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Factores que intervienen en el desempeño

académico-personal.
En mi rendimiento académico, hay algunos factores o
deficiencias que afectan mi desempeño estudiantil,
los cuales no me han permitido lograr un rendimiento
excelente y un aprendizaje total; en cuanto a las
fallas del sistema, el memorismo y el copismo son
dos de las deficiencias que se acentúan en mí, ya que
hay, algunas guías o textos que son un poco
complicadas de analizar, entender y desarrollar. Una
de las maneras que puedo hacerle frente a estas
deficiencias es esforzándome en ser creativa y audaz
para desarrollar un pensamiento crítico y analítico. 
Así mismo hay una serie de patrones de
comportamiento que inciden en mi eficiencia como
estudiante, así como, el postergar …ver más… 
Por último se encuentran los factores afectivos y
motivacionales, aquí se presentan dos factores que
inciden en mi desenvolvimiento estudiantil y personal:
la baja autoestima y la ansiedad; en la primera ya es
algo interpersonal, son las relaciones que tengo con
las personas, no todas las personas saben valorar lo
que uno hace o dice, también puedo decir que mi
aspecto físico ha tenido que ver con esta baja
autoestima, ya que no me siento bien conmigo misma,
pero dentro de todo esto creo que la mejor forma para
hacerle frente, es valorar mis cualidades y tolerar mis
defectos. En cuanto a la ansiedad esto ya es algo
monótono para mí, por causa de todo lo que me
rodea, como, mi familia, mis estudios, mis amigos,
entre otros, sin embargo el estrés que yo poseo se
puede decir que en gran parte es positivo, porque me
gusta estar con mi familiares y amigos, y mis estudios
pues es lo que más deseo llegar a ser “una profesora
de inglés” por eso digo que es un estrés que me
ayuda a la realización personal y al logro de mis
metas.

El rendimiento académico se constituye en un indicador del nivel de aprendizaje alcanzado por el


estudiante, representa el nivel de eficacia en la consecución de los objetivos curriculares para las
diversas asignaturas, y en nuestro país se expresa mediante un calificativo o promedio ponderado
basado en el sistema vigesimal; es decir, las notas varían de 0 a 20 puntos, donde el puntaje de 10
ó menos es reprobatorio; por ello, en el sistema educativo nacional e internacional se da mayor
importancia a este indicador y existe la necesidad de estudiar los determinantes del rendimiento
académico de los estudiantes de parte de las instituciones educativas; al igual que la deserción se
logren diseñar políticas educativas que les permitan alcanzar, a ellos, el más alto rendimiento
académico y bajo nivel de deserción estudiantil.

Por otro lado, la deserción escolar es un problema educativo que afecta al desarrollo de la
sociedad y se da principalmente por falta de recursos económicos y por una desintegración
familiar, este problema en la actualidad ha generado preocupación en los cuerpos directivos de las
instituciones de educación superior, por las implicaciones que tiene; por un lado, en el orden
financiero de las universidades públicas y privadas, al producirse inestabilidad en la fuente de sus
ingresos y por otro, en cuanto al cuestionamiento de la eficiencia del sistema de la educación
superior, pues, solamente una mínima parte de los estudiantes que inician sus estudios de
educación superior en pregrado los culminan sin ningún tipo de dificultad.

¿Cuál o cuales son las hipótesis sobre el origen de la sociedad? ¿o dicho de otro modo cual es el
origen de la sociedad según distintas ideologías? ¡En definitiva, usted cuándo piensa cual es el
origen de la sociedad, en cual de todas esta se integra! ¿Si usted bucea en este problema o
cuestión se dará cuenta, que al final, esto es un problema racional filosófico, y no solamente
empírico científico? ¿Porque todo el mundo habla de sociedad? ¿De ella depende que deba la
sociedad a la misma sociedad, al individuo, cómo organizar el Estado? ¿En definitiva como se
inserta usted en usted mismo y usted en la sociedad y en el Estado, y viceversa?

– Cuando hablamos de origen de la sociedad, la palabra origen no significa el comienzo en el


tiempo de cualquier comunidad social, ni siquiera con respecto a la primera unidad social que es la
familia. El origen significa las causas o razones de por qué los seres humanos se vinculan en
determinadas comunidades.

Cuando hablamos de origen nos estamos planteando el origen de la familia, como de la


comunidad social y la política, y por tanto también del Estado.

– El problema del origen de la sociedad, es un problema filosófico y no sociológico, como se puede


pensar. Hay cinco grandes respuestas: naturalista, contractualista, marxista, liberal, organicista.

La sociedad surge para satisfacer las complejas necesidades humanas ya que nadie es
autosuficiente para satisfacer las suyas, por tanto esto le lleva a afirmar la tesis de que el ser
humano es social por naturaleza, lo cual para Platón tiene un triple significdo:

El ser humano tiene una naturaleza que le obliga a vivir en sociedad con los demás seres humanos
para poder sobrevivir.

Para alcanzar el bien y la felicidad, el ser humano también necesita vivir en sociedad porque sólo
en el Estado justo puede el ser humano alcanzar la justicia.

La organización de la sociedad tiene su origen en la naturaleza humana que se proyecta en ella: si


el ser humano tiene tres almas, en la sociedad hay tres clases distintas y cada una de ellas se
corresponde con una de las almas del individuo que más adelante veremos.

Origen de la sociedad

Esta discusión sobre las primeras fases de la sociedad humana considera los hechos que tuvieron
lugar hace un millón de años, en lugares no específicamente determinados, bajo circunstancias
que son fruto únicamente de la especulación razonada. Es, por tanto, un ejercicio de inferencia, no
de observación. Esto significa yuxtaponer la vida social de nuestros parientes más próximos: los
monos y los simios, por un lado, y la organización de las sociedades primitivas conocidas, por otro.
La distancia entre ambas formas de vida se salva con el trabajo del intelecto. Ningún primate vivo
se puede igualar directamente con el verdadero antepasado simio del hombre, así como ningún
pueblo contemporáneo primitivo es idéntico, desde el punto de vista cultural, a nuestros
antepasados. En ambas instancias sólo es posible seleccionar los rasgos sociales generales, en
detrimento de los particulares y los específicos, con vistas a la comparación histórica. Por lo que
respecta a los primates, se debe confiar básicamente en los pocos trabajos de campo llevados a
cabo con los grupos que viven en régimen de libertad, y en ciertos estudios pioneros sobre
animales que viven en cautividad. Se trata de los monos antropomorfos, sobre todo, los gibones y
los chimpancés (que son los más cercanos al hombre), y también de los monos del Viejo y del
Nuevo mundo. En cuanto a los hombres, las sociedades contemporáneas más próximas a la
condición cultural de las sociedades primitivas son los cazadores-recolectores, pueblos pre-
agrícolas, cuyo modo de vida depende básicamente de la recolección de alimentos silvestres. Este
orden cultural fue característico de la Edad de Piedra, cuya antigüedad comprende entre un millón
y unos 15 o 10000 años aproximadamente.

La solvencia del procedimiento comparativo que viene a equiparar a los pueblos cazadores-
recolectores modernos con los protagonistas reales de la Edad de Piedra se ve reforzada por la
extraordinaria consonancia social observada entre estos pueblos, a pesar de que históricamente
están tan separados unos de otros como lo está la Edad de Piedra de los tiempos modernos.
Algunos de estos pueblos son los aborígenes australianos, los bosquimanos de Sudáfrica, los
isleños andamaneses, los shoshones del Gran Cañón, los esquimales y los grupos de pigmeos de
Africa, Malasia y las Islas Filipinas.

La comparación de la sociología de los primates con los hallazgos de la


investigación antropológica sugieren de inmediato una conclusión sorprendente: el
modo en que los hombres actúan, y probablemente han actuado siempre, no es la
expresión de una naturaleza humana inmanente. Hay una diferencia considerable,
más aún, una oposición total, entre las sociedades humanas más rudimentarias y
los grupos de primates subhumanos más avanzados. Tal discontinuidad implica
que la emergencia de la sociedad humana supuso la represión de la condición
primate del hombre, en lugar de su manifestación directa. La vida social humana
no está determinada biológica, sino culturalmente.

La afirmación según la cual la conducta social de los simios es forzosamente innata y no depende
del aprendizaje no implica difamación alguna de estos animales. Con toda claridad hay que decir
que es un producto de su naturaleza, de las necesidades y reacciones propiamente animales, de
los procesos fisiológicos y de las respuestas psicológicas.

Su vida social varía, por tanto, de forma directa, en función de la constitución orgánica del
individuo y de la horda. En un medio estable las características de una especie determinada de
primates subhumanos se mantienen estables, mientras no se produzcan variaciones orgánicas en
la especie como tal. En cambio, en las organizaciones sociales humanas no sucede así. Los
hombres formamos una sola especie, pero nuestros ordenamientos sociales crecen y divergen
unos de otros, aún cuando el medio se mantenga estable, y todo ello sucede con independencia
de las ligeras diferencias biológicas (raciales) que se dan entre pueblos diferentes.
Esta liberación de la sociedad humana del control biológico directo fue su gran fuerza evolutiva. La
cultura salvó al primer hombre, le proporcionó abrigo, alimento y bienestar. En nuestra época ha
sido posible apilar una vivienda sobre otra en grandes edificios sociales capaces de garantizar la
supervivencia de millones de personas. Pero lo más llamativo de la suplantación que la cultura ha
hecho de la evolución biológica reside en que, al hacer esto, se opuso frontalmente a la naturaleza
primate del hombre en muchos terrenos y trató de sojuzgarla. Resulta extraordinario el hecho de
que las inclinaciones simiescas del hombre son, con frecuencia, una fuente de conflictos para la
vida social, y que en lugar de constituir un fundamento sólido de la misma, contribuyen a
debilitarla.

La batalla decisiva entre la cultura primitiva y la naturaleza humana se ha debido librar en el


terreno de la sexualidad primate. La poderosa atracción social del sexo fue el mayor impulso de la
sociabilidad de los primates subhumanos. Esto ha sido admitido así hace ya tiempo. Pero quien
hizo de la sexualidad el asunto central de la sociología de los primates fue el anatomista inglés Sir
S. Zuckerman, cuyo interés por la materia se produjo a partir de la observación de la conducta casi
depravada de los babuinos de los zoológicos. Estos primates subhumanos están disponibles para
aparearse en todas las estaciones y, aunque las hembras muestran una receptividad acusada en el
punto medio del ciclo menstrual, son a menudo capaces de tener una actividad sexual en otras
ocasiones. Es muy significativo, de cara a la evaluación de su papel histórico, destacar que el sexo
durante todo el año está asociado a la vida social heterosexual durante todo el año en los primates
superiores. En otros mamíferos la actividad sexual queda confinada comparativamente, con
frecuencia, al corto período de la reproducción.

Hay, por supuesto, otras actividades sociales importantes dentro de la horda primate subhumana.
La existencia del grupo confiere ventajas tales como la defensa frente a los depredadores, ventajas
que trascienden la gratificación de las necesidades eróticas. Desde una perspectiva evolutiva, la
sexualidad intensa y de larga duración del individuo primate es el complemento histórico de las
ventajas de la horda primitiva. Por otra parte, al considerar la sexualidad primate subhumana no
hay que centrar la atención exclusivamente en el acto del coito. Parece cada vez más evidente que
ciertos monos del Viejo y del Nuevo Mundo: los babuinos, los monos rhesus y los monos
japoneses, muy cercanos entre sí, pasan por períodos en que se reduce su capacidad
reproductora, sin que cese, por ello, su vida dentro de la horda. En cualquier caso, el sexo
interviene en las relaciones sociales de los primates subhumanos en variedad de formas, y la
cópula es sólo una de ellas. El acto sexual de montar a la hembra implica una posición de dominio
que nace de la competencia crónica por el alimento, las hembras y otros objetos deseables. El
sexo es además un elemento cotidiano del juego de los jóvenes; de hecho, las hembras de los
primates superiores son las únicas de todo el reino de los mamíferos que reproducen el patrón de
conducta sexual de los adultos antes de la pubertad. El rasgo tan familiar entre los primates del
aseo mutuo: la acción de quitar y lamer los parásitos y otros objetos de la piel del otro, resulta ser
a menudo una actividad sexual secundaria. El sexo es mucho más que una fuerza de atracción
entre los adultos machos y las hembras adultas, ya que se da también entre los jóvenes y entre
individuos del mismo sexo. El término más adecuado para designar estos actos no es el de
promiscuidad, sino el de indiscriminación. Y si bien podríamos considerar como perversiones
algunas de esas conductas, todas, son aceptables socialmente para los monos y los simios.

El sexo no es siempre beneficioso para la vida social de los primates. La competencia por las
hembras, por ejemplo, puede conducir a una disputa feroz y, a veces, letal. Este rasgo de la
sexualidad de los primates es el que hizo que la cultura primitiva frenara y reprimiera el sexo. El
primate humano emergente, inmerso en una lucha a muerte con la naturaleza por la
supervivencia, no podía permitirse el lujo de mantener además una lucha social. La cooperación
era esencial, no así la competencia. De este modo, la cultura puso a la sexualidad bajo su control.
Más aún, el sexo fue sometido a reglas, reglas tales como el tabú del incesto, que actuaron al
servicio de las relaciones de parentesco basadas en la cooperación. Entre los primates
subhumanos el sexo organizó la sociedad; las costumbres de los cazadores-recolectores testifican
de forma elocuente que fue la sociedad la que ordenó el sexo, en interés de la adaptación
económica del grupo.

La evolución de la fisiología del sexo suministró una base para la reorganización cultural de la vida
social. Como ha señalado F. Beach, profesor de la Universidad de Yale, la emancipación progresiva
de la sexualidad del control hormonal atraviesa todo el orden primate. Esta tendencia culmina en
los seres humanos, en los cuales el sexo está más controlado por la mente -el cortex cerebral- que
por las glándulas. De este modo, llega a ser posible regular el sexo por medio de reglas morales y
subordinarlo a fines colectivos más altos. La represión consecuente de la sexualidad primate
presente en el hombre ha adoptado formas sorprendentes tanto en las sociedades primitivas
como en las más avanzadas. En toda sociedad humana el sexo está sujeto a tabúes de varias
clases: a propósito del tiempo, el lugar (sólo el animal humano busca la intimidad), el sexo y la
edad de la pareja, la referencia al sexo en determinados contextos sociales, la exhibición de los
genitales -sobre todo en las mujeres-, la cohabitación durante la realización de determinadas
actividades de interés social y cultural, como la guerra, las ceremonias e incluso la preparación de
la cerveza. Con todo, es preciso hacer notar que la represión del sexo en favor de otros fines es
una batalla que, aunque ha sido ganada por la especie, todavía hoy se está librando en el terreno
individual. En la famosa alegoría de S. Freud, el conflicto entre el ¨ello¨ egoista y libidinoso y el
¨super-yo¨ consciente reproduce el desarrollo de la cultura que tuvo lugar en un pasado remoto.
El fin de muchos de estos tabúes es claro: la fascinación desconcertante del sexo y sus
consecuencias potencialmente perturbadoras tenían que ser eliminadas de las actividades sociales
importantes. Por eso se puede afirmar que el tabú del incesto es el guardián de la armonía y la
solidaridad dentro de la familia, algo central para la sociedad de cazadores-recolectores, dado que
para ellos la familia es el grupo económico fundamental. Al mismo tiempo, la prohibición de
relaciones sexuales y matrimoniales entre parientes próximos obliga por fuerza a las familias a la
formación de alianzas, lo cual contribuye a expandir el parentesco y la red de ayudas entre unos y
otros.

Se ha dicho que el parentesco, en su faceta económica de cooperación, se convirtió en el


programa de la sociedad primitiva humana. El ¨parentesco¨ es aquí una forma cultural, no un
hecho biológico. Los simios, por supuesto, están emparentados genéticamente unos con otros,
pero no tienen nombres, ni pueden nombrar y distinguir a sus parientes y no usan el parentesco
como una organización simbólica de la conducta. Por otra parte, el parentesco cultural no tiene
virtualmente nada que ver con la relación biológica. Nadie puede estar, pongamos por caso,
absolutamente seguro de quien es su padre biológico, pero en todas las sociedades humanas la
paternidad es un status social fundamental. Casi todas las sociedades hacen suya, implícita o
explícitamente, la máxima del código napoleónico que dice: el padre del niño es el marido de la
madre.

Muchos cazadores y recolectores llevan el parentesco a tal extremo que no deja de ser algo
curioso para nosotros. Siguiendo un mecanismo técnicamente conocido como parentesco
clasificatorio, estos pueblos ignoran las diferencias genealógicas entre parientes colaterales y
lineales en determinados puntos, dado que al referirse a ellos utilizan los mismos términos y
adoptan la misma conducta social. Así, el hermano de mi padre puede ser ¨padre¨ para mí y yo
actúo en consecuencia. La misma lógica utilizada para los parientes cercanos se puede extender
de forma indefinida: el hijo del hermano de mi padre es mi ¨hermano¨, el hermano de mi abuelo
es mi ¨abuelo¨, su hijo es mi ¨padre¨, el hijo de éste, mi ¨hermano¨ y así sucesivamente. Según el
comentario de un observador de los aborígenes australianos: ¨Es imposible que un australiano
nativo tenga algo que ver con alguien que no sea pariente suyo, de una clase o de otra, cercano o
lejano.¨

La horda primate subhumana varía de tamaño según las diferentes especies, oscilando entre los
cien individuos de ciertos grupos de monos del Viejo Mundo y los diez entre los monos
antropomorfos. La horda puede permanecer unida todo el tiempo o dividirse durante el dia,
alimentándose en grupos reducidos de distinto tipo: parejas de machos y hembras, hembras
acompañadas de sus hijos, o machos solos, y volver a reunirse al llegar la noche en los lugares de
descanso. Los monos suelen tender a la dispersión con más frecuencia que los simios.
Normalmente en las hordas de primates hay más hembras que machos adultos, como es el caso
de los monos aulladores, donde son tres veces más numerosas. Esto puede ser debido, en parte, a
que las hembras alcanzan la madurez más deprisa, por término medio. También puede reflejar la
eliminación de algunos machos como resultado de las rivalidades surgidas por la adquisición de las
hembras. Pero no es la muerte lo que les sobreviene necesariamente a estos machos perdedores,
sino una vida solitaria fuera de la horda o en sus inmediaciones, de la que tratan de escapar
tratando en todo momento de formar parte de algún grupo y de obtener parejas.

La emancipación creciente del sexo del control hormonal en los primates, como ha señalado
Beach, ha ido de la mano con la evolución del apareamiento promiscuo y la formación de parejas
heterosexuales estables y exclusivas entre animales específicos. En ciertos grupos de monos del
Nuevo Mundo las hembras y sus hijos forman una comunidad separada de la horda y sólo cuando
la hembra está en celo la abandona para buscar pareja. La hembra no llega a estar unida a un
macho determinado, sino que pasa de uno a otro después de dejarlos agotados sucesivamente. La
horda de los monos Rhesus del Viejo Mundo es similar a aquélla, como también lo son las
relaciones sexuales, si bien aquí la hembra receptiva es poseída en primer lugar por los machos
dominantes, lo cual representa un paso hacia la exclusividad. En los gibones antropoides la
tendencia a la exclusividad se ha desarrollado de forma completa: la horda entera está compuesta
comúnmente por un macho adulto, una hembra consorte estable y sus hijos respectivos. Hasta la
fecha no es posible, sin embargo, establecer de forma segura e inequívoca que semejante cambio
progresivo atraviese todo el orden de los primates. Lo que sí parece claro es que los primates
superiores subhumanos prefiguran la familia humana con mucha más fuerza que los primates
inferiores.

La horda de primates es un grupo social cerrado. Cada horda posee un territorio, y los grupos
locales de la mayoría de las especies lo defienden (el territorio o los árboles) de las intrusiones de
otros grupos de su misma especie. La relación habitual entre las hordas que están próximas es de
enemistad, sobre todo, según parece, cuando el alimento escasea. Las fronteras son puntos de
desviación social y el contacto entre los grupos vecinos consiste, a menudo, en gritos
beligerantes, cuando no desembocan en estallidos de violencia asesina.

Las relaciones territoriales entre las bandas (un término técnico que se usa para referirse al grupo
social cohesionado) de los cazadores-recolectores nos ofrecen un contraste significativo. El
territorio de la banda no es nunca de uso exclusivo suyo. Los individuos y las familias pueden
cambiar de un grupo a otro, sobre todo en aquellos hábitats cuyos recursos alimenticios varían de
un año a otro y de un lugar a otro. Además, la hospitalidad y las visitas entre las bandas se deben,
en buena medida, a razones puramente sociales y ceremoniales. Las bandas gozan de autonomía
política, pero circula una noción general de tribalismo entre las que son vecinas que se sustenta en
la semejanza de la lengua y las costumbres y además en la colaboración social. Estas ideas se
hallan reforzadas de un modo importante por el parentesco y la regulación cultural del sexo y el
matrimonio. En todos los supervivientes modernos de la Edad de Piedra está prohibido el
matrimonio entre parientes próximos, mientras que el matrimonio fuera de la banda se estima,
cuando menos, como el preferido, y a veces como moralmente aconsejable. De este modo, los
lazos de parentesco creados llegan a ser los canales sociales de ayuda y solidaridad recíprocas que
conectan a las bandas entre sí. No parece injustificada la afirmación de que la capacidad humana
de extender el parentesco fue una condición social necesaria para el despliegue del hombre
primitivo por las grandes dimensiones del planeta.

Otra consecuencia del parentesco entre bandas, que merece subrayarse, es el carácter
infrecuente de la guerra en los pueblos cazadores-recolectores. Difícilmente podría darse un
conflicto bélico de largo alcance, por razones técnicas y logísticas. Pero, más aún, la contención de
la guerra tiene que ver con la omnipresencia de una relación social, como el parentesco, que en las
sociedades primitivas, a menudo, es sinónimo de ¨paz¨. La célebre utopía de Hobbes de ¨la guerra
de todos contra todos¨, propia del hombre en estado natural, no podía estar más lejos de la
verdad. La guerra aumenta en intensidad, derramamiento de sangre, duración e importancia para
la superviviencia de la sociedad con la evolución de la cultura, y culmina en la civilización moderna.
De forma paradójica, la agresividad más cruel, que se considera vulgarmente la quintaesencia de la
naturaleza humana, alcanza su punto culminante en unas condiciones humanas muy alejadas de
las de los primeros tiempos. El contraste con lo que se ha dicho de los bosquimanos no podría ser
mayor, a saber, que ¨la guerra no forma parte de su naturaleza¨.

La familia es la única organización permanente dentro la banda y ésta es una agrupación de


familias emparentadas entre sí, compuesta, por término medio, de unas 20 a 50 personas. Las
bandas carecen de ley y de gobierno auténticos; las reglas de buena conducta no son diferentes
de las consagradas por la costumbre para relacionarse con los parientes. En cierto sentido, este
sistema de reglas de etiqueta es más efectivo que la propia ley. El incumplimiento de las mismas
supone una ofensa que debe ser castigada con sanciones que incluyen el ostracismo, el
chismorreo y el ridículo.

La familia humana primitiva, a diferencia de la pareja de primates subhumanos, no se basa sólo en


la atracción sexual. El sexo tiene fácil solución en la mayoría de las sociedades de bandas, tanto
antes como fuera del matrimonio, y por sí solo no origina ni destruye la familia necesariamente. El
mismo tabú del incesto implica que la familia humana no puede ser el resultado social de las
inclinaciones eróticas. Más todavía, los derechos sexuales que el marido tiene con respecto a su
mujer se pueden quedar a menudo en Un15_04suspenso cuando están en juego las relaciones
amistosas con otros hombres, tal como sucede con la célebre costumbre de los esquimales del
préstamo de la esposa. Este es,por cierto, sólo un mecanismo cultural entre muchos otros que se
sirven del matrimonio y del sexo para la creación de alianzas sociales más grandes. De forma
claramente opuesta a lo que sucede en las uniones de primates subhumanos, que se originan y se
sostienen por la violencia, el matrimonio en las sociedades de bandas es un medio para asegurar
la paz. El adulterio y las disputas por las mujeres no son cosas desconocidas entre los pueblos
primitivos. Pero tales acciones son antisociales. En el mundo de los monos y los simios, sucesos
similares a éstos, constituyen la fuente del orden social.

El matrimonio y la familia son instituciones demasiado importantes en la vida primitiva como para
hacerlas depender de un suelo tan inestable como el ¨amor¨. La familia es la institución económica
decisiva de la sociedad. Esta institución es para los pueblos cazadores-recolectores lo que fue el
señorío para la Europa feudal, o el sistema corporativo de producción para el capitalismo. La
familia es la organización productiva. La división principal del trabajo en la economía de la banda
es la que hay entre hombres y mujeres. Los hombres se dedican a la caza y a la preparación de las
armas de caza, las mujeres a la recolección de plantas silvestres y al cuidado de la casa y de los
niños. El matrimonio es, pues, una alianza entre dos elementos esenciales de la producción. Estos
factores se complementan mutuamente – los esquimales dicen que ¨un hombre es el cazador que
su esposa ha hecho de él¨- y sellan la unión de ambos al verse obligados a mantener relaciones
maritales y familiares. Muchos antropólogos han sido testigos de que para la mentalidad de los
nativos es mucho más importante saber cocinar y coser, o saber cazar, que la belleza de una futura
esposa.

El papel económico del matrimonio primitivo es responsable de muchas de las características


específicas de esta institución. En primer lugar, el estado civil de todo adulto es el de casado; uno
no puede permitirse el lujo, económicamente hablando, de quedarse soltero. Por eso, el primate
subhumano que lleva una vida solitaria no tiene equivalente en la banda. El número de esposas
que puede tener un hombre en estas sociedades está limitado por consideraciones económicas.
Un simio macho tiene tantas hembras como pueda conseguir y defender por sí mismo; un hombre
no puede tener más esposas que las que puede mantener. De hecho, el matrimonio es, por lo
general, monógamo en los pueblos cazadores y recolectores, aunque no existen reglas que
prohiban la poligamia. En tanto que reflejo de las compulsiones de la economía, la cultura ha
alterado de forma dramática los apareamientos humanos y ha diferenciado la familia humana de
sus análogos primates más cercanos.

Las relaciones jerárquicas de dominio y sumisión son propias de la vida social de los primates
subhumanos. Tales relaciones surgen y se mantienen debido a la competencia crónica por las
hembras, el alimento, tal vez, y otras cosas apetecibles, que tiene lugar en todas las agrupaciones
de monos y de simios. Las victorias sucesivas garantizan al animal dominante una serie de
privilegios para el futuro; los subordinados, siguiendo una respuesta condicionada, abandonan o
renuncian a todo lo que tenga valor. Según H.W. Nissen de los Laboratorios Yerkes de Biología de
los Primates, ¨cuanto más grande es el animal, mayor es la cantidad de alimento que puede
conseguir, cuanto más fuerte es el macho, más hembras le corresponden¨. En la mayoría de las
especies los machos suelen dominar a las hembras, pero en ciertas especies de monos
antropomorfos, como los Un9_05chimpancés y los gibones, sobre todo, suele suceder al revés.
Hay que destacar una diferencia que parece darse en los subórdenes de primates, a propósito de
lo que se ha llamado el atributo del poder: en los monos del Nuevo Mundo el poder es ¨débil¨; en
los del Viejo Mundo llega a ser ¨áspero¨y ¨brutal¨; y en los simios, aunque aparenta ser grande, no
surge, ni se mantiene de forma tan violenta. En todas las especies, sin embargo, el poder
repercute en una variedad de actividades sociales, que incluyen tanto el juego, el aseo y las
relaciones entre hordas, como el sexo y el alimento. Comparado con los primates subhumanos
anteriores y con los desarrollos culturales posteriores, se puede decir que el poder en los pueblos
cazadores-recolectores primitivos se sitúa en su punto más bajo. La cultura es el ¨nivelador¨ más
antiguo. Entre los animales capaces de comunicarse simbólicamente, los más débiles pueden
siempre confabularse para derrocar a los fuertes. Por otra parte, los medios políticos y
económicos de la tiranía están subdesarrollados en los pueblos primitivos.

Hay cierta continuidad evolutiva en la conducta dominante de los primates y los hombres
primitivos; el liderazgo entre los cazadores-recolectores, tal como está, recae en los hombres. Con
todo, la supremacía de los hombres, como un todo, en la banda no significa necesariamente la
subordinación degradante de las mujeres en la casa. Una vez más, el arma del lenguaje articulado
debe ser tenido en cuenta; el antropólogo danés K. Birket-Smith observa: ¨Un censo mostraría, sin
duda, un porcentaje más alto de maridos calzonazos entre los esquimales que en un país civilizado
(excepto, tal vez, los Estados Unidos!); la mayoría de los esquimales tienen un respeto
hondamente arraigado por las lenguas de sus esposas¨. Los hombres que lideran la banda son los
más sabios y los más viejos. Sin embargo, no se les respeta por su habilidad para incautar
determinadas provisiones de alimentos deseados. Muy al contrario, el requisito necesario para
tener prestigio es la generosidad; el hombre que más hace por la banda, el que se sacrifica más,
será el más querido y respetado por el resto. La prueba indicadora del status entre los cazadores-
recolectores es, por lo común, el reverso de lo que sucede con los monos y los simios; el asunto es
quien regala, no quien se lo lleva. El segundo requisito del liderazgo es el conocimiento
-conocimiento del ritual, de la tradición, de los movimientos de la caza, del terreno y de otras
cosas que son necesarias para el control de la vida social. Por esto es por lo que los ancianos son
respetados. En una sociedad estable ellos saben más cosas que el resto y estar ¨pasado de moda¨
es una gran virtud.
El conocimiento, por sí solo, proporciona poco poder. Los jefes de una banda no pueden dar
órdenes, tan solo consejos. Como dijo textualmente un jefe pigmeo del Congo a un antropólogo,
no vale la pena dar órdenes, ¨pues nadie las cumpliría¨. La manera de referirse a los líderes de las
bandas de cazadores-recolectores muestra de forma elocuente cuáles son sus poderes: El líder de
los Shoshones es el ¨hablador¨ y su homólogo esquimal es ¨el que piensa¨. En la banda primitiva la
familia es una comunidad más cohesionada y fuerte que la banda como un todo, y cada una de
ellas es libre para gestionar sus propios asuntos. Según Berket-Smith: ¨No existen rangos o clases
entre los esquimales, razón por la cual deben renunciar a esa satisfacción que Thackeray llama el
verdadero placer de la vida, la de relacionarse con los inferiores¨. Lo mismo puede decirse de las
demás sociedades primitivas.

La nivelación del orden social que acompañó el desarrollo de la cultura guarda relación con el
cambio económico fundamental que pasó del individualismo egoista -literalmente brutal- de los
primates a la cooperación con los parientes. Los monos y los simios no cooperan
económicamente; los primeros ni siquiera pueden aprender a trabajar juntos, cosa que sí pueden
llegar a hacer los simios. Tampoco comparten nunca el alimento, salvo cuando un animal
subordinado es intimidado por uno dominante. Entre los primitivos, por otra parte, el reparto de
alimentos se sigue automáticamente de la división sexual del trabajo. Más aún, la economía
familiar es una puesta en común de bienes y servicios, -¨comunismo viviente¨, según un famoso
antropólogo del siglo XIX. La supervivencia del grupo exige que el cazador afortunado comparta su
botín con los que no tienen nada. ¨El cazador abate la presa, los otros la toman¨, dicen los
Yukaghir de Siberia.

En una banda los bienes económicos pasan de mano en mano y la circulación de los mismos
aumenta a medida que se estrecha el grado de parentesco de los grupos domésticos, y también
dependiendo de la importancia de los bienes que afectan a la supervivencia. El alimento, el
recurso básico, debe estar siempre disponible para otros, bajo pena de ostracismo; cuanto más
escaso, más celeridad hay que mostrar para regalarlo, y todo ello por nada. Además, el alimento y
otras cosas, al margen de las consideraciones utilitarias, se comparten a veces con el fin de
promover las relaciones amistosas. Hubo un tiempo en los asuntos humanos en que el único
derecho de propiedad que imprimía distinción, era el de dar regalos.

Obviamente, la conducta económica de los primitivos no se ajusta al estereotipo del ¨hombre


económico¨ conforme al cual organizamos y analizamos nuestra propia economía. Sin embargo, sí
se ajusta a un campo de la economía que nos es familiar, tan familiar que nadie se molesta en
hablar de él, y que requeriría una ciencia económica: la economía del parentesco y la amistad. Hay
mucho que aprender de la economía primitiva a este respecto, y no sería un mero ejercicio de
analogía, pues nuestras relaciones parentales constituyen una supervivencia de tipo evolutivo de
las relaciones que una vez abarcaron a la sociedad entera.

Por medio de la adaptación selectiva a los peligros de la Edad de Piedra, la sociedad humana
superó o subordinó los rasgos primates, tales como el egoismo, la sexualidad indiscriminada, el
dominio y la competencia brutal. Sustituyó el conflicto por el parentesco y la cooperación, puso la
solidaridad por encima del sexo, la moralidad sobre el poder. En esos primeros tiempos se llevó a
cabo la reforma más grande de la historia, la superación de la naturaleza primate del hombre, y de
esa manera se aseguró el futuro evolutivo de nuestra especie.

Teoría sociología El término teoría sociológica se refiere a los constructos teóricos de la sociología
y poder sistematizar los datos obtenidos de observaciones sociológicas. En la actualidad, el
término designa una construcción intelectual que tiende a vincular el mayor número de
fenómenos observados y leyes particulares en un conjunto coherente presidido por un principio
general explicativo para los hechos bajo estudio.

Índice

1 Teoría sociológica general

2 Sistemas y teorías

2.1 Teoría sociológica frente a teoría social

3 Enfoques teóricos

3.1 La teoría de Talcott Parsons

4 Véase también

5 Referencias

5.1 Notas
5.2 Bibliografía

Teoría sociológica general

Los datos y observaciones de cualquier ciencia pueden ser difíciles de interpretar o sistematizar
si no se posee una teoría o tesis que los ordene o los agrupe de alguna manera sistemática o
racional. Así, la biología era un conjunto de datos sin coherencia aparente antes de la aparición
de la teoría de la evolución por selección natural. El propio Auguste Comte vislumbró este
aspecto tan importante, por lo que escribió respecto a la necesidad de una teoría sociológica:

Si, al contemplar los fenómenos no los unimos a algunos principios, no sólo nos será imposible
combinar esas observaciones aisladas y, por consiguiente, sacar de ellas algún provecho, sino
incluso que seríamos incapaces por completo de retenerlas; y con la mayor frecuencia los
hechos pasarían inadvertidos ante nuestros ojos.

La realización de una teoría es el mayor anhelo de los sociólogos, de ahí que debe mantenerse
como una fuente de inspiración, ya que permite aunar todos los esfuerzos en su consecución,
aún cuando no se llegue a la meta final. Aunque, desde un punto de vista práctico, existen
opiniones de que no es tan necesaria tal teoría. Robert escribió al respecto:

“Considero que, hoy por hoy, nuestra tarea principal consiste en crear teorías especiales
aplicables a zonas limitadas de datos –teorías, por ejemplo, sobre la dinámica de las clases, las
presiones conflictivas en los grupos, el flujo del poder y el ejercicio de la influencia
interpersonal– más que buscar enseguida la estructura conceptual integrada de la cual derivar
todas estas y otras teorías…. Decir que tan necesarias son las teorías generales como las
especiales es correcto pero trivial: el problema consiste en distribuir nuestros escasos recursos.
Sugiero que la senda que lleva a los esquemas conceptuales efectivos en sociología quedará
abierto mucho más eficazmente mediante la elaboración de teorías especiales…”.

Sistemas y teorías

El conocimiento organizado está constituido por los sistemas filosóficos, por una parte, y por las
teorías científicas, por otra parte. De ahí que la sociología tiene a la vista ambos tipos de
descripción, tendiéndose al primero en el caso del sociólogo de orientación filosófica y al
segundo en el caso del sociólogo con orientación científica.

Un sistema filosófico ha de estar constituido esencialmente de dos componentes básicos,


teórico y práctico, por lo que I. Kant escribe “Toda filosofía es teórica o práctica. La filosofía
teórica es la regla del conocimiento; la filosofía práctica es la regla del comportamiento en lo
que atañe al libre albedrío”.
Teoría del conocimiento (lógica, ciencia, lenguaje, etc.)

Teoría del comportamiento (ética)

Una teoría científica, por el contrario, ha de buscar aspectos observables y cuantificables,


tratando de encontrar leyes naturales invariables que subyacen a los fenómenos descritos. Sólo
a partir de ellos será posible encontrar respuestas adecuadas a los interrogantes y problemas
que surgen en el ámbito de la sociedad. “El carácter fundamental de la filosofía positiva es
considerar todos los fenómenos como subyacentes a leyes naturales invariables, cuyo
descubrimiento preciso y cuya reducción al menor número posible, constituye el fin de todos
nuestros esfuerzos, considerando como absolutamente inaccesible y carente de sentido, para
nosotros, la búsqueda de lo que se da en llamar la causa, sea la primera, sea la final” (A. Comte).
La sociología, como rama de la ciencia experimental, debe apuntar hacia el establecimiento de
una teoría que cumpla con los siguientes objetivos:

Descripción de los fenómenos sociales a partir de variables observables y cuantificables.

Establecimiento de leyes naturales causales.

Organización del conocimiento mediante un sistema axiomático

De todas maneras, no queda excluida la posibilidad de establecer una teoría del conocimiento y
una teoría de la acción dentro de los requisitos establecidos.

Teoría sociológica frente a teoría social

Kenneth Allan1 propuso la distinción entre teoría sociológica y teoría social. En la terminología
de Allan, la teoría sociológica consistiría en un conjunto de proposiciones generales y
verificables sobre la sociedad.1 Esta teoría se apoyaría de manera importante en el método
científico, debido a sus pretensiones de objetividad y a un intento de evitar los juicios de valor.
Por otro lado, la teoría social, de acuerdo con Allan, consistiría en una crítica de la sociedad
moderna más que en una explicación.1 Así la teoría social estaría generalmente más cerca de la
filosofía continental, así estaría menos preocupada por la objetividad o la formulación de
proposiciones verificables empíricamente, y más en juicios normlativos.2 La teoría sociológica
sería desarrollada fundamentalmente por sociólogos, mientras que la teoría social
frecuentemente provendría de disciplinas periféricas a la sociología.

Entre los investigadores prominentes de la teoría sociológica se pueden incluir a Talcott Parsons,
Robert K. Merton, Randall Collins, James Samuel Coleman, Peter Blau, Marshal McLuhan,
Immanuel Wallerstein, George Homans, Harrison White, Theda Skocpol, Gerhard Lenski, Pierre
van den Berghe o Jonathan H. Turner.2 Por otra parte algunos autores que se han dedicado a la
teoría social serían: Jürgen Habermas, Anthony Giddens, Michel Foucault, Dorothy Smith, Alfred
Schütz, Jeffrey Alexander o Jacques Derrida.2 También hay autores destacados que podría
habrían contribuido tanto a la teoría sociológica como la teoría social, como Harold Garfinkel,
Herbert Blumer, Claude Lévi-Strauss, Pierre Bourdieu o Erving Goffman.2

Enfoques teóricos

Existen en sociología enfoques como el interaccionismo simbólico, el marxismo y la teoría


crítica.3 En cierto modo estos enfoques son complementarios. Sin embargo, existen también
profundas discrepancias entre ellos, que influyen en la forma que tienen de tratar las cuestiones
teóricas autores que utilizan perspectivas diferentes.

Los principales nombres asociados al funcionalismo son los de Auguste Comte y Émile Durkheim.
Al estructuralismo, los de Ferdinand de Saussure y Claude Lévi-Strauss. Al estructural
funcionalismo, el de Talcott Parsons. Al interaccionismo simbólico los de George H. Mead y
Erving Goffmann. Al marxismo, Karl Marx y Friedrich Engels. A la teoría crítica, los de Theodore
Adorno, Herbert Marcuse y Jürgen Habermas. Al funcional estructuralismo, el de Niklas
Luhmann.

La teoría de Talcott Parsons

Como ejemplo de teoría sociológica podemos citar el esquema básico de la propuesta por
Talcott Parsons.

Las actividades sociales de los hombres se derivan de su conciencia de sí mismos (como sujetos)
y de otros, y de las situaciones externas (como objetos)

Como sujetos, los hombres actúan para alcanzar sus intenciones, propósitos, ambiciones, fines,
objetivos o metas (subjetivos)

Utilizan los medios, las técnicas, los procedimientos, los métodos y los instrumentos adecuados.

Sus cursos de acción están limitados por condiciones o circunstancias inalterables.

Cuando ejercen su voluntad o juicio, eligen, sopesan y evalúan lo que harán, lo que hacen y lo
que han hecho.

Recurren a patrones, reglas o principios morales para tomar decisiones.


Todo estudio de las relaciones sociales requiere que el investigador use técnicas de investigación
subjetivas tales como "verstehen" (la comprensión), la reconstrucción empática o imaginativa, o
la experiencia vicaria.

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