades contractuales y extracontractuales, de
resultado o de medio, directa o indirectamente, que según lo establezca un juez civil
podrían tener implicaciones tales como la reducción del patrimonio. En varios países, si
el Estado llega a ser declarado culpable por acción u omisión de un servidor público, éste
le repite al empleado que cometió la falta. También, podrían configurar un delito culposo,
por negligencia o imprudencia; caso en el cual la responsabilidad es penal y puede
significar prisión, arresto o multa.
Aparte de responsabilidades desde el punto de vista jurídico, estas circunstancias
también podrían tener implicaciones éticas y morales, si existen códigos de ética
profesional y según sean los principios y valores de las personas involucradas. En el
primer caso, se pueden llegar a establecer amonestaciones, suspensiones, la pérdida de la
licencia profesional o sanciones disciplinarias. En el segundo, no existen consecuencias
externas, por tratarse de una responsabilidad subjetiva o de conciencia. Sin embargo, en
ambos casos es necesario destacar que la mejor forma de promover la prevención-
mitigación es lograr que se actúe con rigor profesional, convicción y convencimiento a la
hora de aplicar los criterios técnicos o administrativos con fines de protección de la
sociedad. Desafortunadamente, en muchos lugares, esta actuación no ha sido la regla sino
la excepción, en lo que se refiere a la reducción de riesgos. La no aplicación de los
requisitos y exigencias mínimas de sismorresistencia y de la falta de supervisión y control
de calidad, por ejemplo, han sido claramente la causa de innumerables desastres en
muchos países donde existen normas y códigos de construcción adecuados y modernos.
Las implicaciones jurídicas de las acciones u omisiones de los funcionarios o
empleados de las instituciones involucradas en la evaluación y reducción de las amenazas
y riesgos son aspectos de especial relevancia. Sin embargo, se han dado casos en que la
responsabilidad se diluye socialmente en situaciones en que incluso existen serios
indicios de negligencia u omisión de los evaluadores y los funcionarios. No es extraño
que entidades del Estado encargadas de evaluar la amenaza, la vulnerabilidad y el riesgo
no lo hagan o se limiten a utilizar estimaciones poco rigorosas. De igual forma, y más
grave aún, no es tampoco extraño que entidades competentes, que tienen a cargo la
reducción de la vulnerabilidad y el riesgo, no formulen ni ejecuten debidamente las
mínimas medidas de prevención-mitigación para proteger a la comunidad. Se han dado
casos incluso de excusas extravagantes, como por ejemplo la “Ira Divina” o el fatalismo,
mediante las cuales funcionarios y autoridades gubernamentales mezquinas han evadido
la culpabilidad de errores crasos o han justificado la falta de prevención de desastres.
188
Percepción del Riesgo
189
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
también porqué es y ha sido tan difícil hacer prevención de desastres; es decir, cuáles
son los obstáculos que la limitan o que impiden que la comunidad tenga una actitud
proactiva hacia ese objetivo. A manera de reflexión se pueden plantear, entre otras
causas de fondo, las siguientes:
Subestimación del riesgo: Aun cuando se han realizado estudios cuidadosos acerca
de la percepción del riesgo (Dabrek 1986; Mileti 1996), no hay aun una teoría que
pueda hacer afirmaciones concluyentes acerca de cómo la población en forma
individual o colectiva tiene una lectura del riesgo. Se puede afirmar que en general los
“imaginarios” varían notablemente de un sitio a otro o de una comunidad a otra. Sin
embargo, excepto en el caso de personas fatalistas, que leen adversidad incluso en
aspectos que no la reflejan, en general se puede decir que existe una aversión instintiva
al riesgo, que se traduce en una subestimación o negación implícita de las personas a
verse involucradas en situaciones de peligro. Tal como se mencionó previamente, el
riesgo, se percibe para los demás y en muchas ocasiones, curiosamente, se rechaza o se
minimiza sin fundamento hacia sí mismo; particularmente en relación con las amenazas
de la naturaleza.
Esta situación, a pesar del interés implícito de la sociedad en su seguridad, hace que
sea necesario realizar esfuerzos más que notables para hacer tomar conciencia sobre los
diferentes peligros e interiorizar una disposición preventiva que se manifieste
explícitamente en las actividades de la sociedad. Los programas de información pública
en relación con la gestión de riesgos exigen cuidadosas estrategias de divulgación y
manejo de mensajes, debido a la no linealidad de la percepción de la comunidad. No es
extraño que en el caso de campañas intensas o ambiciosas de información el público
reaccione negativamente por considerar innecesarias, alarmistas o exageradas las
apreciaciones y recomendaciones de las instituciones.
Hacer evidente el riesgo y lograr un cambio de actitud de la población es una tarea
difícil y exige un cuidado especial. Es muy común que las entidades relacionadas con la
prevención de desastres y atención de emergencias tengan innumerables instrumentos
de divulgación, que comúnmente se utilizan a la hora de evaluar su desempeño, pero
que no llegan a cumplir su objetivo. A parte que en la mayoría de los casos se centran
en el hecho, es decir en el desastre, y no en la causa, es decir el riesgo, pocas veces se
hacen sondeos para averiguar acerca de su cobertura, su recepción y entendimiento. En
general, la mayoría de la información pública que se realiza se dirige a dar
recomendaciones sobre el comportamiento que debe asumir la población en caso de
emergencia, sin hacer en forma previa una debida interiorización del riesgo en el
público.
Por otra parte, aun cuando la descripción de los fenómenos que pueden causar
desastres es un tema ineludible a la hora de comprender el riesgo, es muy común que
no se hable de la vulnerabilidad y sólo se mencione como causa de los desastres a las
amenazas. Esta situación favorece que se entienda como riesgo la posibilidad de que
ocurra un fenómeno intenso, que usualmente se interpreta como algo contra lo cual no
es posible de hacer nada para evitarlo. Este tipo de situación es más contraproducente
que lo que aparentemente parece, si lo que se desea es lograr hacer tomar conciencia
190
Percepción del Riesgo
acerca del riesgo. Pues ante lo que no es posible intervenir o es inevitable, el público
asume usualmente una actitud pasiva y de resignación.
Nuevos enfoques de educación formal, capacitación e información pública son
necesarios que expliquen y permitan identificar la vulnerabilidad como causa del riesgo
y por lo tanto del desastre. Es necesario que las personas tomen conciencia que el
riesgo es posible intervenirlo o modificarlo al reducir las condiciones de vulnerabilidad
y comprender que los fenómenos de la naturaleza son amenazas en la medida en que
los asentamientos humanos son vulnerables.
Ineficiencia de la burocracia: Las crisis y los desastres son tiempos de prueba no
sólo para las personas sino para el Estado, ya que en esas circunstancias salen a relucir
todas las debilidades de su estructura. Sin ánimo de darle un tratamiento peyorativo, se
puede definir a la burocracia como el conjunto de los cuadros administrativos del
Estado. Burocracia es sinónimo de rutina, de solución de problemas mediante la
aplicación de procedimientos. El patrón de los sistemas burocráticos es la rutinización:
la experiencia y la memoria de la administración se construyen a través de la reiteración
de sus procedimientos. La burocracia en todos los casos trata de crear precedentes. Esta
línea de conducta funciona bien en los casos de la vida cotidiana, no así en los casos
únicos. Se puede decir que la burocracia está preparada para funcionar dentro de la
normalidad y no en situaciones en las que se espera una respuesta intensiva y especial
(Rabin 1978). Al respecto, Wiesner (1991) propone que el desastre es la “antítesis” del
Derecho (las leyes), pues representa la anormalidad, el desajuste y ruptura del
funcionamiento rutinario de la sociedad y la acción de la burocracia. Plantea que el
desastre al implicar, en muchos casos, un régimen de “excepción” ratifica la dificultad
que tiene la burocracia para enfrentar la crisis.
Lo primero que hace cualquier administración frente a brotes de anormalidad es
tratar de integrarlos dentro de algún procedimiento administrativo, coercitivo o un
procedimiento de respuesta (planes de emergencia o contingencia, cuando existen). Es
decir, en un procedimiento –que usualmente es desconocido– dentro del cual se pueda
enmarcar la situación y a los participes de la misma. Se tiene, entonces, que el
tratamiento rutinizado que caracteriza a la burocracia es a menudo inadecuado en
relación con las situaciones de desastre o de emergencia.
El tema de la burocracia lleva a un punto fundamental: el precedente. Para cada
situación de desastre existen precedentes. Sucesos múltiples en el pasado, bien
registrados y analizados. La historia puede ser vista como un registro de calamidades.
Si bien existen siempre precedentes de estas situaciones en un contexto histórico, es
decir ex post facto, para los participantes inmediatos del desastre o para quienes lo
padecen no existe usualmente ningún antecedente de lo que está sucediendo. En el caso
del desastre de Armero por la erupción del Volcán Nevado del Ruiz en Colombia, por
ejemplo, se conocía de dos erupciones previas, la segunda de ellas en 1845, esto es, 140
años antes de la tercera y fatídica de 1985 que causó la muerte de cerca de 20 000
personas. Sin embargo, para los pobladores del Armero moderno tales erupciones no
existían, como no existieron para los burócratas, aferrados a sus procedimientos
rutinizados de manejo de emergencias y de informes periódicos. Ambos grupos dejaron
de ver el peligro creciente e incluso no sintieron la emergencia del momento: no existió
191
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
gestión del riesgo. Se actuó como si la población y el volcán acabaran de nacer, sin
historia, sin los ejemplos del pasado. Algo se interpuso entre la población inerme,
desprotegida, y su salvación. Aparte de que se puede argüir negligencia gubernamental,
pues se entendía el peligro y se lo calibraba, el pueblo hizo caso omiso de las señales
que les estaba ofreciendo el fenómeno. El pueblo desoyó los avisos de la naturaleza
para atender los consejos tranquilizadores de las autoridades y los medios de
comunicación. A Armero la condenó su credibilidad en la ciencia y en la autoridad; su
confianza en el Estado, en ese derecho que aquí se confronta con el desastre. Esta
hipótesis esta en línea con el planteamiento de que es posible que los desastres sean
previsibles de una manera teórica pero para las víctimas se presentarán sin aviso, como
si nunca hubieran ocurrido hechos similares. Para ellas la historia empieza ahí, en su
infortunio. La psique individual y colectiva se niega a creer en el riesgo para asirse a un
remedo de normalidad (Wiesner 1991).
Es importante poner de relieve ese valor que en el desastre resulta vulnerado en
mayor o menor extensión: la seguridad. La seguridad que tiene todo individuo de
pertenecer a una comunidad organizada, a un sistema en el que todo o casi todo esta
previsto; donde el riesgo a que esta expuesto debería ser mínimo. En efecto, el
ciudadano no espera que el piso se abra bajo sus pies, el campesino asume que la
montaña en que se encuentra jamás se moverá. En general, el ciudadano promedio
milita en las filas de los confiados, y lo hace así bien sea por la instintiva aversión al
riesgo o bien porque considera al medio artificial creado alrededor de él como un
cascarón seguro. La idea de que siempre habrá una autoridad en la cual apoyarse para
encontrar algo de tranquilidad. La función de sistema legal es la de preservar un sentido
de comunidad contra la amenaza de desorden y desintegración. El Estado debe
mantener su existencia y además mantener el tejido social. Sucede, sin embargo, que el
desastre constituye un desafío a la acción integradora y defensiva del Estado, pues deja
temporalmente sin vigencia ese resultado de la acción del mismo cual es la seguridad
ciudadana.
Esto podría explicar, por una parte, por qué los esquemas burocráticos
(irónicamente para responder ante emergencias) o modelos convencionales de
protección o defensa civil –a pesar de sus esfuerzos de preparar planes de emergencia,
simulacros y activar procedimientos de respuesta institucional– en muchos casos sean
desbordados en su eficiencia y actúen lentamente ante las exigencias de un desastre. Y
por otra parte, por qué se generan típicamente fuertes críticas del público contra las
instancias competentes del Estado en atender emergencias y llevar a cabo la
recuperación de la comunidad. No es extraño que después de un desastre, como si fuera
la solución, sean destituidos los directivos o funcionarios públicos encargados de estas
instituciones, por conveniencia política.
Por todo lo anterior, es necesario revisar a fondo los modelos de organización
institucional en materia de desastres y emergencias y la legislación en que se sustentan.
Los esquemas burocráticos tradicionales tienden a ser ineficientes y poco efectivos. Sus
funcionarios casi siempre serán superados y no sabrán actuar debidamente, por lo cual a
pesar de sus buenas intenciones sufrirán críticas por la insatisfacción del público. El
común de la gente y los medios de comunicación usualmente no comprenden la
192
Percepción del Riesgo
193
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
Sin embargo, existe una luz en el túnel. Aunque en algunos sitios el público conoce
que se ha logrado aumentar la esperanza de vida y se tienen avances en el control de las
enfermedades, ante el desarrollo tecnológico y sus peligros “misteriosos”, la aparición
de nuevos virus, el aumento de la vulnerabilidad y el “cambio de naturaleza” de los
riesgos, el público ya ha empezado a preocuparse por los riesgos. El cambio más
profundo es el entendimiento de que los muertos y los heridos y, en general, que los
desastres no son causados por actos divinos, sino por causas factibles de evitar y para
las cuales existe algún grado de control por parte del ser humano. Este cambio en
perspectiva implica que algo se puede hacer en relación con la mayoría de los riesgos.
En forma paralela este cambio implica que algo se debería hacer, derivado en parte de
las ideas acerca de los derechos de los individuos de vivir sus vidas libres de riesgos,
impuestos a ellos por otros, y acerca del rol del Estado en proteger los individuos de
esos riesgos. Si bien es deseable, pero ha sido muy difícil lograr avances en la
incorporación de la prevención en la cultura, lo que sí se puede afirmar es que el futuro
estará regido tanto en los países más desarrollados como aquellos en proceso de
desarrollo por lo que ya algunos empiezan a llamar la sociedad del riesgo.
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Percepción del Riesgo
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
196
CAPÍTULO 9
197
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
198
Reducción del Riesgo y Manejo de Desastres
199
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
La visión moderna de la gestión del riesgo colectivo promueve que la gestión se lleve
a cabo a través de Sistemas Nacionales para la Gestión de Riesgos constituidos por un
amplio número de instituciones, que de acuerdo con el ámbito de su competencia a nivel
nacional, regional y local lleven a cabo actividades denominadas, por algunos, medidas
estructurales y no estructurales. Dichas medidas corresponden a una diversidad de
acciones que según algunos autores se pueden asociar a un continuum de etapas de
carácter administrativo o a una secuencia cíclica que se repite entre desastres; antes y
después de su ocurrencia. Estas secuencia la constituyen la prevención, la mitigación, la
preparación, la alerta, la respuesta, la rehabilitación y la reconstrucción. Este enfoque, en
general se ha aceptado para efectos de capacitación y se le ha denominado el ciclo de los
desastres desde la primera que vez que fue planteado de esta forma en la Universidad de
Wisconsin. Vista de esta forma, la gestión de riesgos incluye un amplio espectro de
actividades como la formulación y ejecución de programas, planes y proyectos
relacionados con cada una de las fases antes mencionadas y que se deben realizar de
forma más adecuada y eficiente posible.
Se reconocen, en general, como medidas de reducción del riesgo las acciones ex
ante, es decir aquellas que se realizan con anterioridad a la ocurrencia de desastres, con
el fin de evitar que dichos desastres se presenten y/o para disminuir sus efectos. Los
términos prevención y mitigación se han utilizado para referirse a las actividades que
pretenden reducir los factores de amenaza y vulnerabilidad en la sociedad y así reducir
la posibilidad o la magnitud de futuros desastres o daños en general. Los preparativos o
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Reducción del Riesgo y Manejo de Desastres
9.2.1 Prevención
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
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9.2.2 Mitigación
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
Las medidas de mitigación también están relacionadas con aspectos legales, fiscales,
administrativos, financieros y comunitarios que pueden regular o estimular el respeto del
uso adecuado del suelo, considerando aquellas zonas geográficas que no deben ser
utilizadas para localización de viviendas, infraestructura o actividades productivas debido
al potencial que ofrecen de ser afectadas por eventos peligrosos. De igual forma, la
reglamentación para el uso y manejo de los recursos naturales con miras a reducir el
deterioro del medio ambiente y los códigos de construcción sismorresistente, son medidas
cuyo objetivo es mitigar o disminuir los efectos de fenómenos como la erosión, las
inundaciones, los deslizamientos y los terremotos. Por lo tanto, para definir las medidas de
prevención y/o mitigación es necesario llevar a cabo análisis geográficos, topográficos,
geológicos, ecológicos, sociales y comunitarios, con el fin de identificar cuáles pueden ser
las zonas más adecuadas para la localización de asentamientos humanos, infraestructura y
actividades productivas. Sin embargo, debido al proceso desordenado del crecimiento de
las poblaciones, muchas veces dichos asentamientos humanos e infraestructuras se
encuentran expuestos a la amenaza de fenómenos que pueden causarles severos efectos.
Por esta razón, también, es necesario evaluar a que tipo de amenaza se encuentran
sometidos y cuál es el grado de vulnerabilidad que tienen los elementos que los
componen. La evaluación del riesgo es fundamental para poder definir con eficiencia las
medidas de prevención o mitigación, cuyo objetivo es intervenir o la amenaza y/o la
vulnerabilidad de los elementos expuestos.
Todos los esfuerzos de mitigación están dirigidos a reducir el riesgo, es decir, el
potencial de pérdida de vidas y de daños en los bienes. Esfuerzos que deben ser asumidos
con responsabilidad por las entidades del Estado encargadas de la evaluación de las
amenazas, las vulnerabilidades y los riesgos, como también de los procesos de
planificación física, territorial, sectorial y socio-económica. Las entidades publicas como
privadas deben motivar, coordinar y monitorear actividades que conduzcan a la aplicación
de las medidas de mitigación de riesgos.
En general las medidas de mitigación, en su mayoría, son medidas no estructurales,
que se consideran activas cuando implican el contacto directo con las personas, como el
fortalecimiento institucional, la educación, la capacitación, la información pública, la
participación comunitaria, etc. Estas medidas no requieren de mayores recursos
económicos y son usualmente muy efectivas para consolidar la reducción del riesgo en
zonas menos desarrolladas. Las medidas pasivas, como se indicó previamente, están
relacionadas con la legislación y la planificación, como los códigos de construcción, la
reglamentación de usos del suelo, los estímulos fiscales y financieros, entre otros. Sin
embargo, también hay medidas estructurales de mitigación, como la intervención de la
vulnerabilidad física (refuerzo de estructuras) y la reubicación de asentamientos en riesgo.
En el ámbito de la gestión de riesgos se reconocen como medidas de mitigación las
siguientes:
a) Instrumentación para el conocimiento y la investigación de los fenómenos
potencialmente peligrosos.
b) Identificación de peligros y elaboración de mapas de amenaza para centros
urbanos y regiones.
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Reducción del Riesgo y Manejo de Desastres
9.2.3 Preparación
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9.2.4 Alerta
En la etapa de preparación, tal como se indicó, se definen los estados de alerta y las
acciones que las instituciones y la población deben realizar cuando dichos estados hayan
sido declarados. Sin embargo, la posibilidad de que puedan tenerse estados de alerta o no,
antes de la ocurrencia de un desastre, depende de que pueda realizarse el pronóstico del
evento generador del mismo.
Predecir un evento, es determinar con certidumbre cuando, donde y de qué magnitud
será dicho evento, lo cual, con el estado actual del conocimiento, no es posible lograr para
todos los fenómenos que pueden generar desastres. Es decir, para todos los desastres no es
posible declarar estados de alerta con anticipación. La investigación científica y la
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
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Reducción del Riesgo y Manejo de Desastres
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
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Reducción del Riesgo y Manejo de Desastres
suficientemente estrechos para permitir acciones a corto y a largo plazo para salvar vidas y
propiedad, es decir es un pronóstico muy preciso, sin embargo es importante ser flexibles
en el manejo de este tipo de conceptos, pues en realidad lo que interesa es su utilidad para
una comunidad.
Aún cuando los científicos de las ciencias naturales han realizado esfuerzos para lograr
cada vez mejores resultados de sus estudios, el manejo de una predicción o un pronóstico
debe ser analizado también desde otras perspectivas y apoyándose en disciplinas como la
sociología, la economía, la ciencia política y el derecho, con el fin de lograr una visión
amplia de un problema que más que un problema técnico-científico es un problema social.
La predicción o el pronóstico de un evento tiene tanto ventajas como desventajas. Bajo
la peor de las circunstancias con una predicción imprecisa y una respuesta inapropiada del
público, el pronóstico y el evento juntos podrían resultar mayores en costos que un evento
no previsto. No obstante, es en general aceptado que los pronósticos pueden ser un medio
eficaz para la reducción sustancial de las pérdidas causadas por el evento si se toman
medidas sociales, económicas y legales con anterioridad al mismo. Aun en el caso de una
falsa alarma, algunos de los costos de un programa bien planeado de mitigación de riesgos
contribuiría a la protección de la comunidad a largo plazo.
Los beneficios potenciales de un pronóstico probablemente sean mayores en el área de
salvar vidas y disminuir las lesiones personales que en reducir las pérdidas materiales.
Existe un verdadero riesgo de que la preocupación por los costos económicos inmediatos
de las medidas para reducir las consecuencias potenciales de un evento, como el
relocalizar edificaciones de zonas críticas y proteger las líneas vitales de la comunidad,
podría obstaculizar la realización y el apoyo a estos programas que podrían salvar muchas
vidas. Por lo tanto, la primera prioridad y la justificación del manejo de pronósticos o de
una predicción de un suceso cualquiera debe ser salvar vidas, prestando una atención de
segundo orden a la pérdida de bienes y a minimizar los disturbios económicos y sociales,
siempre y cuando los costos de las medidas específicas estén dentro de los parámetros
aceptados por la sociedad.
Tanto la naturaleza del pronóstico, basada en probabilidades, como también la
perspectiva de un contexto temporal inexacto (un período de días, semanas, aún meses)
que precederá el evento anunciado crean dificultades en determinar cuáles son las
respuestas adecuadas a un pronóstico de esta naturaleza. La evacuación selectiva, el cierre
de líneas vitales vulnerables y otras medidas parecidas para salvar vidas no serían
prácticas si se aplican durante períodos prolongados. Unas medidas para la reducción del
riesgo de costos altos, como la demolición y reubicación de viviendas, no sería económico
por ejemplo para el caso de un sismo pronosticado con baja probabilidad de ocurrencia o
bajo nivel de confiabilidad en la predicción. Una advertencia con varios meses de
anticipación, con la seguridad de poder precisar el momento exacto del evento a medida
que se acerque, como en algunos casos de crisis volcánicas, daría la mayor oportunidad
para salvar tanto vidas como bienes. De acuerdo con esta apreciación, se podría enfocar la
investigación sobre el pronóstico en la precisión del contexto temporal y la identificación
de señales inmediatamente previas.
El aprovechamiento máximo del pronóstico de un evento requiere de la aplicación en
conjunto de una serie de medidas para la reducción de riesgos. La perspectiva de
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
desarrollar una respuesta constructiva, que salve vidas, es mucho más favorable en un área
donde se han aplicado otras medidas de reducción del riesgo como, la información
pública, el ordenamiento territorial, los códigos de construcción, que en un área donde, por
ejemplo, la mayoría de las edificaciones son vulnerables y la comunidad no conoce del
tema. En consecuencia, el pronóstico no debe ser una medida aislada sino una de las
medidas que en conjunto conformen un programa completo para la reducción de las
consecuencias de un fenómeno peligroso.
Es fundamental iniciar o fortalecer una investigación seria que desarrolle, en adición a
los estudios y reconocimientos de las señales físicas premonitorias de un evento, análisis
de los efectos sociales, económicos y políticos de los pronósticos, retomando casos
anteriores volcánicos y sísmicos y coordinando la observación de datos físicos y socio
económicos.
Las predicciones de sismos difieren sustancialmente de las alertas por motivo de otros
desastres naturales, debido a que las teorías actuales sugieren que habrá períodos largos de
alerta anticipada antes de la ocurrencia de sismos mayores. La respuesta tradicional al
pronóstico de un desastre, por ejemplo en el caso volcánico, ha sido la activación de un
programa de movilización de emergencia bajo la dirección de las agencias operativas
como la Defensa Civil, la Cruz Roja, la policía y otras unidades a cargo de la seguridad
pública. Sin embargo, ya con meses o años de aviso previo, el problema es más de
programación a largo plazo que uno de respuesta inmediata. Aunque se beneficiarían los
cuerpos de emergencia con la oportunidad de hacer preparativos para un evento, las
actividades más importantes de respuesta a largo plazo serían de responsabilidad de las
entidades de planeación, construcción y seguridad, ingeniería y obras públicas, razón por
la cual en esos casos es más evidente que se debe contar con un sistema interinstitucional
de entidades que realicen actividades multidisciplinarias no sólo relativas a aspectos
técnico-científicos y de preparación para emergencias, sino de planeación del desarrollo,
educación, salud, vivienda de acuerdo con el ámbito de su competencia. La
responsabilidad de la planeación y la respuesta ante un pronóstico a largo plazo debe ser
asignada a una organización de instituciones nacionales, provinciales y locales que estén
involucradas en la planeación económica, ambiental y comunitaria y no a un solo
organismo de ámbito unisectorial.
La capacidad de manejar eficazmente el riesgo requiere de un esfuerzo concertado de
los gobiernos locales, provinciales y nacionales, las asociaciones de profesionales, los
líderes empresariales y laborales y una planificación coordinada inter-jurisdiccional. Sin
embargo, la acumulación de experiencia y conocimiento técnico sobrepasa o puede llegar
a sobrepasar la capacidad de los gobiernos municipales y, por consiguiente, los niveles
regionales y nacionales deben asumir esta responsabilidad. Por ejemplo, la comprobación
de un pronóstico o de una predicción requiere del concepto de expertos calificados y los
gobernadores de las provincias o departamentos tienen una gran responsabilidad en la
emisión y la puesta en marcha de las alertas. Adicionalmente, se necesitan recursos
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Reducción del Riesgo y Manejo de Desastres
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
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Reducción del Riesgo y Manejo de Desastres
embargo, los dirigentes siempre estarán obligados a dar las alertas, y una demora
injustificada sólo sirve para disminuir la confianza que tenga el público en sus funciones
que es fundamental en la preparación para cualquier tipo de desastre.
La experiencia en muchos casos de desastre sugiere que las advertencias no son en
gran medida ignoradas o descartadas y que la respuesta más común del público en general
no es el pánico sino la falta de acción. Especialmente en el caso de los pronósticos a largo
plazo, la lejanía del peligro provoca el sentido de algo irreal. La ausencia de las señales
externas, con las cuales el público puede confirmar la amenaza por medio de sus propios
sentidos, crea un problema de credibilidad. Es importante contar con la cooperación de los
medios de comunicación para ayudar a que el público visualice concretamente los
laboratorios, las redes sismográficas y la multitud de instrumentos y aparatos utilizados
para generar un pronóstico. Una descripción concreta del plan de respuesta operativo
puede contribuir al sentido de realismo de la alerta al mismo tiempo que previene algunas
reacciones desorganizadas y perjudiciales. La participación activa de los ciudadanos y en
general de las comunidades grupos en los programas de preparativos ayudan a aumentar la
credibilidad en los pronósticos y predicciones.
De lo anterior se concluye que los políticos elegidos deben anunciar la alerta
enseguida de la confirmación de un pronóstico creíble de un evento potencialmente
destructivo. Esta alerta debe incluir una evaluación clara del pronóstico, anotando las
posibilidades de error, alguna información sobre los tipos y el grado de daño que el evento
puede causar, algún pronunciamiento acerca de los preparativos y planes desarrollados
para dar respuesta al evento y algunos consejos en relación con la acción apropiada que
deben seguir los individuos y las instituciones. Para hacer efectivas las alertas es necesario
conocer e investigar información acerca de las creencias, las actitudes y las acciones del
público como respuesta a la alerta. Algunos sectores de la población o no la recibirán, o no
la entenderán. Es necesario realizar un esfuerzo para asegurar que todos los sectores de la
población reciban la alerta con prontitud y que comprendan su pleno significado. Estos
sectores incluyen grupos como las minorías que hablan otro idioma, los discapacitados,
los turistas y los marginados sociales.
Es muy importante promover programas de investigación que evalúen las
circunstancias que inciden en la credibilidad de las predicciones y advertencias de un
evento peligroso y las técnicas para mejorar esa credibilidad. Igualmente es necesario
estudiar la percepción del riesgo por parte de los individuos y las comunidades, la manera
como se procesa la información de un pronóstico y la forma como se fija el nivel de riesgo
aceptable bajo estas circunstancias.
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
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Reducción del Riesgo y Manejo de Desastres
algunas o todas estas condiciones durante un período pre-evento bastante largo, se pueden
producir efectos colaterales tales como aumento en el desempleo, caída en los valores de
la propiedad raíz y reducción de los recaudos tributarios de la comunidad. Estos últimos
fenómenos rápidamente se pueden causar preocupación política y recriminaciones.
Por lo anterior es recomendable que al emitir un pronóstico se debe realizar en forma
conjunta entre el sector privado y gubernamental un seguimiento de la economía en el área
amenazada, para asegurar la detección temprana de cualquier cambio y hacer las
sugerencias del caso al gobierno, las empresas y las organizaciones laborales. En este tipo
de análisis y seguimientos deben participar representantes de las compañías de seguros y
de inversión para tener un espectro amplio de apreciaciones acerca de la situación.
La pregunta general que subyace a todas las discusiones políticas es si se debe tratar
de sostener la comunidad en su forma actual o si se debe permitir y promover un flujo
ordenado de capital y de personas ante la posibilidad de la crisis. Habría que hacer
estudios económicos intensivos de los probables costos y beneficios de las dos
alternativas, sin embargo, la acción con más aceptación política indudablemente será la de
sostener a la comunidad en su forma actual. Cualquiera de las dos alternativas de todas
maneras implica costos de transición (desempleo, costos de reubicación, pérdida de rentas
y otros ingresos) que recaen en forma desproporcionada sobre ciertos grupos de personas.
En consecuencia se requiere ayuda financiera externa para aliviar estos costos.
Si se quiere reubicar las empresas y sus trabajadores, se necesitará de una autoridad
nacional o regional que asuma la responsabilidad por esta decisión, lo cual es muy difícil
que se asuma. Es más probable que se decida mantener o sostener a la comunidad en la
zona, lo cual implica que el Estado debe garantizar préstamos, las reclamaciones de los
seguros, la extensión de los plazos para beneficios por desempleo y, en general, el
subsidio de la economía local. Los recursos que se introducen a la comunidad para el
programa de reducción de riesgos, compensan en grado variable el debilitamiento de la
economía local, según una variedad de circunstancias. Por lo tanto, en el caso de un
pronóstico o una predicción fundamentada, los responsables de tomar las decisiones
tendrán que balancear los méritos relativos de sostener la economía en el área amenazada
en su nivel pre-alerta o de promover una salida ordenada de capital. Se pueden necesitar
subsidios económicos para sostener la economía o para proteger a los grupos de personas
que de otro modo sufrirían demasiadas dificultades como resultado de una dislocación
económica producida por el pronóstico y la alerta.
El temor de la comunidad con respecto a una dislocación económica después de un
pronóstico de un evento peligroso como un sismo, una erupción volcánica, un tsunami o
un huracán y el miedo de que las corporaciones nacionales puedan responder de tal modo
que debiliten la economía local, puede estar bien fundamentado o sin ninguna
justificación. En consecuencia es necesario llevar a cabo investigaciones acerca de las
probables decisiones que afectarían la economía en el área afectada, tomadas por
dirigentes financieros y empresariales, locales y nacionales, y las varias interacciones
económicas que probablemente resulten de estas decisiones. Igualmente es necesario
estudiar la manera como los diferentes mercados procesan la información de una
predicción, particularmente los mercados de valores (privados y públicos), de propiedad
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
9.4.1 Respuesta
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9.4.2 Rehabilitación
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9.4.3 Reconstrucción
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Reducción del Riesgo y Manejo de Desastres
g) Localización de infraestructura.
h) Modificación de usos y tenencia de la tierra.
i) Aplicación de normas y especificaciones de construcción.
j) Participación de la comunidad y concertación para la toma de decisiones.
La formulación y concertación completa del plan de reconstrucción no debe impedir la
inmediata ejecución de proyectos ineludibles que son evidentes y de máxima prioridad
que deben iniciarse incluso desde la fase de rehabilitación, lo cual debe estar acompañado
de una campaña de divulgación continua que ilustre las acciones a través de los medios de
comunicación. De lo contrario debido a las condiciones de "urgencia" de las soluciones
básicas se pueden iniciar manifestaciones de descontento e incluso de alteración del orden
público. El inmediatísmo espontáneo o inducido, que se presenta en ciertas ocasiones,
hace que se desconozcan los tiempos y los plazos necesarios para la concertación y
formulación de un proyecto o, para una vez formulado, obtener los recursos y encontrar el
"padrino" (ONG o entidad) que lo ejecute. En general estos tiempos de gestión son tiempo
muerto para las comunidades y tienden a manifestarse en frustración o desencanto, por
una parte, o en actitudes reivindicativas frente a la lentitud del proceso, por otra.
Las dificultades de un proceso de reconstrucción en muchas ocasiones están
relacionadas con el esquema institucional que se adopte para llevarla a cabo. En lo posible
la reconstrucción debe ser realizada por el mismo sistema interinstitucional de gestión de
riesgos, orientado y coordinado por una gerencia temporal de reconstrucción al interior del
sistema. Algunas experiencias han demostrado que la creación de entidades paraestatales
en forma coyuntural que remplazan a las demás entidades competentes ha sido un acierto
político, para demostrar diligencia del gobierno ante la opinión pública, pero un error
práctico a la hora de las realizaciones. La creación de un este de esta naturaleza alarga
notablemente los tiempos muertos para la comunidad y posteriormente son entidades
difíciles de suprimir.
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
224
CAPÍTULO 10
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
226
Transferencia del Riesgo
cobertura a partir de una cantidad acordada que puede, además, tener igualmente un
límite o se comparte la pérdida a partir de cierta cantidad en forma proporcional según
se determine previamente. Las compañías de reaseguros suscriben pólizas de diferentes
partes del mundo y así se distribuye el riesgo geográficamente.
Cuando existe alta ambigüedad del riesgo, es decir cuando hay una alta
incertidumbre en relación con la probabilidad de ocurrencia de una pérdida específica y
su magnitud, el valor de la prima será mayor. Los actuarios y suscriptores manifiestan
aversión a la ambigüedad al definir un valor mayor de las primas cuando se percibe que
el riesgo no está bien especificado. Cuando no se puede distinguir entre la probabilidad
de pérdida para categorías de riesgos buenos y malos se dice que se presenta una
selección adversa. Esto se presenta cuando el asegurador asigna la misma prima a toda
la población de propiedades, lo que puede inducir que solo propietarios de riesgos
malos compren el seguro. Ahora bien, si sólo se compran coberturas para riesgos malos
el asegurador podrá sufrir una pérdida importante en cada póliza que venda, razón por
lo cual es recomendable la diferenciación de la prima entre riesgos buenos y malos.
Esto se debe hacer para evitar que los propietarios de riesgos buenos manifiesten
aversión y no se muestren interesados en pagar su cobertura por considerarla muy alta.
Aunque existen varios enfoques para enfrentar este tipo de situación el más adecuado,
de acuerdo con el estado del conocimiento, es contar con una auditoria idónea o un
examen profesional que determine la naturaleza del riesgo con mayor precisión. Sin
embargo, el costo de este estudio puede significar un aumento en la prima a menos que
el tomador de la póliza pague por dicha auditoria.
Este problema de la selección adversa se presenta, obviamente, sólo cuando las
personas tienen mejor información de la probabilidad de pérdida que el vendedor de la
cobertura. Si no se tiene mejor información ambos lados están fundamentados en lo
mismo y se puede tener una solo valor de prima (blanket) basada en el riesgo promedio.
En este caso tanto los propietarios de riesgos buenos como malos podrían igualmente
estar interesados en comprar las pólizas. En los últimos años el mayor entendimiento
por parte del público sobre la vulnerabilidad de los edificios y el papel de los códigos
de construcción ha hecho que con frecuencia los propietarios cuestionen a las
compañías de seguros que no establecen la diferencia entre un edificio construido con
normas o reforzado y otro que no cumple con estas características.
Otro aspecto que se debe tener en cuenta es la amenaza o riesgo moral. Se refiere a
un incremento de la probabilidad de la pérdida por el comportamiento del tomador de la
póliza. Asunto que es muy difícil de monitorear o controlar. Una de las formas para
enfrentar esta situación es la introducción de deducibles y coaseguros que estimulen o
incentiven el comportamiento cuidadoso después de adquirir la cobertura. Estos
aspectos sumados a la correlación o simultaneidad de pérdidas causadas por el mismo
evento, usualmente se traducen en un aumento del valor de las primas, lo que ha
incidido en muchos casos a que haya una muy baja demanda de cobertura. Las
compañías de seguros, en consecuencia, en muchos casos no han encontrado factible
ofrecer las coberturas y se ha llegado a la conclusión que los riesgos en consideración
no son asegurables porque no permiten un desarrollo normal del producto.
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
En los Estados Unidos, aun cuando los ingresos obtenidos por muchas compañías
de seguros antes de los años 90 habían sido muy bien vistos, la ocurrencia de eventos
como el huracán Andrew en Florida y el terremoto de Northridge en California
diluyeron en muchos casos dichas ganancias y varias compañías de seguros quedaron
insolventes o tuvieron que refinanciarse. Antes de 1988 la industria aseguradora no
había experimentado pérdidas mayores a $1,000 millones de dólares en un solo evento.
El huracán Andrew significó una pérdida de $15,500 millones y el terremoto de
Northridge $12,500 millones. Este último evento excedió el valor de todas las primas
recolectadas durante el siglo, es decir fue claramente subsidiado dado que solo se había
recolectado primas por $1,000 millones de dólares. En esas época nuevas estimaciones
indicaban que por desastre natural se podrían tener pérdidas entre $50,000 y $100,000
millones de dólares y que el capital total de la industria de seguros podría ser del orden
de $200,000 millones de dólares (actualmente del orden de $300,000 millones). Esta
situación motivó que algunas aseguradoras decidieran no suscribir más seguros de
huracanes y terremotos o que intentaran retirarse o renegociar sus pólizas. Ya con
anterioridad a conclusiones similares se había llegado, en relación con la no
asegurabilidad para el caso de inundaciones, razón por la cual en 1968 el gobierno de
los Estados Unidos creó el Programa Nacional de Seguros de Inundaciones. Los
acontecimientos de los años 90 en los Estados Unidos causaron una restructuración de
los contratos de seguros y reaseguros, se crearon nuevas figuras de seguro privado y
gubernamental y nuevos mercados e iniciativas para enfrentar este tipo de situaciones,
como el que se fortaleció en Bermudas (Heywood 1995; Kunreuther y Roth 1998;
Mileti 1999). Es importante mencionar que un nuevo desastre de magnitud preocupa a
la industria porque le podría afectar su estabilidad financiera. Las compañías de seguros
necesitan respuestas a preguntas como las siguientes:
a) ¿Cuál es la pérdida anual esperada? Con base a esta estimación se puede definir
cuánto debe ser el valor de la prima de la póliza; es decir identificar qué hace
que haya una diferencia en la determinación de la prima a cobrar.
b) ¿Cómo puede la compañía ajustar la prima para diferentes condiciones de sitio,
tipo de edificio y calidad de la construcción? Cada edificio es diferente por su
estructura y condiciones particulares, algunos están fundados en roca y otros en
suelos blandos. Debido a estas circunstancias la pérdida anual esperada para
cada uno puede ser diferente.
Para el portafolio de cada compañía es necesario determinar cual es la probabilidad
de la máxima pérdida en un lapso definido en años. Esta estimación, conocida cómo
PML (Probable Maximum Loss) para lo cual no hay un estándar (200, 500, 1000 o más
años) es una información fundamental para las compañías y los reguladores, con el fin
de garantizar la solvencia y saber por lo tanto si se requiere de fondos adicionales a los
disponibles para atender el excedente de pérdidas que se presente.
Para controlar la sobre concentración de la exposición las compañías deben
programar y limitar la suscripción en ciertas regiones de amenaza mayor. Por lo
anterior se requiere de modelos especiales. La información de promedios y estadísticas
228
Transferencia del Riesgo
con base en la sola información histórica es insuficiente porque estos eventos son
esporádicos y la ventana de tiempo en la cual se encuentra información que puede ser
usada para estimaciones precisas es muy pequeña. Dejar de considerar, por ejemplo,
una pérdida extrema en la historia estadística puede conducir a una estimación baja de
la pérdida anual promedio e, igualmente, incluir un evento mayor en un corto intervalo
de tiempo sobreestimaría la pérdida anual. En los Estados Unidos, por ejemplo, en el
período de 1970 – 1993, según los datos históricos, la tasa de pérdida promedio fue de
0.26 pero si se incluye el año 1994 la tasa se incrementaría a 2.07. El terremoto de
Northridge, ocurrido ese año, es un evento moderado y la pérdida podría, por lo tanto,
ser muy superior si se presenta un sismo severo como resultado del movimiento de
otras fallas geológicas en la zona. Además, para que esta información sea útil debe
ajustarse apropiadamente teniendo en cuenta factores como la inflación, el incremento
de la exposición, cambios en la vulnerabilidad (actualización debido a códigos de
construcción), la mayor penetración del mercado de seguros, los eventuales cambios en
la estructura de la póliza, etc. Debido a que estos datos son fragmentados es difícil, sino
imposible, reconstruir ambientes socioeconómicos y demográficos anteriores. Por estas
y muchas otras razones el uso solo de información histórica y de un enfoque empírico
para pronosticar pérdidas de catástrofe es insatisfactorio. Las estimaciones que resultan
de estas evaluaciones actuariales tradicionales contienen incertidumbres muy grandes.
Estas incertidumbres sólo pueden ser controladas utilizando técnicas más rigurosas de
estimación independientes, como los modelos basados en estudios de ingeniería y
enfoques científicos más depurados. Por esta razón, se estima que la industria ha estado
incrementando sus gastos en modelación de riesgos desde inversiones del orden de
$111 millones de dólares en 1995 hasta una cifra proyectada de $432 millones de
dólares en el 2005.
Para seguros residenciales en Estados Unidos, los cuales son altamente regulados,
en el pasado la industria aportaba una cobertura y deducible básicamente uniforme (por
ejemplo, 100 % para el edificio, 50% para contenidos, 20% para consecuenciales, 10%
para gastos de subsistencia adicional y un deducible del 5% o el 10%). Figuras
semejantes se han utilizado en la mayoría de los países. Sin embargo, después del
terremoto de Northridge, muchas compañías empezaron a utilizar modelos más
depurados, basados en estudios de ingeniería, para ajustar las tasas. Las principales
entidades, privas y públicas, que ofrecen cobertura de pérdidas por terremoto en
California han adoptado este tipo de modelos. En México desde hace varias décadas la
industria aseguradora ha apoyado la investigación para el desarrollo de instrumentos
técnicos para la estimación de primas puras, PMLs, tarificación y reservas para riesgos
en curso.
Un sistema de computo que utiliza las técnicas más avanzadas de estimación de la
amenaza sísmica, incluida microzonificación de la que Ciudad de México, y la
vulnerabilidad de las edificaciones es utilizado por todas las compañías de seguros para
evaluar su portafolio de riesgos individualmente y por cúmulos. Una versión especial
de este sistema con fines de monitoreo y seguimiento también es utilizado por la
Comisión Nacional de Seguros y Finanzas y esto ha permitido que se utilice un
estándar que permitió precisar las reservas que cada compañía requiere según la
229
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
estructura de su cartera e incluso permite que se acuerde entre cada compañía y el ente
regulador el porcentaje de reservas necesarias. En Colombia una alianza estratégica
entre especialistas locales y mexicanos desarrollaron un instrumento de cómputo
similar al anteriormente descrito. Su utilización ha permitido al gremio asegurador
realizar evaluaciones masivas conjuntas en el ramo de terremotos de todas las
compañías y ya se ha iniciado la adquisición y uso individual de esta tecnología para
realizar estimaciones de manera periódica. En general, modelos automáticos están
empezando a ser usados para orientar las decisiones de manejo de riesgo, con el fin de
determinar cuánto capital requiere la compañía, cuánto reaseguro debe comprar y cómo
logra la máxima diversificación.
Los gobiernos en general han ejercido una presión importante para mantener la
disponibilidad de seguro de catástrofe a un precio al alcance de los propietarios de
vivienda y al mismo y tiempo los aseguradores desean incrementar sus precios para
este tipo de cobertura, con el fin de reducir su riesgo y mantenerse rentable y solvente
en caso de un evento mayor. Este conflicto, en los Estados Unidos, ha creado una
tensión importante entre reguladores de la industria y los aseguradores en lugares donde
la amenaza sísmica es alta. Este ha sido uno de los factores que ha estimulado el
establecimiento de mecanismos de seguros y reaseguros complementarios.
A menudo se dice que la compra del seguro de terremoto debería ser obligatoria
para distribuir el riesgo y hacer los terremotos asegurables. Este planteamiento ha sido
propuesto en varios programas gubernamentales en países como los Estados Unidos.
Sin embargo, no hay una base científica o actuarial para hacer la compra de seguro de
terremoto obligatoria. Desde el punto de vista actuarial cualquier cosa que se quiera
ganar distribuyendo geográficamente ya se logró desde tiempo atrás. Si el objetivo de la
política es hacer que los propietarios de edificaciones de bajo riesgo subsidien los
propietarios de edificios de alto riesgo (como la mampostería no reforzada en áreas
propensas) entonces, más bien, se debería imponer un gravamen (impuesto) obligatorio.
Aun más, no es claro porque debe venderse un seguro de terremoto para cubrir muchos
edificios viejos, dado que las pólizas usualmente tienen una cobertura para la
reposición del edificio destruido, que tendría que ser nuevo y cuyo valor en esos casos
sería ampliamente mayor que el de un edificio viejo. El argumento final contra el
seguro obligatorio de terremoto es que las estrategias para aumentar la asegurabilidad
no podrían ser posibles puesto que el asegurador no tendría la oportunidad de
seleccionar los riesgos y controlar el PML. Por lo tanto se podría reducir la
asegurabilidad de pérdidas por terremoto por parte de los aseguradores privados que
provean cobertura.
Debido a lo anterior, una de las propuestas que ha sido planteada en algunos países
es que los gobiernos nacionales o federales ofrezcan seguro de terremoto como se hace
con las inundaciones en los Estados Unidos. Esta propuesta se ha planteado debido a
que la industria de seguros se muestra renuente a ofrecer cobertura debido a su alta
posibilidad de perder. Además se ha planteado que programas gubernamentales podrían
acumular primas y ganancias de inversiones libres de impuestos y por lo tanto podrían
acumular fondos a una tasa mucho mayor que los aseguradores. También se ha
argumentado que un programa de este tipo podría reducir la pesada situación que para
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A
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B
Nivel de Amenaza
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0 IV 1 III 2 II 3 I 4
Grado de Vulnerabilidad
Figura 10.1: Factores del riesgo: a mayor amenaza y mayor vulnerabilidad mayor será el riesgo.
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6
NIVEL DE PROTECCION
5
REDUCCION DEL RIESGO
Nivel de Amenaza B
4
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F
0
0 IV 1 III 2 II 3 I 4
Grado de Vulnerabilidad
Figura 10.2: Riesgos asegurables por la aplicación de las medidas de reducción o mitigación.
232
Transferencia del Riesgo
233
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
modalidad de seguro contra terremoto que se utiliza en otros países como los Estados
Unidos o los países Europeos. En general, los fenómenos naturales que más perdidas
generan son las tormentas, con un promedio anual de 8,900 millones de dólares, luego
siguen los terremotos con 1,600 millones y en último lugar las inundaciones con
pérdidas promedio de 800 millones anuales. Según la CEPAL en América Latina y el
Caribe entre 1972 y 1999 el monto total de daños supera los 50,000 millones de dólares
(de 1998); es decir más de 2,000 millones anuales.
La ocurrencia de dichos desastres ha influido de manera importante en el costo de
las primas cobradas por las compañías aseguradoras. En el año 1992 la ocurrencia del
huracán Andrew elevó de manera considerable los costos de las coberturas de reaseguro
ya que las pérdidas se estiman en el orden de 30,000 millones de dólares, por lo tanto
los valores de primas locales se vieron aumentadas por factores de hasta 2 veces. En
1994 el sismo de Northridge generó pérdidas superiores a 20,000 millones de dólares y
el aumento en los valores de las coberturas observados desde 1992 se mantuvo. Los
atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos, con pérdidas
del orden de los 19,000 millones de dólares hicieron, que las reservas de los
reaseguradores a nivel mundial se afectaran notablemente y que, por lo tanto, la
capacidad del mercado para riesgos catastróficos se viera disminuida, lo cual aumentó
los costos del reaseguro y por ende las primas cobradas en el 2002 han venido
aumentando en un factor hasta de tres veces en relación al año 2001.
La otra variable fundamental que determina el valor de la prima es la estimación de
las pérdidas potenciales. Existen algunas zonas de tarificación identificadas. Al interior
de cada país, en relación con el peligro sísmica, existe por ejemplo una diferenciación
por zonas dependiendo del nivel general de amenaza sísmica. Sin embargo, es
necesario enfatizar que el riesgo sísmico depende de la combinación de varios
parámetros adicionales a la amenaza sísmica regional, como los efectos locales de
amplificación sísmica debido a los suelos subyacentes en el sitio donde se encuentra el
bien a asegurar (microzonificación sísmica) y la vulnerabilidad sísmica de las
estructuras, que determina el potencial de daño de las mismas. Por lo tanto la
utilización de tablas generales de tarificación, como las que se han utilizado en la
mayoría de los países, conlleva errores en muchos casos desconocidos por los
aseguradores, que los llevan a subestimar considerablemente el riesgo en unos casos y a
sobreestimarlo en otros. Esto no es bueno para la industria aseguradora y reaseguradora
y tampoco para el asegurado, ya que en el caso de un evento catastrófico las
indemnizaciones pueden ser mayores a las reservas de las compañías. Los
reaseguradores internacionales terminarían asumiendo una porción grande de las
pérdidas, o que aumentaría el costo de las coberturas, y el asegurado probablemente
recibiría una indemnización menor por haber subestimado el riesgo al que estaba
expuesto.
Por esta razón, actualmente se debe aprovechar el uso de metodologías y
herramientas computacionales modernas que permiten estimar de manera más confiable
el riesgo al que se está expuesto. Estas metodologías permiten diseñar una política de
tarifa en donde la combinación de distintos deducibles, coaseguros y límites máximos
(primer riesgo) ofrezca una posibilidad ilimitada para obtener diversas primas puras de
234
Transferencia del Riesgo
riesgo del mismo inmueble. De esta manera es posible ofrecer cuotas competitivas aún
para inmuebles de alto riesgo, y se puede revisar las cuotas vigentes y conocer cuándo
se ha sido conservador y cuándo el valor esperado de la pérdida es mayor a la prima
cobrada. Con mayor información para calcular el riesgo para un inmueble, se puede
realizar un cálculo más confiable de la prima pura de riesgo en comparación con el
cálculo que se realiza cuando no existe este tipo de información. Esto permitiría en
algunos casos la reducción de la prima, es decir, la información más detallada evitará
realizar estimaciones conservadoras de la pérdida. En otros casos esta información
detallada serviría para identificar situaciones de alto riesgo que exigen mayores primas.
Por otra parte, las reservas de la compañía de seguros, tanto las de riesgos en curso
como la catastrófica, deberían estar en función de la exposición vigente y no tanto en
función de lo que se ha cobrado o de la reserva acumulada a lo largo de los años. Por
ello, los resultados de un modelo técnico y científico más riguroso permitiría definir el
tamaño de las reservas de las compañías de una manera más adecuada y eficiente de
como se ha hecho hasta ahora, ya que estos valores estarían determinados por las
características particulares de su cartera vigente. En general, desde el punto de vista
técnico no existe un valor de pérdida máxima probable, PML, que se pueda prefijar
para la constitución de las reservas catastróficas de las compañías, es decir que emplear
un valor fijo e igual para todo el mercado no parece ser lo más adecuado, como
actualmente ocurre en varios países con el valor de reservas establecido por las
entidades reguladoras. Lo recomendable sería adelantar un análisis con bases técnicas
sanas y claras, que permita estimar el valor de PML para cada cartera con un grado de
incertidumbre aceptable.
Las metodologías modernas que permiten realizar el cálculo del riesgo al cual se
ven expuestas las compañías aseguradoras promueven la creación de una
reglamentación que a su vez tenga en cuenta el avance técnico que implica poner en
uso de dichos métodos. Así pues se podría pensar en establecer una normativa que
tenga en cuenta dicho avance, haciendo que la constitución de las reservas de cada
compañía dependa directamente del nivel de riesgo al cual está expuesta su cartera. De
esta forma se podría ejercer un control más adecuado sobre las compañías, y a su vez se
racionalizaría el mercado, tendiendo a primas que consideren el riesgo de una mejor
forma. Por lo tanto lo mejor para el mercado sería que una combinación de factores
determine el valor de las primas comerciales del mercado local, entre ellos el costo de
las coberturas de reaseguros, los resultados de análisis con bases técnicas adecuadas
para le estimación de la prima pura de riesgo y un sistema regulatorio en el que se tenga
en cuenta el nivel de riesgo al cual está expuesto cada compañía para la constitución de
las reservas catastróficas del ramo.
235
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
236
Transferencia del Riesgo
Emisor Inversionista
Nuevas fuentes de capital de riesgo Valorización atractiva
Nueva capacidad de capital de riesgo Diversificación no correlacionada
Estructuras financieras innovadoras Estimación sofisticada del riesgo
No riesgo de crédito Comportamiento competitivo
Precios estables
237
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
A principios de 1997 la Swiss Re decidió transferir una porción de sus riesgos por
terremoto en California a través de la emisión unos bonos de catástrofe (o bonos cat)
por terremoto a dos años, como contraste a los métodos tradicionales de transferencia
del riesgo a otros reaseguradores. Dado que la Swiss Re provee reaseguro a
aseguradores que suscriben riesgo de terremoto en Califormia, su exposición a pérdida
fue predominantemente de eventos de grande pérdidas que pudieran exceder tanto los
deducibles de lo tomadores de las pólizas y el nivel de retención de los aseguradores. Y
dado que ellos reaseguran un número de aseguradores que suscriben tanto pólizas
residenciales como comerciales concluyeron que su potencial de pérdidas podría estar
bien correlacionada con las pérdidas la para toda la industria aseguradora.
El mecanismo básico de este tipo de bonos es muy simple. La parte que quiere
transferir el riesgo emite un bono con un arreglo especial: De no ocurrir el evento en el
periodo estipulado, lo tomadores de los pagarés reciben la totalidad del capital principal
y el interés. Si el evento ocurre, entonces, cada tipo de pagaré sufre una baja desde el
33% al 100%. La pérdida esperada para los inversionistas se deriva de la curva de
valores de excedencia de pérdidas para cada uno de los niveles aplicables de pérdida de
la industria y el porcentaje definido de la reducción de capital en cada nivel. Para
ampliar el mercado de pagarés y para proveer a los inversionistas una calificación
independiente de los números de las pérdidas se puede utilizar un servicio de
inversiones. En adición a la revisión del análisis de riesgo este tipo de empresa puede
asignar una valuación para los tipos de pagaré, con una calificación basada en la
pérdida esperada para los inversionistas. Esta calificación se obtiene del modelo que
compara el riesgo con los datos históricos de no pago de bonos. Muchos inversionistas
no compran bonos que no estén calificados y se restringen a ciertos grados de
calificación de las inversiones. Esto permite a los inversionistas seleccionar sus
inversiones basadas en su riesgo de la seguridad. Cada vez que una negociación se
realiza el valor del riesgo es reevaluado por el mercado, generando una verificación y
comparación del riesgo en el lugar de interés. El valor es menos trasparente en los
contratos tradicionales basados en seguros y reaseguros y sólo se determina en la
renovación anual de la póliza.
238
Transferencia del Riesgo
Inversiones
Prima $137 M
reclamos intereses
contingentes
Clase A-1 $42 M L + 255 bps
$137 M + Intereses + Clase A-2 $20 M 8.645%
Prima Clase B $60.3 M 10.493%
Clase C $14.7 M 11.952%
Productos
Financieros de la
Swiss Re
239
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
240
Transferencia del Riesgo
241
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
debido a que no existe transferencia de riesgos a otro ente, no suele basarse en la ley de
los grandes números, muchas veces no se acumulan reservas para el futuro pago de
pérdidas y puede obligar a utilizar recursos o reservas destinados a otros fines en caso
de pérdidas excepcionales.
En este tipo de política interviene el factor impuestos dependiendo si las primas de
seguros y los pagos realizados por desastre o por riesgos retenidos pueden ser
considerarse como gastos deducibles de los ingresos o si tiene impuestos especiales o
no. Usualmente, la creación de fondos y reservas para la retención total o parcial no
tienen incentivos por lo que en muchas ocasiones se ha dicho que es necesario revisar
esta situación. A nivel corporativo, por ejemplo, normalmente no se pueden establecer
cuentas de reservas en los balances, en previsión de pérdidas para futuros ejercicios
contables por riesgos retenidos, ya que las leyes fiscales no las admiten como gastos
deducibles de los beneficios. A nivel gobierno, es común que al terminar una vigencia
fiscal anual sea obligatorio regresar al tesoro nacional los recursos que no se han
utilizado y para este tipo de reservas nacionales o institucionales es necesario hacer
excepciones a las leyes de presupuesto y buscar figuras que solucionen este tipo de
problema. Esta circunstancia ha sido una de las razones por las cuales en muchos países
no ha sido posible crear fondos de reservas eficientes para la reducción de riesgos, la
reconstrucción post desastre e incluso para la atención de emergencias. Sin dejar de
mencionar que en ocasiones estos fondos no han sido debidamente estimados con base
en la evaluación de los riesgos, no es extraño que no reciban los recursos necesarios
durante el proceso normal de desembolso del presupuesto. Esta figura es de especial
importancia, pues reservas bien conformadas con bases técnicas sólidas, tanto de
ingeniería como de análisis financiero, permitirían retener ciertos riesgos y negociar
con compañías de seguros y reaseguros riesgos residuales e incluso hacer parte de un
pool o participar en el mercado de capitales. Posiblemente en los países de economías
emergentes es necesario configurar fondos que permitan un balance entre la inversión
en reducción de riesgos (prevención-mitigación) y la transferencia de riesgos. En países
desarrollados debido a la imposibilidad de obtener cobertura aseguradora o de pagar las
primas exigidas el autoseguro parcial ha sido una alternativa factible. Bajo esta figura,
se retiene una primera parte de la pérdida a cambio de la reducción del costo de la
prima. En principio este sistema permite con una política estricta de prevención el
abaratamiento del costo del riesgo, a pagar menos primas, y el asumir el daño y
proceder a la recuperación en caso de eventos menores rápidamente. Al igual que una
compañía aseguradora el “exceso de pérdida” puede ser manejarse con autoseguros
parciales “a primer riesgo” o “a valor parcial”. Finalmente, esto fondos también pueden
operar como compañías de seguros “cautivas”, que son creadas por grandes
corporaciones o por gobiernos locales, provinciales o nacionales para cubrir sus propios
riesgos y otros. Esta figura facilita que las “reservas” que usualmente no son deducibles
de los beneficios, como se mencionó, se conformen con las “primas” pagadas y se
puede obtener el beneficio del deducible (Verger 1983).
En adición al seguro de activos específicos un país que tenga un adecuado sistema o
programa integral de gestión de riesgos posiblemente estará en mejor posición para
negociar una cobertura contingente para el caso de eventos extremos. Los países
242
Transferencia del Riesgo
pueden lograr esto mediante pooling, conformando grupos de retención, y/o tomando
reaseguros con primas más favorables con altos deducibles, dados sus logros obtenidos
en prevención. Los instrumentos de seguros disponibles pueden ayudar a los países a
manejar sus riesgos de una manera más eficiente y efectiva. Es decir, que en caso de
que un país no compre seguros podría de todas maneras con la misma industria
conseguir la disponibilidad de un fondo contingente para cubrir pérdidas
inesperadamente altas, siempre y cuando disponga de un buen plan de gestión de
riesgos que promueva la prevención y mitigación.
No sobra mencionar que la retención del riesgo puede ser inconsciente o pasiva,
cuando el posible afectado no es conocedor que esta en riesgo a causa de la ignorancia
o de un examen deformado o superficial de la realidad; esta situación puede ser muy
grave. La retención también puede ser forzada debido a que no existe ninguna otra
alternativa de eliminación, reducción o transferencia y se debe asumir obligatoriamente
con el riesgo.
En resumen, de lo anterior se concluye que las opciones pueden variar desde la
completa retención hasta la transferencia del riesgo a otro sector y cada opción se basa
en la información que viene del especialista en riesgos.
Sin duda, uno de los grupos sociales que en primera instancia soporta el riesgo por
fenómenos peligrosos, es el grupo constituido por los propietarios de residencias,
arrendadores y propietarios de edificios multifamiliares en las áreas propensas. Para la
mayoría de las personas la propiedad de vivienda es probablemente su mayor inversión
y, con la inversión que se ha hecho en ella, los propietarios están soportando el riesgo
de su pérdida potencial. El riesgo puede ser reducido, a través de medidas de
mitigación, o transferido, a través de la diversificación de la propiedad, el seguro y las
hipotecas. Los arrendadores usualmente soportan el riesgo más directamente puesto que
ellos no tienen mucha opción de llevar a cabo medidas de reducción o mitigación y
pueden solamente transferir el riesgo a través de los seguros. Infortunadamente, se
reconoce que en la actualidad los propietarios de bienes, en general, han mostrado poca
inclinación a realizar gastos en medidas de mitigación voluntariamente. Por esta razón
se ha concluido que se necesitan incentivos económicos para fomentar la adopción de
las medidas de prevención. Aunque los seguros no se consideran una medida de
prevención-mitigación propiamente dicha, el diseño de un programa integral de
243
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
seguros, como se han dicho, podría fomentar la adopción estas medidas a través de
incentivos como la reducción de primas y bajos deducibles. Los propietarios de
vivienda y de negocios pequeños, infortunadamente, tienden a rechazar el destinar
recursos, muchas veces escasos, para la mitigación en general. A menudo disciernen
que los beneficios directos de los costos asumidos (i.e. el retorno de la inversión) se
materializa sólo cuando el evento ocurre y la propiedad experimenta daños menores.
El impacto agregado en términos de pérdida de vivienda, desempleo, abandono de
la propiedad, el costo de servicios públicos, etc. son costos sociales y económicos
soportados, en general, por el sistema social y por lo tanto requiere de asistencia
financiera directa del gobierno. Reducir el riesgo o los daños potenciales en los
edificios públicos en donde se prestan servicios o se realizan funciones sociales es por
lo tanto un benéfico directo no sólo para el sector gobierno sino para el público que
paga los impuestos. Cuando el riesgo privado llega a ser un riesgo público o social, la
reducción del riesgo o mitigación a través tanto de la acción (privada) voluntaria y la
gubernamental (pública) requiere de una regulación que por una parte impulse la
prevención y le dé consistencia. Dos aspectos fundamentales que deben analizarse son:
a) ¿Qué factores o incentivos son necesarios para motivar a los propietarios de
bienes privados a involucrarse en acciones de mitigación voluntaria para reducir
los riesgos por fenómenos naturales, en particular, eventos de baja probabilidad
y altas consecuencias?
b) ¿De quién es la responsabilidad de realizar medidas de reducción de riesgos por
fenómenos naturales peligrosos? Interpretándose, en primera instancia, que
corresponden a una serie de decisiones individuales privadas y, en segunda
instancia, como un problema público que requiere de la intervención del sector
público (i.e. ¿dónde se encuentra el umbral a partir del cual el gobierno debe
definir los estándares básicos de la prevención-mitigación de los fenómenos
naturales?)
Para dar respuesta a estas preguntas se necesita una gran comprensión de los riesgos
que imponen las amenazas naturales tanto para el sector público y privado, del costo y
la eficacia de las alternativas de mitigación o reducción, de las percepciones de riesgo
por parte de los diferentes actores o sectores sociales y de los factores fundamentales
que se requieren para motivar un comportamiento encaminado hacia la reducción del
riesgo.
El sector hipotecario con el de seguros y el de mercados de capitales provee un
mecanismo para la transferencia de riesgos. Los bancos hipotecarios típicamente no
retienen, en realidad, mucho riesgo dado que, en la mayoría de los países donde existe
esta actividad, las entidades hipotecarias venden la mayoría de sus prestamos. Los
compradores soportan, por lo tanto, el riesgo en muchos de sus portafolios. Estos
compradores, conocidos como el mercado secundario de hipotecas, en consecuencia
retienen el riesgo asociado puesto que, como se señaló, son instituciones financieras
que compran la mayoría de las hipotecas (EERI 2000).
244
Transferencia del Riesgo
Una situación preocupante, es que al intenta hacer la compra de una casa usada, es
común que la inspección para facilitar el préstamo no incluye ninguna evaluación, por
ejemplo, sísmica del bien. Algunos propietarios indican que si quien les va a prestar el
dinero para adquirir la propiedad no reconocen ese riesgo ¿por qué lo sí lo tienen que
hacer los compradores? El problema es que para los prestamistas este riesgo
usualmente no es muy importante comparado con otros riesgos. Los terremotos
mayores que ha sido trágicos eventos para los propietarios, por ejemplo, por lo que un
número importante de propietarios se ve forzado a dejar el préstamo y la propiedad, la
pérdida ha sido minúscula si se le compara con el tamaño de la industria hipotecaria
245
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
246
Transferencia del Riesgo
247
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
mecanismo de trasferencia de riesgos como el seguro podría pagar parte del costo de
reparación y entonces reducir la pérdida económica causada por el daño de los
edificios, pero este mecanismo poco puede hacer por la protección de la vida, la pérdida
de funcionalidad, la protección del patrimonio y por mitigar otros costos sociales
derivados.
Por esta razón, desde la perspectiva de la ingeniería sísmica el refuerzo estructural
es la estrategia técnica más efectiva que se debe seleccionar para reducir el riesgo,
porque este mecanismo influye favorablemente en la reducción de todos los tipos de
pérdidas a las que el gobierno esta expuesto. Sin embargo, los factores limitantes en su
adopción han sido siempre el costo y su factibilidad de implementación. Aunque, el
refuerzo debería ser llevado a cabo antes que un evento peligroso se presente, es muy
frecuente que se realice cabo como parte de la actualización de las estructuras dañadas
después de un sismo o un huracán, por ejemplo, porque es cuando los fondos tienen
mayor disponibilidad. Para mitigación pre-evento las fuentes de los fondos varían
notablemente en cada nivel de jurisdicción y de hecho a nivel local usualmente existe la
posibilidad de acceder a recursos del nivel provincial y nacional; y a nivel provincial
existe la posibilidad de recibir apoyo nacional. Infortunadamente, este esquema
subsidiario y complementario no se desarrolla siempre e esta manera en muchos países
en desarrollo. Incluso en muchos de ellos, sólo existen esquemas centralizados donde
los recursos sólo provienen y son administrados desde el orden nacional.
En los Estados Unidos las fuentes de recursos típicas para la realización del
refuerzo de las edificaciones públicas y esenciales a nivel estatal y local son bonos,
impuestos y alianzas públicas y privadas. Uno de los ejemplos más comentados es el
caso de Los Ángeles en California. Algunos incentivos en relación con impuestos
federales también se han facilitado para la rehabilitación de edificios históricos, aunque
este tipo de estructuras típicamente son intervenidas con fondos locales. Actualmente,
porciones de fondos federales facilitados después de un desastre se pueden aplicar a
proyectos de mitigación. Se acepta que se intervengan preventivamente edificios
públicos o cierto tipo de edificios de organismos sin ánimo de lucro, utilizando parte de
los fondos federales de asistencia para la reparación. Las medidas de mitigación pueden
ser objeto de inversión de hasta un 15% del total de los costos elegibles. No obstante,
esta disponibilidad está condicionada a que los solicitantes obtengan una cobertura de
seguros de todas sus instalaciones (EERI 2000).
También existe la posibilidad de establecer fondos institucionales o de reservas para
el refuerzo de edificios como escuelas, hospitales y otros edificios esenciales mediante
la emisión de bonos a nivel local. Después del terremoto de Loma Prieta en 1989 la
ciudad de Berkeley emitió bonos para el refuerzo de edificios de escuelas vulnerables.
El sector gobierno tiene diversas opciones para transferir el riesgo a través de
seguros, incluido el seguro privado, el risk pooling y la mutualidad entre agencias
gubernamentales. Una opción que podría considerarse es la transferencia del riesgo a
mercados de capitales a través de instrumentos financieros. Usualmente, la decisión de
buscar seguro surge de la ausencia de programas o sistemas gubernamentales (estatales
o federales) de apoyo. Como se comentó el gobierno nacional o federal esencialmente
actúa como un asegurador sin costo, pues cubre frecuentemente una porción de los
248
Transferencia del Riesgo
249
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
250
Transferencia del Riesgo
temente. Otras propuestas han sido establecer el traslado de una fracción del impuesto
al valor agregado de los pagos de las pólizas de seguros privados de cualquier tipo, lo
que permite recaudar fondos gubernamentales complementarios. Si hay un sentimiento
en los legisladores que la responsabilidad de la recuperación de los desastres recae, en
primera instancia, en el sector privado o en el nivel local, entonces los seguros, los
incentivos, impuestos y la aplicación efectiva de los códigos de construcción tendrían
en el futuro un perfil más alto que hoy. Estos aspectos merecen, sin duda, un serio
estudio.
251
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
252
Transferencia del Riesgo
de los países en desarrollo no ha existido una estrategia bien definida y mucho menos
eficiente para transferir las pérdidas causadas por desastres.
Se han realizado análisis con muestras de inmuebles públicos (CEDERI 2002) que
demuestran que existe la posibilidad de utilizar modelos refinados de evaluación de
riesgos con los cuales se pueden explorar estrategias eficientes de transferencia del
riesgo. Resulta sorprendente que las compañías de seguros tengan la posibilidad de usar
este tipo de modelos para calcular las pérdidas anuales esperadas o primas puras de
riesgo de las edificaciones del Estado, usando la información, por ejemplo, de los
estudios de microzonificación sísmica que el mismo Estado ha financiado y que el
Estado, por otra parte, no use este mismo tipo de información para estudiar alternativas
de negociación con las compañías de seguros. El uso de técnicas refinadas de
modelación y los avances técnico-científicos facilitan el diseño de una estrategia
eficiente y realista de negociación para la protección de los inmuebles públicos y/o la
infraestructura. En ese sentido los países deberían contar con estos análisis
permanentemente y diseñar, con base en estos estudios, su estrategia de transferencia de
las pérdidas en una forma dinámica.
Es importante señalar que el uso sólo de información histórica y de un enfoque
empírico para pronosticar pérdidas de desastre es insatisfactorio. Las estimaciones que
resultan de estas evaluaciones actuariales tradicionales contienen incertidumbres muy
grandes. Estas incertidumbres sólo pueden ser controladas utilizando técnicas más
rigurosas de estimación independientes, como los modelos basados en estudios de
ingeniería y enfoques científicos más depurados. Cuando existe alta ambigüedad del
riesgo, es decir cuando hay una alta incertidumbre en relación con la probabilidad de
ocurrencia de una pérdida específica y su magnitud, el valor de la prima será
inevitablemente mayor. Los actuarios y suscriptores de las compañías de seguros y
reaseguros manifiestan aversión a la ambigüedad al definir un valor mayor de las
primas cuando se percibe que el riesgo no está bien especificado.
253
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
instrumento de política más eficiente para generar la renta necesaria para cubrir esos
costos. Si, por otra parte, la sociedad cree que cada persona individualmente debería ser
responsable de asumir su propio gravamen por riesgos naturales, entonces alguna forma
de seguro, con tasas variables basadas en los riesgos involucrados, puede ser el medio
más apropiado para cubrir los costos de los desastres. La equidad se refiere a la
preocupación por el bienestar y la distribución de los recursos. Una distribución
equitativa de recursos puede significar el tratamiento especial de ciertos individuos o
grupos de personas a expensas de otros. Ahora bien, lo que puede en un momento ser
visto como equitativo, por ejemplo inmediatamente después de un desastre, puede ser
visto como ineficiente en una perspectiva a largo plazo, si mucha gente sufre los daños
de manera continua. Por ejemplo, si a las víctimas no aseguradas de un desastre se les
garantiza subvenciones y préstamos con bajos intereses para que rehabiliten o
reconstruyan sus propiedades de nuevo en áreas propensas al peligro, quienes pagan
impuestos estarían obligados a tener cada vez mayores gravámenes para atender las
víctimas de los futuros desastres. Es decir, lo que puede ser visto como equitativo
después de un desastre podría ser visto como ineficiente desde una perspectiva
sostenible a largo plazo.
El seguro privado puede ser una parte importante de programas de gestión de
riesgos pero requiere de una reorientación de su rol, en relación tanto con la prevención
como del cubrimiento de los daños a causa de desastres. Si se piensa ampliamente
acerca de cómo el seguro puede ayudar a enfrentar estos riesgos en el futuro, debido al
avance de la tecnología para analizar los datos y debido a la reciente disponibilidad del
mercado de capitales para fondear el reaseguro tradicional complementario, se podría
esperar que muy pronto sería factible el diseño de programas novedosos y efectivos
(Kunreuther y Roth 1998). Los avances de la ciencia y la ingeniería, ahora más que
nunca, sugieren que es factible establecer una estrategia que permita que los seguros
jueguen un rol muy efectivo desde el punto de vista de la política publica y el desarrollo
social. Un programa de gestión de riesgos de este tipo podría desarrollarse
cuidadosamente teniendo en cuenta los siguientes aspectos:
a) El mejoramiento de las estimaciones de riesgo
b) La auditoria y la inspección de propiedades
c) El énfasis en la aplicación real de los códigos de construcción
d) Promover incentivos económicos para la mitigación
e) Ampliar la protección contra las pérdidas por catástrofe.
En general, todos los aspectos antes mencionados son fácilmente entendibles y
obvios, pero la promoción de incentivos económicos es quizás el aspecto que no
siempre es fácil visualizar. La figura 10.4 ilustra el porqué el no modificar el valor la
prima desincentiva la realización de medidas de mitigación (Walker 1998).
Un ejemplo que ilustre este tipo de medida es el siguiente: Consideremos que el
costo de aplicar una medid a de reducción del riesgo en un sitio es de US$1,500
dólares. Si una muy buena estimación de especialistas en terremotos indica que la
probabilidad de un terremoto es de 1/100 y la reducción de la perdida debido a esta
inversión es $27,500 dólares, entonces el beneficio anual esperado es de $275 dólares.
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Transferencia del Riesgo
90 120 150
Mitigación
60 costo
Prima
30
0
0 5 Nivel de10
Mitigación 15 20
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Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
90 120 150
Prima Mitigación
60 costo
30
0
0 5 Nivel de10
Mitigación 15 20
Al respecto quedaría la pregunta de ¿cuáles podrían ser las mejores alternativas para
proveer subsidios a las familias de bajos ingresos para fomentar en ellos la adopción de
medidas efectivas de reducción de riesgo?
Es importante hacer énfasis que el aumento del subsidio, obtenido del pago de
impuestos, le resta importancia al rol que el seguro privado podría tener en la cobertura
de los daños asociados con los desastres. En el largo plazo, estos subsidios a grupos
especiales podrían mantenerse en forma exitosa bajo alguna figura de seguro social. Si
la preocupación pública es genuina, con el aumento de los costos de los desastres
naturales, como se cree hoy en día, un buen sistema de seguros con tasas diferenciales,
basadas en el riesgo real podría servir de piedra angular para un programa integral de
gestión de riesgos. Los aseguradores podrían orientar el manejo de los problemas de
riesgo desde una perspectiva integral y de una manera más constructiva solo a través de
esfuerzos conjuntos con otros actores de la gestión y mediante estrategias que
combinen el seguro con incentivos monetarios, sanciones, créditos fiscales, códigos de
construcción bien aplicados y regulaciones de usos del suelo. Por otra parte, la
efectividad de la implementación de medidas de reducción de riesgos o mitigación,
como la efectiva aplicación de los códigos de construcción y de los reglamentos de usos
del suelo dependen de la “capacidad institucional” del gobierno tanto en el nivel local,
provincial y nacional. Por lo tanto, sólo fortaleciendo la capacidad y organización
institucional para la gestión de riesgos se puede partir de una buena base que permita
asumir el reto o desafío de lograr resultados efectivos en la convergencia del sector
público y privado en el propósito de reducir el riesgo y los futuros desastres.
256
Transferencia del Riesgo
257
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
Capa Reaseguro o
Capa Bono Catastrófico
$Pérdidas
258
Transferencia del Riesgo
Para la cobertura por desastre de los estratos más pobres de la población incluso se
podría pensar en pagos subsidiados basados en la solidaridad de otros estratos de
mayores ingresos, con tarifas diferenciadas, como se ha hecho en el caso del seguro
agropecuario en algunos países. La prima del seguro por terremoto, por ejemplo podría
ser asumida en parte por el asegurado y en parte por el fondo o consorcio, con el fin de
incentivar el seguro; y de paso hacer explícita la responsabilidad en el ciudadano de
autoprotegerse, lo cual debería ser parte de los procesos de cultura ciudadana. En
Turquía, después del terremoto de Mármara de 1999, con el apoyo del Banco Mundial
se creó un consorcio, previo un ajuste de orden legal que obliga la suscripción del
seguro de terremoto hasta un mínimo de US$ 25,000 dólares, con el fin de proteger a
todos los propietarios de vivienda. Dicho consorcio está integrado por el gobierno y los
aseguradores privados, que suscriben el seguro. Algunas ideas de este tipo se han
venido discutiendo también recientemente en algunos países como los centromericanos.
Cambios rápidos en el sector financiero están permitiendo la aparición de nuevas
alternativas para enfrentar las pérdidas causadas por fenómenos peligrosos como los
terremotos, huracanes, inundaciones, entre otros. De lo anterior se puede sugerir
principalmente lo siguiente:
a) Los gobiernos deberían tratar de medir de manera idónea el riesgo por desastres.
Existen técnicas para estimar el riesgo con base en modelos avanzados que han
sido ya utilizados en los países desarrollados. La aplicación de este tipo de
modelos en los países en vías de desarrollo ha sido limitada, dado que no ha
existido un amplio mercado de seguros privados para riesgos por fenómenos
naturales. En algunos países no obstante este tipo de modelación ha empezado
ha ser utilizada y financiada por algunas compañías de seguros. Sin embargo,
para que se puedan emplear este tipo de modelos de manera efectiva, es
necesario contar con datos confiables sobre las amenazas y la vulnerabilidad de
los bienes. En algunos países las amenazas están más o menos bien definidas,
pero no se cuenta con análisis de vulnerabilidad y por lo tanto de riesgo
adecuados, con algunas excepciones. Por lo tanto, es esencial que los gobiernos
comprendan y evalúen el riesgo de desastre para que planifique en lugar de
limitarse a responder ante los hechos. Estos modelos avanzados con sólidas
bases técnicas y científicas deben aplicarse en el ámbito nacional, regional y
municipal. Además, es necesario utilizarlos para estimar con mayor confianza el
riesgo de la infraestructura y de los edificios esenciales, las escuelas, etc.
b) Es claro que los gobiernos nacionales son responsables de la reconstrucción de
los edificios públicos más importantes en caso de desastre, por lo tanto la
transferencia de pérdidas debería formar parte de un programa de gestión
cuidadoso que permita asignar los recursos de manera eficiente. Las prácticas
actuales indican que los gobiernos en general no tienen una estrategia
informada, que podría ser más inteligente y unificada para efectos de eficiencia,
aunque la contratación de seguros se realice en forma independiente por cada
entidad gubernamental. Usualmente los contratos de seguros de los gobiernos
son para proteger niveles de daño relativamente altos. La parte más costosa de
259
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
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278
Apéndices
APÉNDICE I
TERMINOLOGÍA
273
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
DAÑO: Efecto adverso o grado de destrucción causado por un fenómeno peligroso sobre
las personas, los bienes, sistemas de prestación de servicios y sistemas naturales o
sociales.
274
Apéndices
y que exige la atención o preocupación de las instituciones del Estado, los medios de
comunicación y de la comunidad en general.
275
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
PÉRDIDA: Valor adverso de orden económico, social o ambiental alcanzado por una
variable durante un tiempo de exposición específico.
276
Apéndices
277
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
278
Apéndices
APÉNDICE II
2. Principios Orientadores
279
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
280
Apéndices
281
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
técnicos de alto nivel de las instituciones claves que representan o reflejan principalmente
los temas de respuesta a emergencias y sería presidido por el director de la Defensa Civil.
Comisiones Asesoras o de Trabajo. Como resultado de la deliberación y decisión de
los Comités Nacionales sobre las prioridades de acción del Sistema Nacional, se podrán
crear Comisiones permanentes o temporales de trabajo, que se definirían en función de
los programas, sub-programas y proyectos del Plan Nacional de Gestión de Riesgos o del
Plan Nacional de Emergencia. Estas comisiones estarían integradas por todas aquellas
instituciones y organizaciones del Estado y de la sociedad civil que tengan un papel
importante en la ejecución de acciones en el área correspondiente. Estas comisiones o
redes tendrían dos funciones concatenadas. Primero, formular un plan concreto de acción
para su área de competencia, sometiéndolo al Comité Nacional pertinente para su
consideración, aprobación e integración con los planes de otras comisiones. Segundo, la
ejecución de las acciones previstas en los planes, con participación de los niveles
territoriales, a través de los Comités Departamentales y Municipales cuando sea
pertinente.
Los Comités Departamentales y Municipales de Gestión de Riesgos . Serían
presididos por el Gobernador y el Alcalde respectivamente. Los Comités formulan y
promueven sus propios planes de gestión de riesgos en su jurisdicción, con el apoyo
técnico de la dirección nacional, los comités nacionales y las comisiones de trabajo según
sea el caso.
282
Apéndices
Es importante resaltar que la concepción del sistema aquí propuesto se basa en las
283
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
284
Apéndices
Tres y Cuatro (interior y exterior del Sistema), de la interacción del sistema con el
supra sistema nacional y más allá, con el entorno internacional. Es el que guía la acción
de todo el Sistema ya que descansa en él la responsabilidad de resolver los problemas
que no pueden ser manejados por Control o Inteligencia. De esta forma es posible
concluir que la concepción del Sistema Nacional de Gestión de Riesgos, propuesto para
modernizar el sistema existente en Colombia es viable desde la perspectiva de la
cibernética organizacional. Es importante anotar, que el sistema vigente cumple con la
mayoría de los requisitos pero no con todos los que establece el MSV, lo que significa
que no es viable; esto explica en parte su debilitamiento y sus dificultades.
Específicamente deben señalarse las siguientes: fallas sistémicas: i) El Sistema
Uno, encarnado en los municipios, es débil; ii) No existe un Sistema Dos (comités) que
coordine eficientemente en los niveles municipal y departamental; desde un punto de
vista estrictamente territorial, los departamentos no siempre pueden coordinar a sus
municipios entre sí y en relación con las instancias nacionales. En ocasiones existen
rivalidades entre el departamento y los municipios más importantes; iii) El Sistema
Cinco ha sido dislocado y disminuido con el retiro de la Dirección Nacional de Gestión
de Riesgos de la Presidencia de la República y su adscripción al Ministerio del Interior.
Esta iniciativa le quitó rango a todo el sistema; iv) Correlativamente, el Sistema se ha
visto sujeto a la intrusión del meta sistema político, que interviene en consideración a la
sensibilidad de los problemas creados por los desastres; v) los sistemas o funciones del
orden nacional (S.5, S4, S.3) se han “desplomado” en términos de Beer sobre los
Sistemas Uno y Dos, anulándolos y suplantándolos.
Por otra parte, se aplica aquí también la técnica TASCOI (T: Transformación, A:
Actores, S: Proveedores, C: Clientes, O: Propietarios, I: Interventores), con la cual se
puede analizar también el sistema propuesto. Para entender este análisis se presenta una
descripción de los aspectos a considerar:
La Transformación son los procesos de gestión de riesgos que las entidades del
sistema realizan orientadas por proyectos, planes, políticas que facilitan el
cumplimiento de sus funciones. El propósito o la finalidad del sistema es la prevención-
mitigación, la preparación para emergencias y la recuperación posdesastre.
Los Actores son la comunidad y las entidades adscritas al sistema, encargadas de
realizar todas las actividades que le competen al sistema para lograr el propósito del
mismo.
285
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
286
Apéndices
287
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
Cada nivel y cada entidad cuenta con autonomía para actuar y debe manejar sus
propios recursos. Los Comités Departamentales, están integrados tanto por entidades
públicas, privadas como comunitarias y están presididos por el Gobernador. Sus
funciones se basan en el desarrollo de actividades que contribuyan al logro de los
objetivos del Sistema. Tiene dos vías o rutas de acción: hacia lo municipal y hacia lo
nacional, teniendo en cuenta que es el punto de enlace entre el Gobierno Nacional y el
municipio. El Comité Departamental está adscrito al despacho del Gobernador pero con
autonomía de coordinación, con base en las decisiones y dirección del mismo
organismo. Sus funciones frente al nivel municipal deben ser:
• Impulsar la conformación y activación de los Comités Municipales.
• Prestar asesoría y orientación para su adecuado funcionamiento.
• Promover la realización de procesos de educación y capacitación institucional y
comunitaria.
• Apoyar técnicamente la identificación de riesgos, evaluación de su magnitud y
formulación de alternativas de solución.
• Apoyar e impulsar la identificación de asentamientos humanos en zonas de
riesgo y promover la consecución de recursos de vivienda de interés social, para
mejoramiento o reubicación.
• Promover la inclusión del componente de la gestión de riesgos dentro de los
planes de desarrollo municipal.
• Apoyar los procesos de preparación y atención de emergencias, mediante el
fortalecimiento técnico y administrativo de las entidades operativas así como
con recursos económicos.
• Apoyar los procesos integrales de rehabilitación de zonas afectadas por la
ocurrencia de desastres.
288
Apéndices
3.3.3 Discrecionalidad
289
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
sistema) del organismo en cuestión. Este análisis permite identificar las relaciones
existentes entre estos dos tipos de actividades (primarias y de apoyo o secundarias),
basados en la discrecionalidad que se da entre ellas. La discrecionalidad es la
intervención que una ejerce sobre la otra, con lo cual le resta autonomía (sin quitársela),
esto “limita” un poco la libertad para la toma de decisiones. De esta forma, se
identifican las actividades que son realmente autónomas, es decir, aquellas que tienen la
capacidad de determinar su actuar por sí solas; y las que tienen discrecionalidad sobre
otras. Tener discreción en una función, a un nivel dado de recursión, significa
reducirles a los niveles inferiores la autonomía para actuar sobre esa función específica,
con esas características específicas.
Las actividades primarias del Sistema son la prevención-mitigación, o reducción de
riesgos, la preparación para atender emergencias, la respuesta en caso de desastre y la
recuperación (que incluye la rehabilitación y reconstrucción) de áreas afectadas. Dichas
actividades se realizan en forma sinérgica a través de las acciones propias de las
instituciones según sea su competencia. Dependiendo del nivel de autonomía y
descentralización las actividades primarias en los niveles municipal y departamental
será el grado de discrecionalidad de parte del nivel nacional o departamental. La
expectativa es que con el tiempo y en la medida que se consolide el desarrollo
municipal y departamental la discrecionalidad será menor sobre estos niveles de
recursión. En ese caso el Sistema mantiene su propósito y se adapta a esta circunstancia
deseable de autodeterminación a nivel local, lo que hace el Sistema adaptable sobre una
base democrática.
Las tres grandes actividades secundarias del Sistema son la administrativa, la
financiera y la jurídica. En los niveles departamental y municipal las actividades
secundarias funcionan de la misma forma que en el nivel nacional, pero en estos casos
los que toman la decisión final usualmente son el Gobernador y el Alcalde
respectivamente. En el caso de proyectos, la Dirección Nacional junto con el Fondo
Nacional (la junta consultora del fondo), determinan si un proyecto es viable y, por lo
tanto, si se debe o no buscar la forma de financiarlo (aunque esto depende de la
disponibilidad de dinero y recursos, y es el área financiera quien lo controla). Es
necesario aclarar que los proyectos a los que se hace referencia son todos aquellos que
los municipios y departamentos consideren necesarios para cumplir con la función de
reducción de riesgos y prevención de desastres. El manejo de los recursos para atención
de emergencias está determinado por los eventos que sea reportan y que se deben
atender de manera subsidiaria y complementaria.
Las entidades que conformen el Sistema Nacional son las encargadas de llevar a cabo
las actividades de gestión de riesgos en forma sinérgica. Para tal efecto la Dirección
Nacional de Gestión de Riesgos debe consolidarse como la instancia técnica de control y
coordinación y su responsabilidad directa es la de orientar y promover el trabajo
interinstitucional y velar porque las diferentes entidades e instancias del Gobierno
cumplan las funciones y asuman las responsabilidades a que haga referencia la
290
Apéndices
291
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
292
Apéndices
SISTEMA POLITICA
DIRIGE
Sistema 5 PR
ORIENTA
Sistema 4
PLAN
COMITE NACIONAL
DE GESTION
RIESGOS
PROMUEVE
Sistema 3
DNGR
SUB
PROGRAMAS
EJECUTA
Sistema 1
COMISIONES COMISIONES DE
DE TRABAJO TRABAJO DE
DE ALERTA,
REDUCCION PREPARATIVOS y PLANES
y PREVISION RESPUESTA PROGRAMAS
COORDINA
en Y
Territorios PROYECTOS
COMITES
Sistema 2 REGIONALES
DEPARTAMENTALES Y Y LOCALES
MUNICIPALES
293
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
Hay organismos o instituciones que son parte de ambos comités, pues cumplen
tareas esenciales tanto en relación con la reducción y previsión como en
relación con la alerta, los preparativos y la respuesta. Son organismos
fundamentales de todo el sistema y ejes de su accionar
Tienen vínculos tanto con las Comisiones como con los Comités Nacionales
y sus organismos, de manera que pueden estar presentes en reuniones de los
respectivos comités o trabajar integralmente con algunas comisiones o redes
según las características de la provincia o los programas que se estén
ejecutando en un período establecido.
294
Apéndices
APÉNDICE III
1. Presentación
2. Principios orientadores
El Plan Nacional de Gestión de Riesgos está basado en una serie de principios que
pueden sintetizarse de la siguiente manera:
Los programas contenidos en este Plan Nacional, así como los subprogramas
que de él se derivan, adoptan como premisa los siguientes conceptos:
295
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
2.2 Vínculos
296
Apéndices
y su la articulación con:
2.3 Elaboración
297
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
298
Apéndices
299
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
300
Apéndices
301
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
302
Apéndices
en las diferentes regiones del país. Apoyo a las instituciones de educación superior
en la realización de programas académicos, de investigación y de educación
continua.
4.4.2 Desarrollo de un sistema de capacitación de funcionarios y de capacitadores
comunitarios.
Divulgación y suministro de material sobre gestión de riesgos a los Comités
Provinciales y Municipales y otras instituciones del sector público y privado.
Diseño y elaboración de material didáctico para la capacitación de funcionarios.
Realización y promoción de eventos de divulgación y capacitación a nivel nacional
y provincial.
4.5. Fortalecimiento de las capacidades interinstitucionales para la gestión de
riesgos.
4.5.1 Fortalecimiento de las entidades nacionales del sistema.
Definición de criterios para establecer procesos de interlocución entre el nivel
nacional y los Comités Provinciales y Municipales. Organización y fortalecimiento
de las labores de los Comités Nacionales. Creación y/o fortalecimiento de las
Comisiones de Trabajo Interinstitucional Gestión de cooperación técnica
interinstitucional y con entidades internacionales.
4.5.2 Fortalecimiento de los Comités Provinciales y Municipales.
Desarrollo de instrumentos de gestión y evaluación de las actividades
interinstitucionales para el nivel provincial y municipal. Formulación y puesta en
marcha de planes provinciales y locales para la gestión de riesgos.
4.5.3 Fortalecimiento de la participación ciudadana.
Apoyo a los ONGs y otras formas de organización y participación ciudadana,
para que la sociedad se apropie de procesos de gestión de riesgos. Promoción de
procedimientos de respuesta y reacción ciudadana en caso de desastres a través de
las organizaciones representativas
303
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
304
Apéndices
Eje Programático 1:
Promover el desarrollo del conocimiento y la evaluación del riesgo y su socialización
PROGRAMAS SUBPROGRAMAS INSTITUCIONES
1. Instalación y consolidación de 1. Red Nacional de Observación
redes, procedimientos y Hidrometeorológica y de
sistemas de detección y alerta Vigilancia de Huracanes. ONAMET, INDRHI, DGM, ICM,
para la vigilancia y aviso ONAPLAN-DGT, ISU de la UASD,
2. Redes de monitoreo y alerta de Secretaría de Estado de Medio
oportuno a la población cuencas de régimen torrencial y
Ambiente, Universidades, Oficina
de zonas inesta-bles de ladera.
Nacional de Defensa Civil, Oficina
Nacional de Gestión de Riesgos .
3. Red Sismológica Nacional y de SESPAS, INDOTEL, SEOPC, CDE,
Acele-rógrafos Cruz Roja Dominicana, FFAA.
4. Análisis de vulnerabilidad y
estimación de riesgos de centros
urbanos, edificaciones
indispensables e infraestructura
de líneas vitales.
5. Preparación de escenarios de
riesgo y mapas multi-amenazas.
305
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
5. Sistematización de la información
relativa a sistemas de vigilancia,
alerta, diagnóstico rápido e
inventario de recursos para la
reacción institucional efectiva.
6. Sistematización de información
sobre manejo y transporte de
sustancias peli-grosas.
7. Conformación de la red de
centros de documentación y
consulta para la Gestión de
Riesgos.
8. Sistematización de la información
acerca de las acciones y la gestión
de las entidades nacionales,
provinciales y municipales del
Sistema Nacional.
3. Diseño de campañas de
información pública a nivel
nacional y provincial para el
conocimiento de los riesgos y las
medidas preventivas individuales
y comunitarias.
306
Apéndices
Eje Programático 2:
Fortalecimiento de la Reducción y la Previsión de los Factores de Riesgo
1. Incorporación de criterios 1. Elaboración de instrumentos,
pre-ventivos y de seguridad metodo-logías y normas para la ONAPLAN, Secretaría de Estado de
en los planes de desarrollo. consideración del riesgo como Medio Ambiente, Oficina Nacional de
determinante en la toma de Gestión de Riesgos, INAPA, CDE,
decisiones. SEOPC, CODIA, Universidades,
CRD, ONPM-C, CONAU, FLACSO,
2. Formulación por parte de las Secretaria de Educación
entidades sectoriales de
programas y proyectos para que la
estimación y mitigación de
riesgos sea considerada en los
planes de inversión.
5. Intervención y reducción de la
vulne-rabilidad de centros
urbanos, edifica-ciones
indispensables e infraestructuras
de líneas vitales existentes.
6. Estudio y promoción de la
aplicación de seguros para la
protección de los bienes y
servicios individuales y
colectivos.
307
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
4. Identificación, implementación y
revi-sión de mecanismos para la
realización de proyectos
productivos de impacto
económico y social.
308
Apéndices
Eje Programático 3:
Mejoramiento de las Prácticas y los Mecanismos de Alerta, Preparativos y Respuesta
1. Desarrollo y actualización de 1. Formulación y seguimiento del
planes de emergencia y con- Plan Nacional de Emergencias y Oficina Nacional de Defensa Civil,
tingencia. de los procedimientos de alerta. Cuerpos de Bomberos, Secretaría de
Estado de Salud Pública y Asistencia
2. Impulso y mejoramiento de las Social DNED, Policía Nacional,
redes de comunicaciones y FFAA, Ayuntamiento del Distrito
consolidación del Centro de Nacional, Oficina Nacional de
Operaciones de Emergencia Gestión de Riesgos, CRD,
(COE). Ayuntamientos Descentralizados,
Liga Municipal Dominicana, SEIP,
3. Elaboración de metodologías e SET, ONGs, INDOTEC,
instruc-tivos para el desarrollo de SEMARENA, ONPM-C
planes de emergencia,
contingencia y de ejercicios de
simulación.
5. Realización de planes de
emergencia pre-hospitalarios,
intra-hospitalarios y de referencia.
6. Consolidación de la información
acerca de manejo y transporte de
productos químicos y sustancias
tóxicas y contaminantes.
309
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
alistamiento, movili-zación,
evacuación y respuesta.
5. Fortalecimiento de la capacidad
de ope-ración y respuesta de la
red de urgencias hospitalarias en
caso de desastre.
3. Realización y promoción de
eventos de divulgación y
capacitación a nivel nacional y
provincial.
Eje Programático 5:
Fortalecimiento de las capacidades interinstitucionales para la gestión de riesgos
1. Fortalecimiento de las 1. Definición de criterios para
entidades nacionales del establecer procesos de Oficina Nacional de Gestión de
sistema. interlocución entre el nivel Riesgos, Secretaría de Estado de
nacional y los Comités Medio Ambiente, Oficina Nacional de
Provinciales y Municipales. Defensa Civil, CRD, STP-
ONAPLAN, SESPAS
2. Organización y fortalecimiento de
las la-bores de los Comités
Nacionales.
310
Apéndices
311
Gestión Integral de Riesgos y Desastres .
312
Apéndices
APÉNDICE IV
1. Objetivo general
2. Objetivos específicos
313
Gestión Integral de Riesgos y Desastres ..
3. Alcances
4. Principios orientadores
Solidaridad social: Todas las personas naturales y jurídicas, sean estas últimas de
derecho público o privado, tienen el deber indeclinable de responder con acciones
humanitarias a las situaciones de desastre, calamidad y peligro para la vida o la salud
de las personas. La obediencia a los llamados de las autoridades que integran el
Comité Local para la Prevención, Atención y Recuperación de Desastres es un
corolario del principio de solidaridad social.
314
Apéndices
315
Gestión Integral de Riesgos y Desastres ..
316
Apéndices
317
Gestión Integral de Riesgos y Desastres ..
Para cada tarea identificar los mismos puntos descritos anteriormente: Propósito, Entidades Responsables, ...etc.
FUNCIONES DE DIRECCIONAMIENTO ESTRATÉGICO
GERENCIALES: Activación y funcionamiento del COE, Coordinación interinstitucional (entidades nacionales, regionales y locales), información pública, asuntos
jurídicos y económicos
...
Para cada tarea identificar los mismos puntos descritos anteriormente: Propósito, Entidades Responsables, ...etc.
FUNCIONES DE EVALUACIÓN Y CONTROL
EVALUACIÓN Y CONTROL: Monitoreo y control del evento, monitoreo y control de donaciones, monitoreo y control de gestión y resultados
...
Para cada tarea identificar los mismos puntos descritos anteriormente: Propósito, Entidades Responsables, ...etc.
318
Apéndices
BÁSICOS
hospitalaria
319
Gestión Integral de Riesgos y Desastres ..
¿Qué se hace? ¿Quiénes lo hacen? ¿Con qué se ¿Dónde y cuándo ¿Para qué se
¿Quién debe ha c e ? se hace? ha c e ?
coordinar?
320
Apéndices
1 1 1 1 2 2 2 2 3 3 3 3 4 4 4 4 5 5 5 5 6 6 6 6 6 6
COORDINACIÓN INSTITUCIONAL
ACCESIBILIDAD Y TRANPORTE
VIGILANCIA EPIDEMIOLÓGICA
SISTEMAS DE INFORMACIÓN
MANEJO DE SUMINISTROS Y
AISLAMIENTO Y SEGURIDAD
REMOCIÓN DE ESCOMBROS
SANEAMIENTO AMBIENTAL
MANEJO DE VOLUNTARIOS
INCENDIOS Y MATERIALES
ALIMENTACIÓN Y MENAJE
MANEJO DE CADÁVERES
TRABAJO COMUNITARIO
CENSOS DE POBLACIÓN
EVALUACIÓN DE DAÑOS
BUSQUEDA, RESCATE Y
INFORMACIÓN PUBLICA
FUNCIONAMIENTO COE
ASUNTOS JURIDICOS Y
SERVICIOS PUBLICOS
ATENCIÓN EN SALUD
COMUNICACIONES
SALVAMENTO
ECONOMICOS
DONACIONES
EVACUACIÓN
PELIGROSOS
ALBERGUES
EVENTO
BÁSICO
ENTIDAD
1 Policía Nacional RP R R R R
2 Defensa Civil RP R R R RP
3 Secretaría de Gobierno RP R R R
4 Cuerpo Oficial de Bomberos R RP R R R
5 Hospitales RP R
6 Secretaría de Medio Ambiente R RP R R
7 Secretaría de Salud R R R RP R R R R R
8 Fiscalía - Medicina Legal R RP R
9 Juntas de Acción Comunal R RP R
10 Caja de Vivienda Popular RP R
11 Cruz Roja R R R RP R RP R
12 Secretaría de Desarrollo Comunitario RP R R R
13 Secretaría de Planeación RP R R R
14 Instituciones científicas R RP R
15 Secretaría de obras públicas RP R R
16 Empresas de servicios públicos R R R R RP
17 Alcaldía Municipal RP R
18 Oficina de Prensa Alcaldía RP
19 Oficina Municipal de Prevención de Desastres R R RP R RP
20 Secretaría General R RP
21 Ejercito Nacional R R R R RP R
22 Secretaría de Tránsito y Transporte R R R RP
23 Sistemas de Información Geográficos RP
24 Depto. Administrativo Aeronáutica Civil R R
25 Liga de Radioaficionados R R R
26 Policía de Tránsito R R R
27 Secretaría de Educación R R
28 Secretaría de Hacienda R R R
29 Secretaría Jurídica R R R
30 Sociedad de Ingenieros R R R
321
Gestión Integral de Riesgos y Desastres ..
RESPONSABLES RESPONSABILIDADES
322
Apéndices
RESPONSABILIDADES
323
Gestión Integral de Riesgos y Desastres ..
Inicio
NO
Supera su
Soluciona capacidad
emergencia
SI
Informa a la DGPAD
El Alcalde informa al Gobernador
(Coordinador del CRE) y le solicita
ayuda a la región y a otros
Declaratoria de municipios vecinos
Retorno a la
Normalidad si es
Calamidad Pública
Local Gobernador activa CRE y el plan de
contingencia regional y
proporcionan apoyo
NO
Soluciona Supera su
emergencia capacidad
Informa a la DGPAD SI
Se soluciona la
Declaratoria de SI emergencia,
Retorno a la Declaratoria de
Normalidad (por el Solicita ayuda Retorno a Fin
Presidente si es internacional Normalidad
Desastre o por el
Director de la DGPAD
si es Calamidad
Pública Nacional
324
Apéndices
Efectúa monitoreo y
seguimiento
NO
SI
NO
SI
SIGLAS: COLPADE: Comité Local para la Prevención y Atención de Desastres; OMPAD: Oficina Municipal para la Prevención y
Atención de Desastres (Coordina el COLPADE); CRE: Comité Regional para la Prevención y Atención de Desastres; SNPAD: Sistema
Nacional de Prevención y Atención de Desastres (compuesto por el nivel nacional, regional y local); DGPAD: Entidad coordinadora del
SNPAD.
325
Gestión Integral de Riesgos y Desastres ..
Unidad Coordinadora de
Ayudas
Unidad Operativa
Aeroportuaria
Terminales transporte
326
Apéndices
2. Índice de contenido
3. Antecedentes / Situación
4. Propósito
5. Objetivos Específicos
7. Organización
Dirección (Toma de decisiones)
Comité de Emergencias y sus responsabilidades
Coordinador institucional de emergencias y sus responsabilidades
Equipos o unidades especiales y sus funciones
Responsabilidades de los empleados
8. Acciones a tomar
Acciones preventivas
Acciones de preparación
Acciones de respuesta y recuperación
327
Gestión Integral de Riesgos y Desastres ..
OPERACIONES BÁSICAS
PREPARACIÓN
______ Asignar a las personas que representarán la institución
______ Coordinar los planes, procedimientos y preparaciones con las instituciones del
Gobierno Nacional, Regional, Municipal, las entidades privadas y ONG
involucradas en las emergencias. Realizar acuerdos para facilitar la respuesta
eficaz
______ Determinar los recursos necesarios para continuar los servicios esenciales
durante las emergencias y hacer inventario de los recursos disponibles para la
respuesta
328
Apéndices
APÉNDICE V
329
Gestión Integral de Riesgos y Desastres ..
330
Apéndices
331
Gestión Integral de Riesgos y Desastres ..
332
Apéndices
• Distribución de Gumbel;
• Distribución Normal;
• Distribución Log Normal;
• Distribución Log Normal T3;
• Distribución Pearson T3;
• Distribución Log Pearson T3.
333
Gestión Integral de Riesgos y Desastres ..
334
Apéndices
335
Gestión Integral de Riesgos y Desastres ..
combinación de estos. Mapas como estos pueden ser también divididos en zonas
basadas en escenarios factibles de futuras erupciones, o en sectores estratégicos según
la debilidad del volcán, o el sistema de valles que se pueda ver afectado. El alto costo y
el grado de perturbación social esperada por causa de una evacuación podría reducirse
mediante el uso de este tipo de mapas. Ambos tipos de mapas pueden ser preparados a
partir de los mismos datos básicos y, en algunos casos, un solo mapa podría ser
preparado para servir para ambos propósitos.
Finalmente, un mapa de amenaza volcánica debe definir las áreas que pueden ser
afectadas por un tipo determinado de evento donde se especifica el tipo de fenómeno,
su magnitud y su frecuencia de ocurrencia. El resultado es un mapa donde se
encuentran localizadas las áreas de posible impacto de flujos de lava, nubes ardientes,
lluvia ácida y de piroclástos, cursos de agua afectados, y posibles zonas de inundación
y avalancha.
336
Apéndices
337
Gestión Integral de Riesgos y Desastres ..
338
Apéndices
APÉNDICE VI
339
Gestión Integral de Riesgos y Desastres ..
participación de cada índice para cada área de análisis, k. El índice de riesgo sísmico
físico viene dado por la mediante la ecuación 2
IRHk = Σ i XIRi × δIRi [2]
donde XIRi es el valor de cada indicador i obtenido de la información de los escenarios
de pérdidas y δIRi el factor de participación de cada indicador i, para cada área de
análisis, k. El índice de riesgo sísmico del contexto se puede estimar mediante la
ecuación 3, así
IRSk = α ((HSk - β )(VSk - β ) + β ) [3]
donde HSk es el descriptor de la amenaza sísmica del contexto, VSk el descriptor de la
vulnerabilidad del contexto y α y β constantes de visualización relativas a la media y la
desviación estándar de los valores, que se explican más adelante. La figura 1 ilustra los
descriptores que podrían conformar los índices de riesgo sísmico físico y riesgo sísmico
del contexto.
INDICES δ DESCRIPTO RES δ
X IR 2 Fallecidos .10
X IR 3 Heridos .10
Riesgo del
IR S Contexto
0.5 >>
Figura 1: Descriptores de los índices de riesgo sísmico físico y del contexto con
los factores de participación obtenidos de la opinión de expertos.
340
Apéndices
donde EVk, FVk, RVk son indicadores de exposición, fragilidad social y falta de
resiliencia y δEk, δFk y δRk son sus factores de participación para cada área de análisis k.
La ecuación anterior puede reescribirse en la siguiente forma equivalente
VSk = (Σ i XEi × δEi) δEk + (Σ i XFi × δFi) δFk + (Σ i XRi × δRi) δRk [6]
siendo XEi, XFi y XHi los valores de los indicadores i que componen la exposición,
fragilidad social y falta de resiliencia y δEi, δFi y δRi la participación de cada indicador i
y para cada área de análisis k, respectivamente.
IN D IC A D O R E S δ C O M P O N E N TES δ
X H4 Susceptibilidad de deslizamiento .1 5
X E1 Población 0 .2
X E2 D ensidad poblacional 0 .2
X E4 A rea industrial 0 .2
X E5 A rea institucional 0 .2
X F3 T asa de delincuencia 0 .1
Indice de disparidad
X F4 social
0 .4
X R1 C amas hospitalarias .1 5
Recurso humano en
X R2 salud
.1 5
X R4 Personal de rescate .1 5
X R5 N ivel de desarrollo .2 0
O peratividad en
X R6 emergencias
.2 0
341
Gestión Integral de Riesgos y Desastres ..
donde X´ik y Xik son el valor escalado y el dato inicial para la localidad k y el indicador
i, y α y β son constantes de visualización relacionadas con la media y la desviación
estándar. Estas constantes se deben mantener durante todo el procedimiento de
escalamiento. La ecuación cambia de signo cuando el indicador es inverso al factor que
se valora, como es el caso de los indicadores de resiliencia que son inversos a la
vulnerabilidad del contexto.
Expresar el resultado como una combinación lineal implica que no existe
interacción entre los indicadores o entre los indicadores y los factores de participación
utilizados para la ponderación. No obstante, casi todos los índices de este tipo
desarrollados hasta la fecha usan una combinación lineal y la búsqueda de otros
enfoques ha permitido concluir que dicha combinación es aceptable, si se tienen en
cuenta las incertidumbres e imprecisiones inherentes de los datos. Por otra parte, hacer
de un índice de riesgo una función no lineal podría ser más adecuado, pero no es claro
qué tipo de función debería utilizarse y su posible complejidad puede ser inconsistente
con el objetivo de disponer de una técnica sencilla basada en un índice fácil de evaluar
y de fácil entendimiento.
Una vez que los indicadores sean conmensurables, se debe realizar su ponderación.
El factor de participación de cada indicador ilustra la importancia del indicador con
respecto a los demás en la determinación de un factor componente o del mismo índice
de riesgo sísmico. Un índice de esta naturaleza debe tratar de reflejar el conocimiento
colectivo de todos los expertos para definir su valor. La ponderación es correcta
siempre que cumpla esa meta. Una variedad de técnicas de ponderación ha sido usada
para la construcción de otros índices compuestos (Morris 1979; UNDP 1991; Briguglio
1992/95; Davidson 1997; Lambert 2000; Smolka et al. 2000). Sin embargo, todos
aquellos índices propuestos con base en técnicas estadísticas requieren que las variables
dependientes puedan ser medidas directamente (por ejemplo, regresión) o que los
indicadores estén bien correlacionados –por ejemplo, análisis de componentes
342
Apéndices
principales– (Atkins et al. 1998, 2000). Dado que el riesgo no puede ser medido
directamente y los indicadores no están bien correlacionados, cualquiera de las técnicas
que requieran esos prerrequisitos no es más efectiva. La única opción que queda para la
ponderación es la evaluación subjetiva y esta es la única técnica factible y razonable
para capturar el criterio, la experiencia y el juicio de expertos (Davidson 1997).
El análisis multicriterio basado en importancias relativas y pesos obtenidos
mediante comparaciones sucesivas entre parejas de criterios (pairwise), desarrollado
para la toma de decisiones, es una técnica útil para asignar los factores de participación
o importancia de los componentes de un indicador de una manera más rigurosa que la
directa apreciación utilizando el “juicio” o “sentimiento” de los expertos (Hayman
1998). Una de las técnicas más desarrolladas es el proceso jerárquico analítico
(Analytical Hierarchy Process - AHP) que permite medir la consistencia de los factores
de peso asignados mediante comparaciones pairwise (Saaty 1980).
De acuerdo con la técnica AHP la relación de consistencia CR (Ecuación 8a) es el
cociente entre el índice de consistencia CI de una matriz de comparaciones pairwise
dada y el valor del mismo índice para una matriz de comparaciones pairwise generada
aleatoriamente:
CI
CR = ≤ 0 .1 [8a]
CI random
λ max − n
CI = [8b]
n −1
343
Gestión Integral de Riesgos y Desastres ..
EV FV EV
EV 1 0.50 1
FV 2 1 1
RV 1 1 1
Σ 4 2.50 3
344
345
COMPONENTES δ INDICADORES δ DESCRIPTORES δ ÍNDICES δ
XIR1 Área destruida .31
XIR2 Fallecidos .10
XIR3 Heridos .10
XIR4 Roturas red de acueducto .19
XIR5 Roturas de la red de gas .11 >> IRH Riesgo Sísmico Físico 0.5
XIR6 Long. de redes eléctricas caídas .11
XIR7 Centrales telefónicas afectadas .04
XIR8 Subestacions eléctricas afectadas .04
Figura 3: Índices de riesgo relativo para las Alcaldías Menores de Bogotá con los factores de participación utilizados.
Gestión del Riesgo Colectivo ..
El análisis del potencial de daño se realizó llevando a cabo una identificación del
tipo de edificios que se han construido en la ciudad desde su fundación. Para ello fue
necesario hacer una revisión de su crecimiento histórico y de la manera como las
tecnologías de la construcción se fueron modificando con el pasar del tiempo. Por otra
parte, y teniendo en cuenta que las tipologías de construcción también cambian de
acuerdo con la capacidad económica, fue necesario hacer un análisis de los estratos
socioeconómicos y de la información en relación con las zonas de uso, limitación de
altura de los edificios y zonas de tratamiento que tiene el Departamento Administrativo
de Planeación de la ciudad. Finalmente, a partir de la información sistematizada en la
Oficina de Catastro y una amplia verificación en el campo realizada por equipos de
evaluadores, se logró desarrollar una base de información que permitió conocer qué
tipologías de edificios son las más comunes en la ciudad y la manera en que están
distribuidas en cada una de las manzanas, barrios y sectores. Teniendo en cuenta que
las características dinámicas, de resistencia, rigidez y disipación de energía inelástica
de los edificios frente a los terremotos varían notablemente en función del tipo de
material del sistema estructural, de la altura, de la técnica de construcción, de la edad, y
de otros factores, se clasificaron las tipologías estructurales a considerar en el estudio.
En dicha clasificación se tuvieron en cuenta las características arquitectónicas y
constructivas observadas del conjunto de edificios de la ciudad.
En total se estudió una área de 405 km2 correspondiente a 46 000 manzanas sobre un
perímetro de la ciudad del orden de 92 km. El área construida total es de 317 millones de
metros cuadrados, de la cual las estructuras informales y de mampostería constituyen el
66%, los edificios porticados de hormigón armado de hasta de 5 pisos son el 20% y los
edificios porticados mayores que 5 pisos son el 9%. Con el fin de determinar los
diferentes niveles de daño que puede presentar un edificio se adaptó inicialmente la
metodología propuesta en el ATC-13 (Applied Technology Council, 1985) basada en
estados de daño. Los valores de probabilidad de daño propuestos por el método ATC-13
para cada valor de intensidad sísmica, son basados en las matrices de probabilidad de
daños desarrolladas por Whitman et al. (1973), en la aplicación de la técnica estadística
del método Delphi (Listone y Turoff 1975) y en el criterio y las apreciaciones de un
amplio grupo de expertos. Posteriormente se realizaron verificaciones utilizando
metodologías más refinadas similares a las planteadas en HAZUS; técnica propuesta por
RMS (Bendimerand 1999) para FEMA (1999). Se utilizó el modelo propuesto por
Cardona y Hurtado (2000), basado en la simulación estocástica del comportamiento de
edificios de hormigón armado, típicos para Colombia, utilizando el programa
PROMENVIR de procesamiento en paralelo (Bonnet et al. 2001).
El valor de la amenaza sísmica en cada zona de la ciudad (figura 4) está representado
por un espectro de aceleración correspondiente a cada sismo postulado (figura 5). En
consecuencia, para conocer el valor de aceleración espectral al que está sometida cada
edificio fue necesario estimar el período fundamental de vibración promedio para cada
uno de los tipos de edificios definidos. El coste de reposición se obtuvo para cada tipo
estructural con base en el coste por metro cuadrado de construcción dependiendo del
estrato socio-económico. Dicho valor varió entre US$ 240 y US$ 864 por metro
cuadrado para edificios de mampostería en estrato bajo y pórticos de hormigón armado
de más de diez pisos en estrato alto, respectivamente.
346
Gestión del Riesgo Colectivo ..
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Zona 3 : L acustre A
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Zona 5 A : Terr azas y Conos Potenci al mente Li cuables
X = 985000 m
Y = 1005000 m
Y = 1001000 m
Y = 985000 m
Y = 989000 m
Y = 993000 m
Y = 997000 m
Y = 1009000 m
347
Gestión del Riesgo Colectivo ..
Figura 5: Espectros de aceleración, Sa, para cada zona (Cardona y Yamín 1997)
348
Gestión del Riesgo Colectivo ..
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Figura 6: Escenario de daño para un sismo moderado en Bogotá (Cardona y Yamín 1997).
349
Gestión del Riesgo Colectivo ..
X=1 ' 0 21 .0 00 m
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Figura 7: Escenario de daños para un sismo fuerte en Bogotá (Cardona y Yamín 1997).
350
Gestión del Riesgo Colectivo ..
El índice de riesgo del contexto para un centro urbano como Bogotá se definió
como el resultado del producto escalado del factor de amenaza sísmica y del factor de
vulnerabilidad del contexto para cada alcaldía local. Esta forma de cálculo se debe al
hecho de que, para que exista el riesgo, la amenaza y la vulnerabilidad son mutuamente
condicionantes y concomitantes, lo que equivale a la “convolución” de los descriptores
que lo componen. A continuación se definen estos descriptores y se relacionan sus
indicadores componentes:
1. Amenaza sísmica del contexto, HSk: Definida como una agregación de valores que
expresan el nivel de peligro sísmico que se presenta en el área que cubre la alcaldía
menor, caracterizada por particularidades relativas a la acción sísmica. Para su
determinación, en este caso, se definieron los siguientes indicadores:
1.1 Aceleración espectral, XH1: Definida como la media ponderada del valor espectral
de la aceleración sísmica para los períodos de vibración (T) comprendidos entre 0.2
s y 0.5 s, en las zonas de microzonificación sísmica
351
Gestión del Riesgo Colectivo ..
1.2 Área de suelos blandos, XH2: Definida como el porcentaje del área de la alcaldía
menor que es susceptible a la amplificación sísmica por las características
dinámicas del suelo. T > 0.5 s.
1.3 Área con potencial de licuefacción, XH3: Definida como el porcentaje de área de la
alcaldía menor que presenta suelos arenosos no consolidados y saturados con alto
potencial de licuefacción en caso de sismos moderados o fuertes.
1.4 Área con susceptibilidad al deslizamiento, XH4: Definida como el porcentaje del
área de la alcaldía menor que presenta zonas con potencial inestabilidad de laderas
en caso de sismos moderados o fuertes.
De existir la posibilidad de la acción de un tsunami o maremoto, también se podría
incluir el área de inundación e impacto de las olas sobre la ciudad. Igualmente, cuando
exista la posibilidad de incendios generalizados por que existan áreas de la ciudad que
tengan construcciones particularmente propensas a la conflagración, ésta podría ser
también una variable a considerar.
En el Apéndice C de Cardona (2001) se encuentran los valores de amenaza sísmica
sin escalar y la conversión a unidades conmensurables. También presenta gráficos que
ilustran los valores relativos del descriptor de amenaza sísmica del contexto y de sus
indicadores para todas las alcaldías de la ciudad.
La figura 9 ilustra el descriptor de amenaza sísmica del contexto para las 19 alcaldías
menores de la ciudad.
2. Vulnerabilidad sísmica del contexto, VSk: Definida como suma de los valores que
expresan aspectos de exposición poblacional, económica y estratégica, ausencia de
desarrollo económico y social, debilidades para absorber el impacto, deficiencias en
la gestión institucional y falta de capacidad para la respuesta en caso de emergencia.
Para su determinación, se definieron tres indicadores:
2.1 Exposición, EVk : Definida como el volumen normalizado de población, edificios y
bienes económicos y estratégicos expuestos a la acción sísmica en el área que cubre
la alcaldía menor. Para su determinación, en este caso, se definieron los siguientes
componentes:
352
Gestión del Riesgo Colectivo ..
353
Gestión del Riesgo Colectivo ..
354
Gestión del Riesgo Colectivo ..
Figura 11: Descriptores de vulnerabilidad del contexto para las alcaldías menores.
Una vez conocidos los valores de los índices de riesgo sísmico físico (hard) y el
índice de riesgo sísmico del contexto (soft) se puede obtener una visión relativa del
riesgo en general, o riesgo total, de cada una de las alcaldías de la ciudad. La figura 12
muestra los valores de los descriptores de amenaza y vulnerabilidad del contexto, la
figura 13 ilustra los valores de los índices de riesgo sísmico físico y del contexto y la
figura 14 muestra los valores del índice de riesgo sísmico total ordenados de menor a
mayor. Este tipo de gráficas permiten categorizar y priorizar las alcaldías que presentan
los mayores valores comparativos. Hay casos en los cuales el riesgo del contexto lo
determina más la alta vulnerabilidad que la amenaza, como en las localidades de
Engativa y Suba. Hay casos en donde ambas situaciones son muy preocupantes, como
en San Cristóbal y Usme, lo que las ubica al final con un alto riesgo sísmico total.
Usaquen, una localidad de estrato socio-económico medio-alto, localizada en suelos
blandos y con edificios de mediana altura, ofrece el mayor riesgo sísmico total.
Teusaquillo y Chapinero, de estrato medio, y San Cristóbal, Usme y Ciudad Bolivar, de
estratos bajos, comparten los mayores niveles de riesgo sísmico total de la ciudad.
En el caso de Bogotá esta evaluación ha permitido tener una lectura de los factores
que inciden en el nivel de riesgo no sólo desde el punto de vista del daño físico
potencial sino desde una perspectiva económica, social e institucional. La posibilidad
de desagregar los factores del riesgo en sus componentes ha facilitado la identificación
de las influencias que determinan el porqué un valor relativo es mayor o menor en cada
caso. De esta manera se ha podido iniciar un plan de gestión de riesgo que indica y
orienta las medidas preventivas que deben realizarse en cada localidad, de acuerdo con
la capacidad real de intervención y los recursos disponibles. El Plan de Ordenamiento
Territorial de Bogotá, aprobado durante el año 2000, tuvo en consideración los
resultados de este trabajo y la Dirección de Prevención y Atención de Emergencias de
la Alcaldía Mayor de Bogotá utiliza desde 1999 la información obtenida para hacer
seguimiento de la efectividad y eficiencia de las acciones de reducción de riesgo.
355
Gestión del Riesgo Colectivo ..
Figura 13: Índices de riesgo sísmico físico y riesgo sísmico del contexto.
356
Gestión del Riesgo Colectivo ..
Vulnerabilidad
Vulnerabilidad
Area destruida
Roturas red de
Roturas red de
subestaciones
caida redes
Muertos por
Heridos por
telefónicas
eléctricas
Longitud
acueducto
por sismo
Centrales
eléctricas
sismo
sismo
gas
Escenarios de Pérdidas
Area industrial
deslizamientos
institucional
poblacional
susceptible a
construida
Aceleración
Población
Area suelos
Densidad
potencial
licuación
espectral
Area de
blandos
Area
Area
Area
mortalidad
disparidad
Personal de
Indice de
Operatividad
Desarrollo de
públicos para
emergencias
servicios de
humano en
la localidad
social
Camas en
urgencias
socorro
comité de
Espacios
Tasa
Tasa
Nivel de
atención
Recurso
masiva
salud
357
Gestión del Riesgo Colectivo ..
La lógica difusa –también llamada lógica borrosa– constituye uno de los desarrollos
recientes de la matemática que mayor impacto ha tenido en ciencias, ingeniería y varias
aplicaciones tecnológicas (Kosko 1995). Para los fines de este trabajo, la lógica difusa
reviste gran interés pues, ajuicio del autor, constituye quizás el único lenguaje
matemático en el que resulta posible una interacción de las ciencias naturales y sus
derivados tecnológicos, de una parte, y las ciencias sociales, de otra. Esto se debe a que,
a través de los conjuntos difusos, resulta posible representar los contenidos puramente
cuantitativos de la información típicamente suministrada por las ciencias naturales y las
ingenierías en términos cualitativos, tales como alto, intenso, confiable, etc., que son
los adecuados para la transmisión de información en ciencias sociales. Viceversa, de la
descripción cualitativa de la información resulta posible extraer igualmente algunos
índices numéricos representativos que permiten la interpretación de variables, la
manipulación técnica de resultados, etc. Por este motivo se ha incorporado fácilmente
como tema de investigación activa en el campo de la inteligencia artificial (Jang et al.
1997).
El elemento central de la lógica difusa son las llamadas funciones de pertenencia,
con las cuales se trata de modelar matemáticamente los calificativos de una cantidad
cualquiera x, tales como, por ejemplo, alto, medio o bajo. El significado de estas
funciones es tal que ellas alcanzan su valor máximo cuando la variable es claramente
alta, media o baja, según el caso, mientras que en las regiones restantes se da cierta
ambigüedad. Por eso, se observa que, en ellas, se da un solapamiento de las funciones
correspondientes a los tres calificativos, lo que indica que para los valores de la
variable en esas zonas ocurre una vaguedad en la atribución del calificativo. Esto es
básicamente lo que diferencia a la lógica difusa, que pretende acercarse al lenguaje
cotidiano, de la llamada lógica binaria o Aristotélica, que es el fundamento de la
matemática convencional. Es de anotar, sin embargo, que la asignación y forma de las
funciones de pertenencia es un tanto arbitraria, lo que de todas maneras se enfila en la
aproximación que se trata de hacer por esta vía al pensamiento objetivo. Con el fin de
reducir al mínimo esta arbitrariedad, en la aplicación práctica de la lógica difusa se
recurre a expertos en cada tema para la asignación de las funciones con la mayor
objetividad posible. Por esta razón la lógica difusa es una herramienta indispensable en
la creación de los llamados sistemas expertos.
La relación de las interpretaciones cuantitativa y cualitativa de la información se
ilustra en la figura 16, en la que los puntos corresponden a los datos observados de la
relación entre dos variables x e y, mientras que las funciones de pertenencia ilustran una
358
Gestión del Riesgo Colectivo ..
y
Muy alto oo
o o
o oo oo
o oo o o o
Alto o o o o o oo
o o o
Medio o o o o
ooo o
Bajo o oo
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Muy Bajo
x
Muy Bajo Bajo Medio Alto Muy alto
Por otra parte, las redes neuronales han sido utilizadas para enfrentar problemas
complejos simulando el funcionamiento del sistema nervioso, intentando imitar los
mecanismos de aprendizaje, adaptación y razonamiento del ser humano. Estos
algoritmos han demostrando ser muy útiles para múltiples propósitos, tales como el
reconocimiento de patrones, imágenes, procesamiento de señales, optimización, control
automático, etc. (Leondes 1998). Una neurona real esta compuesta por una célula y
varias dendritas, las cuales la conectan a otras neuronas. La actividad de la neurona la
definen a) la recepción de los impulsos enviados a ella por otras neuronas, b) la
transformación y almacenamiento de información y c) la emisión del impulso
359
Gestión del Riesgo Colectivo ..
procesado a otras neuronas. El arreglo de una red neuronal está caracterizado por el
número de capas, el número de neuronas asociadas a cada capa, los tipos de conexión y
el flujo de información en el arreglo. Se pueden definir tres clases de capas: a) la capa
de entrada, que son las neuronas que reciben la información que viene de fuentes
externas, b) las capas ocultas, que hacen parte interna de la red y que no tienen
contacto directo con el ambiente externo, y c) la capa de salida la cual transfiere la
información de la red al exterior. La figura 17 ilustra un esquema general del
funcionamiento de una red neuronal.
360
Gestión del Riesgo Colectivo ..
El modelo de la red neuronal para la estimación del riesgo sísmico urbano es el que
presenta la figura 19. Cada elemento variable contribuye con su función de pertenencia,
la cual tiene un peso dentro del componente. De cada componente se calcula un índice
numérico como el centroide del área de las funciones de pertenencia ponderadas por
sus correspondientes factores de participación. Esto implica que el índice numérico
estará determinado, o bien por los componentes cuya función de pertenencia se acerque
a criterios lingüísticos como muy alto, muy intenso, etc., o bien por componentes que,
aunque no tengan una función de pertenencia equivalente a dichas calificaciones, sí
tengan una influencia o peso relativamente alto.
La estimación del riesgo sísmico urbano se realiza valorando para cada unidad de
análisis, que bien puede ser una comuna, distrito o cualquier área suburbana, las variables
físicas y del contexto que caracterizan la amenaza y la vulnerabilidad.
361
362
CAE, WAE,AC
Aceleración Espectral
Periodos Cortos WAE,AC
Espacio Público IR
Disponible Roturas Red Acueducto
En esta capa hay diez y seis neuronas de entrada agrupadas en tres familias según el
tipo de datos. Para cada variable de entrada se da una calificación y el peso o importancia
con la cual la calificación influirá sobre la neurona intermedia correspondiente. El peso
es normalizado y se calibra paulatinamente en la medida en que los pesos son
introducidos por el evaluador para cada neurona intermedia. Los pesos se calibran
mediante una función de aprendizaje, lo que permite que una vez la red ha sido utilizada
suficientemente los pesos de las neuronas de entrada sean controlados por la red.
Los pesos o influencias relativas pueden tener un valor entre 0 y 100 y se normalizan
tal como se indica en la ecuación 9. Con la unión de los conjuntos difusos escalados
según su extensión se halla la calificación para cada grupo de variables.
Pij
wij = ; ∑ wij = 1 [9]
∑P
i
ij i
Las neuronas de entrada que hacen parte de la primera capa de la red neuronal se
encuentran agrupadas en variables de Exposición, Fragilidad Social y Resiliencia; es
decir, los componentes de la Vulnerabilidad del Contexto. La tabla 3 presenta las
neuronas de entrada al modelo en la primera capa.
A cada una de las variables se le asigna una calificación dentro de los cinco niveles
posibles de valoración, que correspondientes a los conjuntos difusos mencionados
anteriormente, y una influencia relativa sobre la neurona intermedia, que en este caso
corresponde a la Vulnerabilidad del Contexto de la unidad de análisis.
Grupo Neuronas
Población
Densidad Poblacional
Exposición Área Construida
Área Industrial
Área Institucional
Área Barrios Marginales
Tasa de Delincuencia
Fragilidad Social
Tasa de Mortalidad
Índice de Disparidad Social
Camas Hospitalarias
Recurso Humano en Salud
Espacio Público Disponible
Resiliencia Personal de Rescate
Desarrollo y Organización de la Comunidad
Capacidad Operativa en Emergencia
Movilidad por la Red Vial
363
Gestión del Riesgo Colectivo ..
A las neuronas de este nivel llegan las calificaciones de cada uno de los miembros del
grupo de neuronas con su respectivo peso o grado de importancia (C, W). En este nivel se
encuentran tres neuronas correspondientes a cada uno de los grupos de variables:
Exposición del Contexto, Fragilidad Social y Resiliencia, como se indica en el diagrama
de la figura 19. Es importante aclarar que para este modelo de red las neuronas de entrada
no tienen influencia sobre todas las neuronas intermedias, únicamente influyen sobre la
neurona intermedia correspondiente al grupo de variables a la que pertenece.
Los pesos o influencias de las neuronas de entrada sobre las de la capa intermedia son
proporcionadas por el evaluador, tienen un valor en el rango [0, 100] y son normalizadas
utilizando la expresión 9, indicada previamente. Los conjuntos difusos son constituidos a
partir de la unión de los conjuntos pertenecientes a cada neurona, los cuales están dados
por la calificación hallada y el peso o importancia suministrados por el evaluador en cada
caso, como se indica en la ecuación 10.
µC (C ) = max(wG , N 1 * µC (C N 1 ),..., wG , N 5 * µC
G N1 N5
(CN 5 )) [10]
[ (
I G = max wG , N 1 * µC N 1 (C N 1 ),..., wG , N 5 * µC N 5 (C N 5 ) )]centroide
[11]
Grupo Neurona
Aceleración espectral en períodos cortos
Amenaza Sísmica del Área de suelos blandos
Contexto Área con potencial de licuación
Área susceptible a otros efectos
En esta fase de la evaluación los índices obtenidos de la capa anterior (para cada
grupo de variables), corresponden a tres coordenadas en un espacio 3-D. Estas se utilizan
para determinar el nivel de Vulnerabilidad del Contexto de acuerdo con su “cercanía” a
una función de referencia que se ajusta o calibra cada vez que se realiza una evaluación.
La ecuación 12, donde N corresponde a cada uno de los cinco niveles considerados (N1,
N2, N3, N4, N5 ), calcula la distancia del punto resultante de la evaluación a la “función
respectiva” de cada nivel de vulnerabilidad.
364
Gestión del Riesgo Colectivo ..
S1( N ) = (I EC ( N ) − I EC ) + (I FS ( N ) − I FS ) + (I R ( N ) − I R )
2 2 2
[12]
Grupo Neurona
Área Destruida
Fallecidos
Heridos
Roturas en la Red de Acueducto
Riesgo Sísmico Físico
Roturas en la Red de Gas
(Escenario potencial)
Longitud Redes Eléctricas Caídas
Centrales Telefónicas Afectadas
Subestaciones Eléctricas Afectadas
Puentes Averiados
A estas neuronas de entrada se les realiza el mismo procedimiento para determinar las
neuronas de la primera fase. El Riesgo Sísmico Físico se obtiene de utilizar los valores
asignados y los pesos o influencias de las neuronas que lo constituyen, utilizando la
expresión 9. Los conjuntos difusos se construyen a partir de la unión de los conjuntos
pertenecientes a cada neurona, como se indicó en la ecuación 10. Así, Con la
desfusificación de los conjuntos difusos utilizando, de nuevo, el método del centroide de
área (COA) se determina el índice de IRSF según la ecuación 11, donde G corresponde al
grupo de Riesgo Sísmico Físico RSF. La figura 20 ilustra un esquema con los pasos de
todo el proceso de evaluación.
365
Gestión del Riesgo Colectivo ..
N1 N5
Con los índices resultantes de Riesgo Sísmico del Contexto y Riesgo Sísmico Físico,
se calcula las distancias entre estos y cada uno de los cinco puntos de las
calificaciones, hallando así una calificación y un índice para el Riesgo Total.
S2( N ) = (I RSC ( N ) − I RSC ) + (I RSF ( N ) − I RSF )
2 2 Paso 8
366
Gestión del Riesgo Colectivo ..
el nivel que se encuentre más cercano es el que corresponde al riesgo sísmico total
evaluado.
Las calificaciones finales son: Riesgo Total Muy Bajo, Bajo, Moderado, Alto y
Muy Alto. Una vez asignada la calificación del riesgo total se lleva a cabo un nuevo
proceso de aprendizaje de la red neuronal, ajustando en cada evaluación las
coordenadas de los puntos que identifican cada nivel de riesgo total. Para el efecto, se
utilizan los índices resultantes de cada evaluación y una tasa de aprendizaje. Como ya
se mencionó, la tasa de aprendizaje determina en qué cantidad la red aprende en cada
aplicación.
367
Gestión del Riesgo Colectivo ..
[
I EC ( N 1) ( t + 1) = I EC ( N 1) ( t ) + α ( t ) I EC ( N 1) ( t ) − I EC ] [15]
donde se recalcula el valor del índice de un grupo de variables I teniendo en cuenta una
tasa de aprendizaje α y la diferencia entre el índice resultante de la evaluación actual y
el índice anterior del grupo de variables, como se indica en la expresión 16.. Esto
ocurre en cada nivel de daño, según lo obtenido en la evaluación.
[I EC ( N 1) ( t ) − I EC ] [16]
Para la calibración de las influencias o pesos de las neuronas de entrada sobre las
neuronas intermedias se definen también unos valores iniciales. Estos han sido
escogidos a partir de un proceso de jerarquización de las variables en cada uno de los
grupos. Los pesos iniciales para los grupos de variables de exposición, fragilidad social,
resiliencia, amenaza y riesgo sísmico físico se encuentran en las tablas 7, 8, 9, 10 y 11
respectivamente. Estos valores corresponden a los obtenidos con la técnica de pairwise
utilizada para determinar los factores de participación de los indicadores expuestos en
la técnica descrita en la primera parte de este capítulo.
368
Gestión del Riesgo Colectivo ..
Camas Hospitalarias 15
Recurso Humano en Salud 15
Espacio Publico Disponible 10
Personal de Rescate 15
Desarrollo y Organización de
15
la comunidad
Capacidad Operativa en
20
Emergencia
Movilidad por la Red Vial 10
369
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[ ]
wij ( t + 1) = w ij ( t ) + α ( t ) wij ( t ) − vij ( t ) [17]
370
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371
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372
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373
Gestión del Riesgo Colectivo ..
Es importante indicar que para fines de gestión del riesgo los índices parciales que
se obtienen a través del proceso constituyen per se una valiosa información ya que
permiten tomar decisiones sobre reducción preventiva del riesgo en aquellos factores
(físicos, sociales o administrativos) que muestren una tendencia dominante en el índice
global.
Esta técnica se aplicó experimentalmente a la ciudad de Bogotá y permitió ratificar
las estimaciones realizadas con la técnica de índices e indicadores que se explicó
previamente; sus resultados fueron similares. Sin embargo, el autor considera necesario
que se lleve a cabo un número significativo de evaluaciones con criterios de valoración
relativa cuidadosos por parte de especialistas en diferentes ciudades. Esto, con el fin de
lograr una calibración y un aprendizaje adecuado de la red neuronal.
En síntesis: se ha presentado aquí otra técnica para la estimación holística del riesgo
sísmico urbano mediante un sistema experto neuronal difuso. Esta técnica permite la
valoración de las mismas variables propuestas en el modelo de indicadores expuesto
con anterioridad, utilizando apreciaciones lingüísticas, lo que facilita la evaluación
incluso de casos en que la información numérica no está disponible. La principal
ventaja de esta técnica es que el sistema de evaluación puede ser calibrado, dado que
tiene capacidad de aprendizaje. Esto facilita que el sistema, una vez haya sido
entrenado, pueda ser utilizado por personas inexpertas en evaluación. Otra ventaja es la
posibilidad de “devolverse” y analizar las funciones de pertenencia de cada variable o
conjunto de variables, e identificar la razón por la cual una localidad de la ciudad
presenta un mayor índice de riesgo. Esta virtud, al igual que en la técnica de
indicadores expuesta previamente, permite la verificación de los resultados y la
priorización de las medidas de reducción del riesgo sísmico de un centro urbano.
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