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LA MOTIVACIÓN DE LAS DECISIONES DE LOS JUECES

Un problema de Metodología del Derecho

Alejandro Santi Estefan

Sumario:

i. La motivación de las decisiones judiciales como tema central de la


Metodóloga del Derecho
ii. Distintas perspectivas ideológicas sobre qué es la motivación
iii. La tradicional adopción de la Concepción clásica de la Codificación
iv. La crisis de la concepción clásica y la actual recepción de otros modelos
v. Juicio crítico sobre las tendencias postmodernas acerca de la motivación

I. La motivación de las decisiones judiciales como tema central de la


Metodóloga del Derecho

La cuestión de la motivación de las sentencias es una temática obviamente


comprendida en la Teoría General del Proceso. El proceso todo gira en torno a la
exposición de razones y elementos de confirmación ofrecidos por las partes, con la
finalidad de persuadir al juez. Y luego el Juez es quién estudia y valora esos
elementos discursivos para tomar su decisión con fundamento en aquellas cuestiones
que le expusieron las partes, que él toma por buenas.

Ahora bien, en realidad la cuestión de la motivación de la sentencia responde a


una problemática que corresponde a un nivel epistemológico todavía más profundo
que el propio de la teoría y técnica procesal. En puridad el problema de la motivación
de la sentencia es una temática que toca aspectos centrales de la Filosofía del
Derecho y, más específicamente, de Metodología del Derecho.

Es que todos los debates acerca de qué es el Derecho y cuál es la metodología


de esa disciplina, en el fondo remiten a la actividad del juez cuando, enfrentado a un
caso concreto debe encontrar la solución jurídica al problema. Es en el juez y no tanto
en el abogado que debe recurrir a la argumentación persuasiva para garantizar la
debida defensa de su cliente, donde se ve la necesidad de establecer claramente qué
se entiende por Derecho y qué tipo de aplicación y qué clase de hermenéutica se
escogerá a la hora de encontrar la respuesta reclamada por la insatisfacción jurídica
que le exponen los litigantes.

Todo el debate con los ingredientes del iuspositivismo, iusnaturalismo,


neopositivismo, neoconstitucionalismo, teóricos de la argumentación, activistas,
decisionistas, liberales, subsunción versus ponderación, etc. encuentra su máxima
expresión. en la caracterización y en la forma de efectivización de la motivación.

Es en base a esta idea central que desarrollaremos los párrafos siguientes, en


los que expondremos, no sin pocas arbitrariedades, algunas de las posibles visiones
metodológicas sobre la cuestión de la motivación, que no son más que reflejos de las
distintas ideologías sobre qué es el Derecho.

También intentaremos exponer nuestra valoración o enfoque crítico sobre el


fenómeno en nuestro tiempo y en nuestra realidad sudamericana.

II. Distintas perspectivas ideológicas sobre qué es la motivación

Como idea intuitiva, es decir, como aquella que se corresponde con la


generalidad de las personas en el marco de un conocimiento común, podemos decir
que normalmente la motivación de la sentencia es vista por el hombre corriente como
la explicitación de las razones por las que un juez arribó a una determinada decisión
judicial.

Según TARUFFO “El concepto de la motivación ha sido tratado con un contenido


móvil, cada vez que se intentan definiciones éstas se resuelven en decir como ocurre
regularmente, con escasas variaciones de lenguaje que la motivación consiste en la
exposición de los “motivos” o de las “razones” o del Iter-lógico seguido por el Juez
para llegar a la decisión, moviéndonos en el restringido campo de la tautología. . .”1.-

1
Profesor de Derecho Procesal en la Universidad de Pavia, y visitante en la Cornell Law School (1994 – 1996 ) y en
el Hastings College of the Law de California ( 2003 ), en su reconocido libro “La Motivación de la Sentencia Civil “
( Editorial Trotta, 2011) – Pág. 31.-
Pero más allá de la crítica que viene de citarse a esa idea común sobre la
motivación, lo cierto es que, como veremos seguidamente, esa fue la concepción
clásica y liberal de la Revolución Francesa en torno al fenómeno de la fundamentación
y exposición de las razones por la que los jueces decidían los asuntos sometidos a
ellos.

Esa visión clásica aparece ligada a una perspectiva lógica, que tiene como
herramienta a la subsunción y al razonamiento silogístico del Juez2. También a una
perspectiva ideológica y política: controlar la actividad de los jueces y garantizar cierto
grado mínimo de certeza o previsibilidad.

Pero a lo largo del siglo XX, hasta hoy, el abandono del positivismo
3
normativista y la influencia del sistema de las “opinions” propias del common law, han
provocado también una crisis de la concepción de la motivación como una mera
explicación lógica del fallo, para pasar a recurrir a mecanismos discursivos asociados
también a una justificación axiológica de la decisión4.

También el auge de la Teoría de la Argumentación Jurídica contribuyó a la


aparición de un enigma que afectó el paradigma decimonónico de la motivación y con
éste de la aplicación automática de la voluntad de la ley. Para estas posiciones, la
sentencia debe ser, además, el resultado de un discurso argumentativo, retórico y
convictivo que apunte a la persuasión o adhesión del auditorio.

III. La tradicional adopción de la Concepción clásica de la Codificación

El sistema francés, fuente de los códigos del régimen continental europeos y


con estos, de sus adaptaciones en Latinoamérica5 instituyó el deber de motivación
como reacción por la desconfianza a los jueces del Ancien Regime, que continuaron
siendo los jueces de la República. De manera tal que la obligación de motivación
2
Premisa Mayor (LEY), Premisa Menor (Hechos), Conclusión (FALLO) – Ver TARIGO, Manual de Derecho
Procesal Civil de acuerdo al nuevo Código - Tomo 2, pág. 199.-
3
Del cual dan la pauta los resultados de los Tribunales de Nuremberg y la reacción de la comunidad jurídica
internacional con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial.
4
TARUFFO, Op. Cit. Pág. 34 y ss.
5
Sobre el particular y para mayor profundidad puede analizarse: “LA FUNCION DEL PROCESO EN EL
“COMMON LAW” y EN LA CODIFICACION” – en Estudios de Derecho Procesal Civil Tomo III de Eduardo J.
COUTURE, Pág. 70 y siguientes.
(verdadero deber) fue el mecanismo de constricción que el Legislador de la
codificación napoleónica impuso a los jueces para asegurar su accionar dentro de los
cánones por él establecidos, es decir, de asegurar que los jueces fueran, simplemente,
la boca de la ley. Se procuraba evitar que los jueces fueran sujetos con aptitud de
imponer ideas o intereses de otros grupos de poder distintos al parlamento.

En Uruguay, de acuerdo a los diferentes textos de Derecho Positivo, CPC (art.


466, y sus modificaciones), y actualmente CGP, (art. 197), la doctrina se ha volcado
tradicionalmente por una visión clásica del fenómeno, considerando a la motivación
como la descripción de un proceso de razonamiento silogístico y de subsunción,
aunque con matices entre los diferentes autores. Ello sin negar que como acto de
voluntad, necesariamente subjetivo, el dictado de la sentencia por el Juez no es
necesariamente el resultado de una aplicación mecánica, sino consecuencia también
de “una convicción psicológica”6.- En efecto, el Maestro COUTURE explicaba que la
motivación es el “conjunto de razonamientos de hecho y de derecho, en los cuales el
Juez apoya su decisión y que se consignan habitualmente en los Considerando de la
Sentencia”7. COUTURE veía a la motivación de la sentencia como un deber
administrativo del magistrado, que le es impuesto por la Ley para controlar su actividad
intelectual frente al caso concreto, a fin de poder comprobar que su decisión es un
acto reflexivo emanado de un estudio de las circunstancias particulares y no un acto
discrecional de su voluntad autoritaria.

Más allá de los diferentes matices, lo cierto es que, en una primera lectura, la
motivación parece encontrarse relacionada - en los textos de derecho positivo – y la en
la doctrina clásica, con el concepto de explicación lógica del fallo, como siguiéndose la
concepción de un iter - progresivo (de orden temporal) de formación de la sentencia;
próximo o emparentado al fenómeno de la subsunción y del silogismo judicial.

En palabras más sencillas, la motivación es la exposición de las razones que el


juez consideró efectivamente para arribar a la decisión. Existe en gran medida una
identidad entre el proceso intelectual interno del juez y lo que expone hacia el exterior
en la explicación de los fundamentos de su decisión.

6
TARIGO E. en Op.Cit. Pág. 199. El autor sigue a CLAMANDREI y afirma: “constituye el signo más importante y
típico de la racionalización de la sentencia”; autor a quien analiza también MICHELE TARUFFO en su obra (Op.
Cit. pág. 31 y 32) indicando que tuvo una evolución crítica del esquema del silogismo judicial: “la motivación no es
el fiel resultado lógico – psicológico del proceso que ha llevado al juez a la decisión sino más bien la apología que el
juez elabora a posteriori de la decisión misma”. Sobre el punto ver también, a Jorge PERERA en Curso sobre el
CGP del IUDP 1989 Tomo I pág. 179 a 187.
7
Fundamentos del Derecho Procesal Civil.- Pág. 286.-
IV. La crisis de la concepción clásica y la actual recepción de otros
modelos

Actualmente y desde largo tiempo existe un modelo en boga, especialmente en


nuestra región, que difiere del enfoque clásico sobre la motivación judicial. Se presenta
con algunas variantes según los autores. Pero en líneas generales se presenta como
un esquema superador de la motivación como la mera exposición de las razones que
tuvo en cuenta el juez para arribar a la solución del caso. Se trata de un modelo que
se desliga de la idea del juez como boca de la Ley. Es un esquema que, aún para los
sistemas continental europeos, sin precedentes obligatorios, propone un juez decisor,
que procura la realización efectiva de ciertos valores que ve como justos. Se trata de
un “nuevo Juez” que luego de analizar introspectivamente el caso con las normas
como uno de los elementos del razonamiento, pasa sus constataciones por el tamiz de
los valores, para arribar a una solución que esté conforme con ellos. Se trata de un
juez que en la motivación no expone su proceso interior de razonamiento, sino que
solo expone a posteriori las razones que encuentra normativa y axiológicamente
adecuadas para justificar la decisión pretendidamente justa que ha tomado.

En la actual doctrina internacional de Derecho Procesal el autor italiano


MICHELE TARUFFO es el más citado en lo que tiene relación con las corrientes críticas
del silogismo judicial y de la motivación como la mera descripción expositiva de una
operación de subsunción. En lo medular, la propuesta de este autor es particular en
cuanto ve a la motivación ya no como la exposición del procedimiento lógico que
siguió el juez en su esfera íntima (razonamiento) para arribar a la solución, sino como
la justificación a posteriori de una solución adoptada mediante una reflexión que tiene
en cuenta a la norma, pero también a los aspectos axiológicos de la decisión.

Sobre el proceso de formación de la sentencia TARUFFO enseña que en el


razonamiento del Juez existe una distinción fundamental “…que la metodología lógica
y científica ha trazado entre context of discovery y context of justification (of
explanation), entendiendo con el primer término el procedimiento que conduce a
formular una determinada solución de un problema, y con el segundo, el procedimiento
encaminado a demostrar, justificándola, la validez de dicha solución”8. La “lógica del
Juez” es diferente estructuralmente entre la lógica usada como instrumento de

8
Op, cit, pág. 206
decisión (contexto decisorio) o como instrumento de motivación (contexto
9
justificativo) . En efecto, el context of justification, la motivación de la sentencia, se
presenta cuando la fase decisoria (context of discovery) se agotó y la decisión final ha
sido adoptada. El Profesor TARUFFO enseña que el razonamiento decisorio y el
razonamiento justificativo “…constituyen fases diversas del razonamiento del Juez, y
que no son compatibles el uno como la fotocopia del otro…”, naturalmente que tienen
puntos de contacto, pero en puridad son dos procedimientos diferentes. De manera
que una vez determinada la ratio decidendi (razonamiento decisivo) corresponde su
justificación mediante instrumentos lógicos o cuasi – lógicos, persuasivos, teleológicos,
y por principled opinions que den cuenta de la regla de derecho elegida en la solución
del caso.

Otro aporte fundamental de Metodología del Derecho que incide radicalmente en


la concepción actual de la motivación, como proceso superador del silogismo judicial
10
decimonónico, es el del alemán ROBERT ALEXY . Este autor sugiere un modelo
superador de la subsunción, para casos difíciles donde existen choques de derechos.
Propone – en muy apretada síntesis - la operación hermenéutica de ponderación que
supone una suerte de valoración cualitativa de los intereses en juego y de los valores
involucrados en el caso (los principios), como camino para arribar a la decisión judicial,
por la vía incluso de proponer formulaciones lógicas, cuasimatemáticas que ayudan a
la elección del principio que debe prevalecer para la solución del caso.

En cuanto a las teorías de la argumentación, estas también influyeron en la crisis


del silogismo como única operación de motivación. Es de destaque el autor CHAIN
11
PERELMAN , para quien toda fundamentación jurídica se reduce a la elaboración de
un discurso retórico tendiente a la adhesión del destinatario (el auditorio), es decir, a la
persuasión discursiva, mediante la utilización de argumentos válidos (los derivados de
la lógica formal) y argumentos eficientes o eficaces (es decir: útiles), a los efectos de
lograr esa adhesión.12 Seguramente PERELMAN no se propuso un modelo de
motivación ni hacer un planeo sobre qué es el Derecho, sino que hizo una propuesta

9
(Op,cit, pág 215 ). Expresado en otros términos, continúa el autor: “…una cosa es el procedimiento a través del cual
el Juez llega a formular la decisión final mediante una concatenación de elecciones, de hipótesis constatadas como
falsas o bien confirmadas, de mutaciones que intervienen en el curso del proceso, de elaboraciones y valoraciones que
desembocan en una decisión final; y otra cosa es el razonamiento con el cual el Juez , luego de haber formulado la
decisión final, organiza un razonamiento justificativo …”
10
Para conocer el pensamiento del autor en una obra de fácil comprensión puede acudirse a “Entrevista a Robert
Alexy”, traducida por Manuel Atienza, en Revista DOXA Nº 24/2001, pp. 671 a 687.
11
PERELMAN, Chain – Tratado de Argumentación La Nueva Retórica.
12
Sobre la recepción de estas teorías en la más actual doctrina de Derecho Procesal puede verse en el Uruguay el
excelente trabajo de la Dra. Laura Barbieri en RUDP 3-4/2010, titulado: “La motivación de las sentencias judiciales,
RUDP 3-4/2010 Pág. 787.-
metodológica práctica. Observó lo que pasaba en la realidad y propuso qué hacer para
lograr la adhesión en una argumentación jurídica. Pero en el fondo, sin proponérselo,
estaba poniendo en duda la supuesta pureza del silogismo judicial, destacando una
función utilitaria de la argumentación jurídica que en el fondo siempre es utilizada para
una finalidad concreta.

V. Juicio crítico sobre las tendencias postmodernas acerca de la


motivación

El fundamento político de la Revolución Francesa acerca del férreo control a


los jueces (incluida la casación), a quienes se les privó de una función creadora del
Derecho para pasar a ser la boca de la Ley, era que esos mismos jueces habían sido
los jueces de la monarquía. Los jueces del Derecho Natural, identificado éste con el
poder absoluto y por tanto arbitrario del Rey. Ahí la explicación del deseo de
codificación y el control de casación.

Es cierto que el modelo de seguridad o certeza se vio quebrantado por nuevos


abusos de los nuevos titulares del poder. También lo es que el positivismo no era
lógicamente suficiente para evitar el cumplimiento de normas formalmente válidas pero
sustancialmente inmorales y aberrantes, como se terminó de relevar en las terribles
acciones del Nazismo en la primera mitad del siglo XX.

Es entendible entonces la búsqueda de modelos que ya no estén tan


preocupados por la certeza, sino más bien en la efectiva realización de los más altos
intereses y derechos de la humanidad. Modelos preocupados por la Justicia con
mayúscula. Y por tanto es entendible como luego de la Segunda Guerra Mundial
resurgió, reconfigurado, el justnaturalismo. Incluso la necesidad de satisfacción
inmediata de los intereses propia de la prosperidad aparente de la postmodernidad,
también permite advertir, a nuestro modo de ver, la razón de la cristalización actual de
modelos que tienden ya no solo a la búsqueda de la justicia como valor abstracto, sino
a la realización concreta de los derechos (por ejemplo; el Neoconstitucionalismo de
hoy).

Por eso no sorprende que el último tercio del siglo XX y el actual estén
signados por pensamientos que se presentan como superadores del esquema liberal,
luego juspositivista, de la mera certeza.
Pero si bien entendemos el fenómeno, nos preguntamos: ¿hasta dónde? Es
que si únicamente vale lo justo, lo bueno, lo inclusivo, lo políticamente correcto, lo que
hace el nuevo juez no es aplicar el Derecho Objetivo, sino decidir por parámetros
éticos a posteriori los casos sometidos a su jurisdicción.

Y volvemos a preguntaros: ¿quién es el Juez para tener esa prerrogativa de ser


el titular del baremo ético que deben seguir las conductas humanas sometidas a
posteriori a su jurisdicción? Porque es claro que un juez que decide en base a factores
axiológicos, decide el caso luego de que los hechos y actos se produjeron en el mundo
fenoménico y en base a criterios que solo revela a posteriori que los hechos se
consumaron. Es decir, en el fondo los involucrados actuaron sin reglas previas (o
bajo reglas que ingenuamente pensaron eran las aplicables) y luego el juez juzga sus
conductas según ciertas reglas morales innovativas. Se trata de las reglas morales
que el juez descubre como las que la sociedad de su tiempo considera adecuadas
para regular las conductas a analizar. Descubrimiento que se produce, reiteramos, a
posteriori de los hechos. Y esto no puede ser; porque es igual de inicuo un sistema
que admita cualquier clase de norma como vigente, aunque ella contenga preceptos
culturalmente inaceptables, como aquel que decide qué es lo justo luego que las
personas actuaron sin conocer si estaban comportándose bien o no.

Es cierto que la certeza jurídica no lo es todo, no es la panacea. Pero tampoco


es cierto, aunque a veces por estas latitudes no se logra ver, que la búsqueda de la
justicia no pude suponer el avasallamiento de todo grado de seguridad jurídica.

Es que es inaudito que se niegue que las situaciones y relaciones jurídicas


tengan a priori una regulación más o menos concreta, para sostener que todo debe
justificarse a posteriori. Obviamente que no puede admitirse un criterio justiniano de
pretendida completitud del Derecho creado, pero tampoco es admisible enarbolarse en
la idea de que toda la solución se construye a posteriori. Por lo menos no en sistemas
de raigambre continental europea que no tienen precedentes obligatorios.

Es posible un Derecho con base en el realismo. Un derecho construido a partir


de los elementos comunes de casos anteriores. Ello ocurre con mayor o menor grado
en distintos ordenamientos del Common Law o escandinavos. Pero allí no hay
anarquía. El juez no está enfrentado a sus valores axiológicos “por sí y antes sí” como
un soberano absolutista, sino que debe analizar el caso conforme los antecedentes de
otras decisiones judiciales y solo innova en las particularidades del caso y, además,
siguiendo los lineamientos que surgen de los propios antecedentes. Entonces hay
previsibilidad. Hay certeza. Los hechos no son juzgados con reglas creadas a
posteriori. Y el juez no tiene un proceso interno de razonamiento y otro de justificación.
Tiene un proceso interno de razonamiento que se basa en las reglas del stare decisis
y una explicación hacia el exterior de ese mismo razonamiento jurídico. Y es verdad
que en algo innova, pero solo en los aspectos marginales, o porque las
particularidades del caso no se ajustan al supuesto precedente, al punto que el mismo
no es un antecedente válido, no es una norma que tenga el caso en su ámbito de
aplicación.

Por eso, a modo de conclusión, consideramos que no es sano para nuestros


sistemas jurídicos latinoamericanos acercarnos a modelos axiológicos de la motivación
de las sentencias; en definitiva del Derecho. Si esa es la opción, entonces habrá que
modificar las Constituciones, flexibilizar el sistema de separación de poderes y
establecer un mecanismo serio de precedentes obligatorios, con bases de datos serias
para conocer las reglas que a priori es dable entender regulan una determinada
situación jurídica o relación jurídica verificada en el mundo fenoménico, antes del
proceso.

El otro camino, el de un Poder Legislativo que sanciona leyes sustantivas, el de


Poder Judicial con jueces que consideran a las leyes como un elemento pero que en
realidad están realmente preocupados en la validez axiológica de sus decisiones, sin
precedente judicial, es el camino de la anarquía jurídica, entendida como el camino del
desorden y del caos: del subdesarrollo.

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