Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Alarcón Luis Armando-Indumentaria Nahua. Ropa y Ornamento de Los Nahuas de La Cuenca de México. Siglo XVI PDF
Alarcón Luis Armando-Indumentaria Nahua. Ropa y Ornamento de Los Nahuas de La Cuenca de México. Siglo XVI PDF
1
nahuas del siglo XVI, las principales fuentes para el análisis y representación de los
atavíos que aquí se mostraran son de carácter histórico, es decir, el corpus de
fuentes son códices, manuscritos y crónicas de la época hechas tanto por españoles
como por los propios nahuas. Buscando que el lector tenga una vinculación a la
historia más allá de la que pueda alcanzar con el lenguaje científico he optado por
involucrar una gran cantidad de ilustraciones que acompañen a un poco de texto
que brinde contexto y datos importantes para la comprensión de la misma.
2
Sobre la indumentaria
La indumentaria cotidiana nahua en el siglo XVI era muy básica y general para toda
la región, existiendo ligeras variaciones o aditamentos particulares entre ellas. La
organización social: falocéntrica e inherente a la guerra, posicionaba y concedía
privilegios a una familia por los méritos militares que alcanzaba el patriarca, a
mayores logros se le concedían tierras, riquezas, grados castrenses y por ende
privilegios de guerra, como obtener una mayor parte de los saqueos derivado de su
estatus guerrero. Las familias cuyo patriarca no lograba destacar en asuntos de
guerra tenían dos limitantes para acceder a materia prima y telas finas; 1) la escases
económica, ya que sólo podrían acceder al usufructo de las tierras comunales y los
ingresos que derivaran de su actividad artesanal; y 2) las normativas de vestimenta,
ya que la sociedad mesoamericana no permitía el uso de algodón, piedras preciosas
y ciertos tipos de joyería a individuos de bajo linaje o de nulo prestigio militar.
3
Textiles
Los textiles mesoamericanos eran lienzos realmente refinados, pese a que el telar
de cintura no era una técnica tan sofisticada como los telares que ya se utilizaban
en Asia Menor y Europa para el siglo XVI, el acabado es igualmente fino. De acuerdo
con Stressers-Pean:
[…] cuando era de buena calidad, la tela era tejida casi siempre con dos hilos de
trama por cada hilo de urdimbre. Esta costumbre rige aún en los poblados indígenas,
ya que las tejedoras consideran que la doble trama le da mayor solidez a las telas1
Los textiles emplumados podían estar elaborados con tres tipos de hilo 1)
hilos de pluma hilada: el cual “se compone de fibras de algodón que se hilan en
malacate junto con plumón, con lo cual se logra un hilo emplumada”. 2 2) Hilos de
4
pluma torcida, los cuales se hacían torciendo un hilo de pluma con un hilo de
algodón, esta hebra quedaba más gruesa y presionaba mejor los plumones. 3)
Cordones de pluma torcida, “Una vez que se elaboró un hilo con las características
descritas en el inciso anterior, se retuercen dos o tres pares entre sí para lograr un
cordón de hasta cuatro cabos”.3 Las telas emplumadas estaban destinadas a vestir
a la nobleza y los guerreros de elite, con ellas se elaboraban mantas, huipiles,
quechquemitin, faldas y diferentes tipos de tlahuiztin (plural de tlahuiztli) como los
ehuatin (plural de ehuatl) y los yaotlaquimeh (plural de yaotlaqui).
Sin duda los textiles mesoamericanos eran y son prendas de gran valor artístico y
simbólico, el que los pueblos originarios aun preserven sus técnicas y herramientas
de manufactura nos ofrece una ventana al pasado invaluable que nos vincula a la
historia de las tejedoras, de los guerreros y sus ropajes emplumados y de los
grandes señores que lucían elegantes capas de algodón.
3
Ibíd., p. 37.
4 Stresser-Péan, Óp. Cit., p. 236.
5 Mansilla Lory Josefina y Ritter Marivete María, “La manta emplumada de la momia de la cueva de
5
Vestimenta femenina
Las mujeres nahuas tenían una vestimenta muy
similar y al parecer sin variantes notables entre
regiones, puesto que la indumentaria representada
en pictografía, esculturas y descrita en documentos
siempre señala el uso del huipil para cubrir el torso
y falda para las piernas.
6
Los arreglos de las mujeres
mexicas tenían como propósito
trasmitir su estado civil, posición
social y como en el caso de periodos
anteriores también existe la
preocupación por atraer; Sahagún
describe los atavíos de las señoras
diciendo que visten “huipiles labrados,
[…] mudas en la cara con color
colorado o amarillo, o prieto hecho de Imagen 2: Mujer mexica con restos de pintura corporal.
The Metropolitan Museum
incienso quemado con tinta; y también
untaban los pies con el mismo color prieto […] Usaban también pintar las manos
con todo el cuello y pecho […]”.6 La pintura corporal en Mesoamérica siempre tiene
un profundo vínculo con el pensamiento mítico, los colores rojo (colorado), amarillo
y negro (prieto) son propios del género femenino, en la cosmovisión dual de los
nahuas del posclásico el mundo está dividido fuerzas masculinas y femeninas, el
occidente se consideraba la casa del sol, es decir donde se esconde al anochecer,
se creía que las madres muertas en parto seguían al astro de fuego en su puesta,
por lo tanto el rumbo del Este corresponde a las féminas, cihuatlan; por lo que los
colores mencionados, inherentes del crepúsculo, son sinónimo y exaltación de la
feminidad, por lo tanto no es extraño que estos ornamentaran la piel de las mujeres;
entre los pigmentos citados destaca el rojo que “[…] remitía a la sexualidad de la
mujer, a la fertilidad terrestre y a la juventud del maíz.” 7 Por lo tanto, mostrar la piel
teñida de este color sería una evocación a la fertilidad de la portadora. El uso de la
pintura como ornamentación del cuerpo tiene significados arraigados en la
cosmovisión, sin embargo era “una práctica que en cierto sentido escapaba al uso
6 Sahagún Fray Bernardino de, Historia general de las cosas de Nueva España, México, FCE,
2014, p. 450.
7 Stresser-Péan Óp. Cit., p. 167.
7
meramente ritual o de identificación social, pues también se utilizaba
cotidianamente.”8
8Vela Enrique, “Pintura Corporal”, Arqueología mexicana, núm. Especial 37, México, Diciembre
2010, p. 22.
8
les mate los piojos. Las casadas se lo rodean a la cabeza con ñudo al frente; las
vírgenes y por casar lo traen suelto y echado atrás y adelante. [Pélanse] y [úntanse]
todas para no tener pelo sino en la cabeza y cejas […]”9 por la descripción citada se
infiere que la escultura previamente mencionada se trata entonces de una mujer
casada. El peinado más representado pictográficamente es el neaxtlahualli, que
consiste en dos mechones de cabello tomados de la nuca y anudados a los lados
de la cabeza para sobresalir como pequeños cuernos al frente (imagen 4).
9
cabello también son de gran importancia entre la sociedad prehispánica y revelan
en cierta medida sus apreciaciones de la corporalidad con respecto al cosmos.
10
11
Las mujeres solteras solían usar el cabello suelto, asimismo, solteras o casadas
podían teñir de morado su cabello con xiuhquilitl o de dorado con xiuhamolli.
12
La evidencia pictográfica muestra que los diseños de los huipiles solo tenían como
limite la imaginación y habilidad de la tejedora quien podía labrar estos diseños
incluso con pluma, sin embargo esto último estaba reservado especialmente para
las mujeres de alto linaje, es decir, las hijas, sobrinas, tías, etc.. Del tlatoani o algún
gobernador (tlacochcálcatl).
13
14
Las mujeres pipiltin destacarían del resto por sus elaboradas prendas y el uso de
joyas de oro, plata, jade, turquesa y otras piedras preciosas, sin embargo, el uso de
calzado no sería forzoso pues en la ciudad se andaba descalzo y los cactli se
empleaban únicamente al salir de la ciudad.
15
16
17
Vestimenta masculina
La indumentaria de los hombres está muy bien documentada en las fuentes
históricas, e igualmente es similar entre los habitantes de la Cuenca de México e
incluso en otras regiones como Guerrero, Oaxaca o Puebla, sin embargo siempre
existen aditamentos, prendas u ornamentos característicos de una región en
particular. En el contexto de los nahuas de la cuenca, la vestimenta masculina
consistía en un maxtlal, el cual estaba destinado a cubrir el pene y los testículos,
asimismo esta prenda era un símbolo de virilidad y estatus, los maxtlatl más
ornamentados y tejidos en colores blanco, rojo o azul estaban reservados para los
pipiltin y los macehualtin que hubieran logrado grandes proezas en la guerra.
18
Además de usarse de forma cotidiana, las
tilmatin al ser prendas sumamente simbólicas también
se usaron de forma ritual pues algunos de sus diseños
estaban asociados a los dioses o al ciclo de la vida y
de la muerte. En el nombramiento de los huey
tlahtoque, el electo y su sequito se ataviaban con una
tilmatl de color negro o verde y con diseños de huesos
lo que estaba relacionado con la muerte de un ser
terrenal, el nacimiento de un hombre-dios y con
Imagen 6: Miembro del sequito del
Huitzilopochtli. nuevo tlatoani. Esta ataviado con
una tilmatl negra con huesos
durante la ceremonia de
Al igual que los pipiltin, los tlemanacazque, nombramiento.
Códice Florentino
teopixqui o sacerdotes tenían sus propios atavíos, si
bien usaban tilmatl y maxtlal de forma cotidiana, existían atuendos propios de cada
estrato jerárquico del teopixcayotl, asimismo en las fiestas y ceremonias de sacrificio
se ataviaban de formas diferentes y correspondientes a su papel en el performance
que acompañaba el ritual.
13
Peñafiel Antonio, Indumentaria antigua mexicana, México, Porrúa, 2015, p. 74.
19
un brazo. Tenían estos cabellos muy sucios y muy feos porque nunca los lavaban
ni peinaban”.14 La característica forma de ornamentar su cuerpo con tintes, aromas
(pues los buenos aromas eran de mucha importancia dentro del culto a los dioses)
y un cabello con rastas que llegaban a las rodillas (las rastas en América también
están presentes en algunas tribus de Aridoamérica, por ejemplo en la tribu cree de
Canadá y la quechan que habitan al sur de Arizona, por lo que quizá haya sido una
práctica cultural de origen chichimeca), exaltaba la ocupación del individuo y lo
deferencia tajantemente del resto de los habitantes mexicas quienes únicamente
usaban un maxtlal y una tilma.
14 de las Casas Bartolomé fray, Los Indios de México y Nueva España, México, Porrúa,
2014, p. 88.
20
Después de los 10 años de edad, de acuerdo con lo señalado por los informantes
de Sahagún, las madres dejaban crecer una vedija en la nuca de sus hijos, esta
sinónimo de que aún no habían participado en ningún enfrentamiento. Asimismo les
llamaban cuexpalchicácpol, lo cual se convertía en un insulto de decírselo a un
varón ya maduro.
21
Si los jóvenes de 15 años regresaban victoriosos de la batalla y con un cautivo que
haya apresado con ayuda de otros jóvenes, se le cortaba la vedija de la nuca para
dejarle crecer una en el costado derecho de la cabeza, se le permitía usar algodón
y recibía el nombre de tlamani que significa cautivador.
22
23
Si un novato en más de tres batallas no capturaba a un solo enemigo, aunque fuese
recibiendo ayuda de sus compañeros, se le llamaba cuexpalchicácpol de forma
despectiva, se le afeitaba la coronilla y la nuca y se le obligaba a vestir con prendas
de ixtli.
24
Los jóvenes que en su primera batalla capturaban a un enemigo por si solos se les
llamaba telpochtli yaqui tlamani, se les cortaba el cabello a manera de capitán
(temillotl), se les otorgaba el permiso para usar algodón y el de ser capitán de los
novatos. De acuerdo con el Códice Mendoza, si el telpochtli yaqui tlamani había
capturado a un enemigo se le entregaba una tilmatl de flores, asimismo, Sahagún
señaló que si capturaba dos en su primera batalla se le daba una tilmatl de color
amarillo con una cenefa blanca y una roja; si el joven capturaba tres enemigos se
le daba una tilmatl color rojo con caracoles labrados.
25
Los jóvenes que capturaban a cuatro enemigos en batalla se les nombraba ocelopilli
(guerrero jaguar, para los macehualli) o cuauhpilli (guerrero águila para los pilli), se
les entregaba un bezote de ambar o jade, una tilmatl de color negro y amarillo, se
les cortaba el cabello a manera de capitán y se les daba un lugar en el concejo del
tlatoani.
26
En los actuales pueblos nahuas de la cuenca del rio Balsas de Guerrero, a los
hombres mayores se les llama teáchcauh, en el periodo prehispánico esta distinción
se le daba a los veteranos de guerra, los cuales en el Códice Mendoza aparecen
ilustrados con el peinado característico de los rangos otomitl y cuachic y con una
cuauhtlalpiloni que era una cinta de cuero rojo, blanco o dorado que utilizaban los
hombres valientes y servía para sujetar la trenza de los varones.
Estos veteranos se encargaban de recibir bajo su tutela a un paje, el cual
entrenarían y llevarían a batalla hasta que capturara a un enemigo.
27
28
29
Los tlacátecatl eran junto con el tlacochcálcatl los encargados de administrar y dirigir
al ejército imperial, asimismo las provincias sometidas a Tenochtitlan, cuyo
gobernador había sido removido o asesinado, eran gobernadas por un
tlacochcálcatl que siempre era perteneciente a los pipiltin y un tlacátecatl el cual
podía ser un macehualtin que haya logrado grandes proesas en batalla y más de
seis capturas en un solo enfrentamiento.
30
El tlacochcálcatl era un cargo público y militar, quien enarbolaba este título era
gobernador de alguna provincia sujeta a Tenochtitlan y estaba encargado de
administrar los suministros del ejército imperial.
31
32
33
34
El cihuacoatl era el segundo al mando después del huey tlatoani, este cargo lo
ocupó Tlacaélel por gran parte de la historia de Tenochtitlan y en la mayoría de
situaciones él mostro más poder que los propios tlahtoqueh.
35
El huey tlatoani fue el título que se le dio al gobernador de Tenochtitlan, sus atavíos
cotidianos, así como los de los tlahtoqueh de Tlacopan, Texcoco y otros altépetl del
centro de México, no debieron ser distintos a los de la ilustración, sin embargo, en
ceremonias y rituales debió vestirse con insignias de Huitzilopochtli u otros dioses
de la teogonía mesoamericana.
36
Atavíos de un señor texcocano de acuerdo al Códice Matriense.
37
De acuerdo con el manuscrito de Glasgow, los atavíos de los señores de Tlaxcala
no debieron variar mucho. Aparentemente la guirnalda trenzada y el tocado de
plumas fue lo que distinguió a los tlaxcaltecas del resto de los nahuas de la Cuenca
de México.
38
Sacerdote con el cuerpo tiznado con cecina de ocotl, pintura facial color rojo en las
cienes y el cabello enmarañado.
39
Generalmente los sacrificadores son ilustrados en los códices usando un xicolli y en
ocasiones algún turbante.
40
De acuerdo con Antonio Peñafiel en el nombramiento de un nuevo teotecuhtli (señor
de los dioses o señor de lo sagrado) “el de los totonacas [el teotecuhtli] era ungido
con sangre de niños, y esta ceremonia se llamaba unción divina. Lo mismo dicen
algunos autores del de México [Tenochtitlan”.
Peñafiel Antonio, Óp. Cit., p. 73.
41
Sacerdote ataviado con mascara y prendas de Tlálocantecuhtli
42
Posible indumentaria de un sacerdote ataviado con los atributos de Huitzilopochtli
43
Vestimenta de guerra
Los mesoamericanos desarrollaron toda una gama de indumentaria
específicamente fabricada para usarse durante enfrentamientos armados, siendo el
ichcahuipilli, la prenda defensiva primordial la cual podía adornarse con plumas de
diferentes colores con lo que recibía el nombre de ehuatl o también podía cubrirse
con un yaotlaqui, es decir, una traje hecho en algodón emplumado que cubría las
piernas, el trozo y los brazos del portador y cuyo uso estaba reservado para los
guerreros de elite y de la nobleza.
44
El grueso de los ejércitos nahuas y mesoamericanos en general se conformaba
por guerreros sin el privilegio de portar armadura, cuyo oficio principal fuese la
agricultura, su participación en batalla estaba condicionada a los ciclos agrícolas,
es por es ello que lo más plausible es que las guerras de conquista se realizaran
durante otoño e invierno que es cuando la carga del trabajo agrícola disminuye.
45
Los varones que lograban capturar de uno a tres enemigos en una sola batalla
eran nombrados telpochtli yaqui tlamani (el joven cautivador). Se le otorgaba el
privilegio de usar ichcahuipilli y ropa de algodón, asimismo, durante el ritual de
paso donde el tlatoani le daba sus armas e insignias, se le cubría el cuerpo con
pintura amarilla, el rostro con pintura roja y se le vestía con una tilmatl con franja
moradas.
46
Las insignias de cuaxtecatl o huasteco, se les entregaban a los jóvenes que
habían realizado dos capturas en una sola batalla. Los atavíos de cuaxtecatl
fueron tomados por los mexicas de la indumentaria bélica de los huastecos
después de las campañas de conquista de Moctezuma Ilhuicamina en el actual
Veracruz, las franjas negras simulan los tatuajes de los huastecos y el gorro en
punta es una copia de los que ellos usaban en el campo de batalla.
47
Variante de las insignias de cuaxtecatl.
48
Variante de las insignias de cuaxtecatl.
49
Las insignias papalotl (mariposa) se le entregaban a los guerreros que lograban
apresar tres cautivos en una sola batalla.
50
Los guerreros que volvían de batalla con cuatro cautivos de la etnia nahua eran
condecorados con las insignias de ocelopilli, de acuerdo con Durán, esta
indumentaria estaba destinada a los macehualtin, por ser seres terrenales,
mientras que las insignias de cuauhpilli (guerreo águila) estaban reservadas para
los pipiltin, pues por estar emparentados con el tlatoani y por su linaje tolteca,
estaban más cercanos al sol y a Huitzilopochtli, lo cual era simbolizado por medio
del águila. Por otro lado los macehualtin estaban relacionados estrechamente a
Tezcatlipoca y por ende al jaguar.
51
Variante de las insignias de ocelopilli.
52
Variante de las insignias de ocelopilli.
53
Variante de las insignias de ocelopilli.
Los colores exóticos de estas variantes son porque los trajes de ocelopilli
para los macehualtin estaban hechos con algodón emplumado o pintado; los
yaotlaqui de piel de jaguar estaban reservados para los tlahtoqueh.
54
En el Códice Mendoza no figura el cuauhpilli, por lo tanto no está clara la forma
en que los guerreros accedían a esta orden. Fray Durán los coloca al mismo nivel
que los ocelopilli pero advierte que los cuauhpilli eran estrictamente de linaje
tolteca, es decir pipiltin.
Sus escasas apariciones en los códices, al igual que las de guerrero jaguar
obligan a deducir que los cuauhpilli y los ocelopilli no fueron numerosos, por lo
que debió ser muy complicado lograr llegar a estas condecoraciones.
55
Durante el asedio a Tenochtitlan en 1520, los Annales de Tlatelolco registraron
a un tlacátecatl de nombre Coyohuehuetzin, quien llegó a la batalla navegando
desde Tolmayecan y ataviado con insignias de águila-jaguar.
El texto no describe como eran estas insignias, sin embargo en la plástica
mexica existen representaciones antropomórficas y zoomórficas de indumentaria
y animales con cuerpo de águila y cabeza de jaguar.
56
Las insignias de otomitl, fueron tomadas del pueblo homónimo y eran entregadas
a los guerreros que volvían de batalla con cinco o seis cautivos nahuas.
57
Los atavíos de cuachic engalanaban a los guerreros que en las guerras contra
los huexotzincas habían capturado a seis de ellos. La cabeza afeitada y la cresta
al centro era un estilo de cabello que distinguía a los hombres valientes.
58
59
60
61
62
63
Los tlamacazquimeh (sacerdotes) también participaban en batalla y tenían su
propia estratificación guerrera con indumentaria característica, aunque los
nombres recibían sus insignias no son de todo claras, ya que la única fuente que
los ilustra es el Códice Mendoza.
Una de las peculiaridades de los sacerdotes guerreros es que se
embadurnaban las cienes y las orejas con pintura roja.
64
Insignias entregadas a los tlamacazquimeh que volvían de batalla con dos
cautivos.
65
Insignias entregadas a los tlamacazquimeh que volvían de batalla con tres
cautivos.
66
Insignias entregadas a los tlamacazquimeh que volvían de batalla con cuatro
cautivos.
67
Insignias entregadas a los tlamacazquimeh que volvían de batalla con cinco
cautivos nahuas.
68
Insignias entregadas a los tlamacazquimeh que volvían de batalla con seis
cautivos nahuas.
69
70
71
72
73
74
75
La indumentaria utilizada para enfrentamientos armados en Mesoamérica no difiere
demasiado entre una región y otra; en la Cuenca de México, los distintos grupos
étnicos usaban las mismas prendas, sin embargo, los tlaxcaltecas se distinguían del
resto por el uso de una guirnalda de algodón rojo y blanco y usualmente un tocado
de plumas.
76
Los tlaxcaltecas, al igual que otros nahuas utilizaron el yaotlaqui y estandartes
atados a las espaldas, sin embargo no hay registro de los estratos militares ni del
nombre que recibían dichas insignias, por lo que se ha optado por llamarles
únicamente tlaxcaltecatl tecuhtli.
77
78
79
80
81
82
Los estandartes tlaxcaltecas con cruces aparecen en el Lienzo de Tlaxcala y en el
Manuscrito Glasgow y parecen representar la fe católica, sin embargo es posible
que también sea un diseño previo a la llegada de los españoles.
83
84
Algunos de los pantli taxcalteca deben ser emblemas de los calpulli sin embargo
también existen otros que parecen estar relacionados con los dioses, como el caso
particular de este pantli, cuyo significado puede estar relacionado con el Tlallocan.
85
86
En el Lienzo de Tlaxcala aparece repetidas veces el pantli del barrio de Tizatlán, el
cual, junto con Ocotelulco, Tepeticpac y Quiahuixtlan fueron fundadores de
Tlaxcala, sin embargo, parece ser que Tizatlán tenía mayor influencia política sobre
los otros tres.
87
88
89
90
Comentarios finales
Hace menos de 500 años la Cuenca de México se vestía de plumas y exóticos
textiles labrados por diestras mujeres, señores con bellas capas emplumadas se
paseaban por las calles y palacios de las ciudades que se levantaban entre aquel
valle, mujeres tejían historias y describían la vida del paisaje en largos vestidos
coloridos; sus ropajes quedaron plasmados en sus libros pintados y descritos en las
crónicas de los hispanos que se maravillaron al verlos marchar tan galanos a la
batalla.
91
Bibliografía
Obras citadas
de las Casas Bartolomé fray, Los Indios de México y Nueva España, México, Porrúa,
2014.
Mansilla Lory Josefina y Ritter Marivete María. “La manta emplumada de la momia
de la cueva de La Ventana, Chihuahua”. Arqueología Méxicana. núm. 159. México.
2019., pp, 75-77
Sahagún Fray Bernardino de. Historia general de las cosas de Nueva España.
México. FCE. 2014.
Vela Enrique. “Pintura Corporal”. Arqueología mexicana. núm. Especial 37. México.
Diciembre 2010, p. 22-33.
Obras consultadas
Códice Cozcatzin
Códice Ixtlilxóchitl
Códice Magliabechiano
Códice Matriense
92
Códice Mendoza
Gonzáles Gonzáles, Carlos Javier. Xipe Tótec – Guerra y regeneración del maíz en
la religión mexica. México. FCE. 2015.
Saunders, Nicholas J. “El icono felino en México fauces, garras y uñas”. Arqueología
Mexicana. núm. 72. 2005., pp. 20-27.
Saunders, Nicholas J. “El icono felino en México fauces, garras y uñas”. Arqueología
Mexicana. núm. 72. 2005., pp. 20-27.
93