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EDAD MEDIA En la edad media, la filosofía sobre el conocimiento se encuentra con el cristianismo;
razón y fe son empleadas para comprender al hombre desde una visión teocéntrica en
la que Dios es el principio de todo, a través del cual es posible comprender al
hombre, que es su creación. En la fe el hombre encuentra sentido a la vida, la
trascendencia se convierte en una cualidad propia del hombre, que lo une a Dios. El
hombre en unidad con Dios tiene sentido.
La teoría del conocimiento, como disciplina autónoma aparece por primera vez en la
edad moderna que desde sus inicios presenta a la epistemología como su mayor
avance, pues lo que concierne al origen, la naturaleza y el fundamento de su
conocimiento fue el centro de su reflexión filosófica fundamentándose en dar validez
al conocimiento mientras que la ciencia avanzaba acumulativamente satisfaciendo
nuestras inquietudes acerca del mundo.
Vemos como primera medida a Descartes, quien va a introducir a una moderna
gnoseología, con su problemática en torno al significado de la percepción sensible, el
origen de nuestros conceptos, la naturaleza de la ciencia y de la verdad y,
principalmente, el problema del método. Desde que Descartes proyecto su duda
EDAD MODERNA sobre el conocer humano, no ha cesado la especulación en torno al fundamento de
ese saber.
Todas las grandes figuras aportan su estudio a este tema y de ahí reciben
comúnmente su caracterización como el filosofo inglés John locke, con su obra
maestra “ensayo sobre el entendimiento humano” siguiendo con Leibniz, George
Berkeley y David Hume con su “tratado de la naturaleza humana”.
Pero con la llegada del siglo XX se cambia esta postura y a partir de Nietzsche y
EDAD Heidegger se inicia una fuerte crítica de la Epistemología. Además, la aparición del
CONTEMPORANIA pragmatismo ha permitido un cambio de esquema, pues se redujo la verdad a la
utilidad, dejando de lado todos los problemas epistemológicos y, por ende, la
metafísica.
El filósofo Newyorkino Richard Rorty, quien critica la pretensión de Descartes de
fundamentar la filosofía en la epistemología, presenta al conocimiento como una
relación entre personas y proposiciones y no como una relación entre sujetos y
objetos; partiendo de aquí, una verdad necesaria sería aquella que hasta ahora nadie
ha logrado poner en duda y no solo el concepto que surge al referir un término a un
ente en el intelecto. Así, la verdad más que ser el fruto de representaciones y su
correspondiente, en términos clásicos “adecuación”, es un resultado del lenguaje.
Para Habermas el conocimiento que brota de la comunicación “capta teóricamente la
realidad, para que luego sea puesta al servicio del interés” de tal modo, que la
compresión de la verdad es “comprensión de las proposiciones”.
De esta manera, los filósofos del siglo pasado y de nuestros días nos han ayudado a
evitar el representacionalismo, no por medio de la “disolución” de los viejos
problemas ni señalando las “confusiones conceptuales” sino ofreciendo simplemente
un nuevo lenguaje para descubrir el conocimiento. Por eso, en nuestra época, la
filosofía del lenguaje es la disciplina que se ocupa de los “fundamentos del
conocimiento” pues las representaciones son lingüísticas más que mentales.