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Érase una vez una noche que Pedrito y su mamá se iban a dormir, porque eran
las 9:30 p.m., y Pedrito iba a cumplir años al día siguiente. Pedrito fue el primero
en levantarse y no tenía nada que hacer así que se fue a levantar a su hermana
mayor; la hermana de Pedrito tenía 13 años y Pedrito cumplía 9 años; luego de un
rato, la mamá de Pedrito se levantó y le hizo desayuno a Pedro y su hermana
María Ángel; después ayudaron a la mamá con la casa; después todos 3 se fueron
a bañar y se fueron al centro comercial, jugaron, fueron a cine y luego se fueron
donde sus abuelas, allí le tenían una sorpresa a Pedrito y a su hermana, ellos no
conocían a su padre porque él estaba en la guerra y no lo conocían desde
pequeños y esa era la sorpresa más grande de los dos cuando abrieron los ojos
se quedaron como: “what? ¡¿quién es él?!” preguntó Pedrito “¡es tu papá hijo!” y
todos dos comenzaron a llorar, luego, fueron a cenar, Pedrito comenzó a
preguntar “¿por qué mamá no me habías contado sobre mi padre? ¿Por qué no
me contaste que mi padre estaba en la guerra?” y la mamá le responde: “hijo, lo
que pasa es que era una sorpresa desde que tu papá se fue a la guerra” y luego,
se fueron a dormir. Al día siguiente, se levantaron muy temprano, Pedro, María
Ángel, el papá, la mamá y los abuelos se fueron en la camioneta del padre de los
2 hijos, les vendaron los ojos y cuando salieron del carro se emocionaron porque a
donde ellos fueron a la playa, y como eran vacaciones los 6 se quedaron en un
hotel cerca de la playa; luego, se fueron a un centro comercial y le compraron a
Pedro una bicicleta, el papá de Pedro le regaló a la mamá de Pedro un carro y, a
los padres del papá de Pedro les compró una casa y a la hermana de Pedro le
regaló el iPhone 15 pro, y fueron a almorzar y volvieron a la casa de Pedro, allí se
vieron una película los 6, luego comieron en un restaurante; después “calabaza,
calabaza, todo mundo para su casa”; los padres de Pedro y la hermana se fueron
a la casa y de allí fue llover, llover y llover, 5 días lloviendo, cuando escampó se
dirigieron al parque por un helado.
Fin.
Había una vez un niño llamado Luis que amaba las nubes, él tenía dibujos sobre
nubes y nunca en sus dibujos podían faltar las nubes, era tanto su amor por ellas
que hasta su habitación era adornada por hermosas nubes hechas con papeles de
colores, un día el niño estaba parado frente a su casa viendo las nubes como de
costumbre, pero se percató de que algo estaba mal en el cielo, una nube cambió
de color, y lo asombró, fue de color rojo, la gente se asombraba por ese cambio
tan inesperado que tuvo, porque el color de las nubes es azul, pasando los
minutos cambió a otro color, esta vez fue de color naranja, empezó a llover y
había mucho sol, la gente decía que estaba sucediendo un fenómeno, en este
momento el niño se asustó porque nunca había visto algo tan espeluznante,
asustado, Luis se metió a su cuarto, volvió a salir a los 30 minutos y la nube
estaba negra, así como un carbón; Luis la dibujó y le salió el dibujo intacto tal y
como estaba la nube en el cielo, Luis se inspiró tanto que su dibujo concursó en la
feria del dibujo de su ciudad.
Fin.
Mientras, su madre estaba en casa y decidió salir al jardín, después vio algo que
brillaba y se acercó, vio que era su pulsera, intentó dirigirse hacia el bosque y
Juliana intentó buscar la salida pero ella se sentía muy nerviosa porque pensaba
que otra ve iba a aparecerle el lobo, pero ella igual intentó salir, vio unas huellas,
dijo: “creo que son mis huellas” y las siguió y caminó, y caminó, y caminó, pero se
cansó y decidió sentarse en el lago, lavó sus manos porque estaban muy sucias y
se encontró con un pequeño oso y le intentó hablar pero, el pequeño oso también
estaba perdido y asustado; Juliana le dio un poco de agua y se metió hacia el lago
para pescar, cogió dos pescados, le dio uno al pequeño oso y otro para ella,
mientras ellos comían la madre en casa preparó comida por si encontraba a
Juliana, le empacó un poco de ropa para llevarle y comenzó a caminar, ella se
sentía aterrorizada, pero dijo: “si voy a encontrar a mi hija caminaré, aunque me
canse yo caminaré” mientras tanto, Juliana estaba con el pequeño oso. Después,
se levantó para seguir caminando pero se puso a llover pero, Juliana es tan
inteligente que hizo un pequeño paraguas con ramas y hojas, hizo uno para ella y
otro para el pequeño osito y siguió caminando.
Moraleja
La moraleja es: nunca desobedezcas a tus padres porque ¡si dicen que no salgas
es por tu bien!
Fin.
Pasó el tiempo y todos los pollitos nacidos ese día crecieron y se convirtieron en
pollones y pollonas; el pollo que había nacido último corriendo y con los ojos
abiertos gustaba de pasar todo el día saltando por los techos, escalaba las
paredes y al principio su madre gallina todo el día detrás de él, pero como suele
pasar, tuvo más hijos y estos necesitaban enseñanzas que si querían recibir para
un día convertirse en unos buenos gallos y gallinas, una día mamá gallina, en su
último intento de enseñarle a ser un buen gallo lo tuvo por fin con las patitas
saltarinas sobre la tierra y le dijo: “¿qué te pasa?, por qué no te comportas como
tus hermanos, por qué no eres un pollo normal? Los pollos no andan trepando las
paredes como, como un gato” y el pollo le dijo; “mamá no te has dado cuenta, yo
no quiero ser un pollo, yo quiero ser un gato” y se acostó en el piso, tal como lo
haría un gato.
Mamá gallina preocupada fue a hablar con Félix, el gato viejo de la granja, quien
tenía fama de ser muy sabio por su edad, había vivido tres de sus siete vidas bien
vividas y, cuando vio venir a mamá gallina sólo le dijo: “te has tardado pero has
venido” ella se extrañó de la frase dicha por el gato pero no le prestó mayor
atención y corrió a decirle: “dicen que usted es muy sabio y que ha vivido mucho y
sabe de todo, dígame, ¿es posible que en el pequeño cuerpo de un pollo pueda
habitar el alma de un gato?” el anciano gato sonrió y dijo: “es posible y sucede en
esta granja desde hace casi dos meses, es un caso muy raro pero es real, su hijo
es la reencarnación de un gato” la mamá gallina que no se había sentado se tiró
en el suelo y sin mirar al gato le dijo: “explíqueme cómo funciona y cómo se le
quita” el gato se río, “¡jajaja! El ritual es complicado pero si se lo quieres quitar te
voy a explicar, no necesitas detalles de cómo funciona si lo que quieres es
eliminarlo” y el anciano gato empezó a explicar a mamá gallina los pasos para
“desgatar” al pollo; debía primeramente tener el consentimiento del pollo -lo cual
nunca procuró conseguir-, luego debía bañarlo en agua fría todos los días por seis
días a las seis en punto de la mañana, a continuación debía retirar de su vista todo
lo que pudiera relacionarlo con un gato: cobijas, almohadas, bolas de lana, todo
aquello que pudiera atraer o hacer despertar el “alma del gato” que estaba dentro
del pollo, así lo hizo mamá gallina juiciosa durante seis días; cuando estaba
terminando de bañar al pollo con agua fría en el día sexto este al fin habló y le dijo:
“¿por qué haces todo esto?” la mamá gallina le dijo: “quiero que seas un pollo
normal, no quiero el alma de ese gato en ti”, el pollo rio y le dijo: “¿cuál alma de
cuál gato, de verdad crees todo lo que te dice Félix? Yo no tengo el alma de
ningún gato, yo sólo quería que me prestaras más atención, en estos seis días me
has atendido más de lo que lo has hecho en toda mi vida, yo no quería ser un
gato, ese sólo fue un método, yo quería tu atención, me lo hubieses pedido y yo
dejo eso desde el primer día pero nunca lo hiciste, pero si así lo quieres lo dejo
desde hoy” y así, como por arte de magia o de algún ritual de seis días, el pollo
dejó de querer ser un gato, se comportaba como todos los demás pollos aunque
era más inquieto y revoltoso, pero seguía siendo un pollo quién juiciosamente
aprendía sus lecciones sobre cómo ser un buen gallo.
Había una vez un niño pequeño llamado Paco, Paco era un niño muy inquieto al
que le gustaba meter las narices dónde no lo llamaban, un día cualquiera estaba
de visita en casa de su abuela y él tenía la costumbre de que todo lo revisaba:
cajones, estantes, muebles, todo lo revisaba por la pura curiosidad; revisando se
encontró con una caja que decía Galletas, en letras doradas muy bonitas,
pensando siempre en hacer travesuras se fue a un rincón de la casa y se escondió
a comerse las galletas que había encontrado y, cuando abre la caja tal es su
sorpresa porque le salta una rana de plástico y la caja se le cae y resulta que en la
caja no habían galletas habían hilos, montones y montones de tubitos de hilo de
todos los colores, mientras Paco pasaba su decepción la abuela en la cocina se
reía de él mientras le decía: “jajaja eso te pasa por estar de chismoso jajaja”; Paco
salió de su rincón decepcionado a recoger cada uno de los tubitos y prometió
nunca más estar fisgoneando en casa de la abuela.
Fin.