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La Naturaleza en Aristóteles.

Felipe Garrido Bernabeu

Nota preliminar
En este texto he pretendido elaborar uno de los temas de oposiciones. El tema consiste en un análisis
o exposición más o menos detallada de la Física de Aristóteles. La elección de este texto se explica por el
objeto del tema: la naturaleza. El objeto de los estudios físicos de Aristóteles es muy variado, y va desde la
misma psicología, que para Aristóteles se cuenta entre las disciplinas propias del físico, hasta la botánica o la
astronomía. Un análisis de la física, si bien no recorre pormenorizadamente cada uno de estos campos que
Aristóteles considera propios del físico, sí que ofrece la generalidad que exige un tema de oposiciones. En la
Física de Aristóteles se exponen las principales y más conocidas doctrinas aristotélicas, sin las cuales, a duras
penas puede entenderse algo de la filosofía y la ciencia posteriores. He renunciado a utilizar bibliografía
secundaria y manuales de forma prolija, decantándome por la calidad antes que por la cantidad. Sólo he
usado, como bibliografía adicional, el Aristóteles de Ross y la Introducción a Aristóteles de Giovanni Reale.
El uso que he hecho de estas obras es, sin embargo, meramente orientativo: me han servido para hacerme una
idea general de la obra Aristotélica, han sido mi mapa de Aristóteles, no mi rumbo. El rumbo me lo ha
marcado el propio Aristóteles, y yo he tratado de seguirlo a lo largo de esta exposición de la Física. Este
trabajo es, pues, el resultado de la lectura directa de la Física de Aristóteles, con lo cual pretendo haber
conseguido un tema fiable y de cierta calidad, que, por supuesto, no equivale, ni de lejos a una lectura de la
propia obra, ni siquiera –me atrevería decir- a ojearla someramente.
Como un ejercicio de autocrítica, reconozco la excesiva longitud del texto. Mi intención era un
trabajo de unas siete páginas con un espaciado de 1,5 y una letra de 12 pp. Sin embargo me he excedido en mi
propósito y he alcanzado las 17 páginas con una letra de 10 pp., que a 12, vendrían a ser unas 24 páginas. No
he conseguido la síntesis que yo pretendía, a cambio, creo que ha quedado un trabajo más o menos exhaustivo
que da una idea bastante apropiada de lo que es el texto aristotélico. Dicha síntesis, sin embargo, la veo ahora
como un objetivo imposible al primer intento. Creo que ha sido necesario escribir todo este trabajo para ser
capaz de realizar dicha síntesis, que tal vez lleve a buen término algún día. Pero que no sirva de excusa
únicamente mi incompetencia, sino también mi curiosidad. A lo largo de la lectura de la física y de la
redacción de este texto no he podido evitar sentirme interesado por cada uno de los detalles del pensamiento
aristotélico. Cuántas cosas he tenido que obviar! Cada uno de esos detalles aparecía, bajo la pluma de
Aristóteles, como el objeto más digno del conocimiento, ¡Cómo recortarlo! Si existe un verdadero amante del
conocimiento ese es Aristóteles: nada es despreciable para el ojo de su theoría.
He de decir, también, que he evitado, siempre que me ha sido posible, comprometerme
interpretativamente con Aristóteles ni discutir con él. También he intentado –si esto es posible- no deformar
con mis opiniones el pensamiento aristotélico. Siempre que me ha sido imposible reprimirme he hecho uso de
las notas a pie de página. Espero no molestar.

Felipe Garrido Bernabeu. Ibi. 30 Diciembre 2002. 1:35 am

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La Naturaleza en Aristóteles. Felipe Garrido Bernabeu

1.- La física de Aristóteles


La física es, para Aristóteles, junto a la teología y la matemática, una de las ciencias teóricas. Las
ciencias teóricas, a diferencia de las prácticas y las productivas, buscan el conocimiento por el conocimiento
mismo. El objeto de conocimiento de la física se caracteriza por su existencia separada y su no inmutabilidad.
El objeto de estudio de la matemática serán las cosas que no tienen existencia separada, pero son inmutables
y, finalmente, el objeto de la teología o filosofía primera (metafísica) serán las cosas que tienen existencia
separada y son, a la vez, inmutables. Dicho de otra manera: la física se ocupa de las cosas que, existiendo
independientemente, están, sin embargo, sometidas al cambio; las matemáticas se ocuparán de números y
objetos geométricos puros, que no tienen una existencia separada (como creía Platón), sino que dependen de
los objetos físicos, de los cuales son abstraídos para ser considerados en cuanto inmutables (no se estudia el
círculo en cuanto formando parte de una rueda de madera, que está sometida al cambio, sino haciendo
abstracción de tales ‘imperfecciones’). Finalmente, la filosofía se ocupa del ‘ente en cuanto ente y lo que le
corresponde de suyo’, es decir, de los seres, no en cuanto son una casa, un hombre, esto o aquellos, sino en
cuanto que son: trata de estudiar las determinaciones del ser considerado únicamente en cuanto que es. De
esta manera, Aristóteles busca, entre las categorías, aquella que expresa el ser de forma más propia, y ésta es
la categoría de Substancia. A su vez, de entre los diferentes tipos de substancia busca aquella de la que se
pueda decir que expresa el ser en más alto grado: tiene que ser una substancia inmutable e independiente:
Dios, que, como es forma pura, no está sometido a las limitaciones que impone la materia.
Pero volvamos a la física. Toda ciencia, para Aristóteles, es ciencia de ‘formas’, puesto que la
materia, al estar indeterminada de por sí, es incognoscible sin el recurso a las formas que la configuran. Pero
la física no se puede ocupar de las formas puras, puesto que en ese caso se convertiría en teología. La física se
ocupará de las formas en cuanto configuran la materia o, dicho de otro modo, de la materia en cuanto
informada. La física no se ocupará, pues, ni de la materia ni de la forma, sino de los objetos materiales, cuya
principal determinación ya se ha adelantado: el cambio.
El cambio mismo no es susceptible de ser puesto en duda, sino que se nos viene dado por la mera
observación de cuanto nos rodea o, como dice Aristóteles: ‘Damos por supuesto que las cosas que son por
naturaleza, o todas o algunas, están en movimiento; esto es claro por inducción’ (Phys, I, 2, 185ª11-15). Si la
investigación científica tiene como objetivo las causas y primeros principios que dan razón de los objetos de
estudio, el punto de partida es, sin embargo, lo más próximo a la intuición ordinaria: ‘La vía natural consiste
en ir desde lo que es más cognoscible y más claro para nosotros hacia lo que es más claro y más cognoscible
por naturaleza; porque lo cognoscible con respecto a nosotros no es lo mismo que lo cognoscible en absoluto’
(Phys, I, 1, 184ª16-21, cursivas mías). Queda así justificado tomar el hecho del movimiento como punto de
partida de la investigación. Con este proceder Aristóteles se enfrenta a toda la escuela eleática, caracterizada
por su negación del movimiento. Aristóteles no quiere partir de razonamientos ciegos a la evidencia empírica
y, por lo demás, dudosos, para acabar negando el movimiento, sino que acepta el cambio como algo
incontrovertible que, posteriormente habrá de ser explicado mediante razonamientos. Si el movimiento es
algo problemático, en cuanto implica el paso del no ser al ser y viceversa, la escuela eleática (Parménides,

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Zenón, Meliso, etc) no resuelve ni explica el problema, sino que lo elimina: muerto el perro se acabó la rabia.
Sin embargo, Aristóteles, con el rigor intelectual que le caracteriza, pretende enfrentarse al problema del
cambio sin renunciar al cambio mismo.

2.- Análisis del ‘llegar a ser’ (gígnesthai) o la estructura


de la generación (Phys, I, 7)
¿Cuál es el rasgo más evidente y común a todo cambio? Sin duda el ‘llegar a ser’ que se produce en
el cambio. En efecto, en cualquier cosa que cambie, ya se trate de cambio local, cualitativo u otro, algo que
no era, llega a ser. Cuando alguien estudia música y se convierte en músico, se ha producido un cambio, en el
que lo músico que antes no era, ahora ha llegado a ser. Dos opuestos son, pues, los principios del cambio,
pues el músico viene a ser de su opuesto, que es el no-músico. Pero lo no-músico desde lo cual llega a ser lo
músico, no es el no ser absoluto. En efecto, si lo no-músico se identificara con el no ser, nos encontraríamos
con las aporías que llevaron a los eleatas a negar el movimiento, dado que del no ser nada puede llegar a ser
(principio que, por lo demás, es aceptado por Aristóteles). Lo no-músico tiene que ser algo que sea de alguna
manera y que esté privado de la forma ‘músico’. Este ‘algo’ que es no-músico y que llega a ser músico, no
puede desaparecer en el cambio, puesto que lo no-músico y lo músico no tienen nada en común, se podrá
volver a derivar la paradoja eleática del ser que viene del no ser. Es necesario un substrato mediador entre el
no-ser-músico y el ser-músico en el cual se de el cambio: en este caso será el hombre o, más concretamente
Menganito. Menganito no era músico, estudió y devino músico: el cambio se produjo en Menganito sin que
Menganito mismo (su esencia) haya cambiado. El substrato del cambio se caracterizará por su potencialidad
para llegar a adquirir la forma que constituye el término del cambio y de la que carece en principio. El
substrato del cambio será, pues, la materia cuya potencialidad es actualizada por la forma. Así, la materia del
llegar a ser músico es, en nuestro ejemplo, Menganito. A su vez, la materia en la cual llega a ser Menganito es
el animal, pues la materia se dice en sentido relativo: la casa es la materia del barrio, la puerta es materia para
la casa, y la madera es materia para la puerta. Así podemos ir retrocediendo hasta llegar a los cuatro
elementos (tierra, fuego, agua y aire), que serían la materia de todo compuesto y que, a su vez, constituirían
las últimas formas de la materia, de manera que, mientras que si al barrio le eliminamos la forma ‘barrio’ nos
queda la forma ‘casa’, si al fuego le eliminamos la forma ‘fuego’ no nos queda otra forma más básica, sino la
materia prima que, dada su indeterminación, es incognoscible1.
Así pues, tres son los principios de la generación: dos opuestos y un substrato. El substrato es la
materia del cambio, que permanece sosteniéndolo, y los contrarios son la forma (término ad quem) y la
privación (término a quo). Tenemos, pues, la estructura de la generación, pero el mero análisis de sus
elementos no nos da el conocimiento científico que buscamos. La investigación científica no se conforma con

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Al decir que la materia primera es incognoscible no se está haciendo referencia a un mundo de cosas en sí,
que se escapan a nuestro conocimiento. La materia prima es incognoscible porque en sí misma no tiene nada
que pueda ser conocido, ya que carece de toda determinación, es potencia pura.

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determinar los elementos de la generación, sino que se pregunta por el ‘por qué’ de la misma. No
alcanzaremos el conocimiento científico del cambio (ni de nada) hasta que no hayamos encontrado sus
causas.

3.- Las cuatro causas (Phys, II, 3; Met, V, 2)


Para Aristóteles conocer algo científicamente es conocer sus causas. La determinación de la causa de
un fenómeno no sólo nos proporciona la descripción de una conexión ontológica entre la causa y el efecto,
sino que, además, la determinación de la causa explica el efecto. La causa, en cuanto es el principio del ser
del efecto, también es el principio de su cognoscibilidad, su razón, su ‘por qué’.
Como en muchas otras ocasiones Aristóteles huye del uso reduccionista de los conceptos y trata de
aprehender la realidad en toda su complejidad. Para ello distingue cuatro sentidos del concepto de causa
(aitía):
(I) Causa material: Es causa aquel constitutivo interno de lo que algo está hecho
(Phys, II, 3, 194b24-25)
(II) Causa formal: Es la forma o el modelo, esto es, la definición de la esencia y sus
géneros (Phys, II, 3, 194b26-27)
(III) Causa eficiente: Es el principio primero de donde proviene el cambio o el reposo
(Phys, II, 3, 194b29-30)
(IV) Causa final: Es el fin, esto es, aquello para lo cual es algo (Phys, II, 3, 194b32-35)

Estos cuatro sentidos de causa, si bien, como se ha dicho, son irreductibles entre sí, pueden, no obstante,
aparecer confundidos en algunas ocasiones. Es el caso de los movimientos ‘naturales’ como el caer de una
piedra hacia abajo o el crecimiento de un niño. En estos casos las causas formal, eficiente y final se
identifican. En efecto, el fin del crecimiento de un niño es llegar a ser el hombre (hecho y derecho) que
todavía no es. Pero no cualquier cosa puede llegar a ser un hombre, sino sólo aquellas cosas que, en cierto
modo, ya sean un hombre (en potencia). Forma y fin se identifican, pues, en la medida en que se ha de llegar
a ser (en acto) lo que ya se es (en potencia). Y lo que hace que este movimiento se produzca (causa eficiente),
no es sino la esencia misma de la cosa (la forma) que ‘tira’ de ella hacia su actualización.

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4.- La naturaleza y lo natural (Phys, II, 1)


Aristóteles distingue entre las cosas que son por naturaleza y las cosas que son por arte. Estas
últimas no tienen en sí mismas ninguna tendencia natural al cambio. En efecto, una mesa, en cuanto mesa, no
sufre cambio alguno. ¿Cómo que no? –se dirá- ¿Y por qué se deteriora con el tiempo y cae hacia su lugar
‘natural’ si la tiro por la ventana? Efectivamente –responderá Aristóteles- esos movimientos se dan en la
mesa, pero no en cuanto mesa, sino en cuanto trozo de madera. La forma ‘mesa’ ha sido impuesta a la
materia por el hombre. Esta forma determina a la materia para exhibir cierta configuración útil para el
hombre. Pero esa materia, antes de recibir, por imposición tecnológica, la forma mesa, estaba configurada por
la forma ‘madera’. La forma ‘mesa’ no elimina ni sustituye a la forma ‘madera’, sino que se superpone
conservando las determinaciones esenciales de la forma ‘madera’, entre las que se encuentran determinados
cambios ‘naturales’. La mesa, en cuanto mesa, será una cosa que es por el arte, pero en cuanto madera, será
una de esas cosas que son por naturaleza. A diferencia de las artificiales, las cosas naturales tienen en sí
mismas un principio de movimiento y de reposo. Como hemos visto, este principio de movimiento y reposo
se encontrará en las cosas artificiales accidentalmente y en las cosas naturales en y por sí mismas (192b21-
24). Dice Aristóteles que las cosas que tienen dicho principio de movimiento y reposo en y por sí mismas,
tienen naturaleza. ¿Qué es esa naturaleza?
Aristóteles distingue dos posibles sentidos de ‘naturaleza’. La naturaleza puede entenderse bien
como la ‘materia primera que subyace en cada cosa que tenga en sí misma un principio del movimiento y del
cambio’ o bien como la ‘forma o especie según la definición’ (193ª29-30). Es decir, la naturaleza de la cosa
puede entenderse como su materia o como su forma. La concepción de la naturaleza como materia sería la
propia de los fisiólogos presocráticos para los que la naturaleza de las cosas sería el fuego, el aire, el agua,
etc., es decir, los elementos últimos de los que todo está compuesto, la materia de la realidad. Sin embargo,
Aristóteles entiende que la materia de la que está compuesta la realidad, expresa sólo una potencialidad
respecto de la realidad de la que forma parte. Los elementos de un compuesto sólo son en potencia el
compuesto: es necesaria la intervención de alguna energía adicional y diferente de dichos elementos que los
organice, actualizando su potencial. Esta energía que actualiza la potencia de la materia es la forma. La forma
será la naturaleza de lo que tiene en sí mismo el principio del movimiento, pues ‘así como no diríamos de
algo que es conforme al arte, o que es arte, si sólo fuera una cama en potencia y no tuviese todavía la forma
específica de la cama, tampoco lo diríamos de lo constituido por naturaleza’ (193ª31-33): una cosa es lo que
es cuando existe actualmente de forma más propia que cuando existe en potencia.
La naturaleza de las cosas que tienen en sí mismas un principio del movimiento será, pues, la forma
o especie según la definición, esto es, su esencia o substancia. Como hemos adelantado antes, en las cosas
naturales, las causas formal, final y eficiente se identifican, ¿qué significa esto ahora? Si la naturaleza de una
cosa que tiene en sí misma el principio del movimiento es su forma, y su forma se identifica con su ‘télos’ y
su causa eficiente, su naturaleza se identificará también con ese ‘télos’ y esa causa eficiente. La naturaleza
será una fuerza o energía (‘enérgeia’ es traducida como ‘acto’) que ‘tira’ de la materia hacia sí misma, es la
esencia activa de las cosas.

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El reino de la naturaleza será un reino de esencias. Pero no se trata ya de las esencias platónicas
separadas de las cosas sensibles. El reino de la naturaleza será el reino de las esencias que actúan en y sobre la
materia. Pero la acción de la naturaleza (forma o esencia) sobre la materia no es una acción cualquiera, sino
una acción dirigida hacia un fin. Si en el orden conceptual podemos distinguir entre el modelo (en términos
arquitectónicos diríamos plano) de lo que ha de ser una cosa y la fuerza que lleva a la materia a configurarse
según ese modelo, en el orden ontológico el modelo y la fuerza se identifica. El reino de la naturaleza no es
un reino estático, sino en movimiento, y este movimiento no es azaroso, sino dirigido a un fin.
Con esto, Aristóteles se opone a una concepción mecanicista de la naturaleza como la que defendían
los atomistas (Demócrito y Leucipo). Según la concepción mecanicista, la única causa que tendría alguna
eficacia en la realidad sería la causa eficiente. Pero la mera causalidad eficiente es ciega, pues si no hay una
causalidad final, los efectos de la causalidad eficiente serán azarosos: la concepción mecanicista de la
naturaleza será un des-propósito. Aristóteles, sin embargo, defiende una concepción teleológica de la
naturaleza. La causalidad eficiente no causa sin ton ni son, sino que al ser ella misma la esencia de la cosa que
ha de actualizarse, sabe, de alguna manera, hacia dónde dirigirse. Aristóteles ve confirmada su concepción
teleológica en la regularidad y el orden que exhibe la naturaleza. Dicho orden no sería posible, según
Aristóteles, si la naturaleza no estuviera ordenada hacia determinados fines:
‘(...) las cosas por naturaleza son aquellas que, movidas continuamente por un principio
interno, llegan a un fin; el fin no es el mismo para cada principio, ni tampoco se llega
fortuitamente a cualquier fin desde un determinado principio, sino que desde un mismo
principio se llega a un mismo fin, si nada lo impide’ (Phys, II, 8, 199b15-18)
‘(...) cuando algo ocurre siempre, o en la mayoría de los casos, no es accidental ni debido
a la suerte, y en las cosas naturales es siempre así, sin nada lo impide’ (Phys, II, 8,
199b23-25)
La falta de orden es el des-propósito mecanicista. Es, precisamente, ese orden que la naturaleza exhibe el
objeto de conocimiento de la ciencia, puesto que no hay ciencia de lo casual ni de lo accidental.
Estamos en condiciones de observar la estrecha relación que existe entre el concepto de naturaleza
aristotélico y el de movimiento. El reino de la naturaleza no se identifica con el de la mera materialidad ni con
el de los seres separados e independientes de la materia, sino, más bien, con ese reino de esencias-fines
causalmente eficaces respecto de la configuración de la materia, consideradas en cuanto están configurando la
materia. Las cosas naturales son las cosas que se encuentran en movimiento. Pero este movimiento no es un
movimiento azaroso como el de los átomos de Demócrito (que identifica naturaleza con materia), sino un
movimiento ordenado en función de la teleología que reina en la naturaleza. El análisis de la naturaleza será el
análisis del movimiento natural (aquél cuyo principio se encuentra en la cosa misma). En relación con el
movimiento surgen cuestiones respecto al infinito, el vacío, el tiempo y el continuo. Sin embargo, la cuestión
principal será, ahora sí, la refutación de la tesis inmovilista fundada en las paradojas de Zenón.

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5.- Los conceptos fundamentales de la física aristotélica:


movimiento, infinito, vacío, tiempo y continuo
5.1.- El movimiento
Bien conocida es la tesis aristotélica de la polisemia del ser. El ser se dice de muchas maneras. Los
significados últimos e irreductibles del ser son las categorías. Como todo movimiento es movimiento de algo
que es, y como el ser se dice de muchas maneras, Aristóteles puede decir que ‘(...)las especies del movimiento
y del cambio son tantas como las del ser’ (Phys, III, 1, 201ª8-9). En efecto, el llegar a ser de una mosca, el
crecimiento del cauce del Nilo, el viaje de Ulises hacia su amada patria y el enrojecimiento de la cara del
adolescente ante la hembra deseada son especies o tipos distintos de cambio. El primero será un cambio
substancial, o sea, según la categoría de substancia, y los siguientes serán cambios cuantitativo (según la
categoría de cantidad), local (lugar) y cualitativo (calidad) respectivamente 2.
Las categorías son las especies últimas en que se expresa el ser. Como el ser puede decirse bien en
potencia, bien en acto, cada una de las categorías puede decirse bien en potencia, bien en acto. La mosca
estaba en potencia antes de ser generada, el Nilo recorría los valles amenazando a sus habitantes con su
potencia para desbordarse, Ulises estaba en potencia junto a Penélope, que jamás cesó de tejer en su espera, y
la cara del adolescente estaba roja en potencia, antes que el ardor de su amado viniera a actualizar su rubor.
Una de las aporías que llevaron a los eleatas a negar el movimiento es que éste implica el paso del no ser al
ser. Si Fulanito se pone rojo, algo que no era (el rojo en la cara de Fulanito) llega a ser, luego del no ser se ha
producido el ser. Sin embargo Aristóteles niega que en el cambio se de un paso del no ser al ser, y para ello
utiliza su distinción entre el ser en potencia (dynamis) y el ser en acto (enérgeia): el movimiento sería el paso
del ser en potencia al ser en acto según cada una de las categorías susceptibles de cambio. Aristóteles mismo
dice en Phys, III, 1, 201ª11-12: ‘El movimiento es la actualidad de lo potencial en cuanto tal’. Más adelante
añade Aristóteles: ‘El movimiento es, pues, la actualidad de lo potencial, cuando al estar actualizándose
opera no en cuanto a lo que es en sí mismo, sino en tanto que es movible’ (Phys, III, 1, 201ª27-28). El
movimiento, pues, no se identifica ni con el ser en potencia ni con el ser en acto, sino con el paso de uno a
otro, sería ‘un cierto acto, aunque incompleto’ (Phys, III, 2, 201b31-32). El movimiento nunca es algo
completo, acabado, sino que su determinación esencial es la incompletud, puesto que consiste, precisamente,
en el completarse del paso de la potencia al acto. ¿Pero cómo es posible el movimiento? ¿Cómo es posible
que de la mera potencialidad surja el cambio? ¿De dónde procede la energía que actualiza lo potencial?
Queda claro que del no ser no puede surgir el ser. ¿Pero puede del mero ser el potencia surgir el ser
en acto? La respuesta es no. Un montón de ladrillos es una casa en potencia, pero de esa potencialidad no
surge, sin más, el movimiento que lleva a la casa actual. Si la potencia se actualizara por sí misma y
espontáneamente, nos encontraríamos ante un caso de ser a partir del no ser. Por eso Aristóteles dice que todo
lo que se mueve es movido por algo: todo movimiento precisa de un motor. Todo ser en potencia necesita de
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Respecto al resto de categorías no cabe hablar de cambio. En efecto, categorías como la relación, la acción y
la pasión o no son susceptibles de cambio, o son ellas mismas cambio.

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un ser en acto que lo mueva. ¿Cómo mueve el motor al móvil? Aportando una forma, dice Aristóteles (Phys,
III, 2, 202ª9-10). El motor imprime una forma a lo movible. Esta forma es la fuerza o energía que lleva a lo
movible a actualizar su potencia, es decir, a moverse. Pero el motor no puede imprimir al móvil una forma a
distancia, sino por contacto, luego todo motor ha de estar en contacto con el móvil. En los movimientos
naturales, como vimos, la forma es la fuerza motriz, el fin y la esencia del móvil, y está en el móvil mismo.
Hasta ahora hemos estado hablando de movimiento en un sentido general e irrestricto, más que en
sentido técnico. El movimiento en sentido técnico sería un tipo de cambio en general. Los elementos del
cambio en general son
 Lo que produce el cambio (el motor)
 Lo que cambia (el móvil)
 El tiempo durante el cual cambia
 Aquello de donde parte
 Aquello hacia donde se cambia
En función de los términos inicial y final del cambio, podemos distinguir tres tipos de cambio:
(i) De un no-sujeto a un sujeto  Generación
(ii) De un sujeto a un no-sujeto  Destrucción
(iii) De un sujeto a un sujeto  Movimiento
El movimiento en sentido estricto, es, pues, movimiento de algo substancial. A su vez, el movimiento en
sentido técnico se dará bien según la categoría de cualidad, bien según la categoría de cantidad, bien según la
categoría de lugar. Tendremos, pues, tres tipos de movimiento: alteración, aumento o disminución y
desplazamiento, respectivamente (Phys, V, 2, 226ª26 ss.).

5.2.- El infinito

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Aristóteles se opone a toda la tradición anterior que afirmaba la existencia de un infinito substancial
o actual (Phys, III, 4, passim). Desde el punto de vista de la física, la investigación sobre el infinito se refiere
a la existencia o no de un cuerpo infinito. Aristóteles argumenta contra todas las teorías que afirman la
existencia de tal cuerpo llevándolas al absurdo y haciendo manifiestas sus aporías (Phys, III, 5, passim). En
general Aristóteles cree que la existencia de un infinito actual, ya sea sensible o separado, es algo
inconcebible. Algo que existe actualmente es algo perfecto, que ha conseguido su forma, su esencia, que está
completamente delimitado, y por ello mismo, es cognoscible, mientras que lo infinito sería lo que carece de
límites, es decir, de forma, de perfección, de actualidad, en definitiva. De ahí la concepción aristotélica del
mundo como algo finito3
Aunque no acepte la existencia de un infinito actual, Aristóteles se da cuenta del error que
constituiría la negación del infinito de modo absoluto, pues en ese caso ‘tendría que haber un comienzo y un
fin del tiempo, las magnitudes no serían divisibles en magnitudes y el número no sería infinito’ (Phys, III, 6,
206ª10-12). En efecto, Aristóteles ve que, al menos de tres cosas es imposible negar la infinitud en algún
sentido sin caer en aporías: el tiempo, la magnitud, y el número. Si el tiempo fuera finito, tendría un principio
y un final, pero entonces se podría hablar de un antes y un después del tiempo. Pero esto es absurdo, luego el
tiempo es infinito. Si la magnitud no fuera infinitamente divisible, podríamos dividir una magnitud cualquiera
hasta llegar a la mínima magnitud que la compone. Si dicho elemento mínimo no es extenso, es decir, no
tiene magnitud, entonces es imposible que la acumulación de elementos inextensos genere una magnitud
extensa, luego ese elemento mínimo tiene que ser extenso. Si es extenso será posible recorrer su extensión,
pero para recorrer su extensión desde el principio A hasta el final B, habrá que pasar por el centro C. Pero
entonces la extensión mínima es divisible en AC. Luego la magnitud es infinitamente divisible. Respecto de
los números, sabemos que, dado cualquier número, siempre es posible dar uno mayor.
Pero la infinitud del tiempo, la magnitud y el número no es una infinitud actual. En efecto, la
magnitud y el tiempo siempre serán infinitamente divisibles pero nunca estarán infinitamente divididos. Por
otra parte, el número y el tiempo siempre serán infinitamente aumentables, pero nunca infinitamente
aumentados: dado un número cualquiera, podemos obtener otro superior, pero nunca tendremos la serie
infinita de los número de forma actual; dado un momento cualquiera, siempre habrá otro posterior, pero nunca
dispondremos de la serie infinita del tiempo, entre otras cosas porque las partes del tiempo, pasado y futuro,
no son, mientras es el presente. El infinito no existe, pues, en sentido actual, sino potencial. El infinito es la
posibilidad de ir añadiendo o dividiendo algo infinitamente.
Pero el infinito potencial se dice de dos maneras: bien por adición, bien por división. El número sería
infinito por adición, pues siempre es posible añadir una unidad a un número cualquiera para obtener un
número mayor; pero no podemos dividir infinitamente la serie numérica, pues es una cantidad discreta
compuesta de unidades indivisibles4. El espacio o la magnitud, serán infinitos por división, pues dada
3
Pensadores renacentistas como Giordano Bruno tuvieron que luchar contra esta concepción del mundo al
hablar de la infinitud del universo.
4
Es obvio que Aristóteles está hablando de la serie de los números naturales y que no conoce la serie de los
números reales, que sí que es divisible infinitamente. De hecho, Descartes pondrá la serie infinitamente
divisible de la magnitud en relación con la serie infinitamente divisible de los números reales haciendo

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cualquier extensión, siempre es posible dividirla en partes a su vez extensas, y por tanto divisibles; pero no es
posible añadir infinitamente unidades a una extensión dada la concepción aristotélica de la finitud del mundo:
el mundo físico está limitado, luego una magnitud podrá ir creciendo, pero sólo hasta llegar a los límites del
mundo, más allá de los cuales es imposible que crezca más 5. Respecto al tiempo, es infinito tanto por adición
como por división: Infinitud del tiempo por división: si la extensión AC es infinitamente divisible, y para
llegar a B desde A ha de transcurrir cierto tiempo, para recorrer cualquiera de sus posibles divisiones habrá de
transcurrir una parte del tiempo PQ que se tardaría en recorrer AC, luego el tiempo es tan infinitamente
divisible como la magnitud. La infinitud del tiempo por adición viene dada por su relación con el numero y
por la imposibilidad de concebir un límite final del tiempo. Puesto que, como hemos visto, el infinito sólo
existe en potencia, su ser es privación, ya que lo que está en potencia es lo que está privado de una forma
actual. Esta privación de forma (de límites, en definitiva) es esencial al infinito, por ello, en cuanto infinito, es
incognoscible, pues es materia sin forma. (Phys, III, 6, 207ª20-26 y Phys, III, 7, 207b35-208ª2).

5.3.- El lugar
El estudio del lugar en el contexto de la investigación física es pertinente en la medida en que todas
las cosas están en algún ‘donde’ y que el movimiento más común es el local, que consiste en el
desplazamiento respecto al lugar. Sin más dilación, ofreceremos la definición aristotélica de lugar: ‘ El lugar
de una cosa es el primer límite inmóvil de lo que la contiene’ (Phys, IV, 4, 212ª20). A partir de la definición
podemos deducir que (i) el lugar siempre lo es de algo, no tiene sentido hablar del lugar como algo existente
por sí mismo, sin referencia a la cosa que lo ocupe. Tampoco tendrá sentido decir de una cosa sensible que no
ocupa un lugar: todo lo sensible ocupará un lugar, y todo lugar será ocupado por una cosa sensible; (ii) El
lugar que una cosa ocupa no se identifica ni con la cosa, ni con el continente, sino con el límite del continente
con la cosa; (iii) el lugar es inmóvil, siendo, por otra parte absurdo, que un lugar cambie de lugar; (iv) Un
cuerpo está en un lugar si hay otro cuerpo fuera de él que lo contiene; si no, no lo está (Phys, IV, 5, 212ª31-
32).
La conclusión (iv) es particularmente interesante, puesto que, como no puede existir un cuerpo
infinito, el universo sensible es un cuerpo finito, limitado. Este cuerpo que es el universo, en cuanto que, por
definición, no está contenido en ningún otro cuerpo, no ocupa ningún lugar, por la definición de lugar. El
cielo no está en el espacio, sino que, en cuanto límite del mundo sensible, es el punto de referencia desde el
que se constituye todo lugar como tal.
Otra de las ideas aristotélicas científica y filosóficamente relevantes de su doctrina del lugar es que el
lugar ‘ejerce un cierto poder’. En efecto, la observación empírica muestra a Aristóteles que cada cuerpo se

posible el análisis matemático de la extensión, esencial para el desarrollo de la ciencia actual.


5
Esta doctrina nos suena algo extraña, dada nuestra concepción abstracta de la geometría. Para nosotros el
concepto matemático de línea está desvinculado del concepto físico de recta, por lo tanto, podemos concebir
una línea infinita por adición, aunque físicamente fuera imposible. El argumento de Aristóteles muestra que
entre los griegos la geometría no estaba considerada una ciencia abstracta e independiente de la física, sino
que, de alguna manera, existía una relación esencia entre física y geometría.

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La Naturaleza en Aristóteles. Felipe Garrido Bernabeu

mueve ‘por naturaleza’ hacia el lugar que le es propio. Así el fuego y los cuerpos ligeros se mueven hacia
arriba y los cuerpos pesados y terrestres se mueven hacia abajo. Estos movimientos naturales permiten a
Aristóteles hablar de un Arriba y un Abajo absolutos, determinados por la misma estructura permanente del
mundo. El Arriba será el límite extremo del movimiento circular del cielo, y el abajo será la tierra, que
ocupará el centro del universo. El espacio no será, pues, un sistema de coordenadas cualitativamente
homogéneas en el que las partículas bailan azarosamente. El espacio aristotélico es un espacio cualificado, en
el que cada lugar cósmico tiene unas propiedades diferentes a las de cualquier otro. El lugar Arriba tiene unas
propiedades y una función cósmica distintas a las propiedades y funciones del Abajo. De forma más sintética:
El espacio de Newton es un sistema de coordenadas que, en cuanto tal espacio, no interviene para nada en los
movimientos de los cuerpos, sino que se limita a ser su escenario; sin embargo, el espacio aristotélico es, sí,
un sistema de coordenadas (en este caso cerrado) en el que localizar los cuerpos, pero, a diferencia del espacio
newtoniano, el lugar es físicamente relevante para el comportamiento de los cuerpos.

5.4.- El vacío
Dada la definición de lugar, es evidente que el vacío no existe, para Aristóteles. En efecto, vimos, en
la consecuencia (i) de la definición de lugar, que el lugar siempre lo es de algún cuerpo. El vacío sería el lugar
sin cuerpo que lo ocupe, pero esto contradice la definición de lugar. Todo lugar estará, pues, lleno.
Llegados a este punto, Aristóteles tiene que hacer frente a una grave objeción planteada por la física
atomista. La objeción es la siguiente: si existe el movimiento, como bien acepta Aristóteles, entonces es
necesaria la existencia del vacío. ¿Por qué? Porque si aceptamos que dos partículas no pueden ocupar el
mismo lugar, entonces es necesario que, si una partícula cambia de lugar, no cambie a un lugar en el que hay
otra partícula, sino a un lugar vacío, que pueda ocupar.
La respuesta de Aristóteles consiste en argumentar que el movimiento es compatible con la
inexistencia del vacío, dado que ‘lo lleno puede alterarse’ y ‘los cuerpos pueden simultáneamente
reemplazarse entre sí’ (Phys, IV, 7, 214ª26 ss.). Esta tesis será conservada en la física de Descartes, que
concebirá el movimiento del plenum en forma de torbellinos. Cuando una partícula se mueve no pasa a ocupar
un lugar vacío, sino que empuja a la partícula que ocupa actualmente el lugar hacia el que tiende.
Con esta concepción del espacio ‘lleno’ se salva también otro principio de la física aristotélica, según
el cual todo lo que se mueve es movido, y lo que mueve, mueve por contacto con lo movible. De existir el
vacío nada se movería, puesto que nada estaría en contacto con nada.

5.5.- El tiempo
5.5.1.- Carácter problemático del tiempo

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La Naturaleza en Aristóteles. Felipe Garrido Bernabeu

Puesto que la física estudia la naturaleza, y ésta es el reino del movimiento, la física habrá de
ocuparse también del tiempo, en la medida en que todo movimiento tiene e implica duración. Por otro lado,
no es extraño que Aristóteles, con la sensibilidad conceptual que le caracteriza, haya percibido el carácter
problemático del tiempo: ‘Que no es totalmente, o que es pero de manera oscura y difícil de captar, lo
podemos sospechar de cuanto sigue. Pues una parte de él ha acontecido y ya no es, otra está por venir y no
es todavía, y de ambas partes se compone tanto el tiempo infinito como el tiempo periódico. Pero parece
imposible que lo que está compuesto de no ser tenga parte en el ser’ (Phys, IV, 10, 217b37-218ª3, cursiva
mía). El problema de la determinación del ser del tiempo es que las partes que lo componen (pasado y futuro)
no son. Podría alegarse que el tiempo es un compuesto de ‘presentes’, instantes o ahoras (nyn). Pero
Aristóteles niega que el tiempo esté compuesto de ‘ahoras’. En efecto, si el ‘ahora’ fuera una parte del tiempo,
sería temporal, y por lo tanto tendría duración. En ese caso, dentro del ahora podría distinguirse un pasado y
un futuro, pero es absurdo que el ahora, el instante irreductible, tenga una parte que ya no es y otra que está
por venir. Más bien, el ahora sería lo que hay en medio siempre. Así pues, el ahora no es una parte del tiempo
porque no tiene duración: el tiempo no está compuesto de ahoras (Phys, IV, 10, 218ª7). Queda, pues, la tarea
de determinar el ser de algo que no es totalmente, o que es pero de manera oscura.

5.5.2.- La percepción del tiempo


Determinar el ser de algo es ofrecer, en la terminología Aristotélica, una definición. En el camino
hacia la definición del tiempo, Aristóteles se pregunta por las ocasiones en las que decimos que hay tiempo o,
dicho de otra manera, por la percepción del tiempo. Aristóteles responde que ‘al percibir el antes y el
después en el movimiento y captar que son diferentes entre sí y que hay algo intermedio diferente de ellos,
decimos entonces que el tiempo ha transcurrido’ (Phys, IV, 2, 219ª27-30). Vemos que el tiempo está en
estrechísima relación con el movimiento. De hecho Aristóteles afirma que, si bien el tiempo no es
movimiento, no hay, sin embargo, tiempo sin movimiento. Dos son, según Aristóteles, las condiciones del
tiempo (Phys, IV, 2, 218b21-219ª1): Una de ellas es (i) que si el ‘ahora’ no fuese diferente en cada caso, no
habría tiempo. Son los momentos inicial y final de un movimiento lo que cualifican y diferencian dos
instantes, que son percibidos como dos en la medida en que son percibidos como diferentes. La diferencia
entre dos instantes es la diferencia entre dos estados de un móvil percibido que exige, además, algo
intermedio. La segunda condición del tiempo es (ii) que no basta que los ahoras sean diferentes, sino que ha
de advertirse que el ahora es diferente. Parece, pues, que para la determinación del tiempo es necesario
acudir, de alguna manera, a la conciencia. En este sentido, surge en Aristóteles el problema acerca de la
realidad del tiempo como algo externo a la conciencia: ¿Es el tiempo algo realmente existente al margen de
nuestra percepción?. Para resolver a este interesante enigma habrá que determinar el ser del tiempo ofreciendo
su definición.

5.5.3.- Definición del tiempo

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La Naturaleza en Aristóteles. Felipe Garrido Bernabeu

Aristóteles, basándose en sus observaciones acerca de la percepción del tiempo posibilitada por el
movimiento, ofrece la siguiente definición del tiempo: el tiempo es ‘el número del movimiento según el
antes y el después’ . Obviamente el ‘antes’ y el ‘después’ de la definición no tienen un sentido temporal, en
ese caso nos encontraríamos ante una definición circular. Ese ‘antes’ y ese ‘después’ se refieren a las fases
inicial y final de un movimiento. La temporalidad no se identifica con el mero acontecer del movimiento, sino
que eso es la condición del tiempo. El tiempo surge al numerar esos ‘antes’ y ‘después’, al contarlos y
determinarlos como distintos ‘ahoras’. ¿En qué sentido dice Aristóteles que el tiempo es ‘número’? En otro
lugar (Phys, IV, 12, 220b8-10) dice Aristóteles que ‘el tiempo es número, pero no como aquello mediante lo
cual numeramos, sino como lo que es numerado’. El tiempo no se identifica con los números, sino con lo
numerado. El problema es, ¿el tiempo es el movimiento en cuanto numerado actualmente o en cuanto
numerable?.

5.5.4.- Tiempo y conciencia


Si el tiempo es el movimiento en cuanto numerado actualmente, es evidente que el alma o la
conciencia es constitutiva del tiempo, y que éste no existe sin aquella: ‘si no pudiese haber alguien que
numere, tampoco podría haber algo que fuese numerado, y en consecuencia no podría existir ningún número,
pues un número es o lo numerado o lo numerable. Peor si nada que no sea el alma, o la inteligencia del
alma, puede numerar por naturaleza, resulta imposible la existencia del tiempo sin la existencia del alma, a
menos que sea aquello que cuando existe el tiempo existe, como sería el caso si existiera un movimiento sin
que exista el alma; habría entonces un antes y un después en el movimiento, y el tiempo sería éstos en tanto
que numerables’ (Phys, IV, 14, 223ª21-29). Si el tiempo fuera el movimiento en cuanto numerado, no
existiría sin el alma. Pero si el tiempo es el movimiento en cuanto numerable, sí existe con independencia del
alma. Ésta última parece ser la opción más concorde con el pensamiento de Aristóteles. El tiempo sería la
posibilidad del movimiento de ser numerado. El movimiento adquiere un carácter temporal en la medida en
que puede ser numerado según el antes y el después.

5.5.5.- La medida absoluta del tiempo


Otro interesante problema planteado por la definición de movimiento es el siguiente: si el tiempo es
el número de un movimiento, cabe preguntar, ¿De qué movimiento? Dado que podemos observar múltiples
movimientos a nuestro alrededor, podríamos decir que existen múltiples tiempos. Ésta no es la solución de
Aristóteles, el cual cree que existe un único tiempo. Debe, entonces, existir un movimiento eterno que sea la
medida de todo el tiempo, pus el tiempo es eterno. Avanzaremos que éste movimiento eterno será el
movimiento del cielo. El movimiento-patrón del tiempo es, pues, el movimiento local y circular del cielo
porque es el único movimiento absolutamente regular. No en vano los años, los meses y los días se cuentan y
miden en función del comportamiento periódico de los cielos.

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La Naturaleza en Aristóteles. Felipe Garrido Bernabeu

5.5.6.- Atributos del tiempo


(Atributos del tiempo) El ser del tiempo depende del movimiento. No tiene, pues, una entidad
substancial, sino derivada. Aristóteles lo expresa de una forma algo oscura diciendo que ‘un movimiento
sigue a una magnitud y el tiempo sigue a un movimiento, siendo todos cantidades continuas y divisibles’
(Phys, IV, 12, 220b25-28). Continuidad y divisibilidad son los atributos del tiempo, pero lo son en tanto que el
tiempo depende del movimiento, y el movimiento es continuo y divisible en tanto depende de la magnitud (un
metro, dos metros, etc.). De su relación con el espacio, pues, le viene al tiempo su carácter continuo y
divisible. De su relación con el número le viene su carácter potencialmente infinito por adición.

5.5.7.- El ser en el tiempo


Hemos recorrido la caracterización aristotélica del tiempo. Una vez analizada su definición,
pasaremos a analizar en qué consiste ser en el tiempo. Con ‘ser en el tiempo’ Aristóteles se refiere a todas las
cosas naturales. Si la naturalidad viene dada por la posesión de un principio de movimiento, y si el
movimiento funda el tiempo, entonces la naturaleza será el reino del tiempo. La pregunta que formulamos a
Aristóteles es ¿Qué significa ser en el tiempo?. Aristóteles distingue en su respuesta dos sentidos propios de
ser en el tiempo.
Por una parte, ser en el tiempo es ser ‘contenido’ por el tiempo. Basándose en su definición de
tiempo, Aristóteles pone en relación las partes del tiempo con las partes de la serie numérica, y argumenta que
el antes y el después son al tiempo lo que la unidad, lo impar o lo par son al número, esto es, partes de una
serie potencialmente infinita, que las supera. ‘Puesto que ser en el tiempo es como ser en el número, habrá
que admitir un tiempo más grande que el de todo lo que es en el tiempo’ (Phys, IV, 12, 221ª27-28). Así, todas
las cosas que existan en el tiempo estarán, de alguna manera, limitadas por él, en el sentido de que su
existencia jamás se alargará tanto como el tiempo mismo 6. La eternidad no es una duración (temporal)
infinita, sino una forma de ‘ser fuera del tiempo’.
El segundo sentido de ‘ser en el tiempo’ es ser afectado por el tiempo. Ésta afección temporal se
manifiesta principalmente en la destrucción. ‘Todo cuanto es susceptible de destrucción y generación, y en
general todo cuanto a veces es y a veces no es, tendrá que ser necesariamente en el tiempo’ (Phys, IV, 12,
221b28-30). Destrucción y generación son la carga que ha de soportar el ser temporal, y se añade, además, que
‘el tiempo es por sí mismo, más bien causa de destrucción [que de generación]’ (Phys, IV, 12, 221b1-3).El

6
En mi opinión el paralelismo aristotélico entre el tiempo y el número falla en este caso. Aristóteles quiere
argumentar que ninguna parte del tiempo durará todo el tiempo basándose en que ninguna parte de la serie
numérica tendrá tantos elementos como la serie numérica misma. Sin embargo sabemos que el conjunto de los
números pares tiene la misma cardinalidad que la serie entera de los números naturales. Por lo tanto, si
mantenemos el paralelismo, tendremos que admitir que puede haber un individuo en el tiempo que dure lo
mismo que el tiempo mismo. Una posible defensa de Aristóteles podría argüir que mi crítica presupone, como
de hecho lo hace, la consideración de conjuntos infinitos actuales, que Aristóteles no acepta. Para Aristóteles
una parte de un conjunto siempre será finita, porque, como hemos visto, no acepta que sea concebible el
infinito actual. Sin embargo, mi opinión en este punto es que esta posible defensa de Aristóteles no es tal. En
efecto, sirve para explicar el error de Aristóteles, pero su incapacidad para manejar infinitos actuales es una
limitación de su sistema antes que una virtud.

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La Naturaleza en Aristóteles. Felipe Garrido Bernabeu

viejo padre Cronos sigue devorando a sus hijos en la concepción científica del tiempo que Aristóteles
propone.

5.5.8.- Naturaleza y tiempo


Llegados a este punto podemos afirmar que en Aristóteles el reino de la naturaleza y el de la
temporalidad se identifican. El reino de la naturaleza es el reino de las esencias que se materializan en el
tiempo. El reino del tiempo es el reino de la materia que alcanza sus fines esenciales. La naturaleza es un
proceso dirigido hacia un fin, pero que jamás se alcanzará plenamente porque el tiempo es eterno. La
naturaleza será el reino de la eternidad del cambio. Lo natural es temporal.

5.6.- El continuo
Dado que la naturaleza viene caracterizada por su espacialidad y por su temporalidad, y tanto el
tiempo como el espacio son continuos, Aristóteles lleva a cabo un análisis del continuo del que se extraerán
interesantes consecuencias. Comencemos con la definición de continuo: ‘Lo continuo (synechés) es una
subdivisión de lo contiguo7; así, por ejemplo, digo que una cosa es continuo con otra cundo sus límites que se
tocan entre sí llegan a ser uno y lo mismo y, como indica la palabra, se «con-tienen» entre sí, pero si los
extremos son dos no puede haber continuidad’ (Phys, V, 3, 227ª10-15). En otro lugar dice Aristóteles que
‘son continuas aquellas cosas cuyos extremos son uno’ (Phys, VI, 1, 231ª2-3). Dos cosas son continuas si al
entrar en contacto sus extremos forman una unidad, esto es, ‘comparten’ extremos, no pudiéndose distinguir
dónde empieza una y dónde la otra, como ocurriría con dos llamas de fuego o dos gotas de agua al entrar en
contacto. Así, cualesquiera dos partes en que dividamos una magnitud, al ser puestas de nuevo en contacto,
formarán un unidad. Lo mismo ocurrirá con el tiempo. De esta doctrina aristotélica del continuo se siguen dos
interesantes consecuencias. Por un lado, se sigue que ningún continuo puede estar compuesto de indivisibles.
Por otro lado, se sigue la infinita divisibilidad del tiempo y el espacio.
Que ningún continuo está compuesto de indivisibles es claro por lo que sigue. Supongamos que un
continuo está compuesto de partículas últimas indivisibles (átomos). Si los átomos son indivisibles es porque
no tienen partes. ¿Cómo entrarán en contacto dos átomos? Dos cosas entran en contacto cuando sus extremos
se juntan. Ahora bien, como un átomo no tiene partes, sus extremos son todo el átomo. De esta forma, si dos
átomos juntan sus extremos lo que hacen es ponerse en contacto como un ‘todo con un todo’, pero esto
también es inconcebible, pues un todo debe tener partes para serlo. Dos cosas no pueden entrar en contacto si
no tienen, pues partes. Luego los átomos no pueden entrar en contacto. Como no pueden entrar en contacto no
pueden formar un continuo. Entre dos puntos cualesquiera indivisibles siempre habrá una línea.
Demostrar la infinita divisibilidad del tiempo y el espacio significa ni el tiempo ni el espacio están
compuestos de unidades últimas indivisibles. Así, se negará el atomismo de Demócrito. Tampoco se podrá
afirmar que existan unidades últimas de tiempo, átomos de tiempo. Los distintos ‘ahora’ o instantes no son
componentes del tiempo. El instante será al tiempo lo mismo que el punto inextenso al espacio. La
7
Es decir, un tipo de contigüidad

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La Naturaleza en Aristóteles. Felipe Garrido Bernabeu

continuidad del tiempo viene dada por su relación intrínseca con el movimiento. Es decir, el tiempo es
continuo porque lo es el movimiento. Y el movimiento lo es porque lo es la magnitud.
Estas tesis constituyen la esencia de la refutación de las famosas paradojas de Zenón. Estas
paradojas se basan en lo siguiente: si una magnitud AB es infinitamente divisible, entonces es infinita. Pero es
imposible –dirá Zenón- recorrer una magnitud infinita en un tiempo finito. Analicemos el argumento de la
flecha: ‘Si siempre todo lo que está en algún lugar igual a sí mismo está en reposo, y si lo que se desplaza está
siempre en un ‘ahora’, entonces la flecha que vuela está inmóvil’ (Phys, VI, 9, 239b5-7). El argumento supone
que una flecha ha sido lanzada de A a B y que ha tardado un tiempo QP en completar la distancia AB. Zenón
divide el tiempo QP en unidades indivisibles de tiempo (ahoras, instantes, átomos temporales). Consideremos
uno de esos instantes indivisibles, llamémoslo R: en R la flecha está en un lugar determinado ‘igual a sí
mismo’, y por lo tanto está en reposo. ¿Por qué? Porque si todo movimiento implica duración, y la duración
es el paso de un átomo temporal R1 al átomo temporal siguiente R2, entonces, si consideramos únicamente el
instante R1, no habrá movimiento, sino reposo. El problema es, pues, cómo puede explicarse el movimiento a
partir del reposo. Esto lleva a Zenón a negar el movimiento por absurdo. La solución de Aristóteles es que es
erróneo considerar, como hemos visto, que existen átomos temporales: no hay unidades mínimas de tiempo.
Por lo tanto, cualquier momento en el que consideremos el movimiento de la flecha podrá dividirse a su vez
en otros de manera que jamás la veremos parada mientras no llegue a su destino.
La solución del planteamiento general de Zenón (no se puede recorrer una magnitud infinita en un
tiempo finito) se resuelve como sigue: no hay magnitudes infinitas en acto, sino sólo en potencia, de manera
que cualquier magnitud es finita. Esa infinitud en potencia es una infinitud por división. Zenón dirá que el
móvil ha de llegar a la mitad del trayecto antes que a la meta y así sucesivamente, dada la infinita divisibilidad
del espacio, y por lo tanto tendrá que recorrer una magnitud infinita en un tiempo finito. Pero Aristóteles
contesta que el tiempo también es infinitamente divisible, y por lo tanto no es correcto decir que un móvil
recorre una magnitud infinita en un tiempo finito. Lo correcto, y ya no paradójico, sería decir que un móvil
recorre una magnitud actualmente finita pero infinitamente divisible en potencia en un tiempo actualmente
finito, pero infinitamente divisible en potencia.

6.- De la física a la metafísica: el motor inmóvil

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La Naturaleza en Aristóteles. Felipe Garrido Bernabeu

Para Aristóteles es claro que el movimiento es eterno. Por un a parte, hemos visto lo absurdo de
concebir un principio y un final del tiempo, de lo que concluimos la eternidad del tiempo 8. Pero el tiempo
depende del movimiento, luego si el tiempo es eterno, eterno es el movimiento. Por otra parte, consideremos
que el movimiento no es eterno. Entonces hubo un ‘tiempo’ en el que nada estaba en movimiento. ¿Cómo,
pues, empezó el movimiento? ¿Y por qué en ese momento y no antes? Si todo lo que se mueve es movido, si
nada se mueve, nada es movido, por lo tanto todo estará en reposo eternamente, pero la experiencia niega esta
disparatada conclusión. Es, pues, absurdo suponer que el movimiento no es eterno.
Pero, como hemos dicho, todo lo que se mueve es movido por algo. Si A está en movimiento, es
movido por B, éste a su vez por C, y así sucesivamente ad infinitum. Pero hay que remediar este ‘ad
infinitum’ si queremos que el movimiento tenga alguna consistencia. Es necesario, pues, un primer motor que
no nos haga remitirnos a otro motor anterior: un motor inmóvil. Este motor inmóvil no es primero en el orden
temporal, sino en el ontológico. Esto es evidente porque el movimiento eterno no tiene un principio en el
tiempo, ni el tiempo mismo lo tiene, por lo tanto, el motor inmóvil ha de ser eterno. En cuanto es eterno, el
motor inmóvil no se cuenta entre las cosas que ‘son en el tiempo’, sino entre las que son ‘fuera del tiempo’, y
por lo tanto, es inútil pretender caracterizarlo temporalmente. El motor inmóvil es ‘primero’ en el sentido de
que es la condición de todo movimiento. El fundamento del movimiento es inmóvil, el principio del tiempo es
atemporal, el soporte de lo natural es lo sobrenatural.
Es evidente, pues, la necesidad de que exista un primer motor que sea la causa del movimiento
eterno. Pero, ¿De qué tipo de movimiento se trata? ¿Cuál es el movimiento eterno? ¿Y quién es el sujeto de
este movimiento eterno? Vimos que existían tres clases de movimientos sensu stricto: el local
(desplazamiento), el cuantitativo (aumento o disminución) y el cualitativo (alteración). Estos movimientos se
distinguen en virtud de la categoría a la que deben el ser. Como las categorías son irreductibles entre sí, estas
tres especies de movimiento serán irreductibles entre sí. No obstante mantienen ciertas relaciones mutuas que
llevan a Aristóteles a considerar el movimiento local o desplazamiento como el primero de los tres. El motivo
es que, mientras que es posible que se de alteración sin cambio cuantitativo y viceversa, tanto el cambio
cuantitativo como el cualitativo, si bien no se identifican con el movimiento local, sí lo implican. En efecto,
toda alteración conlleva un cambio de lugar (si algo se vuelve rojo, no se vuelve rojo instantáneamente como
un todo, sino que el rojo va «avanzando». Mucho más claro es el caso del cambio cuantitativo, pues cuando a
Fulanito le crece el pelo, es claro que hay un cambio de lugar o desplazamiento de la punta del pelo, en el
sentido de que el lugar que ocupa el pelo en el tiempo A, es distinto (como primer límite inmóvil que lo
contiene), del lugar que ocupa el pelo en el tiempo B. Así, si algún movimiento ha de ser eterno, éste será el
movimiento de lugar, pues es el único compatible con los demás.
Pero dentro de los movimientos de lugar, podemos considerar especies distintas. Las dos principales
serán, el desplazamiento rectilíneo y el circular. Aristóteles se pregunta cuál de éstos movimientos puede ser
candidato a movimiento eterno. El movimiento eterno ha de ser continuo. En efecto, si fuera discreto

8
En efecto, el tiempo no es un ‘ser en el tiempo’

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La Naturaleza en Aristóteles. Felipe Garrido Bernabeu

tendríamos distintos movimientos separados por distintos reposos. Pero entonces el movimiento ya no sería
eterno. La pregunta, entonces, es: ¿Cuál, de entre los movimientos de lugar, puede ser continuo?.
Consideremos el movimiento rectilíneo. Vimos que el mundo, según la concepción aristotélica, no es
infinito, sino que está limitado. Por ese motivo, sería imposible un movimiento rectilíneo continuo. La razón
es que al llegar al límite del mundo tendría que invertir su marcha, pero para ello, tendría que mediar un
momento de reposo entre el primer movimiento y el segundo en sentido opuesto. El circular será el único
movimiento que puede ser continuo en un universo limitado. Sólo un móvil que se mueve en círculo podrá
evitar «chocar» contra los confines del mundo y tener, por lo tanto, que parar para dar media vuelta. El
movimiento circular es el único movimiento infinito compatible con un universo finito.
De esta manera, el movimiento circular será el primero de entre los movimientos locales, así como
los movimientos locales en general eran primeros respecto del resto de movimientos. Como hemos dicho
anteriormente, su carácter primero no se dice en sentido temporal, sino ontológico. Este movimiento circular
eterno será el de la esfera más externa de la esfera del universo. Ésta esfera transmitirá su movimiento a las
subsiguientes esferas, produciendo, conservando y posibilitando eternamente todo el movimiento que
constituye la naturaleza.
La naturaleza es el dominio de lo temporal, de lo corruptible, del movimiento, de lo perfectible. En
consecuencia, el motor inmóvil, en cuanto es inmóvil, ha de situarse fuera del orden natural, de ninguna otra
manera podría mover eternamente el mundo, sin ser movido a su vez por nada. El primer motor, por lo tanto,
no es algo material, ni es compuesto de partes, sino simple e inmaterial. No podrá, por lo tanto mover al
mundo por contacto, como ocurre con los movimiento ordinarios mundanos. En efecto, para que A mueva a B
por contacto, una parte de A tiene que estar junto a una parte de B, pero el motor inmóvil no tiene partes:
mueve sin tocar, y desde fuera del mundo, desde fuera del orden natural, desde el orden sobrenatural. ¿Cómo
mueve, entonces? Como causa final. El primer motor inmóvil es causa del movimiento de la primera esfera
del mundo como el objeto del deseo mueve al amante.
El orden teleológico del mundo no es, pues, una rapsodia de pequeños fines que tratan de
actualizarse alborotadamente, sino que todo movimiento se ordena, en última instancia, a un fin último, causa
del movimiento eterno que constituye la naturaleza y es fundamento de su orden, regularidad y, por lo tanto,
de su cognoscibilidad, de su armonía. La naturaleza no es un caos, sino una sinfonía, que es eterna, porque su
sentido y fin están fuera de ella.
El estudio del primer motor no es tarea propia de la física, pues la física versa sobre lo natural,
mientras que el primer motor abre el universo de lo sobrenatural. Sin embargo el estudio de la física, del
orden natural, nos lleva, irremediablemente a preguntarnos por el orden sobrenatural. Surge la pregunta por el
modo de ser del primer motor, que será contestada en la metafísica. El primer motor inmóvil ha de ser acto
puro, forma pura o, por expresarnos de manera etimológicamente más fiel: energía pura. No hay en él
potencialidad ni materia alguna. Todo él es acto, pero, ¿Qué acto? El más digno de todos, el acto de inteligir,
que, por otra parte, es el único acto perfecto y acabado en sí, que no requiere de materia alguna. ¿Qué
intelige? A sí mismo. El objeto de pensamiento del acto puro no puede ser sino él mismo. Si el objeto de

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La Naturaleza en Aristóteles. Felipe Garrido Bernabeu

pensamiento del acto puro fuera otra cosa distinta de sí, la potencialidad destruiría su perfección. Esto es así
porque el conocimiento de lo otro siempre es un proceso gradual, que implicaría que el conocimiento total es
en potencia y se va actualizando. El pensamiento de sí mismo por parte del acto puro que es Dios, es el único
que puede darse de forma instantánea, sin mediar duración alguna, de forma eterna y perfectamente acabada.
Pero esto corresponde a otra ciencia teórica distinta de la física o filosofía segunda, y es la filosofía primera,
teología o, como ha venido a ser habitual llamarla, metafísica.
En Aristóteles no tiene sentido plantear el viejo problema de los positivistas lógicos de mediados de
siglo XX acerca de la demarcación entre ciencia (física) y metafísica. Hemos visto como la física nos lleva a
la metafísica en Aristóteles, hay, entre ellas, un continuo. Este continuo entre las dos ciencias está posibilitado
por un continuo en la realidad misma. En efecto, a diferencia de la visión escolar que habitualmente se nos
presenta de Aristóteles, su «universo» no es un universo formado por partes estancas e independientes entre
sí, sino más bien un sistema donde todo está relacionado.

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La Naturaleza en Aristóteles. Felipe Garrido Bernabeu

Esquema Tema 50 La naturaleza en Aristóteles

1. La física en Aristóteles
La física junto con la teología y la matemática, es una ciencia teórica. A diferencia de las ciencias
prácticas, las ciencias teóricas buscan el conocimiento por el conocimiento mismo. El objeto de la física se
caracteriza por su existencia separada y su mutabilidad; el objeto de la matemática se caracteriza su existencia
no separada e inmutable; el objeto de la teología o filosofía primera (teología) tiene existencia separada y es
inmutable. La física se ocupa del estudio de las cosas que existen de manera independiente y están sujetos al
cambio. Toda ciencia es ciencia de ‘formas’, puesto que la materia, al estar indeterminada de por sí, es
incognoiscible sin la forma que la configura. La física se ocupará de las formas en cuanto que configuran la
materia, de la materia en cuanto formada, sujeta al cambio.
Aristóteles considera que la existencia del cambio no es susceptible de ponerse en duda, ya que nos
viene dado por la observación inmediata. Toma el hecho del movimiento como punto de partida para la
investigación científica. Frente a la escuela eleática, caracterizada por la negación del movimiento, acepta el
cambio como un hecho incontrovertible y se enfrenta a la necesidad de explicarlo. Asume la problematicidad
de explicar el paso del no ser al ser, en lugar de negarlo de antemano como hace la escuela eleática.
2. Análisis del ‘llegar a ser’ o la estructura de la generación (Phys, I,7)
¿Cuál es el rasgo más evidente y común a todo cambio? El ‘llegar a ser’ que se produce en todo
cambio. En cualquier tipo de cambio, ya sea éste cualitativo o local, algo que no era llega a ser. Caso del
músico: cuando aprende música se ha producido un cambio: lo músico que antes no era, ahora ya ha llegado a
ser. Contra las aporías de los eleatas que conducen a la negación del movimiento: lo no-músico desde lo cual
llega a ser lo músico, no es el no ser en absoluto. Si se identificara lo no-músico con el no-ser, se llegaría al
absurdo de afirmar el paso del no-ser al ser, y habría que negar el movimiento. Lo no-músico tiene que ser
algo que sea de alguna manera y que esté privado de la forma ‘músico’ Este ‘algo’ que es no-músico y que
llega a ser músico, no puede desaparecer en el cambio. Es un ‘substrato mediador’ entre el no-ser músico y
el ser músico en el cual se da el cambio: en este caso es el hombre, Menganito. Menganito no era músico,
estudió y devino músico: el cambio se produjo en Menganito sin que Menganito mismo haya cambiado.
¿Qué es lo que caracteriza el substrato del cambio? Se caracteriza por su potencialidad para adquirir la
forma que constituye el término del cambio y de la que carece en un principio. El substrato del cambio serla la
materia cuya potencialidad es actualizada por la forma.
¿Cuáles son los principios de la generación? Dos opuestos y un substrarto. El substrato es la meteria del
cambio y los contrarios son la forma y la privación. Tenemos ya la ‘estructura de la generación’ Sin embargo,
la investigación científica no se conforma con determinar los elementos de la generación, sino que se pregunta
por las causas de ella.
3. Las cuatro causas (Phys, II, 3; Met, V, 2)
Para Aristóteles, conocer algo científicamente es conocer sus causas. Aristóteles distingue cuatro sentidos
del concepto de causa (aitía):
(i) Causa material: es causa aquel constitutivo interno de lo que algo está hecho.
(ii) Causa formal: es la forma o el modelo, esto es, la definición de la esencia y sus géneros.
(iii) Causa eficiente: es el principio primero de donde proviene el cambio o el reposo.
(iv) Causa final: es el fin, aquello para lo cual es algo.
4. La naturaleza y lo natural (Phys, II, 1)
Distinción entre las cosas que son por naturaleza y las cosas que son por arte. Las cosas que son por
arte no tienen en sí mismas ninguna tendencia al cambio. Una mesa, en cuanto mesa, no sufre cambio
alguno. Los movimientos o el deterioro se da en la mesa en cuanto que es un trozo de madera, mientras que,
en cuanto mesa, permanece. La forma ’mesa’ ha sido impuesta a la materia por el hombre. La mesa, en
cuanto mesa, es una cosa que es por el arte, pero en cuanto madera, es una cosa que es por naturaleza. A
diferencia de las artificiales, las cosas naturales tienen en sí mismas un principio de movimiento y de
reposo. Las cosas que tienen dicho principio de movimiento y de reposo en y por sí mismas, tienen
naturaleza.

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La Naturaleza en Aristóteles. Felipe Garrido Bernabeu

¿Qué es esa naturaleza? Aristóteles distingue dos posibles sentidos de naturaleza: la naturaleza puede
entenderse bien como la ‘materia prima que subyace en cada cosa que tenga en sí misma un principio del
movimiento y del cambio’ o bien como la ‘forma o especie según la definición’; es decir, la naturaleza puede
entenderse como la materia o la forma. La concepción de la naturaleza como materia sería la propia de los
fisiólogos presocráticos, para los que la naturaleza de las cosas sería el fuego, el aire, el agua,… Por el
contrario, Aristóteles considera que la materia de la que está compuesta la realidad, expresa sólo una
potencialidad. Los elementos de un compuesto sólo son en potencia el compuesto: es necesaria la
intervención de alguna energía adicional y diferente de dichos elementos que los organice, actualizando su
potencial. Esta energía que actualiza la potencia de la materia es la forma. El reino de la naturaleza será un
reino de esencias: pero no se trata ya de la esencias platónicas separadas de las cosas sensibles. El reino de la
naturaleza será el reino de las esencias que actúan en y sobre la materia. El reino de la naturaleza no es un
reino estático, sino en movimiento, y este movimiento no es azaroso, sino dirigido a un fin. Aristóteles se
opone a la visión mecanicista de la naturaleza que defendían Demócrito y Leucipo. Según esta concepción, la
única causa que tendría eficacia sería la eficiente. Aristóteles defiende visión teleológica de la naturaleza: el
orden que presenta la naturaleza no se daría si no estuviera ordenada hacia determinados fines. En las cosas
naturales, las causas formal, final y eficiente se identifican: si la naturaleza de una cosa que tiene en sí
misma el principio del movimiento es su forma, y su forma se identifica con su ‘telos’ y su causa eficiente, su
naturaleza se identificará también con ese ‘telos’ y esa causa eficiente.
5. Los conceptos fundamentales de la física aristotélica: movimiento, infinito, vacío, tiempo y continuo
5.1 El movimiento: Tesis de la polisemia del ser. El ser se dice de muchas maneras. Como el movimiento
es movimiento de algo que es, y el ser se dice de muchas maneras, Aristóteles puede decir que ‘(…) las
especies del movimiento y del cambio son tantas como las del ser’ (Phys, III) El llegar a ser de una mosca, el
crecimiento del cauce del Nilo, el viaje de Ulises hacia su amada patria, y el enrojecimiento de la cara del
adolescente ante la mujer deseada, son especies o tipos distintos de cambio. El primero será un cambio
substancial, mientras que los demás son cambios cuantitativos.
¿Qué es el movimiento? El movimiento, para Aristóteles, no implica el paso del no ser al ser, lo cual
conduciría como hicieron los eleatas a la necesidad de negar el movimiento. Hay un substrato mediador que
permanece en el cambio en el cual se da el cambio. ¿Por qué se caracteriza ese substrato mediador? Para el
caso del cambio substancial, la mosca es el substrato mediador, que estaba en potencia de llegar a ser una
mosca; para el caso del cambio cuantitativo, el Nilo recorría los valles en potencia de desbordarse, la cara del
adolescente estaba roja en potencia. Aristóteles niega que en el cambio se de el paso del no ser al ser, y para
ello utiliza la distinción entre el ser en potencia (dynamis) y el ser en acto (enérgeia): el movimiento sería el
paso del ser en potencia al ser en acto según cada una de las categorías susceptibles de cambio. Dice en su
Física que, ‘el movimiento es la actualidad de lo potencial en cuanto tal’. El movimiento no se identifica ni
con el ser en potencia ni con el ser en acto, sino con el paso de uno a otro. El movimiento consiste en el
completarse el paso de la potencia al acto.
¿Cómo es posible el movimiento?, ¿cómo es posible que de la mera potencialidad surja el cambio?, ¿de
dónde procede la energía que actualiza lo potencial? Del mero ser en potencia no puede surgir el ser en acto.
Un montón de ladrillos es una casa en potencia, pero de esa potencialidad no surge sin más el movimiento que
lleva a la casa actual. Dice Aristóteles que todo lo que mueve es movido por algo: todo movimiento precisa de
un motor. Todo ser en potencia necesita de un ser acto que lo mueva. ¿De qué manera mueve el motor al
móvil? El motor imprime una forma a lo movible. Esta forma es la fuerza o energía que lleva a lo movible a
actualizar su potencia, es decir, a moverse. Pero el motor no puede imprimir al móvil una forma a distancia,
sino por contacto, luego todo motor ha de estar en contacto con el móvil.
¿Cuáles son los elementos del cambio? Lo que produce el cambio (el motor); lo que cambia (el móvil); el
tiempo durante el cual cambia, aquello de donde parte, aquello hacia donde se cambia. Tres tipos de cambio:
Generación, de un no-sujeto a un sujeto; Destrucción, de un sujeto a un no-sujeto; Movimiento, de un sujeto a
un sujeto.

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La Naturaleza en Aristóteles. Felipe Garrido Bernabeu

5.2 El infinito: Aristóteles se opone a la tradición anterior al considerar que pensar en la existencia de un
infinito substancial (en acto) es inconcebible. Algo que existe en acto es algo que ha conseguido su forma,
limitado y, por tanto, cognoscible. Aristóteles se da cuenta del error que supondría negar el infinito de un
modo absoluto. Al menos de tres cosas es imposible negar la infinitud en algún sentido sin caer en aporías: el
tiempo, la magnitud y el número. Si el tiempo fuera finito, tendría un principio y un final, pero entonces se
podría hablar de un antes y de un después del tiempo, pero esto absurdo, luego el tiempo es infinito. Si la
magnitud no fuera infinitamente divisible, podríamos llegar a la magnitud mínima indivisible. Si dicho
elemento no es extenso, es imposible que la acumulación de ese elemento mínimo produzca un cuerpo
extenso; y si fuera extenso, podríamos divirlo, por lo cual, tenemos que la magnitud es infinitamente divisible.
Respecto a los números, sabemos que siempre podemos dar uno mayor. Pero la infinitud de estos tres
elementos no es una infinitud actual, sino que existe en potencia. La magnitud, el tiempo siempre serán
infinitamente divisibles, pero nunca estarán infinitamente divididos. Por otra parte, el tiempo y el número
siempre serán infinitamente aumentables, pero nunca estarán infinitamente aumentados.
5.3 El lugar: Según la definición aristotélica de lugar, ‘el lugar de una cosa es el primer límite inmóvil de
lo que la contiene.’ A partir de la definición podemos deducir que (i) el lugar siempre lo es de algo, no tiene
sentido hablar del lugar como existiendo en sí mismo; por lo mismo, tampoco tendría sentido afirmar que hay
una cosa sensible que no ocupa lugar; (ii) el lugar que una cosa ocupa no se identifica ni con la cosa, ni con el
continente, sino con el límite del continente con la cosa; (iii) el lugar es inmóvil, siendo absurdo que el lugar
pueda cambiar de lugar; (iv) un cuerpo está en un lugar si hay otro cuerpo fuera de él que lo contiene. Ello
implica que el universo, en cuanto no está contenido en ningún otro cuerpo, no ocupa ningún lugar, por la
definición de lugar. Otra derivación consiste en asumir que el lugar ‘ejerce un cierto poder’. La observación
empírica muestra a Aristóteles que cada cuerpo se mueve por naturaleza hacia el lugar que le es propio. El
fuego y los elementos ligeros se mueven hacia arriba, y los cuerpos pesados y terrestres se mueven hacia
abajo. El Arriba será el límite extremo del movimiento circular del cielo, y el abajo será la tierra, que ocupa el
centro del universwo.
5.4 El vacío: El vacío sería el lugar sin cuerpo que lo ocupe, pero ello contradeciría la definición de
lugar. Objeción planteada por la física tomista: si existe el movimiento, es necesaria la existencia del vacío,
porque si aceptamos que dos partículas no pueden ocupar el mismo lugar, es necesario aceptar que cuando
cambia de lugar, no ocupe un lugar ya ocupado, sino vacío, que pueda ocupar. La respuesta de Aristóteles
consiste en argumentar que el movimiento es compatible con la inexistencia del vacío, ‘dado que los cuerpos
pueden simultáneamente reemplazarse entre sí’ Esta tesis será conservada por Descartes, que concibe el
movimiento del plenum en forma de torbellinos. Cuando una partícula se mueve no pasa a ocupar un lugar
vacío, sino que empuja a la partícula que ocupa actualmente el lugar hacia el que tiende.
5.5. El tiempo:
5.5.1 Carácter problemático del tiempo: Puesto que la física estudia la naturaleza, y ésta es el reino del
movimiento, la física habrá de ocuparse también del tiempo, en la medida en que todo movimiento tiene o
implica una duración. ¿Cuál es el carácter problemático del tiempo? Que las partes que lo componen (pasado
y futuro) no son. Podría componerse de una sucesión de ‘ahoras’, pero entonces, si fuera una parte del tiempo
tendría duración. El ahora no es una parte del tiempo pq no tiene duración: el tiempo no está compuesto de
‘ahoras’ Queda la tarea de determinar el ser de algo que no es totalmente, o que es pero de manera obscura.
5.5.2 La percepción del tiempo: Determinar el ser de algo es dar una definición. En el camino hacia la
definición, Aristóteles se pregunta por la percepción del tiempo. Responde: ‘al percibir el antes y el después
en el movimiento y captar que son diferentes entre sí y que hay algo intermedio diferente de ellos, decimos
entonces que el tiempo ha transcurrido.’ (Phys, IV) Dos son las condiciones del tiempo: (i) una de ellas es que
si el ‘ahora’ no fuese diferente en cada caso, no habría tiempo. Son los momentos inicial y final de un
movimiento los que diferencian dos instantes, que son percibidos como dos en la medida en que son
percibidos como diferentes. La segunda condición del tiempo (ii) es que no basta que los ahoras sean
diferentes, sino que ha de advertirse que el ahora es diferente. Para la determinación del ser del tiempo es
necesario recurrir a la conciencia. ¿Es el tiempo algo existente con independencia de nuestra perecpción?
5.5.3 Definición del tiempo: ‘El tiempo es el número del movimiento según el antes y el después’. El ‘antes’ y
el ‘después’ se refiere a la fase inicial y final del movimiento El tiempo surge al numerar esos ‘antes’ y
‘después’, al contarlos y determinarlos como distintos ‘ahoras’ ¿En qué sentido dice Aristóteles que el tiempo

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La Naturaleza en Aristóteles. Felipe Garrido Bernabeu

es ‘número’? Dice que ‘el tiempo es número, pero no como aquello mediante lo cual numeramos, sino como
lo que es numerado’ El tiempo se identifica con lo numerado. Problema: ¿el tiempo es el movimiento en
cuanto numerado o en cuanto numerable?
5.5.4 Tiempo y conciencia: Si el tiempo fuera el movimiento en cuanto numerado, dado que si no hay alguien
que numere, no puede haber algo que sea numerado, entonces no podría existir sin el alma. Pero si el tiempo
es el movimiento en cuanto numerable, no necesita del alma que lo numere. Esta última es la opción más
acorde según su pensamiento. El tiempo sería la posibilidad del movimiento de ser numerado.
5.5.5 El ser en el tiempo: Una vez analizada la definición, pasaremos a analizar ‘qué significa ser en el
tiempo’ Distingue dos sentidos propios de ser en el tiempo: por una parte, ser en el tiempo es ser contenido
por el tiempo. Todas las cosas que existan en el tiempo estarán, de alguna manera, limitadas por él, en el
sentido de que su existencia jamás se alargará tanto como el tiempo mismo. La eternidad no es una duración
temporal infinita, sino una forma de ‘ser fuera del tiempo’; el segundo sentido de ‘ser en el tiempo’ es ser
afectado por el tiempo. Esta afección se manifiesta en la destrucción: ‘Todo cuanto es susceptible de
destrucción y generación, tendrá que se ser necesariamente en el tiempo.’
5.5.6 Naturaleza y tiempo: El reino de l naturaleza y el del tiempo se identifican. El reino de la naturaleza es
el reino de las esencias que se materializan en el tiempo, mientras que el reino del tiempo es el reino de la
materia que alcanza sus fines esenciales.
5.6 El continuo:
Dado que tiempo y espacio son continuos, Aristóteles lleva a análisis ‘el continuo’. Definición: ‘Lo continuo
es una subdivisión de lo contiguo’; una cosa es continua con otra cuando sus límites que se tocan entre sí
llegan a ser uno y el mismo, es ‘con-tienen’ entre sí. En otro lugar, dice Aristóteles que ‘son continuas
aquellas cosas cuyos extremos son uno.’ Dos cosas son continuas si al entrar en contacto forman una unidad,
comparten extremos, como ocurre con las gotas de agua o las llamas de fuego. Cualquiera dos partes que se
pongan en contacto, forman una unidad. Lo mismo ocurre con el tiempo. Consecuencias: ningún continuo
puede estar compuesto de indivisibles, y la infinita divisibilidad del tiempo y del espacio. Lo primero se
demuestra en que las cosas para formar un continuo necesitan de las partes que entren en contacto, y algo
indivisible carece de partes; lo segundo significa que ni el tiempo ni el espacio están compuestos de unidades
últimas indivisibles. Negación del atomismo de Demócrito. Tampoco existen átomos del tiempo. Los distintos
‘ahoras’ o ‘instantes’ no son componentes del tiempo. El instante es al tiempo lo que el punto inextenso al
espacio. El tiempo es continuo pq lo es el movimiento y éste, a su vez, lo es pq lo es la magnitud. Con ello se
resuelve las paradojas de Zenón. ¿Qué decía Zenón? Si una magnitud AB es infinitamente divisible, entonces
es infinita, pero es imposible recorrer una magnitud infinita en un tiempo finito. Caso de la tortuga, negación
del movimiento ¿Cómo lo resuelve Aristóteles? Considera erróneo afirmar la existencia de átomos
temporales, no hay unidades mínimas de tiempo, de ahí que la flecha jamás la veremos parada mientras no
llegue a su destino.
6. De la física a la metafísica: el motor inmóvil
El movimiento es eterno. Concepción absurda de concebir un principio y un final al tiempo, lo que conduce a
considerar la eternidad del tiempo, y, por tanto, la del movimiento. Todo que lo que se mueve es movido. Si A
está en movimiento es movido por B, éste a su vez por C y así hasta el infinito. Hay que eliminar el ‘ad
infinitum’ si queremos que el movimiento tanga alguna consistencia. Necesidad de un primer motor que nos
remita a otro anterior: el motor inmóvil. Este motor mueve sin ser movido, y es eterno pq lo que mueve no
tiene principio ni final en el tiempo. En cuanto eterno, el motor inmóvil no es una cosa que ‘sea en el tiempo’,
sino ‘fuera del tiempo’. Es ‘primero’ desde un punto de vista no temporal, sino ontológico, por cuanto es la
condición de todo movimiento. El fundamento del movimiento es inmóvil, el principio del tiempo es
atemporal. Necesidad de que exista un primer motor que sea la causa del movimiento eterno. ¿De qué
movimiento se trata? Es el movimiento de lugar. ¿Desplazamiento rectilíneo o circular? El movimiento ha de
ser continuo, pq si fuera discreto tendríamos distintos movimientos separados por distintos reposos. Pero
entonces el movimiento ya no sería eterno. Es imposible un movimiento rectilíneo continuo, pq al límite del
mundo tendría que invertir su marcha y ello supondría un momento de detención. El movimiento circular
eterno es el de la esfera más externa de la esfera del universo. Transmitirá su movimiento a las subsiguientes
esferas, produciendo, conservando y posibilitando eternamente el movimiento que constituye la naturaleza. El
motor inmóvil se sitúa fuera del orden natural, pq sólo así puede mover sin ser movido. No es algo material,
sino simple e inmaterial. No podrá mover el mundo por contacto, como ocurre con los movimientos
ordinarios mundanos. ¿Cómo mueve a la esfera de movimiento circular eterno? El primer motor inmóvil es
causa del movimiento de la primera esfera del mundo como el objeto del deseo mueve al amante. Todo
movimiento se ordena a un fin último, causa del movimiento eterno que constituye la naturaleza y es

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La Naturaleza en Aristóteles. Felipe Garrido Bernabeu

fundamento de su orden, regularidad, de su cognoscibilidad y armonía. El estudio del primer motor no es


tarea de la física, que se ocupa de lo natural, sino de la metafísica. Pregunta por el modo de ser del motor
inmóvil. Es acto puro, energía pura, no hay en él potencialidad ni materialidad alguna. Todo él es acto. ¿Qué
acto? El acto de inteligir, el único acto perfecto y acabado en sí, que no requiere materia alguna. ¿Qué
intelige? A sí mismo. El objeto de pensamiento del acto puro es él mismo. Es el único acto que puede darse
sin duración alguna, de forma eterna y acabada de manera perfecta. El estudio de ello corresponde a la
teología, filosofía primera o metafísica. En Aristóteles no tiene sentido plantearse el viejo problema de corte
positivista de la separación entre la ciencia y la metafísica, ya que existe un continuo de la realidad misma que
hace que exista un continuo entre las ciencias. El ‘universo’ no es un universo formado por partes estancas e
independientes entre sí, sino más bien un sistema donde todo está relacionado.

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La Naturaleza en Aristóteles. Felipe Garrido Bernabeu

Tema 50 La naturaleza en Aristóteles


SÍNTESIS
I Introducción
Análisis aristotélico de los principios de cognoscibilidad que hacen posible la física.
Análisis de los conceptos fundamentales de la física aristotélica
II Objeto y punto de la partida de la Física
La física se ocupa del estudio de las cosas que existen de manera independiente y están sujetos al cambio.
Toda ciencia es ciencia de formas, puesto que la materia, al estar indeterminada, es incognoscible sin la forma
que la configura. La física se ocupa de la materia en cuanto formada, sujeta al cambio. La existencia del
cambio no es susceptible de ponerse en duda, ya que nos viene dado por la observación inmediata. Se enfrenta
a la escuela eleática, que niega el cambio. Toma el cambio como punto de partida en su Física para
explicarlo.
III Análisis del llegar a ser o la estructura de la generación
¿En qué consiste el cambio? En un ‘llegar a ser’. Todo cambio consiste en un llegar a ser algo que antes no se
era. Caso del músico. Solución aristotélica al problema eleático del cambio: si se considera el cambio como el
paso del no ser al ser, naturalemente hay que negarlo (como hace Parménides) Pero el cambio no consiste en
el cambio absoluto, sino relativo: todo lo que cambia, cambia en algo. Ese algo es el substrato mediador, que
permanece en el cambio y es donde se produce el cambio (substancia, Menganito)
¿Qué es lo que caracteriza a ese substrato? Su potencialidad para adquirir la forma que constituye el término
del cambio. Por tanto, el substrato del cambio será la materia cuya potencialidad es actualizada. La estructura
de la generación la constituyen el substrato, la forma y su privación. ¿Y las causas del cambio?
IV Las cuatro causas
Conocer algo significa conocer sus causas. Teoría de las cuatro causas: material, formal, eficiente, final. Las
cosas naturales tienen en sí mismas un principio de movimiento y de reposo, mientras que las artificiales
(cosas que son por arte) no tienen en sí mismas ninguna tendencia al cambio (caso de la mesa y la forma) Es
necesaria la intervención de alguna energía adicional (energia) que organice los elementos, actualizando su
potencial. Esta energía es la forma. Reino de esencias que actúan en y sobre la materia, no separado.
Concepción teleológica frente a la determinista de Demócrito y Leucipo.
V Los conceptos fundamentales de la física aristotélica: movimiento, infinito, tiempo y continuo
V.1 El movimiento: ¿Qué es el movimiento? Hemos visto los elementos de la estructura del cambio (substrato
mediador, ser en potencia, dynamis, y ser en acto, enérgeia) El movimiento sería el paso del ser en potencial
al ser en acto. El movimiento no se identifica con ninguno de los seres, sino con el paso de uno al otro.
¿Cómo es posible el movimiento?, ¿de dónde procede la energía que actualiza lo potencial? Del mero ser en
potencia no puede surgir el ser en acto. Todo movimiento precisa de un motor. El motor imprime una forma a
lo movible. Esta forma es la fuerza o energía que lleva a lo movible a actualizar su potencia, es decir, a
moverse. Todo motor ha de estar en contacto con el móvil. ¿Cuáles son los elementos del cambio? Lo que
produce el cambio (motor), lo que cambia (móvil), el tiempo durante el cual cambia, el origen y el destino.
Tres tipos de cambio: generación, de no sujeto a sujeto, destrucción y movimiento, de sujeto a sujeto.
V.2 El infinito: Aristóteles se opone a la tradición anterior al considerar que pensar en la existencia de un
infinito substancial (en acto) es inconcebible. Algo que existe en acto es algo que ha conseguido su forma,
limitado y, por tanto, cognoscible. Aristóteles se da cuenta del error que supondría negar el infinito de un
modo absoluto. Al menos de tres cosas es imposible negar la infinitud en algún sentido sin caer en aporías: el
tiempo, la magnitud y el número. Si el tiempo fuera finito, tendría un principio y un final, pero entonces se
podría hablar de un antes y de un después del tiempo, pero esto absurdo, luego el tiempo es infinito. Si la
magnitud no fuera infinitamente divisible, podríamos llegar a la magnitud mínima indivisible. Si dicho
elemento no es extenso, es imposible que la acumulación de ese elemento mínimo produzca un cuerpo
extenso; y si fuera extenso, podríamos divirlo, por lo cual, tenemos que la magnitud es infinitamente divisible.
Respecto a los números, sabemos que siempre podemos dar uno mayor. Pero la infinitud de estos tres
elementos no es una infinitud actual, sino que existe en potencia. La magnitud, el tiempo siempre serán
infinitamente divisibles, pero nunca estarán infinitamente divididos. Por otra parte, el tiempo y el número
siempre serán infinitamente aumentables, pero nunca estarán infinitamente aumentados.
V.3 El lugar: Según la definición aristotélica de lugar, ‘el lugar de una cosa es el primer límite inmóvil de lo
que la contiene.’ A partir de la definición podemos deducir que (i) el lugar siempre lo es de algo, no tiene

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La Naturaleza en Aristóteles. Felipe Garrido Bernabeu

sentido hablar del lugar como existiendo en sí mismo; por lo mismo, tampoco tendría sentido afirmar que hay
una cosa sensible que no ocupa lugar; (ii) el lugar que una cosa ocupa no se identifica ni con la cosa, ni con el
continente, sino con el límite del continente con la cosa; (iii) el lugar es inmóvil, siendo absurdo que el lugar
pueda cambiar de lugar; (iv) un cuerpo está en un lugar si hay otro cuerpo fuera de él que lo contiene. Ello
implica que el universo, en cuanto no está contenido en ningún otro cuerpo, no ocupa ningún lugar, por la
definición de lugar. Otra derivación consiste en asumir que el lugar ‘ejerce un cierto poder’. La observación
empírica muestra a Aristóteles que cada cuerpo se mueve por naturaleza hacia el lugar que le es propio. El
fuego y los elementos ligeros se mueven hacia arriba, y los cuerpos pesados y terrestres se mueven hacia
abajo. El Arriba será el límite extremo del movimiento circular del cielo, y el abajo será la tierra, que ocupa el
centro del universo.
V.4 El vacío: El vacío sería el lugar sin cuerpo que lo ocupe, pero ello contradeciría la definición de lugar.
Objeción planteada por la física tomista: si existe el movimiento, es necesaria la existencia del vacío, porque
si aceptamos que dos partículas no pueden ocupar el mismo lugar, es necesario aceptar que cuando cambia de
lugar, no ocupe un lugar ya ocupado, sino vacío, que pueda ocupar. La respuesta de Aristóteles consiste en
argumentar que el movimiento es compatible con la inexistencia del vacío, ‘dado que los cuerpos pueden
simultáneamente reemplazarse entre sí’ Esta tesis será conservada por Descartes, que concibe el movimiento
del plenum en forma de torbellinos. Cuando una partícula se mueve no pasa a ocupar un lugar vacío, sino que
empuja a la partícula que ocupa actualmente el lugar hacia el que tiende.
V.5 El tiempo:
Carácter problemático del tiempo: Puesto que la física estudia la naturaleza, y ésta es el reino del
movimiento, la física habrá de ocuparse también del tiempo, en la medida en que todo movimiento tiene o
implica una duración. ¿Cuál es el carácter problemático del tiempo? Que las partes que lo componen (pasado
y futuro) no son. Podría componerse de una sucesión de ‘ahoras’, pero entonces, si fuera una parte del tiempo
tendría duración. El ahora no es una parte del tiempo pq no tiene duración: el tiempo no está compuesto de
‘ahoras’ Queda la tarea de determinar el ser de algo que no es totalmente, o que es pero de manera obscura.
La percepción del tiempo: Determinar el ser de algo es dar una definición. En el camino hacia la definición,
Aristóteles se pregunta por la percepción del tiempo. Responde: ‘al percibir el antes y el después en el
movimiento y captar que son diferentes entre sí y que hay algo intermedio diferente de ellos, decimos
entonces que el tiempo ha transcurrido.’ (Phys, IV) Dos son las condiciones del tiempo: (i) una de ellas es que
si el ‘ahora’ no fuese diferente en cada caso, no habría tiempo. Son los momentos inicial y final de un
movimiento los que diferencian dos instantes, que son percibidos como dos en la medida en que son
percibidos como diferentes. La segunda condición del tiempo (ii) es que no basta que los ahoras sean
diferentes, sino que ha de advertirse que el ahora es diferente. Para la determinación del ser del tiempo es
necesario recurrir a la conciencia. ¿Es el tiempo algo existente con independencia de nuestra perecpción?
Definición del tiempo: ‘El tiempo es el número del movimiento según el antes y el después’. El ‘antes’ y el
‘después’ se refiere a la fase inicial y final del movimiento El tiempo surge al numerar esos ‘antes’ y
‘después’, al contarlos y determinarlos como distintos ‘ahoras’ ¿En qué sentido dice Aristóteles que el tiempo
es ‘número’? Dice que ‘el tiempo es número, pero no como aquello mediante lo cual numeramos, sino como
lo que es numerado’ El tiempo se identifica con lo numerado. Problema: ¿el tiempo es el movimiento en
cuanto numerado o en cuanto numerable?
Tiempo y conciencia: Si el tiempo fuera el movimiento en cuanto numerado, dado que si no hay alguien que
numere, no puede haber algo que sea numerado, entonces no podría existir sin el alma. Pero si el tiempo es el
movimiento en cuanto numerable, no necesita del alma que lo numere. Esta última es la opción más acorde
según su pensamiento. El tiempo sería la posibilidad del movimiento de ser numerado.
El ser en el tiempo: Una vez analizada la definición, pasaremos a analizar ‘qué significa ser en el tiempo’
Distingue dos sentidos propios de ser en el tiempo: por una parte, ser en el tiempo es ser contenido por el
tiempo. Todas las cosas que existan en el tiempo estarán, de alguna manera, limitadas por él, en el sentido de
que su existencia jamás se alargará tanto como el tiempo mismo. La eternidad no es una duración temporal
infinita, sino una forma de ‘ser fuera del tiempo’; el segundo sentido de ‘ser en el tiempo’ es ser afectado por
el tiempo. Esta afección se manifiesta en la destrucción: ‘Todo cuanto es susceptible de destrucción y
generación, tendrá que se ser necesariamente en el tiempo.’
Naturaleza y tiempo: El reino de l naturaleza y el del tiempo se identifican. El reino de la naturaleza es el
reino de las esencias que se materializan en el tiempo, mientras que el reino del tiempo es el reino de la
materia que alcanza sus fines esenciales.
V.6 El continuo:

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La Naturaleza en Aristóteles. Felipe Garrido Bernabeu

Dado que tiempo y espacio son continuos, Aristóteles lleva a análisis ‘el continuo’. Definición: ‘Lo continuo
es una subdivisión de lo contiguo’; una cosa es continua con otra cuando sus límites que se tocan entre sí
llegan a ser uno y el mismo, es ‘con-tienen’ entre sí. En otro lugar, dice Aristóteles que ‘son continuas
aquellas cosas cuyos extremos son uno.’ Dos cosas son continuas si al entrar en contacto forman una unidad,
comparten extremos, como ocurre con las gotas de agua o las llamas de fuego. Cualquiera dos partes que se
pongan en contacto, forman una unidad. Lo mismo ocurre con el tiempo. Consecuencias: ningún continuo
puede estar compuesto de indivisibles, y la infinita divisibilidad del tiempo y del espacio. Lo primero se
demuestra en que las cosas para formar un continuo necesitan de las partes que entren en contacto, y algo
indivisible carece de partes; lo segundo significa que ni el tiempo ni el espacio están compuestos de unidades
últimas indivisibles. Negación del atomismo de Demócrito. Tampoco existen átomos del tiempo. Los distintos
‘ahoras’ o ‘instantes’ no son componentes del tiempo. El instante es al tiempo lo que el punto inextenso al
espacio. El tiempo es continuo pq lo es el movimiento y éste, a su vez, lo es pq lo es la magnitud. Con ello se
resuelve las paradojas de Zenón. ¿Qué decía Zenón? Si una magnitud AB es infinitamente divisible, entonces
es infinita, pero es imposible recorrer una magnitud infinita en un tiempo finito. Caso de la tortuga, negación
del movimiento ¿Cómo lo resuelve Aristóteles? Considera erróneo afirmar la existencia de átomos
temporales, no hay unidades mínimas de tiempo, de ahí que la flecha jamás la veremos parada mientras no
llegue a su destino.
VI De la física a la metafísica: el motor inmóvil
El movimiento es eterno. Concepción absurda de concebir un principio y un final al tiempo, lo que conduce a
considerar la eternidad del tiempo, y, por tanto, la del movimiento. Todo que lo que se mueve es movido. Si A
está en movimiento es movido por B, éste a su vez por C y así hasta el infinito. Hay que eliminar el ‘ad
infinitum’ si queremos que el movimiento tanga alguna consistencia. Necesidad de un primer motor que nos
remita a otro anterior: el motor inmóvil. Este motor mueve sin ser movido, y es eterno pq lo que mueve no
tiene principio ni final en el tiempo. En cuanto eterno, el motor inmóvil no es una cosa que ‘sea en el tiempo’,
sino ‘fuera del tiempo’. Es ‘primero’ desde un punto de vista no temporal, sino ontológico, por cuanto es la
condición de todo movimiento. El fundamento del movimiento es inmóvil, el principio del tiempo es
atemporal. Necesidad de que exista un primer motor que sea la causa del movimiento eterno. ¿De qué
movimiento se trata? Es el movimiento de lugar. ¿Desplazamiento rectilíneo o circular? El movimiento ha de
ser continuo, pq si fuera discreto tendríamos distintos movimientos separados por distintos reposos. Pero
entonces el movimiento ya no sería eterno. Es imposible un movimiento rectilíneo continuo, pq al límite del
mundo tendría que invertir su marcha y ello supondría un momento de detención. El movimiento circular
eterno es el de la esfera más externa de la esfera del universo. Transmitirá su movimiento a las subsiguientes
esferas, produciendo, conservando y posibilitando eternamente el movimiento que constituye la naturaleza. El
motor inmóvil se sitúa fuera del orden natural, pq sólo así puede mover sin ser movido. No es algo material,
sino simple e inmaterial. No podrá mover el mundo por contacto, como ocurre con los movimientos
ordinarios mundanos. ¿Cómo mueve a la esfera de movimiento circular eterno? El primer motor inmóvil es
causa del movimiento de la primera esfera del mundo como el objeto del deseo mueve al amante. Todo
movimiento se ordena a un fin último, causa del movimiento eterno que constituye la naturaleza y es
fundamento de su orden, regularidad, de su cognoscibilidad y armonía. El estudio del primer motor no es
tarea de la física, que se ocupa de lo natural, sino de la metafísica. Pregunta por el modo de ser del motor
inmóvil. Es acto puro, energía pura, no hay en él potencialidad ni materialidad alguna. Todo él es acto. ¿Qué
acto? El acto de inteligir, el único acto perfecto y acabado en sí, que no requiere materia alguna. ¿Qué
intelige? A sí mismo. El objeto de pensamiento del acto puro es él mismo. Es el único acto que puede darse
sin duración alguna, de forma eterna y acabada de manera perfecta. El estudio de ello corresponde a la
teología, filosofía primera o metafísica. En Aristóteles no tiene sentido plantearse el viejo problema de corte
positivista de la separación entre la ciencia y la metafísica, ya que existe un continuo de la realidad misma que
hace que exista un continuo entre las ciencias. El ‘universo’ no es un universo formado por partes estancas e
independientes entre sí, sino más bien un sistema donde todo está relacionado.
VII Bibliografía

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