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Los acuerdos de Basilea son una serie de directrices elaboradas por el Comité
de Basilea a finales de 1974, formado por los gobernadores de los bancos
centrales del G-10, para evitar riesgos sistémicos en situaciones de pánico
bancario o bank run, que tuvieron su origen en las turbulencias financieras
registradas en los mercados de divisas.
En el origen del Comité se encuentra la idea adquirida en ese momento de que
los problemas de alguna entidad se propagan fuera de sus fronteras con
rapidez. Por ejemplo, este hecho lo encontramos con la quiebra del banco
alemán Bankhaus Herstatt, ubicado en la República Federal Alemana. Este
banco, fue intervenido en Junio de 1974 por las autoridades alemanas ante su
falta de viabilidad. Entre algunas medidas que se tomaron, las cuentas en
dólares que el banco mantenía en su sucursal en Nueva York fueron
congeladas.
Es importante indicar que, aunque estos acuerdos carecen de forma
jurídica, los documentos de Basilea han sido aprobados por los gobernadores y
supervisores de las mayores economías del mundo. Estos documentos giran
en torno a cuatro temas principalmente.
Basilea I
Bailea I es el primero de los acuerdos emitido por el Comité de Basilea I y fue
publicado en 1988. Se basó en diversas recomendaciones o sugerencias con el
objetivo de fijar un límite a la emisión de créditos que una entidad concede en
función del capital que tiene. Se estableció que el capital mínimo debía ser, al
menos, un 8% de los activos ponderados por su riesgo (crédito, mercado y tipo
de cambio sumados).
La recomendación bancaria más importante realizada fue la de limitar
el apalancamiento o el efecto multiplicativo de la inversión de las entidades
financieras en 12,5 veces el valor de los recursos propios en sus hojas
de balance. Este límite era importante en aquel momento, ya que las entidades
financieras han estado históricamente muy apalancadas, captando fondos de la
gente y concediendo créditos sin tener en cuenta parámetros de riesgo en caso
de insolvencia de una persona o una empresa.
Basilea II
Basilea II es el segundo de los acuerdos de Basilea, que consiste en una serie
de directrices elaboradas por el Comité de Basilea con el fin de aconsejar sobre
regulaciones bancarias y crear un estándar internacional.
Ante la necesidad de seguir desarrollando el análisis de recomendaciones
iniciado con Basilea I, se crea Basilea II en 2004. Entre algunos de los
argumentos que podemos mencionar el más importante es que antes del
acuerdo de Basilea II, no se tenía en cuenta la capacidad de una persona o
una empresa para devolver los préstamos concedidos y tampoco su tiempo de
recuperación, y por tanto, el riesgo de crédito. Ante esta situación, se decide
crear tres pilares en los que se basa Basilea II.
Los tres pilares de Basilea II
Pilar I: Disponer de unos requisitos mínimos de capital
Para ello, hay que evaluar el riesgo de crédito, pero a diferencia de Basilea I,
tiene en cuenta la calidad de los prestatarios utilizando ratings o calificaciones
crediticias. Basilea II exige que el coeficiente de recursos propios de los bancos
sea superior al 8% y añade requisitos de capital por el riesgo operacional En
esta evaluación se tiene en cuenta la probabilidad de incumplimiento
del crédito (PD), la pérdida en el momento en el que se produce el
incumplimiento (LGD), que se calculan a través de un método estándar
mediante calificaciones de riesgo emitidas por empresas especializadas o a
través de métodos propios de rating avanzados y determinar la exposición al
riesgo cuando se produce el incumplimiento.
En este pilar, el objetivo es cuantificar el riesgo de crédito, de mercado y
operacional. De esta forma, se utilizan diferentes modelos propios de
evaluación de riesgos existiendo incentivos a la mejora de estos modelos.
Pilar II: Supervisar la gestión de los fondos propios
En el caso de España, el Banco de España, es el organismo encargado de que
las entidades mantengan un capital suficiente en función de los riesgos
incurridos. A su vez, también han de supervisar los cálculos y los riesgos que
no se estudian en el Pilar I, así como estudiar el nivel de solvencia de la
entidad mediante la validación de modelos estadísticos, estando los bancos
obligados a almacenar datos de información crediticia durante períodos largos
de 5 a 7 años, garantizar su adecuada auditoria y a superar pruebas de stress
test.
Pilar III: Disciplina de mercado
En este pilar se pretende que la entidad proporcione información crediticia y del
nivel de riesgo de los mercados financieros de forma transparente y respetando
las buenas prácticas con una mayor coordinación en los procesos de cálculo de
los riesgos y sus conciliaciones, con una correcta descripción de la gestión de
riesgos, aspectos técnicos de cálculo de capital,descripción de la gestión de
capital y requerimientos de capital por cada tipo de riesgo.
Basilea III
Basilea III es el tercero de los acuerdos de Basilea, pretende fortalecer la
regulación, supervisión y la gestión de los riesgos en el sector bancario, con la
finalidad de afrontar con eficiencia y solvencia situaciones originadas por
tensiones financieras y económicas, mejorando las buenas prácticas en
la gestión de riesgos así como la transparencia en los estados financieros de
los bancos. Las directrices de Basilea III fueron publicadas en Diciembre de
2010.
El elemento más importante a tener en cuenta es el control del riesgo sistémico
o de contagio, así como la dotación de recursos y reservas de forma
constante, ya sea un ciclo de crecimiento económico o de recesión económica.
De este modo, se establecen a través de este acuerdo medidas sobre el
ratio mínimo de capital total que incluye el capital Tier I y Tier II y que asciende
al 8% de los activos ponderados por riesgo, los coeficientes de cobertura
de liquidez en el que los activos líquidos de una entidad financiera deben tener
un valor mayor o igual que las posibles salidas de efectivo y el importe de los
recursos estables debe ser menor que la cantidad de recursos disponibles, el
ratio de apalancamiento mínimo, el coeficiente de financiación estable,
que permite medir las entradas y salidas de capital de forma más objetiva y
adicionales colchones de capital equivalentes al 2,5% de los activos
ponderados por riesgo y dotaciones anticíclicas de más capital que varían entre
el 0% y el 2,5% de los activos ponderados por riesgo, dependiendo del nivel
de capitalización del mercado.