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ALE)G.

NDER CALDER

Mi ent¡ada en el can]po del a¡te abst¡acto fue resr¡ltado de una visita a1 estudio
pa¡isino de Piet Mondrian, en 1930.
Me impresionaron de modo especial unos rectánguios de color que ha
bía puesto en la pared, ordenándolos según su naturaleza.
ARTE CONTEMPORÁNEO

Le dije que me gustaría hacerlos oscilar, a lo que se negó. De regreso a


casa, intenté pintar de modo abstracto, pero al cabo de dos sernanas había
vuelto a los mate¡iales plásticos.
Pienso que en aquella época, y prácticamente siempre desde entonces,
el sentido subyacente a la forma de mi obra ha sido el sentido del universo, o
parte de é1, ya que es un modelo más bien grande para trabajar.
Lo que quiero decir es que la idea de cuerpos sueltos flotando en el es-
pacio, de diferentes tamaños y densidades, acaso de diferentes colores y tem-
peraturas, y rodeados y entremezclados con elementos de condición gaseosa,
unos en descanso y otros moviéndose de manera particular, me parece la fuen-
te ideal de la forma.
Los he dispuesto unos muy cerca de otros, algunos a enormes distan-
cias.
Y hay gran disparidad entre ias cualidades de esos cuerpos, así como
entre sus movimientos.
En el planetario he tenido momentos muy excitantes cuando la ma-
quinaria se mueve rápidamente para mejor notar Sus operaciones: un planeta
marchando en línea recta y que de improviso hace un giro de 360 grados ha-
cia un lado, para volver después a marcltar derechamente en su dirección ori-
ginal.
Me he limitado básicamente a ütilizar el negro y el blanco, por ser los
colores más desparejos. El color es lo más opuesto a aquéllos; y después, en fin,
Ios otros colores primarios. Los secundarios y las sombras intermedias sólo sirven
para confundir y enturbiar la nitidez y la claridad.
Cuando he utilizado esferas y discos, he querido que representen algo
más de io que son. Es como la Tierra, que es una esfera, pero que está rodeada
por varios kilómetros de gas, que tiene volcanes, y la Luna que gira en torno
suyo; o como el Sol, asimismo una esfera, pero también una fuente de intenso
calor, cuyo efecto se siente a enormes distancias. Una bola de madera o un dis-
co de metal son más bien objetos insulsos sin esa sensación de que algo emana
de ellos.
Cuando uso dos círculos de alambre que se cfltzan en ángulo recto,
para ntí eso es una esfera; y cuando utilizo dos o más láminas metálicas cortadas
en formas varias y unidas entre sí por sus ángulos, siento que se trata de una for-
ma sólida, q,aizá cóncava, quizá convexa, con sus ángulos diedros. No tengo una
idea concreta de lo que podría ser, simplemente tengo un sentimiento, y me ocu-
po de las formas que realmente veo.
Ante la idea de un objeto flotante en el aire apoyado-, utilizar un
hiio muy largo o ell¡razo también muy iargo de un-no contrapeso, creo que es lo
mejor para hacer que su libertad se pafezca a la del globo terrestre.
Así pues, lo que yo produzco no es exactamente lo que yo tengo en la
cabeza, sino una especie de esbozo, una aproximación hecha por el hombre.
Que otros capten lo que yo tengo en mi mente no me parece esencial,
con tal de que ellos tengan algo en las suyas.
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