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Cumaná, Estado-Sucre.
Profesor:
Integrantes:
Sección “2”
Cumana, marzo 2020
Introducción
La razón que encontramos detrás de este fenómeno es que existen principios que han
probado, hasta la saciedad, ser necesarios para el éxito de cualquier iniciativa humana.
Lo único es que, cada cierto tiempo necesitan ser redefinidos, remozados, a fin de
atraer el interés del público sobre ellos.
Y es que cada vez que suponemos que: “los demás deben estar claros con respecto a
lo que esperamos de ellos”, o que “cada quien debe saber cómo encarar tal o cual
situación”, estamos pasando por alto un pequeño detalle: La manera según la cual la
gente ve las cosas y se comporta. Puesto que esta es consecuencia de su
predisposición particular, de su educación, de su experiencia, de su nivel de conciencia
y de unas cuantas cosas más.
Así que en lugar de andar haciendo conjeturas sobre lo que la gente tiene en cuenta o
no, más valdría la pena que nos abocáramos a establecer un piso común, sobre el cual
edificar nuestras relaciones con los demás. Ese es, precisamente, el propósito de “Las
Seis Leyes de Vlad”
Desarrollo
Las Leyes de Vlad están constituidos por seis leyes diferentes que aportan un
conjunto de preceptores o maneras de proceder personales, que a su vez se vuelve
parte de nuestra forma colectiva. El gran objetivo que persigue no es otro que: Lograr
que la gente (nosotros incluidos) “se haga cargo”. En este ensayo se hablará de
solamente tres de las seis leyes que son las siguientes:
Esta ley nos indica que prácticamente es posible medir cualquier cosa queramos
mejorar. De hecho, no es posible constatar la mejora alcanzada en un ámbito
específico de nuestra vida, si no poseemos primero los mecanismos de medición
pertinentes. Expresiones como: bien, bajo, alto, rápido, bueno, malo, son aceptables
para conversaciones intrascendentes, momentos en los que departimos. Pero cuando
se trata de evaluar el avance de un trabajo o la definición de un problema, tenemos que
introducir el lenguaje de las cifras, de los números, de los indicadores. Esta otra frase
que caracteriza esta ley y es “Lo que no se mide, no se controla”, ya que como hemos
mencionado anteriormente es prácticamente posible medir cualquier cosa que
queramos mejorar.
Es común que las personas para terminar algo rápidamente lo único que hacen es
hacer lo que se le pidió sin ningún tipo de revisión y es esto es una gran equivocación
que están cometiendo, ya que ¿Cuántas veces entregamos o permitimos que nos
entreguen trabajos sin siquiera haberlos revisado? ¿Sin pasarles el corrector
automático de textos, en el caso de escritos? ¿Sin una segunda mirada? ¿Sin pensar
un poco en las ideas expresadas? La calidad es definitivamente un asunto de atención,
pero también de revisión. El esmero que la gente pone en lo que hace, define el valor
de sus trabajos; como diría un especialista en Marketing: determina su
“posicionamiento” en el mercado. Es preciso establecer estándares de excelencia, si es
que queremos ser competitivos y cooperativos.
La iniciativa es un rasgo que debe de poseer toda persona que busca el éxito, ya
que no podemos esperar que todos los problemas se soluciones por otros porque esto
ocasionaría dependencia en el individuo y esto no permite la completa eficiencia de las
tareas. Está ampliamente demostrado que cuando los problemas se solucionan en el
lugar en el que se originan, las organizaciones se tornan más eficientes. Los procesos
de descentralización y desconcentración de responsabilidades han probado ser una vía
ancha hacia la profundización de las democracias y hacia el desarrollo de los países; lo
mismo es válido para una familia, una comunidad, una empresa, o una institución.
Realmente, “hacer decisiones” implica lo siguiente: Indagar las causas del problema,
formular hipótesis, plantear alternativas, evaluar consecuencias, asumir riesgos.
Y no todo el mundo está dispuesto a asumir esos riesgos. Para ello es imperativo que
las organizaciones toleren, en cierta medida, los errores. Es una manera de que las
personas aprendan y desarrollen confianza en sí mismas. La sexta ley: “O trae una
solución, o Ud. es parte del problema”, apunta precisamente a ese hecho. No contar
con personas debidamente adiestradas para las obligaciones que le han sido
encomendadas “es parte del problema”. Y no haber realizado una verdadera
delegación de responsabilidades es, igualmente, “parte del problema”. La queja es
muchas veces una suerte de declaración de incompetencia. Pues da a entender que
“visto que no hemos sido capaces de idear una solución, nos quedamos en el lamento,
en la crítica estéril”.
Conclusión
En la elaboración de este ensayo se logró comprender el valor de las tres leyes que
forman partes de “Las 6 leyes de Vlad” y es de suma importancia considera la
posibilidad de implantar estas leyes en su organización, manteniéndose alerta respecto
a la: Responsabilidad, Planificación, Medición, Esmero, Puntualidad e Iniciativa que
demuestra su grupo de trabajo o relacionados. No haga concesiones con la
mediocridad. Recuerde que la gente quiere trabajar y relacionarse con gente exigente;
aunque al principio se resista. Mantenga las 3 leyes presentes, a la vista, y haga de
ellas un nuevo código que enriquezca su mundo de relación. Un planteamiento
refrescante y motivador son los que nos muestran estas leyes, que nos lleva a
reflexionar sobre la relación existente entre la personalidad colectiva de los grupos
humanos y el nivel de resultados que estos consiguen alcanzar. El modelo de los tres
tipos de talentos “legados, logrados y moduladores” explora la posibilidad de modificar
la manera de ser grupal para dar cabida a talentos que pudieran llevarnos a
transformar nuestra realidad en forma decidida. Esta estupenda posibilidad puede ser
alcanzada si nos comprometemos responsablemente, empleamos mediciones para
describir y mejorar las situaciones, anticipamos la forma de realizar las tareas,
ponemos esmero en lo que hacemos, logramos ser puntuales en nuestros
compromisos mostramos iniciativa ante las situaciones que confrontamos.