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A mi fiel servidor

A mi fiel servidor:

Amado amigo, hoy tomé la decisión de escribirte estas líneas para decirte lo mucho
que te amo por todo el esfuerzo físico y espiritual que realizas en las labores que
te corresponden como mi fiel servidor sobre la tierra.

De todos los servidores que tengo, tú eres el más importante. A ti te he escogido


para que representes mi persona en medio de todo este pueblo que necesita saber más
de mí. Recuerda que no fuiste tú el que me escogió, fui yo quién lo hizo y tu el
que desde el momento de nuestro maravilloso encuentro, aceptaste la invitación que
te hice.

Hoy quiero animarte a que no desfallezcas, que aunque pareciere que no estoy a tu
lado, ¡lo estoy!; es por ello que no debes de doblegar tu cabeza ante las apatías
de los demás, que tu espíritu, que es el que mi padre sopló sobre ti el día que
fuiste engendrado en el vientre de tu madre, no debe de sentirse abatido, sino por
el contrario, debe siempre de mantenerse firme como yo me mantuve soportando las
humillaciones, los golpes, los falsos testimonios, aceptando los látigos y la
corona de espinas, cargando con la cruz de tus pecados y al final el ser
crucificado, dando mi propia vida por la salvación de tu alma.

No puedes ser como los demás; debes de ser quién eres, humilde y manso, aceptando
el plan que mi padre tiene reservado para todos aquellos que se mantienen firme
hasta el final. Tú estás dentro de ese plan perfecto. Recuerda que Isaías escribía
inspirado por el Espíritu Santo, “Desde el vientre de mi madre, Dios ya me había
llamado por mi nombre.” Hoy te recuerdo que desde el mismo vientre de tu madre, mi
padre bueno, ya te había escogido y hasta por nombre te ungió para ser su más fiel
servidor.

El mundo está lleno de lobos feroces quienes con sus voces te llaman a ser holgazán
y a criticar a los otros que sirven contigo. Todos ellos van a la perdición y yo no
quiero que tú te pierdas, quiero que estés presente el día en el que vendré en
gloria a levantar a mis siervos, a aquellos que escucharon mi voz como el Buen
Pastor que viene en búsqueda de sus ovejas. No quiero que caigas en la misma
ceguera que ellos, porque un ciego no puede guiar a otro ciego. Tú no estás ciego,
yo soy la luz que ilumina tu existir, el camino verdadero que te lleva al amor,
pero si tu no me imitas, poniéndote el delantal para lavarle los pies a tus
hermanos, entonces el día del juicio serás condenado a la muerte eterna al lado de
todos aquellos que sintiéndose sabiondos y altaneros, no quisieron servir como yo
les serví.

Recuerda que tú eres mí elegido, porque así como el padre me eligió a mí, así de la
misma manera yo te he elegido a ti, para servir con amor y por amor. Con amor del
padre y por amor al prójimo como a ti mismo.

Una vez más te invito a que prosigas el camino, sirviendo aunque los otros no lo
quieran hacer. Tú no eres “los otros”, tú eres tú, y solamente tú darás cuentas de
tu servicio el día que seas juzgado y, si no serviste de acuerdo al plan de mi
padre, entonces aunque me digas “Señor yo en tu nombre hice…” no se te tomará en
cuenta y al lago de fuego iras, mientras los fieles irán conmigo al Cielo para la
vida eterna.

No quiero que te pierdas, quiero tenerte a mi lado.

Tu Señor y tu amigo

Jesús, que te ama con amor eterno.

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