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Introducción

El triunfo de las revoluciones independentistas en América no trajo una época de


paz y concordancia para las sociedades americanas. Debieron enfrentarse a conflictos
inherentes, a la resolución de sus propios destinos. Debian decidir de que manera utilizar
su independencia y soberanía para su porvenir. En este contexto nacieron dos grandes
doctrinas en el continente que fueron el Bolivarismo y el Monroísmo.
El Bolivarismo presentaba la concepción de Hispanoamérica unida como una gran
nación. Cada vez que ha aparecido una gran nación, su existencia ha estado unida al
dominio de un gran espacio y por eso bolívar era consciente de la importancia de crear un
ideal unificador para aprovechar la fuerza dada por la vastedad territorial. Pretendía que
hubiese una sola nación para proteger el continente de las presiones imperialistas.
El monroísmo nació a raíz de la preocupación de Londres ante la intención
francesa de expandirse. Dicha preocupación produjo conmoción en Washington y dio
origen al monroísmo que establecía que cualquier intervención europea en América seria
vista como un acto de agresión que requeriría la intervención de Estados Unidos. El
presidente Monroe Argumentaba que Buscaba la defensa del sistema americano. Sin
embargo, es importante resaltar que a pesar de lo que se decía, el idealismo liberal servía
de fachada a la doctrina pues esta se acomodaba a los intereses nacionales de EE.UU.
Monroísmo
La Doctrina Monroe es el principio de la política exterior de Estados Unidos de no
permitir la intervención de las potencias europeas en los asuntos internos de los países
del hemisferio americano. Derivado de un mensaje al Congreso por el presidente James
Monroe el 2 de diciembre de 1823, (párrafos 7, 48 y 49).

Monroe afirmó en dos de sus discursos más relevantes que las potencias
europeas no podían colonizar por más tiempo América, y señaló que éstas no deberían
intervenir en los asuntos de las recientemente emancipadas repúblicas latinoamericanas.
Previno a los estados europeos contra cualquier intento de imponer monarquías en las
naciones americanas independientes, pero añadió que Estados Unidos no emprendería
ninguna acción en las colonias europeas existentes ni en la propia Europa. Este último
punto confirmaba las ideas expuestas por George Washington en su discurso de
despedida presidencial de 1796, en el que recomendaba encarecidamente que Estados
Unidos no entablara complicadas alianzas en política exterior.

Al marcar de este modo la diferencia entre Europa y América, Monroe subrayaba


la existencia de unos intereses americanos y, más concretamente, estadounidenses.
Rechazaba las monarquías europeas como sistema político, consideraba que ninguna
nueva nación americana lo adoptaría y que su presencia en el continente americano
pondría en peligro la paz y seguridad de su propia nación. Asimismo, exponía que
únicamente Estados Unidos estaba destinado a completar la colonización de los territorios
vírgenes de Norteamérica.

La doctrina Monroe se resume en la frase «América para los americanos».


Monroe, se dice, entendía por americanos los americanos del norte, es decir blancos,
sajones y protestantes. Estos eran los llegados de Europa en busca de la libertad y
habían establecido el mejor de los regímenes posibles, habían encontrado el paraíso
prometido y, por lo tanto, tenían el derecho y la obligación de establecer y ampliar cada
vez más su frontera, sus principios, su organización y sus valores. Esta mística, entre
religiosa y liberal, justificó el exterminio de los indios norteamericanos, la conquista del
oeste, la guerra invasora contra México, y la intervención en el proceso de independencia
de la América española y portuguesa.
Bolivarianismo

En el ámbito de las ideas políticas lo bolivariano en América Latina y en el Caribe


es un pensamiento circunscrito a los valores y a los estandartes que legó el Libertador
Simón Bolívar a través de su gesta política.

Dado que las ideas de Simón Bolívar siempre estuvieron creadas para las
necesidades políticas de un territorio continental definido y de un tiempo histórico que se
ha transformado profundamente a lo largo ya de dos siglos, es necesario desglosar un
conjunto de conceptos del pensamiento de Bolívar que transciendan las épocas y los
espacios para que sirvan como una nueva tabla de valores para transformar la realidad
política de Latinoamérica en el siglo XXI.

Afortunadamente, tanto para el caso de Colombia como para el caso de


Venezuela, ya las ideas de Bolívar no están raptadas por las oligarquías de los siglos XIX
y XX que hicieron un uso de ellas para toda suerte de “oficialismos” que construyeron un
Bolívar reaccionario y útil para todo tipo de discursos patrioteros que durante mucho
tiempo escondieron y tergiversaron el legado revolucionario que él forjó.

Tampoco el anhelo de lo bolivariano está condicionado o está mucho menos


dirigido por los productos de los circuitos académicos universitarios, ni por empresas
editoriales o por todo tipo de aventuras librescas; dado que Bolívar bien puede ser el tema
de una biografía profesional, de alguna tesis universitaria (que de hecho ya no son
muchas) o el tema de miles de libros de todo tipo que se han consagrado a perpetuar la
memoria del Libertador; en fin de todo lo escrito concerniente a él, que bien puede
reconocerse como una tradición que ha hecho en miles de páginas un recuento de sus
epopeyas, un sinfín de análisis interminables de sus obras, pero que no constituyen en
suma lo bolivariano, -a pesar de que lo bolivariano también se nutre de la tradición escrita
como es obvio-. Una cosa es escribir o leer un libro sobre Bolívar y otra muy distinta es
crear un movimiento político bolivariano con una incidencia real en algún escenario social
de América Latina.

Lo bolivariano es pues una ideología política de algún colectivo, partido o


movimiento –el autor de estas palabras ha reconocido con dolor que lo bolivariano no
puede ser una aventura solitaria, sino que debe ser una apuesta colectiva- basada en las
ideas de Simón Bolívar que han demostrado su universalidad y su posible aplicación en
un proyecto social con alcances y estrategias definidas.

Es casi ya un consenso admitido que los conceptos propios de un pensamiento


bolivariano son los siguientes.

1. Unidad e integración latinoamericana y caribeña.

2. Independencia y soberanía política absoluta.

3. Antiimperialismo.

4. Oposición frontal al modelo neoliberal burgués de occidente.


El proyecto bolivariano es en definitiva aquel que busca obtener el poder político
para fundar genuinas repúblicas que aspiren alcanzar al mayor grado de equidad social y
dirijan al continente por un nuevo sendero de solidaridad e integración de los pueblos sin
antecedentes en el mundo.

Quizá la alianza de lo bolivariano con el desafío humano de la realización del socialismo


sea el mayor aporte de la América al mundo. Lo demás –lo que ofrece todo tipo de
derechas, ya lo conocemos: caos, consumismo, individualismo, egoísmo y destrucción-.

Lo bolivariano es un amor imperecedero a la libertad en todas sus acepciones.

Lo bolivariano en el siglo XXI no oculta sino que por el contrario se enorgullece por
enmarcarse en la esfera política de la izquierda y toma como antecedentes de su
patrimonio histórico las gestas de José Martí, Ezequiel Zamora, Rafael Uribe Uribe,
Emiliano Zapata, Augusto Sandino, Jorge Eliecer Gaitán, Salvador Allende, Manuel
Marulanda Vélez, Camilo Torres Restrepo, Fidel Castro, Che Guevara, Hugo Chávez
entre otros, todos ellos que de alguna forma continuaron en su momento con una lucha
radical por la libertad latinoamericana.

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