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SOPA DE CONDENADO

Días van y vienen, un martes 5 de enero de 1937 donde se suscitó el acontecimiento que doña
Juliana… esposa de un comunero de Cobilla, un pequeño valle en la cierra, donde separa por el
centro un rio grande y caudaloso unidos los dos barrios por un puente de madera, casas de
tapia y piedras techadas con hichu, las personas de Cobilla se dedican principalmente a la
ganadería en distintas parcelas cada comunero, como doña Juliana que vivía en su estancia
llamado Anccas a 10 horas de caminata y 8 horas a caballo un lugar con cerros grandes con
nevadas, aquella madrugada se encontraba sola ya que su esposo estaba en el pueblo, se
despertó con los cantos de los pajarillos, se levantó de la cama que tendía en el piso con
pellejos y frazada de lana fina de oveja, jerga y el chonzen doña Juliana se puso a realizar su
sagrados alimentos ella tenía un perro con el pelo enredado un chuco de color plomo de gran
tamaño era el guardián de las ovejas que protegía de los zorros, juliana puso a hervir en una
ollita pequeña el chuño para que suavizara, le dio de comer al perro y salieron a pastar sus
ovejas de distintos colores la gran mayoría blancas, negras, plomas y marrones otras con
manchas de color negro y marrones.
El día era muy soleado como cuando las personas decían que cada vez que un rayo mata a la
gente o se lo lleva el rio al día siguiente el calor es bien fuerte, Juliana se sentía medio
angustiada ya estaba sola cuatro días miraba al cerro solo veía las nevadas y por el otro lado un
cerro de tierra roja y a lo lejos solo veía más cerros y riachuelos. La sombra de los cerros crecía
rápidamente lo que anunciaba el atardecer ya era hora de llevar las ovejas al paradero la tarde
era tenebrosa el sol muy ardiente las nubes sangrientas 4 pm al llegar a su choza Juliana se
puso a cocinar su sopita que constaba de una zanahoria, chuño que puso a hervir, fideos y con
charqui. Salió de la choza a reunir las ovejas a su corral hecho de piedras para que ya pudieran
dormir y de una esquina vio como el cerro de tierra roja se veía como si ardía, el cerro nevado
cobro color y era un color rojizo brillante amenazador, a lo lejos diviso que venía una persona y
ella pensó que era su esposo entonces ella se fue a la choza para ver la sopa para que puedan
cenar en uno de esos momentos el perro empezó a aullar y ladrar como si quisiera morder con
una desesperación inexplicable juliana estaba atizando las brasas de la candela cuando ya
escuchaba el trotar del caballo ella sentía la necesidad de salir pero el perro cada vez más
aullaba como si alguien le estaría golpeado y el perro empezó a callarse y querer entrar a la
choza en ese momento juliana salió a ver el suceso y se dio con la sorpresa que no era su
esposo, la noche empezó a caer, era don Julio quien tenía una fama de ladrón de ganados y
mujeriego, Juliana se asustó y su cuerpo reacciono como si le habrían baldeado con agua fría.
Don Julio, con la mirada al suelo, con la cara pálida, ropa oscura y zapatos como si habría
pasado por un charco, argumento diciendo; que se le había hecho tarde y que tenía hambre,
ella le invito a pasar a la humilde choza, se sentó a la horilla de la frazada doblada, el perro le
veía fijamente sin poder aullar ni ladrar, le sirvió la sopa de chuño y el agradeció, juliana puso
a hervir la sopa del perro y en una de esas el fuego se prendió y Don Julio dijo molesto y
asustado a la vez apaga ese fuego por favor, Juliana se sorprendió ante la actitud y el fuego
empezó a arder por si solo cuando ella logro ver la garganta de Don Julio que escapaba la
comida y en uno de esos instantes el chuño tapo el orificio y se escuchaba como tragaba la
sopa pero ala ves escapaba por el estómago ya que empezó a humedecer su poncho, ella salió
afuera llevando la olla del perro para darle de comer, y en ese instante vio de la puerta que
Don Julio fue directo a la bicharra a poner fin al fuego, en ese instante juliana salió corriendo
hacia lo más alto del cerro con su perro detrás de ella, al llegar a una cueva que estaba a la
cuarta parte del cerro se puso a descansar se dio cuenta que Don Julio se había condenado, y
que empezó a gritar diciendo “ ESTOY OLIENDO CARNE” y empezó a caminar hacia donde
estaba juliana y ella empezó a caminar lo más rápido que pudo y el condenado gritaba “
esperame, esperame” en ese instante la luna salía y vio que el condenado empezó a volver a la
choza pensando que juliana había vuelto ya que el perro estaba ahí, en ese instante juliana
veía como el condenado se acercaba al perro para poder comérselo pero no podía duro así
como seis horas en ese plan. Cuentan que el perro con ese aspecto tenía la capacidad de retar
al condenado pidiéndole que cuente cuantos pelos tenia incluyendo las bolas de pelos
enredados uno por uno y si lo lograba el condenado podía comerse al dueño. Pasaron esas
hora y juliana ya había llegado hasta lo más alto del cerro, el condenado en su desesperación
se fue al corral donde estaban las ovejas y empezó a espantar y pasaba cierto tiempo y volvía a
donde estaba el perro, la luna empezó a bajar la nitidez y empezaba a amanecer el condenado
en su desesperación corrió hacia donde estaba juliana, gritando, gimiendo y como si arrastraría
una cadena bien pesada con el sonido de los cascabeles y campanas cada vez más fuertes y en
ese instante empezó a destilarse la oscuridad y el condenado en su desesperación se fue hacia
el cerro nevado como si una fuerza sobre natural le arrastraría y las rocas empezaron a caer
como granizadas por el cerro, juliana quedo paralitica del susto y en ese instante vio que su
esposo estaba bajando con su caballo por la colina y ella empezó a bajar de inmediato, cuando
llegaron a la choza se percataron que el corral desprendía un olor fétido a fierro oxidado y
siete ovejas muertas sin cabeza y sin intestinos, el perro estaba en la puerta de la choza con el
pelo quemado y sin ojos con un aspecto desfalleciente que sería enterrado en la puerta de
aquella choza.

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