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Necesidades básicas
Son necesidades fisiológicas básicas para mantener la homeostasis (referentes a la
supervivencia):
La estima alta concierne a la necesidad del respeto a uno mismo, e incluye sentimientos tales
como confianza, competencia, maestría, logros, independencia y libertad.
La estima baja concierne al respeto de las demás personas: la necesidad de atención, aprecio,
reconocimiento, reputación, estatus, dignidad, fama, gloria, e incluso dominio.
La merma de estas necesidades se refleja en una baja autoestima e ideas de inferioridad. El tener
satisfecha esta necesidad apoya el sentido de vida y la valoración como individuo y profesional,
que tranquilamente puede escalonar y avanzar hacia la necesidad de la autorrealización.
Autorrealización
Este último nivel es algo diferente y Maslow utilizó varios términos para denominarlo: «motivación
de crecimiento», «necesidad de ser» y «autorrealización».
Es la necesidad psicológica más elevada del ser humano, se halla en la cima de las jerarquías, y es a
través de su satisfacción que se encuentra una justificación o un sentido válido a la vida mediante
el desarrollo potencial de una actividad. Se llega a ésta cuando todos los niveles anteriores han
sido alcanzados y completados, o al menos, hasta cierto punto.
Personas autorrealizadas
Maslow dedujo de sus biografías, escritos y actividades una serie de cualidades similares. Estimaba
que eran personas:
Centradas en los problemas, que enfrentan los problemas en virtud de sus soluciones.
Con sentido del humor no hostil, prefiriendo bromas de sí mismos o de la condición humana.
Buena aceptación de sí mismos y de los demás, tal como eran, no pretenciosos ni artificiales.
Con tendencia a vivir con más intensidad las experiencias que el resto de la humanidad.
Metanecesidades y metapatologías
Cuando no se colman las necesidades de autorrealización, surgen las metapatologías, cuya lista es
complementaria y tan extensa como la de metanecesidades. Aflora entonces cierto grado de
cinismo, los disgustos, la depresión, la invalidez emocional y la alienación.
Orgánica de los seres humanos con la naturaleza y la tecnología, de los procesos globales con los
comportamientos locales, de lo personal con lo social, de la planificación con la autonomía y dela
sociedad civil con el Estado. Necesidades humanas, auto dependencia y articulaciones orgánicas,
son los pilares fundamentales que sustentan el Desarrollo a Escala Humana. Pero para servir a su
propósito sustentador deben, a su vez, apoyarse sobre una base sólida. Esa base se construye a
partir del protagonismo real de las personas, como consecuencia de privilegiar tanto la diversidad
como la autonomía de
El Desarrollo a Escala Humana apunta hacia una necesaria profundización democrática. Al facilitar
una práctica democrática más directa y participativa, puede contribuir a revertir el rol
tradicionalmente semi-paternalista del Estado latinoamericano, en rol estimulador de soluciones
creativas que emanen desde abajo hacia arriba y resulten, por lo tanto, más congruentes con las
aspiraciones reales de las personas
.
Principio No. 1
Este principio contrasta duramente con las prácticas de nuestras organizaciones, dentro de las
cuales el ser humano es UN RECURSO. Por eso es doloroso ver cómo la mayoría de las
dependencias humanas de las organizaciones siguen aún denominándose RECURSOS
HUMANOS. Y suena irónico, cuando menos, escuchar a más de un ejecutivo de primera línea
decir a boca llena: “En esta Organización lo Primero es el Recurso Humano”. ¡Vaya si no sabe de
qué está hablando!: el ser humano no es un recurso. El ser humano es el fin, el único fin del
desarrollo. Mientras esta realidad no se asuma con seriedad, las organizaciones seguirán siendo
depredadoras del desarrollo humano y no gestoras del mismo.
Principio No. 2
Hemos construido un modelo de desarrollo hacia afuera: objetos, posesiones, riqueza, estatus,… Y
tenemos un subdesarrollo interior que raya con la miseria. Es el modelo de desarrollo centrado en
el tener, a diferencia del desarrollo centrado en el ser. Por ello, no es raro que, en los últimos 50
años, la sociedad norteamericana registre los mayores indicadores de crecimiento jamás
experimentados en su riqueza material (léase PIB per cápita) y la más decreciente curva de
felicidad jamás registrada (ver gráfica No. 1). Vaya paradoja del desarrollo mal entendido.
Principio No. 3
Principio No. 4
Esta realidad la conocemos hace buen rato. Hacia finales de la década del 60, el Club de Roma
contrató con el MIT un estudio prospectivo del desarrollo, bajo la óptica de indagar qué mundo
tendríamos en 100 años de continuar la dinámica de las variables económicas, sociales y
ambientales conocidas entonces. El resultado quedó plasmado en el informe, cuyo admonitorio
título es “Los Límites del Crecimiento”. Por primera vez, la humanidad tuvo una evidencia científica
de que no es posible crecer indefinidamente en un sistema finito, como muy bien lo expresa Annie
Leonard en el reciente documental “La Historia de las Cosas”. Dicho diagnóstico quedó confirmado
hace poco menos de 5 años cuando, a 30 años de haberse producido el informe inicial, se produjo
su segunda versión “Los Límites del Crecimiento 30 años Después”.
Ambiente
Ciertamente, para que exista una sociedad, por pequeña que esta
sea, tiene que haber un contexto, un espacio en el que existan todos
sus miembros. A su vez, ese espacio nos condiciona en mayor o menor
grado por el simple hecho de que nosotros estamos insertados en él.
El factor cognitivo
Sin embargo, nos recuerda Bandura, también hay que tener en cuenta la
otra cara de la moneda de la Teoría del Aprendizaje Social: el factor
cognitivo. El aprendiz no es un sujeto pasivo que asiste
desapasionadamente a la ceremonia de su aprendizaje, sino que
participa activamente en el proceso e incluso espera cosas de esta etapa
de formación: tiene expectativas. En un contexto de aprendizaje
interpersonal somos capaces de prever los resultados novedosos de
nuestras acciones (de manera acertada o equivocada), y por lo tanto no
dependemos totalmente del condicionamiento, que se basa en la
repetición. Es decir: somos capaces de transformar nuestras
experiencias en actos originales en previsión de una situación futura que
nunca antes se había producido.
Aprendizaje vicario
El pináculo del aspecto social es el aprendizaje vicario remarcado por
Bandura, en el que un organismo es capaz de extraer enseñanzas a
partir de la observación de lo que hace otro. Así, somos capaces de
aprender haciendo algo difícilmente medible en un laboratorio: la
observación (y atención) con la que seguimos las aventuras de alguien.
¿Recuerdas las polémicas que se desatan periódicamente sobre la
conveniencia o no de que los niños y niñas vean ciertas películas o
series de televisión? No son un caso aislado: muchos adultos encuentran
tentador participar en Reality Shows al ponderar los pros y los contras de
lo que les pasa a los concursantes de la última edición.
Un término medio
En definitiva, Bandura utiliza su modelo de la Teoría del Aprendizaje
Social para recordarnos que, como aprendices en continua formación,
nuestros procesos psicológicos privados e impredecibles son
importantes. Sin embargo, a pesar de que son secretos y nos pertenecen
sólo a nosotros, estos procesos psicológicos tienen un origen que, en
parte, es social. Es precisamente gracias a nuestra capacidad de vernos
a nosotros mismos en la conducta de los demás por lo que
podemos decidir qué funciona y qué no funciona.
Somos capaces de prever cosas a partir de lo que les pasa a otros, del
mismo modo en el que el hecho de vivir en un medio social nos hace
plantearnos ciertos objetivos de aprendizaje y no otros.