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AB interferón β-1a 10032019 FIN
AB interferón β-1a 10032019 FIN
ADVISORY BOARD
BOGOTÁ
25 DE ENERO DE 2019
CONTENIDO
Contenido ...................................................................................................................................... 2
Participantes .................................................................................................................................. 3
1. PRESENTACIÓN ...................................................................................................................... 4
2. BIOTECNOLOGÍA Y BIOSIMILARES ......................................................................................... 5
2.1. Manufactura y accesibilidad a los fármacos de origen biológico y las proteínas
recombinantes ............................................................................................................................... 5
2.2. El caso de los biosimilares ................................................................................................ 7
2.3. ¿Cómo se fabrica un biosimilar? ....................................................................................... 8
2.4. ¿Cómo se aprueba un biosimilar? ..................................................................................... 9
2.5. Desemejanzas entre lotes de productos biológicos ........................................................... 9
2.6. El caso de IFNβ-1a .......................................................................................................... 12
2.7. ¿Qué barreras tienen los biosimilares? ............................................................................ 13
3. DISCUSIÓN ........................................................................................................................... 15
3.1. Percepción frente a los biosimilares ................................................................................ 15
3.2. Aprobación de medicamentos en Colombia .................................................................... 16
3.3. Autorización de medicamentos por parte de las EPS en Colombia ................................ 18
3.4. Importancia de las guías de tratamiento de la EM para la práctica clínica ..................... 18
3.5. Estrategia de escalamiento para tratar la EM .................................................................. 20
3.6. Problemas de seguridad de los tratamientos más recientes ............................................. 23
3.7. Pacientes embarazadas .................................................................................................... 24
3.8. El panorama colombiano frente al argentino .................................................................. 24
3.9. Recomendaciones finales ................................................................................................ 26
4. CONCLUSIONES ................................................................................................................... 28
2
PARTICIPANTES
3
1. PRESENTACIÓN
Por fortuna, aun con los complejos requisitos que involucra la fabricación de
medicamentos biológicos y las barreras que existen alrededor de la prolongada vigencia
de sus patentes, es posible llevar a cabo la fabricación de medicamentos que son, en
esencia, los mismos pero que, gracias a que son elaborados por laboratorios diferentes a
los innovadores, tienen un menor costo. Estos medicamentos se conocen como
biosimilares.
En este Advisory Board se discuten la historia del interferón β-1a, y las posibilidades y
barreras de Blastoferon® en Colombia como su biosimilar.
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2. BIOTECNOLOGÍA Y BIOSIMILARES
A cargo del Dr. Hugo Sotelo
Sintéticos
Semisintéticos
Origen natural
Biológicos extractivos
Proteínas recombinantes
Este último grupo, la clase de medicamento biológico1 de la que se ocupa este AB, se
refiere a fármacos elaborados por medio de un proceso de elaboración diametralmente
distinto al utilizado en los productos sintéticos: para su fabricación se requiere de células
modificadas genéticamente con el fin de que expresen una proteína en particular que,
debido a su complejidad estructural, no sería posible producir por síntesis química
tradicional. La elaboración de un medicamento que reproduce la estructura de una
molécula naturalmente producida por el ser humano supone limitaciones intrínsecas:
mientras que es posible copiar de manera idéntica la estructura molecular de un
medicamento sintético (cuya comercialización da lugar a los medicamentos genéricos),
en el caso de estas proteínas solo es posible recrear dicha estructura con tal similitud que,
para efectos de efectividad y seguridad, sea virtualmente la misma. A estos productos casi
1 Un medicamento biológico es aquel producido a partir de organismos vivos. Entre ellos se cuentan
algunas vacunas, componentes de la sangre para uso farmacéutico y, quizá el más representativo de todos,
la insulina.
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idénticos a los originales se les denomina biológicos similares o biosimilares. No
obstante, estas diferencias en la molécula no se restringen al biosimilar, ya que, sin
importar el laboratorio de origen, cada uno de los lotes de una proteína recombinante que
sale a la venta tiene unas mínimas diferencias con respecto al anterior, es decir, dos lotes
no pueden ser exactamente iguales. Ahora bien, dada la ineluctabilidad de las diferencias
entre lotes, es necesario establecer un límite entre las variaciones propias de estos
fármacos si se quiere que la eficacia y la seguridad de cada producto puedan considerarse
como las mismas. Para este fin las agencias reguladoras han establecido un rango de
variabilidad máximo el cual se discutirá más adelante.
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de habitantes que tiene el planeta, solamente 1300 millones tienen fácil acceso a
medicamentos biológicos. Una buena forma de ilustrar el impacto económico local es el
caso de EE. UU.: aun cuando apenas 1-2% de la población del país hace uso de
medicamentos biológicos, el gasto público empleado en estos fármacos representa el 40%
del presupuesto nacional para medicamentos.
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problemas del crecimiento en países como Suecia, Finlandia, Polonia, Letonia, sin dar
lugar a accidentes inmunológicos. Todo esto se debe a que los biosimilares cada vez son
más seguros, y esto se ha estado viendo reflejado en el aumento del número de estos en
el mercado.
A pesar de todo lo anterior, en muchas ocasiones existe desinformación por parte de las
instituciones y profesionales de la salud, así como pacientes y pagadores. Por eso, es
necesario informar y educar a todos los actores involucrados en los tratamientos con
biológicos y evitar así una predisposición negativa frente a los biosimilares sin
fundamentos consistentes.
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A través de pruebas cromatográficas, se verifica la pureza de la proteína, y luego, se hacen
los test de compatibilidad con el innovador y, una vez terminado el proceso, se empaqueta
junto a los excipientes para distribuirse y comercializarse.
Usualmente los biosimilares pueden eximirse de los estudios Fase III, a menos que las
circunstancias no lo permitan. Por ejemplo, en el caso del interferón β-1a (IFNβ-1a), solo
se requieren de estudios preclínicos en animales, específicamente con monos. Dada la
disponibilidad de los especímenes y los permisos gubernamentales, el proceso requiere
hacer pruebas adicionales en otros países, lo que las convierte en una labor engorrosa. En
caso de requerirse estudios en humanos, es posible hacerlo con personas sanas que se
ofrezcan como voluntarios, que, para el caso de Blastoferon®, fueron 15 individuos.
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probablemente imposible. No obstante, los organismos poseen una propiedad llamada
tolerancia biológica, la cual les permite operar con moléculas que presentan diferencias
mínimas. Entonces, gracias a esta tolerancia biológica, pueden fabricarse productos
biotecnológicos para seres humanos que, si bien no son idénticos uno a uno, tienen tal
grado de similitud que, en la práctica, tienen las mismas propiedades. Para que los
medicamentos puedan beneficiarse de esta tolerancia, es necesario que se encuentren
dentro de un rango de variabilidad, tanto en el caso de un biosimilar como de un
innovador. Ahora bien, con el fin de determinar este rango de variabilidad, el laboratorio
que crea el biosimilar debe adquirir muchos lotes del innovador para analizarlos. Y,
puesto que el laboratorio del innovador no tiene la intención de proporcionar una cantidad
considerable de muestras de diferentes lotes, la única alternativa es, en muchas ocasiones,
adquirir el producto en diferentes países.
Si bien estos ligeros cambios en las moléculas pudieran ser objeto de preocupación,
históricamente siempre se han presentado y no han tenido ninguna consecuencia
importante. Este es el caso de la insulina, introducida en 1982, la cual no ha presentado
inconvenientes a pesar de la constante transformación que ha sufrido su elaboración y
presentación para ser administrada. En otras palabras, miles de pacientes han sido
expuestos a la variabilidad de los innovadores que forzosamente se presenta en cada lote,
además de la producida debido a cambios en la línea celular y la manufactura, o al
incremento de las plantas de producción, (que tienen como consecuencia un cambio en la
maquinaria utilizada y en los técnicos que intervienen en el proceso). En cuanto a este
último punto, existe, por ejemplo, literatura que demuestra que un rituximab elaborado
en una planta de producción presenta diferencias respecto a los de las demás plantas al
analizarlo, mas, aun así, se encuentra en un rango de variabilidad que le permite ser
tolerado por los seres humanos.
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Los accidentes con medicamentos biológicos, por otra parte, han sido escasos. El más
importante, quizá, es uno acontecido con la eritropoyetina (epoetina) elaborada Amgen,
un innovador. El accidente se debió a la eliminación de la película de silicona que aislaba
al fármaco de la goma del émbolo, aparentemente con el fin de reducir costos de
manufactura. Esta goma quedó expuesta a la eritropoyetina, lo que produjo impurezas en
el fármaco. En consecuencia, se produjo antigenicidad en los pacientes administrados con
el medicamento y una posterior aparición de aplasia pura de células rojas causada por el
desarrollo de anticuerpos contra la eritropoyetina. Varios de los casos tuvieron
consecuencias fatales, lo que hizo que se calificase como uno de los accidentes más
críticos en la historia de los medicamentos biológicos. Como puede verse, el peor
accidente hasta la fecha fue causado no por un biosimilar ni por una variación en la
secuencia del fármaco, sino por un error de manufactura. Por supuesto, esto no niega que
las variaciones moleculares pueden llegar a ser un inconveniente, algo de lo que las
agencias reguladoras son conscientes y procuran que sean tan leves como sea posible. Por
ejemplo, cuando la FDA aprobó darbepoetina-α de Amgen en el 2001, el producto
presentaba 18 isoformas y, aunque los resultados del estudio Fase III fueron satisfactorios
y le merecieron la aprobación para su uso, se le exigió al laboratorio que debía mejorar
dicho aspecto, puesto que eran demasiadas variaciones. Para el 2011 los estudios
encontraron que darbepoetina-α había reducido su número de isoformas a solo 4. El
progreso en la elaboración es, en efecto, notable, sin embargo, un cambio de esta
naturaleza significa que la darbepoetina-α del 2001 era distinta de aquella del 2011, es
decir, la segunda podría considerare como un biosimilar de la primera. No muy distintos
son los casos de Rituxan® y Enbrel®. Por supuesto, estos cambios en la molécula son
informados por el laboratorio a la FDA para que sean autorizados, mas no a los médicos,
pacientes o consumidores en general.
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2.6. El caso de IFNβ-1a
IFNβ-1a, que se comercializó bajo el nombre de Avonex®, fue aprobado por la FDA en
1996. Gracias a su efectividad y seguridad, IFNβ-1a Avonex® generó un gran impacto en
los tratamientos para la esclerosis múltiple (EM), al punto de convertirse en su momento
en el medicamento más vendido en el mundo para el tratamiento de esta enfermedad. Lo
que muchas veces no se señala es que la molécula que originalmente fue aprobada por la
agencia regulatoria con el nombre de Avonex®, no es la misma que actualmente se
encuentra en el mercado.
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contraproducente durante la historia de medicación de Avonex®, pues incluso, tras un
análisis, se encontró que el nuevo tenía otra inmunogenicidad que no tenía el anterior, es
decir, causaba menor respuesta antigénica. Avonex®, adicionalmente, ha cambiado desde
el momento en que la FDA aprobara el lote presentado por Biogen. En primer lugar, el
medicamento tenía por presentación de polvo liofilizado que debía mezclarse con un
solvente para poder inyectarse. Luego, el polvo liofilizado pasó a ser líquido en forma
inyectable. Por último, en 2012 adoptó la forma de una pluma descartable.
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hacia los fabricantes de biosimilares, mientras que las patentes de medicamentos
biológicos son muchas veces extendidas por razones negociadas entre empresas y
gobiernos. A esto se suma, además, la falta de incentivos por parte del Estado: los
descuentos económicos son muy limitados y los gobiernos no se ocupan de apoyar la
educación de médicos y pacientes sobre el tema, quienes suelen ser leales a la marca
innovadora.
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3. DISCUSIÓN
El testimonio del Dr. Reyes ratifica el problema de las dudas que surgen ante un nuevo
producto. Aun cuando sean percepciones erradas, son reales dentro de la concepción de
muchos médicos e sistemas de salud, lo que convierte a tales dudas en una amenaza para
los biosimilares. Muchos profesionales, ante su desconfianza, exigen que los biosimilares
tengan estudios Fase III, aunque estos suelen ser innecesarios. En su caso, durante mucho
tiempo albergó dudas sobre la efectividad de medicamentos biosimilares para el
tratamiento de la epilepsia, sin embargo, con el paso del tiempo, su percepción cambió
gracias a que él mismo pudo ver que estos funcionan. Esto en buena parte se debe a que
las exigencias con los biosimilares son muy estrictas, suficientes como para garantizar la
calidad del fármaco. Aun así, dice que la intercambiabilidad es algo que le preocupa y
que considera como un inconveniente al momento de prescribir un medicamento en su
forma biosimilar.
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cuál será el comportamiento de la patología bajo un medicamento: a veces los síntomas
secundarios asociados pueden ser significativos y no muy bien conocidos. De presentarse
tales síntomas, la reacción inmediata del paciente va ser asociar el medicamento
biosimilar con un producto de baja calidad. Para contrarrestar este miedo, es necesaria la
confianza del médico y del paciente hacia el medicamento. Por último, el pagador tiene
que confiar en el biosimilar, de modo que lo asocie a un menor costo y no a la posibilidad
de falla terapéutica. De la misma opinión es el Dr. Cerón.
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un medicamento. Claro que, si los países no incentivan el uso de estas herramientas, puede
provocar que estas solo representen, a juicio de los médicos, una pérdida tiempo y una
mayor dificultad para ejercer su labor.
Las anteriores afirmaciones llevan a que el Dr. Vargas objete, puesto que su experiencia
trabajando con el Invima le ha llevado a concluir que la intención de dicho organismo es
hacer de los biosimilares una opción más que aceptable para los tratamientos, Ya que los
costos de los innovadores son altos, la posibilidad de ofrecer una opción terapéutica más
económica no inferior y de confianza motiva al Invima a ser muy estricto al momento de
imponer requisitos. Por tal motivo y en respuesta a lo dicho anteriormente por el Dr.
Sotelo, el Dr. Vargas considera que el Invima promueve la farmacovigilancia: por ley,
todos los médicos, sin importar con quien trabajen, tienen que reportar mensualmente por
internet sus observaciones. El único verdadero inconveniente para él es que las IPS y las
EPS no estén obligadas a hacer lo mismo por su parte.
El Dr. Sotelo advierte que, aun así, es necesario que los funcionarios encargados de
revisar la seguridad de las moléculas se capaciten lo suficiente como para que puedan
garantizar que sus juicios son los correctos. Los laboratorios suelen estar dispuestos a
compartir cómo se hacen los controles de calidad para que así las instituciones estatales
conozcan el método más adecuado para evaluar un medicamento biológico.
Luego, el Dr. Cerón recuerda que en Colombia hubo la intención de aprobar fingolimod
para todas las líneas de tratamientos, lo que se ve reflejado en que fingolimod sea un
medicamento, hasta cierto punto, popular entre los neurólogos del país. Asimismo, el caso
de alemtuzumab no es muy distinto al anteriormente citado. El Dr. Sotelo concuerda con
lo anterior y señala que la prescripción de fingolimod en Argentina es en 28-30% de los
pacientes, una cifra inferior a la colombiana. El Dr. Vargas recuerda que en la
aprobación de medicamentos también están involucrados intereses económicos, y que es
posible que haya tratamientos cuya calidad no haya sido la principal razón para que fuesen
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aprobados. Aunque lo anterior no fuese cierto, insiste el Dr. Vargas, es imposible negar
que Abbott se enriqueció en buena medida gracias a Avonex®
Por último, el Dr. Cerón agrega que las agencias regulatorias nacionales olvidan tener en
cuenta la opinión de los especialistas que utilizarán el medicamento. No se acostumbra
pedir su opinión y mucho menos se les convoca para que lleguen a un consenso sobre la
utilidad de ingresar un medicamento al sistema de salud. En ocasiones aparecen
medicamentos aprobados de los que los médicos no tienen conocimiento, lo que
naturalmente conduce a que haya desconfianza al momento de prescribirlos.
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de concebir, entre otros factores. Estas tienen en cuenta que, por regla general, las formas
más agresivas de la enfermedad se asocian con medicamentos de mayor efectividad y un
menor perfil de seguridad.
Por supuesto, continúa el Dr. Vargas por la misma línea, en la decisión final la
subjetividad y pericia del neurólogo tiene una importancia capital, de modo que no se den
falsos positivos o, por el contrario, diagnósticos tardíos. Este es un tema que requiere
delicadeza, advierte, ya que no existen biomarcadores específicos que permitan hacer un
diagnóstico certero sobre la presencia o la naturaleza de la enfermedad: solo se dispone
de imágenes que permiten ver periódicamente la progresión. Generalmente se requiere
cerca de dos años para confirmar que un paciente efectivamente padece de EM. Por tales
razones, el Dr. Vargas considera que debe actuarse con cautela al momento de prescribir
un medicamento para la EM, procurando la mayor efectividad al menor riesgo.
El Dr. Cerón, aunque de acuerdo con el Dr. Vargas, advierte que es necesario evaluar si
una medicación de alta efectividad es, quizá aun con los efectos adversos que acarrea,
más conveniente que esperar a confirmar una forma de la enfermedad que cause una
degeneración rápida del sistema nervioso central. Mas, por su parte, el Dr. Vargas, si
bien no contradice lo dicho por el Dr. Cerón, insiste en la necesidad de considerar
individualmente cada caso. El Dr. Vagner afirma que no siempre hizo uso de las guías
de tratamiento; por mucho tiempo consideró las capacidades de los medicamentos
individualmente y, de acuerdo a esto, decidía qué prescribir. Ahora, su perspectiva ha
cambiado: las guías ciertamente no son indispensables, pero contribuyen a tener mejores
apreciaciones sobre los pacientes e incluso a identificar grupos base entre ellos. Luego,
el Dr. Vagner insiste en que, a pesar de las guías, la gran variedad de opciones
terapéuticas que actualmente tiene la EM implica serias dificultades al momento de elegir
con precisión el mejor medicamento para cada situación, por lo que considera que deben
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tenerse en cuenta también factores fármaco-económicos y no perder de vista que solo
porque un medicamento sea el más nuevo significa que sea el mejor.
Ante lo dicho por el Dr. Sotelo, el Dr. Vargas cita el editorial escrito por una importante
neuróloga en donde ella denuncia cuán irresponsable es la aprobación por parte de la FDA
de ocrelizimab sin tener estudios clínicos realizados en poblaciones no caucásicas. Esta
información es muy grave para un país como Colombia, cuya población estaría
genéticamente menos estudiada para efectos de ese medicamento. A lo anterior, el Dr.
Sotelo agrega que el precio de ocrelizumab es de 5000 dólares al año. Un médico de Los
Ángeles a quien conoció, cuenta el Dr. Sotelo, cuando no le quedaba ninguna opción
terapéutica útil, optaba por prescribir rituximab de manera off-label. Sus auditores, por
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ser un medicamento costoso y no autorizado, se oponían que hiciese tal cosa. Con el
ingreso de ocrelizumab, que tiene un costo cercano al doble que el de rituximab, a pesar
de estar aprobado para la EM, los auditores le hicieron entender que lo mejor era que
continuara prescribiendo rituximab porque resultaba mucho más económico. Es posible
que tal escenario (que —a juicio del Dr. Cerón y el Dr. Sotelo— es un sinsentido) se
deba a que la patente de rituximab ya venció y puede aprovecharse su capacidad con una
molécula anti CD20 casi idéntica pero presentada como innovadora.
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a la categoría de paciente que sí responde. Por otra parte, esperar que se haya evidenciado
una pérdida de masa cerebral para así llevar a cabo un cambio de medicación es una
insensatez.
El Dr. Vargas y el Dr. Vagner insisten en que el tratamiento debe ser individualizado,
por lo cual hablar de generalidades de un tratamiento que debe ser particular puede ser
incluso irresponsable. El especialista expresa su preocupación frente a los tratamientos
que no contemplan la singularidad de cada paciente, pues la decisión de escalar el
tratamiento es subjetiva de cada neurólogo, como lo es, asimismo, considerar como grave
o no el nivel de progresión que tenga una persona con EM. El Dr. Vagner pone el ejemplo
de un paciente que tuviera solamente SCA y se le encontrase deterioro cognitivo y, según
una resonancia magnética, atrofia, en tal caso se justificaría sin miramientos un cambio
de medicación. El Dr. Reyes difiere de lo sugerido por el Dr. Vagner. Opina que, si fuese
su paciente, preferiría tratarlo con un medicamento de plataforma, ya que para los
pacientes con SCA un inmunomodulador les es suficiente.
Quizá la que es la mayor preocupación del Dr. Vargas respecto a los nuevos
medicamentos disponibles dentro del arsenal terapéutico para tratar la EM es el modo en
que estos actúan sobre el sistema inmunitario. A la fecha, no existe ningún medicamento
que proteja directamente al sistema nervioso de la enfermedad: frenar la
neurodegeneración tiene un costo sobre la salud del paciente. Por esa razón, el Dr. Sotelo
cree que es importante señalar que no es lo mismo la inmunomodulación que la
inmunosupresión, y que existen inmunosupresores para terapias continuas que difieren de
aquellos de acción rápida utilizados en casos de emergencia. Ahora, dentro de los
inmunomodulares, los de mayor efectividad son los IFNβ y el acetato de glatiramer. Esto
es una afirmación que, según él, está respaldada por bibliografía y experiencia de uso a
lo largo de más de 15 años. A esto se suman un precio menos elevado que el de los
medicamentos más nuevos y un mejor perfil de seguridad, en especial durante los cambios
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o la suspensión de la medicación. Esta tesis es reafirmada por el Dr. Vargas, quien
asegura que si un paciente recibe durante 6 meses un tratamiento inmunosupresor queda
completamente vulnerable a agentes patógenos durante 2 años o incluso más tiempo, de
modo que su calidad de vida será limitada al punto, por ejemplo, de impedirle viajar a
otros países por miedo a contraer enfermedades infecciosas. Si bien se comprende que
muchos especialistas busquen preservar a toda costa el sistema nervioso central de sus
pacientes, dejarlo inmunológicamente vulnerable puede resultar en efectos igual o más
negativos que los causados por la enfermedad.
El Dr. Cerón recuerda que, tras 7 u 8 años, pacientes que son tratados con alemtuzumab
y cladibrina no han mostrado evidencia de la enfermedad. El Dr. Sotelo advierte que aún
es necesario observar a largo plazo cuáles serán los efectos de ambos medicamentos y su
efectividad controlando la enfermedad. Además, el uso de alemtuzumab ha provocado la
aparición de melanomas y problemas de tiroides. Por tales razones, insiste el Dr. Sotelo,
la mitad de los medicamentos prescritos para EM pertenecen a los conocidos como ‘de
plataforma’.
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3.7. Pacientes embarazadas
En el caso en que una mujer busque quedar embarazada, el Dr. Cerón y el Dr. Reyes
aconsejan que es necesario tener en cuenta cuáles son los síntomas de las pacientes, si la
enfermedad se presenta en forma multisistema, cuántas son las lesiones y dónde se
encuentran, además de determinar cuán alta es la actividad de la enfermedad. El Dr. Cerón
dice que, dependiendo de lo anterior, las mejores opciones pueden ser la programación
del embarazo o la prescripción de acetato de glatiramer.
En cuanto a las cifras de prevalencia, el Dr. Sotelo comenta que, en Argentina, existen
regiones aisladas con las que Biosidus se ha sorprendido debido al elevado número no
registrado de pacientes que padecen la enfermedad. Esos pacientes suelen ser atendidos
por una cantidad mínima de médicos que es la que se encuentran en tales regiones. No
obstante, el Dr. Vargas repara en que el caso de Colombia es drásticamente distinto: los
especialistas se concentran casi en su totalidad en las ciudades principales del país, algo
de lo que los pacientes son plenamente conscientes y, por tal razón, cuando requieren de
la atención de uno de estos médicos se trasladan a la ciudad donde estos ejercen. Además,
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mientras en Argentina puede estimarse que existen unos mil ochocientos neurólogos, en
Colombia acaso habrá unos cuatrocientos. Ahora bien, en cuanto a pacientes con EM,
según relata el mismo Dr. Vargas, la incidencia es tan baja que un paciente nuevo llega
a su consultorio alrededor de cada 3 años, lo que no le sorprende al médico pues en la
región caribe, donde él lleva a cabo su práctica clínica, la población caucásica es muy
reducida. Y con una cifra no muy diferente a la anterior, el Dr. Cerón reporta que
anualmente no recibe más de 1 o 2 pacientes. No muy diferente es el panorama nacional,
en donde, según el Dr. Vargas, el Dr. Cerón y el Dr. Reyes, la prevalencia ronda entre
4-5 por cada 100 000.
Otro tema importante a tratar, dice el Dr. Cerón, es la forma en los neurólogos se
distribuyen los pacientes con EM. En primer lugar, algunos neurólogos no se sienten
seguros sobre el tema y prefieren remitir a sus pacientes a otros neurólogos. En segundo
lugar, en muchas ocasiones, son las mismas EPS las que asignan todos los casos de la
enfermedad a un solo médico que, en teoría, tenga experiencia en la enfermedad. Esto
puede llegar a acarrear malas prácticas terapéuticas que dejan a los pacientes sin opciones
en lo que profesionales se refiere, pues conoció el caso de un neurólogo que virtualmente
solo prescribía fingolimod sin importar las características de la persona tratada
El Dr. Cerón, por último, advierte que en ocasiones se llevan a cabo cambios de
medicación bastante arbitrarios. Por ejemplo, pacientes que estaban en tratamiento con
IFNβ-1a con resultados bastantes satisfactorios han llegado a su consultorio alegando que
se algún médico quiere cambiarles el medicamento a pesar de que este ha funcionado sin
inconvenientes. Por supuesto, todos los participantes se muestran en desacuerdo con tal
conducta.
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3.9. Recomendaciones finales
En este momento, comparte el Dr. Cerón, tres laboratorios tienen la intención de
presentar versiones genéricas de acetato de glatiramer; otro laboratorio, una de
fingolimod. Además, ozanimod, un nuevo inmunomodulador, pronto terminará sus fases
de estudio clínicas y muy seguramente se aprobará en Colombia. Eso significa que la
oferta de medicamentos para tratar la EM se incrementará dentro de poco tiempo. Por otra
parte, aun cuando una nueva oferta farmacológica que ingrese en el mercado tenga unos
buenos resultados, es posible que no sea especialmente popular entre los médicos, como
ha sido el caso de copaxone, que, a pesar de ser más bien seguro y efectivo, no ha logrado
una buena acogida. Ahora bien, un neurólogo, dentro de las muchas opciones que tiene
para tratar, solo escogerá un número limitado de medicamentos que considere útiles para
sus pacientes. En otras palabras, un biosimilar que ingrese al mercado colombiano se va
a encontrar con más de un obstáculo.
El Dr. Sotelo menciona que la aprobación por parte del sistema de salud de medicamentos
de línea intermedia no debería alterar la medicación de los pacientes en las primeras
etapas de la enfermedad, pues su uso en ellos reduce el número de futuras opciones
terapéuticas y, por lo tanto, no es recomendable. De modo que, el ingreso de un biosimilar
no debería encontrarse con muchos obstáculos, especialmente cuando en países como
India, Pakistán, Malasia, y gran parte del sudeste asiático.
A pesar de lo expresado por el Dr. Sotelo, el Dr. Cerón muestra su preocupación, pues
aun cuando anteriormente se ha hecho distribución gratuita de biosimilares para
popularizar su uso, la llegada de estos tuvo una acogida discutible. Tal es el caso de un
biosimilar aprobado en México diez años atrás. El Dr. Sotelo aclara que muchas veces la
desconfianza hacia los biosimilares procede de productos fabricados en China, India o
Emiratos Árabes, en donde, aun con laboratorios con plantas impresionantes, existen
inconvenientes culturales tanto de los técnicos europeos y norteamericanos —quienes no
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se radican en el lugar y prefieren marcharse tras terminar la capacitación para la que se
les contrató— como de los técnicos locales, que a pesar de tener el conocimiento teórico
no lo aplican debidamente.
El Dr. Vargas y El Dr. Cerón, sugieren, entonces, que lo más apropiado puede ser el
ingreso de un portafolio completo que incluya, además de IFN, fingolimod y acetato, para
así posicionar el nombre del laboratorio como sinónimo de tratamientos para la EM. Al
respecto, Ambos doctores, Vargas y Cerón, creen que, si tuvieran la opción de traer
cualquier medicamento no innovador para la EM, sería natalizumab o cladibrina. Mas,
aun así, no se centrarían en medicamentos que sean para el tratamiento de la EM, debido
a que se mueven dentro de un nicho de pacientes muy pequeño, en su lugar, preferirían
aquellos que sirven para tratar patologías más frecuentes, como la migraña.
El Dr. Vargas resalta que sería un error utilizar la misma estrategia que se utilizaría en
México o en Argentina para aplicarla en Colombia: es necesario que crear un plan para
aplicar en Colombia que se derive del historial de la enfermedad en el país, tanto legal
como clínica
Por último, el Dr. Vargas insiste en que lo más importante es que Biosidus trabaje sobre
la confianza que médicos y pacientes tengan en su producto, que les garantice que es un
medicamento tan efectivo, seguro y puro que el innovador. Esto es algo que requerirá de
un trabajo de promoción bastante costoso.
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4. CONCLUSIONES
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Es posible que en el futuro a mediano plazo ingresen nuevos medicamentos para
tratar la EM en Colombia, innovadores y no innovadores.
Una buena alternativa para visibilizar el laboratorio es traer, en lugar de un solo
medicamento, un portafolio completo para el tratamiento de la EM que incluya
medicamentos como IFN, acetato de glatiramer, fingolimod, natalizumab y
cladibrina.
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