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HECHO CIRCUNSTANCIADO:
Resumen:
Otro motivo para encubrir la verdad es querer evitar crear una mala
imagen al Cuerpo de Marines o iniciar un escándalo de mayores proporciones.
Jessep no puede entender que hizo mal, porque no lo considera así y, por
tanto, nunca lo admitirá, ni se retractará, ni se disculpará. Está convencido que
procedió conforme el interés superior de la Nación y a ello se atiene. Además,
aceptar un error le haría quedar mal, porque eso lo haría ver como un ser
débil, según su juicio, afectando al mismo tiempo su reputación como líder,
mermando su autoridad y dañando entonces sus aspiraciones de alcanzar un
puesto mayor en la jerarquía militar, que es la esencia de su vida. Negar lo
ocurrido es mejor que aceptarlo. Para Jessep y sus dos segundos al mando, el
Coronel Markinson y el Teniente Kendrick, mantenerse firmes es parte del
orden necesario para procurar el balance en la base y el cuerpo militar en
general. Esto, hasta que el propio Markinson reflexiona, lamenta sus propias
acciones y acepta su debilidad de carácter para confrontar las órdenes de su
Coronel, que él mismo reprueba, aunque no se atreva en un inicio a
expresarlo.
Pero aunque las cabezas de este grupo militar dieron la orden, no
fueron ellos quienes la ejecutaron y es ahí en donde entran en la ecuación los
dos acusados, quienes reconocen que sus acciones provocaron la muerte de su
compañero pero, al mismo tiempo, defienden ese código de honor que juraron
en el Cuerpo de Marines. Es por ese lineamiento autoimpuesto que siguieron
sus órdenes sin cuestionarlas y es esa falta de réplica y oposición la que hace
que al final su propia consciencia entre en un conflicto ético, en donde, como
militares entrenados, no pueden cuestionar a sus superiores en forma directa y
expresa, aunque lo hagan internamente.
“Los juicios con jurado son para asignar la culpa”, dice Kaffee, quien
tendrá junto con su equipo que repasar los detalles que llevaron a la muerte
del soldado; saber qué hacía, qué pensaba, por qué quería ser transferido, qué
hizo para que esto se lograra y cuáles fueron sus acciones el día de su muerte.
El militar en cuestión había estado pidiendo su transferencia y su última carta
revelaba que tenía información sobre un disparo no justificado realizado en la
barrera que divide a la base militar estadounidense con el territorio cubano. Su
carta, que ya se conocía por el resto de sus compañeros, había hecho que sus
similares lo consideraran un traidor y que sus superiores se decidieran a
tratarlo con más rigidez, ordenando así el Código Rojo.
Con estos pedazos de información sobre lo que habría llevado a estas personas
a actuar como lo hicieron es donde los abogados logran encontrar la brecha
que revele la mentira, el error, el juicio equivocado y la decisión inadecuada.
La clave de esto es la misma inflexibilidad del coronel de saber que se cometió
un error y que, en el proceso, debe cubrir sus huellas manufacturando una
petición escrita extemporánea de la transferencia del Infante de Marina que
falleció.