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Programas de Intervención para Individuos con el

Síndrome de Asperger o Autismo de Alto


Funcionamiento

Pilar Martín Borreguero

Especialista en Psicología Clínica


Centro de Psicología Clínica Cavendish, Madrid.
www.centrocavendish.com

Department of Education and Mental Health,


St. Helier, States of Jersey, UK

Introducción

Es el año 1940. Mientras Europa se prepara para las violentas contiendas de


la Segunda Guerra Mundial, Harro, un niño austriaco de 8 años y ajeno al
conflicto bélico, es admitido en la clínica de educación especial del Hospital
Universitario Infantil de Viena por el pediatra Hans Asperger. El médico
austriaco describe las alteraciones de conducta y el cuadro sintomático del
niño con las siguientes palabras :

...En cierto modo, Harro parece un adulto en miniatura con unos rasgos
faciales propios de las personas mayores. Su mirada, típicamente perdida, siempre
parece lejana...

... En ocasiones, parece ausente como si estuviera concentrado en


pensamientos profundos, y entonces es cuando arruga las cejas y asume una
actitud de dignidad extraña que resulta bastante divertida. Su postura corporal
también es diferente a la de los demás y poco común. Permanece de pie exponiendo
su anchura, sosteniendo los brazos a cierta distancia del cuerpo como habría hecho
un portero o boxeador. Sus expresiones faciales y gestos manuales son mínimos y
raramente interrumpe su expresión de seriedad dignificada, excepto cuando se reía
el solo y en secreto. A menudo, es imposible imaginarse que tipo de suceso le ha
parecido tan divertido en ese momento.

Su voz encuadra bien con su imagen. Es una voz profunda y parece proceder desde
el fondo de su abdomen. Habla despacio y monótonamente sin modulación en el
habla. Jamás mira a su interlocutor mientras habla. Su mirada perdida. Tiene un
estilo de comunicarse poco común, verdaderamente maduro y adulto, no como el
estilo que ocasionalmente adoptan algunos niños que copian frases de los mayores
o de la televisión; Harro parece haber adquirido su estilo de comunicación a lo largo
de su experiencia poco infantil. Cuando conversa, es como si inventara cada palabra
para encajarla de forma precisa en cada momento de la conversación. A menudo, no
responde a las preguntas que se le hacen sino que conversa con resolución
siguiendo rígidamente la trayectoria que él ha marcado. Harro tiene la capacidad de
describir sus propias experiencias o sentimientos con un nivel de introspección poco
habitual y puede evaluarse así mismo como un observador imparcial y crítico ( dice
de sí mismo que “ es horrorosamente zurdo”)... Aunque se aparta de las cosas y de

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la gente –o quizás debido a ello - tiene unas experiencias profundas y unos intereses
independientes. Es posible hablar con él como con un adulto y uno puede aprender
de él...

.... Durante su estancia en el hospital, Harro permaneció como un extraño. Nunca


participó en los juegos con los otros niños. Pasaba la mayor parte del tiempo,
sentado en una esquina de la habitación, ensimismado con un libro e indiferente al
ruido o al bullicio alrededor de él... Los niños en el hospital le percibían como a un
niño excéntrico y pronto le hicieron el centro de sus burlas sobre todo por su
apariencia física extraña y su permanente actitud de “dignidad”... No obstante, los
niños le trataban con cierta timidez y respeto, y tenían buenas razones para ello. Si
algún niño se burlaba de él, Harro podía responder con la más brutal y despiadada
agresión... Durante el tiempo que permaneció en el hospital, Harro no formó ninguna
relación íntima, ni con otro niño de la sala ni con ningún adulto... (extracto basado
en el texto original de Asperger traducido por Uta Frith (1991) al inglés)

Hans Asperger describió originalmente el cuadro clínico identificado en el


niño Harro con el término ”psicopatía autista”.

A pesar de que este acontecimiento tiene lugar en los años cuarenta del
pasado siglo, el reconocimiento oficial de la condición de la “psicopatía
autista” que hoy en día se conoce como Síndrome de Asperger (SA) no
ocurrirá hasta cincuenta años mas tarde. En 1981, la influyente psiquiatra
británica Lorna Wing publica, en lengua inglesa, un trabajo de investigación
clínica sobre un grupo de pacientes psiquiátricos cuyos cuadros clínicos
coinciden con las descripciones detalladas de los casos originales tratados
por Hans Asperger. A partir de la publicación de Wing, el término clínico de “
trastorno” o “síndrome de Asperger” comienza a utilizarse rápidamente y de
forma extendida, especialmente en los países de habla inglesa.

El concepto de la psicopatía autista ha evolucionado de forma significativa a


lo largo de los años en función de los nuevos datos empíricos procedentes
del trabajo de los profesionales clínicos así como de los estudios de
investigación realizados en este campo. A lo largo de esta evolución, y si bien
se ha intentado mantener un cierto nivel de continuidad con la descripción
inicial elaborada por Hans Asperger, se han producido numerosos cambios
en la definición del trastorno que han resultado en una desviación mas o
menos marcada del concepto actual del SA con respecto al concepto original
de “psicopatía autista”.

En la actualidad, el SA esta considerado como un trastorno generalizado del


desarrollo. Es esencialmente un trastorno de la relación social, y como tal
afecta severamente tanto la disposición como la capacidad del individuo para
integrarse en el mundo de las relaciones interpersonales y adaptarse a las
demandas múltiples de la sociedad.

El individuo con SA presenta necesariamente una alteración primaria en la


capacidad de cognición social. Las principales manifestaciones conductuales
de dicha alteración abarcan una amplia gama de déficits sociales entre los
que destacan la dificultad de la persona para formar amistades duraderas, el
fracaso en el uso y comprensión adecuados de las pautas no-verbales de la
comunicación, la comprensión deficitaria de las reglas que regulan la

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comunicación social y la capacidad disminuida para la reciprocidad social y
emocional.

Asimismo, y en adición al déficit cognitivo social primario, el individuo con SA


también manifiesta unos niveles significativos de rigidez mental y
comportamental. En consecuencia, la persona afectada tiende a manifestar
una actitud muy poco flexible ante los cambios en su entorno físico o en su
rutina diaria, y a menudo, se muestra reacia a participar en situaciones
novedosas, especialmente si éstas son de naturaleza social o lúdica. Con
frecuencia, se observa en la persona afectada un rango variado de rituales,
de naturaleza elaborada y cuya ejecución no parece servir un propósito claro
o alcanzar un objetivo determinado. A pesar de la futilidad de estos
comportamientos, el individuo expresa la necesidad de ejecutarlos llegando
incluso a imponerlos sobre las personas de su entorno mas cercano. En
ningún momento, la persona es consciente o es capaz de “sentir” el efecto
adverso de estos rituales sobre los demás. Igualmente, la rigidez cognitiva
del individuo parece conducirle a desarrollar unos intereses inusuales que
son perseguidos de una forma obsesiva con independencia de las
necesidades de los demás En un número reducido de casos de personas
con SA, se observan movimientos repetitivos y estereotipados, cuya
ocurrencia coincide con situaciones en donde la persona esta expuesta, bien
un exceso o bien a una ausencia de estimulación sensorial y social.

Desde los años ochenta, el sindrome de Asperger ha venido capturando el


interés y la atención no solo de un grupo reducido de profesionales clínicos
especializados sino del público en general. Una parte de esta contagiosa
fascinación procede sin duda de la presentación clínica extrañamente
dicótoma del trastorno: esto es, ¿cómo comprender que una persona con una
inteligencia promedio o superior y un conocimiento enciclopédico sobre la
historia medieval sea incapaz de mantener una conversación recíproca que
un niño de seis años encontraría sencilla? ¿Que puede explicar la mente de
un hombre que conoce todo lo que hay que conocer acerca de la astronomía
y las leyes matemáticas pero es incapaz de comprender las emociones
complejas o el concepto de la amistad?

Desde 1993, el síndrome de Asperger constituye una categoría de


diagnóstico independiente y ubicada dentro de los trastornos generalizados
del desarrollo (World Health Organization, 1993) . A pesar de su
reconocimiento oficial e inclusión en los manuales internacionales de
clasificación psiquiátrica, el síndrome de Asperger continua teniendo un
estatus nosológico dudoso y poco claro. Asimismo, su independencia y
diferenciación cualitativa, no solo cuantitativa, con respecto a la condición del
autismo es un tema todavía no resuelto de forma conclusiva por los
investigadores clínicos.

La incertidumbre existente acerca de la validez del Sindrome de Asperger


como categoría diagnóstica independiente del autismo y el desacuerdo entre
los investigadores y profesionales clínicos sobre la aplicación de los criterios
diagnósticos establecidos en los manuales oficiales de clasificación
psiquiátrica son aspectos claramente desconcertantes para las familias,

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terapeutas y profesionales de la educación cuyas prioridades son
proporcionar al niño o al adulto afectados apoyo y ayuda inmediatos así como
unos servicios de intervención eficaces.

A este respecto, es importante enfatizar el contraste marcado entre los


avances significativos en la investigación sobre el tratamiento sintomático del
autismo infantil durante los últimos veinte años, especialmente el autismo
asociado al retraso mental, con el reducido progreso en la investigación
sobre las estrategias de intervención mas efectivas para el tratamiento de
individuos inteligentes que presentan el mismo trastorno social primario y un
nivel significativo de rigidez mental y comportamental.

Especialmente, existe un vacío significativo en el ámbito de la intervención


con individuos adultos para quienes el SA se presenta con frecuencia
acompañado de síntomas debilitantes asociados a otros trastornos
psiquiátricos.

A pesar de que el autismo y el síndrome de Asperger parecen pertenecer a la


misma familia de trastornos de la relación social, muchos profesionales y
familias tienen dificultades para beneficiarse de los avances acontecidos en
el campo del autismo, especialmente con respecto a las nuevas
metodologías educacionales y tratamientos farmacológicos / conductuales.
Para estos profesionales y familias, es difícil generalizar la aplicación de
estos avances ya que los pacientes que tratan y educan o los hijos que
cuidan presentan unas características y necesidades significativamente
diferentes a las de los niños y adultos con autismo y retraso mental.

En la actualidad, continua existiendo un desacuerdo generalizado sobre si


las necesidades de tratamiento del niño con el sindrome de Asperger son
diferentes a las del niño con un autismo de alto funcionamiento. A pesar de la
relación estrecha entre ambas condiciones clínicas, se podría argumentar
que si existe un patrón específico de competencias y déficits particular al SA
y diferente al patrón asociado al autismo de alto funcionamiento, los
programas de tratamiento deberían reflejar estas importantes diferencias. La
investigación no ha podido resolver este interrogante de forma conclusiva

Es muy probable, sin embargo, que el creciente interés mostrado por los
profesionales clínicos y educacionales en la investigación sistemática de las
personas con SA conducirá a un mejor conocimiento del síndrome y su
relación con otros trastornos. Es de esperar que la fascinación por
comprender la esencia de la discapacidad social humana, se traducirá en un
futuro cercano en avances significativos en la investigación sobre programas
de tratamiento efectivos así como en la creación de servicios clínicos y
educacionales orientados a cubrir las necesidades de tratamiento del niño y
el adulto afectados.

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Programas de intervención para las personas con Síndrome de
Asperger o Autismo de Alto Funcionamiento:
Características, principios y desafíos

Con relación al tratamiento de los niños con dificultades severas de


comportamiento, Hans Asperger fue un gran defensor de los programas de
intervención psicopedagógica. En una de sus publicaciones en 1950, el
propio Asperger afirmaba:

...Creemos que un acercamiento exclusivamente médico al tratamiento de los niños con


trastornos mentales y del comportamiento, incluida la terapia psiquiátrica, solo puede ser
efectivo en casos muy limitados. Solo los métodos psicopedagógicos, en el amplio sentido de
la palabra, pueden cambiar realmente a las personas para bien, o por decirlo de forma mas
precisa, pueden identificar las mejores alternativas de desarrollo que un niño en particular
tiene a su disposición, y hacer que el niño se desarrolle de acuerdo con los nuevos caminos
marcados... (Asperger, 1950, pág. 105: extracto procedente de la carta escrita por Maria
Asperger Felder, hija de Hans Asperger, 2002)

A pesar de que han transcurrido 55 años desde que Hans Asperger plasmó
por escrito sus comentarios, la situación actual con respecto al tratamiento e
intervención no ha experimentado demasiados cambios.

Los desafíos a los que nos enfrentamos al tratar este complejo tema del
tratamiento del SA son importantes y deben tenerse muy presentes a la hora
de diseñar los programas de intervención.

En primer lugar, todavía no contamos con un tratamiento médico específico y


orientado a la curación del síndrome de Asperger. Si bien la ciencia médica
está avanzando continuamente, el conocimiento acumulado acerca de las
bases biológicas sobre las que se asienta la conducta social de los individuos
con un desarrollo normal es escaso, impreciso e insuficiente. Esta falta de
conocimiento constituye, sin duda, uno de los mayores obstáculos en la
investigación acerca de las alteraciones neurobiológicas subyacentes a los
trastornos ubicados dentro del espectro del autismo.

En consecuencia, todos los tratamientos asociados al síndrome de Asperger,


bien sean en la forma de programas de aprendizaje, terapias psicológicas o
tratamientos farmacológicos, son tratamientos sintomáticos y de apoyo al
individuo y a la familia pero no curativos. Estos programas educativos y de
intervención conductual tienden a paliar la severidad de los síntomas
centrales mediante el fomento en el niño de la adquisición de conductas
adaptativas. Hasta el momento actual, no existe ningún programa de
intervención capaz de erradicar el trastorno social primario característico del
síndrome, el cual persiste a lo largo de la vida del individuo.

El segundo desafío al que nos enfrentamos es el de la ausencia de un


programa estándar de tratamiento que abarque las numerosas y diversas
necesidades de los niños y adultos afectados por el síndrome. A este
respecto, se debe tener presente que el SA es un trastorno complejo del
desarrollo, y si bien afecta esencialmente al desarrollo social, la mayoría de
las áreas del funcionamiento del niño se manifiestan alteradas en distintos

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grados de severidad. Además, el SA va a afectar a los individuos de forma
diferente en función de variables tales como la edad, el contexto familiar, el
estadio de desarrollo y el temperamento innato de cada persona. En
consecuencia, es la norma mas que la excepción encontrarnos con un
conjunto de niños y adultos, que si bien comparten el mismo diagnóstico del
SA, presentan unas prioridades de tratamiento y necesidades de intervención
muy divergentes entre sí.

Para la familia de la persona afectada, uno de los desafíos mas importantes


que deben de afrontar es tomar una decisión sobre el programa de
tratamiento que van a llevar a cabo. La mayoría de los padres experimentan
una presión intensa y un nivel alto de ansiedad ante la “necesidad” de
encontrar el mejor tratamiento para su hijo/a. Expresan la necesidad de
buscar un tratamiento de curación y no desean aprender a vivir con el
autismo o con el SA como una condición crónica. Su deseo es curarlo y
recuperar de esta forma la idea que siempre han tenido del niño y que
pareció desvanecerse en el momento en el que un profesional les entregó el
diagnóstico. En este estado de ánimo, los padres pueden ser vulnerables a
los múltiples charlatanes que intentan vender terapias sofisticadas
disfrazadas con palabras difíciles o sofisticadas o inyecciones de hormonas
digestivas que hacen desaparecer el déficit social y que prometen unos
resultados espectaculares a largo plazo.

Programas de tratamiento en la etapa pre-escolar (anterior a los 6 años)

El conocimiento acumulado acerca del desarrollo inicial del niño con el SA ha


permitido detectar el cuadro sintomático en algunos niños a una edad
temprana, entre los 4 y 5 años. A pesar de estos avances, la detección
temprana del SA no es todavía un acontecimiento frecuente ya que el niño
suele presentar un desarrollo menos alterado que el niño con autismo infantil.
Si bien es cierto que su capacidad de comprensión social se muestra alterada
desde el principio, no siempre resulta fácil identificar la manifestación, en
ocasiones sutil, de este déficit cognitivo-social. En consecuencia, una alta
proporción de niños en el periodo de la infancia temprana y con problemas
sociales recibe el diagnóstico menos preciso de “ trastorno generalizado del
desarrollo no especificado”. Algunos de estos niños presentarán
gradualmente, y a lo largo de su evolución, un cuadro sintomático mas
clásico del SA. En otros niños, el cuadro sintomático asociado al autismo
infantil emergerá de forma mas definida y precisa a lo largo de los años.

En general, si bien los programas de intervención llevados a cabo para los


niños con autismo y discapacidades del aprendizaje han demostrado ser
eficaces para este grupo, no se han llevado a cabo estudios empíricos que
demuestren la eficacia de estas estrategias en el tratamiento global e inicial
del niño con el SA.

No obstante, muchos de los profesionales que trabajan en el campo de los


trastornos del desarrollo, piensan que estas técnicas son igualmente útiles
para los niños con el SA. Dado que el niño con el SA presenta una severidad
sintomática menos marcada así como una menor afectación cerebral, los

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profesionales creen que estos programas producen un efecto muy
significativo en el niño con SA al aportarle un gran nivel de estructura para
mejorar las habilidades comunicativas y sociales.

Las investigaciones llevadas a cabo parecen apoyar estos comentarios y


concluyen que los niños con mas alta probabilidad de responder bien a estas
formas de tratamiento son los niños con un grado leve de autismo, con
adecuada inteligencia y con habilidades lingüísticas, que es la descripción del
niño con el Sindrome de Asperger. Otro grupo de profesionales cree que los
niños que son inteligentes, con capacidad verbal y relativamente interesados
en la interacción social, de nuevo una descripción del niño con el SA, se
benefician mucho de la experiencia social y la estimulación comunicativa que
la integración en una aula infantil proporciona.

Entre los programas especializados de intervención temprana mas


extendidos para los niños con autismo de alto funcionamiento o SA se
encuentran los programas basados en las técnicas de análisis de la conducta
(tipo Loovas y otros múltiples programas sucedáneos), la terapia intensiva de
entrenamiento en conductas verbales, y la intervención temprana en las
habilidades de comunicación. Todos estos programas suelen ser
acompañados por sesiones de fisioterapia con el fin de fomentar el desarrollo
de las habilidades motoras y adquirir una buena coordinación motora. La
mayoría de estos programas son llevados a cabo por los padres quienes
reciben entrenamiento especializado en las técnicas y metodología educativa
asociadas a cada programa.

A partir del quinto o sexto año, el cuadro sintomático inicial del niño tiende a
manifestarse de forma mas precisa. En algunos niños, el retraso inicial del
lenguaje es seguido de un rápido adquisición de habilidades lingüísticas
expresivas. En muchos casos, los niños van a presentar cuadros clínicos
consistentes con las características asociadas al SA. La gran mayoría de
niños con autismo y SA en edad escolar y con un cociente intelectual dentro
de la banda del promedio, son integrados en colegios no especializados en
donde reciben un cierto nivel de apoyo dentro del contexto educativo
normalizado.

A partir de esta edad y hasta la etapa adulta del individuo, el modelo general
de tratamiento asociado al SA va a consistir en un modelo individualizado y
adaptado a las necesidades de tratamiento de cada individuo afectado. Este
modelo tiende a abarcar la intervención en cinco áreas diferentes del
desarrollo y funcionamiento de la persona, y que han sido sintetizadas en la
tabla 1.

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Tabla 1. Áreas principales de intervención en el autismo de alto funcionamiento y el
síndrome de Asperger

 Regulación conductual y emocional


 Adquisición de habilidades y rutinas sociales, destrezas de comunicación y fomento
de la comprensión social
 Educación formal en el contexto escolar: adaptación curricular y programas
especializados
 Aprendizaje y adquisición de habilidades adaptativas y de autosuficiencia
 Apoyo psicológico y tratamiento de trastornos psiquiátricos y psicológicos
comórbidos

Estos ámbitos de intervención se centran, en primer lugar, en torno al


diseño de programas dirigidos explícitamente a la regulación de la conducta
disfuncional y desadaptativa del individuo. En segundo lugar, en la
intervención en el área de las habilidades sociales y destrezas de
comunicación, habilidades que se manifiestan siempre alteradas en todas las
personas afectadas. En tercer lugar, puede existir la necesidad de
intervención en el ámbito del aprendizaje en el contexto social de la escuela.
En cuarto lugar, la intervención dirigida a fomentar la independencia del
individuo y la adquisición de habilidades de autosuficiencia es un área de
trabajo obligatorio para la mayoría de los jóvenes afectados por el trastorno.
Por último, el tratamiento de alteraciones psiquiátricas y psicológicas
adicionales y secundarias al síndrome de Asperger es esencial para aliviar
condiciones debilitantes que pueden complicar e intensificar la severidad del
cuadro clínico del individuo.

Dada la variedad de las áreas de intervención, deben de ser siempre los


resultados procedentes de la evaluación de diagnóstico y otras pruebas
adicionales los que guíen al profesional en la identificación de las áreas
prioritarias de intervención para cada individuo y en la adaptación e
individualización de los programas de tratamiento no solo a la personalidad
del individuo sino también a su perfil único de déficits y competencias.

Estudio de casos prácticos.

Con el fin de mostrar las diferencias individuales que los niños, jóvenes y
adultos afectados por el SA presentan, y en consecuencia, la necesidad de
individualizar los programas de intervención, se han elegido tres casos
clínicos con unas necesidades de tratamiento divergentes.

Los casos de Pablo, 12 años, Carlos, 9 años, y Mario, 17 años capturan no


solo la esencia compleja de la discapacidad social característica del SA sino
también ilustran la existencia de marcadas diferencias individuales con
respecto a la manifestación superficial de tal discapacidad, y en
consecuencia a las prioridades de intervención.

Con respecto a las similitudes existentes, se debe destacar que los tres
casos que se van a presentar a lo largo de la ponencia manifiestan un déficit
primario en el desarrollo social así como patrones restrictivos de conductas e

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intereses solitarios. De la misma forma, los tres casos comparten la
necesidad de vivir en ambientes con nivel altos de predicción y estructura en
donde exista la oportunidad de una enseñanza continuada en las áreas de
las habilidades sociales y la comunicación social. Adicionalmente, Pablo,
Carlos y Mario necesitan del apoyo continuo de personas relevantes en su
entorno que les faciliten la navegación en el mundo de las relaciones
interpersonales.

Sin embargo, a pesar de sus grandes similitudes, mis tres casos clínicos
también presentan unas diferencias importantes y dignas de tener en cuenta.

En primer lugar, Pablo, Carlos y Mario tienen diferentes edades y en


consecuencia se encuentran en tres estadios de desarrollo diferentes que sin
duda van a determinar las prioridades de intervención para cada uno de ellos.

En segundo lugar, tanto los dos niños como el joven manifiestan rasgos
temperamentales y personalidades muy diferentes que les hacen percibir el
mundo externo y reaccionar a situaciones en las que se implican de formas
diferentes entre ellos. Por estas razones, y a pesar de que los tres están
diagnosticados con el SA, cada uno de ellos expresa los rasgos nucleares del
trastorno de una forma muy diferente lo que determina unas prioridades de
tratamiento que van a divergir de un caso a otro (ver resumen sintético en
tabla 2.)

Así, y como discutiremos en detalle a lo largo de la ponencia, el caso de


Pablo es un caso en el que las prioridades de tratamiento van a girar en torno
al aprendizaje de estrategias de regulación de conductas agresivas y a la
adquisición de estrategias que fomenten su adaptación a las demandas
sociales del colegio. En el caso de Carlos, su conducta externa se encuentra
bien regulada por lo que sus necesidades de intervención están mas
relacionadas con el aprendizaje de habilidades que le faciliten la formación de
amistades y las relaciones interpersonales así como el aprendizaje de
estrategias cognitivas y habilidades académicas que le ayudasen a resolver
los problemas de aprendizaje. Y por último, el joven Mario es el mas complejo
de todos ellos por encontrarse en el periodo de transición a la etapa adulta y
por presentar un síndrome de Asperger complicado por síntomas debilitantes
procedentes de otros trastornos psicológicos por lo que la prioridad de
tratamiento se centra alrededor del aprendizaje de habilidades de
autosuficiencia, el control de la ansiedad social y preparación para una vida
independiente.

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Tabla .2. Casos clínicos: objetivos de tratamiento y estrategias a utilizar

Sujetos Objetivos de tratamiento Estrategias utilizadas

Pablo Aprendizaje de estrategias Programa de regulación de las


de auto-regulación de emociones
conductas agresivas y
destructivas

Fomento del aprendizaje de Programa conductual de


habilidades sociales reforzamiento diferencial

Programa de comprensión social

Carlos Adaptación curricular Apoyo adicional de profesor


en función a su TANV Entrenamiento especializado
(trastorno aprendizaje del profesor de apoyo en TANV
no verbal)

Fomento de estrategias Programa de comprensión social


orientadas a hacer amigos y programa de juego

Fomento de la autoestima Organización de un club de


intereses

Mario Comprensión por parte Tratamiento farmacológico de


del paciente del diagnostico síntomas de ansiedad
diferencial
Programa cognitivo-conductual
para el control de los síntomas de
ansiedad

Apoyo en la universidad Apoyo directo del grupo de


necesidades especiales

Separación gradual del entorno Implicación del asistente social


familiar Supervisión directa y regular

Fomento del aprendizaje de


de habilidades de independencia

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Frith (ed.), Autism and Asperger Syndrome. Cambridge: Cambridge
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(Eds.), Asperger Syndrome (págs. 340-366): New York: Guilford Press

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