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2/ Ficción: idea => investigación, guión, casting, búsqueda de locaciones, ensayos, filmación,
edición y mezcla.
La investigación, la observación, las notas de trabajo preparan el guión; el guión se escribe
directamente en el tiempo narrativo. El casting autoriza la filmación de varias tomas de un
mismo plano.
Nos tomamos el tiempo de poner las luces, de situar las cosas para la “pirámide visual” del
ojo cámara, de ubicar los micrófonos, de hacer que reine el silencio en el set e incluso de
ensayar. El guión se mueve durante la filmación: se quitan cosas, se ajusta, se agrega; pero
lo esencial ya está escrito y actuado. Cada plano tiene un punto de entrada y un punto de
salida previstos por la puesta en escena. Además, los actores resisten mejor las
observaciones que se les hacen que los actores de la realidad; además, vuelven a actuar
fácilmente la misma escena.
La selección de los rushes permite escoger las mejores tomas, empezar una preedición.
Podemos agregar sonidos, cambiar el orden inicial, acortar e incluso alargar una escena: los
rushes son abundantes.
Organizar el doble flujo – situaciones, personajes – para una continuidad vivida en la
memoria a corto plazo.
La pantalla de proyección solamente tiene, en efecto, una pantalla de alimentación de la
memoria a corto/mediano plazo (portadora a la vez de huellas y esbozos). Sobre la lona
blanca, hay solo fotones; en la bocina, solamente vibraciones. El ojo y el oído transforman
esos flujos físicos en flujos mentales: retenciones y protensiones,en movimiento incesante,
en redefinición.
La verdadera pantalla – de acumulación – es, por consiguiente, interna: el espectador
telecarga la película en su fuero interno. Sin embargo, aquí se detiene la comparación con la
computadora y sus ficheros, porque esta pantalla memorial – donde se acumula el devenir
de los personajes y donde se proyecta un horizonte de espera – está contínuamente
confrontado con lo ya conocido para ser evaluado por el yo profundo del espectador.
En términos de verdad: ¿qué es lo que se nos cuenta? ¿Es plausible, archicomún, irreal,
mentiroso, exagerado, no representativo, inesperado? La realidad ya conocida (o que se
supone que lo sea) regresa con fuerza sobre lo percibido… En términos de actuación y de
puesta en escena: ¿desplazado, justo, impresionante, falso, no creíble, demasiado
demostrativo, placentero, estetizante, discreto, inventivo?... En términos de afectos y placer:
¿con quién identificarse, con un personaje positivo/negativo/ambiguo? ¿con qué grupo
social, por qué aspiraciones? … En términos narcisistas (el yo ideal o el ideal del yo): belleza
física y mental, fealdad-maldad, intenciones-reacciones… Evaluación también por el
superego del espectador: valor o cobardía, indiferencia o solidaridad; los comportamientos
son examinados con respecto a las prescripciones ideológicas y culturales de la sociedad.
Asimismo, cada espectador se posiciona ante los personajes y las situaciones conflictuales
con un partido tomado (es decir una mezcla de conocimientos, de creencias y de
aproximaciones que caracteriza la subjetividad) con los prejuicios “transparentes y
adquiridos” de su medio de vida (reglas comúnmente admitidas, evidencias compartidas).
Sucede que el espectador entra en la película con un yo singular (trayectoria psicológica,
aspiraciones conscientes e inconscientes) y un nosotros de pertenencia (cultural, social,
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medio de vida, grupo etario), incluido sin embargo en una espera particular: vino a ver tales
intérpretes, tal tipo de película, tal director, acciones imaginarias o reales...
Situado delante de un dispositivo tan bien establecido (narrador omnisciente, personajes
fuera de lo común, star-system, tiempo narrativo intensificado, efectos especiales), viene con
frecuencia tanto a evadirse de la realidad, a divertirse – cf. ¡lo que ofrecen los cines! – como
a enfrentarse con los problemas contemporáneos. No hay tiempo muerto, una
seudocontinuidad (las elipsis son borradas por los empalmes), climax, emociones y un
desenlace. La jornada de trabajo sin emociones gira a la inversa para convertirse en
emociones sin trabajo.
Queda que no todos los espectadores están formateados de esta manera. Algunos buscan
algo nuevo, otra manera de ver el mundo, o una respuesta a los problemas reales, a las
angustias no formuladas. El cineasta y el espectador miran entonces jutnos – y de una
manera artística – un problema que los concierne… “Espero una representaciçón, que no
solo me emocione, sino que me sensibilice, de una manera inteligente y poética, lo que le
impide al ser realizarse”.
En total, aunque las dos grandes corrientes (documental-ficción) apenas sean financiadas a
partes iguales (¡no faltaría más!) y que evidentemente el divertimento de la ficción ha
invadido mayoritariamente las pantallas suscitando la respuesta que sabemos del público,
ello no impide que ambos puedan encontrar un espectador deseoso de nutrirse – intelectual
y emotivamente – de películas de confrontación. Con este deseo, menos minoritario de lo
que creemos, ambas maneras de creencia (doc-fic) se reúnen en el fuero interno de cada
espectador, con efectos vecinos, aún cuando sean poco medibles en términos cuantitativos: